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Aplicaciones de

la psicología social

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toos PJr,STFUR

Como vimos en los capítulos anteriores, la psicología social es el estudio científico de

la interacción entre personas y de las cogniciones asociadas con ese proceso. Como toda

ciencia, ofrece los conocimientos que pueden ser aplicados a situaciones concretas de la

vida cotidiana. En el capítulo I vimos que la ciencia y las aplicaciones ele la ciencia cami­

nan de la mano, la primera como condición necesaria para la segunda, pero ambas son

igualmente importantes. En los capítulos precedentes ofrecimos al lector una cantidad de

hallazgos derivados de investigaciones en las principales áreas de interés de la psicología

social. En este capítulo veremos cómo muchos de esos conocimientos pueden ser usados

en varias áreas aplicadas, tales como la relación profesor/alumno y terapeuta/cliente, así

corno en aspectos relacionados con la salud física.

Pero la cautela se impone. El lector no encontrará en las secciones que siguen un rece­

tario de medidas que deben ser aplicadas en la solución de problemas específicos. Los

conocimientos ofrecidos por la psicología social sirven de orientación para el entendimien­

to y la solución de problemas concretos, pero cada caso es un caso y el ingenio y la familia­

ridad con la situación de quien aplica esos conocimientos son f1Sustituibles. Una técnica

de influencia social, por ejemplo, puede ser eficaz en un contexto e ineficaz en otro. La per­

sona que va a utilizar estas técnicas debe decidir cuál ele ellas, dadas las características es­

pecíficas de la situación considerada, tiene mayores probabilidades de ser eficaz. Por tan­

to, ningún conocimiento de psicología social proporciona la apreciación específica de la

situación en la que se desea aplicarlo.

34S
346 P,-\RH I' '· ,..,, p u c ,.. . ,: 1 0 N E S DE l,--,. PSICOLOGiA SOCIAL
·::AP. 11 A P LI CA ( I O N E S DE L-, PSICOLOGi.A 5 0 ( 1 ,.. . l
347

Veamos a continuación las aplicaciones de la psicología social en varios contextos


to, esta causa presenta las dimensiones de locus (interno/externo), estabilidad (estable/
donde la interacción entre personas es fundamental.
inestable) y controlabilidacl (controlable/incontrolable). Vimos también que los fracasos

atribuidos a causas internas, estables e incontrolables conducen al desánimo, la depresión

y, en la situación escolar, a la deserción escolar o a la pérdida de entusiasmo por asuntos


APLICACIONES DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
académicos. El profesor podría evitar que sus alumnos hagan tal tipo ele atribución a sus
EN LA ESCUELA
fracasos escolares. Es su deber mostrarles que pueden conseguir mayores progresos por

medio del esfuerzo (una causa interna, inestable y conrrolable) o del método utilizado en
1-a 1'Y';}�ía de- la vida no

Yadíc...a e-11 110 ak..,:m:z.ar �� el a prendizaje, etc., e tal


el m anera que se evite el desánimo ro tal del estudiante.

ove-tivo�. l-a tng-Jia G<f'S <=.fl El ambiente escolar, y a sea en la arte académica, ya sea en la
p parte d eportiva, se ca­
no te-ne,r obe-+ívo<; p;n--a ak...anur racteriza p or ser u n amb e i nte en el ue los alumnos son constantemente evaluadus.
q O b­

tener b uenas o m alas notas, ser aprobado o reprobado, destacarse o no en los d eportes,
BENJAMÍN E. MAYS
todas esas situaciones pueden aumentar o disminuir la autoestima. D e ahí la importancia

56/o /� in�1Yvido< �011 /íbire<.


d e v erificar cómo los alumnos atribuyen ca usalidad a sus resultados, ya ean buenos o
s

m alos. C omo veremos má s adelante al abordar las aplicaciones de la psicología social n


e

EPICTETO, siglo I a. C.
la sa lud, Se ligman (1991) mostró inequfvocamente que un estilo atribucional pesimista

ll eva a u na persona a atribuir sus fracasos a una causalidad interna, estable y g lobal (q ue

pued e g eneralizarse hacia otras esferas de actividad) y sus éxitos a una causalidad exter­

ViCTOR Huco n a, ine stable y específica (capaz de ocurrir solamente en la situación específica considera­

d a). La consecuencia de un estilo atribucional pesimista s la


e depresión, el esinterés
d d el

El biente escolar es fecundo en la interacción social. Los profesores interactúan


am a uml no por la actividad académica o deportiva y, quizá, la eserción escolar
d o la renuncia

con los alumnos, los alumnos interactúan entre sí, los directores, orientadores y psicólo­ a pra cticar un determinado deporte. A v eces, sin embargo, el deseo de proteger la autoes­

gos interactúan con profesores y alumnos. Como vimos e n el capítulo 2, n uestra percep­ ti ma es tal qu e, co mo nos mostró teele
S (1992) , estudiantes negros en Estados U nidos de

ción ele otras p ersonas es filtrada por nuestros intereses, prejuicios, actitudes, esquemas Améri ca tie nden en ocasiones a considerar la actividad académica corno no importante,

sociales, etc. Es importante que los profesores se den cuenta de esro al hacer evaluaciones para evitar la continua retroalimentación negativa que reciben en la escuela. e lo
D q ue s e
sobre sus alumnos. Es natural que los m aestros, después de cierto tiempo de contacto con t e i ne q ue ci ar cuenta el profesor es que la situación escolar ropicia
p con stantes amenazas

sus alumnos, tiendan a clasificarlos como buenos, regulares, débiles, etc. Esta impresión, a l a autoestima de los alumnos y que ellos deben recibir ayuda para enfrentar con éxito

normalmente causada p or el desempeño y por el comporramíento de los alumnos, tam­ tales amenazas.
bién podría derivarse de actitudes preconcebidas del profesor. Por ejemplo, es posible que El profesor también debe esforzarse por aumentar la motivación de sus alumnos )' atri­

la maestra o el maestro tienda a considerar a las alumnas como capaces d e tener un m ejor bu ir causalidad interna a sus comportamientos. Innumerables estudios h an demostrado que

rendimiento ue los alumnos; o a las primeras como mejores en lenguas y artes, y a los
q personas m ás internas (esto es, que obtienen puntuaciones más elevadas en escalas ele locus

segundos como con mayores aptitudes para las matemáticas y las ciencias. Además de eso, d e control) presentan mejor desempeño escolar que personas externas (por ejemplo, Battle

los estereotipos relacionados con raza, apariencia física, clase social, etc., pueden predis­ y Rotter, 1963; Chance, 1 965; Crandall y colaboradores, 1962; Roberts, 1971; Romero-García,

poner al profesor a tratar a sus alumnos de forma tal que las expectativas derivadas d e esos 1980; Jablonski, 1985). Como dice Chan (1978): "Parece plausible que la m anera en que los

estereotipos acaban, ele echo,


h or ocurrir. Como vimos en el capítulo 2, esto constituye
p niños creen qu e se determinarán los resultados puede tener efectos directos sobre su de­

lo que se dio a conocer como profecía auiorrealizadora. También en l capítulo 2


e m en­ sempeño e n tareas escolares y tests psicomérricos. El ni1io que es examinado con un test o

cionamos el estudio de Rosenhan, donde se demostró la dificultad de modificar las etique­ una prueba considerando que sus resultados se deben a la suerte o al capricho del psicólo­

tas asignadas a riori a las personas. Es, pues, por completo indispensable que los
p p rofeso­ go, n o invertirá mu cho esfuerzo ni persistirá en la búsqueda de la solución, ni cambiará su

res onozcan el fenómeno de la percepción social, así como la existencia y las consecuencias
c
comportamiento para alcanzar el éxito. El alumno que considera su calificación en el examen

de los esquemas sociales que constantemente influyen en nuestras percepciones y cogni­ final como resultado de mera coincidencia, probablemente no trabajará duro para mejorar
ones. Sólo así será posible un juicio más objetivo y menos
ci tendencioso ct� sus alumnos s u r esultado. Así, el niño controlado externamente no verá razón alguna para modificar su
sin distorsiones exageradas de la realidad. comportamiento y esforzarse más, ciado que sus esfuerzos, gratificaciones o placeres no son

Los estudios dirigidos por los psicólogos sociales relacionados co n el fenómeno de p ercibidos como vinculados a sus propias acciones. Para este niño, los reforzamientos o los

atribución ele c ausalidad también tienen mucha importancia en la nteracción


i p rofesor placeres del éxito p ierden mu cho de su potencial para fortalecer comportamientos dado q ue

/alumno. Como vimos en el capítulo 2, cuando atribuimos una causa a u o comportamien- no son vistos como producto de sus esfuerzos. Interpretar resultados débiles ele ests como
t
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P.:...RTE t' '. r.PLIC...'...(IONES DE t,-.. PSl(OLOGIA SOCIAt CAP 11. APLICACIONES DE LA PSICOLC.:.i,-,.. so,; .....L

consecuencia exclusiva de deficiencia cognoscíuva es mirar únicamente los efectos que inter­ impacto y han recibido elogios y críticas en varias partes del mundo. En Bi::'.sil, Angelini
vienen en la variable locus de control" (p. 105). (1973) validó el instrumento utilizado por McClellantl para medir la mo11vac1on_a la reali­

Otro descubrimiento derivado de las investigaciones dirigidas por psicólogos sociales zación, y Biaggio (1984) dirigió una investigación en la que un grupo de_ estmhantes füe

se refiere a los efectos benéficos de la creación de una atmósfera cooperativa en un salón entrenado para desarrollar su motivación a la realización con el fin ele verificar s1, después

de clases. Deutsch (1949) define una situación cooperativa como aquella en la cual una de este desarrollo su rendimiento escolar aumentaba. Estudios anteriores realizados por

persona alcanza su objetivo si todos los demás involucrados en la relación también alcan­ McClelland y colaboradores mostraron que la motivación a la realización es una característi­

zan los suyos. Estudios dirigidos por Deutsch y Krauss (1960), por Johnson yJohnson (1989) ca de personalidad ímportante (sensible a la acción del medio, lo que significa que puede se_r

Y por Aronson r colaboradores (1978) muestran inequívocamente que ambientes coopera­ mhibida o activada) y se refiere a la motivación al éxito, a la búsqueda de excelencia, a la rcah­

uves en la escuela mejoran el desempeño de los alumnos, aumentan su autoestima, dismi­ zadón de grandes hazañas, etc. Lógicamente, el desarrollo de tal caracterísuca debe conducir

nuyen el prejuicio e incrementan la atracción interpersonal. Los profesores deben trabajar a un aumento del rendimiento escolar. En el estudio citado, Biaggio utilizó como muestra a

para que se desarrolle un ambiente cooperativo en el salón de clases y no un ambiente de alumnos de una escuela pública de clase media baja ubicada en Río de Janeiro. El grupo

competencia entre los alumnos. experimental fue integrado por 17 niños y 16 niñas, y el grupo de control, por 12 niños y 13

Estudios sobre el fenómeno psicosocial de iníluencia social también pueden ser apro­ niñas El grupo experimental fue sometido a un tratamiento destinado a aumentar su monva­

vech�dos por los que actúan en un ambiente escolar. Como vimos en el capítulo 5, Raven ción a la realización. Se realizaron durante cuatro meses dos sesiones semanales de dos horas

(196); 1993) presenta seis bases fundamentales de poder que son utilizadas por una per­ cada una. Según la autora, "el contenido de las sesiones fue muy variado" e incluyó:

sona para infhur en otra: poder de recompensa, de coerción, de referencia, legítimo, de

conocmnento y de información. Rodngues y Raven (1974) realizaron un estudio en escue­ • Discusiones de historias con contenido de realización alto y bajo, con énfasis en lle­

las brasileñas y estadounidenses en el cual investigaron el tipo de influencia ejercido por var a los estudiantes a identificar categorías ele realización (imagen ele realización,

los profesores_ en cuatro dominios distintos: disciplinario, académico, cooperativo y comu­ fracaso, éxito, obstáculos, etc.).

nuano. Aciemas de ese aspecto descriptivo, el estudio se propuso también relacionar la do­ • Discusión de bíograflas de personas ele éxito, tales romo el jugador de fútbol Pelé.

minancia del tipo de poder percibido por el alumno con el rendimiento revelado por él en • Entrevista con una famosa y popular cantante.

la escuela. Los datos referentes a la muestra brasileña mostraron que el poder de informa­ • Entrevista con un joven profesional de éxito.

ción predomina en tod_os los dominios, seguido por el de coerción en el dominio discipli­ • Películas que presenten personajes ele éxito, seguidos de una discusión.

nano Y por el de conocimiento en el dominio académico. Los poderes de recompensa v de • Juegos y rompecabezas en situaciones competitivas.

referen_cia fueron bastante indicados como base ele poder y percibidos por los alumno; en • Discusión de planes vocacionales para el fururo (Biaggio, 1984, pp. l98-199).

el dominio c�perativo. Uno ele los datos más importantes del estudio fue el que mostró

una c?rrelac1on po_s111va emre el rendimiento académico y la percepción de poder de infor­ Los alumnos del grupo experimental fueron medidos antes y después del experimen­

rnacion como aquel eiercido por el profesor; lo mismo se identificó en relación con el po­ to; los del grupo de control fueron medidos en las mismas ocasiones que los del grupo

der de información y satisfacción del alumno con la escuela. Se encontraron correlaciones experimental pero, en el caso de éstos no hubo entrenamiento de_srmado a aumentar su

negativas entre estas variables y el poder ele coerción ejercido por el profesor. Cuando los motivación a la realización. Los hallazgos fueron bastante claros. Mientras que los resulta­

estudi�ntes percibían a su profesor como alguien que utilizaba con frecuencia el poder de dos obtenidos por el grupo de control no difirieron entre una y otra _meclición, el grupo

coercon, su rendimiento y su satisfacción con la escuela disminuían. experimental presentó resultados significativamente superior�s despue_s del_ entrenamien­

Se recomienda, pues, que los profesores utilicen preferentemente la influencia basa­ to. Estos resultados indican que es posible aumentar la monvaoon a la realización ele los alum­

da en el poder de información l eviten el empleo de la influencia fundamentada en el po­ nos. Como ya se ha comprobado la asociación entre alta motivación para la realización Y el

der de coerción. El poder de conocimiento es adecuado para cuestiones académicas, y el buen rendimiento escolar, es recomendable que los profesores procuren desarrollar en

de referencia parece ser eficaz cuando el profesor necesita obtener la cooperación del sus alumnos la motivación a la realización.
alumno para d_ererminada tarea. El poder legítimo es invocado con frecuencia por los alum­ Atkinson (1957) y sus seguidores (por ejemplo, Feather, 1993) mostraron que la mo_ti·

nos como razon para su anuencia en la determinación del profesor en todos los dominios. vación a la realización surge de las características personales (mayor o menor valoración

Sin embargo, en ningún dominio se mencionó con mayor frecuencia esta base de poder si del buen desempeño), de la probabilidad percibida de éxito en la_ tare� que va_ a ser em­
se le compara con el poder de información. prendida y del valor incentivo del éxito. Además de esos factores, la teona cle_Atkmson con­

Como dijimos antes, el ámbito escolar se caracteriza por ser un ambiente donde el sidera también la ansiedad de la persona en emprender la tarea, la probabilidad percíbkla

desempeño es constantemente evaluado. La motivación para el desempeño (también de fracaso y el valor negativo del fracaso. La motivación a emprender la tarea dependerá

conocida como necesidad de realización) es una estructura psicológica estudiada con del resultado final de este juego de fuerzas y de la existencia de motivación extrínseca (incen­

acuciosidad por Davís McClelland, de la Universidad de Harvard. Sus ideas causaron gran tivos externos, deseo de obtener algo por el éxito en la tarea considerada, etc.). las ense-
3SO
P.l\.RTE l'/. � P LI C/ · C I O N E S DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
G-P 11 APllCACIONES DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL 351

ñanzas ofrecidas por la teoría de la motivación a la realización de Atkinson, en conjunción


En otras palabras, la psicología social no sugiere al clínico cómo usar los conoci­
con los derivados de las teorías atribucionales de \'reiner (1986; 1995) son muy útiles para
mientos psicosociales en su actitndad; se cree, no obsrante, que el clínico que conoce la
el profesor que pretende manejar adecuadamente la forma en que sus alumnos lidian con
psicología social encontrará en este conocimiento importantes aportaciones para su activi­
su desempeño en la escuela.
dad en cada caso concreto que vaya encontrando en su práctica clínica.
A la par ele un cierto declive en los estudios sobre el tema a partir de los años seten­

ta (Pepirone, 1999), las investigaciones sobre motivación a la realización han continuado.

Destacan, por ejemplo, la importancia de la percepción social, es decir, cómo la percepción


DtSONANCIA COGNOSCITIVA Y PRÁCTICA CLÍNICA
de la realidad, más que ele la propia realidad, puede influir más en la manera en que las per­

sonas, principalmente los niños, reaccionan a las demandas de realización (Phillips,1984;


En el capítulo 3 abordamos la teoría de la disonancia cognoscitiva propuesta por Fes­
McClelland y Franz, 1992, y Sternerg, 1998) lo que vuelve aún más importante la influencia
tínger en 1957 y perfeccionada después por Brehrn y Cohen (1962), y Aronson (1968), en­
de los profesores. Otros estudios se abocan a las diferencias de género y destacan las su­
tre otros. A continuación presentamos algunos ejemplos de aplicabilidad del conocimien­
tiles implicaciones existentes en nuestra cultura, las cuales colaboran para que las niñas no
to del fenómeno de disonancia cognoscitiva en la práctica clínica.
desarrollen tanto como los niños su motivación para la realización (Spence y Helmreich,
1983; Frey y Ruble, 1987 y Phillips y Zimmerman, 1990).

Justificación del comportamiento deseado

APLICACIONES DE IA PSICOLOGÍA
Cuando una persona acude a un terapeuta es de suponerse que desea cambiar alguna
SOCIAL A IA CLÍNICA
cosa Aun cuando las quejas se refieren a estados ansiosos o a sentimientos de angustia,

como regla, éstos se originan en ciertas pautas comportamentales, ya sea por su presencia
A-fit'Mcw tve, 1ma de,fc,r-mí�d�

c..ondic-í6n t1G-Vr&li(.,,} o o por su ausencia. Así, la terapia debe facilitar la adopción de nuevos comportamientos,

pt;idtiu � l11c..\l�W(, o dando al cliente la opción por formas de conducta más favorables. Se ha verificado en estu­
ÍYYe,v'e-K:Íb/e-, díu- rriá� Jd
dios sobre disonancia cognoscitiva que los incentivos y las justificaciones apenas suficientes
ei;;facJo de, nvc½ffi �o�nc,i�
para posibilitar nuevas opciones son más eficaces que recompensas excesivas y justifica­
\Yº dd o<tado dd rac.á<nto
ciones exhaustivas; este dato puede ser tomado en cuenta por el terapeuta en su actividad

MILTON ROKEACH clínica. Incentivos fuertes y justificaciones excesivas disminuyen la libertad tle selección del

cliente, reduciendo la magnitud de la disonancia y, en consecuencia, convierten a las nue­


t-e vícfa G.'; e-n �f flll�M�,
1 va.1 posiciones en menos internalizadas. El cliente se siente menos responsable por las nuevas
wta e-.xu/urfe,. tenpe-irn
opciones. Tal raciocinio no se aplica después de que el cliente ha tomado su decisión, op­

tando libremente por nuevos comportamientos y sintiéndose responsable de haberlos es­


KAREN HORNEY

cogido. Después de esto, los incentivos y las justificaciones apenas fortalecen la opción hecha.

Puesto que la relación terapeuta-cliente es una relación interpersonal, es obvio que la En resumen: son deseables nuevas opciones en la terapia, pero sólo serán duraderas
psicología social tiene mucho que contribuir en esta área. No hay duda alguna de que la re­ si el cliente se siente responsable por ellas; para facilitar este sentimiento de responsabili­
lación terapeuta-cliente tiene aspectos típicos que la diferencian de una relación entre dos dad, el terapeuta debe presentar incentivos y justificaciones suficientes para llevarlo a
personas fuera del consultorio. El propio comportamiento del terapeuta sigue ciertos prin­ tomar opciones, pero que no sean capaces de reducir su disonancia en función ele la mag­
cipios que también contribuyen para tornar especial dicha relación. A pesar de sus idiosin­ nitud de estos incentivos y justificantes, induciéndolo, en consecuencia, a no asumir res­

crasias, sin embargo, esta es una relación interpersonal y varios hallazgos de la psicología ponsabilidad por las nuevas opciones hechas en tales circunstancias. Una vez que se asume
social pueden ser aplicados en este caso.
el cambio, entonces pueden ser aumentados los incentivos y las justificaciones.

Por medio de los ejemplos que mencionaremos, esperamos que al psicólogo le sean
esclarecidas dos cosas:

Orientación sobre las formas de reducir la disonancia


l. Que los descubrimientos de la psicología social pueden ser aplicados a la actividad
del terapeuta.
Una situación disonante puede ser resuelta de diversas formas. Estas diversas maneras
2. Que sólo el psicólogo clínico podrá determinar cuándo un determinado conoci­
no son igualmente fáciles o difíciles. Por ejemplo, en el caso ele un fumador que experi­
miento de psicología social puede ser aplicado al caso concreto de su cliente.
menta disonancia al recibir indicaciones de oue fumar hace mal a la salud. nuetle haber ruan-
do menos dos formas ele eliminar la disonancia: l. la persona puede dejar de fumar, Y 2. la
valore el tratamiento. Tal expectativa surge de los hallazgos ele Aronson y Milis (1959) y ele
persona puede negar el fundamento de las informaciones que indican que fumar hace mal
Gerard y Mathewson (1966), en los cuales sujetos experimentales sometidos a una inicia­
a la salud. Si la persona se encuentra en un estado de fuerte dependencia, es probable que
ción severa para ser admitidos en un grupo valoraron más el grupo en el que fueron admi­
la decisión de dejar de fumar sea más dificil que la de devaluar las advertenC1as_�1echcas; En
tidos que quienes pasaron por una iniciación suave.
el caso de disonancias que surgen en el proceso terapéutíco, ciertamente también habrá di­

ferentes formas ele reducirlas o eliminarlas. Unas podrán ser benéficas para el cliente y otras

no. Al percibir esta situación, el terapeuta puede facilitar las formas favorables de resolu­
Énfasis moderado en los aspectos negativos
ción de disonancia y bloquear las formas indeseables. Supongamos, por ejemplo, que el
del comportamiento deseado
cliente esté involucrado en un problema conyugal serio. Imaginemos también que, en la

terapia, se caracterice el estado ele disonancia resultante de la opción del dien_te en per­
Cohen (en Brehrn y Cohen, 1962), en un estudio correlaciona! sobre disonancia cog­
manecer casado. Tal disonancia puede ser resucita por medio de una Idealización del ma­
noscitiva, mostró que cuanto más negativos eran los sentimientos ele un joven por su novia
trimonio o de una nueva opción en el sentido de una separación, por ejemplo. El terapeuta
antes del noviazgo (en esa época, los noviazgos aún eran comunes), mayores eran los sen­
podría facilitar la forma de reducción ele disonancia que, dentro del cuadro completo de la
timientos positivos demostrados hacia ella después del noviazgo. Aquí se repite el punto
situación en que se encuentra el cliente, presente mayores posibilidades de propiciarle
explorado en el ítem anterior: cuanto más se tiene conciencia de los aspectos negativos ele
mayor satisfacción y mejor ajuste a sí mismo y a su ambiente.
la selección hecha, se demuestra más apego en el curso de acción escogido y mayor reduc­

ción de disonancia se verifica por medio de la valoración de la selección hecha. A la luz ele

estos hallazgos de Cohen, se sugiere que el terapeuta, al percibir que el cliente está entre
Disonancia surgida por la decisión de someterse
dos cursos de acción (uno de los cuales le será más benéfico) deberá destacar aspectos
a terapia negativos de la selección deseada. Queda claro que es necesario practicar el arte y el tacto

en esta intervención con el fin de que no provoque que el cliente opte por la alternativa
Una opinión compartida por los terapeutas es que la decisión ele iniciar una terapia,
que le sea perjudicial. Acentuando con prudencia los aspectos negativos, pero logrando
independientemente de la línea psícoterapéutica adoptada: debe ser de1acl� por completo facilitar la decisión del cliente por la alternativa que le es más favorable, el terapeuta hará
a la libre selección del paciente. Cómo someterse a terapia es una deosíón, q_ue involu­
que el cliente, al optar por el comportamiento deseable, lo haga con mayor determinación,
crará. necesariamente, una situación ele disonancia. No todos los aspectos que implica un mayor adhesión y tienda a valorarlo más que si no estuviese consciente de los aspectos
tratamiento psiroterapéutico son positivos (puede ser caro, prolongado, requerir esfue'.­ negativos que le presenta.
zo, etc.). La teoría ele la disonancia cognoscitiva y estudios empíricos que confirman las hipo­
Vimos líneas arriba que la teoría de la disonancia cognoscitiva puede ofrecer aporta­
tesis derivadas de ella (por ejemplo, Brehm y Cohen, 1962; Aronson, 1999), pueden ofrecer
ciones al terapeuta en su actividad clínica. El terapeuta podrá hacer muchas otras aplicacio­
al terapeuta algunas aportaciones en lo que se refiere a la decisión del cli�nte de son�ecer�e
nes ele la teoría a su actividad diaria, siempre que su paciente tenga suficiente autoestima
a terapia. Además ele que la decisión tiene que ser libre, el terapeuta podra volverla aun mas
para poder preferir selecciones bien hechas a las seleccione, mal hechas. Veremos a con­
relevante en cuanto a la permanencia del cliente en terapia y procurar beneficiarse de ella,
tinuación cómo algunos conocimientos sobre influencia social acumulados por la psicolo­
en caso ele que haga ver al cliente potencial que su decisión de someterse a la terapia involu­
gía social pueden ser aplicados a la actividad clínica.
crará esfuerzos y será, en ocasiones, difícil y desagradable. Los estudios inspirados �n la teoría

ele la disonancia cognoscitiva han demostrado que las decisiones tomadas después de que a

la persona se le han advertido las consecuencias penosas de su decisión en u�a determína­ REACTANCIA PSICOLÓGICA Y COMPORTAMIENTO

cla dirección, provocan una inclinación mucho mas fuerte por el curso de acoon escogido Y DEL TERAPEUTA

la induce a esforzarse por compensar los aspectos negativos. Consecuentemente, corno

destaca Brehrn (1976), "los clientes que se deciden por la terapia bajo condiciones que exa;
En el capítulo 3 hicimos breve referencia a la teoría de la reactancia psicológica de
cerban la disonancia (mucha libertad de selección y advenidos acerca del esfuerzo que sera Brehm, al estudiar el fenómeno del cambio de actitud. Dijimos que el deseo de mantener
requerido y ele los aspectos desagradables que podrán ocurrir) deberán acabar por reducir
nuestra libertad a veces puede hacer que fracase un intento ele persuasión debido a la per­
su disonancia creyendo en la terapia y mostrando el efecto de esta creencia por medro ele cepción de que el persuasor amenaza nuescra libertad de actuar.
una mejoría en su comportamiento, que es el objetivo de la terapia". (p. 20). . . _ . En nuestra interacción con otros, es común experimentar en ocasiones una elimina­
Sin embargo, es de esperarse que, de acuerdo con esta reona, cuanto mas difícil le
ción o una amenaza de eliminación ele un comportamiento libre de nuestro repertorio de
hava siclo al cliente decidirse por ingresar al proceso terapéutico (dificultad financiera,
comportamientos exhíbíbles. Estos comportamientos pueden ser más o menos importan­
obstáculos ele horario, resistencia a la terapia, etc.), mayores serán las posibilidades ele que
tes, lo que provocará, respectivamente, rnayor o menor reactancía. La teoría incluye otras
proposiciones; sin embargo, para lo que se contempla aquí, es suficiente esta proposición ejemplo, reduce tal .ncsíón y la eficacia del tratamiento puede verse obstaculizada por las

fuerzas de reactancia.
básica.
La derivación de cómo tal teoría puede ser útil al proceso terapéutico parece obvia. El Una vez consciente de la existencia del fenómeno interpersonal de reactancia psi­

terapeuta debe procurar impedir el surgimiento de reactancia en su cliente cuando esto va cológica, el terapeuta sabrá orientar su comunicación con su cliente para emplear t?.I co­

a perjudicarlo y debe provocarlo cuando le sea favorable. En todas ocasiones debe evitar nocimiento de la mejor manera posible.

afirmaciones tales como "usted tiene que hacer esto", "usted no puede hacer aquello",

etcétera (característica de algunos enfoques terapéuticos), así como actitudes que impli­

quen una posición de superioridad y de autoridad para prescribir comportamientos. Al ATRIBUCIÓN DE CAUSALIDAD Y SU IMPORTANCIA

contrario, debe usar siempre expresiones tales como: "esto depende de usted", "la deci­ EN tA ACTMDAD CLÍNICA

sión es suya", "piense y vea lo que va a decidir", etc., con el fin de evitar reactancia. En
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algunos casos es posible que la provocación de reactancía conduzca al cliente a compor­
c.-va!idad nvecrra. l-;; te-YrutacJ
tarse de la manera que le sea más favorable. Percibiendo esto, el terapeuta podrá provo­
O> '" dqevto de-/ VWO\O.
carla. Esta situación, sin embargo, es mucho más rara que la de evitar la pro. ocación de

reacuncía del cliente. L.STERN

Un estudio de Wicklund y Brehm (1968) mostró que cuanto más competente se sien­

te una persona en relación con un tema, mayor será la reactancía que experimente al ver En el capítulo 2 revisamos las principales contribuciones teóricas de los psicólogos

amenazada su libertad. Si el cliente se considera totalmente incompetente en relación con sociales al estudio del fenómeno de atribución de causalidad. Esas contribuciones son

un tema, la recomendación del terapeuta producirá poca o ninguna reactancia; el opuesto muy relevantes en la práctica clínica. Storms y Nisbett (1970), por ejemplo, condujeron

se da en el caso de sentirse competente. El terapeuta deberá tomar esto en cuenta en su un estudio con voluntarios que padecían insomnio. Se les pidió a todos que tomaran una

forma de relacionarse con su cliente. Conforme demostró Grabitz-Gniech (1971), la deci­ píldora como medicamento (en realidad se trataba de un placebo, una píldora sin ningu­

sión de grupo o compartida genera menos reacrancía que una decisión propuesta o im­ na droga farmacoquímica activa) antes de dormir. A la mitad de ellos se les dijo que la píl­

puesta. En las terapias de grupo y también en las individuales, el terapeuta debe evitar dora contenía un medicamento excitante y, a la otra mitad, que contenía un sedante. Los

recomendaciones directivas al cliente; debe procurar que las recomendaciones le parezcan sujetos que tomaron la píldora que presuntamente contenía un excitante se durmieron

al cliente fruto de una decisión conjunta. más rápidamente y mejor de lo que había indicado su nivel pre-experimental; se corro­

Con base en la teoría ele la reactancia, Sharon Brehm (1976) interpreta algunos fenó­ boró lo contrario con el grupo que pensó que la píldora contenía un calmante. La expli­

menos que ocurren con frecuencia en el proceso terapéutico. Uno de ellos es el rela­ cación para estos resultados tan curiosos es que el insomnio es, por lo menos en parte,

cionado con el grado de atracción del terapeuta y su capacidad para influir en su cliente. causado por el miedo a no ser capaz de dormir. Ahora bien, al ser atribuidas las señales

Según Brehm (1976), "aunque en ciertas circunstancias puede ser verdad que cuanto más de ansiedad que conducen a la dificultad para conciliar el sueño a la píldora excitante

atractivo resulta el terapeuta a su cliente, más eficaz será su influencia, esto ocurre porque (causalidad externa), los sujetos no se preocupaban mucho por ellas; ocurría lo contrario

la atracción por alguien puede actuar como una presión para concordar con esta persona. con quienes creían que la píldora era un calmante: ellos atribuían su extremo nerviosis­

Asimismo, como la atracción produce una presión social muy fuerte y, en conjunción con mo y ansiedad (causalidad interna) a la circunstancia de no dormir, lo que los hacía sen­

una libertad importante que se siente amenazada, puede crear reactancia. Así, irónicamen­ tirse todavía más tensos.

te, el terapeuta que es amado r respetado por su cliente y que emite una fuerte comuni­ Este experimento sugiere que la modificación del locus causal puede, en ciertos ca­

cación recomendando que el cliente se involucre en determinada actividad que es impor­ sos, hacer desaparecer los síntomas indeseables. Otro ejemplo nos es proporcionado por

tante para el cliente mismo, corre el riesgo de tener mucho menos éxito que el terapeuta Neale (1976), quien mediante la modificación ele las atribuciones del paciente, logró que

que no es estimado por su cliente y que le presenta la misma recomendación. En los estu­ desaparecieran los síntomas de homosexualidad de que se quejaba. Su paciente, un joven

dios sobre la reacrancía, en forma reiterada observamos que las mismas variables que, en negro de buena complexión física que poseía un pene pequeño en comparación con el

general, son consideradas como capaces de facilitar una influencia exitosa, también pue­ de los muchachos de su raza, constantemente observaba los genitales de otros hombres

den ser aquellas que, en ciertas condiciones, crean reactancia y reducen la influencia. y mantenía relaciones sexuales insatisfactorias. Neale le hace ver, por medio de una breve

Otro comentario de S. Brehrn (1976) se refiere al fenómeno caracterizado por las explicación de las leyes de la óptica, que el hecho de mirar su pene ele arriba hacia abajo

mejorías experimentadas en los periodos de interrupción del proceso terapéutico. Su in­ y de observar el de los demás desde un ángulo de visión mucho más abierto, era respon­

terpretación es que, a pesar de los esfuerzos contrarios del terapeuta, la presión para mejo­ sable en parte de la impresión que tenía de su pequeñez. Le recomendó que se situase

rar que siente el paciente en terapia puede suscitar reactancia y, en consecuencia, hacer frente a un espejo, un poco a distancia, y verificase el efecto del cambio de ángulo ele

que se resista al cambio. L1 interrupción de la terapia en el periodo de vacaciones, por visión. Además, explicó al joven que la ansiedad relacionada con el tamaño ele su pene
T

hacía que constantemente mirase a los demás, en una simple búsqueda de comparación "impotencia o desesperanza aprendida" (/eamed be/pless11<!SS). Cuando la causa de. un eve

social, normal en tales circunstancias. Por último, explicó la insatisfacción de sus relacio­ to negativo que acontece a una p ersona tiene las caractensucas de estabilidad e inconm

nes heterosexuales con base en la ansiedad que el paciente proyectaba en ellas, en fun­ labilidad (por ejemplo, una persona más poderosa tiene el control de la situación), la pe

ción de las dudas sobre su masculinidad. Éstas provenían de la aprensión ligada al tamaño sana experimenta desesperanza o impotencia aprendida. Cuando la causa de un evem

del pene y al hecho de mirar continuamente los genitales de los demás hombres. Esta negativo, además de ser estable e incontrolable, es también int erna, la consecuenoa es

atribución causal fue suficiente para que desaparecieran los síntomas de 'homosexuali­ depresión.

dad' que aquejaban al cliente (o de una posible homofobia). Esto nos muestra cómo una Un estilo atribucional pesimista t iende a hacer atribuciones internas, estables, inca,

reinterpretactón del terapeuta sobre la situación ansiógena enfrentada por el paciente, troíables y globales (generalizables a otras situaciones) de los eventos negativos. Un estil

por medio de cambios en las atribuciones hechas erróneamente por él, puede llevar a la atribucional optimista tiende a atribuir los eventos negativos a c ausas externas, inestable

desaparición del síntoma anormal. controlables y especíñcas (sólo válidas ara


p a situación negativa). Estos estilos atríbi
es

Jemes y Nisbeu (1972) comprobaron la h ipótesis q ue había sugerido qu e los actores cionales son aprendidos en el p roceso de socialización. Por ello, el terapeuta puede mod

tienden a hacer atribuciones süuacíonales (e xternas) mientras que los observadores se ficar un estilo pesimista por medio del cuestionarniento de las atribuciones hechas por,

in cl i na n hacia las atribuciones tl si posicionales internas).


( En otras palabras, cuando se nos paciente hacia sus experiencias negar» JS. Si un fracaso académico (por ejemplo, reprob;

solicita explicar nuestras propias cciones


a (entonces s omos nosotros los a ctores) tende­ una materia), deportivo (por ejemplo, una derrota contundente), o afectivo (quizá el ron

m os a buscar razones de orden externo (situacionales) p ara explicarlas. C uando somos ob­
pimiento de una relación amorosa) es atribuido a una causa interna, e stable, in,comrolabl

servadores tic las acciones de los demás, nos inclinamos a hacer atribuciones internas (dis­
y global, este estilo atribucional odría llevar a la
p persona al estado de depresión. En este

posíuonales) cerca de las acciones ajenas.


a C omo a vimos en
y el capítulo 2, esta hipót esis ejemplos, las causas con estas cara cterísticas serían, por ejemplo, "falta de inteligencia

recibió una confirmación inequívoca en Es at dos Unidos de A mérica. En B rasil, D ela C oleta "falta de aptitud para los deportes" y "falta d e atracción física", respectivamente. Pero el tt

(1980) obtuvo también una confirmación importante en estudios con ciegos, presos y lisia­ rapeuta puede cuestionar estas atribuciones y mostrar �tras posibles causas pa.ra esos re

dos. El empleo de la técnica d e v ideo, rincipalmente en terapia de grupo, puede ser un


p
sultados negativos, causas que no presenten las caractensucas de ínrernalidad, inmutabil

expediente usado por el terapeuta ara transformar a


p lo s actores e n observadores de sus dad y generalidad que sí ienen las mencionadas anteriormente.
t

p ropias acciones. Supongamos, p or ejemplo, q ue un paciente tiende a hacer constantemente

atribuciones externas para sus actos y a recriminar a las demás personas p or sus acciones.

Haciendo que é l observe sus p ropias acciones en un video y cotejando las interpretaciones INFLUENCIA SOCIAL Y 1A REIACIÓN TERAPEUTA-CLIENTE

realizadas cuando el sujeto las evalúa como actor con aquellas que hace en condiciones de

observador, se ayuda a equilibrar la tendencia de no aceptar r esponsabilidad por sus actos. A pesar de que ciertas corrientes psícoterapéuucas consideran que e l terapeuta no in

Es claro q ue la técnica por sí sola nunca conseguirá tal modificación; lo que aquí se preten­ fluye en el cliente, es difícil aceptar q ue esto no ocurre. Es cl aro que existen mtervenoone

de es p resentarla como una de las muchas medidas conducentes a la resolución del proble­ terapéuticas más influyentes y otras que lo son menos. E n todas ellas, sin embargo, exis�

ma. Jamás un problema cl ínico es tan simple como para que p ueda resolverse mediante un cierta influencia sobre el cliente y viceversa. C omo vimos en el capitulo 5, Raven (196)

proceso superficial, pero la suma de procesos de diferente profundidad puede resultar en 1993) presenta una taxonomía de las b ases de poder en la que se presentan seis .üpos prin

un producto benéfico para el cliente. cipales: recompensa, coerción, legitimidad, r eferencü, conocmuento e lnformación. Vimo;

Shaver (1975) pregunta "a fin de cuentas, iqué es el i11sight sino u na correcta atribu­ también que los dos primeros tipos de p oder son ublicas y dependientes, mientras que
p

ción de las causas del comportamíenro?" (p. 30). Sin


1 embargo, los clínicos discrepan acer­ los demás son privados y dependientes, con excepción del poder de información, que e

ca del valor terapéutico del i11sight e n muchas condiciones en las qu e éste es benéfico para privado e independiente. ,Cuáles de estas fo rmas de influ�ncia ejerce el terapeuta en s,

el paciente. Por ello, el terapeuta deberá decidir cuándo es recomendable y, en estos casos, relación con el cliente? Pericia y recompensa en general estan presentes cuando, como re

utilizar los conocimientos de la psicología social acerca del fenómeno de atribución de cau­ gla, el cliente confía en los conocimientos de su terapeuta y, por. más que el terapema le

salidad para ayudar a su paciente a atribuir su co nducta a las verdaderas causas. evite, sus gestos y palabras con frecuencia r ecompensan o desalientan comportarruentoi

Quizá la mayor contribución de los conocimientos relacionados con la atribución de exhibidos por sus clientes. El poder de r eferencia también está muchas v eces presente er

causalidad a la actividad cl ínica sea la demostración del papel desempeñado por el estilo el proceso terapéutico, así como el p oder de información. Es poco probable que el tera.

atribucional (Seligman, 1r7, 1991; Abramson y co laboradores, 1978; Seligman y colabora­ peuta utilice poder legítimo, y el poder de co erción jamás .debe .ser ejercido. .

dores, 1991). Terapeutas de orientación cognoscíuva tales como Beck (1997), Seligman (1991) El conocimiento de estas diferentes bases de ínñuencía social y sus consecuencias e1

y otros, han obtenido mucho éxito en el tratamiento de la depresión por medio del cam­ ímportante para el terapeuta. El único tipo de influencia social que conduce a modificacimei

bio en el estilo atribucional de sus p acientes. El estudio de eligman )' sus asociados acer­
S
independientes del agente ínñuencíador y que son, p or tanto, bien internalízadas por el in­

ca de los estilos atribucionales fue precedido por aquello que Seligman (1 977) denominó fluenciado, es la obtenida por medio del poder de información. las demás formas dependen
del influenciador, es decir, del reconocimiento de legitimidad, conocimiento, referencia o de ATRIBUCIÓN, PERCEPCIÓN DE CONTROL

la capacidad del influenciador de proporcionar recompensas o castigos. Solamente cuando Y ESTILOS EXPLICATIVOS

existe este reconocimiento es que el comportamiento prescrito es llevado a la práctica. Los

poderes de coerción y de recompensa conducen tan sólo a una aquiescencia pública, esto es, En varios capítulos de esta obra mostramos la actual tendencia de los estudios sobre
que sólo ocurre en la presencia del influenciador; las demás formas de influencia dependen atribución ele causalidad. Vimos que las personas tienden a hacer atribuciones a los even­
de la presencia del influenciador, lo que conduce a una aquiescencia privada.
tos que les rodean y que las causas responsables de tales eventos pueden ser internas o
El terapeuta tiene posibilidades de ejercer varios tipos de influencia simultáneamente, externas, estables o inestables, controlables o incontrolables y globales o específicas. Ade­
al mismo tiempo que, en general, el cliente siente agrado por él y le reconoce competen­ más de la importancia de las atribuciones conferidas a los eventos negativos, las cuales pue­
cia; si, además, utiliza también el poder ele información, es muy probable que esto facilite den llevar a estados acentuados de depresión (como vimos en la sección anterior), Selig­
para el cliente la adopción de actitudes y conductas que le sean benéficas. man (1991) demostró que un estilo explicativo pesimista puede también influir en la salud

física de las personas. Un estilo explicativo o atribucional pesimista, como vimos antes, se

caracteriza por la tendencia a hacer atribuciones internas, estables y globales a eventos

negativos. Traumas emocionales, depresión y pesimismo pueden disminuir la actividad ele


APLICACIONES DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
nuestro sistema inmunológico y aumentar, en consecuencia, la probabilidad de contraer
A LA SALUD
enfermedades. En su libro Learned Cptimism, Seligman (1991) presenta varios ejemplos

de la relación entre un estilo atribucional optimista y una buena salud física.


l-a <;a/vd, a<;( c..oMo la ak-g{� � /
;i be./lc-z...,
La percepción de falta de control también tiene efectos perjudiciales para la salud.
<;on de-bícbme-nte, ap..-u..-íada<; c/GJ;pvb; di!, f" <;e. han ido.
Taylor (1985, 1989) demostró que las mujeres portadoras de cáncer de seno que creían que

M..t.,RGUERITE, condesa de Blessington podían influir en el desarrollo del padecimiento (o sea, controlar su avance) presentaban

mayor estabilidad emocional y vivían más tiempo que las que se consideraban desampara­

Hace algunas décadas, los médicos eran los únicos preocupados y encargados ele solu­ das y carentes de cualquier posibilidad de control. Otros estudios de Taylor y colaborado­

cionar los problemas de la salud física. Microbios, bacterias, problemas genéticos, trauma­ res (1991) mostraron que la percepción de control influye positivamente en la manera en

tismos físicos, fumar, beber alcohol e ingerir otros tóxicos, así como la mala alimentación, que los portadores de padecimientos cardiacos e mcluso SIDA enfrentan la enfermedad.

eran las principales causas de los problemas de salud física. La psicología en general, y la Langer y Rodin (según Seligman, 1991) demostraron que el aumento de la percepción de

psicología social en particular, no tenían nada que ver con los problemas en esta área, pues control en un asilo de ancianos mejora su estado de ánimo y su nivel de actividad, además,

se consideraba que sólo los médicos eran los únicos profesionales competentes para lidiar hace que vivan más tiempo. Visintainer (también citado en Seligrnan, 1991) demostró ex­

con el tema. perimentalmente que ratones inducidos a sentirse sin control (learned helplessness) reac­

Aunque desde la Antigüedad se ha reconocido la relación cuerpo-alma, cuerpo-mente cionan menos a células cancerosas inyectadas en ellos que los que no son llevados a un

o entre el componente corporal y el componente no corporal del ser humano, hace muy estado emocional de desesperanza aprendida o learned belplessness.

poco que médicos y psicólogos están considerando con seriedad el problema que planteó Estudios dirigidos por Grossarth-Maticek (citado por Eysenk, 1978) mostraron la in­

Mahabharata 4000 años antes de Cristo: "Existen dos tipos de padecimientos: físicos y men­ fluencia benéfica de la psicoterapia en el tratamiento de pacientes con cáncer. En uno de

tales. Cada uno deriva del otro y ninguno de ellos existe sin el otro. Las alteraciones menta­ sus estudios, Grossarth-Matícek comparó a 24 pacientes portadores de cáncer en cuanto

les derivan de las alteraciones físicas y, de la misma forma, los trastornos físicos derivan de a edad, sexo, nivel social, tipo de cáncer y tipo de tratamiento médico. Una persona de

los trastornos mentales." cada par fue aleatoriamente designada al grupo que recibiría psicoterapia y, la otra, al

Son tantas las contribuciones de la psicología a la salud en los últimos 30 años, que grupo que no la recibiría. El promedio de sobrevida fue de cinco años para el grupo que

se desarrolló una nueva área de la psicología denominada psicología de la salud, la cual recibió psicoterapia y de tres años para el que no recibió. En otro estudio, ese mismo

continúa desarrollándose de manera acelerada. No es nuestra intención resumir aquí las investigador dividió a 100 pacientes diagnosticados con un instrumento psicológico cons­

contribuciones de este nuevo campo, por lo que recomendamos al lector interesado las truido por él como "propensos a tener cáncer" en dos grupos: 50 recibieron psicoterapia

publicaciones de Shelley Taylor, de Martín Seligman, de Grossarth-Maticek, y el Hand­ y 50, no. Después de 13 años, 45 de las 50 personas que recibieron psicoterapia estaban

book cf Suess, editado por L. Goldberg y S. Breznitz, entre otros (1983), en el cual hay vivas, mientras que apenas 19 de los que no recibieron psicoterapia permanecían vivos.

material abundante acerca de este tema. En este espacio nos enfocaremos apenas en Resultados semejantes fueron encontrados con personas diagnosticadas como "propen­

algunas contribuciones de la psicología de la salud que derivan de los descubrimientos sas a padecimientos cardiacos". El instrumento psicológico construido por Grossarth­

hechos por psicólogos sociales y que, obviamente, involucran factores de naturaleza psi­ Maticek está basado en las nociones de control, apoyo social y manejo de situaciones

cosocial. estresantes. También en otro estudio, Grossarth-Maticek verificó que las mujeres can-
ccrosas·que recibieron quimioterapia y terapia comportarnental tuvieron una sobrevida ci n de
ó e strés (Ho fo b ll y Vaux, 1993). Bontl (1991) verificó que las personas que viven en

más longeva que aquellas a las que sólo se les aplicó quimioterapia. Quienes no recibieron cul uras
t p redo m inan emente colectivista
t s, d onde la i nt erdependencia entr e los mi mbros e

quimioterapia ni terapia comporramcntal fueron las que tuvieron menor tiempo de sobre­
l es grande y el a oyo mut o es consta p

a cul uras individual s as. En a ar en ia el


u nt e sufren
,

po o socia es
m enos de estrés que quienes

n recurso poderoso en la lu ha
p e rte n cen
e

vida. Los estudios de Grossarth-Maucek constituyen fuerte evidencia ele la relevancia de t i t p i c , a y l u c

aspectos psicológicos en la salud física. cont ra situaciones es re antes. Las personas que se sienten seg ras de pod r contar con la
t s u e

Seernan (1975) verificó que pacientes tuberculosos con locus de control interno se atenci n, los c id do
ó u a s y la p rotec ión c el e otros en situaciones difí cil es se sie nt en mejor al

mostraban más interesados en saber la razón de sus prescripciones médicas, su importan­ enfren ar tales situaciones si
t e les
s ompara con aquellas que no se per iben de la misma
c c

cia en su recuperación y as c u as de su padecimiento q e q l a s u ui e es pos


n eí an un locus de manera. A es e fen t óm eno alguno s a tores lo
u aman efecto paracboque
ll (Cassel, 1974), p rin­

cont ro l ex te rn o. Ta mbi n corro oró


é b q ue lo s pacientes c n locus in e o t rn o se re cu pe ra ban c palme
i nt e en situaciones m y estresantes. u

e n m ucho menos tie m po el e ratamien


t to que aque os con locus e ll xt e rn o. E l ncen vo a las
i ti Un m eta-aná sis co li n más de 50 estudios mostró que la influen ia benéfica del apoyo c

at ribucion s i e nt ern as t mbi n se most ó posi vo en el aumento de c


a é r ti uidad os de m u
je res social en la salud física es m y clara sobre tocio cuando la persona que lo re ibe es del se o
u , c x

e n e e am n
l x e d e senos (ma mo rafíag ) (R othman y co la or dore
b a s, 1993) y en el monítoreo fe m enino y uantlo el apoyo proviene de la familia y de los amigos, no de extrañ s (Schwarzer
c o

el e la pr es ói n art e ria l en hipertensos (Ki n


g, 1982). y I.eppin, 1989). Otro estudio dirigido p or Sp eg l y colaboradores (1989) demostr
i e ó que mu­

En resum n e , la percepción de co nt rola r e n alg n grado si


ú gn fi i c ati vo a qu e o
ll qu e nos jeres portadores de cáncer e seno en esta o avanzado viven
d d m ás t iem o y s p e sie nt en de

rodea p recea contribuir claramente a la me o a en lo j rí s estad os re lac ionados con padedmien­ m ej or hu m or c ando reci en apoy
u b o socia que un l g rupo ele control que no lo recibió. Una

to s c r ni
ó cos, el a mento
u tic inmunida d y h asta de mavor s ob revivenc a en i asil o s e nst tu i i ­ revisi n bien documentada el
ó e la s invest ig aciones efe tuadas en este terna es la de Stro be
c e

ciones si mil ares (Hc c hausen


k y S c ult
h z, 1995). P or otra parte, es e m is m o ipo de
t p erc ep ci n ó y Stroe e (1996).
b

puede tener su l ad o ne gati vo en l a medida e n l a que el pa ci nte q e no


e u m eo j ra p ue e d sen ­ En síntesis, aunque son necesarias más investigaciones para delimitar con más preci­

irse cul ab e y e
t p l ntra r en u n esta do d e desánimo, con to a d s las co n ec enc
s u ias q ue ta es l p er ­ sión cómo y en q ué cond cione i s el a oyo social es más
p t , se trata sin d da a guna de un
ú il u l

c epcio ne s a c arr e na , com o vimos c uan o a ordamos la teor


d b ía de a atril bu ci n de
ó ca usa dad li área p romisor a s consideramo
i i s su poder para promover mejores condiciones de salud en

(Moulton y colabo adores, 1987). Sin em argo si sopesamos ventajas y desvent j s sentir
r b , a a , las persona . s

que po seernos cierto co ntrol en el desarro o de un pade im ent ll c i o t ene un


i p eso mucho

mayor p ues, como advierten Aronson y colegas (1997) y Thornpson y cola orador s (1993; b e

CAMBIO DE HÁBITOS PERJUDICIALES PARA !A SAi.UD


1994), incluso en los casos en que el p dec mie a i nt o no retroce e se p eden rnonírorear sus
d u

co secuencias, con resultatlos muy po itivo .


n s s

� h5bito,; ¼'n e.et;;,; uvioc;a,;. . . ,;v,;


T a m bi n merec
é e atenc ón espe ial e he ho
i c l c ele que la p ercepción de control puede
pr-opio� dvc-ño� 1111nva �abc-11 t"G- loe; tic-11G-11.
no estar directamente rela iona a con el co c d nt rol real de la s i uación. Es decir la ilusi n de
t , ó

llevar las riendas puede, muchas veces, ser su cie fi nte en cuanto a res ltados positivos. El u /1--:..>.TH;.,. CHRISTIE

éx ito de terapias basadas sólo en p acebos l il ustra con claridad e e p nto. s u

Está suficiente m ent e de m os rado que fumar, consumir drogas, tener una alim
t ent a­

ción rica en colesterol, no practicar e ercicio físico ingerir en exceso bebidas alcoh licas y j , ó

APOYO SOCIAL
la promiscu dad sex i ua l p e en tener consecuencias terribles p ra la salud. El problema
u d a

consiste en c mo ha er que la ó c s p er onas cambien sus malos hábitos de manera qu


s e evit n e

k,i; ami� mv/tipfic.,;m r�

esas consecuencias nega iva . Y e ahí en t s s donde os cono imientos acumulados


l c por la psi­
;./e-gía,;: � dívíde,t1 /
Ol; ,;:vf...-íMíc-ntOl;.

cología social pueden ayu ar a las personas a llevar una v da más saludable.
d i

T. FULLER Vimos en los capítulos 3 cam io de


( b actitud) y 5 (influencia social) varias tácticas que

pueden e m plears e en el cambio de actitudes y conductas. Cuando son co rrectament e uti li­
Vn am� k,dl V<lle- tanto come diG-z... mil pavie-nfe,;
zadas y a li adas estas tácticas produ en buenos resu ta os y ayuda
p c , c l d n a las p ersonas a cam­

EuRiPIDES b iar sus a titudes v sus conductas.


c

Hoy una de 1;s mayores preocupaciones mu dia es se relaciona con la e id mia d l n l p e e

E l a oyo social consiste en a demostración de empatí


p l a, co ns ideración y p reocupaci n ó
SIDA. La medicina no dis one hasta l p a fecha de med os para desarrollar i u na vacuna e ficaz

de una persona por otra, e nvolucra tanto el apoyo emocional i p ro iamente dicho como
p
o remedio s ca aces de ne
p ut raliz r la acción del VI
a H. El único recurso disponible en la ac­

co nsejos, otras formas de ayu a, o incluso el sen m d , ti ie nto de p ert necer a u


e n grupo. Este tualidad para evitar la diseminación del virus mo rt al es el cam io de conducta se ual. Y es
b x

tipo de comportamie nt o ha clemostratlo ser impo rt a


nt e p ara ayudar a person s en situa- a ahí don e la medicina cede lugar a la psicología.
d
362 r'-\RTE 1' '. A P LI C A C I O N E S DE L..!. PS!COLOG[A SOCIAL (;,P. 11. /,PLICACIONES DE LA PSICOLOGÍA SOCI.-\L 363

En una investigación con estudiantes universitarios, Jablonski y colaboradores (1998) En el primer caso, si bien el progreso humano nos ayudó a dominar el ambiente en

corroboraron los resultados de otros trabajos (Hays y Hays, 1992; Ferraz y colaboradores, que vivimos )' a volverlo menos hostil, por otro lado, también ha contribuido a su

1992; Keeling, 1993): mientras menor es el grado de escolaridad, menor es el índice de precau­ destrucción. La contaminación ambiental (incluida la acumulación de desechos indus­

ciones efectivas tomadas en contra de enfennedades de trasmisión sexual. Desgraciadamente, triales tóxicos), el desperdicio de energía, el calentamiento global y la destrucción de los

la información sobre dichas enfermedades no ha sido suficiente, ya que incluso entre los bien bosques merecen la atención de todos los científicos sociales para buscar soluciones

informados el índice general de precauciones tomadas fue considerado bajo (cualitativa y cuan­ inmediatas.
titativamente), lo que nos llevaa buscar otros caminos de nnervención, además de seguir divul­ También en otros campos más específicos existe trabajo para los psicólogos sociales:
gando la información pertinente, en este caso, la información es buena, pero no lo suficiente. el ambiente urbano, por ejemplo, pues en las grandes ciudades (tan parecidas a una enor­
En el capítulo 3, al abordar la teoría de la disonancia cognoscitiva, vimos cómo Aronson me colmena) hay estrés extremo: violencia, agitación, embotellamientos diarios (que desa­
y sus colaboradores lograron modificar el comportamiento sexual de jóvenes sexualmente fian nuestra paciencia y consumen nuestro tiempo), además de ser un ambiente saturado
activos por medio de la creación de disonancia (p. 187). Hacer que la persona se dé cuenta
de estímulos.
de su hipocresía constituye un medio eficaz de llevarla a cambiar su conducta. Utilizando su
La trascendencia del barullo citadino, por ejemplo, fue bien planteada por Cohen (1981).
teoría de acción racional (también descrita en el capítulo 3), Fishbein y colaboradores (1996)
Según él, "el barullo de las ciudades daña tanto a la psique como a los tímpanos. Puede
lograron éxito en el cambio de conducta sexual para prevenir la contaminación por el VIH.
convertirnos en seres menos sociables, agravar los problemas mentales y estimular la agre­
Un estudio bastante amplio conducido por De Vries y sus colegas (1995) demostró que
sividad. Con todo, la manera como nos sentirnos depende tanto de los deciheles como de
el hábito de fumar está influido por las normas sociales, la conducta de personas significantes
nuestras actitudes". En realidad, barullo es un término psicológico que designa los so­
y la presión social, además de otros factores. El conocimiento cte esos factores influen­
nidos que juzgamos desagradables. Un disco de rock pesado puede ser fuente ele indes­
ciadores es importante para contrarrestarlos por medio de técnicas de cambio de actitud. Por
criptibles placeres para unos y de poderosa tortura para otros. Así también, un matrimonio
ejemplo, pueden ayudar a extinguir el hábito de fumar las campañas que esclarecen que la
susurrando dentro de un cine, aunque produzca menos decibeles que el ejemplo anterior,
mayoría de las personas están dejando de hacerlo (norma social), que las personas famosas
puede ser tan o más intolerable. Se han reportado innumerables peleas entre vecinos cau­
no fuman o dejaron de fumar (presión de otros significantes) e indicación de que las per­
sadas por este hecho.
sonas próximas (presión social) no fuman. El intento de cambiar tal hábito se ubica dentro
Aunque no haya unanirniclacl en torno a las investigaciones realizadas, se sospecha
de lo que puede ser alcanzado por una tecnología social eficaz.
que el exceso de ruido puede estar asociado con una mayor incidencia de dolores de ca­
Otra perspectiva en el campo de los cambios de hábito se refiere al hallazgo de las
beza, náusea, trastornos psicológicos diversos, irritabilidad, ansiedad y hasta ele impoten­
relaciones entre la represión de las emociones y la propensión a las enfermedades. William
cia sexual.
James ya alertaba en 1890 que "el fracaso en expresar emociones intensas por las vías nor­
Algunos factores subjetivos, como por ejemplo, el grado de control que tenemos ---0
males conduce al camino de la patología". Innumerables investigaciones han confirmado
creemos tener- sobre la fuente sonora, o la interpretación (atribución) que hacemos de
este vínculo en forma concluyente, sobre todo entre el cáncer y algunas enfermedades
los mismos, se revelan corno aspectos importantes en el grado de incomodidad percibido.
autoinmunes e individuos con dificultades para expresarse emocionalmente (Salovey y
Así cuanto más control tenemos sobre la fuente emisora de sonidos, menos nos incomo­
colaboradores, 1991; J. Pennebaker, 1999). De este modo, los esfuerzos para estimular
da �l "barullo". De la misma manera, aunque los camiones de carga pesada sean más ruido­
cambios de hábito en ese sentido deben ser bienvenidos.
sos que las motocicletas, tendemos a quejarnos más de estas últimas, tal vez porque con­

sideramos a los primeros un servicio de utilidad pública.


OTRAS ÁREAS DE APLICACIÓN Investigaciones posteriores también han aportado advertencias en torno al rema de

No fG-nd.,-e,� M.X c;0víuiacl c;í los efectos dañinos provocados por los barullos continuos (Nivison y Endresen, 1993). De

ch:,c;frvir,,� d aMDic:-t1te-. cualquier forma, para el bien de nuestros tímpanos y de nuestra salud psíquica, es necesa­

rio realizar más investigaciones que orienten a las autoridades públicas acerca del control
MARG.:..RET MEAD

adecuado de los indeseables elevados decibeles.

í�te- bíe.11 al .imbiG.nte-. 6-<;tc:,. no /e, fve- dado la sobrepoblación es un tema igualmente ventilado en las relaciones entre la psico­
f"'Y 1,1 padn,<;, k fv� pn½Wo f"'Y 1,1 h¿joS. logía social y el ambiente. Se refiere a una alta concentración p oblacional percibida por

las pe rsonas corno opresora y desagradable. Prácticamente toci os los libros íntroducto­
Proverbio keniano
rios de psicología citan el fam oso experimento de alhoun con
C nes en
rato i uación de
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36$
364 F,...,RTE 1'1. A P LI C fa ( I O N E 5 DE LA PSICOLOGfA SOCl"L

madres raras) y disminución de actividades exploratorias, entre otros factores. Pero la CONCLUSIÓN

extrapolación de estos datos hacia seres humanos no es tan simple. Mediaciones cognos­
íe..YMÍn.ido vn e-onc.-ie.rto, vn.i c;e-ñor-a c;e. au,Y1

citivo-emocionales propias ele los seres humanos muestran que el peso ele variables tales a Moz.arl- � djo: • ¡(l)vl int"'1',�t.,,:.;6, tan \ob<-ro,al
jYo cfaYfo /;;¡ ,viítad de- mi vicia paY;} <;GY c.,¡¡p.12- dG­
como la capacidad de control sobre la situación (Sherrod, 1974), las tradiciones cultura­
tOl"..--aY IJl'I Í11t;frvl"I\G,t'lfo Je, G9 Mane-Yi:I!�
les específicas de una nación (Pakistán, Japón e India, países de aira densidad pobla­
ft lo fC- Mo24rf n:,c;rondió, t;iMpk-Mc.nfe,:
cional, evidentemente tienen modos distintos de lidiar con este rema) y la aira capacidad
"M.idame,, e-<o fve. e-i;¡c...fal'(IG.ttte. lo te. hice- �o.�
de adaptación del ser humano hacen que la sensación de aglomeración varíe mucho
Atribuido a VV. A. MOZART
entre nosotros.

También deben recordarse los estudios de Zajonc (1965) mencionados en el capí­

tulo 1, en los que se muestra que la mera presencia de los otros puede conducir a un Los ejemplos y los comentarios anteriores muestran la_ r_elevancia de los co_nocimien:

estado de acuvación fisiológica. Si eso se diera de forma constante, sin intervalos, los tos de la psicología social en varias áreas de aplicación. Omurmos, sus conmbucrones a_las
efectos podrían ser bastante mortíferos a largo plazo. De forma similar, existen estudios organizaciones porque son tantas que, actualmente, la psicología _socral ele_ las organiza­

acerca ele lo que se denominó sobrecarga sensorial o sobrecarga urbana (Milgram, ciones psicología organizacional ya se ha convenido en �n se�ror mclepenclrent�de estu­
O
1970; Cohen y colaboradores, 1986), que se refiere al bombardeo de estímulos que dios, y lo mismo ha sucedido con el campo de la psícologia política L1s contribuciones ele

sobrepasa por mucho nuestra capacidad ele procesarlos. Esto es algo típico ele las gran­ la psicología social al derecho también fueron omitidas por las razones que ya explicamos

des ciudades y contribuye a provocar un agotamiento emocional. Como ya citamos en la


con anterioridad. , · 1 , · \
1
presente obra (cap. 7), el sociólogo G. Simmel (1902, publicado en 1950) alertaba a El mensaje que pretendemos trasmitir en este capítulo es que a_ psico agra soca

comienzos del siglo xx ele los peligros ele la sobreestimulación y de sus posibles conse­ tiene mucho que aportar a cualquier área de actividad donde la relación uuer personal

cuencias: distanciamiento emocional e insensibilidad como formas de defensa ante las sea un aspecto relevante. Por tanto, roda persona dedicada a arnvrclades que involuo en

demandas excesivas de la vicia urbana. relaciones interpersonales deberá familiarizarse con los descubnm,entos de la psi-

El crecimiento en esta área ha sido tan vertiginoso que un nuevo ramo denominado
cología social.
psicología ambiental solicita ya su autonomía como disciplina independiente dentro de la

psicología. Los interesantes estudios acerca del espacio personal, el comportamiento rerri­

torial y las relaciones con el ambiente hecho por el hombre (Sommwer, 1973; Hall, 1977)

también comprueban la independencia y el crecimiento de este campo de investigación. A SUGERENCIAS DE LECTURAS REIACIONADAS

esto se suma la necesidad humana ele lidiar con los efectos nocivos del progreso (la conta­ CON EL TEMA DE ESTE CAPÍTULO
minación ambiental y sus efectos, o el desinterés en la conservación de energía y el ahorro
. D Wilson y R.M. Akert Social P>w/Jolog¡•, 2a. ed., Longrnan, Nueva York, 1997.
ele agua potable), que requieren medidas inmediatas. Ya vimos en este mismo capítulo que Arons On, E., l · · ' · d 1·d I E l"t da
· A 'l B Pesq11isas em psicoloaía do desenrouíniento e a pe1�011a I ate, e ' ora ,
en el arsenal disponible dentro de la psicología social existen armas para enfrentar tales B.1agg10, . l' , ., b

. cuestiones de manera eficaz. Universidade UFRGS, R. S., 1984. . ,


Cohen, s., G. w. Evans y o. s. Krantz, Bebanor, Healtb and Eul'iromnental Stress, Plenum, Nueva
Para finalizar esta sección mencionaremos las aplicaciones de la psicología social

en el derecho. No vamos a abordarlas aquí, porque casi tocias las investigaciones que York, 1986. . . . . t · ! 1996
Loftus, E., E)ieivitness tesümony, 2a. ed., Harvard Umvers1ty P1_ess1 Ca�11 �m ge'. . .. . , ._
muestran cómo cienos principios se aplican al derecho fueron realizadas en Estados
Romero-García, o., "Locus de control, inteligencia, estatus so,c1oec?�om1co y rendimiento aradémi
Unidos de América, en donde se sigue una tradición jurídica diferente de la nuestra.
co", en Publicación núm. JO, iaboratorio de Psicologia, Menda, Venezuela, 1980.
Sólo diremos que tales estudios se concentran en las declaraciones ele testigos -y en
Seligman, M., Desamparo, Hucuec/ EDUSP, Sao Paulo, 1977.
ellos los trabajos ele E. Lofrus sobre memoria (1996) se consideran fundamentales-,
, Learned optimism, Knopf, Nueva York, 1991. ,, .. . . . .·
en la detección de mentiras, en la influencia de los medios y en los procesos de inter­ Stroebe, W. y M. Stroebe, "TI1e Social Psrchology of Social_Supporr_ 'en E.,'- H_,ggms y A. K, ugla'.1sk,

acción dentro de los jurados (podemos recomendar a DePaulo, 1994; Kramer y co­ f Baste Principies, Guilford, Nueva York, 1996, pp. )97
(eds.), Social Psycbologv.- Handbook o

laboradores, 1990; Pennington y Hastíe, 1990, 1993; y MacCoun, 1989, respectiva­

mente). Ta lor.S. E., Heahb Psychologv, Random House, Nueva York, 1985. . .· .
_Y_' Positiie tllusions. creanie Se/fdeception and tbe Healtby Mmd, Bas<c Books, Nueva Ym k,

1989.

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