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ITER - CARACAS MATERIA: Los Mandamientos

CICLO: EXTENSIÓN DE TEOLOGÍA PROFESOR: P. ARTURO ROJAS


SEMANA

O BJETIVO

FECHA
TEMA 2
6 1 8va Palabra/Mandamiento
11/11/23

«No decir falso testimonio contra tu prójimo» (Ex 20,16)


Se dice que uno de los tantos nombres de Dios es: “El que no miente jamás”
Existe una tradición hebrea que dice: “hay seis cosas que Dios odia, y siete que él
detesta: la lengua mentirosa, el que riega la mentira (…) etc. Según el relato del libro del
Génesis el pecado entra en el mundo por una manipulación de la serpiente, por el engaño:
(Gn 3). Hay un dicho italiano que dice: “no te fíes jamás de una serpiente que habla”
La mentira se ha hecho tan común que ha perdido importancia, la endulzamos: “una
mentirita”.
Partamos del significado más común que ve en este precepto la condena de la mentira la
calumnia, la murmuración etc.
Es este un tema clásico también en la historia de la cultura de todos los pueblos desde la
antigüedad. El historiador griego Heródoto (siglo V aC), en sus Historias reiteró: «La
calumnia es algo terrible: hay dos que cometen injusticia, y uno el que lo sufre. De hecho,
el calumniador comete injusticia al denigrar a una persona en su ausencia, y el oyente
comete igualmente una injusticia al aceptar lo que se le dice antes de haber podido
determinar la verdad". Shakespeare en su obra Cimbelino pone en boca de Pisanio la
siguiente frase: «La calumnia, cuyo filo es aún más cortante que el de la espada, y cuya
lengua es más venenosa que todas las serpientes del Nilo, y cuyo aliento cabalga sobre los
vientos como si fueran corceles y esparce mentiras por los cuatro vientos del mundo"; y lo
que dice Don Basilio en El Barbero de Sevilla: “«La calumnia es una brisa,/una brisa muy
suave/que insensiblemente sutil/levemente, dulcemente /comienza a susurrar. / Lentamente,
desde abajo, desde abajo, / suavemente, como un leve silbido/ fluye,/ entra hábilmente en
los oídos de las personas / y hace que sus cabezas y cerebros / se aturdan y se hinchen".
Muy ilustrativos los ejemplos de la literatura universal, pero vayamos al significado
original del octavo mandamiento. En realidad, lo que está en juego aquí no es tanto un
ámbito enteramente privado como el de la calumnia, la mentira, la murmuración, sino que
está en juego, ante todo, el horizonte judicial, hasta el punto que una mejor traducción sería:
"No testifiques contra tu prójimo como testigo falso". El verbo utilizado, de hecho, es el
verbo técnico para la comparecencia de un testigo ante el tribunal. Ahora bien,
considerando la importancia del testimonio oral en una civilización de cultura oral (la
palabra escrita era secundaria a la palabra hablada o dada) es fácil entender por qué este
mandamiento fue la primera regla en el famoso Código de Hammurabi (uno de los primeros
códigos de leyes escritas de la Historia. Estas leyes fueron inscritas en una estela de piedra,
descubierta en Persia en 1901), el texto básico de la ley babilónica. Por supuesto, incluye
también la cuestión de la verdad privada y la de las relaciones cotidianas, pero va
directamente al corazón de la vida social. (“Me viene en mente el dicho: la Palabra es un
documento”. Y, en la exhortación postsinodal sobre la formación sacerdotal Pastores davo
Vobis Juan Pablo II escribe que los futuros sacerdotes deben cultivar: “la fidelidad a la
palabra dada).
El octavo mandamiento es pilar en la sociedad, para poder convivir en paz debemos
confiar. La vida de la sociedad se fundamenta en la verdad. Ahora bien, si el que habla dice
el falso, si el que promete no mantiene, si el que testimonia dice el falso. Este mandamiento
es, por tanto, decisivo para la corrección de las relaciones sociales y de las acciones
criminales, pero también para la protección de la dignidad de la persona: por ello, en
sentido positivo, es la exaltación del derecho al honor que se debe a toda persona. . Por eso
también el énfasis recae en el "falso testigo" en hebreo ed sheqer, aquel que socava la
comunidad y viola un derecho fundamental, radical, casi sagrado.
Sheqer no es sólo una palabra o un discurso mentiroso, sino toda una forma de
comportarse. Se trata, en efecto, de una conducta contraria a la fidelidad y a la fe, a la
asistencia judicial a la que el prójimo naturalmente tienen derecho; es un comportamiento
agresivo, destructivo de la comunidad, antisocial". Precisamente para señalar esta grave
responsabilidad, el testigo decisivo de la pena capital se veía obligado a ser el primero en
arrojar la piedra de lapidación: «La mano de los testigos será la primera contra el
condenado para hacerlo morir; luego la mano de todo el pueblo" (Dt 17,7). (Recordemos el
episodio en el cual a Jesús le presentan a una mujer sorprendida en adulterio. Cfr. Jn 8,1-
11).
La importancia de este mandamiento también es evidente por su repetida inclusión en la
legislación bíblica. He aquí sólo un ejemplo: “No difundirás rumores falsos; No echarás
mano al culpable para que sea testigo a favor de una injusticia. No seguirás a la mayoría
para actuar mal y no testificarás ante los tribunales para desviarlos hacia la mayoría, para
distorsionar la justicia. Te mantendrás alejado de toda palabra mentirosa. No dejarás morir
al inocente y al justo, porque yo no absuelvo al culpable. No aceptarás dádivas, porque la
dádiva ciega a los que tienen los ojos abiertos y pervierte hasta las palabras de los justos"
(Éx 23,1-2. 6-8). → El ejemplo de dos procesos judiciales injustos en la biblia 1Re 21,1-16;
Mc 14,55-61).
Volvamos al punto inicial. Para nosotros, en el sentido común, la calumnia es una
injusticia cometida por dos personas: por el detractor y por quienes lo escuchan. La
calumnia es un acto de injusticia cometido por dos personas: por el que calumnia y por el
que escucha; es sobre todo la condena de la mentira. En el lenguaje del evangelista Juan,
particularmente en su 1era carta, "mentira" es la negación de la "verdad" divina: es, por
tanto, un pecado satánico contra la fe. Hay, por tanto, otro significado fuerte que el mismo
Jesús señala cuando acusa: «El diablo fue homicida desde el principio y no perseveró en la
verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla lo suyo, porque es
mentiroso y padre de mentira" (Jn 8,44).
Hay, entonces, una gravedad social y teológica en la violación del precepto del decálogo
sobre la verdad que debe ser tutelada y respetada. Y nuestra comunicación actual, a menudo
marcada por el engaño (Fake News), es por poner un ejemplo una violación continua del
8vo mandamiento en la cual estamos continuamente inmersos.
Belleza es verdad

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