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Enfoques Psicocriminológicos
Enfoques Psicocriminológicos
A pesar de sus muchas críticas y defectos, el psicoanálisis aporta una idea muy
interesante: que la psicología permite al profesional conocer las manifestaciones
antisociales como resultado de la interacción de fuerzas psíquicas, para descubrir los
motivos inconscientes de tales conductas y encontrar modos de redirigir la conducta
delictiva hacia la conformidad social.
Es llegado a este punto cuando la Psicología, entendida como ciencia que estudia el
comportamiento humano, cobra verdadero valor como instrumento útil para analizar el
comportamiento criminal buscando explicar el proceso de adquisición de ciertos
modelos o patrones de conducta. Ya en nuestro siglo, y tras un paréntesis en el cual las
concepciones psiquiátricas de la conducta y el hecho delictivo tienen su mayor auge,
Criminología y Psicología se unen en el estudio del enigma criminal, surgiendo una
corriente criminológica denominada “orientación psicológica” que toma identidad propia
dando lugar a diversas explicaciones del comportamiento criminal, basadas en
diferentes modelos, principalmente los siguientes:
Para Eysenck, estas tres dimensiones tienen una importante base biológica de carácter
hereditario, y en consecuencia, la mejor manera de intervenir sobre las personas para
prevenir su conducta antisocial o agresiva en general, es actuar sobre el medio
ambiente, dotando a este tipo de personas de habilidades inhibitorias de su conducta
mediante procesos intensivos de entrenamiento.
Otro teórico, Feldman, afirma en su teoría del aprendizaje que se puede aprender a
delinquir (por el efecto directo del refuerzo diferencial, modelamiento social e
inducciones situacionales) y a no delinquir (gracias a la socialización temprana, cuyo
poder restrictivo es mantenido por consecuencias positivas derivadas del cumplimiento
de las normas, y por refuerzos negativos que proceden de su ruptura). Feldman integra
en el proceso de aprendizaje factores genéticos, situacionales y conductuales.
También en los años sesenta del pasado siglo surge la llamada teoría de la
asociación diferencial y el refuerzo, importante aportación del conductismo
inicialmente desarrollada por Sutherland y perfeccionada por Akers, quien a través de
las proposiciones de aquel llega a estas conclusiones: que la parte principal del
aprendizaje de la conducta delictiva ocurre en aquellos grupos que contienen la mayor
fuente de refuerzos para el individuo, y que la conducta delictiva es una función de las
normas que son discriminatorias para la conducta delictiva, cuyo aprendizaje se lleva a
cabo cuando tal conducta es reforzada más intensamente que la conducta no delictiva.
De este modo, explica que los sujetos que obedecen la ley sólo para evitar el castigo o
que piensan exclusivamente en sus propios intereses (razonamiento moral de bajo
nivel) son más proclives al delito que aquellos otros que ven en la ley un instrumento
positivo para toda la sociedad y que simpatizan con los derechos de los demás.
LA CRIMINOLOGÍA BIOSOCIAL
Hay varias perspectivas biológicas sobre el crimen y la delincuencia, entre las que
destacan principalmente tres, la evolucionista, la genética del comportamiento y la
psicología neurofisiológica.
La neurobiología (entendida como el estudio del cerebro y las respuestas del sistema
nervioso autónomo) se encuentra, gracias a los avances tecnológicos, en el centro de
la investigación psicológica criminológica actual, y ha proporcionado interesantes
hallazgos que sugieren la existencia de un funcionamiento anómalo de la zona
prefrontal del lóbulo frontal, que es la responsable del comportamiento ejecutivo, que
incluye integración de información, toma de decisiones y puesta en práctica de las
conductas. Pero además de esta función ejecutiva que guía, coordina y mantiene el
comportamiento flexible para amoldarse a las circunstancias, también es muy relevante
para la vida emocional de la persona los sentimientos que acompañan nuestras
experiencias y conductas, imprescindibles para que éstas adquieran su significado.
El autocontrol se origina por la educación de los padres: cuando éstos actúan con
negligencia (falta de apego y supervisión, métodos de crianza deficientes) sus hijos no
aprenderán a inhibir sus deseos egocéntricos y se comportarán de modo abusivo y
antisocial. Es el aprendizaje del autocontrol lo que inhibe el deseo egoísta de imponer
nuestros deseos por encima de la necesidad ajena y de las leyes.
Como vemos, en este constructo psicológico todo el peso case sobre las prácticas
educativas de los padres, algo injusto sabiendo que existe una correlación
gen/ambiente que también influye.
Alude al estudio de las carreras delictivas ya mencionado, y de las relaciones entre los
eventos de la vida y las conductas delictivas (“teorías del curso de la vida”).
Dentro de esta corriente, destaca la teoría del desarrollo de Moffitt, según la cual la
delincuencia tiene múltiples raíces, incluyendo condiciones biológicas, padres
deficientes en la crianza y educación de los hijos, fracaso escolar, etc. Las
personas están influidas por diferentes factores a medida que maduran. Por
consiguiente, un factor que puede ser muy relevante en una etapa de la vida (como el
grupo de amigos en la adolescencia) puede quedar en un segundo plano cuando se
llega a la edad adulta y se adquieren responsabilidades familiares. Y en la medida en
que tales factores cambian con el tiempo, también lo hace la implicación de un sujeto
en el delito. Si las relaciones sociales se modifican debido a las transiciones y cambios
que realizan los individuos, la conducta se ve claramente influida, y así es como la
delincuencia puede alterarse: desde iniciarse hasta agotarse o interrumpirse, o bien
hacerse más intensa, rápida o esporádica, etc.