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Tercera evaluación: La Celestina. Mariana Otálora Rozo.

3. Tanto Calisto como Melibea representan un ejemplo negativo en la Tragicomedia, pues


Fernando de Rojas hace una parodia al amor cortés de la época, ambos personajes rompen
con el ideal de amor que se tenía y la manera en que debían darse los encuentros y el
enamoramiento. También hay que considerar que el asistir a una alcahueta representaba
algo diferente y desde ahí podría verse el principal problema por el cual seguir a estos dos
personajes sería un ejemplo negativo, además que esta idea se da desde el primer auto y es
lo que conllevará a que se desarrolle toda la historia. Por medio de diferentes recursos que
pone Rojas en La Celestina busca dar ejemplo y formar al lector de las cosas que no se
deben hacer y de mostrar las consecuencias en las que se caen por no hacer las cosas de la
manera correcta. Es aquí mismo en donde se puede hablar de la diferenciación entre el
determinismo y el libre albedrío que se ve presente dentro de la obra, ningún personaje es
consciente de que cualquier acción que realice va a tener una consecuencia en mayor o
menor medida, sin embargo, Rojas hace uso de este recurso para que el lector aprenda esto
y se vuelva consiente de aquellas cosas que hace y se apropie de las consecuencias que le
traerá.

Melibea está representando lo contrario al ideal de la mujer cortesana, que se limita a ser
humilde y ser merecedora de los halagos del caballero cortesano; sin embargo, Melibea
incita a Calisto a que se den los encuentros y se puede ver en las primeras líneas que tiene
ella en donde se muestra que tiene la misma actitud erótica y sexual que Calisto, actitud que
no se tomaba dentro del ideal del amor cortés. Además de esto, Melibea y todos los
personajes femeninos dentro de la obra —en excepción, quizás, de la madre de Melibea—
rompen con los modelos ideales y ayudan a la ruptura que propone Rojas a la tradición del
amor cortés.

Por otro lado, Calisto es la parodia del amante cortés y esto se puede ver desde lo que dice
Yolanda Iglesias sobre el hecho de que, aunque Calisto como Melibea representen a la
nobleza, ninguno de ellos mantiene el comportamiento propio de este linaje, lo que, para
Iglesias, representaría la parodia de Rojas a la sociedad cortesana. El hecho de que Calisto
se vea interesado en ir donde Celestina para lograr que Melibea quede prendida de la
enfermedad del amor, lo hace ver como un personaje contrariado a lo que debería ser el
caballero cortesano, que por medio de actitudes valerosas se ve merecedor del amor de la
amada. Además de esto, se puede ver que dentro del amor cortés el amado mantiene en
secreto o de manera más discreta el amor por la dama, sin embargo, Calisto hace público y
comparte en varias ocasiones tal sentimiento con las personas que le rodean, como a sus
criados quienes no son los mejores confidentes y terminan hablando del tema a sus
espaldas.

En la Tragicomedia la representación del amor entre Calisto y Melibea es meramente


sexual, para nada acorde al amor cortés de la época. Rojas hace muestra de que el deseo y
el impulso sexual determina dentro de estos dos personajes a finales para nada valerosos y a
que, en el caso de Calisto pueda llegar a perder interés en Melibea luego del primer
encuentro sexual, es por esta razón que en un diálogo que tiene Melibea, ella insiste en
confirmar otro encuentro para que éste no pierda el interés que ahora ella también tiene
hacia él. En el amor cortés es imposible que el enamorado logre llegar al galardón o a un
encuentro sexual con su amada y asume una idealización de este mismo encuentro, sin
embargo, Calisto pretende tener asegurada la posibilidad de lograr obtener este galardón
desde el primer momento.

4. En el último diálogo que tiene Melibea antes de suicidarse, ella tiene una imagen
idealizada de Calisto y es la que le muestra a su padre. Hay muchas inconformidades dentro
de este diálogo de Melibea, entre esas la idea que tiene ella de haber estado en boca de los
habitantes del pueblo por lo que había sucedido entre ella y Calisto, sin embargo, dentro de
la obra no se da muestra de que la gente supiese de los encuentros y de aquellas cosas que
habían acontecido para la muerte del mismo Calisto. Más allá de esto, ella habla de la
ilusión que tenía de Calisto y la manera en que ella lo veía, imagen que por cierto es
completamente desdibujada del Calisto real. Ella se ve ilusionada y advierte que ha dejado
muchos sirvientes sin señor, cuando los criados de Calisto eran dos y de seguro, no le
tendrían aprecio y casi nunca se ven preocupados por lo que a Calisto le aconteciera.
Sempronio ha traicionado a su amo y Pármeno por interés se pone al servicio de Celestina y
del mismo Sempronio para aprovecharse de Calisto.

Melibea, enferma de amor, ha desdibujado al Calisto real y lo ha convertido en lo que ella


esperaba de él, un Calisto idealizado y que representaría todo lo que ella buscaba. Es seguro
que la idea que tiene Melibea de Calisto no es la misma que tiene el lector y, por
consiguiente, Fernando de Rojas podría haber utilizado este recurso de poner en boca de la
misma Melibea lo complejo que resulta la enfermedad de amor y las idealizaciones a las
que conlleva llevar la contraria al amor cortés. Ninguno de los dos personajes llega a buen
fin, Calisto muere sin haber hecho una confesión antes de morir o es lo que dice Tristán a
Sosia. Sin embargo, en la escena anterior Calisto alcanza a decir: “¡Oh válame, Santa
María! ¡Muerto soy! ¡Confesión!” (Auto XIX, Escena IV). Aquí Calisto logra arrepentirse
antes de morir, sin embargo, nadie le escucha y por esta razón Melibea no se entera de esto
y dentro de su discurso dice: “Cortaron las hadas sus hilos; cortáronle sin confesión su
vida” (Auto XX, Escena V) es por esto por lo que Melibea espera reencontrarse con Calisto
en el purgatorio, pues ella no pide confesión de sus hechos porque cree que él tampoco lo
ha hecho y espera que se vuelvan a ver para estar juntos pues el tiempo en la tierra no había
sido suficiente.

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