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La Lectio de Jesus El Testimonio de San
La Lectio de Jesus El Testimonio de San
escuchan la palabra”
editores
Madrid 2012
contenido
PRESENTACIÓN ...................................................................................................13
1 . Introdu cción
mina nuestra vida como sucedió con Jesús. Nos basaremos para ello
largo de su vida2.
El texto de Lucas afirma que el Espíritu del Señor (está) sobre Je-
sús (Lc 4,18)3. La frase original griega, πνεῦμα κυρίου ἐπ’ ἐμέ, es una
.
A
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tentado. Al final de dicha tentación, Lucas presenta a Jesús volviendo
del desierto a Galilea “por la fuerza del Espíritu” (Lc 4,14). El Espíritu
D E
Santo, desde la recepción del bautismo, está sobre Jesús y en todo mo-
”
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mento orienta y dirige a Jesús, que vive bajo su acción poderosa. Pero
este Espíritu no sólo dirige a Jesús5, sino que también le permite conocer
“
la voluntad del Padre. Así, en otro texto donde aparece el Espíritu Santo
L A
en relación con Jesús, éste “lleno de gozo en el Espíritu Santo dice:
«Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado
estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a ingenuos. Sí,
Padre, pues tal ha sido tu beneplácito»” (Lc 10,21)6.
Además, esta relación entre Jesús y el Espíritu es una relación
personal en la obra lucana. Cuando el AT habla del Espíritu, normal-
mente es un modo de expresar la presencia dinámica de Dios en el
mundo creado o en su pueblo elegido: un aliento o viento huracanado
que muestra la actividad de la presencia divina (Gn 1,2; Sal 139,7); una
actividad divina normalmente descrita como impersonal. Lucas, sin em-
bargo, personifica el Espíritu7. Aparte de su comprensión del Espíritu
5 Llama la atención que aunque los milagros son importantes para Lucas, nunca son
atribuidos al Espíritu Santo (E. SCHWEIZER, “πνεῦμα, πνευματικός”, en: ThDNT VI,
407). Parece que el Espíritu insinúa a Jesús qué decisiones tomar, dónde ir, y cómo
discernir la voluntad del Padre.
6 La ausencia del Espíritu Santo en la pasión, muerte y resurrección de Jesús puede de-
berse a que Lucas, en esta parte de su composición, depende más de sus fuentes, el
evangelio de Marcos y la hipotética fuente Q. Sin embargo, en otras partes como los
primeros capítulos de su evangelio y el libro de los Hechos, Lucas, aunque probable-
mente utilizara algunas fuentes menores para su composición, se vio más libre para
introducir la actividad del Espíritu con más frecuencia en estas partes de su
macro-composición.
7 F. F. BRUCE, “The Holy Spirit in the Acts of the Apostles”: Int 27 (1973) 173, ha mos-
trado que esta característica de los escritos lucanos no sólo los distingue del AT, sino
también de la literatura de Qumrán, en la que el Espíritu Santo no tenía característi-
cas personales.
56 como la presencia dinámica de Dios en medio de su pueblo o en el
mundo creado8, Lucas concibe una personificación del πνεῦμα9. En la
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obra lucana, por ejemplo, se habla del Espíritu como sujeto de ciertas
acciones que implican una persona: el Espíritu activamente se revela a
Simeón (Lc 2,26: χρηματίζω), habla a Felipe, Pedro y Ágabo (Hch 8,29;
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10,19; 11,12; 21,11: λέγω), predice a los primeros cristianos (Hch 1,16:
προλέγω), habla a través de Isaías (Hch 28,25: λαλέω), da testimonio de
Pablo (Hch 20,23: διαμαρτύρέω), enseña a los seguidores de Jesús
.
A
(Lc 12,12; Hch 2,4b: διδάσκω), guía a Jesús (Lc 4,1: ἄγω), arrebata a
Felipe (Hch 8,39: ἀρπάζω), envía a Pablo y Bernabé (Hch 13,4: έκπέμπω),
instituye presbíteros (Hch 20,28: τίθημι), incluso impide actuar a Pablo
y Silas (Hch 16,6: κωλύω)10.
Esta relación personal entre Jesús y el Espíritu Santo, que ilumina
el pensar, hablar y actuar de Jesús, es la clave fundamental para entender
la “lectio” de Jesús y cómo el Espíritu Santo estaba sobre Jesús.
8 Esta concepción no personal del Espíritu incluiría expresiones como “lleno del Espíri-
tu”, o el Espíritu “viniendo sobre”, o “descendiendo”, o “siendo derramado”, o “re-
cibiendo el Espíritu”, donde πνεῦμα es entendido simbólicamente en su sentido eti-
mológico de “aliento, viento”.
9 Lucas utiliza πνεῦμα 36 veces en su evangelio y 70 veces en Hechos. Estas recurren-
cias constituyen el 28% de las veces que aparece esa palabra en todo el NT (R. MOR-
GENTHALER, Statistik des neutestamentlichen Wortschatzes [Zürich 1958] 133). Sobre
el papel del Espíritu a lo largo de Lc-Hch, véase J. A. FITZMYER, “The Role of the Spirit
in Luke-Acts”, en: J. VERHEYDEN (ed.), The Unity of Luke-Acts (BEThL 142; Leuven
1999) 165-183.
10 Además, Lucas hace del Espíritu el objeto de distintos verbos que también implican
cierta personificación: mentir al Espíritu (Hch 5,3: ψεύδομαι), tentar al Espíritu
(Hch 5,9: πειράζω), resistir al Espíritu (Hch 7,51: ἀντιπίπτω), o blasfemar contra el
Espíritu (Lc 12,10: βλασφημέω). En el ejemplo de Hch 5,3, el Espíritu no sólo es per-
sonificado, sino que es puesto al mismo nivel de Dios, porque, una vez que se ha afir-
mado que Ananías y Safira han mentido al Espíritu Santo (Hch 5,3), se afirma que no
han mentido “a hombres sino a Dios” (Hch 5,4).
2. E l te xto : Lc 4,1 6-30 57
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Jesús hace de un texto de la Escritura y la interpretación que él mismo
D E
realiza de ella11.
”
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a. “E ntró, s egú n su costumbre, en l a s i nagoga”
“
L A
El pasaje comienza afirmando que Jesús tenía por costumbre
entrar en la sinagoga el día de sábado (Lc 4,16). Como el culto sinagogal
estaba centrado en la lectura de la Escritura, podemos inferir que Jesús
tenía por costumbre leer la Escritura e hizo de la Palabra del Señor su
gozo, su meditación día y noche y su alimento. “Al participar en las ce-
lebraciones de la sinagoga”, afirma Juan Pablo II, “donde se leían y co-
mentaban los textos del Antiguo Testamento, Jesús aprendía a conocer
esos textos, con los que alimentaba su espíritu y su corazón, utilizándolos
después en la oración e inspirando en ellos su comportamiento”12.
De hecho, “cuando [Jesús] comenzó a predicar y enseñar, recurrió
abundantemente al tesoro de las Escrituras, enriqueciéndolo con nuevas
inspiraciones e iniciativas inesperadas”13. Es decir, Jesús recurre con
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los labios del siervo de Yhwh un mensaje de gracia. Mediante un lla-
D E
mativo asíndeton se afirman distintas características del siervo de Yhwh,
”
que en el contexto de nuestra perícopa se identifica con Jesús.
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En primer lugar, se afirma que el Espíritu del Señor ha ungido
“
(ἔχρισέν) a Jesús, por lo que Jesús se descubre a sí mismo como el
L A
Cristo (Χριστός), el Ungido, el Mesías16. El Cristo fue ungido Mesías
con el Espíritu, como los profetas y sacerdotes eran ungidos con aceite17.
En segundo lugar, aparecen una serie de infinitivos en paralelo
que muestran la finalidad de dicha unción: “Para anunciar a los pobres
la Buena Nueva, para proclamar la liberación a los cautivos, para anun-
ciar la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos, para pro-
clamar un año de gracia del Señor”.
15 No es una cita directa de Is 61,1-2 porque se ha cambiado una línea: “para poner en
libertad a los oprimidos” (Is 58,6) está en lugar de “para sanar a los de corazón que-
brantado” (Is 61,1). Este salto puede provenir del evangelista, que probablemente
cita de memoria o de su fuente particular.
16 El único del que se dice en Lucas-Hechos que es “ungido por el Espíritu” es Jesús.
Aparte de esta recurrencia, Hch 10,38 afirma que “Dios ungió a Jesús de Nazaret con
el Espíritu Santo y con poder” y en Hch 4,27 se habla de Jesús como “tu santo Siervo,
a quien has ungido”. Sobre la unción de Jesús por el Espíritu Santo, véase W. RUSSELL,
“The Anointing of the Holy Spirit in Luke-Acts”: TJ 7 (1986) 47-63.
17 La relación entre el Espíritu Santo y el Mesías ha sido estudiada por R. FABRIS, “Lo Spi-
rito Santo sul Messia (Lc 3,21-22; 4,1.14.16-20)”: PSV 4 (1981) 99-113.
18 Algo similar encontramos en otros pasajes de la obra lucana, como Hch 13,15.
60 mente en este momento la narración se para; el tiempo parece dete-
nerse. Todos contemplan a Jesús. El ἤρξατο (“comenzó”) con el que
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19 Acerca del cumplimiento de la cita de Isaías en Jesús ese día preciso, puede verse W.
J. HOUSTON, “«Today, in Your Very Hearing». Some Comments on the Christological
Use of the Old Testament”, en: L. D. HURST – N. T. WRIGHT (eds.), The Glory of Christ in
the New Testament. Studies in Christology. Memorial G. B. Caird (Oxford 1987) 37-47.
20 Más adelante Jesús explica a los discípulos de Emaús todo lo que había sobre él en
las Escrituras (Lc 24,27). Además, al final del evangelio vuelve a afirmar que era ne-
cesario que se cumpliera todo lo que las Escrituras decían sobre él (Lc 24,44).
21 De todas las recurrencias de verbos relacionados con la “salvación” a lo largo de la
obra lucana, sólo dos veces el verbo se expresa en tiempo futuro lejano en el que se
realizará la salvación (Lc 9,24; Hch 2,21). El resto de recurrencias están en tiempo ao-
risto (expresando una salvación ya realizada, 22 veces: Lc 6,9; 7,3; 8,12.36; 9,24;
18,26; 19,10; 23,35; 23,37; 23,39; Hch 2,40; 4,12; 14,9; 15,1; 15,11; 16,30; 23,24;
27,31.43.44; 28,1.4), en tiempo perfecto (expresando una salvación ya realizada
cuyas consecuencias duran hasta el momento presente, 5 veces: Lc 7,50; 8,48;
17,19; 18,42; Hch 4,9), en tiempo presente (3 veces: Lc 13,23; Hch 2,47; 27,20), y
en tiempo futuro (expresando un futuro próximo que va a suceder inmediatamente,
3 veces: Lc 8,50; Hch 11,14; 16,31). El uso más frecuente de Lucas del lenguaje re-
ferente a la “salvación” designa una realidad presente.
El adverbio σήμερον es uno de los favoritos de Lucas, apareciendo en 61
momentos claves de la macro-narración. De modo especial, cuatro
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veces este adverbio expresa el valor presente de la salvación en ese día
preciso22. Los cuatros pasajes son propios de Lucas, no se encuentran
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en los otros evangelios sinópticos, proviniendo probablemente de su
”
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fuente particular23. Inmediatamente después del nacimiento de Jesús,
el ángel dice a los pastores: “Hoy os ha nacido un salvador” (Lc 2,11).
“
En segundo lugar, en la perícopa que estamos estudiando, Jesús co-
L A
mienza su ministerio público diciendo: “Hoy se ha cumplido este pasaje
de la Escritura” (Lc 4,21)24. En tercer lugar, de modo aún más llamativo,
en la historia de Zaqueo en Jericó, la última parada de Jesús antes de
su pasión y muerte en Jerusalén, Jesús interrumpe su viaje para decir a
Zaqueo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa” (Lc 19,10). Y en
cuarto lugar, en la crucifixión de Jesús, cuando el ladrón arrepentido
pide a Jesús que se acuerde de él al llegar a su reino, Jesús le responde:
“Hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23,43)25.
22 Mientras que Mateo y Marcos utilizan el adverbio temporal σήμερον poco y con un
simple significado temporal (Mt, 8 veces; Mc 1 vez), Lucas lo utiliza con más frecuen-
cia y añade a ese significado temporal uno teológico para subrayar la salvación pre-
sente (Lc, 12 veces; Hch, 9 veces). J. NOLLAND, Luke 18:35-24:53 (WBC 35C; Dallas,
TX 1993) 1153, dice: “En cada «hoy» en el que Jesús se encuentra con alguien du-
rante su ministerio, el encuentro trae la salvación”.
23 Otro texto que subraya este σήμερον es Lc 5,26, que pertenece a la triple tradición
(Mt 9,1-8; Mc 2,1-12; y Lc 5,17-26), pero sólo Lucas termina el pasaje afirmando:
“Hoy hemos visto cosas increíbles”. Estas cosas increíbles se refieren a la salvación
ofrecida al paralítico mediante el perdón de sus pecados y su curación.
24 En este texto, σήμερον se relaciona con la “salvación”, aunque ninguno de los tér-
minos específicos relativos a la salvación aparecen. Sin embargo, las expresiones
“buena nueva”, “liberación”, “vista”, “libertad”, y “año de gracia” son distintas
imágenes para expresar la salvación (Lc 4,18-19).
25 En esta frase tampoco aparece ninguno de los términos relacionados con la salva-
ción. Sin embargo, el sustantivo “paraíso” habla de esa salvación. Además, la peti-
ción del ladrón no arrepentido, “¡sálvate a ti y a nosotros!” (Lc 23:39) muestra la pe-
tición a Jesús de su salvación a lo largo de toda la perícopa. Acerca del contenido de
estos versículos en relación con el lenguaje de salvación, se puede ver G. A. RUIZ FREI-
62 e. E l u ni v ersali smo de su mi si ón
rentes grupos de gente, los afligidos, los cautivos, los ciegos, los opri-
midos y los pobres. Estos distintos grupos de personas anticipan que la
.
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f. El rechazo de su mi si ón
D E
”
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En este primer episodio de la vida pública, Jesús experimenta, por
primera vez, aceptación y rechazo28. En primer lugar, se afirma la acepta-
“
ción mayoritaria de la sinagoga: “en la sinagoga todos los ojos estaban
L A
fijos en él (…) y todos estaban admirados de las palabras llenas de gracia
que salían de su boca” (Lc 4,20-22). Sin embargo, después de que Jesús
utilice los ejemplos de Elías y Eliseo (Lc 4,25-27), encuentra el rechazo:
“Se llenaron de ira y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad y le
llevaron a una altura escarpada del monte para despeñarle” (Lc 4,28-29)29.
La asamblea reacciona a las palabras de Jesús, que aluden a su futura ac-
27 C. A. EVANS, “Luke’s Use of the Elijah/Elisha Narratives and the Ethic of Election”: JBL
106 (1987) 75-83, ha tratado brillantemente la relación entre la elección universal y
las figuras de Elías y Eliseo. Ya en 1973, S. G. Wilson demostró la posición mayoritaria
en la exégesis moderna, en la que se interpreta las referencias a Elías y Eliseo en
Lc 4,25-27 como una alusión a la misión gentil (S. G. WILSON, The Gentiles and the
Gentile Mission in Luke-Acts [SNTSMS 23; Cambridge, MA 1973] 40-41). Esta opi-
nión ha sido seguida por muchos estudiosos como J. DUPONT, “La conclusion des
Actes et son rapport à l’ensemble de l’ouvrage de Luc”, en: J. KREMER (ed.), Les Actes
des Apôtres. Traditions, rédaction, théologie (BEThL 48; Gembloux – Leuven 1979)
400; J. A. FITZMYER, The Gospel According to Luke I-IX. Introduction, Translation, and
Notes I (AB 28; Garden City, NY 1981) 189-190; C. K. BARRETT, “Luke/Acts”, en:
D. A. CARSON – H. G. M. WILLIAMSON (eds.), It is Written: Scripture Citing Scripture.
FS B. Lindars (Cambridge 1988) 236.
28 Sobre la unidad interna de la perícopa, puesta en entredicho por las distintas reaccio-
nes de aceptación y rechazo del auditorio, véase G. MUHLACK, Die Parallelen von
Lukas-Evangelium und Apostelgeschichte (ThW 8; Bern – Frankfurt 1979) 117-125,
especialmente 123, donde realiza un resumen acerca de esta cuestión; véase tam-
bién R. TANNEHILL, “The Mission of Jesus According to Luke 4:16-30”, en: R. TANNEHILL
(ed.), The Shape of Luke’s Story. Essays on Luke-Acts (Eugene, OR 2005) 3-30, que
justifica la unidad de la perícopa.
29 Al proclamar el año de gracia del Señor, Jesús encuentra una aprobación mayoritaria
de la multitud; pero cuando Jesús especifica que dicha gracia se realizará también
64 tividad entre los paganos y comparan a los oyentes con los que persi-
guieron a los profetas desde antiguo (Lc 4,24). La reacción llega a su
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fuera de Israel, Jesús recibe el enfado y el rechazo de los oyentes. Lucas sugiere que
el rechazo en Israel estará relacionado con la concesión de dones a los gentiles.
30 Otra posible razón del rechazo que sufre Jesús es que quien se presenta como pro-
feta debe acreditarse con signos y milagros, como afirma Dt 13,2-3. Jesús no se acre-
dita así porque no hace ningún milagro en Nazaret. Por esto los nazarenos se creen
obligados a condenarlo y a lapidarlo como a blasfemo. El castigo por blasfemia se ini-
ciaba de esta manera: el culpable era empujado por la espalda desde una altura por
el primer testigo.
31 JUAN PABLO II, Discurso (11 de abril de 1997), § 3
32 La trama de un pasaje particular puede ser de “revelación” o de “resolución”. La
trama de revelación presenta a un personaje e introduce sus principales característi-
cas mejor que la trama de resolución. La trama de revelación no pone el acento en el
orden del hacer, como la trama de resolución, sino en el orden del conocer. La trama
de revelación culmina en un mayor conocimiento. Para estos tipos de trama sigo la
terminología propuesta por J. L. SKA, “Our Fathers Have Told Us”. Introduction to the
Analysis of Hebrew Narratives (SubBi 13; Roma 2000) 18; y D. MARGUERAT – Y. BOUR-
QUIN, Pour lire les récits bibliques. Initiation à l’analyse narrative (Paris – Genève –
Montréal 1998) 72.
Jesús, intervención con la que sigue revelándose a sí mismo, ahora por 65
medio de los ejemplos de los profetas Elías y Eliseo. El uso de esta
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fuerte tipología del AT por medio de una cita directa (Lc 4,18-19) y una
clara alusión a Elías y Eliseo (Lc 4,25-27), para revelar diferentes matices
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de la identidad de Jesús, es indicativo de una trama de revelación. Ade-
”
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más, esta revelación de Jesús se transforma en su propia encomienda.
La cita de Is 61,1-2 se convierte en la descripción de la misión de Jesús:
“
él ha sido ungido para anunciar a los pobres la buena nueva, para pro-
L A
clamar la liberación a los cautivos, para dar la libertad a los oprimidos y
para proclamar un año de gracia del Señor (Lc 4,18-19).
Con las distintas citas del AT Jesús revela la propia comprensión
de su misterio. La identidad humana de Jesús se descubre y define a
partir de la Escritura; Juan Pablo II la llamaba utilidad ad intra33. Pero se
da también otra utilidad, que podemos llamar ad extra, puesto que la
conciencia de la propia identidad determina la naturaleza de las rela-
ciones con las demás personas. Es decir, Jesús descubrió su propia na-
turaleza y la naturaleza de las relaciones con los demás, su misión uni-
versal y su misión rechazada, mediante la oración con los textos de la
Sagrada Escritura.
a. L a ci ta de I saí a s
35 F. NEIRYNCK, “The Argument from Order and St. Luke’s Transpositions”: EThL 49
(1973) 784-815, defiende este valor programático y sugiere que la vida, muerte y re-
surrección de Jesús, tomadas como una totalidad, son significativamente interpreta-
das por esta escena en Nazaret.
36 Además, otros textos del NT muestran también que Jesús vivió cumpliendo todo lo
que había descubierto en las Escrituras. Por ejemplo, san Pablo afirma que Cristo
“murió por nuestros pecados, según las Escrituras […] y resucitó, […] según las Es-
crituras” (1 Co 15,3-4). Y el mismo Jesús, a punto de morir clavado en la cruz afirma:
“Todo está cumplido” (Jn 19,30). Se trata de una expresión que, si bien directamente
no hace referencia a las Escrituras, indirectamente muestra que Jesús al final de su
vida podía afirmar que había cumplido todo lo que había encontrado en las Escrituras
de sí mismo, incluso el sufrimiento de su sed, que, según el cuarto evangelista, ma-
nifestó “para que se cumpliera la Escritura” (Jn 19,28).
37 Según TANNEHILL, “The Mission of Jesus”, 28-30, la cita de Isaías se realiza en momen-
tos claves de la narración lucana.
bertad a los oprimidos y anuncia a los pobres la Buena Nueva38. Una 67
prueba del cumplimiento de la cita de Is 61,1-2 en la vida de Jesús, es
J E S Ú S
la conocida embajada del Bautista, que envía a sus discípulos a preguntar
a Jesús si es él el que había de venir o deben esperar a otro (Lc 7,21).
D E
Jesús les responde: “Contad a Juan lo que habéis visto y oído: los
”
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ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos
oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva”
“
(Lc 7,22)39. Aparte del vocabulario común entre Lc 4,18-19 y Lc 7,22,
L A
llama la atención que ambos se presentan con una clara disposición
asindética que relaciona aún más ambos textos.
El año de gracia, con el que termina la lectura de la Escritura en la
sinagoga de Nazaret, parece resumir todo el ministerio público de Jesús. El
año de gracia no tiene por qué ser comprendido como un año cronológico40,
38 Sobre el anuncio de Jesús a los pobres, véase J. DUPONT, “Jésus annonce la bonne
nouvelle aux pauvres”, en: J. DUPONT (ed.), Études sur les évangiles synoptiques
(BEThL 70; Leuven 1985) 23-85; y C. MARTINI, “Evangelizare pauperibus”: RassTeol 17
(1976) 537-542.
39 La teología de la liberación ha empleado la perícopa de Lc 4,16-30 y especialmente las
palabras proféticas de Jesús sobre la Buena Nueva anunciada a los pobres y su procla-
mación de la liberación a los cautivos y oprimidos (M. ABRAHAM, “Good News to the
Poor in Luke’s Gospel”: BiBh 14 [1988] 65-77, especialmente 70-73). Sin embargo,
Lc 7,22-23 da la clave de cómo se debe entender ese anuncio a los pobres a lo largo
de la obra lucana. De hecho, en Lc 7,23 Jesús afirma que “se anuncia a los pobres la
Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!” ¿Acaso hay escándalo
porque a los pobres se les anuncie la Buena Nueva? El escándalo se produjo cuando
la Buena Nueva, especialmente el perdón de los pecados, era anunciada a los pecado-
res (Lc 15,1-2), cuando Jesús comió con ellos. De hecho, cuando Jesús se hospeda en
Jericó en casa del publicano Zaqueo, algunos murmuran porque ha entrado en casa
de un pecador (Lc 19,7). Zaqueo, por tanto, es un “pobre” que recibe una Buena
Nueva y esta acción de Jesús resulta altamente escandalosa provocando murmuracio-
nes. Es decir, el escándalo se relaciona con el perdón a los pecadores-pobres, que de
este modo reciben el evangelio de la salvación. La expresión “anunciar a los pobres la
Buena Nueva” no se refiere exclusivamente a los pobres materiales.
40 Contra las interpretaciones de Orígenes, Clemente, y los Valentinianos, que vieron en
Lc 4,19 una indicación literal de la duración de un año del ministerio público de
Jesús.
68 sino como la presencia del Cristo, el Mesías, que abre los tiempos me-
siánicos del cumplimiento41.
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b. El u ni v ers alismo de su mi si ón
G A R C Í A
41 Esta interpretación mesiánica del año de gracia del Señor se encuentra en R. TANNE-
HILL, The Narrative Unity of Luke-Acts I (Philadelphia, PA 1986) 68; J. L. NOLLAND,
“Words of Grace (Luke 4,22)”: Bib 65 (1984) 44-60. Además, como muy bien ha
probado B. J. KOET, “«Today this Scripture Has Been Fulfilled in Your Ears». Jesus’ Ex-
planation of Scripture in Luke 4,16-30”, en: B. J. KOET (ed.), Five Studies on Interpre-
tation of Scripture in Luke-Acts (Leuven 1989) 24-55, este año de gracia mesiánico
ha sido claramente universalizado.
42 Otro pasaje similar es la curación de un leproso samaritano en Lc 17,11-19.
43 Encontramos una estructura quíastica entre las referencias de Jesús a la Escritura y la
realización de las mismas en la vida de Jesús: A, el hijo de la viuda de Sión
(Lc 4,25-26); B, Naamán, siervo del rey de Aram (Lc 4,27); B’, siervo de un oficial ex-
tranjero (Lc 7,1-10); y A’, hijo de la viuda de Naín (Lc 7,11-17).
Jonás en el que los no judíos, ninivitas, son descritos como más recep- 69
tivos de Jesús que los propios judíos (Lc 11,29-32).
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c. El rechazo de s u mis i ón
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”
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El intento de despeñar a Jesús al final de su predicación en la si-
nagoga de Nazaret ha llamado la atención a los estudiosos. El auditorio
“
de aquella sinagoga, después de la primera reacción de admiración
L A
hacia Jesús, cambia repentinamente de actitud, se llena de ira y levan-
tándose le arroja fuera de la ciudad a una altura escarpada del monte
sobre el cual estaba edificada la ciudad para despeñarle (Lc 4,28-29).
En este intento de matarlo se da un anticipo de la pasión de Je-
sús . Fitzmyer dice: “Esta historia de rechazo simboliza la oposición
44
44 ¿Por tan poco intentan matarle? Lc 4,29 describe una situación geográfica que no
corresponde con el Nazaret real. Quizás, Lucas trata de unir Nazaret con Jerusalén, el
primero y el último intento de matar a Jesús: ambas narraciones suceden fuera de la
ciudad y en un monte (4,29; 23,26.33).
45 FITZMYER, The Gospel According to Luke I-IX. Introduction, Translation, and Notes (AB
28; Garden City, NY 1981) 529.
46 Por ejemplo, la frase “le arrojaron (ἐκβάλλω) fuera de la ciudad” (Lc 4,29) anuncia si-
tuaciones posteriores. Anticipando su propia muerte, Jesús habla del trato que los vi-
ñadores dan al hijo del viñador, que “lo arrojaron (ἐκβάλλω) fuera de la viña y lo ma-
taron” (Lc 20,15). La información acerca de la muerte de Esteban es similar: “Lo
arrojaron (ἐκβάλλω) fuera de la ciudad y lo mataron” (Hch 7,58). Pablo y Bernabé
son arrojados (ἐκβάλλω) fuera del territorio de Pisidia (Hch 13,50). Finalmente, Pablo
es arrojado fuera de la ciudad de Listra y apedreado (Hch 14,19).
70 en tres áreas geográficas distintas: Nazaret, que comienza el ministerio
de Jesús en Galilea (4,14–9,50); Samaria, donde inicia el viaje a Jerusalén
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reconocemos la llamada de Dios a descubrir nuestra identidad en las
Escrituras, que nos hablan de Cristo. Además, al descubrir nuestra
D E
propia identidad, vislumbramos nuestra realización y, por tanto, la
”
L E C T I O
plena felicidad.
En tercer lugar, nuestra lectio debe estar iluminada por la Palabra
“
y, como aquellos en la sinagoga de Nazaret, centrada en Cristo. Los
L A
testigos presenciales en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. El que se
acerca a las Escrituras exento de prejuicios y ansiando la salvación tam-
bién experimenta la salvación y permanece con los ojos fijos en él, ad-
mirado de las palabras llenas de gracia que salen de la boca de aquel
que cumple las Escrituras. Conviene notar que el tiempo verbal, el im-
perfecto, “estaban todos los ojos fijos en él […] todos daban testimonio
y estaban admirados de sus palabras llenas de gracia”, marca la conti-
nuidad de la acción. Es decir, es necesario poner los ojos en el Señor
durante un tiempo, durante una continuidad (Lc 4,20). Entonces,
cuando el hombre pone los ojos en el Señor, Jesús comienza a hablar
(Lc 4,21). Y la palabra que el Señor dirige a aquel que pone sus ojos en
él siempre es una palabra de gracia47. Esta gracia operante por su
Palabra provoca en quien la acoge el testimonio auténtico, la acción de
gracias y la alabanza (Lc 4,22).
Y en cuarto y último lugar, nuestra lectio también debe comenzar
por la invocación del Espíritu para que esté totalmente guiada por
éste48, que no es otro que el Espíritu de Jesús. De hecho, Hch 16,7
como dice san Lucas: “Dios resucitó a Jesús […], así pues exaltado por
la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y lo
ha derramado” (Hch 2,33)49. Del mismo modo que el Espíritu guió a
G A R C Í A
los que se lo pidan!” (Lc 11,13). Se trata de una versión distinta de Mt 7,11, donde
al final del mismo repite las cosas buenas, ἀγαθά, en vez de πνεῦμα ἅγιον. El con-
texto inmediatamente anterior donde se hace referencia a las cosas buenas, ἀγαθά,
hace pensar que Lucas ha entendido el Espíritu Santo como “esas cosas buenas” que
el Padre del cielo da a los que se las piden. Si nosotros pedimos el don del Espíritu
Santo, el Padre nos lo dará.
49 Este versículo ha sido llamado por O. MAINVILLE, L’esprit dans l’oeuvre de Luc (HP 45;
Québec 1991) 15, “la clave de interpretación de la pneumatología lucana”. Véase
también P. BUIS, “Joël annonce l’effusion de l’Esprit”: Spiritus 2 (1961) 145-152.
50 En la narración de Hechos el Resucitado “da instrucciones por medio del Espíritu
Santo” (Hch 1,2) y el versículo programático de los Hechos, que según muchos estu-
diosos delinea al comienzo toda la narración, habla de la fuerza que los discípulos re-
cibirán cuando el Espíritu Santo venga sobre ellos y de este modo sean sus testigos
(Hch 1,8). Además, Hechos 2 muestra que los primeros cristianos “fueron llenos del
Espíritu Santo” y así pudieron hablar y enfrentarse a los judíos. Pablo y Bernabé ac-
túan desplazándose de un lado a otro “enviados por el Espíritu Santo” (Hch 13,4) y
hablan “llenos del Espíritu Santo” (Hch 13,9). Es más, todas las decisiones, especial-
mente las importantes como el concilio de Jerusalén, son tomadas “con el Espíritu
Santo” (Hch 15,28). Finalmente, Pablo, cuando aún no está atado a ninguna cadena,
llega a afirmar: “Ahora yo, encadenado en el Espíritu” (Hch 20,22); es decir, Pablo se
considera prisionero del Espíritu Santo porque hace, dice y toma las decisiones en
función de las insinuaciones del Espíritu. Es decir, la autoridad del Espíritu ayuda al
discípulo a actuar, a hablar y a tomar sus decisiones. El Espíritu ayuda al cristiano que
se deja guiar por él.
en nosotros lo mismo que hizo en Jesús. A semejanza de lo que hizo 73
con Cristo, El Espíritu de Jesús realiza en cada cristiano, que se alimenta
J E S Ú S
de las Escrituras, el designio de salvación que guardan en su interior
para cada uno de nosotros.
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