| Dubatti, Jorge (2007): Filosofia del teatro 1. Convivio, experiencia, subjetividad.
Buenos Aires: Atuel. Seleccién de apartados a cargo de la catedra.
1. Ser teatro. Se afirma que el teatro es uno de los fendmenos
artisticos y humanos mds completos y relevantes del mundo actual,
sin embargo ya no se sabe muy bien a qué llamar teatro. Determinar
qué es teatro y qué no lo es se ha convertido en un problema dificil de
resolver desde hace ya casi un siglo. Vivimos en el-canon de la multi-
plicidad y la diversidad es tal que hasta casi parece haber desaparecido
la posibilidad de sorpresa. Casting de enfermos terminales para el uso
de sus cadéveres embalsamados en escena en el espectéculo Muerto:
ast estards de la compafiia brivénica 1157performancegroup fundada
por Matthew Scott y Jo Dagless; actor y espectadores que nadan y se
sumergen como buzos en una piscina en Aegri Somnia, de Jean
Lambert-Wild y Coopérative 326; un teatro sin actores, el uso de
proyecciones digitales sobre mascarillas mortuorias y cintas grabadas
en la versién de Los ciegos, la pieza de Maurice Macterlinck dirigida
~inolvidablemente- por Denis Marleau; la escena “neotecnolégica” y
el auge de la incorporacién de televisidn, video, internet, redes dpti-
cas y miltiple tecnologia en espectdculos teatrales de todo el mundo
(Sassone, 2005: 49-59; Cézdova, 2007; Theocaridis, 2007); La Orge-
nizacién Negra escalando el Obelisco de Buenos Aires, mole
transfigurada por performers que caminan por sus flancos y vuelan en
torno aella mientras lanza circulos de agua y fuego en Tirolesa/Obelisco;
la teatralidad de la dptica politica de los museos y de la vida real en los
ciclos Museos y Biodrama disefiados por Vivi Tellas; los escraches y
las intervenciones urbanas del GAC (Grupo de Arte Callejero); ad
” infinitum. El teatro comparte esta entidad problemdtica con la del
arte en general: “Se podria afirmar que el rasgo principal del arte de
os tiltimos tiempos es su des-definicién” (Elena Oliveras, 2004: 64), 0
en palabras de Theodor Adorno: “Ha llegado a ser evidente que nada
referente al arte es evidente: ni en él mismo, ni en su relacién con la
totalidad, ni siquiera en su derecho a Ja existencia” (Adorno, 1980: 9).
El teatro se ha des-definido; el teatro ya no es evidente. El diagnéstico
¢s perturbador, pero a la ver estimulante y positivo, porque implica el
reconocimiento actual del teatro como fenémeno de complejidad
inédita. La puesta en suspenso de las definiciones simples —que sin
embargo persisten en manuales y diccionarios (i, ¢. el teatro reducido
a “género literario” o a “puesta en escena de un texto dramético”)—, 0
fa btisqueda de términos més amplios, como teatralidad’, resultan de
asumir la rica experiencia histérica del teatro durante el siglo XX, las
nuevas condiciones culturales que dicho siglo ha incorporado a la
vida del hombre occidental y el alto desarrollo de la reflexién
teatrolégica en los tiltimos cien afios. El ser del teatro necesita ser
redefinido a partir de los cambios en las précticas especificas y en la
cultura. Hay que reconocer una historicidad del ser del teatro en tanto
se verifica que histéricamente se han sucedido o han convivido dife-
rentes conceptos de teatro, de acuerdo a diversas bases epistemolégicas?.
Hoy no concebimos el teatro como en la Grecia del siglo V a.C., pero
tampoco como en el siglo XVII o en el siglo XIX de nuestra era.6. Desregulacién: de la teorfa de los géneros a la poética.
Teatralidad(es). En algunos centros de formacién teatral, todavia se
sigue utilizando la teorfa de los géneros teatrales y se intenta identifi-
car las practicas draméticas y escénicas-actuales refiriéndolos a los
modelos estables de la tragedia, la comedia, la tragicomedia, la farsa,
el drama y el melodrama. Es cierto que estos grandes modelos abs-
tractos (archipoéticas) son titiles para comprender ciertas zonas de la
historia teatral y observar reelaboraciones, deconstrucciones o conti-
nuidades con cambios de aquellas estructuras. Pero la realidad teatral
-el acontecimiento histérico— del siglo XX evidencia una persistente
voluntad desclasificadora y el auge de las micropoéticas. Es cierto que
una franja del campo teatral trabaje orgdnicamente con las estructu-
ras genéticas, y que el teatro de género permanece, y que segiin cada
campo teatral -no es lo mismo Nueva York que Buenos Aires— su
manifestacién es mds 0 menos importante en una produccién anual.
Se siguen escenificando tragedias, comedias, dramas, melodramas, pero
la riqueza de formas poéticas excede arrasadoramente esas
parcelaciones. Las cartografias poéticas son complejas. Escribe Siegfried
Melchinger hacia 1950 al intentar ia que llama una “vision
panorémica”:
“El cuadro es desconcertante, Imposible parece trazar lineas en
ese caos. Ademds: las escalas de medida se nos escapan. Los
antiguos axiomas se han vuelto discutibles. Al intentar una vi-
sidn de conjunto, el critico choca apenas con menos dificultades
que el ptiblico mismo (...) Lo que se impone presenta tan fun-
damental diversidad, que uno se agarra la cabeza y se pregunta:
gcémo es posible todo esto al mismo tiempo? (1959: 15).
Un fenémeno que se acentuaria ms atin en la segunda mitad
del siglo XX. La desregulacién genérica, el auge de las formas
excéniticas o hibridas, impuso para el andlisis un desplazamiento de
la teorfa de los géneros por el estudio de la poética comparada!®, mas
atenta a la singularidad de los acontecimientos histéricos teatrales en
sf mismos (las micropoéticas). El teatro se abre caminos de multipli-
cacién y mestizaje, cultiva un estado de apertura que le permite
reproducitse, renovarse, sutilizarse. La poética de la mayorfa de los
textos escénicos que se estrenan actualmente no reivindica ortodoxia
respecto de ningtin modelo. El teatro busca dejar de ser teatro para
serlo, Esa diversidad no implica, como veremos, que no pueda definirse
tun concepto basico y abarcador de teatralidad, que permita incluir en
i las miiltiples formas de acontecer en las poéticas que posee el teatro.
Hay una singularidad de la teatralidad en esa estructura matriz, que
intentaremos definir. Pero segtin se responda a la pregunta por el ser
del teatro, se otorgaré a éste entidades diversas; de ellas dependerdn
diferentes y coexistentes concepciones del teatro, sostenidas por di-
versas bases epistemoldgicas: formas de relacionar el teatro con el
mundo del hombre, con el lenguaje, con la metafisica, formas de pen-
sar la entidad y Ia funcién del teatro y el artista. Teatralidad es aquello
que hace teatro al teatro, pero en cada caso esa estructura es modalizada
por diferentes fundamentos de valor. Hay conceptos de escena: la
escena ritual-totémica, la cristiana, la racionalista, la subjetivista, la
simbolista, la objetivista, la vanguardista, la postvanguardista..., sus-
tentados por bases epistemolégicas diferentes. Si bien hay una
estructura de teatralidad recurrente, las concepciones del teatro de
cada una de estas escenas son diversas, y en consecuencia los usos y las
précticas de la teatralidad también. Por ello, si bien proponemos una
estructura de recurrencia y previsibilidad en la teatralidad, no nos
atrevernos a pensar a teatralidad como una y toda a través de los
tiempos, porque cada base epistemoldgica genera reapropiacién de
esa estructura de teatralidad, en suma una teatralidad singular. Hay
una matriz, que llamamos teatralidad, que permite usos y concepcio-
nes diversas: teatralidades, poéticas, escenas. Teatro(s)..13. Hacia una Filosofia del Teatro. El ejercicio de la expecta-
cién, la investigacién y la critica teatral devienen, por la intensidad de
su relacién con la escena, en una filosofia del teatro, En algiin
momento el amante del teatro se enfrenta con la pregunta radical de
la teatrologfa: la pregunta por el ser del teatro. Aristoteles define la
Filosofia como “un saber que se ocupa teoréticamente del ente en tan-
to entey de las propiedades que como tal le son propias” (Metafisiea,
Libro IV)#, Regresar, entonces, el planteo ontolégico a la teatrologia.
Una propuesta que, extrafiamente, los manuales de semistica teatral
eluden. La filosofia es un saber sin supuestos, de permanente
problematizacién, sin embargo, por las caracteristicas del teatro como
acontecimiento, se trata de una filosofia de la praxis y €50 acenttta su
dimensién operativa, instrumental, El teatro posee saberes que le son
especificos y que sélo se adquieren o desprenden del contacto con su
préctica, ya sea en la produccién’ o en la expectacién. Mauricio Kartun
escribié:
“El teatro sabe, dicen los viejos cémicos. Como si sus veinti-
cuatro siglos le hubieran alcanzado para instalar atavismos, para
desarrollar (en algiin sitio innoble, seguro) su glandula histrio-
na: lo que sus artistas a veces no saben lo sabe el ceatro mismo.
Un director enfrenta a su elenco en el temido primer ensayo.
No tiene una imagen ni por casualidad, Est vacio. El actor
centre tanto espera ese algo que no llega. Se enciende un tacho.
La presencia de otros parece indicarle su lugar en el vacio. Al-
guna palabra detona las suyas. Gana el espacio fisico, pinta con
su cuerpo el imaginario. Todos se mueven por él como si nun-
ca hubieran hecho otra cosa. Nace un mundo. El director mira
y dirige: como nacida de algin paraddjico gen fosforescente, la
puesta se ilumina a s{ misma, Como respondiendo a la légica
de un organismo ausente la creacién se hace en el interior del
propio objeto creado. Quizé por ese atributo misterioso que
todos sus artistas comprobamos alguna vez, es que sabemos
sonrefr escépticos cada vex que algiin agorero (siempre de afue-
ra) proclama su desaparicién cercana. El zeatro sabe. Saben sus
espacios, sus artistas, como parecen saber esos grandes textos
que basta dejarlos correr para que pidan espectéculo. Y sabe su
piiblico, claro, que es nada més y nada menos que la otra mitad
de si,
“BJ teatro sabe” es una condensada declaracién de identidad y
de valores que el teatro expresa sobre si mismo. El teatro como terri-
torio de ebullicién de conocimientos sélo accesibles en términos
reatrales. “El teatzo sabe” significa, en principio, que la escena es una
pottica de saberes técnicos especificos, que sélo se adquieren en la
frecuentacién de la escena. Saberes que impone el funcionamiento de
Ja materialidad primaria del teatro: los cuerpos, el espacio, el tiempo
del mundo viviente y a singular polesis® que se genera a partir del
trabajo actoral en el convivio de artistas, técnicos y espectadores. José
Marla Muscari insistia sobre el tema en una entrevista en la Escuela
de Espectadores: “No sé qué voy a hacer hasta que camino el espacio
donde voy a trabaja:”. Cada vez més frecuentemente los actores acep-
tan sumarse a un proyecto teatral con el texto no escrito, “El teatro
sabe” implica también el reconocimiento de saberes simbélico-poéti-
cos el teatro como metéfora epistemolégica (en términos de U. Eco,
Obra abierta) en cada uno de los niveles de su poética y como
constructo verbal que vehiculiza la exposicién de ideas y predicaciones
sobre el mundo. “El teatro piensa”, afirma Alain Badiow, pero preferi-
mos “El teatro sabe”, porque muchas veces estos saberes metaféricos
de la poesia teatral poco tienen que ver con el pensamiento —la
_discursividad racionalista-, la filosofia y la verdad. La escena es acon-tecimiento, pulsién, explosién, incandescencia. No siempre discurre:
a veces estalla, Fulgura. En tanto poesia -mundo paralelo al mundo
que implica la radical negacién de los entes reales y el surgimiento de
una légica de alteridad-, el teatro no siempre “piensa”, pero siempre
sabe. Y esos saberes slo pueden ser generados y percibidos en forma
reatral, es decir, viviente. La escena, concebida como tal, es una cante-
ra inagotable de conocimientos y saberes, casi siempre inadvertidos
porque estén inscriptos en el instante. Por el hecho de ser efimero, de
no perdurar en el tiempo, el teatro no es menos denso en su capacidad
simbélica. ¥ como dice Kartun, esos saberes muchas veces existen al
margen de la percepcién de los artistas y el ptiblico. El teatro sabe,
aunque no lo sepan creadores, criticos ni espectadores, aunque nadie
lo advierta. He ahi el buen espectador, uno de los mayores generado-
res de pensamiento critico en la Argentina: el que sabe ver lo que el
teatro sabe y lo pone en evidencia para los otros. El teatro sabe.
ademés, que a diferencia de la literatura escria, del cine o de la plisti-
ca, oftéce por su naturaleza convivial una experiencia que es mucho
més que lenguaje. Una experiencia que hunde sus rafces en Ia miste-
riosa autopercepcién de las presencias corporales, el tiempo y el espacio
vivientes. “Que el hombre no sea desde siempre hablante, que haya
sido y sea todavia in-fante, eso es la experiencia’, afirma G. Agamben
Unfanciae historia), El mejor teatro se cuece en el fuego de la infancia,
el fuego que funde presencia, lenguaje y experiencia pero que se incli-
na también hacia el recuerdo de la experiencia anterior al lenguaje. El
teatro posee saberes axiolégicos, criticos y tebricos, metafisicos, tera~
péuticos, y su poesia siempre se desdelimia hacia més. Y sabe brindarle
al hombre una herramienta de construccién y exploracién de su exis-
tencia y su mundo, una arquitecténica que modela no sélo los objetos
artisticos, sino también la vida (M. Bajtin, Hacia una filosofia del acto
érico). Consideramos entonces la filosofia del teatro como disciplina
fundadora de un sistema de comprensién que habilita otros saberes:
teéricos, metodoldgicos, analiticos, criticos, pedagégicos. La filosofta
del teatro, en consecuencia, como un saber basal que permite cons-
truir otros saberes subsidiarios, saber basal cuyos principios se asumen
como fundamentos.
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15, Acontecimiento de la cultura viviente. El teatro es vivido,
en principio, como algo que sucede en el Ambito de la cultura viviente.
Ese es su primer rasgo de recurrencia: lo teatral sucede. Es un conjunto
de hechos, es praxis, accién humana, trabajo humano (Marx), en las
coordenadas espacio-temporales de la vida cotidiana. Viajamos hasta
€l teatro San Martin para verlo actuar a Alejandro Urdapilleta. Lo
admiramos, lo conocemos, lo tratamos, lo hemos visto en una veintena
de obras, més de una vez en cada una de ellas. Sabemos que es uno de
los més grandes actores argentinos de todos los tiempos y nos parece
natural que vuelva a estar en el San Martin, En términos espaciales,
recordemos que 64a7pov (en griego) designa el lugar donde se reali-
zan las actividades draméticas. El San Marcin esté allt, en plena avenida
Corrientes, inmerso en el firrago del centro portefio, y no ajeno al
vértigo y la locura de la ciudad’. Se llega hasta él, se entra, se vive en
i, y pata dar testimonio de Jo acontecido durante una funcién tea-
tral, el espectador deberd recurrir en su discurso a una base textual
narrativa (Werlich, 1975)?: pasé esto y luego esto y luego esto... El
teatto acontece en el espacio y el tiempo de la realidad inmediata,
participa de rutinas que constituyen nuestro régimen de experiencia
cotidiano en éste nuestro comin mundo compartido, en “la dimen-
sién concreta y evidente de nuestra existencia” (Sara Lifszyc, 2001:
18), Por su pertenencia a la cultura viviente, la pregunta por el ser del
teatro exige plantearse la pregunta por el ser del mundo cotidiano y su
régimen de experiencia. Segiin Alfred Schutz y Thomas Luckmann el
mundo cotidiano es percibido pragméticamente por el hombre como
“natural“La vida cotidiana es el mundo de la realidad que parece evi-
dente para los hombres que permanecen en actitud natural. Es
el ambito de la realidad en el cual el hombre participa conti-
nuamente, en formas que son al mismo tiempo inevitables y
pautadas. El mundo de la vida cotidiana es la regi6n de la rea-
lidad en la que el hombre puede intervenit y que puede
modificar mientras opera en ella mediante su organismo ani-
mado. Al mismo tiempo, las objetividades y sucesos que se
encuentran ya en ese 4mbito (incluyendo los actos y los resul-
tados de las acciones de otros hombres) limitan su libertad de
accién. Lo ponen ante obstdculos que pueden ser superados,
as{ como ante barreras que son insuperables. Unicamente en el
mundo de la vida cotidiana puede constituirse un mundo cir-
cundante, comin y comunicativo. E] mundo de la vida
cotidiana es, por consiguiente, la realidad fundamental y emi-
nente del hombre (...) Es el mundo que comparto (...) con
otros hombres, con quienes tengo en comtin, no sélo mis obje-
tivos, sino también medios para la concrecién de esos objetivos.
Influyo en otros hombres y éstos en mi (...) El mundo de lz
vida cotidiana nos es dado como presupuesto (...) se nos apare-
ce como una realidad ‘natural’, y no estamos dispuestos a
renunciar a la actitud que se basa en ella” (1973: 41-56)
Pero a la vez, al menos en Occidente, el teatro ~y el arte en
general-confronta su ser con el de la realidad inmediata. Participa de
ella y se le opone, esté en ella y se separa.
17. Acontecimiento de singularidad: cuerpo y percepcién. El
teatro es, dentro de la cultura viviente, un acontecimiento de singula-
ridad, en tanto sélo podzemos llamar acontecimiento teatral a aquel
dotado de la especificidad del teatro segiin las précticas occidentales
(Goody, 1999). Como afirma Grotowski (Hacia un teatro pobre), el
acontecimiento teatral debe set definido por aquello que hace teatro
al teatro, en abstraccién de sus intercambios o “cleptomanfa” (2000:
13). con otros campos del arte:
“Eliminando gradualmente lo que se demostraba como
superfluo, encontramos que el teatro puede existir sin
maquillaje, sin vestuarios especiales, sin escenografia, sin un
espacio separado para la presentacién (escenario), sin ilumina-
cidn, sin efectos de sonido, etc. No puede existir sin la relacién
actor-espectador, en la que se establece la comunién perceptual,
directa y ‘viva” (2000: 13).
Como ya sefialamos, el teatro acontece histéricamente en las
coordenadas espacio-temporales de la empiria cotidiana, pero su me-
dio expresivo (en términos aristotélicos, Poética) son las acciones
corporales, fisicas y fisicoverbales, generadas por alguien con su cuer-
po ante otro que observa (percibe, no sdlo mira) esas acciones en
presencia de él. Cuerpo y percepcidn. El teatro es acontecimiento
corporal empirico en acto, hecho histérico de la vida que puede ates-
tiguar quien lo observa. Afirma Peter Brook con su reconocida
sabiduria en la materi
“Puedo tomar cualquier espacio vacio y llamarlo un escenario
desnudo. Un hombre camina por este espacio vacio mientras
otro lo observa, y esto es todo lo que se necesita para realizar
un acto teatral” (Brook, 1994: 5).
Un hombre, que produce una accién con su cuerpo, en una
encrucijada espacial y temporal compartidas con otro hombre, que
mira (percibe con todos sus sentidos?) esa accién, ambos de cuerpo
presente, necesariamente préximos en el espacio, sin intermediacién
tecnolégica. Para que haya teatro alguien debe hacer-decir algo con sucuerpo ante la percepcidn de otro, ambos presentes. Drama (en grie-
go) significa accién, y en materia de teatralidad esa accidn debe ser
corporal, ya sea puramente fisica o fisicoverbal‘, Pero si bien las accio-
nes corporales teatrales acontecen en las coordenadas espaciotemporales
de la empiria, no son naturales dentro de la vida cotidiana, sino pro-
ducidas por el hombre con una intencionalidad que trasciende la
materialidad de la empiria. Acciones no naturales (no cotidianas) sino
artisticas, generadas por artificio. Estas acciones no-naturales parten
del plano histérico-cotidiano para excederlo y derivar en una zona de
alteridad que analizaremos més adelante.
19. Hacia una conceptualizacién integradora. De esta
manera puede elaborarse una definicién légico-genética del teatro: es
la produccién y expectacién de acontecimientos poéticos corporales
(Fisicos y fisicoverbales) en convivio. También, desde otra perspectiva,
puede formularse una definicién pragmatica: el teatro es la zona de
subjetividad resultante de la experiencia de estimulacién y multipli-
cacién reciproca de las acciones conviviales, potticas (corporales: fisicas
y Fisicoverbales) y expectatoriales en relacién de compaiifa. El teatro,
en suma, como espacio de subjetividad y experiencia que surge de la
multiplicacién convivial-poética-expectatorial. Estudiar una poética
teatral es estudiar ese espacio de multiplicacién, no sélo el plano del
lenguaje poético o la recepcién, No vamos al teatro sdlo a observar
cadenas de signos, sistemas de lenguaje, sino a intervenir en una zona
de experiericia y subjetividad. En tanto acontecimiento de la cultura
viviente el teatro es una morada habitable, un campo de afectacién de
presencias fundado en el vinculo con la potesis. El teatro es aconteci-
miento porque sucede, pero también porque es un acontecer relevante,
de construccién de subjetividad. Esctibe Deleuze:
“El estallido, el esplendor del acontecimiento es el sentido. El
acontecimiento no es lo que sucede (accidente); estéen lo que
sucede el puro expresado que nos hace sefias y nos espera, (..)
Es lo que debe ser comprendido, lo que debe ser querido, lo
que debe ser representado en lo que sucede. Bousquet afiade:
‘Conviértete en el hombre de tus desgracias, aprende a encar-
nar su perfeccién y su estallido’. No se puede decir nada més,
nunca se ha dicho nada més: ser digno de lo que nos ocurre,
esto es, quererlo y desprender de ahi el acontecimiento, hacer.
se hijos de sus propios acontecimientos y, con ello, renacer,
volverse a dar un nacimiento, romper con su nacimiento de
carne” (1994: 158),
Hacerse hijo de los acontecimientos teatrales, renacer en la cul-
tura viviente cuya relevancia se dimensiona por la afectacién de las
presencias y el acontecimiento de la poiesis teatral. Detallaremos en
los capftulos siguientes las caracteristicas de cada una de estas instan-
cias del acontecimiento teatral, sus propiedades y las categorias que
involucran para el andlisis teatroldgico,