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de la casa donde comerían, es una posibilidad, pero porque se pone tan misterioso al decir que

siguieran a un hombre con un cántaro de agua? No podía decir: ¡Sigan al Luis o al Rodrigo! Al
Señor le encanta hacer estas cosas para dejar algo en claro: Él controla hasta el más mínimo
detalle. Fíjense, está pronto a hacer un gran anuncio, y no hay nada dejado al azar, sabe quién y
como transitará, sabe donde comerá, el Señor controla todo a su alrededor. ¡Gocémonos,
hermanos, en su pacto, en su poder! El Señor no deja nada al azar. Sabe que el día de hoy que
necesitamos de su alimento, estaremos hoy aquí. Siéntase totalmente privilegiado de estar
escuchando la palabra del Señor porque Él sabe que ud está aquí. Muchas veces ocurre como los
caminantes de Emaús: Y se dijeron el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros
mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras? ¡El Señor está con nosotros,
Él es Soberano en su pacto!

I. TRASCIENDE LA REALIDAD DEL PECADO


Continuando en el relato, ahora el evangelista llama nuestra atención a un hecho más
específico. El escenario es la cena misma, ya están prontos a servirse los alimentos y el Señor a
realizar su magno anuncio. Pero antes, para dar aún más. Muestras de tener todo bajo control,
Jesús lanza el siguiente comentario: ‘uno de uds me va a entregar’. Fíjense, Jesús organizó una
fiesta y cuando ya todos están comiendo, entonces se lanza un comentario desagradable. ¿Porqué
no lo dijo antes? En últimas, no hubiesen invitado a Judas y así se hubiese ahorrado el mal rato.
Esto es como si a un cumpleaños, llegara un invitado que no estaba considerado. Una
‘paracaidista’ desagradable y el festejado se mandara un comentario algo así como ‘así con los
paracaidistas’. El asunto aquí, es que estos comentarios de una u otra forma da lugar a la
murmuración o malestar y el centro de la festividad se pierde.
Los discípulos empiezan a preguntar, ¿seré yo? Los alimentos ya no entran en provecho y
ahora viene una angustia. Que mal momento están viviendo, se suponía que la cena era ocasión
de recordar el poder liberador de Dios. ‘Bueno le fuera a quién me entregará no haber nacido’,
pero no nos quedemos en eso, sigamos cenando. ¡Que desconcertante el Señor! No se guardó
nada, y aquellos que cenaban junto a Él, ya no estaban para nada tranquilos ni disfrutando, todos
se preguntaban quien era el tal de quien hablaba el maestro.

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