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Clínica Psicoanalítica
Clínica Psicoanalítica
❖ Este signo simboliza que, por lo general, lo que se diga allí fue transcrito tal
cual de lo que dijo el/la docente en dicha parte.
Bibliografía
1
Unidad II: De la interpretación a las construcciones en análisis
2
● Lacan, J. (1966). La dirección de la cura y los principios de su poder. En Escritos 2 (p.
584-590). Buenos Aires: Siglo XXI.
● Le Gaufey, G. La incompletud de lo simbólico (p. 179-187). Buenos Aires: Letra
Viva.
3
Clase 1
Miércoles 11 de agosto de 2021
[...] “Ya he indicado el importante papel que corresponde a la persona del médico en la
creación de motivos destinados a derrotar la fuerza psíquica de la resistencia”.
A partir de la frase, ¿Por qué Freud sostiene que habría que derrotar la fuerza psíquica de la
resistencia? Para responder esto habría que pensar ¿de dónde viene dicha resistencia?
Esta fuerza psíquica no contribuye para que el paciente pueda avanzar de acuerdo a sus
conflictos, más bien aparece una oposición del paciente frente al tratamiento. Ejemplos
de resistencia puede ser un paciente que no quiere hablar, encubre lo que desea decir, se
expresa en monosílabos, etc. A partir de esto, resurge la pregunta sobre su origen.
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y abrir, quizás, una pregunta por allí. O bien, estar atento a algún
lapsus para entrar por allí y enfrentar la resistencia.
Caso de profesora
Se trata de un paciente que suele llegar a las sesiones con todas sus vivencias escritas, como
un diario. Lo lee y lo comenta impidiendo las intervenciones del analista, permitiendo tan
solo la escucha. En dichas escenas el analista debe estar muy atento y a la espera de que se
produzca alguna confusión en donde el yo queda movilizado por algo que viene de otro lugar
y no de aquel texto que sistemática y estructuradamente preparó el yo.
Sesión tras sesión, lectura tras lectura, siempre ocurre lo mismo: algo intersecta aquel
discurso lógico. Cuando eso ocurre es el momento de intervenir por parte del analista.
La resistencia, al ser la otra cara de la transferencia, no debe entenderse sólo como algo
negativo puesto en juego en el dispositivo clínico. Siempre estará, pero así mismo indica que
el paciente está conflictuado y coloca todas esas barreras defensivas para evadir aquel nudo
conflictivo.
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en juego? Si bien hay una molestia en ella, aún así decide mantener esa
posición una y otra vez señalando que lo ama.
Hipotetizando, la paciente podría sentirse humillada; una humillación
relacionada a la histeria. Él le dice a ella lo que debe hacer, lo que
termina alterando su propia líbido, su propio deseo. ¿Dónde queda
ella? En una búsqueda deseante de su líbido quedando totalmente
encarcelada.
Una sesión ella puede quejarse de una nueva discusión por la mesa, en
otra puede mostrar una queja referente a otro punto, y luego volver a
aparecer una queja nueva. Allí hay que observar el hilo conductor de
que lo que aparece realmente es un dolor por ser encarcelada en algo
hacia donde él la lleva. Esto podría ser un malestar reprimido. ¿Qué
hacer como analista? No se trata de simplemente formularle esta idea
de lleno, sino que en algún momento cuando ella tenga un lapsus, se le
olvide algo, o se quiebre en su discurso, aparece una escena clínica en
donde se puede derrotar la fuerza psíquica de la resistencia.
No se trata de dar soluciones alternativas o bien señalar qué debe
hacer; lo cierto es que a la semana siguiente terminará volviendo con
una nueva queja.
Las fatigas y la amistosa tolerancia del médico tienen que bastar como tal subrogado.
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paciente se transfiere excesivamente bien ¿Dónde queda el trabajo
terapéutico?
Al principio se debe conquistar al paciente para que pueda generarse el
espacio de confianza y la asociación libre, pero el análisis no debiese
resumirse en eso.
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encuadre, no debiese suceder lo referido. No obstante, si
sucede, lo fundamental es saber comportarse como analista.
La enferma tiene aquí un nuevo motivo de resistencia, que no se exterioriza sólo a raíz
de una cierta reminiscencia, sino de cualquier ensayo de tratamiento.
El síntoma histérico va teniendo producciones, y una de ellas puede ser el subrogado del
amor.
Si la enferma empieza a seducir al analista este no debe perder su posición de analista. Este si
bien se dará cuenta de aquello, debe pensar, ¿A quién seduce realmente mi paciente? En este
sentido, desde Lacan, el analista no es la persona que está allí. El analista no es más que un
semblante una vez establecida la transferencia. La paciente deposita sus propias fantasías e
imagos parentales en el analista. Por tanto, si se enamora de él, ¿de quién se enamora
realmente? No es más que un amor depositado transferencialmente, de allí que deba
entenderse hacia dónde va realmente, a quién busca.
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encubridor de algo, o decir siempre las mismas quejas porque
no está llegando al punto de su nudo conflictivo. Todo esto
puede ser leído como resistencia; una difícil de ver pues el
analista suele pensar que como el paciente cuenta sus
problemas se va avanzando en el análisis. O bien, puede darse
al revés y tener una paciente que no cuenta conflictos ni
problemas, llegando incluso, por parte del analista, a pensar
realmente a qué viene dicha paciente.
No se puede llevar a término ningún análisis si uno no sabe habérselas con la resistencia que
resulta de los tres hechos mencionados.
Uno halla el camino apropiado si se forma el designio de tratar a este síntoma neoproducido
según un modelo antiguo, lo mismo que un síntoma antiguo.
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El método psicoanalítico
Sigmund Freud
1903-4
Adaptado Dra. Miriam Pardo Fariña
El método psicoterapéutico que Freud aplica y define como psicoanálisis proviene del
llamado procedimiento catártico (V. Estudios sobre la histeria, 1885).
La terapia catártica había sido descubierta por Breuer, unos 10 años antes, curando a una
enferma histérica al hacer una intelección sobre la patogénesis de sus síntomas.
Freud puso a prueba este procedimiento en un mayor número de enfermos. Tenía como
condición que el paciente fuera susceptible de hipnosis y se basaba en la ampliación de la
conciencia que sobreviene a ese estado.
Su meta era eliminar los síntomas patológicos, y la alcanzaba haciendo retroceder al paciente
hasta el estado psíquico en que el síntoma se había presentado por primera vez. Entonces
emergían en el enfermo hipnotizado recuerdos, pensamientos e impulsos hasta entonces
ausentes de su conciencia. Elementos que antes no estaban en su conciencia, lo que ayudaba
de sobremanera para poder encauzar el trabajo clínico.
Y tan pronto como presa de intensas manifestaciones afectivas, comunica al médico estos
procesos anímicos suyos, el síntoma quedaba superado y no retornaba más. De ahí el elevado
auge que tuvo en un inicio.
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Se vio que en la génesis del síntoma no participaba una impresión (“traumática”) única, sino
casi siempre una serie de ellas, haciéndose, por tanto, difícil de abarcar y generando una
solución parcial.
Por tanto, el carácter principal del método catártico, por oposición a todos los otros
procedimientos de la psicoterapia, reside en que no transfiere la eficacia terapéutica a una
prohibición impartida por el médico mediante sugestión. Sugestión la cual trabaja y afecta
netamente al yo. En esa forma terapéutica se trabaja con el consciente y preconsciente, pero
en ningún caso con el inconsciente. Si bien tiene un efecto, no significa que apunte a un nudo
conflictivo.
Así, la hipnosis encuentra su tope; se soluciona parcialmente un problema, pero no llega a lo
reprimido. De lo que pasa al inconsciente el yo pierde su noción.
Antes de exhortarlos a que relaten en detalle su historial clínico, les recomienda participarle
todo cuanto se les pase por la cabeza, aunque les parezca que no es importante, o que no
viene al caso, o que es disparatado. Vale decir, asociar libremente.
Por el contrario, les pide con particular énfasis que no excluyan de la comunicación
pensamiento u ocurrencia alguna, por más que los avergüence o les resulte penoso hacerlo.
Ya en el relato del historial clínico salen a relucir lagunas en el recuerdo del enfermo; se
olvidan hechos reales, se confunden las relaciones de tiempo o se desarticulan los nexos
causales de tal modo que resultan efectos incomprensibles.
1
La importancia de lo reprimido, a modo de lo olvidado, tiende a ser característico del neurótico y del enfermo
como tal.
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con todos los recursos de la crítica, hasta que por fin siente un franco malestar cuando se le
instala realmente el recuerdo.
De esta experiencia, Freud infirió que las amnesias son el resultado de un proceso que él
llama represión y cuyo motivo individualiza en el sentimiento de displacer.
En cuanto a las fuerzas psíquicas que han originado esta represión, cree registrarlas en la
resistencia que se opone a la reproducción.
A las ocurrencias que suelen dejarse de lado con toda clase de pretextos, Freud las considera
retoños de los productos psíquicos reprimidos (pensamientos y mociones), desfiguraciones de
estos últimos provocadas por la resistencia que se opone a su reproducción. Cuanto mayor es
la resistencia, tanto más vasta es la desfiguración.
El valor que para la técnica terapéutica tienen las ocurrencias no deliberadas estriba en este
vínculo suyo con el material psíquico reprimido.
Si uno posee un procedimiento que permita avanzar desde las ocurrencias hasta lo reprimido,
desde las desfiguraciones hasta lo desfigurado, puede también, sin recurrir a la hipnosis,
volver asequible a la conciencia lo que antes era inconsciente en la vida anímica.
Sobre esta base, Freud ha creado un arte de interpretación destinado, por así decir, a extraer
del mineral en bruto de las ocurrencias no deliberadas el contenido metálico de pensamientos
reprimidos.
Objeto de este trabajo interpretativo no sólo son las ocurrencias del enfermo, sino también
sus sueños 一que brindan la vía de acceso más directa para el conocimiento del inconsciente
一, sus acciones no deliberadas, como carentes de plan (acciones sintomáticas), y los deslices
que comete en las operaciones de su vida cotidiana.
[...] A la hipnosis debe reprochársele que oculta la resistencia, y así ha impedido al médico
penetrar en el juego de las fuerzas psíquicas. Solamente las elude, razón por la cual no
proporciona sino datos incompletos y resultados efímeros.
Tarea de la cura es suprimir las amnesias. Si se han llenado todas las lagunas del recuerdo y
esclarecido todos los enigmáticos efectos de la vida psíquica, se ha imposibilitado la
prosecución de la enfermedad, y aún su neoformación. Así, por tanto, debe deshacerse de
todas las represiones; el estado psíquico resultante es el mismo que produce el llenado de
todas las amnesias.
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Clase 2
Miércoles 18 de agosto de 2021
[...] ¿En qué punto y con qué material se debe comenzar el tratamiento?
❖ Hay que tener en cuenta que en una primera sesión no debe aún
llamarse “terapia”.
Desde Freud, se piensa que desde el primer momento en que se interactúa con el paciente se
comienzan a movilizar muchas cosas. En términos didácticos, generalmente uno se
encontrará con una división que tiene que ver con iniciar con un psicodiagnóstico y después
iniciar al proceso psicoterapéutico. Freud se pregunta si realmente es así: ¿La terapia empieza
desde el diván o desde aquellas entrevistas preliminares?
Al respecto:
2
Tales como: neurosis, psicosis, perversiones, etc. las cuales, a su vez, varían de sujeto en sujeto a partir, por
ejemplo, de su propio registro de huellas mnémicas que mantengan.
3
Algunas escuelas le dan mucha importancia a la contratransferencia.
13
No interesa para nada con qué material se empiece 一la biografía, el historial clínico o los
recuerdos del paciente一, con tal de que se deje al paciente mismo hacer su relato y escoger
el punto de partida (p. 135)
[...] En ningún caso debe esperarse un relato sistemático, ni se debe hacer nada para
propiciarlo5.
4
Al trabajar en un CESFAM o en algún hospital o clínica las entrevistas son semiestructuradas, ya que se debe
seguir una pauta.
5
Si el paciente interrumpe su discurso para hablar de otro punto, no se le debe interrumpir. No obstante, ese
punto anterior el analista podría intentar recuperarlo más adelante; retornar a él.
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cuenta. Ese nuevo punto que emerge y que toma el paciente
para seguir hablando de él debe también ser tomado por el
analista.
Después, cada pequeño fragmento de la historia deberá ser narrado, y solo en estas
repeticiones aparecerán los complementos que permitirán obtener los nexos importantes,
desconocidos para el enfermo.
Hay pacientes que desde las primeras sesiones preparan con cuidado su relato, supuestamente
para asegurarse un mayor aprovechamiento del tiempo de terapia.
[...] Así, dividen su tratamiento en un tramo oficial, en cuyo transcurso se comportan las más
de las veces muy inhibidos, y en un tramo “cordial” en el que realmente hablan con libertad y
comunican toda clave de cosas, sin computarlas ellos como parte del tratamiento.
El médico no consentirá por mucho tiempo esta separación; tomará nota de lo dicho antes de
la sesión o después de ella y, aplicándolo en la primera oportunidad, volverá a desgarrar el
biombo que el paciente quería levantar.
Ese biombo (frontón) se construye también aquí con el material de una resistencia
transferencial.
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situación analítica. ¿Qué permitirá una vez instalada?6 Interpretaciones, intervenciones. Pero
al mismo tiempo, Freud señala que la otra cara de esta es la resistencia; cuando el paciente
guarda silencio, detiene su cadena discursiva, o bien, cuando el paciente ordena mucho el
relato y se siente rebotar contra un frontón.
Esta transferencia es el gran instrumento de trabajo; el pilar de la clínica. Por tanto, los casos
debieran pensarse como, ¿Qué ocurre a nivel transferencial? El paciente proyecta en el
analista sus propias vivencias. Por ejemplo, si está enojado con alguna figura parental es
probable que en sesión los conflictos relacionados se sitúen transferencialmente en el
analista7.
Se debe hacer una interpretación de la transferencia, por eso es importante tomar notas
después de la sesión y pensar en el paciente, reconstruir el caso, para ir leyendo qué pasó con
la transferencia; “¿Por qué aquí se enojó tanto?; ¿Por qué se quebró en este minuto?; ¿Por qué
estaba tan contento?; ¿A quién le habla realmente?”.
Ahora bien, mientras las comunicaciones y ocurrencias del paciente afluyan sin detención, no
hay que tocar el tema de la transferencia. Vale decir, no se le debe interrumpir.
Es preciso aguardar para este, el más espinoso de todos los procedimientos, hasta que la
transferencia haya devenido resistencia. Es importante que aparezca la resistencia, ya que
justamente es la que muestra hacia dónde va el nudo conflictivo del paciente.
[...] La siguiente pregunta que se nos planteará es de principio. Hela aquí: ¿Cuándo debemos
empezar a hacer comunicaciones al analizado?8 ¿Cuándo es oportuno revelarle el significado
secreto de sus ocurrencias, iniciarlo en las premisas y procedimientos técnicos del análisis?
Vale decir, que se pueda hacer una interpretación, subrayar alguna idea, o colocar una palabra
no dicha por el paciente, y que quizás le ayude a continuar asociando.
La respuesta sólo puede ser esta: no antes de que se haya establecido en el paciente una
transferencia operativa, un rapport en regla; que esté transferido9 al analista.
6
Vale decir, una vez instalada la neurosis de transferencia.
7
Tal cual en el caso Dora, con la paciente y su término de terapia al vengarse transferencialmente de Freud.
8
La pregunta de Freud recae cuando ya se ha dado inicio a la terapia, no en las entrevistas preliminares.
9
Una vez transferido, el paciente buscará algo pensando que es en el analista dónde lo encontrará.
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La primera meta del tratamiento sigue siendo allegarlo a éste y a la persona del médico. Para
ello no hace falta más que darle tiempo. Vale decir, no interrumpir, no presionar, no llenar las
sesiones con palabras de uno.
Si se le testimonia un serio interés, se pone cuidado en eliminar las resistencias que afloran al
comienzo y se evitan ciertos yerros, el paciente por sí sólo produce ese allegamiento y
enhebra al médico en una de las imagos de aquellas personas de quienes estuvo acostumbrado
a recibir amor (p. 140 y 141).
[...] El motor más directo de la terapia es el padecer del paciente y su deseo, que ahí se
engendra, de sanar.
Según se lo descubre sólo en el curso del análisis, es mucho lo que se debita de la magnitud
de esta fuerza pulsional, sobre todo la ganancia secundaria de la enfermedad.
Pero esta fuerza pulsional misma, de la cual cada mejoría trae aparejada su disminución, tiene
que conservarse hasta el final.
Ahora bien, por sí sola es incapaz de eliminar la enfermedad; para ello le faltan dos cosas: no
conoce los caminos que se deben recorrer hasta ese término, y no suministra los montos de
energía necesarios contra las resistencias. El tratamiento analítico remedia ambos déficit.
En cuanto a las magnitudes de afecto requeridas para vencer las resistencias, las suple
movilizando las energías aprontadas para la transferencia. Y mediante las comunicaciones
oportunas muestra al enfermo los caminos por los cuales debe guíar esas energías.
La transferencia a menudo basta por sí sola para eliminar los síntomas del padecer, pero ello
de manera sólo provisional, mientras ella misma subsista. Si se trabaja solo desde el Yo, el
tratamiento será principalmente una sugestión, no un psicoanálisis. Merecerá este último
nombre si la transferencia ha empleado su intensidad para vencer las resistencias; eso será un
análisis. Es que solo en ese caso se vuelve imposible la condición de enfermo, por más que la
transferencia, como lo exige su destinación, haya vuelto a disolverse.
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está el problema y el paciente será quien haga el análisis. Una
vez descubierto vía significante y elaborado luego por el
paciente, uno podría indicar que el análisis ha funcionado.
Restan, pues, transferencia e instrucción (en virtud de la comunicación) como las nuevas
fuentes de fuerza que el enfermo debe al analista. Empero, de la instrucción se vale solo en la
medida en que es movido a ello por la transferencia, y por eso la primera comunicación debe
aguardar hasta que se haya establecido una fuerte transferencia.
Y agreguemos: las posteriores deben hacerlo hasta que se elimine, en cada caso, la
perturbación producida por la aparición, siguiendo una serie, de las resistencias
transferenciales.
Lo reprimido retornado
Cuando hay un retorno de lo reprimido, aquello retornado se liga a una huella mnémica y
pasará a ser una representación palabra; representación que ya está en el preconciente para
luego pasar al conciente. Vale decir, lo inconsciente no se hace consciente de manera
directa10. Por ejemplo, podría salir como un lapsus al mezclar algún nombre; mencionar al
hijo en vez del marido. Esto se liga a una huella mnémica y allí queda en el preconsciente a la
espera de llegar a la conciencia.
Clase 3
Miércoles 25 de agosto de 2021
[...] Todo ser humano, por efecto conjugado de sus disposiciones innatas11 y de los influjos
que recibe de su infancia adquiere una especificidad determinada para el ejercicio de su vida
10
Léase el Yo y el Ello de Freud.
11
Genética y transmisiones que vienen de generaciones anteriores.
18
amorosa, o sea, para las condiciones de amor que establecerá y las pulsiones que satisfará, así
como para las metas que habrá que fijarse.
[...] sólo un sector de esas mociones determinantes de la vida amorosa ha recorrido el pleno
desarrollo psíquico; ese sector está vuelto hacia la realidad objetiva, disponible para la
personalidad consciente, y constituye una pieza de esta última.
Otra parte de esas mociones libidinosas ha sido demorada en el desarrollo, está apartada de la
personalidad consciente así como de la realidad objetiva, y sólo tuvo permitido desplegarse
en la fantasía o bien ha permanecido por entero en lo inconsciente, siendo entonces no
consabida para la conciencia de la personalidad.
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esa transferencia. Por lo que se deberá trabajar con dicha
resistencia para alcanzar la cura; al bajar la resistencia se abre
el conflicto posibilitando incluso el hacerlo consciente.
Responde a los vínculos reales con el médico que para semejante seriación se vuelva decisiva
la “imago paterna”.
Empero, la transferencia no está atada a ese modelo; también puede producirse siguiendo la
imago materna o de un hermano varón.
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generalmente todo va remitiendo a reminiscencias del padre12.
Quizás tenga muy claro, siguiendo el ejemplo, los conflictos
que ha tenido con el padre y pueda racionalizar otras
situaciones que ha vivido, pero no se debe olvidar que hay
aspectos de la historia y representaciones que no estarán en la
conciencia, sino reprimidos, lo cual sale en transferencia solo
que el paciente ni el analista lo sabe. Este último es el
encargado de descubrirlo mediante el análisis.
b) Sigue constituyendo un enigma por qué en el análisis la transferencia nos sale al paso
como la más fuerte resistencia al tratamiento, siendo que, fuera del análisis, debe ser
reconocida como portadora del efecto salutífero, como condición del éxito.
En este sentido, hay una experiencia que uno puede corroborar cuantas veces quiera: cuando
las asociaciones libres de un paciente se deniegan (me refiero al caso en que realmente faltan
y no, por ejemplo, cuando son silenciadas por él a consecuencia de un trivial sentimiento de
displacer) en todos los casos en posible eliminar esa parálisis aseverándole que ahora él está
bajo el imperio de una ocurrencia relativa a la persona del médico o algo perteneciente a él.
En el acto de impartir este esclarecimiento, uno elimina la parálisis o muda la situación: las
ocurrencias ya no se deniegan; en todo caso, se las silencia.
A primera vista, parece una gigantesca desventaja metódica del psicoanálisis que en él la
transferencia, de ordinario la más poderosa palanca del éxito, se mude en el medio más
potente de la resistencia.
❖ Al estar con un paciente es recomendable siempre ir apuntando,
por ejemplo, cómo ordena el relato, qué dice primero, por qué
cuando iba a hablar de tal cosa se quedó en silencio, qué
retomó después, etc.
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Esto lógicamente conociendo el historial del paciente y posibilitando el lugar del padre como lugar de
sospecha.
21
En institutos donde los enfermos nerviosos no son tratados analíticamente se observan las
máximas intensidades y las formas más indignas de una transferencia que llega hasta el
sometimiento, y aún la más inequívoca colaboración erótica de ella.
En cuanto al segundo problema 一por qué la transferencia nos sale al paso como resistencia
en el psicoanálisis一, aún no lo hemos tocado. [...] evoquemos la situación psicológica al
tratamiento: Una condición previa regular e indispensable a toda contracción de una
psiconeurosis es el proceso que Jung acertadamente ha designado como “introversión” de la
líbido. Vale decir, disminuye el sector de la líbido susceptible de conciencia, vuelta hacia la
realidad, y en esa misma medida aumenta el sector de ella extrañada de la realidad objetiva,
inconsciente, que si bien puede todavía alimentar las fantasías de la persona, pertenece a lo
inconsciente
La líbido (en todo o en parte) se ha internado por el camino de la regresión y reanima las
imagos infantiles. Y bien, hasta allí la sigue la cura analítica, que quiere pillarla, volverla de
nuevo asequible a la conciencia y, por último, ponerla al servicio de la realidad objetiva.
Toda vez que la investigación analítica tropieza con la líbido retirada en sus escondrijos, no
puede menos que estallar un combate; todas las fuerzas que causaron la regresión de la líbido
se elevarán como unas “resistencias” al trabajo, para conservar ese nuevo estado.
En efecto, si la introversión o regresión de la líbido no se hubiera justificado por una
determinada relación con el mundo exterior (en los términos más universales: por la
frustración de la satisfacción), más aún, si no hubiera sido acorde al fin en ese instante, no
habría podido producirse en modo alguno.
Empero, las resistencias de este origen no son las únicas, ni siquiera las más poderosas.
La líbido disponible para la personalidad había estado siempre bajo la atracción de los
complejos inconscientes (mejor dicho: de las partes de esos complejos que pertenecían a lo
inconsciente) y cayó en la regresión por haberse relajado la atracción a la realidad.
Para liberarla es preciso ahora vencer esa atracción de lo inconsciente, vale decir, cancelar la
represión (esfuerzo de desalojo) de las pulsiones inconscientes y de sus producciones,
represión constituida desde entonces en el interior del individuo.
El análisis tiene que librar combate con las resistencias de ambas fuentes. La resistencia
acompaña todos los pasos del tratamiento; cada ocurrencia singular, cada acto del paciente,
tiene que tomar en cuenta la resistencia, se constituye como un compromiso entre las fuerzas
cuya meta es la salud y aquellas, ya mencionadas, que la contrarían.
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Clase 4
Miércoles 01 de septiembre de 2021
Ejemplo clínico
Se trata de un adolescente de 12 años. Fue derivado por una psiquiatra producto de una
ansiedad muy desarrollada que lo inhibe de muchas cosas. No le gusta entrar solo a las
sesiones y es muy resistente. Generalmente lleva juegos, pero dura poco porque al poco
tiempo se pone ansioso y señala no poder continuar.
En la última sesión entró con la mamá y llegó sumamente resistente. Señalaba que no sabía
por qué iba a terapia, no lo había pedido ni tampoco quería estar allí. A su vez, reclamaba que
todo estaba en su contra y no tenía mayor sentido su vida ni nada le importaba. Todo esto
dicho en un tono de voz muy alto.
En un momento la terapeuta le pregunta directamente: “¿Te sientes querido por tus padres?”.
Señala que sí, pero que los padres lo querían por obligación. En ese momento la madre
intenta darle su mano y él corre su mano. Ante aquella escena, la terapeuta indica que
pareciera ser que él no deja a su madre ser madre con él; “no la dejas ser mamá”. Él se quedó
en silencio volviendo a señalar que “antes era feliz”, ante la pregunta de la terapeuta respecto
a qué se había echado a perder en su vida. Señalaba que antes tenía amigos, se sentía feliz,
pero que la pandemia arruinó todo.
Finalmente, la terapeuta cierra sesión incentivándolo a que comience a entrar solo, cosa a la
que él se niega. Así, cabe dar cuenta la necesidad que mantiene de evocar recuerdos, pero
desde la boca de su madre, no basta con que él los cuente o relate solo. Necesita que su madre
lo envuelva en su relato. Hay un conflicto en él ante la autonomía que debiese ir tomando con
respecto a su madre.
23
Con esto en cuenta, habría que ver transferencialmente qué es lo que él repite; quiere estar
cuidado, protegido, con atención.
Aquí (en el análisis) sucede con particular frecuencia, que se “recuerde” algo que nunca pudo
ser “olvidado” porque en ningún tiempo se lo advirtió, nunca fue consciente.
Además, para el decurso psíquico no parece tener importancia alguna que uno de esos
“nexos” fuera consciente y luego se olvidara, o no hubiera llegado nunca a la conciencia.
Si nos atenemos al signo distintivo de esta técnica respecto del tipo anterior, podemos decir
que el analizado no recuerda, en general, nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo actúa.
13
Cuando el paciente se refiere a este olvido, rara vez omite agregar: en verdad lo he sabido siempre, solo que
no me pasaba por la cabeza”.
24
se ensambla con la huella que quedó marcada desde la primera
vez.
Lo que el paciente empieza a repetir, lo empieza a actuar en el
sentido de que expresa tal cual cómo tiene dicha vivencia. De
ahí que no sea solo un recuerdo histórico.
No lo reproduce como recuerdo, sino como acción; lo repite, sin saber, desde luego, que lo
hace
En especial, él empieza la cura con una repetición así.
25
transferencia. ¿Qué es lo que se repite? Lo que no está ligado,
es decir, lo que el paciente desconoce; aquello que no está
ligado con el Yo.
Por supuesto que lo que más nos interesa es la relación de esta compulsión de repetir con la
transferencia y la resistencia.
Pronto advertimos que la transferencia misma es solo una pieza de repetición, y la repetición
es la transferencia del pasado olvidado; pero no sólo sobre el médico, también sobre todos los
otros ámbitos de la situación presente.
Por eso tenemos que estar preparados para que el analizado se entregue a la compulsión de
repetir, que le sustituye ahora al impulso de recordar, no sólo en la relación personal con el
médico, sino en todas las otras actividades y vínculos simultáneos de su vida. Por ejemplo, si
durante la cura elige un objeto de amor, toma a su cargo una tarea, inicia una empresa.
Tampoco es difícil discernir la participación de la resistencia.
Freud señala que el propósito del trabajo analítico es poder mover al paciente para que pueda
cancelar las represiones de su desarrollo temprano, las pueda sustituir.
14
Un obsesivo que cada sesión llega y cuenta su semana día por día, hora por hora, todo muy bien ordenado y
relatado.
26
Los recuerdos olvidados que aparecen en análisis constituyen un material muy importante
para poder reconquistar los recuerdos perdidos.
Lo principal que debe entenderse es que un caso es una construcción, de ahí que se
supervisen. No es algo dado o un lugar en donde se deban encontrar las respuestas concretas;
no hay raya para la suma. Sino que debe construirse en relación a lo que el paciente va
comentando, ¿Por qué dice eso? ¿Por qué le molesta aquello? Esas preguntas encuentran
respuestas en el caso particular, en la subjetividad del paciente, de ahí que siempre se llegue a
la idea del caso a caso.
Ahora bien, el trabajo de construcción analítica termina apuntando más bien a un trabajo de
reconstrucción, similar al trabajo de un arqueólogo quien reconstruye algo a partir de los
restos que encuentra enterrados. Del mismo modo procede el analista cuando extrae
conclusiones a partir de jirones de recuerdos, asociaciones, exteriorizaciones activas del
analizante.
Interpretación se refiere a lo que uno emprende con un elemento singular del material. Por
ejemplo, que hubo justo un acto fallido, un lapsus, un sueño, con lo cual se interpreta.
La construcción en análisis apunta más bien a la reconstrucción con el paciente de su
conflictiva, independientemente de si se hace o no una interpretación.
27
Clase 615
Miércoles 22 de septiembre de 2021
Klein parte con algo fundamental: todo a lo que refiere en este artículo no es nada más que
una suposición16 respecto a que hay una etapa del desarrollo mental, muy temprana, en donde
se activa el sadismo. Esta activación del sadismo aparece en cada una de las fuentes de placer
libidinal, es decir, habrá un sadismo oral, anal, fálico; así, este concepto siempre estará
presente y alcanzará su punto culminante en la fase que se inicia con el deseo oral-sádico de
devorar el pecho materno, o toda ella17, y desaparece con el advenimiento de la primera etapa
anal.
En el período referido por Klein el fin predominante es apoderarse del contenido de la madre
(pene del padre, excrementos, bebés) mediante el uso del sadismo y las armas que este tiene a
su alcance.
15
Clase 5 fue Solemne I.
16
Ningún ser humano tiene registro de lo que le ocurre cuando nace o lo sucedido en su primera infancia. De ahí
todo lo que la psicología o el psicoanálisis pueda decir de la vida infantil (0 a 4 años) son intelecciones. Freud
las obtenía a partir del trabajo clínico con sus pacientes. En el caso de Klein#, es a partir de la observación de
niños en sus juegos.
17
Recordar que al nacer el neonato queda sujeto a la posición esquizoparanoide en donde se relaciona con
objetos parciales. De ahí el hecho de que quiera incorporar el pecho sea, para el bebé, incorporar a esa madre
toda: el pecho es la madre en su totalidad, en tanto objeto parcial.
28
Cuando comienza el amamantamiento, la fase referida, es al mismo tiempo lo que permitirá
la introducción del complejo de edipo. Así, Klein ya piensa en un edipo primitivo que
aparece desde el nacimiento del neonato.
Las tendencia genitales empiezan a ejercer influencia, ya que comienza pronto la cuestión
edípica a través de objetos parciales18, aunque no es todavía evidente porque los impulsos
pregenitales dominan el campo. Vale decir, aún es muy potente lo oral-sádico; de ahí que
nadie podría pensar un edipo temprano.
Para poder hacer aún así el argumento, Klein señala que su planteo se apoya en el hecho de
que el conflicto edípico comienza en un período en el que predomina el sadismo. La
movilización del sadismo permite que el conflicto edípico, aún con objetos parciales por la
inmadurez del psiquismo del bebé, se ponga en juego.
Los ataques sádicos tienen por objeto a ambos padres, respondiendo a la fantasía primordial
de la pareja combinada; padre y madre juntos, combinados en el coito. En la fantasía, por
tanto, el ataque es a ambos a la vez, a quienes muerde y despedaza. Como incorpora todo esto
en la fase oral a través de las mamadas, esto se podría traducir en un ataque sádico hacia el
pecho materno porque estaría atacando al pecho y sus contenidos, que es lo que en sus
fantasías estaría incorporando.
Estos ataques despiertan angustias, ya que teme ser castigado por los padres unidos (fantasía
de pareja parental combinada). Esta angustia es internalizada a consecuencia de la
introyección oral-sádica de los objetos, y así se dirige ya hacia el superyó temprano.
Klein señala clínicamente: «He podido observar que estas situaciones de angustia de las
primeras fases del desarrollo mental son muy profundas y abrumadoras».
18
Tales como: el pene del padre, excremento, el pecho de la madre. En este sentido, recordar que el niño, hasta
los 6 meses, se mantiene en la posición esquizo paranoide por lo que no logra, según Klein, integrar los objetos
como totales, sino que el pecho puede ser bueno o malo, el pene del padre podría atacar o no, los bebés del
vientre materno podrían rivalizar o no. Pero siempre se trata de la parcialidad del objeto, en ningún caso de un
objeto total. Así, en las mamadas del bebé este mira a la madre, pero lo que incorpora es la madre-pecho, en
tanto objeto parcial, ya que aún no está en condiciones de simbolizar e incorporar a la madre toda. La madre es
el pecho. Es un objeto parcial con el que se relaciona en su parcialidad, no en su totalidad. Por tanto, es bueno o
malo.
29
❖ Así, ya hay una angustia que se expresa a través del llanto, a
través del sadismo, del morder, del vómito, etc. Formas que se
relacionan, tal como se dijo, con lo que pasa en el mundo
objetal del bebé.
❖ Esto puede observarse en los juegos del niño, quien elige atacar
a la pareja; muñecos o representantes de los padres quienes son
destruidos en el juego.
En la fantasía los excrementos son transformados en armas peligrosas. Así, orinar, para el
niño, es lo mismo que lastimar, herir, quemar o ahogar.
En una fase posterior, estas formas violentas de ataque son reemplazadas por ataques
encubiertos por los métodos más refinados que el sadismo pueda inventar y los excrementos
son homologados a sustancias venenosas.
Cuando hay exceso de sadismo despierta angustia y moviliza los mecanismos de defensa
primitivos por parte del yo. Algunas personas mantienen montos muy altos que desde bebé
mostraron. De ahí que en la anamnesis se les pregunte a los padres cómo era el niño de bebé:
“Vivía llorando; no podíamos dormir; no podíamos dormirla en su cuna; siempre estaba
intranquila”. O bien, “no molestaba nada; era tranquila; era floja para amamantar”.
19
Tironear el pelo, pellizcar, apretar, mover piernas o brazos violentamente, etc.
30
Vale preguntarse, a qué se debe el exceso de sadismo y por qué despierta angustia. La
respuesta es la siguiente: como a través del sadismo ya se produjo la destrucción del objeto,
la angustia se despierta debido a que ahora el objeto se puede vengar del niño. Por eso se
angustia. Como ya lo dañó ahora puede venir la contrapartida. A esto Klein lo llama la
Retaliación del objeto, venganza que tomará el objeto por haber sido destruido. Así,
generalmente los niños agresivos son a su vez miedosos.
Freud en 1926 señala: «Bien pudiera ser que antes de que el yo y el ello hayan llegado a
diferenciarse nítidamente, y antes de que se haya desarrollado el superyó, el aparato mental
utilice modos de defensa distintos de los que pone en práctica una vez alcanzados dichos
niveles de organización». Klein, por tanto, plantea una explicación a aquello.
Siguiendo con sus observaciones clínicas, señala que la primera defensa impuesta por el yo20
está en relación a dos fuentes de peligro: por un lado, el propio sadismo del sujeto, y por otro,
el mismo sadismo devuelto hacia uno mismo. De tanto atacar, el mismo objeto atacado podrá
vengarse.
En relación con el sadismo del sujeto, la defensa implica expulsión: “si hay mucho sadismo,
se expulsa21”, mientras que en relación con el objeto atacado implica destrucción.
20
Esta defensa es de carácter violento y difiere fundamentalmente del ulterior mecanismo de represión.
21
Morderse las uñas, sacarse el pelo, rascarse constantemente, hablar muchísimo, etc. Imposibilidad de estar
quieto. Podría así pensarse en cargas de sadismos altas que salen como síntoma: ansiedad, crisis de pánico, etc.
31
El sadismo se convierte en una fuente de peligro porque ofrece ocasión para la liberación de
angustia. Y también porque el sujeto siente que las armas empleadas para destruir al objeto
apuntan a su propio yo.
❖ Por más que trate de destruir, también me doy cuenta de que me
puedo deteriorar con tanto sadismo. Por tanto, el objeto atacado
es también fuente de peligro, ya que el sujeto teme de él
ataques similares o retaliatorios.
De este modo, el yo no desarrollado se encuentra ante una tarea que en esta etapa está fuera
de su alcance: dominar la angustia más intensa. De allí la importancia de quien pueda
contener ese sadismo; dicha función generalmente la tiene la madre o el cuidador principal.
A partir de lo escrito en 1923, junto al interés libidinal es la angustia que surge en la fase
descrita la que pone en marcha el mecanismo de identificación.
A medida que la madre va abriéndole la posibilidad al bebé de expulsar el sadismo a la vez
que le da la contención necesaria, también ayudará a que el bebé vaya tomando algunas vías
de identificación. Por ejemplo, como el niño desea destruir los órganos, o sea, lo que está en
el interior del cuerpo materno (pene, vagina, pecho), que representa los objetos, comienza a
tenerlos. Esta angustia contribuye a que equipare dichos órganos con otras cosas que
terminarán convirtiéndose en objetos de angustia. Así, el niño se siente constantemente
impulsado a hacer nuevas ecuaciones simbólicas que constituyen la base de su interés en los
nuevos objetos de simbolismo.
Es importante dar cuenta que Klein señala que el simbolismo no solo constituye el
fundamento de toda fantasía y sublimación22, sino que también en la medida en que se puede
simbolizar se puede relacionar con el mundo exterior. Esta capacidad de simbolización los
niños la muestran jugando y los adultos hablando.
22
Si se tiene capacidad para simbolizar, se puede fantasear y utilizar mecanismos de alto nivel como la
sublimación
32
Klein dice: “He señalado que el objeto del sadismo en su punto culminante y el impulso
epistemofílico23 emergen simultáneamente. Es el cuerpo materno con sus contenidos
fantaseados”.
23
Referido a la curiosidad, llamada por Freud “Pulsión epistemofílica”, que es cuando la pulsión se dirige a
curiosear, a saber, a querer conocer.
33
En la adultez este último punto puede encontrarse en el dinero,
la cuestión económica. ¿De qué manera se relaciona el objeto
dinero con la etapa anal? ¿De qué manera el dinero simboliza
las heces del niño? ¿El adulto qué hace con la plata; es
ahorrativo, tiene capacidad de ahorro 一contiene一 o la
desperdicia 一expulsa一 sin importar?
Clase 7
Miércoles 29 de septiembre de 2021
Winnicott se interesó mucho con los trabajos de Klein, llegando a ser su discípulo. Señala que
para ella, el análisis de niños era exactamente como el análisis de adultos, lo que para él no
resultó en ningún problema: «Yo me inicié con la misma idea y aún la sostengo. La idea del
período preparatorio depende del tipo de caso, y no es una técnica fija propia del análisis de
niños».24
Klein, señala Winicott, tenía un método para hacer muy real la realidad psíquica interna. Para
ella el jugar era una proyección de la realidad psíquica del niño, que este localizaba dentro
del self y del cuerpo. Así, la manipulación del niño de pequeños juguetes, y otros juegos
especiales y circunscriptos, eran vislumbres del mundo interior del niño. Uno percibía que la
realidad psíquica puede considerarse “interior” porque pertenece al concepto que el niño tiene
de sí mismo como poseedor de un lado de adentro que forma parte del self y un lado de
afuera que es un “no-yo” y se repudia.
24
Así, se evidencia su posición a favor de Klein con respecto a la discusión entre ella y Anna Freud, en donde
esta última sostenía la necesidad de la existencia de un período previo antes de hacer el inicio del análisis con
los niños. Para Klein esto iniciaba de inmediato.
34
el espacio transicional, en donde no es interno ni externo, sino
que está formado entre la madre y el hijo. O si el niño está en
terapia ese espacio transicional sería entre el niño y el
terapeuta. No ni del niño ni del otro.
Para Klein, redundando, esto no es así. Ella habla siempre del
mundo interior; de la fantasía, de lo que le pasaba a los niños,
de querer devorar los contenidos del vientre materno, etc. Y el
externo como todo aquello exterior al niño.
En estos términos 一interno y externo一, continua Winnicott, había una estrecha conexión
entre los mecanismos mentales de la introyección y la función de comer. La proyección
también estaba relacionada con las funciones corporales excretorias: con la saliva, el sudor,
las heces, la orina, el gritar, el patalear, etcétera. Vale decir, proyectar las funciones o
cuestiones propias hacia el exterior.
Entonces, el material de un análisis tenía que ver con la relación objetal del niño o con los
mecanismos de introyección y proyección.25 Asimismo, la expresión “relación objetal” podía
significar relación con objetos internos o externos. No obstante, el material para la
proyección y la introyección tenía una prehistoria, pues, en la base, lo que está en el niño y le
pertenece fue primero incorporado en relación con la función corporal del comer.
Para Winicott, lo importante era que, sin reducir en nada el impacto del complejo de Edipo,
se estaba trabajando sobre la base de angustias relacionadas con los impulsos pregenitales.
Por ejemplo, uno podía ver que en los casos psiconeuróticos más o menos puros el material
pregenital era regresivo y la dinámica pertenecía al período de los cuatro años, pero, por otra
parte, en muchos casos había enfermedad y una organización de las defensas propias de
25
Al respecto, recordar que el niño establece relaciones con objetos, tanto internos como externos. Además,
están todo el rato funcionando los mecanismos de introyección y proyección.
35
etapas anteriores de la vida del infante; en realidad, muchos infantes nunca llegaban a algo
tan sano como un complejo de Edipo en la edad del deambulador.
Otro ejemplo entregado por Winnicott dice relación con su segundo caso de formación con
niños: a principios de los 30’s, trabajó con una paciente de tres años cuya enfermedad
(anorexia) se había iniciado con el primer cumpleaños. El material del análisis era edípico
con reacciones a la escena primaria26; la niña no era de ningún modo psicótica. Además,
evolucionó muy bien, y ahora está felizmente casada. Pero su conflicto edípico se había
iniciado en el primer cumpleaños, cuando por primera vez se sentó a la mesa con los dos
progenitores.
La niña, que antes no había presentado ningún síntoma, tendió la mano hacia la comida, miró
solemnemente a los dos padres, y retiró la mano. Así se inició una anorexia severa,
exactamente al año. En el material del análisis, la escena primaria aparecía como una
comida;27 a veces los padres comían a la niña (retaliación)28, mientras que otras la niña
volcaba la mesa (la cama) y destruía toda la estructura. Su análisis terminó a tiempo para que
tuviera un complejo de Edipo genital antes del inicio del periodo de latencia.
Winnicott señala que nunca encontró que hubiese la menor alteración de la aplicación estricta
de los principios técnicos freudianos. Se evitaba con cuidado salir del rol de analista y las
principales interpretaciones se referían a la transferencia.
Lo que sí encontró una comprensión enriquecida, fue la de localizar el ítem de la realidad
psíquica, dentro o fuera, y librarse del uso de la frase “fantasía más débil”, incluso cuando
por “fantasía” entendemos la facultad de imaginar.
26
Recordar que esta escena tiene que ver con la pareja combinada, por ejemplo, coito de los padres.
27
Vale decir, los padres juntos, en tanto coito, la niña los proyectó en la comida.
28
Cuando se ataca al objeto en la fantasía, después aparece la culpa, lo paranoide, lo persecutorio, pensando que
el objeto se vengará. Entonces en este caso, los padres, en la fantasía de la niña, la podían comer.
36
[...] Continuando, Klein le hizo ver a Winnicott de qué modo la capacidad para preocuparte
por el otro y sentir culpa es un logro; más que la depresión, es ese logro lo que caracteriza la
llegada a la posición depresiva en el caso del bebé y el niño en crecimiento.29
Winnicott señala que ese es el aporte más importante de Klein, posible de ubicarse a la altura
del concepto freudiano del complejo de Edipo. Este último refiere a una relación tripersonal,
y la posición depresiva de Klein tiene que ver con una relación bipersonal 一la que existe
entre el infante y la madre一. El principal ingrediente es un cierto grado de organización y
fuerza del yo en el bebé o niño pequeño, razón por la cual resulta difícil ubicar el inicio de la
posición depresiva antes de los ocho o nueve meses, o del año.
Klein, insiste Winnicott, penetró cada vez más profundamente en los mecanismos mentales
de sus pacientes, y después aplicó sus conceptos al bebé en crecimiento. Pero agrega: «creo
que es en ese proceso donde cometió errores, porque en psicología “más profundo” no
siempre significa “más temprano”».
1. Miedo al talión.
[...] La posibilidad de venganza del objeto, que genera ansiedades persecutorias y una
escisión del mismo. Todo eso hace que se pueda hablar de una posición “esquizo”, ya que
funciona la escisión, y “paranoide”, ya que el objeto se puede vengar.
Klein parecía pensar que los infantes empiezan de este modo, pero, señala Winnicott, se diría
que así ignora el hecho de que, con un quehacer materno suficientemente bueno, esos dos
mecanismos pueden resultar relativamente carentes de importancia, hasta que la organización
del yo le permite al bebé utilizar los mecanismos de proyección e introyección para controlar
los objetos. Si no hay un quehacer materno suficientemente bueno, el resultado es más bien el
caos, y no el miedo al talión y una escisión del objeto en “bueno” y “malo”.
29
La llegada a esa etapa está asociada con ideas de restitución y reparación; por cierto, el individuo humano no
puede aceptar las ideas destructivas y agresivas de su propia naturaleza sin una experiencia de reparación, y por
ello en esta etapa es necesaria la presencia continuada del objeto del amor, pues sólo así hay oportunidades para
la reparación.
37
❖ ¿Cómo pensar a una madre suficientemente buena?
Habría que pensar que para Winnicott esto ya indica que no
existe una madre “perfecta”, o toda buena. Debe ser una madre
con capacidad para satisfacer sus necesidades, para detectar
inquietudes, para darle sostenimiento, holding, para darle
handling (manipulación, manejo corporal; amamantarlo,
limpiarlo, tomarlo en brazos, etc). Que pueda tener la capacidad
de atender las “emociones” que tiene su hijo.
Hay que darle un lugar al self (sí mismo) del niño, darle una
continuidad existencial, entregarle frustración, pero también
gratificar.
Klein nunca aceptó plenamente que junto con la dependencia de la infancia temprana hay
verdaderamente un período en el que no es posible describir al infante sin describir a la madre
que el infante aún no ha podido separar de su self. Klein pretendía haber prestado plena
atención al factor ambiental; en mi opinión, era incapaz de hacerlo, por temperamento.
Quizás esto representó una ventaja, pues sin duda se sentía poderosamente impulsada a
retroceder cada vez hacia los mecanismos mentales personales e individuales que constituyen
al nuevo ser humano en el primer peldaño de la escala del desarrollo emocional.
[...]
Sea cual sea la crítica que se la haga a Klein en las últimas dos décadas de su vida, no
podemos ignorar la enorme influencia que su trabajo tuvo en Inglaterra, y que tendrá en todas
partes, sobre el psicoanálisis ortodoxo.
30
Permite analizar niños muy pequeños a través del juego.
38
● Reconocimiento de la fantasía tal como la localiza el niño (o el adulto), es decir,
dentro o fuera del self.
● Comprensión de las fuerzas u “objetos” internos benignos y persecutorios y de su
origen en las experiencias instintivas satisfactorias o insatisfactorias (originalmente
orales y sádico-orales).
● Importancia de la proyección y la introyección como mecanismos mentales
desarrollados en la relación con la experiencia que tiene el niño de las funciones
corporales de incorporación y excreción.
● Énfasis en la importancia de los elementos destructivos de las relaciones objetales, es
decir, aparte de la rabia en la frustración.
● Desarrollo de una teoría del logro por el individuo de capacidad para la preocupación
por el otro (posición depresiva).
● Relación del juego constructivo, el trabajo, la potencia y el parto, con la posición
depresiva.
● Comprensión de la negación de la depresión (defensa maníaca).
● Comprensión del caos amenazante en la realidad psíquica interior y de las defensas
relacionadas con ese caos (neurosis obsesiva o estado de ánimo depresivo).
● Postulación de impulsos infantiles, miedo al talión y escisión del objeto antes de la
obtención de la ambivalencia.
● Intento constante de describir la psicología del infante sin ninguna referencia a la
calidad de la provisión ambiental. **Crítica de Winnicott a Klein
a. La herencia, y
b. la envidia.
Se debe pensar, antes que todo, en la noción de control omnipotente31 que viene a ser mucho
más previo a lo relacionado con el objeto transicional. Antes de llegar a la experiencia del
31
Para profundizar al respecto, leer Capítulo I: Objetos transicionales y fenómenos transicionales. Capítulo V:
La creatividad y sus orígenes y Capítulo VI: El uso de un objeto y la relación por medio de identificaciones
(Todo esto en Realidad y Juego).
Para revisar otras cuestiones teóricas leer Escritos de pediatría y psicoanálisis.
39
no-yo, en este autor, necesariamente la madre tiene que hacerle creer al niño que tiene control
omnipotente, que es muy diferente al control de objetos en Klein.
Señala Winnicott que, mirando en retrospectiva, los casos eran escogidos como adecuados
para el análisis si en la historia personal precoz del sujeto había habido un cuidado infantil
suficiente. Esta adaptación suficiente a la necesidad, al principio había permitido al yo del
individuo empezar a existir; con el resultado de que el analista podía dar por sentadas las
fases anteriores a la instauración del yo. De esta manera a los analistas les era posible hablar
y escribir como si la primera experiencia del pequeño humano hubiese sido la primera
nutrición, y como si la relación objetal entre la madre y el pequeño que ello entrañaba fuese
la primera relación significativa. Esto resultaba satisfactorio para el analista en ejercicio, pero
no podía satisfacer al observador directo de niños que se hallan al cuidado de sus madres.
En aquel tiempo la teoría andaba a ciegas en busca de mayor insight en este tema de la
relación de la madre con su pequeño, y de hecho el término «identificación» primaria entraña
un medio que todavía no se ha diferenciado de lo que será el individuo.
La identificación primaria tiene que ver con nuestras primeras identificaciones. En estas, lo
que se tiene que empezar a producir es: “Con quién te identificas tú”. Ciertamente, te
empiezas a identificar con el objeto, pero se tiene que dar antes de que aparezca la delgada
línea entre el self y el objeto. Es algo que se tiene que dar primero. Es el modo más primitivo
del ser humano para poder identificarse; esa identificación primaria estaría dada, en la etapa
oral, con respecto a la madre.
En Klein quedó claro que cuando el niño se está identificando con los objetos del vientre
materno, y los devora en la fantasía, dicha identificación primaria le está permitiendo en la
etapa oral comenzar a constituir su yo de una forma mucho más precisa. A medida en que
entra en relación con el pecho materno y comienza, por ejemplo, a lactar, y comienza a
devorar dichos objetos que curiosea, se van produciendo estas identificaciones primarias.
El tema es que eso es muy difícil reconstruirlo con posterioridad, ya que lo que vamos
reconstituyendo son las identificaciones secundarias.
Cronológicamente se hace evidente que la identificación primaria se produce primero, ahora
bien, Winnicott pensará que no necesariamente será con un objeto como tal, sino que tendría
que ser con el lazo afectivo que se debiera generar con el objeto, ya que es muy difícil que
40
haya una relación de objeto desde que nacemos. Pero, desde Klein, como hay un yo desde la
entrada, se hace posible pensar una identificación primaria con el primer objeto, la madre.
Pero desde Winnicott, el self que se irá formando (no hay yo de entrada), establece
identificación primaria con, por ejemplo, los lazos que establece con la madre que contiene,
que sostiene; la madre suficientemente buena con la que aparece un lazo afectivo. El bebé,
aún encontrado en la fase oral, aún no puede distinguir su self del objeto, ya que no está en
condiciones de lograrlo (desde Klein sí, ya que hay un yo primitivo. De hecho habla de un
temor a la venganza de objetos, y más). Al no haber un yo de entrada la identificación
primaria tendría que ver con lazos que se están creando con las figuras de sostenimiento
principal. Y a medida que se comienza a formar el yo y el sí mismo y se comienzan a
establecer las primeras diferenciaciones, entonces irán aconteciendo las identificaciones
secundarias.
En las secundarias se van tomando rasgos o aspectos de las personas. Un narcisismo primario
perdido, de donde en más el sujeto se va identificando con personas significativas.
Cuando pensamos en una madre que lleva consigo un pequeño recién nacido, o uno que no ha
nacido aún, sabemos al mismo tiempo que hay otro punto de vista: el del pequeño si este
estuviera ahí. Y desde este punto de vista, el pequeño o bien no se ha diferenciado o el
proceso de diferenciación ha comenzado y existe una dependencia absoluta con respecto al
medio inmediato y a su comportamiento.
Para poder salir del estado de dependencia absoluta, y por lo tanto, de la identificación
primaria, hay dos posibles resultados:
41
única forma que tiene el niño para sobrevivir y hacer frente a
un ambiente que no lo favorece.
En muchos casos puede haber un verdadero self oculto, protegido por un falso self. Este falso
self es, sin duda, un aspecto del self verdadero, al que esconde y protege, al mismo tiempo
que reacciona frente a los fracasos de adaptación y crea un patrón correspondiente al patrón
del fracaso ambiental. De esta manera el self verdadero no se ve envuelto en la reacción y
conserva su continuidad existencial. Sin embargo, este self verdadero y oculto sufre un
empobrecimiento derivado de la falta de experiencia.
El self falso puede lograr una integridad que resulta engañosa, es decir, una falsa fuerza del
yo recogida del patrón ambiental y de un medio bueno y digno de confianza, pues en modo
alguno hay que deducir que el fracaso materno precoz conduzca necesariamente a un fracaso
general del cuidado infantil. Sin embargo, el self falso no puede experimentar vida o sentirse
real.
42
❖ A su vez, uno podría encontrar un falso self en niños
sumamente sobreadaptados, que funcionan de una forma
maravillosa, lo que no quiere decir que eso sea “demasiado
bueno”. También puede tratarse de un falso self que está
apareciendo, pero que es engañoso porque parece que el niño es
bien portado, pero mantiene muchos dolores internos.
En la labor sobre la que les estoy informando, el analista sigue el principio básico del
psicoanálisis: que el inconsciente del paciente dirija la marcha, y sólo debe seguírsele a él. Al
enfrentarse a una tendencia regresiva, el analista debe estar preparado para seguir el proceso
inconsciente del paciente si no quiere marcar una directriz saliendo así de su papel de
analista.
32
Había llevado una leche en caja como colación.
43
Allí aparece algo que uno tendría que deducir como una
intelección, ya que no viene dado en el historial de vida del
paciente, respecto a que sí se puede haber producido algunos
cortes importantes en los estadios más tempranos del desarrollo
que no aparecen en los registros que la madre o el joven ha
contado. Pero uno como analista se puede percatar sobre la
ubicación de una fisura, una brecha posible de deducir a partir
del trabajo clínico.
Al indagar sobre sus conductas en casa, además se descubre de
ciertas actitudes como de pedir ir a la cama de los padres para
acostarse un rato: ciertamente otra muestra regresiva de su
comportamiento actual.
Allí donde hay un yo intacto y el analista puede dar por sentados estos detalles precoces del
cuidado infantil, entonces el marco33 del análisis carece de importancia en relación con la
labor interpretativa.
Ahora bien, en la labor descrita por Winnicott, el marco cobra mayor importancia que la
interpretación. El énfasis se traslada de uno a otro. El comportamiento del analista,
representado por lo que se ha llamado «el marco» por ser suficiente en lo que hace a la
adaptación a la necesidad, es percibido gradualmente por el paciente como algo que da pie a
una esperanza de que el verdadero self pueda por fin correr los riesgos propios y empezar a
experimentar la vida.
Lo que se espera es que el self falso se entregue al analista. Este es un momento de gran
dependencia y de verdadero riesgo y el paciente, como es natural, se halla en un profundo
estado de regresión.
33
Entendido como la suma de todos los detalles del control.
44
La adaptación suficiente por parte del analista produce un resultado que concuerda
exactamente con lo que se pretende: el cambio del centro principal de operaciones del
paciente, que pasará del self falso al verdadero.
Por primera vez en la vida del paciente hay ahora una oportunidad para el desarrollo del yo,
para su integración partiendo de los núcleos del yo, para su instauración en calidad de yo
corporal y también para su repudio de un medio ambiente externo con la iniciación de las
relaciones objetales. Por primera vez el yo es capaz de experimentar los impulsos del ello y
de sentirse real al hacerlo, así como al descansar de las experimentaciones. Y a partir de aquí
por fin puede hacerse un análisis ordinario de las defensas del yo contra la angustia.
[...]
En cuanto a las caídas y tropiezos del analista, la clave reside en que el fracaso del analista se
utilice y sea tratado como fracaso pasado, un fracaso que el paciente es capaz de percibir y
encuadrar y sentir ira sobre él.
El analista necesita poder utilizar sus fracasos en términos de lo que significan para el
paciente y si es posible, debe explicar cada uno de ellos aunque esto signifique el estudio de
su contratransferencia inconsciente.
34
Al respecto leer capítulo VI de Realidad y Juego.
45
Por ejemplo, en caso de niños, ponerse pesado, dormirse en una
mesa, tirar juguetes. En caso de adultos, llegar tarde, ser
indiferente, etc. Pero, ¿Qué hace el analista con eso? Desde esta
teorización es esperarlo sin mostrárselo al paciente, pero sin
cortar la operación terapéutica, a menos de que ya se haya
detectado que el paciente definitivamente no quiere trabajar
nada.
Es algo que ciertamente hay que saber manejarlo, sobre todo
con pacientes muy complejos que generan niveles de dificultad
altos.
Clase 8
Miércoles 20 de octubre de 2021
Encuadre y regresión
Donald Winnicott
(Basado en Transiciones de S. Abadi)
La pregunta: ¿Esto pertenece a la realidad externa o ha sido creado por tu fantasía? No tiene
sentido para Winnicott.
46
❖ Cuando nacemos, según Winnicott, hay un desarrollo de lo que
se llama el control omnipotente, o lo que se dice: la
omnipotencia del niño, o la “omnipotencia mágica del bebé”.
Como todo es uno, vale decir, todo lo que el bebé piensa, en el
caso de la omnipotencia mágica, es. Entonces, para Winnicott,
lo que debe hacer la madre es tener la capacidad de sostener la
situación y presentarle el objeto al niño para que este pueda
encontrar el objeto.
Por ejemplo, cuando el niño tenga hambre o quiera leche, la
madre debiese estar atenta para proveerlo de su alimento.
Cuando eso ocurre, como el niño tendría desarrollo de la
omnipotencia mágica, el niño “pensará” que él creó el objeto,
no que la madre de manera externa le puso el biberón. De ahí
que una vez más venga la pregunta: ¿Es externa o fantaseada
esa realidad? Ante eso, señala que no vale la pena resolverla,
hay que dejarla tal como está, es un período de ilusión, ya que
no hay realidad externa reconocida.
No hay salud posible, ni actividad creadora, ni sentimiento de ser para aquel que está privado
de ese espacio.
47
adentro, no es tuyo ni mío, sino formado en la dupla madre-hijo
一, si se priva de ese espacio, nada de lo demás se constituirá.
Aquí aparece uno de los sentidos fundamentales del tratamiento psicoanalítico: la apertura y
expansión del espacio transicional.
48
como se actuó, sino dejar que el paciente hable. Quizás con
alguna pregunta abrir algo, para que esto empiece a bajar.
La idea es que el analista sobreviva a este encuentro. Lo que
hace el paciente, al ver la sobrevivencia, es que podrá hacer
uso del analista, vale decir, poder hacer uso del objeto. Podrá
controlarlo, dominarlo, dándose cuenta que el objeto (analista)
no lo ataca, sino que se va propiciando un espacio en donde
ambos pueden estar allí, en un entre que permita que el
paciente pueda simbolizar, crear, pensarse, pensar, y donde no
se produzca ningún corte con su propia experiencia de
continuidad existencial.
Espacio-Tiempo en análisis
● Lugar de la cura
● El objeto analista que se ofrece para la experiencia (y un paciente que hace uso de él)
49
vida. Uno se ofrece, pero sabiendo que debe haber un límite en
eso, ya que igual se está dentro de un encuadre clínico. De lo
contrario, no funcionará nada: ni la contención de la
agresividad o del exceso de la transferencia positiva que al final
igual funciona como resistencia.
● La transferencia y la contratransferencia
50
interpretaciones en ese espacio compartido. La idea es
propender hacia lo transicional.
El encuadre cumple las funciones del holding 一que sería sostenimiento一, espacio
transicional y garante de la continuidad existencial, permitiendo la regresión a la
dependencia, la vivencia de no integración y la experiencia del ser en el tiempo.
51
absolutamente dependiente de aquel cuidador. Pero a medida
que se avanza se relativiza dicha dependencia hasta llegar a la
autonomía.
Si un paciente llega la idea es que regresione hacia la
dependencia, ya que lo que hay que encontrar son sus aspectos
más arcaicos e infantilizados, que en algún minuto lo han ido
trabando, para que hoy 一quizás en su adultez, infancia o
adolescencia一 no avance. Para poder hacer todo ese
reconocimiento, lo que propone el encuadre winnicottiano es
una regresión a la dependencia. Allí aparece la función del
analista de que se produzca ese espacio transicional para que el
paciente confíe en su analista. Por eso el encuadre debe velar
por la función de holding, debe sostener; hay que velar por los
detalles, el paciente debe sentirse bien, en su espacio.
Si cumple su función se propicia la generación de la
transicionalidad; es garante, además, que la continuidad
existencial del paciente se ponga en juego allí.
Winnicott se detiene con una nueva mirada sobre el encuadre freudiano. Si bien Freud
privilegió la interpretación como recurso técnico, tuvo gran cuidado de instalar el ámbito
adecuado para sostener al paciente y poder trabajar con él.
1. El horario fijo, la frecuencia estable, el lugar tranquilo y acogedor, la luz y los ruidos
normales, la presencia de un diván.
2. El analista puntual y vivo, despierto y preocupado por el paciente.
3. El analista que no juzga, se abstiene de incluirse, no toma partido.
B. La regresión a la dependencia
Para Winnicott, la regresión, más que a los puntos de fijación, se realiza a las etapas de mayor
dependencia. Una de las funciones del encuadre es favorecer la regresión a la dependencia.
52
paciente. Eso es algo inclasificable, por lo que se va viendo
caso a caso.
53
❖ No le interesa saber, se niega a todos, reclama constantemente,
se queda en silencio, no quiere hablar. ¿Para qué viene
entonces? podría preguntarse uno. Se niega a la posibilidad de
dependencia del analista; te muestra una independencia pero
que es reactiva a la misma situación de encuadre. “Estoy acá
porque me mandaron”.
C. La adaptación de la técnica
En relación con los cambios en la técnica analítica, Winnicott clasifica a los pacientes en tres
grupos que requerirán del terapeuta diferentes modalidades de abordaje.
1. Los neuróticos
2. Los depresivos
54
también hacia los demás. “Tú no entiendes, no sientes lo que yo
siento”.
Esta temática, según Winnicott, radica en las relaciones
tempranas en los procesos de separación con la madre, atacan
porque se sienten dejados.
Los trastornos de origen más temprano por fallos en la fase de sostenimiento, que
requieren de un holding especial dado por ciertos rasgos del encuadre y ciertas
actitudes del analista.
❖ Sobre todo pacientes a los que les cuesta mucho elaborar. Por
ejemplo, una paciente que hablaba muy poco (esquizoide), pero
igual iba a sesión. Para ella era siempre muy importante la
hora, el lugar, el puesto para sentarse, y lo que ella esperaba
que ocurriera como ritmo en la sesión; el tipo de preguntas que
van iniciando la apertura de esta, lo que ella irá refiriendo, sin
cuestionar lo corto de sus frases, etcétera. Así, aparece un
holding de mucho sostenimiento, ya que el paciente debe lograr
la confianza para seguir yendo y que algo se empiece a
movilizar, pero con harta paciencia al no ver de inmediato los
cambios, ya que uno sabe que formaría parte de grupos de
35
Desde Winnicott, el paciente esquizoide apunta hacia aquel individuo que vive la realidad exterior, en cierta
medida mayor que el resto, como un fenómeno subjetivo, cuyo caso extremo refleja alucinaciones en ciertos
momentos específicos, o quizás en forma generalizada. Pueden tener valor como personas en la comunidad, y
ser felices, aunque existen desventajas para ellas. En ocasiones ven el mundo en forma subjetiva y se engañan
con facilidad, o bien, aunque posean bases firmes en la mayoría de las zonas, aceptan un sistema ilusorio en
otras; carecen de una estructuración firme respecto de la asociación psicosomática, por lo cual se dice que tienen
una mala coordinación. (A partir de Realidad y Juego, p. 116)
55
pacientes que trae una dificultad. No es que rápidamente se
vaya a elaborar.
En esos casos, el mantenimiento del encuadre es más importante que las interpretaciones.
Sólo así es posible la regresión a la dependencia necesaria para establecer contacto con los
traumas que deformaron tempranamente al yo.
56
❖ Se pierde la autenticidad del paciente y pareciera estar con una
armadura. Se debe tener paciencia y adaptar el encuadre para el
paciente.
Por ejemplo, si un niño o adolescente desea entrar con la
madre, al menos al principio debiese permitírselo hasta que ya
no lo quiera hacer más.
Una vez garantizadas las adaptaciones necesarias para contener, acompañar y elaborar estas
condiciones, recién se podrá utilizar la técnica clásica.
36
Para profundizar sobre Espacio Transicional leer Realidad y Juego o Escritos de pediatría.
57
Transferencia y contratransferencia
Aportes de Winnicott:
Otro aporte de Winnicott se origina en la idea de que la regresión no se dirige a una etapa de
fijación de la libido, sino a un estado de mayor dependencia. La transferencia, entonces,
recibe el esfuerzo de demandas primarias y esenciales.
Destaca que el analista debe comunicarse con el paciente desde el lugar en que éste lo ubica
desde la neurosis o psicosis de transferencia.
Con este enfoque, el concepto de transferencia se amplía para abarcar la transferencia de los
pacientes psicóticos o los momentos psicóticos en el análisis de pacientes neuróticos.
58
La transferencia neurótica se caracteriza principalmente por la ambivalencia, y las
transferencias más primitivas de los pacientes neuróticos o psicóticos por mecanismos
como la escisión, la introyección, la proyección, la persecución, la desintegración.
[...]
Los elementos del encuadre simbolizan para los neuróticos el sostenimiento y el amor
materno. Para el psicótico, en cambio, son la prueba tangible del amor del analista (como si el
diván, el calor, los objetos del consultorio, en vez de representar algo simbólicamente, fueran
del cuerpo mismo del analista).
Winnicott sostiene que en cada paciente se debe realizar el análisis de ambos tipos de
transferencia (neurótica y psicótica) en diferentes momentos del proceso. Conviene evaluar
cuidadosamente en qué momento el analista debe trabajar enfatizando la interpretación de los
conflictos inconscientes o satisfaciendo una necesidad del yo mediante una adaptación activa.
C. El odio en la contratransferencia
59
Dentro de la contratransferencia verdadera (amor y odio que siente el analista como reacción
ante la personalidad y el comportamiento del paciente), Winnicott presta especial atención a
los sentimientos de odio del analista (vivenciados en forma directa o a través de formaciones
reactivas del tipo del amor idealizado).
El análisis se hace imposible a menos que el odio del propio analista sea consciente.
Clase 9
Miércoles 03 de noviembre de 202137
37
Semana del 27 se realizó solemne II
38
Adaptado de Joel Dor.
60
La función imaginaria del Yo y el discurso del inconsciente
Lacan introducirá en su obra tres registros: el imaginario, simbólico y real. Estos registros se
mantienen anillados continuamente: así se funciona en la neurosis.
En este esquema L mostrará que el Yo (a) se sitúa en el registro de lo imaginario, cuya
instauración ocurre en el estadio del espejo.
En cuanto al esquema, por una parte se tiene el vector a-a’, el cual viene a representar la
relación imaginaria, también llamada como el «campo del sentido», que es cuando un yo
habla con otro yo. Así, a lo que se refiere es que el Yo (a) se dirige a otro yo (a’)39: los
semejantes que van conversando a partir de una relación que es imaginaria, o bien también
entendida como especular, vale decir, como una relación de espejo.
El yo en la relación especular se completa en la imagen obteniendo así una completud
imaginaria que viene dada desde el estadio del espejo. En este estadio, el niño se reconoce en
la imagen que aparece en el espejo, lo cual le entrega una experiencia de júbilo, ya que antes
aquel niño no estaba unificado, por lo que la imagen adquiere una vital función de unificar.40
De allí en más, dirá Lacan, el ser humano estará alineado en la imagen, ya que esta devuelve
una completud y totalidad, pero sigue siendo una imagen.
En la relación social cotidiana, el otro ser humano que viene a ser el semejante, es quien hace
de espejo para el yo. De ahí que el yo, por definición, sea especular, reconociéndose en esta
imagen que le es devuelta por ese otro. Así, lo que hace el yo es siempre dar sentido.
39
la «a» viene de Autre que significa «otro» en francés.
40
En los casos de psicosis el yo está fragmentado, por lo que es imposible reconocerse en la imagen más allá de
fragmentos.
61
En cuanto a la clínica, si, por ejemplo, se trabaja desde otra corriente tal como la cognitivo
conductual, post racionalista, etcétera, Lacan no dirá que aquello está mal, pero advierte que
el énfasis de aquel trabajo clínico es fundamentalmente imaginario, ya que el psicólogo
funcionará no más que como un yo que le dice al otro qué debe hacer y hacerle ver porqué es
inadecuado tal o cual comportamiento. Puede dar buenos resultados, pero es un trabajo
centrado netamente en el yo: es un trabajo netamente especular.
Desde el psicoanálisis, hay trabajos como Klein, Bion, y otros, en donde los énfasis en los
trabajos siguen siendo especular, ya que trabajarán con las fantasías del paciente, y por lo
tanto, las intervenciones serán hechas de acuerdo a aquellas fantasías.
¿Eso es malo? claramente no, pero se debe tener claridad que es un énfasis clínico.
La transferencia en Lacan podrá tener tres vertientes: puede haber una transferencia con un
énfasis imaginario muy potente, podría haber una transferencia con un énfasis en lo real, la
cual es donde poco y nada se puede hacer con el paciente, o una transferencia en el campo de
lo simbólico, lo cual vendría a ser la situación ideal.
Continuando con el esquema, se encuentra una S ubicada en otro vértice distinto al de los
Yoes (a y a’). Esta S se relaciona con el Sujeto del inconsciente, uno el cual no tiene nada que
ver con el Yo. A su vez, viene a ser un sujeto tachado/barrado, en tanto es uno castrado y
efecto del lenguaje. Un lenguaje el cual no lo puede decir todo, ya que la cosa en sí misma se
pierde. En el lenguaje se intenta decir y explicar, pero nunca se puede decir todo. A su vez,
aquel lenguaje funciona, desde la lingüística, a través de leyes específicas relacionados con
un eje paradigmático 一el de la lengua一 y el sintagmático 一el del habla一. En el eje
62
paradigmático, en donde uno hace la selección o la similitud, se encontrará la metáfora. En el
sintagmático se ubicará la metonimia, combinación y continuidad.
Lacan al invertir la fórmula de Saussure, pasando de la primacía del significado a la del
significante, propone una tesis: no es que el inconsciente sea un lenguaje, sino que se
estructura como un lenguaje. En este sentido, hace un retorno a Freud para mostrar que la
enseñanza freudiana está orientada, al hablar de los procesos primarios del icc
(desplazamiento y condensación), a aquellos mismos procesos del lenguaje. A su vez, ya no
hablará del retorno de lo reprimido, sino de las formaciones del inconsciente, que terminan
siendo las mismas de Freud: lapsus, chiste, acto fallido, síntoma, sueños.
41
Continuando con el esquema, el sujeto del inconsciente busca dirigirse al Otro (otro con
mayúscula; el gran Otro), ubicándose así en el registro de lo simbólico. Este Otro es, para
Lacan, el tesoro de los significantes.
41
Fórmula de Lacan: significante sobre significado.
42
Significante con S mayúscula ubicado sobre la barra de significación, bajo la cual se ubica el significado con
S minúscula.
63
realiza durante la semana, y la próxima sesión retoman lo
hecho. Ese es un trabajo clínico con énfasis en lo imaginario.
Al proponer el significante como primacía, un significante que abre, permite que la escucha
vaya hacia las formaciones del inconsciente permitiendo trabajar dándose cuenta sobre cuáles
son los efectos de sustitución que aparecen en cuanto a la metonimia y metáfora para, de esta
forma, escudriñar al sujeto del inconsciente. El trabajo clínico deja de apuntar al yo, no lo
saca del dispositivo, pero se deja de posicionar como énfasis de escucha: el énfasis ahora está
en el sujeto que se dirige al Otro con mayúscula.
Este sujeto del inconsciente no es ontológico, por lo tanto, en el mismo momento en que
aparece tiende a desaparecer. Por tanto, es un sujeto evanescente, no metafísico. No se puede
cosificar. Lo único que sabemos de él es que está castrado y se dirige al campo del Otro, es
decir, busca los significantes: de ahí que se lo ubique en lo simbólico.
El sujeto, al ubicarse en lo simbólico, busca dirigirse al Otro. Pero, ¿qué recorrido debe hacer
para llegar a él? Como se ve, no llega directamente al Otro, debido a que lo separa el muro
del lenguaje, ya que con la palabra no se puede decir todo. El lenguaje se ubica siempre en lo
simbólico, por lo que el significante abre, pero nunca lo dice todo. Sino que empieza a
funcionar a través de las leyes de la metonimia y metáfora haciendo sustituciones
significantes permanentemente. Pero nunca se podrá abarcar todo, a diferencia de la relación
imaginaria que cierra: la imagen es completa. Pero el significante no, ya que no como el
significado que cierra,, sino que lo que abre.
Este significante, en sí mismo, no es nada, sino que se entiende en relación con otro
significante que viene a representar al sujeto.
64
paciente. De allí que cuando se trabaja, hay que preocuparse del
decir, no de lo dicho. Si el terapeuta se preocupa de lo dicho, se
queda en lo imaginario, el contenido, el significado, el campo
de sentido, etcétera. Mientras que si se enfoca en el decir, lo
que interesará será el sujeto de la enunciación.
El yo habla, pero en realidad no sabe lo que dice, ya que la verdad no está puesto allí, sino
que está en el sujeto que se dirige a un Otro, pero debe pasar necesariamente por el Yo que es
quien habla y se ubica en lo imaginario. Pero en el fondo, ¿cuál es mi verdad? ¿Es la verdad
especular? No, ya que la verdad caza por el cuello a la equivocación, es decir, estará hablando
el yo y de pronto se equivocará o dirá otra cosa, o de repente llorará, o interrumpirá el
discurso, o le llegará un recuerdo. Allí hay un efecto de sustitución significante que
representa al sujeto.
Dicho esto, de la mano de la asociación libre el paciente irá diciendo algo, pero en eso que
dice, no hay que preocuparse de lo dicho, sino cuando aparezca el decir. ¿Cómo sustituye,
qué aparece allí? Y si hay una formación del inconsciente mejor aún. Eso irá develando cuál
es la posición del sujeto con respecto al Otro, que es donde busca los significantes. Si el
terapeuta se queda en lo otro, enfatiza la transferencia imaginaria en el trabajo con el
paciente. Que no está mal, pero es un momento de las primeras sesiones, mientras que lo
simbólico es una mirada, en la transferencia simbólica cuando ya hay una pregunta misma
formulada por el paciente, en la búsqueda del sujeto.
El sujeto es deseante porque está castrado, si no estuviese castrado no podría desear. En este
sentido, ¿cuál es el registro del deseo? El de lo simbólico. El yo puede tener anhelos,
motivaciones, amores, frustraciones, pero el deseo es inconsciente. Es el motor, ya que somos
sujetos deseantes en tanto se está castrado.
Clase 10
Miércoles 10 de noviembre de 2021
El analizante está bajo una pregunta que quiere resolver pensando que el analista le dará su
respuesta. Para Lacan, aquella verdad es una ficción creada por el Yo: para el psicoanálisis se
trata siempre de la verdad del sujeto, es subjetiva, responde a la ética de dónde dirige su
deseo. Pero eso el yo no lo sabe, el yo la desconoce. Hay un saber desconocido que
corresponde a la escena primaria reprimida, dominio del inconsciente.
65
Cabe destacar que Lacan enfatiza el concepto de “Otro”, el cual corresponde al lugar del
lenguaje, de la enunciación, de la palabra, de la determinación, es la morada del inconsciente
y determina la posibilidad de que haya un sujeto dividido.
Este concepto es fundamental porque el analizante pondrá al analista en el lugar del Otro, lo
que sustenta, entre otras cosas, la idea de la Transferencia, puesto que todas las formaciones
del inconsciente provienen de otro lugar (lo inconsciente) y el Otro encarna en cualquier
lugar. Precisamente el analista existe 一dirá Lacan一 en la medida en que sea puesto en un
lugar transferencial. Sino, sería una conversación de yo a yo. Cuando la transferencia no
adquiere un ribete imaginario/simbólico, sino más bien desde lo real, no se existe como
analista. No se dirige al analista como un Otro, no se tiene una pregunta, no aparece nada.
El analizante esto no lo sabe (ignorancia), pero cabe preguntarse: ¿A quién le habla en
verdad?
[...]
Todo esto implica: cómo aparece la función de la ignorancia del analizante que llega a pedir
un análisis o ayuda con diversos motivos de consulta, que al final uno como analista debe
saber que son ficticios, ya que la verdad no está puesta en el Yo. Lógicamente quizás no
mienta y crea lo que diga, pero resulta que aquella verdad que se busca en análisis no es la del
yo, la del libro, sino la verdad del Sujeto del inconsciente, que es la que tiene que aparecer en
la medida en que se instale la neurosis de transferencia. Para ello, el analista es solo un
semblante del objeto ‘a’ que todos buscamos (neuróticos) que intentamos restituir, pero jamás
se logrará encontrar.
En síntesis, la queja del analizante supone a un alguien que sabe, a Otro que no tiene nombre
y que es el lugar de la determinación.
66
que conoce. Pero el sujeto a dónde se dirige: al Otro. Uno
ocupa el lugar de aquel gran Otro que no tiene nombre, ya que
es el lugar del significante, el de la determinación.
Cabe destacar que para Lacan, el amor y el odio son sólo vías de realización del ser, polos
inevitables en los cuales el analista, si bien debe tenerlos en cuenta en el quehacer clínico, no
debe centrarse en ellos como metas, porque son tópicos ineludibles que, luego devienen como
resistencias, incluso el amor.
Por lo tanto, es necesario apuntar a otra vía, a otra dimensión para poder sostener el diálogo
analítico, dimensión que se encuentra más allá del amor y el odio. Lacan enfatiza:
«Ahora bien, estas dos posibilidades, amor y odio, están siempre acompañadas por una
tercera, que generalmente se descuida, y que no se cuenta entre los componentes primarios
de la transferencia: la ignorancia como pasión. Sin embargo, el sujeto que viene a analizarse
se coloca como tal, en la posición de quien ignora. Sin esta referencia no hay entrada posible
al análisis: nunca se la nombra, nunca se piensa en ella, cuando en realidad es fundamental»
**El amor y el odio son caminos para llegar al ser, pero no se deben tomar como metas en el
análisis, ya que no se apunta al yo, sino que al Sujeto. Tal como Freud siempre pretendió
hacer consciente lo inconsciente.
67
Respecto a la ignorancia del analista, en “El concepto del análisis”, Lacan propone un
esquema de análisis, el que resulta apropiado para entender cuál debe ser la posición del
analista y su vinculación con la ignorancia.
El sujeto del Psicoanálisis es un paradigma que sitúa a la Transferencia en un plano más allá
de la relación dual imaginaria entre analista y analizante. Lacan puntualiza: “el motor de su
progreso es la palabra”.43
Uno de los principales errores que acusa Lacan, a propósito de la psicología del yo en plena
efervescencia, es la desestimación de la función de la palabra otorgándole tribuna, entre otras
cosas, a la contratransferencia44. Lacan señala: “apenas cree el psicoanalista saber algo de
psicología por ejemplo, comienza su perdición, por la sencilla razón de que en psicología,
nadie sabe gran cosa; salvo que la psicología misma es un error de perspectiva sobre el ser
humano”.
43
Seminario 1, p. 379.
44
Discurso de Roma, pronunciado el 26 de septiembre de 1953.
68
En este caso, el análisis se transforma en una relación especular, en donde no queda espacio
para un sujeto (queda anulado por el yo), por lo que es alienante. “En el hombre, lo
imaginario está reducido, especializado, centrado en la imagen especular, que constituye a la
vez los callejones sin salida y la función de la relación imaginaria”.45
Si bien, algunas intervenciones sólo en el plano yoico podrían lograr puntos de estabilidad en
el paciente, serían momentáneos, porque al mismo tiempo se fragilizan. La alienación
imaginaria hace que el sujeto se vea en el campo del otro imaginario (a’), tensión ineludible,
pero que necesita ser atravesada por la palabra para que emerja el sujeto del inconsciente.
Anteriormente, se había señalado que el analista es puesto por el analizante en el lugar del
Otro, lo que establece una dimensión más allá de lo especular, “hay que distinguir, por lo
menos, dos “otros”: uno con A mayúscula, y otro con una ‘a’ minúscula que es el yo. En la
función de la palabra de quien se trata es del Otro”46, por lo que el analista deberá asumir esa
posición.
Con respecto al esquema, podemos pensar la zona del espiral como una zona imaginaria.
“El fenómeno de la transferencia encuentra la cristalización imaginaria. Gira en torno a ella y
con ella debe reunirse”.47
45
Seminario 1, p. 410.
46
Seminario 2, p. 355.
47
Seminario 1, p. 412.
69
Esta palabra, la función de la palabra, introduce la función de la verdad y la función del
engaño.
Entonces, la verdad tiene una estructura de ficción, porque tiene estructura de palabra (puede
decir engaño desde el yo) y se produce en el campo de la interpretación. Alude a una
legalidad, otra, que le pertenece al Otro (no al analista, quien tan solo ocupa aquel lugar), no
al ‘yo’ ni al otro especular. El Gran Otro es el tesoro de los significantes desde donde el
sujeto los tomó prestados.
En el esquema del análisis, la letra A corresponde al polo del analizante y la letra B al polo
del analista. Este último es clave; de hecho, se avanzará en lo imaginario (zona del espiral) en
la medida en que el analista sepa escuchar a su paciente. “El analista lo escucha, pero a la
vuelta también lo oye el sujeto. El eco de su discurso es simétrico al carácter especular de la
imagen”.49
Y esto precisa tiempo, porque “[...] el sujeto pone una y otra vez sus manos a la obra y
confesando en primera persona su historia, progresa en el orden de las relaciones simbólicas
fundamentales donde tiene que encontrar el tiempo, resolviendo las detenciones y las
inhibiciones que constituyen el superyó”.50
Desde esta perspectiva, la historización del pasado no es una cuestión de tipo mnémica, como
suele pensarse, sino, y sobre todo, de reescritura que el dispositivo de la Transferencia
permite rescatar.
[...]
48
Seminario 1, p. 386.
49
Seminario 1, p. 412.
50
Idem.
70
engaña pues, forzosamente, él está en el error, sino mostrarle que habla mal, es decir que
habla sin saber, como un ignorante, pues las que cuentan son las vías de su error”.51
Esta posición del analista es la que Lacan denomina ignorancia docta, “que no quiere decir
sabia, sino formal y que puede ser formadora para el sujeto”.52
51
Seminario 1, p. 404.
52
Idem.
53
Idem, p. 394.
54
Seminario 2, p. 369.
55
De pronto es el padre, la madre, un abuelo, de pronto es una institución, etcétera.
56
Idem, p. 369 - 370.
71