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CAMARA APEL. CIV.COM.

CONTENCIOSO 1A
NOM - RIO CUARTO
Protocolo de Sentencias
Nº Resolución: 45
Año: 2023 Tomo: 2 Folio: 583-597

EXPEDIENTE SAC: 9400342 - MALDONADO, GRACIELA BEATRIZ C/ CAJA DE JUBILACIONES, PENSIONES Y RETIROS

DE CÓRDOBA - PLENA JURISDICCION

PROTOCOLO DE SENTENCIAS. NÚMERO: 45 DEL 04/04/2023

SENTENCIA DEFINITIVA NÚMERO: 45

En la ciudad de Río Cuarto, a los cuatro días del mes de abril de dos mil veintitrés, se reúnen

en audiencia pública los Sres. Vocales de la Excma. Cámara de Apelaciones en lo Civil,

Comercial y Contencioso Administrativo de Primera Nominación de la Segunda

Circunscripción Judicial, por ante mí, Pro Secretaria autorizante, a efectos de dictar sentencia

en los autos caratulados: “MALDONADO, GRACIELA BEATRIZ C/ CAJA DE

JUBILACIONES, PENSIONES Y RETIROS DE CÓRDOBA (Expte. N° 9400342), los

que han sido devueltos y debidamente acordados.

El Tribunal sentó las siguientes cuestiones a resolver:

1º) ¿Es procedente la demanda contencioso administrativa deducida por la Sra. Graciela

Beatriz Maldonado?

2°) ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?

De conformidad al sorteo de ley practicado, se estableció que el orden de emisión de los votos

es el siguiente: los señores Vocales Mariana Andrea Pavón, Jorge José Aita Tagle y Sandra E.

Tibaldi de Bertea.

A la PRIMERA CUESTION, la Sra. Vocal Mariana Andrea Pavón, dijo:

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I.) La demanda.

Con fecha 04/08/2020, comparece la Sra. Graciela Beatriz Maldonado e interpone demanda

contencioso administrativa de plena jurisdicción en contra de la Caja de Jubilaciones,

Pensiones y Retiros de Córdoba, requiriendo que se declare la nulidad absoluta de la Res.

Serie "D" N° 000099/2020 dictada en fecha 29 de abril de 2020 (en el marco del EXPTE. N°

0124-189088/2016) por cuanto denegó el beneficio de pensión solicitado por la actora y de su

confirmatoria, la Resolución “D” N° 000139/2020, por la cual se rechazó sustancialmente el

recurso de reconsideración, quedando así agotada la instancia administrativa de conformidad

al art. 69 de la Ley 8024. En consecuencia, pide que al resolver se ordene al Organismo

Previsional el dictado de un nuevo acto administrativo mediante el cual se conceda el

beneficio previsional peticionado oportunamente por la accionante (pensión derivada por

fallecimiento de su cónyuge), con más el pago de los haberes correspondientes desde el

fallecimiento y sus intereses desde que cada suma es debida y hasta su efectivo e íntegro

pago.

Explica que, con motivo del fallecimiento de su cónyuge, el Sr. Vicente Ramón Torres,

acaecido el día fecha 03/10/2016, la actora en fecha 24/11/2016 solicitó el beneficio de

pensión derivada por fallecimiento a la Caja de Jubilaciones, Pensiones y Retiros de la

Provincia de Córdoba demandada, fundando su pedido en lo previsto por el art. 34 de la Ley

Nº 8024 (t.o. Decreto Nº 40/09). En dicha oportunidad, afirma que acompaña toda la

documental correspondiente a los efectos de acreditar tanto el vínculo matrimonial como el

derecho a percibir la pensión.

Relata que, luego en fecha 13 de febrero de 2017, la demandada resolvió denegar el beneficio

de pensión considerando que no se encontraba acreditado que hubiese existido convivencia

hasta la fecha del fallecimiento. Expresa que, atento ello, el día 28 de marzo de 2017

interpuso recurso de reconsideración en contra de la resolución solicitando su revocación por

ser nula de nulidad absoluta. Conjuntamente ofreció nuevas pruebas a los efectos de acreditar

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la convivencia (documental, testimonial e informativa), la que no fue proveída ya que lo

consideró formalmente inadmisible por extemporáneo. El mencionado rechazo fue

confirmado por esta Cámara en autos “Maldonado, Graciela Beatriz c/ Caja de Jubilaciones,

Pensiones y Retiros de Córdoba- CAPJ- Expte. N° 6490180” en cuanto se hizo lugar a la

excepción de incompetencia interpuesta por la Caja de Jubilaciones.

Ante ello, explica que solicitó la reapertura de la instancia administrativa del expediente N°

"P" 0124-189088/2016 por existir elementos de juicio trascendentes que acreditaban

fehacientemente la convivencia del causante con la peticionante. En fecha 29 de abril de 2020

se dictó la resolución Serie "D" N° 000099/2020 haciéndose lugar a la reapertura y al

abocamiento a la cuestión de fondo solicitada, pero reiterando la denegación del beneficio de

pensión solicitado. En consecuencia, procede a interponer recurso de reconsideración en

contra de la resolución señalando que adolecía de los vicios de falsa causa y objeto ilícito.

En primer lugar, resalta que no resulta cierto que el causante y la actora no convivieran, ni

mantuvieran una vida en común. Tampoco que el Sr. Torres no solventase los gastos de

manutención de la Sra. Maldonado. Señala que además surge de las pruebas aportadas en el

expediente administrativo, la falta de consideración de la realidad familiar, limitándose a

hacerlo de manera superficial y mediante declaraciones testimoniales tomadas unilateralmente

de las cuales no hubo oportunidad de controlar. Destaca que la Administración se ampara en

una supuesta declaración efectuada por la accionante unos días posteriores al fallecimiento de

su marido.

En segundo término, cuestiona la interpretación que de la ley efectúa la demandada, ya que la

norma solo exige cohabitación entre los cónyuges en caso de concurrencia de varias mujeres

al solicitar la pensión. Si ello no sucediese, basta con acreditar el vínculo pues el art. 34 de la

ley 8024 afirma que quien tiene el derecho es “la viuda”. Argumenta que la exigencia

respecto a la acreditación de la cuota alimentaria (o asistencia económica), es requerida en los

supuestos de separación de hecho o de divorcio. Sin perjuicio de ello, explica que la Caja de

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Jubilaciones se aparta de la jurisprudencia aplicable en la materia, ya que se ha admitido que

en supuestos de separación de hecho corresponda otorgar la pensión si se encuentra acreditada

la ayuda económica del cónyuge fallecido al supérstite y/o la existencia de causas que

ameriten el distanciamiento entre ambos. Al respecto, destaca que surge de la documentación

aportada que la actora convivía con su marido a la fecha del deceso y que estuvo

acompañándolo en su enfermedad e internación hasta su fallecimiento. Explica que los

momentos esporádicos en que se ausentaba de su vivienda se debían a que su hija tiene

mellizos y es soltera, por lo que debía ayudarla. Añade que el Sr. Torres padecía de

alcoholismo y depresión, lo que impedía que sus nietos sean cuidados en su hogar. Afirma

que la denuncia por violencia familiar que acompañó da fe de ello.

Enfatiza que no se encontraba separada de hecho de su marido, que la vivienda era el hogar

familiar y que se hacía cargo de todas las tareas domésticas, así como de la atención y

acompañamiento de su cónyuge (que estaba gravemente enfermo) y que, además, ayudaba a

su hija que vivía en otro inmueble. Manifiesta que ello fue lo que motivó que estuviera mucho

tiempo fuera de casa pero que no implicaba “separación de hecho”.

Subraya que es desempleada y que el sostén económico de la familia era su marido durante

toda su vida común. Reitera que la separación es un hecho de tal magnitud que no puede ser

acreditado con meras entrevistas de vecinos que no conocen la realidad familiar. Destaca que,

a pesar de ello, no puede soslayarse que se han dictado numerosos fallos de Cámaras y del

Tribunal Superior de Justicia de Córdoba que sostienen que las condiciones impuestas por la

ley solo operan para el caso de confluencia con otro conviviente. Cita jurisprudencia.

Afirma que la Caja de jubilaciones le solicitó que acreditase que, al tiempo del fallecimiento

de su esposo, la actora no se encontraba separada y que mantenía la cohabitación; por lo que

adjuntó nuevamente el acta de matrimonio y de defunción del Sr. Torres, constancia de

servicios del inmueble a nombre del Sr. Torres, copia de su DNI que acreditaba que su

domicilio era el mismo que el de Torres (Juárez Ávila 877) y la constancia de denuncia por

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violencia familiar. Asimismo, explica que ofreció prueba testimonial e informativa. Destaca

que, pese a todo ello, la resolución volvió a diaponer negativamente su pedido.

Explica que la decisión fue debidamente impugnada a mérito de los graves, evidentes y

manifiestos vicios, señalando, en primer lugar, falsa causa, ilegalidad y arbitrariedad. Expresa

que la resolución se funda en antecedentes de hecho y de derecho que no se condicen con la

realidad acaecida ni con una adecuada ni correcta interpretación de la ley aplicable. Señala

que la demandada siguió en su tesitura aun cuando le impidió el diligenciamiento de la prueba

ofrecida por su parte. Agrega que se encuentra acreditado en el expediente administrativo que

la locataria del inmueble sito en calle Chile 585 es su hija, Yamila Torres.

Afirma que, al tomar vista del expediente administrativo, la actora pudo constatar que lo

manifestado en la entrevista que le formuló el personal de la Caja de Jubilaciones no era

exactamente lo que había declarado. Manifiesta que lo que expresamente dijo fue que se

encontraba momentáneamente -al tiempo de la entrevista- en la casa de su hija porque no

quería estar sola en su domicilio luego del fallecimiento de su marido. Añade que tampoco

dijo que no estaba conviviendo con su esposo al momento de su muerte, sino que, por

motivos serios y justificados (su cónyuge solía beber alcohol, era depresivo y violento), el

inmueble no era un ámbito apto para el crecimiento de sus nietos, por lo que su hija tuvo que

alquilar una casa, a la cual ambos (la actora y el Sr. Torres) iban diariamente y muchas veces

almorzaban o cenaban allí.

Explica que la accionante, su hija y sus nietos habitaban en el inmueble sito en calle Juárez

Ávila 877, pero que la convivencia se hizo insostenible por la adicción del Sr. Torres y por las

agresiones y violencia psicológica y física que impartía hacia la Sra. Maldonado, motivo por

el cual su hija y nietos alquilaron la vivienda de calle Chile 528. Allí iba la actora en forma

recurrente para ayudar a cuidar a sus nietos y muchas veces pernoctaba cuando su hogar no

era un lugar seguro. Denuncia que fue una mujer sometida a su marido y que dependía

económica de él. Expone que nunca trabajó y que siempre mantuvieron la voluntad -ambos

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cónyuges- de continuar unidos en matrimonio, lo que fue acreditado en el expediente

administrativo.

Reitera que no hubo intención de separarse ni divorciarse, que si hubiese sido el caso y el

marido le negase alimentos habría solicitado judicialmente su fijación, pero que no resultó

necesario porque su esposo nunca le negó nada. Expresa que la Administración se equivoca

al sostener que los cónyuges se encontraban separados de hecho ya que para que se configure

tal extremo y surta los efectos jurídicos debe existir separación de los cónyuges sin voluntad

de unirse. La mera circunstancia de que la actora pasara mucho tiempo en la casa de su hija

para resguardo de su salud física y psíquica y el cuidado de sus nietos no resulta suficiente

para que se configure la separación. Afirma que para ello se requiere una manifestación

explícita o tácita de ambos o de uno de los cónyuges que revele la intención de disolver la

relación afectiva y material que los une. El elemento objetivo de la separación que es la falta

de cohabitación debe estar unido al subjetivo de no volver a unirse.

Agrega que la ilegalidad del acto administrativo impugnado se configura por la omisión de

resolver el presente con perspectiva de género. Acusa que la Caja de Jubilaciones utiliza la

situación fáctica acaecida y sufrida por la parte en forma contraria al ejercicio de sus

derechos, desamparándola y culpándola de dicha circunstancia, agravando la situación ya

vivida. Señala que la hace culpable de haber sido víctima de violencia de género y familiar,

hechos que fueron de exclusiva culpa de su marido, y que justificaron que buscase protección

en la vivienda de su hija. Destaca que no puede obviarse que de la declaración que la actora

hizo ante la Caja de Jubilaciones de Córdoba -que se consideró como única prueba justificante

del rechazo de la pensión solicitada-, surge claro que era víctima de violencia de su esposo, y

que ello se corrobora con la constancia de la denuncia por violencia que fue adjuntada en sede

administrativa.

Sostiene que, en función de lo dicho, se demuestra que tenía motivos suficientes para alejarse

un tiempo del hogar conyugal y que se vio obligada ya que no existían condiciones de

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seguridad física y psíquica aptas para que permanecer en la vivienda. Arguye que una postura

diferente configuraría una forma de revictimización contraria a los valores más esenciales del

ordenamiento y, también, implicaría reproducir patrones y contextos de violencia contra la

mujer. Subraya que debe considerarse que no solo sufrió violencia física o verbal sino

también económica por cuanto nunca trabajó ya que dedicó toda su vida al cuidado de sus

hijas y su familia, por lo que estima que el presente caso requiere ser analizado con

perspectiva de género.

Pone de resalto que la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de

Discriminación Contra la Mujer fue incorporada a la Constitución Nacional por medio de su

art. 75 inc. 22 y que el Tribunal Superior de Justicia de Córdoba y la Corte Suprema de

Justicia de la Nación se adhirieron a las Reglas de Brasilia sobre Acceso a la Justicia de las

Personas en Condición de Vulnerabilidad. En consecuencia, estima que la resolución

impugnada deberá ser declara nula por resultar contraria a la normativa citada. Cita extractos

de recomendaciones generales efectuadas por el Comité CEDAW y destaca que la violencia

generada por el Sr. Torres y la indiscutible existencia de un proyecto de vida en común

evidenciado por el vínculo matrimonial que nunca disolvieron ni tuvieron intención de

hacerlo, no puede ser desconocida por este Tribunal.

Considera que la valoración y aplicación de las circunstancias fácticas que constituyeron la

realidad familia en contra de los derechos de esta parte constituyen claramente una violación a

las medidas de acción positiva en los términos del art. 75 inc. 23 Const. Nacional, en cuanto

se debe legislar y promover medidas de acción positiva (y aplicarse en ámbitos

administrativos y judiciales), que garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato, y el

pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por la Constitución Nacional y por los

tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto de los niños,

las mujeres, los ancianos y las personas con discapacidad, e impone reconocer a la actora el

derecho invocado.

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Manifiesta, respecto a que el informe de Secretaría Electoral indica que recién en el año 2018

se registraría un cambio de domicilio a calle Juárez Ávila N° 877, que no resiste menor

análisis porque se encuentra fehacientemente acreditado -y que podría ser probado con

declaraciones testimoniales- que ese inmueble fue habitado por la actora y que, además, le

pertenece. Explica que resulta cierto que cuando contrajo matrimonio no hizo el cambio de

domicilio pero que ello no refuta un hecho incuestionable, que es que tanto ella como sus

hijas vivieron allí desde que se casó. Que ello también surge de la denuncia por violencia

familiar, en la que se consigna como su domicilio real al inmueble referido.

En segundo término, considera que existe violación al debido proceso adjetivo y

arbitrariedad. Argumento que ello es así porque se le negó la posibilidad de producir la prueba

testimonial e instrumental para acreditar los extremos invocados. Destaca que no puede darse

entidad a las encuestas realizadas unilateralmente por personal de la Administración sin

debido contralor de parte, lo que hace presumir y dudar de la exactitud y veracidad de los

dichos vertidos en las mismas. Afirma que las probanzas ofrecidas tendían a acreditar el

acompañamiento que efectuó durante la enfermedad de su esposo mientras permaneció

internado y hasta el momento del fallecimiento. Asimismo, demostrar que no contaba con

dinero propio y que los gastos del hogar (alimentos, vestimentas, salud) eran solventados por

su marido. Indica que gozaba de obra social -cuyo domicilio denunciado es el de Juárez

Ávila 877- y era beneficiaria del seguro de vida del Sr. Torres. Estima que tales extremos

resultan suficiente para tener por cierta la existencia del vínculo afectivo y económico

invocado. Indica, además, que en el legajo que obra en la Municipalidad de Río Cuarto

(empleadora de su esposo) se encontraba en calidad de cónyuge y familiar a cargo.

Denuncia que se ha violado de manera patente el principio al debido proceso adjetivo previsto

por el art. 8 de la Ley de Procedimiento Administrativo, el cual comprende el derecho a ser

oído, a ofrecer y producir prueba y al derecho a una decisión fundada. Señala que, de la

entrevista efectuada a Adriana Deambrosio (vecina), surge claramente que “el Sr. Torres vivía

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en la casa lindera y que a la Señora Graciela se la veía en la casa hasta el fallecimiento del

Señor Torres. La Señora Graciela cuida los nietos gemelos en otra casa”. Expresa que los

otros vecinos pudieron haber confundido que vivía en la calle Chile, pues asiduamente iba a

dicho domicilio y muchas veces se veía obligada a quedarse a dormir por las razones antes

explicitadas. Sin embargo, ello no puede considerarse determinante para entender que se

encontraba separada de su cónyuge. Acusa que la Caja de Jubilaciones no puede desconocer

el vínculo y la intención concreta de mantenerlo y seguir unidos en matrimonio. Reitera que,

si otra hubiera sido la intención de las partes, se hubieran separado judicialmente y ella habría

acudido a la justicia a los efectos de solicitar alimentos ya que no tenía ingresos de ningún

tipo. Estima que ello convierte al acto en nulo de nulidad absoluta.

Cuestiona también que la Administración arriba a la conclusión de que la actora no recibía

ningún tipo de ayuda económica por parte de su esposo, sin ningún elemento de juicio ni de

prueba que lo acredite, sino que supone que se encontraban separados sin relación personal ni

económica de ningún tipo, sin haber considerado la realidad familiar. Arguye que ello

también torna al acto en nulo de nulidad absoluta, toda vez que el acto carece de sustento

fáctico.

Conforme a lo expuesto, explica que la solución arribada por la administración es ilegal,

arbitraria y carente de causa ya que la justificación esgrimida por la administración es falsa y

la actitud de negar el pago correspondiente deviene en irregular y arbitraria, por lo que deberá

ser declarada nula de nulidad absoluta.

En tercer lugar, denuncia que existe ausencia de causa por omitir fundar el acto en

antecedentes de derecho aplicables, objeto ilícito y omisión de ponderar la jurisprudencia que

invocada la actora. Manifiesta que la exigencia de convivencia establecida por la ley solo es

requerida en caso de haber concurrencia entre viudas, concubina, etc. Además, señala que la

demandada ha omitido aplicar, ponderar y justificar el apartamiento de la doctrina del

Tribunal Superior de Justicia en casos similares al presente. Afirma que la Sala Contencioso-

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administrativa del TSJ ha confirmado el derecho del cónyuge supérstite, separada de hecho

(con juicio de divorcio en trámite) a obtener la pensión por parte de la Caja de Jubilaciones,

Pensiones y Retiros de Córdoba, ya que las condiciones impuestas por la ley sólo operan en el

caso de confluencia con la conviviente, agregando que el juicio de divorcio por presentación

conjunta entre la actora y el causante no llegó a concluirse.

Aclara que en el particular no se configura ninguna de las circunstancias que excluirían a la

actora del derecho a la pensión, por lo que la resolución administrativa impugnada padece de

los vicios que fueron denunciados.

Respecto de la Resolución “D” N° 000139/2020, afirma que adolece de las mismas

deficiencias de la resolución que le antecede por ser confirmatoria y consecuencia de aquella.

Señala que no se aportó ningún elemento nuevo o distinto que refute lo sostenido por ella.

Luego, expone los vicios nuevamente indicando la existencia de falsa causa, violación del

debido proceso adjetivo, arbitrariedad y objeto ilícito. Al respecto reitera los argumentos

vertidos precedentemente y cita los antecedentes “Miloch” y “Videla”, como jurisprudencia

del Tribunal Superior de Justicia aplicable al caso, como así también otros de las Cámaras

Contenciosas Administrativas de Córdoba.

Concluye solicitando que sea declarada la nulidad absoluta de las resoluciones impugnadas.

II.) Actuaciones administrativas.

Requeridas las correspondientes actuaciones administrativas estas fueron agregadas el día

21/08/2020 mediante e-oficio.

III.) Habilitación de instancia y trámite.

El día 01/09/2020 se ordenó correr vista al Fiscal (art. 11, Ley 7182), quién se expidió de

manera favorable en relación a la competencia de este Tribunal, por lo que se habilitó la

instancia y se admitió la demanda.

IV.) Comparendo y contestación de la demanda.

La Caja de Jubilaciones, Pensiones y Retiros de Córdoba, a través de su apoderada, contesta

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la demanda el día 22/10/2022 expresando que la Ley N° 8024 (t.o. según Dcto. N° 40/09,

reglamentado por los Dctos. N° 41/09 y 42/09, este último reglamentario del Convenio N°

83/02 aprobado por Ley N° 9075) y el Decreto N° 873/2012 son aplicables al presente caso.

Señala que, ante la solicitud formulada por la actora, y luego de un proceso de verificación a

los fines de la constatación de los extremos fácticos previstos por la ley para la procedencia

del beneficio, el Ente Previsional concluyó, en base a las pruebas obrantes en las actuaciones

administrativas y conforme el encuadre legal referido, que la actora no reunía los requisitos

exigidos por la ley para acceder al mismo (art. 2, ap. I, inc. “a” del Dcto. N° 42/09

reglamentario del Convenio N° 83/02 aprobado por Ley N° 9075 y Decreto N° 873/2012).

El rechazo fue fundado en que la relación matrimonial invocada hasta el momento del

fallecimiento del causante no se encontraba acreditada con la documental acompañada (acta

de matrimonio, partida de defunción y fotocopia de documento de identidad). Añade, que fue

agregado un certificado emitido por ANSES –en el cual se informa que la Sra. Maldonado no

tiene beneficios otorgados por dicha entidad previsional-, pero que ese instrumento no prueba

la dependencia económica. Afirma que el carácter sustitutivo que da fundamento a la pensión

en el caso de la separación de hecho, se acredita mediante cuota alimentaria (art. 22 última

parte del Decreto N° 873/2012).

Explica que la presunción de asistencia en vida del causante está relacionada a la convivencia

y comunidad de vida en común, más allá del vínculo legal entre las partes. Afirma que la

cuota alimentaria es necesaria para acreditar fehacientemente el beneficio en el caso de

separación de hecho, pues la asistencia y el desamparo que la norma intenta suplir no puede

considerarse corroborada con la afiliación a la obra social y la institución como beneficiaria

en un seguro de vida.

En definitiva, sostiene que la documental acompañada no logra revertir la situación

manifestada por la propia interesada en la testimonial que fue suscripta por ella y las

profesionales intervinientes con motivo de la encuesta socio ambiental. En el mentado acto

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manifestó que “convivió con el causante hasta el año 2014, luego por cuestiones de

violencia, maltrato verbal, ella y sus hijas se mudaron al domicilio de calle Chile N° 528”.

Destaca que dicha expresión es corroborada por las declaraciones firmadas por los vecinos

(Sres. Teresa Gil, Luciana Cazzola y Mauro Oscar Mastrángelo), de las que consta que al

menos desde el año 2014 no convivían en el inmueble sito en calle Juárez de Ávila 877.

Señala que consta en el informe de Secretaría Electoral que la Sra. Maldonado cambia su

domicilio al denunciado como conyugal (calle Juárez Ávila N° 877) con posterioridad al

fallecimiento del causante -en el año 2018- y que el DNI es emitido con fecha posterior

(11/10/2016) a la muerte de su marido (03/10/2016), por lo que no acreditan la convivencia.

Afirma que las resoluciones se basan en prueba de carácter objetivo y con valor suficiente; y

enumera la declaración suscripta por la solicitante, el testimonio de los vecinos, la ausencia de

cuota alimentaria y el cambio de domicilio en el Registro Electoral. Estima que todo ello

permite concluir que la Sra. Maldonado estaba separada de hecho y que no gozaba de cuota

alimentaria. Manifiesta que la denuncia efectuada en el año 2009 en contra del causante -

motivada por violencia de género-, no constituye fundamento jurídico para otorgar la pensión

debido a que no demuestra dependencia económica respecto del Sr. Torres.

Sostiene que, en ningún caso, tendrá derecho a pensión el cónyuge separado de hecho que no

demostrare estar gozando de prestación alimentaria a su favor a la fecha de fallecimiento del

causante, de conformidad a lo establecido en el art. 22 última parte del Decreto N° 873/2012

en concordancia con el art. 37 Decreto N° 41/09 reglamentario del art. 37 de la Ley N° 8024

t.o. según Decreto N° 40/09. Expresa que, como tampoco se logró acreditar la subsistencia de

la relación familiar invocada, la Caja de Jubilaciones dictó la Resolución Serie “D” N°

000099/20 por medio de la cual rechazó el remedio recursivo impetrado y ratificó en todos

sus términos la resolución referida.

Destaca que la Sra. Maldonado, si bien prueba el vínculo de matrimonio mediante el acta

respectiva, no logra justificar la cohabitación con el Sr. Torres. Explica que la regla de

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parentesco –aplicable en este caso a los esposos- sigue siendo un parámetro fundamental para

discernir el derecho a pensión que se solicita; el cual se complementa con el criterio de la

realidad conforme lo estableciera la Excma. Cámara Contencioso Administrativa de 1°

Nominación de la ciudad de Córdoba, Sent. N° 107 del 15/06/2016 en autos: “Soria Nilda c/

Caja de Jubilaciones, Pensiones y Retiros de Córdoba – Plena Jurisdicción” – Expte. N°

1399511. Agrega que el TSJ ha dicho que la pensión tiene naturaleza sustitutiva, lo que hace

que se vincule con la dependencia económica que tenía el solicitante con el causante. Subraya

que tiene una finalidad tuitiva y sustitutiva y que lo que se busca es que el beneficiario pueda

mantener la misma situación de la que gozaba en vida del causante. Afirma que la actora, tras

el fallecimiento de su marido, nunca encontró un desamparo económico que cubrir.

Insiste que, al darse una situación de separación, el cónyuge supérstite mantiene su derecho de

pensión en el supuesto en que el causante hubiera estado contribuyendo al pago de alimentos,

y que así es por el carácter sustitutivo de la prestación previsional (art. 22 del Decreto N°

873/12 modificatorio del art. 2 del Dcto. N° 42/09).

Manifiesta que, entonces, su representada obró con ajuste a la ley y a la jurisprudencia local

imperante en la materia y, por lo tanto, corresponde rechazar la demanda con costas según lo

establecido por el art. 70 de la Ley N° 8024 (t.o. según Dcto. N° 40/09).

Subsidiariamente, en caso de que prosperase el reclamo, solicita que el derecho sea

reconocido a partir de la fecha del pronunciamiento judicial por aplicación del art. 105 de la

Ley 6658, siguiendo el criterio adoptado por el Excmo. Tribunal Superior de Justicia en

autos: “MILOCH, CLARA LUISA C/ CAJA DE JUBILACIONES, PENSIONES Y

RETIROS DE CÓRDOBA – PLENA JURISDICCIÓN- RECURSO DE CASACIÓN-”

(Expte N° 1729525), -Sentencia N° 59 de fecha 14/5/2015-.

V.) La prueba. Alegatos.

Abierta a prueba la causa (24/02/2021), la parte actora ofreció Documental, Informativa y

testimonial y la accionada ofreció Documental. Clausurado el término de prueba

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(02/12/2021), se ordenó incorporar los cuadernillos de prueba y se dispusieron los traslados

para alegar, haciendo lo propio la actora el día 28/12/2021, y la demandada el 10/02/2022.

Con fecha 13/04/2022 se decretó Autos para estudio, el que una vez firme dejo la causa en

condiciones de ser resuelta. Prorrogado el plazo para el estudio de la presente causa

(26/09/2022) en los términos que autoriza el art. 124 del CPCC, la causa se encuentra en

estado de resolver.

VI.) La solución.

La problemática traída a análisis a esta Cámara merece ser tratada, en primer lugar,

considerando la apreciación que nuestro máximo Tribunal ha realizado sobre la normativa

relativa al caso; en segundo término, exponiendo las razones por las cuales corresponde

juzgar la causa con perspectiva de género; y, finalmente, determinando el momento desde el

cual se adeudaría, en su caso, el derecho previsional.

VI.) 1) La interpretación sentada por el TSJ. Aplicación al sub lite.

Conviene comenzar advirtiendo que el conflicto suscitado coincide en muchos aspectos con el

que se produjo en el marco de la causa “MILOCH CLARA LUISA C/ CAJA DE JUB. PENS.

Y RET. DE CBA. – PLENA JURISDICCIÓN” (Expte. Nº 1729525) que fue citada por

ambas partes –aunque por distintas razones-. En dichos actuados, la actora solicitó el

beneficio de pensión en los términos del art. 53 inc. a) de la ley 24.241 –es decir, como viuda

del causante-, a pesar de que seis meses antes del deceso de su marido se habían separado de

hecho.

La Cámara Contencioso-administrativa de Segunda Nominación de la ciudad de Córdoba,

mediante el dictado de la sentencia N° 18 de fecha 17/03/2014, resolvió la nulidad de los

actos administrativos que rechazaron el beneficio y le reconoció el derecho subjetivo a la

accionante. El iter lógico seguido en el decisorio fue el siguiente. La Ley 8024 disponía en su

art. 87 -art. 75 t.o. Dto. 40/09-, que la ley aplicable es aquella vigente a la fecha del

fallecimiento del causante, por lo que se explicó que había que estarse a la Ley 9075 que

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aprueba el Convenio para la Armonización y el Financiamiento del Sistema Previsional de la

Provincia de Córdoba, y que adhiere a las leyes 24.241 y 24.463 “con los alcances,

condiciones y límites establecidos en el convenio que se aprueba por la presente Ley” (art. 2).

A su vez, dicho Convenio, establece que -respecto de las pensiones por fallecimiento- sus

beneficiarios “serán los de la Ley 24.241, y sus modificatorias, sin excepciones” (Cláusula

Quinta, punto 1.f ). En consecuencia, señala que la Ley 24.241 enumera en forma meramente

enunciativa en su art. 53 los derechohabientes que tienen ese derecho, y entre ellos se

encuentra la viuda (inc. a). Pero luego, se destaca que en el párrafo final se la excluye del

beneficio “sóloen el caso de mediar conviviente y ‘de haber sido declarada/o culpable de la

separación personal o del divorcio. En caso contrario, y cuando el o la causante hubiera

estado contribuyendo al pago de alimentos, o éstos hubieran sido demandados judicialmente,

o el o la causante hubiera dado causa a la separación personal o al divorcio la prestación se

otorgará al cónyuge y al conviviente por partes iguales’”). En este argumento se apoya la

actora.

Sin embargo, la Sala Contenciosa del TSJ abrió la vía casatoria y efectuó una interpretación

distinta de la norma en cuestión. En la sentencia N° 59 de fecha 14/05/2015, explicó que “la

sanción de la Ley 9075 que adhirió a las Leyes 24.421, 24.463, sus complementarias,

modificatorias y reglamentarias o las que en el futuro las sustituyan o reemplacen, ‘…con los

alcances, condiciones y límites establecidos en el convenio que se aprueba por la presente

ley’ (art. 2), no implicó la modificación legislativa que postula la Sentenciante para justificar

-con sólo la invocación de un cambio en las reglas del sistema previsional- la concesión del

beneficio de pensión solicitado.

En efecto, si bien a tenor de la reforma introducida, los beneficiarios del derecho a pensión

son aquellos enumerados en la Ley 24.241 y sus modificatorias en virtud de lo establecido

por la Cláusula Quinta Punto 1.f. del Convenio Número 83/02 aprobado por la Ley 9075, no

se modificaron los requisitos de acceso al beneficio, los cuales son determinados por la ley

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provincial que exige -a los fines de acceder a dicha prestación- que el cónyuge divorciado o

separado de hecho acredite gozar de una prestación alimentaria a su favor (art. 38 inciso a)

de la Ley 8024).

Dicha conclusión se ve corroborada a tenor de lo establecido en las siguientes normas

dictadas con posterioridad a la sanción de la Ley 9075 (B.O. 30/12/2002): a) La Ley 8024

T.O. Decreto Número 40/09, de fecha veinte de enero de dos mil nueve (B.O. 23/01/2009), en

la que se mantuvo la exclusión del derecho a pensión del ‘…cónyuge divorciado o separado

de hecho que no gozare de prestación alimentaria para sí a cargo del causante en ninguno de

los casos’ (art. 37 inciso a); b) El Decreto Número 41/09 (B.O. 23/01/2009) reglamentario

de la anterior, en el que se estableció que ‘Quien invoque la existencia de prestación

alimentaria para obtener el derecho a pensión, deberá acreditar documentalmente su origen,

pertinencia y subsistencia al momento de invocarla’ (art. 37) y c) El Decreto Número 42/09

(B.O. 23/01/09) que reglamentó los puntos 1.a) y 1.f) de la Cláusula Quinta del Convenio

Número 83/2002 y dispuso en su art. 2.I) (conforme las modificaciones introducidas por el

Decreto Nro. 873/2012, B.O. 11/09/2012) que: ‘En ningún caso tendrá derecho a pensión el

cónyuge divorciado, separado legalmente o separado de hecho que no demostrare estar

gozando de prestación alimentaria a su favor a la fecha de fallecimiento del causante’.

Consecuentemente, pese a que la nómina de los beneficiarios del derecho de pensión haya

sido ampliada, los requisitos exigidos para el otorgamiento del beneficio se mantienen

vigentes, de modo que la mujer separada de hecho debe acreditar la percepción de la

prestación alimentaria a cargo del causante a la fecha de su fallecimiento.” Nuestro máximo

Tribunal local explica que “La conclusión propiciada se exhibe acorde con la finalidad

tuitiva y sustitutiva del derecho a pensión propia de toda tutela previsional, en función de la

cual resulta coherente y atinado postular que sólo puede ser titular de dicho beneficio, quien

gozaba de una prestación alimentaria por parte del causante” (el destacado me pertenece).

Ahora bien, en aquel caso, se hizo lugar a la demanda pues, de la valoración conjunta de las

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pruebas conducentes para la solución del caso, surgía acreditada la existencia de una

prestación alimentaria a favor de la actora, cumplimentándose el requisito exigido por el

artículo 38 inciso a) de la Ley 8024 –art. 37 t.o. Dto. 40/09-. La solución resulta ser la misma

para estas actuaciones. Doy razones.

En aquel proceso, el TSJ destacó las siguientes pruebas que consideró suficientes para

demostrar la prestación alimentaria: que la actora se encontraba afiliada a cargo del causante

en la obra social, que fuese designada como beneficiara del seguro de vida, la existencia de un

informe suscrito por escribano público en el que surgía que se le entregaba un sobre abierto

con dinero a la actora por un lapso de veinte meses y sin el cual “no llegaba a satisfacer sus

necesidades básicas”, un informe suscripto por una farmacéutica donde constaba el pago

regular de un porcentaje de los medicamentos que tomaba la accionante y el testimonio de un

encargado del supermercado donde el causante hacía las compras. Tales elementos, se

consideraron “suficientemente persuasivos para admitir que medió por parte del causante

una prestación alimentaria”.

En autos, tenemos que la Sra. Maldonado era afiliada adherente del instituto Municipal de

Previsión social por ser cónyuge del causante (cfr. pág. 15/16 de la digitalización del

expediente electrónico agregado en la operación del SAC del día 19/08/2020) y que fue

designada como beneficiara del seguro de vida del Sr. Torres (cfr. pág. 17 y 64).

También, puede apreciarse abundante prueba testimonial que demuestra que el marido de la

actora se constituía en su sostén económico. De ello dan cuenta todos los testigos citados. La

Sra. Bringas, vecina de la actora, expuso que tenía un almacén al que iba la pareja, destacando

que “Hacían las compras juntos o iban separados (ella a la mañana). Él sabía ir a la noche.

También iban las hijas. Era un negocio de barrio, iban a cada rato.” A la pregunta 8,

referente a quién abonaba la cuenta a fin de mes, dijo que “El Sr. Torres siempre abonó la

cuenta de fin de mes. A veces mandaba la plata con las chicas pero él pedía la cuenta.”;

asimismo, sobre quién solventaba los gastos de la vivienda en la que vivían, explicó “Él. Lo

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sé porque el Sr. Torres comentaba que pagaba ‘tal cosa’ y me pedía que lo esperara con la

cuenta a pagar de la despensa cuando tenía que pagar otras cosas. A veces me entregaba (en

concepto de pago) tickets canasta que le daba la Municipalidad de Río Cuarto.”

La Sra. Fernández, sobre la pregunta 6 referente a si sabía si hacían las compras juntos y

dónde expuso que “En la casa de la Sra. Bringas. Nos juntábamos en la despensa con Torres.

El salía de su trabajo y yo también. Él le hacía las compras a Graciela.”. También que “Las

tareas de la casa (de calle Juárez Ávila) las hacía la Sra. Maldonado, que vivía con la hija.

Siempre fue así, hasta que falleció. La hija Yamila también la ayudaba y limpiaba la casa de

Torres”; que “Todo lo pagaba él. Ella no trabajó. Él hacía todo” y que la Sra. Maldonado

“No tiene ingresos y nunca tuvo.”

El Sr. Seismandi, quien manifiesta ser policía retirado y vecino de la pareja, dijo que “(…)

hacían las compras juntos. Él compraba todo. Compraba en el almacén de la vuelta (de la

Sra. Stella, no se el apellido) y sacaba ‘fiado’. A veces le entregaba de a partes porque no le

alcanzaba (eso fue así toda la vida). Llevaba todo a la casa. Le pagó los estudios a las hijas”

; y la Sra. Verona, también vecina, expuso que “La Sra. Maldonado se encargaba de las

tareas domésticas, del hogar. Él trabaja en la municipalidad y pagaba todo. También los

estudios de sus hijas, la más grande estudió en Córdoba y se recibió de odontóloga y otra de

psicóloga.”

Todo lo expresado, sumado al hecho de que viviría con su hija soltera y con dos hijos en la

calle Chile al N° 585 -conforme fue expresado en diversas testimoniales – y, pese a ello,

concurría a la despensa donde compraba habitualmente acompañada por el Sr. Torres o en

forma separada, siendo este quien abonaba la cuenta, constituyen una serie de elementos de

convicción que me inclinan a considerar que efectivamente el sostén económico de la actora

era su marido.

Es cierto que ha existido una cierta inexactitud por parte de la actora, ya que primeramente

expresó ante el supervisor de la Caja de Jubilaciones que desde el año 2014 ya no convivía

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con su marido. Sin embargo, luego, tanto en sede administrativa como judicial, explicó que en

realidad nunca se separó y que a veces pernoctaba en la casa de su hija porque el domicilio de

Juarez Ávila 877 no se constituía en un lugar de convivencia soportable debido a la adicción

al alcohol que sufría el Sr. Torres y que lo llevaban a agresiones y violencia psicológica en

contra de ella (lo que es de vital importancia para la resolución del caso, como explicaré a

continuación). En definitiva, aun estimando que no existía convivencia entre los cónyuges, de

la valoración global de las probanzas surge claro que el fallecido contribuía con las

necesidades la actora, por lo que se encuentra cumplido el requisito exigido por el artículo 38

inciso a) de la Ley 8024 –art. 37 t.o. Dto. 40/09-, correspondiendo la admisión de la demanda.

VI.) 2) El juzgamiento del conflicto con perspectiva de género.

A pesar de todo lo expuesto –lo que ya determina la procedencia de la acción-, no puede

pasarse por alto que el presente caso exige ser valorado desde una perspectiva de género. Esta

mirada no fue atendida por la Administración, que al dictar la Resolución Serie “D” N°

000139/2020 se limitó a considerar que “la resolución en crisis, de ningún modo constituye

violación cuestión de género debido a que la resolución se basa en prueba de carácter

objetivo y con valor suficiente; vale decir, la declaración suscripta de la solicitante, el

testimonio suscripto de los vecinos, la ausencia de cuota alimentaria y el cambio de domicilio

en el Registro electoral, nos permite concluir que la Sra. Maldonado estaba separada de

hecho y no gozaba de cuota alimentaria. La denuncia en contra del causante efectuada por el

compareciente en el año 2009, que fuera motivada por violencia de género, no constituye

fundamento jurídico para otorgar la pensión debido a que no demuestra dependencia

económica respecto del Sr. Torres” (sic).

De la lectura del texto citado se evidencia una falta de interés por parte de la Caja de

Jubilaciones de efectuar un análisis que tenga en cuenta la violencia sufrida por la actora, pese

a que surge de la propia declaración de la Sra. Maldonado a la que se alude y se acompaña la

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denuncia respectiva. En la entrevista que el supervisor de la Administración tuvo con la

actora, se dejó claro que lo que había motivado el alejamiento del hogar conyugal fue la

violencia sufrida, ya que ella expresó que “convivió con el Señor Torres Vicente hasta el año

2014 por cuestiones de violencia, maltrato verbal, la señora y sus hijas se mudan al domicilio

de chile 528. Que el Señor Torres venía a este domicilio (cfr. pág. 22 de la digitalización del

expediente electrónico agregado en la operación del SAC del día 19/08/2020). Esa sola

expresión, obligaba al Estado a proveer a la prueba ofrecida por la parte a fin de corroborar la

realidad denunciada (lo contrario sucedió en la causa) y apreciar el pedido con perspectiva de

género.

Se equivoca la Administración al entender que la situación puesta de resalto no constituye

fundamento jurídico para otorgar la pensión (pese a que, de todos modos, correspondía

acceder a ese derecho en virtud de la existencia de la dependencia económica conforme fue

mencionado anteriormente). Ello, en razón de que se pasó por el alto una serie de

Declaraciones, Pactos, Tratados y Convenciones que el Estado Argentino ha suscripto y que

lo obligan a proteger a la mujer y que ostentan jerarquía constitucional en los términos del art.

75, inc. 22 de la CN.

Se destaca, en primer lugar, a la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del

Hombre, la que enuncia en su art. I que todo ser humano tiene derecho “a la seguridad de su

persona” y en su art. II que “Todas las personas son iguales ante la ley y tienen los derechos

y deberes consagrados en esta declaración sin distinción de raza, sexo, idioma, credo ni otra

alguna”. Asimismo, tenemos que la protección de la integridad de la persona y la igualdad de

sexos también es receptada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (art. 2, 3,

7, 16 y 25), en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (arts. 2,

inc. 2; 3 y 12), la Convención Americana sobre Derechos Humanos (arts. 5, 6, 17, inc. 2; y

24) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (arts. 14 y 23).

De particular interés en la causa resulta la Convención sobre la Eliminación de todas las

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Formas de Discriminación de la Mujer (CEDAW), cuyo cuerpo legal íntegro obliga a la

protección de la mujer. No obstante, destaco que en su art. 2, apartado b), los Estados Partes

se obligan a condenar “la discriminación contra la mujer en todas sus formas, convienen en

seguir, por todos los medios apropiados y sin dilaciones, una política encaminada a eliminar

la discriminación contra la mujer y, con tal objeto, se comprometen a: b) Adoptar medidas

adecuadas, legislativas y de otro carácter, con las sanciones correspondientes, que prohíban

toda discriminación contra la mujer”; y el art. 5, inc. a), a tomar “todas las medidas

apropiadas para: a) Modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y

mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas

consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados en la idea de la inferioridad o

superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y

mujeres”.

Asimismo, en su artículo 17, se establece el Comité para la Eliminación de la Discriminación

contra la Mujer, un órgano compuesto por expertos independientes que supervisa la

aplicación de la Convención. El Comité emite recomendaciones generales que, sin duda,

resultan de un inestimable valor al momento de apreciar la normativa de la Convención, entre

las que se destaca la N° 35 relativa a la violencia ejercida por razón del género en contra la

mujer. En su punto III) titulado “Obligaciones de los Estados partes en relación con la

violencia por razón de género contra la mujer” puede leerse “Según los artículos 2 b), c), e),

f) y g) y 5 a), los Estados están obligados a adoptar legislación que prohíba todas las formas

de violencia por razón de género contra las mujeres y las niñas, a fin de armonizar la

legislación nacional con la Convención. En la legislación, las mujeres víctimas y

supervivientes de esa violencia deberían considerarse titulares de derechos. Debería

contener disposiciones que tengan en cuenta las cuestiones de edad y género y una

protección jurídica efectiva que comprenda sanciones a los autores y reparaciones a las

víctimas y supervivientes. (…) Los Estados partes también deben eliminar las prácticas

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institucionales y la conducta y el comportamiento de los funcionarios públicos que

constituyan violencia de género contra la mujer, o que toleren dicha violencia, y que

proporcionen un contexto para la falta de una respuesta o para una respuesta negligente.

Esto incluye investigar de manera adecuada y sancionar la ineficiencia, la complicidad y la

negligencia por parte de las autoridades públicas responsables del registro, la prevención o

la investigación de esa violencia o que prestan servicios a las víctimas y supervivientes” (el

destacado me pertenece).

Particularmente importante resulta lo expresado en relación al Poder Judicial, destacando que

“Según los artículos 2 d) y f) y 5 a), todos los órganos judiciales tienen la obligación de

abstenerse de incurrir en todo acto o práctica de discriminación o violencia por razón de

género contra la mujer y aplicar estrictamente todas las disposiciones penales que sancionan

esa violencia, garantizar que todos los procedimientos judiciales en causas relativas a

denuncias de violencia por razón de género contra la mujer sean imparciales, justos y no se

vean afectados por estereotipos de género o por una interpretación discriminatoria de las

disposiciones jurídicas, incluido el derecho internacional. La aplicación de nociones

preconcebidas y estereotipadas de lo que constituye violencia por razón de género contra la

mujer, de cuáles deberían ser las respuestas de las mujeres a esa violencia y del criterio de

valoración de la prueba necesario para fundamentar su existencia pueden afectar a los

derechos de la mujer a la igualdad ante la ley y a un juicio imparcial y un recurso efectivo,

conforme a lo establecido en los artículos 2 y 15 de la Convención” (el destacado me

pertenece).

Desde este lugar, y bajo la perspectiva que la Constitución y los acuerdos Internacionales

celebrados prescriben, cabe preguntarse si es razonable exigirle a una víctima de violencia

doméstica que mantenga su convivencia con el agresor a fin de evitar perder su derecho a una

eventual pensión futura, o ante la separación, que se asegure de conseguir una previsión

alimentaria por parte de su victimario, de modo tal que quede documentada, cuando se aprecia

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que ello resultó innecesario por el cumplimiento del cónyuge al afrontar los gastos,

manteniendo las prácticas habituales. Indudablemente, no puede esperarse que la respuesta

de la mujer ante la violencia sufrida sea conforme a dichas acciones, siendo –en el caso

concreto- irrazonables tales requerimientos. En otras palabras, no puede afectarse el derecho

de la actora a acceder a la pensión porque debió irse del hogar antes del fallecimiento de su

marido por las constantes agresiones recibidas. Una apreciación contraria reforzaría las

consecuencias nocivas sufridas por causa de la violencia de género que el mismo Estado se

obligó a combatir a través de todos sus poderes.

Esta posición ha sido compartida por jurisprudencia nacional y provincial (Cámara Federal de

la Seguridad Social - Sala 2, en autos “B., C. A. c/ ANSES s/prestaciones varias”, sentencia

fechada el 06/04/2018; Cámara Contencioso Administrativa de Primera Nominación de la

ciudad de Córdoba, en autos “M., E. A. c/ Caja de Jubilaciones, Pensiones y Retiros de

Córdoba - Plena Jurisdicción”, Sent. N° 76 de fecha 17/05/2022).

Aunque he adelantado que el caso merece ser tratado con perspectiva de género, previo a

detallar las probanzas que considero que acreditan la situación vivida, conviene tener

presente que, respecto a la valoración de la prueba, se ha dicho que cuando se trata de juzgar

conductas cometidas en un ámbito de violencia doméstica “su estudio debe ser abordado con

especial énfasis en el criterio de amplitud probatoria en atención a las circunstancias

especiales en las que se desarrolla. (cfr. TSJ, Sala Penal, “Agüero”, S. n.° 266, 15/10/2010;

“Sosa”, S. nº 28, 11/3/2014; “Díaz” S. n.° 158, 23/6/2016; “Flores”, S. n.° 103, 7/4/2017;

“Oviedo”, S. n.° 182, 26/5/2017; “Díaz González”, S. n.° 194; 1/6/2017; “Luna”, S. n.° 268,

23/6/2017; “Vilches”, S. n.° 315, 2/9/2017; “Leiva”, 437, 2/10/2017; “Aragallo”, S. n.°14,

16/2/2018; “Quiñonez”, S. n.° 86, 9/4/2018; “Carnero”, S. n.° 135, 24/4/2018;

“Barrionuevo”, S. n.° 145, 8/5/2018; “Juncos”, S. nº 161, 14/5/2018; “Juncos”, S. nº 161,

14/5/2018; “Alfonso”, S. n.° 216, 22/6/2018; “Flores”, S. n.° 307, 3/8/2018; “Montaño

Martínez”, S. n.° 310, 3/8/2018; “Suárez”, S. n.° 388, 18/9/2018; “Romero”, S. n.° 412,

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12/10/2018; “Campos”, S. n.° 344, 24/7/2019; “Salas”, S. n.° 358, 31/7/2019; “Cabral”, S.

n.° 583, 26/11/2019; “Aguirre”, S. n.° 448, 30/10/2020; “Maldonado”, S. n.° 268,

25/8/2020; “Zabala”, S. n.° 12, 5/2/2021).” (Cámara Contencioso Administrativa de Primera

Nominación de la ciudad de Córdoba, fallo cit.).

En primer lugar, puede observarse del expediente “Torres, Vicente Ramón-Denuncia por

Violencia Familiar” remitido ad effectum videndi, que a fs. 13/16 obra informe efectuado por

la Lic. en Psicología Elba Noemí Ramos y la Asistente Social Mónica Cecila Tosto en el que

se consigna que el Sr. Torres “Viene de una familia en la que los problemas de violencia

familiar y el alcohol eran vividos como cotidianos (…) A través de la entrevista se visualiza

que el denunciado no tiene conciencia de que ha sido protagonista de hechos que constituyen

la violencia familiar. Minimiza toda responsabilidad y culpabiliza a terceros de lo vivido. Se

justifica desde la concepción de que el alcohol es el causante de todo problema. Presenta una

doble fachada ya que en el mundo público es amable, sociable, servicial y en el mundo

privado doméstico su personalidad cambia abruptamente. Estereotipo de varón jefe de hogar.

Creencia sexista.”

Respecto de la denunciante se expone que “Presenta alteraciones en su salud, conciencia de

la situación de violencia en la que está inmersa. Manifiesta un pensamiento negativo de la

imagen de ‘sí misma’, lo que en oportunidades propicia ambientes en los cuales la sumisión

sea el inicio de ambientes hostiles y de violencia psicológica y maltratos verbales. Tiene

sentimiento de culpa por las situaciones vividas. Resignando y naturalizando la imposibilidad

de que se generen cambios de las situaciones vividas. No tiene recursos económicos estables

pero sí cuenta con una red familiar presente (develado en la figura de su madre y hermano.)”

(sic).

A fs. 32, obra oficio remitido desde el Nuevo hospital San Antonio de Padua Servicio de

Salud Mental en el que se informa que el Sr. Torres fue asistido desde el 26/06/2009 hasta el

11/08/2009 “sin que se observe durante el periodo citado adhesión al tratamiento por parte

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del paciente, ni posibilidades de que el mismo interrumpa la ingesta de alcohol de manera

voluntaria. Dicha situación amerita la indicación de internación a los efectos de facilitarle al

paciente un marco de contención psicofarmacológica y ambiental para el primer momento

del tratamiento (suspensión de consumo y desintoxicación). Cabe consignar que tal

indicación ya ha sido realizada tanto al paciente como a sus familiares (hijas) y que estas

últimas acceden con la medida. Finalmente informo que el tratamiento ambulatorio se

encuentra suspendido dado que la indicación terapéutica para este momento del tratamiento

en este paciente es la antes mencionada.” Tras dicho anoticiamiento, se dictó un decreto que

dispuso remitir copia de las partes pertinentes al Asesor Letrado a los fines de que analice la

conveniencia de disponer la internación del Sr. Torres, proveído que constituyó la última

actuación en el expediente pues posteriormente es archivado en el año 2014. Consultado el

SAC, no surge que haya pedido la internación del Sr. Torres.

En efecto, cabe destacar que, sin perjuicio de desconocer las razones por las cuales no se

observa en el expediente que la internación se hubiese concretado, lo cierto es que la Sra.

Maldonado se vio obligada a retirarse de su hogar para proteger su integridad. En

consecuencia, siendo que el Estado no procedió con la internación del agresor que le fue

sugerida por el hospital y que –en efecto- ella debió alejarse de la vivienda conyugal para

cuidar su salud, resulta claramente cuestionable –más aún a la luz de los compromisos

asumidos en la CEDAW- que sea el propio Estado quien ahora rechace la pensión con

fundamento en aquella falta de convivencia.

La situación de violencia continuó después de este conflicto suscitado en el año 2009,

conforme puede apreciarse de las distintas declaraciones testimoniales producidas durante la

tramitación de la causa. El Sr. Seismandi dijo que “El Sr. tomaba mucho y era agresivo. Se

escuchaban los gritos de mi casa cuando él llegaba tomado. En esos episodios la Sra. se iba.

Cuando estaba ‘fresco’ era muy bueno. Él repartía cedulones de la Municipalidad (impuesto

del agua) y a veces lo encontraba alcoholizado. Al último era alcohólico, estaba muy

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hinchado.”

La Sra. Fernández, ante las preguntas 12 y 13 referentes a si conocía si el Sr. Torres tenía

problemas de alcoholismo y con qué frecuencia tomaba, expresó que “12) Sí. 13) Todos los

días. Firmaba en la Municipalidad y se iba al bar. Mi marido lo veía todos los días en el bar

de la Rivera.”

Lo mismo relata la Sra. Bringas que expone “Tenía problemas de alcoholemia (…) Ese

problema lo llevó a la muerte (…) Él estando bien era excelente persona pero cuando

tomaba se hacía difícil convivir con una persona alcohólica más cuando hay niños. Su hija

no quería que vieran a su abuelo así.”

La Sra. González dijo que sabía que “había tenido graves problemas alcohólicos y que no era

adecuado esa vivienda de Juárez Ávila para los niños, por ello me alquilaron la casa. Era

una persona buenísima pero alcohólico.”

Por último, la Sra. Verona expresó que “Siempre tomó. El último tiempo fue peor. Cuando

nacieron los mellizos Vivian todos en la casa. Y después ella (Yamila) se fue de la casa con

los niños, pienso que por el alcoholismo del padre. La familia tuvo que lidiar con Vicente. Lo

quisieron internar pero no quería. Ello los afectó mucho, Yamila era muy compañera de su

papá, tuvo que ir al psicólogo.”

En consecuencia, todo lo expuesto me inclina a entender que, apreciando el caso concreto

desde una perspectiva de género -y atendiendo a los acuerdos celebrados por nuestro Estado

dotados de jerarquía constitucional (en especial la CEDAW)-, el derecho a la pensión

solicitada no debió ser denegada, pues no resultaba razonable exigirle a la actora la

continuidad de la convivencia con su marido como requisito para su otorgamiento, siendo que

ella era víctima de la violencia que él le ejercía. Cabe agregar, que tampoco se puede negar la

dependencia económica, cuando surge prístino que la accionante no percibía ningún beneficio

y de la prueba recabada se aprecia que su cónyuge la asistía afrontando sus gastos (obra

social, alimentos, etc.)

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VI.) 3) Momento desde el cual se debe el derecho previsional.

La parte demandada solicita la aplicación subsidiaria del art. 105 de la ley N° 6658,

requiriendo que el derecho sea reconocido a partir de la fecha del pronunciamiento judicial

siguiendo el criterio adoptado por el Excmo. Tribunal Superior de Justicia en autos:

“MILOCH, CLARA LUISA C/ CAJA DE JUBILACIONES, PENSIONES Y RETIROS DE

CÓRDOBA – PLENA JURISDICCIÓN- RECURSO DE CASACIÓN-” (Expte N° 1729525),

-Sentencia N° 59 de fecha 14/5/2015-. Tal petición no resulta atendible, ya que justamente

este aspecto fue revocado por la CSJN mediante el dictado de la sentencia fechada el día

24/09/2019, en la que se remitió a los fundamentos expuestos en los precedentes "Bartomioli

" (342:263) y "Ribolzi" (342:738).

Nuestro máximo Tribunal Federal destacó, respectivamente, que “lo decidido tampoco se

ajusta al criterio de esa Corte que ha señalado en numerosas ocasiones que los actos que

reconocen la existencia de un derecho previsional solo tienen efecto declarativo y no

constitutivo de aquel” y que “el superior tribunal provincial, haciendo una interpretación

sobre la nulidad y anulabilidad de los actos administrativos, se apartó de la norma que

expresamente regula el caso en cuanto dispone que los reajustes se abonarán desde la fecha

de solicitud (art. 43, ley citada [ley 8024 t.o decreto 40/2009]), favoreciendo así al organismo

emisor de la resolución que descalificó en su pronunciamiento”.

En consecuencia, el TSJ dictó una nueva sentencia el día 08/02/2021 -con motivo del reenvío

que efectuó la CSJN- reconociendo el derecho a la pensión de la actora a partir del

fallecimiento del causante, siendo esa la solución que -en definitiva- se adopta para este caso

(es decir, desde el día 03/10/2016).

Por lo expuesto, corresponde hacer lugar a la demanda; declarar la nulidad de la Resolución

Serie "D" N° 000099/2020 y su confirmatoria, Resolución “D” N° 000139/2020, dictadas por

la Caja de Jubilaciones, Pensiones y Retiros de Córdoba; y ordenar el dictado de un nuevo

acto administrativo que otorgue la pensión reclamada por la Sra. Graciela Beatriz Maldonado

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desde el día del fallecimiento de su marido (03/10/2016).

Los intereses deberán calcularse desde que cada suma es debida y hasta su efectivo pago, los

cuales se fijan en la Tasa Pasiva Promedio que elabora el BCRA conforme dispone el art. 119

de la Ley 8024, t.o. Decreto Nro. 40/09, sustituido por el art. 6 de la Ley 9884, B.O.

04/02/2011, pues los períodos reclamados y respecto de los cuales se admite su procedencia

son posteriores a la entrada en vigencia de la ley. Dicha decisión coincide con el criterio

adoptado por nuestro Máximo Tribunal al expresar: “Respecto del segundo período que se

inicia con la entrada en vigencia de la ley 9884, la aplicación del artículo 6°, para los

intereses devengados a partir de la fecha de su vigencia, resulta procedente en virtud del

citado artículo 622 del Código Civil, a lo que se añade la naturaleza jurídica de los bienes

jurídicos tutelados, referidos a derechos disponibles por las partes, y a la falta de tempestivo

cuestionamiento por la interesada a la vigencia y validez de la tasa legal establecida por el

citado precepto local para las condenas dinerarias”(TSJ Córdoba, Sentencia N° 73,

8/9/2011, “Martínez, Graciela…” cit. por Sesin, Domingo J., La materia previsional en la

jurisprudencia. Jurisprudencia del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, 1ra. ed.

revisada, Santa Fe . Rubinzal-Culzoni, 2016, p. 396).

Idéntica postura se ha adoptado en anteriores pronunciamientos de esta Cámara (Sent. N° 5,

3/3/2021, “Centeno” – Expte. 6430252; Sent. N° 174, 15/12/2022 “Berti” – Expte. 1961489;

entre otras).

Por lo expuesto, a la primera cuestión voto por la afirmativa.

Los Sres. Vocales Jorge José Aita Tagle y Sandra E. Tibaldi de Bertea adhirieron al voto

precedente y se pronunciaron en igual sentido.

A la SEGUNDA CUESTIÓN, la Sra. Vocal Mariana Andrea Pavón, dijo:

Atento el resultado de los votos emitidos propongo:

I.) Hacer lugar a la demanda contencioso administrativa entablada por la Sra. Gabriela Beatriz

Maldonado, DNI 13.344.621, y en su mérito, declarar la nulidad de la Resolución Serie "D"

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N° 000099/2020 y su confirmatoria, Resolución “D” N° 000139/2020, dictadas por la Caja de

Jubilaciones, Pensiones y Retiros de Córdoba; y ordenar el dictado de un nuevo acto

administrativo que otorgue la pensión reclamada por la Sra. Graciela Beatriz Maldonado

desde el día del fallecimiento de su marido (03/10/2016).

II) Condenar a la demandada para que en el plazo de cumplimiento espontáneo (art. 38 de la

Ley 7182) de treinta (30) días hábiles administrativos dicte un nuevo acto administrativo que

reconozca el derecho de la actora a la pensión reclamada desde el día del fallecimiento de su

marido Sr. Vicente Ramón Torres (03/10/2016).

III) Condenar a la Caja de Jubilaciones, Pensiones y Retiros de Córdoba para que en el plazo

de cumplimiento espontáneo (art. 38 C.P.C.A.) de ciento veinte (120) días hábiles

administrativos reintegre a la parte actora los haberes previsionales retroactivos, con intereses

desde que cada suma es debida y hasta su efectivo pago -de conformidad a lo establecido en

el considerando respectivo-, debiendo la demandada, dentro de los sesenta (60) primeros días

hábiles administrativos, presentar la liquidación respectiva para su debido control por la parte

actora.

IV.) Imponer las costas por el orden causado (art. 70 de la Ley 8024) y diferir la regulación de

honorarios de los letrados intervinientes para cuando así lo soliciten (art. 26 CA contrario

sensu). Así voto.

Los Sres. Vocales Jorge José Aita Tagle y Sandra E. Tibaldi de Bertea adhirieron al voto

precedente y se pronunciaron en igual sentido.

Por el resultado del Acuerdo que antecede y por unanimidad del Tribunal,

SE RESUELVE:

1º) Hacer lugar a la demanda contencioso administrativa entablada por la Sra. Gabriela

Beatriz Maldonado, DNI 13.344.621, y en su mérito, declarar la nulidad de la Resolución

Serie "D" N° 000099/2020 y su confirmatoria, Resolución “D” N° 000139/2020, dictadas por

la Caja de Jubilaciones, Pensiones y Retiros de Córdoba; y ordenar el dictado de un nuevo

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acto administrativo que otorgue la pensión reclamada por la Sra. Graciela Beatriz Maldonado

desde el día del fallecimiento de su marido (03/10/2016).

2°) Condenar a la demandada para que en el plazo de cumplimiento espontáneo (art. 38 de la

Ley 7182) de treinta (30) días hábiles administrativos dicte un nuevo acto administrativo que

reconozca el derecho de la actora a la pensión reclamada desde el día del fallecimiento de su

marido Sr. Vicente Ramón Torres (03/10/2016).

3°) Condenar a la Caja de Jubilaciones, Pensiones y Retiros de Córdoba para que en el plazo

de cumplimiento espontáneo (art. 38 C.P.C.A.) de ciento veinte (120) días hábiles

administrativos reintegre a la parte actora los haberes previsionales retroactivos, con intereses

desde que cada suma es debida y hasta su efectivo pago -de conformidad a lo establecido en

el considerando respectivo-, debiendo la demandada, dentro de los sesenta (60) primeros días

hábiles administrativos, presentar la liquidación respectiva para su debido control por la parte

actora.

4°) Imponer las costas por el orden causado y diferir la regulación de honorarios de los

letrados intervinientes para cuando así lo soliciten. Protocolícese y hágase saber.

Texto Firmado digitalmente por:


PAVON Mariana Andrea
VOCAL DE CAMARA

Fecha: 2023.04.04

AITA TAGLE Jorge José


VOCAL DE CAMARA

Fecha: 2023.04.04

TIBALDI Sandra Eleonora


VOCAL DE CAMARA

Fecha: 2023.04.04

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DI STEFANO Jorgelina
PROSECRETARIO/A LETRADO

Fecha: 2023.04.04

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