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HispanismeS

Revue de la Société des Hispanistes Français


Hors-série 4 | 2022
Frontières mouvantes dans l'Amérique hispanique
(XVIe-XXIe siècles)

Muros, cruces y excepción


La literatura argentina y las fronteras: del neoliberalismo a la crisis
Murs, croisements et exception. La littérature argentine et les frontières : du
néolibéralisme à la crise
Walls, crosses and exception. Argentinian literature and borders: from
neoliberalism to crisis

Martín Lombardo

Edición electrónica
URL: https://journals.openedition.org/hispanismes/15040
ISSN: 2270-0765

Editor
Société des Hispanistes Français

Referencia electrónica
Martín Lombardo, «Muros, cruces y excepción», HispanismeS [En línea], Hors-série 4 | 2022, Publicado
el 17 mayo 2022, consultado el 06 junio 2022. URL: http://journals.openedition.org/hispanismes/
15040

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Muros, cruces y excepción 1

Muros, cruces y excepción


La literatura argentina y las fronteras: del neoliberalismo a la crisis
Murs, croisements et exception. La littérature argentine et les frontières : du
néolibéralisme à la crise
Walls, crosses and exception. Argentinian literature and borders: from
neoliberalism to crisis

Martín Lombardo

Introducción: una historia posible


1 Del mismo modo en que David Viñas1 situaba el origen de la literatura argentina en el
relato de una violación –el crimen estatal y político que relata Estaban Echeverría en El
matadero2–, el nacimiento de la historia argentina también puede leerse como un texto
fronterizo: desde la zona fronteriza del género ―leído, en su comienzo, por Gutiérrez,
quien recupera el texto entre los papeles dejados por el autor luego de su muerte, como
una crónica inconclusa― hasta la representación de la frontera que separa los espacios
de la civilización y de la barbarie, encarnada en el matadero ―tomamos aquí como
marco de referencia histórico del texto la antinomia desarrollada por Sarmiento y al
matadero como un lugar en las afueras de la ciudad, en donde empieza a borrar el
mundo citadino y se avizora el espacio del campo―. Es plausible, entonces, pesquisar, a
lo largo de la historia literaria del país, las maneras en que se representan las fronteras,
en que se legitiman y desplazan. En una de sus posibles definiciones, la frontera aparece
como un
espacio geográfico en el que un pueblo en movimiento entra en contacto con otro u
otros de cultura muy diferente a la de aquél. […] proceso de interacción entre esos
pueblos y sus respectivas culturas, que en mayor o menor medida quedan influidas
unas por otras3.
2 Podrían analizarse las fronteras en el mundo de los gauchos a través de Martín Fierro de
José Hernández4, podrían analizarse las fronteras entre el campo y la ciudad y, dentro
de la ciudad, entre los argentinos y los extranjeros. Julián Martel 5, Eugenio Cambaceres6

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o Ricardo Güiraldes7 son algunas de las figuras que trabajan estos temas hacia finales
del siglo XIX y principios del XX. A partir del golpe de estado del treinta, hay una serie
de textos que problematizan el conflicto fronterizo entre el espacio público y el espacio
privado, entre lo político y lo íntimo: el cuento Casa tomada de Julio Cortázar 8 y Cabecita
negra de Germán Rozenmacher 9 son dos ejemplos paradigmáticos al respecto. En la
primera mitad de la década del setenta, los años anteriores al golpe de estado de mil
novecientos setenta y seis, se encuentra una serie de novelas en la que se vuelve
todavía más asfixiante la frontera entre lo íntimo y lo privado: El beso de la mujer araña
de Manuel Puig10 o No habrá más penas ni olvido de Osvaldo Soriano son un buen ejemplo.
De hecho, la novela de Soriano comienza con una frase que hace alusión a esa
redefinición o a esa tensión permanente en el mundo fronterizo: «Tenés infiltrados» 11. Se
esboza así, a través de la figura del enemigo interno, los cruces de las fronteras. En las
novelas de la dictadura, puede verse la irrupción en el espacio de lo íntimo del mundo
político. Al respecto, El vuelo del tigre12, la novela de Daniel Moyano, es un texto
epigramático: en un pueblo imaginario, unos hombres, militares, irrumpen y se instalan
en las casas, conviven con las familias para controlarlos, domesticarlos y torturarlos. Se
viola así la frontera que separaría lo público de lo privado.
3 Puesto que el proyecto arqueológico de leer la historia literaria argentina desde esta
perspectiva excedería el marco de esta ponencia, nos centraremos aquí en la
representación de las fronteras, o en algunas de las formas que consideramos
paradigmáticas de representar las fronteras en la literatura argentina que va desde
comienzos de los años noventa, con la construcción de la ciudad neoliberal, hasta la
crisis social y política de los comienzos del siglo XXI. Proponemos tres figuras o tres
diferentes maneras de problematizar el tema: la figura de los muros; la figura de las
zonas anómicas, zonas fronterizas erigidas también en el interior de una ciudad; la
figura de la disolución de las fronteras. Con el objetivo de ilustrar y analizar esas tres
figuras nos detendremos en diferentes novelas, de autores con estéticas disímiles, pero
en donde es factible pesquisar ese interés fronterizo.

Definir y erigir fronteras: murallas


4 En términos lógicos, para obtener una superficie primero es necesario realizar un corte.
Sin corte, no hay superficie. Ese corte implica, entre otras cosas, una división. Esa
división pareciera abrir una antinomia: por un lado, se construye un «acá», por el otro,
un «allá». Si vinculamos el corte con la frontera, desde esta perspectiva, podemos decir
que una frontera, la instauración de una frontera, implica un movimiento que crea una
otredad. Asimismo, la frontera no es simplemente una línea divisoria sino también un
espacio. Ahora bien, se trata de una zona singular. La frontera coincidiría con el corte,
y, al coincidir con el corte, su definición, la posibilidad de asir una frontera, se
convertiría en algo complejo: no está «acá» ni «allá», a la vez que está «acá» y «allá».
Ese lugar anómico, propio de lo fronterizo, supone que cada frontera produce una
redefinición del «allá» y del «allá», o sea, una redefinición de los lados que
aparentemente separa, al mismo tiempo que vincula. Del mismo modo, todo
movimiento de un lado y de otro de la frontera producirá indefectiblemente un
movimiento o una transformación fronteriza.
5 Es interesante notar cómo, sobre finales de los años ochenta y comienzos de la década
del noventa, coincidiendo con el inicio de lo que sería la política neoliberal instaurada

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por el gobierno de Carlos Saúl Menem, se publica una serie de novelas en las que se
aborda el tema de las fronteras a través de la construcción de muros intraurbanos. En
esos años marcados, en el plano político internacional, por la caída del muro de Berlín,
se produce en la política argentina el inicio de una política neoliberal. En el terreno
literario, si la ciudad, lo que algunos definen como ciudad neoliberal 13, se convierte en
un tema fundamental, en varios textos se despliega un interés particular por el
imaginario ligado a las murallas.
6 Una de esas novelas, publicada en marzo de mil novecientos ochenta y nueve, en el
contexto de los saqueos que supusieron el final del gobierno de Raúl Alfonsín y que
aceleraron el acceso al poder de Carlos Saúl Menem, es La construcción del héroe, de Juan
Martini. El texto, que obtuvo el Premio Municipal de Literatura, es el tercero de una
serie de cuatro escritos por este autor en donde el protagonista es Juan Minelli. Si la
novela precedente, El fantasma imperfecto14, transcurre en un aeropuerto ―el día que
pasa Juan Minelli en el aeropuerto, a la espera del vuelo que lo llevará de regreso a su
patria luego de los años de exilio―, espacio también fronterizo por su carácter
anómico, en la tercera novela de la serie, Juan Minelli está de regreso en una ciudad,
que es Buenos Aires, en donde se ha construido una muralla. El eje fundamental de la
novela, al igual que en varias novelas de Juan Martin, por ejemplo, en La vida entera 15,
gira en torno al poder: la autoridad que sostiene el poder, la legitimidad del poder, las
órdenes que emanan del poder las luchas intestinas por el poder, entre bandos y en el
seno mismo desde donde el poder emana.
7 La novela abarca un periodo fronterizo en la vida de Juan Minelli: la vida en un hotel. Si
en la novela precedente Juan Minelli está en el aeropuerto esperando el vuelo de
regreso a Buenos Aires y si La construcción del héroe culmina con el momento en que el
personaje abandona el hotel, la novela discurre sobre los aproximadamente dos meses
que pasa Minelli en un hotel. Si el hotel puede entenderse como una frontera, lo
primero que se observa en la frontera es que responde a reglas propias: son las reglas
que le explica la dueña, Encarnación Novoa. De las reglas del hotel, hay dos que son las
más importantes y que apuntan a la identidad y al dinero: se paga por adelantado y
nadie necesita revelar su verdadero nombre. En segundo lugar, la frontera, el hotel, se
confunde con la muralla que atraviesa la ciudad:
De modo que la pequeña ventana desde la cual él contemplaba azorado,
inesperadamente, la llanura no podía existir más que en la muralla, es decir, que el
cuarto de baño de su habitación en la tercera planta del hotel de Encarnación Novoa
se hallaba en la muralla, se dijo, o, mejor dicho, formaba parte de ella. Esta posición,
de inmediato, le pareció a Minelli ideal y vulnerable. 16
8 El hecho de que la frontera sea un lugar ideal y vulnerable apunta al carácter
paradójico de toda frontera y que vincula a la frontera con la autoridad y el poder:
quien está en la frontera lo observa todo, al mismo tiempo, quien está en la frontera se
encuentra en un lugar en el que puede ser atacado. El privilegio se vincula con el
peligro, lo que vincula toda frontera a la autoridad. De hecho, en la novela se cuenta
que la muralla ha sido erigida sobre los huesos de los constructores y que cumple con
varias funciones: «la muralla, probablemente, había sido construida como una defensa
natural, o como la demarcación ―el borde, pero también el símbolo, de una veda― de
una escena consagrada a los usos de lo inenarrable»17. En la historia, los orígenes de la
muralla se pierden en leyendas míticas. En la frontera, encarnada aquí en la figura de la
muralla, hay una idea de violencia ―si hay defensa es porque se supone que habrá un
ataque potencial― de reconfiguración del espacio y creación de un territorio y de

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vacío: a ese carácter anómico de la frontera, por dentro y por fuera, se alude a través de
lo inenarrable. Lo que escapa a la narración le otorga a la novela un tono permanente
de irrealidad y confusión, un tono onírico y de dudas: «Esto es una ficción, amigo mío, y
lo que es peor, una antigüedad»18, dice uno de los personajes. Ese carácter de
incertidumbre se propaga en toda la novela; así lo expresa Minelli: «La historia, pensó
entonces, se deshilvana, se disuelve, se escurre entre los dedos: la historia pertenece a
lo que no se ve, a lo que no se sabe»19.
9 Por último, ese lugar paradójico, fronterizo, es el que debe afrontar Juan Minelli a lo
largo de la narración: por un lado, es contactado por Hank, quien ejerce el poder en la
ciudad ya que controla el comercio legal e ilegal que circula en torno a la muralla, para
cumplir con una orden, que averigüe quién asesinó al joven Lu, uno de sus hombres. Al
mismo tiempo, la hija de Hank contacta a Juan Minelli para que no cumpla con la orden
impuesta por Hank. En ese universo paranoico y policial, la muralla funciona como
constructora de ghettos; en algunos ghettos viven quienes detentan el poder: Hank, su
hija María, el Orate, mano derecha de Hank, Erik el Rojo, funcionario que cierra o abre
las fronteras a los productos según las posiciones de Hank. En otros ghettos, apartados
del centro de la ciudad, se sobrevive y se libran batallas para conseguir comida.
Asimismo, la muralla, frontera de la ciudad, es el espacio de los negocios legales e
ilegales, del comercio y del tráfico de comida. Las fronteras, por lo tanto, no son
impermeables: hay tres puertas en la muralla y la presencia de esa muralla, piensa Juan
Minelli, produce la impresión de que hay varias ciudades en la ciudad.
10 La novela interroga los vínculos entre las fronteras y el poder, así como su carácter
ambivalente: por un lado, reconfigura un espacio, creando varios territorios; por otro
lado, la frontera alimenta y se sostiene en lo ilegal, en los cruces, en el tráfico que se
crea en su entorno. Esa característica de yuxtaposición de varios espacios, en principio,
incompatibles entre sí, en un mismo lugar real, responde al concepto de heterotopía
desarrollado por Michel Foucault20. No se trata de una simple oposición entre espacios
sino, más bien, de la configuración de espacios que responden a diferentes leyes, en
ocasiones ambiguas, inciertas, cambiantes. Es el terreno de lo incierto.
11 En la novela de Juan Martini, hay un movimiento de oscilación permanente entre la
defensa y el ataque, entre las reglas que sostienen un discurso de poder y los ataques
contra quienes ejercen el poder, entre la inclusión y la exclusión. En el centro de ese
movimiento de oscilación, hay un vacío, lo que el personaje Juan Minelli define como
inenarrable: lo que responde a la pregunta por las causas que justifican o autorizan a la
creación de la muralla; el cuestionamiento sobre el lugar que ocupa en el territorio
quien manda erigir una muralla.
12 Unos años más tarde, con una estética muy diferente, Gabriel Báñez publica Paredón,
paredón. Texto por momentos paródico, por momentos cínico, por momentos grotesco,
la novela de Báñez, publicada en mil novecientos noventa y dos, relata el proyecto
alucinado de un hombre por construir un paredón que atraviese la ciudad y permita
una división entre los buenos y los malos. La trama se inicia en el funeral de un hombre,
líder político, cuyo proyecto consistió en construir una patria flotante, libre y alejada
de la inmortalidad del mundo moderno. La ceremonia tiene lugar en la casa de un
hombre ciego, discípulo del muerto, que dedica su vida a grabar las voces de muertos
célebres. Se llama Tito Basilisco, lo apodan Ciegotito, y vive con su hermana, Divina
Basilisco, profesora de colegio.

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13 La trama se desarrolla en el espacio de la casa familiar en donde el ciego busca reunir a


los discípulos del líder para así poner en práctica el proyecto político. El ciego se inspira
en las voces de los muertos que graba, y esas voces pronuncian palabras sueltas:
«paredón… paredón… encarrilar… corregir… mundo… desquicio… paredón…
paredón»21. Esas palabras son escuchadas por el ciego y otro de los discípulos del líder
muerto, Mandarino, y encuentran en el balbuceo un mensaje cifrado: deben construir
una muralla que separe a los buenos de los malos. A partir de una figura de líder
evanescente, cínica, incluso, por momentos vacía, se produce la fuerte creencia en la
autoridad de quien enuncia una regla y se procede a la reconstrucción del espacio.
Quien da las órdenes de construir una frontera se transforma en la presencia de una
ausencia y tiene como objetivo reordenar un mundo que se transforma.
14 La frontera alucinada aquí tiene como objetivo ordenar un mundo, una sociedad, en
donde todo parece mezclado. Quienes se comprometen en el proyecto, más allá de que
algunos luego desistan, representan diferentes instituciones. Mandarino, por ejemplo,
formó parte de las Fuerzas Armadas en un tiempo del que tiene nostalgia, ya que podía
distinguirse la izquierda y la derecha –en términos del personaje, el bien y el mal–.
Mandarino ama a la hermana del ciego, que representa otra de las instituciones que
pasan por un periodo de transformación: la escuela. Para Mandarino el enemigo es el
subversivo, para Divina Basilisco, así lo dice ella misma, el peor enemigo es Jean Piaget
ya según las ideas del autor suizo la enseñanza se produce por fuera de un marco de
autoritarismo. Otro de los discípulos, Liborio Boris, abandona los hábitos de cura para
seguir al líder; sin embargo, su desacuerdo con la institución no le impide continuar
paseándose vestido con la sotana. El último de los discípulos, Heleno Verdugo, trabaja
de publicista. Hay otro personaje, llamado El Adoptadito, quien no participa en el
proyecto pero, en teoría, recibe el cariño y la protección del ciego y su hermana. El
espacio de la frontera también revela el mecanismo de incluir a través de la exclusión,
ya que en todo momento el ciego sospecha que El Adoptadito es un traidor.
15 Las reconfiguraciones espaciales producto de la nueva frontera funcionan como utopías
o refugios, lugares situados en el umbral fronterizo y que nacen de los conflictos
sociales. Así lo subraya Mandarino: «No había que atacar: había que dividir. Mostrar las
diferencias, crear un refugio, otro. Uno en serio, un lugar con sus propias leyes y
valores, alejado de la pudrición y de las contaminantes influencias. Era increíble. Años
atrás el líder le había propuesto algo parecido: crear una patria flotante, libre,
incontaminada»22. Tito, Divina y Mandarino contratan un ingeniero, Fóscolo, y su
ayudante Don Fatone, que empiezan con la construcción del paredón. Detrás de los
obreros, Cosmo Oromí y su abogado se encargan de la financiación. Al igual que en la
novela de Martini, en la construcción de una frontera surge el interés económico. El
vínculo entre el dinero y la frontera se muestra con el fracaso del proyecto, que se
produce cuando los financistas lo abandonan. Sin dinero no hay proyecto, lo que
también implica que la posibilidad de erigir una nueva frontera se sostiene en un
interés económico. Tito y Divina siguen con sus vidas mientras que Mandarino termina
por suicidarse.
16 En la novela de Báñez, la frontera funciona, al igual que en la novela de Martini, como
un mecanismo de defensa, y a la vez de instauración del peligro. Se traduce el conflicto
espacialmente a través de las figuras de la defensa y del ataque. La frontera, una vez
más, ejerce como demarcación y construye espacios de inclusión y de exclusión. Surge
la paradoja, ya que sin buenos no habría malos y viceversa: es decir, la frontera ideal

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sería aquella que se evapora. Asimismo, si en la novela de Martini se alude al misterio, a


lo inenarrable, al vacío en el centro de la frontera, a su vez, si ese vacío, ese punto
inenarrable se vincula con el origen de la frontera, con la autoridad que busca legitimar
ese acto, en la novela de Báñez se muestra ese vínculo con el vacío y con lo arbitrario a
través de esa figura mítica, que aparece desde un principio muerta, y que se expresa a
través de su voz de ultratumba: es lo inenarrable, es el misterio el que inspira la idea de
la frontera.
17 En su libro Estados amurallados, soberanía en declive, Wendy Brown 23 sostiene, en torno a
la soberanía y a la construcción de muros y murallas en el interior de los estados tres
ideas centrales. Muestra cómo, en un contexto neoliberal, a través de un discurso
despolitizado y tecnocrático, se ha producido y se produce todavía una política de
fortificaciones en el interior de los estados. Muros, vallas, rejas son algunos de los
elementos que se multiplican en los territorios. Ese primer punto elaborado por Wendy
Brown se observa en las dos novelas a través de la muralla y del paredón. La
multiplicidad de las fronteras, ya que esas fortificaciones establecen fronteras, no se
sitúan tanto para establecer la distinción entre estados sino en el interior mismo del
territorio estatal. En segundo lugar, Wendy Brown analiza el imaginario en torno a ese
universo amurallado: las puestas en escena que sostienen esas nuevas fronteras, esas
nuevas fortificaciones; no se busca ocultar las fronteras sino ponerlas en escena,
teatralizarlas sosteniendo y apelando a un imaginario de peligros y de protección. Este
aspecto también se observa en las dos novelas: es el aspecto de demarcación que supone
la muralla y el proyecto del paredón; es la reconfiguración de todo un territorio en
torno a esa muralla, a ese paredón, que está vinculado con la manera en que se forman
bandos, en que se incluyen algunos y se excluyen a otros. Se alimenta, desde esta
perspectiva, un discurso sobre la amenaza, sobre el peligro potencial para justificar la
construcción de esas nuevas fronteras en el interior del territorio. En tercer lugar,
Wendy Brown muestra cómo esas nuevas fortificaciones, contrariamente a lo que
pretenden, dan cuenta de un declive de la soberanía política: se erosiona la autoridad
del poder estatal, se pone en duda la legitimidad política, queda al descubierto el vacío
en el que se sostiene la soberanía. Al respecto, también observamos este punto en las
novelas analizadas: lo inenarrable al que se alude en la novela de Martini o al muerto
como origen y fundamento, como soberano en el proyecto de construir el paredón. Lo
inenarrable, lo irrepresentable de las fortificaciones da cuenta de la paradoja en la que
se sostienen esos proyectos, esos intentos por recuperar una soberanía y una
legitimidad quebrada: la protección produce violencia; las fortificaciones pretenden
mostrar un control sobre la zona, a la vez que muestran los conflictos latentes y las
dificultades propias en el control territorial; la legitimidad de quien erige la nueva
frontera, si de verdad funcionara, si funcionara de la manera en que se procura mostrar
que funciona, supondría la inutilidad de la frontera: si hay frontera es porque hay
conflictos y los conflictos erosionan la autoridad que ejerce el poder.

Zonas anómicas, zonas de tránsito: el cruce de las


fronteras
18 En su ensayo Aquí América Latina, Josefina Ludmer marca un cambio en la literatura
latinoamericana a partir de los años noventa. Paralelo al proceso de privatización
estatal, se observan textos ficcionales construidos desde un discurso antinacional. Con

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la política neoliberal, se representa a las grandes ciudades como territorios de


extrañeza y de vértigo; los recorridos por la ciudad determinan las zonas y los límites
entre los fragmentos y las ruinas. En el interior de las ciudades, señala Ludmer 24, surgen
las islas-urbanas, espacio emblemático del mundo neoliberal. Se trata de espacios-
umbrales, que, si bien presentan fronteras, son fronteras abiertas, que se pueden
franquear. Sus habitantes, consecuencia de las políticas neoliberales, perdieron el
sentimiento de pertenencia social a una nación. Quienes viven en las islas-urbanas
constituyen comunidades en donde rigen, de manera fusionada, las categorías
familiares, laborales y de clase social. Quienes viven en las islas-urbanas se posicionan
ellos mismos en el umbral entre el afuera y el adentro de la ciudad. La característica
fundacional de la isla-urbana es su posición exterior-interior con respecto a la ciudad, a
la sociedad, a la nación, al trabajo, a la ley, a la historia o a la razón. La isla-urbana
ocupa el lugar de la frontera misma: oscila entre el peligro y la protección, entre la
vulnerabilidad y la autoridad, entre lo incluido y lo excluido.
19 La isla-urbana apunta al problema de la pertenencia y la pertenencia se funda en una
exclusión: para que la inclusión sea posible es condición previa que algo sea excluido.
Entre la inclusión y la exclusión, entre el barrio rico y el barrio pobre, quedan los
restos: las zonas intermedias y quienes ahí se instalan. Las fronteras están en suspenso,
son el espacio de los cruces y de la redefinición permanente de las identidades.
20 Para abordar la figura de los cruces, propio de una frontera anómica, suspendida, nos
centramos en la novela publicada en el año dos mil siete por Angela Pradelli. Combi
alude a ese espacio de tensión, ese umbral en donde la inclusión y la exclusión oscilan,
en donde la frontera se expande y redefine los territorios, poniéndoles en duda. El
argumento de la novela es bastante simple y está enmarcado en un acontecimiento
histórico: en el aniversario del asesinato cometido por las fuerzas policiales contra los
militantes piqueteros Kosteki y Santillán ocurrido en el dos mil tres, un grupo de
quince personas, como casi todos los días, reserva su lugar en una combi que los lleva
desde la zona sur de Buenos Aires hasta la capital. En cada capítulo se narra la vida de
cada uno de los viajeros: quizás lo que une a esos hombres y mujeres sea una vida
fronteriza, representada, en la mayor parte de los casos, en vivir en ciudades del sur,
empobrecidas, y viajar a la capital ya sea para realizar su trabajo, ya sea para realizar
trámites que, de otro modo, les sería imposible hacer. La mujer que baña a personas con
dificultades motoras o la mujer que trabaja en el servicio de familias acomodadas son
algunos ejemplos de esa zona de frontera: están incluidas en el centro, representado en
la capital, a través de una posición excluida, cumpliendo con tareas despreciadas por la
sociedad.
21 Ahora bien, la novela cuenta el viaje realizado en el día en el que habrá una
manifestación por los asesinatos de Kosteki y Santillán. Habrá una marcha de los
piqueteros y quizás se corte el puente Pueyrredón que une el sur de Buenos Aires y la
capital, y permite, por lo tanto, el acceso a la ciudad. A la tensión que les produce a los
viajeros la incertidumbre por no saber si podrán llegar a la capital y cumplir con sus
obligaciones, se suman las relaciones ambivalentes que se generan en el interior de esa
combi. El transporte mismo, puede pensarse, funciona como una isla-urbana móvil, una
comunidad improvisada, con sus vínculos de amor y odio, de complicidad y de
exclusión entre los miembros y con respecto al resto de la sociedad, a lo que sucede por
fuera del vehículo. Al considerar a la combi como una isla-urbana, la novela representa
una frontera en movimiento, en constante redefinición.

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22 Contra la figura de las murallas, de los paredones, de las fortificaciones presentes en las
dos primeras obras analizadas, en el texto de Pradelli se alude y se reflexiona sobre la
circulación. De hecho, recuerda el texto, el asesinato de los piqueteros Kosteki y
Santillán fue justificado por las fuerzas policiales del estado aludiendo a la libertad de
circulación:
Aquella mañana de los asesinatos los piqueteros se habían reunido a las diez y
media en la bajada del puente Pueyrredón. El gobierno, para garantizar la libre
circulación entre la Capital y la provincia, había desplegado dos mil efectivos de la
Policía Federal, la Gendarmería, la Prefectura y la Policía bonaerense 25.
23 Que no sea posible la circulación evidenciaría, por un lado, aquello que las islas-urbanas
ocultan: las diferencias marcadas de clase, la exclusión social, los conflictos. El
despliegue policial funciona aquí como una suerte de fortificación, o, más bien, como el
conflicto entre dos fortificaciones en disputa, revelando así las paradojas de las
fronteras: la erigida por el movimiento social para evidenciar la crisis social contra la
erigida por las fuerzas policiales para borrar esos reclamos. Que el conflicto se produzca
en un puente es interesante ya que muestra las dos maneras posibles de considerar un
puente: por un lado, el puente implica la separación de dos mundos –es lo que pretende
mostrar el movimiento piquetero–; por otro lado, el puente busca unir, permitir el
cruce entre esos dos mundos –es lo que paradójicamente buscan las fuerzas estatales: lo
paradójico proviene, en parte, de que en su acción represiva también impiden el paso
por el lugar. La importancia del puente, de esa frontera que funciona como un límite,
un paso obligado, es señalada en la novela:
Si se quiere llegar a la ciudad de Buenos Aires, desde Adrogué, yendo por la avenida
Hipólito Yrigoyen, hay que cruzar el Riachuelo por el puente Pueyrredón. Para
pasar por el Riachuelo, que es el límite que separa la ciudad y la provincia, el puente
Pueyrredón, a la altura de Avellaneda, es el paso obligado 26.
24 Los enfrentamientos tienen lugar en el puente porque es la frontera misma, el límite,
como señala el texto, y es allí, en los límites, en las fronteras, en donde se pone en juego
la legitimidad del poder, la autoridad y el control del territorio. Ese espacio fronterizo,
limítrofe, pone en tensión las identidades y los lugares sociales que se ocupan. Cuando
la combi se acerca al puente debe detenerse por la manifestación. El vehículo se
convierte en un espacio de protección: algunos de los viajeros no quieren bajarse por
temor a ser agredidos por los manifestantes o por la policía; se acentúa, en esa actitud,
el aspecto inclusivo y de protección, o de una protección ilusoria e inclusiva propia de
las islas-urbanas. Asimismo, el vehículo es un espacio de peligro: se vuelve blanco de las
agresiones por parte de los manifestantes y de las fuerzas policiales. Algunos de los
pasajeros, entre ellos el chofer, deciden abandonar el vehículo y confundirse con los
manifestantes.
25 La novela concluye con una frase que señala esa zona de tensión que es la frontera: «En
la mitad del puente, justo en el límite entre la Capital y la provincia, las columnas
tienen que frenar. Allí, antes de cruzar el Riachuelo, debajo del cartel que señala el
ingreso a la Capital, los piqueteros quedan cara a cara con la policía» 27. La novela
termina en la mitad del puente, en el límite mismo; quizás pueda decirse que se sitúa en
el centro de la frontera, en ese núcleo irrepresentable en donde todo queda suspendido,
en duda.
26 Ese mismo universo de la tensión, en donde se representa o se busca representar lo
irrepresentable del límite fronterizo, puede pesquisarse en la novela de César Aira, La
villa. Escrita en el año noventa y ocho, publicada en el año dos mil uno, anticipándose

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por unos meses a la crisis de diciembre de ese mismo año, la novela de Aira está
sostenida en unos personajes que circulan por las fronteras entre la ciudad y los barrios
marginales, entre lo que podría ser el núcleo de una ciudad y la villa miseria. La novela
de Aira aborda de manera más clara todavía los restos que producen las operaciones
fundadoras de la ciudad neoliberal.
27 Desde el inicio vemos la fascinación que los cartoneros producen en Maxi, el
protagonista. Maxi cruza la frontera: ayuda a los cartoneros y entra en la villa miseria.
Frente a cada casa se imagina lo que hay dentro, define esas casas como «fantasías de
fachada»28. Las casas y, por ende, las fachadas, es decir, la frontera de las casas, le
suponen un desplazamiento infinito: toda fachada implica un misterio que nunca
termina por desvelarse. A medida que avanza en la villa miseria, el misterio se
acrecienta: «De modo que el centro, si había centro, siguió en el misterio para él» 29. No
hay centro, hay misterio y así la frontera, la fachada, del mismo modo que las murallas
en las novelas de Martini y de Báñez, del mismo modo que el espacio suspendido, el
límite del puente en la novela de Pradelli, se vincula con lo que escapa a la
representación.
28 Es un mundo cuyas fronteras se quiebran, así lo define Adela, una empleada doméstica
que vive en la villa miseria: «Antes había pobres y ricos, porque había un mundo hecho
de pobres y ricos. Ahora ese mundo desapareció, y los pobres se quedaron sin
mundo»30. Desde una lógica de representación diferente, se alude a una problemática
presente en la novela de Gabriel Báñez. No es que los pobres se queden sin mundo,
como afirma el personaje, sino más bien que están incluidos en el mundo a partir de su
exclusión: circulan por la ciudad como cartoneros y son ignorados y rechazados por el
resto. Esa redefinición de la marginalidad es posible por la redefinición fronteriza.
29 El inspector Cabezas persigue a Maxi porque busca desmontar el tráfico de drogas que
se organiza desde la villa miseria. Cabezas tiene la teoría de que, en la ciudad, la
violencia nace en la villa. La violencia y el crimen son el vínculo entre el «adentro» y el
«afuera» de la ciudad: «Por lo pronto, el foco de violencia que preocupaba al barrio no
estaba en la villa propiamente dicha, en cuyo interior nadie podía asegurar qué pasaba,
sino afuera, en su ‘hall’ de entrada»31. La frontera funciona como una zona de anomia,
así como Maxi es quien mejor encarna este espacio intermediario. Los procedimientos
realizados por Cabezas para desmontar el tráfico de drogas crean un universo en donde
las identidades están en suspenso, creando así un mundo de inversiones y de máscaras.
No se sabe quién es el criminal y quién busca aplicar la ley, las identidades mismas son
inciertas. Se duda de quién es el inspector Cabezas, si es el responsable de la
investigación, un hombre que busca venganza o el responsable del narcotráfico.
30 El cruce de las fronteras produce actos indecidibles: quienes garantizan la ley pueden
ser considerados delincuentes, las identidades se confunden, así como las intenciones.
Sucede algo similar que en la novela de Pradelli: las identidades quedan en suspenso,
están en permanente oscilación, la misma oscilación entre un espacio que por
momentos puede ser de protección y por momentos de ataque. Al entrar en suspenso la
frontera, la otredad y la mismidad se confunden.
31 Hacia el final, todo se revela como pura fachada; es lo que le sucede a Maxi cuando va a
abrir una de las puertas de las casas: «No había habitación. Era una fachada, detrás de la
cual se abría un paisaje desolado de lluvia, con otras casillas, cerca y lejos, iluminadas
por los relámpagos. Era parecido y distinto a la vez: afuera, pero también adentro» 32. La
universalización de las fachadas, que todo sea pura frontera, se traduce en la novela en

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una inundación de Buenos Aires que lo hace desaparecer todo. Al mismo tiempo, se
plantea la posibilidad de que esa fachada, esa ilusión haya sido así siempre: «¿Pero
entonces la Villa podía “girar”? ¿Era posible? Quizá no había estado haciendo otra cosa
desde épocas inmemoriales. Quizá toda su existencia se había consumado en una
rotación sin fin»33. Así como la combi en la novela de Pradelli funciona como una
frontera que se desplaza, del mismo modo, en la novela de Aira las fronteras son
móviles: la villa funciona como una isla-urbana, cuyas fronteras son porosas; si,
además, esa isla-urbana, esa frontera, se desplaza, se cuestionan el resto de las
fronteras de la ciudad. Si se radicaliza la puesta en duda de las fronteras, entonces, lo
que surge en el horizonte es la posibilidad de la disolución misma del espacio: sin
fronteras no hay espacio, sin corte no hay superficie.

La crisis de la soberanía: hacia la disolución de las


fronteras
32 En su obra dedicada a la figura del homo sacer34, Giorgio Agamben sitúa la excepción
legal como el fundamento de los estados modernos luego de la Segunda Guerra
Mundial. La excepción legal, encarnada en el estado de sitio, muestra el carácter
paradójico y anómico de la ley; la excepción legal permite que la ley sea puesta en
suspenso con el objetivo de protegerla, y en esa suspensión legal se pueden cometer
asesinatos sin que esos actos sean considerados crímenes: Giorgio Agamben define así a
la nuda vida, esa vida que puede ser eliminada sin que se cometa asesinato. La excepción
abre un universo fronterizo; la excepción, de hecho, es la frontera misma: se sitúa por
fuera y por dentro de la ley, en nombre de su defensa, viola la ley:
en paralelo al proceso en virtud del cual la excepción se convierte en regla, el
espacio de la nuda vida que estaba situada originariamente al margen del orden
jurídico, va coincidiendo de manera progresiva con el espacio político, de forma que
exclusión e inclusión, externo e interno, bíos y zoe, derecho y hecho, entran en una
zona de irreductible indiferenciación35.
33 La frontera concebida como una zona de indiferenciación aparece representada en las
novelas de Pradelli y de Aira. De hecho, ya la novela de Aira plantea, en el final, la
desaparición misma de Buenos Aires.
34 Ahora bien, esa zona está en relación directa con la soberanía, con la legitimidad de la
autoridad. Se funda en una soberanía paradójica, señala Agamben 36, en donde el afuera
y el adentro coinciden: es decir, en la frontera misma, ya que la excepción puede verse
como una figura de la frontera. Observamos, en la literatura argentina que aborda,
sobre todo, la crisis del año dos mil uno, una serie de novelas en las que se extrema el
cuestionamiento de esa soberanía, de la legitimidad de la autoridad; en las que, en
términos de Wendy Brown37, la soberanía pierde su legitimidad, o, en términos de
Agamben, en donde la legitimidad se revela como un vacío, como una excepción, en
donde se muestra a la soberanía sostenida en la paradoja de ubicarse por dentro y por
fuera del orden jurídico38.
35 En diciembre del 2001, en la Argentina se instauró el estado de sitio, consecuencia de
una fuerte crisis económica, social y política. El poder se reveló fragmentado y sin
posibilidad de ejercerse; el poder no se fijó ni se encarnó en ninguna figura. En la
narrativa, ese contexto apocalíptico se traduce en novelas en las que las fronteras ya no
se erigen ni se convierten en un misterio móvil; no hay fronteras que tratan de

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construirse ni tampoco cruzarse sino que las fronteras empiezan a borrarse; en


paralelo, quienes antes encarnaban el poder político se muestran inocuos. El terror del
apocalipsis es consecuencia de la revelación de un poder fatuo, inverosímil, sin la
potestad de ejercer cualquier tipo de autoridad. La novela de Pedro Mairal, El año del
desierto, pone claramente de relieve este aspecto.
36 En el primer capítulo de la novela, Mapas39, la narradora y protagonista, María Valdés
Neylán, vive en un país anglófono, estudia un mapa de su ciudad natal y recuerda la
época en que esa ciudad existía. Único capítulo en presente de la novela, éste funciona
como un punto de partida para el flashback que se despliega en los capítulos siguientes
y que son el núcleo de la trama: la novela relata lo sucedido cinco años atrás, cuando,
como consecuencia de varios conflictos políticos, sobre todo, el avance de una inefable
Intemperie sobre la ciudad, Buenos Aires dejó de existir. La novela relata las peripecias
de María para sobrevivir en una ciudad que desaparece progresivamente hasta
conseguir huir e instalarse en Europa.
37 Si tomamos los términos propuestos por Domingo Faustino Sarmiento en el siglo XIX,
términos que sentaron las bases de la construcción del Estado Liberal argentino, la
Intemperie y el Desierto aluden a lo que Sarmiento denominaba «barbarie»; por el
contrario, la cultura anglosajona, la biblioteca desde donde la narradora recuerda su
historia en Buenos Aires son elementos que encarnan la «civilización».
38 El flashback abarca desde el segundo capítulo hasta el final de la novela y evoca desde el
inicio de los conflictos políticos argentinos hasta el momento en que María, la
protagonista, abandona el país. Existe un doble pasaje a lo largo de la narración: por un
lado, se pasa de un relato realista de la crisis política hacia un relato con una presencia
de elementos fantásticos; por otro lado, el relato de una historia que dura sólo un año
cuenta la progresiva desaparición de Buenos Aires a partir de la crisis del 2001. En esa
progresiva desaparición, mientras la historia de María Valdés avanza durante todo ese
año, las alusiones al contexto social evocan la historia argentina a contra reloj: la crisis
del 2001, las dictaduras militares, el peronismo, los conflictos anarquistas, la llegada de
los inmigrantes europeos a principios del siglo XX, las Campañas del Desierto realizadas
en el siglo XIX, la guerra civil entre unitarios y federales, el surgimiento de los
caudillos, sobre todo de Juan Manuel de Rosas, la fundación de Buenos Aires, la llegada
de los conquistadores españoles. La trama avanza, pero se alude a una historia en
retroceso, un regreso a los orígenes de la patria. Así como la disolución progresiva de
las fronteras rompe con la antinomia entre un «acá» y un «allá», se quiebra la
cronología y los marcadores temporales que sitúan un «antes» y un «después».
39 El fantasmagórico y amenazante avance de la Intemperie sobre la ciudad hace que la
narradora y su padre abandonen la provincia de Buenos Aires y se instalen en la capital.
El terror surge de esa Intemperie de la que nunca se explica claramente qué es y
también del vacío de poder gubernamental. Con el avance de la Intemperie no sólo se
disuelven progresivamente las fronteras sino que también se pone en evidencia la
presencia de una cultura de fachada: en los documentos que al principio de la historia
recupera la narradora se anuncia que las casas no son más que fachadas que esconden
el vacío. Al respecto, Ale, el novio de María afirma: «Para ocultar la intemperie,
levantan sólo las fachadas de la cuadra, como un decorado de cine» 40. La escena puede
relacionarse con el final de la novela de César Aira, cuando se muestra que todo es pura
fachada y que no hay un centro; esa revelación, ese vacío, se traduce en la novela
aireana una inundación que borra a la ciudad entera.

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40 En la novela de Mairal, la desaparición de las fronteras no sólo conlleva la desaparición


de la ciudad entera sino también la muerte de los ciudadanos. Para dejar testimonio de
su vida, como la narradora perdió sus documentos, lleva un papel con su nombre:
«Tenía miedo de que me mataran y no supieran quién era»41. Esa identidad suspendida
corresponde con la figura del homo sacer caracterizada por Giorgio Agamben: en un
territorio legislado por la excepción se puede asesinar sin cometer un crimen.
41 Cuando se desencadena la crisis, María tiene 22 años y trabaja como secretaria bilingüe
en una empresa multinacional situada en Torre Garay. Enseguida se queda sola ya que
su novio, Ale, se compromete en las luchas políticas que tienen lugar en la ciudad y su
padre muere. En esa soledad, huye de la Provincia, se instala en la capital federal y se
adapta a diferentes comunidades. En un primer momento, se instala en un edificio, en
donde se crea una comunidad con reglas propias. Si en las calles se produce el avance
de la Intemperie, de la Provincia –símbolos de la barbarie–, la policía interna –símbolo
de la civilización– que, en teoría, debería proteger la población, no hace más que
irrumpir en los espacios privados y vejar a la gente. La reorganización de los
ciudadanos en los edificios para así no salir a las calles y arriesgar sus vidas frente al
avance de la Intemperie supone, por un lado, quedar expuesto a la irrupción de la
policía interna y, por otro lado, una redefinición de la frontera de lo íntimo –se podría
hablar de un repliegue hacia lo íntimo–. Esta estrategia coincide con las figuras de las
murallas señaladas en la novela de Martini y de Báñez: frente a la crisis de
representación política se busca construir nuevas fronteras que den una ilusión de
comunidad y de protección, a la vez que acrecientan la violencia y el odio hacia el otro.
42 María abandona el edificio para, primero, volverse enfermera y, luego, trabajar en el
«Hotel de los emigrantes». Al contrario de la historia argentina, en donde se instauró
un «Hotel de los Inmigrantes» para recibir a los que llegaban desde Europa para
instalarse en el país, en la novela se instala un hotel que recibe a quienes planifican
abandonar el país. Durante el tiempo que trabaja en el hotel y se vuelve camarera del
«Ocean Bar», afuera la Provincia y la Intemperie continúa apoderándose del territorio
de la ciudad:
Venía mucha gente. Venían al Bajo para sacarse el susto. El capo se estaba comiendo
la ciudad. Y todos buscaban el Bajo como si el declive mismo los trajera. Huían por
un rato de la oscuridad, del pánico a las epidemias, de la amenaza lenta del desierto.
Querían ver el ruido, la luz, la música, las multitudes que partían. Se oían las sirenas
de los barcos. Los gritos. Algo parecía rodar hasta ahí, por las calles en barranca,
para agotarse en la noche42.
43 La tecnología, como un elemento de la civilización, se opone a la oscuridad, la violencia
y la soledad encarnada por el Desierto. Sin embargo, los ideales de la civilización,
representados por los militares y la policía interna, también ejercen violencia y terror
sobre los habitantes, sobre todo sobre las mujeres: en la novela pierden el derecho a
votar y se sitúan en la escala más baja de la sociedad.
44 Consecuencia de su situación cada vez más precaria, María es forzada a ejercer la
prostitución por el dueño del hotel y del bar en donde trabaja. Si bien conoce en el bar a
un irlandés, Frank, que le propone abandonar el país, María se niega: «¿Qué iba a
hacer? ¿Qué tenía que hacer? ¿Para qué me iba a quedar en un lugar donde todo se
deshacía? Pero el cuerpo parecía querer quedarse, la desintegración era algo mío, el
desierto era algo mío»43. Hay una división subjetiva en el personaje; el cuerpo, lo
material, aparece ligado a la tierra. La desintegración de la ciudad es llevada por el
propio cuerpo de la protagonista. El vínculo entre el terror y la tierra produce que la

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narradora se quede en suelo porteño pero también la lleva a rebelarse: se produce una
revuelta en el bar y María abandona el lugar. El espacio desde donde emana el terror
funciona como un imán: la narradora se dirige hacia la Intemperie.
45 En la Intemperie las fronteras pierden sentido: «Daba lo mismo, acá, allá… Parecía que
nos quería alquilar un pedazo de viento»44. Con la ausencia de fronteras, las resistencias
contra los excesos del poder estatal también se evanescen: no es posible resistir porque
no hay ninguna figura que encarne el poder. Al llegar al campo, la narradora describe la
nueva configuración espacial: «La tierra parecía abandonada. Daba la sensación de que
uno podía meterse en cualquier lado y armar su casa. Pero no había tierra sin dueño.
[…] La tierra ya no era ni del que la pudiera comprar ni del que la pudiera sembrar, la
tierra era del que la pudiera defender»45. Ya no hay un poder estatal que ordene el
espacio ni erija fronteras sino que son las diferentes tribus las que luchan por el
territorio. En un contexto de guerra civil entre federales y unitarios, María es
capturada por una tribu llamada «brauco». En donde hay tribu no hay Estado: «El
Estado ya no llegaba hasta ahí. Poco a poco habían ido avanzando hacia Buenos Aires,
ocupando unos kilómetros más sobre la frontera con las estancias y los terrenos de
pastoreo»46. En la tribu, los abusos se convierten en la regla y frente a esos abusos no
hay forma de protección posible. Quienes forman parte de la tribu se encuentran en
posición de homo sacer: pueden ser asesinados sin que ese asesinato pueda ser
considerado un crimen. De la tribu de los «braucos», María pasará a la tribu U, en
donde volverá a la ciudad para hacer de traductora.
46 Así como en el inicio de la historia trabajaba como traductora para una multinacional,
en el final retoma su oficio, pero traducirá entre diferentes lenguas tribales. El
personaje se sitúa siempre en un lugar fronterizo, por eso el oficio de la traducción la
define a la perfección. Ya al final de la novela, cuando las fronteras no existen, cuando
la vida se reduce a los combates entre diferentes tribus que ocupan el territorio, María
es traductora de la tribu U y consigue escapar en barco. Se refugia, como se explica en
el primero capítulo de la novela, en un país europeo de lengua inglesa. El texto es
entonces la evocación desde Europa del periodo en que la ciudad de Buenos Aires y el
país entero desaparecen.
47 Si en las dos primeras novelas analizadas, las fronteras se erigían para redefinir el
territorio y tratar de legitimar la soberanía, si en las novelas de Pradelli y Aira se
mostraba la suspensión que implica la frontera, la suspensión y, por lo tanto, la
creación de un espacio anómico en donde se puede asesinar sin cometer crimen alguno;
en la novela de Mairal la frontera ya no aparece como fortificación ni como cruce, sino
directamente como disuelta, sin posibilidad alguna de ejercer su función: la
deslegitimación radical de la autoridad soberana conlleva una disolución del territorio
hasta la configuración de un espacio tribal.

Conclusiones / Aperturas
48 Las tres figuras de la fronteras aquí analizadas –las fortificaciones, la zona anómica, el
borramiento fronterizo– se encuentran no sólo en las novelas mencionadas sino que es
un esquema de análisis posible para estudiar la literatura argentina que aborda los años
del neoliberalismo hasta los primeros años del siglo XXI. Esas tres figuras conviven: las
fortificaciones presentes en las novelas de Martini y de Báñez producen espacios
anómicos, a la vez que son el relato del comienzo, del origen de lo que Josefina

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Ludmer47 denominaría una isla-urbana. En las islas-urbanas, presentes en la zona


anómica y en los cruces fronterizos presentes en las novelas de Pradelli y de Aira, ya se
pesquisa, se sugiere o, como en el final de La villa, se plantea la explosión de las
fronteras y la disolución del territorio, figura que caracteriza a la novela de Mairal. De
hecho, la novela de Mairal, ese particular trabajo sobre la temporalidad, vincula así no
sólo las tres figuras aquí esbozadas en torno a las fronteras sino que también vincula el
tema del espacio narrativo y del tiempo narrativo. Esas tres figuras conviven y se
proyectan en un universo apocalíptico, de redefinición permanente y de disolución;
asimismo, la temporalidad de El año del desierto, ese tiempo narrativo que avanza
aludiendo a una temporalidad que se mueve hacia el pasado, evidencia que la
disolución de las fronteras no sólo es progresiva sino que tiene sus causas históricas,
causas que apuntan a la erosión de la soberanía y, por ende, de los lazos sociales, de los
vínculos y de las uniones que conforman una comunidad posible.
49 Como conclusión, a la vez que propuesta de apertura al análisis, cabe mencionarse la
trilogía de Rafael Pinedo. Esa regresión a un mundo preestatal, marcado por los
intentos de supervivencia individuales, aparece bien desarrollado en Plop, Subte y Frío.
Como si Rafael Pinedo retomara el universo al que llega Pedro Mairal y, desde esas
escenas postapocalípticas, interrogara sobre las fronteras y la autoridad, sobre la
comunidad y los vínculos sociales en un mundo de la disolución.
50 Plop48, primera de las tres novelas, comienza con un parto; es una escena salvaje: la
madre pare al protagonista mientras camina y el nombre del hijo que nace proviene del
ruido que hace al caer, Plop. La novela relata el progresivo ascenso de Plop: en un
primer movimiento, pasa de ser esclavo a ser líder; en un segundo movimiento, su
figura entra en decadencia y es asesinado por la misma comunidad que alguna vez lo
aclamó. La novela relata la construcción de las reglas y de las fronteras internas de una
comunidad, así como las fronteras entre comunidades. Se evidencia el carácter trágico
de las fronteras y de la organización social: indefectiblemente quien llega al poder
abusa de sus súbditos, ejerciendo el mismo tipo de abuso que alguna vez sufrió. Se pasa
de ser víctima a ser victimario. Luego, el ciclo continúa por la decadencia y la caída de
quien ejerce el poder. Observamos en Plop el vínculo entre, por un lado, la soberanía, la
legitimidad y el poder, y, por otro lado, las fronteras y las reglas internas y externas
que rigen una comunidad. Se observa cómo la eliminación de quien ejerce la autoridad
se traduce en una redefinición fronteriza.
51 En Subte49, por su parte, también se trata de una historia de supervivencia. Una mujer
embarazada de ocho meses se mueve en la frontera entre dos mundos, en las fronteras.
Nunca se especifica los motivos por los que huye y en esa huida cae en un pozo, se
adentra en el mundo subterráneo dominado por los ciegos. La novela se centra en quien
es expulsado de una comunidad y oscila así entre un mundo que no le pertenece, el de
los ciegos, y un mundo fronterizo y marginal. Concluye, de hecho, la novela con la
protagonista viviendo en la frontera, sin poder acceder al universo deseado; en las
puertas que acceden a la comunidad a la que pertenece, del lado de afuera, la
protagonista sobrevive haciéndose pasar por perro, animalizándose. Ese lugar anómico,
fronterizo, en donde se representa la manera en que una comunidad se funda en una
exclusión, también es un lugar fronterizo entre lo humano y lo animal: es la frontera de
la excepción, en donde circula la figura que Giorgio Agamben define como homo sacer,
aquel al que se puede matar sin cometer asesinato.

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52 Por último, Frío50, también es el relato de supervivencia. En un mundo postapocalíptico,


signado por el frío extremo, una mujer religiosa, antigua profesora, se refugia en una
casa. Sus principales inquietudes son la obtención de comida para sobrevivir y el
respeto de las reglas religiosas. Establece una particular relación con los animales:
comparte la comida con las ratas para así cumplir con la ceremonia de la comunión
cristiana. A medida que avanza el relato, la frontera entre lo humano y lo animal se
diluye, terminando el texto con la protagonista ofreciendo su cuerpo en sacrificio al
abandonarse a la intemperie y permitiendo que las ratas coman su cuerpo. El cuerpo de
la mujer se diluye en la naturaleza.
53 A partir de las novelas de Rafael Pinedo, puede plantearse otro movimiento en el
análisis de la representación literaria de las fronteras: en primer lugar, se acentúa el
carácter profundamente político de las fronteras. La instauración de una frontera
implica el ejercicio de un poder, y esa materialización del ejercicio del poder que
implica la construcción de una frontera cuestiona la legitimidad del poder: ¿quién
detenta la legitimidad de territorializar un espacio, de dividirlo y, junto a la división del
espacio, atribuir lugares y funciones a quienes recorren y ocupan ese territorio? En
segundo lugar, el conflicto de las fronteras entre lo público y lo privado, entre lo
político y lo íntimo se traduce en la representación del cuerpo. La problemática sobre la
supervivencia y el vínculo, la distancia que se establece con el entorno, es fundamental
en la trilogía de Pinedo. Por último, el análisis de las fronteras en el mundo
postapocalíptico implica reflexionar sobre la frontera entre lo humano y lo animal,
entre el sacrificio y la ofrenda. Lo interesante de la narrativa de Rafael Pinedo quizás
radique en que aborda esas tres figuras fronterizas aquí analizadas y presentes en la
narrativa contemporánea argentina desde una perspectiva política pero centrándose
no tanto en la ciudad sino en los efectos que el espacio comunitario tienen en el cuerpo
de los individuos.

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10. Manuel PUIG, El beso de la mujer araña, Barcelona, Seix Barral, Biblioteca Universal Formentor,
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11. Osvaldo SORIANO, No habrá más penas ni olvido, Barcelona, Ediciones B, Libro Amigo Narrativa,
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12. Daniel MOYANO, El vuelo del tigre, Barcelona, Plaza & Janés, Biblioteca Letras del Exilio, 1984.
13. Josefina LUDMER, Aquí América latina. Una especulación, Buenos Aires, Eterna Cadencia Editora,
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14. Juan MARTINI, El fantasma imperfecto, Buenos Aires, Editorial Alfaguara, 1994.
15. Juan MARTINI, La vida entera, Buenos Aires, Seix Barral, 1997.
16. Juan MARTINI, La construcción del héroe, Buenos Aires, Editorial Legasa, 1989, p. 29.
17. Ibid., p. 111.
18. Ibid., p. 121.
19. Ibid., p. 127.
20. Michel FOUCAULT, Le corps utopie, les hétérotopies, Paris, Nouvelles Éditions Lignes, 2009.
21. Gabriel BÁÑEZ, Paredón paredón, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1992, p. 41.
22. Ibid., 73-74.
23. Wendy BROWN, Estados amurallados, soberanía en declive, Barcelona, Herder Editorial, 2015.
24. Josefina LUDMER, op. cit., p. 127-148.
25. Ángela PRADELLI, Combi, Buenos Aires, Emecé Editores, Cruz del sur, 2007, p. 61.
26. Ibid., p. 80.
27. Ibid., p. 286.
28. César AIRA, La villa, Buenos Aires, Emecé Editores, Biblioteca Aira, 2011, p. 37.
29. Ibid., p. 38.
30. Ibid., p. 89.
31. Ibid., p. 45.
32. Ibid., p. 202.
33. Ibid., p. 203.
34. Giorgio AGAMBEN, Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, Valencia, Editorial Pre-textos,
2003.
35. Ibid., p. 18-19.
36. Giorgio AGAMBEN, Estado de excepción, Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, 2004, p. 23-28.
37. Wendy BROWN, op. cit.
38. Giorgio AGAMBEN, Estado de excepción, op. cit.
39. Pedro MAIRAL, El año del desierto, Madrid, Editorial Salto de Página, 2010, p. 7-8.
40. Ibid., p. 75.
41. Ibid., p. 17.
42. Ibid., p. 166
43. Ibid., p. 182-83
44. Ibid., p. 209
45. Ibid., p. 202
46. Ibid., p. 248.
47. Josefina LUDMER, op. cit.
48. Rafael PINEDO, Plop, Madrid, Editorial Salto de Página, 2011.
49. Rafael PINEDO, Subte, Madrid, Editorial Salto de Página 2012.
50. Rafael PINEDO, Frío, Madrid, Editorial Salto de Página 2011.

HispanismeS, Hors-série 4 | 2022


Muros, cruces y excepción 18

RESÚMENES
Cet article étudie la représentation des frontières entre l’espace public et l’espace privé, dans un
contexte de configuration et de crise de la ville néolibérale en Argentine. A travers la
configuration spatiale, l’article analyse la représentation de l’autorité, du crime, de la loi et de
son exception. Cette analyse se centre sur trois figures frontalières : la construction de murs,
l’espace anomique et dissolution des limites.

This article analyzes the representation between public space et private space. It focuses on a
context of configuration and crisis of the neoliberal city. Through the study of configuration of
space, the article analyzes the representation of authority, crime, law and the exception of the
law. We focus our analysis on three border figures: the construction of walls, the anomic space
and the dissolution of the limits.

ÍNDICE
Mots-clés: littérature, exception, autorité, murs, anomie
Keywords: literature, exception, authority, walls, anomy

AUTOR
MARTÍN LOMBARDO
Université Savoie Mont Blanc

HispanismeS, Hors-série 4 | 2022

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