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Arq - Simbolica Iwaniszewski
Arq - Simbolica Iwaniszewski
Introducción
La idea del sistema cultural como la organización de las prácticas sociales
en los tiempos-espacios particulares (véase Cruces Villalobos [1997])
establece como viable el proyecto del estudio sistemático de los sistemas
simbólicos en las sociedades pretéritas. La investigación convierte la
práctica social en el principal objeto del análisis y acepta que sus repre-
sentaciones se manifiestan en las diversas formas del registro arqueológico.
También recalca la importancia del contexto espacio-temporal para la
ejecución de dicha práctica.
Antes que nada es necesario identificar y definir el campo analítico
de la arqueología simbólica. Aquí propongo que la arqueología simbólica
tiene el propósito de estudiar los mecanismos que cada grupo humano
establece para que sus miembros asignen los significados a los objetos,
medios, estructuras, acciones y conceptos con el fin de producir, repro-
ducir o transformar una relación significativa. Ya que la constitución de
la sociedad descansa en los procesos simbólicos de diferentes tipos, su
construcción implica la creación de los mecanismos mediante los cuales
los miembros de la sociedad pueden identificar los contextos adecuados
para poder crear una relación o interacción. Todos aquellos objetos, accio-
nes y conceptos que tienen la capacidad de unir, expresar y representar
los valores que los grupos humanos les confieren, con frecuencia llegan
a convertirse en hechos simbólicos. Debido a su capacidad de significar
y simbolizar funcionan como marcadores sociales que orientan a los
individuos a actuar y al mismo momento transmiten las ideas acerca
de la cosmovisión y la vida social. Sus significados se manifiestan en
los contextos específicos en donde son percibidos y evaluados por los
individuos desde su perspectiva de la experiencia social. Tanto los indi-
viduos como los grupos sociales enteros participan en el procesamiento
202 Antropología y simbolismo
La homología estructural
entre la práctica y el campo social
La arqueología simbólica debe privilegiar el concepto de la práctica y
abandonar la idea de la conducta o del comportamiento humano. La
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práctica se refiere a las acciones ejecutadas por los agentes quienes obser-
van y negocian sus percepciones de sí mismos en relación a los demás
en el proceso de la adaptación a la situación o al evento concreto. Los
agentes, sus roles, sus prácticas y los contextos de la acción adquieren un
significado cuando son percibidos, conceptualizados y clasificados. Debo
enfatizar el hecho que aquí no sólo se trata de definir los objetos, proce-
sos, eventos, sino también de establecer las relaciones entre ellos. El
significado de las cosas aisladas es nulo, sus significados se construyen
cuando las cosas son percibidas y clasificadas en relación con otras. Las
cosas pueden percibirse y clasificarse como semejantes/diferentes, signi-
ficantes/insignificantes, continuas/discontinuas, momentáneas/duraderas,
etcétera, en un proceso que es contextual y relacional. Las características
atribuidas a los objetos, acciones, eventos y procesos funcionan como
marcadores de la práctica discursiva. Todo este sistema se produce y re-
produce mediante el habitus.
Uno de los elementos que afectan la acción es la materialidad del
contexto de su ejecución. La materialidad del mundo afecta lo que sucede
y constituye el contexto de la práctica. En este aspecto la arqueología
simbólica es materialista tal como lo son las demás arqueologías. Pero
la investigación no sólo analiza las condiciones materiales de la práctica
social, sino también del efecto simbólico que se produce, reproduce y
transforma mediante las relaciones entre los agentes. La arqueología
simbólica estudia las condiciones sociales de la producción, reproduc-
ción y la transformación del sistema lógico de los significados que los
agentes emplean para atribuir el sentido a sus prácticas y el significado
a sus representaciones.
Si el concepto del habitus implica que los agentes pueden actuar de
modo diferente en las situaciones idénticas, es porque dota a ellos con
una capacitad de evaluar las situaciones. La homogeneización del habi-
tus que se observa en clases o grupos sociales se debe a las semejantes
condiciones de su existencia, pero los principios comunes de percepción
concepción y acción que cada uno de los agentes interioriza [Bourdieu,
1991:101-104] constituyen sólo la potencialidad de actuar. A final de
cuentas, son los agentes quienes estratégicamente actúan después de per-
cibir y evaluar sus contextos, aún en los contextos diarios y rutinarios.
Por otro lado, los sistemas sociales no son homogéneos, sino constituyen
los mundos sociales llenos de desigualdades en donde cada posición es
206 Antropología y simbolismo
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Los sistemas de presupuestos incuestionables acerca el mundo.
El sistema social simbólico 209
Conclusiones
Al asumir que las acciones ejecutadas por los agentes tuvieron para
ellos un sentido particular, en el centro del análisis se sitúa el carácter
discursivo de sus prácticas. Para que los agentes establezcan una rela-
ción significativa, tienen que percibirse y apreciarse en el espacio social
estructurado según los principios de distinción. Según Bourdieu la
visión que los agentes producen de ese espacio depende de la posición
que ocupan, tanto objetivamente, como subjetivamente. Las prácticas
y el espacio social están estructurados según los mismos principios de
distinción, por lo tanto es deseable iniciar la investigación con algún
método estructural y/o etnometodológico. Sin embargo, el esquema teó-
rico obtenido por esa investigación tiene que estar puesto en la práctica
El sistema social simbólico 213
para percibir las estrategias que se utilizan para ejecutar las prácticas
semejantes y para identificar la posición que los agentes respectivos
ocupen en ese espacio. Ya que los agentes quienes perciben y aprecian los
contextos de su práctica pueden “activar” o no los símbolos, pueden apro-
piarse de ellos o tergiversar sus significados, los símbolos no significan
por sí mismos, sino se entienden por su relación con la práctica. Sin los
agentes quienes perciben los símbolos como significantes, los símbolos
mismos carecen de significados. Los agentes tienen que convertirse
en cómplices de los símbolos, es decir, tienen que compartir la misma
lógica simbólica o los mismos principios generadores de significados con
los símbolos construidos. Al percibirlos como significativos, los agentes
afirman la presencia del sistema simbólico particular. Al final de cuentas,
el significado de los símbolos se deriva de las relaciones discursivas
que producen los agentes.
Por lo tanto, no es posible seguir tratando las formas simbólicas como
formas universales, omnipresentes y trascendentales; al contrario, hay
que verlas como formas sociales (tal como lo son el tiempo y el espacio
sociales) que son arbitrarias y socialmente determinadas. Ya que los sím-
bolos hacen posible el consenso sobre el sentido del mundo, los símbolos
compartidos promueven la integración social. Desde esta perspectiva se
nota su doble carácter: por un lado posibilita la construcción del modelo
del mundo que se basa en los saberes compartidos intersubjetivamente,
y por el otro, la misma visión del mundo otorga el sentido, dirección o
destino a la existencia individual.
Creo que esta contribución puede iluminar el mecanismo en que
puede llevarse a cabo el estudio del simbolismo de las sociedades pre-
téritas. Los objetos materiales estudiados por los arqueólogos pueden
proporcionar identificaciones singulares que permiten interpretar sus
significados, pero su potencial simbólico se revela por su asociación con
los agentes quienes percibieron y apreciaron sus contextos para actuar
en un pasado remoto.
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