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Malvinas en la Contrarrevolución del

Capital Financiero (1976-2001)


La idea de este artículo es enmarcar el conflicto por las Islas Malvinas en
el proceso contrarrevolucionario que comienza en el país en 1976 para
consolidarse e imponerse en 1983, instaurándose una “democracia
colonial” al servicio del imperialismo financiero y provocando la ruptura
del movimiento social. Esto dio lugar a las posteriores décadas de
Neoliberalismo salvaje que condujo a la crisis del 2001, donde colapso la
economía y todo el sistema institucional, político y social.
Se dice que la guerra es la continuación de la política por otros medios, y Malvinas pareciera ser un
ejemplo concreto de esto. La guerra (o mejor dicho, trampa) de Malvinas dio al reciente “Nuevo
Orden Mundial” post-guerra fría , impulsado por el pacto estructural entre las elites políticas,
económicas y mediáticas de las potencias capitalistas, conocido como Comisión Trilateral (fundada
en 1973), la oportunidad de advertir a los países latinoamericanos y del llamado “Tercer mundo”
de que debían olvidarse de cualquier idea de soberanía, independencia e integridad, y que las
luchas por la liberación social y nacional habían terminado y ya no quedaba otra alternativa que
insertarse en la nueva “globalización neoliberal”. Pero en Argentina es el golpe de Estado de 1976
el que inaugura el proceso de desarticulación del movimiento social que expresaba el Peronismo y
las décadas de luchas obreras, dando un pasaje de un patrón de acumulación con base industrial
en alianza con la clase obrera (ciclo comenzado en 1945) a un patrón de acumulación dominado
por el capital financiero rentístico y sus clases aliadas.

La socióloga Beba Balvé señaló en su trabajo “Imperialismo, dinero y guerra” que a mediados de
los años setenta lo que se percibe es una crisis orgánica del capitalismo y de freno de las fuerzas
productivas junto al apaciguamiento de las luchas populares ascendentes que se venían dando en
todo el mundo desde la segunda posguerra, dando lugar a un momento regresivo y
contrarrevolucionario. Este bloque en el poder, expresado en la alianza militar británica-
estadounidense-israelí, para imponerse debe destruir todo el andamiaje institucional de la
revolución industrial y los Estados-Nación (fundamentalmente en sus funciones sociales) esto es lo
que conocemos como Neoliberalismo y sus programas de ajuste estructural. Uno de los primeros
ensayos de la nueva ofensiva capitalista, fue en la Argentina. Guerra y globalización van a ir de la
mano.

La misma autora lo explica con las siguientes palabras “El capitalismo, en su momento de
hegemonía del capital financiero internacional, se ha convertido en una religión, pero, solo para
iluminados. El fundamentalismo puritano anglo-estadounidense-israelí se ha fusionado y su
concepción religiosa se funda en dicotomías: el bien (Ellos) y el mal (subversivos, terroristas, y
hasta hoy en día “populistas”) que implican una regresión intelectual, moral y científica hacia
etapas superadas por el hombre. Es la pura tecnología-manipulación, se produce un nuevo reparto
del mundo vía una nueva colonización, lo novedoso que viene acompañado por empresas
contratistas para recomponer los daños de la guerra, que luego se pagaran con deuda externa”.

La “Trampa” de Malvinas y el sometimiento al Imperialismo.


En su artículo “La trampa anglo-norteamericana de Malvinas” el profesor Santiago Alonso afirma
que “No se puede comprender la Guerra de Malvinas como un hecho aislado, sino como parte de
la enmarañada situación durante el transcurso de la segunda mitad del Siglo XX, en que la
Argentina fue blanco de una agresión, producto de una estrategia indirecta, alentada y sostenida -
e inadvertida en cuanto a su origen y naturaleza - por parte de los poderes mundiales y los
colaboracionistas internos, con la excusa del enfrentamiento ideológico-económico de la Guerra
Fría: capitalismo versus comunismo u occidente cristiano versus oriente comunista”, Mas adelante
y ya metiéndonos en el caso concreto de Malvinas, expone lo siguiente: “La operación
diplomática-militar de Recuperación de las Malvinas se basaba en los siguientes supuestos
esenciales: 1. Que EE.UU., la “potencia hegemónica de occidente”, intervendría activamente para
lograr una solución pacífica. 2. Que la intervención militar inicial sería seguida por la intervención
de las superpotencias para llevar a las partes a la mesa de negociaciones. 3. El “eje” para que Gran
Bretaña no emprendiera una acción en gran escala para recuperar las Malvinas pasaba por la
decisiva intervención de Estados Unidos, que la Argentina aceptaría gustosamente. Ninguno de
estos supuestos se cumplieron y, por el contrario, como lo explica el Dr. Enrique Díaz Araujo en su
artículo “Malvinas: ayuda memoria”: “no fue la ONU, sino USA quien por sus órganos legislativo y
ejecutivo declaró a la Argentina “país agresor”. El supuesto “mediador”, el Secretario de Estado
Alexander Haig confiesa en sus memorias que la señora Thatcher “podía contar con el apoyo de
los Estados Unidos en un correcto curso de acción … Los Estados Unidos, al participar en el más
alto nivel en la negociación, ayudaron a la Sra. Thatcher a hacer lo que hizo”. El embajador inglés
en USA, Nicholas Henderson, confirma los dichos de Haig, cuya misión consistió nada más que en
ganar tiempo y “en llenar el vacío diplomático entre el envío de la Task Force desde el Reino Unido
hasta que ésta estuvo lista para retomar las islas (…) La metodología de la agresión se implementó
a través de sucesivas confrontaciones dialécticas falsas, explotando y manipulando debilidades y
contradicciones que nos fueron detectadas como sociedad nacional, de ese modo nuestro país se
convirtió durante más de tres décadas en un campo de experimentación social, política, cultural y
económica, cuya finalidad fue y sigue siendo la desintegración social y territorial del Estado
Nacional Argentino, acción que aún hoy continúa”.

Bien, la trampa consistió en que meses antes del conflicto, los EEUU de Reagan habían dado el
visto bueno a los militares argentinos para el desembarco en las islas, la junta militar que ya había
llevado a cabo su plan de exterminio de las fuerzas revolucionarias del país contemplado en la
“Doctrina de Seguridad Nacional” creada por el Pentágono, se creía aliada del imperio yankee
tanto o igual que la misma Gran Bretaña, y esperaba la resolución pacífica del conflicto, la
mediación de EEUU y el reparto entre las tres partes y de esta manera presentar el hecho antes la
sociedad como un triunfo. Esto no fue así y las fuerzas armadas británicas con ayuda
estadounidense desplegaron todo su arsenal bélico y luego de la caída de Puerto Argentino
impusieron sus reglas para el (sub)desarrollo subordinado de la Argentina al Poder financiero,
cultural y militar Anglosajón, hecho este objetivado en los vergonzoso tratados que la
partidocracia de entonces firmó en Londres y Madrid en 1990, que sellaron la paz en condiciones
de sometimiento y en los que se concede a los ingleses facultades de control de los movimientos
de las fuerzas armadas argentina en el Atlántico sur, se otorga privilegios a los capitales británicos
en el país y se resigna la jurisdicción argentina en controversias judiciales entre empresas
británicas y el Estado nacional.

SE PERDIÓ UNA BATALLA, PERO NO LA GUERRA.


La Argentina no es un país de Occidente, es una semi-colonia de Occidente, Occidente significa hoy
en día el “imperialismo anglosajón” con toda su estructura de manipulación financiera y aparatos
de inteligencia (FMI, BM, OMC, OEA, ONU y también la CIA, el M16, y la Mossad). Es obvio que los
militares que llevaron a cabo la acción no entendían esto, o se negaban a entenderlo por su propia
naturaleza reaccionaria y antipopular, que asume la oficialidad bajo la ideología colonial de la
seguridad nacional. Como señalaba Jorge Enea Spilimbergo en “Malvinas y la liberación nacional”,
“Fuerzas Armadas educadas en una concepción política colonial, en una concepción militar
represiva, en una concepción de “seguridad nacional”, en una concepción contraria a la defensa
nacional, educadas en la idea de que no son las Fuerzas Armadas de la nación, del país y del
pueblo argentino, sino que son un eslabón de una causa universal en que Occidente lucha contra
las fuerzas demoníacas (que es el modo de hablar de "ser el eslabón dependiente del imperio"),
naturalmente no podían concebir la operatoria global de esa guerra”. Dicho esto y sabiendo el
contenido de clase, terrorista y entreguista del gobierno militar que llevaba a cabo el intento de
recuperación de las Islas y la estrategia del imperialismo financiero, de reafirmar su dominación
(neo)colonial sobre los países dependientes, hay que decir dos cosas.

Primero, la reivindicación sobre la soberanía argentina en las islas es un propósito inexcusable y


es demostrativo de la vigencia del colonialismo imperial en nuestro territorio, el desembarco en
Malvinas fue una gesta que en su repercusión y en su rápido avance de una conciencia nacional y
antiimperialista en la población, tomó por sorpresa a la misma cúpula militar que la llevaba a cabo,
hay innumerables relatos de los propios actores que demuestran esto. La derrota fue política por
sobre todas las cosas, la guerra jamás finalizó, solo se perdió una batalla y eso lo sabe bien el
ocupante que nunca dejó de militarizar la zona en una actitud humillante hacia el pueblo
argentino, digo derrota política porque jamás se llevó a cabo una verdadera política
antiimperialista que contemplara todos los frentes de batalla, el militar, político, económico,
diplomático y cultural. Todo lo contrario a los que hizo Gran Bretaña, que no solo envió lo mejor
en armamento que tenía más la ayuda fundamental de EEUU, cuestión esta que no definía nada,
los mismos testimonios de los soldados ingleses afirman que estuvieron muy cerca de perder la
guerra, y que el valor de los soldados argentinos había sido pocas veces visto, deberíamos haber
tomado el ejemplo de los pueblos argelinos y vietnamitas que lucharon años contra el
Imperialismo y finalmente, lo derrotaron, pero como decía anteriormente el enemigo no se quedo
solo con eso e impulsó una guerra ideológica y cultural con los fines de destruir la memoria
histórica colectiva y dar paso a lo que se denominó la “desmalvinización”, tarea compartida por
toda la clase política local y los medios de comunicación al servicio del ocupante. Gustavo
Cangiano en su artículo “Tres décadas de desmalvinizacion...“expone a esta política de
desmoralización de la siguiente manera: “La recuperación de Malvinas fue presentada como una
decisión irracional (...) De acuerdo con el nuevo discurso constituía un verdadero despropósito
enfrentar militarmente a una potencia de primer orden. Los soldados argentinos perdieron su
condición de combatientes de una causa nacional y fueron presentados como “los chicos de la
guerra” (…) Fue bajo esta influencia que se aseguró la continuidad de las transformaciones de
fondo iniciadas por el programa de Martinez de Hoz en 1976, y que han perdurado hasta el
presente”

En segundo lugar y a modo de conclusión, podemos decir que la concatenación de distintos


hechos (24 de Marzo de 1976 – 14 de Junio de 1982 - Febrero y Junio de 1990 fechas de los
Tratados de Madrid y Londres) nos muestran la manera en la que se llevó a cabo el proceso
contrarrevolucionario que no solo afectó al país sino a toda la región, contrarrevolución que no
solo buscaba destruir al movimiento obrero y su lucha sino algo más profundo, y es que la
estrategia de la globalización financiera radica en separar totalmente la economía de la sociedad
(hiperinflaciones de 1987/89), reducir y difamar al Estado para cambiar su naturaleza (Reforma del
Estado menemista y Constitución de 1994) Reducir el papel de negociación de los Sindicatos
(Flexibilización laboral) y destruir el tejido industrial y social de los países sometidos
(Privatizaciones), estrategia que en Argentina se cumplió al pie de la letra llevándonos al estallido
social y político de 2001. Argentina hasta 1975 tenía una economía de Pleno empleo con alto
grados de sindicalización, altos niveles de utilización de la capacidad instalada, una infraestructura
energética, de industrias básicas y de producción para la defensa, que competía con países
altamente desarrollados mas una red de universidades públicas de los cuales sus egresados iban
directamente a emplearse en la industria nacional, la cual contaba con una mano de obra
altamente calificada, todo esto comienza a destruirse en 1976 siendo la “trampa de Malvinas”
parte de este entramado, y los tratados de Madrid y Londres su correlato necesario para dejar al
país totalmente desindustrializado, con un 40% de desempleo en 2001 y con una economía
totalmente subordinada al capital financiero internacional, de esto es responsable no solo el
imperialismo sino también la Gran Burguesía local que también se benefició con este programa.

Por último solo queda decir que si queremos cumplir el sueño de una Argentina con soberanía
política, independencia económica y justicia social, profundizando las banderas de aquel 17 de
octubre de 1945, debemos entre otras cosas, desmitificar el relato desmalvinizador , construir una
verdadera alternativa antiimperialista y honrar y recuperar con orgullo la identidad de nuestros
héroes de Malvinas. Esto servirá como punto de partida para la conformación de una conciencia
nacional que rompa con la dominación imperialista y la de sus cipayos locales.

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