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Esta traducción tiene como fin acercar a lectores de
habla hispana, aquellas autoras que no llegan a
nuestros países.
Es una traducción sin fine de lucro.
El Staff de MAKTUB o SOTELO BY K. CROSS no recibe
ninguna compensación económica por su participación en
esta traducción.
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¡Les deseamos buena lectura!

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TRADUCCIÓN
Sotelo

CORRECCION Y LECTURA FINAL


Kelly C.

DISEÑO
Botton

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Mi ciudad está en paz, la guerra entre los jefes ha terminado.
Estoy en la cima, pero todavía tengo que estar atento a los
problemas. Los problemas llegan en forma de una fugitiva que
acepta un trabajo como bailarina en mi club. La cosa es que
ella no está hecha para el escenario.

Diamond está hecha solo para mí. Tiene curvas a las que quiero
hincar el diente, y es tan inocente como sexy. Me encanta eso
de ella, pero odio a los hombres de su vida que le dijeron que
no era hermosa, que le dijeron que no tenía la talla o la forma
adecuada. Todo en mi Diamond es perfecto, y pasaré el resto de
mi vida demostrándoselo.

Cuando descubra quién es realmente, las cosas se pondrán aún


más peligrosas. Pero no importa, porque Diamond es toda mía.
Iré a la guerra por ella y destruiré con gusto a cualquiera que
intente arrebatármela, incluso a su propio padre.

Nota de MINK: Ponte a tono y abraza fuerte a tu amigo peludo


en esta historia de una heroína con curvas y el hombre que la
ama incondicionalmente.
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La música se extiende por el club, llegando hasta el
fondo, donde me siento y doy un sorbo a mi bebida.

—Jefe, tenemos tres chicas más que quieren bailar. —

— ¿No tenemos una lista completa?— Pregunto.

—Sí la tenemos, pero están desesperadas por trabajar—


Malone golpea con los dedos el marco de la puerta. —Y
ustedes son el único juego en la ciudad que ofrece un
seguro completo y una paga decente, a pesar de todas
mis quejas. —

—Ya sabes por qué lo hago. —

—Sí. — Suspira. —No voy a volver a recorrer ese


camino. —
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—Bien. — La primera vez que decidió bajar por él,
terminó con un puño magullado para mí y un ojo
morado para él. La primera vez y la última.

—Déjalas bailar. —

—Ya tengo dos chicas nuevas en el escenario esta


noche. ¿Qué voy a hacer con tres más?—

—Solo ponlas a trabajar donde sea. Contrátalas a la


tarifa habitual. Dales las reglas. Nada de drogas. Nada
de prostitución. ¿Entendido?—

—Entendido. — Se escabulle de la habitación cuando


empieza a sonar una nueva canción, una nueva chica
sube al escenario. No las veo actuar, no lo he hecho
desde que era un niño. Cuando tienes unos diez años y
tu madre es bailarina, descubres rápidamente que
mirar el escenario demasiado de cerca puede ser un
gran error. Solo el recuerdo me hace estremecer un
poco, pero mamá se reía mucho de ello.

Mi club es un lugar con clase, en lo que respecta a este


tipo de lugares. Nadie toca a las chicas y nadie causa
problemas. Si lo hacen, tengo muchos músculos a
mano. Aunque tengo que admitir que disfruto sacando
la basura yo mismo.

— ¿Sr. Harrigan?— Una voz de mujer. Brenda, la


empleada que más tiempo lleva en mi nómina después
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de Malone, se acerca con una bandeja llena de bebidas
y una mirada sufrida.

— ¿Qué pasa?— Me vuelvo hacia ella.

—Tengo su bebida. —

—Gracias. — la tomo. —Tenemos algunas chicas


nuevas en la parte de atrás. ¿Necesitas más camareras
aquí?—

—No lo creo. — mueve la barbilla hacia el oscuro y


concurrido club. —Todo el mundo lleva su peso. Si
cambia, se lo haré saber. —

—Bien. —

Se marcha a toda prisa, con sus tacones de aguja


firmes en el suelo enmoquetado. No sé cómo lo hace.
Tiene más de cincuenta años, pero todavía puede
trabajar toda una noche de pie y volver a hacerlo al día
siguiente.
Hay muchos otros clubes en esta ciudad y en otras,
pero tiendo a gravitar hacia éste. Es el más lujoso y es
donde mis socios prefieren reunirse. No me importa.
Prefiero estar aquí que en mi solitaria mansión o en lo
alto de mi reluciente rascacielos. No es que me importe
mucho estar solo: vivo una vida solitaria. Una vida
peligrosa. Cuando estás en la cima, todo el mundo
quiere quitarte la cabeza y luego ocupar tu lugar.
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—Malas noticias. — Malone se apresura.

— ¿Qué?—

—Alonzo y su gente acaban de llegar. —

Miro hacia la puerta. Alonzo está ahí, con una sonrisa


de oreja a oreja mientras intenta coquetear con la
primera camarera que ve. Joder, ya quiero darle un
puñetazo.

—Jefe, acabamos de hacer las paces. — Malone debe


sentir mi agresividad, porque adopta un tono
inusualmente cauto. —Tal vez están aquí para festejar,
y eso es todo. —

—Más vale que eso sea jodidamante todo. — Hago


crujir los nudillos y me pongo en pie.

Una de las camareras -una rubia delgada- que pasa


junto a nosotros se da cuenta y hace una doble toma,
mirándome con interés en sus ojos.

Le hago un gesto para que se vaya.

Se tambalea un poco, pero se endereza y se dirige a la


barra, mirándome por encima del hombro.

—Todo lo que tienes que hacer es ponerte de pie. —


Malone sacude la cabeza. —Esto es una mierda. Llevo
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una semana intentando tirarme a esa chica. —


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Me encojo de hombros. No importa. No me interesa
aprovecharme de las mujeres que trabajan para mí. Eso
no es lo que soy. —No te folles al personal. — Le lanzo
una mirada a Malone.

—No lo hago. No deja de rechazarme. — Sonríe.

No tengo tiempo para sus estupideces, no cuando


Alonzo va directo al escenario. Telegrafía problemas alto
y claro. Esta no es una visita conciliadora. Quiere
empezar la mierda, a pesar de que todas las familias se
dieron una tregua hace una semana. No estuve muy
involucrado en la última guerra, pero elegí un bando.
Olivia Langetti, una vieja amiga de mi madre, ha tenido
mi lealtad durante casi una década, y siempre lucharé
a su lado. Alonzo eligió el lado equivocado, así que aquí
estamos. Una tregua en la que su familia tiene que
pagar extra por su pobre actuación en la guerra y su
mal juicio al iniciarla.

—Mantén los ojos en él. Si empieza algo, lo acabaré. —


Agarro mi bebida y me la bebo, luego cruzó los brazos
sobre el pecho.

La bailarina abandona el escenario y empieza una


nueva canción. Una canción suave y bonita sobre
fuegos artificiales y gatitos.

Ladeo la cabeza y, por primera vez en mucho tiempo,


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miró al escenario.
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Una chica. No debe tener más de veinte años. Sale del
fondo del escenario.

Se me corta la respiración. Lleva un camisón rosa con


plumas mullidas en los bordes y camina insegura hacia
delante. Curvas. Curvas por jodidos días. Muslos
gruesos, caderas gruesas, todo grueso.

Se me hace agua la boca y me encuentro caminando


hacia el pozo.

Estoy en la oscuridad, las luces sobre ella. Da una


pequeña vuelta y se tambalea sobre sus altos tacones.

—No me di cuenta de que era la noche de las chicas


grandes. — Alonzo vuelve a guardar su pila de dinero
en la chaqueta y le da la espalda al escenario. A ella.
Su rostro se cae cuando lo ve. El rostro de un ángel que
no pertenece a un lugar como este.

—Avísame cuando las vacas hayan terminado de


desfilar. — Alonzo me lanza una sonrisa afilada.
Doy un paso hacia él.

Malone salta entre nosotros. — ¿Jefe?—

La chica se gira y empieza a correr, su sollozo se eleva


por encima de la música. Pero sé que no puede moverse
tan rápido con esos tacones de vértigo.
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Puedo destruir a Alonzo o ir tras el ángel. Me decido al
instante, luego me giro y uso el taburete más cercano
para saltar al escenario.

— ¡Jefe!— Me llama Malone. Lo ignoro.

El ángel da un paso en falso, su tobillo gira, y justo


cuando la alcanzó, la tomó en mis brazos y la salvó de
caer al escenario.

Luego la llevó a través de las cortinas y bajó a las


profundidades de mi club. No sé si ha tenido suerte de
que la haya atrapado, o si ha tenido mala suerte,
porque ahora que la tengo en mis brazos, puede que
nunca la dejaré marchar.

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Entierro mi cara en el cuello del apuesto hombre. La
vergüenza me consume. Estoy segura de que mi piel
clara lo muestra todo. Odio haber dejado que ese
imbécil consiguiera una reacción mía. Creía que ya no
me importaba lo que los demás pensaran de mi cuerpo.
Al menos lo intentaba. Creo que fue una mentira que
me dije a mí misma para obligarme a subir al escenario
esta noche.

Culpo en parte de lo ocurrido a los zapatos que elegí


llevar. Si es que puedes considerar esas cosas como
zapatos. Más bien son trampas mortales, si me
preguntas. No estoy acostumbrada a llevar tacones.

Me encanta bailar. He pasado la mayor parte de mi vida


haciéndolo. Es mi único escape. También es la única
cosa que mi padre me permitía hacer. Creo que solo me
dejó hacerlo porque pensó que sería una buena forma
de ejercicio. Estoy segura de que esperaba que me
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ayudara a perder un poco de peso. Nunca lo hizo.


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Cuando consigo asomarme, veo cómo la gente se aparta
rápidamente del camino del hombre que me lleva. Me
sostiene cerca, pero también sin esfuerzo. Por un breve
momento, mi vergüenza desaparece y me siento tan
ligera como una pluma por una vez en mi vida. Al lado
de un hombre de su tamaño, me veo realmente
pequeña y delicada.

—Puerta. — le ordena a uno de los gorilas. Su voz


profunda retumba a través de mí. No hace falta ver a
este hombre para saber que está al mando. Exuda
poder.

Me presentaron a todos los porteros antes de empezar


mi turno. Si no recuerdo mal, el de la puerta se llama
Henry. Me los habían señalado a todos, así que sabía
dónde encontrarlos si podía necesitar alguno. El
hombre que me sujeta atraviesa la puerta ahora abierta
que se cierra justo detrás de nosotros. Se hace el
silencio alrededor. Se podría oír la caída de un alfiler
con lo silencioso que es esto.

Me lleva hasta un largo sofá negro. Espero que me


ponga en el suelo, pero en lugar de eso se sienta y me
mantiene acunada en sus brazos.

—Gracias. — susurro contra su cuello.

—Deberías ver los ojos cuando le das las gracias a


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alguien. —
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—Lo siento. — Cierro los ojos, deseando levantar la
cabeza.

— ¿Te doy miedo? — pregunta cuando el silencio


empieza a crecer de nuevo.

—No. — Levantó la cabeza de su cuello, dándole lo que


pide. No quiero ser grosera. Es mi héroe de la noche. —
Me has salvado de una mayor vergüenza. ¿Por qué iba
a tener miedo de ti?— De hecho, ahora podría ser el
hombre más agradable que he conocido. El más guapo
también. Santa mierda.

Los hombres de mi padre siempre me trataron con el


mismo asco que él. Le seguían la corriente, queriendo
quedar bien con él. Podía entenderlo. En los raros
momentos en que estuve en el extremo receptor de la
aprobación de mi padre cuando era una niña, nunca
quise que terminara. Aceptaba todo lo que podía
obtener de él. Siempre intentando ganarme su amor. Lo
que ahora sé que era una tarea imposible. Él solo se
ama a sí mismo.

—Te aferras a mí. Nadie va a hacerte daño. —


Suelto mis manos del fuerte agarre que me doy cuenta
que tengo en su caro traje.

—Creo que me preocupaba que me dejaras caer. —


admito. La vergüenza que había empezado a
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desvanecerse vuelve de golpe. ¿Por qué demonios he
tenido que decir eso?

—Nunca te dejaré caer. Pero creo que sería mejor


mantenerte fuera del escenario. —

— ¿Me estás despidiendo?— Se me cae el estómago. —


Por favor, no lo hagas. Lo siento. Lo haré mejor. Lo
juro. Necesito este trabajo. — le ruego. Por supuesto
que sí. Estuve en el escenario durante dos segundos, y
asqueé a un cliente. Es exactamente lo contrario de lo
que se suponía que debía hacer.

Había oído hablar de este lugar por una de las chicas


del refugio en el que me alojé. He estado tratando de
encontrar un trabajo desde hace unas semanas. Lo
único que sé es bailar. Estaba segura de que era una
locura siquiera considerar la idea de desnudarme, pero
pensé que algunos hombres disfrutaban de las chicas
con curvas.

Cuando pregunté a algunas chicas sobre algunos de los


clubes de striptease de la ciudad, éste fue el primer
lugar que me recomendaron. Dijeron que era un
establecimiento con clase. Que podría hacer buen
dinero aquí, pero más que nada, las chicas están
protegidas. Necesito eso más que nada en este
momento.

—No, no te despedire. — gruñe. Levanta la mano y me


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sobresalto. Su mano se detiene un momento antes de


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avanzar lentamente y apartar un trozo de mi pelo de la
cara.

—Oh, gracias a Dios. — Resoplo, luchando contra las


lágrimas. —Necesito este trabajo. —

—Pero ya no vas a bailar en el escenario. — Claro. Por


supuesto que no.

— ¿Quieres que sirva? ¿Olvidaste que tuviste que


salvarme de plantar la cara?— La idea de llevar una
bandeja llena de bebidas ya tiene mi ansiedad
creciendo.

—Me ayudarás. — Sus dedos empiezan a subir y bajar


por mi brazo, acariciándome suavemente. Trago,
preguntándome qué implica ayudarlo.

— ¿No eres el dueño, Sr. Harrigan?—

Las chicas entre bastidores no paran de hablar de él.


No solo que es un buen jefe, sino que también es muy
guapo. Una de ellas se quejó de que nunca se acuesta
con nadie que trabaje para él.

Me reprendo por pensar que iba a intentar pagar por


sexo. Como si tuviera que pagar por ello. Hay una
hermosa chica en el camerino ahora mismo que se le
tiraría encima gratis. Podría haber entrado en algunos
detalles de cómo pensaba que sería.
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—Llámame Devlin. —

—Devlin. — Su nombre rueda por mi lengua. Se siente


bien.

Sus ojos se dirigen a mi boca. Me relamo los labios,


preguntándome si tengo comida en ellos. Comí un
pequeño bocadillo antes de subir al escenario
esperando que me ayudara a calmarme. Estoy a punto
de preguntarle si todavía tengo algo en la boca cuando
la sala se inunda con la música del club.

El mismo hombre que me contrató entra con mi gran


bolsa en la mano.

¡Oh, no! — ¡Mama!— Intento levantarme. Devlin no me


suelta. La puerta se cierra.

Un fuerte maullido sale de mi bolso cuando empieza a


contonearse. —No la sujetes así. — Empujó el pecho de
Devlin para hacerle saber que quiero levantarme.
Finalmente, me suelta. Me apresuro a tomar mi bolsa
de la mano de Malone para ver cómo está Mama. Deja
de moverse cuando abro la parte superior de la bolsa de
par en par y la miro. Veo que se relaja cuando sabe que
la tengo.

—Has traído un gato al trabajo. — dice el hombre con


sequedad. —No es exactamente el tipo de gato que se
busca por aquí. —
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—Malone. — Devlin gruñe al hombre.

Malone tiene razón, pero ¿qué se supone que debía


hacer? Mama fue y quedó embarazada. Se supone que
ni siquiera puedo tener un gato en el refugio. Y mucho
menos un montón de gatitos. Parte de la razón por la
que necesito un trabajo es para poder conseguir un
lugar propio antes de que traten de hacerme renunciar
a ella. No dejaré que eso ocurra. Haré lo que sea
necesario para mantener a mi bebé

—Está gorda. — murmura Malone.

Me quedo sin aliento. Oh no, no acaba de llamar gorda


a mi niña.

No sé qué me pasa. Antes de darme cuenta de lo que


estoy haciendo, mi mano está en movimiento. Le doy
un golpe en la cara.

Oops.
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No puedo contener la risa.

Malone parece totalmente sorprendido, y la chica se


lleva la mano a la boca como si estuviera horrorizada
por lo que ha hecho.

—Yo, yo... — retrocede y levanta una mano a la


defensiva.

Dejo de reírme. —Te han pegado antes, ¿verdad? — La


hago girar para que esté frente a mí.

Malone me fulmina con la mirada por encima del


hombro.

— ¿Quién te ha pegado?— En el espacio de un


segundo, estoy ardiendo de rabia no apagada. ¿Quién
demonios le ha puesto las manos encima a esta chica?
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—No está gorda. Está embarazada. — Se agacha y toma
al gato gris. —Por eso la llamé Mama. —

—Te he hecho una pregunta. — No la dejó deslizarse.


No con algo así.

Suspira y entierra su cara en el pelaje del gato. —No


importa. —

—A mí me importa. — Veo que esta no va a ser una


conversación fácil con ella. Pero supongo que no puedo
culparla. No me conoce, no sabe mis intenciones.
Diablos, ni siquiera sé cuáles son. Simplemente no
podía dejarla caer. Todo en mí la llamaba, y
simplemente actué por instinto.

Malone hace un gesto hacia su cara con una expresión


de no puedo creer que jodidamente me haya golpeado
que amenaza con hacerme reír de nuevo.

—Vivirás. — Hago un gesto hacia la puerta. —Ve a


informar a Alonzo de que ya no es bienvenido en mi
club. —

Sus ojos se abren de par en par.

—Ya me has oído. —

—Sí. Sí, lo he oído. — Se acerca a la puerta.


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—Si causa problemas, ven a buscarme. —


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Malone mira a la chica, luego a mí, antes de irse.
Probablemente esté tan confundido como yo. Joder, no
es propio de mí actuar precipitadamente. Nunca lo he
hecho. Pero esta chica es diferente. No pertenece aquí,
no en este pozo de mujeres hermosas, hombres
cachondos y dinero sucio.

— ¿Cómo has acabado aquí?— Le levantó la barbilla


para que me mire a los ojos.

—Necesitaba un trabajo. —

— ¿Bailas?—

Empieza a sonreír, con una mirada de juventud y


dulzura. Es como un amanecer o alguna mierda poética
como esa. Yo lo llamo mierda, pero cuando la miro, sé
por qué los hombres escribieron sonetos y odas a las
mujeres que adoraban. Esta chica de aquí es el tipo de
mujer que necesita ser adorada.

—Me encanta bailar. Es mi único talento. —

—No creo eso ni por un segundo. —

— ¿No lo crees?— Se agacha y se desprende de los


zapatos para estar descalza.

—Estoy seguro de que eres una gran bailarina. Me


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gustaría mucho verte bailar para mí. —


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Sus mejillas se tornan escarlata. —Pero has dicho que
no voy a bailar en el escenario para... —

—No. — No puedo describir el aborrecimiento que surge


en mi interior al pensar que otros hombres la miren, la
deseen, la deseen como yo. —Solo bailaras para mí. —

— ¿Así es como te voy a ayudar?— Lo pregunta sin


aliento, pero no se me escapa la sospecha en su tono.

—No voy a obligarte a bailar para mí, si es eso lo que


quieres decir. — Me alejo de ella, dándole espacio
aunque es lo último que quiero hacer.

—No quieres que otras personas me vean. — levanta la


mano y se restriega los ojos. —Lo entiendo. Ese tipo...—

—Es un puto cerdo. Un pedazo de mierda pegado a la


suela de mi zapato. Eso es todo lo que es y lo que
siempre será. — No tenía intención de sonar tan feroz,
pero no retrocede ante mi ira. Se limita a mirarme con
esos profundos ojos marrones, los que me engancharon
desde el momento en que los miré. — Lo que dijo fue
grosero, estúpido y tan jodidamente malo que no sé por
dónde empezar. —

—Así que tú... no crees que sea demasiado gor... —

—No lo digas. — Quiero matar a Alonzo por decirlo.


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Pero que ella lo diga es diferente. No quiero que sienta


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esa clase de dolor, no de sus propios labios. No cuando
puedo sentir las lágrimas justo debajo de la superficie,
el dolor que ese tonto le infligió. —Bailarás para mí.
Como he dicho. Para nadie más. —

—Está bien. Quiero decir. Creo que está bien. — Parece


un poco confundida, pero me hace un gesto con la
cabeza y vuelve a colocar al gato en su bolsa. —
Entonces, ¿qué debo hacer?— mira alrededor de mi
oficina.

—Ya has hecho bastante por esta noche. Te llevaré a


casa. —

—No. — dice rápidamente.

— ¿No?—

—Quiero decir, ummm... quiero decir. No, señor. —


Joder. Que me llame señor hace que mi polla salte. Ya
estaba atenta, pero esa palabra en sus labios me pone
al puto borde. ¿Tiene idea del poder que ejerce sobre mí
en este momento? Estoy pendiendo de un hilo.

—Lo siento. No quise ser grosera. — Se aclara la


garganta. —Es solo que no quiero perder mi paga por
esta noche. —

—No lo harás. — Me dirijo a la puerta. —Vamos. Dime


tu dirección.—
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—Puedo llegar a casa por mí misma. —

—Seguro que puedes. — Le abro la puerta y recojo la


bolsa con su gato dentro. — ¿Has venido en coche esta
noche?—

—No, he tomado el autobús. —

— ¿Desde dónde?—

Duda y sale de mi despacho. —Lo tomaré de vuelta. No


se preocupe. —

Oh, hay muchas preocupaciones. Especialmente


cuando está vestida así, especialmente cuando mi polla
está tan dura que duele. —Me temo que ahora eres mi
asistente personal, necesitaré poder localizarte a todas
horas. —

—Bien, tengo un teléfono. Llámeme. — Sus caderas se


balancean mientras camina delante de mí. Su culo
redondo es un maldito placer para la boca. Sus curvas,
su forma de moverse... es una puta diosa, y ha
cometido el error de entrar en mi club. No puedo
apartar la mirada. Y estoy seguro de que no puedo
dejar que desaparezca en la noche. No está sucediendo.

—Solo un teléfono no será suficiente. — Me detengo y


se gira para mirarme.
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— ¿Por qué no? — resopla.


Página
Porque quiero acercarme a ti, porque necesito saber
que estás a salvo, porque te quiero aquí, ahora mismo
contra esta pared. —Porque es la naturaleza de mi
negocio. —

Arruga la nariz. — ¿Cuál es la naturaleza de tu


negocio? Pensé que eras el dueño del club. —

—Soy dueño de muchas cosas. — La miró de arriba


abajo. No hay manera de que la deje salir de aquí
vestida así sola. Es como un faro que llama a todo tipo
de hombres malos directamente hacia ella. Incluido yo.

—Mira, si he terminado por esta noche, volveré a la m...


a casa. — corrige rápidamente y alcanza la bolsa con su
gato dentro.

—No…—

— ¡Jefe!— Malone asoma la cabeza por la puerta de


atrás. —Problemas. —

—Joder. — Me agarro a la bolsa.

—Alonzo y Brenda están teniendo una pelea a gritos. —


Justo cuando Malone lo dice, puedo oírlo. El hijo de
puta de Alonzo está insultando a Brenda, pero lo que
no sabe es que Brenda lo dejará caer sin pensarlo. Es
ruda, una ex-asesina de la Hermandad. Por eso está al
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frente de la casa.
Página
—Tengo que ir. Quédate aquí. — Le dejo su bolsa. —
Espera. ¿Cuál es tu nombre?—

Los gritos se hacen más fuertes.

Mira a su alrededor y luego dice: —Diamond. —

—No, tu verdadero nombre. — insisto.

—Jefe, voy a tener que hacer algo. Intentó ponerle las


manos encima. Oh, mierda. — Malone desaparece en la
parte delantera de la casa.

Mierda. —Quédate aquí, Diamond. — Señaló el suelo,


luego me doy la vuelta y corro hacia la pelea. Si no la
detengo ahora, Brenda le cortará la garganta a Alonzo,
y tendré otro desastre que limpiar.

— ¡Quédate!— Grito a Diamond a mis espaldas


mientras salgo corriendo de entre bastidores y entró en
la pelea, mis puños volando mientras no tomo
prisioneros de mierda.
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Observó con los ojos muy abiertos cómo Brenda deja
caer a un hombre con traje como si nada. Ha saltado
delante del hombre que me ha lastimado antes con sus
palabras, dispuesta a defender al imbécil. ¿Por qué
todos los hombres de este mundo tienen un ejército
para protegerlos? Observó cómo otro hombre se
adelanta, dispuesto a luchar por el mismo hombre.
Éste saca un arma, que fácilmente le quita y se la
vuelve a dar.

Creo que nunca me ha impresionado ni sorprendido


tanto alguien en toda mi vida. Antes, en la parte de
atrás, antes de salir al escenario, Brenda había sido tan
dulce y casi maternal conmigo. O como supongo que
sería una madre si tuviera una. Las mujeres que mi
padre trajo a lo largo de los años tendían a ser tan
malas como él a veces.
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Página
Tanto Devlin como Malone se lanzan al caos. Me quedo
ahí, sin saber qué debo hacer. ¿Si me voy, me
despedirán? Me dijo que había terminado por esta
noche. Lo último que quiero es eso, pero tampoco
quiero estar aquí por si aparece la policía o algo así.
Podrían investigar mi nombre, y no puedo arriesgarme.

No tengo ni idea de si mi padre me está buscando. Lo


que sí sé es que siempre ha estado cerca de la policía.
No tengo ni idea de hasta dónde llega su alcance. Estoy
a un estado entero de distancia, pero nunca se sabe.
Mama maúlla, rodeando mis pies. Me agacho y la
recojo.

—Tienes razón. Deberíamos salir de aquí. — La vuelvo a


meter en mi bolsa mientras me escapo. Rápidamente
tomo mis cosas y me pongo un abrigo sobre la ropa
para no tener que cambiarme. Me pongo unas
zapatillas de deporte. Si Devlin me atrapa, creo que
presionará para llevarme a casa.

Sé que no debería sentir vergüenza por quedarme en un


refugio. En todo caso, debería estar orgullosa de haber
escapado de las garras de mi padre. Pero no puedo
evitarlo. Especialmente cuando escuchó las historias de
otras mujeres.

— ¿Ya te han despedido?— Natalie pregunta. Todas las


demás chicas aquí han sido amables conmigo, excepto
ella. Lleva una sonrisa de satisfacción en la cara al
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pensar que he perdido mi trabajo. Puede que sea una


Página
chica guapa excepto cuando hace algunas de sus
expresiones faciales. Había subido al escenario justo
antes que yo. Eso no había ayudado mucho a mi
confianza. Debería ignorarla, pero por alguna razón no
puedo evitarlo.

—No. Me han ascendido. Ahora soy la asistente de


Devlin. —

La sonrisa de satisfacción desaparece de su rostro ante


mis palabras.

— ¿Devlin? Creo que te refieres al Sr. Harrigan. —


No tengo oportunidad de responder. Más chicas entran
en el camerino.

—Todo el mundo se queda atrás. — anuncia una de


ellas.

—Los hombres lo arruinan todo. Estaba teniendo una


buena noche de dinero. — dice otra.

Veo una de las señales rojas de salida y me dirijo hacia


ella. Me escabullo y la alarma suena por un momento,
pero rápidamente dejó que se cierre detrás de mí. Me
doy cuenta de mi error en cuanto la cerradura encaja.
Estoy en el fondo de un callejón espeluznante y
desierto.
—Encantador. — respiro. Puede que haya crecido un
poco protegida, pero sé que debo mantener el culo
28
Página
alejado de los callejones. Nunca sale nada bueno de
estar en uno.

Salgo corriendo hacia la calle en la que sé que está la


parada del autobús. Casi llego al final antes de que una
mano me rodee la muñeca. Me doy la vuelta e intentó
dar una patada a quien me ha agarrado. Me tiene de
una mano y yo sostengo la bolsa que contiene a Mama
en la otra.

Pierdo el equilibrio y empiezo a caer. Devlin me atrapa


una vez más. — ¿Intentas huir de mí, Cara de
Muñeca?—

—No. Estaba caminando. —

Una sonrisa de satisfacción se dibuja en sus labios.

Veo sangre en la comisura de su boca. —Estás


sangrando. —

Me pone de pie. Levantó la mano y le pasó el dedo por


el labio.

—No pasa nada. Lo que no está bien es que salgas por


la puerta de atrás. Te dije que no te movieras. También
estoy seguro de que Brenda te habría dicho que
ninguna de las chicas sale sola cuando termina su
turno. Aquí nos tomamos muy en serio la seguridad de
todos. —
29
Página
—Estabas ocupado. —

—Nunca demasiado ocupado para ti. — Me toma la


mano. —Te llevaré a casa. —

—No. La parada de autobús está justo ahí. — La


señalo. — ¡Mira! El autobús ya está aquí. — Intento
razonar con él, pero ya me está arrastrando.

—Lucha conmigo en esto, te levantaré y te llevaré a mi


coche. — dice justo antes de que esté a punto de
retroceder. Eso es bastante tentador. Me gustó cuando
me recogió antes. No estaría en contra de volver a
sentirme delicada.

—Bien. — respondo. Devlin saca su teléfono y envía


mensajes de texto con una mano. Hace poco que tengo
mi propio teléfono. Me sorprende cuando veo que la
gente los usa con tanta facilidad. Especialmente lo de
enviar mensajes de texto.

— ¿Adónde te llevo? — pregunta cuando un todoterreno


negro se detiene frente a nosotros. Me abre la puerta.
Trago saliva, no porque tenga que admitir que me estoy
quedando en un albergue, sino porque esto me está
recordando demasiado a mi padre.

— ¿Tienes chófer?—

—A veces. —
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Me meto en el vehículo. — ¿No quieres decirme dónde
vives? Siempre puedo sacarlo del papeleo que seguro
que has rellenado esta noche. Junto con tu verdadero
nombre. — Acomodo mi bolso en el suelo y abro la tapa
para Mama. Está profundamente dormida. Me he dado
cuenta de que últimamente está muy cansada y
hambrienta.

Devlin se acerca a mí. Me quedo helada cuando su


cálido aliento me hace cosquillas en la mejilla. No es
hasta que el cinturón de seguridad encaja
ruidosamente en su sitio cuando me doy cuenta de lo
que está haciendo. Estaba muy segura de que estaba a
punto de besarme, y creo que iba a dejarlo.

—Mi verdadero nombre es Diamond. — Mi apellido es lo


único que es realmente falso en los papeles que rellené.
—Estoy en la 57th and Abbey Boulevard. — Su cara no
da ninguna reacción, pero el conductor debe oírme
porque se aparta de la acera.

Me acomodo de nuevo en el asiento. De acuerdo, quizá


esto sea fácil. Cuando llegue, me escabulliré y él nunca
lo sabrá. El viaje es silencioso hasta que llegamos a la
esquina de la dirección que le había dado.

—Cambio de planes, Cara de Muñeca. — dice Devlin


mientras se desliza fuera del vehículo y me tiende la
mano. La cojo. —Necesito una asistente a tiempo
completo. —
31
Página
— ¿Qué significa eso?— preguntó cuando mis pies
tocan el suelo. Intento darme la vuelta para tomar mi
bolsa, pero Devlin cierra la puerta antes de que pueda
hacerlo.

—Te vas a quedar conmigo. —

—Mi gata. — Alcanzó la manija de la puerta,


ignorándolo.

—Ella es mi seguro. — me arrastra. —Vamos a recoger


tus cosas rápidamente. No queremos hacer esperar a
Mama. —

32
Página
El refugio es tan lúgubre como parece desde afuera.
Acompañó a Diamond a través de la entrada, donde
una mujer matrona intenta detenerme.

—Solo para mujeres. — Me mira con severidad. —No se


permiten hombres. —

—Está conmigo, Loretta. — Diamond se acerca a mi


lado.

—Oh, no, no está. No voy a permitir ningún tráfico en


mi guardia. — Mete la mano debajo del escritorio y saca
un bate de béisbol aún más malo. —Diamond, entra
aquí, y este hombre va a esperar fuera mientras
tenemos una charla. —

Miro fijamente a la mujer de pelo gris y ojos


sospechosos. Por alguna razón, ya puedo decir que me
gusta. Está tratando de mantener a salvo a las mujeres
33

vulnerables, y no puedo culparla por ello.


Página
—Loretta, ¿puedo...?—

—Es Sra. Loretta para ti. — se eriza.

Debo admitir que no estoy acostumbrado a que me


hablen así, pero me obligo a ser civilizado por el bien de
Diamond. —No estoy traficando con nadie. Esta chica
ha venido a mi club esta noche para trabajar como
bailarina.—

La mirada de Loretta rebota hacia Diamond.

—Solo intentaba ganar suficiente dinero para tener mi


propio lugar. — Las mejillas de Diamond se enrojecen
mientras mira el suelo de baldosas.

—No te estoy juzgando ni un poco, cariño. — Me


apunta con el bate. —Pero tú, eres otra historia. —

—Entra y recoge tus cosas. — Le doy un empujón a


Diamond por el pasillo hacia una puerta marcada con
letras gruesas como SOLO MUJERES.

Diamond me mira a mí y a Loretta y vuelve a mirar.


—Entra ahí. Yo me ocuparé de él. — acepta Loretta y
señala la puerta.

Diamond, todavía insegura, se vuelve hacia mí. —No te


lleves a Mama, por favor. No puedo dejar que te vayas
34

con ella. —
Página
—No me iré de aquí sin ti, Diamond. Ahora ve. — La
tomó por los hombros y la hago girar hacia la puerta.
Se apresura a ir por sus cosas.

Una vez que la puerta se cierra detrás de ella, Loretta


golpea el bate en su palma. —No sé quién crees que
eres, pero... —

—Me llamo Devlin Harrigan, y estoy aquí para cambiar


tu vida. — Saco mi teléfono del bolsillo y lo deslizó
hasta encontrar mi aplicación bancaria.

—Estoy aquí para acabar con la tuya si se te ocurre


hacer daño a esa chica. Es la fugitiva más dulce y
amable que he tenido aquí, y no dejaré que te la
lleves.—

— ¿Es una fugitiva?— Levantó una ceja.

—No es asunto tuyo lo que es. Ahora, si no te vas de


aquí, voy a llamar a la policía. —

—Llámalos. — Me encojo de hombros. —Pregunta por el


capitán Lindell. Nos conocemos desde hace mucho
tiempo. —

Se queda con la boca abierta.


35
Página
—Pero, en lugar de todo eso, tengo una idea mejor.
Dame el número de ruta y el número de cuenta del
banco principal del refugio. —

— ¿Qué?— Mira mi teléfono.

—Voy a depositar una donación aquí mismo, ahora


mismo, como agradecimiento por cuidar de mi asistente
por mí. —

— ¿Tu asistente?—

—Diamond. — Introduzco las instrucciones de mi


transferencia.

—No puede comprármela, Sr. Alto y Poderoso. Ella no


es un pony. —

—Sé que no lo es. Ella es mucho, mucho más. Pero la


he contratado como mi asistente. —

— ¿Te refieres a tu bailarina?—

—No, ella quería bailar. No la dejé. Es demasiado joven,


demasiado inocente, demasiado... — Demasiado mía.

—Dime tu nombre otra vez. — frunce el ceño.

—Devlin Harrigan. —
36
Página
Agarra su teléfono y presiona algo en la marcación
rápida. Con el teléfono en una mano y el bate en la
otra, me mira con una desconfianza desenfrenada.

—Hola, sí, soy Loretta de All Saints Mission. Necesito


hablar con Carlton. — frunce el ceño ante el teléfono. —
Sí, el capitán Carlton Lindell. ¿Tartamudeo?—

Me recuerda a Brenda. Feroz y no acepta ninguna


mierda. Está en el trabajo correcto. Ayudar a las
mujeres y protegerlas de los depredadores requiere una
personalidad particularmente feroz, y Loretta la tiene
en abundancia.

—Carl, sí. Es Loretta. Hay un hombre que dice que te


conoce y está intentando llevarse a una chica de aquí.
Creo que es un traficante. — Me lanza una mirada
triunfal. —Dice que te conoce... —

Oigo a Lindell soltar una carcajada incrédula cuando se


abre la puerta de la habitación de mujeres y sale
Diamond, con una pequeña bolsa al hombro. Se ha
puesto una camiseta y unos vaqueros, más cómodos y
absolutamente acogedores. Maldita sea, incluso hace
que vestirse de manera informal se vea bien. Sus
curvas no se pueden negar.

—Devlin Harrigan. — Loretta prácticamente escupe mi


nombre en el teléfono.
37

La risa en el otro extremo se detiene abruptamente.


Página
—No me va a dejar ir contigo. — Diamond me mira, y
no puedo decir si está aliviada o decepcionada.

—Necesito que sepas ahora mismo que nunca te haré


daño, ¿de acuerdo?— Tomo su bolsa y me la cuelgo del
hombro. —No soy un traficante ni nada por el estilo. —

— ¿Entonces qué eres?— Me mira a los ojos como si


pudiera ver mi medida escrita en ellos.

—Solo soy un hombre. Uno que sabe lo que quiere. —

— ¿Y me quieres a mí?—

Sí. De cualquier manera que pueda conseguirte. —


Quiero una asistente. Una que pueda estar de guardia
a todas horas del día... y de la noche. —

Se lame los labios cuando digo la última parte. Joder,


mi polla intenta actuar, pero tengo que mantener la
cabeza fría, sobre todo cuando Loretta me mira
fijamente. La mujer mayor termina la llamada, y es
entonces cuando noto que le tiemblan las manos.

—Supongo que Carl te ha puesto al corriente. — Le doy


una sonrisa afilada.

—Sí. Yo. Sí. — Parece haber palidecido un poco.


38
Página
—Maravilloso. Ahora, los números de ruta y de cuenta,
por favor. —

Los recita y deja caer el bate. Cuando se acerca a


Diamond, le da un largo abrazo mientras termino la
transferencia. El teléfono de Loretta suena con una
notificación.

—Sé una buena chica. Haz un buen trabajo. —

—Lo haré. — Diamond le devuelve el abrazo.

Loretta da un paso atrás y me mira. —Y no me importa


lo que diga Carl. Puede que seas rico y poderoso, pero
si le haces daño a un pelo de esa chica, te encontraré.
Mi bate y yo. ¿Entendido, Sr. Richie Rich?—

—Entendido. Gracias por cuidar de Diamond hasta que


la encontré. —

Le da un abrazo más a Diamond y luego regresa


alrededor del escritorio destartalado. Cuando toma el
teléfono, emite un sonido estrangulado y se desploma
en su asiento.

—Que pases una buena noche. — Tomó el codo de


Diamond y la guió de nuevo al coche que nos espera.

Cuando la meto en el coche y se abrocha el cinturón,


Mama sale de la bolsa y se acurruca en su regazo. Le
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pasó el brazo por los hombros y la respiro.


Página
— ¿Qué quieres que haga por ti, jefe?—

—Llámame Devlin. — Me inclino y me detengo justo


antes de darle un beso en su suave cabello. —Y vas a
hacer todo por mí, mi querida Diamond. —

40
Página
Absurdamente, bajó la mano hacia mi estómago para
acariciar a Mama. Siempre duermo de lado con Mama
pegada a mí. La tengo escondida bajo la manta. Por
suerte, desde que la encontré es un bicho de mimos y
se queda ahí toda la noche.

Me incorporo cuando no la encuentro ahí. Tardó un


momento en orientarme en la oscuridad, pero veo la
silueta de una lámpara sobre la mesita de noche.
Enciendo la luz, cegándome aún más.

— ¿Mama?— la llamo.

Maúlla a mi lado. Bueno, más o menos a mi lado. Está


al otro lado de la enorme cama. Está acurrucada en
una bola en el centro de una almohada mullida.

—Me has asustado. — Le doy una caricia en la cabeza.


Cierra los ojos y se vuelve a dormir rápidamente. Yo
41

debería haber hecho lo mismo antes.


Página
Lo último que recuerdo es estar en el coche con Devlin.
Debe haberme llevado a su casa. Al menos ahí es donde
supongo que estoy. Estaba claramente agotada.
Siempre he tenido un sueño ligero. Debió de ser Loretta
quien dio luz verde a Devlin lo que me relajó lo
suficiente como para soltarme.

Me deslizo de la cama, mis pies descalzos aterrizan en


una suave alfombra blanca gigante. Echo un vistazo a
mí alrededor. El enorme dormitorio está decorado en
blanco, gris y negro. Es muy moderno y limpio. Por no
decir que tiene un aspecto caro, pero también un poco
sencillo. Me pregunto por un momento si podría estar
en un hotel. No me malinterpreten, el lugar es
impresionante, pero no se siente muy cálido.

Me acerco a las cortinas grises que cubren toda la


pared frente a la cama y las retiró lo suficiente como
para asomarme. Dejó escapar un pequeño grito de
sorpresa cuando me encuentro mirando por una pared
de ventanas que van del suelo al techo. La vista es
impresionante. Me doy cuenta de que estoy en un
edificio alto sobre la ciudad. Todavía es de noche, pero
la ciudad parece iluminada desde aquí arriba. Me
pregunto cuánto tiempo he estado durmiendo.

En silencio, empiezo a husmear. Primero pruebo en el


armario, que está vacío, antes de comprobar el baño,
que también está bastante vacío. La única razón por la
42
Página
que no creo que sea un hotel es porque ninguno de los
artículos de aseo está etiquetado.

Le doy otra caricia a Mama antes de salir de la


habitación. Salgo al pasillo. Las luces se encienden
solas para iluminar el suelo. Me doy cuenta de que
tengo dos opciones. A mi derecha hay un pasillo que
supongo que va hacia la cocina y demás. Y a mí
izquierda el pasillo se extiende hasta encontrarse con
dos puertas dobles. Una de ellas está abierta. Veo que
hay una luz encendida en la habitación.

Sé que tiene que ser el dormitorio de Devlin. Me digo a


mí misma que no vaya por ahí, pero mis pies se
mueven por sí solos. Asomo la cabeza al interior y lo
encuentro vacío. La habitación está decorada con el
mismo estilo, pero esta es mucho más grande e incluye
una zona de estar con chimenea.

De nuevo, es bonito, pero sigue siendo tan desnudo. No


me da ningún tipo de pista sobre quién podría ser
Devlin. Excepto por el hecho de que es rico,
obviamente. También es agradable. O al menos finge
serlo. No tengo muy claro cuál es su objetivo. O por qué
ha dirigido su atención hacia mí tan rápidamente.
Parece decidido a salvarme. ¿Pero, por qué?

Miro por encima del hombro hacia el pasillo para


asegurarme de que estoy sola antes de entrar en su
habitación. Me acerco a la mesita de noche, dónde está
43

su teléfono junto a su reloj y su cartera. Debería mirar


Página
la cartera, pero en lugar de eso, abro el cajón de la
mesita de noche.

Estaba segura de que vería el mando de la televisión y


quizá algunos condones. No. Dentro hay dos pistolas
negras puras. Lo vuelvo a cerrar rápidamente cuando
oigo el sonido del agua. De nuevo, mis estúpidos pies se
acercan más al sonido.

La puerta del baño también está abierta. Ni lo pienses,


me digo mientras me acerco. La misma oleada de calor
que sentí cuando Devlin me dijo que quería que bailara
para él me hormiguea por la piel y se instala entre mis
muslos.

—Joder. — gruñe Devlin en voz alta antes de que oiga


un sonido de bofetada seguido de un gruñido. Me digo a
mí misma que me vaya. Incluso empiezo a darme la
vuelta para huir del dormitorio hasta que me llama por
mi nombre. Entró en el cuarto de baño. El vapor llena
la habitación de blanco puro.

Devlin está desnudo en la ducha de cristal con una


mano apoyada en la pared. La otra está entre los
muslos mientras se acaricia. No está mirando hacia mí,
pero está claro lo que está haciendo. Su grueso muslo
me bloquea la vista.

—Diamond. — Vuelve a gemir mi nombre. Esta vez es


más fuerte. Cada músculo de su espectacular cuerpo se
44

flexiona. El sonido me hace apretar las piernas. Mis


Página
pezones se tensan. Tanto que casi me duele. Un
pequeño jadeo sale de mí antes de que pueda detenerlo.
Mi cuerpo nunca había respondido así.

Devlin levanta la cabeza. Sus ojos se fijan en los míos.


Abro la boca, pero no sale ninguna palabra. Se aparta
de la pared para alcanzar y cerrar el grifo. Sus ojos no
abandonan mi cuerpo. De hecho, empiezan a
recorrerlo.
Por la forma en que me mira, se diría que estoy
desnuda. Me doy cuenta de que solo llevo una camiseta
y mis bragas. Debe de haberme quitado los vaqueros y
los zapatos cuando me ha metido en la cama. Supongo
que ya me ha visto mucho más desnuda.

— ¿Quieres que te lave, Cara de Muñeca?— Una


sonrisa sexy se dibuja en sus labios. No le da la menor
vergüenza que le haya atrapado masturbándose con mi
nombre en los labios. Todavía me cuesta entender esta
atracción que siente por mí.

—Estaba buscando la cocina. — suelto.

Devlin se gira para mirarme de frente mientras coge


una toalla. Mis ojos se dirigen a su polla, que todavía
parece estar dura.

— ¿Tienes hambre? — pregunta, relamiéndose los


labios. Se muestra tan despreocupado por estar
desnudo. Supongo que tiene clubes de striptease. Está
45

acostumbrado a la desnudez.
Página
— ¿No se supone que se ablanda después de que...? —
Me detengo y me tapo la boca con la mano. ¿He
empezado a preguntarle por su polla? —Lo siento. No
importa. — Me doy la vuelta para huir y casi me doy de
bruces con la pared.

Devlin me persigue, pero sigo corriendo hacia mi


dormitorio. Cierro la puerta antes de apagar la luz y me
meto rápidamente en la cama y me tapo con las
mantas.

Me van a despedir.

46
Página
Corrió. Debería dejarla escapar. Pero hay algo en mí
que no puede permitirlo. Así que la persigo y me
detengo al llegar a su puerta cerrada.

No debería hacer esto. Primero, le hice una proposición.


Ahora la he perseguido como si fuera un animal salvaje
siguiendo el olor de su presa.

Me enrollo la toalla alrededor de la cintura, la aseguro y


abro la puerta.

Se esconde bajo las sábanas, con la manta puesta


sobre la cabeza. Es adorable aunque inútil.

Mama ni siquiera levanta la vista, solo sigue teniendo


sueños de gatita.

—Diamond. —
47
Página
— ¿Mmmm?— Hace un sonido agudo y no baja la
manta.

—No tienes que esconderte de mí. — Me obligó a


permanecer en el marco de la puerta. Diablos, ya he
irrumpido en su habitación sin llamar; es lo menos que
puedo hacer. —Baja la manta. —

—No quiero que veas. —

— ¿Ver qué?—

Cuando oigo un resoplido, dejó de lado mi tardío


intento de decoro y me acerco a la cama.

—¿Diamond, estás llorando?—

—Tal vez. — Otro resoplido.

Alcanzó la manta, me detengo, vuelvo a alcanzarla y la


agarro, pero vuelvo a cambiar de opinión y retiró la
mano. — ¿Por qué?—

—Sé que me vas a despedir, así que no quiero que me


veas llorar por ello. —

Me siento en el borde de su cama. — ¿Por qué iba a


despedirte?—

Se queda callada un momento y vuelve a resoplar. —


48

Porque te vi. — susurra.


Página
Debería lamentar mis acciones, pero no lo hago. Tal vez
quería que me encontrara acariciándome mientras me
imaginaba enterrado dentro de ella. Soy un hombre
malo, que sabe lo que quiere. Pero quizás me falta un
poco de delicadeza.

—No me importa que hayas visto. — No es del todo


sincero, pero tampoco es una mentira. No me importa
en el sentido de que no me importa. Pero sí me importa.
Me importa muchísimo lo que ella piense de lo que vio.

— ¿No?— Sus dedos aparecen sobre el borde de la


manta, pero no la baja.

—No. Te quedas en mi casa. Cosas como esta están


destinadas a suceder. —

— ¿Lo están?—

Sí, es una exageración, pero quiero que se sienta


cómoda. Fui demasiado lejos cuando le pedí que se
uniera. Me doy cuenta ahora, pero estaba en la agonía
de imaginarla abierta de par en par para mí, su coño
mojado y listo para cada follada. Tengo que dejar de
pensar así. Mi polla ya está llenando mi toalla húmeda.
—Siento si te he asustado. —

—No me he asustado. — dice rápidamente.


49

Eso me arranca una sonrisa de satisfacción. — ¿No?—


Página
Sus dedos aprietan la manta. —Quiero decir... quiero
decir, estaba, umm... estaba sorprendida. Pero no
debería haber estado fisgoneando. —

—Puedes fisgonear todo lo que quieras. Como mi nueva


asistente, eres bienvenida a todo en mi casa o mi
negocio. Cualquier cosa. Incluyendo... —

— ¿Tú ducha?—

—Sí. — Sé que no debería presionarla de nuevo, pero


joder, la forma en que me miró la polla mientras me
apretaba... eso se me ha quedado grabado en la mente.
Mi polla se engrosa aún más. Y digo lo único que
definitivamente no debería decir. —Y mi cama. —

— ¿Qué?— Tira de la manta hacia abajo, con los ojos


muy abiertos sobre mí.

—Eres bienvenida a todo lo que tengo, y eres más que


bienvenida a mí. — Alargó la mano y le acarició la
mejilla.

No se aparta, y no sé por qué, pero esa simple cosa me


hace ridículamente feliz.

—No voy a mentirte, Diamond. Te quiero. —

— ¿Para ser tú asistente?—


50
Página
—Sí, pero también en todo lo demás. No es casualidad
que dijera tu nombre en la ducha. Lo has oído. —

Traga con fuerza. —Sí. —

—Hay algo en ti. No sé lo que es. Pero quiero tenerte


cerca. Y más que eso, quiero darte placer. —

— ¿Placer? — susurra.

— ¿Has estado alguna vez con un hombre, Diamond?—


Se muerde el labio inferior y sacude la cabeza
lentamente.

No debería complacerme. Después de todo, estamos en


la época moderna, y las mujeres deberían tener las
mismas libertades sexuales que los hombres. Pero soy
un maldito bastardo porque estoy eufórico por haberla
encontrado completamente intacta.

—Esto no tiene nada que ver con tu empleo. Esta


conversación, quiero decir. Esto es un extra. Trabajarás
como mi asistente. Pero quiero que me prometas que si
necesitas algo, lo que sea... — Miro su cuerpo oculto
bajo la manta. Esas curvas podrían matar a un hombre
más débil. —Vendrás a mí. Te daré lo que necesitas,
Diamond. Prométeme que me dirás si me necesitas. —

—Quieres decir como... — traga. —Quieres decir


como...—
51
Página
—Quiero decir que quiero comerte el coño y follarte
hasta que te desmayes de todos los orgasmos. Quiero
introducir mi polla en tu boca centímetro a centímetro y
hacer que la chupes hasta que me derrame por tu
garganta. Quiero besar esa bonita boca y chupar tus
épicas tetas. En resumen, quiero hacer lo que quiera
contigo en todas las formas que importan. Eso es lo que
quiero decir. —

Sus ojos son tan grandes como platillos, y supongo que


no tenía que ser tan gráfico, pero estoy hablando desde
mi corazón... o tal vez partes al sur de él. La deseó, y
aunque lo diga de forma poco elegante, consigo que se
entienda.

Respira profundamente y suelta la manta. — ¿Así que


harás todo lo que yo quiera?—

—Y más. — Me llevó su mano a la boca y le besó la


palma. — ¿Hay algo que tengas en mente?— Joder, me
encantaría enterrar mi cara entre sus piernas durante
horas. Explorar y saborear hasta que se corra tantas
veces que vea a Dios. Todo lo que tiene que hacer es
pedirlo.

—De acuerdo. ¿Podría...? ¿Podría besarme?—

Inclino la cabeza hacia un lado. — ¿En la boca?—

—Sí. — Sus mejillas se enrojecen incluso con la poca


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luz.
Página
Me inclino hacia ella. — ¿Te han besado alguna vez,
Diamond?—

Se estremece debajo de mí, mi pecho roza su pecho


redondo. —No. —

—Bien. — digo y reclamó su boca, sin esperar ni un


segundo más. La beso, saboreando su dulzura y
provocando que su lengua salga al encuentro de la mía.
Al principio me besa tímidamente, luego me rodea el
cuello con las manos y responde a mis caricias, su boca
se amolda a la mía mientras la beso y la beso y la beso
hasta que tengo que soltarla para que pueda respirar.

Jadea, luego se levanta y pasa los dedos por sus labios


hinchados. —Vaya. —

Me inclino para seguir.

—Buenas noches, Sr. Harrigan. — chilla.

Me detengo. — ¿Eso es todo lo que necesitabas?—


Asiente, aunque veo que su mirada se dirige a mi boca.
—Muy bien. — Me pongo de pie y sus ojos se dirigen
directamente a la gruesa longitud bajo mi toalla.

—Oh. — es todo lo que dice.


53
Página
—Avísame cuando necesites más... — Dejo que mi
mirada recorra su cuerpo. —Besos. ¿Todo bien,
Diamond?—

—Sí, ah, sí, señor. —

Mi polla se sacude cuando me llama señor, y se lame


los labios.

Me doy la vuelta y salgo, luego cierro la puerta detrás


de mí y vuelvo a la ducha. No hay manera de que me
duerma hasta que me agote con la mano en la polla, las
fantasías de Diamond en mi mente y su nombre en mis
labios.

54
Página
Mama ronronea con fuerza mientras desayuna. Está
más que disfrutando de su nuevo hogar. Encuentro
otro cuenco en el armario y le pongo agua, colocándolo
junto a su comida. Llevo un rato levantada y ya he
curioseado un poco.

Abrí casi todas las puertas excepto la de la que escuché


la voz de Devlin. Supongo que es su despacho. Su
dormitorio estaba vacío. Me puse a trabajar para hacer
su cama, lo que no me costó mucho esfuerzo.

Realmente no hay nada que guardar. Para ser un


hombre, es bastante limpio. No estoy segura de lo que
espera de mí como su asistente, algo de lo que
tendremos que hablar él y yo. Así tendré una idea más
clara de lo que soy responsable.

—Le prepararé el desayuno. — le digo a Mama.


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Página
Necesito algo que me mantenga ocupada. Me preocupa
cómo van a ir las cosas cuando lo vea hoy. Le he pedido
que me bese. Todavía no puedo creer que lo haya
hecho. Una forma de hacerlo más incómodo de lo que
ya va a ser. Aunque anoche no pareció molestarse en
absoluto.

La emoción me invade cuando abro la nevera y la veo


totalmente llena de productos. Cocinar es mi segunda
actividad favorita, además de bailar. Cuando era joven,
mi padre me dejaba cocinar con el chef, pero a medida
que crecía me restringía la comida y solo me permitía
tomar lo que me daban. Era otra forma en que mi padre
intentaba controlarme.

No vayas por ahí, me recuerdo. Cuando me fui, me dije


que dejara todo ese equipaje atrás. Esos pensamientos
no me ayudarán a construir una nueva vida para mí.
Solo me pesarán. No voy a dejar que mi padre me quite
esa pizca de emoción que tengo por ponerme a cocinar
esta mañana. Hace tanto tiempo que no lo hago que
estoy deseando hacerlo.

Rápidamente sacó un montón de cosas de la nevera y


las colocó en la encimera. A continuación, abro algunos
de los armarios y cajones hasta encontrar los utensilios
de cocina que necesito. Una vez que tengo todo, me
pongo a trabajar.

—Buenos días. — Jadeo cuando una mano baja a cada


56

lado de mí en la encimera. — ¿También cocinas?—


Página
Lo miro por encima del hombro. —Pensé que te
gustaría desayunar. —

—Podría comer. — Una sonrisa se dibuja en sus labios.


Me doy cuenta de que tiene un hoyuelo en la mejilla. —
¿Quieres otro beso?—

Me giro en sus brazos para mirarlo. — ¿Quieres


besarme?— Todavía me cuesta creer su atracción por
mí. Mi padre siempre se quejaba de que nunca podía
encontrar a nadie que se casara conmigo. Ahora, el
hombre más guapo que he visto nunca quiere mis
besos.

—Quiero hacerte tantas cosas. —

Cuando habla así, creo que pierdo un poco la cabeza.


Nadie me ha dicho nunca cosas así. Mi padre nunca lo
habría permitido, y una vez que finalmente me alejé de
él, hice todo lo posible por mantenerme al margen.
Había crecido rodeada de hombres crueles, y no me
interesaba seguir haciendo el ridículo. Pero después de
la última noche, con Devlin ascendiendome, llevándome
a su casa, lo que vi en la ducha, y oh Dios mío, ese
beso. Es como si, en el transcurso de las últimas horas,
hubiera entrado en una realidad alternativa, una en la
que me buscan, en la que puedo conseguir un trabajo
para mantenerme, en la que hay un hombre guapísimo
que no quiere otra cosa que tocar este cuerpo que mi
57
Página
padre y sus hombres tanto odiaban. Es un subidón
peculiar, uno que me gusta bastante.

— ¿Y bien?— Devlin se acerca, su gran cuerpo irradia


calor y me da escalofríos.

Estoy sobrepasada, pero cuando me mira así, no me


importa. —Puedes besarme... — Su boca cubre la mía
antes de que pueda terminar de pronunciar las
palabras.

Este beso no es como el de anoche. Su lengua me


presiona los labios mientras me devora la boca. Un
gemido retumba en lo más profundo de su pecho
mientras sus dedos me agarran el pelo. Me echa la
cabeza hacia atrás para profundizar el beso.

Jadeo cuando de repente se echa hacia atrás. Su pecho


sube y baja rápidamente bajo mis manos. Siento un
cosquilleo en los labios. Tengo que apretar los muslos
al sentir la palpitación que se ha formado entre ellos.
Pienso en lo que sentiría si me besara de la misma
manera ahí abajo.

— ¿Qué otras cosas quieres hacerme?— Me siento tan


sucia al hacer la pregunta, pero también me excita. La
forma en que sus ojos se vuelven pesados me dice que a
él le pasa lo mismo.

—Darme un festín con tu coño. — Se lame los labios.


58

Mis dedos se agarran a su camisa mientras mis rodillas


Página
se debilitan. Me agarra fácilmente por la cintura y me
levanta para que me siente en la encimera de la cocina.
Me separa los muslos para meterse entre ellos. —
¿Estás mojada para mí?—

No sé si me voy a morir de vergüenza o simplemente me


voy a quemar por su contacto. —Sí. —

—Muéstrame. —

— ¿Mostrarte?— Mis cejas probablemente llegan a la


línea del cabello.

—Súbete la camisa. — Tentativamente, suelto mis


manos de su pecho para agarrar la parte inferior de la
camisa y tirar de ella hacia arriba. No tengo que ir muy
lejos, ya que mis muslos están separados, lo que hace
que el dobladillo ya se levante más allá de la mitad de
ellos.

Los ojos de Devlin se quedan clavados entre mis muslos


cuando mis bragas de color púrpura claro quedan a la
vista. —Oh. — Jadeo al ver la mancha húmeda que se
ha formado en ellas. Intento volver a bajar la camiseta
de un tirón, con la cara acalorada.

—No lo hagas. — Devlin la empuja hacia arriba. — ¿Te


he hecho esto?— roza sus dedos hacia adelante y hacia
atrás a través de la mancha húmeda.
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—Devlin. — Gimoteo.
Página
—Déjame ver mejor, Cara de Muñeca. — Sus dedos se
enganchan en el lateral de mis bragas y las tira hacia
un lado. Sus nudillos rozan mi clítoris. Mis caderas se
agitan. — ¿Eso se siente bien? — me pregunta mientras
mueve el nudillo de un lado a otro.

—Sí. — gimo.

— ¿Puedo besarte aquí también? —

—Por favor. —

Devlin se arrodilla frente a mí y entierra su cara entre


mis muslos. Me agarro al lado del mostrador mientras
su lengua acaricia mi clítoris. La sensación es diferente
a todo lo que he sentido en toda mi vida.
Me lame y chupa hasta la última gota. Su boca es
implacable y consumidora. Es demasiado. — ¡Devlin!—

Gritó su nombre cuando el orgasmo me golpea.


Explota en mi cuerpo, haciendo que mis piernas
tiemblen.
Mi cabeza cae hacia atrás. Parpadeó para alejar el
torrente de emociones que intentan consumirme. —
¿Estás conmigo?— Devlin se levanta, con sus manos
ahuecando mis mejillas.

—Ha sido increíble. —


60
Página
—El mejor desayuno que he tenido nunca. — Me vuelve
a dar ese hoyuelo.

—Todavía no has probado mi tostada francesa. —

—No puedo esperar a tener tu tostada francesa, Cara


de Muñeca. Te prometo que será la segunda después de
tu coño. —

— ¡Devlin!— Jadeo.

—Es la verdad. — Me besa en la punta de la nariz. —


¿Puedo ayudarte a preparar el desayuno?—

Niego, queriendo hacer algo por él. — ¿Puedo al menos


mirar?—

Asiento. Me agarra de las caderas y me ayuda a bajar


de la encimera antes de sentarse en una de las sillas
altas. Toda su atención permanece centrada en mí. Es
diferente a lo que estoy acostumbrada. Normalmente
nadie me presta atención.

Devlin es demasiado bueno para ser verdad.


61
Página
—Cuando lleguemos a mi oficina, te quedarás conmigo
en todo momento. ¿Entendido?— Le acaricio el cuello
mientras mi chófer entra en el estacionamiento de mi
edificio.

—De acuerdo, pero ¿qué debo hacer? ¿Tomar notas?—

— ¿Qué te gusta hacer?— le pregunto.

Me mira confusa. —Es decir, se supone que estoy


trabajando para ti, ¿no? —

—Sí. — Jugueteo con un mechón de su pelo,


haciéndolo girar alrededor de mi dedo.

—¿Entonces, qué necesitas que haga?— Entonces se


lleva el dedo a la barbilla. — ¿Y cuál es mi sueldo?
Supongo que debería haber negociado eso. —
62
Página
— ¿Tenías la intención de negociar antes o después de
que te comiera el coño?—

— ¡Devlin!— Me da un golpe en el brazo y mira al


conductor.

—No te preocupes por él. — Le agarró la barbilla y


vuelvo a acercar su cara a la mía. —Dame la cifra de tu
salario y veré lo que puedo hacer. —

Aprieta los labios, con una mirada pensativa en su


rostro angelical. — ¿Así que estoy a tiempo completo?—

—Sin duda. — No sé si se da cuenta de que le estoy


tomando el pelo, pero me gusta la forma en que hace
cuentas en su cabeza. —Y tendrás seguro médico,
dental, una asignación para ropa y cualquier beneficio
que pueda ofrecerte. — Me acerco y le beso la garganta,
luego chupo su piel entre los dientes.

—Quiero decir. Sé que no estoy muy familiarizada con


el mundo profesional, ¿pero la mayoría de las
asistentes hacen cosas así?— Jadea cuando le acaricio
el pecho.

—Tú no eres la mayoría de las asistentes. — La suelto


cuando el coche se detiene frente a mi ascensor
privado. —Ahora dime tu número. —
63
Página
—Bien, entonces tiempo completo. Eso es... — cierra los
ojos. —Eso debería ser. No estoy segura. ¿Qué tal 50 de
los grandes al año?—

—Perfecto. Que sean 100, y tienes un trato. —

Sus ojos se abren de golpe. — ¿Qué?—

—Ya me has oído. — Abro la puerta del coche y la


ayudo a salir. —Me encantan las gangas. —

— ¡Eso es... mucho dinero!— Chilla.

No le digo que le daré todo lo que quiera sin que tenga


que pedirlo. Creo que mostrar es mejor que decir.
Subimos en el ascensor y no puedo dejar de tocarla.
Dios, esta mujer es como una hierba gatera para mí. No
tengo suficiente.

Cuando se abren las puertas, por fin la suelto y se


endereza la falda. Lleva un traje que parece casi de
trabajo, pero la forma en que abraza sus curvas me
hace pensar en doblarla sobre mi escritorio.

—Sr. Harrigan. — Benedict me saluda cuando pasó a


mi oficina de la esquina.

—Ben, esta es Diamond... — Hago una pausa. —No


tengo tu apellido, ¿verdad?—
64
Página
—Oh, es Cala... — Se detiene. Luego tose. —Es
Carter.—

— ¿Carter?— Levantó una ceja. Es absolutamente


adorable, y una terrible mentirosa.

—Mhmm. — no encuentra mi mirada.

—Ben. Fuera. —

Se escabulle hacia su escritorio, cerrando la puerta de


mi oficina detrás de él. Esta es la fachada de mi
reputado negocio, pero rara vez la visito. Pensé que a
Diamond le gustaría echar un vistazo a la ciudad desde
lo alto antes de viajar al lado más sórdido de la ciudad,
donde se hace el verdadero dinero.

—Ven. — Me siento en mi escritorio y le pido a


Diamond que se siente en mi regazo.

Lo hace, y su mirada se dirige a la ventana que hay


detrás de mí, donde la ciudad se extiende bajo el sol de
la tarde. —Vaya, qué vista. —

—Se me ocurre que he sido negligente en la parte de


'llegar a conocerte' de nuestro acuerdo comercial.
Nunca hago negocios con gente de la que no tengo
información, pero tú has sido una excepción en todo el
sentido de la palabra. — Apoyó una mano en su muslo
y la otra en su culo. Joder, podría equilibrar una copa
65

de vino sobre su buen, buen culo. —Soy Devlin


Página
Harrigan. He vivido aquí toda mi vida. Tengo varios
negocios. Algunos legítimos. Otros no. Mis padres
murieron hace varios años. Soy paciente, no me gusta
el cilantro y estoy absolutamente obsesionado contigo.

Se sonroja, su piel se vuelve rosada. —Vaya. —

—Me gusta esa palabra en tus labios. — Deslizó mi


mano por debajo de su falda. —Ahora háblame de ti. —
Mira hacia otro lado. Deslizo mi mano más arriba hasta
que siento el borde de sus bragas. — ¿Tengo que
persuadirla para que hable, Srta. Carter?—

—No. Quiero decir... — Se retuerce en mi regazo y


muevo mis dedos por debajo de sus bragas.

—Mojada para mí. Perfecto. Creo que un aumento


podría estar en orden. — Deslizó mi dedo a lo largo de
su húmeda raja. —Ahora habla. —

—Soy Diamond. — Su respiración se entrecorta cuando


uso mi dedo índice para rodear su clítoris. —Soy nueva
en la ciudad. —

— ¿Por eso te quedaste en el refugio?—

—Sí. Sobre todo. —

— ¿De dónde te has escapado?—


66
Página
Se muerde el labio.

Acaricio su clítoris más rápido y mueve sus caderas a


mi ritmo. Entonces retiro mi mano.

— ¿Devlin?

—Responde a mi pregunta y tendrás más. — Le


mordisqueo la oreja.

—De acuerdo. — respira profundamente. —Vengo de


Chicago. —

—Buena chica. — arremolino alrededor de su clítoris


un poco más, mi polla presionando contra su culo
mientras la complazco. — ¿Dónde están tus padres?—

—Mi madre está muerta. Mi padre está... vivo. — Hace


un sonido de mmm. — ¿Podemos no hablar de él
mientras hacemos esto?—

—Me parece justo. — Me río por lo bajo y sigo


acariciando su coño. — ¿La universidad?—

—No. No se me permitió. — Se estremece cuando le


pellizco el clítoris entre el pulgar y el índice.

No me gusta el sonido de que no se le ‘permita’ hacer


algo. — ¿Alguien te ha hecho daño alguna vez?— Lo
pregunto porque tengo que saberlo. Porque si dice que
67

sí, cazaré a la persona y la borraré de la tierra.


Página
— ¿Hacerme daño?— Se agarra a mi brazo y echa la
cabeza hacia atrás mientras la acaricio con
movimientos constantes.

—Sí. ¿Alguna vez un hombre te ha hecho daño?—

—No. No así. — Mueve las caderas, se frota contra mi


mano y persigue su placer.

— ¿Cómo entonces?— La acarició más rápido.

—Solo... solo... — Se le corta la respiración y siento que


se deja llevar, que su cuerpo se estremece mientras le
acaricio un orgasmo con nada más que la punta de mi
dedo. Joder, me encanta lo mojada que se pone para
mí, lo receptiva que es. Es como si estuviera hecha para
mí, su cuerpo es una maldita fantasía hecha realidad.

Cuando se hunde contra mí, su respiración jadeante


me calienta el cuello, saco mis dedos de ella y los lamo.

Suspira y la sostengo durante largos minutos mientras


vuelve a bajar. Después de un rato, susurra: —Nadie
me ha hecho daño físicamente. En absoluto. Nadie me
ha tocado nunca. Mi padre siempre decía que nadie
quería a una cerda como yo. Que no tenía lugar en su
mundo a menos que perdiera peso y... —

—No. — La volteo para que me mire. —Nada de eso es


68

cierto. — Voy a averiguar de dónde viene y quién es su


Página
padre. Voy a resolver el misterio de mi Diamond, y una
vez que lo haga, pondré su mundo en orden. Tiene que
verse a sí misma como yo la veo, porque es tan, tan
hermosa en todas sus facetas. —Sabes que nada de eso
es cierto, ¿verdad?—

Las lágrimas nadan en sus ojos mientras me mira.

—Intento saberlo, pero es tan difícil. —

—Deja que te lo ponga fácil. — Le beso la frente, la


punta de la nariz, las mejillas, la boca. La saboreo y la
amo, y la devoro con mi lengua hasta que ambos
jadeamos. Cuando me retiro, siento que mi corazón
quiere romperse contra mis costillas. —Eres la mujer
más hermosa que he visto nunca, Diamond. —

Sacude la cabeza lentamente. —No es posible. Eres el


dueño de ese club y... —

—Y nunca he visto a una sola mujer que haya deseado.


Nunca. No hasta que saliste a ese escenario. Eres
perfecta tal y como eres. Cualquiera que te haya dicho
lo contrario te ha mentido. Los hombres pequeños y
patéticos destrozarán a una mujer solo para sentir algo,
para sentirse poderosos. No lo son. Pero tú lo eres,
Diamond. —

Parpadea, y una lágrima rueda por su mejilla. — ¿Crees


que soy poderosa?—
69
Página
—Sé que lo eres. — Le quito la lágrima con un beso,
esta vez suave. —Solo necesito que tú también lo
sepas.—

70
Página
Estoy empezando a pensar que Devlin no necesita
realmente una asistente. Eso o que esta vez estoy
realmente despedida porque me he desmayado en el
trabajo. Bostezo, incorporándome de mi siesta
accidental. No sabía que los orgasmos pudieran dar
tanto sueño. Este sofá tampoco ayuda; es demasiado
cómodo para una oficina. Parpadeo para quitarme el
sueño de los ojos y me doy cuenta de que la silla de su
escritorio está vacía. Echo un vistazo a la habitación,
pero Devlin no aparece por ninguna parte.

Encuentro mis zapatos colocados juntos a un lado del


sofá. Debe de habermelos quitado de los pies cuando
me desmayé. Sonrío ante el pequeño y dulce gesto. No
es algo a lo que esté acostumbrada. Me los vuelvo a
poner y voy en busca de Devlin. Me digo a mí misma
que es porque necesito averiguar qué trabajo debo
hacer y no porque quiera estar cerca de él.
71
Página
—Estás despierta. — me dice una mujer de pelo gris
oscuro que se levanta de un escritorio cuando asomo la
cabeza fuera del despacho de Devlin. Se sube las gafas
de pasta azul a la nariz. —El señor Harrigan me hizo
reunir esto para ti. Los he puesto en orden según las
mejores recomendaciones. —

— ¿Perdón?— Pregunto, confundida.

—Lo siento. Supongo que debería presentarme primero.


He llegado tarde esta mañana. Tenía que hacer unos
recados. Soy Evelyn. —

—Diamond. — Tomó su mano extendida. Su cálida


sonrisa me hace devolverla.

—El Sr. Harrigan me hizo sacar información sobre los


veterinarios locales. Me dijo que te los diera para que
pudieras pedir una cita para que revisaran a tu gata. —
Me entrega una carpeta. —Hice algunas notas sobre
algunos de ellos basándome en sus reseñas. —

—Gracias. — Me acerco la carpeta al pecho. Esta es


una de las cosas más dulces que alguien ha hecho por
mí.

— ¿Hay algo más que pueda ofrecerte?—

— ¿Devlin?—
72
Página
—Estoy aquí, Cara de Muñeca. — Me doy la vuelta para
verlo caminando por el pasillo hacia mí. — ¿Te sientes
bien?— Me rodea la cintura con un brazo y me atrae
hacia su cuerpo. El dorso de su mano se posa en mi
frente. Me encanta que se preocupe tanto por mí.

—Estoy bien. — Mi cara empieza a sonrojarse, sabiendo


que la gente nos está mirando. — ¿Hay algo que deba
hacer?—

—Estamos a punto de salir. Tengo que estar en el club


esta noche. — Sus dedos recorren suavemente el lateral
de mi cara. Estoy empezando a pensar que algo raro
está pasando. Devlin es tan diferente a cualquier otro
hombre que haya conocido en mi vida.

—De acuerdo. — acepto, apartando la cara de él. —


Gracias de nuevo, Evelyn. —

—Siempre feliz de ayudar. Veré el resto de sus


peticiones, Sr. Harrigan. —

—Puedes hacer que me las entreguen en mi casa.


Prefiero que se las pruebe ahí o incluso en el club. —

—Debería tener la ropa dentro de una hora. Les diré


que la lleven al club en su lugar. — Evelyn me guiña un
ojo mientras Devlin me guía de vuelta al exterior del
edificio, donde nos espera un vehículo.
73
Página
— ¿De qué ropa hablaba Evelyn?— preguntó finalmente
cuando entramos en el todoterreno. Tiró del dobladillo
de la falda, preguntándome si odia mi ropa. A mí
tampoco me gusta. Mi falda no es la más adecuada y no
es ni de lejos tan bonita como la que llevaba Evelyn,
pero es todo lo que tengo. —No me vas a comprar nada,
¿verdad?—

—Tienes una asignación para ropa. Fue parte de


nuestras negociaciones de antes. — me recuerda. Sí, es
cierto. Me estaba dando un montón de cosas que
realmente no debería. Tengo miedo de extender la mano
y tomarlas. Miedo de que todo esto sea demasiado
bueno para ser verdad y que desaparezca.

—Me siento mal. No he hecho nada de trabajo. —


Jugueteo con un hilo suelto del final de mi falda. Me
toma de la mano y sus dedos se enredan con los míos.

—No hay nada por lo que sentirse mal. Estoy muy


satisfecho contigo. Ahora quiero vestirte con los
materiales más suaves. No me gusta este material
áspero contra tu delicada piel. Como tu... — se aclara
la garganta—. Jefe, es mi trabajo cuidarte. —

—Creo que tienes todo esto al revés. Se supone que


debo hacer las cosas por ti. Soy tu asistente. —

—Tu puesto no necesita un nombre. Además, una


asistente va y viene, así que eso no encaja realmente ya
74

que estás conmigo en todo momento. — Su pulgar roza


Página
de un lado a otro mi muñeca, lo que hace que me
cueste pensar. No sé si es porque no estoy
acostumbrada a que alguien me toque o si es él.

Si tuviera que adivinar diría que es él. Es una locura lo


mucho que anhelo su tacto. Incluso cuando estoy
dormida, sueño con él. —Me gusta estar contigo. —
admito, inclinándome hacia él.

—Y disfruto cuidándote. Permíteme. — No estoy segura


de sí me lo pide o me lo dice. En cualquier caso,
asiento.
—Buena chica. — me elogia antes de apretar su boca
contra la mía. Me pierdo en sus besos. Antes de que me
dé cuenta, estamos llegando a la puerta del club. Me
agarra de la mano y me lleva adentro. Todos los que se
cruzan con nosotros nos miran. Sus ojos se abren de
par en par cuando ven los dedos de Devlin entrelazados
con los míos. Incluso la chica del escenario deja de
bailar por un segundo.

—Todo el mundo está mirando. — Me envuelvo en su


brazo. Es diferente a lo que estoy acostumbrada. Nunca
nadie se fija en mí.

—Pueden mirar. Nada más. — es su única respuesta.


Veo cómo la hermosa rubia del escenario empieza a
bailar de nuevo, atrayendo de nuevo la atención de
todos, excepto la de Devlin. Quiero bailar para él. ¿Seré
capaz de mantener su atención? Sé que cuando la
75
Página
tengo me siento más sexy y audaz. ¿Es ese el poder del
que hablaba antes?

La música se apaga cuando entramos en su despacho y


cierra la puerta tras nosotros. —No debes salir de este
despacho sin que yo esté a tu lado. ¿Entendido?—

Asiento. —No voy a huir. —

—Podrías intentarlo. — Sonríe, mostrándome su


hoyuelo. —No me preocupa que huyas, Cara de
Muñeca. Me preocupa que alguien te aleje de mí. —

— ¿Por qué alguien me llevaría?— No me responde.


Solo sacude la cabeza, su sonrisa se convierte en una
sonrisa completa.

— ¿Bailarás para mí?— Suelta su agarre sobre mí.

— ¿Quieres que lo haga?— Me relamo los labios.

—Nunca pido cosas que no quiero, Cara de Muñeca. —


Camina detrás de su escritorio, toma su silla y la retira.
Se deja caer en ella. —Y nada quiero más que verte
bailar para mí. Solo para mí. —
76
Página
Me acerco y enciendo el pequeño altavoz de mi mesa,
dejando que la música de la discoteca entre en mi
despacho.

La contrataron como bailarina y pensé que tal vez solo


estaba probando, tanteando el terreno para ganar un
buen dinero.

Pero cuando empieza a bailar, me doy cuenta de que su


forma de moverse es realmente especial.

Mi polla ya está atenta cuando empieza a mover las


caderas. Sus manos recorren sus costados y cierra los
ojos mientras se amolda al sensual ritmo.

— ¿Esto está bien? — pregunta temblorosa.

¿Le afecta el baile lo mismo que a mí? Porque, maldita


sea, no puedo decidir si quiero observarla más o
77

simplemente inclinarla sobre mi escritorio. Tiene esa


Página
forma de ser, como si fuera vidrio fundido,
derramándose, fundiéndose y fluyendo en una belleza
total.

—No pares. — Mi voz es áspera y tensa, pero no es


nada comparado con la tensión que envuelve mi
cuerpo. No puedo dejar de mirarla mientras se balancea
y gira. —Desnúdate para mí, Diamond. —

Se pasa los dedos por el cabello y se deja caer, sus


piernas se abren mientras rebota y luego gira de nuevo.

—Ahora. — le ordenó.

Sus mejillas se tiñen de un suave color rosa mientras


sus manos se dirigen a los botones de su camisa.
No puedo apartar la mirada. Es una visión
hipnotizante, cada uno de sus movimientos es como la
pincelada de un maestro de la pintura.

Cuando se quita la blusa, sigue bailando, su fino


sujetador no hace nada por ocultar sus duros pezones.
Joder, los necesito en mi boca. Aprieto las manos,
obligándome a quedarme quieto.

—Quítate el sujetador. — gruño.

Me da la espalda, moviendo las caderas, con el culo


redondo presionando la fina tela de la falda. Se lleva las
manos a la espalda, se desabrocha el sujetador y lo tira
78

a un lado.
Página
—Date la vuelta. Necesito ver esas tetas perfectas. —

No lo hace. En cambio, baja la cremallera de la falda y


la deja caer. Ahora solo lleva puestas las bragas rosas,
y puedo apostar que están empapadas. Deberían estar
en el suelo, o en mi boca, o en cualquier otro lugar que
no sea ocultar su raja rosa de mí.

No sé cuánto tiempo podré aguantar estas


provocaciones, pero es muy buena en eso. Habría
ganado mucho dinero en el frente, pero nunca dejaré
que eso suceda. Ningún otro hombre obtendrá el placer
de su carne, de la forma en que se mueve en giros y
balanceos seductores.

—Diamond. — Me bajó la cremallera y aprieto mi dura


polla. —Necesito verte. Ahora. —

Finalmente cede, se gira y me muestra sus redondas


tetas, su suave cintura y la mancha húmeda en la parte
delantera de sus bragas.

Me froto la polla lentamente mientras la observo,


apreciando cada una de las curvas del cuerpo de esta
diosa.

Mira hacia abajo y jadea cuando me ve acariciándome.


—Devlin. —
79

—No pares. —
Página
Se pasa las manos por el vientre, se acaricia las tetas y
baila más cerca de mí.

Gimoteo, tan perdido en ella que no puedo pensar, no


puedo hacer nada más que darme placer. —Enséñame
tu coño. Lo necesito. —

Aún más cerca, gira y da vueltas, luego se agarra las


bragas y se inclina mientras se las quita, su culo
todavía pulsando al ritmo mientras obtengo la vista
perfecta de su coño mojado. Tengo que probarlo. Justo
cuando me inclino hacia delante para hacerlo, gira y se
deja caer frente a mí.

—Diamond. — Gimo mientras pone su mano sobre la


mía.

—Por favor, ¿me dejas? Siento que tal vez podría ser
buena en esto. Para ti, quiero decir, quiero
complacerte.— Me mira con esos ojos inocentes, su
boca abierta e innegablemente follable.

Le agarro el pelo con una mano y la acerco. —Chúpala


como una buena chica. —

Cuando saca la lengua para probar el pre-semen de mi


punta, casi me vuelvo loco, y cuando me mete en su
boca todo lo que puede, mi carga ya amenaza con salir.
80
Página
Trabaja con su manita alrededor de mi base mientras
chupa y mueve la cabeza. Es un acto descuidado,
ruidoso y absolutamente perfecto.

Cuando me mira con ojos interrogantes, le digo: —Lo


estás haciendo como una buena chica. Una buena
chica para mí. —

Sonríe sobre mi polla, y juro que es una mezcla de


inocencia y suciedad que me hace arder la sangre.
Muevo mis caderas con ella, follando su boca mientras
me agarra los muslos. Mi pene se endurece aún más,
mis pelotas se tensan.

—Me voy a correr. — Aprieto las palabras entre los


dientes, haciendo todo lo posible por ser un caballero
con ella.

No deja de chupar, sus mejillas se ahuecan mientras


gruño, y mi descarga entra a borbotones en su boca
mientras chupa, lame y traga. Un poco de semen gotea
por su barbilla, mientras sigue trabajando conmigo.
Mierda, nunca he visto nada más caliente en toda mi
vida.

—Una chica tan buena para mí. —

Me sonríe. — ¿Lo hice bien?—

—Eres... nunca he... mierda. — Gimoteo.


81
Página
Se ríe y me la chupa de nuevo. Cuando por fin la
aparto, se pasa el dedo por la barbilla y se lo lame.

—Joder, Diamond. — es todo lo que puedo decir


mientras la meto en mi regazo. —Solo... joder. —

82
Página
Leí los papeles que me dio Evelyn sobre diferentes
veterinarios para tratar de reducirlos. —Creo que me
gusta éste. — Levanto un papel sobre mi cabeza. —Pero
este hace visitas a domicilio. — Rápidamente cambio de
opinión. Esto es más difícil de lo que pensaba.

—Cualquiera hace visitas a domicilio si tiene suficiente


dinero. — Devlin se levanta de su escritorio, luego se
agacha y se ajusta antes de acercarse a donde estoy
tumbada en el sofá. ¿Está excitado de nuevo?

Estaría en su escritorio con él, pero creo que le


distraigo un poco. Así que me he retirado al sofá con la
esperanza de que pudiéramos hacer algunas cosas.

Por no mencionar que, por alguna razón, no dejaba


entrar a nadie en su despacho. Aunque me encanta
tener toda su atención, sé que tiene un negocio que
atender. O varios de ellos. Además, tengo un poco de
83

miedo de volverme demasiado pegajosa. Recuerdo que


Página
mi padre siempre se quejaba de eso con las mujeres.
Que si les daba demasiada atención, se acostumbrarían
a ello. Definitivamente podría ver que eso me pasa a mí.
Ya quiero más de Devlin.

Incluso ahora, cuando intento darle espacio, siempre le


echo un vistazo para ver si me mira. A menudo lo hace.
Ahora me pregunto si fue una mala idea y si me
necesita de nuevo. Un revoloteo se produce en mi
interior. Me encanta la idea de que me necesite. Nunca
me había necesitado nadie.

Devlin me quita los papeles de la mano y los lee por


encima. Me relamo los labios, odiando que el sabor de
los suyos haya desaparecido. Cuando se pone delante
de mí, puedo distinguir el contorno de su polla.
Definitivamente está dura de nuevo. ¿O es que no ha
bajado desde antes? Aprieto los muslos cuando
empieza a palpitar en ellos.

— ¿Te gusta más este si hace visitas a domicilio?—


Desvía su mirada del papel hacia mí.

—Sí, por favor. — logro decir mientras finjo que no


estaba mirando fijamente su entrepierna.

—Le diré que venga mañana entonces a ver cómo está


Mama. —
84
Página
— ¿Crees que está bien que la dejemos sola en casa? ¿Y
si se pone de parto?— El pensamiento me golpea de
repente.

—Hice que Malone la revisara hace unas horas y estaba


bien. ¿Quieres que envíe a alguien para que la revise de
nuevo?—

— ¿Lo hiciste?—

—Lo hice. —

Dios. Este hombre es tan dulce. —No, estoy segura de


que está bien. Estoy emocionada por ver cuántos
gatitos puede tener. Creo que solo hay un par de ellos,
teniendo en cuenta lo pequeña que es todavía. —

—Si tiene uno o diez, nos aseguraremos de cuidarlos a


todos. —

La esperanza florece en mi pecho. No puedo esperar a


ver a mis grandkitties.

— ¿Cómo poder quedarnos con los gatitos?— Pregunto


para asegurarme de que estoy entendiendo lo que dice.
Me pongo de pie frente a él. Por muy maravilloso que
suenen diez gatitos, y sé que los querría a todos, me
preocuparía por Mama.

—Si eso es lo que quieres. —


85
Página
Puedo quedarme con los gatitos. Las lágrimas me
escuecen en los ojos mientras Devlin me acomoda un
pedazo de pelo detrás de la oreja.

Me doy cuenta de que cada vez que estoy cerca de él


tiene la necesidad de tocarme. Empiezo a desear esas
caricias. Me inclino hacia delante y le ofrezco mi boca.
La toma inmediatamente y me atrae hacia su cuerpo.
Me pregunto si los hombres también se vuelven
pegajosos. Mi padre siempre tuvo diferentes mujeres
que entraban y salían. Ninguna duró mucho tiempo.

Jadeo y me alejo cuando algo vibra contra mi estómago.


—Ignóralo. — gruñe, atrayéndome hacia él. Su beso es
posesivo. Su teléfono sigue sonando desde el interior de
su bolsillo.

—Deberías contestar. — Sonrío contra su boca. —Soy


tu asistente. Quizá debería contestar. — Busco en su
bolsillo y lo saco, queriendo ser útil. Hace tanto por mí.
Quiero devolvérselo. Conseguir más de sus elogios que
me hacen las entrañas más pegajosas. No me detiene
cuando deslizo el dedo por la pantalla y contesto.

—Teléfono del señor Harrigan, ¿en qué puedo


ayudarlo?— Sigue una larga pausa. Por un segundo me
pregunto si he hecho algo mal.

—Tengo una entrega para el club. Necesito ir a la


oficina de atrás para dejarlo. — responde finalmente
86

Ben. No estoy muy segura de que le importe mucho.


Página
Por el tono de su voz, estoy casi segura de que no le
gusta que responda al teléfono de Devlin.

—Puedes pasar. — Es Ben, le digo a Devlin, consigo su


sexy hoyuelo. Estoy casi segura de que está luchando
contra una risa. Me relajo, viendo que no le importa en
absoluto que haya contestado la llamada.

— ¿Estás segura?— pregunta Ben con escepticismo.

—Permíteme. — Devlin me quita el teléfono de los


dedos. —Está todo claro. — dice antes de terminar la
llamada y guardar el teléfono en su bolsillo. —Le
preocupaba que no estuvieras vestida. —

—Oh. — Me envuelvo con los brazos y doy un paso


atrás, pero olvidó que el sofá está detrás de mí.
Empiezo a caer sobre él, pero Devlin, por supuesto, me
atrapa. Siempre lo hace.

— ¿Por qué los ojos tristes, Cara de Muñeca?—

—Quiero decir, la gente está desnuda de todo tipo aquí.


¿Por qué está tan preocupado por mí?— Viejas
inseguridades vuelven a la vida. Trato de recordarme a
mí misma a la luz de cómo Devlin responde a mí. Lo
excito con mi cuerpo. Incluso ahora, su erección me
presiona el estómago. Le he hecho cruzar líneas que
nunca antes había cruzado. Al menos eso es lo que me
dijo. Que soy diferente y especial. Que soy su chica.
87
Página
—Porque sabe que le sacaría los ojos de la cabeza por
verte desnuda. —

Me quedo con la boca abierta. —Devlin. — susurro, un


poco sorprendida.

No es que no esté acostumbrada a escuchar esas


amenazas. Sabía lo que eran los gritos que salían del
sótano en casa. Nunca me permitieron bajar ahí. No es
que lo hubiera intentado. La mayoría de la gente que
bajaba ahí nunca volvía a subir.

—Te lo dije. Eres solo para mí. — Algo oscuro parpadea


en los ojos de Devlin. Me besa en la punta de la nariz
antes de soltarme.

La puerta del despacho se abre y entra Ben con


algunas chicas. Todas llevan bolsas y cajas.

—Ponlas aquí. — Devlin señala delante de mí. Sé que es


toda la ropa. Salen rápidamente de la habitación,
dejándonos solos.

—Esto es demasiado. — No sé por dónde empezar.

—Para ti, nunca será suficiente. — Devlin se acerca al


sofá y se sienta. —Además. Cuanto más te consiga,
más podré ver cómo te los pones y te los quitas. — Se
echa hacia atrás, dispuesto a ver cómo me pruebo todo
lo que me ha conseguido.
88
Página
Vuelve a estar relajado. Solo hay dulzura ahí para que
yo la vea, lo que me hace cuestionar cuánto de esa
oscuridad hay bajo la superficie.

89
Página
— ¿Más?— Malone me tiende la cafetera mientras hojeo
algunos de los extractos de ganancias del club.

—Sí. — Dejo que me llene la taza. Anoche nos


quedamos hasta tarde en el club. Diamond tardó casi
una hora en ponerse y quitarse toda la ropa que había
comprado para ella, y hubo muchos interludios de
vapor mezclados. No puedo quitarle las manos de
encima. Soy como un maldito animal cuando se trata
de ella. Me lamo los labios, todavía complacido de tener
su sabor débilmente a lo largo de mi boca.

— ¿Dónde está la chica?— Pregunta Malone.

—Durmiendo arriba, y se llama Diamond. — No pongo


ningún filo en mi tono, pero me da un asentimiento
escueto.

—Bien, Diamond. No es Carter, por cierto. —


90
Página
—Lo sé. Empezó a decirme su verdadero nombre y
luego lo cambió por Carter, como dije. Así que al menos
sé que empieza por C-A. Eso es todo lo que tengo para
seguir. —

—Fui al refugio como me pediste, casi me revienta la


cara una vieja con un bate. —

Sonrío. —Loretta. —

—Sí. No quiso darme ninguna información sobre la chi-


Diamond. — se corrige. —Pero cuando le dije que
trabajo para ti, se aflojó un poco. —

—El dinero hace eso. —

—Cierto. — Se sirve una taza y se sienta en el sofá


frente a mi escritorio. —Dijo que apareció hace unas
semanas. Llegó con un bolso Gucci y algo de ropa
elegante, pero sin un centavo a su nombre. Loretta
incluso dijo que Diamond no parecía tener ni idea de lo
cara que era su ropa ni de lo que costaban las cosas. —

—Interesante. —

—Muy. — está de acuerdo. —Loretta cree que viene de


alguna familia rica que la mantenía en secreto por
alguna razón desconocida. Y... — Hace una pausa y da
un sorbo a su café. —No lo dijo abiertamente, porque
supongo que no quería romper ninguna confianza con
91

Diamond, pero dio a entender que Diamond había


Página
estado como herida. — Señala su cabeza. —Aquí arriba.
Emocionalmente o lo que sea. —

Mi mandíbula se aprieta, mis manos se cierran. —


¿Cómo?—

Se encoge de hombros. —No lo sé, jefe. No diría nada


más excepto que Diamond es una chica hermosa, pero
puede ser un poco...— Baja la mirada. —Hubo una
palabra que ella usó. Cuerpo algo. ¿Cuerpo disléxico?—

—Dismórfico. — Joder. No es de extrañar que pareciera


tan devastada cuando ese idiota de Alonzo le dijo una
mierda.

No sé por qué, pero supuse que ella sabía que él


hablaba mal para sacarme de quicio. Habría dicho lo
mismo a cualquier chica que subiera a ese escenario.
—De todos modos, dijo que Diamond es sensible, y que
su pasado la ha hecho extra sensible sobre su cuerpo
dis… — Me mira interrogativamente.

—Dismorfia. —

—Claro. Eso. ¿Qué es eso?—

—Es cuando a alguien le han dicho que tiene un


aspecto determinado, pero es mentira. —

Me lanza una mirada irónica. — ¿Así que cuando la


92

camarera a la que he intentado dar un paseo me dijo


Página
que parecía un coyote de dibujos animados, solo
intentaba darme la dismorfia?—

—No, ella estaba tratando de darte una pista. — Le


sacudo la cabeza.

—Soy un tipo guapo. No te preocupes. Tengo la cabeza


bien puesta. — Asiente para sí mismo y bebe más de su
café.

Quiero a Malone como a un hermano, pero eso no


significa que a veces no quiera agarrarlo y sacudirlo.
Como ahora mismo. Pero dejo eso de lado y trato de
continuar esta conversación sin violencia. — ¿Algo más
del refugio?—

—No. Loretta no es del tipo habladora. Con lo del


murciélago y todo eso. La única otra información que
me dio fue que confirmó que Diamond dijo que venía de
Chicago. Pero eso es todo.

—Así que no estamos más cerca de averiguar quién es


realmente. — Intento pensar en las razones por las que
no me diría la verdad. Debe estar huyendo,
escondiéndose; el primer instinto de Loretta no estaba
equivocado. Esa mujer conoce a la gente, sobre todo si
ya se ha dado cuenta de que alguien del pasado de
Diamond la ha estado hiriendo con palabras crueles y
mentiras descaradas.
93
Página
— ¿Quizás puedas intentar preguntarle a ella la
próxima vez que estén, eh, indispuestos? ¿Es así como
se dice?—

—Voy a intentarlo. Pero está asustada. No la culpo.


Está claro que ha estado encerrada en el mundo. — Me
pasó una mano por el pelo oscuro. —Es un milagro que
no la haya asustado ya. —

Malone se encoge de hombros, cuidando de no estar de


acuerdo ni en desacuerdo con mi valoración. Puede que
no sea bueno con las palabras, pero me conoce y a mi
temperamento.

—Pasemos a algo con un poco más de peligro, ¿eh? —


Termina su café. —Alonzo ha estado hablando mal de ti
por la ciudad desde que nos tiramos en el club la otra
noche. —

— ¿Qué dice?—

—Dice que ha sacado lo mejor de ti. —

— ¿Lo dice a través o alrededor de su nariz rota?—


Flexiono el puño al recordarlo. Dios, el sonido del hueso
rompiéndose fue como una sinfonía.

Malone suelta una carcajada.

—Alonzo puede hablar todo lo que quiera. A mí me da


94

igual. No voy a perturbar la paz por un idiota que


Página
menea la lengua. — Levanto la vista, preguntándome si
Diamond ya se habrá despertado.

Malone se levanta justo cuando uno de los guardias de


la entrada hace sonar su teléfono.

—Voy a ver cómo está. — Salgo a grandes zancadas y


oigo a Malone responder a la llamada.

—¿Sí, qué? ¿Quién?—

Estoy en las escaleras cuando Malone me llama por mi


nombre.

Joder, casi había llegado a la libertad. Por Diamond.


—Jefe, tenemos problemas. — Acelera hacia mí, su
rostro repentinamente serio, sin ningún atisbo de
sonrisa o broma. No es una buena señal.

— ¿Qué tipo de problemas?—

—Don Calabrezi acaba de llegar al club. —

Me detengo, con una mano en la barandilla, y se me


congela la sangre. — ¿Calabrezi?— No hay
absolutamente ninguna razón para que un hombre así
esté en mi club. Soy grande en mi ciudad, el juego más
grande que hay, en realidad. Pero tengo el hábito de
hacer mi basura y mantener el resto de mi vida limpia.
Mantenerme a mí mismo y a mis aliados cercanos. No
95

me meto en el terreno de otros jugadores. Y seguro que


Página
no me meto con capos de Chicago. — ¿El Don
Calabrezi?— Vuelvo a preguntar.

—El don de Chicago, sí. Maldita sea. Creo que hemos


descubierto quién es. Maldita sea, esto es malo. Si esto
es lo que creo que es... Es jodidamente malo. — Mira
hacia las escaleras.

Sigo su mirada y solo alcanzo a ver a Diamond


mientras se da la vuelta y corre.

96
Página
— ¡No!— Grito mientras vuelvo a correr por el pasillo.
Los pies de Devlin hacen ruido al golpear las escaleras.
Oigo sus pesados pasos acercándose a mí mientras me
llama por mi nombre. Lo ignoro y vuelvo a entrar en la
habitación que me dio la otra noche. Cierro la puerta de
golpe y pongo la cerradura en su sitio.

¿Cómo se ha derrumbado todo tan rápido? Esta


mañana me he despertado con una sonrisa en la cara.
También había estado en la cama de Devlin y no en la
mía. Cuando volvimos anoche, me llevó a su habitación
junto con toda la ropa nueva que me había comprado.
Vi cómo las guardaba en su armario antes de meterme
en la cama. Procedió a darme besos de buenas noches
en cada centímetro de mi piel.

Debería haber sabido que algo malo iba a pasar.


Siempre pasa. Cada vez que consigo algo que me hace
feliz, siempre me lo quitan. Devlin era demasiado bueno
97

para ser verdad, y lo sabía. Juro que es como si uno de


Página
los héroes de los libros románticos en los que siempre
me pierdo hubiera sido arrancado de las páginas.
Empecé a pensar que tal vez no todo era ficción. Ahora
se me llenan los ojos de lágrimas calientes.

Mama levanta la cabeza para mirarme fijamente. Puede


que no haya dormido en esta cama anoche, pero Mama
la ha reclamado para sí. Tampoco parece muy contenta
de que la hayan despertado. Me apoyo en la puerta,
esperando que Devlin la atraviese en cualquier
momento por la forma en que me ha perseguido por el
pasillo.

—Cara de Muñeca. — me dice suavemente desde el otro


lado de la puerta.

Mi corazón da un pequeño aleteo, como siempre que me


llama así. Especialmente después de que me dijo por
qué me llamó así. Que mis ojos anchos con pestañas
gruesas y mejillas llenas le recordaban a una muñeca.
Me hizo sentir hermosa y preciosa pensar que me ve
como algo tan perfecto. Pero ahora se acabó. Tengo que
ser realista conmigo misma.

—No me llames así. — le digo bruscamente.

—Eso no va a pasar. — Me muerdo el labio inferior, no


estoy acostumbrada a que me diga que no. —Ahora
abre la puerta para mí. —
98
Página
—No. — Vuelvo a soltar un chasquido. ¡Ja! Yo también
puedo decirle que no. Respira tan profundamente que
puedo oírlo a través de la puerta.

—No me gusta esa palabra en tus labios cuando viene


hacia mí. — El sentimiento es mutuo. — ¿Vas a abrir la
puerta?—

—No voy a volver con él. Por favor, no me obligues. —

— ¿A quién perteneces?—

—A ti. — La palabra se me escapa de los labios sin


pensarlo. Jadeo y me tapo la boca con la mano.

—Así es. Me perteneces a mí. No a tu padre. —


Mantengo la mano pegada a la boca. Tengo muchas
ganas de creerle, pero no es tan fácil. Aunque Devlin
quisiera que fuera suya, mi padre intentaría
arrebatármelo. Sé mejor que nadie que mi padre
siempre consigue lo que quiere. Nadie se atreve a
decirle que no o sufre las consecuencias. Me estremezco
al pensar cuáles son esas consecuencias. —Muy bien.
Haremos esto a tu manera. ¿Dónde está Mama?—

Dejo caer la mano, pensando que es una respuesta


segura. También tengo curiosidad por saber por qué me
pregunta eso de entre todas las cosas.

—En la cama. —
99
Página
—Ve a ver cómo está. Puede que esté enferma. —

— ¿Por qué? ¿Ha pasado algo?— Me acerco a la cama.


—Parece estar bien. Está durmiendo. — Me inclino para
acariciarla.

La puerta estalla hacia adentro. Los trozos de madera


salen volando por todas partes. Puedo ver esa
oscuridad que sé que persiste en el interior de Devlin
mostrándose en sus ojos.

Cruza la habitación en tres largas zancadas hasta


situarse frente a mí. Parece un depredador acercándose
a su presa. Creo que el miedo sería la respuesta
correcta en este momento, pero no temo a Devlin en
absoluto. En cambio, el calor se acumula en lo más
profundo de mi estómago. No tengo ni idea de por qué,
pero una oleada de poder me invade.

Su mano se acerca a mi barbilla, sus dedos agarran


mis mejillas e inclinan mi cabeza hacia atrás para
mirarlo a los ojos. Sus ojos oscuros normales son más
intensos que nunca.

—No huyas de mí. — gruñe antes de que su boca se


estrelle contra la mía. Con un ligero tirón de sus dedos,
separa mis labios y mete su lengua en mi boca. Gimo y
mis manos se dirigen a su pecho para agarrarlo
mientras me devora.
100
Página
Este beso es tan diferente a todos los demás. Me hace
sentir al hombre que me ha ocultado. Se retira. Los dos
jadeamos. Su frente cae sobre la mía mientras sus
manos agarran mi culo, apretándome completamente
contra su cuerpo.

— ¿Eres una Calabrezi?—

—Sí. — Me lamo los tiernos labios.

—No por mucho tiempo. — Su boca se acerca a la mía


de nuevo, rozando la mía con un beso susurrante.

— ¿Qué significa eso?— Por mucho que quiera que diga


lo que creo que estaba insinuando, tampoco quiero que
lo haga. No puedo ser suya. No cuando mi padre ya me
ha encontrado. Saber que Devlin me quiere de una
manera que yo nunca podría tener, hace que me duela
más el corazón que pensar que simplemente no me
quería.

—Vas a ser una Harrigan. —

Sacudo la cabeza. —Te matará. — Cierro los ojos con


fuerza. —Te llevara al sótano. Nadie vuelve del
sótano.—

—Tendrá que matarme para alejarte de mí. — Devin


frunce el ceño, con la violencia escrita en él.
101

—No quiero que te hagan daño. —


Página
—Mi trabajo es protegerte. Todo lo que tienes que hacer
es ser mía. —

Me doy cuenta de que en realidad no me está pidiendo


que sea suya. No quiero que lo sea, la verdad. Me
encanta lo mucho que quiere que le pertenezca. —No
huiré de ti. — Le contestó.

—Esa es mi chica buena. — Su pulgar sube y me pasa


por el labio inferior. Un dulce y sordo latido persiste
desde su beso. —Fui rudo. —

—Me gusta. — admito. Me encanta que lo haya hecho


estallar.

Devlin me ha hecho sentir sexy por primera vez en mi


vida. Lo ha hecho desde el momento en que lo conocí.
Pero la forma en que me ha besado hace unos
momentos es lo que me ha dado este subidón de poder.
He sacado su oscuridad a la superficie. Flexiono mis
dedos contra su pecho, dándome cuenta de que ahora
también es mi oscuridad.
102
Página
—Toma a Mama y vete a nuestra habitación.
Enciérrense ahí. Yo me encargaré de tu padre. —
Vuelvo a la puerta que acabo de atravesar.

—Nadie puede encargarse de él. — Sus ojos se abren


aún más. —Él es el que maneja. —

—Conmigo no, cara de muñeca. — Hago una pausa y la


miró una vez más de arriba a abajo, simplemente
asimilándola. —No sé si te has dado cuenta, pero soy
un hombre malo. No corro. No me inclino ante nadie. Ni
siquiera ante el don de Chicago. —

Su rostro palidece y su voz es casi un susurro. —Te


matará, Devlin. —

—Me encargaré de él, y luego volveré contigo. — La


tomo en mis brazos una vez más y la abrazo.
103

— ¡Jefe!— Malone llama.


Página
—Lo prometo. — Le doy un beso en la coronilla y me
giro para irme. —Ve a mi habitación. Cierra la puerta
con llave. Ábrela sólo para mí o para Malone. —

—De acuerdo. — la oigo decir mientras me dirijo a las


escaleras.

Me apresuro a llegar al primer piso y me encuentro con


Malone en el vestíbulo.

—Déjalo entrar. Solo su coche. Ningún maldito


secuaz.—

Malone toma su teléfono y da mi orden por la línea. —


Joder, esto es una mala idea. — Guarda su teléfono y
comprueba sus armas ocultas.

—Sé educado. Sigue nuestras leyes y protocolos. —

— ¿Qué pasa cuando no él no sea educado?—

—Estoy seguro de que así será. — Hago crujir mis


nudillos.

Se vuelve hacia mí. —Una pregunta, Dev. Solo una. —


Asiento en silencio.

— ¿Vale la pena?— Lo pregunta con auténtica


104

preocupación, con curiosidad y una especie de


desesperación. Quiere que salgamos de ésta de una
Página
pieza. Su postura tensa y la mirada seria de sus ojos lo
dicen todo. Puedo respetarlo. No hemos llegado hasta
aquí siendo imprudentes.

—Ella vale la pena y más. — respondo con sinceridad.

Alisa su mano sobre su chaqueta de traje. —Eso es


todo lo que necesitaba saber. — Rueda los hombros. —
Hagamos esto. —

—Educados. — vuelvo a decir. —Vamos a tantearlo. —

Un rápido golpe en la puerta principal indica su


llegada, y le doy a mi soldado en la puerta una breve
inclinación de cabeza. Se persigna y abre la puerta.

Don Calabrezi entra a grandes zancadas, su mirada


recorre las paredes y el suelo, revisa todas las puertas y
finalmente se posa en mí. Sus cejas grises y tupidas
están bajas, y no da una expresión más que de cansado
aburrimiento.

—Don Calabrezi. Bienvenido a mi casa. — Le hago una


leve inclinación de la barbilla. El mínimo de respeto.

Se detiene frente a mí, con la mirada fija en la mía


como un tiburón con la comida entre los dientes. —
Entrégame a mi hija y evitaremos cualquier disgusto. —
105

Esperaba que pudiéramos hacer esto por la vía fácil.


Una charla con brandy o tal vez un paseo por el jardín
Página
mientras discutimos cómo su hija terminó a mi
servicio. Pero no, ha venido a reclamarla como si fuera
una mascota errante, un coche robado, una joya
olvidada en una mesita de noche. Ella no es ninguna de
esas cosas. Es mía.

—El único disgusto que veo es que irrumpes en mi casa


y haces exigencias. ¿Así es como se hacen los negocios
en Chicago?— lo miro por debajo de la nariz.

—Si no me das a Diamond, te enseñaré exactamente


cómo se hacen los negocios en Chicago. —

—Puede amenazarme, Don Calabrezi. No cambiará los


hechos. Estás en mi territorio. Faltandome al respeto y
a los míos. No tomó las amenazas a la ligera. Pregunte
por ahí, si quiere. Estoy seguro de que mi reputación se
descubre fácilmente si solo te preocupas de preguntar a
los otros jefes con educación. —

Sus cejas, dos nubes de tormenta que prometen


truenos y lluvia, se juntan mientras me mira. —
Entréganela o atente a las consecuencias. —

—Malone. — Digo solo su nombre.

Se abre el abrigo y pone las manos en la cadera, el


pequeño arsenal que lleva atado al pecho hace acto de
presencia.
106
Página
Don Calabrezi lo mira. — Los borraré a todos del mapa
si siquiera piensan en tocarme. —

—No lo estoy pensando. — Me acerco a él, tan cerca


que se inclina un poco hacia atrás. No mucho, pero lo
suficiente para que me dé cuenta. —Puede hacer valer
su peso en Chicago todo lo que quiera, Don Calabrezi,
¿pero aquí? Aquí es mi dominio. ¿La gente bajo mi
techo? Tienen mi protección. Eso incluye a su hija. Ella
se queda aquí. —

Frunce el ceño, luego ladea la cabeza, una idea ilumina


sus ojos apagados. Cuando se le escapa una risa,
Malone desliza la mano hacia una de sus espadas.

—Esto es una broma, ¿no?— Don Calabrezi se ríe con


ganas. —Una broma. — Se aleja y saca un pañuelo
para limpiarse los ojos llorosos. —Es una broma. —

Me quedo mirándolo, preguntándome de qué va.


Se inclina y se ríe, luego se endereza. —Está bien, está
bien. Gracias por la risa. Ahora vete y mándala fuera.

Malone y yo intercambiamos una mirada.

—No estoy seguro de lo que crees que acaba de pasar,


pero te aseguro que nada de esto es una broma.
Diamond no va a ir a ninguna parte. —
107

Don Calabrezi se tranquiliza rápidamente. — ¿Quieres


un rescate, entonces?—
Página
—No. —

— ¿Entonces qué? Porque es imposible que quieras a


Diamond. —

Mi sangre empieza a rugir en mis oídos. —Te aconsejo


que elijas tus próximas palabras con cuidado. —

— ¿O qué?— Su cara se enrojece en las mejillas. —Sé


que no la quieres. Solo intentas sacarme dinero. Te
pagaré por ella, pero solo lo que vale, y eso no es
mucho. —

Me pongo tenso.

Malone se estremece en respuesta, pero no se mueve.


Todavía no.

— ¿Qué? Ya sé lo que es. — Don Calabrezi se encoge de


hombros, como si se diera por vencido y hablara en
plan conspirador. —Te la llevaste para tener alguna
ventaja. Puedo apreciar esa jugada de negocios. De
verdad que sí. Pero es hora de devolvérmela. Ella no es
una gran inversión. Todavía no. Una vez que llegue a
casa, he establecido un nuevo régimen de dieta y la
haré entrenar al menos dos horas por la mañana y dos
por la noche cada día. Perderá peso. La pondré en
forma para venderla en matrimonio y quitármela de
108

encima. Pero hasta entonces, es mía. — Suspira.


Página
Intento mantener la calma, enfriar el fuego que corre
por mi sangre. Porque a pesar de todo, este hombre es
el padre de Diamond. La respeto, así que trato de
respetarlo.

—Solo sé honesto. Sabes de lo que estoy hablando. Es


una cerda. — Se ríe. —Una cerdita con un culo gordo
que ningún hombre podrá... —

Me muevo antes de que pueda pensar. Mi puño le da


justo en la mandíbula, haciéndolo retroceder y rebotar
contra la pared. Me mira, totalmente aturdido.

—No vuelvas a decir algo así. Diamond es hermosa. Es


más que hermosa; es una maldita diosa. Intentaba ser
educado, Don Calabrezi. De verdad que sí. Pero ahora
eso se acabó. Ahora no volverás a ver a tu hija a menos
que y hasta que ella diga que quiere verte. — Doy un
paso hacia él, y alcanza su pieza. Le agarro la muñeca y
la aprieto. Está temblando bajo mi agarre. Bien. —Y si
le haces daño con tan solo una mirada sucia, una
palabra errante, una sola pizca de desaprobación, te
destriparé. No me importa si eres su padre. No me
importaría si fueras el rey del maldito mundo. Nadie
habla así de mi mujer. — Lo empujó contra la pared de
nuevo.

Tengo ganas de romperle los sesos y salpicar el maldito


suelo de mármol. Pero no lo hago. Malone ya tiene su
109

pistola apuntando al viejo don.


Página
Respiro profundamente para calmarme. —Vete. No eres
bienvenido aquí. Si intentas quitármela, te quemaré.
Sin piedad. No habrá sobrevivientes. — Le hago un
gesto con la barbilla al soldado de la puerta. Parece que
se acaba de cagar encima, pero abre la puerta de un
tirón.

—Gran visita. — Malone sonríe y agita su arma hacia la


puerta.

Don Calabrezi escupe furioso, con la mano en la


mandíbula hinchada y la otra aun coqueteando con la
pistola bajo la chaqueta. —Esto no se va a quedar
así.—

—Tampoco lo hará si no te vas de una puta vez de


aquí.— Doy un paso hacia él.

Se dirige a la puerta y se apresura a salir.

Malone cierra la puerta tras de sí y se gira para


mirarme con una sonrisa temblorosa. —Bueno, que se
joda un pato. —

—Efectivamente. — Me quito el abrigo y me dirijo a las


escaleras. Puede que haya empezado una guerra, pero
Diamond no tiene precio para mí. Haré lo que tenga que
hacer para conservarla. Y ahora mismo, necesito
hacerla mía. Toda ella. Después de esta noche, no
110

habrá duda de a quién pertenece.


Página
Mía, toda mía.

111
Página
— ¡Diamond!— Devlin llama. Ya lo oigo venir por el
pasillo como un tren de mercancías. Abro la puerta y la
cerradura salta por sí sola. Me precipito hacia él y saltó
a sus brazos. Me atrapa con facilidad. No parece estar
herido ni tener ni siquiera un rasguño. Creo que nunca
he estado tan asustada en mi vida. La idea de perderlo
era más aterradora que la noche en que me escapé de
la casa de mi padre.

—Estás bien. — Le doy besos en la cara, necesitando


tranquilizarme mientras me aferro a él.

—Odio que hayas dudado de mí. — Me lleva de vuelta


al dormitorio, cerrando la puerta de una patada tras él.

—Lo siento. — La culpa me invade. No debería dudar de


él. Nunca me ha mentido ni me ha hecho daño. Lo
único que ha hecho es preocuparse por mí. Durante
112

toda mi vida mi padre fue el todo, el fin de todo. Lo que


Página
él decía siempre era válido. Nunca lo cuestioné. Ir en
contra de él significaba el castigo o la muerte.

—No lo sientas. Llevará algún tiempo lavar las mentiras


con las que tu padre ha llenado tu hermosa cabeza. —
Me deja en la cama. Sé que tiene razón. El mundo es
mucho más grande de lo que pensaba. Se sentía tan
pequeño cuando estaba atrapada tras los muros de su
finca. —Te lo demostraré. —

—Devlin. — Agarró su camisa y lo jalo, queriendo que


esté en la cama conmigo. Viene de buena gana. Su boca
se encuentra con la mía mientras me recuesto. Tiro de
su camisa, necesitando quitársela. No quiero que haya
nada entre nosotros. No tengo ni idea de lo que me
deparará el día de mañana, pero sé que deseo a Devlin
más que mi próximo aliento. Necesito sentirlo dentro de
mí. Estar conectada a él en todos los sentidos.

—Diamond. — Gime contra mi boca mientras se separa


de mí.

— ¿Qué?— Me incorporo. —No quieres... — Me relamo


los labios. Es una tontería que me ponga nerviosa al
hablar de sexo después de todo lo que hemos hecho,
pero todavía es nuevo para mí. Hablar realmente de ello
con alguien me resulta incómodo. Nadie ha tenido
nunca la charla de los pájaros y las abejas conmigo.
Supongo que mi padre pensaba que no era necesario
113

por mi aspecto. Todo lo que he aprendido sobre el sexo


es de los libros y de la televisión.
Página
—Siempre te deseo, pero primero tenemos que
ocuparnos de algunas cosas. — Saca su teléfono. Lo
observó mientras teclea en él. Me preocupa lo que
pueda significar ocuparse de algunas cosas.

— ¿Qué ha pasado? ¿Dijo que podías quedarte


conmigo?— ¿Podría ser tan fácil? Eso no suena para
nada a mi padre. Traté de escuchar lo que estaba
pasando, segura de que oiría disparos. Pero no había
oído nada hasta que Devlin volvía a subir las escaleras
hacia mí.

—No he preguntado. —

Ni siquiera me sorprende esto. Empiezo a darme cuenta


de que Devlin no tiene que pedir las cosas.

Eso debería asustarme. Mi padre es igual, pero Devlin


no es mi padre. Su manera mandona y controladora en
realidad me hace sentir protegida. Tal vez incluso
amada. Creo que eso es lo que siento de él, pero no me
atrevo a decir esas palabras en voz alta. Puede que
Devlin me haga sentir poderosa a veces, pero algunas
inseguridades siguen siendo profundas.

—No lo entiendo. ¿Qué está pasando?— Jadeo. — ¿Está


muerto?— Devlin sacude la cabeza.
114
Página
—Quería que te devolviera. Pensó que te había llevado
para chantajearlo por un rescate. — Oh. ¿Mi padre no
sabe que huí de él?

— ¿Ibas a pagar?— No sé por qué lo pregunto ni me


importa.

—Estaba dispuesto a pagar. — Espero que diga algo


más, pero no lo hace. Su teléfono zumba en su mano y
empieza a teclear de nuevo.

— ¿De verdad?— Me parece un poco sorprendente. —


¿Ibas a pagar para tenerme de vuelta?—

— ¿Crees que se te puede comprar? No te voy a


devolver. — Se mete el teléfono en el bolsillo. Su boca
forma una línea dura.

—No pensé eso en absoluto. — me apresuro a


responder. Eso lo hace sonreír, haciéndome ganar uno
de sus hoyuelos.

—Tenemos que prepararte. Esto tendrá que ser rápido,


pero te lo compensaré más tarde. —

—Estoy lista. — Me dejó caer de nuevo en la cama.

Los ojos de Devlin recorren mi cuerpo. —No me refería


a eso, Cara de Muñeca. Esto no será rápido. Pienso
115

tomarme mi tiempo contigo. — Me levanta de la cama y


Página
me echa por encima del hombro. Se me escapa una
risita.

Nada me excita tanto como cuando Devlin me maltrata.


Haciendo honor a la parte de Muñeca de mí nombre.
Me pone en pie cuando entramos en el armario donde
había guardado todas mis cosas.

—Este vestido es casi blanco. — Toma un suave vestido


rosa pétalo.

Es uno de mis favoritos. Se ajusta a la parte superior,


pero luego se ensancha en la cintura. La mayoría de los
vestidos que me regaló tienen ese estilo. Me pregunto si
los eligió porque se llaman vestidos babydoll. No solo
muestran todas mis curvas, sino que las acentúan.

— ¿Quieres que me ponga esto ahora?— Pregunto,


confundida. Creía que íbamos a quitarnos la ropa, no a
ponérnosla.

—Sí. — Toma una camisa blanca de botones para él y


empieza a cambiarse. Casi se le escapa un botón
cuando dejo caer toda mi ropa para ponerme el vestido.

— ¿Nos vamos?—

—No. El juez viene hacia aquí. —


116

— ¿El juez? ¿Estás en problemas?—


Página
—No, nos vamos a casar. — dice simplemente mientras
agarra un par de tacones para mí. Se arrodilla para
ayudar a ponérmelos. Lo miro fijamente, tratando de
asegurarme de que lo he entendido bien. —Puedes ir
descalza si quieres, pero sabes que me encantan estos
en ti. —

Lo sé. Cuando me los puse la noche anterior, acabó


tumbandome en su escritorio desnuda y dándose un
festín conmigo mientras solo los llevaba puestos. Parece
que a Devlin le gusta todo lo que tengo puesto o nada.

—Devlin. ¿Has dicho que nos vamos a casar?— Lo miró


fijamente de rodillas. Nada me gustaría más que
casarme con él. He pasado la mayor parte de mi vida
temiendo el día en que mi padre encontrara un marido
para mí. Devlin me ha hablado de dejar de ser una
Calabrezi. Que sería una Harrigan.

—Sí. —

Pongo la mano en su hombro para equilibrarme


mientras levanto el pie izquierdo. Pone el zapato
mientras me da un beso en el interior del muslo. Hace
lo mismo con el otro antes de levantarse frente a mí. —
Serás mi esposa. —Sus palabras me llenan de
mariposas en el estómago.

Asiento. Debe de haber llegado a un acuerdo con mi


117

padre. ¿Ese era el plan cuando descubrió quién era yo?


Página
¿Casarse conmigo y entonces todo estaría bien?
Diablos, podría estar más que bien para Devlin.
Había oído a algunos de los hombres de mi padre
bromear sobre cómo me follarían solo para conseguir
los beneficios que les reportaría. No es que crea que
Devlin no me quiera. Lo ha dejado muy claro desde el
principio.
Esto es diferente. No quiero que se case conmigo por mi
padre. Quiero que se case conmigo porque es lo que
realmente quiere. Es demasiado pronto para que él
quiera eso. Apenas nos conocemos. Lo entiendo. Está
haciendo lo que tiene que hacer para mantenerme y tal
vez ganar una alianza con mi padre. Supongo que el
amor podría venir después.

— ¿No quieres casarte conmigo?—

—Sí quiero. — digo al instante.

Me da ese hoyuelo que tanto amo. ¿A quién quiero


engañar? Amo todo sobre Devlin. No hay un después
para mí; ya estoy locamente enamorada de él. No me
importa lo rápido que pueda ser.

Quizá un día él también ame todo de mí.


118
Página
El servicio es relativamente rápido. Después de todo, es
por lo que he pagado generosamente. El juez hace lo
que hay que hacer mientras Malone me sirve de
segundo. Brenda se coloca en el codo de Diamond. Ha
pospuesto la apertura del club para venir aquí para
esto.

No estoy seguro de por qué, pero Diamond gravita hacia


Brenda, y Brenda, por lo que vale, se ha encariñado con
mi chica. Por otra parte, Brenda es la persona más
dura que conozco, así que me alegro de que haya
aprovechado la oportunidad de dar la cara en esta
boda. Si alguien puede ser una amiga, o una madre
sustituta, de Diamond, me gustaría que fuera Brenda.

Diamond se inclina y susurra: — ¿Mi padre no ha


venido?—
119

—No. — No estoy seguro de por qué lo pregunta. Pero


supongo que no he tenido tiempo de explicarle lo que
Página
pasó con su padre. Lo haré más tarde. Después de que
sea mía. Después de que la haya tomado de todas las
formas que se me ocurren y algunas que no puedo...
todavía. La necesito encerrada. Ya tiene todo de mí.
Solo lo necesito por escrito, y no puedo negar que es
exactamente lo que quiero. Ella como mi esposa. Joder,
me hace sonreír como un tonto solo de pensarlo.

También es la única manera de convencer a los otros


jefes de que es mía y de que su padre no tiene ningún
derecho válido sobre ella. No me cabe duda de que ya
está visitando a los otros jefes de la ciudad y alegando
que le he robado a Diamond y que he violado nuestro
código no escrito. Así que es una estrategia. Pero una
diseñada únicamente para mantenerla a mi lado y
mantenerla a salvo. No dejaré que su padre vuelva a
ponerle las manos encima. Moriré primero.

— ¿Tienes los anillos? — pregunta el juez.

—Los anillos. Sí. — Me vuelvo hacia Malone. Tantea, se


palpa los bolsillos y frunce el ceño.

—Malone. — Me pongo tenso. —Los anillos. —

—Sí, los saqué de la caja fuerte. Yo solo... — Sigue


dando palmaditas.

Diamond reprime una risita y Brenda le susurra algo al


120

oído que hace que se tape la boca para ocultar la risa.


Página
El juez mira fijamente a Malone y luego me dirige la
misma mirada. Se la devuelvo hasta que decide que lo
más interesante de toda la sala es el par de zapatos que
lleva en los pies.

Mi padrino sigue haciendo el payaso y me entran ganas


de agarrarlo y sacudirlo de nuevo. —Malone, si jodes
esto, voy a... —

— ¡Aquí!— Saca una mano del bolsillo interior de su


abrigo. —Los tengo aquí. — Los deja caer en mi palma y
me vuelvo hacia Diamond.

Puedo oír el suspiro aliviado de Malone a mi espalda.

— ¿Puedo?— Le tiendo la mano a Diamond.

Sonríe y me da su mano izquierda con el dedo anular


asomando.

—Con este anillo, te desposo. — se lo pongo.

—Es enorme. — Jadea mientras mira la piedra. El


diamante más grande de mi colección que brilla a la
luz de cientos de facetas.

Brenda silba y me hace un gesto de agradecimiento. —


Bonito, jefe. —
121
Página
Extiendo la mano y Diamond desliza un sencillo anillo
de platino en mi dedo. —Nunca me lo quitaré. — le
digo.

—No puedo creer que realmente estemos haciendo


esto.— mira al juez.

—Ya casi está hecho, jovencita. — responde. —Solo


falta el beso. —

— ¿Estás preparada?— inclinó la barbilla hacia arriba


para mirar sus ojos brillantes. — ¿Lista para ser mía?—
—Sí. — dice.

La beso, la tomó en mis brazos y dobló su espalda


hasta que se apoya en mí para sostenerse. Esto es lo
que siempre haré por ella: estar a su lado, sostenerla,
mantenerla envuelta en mis brazos para que nadie le
haga daño. Le prometo todo esto y más mientras nos
besamos, nuestras lenguas se acarician, nuestros
cuerpos se calientan.

Cuando por fin la dejo salir a tomar aire, Brenda y


Malone empiezan a aplaudir y a gritar.

Diamond se ríe y sonríe tanto que creo que mi corazón


podría estallar de pura felicidad.

—Los declaro marido y mujer. — El juez cierra su Biblia


122

con un chasquido. —Y gracias por la donación de la


campaña. Si le parece bien, debería volver a... —
Página
—Puede retirarse. Presente el papeleo para que todo sea
legal y esté en los libros. ¿Entendido?—

Asiente. —Lo haré a primera hora. —

—Diamond Harrigan. Eso suena bien, ¿no?— Le beso la


punta de la nariz.

Agita el diamante en su dedo. —Ahora sí. —

La tomó en brazos y me dirijo a las escaleras sin perder


el ritmo.

—Supongo que pondremos en marcha el club sin ti y


uh, bueno, de acuerdo, adiós, entonces supongo... —
La voz de Malone se apaga mientras subo las escaleras
de dos en dos con Diamond en brazos.

— ¡Oh, mi Dios!— Chilla y se aferra a mi cuello.

—No será la última vez que hagas ese comentario


hoy.— Me apresuro a llegar a nuestro dormitorio y la
dejo en el suelo.

—Estamos casados. — Mueve la cabeza lentamente,


con incredulidad. —Como casados de verdad. —

Me quito el saco y empiezo a desabrocharme la camisa.


123

—Quiero quitarte ese vestido ahora. — Luego me lo


Página
replanteo. —En realidad, quiero que bailes para mí.
Quítate todo despacio, ya sabes cómo me gusta. —

Tiene un brillo diabólico en los ojos mientras se levanta


y se pavonea a mí alrededor. — ¿Así?— Mueve las
caderas y gira, su redondo culo me hace agua la boca.

—Así. — Me quito la camisa y me siento en la cama


para verla hacer lo suyo. Algunas personas nacen para
ser médicos, o leñadores, o malditos astronautas. ¿Pero
Diamond? Diamond ha nacido para bailar. Cada
movimiento que hace es fluido, como el agua modelada
en la forma de una mujer hermosa. Podría mirarla
durante horas. De hecho, lo he hecho. Pero esta vez no.
Esta vez, no voy a alejarme. No voy a impedirme ir
demasiado lejos. Esta vez, voy a tomar su inocencia y
saborear cada maldito pedazo de ella. Voy a hacer que
se corra hasta que se desmaye. Me duele la polla de
necesidad.

Se baja lentamente la cremallera del vestido mientras


se balancea, y luego gira, abriendo la falda y dejándome
ver sus bragas rosas.

—Más. — gruño.

Una sonrisa pícara se dibuja en sus labios mientras se


quita el vestido de los hombros.
124
Página
—Muéstrame, Diamond. Necesito que me enseñes. —
Paso la palma de la mano por mi dura polla y busco la
cremallera.

Casi me quito los pantalones cuando un fuerte aullido


corta el aire.

Diamond se detiene, con los ojos muy abiertos. — ¡Oh,


no! ¡Mama!—

125
Página
Cada segundo que paso con Devlin, me enamoro más
de él. No sé cómo se mantuvo tan ecuánime, pero lo
hizo de manera impecable. Todo salió sin problemas.
Ayudó a dar la bienvenida al mundo a nuestros dos
nuevos gatitos.

Observó cómo acaricia la parte superior de la cabeza de


Mama con el dedo. Los dos gatitos están amamantando
mientras Mama descansa lo mejor que puede.

—Vamos. — Me levanto del suelo del armario.


Pensamos que este sería el mejor lugar para acomodar
a Mama con sus nuevos bebés. Lo suficientemente
cerca para que pueda escuchar si hay problemas, y lo
suficientemente privado para que Mama descanse.

Le tiendo la mano a Devlin. Entrelaza sus dedos con los


míos.
126
Página
No era así como me imaginaba mi noche de bodas. Para
ser honesta, antes de Devlin, traté de alejarme de los
pensamientos de casarme. Me guardé esas ideas en el
fondo de mi mente, sabiendo que mi padre iba a
casarme básicamente con quien le resultara más
beneficioso.

—Necesitas descansar, Cara de Muñeca. — dice Devlin,


sacándome de mis pensamientos. Dormir es lo último
que quiero hacer ahora. Puedo decir que es lo último
que tiene en mente también, pero se preocupa por mí.

—Todo lo que necesito es a mi marido. — Suelto su


mano para tirar de mi ropa. Veo cómo su respiración se
acelera. Sus ojos se comen cada centímetro de mi piel.
Las palabras son una cosa. Me creo cuando Devlin me
dice que piensa que soy la mujer más hermosa del
mundo, pero ver realmente la reacción de su cuerpo
ante mí me hace comprenderlo.

Se saca la camisa de los pantalones mientras se acerca


a mí. —Nunca lo olvides. — Sus manos se dirigen a mi
trasero y me levantan de los pies. Me lleva hacia la
cama antes de dejarme en el suelo. —Todo lo que
necesitas es a mí. —

Miro cómo se quita el resto de la ropa. Me fijo en cada


centímetro de su duro cuerpo. Mi marido es muy
guapo. Intento moverme hacia el centro de la cama,
127

pero su mano me rodea el tobillo y me tira hacia abajo


hasta que mi culo cuelga por el lateral.
Página
Se arrodilla a un lado de la cama y entierra su cara
entre mis muslos. Su lengua es implacable mientras me
acaricia el clítoris de un lado a otro. Presiona un dedo
dentro de mí y luego otro.

—Devlin. — Gimo su nombre mientras me agito en la


cama mientras no solo me saca uno, sino dos
orgasmos. Pero esta vez quiero más; lo quiero todo. Mi
cuerpo ansía que esté dentro de mí. Que me haga suya
en todos los sentidos.

Me besa el interior de cada muslo antes de ponerse de


pie. Está tan sexy, su boca brilla con los restos de mi
orgasmo. Veo cómo se agacha y toma su polla con la
mano. Empieza a acariciarse, y la visión de su anillo de
boda me hace soltar un pequeño gemido.

—Enséñame lo que me pertenece, Cara de Muñeca. —


Siento que mis mejillas se calientan con sus palabras,
pero hago lo que me dice. Me subo a la cama y abro las
piernas para él. Toda mi timidez y mis dudas sobre mi
cuerpo salen por la ventana.

Devlin se sube a la cama y pasa por encima de mí.


Levantó los brazos y le rodeó el cuello mientras su polla
se alinea con mi abertura. —Devlin. — Jadeo cuando
empuja la cabeza de su polla. Se tensa y su cuerpo se
queda quieto.
128
Página
—Estás demasiado apretada. — dice entre dientes. Se
retira un poco. Lo rodeo con las piernas, sabiendo que
está librando una batalla interior. No quiere hacerme
daño.

—Te gusta. —

Asiente, con los dientes apretados. Quiere empujar a


casa, pero duda. Sé que va a doler, pero al final valdrá
la pena. —Mi cuerpo está hecho para ti. Puedo
soportarte.— Levanto mis caderas todo lo que puedo
para animarlo. —Te pertenezco. —

—Sí. Toda mía. — Empuja hacia delante, rompiendo la


última barrera entre nosotros. Sé que siempre lo hará.
Devlin nunca permitirá que nada nos separe. Me aferro
a él, sabiendo que me quitará el dolor. Siempre lo hace.
Su boca me besa a lo largo de la mandíbula y vuelve a
mi boca mientras se mantiene quieto dentro de mí. Es
difícil sentir el dolor por encima de la sensación de
estar tan cerca de él. Separó los labios cuando su
lengua se desliza por el borde de mi boca.

Me besa con ternura, tomándose su tiempo conmigo. —


Devlin. — respiro mientras mi cuerpo se relaja debajo
de él. —Quiero más. — Mi sexo se aprieta alrededor de
su polla. Un gruñido sale de su interior. —Muévete. —
le exijo.
129

Sin dudarlo, hace lo que le pido. Se retira y vuelve a


introducirse hasta el fondo. Jadeo cuando un tipo
Página
diferente de placer me invade. Sé que mi marido puede
ser dulce y delicado conmigo, pero lo quiero todo.
Incluso esa oscuridad. Levanto mis caderas,
respondiendo a cada una de sus embestidas.

— ¿Esto es lo que quieres? — gruñe, dejando caer todas


sus paredes, permitiendo que su autocontrol se
desvanezca. —Este dulce coño es mío y solo mío. Te voy
a dar lo que necesitas, y te vas a correr sobre mi polla
como una buena chica. —

Juro que está tratando de matarme con sus sucias


palabras.

— ¡Sí!— Mis uñas se clavan en sus hombros mientras


empuja con más fuerza, dejándose llevar.

Me da todo lo que tiene. La cama cruje con cada


empujón mientras clava las rodillas en el colchón y se
desplaza dentro de mí, con esa mirada salvaje y
primitiva en sus ojos.

—Ahora eres mía. No pueden recuperarte. Toda mía.


¿Me oyes, esposa?—

Mi sexo se aprieta con fuerza alrededor de él mientras


me corro. —Sí. ¡Soy tuya!—

Todo su cuerpo se sacude sobre el mío mientras su


130

calor empieza a derramarse en mi interior. Se derrumba


Página
sobre mí y entierra su cara en mi cuello. —Nunca
huirás de mí.—

—Nunca. — acepto.

Levanta la cabeza. Abro los ojos para fijarlos en su


oscura mirada. Está tan crudo como yo en este
momento. Sé que esta conexión nunca se romperá
entre nosotros. Que de alguna manera la vida me llevó
a este hombre. Pensé que estaba tratando de escapar
de la oscuridad. En realidad solo buscaba la mía.

Devlin Harrigan.

131
Página
Una semana. Una semana de estar casado con una
mujer que me vuelve loco. Además, no he oído ni una
palabra de su padre. Supongo que el hecho de que
envié la noticia a todo el inframundo en el mismo
momento en que mi matrimonio con Diamond ocurrió.
La boda fue apresurada, lo admito, pero es tan real
como una que tardó un año en planearse.

—Cuando sonríes así, hace que se me encojan las


pelotas. — Malone frunce el ceño.

—Los celos no te sientan bien. — Brenda pone los ojos


en blanco y cierra la caja fuerte del club. —Ya hemos
recaudado unos cuantos miles esta noche. Tenemos
bastantes clientes. Quizá tu buen humor esté
influyendo en el negocio. —

—Seguro que es eso. —


132

—Es un fin de semana festivo. — refunfuña Malone.


Página
—Deja de ser salado. Encontrarás una mujer que te
aguante tarde o temprano. ¿Verdad, Brenda?—

Ella se ríe. —No me mires a mí. — Y se va, con sus


tacones de aguja tanto para mirar como para degollar
en caso de necesidad.

—No estoy celoso. — dice Malone (celosamente).

—Claro. — Me pongo de pie. —Me voy a casa. —

—Pero la noche ni siquiera ha empezado. — también se


levanta.

—No, no ha empezado. Y no lo hará hasta que vea a


Diamond. — Le doy una palmada en el hombro. —Sé
que me echas de menos, pero vas a tener que
acostumbrarte. —

Se aclara la garganta. —No te echo de menos. —

— ¿A quién intentas convencer?—

Suspira. —Bien, como sea. Mantendré el fuerte. Tú vete


a casa. — Luego se encoge de hombros. —Me estoy
acostumbrando, supongo. — Me pone una mano en el
brazo, deteniéndome. —Pero -a pesar de que ahora soy
un lobo solitario- me alegro de que seas feliz. Realmente
133

lo estoy. Nunca te había visto así, y es algo bueno. —


Página
—Gracias, Malone. —

—Sí, bueno, es solo más trabajo para mí. Ahogándome


en todo este coño, y soy el único que puede matarlo
todo. — Se pasa el dorso de la mano por la frente.
—Supongo que soy el hombre para el trabajo. —

—Lo eres, pero no folles a nadie que trabaje para mí,


¿recuerdas?— Lo señalo.

—Lo recuerdo. — Desvía la mirada.

Bastardo astuto. Salgo hacia mi coche y me dirijo a


casa. Durante todo el camino, solo puedo pensar en
Diamond. Ella me consume, y me gusta que sea así.
Quiero que sea feliz, y haré lo que sea necesario para
que siga siéndolo. Ya tengo obreros en la casa durante
el día arrancando uno de los salones para que pueda
tener un estudio de baile. Dios, solo pensar en ella
contoneándose y balanceándose en una habitación
llena de espejos mientras yo la observo, me produce un
agradable escalofrío y mi polla se endurece. Presiono el
acelerador un poco más fuerte, apresurándome hacia
ella.

Cuando llego, está arriba, en nuestro armario.

— ¿Cómo están los gatitos?— le pregunto mientras me


siento a su lado y la pongo en mi regazo.
134

Se ríe. —Yo también te he echado de menos y oh... —


Página
Se aparta de mi erección, y yo la agarro y la vuelvo a
sentar encima. Se le escapa otra risita y beso su cálida
boca. Rápidamente se convierte en algo más acalorado,
y le toco los pechos a través del top.

Se retira y toma aire. —Los gatitos estan geniales.


Mama está hecha para ser una... bueno, una mama. —
Me pongo de pie y la agarro, luego la acerco a la cama.

—Te necesito. —

Cierra los ojos. —Me encanta cuando dices eso. —

Me inclino para besar su cuello, chupando su piel entre


mis dientes mientras amaso sus pesadas tetas. Más
que un puñado y la perfección absoluta. Jesús, ¿cómo
he tenido tanta suerte?

—Mmmm. — gime en mi boca mientras pellizco sus


pezones. —Más. —

—Es un placer. — La empujo de nuevo a la cama y le


abro las piernas. — ¿Sin bragas, esposa?— Deslizo mi
dedo por su húmedo coño.

—Te deseaba. — se encoge de hombros y me mira con


timidez mientras levanto el brazo y le bajo la parte
superior del vestido. Sus tetas asoman, los duros
135

pezones piden mi boca, mis dientes.


Página
Inclinándome, me meto uno en la boca y luego el otro
mientras deslizo mi dedo dentro y fuera de su húmedo
coño.

Mi polla se tensa contra mis pantalones, la libero y me


subo encima de ella. No me molesto en quitarme la
ropa. No cuando está mojada y lista para que me
deslice hasta el fondo. Y lo hago, reclamándola y
amándola mientras le doy cada centímetro una y otra
vez.

Me doy la vuelta y la coloco encima de mí, con sus tetas


en mis manos mientras se restriega contra mí. Su pelo
cae en cascada sobre sus hombros, sus ojos se cierran
mientras echa la cabeza hacia atrás. Joder, no tiene ni
idea de lo absolutamente sexy que es.

Se inclina y se agarra al cabecero de la cama.


Aprovecho para volver a chuparle los pezones rosados,
saboreándolos y lamiéndolos mientras gime y se
estremece.

—Muévete sobre mí, Cara de Muñeca. Quiero sentir


cómo te corres. — Llevo mis manos a su trasero y lo
aprieto.

Se sacude, su coño resbaladizo se desliza


deliciosamente a lo largo de mi eje. —Devlin. — Su voz
es un susurro sexy.
136
Página
Le beso el cuello y luego subo hasta el punto que hay
debajo de su oreja. Cuando la pellizco ahí, sus caderas
se mueven aún más rápido, y entonces se corre en un
gemido bajo.

Subiendo, me dejo llevar, los dos llegamos al clímax y


gemimos de placer. Nunca tendré suficiente de esto, de
ella.

Suspira y cae sobre mi pecho, tumbada y recuperando


el aliento. Le acaricio la espalda, su suave piel tan
cálida bajo mis dedos. Se acurruca más, con sus
pestañas haciéndome cosquillas en el cuello.

—Bienvenido a casa, esposo. — Puedo oír la sonrisa en


sus palabras.

—Gracias, esposa. Creo que me gustaría que me


recibieras así todos los días. —

—Ya lo he hecho. — Se ríe con un lindo resoplido. —


¿No lo recuerdas?—

—Sí, y me gusta mucho volver a casa contigo. — Vuelvo


a apretarle el culo.

Mi teléfono zumba y me doy cuenta de que sigue en mi


bolsillo. Mis pantalones se han bajado hasta las
rodillas, pero me agacho y saco el teléfono.
137

— ¿El club? — pregunta.


Página
—Probablemente. — Busco en mis mensajes de texto.
Malone: 911. Alonzo. Ven rápido.

—Joder. — Me siento y hago rodar suavemente a


Diamond fuera de mí. —Quédate aquí. — La beso en los
labios, luego me pongo de pie y vuelvo a meter la polla.

— ¿Qué pasa?—

Odio la pizca de miedo en su voz. Vuelvo a la cama de


rodillas y me inclino sobre ella. —No lo sé, pero no es
bueno. Alonzo está en mi club. —

—Él es el que... —

Recuerdo lo que había dicho de ella, las estupideces


que había soltado en mi puto club sobre mi mujer. La
ira estalla dentro de mí como lava, pero intentó
ocultarla a Diamond para no asustarla. —Sí. Y puede
que le destripe solo por eso. — La besó de nuevo. —Pero
tengo que ir. Malone necesita mi ayuda. —

—Ten cuidado, ¿de acuerdo?— Me toca las mejillas y


me mira fijamente a los ojos. — ¿Por favor?—

La beso, esta vez suavemente. —Volveré a ti, Diamond.


Siempre volveré a ti. —
138
Página
Hago unas cuantas fotos más a los gatitos y a Mama
antes de salir del armario. No puedo creer lo rápido que
está creciendo ya.

He estado haciendo todo lo posible para pasar el tiempo


hasta que Devlin llegue a casa. Le envié unas cuantas
fotos, pero no ha respondido, lo que solo hace que me
preocupe más.

Por mucho que no me interese el tal Alonzo, no quiero


que Devlin lo mate y comience una guerra por el hecho
de que el imbécil sea un idiota conmigo. Si tuviera que
hacer eso por cada hombre que ha sido grosero
conmigo, no quedarían hombres en el mundo.

Debería estar agradecida a Alonzo. En cierto modo, el


hombre jugó un papel en la vinculación de Devlin y yo
tan rápidamente. Me hizo caer en los brazos de mi
139

futuro marido. Devlin solo debería maltratarlo un poco,


no demasiado. Sinceramente, a estas alturas, no me
Página
importa lo que le haga mientras vuelva a casa sano y
salvo.

Me detengo al final de la escalera cuando veo a dos


hombres que reconozco. Y no porque sean hombres de
Devlin. Son los soldados de mi padre. Nunca me ha
importado ninguno de los hombres de mi padre.

—Mira quién es. — se burla Jeremiah. Nunca entendí


su odio hacia mí. Ha empeorado en los últimos años.

— ¿Por qué estás aquí?— Doy un paso atrás.


—Papi quiere ver a su niña. —

Sacudo la cabeza. No quiero verlo. —Esperaré a mi


marido. —

No espero la bofetada. El lado de mi cara estalla de


dolor. El zumbido en mi oído es instantáneo. Me dejo
caer de culo en el escalón inferior para no rodar abajo,
y luego levantó la mano a la mejilla, sorprendida de que
Jeremiah me haya pegado. Puede que mi padre haya
sido un imbécil muchas veces, pero nunca me había
levantado una mano. Y estoy bastante segura de que,
independientemente de las circunstancias, no se va a
alegrar de saber que alguien más lo hizo.

— ¿Qué demonios J?— Benny tira de Jeremiah hacia


atrás, inmovilizándolo contra la pared. Parpadeo,
140

tratando de orientarme.
Página
—La perra gorda cree que puede decir que no. — La
rabia brota de Jeremiah. Por primera vez, sus palabras
no me duelen. Especialmente cuando veo que sus ojos
se detienen en mis piernas.

— ¿Intentas que te maten?— Benny le echa en cara.


Siempre ha sido el más amable. Pero no hay que
confundirlo con amistoso. Él más bien sigue lo que dice
mi padre al pie de la letra. Nunca saldría en mi defensa
porque fuera lo correcto. En este momento, está
actuando en nombre de mi padre.

—Se merecía esa mierda después de haberme dado el


esquinazo. — Debe haberse metido en un montón de
problemas porque yo me escabullí bajo su vigilancia.
Solo puedo imaginar el infierno que mi padre hizo llover
una vez que se dio cuenta de que había desaparecido.

—Quizá si hicieras mejor tu puto trabajo no estaríamos


aquí. — Da un paso atrás, liberando a Jeremiah de su
agarre. —No es su padre el que debe preocuparte en
este momento. — Benny me tiende la mano.
—Levántate. — Lo ignoro y me levanto por mi cuenta.

Los dos pueden irse a la mierda. Benny tiene razón. Es


probable que Jeremiah sea hombre muerto cuando
Devlin descubra que me puso las manos encima. Mi
marido quiere matar a Alonzo por haberme dicho unas
palabras feas; no quiero ni imaginar lo que le hará a
141

Jeremiah.
Página
— ¿Dónde está mi esposo?— Preguntó. Es imposible
que alguien los deje entrar aquí. Devlin es demasiado
posesivo para permitir que dos hombres de mi padre
vengan a buscarme, aunque mi padre haya pedido que
vaya a verlo. Devlin me llevaría.

—Es dueño de un club de striptease y está casado


contigo. — Jeremiah se burla. —Supongo que está
metido hasta las pelotas en otra perra. —

Esta vez soy yo quien reacciona. Mi mano conecta con


el lado de la cara de Jeremiah. El estallido suena fuerte
en la habitación.

Benny me tira hacia un lado con tanta fuerza que casi


me caigo de nuevo. Pero lo agradezco, porque Jeremiah
intenta arremeter contra mí.

No debería haber dejado que sus palabras me


afectaran, pero siempre queda esa pequeña duda en mí.
No puedo evitarlo. Los años en los que me han dicho
que no soy lo suficientemente buena no pueden lavarse
como si fueran tierra. Palabras como esas son más
sucias, hieren de una manera que deja una especie de
tatuaje que solo yo puedo ver.

—Junta tu mierda. ¿Qué demonios te pasa?— Benny le


grita a Jeremiah. —Tenemos que salir de aquí ahora. —
142

—No lo hagas, Benny. — le digo cuando me agarra por


los brazos y tira de mí hacia la entrada donde dos de
Página
los hombres de Devlin yacen en charcos de sangre. —Te
matará. —

—Tu padre no va a matar a uno de nosotros por tu culo


gordo. — escupe Jeremiah.

El odio en sus ojos me hace acercarme a Benny. Está


claro que he adquirido algo de agallas desde que estoy
con mi Devlin, pero no soy tan estúpida. Aun así, no
puedo evitar picar un poco, sabiendo que Benny está
entre nosotros.

—No estoy hablando de mi padre. — respondo cuando


Benny me saca afuera hasta un todoterreno que me
espera. Me empuja a la parte trasera. Las puertas se
cierran a duras penas y el conductor arranca.

— ¿De verdad crees que tu marido va a venir por ti?


¿Qué vale la pena arriesgarse a morir?— pregunta
Jeremiah. Intenta hablar burlonamente, pero puedo
sentir la nota de miedo en su voz.

—No lo creo. Lo sé. —

Jeremiah se echa a reír. —Quizá se enfade, pero eso es


todo ego. En realidad le importas una mierda. Devlin
Harrigan solo te hizo su esposa porque no le quedó otra
opción una vez que descubrió quién eras. —
143

—No. — Sacudo la cabeza. —Él me ama. —


Página
Debe ver el pequeño indicio de duda en mis ojos,
porque Jeremiah solo se ríe más fuerte ante mi
respuesta. No quiero creerle. Por otra parte, Devlin me
llevó al altar después de que mi padre se fuera. ¿Es por
eso que se casó conmigo después de todo?

144
Página
Cuando llegó al club, todas las bailarinas salieron
corriendo o ya estaban en sus coches. ¿Qué demonios?
Uno de los hombres de Alonzo está en la puerta y
levanta una mano como si quisiera detenerme. ¿Para
registrarme? Casi me río mientras le doy un puñetazo
en la garganta tan fuerte que dudo que vea el mañana.
Cae desplomado y se agarra el cuello.

Sacando mi pistola, atravieso las puertas de entrada,


pero Brenda sale de la nada y me lleva al suelo en el
guardarropa.

Intento levantarme, pero ella se lleva un dedo a los


labios, con una pistola en la otra mano.

— ¿Qué diablos está pasando?— susurro.

Me señala y me mueve un poco hacia un lado para que


145

pueda ver más allá de la oficina principal y dentro del


club.
Página
Alonzo y sus hombres están ahí, y me doy cuenta de
que han arruinado todo el local. Cristales rotos , mesas
y sillas destrozadas... todo está jodidamente destruido.

— ¿Hay algún herido?— Preguntó, manteniendo la voz


baja.

Sacude la cabeza. —Nadie disparó, pero cinco de ellos


le dieron una paliza a Malone. Aunque está vivo. —
añade rápidamente al ver la alarma en mi cara. —Iba a
eliminarlos a todos, pero luego pensé que debía
esperarte. Las reglas de la mafia y todo eso. — Pone los
ojos en blanco.

— ¿Cuándo va a aparecer tu pequeño jefe payaso,


imbécil?— La voz de Alonzo atraviesa la habitación. Hay
silencio aquí, sin música, solo el sonido del aire
acondicionado zumbando de fondo.

— ¿Por qué? ¿Estás listo para ponerte de rodillas y dar


la mejor mamada de tu vida? No te salvará, sin
embargo. Ni siquiera… — Malone gruñe mientras
Alonzo le entierra la rodilla en el estómago.

—Tienes una maldita boca inteligente. Voy a disfrutar


silenciándola por ti una vez que llegue esa pequeña
perra de Devlin. —
146
Página
—No va a caer en una trampa, idiota. — Malone gime
cuando los hombres de Alonzo lo vuelven a poner de
rodillas y uno de ellos le pone una pistola en la cabeza.

—Ya está en ella. — Alonzo se da la vuelta y camina a


grandes zancadas hacia la barra, abriéndose paso
hasta la zona de los camareros y cogiendo una botella
del estante superior. Ahora está más cerca, tanto que si
mira hacia nosotros, nos verá.

Miro a Brenda.

¿Todos ellos? vocalizan.

Pregunta si puede matar sin discriminación. Es decir,


si puede eliminar a Alonzo. Debería decir que no.
Debería intentar mantener la inestable paz entre los
jefes de esta ciudad. Pero no puedo dejar que este
insulto quede sin respuesta. ¿Irrumpir en mi club y
disparar a mi mierda? No, esto no va a quedar así. Aun
así, tengo que ir con cuidado. Tengo que pensar en el
futuro…

— ¿Ha estado disfrutando de golpear ese coño gordo?—


Alonzo sonríe y se dirige de nuevo a Malone.

Aprieto con fuerza mi pistola.

Brenda me pone una mano en la parte superior del


147

brazo, con la mirada fija. Me hace un ligero movimiento


de cabeza. No te precipites. No hagas nada que pueda
Página
hacer que maten a Malone. Intento concentrarme en lo
que me está telegrafiando en lugar de lo que dice
Alonzo.

—Solía golpear a una chica gorda. Le encantaba


chuparme la polla, ¿sabes? Creo que era porque le daba
vergüenza desnudarse y enseñarme todos esos rollos.
— Se ríe. — ¿La cerdita de Don Calabrezi se desnuda
con él o simplemente le dispara su carga en la
garganta?—

—Te va a matar. — Malone escupe sangre.

— ¿Por encima de ella? De ninguna manera. Por otra


parte, tal vez los perseguidores de gordas funcionan de
manera diferente que el resto de nosotros. Tal vez el
cerebro de Devlin está jodidamente desordenado.
Después de todo, se casó con esa Debbie Cake gigante
cuando pudo haber elegido a cualquiera de las hijas de
la mafia y aun así podría venir aquí y follar con las
chicas calientes todo lo que quisiera. Pero no importa.
Quiero decir, se casó con ella. No debería haberlo
hecho. Su padre está muy cabreado, y está a punto de
ver a su preciosa cerdita. Ya la hemos recuperado.
Siguiente paso, una anulación, entonces ella será mi
problema. —

— ¿Qué mierda?— Dice Malone.


148

—Don Calabrezi quiere un yerno de calidad. Ese soy yo.


Después de que mate a Devlin. — Se ríe. —Le echaré
Página
un chorro a esa cerdita gorda y luego habré acabado
con ella. —

A veces, la gente dice que ve rojo. Como si su visión


desapareciera, y solo hubiera un único tono de rojo
ante sus ojos. Nunca lo he creído. Cada vez que he
matado o he ido a la guerra o he hecho algo
remotamente violento, he estado en el espacio mental
correcto, uno en el que mi cabeza está en un maldito
giro, y estoy buscando problemas a la vuelta de cada
esquina. Así que no, no me lo creí, al menos no lo hice
hasta este momento. Porque cuando me levanto del
suelo y levanto mi arma, no veo nada. Solo un color. Un
tono muy específico de rojo. Carmesí. El mismo color
que la sangre de mis enemigos.

Débilmente, escucho a Brenda gritar: "Joder" con su


habitual humor seco, y ahí es cuando comienza el
tiroteo. Tal vez solo veo rojo, pero lo escucho en el
jodido sonido envolvente de Dolby. Cada vez que aprieto
el gatillo, alguien grita o deja de gritar. El dolor me
atraviesa el hombro al recibir una bala, pero no me
detengo, no hasta que los gritos cesan y el rojo viscoso
de la muerte y los moribundos empiezan a desaparecer
de mi visión.

—Jefe, Jesús. — La voz de Malone llega hasta mí. —No


sabía que te importaba tanto. —
149

—No lo hizo por ti. — Brenda resopla.


Página
Parpadeo un par de veces, mi visión finalmente se
aclara.

Brenda tiene a Alonzo por las pelotas. Literalmente. Y la


pistola de Malone está en la sien del hijo de puta. Todos
sus matones están muertos en el suelo.

—Solo relájate, perra. ¡Por favor!— Alonzo grita.

— ¿Qué?— Brenda tuerce la muñeca y él aúlla. —


Algunos tipos pagan buen dinero por esto. —

Malone mira a su alrededor. —Maldita sea, Devlin. Solo


maldita sea. Ni siquiera dejaste que Brenda disparara.

—Yo tengo lo mío. No te preocupes. — Vuelve a girar la


muñeca, y el grito de Alonzo es poco menos que el de
Pavarotti rompiendo una copa de champán.

Avanzó hacia él. —Le diré que te deje en paz si me dices


todo lo que sabes sobre dónde se han llevado a
Diamond y qué coño está pasando. —

Hace una mueca, con la frente perlada de sudor. —Solo


si me dejas salir vivo de aquí. —

—Sabes que no puedo matarte. — le digo con la mayor


firmeza posible. —Destruiría la paz entre todos los
150

jefes.—
Página
Alonzo respira profundamente al oír eso, y luego hace
una mueca de dolor cuando Brenda da un pequeño
giro.

—Dime dónde está. — Lo fulmino con la mirada.

Me dedica una sonrisa de satisfacción. —Está en mi


casa con Don Cala... —

El sonido de mi pistola lo interrumpe, y sus sesos


salpican el escenario y la base del poste detrás de él.
Brenda se suelta y retrocede cuando el cuerpo de
Alonzo cae al suelo.

—Bonito. — Malone le da una patada al muerto en el


estómago. —Pedazo de mierda. —

Guardo la pistola y me vuelvo hacia la entrada. —


Vamos por mi esposa. —

151
Página
Agradezco que el viaje no sea largo. Tenía miedo de que
me llevaran todo el camino de vuelta a casa. Entonces
Devlin tardaría más en llegar a mí. Puede que lo hayan
obligado a casarse conmigo, pero sé que aún se
preocupa por mí. Es posesivo conmigo de una manera
que nunca antes había experimentado. Eso tiene que
significar algo.

Un portón gigante que me recuerda a mi casa se abre


para permitirnos el acceso a dondequiera que estemos.
El todoterreno sube por el largo camino de entrada y se
detiene frente a las puertas dobles.

Benny abre la puerta y sale de un salto. Mira a su


alrededor antes de indicarme que lo siga. Me agarra del
brazo y me lleva hacia la puerta principal.

Se abre antes de que lleguemos a ella.


152
Página
Mi padre llena el espacio, mirándome con abierta
malicia. —Bienvenida a casa. — Sonríe. — ¿Me has
echado de menos?—

Sacudo la cabeza.

Por alguna razón casi parece animado. —¿Llevas una


semana casada con Devlin Harrigan, y ya eres una
perra engreída?—

— ¿Por qué estoy aquí?— preguntó, ignorando sus


crueles palabras. Se me escapan fácilmente.

—Este va a ser tu nuevo hogar. — Retrocede y Benny


me mete en la casa. La puerta se cierra con un fuerte
golpe que resuena en las paredes y los altos techos.
Benny finalmente me suelta el brazo una vez que
estamos dentro.

— ¿Dónde está mi marido?—

Mi padre cierra el espacio entre nosotros. Lucho por no


mostrar mi miedo, porque sé que él disfrutaría
demasiado.

—Sobre eso. — La mano de mi padre sale disparada,


agarrando un puño lleno de mi pelo. Me agarra por
sorpresa, ya que nunca se pone en plan físico conmigo.
— ¿Creías que podías huir de mí? Me perteneces, y yo
153

elijo quién puede tenerte. Tu matrimonio con Devlin


Harrigan será anulado. Alonzo me ha hecho una oferta
Página
por ti, sorprendentemente. Una que sería estúpido si la
rechazo. — Sus ojos me miran con confusión sobre por
qué alguien haría eso. —Debe querer darle a Devlin un
'vete a la mierda'. No te quiere realmente. ¿Quién lo
haría?— Sus palabras dan en el blanco.

—No lo entiendo. Pensé que me dejaste casarme con


Devlin. ¿Qué ha cambiado?— preguntó, asustada por
escuchar la respuesta. Me gustaría ser más fuerte.
Crecer en este estilo de vida debería darte una piel
gruesa, pero ahora mismo estoy en carne viva. También
muy confundida.

Me cuesta creer que Devlin cambio de opinión, pero por


mucho que sea posesivo conmigo, no ha dicho que me
ame. Sé que la mayoría de los hombres en esta vida
eligen el dinero y el poder sobre todo lo demás. Eso es
lo que más aman.

—No he accedido a nada. — Su mano en mi pelo se


tensa dolorosamente. Mis ojos arden de lágrimas. —Él
te robó. Ahora pagará por ello. —

—Me dijo que estabas de acuerdo con el matrimonio. —


¿No lo hizo? Espera, ¿alguna vez dijo eso? ¿Por qué si
no se apresuró a que nos casáramos?

— ¿Te sorprende que sea un mentiroso? Pensé que los


feos eran al menos inteligentes. — Se ríe antes de
154

soltarme el pelo. Retrocedo un paso y tropiezo con


alguien. Sorprendentemente, Jeremiah me agarra antes
Página
de que pueda caer. Me agarra de uno de mis pechos y
lo palpa. Me alejo de él de un tirón. Me mira en silencio,
haciéndome saber que lo pagaré más tarde. No puedo
quedarme sola con este hombre.

— ¿Por qué anulado? ¿No va a matarlo Alonzo?—


pregunta Benny a mi padre, cruzando los brazos sobre
el pecho. Mi corazón se desploma mientras toda la
sangre sube a mis oídos.

—No lo sé. Alonzo es una mierda rara. —

—Va a matarlo, ¿verdad?— Benny empuja.

—Puede que no quiera empezar una guerra. Lo único


que me importa es mi parte. —

—Tiene que morir, jefe. — Benny se mueve sobre sus


pies casi con nerviosismo. —Vendrá por ella. —

Una mezcla de emociones me inunda. Benny está tan


seguro de que Devlin vendrá por mí. Que solo la muerte
lo detendrá. Me da esperanzas pero me parte en dos.
Van a matarlo. Dios, ¿y si ya está muerto? Se me
revuelve el estómago al pensarlo.

Mi padre se lo piensa un momento antes de sacar su


teléfono. Nos pide a todos que lo sigamos. Jeremiah me
empuja, dándome una palmadita en el culo. ¿Qué
155

demonios? Me apresuro a seguir a mi padre. Quiero


saber a quién llama. Entra en un despacho gigantesco.
Página
—Joder. ¿Dónde está el imbécil de Alonzo?— Resopla,
se aparta el teléfono de la oreja y vuelve a marcar. Lo
hace un par de veces más, sin que nadie responda a su
llamada. —Llama a alguien a ese club. Quiero saber
qué está pasando ahí ahora. —

Por primera vez en mi vida, veo miedo en los ojos de mi


padre. Benny saca su propio teléfono y hace una
llamada, ordenando que alguien vaya al club. No puedo
evitar sonreír al pensar que Alonzo está muerto o cerca
de estarlo. ¿Por qué si no iba a contestar?

—Borra la sonrisa de tu cara o lo haré yo por ti. —


escupe mi padre mientras se dirige a un pequeño bar.
Se sirve una copa y se la toma de un trago. Me muerdo
el interior de la mejilla para no sonreír. Es muy difícil.

El teléfono de Benny suena. Responde rápidamente.


— ¿Todos? — pregunta a la persona que está al otro
lado de la línea. —Vuelve aquí ahora. — les ordena
antes de terminar la llamada. —Están todos muertos y
Devlin no aparece por ningún lado. — Los ojos de
Benny se dirigen a mí. —Va a venir por ella.
Deberíamos dejarla e irnos. —

Mi padre lo ignora. Su atención vuelve a centrarse en


mí. — ¿Qué has hecho?— Deja caer su vaso sobre la
barra con tanta fuerza que se rompe. Los fragmentos de
156

vidrio tintinean en el suelo.


Página
—Jefe. Ella es lo único que se interpone entre nosotros
y él. — señala Benny.

—Entonces ella será nuestro cebo. No vamos a huir. —


El pecho de mi padre se hincha como si no fuera a
retroceder. La realidad es que no hay ningún lugar al
que pueda ir. Creo que él también se está dando cuenta
de eso. —Llévala arriba. — le ordena a Jeremiah. Oh,
Dios no.

—Es demasiado tarde para que corras. — Sonrío a mi


padre.

—Te dije que borraras esa mirada de tu cara. — Su


mano sale volando, golpeándome en la mejilla. Me dejo
caer al suelo. Mi mano envuelve un trozo de cristal. —
Tómala. — Jeremiah me agarra del brazo, tirando del
suelo y sacándome del despacho.

—Creo que por fin es hora de que tengamos nuestro


momento a solas.—

Agarró el vidrio con la mano, probando los bordes.


Por una vez no podría estar más de acuerdo con
Jeremiah.
157
Página
—No sé si podemos hacer esto. — Malone mira hacia la
mansión de Alonzo, la fachada está toda iluminada y
hay guardias por todas partes.

—Atrás. — Brenda lo jala detrás de un amplio roble


mientras pasa un reflector.

—Vamos a hacer esto. Pase lo que pase. — Compruebo


las armas atadas a mí.

—He estado en mierdas más peliagudas que esta. —


Brenda saca un cuchillo de su mochila mientras un
centinela se acerca, serpenteando entre los árboles.

—No todos somos asesinos entrenados, Brenda. —


sisea Malone mientras ella sale de detrás del árbol, abre
silenciosamente la garganta del centinela y luego vuelve
con nosotros sin una gota de sangre.
158

—Menos mal que me tienen a mí entonces. — sonríe.


Página
—No lo hagas bonito. Lo quiero rápido y sucio. Cuanto
antes tenga a Diamond, mejor. No dejaré que la
lastimen. —

—La rescataremos, jefe. — Malone se toca con cuidado


la nariz rota. —Aunque los dos estamos un poco
jodidos. — Señala la herida en mi hombro. — ¿Te
duele?—

—Un rasguño. — Me importa una mierda un agujero de


bala, no cuando Diamond está en verdaderos
problemas. Mi herida puede esperar.

—Brenda, tú y Malone asalten el frente. Atraigan su


atención lo mejor que puedan sin que los maten. No
tienen que entrar, solo háganles creer que van a
derribar la puerta. —

—Entendido. — Me hace un gesto seco con la cabeza.


La gerente de mi club se ha ido, y en su lugar hay una
asesina a sangre fría. Todos podríamos tomar una
lección de esta mujer.

—Iré por la parte de atrás mientras ustedes dos hacen


una escena aquí arriba. Una vez que tenga a Diamond,
nos vamos. —

—Estoy listo para hacer un show de payasos si eso te


159

hace entrar y salir a salvo. — Malone comprueba su


cargador. —Hagámoslo. —
Página
Esto bien puede ser el fin de nosotros. Lo sé, y ellos
también. Pero no vacilan. Han estado conmigo desde el
principio, y no voy a perderlos esta noche. Vamos a
rescatar a mi esposa, y que el cielo ayude a cualquiera
que se interponga en nuestro camino.

— ¿Cómo vas a manejar a Don Calabrezi?— Brenda


pregunta.

—Con una bala se le ha herido un solo pelo de la


cabeza. — Me agacho y espero a que el reflector vuelva
a pasar por delante de nosotros. —Vamos. — grito en
un duro susurro. Ellos avanzan mientras yo me
precipito por el lado de la casa. Tengo que maniobrar
para pasar por delante de un invernadero, matar a su
guardia en silencio, y luego arrastrarme lentamente
alrededor de la piscina de Alonzo.

Dos guardias más se sitúan en la puerta trasera, bien


iluminada. Puedo matarlos, pero dudo que pueda
silenciar a ambos a tiempo. No. No puedo arriesgarme a
alertar a la gente de adentro. Podrían herir a Diamond.
Me escondo detrás de unos cuidados arbustos y me
asomo por encima. La casa de Alonzo tiene tres pisos.
La mayoría de las habitaciones de arriba están a
oscuras. Salvo una.

Una sombra pasa por la ventana y, aunque no puedo


160

verla, sé que es Diamond. Puedo sentirlo en mi médula


de la misma manera que la siento a ella. Estoy a punto
Página
de moverme cuando veo otra sombra. Esta es más
grande, y se mueve rápidamente justo detrás de mí
Diamond. Cuando me llega el débil sonido de un grito,
me pongo en acción.

Los disparos atraviesan la noche y me doy cuenta de


que Brenda y Malone han entrado en acción. Los gritos
y más disparos abren la noche de par en par mientras
me muevo sin ser visto.

Evitando la puerta trasera, doy la vuelta al otro lado del


edificio de piedra y encuentro una tubería de desagüe
que sale del tejado. Sin dudarlo, enfundo mis cuchillos
y empiezo a trepar.

La piedra y el metal me destrozan los dedos, pero no me


detengo. No me detengo hasta llegar a la ventana donde
vi a Diamond. Mi hombro herido arde con un dolor que
se irradia por mi clavícula, pero lo ignoro y sigo
escalando. Es solo cuestión de tiempo que alguien me
vea, así que intento ir lo más rápido posible.

Cuando llegó al segundo piso, trepó de lado hasta la


ventana más cercana. La habitación interior está a
oscuras, y la ventana está cerrada. Joder. Se me acaba
el tiempo. Tengo que llegar a Diamond. Retrocediendo,
atravieso el cristal con el puño. Es fuerte, y seguro que
alguien lo oye. Pero no me preocupo por eso. En lugar
de eso, subo, me lanzo al dormitorio más allá, me
161

pongo en pie y atravieso la puerta a toda velocidad.


Página
Una bala pasa zumbando por delante de mi cabeza
mientras corro hacia la habitación de Diamond. Derribo
al tirador con un solo golpe de mi espada. Cae de
rodillas cuando entró en la habitación que había estado
vigilando.

— ¡Detente!— Un hijo de puta grande y corpulento tiene


a Diamond alrededor de la garganta. Ambos están
frente a mí, y ella tiene lágrimas en los ojos.

—Devlin. — grita.

—Ya estoy aquí, Cara de Muñeca. No te preocupes. —

— ¿No te preocupes?— El imbécil se ríe. —Podría


romperle el cuello ahora mismo si quisiera. —

—Mi padre... —

—Le importas una mierda. — El hombre me mira


fijamente. — ¿Así que la tuviste? ¿Cómo fue? Apuesto a
que ese coño estaba muy apretado, como una celda
acolchada. — Mueve su otra mano por su pecho.

—Detente. — Me acerco más.

—No lo hagas. — Vuelve a llevar sus manos a su


garganta. —Lo haré. Llevo mucho tiempo queriendo
hacerlo. —
162

—Jeremiah… —
Página
— ¡Cállate! — le grita. —No estaba hablando contigo,
gordita. ¿O sí? Te dije antes de que nos interrumpieran
tan bruscamente que era mejor que no hicieras ruido,
¿no?—

—S-sí. — Una lágrima rueda por sus mejillas.

—Porque quería ver cómo se sentía ese coño gordo en


mi polla. —

Otra lágrima se escapa. Mi sangre ya estaba fría, pero


ahora es de hielo. Es como si todo esto ocurriera a
cámara lenta. Las cuchillas en mi mano, sus palmas en
su garganta, el miedo en sus ojos. Espero. No tengo
tiempo para esperar, pero lo hago. Porque en el
momento en que la cague -y la cagará- estará muerto.
El sonido de las voces que gritan y de los pies que
golpean rebota en las paredes. Los soldados de
Calabrezi no tardarán en llegar.

— ¿Qué, no quieres decirme cómo es ella?— Se inclina


y le lame la mejilla.

Eso es todo.

Esa mierda lo hace.

Con un fuerte movimiento, Diamond le pasa el trozo de


163

cristal que tiene en la mano por la mejilla. Su chillido


Página
es una sinfonía mientras me precipito hacia delante y le
entierro el cuchillo en el ojo.

Diamond se aferra a mí mientras retuerzo la hoja,


disfrutando de la sorpresa que arde en su otra pupila
antes de que se quede quieto y muerto.

—Devlin. — jadea.

—Estoy aquí. — Dejó caer al imbécil, luego tomó su


mano y la llevó a la ventana. —Tenemos que irnos.
Ahora. Pero primero. — Tomó su boca en un beso
ardiente, uno que espero que abrace su alma de la
misma manera que lo hace con la mía. —Te amo, Cara
de Muñeca. —

Sus ojos se abren de par en par. —Lo sabía. Yo también


te amo. —

—Bien. — La besó de nuevo. —Ahora vamos. — Hago


un gesto hacia la ventana.

— ¿Ahí afuera?— Sus ojos se abren de par en par


cuando desbloqueo la ventana y la abro de golpe.

—Te tengo. — Los disparos se hacen más fuertes y


vuelvo a oír los pasos, pero esta vez parecen alejarse.

— ¡Están dentro de la puerta! — grita un hombre. —


164

¡Necesitamos refuerzos!—
Página
Malone y Brenda son un maldito regalo del cielo. —
Aquí. — Saco una pierna por la ventana y me pongo a
horcajadas antes de pisar el techo inferior. —Dame la
mano. —

Respira profundamente y hace lo que le digo. —De


acuerdo. —

— ¡Es mía! No te la vas a llevar. — Don Calabrezi grita


mientras entra en la habitación.

— ¡No!— Diamond grita mientras se acerca a ella.

—Lo siento. — Le hablo a ella, no a él, mientras levanto


mi pistola y disparó.

Cae hacia delante, cayendo al suelo mientras la


arrastró al techo conmigo.

—Lo siento. — vuelvo a decir mientras volteo su rostro


para que no vea a su padre moribundo.

—Lo sé. — Es todo lo que dice mientras la llevo al borde


del tejado. —Tenemos que saltar. — Señaló la piscina.
No se resiste, ni siquiera cuando la tomo de la mano y
cuento hasta tres. Saltamos juntos, aterrizamos en el
agua y nadamos rápidamente hasta el borde y salimos.
—Deprisa. — La agarro en brazos y salgo corriendo de
la casa mientras los disparos se apagan. Cuando llego
165

al coche con ella, la noche está inquietantemente


tranquila.
Página
—Has venido por mí. — Me toca el hombro. —Y estás
herido. —

—Estoy bien. Lo único que importa es que eres mía. —


La beso de nuevo. —Nada nos separará jamás. —

— ¿Lo prometes?—

—Por mi puta vida, Cara de Muñeca. — Arranco el


coche y me alejo de la casa.

—Pero mi padre. Mataste a mi padre. Te cazarán.


Ellos...—

—Mis soldados están en camino. Arrasarán con este


lugar. Harán que parezca que hubo una pelea entre los
hombres de Alonzo y los de tu padre. Los cuerpos de
ambos se encontrarán convenientemente adentro, pero
el fuego borrará los detalles. — Tomo su mano. —
¿Alguien te hizo daño?—

Permanece en silencio durante un largo rato. —Sí y


no.—

Mi agarre en su mano se hace más fuerte. —


Explícate.—

—Mi padre intentó hacerme daño. Dijo las mismas


166

palabras que solía lanzarme, y sus hombres también.


Especialmente Jeremiah. —se estremece. —Pero... esta
Página
vez... no me hicieron daño. Podían llamarme todo lo que
quisieran y decir que no valía nada, pero yo sabía que
no era cierto. Es decir, antes no lo sabía en absoluto.
Pero ahora... — Me lleva la mano a los labios y la besa.
—Gracias a ti, ahora sé que todo era mentira. Ahora sé
quién soy. —

— ¿Y quién eres?— Sonrío mientras me acaricia el


hombro un poco más.

Presiona sus labios contra mi oído y simplemente


susurra: —Tuya. —

167
Página
Muchos años después…

Estoy en la puerta de la habitación de las niñas. Las


dos están acurrucadas en la cama mientras Devlin les
lee su cuento antes de dormir. No importa lo que ocurra
en nuestro mundo, siempre llega a casa para leerles los
cuentos y arroparlas por la noche. Es raro que tenga
que salir tarde, y cuando lo hace, me lleva con él.

Ahora Brenda dirige el club e incluso ha abierto


algunos más por su cuenta. No sé cómo lo ha
conseguido Malone, pero al final le ha puesto un anillo
en el dedo. No tenía ni idea de que eran algo hasta que
los vi besándose una noche. Podrías haberme golpeado
con una pluma. En realidad son muy dulces juntos.
También son los mejores padrinos de nuestras niñas.

Mi corazón está tan lleno viendo a mis hijas con Devlin.


168

Devlin es lo que un verdadero padre debe ser. Una


palabra cruel nunca cruzaría sus labios cuando se
Página
trata de nuestras niñas. De hecho, es un poco
blandengue con ellas. Lo es para todos nosotros a
menos que se trate de nuestra seguridad. Nos tiene a
todos secuestrados con rastreadores. No me importa.
Lo que sea que le dé tranquilidad.

Devlin me mira cuando va a pasar la página del libro.


Sus ojos recorren mis piernas desnudas hasta la
sedosa bata que me puse después del baño. Me relamo
los labios antes de darme la vuelta, dejándole terminar
su historia, sabiendo que luego vendrá a acostarme.

Cuando llegó a nuestro dormitorio, me pongo algo más


sexy. Agarró la tableta de mi lado de la cama y tecleo el
código de acceso a nuestra pequeña sala de juegos.
Cuando descubrimos que estaba embarazada, Devlin
compró un terreno en las afueras de la ciudad para
construir una casa donde criar a nuestros hijos. Sabía
que quería una familia numerosa. Siempre me había
sentido muy sola al crecer. No quería eso para nuestros
hijos.

Quería un hogar lleno de risas y amor. Devlin estaba


más que de acuerdo con el plan de mantenerme
embarazada tan a menudo como fuera posible. Hace
unos meses me enteré de que estábamos embarazados
de nuevo. Esta vez de un niño.

La cerradura hace clic para que pueda abrir el espejo


169

gigante que cuelga de la pared. Entró en la habitación


mientras busco una canción para ponerla. A
Página
continuación, bajo las luces antes de dejar la tableta
sobre la mesa. Tengo planeado algo especial para mi
marido esta noche. Sé que no tengo mucho tiempo, así
que me preparo rápidamente.

—Cara de Muñeca. — me llama Devlin. Me giro cuando


entra en la habitación y cierra la puerta tras de sí. —
¿De verdad crees que esto te va a librar de los
problemas? — Lleva la mano a la espalda y se quita la
camiseta con una mano mientras se dirige a la silla
frente al poste.

— ¿Qué quieres decir?— Parpadeó inocentemente.

—Sabes exactamente de qué estoy hablando. —


Lo sé, pero finjo inocencia.

—Tiene suerte de que no le haya roto los dedos. —

— ¡Me estaba dando mi cono de helado!— Me reiría si


no estuviera ya tan excitada. Sé que esta noche va a ser
dura en el mejor de los sentidos. Devlin es un marido
posesivo. En defensa de mi marido, el hombre estaba
mirando mis tetas. Están extra llenas en este momento.
Es difícil mantenerlas encerradas, y la verdad es que
me excita ver a mi marido celoso. Es terrible, pero
bueno, todos tenemos nuestras manías, y esa es una de
las mías.
170

Esta tarde habíamos ido al parque y me había


aventurado a ir al puesto de helados. ¿Quién puede
Página
culparme? Hacía calor ahí afuera, y estoy embarazada.
Ni siquiera estoy tan avanzada, y ya tengo un bulto.
Este niño definitivamente va a ser tan grande como su
padre.

—A partir de ahora, te traeré el helado cuando lo


necesites. — Alarga la mano para agarrarme.

— ¡No!— chillo, esquivando a duras penas su mano. Si


me pone las manos encima ahora, no habrá baile, y
maldita sea, me encanta montar un espectáculo para
mi marido.

—Cara de Muñeca. Te estás pasando de la raya. —

—Quiero compensarte. — Me acerco y le doy a la


música mientras dejo caer mi bata. —Para demostrarte
que este cuerpo te pertenece, y que solo tú puedes
disfrutar del espectáculo. —

Se reclina en su silla. —Como siempre. La pista es


tuya, y Dios sabe que tienes toda mi atención. —

Bailo, moviendo las caderas al ritmo de la música


mientras me quito la lencería lentamente. Veo cómo
Devlin empieza a perder lentamente el control. Se
agarra a los reposabrazos para mantenerse plantado en
la silla. Me encanta ponerlo así de nervioso.
171

—Ven aquí. — gruñe entre dientes apretados. No me


espera. Vuelve a agarrarme. Esta vez me atrapa y me
Página
tira a su regazo. —Juro que cada vez estás más sexy.
¿Cómo es posible?— Me pasa la mano por el estómago.

Es una locura lo avergonzada que estaba de mi cuerpo


cuando conocí a Devlin. Ahora, años más tarde y
después de tener unos cuantos bebés, tengo estrías y
mis caderas están aún más llenas que antes, pero
nunca me he sentido más sexy. Devlin me curó en
lugares que ni siquiera sabía que tenía cicatrices.

—Estaba tratando de bailar para ti. —

—Lo siento. No puedo evitarlo. — Sus manos suben por


mis caderas hasta mis pechos. Los aprieta antes de
enterrar su cara entre ellos. Hundo mis dedos en su
pelo corto.

—Yo tampoco quiero esperar. Fóllame y luego bailaré


para ti. — Necesitamos quitarnos la presión de encima.
No importa cuántos años llevemos juntos, siempre
estamos necesitados el uno del otro.

Me levanta y me lleva a la cama de la esquina de la


habitación. Me deja caer suavemente, bajándose
apenas los pantalones lo suficiente para liberar su polla
antes de sumergirse en mi interior. Sus ojos se
oscurecen. Lucha por el control, pero yo se lo quito.
Quiero todo de mi marido. Incluyendo su oscuridad. Es
mía.
172
Página
—Tómame. Soy tuya. — Gimo, envolviendo mis piernas
alrededor de él. Gruñe mi nombre mientras entra y sale
de mí como una bestia salvaje. Pero no cualquier
bestia. Mi bestia.

173
Página
Página
174

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