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Muros Cruces y Excepcion La Literatura A
Muros Cruces y Excepcion La Literatura A
Martín Lombardo
Edición electrónica
URL: https://journals.openedition.org/hispanismes/15040
ISSN: 2270-0765
Editor
Société des Hispanistes Français
Referencia electrónica
Martín Lombardo, «Muros, cruces y excepción», HispanismeS [En línea], Hors-série 4 | 2022, Publicado
el 17 mayo 2022, consultado el 06 junio 2022. URL: http://journals.openedition.org/hispanismes/
15040
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Muros, cruces y excepción 1
Martín Lombardo
o Ricardo Güiraldes7 son algunas de las figuras que trabajan estos temas hacia finales
del siglo XIX y principios del XX. A partir del golpe de estado del treinta, hay una serie
de textos que problematizan el conflicto fronterizo entre el espacio público y el espacio
privado, entre lo político y lo íntimo: el cuento Casa tomada de Julio Cortázar 8 y Cabecita
negra de Germán Rozenmacher 9 son dos ejemplos paradigmáticos al respecto. En la
primera mitad de la década del setenta, los años anteriores al golpe de estado de mil
novecientos setenta y seis, se encuentra una serie de novelas en la que se vuelve
todavía más asfixiante la frontera entre lo íntimo y lo privado: El beso de la mujer araña
de Manuel Puig10 o No habrá más penas ni olvido de Osvaldo Soriano son un buen ejemplo.
De hecho, la novela de Soriano comienza con una frase que hace alusión a esa
redefinición o a esa tensión permanente en el mundo fronterizo: «Tenés infiltrados» 11. Se
esboza así, a través de la figura del enemigo interno, los cruces de las fronteras. En las
novelas de la dictadura, puede verse la irrupción en el espacio de lo íntimo del mundo
político. Al respecto, El vuelo del tigre12, la novela de Daniel Moyano, es un texto
epigramático: en un pueblo imaginario, unos hombres, militares, irrumpen y se instalan
en las casas, conviven con las familias para controlarlos, domesticarlos y torturarlos. Se
viola así la frontera que separaría lo público de lo privado.
3 Puesto que el proyecto arqueológico de leer la historia literaria argentina desde esta
perspectiva excedería el marco de esta ponencia, nos centraremos aquí en la
representación de las fronteras, o en algunas de las formas que consideramos
paradigmáticas de representar las fronteras en la literatura argentina que va desde
comienzos de los años noventa, con la construcción de la ciudad neoliberal, hasta la
crisis social y política de los comienzos del siglo XXI. Proponemos tres figuras o tres
diferentes maneras de problematizar el tema: la figura de los muros; la figura de las
zonas anómicas, zonas fronterizas erigidas también en el interior de una ciudad; la
figura de la disolución de las fronteras. Con el objetivo de ilustrar y analizar esas tres
figuras nos detendremos en diferentes novelas, de autores con estéticas disímiles, pero
en donde es factible pesquisar ese interés fronterizo.
por el gobierno de Carlos Saúl Menem, se publica una serie de novelas en las que se
aborda el tema de las fronteras a través de la construcción de muros intraurbanos. En
esos años marcados, en el plano político internacional, por la caída del muro de Berlín,
se produce en la política argentina el inicio de una política neoliberal. En el terreno
literario, si la ciudad, lo que algunos definen como ciudad neoliberal 13, se convierte en
un tema fundamental, en varios textos se despliega un interés particular por el
imaginario ligado a las murallas.
6 Una de esas novelas, publicada en marzo de mil novecientos ochenta y nueve, en el
contexto de los saqueos que supusieron el final del gobierno de Raúl Alfonsín y que
aceleraron el acceso al poder de Carlos Saúl Menem, es La construcción del héroe, de Juan
Martini. El texto, que obtuvo el Premio Municipal de Literatura, es el tercero de una
serie de cuatro escritos por este autor en donde el protagonista es Juan Minelli. Si la
novela precedente, El fantasma imperfecto14, transcurre en un aeropuerto ―el día que
pasa Juan Minelli en el aeropuerto, a la espera del vuelo que lo llevará de regreso a su
patria luego de los años de exilio―, espacio también fronterizo por su carácter
anómico, en la tercera novela de la serie, Juan Minelli está de regreso en una ciudad,
que es Buenos Aires, en donde se ha construido una muralla. El eje fundamental de la
novela, al igual que en varias novelas de Juan Martin, por ejemplo, en La vida entera 15,
gira en torno al poder: la autoridad que sostiene el poder, la legitimidad del poder, las
órdenes que emanan del poder las luchas intestinas por el poder, entre bandos y en el
seno mismo desde donde el poder emana.
7 La novela abarca un periodo fronterizo en la vida de Juan Minelli: la vida en un hotel. Si
en la novela precedente Juan Minelli está en el aeropuerto esperando el vuelo de
regreso a Buenos Aires y si La construcción del héroe culmina con el momento en que el
personaje abandona el hotel, la novela discurre sobre los aproximadamente dos meses
que pasa Minelli en un hotel. Si el hotel puede entenderse como una frontera, lo
primero que se observa en la frontera es que responde a reglas propias: son las reglas
que le explica la dueña, Encarnación Novoa. De las reglas del hotel, hay dos que son las
más importantes y que apuntan a la identidad y al dinero: se paga por adelantado y
nadie necesita revelar su verdadero nombre. En segundo lugar, la frontera, el hotel, se
confunde con la muralla que atraviesa la ciudad:
De modo que la pequeña ventana desde la cual él contemplaba azorado,
inesperadamente, la llanura no podía existir más que en la muralla, es decir, que el
cuarto de baño de su habitación en la tercera planta del hotel de Encarnación Novoa
se hallaba en la muralla, se dijo, o, mejor dicho, formaba parte de ella. Esta posición,
de inmediato, le pareció a Minelli ideal y vulnerable. 16
8 El hecho de que la frontera sea un lugar ideal y vulnerable apunta al carácter
paradójico de toda frontera y que vincula a la frontera con la autoridad y el poder:
quien está en la frontera lo observa todo, al mismo tiempo, quien está en la frontera se
encuentra en un lugar en el que puede ser atacado. El privilegio se vincula con el
peligro, lo que vincula toda frontera a la autoridad. De hecho, en la novela se cuenta
que la muralla ha sido erigida sobre los huesos de los constructores y que cumple con
varias funciones: «la muralla, probablemente, había sido construida como una defensa
natural, o como la demarcación ―el borde, pero también el símbolo, de una veda― de
una escena consagrada a los usos de lo inenarrable»17. En la historia, los orígenes de la
muralla se pierden en leyendas míticas. En la frontera, encarnada aquí en la figura de la
muralla, hay una idea de violencia ―si hay defensa es porque se supone que habrá un
ataque potencial― de reconfiguración del espacio y creación de un territorio y de
vacío: a ese carácter anómico de la frontera, por dentro y por fuera, se alude a través de
lo inenarrable. Lo que escapa a la narración le otorga a la novela un tono permanente
de irrealidad y confusión, un tono onírico y de dudas: «Esto es una ficción, amigo mío, y
lo que es peor, una antigüedad»18, dice uno de los personajes. Ese carácter de
incertidumbre se propaga en toda la novela; así lo expresa Minelli: «La historia, pensó
entonces, se deshilvana, se disuelve, se escurre entre los dedos: la historia pertenece a
lo que no se ve, a lo que no se sabe»19.
9 Por último, ese lugar paradójico, fronterizo, es el que debe afrontar Juan Minelli a lo
largo de la narración: por un lado, es contactado por Hank, quien ejerce el poder en la
ciudad ya que controla el comercio legal e ilegal que circula en torno a la muralla, para
cumplir con una orden, que averigüe quién asesinó al joven Lu, uno de sus hombres. Al
mismo tiempo, la hija de Hank contacta a Juan Minelli para que no cumpla con la orden
impuesta por Hank. En ese universo paranoico y policial, la muralla funciona como
constructora de ghettos; en algunos ghettos viven quienes detentan el poder: Hank, su
hija María, el Orate, mano derecha de Hank, Erik el Rojo, funcionario que cierra o abre
las fronteras a los productos según las posiciones de Hank. En otros ghettos, apartados
del centro de la ciudad, se sobrevive y se libran batallas para conseguir comida.
Asimismo, la muralla, frontera de la ciudad, es el espacio de los negocios legales e
ilegales, del comercio y del tráfico de comida. Las fronteras, por lo tanto, no son
impermeables: hay tres puertas en la muralla y la presencia de esa muralla, piensa Juan
Minelli, produce la impresión de que hay varias ciudades en la ciudad.
10 La novela interroga los vínculos entre las fronteras y el poder, así como su carácter
ambivalente: por un lado, reconfigura un espacio, creando varios territorios; por otro
lado, la frontera alimenta y se sostiene en lo ilegal, en los cruces, en el tráfico que se
crea en su entorno. Esa característica de yuxtaposición de varios espacios, en principio,
incompatibles entre sí, en un mismo lugar real, responde al concepto de heterotopía
desarrollado por Michel Foucault20. No se trata de una simple oposición entre espacios
sino, más bien, de la configuración de espacios que responden a diferentes leyes, en
ocasiones ambiguas, inciertas, cambiantes. Es el terreno de lo incierto.
11 En la novela de Juan Martini, hay un movimiento de oscilación permanente entre la
defensa y el ataque, entre las reglas que sostienen un discurso de poder y los ataques
contra quienes ejercen el poder, entre la inclusión y la exclusión. En el centro de ese
movimiento de oscilación, hay un vacío, lo que el personaje Juan Minelli define como
inenarrable: lo que responde a la pregunta por las causas que justifican o autorizan a la
creación de la muralla; el cuestionamiento sobre el lugar que ocupa en el territorio
quien manda erigir una muralla.
12 Unos años más tarde, con una estética muy diferente, Gabriel Báñez publica Paredón,
paredón. Texto por momentos paródico, por momentos cínico, por momentos grotesco,
la novela de Báñez, publicada en mil novecientos noventa y dos, relata el proyecto
alucinado de un hombre por construir un paredón que atraviese la ciudad y permita
una división entre los buenos y los malos. La trama se inicia en el funeral de un hombre,
líder político, cuyo proyecto consistió en construir una patria flotante, libre y alejada
de la inmortalidad del mundo moderno. La ceremonia tiene lugar en la casa de un
hombre ciego, discípulo del muerto, que dedica su vida a grabar las voces de muertos
célebres. Se llama Tito Basilisco, lo apodan Ciegotito, y vive con su hermana, Divina
Basilisco, profesora de colegio.
22 Contra la figura de las murallas, de los paredones, de las fortificaciones presentes en las
dos primeras obras analizadas, en el texto de Pradelli se alude y se reflexiona sobre la
circulación. De hecho, recuerda el texto, el asesinato de los piqueteros Kosteki y
Santillán fue justificado por las fuerzas policiales del estado aludiendo a la libertad de
circulación:
Aquella mañana de los asesinatos los piqueteros se habían reunido a las diez y
media en la bajada del puente Pueyrredón. El gobierno, para garantizar la libre
circulación entre la Capital y la provincia, había desplegado dos mil efectivos de la
Policía Federal, la Gendarmería, la Prefectura y la Policía bonaerense 25.
23 Que no sea posible la circulación evidenciaría, por un lado, aquello que las islas-urbanas
ocultan: las diferencias marcadas de clase, la exclusión social, los conflictos. El
despliegue policial funciona aquí como una suerte de fortificación, o, más bien, como el
conflicto entre dos fortificaciones en disputa, revelando así las paradojas de las
fronteras: la erigida por el movimiento social para evidenciar la crisis social contra la
erigida por las fuerzas policiales para borrar esos reclamos. Que el conflicto se produzca
en un puente es interesante ya que muestra las dos maneras posibles de considerar un
puente: por un lado, el puente implica la separación de dos mundos –es lo que pretende
mostrar el movimiento piquetero–; por otro lado, el puente busca unir, permitir el
cruce entre esos dos mundos –es lo que paradójicamente buscan las fuerzas estatales: lo
paradójico proviene, en parte, de que en su acción represiva también impiden el paso
por el lugar. La importancia del puente, de esa frontera que funciona como un límite,
un paso obligado, es señalada en la novela:
Si se quiere llegar a la ciudad de Buenos Aires, desde Adrogué, yendo por la avenida
Hipólito Yrigoyen, hay que cruzar el Riachuelo por el puente Pueyrredón. Para
pasar por el Riachuelo, que es el límite que separa la ciudad y la provincia, el puente
Pueyrredón, a la altura de Avellaneda, es el paso obligado 26.
24 Los enfrentamientos tienen lugar en el puente porque es la frontera misma, el límite,
como señala el texto, y es allí, en los límites, en las fronteras, en donde se pone en juego
la legitimidad del poder, la autoridad y el control del territorio. Ese espacio fronterizo,
limítrofe, pone en tensión las identidades y los lugares sociales que se ocupan. Cuando
la combi se acerca al puente debe detenerse por la manifestación. El vehículo se
convierte en un espacio de protección: algunos de los viajeros no quieren bajarse por
temor a ser agredidos por los manifestantes o por la policía; se acentúa, en esa actitud,
el aspecto inclusivo y de protección, o de una protección ilusoria e inclusiva propia de
las islas-urbanas. Asimismo, el vehículo es un espacio de peligro: se vuelve blanco de las
agresiones por parte de los manifestantes y de las fuerzas policiales. Algunos de los
pasajeros, entre ellos el chofer, deciden abandonar el vehículo y confundirse con los
manifestantes.
25 La novela concluye con una frase que señala esa zona de tensión que es la frontera: «En
la mitad del puente, justo en el límite entre la Capital y la provincia, las columnas
tienen que frenar. Allí, antes de cruzar el Riachuelo, debajo del cartel que señala el
ingreso a la Capital, los piqueteros quedan cara a cara con la policía» 27. La novela
termina en la mitad del puente, en el límite mismo; quizás pueda decirse que se sitúa en
el centro de la frontera, en ese núcleo irrepresentable en donde todo queda suspendido,
en duda.
26 Ese mismo universo de la tensión, en donde se representa o se busca representar lo
irrepresentable del límite fronterizo, puede pesquisarse en la novela de César Aira, La
villa. Escrita en el año noventa y ocho, publicada en el año dos mil uno, anticipándose
por unos meses a la crisis de diciembre de ese mismo año, la novela de Aira está
sostenida en unos personajes que circulan por las fronteras entre la ciudad y los barrios
marginales, entre lo que podría ser el núcleo de una ciudad y la villa miseria. La novela
de Aira aborda de manera más clara todavía los restos que producen las operaciones
fundadoras de la ciudad neoliberal.
27 Desde el inicio vemos la fascinación que los cartoneros producen en Maxi, el
protagonista. Maxi cruza la frontera: ayuda a los cartoneros y entra en la villa miseria.
Frente a cada casa se imagina lo que hay dentro, define esas casas como «fantasías de
fachada»28. Las casas y, por ende, las fachadas, es decir, la frontera de las casas, le
suponen un desplazamiento infinito: toda fachada implica un misterio que nunca
termina por desvelarse. A medida que avanza en la villa miseria, el misterio se
acrecienta: «De modo que el centro, si había centro, siguió en el misterio para él» 29. No
hay centro, hay misterio y así la frontera, la fachada, del mismo modo que las murallas
en las novelas de Martini y de Báñez, del mismo modo que el espacio suspendido, el
límite del puente en la novela de Pradelli, se vincula con lo que escapa a la
representación.
28 Es un mundo cuyas fronteras se quiebran, así lo define Adela, una empleada doméstica
que vive en la villa miseria: «Antes había pobres y ricos, porque había un mundo hecho
de pobres y ricos. Ahora ese mundo desapareció, y los pobres se quedaron sin
mundo»30. Desde una lógica de representación diferente, se alude a una problemática
presente en la novela de Gabriel Báñez. No es que los pobres se queden sin mundo,
como afirma el personaje, sino más bien que están incluidos en el mundo a partir de su
exclusión: circulan por la ciudad como cartoneros y son ignorados y rechazados por el
resto. Esa redefinición de la marginalidad es posible por la redefinición fronteriza.
29 El inspector Cabezas persigue a Maxi porque busca desmontar el tráfico de drogas que
se organiza desde la villa miseria. Cabezas tiene la teoría de que, en la ciudad, la
violencia nace en la villa. La violencia y el crimen son el vínculo entre el «adentro» y el
«afuera» de la ciudad: «Por lo pronto, el foco de violencia que preocupaba al barrio no
estaba en la villa propiamente dicha, en cuyo interior nadie podía asegurar qué pasaba,
sino afuera, en su ‘hall’ de entrada»31. La frontera funciona como una zona de anomia,
así como Maxi es quien mejor encarna este espacio intermediario. Los procedimientos
realizados por Cabezas para desmontar el tráfico de drogas crean un universo en donde
las identidades están en suspenso, creando así un mundo de inversiones y de máscaras.
No se sabe quién es el criminal y quién busca aplicar la ley, las identidades mismas son
inciertas. Se duda de quién es el inspector Cabezas, si es el responsable de la
investigación, un hombre que busca venganza o el responsable del narcotráfico.
30 El cruce de las fronteras produce actos indecidibles: quienes garantizan la ley pueden
ser considerados delincuentes, las identidades se confunden, así como las intenciones.
Sucede algo similar que en la novela de Pradelli: las identidades quedan en suspenso,
están en permanente oscilación, la misma oscilación entre un espacio que por
momentos puede ser de protección y por momentos de ataque. Al entrar en suspenso la
frontera, la otredad y la mismidad se confunden.
31 Hacia el final, todo se revela como pura fachada; es lo que le sucede a Maxi cuando va a
abrir una de las puertas de las casas: «No había habitación. Era una fachada, detrás de la
cual se abría un paisaje desolado de lluvia, con otras casillas, cerca y lejos, iluminadas
por los relámpagos. Era parecido y distinto a la vez: afuera, pero también adentro» 32. La
universalización de las fachadas, que todo sea pura frontera, se traduce en la novela en
una inundación de Buenos Aires que lo hace desaparecer todo. Al mismo tiempo, se
plantea la posibilidad de que esa fachada, esa ilusión haya sido así siempre: «¿Pero
entonces la Villa podía “girar”? ¿Era posible? Quizá no había estado haciendo otra cosa
desde épocas inmemoriales. Quizá toda su existencia se había consumado en una
rotación sin fin»33. Así como la combi en la novela de Pradelli funciona como una
frontera que se desplaza, del mismo modo, en la novela de Aira las fronteras son
móviles: la villa funciona como una isla-urbana, cuyas fronteras son porosas; si,
además, esa isla-urbana, esa frontera, se desplaza, se cuestionan el resto de las
fronteras de la ciudad. Si se radicaliza la puesta en duda de las fronteras, entonces, lo
que surge en el horizonte es la posibilidad de la disolución misma del espacio: sin
fronteras no hay espacio, sin corte no hay superficie.
narradora se quede en suelo porteño pero también la lleva a rebelarse: se produce una
revuelta en el bar y María abandona el lugar. El espacio desde donde emana el terror
funciona como un imán: la narradora se dirige hacia la Intemperie.
45 En la Intemperie las fronteras pierden sentido: «Daba lo mismo, acá, allá… Parecía que
nos quería alquilar un pedazo de viento»44. Con la ausencia de fronteras, las resistencias
contra los excesos del poder estatal también se evanescen: no es posible resistir porque
no hay ninguna figura que encarne el poder. Al llegar al campo, la narradora describe la
nueva configuración espacial: «La tierra parecía abandonada. Daba la sensación de que
uno podía meterse en cualquier lado y armar su casa. Pero no había tierra sin dueño.
[…] La tierra ya no era ni del que la pudiera comprar ni del que la pudiera sembrar, la
tierra era del que la pudiera defender»45. Ya no hay un poder estatal que ordene el
espacio ni erija fronteras sino que son las diferentes tribus las que luchan por el
territorio. En un contexto de guerra civil entre federales y unitarios, María es
capturada por una tribu llamada «brauco». En donde hay tribu no hay Estado: «El
Estado ya no llegaba hasta ahí. Poco a poco habían ido avanzando hacia Buenos Aires,
ocupando unos kilómetros más sobre la frontera con las estancias y los terrenos de
pastoreo»46. En la tribu, los abusos se convierten en la regla y frente a esos abusos no
hay forma de protección posible. Quienes forman parte de la tribu se encuentran en
posición de homo sacer: pueden ser asesinados sin que ese asesinato pueda ser
considerado un crimen. De la tribu de los «braucos», María pasará a la tribu U, en
donde volverá a la ciudad para hacer de traductora.
46 Así como en el inicio de la historia trabajaba como traductora para una multinacional,
en el final retoma su oficio, pero traducirá entre diferentes lenguas tribales. El
personaje se sitúa siempre en un lugar fronterizo, por eso el oficio de la traducción la
define a la perfección. Ya al final de la novela, cuando las fronteras no existen, cuando
la vida se reduce a los combates entre diferentes tribus que ocupan el territorio, María
es traductora de la tribu U y consigue escapar en barco. Se refugia, como se explica en
el primero capítulo de la novela, en un país europeo de lengua inglesa. El texto es
entonces la evocación desde Europa del periodo en que la ciudad de Buenos Aires y el
país entero desaparecen.
47 Si en las dos primeras novelas analizadas, las fronteras se erigían para redefinir el
territorio y tratar de legitimar la soberanía, si en las novelas de Pradelli y Aira se
mostraba la suspensión que implica la frontera, la suspensión y, por lo tanto, la
creación de un espacio anómico en donde se puede asesinar sin cometer crimen alguno;
en la novela de Mairal la frontera ya no aparece como fortificación ni como cruce, sino
directamente como disuelta, sin posibilidad alguna de ejercer su función: la
deslegitimación radical de la autoridad soberana conlleva una disolución del territorio
hasta la configuración de un espacio tribal.
Conclusiones / Aperturas
48 Las tres figuras de la fronteras aquí analizadas –las fortificaciones, la zona anómica, el
borramiento fronterizo– se encuentran no sólo en las novelas mencionadas sino que es
un esquema de análisis posible para estudiar la literatura argentina que aborda los años
del neoliberalismo hasta los primeros años del siglo XXI. Esas tres figuras conviven: las
fortificaciones presentes en las novelas de Martini y de Báñez producen espacios
anómicos, a la vez que son el relato del comienzo, del origen de lo que Josefina
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16. Juan MARTINI, La construcción del héroe, Buenos Aires, Editorial Legasa, 1989, p. 29.
17. Ibid., p. 111.
18. Ibid., p. 121.
19. Ibid., p. 127.
20. Michel FOUCAULT, Le corps utopie, les hétérotopies, Paris, Nouvelles Éditions Lignes, 2009.
21. Gabriel BÁÑEZ, Paredón paredón, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1992, p. 41.
22. Ibid., 73-74.
23. Wendy BROWN, Estados amurallados, soberanía en declive, Barcelona, Herder Editorial, 2015.
24. Josefina LUDMER, op. cit., p. 127-148.
25. Ángela PRADELLI, Combi, Buenos Aires, Emecé Editores, Cruz del sur, 2007, p. 61.
26. Ibid., p. 80.
27. Ibid., p. 286.
28. César AIRA, La villa, Buenos Aires, Emecé Editores, Biblioteca Aira, 2011, p. 37.
29. Ibid., p. 38.
30. Ibid., p. 89.
31. Ibid., p. 45.
32. Ibid., p. 202.
33. Ibid., p. 203.
34. Giorgio AGAMBEN, Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, Valencia, Editorial Pre-textos,
2003.
35. Ibid., p. 18-19.
36. Giorgio AGAMBEN, Estado de excepción, Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, 2004, p. 23-28.
37. Wendy BROWN, op. cit.
38. Giorgio AGAMBEN, Estado de excepción, op. cit.
39. Pedro MAIRAL, El año del desierto, Madrid, Editorial Salto de Página, 2010, p. 7-8.
40. Ibid., p. 75.
41. Ibid., p. 17.
42. Ibid., p. 166
43. Ibid., p. 182-83
44. Ibid., p. 209
45. Ibid., p. 202
46. Ibid., p. 248.
47. Josefina LUDMER, op. cit.
48. Rafael PINEDO, Plop, Madrid, Editorial Salto de Página, 2011.
49. Rafael PINEDO, Subte, Madrid, Editorial Salto de Página 2012.
50. Rafael PINEDO, Frío, Madrid, Editorial Salto de Página 2011.
RESÚMENES
Cet article étudie la représentation des frontières entre l’espace public et l’espace privé, dans un
contexte de configuration et de crise de la ville néolibérale en Argentine. A travers la
configuration spatiale, l’article analyse la représentation de l’autorité, du crime, de la loi et de
son exception. Cette analyse se centre sur trois figures frontalières : la construction de murs,
l’espace anomique et dissolution des limites.
This article analyzes the representation between public space et private space. It focuses on a
context of configuration and crisis of the neoliberal city. Through the study of configuration of
space, the article analyzes the representation of authority, crime, law and the exception of the
law. We focus our analysis on three border figures: the construction of walls, the anomic space
and the dissolution of the limits.
ÍNDICE
Mots-clés: littérature, exception, autorité, murs, anomie
Keywords: literature, exception, authority, walls, anomy
AUTOR
MARTÍN LOMBARDO
Université Savoie Mont Blanc