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ASOCIACION ARGENTINA DE SALUD MENTAL

CURSO VIRTUAL: “De Freud a Miller: Las Psicosis extraordinarias y las


ordinarias”

Analia Nancy Mamani

MONOGRAFÍA

El surgimiento de la psicosis ordinaria se puso a trabajar por varias


décadas. Se observa que ya en la psiquiatría clásica existía la concepción de
enfermedades graves que se presentaban de manera discreta. Gatian de
Clérembault, Ernest Kretschmer y Klaus Conrad, por ejemplo, en lo que respecta a
la intensidad de los síntomas en el gran capítulo de las psicosis, destacaban la
posibilidad de que una psicosis pudiese cursar de forma silenciosa.
Por su parte Freud en 1893 aludía al concepto de subconsciente, en
relacion a la parálisis histérica advierte que el trauma no es solo físico, sino que
hay traumas psíquicos es aquí donde ubicará la noción de inconsciente. No
abandonará la idea del componente biológico cerebral mediante una explicación
funcional anatomo-neurológica, esto se observa en “Proyecto de una psicología
para neurólogos” (1895) “El yo y el ello” (1923). Luego Freud a diferencia de
Charcot quien sobrevalora la herencia como causa etiológica, le asignará un
estatuto simbólico, que vía la asociación libre contendrá algún sentido que
denuncia una carga de afecto particular.

Si bien Freud se enfoca en trabajos en las neurosis, la oposición entre


neurosis y psicosis lo realiza a través del análisis de las memorias del presidente
Schreber “Sobre un caso de paranoia descripto autobiográficamente” (1911).
Sostiene que la psiquiatría se agota en establecer la influencia del delirio en la
vida del enfermo, por su parte el psicoanalista pretende conocer los motivos como
los caminos para esta transformación.

En Neuropsicosis de defensa (1894) menciona la psicosis alucinatoria, el yo


logra huir de la representación penosa, se sustrae tanto de la percepción de si
mismo como del análisis psicológico-clínico. Plantea la noción de “conflicto” entre
el yo y el ello para las psiconeurosis de transferencia, entre el yo y el superyo para
las psiconeurosis narcisistas. Con el texto “Neurosis y Psicosis” (1924) advierte
que la psicosis será el fracaso ante un deseo de la realidad, en el que el delirio
funciona como intento de curación o reconstrucción que está sobredeterminada
imponiéndose al yo por dos vías: por un lado, por posibles percepciones actuales
y por otro los recuerdos de percepciones más tempranas que integran parte del
yo.

Si bien plantea que hay perdida de la realidad e intento de sustituirla tanto


en la neurosis como en la psicosis, la diferencia reside en que la realidad
comporta un sentido simbólico para las neurosis mientras que en las psicosis se
trata de sustituir una realidad fantástica en lugar de la realidad exterior “la neurosis
no desmiente la realidad, sino que simplemente no quiere saber nada de ella, en
tanto la psicosis la desmiente y no quiere saber nada de ella” (Freud, 1924). Con
ello Freud aporta que la locura nombrada en el texto como paranoia implica un
trabajo psíquico como intento de curación: el delirio, lo que quiere decir que antes
la formación delirante era considera como enfermedad ahora le otorga un nuevo
sentido, que constituye un intento de curación y reconstrucción. En la psicosis el
yo logra con éxito rechazar la representación intolerable y con ello ha arrancado
un trozo de la realidad. En cuanto a la fijación libidinal Freud dirá que en las
psicosis hay un retorno de la homosexualidad sublimada hasta el narcisismo.

Freud abordará de dos modos el proceso por el cual el paranoico se


defiende de la fantasía homosexual a través del análisis gramatical que parte
dicha fantasía: “Yo [hombre] lo amo a él [un hombre]”. A través de ello intenta
comprobar si las neuropsicosis comprenden el mecanismo de la proyección sin
embargo descarta este procedimiento para la formación de síntomas en la
paranoia. Se propone un análisis de la pulsión, desde la perspectiva de la libido.
Para ello lo define en tres tiempos:

El primer tiempo se remite a la fijación en la fase libidinal del narcisismo, el


segundo tiempo esta dado por el sepultamiento del mundo y los hombres, en
donde se lleva a cabo la represión propiamente dicha. La investidura libidinal
depositada en el mundo exterior es retirada a modo de defensa, la libido retorna al
yo produce un ensanchamiento de esta instancia lo que explica la megalomanía.
En esta fase aparece los delirios, como intento de curación de la enfermedad. En
el tercer tiempo, se caracteriza por la retracción de la libido de las personas
amadas depositándolas nuevamente en ellas.

La psicosis como una estructura resultante de los efectos del lenguaje que
se producen en la constitución del sujeto cuyo análisis viene de la mano de Lacan,
quien conceptualiza la noción de “fenómenos elementales” entendiéndose a estos
no como algo distinto a la estructura, sino que hay una relacion entre ellos
entonces para que haya relaciones tiene que haber algo que quede por fuera pero
que se incluya en la estructura: el elemento. De Clérambault definía los
fenómenos elementales como característica esencial de las psicosis basadas en el
automatismo mental, la irrupción de voces, de discursos de otros en misma esfera
psíquica “anticipación de pensamientos, enunciación de actos impulsiones
verbales, tendencias hacia los fenómenos psicomotores”.
En la psicosis el Otro queda afuera de todo reconocimiento, de toda
mediación simbólica, para que se desencadene es necesario que haya forclusión
del significante Nombre del Padre, el elemento no dialectizable corresponde a la
no inscripción del Nombre del Padre, de manera que el automatismo pierde la
causalidad organicista pudiendo reinscribirse en la lógica subjetiva.
Desde la psiquiatría Clérambault plantea tres características son neutros
(carecen de tonalidad afectiva ya que pueden estar acompañados de un leve
estado euforico, son no sensoriales (se diferencia las alucinaciones de los
fenómenos de automatismo), son anideicos o atemáticos (carecen de construcción
ideativa). El aporte de Clérambault es haber mostrado el carácter neutro, que esta
en plena discordancia con los afectos del sujeto, que ningún mecanismo afectivo
basta para explicarlos.
Como bien se menciono en la estructura psicótica hay ausencia del
significante Nombre del Padre lo que produce que el efecto donde se escucha no
hay un retorno desde lo simbólico sino desde lo real. “Por el agujero que abre en
el significado, inicia la cascada de los retoques del significante de donde procede
el desastre creciente de lo imaginario, hasta que se alcance el nivel en que
significante y significado se estabilizarán en la metáfora delirante” (Lacan, 2002)
Miller (1997) ha identificado como segundo grupo además de los
fenómenos elementos, los fenómenos del cuerpo donde el sujeto percibe partes
de cuerpo ajenas a él, sensaciones de desplazamiento o extrañeza, asi como
alteraciones del tiempo y espacio. En un tercer grupo refiere a los “fenómenos que
conciernen al sentido y a la verdad” en donde el sujeto testimonia tener
experiencias de certeza absoluta con respecto a su identidad, hostilidad, etc.
En la psicosis de lo que se trata es de una escisión esencial del sujeto
singular del inconsciente cuya única certeza es la falta en ser, que se produce de
una manera mucho mas radical en tanto aparece desde un real. En cuanto al
psicoanalista le quedará la posición de sumisión completa, a los dichos del
paciente, será el secretario del alienado.
Hay desconocimiento primitivo de la alienación fundante del Espejo y del
orden de la palabra. La interpretación para descifrar la diacronía de las
repeticiones inconscientes, debe introducirse la sincronía de los significantes que
haga posible su traducción. Para la psicosis hay un “inconsciente a cielo abierto”.
Lacan hace uso de fenómeno elemental en tanto es el propio fenómeno y fundante
de lo que será la diacronía en la psicosis.
En la psicosis hay un estado de perplejidad, no hay vinculación con un
significante anonadante como sucede en la rivalidad con el padre sino en un
anonadamiento significante, en este sentido se trata del fenómeno de significación
de significación. Lacan refiere a la prepsicosis como ese momento de
desencadenamiento que se muestra como significación de significación:
perplejidad, fenómenos de franja. Estos últimos se entiende “como lo que sale del
campo enigmático cada vez que se instaura un estado cuya llegada parecería
debe anhelar cual un respiro, se produce una iluminación en franja del mundo
externo, que lo recorre con todos los elementos componentes del lenguaje, en
tanto disociados” (Lacan, 2002). A través del trabajo del delirio que se permite
producir la metáfora delirante y a estabilización del sujeto.
Siguiendo a Lacan (2002) sostiene “El fenómeno psicótico se puede
entender como la emergencia de una realidad de una significación enorme que
parece una nadería ya que nunca entro en el sistema de simbolización”. Se trata
de una relación con la búsqueda de un sentido univoco del cual solo da cuenta de
un significante reducido en tanto no significa nada. Lacan basándose en lo
propuesto por Roman Jakobson sostiene que es esencial el desplazamiento de
significado para que pueda surgir la metáfora, pero es necesario el lenguaje. Se
puede pensar en la psicosis se trata de una perdida a nivel de signo, la realidad
cae ahí donde el grito debe producirse ya que el psicótico aún no está conectado
de una forma particular con la cosa. Trata a las representaciones como
representaciones-cosa donde la significación no se desplaza: no hay transferencia
de significado posible.
Para Lacan la psicosis no es un déficit, sino que se inscribe como una
diferencia que no tiene explicación posible, es decir no hay significante en el Otro
por lo que el Otro es considerado como absoluto.
Siguiendo a Miller quien propone el termino psicosis ordinaria que no es
una categoría diagnostica sino un programa de investigación en el que el caso
diagnosticado puede anotarse como un punto de una serie infinita. En ese sentido
es la construcción de cada caso como punto de una serie y no como lo ya sabido
de verificación en la psicosis. Esta pretensión exige que el Otro no este definido a
partir de la ausencia o presencia del significante del Nombre del Padre de la
incompletud del OTRO, sino de su inconsistencia.
La psicosis extraordinaria hay una perdida para anudar los tres registros en
donde el fenómeno elemental es el que aparece frente a la ausencia del nombre
de padre. Hay una falta en relación del sujeto con la realidad, es decir la relación
del sujeto con el significante.
En cambio, en la psicosis ordinaria es posible contener una parte a lo real
de tal manera que el sujeto puede generar lazo social con desenganches que
puede producir en base a la creación de un nudo que opere para el sujeto.
En conclusión, se puede decir que las neurosis o psicosis han sido
nombradas antiguamente como sinónimos de enfermedad de ahí que el hombre
considerado como enfermo, “portador de una cuestión”, “inadaptado” a la
civilización de allí que Lacan insiste en un vaciamiento semántica de tales
categorías. Por ello el sujeto del psicoanálisis nada tiene que ver con el de
psiquiatría, psicología y sociología.
El tratamiento de las psicosis compromete al psicoanalista a la prudencia y
la verificación más que al ímpetu terapéutico. Muchos de los sujetos que vienen a
la consulta y en quienes se logra detectar fenómenos elementales muy sutiles o
formas subclínicas de la psicosis, ya vienen con su solución a cuesta (por algo no
se han desencadenado hasta entonces). ¿Qué vienen a hacer entonces? A
certificarse en su invención, a autorizarse en sus soluciones, a ser acompañados
en estas. Vienen por ejemplo, a poder decir que “no” a la aparición tenue pero
inopinada del goce del Otro, que emerge de manera puntual y evanescente.
Saben que es necesario decir “no”, pero requieren de otra presencia para
autorizarse en su no-decir.
Analia Nancy Mamani

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