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Minerales Espaciales
Minerales Espaciales
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I. INTRODUCCIÓN
La fascinación por el espacio es tan antigua como la humanidad misma, así como el
uso del conocimiento astronómico para el mejoramiento de la vida en la Tierra. La
evidencia de la arqueoastronomía se remonta a innovaciones culturales y
tecnológicas, incluso en el período prehistórico, que se basaban, por ejemplo, en
las informaciones sobre el posicionamiento del Sol y de la Luna como conocimiento
aplicado a los usos estacionales de la tierra (Robbins, 2000, p. 32).
Sin embargo, es necesario dar un gran salto temporal para alcanzar el momento en
que la humanidad dejó de ser una mera espectadora de los fenómenos siderales y,
materialmente, se convirtió en una pionera del universo: el siglo XX. La llegada de
la ingeniería aeroespacial ha abierto posibilidades para cambios en la vida humana
que hasta hace poco eran impensables. Desde entonces, la humanidad ha
alcanzado personalmente la Luna (Loff, s.f.) y hasta trató de cultivar material
biológico allá (Mediavilla, 2019), lo que puede interpretarse como un indicio de que,
de hecho, busca «intentar la vida» fuera de la Tierra.
Los recursos minerales acompañaron al ser humano desde sus inicios evolutivos y
cumplieron, en su desarrollo sociocultural, una importante función material, siendo
una de las fuentes para la fabricación y mejora de las primeras herramientas
(Barkai, 2011, Pétrequin et al., 2011). Hoy en día, son piezas clave de los
instrumentos tecnológicos más avanzados e indispensables, por lo que es
«indiscutible que, en el nivel tecnológico en el que se encuentra la humanidad, la
vida humana es absolutamente imposible sin actividades mineras» (Antunes, 2016,
p. 1335). Sin embargo, la dependencia crucial de los recursos minerales es un
vínculo no armónico, ya que, si bien son tan necesarios e irremplazables, también
son finitos, no renovables, se pierden para siempre cuando se retiran del suelo, y
algunos de ellos son raros y escasos (Haldar, 2018, p. 308).
El uso de tierras raras ejemplifica esta relación paradójica. Los minerales de esta
naturaleza forman un grupo de 17 elementos químicos metálicos que tienen
propiedades fisicoquímicas inusuales, como características magnéticas o ópticas
únicas. Se aplican principalmente a los componentes tecnológicos utilizados en la
producción de energía, industrial y militar; en la fabricación de imanes
permanentes, circuitos electroelectrónicos, catalizadores de gases de escape,
equipos láser, teléfonos móviles, vidrios y tintes cerámicos, lentes de alta refracción
y aleaciones de metal. Resulta que, a pesar de su uso crucial, los minerales que
contienen tierras raras son difíciles de extraer y se concentran solo en ciertas
regiones del planeta —China, en este caso, posee más del 95% del suministro
mundial—. Ello dificulta su plena distribución (Rocio, Silva, Carvalho & Cardoso,
2012, pp. 370-372; Gosen, Verplanck, Seal II, Long & Gambogi, 2017, pp. 2-6).