‘camino de la comunién
ne un cardcter reflexivo y sistemético. Por lo tanto, aunque
ambos conocimientos tienen por objeto la verdad acerca de
la vida moral, la alcanzan de modo diverso.
‘A su ver, la ética filo a debe distinguirse de la teologia
moral. La primera es una disciplina exclusivamente racional,
La teologia morel, en cambio, si bien incluye todo lo que la
raz6n puede decir acerca de la vida moral, contiene ademas
todo lo que acerca de ella ensefta la fe, fundada en la revela-
ciGn divina. La éticn filoséfice y la teologia moral se vinculan en-
tre si como lo incompleto y lo completo, puesto que la moral
cristiana asume la moral humana y la lleva a su plenitud,®
La teolagia moral, del mismo modo que la teologia dog-
matica o contemplativa, reflexiona sobre las verdades de fe,
pero lo hace con el objeto de clarificar como la fe modela
la conducta de los creyentes, tanto la de los cristianos indi-
vidualmente, como la de la Iglesia en su conjunto.* No es,
entonces, un conocimiento te6rico sino prictico, y ello, en un
doble sentido: versa sobre la praxis, el obrar libre, pero tam-
bien y sobre todo, tiene por fin no simplemente describir
sino orientar la praxis desde la fe.
A Ia luz de la razon y de la
En virtud de lo dicho hasta aqui, concluimos que la expe-
riencia moral debe ser no s6lo nuestro punto de partida, sino
la referencia permanente en todos y cada uno de los temas
que vamos a tratar. Interpreténdola a la luz de la razén, po-
dremos releer los diferentes temas clasicos de la ética filosofi-
ca en una perspectiva renovada, de inspiracién personalista
que es, como hemos dicho, la del amor interpersonal.
* Cf. Ibid., 47-48, Otro modo clésico en el ambito catélico de dis-
inguir entre ética y moral es identificar estos términos con la dis-
ciplina filoséfica y la disciplina teol6gica, respectivamente. De alt
jue algunos autores, que buscan enfatizar la racionalidad y comu-
tucabilidad de la moral cristiana, hablen de ética teolégica, en vez
Moral Principles, 6
Gustavo Irrazabal
Pero dicha experiencia no queda restringida a la dimen-
sion racional. Por el contrario, aquélla, en su misma estruc
tura, muestra una apertura que hace posible un nuevo nivel
de lectura, ala luz de la fe. De este modo, quedaré en eviden-
cia cOmo la teologia moral asume la reflexién estrictamen-
tp racional. v al mismo tiempo la trasciende, explicitando
aquello que llamamos la especificidad de la visién cristiana,
La division de este libro en dos partes, una de cardcter
ético-filos6fico y otra de cardcter teoldgico-moral, no sigue
Ja tendencia actual, que es tratar ambos aspectos de modo
integrado. La opci6n adoptada en este libro no pretende ser
una critica a esa sistemética, sino que tiene un proposito
pedagégico: busca dejar en claro el peso propio de la razén
'y de la fe, y el equilibrio que ee ees
€l discurso teol6gico-moral. Si diéramos excesivo peso a la
dimension racional, nuestra reflexién pareceria ganar en
comunicabilidad para con los que no comparten nuestra fe
cristiana, pero suscitariamos la impresion de que ella no
tiene nada propio, ninguna novedad que aportar. Si acen-
tudramos demasiado la dimensién de la fe, la afirmacién de
‘su especificidad se haria a costa de oscurecer su continuidad
y su armonia con lo que puede alcanzar la raz6n con sus
‘Propias fuerzas, y el dialogo con quienes estan fuera de los
mites de la Iglesia seria sumamente problemético,
‘Como acabamos de decir, partimos de una reflexion
racional no iluminada todavia por la Revelacién, pero al
mismo tiempo esencialmente abieria a ella. En efecto, nada
impide que, adoptando el punto de vista racional, hable-
‘mos también de Dios. Porque si bien en esta primera parte
queremos mostrar que la dimensién racional de la moral
tiene una consistencia propia, que no depende de la fe en
la existencia de Dios, al mismo tiempo nos proponemos
dejar en claro que dicha existencia da a la ética su funda-
‘mento iiltimo. No necesitamos creer en Dios para tener la
experiencia del llamado del bien. Pero la existencia de Dios
puede ser postulada como la explicaci6n dltima de dicha
experiencia: el Ser Absoluto percibido implicitamente en
el caracter absoluto de las exigencias éticas. Y Dios puede
ser conocido, en este sentido limitado, por la raz6n, sir