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La sombra de su padre

-Mamá, ¿por qué lloras -dijo Triniti al ver a su madre llorar desconsoladamente apoyada contra el respaldo

del sofá.

- Triniti, ¿no deberías estar durmiendo? - le respondió, mientras quitaba presurosamente sus lágrimas con la

yema de sus dedos.

- Lo siento, má, no puedo dormir. Estoy muy preocupada por papá, no lo he visto en muchos días.

Ágata al escuchar las palabras de su hija quedó perpleja. No sabía cómo explicarle a su pequeña lo sucedido

con su padre.

- Mi hermosa hija, tu padre, tu padre...-dijo con un nudo en la garganta, que no le permitía avanzar. Su niña

tenia solo 4 años, no estaba lista para entender la verdad; pero tomó impulso y continuó con su respuesta.

- Trini, tu padre se se peleó con su sombra porque estaba cansado de que lo acosara y ésta se lo llevó.

- Ma, eso es muy tonto. Las sombras no pelian.¿Dónde está papá? Tenemos que encontrarlo.

- Hija, ve a dormir. Algún día lo entenderás.

Ágata se negó a hablar del tema por años. En su mente juvenil, no tenía más de veinticinco años, creía que

era la mejor opción.

Triniti, fue a su cuarto con más dudas, que certezas. Mientras se acurrucaba entre las sábanas batía en su

mente pequeñita lo que su madre le había contado. En su cama fria y solitaria, Agata se iba quedando

dormida entre lágrimas y sollozos.

Pasaron varios años en los que Triniti se abstuvo de preguntar o, quizás se fue olvidando del recuerdo de ese

hombre que alguna vez llamó papá; y Ágata de hablar del tema, de hablar de su esposo. Parecía que Zacarías,

así se llamaba, nunca hubiese existido. Sin embargo, los silencios nunca pueden mantenerse tanto tiempo, los

secretos, cobran vida y buscan salir del anonimato.

Triniti tenía 11 años, ya no necesitaba que las amigas de su mamá para que la cuidaran o acompañaran a la

escuela. Un día en su caminata escolar se sorprendió viendo su esbelta y alargada sombra y sintió miedo ¿Por

qué miedo?, ¿Qué me está pasando? - se preguntó; pero

como siempre se lo guardó para sí misma.

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La noche del 14 de abril de 2016 Ágata llegó cansada y Trini ya había cenado. Ambas se saludaron y

hablaron poco. Cada una fue a dormir a los mismos cuartos de siempre. Extrañamente durante siete años la

casa estaba igual. Algún retoque eventual; pero ningún cambio importante. En sus habitaciones cada una en

su rutina de descanso.

Ágata se desvaneció arrastrada hacia un profundo sueño. .. Zacarías se le acerca tímidamente y busca

acariciarla. Ella lo mira con furia y asombro.

- “Zacarías, ¿qué haces? ¿Qué buscas? Zac, ¿me escuchas? ¿Por qué lo hiciste?”

- “Ágata, perdón no encontré otra alternativa. Estaba acorralado. Me sentía un inútil. Mi vida no tenía

sentido sino podía darles un bienestar a ustedes. Teníamos muchas deudas y con mi sueldo no alcanzaba

para pagar la hipoteca. No lo sabías; pero íbamos a perder la casa. Con el seguro y la pensión se deberían

haberse saldado esas deudas¨- Responde Zacarías.”

- “¿Crees que nos diste un buen bienestar así? ¿Piensas que lo de la casa fue un consuelo para mí? ¿El

dolor que me consume y el que, en silencio, guarda nuestra hija, qué? ¿Eso no importa? Solo te importó tu

ego. Toda la responsabilidad sobre mis hombros. Triniti no tiene padre. Está creciendo. Es casi una

adolescente. Nunca tuve el valor de decirle que su padre existió y fue un cobarde, no un hombre valiente que

luchó y fue vencido. - Ágata emitió un intenso sollozo

- “Ágata, sé que podrás, sos fuerte, vas a sacar la vida de nuestra hija a flote, confié y confió en vos” - dijo

Zacarías, mientras se esfumaba como en una nube de vapor. Ágata quiso gritarle, decirle tantas cosas; pero

en eso despertó en un sobresalto y sintió una mirada intensa que la perturbó. A los pies de su cama su hija la

observaba fijamente.

- ¡Hija, qué susto!!! Me levanto y desayunamos juntas.-. Le respondió. Su hija asintió con la cabeza y se fue

al comedor.

Ágata llegó en 15 minutos, Trini ya había preparado el desayuno.

- Hija, quiero hablarte de tu padre…

- ¿Sí? ¿Sobre qué? ¿Qué padre? ¿El que fue raptado por un ovni o una sombra? ¿O el qué se quitó la vida?…

Ágata quedo asombrada.

- Ma, ya lo sé, anoche me lo confesó, me pidió perdón y le perdoné.

Ágata quedó en silencio, miró a su hija y se unieron en un largo abrazo sanador.

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