De la coyuntura dram
de trauma en
tapsicolégico,
nes regidas por leyes
Mo un procesador de tensiones
apuntaria a mantener la homeostasis del sistema. Esa as.
cién a una homeostasis -siempre perturbada~ es lo que
6 er-displacer. L
juices” freudiano:
tes regida por las leyes del I
ina memoria,
pacidad para
iquico es
iva dependera de la ca-
s. La posibi-
sao muerte ellen yet crucial para la teoria di
‘sueto (Ed 2” significa apropiarse sy
experiencia, darle u
Rimba, 2038).
no es una base de datos; es inve
a un esfuerzo de poesia. Es lo que hace q)
@ menudo el estatuto de un género liter
ica, que Borges ha sei
Hemos de tener en cuenta que lo épico,justamente, es algo
or la posmodernidad que diMARCELO BARROS, LAS ISLAS
SOdTIIIIIOS
|
to de un suceso no determina su valor como trau-
cuestiGn debe dejar una huella que actiie como
un cuerpo extrafo, inasimilabl
tema del sujeto,
En términos posticos, el trauma es la imposibilidad de la poe.
sla porque resiste al esfuerzo ficcional que permitiria hacer
al procesar por la funcién poética con la
gue un sujeto se orienta ante el mundo, ante los otros, y ante i
sus mismas pasiones, dado que s6lo desde la poesia podemos ; pa
nombrar Io innombrable. La referencia al factor impulsivo Lacan Toque
debe ser destaceda, porque Freud advirti6 que las exigencias simi
‘ales demandan al aparato p:
imponen los traumas
lay que agregar que la nocién de lo traumético
no es agotada por la concepcién de la huella mnémica de una
vivencia excesiva. Lo traumiético tiene dos caras, mu! ica més que nada la
comprometidas, que son las del exceso y la del défic 2 Recordemos que el beneficio
iltimo nos Leva al desamparo al cue estarfa i
por una imposibilidad inherente al orden simbélico mismo,
¥ que desde la ensefianza de Lacan se vincula con el trauma
originario. De esto nos ocupare!
firmar el estatuto meta
0. Es algo
ala que sirven la
imiento patdgeno y ese trauma originario que leva
alos psicoanalistas al borde de su mitologia, Dado
encadenante es una contingencia
subjetivas que Freud designa como el factor de la disposicion 2} Ia singularidad de cada
iewia, Las cosas no pueden plantearse en el registro de un
Pretendido sentido comtin, siendo que Yortemible monecesa.
Hamente desencadena una neurosis traumitica. No siem,
una conmocién es seguida de un parasitismo comp
del recuerdo penoso, la angustia per
‘periencias
nn. Decir esto satisface la exigencia
cosas no son tan féciles en los hechos,
‘ominedos psicoar
insomnj
jentacion, la inhibicién y la depresién. Al contratio, ese
:
i
i
cuactro bien puede presentarse tras eventos que muchos conf
si in triviales o inch inades, como. ee
mbre de un culto a la singu
<2 en la casi imposibilidad de pensar. Pero ten
Lotdodl~P
(Ad
oe
28 "MARCELO BARROS
decir que nit ituacién ha de devenir por sf misma trau-
matica para to determinado. Desde tal nominalismo ni
siquiera se puede sostener que existan “las situaciones” como
instancias tipicas, sino que cada encrucijada serfa algo dife-
rente para cada sujeto. No hay ' sino, en todo caso,
Ja guerra de cada trauma parece respal-
dar en principio la prohibicién de hacer formulaciones gene-
rales del orden que sea. La religion del “no todo” que aflige
la orientaci6n lacaniana sostiene que nunca se debe genera-
ar, lo cual no deja de ser, contradictoriamente, una genera-
Al contrario, Freud habilité al psicoanal
formulaciones generales; y ciert
existencia de las “situaciones”. El
ejemplo, participa en toda coyuntura en la que el sujeto se
encuentra avasallado por el Otro del modo que fese, lo que
puede ir desde el insulto a la violacién. Se admite que cada
testimonio de quienes han sufrido una experiencia de abuso
es algo singular. Aunque la singularidad reside siempre en la
enunciaci6n. Si, por ejemplo, en algiin momento se establecié
Ja consigna me too, ha de reconocerse que las personas que
se inscriben en ese “yo también”, estan declarando que ellas
estuvieron all, en ese lugar, por més que cada una lo haya
vivido de una manera diferente, Mas allé de las innumerables
variables, el problema presenta coordenadas generales en
cuanto a las circunstancias del hecho que devino trauma, a
como en lo que se refiere a sus secuelas. Desde la perspet
nominalista se dirfa que los suicidios de los excombat
de Malvinas no tienen nada que ver entre sf. Cada caso es
0 y no hal que los vincule.
Avveces se llega al extremo de recomendar no vincular nunca
nada con nada, Sin embargo, resulta poco plausible negar que
todos ellos hayan compartido un escenario comtin, por més
que cada uno lo haya vivido de manera personal, cosa que,
Por otra parte, es una fatalidad general.
Lacan describié en los Escritos la
de una psicosis en términos ti
41 denominé te coyuntura drama
i6n desencadenante
;, bajo la nibrica de lo que
a. Esa situacién marcada
LAS ISLAS »
como tipica residfa en el encuentro con Ia
-oal
salimos-del caso de la estructura psicd
un clésico historial freudiano que guarda relacion eon
que nos ocupa, podemos decir que para el paciente I
rombre de las ratas” el encuentro
cial superior mientras cumpll
Ia coyuntura dramética de un desenca
incluso-al final de su ensefianza
Sigui6 sosteniendo la existencia de tipos de sintomas.
0s inclinarfamos a pensar en una dialéctica entre la po-
sicién nominalista y la realista postulando la mutua inlusre
cia entre el acontecimiento y la estructura. Dejando de lado el
cardcter estructural del tr
suceso desencaden:
se tratarfa de al
(0 qooe Aste
lo, nos dicen, hacer-
To llevaria a sostener perspectivas ambientalista,
cas y eventualmente preventivas, que son incoy
Ja teoria analitca. Y en efecto, no podemos p
guna manera
‘ante’. Una
bb real que acecha en esa situacién. La nocién de lo real re.
te de modo directo al concepto de trauma, que de hecho
lo que Freud ve como lo que serfa el peligro para los sis.
as psiquicos. En su curso La légica del fantasma Lacan se
‘mor0 en ese estatuto “peligroso” del acto sexual, negado a
4a vez por las perspectivas naturalistas-conservadoras como
or les psicogenéticas-progresistas, Critic6 la “teoria del vase
de agua” que tuvo un efimero auge durante la Revolucion30 MARCELO BARROS,
Sovistica, y que sostenfa la idea de que no habfa ninguna ra-
26n por la cual copular no fuese algo tan natural y prosa
co como tomar un vaso de agua. Todavia hay personas que
sostienen ese candor. En el fondo, el mismo principio podria
aplicarse al mataz. El entusiasta de la biologia lo verd como
algo que responde a nuestra naturaleza animal. El ambienta-
2, Si es cinico, reconoceré que sdlo el consenso social hace
que matar sea algo problemético. Si es un ingenuo irrepara-
ble, pensar que la inclinacién a la violencia desapareceré con
una educacin adecuada, Para Freud, en cambio, tanto matar
como copular son cosas que allende los ideales en juego nos
confrontan con lo més intimo de nuestro ser, y con el ser del
Otro. Con todo, es vélido preguntar: {Hay metdforas universa-
les de esa situacién peligrosa primordial que lamamos el trauma
originario? Lacan siempre admitié que el acto sexual es la si-
fuacién en la que, por excelencia, el sujeto se enfrenta con el
impasse de la no
igico ~que debemos agregar
~ que pretenderia hacer de esa
algo que afecta a los significantes entre si, un impasse pura-
& oy mente formal que estaria vaciado de cuerpo, y de cualquier
seferencia a una situacién vital.
Si no todos los hombres que van a la guerra padecen d
estrés post-traumiitico, hay demasiados que sf, lo cual es
dato que no puede ser ignorado y que plantea la guerra como
una coyuntura dramatica que bien puede dar lugar a un des-
encadenamiento, més que otras situaciones. Tampoca podria.
mos abordar con ligereza la violacién, y lo que en general se
denominan “situaciones limite”. No es por nada que se las
nombra de esa manera, porque en ellas se legarfa al umbral
que separa al sujeto de lo inasible de la muerte y la sexua-
el significante “trauma” cuya etimologia
spane una referencia corporal que resis-
2Gjpte a ser diluida en la logica. Para el psicoandlisis feudiano
todo acontecimiento es acontecimiente del cuerpo, incluyen-
do lo que acontece a nivel del pensamiento, lo cuel se apre-
cia en el significante Einfall, que significa “idea”, nds bien
peto las acrobacias del argumento no consiguen borrarel pro.
“ocurrencia”. Esta es una afirmacién general. Adi
que se pone en juego es la “herida”,
denominamos traurmético imp!
LAS ISLAS,
violencia, reconocible o no. La idea del
matica para Freud. Aceptar que hay un:
sus coordenadas l6gicas, Hacerlo no
de prevencién, ni postular perspe
cogenéticas, sino atender al hecho
con loreal es una contingencia que pu
circunstancia de la vida, hay encrucijadas
cen su emergencia. Pod
x
‘ede ocurrir en cualquier
cambio stibito, del so
llamiento, es inherente a la situacion trau
1a coyuntura dramai
que consiste en
iplica ningtin ejerci
is ambientalistas o p:
bien el encuentro
tagonismo que Lacan le dio al acto sexual incluso al final de
su ensefianza en la que supuestamente
Freud. Es ese acto la situacion
abismo que separa a
ci6n. Entonces, nombran
dos coyunturas que ponen en juego
igno de la violencia
encontramos ju
5 por
tos en el
CUTSO, Ya s
se habria apartado de
en la que puede verificarse el
amantes, sea cual fuere su autodefini.
mos aqui la violacién y la guerra como
azar que el amor y la
gue con abrumadora frecuencia
2a por contraste o por
convergencia. Ambas cosas tienen mas puntos en comtir de
Jo que podemos imaginar,
umbral de’su obra El guerrero a
lo sus evidentes diferencias. Pero en
berfamos pasar por alto el hecho de qu
‘metéforas esenciales que subyacen a muchas y muy variadas
vivencias, y por eso Jean Paulhan les
la “sacudida
cada,
lad como en el de la agre:
que en El tabs de la vi
sin dejar de tener en cuenta por
ingin momento di
las dos representan
rinde homenaje en el
Tanto en el plano de
dad puede tener lugar
idad Freud ve comoFee S OF FIGS
Io que de la sexualidad nos conmociona. La nombra con el
término Erschiiterung. :S6lo la sexualidad nos sacude? Es evi-
Ny dante que no, pero siempre hay que tener presente que cuan.
yer do hablamos del trauma no nos referimos a cual
cién, sino 2 una que derrumba la
oe Ello plantea nuevamente la pregunta por el estatuto de esa
wf sacudida que desencadena una neurosis traumatica
La coyuntura dramética del trauma no s6lo implica la con-
> \mnocién, sino también la falta de sentido de esa conmocién, 0
bn todo caso su cardcter enigmatico, su saldo de perplejided
En ei documental EI silencio después de las bombas, preguntado
\\ sobre si hay algo peor que la guerra, un excombatiente res-
~ ponde que lo peor es el olvido. Ese olvido -el del Otro—es en
realidad un mensaje y una respuesta a la pregunta por el sen-
‘ido de los padecimientos del sujeto. La respuesta es que sus
pesares son fiitiles; su coraje y esfuerzo son insignificantes.
Incluso los actos de amor que no faltan en el combate.
ca sostenerla a pes
La vida en crudo~
sin velos, sin a
Itima instancia, es el trauma, Pero
olvidar que el desengafio,
ne, en el fondo, a la vida ei
@)
pn ude ew cede =
cg
A,
L
~~
&
as (Infobae,
parte no menor de la
sociedad argentina. Inchiso un presidente de la Nacién se ma-
nifest6 de la misma manera, aunque no en esos términos. No
iscutimos las razones de quienes no ven sentido alguno en
el reclamo de sober:
para los sobre
y algunos no pasaron la prueba. Son muchos quienes han lu-
chado a lo largo de su vida para hacer justicia por una causa
cualquiera y terminaron siendo testigos de la impunidad de
Jos malvados. ;Diremos que fue vano su esfuerzo? Aqui se
presenta lo dificil de separar los espejismos de los ideales per-
seguidos, del acto de alcanzarlos. Es lo que sostiene C:
toda obra humana es deleznable, su ejecucién no lo es, Lo mas
dificil de afrontar es el desengaifo, y tal vez Schopenhauer tu-
viese raz6n al decir que “la forma més acertada de concebir la