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INTRODUCCION La historiografia del siglo XX per ee atisronocnata es sto 2 del campo como una disciplina profesional en el siglo XIX, han «estado sometidos aun creciente cuestionamiento, Varios de es- tos supuestos se remontan a los comienzos de una tradicion| historiogrifica occidental que ha evolucionado continuamente desde la antighedad clisica. Lo que resulté nuevo en el siglo XIX fue la profesionalizacin de los estudios histéricos y su establecimiento en universidades y centros de investigacién, ‘Un aspecto central de esta profesionalzacion fue la firme con- ‘vccién en el estatus cientifico de la historia, EI concepto de ciencia, sin embargo, fue entendido por ls historiadores de una manera distinta ala de los expertos en ciencias naturales, quie~ nes buscaban el conocimiento a través de generaizaciones y le yes abstracts. Para los historiadores la historia diferfa dela na- turaleza puesto que se preocupaba de los significado tal como fueron expresads a través de las intenciones de los hombres y mujeres que hicieron la historia, y de los valores y costumbres| {que dieron cohesion alas sociedades. La historia se encargaba de personas y culturas concretas del pasado. No obstante, los historiadores compartian el optimismo de las ciencias profe- sonalizadas en general, en el sentido de que la iavestigacién organizada metodologicamente hacia posible ef conocimiento objetivo. Tanto para ellos como para los demés cientificos, la verdad consistia en la correspondencia entee ef conocimien- to y una realidad objetiva que, para el historiador, mostraba cl pasado “tal como habia ocurrido"? La autodefinicién de la historia como una disciplin cientifica implicaba, para la labor del historiador, una clara division entre el discurso cietilico y el lterario, y ente los histariadores profesionales y Ios alicio- naddos. Pero estos historiadores no contemplaron la medida en {que su investigacién descansaba también en supuestos acerca 2 Vase Leopold von Ranke, Preface 10 the Fist Elton of Histories (ofthe Latin and Germanic Nations, en Leopold von Rake, Theory and ‘racic of Htor, edad por Geng ges (nates, 201). 86. 20 ermopuceis| del curso de la historia y de la estructura de la sociedad que predeterminaban los resultados de sus estudios. 1a transformacién del campo en una disciplina institucional no debe, sin embargo, levamos a subestimar las continuidades especto de formas anteriores de escribir la historia. La historio- graf del siglo XIX era parte de una tadicién que se iniciaba con los grandes historladores de la antigedad clisica griega. ‘Compartian con Tuckdides la distincén entre el mito y la ver- dad, yal mismo tiempo, a pesar de su énfass en el cardcter cen- tiicoy por ence no retdrico de la redaccion histoica, procedtan de la misma manera que en la tradicin cldsica al suponer que Ja historia siempre se escibia en forma narrativa. El problema con la narrativa hist6ric, sin embargo, tal como Hayden White? {yot10s tebricos de la historia han sefalado, es que aun cuando procede a partir de hechos 0 eventos empiricamente validados, requiere necesariamente dela imaginacién para enmarcarlos en. ‘un cuadro coherente. De este modo hay un elemento de ficeién que pasa.a ser parte de todo discursohistérico, De aqui que el quiebre entre la historia “clenifica” det siglo ‘X0X y las tradiciones histérco-Iteraras mas antiguas no era tan fuerte como lo suponian varios historiadores decimons- sicos, Tanto el discurso histérco “cientifico” involucraba tuna ‘maginacion literaria, como la tradicinliteraria antigua bus- ‘aba tambien la verdad en la reconstruccién del pasado real La orientacién “ciemtifica” deste Leopoldo von Ranke compar- ‘da tres supuestos fundamentales con la tradicién histérico- IMeraria desde Tucidides hasta Gibbon: 1) ambas aceptaban Ja teorla de la verdad como correspondencia al sostener que ° Vase Hayden White, Méthidoria La imapiacion histrica en la Europa del siglo XIX ico DE, 1992), obra orgalmente publicada en ‘melee em 1982; HI to hte como arto nario os ers {Gercelons 2003), publicado ongialments en inglés en 197% Bl contenido 12 forms nari discus representacionstrie (arena, 1992) ‘rigitakmente publ em gles en 1987 21 ‘Lamsrontoenara pet sito 2 la historia se ocupa de gente que realmente existi6 y sobre hechos que realmente ocuricron; 2} suponian que las accio: nes humanas reflejaban ls intenciones de sus actores y que la tarea del historiador era comprender tales intenciones para ela- Dorar un relatohistérico coherente, y 3) operaban con un con- cepto de tiempo ala vez unidimensional y dacrénico, de modo «que los eventos posteiores se derivaban de los anteriores en luna secuencia coherente. Estos supuestos de realidad, inten cionalidad y secuencia coherente determinaron la estructura de la historia escrita desde Hérodoto y Tucidides hasta Ranke, y desde Ranke hasta avanzado el siglo XX. Son precisamente estos supuestos los que han sido gradualmente cuestionados por parte del pensamiento histrico reciente. Podemos dlistinguir dos orientaciones muy diferentes en cl pensamienta histrico del siglo XX. La primera se ocupa- ‘ba de la tansicén que va desde el tipo de historia narrativa y centrada en eventos que caracterizaban a la historiografia| profesional del siglo XIX, hasta la investgacion y escriturahis- ‘rica cienifico-soclal propia del siglo XX. Algunos supuestos| fundamentals de la historiografia tradicional fueron desafia- dos, pero las premisas bisicas compartidas mencionadas ante- rlormente siguieronintactas. Los diferentes tipos de historia de orientacion cientifico-social cubrian una gama metodolégica e {deotégica que inclua las aproximaciones sociologicas ¥ eco- némicas cuanttativas y el estructuralismo de Ia escucla de los Annales, hasta el andlisis marxsta de las clases sociales. De diferentes maneras, todos estos enfoques buscaban adecuar la iavestigacion histérica al modelo de las ciencias naturales, En tanto que la historigraffa tradicional se concentraba en la agencia individual y en los elementos de intencionalidad que se resstan a ser reducidos a generalizaciones abstracts, as nuevas formas de historia clentifice-social enfatizaban las es- ‘ructuras sociales y los procesos de cambio social. Sin embargo, ‘compartian dos nocionescentrales con lahistoriografia anterior 2 srrooccents| a primera era la afirmacién de que la historia versaba sobre temas reales que debian guardar una correspondencia con los seatos de os historiadores. Obviamente, esta realidad no podia, ser aprehendida directamente pero, como toda ciencia, debia «estar mediada por los conceptos y las construcciones mentales de los historiadores que sin embaggo intentarian alcanzar un ‘conocimiento objetivo, Los nuevos enfoques cientfico-sociales criticaban varios aspectos de la historiografia anterior: argu mentaban que se concentraban muy limitadamente en indivi- duos, especialmente en “grandes hombres" y en eventos, como silos fueran el verdadero objeto de la historia, y descuidaban lcontexto mis amplio en el que ellos se desenvolvian. En este sentido, los enfoques de orientacién cientifico-social, ya fueran sarxistas, parsonianos 0 de los Annales, representaban tuna de- smocratizacin de la historia, una inclusion de segmentos mis amplios de la poblacién y tna extensién de la perspectiva his: sériea desde la politica a la sociedad. Criticaban los enfoques anteriores no por ser clenificos, sino por no sero lo suficente Desafiaron una de las premisas basicas de la historiografia an- terior, a Saber, que la historia se preocupaba de lo particular, no de generalizaciones, y que su propdsto era “comprender” y no “explicar y aflemaron por su parte que todas las clencias, incluyendo ala historia, debian basarse en la causalidad. La segunda orientacién también era compartida tanto por Ja tradicin anterior como por los nuevos enfoques cientifico- sociales. Ambos operaban con una nocién de tiempo de card ter uniireccional, es decir, un concepto sobre la existencia de ‘una continuidad y sentido en la historia, y ademds que habia tuna historia en contraste con una multiplicidad de historias. Pero esta concepeién de la historia tenia una forma diferente cn el caso de la historiografia convencional, que en la de los cenfoques cientifico-sociales posteriores. Ranke habia recha- zado la nocién de una filosoia de la historia que involucrara tun esquema de historia universal, pero igual supuso que la 23 ‘a msromtocnara net sito historia poseia una coherenciaintema y un desarrollo y ade- :nds le asignaba un puesto privilegiado a la historia de Occi- dente, Los historiadores de la linea centiico-social tendian a ‘reer que al menos en la historia de la era moderna habia un cao sentido de direccién. Aunque eran pocos los que acep- ‘aban una idea de progreso que confiiese algin caricter be- fico a esta dreccién, la mayoria operaba con tna nocién de “modemnizacin”o “racionalizacin” progresiva que le daba co- herencia al desarrollo histrico, Aqui, también, la historia del mundo occidental moderna recibia un estatus privlegiado, La ‘istoria del mundo coincida con la oceidentalizacin. Estos supuestos han sido crecientemente cuestionados por <1 pensamiento filosdfico desde fines del siglo XIX. Es sélo en las ciltimas décadas, sin embargo, que las dudas a que dio Iu- {gar este desafio han producido un cambio serio en la labor de Tos historiadores. Esta reorientacién del pensamiento his- ‘rico reflej6 cambios fundamentales en la sociedad y en la cultura. En un sentido, el paradigma dela historiografia profe- sional iniciado por Ranke ya estaba fuera de sintonia con Tas realidades sociales y politicas de su tiempo cuando paso a ser cl estindar universal de lo estudios histéricos. Ranke era en. ‘gran medida un producto de la era de restauracién que sigui6 ‘la Revolucién Francesa y al perfodo napolednico. Su concepto de Estado descansaba en las realidades politicas de la Prusia| anterior a 1848, es decir, el periodo anterior al establecimiento de las instituciones representativas y al de la industealizacion Y sus concomitantes sociales. De aqut su énfasis en laprimacia| 4e la politica, relativamente aislada de las fuerzas econémicas Y sociales, y la dependencia casi exclusiva en los documen- tos oficiales del Estado. Para ese momento, a fines de siglo XPX, cuando su paradigma se transformé en el modelo de la ‘ranks, ‘On the Chace of Historical Science’ en The Theory and Practice of son, 816; y The Great Powers; i, 52 24 ernoDueci6N| “Sssoriografa profesional en Francia, Estados Unidos¢ y otros jibes, las condiciones sociales y polticas en las que se basaba ‘esse habian alterado fundamentalmente En el umbral del siglo XX, los historadores de Francia, Bél ‘2, Estados Unidos, Escandinaviae incluso Alemania comen- ‘earon a crticar el paradigma de Ranke’ a exigi una historia ‘que diera cuenta de los factores sociales y econémicos? Tal his: sora debla necesariamente evitar una concentracion en even- ses o figuras destacadas para enfocarse mas bien en las cond ones sociales de las que estos surgian. La democratizacion y ‘lsurgimiento de la sociedad de masas también clamaban por ‘una historiogafia que tomara en cuenta el papel de segmentos, ‘exis ampli de 1a poblacion y de las condiciones en que vi- ‘wan, De modo que desde diferentes perspectivas, los "Nuevos istoriadores" en Estados Unidos, el circulo de Hens Berr en ancla, Henri Pirenme® en Bélgica, y los marxistas en general ‘en la Europa continental, utilizaron sus conceptos particulares se las ciencias sociales como parte integral de la labor de Ios huistoriadores. Si bien las formas convencionales de la historia politica y diplomdtica dominaron en la profesién mucho mis ailé de 1945, se le dio una creciente atencin a la historia so- coal Especialmente después de esa fecha, las ciencias sociales ‘ssteméticas empezaron a jugar un papel cada vez més impor ‘ante en la obra de Tos historiadores, Esta es la transformacion que describ en mi libro de 1975, ee ef ea a ee a ee SLE, so omen est rae et ene nr reece Pate nem meee ered ea coat are pe Es "ign eon den ec 25 _Lamisrontoceara et sito XX Sin embargo, el optimismo en tomo a la naturaleza y di recci6n del mundo moderno en la que se basaba la historia ientifco-social se vio profundamente alterado por los cam- bios en a estructura social propios del mundo industrial avan- zado, Los historiadores de esta orientacién concebian el mun- {do modemo de una manera més dinémica que lade la escuela de Ranke. Presagiaban que el crecimiento econémico continuo yl aplicacin de la racionalidad cientifica al ordenamiento de Ja sociedad consttuisan valores positivos para la definicin de 1a vida moderna. Pero yaen la segunda mitad del siglo XIX tales expectativas| ‘haba sido sometidas a una crftca devastadara por parte de Jacob Burckhardt? y Friedrich Nietzsche. Este pesimismo se vio también reflejado en las discusiones y reflexiones filosfi- ‘as sobre el estado de la cultura moderna a lo largo de la pi- ‘mera mitad del siglo XX, pero no lego a impactarseriamente cl pensamiento de los historiadores sino hasta la década de 1960. En muchos sentidos, esa década represent6 un punto de inflexin en el cual la conciencia respecto de una criss en la sociedad y cultura modemas, de larga incubacion, se manifes- 16 con toda su fuerza. Fue solo entonces que las consecuen- ‘as de la Segunda Guerra Mundial resutaron obvias, como el fin de 1s imperios coloniales y una mayor conciencia de que los pueblos no occidentales también tenian historia." Al inte- sor de las sociedades occidentales, las antiguas concepciones sobre un consenso nacional reiteradas en la década de 1950," fueron reemplazadas por una mayor conciencia sobre la » Vease, de Burckhardt, Refsnes sobre le Mitra neers Eco 1, 1961) y Brg, 10 tomoe fs, 1949-1985), ‘ooreemplo Fide Ntsc, Sobre ln utdady los pesucios de labor para aid Maded 2008) Vessel, Al Sel, Props of Batemiy Nietcke, Heidegger Foucault Deda (Berkely, 1985), ‘Sk Woe op yk een Rr (rico D, 1987, "John Higham, “Beyond Consensus: The Mistoran as wal Cate, merce srl Reon 57 (196152, 609-625. 26 rrmonecci

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