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f BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS La BAC A Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) naciéd del tronco de La Editorial Catélica y del impul- so del catolicismo social que propugnaba el luego cardenal Angel Herrera Oria. Su primer libro, la Sagrada Biblia, aparecié el 18 de marzo de 1944. Desde entonces, la BAC ha mantenido los trazos de su primera identidad, que la presentan como «el pan de nuestra cultura catélica» por su pro- posito de publicar lo mejor del patrimonio doctri- nal y literario de la Iglesia y lo mas granado del pensamiento cristiano de todas las épocas. De ahi que la BAC se haya reconocido siempre como un servicio hecho a la fe y a la cultura, maxime en su tradicién de expresién castellana. Tal servicio lo realiza la BAC con acendrado sentido eclesial, acentuando la adhesion al magisterio del Papa y la comunién con toda la Iglesia bajo las directrices de los obispos. Y todo ello formando una comunidad moral en la que la Editorial sea puente de comunicacion entre autores y lectores que no sélo aprecien el acervo secular del pensa- miento cristiano, sino que lo enriquezcan con las aportaciones de cada momento historico. Para la realizacién de esta tarea en sus diversas secciones, colecciones y formatos, la BAC ha venido contando con el especial respaldo de la Universidad Pontificia de Salamanca y con la colaboracién de todas las Ordenes y Congregaciones religiosas, asi como con la asistencia y simpatia de autores y lecto- tes, sacerdotes y seglares, hombres y mujeres que, tanto en Espafia e Hispanoamérica como en el resto del mundo, han sabido convertir a la BAC en un hogar intelectual y cultural abierto a todos. No en vano la obra de la BAC ha sido ya definida como «el mayor esfuerzo editorial realizado por catélicos espafioles desde hace siglos». [6,90 eng ETIMOLOGIAS SAN ISIDORO DE SEVILLA ETIMOLOGIAS EDICION BILINGUE TEXTO LATINO, VERSION ESPANOLA Y NOTAS POR JOSE OROZ RETA (+) CATEDRATICO DE FILOLOGIA LATINA UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE SALAMANCA y MANUEL-A. MARCOS CASQUERO CATEDRATICO DE FILOLOGIA LATINA. UNIVERSIDAD DE LEON INTRODUCCION GENERAL POR MANUEL C. DIAZ Y DIAZ CATEDRATICO DE FILOLOGIA LATINA UNIVERSIDAD DE SANTIAGO DE COMPOSTELA et El busee. wos 17.7. ¢ BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS MADRID * MMIV La Biblioteca de Autores Cristianos hace constar que, por concesidn de la Oxford University Press, en la presente edicién de las Etimologias se reproduce el texto latino preparado por el profesor WaLLace M. Linpsay y publicado dentro de la Scrip- torum Classicorum Bibliotheca Oxoniensis en el afio 1911. Ilustracién de cubierta: San Isidoro (1665), de Murillo. Catedral de Sevilla Disefio: BAC © Biblioteca de Autores Cristianos Don Ramén de la Cruz, 57, Madrid 2004 Depésito legal: M. 25.599-2004 ISBN: 84-7914-726-1 Impreso en Espaiia. Printed in Spain INDICE GENERAL INTRODUCCION GENERAL ... Advertencia previa Nota bibliogrifica ... I. La circunstancia hispanica IL. La persona y obra de Isidoro IIL. Las «Etimologias» .... IV. Imagen y actualidad de Isidoro V. Caracterizacién de Isidoro Nota preliminar ETIMOLOGIAS Cartas Libro Acerca de la gramatica L Libro IL. Acerca de la retérica y la dialéctica Libro III. Acerca de la matemitica .. Libro IV. Acerca de la medicina .. Libro V. Acerca de las leyes y los tiempos Libro VI. De los libros y oficios eclesidsticos Libro VII. Acerca de Dios, los angeles y los fiele: Libro VIII. Acerca de la Iglesia y las sectas ... Libro IX. Acerca de las lenguas, pueblos, ciudades y parentescos Libro X. Acerca de las palabras Libro XI. Acerca del hombre y los seres prodigiosos .. Libro XII. Acerca de los animales ....... Libro XIII. Acerca del mundo y sus partes Libro XIV. Acerca de la tierra y sus partes Libro ay Acerca de los edificios y los campos Libro XVI. Acerca de las piedras y los metales Libro XVII. Acerca de la agricultura Libro XVIII. Acerca de Ja guerra y los juegos .. Libro XIX. Acerca de las naves, edificios y vestidos Libro XX. Acerca de las provisiones y de los utensilios do- mésticos y riisticos ... : 263 267 353 413 473 499 557 615 677 729 793 845 889 957 997 1045 1095 1155 1215 1263 . 1325 VII INDICES Pera INDICE ANALITICO ... Indice general Index generalis Index nominum Index geographicus Index botanicus Index zoologicus Lapides et metalla Verba graeca Loci citati in textu Loci citati in notis INTRODUCCION GENERAL Por MANUEL Diaz y Diaz ADVERTENCIA PREVIA Al iniciar la lectura de estas paginas conviene que se tengan ptesentes sus determinantes fundamentales. De esta manera el autor se sentira tranquilo persuadiéndose de que su intencién al escribir sera bien comprendida. Antes raramente, ahora con excepcionales logros, Isidoro tiene entrada amplia y definida, y ofrece repetidas oportunidades de investigacion, en el concierto cientifico universal. Al proyectarse esta impresion de las Evimo/ogias del Hispalense, que, a la vez, pone en manos del lector una gran edicién provisional y una nueva traduccién al espafiol que permita el acceso hasta la obra a quienes interese, estimo la direccién de la BiBLIOTECA DE AUTORES CristiANOs que deberia presentarseles previamente,un estado de las cuestiones que afectan al escritor y a su obra, y al mismo tiempo proporcionarseles una introduccién bibliografica, seria y actualizada, con que iniciarse en los complejos, y a menudo agobiantes, problemas de las Esimologias, y aun de otras obras auténticas 0 supositicias de Isidoro. Movidos por el deseo de responder a esta decisién, hemos tedactado la sintesis que sigue en la que pasamos revista, breve- mente, a veces esquematicamente (como corresponde a un estudio isidoriano que sigue las huellas del escritor), al ambiente en que se formé y vivid Isidoro, a su persona y su obra, a la principal de sus producciones, las Erimologias, y a la imagen que desperté en sus seguidores y admiradores, para rematar con una caracterizacién de Isidoro mismo. Las notas, que alguna que otra vez adoptan proporciones desmesuradas, no pretenden resolver todas las cuestiones que quiera curiosear un lector advertido; tienen al menos la ventaja de dar al que las consulta una guia para moverse con soltura en la selva de la bibliografia isidoriana. Mi agradecimiento no olvida las obligaciones contraidas con cuantos han hecho posible este trabajo con sus incitaciones o su ayuda positiva. NOTA BIBLIOGRAFICA @ Al comienzo de cada capitulo se mencionan los trabajos mas importantes que deben ser consultados en relacién con los temas en él tratados. Hstos trabajos son citados, a lo largo del capitulo correspon- diente, de forma abreviada, que alli se indica para comodidad del lector. ©@ Los siguientes trabajos fundamentales, que seran repetidamente citados, apareceran mencionados bajo la forma reducida que se indica: A. E. Anspacti, Taionis et Isidori nova fragmenta et opera (Madrid 1930) = Anspacn, TINFO. M.C. Diazy Diaz, Index scriptorum latinorum medii aevi hispanorum (Madrid 1959) = Diaz, Index. J. Feaxaxnrz Anoxso, La cura pastoral en la Espaia romanovisigoda (Roma 55) = FERNANDEZ ALONSO. ONTAINE, Isidore de Seville et la culture classique dans I’ Espagne wisigothique (Paris 1959) = Fontaine, Isidore. Z. Garcia Vitapa, Historia eclesidstica de Espaita t.2, 1/2 (Madrid 1932) = Garcia Viniapa. R. Grosse, Fontes Hispaniae Antiquae t.9: Las fuentes de la época visigada y bizantina (Barcelona 1947) = Fuentes. Historia de Espana dirigida por Menéndez Pidal (Madrid 1940= 1963) = Historia MP. Isidoriana (Le6n 1961) = Isid. J. Mapoz, Isidoro de Sevilla. Semblanza de su personalidad literaria (Leén 1960) = Mavoz. Miscellanea Isidoriana (Roma 1936) = Mise.Is. E. A. Tuompson, Los godos en Espaiia (Madrid 1971) = Tuompson. © — Sino se advierte otra cosa, las siguientes obras seran citadas segian las ediciones recientes que se relacionan. El resto lo son por las comanmente recibidas; véase ademas, Diaz, Index, en su lugar. BRAULIO: L. Rirsco Trrrero, Epistolario de San Braulio: Anales de la Universidad Hispalense. Filologia 31 (Sevilla 1975). JUAN DE BICLARO: J. Campos, Juan de Biclaro, Obispo de Gerona. Su vida y su obra (Madrid 1960). ISIDORO: J. Fontaine, Isidore de Séville. Traité de la Nature: Bibliotheque de I’Ecole des Hautes Etudes Hispaniques 28 (Burdeos 1960); C. Coponir Merino, E/ «De viris illustribus» de Isidoro de Sevilla: Theses et Studia Philologica Salmanticensia 12 (Salamanca 1964); C. Ropricvez 6 Introduccion general Atonso, Las Historias de los godos, vindalos y snevos de Isidoro de Sevilla (Leén 1975). ILDEFONSO: C. Copoxrr Murino, E/ «De viris illustribus» de Ildefonso de Toledo (Salamanca 1972). J. Vives, Concilios visigoticos ¢ bispanorromanos (Barcelona 1963) = Vives, Concilios. A. Hanmann, Patrologiae Latinae Supplementum .4 (Paris 1967) = PLS. I. LA CIRCUNSTANCIA HISPANICA La personalidad y actividad singulares de Isidoro de Sevilla no se comprenden sin tener presentes las circunstancias concretas en que se mueve su vida y su obra. Resueltamente hay que decir que casi todas las producciones isidorianas responden a unas necesida- des, y a unas exigencias, de la época en que vive el obispo de Sevilla. Por razones de su cargo, como metropolita de una de las més antiguas y prestigiosas sedes peninsulares y como hombre consciente en grado sumo de sus responsabilidades pastorales, lo veremos en todo momento intentando dar soluciones a los proble- mas que aquejan y acucian a sus contemporaneos. No se trata, sin duda, de caer en determinismos de ninguna clase, pero una obra, literaria y eclesial, como Ja de Isidoro no se comprende en todas sus dimensiones profundas, y a menudo tampoco en las superficia- les, si no se estudia el ambiente en que se produce. En varios apartados vamos a intentar dibujar los mas graves problemas y las condiciones que concurren en los decenios que van desde mediados del siglo v1 hasta el momento de la muerte de Isidoro. Habremos de tener presente que, aunque se nos ha conservado bastante material, hist6rico, literario y arqueoldgico, de este tiempo, lo perdido supera con creces a cuanto tenemos. Por otra parte, son muchos los aspectos que nos gustaria conocer minuciosamente y que aumentarian nuestra perspectiva para en- tender mejor aquel tiempo azaroso, en que nosotros podemos ver, como intuyeron ciertos espiritus avisados, que algo muy impor- tante estaba cambiando en la Peninsula y, en general, en el Occidente europeo. En las notas que siguen, especie de introducci6n general al estudio de Isidoro que nos ocupara posteriormente, hemos presta- do atencién a las mas importantes ideas y preocupaciones que operan, de manera mas o menos clara, en los espiritus dirigentes. Aquella vida politica y social, y, por descontado, toda la actividad cultural, fue patrimonio de unas minorias. Descubrit los puntos de arranque en que se basan estos pequefios grupos, y, en la medida de lo posible, como influyen en el resto de la poblacion, si es que 8 Introduccidn general esta influencia se da, sera parte de nuestra preocupacién en las paginas siguientes. No todas las afirmaciones van a parecer sufi- cientemente documentadas a ojos criticos, pero detras de casi todas las aseveraciones, respaldandolas, estaran las nuevas ma- neras de ver la historia visigoda y una nueva interpretaci6n de las fuentes. Que hayamos reducido esta descripcién de la circunstancia vivida por Isidoro y su generacién a sola la Peninsula, se compren- dera claramente luego. En el curso de unos afios se produce un aislacionismo que pronto generara un aislamiento nacional. Aun- que sigan actuando ciertas relaciones con el exterior, se haran irrelevantes y de escaso peso dentro de Hispania, cada vez mas atenta a sus problemas en vision suicida!. 1. La coyuntura politica Arrancaremos de la situacién en torno a 550, cuando Ia llegada al trono visigodo de Agila, apoyado en sus primeros momentos por los pofentes del reino, lleva consigo la liberacién definitiva de la dependencia, a veces real, a veces casi simbélica, del poder ostro- godo. Las esperanzas puestas en Agila parecen de pronto frustra- das cuando Atanagildo se resuelve a levantarse contra el rey € iniciar una verdadera guerra civil entre distintos grupos visigodos. Desde este momento tenemos que subrayar la importancia que, para la vida politica hispana, tuvieron las enormes diferencias entre facciones godas: las sucesivas luchas pot el poder, en este momen- to todavia no centradas en lo que pudiéramos denominar progra- 1 He aqui, en sintesis, la mas importante bibliografia que puede ser consultada para este capitulo; al lado de la cita damos la referencia abreviada, segin la que sera citada en estas paginas (complementa la «nota bibliogrifican previa): J. FONTAINE, Fins ef moyens de Penseignement ecclésiastique dans Espagne wisigothique, en La Scuola nell'Occidente latino del! Alto Medioevo (Spoleto 1942) 145-202 = FONTAINE, Enseignement; ID., Conversion et culture chex les Wisigoths 7E agne, en La conversione al Cristianesimo nell Europa dell’ Alto Medioevo (Spoleto 19675 p.87-147 = FONTAINE, Conversion; T. GONZALEZ, La Iglesia desde la conversion de Recaredo hasta la invasion drabe, en Historia de la Iglesia en Espaite. 1: La Iglesia en la Espana romana y visigoda (Madrid 1979) p.401-727 = T. GonzAtez, J. ORLANDIS, Historia de Espata, La Espaita visigetica (Madrid 1977) = ORLANDIS, Historia; D., La Iglesia en la Espana visigotica y medieval (Pamplona 1976) = ORLANDIS, Iglesia; P. RICHE, Education ef culture dans 'Occident barbare (Paris 1962) = RICHE; M. SOTOMAYOR Y MRO, La Iglesia en la Espaita romana, en Historia de la Iglesia en Exspafia. |: La Iglesia en la Espaita romana y visigoda (Madrid 1979) = SOTOMAYOR; K. F. STROHEKER, Germanenium und Spatantike (Zurich 1965) = STROHEKER; J. Vives, Incripciones cristianas de la Espaiia romana y visigoda (Barcelona 1942) 19 aives, ICERV; K. Z1EGLER, Church and State in Visigothic Spain (Washington ) = ZIEGLER. La circunstancia hispanica 9 mas politicos diferentes, son una caracteristica de la historia visigoda sobre la que han llamado la atencion algunos historiado- res contemporaneos que contemplaban la situacién desde fuera de la Peninsula. En la lucha de Atanagildo contra el rey Agila, el primero, atendiendo mas a sus conveniencias personales que a la considera- cién del futuro, establece un pacto con el imperio bizantino, cuyas clausulas desconocemos nosotros totalmente, como las ignoraron los reyes visigodos posteriores 3; pero el hecho fue que, en virtud de este tratado, un grupo expedicionario bizantino hace unos desembarcos en el sur y apoya a Atanagildo, quien, con este refuerzo, acaba aduefiandose del trono. Concluida la que se pensaba que seria una actuacién puntual del ejército de Bizancio, muchos aguardaron que se retirase de Hispania y volviera a sus bases del norte de Africa. No fue asi. Siglo y medio después, en circunstancias bastante andlogas, y a pesar de todos los esfuerzos que vamos a ver realizados a lo largo de mas de cincuenta afios, y otros més, otras facciones visigodas en lucha, la de Vitiza y Don Rodrigo, llamaran, a su vez, en auxilio, a otras tropas extranjeras, los arabes, que, cumplida su misién inicial, también se quedaran de asiento en la Peninsula. Los problemas con los que se enfrenta Atanagildo desde el comienzo de su reinado son miltiples y graves: 0 se abordaban de frente, 0 no quedaban resueltos con el solo cambio de personas al frente de la monarquia goda. En primer lugar tenia que resolver un problema por él mismo planteado: eliminar a los bizantinos. Lo intenté con escaso éxito; estos se aseguraron en sus posiciones, fortificaron los puntos neurdlgicos de la zona que controlaban e incluso extendieron su conquista en busqueda de zonas de seguri- dad4, Otro problema acuciante pata Atanagildo: el de las zonas virtualmente independientes que escapaban a la autoridad de los visigodos. Ninguna de las fuentes de aquel tiempo nos sefiala con ? GREG. TURON., Hist. Franc. 3,30: «Sumpserant enim Gothi hane detestabi- lem consuetudinem, ut si quis cis de regibus non placuisset, gladio eum adpeterent, et qui libuisset animo hunc sibi statuerunt regemn. > Sobre las frases probables de esta intervencion y su trasfondo, THOMPSON, p-369-376, Las noticias que poseemos de este tratado se limitan a esto: Recaredo Pretende hacia $98 que el papa Gregorio Magno intervenga para conseguir del emperador Mauricio una copia del acuerdo, a fin de estudiar sus términos, porque en Espaia se habia perdido el correspondiente protocolo. En 599 contesta Gregorio (Registrum Epist. 9.229) que los archivos imperiales perecieron en un incendio en $65, pero que en todo caso las clausulas del mismo eran desfavorables a las pretensiones de Recaredo de librarse de la presencia bizantina en la Peninsula. + THOMPSON, p.366ss. 10 Introduccién general precision cuales eran las regiones en donde el poder visigodo carecia de efectos; ahora bien, en numerosas camparias de este rey y sus sucesores vemos como se conquistan ciudades que supondria- mos sometidas al poder godo >. Tampoco sabemos muy bien a qué obedece esta clara discontinuidad del poder politico sobre el territorio visigodo, pero se da de manera analoga en el reino suevo. Probablemente, las formas mismas de los asentamientos, el reducido namero de germanos Ilegados a la Peninsula, una cierta tradicién que no aceptaba con facilidad la estabilidad de aquellos grupos y sus familias, llevaron a que vastas regiones en las que no habia habido asentamiento inicial suevo 0 visigodo, o lo habia habido en proporcién insignificante, continuara en la prictica funcionando con sus estructuras romanas, indiferente a los nuevos sefiores. Punto de preocupacién constante fueron las relaciones con los francos. En parte se debia a la situacién excepcional de las posesio- nes godas al norte de los Pirineos; en parte al hecho de que la inestabilidad politica en la Peninsula podia prestarse en cualquier momento a una accién belicosa por parte de los francos. Atanagil- do actta aqui de la misma manera que haran casi todos los reyes visigodos posteriores, intentando, mediante alianzas matrimonia- les, contener cualquier accion. Este procedimiento seguido para resolver una situacién que estimariamos de Estado, nos pone en guardia para mejor comprender cémo, no por nuestras interpreta- ciones, sino por la conciencia que al respecto tenian aquellas gentes, los problemas politicos podian resolverse a nivel personal, sin tomar en consideracién las raices profundas y efectivas del acontecer histérico Atanagildo aborda un problema importante, el de la capitali- dad del reino, que establece en Toledo, convertida de esta manera en la Urbs regia bispana. La situacién estratégica de Toledo nos permite ver que el rey pretende situarse en un punto céntrico desde el que le sera mas facil conservar el dominio de la Peninsula. Ademis, la instauracién de la capital constituye una primera medida efectiva para lograr la estabilidad de la monarquia ’. Pero, 5 Bn el caso de Cérdoba, la Crénica de Zaragoza, acaso obra de Maximo, obispo de aquella ciudad (Isip., De vir. 33), cuyos escasos restos edité Th. Mommsen (MGH auct.ant. 11,222-223), escribe: «Hic Athanagildus Hispalim civitatem pro- vinciae Beticae sitam bello impeticam suam fecit, Cordubam vero frequenti incur- sione admodum laesit». $ Sg HOMPSON, p-30-31; ORLANDIS, Historia p.92-93; Torres, Historia MP P- 7 Aunque es doctrina comin, no se ven seguros sus fundamentos para tenerla ya como tal en este tiempo: R. Cou ins, Mer ide and Toledo: 550-585, en Visigothic La circunstancia bispanica u al lado de este logro, se dan graves fallos inexplicables. El reino esta arruinado, inmerso en una enorme crisis financiera; y, por si fuera poco, las primeras brutales reacciones a este timido ensayo de accion unificadora lo pusieron al borde de una fragmentacion total. En la Peninsula se suceden las sublevaciones y las rupturas con el que podriamos denominar poder central ®. Todo este cimulo de dificultades se adivina, mas que se confirma, a la muerte del rey (muerte natural, por cierto, lo que constituye una novedad en la serie de los reyes godos hasta ese momento), pues sucede un interregno de varios meses hasta que, de manera sorprendente y extrafia, Iiuva es proclamado rey en la Narbonense. Ni fue bien recibido en la Peninsula ni con esta eleccién (recuérdese que la monarquia visigoda era electiva y que todos los intentos, algunos de los cuales veremos, de hacerla hereditaria fueron rabiosa y safiudamente perseguidos) se solucio- né ninguno de los problemas pendientes’. Por el contrario, la sensacion de debilidad que todo daba provocé a los bizantinos a ampliar sus posesiones en e] Sur y Levante, y favorecié en cierta medida un ocasional brote de audacia en el reino suevo, que en una maniobra de diversién intenté apoderarse, quizas por la region cantabrico-leonesa, de unas zonas que seguian escapando al domi- nio efectivo de los visigodos!°. Acaso Liuva tampoco tenia el camino facil en Septimania; y acaso pensd, en su condicién de anterior duque de aquella regi6n, que no podia abandonarla sin grave riesgo de la integridad territorial. Rapidamente asocia al trono a su hermano Leovigildo, encargandole inicialmente, en Spain. New Approaches (Oxford 1980) p.210ss; B. Fwics, Résidence et capitale pendant te Haut Moyen Age: Revue Historique 230 (1963) 31-35. ® Collins (cit. p.210) pondera cimo Isidoro y otros contemporineos, no sabemos por qué razones, minimizan la importancia del reinado de Atanagildo, al que debe atribuirse la primera renovaciin de la potencia militar que luego afirma Leovigildo. __? Sobre el reino suevo, en un aspecto muy politico y militar, la altima obra importante se debe a C. TORRES, Galicia Sueva, La Coruita 1977. Una palabra de justificacién para la escasa atencién que aqui prestamos al pueblo suevo. Después de la conversion de Teodomiro, en 559, los caminos de suevos y visigodos, pese a las tensiones que culminan en tiempos de Leovigildo, se van acercando. Tras la anexidn del reino suevo al visigodo, unos y otros patticipan en la problematica general. "0 Se trata de la campafia contra los ruccones, de localizacién insegura (s6lo sabemos con detalle que estaban protegidos por montes escarpados: Isip., Hist. Goth. 61), narrada por Isidoro (Hist.Sueb. 91, C. TORRES, cit. p.240ss) y por el Biclarense (Chron. a.572,3). La discusién sobre los ruccones no esta zanjada (infor- mucign en Torres, cit. p.240, y en J. CAMPOS, Juan de Biclaro [Madrid 1960] 12 Introduccion general especial, de la Hispania citerior!, La muerte de Liuva, tres afios mas tarde, deja toda la monarquia en manos de Leovigildo, quien, significativamente, se casa con la viuda de Atanagildo. En este momento, el mas grande de los reyes visigodos ! se hace cargo de la situacion y busca medios y soluciones para los problemas hispanos, a lo largo de quince afios llenos de sucesos, de accion politica y de ensayos de todo tipo. Su impacto fue tan fuerte, que puede decirse que la historia inmediata depende de cuanto él evo a cabo o proyecté. Sus aciertos y sus fracasos determinaron, no cabe duda, la juventud de Isidoro, que los vi de cerca en compaiiia de su hermano Leandro, obispo de Sevilla y actor importante en las mas arriesgadas empresas del momento. Al acceder al trono, Leovigildo se encuentra con graves tensiones exteriores: una vez mas, con los francos, amenazantes y a la espera de la ocasién propicia para caer sobre la Septimania; con los suevos, que habian puesto en riesgo la seguridad en el oeste con su campafia antes mencionada contra los ruccones; en el sur, con los bizantinos, que se habian aduefiado de Cartagena y que, avanzando hacia el interior, se habian apoderado de Baza. Mas graves, aunque a veces menos visibles, eran los problemas interio- tes, Extensas zonas buscaban, y lograban, zafarse de la dependen- ia de Toledo; unas veces se trataba de grupos poderosos de hispanorromanos que se oponian asi al control politico visigodo; otras, de grupos visigodos no dispuestos a acatar el poder real. Quizas la falta de unidad entre los visigodos, cada vez mas quebrada, constituia la maxima preocupacién para un rey del temple, sangre fria y vision politica que era Leovigildo "3. Este aparece sensible también a los problemas religiosos, aunque con probabilidad, como veremos, quizas mas en funcién de su propio pueblo visigodo que de los aspectos eclesiasticos del asunto. Tal vez desde antes de la muerte de su hermano Liuva, " Véase nota 9. 12 THOMPSON, p.73: «Leovigildo fue el mas notable de los reyes arrianos de Espafia»; pero no entiendo esta limitacién religosa. Orlandis ( Historia p.94) atin es restrictivo al enjuiciarlo: «fue uno de los grandes reyes de la Espaiia visigoticay. Bien es cierto que todos los historiadores muestran ciertas reservas ante él, pero en los contemporineos se comprende que primen naturalmente las diferencias religiosas; aun asi hay que decir que cuantas noticias le dedica ¢! Biclarense rezuman admiracién, detalle significativo en un oponente; y otro tanto puede decirse de Isidoro (Hist.Gorh. 49), que Mega a resumir asi sus éxitos: used offuscavit in co error impietatis gloriam tantae virtutisy, sin que las restricciones de juicio posteriores leguen a anular esta estima. No se puede comprender toda la problemitica y los ensayos de solucién del reinado de Leovigildo sin consultar el estudio de Stroheker (p.134-191). 15 Tompson, p.76ss; ORLANDIS, Historia p.95ss; TORRES, Iistoria MP p.98ss. La circunstancia bispdnica 13 Leovigildo habia ido elaborando unos planes capaces de hacer frente a la descomposicién general del reino. De varios de ellos tenemos constancia suficiente; otros los adivinamos por las reac- ciones del rey y por pequefios indicios que nos brinda una formidable fuente contemporanea, rica en detalles precisos y muy objetiva para lo que seria de esperar, aun considerando el afan en ella latente de iniciar en la Peninsula una historiografia de nuevo cufio, mas providencialista y mas deseosa de adaptar el nuevo reino a los moldes bizantinos: la Crdnica de Juan de Biclaro. Prioritario era lograr la unificacion del reino, en primer lugar, desde un punto de vista estrictamente territorial. Leovigildo pare- ce haber sido el primero que ha identificado su reino con la totalidad de la Peninsula (mas los territorios ultrapirenaicos, por supuesto). Para ello se propuso encontrar medios de anexionarse el reino suevo, objetivo que, finalmente, alcanz6 en 585, después de haber devastado una parte de Galecia, haber hecho prisionero al rey Audecan y aduefiarse de todo su patrimonio y los bienes de aquella region 4, En segundo lugar, la lucha con los bizantinos lo ocupé larga- mente. No obtuvo ninguna victoria sensacional ni logré apoderar- se de las ciudades que aquéllos habian previamente fortificado; pero al menos los contuvo, impidiendo, segan parece, las amplia- ciones territoriales que proyectaban '5. Tuvo también que abordar, de manera resuelta, las situaciones provocadas por los vascones. Para ello fund6 la ciudad de Victoriacum, la moderna Vitoria, en el limite del tertitorio vascon. Acaso llevé a cabo esta fundacién para asegurar la parte de Vasconia, desconocida por lo demas, que el Biclarense nos dice que ocupd en la campafia de 581'°. Sus relaciones con los francos pasaron también por la fase de la politica matrimonial, que no tuvo gran éxito. A fin de cuentas, en 585, y fue lo més positivo, sus tropas, comandadas por el futuro rey Recaredo, infligieron una notable derrota a los francos, que, apoyados y excitados por unos visigodos rebeldes, habian intenta- do aduefiarse de la Narbonense!7. La politica de unificacién del territorio emprendida por el rey tenia en el interior un foco de dificultades, las tensiones continuas “ Istw., Hist.Goth. 49: «Hispania paene tota potitus, nam antea gens Gothorum angustis finibus artabatur». 8 Juan de Biclaro (Chron, 2.570 y 571) menciona con satisfaccion sus éxitos parciales. 6 Ibid., 2.574,2 (ocupacion de Amava); 2.5813 (ocupacién de parte de Vasconia y fundacién de Vitoria); véase p.69. ¥ Cémodo resumen cn THOMPSON, p.90-92; otros plantcamientos en ORIAN bis, Historia p.115ss. 14 Introducciin general entre visigodos e hispanorromanos, dobladas a menudo por las tensiones religiosas entre arrianos y catélicos. Justo es decir que, durante mucho tiempo, los monarcas visigodos, salvo pequefias acciones intrascendentes, en parte reflejos condicionados por si- tuaciones exteriores, como la conversién de los suevos, se habian mostrado indulgentes con los catélicos e indiferentes al problema religioso '8. Los grupos catdlicos se sentian vejados, en raz6n de su poder econémico y social, y por constituir mayoria; sin embargo, durante un tiempo, toleraron de mejor o peor grado la dominacién visigoda arriana. Ignoramos qué detonantes modificaron la situacién. Puede pensarse en la mencionada conversién de los suevos, tan proxi mos, y en el papel que, por consiguiente, en aquella region, comienzan a jugar los catélicos. Pero pienso que, con preferencia, otro acontecimiento mas profundo alter el equilibrio, tan inesta- ble: el proceso incontenible de conversién de visigodos al catolicis- mo, conversién que se daba tanto entre nobles como entre libres. De los primeros recordemos a Masona y Juan de Biclaro, por sefialar dos ejemplos conspicuos; de la gente Ilana, sobre todo en algunas regiones, el nimero de conversos debié de ser muy grande, aunque no nos quedan practicamente datos. Uno y otro Proceso envalentonaron los animos catélicos, que comenzaron a plantear problemas al mismo tiempo que se multiplicaban las dificultades politicas, ya sefialadas, en los vacios de poder '9. Para atajar esta evolucién, consideré Leovigildo que tenia que plantearse claramente la cuestion religiosa. A tal fin, no sabemos si como idea concebida por el propio rey 0 aceptada de un ambiente generalizado, se identificd de manera radical arriano con visigodo, y catélico con hispanorromano. La conservacién del poder godo dependeria, pues, de una consolidacién del espiritu arriano; mas atin, lo arriano seria el cauce religioso correspondiente al dominio politico y social visigodo, por lo que se imponia una politica de expansion arriana. Ahora bien, la discrecion del monarca y su realismo le hicieron ver que el camino no consistia en una persecu- cién de los catélicos, ni en forzar a éstos a que aceptaran el credo arriano, pues tal forzamiento Ilevaria inevitablemente a la primera 8 Habria que hacer excepciones: Agila profand la tumba de San Acisclo, en Cérdoba; cuando se pondera cémo Teudis, «a pesar de ser hereje, concedié la paz a la Iglesia» (IsiD., His/.Goth. 41), se sefiala acaso que las cosas antes no habian ido igual. Véase THOMPSON, p.45-53, que pone mucho énfasis en la tolerancia de los reyes arrianos. ' Fiste punto de vista se esta imponiendo répidamente. Hasta ahora se habia dado mas confianza a la wonversién del pueblo godo» en 589. Véase p.1 ss, 238s. La circunstancia bispénica 15 solucion. Restaba la busqueda de formulas de compromiso en lo dogmatico y disciplinar, y ciertas componendas a niveles persona- les. Para lograr el primer objetivo, reunié en Toledo un concilio arriano en 580, al que el propio rey sugirié la adopcion de unas formulas que estaban a la vez alejadas de las creencias tradicionales arrianas y, naturalmente, de la fe catélica 2°. En el segundo plano hay que contar con una serie de decisiones que tendieron a favorecer a individuos catélicos, incluso obispos, a los que colmo de honores o concesiones privilegiadas. Quimérico y absurdo desde el principio este proyecto, fracasé luego del todo, hasta Ilegarse a resultados contrarios a los que se proponia el rey, como consecuencia de la situacion creada por la rebelion de Hermenegil- do. Volveremos, pues, sobre el tema. Pienso que el mas audaz de los proyectos reales fue otro, a saber, el de la regionalizacién del poder, acompafiada de un reforzamiento del mismo. El proyecto podria resumirse asi: sus dos hijos, Recaredo y Hermenegildo, asociados al trono, recibian cada uno una zona donde ejercer su autoridad. A Hermenegildo se le confid, de acuerdo con este plan, en 573, la Bética, y probable- mente la parte sur de la Lusitania; establecié su capital en Sevilla. Recaredo, cuyo tetritorio no conocemos con seguridad, se ocupa- tia acaso de la Carpetania y Levante 2!. A pesar de ciertos proble- mas cronolégicos, cabria pensar que la fundacién de Recdpolis (junto a Zorita de los Canes, Guadalajara) fue una accién de Leovigildo destinada, o a proporcionar una residencia oficial a su hijo Recaredo, o a vincularlo a esta region 22, Lo importante de este plan de regionalizacién es que no implicaba division del reino?3, Leovigildo se convertia en una especie de gran rey (gacaso % T. Gonzalez (p.402ss) atribuye, a mi entender excesivamente, el fracaso de esta politica de Leovigildo a la actitud y actividad del metropolita Masona de Mérida; Orlandis (Historia p.104ss) es mas matizado. Véase K. SCHAFERDIEK, Die Kirche in den Reichen der Westgoten und Suewen bis zur E:rrichtung der Westgotischen Aatholischen Staatskirce (Berlin 1967) p.157-205. 21 JUAN DE BICLARO, Chron. a.573,5: «duosque filios suos ex amissa coniuge Hermenegildum et Reccaredum consortes regni facit», De todos modos, mereceria Ja pena analizar sin prejuicios la frase en relacion con la de a.579,2: «provinciae partem ad regnandum tribuit», pues los datos no encajan en un texto tan matizado, ‘que quiere presentar en un acontecer de veinte afios todo el proceso de conversion teligiosa de la historia visigoda. Si Leovigildo entrega a su hijo una region para que en ella ejerza la soberania, segin las interpretaciones al uso, gcdmo alli mismo lo califica de «tirano»? No se sefala en ningun instante que Hermenegildo quisiera alzarse con Ia totalidad del reino, como indico luego. Ver C.A.S. NELSON, Regionalism in Visigotbic Spain (Kansas 1970) p.166ss, obra atil en algunos aspectos que nos interesan. 2 NELSON, cit. p.165ss. Véase p.69. % Seria absurdo, dado el interés de Leovigildo por lograr la unificacion

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