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UNIVERSIDAD MARISTA

RECONOCIMIENTO DE VALIDEZ OFICIAL DE ESTUDIOS


No. 2006379 DE FECHA 3-07-2006, OTORGADO POR LA SEP

TESIS
“CAMBIANDO EL PARADIGMA PARA LA PROTECCIÓN DEL
PATRIMONIO CULTURAL EN MÉXICO: SU IDENTIFICACIÓN COMO
DERECHO HUMANO Y SOCIAL”

QUE PARA OBTENER EL GRADO DE

DOCTOR EN DERECHO

PRESENTA

JOSÉ ERNESTO BECERRIL MIRÓ

México, D. F., 2016


INDICE

Pág.
Introducción i
Hipótesis iii

Capítulo Primero: EL PATRIMONIO CULTURAL 1

1.0.- Introducción 2
1.1.- La idea de cultura 2
1.1.1.- ¿Qué es la cultura? 2
1.1.2.- Visiones Diferentes 7
1.1.3.- Nuevos Elementos 16
1.2.- La definición de Patrimonio Cultural 20
1.2.1.- Definiciones enunciativas del Patrimonio Cultural 20
1.2.2.- Definiciones Conceptuales del Patrimonio Cultural 23
1.2.3.- Definiciones Mixtas del Patrimonio Cultural 25
1.2.4.- En busca de una definición integral del Patrimonio Cultural 27
1.3.- Los valores del Patrimonio Cultural 28
1.3.1.- Los valores intrínsecos del Patrimonio Cultural 35
1.3.1.1.- Los valores testimoniales del Patrimonio Cultural 36
1.3.1.2.- Los valores de significación del Patrimonio Cultural 43
1.3.2.- Los valores externos del Patrimonio Cultural 48
1.3.2.1.- Los valores utilitarios del Patrimonio Cultural 49
1.3.2.2.- Los valores de desarrollo del Patrimonio Cultural 52
1.4.- El papel del Patrimonio Cultural en la vida actual 55
1.4.1.- La Globalización ante el Patrimonio Cultural 56
1.4.2.- La Diversidad Cultural y el Patrimonio Cultural 57
1.4.3.- El Patrimonio Cultural en el marco del desarrollo sostenible 59
1.4.4.- El Patrimonio Cultural en el marco de los derechos humanos 62
1.5.- Los riesgos para la protección del Patrimonio Cultural 63
1.5.1.- Riesgos inmediatos en la protección del Patrimonio Cultural 64
1.5.1.1.- El tráfico ilícito de bienes culturales 64
1.5.1.2.- La destrucción y deterioro de Patrimonio Cultural 66
1.5.2.- Riesgos mediatos en la protección del Patrimonio Cultural 69
1.5.2.1.- El desprecio por el Patrimonio Cultural 70
1.5.2.2.- La falsificación del Patrimonio Cultural 72
1.5.2.3.- La mercantilización del Patrimonio Cultural 74
1.5.2.4.- La manipulación del Patrimonio Cultural 75
1.5.2.5.- La sacralización del Patrimonio Cultural 76
1.5.2.6.- La despreocupación por el Patrimonio Cultural 77
1.5.3.- Retos para el futuro 78
1.6.- Conclusiones 79

Capítulo Segundo: LOS DERECHOS CULTURALES 80

2.0.- Introducción 81
2.1.- Los derechos humanos 81
2.1.1.- Una aproximación hacia los derechos humanos 81
2.1.2.- La evolución de los derechos humanos: contextos y conceptos 88
2.1.2.1.- Derechos de Primera Generación 89
2.1.2.2.- Derechos de Segunda Generación 90
Pág.

2.1.2.3.- Derechos de Tercera Generación 91


2.1.2.4.- Papel de las Organizaciones Internacionales en el desarrollo de los
derechos humanos 92
2.1.2.5.- ¿Existen Derechos Humanos de cuarta generación? 93
2.1.3.- Los Derechos Económicos, Sociales y Culturales 94
2.1.4.- Los Derechos Colectivos y Difusos 101
2.1.5.- Estado, Sociedad y Derechos Humanos 108
2.2.- Los Derechos Culturales 117
2.2.1.- Antecedentes Internacionales y Regionales 118
2.2.1.1.- Organización de las Naciones Unidas 118
2.2.1.2.- Organización Internacional del Trabajo 119
2.2.1.3.- Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y
la Cultura 121
2.2.1.4.- Otras organizaciones regionales 132
2.2.1.5.- Antecedentes Iberoamericanos 133
2.2.1.6.- Consideraciones sobre los Antecedentes Internacionales y Regionales 135
2.2.2.- Antecedentes Nacionales 136
2.2.2.1.- Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos 137
2.2.2.1.1.- La protección de los derechos culturales de las comunidades
indígenas 137
2.2.2.1.2.- El derecho a la cultura 139
2.2.2.2.- Los derechos culturales en las Constituciones Estatales 145
2.2.3.- La definición de los derechos culturales 149
2.2.4.- Titularidad de los derechos culturales 155
2.2.5.- Los derecho culturales como derechos fundamentales 158
2.2.6.- La diversidad cultural y la multiculturalidad 161
2.2.7.- Universalismo contra Relativismo en el marco de los derechos culturales 172
2.2.7.1.- El Universalismo 173
2.2.7.2.- El Relativismo Cultural 180
2.2.7.3.- La condición diversa del hombre como ser cultural 184
2.3.- Conclusiones 186

Capítulo Tercero: EL DERECHO AL PATRIMONIO CULTURAL 188

3.0.- Introducción 189


3.1.- Más que un derecho 189
3.2.- Evolución Histórica de la protección del Patrimonio Cultural en
México 193
3.3.- Régimen Jurídico Mexicano Vigente 198
3.3.1.- Bases constitucionales federales de la protección del Patrimonio
Cultural en México 198
3.3.2.- La legislación federan en materia de monumentos y zonas de
monumentos 201
3.3.2.1.- Bienes protegidos por la legislación federal 202
3.3.2.1.1.- Valores Culturales protegidos 202
3.3.2.1.2.- Procedimientos de ingreso al régimen de protección 205
3.3.2.1.2.1.- Bienes protegidos por ministerio de ley 206
3.3.2.1.2.2.- Bienes y Zonas declaradas 208
3.3.2.1.2.2.1.- Aspectos Generales 208
Pág.

3.3.2.1.2.2.2.- Antecedentes 210


3.3.2.1.2.2.3.- Regulación general actual de las declaratorias 211
3.3.2.1.2.2.4.- Casos Especiales: Monumentos y Zonas de Monumentos
Artísticos 215
3.3.2.1.2.2.5.- Las declaratorias como un instrumento de protección 216
3.3.2.1.2.3.- Los bienes del Patrimonio Cultural Subacuático: un caso
excepcional 219
3.3.2.2.- El Registro 221
3.3.2.3.- Medidas de protección a monumentos y zonas 223
3.3.2.3.1.- Propiedad de monumentos arqueológicos 224
3.3.2.3.2.- La conservación de monumentos y zonas como limitante de la
propiedad privada 225
3.3.2.3.3.- Restricciones a la intervención en monumentos y zonas 226
3.3.2.3.3.1.- Intervenciones en zonas de monumentos 226
3.3.2.3.3.2.- Intervenciones en monumentos inmuebles 226
3.3.2.3.3.3.- Intervenciones en monumentos muebles 227
3.3.2.3.3.4.- Permisos para la intervención en monumentos y zonas 227
3.3.2.3.3.5.- Intervenciones en predios colindantes a monumentos 227
3.3.2.3.4.- Restricciones al comercio de monumentos en territorio nacional 228
3.3.2.3.5.- Restricciones a la exportación e importación de monumentos 229
3.3.2.3.6.- Restricciones al rescate arqueológico 230
3.3.2.3.7.- Restricciones al transporte, exhibición y reproducción de
monumentos 231
3.3.2.3.8.- Verificación y procedimiento sancionador 232
3.3.2.3.9.- Sanciones 233
3.3.2.3.10.- Fomento a actividades de protección de monumentos y zonas 238
3.3.2.3.11.- Niveles de protección de monumentos y zonas 240
3.3.3.- Legislación en materia de Patrimonio Cultural de las comunidades
indígenas 241
3.3.3.1.- Ley de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos
Indígenas 242
3.3.3.2.- Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas 243
3.3.3.3.- Ley Federal del Derecho de Autor 245
3.3.4.- Otras regulaciones federales vinculadas directamente con el Patrimonio
Cultural 248
3.3.4.1.- Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales 248
3.3.4.2.- Ley de la Propiedad Industrial 250
3.3.5.- Legislaciones Locales en materia de Patrimonio Cultural 252
3.3.5.1.- Constituciones Locales 253
3.3.5.2.- Leyes locales en materia de Patrimonio Cultural 253
3.4.- El Derecho al Patrimonio Cultural 255
3.4.1.- Cambio o recomposición de visión 255
3.4.2.- Definición del Derecho al Patrimonio Cultural 264
3.5.- Mecanismos de Defensa del Derecho al Patrimonio Cultural 288
3.5.1.- Situación Actual 288
3.5.2.- Interés Simple, Interés Jurídico e Interés Legítimo: distintos caminos 291
3.5.3.- La protección de los derechos colectivos y difusos en la vía
jurisdiccional 293
3.5.4.- La protección de los derechos colectivos y difusos en la vía de amparo 300
3.5.5.- Consideraciones sobre los mecanismos de protección del derecho al
Patrimonio Cultural 304
3.6.- Conclusión 306
Pág.

Capítulo Cuarto: EL DERECHO AL PATRIMONIO CULTURAL EN EL 308


ÁMBITO INTERNACIONAL

4.0.- Introducción 309


4.1.-. La Protección del Patrimonio Cultural en los Tratados Internacionales 309
4.1.1.- Convenios Multilaterales 311
4.1.1.1.- Convenio sobre la Protección de Instituciones Artísticas y Científicas y
Monumentos Históricos (Pacto Roerich) 311
4.1.1.2.- Tratado sobre la Protección de Muebles de Valor Histórico 312
4.1.1.3.- Convención y Protocolos para la Protección de los Bienes Culturales en
caso de Conflicto Armado 313
4.1.1.4.- Convención sobre las Medidas que deben Adoptarse para Prohibir e
Impedir la Importación, la Exportación y la Transferencia de la Propiedad Ilícita
de Bienes Culturales 318
4.1.1.5.- Convención para la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y
Natural 320
4.1.1.6.- Convención sobre Defensa del Patrimonio Arqueológico, Histórico y
Artístico de las Naciones Americanas 322
4.1.1.7.- Convenio de UNIDROIT sobre los Bienes Culturales Robados o
Exportados Ilícitamente 325
4.1.1.8.- Convención para la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático 328
4.1.1.9.- Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial 332
4.1.1.10.- Convención para la protección y promoción de la diversidad de las
expresiones culturales 336
4.1.2.- Tratados Bilaterales suscritos por México en materia de Patrimonio
Cultural 345
4.1.2.1.- Tratado de Cooperación que Dispone la Recuperación y Devolución de
Bienes Arqueológicos, Históricos y Culturales Robados celebrado con los
Estados Unidos de América 345
4.1.2.2.- Convenio sobre Cooperación en las Áreas de Museos y Arqueología
con Canadá 346
4.1.2.3.- Convenio de Protección y Restitución de Bienes Arqueológicos,
Artísticos e Históricos con Perú 347
4.1.2.4.- Convenio de Protección y Restitución de Monumentos Arqueológicos,
Artísticos e Históricos con Guatemala 347
4.1.2.5.- Convenio de Protección y Restitución de Monumentos Arqueológicos,
Artísticos e Históricos con El Salvador 348
4.1.2.6.- Convenio de Protección y Restitución de Monumentos Arqueológicos,
Artísticos e Históricos con Belice 349
4.1.2.7.- Convenio de Colaboración para la Preservación y el Mantenimiento de
Zonas Arqueológicas con Belice 350
4.1.2.8.- Convenio entre los Estados Unidos Mexicanos y la República de Chile
sobre protección y restitución de bienes culturales 350
4.1.2.9.- Convenio entre los Estados Unidos Mexicanos y la República Oriental
del Uruguay para la cooperación en materia de protección, conservación,
recuperación y restitución de bienes culturales y los que conforman el Patrimonio
Natural que hayan sido materia de robo o de tráfico ilícito 354
Pág.

4.1.2.10.- Convenio entre el Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos y el


Gobierno de la República Popular China para cooperación en materia de
protección, preservación, devolución y restitución de bienes culturales y
prevención del robo, excavación clandestina e importación y exportación ilícitas
de bienes culturales. 360
4.1.3.- Preocupaciones internacionales comunes a partir de los tratados en la
materia 366
4.1.4.- Responsabilidad de los Estados frente al Patrimonio Cultural a partir de
los Tratados Internacionales 369
4.2.- La implementación de la Protección del Patrimonio Cultural como un
derecho humano y social en el ámbito nacional: un estudio comparativo 378
4.2.1.- Referentes Metodológicos 379
4.2.1.1.- Comunidades Seleccionadas 380
4.2.1.1.1.- Brasil 381
4.2.1.1.2.- República Sudafricana 384
4.2.1.1.3.- Comunidad Autonómica de Cataluña 386
4.2.1.2.- Criterios de Análisis 388
4.2.2.- Estudio Comparativo 389
4.2.2.1.- El Derecho al Patrimonio Cultural en el Texto Constitucional 389
4.2.2.2.- La conservación del Patrimonio Cultural como Testimonio 403
4.2.2.3.- La protección de los valores de significación del Patrimonio Cultural 419
4.2.2.4.- El criterio de utilidad del Patrimonio Cultural 423
4.2.2.5.- El criterio de desarrollo del Patrimonio Cultural 426
4.2.2.6.- Consideraciones Finales del Estudio Comparativo 434
4.3.- Conclusiones 436

Capítulo Quinto: EL DERECHO AL PATRIMONIO CULTURAL:


PROPUESTAS PARA SU INCORPORACIÓN EN EL SISTEMA
JURÍDICO MEXICANO 438

5.0.- Introducción 439


5.1.- Metodología para la Enunciación de las Propuestas 440
5.2.- Propuestas para la Constitución Política Federal 440
5.2.1.- Artículo Primero: la Naturaleza de la Nación Mexicana 442
5.2.2.- Artículo Segundo: la preservación del Patrimonio Cultural de las
comunidades indígenas 442
5.2.3.- El Artículo Tercero: la Función de la Educación en el Patrimonio
Cultural 446
5.2.4.- Artículo Cuarto: la clara definición de los derechos culturales y el
reconocimiento del derecho humano y social al Patrimonio Cultural 447
5.2.5.- Artículos 25, 26 y 28: la incorporación del Patrimonio Cultural a los
procesos de desarrollo y a la vida socio-económica. 452
5.2.6.- Artículo 27: el reconocimiento constitucional expreso de la protección
del Patrimonio Cultural como un asunto de interés público 453
5.2.7.- Artículo 73: la función del Congreso de la Unión en la protección del
derecho humano y social al Patrimonio Cultural. 455
5.2.8.- La función del Poder Judicial Federal frente al Patrimonio Cultural, el
artículo 107. 456
5.2.9.- Las autoridades locales frente al Patrimonio Cultural: artículos 115, 117
y 122. 457
Pág.

5.2.10.- Artículo 130: el Patrimonio Cultural Religioso 460


5.3.- Propuestas para la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas
Arqueológicos, Artísticos e Históricos 460
5.3.1.- Cambio del nombre de la Ley 461
5.3.2.- Redefinición y fortalecimiento de las bases de la Ley Federal de
Monumentos y Zonas 461
5.3.3.- Autoridades involucradas con el Patrimonio Cultural. 466
5.3.4.- Bienes protegidos. 468
5.3.5.- Definición de principios de intervención. 479
5.3.6.- El Registro Público 484
5.3.7.- Otras disposiciones 487
5.3.8.- Los tratados internacionales y los bienes del Patrimonio Mundial 488
5.3.9.- Estímulos Fiscales 491
5.3.10.- Delitos contra el Patrimonio Cultural 491
5.3.11.- El empoderamiento de la sociedad. 498
5.4.- Ley de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos 500
Indígenas
5.5.- Ley de la Propiedad Industrial 502
5.6.- Ley Federal del Derecho de Autor 504
5.7.- Ley de Amparo, Reglamentaria de los artículos 103 y 107 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos 509
5.8.- Código Federal de Procedimientos Civiles 516
5.9.- Ley Federal de Procedimiento Administrativo y Ley Federal de
Procedimiento Contencioso Administrativo 521
5.10.- Ley de Planeación 523
5.11.- Conclusiones 524

CONCLUSIONES 526

A.- El derecho al Patrimonio Cultural es un derecho humano con alto contenido


comunitario 527
B.- El derecho al Patrimonio Cultural es una prerrogativa que no ha sido
reconocida en todo su contenido, alcance y trascendencia por parte de la
legislación mexicana 529
C.- Se requiere de una revisión a fondo del Sistema Jurídico Mexicano ya que se
encuentra desvinculado de los conceptos que se manejan en el plano
internacional 531
D.- El derecho al Patrimonio Cultural se reconoce como una prerrogativa
humana y social compleja y multifacética, enmarcada en el ámbito de la
diversidad cultural, la multiculturalidad y la interculturalidad. 534

CUADROS, ANEXOS Y BIBLIOGRAFIA 538

Cuadro Número 1: Derechos Culturales Locales 539


Cuadro Número 2: Legislación Local del Patrimonio Cultural 540
Anexo 1: Ley Federal sobre Monumentos y Zonas de Monumentos
Arqueológicos, Artísticos e Históricos. 541
Anexo 2: Reglamento de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas de
Monumentos Arqueológicos, Artísticos e Históricos 550
Bibliografía 558
INTRODUCCIÓN

El presente trabajo que es el producto de un proyecto de investigación diseñado por un servidor para
efectos de obtener el Grado de Doctorado en Derecho fue el resultado de un proceso previo de mucha
reflexión.
Durante algunos años, un servidor ha tenido la oportunidad de participar -tanto a título personal como
en su calidad de miembro de un organismo no gubernamental- en muchos asuntos en que la integridad
del Patrimonio Cultural se encontraba en peligro. Las razones eran muchas: el desconocimiento, la
ambición, los intereses económicos, etc. Aunque, en aquellos sectores que se oponían a cualquiera
de estos proyectos ofensivos al Patrimonio Cultural podíamos encontrar intereses de la misma
naturaleza (impregnados en algunos casos con visiones partidarias, sindicales o de grupos de interés),
la realidad es que existía un tercer personaje en esta controversia que muchas veces asistía como
simple espectador sumido en una mezcla de incomprensión, impotencia y coraje. Este último
personaje eran las comunidades, el ciudadano de calle o aquello que llamamos la sociedad civil.
La protección legal del Patrimonio Cultural es un territorio en vías de desarrollo en nuestro país en el
que parece que se detuvo el tiempo por casi 40 años y que ahora trata, poco a poco, de actualizarse.
Lo cierto es que, a mi manera ver, el sentido de la legislación se ha preocupado más por defender a
las piedras (sin que esto sea criticable de ninguna manera), pero se ha olvidado (lo cual si es criticable)
de cómo defender a aquel vínculo que las personas y los grupos sociales tienen con sus bienes
culturales. No por nada, falta mucho por legislar en materia de Patrimonio Intangible en México.
Por ello, este trabajo tiene la intención de contestar tres preguntas básicas: ¿Existe un derecho humano
y social al Patrimonio Cultural? ¿En qué consiste este derecho? ¿Cómo podemos defenderlo?
Ante un contexto mundial que favorece los ataques contra el Patrimonio (que van desde las acciones
crueles del Ejército Islámico hasta los desarrolladores turísticos), los fundamentalismos, la
incapacidad de muchas autoridades, la discrecionalidad del Estado ante el Patrimonio Cultural, la
creación de las ONG´s, el crecimiento conceptual de los derechos humanos, la globalización, las
nuevas tecnologías de la información, la diversidad cultural y la interculturalidad y muy largo
etcétera, podemos afirmar que este es un tema central y fundamental de nuestros tiempos.
El presente trabajo empieza alimentándose de dos grandes fuentes: explicar que es el Patrimonio
Cultural y que son los derechos humanos. En el primer caso, explicamos cual es la naturaleza,
definición, valores, importancia y naturaleza de los bienes culturales. El siguiente capítulo se hace
el análisis de los derechos humanos, mostrando su enorme evolución que ya ha llegado a realidades
tan complejas como los derechos informáticos, bioéticos, etc.
A partir de estas dos fuentes, el trabajo procede a realizar un análisis exhaustivo de la legislación
mexicana, encontramos aspectos realmente positivos en la materia, pero también muchas
oportunidades de mejora con el fin de proveer mejores soluciones para resolver aquellas
problemáticas que vulneran al Patrimonio Cultural y que en consecuencia, le niegan a las personas y
comunidades el derecho a cuidar, disfrutar, enriquecer y vivir su propio Patrimonio Cultural.
Como un recurso importante para darle mayor contenido y enriquecer el análisis y las propuestas de
mejoras al régimen legal en materia de protección del Patrimonio Cultural, se dedica un capítulo
especializado en materia internacional, revisando los documentos más importante, identificando sus
valores y aportaciones. En el mismo capítulo, vamos a llevar a cabo un ejercicio de Derecho

i
Comparado que puede ser de mucha utilidad toda vez que vamos a confrontar la legislación mexicana
con tres regulaciones de tres naciones que tiene en común con nuestro país el de contar con una rica
diversidad cultural: Brasil, Sudáfrica y Cataluña. Los tres son ejemplos de la manera en que ha
afrontado la preservación de sus bienes culturales a partir de una idea muy clara de lo que representa
esta labor.
Por último, este trabajo enunciará una serie de conclusiones y de recomendaciones de modificaciones
al régimen legal vigente con el fin de garantizar su función como un instrumento eficaz para defender
el derecho que las comunidades y las personas tienen con respecto a sus bienes culturales, que
finalmente son bienes no renovables y con profunda raíces.
Como cualquier regulación en proceso de evolución, la legislación del Patrimonio Cultural debe ser
revisada, confrontada, enriquecida, comparada, criticada, reconocida y comprendida. Esperemos que
este trabajo pueda ser una contribución a esta tarea pendiente.

ii
HIPÓTESIS

El derecho al Patrimonio Cultural es un derecho humano con alto contenido comunitario, cuyo
contenido, alcance y trascendencia no han sido plenamente identificados por la legislación
mexicana; por lo que se requiere de una revisión a fondo de las disposiciones jurídicas
nacionales para ajustarlas a los conceptos que se manejan en el plano internacional que la
consideran una prerrogativa humana y social compleja y multifacética, enmarcada en el ámbito
de la diversidad cultural, la multiculturalidad y la interculturalidad.

iii
Capítulo Primero:

El Patrimonio Cultural

El hombre es el olmo que siempre da peras increíbles.

Octavio Paz

Las Peras del Olmo, 1957

1
1.0.- Introducción

La legislación en materia de protección del Patrimonio Cultural es considerada como una rama del
conocimiento jurídico relativamente moderna. En parte, podemos decir que esto es cierto, aunque a través
de este trabajo podremos encontrar que existen antecedentes interesantes sobre la misma.

Esta materia constituye un reto para el Derecho en virtud de que la misma se alimenta, como sucede con
otras ramas jurídicas, del conocimiento aportado por otras ciencias y conocimientos humanos. Pero
particularmente en el caso del Patrimonio Cultural nos enfrentamos ante un término que se encuentra en
una evolución constante.

Por ello, y para centrar este trabajo en una discusión constructiva, la intención d este primer capítulo es
precisamente entender lo que significa el Patrimonio Cultural, empezando por el concepto más básico que
es la cultura misma, para luego tratar de definirlo e identificar los valores que lo sostienen como fundamento
de toda acción de protección a cualquier legal (y en nuestro caso, en el ámbito legal). Finalmente, vale la
pena conocer el contexto en que se mueve el Patrimonio Cultural y principalmente, las amenazas inmediatas
y mediatas que pueden provocar su deterioro o destrucción.

Consideramos que el beneficio de este capítulo, que ciertamente tiene poco contenido jurídico, será el de
aportarnos los elementos necesarios para normar nuestro criterio al momento en que analicemos los
aspectos legales relacionados con el Patrimonio Cultural y poder contribuir al enriquecimiento de esta
materia.

1.1.- La idea de la Cultura

1.1.1.- ¿Qué es la cultura?

Proponer una definición de “cultura” en nuestros tiempos es un asunto de especial complejidad. ¿A qué
nos referirnos cuando queremos hablar de la cultura? Y es que dicho término ha sido interpretado desde
distintas perspectivas.

Por ejemplo, podemos hablar de la cultura desde el punto de vista antropológico: una visión que fue muy
socorrida en el siglo XIX, identificaba a la cultura con la idea de la civilización, ni sin dejar de pensar que
tenía un tinte discriminatorio entre los “países cultos o civilizados” o aquellos que eran considerados como
atrasados. También nos encontramos con la idea de que la cultura significa aquello que llamamos “alta
cultura” y que está enfocada a aquellas élites que reconocen y aceptan las aportaciones de los grandes
maestros en las distintas disciplinas artísticas. En este caso, la cultura pareciese adoptar un sentido elitista.
En nuestra opinión, la cultura no puede encuadrarse en este ámbito.

También podemos hablar de la cultura como un término que es manejable a la conveniencia de quien la
usa. El término cultura está en riesgo de ser banalizado: actualmente se habla de la “cultura del
cumplimiento”, la “cultura organizacional”, “la cultura de la protección civil”, “cultura vial”, etc. El
término “cultura” en este caso, pareciese ser usado como una especie de “marca registrada” para refrendar
artificiosamente una especie de aval corporativo con fuertes tintes empresariales. Este es un modelo que
no le importa la profundidad del concepto de cultura.

En muchos otros casos, la cultura pareciese estar limitada a actividades contemplativas en el marco de una
sociedad donde todo fluye con demasiada velocidad. Pero esta dinámica no se comparte cuando hablamos
de aquellas comunidades que reclaman su derecho de mantener sus propias creencias como una respuesta
que pareciese estática frente a la velocidad con que se mueven estos tiempos.

2
La cultura también es identidad. Pero también, la cultura es diferenciación. Es por ello que, desde hace
algunos años, las grandes potencias buscan justificar sus actividades bélicas destinadas a destruir las
naciones que representan una amenaza en función de sus diferencias culturales. Es por ello que la cultura
también es fundamentalismo e intolerancia, según como se quiera utilizar.

La cultura, por tanto, es alteridad… y creo que estamos muy poco preparados en un mundo que pretende
ser globalizado para entender que es posible vivir con quien transita en la vida de manera distinta.

La cultura es una excusa para fundamentar el orgullo nacional que, manejado de manera inadecuada, puede
contribuir a un régimen totalitario, como ocurrió con el Nazismo o el Fascismo de mediados del siglo XX.
El día de hoy, no podemos dejar de negar que la cultura pudiera ser utilizada en este sentido, pero
afortunadamente, la comunidad internacional ha impulsado otro concepto de la cultura bajo un criterio de
respeto a la diversidad, que permite el diálogo intercultural en función a la naturaleza humana.

La cultura también puede ser una mercancía. Por ello podemos encontrar grandes proyectos
gubernamentales enfocados a aspectos culturales, como son las grandes exposiciones, el turismo cultural,
los festivales culturales, el mercado del arte, etc. Pero la parte oscura de esta faceta de la cultura está basada
en su degradación, su comercialización o su consideración como una “moneda de cambio” para los actores
productivos: ciertos empresarios, comerciantes, desarrolladores inmobiliarios, turísticos o de espectáculos
que lucran con la cultura sin tomar en consideración su valor.

Para algunos, la cultura es solo información. No quisiéramos limitar la cultura a ese espectro. Pero para
aquellos que consideran a la cultura como pura información, es una herramienta que se puede manejar,
transformar, tergiversar, reproducir, alterar y compartir sin ninguna consideración por aspectos
económicos. Si la información es algo que puede transmitirse libremente, entonces la cultura carece de
propiedad o titularidad. Este el fundamento de lo que se llama la Sociedad de la Información, en la que el
intercambio y manipulación de datos es valor económico. Los contenidos culturales, no importando su
profundidad y trascendencia, no significan más que un pedazo de información que se pueden transmitir al
mismo nivel de cualquier dato irrelevante.

La cultura es diversidad e identidad. La cultura es origen, destino y posibilidad. Es el festivo testimonio


del paso del hombre a través del tiempo. Pero la cultura no tiene sentido si no la vinculamos con el presente:
la cultura es algo vivo. La cultura es trascendencia, pues siempre es entendida hacia la superación del
hombre hacia su propia existencia y en proyección a las generaciones futuras. La cultura es vulnerable y
enraizada.

La cultura es un derecho del hombre y de una comunidad, porque está enfocada a su manera de vivir, de
pensar, de relacionarse en el ámbito interno, de marcar los ámbitos en sus relaciones con comunidades
externas. Por tal razón, la cultura es un bien comunitario no renovable, ya que es susceptible de cambiar o
transformarse sin mayor limitación que lo que un sector social establezca. La cultura es un derecho humano
porque nadie puede ser limitado en su derecho a acceder y desarrollar sus propias potencialidades y
conocimientos por y en función de su propio grupo cultural.

Pero además la cultura es un derecho social porque involucra un conocimiento compartido por los miembros
del grupo humano, reafirmando la identidad y permitiendo un diálogo intercultural, aun y cuando la
“cultura mayoritaria” no lo permitiera. Ese es el gran problema de las políticas públicas de muchas
naciones multiculturales, como son los Estados Unidos o Canadá, en las que todavía no se han superado las
tensiones creadas por las minorías (principalmente de inmigrantes) que tratan de mantener su identidad
cultural ante la posición de sectores muy importantes en esos países que pugnan por la incorporación de
dichas minorías a la comunidad nacional, lo cual significa que renuncien a sus prácticas culturales. En el
momento que en los derechos culturales sean plenamente reconocidos en dichos países, la manera de

3
diseñar acciones y políticas públicas en muchos de estos sectores -educación, trabajo, inmigración, acceso
a la salud, etc.- se modificará substancialmente a favor de estas minorías.

La cultura, por último, es motor de desarrollo toda vez que a partir del entendimiento y reconocimiento del
trascendente papel que la cultura juega no solo en el día a día de una sociedad sino también en sus grandes
proyectos a futuro (sea reconocida o no dicha participación). Pero también, un malentendido concepto de
desarrollo puede provocar un daño a la cultural local o nacional. Cuando la cultura se incorpora a los
procesos de desarrollo, se debe contar con un amplio apoyo social. Por ejemplo, en los procesos de
regeneración de áreas urbanas con carencias o problemas de convivencia social o incluso seguridad, el uso
adecuado de los valores culturales tiene un efecto positivo. En otros casos, algunos proyectos de turismo
supuestamente culturales han fracasado porque las poblaciones han considerado que los mismos son ajenos
a su manera de vivir.

Hemos compartido una visión muy extensa de un concepto que, por su propia amplitud y profundidad, ha
sido terriblemente manipulado y malentendido, como es el caso de la cultura. Reconozco que con este
primer acercamiento, poco hemos contribuido por encontrar una definición de la cultura aunque estoy
seguro que hemos entendido de sus alcances amplios, como objeto de protección jurídica. Lo anterior es
muy retador, especialmente porque nuestra tradición jurídica basada en el derecho civil (que por cierto y
finalmente, es un producto cultural) se tiene una idea muy limitada de la cultura, pues en general tendemos
a que el objeto de una obligación jurídica sea determinada y determinable, tal y como señala el inciso 2º
del artículo 1825 del Código Civil Federal. En el caso de la cultura, como objeto de protección de los
derechos a los ciudadanos, a veces dicha sentencia es insuficiente.

Es por ello que tenemos que reiniciar este capítulo por los puntos más básicos para su identificación como
objeto de protección jurídica.

En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la cultura se define de la siguiente manera:

Cultura. (Del lat. cultūra).


1. f. cultivo
2. f. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.
3. f. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico,
industrial, en una época, grupo social, etc.
4. f. ant. Culto religioso.
~ Física.
1. f. Conjunto de conocimientos sobre gimnasia y deportes, y práctica de ellos, encaminados al pleno
desarrollo de las facultades corporales.
~ Popular.
1. f. Conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo.1

Vale la pena apuntar que, conforme la definición que nos ofrece la máxima autoridad en materia de nuestra
lengua española, la cultura puede fundamentarse en tres aspectos básicos: conocimiento, sociedad y
desarrollo.

En el ámbito de la Antropología Cultural, el término cultura es un hecho mucho más complejo y profundo.
En este sentido, Marvin Harris, en su estudio Antropología Cultural menciona que:

1 REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de la Lengua Española. 22ª ed. Madrid, 2012 en http://lema.rae.es/drae/?val=cultura

4
La Cultura es el conjunto aprendido de tradiciones y estilos de vida, socialmente adquiridos, de los miembros
de una sociedad, incluyendo sus modos pautados y repetitivos de pensar, sentir y actuar (es decir, su
conducta).2

El mismo autor reconoce que esta definición está alineada con el pensamiento de Sir Edward Burnett Tyler,
fundador de la Antropología Cultural, quien en su obra Primitive Cultures señalaba lo siguiente:

La cultura… en su sentido etnográfico, es ese todo complejo, que comprende conocimientos, creencias, arte,
moral, derecho, costumbres, y cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en tanto
miembro de la sociedad. La condición de la cultura en las diversas sociedades de la humanidad, en la medida
que puede ser investigada según principios generales, constituye un tema apto para el estudio de las leyes del
pensamiento y la acción humana. 3

La definición que nos proporciona la Antropología Cultural está enfocada a reforzar que la cultura es un
conjunto de acciones que se basan en el sentido de la posibilidad de pensar, sentir y actuar socialmente,
como principio básico del desarrollo cultural de un pueblo. La cultura se convierte en algo mucho más
complejo en función de lo que se esperaba y, desde el punto de vista legal, la cultura es un fenómeno mucho
más complejo como objeto de protección.

Podemos afirmar que, quienes deseen adoptar esta definición están en lo correcto pues están basándose en
consideraciones de carácter científico. Su visión es correcta, pero –desde nuestro punto de vista- es aún
insuficiente.

La función de la cultura, por su trascendencia, parece transitar de los aspectos más superficiales hasta los
más profundos. Lo cierto es que la cultura supera la idea de un simple resumidero de manifestaciones
humanas que nos distinguen de los demás seres de la Creación. Un primer acercamiento a esta idea de la
cultura como algo que transita en distintas dimensiones puede apreciarse a continuación:

En 1946, el Presidente Manuel Ávila Camacho dispuso que la Secretaría de Educación Pública reuniera y
editara una serie de ensayos acerca de los más importantes aspectos de la cultura mexicana, escrito por las
mentes más lúcidas de aquellas épocas en las distintas ramas del conocimiento humano con el fin de
dimensionar la riqueza de la cultura mexicana. La obra se llamó México y la Cultura y fue coordinada por
el Mtro. Jaime Torres Bodet. La primera edición se agotó casi de inmediato. En 1961, se llevó a cabo una
segunda edición, en ella, se repiten las palabras introductorias de Jaime Torres Bodet, quien al reflexionar
sobre la cultura nos menciona lo siguiente:

Función y ornato. He ahí, en el fondo, los términos que traducen en sus extremos, nuestro entusiasmo y nuestra
reserva ante muchos problemas de la cultura. En las épocas vigorosas, de positiva salud social, la cultura se
representa siempre a los hombres como función: manifestación orgánica y generosa que lleva en su
cumplimiento su propio adorno y que sólo precisa para ser bella, resolver sus dificultades sinceramente, con
originalidad, con franqueza, con plenitud.

En las épocas de desquiciamiento moral, la cultura pierde el sentido de su función. Y, en los edificios, como
en los libros, como en las ciencias, se vuelve lujo, aparato decorativo, lepra que roe, con adjetivos
declamatorios, la blanda prosa en lo sustantivo y el verbo ya no sostienen; urticaria de encajes que irrita el
cuerpo de los muros endebles y mal fincados; disfraz que esconde, tras de pórticos opulentos, patios en ruina

2 HARRIS, Marvin. Antropología Cultural, 9ª reimp., Alianza Editorial, S.A. Madrid, 2007, Colección Antropología Alianza Editorial, pp. 19-20

3 Id., p. 20.

5
y, tras de andamios de metáfora ilusorias, el trabajo de un pensamiento que no consigue, por más que lo hace,
disimular su vacío, su soledad... 4

La cultura, entonces, puede vivir entre dos grandes consideraciones: la banalidad y la profundidad humana.
En el plano real, podemos agregar una visión adicional: su utilización política.

En la década de los 90´s, el reconocido intelectual francés Marc Fumaroli publicó una obra que representó
una reflexión profunda sobre el papel del Estado con relación a la cultura y un debate muy importante sobre
esta materia en Francia. Dicha obra se llama El Estado Cultural (Ensayo sobre una religión moderna).
Quisiera citar a continuación, algunos fragmentos que se refieren a distintas posturas sobre la cultura, que
parten de la visión alemana (que fundamenta el nacionalismo), la visión francesa (más enfocada a los
aspectos civilizatorios e incluso artificiosos) y la visión latina (de una cultura más cercana a la gente):

La Kultur alemana que el romanticismo había relacionado con el genio de la lengua y el pueblo germánicos,
era sabia y poética…. Pero la Kultur se oponía a civilización, como un movimiento extravertido y centrífugo.
La civilización era la Francia de las Luces. Contagiosa y cosmopolita, aristocrática y liberal, sociable y
jovial, a todos hospitalarias porque, carente de raíces misteriosas y de dioses indígenas, tejía con buenas
maneras, buen humor, y conversación enciclopédica o mordaz, un arte de estar bien juntos. Pero al menos
cultura celosa y civilización generosa tenían en común el ser unificantes, la una mediante una llamada a un
inconsciente genial, pero común a toda una raza, y la otra por la referencia a una naturaleza humana dotada
de razón, y de donde derivaban las reglas comunes de la sociabilidad bajo todos los climas y entre caracteres
diversos….

Pocas palabras latinas tienen un sentido tan seductor como el verbo Colere, que está en la raíz de cultura, así
como de culto. Colere, de entrada, es ejercer el oficio de donde ha salido toda la civilización, el del cultivador.
A continuación, por una asociación totalmente natural, es “habitar”, ya que lo propio del cultivador es cesar
de ser nómada y construirse una morada estable cerca de sus campos; de sus semillas y de sus cosechas.
También es “cuidar”, porque las plantas, de los animales domésticos y de toda suerte de crianzas, “ayudar a
crecer” y, llegando el caso, “curar”. Junto a su morada, el cultivador presta todos sus cuidados a su vergel,
su huerto, su jardín floral, sus abejas. Colore, elevándose en diversos grados de lo útil a lo bello y lo gracioso,
significa también “adornar”, “ataviar”. 5

De estos argumentos de Fumaroli, podemos apreciar que la cultura -como fenómeno social- superó por
mucho la visión que las ciencias antropológicas. La cultura para cualquier comunidad nos transmite tres
conceptos que comparten estas tres visiones sobre este tema: identidad, esteticidad y construcción de una
comunidad.

En el caso de la visión alemana que menciona Fumaroli, la cultura se alimenta del profundo orgullo nacional
que se adentra en las raíces de un pueblo. Desde esta perspectiva, la cultura está fuertemente vinculada al
origen de las comunidades, postura propia de la época del romanticismo que fundamentó el nacionalismo
decimonónico que implicó la preeminencia de algunos Estados europeos (no dejemos de recordar que a
partir de este sentimiento romántico se desarrollaron las corrientes de la Escuela Historicista del Derecho).
Sin embargo, esta corriente tiene un elemento riesgoso, que supieron explotar muchos regímenes
totalitarios: el sucesor más evidente fue la Alemania hitleriana que fomentó la relación de la cultura y la
raza; pero el comunismo también manejó la manipulación de la cultura a favor de los intereses de las lucha
de clases. Por ello, consideramos que esta acepción de cultura debe tomarse con mucha reserva y en función
de una interacción con otras facetas sociales con el fin de evitar posturas extremas.

4 SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA, México y la Cultura, 2ª ed., Secretaría de Educación Pública. México, 1961, p. XVIII.

5 FUMAROLI, Marc, El Estado Cultural (Ensayo sobre una religión moderna), 2ª ed., trad. Eduardo Gil Bera. Quaderns Crema, S.A. Sociedad
Unipersonal. Barcelona, 2007, pp. 216-217,221-222.

6
Desde la perspectiva francesa, la cultura se alimenta de una idea de superioridad de la raza humana a través
de sus obras. La cultura representa el testimonio más relevante sobre la evolución del conocer humano. Y
esta posición, solo sería posible en Francia, por tratarse de un país que ha constituido en ejemplo a nivel
mundial sobre el tema cultural y que por muchos años fue adoptado como modelo en México y América
Latina. Fumaroli explica en su obra que la cultura francesa ha caído en su función como oferta para ocupar
el ocio del ciudadano y una especie de mercado del tiempo libre, en el que se desarrollan, entre otros, el
turismo cultural y los medios de comunicación masiva. Esta banalización de la cultura ha sido transmitida
a partir de la gran interconectividad que tenemos a nivel mundial.

Por último, atendiendo a la raíz latina de cultura, consideramos que la misma es mucho más cercana a
nuestra realidad latinoamericana. La cultura es una construcción cotidiana que no solo se arraiga en el
pasado, sino también al presente y al futuro. En otras palabras, se nos propone un concepto de cultura que
está fuertemente vinculada a la vida cotidiana, pero también al destino del hombre, totalmente conectado a
la tierra (en otras palabras, al territorio como un personaje de la historia humana), pero también a sus propias
expresiones. Bajo esta concepción, la cultura se refiere a la manera en que el hombre actúa de manera
cotidiana para fortalecer su propia identidad. Y aquí es donde las comunidades humanas que tienen fuerte
arraigo con los aspectos territorial e inmaterial nos demuestra esta relación compleja de la naturaleza de la
cultura: por ejemplo, el pueblo huichol anualmente lleva a cabo una peregrinación desde su región original
en Jalisco y Nayarit hasta al región de Wiricuta (cercana a Real de Catorce en San Luis Potosí), a través de
una ruta que es transmitida de manera oral de generación a generación y que incluye lugares sagrados en
cavernas, lagos y demás espacios naturales. En este caso encontramos la comunión de los aspectos
naturales, culturales y humanos.

1.1.2.- Visiones diferentes

Desde hace unos años, el concepto de cultura se encuentra en el centro de una polémica, principalmente
porque se ha demostrado que constituye una fuente de riqueza para las naciones. Efectivamente, las últimas
grandes transformaciones que se han dado se basan en la posibilidad de uniformar las formas de vida, las
formas de trabajo y las formas de interrelación. Muchas corporaciones mundiales se han fundamentado en
este paradigma: industrias -en la concepción, desarrollo, promoción y comercialización de sus productos-
se alimentan de la creatividad o riqueza cultural de las comunidades o naciones. Así pues, podemos
encontrar industrias como la farmacéutica, cinematográfica, inmobiliaria o turística, que explotan los
conocimientos tradicionales, las tradiciones, las leyendas, el Patrimonio Cultural, etc., que han generado
proyectos económicos muy productivos a partir de conocimientos que le son prácticamente gratuitos,
alterándolos a su conveniencia bajo razones de utilidad económica.

¿Cuánto vale la cultura? Es una respuesta que no es fácil de contestar. Sin embargo, en 2004, el investigador
Ernesto Piedras escribió el ensayo denominado ¿Cuánto vale la cultura? Contribución Económica de las
Industrias protegidas por el Derecho de Autor en México, trabajo que fue auspiciado por diversas
instituciones: el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la Sociedad de Autores y Compositores de
Música, la Sociedad General de Escritores de México y la Cámara Nacional de la Industria Editorial
Mexicana. Ernesto Piedras nos proporciona algunos datos que resultan especialmente importantes, para
entender la contribución de la cultura en la economía mexicana. Dentro de las conclusiones de este trabajo,
quisiéramos citar el siguiente texto del autor:

Se pudo sustentar que las IPDA generan en total 6.7% del PIB. Además tienen una tasa de crecimiento mayor
a la de toda la economía y constituyen un sector con grandes capacidades de desarrollo que lo posicionan por
encima de otras industrias que son de fundamental importancia para nuestra economía, como lo es la industria
de la construcción que generó 4.3%, y el sector agropecuario, de silvicultura y pesca que genera 4.8% del PIB
total, entre otros. Finalmente, si tomamos en cuenta que la industria turística incluye en su cálculo de
participación en el PIB una serie de elementos culturales como los museos, zonas arqueológicas, espectáculos

7
musicales, etcétera, las IPDA se ubicarían como la tercera industria más importante del país, después de la
industria maquiladora y petrolera. 6

Aunque estas estadísticas son aplicables exclusivamente a México, podemos mencionar que las mismas son
muy representativas en cualquier nación. Es por ello que, en el marco de un mundo globalizado y que se
basa en el libre comercio, el tema cultural constituya un punto de especial importancia para algunos agentes
económicos que han construido una economía cultural que muy poco ha tomado en consideración los
valores trascendentes de la cultura.

De tal forma, en el marco de una economía globalizada se han construido términos que involucran a la
función de la cultura con muy poca fortuna por no incluirla en su concepción la profunda o tratar de reducirla
a términos más manejables: la sociedad de la información y del conocimiento, así como de aldea global.

Quisiera exponer las explicaciones más simples que nos ofrece el propio internet sobre los conceptos de
sociedad de la información y del conocimiento, que se han convertido en términos de uso cotidiano y que
en algunas veces se confunden:

La sociedad de la Información y la sociedad del conocimiento son dos conceptos que a menudo son utilizados
de una manera acrítica. La sociedad de la información hace referencia a la creciente capacidad tecnológica
para almacenar cada vez más información y hacerla circular cada vez más rápidamente y con mayor
capacidad de difusión. La sociedad del conocimiento se refiere a la apropiación crítica y selectiva de la
información protagonizada por ciudadanos que saben cómo aprovechar la información.

Una sociedad de la información es aquella en la que la información y el conocimiento tienen un lugar


privilegiado en la sociedad y en la cultura: de esto se desprenden que la creación, distribución y manipulación
de la información forman parte estructural de las actividades culturales y económicas. La sociedad de la
información es vista como la sucesora de la sociedad industrial. Relativamente similares serían los conceptos
de sociedad post-industrial (Daniel Bell), posfordismo, sociedad postmoderna, sociedad del conocimiento,
entre otros. Norbert Wiener, creador de la cibernética, fue el que anunció el advenimiento de una “Sociedad
de la Información” cuya base organizativa, para él, era la circulación sin trabas de la información, a la que
consideraba una nueva materia prima.

La noción de sociedad del conocimiento fue utilizada por primera vez en 1969 por un autor austríaco de
literatura relacionada con el "management" o la gestión empresarial, llamado Peter Drucker, y en el decenio
de 1990 fue profundizada en una serie de estudios detallados por autores como Robin Mansel o Nico Stehr.

Las sociedades de la información emergen de la implantación de las tecnologías de información y


comunicación (TIC) en la cotidianidad de las relaciones sociales, culturales y económicas en el seno de una
comunidad, y de forma más amplia, eliminando las barreras del espacio y el tiempo en ellas, facilitando una
comunicación ubicua y asíncrona. La eficacia de estas nuevas tecnologías -actuando sobre elementos tan
básicos de la persona como son el habla, el recuerdo o el aprendizaje-, modifica en muchos sentidos la forma
en la que es posible desarrollar muchas actividades propias de la sociedad moderna.

Sin embargo, la información no es lo mismo que el conocimiento. La información se compone de hechos y


sucesos, mientras que el conocimiento se define como la interpretación de dichos hechos dentro de un contexto,
y posiblemente con alguna finalidad. Para la UNESCO el concepto pluralista de sociedades del conocimiento
va más allá de la sociedad de la información ya que apunta a transformaciones sociales, culturales y

6 PIEDRAS, Ernesto. ¿Cuánto Vale la Cultura? Contribución Económica de las Industrias protegidas por el Derecho de Autor en México, 1ª
ed., Sociedad de Autores y Compositores de Música, SGC de IP, Sociedad General de Escritores de México, SGC de IP, Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes y Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana. México, 2004, p. 172.

8
económicas en apoyo al desarrollo sustentable. Los pilares de las sociedades del conocimiento son el acceso
a la información para todos, la libertad de expresión y la diversidad lingüística.7

Aunque en la cita anterior podemos apreciar que ya se puede dibujar de una manera clara la diferencia entre
la Sociedad de la Información y la Sociedad del Conocimiento, otros autores han expuesto con mayor
amplitud este tema.

Rosa María Torres señala que:

La UNESCO, en particular, ha adoptado el término "sociedad del conocimiento", o su variante, "sociedades


del saber", dentro de sus políticas institucionales. Ha desarrollado una reflexión en torno al tema, que busca
incorporar una concepción más integral, no ligado solamente a la dimensión económica. Por ejemplo, Abdul
Waheed Khan (subdirector general de la UNESCO para la Comunicación y la Información), escribe (2003):
"Information society is the building block for knowledge societies. Whereas I see the concept of ‘information
society’ as linked to the idea of ‘technological innovation’, the concept of ‘knowledge societies’ includes a
dimension of social, cultural, economical, political and institutional transformation, and a more pluralistic
and developmental perspective. In my view, the concept of ‘knowledge societies’ is preferable to that of the
‘information society’ because it better captures the complexity and dynamism of the changes taking place. (...)
the knowledge in question is important not only for economic growth but also for empowering and developing
all sectors of society". 8

Como podemos apreciar, la construcción de conceptos que pretenden hablar de la dinámica del
conocimiento, información o saber cómo elemento fundamental de la cultura, resultan restrictivos o
parciales. Todos están basados en la forma en que los medios de producción y la prestación de servicios
ven la cultura en la vida social, sin entender su total trascendencia en el día a día de una comunidad. Desde
luego, la posición que muestra la UNESCO en cuanto a privilegiar al concepto de sociedad del
conocimiento permite superar la visión tan hostil que representa la sociedad de la información. Sin embargo,
la importancia de estos conceptos son permite percibir las fuertes contradicciones y presiones que, en el
ámbito internacional, se mueven sobre el papel de la cultura en el mundo.

Todos estos conceptos nos muestran la condición actual planetaria, en la que existe una mayor
intercomunicación e influencia entre todas las regiones del mundo. Incluso, el filósofo canadiense Marshall
Mc Luhan propuso un concepto que ha sido muy socorrido en nuestros tiempos: la gran Aldea Global, cuya
explicación encontramos a continuación, recurriendo de nueva cuenta al internet:

Aldea global es un término que busca describir las consecuencias socioculturales de la comunicación
inmediata y mundial de todo tipo de información que posibilitan y estimulan los medios electrónicos de
comunicación. Sugiere que en especial ver y oír permanentemente personas y hechos como si se estuviera en
el momento y lugar donde ocurren revive las condiciones de vida de una pequeña aldea: percibimos como
cotidianos hechos y personas que tal vez sean muy distantes en el espacio o incluso el tiempo, y olvidamos que
esa información es parcial y fue elegida entre una infinidad de contenidos. 9

Si podemos hablar de una problemática de banalización de la cultura, los conceptos explicados


anteriormente nos demuestran una faceta actual en esta materia, mismos que han sido adoptados por muchos
gobiernos, por lo que en dichos países, las políticas públicas que se van diseñando pueden resultar
atentatorias de la naturaleza integral y compleja de la cultura como actividad trascendente humana.

7 Se sugiere revisar el vocablo Sociedad del Conocimiento, en http://es.wikipedia.org/wiki/Sociedad_del_conocimiento

8 Se sugiere revisar el artículo TORRES, Rosa María. Sociedad de la información / Sociedad del conocimiento en http://www.vecam.org
/edm/article.php3?id_article=94

9 Se sugiere revisar el vocablo “Aldea Global” en http://es.wikipedia.org/wiki/Aldea_global

9
Otra manera de ver la cultura en una posición totalmente opuesta es la de considerarla como un tema que
se encuentra en total control del Estado, basado peligrosamente en consideraciones nacionalistas y cerradas.

La cultura como el sustento de una nación es un hecho indudable. Encontramos muchos elementos que han
permitido la permanencia de muchos pueblos, como han sido los judíos, los catalanes o la comunidad
africana en América por mencionar algunas, que han tenido que soportar presiones políticas, sociales,
económicas o externas e internas, para mantener su unidad dentro de su propio territorio o en el exilio. Pero
la exageración de esta postura puede tener consideraciones peligrosas.

El 11 de marzo de 1882, Ernest Renan (historiador, filólogo e intelectual francés) dictó una conferencia en
la Universidad de la Sorbona en París que resultó tan memorable que ha llegado hasta nuestros días. La
conferencia se intituló ¿Qué es una Nación? Vale la pena citar algunos conceptos que Renan maneja en
este documento:

Una nación es un alma, un principio espiritual. Dos cosas que no forman sino una, a decir verdad, constituyen
esta alma, este principio espiritual. Una está en el pasado, la otra en el presente. Una es la posesión en común
de un rico legado de recuerdos; la otra es el consentimiento actual, el deseo de vivir juntos, la voluntad de
continuar haciendo valer la herencia que se ha recibido indivisa. El hombre, señores, no se improvisa. La
nación, como el individuo, es el resultado de un largo pasado de esfuerzos, de sacrificios y de desvelos. El
culto a los antepasados es, entre todos, el más legítimo; los antepasados nos han hecho lo que somos. Un
pasado heroico, grandes hombres, la gloria (se entiende, la verdadera), he ahí el capital social sobre el cual
se asienta una idea nacional… Una nación es, pues, una gran solidaridad, constituida por el sentimiento de
los sacrificios que se ha hecho y de aquellos que todavía se está dispuesto a hacer. Supone un pasado; sin
embargo, se resume en el presente por un hecho tangible: el consentimiento, el deseo claramente expresado
de continuar la vida común. La existencia de una nación es (perdonadme esta metáfora) un plebiscito
cotidiano, como la existencia del individuo es una afirmación perpetua de vida…. Hemos expulsado de la
política las abstracciones metafísicas y teológicas. ¿Qué queda después de esto? Quedan el hombre, sus
deseos, sus necesidades. La secesión, me diréis, y, a la larga, el desmembramiento de las naciones son la
consecuencia de un sistema que pone esos viejos organismos a merced de voluntades a menudo poco
ilustradas…. Resumo, señores: el hombre no es esclavo ni de su raza, ni de su lengua, ni de su religión, ni de
los cursos de los ríos, ni de la dirección de las cadenas de montañas. Una gran agregación de hombres, sana
de espíritu y cálida de corazón, crea una conciencia moral que se llama una nación. Mientras esta conciencia
moral prueba su fuerza por los sacrificios que exigen la abdicación del individuo en provecho de una
comunidad, es legítima, tiene el derecho a existir. 10

El texto de Renan nos muestra algunos aspectos comunes de la ideología del Siglo XIX: a) por una parte,
podemos la fuerte influencia del romanticismo que en el plano de las naciones, privilegiaba el estudio del
pasado y las tradiciones para fortalecer la idea de una identidad nacional; b) una importante proyección de
la idea de nación hacia un futuro compartido y c) la idea de un destino nacional que debe ser el resultado
del sacrificio de todos los miembros de una comunidad como una repetición de los sacrificios de los héroes
pretéritos.

La utilización política que se dio de estas ideas fue, en algunos casos, poco afortunada e incluso contribuyo
a los regímenes totalitarios del siglo XX que si reconocieron el elemento racial en la formación de una
identidad nacional. Las ideas de Renan, por más que fueron concebidas con una buena intención, deben
ser valoradas en cuanto a sus consecuencias.

Fumaroli nos explica algunas consecuencias de esta postura:

10 RENAN, Ernest. ¿Qué es una Nación?, Edición digital de Franco Savarino, 2004, pp. 10-12, en http://www.paginasprodigy.com/
savarino/renan.pdf

10
“¡Fenómeno Nuevo! El Estado como estrella para guiar la cultura”, escribía Nietzche en 1871. Este
sarcasmo del filósofo alemán se refería a una de las figuras más fascinantes y siniestras de la historia europea
moderna, la cual, cumple decir, cuenta con numerosos monstruos: el canciller Otto von Bismarck. Éste
acababa de hacer proclamar el II Reich en la Galería de los Espejos de Versalles. De regreso a Berlín,
triunfador, pone en marcha, en un discurso del 1 de abril de 1871 ante el Reichstag, el Kulturkampf, término
nuevo que puede traducirse como el “impulso cultural”….Como inmediatamente supo ver Friedrich Nietzche,
la originalidad de Bismarck, junker y conservador, radica en su concepción totalitaria del Estado, que Lenin,
Hitler y sus imitadores de las “luchas de liberación nacional” enseguida le tomaron prestada.

Bismarck no es un romántico. No cree en la nación, y, sobre todo, no cree en la nación alemana. No cree
más que en el Estado, en este caso, en el Estado prusiano del que se había hecho dueño, y que, en tantos
sentidos, era una singularidad reciente y una obra maestra del artificio en Alemania…. El nacionalismo que
se atribuye a Bismarck merece un momento de reflexión: sigue siendo, y no sólo en Alemania, uno de los
peligros políticos modernos….

El Kulturkampf, que tomo un giro muy violento, y que tuvo la habilidad de hacer endosar mediante un ministro
de Cultura liberal, Adalbert Falk, era otra vía para extender el poder del Estado sobre la educación, las
costumbres, las maneras y la propia consciencia. 11

Este panorama que pudiera sonar muy lejano, sigue estando presente en nuestros tiempos. En el año de
1993 apareció un artículo en la revista Foreign Affairs que causó revuelo a nivel mundial. El nombre del
ensayo es ¿Choque de Civilizaciones? y fue escrito por un profesor de la Universidad de Harvard, Samuel
Huntington. El ensayo representa una visión muy crítica de la diversidad cultural, muy reducida en términos
religiosos, pero interpretando correctamente la función de la cultura en el mundo e incluso dibujando las
formas en que las manifestaciones culturales intangibles funcionan en el mundo moderno. Identificando
los elementos culturales básicos de una comunidad a los cuales llama civilización, el espíritu del ensayo es
confrontativo, promotor de la hegemonía del Occidente y con aspiraciones de establecer una alineación
entre los valores de Occidente y de las civilizaciones no occidentales. Podríamos decir que Huntington vio
con varios años de anticipación lo que sería el 11 de septiembre de 2001 y la situación mundial actual. Al
final el mensaje del artículo es un favor del militarismo estadounidense y de la incomprensión del otro, que
está muy presente en el gobierno norteamericano, algunas corporaciones multinacionales y en buena parte
de la población estadounidense y de otras naciones del mundo occidental. La gran virtud del trabajo de
Huntington es apuntar de una manera simple los extremos de una visión del uso inadecuado de la cultura
como fundamento de la identidad nacional, al grado del conflicto armado. Vale la pena transcribir algunos
párrafos de ese trabajo, aún y cuando la cita resulte extensa:

La hipótesis aquí defendida es que la fuente principal de conflicto en este mundo nuevo no va a ser
primariamente ideológica ni económica. Las grandes divisiones del género humano y la fuente predominante
de conflicto van a estar fundamentadas en la diversidad de las culturas. Los Estados seguirán siendo los más
poderosos actores en los asuntos mundiales, pero los principales conflictos de la política global serán los que
surjan entre naciones y grupos pertenecientes a las civilizaciones diferentes. El choque de civilizaciones
dominará la política mundial. Y las líneas de fractura entre las civilizaciones serán las grandes líneas de
batalla en el futuro.

El conflicto entre civilizaciones será la última fase de la evolución del conflicto en el mundo moderno.

¿Qué queremos decir cuando hablamos de una civilización?

Una civilización es una entidad cultural. Ciudades, regiones, grupos étnicos, nacionalidades y grupos
religiosos son entidades que tienen distintas culturas a niveles diferentes de heterogeneidad cultural…. Una
civilización es, por tanto, la más elevada agrupación cultural de gentes y el más amplio nivel de identidad

11 FUMAROLI, op. Cit., pp. 71-72, 74.

11
cultural que poseen los pueblos y que es, en suma, lo que distingue a los hombres de otras especies. Se define
tanto por elementos objetivos comunes, como son el lenguaje, la historia, la religión, las costumbres y las
instituciones, y también, a su vez, por la autoidentificación subjetiva de un pueblo. La identidad cultural de la
gente tiene varios niveles… La civilización a la que pertenece [una persona] es el nivel más amplio de
identificación al que se adscribe de todo corazón. Los pueblos y las gentes pueden redefinir y de hecho,
redefinen sus propias identidades, a resultas de lo cual cambian la composición y las líneas fronterizas de las
civilizaciones.

La identidad de civilización va a ir adquiriendo una importancia cada vez mayor en el futuro, y el mundo se
irá configurando en amplia medida por las interacciones entre siete u ocho principales civilizaciones. Entre
éstas se cuentan la occidental, la confuciana, la japonesa, la islámica, la hindú, la eslava-ortodoxa, la
latinoamericana y, posiblemente, la africana. Las batallas más serias del futuro se van a librar a lo largo de
las líneas de fractura culturales que separan a estas civilizaciones.

¿Por qué ha de ocurrir así?

En primer lugar, porque las diferencias entre civilizaciones no son solamente reales: son básicas. Las
civilizaciones se diferencian entre sí por la historia, el lenguaje, la cultura, la tradición y, lo que es más
importante, por la religión. Los pueblos que pertenecen a civilizaciones distintas tienen puntos de vista
diferentes sobre las relaciones entre Dios y el hombre, el individuo y el grupo, el ciudadano y el Estado, entre
padres e hijos, entre marido y mujer; e igualmente opiniones distintas sobre la relativa importancia de
derechos y las responsabilidades, de la libertad y la autoridad, de la igualdad y la jerarquía. Estas diferencias
son producto de siglos.

En segundo lugar, el mundo se está quedando cada vez más pequeño. Ello quiere decir que las interacciones
entre pueblos y gentes de distintas civilizaciones están incrementando en su impacto; y este incremento
intensifica la conciencia de la propia civilización, de las correspondientes diferencias con otras civilizaciones,
y de los rasgos comunes en el interior de la propia.

En tercer lugar, los procesos de modernización económica y de cambio social a lo largo del mundo despojan
a las gentes de sus antiguas identidades locales. Igualmente debilitan al Estado nacional como fuente de
identidad. En buena parte del globo, la religión se ha apresurado a cubrir este hueco, con frecuencia en forma
de movimientos etiquetados de “fundamentalistas".

En cuarto lugar, el crecimiento de la conciencia de civilización es potenciado por el papel dual de Occidente.
Por una parte, Occidente está en la cima del poder. Al mismo tiempo, sin embargo, y quizá como resultado de
ello, se está dando entre las civilizaciones no occidentales un retorno a las raíces… Un Occidente, en la cima
del poder, se encuentra enfrentado a un Oriente que alimenta más y más el deseo, la voluntad y los recursos
para configurar al mundo en formas no occidentales.

En quinto lugar, las características y diferencias culturales son menos mudables y por tanto, menos fáciles
captables y resueltas que las cuestiones políticas y económicas…

Todo esto no significa sostener que sean deseables los conflictos entre las civilizaciones. Es elaborar una
serie de hipótesis descriptivas de cómo lo que puede ser en el futuro. Pero, si estas hipótesis son plausibles, es
necesario considerar sus implicaciones para la estrategia política occidental. Convendría dividir estas
implicaciones en ventajas a corto plazo y adaptaciones o acomodaciones a largo. A corto plazo, es claro que
en el interés de Occidente está promover una mayor cooperación y unidad en el seno de su propia civilización,
particularmente entre sus componentes europeos y norteamericanos; incorporarse a las sociedades de Europa
del Este y de Latinoamérica cuyas culturas son afines a las occidentales; promover y mantener relaciones de
cooperación con Rusia y Japón; impedir que los conflictos locales se conviertan en grandes guerras entre
civilizaciones; limitar la expansión militar de los estados confucianos e islámicos; moderar la reducción de
capacidades militares occidentales y mantener la superioridad militar en el Asia Oriental y suroccidental;
explotar las diferencias y conflictos entre los estados confucianos e islámicos; prestar apoyo a otros grupos
de civilizaciones que simpaticen con los valores e intereses occidentales; fortalecer instituciones

12
internacionales que reflejen y legitimen los intereses y valores occidentales y promover la implicación de
estados no occidentales en esas instituciones.

Pero a largo plazo, convendría tomar otras medidas. La civilización occidental es a la par occidental y
moderna. Las civilizaciones no occidentales han intentado hacerse modernas sin devenir occidentales…. Su
poder económico y militar con relación a Occidente irá en aumento. Y la consecuencia que de aquí se siguen
es que Occidente tendrá que acomodarse o adaptarse crecientemente a estas modernas civilizaciones no-
occidentales cuyo poder se aproxima al occidental, pero cuyos valores e intereses difieren significativamente
de los occidentales. Ello requerirá que Occidente mantenga el poder económico y militar necesario para
proteger sus intereses respecto de estas civilizaciones. Pero también requerirá que Occidente desarrolle una
comprensión más profunda de los supuestos filosóficos y religiosos subyacentes a otras civilizaciones y de los
modos en que las gentes de estas civilizaciones suele ver sus propios intereses. Requerirá un esfuerzo
identificar elementos de comunalidad entre las civilizaciones occidentales y no-occidentales. Para el futuro
relevante, no habrá ninguna Civilización Universal, sino, por el contrario, un mundo de civilizaciones
distintas, cada una de las cuales deberá aprender a coexistir con las otras. 12

Este utilización de la cultura como un componente de confrontación nacional está muy alejada del espíritu
real de la cultura como un elemento integrador y trascendente del hombre.

Pero esto que hemos analizado desde el punto de vista global, también se ha repetido en el plano nacional.
En el caso de México, buena parte del siglo XX vivimos una política cultural basada en el nacionalismo
que sirvió de fundamento a nuestro régimen político desde las primeras décadas del siglo pasado.

Carlos Monsiváis escribió el artículo intitulado El Arte y la Cultura Nacional entre 1910 y 1930, en el que
podemos encontrar algunas consideraciones sobre la formación de la idea de la cultura mexicana como un
factor de utilización política del Estado Mexicano que subsistió hasta finales del siglo pasado, por lo que
consideramos importante transcribir algunas ideas importantes:

El fermento es la desilusión. Como señala Jean Franco, el nacionalismo cultural reaparece en México
precedido o estimulado por la lectura de La decadencia de Occidente de Spengler, por el abatimiento de la fe
en el devastado ideal de Europa, por las reacciones a la influencia creciente de los estados Unidos. También
al nacionalismo cultural lo desata y configura la realidad política y el texto de la (muy avanzada para su
época) Constitución de 1917. Hay que corresponder en el arte, en la cultura, a la novedad de la Revolución,
a la fuerza de sus violentos estímulos. Hay que olvidarse de los plácidos y reducidos espectadores porfirianos,
obtener a un gran público, incorporar a toda la colectividad, conducirla a que testimonio y actúe en las
representaciones conmovidas del proceso social. ¿Cuáles son las aportaciones? Una “cultura social” y un
“nacionalismo cultural”… Es frecuentemente contemplar ahora a la luz de su industrialización oficial y
comercial lo que quizás es el periodo cultural más brillante en lo que va del siglo entre nosotros. Es frecuente
y es ampliamente injusto. Pregonados y recitados con falsa “épica sordina”, muchos de aquellos productos
culturales pueden verse hoy como meras demostraciones de chovinismo…

Obregón y Calles cambian las reglas del juego. Adviene la estrategia del caudillismo; concentración y
retención unipersonales del poder. Los partidarios del nacionalismo cultural se van enfrentando al
aprovechamiento inmediato de su mística, que se traduce en apoyos o consagraciones del aparato en turno.
Y deben ir aceptando también que el freno de cualquier proyecto ideal es la extensión y el contagio de la
corrupción, garantía de una base social amplísima para el régimen, expediente “orgánico” que, para
abandonar la barbarie, ofrece el sistema. 13

12 HUNTINGTON, Samuel P. ¿Choque de Civilizaciones?, 3ª reimp., trad. Carmen García Trevijano, Editorial Tecnos (Grupo Anaya, S.A).
Madrid, 2009, pp. 15-16,19-20, 23-26,68-70.

13 MONSIVÁIS, Carlos. El Arte y la Cultura Nacional entre 1910 y 1930, en Schávelzon, Daniel (compilador). La Polémica del Arte Nacional en
México, 1850-1910, 1ª ed., Fondo de Cultura Económica. México, 1988, Sección de Obras de Historia, pp. 301 y 305.

13
La cultura sujeta a los intereses políticos bajo un ideal nacionalista. Tal vez, esta fuera la mejor descripción
de la política cultural mexicana en el siglo XX, sin que por ello menospreciemos los esfuerzos honestos de
muchos intelectuales mexicanos hacia la defensa de una cultura nacional. Sin embargo, también se dieron
episodios de intolerancia ante esta idea imperante. Por ejemplo, uno de los pilares de este movimiento,
David Alfaro Siqueiros escribió un ensayo cuyo título es muy sugerente: No hay más ruta que la nuestra.
Este documento que analiza algunas naciones con influencia cultural universal (Grecia, Roma y Francia),
trata de justificar los fundamentos del arte nacional en función de su apoyo de un Estado predominante en
el tema cultural, basado en una tradición milenaria.14

En una nación joven, como es el caso de México, la búsqueda de una identidad ha sido una constante a lo
largo de la historia, que inició desde la época novohispana, se fortaleció durante el siglo XIX y aún más en
el siglo XX. Este proceso necesario para marcar el destino de una Nación y es compartido por muchos
pueblos. El problema es cuanto este proceso se vicia hacia un proceso de identidad nacional que se convierte
en un movimiento nacionalista viciado por intereses políticos ajenos a los culturales, que destruyen la
libertad que es una de los fundamentos que la actividad cultural.

Esta problemática la explica muy ampliamente el sociólogo francés Alan Touraine en su obra ¿Podemos
vivir juntos?, de la cual, queremos transcribir algunas ideas:

A diferencia de la conciencia nacional, el nacionalismo se vinculó desde hace un siglo y medio con desfasajes
entre la formación o la defensa de la nación y el funcionamiento de las sociedades modernas. Es entonces
cuando la idea nacional deja de ser por completo el lugar del debate entre la unidad y la pluralidad, y se
inclina, para bien o para mal, hacia el lado de la unificación. Lejos de abrir un espacio de encuentro, diálogo,
de negociación, la idea nacional impone entonces cada vez una imagen más unitaria.

En un primer momento esto es visible en los países ya constituidos en estados nacionales, y en particular
Francia, donde vemos que el Estado impone vigorosamente la unidad nacional y combate a los
particularismos….

Una primera forma de conciencia nacional, la que llamé “nacionalismo liberal”, aparece cuando una nación
se libera de un imperio. La idea nacional se asocia entonces a la de modernización económica, pero la
gobierna en vez de depender de ella, y los debates políticos giran más en torno de los temas nacionales que
económicos….

14 Vale la pena transcribir algunos párrafos de esa obra:

¿Y EN AMERICA?
- La antigüedad americana puede, en todo lo esencial de sus culturas, ser equiparada a la antigüedad griega.
- La Colonia española en América puede, también en mucho de lo esencial, ser equiparada a la Edad Media y el Renacimiento cristiano europeos.
- No puede decirse lo mismo de la época contemporánea en la América española, en relación con la época contemporánea de la Francia referida.
Sus artes plásticas representativas expresan el más agudo colonialismo intelectual. Los aspectos decadentes, y revolucionarios fallidos, ahora
snobs, del arte europeo contemporáneo, con foco intelectual en Paris, aparecen gravemente acentuados en el conjunto de su producción. Muestran
el horror de la mala visión miserablemente reflejada.
- Pero existe una excepción. Y esa excepción lo es también en el conjunto mundial de las artes plásticas representativas, frente a la propia Francia
contemporánea, no obstante la naturaleza aún primitiva, inicial, balbuciente, de su estado histórico actual.

¿CUAL ES ESA EXCEPCION?


El movimiento pictórico mexicano moderno, nuestro movimiento. Un movimiento proclasicista, como el de David a Ingres y como el de Cezanne
a Picasso, pero que ha tornado la ruta adecuada, que es la ruta objetiva, aquella que busca el nuevo clasicismo, el nuevo realismo, desideratum
teórico del artista moderno, a través de "la reconquista de las formas públicas desaparecidas con la terminación del Renacimiento, en las
condiciones sociales y técnicas del mundo democrático". Más aún: un movimiento que no se ha quedado en la teoría abstracta, sino que, desde
hace veinte años, viene tocando los primeros escalones de la adecuada práctica. Sin duda alguna, la única y posible ruta universal para el próximo
futuro.

ALFARO SIQUEIROS, David. No hay Más Ruta que la Nuestra. Importancia Nacional e Internacional de la Pintura Mexicana Moderna, 1ª ed.,
Talleres Gráficos de la SEP. México 1945, en: http://icaadocs.mfah.org/icaadocs/ELARCHIVO/RegistroCompleto/tabid/99/doc/774358 /language
/es-MX/Default.aspx

14
Desde el México de Cárdenas hasta la Argentina de Perón, desde el APRA peruano hasta el Trienio
venezolano, y desde el precursor uruguayo Battle y Ordoñez hasta el populismo democrático de Eduardo Frei
y luego de Salvador Allende en Chile la idea nacional gobernó por doquier el objetivo del desarrollo
económico, y por doquier se la definió como fuerza de unificación al mismo tiempo que de liberación
nacional…

En oposición de ese nacional liberalismo también crece, con la industrialización, un “nacionalismo


comunitario” que lucha contra una modernidad sin raíces, tan desocializada y desnacionalizada como el
capitalismo financiero y el imperialismo. Este nacionalismo no tiene ya como objetivo la creación de una
sociedad política nacional, sino la defensa de una comunidad histórica, un ser cultural, lingüístico o
religioso…

En muchos países, el Estado nacional fue en un primer momento el agente principal de modernización
económica, y con ello de una sociedad civil cada vez más autónoma… Pero en cuanto mayor es el retraso de
la modernización, y más fuertes los obstáculos internos a la secularización y racionalización de la vida
económica y administrativa, también mayores son el control del Estado sobre una gran parte de la vida
económica y la imposición de límites más o menos apremiantes a las instituciones democráticas. El México
posrevolucionario, en particular, no construyó un sistema político pluralista, y los autores brasileños
destacaron con justeza la debilidad de la tradición liberal en su país al mismo tiempo que señalaban el papel
constantemente central del Estado en su industrialización.

En una tercera situación, aquella en que la modernización parece imposible y la industrialización o


capitalismos financiero se presentan como amenazas para la sociedad y la cultura nacionales o regionales,
vemos que el Estado, cuyo nacionalismo ya no está al servicio de la modernización, rechaza violentamente a
una sociedad civil y un mundo mercantil que según su parecer amenazan la esencia de la nación. En vez de
ser, el Estado, tutor de la sociedad civil, la destruye y habla en nombre del pueblo. No es la sociedad la que
proclama y defiende sus tradiciones, sino un poder autoritario que moviliza tradiciones y creencias para
apoderarse el estado e imponer su control a todos los aspectos de la Sociedad…

La idea de nación, lo mismo que la de movimiento social, sólo pueden comprenderse por completo una vez
analizada su contraria, la que la destruye, así como antimovimiento social es lo contrario a movimiento social.
Cuando la complementariedad de la identidad cultural y la participación política desaparece y la reemplaza
la superposición total de una sociedad, una cultura y un poder autoritario, vemos nacer lo contrario de la
nación, el régimen totalitario. 15

En las tres citas anteriores, encontramos una coincidencia entre las ideas de Monsiváis, Siqueiros y
Touraine: toda vez que el nacionalismo cultural tiene un fuerte tinte político que reafirma el poder del
Estado, la intolerancia (situación totalmente incompatible con la naturaleza abierta de la cultura) es un
elemento de especial relevancia. Esta intolerancia se traduce en la negación de quienes no comparten los
grandes proyectos nacionales que el poder estatal establece y es por ello que, en la peor de sus caras, esta
posición llega al totalitarismo que ha generados los principales conflictos armados del siglo XX y de nuestra
centuria. Pero en lo interno, la definición de una gran cultura nacional que refuerce el nacionalismo debe
representar, en la lógica gubernamental, un elemento que fortalezca al Estado no solo como el gran
conductor y órgano de decisión de la cultura. Sin embargo, en todas estas visiones la naturaleza de la cultura
se encuentra supeditada al aprovechamiento político.

Fumaroli establece una sentencia clara sobre esta posición que la entierra de una manera definitiva a partir
de la esencia propia de la cultura:

15 TOURAINE, Alain. ¿Podemos Vivir Juntos? Iguales y diferentes, 1ª reimp., trad. Horacio Pons, Fondo de Cultura Económica. México, 2001,
Sección de Obras de Sociología, pp. 216-219, 224.

15
La verdadera cultura es usted, somos nosotros, soy yo. No es el Estado. Comienza cuando se ha comprendido
la vanidad de su rival y el precio de la libertad. 16

1.1.3.- Nuevos Elementos

Hemos analizado dos posturas que resultan, a primera vista contradictorias, pero en su substancia son
coincidentes y confluyen en un mismo punto: la subordinación de la cultura a valores extraños, con un total
desprecio a sus valores profundos.

La primera se basa en la consideración que la cultura puede convertirse en una fuente de riqueza. Lo anterior
no parece en primera instancia algo negativo, hasta en tanto la cultura quede reducida a una mercancía que
puede ser manipulada y alterada para alcanzar los objetivos de carácter económicos que se pretenden.
Cuando la cultura sirve a la economía bajo un sentido de sometimiento, sus valores profundos quedan en
un segundo plano. La cultura queda sujeta a los vaivenes de la economía internacional y local.

Por otra parte, encontramos otra postura, con muchas variantes, que privilegia el valor de la cultura, a partir
de sus raíces milenarias, para justificarse como elemento de una identidad nacional con fuertes tintes
políticos. En este sentido, la cultura se convierte en una atribución del Estado que se asume como el único
conductor de su desarrollo cultural. El desarrollo de actividades culturales no puede quedar fuera de la
esfera del Estado que monopoliza la cultura a favor del prestigio, políticas, fundamentos de un régimen
político. Aquellas manifestaciones culturales que sirven a ese interés político, por muy valiosas que sean,
quedan fuera de cualquier consideración.

En ambas circunstancias, encontramos una visión poco integral y global de lo que es la cultura para una
comunidad.

Ante esta circunstancia, debemos apuntar hacia la esencia de la cultura a partir de su profunda naturaleza
humana, pero respetando también su dimensión económica y política. Es por ello que la cultura debiera
constituir una problemática de especial importancia para los gobiernos federal y locales y ser incorporada
en los grandes proyectos de desarrollo.

En este sentido, podemos afirmar que en el entendimiento de la cultura, debemos referirnos en tres campos
donde se pueden mover: la significación del valor profundo de la cultura, el papel de la cultura con el
ciudadano y el papel de la cultura en los procesos de desarrollo.

En el año 2004, la Dra. Lourdes Arizpe coordinó una obra que tenía como principal objetivo una discusión
muy amplia de la cultura en nuestro país en el marco de los nuevos fenómenos y condicionantes que los
tiempos actuales influyen en el fenómeno cultural. Dicha obra intitulada Los retos culturales de México
analiza la cultura a la luz bajos aspectos: migración, nuevas tecnologías de la información, ciudadanía y
democracia, la relación de la sociedad civil y los intelectuales, y por último, las políticas culturales. En las
conclusiones de esta obra, la Dra. Arizpe nos presenta un panorama de la situación de la cultura nacional
que no sería extraña a otros países:

Por eso lo mexicanos enfrentamos un triple reto cultural: primero, reconstruir nuestro mapa político de la
cultura en la nación, en el que han cambiado de sitio los intelectuales, los creadores artísticos, las mujeres,
los indígenas, los campesinos, los migrantes, los habitantes urbanos y las instituciones políticas, tarea
eminentemente de cultura política. Segundo, incorporar a ese mapa con un significado concertado los nuevos
fenómenos culturales, como son: la libre interactividad cultural con Estados Unidos y Canadá, la cibercultura,
las libertades de vida personal, sexual y espiritual, las acciones ciudadanas de salvaguarda de los patrimonios

16 FUMAROLI, op. Cit., p. 341.

16
culturales, y las nuevas exigencias de los ciudadanos, no sólo de participar, sino de seguir creando cultura.
Todo esto es una labor primordialmente de construcción intelectual. Tercer reto cultural: legislar y reconstruir
las instituciones las instituciones, culturales nacionales, estatales y locales que llevan a cabo las actividades
de las políticas culturales, tarea más que nada de administración cultural. Nos toca, a los mexicanos,
entonces, asumir estos tres retos: el de la cultura política, el de construcción intelectual y el de administración
cultural. Los tres juntos forman una política cultural. Si el gobierno es incapaz de asumir esta política
cultural integral, le toca entonces a la sociedad civil. 17

Nos parece que el resumen que la Dra. Arizpe en cuanto a la situación de la cultura mexicana es muy
acertada. Sin embargo, en nuestra opinión, agregaríamos un nuevo reto. Lograr que la cultura se incorpore
al concepto de desarrollo sostenible que permita su participación en los procesos económicos y sociales
bajo un criterio de respeto a su naturaleza.

Desde nuestro punto de vista, la Doctora Arizpe nos dirige hacia una serie de conceptos que son muy
importantes con la realidad cultural actual: diversidad y democracia cultural, globalización y nuevas
tecnologías, la gestión cultural y nosotros agregaríamos al desarrollo sostenible como un concepto
adicional.

Con relación a la diversidad y democracia cultural, consideramos que éste ha sido un paso trascendente que
han profundizado las organizaciones internacionales. La diversidad cultural nos habla de las profundas
posibilidades de la manera en que el hombre se ha manifestado a través del tiempo y de manera actual. La
tangibilidad e intangibilidad de la cultura, las miradas distintas, la convivencia de cosmovisiones, el
reconocimiento del otro y del diferente. Es un llamado de un diálogo intercultural que demuestra que no
existen mejores o peores culturas, que no existen estéticas absolutas o valores culturales inmutables. La
democracia cultural nos habla del poder de inclusión de la cultura hacia distintos sectores, comunidades y
grupos. En tal sentido, la exclusión o discriminación es una posición prácticamente insostenible. Dentro
de este marco de la democracia cultural, la posibilidad de una coparticipación de la sociedad civil y la
autoridad en las grandes decisiones cobre la cultura parece un panorama deseable. Pero además, dicho
concepto implica el establecimiento de bases que favorezcan la libertad cultural como una condicionante
de una respetuosa multiculturalidad (como una condición de un país o región de la existencia y convivencia
de distintas culturas) y la interculturalidad (donde se permite la interacción igualitaria de dichas culturas).
Dos valores de profunda incidencia bajo esta perspectiva son el mutuo entendimiento y la tolerancia.

La globalización y nuevas tecnologías representan un reto cultural de especial importancia, porque ya no


podemos hablar de factores alternos, sino de realidades cotidianas sobre las que se mueve el fenómeno
cultural. Dentro del inventario que estas realidades incluyen, podemos encontrar situaciones muy
interesantes que contribuyen al mejor conocimiento e intercambio entre las culturas: migraciones y
movilidad de grupos humanos por razones diversas, turismo cultural, desarrollo de las telecomunicaciones,
desarrollo de las tecnologías de la información, intercambio comercial, formación de corporaciones
multinacionales de diversa índole con presencia en diversos países, etc. La parte menos afortunada de esta
realidad es cuando la cultura se maneja como simple información que puede ser alterable, el
aprovechamiento de la cultura de las comunidades para fines industriales y lucrativos y la devaluación de
la cultura como una mercancía. En tal sentido, debemos considerar que dos valores que contribuyen al
mejor manejo de estas realidades es el reconocimiento del valor comunitario de la cultura y de la
profundidad de sus valores.

La gestión de la cultura tiene que profundizar en el reconocimiento del papel que cada sector
socioeconómico tiene con relación a la cultura: la cultura es un asunto que involucra a las autoridades, a los

17 ARIZPE, Lourdes. Conclusiones. De los retos culturales hacia adelante, en Arizpe, Lourdes (Coordinadora). Los Retos culturales de México,
1ª ed., Miguel Angel Porrúa, UNAM, Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias y Cámara de Diputados. México, 2004, Serie Conocer
para Decidir, pp. 262-264.

17
creadores, a la población que la recrea y valora, a los investigadores; pero también, al turista foráneo, al
ciudadano de un país distinto y al ciudadano ajeno a la manifestación cultural. La cultura es un tema que
tiene una vocación de trascendencia, principalmente en cuanto a su creador, pero mucho más hacia el
órgano de regulación. En todo caso, la cultura reclama que se establezcan principios para su desarrollo a
partir del concepto de libertad. La institucionalización de la cultura es un camino, pero no es un todo y el
que pretenda limitar a la cultura a un asunto exclusivamente gubernamental es rebajar a la cultura a un tema
administrativo. La cultura representa el respeto de las expectativas y aspiraciones de los sectores humano
y gubernativo, hacia sus propios proyectos, los cuales no deben ser necesariamente coincidentes. Cuando
nos referimos al ente gubernamental, debemos reconocer la importancia de las instancias locales en este
objetivo. Sin embargo, en el mejor panorama, debiera existir una total comunión entre ambos: la realidad
es que, en mucha ocasiones, las políticas culturales está muy alejadas de lo que requiere el ciudadano, quien
puede reclamar su legítimo derecho hacia su propia cultura. En tal sentido, podemos afirmar que dos valores
de especial trascendencia en este rubro son el respeto a la titularidad comunitaria sobre la cultura y la
coordinación de las autoridades con el fin de favorecer el desarrollo cultural.

Por último, el último concepto que queremos enfatizar se refiere al desarrollo sostenible. Este concepto,
promovido por la UNESCO, tiene que ver con el reconocimiento de la contribución de la cultura con el
desarrollo socioeconómico de una nación y como generador de riqueza, pero sobre todo de bienestar social.
La sostenibilidad es un concepto que abarca no solo el aspecto ambiental (como pasaría con la concepción
de “sustentabilidad” que pudieran parecer similares, pero no equivalentes), sino también los aspectos
sociales y culturales. En este sentido, el desarrollo sostenible constituye una acción que permite equilibrar
el desarrollo cultural en el marco de la circunstancia humana, que incluye los aspectos ecológicos, sociales
y del propio valor cultural. Sin embargo, el desarrollo sostenible tiene una vocación de futuro y de
transmisión de nuestra riqueza cultural a las siguientes generaciones. La gran pregunta es ¿En qué
condiciones transmitimos la herencia cultural recibida y la cultura desarrollada en nuestros tiempos? En el
mejor panorama de la sostenibilidad, el manejo de la cultura permite ofrecer a las generaciones opciones
para decidir sobre su futuro; pero también, establece bases para reconocer el profundo valor de la cultura
en la vida social. Desarrollo social, educación, bienestar, progreso económico, incremento en el nivel de
vida, respeto a las tradiciones, vinculación de la sociedad con la cultura y el desarrollo son algunos de los
presupuestos del desarrollo sostenible. En oposición a estos conceptos, la discriminación, la intolerancia y
el desprecio a la cultura son algunos de los retos que deben afrontarse y solucionarse.

Regresaremos a estos conceptos cuando analicemos la naturaleza de los derechos culturales.

En el marco de la 33ª Sesión de la UNESCO, celebrada en la ciudad de París en octubre de 2005, se suscribió
la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales. Este
documento internacional ha pretendido proponer nuevas rutas a partir del reconocimiento del papel de la
cultura en la complicada vida social del siglo XXI. Dicha Convención resume su visión en cuanto al papel
de la cultura en el mundo. Aunque en este capítulo no vamos a analizar en su complejidad los conceptos
que maneja dicha Convención, consideramos muy valioso que se puedan transcribir los principios que este
documento internacional maneja como un colofón de esta subsección:

1. Principio de respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales

Sólo se podrá proteger y promover la diversidad cultural si se garantizan los derechos humanos y las
libertades fundamentales como la libertad de expresión, información y comunicación, así como la posibilidad
de que las personas escojan sus expresiones culturales. Nadie podrá invocar las disposiciones de la presente
Convención para atentar contra los derechos humanos y las libertades fundamentales proclamados en la
Declaración Universal de Derechos Humanos y garantizados por el derecho internacional, o para limitar su
ámbito de aplicación.

18
2. Principio de soberanía

De conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y los principios del derecho internacional, los Estados
tienen el derecho soberano de adoptar medidas y políticas para proteger y promover la diversidad de las
expresiones culturales en sus respectivos territorios.

3. Principio de igual dignidad y respeto de todas las culturas

La protección y la promoción de la diversidad de las expresiones culturales presuponen el reconocimiento de


la igual dignidad de todas las culturas y el respeto de ellas, comprendidas las culturas de las personas
pertenecientes a minorías y las de los pueblos autóctonos.

4. Principio de solidaridad y cooperación internacionales

La cooperación y la solidaridad internacionales deberán estar encaminadas a permitir a todos los países, en
especial los países en desarrollo, crear y reforzar sus medios de expresión cultural, comprendidas sus
industrias culturales, nacientes o establecidas, en el plano local, nacional e internacional.

5. Principio de complementariedad de los aspectos económicos y culturales del desarrollo

Habida cuenta de que la cultura es uno de los principales motores del desarrollo, los aspectos culturales de
éste son tan importantes como sus aspectos económicos, respecto de los cuales los individuos y los pueblos
tienen el derecho fundamental de participación y disfrute.

6. Principio de desarrollo sostenible

La diversidad cultural es una gran riqueza para las personas y las sociedades. La protección, la promoción y
el mantenimiento de la diversidad cultural son una condición esencial para un desarrollo sostenible en
beneficio de las generaciones actuales y futuras.

7. Principio de acceso equitativo

El acceso equitativo a una gama rica y diversificada de expresiones culturales procedentes de todas las partes
del mundo y el acceso de las culturas a los medios de expresión y difusión son elementos importantes para
valorizar la diversidad cultural y propiciar el entendimiento mutuo.

8. Principio de apertura y equilibrio

Cuando los Estados adopten medidas para respaldar la diversidad de las expresiones culturales, procurarán
promover de manera adecuada una apertura a las demás culturas del mundo y velarán por que esas medidas
se orienten a alcanzar los objetivos perseguidos por la presente Convención.

Todos estos puntos nos permiten darnos una idea muy clara de las tendencias en el manejo de la cultura a
nivel mundial y a constatar cómo se ha evolucionado de un concepto muy cerrado y de exclusión original
a una idea mucho más avanzada y trascendente tanto en el ámbito humano como internacional.

No debemos dejar de reconocer desde este momento que la cultura, en sí misma, constituye un objeto de
protección legal complicada ante su propia naturaleza, su dinamismo y posibilidades de crecimiento
conceptual. Por ello, esta materia representa un reto para la lógica de nuestro sistema legal, en la que
cualquier objeto de protección es determinado y determinable.

19
1.2.- La definición de Patrimonio Cultural

El concepto de Patrimonio Cultural es tal vez el más difícil de definir dentro de todo el universo de la
cultura. Si en algún aspecto de la cultura de un país podemos encontrar en un proceso de constante cambio
y evolución es precisamente el referente a lo patrimonial. Primero, porque existía hasta hace poco tiempo
una idea preconcebida de aquello que era Patrimonio Cultural, la cual ahorita ya está superada. Segundo,
porque este concepto puede tener una utilización política, de conformidad con la conveniencia de su
extensión o énfasis. Tercero, porque no existe mucha literatura jurídica en esta materia. Cuarto, porque en
nuestra legislación no existe una definición uniforme de lo que significa Patrimonio Cultural.

Determinar este concepto ha sido producto de una profunda reflexión y evolución en el ámbito internacional
que sentó sus bases en la década de los 70´s en el siglo XX y se ha ampliado en las últimas décadas. Sin
embargo, la palabra patrimonio fue objeto de una polémica ante la existencia de muchos significados de
este término en el ámbito de distintos sistemas jurídicos y en especial, por su connotación económica,
cuando en realidad hablamos de un tesoro invaluable. En el ámbito de la literatura anglosajona, muchas
veces se usa el término Cultural Heritage para designar a este tipo de bienes, cuando en su traducción
literal, la palabra heritage significa herencia que es una institución jurídica distinta a patrimonio en la
literatura legal española. Algunos especialistas desean hablar del término Cultural Property que se traduce
como propiedad cultural que es considerada como una manifestación de la propiedad pública sobre los
monumentos, pero dejando al arte contemporáneo como parte del derecho privado.

Para efectos de definir nuestra materia de trabajo, consideramos que es más útil compartir la evolución que
este concepto ha llevado en el ámbito internacional, especialmente en aquellos casos en que los organismos
internacionales han promovido su profundidad y enriquecimiento.

Vale la pena mencionar que vamos a analizar estos conceptos bajo dos perspectivas: las definiciones
enunciativas y las definiciones conceptuales.

Por definiciones enunciativas se entienden aquellas que se basan en la identificación específica de los
distintos monumentos, zonas y bienes culturales que conforman el Patrimonio Cultural de un pueblo y que
se incluyen en un listado que permite proveer de certeza jurídica y material sobre el alcance de este
concepto. Esta clase de definición permite identificar las distintas categorías culturales que la integran. La
gran pregunta que debe responderse en este caso es ¿qué bienes conforman el Patrimonio Cultural? Esta
es una pregunta cerrada y requiere de una respuesta específica.

La segunda opción se refiere a las definiciones conceptuales, las cuales tienen como principal objetivo
evidenciar la esencia del Patrimonio Cultural y favorecer la evolución del mismo. En este sentido, contamos
con la posibilidad de ofrecer una idea del Patrimonio Cultural abierto que puede reinventarse y evolucionar.
La pregunta que debemos contestar es ¿En qué consiste el Patrimonio Cultural? Es una pregunta abierta
que permite tener muchas posibilidades, pero especialmente refuerza la idea de la diversidad cultural.

Para tal efecto, procederemos a analizar definiciones aportadas por los documentos internacionales más
importantes tanto en el ámbito internacional como americano, algunas normas jurídicas nacionales y de
otras naciones.

1.2.1.- Definiciones enunciativas del Patrimonio Cultural

Como hemos mencionado, las definiciones enunciativas están basadas en proporcionarnos un inventario
sobre aquellas categorías de bienes que pueden incluirse en el Patrimonio Cultural. Estas concepciones
abordan una labor exhaustiva por abarcar un panorama completo de la patrimonialidad y su objetivo

20
principal es darnos mucha certidumbre sobre el alcance de este término. Los documentos internacionales
más viejos, pero vigentes, proponen este tipo de definiciones.

El 14 de mayo de 1954, en la ciudad de La Haya, la UNESCO celebró el Convenio y Protocolo para la


Protección de los Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado. El 26 de marzo de 1999, la UNESCO
celebró un Segundo Protocolo de esta Convención. Para efectos de este capítulo, deseamos transcribir el
artículo primero del instrumento internacional primeramente mencionado:

Artículo 1.- Definición de los Bienes Culturales.

Para los fines de la presente Convención, se considerarán bienes culturales, cualquiera que sea su origen y
propietario:

a) Los bienes, muebles o inmuebles, que tengan una gran importancia para el patrimonio cultural de los
pueblos, tales como los monumentos de arquitectura, de arte o de historia, religiosos o seculares, los campos
arqueológicos, los grupos de construcciones que por su conjunto ofrezcan un gran interés histórico o artístico,
las obras de arte, manuscritos, libros y otros objetos de interés histórico, artístico o arqueológico, así como
las colecciones científicas y las colecciones importantes de libros, de archivos o de reproducciones de los
bienes antes definidos;

b) Los edificios cuyo destino principal y efectivo sea conservar o exponer los bienes culturales muebles
definidos en el apartado a), tales como los museos, las grandes bibliotecas, los depósitos de archivos, así como
los refugios destinados a proteger en caso de conflicto armado los bienes culturales muebles definidos en el
apartado a);

c) Los centros que comprendan un número considerable de bienes culturales definidos en los apartados a) y
b), que se denominarán "centros monumentales".

En la 16ª Conferencia General de la UNESCO en París en el año de 1970, la UNESCO celebró la


Convención sobre las Medidas que deben Adoptarse para Prohibir e Impedir la Importación, la Exportación
y la Transferencia de Propiedad Ilícitas de Bienes Culturales. Este documento internacional también nos
presenta una definición enunciativa del Patrimonio Cultural, pero mucho más amplia al documento
mencionado anteriormente:

Artículo Primero.- Para los efectos de la presente Convención se considerarán como bienes culturales los
objetos que, por razones religiosas o profanas, hayan sido expresamente designados por cada Estado como
de importancia para la arqueología, la prehistoria, la historia, la literatura, el arte o la ciencia y que
pertenezcan a las categorías enumeradas a continuación:

a) las colecciones y ejemplares raros de zoología, botánica, mineralogía, anatomía, y los objetos de interés
paleontológico;

b) los bienes relacionados con la historia, con inclusión de la historia de las ciencias y de las técnicas, la
historia militar y la historia social, así como con la vida de los dirigentes, pensadores, sabios y artistas
nacionales y con los acontecimientos de importancia nacional;

c) el producto de las excavaciones (tanto autorizadas como clandestinas) o de los descubrimientos


arqueológicos;

d) los elementos procedentes de la desmembración de monumentos artísticos o históricos y de lugares de


interés arqueológico;

e) antigüedades que tengan más de 100 años, tales como inscripciones, monedas y sellos grabados;

21
f) el material etnológico;

g) los bienes de interés artístico tales como:

i) cuadros, pinturas y dibujos hechos enteramente a mano sobre cualquier soporte y en cualquier material
(con exclusión de los dibujos industriales y de los artículos manufacturados decorados a mano);

ii) producciones originales de arte estatuario y de escultura en cualquier material;

iii) grabados, estampas y litografías originales;

iv) conjuntos y montajes artísticos originales en cualquier materia;

h) manuscritos raros e incunables, libros, documentos y publicaciones antiguos de interés especial (histórico,
artístico, científico, literario, etc.) sueltos o en colecciones;

i) sellos de correo, sellos fiscales y análogos, sueltos o en colecciones;

j) archivos, incluidos los fonográficos, fotográficos y cinematográficos;

k) objetos de mobiliario que tengan más de 100 años e instrumentos de música antiguos.

En el ámbito continental, durante el Sexto Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de la


Organización de Estados Americanos, celebrada en la ciudad de Santiago, Chile se aprobó el día 16 de
junio de 1976 la Convención sobre la Defensa del Patrimonio Arqueológico, Histórico y Artístico de las
Naciones Americanas. Este documento también aporta su propia definición de Patrimonio Cultural en su
artículo segundo que expresamente señala:

Artículo 2.- Los bienes culturales a que se refiere el artículo precedente son aquellos que se incluyen en las
siguientes categorías:

a) monumentos, objetos, fragmentos de edificios desmembrados y material arqueológico, pertenecientes a las


culturas americanas anteriores a los contactos con la cultura europea, así como los restos humanos, de la
fauna y flora, relacionados con las mismas;

b) monumentos, edificios, objetos artísticos, utilitarios, etnológicos, íntegros o desmembrados, de la época


colonial, así como los correspondientes al siglo XIX;

c) bibliotecas y archivos; incunables y manuscritos; libros y otras publicaciones, iconografías, mapas y


documentos editados hasta el año de 1850;

d) todos aquellos bienes de origen posterior a 1850 que los Estados Partes tengan registrados como bienes
culturales, siempre que hayan notificado tal registro a las demás Partes del tratado;

e) todos aquellos bienes culturales que cualesquiera de los Estados Partes declaren o manifiesten
expresamente incluir dentro de los alcances de esta Convención.

En el ámbito nacional, un ordenamiento de reciente creación es la Ley de Desarrollo Cultural del Estado de
Michoacán publicada el día 26 de septiembre de 2007 nos presenta una definición más moderna de lo que
pudiera entenderse por Patrimonio Cultural es su artículo 18, aunque no deja de ser enunciativa:

Artículo 18.- El patrimonio cultural se integra por los usos, representaciones, expresiones, ferias, fiestas,
símbolos, gastronomía, vestimenta, conocimientos y técnicas junto con los bienes inmuebles y muebles,
instrumentos, objetos, artefactos, espacios culturales o naturales que les son inherentes y a los que las

22
comunidades, los grupos y en algunos casos, los individuos, reconozcan como parte integrante de su
patrimonio cultural.

Podríamos mencionar que existen otros ejemplos de definiciones enunciativas del Patrimonio Cultural, pero
consideramos que los documentos internacionales citados y la legislación local cultural de Michoacán nos
proporcionan una idea muy clara de la naturaleza de estas concepciones.

En primer lugar, podemos señalar que estas definiciones tienen la virtud de proveer de una seguridad
jurídica el alcance de este concepto. Lo anterior significa que el ámbito de protección legal tiene un campo
muy bien establecido. En algunos casos, incluso se definen fechas para la atribución del valor: siglo XX, el
año de 1850, etc. Igualmente, podemos observar que en estas definiciones se establece de manera muy
clara la naturaleza física del bien cultural a proteger: edificios, material arqueológico, manuscritos, sellos
de correo, obras de arte, fiestas, símbolos… la lista pareciera ser infinita.

Sin embargo, la preocupación de ser específicos y el manejo al detalle de este tipo de definiciones como su
principal fortaleza se transforma también de su principal debilidad. Si acaso algo se ha demostrado en los
últimos años, el concepto de Patrimonio Cultural continúa en una evolución inesperada. ¿Cuáles son los
bienes que conforman el Patrimonio Cultural actual? La respuesta puede tener muchos caminos, pero si
algo podemos establecer de manera irrefutable ante quienes nos han precedido en el estudio de esta rama
del conocimiento humano es que este tipo de definiciones en poco contribuyen al entendimiento de la
naturaleza dinámica del Patrimonio Cultural. En otras palabras, estas definiciones nos proponen la situación
del Patrimonio Cultural hoy. ¿Cuál será el destino de nuestros bienes culturales en el futuro? Estas
definiciones poco nos ayudan a responder esta pregunta. Aun así, debemos reconocer su gran contribución
al entendimiento del Patrimonio Cultural.

1.2.2.- Definiciones conceptuales del Patrimonio Cultural

Las definiciones conceptuales del Patrimonio Cultural centran su atención en un elemento básico: el valor
o significación de los bienes que integran este universo. En estas definiciones, no es importante mencionar
la clase de bienes que conforman al Patrimonio, ya que su expectativa va más allá de encerrar a los bienes
culturales en un espacio determinado. Su finalidad es ser definiciones muy abiertas, incluyentes y con
perspectiva a futuro. Tal vez, su principal dificultad signifique que no pueda definirse de manera clara el
alcance de esta definición o que los valores enunciados pudieran no ser fácilmente comprobables.

La necesidad que implica la definición del Patrimonio Cultural bajo estas bases ha sido adoptada
principalmente por las legislaciones nacionales y los documentos emitidos por los organismos no
gubernamentales internacionales.

Empecemos por una norma jurídica que ha sido ampliamente discutida en el ámbito latinoamericano: la
Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español (BOE de 29 de junio de 1985). En el párrafo
segundo del artículo primero de dicho ordenamiento se menciona lo siguiente:

Artículo 1º.-

2.- Integran el Patrimonio Histórico Español los inmuebles y objetos muebles de interés artístico, histórico,
paleontológico, arqueológico, etnográfico, científico o técnico. También forman parte del mismo el patrimonio
documental y bibliográfico, los yacimientos y zonas arqueológicas, así como los sitios naturales, jardines y
parques que tengan valor artístico, histórico o antropológico.

En el ámbito nacional mexicano, podemos encontrar algunos ejemplos sobre este tipo de definiciones, como
es el artículo 3º de la Ley de Preservación del Patrimonio Cultural de Baja California:

23
Artículo 3º.- Para efectos de esta ley, se considera como patrimonio cultural del Estado, previa declaratoria
correspondiente, al conjunto de bienes y expresiones artísticas e intelectuales desarrollados en la entidad; la
suma de obras de relevancia histórica, estética, arquitectónica, urbanística, científica y tecnológica; el
compendio de manifestaciones y prácticas sociales significativas desde el punto de vista de los valores y
tradiciones populares, así como los bienes y zonas paleontológicas, arqueológicas, históricas y naturales de
importancia para los habitantes del Estado.

Otro ejemplo de estas definiciones es el artículo 2º de la Ley del Patrimonio Cultural del Estado de Jalisco
y sus Municipios que señala expresamente:

Artículo 2º.- El Patrimonio Cultural del Estado está constituido por elementos y manifestaciones materiales
e inmateriales de la actividad humana y del entorno natural, a los que los habitantes de la entidad, por su
significado y valor, les atribuyen importancia intelectual, científica, tecnológica, histórica, natural,
literaria, artística, arqueológica, antropológica, paleontológica, etnológica, arquitectónica, industrial y
urbana.

Las definiciones de carácter conceptual también han sido abordadas en el ámbito académico. Tal es el caso
de una de las definiciones más completas relacionadas con el concepto de Patrimonio Cultural propuesto
por el Dr. Francisco Arturo Schroeder Cordero en la edición de 1991 (lo cual nos refiere a cuando menos
20 años de desarrollo de este tipo de definiciones conceptuales en nuestro país) del Diccionario Jurídico
Mexicano editado por el Instituto de investigaciones Jurídicas de las Universidad Nacional Autónoma de
México y que procedemos a transcribir a continuación:

Por Patrimonio Cultural de una Nación, debemos entender todos aquellos bienes muebles e inmuebles, incluso
intangibles, tanto públicos como privados, que por sus valores históricos, artísticos, técnicos, científicos o
tradicionales, principalmente, sean dignos de conservarse y restaurarse para la posterioridad. 18

Dicha definición nos parece una aproximación muy completa en este ámbito y sirvió de base a un servidor
para proponer, en un texto anterior, una definición poco más enfocada al ámbito cultural y una visión más
amplia sobre la naturaleza patrimonial, que a continuación cito:

El Patrimonio Cultural es el conjunto de bienes y manifestaciones tangibles e intangibles, presentes o pasadas,


producto de la acción conjunta o separada del hombre y la naturaleza, que tienen una relevancia histórica,
estética, arquitectónica, urbanística, económica, social, política, tradicional, etnológica, antropológica,
científica, tradicional e intelectual para un pueblo.19

Aún y cuando quisiéramos partir de la definición que hemos diseñado, nuestra finalidad será reforzar la
misma para adaptarla al contexto de la situación presente y con miras al futuro.

Sin embargo, considero que el documento que refleja con mayor profundidad la importancia de definir el
valor que fundamenta la relevancia del Patrimonio Cultural es el de las Directrices Prácticas para la
Aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial que fue un documento emitido por la UNESCO, el
Comité Intergubernamental de Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural y el Centro del
Patrimonio Mundial para dar mayor claridad a las disposiciones de ese instrumento internacional. En ese
documento, se hace una descripción de los valores que deben cumplir los monumentos, sitios y lugares que

18 SCHROEDER CORDERO, Francisco Arturo, vocablo Patrimonio Cultural. Diccionario Jurídico Mexicano, 4ª ed., Instituto de Investigaciones
Jurídica de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM y Editorial Porrúa, S.A. México, 1991, p. 2356, t. IV.

19 BECERRIL MIRO, José Ernesto. El Derecho del Patrimonio Histórico-Artístico en México, 1ª ed., Editorial Porrúa, S.A. México, 2003, p. 10.

24
aspiren ser inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial y que están vinculadas al Valor Universal
Excepcional que sirve de base para la inclusión de un bien en este listado:

49.- Valor universal excepcional significa una importancia cultural y/o natural tan extraordinaria que
trasciende las fronteras nacionales y cobra importancia para las generaciones presentes y venideras de toda
la humanidad. Por lo tanto, la protección permanente de este patrimonio es de capital importancia para el
conjunto de la comunidad internacional. El Comité define los criterios de inscripción de los bienes en la Lista
del Patrimonio Mundial.

77.- El Comité considera que un bien posee Valor Universal Excepcional (véanse los párrafos 49 a 53) si
cumple uno o más de los siguientes criterios. Por lo tanto, los bienes propuestos tendrán que:

(i) representar una obra maestra del genio creador humano;

(ii) atestiguar un intercambio de valores humanos considerable, durante un periodo concreto o en un área
cultural del mundo determinada, en los ámbitos de la arquitectura o la tecnología, las artes monumentales, la
planificación urbana o la creación de paisajes;

(iii) aportar un testimonio único, o al menos excepcional, sobre una tradición cultural o una civilización viva
o desaparecida;

(iv) ser un ejemplo eminentemente representativo de un tipo de construcción o de conjunto arquitectónico o


tecnológico, o de paisaje que ilustre uno o varios periodos significativos de la historia humana;

(v) ser un ejemplo destacado de formas tradicionales de asentamiento humano o de utilización de la tierra o
del mar, representativas de una cultura (o de varias culturas), o de interacción del hombre con el medio, sobre
todo cuando éste se ha vuelto vulnerable debido al impacto provocado por cambios irreversibles;

(vi) estar directa o materialmente asociado con acontecimientos o tradiciones vivas, ideas, creencias u obras
artísticas y literarias que tengan una importancia universal excepcional. (El Comité considera que este criterio
debería utilizarse preferentemente de modo conjunto con los otros criterios);… 20

El mensaje que este tipo de definiciones nos comparte es sobre la importancia de determinar el valor del
Patrimonio Cultural desde sus diferentes perspectivas. Estas definiciones proveen de una fortaleza
conceptual que nos permiten abarcar el Patrimonio Cultural presente, pero también, tiene la opción de
abarcar un mayor número de bienes a partir de sus valores culturales. En otras palabras, si bien, podemos
afirmar que las definiciones conceptuales son exhaustivas, todas ellas tienen como principal función
encontrar la esencia de aquello que es considerado como Patrimonio Cultural. Una dificultad de este tipo
de definiciones es que, en algunas ocasiones, el valor se encuentra a discusión y requiere del apoyo de otras
disciplinas científicas para confirmar el mismo. En algunas ocasiones, la necesidad de confirmar los
criterios representa un espacio de tiempo en que poco contribuye a la conservación del Patrimonio Cultural
e incluso lo pone en riesgo.

1.2.3.- Definiciones mixtas del Patrimonio Cultural

También podemos encontrar en este panorama algunos esfuerzos por tratar de conciliar las dos posiciones
expresadas en este punto: definiciones que establezcan un listado certero de bienes que son considerados
como parte del Patrimonio Cultural, determinando aquellos valores que permiten su determinar su inclusión
en dicho acervo.

Veamos algunas de ellas:

20 UNESCO et al. Directrices Prácticas para la Aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial, 1ª ed., Centro UNESCO del Patrimonio
Mundial. París, 2008, p. 16 y 23.

25
En primer lugar, acudiremos a la definición de Patrimonio Cultural sostenida en el artículo primero de la
Convención de la UNESCO sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural:

Articulo 1.-

A los efectos de la presente Convención se considerará "patrimonio cultural":

- los monumentos: obras arquitectónicas, de escultura o de pintura monumentales, elementos o estructuras


de carácter arqueológico, inscripciones, cavernas y grupos de elementos, que tengan un valor universal
excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia,

- los conjuntos: grupos de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad e integración en el
paisaje les dé un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia,

- los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza así como las zonas, incluidos
los lugares arqueológicos que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista histórico, estético,
etnológico o antropológico.

Como podemos ver, la Convención del Patrimonio Mundial enfoca en tres grandes categorías los valores
culturales más trascendentes. Sin embargo, la UNESCO misma ha propiciado la evolución de estos
conceptos a nuevas categorías del Patrimonio Cultural, tales como los itinerarios culturales, los paisajes
culturales, los sitios mixtos, etc. La UNESCO supo encontrar la manera de superar las limitaciones que
implica el carácter enunciativo de esta definición y ha ampliado el marco de referencia del Patrimonio
Cultural sin modificar el texto original. En todo caso, nos podemos dar cuenta de la dificultad de otorgarle
un carácter enunciativo a las definiciones.

La primera parte del artículo 216 de la Constitución de Brasil nos proporciona una definición distinta con
relación al Patrimonio Cultural, con mucho más alcance y que representa un antecedente importante en esta
materia:

Art. 216.- Constituyen patrimonio cultural brasileño los bienes de naturaleza material e inmaterial, tomados
individualmente o en conjunto, portadores de referencias a la identidad, a la actuación y a la memoria de los
diferentes grupos formadores de la sociedad brasileña, en los cuales se incluyen:

I.- las formas de expresión;

II.- los modos de crear, hacer y vivir;

III.- las creaciones científicas, artísticas y tecnológicas;

IV.- las obras, objetos, documentos, edificaciones y demás espacios destinados a las manifestaciones artístico-
culturales;

V.- los conjuntos urbanos y lugares de valor histórico, paisajístico, artístico, arqueológico, paleontológico,
ecológico y científico

Aunque en principio, esta definición pareciese ser enunciativa, en el texto de la misma encontramos
elementos valorativos muy importantes: simplemente al referirnos a las “formas de expresión” o los “modos
de crear, hacer y vivir”, nos tenemos que referir a valores comunitarios y a la propia naturaleza humana que
no pueden ser objeto de un listado, sino a través de un proceso de entendimiento e identificación. Aun así,
podemos afirmar que la definición que se propone en la Constitución Brasileña, por contener un fuerte

26
elemento enunciativo, es poco útil para entender algunas otras categorías nuevas del Patrimonio Cultural
que ya señalamos como los paisajes o itinerarios culturales.

En otras palabras, podemos afirmar que las definiciones mixtas son muy útiles para reafirmar la importancia
de definir el valor cultural como el elemento básico y que le da sentido al Patrimonio, pero que en tanto
centremos la atención en una enumeración de bienes a proteger, siempre nos encontraremos cortos en
cuanto a nuestro alcance.

1.2.4.- En busca de una definición integral del Patrimonio Cultural

Podemos encontrar esfuerzos por tratar de conciliar las dos posiciones expresadas en este punto:
definiciones que establezcan un listado certero de bienes que son considerados como parte del Patrimonio
Cultural en contraposición a definiciones abiertas que señalen valores que sirvan de base a la identificación
de estos bienes.

Hemos analizado tres tipos de definiciones sobre este término: enunciativas, conceptuales y mixtas. Cada
una de estas categorías tiene sus propias ventajas y desventajas en cuanto a la certidumbre y alcances de
este concepto, como hemos expuesto en párrafos anteriores.

En la perspectiva legal, la necesidad de encontrar una definición clara del Patrimonio Cultural para su
protección resulta un tema crítico, especialmente -como veremos posteriormente- por su fragilidad, ya que
puede ser un término manejable para intereses políticos, maleable para los intereses económicos, imposible
para quienes deseen su conservación, desconocido para las comunidades y poco claro para quienes no estén
familiarizados con el mismo. Ante esta concurrencia de actores e intereses, nuestra propuesta es que toda
definición de Patrimonio Cultural debe ser integral y conciliadora.

Desde nuestro punto de vista, consideramos que la definición -integral y conciliadora- del Patrimonio
Cultural tiene que considerar, cuando menos, los siguientes aspectos:

a) Profundidad, es decir, que tenga como objetivo describir la naturaleza del Patrimonio Cultural como un
fenómeno humano incidiendo en los aspectos más radicales de la existencia del hombre en sus diversas
facetas, tanto en el ámbito social y en relación con el medio ambiente que lo influye y determina.

Esta cualidad está referida al carácter científico del Patrimonio y en especial a su valor de recordación: su
vinculación con la historia, la tradición, el territorio, la arquitectura, el arte y cualquier otro valor similar.
En este sentido, nos encontramos ante el valor testimonial presente o futuro de los bienes culturales que
nos muestran los logros de un pueblo en su lucha por su propio desarrollo en el pasado. La profundidad
nos llama al respeto de la autenticidad, toda vez que se fundamentó en los estilos, en las evidencias, en los
testimonios, en los valores. La profundidad hace referencia a los contenidos traducidos en el mensaje que
el bien cultural quiere compartirnos como el resultado del proceso humano que le dio origen.

Esta cualidad es comprobable científicamente y su naturaleza es cerrada, en tanto se puede afirmar que la
determinación de este valor es labor de las ciencias de la conservación y restauración cuando se trata de
bienes materiales. En el caso de los bienes inmateriales, la comprobación del valor no necesariamente lleva
a su protección porque está sujeta a la dinámica de las comunidades a través del tiempo y sujeta a diversas
presiones internas y externas: los valores pueden cambiar y transformarse. En este ámbito, el Patrimonio
Cultural Inmaterial pareciera más frágil.

Es por ello, que en este sentido, toda definición del Patrimonio Cultural que cumpla con el criterio de
profundidad debe ser exhaustiva en cuanto a la mención de los valores culturales que pueden ostentar dichos
bienes.

27
b) Alcance, se basa en la consideración de que toda definición que tenga como objetivo describir la
naturaleza del Patrimonio Cultural como un fenómeno humano tienen que incidir en las maneras en que el
hombre ha dotado de una significación especial a cierto número de bienes o lugares en el marco de su vida
social pasada, presente o futura.

Esta cualidad está referida al carácter social del Patrimonio y en especial de las formas en que el hombre o
la comunidad comparten su visión, su pasado, su presente y futuro a las generaciones venideras a partir de
sus manifestaciones ya sean tangibles o intangibles. En este sentido, el Patrimonio Cultural encuentra su
riqueza en cuanto a las distintas maneras en que se puede transmitir: como un edificio, como una zona,
como una manifestación tradicional o como un pecio. Nos encontramos ante el valor social que da sentido
a la propia comunidad como generadora y beneficiaria del Patrimonio. El alcance nos llama al
entendimiento del carácter social del Patrimonio, toda vez que se fundamenta en la significación, la
diversidad, en la identidad, en la interculturalidad, en la sostenibilidad.

El alcance hace referencia al continente, traducido lo anterior como la forma en que las sociedades
transmiten y resuelven las contradicciones que surgen a partir de la significación del Patrimonio ante otros
valores socioeconómicos que pueden ser concurrentes con este concepto.

Esta cualidad puede ser no comprobable de manera clara y su naturaleza es abierta en tanto podamos afirmar
que diversas disciplinas científicas y académicas pueden influir en un análisis del Patrimonio Cultural bajo
una perspectiva integral. En este sentido, la protección del Patrimonio se tiene que fundamentar en la
autenticidad, las significaciones sociales, su papel como satisfactor de necesidades humanas y en papel
como contribuidor en el desarrollo social. Por tanto, nos tenemos que remitir al concepto de desarrollo
sostenible que garantiza las opciones de desarrollo socioeconómico de la población con respecto al
Patrimonio Cultural siempre y cuando se protejan sus valores culturales. En consecuencia, la palabra
significación tiene un papel trascendente, porque se refiere a la justificación de la importancia del
Patrimonio Cultural en la dinámica social y que explicaremos posteriormente.

En virtud de lo anterior podemos concluir que la definición de Patrimonio Cultural propuesta para efectos
de este trabajo es la siguiente:

El Patrimonio Cultural de un pueblo es el conjunto de manifestaciones intangibles, conocimientos


e información transmitidos generacionalmente; bienes muebles, bienes inmuebles, áreas
territoriales y marítimas, paisajes e itinerarios, producto de la acción conjunta o separada del
hombre y la naturaleza que ostentan un valor histórico, estético, arquitectónico, urbanístico,
económico, social, político, tradicional, etnológico, antropológico, científico e intelectual, que son
protegidas por una comunidad por su significación en el desarrollo presente y futuro de dicha
sociedad.

1.3.- Los valores del Patrimonio Cultural

¿Por qué proteger el Patrimonio Cultural? La primera respuesta a este cuestionamiento sería: ¿porque el
Patrimonio Cultural es un conjunto de bienes relevantes que debemos preservar? En este sentido pareciera
que no hay discusión, sin embargo la naturaleza del Patrimonio Cultural es mucho más compleja.

Desde luego, nuestro cuestionamiento inicial tiene como objetivo reflexionar sobre la importancia y
trascendencia del Patrimonio Cultural en el mundo actual y su impacto en la sociedad actual. En todo caso,
y hablando como abogados, esta sección tiene la intención de definir claramente al Patrimonio Cultural
como un bien jurídicamente protegido. Como veremos posteriormente, la naturaleza humana de la cultura
dificulta mucho su posibilidad de llegar a respuestas cerradas. En otras palabras, el Derecho tiene un reto

28
ya que la definición de la cultura como un bien protegido evoluciona de una manera constante y al mismo
tiempo, profundiza en las raíces de toda sociedad. El Patrimonio Cultural se ha manifestado por siglos a
través de grandes edificios y ciudades, pero de unas cuantas décadas e incluso años, se ha reconocido que
en Patrimonio Cultural también se encuentra en conjunción con el medio ambiente y las formas inmateriales
de comunicación en un pueblo. El Patrimonio Cultural está siendo influenciado grandemente por la
globalización, en tanto que las comunidades tienen la necesidad de reafirmar su propia identidad y lugar en
el mundo. El Patrimonio Cultural se ha constituido como una fuente de riqueza para las naciones a través
del turismo u otras industrias culturales, pero reclama su calidad de bien invaluable. El Patrimonio Cultural
es un tema de alcances mundiales que siempre debe tratarse desde la perspectiva nacional, regional y
principalmente, comunitaria. El cuidado del Patrimonio Cultural se ha reafirmado como una función del
Estado, pero no es posible sin el compromiso del ciudadano.

El Patrimonio Cultural comparte la esencia humana, es dual y multifacética; convive en un mundo


globalizado y de fundamentalismo, terriblemente tecnificado y también en un atraso casi infrahumano: en
todos estos escenarios, es posible encontrar al Patrimonio Cultural.

Por eso, el distinguido historiador inglés Edward H. Carr, en su paradigmática obra ¿Qué es la Historia?,
nos hace reflexionar sobre la manera en que los testimonios del pasado (que constituyen tan solo una parte
de aquello que entendemos como Patrimonio Cultural) se encuentran observando diversos horizontes:

Pero como todos sabemos, el presente no tiene más que una existencia conceptual. Como línea divisoria
imaginaria entre el presente y el futuro. Hablando del presente, ya he introducido subrepticiamente otra
dimensión temporal en la discusión. Creo que sería más fácil demostrar que, como el pasado y el futuro son
parte del mismo lapso temporal, existe interrelación entre el interés por el pasado y el interés del futuro. La
línea de deslinde entre los tiempos prehistóricos y los tiempos históricos se franquea cuando los hombres dejan
de vivir sólo en el presente y surgen en ellos un interés consciente tanto por su pasado como por su futuro.
La historia empieza cuando se transmite la tradición; y la tradición significa el traspaso de los hábitos y las
lecciones del pasado al futuro. Empieza a guardarse memoria del pasado en beneficio de ulteriores
generaciones. “el pensamiento histórico –escribe el historiador holandés Huizinga- siempre es teleológico”.21

El Patrimonio Cultural es un factor de especial importancia para el desarrollo de una sociedad. Esta es la
primera idea que quisiéramos exponer.

¿En dónde radica la importancia del Patrimonio Cultural? Si bien, el Patrimonio Cultural justifica su
importancia en los valores culturales, el elemento que explica la esencia de los bienes culturales se refiere
a la significación. La experiencia nos ha mostrado que el ser humano ha sido capaz de destruir bienes de
importancia histórica, artística o tradicional, pero la reflexión sobre la importancia del Patrimonio Cultural
debe de centrarse no solo en el aspecto cultural sino en la trascendencia de los bienes culturales en el ámbito
mundial, desde la perspectiva más amplia posible. En este sentido, la importancia del Patrimonio Cultural
en el mundo actual debe entonces verse desde una perspectiva integral.

Por lo anterior, nuestra propuesta para descubrir la relevancia que haga de la protección del Patrimonio
Cultural una labor que incluso debe adoptarse en la legislación, debe centrarse en las distintas facetas en
que puede observarse e incidirse en este universo de bienes. En tal caso, resultaría imposible hacer una
enumeración limitativa de los aspectos que pudieran determinar el valor del Patrimonio Cultural. Aquello
que es importante para un grupo humano, carece de valor para otro. Cuando algún grupo ha tratado de
imponer su visión sobre el tema patrimonial o cultural, se ha creado un sistema de discriminación y
colonialismo cultural que en poco favorece al desarrollo de los pueblos. De hecho, existe la opinión de que

21 CARR, Edward H. ¿Qué es la Historia?, trad. Joaquín Romero Maura, Editorial Planeta-De Agostini, S.A. Barcelona, 1985, Colección Obras
Maestras del Pensamiento Contemporáneo, p. 145.

29
la globalización tiene como un efecto adverso el de querer imponer patrones culturales unitarios a las
distintas naciones, sin respetar la diversidad de las expresiones de otras sociedades.

Por tal razón, si repasamos los principios de la Convención de la UNESCO sobre la Diversidad de las
Expresiones Culturales, que transcribimos páginas más arriba, podemos apreciar que existe una
preocupación por entender la humanidad en las expresiones culturales, la diversidad de las mismas, la forma
en que todas ellas interactúan y su relación con el ámbito socioeconómico en que se desarrollan, así como
su impacto en el mundo actual. Todos ellos pueden ser parámetros que pueden hacernos entender los
valores de las expresiones culturales.

Regresando a las Directrices Prácticas para la Aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial, la
UNESCO ha establecido dos criterios que permiten determinar el Valor Universal Excepcional de un
monumento, sitio o lugar, además de los valores culturales citados anteriormente: autenticidad e integridad.
De tal forma, este documento sigue el mismo camino que ofrece la Convención de la UNESCO para la
salvaguarda de la diversidad de las expresiones culturales: establecer criterios y principios. Vale la pena
examinar algunos de los criterios manejados en dichas Directrices:

78.- Para ser considerado de Valor Universal Excepcional, el bien también debe reunir las condiciones de
integridad y/o autenticidad y debe contar con un sistema de protección y gestión adecuado que garantice su
salvaguardia.

80.- La capacidad de comprender el valor atribuido al patrimonio depende del grado de credibilidad o de
veracidad que se conceda a las fuentes de información sobre este valor. Conocer y entender estas fuentes de
información, en lo que respecta a las características originales y posteriores del patrimonio cultural, y su
significado, son los requisitos básicos para evaluar todos los aspectos de la autenticidad.

81.- Los juicios sobre el valor atribuido al patrimonio cultural y la credibilidad de las fuentes de información
pueden diferir de una cultura a otra, e incluso dentro de la misma cultura. El respeto debido a todas las
culturas exige que el patrimonio cultural sea estudiado y juzgado fundamentalmente dentro de los contextos
culturales a los que pertenece.

82.- Según el tipo de patrimonio cultural y su contexto cultural, puede estimarse que un bien reúne las
condiciones de autenticidad si su valor cultural (tal como se reconoce en los criterios de la propuesta de
inscripción) se expresa de forma fehaciente y creíble a través de diversos atributos, como:

 forma y diseño;
 materiales y substancia;
 uso y función;
 tradiciones, técnicas y sistemas de gestión;
 localización y entorno;
 lengua y otras formas de patrimonio inmaterial;
 espíritu y sensibilidad; y
 otros factores internos y externos.

83.- Los atributos como espíritu y sensibilidad no se prestan con facilidad a una aplicación práctica de las
condiciones de autenticidad, pero constituyen importantes indicadores del carácter y el espíritu del lugar, por
ejemplo, en el caso de comunidades que mantienen sus tradiciones y una continuidad cultural.

87.- Todos los bienes propuestos para entrar a formar parte de la Lista del Patrimonio Mundial deben cumplir
las condiciones de integridad.

88.- La integridad mide el carácter unitario e intacto del patrimonio natural y/o cultural y de sus atributos.
Por ello, para examinar las condiciones de integridad es preciso evaluar en qué medida el bien:

30
a) posee todos los elementos necesarios para expresar su Valor Universal Excepcional;

b) tiene un tamaño adecuado que permita la representación completa de las características y los procesos que
transmiten la importancia del bien;

c) Acusa los efectos adversos del desarrollo y/o las negligencias.

89.- En el caso de los bienes propuestos para inscripción según los criterios (i) - (vi), el material físico del
bien y/o sus características significativas deben encontrarse en buen estado y el impacto de los procesos de
deterioro debe estar controlado. Debe incluirse una proporción importante de los elementos necesarios para
transmitir la totalidad del valor que representa el bien. También se mantendrán las relaciones y las funciones
dinámicas presentes en los paisajes culturales, las ciudades históricas o en otros bienes históricos vivos,
esenciales para mantener su carácter distintivo. 22

De la lectura de estos principios de las Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del
Patrimonio Mundial, podemos encontrar una ruta muy clara: el establecimiento de un parámetro de valor
(en este caso, el Valor Universal Excepcional en el ámbito cultural) y las vías por las que se garantiza la
protección de este valor (los criterios de autenticidad e integridad). Veamos cada uno de ellos.

Los 6 criterios que citamos anteriormente en este capítulo y que sirven para determinar el Valor Universal
Excepcional en ningún momento son cerrados, por el contrario, están abiertos a las distintas posibilidades
que implican el Patrimonio Cultural, tanto en su evolución, en su relación con el actuar humano y con su
relación al medio ambiente que también incide en el diseño y adaptación de los bienes culturales en su
entorno.

El criterio de autenticidad se relaciona principalmente a la concepción y significación del objeto. La


autenticidad está referida al creador y a la comunidad a la que pertenece. Está vinculada al valor cultural
asignado y su función es eminentemente conservadora. Es un criterio que prevé la importancia de evitar
cualquier alteración de bien o sitio a partir de su relevancia cultural y de sus elementos por sí mismos.

El criterio de integridad se basa en la manera en que transmitimos el Patrimonio Cultural a las generaciones
futuras y está relacionada con su utilización actual. La integridad se refiere a los usuarios y a los
destinatarios. Está involucrado a su capacidad de contribuir en la vida socioeconómica de una comunidad
y su función es de encontrar opciones para que el Patrimonio Cultural pueda constituirse en un factor que
incida en el desarrollo sostenible. Es un criterio que prevé la convivencia de los aspectos utilitarios con la
conservación del bien o lugar a partir de la función social del Patrimonio.

De nueva cuenta nos encontramos ante el carácter dual del Patrimonio.

Pero algunos otros autores han establecido la posibilidad de que existan muchos más valores que inciden
en la naturaleza del Patrimonio Cultural. Uno de estos autores es la especialista brasileña Norma Lacerda,
quien nos menciona lo siguiente, al referirse a las estructuras urbanas y ambientales (que es la manera en
que designa a los bienes culturales):

La identificación de los valores de las estructuras ambientales es posible –es necesario insistir- porque estos
poseen una fuerte carga inercial, a pesar de que no se pueda garantizar que los valores heredados en el futuro
serán los mismos que hoy son vivenciados (sic). Bajo esta óptica, lo que cabe a la actual generación es intentar
transmitir a las generaciones futuras los valores que constituyen fundamentos de la existencia de la propia
sociedad. La identificación de estos valores, obviamente, esta próxima a la de los bienes culturales. Valores
que, casi siempre. Son fuertemente imbricados, de difícil delimitación, una vez que no existen separadamente.
Generalmente se complementan, se articulan, se sobreponen.

22 UNESCO et al, op. Cit., pp. 24-26.

31
Valor Económico
Reside en la utilización de los bienes, en el caso de las estructuras urbanas de interés histórico, artístico, y
cultural, de las edificaciones, para los cuales se puede identificar una demanda. Monumentos, conjuntos de
elementos, sitios históricos pueden ser usados para abrigar actividades habitacionales, administrativas,
comerciales o culturales. Se relacionan, por tanto con el potencial, en cuanto a fuente importante de
crecimiento económico. Se trata de verificar el aumento de empleo y de renta que acompaña la utilización de
un patrimonio, o sean los beneficios generados directa o indirectamente…

Valor Artístico
El valor artístico, impregnado de subjetividad, se refiere a un determinado estilo inherente a las estructuras
ambientales……

Valor de Antigüedad
El valor de antigüedad… se manifiesta por el aspecto no moderno de los monumentos. La forma por la cual el
valor de antigüedad se opone a los valores de contemporaneidad reside en las imperfecciones de las obras, en
sus defectos de integridad, en la tendencia a la disolución de las formas y de los colores, quiere decir en los
trazos rigurosamente opuestos las características de las obras modernas. En este caso, es clara la percepción
del pasar del tiempo, del ciclo desnecesario (sic) de la creación y de las propias marcas de la destrucción que
agrada el hombre moderno….

Valor Histórico
El valor histórico de una estructura ambiental de interés histórico o artístico importa mientras revelación (sic)
de una época, de sus modos de vida, del tiempo transcurrido, desde su edificación, representando etapas
particularmente marcantes (sic) de la evolución de las actividades humanas, pero cuya atribución de valor es
determinada por nuestras preferencia actuales. El valor de las condiciones físicas que fueron transmitidas y
de su capacidad de testimoniar de manera coherente el pasado…

Valor Cognitivo
El valor cognitivo es fundamentado en el potencial de las estructuras urbanas mientras instrumentos de
formación del área histórica. En otras palabras, las EUs [estructuras urbanas] constituyen elementos de
transmisión de conocimiento, siendo utilizadas para complementar el proceso de aprendizaje. Ese valor se
materializa mediante numerosos puntos de apoyo, como los circuitos turísticos y culturales…

Valor Cultural
Otro fundamento de valor reside en el refuerzo de la identidad social, de difícil aprehensión por el análisis
económico, cuyo abordaje parte de la utilidad individual. Se encuentra fuertemente relacionado al valor
histórico, en el sentido de que la conciencia del pasado permite crear una identidad común, tanto en el presente
como en el futuro. Aparte de eso, lleva a considerar el Patrimonio, el sitio o un conjunto de elementos mientras
(sic) valores simbólicos...

El Valor de Opción
Un valor dado por posibles consumidores de bienes o servicios para preservar la posibilidad (la opción) de
consumirlos o utilizarlos en el futuro…. El valor de opción está, por lo tanto, fuerte (sic) correlacionado a un
valor económico futuro y, por tanto, desconocido….

Valor de Existencia
Existir, incuestionablemente, significa tener existencia concreta. Siendo así, los conceptos de valores de la
antigüedad, histórico, artístico, y cultural, en los términos referidos encima, se insieren (sic) en la perspectiva
de análisis de concepto de valor de existencia. Todos ellos jamás podrías ser considerados como tales casos
si no tuviesen (sic) durado, substituidos y permanecido. La mayor implicación de tal evidencia es que, en el
caso, de las estructuras urbanas, los proyectos de intervención no deben desvirtuar la materia, pero interferir
en los procesos que garanticen su transmisión. Actuando de esa manera, no se compromete su existencia. 23

23 LACERDA, Norma. Los valores de las estructuras ambientales urbanas: consideraciones teóricas, en Jokilehto, Jukka et al, Gestión del
Patrimonio Cultural Integrado (Presentación y Organización por Silvio Mendez Zancheti), 1ª ed., Universidad Federal de Pernambuco, Centro de
Conservación Integrada y Territorial, Programa de Posgrado en Desarrollo Urbano, UNESCO e ICCROM. Recife, 2002, pp. 66-70.

32
Como podemos observar, la maestra Norma Lacerda nos hace una disección muy amplia de los valores que
envuelven al Patrimonio. En este sentido, podemos observar que muchos de ellos se encuentran referidos a
la cualidad cultural propia de los objetos, mientras que otros están referidos a los intereses y expectativas
que se forman en los diversos grupos sociales a través de ellos. La visión propuesta es muy amplia, aunque
consideramos que en algunas ocasiones pudiese ser poco útil para entender claramente la trascendencia del
Patrimonio ya que existen valores demasiado cercanos que pueden confundirse; como puede pasar con el
valor de antigüedad y el valor histórico, o bien, con el valor de opción y el valor económico. Por lo anterior,
en nuestra opinión, nuestra propuesta es encontrar un menor número de principios, pero con mayor
profundidad.

El especialista español Josep Ballart ha propuesto una visión muy cercana, aunque reducida de los valores
del Patrimonio Cultural que vale la pena analizar:

a) Un valor de uso. Nos referimos a valor de uso en el sentido de pura utilidad, es decir,… pensando que sirve
para hacer con él alguna cosa, que satisface una necesidad material o de conocimiento o un deseo. Es la
dimensión utilitaria del objeto histórico.

b) Un valor formal. Este valor responde al hecho indiscutible que determinados objetos son apreciados por la
atracción que despiertan a los sentidos, por el placer que proporcionan por razón de la forma y por otras
cualidades sensibles, y por el mérito que presentan.

c) Un valor simbólico-significativo. Por valor simbólico entenderemos la consideración en que se tienen los
objetos del pasado en tanto que son vehículos de alguna forma de relación entre la persona o personas que
los produjeron o los utilizaron y sus actuales receptores. En este sentido los objetos actúan como presencias
sustitutivas y hacen de nexo entre personas separadas por el tiempo, por lo que son testimonios de ideas,
hechos y situaciones del pasado. Hay que precisar que, ya que todo objeto histórico es un vehículo portador
de mensajes y de las relaciones que se establecen entre un recurso y las personas son muy complejas, es
aconsejable tomar en consideración las técnicas de análisis que las semiología aplica la teoría de la
comunicación y utilizarlas en la delimitación de este grupo de valores que hemos calificado de simbólicos.
Entonces veremos que en vez de valor simbólico será preferible hablar de valor significativo, ya que el primero
quedará contenido en el segundo. 24

Como podemos observar, existen muchas visiones con respecto a la naturaleza del Patrimonio Cultural y
de su inserción en la vida social. La complejidad de la cultura, de la vida humana pasada y futura, pero
especialmente con miras al futuro, nos hace pensar en la profundidad propia del Patrimonio Cultural. El
Patrimonio Cultural es obviamente relativo en cuanto a que depende de qué sociedad, del momento
histórico, de los intereses políticos, de las circunstancias económicas, etc. Pero esta relatividad nos llama
a encontrar los elementos esenciales del Patrimonio a partir de las ideas que hemos analizado en este punto.
Especialmente porque la intención de este trabajo será el de delimitar un objeto jurídicamente protegido
incluso al nivel de un derecho humano y social. Desde luego que esto significa un reto para cualquier
sistema legal.

Un punto parece quedar claro en cuanto a los textos que hemos expuesto anteriormente: la integridad física
del objeto no pareciera ser, por sí mismo, el valor más importante del Patrimonio y creo que esa percepción
es real. El Patrimonio tiene un fuerte contenido simbólico que también representa intereses de diversa
índole, tiene una cualidad testimonial importante, pero puede ser generador de riqueza.

24 BALLART, Josep. El Patrimonio Histórico y Arqueológico: Valor y Uso, 1ª ed., Editorial Ariel, S.A. Barcelona, 1997, Colección Ariel
Patrimonio Histórico, pp. 65-66.

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Todo ello parece una explicación muy general y valdría la pena poner un ejemplo práctico que nos resulte
conocido: la zona arqueológica de Teotihuacán.

Teotihuacán es la zona arqueológica más importante del continente americano. El apogeo de la ciudad tuvo
lugar durante el Periodo Clásico (siglos III-VII d. C.). En esa etapa, la ciudad fue un importante centro
comercial y político que llegó a tener una superficie de casi 21 km2, con una población de 100 mil a 200
mil habitantes. Su imponente arquitectura puede constatarse con diversas estructuras monumentales, como
son la Pirámide del Sol, la Pirámide de la Luna, la Ciudadela y el Templo de Quetzalcóatl, por mencionar
algunas. Existen restos muy interesantes de pintura mural y la cantidad de vestigios arqueológicos que se
han descubierto es impresionante. Con esta descripción, bastaría para determinar la importancia de
Teotihuacán y señalar que es importante proteger estas estructuras como un testimonio de una de las
ciudades más importantes de nuestro pasado prehispánico. Pero consideramos que, al profundizar,
encontraremos otros elementos importantes y menos evidentes.

Por ejemplo, podemos hablar del urbanismo mesoamericano y de la relación de la ciudad con el medio
ambiente. Podemos apreciar en Teotihuacán que, cumpliendo la necesidad de una integración de las
ciudades al entorno natural, la pirámide de la luna dibuja el contorno del Cerro Gordo que le sirve de marco
y que es una vista desde esa pirámide hacia la del sol, podemos apreciar que el perfil de las construcciones
tiene la intención de reproducir e integrarse con las formaciones montañosas que se encuentran a la espalda
de las mismas. Esto se repite en Monte Albán con relación a las montañas que la rodean o en Palenque con
la selva que la circunda. Pero esto no es privativo de una zona arqueológica: ¿cómo podemos imaginar a
Venecia sin su radical relación con el entorno marítimo o París sin el Rio Sena? El hombre, a través del
tiempo, ha luchado por adaptarse al medio ambiente y el conocimiento que ha desarrollado a través del
tiempo es un tesoro que también debe de conservarse. Como veremos posteriormente, esta relación
Patrimonio Cultural-Patrimonio Natural es una preocupación que se ha profundizado en los últimos años.

También existe una preocupación muy grande de los pueblos que dieron origen al bien cultural por
compartir y transmitir el mensaje valorativo que representa. Pensemos en otros casos: la semana santa en
Taxco, el Día de Muertos en Mixquic, la manera de vivir de los habitantes de las chinampas en Xochimilco,
etc. Existen una serie de relaciones, manifestaciones, prácticas y formas de expresión que las comunidades
herederas de este Patrimonio Cultural actualizan con el fin de identificarse, cohesionarse o diferenciarse de
otros grupos. Estos bienes intangibles son extremadamente importantes para la comunidad creadora o
heredera de este Patrimonio y debemos respetarlo como un tema de profundo interés humano.

Pero parece que existen otros aspectos más mundanos en el caso de Teotihuacán. Esta zona arqueológica
es la más visitada de nuestro país y tiene un fuerte impacto económico para los habitantes de las
comunidades más cercanas a dicha área cultural: San Juan Teotihuacán y San Martín de las Pirámides.
Ambas poblaciones dependen económicamente de los turistas que visitan la zona. Además del comercio
establecido alrededor de la zona (entre restaurantes y hoteles), existe un comercio informal invasivo en el
área y muchos habitantes de las áreas aledañas a la zona arqueológica viven a partir de esta área
arqueológica. En algunos casos, esta utilización indiscriminada de Teotihuacán representa un riesgo para
la misma, como es el caso de los solsticios de verano e invierno, donde la zona recibe a un número de
visitantes que supera por mucho la capacidad de carga de la misma, poniendo en riesgo la integridad de la
misma. La racionalidad en el uso de Teotihuacán parece un tema de poca importancia e incluso, algunos
comerciantes han instalado una serie de puestos semifijos para el servicio de restaurantes y artesanías en
áreas que se encuentran prohibidas para tales efectos.

Por último, Teotihuacán, como zona arqueológica, también está sujeta a otros intereses de diversa
naturaleza. Por ejemplo, en el ámbito político, es fácil recordar las polémicas que surgieron cuando en la
época de los 90´s el Instituto Nacional de Antropología e Historia buscaba resolver el problema del
comercio informal en la zona a través de la construcción de centros comerciales que afectaban los valores

34
visuales con el entorno, o bien, cuando se aprobó originalmente la instalación de equipo de iluminación en
las estructuras monumentales sin tomar en consideración la conservación de las mismas. Otro caso
interesante fue la resistencia de los comerciantes establecidos en las comunidades cercanas al área
arqueológica por la instalación de una tienda departamental; en este caso, aunque algunos de ellos contaban
con locales instalados en un área de la zona arqueológica donde no deberían estar, esgrimían como principal
fundamento de su oposición a la construcción de una Bodega Aurrera en la zona de protección, la alteración
de los valores visuales de dicha área. Nada de ello fue cierto, pero nos puede dar una idea sobre la
trascendencia socio-política del patrimonio y de manera en que debemos de abordar este tema. Aun así,
recientemente se ha detectado que si bien, dicho inmueble no pudiera afectar las características
patrimoniales de la zona, se han detectado actos de corrupción por parte de la empresa Wal-Mart para
asegurar cuando menos el cambio del uso del suelo.

Todo el panorama que hemos relatado en los párrafos precedentes no es exclusivo del área de Teotihuacán,
ni solamente de las zonas arqueológicas, ni se limita a centros históricos, sino que, con sus matices, es parte
de la vida de aquellos bienes, manifestaciones y lugares que integran el Patrimonio Cultural.

A partir de estas consideraciones, así como de las ideas que hemos expuesto, queremos proveer de una
propuesta de determinación del valor del Patrimonio Cultural que sea lo suficientemente amplia para
entender de su naturaleza. Nos hemos enfrentado a diversas visiones y no quisiéramos llegar a un
eclecticismo que puede ser muy tentador como una solución práctica, pero que en muy poco contribuiría
en el entendimiento de la esencia del Patrimonio. En todo caso, los valores que vamos a proponer no se
dan en el mismo nivel, ni tiene la misma incidencia sobre el Patrimonio. Cada uno de ellos tiene un grado
de contribución distinto en cuanto a la idea misma de Patrimonio Cultural. Igualmente, algunos de ellos
son más frágiles que otros en función de su incidencia en el mundo actual y algunos de ellos son llaman a
un criterio de mayor profundidad que otros. Volvemos a la naturaleza compleja y dual del Patrimonio
Cultural.

Por ello, hemos concluido que para entender el valor e importancia del Patrimonio Cultural en el mundo
actual debemos partir de dos grupos de valores: por una parte aquellos que se encuentran totalmente
vinculados al bien cultural mismo y aquellos que lo produjeron (incluyendo sus actuales herederos) a los
que vamos a denominar genéricamente como valores internos o intrínsecos (en otras palabras, el bien
cultural por sí mismo); y por otra parte, aquellos que se refieren específicamente a las personas y grupos
que interactúan en diversos ámbitos con el bien cultural, los que vamos a denominar de manera colectiva
como valores externos o extrínsecos (es decir, el bien cultural para otros).

Procedamos a explicar la naturaleza de estos conceptos.

1.3.1.- Los valores intrínsecos del Patrimonio Cultural

Los valores intrínsecos del Patrimonio Cultural están referidos a la relevancia del objeto desde su
concepción, elaboración y trascendencia en función a la contribución que hace al universo cultural de un
grupo, llámese comunidad local, nacional o internacional. Desde esta perspectiva, el Patrimonio Cultural
es una construcción histórica y social. Los valores intrínsecos están relacionados con el mensaje que nos
quiere transmitir un bien, sitio o manifestación cultural y la manera en que ellos han sido apreciados a través
de las ciencias históricas, la antropología, la historia del arte, la ciencia, la tecnología y en general cualquier
rama de saber humano. El desarrollo de estas ciencias ha permitido con el tiempo una ampliación del
concepto de la patrimonialidad y podemos apreciar que existe un mayor conjunto de bienes, lugares y
manifestaciones culturales reconocidas que en un pasado reciente. Esta primera visión de los valores
intrínsecos se refiere a la parte más científica del Patrimonio Cultural, también es la parte con mayores
posibilidades de desarrollo y que amplía el espectro de protección. A este conjunto de cualidades, queremos

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englobarlas en el concepto del valor testimonial del Patrimonio porque está centrada en el mensaje que los
bienes culturales nos transmiten del pasado a nuestro presente.

Pero por otro lado, también podemos afirmar que el valor intrínseco está vinculado a la manera en que las
comunidades actuales viven, disfrutan, usan y transforman el Patrimonio Cultural que les ha sido heredado
a través del tiempo. Y es que, ante la dinámica de la vida social y en especial, ante un panorama de un
mundo globalizado y diverso, la necesidad de identificación, cohesión y diferenciación de los grupos
humanos constituye un reto de especial importancia. En este rubro en que el Patrimonio Cultural se mueve,
la idea de diversidad cultural, el diálogo entre las culturas y la interculturalidad marcan la esencia de este
conjunto de valores. En este sentido, lo importante no es encontrar el valor científicamente comprobable
del Patrimonio Cultural, sino la manera en que el mensaje que remiten los bienes culturales es de especial
trascendencia para la comunidad que es heredera del mismo, desde su perspectiva más amplia. Por tanto,
podemos afirmar que los valores de significación del Patrimonio Cultural permiten entender cómo influyen
éstos en la manera de vivir, relacionarse y desenvolverse de un grupo humano.

1.3.1.1.- Los valores testimoniales del Patrimonio Cultural

El valor testimonial es la cualidad más evidente del Patrimonio Cultural porque está referida a la creación
misma del objeto que constituye un elemento de recordación de una acción humana tanto en sus
motivaciones, circunstancias, necesidades, relaciones, etc. Este valor se manifiesta de diversas maneras: la
antigüedad, la inserción en una corriente estilística, los conocimientos que se encierran en los monumentos
o sitios, las visiones del mundo que constituyen la esencia de un centro histórico, el genio individual de los
grandes artistas, el espíritu del lugar que se transmite en muchos lugares históricos, la influencia del medio
ambiente como un reto a vencer en rutas culturales u obras de ingeniería, la estrecha relación entre los
edificios o zonas urbanas con las tradiciones o prácticas sociales, etc. A partir de este punto, nos
encontramos con un infinito etcétera que es muy difícil de definir en donde termina.

El valor testimonial es el que aporta el “adjetivo” o “idea complementaria” a un monumento o sitio: resto
paleontológico, área arqueológica, edificio barroco, fiesta tradicional, obra de Siqueiros, patrimonio
subacuático, ruta de la plata, paisaje agavero… la lista sería interminable.

La dificultad de poder encuadrar este valor en un límite específico se debe a que está íntimamente
relacionada a la creatividad humana y a la manera en que avanza la investigación de las ciencias históricas
y antropológicas. En tanto conocemos más al hombre podemos incorporar más bienes culturales. La historia
nos demuestra esta idea. Hagamos un breve recorrido a través del tiempo a través de estas ideas y que está
muy de la mano con el desarrollo que se ha registrado a partir de la experiencia internacional.

Hasta hace aproximadamente 50 años, el Patrimonio Cultural era entendido como el conjunto de bienes con
relevancia arqueológica, histórica o artística. El Patrimonio Cultural consistía en el conjunto de
monumentos y sitios históricos principalmente, señalando que este concepto de “lo histórico” se
identificaba con una idea de antigüedad (por lo que el Patrimonio Arqueológico también se integra al
mismo) y con la identificación con la obra de los grandes maestros de las disciplinas estéticas y algunos
elementos del arte popular (por lo que el Patrimonio desde el punto de vista artístico también se incorpora
a esta idea). Las Convenciones de la UNESCO para la protección del Patrimonio Cultural en caso de
Conflicto Armado de 1954 y para Impedir la Transferencia Ilícita de Bienes Culturales de 1970 son
ejemplos de esta idea. Otro documento que comparte esta visión es la denominada Carta de Venecia que es
un documento doctrinario trascendental -reconocido de manera casi universal por los restauradores de
bienes culturales a nivel mundial- como el contenedor de los principios más importantes en esta rama del
saber humano, el cual fue producto del II Congreso Internacional de Arquitectos y Técnicos de
Monumentos Históricos, realizada en dicha ciudad en el año de 1964, bajo los auspicios de la UNESCO.

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Como un documento de la misma época, la Convención de la UNESCO para protección del Patrimonio
Mundial, Cultural y Natural de 1972 puso las bases para un mejor entendimiento de la posibilidad de
expansión de los valores que conforman a este acervo. En los documentos posteriores que ha emitido el
Comité Intergubernamental de Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural, se puede verificar la
vocación de expansión de la patrimonialidad y a los que haremos referencia en breve.

En las dos últimas décadas del siglo XX y en la primera década del Siglo XXI, el concepto de Patrimonio
Cultural sufrió un cambio profundo al reconocer que este concepto no se agota no en sí mismo, sino que ha
encontrado una resignificación a través del entendimiento de los retos que el hombre ha tenido que superar
e integrar a través de los tiempos con relación al medio ambiente y a su propia interpretación del mundo.

Partiendo de los conceptos anteriores, el espectro de reconocimiento del valor testimonial de un bien
cultural se centraba en la construcción misma: las pirámides de Teotihuacán eran importantes por su
antigüedad, la iglesia de Santa Prisca en Taxco era un ejemplo excepcional del arte churrigueresco, el
Palacio de Minería en la ciudad de México es un testimonio de la obra de Manuel Tolsá, los pocos edificios
que quedan en la colonia Roma y aledañas de la misma ciudad nos hablan de los movimientos artísticos
que marcaron la arquitectura a principios del siglo XX como es el Art Noveau y el Arte Decó, el Hospicio
Cabañas en Guadalajara no solo transmite la monumentalidad de un edificio en la época colonial sino que
se enriquece con los murales del maestro José Clemente Orozco.

Pero a partir de la evolución del concepto de Patrimonio Cultural ya no era suficiente comprender que su
alcance se centraba en los objetos de manufactura humana. Otros factores también dan carácter y
contribuyen al entendimiento del Patrimonio Cultural. El primero de ellos es el entorno y otro son las
prácticas sociales vinculadas a la misma.

El entorno natural y humano constituye un elemento que puede marcar la trascendencia del Patrimonio
Cultural. Pensemos en la Ruta de Santiago. Este camino constituyó un camino que usaron desde tiempos
medievales los peregrinos provenientes de diversas partes de Europa para alcanzar el santuario de la
Catedral de Santiago de Compostela que es una edificación de casi 800 años (año 1211). Este camino se
fue adaptando de conformidad con la orografía del norte de España, creando ciudades, puentes, presidios,
etc., generando tradiciones que nos han transmitido a través de los siglos. No podríamos entender la
trascendencia de la Ruta de Santiago (incluyendo las poblaciones y edificaciones que se construyeron a
partir de dicho camino a través de los años) sino tomamos en consideración toda la contribución que los
peregrinos han hecho a esta ruta cultural, su esfuerzo por adaptar el camino al medio ambiente natural que
forma parte del mismo y las manifestaciones tradicionales que se han generado a partir de esa peregrinación.
Este gran testimonio de la manera en que la fe contribuyó en este camino es el valor testimonial que se debe
proteger de manera conjunta con los valores históricos, artísticos o tradicionales de sus construcciones, pero
de manera conjunta con el propio camino y el entorno construido que le da sentido y carácter al mismo.

Pongamos un segundo ejemplo sobre esta idea. En las cordilleras de la Isla de Luzón del Archipiélago de
las Filipinas se encuentra el hábitat del pueblo Ifugao. Ante el reto de una orografía agreste, desde hace
2000 años, los miembros de este grupo fueron capaces de dominar el entorno natural y diseñar una serie de
terrazas que permitieron el cultivo del arroz siguiendo las curvas que marcaban las propias montañas como
un extraordinario ejemplo de la capacidad del hombre por adaptarse a la naturaleza. Este es el valor que
debe conservarse en cuanto a su dimensión testimonial.

Otro ejemplo es la celebración de día de muertos en México que se repite en diversos partes de nuestro
país. Esta festividad representa la total conjunción y sincretismo de la cultura indígena e la hispana y su
profundidad es tal que ha trascendido el tiempo. El valor se encuentra presente y representa la veneración
que nuestros habitantes tienen con relación a sus antepasados. En este caso, la visión de las comunidades

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indígenas con relación a su papel en el espacio, tiempo y universo es un testimonio que debe preservarse y
cuidarse.

Por último, quisiéramos referirnos al Parque Nacional de Uluru-Kata Tjuta en el centro de Australia, que
posee formaciones geológicas espectaculares y en especial, el monolito de Uluru y las cúpulas rocosas de
Kata Tjuta, situadas al oeste del parque, forman parte del sistema ancestral de creencias de una de las
sociedades humanas más antiguas del mundo, toda vez que existen evidencias arqueológicas que
demuestran la interacción del grupo aborigen Anagu con estas formaciones desde hace 30,000 años. El
valor testimonial más importante de estas formaciones montañosas es que casi no han sido alteradas por
este grupo, pero en general han constituido un referente en la forma de vida de estas comunidades desde
tiempos inmemorables.

De esta forma, el Patrimonio Cultural puede adoptar diversas formas y sus atributos testimoniales no
requiere que sea una obra de arte o un vestigio de épocas muy remotas: la manera en que el hombre controla
el medio ambiente, sus prácticas sociales, sus maneras de vivir, las cualidades que atribuyen a los sitios
naturales también forman parte de esos valores que dan una significación a los bienes culturales.

Hasta ahorita, nos hemos referido a diversos sitios que se encuentran inscritos en la Lista del Patrimonio
Mundial de la UNESCO que suman a esta fecha más de 1000 monumentos y lugares entre culturales,
naturales y mixtos que implican un valor universal excepcional. Si tomamos en cuenta aquellos lugares con
trascendencia cultura local que no alcanzan esta categoría pero que tienen en una significación testimonial
al nivel nacional o regional, el número se incrementa de manera exponencial en nuestro país.

Dos disposiciones legales que hemos transcritos anteriormente reflejan mucho esta complejidad de este
valor testimonial del Patrimonio Cultural: el artículo 1º de la Ley del Patrimonio Histórico Artístico Español
y el artículo 216 de la Constitución Brasileña.

Ahora bien, este valor tiene una característica muy particular: es un parámetro en constante evolución.
Como lo hemos expuesto, el valor testimonial depende de la forma en que el hombre se expresa y se adecua
al medio, circunstancias que cada día nos reflejan nuevos retos. Comparemos tan solo la manera en que el
artículo 35 de nuestra Ley Federal sobre Monumentos y Zonas de Monumentos Arqueológicos, Artísticos
e Históricos (un documento expedido en el año de 1972) define a los monumentos históricos en
contraposición a la descripción de un paisaje cultural.

El artículo 35 de la Ley Federal de Monumentos y Zonas señala que son monumentos históricos los bienes
vinculados con la historia de la nación, a partir del establecimiento de la cultura hispánica en el país. En
decir, veamos la simplicidad (y también poca especificidad) de esta definición.

Ahora veamos la opinión que nos expresa el especialista español Alex Tarroja Coscuela con relación a los
paisajes culturales:

De todos es bien conocida la tradición de estudios científicos sobre el paisaje en España que parte de la
perspectiva cultural de las escuelas francesas del paysage y alemana del landschaft.

En todas ellas, el paisaje emerge como un concepto muy potente para expresar las relaciones entre la sociedad
y su territorio, en una doble vertiente: por una parte, las interacciones complejas, dinámicas y cambiantes
sobre una sociedad y su territorio, es decir, los procesos sociales y económicas que conforman el territorio;
por otra, las representaciones e imágenes que esta sociedad tiene de su territorio, es decir, las valoraciones
sociales y culturales del territorio. 25

25 TORROJA COSCUELA, Alex. Dimensión Social del Paisaje en BUSQUETS, Jaume et al (coordinadores), Gestión del Paisaje. Manual de
Protección, Gestión y Ordenación del Paisaje, 1ª ed., Editorial Ariel, S.A. Barcelona, 2009, Colección Ariel Patrimonio, p. 239.

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En un documento emitido por ICOMOS denominado World Heritage Cultural Landscapes publicado en
2009, que refuerza esta idea de los paisajes culturales:

Existe una gran variedad de paisajes que son representativos de las diferentes regiones del mundo. Obras
combinado de la naturaleza y la humanidad, expresan una larga e íntima relación entre los pueblos y su
entorno natural. Ciertos sitios reflejan técnicas específicas de uso de la tierra que garantizan y mantener la
diversidad biológica. Otros asociados en la mente de las comunidades con poderosas creencias y costumbres
artísticas y tradicionales, encarnan una excepcional relación espiritual de las personas con la naturaleza.
Para relevar y sostener la gran diversidad de las interacciones entre los seres humanos y su entorno, para
proteger las culturas tradicionales de vida y conservar las huellas de aquellos que desaparecido, estos sitios,
llamados paisajes culturales, han sido inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial. Paisajes culturales -
terrazas cultivadas en grandes montañas, jardines, lugares sagrados - atestiguan el genio creativo, desarrollo
social y la vitalidad, imaginativa y espiritual de la humanidad. Son parte de nuestra identidad colectiva. 26

Como podemos ver, existen muchos más elementos que marcan la complejidad de estas figuras
patrimoniales. Pero creo que estamos todavía lejos de encontrar la última palabra del alcance del valor
testimonial del Patrimonio: hace 40 años, nadie hubiera pensado en lo que representaba un paisaje o
itinerario cultural como lo manejamos en estos momentos.

La riqueza del valor testimonial puede descubrirse también en la convivencia de diversos valores en el
mismo edificio o áreas: por ejemplo, la construcción de la actual Catedral Metropolitana de la Ciudad de
México tardo más de 3 siglos a partir del inicio de estos trabajos en 1571 y que concluyeron en su totalidad
en 1813. En este edificio podemos encontrar todos los estilos arquitectónicos que imperaron durante el
Virreinato: el plateresco, el barroco y el neoclásico. ¿Cuál de ellos sería el más importante? La respuesta
es obvia: todos, porque todos representan un testimonio de las diversas etapas de nuestro país en ese periodo
histórico con todas las ideas, avances, consideraciones estéticas, etc., que evolucionaron en todos estos
momentos históricos de México. Destruir alguno de los elementos de cualquiera de estas épocas es un
atentado contra la integridad del monumento.

Otro ejemplo interesante aunque distinto en cuanto a su alcance sería la Plaza de las Tres Culturas en
Tlatelolco. En esta área urbana podemos encontrar edificaciones y espacios de especial relevancia. Por
ejemplo, encontramos restos y basamentos de la antigua población prehispánica de Tlatelli que contaba con
un mercado muy importante en la época mexica; posteriormente a la conquista, en 1527, se inicia la
construcción de la iglesia y convento de Santiago de Tlatelolco que bajo el auspicios de la Orden
Franciscana se vinculó al Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, institución educativa superior que
constituyo una de las aventuras intelectuales más importantes de nuestro pasado colonial y que está
vinculada a personalidades como Fray Bartolomé de las Casas; pero igualmente, la plaza se encuentra
enmarcada por los edificios multifamiliares cuya construcción inicio en 1949 e inaugurado en 1964
denominado Nonoalco-Tlatelolco, obra del distinguido arquitecto mexicano Mario Pani, promotor de dos
de las corrientes arquitectónicas más importantes del siglo XX: el funcionalismos y el denominado estilo
internacional; por último, la plaza misma sirvió de escenario de los actos represivos por parte del gobierno
en contra de las manifestaciones estudiantiles el día 2 de octubre de 1968 y que marcaron, para muchos, un
parteaguas en la historia política de nuestra nación. Desde un punto de vista muy simplista, sería posible
destruir u alterar cualquiera de los espacios señalados anteriormente sin afectar el valor de los demás, sin
embargo, el valor integral del conjunto desde luego que se perdería.

26 Se recomienda consultar el siguiente documento: ICOMOS. World Heritage Cultural Landscape. UNESCO-ICOMOS Documentation Centre.
Paris, 2009, p. 7, disponible en: http://www.international.icomos.org/centre_documentation.

39
Es por ello que en cuanto al Patrimonio Cultural material, el valor testimonial se refugia principal en el
concepto de autenticidad (o en otras palabras, la ausencia de alteración a sus elementos originales). 27

27 Un documento doctrinario de especial importancia para comprender este concepto es el denominado Documento de Nara sobre la Autenticidad
que fue el resultado de la Conferencia de Nara sobre Autenticidad en relación a la Convención del Patrimonio Mundial celebrada en esa ciudad
japonesa los días 1 al 6 de noviembre de 1994. Vale la pena transcribir los siguientes puntos de dicho documentos que nos dan una idea muy clara
de este concepto:

6.-La diversidad de patrimonio cultural existe en tiempo y espacio, y demanda el respeto para otras culturas y todos los aspectos de sus sistemas
de creencias. En casos donde los valores culturales parecen estar en conflicto, el respeto de la diversidad cultural exige reconocimiento de la
legitimidad de los valores culturales de todas las partes.

7.-Todas las culturas y sociedades están arraigadas en formas particulares y en medios de expresión tangible e intangible, que constituyen su
herencia, y éstos deben respetarse

9.- La conservación del patrimonio cultural en todas sus formas y períodos históricos está arraigado en los valores atribuidos al patrimonio
cultural.

Nuestra habilidad en entender estos valores depende, en parte, en el grado de credibilidad o veracidad de las fuentes de información sobre estos
valores.

El conocimiento y comprensión de estas fuentes de información, en relación a las características y significados originales del patrimonio cultural,
es un requisito básico para evaluar todos los aspectos de su autenticidad.

11.- Todos los juicios sobre valores atribuidos a las propiedades culturales así como la credibilidad de fuentes de información relacionadas, puede
diferir de cultura en cultura e incluso dentro de la misma cultura. Por lo tanto no es posible realizar juicios de valor o autenticidad con un criterio
fijo, por el contrario, el respeto debido a todas las culturas requiere que el patrimonio cultural sea considerado y juzgado dentro del contexto
cultural al cual pertenecen.

12.- Por consiguiente, es de la mayor urgencia e importancia que dentro de cada cultura, el reconocimiento concuerde con la naturaleza específica
de los valores de su patrimonio y con la credibilidad y veracidad de las fuentes de información relacionadas.

13.- Dependiendo de la naturaleza del patrimonio cultural, su contexto cultural, y su evolución a través de tiempo, los juicios de autenticidad
pueden relacionarse a la validez de una gran variedad de fuentes de información. Los aspectos de las fuentes pueden incluir forma y diseño,
materiales y substancia, uso y función, tradiciones y técnicas, la localización y contexto, espíritu y sentimientos, y otros factores interiores y
exteriores.

El uso de estas fuentes permite elaborar la dimensión artística, histórica, social y científica específica del patrimonio cultural en cuestión.

Se sugiere consultar este documento que está disponible en: http://www.icomoscr.org/doc/teoria/DOC.1994.nara.documento.sobre.


autenticidad.pdf

Otro documento internacional que hace referencia al valor testimonial del Patrimonio Cultural construido es aquel que se ha considerado en el
ámbito internacional como la directriz técnica más importante en el ámbito de la conservación del mismo, el cual denomina Carta de Venecia que
se emitió con motivo del II Congreso Internacional de Arquitectos y Técnicos de Monumentos Históricos, Venecia 1964 y que fue adoptada por
ICOMOS en 1965. Es relevante analizar algunos de sus disposiciones:

Artículo 2.- La conservación y restauración de monumentos constituye una disciplina que abarca todas las ciencias y todas las técnicas que puedan
contribuir al estudio y la salvaguarda del patrimonio monumental.

Artículo 3.-La conservación y restauración de monumentos tiende a salvaguardar tanto la obra de arte como el testimonio histórico.

Artículo 7.-El monumento es inseparable de la historia de que es testigo y del lugar en el que está ubicado. En consecuencia, el desplazamiento de
todo o parte de un monumento no puede ser consentido nada más que cuando la salvaguarda del monumento lo exija o cuando razones de un gran
interés nacional o internacional lo justifiquen.

Artículo 8.- Los elementos de escultura, pintura o decoración que son parte integrante de un monumento sólo pueden ser separados cuando esta
medida sea la única viable para asegurar su conservación.

Artículo 9.- La restauración es una operación que debe tener un carácter excepcional. Tiene como fin conservar y revelar los valores estéticos e
históricos del monumento y se fundamenta en el respeto a la esencia antigua y a los documentos auténticos. Su límite está allí donde comienza la
hipótesis: en el plano de las reconstituciones basadas en conjeturas, todo trabajo de complemento reconocido como indispensable por razones
estéticas o técnicas aflora de la composición arquitectónica y llevará la marca de nuestro tiempo. La restauración estará siempre precedida y
acompañada de un estudio arqueológico e histórico del monumento.

Artículo 11.- Las valiosas aportaciones de todas las épocas en la edificación de un monumento deben ser respetadas, puesto que la unidad de estilo
no es un fin a conseguir en una obra de restauración. Cuando un edificio presenta varios estilos superpuestos, la desaparición de un estadio
subyacente no se justifica más que excepcionalmente y bajo la condición de que los elementos eliminados no tengan apenas interés, que el conjunto
puesto al descubierto constituya un testimonio de alto valor histórico, arqueológico o estético, y que su estado de conservación se juzgue suficiente.

40
En el manejo de estos conceptos, el Patrimonio Inmaterial tiene sus propios principios que también están
dirigidos a mostrarnos esos mensajes y valores compartidos por el grupo y que se manifiestan en la
actualidad con el fin de proteger su autenticidad.

Para tal efecto, la UNESCO emitió en el año de 2003 la Convención para la Salvaguarda del Patrimonio
Inmaterial en el que se dibuja el concepto de esta categoría de bienes culturales, tal y como se desprende
en el punto 1 del artículo 2 de dicho instrumento internacional:

Artículo 2: Definiciones

A los efectos de la presente Convención,

1.- Se entiende por “patrimonio cultural inmaterial” los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y
técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las
comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio
cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado
constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su
historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto
de la diversidad cultural y la creatividad humana.

El Patrimonio Inmaterial puede ser mucho más complejo en el entendimiento de los valores testimoniales,
pero aun así son identificables: el sincretismo entre la cultura indígena y la cultura hispánica que representa
la fiesta de muertos, la tecnología que alcanzó la cultura mexica para la construcción de las chinampas que
todavía podemos apreciar el Xochimilco, la música y técnicas del baile flamenco, el conocimiento ancestral
en la medicina tradicional, las creencias populares que se reflejan en las leyendas, etc. El Patrimonio
Inmaterial puede ser mucho más profundo y multifacético. Pongamos un ejemplo: la arquitectura vernácula,
que es propia de muchos poblados tradicionales de nuestro país. No podemos mencionar que exista una
uniformidad en la arquitectura vernácula, porque el primer punto que requiere una casa habitación es servir
de protección del medio ambiente y de conformidad con los materiales disponibles en la región: de tal forma
en el norte del país encontramos diversas casa hechas de adobe que garantiza una temperatura agradable
ante condiciones de clima extrema; en Michoacán los techos de madera de la madera del árbol de tejamanil
constituye una adecuada adopción al clima de la sierra purépecha; en Campeche, las casas son hechas de
palma y madera con el guano de los murciélagos que sirve para crear una habitación fresca para adaptarse
al clima tropical. Pero adicionalmente, en cada una de estas regiones existen diversas técnicas constructivas
que son heredadas de generación en generación. Otro aspecto relevante de la arquitectura vernácula es el
aspecto exterior de las construcciones: el colorido de nuestros pueblos tradicionales, las texturas de las
construcciones, los remates en las puertas o en las ventanas, todos ellos son conocimientos que se han
transmitido a través del tiempo. Cuando hablamos de una manifestación inmaterial, también podemos
encontrar lo mismo: cómo se lleva a cabo la manifestación, en qué lugar, cuales son los aditamentos que
usan quienes llevan a cabo esta práctica cultural (vestidos, accesorios, música, cantos, etc.).

El juicio sobre el valor de los elementos en cuestión y la decisión de las eliminaciones a efectuar no pueden depender únicamente del autor del
proyecto.

Artículo 14.- Los lugares monumentales deben ser objeto de atenciones especiales a fin de salvaguardar su integridad y de asegurar su
saneamiento, su tratamiento y su realce. Los trabajos de conservación y de restauración que en ellos sean ejecutados deben inspirarse en los
principios enunciados en los artículos precedentes.

Se sugiere consultar este documento está disponible en: http://www.icomos.org/charters/venice_sp.pdf.

41
En un documento elaborado por el entonces Secretario General de ICOMOS a principios de este siglo, Jean-
Louis Luxen, nos resume de una manera muy interesante esta situación:

En el curso de los últimos 30 años, la noción de "patrimonio cultural" no ha cesado de ampliarse. La carta de
Venecia hablaba de "monumentos y sitios" y se refería al patrimonio arquitectónico. Muy pronto la
problemática se fue extendiendo a los conjuntos edificados, a la arquitectura vernácula, a los edificios
industriales o del siglo XX. Más allá del estudio de los jardines históricos, la noción de "paisaje cultural" ha
evidenciado la interpenetración de la cultura y la naturaleza. Un enfoque global y antropológico del
"patrimonio", nos lleva hoy a considerarlo como un conjunto social de manifestaciones diversas, complejas e
interdependientes, reflejo de la cultura de una comunidad humana. La "conservación" representa una
exigencia de armonía, a lo largo del tiempo, entre un grupo social y su entorno, ya sea éste natural o
construido, mientras que la protección de ese marco de vida, se percibe como una dimensión importante del
desarrollo humano sostenible.

Recientemente la cuestión de la "autenticidad" ha atraído particularmente la atención. La diversidad de las


categorías de "patrimonio", de sus materiales y de los métodos de construcción o de planificación, ha
conducido a definir normas variables para una conservación auténtica. Paralelamente, se han tenido que
considerar también las diferentes interpretaciones del concepto mismo de autenticidad, según las diversas
tradiciones culturales. El Documento de Nara lleva a compensar un cierto relativismo de las concepciones,
por la exigencia universal de referencia explícita a los valores que un bien cultural representa para la
comunidad humana en cuestión. 28

A partir de todas estas explicaciones, podemos afirmar que a partir del valor testimonial, el Patrimonio
Cultural podría dividirse de la siguiente manera:

a) bienes culturales muebles con valor arqueológico, histórico, artístico, tradicional, científico, técnico e
intelectual

b) bienes culturales inmuebles con valor arqueológico, histórico, artístico, tradicional, paisajístico, urbano,
científico, técnico e intelectual

c) áreas o regiones culturales con valor arqueológico, histórico, artístico, tradicional, paisajístico, urbano,
científico, técnico e intelectual

d) áreas o regiones culturales con un valor mixto (paisajes culturales, itinerarios culturales, patrimonio
subacuático, sitios asociados a patrimonio inmaterial, bosques históricos, etc.)

e) bienes del patrimonio inmaterial (tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma y la toponimia;
artes del espectáculo, usos sociales, rituales y actos festivos; conocimientos y usos relacionados con la
naturaleza y el universo; así como, técnicas artesanales tradicionales, cuando menos).

Este valor está sujeto a un riesgo que depende de la manera en que el mismo es posicionado en cuanto a las
políticas y acciones en materia de conservación del Patrimonio Cultural:

a) Cuando incurrimos en una exageración de la apreciación de este valor, llegamos a sacralizarlo.

b) Cuando se incurre en un desprecio a este valor, llegamos a la desvalorización del mismo.

Ambas posturas serán objeto de análisis en este mismo capítulo.

28 Se sugiere consultar el documento LUXEN, Jean-Louis Luxen. La Dimensión Intangible de Monumentos y Sitios con Referencia a la Lista del
Patrimonio Mundial de la UNESCO, en: http://www.international.icomos.org/victoriafalls2003/luxen_esp.htm.

42
1.3.1.2.- Los valores de significación del Patrimonio Cultural

Como lo señalamos, los valores testimoniales se refieren a los mensajes que nos transmite el bien cultural
normalmente provenientes del pasado, adheridos de una manera material o inmaterial en el edificio, zona,
manifestación, etc., debidamente acreditados por los científicos sociales y que habla del paso del hombre a
través del tiempo, las formas en que ha desarrollado en la historia, las innovaciones pasadas, las maneras
de adaptarse y transformar al medio, etc. Son valores que hacen de por sí mismo al monumento, sitio o
práctica un bien trascendente y digno de protección desde una primera perspectiva.

Pero en comparación a los valores testimoniales, los valores de significación están referidos al grupo que
ha creado, detentado, cuidado, usado e incluso transformado y recreado por una comunidad. En otras
palabras, este valor nos habla cuál es el significado que un bien cultural para una comunidad en particular
y cómo dicho grupo humano interpreta, adopta y se apropia de este bien cultural en función de su
contribución a la identidad, la cohesión y la diferenciación comunitaria.

El especialista español, Joseph Ballart nos propone una serie de interrogantes que hablan también de estos
procesos sociales y de identidad en función del Patrimonio Cultural para la definición de una identidad
comunitaria en los siguientes términos:

Pero antes de profundizar algo más en el significado actual del patrimonio histórico es aconsejable reflexionar
por un momento acerca de una aparente disyuntiva: ¿qué es lo que realmente vale, la reliquia, el resto del
pasado en sí, que podemos contemplar como una humilde presencia física verídica de algo que fue, o el pasado
que incorpora y da sentido, esa abstracción o entelequia que tora de nosotros? ¿Pero podemos separar las
dos caras de esa realidad que es el objeto histórico? O visto de otra forma, ¿qué papel juega esa abstracción
llamada pasado en la vida de los seres humanos? Y ¿qué cosas buenas espera obtener la sociedad y cada una
de las personas del pasado? 29

Consideramos que debemos partir del concepto de significación. En el año 1999, el ICOMOS Australiano
emitió la “Carta de Burra” que ha sido un documento doctrinario que ha sido adoptado por diversas naciones
por su profundidad conceptual con respecto a los aspectos sociales de la conservación del Patrimonio
Cultural, a partir de la significación de los bienes culturales en un sentido amplio.

Vale la pena transcribir algunos párrafos de este documento:

¿A qué sitios se aplica la Carta?

La Carta de aplica a todo tipo de sitios de significación cultural, incluyendo los naturales, indígenas e
históricos que contengan valores culturales….;

¿Por qué conservar?

Los sitios de significación cultural enriquecen la vida del pueblo, proveyendo a menudo un profundo e
inspirador sentido de comunicación entre la comunidad y el paisaje, con el pasado y con experiencias vividas.
Son referentes históricos, como expresiones tangibles de la identidad y australianas. Los sitios de significación
cultural reflejan la diversidad de las comunidades, diciéndonos quiénes somos y cuál es el pasado que nos ha
formado tanto a nosotros como al paisaje australiano. Son irremplazables y preciosos.

Estos sitios de significación cultural deben ser conservados para la presente y futuras generaciones.

29 BALLART, op. Cit., p. 38.

43
La Carta de Burra apela a una cautelosa aproximación a los cambios: hacer todo lo necesario para proteger
un sitio y hacerlo útil, pero cambiarlo lo menos posible para que conserve su significación cultural.30

La significación cultural del Patrimonio Cultural está referida a la forma en que una comunidad interpreta
los testimonios de su pasado y me permito exponer ejemplos conocidos y expresados de manera simple: la
vieja campana de la Parroquia de Dolores Hidalgo como un símbolo de la guerra de independencia nacional
en México; los restos del Foro Romano como un área histórica que representa la grandiosidad de la cultura
latina como antecedente del pueblo italiano; la representación de valores espirituales para un pueblo de las
manifestaciones religiosas ancestrales de las comunidades en las que se puede dar la mezcla de lo cristiano
y pagano como es un San Juan Chamula; la tozuda defensa que los pueblos catalán y vasco han hecho de
su idioma y de la manera de hacerlo un elemento cotidiano como una manera de promover su propia
nacionalidad; la trascendencia del movimiento muralista mexicano del siglo XX para crear el gran proyecto
revolucionario nacionalista y un muy amplio etcétera.

El Patrimonio es valor por sus propios elementos, pero el Patrimonio Cultural es más importante en cuanto
es apropiado por una comunidad. Es en este punto donde el Patrimonio Cultural supera el ámbito de su
propia existencia para hacerse un elemento trascendente del existir de la comunidad que le dio origen, o
que le da actualmente cuidado, uso o que le proporciona un futuro. Cuando las maneras de vivir de una
comunidad, sus prácticas sociales, actividades socioeconómicas, entendimiento del universo o la
naturaleza, formas de organización, idea compartida del pasado y visión del futuro tienen, en otros aspectos,
un fuerte apoyo en las significaciones que han aportado sus bienes culturales, éstas cuentan con una base
mucho más perdurable que aquellos pueblos que se fundamentan en consideraciones poco profundas o en
la satisfacción de intereses de grupo (por ejemplo, los regímenes totalitarios han querido imponer visiones
culturales artificiosos, pero con el tiempo han desaparecido).

Y es, entonces, que tenemos que pensar que la cultura es un universo que se caracteriza por la infinitud de
las posibilidades de expresión y acción humana, pero de todo ese complejo conjunto, pocos bienes, lugares
y manifestaciones podrían ser considerados como Patrimonio Cultural. De hecho, a través del tiempo,
muchos bienes culturales se han destruido, ciudades han desaparecido, manifestaciones y tradiciones han
dejado de practicarse y otros han perdurado a través del tiempo. La comunidad misma es la que decide qué
bienes son los que deben conservarse y transmitirse hacia el futuro.

En otras palabras, el Patrimonio Cultural es resultado de una selección social (o al menos, así debiera de
ser).

Quisiera regresar a la obra del profesor Edward H. Carr (¿Qué es la Historia?), que nos habla del carácter
selectivo de la investigación histórica, pero que puede ser muy aplicable al entendimiento de estos procesos
en materia de Patrimonio Cultural:

La historia es por lo tanto un proceso de selección que se lleva a cabo atendiendo a la relevancia histórica.
Volviendo a tomar la frase de Talcott Parsons, la historia es un “sistema selectivo” de orientaciones, no sólo
cognitivas, sino también cuales, hacia la realidad. Así como el historiador selecciona del océano infinito de
los datos lo que tienen importancia para su propósito, así también extrae de la multiplicidad de las secuencias
de causa y efecto las históricamente significativas, y sólo ellas; y el patrón por que se rige la relevancia
histórica es su capacidad de hacerlas encajar en su marco de explicación e interpretación racionales. Las
otras secuencias de causa y efecto deben rechazarse como algo accidental, no porque sea distinta la relación
causa y efecto, sino porque la propia secuencia es irrelevante. 31

30 Se sugiere consultar este documento en: http://www.international.icomos.org/charters/burra1999_spa.pdf.

31 CARR, op. Cit., pp. 141-142.

44
Así como el historiador lleva a cabo un proceso selectivo de la información histórica, como nos menciona
el Profesor Carr, la sociedad también lleva a cabo un proceso selectivo de igual naturaleza en su transmisión
de los bienes culturales a las generaciones futuras. Tanto en la exposición que hemos hecho anteriormente,
como en la que nos ha presentado el profesor Carr, existe una palabra que es recurrente: significación.

Este carácter selectivo del Patrimonio Cultural para una comunidad nos implica el reconocimiento de la
escala en que este proceso se puede dar: de tal forma, podemos encontrar bienes culturales que pueden tener
una significación internacional, nacional, local e incluso de minorías. Inclusive, dentro de los mismos
grupos sociales, de manera interna, las decisiones y selecciones que se hagan con respecto del Patrimonio
Cultural nos habla de las distintas maneras en que puede apreciarse la significación del mismo. Lo anterior
puede provocar desacuerdos, tensiones y conflictos, porque lo que es importante para un grupo o
comunidad, pudiera ser nada relevante para el otro. Es por ello que, en el caso de la Convención de la
UNESCO del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural se establecen criterios de calificación; pero es posible
porque solo se trata de detectar aquellos bienes que tienen un valor universal excepcional; en las realidades
nacionales, regionales o locales, las significaciones pueden ser mucho más complejas porque debe existir
una sensibilidad mayor a realidades más detalladas. En otras palabras, cuando se habla de la inclusión de
las Pirámides de Egipto en la Lista del Patrimonio Mundial es necesario comprobar que para un solo grupo
que es muy amplio (la comunidad internacional) existe un valor universal excepcional (que es un valor muy
limitado). Por lo anterior, las posibilidades de inscripción requieren de un proceso selectivo muy riguroso
del cual muchos bienes, sitios y lugares no logran pasar. En otro caso, si queremos determinar la
significación de una población con valores tradicionales, es necesario probar que es relevante para diversos
grupos (los habitantes, los usuarios, los conservacionistas, las comunidades indígenas, etc., lo cual es
fácilmente comprobable) los cuales comparten una misma significación para dicha zona (que es un valor
muchísimo más amplio y complejo de demostrar). Por lo anterior, el proceso de selección es menos rigoroso
en tanto podemos probar que la significación puede tener al alcance social importante, aunque no sea
compartido por todos los sectores sociales involucrados.

Es ahí donde encontramos la dimensión profunda del Patrimonio y que le da sentido a la existencia de una
comunidad, a cualquier nivel. Por eso es que los bienes que integran la Lista del Patrimonio Mundial de la
UNESCO se instituye a partir de la creación de un conjunto de bienes que por su valor universal excepcional
dignifican nuestra condición humana a través del tiempo; los monumentos que han sido declarados como
integrantes del Patrimonio Cultural de una Nación (como podrían ser las zonas de monumentos
arqueológicos en México) contribuyen al entendimiento de una identidad nacional que hacen únicos a los
habitantes y ciudadanos de un país; y por último, en el ámbito local, los bienes culturales locales (como
podría ser una manifestación cultural local, como es una fiesta popular o el lenguaje), refuerzan los
principios sobre los que una comunidad vive y de desarrolla.

¿Por qué se da un proceso de selección en cuanto a los bienes culturales y no es posible proteger todos y
cada uno de ellos? Desde luego sería ideal proteger todos los bienes testimoniales de nuestra cultura pasada
y presente. Pero esto es en la realidad algo que resulta imposible y es por ello que la misma sociedad que
le da origen, custodia, utilización o posesión a un bien cultural le otorga un valor de significación enfocado
principalmente a servir para su identidad, cohesión y diferenciación comunitaria.

En un ensayo especialmente importante que el Profesor Enrique Florescano, intitulado El Patrimonio


Nacional. Valores, Usos, Estudio y Difusión que forma parte de una obra colectiva que el mismo Profesor
Florescano coordinó denominada El Patrimonio Nacional de México nos hace las siguientes referencias
sobre los procesos selectivos del Patrimonio Cultural en función a la identidad nacional mexicana, pero que
consideramos que pueden ser aplicables a cualquier comunidad en función a su Patrimonio Cultural:

45
Cada época rescata de manera distinta su pasado y realiza una selección de los bienes que posee, en un
proceso continuo de identificación del patrimonio y de reconocimiento contemporáneo de los valores del
pasado…

La selección y rescate de los bienes patrimoniales se realiza de acuerdo con los particulares valores de los
grupos sociales dominantes, que por fuerza resultan restrictivos y exclusivos. Aun y cuando un Estado con un
proyecto nacionalista emprende la tarea de proteger su patrimonio, la configuración “nacional” de éste casi
nunca coincide con la verdadera nación sino con los propios intereses de ese Estado……

El punto de partida del Estado nacional para definir el patrimonio es la distinción entre lo universal y lo
particular, o “idiosincrásico”… Todo lo anterior muestra que el patrimonio nacional no es un hecho dado,
una entidad existente en sí misma, sino una construcción histórica, producto de un proceso en el que participan
los intereses de distintas clases que conforman a la nación….

El patrimonio nacional, producto de un proceso histórico, es una realidad que se va conformando a partir del
rejuego de los distintos intereses sociales y políticos de la nación, porque su uso también está determinado
por los diferentes sectores que concurren en el seno de la sociedad. 32

Héctor Ariel Olmos, en su trabajo Cultura: el Sentido del Desarrollo, nos presenta una serie de ideas sobre
estos aspectos identitarios:

Etimológicamente, identidad remite a lo que no cambia, a lo invariable. Por eso se habla de lo esencial, lo
que caracteriza a una persona. Pero los individuos aislados nos existen. El hombre es un ser social por
naturaleza y sus características son siempre relacionables.

Entonces, al gestarse en la interacción con “lo otro” y en el seno de un determinado contexto, la identidad
siempre es cultural porque ella, tal como lo dice Gorosito Kramer (1997), es “la cultura internalizada en
sujetos subjetivada, apropiada bajo la forma de una conciencia simultáneamente de sí en el contexto de un
campo ilimitado de significaciones compartidas con otros…”, porque “es un aspecto crucial en la constitución
y reafirmación de las relaciones sociales, por cuanto confirma una relación de comunidad con conjuntos de
variado alcance a los que liga una pertenencia vivida como hermandad”.

“De allí la necesidad de concebir a la “identidad cultural”- sostiene Susana Velleggia (1995:3)- como proceso
contradictorio de apropiaciones, expropiaciones y resignificaciones; continuidades, oposiciones y rupturas de
identidades diversas, máxime en las ciudades sede de intensos movimientos migratorios, antes que como
producto monolítico e inmutable”… como sostiene Lévi-Strauss, la identidad es una especie de lugar virtual,
el cual resulta indispensable para referirnos y explicarnos un cierto número de cosas, pero que no posee, en
verdad, una existencia real. 33

Montserrat Guibernau, en su obra La identidad de las naciones, nos explica de una manera más clara este
concepto de identidad nacional

La identidad nacional es un sentimiento colectivo asentado en la creencia de pertenecer a la misma nación y


de compartir muchos de los atributos que la hacen distinta de otras naciones. La identidad nacional es un
fenómeno moderno de naturaleza fluida y dinámica. Así como la conciencia de formar una nación puede
permanecer constante durante largos períodos de tiempos, los elementos sobre los que ese sentimiento se basa
pueden variar. 34

32 FLORESCANO, Enrique. El Patrimonio Nacional. Valores, Usos, Estudio y Difusión en Florescano Enrique (Coord.). El Patrimonio Nacional
de México, 1ª ed., CONACULTA y Fondo de Cultura Económica. México, 2004, pp. 15-18, Tomo I.

33 OLMOS, Héctor Ariel. Cultura: El Sentido del Desarrollo, 1ª ed., CONACULTA e Instituto Mexiquense de Cultura. México 2004, Colección
Intersecciones, p.60.

34 GUIBERNAU, Montserrat. La Identidad de las Naciones, 1ª ed., trad. de M. Lluisa Parés Carpio. Editorial Ariel, S.A., España, 2009, Colección
Ariel Política, p. 26.

46
El valor de significación consiste en la traducción del valor testimonial en el ámbito social, como una
reafirmación de la identidad de una comunidad pero como proyección del pasado hacia el futuro.
Regresemos al estudio del Profesor Edward H. Carr, quien expresa lo siguiente:

Cuando calificamos de objetivo a un historiador, queremos decir dos cosas. Ante todo queremos decir que
sabe elevarse por encima de la limitada visión que corresponde a su propia situación en la sociedad y la
historia…. En segundo lugar queremos decir con ello que sabe proyectar su visión hacia el futuro de tal forma
que él mismo penetra en el pasado más profundamente y de modo más duradero que otros historiadores cuya
visión depende de la propia situación inmediata… Así que, cuando hable en una conferencia anterior de la
historia como un diálogo entre el pasado y el presente, más bien debiera haberla definido como diálogo entre
los acontecimientos del pasado y las metas del futuro que emergen progresivamente. 35

En el caso de los bienes del Patrimonio Inmaterial, encontramos mayor profundidad y también, fragilidad.
En esta categoría del Patrimonio Cultural es natural que muchas de las prácticas, conocimientos, mensajes
y relaciones se vayan adaptando de conformidad con las nuevas condiciones de un mundo cambiantes y de
las presiones por parte de muchos sectores que pueden tener intereses muy distintos a la conservación de
los valores profundos de estas categorías patrimoniales. En algunos casos, se pueden ver ejemplos donde
el turismo, falsifica las prácticas tradicionales con el fin de hacerlas más atractivas para el visitante. Cuando
un bien del Patrimonio Inmaterial se falsifica, se modifica o se contamina, etc., pierde sentido para la
comunidad y es garantía de su desaparición. Mencionemos dos ejemplos: la celebración de Día de Muertos
en Pátzcuaro que se ha falsificado de tal manera tal que a la fecha podemos observar que muchos jóvenes
han aprovechado esta fiesta como una oportunidad de abusar del alcohol a partir de una promoción turística
inadecuada. Otro ejemplo es la desaparición de la arquitectura tradicional en nuestro país (que es el resumen
de una transmisión de las formas de construcción, materiales y acabados, incluyendo los colores de las
construcciones) que tiene origen en la solicitud de los jefes de familia que han tenido que emigrar a Estados
Unidos para que su familia reconstruya la vivienda con el fin de construirla a partir de los modelos que
otros países han impuesto para el entendimiento de la modernidad. En otras palabras, nuestros migrantes,
que en inmensas ocasiones son originarios de pequeños poblados con arquitectura tradicional, tiene
contacto con la idea de vivienda en estado Unidos y al mandar sus remesas, solicitan a su familia que
reedifique su vivienda bajo un modelo que les es ajeno, pero que significa la renuncia a la manera en que
tradicionalmente han edificado sus casa.

En resumen, podemos afirmar que el valor testimonial nos habla de aquella relevancia que los científicos
de la historia, arqueología, urbanismo, antropología, etc., han reconocido como una muestra del pasado y
del presente del hombre que debe conservarse y mantenerse de manera inalterable, a partir de un hecho
indiscutible (un bien arqueológico, un monumento vinculado con la época colonial, un mueble art decó, un
mural de Diego Rivera, un leyenda ancestral, etc.). En comparación, el valor de significación se refiere a
la manera en que una sociedad traduce, práctica, se fundamenta, se identifica y se proyecta hacia el futuro
a partir del entendimiento y apropiación de los valores testimoniales del Patrimonio Cultural, situación que
es partir de un entendimiento colectivo a partir de una interpretación que puede variar a partir del desarrollo
propio de una comunidad a través del tiempo y de las nuevas realidades socioeconómica a las que se
encuentra sujeta este grupo humano que da sentido a su preservación.

Como consecuencia de esta escala de reconocimiento tenemos que entender la definición de nuevos
conceptos que los organismos internacionales han desarrollado en los últimos años y que se refieren a la
multiculturalidad, la diversidad cultural y la interculturalidad, los cuales analizaremos en capítulos
subsecuentes.

35 CARR, op. Cit., pp. 166-167.

47
Al igual que los valores testimoniales, el abuso del valor de significación del Patrimonio Cultural puede
tener efectos indeseables para su conservación:

a) En el sentido afirmativo, la consideración desmesurada de la importancia del valor de significación de


los bienes culturales puede desembocar en un fundamentalismo cultural que en muy poco beneficia a una
comunidad en el marco de un mundo dinámico, incluyente y cambiante.

b) En el sentido negativo, el desprecio hacia la significación del Patrimonio Cultural para un pueblo para
su asignación como una simple mercancía u objeto de fácil utilización o substitución, provoca un daño a
las raíces más profundas de una comunidad.

1.3.2.- Los valores externos del Patrimonio Cultural

A diferencia de los valores intrínsecos del Patrimonio Cultural que están totalmente ligados con el objeto
por sí mismo, los valores externos están referidos a la manera que la sociedad (en su sentido más amplio)
se relaciona con los bienes culturales para satisfacer expectativas, necesidades e intereses a partir del
mismo.

Si bien, en el caso de los valores intrínsecos nos referimos a la profundidad con que se concibió y
actualmente tiene una significación una comunidad los bienes culturales, los valores externos nos hablan
de la trascendencia y dinamismo con que el Patrimonio Cultural interactúa en nuestro mundo actual, con
todas las complicaciones que esto representa. En otras palabras, los valores intrínsecos hablan del papel
que el Patrimonio Cultural tiene en la historia y en el camino hacia la identidad de un pueblo, pero los
valores externos nos habla de la manera en que una comunidad aprovecha el Patrimonio Cultural ahora y
como lo proyecta hacia el futuro.

Desde la perspectiva de los valores externos, podemos descubrir cómo los bienes culturales contribuyen a
la satisfacción de las necesidades humanas: vivienda, áreas específicas para servicios públicos, tránsito
vehicular, espacios de recreación, educación, actividades de culto religioso; la lista es interminable en
cuando hablamos del presente. Pero esto no es extraño, porque ningún bien cultural fue creado desde sus
orígenes por nada. Existe un valor utilitario del Patrimonio Cultural que forma parte -de igual manera que
los valores testimoniales y de significación- de su naturaleza. Lo importante es descubrir cuál es la manera
en que el Patrimonio Cultural ha transformado su función y si dicha función es congruente con su
conservación. En otras palabras, los valores externos nos hablan de cómo se utiliza actualmente el
Patrimonio Cultural en los diferentes ámbitos de la vida social, política y económica. En este sentido el
Patrimonio Cultural tiene una relevancia para el ahora de un pueblo y puede tener muchas que puede tener
muchos caminos que seguir, incluso, algunos de ellos pueden tener efectos indeseables como es la
manipulación política o un turismo que puede ser, en algunos casos, depredador. En estos casos, los
involucrados no son solo la comunidad que da origen o que posee o que usa un bien cultural: es posible que
el valor utilitario pudiera generarse a partir de la acción de personas ajenas de dicho grupo humano pero
que tiene contacto con el bien cultural, como puede ser un turista internacional.

Pero también, los valores externos nos hablan de la manera en que el Patrimonio Cultural contribuye al
futuro y especialmente, al desarrollo de una sociedad. Pero para que esta circunstancia sea posible, es
necesario que los valores intrínsecos perduren y no sean alterados. Este es el reto que nos presentan estos
valores. En una primera aproximación, que posteriormente desarrollaremos con mayor detalle, nuestra
obligación es utilizar el Patrimonio Cultural de una manera tal que promovemos su conservación y
enriquecimiento para ser transmitida a las generaciones venideras. La sostenibilidad en el caso del
Patrimonio es la condición fundamental para su conservación en el marco de la vida socioeconómica.

48
1.3.2.1.- Los valores utilitarios del Patrimonio Cultural

El Patrimonio Cultural está definitivamente relacionado a su uso desde su propia creación. Los restos del
pasado y las manifestaciones intangibles tienen una función desde su concepción y evolución. Incluso, la
interacción de los paisajes culturales y el entorno están relacionados con la intención de quienes insertaron
elementos constructivos y transformaron al medio ambiente circundante en función de un fin utilitario.
Cuando hablamos de lugares culturales donde el hombre no ha realizado ninguna actividad constructiva, el
mantenimiento de esta condición de aislamiento también tiene una utilidad, porque también contribuye al
uso que le atribuye la sociedad.

Reconocer que el Patrimonio Cultural es un bien, en toda la dimensión de la palabra, nos habla de su
posibilidad de aprovechamiento, tal y como fue el motivo de su creación, aunque en la utilidad original
haya sido modificada.

Pongamos un ejemplo para demostrar las distintas etapas utilitarias que puede vivir un bien patrimonial.
Para tal efecto, describiremos el proceso de utilización del Templo y Convento de la Santa Cruz en la ciudad
de Querétaro que actualmente constituye un hito en la historia de la ciudad porque es considerado el punto
en el que se fundó y creció la ciudad de Querétaro. Encontraremos muchos escenarios por lo que respecta
a su vida utilitaria. Veamos una breve descripción de la historia de dicho monumento.

El templo y el convento de la Santa Cruz fueron construidos en lo que se conoció como Loma del
Sangremal, en donde se libró la célebre batalla entre los indios chichimecas residentes de la región y los
españoles en 1531. Los franciscanos, como recuerdo de este acontecimiento, colocaron una cruz, más tarde
le erigieron una ermita, posteriormente una pequeña Capilla y a mediados del siglo XVII, este convento
cambia su nombre original por el Primer Colegio de Propaganda Fide en América y comienza a funcionar
el 15 de agosto de 1683. En el México Independiente ha sido lugar de acontecimientos de gran relevancia
política; aquí estuvieron presos varios conspiradores en 1810, entre ellos el Corregidor, Lic. Don Miguel
Domínguez. En 1857, por las leyes de Reforma, pasó el Convento y todas sus pertenencias a formar parte
de los bienes de la Nación; así mismo, una de las celdas del Convento sirvió de habitación al Archiduque
Fernando Maximiliano de Habsburgo. También sirvió de cuartel de las tropas norteamericanas en la
invasión de 1848, cuando se firmaron los Tratados de Guadalupe Hidalgo en esta ciudad. A causa de las
Leyes vigentes en aquellos tiempos de los destrozos que sufrió durante el Sitio de Querétaro, ese Convento
quedó convertido en ruinas. A pesar de ello el Gobierno Federal lo siguió destinado a Cuartel. Casi un
siglo después, se destinó a construir la Escuela Primaria Naciones Unidas. Actualmente el convento está
destinado a actividades religiosas y es un punto de oferta turística.

De la historia de este monumento podemos apreciar que ha sido objeto de distintos usos: un edificio
destinado a un uso de recordación, un edificio destinado a actividades religiosas, un edificio destinado a la
enseñanza religiosa, una cárcel, un cuartel, un predio abandonado, un edificio para la enseñanza pública y
un museo. Estamos hablando de 8 distintos usos que se le han dado a este conjunto arquitectónico. Como
esta historia podemos comprobar que existe un universo inimaginable de las formas en que los seres
humanos, en el paso a través del pasado y del presente, aprovechan al Patrimonio Cultural. Cada
monumento nos cuenta una historia que se basa principalmente en las experiencias humanas que se
generaron a partir de su uso.

El uso del patrimonio Cultural es un reto para su conservación. Pero también es garantía para su
conservación. Podríamos hablar del origen y de los efectos que provoca el uso del Patrimonio Cultural en
los monumentos, sitios o manifestaciones culturales, desde distintos puntos de vista: el uso económico, el
uso social y el uso político. Esta clasificación de usos del Patrimonio Cultural ha sido objeto de análisis de
diversos especialistas, por ejemplo, queremos citar las palabras de José Angel Sanz Lara en su obra
Valoración Económica del Patrimonio Cultural:

49
Para poder valorar el Patrimonio Cultural mediante los beneficios que reporta el consumo de estos elementos
a cada individuo, necesitamos clarificar previamente los bienes que vamos a introducir en la función de
utilidad. Normalmente los bienes se dividen en tres clases: privados puros, públicos puros y públicos impuros
o cuasi públicos.

Los bienes privados públicos son aquellos que pueden ser distribuidos entre los individuos y asignados de
forma eficaz por mercados organizados, donde los participantes tienen perfectamente definidos por los
derechos de propiedad individual del bien y las reglas de transacción y, por tanto poseen condiciones
satisfactorias de apropiabilidad de los resultados del consumo o de la producción de estos bienes…..

Los bienes públicos puros se caracterizan por dos propiedades esenciales: la no rivalidad y la no exclusividad.
La no rivalidad hace referencia al hecho de que el consumo del bien por parte de un individuo no disminuye
la cantidad disponible para el consumo de dicho bien por el resto de individuos. Respecto a la característica
de no exclusividad, esta consiste en qué ningún individuo se le puede privar del consumo de un bien
suministrado porque este es accesible a la vez para todos…

Por último, y siguiendo con la clasificación de bienes mencionada al principio, la tercera categoría se refiere
a los bienes públicos impuros o cuasi públicos que son los que no cumplen de forma estricta alguna de las dos
propiedades que hemos mencionado anteriormente. Por lo general, el valor de estos bienes no está
determinada por precios de mercado, pero si podemos mencionar la cantidad consumida por los individuos. 36

Desde el punto de vista económico, el Patrimonio Cultural está sujeto a las reglas del mercado y se está
partiendo de la idea de los bienes culturales como satisfactores de necesidades y generadores de riqueza.
Son muchos los aspectos que pueden manifestarse en el caso del Patrimonio Cultural bajo el aspecto
económico: como espacios destinados a actividades comerciales como puntos de atracción turística, como
integrantes del mercado de arte, la utilización industrial, etc. Desde su concepción, muchos bienes
culturales tuvieron una asignación para una actividad económica. Por ejemplo, en el caso de las ciudades
históricas, es muy fácil detectar que muchas de las grandes casonas se construían en dos niveles: la planta
baja estaba destinada a actividades comerciales, mientras que la planta alta servía de habitación al dueño
del inmueble; otro ejemplo lo podemos ver en los vestigios de las minas que desde la época colonial se
construyeron y que siguen en operación como es el caso de Real del Monte, Hidalgo. El tema de la
utilización económica del Patrimonio Cultural es un tema que representa un impacto importante a la
economía de un país, tal y como podemos ver con la exposición que nos hace el investigador Carlos Lara:

Ahora bien, la cultura entendida como recurso, pone en circulación las manifestaciones creativas, populares
y artísticas generando un desarrollo urbano en la construcción de sitios y museos, al tiempo que registra un
crecimiento económico en el fortalecimiento de las industrias culturales y representa una gran fuente de
empleos. Las cifras del turismo cultural en el México de los últimos años son ilustrativas a este respecto. De
acuerdo a la Secretaría de Turismo, este sector motivado especialmente por la cultura representa el 5.5% de
los viajeros nacionales y 2.9% de los internacionales. El mercado turístico que se interesa en la cultura
ocasionalmente es del 35.7% de los nacionales y el 37% de los internacionales, es decir, más del 40% de los
turistas que viajan en México realizan actividades culturales. Los ingresos turísticos por visitantes
internacionales en México representan un importante factor para el desarrollo nacional… En síntesis, la
cultura parece representar un factor importante y un dique contra la devastación económica que han generado
los modelos de desarrollo fallidos en todo el mundo. 37

36 SANZ LARA, José Angel. Valoración Económica del Patrimonio Cultural, 1ª ed., Ediciones Trea, S.L. España, 2004, pp. 43-45.

37 LARA GONZALEZ, Carlos Alberto. El Patrimonio Cultural en México. Un Recurso Estratégico para el Desarrollo, 1ª ed., Fundación
Universitaria en Derecho, Administración y Política, S.C. México, 2005, Colección Fundap Política y Administración Pública, pp. 23-24.

50
El uso económico del Patrimonio Cultural, empero, no solo representa beneficios monetarios, también
existen profundos conflictos en el ámbito social sobre la asignación utilitaria de un bien cultural,
especialmente en aquellos casos en que el uso puede ser incompatible con los valores testimoniales y de
significación del mismo. Basta señalar lo expuesto por George Yúdice en una obra de especial trascendencia
El Recurso de la Cultura:

Conforme a lo que ha expuesto el Banco Mundial como resultado de una conferencia denominada La Cultura
cuenta: Financiamiento, Recursos y la Economía de la Cultura en el Desarrollo Sustentable que se llevó a
cabio en 1999 en Washington: “El patrimonio genera valor. Parte de nuestro desafío conjunto es analizar los
retornos locales y nacionales para inversionistas que restauran y derivan valor del patrimonio cultural, trátese
de edificios y monumentos o de las expresión cultural viva como la música, el teatro y las artesanías
indígenas.”… La noción de cultura ha cambiado, empero, lo suficiente para satisfacer los requisitos exigidos
por el resultado final. Las tendencias artísticas como el multiculturalismo que subrayan la justicia social
(entendida de un modo estrecho como una representación visual equitativa en las esferas públicas) y las
iniciativas para promover la utilidad sociopolítica y económica se fusionaron en el concepto de lo que llamo
“economía cultural” y que la nueva retórica laborista de Blair apodó “economía creativa”. 38

La complejidad de lo que representa el uso económico del Patrimonio Cultura se encuentra en función del
principal objetivo de lo que quiere obtener el propietario: rentabilidad o ganancia económica. Los conflictos
que surgen a partir de esta dimensión utilitaria del Patrimonio Cultural se centran en la pretensión de
asignarle un valor mayor al aspecto económico que a otros valores del Patrimonio Cultural. Por ejemplo,
en algunos proyectos de turismo cultural se ha privilegiado el aspecto económico sobre el valor testimonial
o de significación.

Para terminar este análisis, podemos citar a Pedro Paz, quien hace las siguientes reflexiones:

El usuario es el protagonista principal en la valoración del uso de su inmueble, es quien se sirve de las
propiedades físicas del espacio arquitectónico, lo utiliza para resolver sus necesidades y aprovecha la
localización que tiene la finca dentro de su contexto urbano.

En la valoración del cambio, el propietario es el protagonista principal, él decide el precio del de acuerdo con
el mercado inmobiliario, y la oferta o la demanda del suelo donde se localiza, ya sea para beneficiarse por
medio de la renta o de la venta de su propiedad. 39

El uso social puede estar fuertemente vinculado con los valores de significación del Patrimonio Cultural.
El valor social se puede explicar en la manera en que la comunidad asigna un valor utilitario al Patrimonio
a partir de necesidades colectivas; por ejemplo, la necesidad de contar con espacios públicos, la vivienda,
espacios de expresión de manifestaciones inmateriales, lugares de significación religiosa, la necesidad de
transportación, los conocimientos tradicionales, etc. En otras palabras, cuestiones que ofrecen beneficios
a una comunidad que no pueden ser medidos de una manera económica, pero que son infinitamente
trascendentes y valiosas. Por ejemplo, podemos encontrar una utilidad social en el disfrute de una plácida
tarde por parte de los habitantes de la ciudad de México en un espacio como la Alameda, así como de un
solemne Te Deum en la Catedral de Zacatecas; o por otra parte, la satisfacción de la necesidad de transporte
que brindaron los tramos del Camino de Tierra Adentro o Ruta de la Plata, las cuevas que sirven de cobijo
y marco a las pinturas rupestres, la medicina herbolaria, la gastronomía, etc. El punto que sirve de
fundamento a este uso social es que el mismo es compartido, aceptado y apropiado por toda la comunidad.
El uso social tiene sentido en cuanto la sociedad considere que el monumento, el lugar, el bien mueble, la

38 YÚDICE, George. El Recurso de la Cultura. (Usos de la Cultura en la Era Global), 1ª ed., trad. Gabriela Ventureira, Editorial Gedisa, S.A.
España, 2002, Serie Culturas, pp. 27-28.

39 PAZ ARELLANO, Pedro. El Otro Significado de un Monumento Histórico, 1ª ed., INAH. México, 1999, Colección Divulgación, pp. 16-17.

51
ruta o la manifestación inmaterial es objeto de un uso que toda la comunidad tiene acceso y el derecho de
utilizar. Este valor social es tan profundo como puede ser el valor de significación, por lo que en muchas
ocasiones ambos pueden convivir de una manera muy cercana y encontrarse en muchos puntos.

Por último, otra manera en que el Patrimonio Cultural es usado es para fines políticos. La cultura es un
poderoso punto sobre el que se pueden sostener y difundir diferentes visiones políticas.

De hecho, en sus principios, muchos de los bienes culturales que se crearon en la Antigüedad se basaron en
la manera en que las clases dominantes demostraban su poder y sus obras: basta recordar los templos
egipcios repletos de inscripciones, monumentos colosales de la Roma Antigua, las estelas mayas, el Paseo
de la Reforma en la ciudad de México, el muralismo mexicano revolucionario, los grandes espacios y
grandiosidad de las ciudades europeas que se encontraron sujetas en el Siglo XX a los regímenes
comunistas, etc. En todos estos casos, el mensaje de difusión de los logros de los gobernantes es la constante
de estos bienes. El uso político del Patrimonio Cultural siempre estará sujeto a las consideraciones del grupo
por el que se sostiene el monumento o lugar que sirve de generador del mensaje que dichos grupos desean
transmitir. En este sentido, el valor testimonial puede estar en una estrecha relación con este valor de
utilización política. Aun así, este valor testimonial se encuentra sujeto en la medida en que contribuye a
los intereses gubernamentales o de uso. En ese sentido, en su interacción con los valores de significación,
los valores políticos pueden prescindir de dichas cualidades en tanto no sean útiles para los fines que un
gobierno o grupo dominante promueva. Incluso la significación puede ser modificada, alterada o
reinterpretada de una manera tal que beneficiará al grupo político en cuestión. Por ello, la determinación de
este valor es discriminativo y cambiante. A la larga, esta manipulación del Patrimonio Cultural es una
pretensión fallida desde el principio, pero en algunas ocasiones puede provocar la destrucción o deterioro
de bienes culturales.

En resumen, el valor utilitario del Patrimonio Cultural es un aspecto complejo que depende de la manera
en que la población decide utilizar los bienes culturales bajo perspectivas complejas y diversas, en la que
los valores testimoniales y de significación de los bienes culturales puede ser tomadas en consideración o
no, en tanto se satisfacen otras necesidades particulares, social o políticos, aunque este panorama no debiera
producirse en la realidad.

1.3.2.2.- Los valores de desarrollo del Patrimonio Cultural

El Patrimonio Cultural es un factor para el desarrollo de las comunidades que son las titulares del mismo.
Este es una sentencia que debiera de cumplirse en todos los casos, pero que en muchas ocasiones podemos
encontrar una manipulación del concepto de desarrollo que tiene como consecuencia la destrucción del
Patrimonio Cultural. El desarrollo es un concepto que implica una visión integral de la actividad humana y
comunitaria alimentada por el presente y con perspectiva a futuro, en donde la cultura tiene un papel
fundamental. El desarrollo es un derecho, porque contribuye al mejoramiento cualitativo de la condición
humana y social. En estas relaciones que se forman a través de este concepto, el Patrimonio Cultural tiene
un papel fundamental, ya que es un testimonio, un referente y un motor para que el hombre en sociedad o
la misma comunidad evolucionen de tal manera que enriquezcan su naturaleza. 40

40 Nos parece interesante lo dispuesto en los artículos primero, segundo y sexto de la Declaración de la ONU sobre el Derecho al Desarrollo
que fue adoptada en la Asamblea General de dicho organismo mediante la resolución 41/128 de fecha 4 de diciembre de 1986:

Artículo 1

1.- El derecho al desarrollo es un derecho humano inalienable en virtud del cual todo ser humano y todos los pueblos están facultados para
participar en un desarrollo económico, social, cultural y político en el que puedan realizarse plenamente todos los derechos humanos y libertades
fundamentales, a contribuir a ese desarrollo y a disfrutar del él.
2.- El derecho humano al desarrollo implica también la plena realización del derecho de los pueblos a la libre determinación, que incluye, con
sujeción a las disposiciones pertinentes de ambos Pactos internacionales de derechos humanos, el ejercicio de su derecho inalienable a la plena
soberanía sobre todas sus riquezas y recursos naturales.

52
El valor de desarrollo del Patrimonio Cultural representa un aspecto de mucha complejidad, especialmente
porque en esta cualidad se pueden conjuntar los beneficios de los valores testimoniales, de significación y
de uso, pero desde la perspectiva del fortalecimiento de la naturaleza del hombre o de la comunidad a futuro.
El adecuado desarrollo implica tomar en su total dimensión e importancia todos estos valores y traducirlos
en un beneficio hacia la sociedad productora o detentataria de este bien cultural bajo una dimensión mucho
más amplia a la patrimonial y que implica la calidad de vida, la posibilidad de crecimiento, el respeto de
los valores trascendentes de dicha comunidad y un etcétera muy largo que puede hablar del combate a la
pobreza, la defensa de los derechos humanos, las libertades laborales, etc.

Y entonces en dónde encontramos la función trascendente del Patrimonio. La protección aislada del valor
testimonial, la promoción del significado que tienen los bienes culturales o la regulación de las maneras de
utilización de dicho Patrimonio son actividades valiosas, pero incompletas en tanto no tienen un impacto

Artículo 2
1.- La persona humana es el sujeto central del desarrollo y debe ser el participante activo y el beneficiario del derecho al desarrollo.
2.- Todos los seres humanos tienen, individual y colectivamente, la responsabilidad del desarrollo, teniendo en cuenta la necesidad del pleno
respeto de sus derechos humanos y libertades fundamentales, así como sus deberes para con la comunidad, único ámbito en que se puede asegurar
la libre y plena realización del ser humano, y, por consiguiente, deben promover y proteger un orden político, social y económico apropiado para
el desarrollo.

Artículo 6
1.- Todos los Estados deben cooperar con miras a promover, fomentar y reforzar el respeto universal y la observancia de todos los derechos
humanos y las libertades fundamentales de todos, sin ninguna distinción por motivos de raza, sexo, idioma y religión.
2.- Todos los derechos humanos y las libertades fundamentales son indivisibles e interdependientes; debe darse igual atención y urgente
consideración a la aplicación, promoción y protección de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales.
3.- Los Estados deben adoptar medidas para eliminar los obstáculos al desarrollo resultantes de la inobservancia de los derechos civiles y políticos,
así como de los derechos económicos, sociales y culturales.”

Esta idea es reforzada por el Convenio Número 169 de la Organización Internacional del Trabajo que se denomina también Convenio sobre Pueblos
Indígenas y Tribales, que fue suscrito en la Reunión de dicho organismo celebrada el día 7 de junio de 1989. Podemos corroborar el mismo criterio
expuesto en diversas disposiciones contenidas en los artículos 4, 5, 7, 8 y 13 de este Convenio:

Artículo 4
1.- Deberán adoptarse las medidas especiales que se precisen para salvaguardar las personas, las instituciones, los bienes, el trabajo, las culturas
y el medio ambiente de los pueblos interesados.
2. Tales medidas especiales no deberán ser contrarias a los deseos expresados libremente por los pueblos interesados.

Artículo 5
Al aplicar las disposiciones del presente Convenio:
a) deberán reconocerse y protegerse los valores y prácticas sociales, culturales, religiosos y espirituales propios de dichos pueblos y deberá
tomarse debidamente en consideración la índole de los problemas que se les plantean tanto colectiva como individualmente;
b) deberá respetarse la integridad de los valores, prácticas e instituciones de esos pueblos;

Artículo 7
1.- Los pueblos interesados deberán tener el derecho de decidir sus propias prioridades en lo que atañe al proceso de desarrollo, en la medida en
que éste afecte a sus vidas, creencias, instituciones y bienestar espiritual y a las tierras que ocupan o utilizan de alguna manera, y de controlar,
en la medida de lo posible, su propio desarrollo económico, social y cultural. Además, dichos pueblos deberán participar en la formulación,
aplicación y evaluación de los planes y programas de desarrollo nacional y regional susceptibles de afectarles directamente.
3.- Los gobiernos deberán velar por que, siempre que haya lugar, se efectúen estudios, en cooperación con los pueblos interesados, a fin de evaluar
la incidencia social, espiritual y cultural y sobre el medio ambiente que las actividades de desarrollo previstas puedan tener sobre esos pueblos.
Los resultados de estos estudios deberán ser considerados como criterios fundamentales para la ejecución de las actividades mencionadas.

Artículo 8
1.- Al aplicar la legislación nacional a los pueblos interesados deberán tomarse debidamente en consideración sus costumbres o su derecho
consuetudinario.
2.- Dichos pueblos deberán tener el derecho de conservar sus costumbres e instituciones propias, siempre que éstas no sean incompatibles con los
derechos fundamentales definidos por el sistema jurídico nacional ni con los derechos humanos internacionalmente reconocidos. Siempre que sea
necesario, deberán establecerse procedimientos para solucionar los conflictos que puedan surgir en la aplicación de este principio.

Artículo 13
1.- Al aplicar las disposiciones de esta parte del Convenio, los gobiernos deberán respetar la importancia especial que para las culturas y valores
espirituales de los pueblos interesados reviste su relación con las tierras o territorios, o con ambos, según los casos, que ocupan o utilizan de
alguna otra manera, y en particular los aspectos colectivos de esa relación.

53
en beneficio de la comunidad. Por ello, el valor del desarrollo del Patrimonio Cultural solo es entendible
cuando hacemos referencia al crecimiento integral del hombre o su comunidad.

Esta es la misión trascendente del Patrimonio, el cual contribuye a un derecho de profunda implicación
social.

Dentro de esta discusión, consideramos que es relevante citar las palabras del investigador Felipe Gómez
Isa del Instituto de Derechos Humanos Pedro Arrupe de la Universidad de Deusto, en la que podemos
encontrar una visión amplia de este derecho:

La primera definición y caracterización del derecho al desarrollo como derecho humano se la debemos al
jurista senegalés Keba M'Baye, quien, en la sesión inaugural del Curso de Derechos Humanos de Estrasburgo
en 1972, pronunció una conferencia sobre el derecho al desarrollo en el ámbito internacional. No es ninguna
casualidad que sean autores procedentes del Tercer Mundo, y fundamentalmente de África, los que se
encuentren detrás de la elaboración doctrinal en torno a la idea del derecho al desarrollo como derecho
humano… Uno de los problemas más relevantes en relación con el derecho al desarrollo es el que hace
referencia a su valor jurídico, es decir, cuál es el grado de normatividad jurídico-internacional que ha
alcanzado el derecho al desarrollo considerado como un derecho humano. Estamos ante un problema de una
enorme relevancia, ya que puede condicionar, y de hecho lo hace, el ejercicio y la puesta en práctica de este
derecho…. En primer lugar, respecto al contenido del derecho humano al desarrollo, debemos mencionar que
al derecho al desarrollo se le considera como un derecho-síntesis, es decir, es un derecho que integra el
conjunto de los derechos humanos; su último objetivo sería la promoción y la aplicación del conjunto de los
derechos humanos, tanto en el ámbito nacional como internacional. En el fondo, el derecho al desarrollo
pretende un reforzamiento y una profundización de la indivisibilidad e interdependencia de todos los derechos
humanos. El derecho al desarrollo viene a reconocer que no cabe un verdadero desarrollo sin la efectiva
implementación de todos los derechos humanos…. Un elemento del contenido del derecho al desarrollo que
sobresale en la Declaración sobre el derecho al desarrollo es que la persona humana va a ser considerada
como "el sujeto central del desarrollo y debe ser el participante activo y el beneficiario del derecho al
desarrollo" (artículo 2.1)… En último término, se trata de caminar hacia un desarrollo humano, como el
auspiciado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) desde 199016, es decir, aquel
desarrollo que prioriza las necesidades básicas de las personas en campos como la educación, la salud, la
vivienda, la protección de los derechos humanos... Otro elemento esencial del derecho al desarrollo es el deber
de los Estados de cooperar para el desarrollo y para el establecimiento de un Nuevo Orden Económico
Internacional…. Un aspecto igualmente esencial para una efectiva realización del derecho al desarrollo es la
participación popular…. Como podemos observar, el contenido básico del derecho al desarrollo apunta hacia
una vinculación lo más estrecha posible entre desarrollo y derechos humanos, entre desarrollo y las
necesidades básicas del ser humano. En el fondo, la Declaración sobre el derecho al desarrollo trata de
promocionar un "desarrollo con rostro humano", un desarrollo con diferentes facetas: además de la
económica, tradicional en los planteamientos sobre desarrollo, intenta integrar los aspectos sociales,
culturales, ecológicos... en todo proceso de desarrollo. 41

Aprendiendo de estas ideas, podemos señalar que el valor de desarrollo tiene un efecto integrador en el que
se involucran los demás valores del Patrimonio Cultural en función del hombre y la sociedad. En otras
palabras, no podemos hablar de un adecuado desarrollo cultural en tanto no se reúnan estas cualidades de
manera conjunta o al menos, armónica. Por ejemplo, no podemos considerar que se cumple con este valor
de desarrollo cuando en un programa de turismo se privilegia el aspecto económico y no se toma en
consideración como parte igualmente fundamental de este programa a los valores testimoniales y de
significación, ni las implicaciones que tendrá para la comunidad dicho programa; cuando en la planeación
de una fiesta tradicional, las autoridades no toman en consideración la significación que para la comunidad
dicha manifestación, pues no estamos contribuyendo tampoco al desarrollo de dicha comunidad; ni tampoco

41 Se sugiere consultar el siguiente documento: GÓMEZ ISA, Felipe. El Derecho al Desarrollo como Derecho Humano en:
http://observatoridesc.org /files/cap11.pdf

54
estamos contribuyendo al desarrollo cuando en el proceso de protección de un paisaje o ruta cultural, no
tomamos en cuenta los aspectos ambientales, de entorno o paisajísticos que tienen una relevancia para el
habitante o para la comunidad del que firma parte.

Ahora bien, en los ejemplos que hemos expuesto, la consecuencia lógica de un mal manejo de los procesos
de desarrollo se traducen en la determinación de la prioridad a una categoría del Patrimonio Cultural
menosprecio o discriminando las demás. Lo anterior supone una erosión en la integridad del monumento,
la zona cultural, el paisaje histórico o la manifestación intangible (tradición, leyenda o conocimiento
tradicional) con relación a la comunidad que le dio origen.

El valor del desarrollo es un tema de trascendencia, toda vez que garantiza el futuro del Patrimonio Cultural
a partir del hombre o del grupo social que le dio origen.

1.4.- El papel del Patrimonio Cultural en el mundo actual

Los distintos valores que hemos expuesto con relación al Patrimonio Cultural se encuentran enmarcados y
han contribuido a tres fenómenos que están relacionados de manera íntima a la condición del hombre y de
los pueblos en el mundo, pero también como garantía del camino que la Humanidad seguirá en los
siguientes años. Dichos fenómenos pueden resumirse en los siguientes aspectos que analizaremos a
continuación: el fenómeno de la globalización mundial que influye en el entendimiento de una cultura local
en un marco internacional, el reconocimiento de la diversidad cultural como una condición humana y la
aceptación del concepto de desarrollo sostenible como una garantía del futuro de una comunidad. Como
un ingrediente adicional encontramos el desarrollo de los derechos humanos en las últimas décadas.

Todas estas condicionantes están seriamente vinculadas con la conservación, aprovechamiento, utilización
o destrucción del Patrimonio Cultural, pero también nos demuestra el papel trascendente que tienen los
bienes culturales en el ámbito de la vida contemporánea.

A este respecto, podemos apreciar dos lecturas que surgen de dos foros diametralmente distintos pero casi
contemporáneos nos presentan un mismo panorama sobre la participación de los bienes culturales en su
interacción con el mundo actual:

El 7 de diciembre de 1965, en el marco del Concilio Vaticano II se emitió la Constitución Pastoral Gaudium
et Spes, Sobre la Iglesia en el Mundo Actual que, al tratar el tema del papel de la cultura, menciona lo
siguiente:

53.- Es propio de la persona humana el no llegar a un nivel verdadero y plenamente humano si no es mediante
la cultura, es decir, cultivando los bienes y los valores naturales. Siempre, pues, que se trata de la vida humana,
naturaleza y cultura se hallen unidas estrechísimamente.

Con la palabra cultura se indica, en sentido general, todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus
innumerables cualidades espirituales y corporales; procura someter el mismo orbe terrestre con su
conocimiento y trabajo; hace más humana la vida social, tanto en la familia como en toda la sociedad civil,
mediante el progreso de las costumbres e instituciones; finalmente, a través del tiempo expresa, comunica y
conserva en sus obras grandes experiencias espirituales y aspiraciones para que sirvan de provecho a muchos,
e incluso a todo el género humano…..

54.- Las circunstancias de vida del hombre moderno en el aspecto social y cultural han cambiado
profundamente, tanto que se puede hablar con razón de una nueva época de la historia humana. Por ello,
nuevos caminos se han abierto para perfeccionar la cultura y darle una mayor expansión. Caminos que han
sido preparados por el ingente progreso de las ciencias naturales y de las humanas, incluidas las sociales;

55
por el desarrollo de la técnica, y también por los avances en el uso y recta organización de los medios que
ponen al hombre en comunicación con los demás… 42

Siete años más tarde, el preámbulo de la Convención del Patrimonio Mundial de la UNESCO que se emitió
en 1972 señala entre algunos de sus párrafos, los siguientes:

Constatando que el patrimonio cultural y el patrimonio natural están cada vez más amenazados de
destrucción, no sólo por las causas tradicionales de deterioro sino también por la evolución de la vida social
y económica que las agrava con fenómenos de alteración o de destrucción aún más temibles,

Considerando que el deterioro o la desaparición de un bien del patrimonio cultural y natural constituye un
empobrecimiento nefasto del patrimonio de todos los pueblos del mundo,

Considerando que, ante la amplitud y la gravedad de los nuevos peligros que les amenazan, incumbe a la
colectividad internacional entera participar en la protección del patrimonio cultural y natural de valor
universal excepcional prestando una asistencia colectiva que sin reemplazar la acción del Estado interesado
la complete eficazmente,

Considerando que es indispensable adoptar para ello nuevas disposiciones convencionales que establezcan
un sistema eficaz de protección colectiva del patrimonio cultural y natural de valor excepcional organizada
de una manera permanente, y según métodos científicos y modernos,…

Ambos nos hablan de la relación, incidencia, impacto y trascendencia del mundo actual y del Patrimonio.
Es sorprendente la manera en que la visión de ambos foros, realizados hace más de 40 años, sigan siendo
vigentes el día de hoy y nos muestre una fotografía muy clara de esta relación del Patrimonio en su inserción
en el mundo actual.

1.4.1.- La Globalización ante el Patrimonio Cultural

La globalización constituye un fenómeno que ha involucrado al Orbe entero. La globalización más que
económica, es una realidad que abarca diversos ámbitos de la vida humana. La globalización tiene grandes
consecuencias en la manera de vivir de una importante parte de la población humana aún y cuando no la
podamos percibir e incluso, quisiéramos no involucrarnos en la misma. Muchas de las maneras en que
podemos ver este fenómeno se pueden enumerar, aunque rara vez podamos llegar a un listado definitivo, a
partir de la idea de una cercanía entre las diversas regiones del planeta, la reducción de las distancias, el
desarrollo de las telecomunicaciones, el incremento de las maneras de transportarse más rápidas, una
evolución de los equipos y sistemas computacionales, el desarrollo de empresas globales, la influencia que
un acontecimiento sucedido en una región del mundo distante puede tener en todo el globo, la existencia
de mucho más movimientos de personas para conocer, viajar e incluso radicar en otros países; los
movimientos nacionalistas, las preocupaciones de los grupos verdes, etc. Es más, uno de los grandes
movimientos globales que se han generado en los últimos años es precisamente el movimiento
antiglobalización.

Para tal efecto, podemos entender a la globalización como un gran movimiento a nivel mundial que permite
a los mercados y a diversas corporaciones extender su ámbito de acción más allá de sus fronteras y a gran
escala, basados principalmente en el libre comercio, el incremento en el flujo de la información y también
en la utilización de principios políticos, sociales, tecnológicos, económicos y culturales de una manera
uniforme en las distintas regiones del mundo.

42 Se sugiere consultar el documento PAULO VI. VATICANO II. Constitución Pastoral Gaudium Et Spes. Sobre la Iglesia en el Mundo, disponible
en: http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651207_gaudium-et-spes_sp.html

56
Desde luego, la globalización sigue una lógica que es en principio económica: empresas trasnacionales, que
ofrecen productos que debieran venderse en casi todos lados del mundo, siguiendo un discurso semejante,
estableciendo valores que pretenden ser aplicables en todas partes del mundo, manejando un mismo idioma
y con formas de trabajo iguales. En ese sentido, la globalización implica un proceso discriminatorio en el
ámbito de la cultura de los mercados con el fin de anteponer los anteriores postulados en comparación a las
realidades sociales. Pero también la globalización transmite y exporta a los países modelos de vivir, de
relación de las personas, estereotipos fabricados para funcionar en cualquier parte que pueden invadir las
bases culturales propias de cualquier grupo. La globalización puede implicar abuso y menosprecio hacia
las culturas locales o comunitarias en su afán de construir una idea común y de ver a los bienes culturales
como simples partes de un proceso económico.

Pero también la globalización tiene sus ventajas: permite un mayor intercambio entre las culturas,
incrementa el acceso y la transmisión de conocimiento, promueve los logros de las comunidades y pueblos,
difunde aspectos ejemplares de la vida de las sociedades, etc. El Patrimonio Cultural puede encontrar
canales muy positivos que refuercen su protección a través de un mundo globalizado.

Sin embargo, el reto de la globalización ante el Patrimonio Cultural es el que se puedan establecer
mecanismos para que los aspectos positivos de este fenómeno sean potencializados.

1.4.2.- La Diversidad Cultural y el Patrimonio Cultural

Pareciese paradójico pensar que ante la idea de la globalización, la cual tiene una función uniformadora, se
haya reconocido a través de la UNESCO la importancia de proteger la diversidad cultural como parte de la
condición humana. A final del siglo XX y a principios del Siglo XXI se han dado dos fenómenos que tienen
una misma causa: la intolerancia.

Por una parte encontramos las guerras y conflictos étnicos que se han suscitado en muchas regiones, en los
que existieron verdaderos genocidios culturales (como sucedió en los Balcanes). Es más, los grandes
prejuicios que actualmente se han generado en el concierto mundial está motivada de una u otra manera por
razones culturales, en especial el enfrentamiento de los países occidentales (liderados por Estados Unidos)
en contra de países musulmanes. En todo este sentido, la intolerancia de uno u otro grupo hacia el otro. En
estos casos existe un terror por el otro diferente y las posibilidades de convivencia parecen cerradas.

Por otra parte, la propia globalización ha promovido la interacción de culturas, a través de los medios de
comunicación y también de las migraciones. En el caso de los medios de comunicación, se pueden acceder
a diferentes regiones del mundo a la difusión de mensajes, valores y actitudes que pueden ser extraños o
contradictorios a la cultura de los espectadores, pero con una eficiencia tal que permiten cambiar y alterar
los fundamentos culturales de una comunidad de una manera negativa. Igualmente, en el caso de los
migrantes, existen muchas actitudes discriminatorias hacia los mismos y su reacción es el reforzamiento
de su propia identidad en el exterior al grado tal que puede traducirse en su negación a la adaptación a su
nueva tierra. De nueva cuenta, encontramos conflictos, pero ahora surgidos de un total desprecio entre
distintas culturas.

En el año de 1996 se publicó el resultado de un informe sobre la situación de la cultura en función del
desarrollo. Dicho trabajo estuvo coordinado por Xavier Pérez de Cuellar, ex-Secretario General de la ONU,
y se intituló Nuestra Diversidad Creativa. Vale la pena transcribir estas ideas que maneja este documento
sobre la situación sobre el concierto de culturas en el mundo:

Ninguna cultura es una entidad herméticamente cerrada. Todas las culturas están influidas por otras culturas
y a su vez ejercen influencia sobre éstas. Tampoco son inmutables o estáticas, sino que están en un estado de
flujo continuo, impulsadas simultáneamente por fuerzas internas y externas. Estas fuerzas pueden ser

57
conciliatorias, armoniosas, benignas y basadas en actos voluntarios; pueden también ser involuntarias,
resultantes de conflictos violentos, del uso de la fuerza, la dominación o el ejercicio ilegítimo del poder.

A la luz de estos hechos, la necesidad de los pueblos de vivir y trabajar en paz debería conducir el respeto de
todas las culturas, o al menos de aquellas que valoran la tolerancia y el respeto hacia los otros. Existen
culturas que tal vez no sean dignas de respeto, porque ellas mismas han demostrado ser intolerantes,
excluyentes, explotadoras, crueles y represivas. 43

Como una primera realidad de especial importancia encontramos la naturaleza multicultural de muchas
naciones. El multiculturalismo significa la coexistencia de diferentes culturas en un mismo territorio. Para
un país como México -que tiene una herencia que parte de 3 grandes tradiciones culturales fundamentales
que se dieron a partir de la conquista (la cultura española, la cultura indígena y la cultura de la población
negra que fue incorporada en el Virreinato) se le deben agregar las migraciones muy importantes como es
la comunidad judía, la comunidad libanesa, la comunidad árabe, la comunidad china, la comunidad inglesa,
la comunidad norteamericana y la comunidad francesa (todas ellas en regiones muy localizadas)-, ha sido
muy difícil reconocer esta realidad a través del tiempo y no es hasta hace unos 30 años que se ha detectado
la importancia de reconocer el mosaico pluricultural de nuestro país. Incluso fue necesario que se diera un
conflicto armado, como fue el movimiento zapatista, para reconocer esta situación. Dificultades similares
ha sucedido con países tan desarrollados económicamente como Canadá o Australia en cuanto al
reconocimiento de las culturas nativas e incluso, en el caso canadiense, de la diferencia cultural que surge
por los orígenes e intereses vinculados con la cultura francesa de la provincia de Quebec, la cual contrasta
con los fundamentos anglosajones de las demás provincias.

Como podemos ver, el multiculturalismo trae consigo algunas consideraciones que requieren revisarse,
principalmente porque este movimiento ha surgido a partir de razones de carácter político, los movimientos
de minorías (comunidades indígenas, movimientos feministas, grupos étnicos, etc.), y no como parte de un
reconocimiento de la profundidad de la naturaleza diversa humana.

Recurriendo de nuevo al sociólogo francés Alain Touraine, en un artículo denominado Las Condiciones de
la Comunicación Intercultural podemos echar un vistazo a esta idea:

La idea de una sociedad multicultural o multiétnica se utiliza en sentidos tan opuestos que primero es necesario
entender lo que no significa. La crítica en torno a la dominación cultural y económica, que ejercen los países
o las clases dominantes, con frecuencia conduce al rechazo de la influencia ya sea occidental o soviética y
promuévela defensa de una identidad cultural o política tan bien protegida... Con este mismo espíritu, tanto el
gobierno de Serbia, como los propios serbios impusieron por la fuerza una política de purificación étnica que
culminó prácticamente en el exterminio de la mayoría de la población con el fin de constituir una nación
completamente homogénea, formada solamente de serbios. Sería paradójico llamar multiculturales a las
sociedades que se han construido de esa manera y que se definen de un monoculturalismo extremos y
represivo… La expresión “una sociedad multicultural” debe ser tomada al pie de la letra ¿Podeos combinar
la unidad de una sociedad con la diversidad de culturas, o habría que admitir, por el contrario, que cultura y
sociedad están tan fuertemente ligadas que la unidad de una implica la unidad de la otra, y que no hay
posibilidad de vida social común entre pueblos de culturas diferentes; es decir, que no puede haber relaciones
sociales organizadas entre poblaciones que construyen de manera distinta sus relaciones con el entorno
natural, social o psicológico? Interrogante que muestra lo novedoso de la idea de una sociedad multicultural,
ya que la concepción más clásica de la vida social es aquella que la define como un conjunto de normas
sociales que dependen de valores culturales, transformados a su vez en formas de organización y funciones
sociales. 44

43 PEREZ DE CUELLAR, Javier (Coordinador). Nuestra Diversidad Creativa. Informe de la Comisión Mundial de Cultura y el Desarrollo, 1ª
ed., UNESCO y Correo de la UNESCO. México, 1997, p. 67.

44 TOURAINE, Alain. Las contradicciones de la comunicación intercultural en Gutiérrez Martínez, Daniel (Coordinador), Multiculturalismo:
Perspectivas y Desafíos, 1ª ed., El Colegio de México, UNAM y Siglo XXI Editores, S.A., México, 2006, pp. 275-276.

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La diversidad cultural es un concepto más reciente y más complejo, que no se agota en el simple
reconocimiento de la coexistencia de muchas expresiones culturales y de su contenido, sino también en el
entendimiento de las raíces profundas que sustentan dichos contenidos y la manera en que dichas
expresiones tienen una significación especial trascendente para una comunidad y un grupo.

Por otra parte, la interculturalidad es un término mucho más complicado en tanto reconoce la interacción
entre las culturas en el marco del concierto mundial, la globalización, el intercambio comercial
internacional, la transmisión de contenidos culturales entre las diversas culturas y lo más importante, la
necesidad de establecer mecanismos que garanticen el respeto entre culturas.

Vale la pena citar las siguientes definiciones de los términos antes indicados que nos proporciona el artículo
cuarto de la Convención de la UNESCO para la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones
Culturales:

Artículo 4.- Definiciones

1. Diversidad cultural

La “diversidad cultural” se refiere a la multiplicidad de formas en que se expresan las culturas de los grupos
y sociedades. Estas expresiones se transmiten dentro y entre los grupos y las sociedades.

La diversidad cultural se manifiesta no sólo en las diversas formas en que se expresa, enriquece y transmite
el patrimonio cultural de la humanidad mediante la variedad de expresiones culturales, sino también a través
de distintos modos de creación artística, producción, difusión, distribución y disfrute de las expresiones
culturales, cualesquiera que sean los medios y tecnologías utilizados.

2. Contenido cultural

El “contenido cultural” se refiere al sentido simbólico, la dimensión artística y los valores culturales que
emanan de las identidades culturales o las expresan.

8. Interculturalidad

La “interculturalidad” se refiere a la presencia e interacción equitativa de diversas culturas y la posibilidad


de generar expresiones culturales compartidas, adquiridas por medio del diálogo y de una actitud de respeto
mutuo.

De esta manera, dichos conceptos nos permiten ofrecer elementos para dar respuesta a la interrogante que
nos plantea Touraine anteriormente, en donde se trata de establecer prioridades en cuanto a las valoraciones
de esta realidad fragmentada de la sociedad, sin que entremos en un relativismo cultural, ni en aprobar o
desaprobar a quienes luchan por su derecho a la diferencia: es tan solo el tratamiento de la cultura (como
mencionaba Pérez de Cuellar) en un marco de entendimiento, tolerancia y respeto.

La diversidad cultural y la interculturalidad siguen siendo conceptos que van ir evolucionando con el tiempo
y que requerirán de un mayor desarrollo sobre sus alcances, especialmente porque puede ser objeto de una
manipulación política, mediática o económica. En tanto, el Patrimonio Cultural es un protagonista de este
movimiento tanto en su faceta testimonial como en el fundamento de las significaciones que sirven para
una comunidad.

1.4.3.- El Patrimonio Cultural en el marco del desarrollo sostenible.

El 4 de agosto de 1987, en el marco de la Asamblea General de las Organización de las Naciones Unidas,
se dio a conocer el resultado del Informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo,

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que fue presidida por la Doctora noruega Gro Harlem Brundtlan. Este documento, que originalmente se
llamó Nuestro Futuro Común -pero que por su trascendencia se ha conocido de manera mundial como el
Informe Brundtlan- es el primer antecedente del concepto de desarrollo sostenible. Leamos algunos párrafos
que resultan interesantes:

27.- Está en manos de la humanidad hacer que el desarrollo sea sostenible, duradero, o sea, asegurar que
satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para
satisfacer las propias. El concepto de desarrollo duradero implica límites -no límites absolutos, sino
limitaciones que imponen a las recursos del medio ambiente el estado actual de la tecnología y de la
organización social y la capacidad de la biósfera de absorber los efectos de las actividades humanas. Pero
tanto la tecnología como la organización social pueden ser ordenadas y mejoradas de manera que abran el
camino a una nueva era de crecimiento económico. La Comisión cree que ya no es inevitable la pobreza
general. La pobreza es no sólo un mal en sí misma. El desarrollo duradero exige que se satisfagan las
necesidades básicas de todos y que se extienda a todos la oportunidad de colmar sus aspiraciones a una vida
mejor. Un mundo donde la pobreza es endémica estará siempre propenso a ser víctima de la catástrofe
ecológica o de otro tipo.

28. La satisfacción de las necesidades esenciales exige no sólo una nueva era de crecimiento económico para
las naciones donde los pobres constituyen la mayoría, sino la garantía de que estos pobres recibirán la parte
que les corresponde de los recursos necesarios para sostener ese crecimiento. Contribuirán a tal igualdad los
sistemas políticos que aseguren la efectiva participación de los ciudadanos en la adopción de decisiones en el
plano nacional y una mayor democracia en la adopción de decisiones a nivel internacional.

29. El desarrollo duradero a nivel mundial exige que quienes son más ricos adopten modos de vida acordes
con medios que respeten la ecología del planeta, en el uso de la energía, por ejemplo. Además, la rapidez del
crecimiento de la población puede intensificar la presión sobre los recursos y retardar el progreso del nivel
de vida. Se puede, pues, proseguir el desarrollo duradero únicamente si el tamaño y el crecimiento de la
población están acordes con las cambiantes posibilidades de producción del ecosistema.

30. Pero en último término, el desarrollo duradero no es un estado de armonía fijo, sino un proceso de cambio
por el que la explotación de los recursos, la dirección de las inversiones, la orientación de los progresos
tecnológicos y la modificación de las instituciones se vuelven acordes con las necesidades presentes tan bien
como con las futuras. No pretendemos afirmar que este proceso sea fácil o sencillo. Al contrario, será preciso
hacer selecciones penosas. Por ello, en último análisis, el desarrollo duradero deberá apoyarse en la voluntad
política. 45

El desarrollo sostenible es un concepto que es diferente del término “desarrollo sustentable”, aun y cuando
en muchas ocasiones, de manera errónea, se utilizan como sinónimos: la sustentabilidad está referida a la
convicción de la protección del medio ambiente y los ecosistemas en el desarrollo de actividades
productivas y humanas; mientras que la sostenibilidad propone un modelo de desarrollo que satisfaga todas
las necesidades económicas, sociales, culturales y naturales de un sujeto o la comunidad.

En otras palabras, mientras la sustentabilidad es un concepto enfocado y hasta cierto punto cerrado, la
sostenibilidad es un concepto amplio y abierto. Por lo anterior, la sustentabilidad se ha mantenido en el
ámbito de la conservación del Patrimonio Natural en su acepción más amplia, mientras que la sostenibilidad
ha ampliado su rango de acción. La sustentabilidad está enfocada a la resolución de los problemas
inmediatos que aquejan al medio ambiente como garantía de la supervivencia del ser humano en el futuro;
la sostenibilidad está enfocada en la manera en que desde ahora podemos garantizar un mejor futuro desde
una perspectiva integral.

45 Se sugiere consultar el documento ONU. Informe Brundtlan, en http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/42/427.

60
Debemos reconocer que el Informe Brundtlan fue concebido en el análisis de las condiciones del medio
ambiente, el concepto que aporta de desarrollo sostenible (o duradero, como dice la traducción española)
ha permeado a diferentes ámbitos de la vida humana como es el desarrollo urbano, la ética empresarial, el
turismo, la planeación gubernamental, etc.

Y desde esta perspectiva, el Patrimonio Cultural, aunque ha sido objeto de una discusión realmente reciente,
participa de una manera muy activa en el tema del desarrollo sostenible por diversas razones: en primer
lugar, porque existe una aspiración generalizada (aunque siempre existirán desafortunadas excepciones) de
transmitir nuestros bienes culturales a las generaciones futuras especialmente por su valor de significación;
pero igualmente, el Patrimonio Cultural encuentra fuertes vínculos con el entorno, el territorio, las
manifestaciones inmateriales (incluyendo las maneras de vivir de una comunidad) que le dan sentido y que
pierden su esencia si no son protegidas de manera conjunta; adicionalmente, dado que el Patrimonio
Cultural participa en la vida económica de una nación a través de diferentes actividades productivas
(vivienda, comercio, turismo, etc.) se impone la necesidad de armonizar la utilización de los bienes
culturales con su conservación; por último, porque la conservación del Patrimonio Cultural contribuye al
mejoramiento del nivel de vida de una comunidad o al desarrollo del hombre en lo individual o como ser
social. En ese sentido hay muchos ejemplos de centros históricos o pequeñas poblaciones con valores
tradicionales que a partir de que han sido conservados se ha producido un incremento en el nivel de vida
de la población; también existen otros casos de diversos países donde el uso racional de los bienes culturales
contribuyen al mejoramiento económico de la población; y por último, hemos encontrado ejemplos en el
mundo donde la preservación del entorno o de las formas tradicionales de vida constituyen una manera de
mejorar cualitativamente las condiciones de vida de la población.

El eminente economista hindú ganador del Premio Nobel de Economía, Amartya Sen, nos muestra en su
trabajo “La idea de la Justicia” una visión incluso mucho más amplia de la sostenibilidad que queremos
compartir a continuación, que aunque esté referida al medio ambiente, también es aplicable al Patrimonio
Cultural:

Concluyo esta discusión sobre la relevancia de la libertad y las capacidades con una ilustración práctica
referente al desarrollo sostenible. La amenaza que se cierne hoy sobre el medio ambiente ha sido
justificadamente subrayada en debates recientes, pero hay necesidad de claridad para decidir cómo pensar
los desafíos medioambientales del mundo contemporáneo. Concentrarse en la calidad de la vida puede
impulsar esta tarea e iluminar no sólo las exigencias del desarrollo sostenible, sino también el contenido y la
relevancia de lo que podemos calificar como “cuestiones ambientales”….

El medio ambiente se ve en ocasiones (creo que con excesivo simplismo) como el “estado de la naturaleza”,
que incluye magnitudes como la cobertura forestal, la profundidad de la capa de agua subterránea, el número
de especies vivientes y así sucesivamente. En la medida en que se supone que esta naturaleza preexistente
permanecerá intacta a menos que le añadamos impurezas y contaminantes, puede parecer superficialmente
plausible que el medio ambiente se protege mejor si interferimos con él lo menos posible. Este entendimiento
es, sin embargo, profundamente defectuoso por dos importantes razones.

Primera, el valor del medio ambiente no puede ser una simple cuestión de lo que existe, pues también consiste
en las oportunidades que ofrece a la gente. El impacto del medio ambiente en las vidas humanas tiene que ser
una de las principales consideraciones al ponderar el valor del medio ambiente….

Segunda, el medio ambiente no es sólo un asunto de preservación pasiva, sino también de búsqueda activa.
Aún y cuando muchas actividades humanas que acompañan al proceso de desarrollo pueden tener
consecuencias destructivas, está dentro del poder humano enriquecer y mejorar el medio ambiente en que
vivimos. Al pensar en los pasos que pueden darse para detener la destrucción ambiental, tenemos que incluir
la intervención humana constructiva. Nuestro poder para intervenir con efectividad y con razonamiento
puede ser sustancialmente mejorado por el proceso mismo de desarrollo….

61
El desarrollo es fundamentalmente un proceso de devolución de poder a la ciudadanía, y este poder puede ser
empleado para preservar y enriquecer el medio ambiente y no solo para diezmarlo….

La formulación de Solow ve la sostenibilidad como la exigencia de que se deje a la siguiente generación “todo
lo que sé que se requiera para alcanzar un nivel de vida al menos tan bueno como el nuestro y para ocuparse
de la generación subsecuente de manera similar”…

Si la importancia de las vidas humanas se basa no sólo en nuestro nivel de vida y nuestra necesidad de
satisfacción, sino también en la libertad que disfrutamos, entonces la idea de desarrollo sostenible tiene que
ser reformulado en consecuencia. En este contexto, ser consistente significa pensar no sólo en sostener que
la satisfacción de nuestras necesidades, sino también nuestra libertad (incluida la libertad de satisfacer
nuestras necesidades). Caracterizada así, la libertad sostenible puede ampliarse a partir de las formulaciones
de Brundtlan y Solow para abarcar preservación, y si es posible la extensión de las libertades y capacidades
sustantivas de la gente hoy “sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras” de tener una libertad
igual o mayor. 46

Entonces, podemos afirmar que el desarrollo sostenible propone un reto que va más allá de la preservación
ecológica e incluso, de lo que llamaríamos nivel de vida, sino de la posibilidad de la capacidad de creación
y recreación de la vida sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras para contar con esa
misma capacidad.

Traducido al Patrimonio Cultural, la sostenibilidad supone que la incorporación de los bienes culturales en
cuanto a sus valores trascendentes a la vida social y económica de una comunidad de tal forma que permita
a las generaciones futuras recibir un Patrimonio Cultural con toda la plenitud de sus valores trascendentes.

Un turismo depredador del Patrimonio Cultural niega la posibilidad de establecer nuevas formas de oferta
a las generaciones futuras; la carencia de medidas para combatir el tráfico ilícito del arte sacro le niega a
las generaciones futuras compartir la trascendencia espiritual derivado de un mercado de arte insaciable; la
destrucción de los Budas de Bayiman en Afganistán de hace algunos años por parte de los talibanes niega
a la Humanidad la posibilidad del entendimiento del paso del hombre por la historia con el fin de perseguir
una finalidad política o de intolerancia religiosa. Todos estos son ejemplos de la negación de la
sostenibilidad en cuanto al manejo del Patrimonio Cultural.

1.4.4.- El Patrimonio Cultural en el marco de los derechos humanos.

Aun y cuando el tema de los derechos humanos y en especial, los derechos culturales serán objeto de un
análisis mucho más profundo en el siguiente capítulo, vale la pena tan solo enunciar este fenómeno como
parte de estas variables que inciden sobre el Patrimonio Cultural.

Como es bien sabido, en el siglo XX se revisaron los conceptos de los viejos derechos del hombre surgidos
a finales del siglo XVIII, los cuales estaban principalmente dirigidos a la libertad de la persona y que tienen
un contenido político. Los nuevos derechos incorporados a mediados del siglo XX, conocidos como
derechos humanos de segunda generación están relacionados a los aspectos económicos, sociales y
culturales y tiene como principal finalidad promover la igualdad.

Sin embargo, a finales del propio siglo XX, se reconocieron una serie de nuevos derechos referidos a la
solidaridad, los cuales se le ha denominado como derechos humanos de tercera generación como es el
derecho al medio ambiente, a la calidad de vida, a la paz o a la no manipulación genética. Incluso, en
cuestiones de bioética, ya existen especialistas que habla de una cuarta generación de derechos humanos.

46 SEN, Amartya. La Idea de Justicia, 1ª ed., trad. Hernando Valencia Villa, Santillana Ediciones Generales, S.A. de C.V. México, 2010, Colección
Taurus Pensamiento, pp. 278-282.

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Durante la evolución de los derechos humanos de segunda y de tercera generación, existieron muchas
resistencias por parte de muchos gobiernos de establecer mecanismos para hacer exigibles los mismos.
Incluso, durante mucho tiempo se refirieron a ellos como derechos difusos y los especialistas
constantemente hablaban de los mismos como una especie de buenos deseos, sin posibilidades de ser
exigibles.

Sin embargo, en los últimos años, diversas naciones (incluyendo México) han establecido –de una u otra
manera- mecanismos para la protección de estos derechos en sus sistemas jurídicos. Aunque imperfectos
en algunos casos, dichos mecanismos significan un primer paso para garantizar la realización de estas
prerrogativas tanto individuales como sociales.

Desde luego, en el marco de este trabajo, este punto no ha concluido y muy por el contrario, vamos a
profundizar en el mismo; pero vale la pena hacer notar para efectos de este capítulo, que el Patrimonio
Cultural está participando de esta evolución cada vez más amplia y profunda en el entendimiento de los
derechos humanos. El Patrimonio Cultural –ya sea en su dimensión material e inmaterial-, como testimonio
y significado de la actividad humana, tiene una participación trascendente en este proceso.

1.5.- Los riesgos para la protección del Patrimonio Cultural

Tenemos que empezar por un principio: el Patrimonio Cultural es un bien que no puede substituirse, pero
que además se encuentra en un constante riesgo de pérdida o deterioro. Es un recurso no renovable.

Como resultado de una investigación patrocinada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD), se publicó un trabajo denominado Los Bienes Públicos Mundiales. La Cooperación Internacional
en el Siglo XXI en el año 2000. Dentro de esta publicación, que cuenta con la participación de diversos
especialistas independientes y otros que pertenecen a la mencionada oficina de la ONU. Entre éstos se
encuentran Inge Kaul, Isabelle Grunberg y Marc. A. Stern, quienes nos presentan una explicación de esta
categoría de bienes:

Los bienes públicos mundiales deben satisfacer dos criterios. El primero es que sus beneficios tienen grandes
cualidades de carácter público, es decir, son notables por la ausencia de rivalidad en el consumo y la no
excluibilidad [sic]. Estas características los sitúan en la categoría general de bienes públicos. El segundo
criterio es que sus beneficios son casi universales en lo que respecta de países (abarcan más de un grupo de
éstos), personas (los reciben varios grupos de población, preferentemente todos) y generaciones (se extienden
a generaciones presentes y futuras, o al menos satisfacen las necesidades de generaciones presenten sin
impedir las opciones de desarrollo para las generaciones futuras). Esta propiedad convierte a la humanidad
en general en el publicum, o beneficiario de los bienes públicos mundiales.47

Posteriormente, en el desarrollo de esta obra, se indica que el Patrimonio Cultural de la Humanidad


constituye uno de los elementos más trascendentes de los Bienes Públicos Mundiales. Aun y cuando
podemos apreciar un error en la traducción de esta obra al utilizar el término excluibilidad (que, de acuerdo
al Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, no existe y debe ser un problema de la
traducción), debemos reconocer el sentido que los autores nos quieres transmitir: que los bienes públicos
mundiales tiene una naturaleza singular e invaluable cuyos beneficios superan su propia creación y
trascienden el espacio, personas y tiempo. Aunque este concepto se está aplicando a nivel internacional, es
muy claro que existen bienes culturales que en el ámbito nacional, local y comunitario que cumplen, en su
escala, con estas características.

47 KAUL, Inge et al. Definición de Bienes Públicos Mundiales en Kaul, Inge et al. Bienes Públicos Mundiales. La Cooperación Internacional en
el Siglo XXI, 1ª ed., trad. Daniel Rey Díaz, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y Oxford University Press México, S.A. de C.V.
México, 2001, p. 3.

63
El mensaje que recibimos es la importancia de la preservación, por su relevancia, de los bienes culturales.
Lo anterior no está limitado a inmuebles –como podría pensarse en un principio- sino también se extiende
a los sitios culturales, los paisajes culturales y las manifestaciones del Patrimonio Intangible. La pérdida de
la integridad física o valores de estos bienes representan un hecho desafortunado que debe prevenirse. Por
tal razón, debemos de entender que la mejor manera de poder prevenir un daño al Patrimonio Cultural se
refiere al entendimiento de los riesgos que lo amenazan.

Podemos encontrar dos grandes amenazas que inciden sobre el Patrimonio Cultural: el saque y tráfico ilícito
de bienes culturales por una parte, y por la otra, la pérdida del Patrimonio Cultural por razones que van
desde el desarrollo urbano incontrolado hasta la destrucción intencional del Patrimonio por un conflicto
armado (sabiendo que entre ambos extremos existe una gama diversa de supuestos).

Pero, como veremos a continuación, estos fenómenos son tan solo el reflejo de una serie de problemas de
fondo que están íntimamente ligados con la actitud del hombre y la comunidad ante los bienes culturales
que provocan una serie de acciones que pueden resumirse en lo expresado en el párrafo anterior.

En el primer caso, queremos hacer referencia a causales inmediatas, mientras que el segundo caso, nos
referiremos a causales mediatas de la pérdida del Patrimonio Cultural y procedamos a iniciar su análisis.

1.5.1.- Riesgos inmediatos en la protección del Patrimonio Cultural

Como hemos mencionado anteriormente, el tráfico ilícito de bienes culturales y la destrucción del
Patrimonio Cultural se han convertido en los principales problemas que las instituciones públicas,
académicas y sociales han detectado y que están atacando en esta materia. Los dos son fenómenos son
graves problemas para la conservación de los bienes culturales y es realmente importante que podamos
combatirlos de una manera decisiva.

De hecho las dos primeras Convenciones que la UNESCO emitió estaban enfocadas a dos problemáticas
específicas: la Convención de 1970 relacionada a la imposición de medidas para combatir la importación,
exportación y transferencia de propiedad ilícita de bienes culturales, tiene como objeto erradicar el tráfico
ilícito de bienes culturales, mientras que la destrucción o pérdida del Patrimonio Cultural se ha desarrollado
en las Convenciones de 1954 destinada a la protección de bienes culturales en caso de conflicto armado

Aunque, como veremos más adelante consideramos que existen raíces más profundas para entender estos
problemas, creemos importante hacer un análisis sobre estos fenómenos.

1.5.1.1.- El tráfico ilícito de bienes culturales

El saqueo realmente es todo un proceso que comienza por la localización de zonas y lugares en los que se
encuentren depositados estos bienes (que pueden variar de una zona arqueológica a un edificio religioso),
la extracción ilegítima de los mismos, su transportación a lugares distintos de donde fueron descubiertos,
en algunos casos la reproducción fraudulenta de las piezas y por último, su venta que en nuestros tiempos
puede darse incluso a través de medios electrónicos, sin que podamos tener evidencia de quienes están atrás
de estos hechos, que involucran en muchas ocasiones la delincuencia organizada aunque también, podemos
encontrar incorporados a esta labor, en menor escala, a campesinos que de manera fortuita localizan una
pieza de valor cultural (arqueológico, por ejemplo) y deciden venderla.

El tráfico ilícito es un fenómeno que puede tener multiplicidad de actores: campesinos, buscadores de
tesoros, custodios de zonas arqueológicas, autoridades locales, la policía local, transportistas, turistas,
autoridades aduaneras, coleccionistas, galerías de arte, vendedores de antigüedades, peritos en materia de

64
arte, empresas constructoras, iglesias, párrocos, narcotraficantes, museos privados, brokers, intermediarios,
casas de subasta, empresa transnacionales, autoridades en materia de procuración de justicia, etc. El tráfico
ilícito de bienes culturales supone una red de complicidades tan grande que es un muchos casos difíciles de
detectar; pero también es fácil darnos cuenta que la participación de estos actores se da ante el profundo
desconocimiento del valor que tienen nuestros bienes culturales.

En un libro publicado en la década de los noventa, el periodista Karl Meyer nos ofreció una obra
denominada El Saqueo del Pasado. Historia del Tráfico Internacional Ilegal de Obras de Arte, que reflejó
con bastante fidelidad la situación de este problema en diversos países. En esa obra, el autor hace una
reflexión de la importancia del mercado de arte en este asunto:

El mercado de arte no es el mayor negocio del mundo, pero en las últimas dos décadas su crecimiento ha
superado al de cualquier otro campo de inversión de capital de riesgo. Incluso quienes participan en el
mercado del arte se encuentran impresionados, asombrados, y a veces un poco preocupados. Cuando hay un
mercado con abundante dinero, los precios del arte suben; cuando hay recesiones, trastornos políticos o crisis
fiscales, los precios del arte suben; y cuando hay auge, los precios del arte se elevan aceleradamente como un
globo fuera de control. Un pedazo de lienzo con pintura que vale pocos dólares puede proporcionar -siempre
que el pincel haya sido manejado por un Cézanne o un Renoir- mayores ganancias de capital que las más
atrayentes acciones o un lote en una esquina de Wall Street. 48

Pero la mejor definición de este problema nos lo ofrece el Dr. Alejandro Gertz Manero, quien en el número
de la Revista Arqueología Mexicana correspondiente al mes de septiembre-octubre de 1996, hizo una
importante reflexión sobre el tema del saqueo arqueológico. Consideramos importante compartir algunas
de estas consideraciones, haciendo la aclaración que, aunque se refieren al saqueo arqueológico, en lo
conducente, también son aplicables al tema de robo de antigüedades:

El saqueo y tráfico de nuestros bienes arqueológicos es un fenómeno que puede y debe inscribirse en la agenda
de los grandes problemas nacionales de nuestro tiempo. En efecto, la polifacética crisis que vivimos no es
ajena a los atentados contra nuestro patrimonio cultural; por el contrario, se halla muy relacionado a ellos y
sus secuelas se hacen sentir en muchos aspectos, agravando el fenómeno de depredación de nuestro pasado
histórico. Ahora bien, este fenómeno tiene sus causas en factores coyunturales y en los que podemos llamar
estructurales. Las conclusiones a las que nos llevaría una revisión somera de unos y otros serían
desalentadoras y por demás preocupantes, si se considera que lo que está en juego es nuestra memoria
histórica, esto es, una gran parte de nuestra identidad cultural: la perspectiva de un futuro sin pasado. En lo
que se refiere a los factores coyunturales, afrontamos una severa crisis en lo económico que, cobra una
impredecible cuota de detrimento de los niveles de vida de nuestra población; en lo político, plantea una
imperiosa e inaplazable necesidad de un tránsito hacia una sociedad más democrática y, en lo social, se
manifiesta en el impacto que representa la inseguridad originada por la enorme ola de delitos y violencia que
amenaza con ser el signo distintivo de nuestro estilo de vida. Y a todo esto se agrega la inadvertida y
amenazante actitud de indiferencia colectiva respecto a los atentados contra el patrimonio histórico de la
nación. El saqueo de los bienes arqueológicos, se relaciona con cada una de las facetas ya anotadas de la
crisis que vivimos; frente a las presiones económicas cada vez más agobiantes, las flagelados por la crisis
recurren al expediente fácil de hacer de la venta de ese patrimonio su modo de vida. La falta de educación y
de una conciencia de los valores nacionales, amén de la pobreza, fomenta esas conductas. En lo político,...
es inevitable: una nueva sociedad sólo podrá fincarse en la libre expresión democrática de la cultura y en la
defensa de esa parte vital de ella que es nuestro patrimonio arqueológico. A la cultura de la violencia,
traducida en un creciente aumento de la criminalidad, se suma cotidianamente y en todo el país otro fenómeno
delictivo que no logra ocupar la atención de la sociedad que se debate por volver a encontrar los márgenes
mínimos de seguridad y descuida o, en el mejor de los casos, expresa apenas un balbuceo frente al saqueo
arqueológico y el tráfico ilegal que lo acompaña....En cuanto a los factores estructurales, tenemos ante

48 MEYER, Karl E. El Saqueo del pasado. Historia del Tráfico Internacional Ilegal de Obras de Arte, 1ª ed., Fondo de Cultura Económica.
México, 1990, Serie Arte, pp. 198-199.

65
nosotros “nuevos” problemas y limitaciones, identificados desde años atrás, que hacen más complejo
enfrentar y controlar el saqueo arqueológico, tornándolo por momentos casi irresoluble. Veamos algunos de
ellos: la enorme cantidad de sitios arqueológicos, una gran parte de los cuales se encuentran en ejidos o en
propiedades privadas, que hacen del manejo y control de esos espacios una tarea difícil; la carencia de
suficientes recursos financieros para la conservación, vigilancia y control de nuestras zonas arqueológicas;
La falta de especialistas y de una organización efectiva y una optimización de los pocos recursos humanos de
que se dispone en esta materia, a lo que hay que agregar la falta de reconocimiento social y de una oportuna
y suficiente retribución económica a esos recursos humanos por los servicios que prestan a la nación; la
modernización del país, que en no pocas ocasiones inmola los bienes arqueológicos en aras de carreteras,
presas, unidades habitacionales, etc.; la desarticulación de dependencias y la falta de planes oficiales
definidos y congruentemente estructurados para la preservación de nuestro patrimonio; la poca valoración de
nuestra riqueza arqueológica e incluso de las carreras y especialidades que se imparten en nuestras
universidades y que están orientadas hacia una investigación en ese campo: la historia y la antropología; la
falta de esfuerzos por convocar el concurso en ese campo de preocupaciones y voluntades de los sectores más
importantes de nuestra sociedad. 49

Jenny Doole, de la Universidad de Cambridge, nos muestra un hecho que es importante cuando se analizan
realizan actividades vinculadas al tráfico ilícito de bienes culturales (especialmente en el caso del
Patrimonio Arqueológico), porque representan una pérdida de relevante información para el entendimiento
de los aspectos importantes que contribuyen al valor testimonio y de significación de un sitio:

… las excavaciones, cuando se realizan como es debido, representan una ventana abierta a la historia. Los
sitios arqueológicos son un recurso no renovable en el que sólo se puede excavar una vez, de modo que hay
que aprovechar la oportunidad. En caso de pillaje, detalles esenciales sobre la procedencia del objeto (dónde
fue hallado) y su contexto (junto con qué fue hallado), se pierden irremisiblemente. En América del Sur, los
saqueadores afirman haber arrojado decenas de momias antiguas por un precipicio tras haber comprobado
que no contenían oro ni plata. Nos privaron así de importantes fuentes de información histórica…. Muchos
otros vestigios que los saqueadores desprecian, como huesos, vasijas rotas, ofrecen indicios inestimables sobre
culturas enteras… Cuando los arqueólogos acceden a sitios intactos, pueden encontrar respuesta a preguntas
más generales en relación con nuestro pasado, por ejemplo, cuándo adoptaron los seres humanos el estilo de
vida agrario… En cambio, cuando solo se dispone para el estudio de material de origen desconocido, la idea
que nos hacemos de los pueblos antiguos es pobre y deformada.50

Otra manera en que se puede dar este tráfico ilícito de bienes culturales, aunque ha sido muy poco
explorado, es el apoderamiento de los conocimientos tradicionales, manifestaciones, prácticas y demás
bienes del Patrimonio Intangible de las comunidades para una exploración comercial que no beneficia a
quienes han creado este conocimiento. Algunas empresas farmacéuticas, por ejemplo, ha aprovechado el
conocimiento tradicional de nuestras comunidades en materia de Herbolaria para desarrollar medicamentos
que puede representarles importantes ganancias sin compartir estos beneficios con los grupos humanos que
le han proporcionado esta información.

Retomando las palabras de Alejandro Gertz Manero: el tráfico ilícito de bienes culturales es un lento suicido
de nuestro pasado.

1.5.1.2.- La destrucción y deterioro del Patrimonio Cultural

El segundo aspecto que podemos precisar como una situación riesgosa para el Patrimonio Cultural es su
destrucción o deterioro por diferentes motivos: podemos encontrar a quien decide demoler su casa antigua
para construir un edificio de condominios en la colonia Roma de la ciudad de México, quien altera una

49 GERTZ MANERO, Alejandro. El Saqueo Arqueológico. Lento Suicidio. Arqueología Mexicana, 1996, IV (24), pp. 23-24.

50 DOOLE, Jenny Doole. El saqueo del pasado. El Correo de la UNESCO, Abril de 2001, Año LIV, pp. 22-23.

66
plaza central de una pequeña población como sucedió recientemente en la población de Guadalupe del
Estado de Zacatecas, aquel presidente municipal que en su ánimo de hacer más atractiva una fiesta
tradicional decide incluir elementos extraños para “modernizarla” o bien destruye una zona arqueológica y
su entorno en la construcción de una carretera. Hay una gama infinita de destruir o deteriorar los valores
principalmente testimoniales o de significación en aras de intereses de naturaleza muy distinta, la mala fe
e incluso, la ignorancia.

Las graves incongruencias en la concepción de un Patrimonio Cultural en contradicción con un mal


entendido concepto de desarrollo ha traído consigo una serie de imperceptibles pero graves pérdidas de este
acervo, tal y como podemos apreciar en este nuevo párrafo de la obra de Javier Pérez de Cuellar que antes
mencionamos:

El Patrimonio Cultural ha sido una de las primeras áreas culturales a las que se ha reconocido un potencial
económico... “La preservación del Patrimonio paga”, fue el slogan acuñado en el Reino Unido en la década
de los ochenta, que pronto encontró adeptos en todo el mundo, así como la idea de “conservación, factor de
desarrollo” que va adquiriendo legitimidad, tanto teórica como práctica. Sin embargo, la alianza entre las
oportunidades económicas y los sistemas de valores foráneos que la conservación representa no siempre ha
sido fructífera. La enorme distancia que separa la pobreza de los valores preservacioncitas occidentales no
se pueden simplemente cubrir con enfoques que apoyan “operaciones comerciales elitistas, al mismo tiempo
que remueven las delicadas relaciones existentes entre los niveles económicos, la vida del vecindario, el tejido
urbano tradicional y el tejido monumental que hacen cuerpo con él, aunque sea de manera precaria”. La
conservación sólo puede tener éxito en contextos urbanos si se toman en cuenta las relaciones entre el entorno
construido y factores tales como la calidad de la infraestructura urbana (transporte, sistema de alcantarillado,
eliminación de la basura, recreación, etc.), el régimen de propiedad de la tierra, el crecimiento y la densidad
de la población, el estado de parque inmobiliario, la atención a la salud y la pobreza urbana. 51

También es cierto que el propietario de un inmueble patrimonial se encuentra ante una perspectiva que
puede implicar cargas importantes en aras de preservar los valores testimoniales de dicho inmueble y
carencia de estímulos: la conservación y el mantenimiento del edificio requiere de una asesoría
especializada, en algunos casos dichas tareas requieren una inversión mayor, existen restricciones de uso,
existe una carga administrativa de trámites mayor que otros inmuebles, etc., y en general, pocos son los
Estados y Municipios que otorgan beneficios fiscales a los propietarios que restauren sus bienes culturales.

Pero esta situación, al traducirla a un ámbito de mayor escala, puede ser mucho más complicada.
Continuando con la obra coordinada por Javier Pérez de Cuellar –Nuestra Diversidad Creativa- y bajo la
dirección de la especialista mexicana Lourdes Arizpe, en el año de 1999, la UNESCO publicó la obra
denominada Informe Mundial de la Cultura. Dentro de esta obra, se incluye un análisis a cargo de una de
las autoridades mundiales en materia legal cultural, la Dra. Lyndel V. Prott:

En cualquier parte del mundo, el patrimonio cultural puede verse amenazado por las enormes obras públicas
que las modernas técnicas de ingeniería civil han hecho posible... La construcción de carreteras y aeropuertos,
la explotación minera y el desarrollo industrial, los trabajos hidráulicos y la recuperación de tierras, la
urbanización y los proyectos de urbanismo, la destrucción de chabolas y la modernización de los cascos
antiguos de las ciudades, así como la evolución de las formas de ocupación de los suelos son importantes
factores que pueden redundar en daños considerables en elementos importantes del patrimonio, o influir en
su total desaparición. 52

51 PEREZ DE CUELLAR, Javier et alt., op. Cit., p. 219.

52 PROTT, Lyndel V. Normas Jurídicas Internacionales sobre el Patrimonio Cultural, en Aripze, Lourdes (Dir. de Invest.). Informe Mundial
sobre la Cultura, 1ª ed. en español, Ediciones UNESCO, Acento Editorial y Fundación Santa María. España, 1999, p. 223.

67
Abordando el tema desde una perspectiva más científica, la maestra Sonia Lombardo de Ruiz, nos expone
que la destrucción o deterioro del Patrimonio Cultural puede darse a través de tres grandes agentes: físicos,
sociales y económicos.

Del primer grupo de elementos destructivos de este Patrimonio, dicha autora menciona lo siguiente:

Todo material utilizado en la construcción está expuesto a la actividad de agentes físicos y químicos que, con
el paso del tiempo, dejan en ellos su huella. Esta puede ser leve y manifestarse como una pátina o con,
diferentes grados de agudeza, llegar al deterioro y la destrucción. 53

Respecto de los agentes sociales, la misma autora señala que:

Las vicisitudes económicas de los individuos han sido definitivas para la conservación o destrucción de los
monumentos que aquéllos han poseído... La obsolescencia y el desuso son también un factor determinante en
la destrucción del patrimonio. Dentro de un proceso natural, los individuos y las sociedades han abandonado
siempre las construcciones que ya no son útiles para sus nuevas formas de vida....Una causa más, contraria a
la conservación de algunos elementos del patrimonio arquitectónico y urbano, es la destrucción deliberada.
Ha habido momentos en la historia en que los intereses de determinado grupo, ya sea económicos, sociales o
ideológicos, han hecho que se destruyan total o parcialmente... El mal uso es otra de las causas de deterioro;
cuando las edificaciones se destinan a usos riesgosos -como depósito de explosivos, sea por caso- o se ocupan
con objetos que rebasan su capacidad y resistencia, se propicia su destrucción... También se ha insistido en
la falta de educación cívica como un ingrediente más para la destrucción… Es muy frecuente, asimismo, el
robo de materiales de construcción que despoja a los edificios abandonados, tanto de piedra sin labrar como
de sillares de cantería, para ser reutilizados en nuevas construcciones... Para terminar de señalar los
principales factores [sociales] que inciden en la destrucción del patrimonio, cabe señalar la introducción de
obras de infraestructura urbana.54

Por último, en cuanto a los agentes económicos, la autora cita al especialista Santos E. Ruiz y
particularmente su trabajo Ideología y Grupos Sociales en la Revalorización del Capital Inmobiliario en
los siguientes términos:

Por la forma en que se dieron en México, el desarrollo urbano y el proyecto cultural que promueve la
conservación de monumentos, puede decirse que ambos proyectos entraron en contradicción y que el primero
propició la destrucción de muchos edificios históricos... El comportamiento del capital inmobiliario propicia
la destrucción y el deterioro de los monumentos de la siguiente manera: en la renta total de un inmueble
interviene dos componentes, la renta del suelo y la renta de la construcción... [cuando suceden inversiones en
infraestructura urbana] el precio de la renta del suelo supera con mucho a la renta que produce la
construcción. Para el capital inmobiliario significa que ha llegado el momento de demolerla y de hacer una
nueva edificación que, por sus características de confort y disponibilidad del área, una renta que corresponda
a la del suelo... 55

Efectivamente, el problema de la destrucción y deterioro del Patrimonio Cultural es un tema de carácter


multidisciplinario y cuya solución requiere de muchos agentes de los diversos sectores sociales.

El historiador Guillermo Tovar de Teresa -en una obra publicada hace algunos años denominada La Ciudad
de los Palacios. Crónica de un Patrimonio Perdido que es una descripción de muchos bienes culturales

53 LOMBARDO DE RUIZ, Sonia. La Visión Actual del Patrimonio Cultural Arquitectónico y Urbano de 1521 a 1900, en Florescano, Enrique
(Coordinador), op. Cit., p. 185.

54 Id., pp. 186-187.

55 Id., p. 189.

68
que se han perdido con el tiempo y por muchas razones en la ciudad de México- con el pesimismo que
marca la impotencia ante la destrucción de muchos inmuebles y zonas culturales, expresa lo siguiente:

Nunca tendremos una idea aproximada de la historia artística de la ciudad de México, de su aspecto y de su
acervo, si no consideramos lo que ha sido destruido en los últimos 400 años. Es asombroso que en lapso de
cuatro siglos se haya demolido tanto: el siglo XVI devastó a la ciudad indígena; el XVII, a la ciudad de los
conquistadores, y el XIX, a la ciudad barroca de los siglos XVII y XVIII. El siglo XX, el más responsable por
ser el más consciente, ha sido el más avasallador y el que la ha convertido en un monstruo apocalíptico. 56

En el ámbito del Patrimonio Cultural Inmaterial, las formas en que puede alterarse el valor testimonial y la
significación de las manifestaciones intangibles pueden ir de los extremos más inocentes hasta el total
desprecio hacia las mismas. La realidad es que el Patrimonio Inmaterial puede ser difícil de proteger ante
esta influencias negativas externas: desde la intervención de empresas nacionales o trasnacionales para
agregar elementos extraños a una festividad tradicional, como la alteración de las formas de construcción
en la arquitectura vernácula cuando un inmigrante a los Estados Unidos pide a su familia reconstruir su
vivienda tradicional para adaptarse a la arquitectura norteamericana o cuando las autoridades en materia de
turismo pretende vender un manifestación religiosa como un show. En todos estos casos, la alteración
produce una erosión en el valor testimonial o de significación de estos bienes.

Podemos concluir que tanto el tráfico ilícito de bienes culturales como en la destrucción o deterioro del
patrimonio Cultural representan fenómenos muy complejos que constituyen un reto para las políticas
públicas y legislación en materia de Patrimonio Cultural. Aun así, consideramos que estos problemas nos
llaman a revisar el papel instrumental de la legislación protectora del patrimonio Cultural: en otras palabras,
revisar la efectividad de las medidas que la ley impone.

A continuación nos dedicaremos a estudiar las causas de estos fenómenos, que están íntimamente ligados
a la manera en que el hombre se interrelaciona con el Patrimonio Cultural y que nos reflejan las diversas
actitudes negativas que se dan en dicha relación, las cuales nos sirven de base para la materia de estudio de
este trabajo.

1.5.2.- Riesgos Mediatos en la protección del Patrimonio Cultural

Después de explicar los riesgos inmediatos a la conservación del Patrimonio Cultural, debemos reconocer
que hablamos de problemas muy complejos que nos obligan a una revisión de los instrumentos legales,
especialmente en el ámbito administrativo: cómo se otorgan los permisos y las licencias, cómo se logran
acuerdos entre los distintos niveles de gobierno para una acción coordinada, cómo mejorar los procesos de
verificación, cómo se puede incrementar las labores de registro e inventario, cómo se puede definir criterios
técnicos, etc. Es cierto, en lo administrativo queda mucho por mejorar en la legislación del Patrimonio
Cultural no solo en México, sino en otras partes del mundo.

Sin embargo, cuando nos referimos a los riesgos mediatos a la conservación del Patrimonio Cultural nos
enfrentamos a fenómenos profundamente humanos y complejos, en donde los valores de los bienes
culturales pueden ser amenazados a partir de las condiciones en que se mueve el mundo actual.

Como hemos visto en este capítulo, el Patrimonio Cultural ostenta cuatro valores (testimonial, de
significación, de uso y de desarrollo) que representan cuatro maneras distintas de verlo. El entendimiento
del equilibrio entre estos valores resulta relevante en cuanto a la adecuada conservación del Patrimonio
Cultural, aunque esto no signifique necesariamente igualdad entre los valores, ya que hemos visto que los

56 TOVAR Y DE TERESA, Guillermo. La Ciudad de los Palacios. Crónica de un Patrimonio Perdido, 3ª ed., Fundación Cultural Televisa A.C.,
Editorial Vuelta y Espejo de Obsidiana, Ediciones, S.A. de C.V. México, 1992, p. 1, Tomo I.

69
valores intrínsecos están mucho más cercanos a la conservación de un bien o sitio cultural y los valores
extrínsecos están referidos a la manera en que el Patrimonio Cultural se inserta de una manera adecuada en
la vida social.

Es así que debemos analizar los distintos escenarios que pueden representar un riesgo para la conservación
de los bienes culturales. Debemos advertir que ninguna de estas causas puede entenderse como un
comportamiento aislado, siempre existirá la interacción de más de uno de ellos en la misma situación.

1.5.2.1.- El desprecio por el Patrimonio Cultural

El desprecio ante el Patrimonio Cultural constituye el riesgo más importante con relación a su conservación.
La realidad es que la manera en que el hombre y sus sociedades han ejercido acciones con el fin de destruir
a los enemigos o cuando menos, a los extraños (a los otros) se ha repetido a lo largo de la historia. Desde
la antigüedad, los vencedores se aseguraron de la destrucción de los bienes más simbólicos, valiosos y
profundos de los perdedores (recordemos por ejemplo, la destrucción de Jerusalén por parte de los
romanos): reducir a las cenizas una cultura era uno de los objetivos de los grandes líderes en el pasado. A
pesar de lo anterior, existieron ejemplos aislados de una actitud distinta como fue el caso de Ciro el Grande
de Persia o Alejandro Magno de Macedonia, quienes pasaron a la historia por su respeto a las culturales de
los vencidos. Algo similar pasó en nuestro país donde encontramos figuras tan distintas como el Obispo
Diego de Landa que destruyó los testimonios de la cultura maya en Yucatán siendo coetáneo de Fray
Bartolomé de las Casas quien -al mismo tiempo, en el Colegio de Santiago de Tlatelolco- estaba ocupado
por elaborar su obra Historia General de las Cosas de la Nueva España en la que establecía una
revaloración de la cultura prehispánica al momento de la conquista.

En tiempos más modernos podemos encontrar muchos ejemplos que permiten concluir que esta situación
permanece, como fue en el caso de la Segunda Guerra Mundial y en el Conflicto de los Balcanes, más
recientemente.

Pero en el mundo globalizado, el desprecio por el Patrimonio Cultural se vuelve más riesgoso porque no
está vinculado a un conflicto armado, sino a los procesos de un desarrollo depredador que desconocen sus
valores testimoniales y de significación.

Es así que -en nombre de la globalización, el desarrollo económico o de la modernidad- el Patrimonio


Cultural puede ser destruido. Es la negación de los valores que impulsaron la creación del Patrimonio
Cultural y conduce normalmente a su desaparición, como sucedió con la destrucción de las colosales
estatuas de los Budas en Afganistán por parte de los talibanes basados en su intolerancia religiosa. En estos
momentos, estamos siendo testigos de la destrucción indiscriminada y violenta del Patrimonio Cultural por
parte del Ejército Islámico en el Cercano Oriente por razones religiosas y de resistencia al Occidente.

Pero también el desprecio al Patrimonio Cultural puede nacer de la ignorancia de las personas: aquellos que
hacen pintas en los monumentos artísticos, quienes rayan las paredes de los viejos conventos coloniales con
mensajes groseros sin entender la necesidad de su conservación o aquellos que hacen de una fiesta
tradicional el motivo para excederse en el uso del alcohol. Todas estas son manera de despreciar el
Patrimonio Cultural.

En el caso del Patrimonio Inmaterial, el desprecio hacia estos bienes culturales por su alto grado de
significación se traduce en la intolerancia, la prohibición e incluso, la violencia: aquí encontramos las
guerras de limpieza étnica, los conflictos religiosos, las prohibiciones a identidades locales a que interpreten
su himno o hablen su idioma.

70
Como un ejemplo de esta actitud, quisiera referirme a un caso reciente que surgió en el Perú y que hice una
relatoría amplia en el artículo Patrimonio cultural, derechos humanos y desarrollo: coincidencias,
ambigüedades y desencuentros publicado en el Número 6, Año 3, de la Revista Intervención, publicada por
la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía “Manuel del Castillo Negrete” del INAH
del mes de Julio a Diciembre de 2012, y que haré referencia a continuación: 57

Con fecha 5 de marzo de 2009 se publicó en El Peruano-Diario Oficial del Estado Peruano, el Decreto
Supremo Número 009-2009-ED, que tenía como objetivo principal modificar una serie de disposiciones del
Decreto Supremo Número 004/2009-ED (MG 2009a), el cual establecía tanto los plazos de autorización
para proyectos de inversión pública o privada que pudieran representar un daño a la integridad del
Patrimonio Arqueológico. La intención del decreto era acortar los términos para que el Instituto Nacional
de Cultura emitiera tal dictamen al grado que si no se cumplen con estos plazos opere una afirmativa ficta.
Algunas de las razones que el Gobierno Peruano expuso para la emisión de este decreto se expresan a
continuación:

Que, dentro del contexto antes descrito resulta imprescindible adoptar medidas extraordinarias que permitan
minimizar los riesgos de afectación del aparato productivo nacional, a través del impulso decidido al
desarrollo y ejecución de proyectos de inversión públicos como privados, concesiones de obras públicas de
infraestructura y de servicios públicos, considerando la aplicación de menores plazos para la aprobación de
los informes finales de los proyectos de evaluación arqueológica, así como de la obtención del Certificado de
Inexistencia de Restos Arqueológicos (CIRA), sujetos al silencio administrativo positivo.

Un posterior decreto, emitido por el gobierno peruano en el mismo año, representaba para el Patrimonio
Cultural un daño todavía mayor. Con fecha 4 de septiembre de 2009, el Presidente de la República remitió
al Congreso de la República la Propuesta de Ley Número 3464/2009-PE, consistente en modificar diversas
disposiciones de la Ley Número 28296, relativa a la Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación
(CRP 2004), que se centraba en dos puntos concretos:

a) Señalaba que los bienes del Patrimonio Cultural de la Nación sólo se declararían como tales mediante
ley expedida por el Congreso de la República.

b) Se otorgaba al Instituto Nacional de Cultura un plazo de 180 días para revisar las declaraciones previas
sobre inmuebles de propiedad privada que fueron considerados como parte del Patrimonio Cultural de la
Nación y revocar aquellas declaraciones (en otras palabras, dejar sin efecto la protección otorgada por la
ley) de aquellos inmuebles cuya preservación “sea onerosa, ineficiente” o “impracticable”.

Echar un vistazo a las consideraciones preliminares que sirven de fundamento a esta reforma constituye
uno de los episodios más sorprendentes y tristes en la historia de la legislación cultural latinoamericana,
por el notorio desprecio mostrado por un gobierno en relación con los monumentos y sitios:

Uno de los grandes problemas en la ejecución de la inversión pública y privada, en el contexto de la crisis
económica globalizada, constituye el retraso o paralización de la ejecución de proyectos de inversión, tanto
públicos como privados, así como el otorgamiento de concesiones de obras públicas de infraestructura y de
servicios públicos. Y una de las causas de tales retrasos o paralizaciones es la amplia regulación existente en
materia de protección estatal sobre los bienes que constituyen el Patrimonio Cultural de la Nación en perjuicio
de los inversionistas.

Sin embargo, la declaración de los bienes inmuebles como integrantes del patrimonio cultural genera también
importantes obligaciones patrimoniales y cargas sobre sus propietarios, quienes muchas veces optan por

57 BECERRIL MIRÓ, José Ernesto. Patrimonio Cultural, derechos humanos y desarrollo: coincidencias, ambigüedades y desencuentros.
Intervención, 2012, 3 (6), pp. 7-17.

71
abandonarlos, por razones diversas, entre las que se encuentran, el excesivo peso de las cargas económicas
para su manutención; la imposibilidad de darles un uso económico rentable sin incurrir en grandes inversiones
y, más aún, las dificultades para su gravamen o transferencia debido a la intensa regulación que les exige
realizar engorrosos trámites ante el Instituto Nacional de Cultura.

El mensaje del Gobierno Peruano parece muy claro: el Patrimonio Cultural peruano es un obstáculo para el
desarrollo, su protección es una situación indeseable para los proyectos gubernamentales o privados y
debemos eliminar aquellos bienes culturales cuya restauración, entre otras causas, sea costosa, (cuando en
general, cualquier acción de restauración es costosa).

La defensa emprendida por la sociedad peruana, apoyada por organismos nacionales e internacionales, hizo
reflexionar al gobierno peruano, que afortunadamente decidió retirar esta propuesta.

Sin embargo, una de las lecturas más tristes que he encontrado a través del tiempo es este párrafo del artículo
de Samuel Huntington del cual ya hablamos en este capítulo:

En la década pasada, México adoptó una posición en cierta forma similar a la de Turquía. Tal como Turquía,
abandonó su antagonismo histórico contra Europa e intentó unírsele; México ha dejado de definirse por su
antagonismo con Estados Unidos y, en lugar de ello, intenta imitarlo e integrarse a la zona de Libre Comercio
de América del Norte. Los dirigentes mexicanos están enfrascados en la compleja tarea de redefinir la
identidad mexicana, e introdujeron reformas económicas fundamentales que con el tiempo conducirán a
cambios políticos igualmente fundamentales. En 1991, un alto asesor del presidente Carlos Salinas de Gortari
me describió, con lujo de detalles, todos los cambios que el gobierno de Salinas estaba realizando. Cuando
terminó, expresé: "Muy impresionante. Me parece que, fundamentalmente, lo que intentan es que México deje
de ser un país latinoamericano y sea norteamericano". Me miró con sorpresa y exclamó: "¡Exactamente! Eso
es precisamente lo que intentamos hacer, pero, por supuesto, no podríamos decirlo en público". Como indica
su observación, en México, al igual que en Turquía, hay importantes sectores de la sociedad que no están
dispuestos a redefinir la identidad nacional. 58

No tengo palabras para describir este episodio de la década de los 90´s que nos menciona el autor, pero
desde luego, es una manera de mostrarnos como un gobierno puede despreciar su cultura e identidad ante
un concepto equivocado de desarrollo.

1.5.2.2.- La falsificación del Patrimonio Cultural

Precisamente porque los bienes culturales tienen la posibilidad de su valor monetario y tiene un carácter
único, es fácil que algunas personas deseen presentar objetos de manufactura reciente, pero copiando
artificiosamente los valores testimoniales del Patrimonio Cultural mismo para presentarlo como auténtico.

Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, los habitantes de Varsovia se encontraron ante un centro
histórico totalmente devastado, objeto de la mayor agresión posible por parte el ejército alemán. A partir
de los planos, fotografías y demás testimonios, los habitantes de Varsovia decidieron reconstruir su Centro
Histórico tratando de recobrar su antiguo esplendor. En muchos casos se habló de una falsificación del
Patrimonio Cultural y se inició una discusión a nivel mundial que desembocó precisamente en todo el
desarrollo que actualmente el estudio del Patrimonio Cultural a nivel mundial.

Es cierto que muchas poblaciones históricas o tradicionales sufren deterioro o devastación ante fenómenos
naturales o humanos y en algunos casos hay que agregar elementos nuevos a las estructuras antiguas.
Existen casas en estado ruinoso que son adaptadas para mantener su función útil en el tiempo. Hay pinturas

58 HUNTINGTON, Samuel P., op. Cit., pp. 56-57.

72
o esculturas que requieren de acciones de restauración en algunas de sus partes. Pero en todos estos casos,
existen principios en las ciencias y técnicas de la restauración que nos permiten conocer cuáles son las
partes originales y cuáles son las partes agregadas.

En el caso de la falsificación, el elemento principal es el engaño: engañar al comprador, engañar al turista,


engañar a la misma población en su momento, engañar a quien de buena fe crea en la autenticidad del objeto
y en los valores trascendentes que el bien en cuestión no tiene, en aras de un beneficio ilícito. En otras
palabras, es un fraude a la cultura.

Es aquí donde encontramos obras artesanales que se venden en el mercado del arte como piezas
arqueológicas, aquellos trabajos falsificados de un gran autor que se vende en el mismo mercado,
poblaciones que repiten una arquitectura para parecer típicas o tradicionales con el fin de atraer turismo;
poblaciones que inventan ferias, pamplonadas, fiestas artificiales con el único fin de atraer también al turista
ignorante; e incluso, el caso de los promotores turísticos que llevan a cabo manifestaciones intangibles
adulteradas y maquilladas para el beneplácito de turistas. Hay muchas maneras de falsificar el Patrimonio
y en todos estos casos, los valores testimoniales o de significación son consideraciones de poca relevancia
para el falsificador en tanto obstruyan a la fabricación de la obra falsa. El resultado de la falsificación del
Patrimonio Cultural es la degradación de sus valores internos para engañar a extraños en aras de un
beneficio privado.

En este proceso participan muchos sectores: delincuentes habituales que se dedican a esta actividad, pero
también encontramos a comerciantes en arte, coleccionistas, poblaciones manipuladas, políticos que
pretenden promover económicamente una región o población, promotores turísticos, hoteles, artesanos, etc.
Hay un largo etcétera en este listado.

Quisiéramos mostrar un caso que ejemplifique esta situación: el Programa de la Secretaría de Turismo
denominado Pueblos Mágicos. Este programa tiene como intención promover el turismo dentro de
pequeñas poblaciones con valor histórico y tradicional. Lo anterior suena en primer lugar correcto, pero al
momento de analizar el documento que contiene las Reglas de Operación de dicho programa vemos algunas
cuestiones poco claras, pues aunque hablan de que los valores culturales son motivo de la atracción turística,
las valoraciones son muy pobres: por ejemplo, veamos lo que se entiende por un Pueblo Mágico:

Un Pueblo Mágico es una localidad que tiene atributos simbólicos, leyendas, historia, hechos, trascendentes,
cotidianidad, en fin MAGIA que emana en cada una de sus manifestaciones socio-culturales, y que significan
hoy día una gran oportunidad para el aprovechamiento turístico, para lo cual serán consideradas aquellas
localidades que cuenten con una población base de 20,000 habitantes. 59

Comparando esta definición, lo único que encontramos es que la profundidad de la cultura sirve como una
base manipulable para el turismo. Posteriormente dichas Reglas de Operación mencionan, entre los
objetivos del programa, los siguientes:

 Estructurar una oferta turística complementaria y diversificada hacía el interior del país, basada
fundamentalmente en los atributos histórico-culturales de localidades singulares.

 Aprovechar la singularidad de las localidades para la generación de productos turísticos basados en las
diferentes expresiones de la cultura local; artesanías, festividades, gastronomía, y tradiciones, entre
otras.

59 Se sugiere consultar el documento SECRETARIA DE TURISMO, Pueblos Mágicos. Reglas de Operación, en http://www.sectur.gob.mx
/work/models/sectur/Resource/99fbd793-a344-4b98-9633-78607f33cb8f/Reglas_de_operacion.pdf.

73
 Aprovechar la singularidad de las localidades para la generación de otros productos turísticos tales
como la aventura y el deporte extremo, el ecoturismo, la pesca deportiva, y otros que signifiquen un alto
grado de atractividad [sic] dentro del territorio de la localidad participante.

 Poner en valor, consolidar y/o reforzar los atractivos de las localidades con potencial y atractividad
[sic] turística, fomentando así flujos turísticos que generen.

Traducido al lenguaje del promotor turístico, lo anterior significa que el Programa tiene por objetivo el que
se desarrollen nuevos productos turísticos que para hacerlos más atractivos o comercializables, es
justificable concebir nuevas manifestaciones intangibles, crear artificiosamente nuevas leyendas, modificar
nuevas significaciones a los lugares: todo se vale cuando se trata de turismo. El peligro de lo anterior es
que la significación auténtica de los bienes culturales se perderá: ese es el riesgo de la falsificación.

1.5.2.3.- La mercantilización del Patrimonio Cultural

La mercantilización del Patrimonio Cultural significa simplemente reducirlo a un simple objeto de


comercio. Esta es una de las principales causas de la destrucción del Patrimonio Cultural, porque como
moneda de cambio, el bien cultural puede ser alterado, demolido, modificado, usado, desaprovechado,
desechado u olvidado en aras de su aprovechamiento económico.

En estos casos, el valor testimonial, de significación o de desarrollo no tienen ninguna importancia: su real
valor se entiende en cuanto a los beneficios económicos que pueden reportar. En este sentido, el valor del
Patrimonio Cultural como un bien de trascendencia social pasa a un segundo término y la lógica es que los
bienes culturales tienen un dueño que tiene la facultad de decidir sobre su destino de una manera ilimitada.

El argumento principal de quienes apoyan esta idea es la importancia de que el Patrimonio Cultural
contribuya al desarrollo económico y las ganancias que genera como una especie de panacea. Por eso,
quienes pretenden proteger los valores testimoniales o de significación oponiéndose a la utilización
irracional del Patrimonio Cultural son tachados de anacrónicos o enemigos del progreso.

Al amparo de un mundo globalizado, los valores testimoniales y de significación del Patrimonio Cultural
pueden ser reducidos a atractivos turísticos, activos, insumos, recursos (en el ámbito de mayor materialidad
de esta acepción) e incluso, simple información a favor del desarrollo de productos o la prestación de
servicios que puede ser utilizada, desechada, alterada, etc. En todos estos casos, la degradación de dichos
valores en consistente.

Una postura tan extrema ha generado, desde luego, una reacción que combate de manera decisiva esta idea.
Sin embargo, en la polémica pública, los partidarios de la mercantilización del Patrimonio Cultural parecen
más convincentes porque venden ideas de prosperidad y distribución de la riqueza; lo cierto, es que
normalmente, quienes se obtienen beneficios de la mercantilización del Patrimonio Cultural son solo
algunos cuantos.

En este sentido, podemos ver la opinión de Iván Franco que nos expone en su obra ¿Quiénes lucran con el
Patrimonio Cultural en México? un panorama de la forma en que se mercantiliza el Patrimonio en aras de
un turismo no regulado:

La relevancia de los desarrollo turísticos que impulsan las multinacionales en toda la república radica, en ese
sentido, en las posibilidades de disfrute que los ecosistemas y culturas locales representan para las élites o
“masa” viajera mundial cuyo elevado poder adquisitivo les permite entrar en contacto y apropiarse de
“pequeños pedazos de paraíso tropical”. Abundan en nuestro país desarrollos hoteleros y turísticos cuyo
denominador común son marinas de yates, campos de golf, lagos artificiales, entre otros conceptos, que en los
hechos inventa para estimulación del alto consumo internacional esas nociones de paraísos…

74
Con esa política de “transnacionalización” impuesta por Estados Unidos y Europa y asumida por México y
en mayor grado por gobiernos locales en la primera década del siglo XXI, los sistemas ecológicos y culturales
de los pueblos antiguos, en aras de la seguridad continental y de los intereses mercantiles norteamericanos,
están convirtiéndose en propiedades o usufructos de y para las multinacionales. Bajo su lógica entran en la
circulación global esos bienes naturales e imponen, de forma unilateral, nuevos usos de los recursos y
conocimientos milenarios; bajo lógicas de enclaves territoriales o “fortalezas” privadas que van más allá del
respeto y protección de las costumbres locales, leyes e instituciones nacionales. 60

La lógica que presenta Iván Franco con relación a la utilización turística de los espacios patrimoniales,
también se hace con el Patrimonio Inmaterial en centros turísticos o con los conocimientos tradicionales de
las comunidades por parte, por ejemplo, de la industria farmacéutica, sin que los creadores o poseedores de
este conocimiento tradicional se vean beneficiados directamente por estas actividades mercantiles… ellos
son los que menos ganan.

1.5.2.4.- La manipulación del Patrimonio Cultural

Esta es una situación que se ha repetido a través de la historia. De hecho, muchos monumentos desde la
antigüedad son producto de las decisión de muchos gobernantes para preservar sus ideas políticas, sus
logros o cuando menos, su propia presencia a través del tiempo.

Fuera de los aspectos económicos, y en su calidad de elementos que contribuyen a otros intereses como
pueden ser políticos, sociales, económicos o de grupo, el Patrimonio Cultural puede ser el fundamento o en
el apoyo para los discursos o ideologías manejados por estos grupos.

En este sentido, los valores testimoniales y de significación pueden ser magnificados por encima de
cualquier otro; pero su intención no es la protección de dichos valores por sí mismos, sino como
instrumentos para justificar un prestigio político, un proyecto de nación, una corriente religiosa, etc. En tal
caso, cuando los bienes culturales pudieran ser contrarios o dejan de ser útiles para estos intereses o
proyectos -en el mejor de los casos-, éstos son abandonados a su suerte, si no es que son destruidos. En el
caso de aquellos bienes culturales que no son útiles para estos intereses, simplemente son olvidados,
despreciados e incluso, destruidos cuando pueden ser amenazantes.

Enrique Florescano nos explica cómo en el marco de una política nacionalista que fortalecía las ideas de la
Revolución Mexicana de 1910 a través de una gran cultura nacional, el Gobierno Mexicano dejó de lado
la apreciación de muchos bienes culturales locales que sufrieron desprotección.

[Al hablar de los países hispanoamericanos después de su independencia] Con todo, los Estados nacionales
reprodujeron en sus países los mecanismos de dominación propios del etnocentrismo occidental, como se
advierte en el tratamiento que dieron a los distintos grupos étnicos, sociales y culturales que los conformaban.
De modo que el nacionalismo también actuó un operativo ideológico dedicado de borrar las diferencias
internas y las contradicciones forjadas por las luchas entre sus distintos actores sociales. Este proyecto
ideológico se propuso también disminuir las diferencias económicas y culturales que se manifestaban en la
propia población. Se afirmó entonces un proyecto integrador, sustentado en el Estado nacional, que elaboró
símbolos, imágenes y patrimonios centralistas con el fin de avasallar las tradiciones rurales y regionales, las
comunidades indígenas y otros sectores no reconocidos como expresiones de lo nacional. Así, en el caso de
México, aunque el Estado ha propiciado la idea de que la historia nacional está formada por distintas etapas
(prehispánica, virreinal, republicana y contemporánea), se advierte que esta reconstrucción ha obedecido más
al interés político de integral al Estado que a las características de estos periodos históricos innegables
distintos.

60 FRANCO, Iván. ¿Quiénes Lucran con el Patrimonio Cultural en México?, 1ª ed., Unas Letras Industria Editorial. México, 2011, pp. 22-23.

75
Todo lo anterior muestra que el patrimonio nacional no es un hecho dado, una entidad existente en sí misma,
sino una construcción en el que participan los intereses de las distintas clases que conforman a la nación. 61

Es seguro que en la construcción del Patrimonio existirá un grado de manipulación cuando los intereses de
poder o de grupo intervienen. En el interés de crear la gran cultura nacional mexicana, se dejó a un lado
muchos bienes culturales que no servían a este propósito que, seguramente, se fueron perdiendo.

Lo anterior también pasa en cuanto al Patrimonio Inmaterial. La manipulación de este Patrimonio implica
transformar las manifestaciones intangibles para tergiversar su significación y reforzar nuestros intereses:
se crean héroes, hechos y leyendas a lo mejor inexistentes, se desprestigia otras manifestaciones, etc.

Sin embargo, los riesgos para el Patrimonio Cultural (sea parte de los intereses políticos, religiosos o de
cualquier otra índole o no) aumentan en tanto quienes representan dichos intereses deciden utilizar
mensajes de odio, intolerancia o violencia. En tales casos, los resultados resultan ser devastadores para
cualquiera de las partes que están involucradas. Uno de los casos más tristes que reporta la Historia de la
Humanidad de la manera de manipular al Patrimonio Cultural en aras de una idea política con fuerte
connotaciones racionales lo constituye el Nazismo. Como un simple ejemplo de la manera en que se
manipulaba el papel de la cultura en este régimen, vale la pena transcribir las siguientes palabras que se
encuentran en la obra del fundador de este movimiento político, Adolfo Hitler, denominada Mi Lucha:

Toda la cultura humana, todos los resultados del arte, la ciencia y la tecnología que vemos ante nosotros hoy
en día, son casi exclusivamente el producto creativo de los arios. Este mismo hecho admite la inferencia no
sin fundamento que sólo él fue el fundador de toda la humanidad superior, por lo tanto, lo que representa el
prototipo de todo lo que entendemos por la palabra 'hombre'. Es el Prometeo de la humanidad de cuya frente
brillante la chispa divina del genio ha surgido en todos, siempre de nuevo encender ese fuego del conocimiento
que había iluminado la noche de misterios silenciosos y así causó al hombre subir la ruta de acceso al dominio
sobre los demás seres de la tierra. Excluirle tal vez después de unos pocos miles de años oscuridad descenderá
nuevamente en la tierra, pasará cultura humana y el mundo gire a un desierto.

Si tuviéramos que dividir la humanidad en tres grupos, los fundadores de la cultura, los portadores de la
cultura, los destructores de la cultura, sólo el ario podría considerarse como el representante del primer
grupo. En él se originan los fundamentos y las paredes de toda la creación humana, y sólo la forma exterior y
el color están determinados por las características cambiantes del carácter de los distintos pueblos.
Proporciona las piedras de construcción más poderosas y los planes para todo progreso humano y sólo la
ejecución corresponde a la naturaleza de los hombres y razas diferentes. 62

Estas palabras están muy alejadas del sentido que tienen los monumentos, sitios, paisajes y manifestaciones
de nuestro Patrimonio Cultural, los cuales nos transmiten mensajes de entendimiento, de solidaridad, de
desarrollo, de diversidad y de diálogo entre las culturas, etc., para el desarrollo de la comunidad humana.

1.5.2.5.- La sacralización del Patrimonio Cultural

La sacralización del Patrimonio Cultural ha sido un fenómeno que también se ha presentado a través de la
historia en distintas épocas y con diversos resultados.

61 FLORESCANO, Enrique. op. Cit., pp. 16-17.

62 Se sugiere consultar el documento HITLER, Adolfo. Mi Lucha, en http://www.hitler.org/writings/Mein_Kampf. En mi muy particular punto
de vista, es increíble que existan todavía organizaciones que pretendan promover este tipo de ideas.

76
La sacralización del Patrimonio Cultural representa una exaltación de los valores testimoniales e incluso,
de significación, negando los efectos positivos de los valores de uso y de desarrollo.

En la sacralización del Patrimonio Cultural, el monumento es un edificio que debe pasar por la
inmutabilidad, en una especie de espacios inmaculados que deben conservar como un imperativo su uso
original, en el mejor de los casos, sin estar expuestos a otra forma de uso y mucho menos ser destinados a
actividades económicas porque se estaría alterando su esencia como bien cultural. La realidad es que las
ciencias de la restauración han establecido los principios necesarios para garantizar la manera en que el
Patrimonio Cultural puede ser utilizado de una manera racional y que contribuya a su conservación.

Muchos de los sectores que apoyan este criterio pertenecen a la comunidad científica que entienden toda la
trascendencia del Patrimonio y es natural que sientan que, por ser quienes cuentan con mayor conocimiento,
puedan aportar las medidas para su preservación. Sin embargo, en muchos casos, estas actitudes alejan a la
población con relación a sus bienes culturales.

Al principio de este capítulo nos referimos a la obra México en la Cultura. Entre uno de los autores que
aportan un criterio es el Dr. Eusebio Dávalos que nos pinta un escenario muy común en nuestro país en el
Siglo XX:

Los antropólogos intervienen actualmente en las actividades siguientes: estudian, protegen y conservar el
patrimonio histórico nacional; joyas arqueológicas y bibliográficas, monumentos prehispánicos y coloniales,
documentos históricos, etc. y por ello tienen la gran responsabilidad de defender el acervo cultural mexicano. 63

Desde luego que los especialistas deben estar presentes en las decisiones sobre el Patrimonio Cultural, pero
esto no es monopolio de una profesión, pues en estos tiempos, debiéramos pensar que el gran responsable
de la protección de los bienes culturales es la sociedad misma. Esta postura, muy propia de mediados del
siglo XX, fue muy importante para conservar nuestro acervo cultural y encontramos profesionales, que
dedicaron su vida a la preservación de nuestros bienes culturales.

Los efectos negativos de la sacralización del Patrimonio Cultural ha llevado a que la sociedad considere
que esta materia debe ser solo responsabilidad a un grupo de notables y que la comunidad no tenga ningún
compromiso con sus bienes culturales; otra consecuencia no deseada es que exista una imitación no
razonada de los valores del Patrimonio Cultural que promueva la falsificación del mismo: es lo que los
especialistas llaman creación de poblaciones escenográficas. Al sacralizar el Patrimonio Cultural lo
estamos volviendo algo ajeno y extraño, y en oposición de la finalidad original de esta actitud, los bienes
culturales serán desvalorizados y normalmente, se perderán.

1.5.2.6.- La despreocupación por el Patrimonio

Aunque normalmente se encuentra acompañada de cualquier otra de las causas de riesgo que hemos
expuesto en este artículo, la despreocupación social sobre el destino del Patrimonio Cultural constituye uno
de los principales problemas a que se enfrentan los monumentos, sitios, paisajes o manifestaciones que
conforman este acervo.

Y es que el principal sostén de la conservación del Patrimonio Cultural es el propio convencimiento de la


sociedad sobre la importancia de protegerlo. En el momento en que esta convicción cambia, los procesos
de deterioro o destrucción se aceleran de una manera exponencial.

63 DAVALOS, Eusebio. La Antropología Mexicana, en Secretaría de Educación Pública, op. Cit., p. 580.

77
Las causas de esta despreocupación pueden abarcar desde la falta de educación y concientización social,
hasta los mensajes que recibimos a través de los medios masivos de comunicación que nos transmiten y
ensalzan valores extraños, pasando por toda clase de intereses que interactúan con respecto al mismo.

En todo caso, no es necesario escribir mucho sobre este tema porque su característica principal es la
impasibilidad o falta de acción. El Patrimonio Cultural se destruye y a nadie le importa, ni genera una
acción de la sociedad por procurar salvar un monumento. En tal caso, nos encontramos ante un escenario
terriblemente desfavorable para la preservación de un bien cultural. Y es que en estas circunstancias, el
valor de significación del Patrimonio Cultural se ha perdido y carece de sentido para la sociedad.

Regresando al texto de Guillermo Tovar y de Teresa, su descripción de la situación actual podría sonar muy
dolorosa, pero nos refleja de manera muy exacta esta actitud ante el Patrimonio Cultural:

..., la sociedad no sabe qué hacer con su pasado, que estorba y avergüenza, cuando no permite que lo
secuestren los burócratas que se sienten propietarios de la patria. Cuando la sociedad civil intenta hace algo
es hostilizada de manera sutil, e impotente asiste al proceso de daño y deterioro de su patrimonio y sus
monumentos. La destrucción de monumentos ha sido una tarea tristemente común, un proceso que ha
concurrido a muchos sectores de la población. Existe una causa esencial: la falta de amor e interés por lo
propio causa pasividad y olvido, desdén y extrañeza... Conservar los monumentos es afirmar la originalidad
de los pueblos y asegurar su memoria para orientar su proyecto; no es una tarea aislada sino la expresión de
un ser que debe recobrarse a cada instante; en tanto no se entienda de manera cabal, como algo más que
nostalgia, sino como una de las más significativas acciones de una sociedad plena de conciencia, seguiremos
asistiendo impotentes ante la pasividad de los diversos sectores de la sociedad que no ayudan a detener el
deterioro de nuestros monumentos. 64

No es necesario hacer mayores consideraciones, pero no podemos dejar de pensar que nos encontramos
ante un panorama muy desafortunado cuando esta última causal se encuentra presente en una sociedad.

1.5.3.- Retos para el futuro

Ninguno de los riesgos que hemos expuesto, de manera aislada, tiene la capacidad de constituir la única
causa de destrucción o deterioro del Patrimonio Cultural. En el mayor de los casos, se encuentran presentes
dos o más de las causales de riesgo que hemos mencionado.

Aun así, debemos reconocer que cualquiera de estos riesgos comparten una característica en común: la
sociedad civil (la comunidad, en otras palabras) se encuentra totalmente apartada (de manera intencional o
no) de la gran decisión de proteger o no su Patrimonio Cultural. Como podemos ver, son pocos los que
generan los riesgos en contra del Patrimonio Cultural y en esa dinámica son estos sectores quienes le niegan
a la comunidad la posibilidad de proteger un bien valioso.

En otras palabras, cualquiera de estos riesgos supone un desprecio generalizado sobre el papel del hombre
y de la comunidad con relación al Patrimonio Cultural y de su derecho a reconocer y decidir sobre el destino
de sus bienes culturales.

La intención de este trabajo es precisamente redescubrir el derecho que tiene el ciudadano como parte de
la sociedad y la comunidad misma de elegir libremente sobre su Patrimonio Cultural y que será objeto de
análisis en los capítulos subsecuentes.

Consideramos que este es el reto más importante en esta materia en un futuro mediato e inmediato.

64 TOVAR Y DE TERESA, Guillermo, op. Cit., p. 189, Tomo II.

78
1.6.- Conclusiones

Estamos seguros que después de este capítulo podemos afirmar que el Patrimonio Cultural pudiera definirse
a partir de dos conceptos: complejidad y valor.

El Patrimonio Cultural es complejo porque trasciende la existencia del objeto mismo, pero también porque
esa trascendencia se encuentra en constante evolución y crecimiento. Por otra parte, el Patrimonio Cultural
es esencialmente el resultado de un acto valorativo, en donde su identificación, desarrollo y protección
depende de la convicción social de que es importante conservar y enriquecer ciertos bienes materiales o
inmateriales que son considerados como trascendentes para el entendimiento, la identidad, el presente, el
pasado y el futuro de un grupo social. Cuando combinamos ambos aspectos, podemos descubrir los cuatros
criterios o valores del Patrimonio Cultural: el valor testimonial, el valor de significación, el valor utilitario
y el valor de desarrollo.

Desde luego, es un reto para el Derecho manejar una materia tan compleja y diversa en la que existen
muchas circunstancias alrededor de este fenómeno social. Por tal razón, el entendimiento de los aspectos
más importante en cuanto al Patrimonio Cultural resultaba necesario como fundamento material de nuestro
trabajo y que a continuación, nos permitirá analizar, estudiar, opinar y proponer soluciones a la
problemáticas que envuelven a nuestros bienes culturales –y principalmente su identificación como un
derecho humano y social- que sean viables, aplicables y útiles para el conglomerado social.

79
Capítulo Segundo:

Los Derechos Culturales

El sentido más profundo de la palabra cultura,


para los hombres como las plantas, consiste en
volverse hacia la luz, para crecer en ella. Si
amamos la libertad es porque nos deja encontrar
la luz para nosotros mismos y crecer en ella. Recae
en el Estado no oponer un muro a la llamada de la
luz

Marc Fumaroli

El Estado Cultural, 1991

80
2.0.- Introducción

Este capítulo pretende seguir con el plan de esta obra que, inicialmente propuso hacer el análisis del derecho
humano y social al Patrimonio Cultural, empezando por analizar de una manera clara los dos elementos
conceptuales de esta idea. Por ello, en el primer capítulo pudimos hablar de lo que significaba la cultura y
muy especialmente, el Patrimonio Cultural tanto en su naturaleza como de las problemáticas envueltas en
el mismo. Ahora toca el turno al tema de los derechos humanos y colectivos, como la segunda gran fuente
en el entendimiento de nuestra materia de estudio.

Hablar de los derechos humanos es tocar un tema muy polémico y que, al igual que el Patrimonio Cultural,
no podemos concluir que se haya llegado a la última palabra. La naturaleza humana y los fenómenos
sociales del mundo actual han puesto en la mesa de la discusión jurídica la existencia y validez de nuevas
prerrogativas humanas y sociales.

Por ello, para dar cumplimiento a los objetivos de este capítulo, tenemos que dividirlo en dos grandes
bloques:

a) Por un parte, analizaremos los conceptos más básicos en materia de derechos humanos para entender su
naturaleza y evolución. En este sentido, vamos a evidenciar la manera en que estas prerrogativas han ido
evolucionando del plano simplemente individual a un ámbito colectivo. Desde luego, tendremos que hablar
de los llamados Derechos Económicos, Sociales y Culturales, así como de los denominados “derechos
difusos” que han sido parte de una discusión muy importante en el ámbito latinoamericano. Por último,
veremos todo este contexto en el marco del mundo actual.

b) La segunda parte de este capítulo estará referido principalmente a los derechos culturales, que constituyen
el antecedente más importante del derecho humano y social al Patrimonio Cultural. Las discusiones que
surjan a partir del concepto de los derechos culturales de ninguna manera pueden considerarse como
intrascendentes, pues están vinculadas a fenómenos mundiales tan interesantes como la diversidad cultural
contra el multiculturalismo, la globalización y por último, dos de las filosofías políticas más trascendentes
en los últimos años: el Universalismo y el Relativismo Cultural.

Como podemos apreciar, la cultura es un factor que está íntimamente envuelto en las discusiones políticas
y sociales más importantes de nuestro tiempo. Desde luego, el Patrimonio Cultural forma parte de estas
circunstancias y son factores que tenemos que analizar en subsecuentes capítulos para dar una escala real
de nuestra materia en el marco de la vida social actual.

2.1.- Los derechos humanos

2.1.1.- Una aproximación hacia los derechos humanos.

Es muy interesante transcribir el siguiente texto del jurista mexicano Elisur Arteaga que se encuentra
contenida en su obra Garantías Individuales que parece servirnos de una corta pero muy efectiva
introducción a este capítulo, cuando habla de los derechos humanos:

La ley y los derechos humanos son un producto de la cultura. Surgen, evolucionan, se incrementan, enriquecen
e, disminuyen, pierden valor o concluyen con ella. Es la cultura la que da conciencia de su existencia y
naturaleza; es la que lleva a exigir su reconocimiento y respeto. 1

1 ARTEAGA NAVA, Elisur. Garantías Individuales, 1ª ed., Oxford University Press México, S.A. de C.V. México, 2009, Colección Textos
Jurídicos Universitarios, p. 22.

81
No sería arriesgado decir que los derechos humanos es una de las aportaciones más importantes al
Patrimonio Cultural de la Humanidad. Aun así, podemos afirmar que nos encontramos ante un reto para las
ciencias jurídicas, porque al hablar de derechos culturales estamos obligados a que el Derecho resuelva un
aspecto que está contenido en su propia esencia.

Por lo anterior, no es extraño que este tema durante muchas décadas tuvo una evolución muy lenta y que
en los últimos años, ha tenido un desarrollo dramático. Los autores de la Declaración Universal de los
Derechos del Hombre o de la Constitución de los Estados Unidos de América, ambos situados en el siglo
XVIII, no podrían imaginar los alcances de lo que ellos llamaron derechos del hombre. Seguramente, ni
siquiera los autores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, emitida apenas en la mitad del
Siglo XX, pudieron pensar en el panorama de los derechos humanos a nivel mundial a principios de la
centuria siguiente y especialmente, de los sectores que reclaman el reconocimiento de los derechos que
tienen como sujetos e incluso, como grupos humanos: el derecho de las comunidades, los derechos de las
mujeres, los derechos de aquellos que tienen una preferencia sexual diferente, los derechos ambientales,
los derechos relacionados con la Bioética, los derechos de la tercera edad, etc.

Igualmente en esta rama del Derecho Constitucional, en especial en el ámbito del Derecho Mexicano, se
han desarrollado una serie de conceptos que requieren de una explicación detallada como son los derechos
humanos, derechos económicos, sociales y culturales; los derechos difusos, los derechos fundamentales,
los derechos de las minorías, etc.

También, los derechos humanos nos llama a revisar la manera en que el Estado, como máximo órgano de
autoridad, debe llevar su vinculación con la sociedad y en ese sentido, dicha relación ha cambiado de una
manera dramática a partir de nuevas realidades sociales y económica que se han mostrado en aspectos tales
como el papel, espacio e influencia que las Organizaciones No Gubernamentales han ganado en los últimos
años.

Por último, la evolución de los derechos humanos nos llama a analizar la posición y consideración del
hombre ante su propia humanidad y en su dinámica ante el grupo social (cualquiera que sea su escala,
nacional, regional o local). En esta discusión, podremos ver que se han desarrollado importantes discusiones
sobre la manera en que tenemos que entender al hombre en cuanto a sus derechos: desde su perspectiva de
sujeto individual (que sirve fundamento a las teorías universalistas) o como parte de una comunidad con
sus propias características (como sucede con las teorías relativistas).

En la edición de 1991 del Diccionario Jurídico Mexicano, el Mtro. Jesús Rodríguez y Rodríguez, nos
proporciona las siguientes definiciones de derechos humanos, derechos individuales y derechos sociales,
tal y como transcribimos a continuación:

DERECHOS HUMANOS. I. Conjunto de facultades, prerrogativas, libertades y pretensiones de carácter civil,


político, económico, social y cultural incluidos los recursos y mecanismo de garantía de todas ellas, que se
reconocen al ser humano, considerado individual y colectivamente. 2

DERECHOS INDIVIDUALES. i. Facultades y libertades esenciales e inalienables del hombre,


individualmente considerado. También se les denomina hoy día con la expresión “derechos civiles” y en el
ordenamiento constitucional mexicano se agrupan bajo el rubro de “garantías Individuales”. 3

2 RODRÍGUEZ Y RODRÍGUEZ, Jesús, vocablo Derechos Humanos. Diccionario Jurídico Mexicano, p. 1063, t. II.

3 RODRÍGUEZ Y RODRÍGUEZ, Jesús, vocablo Derechos Individuales. Diccionario Jurídico Mexicano, p. 1066, t. II.

82
DERECHOS SOCIALES. I. Prerrogativas y pretensiones de carácter económico, social y cultural, reconocidas
al ser humano, individual o colectivamente considerados. Hoy en día se les designa generalmente con el
término “derechos económicos, sociales y culturales”. 4

Todas estas definiciones del Mtro. Rodríguez y Rodriguez nos pueden resultar ahora un poco rígidas, por
decirlo de alguna manera, pero es razonable esta situación pensando que las mismas de emitieron hace más
de 20 años.

Veamos por ejemplo las definiciones que nos proponen algunos autores más modernos.

Miguel Carbonell, en su importante trabajo Los Derechos Fundamentales en México nos expone un punto
de vista muy interesante entre tres conceptos que están vinculados con esta discusión: garantías, derechos
humanos y derechos fundamentales.

Los conceptos “derechos fundamentales”, “garantías individuales y sociales” y “derechos humanos” no son
equivalentes, ni se pueden utilizar indistintamente. Desde luego, la Constitución la que utiliza en el
encabezado de su primera parte, el término “garantías individuales”, al que se apega la mayor parte de la
doctrina mexicana. Sin embargo, no lo consideramos el más adecuado, porque como ha demostrado en
muchos de sus trabajos Héctor Fix-Zamudio, el concepto de garantía no puede ser equivalente al de un
derecho. La garantía es el medio, como su nombre lo indica, para garantizar algo, hacerlo eficaz o devolverlo
a su estado original en caso de que haya sido tergiversado, violado, no respetado. En sentido moderno una
garantía constitucional tiene por objeto reparar las violaciones que se hayan producido a los principios,
valores o disposiciones fundamentales… Los derechos humanos no deben ser confundidos con los derechos
fundamentales. Son fundamentales los derechos que están previstos en el texto constitucional y en los tratados
internacionales…. Pese a todo, la distinción entre derechos fundamentales y derechos humanos no debe
llevarnos a pensar que se trata de categorías separadas e incomunicadas. De hecho, podríamos decir que
todos los derechosa fundamentales son derechos humanos constitucionalizados.” 5

José René Olivos, en su trabajo Los Derechos Humanos y sus Garantías nos presenta ideas adicionales
sobre la propuesta que nos hace el Dr. Miguel Carbonell:

La concepción de los derechos humanos ha sido diversa, se llega a comprender por igual como garantías
individuales, garantías constitucionales, derechos fundamentales, derechos del hombre, o por el contrario se
señalan diferencias o fronteras distintas entre cada uno de éstos términos, así mismo se han fijado
imprecisiones e insuficiencias para comprenderlas como tales. En la doctrina y en los ordenamientos jurídicos
que se pueden encontrar dichos criterios, por lo que existen diversos significados en la comprensión del
concepto. Si bien se pueden identificar algunos elementos comunes con que caracterizan el significado de
derechos humanos, otras en cambio, comprenden ideas distintas y unas más parecen complementase. En
consecuencia, no existe un término único y universalmente dado de lo que puede entender por derechos
humanos. Al respecto y de manera ilustrativa, se pueden destacar las siguientes concepciones. Una primera
distinción que se hace al definir las garantías de la Constitución, que Hans Kelsen establece como los medios
de “garantizar el que una norma inferior se ajuste a la norma superior que determina su creación o su
contenido”. Por lo que se comprende que las garantías constitucionales son medio de garantizar la
constitucionalidad de las leyes. En esta misma idea, se puede inscribir a Héctor Fix-Zamudio quien define a
las garantías individuales como los “…. medios jurídicos, predominantemente de carácter procesal, que están
dirigidos a la reintegración del orden constitucional cuando él mismo ha sido desconocido o violado por los
órganos de poder”… En la visión de la distinción de los derechos humanos con respecto a otros términos,
subyace la argumentación de Miguel Carbonell, al diferenciar las garantías individuales, los derechos
fundamentales y los derechos humanos. Al no considerar adecuado utilizar el primer término, garantías
individuales, para designar derechos, lo que le resulta inapropiado porque la garantía es más bien un medio

4 RODRIGUEZ Y RODRIGUEZ, Jesús, vocablo Derechos Sociales, Diccionario Jurídico Mexicano, p. 1068, t. II.

5 CARBONELL, Miguel. Los Derechos Fundamentales en México, 4ª ed., Editorial Porrúa, S.A. México, 2012, pp. 6, 8-9.

83
para asegurar algo que vuelva a su estado original cuando se ha violentado o no respetado. En tanto los
derechos fundamentales son los que están previstos en la constitución y en los tratados universales. Por lo
que se refiere a los derechos humanos, se constituyen en sentido más amplio que los derechos fundamentales,
que pueden estar provistos o no en una norma jurídica, pero esta noción de derechos humanos se vincula con
la de derechos fundamentales cuando se encuentran en la norma jurídica suprema. En contraposición a la
idea anterior, se encuentra la concepción de Juventino Castro, que identifica a las garantías constitucionales
“… como garantías individuales, derechos del hombre, derechos fundamentales, derechos públicos subjetivos
o derecho del gobernado”. Esta concepción constituye una identidad que acepta que son garantías o derechos
tutelados por la norma superior, los cuales “corresponden a la persona humana por el simple hecho de tener
esa cualidad”… Otra posición distinta es la de Gross Espiell, quien considera emplear la noción de derechos
humanos que los derechos fundamentales al establecer las consideraciones siguientes: “…, si al referirse a
los derechos fundamentales se está insinuando que hay otros derechos humanos que no son fundamentales, y
que por tanto están al margen, o discriminados, respecto de su protección internacional, e incluso de su
protección constitucional interna, no me es posible disimular mi preocupación”… Como se puede apreciar en
los autores que han tratado el tema de las garantías individuales, derechos humanos, derechos del hombre,
derechos fundamentales, presentan diversos enfoques, que se inscriben en el contexto jurídico normativo
nacional e internacional que tampoco establecen acuerdos en la denominación común como un solo
concepto… Desde nuestra perspectiva buena parte de estos conceptos son útiles para entender dichos términos
en cada etapa histórica jurídica y doctrinaria que domina, por lo que nos parece más conveniente arribar a
la forma de reconocer los derechos humanos como sustento esencial de toda sociedad moderna y que se
proyecta en los tiempos presentes, que asumen cada día validez universal por los distintos Estados nacionales
y por los organismos internacionales que se conforman de manera bilateral, regional y multilateral, lo que
permite que se puedan hacer valer, ante su quebranto por las autoridades, tanto en el ámbito nacional y ante
órganos jurisdiccionales internacionales. 6

Por último, consideramos importante citar el siguiente texto del jurista italiano Luigi Ferrajoli, en su obra
intitulada Los Fundamentos de los Derechos Fundamentales, nos hace una exposición interesante de este
concepto:

Según la definición que propongo, son derechos fundamentales aquellos derechos subjetivos [cabe mencionar
que en el pie de página de esta cita el autor menciona: Entendiendo por “derecho subjetivo”, como he
aclarado, cualquier expectativa de actos jurídicos, trátese de una expectativa positiva de prestaciones o de
una expectativa negativa de no lesiones] que las normas de un determinado ordenamiento jurídica atribuyen
universalmente a todos en tanto personas, ciudadanos y/o personas capaces de obrar. Los rasgos estructurales
que, con base a esta definición, distinguen a estos derechos de todos los demás, son tres, todos ellos
independientes del contenido de la expectativas que tutelan: a) la forma universal de su imputación,
entendiendo “universal” en el sentido lógico y no valorativo de la cuantificación universal de la clase de
sujetos que, como personas, ciudadanos o capaces de obrar, sean sus titulares; b) su estatuto de reglas
generales y abstractas, es decir, lo que llamado “normas téticas”, en oposición a las “normas hipotéticas”
[el autor señala en un pie de página de este texto que: Como se recordará, he llamado a “normas téticas” a
las que inmediatamente disponen, en forma general y abstracta, las situaciones expresadas mediante ellas
(por ejemplo, las que enuncian los derechos fundamentales, o las que imponen prohibiciones penales o normas
de señalización vial) y las “normas hipotéticas” a las que no disponen inmediatamente nada, sino que pre-
disponen situaciones jurídicas como efectos de los actos previstos por ellas como hipótesis (por ejemplo, las
normas del código civil que pre-disponen derechos patrimoniales u obligaciones civiles como efectos de
efectos negativos)] que, en cambio, predisponen, como efectos hipotéticos, las situaciones singulares
dispuestas por lo actos, negociable por ejemplo, que prevén en hipótesis; c) su carácter indisponible e
inalienable, tanto incumben de igual forma y medida a todos sus titulares, por oposición a todos sus titulares,
por oposición a los derechos patrimoniales y restantes situaciones singulares que, en cambio, pertenecen a
cada uno con exclusión a los demás.” 7

6 OLIVOS, José René. Los Derechos Humanos y sus Garantías, 2ª ed., Editorial Porrúa, S.A. México, 2011, pp. 28-31.

7 FERRAJOLI, Luigi. Los Fundamentos de los Derechos Fundamentales, 4ª. Ed., Editorial Trotta, S.A. Madrid, 2009, Colección Estructura y
Procesos, Serie Derecho, pp. 291-292.

84
Me parece especialmente importante la discusión sobre la naturaleza y alcances de los derechos culturales
a la luz de las ideas que se exponen en los textos citados, porque nos demuestra que este tipo de prerrogativas
pueden cuestionar en mucho lo expuesto por dichos especialistas.

Conforme a la misma división que algunos de dichos especialistas establecen, parece claro que el término
garantías individuales tiene una naturaleza de carácter casi instrumental y se traducen en los mecanismos
por los que asegura el respeto de los derechos del ciudadano por parte del Estado. El concepto garantía
tiene una connotación de algo que depende de un derecho principal y consideramos que desde nuestro punto
de vista, ese derecho principal son los derechos humanos o derechos fundamentales a que se refieren los
autores antes estudiados. En ese sentido, bajo la perspectiva de los derechos culturales, su consideración
como una garantía parece que nos conduce a la conclusión de que debieran de existir mecanismos de
protección de estos derechos previstos en la ley.

Ahora bien, ¿cuál sería la manera correcta de considerar estas prerrogativas: como derechos fundamentales
o como derecho humanos? Desde nuestra perspectiva, si bien, resultan muy valiosas las consideraciones
de los autores citados anteriormente para demostrar la relevancia del concepto derechos fundamentales
sobre el de derechos humanos, nuestra perspectiva sería en un sentido distinto.

Fundamentalmente, el elemento que diferencia a un derecho fundamental, según los citados autores, es que
se encuentre reconocido en la Constitución, en los Tratados Internacionales o en algún ordenamiento
jurídico que reconozca su universalidad. Esta consideración implica entonces que un derecho fundamental
solo puede ser protegido si acaso goza del reconocimiento constitucional, los instrumentos internacionales
o los ordenamientos jurídicos, de lo contrario, dicha prerrogativa carece de validez.

Debemos reconocer que esta visión nos da mucha certidumbre jurídica, si la Constitución u ordenamientos
de un país o los Tratados Internacionales son el requisito necesario e indispensable para el reconocimiento
de un derecho fundamental. Bajo la perspectiva de estos autores, la respuesta sería positiva. Sin embargo,
en este momento debemos preguntarnos si, tomando en consideración la naturaleza fundamental de estos
derechos, debe limitarse su reconocimiento al texto de una Constitución o de un tratado internacional. Y en
este punto, es donde encontramos un tema interesante para discutir.

Si seguimos de manera literal estas consideraciones, llegamos a un conclusión que puede tener alcances
muy poco esperanzadores: si solo los derechos fundamentales pueden ser tales a partir del reconocimiento
en la Constitución, ordenamientos jurídicos o tratados internacionales; entonces, dichos derechos se
encuentra sujetos a la voluntad y criterio de quienes están encargados de la elaboración de la ley o en
acordar estos tratados y no en el sentido profundo de un derecho que fundamenta la condición humana
como prerrogativa.

Para tal efecto, consideramos importante explicar algunos ejemplos: la igualdad entre el hombre y la mujer
o simplemente, el derecho de voto para las mujeres, que son prerrogativas que se alcanzaron hace
relativamente poco tiempo. Desde la perspectiva jurídica, la respuesta a partir de lo expresado por estos
autores, el derecho es inexistente en tanto no se reconozca en la Constitución o en los Tratados
internacionales. La pregunta sería ¿Son inexistentes estos derechos hasta que sea implementados en la
Constitución, ordenamientos jurídicos o instrumentos internacional? Desde nuestra perspectiva, tomar una
posición en este sentido sería erróneo porque el Derecho siempre se encuentra un paso atrás de la realidad.
Y esto es normal: el derecho tiene la obligación de resolver los problemas que ya se presentaron en la
realidad social.

De igual forma nos encontramos ante la posibilidad de que exista un derecho poco definido tanto en la
Constitución como en un tratado internacional. Pongamos precisamente el concepto del derecho a la cultura

85
que establece la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En dicho documento internacional se
habla del derecho de acceso y disfrute a la cultura. Lo anterior parecería una frase suficientemente
entendible, pero la experiencia nos ha demostrado en que diversos países existe una connotación muy
diferente sobre lo que se entiende por lo que se entiende como acceso y disfrute de la cultura.
Posteriormente, podremos analizar este aspecto con mayor detenimiento, pero lo importante es mostrar la
posible desproporción en cuanto a lo que se pudiera considerar un “derecho fundamental” bajo la
perspectiva establecida por dichos autores.

La tercera implicación en cuanto a estas consideraciones relativas a los derechos fundamentales sería: ¿qué
pasaría si una Constitución negara un derecho que se encuentra reconocido en un tratado internacional? En
tal caso, si la Constitución tuviera un mayor rango en cuanto a la jerarquía normativa de un país, nos
encontraríamos con un conflicto normativo que pudiera disminuir la fortaleza de una prerrogativa como un
derecho fundamental al menos en su territorio. En otras palabras, nos enfrentaríamos ante una confusión
prevista por ambos documentos legales.

En otras palabras, la teoría de los derechos fundamentales que exponen Miguel Carbonell y José René
Olivos, nos conducen a una situación de seguridad jurídica de estas prerrogativas en muchos sistemas
jurídicos nacionales (especialmente en aquellos casos en que podemos encontrar total coordinación entre
las normas constitucionales y los acuerdos internacionales), pero también nos llevan a una incertidumbre
jurídica en cuanto aquellas pueblos en que no exista esta coordinación, o cuando la prerrogativa no esté
definida o cuando simplemente la norma constitucional no la prevea.

A mayor abundamiento, la propuesta de Miguel Carbonell y José René Olivos nos llama a una visión que
pretenden establecer una certidumbre jurídica pero que en realidad nos presenta una perspectiva rígida de
los derechos fundamentales que requieren de una serie de actos de las autoridades o de los Estados mismos
para reconocerlos. En la realidad actual e histórica, la identificación y adopción de los derechos individuales
y sociales depende de muchos más factores reales que la Constitución, los tratados internacionales o de la
regulación interna de un país. Esta circunstancia nos parece que es mucho más clara en el caso de Ferrajoli,
quien ha desarrollado una complicada explicación de estos derechos a partir de una perspectiva objetiva y
subjetiva de los mismos que, desde nuestro punto de vista, es muy poco útil para entender la perspectiva en
que los derechos culturales se encuentran vinculados en el mundo actual. Vale la pena señalar que
conforme a la visión de este jurista italiano, se están hablado de derechos subjetivos que implican una
prestación o una expectativa de no lesión. En el caso de los derechos culturales, esta perspectiva está muy
alejada de esta idea. Aun así, pensamos que la posibilidad de que una persona o una sociedad tenga el
derecho de desarrollar, proteger, enriquecer, transformar u adoptar su propia cultura es un derecho
fundamental, pero no en el sentido que menciona este autor italiano.

Es por ello que nuestra posición es que el término correcto para arrancar el análisis de los derechos
culturales es el de derechos humanos. La decisión la hemos por diversas razones, algunas de ellas basadas
en los propios argumentos de quien quieren apoyar la idea de la supremacía del concepto de los derechos
fundamentales:

a) La primera razón se fundamenta en el alcance que nos permite, en el ámbito individual, la opción del
concepto de los derechos humanos, ya que los mismos se consideran compartidos por todos los hombres
sin tomar en consideración su status jurídico, poblacional, racional o de cualquier toda naturaleza. Por
ejemplo, Luigi Ferrajoli, en la misma obra que hemos transcrito trata de clasificar las diversas prerrogativas
legales del hombre en los siguientes términos:

Si se distinguen las cuatro combinaciones generales por la relevancia o irrelevancia del status de ciudadanos
y/o de capaz de obra como presupuestos de los derechos fundamentales, obtendremos cuatro clases de estos
derechos: a) los derechos humanos, que pertenecen a todas las personas en cuanto tales, incluso a las que no

86
son ciudadanos no capaces de obrar; b) los derechos civiles, que pertenecen a las personas en tanto capaces
de obra, independientemente de su capacidad de la ciudadanía; c) los derechos públicos que corresponden a
las personas en cuanto a ciudadanos, independientemente de su capacidad de obrar; d) los derechos políticos,
que corresponden solo a las personas que sean tanto ciudadanos como capaces de obrar. 8

Como podemos ver de la exposición de Ferrajoli, las prerrogativas que tienen una mayor proyección y
alcance son los derechos humanos, ya que implican a todas las personas. Esta es una realidad en cuanto a
los derechos culturales: en la vida cultural de un país, el status de ciudadano o de sujeto capaz de obrar
jurídicamente resulta una variable que no tiene mayor incidencia en cuanto a nuestra materia de estudio; la
cultura es un tema que involucra a cualquier sector social, a cualquier persona y la contribución de cualquier
ser humano en el desarrollo y enriquecimiento de la cultura de un país no depende de ningún status.

b) José René Olivos, en una argumentación que pretende fortalecer la tesis de la supremacía de los
derecho fundamentales como concepto, nos ofrece una base para reafirmar la importancia de entender la
necesidad de confirmar nuestra visión de revisar los derechos culturales como derechos humanos:

Las fronteras conceptuales de los derechos humanos son menos precisas que las que tienen los derechos
fundamentales. Quizá por esa razón es por la que sobre los derechos humanos han escrito muchas páginas
(algunas muy buenas) los sociólogos, los economistas, los politólogos, los filósofos, etcétera, pero sobre los
derechos fundamentales –hasta donde tengo noticias-generalmente escriben los juristas. 9

El efecto de la argumentación de José René Olivos tiene un efecto totalmente distinto al que pretende llegar,
ya que la pregunta válida en cuanto este argumento es. ¿Cuál concepto entonces parece ideológicamente
más atractivo: los derechos humanos o los derechos fundamentales? Si pensamos es que es una
preocupación multidisciplinaria es porque existe un mayor número de especialistas de las distintas ramas
del saber humano que pretenden contribuir al fortalecimiento de este concepto porque está más íntimamente
ligado a la propia naturaleza humana y social.

Como efectivamente nos menciona Olivos, el concepto de derechos fundamentales ha sido mucho más
explorado por juristas y me parece que este es el gran problema de este término, porque las conclusiones
que se han llegado en el tratamiento de los especialistas están enfocadas en una visión rígida del Derecho
que dependen del reconocimiento del Estado, a través del Poder Legislativo, de estos prerrogativas y que
pareciese olvidar las consideraciones sociales que sirven de fundamento para el reconocimiento de un
derecho humano, fundamental o de cualquier otra naturaleza.

En otras palabras, si el concepto de derechos humanos ha sido analizado por una mayor cantidad de
especialistas de diversas ciencias sociales frente a los derechos fundamentales que ha sido una discusión
exclusiva de los especialistas del derecho, es porque se ha entendido que la primera discusión tiene más
trascendencia para el ser humano ante la segunda.

c) En tercer lugar, podemos encontrar un criterio adoptado por la comunidad internacional de refrendar el
respeto a los derechos humanos como único límite para el desarrollo de los derechos culturales. Como
podemos apreciar en el siguiente principio que a decir de la Convención de la UNESCO sobre la Protección
y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, debe regir la vida cultural de los Estados y
que se contiene en el artículo segundo del mencionado instrumento internacional, ismo no solo está
enunciado sino también explicado a partir de la dinámica de la vida actual:

8 FERRAJOLI, op. Cit., p. 293.

9 OLIVOS, op. Cit., p. 9.

87
1. Principio de respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales

Sólo se podrá proteger y promover la diversidad cultural si se garantizan los derechos humanos y las
libertades fundamentales como la libertad de expresión, información y comunicación, así como la posibilidad
de que las personas escojan sus expresiones culturales. Nadie podrá invocar las disposiciones de la presente
Convención para atentar contra los derechos humanos y las libertades fundamentales proclamados en la
Declaración Universal de Derechos Humanos y garantizados por el derecho internacional, o para limitar su
ámbito de aplicación.

En este sentido, podemos encontrar una disposición expresa que nos refiere a los derechos humanos y
libertades fundamentales expresados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos que no tiene
que ver con la implementación de estos derechos y prerrogativas en las legislaciones nacionales como una
limitación a los derechos culturales.

A partir de estas consideraciones, concluimos que nuestro análisis sobre la naturaleza y alcances de los
derechos culturales, deben basarse en el concepto de los derechos humanos, que resultan ser más cercanos
y menos dogmáticos a las definiciones de garantías o derechos fundamentales.

En consecuencia, consideramos que es importante analizar el desarrollo histórico del concepto de derechos
humanos para entender nuestro papel en la realidad actual y establecer las primeras bases sobre su
proyección en el futuro.

2.1.2.- La evolución de los derechos humanos: contextos y conceptos.

Las discusiones actuales sobre el tema de los derechos humanos, los derechos fundamentales o cualquier
otro concepto similar no son más que el resultado de una evolución del entendimiento del hombre, su propia
naturaleza, su posición en el mundo y su entorno.

Podemos adoptar diversas posiciones para analizar el desarrollo de los derechos humanos, desde aquella
que es puramente cronológica hasta la visión conceptual. Vale la pena estudiar ambos puntos de vista y
tratarlos de conjuntas bajo su contexto histórico, para entender con la suficiente amplitud estos derechos.

Para tal efecto, abordaremos este análisis a partir del concepto de “las generaciones de los derechos
humanos”, tal y como lo propone José René Olivos.

Desde luego, el desarrollo de los derechos humanos tiene algunos antecedentes interesantes previos al
reconocimiento de los distintos tipos de derechos humanos.

El propio José René Olivos nos habla, en su trabajo, de los antecedentes que se dan en la antigüedad (desde
las civilizaciones del Asia Menor, Grecia Clásica y el Imperio Romano) en donde no existe propiamente
una regulación dirigida a reconocer los derechos humanos.

Igualmente, podemos encontrar como antecedentes interesantes en esta materia la institución de la Justicia
Mayor de Aragón, creada durante el Medioevo, que tenía la función de servir de intermediario entre los
gobernados y el rey con el fin de anular las decisiones de éste último, a través de diversos recursos que
protegían la libertad de tránsito (recurso de manifestación de personas), la inhibición de un tribunal de
conocer un asunto (recurso de firma iuris), el resguardo de inmuebles sujetos a un proceso (recurso de
aprehensión) y la protección de documentos y bienes muebles en el desarrollo de un juicio (recurso de
merced). En el caso de la España medieval encontramos el Fuero o Libro de los Jueces que establecía

88
medidas para proteger los derechos de legalidad (que obligaba al Rey a someterse a la ley que él mismo
emitió) y la garantía de imparcialidad de los jueces.

En el caso de Inglaterra, podemos encontrar una evolución muy amplia en cuanto a estos conceptos a través
de la emisión de diversos documentos:

a) en el año 1215, se promulgó la Carta Magna que establecía una serie de derechos de los súbditos ante los
abusos del Rey, entre los que se destacan el respeto a la libertad humana, la prohibición de la afectación de
los bienes del súbdito, la no expropiación de la propiedad sin pago, el derecho a la justicia, el derecho de
audiencia y la libertad de tránsito.

b) en el año 1679, se emite se emite el Habeas Corpus Amendment Act que establece el recurso denominado
Writ of Habeas Corpus que contemplaba la protección de ciertos derechos de los ciudadanos como era la
prohibición de ser juzgado dos veces por el mismo delito, la posibilidad de la libertad bajo fianza y la
garantía de no ser juzgado por deudas civiles.

c) Finalmente en el año 1689, se expidió el Bill of Rights como reacción a los abusos del Rey Jacobo II
(impuestos excesivos, violaciones al derecho de voto, violaciones a la libertad bajo fianza y la severidad de
las penas), estableciendo y reconociendo los siguientes garantías: legalidad, inexistencia de impuestos sin
ser sustentados por una ley, derecho de petición sin que sea motivo de prisión, posesión de armas para
autodefensa, libertad de voto, libertad de expresión y prohibición de penas y fianzas excesivas.

En este caso, lo que podemos afirmar sin temor a equivocarnos es que, para efectos de los grandes
movimientos revolucionarios que marcaron la evolución de los derechos humanos en el siglo XVIII, ya
existía una experiencia de muchos siglos atrás. En otras palabras, el escenario estaba puesto para un
desarrollo más amplio en esta materia.

2.1.2.1.- Derechos de Primera Generación

Los llamados derechos de primera generación surgieron a partir de la Revolución de Independencia de los
Estados Unidos de América y muy particularmente, de la Revolución Francesa, que reflejan el resultado de
una serie de movimientos intelectuales muy profundos, los cuales se pueden resumir en el empirismo inglés,
las teorías del contrato social y la preeminencia del individuo derivadas de las ideas de Rousseau, Locke y
Hume; la reinterpretación del iusnaturalismo, el entendimiento de la posición del ciudadano ante el poder
público, la crítica al absolutismo, el nacimiento de las naciones americanas y el enciclopedismo, entre
muchos otros factores.

En esta época, el entendimiento del concepto del hombre ante la sociedad y su condición como ciudadano,
salpicada del racionalismo, individualismo y liberalismo, sirven de fundamento a la redacción de las Diez
Enmiendas a la Constitución Norteamericana propuestas en 1789 y de la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano que se emite en el marco de la Revolución Francesa por la Asamblea Nacional
Constituyente en el mismo año. José René Olivos nos menciona las características de estas prerrogativas:

Se denomina primera generación de los derechos humanos, por ser los que aparecen histórica y jurídicamente.
Esto sucede en la época moderna, en donde se reconocen los derechos de las personas con un sentido liberal,
por la ideología que invocan y con una perspectiva individualista, en tanto se destaca la calidad del individuo
como ente particular que es objeto de los derechos que formalmente se le reconocen y están tuteladas por las
instituciones estatales. Aspectos que se configuran por las categorías de los derechos civiles y políticos, que
supone el denominador común y prominentemente conferidos.

Los derechos civiles y políticos quedan conformados por los derechos de la persona relativos a la vida, la
integridad física, el reconocimiento de la personalidad jurídica, el honor, la libertad de conciencia,

89
pensamiento y expresión, la seguridad jurídica del individuo y la realización de los procesos de manera legal
conferidos de garantías a favor del sujeto titular, y por los derechos políticos que permiten que se efectúe la
vida democrática, con lo que todo ciudadano puede elegir y ser elegido gobernante, pueda participar en la
iniciación de leyes, en la consulta popular, en el referéndum, en el plebiscito u otras formas de participación
democrática; asimismo, se establecen sistemas jurídicos que instituyen el control del poder público. 10

En este sentido, podemos encontrar en este texto la ratificación de diversos derechos originalmente
entendidos en esa época pero que no estaban contenidos en la Carta Magna de ningún país hasta entonces:
libertad, igualdad, propiedad, seguridad jurídica, no opresión, etc. Estos conceptos acompañaron y
evolucionaron en el transcurso de la primera mitad del siglo XIX, fundamentando muchas de las luchas
sociales que se dieron tanto en las guerras de independencia de América Latina como en la misma manera
en que evolucionaron las naciones europeas. Durante este periodo, los derechos culturales no forman parte
de estas preocupaciones primarias de los ciudadanos.

2.1.2.2.- Derechos de Segunda Generación

La segunda generación de derechos humanos se desarrolla principalmente durante el siglo XIX y está
profundamente vinculada a la idea de los derechos de la clase obrera, surgida de la revolución y sufriente
de los abusos de los industriales. En este periodo, Europa discute la validez de los derechos de los
trabajadores y esta polémica tendrá consecuencias inmediatas en Europa; por ejemplo, la Alemania de
Bismarck es la precursora del régimen de seguridad social. Este régimen nuevo y especial se repercutirá a
través del Orbe. José René Olivos nos expone esta generación de derechos humanos:

La denominación de los derechos humanos de segunda generación, se vinculan con la naturaleza económica
y social, que incide sobre el principio de igualdad de los individuos y complementa los derechos primarios.

Los derechos de la segunda generación se producen a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, como
consecuencia de las ideas socialistas de los derechos de los trabajadores, entre cuyos exponentes destacaron
Carlos Marx y Federico Engels, así como los movimientos obreros y la emergencia de partidos políticos con
plataforma socialista, que pugnan porque también se reconozcan los derechos económicos y sociales en los
ordenamientos jurídicos nacionales…

Los derechos de la segunda generación están acreditados como derechos económicos, sociales y culturales. 11

Consideramos que este autor se guía por una consideración equivocada en cuanto a los derechos culturales
al menos en un inicio, pues en realidad nuestra opinión es que éstos no formaron parte de los derechos
sociales definidos en el siglo XIX y que estas enfocados principalmente a los derechos de grupos
específicos, como son los trabajadores y campesinos en el marco de la reivindicación de sus derechos. Sin
embargo, es cierto que a partir de la definición de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales
(conocidos también como DESC) a mediados del siglo XX, se integran algunas prerrogativas de carácter
cultural a este conjunto.

Tanto la Constitución Mexicana de 1917 como la Constitución Soviética, surgidas de los grandes
movimientos revolucionarios de principios del siglo XX, representan los primeros ejemplos de una
legislación nacional que asumen de una u otra manera estas prerrogativas que transformaron el entorno
socioeconómico de estas naciones y que posteriormente fueron adoptadas por las diversas naciones.

10 Id., p. 25.

11 Id., pp. 25-26.

90
2.1.2.3.- Derechos de Tercera Generación

A partir de los resultados de los movimientos de independencia de muchas posesiones coloniales en el


mundo, las dos Guerras Mundiales, el surgimiento de las nacionalidades en el Tercer Mundo, etc., podemos
encontrar esta nueva generación de derechos que, como establece José René Olivos, tiene una naturaleza
novedosa:

Los derechos en materia de protección ambiental, a la paz, al desarrollo y a la solidaridad o correspondencia


mutua, constituyen la tercera generación de derechos, que se perfilan desde la década de los años setenta del
siglo XX.

Referidos derechos se generan por la internacionalización de dichas categorías de derechos, que se establecen
en las declaraciones universales y regionales de los derechos humanos, como en los pactos internacionales
suscritos por los países miembros de las Naciones Unidas y en las convenciones regionales sobre la misma
materia. 12

A partir de esta definición, podemos decir que los derechos de nueva generación se fundamentan mucho
más en el papel del hombre en cuanto a su relación la naturaleza (derechos ambientales) o con un sistema
sociocultural (como los derechos culturales). Pero la realidad de las circunstancias que se han generado en
las últimas décadas que han sido propias de muchos fenómenos: la globalización, el desarrollo del comercio,
la creación de las grandes corporaciones internacionales, el crecimiento de las organizaciones no
gubernamentales, el reconocimiento de las minorías y los grupos vulnerables en todos los sentidos, las
aspiraciones sociales en el marco de equidad, la creación de condiciones necesarias para el desarrollo
integral de la persona humana y social, etc. A partir de estas consideraciones se han reconocido una nueva
generación de derechos humanos que pueden inscribirse en los aspectos socioeconómicos (como pueden
ser los derechos del consumidor), aspectos relacionados con minorías y grupos vulnerable (como podemos
encontrar en los derechos de la tercera edad, la igualdad entre el hombre y la mujer, los derechos de los
niños, derechos de las personas con capacidades diferentes, derechos de las comunidades indígenas, etc.),
el desarrollo de la persona como un integrante activo de una comunidad (por ejemplo, derecho a la
solidaridad, correspondencia mutua o al desarrollo) o por último, el establecimiento de condiciones para
una sana convivencia humana y comunitaria a todos los niveles (como es el derecho a la paz).

En este sentido, José René Olivos menciona lo siguiente:

Entre los pactos internacionales que aluden a las categorías de los derechos de tercera generación, se puede
señalar el Pacto internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, suscrito por países
miembros de las Naciones Unidas desde el año 1966, donde se mencionan las obligaciones de los Estados con
respecto a los derechos que garantizan (artículo 2º) y los derechos al desarrollo, entre otros aspectos. 13

A partir de esta exposición podemos afirmar que los derechos culturales representan una categoría muy
compleja en cuanto a los valores y fundamentos de estas prerrogativas, especialmente por los fenómenos
que envuelven o estar relacionados con los mismos. Pero esta situación la comparten todas estas
prerrogativas y consideramos que todavía existe mucho por escribir en cuanto a dichos derechos.

12 Id., p. 26.

13 Ibidem.

91
2.1.2.4.- Papel de las Organizaciones Internacionales en el desarrollo de los Derechos Humanos.

A través del siglo XX y los principios de este siglo, los principales promotores para el reconocimiento e
institucionalización de muchos derechos humanos han sido las organizaciones internacionales, como ha
sido la ONU, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la UNESCO, etc. Igualmente, en el marco
continental, podemos encontrar esfuerzos muy importantes en esta materia por parte de la Organización de
los Estados Americanos (la OEA).

En capítulos posteriores analizaremos estos documentos en el ámbito de los derechos culturales y muy
particularmente en el del Patrimonio Cultural; sin embargo consideramos que es importante contextualizar
la evolución de los derechos humanos en cuanto a las circunstancias que marcaron estas cartas, pactos y
convenciones. Vale mencionar que podemos encontrar dos documentos de primordial relevante
importancia: la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y el Pacto de los Derechos Sociales,
Económicos y Culturales. Podemos encontrar algunos otros documentos internacionales que han
establecido y desarrollado otros derechos es especial importancia para grupos y materias específicas como
es el combate al genocidio, trata de personas, derechos de la mujer, derechos del niño, combate a la
discriminación, persecución a los crímenes de guerra, desarrollo social, protección de las personas con
capacidades diferentes, terminación de la tortura, promoción a la tolerancia, derecho al desarrollo, garantías
de las personas sujetas a proceso, derechos de los reclusos, personas de la tercera edad, protección de
trabajadores migratorios, defensa de las minorías, derechos genéticos, defensa de las personas con VIH,
protección de los pueblos indígenas, combate a la xenofobia, etc.

Otro organismo intergubernamental que ha desarrollado, desde una perspectiva muy específica, algunos
aspectos relativos a los a los derechos humanos es la Organización Internacional del Trabajo. Como una de
las actividades humanas más trascendentes y que ha sido objeto de diversos abusos, la OIT ha emitido una
normatividad muy amplia en esta materia que puede navegar en la libertad sindical, combate al trabajo
forzoso, prohibición al trabajo infantil, igualdad de trato, condiciones humanitarias de trabajo, promoción
a la seguridad social, protección a la maternidad, trabajadores migrantes, protección de los pueblos
indígenas y tribales, etc. Especialmente, encontramos un documento extremadamente interesante
denominado Convenio sobre los Pueblos indígenas y Tribales que fue emitido en 1989 y que es
mundialmente conocido como el Convenio 169, el cual se analizará posteriormente. Lo importante que
podemos señalar en cuanto a la labor de la OIT es que ha desarrollado una serie de documentos
internacionales que ha tenido una especial importancia en cuanto al enriquecimiento de los derechos
económicos, sociales y culturales.

Igualmente encontramos la labor de otros organismos y agencias internacionales, tales como la UNICEF,
la Cruz Roja, la FAO, etc. que también han contribuido, en su especialidad, a definir y aclarar derechos
humanos y sociales específicos.

Cabe mencionar el trabajo que ha realizado la Organización de las Nacionales Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura (UNESCO) que ha celebrado diversas convenciones y tratados en materia de
identificación y protección de los derechos culturales. En este sentido, destaca la Convención sobre la
Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales del año 2005, que aborda de una
manera mucho más clara aspectos como la diversidad cultural, derechos culturales, interculturalidad y otras
muchas condiciones que marcan las relaciones de los países, comunidades, grupos y personas ante las
circunstancias que nos marca nuestra condición internacional actual.

En el marco continental, la Organización de los Estado Americanos (OEA) también ha desarrollado en


América una labor muy similar al que ha llevado la ONU en cuanto a la identificación, promoción y
protección de los derechos humanos en distintos aspectos tales como asilo político, desaparición de

92
personas, extradición, familia, personas con capacidades diferentes, menores, mujeres, pena de muerte,
tortura y desarrollo, por mencionar algunas materias.

En resumen, podemos afirmar que el papel de las organizaciones y agencias internacionales e


intergubernamentales en la evolución de los derechos humanos es de especial importancia. Podemos
afirmar que, en nuestra realidad actual, la intervención de los organismos internacionales es un punto
fundamental para entender y enriquecer los derechos humanos tanto en el presente como con perspectivas
a futuro.

2.1.2.5.- ¿Existen Derechos Humanos de Cuarta Generación?

Ante el proceso de evolución de los derechos humanos, José René Olivos nos plantea un cuestionamiento
que pudiera ser muy válido: ¿existen derechos humanos de cuarta generación?

Las razones que sirven de fundamento a estas interrogantes son expuestas por este mismo autor en las
siguientes líneas:

El desarrollo de las tres generaciones de los derechos humanos que se ha producido en el sistema nacional e
internacional, desde el siglo XIX hasta el presente siglo XXI, se ha plateado que se genera una cuarta
generación. No obstante, lo que consideramos es que se produce la constitución de derechos humanos en
categorías cada vez más específicas, lo que genera que se diversifiquen, pero sin dejar de configurarse en
forma interdependiente, lo que ha implicado que se requiera su adecuada especificidad jurídica, y se
establezcan los medios de defensa en cada nación y a escala planetaria… En el contexto de las
transformaciones producidas en todos los órdenes de la vida social a escala mundial, que han modificado la
actuación las instituciones públicas y las reglas de interacción del Estado contemporáneo, en la estructura
social y económica, entre otro orden de asuntos, debe darse un proceso jurídico de actualización continua de
los derechos humanos.

Desde esta perspectiva, se puede considerar, por ejemplo, el conjunto de cambios en la informática y la
tecnología de telecomunicaciones, cuyos efectos dados a través de nuevas comunidades virtuales, tienden a
controlar e influir la conducta de las personas o a vulnerar los derechos a la privacidad y a la intimidad, por
lo que la libertad personal se encuentra determinada por el acceso a la información. Esto alude a la adopción
de categorías jurídicas cuyo contenido reconoce derechos a toda persona frente sistemas que pretenden
controlar libertades, tales como: el derecho de objeción de conciencia como categoría específica del derecho
de libertad de conciencia: o bien considerar la igualdad en las condiciones de acceso a las nuevas tecnologías;
así también las telecomunicaciones como medio avanzado deben constituirse en soporte para el ejercicio de
los derechos a la libertad de expresión y a informar y ser informado.

Así, los derechos humanos son categorías abiertas y permeables que requerirán actualizarse jurídicamente,
ante los nuevos valores y condiciones políticas, sociales, económicas, tecnológicas cambiantes, que se tienden
a dar distintos órdenes de la vida social en tiempos presentes. 14

Podemos afirmar que las consideraciones de José René Olivos son jurídicamente muy certeras y llaman a
la necesaria revisión constante del concepto de derechos humanos. El autor se refiere a estos derechos en
función a una realidad que se nos ha presentado como uno de los principales constantes en nuestro mundo
actual: el avance de las telecomunicaciones. Bajo esta perspectiva, podemos afirmar que ya se encuentra en
discusión e incluso incorporados en nuestra Carta Magna como son los derechos de protección de datos
personales o el derecho al internet. Pero también es posible identificar entre este grupo de nuevas
prerrogativas otras que no tienen que ver con el avance tecnológico, pero si con la transformación en el
entendimiento de la vida social en muchos aspectos: nuevas formas de vida en pareja, nuevas maneras de

14 Id., pp. 27-28.

93
decidir sobre el propio cuerpo, etc. De tal forma, en nuestros tiempos se están discutiendo temas muy
difíciles como son el reconocimiento de los matrimonios entre personas del mismo sexo o el derecho a la
eutanasia. Algunos países ya han reconocido estos derechos. Podemos afirmar que esta discusión está
abierta y estoy seguro que pasaran algunos años para que encontremos una respuesta definitiva en cuanto a
la existencia o de esta nueva generación de derechos humanos.

Aun así, consideramos que existe una consciencia muy clara a nivel mundial de que el concepto de derechos
humanos tiene que evolucionar, quisiera recurrir a una fuente muy popular de conocimiento que está
disponible prácticamente a cualquier persona y que es sumamente consultada a través del mundo como es
la llamada wikipedia (www.wikipedia.org), de la que quisiera tan solo transcribir algunos párrafos de la
información relativa al término: Derechos Humanos:

Autores como David Vallespín Pérez, Franz Matcher, Antonio Pérez Luño, Augusto Mario Morello, Robert B.
Gelman y Javier Bustamante Donas afirman que está surgiendo una cuarta generación de derechos humanos.
No obstante, el contenido de la misma no es claro, y estos autores no presentan una propuesta única.
Normalmente toman algunos derechos de la tercera generación y los incluyen en la cuarta, como el derecho
al medio ambiente o aspectos relacionados con la bioética. Javier Bustamante afirma que la cuarta generación
viene dada por los derechos humanos en relación con las nuevas tecnologías; otros, que el elemento
diferenciador sería que, mientras las tres primeras generaciones se refieren al ser humano como miembro de
la sociedad, los derechos de la cuarta harían referencia al ser humano en tanto que especie…. Helio Gallardo,
por su parte, defiende la existencia de cinco generaciones de derechos humanos, que identifica con las
reivindicaciones de diferentes grupos sociales. Serían los derechos civiles y políticos, reclamados por la
burguesía; los económicos, sociales y culturales, propios de los movimientos obreros y antiesclavistas; los
derechos de los pueblos y sectores diferentes, incluyendo las luchas de descolonización y feministas; los
ambientales, que define como derechos las generaciones futuras; y los relativos al control del cuerpo y la
organización genética de uno mismo, enfrentados a la mercantilización del interior de la vida. 15

Tenemos que reconocer que normalmente los datos que la wikipedia nos proporciona son muy básicos y
poco profundos, pero precisamente lo que queremos demostrar es que la discusión sobre los derechos
humanos de cuarta generación ya es un tema que han dejado las consideraciones académicas de los juristas
para ser un tema que comparte el ciudadano de pie.

Ortega y Gasset, en su obra La rebelión de las masas hablaba de los grandes cambios en el devenir histórico
podía moverse a través del examen generacional, estableciendo un periodo de aproximadamente 15 años
entre una generación y otra. La idea es que la discusión de los derechos humanos de cuarta generación
sigue, en nuestra opinión, en el proceso de reconocimiento y aceptación de la generación que asumirá su
liderazgo y desarrollo.

En el marco de los derechos culturales, consideramos que existen dos prerrogativas que están en proceso
de reconocimiento como parte de esta generación de derechos humanos: el derecho a la diversidad cultural
y el derecho al paisaje. Platicaremos de los mismos posteriormente.

2.1.3.- Los Derechos Económicos, Sociales y Culturales

Ya sea bajo una perspectiva generacional de los derechos humanos o bien, como un resultado –lo cual nos
parece más adecuado- de la evolución de las disposiciones de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos de 1948, en el año de 1966 la Asamblea General de la ONU adoptó dos documentos de especial

15 Se sugiere revisar el vocablo Derechos Humanos, en http://es.wikipedia.org/ wiki/Derechos_Humanos.

94
importancia: el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales.

En el primer caso, se reafirman y profundizan los derechos humanos clásicos que desde el siglo XVIII se
han reconocidos y que estaban principalmente relacionados a los conceptos de libertad e igualdad. Sin
embargo, el segundo documento, está referido a proteger y desarrollar con mayor amplitud una categoría
de prerrogativas del hombre bajo el entendimiento hacia un contexto más complejo que no solo se vinculan
con el papel del hombre en la sociedad, sino de las comunidades y naciones mismas: los derechos
económicos, sociales y culturales, que son conocidos por sus siglas DESC.

En el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales se reconocieron nuevos derechos


de muy variada índole: desde el derecho a la libre determinación de los pueblos, la igualdad entre el hombre
y la mujer en cuanto al acceso a estos derechos, la libre disposición de los recursos y riquezas naturales de
los pueblos, la prohibición a la discriminación, la libertad del trabajo acompañada por la determinación de
condiciones justas de trabajo y el acceso a la seguridad social; así como el derecho a la asociación sindical,
el derecho a un nivel de vida adecuado, el derecho a la salud física y mental hasta el derecho a la educación,
a la cultura y al desarrollo de la investigación científica.

José René Olivos nos trata de explicar de la naturaleza de estas prerrogativas, aunque solo se refiere a ellas
como derechos sociales:

Los derechos sociales los entiendo como los derechos humanos que los ordenamientos jurídicos reconocen
prerrogativas a las personas integradas en colectividad, sector o clase social, que se encuentran en desventaja
o en desigualdad en la sociedad, en los órganos de gobierno se encuentran obligados a realizar acciones para
mejorar sus condiciones de vida, conforme a los principios, normas y valores previstos por las disposiciones
jurídicas.

Lo anterior implica que el Estado está obligado a satisfacer la necesidad de la clase o sector social en
desventaja o marginada, con los medios públicos necesarios y adecuados, con recursos, organización y
estructuras especializadas y diversificadas en los distintos ámbitos de la sociedad, para superar las
condiciones de desigualdad, de la clase o sector social…

Las acciones cualitativas y cuantitativas del Estado para satisfacer los derechos sociales pueden abarcar un
abanico de posibilidades, como el realizar las obras y servicios para el cuidado a la salud pública; el vivir
contar (sic) con ambiente sano; el establecer los medios de defensa para una clase social desprotegidas, como
las procuradurías para la defensa de los trabajadores; la protección de un sector social en desventaja con
respecto a otros, como el Ministerio Público que representa y defiende los intereses de los menores de edad
frente a la violencia familiar ante los órganos jurisdiccionales y debe garantizar la protección de los infantes;
y otros más.

Los derechos sociales y los derechos civiles son derechos interdependientes e indivisibles, en tanto son
derechos humanos que se constituyen en el conjunto de atributos y prerrogativas de todo integrante del género
humano y que asumen validez universal, cuyo sustento fundamental son la dignidad y las libertades de las
personas y de las colectividades, sectores o clases sociales. 16

La discusión sobre estos derechos no es un caso cerrado en la actualidad, tal como nos los comenta el
investigador José Antonio Ruiz Parcero:

Siempre que hablamos sobre los derechos solemos utilizar alguna clasificación de los mismos que condiciona
lo que pensamos y lo que decimos sobre ellos. Plantearse una discusión sobre la “Exigibilidad de los derechos

16 OLIVOS, op. Cit., pp. 251-252.

95
económicos, sociales y culturales” implica asumir una clasificación de los derechos, una de las más
importantes por haber sido adoptada en las declaraciones internacionales. Me refiero a la clasificación que
distingue, al menos, entre: a) derechos civiles y políticos, y b) derechos económicos, sociales y culturales.
Podríamos añadir además otros tipos de derechos como los llamados “derechos de los pueblos”, “derechos
al desarrollo”, “derechos ecológicos”, etc. La utilización de algunas clasificaciones de derechos como
aquella muy conocidas que distinguen entre derechos liberales y derechos sociales; derechos de primera,
segunda y tercera (hasta una cuarta) generación, suelen ser clasificaciones más o menos arbitrarias que, si
bien parten de algún centeno, en realidad no son consecuentes con él. Tampoco son clasificaciones que
correspondan a criterios estructurales de los derechos, ni a criterios de justificación y, sin embargo, se suelen
buscar y afirmar diferencias estructuras o de justificación para cada categoría de derechos. A menudo
también estas clasificaciones inducen a distorsiones en estudios históricos donde se nos presenta la historia
por la lucha de estos derechos como especie de evolución que va (o debe ir) de la conquista de los derechos
civiles, luego los políticos, y finalmente los sociales y los que sigan a éstos. Mi argumento es que estas
clasificaciones han moldeado durante años nuestro modo de pensar y concebir a los derechos, y a la hora de
plantearnos algunas cuestiones, como la exigibilidad de los derechos sociales y culturales, nos hemos visto
compelidos por estas clasificaciones a dar explicaciones y justificaciones de por qué no se pueden exigir o
garantizar adecuadamente estos derechos, a diferencia de lo que ocurre con los derechos civiles y políticos
los cuales, se da por sentado, son más fáciles de proteger y garantizar. 17

Efectivamente, estas prerrogativas han contribuido a ampliar la discusión de los derechos humanos porque
rompen con la tradición individualista de los llamados derechos de primera generación. Desde luego la
complejidad de este concepto no tendría que extrañarnos en tanto que los mismos están sujetos a la dinámica
propia de los intereses de grupos, las comunidades y naciones a los que podríamos referirnos –de una
manera metafórica- como organismos complejos y que representan un reto para la ciencia jurídica, como
menciona el Dr. Miguel Carbonell, quien manifiesta desde mi punto de vista, una posición muy escéptica
en cuanto a dichas prerrogativas:

De entre todas las categorías de carácter general que hemos analizado o que analizaremos en las páginas que
siguen, quizá la que se enfrenta con mayores problemas de comprensión sea la de los derechos sociales. Lo
anterior no se debe a que se concepto sea particularmente complejo (aunque tampoco es sencillo, desde luego),
sino a las condiciones que lo han acompañado en el contexto jurídico-político nacional,… Hay, en este
contexto, dos tipos de aproximaciones que son las que se han impuesto en el pasado y que, como se acaba de
decir siguen teniendo hegemonía dentro de la teoría jurídica nacional.

Para la primera de ellas, los derechos sociales tendrían que regular las relaciones jurídicas entre dos clases
sociales, una poderosa, que cuenta con la propiedad de los bienes de producción y que tiene recursos
económicos suficientes para ejercer plenamente los derechos fundamentales que la Constitución le reconoce,
y otra clase que estaría caracterizada por tener escasas propiedades y medios económicos muy precarios…
Una de las peores consecuencias de la forma de entender los derechos sociales que se acaba de mencionar es
que sitúa a este tipo de derechos fuera del ámbito de obligaciones del Estado, ya que las relaciones jurídicas
en materia de derechos sociales se establecerían solamente entre particulares. De esta manera, el Estado le
correspondería un papel de vigilante o de árbitro, cuyo objetivo fundamental sería justamente vigilar que
ninguna de las partes se excediera respecto de la otra, y que ambas cumplieran con lo dispuesto por la
Constitución… La segunda aproximación a la que se tiene que hacer referencia es la que entiende que los
derecho sociales son mandatos de carácter programático que en la Constitución dirige a las autoridades de
carácter administrativo, las cuales irán cumpliendo con esos mandatos de acuerdo al monto de recursos
económicos de que dispongan y conforme a su propia capacidad para desarrollar los servicios públicos a
través de los cuales se satisfacen los derechos sociales.

17 RUIZ PARCERO, José Antonio. Derechos Sociales: Clasificaciones Sospechosas y Delimitación Conceptual en Cantón, Octavio y Corcuera,
Santiago (Coord.). Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Ensayos y Materiales, 1ª ed., Editorial Porrúa, S.A. y Universidad Iberoamericana,
A.C. México, 2004, pp. 3-4.

96
Es decir, las normas constitucionales que contienen derechos sociales no son concebidas como verdaderos
mandatos, vinculantes para todas las autoridades, sino que representan recomendaciones o programas que
las autoridades deben de ir observando según vayan pudiendo o que no deben violar de manera manifiesta y
grosera… Los derechos sociales tienen que ser entendido –dejando atrás las dos concepciones que se acaban
de comentar- como derechos plenamente exigibles ante las autoridades del estado mexicano, en sus diversos
niveles de gobierno. La plena exigibilidad requiere de la creación de una nueva teoría de los derechos
sociales, así como de la puesta en marcha de nuevos mecanismos procesales o del mejoramiento de los ya
existentes….Para desarrollar plenamente la normatividad de los derechos sociales hace falta, en el caso de
México, trabajar –entre otras- en dos cuestiones concretas: a) el contenido de los derechos sociales, y b) la
exigibilidad procesal,… La primera cuestión es la que consiste el determinar el contenido semántico y los
alcances concretos de cada derecho social; así, por ejemplo, se debe estar en capacidad de determinar qué
significa específicamente que la Constitución establezca el derecho a una vivienda “digna y decorosa” ¿en
qué consiste y qué alcances tiene la “dignidad” y el “decoro” de la vivienda? ¿Cuándo se viola este mandato
constitucional?, ¿qué debe hacer el estado para darle cumplimiento?… Las dificultades de determinación del
contenido de los derechos sociales sin duda existen y son un obstáculo que se debe de superar para hacer
plenamente normativos esos derechos,…. La apertura semántica no tiene que significar, por sí sola, una
pérdida de los efectos normativos que pueden derivar de los derechos sociales… La segunda cuestión en la
que se tiene que trabajar en materia de derechos sociales, es en la denuncia de la existencia de vías procesales
idóneas para hacerlos exigibles, así como en la necesidad de crear esos medios de defensa, de forma que sus
violaciones puedan ser llevadas ante los tribunales… 18

Esta posición es compartida, de una u otra manera, por Elisur Arteaga:

En la constitución existe un número crecido de normas que contienen derechos y libertades, que pueden ser
ejercidos o disfrutados en tanto que se es miembro de un cuerpo, clase o grupo social; también lo pueden ser
en forma individual; a ellos se les ha denominado doctrinalmente garantías sociales y garantías colectivas,
en tanto que las primeras son en razón de la pertenencia a una sociedad y las segundas están referidas a los
intereses e identidad de un grupo determinado…

Los derechos y libertades sociales se explican en función de un concepto sencillo, por serlo, es simplista: una
sociedad injusta, con disparidades extremas y con titulares del poder insensibles, algunos, por razón del poder,
la riqueza o el ascendiente, explotan a quienes carecen de estas características, A través de ellos se da
intervención del Estado para que establezca, en lo posible, un equilibrio entre las partes; se hace con vista a
evitan un rompimiento del orden público. A través de conceder, negar, dilatar, dosificar esos derechos, los
agentes de la autoridad acrecientan su cuota de poder, cuentan con un elemento para someter a quienes tienen
riqueza, para conseguir el voto de los que menos tienen, para manipular a ambos y para ejercer el poder de
la manera que más convenga a sus intereses.

El que la existencia de los derechos y las libertades sociales se haga necesaria después de más de 90 años de
haberse incorporado en la constitución, es indicativo de que la acción del Estado, los programas de los
gobiernos revolucionarios y de la democracia cristiana, han fracasado. Países con menos desigualdades y
con un reparto más equitativo de la riqueza, no se jactan de contar con un número crecido de ellos. Su
presencia en la constitución y el hecho de que se incrementen por reformas periódicas, es indicativo de que
las causas: injusticias y desigualdades, que les dieron nacimiento, subsisten. 19

Desde nuestra perspectiva, si bien, los DESC pudieron haber nacido como una manera de reducir los
aspectos de desigualdad social y de protección a los sectores más débiles –como podemos apreciar en el
caso de las normas constitucionales más avanzadas en el siglo XX, empezando en su momento por México
y Rusia-, la realidad actual nos impone la necesidad de pensar que la función de los DESC es mucho más
amplia en cuanto convierte al Estado en un agente directo para asegurar el cumplimiento de condiciones

18 CARBONELL, op. Cit., pp. 815-817, 819-821.

19 ARTEAGA NAVA, op. Cit., pp. 847-848.

97
para las personas y comunidades (a cualquier nivel) para acceder a las condiciones más favorables en cuanto
a su desarrollo. Desde luego, las teorías jurídicas actuales, que en muchos casos fundamentan el
neoliberalismo, privilegian el individualismo más profundo y el papel del Estado ante el gobernado, han
impuesto una serie de cuestionamientos con relación a los DESC. Esto es cierto, pues proteger estas
prerrogativas implica que ya no se pueden entender los derechos humanos o garantías individuales en una
prerrogativa oponible al Estado; o como se definía de manera clásica a las garantías individuales: un derecho
subjetivo oponible al Estado. En el caso de los DESC, no nos encontramos necesariamente ante un
presupuesto de conflicto entre el ciudadano y la autoridad: más bien, nos situamos en una perspectiva en
donde el Estado debe constituirse en un garante de las condiciones de igualdad, pero principalmente de
desarrollo de las potencialidades humanas tanto en el ámbito individual como colectivo proyectadas al
presente y al futuro.

Otra preocupación que nos presentan algunas de las opiniones anteriormente transcritas es vincular
directamente a los DESC con un plano de lucha entre clases o entre grupos. En este sentido, nuestra opinión
es que, si bien, los DESC nacieron a partir de luchas sociales, nos parece que sería una actitud errónea es
considerar que la dinámica en la que debe desarrollarse la protección de estas prerrogativas se base en una
lógica de confrontación o de reivindicación. Existen algunas naciones en el orbe donde ni siquiera los
derechos políticos y civiles son parte de la vida cotidiana y existen movimientos reivindicatorios con
relación a estos derechos que debieran entenderse como ya incorporados en los sistemas jurídicos de todos
los países.

En otras palabras, la protección de un derecho civil o político nace en términos generales de la acción del
Estado para limitar las prerrogativas del ser humano en tanto es ciudadano. Por ejemplo, un derecho civil
clásico, como es la libertad de expresión requiere de una protección a través de los organismos
jurisdiccionales cuanto existe un acto del Estado con el fin de censurar la posibilidad de que las personas
expresen su pensar; también podría considerase una violación al derecho de una persona para participar en
la vida política de un país cuando el Estado emita una serie de disposiciones que limiten el acceso de una
persona a intervenir en los procesos electorales de una manera injustificada como ha pasado en nuestro país
en la que se ha cuestionado ampliamente desde muchos años la imposibilidad de que las autoridades
electorales permitan el registro de candidaturas independientes (es decir, de candidatos no apoyados por un
partido político) que reduce las posibilidad de un ciudadano a contender en una elección para un cargo
popular.

Podríamos decir que la forma de proteger los derechos políticos y civiles es mucho más sencilla que los
DESC porque nos encontramos ante una consideración que pudiéramos decir que es binaria en cuanto su
calificación: el punto que hay que determinar es si el derecho civil o político se respeta o no. La existencia
de una respuesta incompleta representa una violación en cuanto a un sector de la ciudadanía.

La dinámica de los DESC es distinta porque impone al Estado la obligación de establecer una serie de
medidas adicionales que garanticen el cumplimiento de estos derechos. A diferencia de la actitud policial
que puede caracterizar a los derechos civiles y políticos, la acción directa del Estado como el obligado de
establecer las condiciones que hagan posible los alcances de los DESC resulta fundamental, pero siempre
sujeto a interpretación. Por ejemplo, ¿hasta dónde llega para el Estado el pleno cumplimiento del derecho
a la salud que tiene la población: en el establecimiento de un sistema universal de salud, en garantizar el
acceso ilimitado a los hospitales públicos, en el suministro total de medicinas que los pacientes requieran
no importando el precio de las mismas, en la calidad de los servicios que proporcionen los organismos de
salud, en la inversión que realice el Estado en esta materia? Son preguntas muy difíciles de contestar y en
principio, pudiéramos decir que se requeriría la respuesta positiva a todas estas interrogantes, pero la
realidad en muchos países es que esta situación no sería posible. Entonces, ¿hasta dónde podríamos
considerar que el Estado ha cumplido de manera razonable estas obligaciones? El gran reto para el Estado
en materia de DESC es la amplitud de las acciones que emita.

98
Reinaldo Villalba Vargas en su ensayo Obligaciones de los Estados en relación a los Derechos
Económicos, Sociales y Culturales nos muestra la complejidad de las obligaciones del órgano estatal con
relación a los DESC:

Los contenido de los DESC y las obligaciones que le corresponden a los Estados tienen su fuente en la
normatividad internacional, en las resoluciones de la ONU, en la jurisprudencia, en los comentarios y
observaciones del Comité del PIDESC [Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales],
en los Principios de Limburgo y demás doctrina, la Declaración de Bangalore, la Proclamación de Teherán,
la Declaración sobre el Progreso y Desarrollo Social, la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo y demás
Conferencias y Cumbres de los Estados y sus compromisos adquiridos en la mismas, entre otros.

Es muy claro que el conjunto de obligaciones de los Estados en materia de DESC, tienen su sustento,
fundamentalmente en cuatro pilares:

El reconocimiento de la persona como sujeto de protección internacional;

El respeto a la autodeterminación de los pueblos y a la libre disposición de sus riquezas;

El reconocimiento de la responsabilidad interna e internacional de los Estados en materia de derechos


humanos;

El acatamiento obligatorio por parte de los Estados de la normatividad internacional y local sobre derechos
humanos. Los estados no podrán invocar disposiciones de su derecho como justificación de incumplimiento
de un tratado.

En este contexto, las obligaciones de los Estados, las podemos resumir así:

A. OBLIGACIÓN DE RESPETAR…

La obligación de respetar es de carácter negativo y consiste en la no interferencia del Estado en la libertad de


acción y uso de los recursos propios de los individuos y las colectividades para asegurar su autosatisfacción
social y económica.

Esta obligación implica, además, el respeto a que las colectividades satisfagan sus DESC de acuerdo a su
cultura, sus conocimientos, su identidad y sus propias necesidades….

B. OBLIGACION DE PROTECCIÓN

El Estado debe garantizar que los derechos de las personas no sean violados o restringidos por la acción u
omisión de sus propios funcionarios o terceros particulares, por ejemplo, las multinacionales…

Las obligaciones de protección, exigen la prevención de amenazas o ataques a los derechos, así como la
imposición de sanciones a los responsables de estas conductas. Esta obligación, además implica: “la creación
de recursos legales, judiciales, cuasijudiciales, administrativos o políticos para obtener reparación por
cualquier violación cometida; la adopción de medidas contra la discriminación, el hostigamiento, y las
amenazas dirigidas a impedir el acceso a los DESC; y garantizar que los gastos en que deba incurrir una
persona para asegurar la protección de un derecho, sean proporcionales a sus ingresos para evitar poner en
peligro la satisfacción de otras necesidades básicas”

Es importante tener presente que los Estados están obligados a tomar medidas para REPARAR a la persona
o comunidades afectadas por la amenaza o vulneración de sus DESC, así como de investigar y sancionar a
los servidores públicos o personas naturales o jurídicas de carácter privado responsables de la vulneración
de los derechos.

99
C. OBLIGACIÓN DE SATISFACCIÓN…

Los Estados tienen la obligación positiva de satisfacer en tiempo prudencial y razonable el disfrute de los
DESC básicos de la población. Para ello, las políticas públicas deben de estar condicionadas a la
consecución de este objetivo, aún en períodos de crisis. Para materializar este derecho los Estados deben
tomar medidas, tales como de política laboral, tributaria, financieras, regulación de la economía, de inversión
social que permitan satisfacer las necesidades básicas de existencia y los mercados, el suministro de servicios,
de asistencia a las personas puestas en estado de manifiesta debilidad; con el propósito de satisfacer las
necesidades básicas de la población.

D. OBLIGACIONES DE NO DISCRIMINACIÓN…

Esta Obligación hace referencia al deber de los Estados de brindar u trato igualitario y no discriminatorio a
todas las personas bajo su jurisdicción.

Esta obligación implica también la adopción de medidas de cualquier carácter para asegurar un trato especial
y preferentemente para las mujeres, grupos sociales, personas o comunidades en situación de vulnerabilidad,
ancianos, niños, personas con discapacidad, enfermos terminales, víctimas de desastres naturales o
provocados por el hombre, refugiados y grupos sometidos a condiciones de pobreza extrema. Los planes de
desarrollo deben tener presentes estas realidades, con el fin de dirigir esfuerzos en este sentido.

E. OBLIGACION DE TOMAR MEDIDAS INMEDIATAS…

Los Estados tienen la obligación de adoptar medidas inmediatas y en un plazo razonablemente breve para
adoptar medidas de cualquier índole para satisfacer los DESC.

En este contexto, los Estados deben:

Adecuar su marco legal conforme a las disposiciones internacionales sobre DESC. Tal adecuación implica
incorporar normas favorables para su cumplimiento, eliminar normatividad contraria a este fin y adoptar las
normas internacionales como marco mínimo de acción.

Asegurar la producción y publicación de información sobre políticas públicas sobre los DESC, sus
instrumentos de protección, exigibilidad y justiciabilidad.

Proveer recursos judiciales y/o de otra naturaleza que sean efectivos para hacer exigibles estos derechos. Los
jueces tienen la obligación de aplicar los instrumentos de derechos humanos.

El Estado que pretenda justificar el hecho de no ofrecer ningún recurso jurídico interno frente a las violaciones
de los DESC tendrán que demostrar, o bien que esos recursos no son “medios apropiados” según los términos
del párrafo 1 del artículo 2 del Pacto; o bien que, a la vista de los demás medios utilizados, son innecesarios.

F. OBLIGACION DE GARANTIZAR NIVELES ESENCIALES DE LOS DERECHOS…

Conforme al Comité del Pacto, a cada estado corresponde la obligación mínima de asegurar la satisfacción
de, por lo menos, niveles esenciales de cada uno de los derechos, pues de no establecerse esa obligación
mínimo, el Pacto carecería en gran medida de su razón de ser.

El Comité del Pacto, establece que aún en tiempo de limitaciones graves de recursos, causadas sea por el
proceso de ajuste, de recesión económica o por otros factores, se puede y se debe en realidad proteger a los
miembros vulnerables de la sociedad mediante la adopción de programas de relativo bajo costo.

Estado que pretenda justificar el hecho de no ofrecer ningún recurso jurídico interno frente a las violaciones
de los DESC tendrán que demostrar, o bien que esos recursos no son "medios apropiados” según los términos
del párrafo 1 del artículo 2 del Pacto; o bien que, a la vista de los demás medios utilizados, son innecesarios.

100
G. OBLIGACION DE PROGRESIVIDAD Y SU CORRELATIVA PROHIBICIÓN DE REGRESIVIDAD…

Los Estados están obligados a asegurar las condiciones que, de acuerdo con los recursos materiales del
Estado, permitan avanzar gradual y constantemente hacia la más plena realización de los derechos. El
principio de progresividad es inherente a todos los instrumentos de derechos humanos a medida que se
elaboran y amplían. Asimismo, están obligados a no tomar acciones en su desmedro o restricción de los DESC.

La progresividad implica la aplicación inmediata de contenidos mínimos de cada derecho. Igualmente, la


obligación de trazar estrategias y metas para lograr la vigencia de los DESC con un sistema de indicadores
que permita la supervisión o veeduría de la sociedad….

Incumplen los Estados con esta obligación cuando:

Cuando el Estado no actúa para implementar medidas que aseguren la satisfacción progresiva de estos
derechos;

Cuando el Estado demora injustificadamente en tomar las medidas correspondientes,

Cuando difiere o dilata indefinidamente la toma de medidas o su ejecución con el fin de asegurar la realización
de los DESC;
20
Cuando el Estado adopta medidas que implican regresividad o retroceso de estos derechos.

Como podemos apreciar de la opinión expresada por Reinaldo Villalba a partir del análisis de Pacto
internacional de Derechos Sociales, Económicos y Sociales, es que las obligaciones del Estado se extienden
de una manera exponencial, ya que no solo suponen una simple actitud de vigilancia y de acción ante el
incumplimiento. En el caso de los DESC, la manera en que el Estado garantiza la actualización de dicha
prerrogativas se manifiesta en un constante actuar y mejoramiento de los planes, proyectos y acciones que
emprenda con relación a las problemáticas que involucran dichos derechos. Es por ello que su exigencia a
partir de los órganos jurisdiccionales ha sido muy cuestionada por diversos autores, tal y como hemos
expuesto anteriormente, a partir de una indudable indefinición global de estas prerrogativas.

Aun así, lo que podemos afirmar es que los DESC nos llevan a un nivel de discusión en cuanto al alcance
y naturaleza de los derechos humanos en el ámbito actual, que nos llama a la revalorización de este concepto
y del papel de la ley ante las nuevas circunstancias. Para el Derecho Mexicano, la implementación y
protección de muchas de estas prerrogativas sociales, económicas y culturales han requerido de una
evolución en el ámbito constitucional en los últimos años.

2.1.4.- Los Derechos Difusos y Colectivos

En las últimas décadas del siglo XX y principios del siglo XXI, se intensificó la discusión de una categoría
de derechos humanos, sociales y colectivos que por su redacción se consideraban especialmente difíciles
en cuanto a su reconocimiento, implementación y protección legal. A estas prerrogativas se les denominó
como “derechos difusos” y en la manera en que muchos especialistas se referían a ellos, mencionaban que
éstos representaban más bien buenos deseos que reales derechos exigibles ante los órganos jurisdiccionales.

En realidad, nos encontramos ante una categoría de derechos humanos de incidencia colectiva en el sentido
de que pueden existir algunas problemáticas que es compartida por un grupo humano. De esta manera,
valores sociales como la preservación del medio ambiente, la protección al consumidor, la protección de

20 VILLALBA VARGAS, Reinaldo. Obligaciones de los Estados en relación a los Derechos Económicos, Sociales y Culturales en CANTON y
CORCUERA, op. Cit., pp. 55-64.

101
los clientes de los servicios financieros, el derecho a la vivienda, por mencionar algunos casos, se han
convertido en demandas de grupos y comunidades que tienen que encontrar en el sistema jurídico de un
país los procedimientos para hacerlos valer ante los organismos jurisdiccionales.

Diversos autores latinoamericanos han estudiado de manera muy profunda estos derechos y de tal forma,
acudiremos a algunas de sus opiniones a lo largo de este análisis. Por ejemplo, los especialistas Gustavo
Maurino, Ezequiel Nino y Martín Sigal apuntan estas ideas a maneras de introducción:

... el intento de caracterizar o definir los derechos de incidencia colectiva es una tarea para nada sencilla, no
sólo en nuestro país sino en general en el derecho comparado; al punto de que estas figuras han llegado ser
calificadas como “personajes absolutamente misteriosos”.

El punto resulta central para responder gran parte de las preguntas que se suscitan respecto de las acciones
colectivas. Las especiales características que parecen contener estos derechos, o esta dimensión de los
derechos, determinan que no les resulten aplicables todas las estructuras dogmáticas que son habituales en
las explicaciones sobre otros derechos o intereses, y que su comprensión interpretativa requiera de
construcciones novedosas…. 21

Por otra parte, Kasuo Watanabe nos expone la dificultad del entendimiento de los derechos colectivos
derivado principalmente de su nacimiento como una contraposición de la lógica imperante de la economía
de mercado actual que se basa en un individualismo presente en muchos países:

La estrategia tradicional para tratar las disputas ha sido la resultante de la visión liberal-individualista, que
busca fragmentar los conflictos e incluso los de dimensión molecular en demandas-átomos. Semejante
estrategia, además de debilitar los conflictos por su pulverización, sacrifica enormemente al Poder Judicial,
ya sobrecargado de servicios, con inconmensurables demandadas repetitivas.

Sin embargo, la solución de los conflictos de dimensión molecular mediante demandas colectivas, además de
permitir el acceso más fácil a la justicia, por su abaratamiento y por el rompimiento de barreras
socioculturales, evitará la banalización resultante de la fragmentación de las demandas y conferirá peso
político más adecuado a las acciones destinadas a la solución de los conflictos colectivos.

La tutela colectiva abarca dos clases de intereses o derechos: a) los esencialmente colectivos, que son los
“difusos” y los “colectivos” propiamente dichos; y b) los ontológicamente individuales pero que son tutelados
colectivamente, por razones de estrategia de tratamiento de conflictos, que son los “individuales
homogéneos”.

Los términos “intereses” y “derechos” se vienen utilizando actualmente como sinónimos; lo cierto es que a
partir del momento en que pasan a ser amparados por el derecho, los “intereses” asumen el mismo estatus de
“derechos”, desapareciendo cualquier razón práctica y aún teórica para la búsqueda de una diferenciación
ontológica entre ellos.

La necesidad de que el derecho subjetivo esté siempre referido a un titular determinado, o al menos
determinable, impidió durante mucho tiempo que los “intereses” pertinentes, al mismo tiempo, a toda una
colectividad y a cada de los miembros de la misma colectividad, como por ejemplo los “intereses”
relacionados con el medio ambiente, la salud, la educación, la calidad de vida, etc., pudieran ser considerados
jurídicamente protegibles. Era la estrecha visión de la concepción tradicional del derecho subjetivo,
profundamente marcado por el liberalismo individualista que obstaculizaba esa tutela jurídica. Con el tiempo,
la distinción doctrinaria entre “intereses simples” e “intereses legítimos” permitió un pequeño avance, con
el otorgamiento de tutela jurídica a estos últimos. Hoy, con la concepción más amplia del derecho subjetivo,

21 MAURINO, Gustavo, NINO, Ezequiel y SIGAL, Martin. Las Acciones Colectivas. Análisis Conceptual, Constitucional, Procesal,
Jurisprudencial y Comparado, 1ª ed., Lexis Nexis Argentina, S.A. Buenos Aires, 2005, p. 165.

102
que abarca también lo que antiguamente se tenía como mero “interés” en la óptica individualista, se amplió
el espectro de tutela jurídica y jurisdiccional. 22

Watanabe nos ofrece un primer acercamiento a la idea de los derechos colectivos. Nos estamos refiriendo
al caso de un conflicto que surge, por ejemplo, entre una empresa desarrolladora de un centro comercial y
la comunidad que desea conservar un área verde con el fin de cuidar su medio ambiente. Pero también
existen otros casos que tienen incidencia colectiva, pero afectan de manera individual a un conjunto de
personas, por ejemplo: la responsabilidad que incurre una empresa al fabricar un producto que no cumple
con los aspectos establecidos en una Norma Oficial Mexicana y que provoca daños a los consumidores. En
ambos casos, estamos ante la existencia de un grupo (ya sea permanente o accidental), que se sustenta en
un punto común. El tratamiento de ambos casos podría ser legalmente distinto.

Antonio Gidi nos muestra un elemento de especial importancia en cuanto a la naturaleza de estos derechos
y que constituye la superación del plano individual de estos derechos.

…los derechos difusos y colectivos gozan de un núcleo conceptual que permite un tratamiento hasta cierto
punto conjunto. Ambos son derechos superindividuales e indivisibles. Precisamente por eso, son designados
por Barbosa Moreira como derechos “esencialmente colectivos” en contraste con los individuales
homogéneos que serían “accidentalmente colectivos”. 23

Efectivamente, una característica de especial importante cuando hablamos de los derechos colectivos es
que nacen a partir de un derecho compartido por los miembros del grupo. Ahora bien, como una primera
manera de definirlo, los derechos difusos se refieren a aspectos que constituyen una titularidad pública y
social, en la que podemos encontrar una afectación general de alguno de los valores comunitarios. En
cuanto a los derechos individuales homogéneos, nos referimos a aquellas personas posiblemente
identificables que comparten con otras personas una circunstancia común y han sido afectadas por dicha
causa común. En el caso de los derechos difusos, la necesidad de que el grupo completo (o buena parte del
grupo) promueva la acción acreditando su existencia y su vínculo con aquel bien o valor compartido que
está siendo afectado, constituye el presupuesto principal que debe cumplimentarse para promover una
acción legal. En el caso de los derechos individuales homogéneos, toda vez que están referidos a una
afectación individual, no es necesario comprobar la pertenencia a ningún grupo, pero es posible que varias
personas puedan promover de manera conjunta esta acción, aunque esto no sea obligatorio.

De nueva cuenta, acudimos a la opinión de Watanabe para explicar la diferencia entre ambos conceptos:

Los intereses o derechos “colectivos” fueron así conceptualizados… como “los transindividuales de
naturaleza indivisible cuyo titular sea un grupo, categoría o base de personas ligadas entre sí o con la parte
contraria por una relación jurídica base”. Esa relación jurídica base es la preexistente a la lesión o amenaza
de lesión del interés o derechos del grupo, categoría o clase de persona. No la relación jurídica nacida de la
propia lesión o de la amenaza de lesión…. En la expresiva colocación de Barbosa Moreira, “el interés para
el cual se reclama tutela puede ser común a un grupo más o menos grande de personas, en virtud del vínculo
jurídico que las unes a todas entre sí, sin situarse, no obstante, en el propio contenido de la relación
plurisubjetiva….. En los intereses o derechos “difusos”, su naturaleza indivisible y la inexistencia de una
relación jurídica base no posibilitan, como ya se vio, la determinación de los titulares. Es claro que en un
plano más general del fenómeno jurídico analizado, siempre es posible encontrar un vínculo que une a las
personas, tal como la nacionalidad….Y en los intereses o derechos individuales homogéneos, también podrá

22 WATANABE, Kasuo. Acciones Colectivas: Cuidados Necesarios para la Correcta Fijación del Objeto Litigioso del Proceso en Gidi, Antonio
y Ferrer McGregor, Eduardo (Coordinadores). La Tutela de los Derechos Difusos, Colectivos e Individuales Homogéneos. Hacia un Código
Modelo para Iberoamérica, 1ª. ed., Editorial Porrúa, S.A. e Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal. México, 2003, pp. 3-4.

23 GIDI, Antonio. Derechos Difusos, Colectivos e Individuales Homogéneos en GIDI y FERRER McGREGOR, op. Cit., p. 32.

103
existir entre las personas una relación jurídica base anterior. Lo que importa es que todos los intereses
individuales sean “resultantes de origen común”… 24

Los intereses o derechos “individuales homogéneos” sin aquellos “resultantes de un origen común”…. La
homogeneidad y el origen común son, por tanto, los requisitos para el tratamiento colectivo de los derechos
individuales… 25

En el plano sociológico, el conflicto de intereses puede referirse al mismo tiempo a intereses o derechos
“difusos” e “individuales homogéneos”. Para razonar, supóngase una publicidad engañosa. Como
publicidad, la ofensa afecta un número indeterminable de personas y en consecuencia se trata de lesión a
intereses o derechos “difusos”. Sin embargo, los consumidores que en virtud de la publicidad hayan
adquirido el producto o servicio ofrecido, presentarán seguramente daños individualizados y
diferenciados, de modo que estamos ahí ante la lesión a intereses o derechos “individuales
homogéneos”.26

Como podemos observar de la lectura de los textos que hemos transcritos, parece existir una coincidencia
entre los diversos especialistas en cuanto a la división de los derechos colectivos en diversas categorías. En
términos generales los especialistas nos hablan de tipos de derechos colectivos que se diferencian por los
titulares, causas y posibilidades de ejercicio:

a) los que se llaman derechos difusos que se refieren de derechos colectivos vinculados con un bien de
interés común de grupos indeterminados y no identificados que aparecen a partir de la existencia de una
circunstancia que puede representar un daño común para esta colectividad indefinida. Con el fin de
ejemplificar este tipo de derechos colectivos, podríamos mencionar el caso de un conjunto de vecinos de
un área urbana que puedan promover alguno tipo de defensa legal en contra de una decisión de la autoridad
de destruir un parque.

b) Algunos especialistas hablan de otro tipo de prerrogativas que se denominan como derechos colectivos
en estricto sensu que se refiere a aquellos bienes comunes que son protegidos, reconocidos y compartidos
por los miembros de un grupo previamente a cualquier conflicto que pueda representar un riesgo para el
mismo y que permite a cualquiera de los miembros de dicho grupo promover las acciones jurídicas de
defensa de dicho bien de interés común. Un ejemplo muy claro de este tipo de derechos es la preservación
que una asociación comunitaria que vive en un área con valor ecológico pudiera hacer en contra de un
proyecto constructivo o habitacional.

c) Por último, los especialistas hablan de los derechos individuales homogéneos que se refieren a las
prerrogativas de diversas personas que, sin considerarse como parte de un grupo, les permite promover de
manera individual, conjunta o separada las acciones legales necesarias para combatir una resolución
gubernamental o una situación que pueda afectar de manera individual los mismos intereses que una
colectividad de personas que no se encuentran más vinculadas que partir de esta circunstancia común. La
protección de los derechos de consumidor ante un producto defectuoso es un ejemplo de esta categoría de
derechos colectivos.

El especialista brasileño, Hermes Zaneti, en las conclusiones de su estudio denominado “Derechos


Colectivos Lato Sensu: La definición Conceptual de los Derechos Difusos, de los Derechos Colectivos
stricto sensu y de los Derechos Individuales Homogéneos”, trata de simplificar las categorías anteriormente
expuestas:

24 WATANABE, op. Cit., pp. 6-7.

25 Id., p. 9.

26 Id., p. 12.

104
2.- Son derechos colectivos lato sensu los derechos difusos, los derechos colectivos stricto sensu y los
derechos individuales homogéneos…

3.- Los derechos difusos se caracterizan por la transindividualidad, indivisibilidad, indisponibilidad,


indeterminabilidad de los titulares y la conexión por circunstancias de hecho anteriores al daño.

4.- los derechos colectivos stricto sensu se distinguen de los derechos difusos por la determinibilidad de sus
titulares, que son los grupos, categorías o clases de personas vinculadas entre sí o como la parte contraria,
por una relación jurídica-base (que preexiste al hecho ilícito).

5.-... [hablando de los derechos individuales homogéneos podemos afirmar que] lo que define estos derechos
es el origen común ligado a la circunstancia nociva o potencialmente nociva para los derechos individuales
que presentan características de homogeneidad.

6.- Son características de los derechos individuales homogéneos su colectivización, su indisponibilidad, su


indivisibilidad; la titularidad es verificada a través de la afirmación de lesión a derechos individuales
abstracta y genéricamente considerados, consecuentemente no hay individuación de los titulares del
proceso.

7.- Siendo derechos nuevos, las categorías de los derechos subjetivos lato sensu implica atribuir a su
tratamiento las siguientes características comunes: trasindividualidad, indivisibilidad, indisponibilidad,
titularidad y legitimidad en ley. Eso porque se tratan de derechos creados para garantizar su efectividad a
través del proceso, su justicialidad. 27

Cabe mencionar que cuando este autor habla de justicialidad, nos referimos a la posibilidad de que los
titulares de un derecho colectivo tengan acceso al sistema de justicia, lo cual ha constituido uno de los
aspectos más controvertidos en esta materia.

Por último, Gustavo Maurino, Ezequiel Nino y Martín Sigal nos exponen de una manera pormenorizada
tanto la definición, naturaleza y alcances de la categoría de derechos colectivos de la siguiente manera:

Se han sugerido en nuestro medio diversas fórmulas que podrían servir autónomamente como elemento último
para conceptualizar los derechos de incidencia colectiva. Muchas de ellas son similares y sólo sutilmente
diferentes, otras se superponen parcialmente. Todas tienen méritos relevantes y apuntan a características que
en general compartimos, más allá de que a nuestro modo de ver, puedan resultar demasiado reduccionistas o
imprecisas. Analicemos algunos de los criterios identificatorios que podrían presentarse como elementos para
proceder a efectuar una definición respetuosa del texto constitucional y de las construcciones elaboradas hasta
aquí por la comunidad jurídica.

1.- La indivisibilidad del bien jurídico

…Compartimos la posición que afirma que ciertos derechos son de incidencia colectiva en tanto recaen sobre
un bien –legal o fácticamente- colectivo jurídico, el error que señalamos consiste en reducir los derechos de
incidencia colectiva a los casos en que esta particularidad está presente.

2.- Existencia de un grupo

Podría ensayarse también una definición de estos derechos como aquellos que se manifiestan cuando afecta a
un grupo determinado de personas entendido como una entidad con identidad propia en términos

27 ZANETO JUNIOR, Hermes. Derechos Colectivos Lato Sensu: la definición conceptual de los derechos difusos, de los derechos colectivos
stricto sensu y de los derechos individuales homogéneos en GIDI y FERRER McGREGOR, op. Cit., p. 61.

105
sociológicos... Salvo que se utilicen categorías muy cerradas, como se hace en las situaciones vinculadas a la
discriminación (grupos históricamente postergados o puestos en desventajas por su raza, nacionalidad,
género, etc.) resultaría sumamente difícil limitar el concepto. A su vez, lo que puede unir a ciertas categorías
de personas podría ser justamente –y solamente- el hecho de ser perjudicados por determinado acto… Surge
de ello que no resulta convincente la propuesta de definir el derecho por la afectación de cierto grupo; y si
para eludir este inconveniente se reduce la idea de grupo a la de conjunto de afectados por un acto, se vuelve
al problema de definir derechos de incidencia colectiva porque pertenecen a un número importante de
personas. Hay algo más que debe ser captado por la definición para que esta categoría de derechos funcione
apropiadamente.

3.- Dificultad de precisar a los afectados

Se ha dicho también que lo corresponde mirar es la precisión del grupo de afectados. “En realidad los
intereses no son difusos sino que su pertenencia es difusa y que lo impreciso es la identificación de las personas
afectadas”

4.- Dimensión social

Un criterio interesante que también se ha mencionado, es el de identificar a todos o parte de los derechos de
incidencia colectiva como aquellos relativos a intereses que afecta a la sociedad... Esta conceptualización
resulta muy atractiva pues resalta la característica de interés público que genuinamente case asociar con los
derechos de incidencia colectiva;… Este tipo de conceptos requiere de mayor precisión para que sea operativo
en el razonamiento jurídico a la hora de afirmar o negar que cierta situación cuenta con “dimensión social”.

5.- Unidad de causa

En su libro sobre el amparo colectivo, Quiroga Lavié caracterizó los nuevos derechos sosteniendo que lo
colectivo se configura tanto por el objeto único e indivisible materia de prestación, o del bien objeto de goce
(caso del medio ambiente), como por el acto único, administrativo o no, generador de perjuicios
individualizables y divisibles sufridos por sus respectivos titulares.

La definición es muy interesante, sobre todo en relación con la segunda categoría, que hace referencia a la
causa generadora. Existe, sin embargo, un problema en la conceptualización de Quiroga Lavié, que resulta
de la falta de límite o complemento a la idea de causa común. Muchos actos generadores de perjuicios
individualizables y divisibles no afectan derechos de incidencia colectiva. 28

En primer lugar, y a modo de aclaración previa, sostenemos que esta categoría de derechos no se define por
–ni es reductible a- una sola y única característica definitoria. Su construcción requiere la superación de las
distinciones tradicionales y debe dar cuenta de los elementos que explican y justifican su recepción
constitucional. Tampoco necesita ser conceptualmente geométrica, a la manera en que la dogmática típica
formalista trataba los conceptos jurídicos clásicos. Se trata de una definición que debe cumplir una función
constitucional y no una exigencia escolástica…

Como segundo punto debemos remarcar que no todos los derechos de incidencia colectiva protegen “nuevos”
bienes o valores jurídicos, hasta ahora no tutelados por el derecho. Algunos representan una nueva dimensión
de protección de bienes o derechos ya tutelados por el sistema legal. En algunos casos, se trata de la recepción
de una dimensión colectiva de derechos individuales que se suma a dicho aspecto individual…

Entrando ahora en las categorías concretas de derechos de incidencia colectiva, proponemos que esta
dimensión se encuentra presente en dos supuestos:

1.- Los bienes jurídicos que son legal o fácticamente colectivos generan derechos de incidencia colectiva para
su tutela. La categoría “bienes colectivos” ha sido desarrollada en la teoría jurídica comparada y se solapa

28 MAURINO, NINO Y SIGAL, op. Cit., pp. 170- 173.

106
en gran medida con el de “bienes públicos” de la ciencia económica. Este tipo de bienes se caracteriza
conceptualmente -combinando las nociones jurídicas y económicas, que apuntan a características diferentes,
pero contribuyen a la misma idea- por las siguientes notas: (a) son insusceptibles de apropiación individual
excluyente, (b) su división resulta imposible o no consentida por el derecho, (c) su disfrute por parte de más
personas no lo altera, y (d) resulta imposible o muy imposible excluir a personas de su goce. Las circunstancias
apuntadas conducen, en suma, a los que se denomina el carácter “no distribucional” de los bienes colectivos;
es decir, la imposibilidad conceptual, real o legal en dividir el bien en partes y asignar porciones a los
individuos. Ese carácter no distribucional constituye, como bien señala Alexy, el elemento que resume la
definición...

2.- También configuran derechos de incidencia colectiva aquellos que sin recaer sobre bienes colectivos tienen
condiciones de ejercicio homogéneos en relación con una pluralidad de titulares, cuyas posibilidades para
acceder a la justicia –consideradas estructuralmente- resultan obstaculizadas por las circunstancias.

Aclarando el sentido de la categoría presentada, debemos decir que la homogeneidad de situaciones se refiere
a la situación jurídica de los titulares frente a los sujetos pasivos que deben dar, hacer o abstenerse de hacer
algo a fin de que los derechos se ejerzan y satisfagan. Ella se origina generalmente a partir de la existencia
de una causa común para las situaciones homogéneas, y que pueden resultar de: (a) la existencia de un
conjunto de relaciones jurídicas uniformes y de dinámica plural; (b) la existencia de circunstancias o
acontecimientos fácticos o normativos en virtud de los cuales una cantidad de sujetos quedan situados para
su ejercicio o protección en tales condiciones estructurales de uniformidad y homogeneidad.

Profundizando más en la idea de homogeneidad, debe señalarse que ella apunta a la situación en que los
sujetos afectados comparten una posición jurídica semejante; en particular, la pretensión de titularidad de sus
derechos de características análogas, en virtud de circunstancias semejantes y uniformes, o resultantes de una
misma causa; más allá de eventuales diferencias accidentales….

El segundo componente de la definición liga la existencia de incidencia colectiva en estos derechos con las
posibilidades de acceso a la justicia.

Su análisis debe realizarse en términos estructurales y generales, y no individualmente. El hecho de que


algunos individuos tengan incentivos y posibilidades suficientes para la defensa individual, y la ejerzan en
virtud de circunstancias personales, no enerva su incidencia colectiva si en términos estructurales existen
condiciones y circunstancias que impidan u obstaculicen el efectivo acceso a la justicia de los integrantes del
grupo afectado. Esto es clase cuando media desconocimiento de la ilegalidad de cierta práctica, un esquema
de costos que desalienta el reclamo individual… 29

Como podemos observar, los derechos colectivos -desde su propia concepción, las problemáticas que
involucra y las formas en que pueden ser ejercidos y protegidos- rompieron con algunos paradigmas
relacionados con la teoría de los medios de defensa de los derechos humanos, basados principalmente en la
determinación del daño directo al afectado identificable como legitimación procesal promover la protección
de ciertos derechos que afectan de manera directa o indirecta a una comunidad o un grupo de personas.

Trascender estos paradigmas fue una labor difícil para ciertas naciones. En el ámbito del derecho
anglosajón, la defensa de estos derechos fue denominado como class actions. En Latinoamérica, uno de
los primeros antecedentes que encontramos al respecto es el Código de Defensa al Consumidor brasileño
de 1990, es decir, poco más de 20 años, que marca un hito en el marco de la protección de estas
prerrogativas. En el caso mexicano, no es hasta el año 2010 que nuestra Constitución Política Federal
reconoce este tipo de derechos y se emite en 2011 una ley especial para tales efectos.

29 Id., pp. 191-193.

107
Sin embargo, algunos autores como Victor Abramovich y Christian Courties hacen una reflexión sobre la
cercanía, a veces negada de manera consistente, entre los derechos de primera generación y los llamados
derechos difusos, como podemos apreciar a continuación:

Las supuestas distinciones entre derechos civiles y derechos sociales no son tan tajantes como pretenden los
partidarios de la doctrina tradicional. La principal diferencia que señalan los partidarios de dicha doctrina
reside en la distinción entre obligaciones negativas y positivas: de acuerdo, a esta línea de argumentación,
los derechos civiles se caracterizarían por establecer obligaciones negativas para el Estado –abstenerse de
matar, de torturar, de imponer censura, de violar la correspondencia, de afectar la propiedad privada-
mientras que los derecho sociales exigirían obligaciones de tipo positivo –por ejemplo, dar prestaciones de
salud, educación o vivienda-…

La distinción, sin embargo, es notoriamente endeble….los derechos civiles no se agotan en obligaciones de


abstención por parte del Estado: exigen condiciones positivas, tales como reglamentación –destinadas a
definir el alcance y las restricciones de los derechos-, la actividad administrativa de regulación, el ejercicio
del poder de policía, la protección frente a las interferencias ilícitas del propio Estado y de otros particulares,
la eventual imposición de cadenas por parte del Poder judicial en caso de vulneración, la promoción del
acceso al bien que constituye el objeto del derecho….

En sentido simétrico, los derechos sociales tampoco se agotan en obligaciones positivas: al igual que en el
caso de los derechos civiles, cuando los titulares hayan accedido al bien que constituye el objeto de estos
derechos –salud, vivienda, educación, seguridad social- el estado tiene la obligación de abstenerse de realizar
conductas que lo afecten. El Estado afectará el derecho a la salud, o a la vivienda, o a la educación, cuando
prive ilícitamente a sus titulares del goce del bien que ya disponían, sea dañando su salud, excluyéndolos de
los beneficios de la seguridad social o de la educación, del mismos modo en que se afecta la vida, o la libertad
de expresión, o la libertad ambulatoria, cuando interfieren ilegítimamente en el disfrute de esos bienes….
Otros derechos sociales, sin embargo –en especial aquellos caracterizados por regir aun en las relaciones
entre particulares-, difícilmente pueden conceptualizarse de modo adecuado como derechos prestaciones:
piénsese en el derecho de huelga, o en el derecho a negociación colectiva. Estos derechos requieren
expresamente abstenciones del Estado: no interferir en la huelga, no interferir en las tratativas no en el
resultado de la negociación. 30

Por tanto, podemos decir que existe mucho todavía por escribir en cuanto a la defensa de estos derechos y
que existe la necesidad de que en nuestro país se defina una teoría sobre esta materia. Regresaremos a todos
estos conceptos un poco más adelante cuando hagamos el análisis de los mismos a la luz de los derechos
culturales y del Patrimonio Cultural.

2.1.5.- Estado, sociedad y derechos humanos

En esta jornada hemos recorrido el camino de los derechos humanos desde el reconocimiento de las
primeras libertades ciudadanas –las más básicas en el ámbito político y civil- hasta las nuevas prerrogativas
en el ámbito humano y colectivo que involucra realidades tan complejas como los derechos reproductivos,
la bioética, la preservación del medio ambiente, etc.

Parte fundamental de esta evolución tiene que ver con una profunda transformación de las relaciones entre
el Estado y el gobernado, y aún más, cuando el titular de esta prerrogativa ya no es un sujeto en lo individual,
sino una comunidad e incluso la sociedad civil. El tema, por su trascendencia, ha llamado a la reflexión
internacional, y una muestra de ello es la obra coordinada por Federico Mayor, ex-Director General de la
UNESCO-, en la que se reunió la opinión de diversos intelectuales para reflexionar sobre la situación de
los derechos humanos en la actual centuria.

30 ABRAMOVICH, Victor y COURTIES, Christian Courties. Apuntes sobre la Exigibilidad Judicial de los derechos sociales en Abramovich
Victor, Añon, Maria Jose y Couties, Christian (Compiladores). Derechos Sociales. Instrucciones de Uso, 1ª ed., Distribuciones Fontamara, S.A.
México, 2003, pp. 56-57.

108
En esta obra, denominada Los Derechos Humanos en el Siglo XXI. Cincuenta Ideas para su Práctica,
Federico Mayor nos presenta su propia perspectiva en cuanto a este tema:

Cuando nos planteamos cómo podemos actuar con eficiencia por los derechos humanos en el siglo XX, la
respuesta está en tres palabras: defender, difundir y aplicar los derechos humanos. Aunque podemos
extendernos mucho sobre cada uno de esos términos, vayamos a lo esencial.

Una manera de actuar con eficacia para el futuro de los derechos humanos es defender sus principios.
Debemos mantener intacto el espíritu y contenido de los textos fundamentales. Es la única forma de mantener
la posibilidad de que cada persona ejerza sus libertades y evolucione de manera autónoma Esa defensa de los
derechos del hombre preserva la capacidad de cambio, de renovación y de creación perpetua junto con el
respeto al prójimo… Por ello hay que defender continuamente esos derechos y los principios en que se basan.
El consejo es válido ahora y para el futuro. No se puede confiar en que una vez vencidos los totalitarismos,
una vez acabado el tiempo de las guerras mundiales y de la guerra fría, se haya ganado la batalla. Los
derechos humanos, en el mundo actual, no sólo tienen amigos. Estorban y seguirán estorbando a un buen
número de poderes vigentes, de sistema de dominación, de intenciones de sacar provecho, de concepciones
del mundo… Por eso debemos rechazar todo aquello que restrinja los derechos humanos….Defender los
derechos humanos es negarse a reducirlos con pretextos de reordenación o adaptación. Es buscar su
aplicación en los diferentes contextos culturales y sociales. Es no rehusar a la policromía de lo universal,
que es la del arcoíris…. Algunas personas que lo cuestionan pueden argumentar: “imponéis los derechos
humanos, os negáis a adaptarlos y ante la propuesta de reordenarlos aludís despotismo. Quizá cabría
replanteárselo, dado que se trata de complejas relaciones entre los derechos humanos y el mundo actual,
variable, multicultural, amenazado por nuevos riesgos. Tal vez sería conveniente reformular algunos de ellos.”
Los que piensa así tienen razón por lo menos en una cosa importante: la defensa de los derechos humanos no
puede ser mecánica ni rígida… Como sabemos, el mundo vive grandes cambios y le aguardan
transformaciones aún más rápidas e impresionantes que las preceden. Todo es cada vez más complejo y los
peligros aumentan al mismo tiempo que la potencia. En esa profunda mutación, a menudo vertiginosa, debe
evolucionar nuestra reflexión sobre los derechos humanos. El pensamiento acerca de ellos debe responder
incesantemente a nuevos desafíos, No debemos olvidar, sin embargo, que para encontrar soluciones inéditas
hay que contar con una profunda fidelidad que excluya el abandono. Para inventar las respuestas a cuestiones
que ayer no se planteaban, hay que remitirse a los principios básicos, empezando por la libertad. Defender
los derechos humanos, también es difundirlos.

Veamos qué significa difundir los derechos humanos. Los nuevos derechos humanos no surgen de pronto, no
irrumpen para sumarse repentinamente, con carácter contingente, a una enumeración ya constituida. Si así
fuere, sería difícil entender su aparición. Pasarían de ser inexistentes a convertirse de golpe en inalienables.
O bien existirían en la eternidad, aunque desconocidos, omitidos de la lista de derechos. Pero no es así: hay
nuevas circunstancias históricas que nos conducen a su descubrimiento, a hacer que se reconozcan, a
desarrollarlos y orientales. Por ello, de esos principios universales, debemos deducir nuevas consecuencias,
inéditas, porque no se podían apreciar en el contexto de situaciones anteriores… La principal cuestión, la
única decisiva para el futuro, es contar con los medios políticos, sociales, e individuales, para aplicar los
principios y transformar los derechos humanos en una realidad cotidiana. Imaginemos por un momento que
haya una unanimidad absoluta, que todo el mundo sea favorable a la difusión de los derechos humanos. Si
esas convicciones no se traducen en actos, nada cambiaría en el mundo. Aquí es donde se topan el derecho y
el deber. En cada ser humano hay una correlación entre el derecho, la conciencia y el comportamiento. No
creo que sea necesario establecer la lista de los derechos correspondientes a los derechos. Sería muy difícil
designar quién lo decidiría u quien controlaría que se respetase. Los derechos humanos no pueden limitarse
a meras intenciones, ideales sin realización. No son normas destinadas a ser independientes de la realidad.
Al contrario, debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para reducir la separación entre la norma y
su aplicación. 31

31 MAYOR, Federico. Una Cuestión de Voluntad en UNESCO. Los Derechos Humanos en el Siglo XXI. Cincuenta Ideas para su Práctica
(Textos Inéditos reunidos por Federico Mayor en colaboración con Roger-Pol Droit), 1ª ed., UNESCO, Correo de la UNESCO e Icaria Editorial.
México, 2004, pp. 8-12.

109
Dentro de esta misma obra coordinada por Federico Mayor, el pensador de origen tunecino Fathi Triki, nos
comparte la dificultad de proteger los derechos humanos y colectivos bajo la perspectiva de una mayor
atribución de poderes de la sociedad civil en la protección de los derechos humanos y colectivos en el
mundo actual:

Desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos, al día siguiente de la Segunda Guerra Mundial,
se han hecho urgentes esfuerzos para entender la dignidad del hombre, su libertad y sus derechos…. Ahora
más que nunca, el papel de los organismos culturales, nacionales e internacionales, consiste en articular una
filosofía para vivir juntos, feliz y dignamente…

Uno de los principios de la Declaración en su universalidad. Sin embargo, es un principio que no se asume
ni se aplica lo suficiente. Algunos incluso lo oponen a creencias religiosas a actitudes culturales. Es evidente
que ese principio de universalidad es incuestionable. En todas las culturas y en todas las religiones hay a
menudo, por no decir siempre, un sentimiento de pertenencia a la humanidad. Por ello, no es más que un
pretexto pretender justificarse con el argumento de la diversidad de culturas o de la diferencia entre las
religiones para rechazar la aplicación de los derechos humanos. De todos modos, consideramos que en la
forma de aplicar esos derechos hay que tener en consideración en cuenta el sentimiento de hegemonía que
puede provocar este universalismo… Lo importante es asegurar que los derechos sean razonablemente
aceptados y aplicados y que las diferentes interpretaciones y acepciones de la Declaración no pongan en
cuestión sus principios ni viabilidad.

Esto nos lleva a reflexionar sobre las dificultades de conciliar los derechos colectivos y los derechos
individuales del hombre, es decir, los derechos económicos, sociales y culturales y las libertades
fundamentales del hombre. A menudo se hace hincapié en los primeros para encubrir las violaciones de los
segundos. La confrontación ideológica de antaño entre Oeste y el Este ha demostrado hasta qué punto es
peligroso anteponer los derechos de los “grupos” para que se olviden los derechos de las “personas”…

Una de las funciones del Estado es asegurar la estricta aplicación de estos derechos. Pensamos que es el
principal medio de garantizar a la vez los derechos políticos, las libertades fundamentales y los derechos
económicos, sociales y culturales…

No hay que olvidar que los poderes no siempre están exclusivamente en manos del Estado. Hay que insistir
igualmente en la prevención de los derechos contra los abusos de poderes que no son políticos, es decir,
poderes económicos, mediáticos, tecnológicos, científicos e incluso, espirituales. El poder no solo se concreta
en el apartado del Estado, sino también en las prácticas reduccionistas a través del ejercicio de la medicina,
de la psiquiatría, de las prácticas de vigilancia y de división disciplinaria de la sociedad. Por ello hay que
prestar especial atención a esas instituciones que durante mucho tiempo han actuado a su libre albedrio y que
pueden violar la dignidad del hombre…

El vivir-juntos, que no es normalización, sólo se convierte en una necesidad si esta voluntad de


autodeterminación se respeta concretamente con una serie de acciones que, grosso modo, reflejan
verdaderamente el respeto por los derechos del individuo…. El vivir-juntos democrático es el que permite al
individuo, mediante leyes y sus mecanismos, criticar, cuestionar, proponer, razonar, ser libre en sus elecciones
y en su modo de ser y de escapar a los poderes imperativos de las instituciones de integración y de exclusión. 32

Ahora bien, de la lectura de los textos anteriormente citados, podemos encontrar una aspiración en cuanto
al tema de los derechos humanos: que el respeto a los mismos deben considerarse como una realidad
cotidiana. Lo anterior significa, entre muchas cosas, que exista también dentro de la realidad legal el
reconocimiento y la protección de los derechos humanos como parte del sistema jurídico de una Nación.
Por otra parte, es necesario que, en esta cotidianeidad, quede muy clara la forma en que se relacionan los
distintos actores que están vinculados a la realidad de los derechos humanos, especialmente el Estado y la
sociedad civil.

32 TRIKI, Fathi. Juntos en Dignidad en UNESCO, Los Derechos Humanos…, pp.164-167.

110
Ambas son cuestiones que nos imponen interrogantes.

En el primer caso, podemos afirmar que una pregunta válida estaría enfocada en definir la manera en que
los derechos humanos se encuentran incorporados al sistema jurídico de un país y funcionando de una
manera constante y eficiente.

Yendo un poco más adelante sobre esta consideración, podríamos preguntarnos incluso, si es necesario que
un derecho humano deba necesariamente estar incorporado en la legislación para ser protegido como tal.
Parece más difícil contestar esta pregunta en un sentido afirmativo cuando encontramos las múltiples
violaciones a los derechos humanos en países que no han signado los instrumentos internacionales y que
por supuesto, no han reconocido dichas prerrogativas en la legislación interna. ¿Podemos aplicar el criterio
que marcan los defensores de la idea de los derechos fundamentales que requiere, para tal efecto, que la
regulación reconozca dichos derechos para ser designados de tal manera?

La especialista argentina en derechos humanos Karina Ansolabehere nos presenta las siguientes reflexiones
sobre estos aspectos:

La pregunta a partir este trabajo es ¿qué lugar tienen el derecho y las instituciones jurídicas en el desarrollo
de los derechos humanos? A medida que avanzábamos en la revisión, observamos que la respuesta distaba de
ser homogénea y que en ésta prevalecía interés por dos procesos vinculados con el desarrollo de los derechos:
a) su institucionalización, cómo y cuándo los derechos pasaban de ser un discurso emancipatorio a
cristalizarse en instituciones y normas jurídica de diferente tipo, y que pasaba con el contenido transformador
de los mismo cuando esto sucedía, y b) su vivencia, de qué manera se apropian los individuos, las
organizaciones y los movimientos sociales de las normas e instituciones jurídicas vinculadas con los derechos,
a fin de canalizar sus demandas, y que impacto tiene eso…

Los estudios interesados en la institución de los derechos se enfocan en cómo la normatividad internacional y
nacional sobre éstos se plasma en las instituciones jurídicas y políticas públicas, y qué sucede con la actuación
de dichas instituciones. De alguna manera, son estudios fundamentalmente centrados en las élites políticas y
en el análisis de las condiciones que posibilitan que los derechos se juridifiquen e institucionalicen… Las
preguntas que buscan responder son dos: por una parte en qué condiciones se institucionalizan los derechos,
esto es, en qué condiciones las demandas sobre los derechos se convierten en normas jurídicas o en
instituciones que los haga efectivos y, por otra parte, qué sucede una vez que se institucionalizan, qué promesas
se cumplen y cuáles no, por qué producen violaciones a los derechos humanos, aun con procesos de
construcción institucional como los que se observan… Más allá de sus diferencias de enfoques y respuestas
en relación con nuestra pregunta, el denominador común de estos trabajos es la mirada contextualizada a los
procesos de juridificación e institucionalización, que los considera como signados por intereses, relaciones de
poder, diversidad cultural, estructura social, etc...

Los trabajos que se preocupan del proceso de vivencia de los derechos buscan responder a la pregunta ¿qué
lugar tienen el derecho y las instituciones legales en la manera en que las personas viven los derechos?.... La
preocupación de éstos es analizar cómo las personas usan los derechos individual y colectivamente, para que
los usan, de qué sirven, qué pueden esperar, qué sucede cuando se usan, qué función cumplen, etc… Esto es,
no sólo las acciones de los estados y las grandes organizaciones importan, o no sólo la forma de relación entre
el Estado y la sociedad, sino también la forma en que la sociedad concibe sus derechos y los reclama…
Mientras que en los trabajos sobre la institucionalización la preocupación fue por las instituciones, cuándo
funcionan, por qué se crean, etc... Los estudios que tienen en el centro a los individuos, en general, se
preocupan por la manera en que éstos construyen sus reclamos sobre los derechos… En cuanto a cómo se
viven los derechos en las organizaciones, la situación es similar a la descrita en el caso de los individuos. La

111
pregunta que las atraviesa es cómo operan los reclamos legales en las organizaciones, y, en general, se
observa que confrontan los reclamos legales o profesionales de éstas y no necesariamente ser exitosos… 33

De la exposición de la Dra. Ansolabehere podemos afirmar que los retos más importantes para la protección
de los derechos humanos y sociales no residen en las autoridades, ni siquiera en la manera en que la
legislación reconoce estos derechos. El tema más importante en cuanto a la relación norma jurídica-Estado-
Sociedad se refiere a la manera de reconocer e implementar en el ámbito jurídico los derechos humanos y
sociales. En este sentido nos podemos encontrar con dinámicas tan complicadas como las que significan
las reivindicaciones individuales, sociales o de grupo; en seguida, encontramos movimientos de carácter
políticos y sociales que adoptar estos reclamos reivindicatorios y en su momento, tiene la oportunidad de
incorporarlos en la agenda de los actores políticos, con el fin de que pueda promoverse su incorporación en
el sistema legal de un país y por último, establecer los mecanismos y criterios para garantizar la
implementación de estos derechos. En este proceso, pareciese que la decisión de reconocer un nuevo
derecho humano es el paso más difícil; sin embargo, ante la novedad de estas prerrogativas y la necesidad
del cumplimiento de las expectativas sociales que impulsaron estos derechos hacen de su implementación
el reto más importante para las autoridades y los ciudadanos. En otras palabras, el desafío tiene su origen
en la manera en que los derechos humanos y sociales de nueva manufactura encuentran la manera de ser
reconocidos por la ley y principalmente, hacerse posibles por las autoridades, principalmente en el ámbito
nacional.

Entonces la pregunta sería si un derecho humano no es reconocido por la legislación en el ámbito nacional,
entonces no existe. En tal cuestión, podemos encontrar una variedad de posiciones que van desde los
neopositivistas, los defensores del neoliberalismos hasta los iusnaturalistas. En algunos casos la respuesta
sería muy clara: en tanto la prerrogativa no es reconocida por la legislación, dicho derecho sería inexistente;
en otros casos, la solución propuesta estaría enfocada hacia el reconocimiento de los derechos humanos por
encima de las leyes en virtud de que se fundan en la naturaleza humana. Los siguientes párrafos de la
Constitución Pastoral Gaudium et Spes, Sobre la Iglesia en el Mundo Actual, nos confirman esta segunda
postura:

25. La índole social del hombre demuestra que el desarrollo de la persona humana y el crecimiento de la
propia sociedad están mutuamente condicionados. Porque el principio, el sujeto y el fin de todas las
instituciones sociales es y debe ser la persona humana, la cual, por su misma naturaleza, tiene absoluta
necesidad de la vida social. La vida social no es, pues, para el hombre sobrecarga accidental. Por ello, a
través del trato con los demás, de la reciprocidad de servicios, del diálogo con los hermanos, la vida social
engrandece al hombre en todas sus cualidades y le capacita para responder a su vocación.

De los vínculos sociales que son necesarios para el cultivo del hombre, unos, como la familia y la comunidad
política, responden más inmediatamente a su naturaleza profunda; otros, proceden más bien de su libre
voluntad. En nuestra época, por varias causas, se multiplican sin cesar las conexiones mutuas y las
interdependencias; de aquí nacen diversas asociaciones e instituciones tanto de derecho público como de
derecho privado. Este fenómeno, que recibe el nombre de socialización, aunque encierra algunos peligros,
ofrece, sin embargo, muchas ventajas para consolidar y desarrollar las cualidades de la persona humana y
para garantizar sus derechos. 34

Desde luego, lo ideal sería que los derechos humanos fueran reconocidos de manera automática en la
legislación desde el momento en que son detectados en la realidad social. Pero lo cierto es que los derechos
humanos tienen que pasar un largo proceso que identificación e incorporación en el ámbito legal de un país.

33 ANSOLABEHERE, Karina. Los derechos humanos en los estudios sociojurídicos en Estevez, Adriana y Velázquez, Daniel (Coordinadores).
Los derechos Humanos en las ciencias sociales: una perspectiva multidisciplinaria, 1ª ed., FLACSO México, UNAM y CISAN. México, 2010,
pp. 20, 31-33 y 35-36.

34 PAULO VI, op. Cit.

112
Aun así, podemos afirmar que algunas materias jurídicas han sido tratadas desde un aspecto civil,
administrativo o de cualquier otra naturaleza para después identificar un derecho humano vinculado al
mismo. Un ejemplo claro de esta situación son los derechos eh materia ecológica. Mucho antes de su
reconocimiento como derecho humano, en la legislación mexicana ya existía disposiciones legales que
pretendían establecer medidas para garantizar un medio ambiente sano, pero solo mucho después se
incorporó en nuestra Carta Magna una prerrogativa humana en ese sentido.

¿Qué es lo que hace que un derecho humano sea considerado como tal? Desde nuestra perspectiva, nos
parece que este cuestionamiento no debe responderse bajo un parámetro tan estrecho como sería el
reconocimiento de la legislación (porque en ese momento hacemos a los derechos humanos y sociales
rehenes de los poderes legislativos); ni tampoco pudiéramos considerar que los derechos humanos se
pueden basar en argumentos de carácter especulativo: tiene que existir un punto de referencia para hacer un
derecho humano a partir de un reclamo o aspiración social y desde nuestro punto de vista, es el
reconocimiento de la comunidad del valor y relevancia de esta prerrogativa El derecho de las minorías
raciales y el rechazo de apartheid fueron una lucha de pequeños grupos que lograron la adhesión de un
grupo mayor de personas hasta que existiera un consenso social al respecto. La sociedad es la que genera
la creación y promueve el reconocimiento de los derechos humanos y sociales. Volvemos a citar al pensador
Amartya Sen, quien reconoce el crucial papel de la sociedad civil en la protección de los derechos humanos:

En el mundo de hoy, el diálogo global, que es virtualmente importante para la justicia global, se produce no
sólo a través de instituciones como las Naciones Unidas o la Organización Mundial de Comercio, sino de
manera más general a través de los medios de comunicación, la agitación política, el trabajo comprometido
de las organizaciones ciudadanas y las ONG, y el trabajo social basado no sólo en las identidades nacionales
sino también en otras comunalidades (sic), como los movimientos sindicales, las cooperativas, las campañas
de derechos humanos o las actividades feministas. 35

Si la sociedad constituye el principal motor de la génesis y desarrollo de un derecho humano o social, nos
obliga a llegar a un segundo cuestionamiento en cuanto a la manera en qué debe darse la relación entre el
Estado y la sociedad en la protección cotidiana del mismo. En el pasado, era muy claro entender que los
derechos humanos son considerados como prerrogativas oponibles al Estado. Y lo anterior puede ser
correcto en cuanto a lo referido a los llamados derechos humanos de primera generación que nacieron ante
un Estado opresivo y absolutista. Pero con el tiempo, los derechos humanos y sociales se han vuelvo más
complejos y requiere de que el Estado establezca condiciones para que dichas prerrogativas sean posibles
en la realidad cotidiana.

Entonces, ¿la protección de los derechos humanos y sociales ha trascendido el plano de oposición? ¿Cómo
se da, entonces, esta relación? Tenemos algunas visiones encontradas en cuanto a esta interrogante.

Norberto Bobbio, uno de los pensadores más influyentes en cuanto a la ciencia jurídica en los últimos años,
nos ha mostrado una posición muy clara en cuanto a la relación Estado-Sociedad Civil basada en la
oposición entre lo público y privado. Quisiéramos citar algunos párrafos de su obra Estado, Gobierno y
Sociedad. Por una teoría de la Política para exponer su pensamiento:

Al ser el derecho un ordenamiento de relaciones sociales, la gran dicotomía público/privado se duplica


primeramente en la distinción de dos tipos de relaciones sociales: entre iguales y entre desiguales. El Estado,
y cualquier otra sociedad organizada donde hay una esfera pública, no importa si es total o parcial, está
caracterizado por relaciones de subordinación entre gobernantes y gobernados, esto es, entre detentadores
del poder de mandar y destinatarios del deber de obedecer, que son relaciones entre desiguales; la sociedad
natural como fue descrita por los iusnaturalistas, o bien la mercado en la idealización de los economistas
clásicos, en cuanto son tomadas normalmente como modelos de una esfera privada contrapuesta a la esfera

35 SEN, op. Cit., pág. 181.

113
pública, están caracterizadas por relaciones entre iguales o de coordinación. La distinción entre sociedades
de iguales o sociedad de desiguales no es menos clásica que la distinción entre esfera privada y esfera
pública… Entre las primeras están, la familia, el Estado, la sociedad entre Dios y los hombres; entre las
segundas tenemos la sociedad de hermanos, parientes, amigos, ciudadanos, huéspedes, enemigos.

Los ejemplos anteriores permiten observar que las dos dicotomías público/privado y sociedad de
iguales/sociedad de desiguales no se sobreponen totalmente: la familia pertenece convencionalmente a la
esfera privada opuesta a la esfera pública, o mejor dicho, es ubicada en la esfera privada allí donde por
encima de ella se encuentra una organización más compleja, como la ciudad (en el sentido aristotélico de la
palabra) o el Estado (en el sentido de los escritores políticos modernos): pero con respecto a la diferencia de
las dos sociedades es una sociedad de desiguales, porque en la pertenencia convencional de la familia a la
esfera privada está la prueba de que de que el derecho público europeo que acompaña la formación del Estado
constitucional moderno ha considerado privadas las concepciones patriarcales, paternalistas o despóticas del
poder soberano, que asemejan el Estado a una familia en grande o atribuyen al sobreaño los mismos poderes
del patriarca, el padre , el amo; señores con diversos títulos o con diferente dominio en la sociedad familiar…

Con el nacimiento de la economía política, de la que proviene la diferenciación entre relaciones económicas
y relaciones políticas, entendidas las relaciones económicas como relaciones fundamentalmente entre
desiguales a causa de la división del trabajo, pero formalmente iguales en el mercado, la dicotomía
público/privado aparece bajo la forma de distinción entre sociedad política (o de desiguales) y sociedad
económica (o de iguales), desde el punto de vista del sujeto característico de ambas, entre la sociedad del
situyen (ciudadano) que mira el interés público y la del bourgeois (burgués) que contempla los intereses
privados en competencia o colaboración con otros individuos…

La primacía de lo público ha asumido diversas formas, de acuerdo con las diferentes maneras bajo las cuales
se ha manifestado, sobre todo en el último siglo, la reacción a la concepción liberal del Estado y la derrota
histórica, aunque no definitiva, del Estado mínimo. La supremacía de lo público se basa en la contraposición
del interés colectivo al interés individual, y en la necesaria subordinación, hasta la eventual supresión, del
segundo al primero; además en la irreductibilidad del bien común en la suma de los bienes individuales, y por
tanto en la crítica de una de las tesis más comunes del utilitarismo elemental. La primacía de lo público
adopta diversas formas de acuerdo con las diversas maneras en que se entiende el ente colectivo –la nación,
la clase, la comunidad del pueblo- a favor del cual el individuo debe renunciar a su autonomía…De hecho, la
primacía de lo público significa el aumento de la intervención estatal en la regulación coactiva del
comportamiento de los individuos y de los grupos infraestatales, o sea, el camino de la emancipación de la
sociedad civil con respecto al Estado que fue una de las consecuencias históricas del nacimiento, desarrollo,
hegemonía, de la clase burguesa (sociedad civil y sociedad burguesa, son en léxico marxista, y en parte
también hegeliano, la misma cosa).. .

En el lenguaje político actual la expresión “sociedad civil” es conocida generalmente como uno de los
términos de la gran dicotomía sociedad civil/ Estado. Lo que quiere decir que no se puede determinar su
significado y delimitar su extensión más que refiriendo y delimitando al mismo tiempo el término “Estado”.
Negativamente, se entiende por “sociedad civil” la esfera de relaciones sociales que no está regulada por el
Estado, entendido restrictivamente, y casi siempre polémicamente, como el conjunto de los aparatos que en
un sistema social organizado ejercen el poder coactivo...

En estos años se ha cuestionado si la distinción entre la sociedad civil y el Estado que ha tenido lugar durante
los dos últimos siglos todavía tenga alguna razón de ser. Se ha dicho que el proceso de emancipación de la
sociedad frente al Estado fue seguido de un proceso inverso de reapropiación de la sociedad de parte del
Estado; que el Estado, que se transformó de Estado de derecho en Estado social (de acuerdo con la expresión
divulgada sobre todo por lo juristas y politólogos alemanes), precisamente porque “social” difícilmente se
distingue de la sociedad subyacente que é penetra completamente mediante la regulación de las relaciones
económicas. Se ha notado, por otra parte, que a este proceso de estabilización de la sociedad ha
correspondido un proceso inverso. Por no menos significativo de socialización del Estado a través del
desarrollo de las diversas formas de participación en las alternativas políticas, el crecimiento de las
organizaciones de masas que ejercen directa o indirectamente un poder político, por lo que la expresión
“Estado social” no sólo puede ser entendido como estado que ha permeado la sociedad sino también como

114
Estado que la sociedad ha permeado. Estas observaciones son correctas, sin embargo la contraposición entre
la sociedad civil y el Estado continúa utilizándose, cosa que refleja una situación real. Aun prescindiendo de
la consideración de que los dos procesos del Estado que se hace sociedad y de la sociedad que se hace Estado
son contradictorios, porque la realización del primero llevaría al Estado sin sociedad, es decir, al Estado
totalitario y la realización del segundo a la sociedad sin Estado, o sea, a la extinción del Estado, los dos
procesos está lejos de cumplirse y precisamente por su presencia simultánea a pesar de ser contradictorios no
pueden llegar a su plena realización. Estos dos procesos está bien representados por las dos figuras del
ciudadano participante y del ciudadano protegido que están en conflicto entre sí incluso en la misma persona:
del ciudadano que mediante la participación activa siempre pide mayor protección del Estado y mediante la
exigencia de protección refuerza aquel Estado del que quisiera adueñarse y que en cambio se vuelve su amo.
Bajo este aspecto la sociedad y el Estado fungen como dos momentos necesarios, separados pero contiguos,
diferentes pero interdependientes, del sistema social en su complejidad y en toda su articulación. 36

Para Bobbio el tema de los derechos humanos radica en la necesidad de superar cualquier contradicción
entre el Estado y la sociedad civil. Lo anterior significa un paso especialmente importante. Sin embargo,
consideramos que el optimismo que nos presenta Bobbio en cuanto a la manera en que interactúan el Estado
y la sociedad civil puede estar en contradicción con otras visiones. Bobbio es un importante referente de la
izquierda italiana y su orientación política desde luego influye su pensamiento. Sin embargo, podemos
encontrar opiniones divergentes como es el caso del sociólogo francés Alain Touraine en la obra que
citamos anteriormente ¿Podemos Vivir Juntos? Iguales y Diferentes que muestra una constante dinámica
de oposición entre el Estado y la sociedad civil:

El vínculo estrecho que une al movimiento social y al Sujeto invita a partir de la sociedad civil, noción que
son embargo maneja con mayor facilidad la filosofía política que la sociología contemporánea. Hay que ser
consciente, además, de que con esta expresión se designó durante tres décadas un conjunto de actores sociales
y políticos que combatían a la vez la dominación capitalista y el Estado autoritario,…Pero la idea de sociedad
civil es indispensable, ya que designa el vínculo de las acciones colectivas emprendidas en pro de la liberación
de los actores sociales y contra el funcionamiento de la economía dominada por la ganancia y la voluntad
política de dominación. Contra esos dos sistemas de poder, todas las figuras del Sujeto procrean crear un
espacio autónomo e intermedio… Si hoy hay que hablar de sociedad civil, es para afirmar que el Sujeto habla
en lo sucesivo por sí mismo; ya que no puede hacerlo de otra manera porque está cercado a la vez por el
universo económico del mercado y las técnicas y por unas ideologías comunitarias encarnadas o partidos
políticos… Así a medio camino entre los programas políticos y las situaciones sociales, se construye un
conjunto de mediaciones a la vez sociales y políticas. El ejemplo de las Organizaciones No Gubernamentales
(ONG) en los países subdesarrollados es el más claro: movimientos de opinión e incluso sociales, también son
elementos del sistema político; a veces se les reprocha pertenecer demasiado directamente a éste. 37

Podemos ver una coincidencia entre lo expresado por Bobbio y Alain Touraine en el sentido de que existe
una mayor acercamiento en cuanto a la sociedad civil y el Estado porque en muchos países, la sociedad
civil ha decidido a través de diversos mecanismos (principalmente, las Organizaciones No
Gubernamentales) a ocupar o reforzar aquellos espacios en la vida pública en los que el Estado no ha
atendido o lo ha hecho de una manera inadecuada.

Muchos derechos humanos han sido aceptados aún en contra de la misma posición de algunos gobiernos,
quienes han luchado en contra de algunas prerrogativas que han sido reconocidos a nivel internacional. La
falta de reconocimiento nacional de una libertad fundamental largamente aceptada en el ámbito
internacional no desmerece ni menoscaba su validez. ¿Quién pueda pensar que los actos represivos en la
plaza de Tian'anmen de China en 1989 contra los estudiantes que manifestaban su desacuerdo representan
la inexistencia del derecho de libertad de expresión? Muy por el contrario, la reacción de la comunidad

36 BOBBIO, Norberto. Estado, Gobierno y Sociedad. Por una teoría de la Política, 1ª ed. en español, trad. José F. Fernández Santillán, Fondo de
Cultura Económica. México, 1989, Colección Breviarios, pp. 15-17, 27-29, 39 y 66-67.

37 TOURAINE, ¿Podemos vivir juntos?..., op. Cit., pp.106-107.

115
internacional siempre ha sido dirigida a reforzar dichos derechos, especialmente cuando éstos se encuentran
amenazados por las decisiones gubernamentales locales. En el cambio interno de una nación, los derechos
humanos normalmente nacen de movimientos contestatarios o reivindicatorios enfocados a exigir al Estado
que se transforme en el garante y promotor de los mismos.

De tal forma, podemos afirmar que en la definición a la interrogante relativa sobre qué papel el Estado y
sociedad deben desarrollar en cuanto a los derechos humanos y sociales, podemos afirmar que corresponde
a la sociedad civil ser la gran generadora de estas prerrogativas a través de diversos mecanismos legales y
reales para que el Estado asuma su responsabilidad como garante y protector de dichos derechos. En estos
tiempos, la sociedad civil –o en el plano más simplificado: el hombre- es la medida de los derechos humanos
y sociales.

En la edición del número 4 del año de 2011, la revista oficial de la UNESCO denominada El Correo de la
UNESCO, se inició una discusión sobre un concepto que se considera fundamental para entender la
dinámica y el poder del hombre en el mundo: el Humanismo (o más bien, el nuevo Humanismo). Vale la
pena revisar la editorial de dicha publicación, a cargo de la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova:

El humanismo es una vieja promesa y. al mismo tiempo, es una idea siempre nueva que debemos reinventar
constantemente.

El proyecto humanista está inscrito en nuestra historia desde la Antigüedad y. sin embargo, en cada época
brilla con un nuevo resplandor. En los albores del tercer milenio, la palabra ya no puede ser portadora de los
mismos significados que en tiempos del Renacimiento europeo, cuando fue acuñada en torno a la figura del
hombre ideal, dueño de sí y amo del Universo. También va más allá de las significaciones que le confirieron
los filósofos de la Ilustración y que, pese a las aspiraciones universalistas de éstos, permanecieron confinadas
a una visión europeo centrista del mundo.

En el siglo XXI, el respeto de la diversidad cultural es un elemento esencial del humanismo y constituye su
componente vital en la era de la globalización. Ninguna cultura tiene el monopolio de lo universal y cada una
de ellas puede contribuir al fortalecimiento de nuestros valores comunes.

Los valores humanistas son el fundamento filosófico de la UNESCO. Inscritos en su Constitución, esos valores
guían, desde hace más de 65 años, la labor de nuestra Organización en favor de una paz que “debe basarse
en la solidaridad intelectual y moral de la humanidad”.

Más allá de los principios teóricos, los valores humanistas deben traducirse sobre todo en la práctica y en
todos los ámbitos de la actividad humana.

La edificación de un mundo responsable y solidario es una empresa de largo aliento que requiere la
participación de todas las fuerzas creadoras de la humanidad. La cultura, la educación, la filosofía, el derecho,
la ciencia, las tecnologías de la información y la cooperación internacional nos brindan los medios para
lograrlo. Erigir los baluartes de la dignidad humana en la vida de cada día no es una utopía. El humanismo
es una promesa que debemos cumplir. 38

En la misma edición, el pensador político hindú Sanjay Seth nos ofrece un artículo denominado ¿A dónde
va el Humanismo? en donde nos ofrece una visión amplia sobre este nuevo concepto de humanismo:

Lo que ha diferenciado históricamente al humanismo de muchas otras afirmaciones de la dignidad y el valor


del ser humano es la forma específica que ha revestido su afirmación y, más concretamente, dos argumentos
importantes que, a la hora de proclamar la igualdad y dignidad humanas, le confieren su carácter especifica
mente "humanista" El primero de esos argumentos es que el valor del hombre se afirma independientemente
de un Dios o de dioses y, más aún, que el "hombre" reemplaza a Dios como medida de todas las cosas. El

38 BOKOVA, Irina. Editorial, en El Humanismo, Una Nueva Idea. El Correo de la UNESCO. 2011, Número 4, Año LXIV, p. 5.

116
segundo es que lo que los hombres tienen en común estriba en una racionalidad única y sólo puede encontrarse
recurriendo a ella.

Definido así, el humanismo no es simplemente un fenómeno del Renacimiento. Su pleno desarrollo tiene lugar
en el Siglo de las Luces, con la idea de una humanidad universal y una razón única
El interrogante que deseo planteares el siguiente: ¿La comprensión antropológica del mundo y la búsqueda
de una racionalidad única constituyen el mejor medio para afirmar la similitud y el valor de los seres
humanos? En otras palabras, ¿el humanismo es la mejor respuesta a la aspiración del hombre a afirmar el
carácter común de la especie humana y de su dignidad?

Para Edward Said, el humanismo es fundamentalmente la noción secular de un mundo histórico-no creado
por Dios, sino por los hombres y las mujeres- que es susceptible de ser aprehendida racionalmente. En la
medula del humanismo hallamos, por consiguiente, una antropología filosófica que, al otorgar al hombre un
puesto central, reduce la función de Dios, o de los dioses, sin suprimirla forzosamente.

Si el papel central atribuido al hombre en cuanto creador de significaciones y objetivos supone una restricción
del papel atribuido antaño a Dios, o a los dioses, también supone una separación, una distinción, entre un
mundo humano y otro que no lo es. Hay dos mundos: uno de leyes y procesos impersonales, y otro de
intenciones y significaciones humanas.

Como la naturaleza no es un ámbito de intenciones y significaciones, desarrollar un conocimiento de la misma


equivale a acceder a la comprensión de las fuerzas impersonales que la rigen y que tienen, por regla general,
valor de ley. Desarrollar un conocimiento del mundo histórico o cultural equivale a desentrañar intenciones
y significaciones. En efecto, en el mundo histórico es donde se manifiestan, a través de las huellas que dejan
tras de sí, las significaciones y designios de los hombres. El conocimiento de la naturaleza -ámbito exclusivo
de las ciencias naturales- puede conducir al dominio de las fuerzas que la rigen. El conocimiento del mundo
histórico-ámbito de las ciencias humanas y sociales- conduce al ser humano a conocerse a sí mismo. 39

Por tanto, los derechos humanos y sociales nos llaman a la reflexión sobre la complejidad del papel del
hombre en el ámbito de su relación con el Estado y la comunidad; también podemos encontrar
consideraciones sobre la dignidad humana, el papel de un Estado social, pero también nos encontramos
ante los estados totalitarios, los organismos intergubernamentales, las ONG´s y muchos otros factores. En
este panorama complejo se desarrollan los derechos culturales que serán objeto de análisis a continuación.

2.2.- Los derechos culturales

Resulta especialmente curioso que en los últimos tiempos, ciertas realidades cotidianas y muy presentes se
hayan incorporado en la dinámica de los derechos humanos, como si hubiera sido un gran descubrimiento.
Estoy hablando de los derechos culturales y de los derechos ambientales: cultura y ambiente natural; lo
hecho por el hombre y lo hecho por la naturaleza.

Los primeros derechos humanos originales nacieron de una dinámica muy difícil: el enfrentamiento del
pueblo con las élites gobernantes. Pero en el caso de los derechos humanos de nueva creación, es posible
que su reconocimiento e incorporación en el sistema jurídico de un país pueda tomar tiempo y siempre a
partir de un análisis social muy amplio. Por ejemplo, los derechos reproductivos han sido objeto de una
muy larga discusión para ser reconocidos -para bien o para mal- por los sistemas jurídicos de muchas
naciones; pero no podemos más que sorprendernos ante la rapidez en que se han identificado los derechos
informáticos, especialmente en el caso del derecho de acceso al internet.

En los tiempos actuales, el trabajo desarrollado por las organizaciones intergubernamentales y los
organismos no gubernamentales han permitido el reconocimiento de ciertas prerrogativas humanas y

39 SETH, Sanjay. ¿Hacia dónde va el Humanismo? Id., p.6.

117
sociales, a través de documentos internacionales, que con el tiempo han sido incorporados en la legislación
nacional de muchos países, como ha sido el caso de los derechos de los pueblos y comunidades indígenas.

Pero lo peculiar en el caso de los derechos culturales es que ya podemos hablar de un proceso de evolución
constante pero que no ha llegado al punto tal en que podamos afirmar que hayan sido reconocidos
plenamente en todos los países y además, no existe una idea total y universalmente aceptada sobre el alcance
de estos derechos.

En otras palabras, parece que existe todavía mucho por escribir en cuanto al tema de los derechos culturales
y debemos reconocer que cada día se puede volver más complejos. Desde luego, es parte de este trabajo
tratar de definir el lugar que ocupan los derechos culturales con toda su amplitud y profundidad como un
antecedente necesario para definir el derecho humano y social al Patrimonio Cultural.

2.2.1.- Antecedentes Internacionales y Regionales

Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que los organismos intergubernamentales han contribuido en
el reconocimiento de los nuevos derechos humanos y colectivos. Entre estos organismos
intergubernamentales encontramos, principalmente por lo que se refiere a nuestra materia, a la Organización
de las Naciones Unidas y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura. Esta tendencia ha sido seguida por los organismos intergubernamentales regionales y que
completan con su actuación en la conformación de los aspectos fundamentales de un concepto sobre los
derechos culturales que resulta muy cercano para nuestro país y las naciones latinoamericanas.

2.2.1.1.- Organización de las Naciones Unidas

En el ámbito internacional, podemos apreciar que el primer documento reconocido por la comunidad
internacional que hace referencia a los derechos culturales, es la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, que fue aprobada en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas celebrada en la
ciudad de París el día 10 de diciembre de 1948. En este documento internacional, encontramos por primera
vez –en su artículo 27- una referencia específica al derecho humano a la cultura, tal y como podemos
apreciar a continuación:

Artículo 27

1. Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las
artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten.

2. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por
razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora.

Desde nuestro punto de vista, vemos tres aspectos que nos parecen especialmente importantes con relación
a esta disposición internacional:

a) en primer lugar, tenemos que reconocer que esta Declaración se traduce en un gran paso que representa
incorporar a los derechos culturales en la discusión del reconocimiento y enriquecimiento de los derechos
humanos.

b) por ser el primer intento de hablar de los derechos culturales, es explicable que dicho instrumento usara
una terminología que, a nuestra manera de ver, es poco clara para entender el contenido de esta prerrogativa.
El ser humano es el creador mismo de la cultura, no es necesario garantizar la participación del ser humano
en la vida cultural. Bajo esta perspectiva, el señalar que es un derecho humano el tomar parte de la vida

118
cultural de la comunidad implica entender la cultura como algo externo o separado de la persona humana,
cuando en realidad es una situación cotidiana y contextual de la vida de cualquier sujeto ya sea en el ámbito
internacional, nacional o local.

c) Que es importante darnos cuenta que los derechos de propiedad industrial e intelectual están contenidos
en esta prerrogativa, lo cual nos transmite que, desde un principio, la cuestión de la creatividad está
íntimamente ligada al tema de los derechos culturales.

Si esta visión individual que nos proporciona esta Declaración desde un principio fue muy valiosa, en las
siguientes décadas se hizo una revisión de los alcances de las prerrogativas que debían ser reconocidas para
el género humano y se detectó una dimensión más amplia de las libertades humanas que eran las realidades
económicas, sociales y culturales. Es así que la ONU emitió el Pacto Internacional de los Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, en el marco de su Asamblea General celebrada el día 16 de diciembre
de 1966 y cuyo artículo 15 se transcribe a continuación:

Artículo 15

1. Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a:

a) Participar en la vida cultural;

b) Gozar de los beneficios del progreso científico y de sus aplicaciones;

c) Beneficiarse de la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de las
producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora.

Al igual que en el caso de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, esta Convención incorpora
el tema de la protección de la creatividad como una parte importante de los derechos culturales, y de igual
manera, podemos apreciar dos aspectos que se repiten de manera constante en ambos instrumentos
internacionales:

a) el acceso a la vida cultural

b) la posibilidad de disfrutar de los beneficios del progreso científico, que finalmente también es parte de
la vida cultural.

Ambos conceptos -acceso y disfrute- equivalen al contenido de los derechos culturales como veremos más
adelante, aunque reiteramos desde este momento que pensamos que estas acepciones son equivocadas.

2.2.1.2.- Organización Internacional del Trabajo

Aunque parezca que es una organización poco relacionada con el tema de la protección de los derechos
culturales, la Organización Internacional del Trabajo emitió en su Conferencia General celebrada en
Ginebra el 7 de junio de 1989 un documento que ha sido especialmente valorado y estudiado en los países
donde existe una importante presencia de las comunidades originarias –como es Latinoamérica-: el
Convenio No. 169 sobre Pueblos Tribales e Indígenas en Países Independientes, del cual transcribimos los
siguientes artículos:

Artículo 1

1. El presente Convenio se aplica:

119
a) a los pueblos tribales en países independientes, cuyas condiciones sociales culturales y económicas les
distingan de otros sectores de la colectividad nacional, y que estén regidos total o parcialmente por sus propias
costumbres o tradiciones o por una legislación especial;

b) a los pueblos en países independientes, considerados indígenas por el hecho de descender de poblaciones
que habitaban en el país o en una región geográfica a la que pertenece el país en la época de la conquista o
la colonización o del establecimiento de las actuales fronteras estatales y que, cualquiera que sea su situación
jurídica, conserven todas sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de
ellas.

2. La conciencia de su identidad o tribal deberá considerarse un criterio fundamental para determinar los
grupos a los que se aplican las disposiciones del presente Convenio.

3. La utilización del término «pueblos» en este Convenio no deberá interpretarse en el sentido de que tenga
implicación alguna en lo que atañe a los derechos que pueda conferirse a dicho término en el derecho
internacional.

Artículo 4

1. Deberán adoptarse las medidas especiales que se precisen para salvaguardar las personas, las instituciones,
los bienes, el trabajo, las culturas y el medio ambiente de los pueblos interesados.

2. Tales medidas especiales no deberán ser contrarias a los deseos expresados libremente por los pueblos
interesados.

3. El goce sin discriminación de los derechos generales de ciudadanía no deberá sufrir menoscabo alguno
como consecuencia de tales medidas especiales.

Artículo 5

Al aplicar las disposiciones del presente Convenio:

a) deberán reconocerse y protegerse los valores y prácticas sociales, culturales, religiosos y espirituales
propios de dichos pueblos y deberá tomarse debidamente en consideración la índole de los problemas que se
les plantean tanto colectiva como individualmente;

d) deberá respetarse la integridad de los valores, prácticos e instituciones de esos pueblos;

Artículo 7

1. Los pueblos interesados deberán tener el derecho de decidir sus propias prioridades en lo que atañe el
proceso de desarrollo, en la medida en que éste afecte a sus vidas, creencias, instituciones y bienestar
espiritual y a las tierras que ocupan o utilizan de alguna manera, y de controlar, en la medida de lo posible,
su propio desarrollo económico, social y cultural. Además, dichos pueblos deberán participar en la
formulación, aplicación y evaluación de los planes y programas de desarrollo nacional y regional susceptibles
de afectarles directamente.

3. Los gobiernos deberán velar por que, siempre que haya lugar, se efectúen estudios, en cooperación con los
pueblos interesados, a fin de evaluar la incidencia social, espiritual y cultural y sobre el medio ambiente que
las actividades de desarrollo previstas pueden tener sobre esos pueblos. Los resultados de estos estudios
deberán ser considerados como criterios fundamentales para la ejecución de las actividades mencionadas.

Artículo 8

1. Al aplicar la legislación nacional a los pueblos interesados deberán tomarse debidamente en consideración
sus costumbres o su derecho consuetudinario.

120
2. Dichos pueblos deberán tener el derecho de conservar sus costumbres e instituciones propias, siempre que
éstas no sean incompatibles con los derechos fundamentales definidos por el sistema jurídico nacional ni con
los derechos humanos internacionalmente reconocidos. Siempre que sea necesario, deberán establecerse
procedimientos para solucionar los conflictos que puedan surgir en la aplicación de este principio.

Desde nuestra perspectiva, el gran avance que nos proporciona este Convenio de la OIT es que, en el ámbito
internacional, se empieza la discusión en cuanto a los derechos culturales. Si algo que podemos detectar en
los documentos internacionales de la ONU que hemos citado es su constante referencia hacia la persona.
Podemos afirmar que en el Convenio 169 de la OIT, se supera esta perspectiva para hablar de actores más
complejos como son los pueblos y las comunidades.

2.2.1.3.- Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

La Organización de las Nacionales Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) siempre
se ha significado por ser un actor importante en la amplia discusión de los más importantes temas
trascendentes del ser humano. De tal manera, podemos encontrar en los últimos años del siglo XX, una
fuerte actividad internacional con el fin de analizar la profundidad de los derechos culturales y su relación
en el mundo. Nos encontramos con tres importantes antecedentes.

El primero de ellos fue la Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales (MONDIACULT) que se
celebró en la ciudad de México en el año de 1982, en la que se aprobó el documento denominado la
Declaración de México sobre Políticas Culturales que nos presenta una primera visión novedosa del papel
de la cultura en la vida social y de la cual quisiéramos transcribir los siguientes párrafos:

El mundo ha sufrido hondas transformaciones en los últimos años. Los avances de la ciencia y de la técnica
han modificado el lugar del hombre en el mundo y la naturaleza de sus relaciones sociales. La educación y la
cultura, cuyo significado y alcance se han ampliado considerablemente, son esenciales para un verdadero
desarrollo del individuo y la sociedad.

En nuestros días, no obstante que se han acrecentado las posibilidades de diálogo, la comunidad de naciones
confronta también serias dificultades económicas, la desigualdad entre las naciones es creciente, múltiples
conflictos y graves tensiones amenazan la paz y la seguridad.

Por tal razón, hoy es más urgente que nunca estrechar la colaboración entre las naciones, garantizar el respeto
al derecho de los demás y asegurar el ejercicio de las libertades fundamentales del hombre y de los pueblos y
de su derecho a la autodeterminación. Más que nunca es urgente erigir en la mente de cada individuo esos
"baluartes de la paz" que, como afirma la Constitución de la UNESCO, pueden construirse principalmente a
través de la educación, la ciencia y la cultura.

Al reunirse en México la Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales, la comunidad


internacional ha decidido contribuir efectivamente al acercamiento entre los pueblos y a la mejor comprensión
entre los hombres.

Así, al expresar su esperanza en la convergencia última de los objetivos culturales y espirituales de la


humanidad, la Conferencia conviene en:

Que, en su sentido más amplio, la cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de los rasgos
distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo
social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser
humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias… y que la cultura da al hombre la capacidad
de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales,
críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través
de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en

121
cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo
trascienden.

Por consiguiente, la Conferencia afirma solemnemente los principios siguientes, que deben regir las políticas
culturales:

IDENTIDAD CULTURAL

1. Cada cultura representa un conjunto de valores único e irreemplazable, ya que las tradiciones y formas de
expresión de cada pueblo constituyen su manera más lograda de estar presente en el mundo.

2. La afirmación de la identidad cultural contribuye, por ello, a la liberación de los pueblos. Por el contrario,
cualquier forma de dominación niega o deteriora dicha identidad.

3. La identidad cultural es una riqueza que dinamiza las posibilidades de realización de la especie humana,
al movilizar a cada pueblo y a cada grupo para nutrirse de su pasado y acoger los aportes externos
compatibles con su idiosincrasia y continuar así el proceso de su propia creación.

4. Todas las culturas forman parte del patrimonio común de la humanidad. La identidad cultural de un pueblo
se renueva y enriquece en contacto con las tradiciones y valores de los demás. La
cultura es diálogo, intercambio de ideas y experiencias, apreciación de otros valores y tradiciones, se agota y
muere en el aislamiento.

5. Lo universal no puede postularse en abstracto por ninguna cultura en particular, surge de la


experiencia de todos los pueblos del mundo, cada uno de los cuales afirma su identidad. Identidad cultural y
diversidad cultural son indisociables.

6. Las peculiaridades culturales no obstaculizan, sino que favorecen, la comunión en los valores universales
que unen a los pueblos. De ahí que constituya la esencia misma del pluralismo
cultural el reconocimiento de múltiples identidades culturales allí donde coexisten diversas
tradiciones.

7. La comunidad internacional considera que es su deber velar por la preservación y la defensa de la identidad
cultural de cada pueblo.

8. Todo ello invoca políticas culturales que protejan, estimulen y enriquezcan la identidad y el
patrimonio cultural de cada pueblo; además, que establezcan el más absoluto respeto y aprecio
por las minorías culturales, y por las otras culturas del mundo. La humanidad se empobrece
cuando se ignora o destruye la cultura de un grupo determinado.

9. Hay que reconocer la igualdad y dignidad de todas las culturas, así como el derecho de cada
pueblo y de cada comunidad cultural a afirmar y preservar su identidad cultural, y a exigir su
respeto.

DIMENSIÓN CULTURAL DEL DESARROLLO

10. La cultura constituye una dimensión fundamental del proceso de desarrollo y contribuye a
fortalecer la independencia, la soberanía y la identidad de las naciones. El crecimiento se ha
concebido frecuentemente en términos cuantitativos, sin tomar en cuenta su necesaria dimensión cualitativa,
es decir, la satisfacción de las aspiraciones espirituales y culturales del hombre. El desarrollo auténtico
persigue el bienestar y la satisfacción constante de cada uno y de todos.

11. Es indispensable humanizar el desarrollo; su fin último es la persona en su dignidad individual y en su


responsabilidad social. El desarrollo supone la capacidad de cada individuo y de cada pueblo para
informarse, aprender y comunicar sus experiencias.

122
12. Proporcionar a todos los hombres la oportunidad de realizar un mejor destino supone ajustar
permanentemente el ritmo del desarrollo.

13. Un número cada vez mayor de mujeres y de hombres desean un mundo mejor. No sólo persiguen la
satisfacción de las necesidades fundamentales, sino el desarrollo del ser humano, su bienestar y su posibilidad
de convivencia solidaria con todos los pueblos. Su objetivo no es la producción, la ganancia o el consumo per
se, sino su plena realización individual y colectiva, y la preservación de la naturaleza.

14. El hombre es el principio y el fin del desarrollo.

15. Toda política cultural debe rescatar el sentido profundo y humano del desarrollo. Se requieren nuevos
modelos y es en el ámbito de la cultura y de la educación en donde han de encontrarse.

16. Sólo puede asegurarse un desarrollo equilibrado mediante la integración de los factores culturales en las
estrategias para alcanzarlo; en consecuencia, tales estrategias deberían tomar en cuenta siempre la dimensión
histórica, social y cultural de cada sociedad.

PATRIMONIO CULTURAL

24. Todo pueblo tiene el derecho y el deber de defender y preservar su patrimonio cultural, ya que las
sociedades se reconocen a sí mismas a través de los valores en que encuentran fuente de
inspiración creadora.

25. EI patrimonio cultural ha sido frecuentemente dañado o destruido por negligencia y por los
procesos de urbanización, industrialización y penetración tecnológica. Pero más inaceptables aún son los
atentados al patrimonio cultural perpetrados por el colonialismo, los conflictos armados, las ocupaciones
extranjeras y la imposición de valores exógenos. Todas esas acciones contribuyen a romper el vínculo y la
memoria de los pueblos con su pasado. La preservación y el aprecio del patrimonio cultural permite entonces
a los pueblos defender su soberanía e independencia y, por consiguiente, afirmar y promover su identidad
cultural.

26. Principio fundamental de las relaciones culturales entre los pueblos es la restitución a sus países de origen
de las obras que les fueron substraídas ilícitamente. Los instrumentos, acuerdo y resoluciones internacionales
existentes podrían reforzarse para acrecentar su eficacia al respecto.

CREACIÓN ARTÍSTICA E INTELECTUAL Y EDUCACIÓN ARTÍSTICA

27. EI desarrollo de la cultura es inseparable tanto de la independencia de los pueblos como de la libertad de
la persona. La libertad de pensamiento y de expresión es indispensable para la
actividad creadora del artista y del intelectual.

28. Es imprescindible establecer las condiciones sociales y culturales que faciliten, estimulen y
garanticen la creación artística e intelectual, sin discriminaciones de carácter político, ideológico, económico
y social.

29. EI desarrollo y promoción de la educación artística comprende no sólo la elaboración de


programas específicos que despierten la sensibilidad artística y apoyen a grupos e instituciones de creación y
difusión, sino también el fomento de actividades que estimulen la conciencia pública sobre la importancia
social del arte y de la creación intelectual.

RELACIONES ENTRE CULTURA, EDUCACIÓN, CIENCIA Y COMUNICACIÓN

30. El desarrollo global de la sociedad exige políticas complementarias en los campos de la cultura, la
educación, la ciencia y la comunicación, a fin de establecer un equilibrio armonioso entre el progreso técnico
y la elevación intelectual y moral de la humanidad.

123
31. La educación es un medio por excelencia para transmitir los valores culturales nacionales y
universales, y debe procurar la asimilación de los conocimientos científicos y técnicos sin
detrimento de las capacidades y valores de los pueblos.

32. Se requiere hoy una educación integral e innovadora que no sólo informe y transmita, sino que forme y
renueve, que permita a los educandos tomar conciencia de la realidad de su tiempo y de su medio, que
favorezca el florecimiento de la personalidad, que forme en la autodisciplina, en el respeto a los demás y en
la solidaridad social e internacional; una educación que capacite para la organización y para la
productividad, para la producción de los bienes y servicios realmente necesarios, que inspire la renovación y
estimule la creatividad.

33. Es necesario revalorizar las lenguas nacionales como vehículos del saber.

Como podemos apreciar, este documento es mucho más preciso que los documentos generados por la ONU
y demás organismos internacionales en cuanto al entendimiento de aquello que es la cultura, con una visión
mucho más enfocada a la estrecha relación de la cultura, el hombre y la sociedad. Podemos encontrar en
este documento aspectos más cercanos a los valores del Patrimonio Cultural (valor testimonial, valor de
significación, valor utilitario y valor de desarrollo a que hicimos referencia en el capítulo pasado). Sin
embargo, este documento constituyó apenas la apertura de una discusión más profunda en el ámbito
internacional y local.

En el año de 1998, se celebró la Conferencia Intergubernamental sobre Políticas Culturales para el


Desarrollo, misma que se llevó a cabo en la ciudad de Estocolmo, resultando de esta reunión un documento
que lleva precisamente por nombre Políticas Culturales: Documento de Estocolmo, que es un acuerdo que,
con mucha profundidad, empieza definiendo los siguientes principios que rigen la vida cultural en el ámbito
internacional:

- el desarrollo sostenible y el auge de la cultura dependen mutuamente entre sí;

- uno de los fines principales del desarrollo humano es la prosperidad social y cultural del individuo;

- dado que el acceso y la participación en la vida cultural, son un derecho inherente de las personas de toda
comunidad, los Gobiernos están obligados a crear las condiciones necesarias para el pleno goce de este
derecho de conformidad con el Artículo 27 de la Declaración Universal de Derechos Humanos;

- la finalidad principal de las políticas culturales es fijar los objetivos, crear las estructuras y obtener los
recursos adecuados para crear un medio humano favorable;

- el diálogo entre las culturas se presenta como uno de los principales desafíos culturales y políticos del mundo
actual: constituye una condición indispensable para la coexistencia pacífica;

- la creatividad cultural es la fuente de progreso humano y de diversidad cultural; al ser un tesoro de la


humanidad resulta esencial para el desarrollo;

- las tendencias que emergen en la actualidad, sobre todo la globalización, vincula más aún a las culturas y
enriquece la interacción entre ellas pero podría igualmente ser contraproducente a nuestra diversidad creativa
y pluralismo cultural; por eso convierten el respeto mutuo en un imperativo aún mayor;

- la armonía entre la cultura y el desarrollo, el respeto por las identidades culturales, la tolerancia por las
diferencias culturales en un marco de valores democráticos pluralistas, de equidad socioeconómica y de
respeto por la unidad territorial y por la soberanía nacional, son algunos de los requisitos necesarios para
una paz duradera y justa;

124
- la aceptación de la diversidad cultural contribuye a identificar y consolidar los lazos entre las comunidades
que están arraigadas en valores que pueden ser compartidos por los diferentes componentes socioeconómicos
de la sociedad nacional;

- la aceptación de la diversidad cultural contribuye a identificar y consolidar los lazos entre las comunidades
que están arraigadas en valores que pueden ser compartidos por los diferentes componentes socioeconómicos
de la sociedad nacional;

- la creatividad las sociedades favorece la creación, que es un compromiso individual por excelencia. Este
compromiso es esencial para constituir nuestro patrimonio futuro. Es importante conservar y favorecer las
condiciones de esta creación y en especial la libertad del artista-creador en el seno de toda colectividad;

- la defensa de las culturas locales y regionales amenazadas por las culturas de difusión mundial no debe
transformar a las culturas afectadas en reliquias despojadas de su propio dinamismo y desarrollo;

- por ello debemos facultar a cada individuo y a cada comunidad para aprovechar su creatividad y para que
encuentren y consoliden maneras de convivir con otros, facilitando un desarrollo humano auténtico y la
transición hacia una cultura de paz y de no-violencia.

Posteriormente, este mismo documento establece las siguientes afirmaciones sobre el marco conceptual
sobre la preservación de los derechos culturales en el ámbito del desarrollo humano y de las tendencias
actuales de la globalización, la interculturalidad, el diálogo entre culturas, la creatividad, etc.:

La Conferencia afirma que, por consiguiente:

1. La política cultural, siendo uno de los principales componentes de una política de desarrollo endógena y
duradera, debe ser implementada en coordinación con otras áreas de la sociedad en un enfoque integrado.
Toda política para el desarrollo debe ser profundamente sensible a la cultura misma;

2. El diálogo entre las culturas debe constituir una meta fundamental de las políticas culturales y de las
instituciones que las representan a nivel nacional e internacional. La libertad de expresión universal es
indispensable para esta interacción y su participación efectiva en la vida cultural;

3. Las políticas culturales para el próximo siglo han de ser previsoras y responder tanto a los problemas
persistentes como a las nuevas necesidades;

4. El surgimiento de la sociedad de información y el dominio general de las técnicas de información y


comunicación constituyen una importante dimensión de la política cultural;

5. Las políticas culturales han de promover la creatividad en todas sus formas, facilitando la accesibilidad a
las prácticas y experiencias culturales para todos los ciudadanos, sin distinción de nacionalidad, raza, sexo,
edad, incapacidad física o mental, enriquecer el sentimiento de identidad y plena participación de cada
individuo y cada comunidad, y apoyarles en su búsqueda de un futuro digno y seguro;

6. Las políticas culturales han de estar destinadas a crear un concepto de la nación como comunidad con
múltiples facetas en el marco de la unidad nacional, fundada en valores que pueden ser compartidos por todos
los hombres y mujeres, y que da acceso, espacio y derecho a la palabra a todos sus componentes;

7. Las políticas culturales también deberán estar dirigidas a mejorar la integración social y la calidad de vida
de todos los miembros de la sociedad sin discriminación;

8. Las políticas culturales han de respetar la igualdad entre los sexos, reconocer plenamente los derechos de
la mujer en iguales términos que los de los hombres, su libertad de expresión, garantizando el acceso de
mujeres a puestos de responsabilidad;

125
9. El gobierno y la sociedad civil deben aspirar a lograr una asociación más estrecha para la elaboración y
puesta en práctica de políticas culturales que estén integradas en las estrategias del desarrollo;

10. Como nos encontramos en un mundo caracterizado por una interdependencia creciente, la renovación de
las políticas culturales ha de concebirse simultáneamente en los planos local, nacional, regional y mundial;

11. Los países deberán colaborar para crear un mundo de comunicación, información y comprensión
intercultural, en el que la diversidad de los valores culturales, de ética y de las conductas sea mi factor de una
verdadera cultura de paz;

12. Las políticas culturales deben buscar en forma particular la manera de fomentar y fortalecer los métodos
y modos de ofrecer mayor acceso de todas las capas de la población a la cultura, de luchar contra la exclusión,
la marginación y asimismo de elaborar todos los procesos que favorezcan la democratización cultural;

13. Las políticas culturales deben reconocer la contribución esencial apoyada por los creadores para mejorar
la calidad de vida, promover la identidad y fomentar el desarrollo cultural de la sociedad;

14. Las políticas culturales deben tener en cuenta el conjunto de elementos que deterioran la vida cultural: la
creación, la conservación y la difusión del patrimonio cultural. Se debe hallar un equilibrio entre estos factores
a fin de poder implementar una política cultural eficaz, observando siempre que la promoción la difusión y la
accesibilidad a la cultura resulta imposible si no se garantiza que la dinámica de la creatividad está protegida
por una eficiente protección legislativa.

El Documento de Estocolmo continúa definiendo cinco objetivos que los Estados miembros de la UNESCO
deben desarrollar:

a) Hacer de la política cultural un componente central de la política de desarrollo

b) Promover la creatividad y la participación en la vida cultural

c) Reestructurar las políticas y las prácticas a fin de conservar y acentuar la importancia del patrimonio
tangible e intangible, mueble e inmueble y promover las industrias culturales.

d) Promover la diversidad cultural y lingüística dentro de y para la sociedad de información

e) Poner más recursos humanos y financieros a disposición del desarrollo cultural

Adicionalmente, este documento establece recomendaciones generales y específicas que muestran una
visión muy amplia con relación al papel de la cultura en el mundo.

Como podemos apreciar, el Documento de Estocolmo amplia con mucho los conceptos desarrollados en la
Declaración de México a partir de una situación real: entre ambos documentos existen más de 15 años de
decisiones y descubrimientos en esta materia.

Continuando con la reflexión con relación a los derechos culturales y muy especialmente con una realidad
que fue marcada no solo por los documentos internacionales antes citados, sino también por el incremento
del comercio global, la mundialización de los medios de comunicación, los conflictos nacionalistas en
diversas regiones del Orbe y el fortalecimiento de los derechos humanos motivó a la UNESCO a emitir la
Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural el día 2 de noviembre de 2001, de la
cual citamos las siguientes disposiciones:

126
IDENTIDAD, DIVERSIDAD Y PLURALISMO

Artículo 1 – La diversidad cultural, patrimonio común de la humanidad

La cultura adquiere formas diversas a través del tiempo y del espacio. Esta diversidad se manifiesta en la
originalidad y la pluralidad de las identidades que caracterizan a los grupos y las sociedades que componen
la humanidad. Fuente de intercambios, de innovación y de creatividad, la diversidad cultural es tan necesaria
para el género humano como la diversidad biológica para los organismos vivos. En este sentido, constituye el
patrimonio común de la humanidad y debe ser reconocida y consolidada en beneficio de las generaciones
presentes y futuras.

Artículo 2 – De la diversidad cultural al pluralismo cultural

En nuestras sociedades cada vez más diversificadas, resulta indispensable garantizar una interacción
armoniosa y una voluntad de convivir de personas y grupos con identidades culturales a un tiempo plurales,
variadas y dinámicas. Las políticas que favorecen la integración y la participación de todos los ciudadanos
garantizan la cohesión social, la vitalidad de la sociedad civil y la paz. Definido de esta manera, el pluralismo
cultural constituye la respuesta política al hecho de la diversidad cultural. Inseparable de un contexto
democrático, el pluralismo cultural es propicio para los intercambios culturales y el desarrollo de las
capacidades creadoras que alimentan la vida pública.

Artículo 3 – La diversidad cultural, factor de desarrollo

La diversidad cultural amplía las posibilidades de elección que se brindan a todos; es una de las fuentes del
desarrollo, entendido no solamente en términos de crecimiento económico, sino también como medio de acceso
a una existencia intelectual, afectiva, moral y espiritual satisfactoria.

DIVERSIDAD CULTURAL Y DERECHOS HUMANOS

Artículo 4 – Los derechos humanos, garantes de la diversidad cultural

La defensa de la diversidad cultural es un imperativo ético, inseparable del respeto de la dignidad de la


persona humana. Ella supone el compromiso de respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales,
en particular los derechos de las personas que pertenecen a minorías y los de los pueblos indígenas. Nadie
puede invocar la diversidad cultural para vulnerar los derechos humanos garantizados por el derecho
internacional, ni para limitar su alcance.

Artículo 5 – Los derechos culturales, marco propicio para la diversidad cultural

Los derechos culturales son parte integrante de los derechos humanos, que son universales, indisociables e
interdependientes. El desarrollo de una diversidad creativa exige la plena realización de los derechos
culturales, tal como los definen el Artículo 27 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y los
Artículos 13 y 15 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Toda persona debe
tener la posibilidad de expresarse, crear y difundir sus obras en la lengua que desee y en particular en su
lengua materna; toda persona tiene derecho a una educación y una formación de calidad que respeten
plenamente su identidad cultural; toda persona debe tener la posibilidad de participar en la vida cultural que
elija y conformarse a las prácticas de su propia cultura, dentro de los límites que impone el respeto de los
derechos humanos y de las libertades fundamentales.

Artículo 6 – Hacia una diversidad cultural accesible a todos

Al tiempo que se garantiza la libre circulación de las ideas mediante la palabra y la imagen, hay que velar
por que todas las culturas puedan expresarse y darse a conocer. La libertad de expresión, el pluralismo de los
medios de comunicación, el plurilingüismo, la igualdad de acceso a las expresiones artísticas, al saber
científico y tecnológico -comprendida su presentación en forma electrónica- y la posibilidad, para todas las
culturas, de estar presentes en los medios de expresión y de difusión, son los garantes de la diversidad cultural.

127
DIVERSIDAD CULTURAL Y CREATIVIDAD

Artículo 7 – El patrimonio cultural, fuente de la creatividad

Toda creación tiene sus orígenes en las tradiciones culturales, pero se desarrolla plenamente en contacto con
otras culturas. Ésta es la razón por la cual el patrimonio, en todas sus formas, debe ser preservado, realzado
y transmitido a las generaciones futuras como testimonio de la experiencia y de las aspiraciones humanas, a
fin de nutrir la creatividad en toda su diversidad e inspirar un verdadero diálogo entre las culturas.

Artículo 8 – Los bienes y servicios culturales, mercancías distintas de las demás

Ante los cambios económicos y tecnológicos actuales, que abren vastas perspectivas para la creación y la
innovación, se debe prestar particular atención a la diversidad de la oferta creativa, al justo reconocimiento
de los derechos de los autores y de los artistas, así como al carácter específico de los bienes y servicios
culturales que, por ser portadores de identidad, de valores y sentido, no deben ser considerados mercancías o
bienes de consumo como los demás.

Artículo 9 – Las políticas culturales, catalizadoras de la creatividad

Las políticas culturales, en tanto que garantizan la libre circulación de las ideas y las obras, deben crear
condiciones propicias para la producción y difusión de bienes y servicios culturales diversificados, gracias a
industrias culturales que dispongan de medios para desarrollarse en los planos local y mundial. Al tiempo que
respeta sus obligaciones internacionales, cada Estado debe definir su política cultural y aplicarla utilizando
para ello los medios de acción que juzgue más adecuados, ya se trate de modalidades prácticas de apoyo o de
marcos reglamentarios apropiados.

DIVERSIDAD CULTURAL Y SOLIDARIDAD INTERNACIONAL

Artículo 10 – Reforzar las capacidades de creación y de difusión a escala mundial

Ante los desequilibrios que se producen actualmente en los flujos e intercambios de bienes culturales a escala
mundial, es necesario reforzar la cooperación y la solidaridad internacionales para que todos los países,
especialmente los países en desarrollo y los países en transición, puedan crear industrias culturales viables y
competitivas en los planos nacional e internacional.

Artículo 11 – Forjar relaciones de colaboración entre el sector público, el sector privado y la sociedad civil.

Las fuerzas del mercado por sí solas no pueden garantizar la preservación y promoción de la diversidad
cultural, clave de un desarrollo humano sostenible. Desde este punto de vista, se debe reafirmar la
preeminencia de las políticas públicas, en colaboración con el sector privado y la sociedad civil.

Artículo 12 – La función de la UNESCO

Por su mandato y sus funciones compete a la UNESCO:

a) promover la integración de los principios enunciados en la presente Declaración en las estrategias de


desarrollo elaboradas en las diversas entidades intergubernamentales;

b) constituir un punto de referencia y foro de concertación entre los Estados, los organismos internacionales
gubernamentales y no gubernamentales, la sociedad civil y el sector privado para la elaboración conjunta de
conceptos, objetivos y políticas en favor de la diversidad cultural;

c) proseguir su acción normativa y su acción de sensibilización y fortalecimiento de capacidades en los


ámbitos relacionados con la presente Declaración que correspondan a sus esferas de competencia;

128
d) facilitar la aplicación del Plan de Acción cuyas orientaciones principales figuran a continuación de la
presente Declaración.

Como podemos apreciar, la UNESCO ha sido muy consistente en manejar los aspectos más críticos con
relación al papel de la cultura en el mundo actual, su incorporación en las políticas públicas, el desarrollo,
el patrimonio cultural, etc.

Finalmente, como un colofón de esta evolución ideológica de la cultura y su impacto en la vida de los
hombres y de las comunidades –a todos sus niveles-, la UNESCO celebró la Convención Sobre la
Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales en el marco de la 33ª Conferencia
General que se llevó a cabo en la ciudad de Paris en el año de 2005. Hablamos de un documento
internacional que lleva menos de 10 años de existencia y que no ha podido mostrar todo su alcance porque
en el ámbito de la legislación cultural se requiere tiempo para que las naciones se convenzan que estas
disposiciones son correcta.

En el capítulo anterior de este trabajo se transcribieron los principios que animan a la protección y
promoción de la diversidad cultural. Sin embargo, en dicho instrumento internacional existen otras
disposiciones que resultan interesantes para definir los criterios sobre los que la UNESCO considera los
derechos culturales:

Artículo 1- Objetivos

Los objetivos de la presente Convención son:

a) proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales;

b) crear las condiciones para que las culturas puedan prosperar y mantener interacciones libremente de forma
mutuamente provechosa;

c) fomentar el diálogo entre culturas a fin de garantizar intercambios culturales más amplios y equilibrados
en el mundo en pro del respeto intercultural y una cultura de paz;

d) fomentar la interculturalidad con el fin de desarrollar la interacción cultural, con el espíritu de construir
puentes entre los pueblos;

e) promover el respeto de la diversidad de las expresiones culturales y hacer cobrar conciencia de su valor en
el plano local, nacional e internacional;

f) reafirmar la importancia del vínculo existente entre la cultura y el desarrollo para todos los países, en
especial los países en desarrollo, y apoyar las actividades realizadas en el plano nacional e internacional para
que se reconozca el auténtico valor de ese vínculo;

g) reconocer la índole específica de las actividades y los bienes y servicios culturales en su calidad de
portadores de identidad, valores y significado;

h) reiterar los derechos soberanos de los Estados a conservar, adoptar y aplicar las políticas y medidas que
estimen necesarias para proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales en sus respectivos
territorios;

i) fortalecer la cooperación y solidaridad internacionales en un espíritu de colaboración, a fin de reforzar, en


particular, las capacidades de los países en desarrollo con objeto de proteger y promover la diversidad de las
expresiones culturales.

129
Artículo 5 - Norma general relativa a los derechos y obligaciones

1. Las Partes, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, los principios del derecho internacional
y los instrumentos de derechos humanos universalmente reconocidos, reafirman su derecho soberano a
formular y aplicar sus políticas culturales y a adoptar medidas para proteger y promover la diversidad de las
expresiones culturales, así como a reforzar la cooperación internacional para lograr los objetivos de la
presente Convención.

2. Cuando una Parte aplique políticas y adopte medidas para proteger y promover la diversidad de las
expresiones culturales en su territorio, tales políticas y medidas deberán ser coherentes con las disposiciones
de la presente Convención.

Artículo 6 - Derechos de las Partes en el plano nacional

1. En el marco de sus políticas y medidas culturales, tal como se definen en el párrafo 6 del Artículo 4, y
teniendo en cuenta sus circunstancias y necesidades particulares, las Partes podrán adoptar medidas para
proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales en sus respectivos territorios.

2. Esas medidas pueden consistir en:

a) medidas reglamentarias encaminadas a la protección y promoción de la diversidad de las expresiones


culturales;

b) medidas que brinden oportunidades, de modo apropiado, a las actividades y los bienes y servicios culturales
nacionales, entre todas las actividades, bienes y servicios culturales disponibles dentro del territorio nacional,
para su creación, producción, distribución, difusión y disfrute, comprendidas disposiciones relativas a la
lengua utilizada para tales actividades, bienes y servicios;

c) medidas encaminadas a proporcionar a las industrias culturales independientes nacionales y las actividades
del sector no estructurado un acceso efectivo a los medios de producción, difusión y distribución de bienes y
servicios culturales;

d) medidas destinadas a conceder asistencia financiera pública;

e) medidas encaminadas a alentar a organizaciones sin fines de lucro, así como a entidades públicas y
privadas, artistas y otros profesionales de la cultura, a impulsar y promover el libre intercambio y circulación
de ideas, expresiones culturales y actividades, bienes y servicios culturales, y a estimular en sus actividades
el espíritu creativo y el espíritu de empresa;

f) medidas destinadas a crear y apoyar de manera adecuada las instituciones de servicio público pertinentes;

g) medidas encaminadas a respaldar y apoyar a los artistas y demás personas que participan en la creación
de expresiones culturales;

h) medidas destinadas a promover la diversidad de los medios de comunicación social, comprendida la


promoción del servicio público de radiodifusión.

Artículo 7 - Medidas para promover las expresiones culturales

1. Las Partes procurarán crear en su territorio un entorno que incite a las personas y a los grupos a:

a) crear, producir, difundir y distribuir sus propias expresiones culturales, y tener acceso a ellas, prestando
la debida atención a las circunstancias y necesidades especiales de las mujeres y de distintos grupos sociales,
comprendidas las personas pertenecientes a minorías y los pueblos autóctonos;
b) tener acceso a las diversas expresiones culturales procedentes de su territorio y de los demás países del
mundo.

130
2. Las Partes procurarán también que se reconozca la importante contribución de los artistas, de todas las
personas que participan en el proceso creativo, de las comunidades culturales y de las organizaciones que los
apoyan en su trabajo, así como el papel fundamental que desempeñan, que es alimentar la diversidad de las
expresiones culturales.

Artículo 8 - Medidas para proteger las expresiones culturales

1. Sin perjuicio de lo dispuesto en los Artículos 5 y 6, una Parte podrá determinar si hay situaciones especiales
en que las expresiones culturales en su territorio corren riesgo de extinción, o son objeto de una grave amenaza
o requieren algún tipo de medida urgente de salvaguardia.

2. Las Partes podrán adoptar cuantas medidas consideren necesarias para proteger y preservar las
expresiones culturales en las situaciones a las que se hace referencia en el párrafo 1, de conformidad con las
disposiciones de la presente Convención.

3. Las Partes informarán al Comité Intergubernamental mencionado en el Artículo 23 de todas las medidas
adoptadas para enfrentarse con la situación, y el Comité podrá formular las recomendaciones que convenga.

Artículo 11 - Participación de la sociedad civil

Las Partes reconocen el papel fundamental que desempeña la sociedad civil en la protección y promoción de
la diversidad de las expresiones culturales. Las Partes fomentarán la participación activa de la sociedad civil
en sus esfuerzos por alcanzar los objetivos de la presente Convención.

Artículo 13 - Integración de la cultura en el desarrollo sostenible

Las Partes se esforzarán por integrar la cultura en sus políticas de desarrollo a todos los niveles a fin de crear
condiciones propicias para el desarrollo sostenible y, en este marco, fomentar los aspectos vinculados a la
protección y promoción de la diversidad de las expresiones culturales.

Artículo 14 - Cooperación para el desarrollo

Las Partes se esforzarán por apoyar la cooperación para el desarrollo sostenible y la reducción de la pobreza,
especialmente por lo que respecta a las necesidades específicas de los países en desarrollo, a fin de propiciar
el surgimiento de un sector cultural dinámico por los siguientes medios, entre otros:

a) el fortalecimiento de las industrias culturales en los países en desarrollo:

i) creando y reforzando las capacidades de los países en desarrollo en materia de producción y difusión
culturales;

ii) facilitando un amplio acceso de sus actividades, bienes y servicios culturales al mercado mundial y a las
redes de distribución internacionales;
iii) propiciando el surgimiento de mercados locales y regionales viables;

iv) adoptando, cuando sea posible, medidas adecuadas en los países desarrollados para facilitar el acceso a
su territorio de las actividades, los bienes y los servicios culturales procedentes de países en desarrollo;

v) prestando apoyo al trabajo creativo y facilitando, en la medida de lo posible, la movilidad de los artistas
del mundo en desarrollo;

vi) alentando una colaboración adecuada entre países desarrollados y en desarrollo, en particular en los
ámbitos de la música y el cine;

131
b) la creación de capacidades mediante el intercambio de información, experiencias y competencias, así como
mediante la formación de recursos humanos en los países en desarrollo, tanto en el sector público como en el
privado, especialmente en materia de capacidades estratégicas y de gestión, de elaboración y aplicación de
políticas, de promoción de la distribución de bienes y servicios culturales, de fomento de pequeñas y medianas
empresas y microempresas, de utilización de tecnología y de desarrollo y transferencia de competencias;

c) la transferencia de técnicas y conocimientos prácticos mediante la introducción de incentivos apropiados,


especialmente en el campo de las industrias y empresas culturales;

d) el apoyo financiero mediante:

i) la creación de un Fondo Internacional para la Diversidad Cultural de conformidad con lo previsto en el


Artículo 18;

ii) el suministro de asistencia oficial al desarrollo, según proceda, comprendido el de ayuda técnica, a fin de
estimular y apoyar la creatividad;

iii) otras modalidades de asistencia financiera, tales como préstamos con tipos de interés bajos, subvenciones
y otros mecanismos de financiación.

Como podemos apreciar, esta Convención desarrolla con mayor amplitud todos los conceptos desarrollados
por la UNESCO en los documentos previos. Esta Convención es un documento muy ambicioso y requerirá
de una voluntad política muy comprometida con la implementación de estas medidas en el ámbito local de
cada nación.

Sin embargo, esta Convención es un referente en cuanto al entendimiento de lo que representan los derechos
culturales y su interacción en el mundo, por lo que debiera existir una mayor cantidad de documentos
nacionales con relación a este tema en el ámbito legal interno de cualquier país del Orbe.

2.2.1.4.- Otras organizaciones regionales

Algunas otras organizaciones intergubernamentales de incidencia regional han desarrollado una serie de
instrumentos relacionados con los derechos culturales. En este sentido, quisiéramos citar los instrumentos
internacionales relacionados con la actual Unión Europea y la Organización de Estados Africanos.

En el caso de continente europeo, podemos encontrar dos documentos importantes. El primero de ellos es
la Convención para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales adoptado en
la ciudad de Roma el 4 de diciembre de 1950. En dicho documento no encontramos una referencia
específica a los derechos culturales, pero si podemos encontrar algunas directrices que tienen fuerte
vinculación con los derechos culturales:

Artículo 9. Libertad de pensamiento, de conciencia y de religión.

1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho implica
la libertad de cambiar de religión o de convicciones, así como la libertad de manifestar su religión o sus
convicciones individual o colectivamente, en público o en privado, por medio del culto, la enseñanza, las
prácticas y la observancia de los ritos.

Posteriormente, la Unión Europea decidió revisar la legislación comunitaria en materia de derechos


humanos y como resultado de la misma se emitió la Carta de los Derechos Fundamentales en la ciudad de
Estrasburgo el 12 de diciembre de 2007, en la que se establecen disposiciones que están vinculadas de una
manera indirecta en la protección de los derechos culturales:

132
Artículo 13.- Libertad de las artes y de las ciencias

Las artes y la investigación científica son libres. Se respeta la libertad de cátedra

Artículo 22.- Diversidad cultural, religiosa y lingüística

La Unión respeta la diversidad cultural, religiosa y lingüística.

Es sorprendente la simplicidad con que la Unión Europea establece las prerrogativas en esta Carta, pero
que no deja lugar a dudas respecto de su reconocimiento y protección.

En el ámbito de la Organización de los Estados Africanos, podemos citar la Carta Africana de Derechos
Humanos y los Pueblos, aprobada el 27 de julio de 1981, durante la XVIII Asamblea de Jefes de Estado y
Gobierno de la Organización de la Unidad Africana, reunida en Nairobi, Kenia:

Artículo 17.

1. Todo individuo tendrá derecho a la educación.

2. Todo individuo podrá participar libremente en la vida cultural de su comunidad.

3. La promoción y protección de la moral y de los valores tradicionales reconocidos por la comunidad serán
deberes del Estado.

Desde luego, en el caso de las naciones africanas, podemos observar una fuerte referencia a la comunidad,
toda vez que existe una diversidad de poblaciones, maneras de ser, visiones del mundo que reflejan el gran
mosaico de culturas que constituyen los pueblos africanos. Pero esta referencia no solo significa un hecho,
sino una muestra de la evolución que el concepto de cultura ha sufrido en las últimas décadas.

2.2.1.5.- Antecedentes Iberoamericanos

Vale la pena señalar que, por la dinámica de la región, la evolución de los derechos culturales ha sido
especialmente importante en lo que se refiere al análisis teórico de los mismos, pero que no se refleja de
una manera tan decidida en los documentos internacionales.

En primer lugar, encontramos la Carta de la Organización de los Estados Americanos (OEA), que fue
aprobada en el marco de la Novena Conferencia Internacional Americana celebrada en la ciudad de Bogotá
en 1948, que ha sido objeto de diversas reformas y en cuyo artículo 17 se establecen medidas para
reconocer los derechos culturales de las naciones americanas:

Artículo 17

Cada Estado tiene el derecho a desenvolver libre y espontáneamente su vida cultural, política y económica.
En este libre desenvolvimiento el Estado respetará los derechos de la persona humana y los principios de la
moral universal.

Podemos encontrar documentos más específicos sobre esta materia.

En la misma Conferencia Internacional Americana se aprobó la Declaración Americana de los Derechos y


los Deberes del Hombre, en cuyo artículo XIII se definen los derechos culturales:

133
Derecho a los beneficios de la cultura

Artículo XIII.- Toda persona tiene el derecho de participar en la vida cultural de la comunidad, gozar de las
artes y disfrutar de los beneficios que resulten de los progresos intelectuales y especialmente de los
descubrimientos científicos.

Tiene asimismo derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón
de los inventos, obras literarias, científicas y artísticas de que sea autor.

En el año de 1969, la OEA celebró la Conferencia Especializada Interamericana sobre Derechos Humanos,
en la ciudad de San José (Costa Rica), en la que se emitió la Convención Americana sobre los Derechos
Humanos, también denominada como el Pacto de San José, en cuyo artículo 26 se menciona la protección
de los derechos culturales como una parte importante del concepto de desarrollo progresivo:

Artículo 26. Desarrollo Progresivo

Los Estados Partes se comprometen a adoptar providencias, tanto a nivel interno como mediante la
cooperación internacional, especialmente económica y técnica, para lograr progresivamente la plena
efectividad de los derechos que se derivan de las normas económicas, sociales y sobre educación, ciencia y
cultura, contenidas en la Carta de la Organización de los Estados Americanos, reformada por el Protocolo de
Buenos Aires, en la medida de los recursos disponibles, por vía legislativa u otros medios apropiados.

Por último, al OEA celebró una nueva reunión internacional en la ciudad de San Salvador para analizar el
tema de los derechos económicos, sociales y culturales en el año de 1988 que se tradujo en el Protocolo
Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Humanos
Económicos, Sociales y Culturales, también identificado como Protocolo de San Salvador en cuyo artículo
14 habla de los beneficios de la cultura:

Artículo 14.- Derecho a los Beneficios de la Cultura

1. Los Estados partes en el presente Protocolo reconocen el derecho de toda persona a:

a. participar en la vida cultural y artística de la comunidad;

b. gozar de los beneficios del progreso científico y tecnológico;

c. beneficiarse de la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de las
producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora.

2. Entre las medidas que los Estados partes en el presente Protocolo deberán adoptar para asegurar el pleno
ejercicio de este derecho figurarán las necesarias para la conservación, el desarrollo y la difusión de la
ciencia, la cultura y el arte.

3. Los Estados partes en el presente Protocolo se comprometen a respetar la indispensable libertad para la
investigación científica y para la actividad creadora.

4. Los Estados partes en el presente Protocolo reconocen los beneficios que se derivan del fomento y desarrollo
de la cooperación y de las relaciones internacionales en cuestiones científicas, artísticas y culturales, y en este
sentido se comprometen a propiciar una mayor cooperación internacional sobre la materia.

134
En este sentido, podemos darnos cuenta que en el marco de la normatividad regional americana ha
desarrollado con mayor amplitud el tema de los derechos culturales, a través de diversos instrumentos. Sin
embargo, podemos mencionar que los documentos internacionales más recientes datan de hace 20 años.
En las últimas épocas, podemos encontrar un salto conceptual del concepto de derechos culturales, tal y
como lo analizamos en el caso de la UNESCO. Siendo Latinoamérica una de las regiones con mayor
diversidad cultural, deberemos de esperar que en poco tiempo se pueda retomar esta discusión para contar
con un instrumento que refleje la realidad de los derechos culturales en nuestro ámbito territorial.

2.2.1.6.- Consideraciones sobre los Antecedentes Internacionales y Regionales

Desde nuestro punto de vista podemos encontrar una tendencia muy marcada en cuanto al contenido de los
documentos generados por los organismos intergubernamentales no culturales (ONU, OEA y la
Organización de Estados Africanos) y la UNESCO: una situación de incompatibilidad.

Tanto en el caso de la ONU, la OEA y la Organización de Estados Africanos, existe una preocupación
central en cuanto a la identificación y definición de los derechos culturales: su limitación en cuanto al
contenido de los mismos ya que están referidos al acceso y disfrute de la persona de la vida cultural.
Pensamos que esta visión es bienintencionada, pero es incompleta y poco clara.

Por una parte, los organismos intergubernamentales no culturales han centrado su discusión en la idea de
acceso a la vida cultural y disfrute de los beneficios de la cultura, lo cual pareciese significar que la cultura
es un aspecto externo de cualquier persona humana o de una comunidad. La realidad, desde nuestro punto
de vista, es que ninguna persona tiene el derecho de acceso a una cultura, ya que la integración a la vida
social y cultural de cualquier comunidad constituye un acto natural en el proceso de cualquier ser humano
y no una prerrogativa. Desde el día de su nacimiento, el ser humano se encuentra involucrado en procesos
de relación y aprendizaje (por ejemplo, en la manera de relacionarse con su familia o en los primeros años,
en el entendimiento de un idioma) que favorece su proceso de integración cultural a una comunidad. Por
tal razón, desde nuestra perspectiva, el acceso a la cultura es una realidad y no un derecho. O al menos, no
puede ser una afirmación definitiva. Lo anterior también puede aplicarse con lo que se refiere al disfrute de
la cultura. El cuestionamiento se refiere a definir si realmente debemos considerar que la manera en que la
persona humana o una comunidad realmente requieren de un instrumentos jurídico para disfrutar de los
beneficios de una cultura. Si retomamos la idea de que un ser humano, desde el nacimiento, accede a los
beneficios de una cultural (por ejemplo, en el caso de un ser humano recién nacido, puedo apreciar que el
mismo ya goza de los beneficios de los avances tecnológicos en cuanto a su adecuado cuidado), debemos
entonces también concluir que el disfrute de los beneficios de la cultura es también una realidad cotidiana
y no un derecho de la persona humana.

Desde nuestra perspectiva, la dinámica de las prerrogativas que los tratados generados por los organismos
intergubernamentales no culturales han basado sus consideraciones a partir de una realidad de excepción y
que representan un riesgo en la conservación y permanencia de los derechos culturales de una comunidad
específica. Hablamos de situaciones tales como las prohibiciones que se emitieron en contra de la cultura
catalana por la España franquista, los pueblos originarios de Canadá o Australia, la utilización sin
autorización de los conocimientos de la medicina tradicional por parte de compañías farmacéuticas
multinacionales, la posibilidad de reclamar regalías en materia de derechos de autor como un derecho de
las comunidades cuyas leyendas y culturas son utilizadas con motivos comerciales, etc. Es una dinámica
de violación y confrontación.

Por otra parte, la UNESCO ha establecido nuevas maneras de analizar los derechos culturales desde una
visión cotidiana y humana, en donde la cultura constituye en elemento de integración y desarrollo de la
persona. Es por ello, que la discusión que la UNESCO propone se basa en cuatro aspectos: diversidad
cultural, desarrollo sostenible, Patrimonio Cultural e infraestructura y servicios culturales. Todos ellos

135
constituyen elementos básicos para garantizar que el ser humano y las comunidades puedan desarrollarse
en el marco de una defensa de sus prioridades culturales.

Es aquí donde podemos afirmar que podemos encontrar una diferencia fundamental en el papel del Estado
frente la vida cultural: en los documentos emitidos por los organismos intergubernamentales no culturales
nos encontramos ante una perspectiva donde el Estado pudiera constituirse como una especie de obstáculo
en el ámbito del desarrollo cultural; en los instrumentos emitidos por la UNESCO, el Estado tiene un
compromiso real en cuanto a que el ciudadano y las comunidades puedan vivir de una manera plena su
propia cultura.

2.2.2.- Antecedentes Nacionales

A pesar de que nuestro país es uno de los referentes a nivel mundial en cuanto a la riqueza, antigüedad y
diversidad cultural y que en los foros internacionales siempre se ha asumido como un defensor convencido
de la cultura en sus diversas expresiones, la realidad legal de nuestro país es que, en su legislación federal,
ha plasmado con mucho retraso los derechos culturales.

De hecho, es un hecho dramático que exista por una parte, la incorporación de los derechos culturales en la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pero que éstos sean muy poco claros en cuanto a
la vida cultural de las comunidades indígenas. A partir del levantamiento zapatista de 1994, en la que se
expusieron una serie de reivindicaciones que tenían distintos matices –sociales, económicos y también
culturales-, se promovió una reflexión sobre la composición del país que se encontraba muy alejada a la
idea generada por los gobiernos postrevolucionarios de una “gran cultura nacional” que fundamentó la
política cultural mexicana durante todo el siglo XX.

Otro elemento que resulta de especial importancia en esta evolución de la concepción de la cultura como
un gran tema nacional lo constituyó la intención y real expedición de leyes, en el ámbito estatal, en materia
de Patrimonio Cultural en donde podemos apreciar normas locales -como es el caso de Coahuila y Baja
California que datan de la última década del siglo XX- en los que se empieza abrir el alcance del concepto
de Patrimonio Cultural hacia el Patrimonio Inmaterial.

La evolución del entendimiento de lo que se significa “la cultura” que han desarrollado los organismos
intergubernamentales y no gubernamentales que se han traducido en tratados internacionales y también en
documentos específicos (como recomendaciones, cartas internacionales, y demás documentos doctrinarios
de naturaleza análoga), los cuales influyeron en el entendimiento por parte de las autoridades y de la
sociedad sobre el significado de la protección de los derechos culturales.

Por último, en los últimos años, se ha iniciado una discusión en nuestro país sobre el concepto de desarrollo
cultural que ha sido incorporado en algunas legislaciones locales -como es el caso del Estado de Michoacán,
Coahuila, Veracruz y Zacatecas- sin que podamos decir que exista un consenso a nivel nacional sobre lo
que esto signifique.

Incertidumbre, reflexión, opciones abiertas, posibilidades de desarrollo, indefinición, resistencia,


reivindicación, etc., son muchas de las circunstancias que envuelven la realidad jurídica nacional sobre los
derechos culturales en el marco del Derecho Mexicano.

Por lo anterior, consideramos que vale la pena analizarlos de manera separada, tanto desde la perspectiva
federal como local.

136
2.2.2.1.- Constitución Federal

Como platicamos en párrafos anteriores, el reconocimiento de los derechos culturales se da en el mismo


periodo de tiempo en que sucede un hecho dramático como es el levantamiento zapatista que sostiene una
reivindicación de muchas demandas, siendo una de las más importantes fue el respeto de las prácticas
culturales de las comunidades indígenas que fueron discriminadas durante todo el siglo XIX y muy buena
parte del siglo XX; adicionalmente se reclamaba su derecho de existir a partir de sus propias formas de
organización y de vivir. Este primer cambio fue especialmente importante, porque durante muchas décadas,
el Estado Mexicano dedicó muchos de sus esfuerzos para constituir una gran cultura nacional en la que se
negaban o simplemente no se tomaban en cuenta las realidades culturales locales y en muchos casos, ni
siquiera los comunitarios. México no puede tener una cultura nacional única, sino que es el escenario de
una rica y variada diversidad cultural.

Este es el mensaje que nos proporciona la primera reforma en esta materia al artículo cuarto constitucional
y que se encontraba redactado de la siguiente manera:

ARTICULO 4o.- La Nación mexicana tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus
pueblos indígenas. La Ley protegerá y promoverá el desarrollo de sus lenguas, culturas, usos, costumbres,
recursos y formas específicas de organización social, y garantizará a sus integrantes el efectivo acceso a la
jurisdicción del Estado. En los juicios y procedimientos agrarios en que aquellos sean parte, se tomarán en
dienta sus prácticas y costumbres jurídicas en los términos que establezca la ley.

A partir de esta disposición, podemos encontrar dos vertientes que se han desarrollado en nuestra Carta
Magna sobre estos derechos culturales: la protección de los derechos de las comunidades indígenas y los
derechos culturales de toda la población.

2.2.2.1.1.- La protección de los derechos culturales de las comunidades indígenas

En el caso de la protección de los derechos de las comunidades indígenas, el Constituyente Permanente


decidió aprobar la derogación del primer párrafo del artículo 4º y aprobar una reforma total al artículo 2º
Constitucional, con el fin de establecer medidas para proteger –entre otras cosas- los valores culturales de
las comunidades originarias de nuestro país:

Artículo 2º.- La Nación Mexicana es única e indivisible.

La Nación tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas que son
aquellos que descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la
colonización y que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de
ellas.

La conciencia de su identidad indígena deberá ser criterio fundamental para determinar a quiénes se aplican
las disposiciones sobre pueblos indígenas.

Son comunidades integrantes de un pueblo indígena, aquellas que formen una unidad social, económica y
cultural, asentada en un territorio y que reconocen autoridades propias de acuerdo con sus usos y costumbres.

El derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación se ejercerá en un marco constitucional de


autonomía que asegure la unidad nacional. El reconocimiento de los pueblos y comunidades indígenas se hará
en las constituciones y leyes de las entidades federativas, las que deberán tomar en cuenta, además de los
principios generales establecidos en los párrafos anteriores de este artículo, criterios etnolingüísticos y de
asentamiento físico.

137
A.- Esta Constitución reconoce y garantiza el derecho de los pueblos y las comunidades indígenas a la libre
determinación y, en consecuencia, a la autonomía para:

I.- Decidir sus formas internas de convivencia y organización social, económica, política y cultural.

II.- Aplicar sus propios sistemas normativos en la regulación y solución de sus conflictos internos, sujetándose
a los principios generales de esta Constitución, respetando las garantías individuales, los derechos humanos
y, de manera relevante, la dignidad e integridad de las mujeres. La ley establecerá los casos y procedimientos
de validación por los jueces o tribunales correspondientes.

III.- Elegir de acuerdo con sus normas, procedimientos y prácticas tradicionales, a las autoridades o
representantes para el ejercicio de sus formas propias de gobierno interno, garantizando que las mujeres y
los hombres indígenas disfrutarán y ejercerán su derecho de votar y ser votados en condiciones de igualdad;
así como a acceder y desempeñar los cargos públicos y de elección popular para los que hayan sido electos o
designados, en un marco que respete el pacto federal y la soberanía de los estados. En ningún caso las
prácticas comunitarias podrán limitar los derechos político electorales de los y las ciudadanas en la elección
de sus autoridades municipales.
IV.- Preservar y enriquecer sus lenguas, conocimientos y todos los elementos que constituyan su cultura e
identidad.

V.- Conservar y mejorar el hábitat y preservar la integridad de sus tierras en los términos establecidos en esta
Constitución.

VII.- Elegir, en los municipios con población indígena, representantes ante los ayuntamientos.

Las constituciones y leyes de las entidades federativas reconocerán y regularán estos derechos en los
municipios, con el propósito de fortalecer la participación y representación política de conformidad con sus
tradiciones y normas internas.

VIII.- Acceder plenamente a la jurisdicción del Estado. Para garantizar ese derecho, en todos los juicios y
procedimientos en que sean parte, individual o colectivamente, se deberán tomar en cuenta sus costumbres y
especificidades culturales respetando los preceptos de esta Constitución. Los indígenas tienen en todo tiempo
el derecho a ser asistidos por intérpretes y defensores que tengan conocimiento de su lengua y cultura….

Sin perjuicio de los derechos aquí establecidos a favor de los indígenas, sus comunidades y pueblos, toda
comunidad equiparable a aquéllos tendrá en lo conducente los mismos derechos tal y como lo establezca la
ley.

Como podemos apreciar, la tendencia que marca el artículo 2º constitucional tiene la intención de
revalorar la vida interna y el papel que tienen las comunidades indígenas –las cuales son definidas como
aquéllas que formen una unidad social, económica y cultural, asentada en un territorio y que reconocen
autoridades propias de acuerdo con sus usos y costumbres- y, en nuestro ámbito de estudio- identificar
los derechos culturales vinculados con las mismas y que podemos identificar como las siguientes:

a) El gran paso que, en el ámbito legal, significó el reconocimiento de la diversidad cultural de nuestro país
basada en la coexistencia de las comunidades indígenas con sus propios valores, conocimientos,
tradicionales, que mencionan el primero, segundo y tercer párrafo de este artículo constitucional. Sin
embargo, un tema que nos parecería ya superado, pero que no lo encontramos en el texto constitucional, es
la afirmación de la multiculturalidad de nuestro país. Bajo esta perspectiva, la idea de una “conformación
pluricultural de una Nación” nos habla de una especie de ensamble de muchos elementos extraños que
conforman un todo que pareciese no tener sentido. En tal virtud, la idea de una realidad multicultural no
deja de ser cierta, pero limitada en cuanto a lo que significa nuestro país.

138
b) Nos parece que el derecho de la libre determinación de las comunidades indígenas que establecen el
párrafo cuarto y las fracciones I, II, III y VII del Apartado A de esta disposición constitucional es una
confirmación de la idea de la coexistencia de las comunidades indígenas en una realidad nacional mexicana.
Lo anterior pareciese que confirmara la idea de una separación entre dos realidades sociológicas: las
comunidades indígenas y la Nación. Por ejemplo, en el párrafo cuarto de este artículo se señala
expresamente que el derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación se ejercerá en un marco
constitucional de autonomía que asegure la unidad nacional. Los cuestionamientos que surgen a partir de
esta disposición se centran en una pregunta: ¿será posible que alguna práctica de alguna comunidad
indígena propia pueda poner en peligro la unidad nacional? Nos parece que este criterio que establece
nuestra Carta Magna se encuentra muy alejada de una idea de diversidad cultural que representa una
convivencia armónica de todas las culturas existentes en un territorio. Parece que el artículo 2º vigente de
nuestra Carta Magna se basa en una lógica de oposición, diferenciación y separación entre los derechos
culturales de las comunidades indígenas y los derechos culturales de una Nación.

c) También la fracción IV del Apartado A de este artículo, nos habla de la preservación del Patrimonio
Inmaterial de las comunidades indígenas y que implica acudir a las raíces más profundas que justifican las
conductas, conocimientos, visiones, etc., que representan una de las bases más importantes de su existencia
y desarrollo.

d) La fracción VIII del Apartado A de este artículo nos habla de un derecho a la integración cultural
nacional accesible a los miembros de una comunidad indígena; sin embargo, esta prerrogativa se basa
también en una lógica de diferenciación entre aquello que es una cultura nacional y lo que significa una
cultura local como un caso de excepción.

e) Por último, en una reciente reforma a este dispositivo constitucional encontramos un último párrafo que
extiende estos derechos no solo a las comunidades indígenas, sino también a aquellas comunidades
equiparables, lo cual amplía el espectro protección a grupos poblaciones muchas veces no considerados por
la legislación mexicana.

Como podemos apreciar, nuestro actual artículo segundo constitucional nos presenta una perspectiva muy
real en cuanto a la falta de entendimiento de lo que es México como Nación y del manejo de realidades
muy complejas que se manejan en el ámbito internacional respecto a nuestro Patrimonio Cultural.

Me parece que este artículo nos está presentando una perspectiva fragmentada y con fuerte ingrediente de
alteridad… y en el marco de la globalización y la búsqueda de una especie de uniformidad universal,
podemos decir que “ser el otro” es casi una condena a vivir una discriminación y de casi desaparición.

No es extraño que durante muchos años, el ejercicio de los derechos de las comunidades indígenas tenga
un tono claramente reivindicatorio y que el conflicto sea el ambiente que rodee la forma en que se exigen
estas prerrogativas.

Nos parece que debemos trabajar como Nación en pensar que las comunidades indígenas no representan el
“otro México”, sino el “México de todos”, que fundamenten una política cultural mucho más incluyente y
adaptada a las nuevas tendencias que la UNESCO propone de un diálogo entre las culturas y en la búsqueda
de un nuevo humanismo más acorde a nuestras épocas.

2.2.2.1.2.- El derecho a la cultura

El día 30 de abril de 2009 apareció en el Diario Oficial de la Federación la adición de un noveno párrafo al
artículo 4º reforma constitucional que constituyó un acto trascendente en cuanto al derecho cultural
mexicano: el reconocimiento del derecho a la cultura en la legislación mexicana. Esta adición señala:

139
Artículo 4º.-…

Toda persona tiene derecho al acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado
en la materia, así como el ejercicio de sus derechos culturales. El Estado promoverá los medios para la
difusión y desarrollo de la cultura, atendiendo a la diversidad cultural en todas sus manifestaciones y
expresiones con pleno respeto a la libertad creativa. La ley establecerá los mecanismos para el acceso y
participación a cualquier manifestación cultural.

Desde luego, debemos de reconocer que la redacción de esta disposición constitucional se encuentra mucho
más cercana a las propuestas de los documentos internacionales, utilizando términos más modernos. De tal
forma, podemos encontrar una multiplicidad de prerrogativas vinculadas con el ámbito cultural, aunque
todas ellas pueden ser cuestionadas:

a) El derecho de acceso a la cultura. Como mencionamos en el caso de los derechos de las comunidades
indígenas, consideramos que se repite la idea de que la cultura significara algo extraño a la persona o las
comunidades al que se requiere ingresar y acceder. Por eso, consideramos que la falta de definición del
concepto “acceso a la cultura” representa una limitante para el ejercicio de este derecho.

b) En cuanto al derecho de disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado en la materia, podemos
afirmar que encontramos una mayor especificidad en cuanto a lo que significa esta prerrogativa. Sin
embargo, estamos de nueva cuenta ante una contradicción en cuanto al ámbito de la realidad: si todo
ciudadano tiene derecho al disfrute de los bienes y servicios culturales que el Estado presta, entonces es
válido preguntarnos ¿por qué es necesario pagar, por ejemplo, para tener acceso a un museo o a un concierto
en el Palacio de Bellas Artes? Si un ciudadano llegara a cualquier zona arqueológica, museo, teatro oficial
o instalación cultural oficial solicitando el acceso a uno de estos servicios de manera gratuita (porque existe
un derecho a este disfrute) y se le negaría la oportunidad de acceder a estos servicios o bienes culturales
porque no ha pagado el precio. ¿Podría reclamar el derecho de disfrute de sus bienes o servicios culturales?
Me parece que el texto actual de nuestra constitución en esta materia está más basada en una copia mal
elaborada de lo que significa esta prerrogativa la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

c) La tercera prerrogativa establecida en este artículo constitucional se refiere al derecho de ejercicio de


los derechos culturales. Desde luego, esta significa una circunstancia de especial importancia porque ningún
derecho fundamental puede ser considerado como tal en tanto no se establezcan los mecanismos para su
defensa. Sin embargo, es eso precisamente de lo que adolece esta redacción. ¿Cómo podemos ejercer los
derechos culturales? Es una pregunta que no nos responde el artículo 4º de nuestra Carta Magna.

d) Esta disposición constitucional nos refiere al derecho a la difusión y desarrollo de la cultura. Ambos son
conceptos muy poco claros y no necesariamente significa una prerrogativa en cuanto al tema de la difusión
de una cultura. ¿Cuál es el efecto de la difusión de una cultura para una persona que forma parte de la
misma? ¿Cómo puede afectarse la esfera jurídica de un ciudadano si su cultura no es difundida? Ahora
bien, no está definida la idea de lo que significa el desarrollo cultural y cuál es el significado de esta idea.

e) Derecho al respeto de la diversidad cultural y libertad creativa. Estas prerrogativas nos parecen
especialmente importantes porque atienden a dos aspectos relevantes que los instrumentos internacionales
han desarrollado en los últimos años. Sin embargo, podemos encontrar de nueva cuenta una total
indefinición del concepto de diversidad cultural y libertad creativa. El aspecto positivo de esta disposición
se refiere al ámbito de libertad e interculturalidad que debe marcar el entorno en que debe darse esta
dinámica.

140
f) Por último, este artículo habla del derecho de acceso y participación de cualquier manifestación cultural,
como si dicha manifestación pudiera considerarse como un hecho externo a cualquier persona humana. En
realidad, pensemos que una manifestación cultural es, en esencia, una conducta humana externa que se da
en el ámbito personal o social, pero con fuertes fundamentos testimoniales y de significación que son
compartidos por quienes practican estas conductas. En ese sentido, nos parece contradictorio que se otorgue
el derecho de acceso y participación a las manifestaciones culturales de una persona, cuando esto no
requiere que se garantice este derecho, porque en realidad se refiere a un acto de voluntad personal y de
aceptación grupal. ¿Qué queremos decir con lo anterior? Que la participación de una persona en una
manifestación cultural es decisión personal porque se siente parte de dicha cultura por que le da sentido en
su existencia. La aceptación de la participación de una persona particular en una manifestación cultural
grupal requiere de la aceptación de dicho conglomerado humano que reconozca al sujeto como parte de su
comunidad cultural, de lo contrario se produciría un rechazo al mismo. ¿Puede la autoridad obligar a una
persona a participar o dejar de participar en una manifestación cultural u obligar a una comunidad a aceptar
a alguien que no desee para participar en una manifestación que está íntimamente ligada a su identidad?
Me parece que contestar positivamente esta pregunta es muy difícil.

Hay tres aspectos dentro de la redacción que nos propone este artículo 4º de nuestra Constitución Federal
en cuanto a los derechos culturales que nos hacen pensar en la fragilidad de esta disposición y en las
posibilidades del cumplimiento de esta prerrogativa en el ámbito jurídico:

1.- Por una parte, encontramos una total ambigüedad en cuanto a los conceptos que se manejan en el texto
constitucional, que se basa en la falta de definición de conceptos como son cultura, bienes y servicios
culturales, derechos culturales, desarrollo cultural, diversidad cultural, libertad creativa y manifestación
cultural. En otras palabras, el alcance de este derecho humano no es entendible, ni determinable. Nos parece
que en la redacción de esta prerrogativa, el autor de la iniciativa quiso proponer los conceptos más
novedosos que se contienen en los documentos internacionales, sin tener pleno conocimiento de lo que
significan y sus consecuencias en el ámbito legal.

2.- La segunda circunstancia desfavorable en cuanto a la redacción de esta disposición constitucional es la


ausencia de una palabra especialmente importante en el ámbito legal: “protección”. Como podemos apreciar
de la redacción del artículo constitucional antes descrito, en ningún momento, el Estado se asume como un
sujeto pasivo en la protección de los derechos culturales y no podemos apreciar que existe una obligación
del órgano estatal para proveer de los medios necesarios para garantizar que las personas, instituciones y
comunidades tengan la posibilidad de desarrollar sus potencialidades en el ámbito cultural. Esto nos
demuestra la tradición política en nuestro país en donde la vida cultural nacional dependía de la actuación
del Estado y no del principal sujeto de la realidad cultural que es el hombre y la sociedad. ¿Cómo podemos
hacer posible que la cultura represente un derecho humano y social si todo depende exclusivamente del
Estado? En otras prerrogativas humanas encontramos la obligación específica del Estado de garantizar y
proteger dichos derechos. En el caso de la cultura este compromiso es inexistente y sus consecuencias
dificultan las acciones jurídicas que los particulares o las comunidades promuevan por la protección de este
derecho. El gran cuestionamiento en este aspecto se centra en responder: ¿Quién es el protagonista de la
conservación del Patrimonio? Desde nuestra perspectiva es el hombre y la comunidad. 40

3.- El tercer punto que nos parece especialmente preocupante de esta reforma constitucional se basa en el
hecho de que no se expidió la legislación secundaria que permitiera garantizar la protección de los derechos
culturales. Desde nuestro punto de vista, nos parece que fue una verdadera irresponsabilidad por parte del
Constituyente Permanente incluir en el sistema legal mexicano una nueva prerrogativa humana y social

40 Cuando menos podemos encontrar en nuestra Carta Magna Federal indicaciones expresas sobre la obligación del Estado de proteger los derechos
de las comunidades indígenas (art. 2), el derecho a la salud (art. 4), el derecho de organización y desarrollo de la familia (art. 4), el derecho a la
niñez (art. 4), el derecho de libertad de trabajo (art. 5), el derecho a la libre manifestación de ideas (art.6), el derecho de libertad de prensa (art. 7),
el derecho de libertad de culto (art. 24), por mencionar algunos de ellos.

141
altamente especializada, sin proponer la legislación específica que garantice este derecho. Las
consecuencias de esta actitud la estamos viviendo en este momento: esta reforma constitucional que lleva
cinco años de existencia no ha podido traducirse en uno de los grandes temas nacionales precisamente por
esta falta de una legislación específica que permitiera al Estado asumir su papel como rector –y no como
principal responsable- del desarrollo cultural de una Nación.

De hecho, consideramos muy importante analizar algunas consideraciones que están previstas en la
Exposición de Motivos de esta iniciativa que fue presentada ante el Senado de la República el día 10 de
abril de 2007:

La cultura representa un rasgo fundamental que forma parte de la aquiescencia del ser humano.

El paradigma de la cultura ha asumido de manera originaria y permanente, el papel de fiel acompañante del
hombre, aquilatando su dimensión de excelencia y permitiendo su desarrollo magnificente.

Históricamente, la cultura ha sido un factor determinante en el desenvolvimiento individual y de manera


concomitante se ha convertido en un preclaro detonante generador del avance colectivo de los pueblos, así
como la trayectoria ascendente de la propia humanidad.

En un sentido trascendental, la cultura constituye el elemento toral que incide en la formación estructural del
hombre y que redunda en su mejoramiento y perfeccionamiento; en otro contexto implica el producto de esta
formación manifiesto en el conjunto de formas de convivencia y de pensar cultivados.

Kant sostenía que en un ser racional, la capacidad de escoger libremente sus propias finalidades solamente
puede obtenerse a través de la cultura; por ende la cultura es el fin último que la naturaleza ha tenido razón
de conceder al ser humano.

Para los griegos, la cultura significó la búsqueda y consecución que el hombre hace de sí ya que implica su
verdadera naturaleza. En la Edad Media la cultura representó la búsqueda de la más alta sabiduría. El
Renacimiento concibió a la cultura como la formación del hombre en su mundo para lograr la excelsitud en
su convivencia.

La Ilustración Francesa propugnó por extender las expresiones culturales, generando con ello un sesgo
democratizador que fue maximizado por los Enciclopedistas, quienes propagaron la idea de identificar la
cultura con un conocimiento general y sumario de todos los dominios del saber.

Durante el siglo pasado la idea de especialización determinó el concepto de cultura y el pensamiento complejo
propuso la interdisciplinariedad como enfoque dimensional de la cultura, desarrollándose a la par la
tecnología como expresión aplicada del conocimiento cultural.

En la actualidad la cultura se ha convertido en el vórtice fundamental que permite tanto el desarrollo integral
del individuo como el desenvolvimiento generacional de los pueblos.

No obstante el panorama anterior, estamos ciertos que se ha omitido una dimensión trascendental de la cultura
ínsita en el campo de la Axiología. En efecto, creemos que la cultura debe ser homologada como un auténtico
valor del ser humano que le distingue, no solo por su expresión racional sino por dimensión moral.

En el ámbito nacional, nuestro país es dueño in extenso de una señera tradición cultural que parte
orgullosamente de sus pueblos aborígenes. Hombres y mujeres han aportado con su talento creacionista
innumerables expresiones culturales que han trascendido hasta lograr un reconocimiento universal.

A nivel mundial, diversas ciudades, obras, documentos y archivos mexicanos del pasado, han sido catalogadas
como Patrimonio Cultural de la Humanidad debido a su notoriedad y valía excepcionales.

Así, el ámbito cultural pretérito ha situado a México en la dimensión de la cultura mundial.

142
Reconociendo el contexto anterior, el artículo 2º de la Constitución General de la República establece que la
Nación Mexicana tiene una composición pluricultural y al unísono, reconoce a los pueblos indígenas la
conservación, existencia y utilización de sus propias instituciones culturales.

Bajo ésta fórmula se unen las dimensiones culturales del México actual.

Así, la cultura implica en lo individual una expresión racional del ser humano que permite su formación.

En el contexto general, la cultura representa primariamente una producción de significación social al tiempo
de haberse convertido en un instrumento fundamental de avance societario y sin duda enarbolarse como un
instrumento de cohesión en la sociedad.

En ambos casos la cultura es sinónimo de desarrollo integral.

Así, la cultura ha sido objeto de previsión en diversos instrumentos internacionales signados por el Estado
Mexicano entre los que se encuentran la Declaración Universal de Derechos Humanos; la Declaración de
Principios de Cooperación Cultural Internacional; el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales y la Declaración sobre el progreso y Desarrollo en los Social, todos ellos emitidos por la
Organización de Naciones Unidas.

Igualmente debe considerarse que en 1982, nuestro país fue sede de la Conferencia Mundial sobre Políticas
Culturales que implicó el desarrollo de la cultura como expresión multidisciplinaria.

Por todo ello resulta conveniente e indispensable incorporar en el artículo 4º de Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos un nuevo párrafo que prevenga el derecho individual de acceso a la cultura lo que
envuelve una medida jurídica que instrumenta un compromiso con un proyecto común de nación para afianzar
la dignidad, la tolerancia, los valores democráticos y el respecto a la persona y a su comunidad al tiempo de
lograr el avance conjunto de nuestra sociedad.

Ahora bien, este derecho público subjetivo debe implicar un vínculo entre los individuos, la sociedad y el
Estado Mexicano que sin duda redundará en un beneficio individual y colectivo, mismo que se origina
mediante el acceso efectivo a la cultura.

En efecto, la cultura en sí misma no puede constituirse en el objetivo regulatorio de una garantía individual
sino que éste trasciende al plano de la persona que implica la posibilidad de su acceso a la misma. De esta
forma el acceder a la cultura conlleva que todas aquellas personas que pretendan vincularse con la misma, se
encuentren en aptitud jurídica de hacerlo como un derecho propio del destinatario de la garantía, lo cual
únicamente es posible si se instrumenta su acceso como el puente que liga a la cultura con el individuo.

Con ello, la ciencia, la tecnología y las bellas artes que son expresiones supremas de la cultura, podrán ser
disfrutadas por cualquier persona que se encuentre dentro del territorio nacional y que pretenda adentrarse
en su contenido cognoscitivo como titular de un derecho público subjetivo. 41

Hay aspectos que pudiéramos pensar que serían muy predecibles en esta iniciativa, como es el recorrido
histórico respecto al concepto y función de la cultura y de los diversos instrumentos internacionales
relacionados con el reconocimiento de la cultura como una prerrogativa humana y social.

Sin embargo, encontramos aspectos que son especialmente dignos de mencionar: por una parte, esta
iniciativa reafirma en distintas menciones la estrecha relación de la cultura con el desarrollo personal y
social integral, situación que hemos insistido en el capítulo anterior cuando se analizaron los valores del

41 SENADO DE LA REPÚBLICA, Gaceta del Senado, LX Legislatura, Segundo Año, Segundo Período Ordinario de Sesiones, Número 91, 10
de abril de 2007.

143
Patrimonio Cultural; igualmente, consideramos que es un avance muy importante que en un documento
legal de esta naturaleza se reconozca el valor de significación de la cultura y por último, es importante hacer
mención que se una manera muy pronta, el Estado Mexicano integra al sistema legal el tema de la diversidad
cultural, adecuándose a la terminología internacional vigente.

Pero también podemos encontrar en esta exposición de motivos una gran contradicción de origen, porque
aunque la propia exposición de motivos pretende hacer de esta prerrogativa un derecho público subjetivo,
la realidad es que en el texto constitucional no se aprecia una redacción que haga que el Estado se obligue
a respetar este derecho. Lo anterior también se repite en cuanto a las menciones del valor de significación
de la cultura y de la estrecha relación entre la cultura y el desarrollo integral de la persona y de una
comunidad. En otras palabras, no encontramos plasmados en el texto constitucional estas consideraciones
que nos parecen muy importantes. Por último, no podemos dejar de mencionar que en la exposición de
motivos, no se definen, ni se profundiza en lo que significa el “acceso” y el “disfrute” de la cultura. Nos
parece que esta falta de definición que conlleva la propia concepción de esta prerrogativa es la explicación
por la que este derecho humano y social ha sido poco entendido en nuestro ámbito jurídico y por lo que no
se ha construido un sistema eficiente de protección en torno a este derecho.

Francisco Javier Dorantes en su trabajo El Derecho a la Cultura expresa una visión muy precisa sobre los
derechos culturales, haciendo hincapié que este autor fue uno de los especialistas que insistieron de una
manera muy constante en la incorporación en nuestra Carta Magna de esta prerrogativa. Sobre el análisis
de los mismos, el Doctor Dorantes hace una afirmación muy precisa para explicar la naturaleza de dichos
derechos:

Estos derechos tienen un carácter más originario y radical que otro tipo de derechos. En efecto, con estos
derechos se busca no combatir al Estado, ni el libre mercado. Más bien, tratan de proteger al individuo contra
la alineación, procurando mejorar su “calidad de vida”. 42

La visión del Dr. Dorantes nos parece correcta y enfocada hacia la naturaleza propia de estas prerrogativas,
que tienen su génesis y destino en el grupo social, quien ha ido generando los distintos bienes culturales ya
sean tangibles o intangibles que le han permitido vencer la naturaleza y desarrollar al ser humano. El Dr.
Dorantes pone el dedo en la llaga: los derechos culturales se refieren a la gente.

Por otra parte, consideramos que es muy cierta y coincidimos la visión del Dr. Bolfy Cotton en su trabajo
Los derechos culturales en el marco de los derechos humanos con relación a la inclusión del derecho de la
cultura en el artículo cuarto constitucional como un avance trascendental en el sistema jurídico mexicano.
No podemos dejar de negar que el que el Constituyente Permanente haya considerado importante reconocer
los derechos culturales en la Carta Magna es una excelente noticia. Sin embargo, desde nuestro personal
punto de vista, no debemos dejarnos llevar por un optimismo que no nos permitiera desarrollar con mayor
profundidad dichas prerrogativas. La reforma constitucional que incorpora el derecho a la cultura, como
hemos expresado, tienen sus oportunidades de mejora. Por ejemplo, el propio Dr. Cottom expresa una
crítica fundamental a esta disposición constitucional que vale la pena transcribir:

En esta primera parte, que está compuesta por dos enunciados, se establece el derecho a la cultura, pero debe
quedar claro que sólo se accede a aquello que no se tiene; por tanto, si así fuera había que aceptar que
carecemos de cultura y a partir de la reforma constitucional seríamos cultos. 43

42 DORANTES DIAZ, Francisco Javier. El Derecho a la Cultura. Derecho y Cultura, Número 4, Otoño 2001, p. 114.

43 COTTOM, Bolfy. Los derechos culturales en el marco de los derechos humanos, 1ª ed., Miguel Ángel Porrúa, Librero y Editor. México, 2010,
Serie El Derecho, p. 68.

144
Coincidimos con la opinión del Doctor Bolfy Cottom y creemos que debe hacerse una revisión integral de
esta disposición con el fin de adecuarla a la propia naturaleza de la cultura, pero adicionalmente enmarcada
en cuanto a los fenómenos de la globalización, el desarrollo de las telecomunicaciones y en especial, a las
complejas condiciones en las que se desarrollan las actividades culturales en la vida actual.

En conclusión, podemos apreciar que, si bien debemos reconocer que la incorporación del derecho a la
cultura que mencionar que el artículo 4º constitucional puede representar un importante avance en la
preservación de estas prerrogativas, todavía nos encontramos ante una regulación incompleta, ambigua, que
en algunos casos poco eficiente y que requiere una redefinición basado en la naturaleza propia de la cultura
como una actividad humana tanto en el ámbito humano como social.

2.2.2.2.- Los derechos culturales en las Constituciones Estatales

En el marco de las legislaciones locales, podemos observar que existen muchas maneras de ver los derechos
culturales, lo cual nos parece lógico a todas luces tomando en consideración la diversidad de circunstancias,
necesidades, problemáticas y expectativas que están relacionadas con la preservación de estas prerrogativas.

Atender a un análisis puntual de cada una de las Constituciones Estatales resultaría un ejercicio muy poco
práctico para efectos de nuestro estudio, por lo que hemos preferido llevar a cabo una revisión conceptual
de las disposiciones contenidas en dichos ordenamientos con el fin de establecer tendencias en este ámbito.
Lo anterior puede ser corroborado en el cuadro analítico que se identifica como Cuadro Número 1:
Derechos Culturales Locales. Por lo anterior, reportaremos a continuación los resultados generales de este
análisis.

En la mayoría de las constitucionales estatales podemos encontrar alguna disposición relativa a los derechos
culturales. Salvo en el caso del Distrito Federal (haciendo la aclaración que se refiere a su Estatuto de
Gobierno) y Tamaulipas, todas las demás Constitucionales locales contienen de una u otra manera una
disposición relativa a los derechos culturales.

Seguramente, por tratarse de un tema que tiene amplias repercusiones legales desde 1994 (por el
cuestionamiento de los derechos de las poblaciones indígenas que se dio a partir de la insurrección
zapatista), la protección de los derechos culturales de las comunidades indígenas a partir del reconocimiento
de la composición pluricultural de nuestra Nación constituye la prerrogativa cultural de mayor incidencia
en los ordenamientos constitucionales estatales. En la inmensa mayoría de los casos, el texto de la
constitución local es una copia adaptada del artículo 2º constitucional. Salvo el caso de Aguascalientes,
Baja California, Coahuila, Distrito Federal, Tamaulipas y Zacateas, todas las demás Entidades Federativas
contienen alguna disposición con relación a este derecho.

Vale la pena indicar que los derechos de las comunidades indígenas implican la presencia de muchos de
estos derechos culturales. Por ejemplo, en muchas de estas constituciones estatales, el tratamiento de la
educación intercultural, la protección del Patrimonio Cultural o el reconocimiento de la diversidad cultural
misma de un Estado se define a partir del reconocimiento de estas comunidades. Sin embargo, para efectos
de este reporte, si los derechos en cuanto al reconocimiento de la diversidad cultural, al patrimonio cultural
o a la educación intercultural no eran otorgados de manera general a toda la población, sino solo a las
comunidades indígenas, no se incluyen en este reporte.

Después del reconocimiento de los derechos culturales de las comunidades indígenas, el derechos a la
cultura vinculada a su acceso, disfrute, desarrollo y participación es la segunda prerrogativa con mayor
incidencia en las Constituciones Estatales, siendo una consecuencia lógica de la incorporación del derecho
de acceso y disfrute a la cultura que marca nuestro actual artículo 4º constitucional.

145
Después del derecho de acceso y disfrute a la cultura, encontramos dos prerrogativas culturales en las
Constituciones Locales: el derecho al Patrimonio Cultural y por otra parte, el reconocimiento de la
diversidad cultural. En el primer caso, podemos encontrar una disposición específica en las Cartas Magnas
de los estados de Coahuila, Durango, Jalisco, Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Tlaxcala,
Yucatán y Zacatecas. En el segundo punto, podemos citar a las Constituciones Estatales de Chihuahua,
Colima, Durango, Estado de México, Hidalgo, Jalisco, Morelos, Nayarit, Oaxaca y Sinaloa.

Por último, la educación intercultural garantizada a todos los habitantes de un Estado (y no solo a las
comunidades indígenas) se previene en la Carta Magna de Chihuahua, Guerrero, Michoacán y Nayarit.

De igual manera, se analizaron los ordenamientos culturales locales que se emitieron a partir de sus propias
disposiciones constitucionales.

Resulta especialmente importante señalar que a diferencia de las Constituciones Locales, donde existe una
supremacía en el reconocimiento de los derechos culturales de las comunidades indígenas, en el caso de la
legislación secundaria local, dos temáticas cuentan con el mismo nivel de presencia en las Entidades
Federativas: la protección de los derechos de las comunidades indígenas y disposiciones legales específicas
en materia de desarrollo y fomento de la cultura (en las que muchas de estas disposiciones incluyen
adicionalmente el tema de la protección del Patrimonio Cultural).

En el caso de los estados de Baja California, Campeche, Chihuahua, Colima, Durango, Estado de México,
Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Puebla,
Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sonora, Tabasco, Tlaxcala, Veracruz y Yucatán encontramos la
existencia de una ley que tiene como intención principal la protección de los derechos culturales de las
comunidades indígenas. En algunos casos, podemos encontrar una copia o transcripción de la regulación
federal, pero lo que es digno de destacar es que este tema constituye una preocupación de especial
importancia para las autoridades de dichos estados.

Por lo que se refiere a la legislación en materia de desarrollo y fomento de la cultura (la cual en muchos
casos incluye el reconocimiento de derechos culturales, la administración pública local en materia cultural,
la protección del patrimonio Cultural, el financiamiento a la cultura, etc.) se encuentra presente en el
régimen jurídico de Aguascalientes, Baja California, Campeche, Chiapas, Coahuila, Distrito Federal,
Durango, Guanajuato, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo,
San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Veracruz, Yucatán y Zacatecas.

Por último, podemos encontrar algunas normas legales locales que están enfocadas a la protección
específica de ciertos bienes culturales, como es el caso de las leyes expedidas por el Gobierno de Guerrero
para la protección del carácter típico de las poblaciones de Taxco y Onilala; le ley para proteger la imagen
urbana de Santa Rosalía en Baja California Sur, las leyes expedidas por el Gobierno de Hidalgo que con el
mismo objetivo se refiere a las poblaciones de Huichapan, Pachuca, Zempoala, Atotonilco y Tepeapulco;
la legislación en materia de poblaciones típicas en Puebla; la regulación destinada a la protección de la
Danza del Pochó en Tabasco, le ley de preservación del Maguey fino de Tlaxcala y por último, la legislación
destinada a la protección de la población de Tlacotalpan en Veracruz.

A partir de lo anterior, podemos afirmar que existen en las legislaciones locales los siguientes aspectos que
deben ser objeto de revisión con relación a los derechos culturales:

a) Por una parte, existe una importante preocupación por la protección de los derechos culturales de las
comunidades indígena, lo cual constituye un tema de especial incidencia local

146
b) En segundo lugar, podemos apreciar que muchas Entidades Federativas han tratado de regular los
derechos de acceso, disfrute y desarrollo de los aspectos culturales, privilegiando la dimensión comunitaria
de este derecho,

c) Por último, la protección del Patrimonio Cultural.

En virtud de lo anterior, podemos afirmar que las legislaciones locales constituyen verdades fuentes para
entender la complejidad de las inquietudes que involucran a las autoridades locales en esta materia.

Desde luego, la legislación local nos presenta una perspectiva muy cercana en cuanto a las realidades
culturales de una población. Es por ello que podemos entender que los derechos culturales de las
comunidades indígenas; los derechos de acceso, disfrute y desarrollo de la cultura y la protección del
Patrimonio Cultural sean las coincidencias más importantes en la legislación local. También podemos
encontrar algunas una diversidad de puntos de vista con relación al tema de entender a la cultura. Veamos
algunos ejemplos, en las Constituciones Locales.

En algunos casos, podemos encontrar Constituciones Locales en las que se reafirma la profunda relación
de la naturaleza propia de un Estado, en su más amplio concepto como comunidad, con su propia cultura
como fundamento. El mejor de los ejemplos es la Constitución del Estado de Chihuahua que se define
desde su primer artículo con una definitoria autodefinición cultural:

Artículo 1.- El Estado de Chihuahua es parte integrante de los Estados Unidos Mexicanos y posee una
composición pluricultural, pluriétnica y multilingüistica.

Aun así, encontramos que en el caso de alguna de las Entidades Federativas, se encuentra una mayor
presencia y consciencia específica con relación a sus pueblos originarios. Prueba de ello es el Estado de
Yucatán, cuya esencia se encuentra en la cultura maya y de esta manera lo refleja en su Constitución Política
que a continuación se transcribe con relación al artículo segundo:

Artículo 2.-…

El Estado tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en el pueblo maya, el cual desciende
de la población que habitaba la península yucateca, al iniciarse la colonización; que conserva sus propios
conocimientos, manifestaciones e idioma, así como, sus instituciones sociales, económicas y culturales o parte
de ellas…

La conciencia de la identidad maya de Yucatán es el criterio fundamental para determinar que a una persona
le son aplicables las disposiciones sobre el pueblo maya yucateco y sus comunidades.

Los derechos sociales del pueblo maya, se ejercerán de manera directa, a través de sus representantes, o de
las autoridades establecidas.

Por otra parte, encontramos otras tendencias en cuanto a las regulaciones del derecho de la cultura en las
constituciones locales. Muchas de ellas se encuentran enfocadas principalmente en reconocer los derechos
culturales bajo distintas perspectivas.

Algunas constituciones locales agrupan la idea de los derechos culturales como un principio general de los
derechos humanos. Bajo esta perspectiva, podemos encontrar terminologías más modernas, como es el caso
de la diversidad cultural y el desarrollo cultural. Un excelente ejemplo sobre este punto lo podemos
encontrar en el caso del artículo segundo de la Constitución del Estado de Morelos que incorpora los
conceptos antes mencionados como un derecho protegido por dicha legislación:

147
Artículo Segundo.-…

Es derecho de todos los morelenses, acceder a la sociedad de la información y el conocimiento, como una
política prioritaria del Estado, a fin de lograr una comunidad integrada y comunicada, en la que cada uno de
los morelenses pueda tener acceso libre y universal al internet como un derecho fundamental para su pleno
desarrollo, en un entorno de igualdad de oportunidades, con respeto a su diversidad, preservando su identidad
cultural y orientada a su crecimiento personal, que permita un claro impacto de beneficios en la educación,
la salud, la seguridad, el desarrollo económico, el turismo, la transparencia, la cultura y los trámites
gubernamentales.

Si bien, en el caso de la constitución morelense podemos encontrar el reconocimiento a la diversidad y el


desarrollo cultural, otras normas constitucionales locales tratan de ir más adelante afirmando que el simple
reconocimiento de los derechos culturales no es suficiente, sino también estableciendo que la protección de
estos derechos es una obligación del Estado, quien se constituye como el sujeto pasivo vinculado con la
obtención de estas prerrogativas. En este caso, encontramos un cambio en el esquema que ha manejado la
legislación mexicana con relación a la relación Estado-Sociedad-Ciudadano con respecto al tema de los
derechos culturales.

Por ejemplo, en el caso de la legislación del Estado de Tlaxcala, los derechos culturales son entendidos
como una prerrogativa individual, tal y como podemos apreciar en el artículo 19 de la Constitución de dicha
Entidad Federativa:

Artículo 19.- Son derechos individuales, los que en forma enunciativa y no limitativa se enlistan:

IX. Todo individuo tiene la libertad de investigación científica y de creación, interpretación y difusión cultural,
así como derecho a obtener los beneficios que le correspondan por razón de las producciones científicas,
literarias o artísticas de que sea autor.

El Estado conservará el patrimonio cultural y apoyará las iniciativas individuales y colectivas que contribuyan
al desarrollo de la cultura, especialmente la práctica y expresiones artísticas que arraiguen valores nacionales
y locales;

En el caso de la Constitución del Estado de Nayarit, los derechos culturales son considerados como derechos
sociales, como podemos apreciar en el artículo séptimo de su Ley Fundamental Local:

Artículo 7º.- El Estado tiene la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos
de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. Todos
los habitantes del estado gozarán sea cual fuere su condición:

XIII.- Los derechos sociales que a continuación se enuncian:

f) El estado reconoce la ciencia y la tecnología, como bases fundamentales del desarrollo estatal. Toda persona
tiene derecho al conocimiento científico y tecnológico, así como al respeto de su diversidad cultural y a
participar libremente en la vida cultural y artística de la comunidad.

Desde nuestro punto de vista, la Constitución Política del Estado de Querétaro es la que muestra con mayor
decisión una posición que confirma la obligación de Estado en cuanto a la protección de los derechos
culturales, con una redacción muy clara, transparente y fuera de cualquier duda. Es una redacción directa
que nació de todo un proceso de Reforma del Estado que involucró a los sectores gubernamental, privado
y social. Transcribimos dicho texto a continuación:

148
Artículo 5º.-…

La cultura de los queretanos constituye un bien irrenunciable y un derecho fundamental. Las leyes protegerán
el patrimonio y las manifestaciones culturales; las autoridades, con la participación responsable de la
sociedad, promoverán el rescate, la preservación, el fortalecimiento, la protección, la restauración y la
difusión del patrimonio cultural que define al pueblo queretano, mismo que es inalienable e imprescriptible.

Diversidad: esta es la constante de la legislación cultural en nuestro país. Por tanto, no podemos dejar de
reconocer que el punto de vista que aportan las legislaciones locales en nuestro país complementan la idea
de que los derechos culturales no pueden ser entendidos como un prerrogativa declarativa, sino como un
derecho que es susceptible de ser exigible al órgano estatal en virtud de que representa un asunto
trascendente para una comunidad.

2.2.3.- La definición de los derechos culturales

El derecho a la cultura es una cuestión que está íntimamente ligada a una decisión personal (para quien
decide mantener una práctica cultural o no), pero también en un marco de continuidad de una comunidad.

Después de toda una muy amplia exposición que llevamos a cabo en el presente capítulo que transitó en el
entendimiento de los derechos humanos y sociales hacia las perspectivas de los derechos culturales a nivel
de la legislación internacional, federal y local, parece que terminar con la definición de dichas prerrogativas
sería ilógico. Pero no es así.

Algo que hemos querido mostrar en esta extensa exposición es que los conceptos de derechos humanos y
colectivos han sido objeto de una gran reflexión en el ámbito internacional, construida a través del
convencimiento de la comunidad de naciones en el sentido de reconocer y proteger un universo cada vez
mayor y más complejo de derechos humanos y sociales. Este proceso no puede considerarse como acabado.

Los derechos culturales han sido testigos de esta evolución y tal vez la mejor muestra de su expansión es
que hasta la primera mitad del siglo pasado, éstos eran desconocidos y ahora podemos hablar de conceptos
tan complejos como pudieran ser la diversidad cultural, la multiculturalidad, la interculturalidad y el diálogo
entre culturas. Esto es tan solo un reflejo de la forma en que nuestra gran aldea mundial ha evolucionado,
gracias a las migraciones, el desarrollo de las telecomunicaciones, el comercio internacional, la
globalización –y la antiglobalización también-, los conflictos étnicos, la promoción de ideas como la
sociedad de la información y la sociedad del conocimiento, el concepto de la alteridad, y muy amplio
etcétera, que enmarca la dinámica de estas prerrogativas.

Sin embargo, tal y como lo hemos expresado en diversas partes de este capítulo, entendemos que en los
primeros instrumentos internacionales se haya hablado de los derechos culturales como la facultad que
tienen las personas para acceder y disfrutar de la cultura. Sin embargo, en los tiempos actuales, podemos
detectar que esta primera idea ha sido superada por mucho. Y es que, como anteriormente lo expresó el Dr.
Bolfy Cotton y que coincidimos con su visión, los conceptos de acceso y disfrute de la cultura hacen
entender a la cultura como algo ajeno, distinto o al menos, poco frecuente o transitorio en la vida individual
o social. La realidad es que los derechos culturales están presentes en cada momento de la vida de cualquier
sujeto y de cualquier comunidad humana. La idea de que el hombre o la sociedad puedan acceder y disfrutar
de su cultura pareciese reafirmarnos que la cultura es algo externo, extraño o lejano. En el desarrollo de la
vida de una persona, la culturalización es una de las finalidades del proceso educativo. La integración se
convierte en una de las finalidades de la actividad del Estado en materia educativa. Esta actividad no está
sujeta a la aprobación o no del educando: es su realidad. La cultura constituye un lazo y fundamento más

149
fuerte para generar ideas de integración e identidad. En este caso, podemos hablar que los derechos
culturales se dan tanto en un ámbito personal como social y tenemos que ser muy respetuosos de esta idea.
Por eso, intentar definir los derechos culturales, es un tema a todas luces complicado pues nos encontramos
ante la inercia que se ha vivido durante muchas décadas sobre una concepción limitada de lo que significan
los derechos culturales. Pero como hemos visto, en los últimos años, las problemáticas de la
multiculturalidad, el concepto de la diversidad cultural y las posibilidades de la interculturalidad nos hace
necesaria una reflexión más amplia para la definición de este concepto.

En el ámbito latinoamericano, el Dr. Edwin Harvey, especialista argentino, es el precursor del Derecho
Cultural en la región latinoamericana. En sus obras, que datan de los años 60´s del siglo pasado, el Dr.
Harvey puso en el marco de la discusión legal conceptos tan importantes como los derechos culturales (que
se centra principalmente a la definición del derecho de acceso y disfrute de la cultura contenida en la
Declaración Universal de los Derechos Humanos), el desarrollo cultural o el constitucionalismo cultural
(que hace referencia a las disposiciones constitucionales en materia de cultura). Una aportación muy
importante del Dr. Harvey consistió en revisar los instrumentos internacionales y las legislaciones
latinoamericanas en materia de cultura para encontrar puntos comunes que han sido la base del desarrollo
del Derecho Cultural para nuestra región. La obra del Dr. Harvey es extensa y muy valiosa como un
antecedente para entender la realidad de Latinoamérica en cuanto a la legislación cultural. La herencia del
pensamiento del Dr. Harvey se encuentra presente todavía en muchas legislaciones latinoamericanas.

El Dr. Harvey en su obra Los Derechos Culturales en Iberoamérica y el Mundo nos presenta una definición
de los derechos culturales que a partir de los instrumentos internacionales debe contener la posibilidad de
participar en la vida cultural de la comunidad, gozar las artes y gozar los beneficios de los progresos
intelectuales, científicos y tecnológicos. En la misma obra, el Dr. Harvey explica que el especialista A. H.
Robertson ha considerado que los derechos culturales incluyen el derecho de acceso al saber humano,
disfrutar las artes y las letras, bajo la perspectiva pasiva de acceder y gozar, así como la perspectiva activa
de participar y contribuir, señalando adicionalmente que el disfrute de los beneficios del progreso intelectual
y científico es una ventaja adicional pero no esencial.44 Como podemos apreciar, la visión del Dr. Harvey
es concordante con las ideas de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y otros instrumentos
internacionales y regionales sobre el tema.

En el caso de nuestro país, el Dr. Raúl Ávila publicó la obra El Derecho Cultural Mexicano: Una Propuesta
Académica para el Proyecto Político de la Modernidad como un primer intento de realizar un estudio
sistemático de reconocer al derecho cultural como una rama autónoma del Derecho. La obra del Dr. Ávila
es muy importante pues nos permiten concluir que éste es un tema de importancia capital para el desarrollo
de las ciencias jurídicas. En dicha obra, el Dr. Ávila nos menciona que los derechos culturales pueden
condensarse en dos rubro: la participación en la creación y disfrute de la cultura y por otra parte, el derecho
a desarrollar y preservar una identidad cultural, social y nacional. En otras palabras, el Dr. Ávila nos
presenta un avance en esta materia al dividir dichas prerrogativas en: derechos culturales nacionales y
derechos culturales internacionales.45

El Dr. Francisco Javier Dorantes es otro especialista que desde hace muchos años pugnó por el
reconocimiento del derecho a la cultura. Precisamente éste es el nombre de un artículo en el que trata de
explicar esta idea, mencionando que el derecho a la cultura tiene tres cualidades: a) protege el acceso a los
bienes y servicios culturales, b) protege el disfrute de los mismos y c) protege la producción intelectual.46

44 HARVEY, Edwin. Los derechos culturales en Iberoamérica y el Mundo, 1ª ed., Editorial Tecnos, S.A. Madrid, 1990, p. 36.

45 AVILA ORTIZ, Raúl. El Derecho Cultural en México: Una Propuesta Académica para el Proyecto de la Modernidad, 1ª ed., Miguel Ángel
Porrúa, Librero y Editor. México, 2000, pp. 50 y 191.

46 DORANTES DIAZ, op. Cit., p. 111.

150
Bolfy Cottom nos presenta una perspectiva distinta sobre esta definición de derechos culturales:

Ahora bien, me parece que el planteamiento original de aquellos documentos surgidos, sobre todo en el
contexto de la Segunda Guerra Mundial, se ha desvirtuado o quizás magnificado, pues jamás dichos
documentos plantearon que debía darse a los gobernados el “derecho a la cultura”, puesto que esto habría
significado partir de dos supuestos falsos o por lo menos ya superados, uno, que es pensar que la gente es
inculta y correspondería al Estado culturizarlos, garantizando su acceso a la cultura, y dos, que la cultura se
convertiría en una concesión del Estado, lo que resultaría contradictorio con la realidad de que es más que
un derecho, ésta es una condición humana inherente a todas las personas y comunidades que así lo defiendan.

En tal lógica, el acceso que puede garantizar el estado deberá ser a los bienes y servicios que presta y que
incluye fundamentalmente los de carácter educativo en todas sus variantes, así como generar las condiciones
para que la diversidad cultural pueda manifestarse, impulsando, investigando, preservando accesos,
promoviendo y difundiendo bienes, expresiones, formas organizativas, ideas, creaciones que entendidas todas
como formas de expresión cultural, resulten de especial valor para la vida colectiva de la sociedad. En esta
lógica, se entiende que el Estado interviene en sus diferentes órdenes o niveles de organización. Sin embargo,
resulta toral dejar claro que ni puede el Estado intervenir en todo, ni es conveniente que lo haga, pues si así
fuera se supondría totalitario y convertido en un ente omnipotente que regiría en toda la dinámica cultural, lo
que en todo caso resulta sociológica y antropológicamente hablando.47

Como podemos apreciar, de las opiniones de distintos especialistas encontramos algunas tendencias que
están alineadas con la concepción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, sin embargo,
podemos encontrar otros autores (como el Dr. Cottom) que buscan incorporar las nuevas tendencias que se
han desarrollado tanto a nivel internacional como en otros países con relación a la naturaleza de la cultura
como un bien jurídicamente protegido. La idea que comparto con Bolfy Cottom es en el sentido que, ante
las circunstancias actuales (nuevas tecnologías, las telecomunicaciones, la globalización, las migraciones,
el comercio internacional, el turismo, las manera globales de actual y la necesidad de reafirmar las
identidades), circunscribir los derechos culturales al mero acceso y disfrute la cultura para muy pobre. Si
bien, muchas de las definiciones e ideas sobre los derechos culturales que hemos transcrito pueden
considerarse como verdaderas, pero limitada o con falta de proyección.

En otra obra denominada Legislación Cultural. Temas y Tendencias, Bolfy Cottom explica de una manera
clara falta de claridad en cuanto al concepto de derechos culturales desde su propio nacimiento:

Como hemos visto, su formulación no necesariamente significó una conceptualización clara de los mismos y
en el mejor de los casos se le dejó tácitamente entendidos partiendo de experiencias vividas de represión,
persecución e intolerancia de regímenes políticos.

Pero tal circunstancia generó recientemente una formulación equivocada conocida como derecho a la cultura
o derecho de acceso a la cultura, lo cual hace no sólo complejo el problema, sino que en diversas ocasiones
hasta incomprensible, concretándonos muchas veces en un modelo impuesto desde instancias del Estado o
poderes fácticos que coincide en su mayoría con una idea de consumo de productos de las bellas artes llevadas
a las masas con la idea de hacerlos cultos, ahora complementados con diversos productos de las tecnologías
de la comunicación. 48

Ante estas circunstancias, ¿cómo debemos abordar un análisis para determinar una definición de los
derechos culturales bajo una dimensión amplia y con posibilidades de ser vigente –o al menos, adaptable-
para el futuro?

47 COTTOM, op. Cit., pp. 49-50.

48 COTTOM, Bolfy. Legislación Cultural. Temas y Tendencias, 1ª ed., Miguel Ángel Porrúa, Librero y Editor. México, 2000, p. 75.

151
En el capítulo primero, propusimos 4 valores para el Patrimonio Cultural: el valor testimonial, el valor de
significación, el valor utilitario y el valor de desarrollo. Dicha consideraciones no son casuales, ni
infundadas: están profundamente insertas en la realidad humana en el ámbito cultural. Por tal razón, los
tomaremos como punto de partida para la definición del alcance de lo que debemos entender como derechos
culturales, pero haciendo la aclaración que todos los aspectos de la cultura puede analizarse desde los
cuatros criterios propuestos. Incluso, como lo mencionamos con el Patrimonio Cultural, los criterios
testimoniales y de significación son los valores internos y los criterios de utilidad y de desarrollo son
externos. En otros de los rubros culturales, como podrían ser las industrias culturales, los valores utilitarios
y de desarrollo serían internos y de los criterios testimoniales y de significación serían externos.

Pero adicionalmente tenemos que pensar que en la condición humana, en donde podemos encontrar la
dualidad del hombre en su propia personalidad y como miembro de una comunidad. En tal suerte, los
derechos humanos deben ser analizados desde una perspectiva individual y colectiva.

De tal forma, podemos analizar las cuatro condiciones antes señaladas bajo los siguientes términos:

a) en el momento de hablar del valor o cualidad testimonial, nos estamos enfrentando a dos conceptos:
historicidad y origen.

En el ámbito social, podemos explicar más fácilmente esta condición, pues la historicidad se refiere a los
valores más profundos y radicales que sostienen la memoria de una comunidad y que se pueden mostrar en
sus testimonios materiales e inmateriales. Es por ello que el Patrimonio Cultural, tangible e intangible, es
la categoría del universo de derechos culturales que deben ser objeto de una protección y enriquecimiento
especial por parte del Estado. Toda vez que bajo la perspectiva que estamos analizando los derechos
culturales como una herencia colectiva, el objetivo principal es el respeto de dicho acervo, su
enriquecimiento y transmisión a las generaciones futuras.

En el caso de analizar la cualidad testimonial desde el ámbito personal individual, debemos darle
preferencia a la idea de origen y entender al hombre como generador de cultura o en otras palabras, como
autor. Y en entonces que debemos comprender que, en lo individual, existen también diversos formas de
expresión, creaciones, invenciones y demás maneras en que el hombre transforma el medio social, cultural,
económico, tecnológico, científico, el contexto ambiental, etc. Es por ello, que debemos también incluir
dentro de los derechos culturales a los que se encuentran relacionados con la creatividad, ya sea como lo
que conocemos como “derechos morales” en el caso de los autores y la “titularidad de los derechos de
propiedad industrial”.

b) Por lo que se refiere al criterio de significación, por su naturaleza es principalmente social y actual.
Como recordaremos, habla de la trascendencia que un objeto, una práctica, una manifestación humana, la
asignación de un valor trascendente a un lugar o un objeto. En esta categoría encontramos a las grandes
manifestaciones sociales, las rutas culturales, las religiones, las lenguas, la gastronomía, los lugares que se
les otorga una trascendencia sagrada, los bosques históricos, la vinculación de las poblaciones con el
entorno, los símbolos patrios, las festividades populares, la arquitectura vernácula, las tradiciones, las
leyendas, la toponimia, las formas de vida, las cosmovisiones, la ciencia tradicional, etc.

También en este rubro encontramos la cultura de las minorías, la cultura de los migrantes, los conflictos
interraciales, las culturas de las comunidades indígenas, los movimientos religiosos, las culturas globales,
etc.

En este sentido, podemos apreciar que todas estas formas de cultura están relacionadas con las ideas de
diversidad cultural, diálogo intercultural, identidad y diferencias culturales, así como el multiculturalismo.

152
Es por ello que hemos mencionado que la naturaleza del criterio de significación es principalmente social
y es donde podemos confirmar que existen derechos culturales de naturaleza colectiva. Pero también
debemos reconocer que la desprotección de las significaciones culturales incide y tiene un impacto en la
vida personal de cualquier miembro del grupo. Es aquí donde podemos encontrar la profunda trascendencia
del criterio de significación en la vida de cada uno de los miembros de una sociedad. Es bajo dicha
perspectiva por el que este sentido de significación es derecho cultural individual.

Lo cierto es que, a comparación de los valores testimoniales, la principal condicionante de los elementos
que pertenecen a esta cualidad es que son actuales, o en otras palabras, su significación es una situación de
presente tanto en una comunidad como en cada uno de sus miembros y tiene un sentido especial en la vida
personal y comunitaria. En el momento de que una manifestación que forma parte de esta categoría de
significación deja de ser actual, pasa a la cualidad testimonial si es que la comunidad considera que debe
formar parte del pasado de un pueblo.

c) En el caso del criterio de utilidad, podemos encontrar un elemento fundamental: el entendimiento de la


posibilidad de asignarle a la cultura una función dentro de la vida socioeconómica. En ese sentido, el
espectro de la cultura, como actividad humana, se amplía en el entendimiento de que, a través de sus
manifestaciones y bienes, se da satisfacción a necesidades sociales y humanas de diversa índole. También
se refiere a la manera en que la cultura puede generar riqueza de una manera racional y desde luego, nunca
motivada por una idea simple de lucro mercantil.

Desde luego, este criterio puede ser muy controversial, especialmente porque se desarrolla en conjunción
con otras necesidades y prerrogativas humanas y sociales. Esto es lo que provoca que aspectos como las
culturas de las comunidades indígenas se encuentren en conflicto con empresas que pretenden comercializar
sus conocimientos tradicionales o bien, cuando el turismo cultural pretende poner en riesgo los valores
testimoniales de un sitio histórico (por ejemplo, la utilización de conocimientos tradicionales de
comunidades en la industria farmacéutica o la realización de proyectos turísticos en zonas arqueológicas).

Por otra parte, los aspectos utilitarios de la cultura pueden ser terriblemente benéficos, como es en el caso
del desarrollo bien entendido de la industria del libre, la promoción de las invenciones o los apoyos a la
creatividad; pero también encontramos algunos aspectos transversales que resultan importantes, como es
en el caso de la utilización de los centros históricos como espacios de vivienda.

Como podemos apreciar, el criterio de utilidad es mucho más referido a la iniciativa personal que a un
ámbito de índole social (a diferencia de los dos criterios explicados anteriormente); aunque debemos
reconocer que existen también muchos usos sociales e iniciativas productivas culturales sociales. Es por
ello que, en este criterio de utilidad podemos encontrar lo referente a la promoción y fomento de las
industrias culturales como pueden ser el cine, la industria editorial, los medios electrónicos de
comunicación, el teatro, las industrias del software, etc. En el plano más individual aún, debemos reconocer
que esta cualidad también nos refiere a la protección de los “derechos económicos” derivados de los
derechos de autor y de propiedad industrial en sus diversas facetas. En el ámbito social, el principio es
menos preciso pero mucho más profundo: la importancia de coordinar que los usos que se hagan de los
bienes y manifestaciones culturales no atenten a sus valores testimoniales y de significación.

d) Por último, en lo referente al valor de desarrollo nos encontramos ante una perspectiva mucho más amplia
al que nos ofrece el criterio analizado anteriormente.

Por esa razón, a partir de este criterio, debemos reconocer que la primera tarea en el análisis de los derechos
culturales es reconocer la incorporación de la cultura como un factor de trascendencia en los procesos de
desarrollo.

153
Si entendemos que el desarrollo es un concepto extremadamente amplio, debemos reconocer entonces que
la atención de la cultura tiene que involucrar con todas las instancias de gobierno y en tal sentido, aunque
sea de una manera instrumental, es importante recalcar que los derecho culturales también implican que las
diversas autoridades se coordinen con el fin de garantizar dichas prerrogativas. Lo anterior significa que
las autoridades deben emitir y diseñar planes, programas y acciones que sirvan al enriquecimiento de la
cultura nacional.

En punto realmente importante en cuanto a este concepto se refiere a la manera es que las autoridades deben
establecer y promover las instituciones, medios y servicios (de cualquier naturaleza) que garanticen el
desarrollo cultural de un pueblo. Traducido en un lenguaje común, lo anterior significa el establecimiento
y promoción de bibliotecas, museos, casa de cultura, centros de fomento a artesanías, compañías de teatro
o danza, clubes literarios, etc.

En este sentido, también podemos encontrar una cuestión de mucha trascendencia: los centros de educación
artística y cultural; así como la incorporación de la cultura en los procesos educativos.

Toda vez que la cultura es un asunto que involucra de una manera radical a una sociedad, podemos afirmar
que existen movimientos colectivos que favorecen la creación de organismos de la sociedad civil que
colaboran, coadyuvar e incluso, cuestionan la acción del Estado en cuanto a la cultura. También en el
aspecto de del desarrollo cultural debemos atender las voces de quienes no coincides con las decisiones
emitidas por el órgano estatal; esta disidencia también contribuye al enriquecimiento de la vida cultural.

Como podemos entender en ese sentido, bajo esta perspectiva, será necesario establecer un sustento
económico a estos planes y actividades. Por ello, debemos reconocer que los derechos culturales bajo la
perspectiva del desarrollo en un ámbito económico implican por una parte que se garantice que en los
presupuestos gubernamentales un porcentaje adecuado para el desarrollo de la cultura y el establecimiento
de un sistema fiscal que permita promover y enriquecer la vida y los derechos culturales de un país.

En virtud de lo de expuesto anteriormente, deseamos proponer una definición de los derechos culturales en
los siguientes términos:

Los derechos culturales son aquellas prerrogativas humanas y colectivas que están
enfocadas a garantizar al individuo y a las comunidades el pleno desarrollo de sus propios
actos, manifestaciones, sustentos ideológicos y valorativos, maneras de relación y
entendimiento del mundo, a través de:

a) la protección, conservación, enriquecimiento, valoración, investigación y transmisión del


Patrimonio Cultural material e inmaterial de un pueblo;

b) la creatividad individual y comunitaria que permitan el reconocimiento de los derechos


derivados de la autoría y protejan la adecuada utilización de dichos conocimientos humanos
y colectivos;

c) la diversidad de expresiones humanas, la convivencia de las distintas formas de entender


la cultura, el trato igualitario entre las diversas culturas que conviven en un mismo
territorio y el respeto a la significaciones, conocimientos, mensaje y valores que cada
comunidad aporte a la vida cultural de una sociedad, así como a cualquiera de sus
miembros, incluso en el caso de las minorías;

154
d) la adecuada asignación de usos de la cultura en el marco del desarrollo de actividades
productivas, estableciendo como principal fundamento de esta condición la conservación
de los valores trascendentes de los bienes, manifestaciones y servicios culturales sobre
cualquier otro valor utilitario o de incidencia económica;

e) la creación, protección y promoción de industrias culturales;

f) la incorporación de la cultura en los procesos de desarrollo nacional, bajo un criterio de


sostenibilidad;

g) la coordinación de las autoridades a todo nivel de gobierno con el fin de proveer de los
mecanismos, programas y acuerdos de coordinación destinados a proteger, conservar,
enriquecer y atender de una manera adecuada las problemáticas surgidas a partir de los
fenómenos culturales;

h) el establecimiento de instituciones, mecanismos y servicios gubernamentales que


permitan a la persona y a la comunidad acceder, desarrollar y enriquecer la actividad
cultural, aún en aquellos casos en los que los beneficiarios no pertenezcan a la cultura
mayoritariamente aceptada por una comunidad humana;

i) la educación cultural y artística, así como la incorporación de la cultura en los planes y


procesos educativos de una comunidad;

j) el establecimiento de un sistema de incentivos y beneficios económicos y fiscales que


promuevan el desarrollo cultural individual o comunitario, en donde se incluyen aspectos
tan interesantes como el mecenazgo y el patrocinio; y

k) la asignación de presupuestos suficientes que permitan al Estado proveer las condiciones


establecidas anteriormente.

Como podemos apreciar, la definición no del “derecho a la cultura” sino de los “derechos culturales” son
muestran una realidad extremadamente compleja y diversa y desde luego, ha sido objeto de controversia o
de profundo análisis en diversos aspectos vinculados con los derechos culturales a la luz del Derecho
Mexicano que quisiéramos analizar a continuación como colofón de este capítulo.

2.2.4.- La titularidad de los derechos culturales

Una de las primeras cuestiones debatidas con relación a los derechos culturales se refiere a su titularidad.
Lo anterior no nos debe parece una situación excepcional, si tomamos en consideración que, por la
complejidad de los fenómenos culturales, se ponen a prueba los fundamentos en cuanto a la regulación
clásica de los derechos humanos. Si podemos señalar que la muy clara afirmación del derecho que tiene
toda persona con relación al acceso de la cultura y el disfrute de los beneficios de la vida cultural que
establece la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, la realidad podemos afirmar que en la
defensa de dichas prerrogativa la dimensión individual queda muy limitada. Quisiera explicar de una
manera más ejemplificativa.

¿Tendríamos la posibilidad de augurar, de una manera razonable, el éxito de una acción legal individual
con el fin de reconocer sus derechos morales sobre una creación ante una evidencia contundente de plagio?
Nuestra respuesta sería seguramente positiva porque encontramos a un titular de los derechos morales
plenamente definidos y reconocidos a partir de la legislación en materia de derecho de autor, en donde el
reconocimiento y protección de los derechos individuales están relacionados con la creatividad.

155
¿Qué pasaría si la reclamación del mismo sujeto consistiera en la inexistencia de una biblioteca en su
comunidad? Nos parece que las posibilidades de éxito de dicha acción estaría más comprometida en virtud
de que dicha acción tendría que surgir a partir de una necesidad cultural comunitaria y no solo basada en
una reclamación individual.

¿Qué pasaría si, en lugar de una reclamación surgida de una persona en lo individual, se hablara de una
acción promovida por una comunidad ante el plagio de su conocimiento tradicional por parte de una
empresa? Consideramos que las posibilidades de éxito de la comunidad dependerán de la manera en que
puedan demostrar que son los herederos de los creadores de dicho acervo y que por tanto, son de una manera
indubitable los titulares de los conocimientos que fueron utilizados sin su consentimiento. El primer
cuestionamiento sería, ¿cómo acreditar la legitimidad procesal de quienes promovieron una acción legal a
nombre de una comunidad? La respuesta no es fácil para el sistema legal mexicano, pues estaríamos
entrando a la esfera de la investigación antropológica e histórica. Pero aun así tendríamos que definir un
punto más difícil. ¿Si acaso la acción legal prosperara, cómo podríamos dividir o repartir cualquier
beneficio económico derivado de esta reclamación entre los miembros de una comunidad?

Un último caso: ¿podríamos considerar que una acción por parte de las empresas cinematográficas o de la
cámara industrial de la industria del cine presentara una acción con el fin de apoyar la industria nacional en
relación a la extranjera tuviera éxito? Desde nuestra perspectiva, consideramos que las posibilidades de
éxito de esta acción pudiesen ser mayores en función de que podemos identificar a los titulares y a sus
intereses.

Y es que el tema de la titularidad de los derechos culturales es un tema todavía muy debatido y que requiere
de una mayor precisión a partir de la naturaleza propia de este tipo de prerrogativas.

Como menciona José René Olivos, en el análisis de las relaciones jurídicas que surgen a partir de los
derechos humanos, podemos encontrar sujetos titulares de los derechos y sujetos obligados. En el caso de
los titulares, este autor nos refiere a diversas categorías: personas físicas, personas morales del Derecho
Privado, personas morales del Derecho Social y personas morales del Derecho Público. En el caso de los
sujetos obligados, el mismo especialista nos refiere como tales a las autoridades del poder público y en
algunos casos, personas morales privadas. 49

De igual forma, cuando Elisur Arteaga propone una división de los derechos consagradas en la constitución,
dicha categorización la hace basada en la titularidad de los mismos, ya que divide dichas prerrogativas en
derechos y libertades comunes, derechos y libertades individuales, los derechos colectivos y los derechos
sociales. 50

Por último, Miguel Carbonell, en su obra clásica Los Derechos Fundamentales en México hace una división
más sencilla basada en el concepto de titularidad a partir de las ideas de Ferrajoli: derechos asignados a
todas las personas, derechos de los ciudadanos, derechos de las personas jurídicas y derechos de los
inmigrantes. 51

49 OLIVOS, op. Cit., p. 38-39.

50 ARTEAGA NAVA, op. Cit., pp. 18-19.

51 CARBONELL, op. Cit., pp. 103-112.

156
Como podemos apreciar de las opiniones vertidas por todos estos expertos que se sustentan en las teorías
clásicas sobre los derechos humanos, la cuestión de la titularidad de los derechos culturales es una cuestión
muy controversial.

En el plano de los derechos culturales individuales, podemos afirmar que existe una mayor posibilidad de
entender quiénes son los titulares y los alcances de sus derechos. Por ejemplo, en el caso de la protección
de los derechos de propiedad intelectual e industrial, la propia legislación establece los mecanismos para el
reconocimiento de quienes son los titulares de dichos derechos (por ejemplo, el certificado de inscripción
de una obra en el Instituto Nacional del Derechos de Autor o en el título de patente expedido por el Instituto
Mexicano de la Propiedad Industrial). Sin embargo, en el caso de los derechos culturales colectivos la
manera de acreditar la titularidad es más complicada.

Miguel Carbonell nos ofrece una serie de cuestionamientos que nos parece muy valiosos consignar, sin que
antes tengamos que aclarar que su discusión se basa al fenómeno del multiculturalismo, que será objeto de
análisis posteriormente:

Una de las impugnaciones hecha con mayor recurrencia a las teorías estándar sobre el multiculturalismo,
es la que se refiere a las dificultades de determinación de los sujetos y de los objetos de tal teoría. ¿qué es
una cultura? ¿qué son los derechos colectivos? ¿cómo distinguir, dentro de las sociedades pluralistas del
presente, los grupos relevantes para la asignación de estatus jurídicos diferenciados? 52

Es cierto que el Dr. Carbonell establece estas preguntas ante una posición clásica del derecho constitucional
en el sentido de que los titulares de los derechos deben ser sujetos identificables e incluso, entender el
interés directo que los anima a defenderlos. Lo primero que tendríamos que sostener es que los derechos
culturales se encuentran en una naturaleza mucho más compleja derivado de las dinámicas propias de las
relaciones culturales donde establecen titularidades colectivas y titularidades individuales. Como lo hemos
explicado, existen derechos culturales que pueden ser individuales y de naturaleza colectiva.

Incluso, es por ello que los derechos culturales fueron incorporados en aquella categoría denominada
derechos difusos, los cuales analizamos de una manera muy amplia en este capítulo, platicando de sus
cualidades de transindividualidad e indivisibilidad.

Yo substituiría las preguntas del Dr. Carbonell por las siguientes: ¿quién estaría interesado en proteger un
derecho cultural? Pongamos un ejemplo: si en algún momento una persona venida de Dinamarca
promoviera una acción legal con el fin de proteger el derecho de los huicholes por defender la zona sagrada
de Wirikuta -que es el lugar a donde llegan después de un largo peregrinar y que actualmente se encuentra
en peligro por la autorización de explotación minera e incluso, la indebida recolección del peyote, que es
la planta sagrada que recogen en esa zona para utilizarla en sus ceremonias religiosas y que es utilizada
como estupefaciente por personas ajenas a esta cultura- ¿tendría posibilidades de éxito? Desde nuestra
perspectiva, consideramos que dicha acción tendría muy pocas posibilidades de prosperar, porque el primer
cuestionamiento que haríamos sería con relación a su vínculo con la cultura huichol y al daño que le pudiese
provocar al mismo. Sin embargo, si dicha acción legal fuese llevada por un miembro de la comunidad
huichol o alguna de sus comunidades, sería muy más fácil entender que la misma tiene la intención de
defender una zona que tiene un fuerte vínculo con la cultura y modo de vida de esa persona y esa
comunidad. La significación comunitaria basada en la historia que han construido del lugar nos parece que
constituye una base lo suficientemente clara como para admitir y entrar al análisis de dicha acción.

Por tanto, a los cuestionamientos del Dr. Carbonell quisiéramos proponer como solución el regresar a los
valores que sustentan la actividad cultural que hemos expuesto anteriormente: la cualidad testimonial, la

52 Id., p. 1023.

157
cualidad de significación, la cualidad utilitaria y la cualidad de desarrollo. De todas éstas, consideramos
que la cualidad de significación representaría la que nos diera el parámetro para acreditar la titularidad o
no. Y es que, como expusimos en el capítulos anterior, la significación nos lleva a la idea de la manera en
que una práctica, lugar, manifestación, modo de vida, etc., se relaciona de una manera fundamental en la
vida comunitaria y forma parte de una conjunto de fundamentos compartidos, aceptados y presentes en un
grupo humano que contribuye a la identidad, a la cohesión y a la diferenciación comunitaria.

Por tanto, y tratando de superar la visión casi personalista que propone el Dr. Carbonell, quisiera proponer
que la principal fundamentación para que una persona o comunidad pueda atribuirse la titularidad de un
derecho cultural se tiene que fundar en las siguientes consideraciones:

a) probar la existencia de una comunidad sustentada en un sistema cultural propio, a través del
cumplimiento de los valores testimoniales.

b) probar la pertenencia a esta comunidad cultural

c) cuando la persona no pertenezca a dicha comunidad, pero esté interesada en protegerla (por ejemplo, una
asociación civil), demostrar el vínculo y finalidades en cuanto a la acción emprendida.

c) demostrar los valores de significación de aquel bien, manifestación, conducta o relación que está
vinculada a un derecho cultural

Por lo anterior, podemos afirmar que la titularidad de los derechos culturales no se encuentra fundamentada
en función del sujeto mismo, sino las consideraciones de significación que se encuentran basadas en la
pertenencia a un grupo cultural específico, el entendimiento de sus valores fundamentales y en la manera
de regularlos.

Como colofón de esta cuestión, quisiéramos el siguiente texto de la obra intitulada La Reforma
Constitucional sobre Derechos Humanos de autoría conjunta de Sergio García Ramírez y Julieta Morales
Sánchez, que es muy claro en cuanto al alcance de la protección de los derechos humanos y colectivos:

Sólo diremos, brevemente, que tras los derechos individuales se hallan los colectivos, de los que aquéllos
derivan o en los que hallan sustento y contenido; o bien, en otro sentido, dentro del marco de los colectivos se
encuentran los correspondientes a los individuos, que son verdaderos derechos humanos. Por tanto, el
reconocimiento y la protección de los derechos colectivos se convierten en conditio sine qua non para tutela
de los derechos humanos, como ocurre, por ejemplo, con las modalidades de propiedad que atañen a las
comunidades indígenas y sus integrantes. 53

En nuestra opinión, la propuesta de pensamiento de Sergio García Ramírez y Julieta Morales Sánchez
nos presenta una visión más moderna sobre los derechos humanos y colectivos y en especial, más
alineada a las circunstancias que envuelven a los derechos culturales.

2.2.5.- Los derechos culturales como derechos fundamentales

Ante toda la doctrina que se ha desarrollado en nuestro país con relación a los derechos fundamentales,
resultaría válido preguntarnos si los derechos culturales pueden considerarse dentro de este universo.

53 GARCIA RAMÍREZ, Sergio y MORALES SÁNCHEZ, Julieta. La Reforma Constitucional sobre Derechos Humanos (2009-2011), 1ª ed.,
Editorial Porrúa, S.A. y UNAM. México, 2012, Serie Doctrina Jurídica, Número 62, p. 80.

158
Siguiendo la teorías de Luigi Ferrajoli y de conformidad a la exposición que se hizo en este mismo capítulo,
podemos afirmar que los derechos fundamentales son derechos subjetivos (entendiendo lo subjetivo la
expectativa positiva de prestaciones o la expectativa negativa de no lesiones) que las normas de una
determinada disposición jurídica otorga universalmente a las personas, ciudadanos u otras personas capaces
de obrar.

Como expresara el Dr. Miguel Carbonell, el concepto de un derecho fundamental es una norma de derecho
fundamental compuesta de tres elementos: un sujeto activo, un sujeto activo y un objeto de relación. 54
Adicionalmente, Miguel Carbonell expresa que una de las condiciones importantes para calificar a un
derecho como fundamental en su constitucionalización (en otras palabras, su incorporación a la
Constitución). 55

A partir de las opiniones de Ferrajoli y de Carbonell, podríamos señalar que muchos de los derechos
culturales que hemos identificados, podrían considerarse como derechos fundamentales en virtud de que
cumplen con los parámetros que establecen dichos autores: por ejemplo, el derecho de acceso y disfrute de
la cultura, los derechos culturales de las comunidades indígenas, los derechos de autor y de propiedad
industrial, etc.

Sin embargo, existen otro derechos culturales que no se encuentran protegidos de una manera tan clara o
que requieren de una definición, como es el caso del derecho al Patrimonio Cultural Inmaterial o del
establecimiento de incentivos económicos hacia la creación individua o comunitaria. Es más, han existido
normas jurídicas completas que están destinadas a suprimir prácticas culturales que son molestas o
contrarias a intereses políticos contrarios de grupos dominantes e incluso reaccionarios. Para tal efecto, no
se necesita que se encuentren presentes regímenes fundamentalistas o totalitarios en los que se han dado
quema de libros (como en la época hitleriana en Alemania) o la condena a muerte de un escritor por un
libro que fue considerado como irrespetuoso de ciertas cuestiones religiosas (como pasó con Saldam
Rushdie con la obra “Versos Satánicos” que provocó la ira del gobierno fundamentalista iraní en 1989). En
países considerados a sí mismos como “cultos” y “democráticos”, promueven acciones de prohibiciones,
como es el caso del uso de la burka (velo integral) de las mujeres islámicas en lugares públicos que emitió
en 2011 el gobierno francés y que provocó también una serie de airadas protestas por parte de aquellos
grupos que estaban convencidos de la utilización de dicha prenda en función a sus creencias religiosas.
Desde nuestro pensamiento occidental, seguramente dicha prenda pudiera ser considerada violatoria de la
dignidad de la mujer, pero también debemos pensar que este pensamiento es externo a la realidad cultural
de quien está convencida de que su portación es un tema de libertad religiosa. Desde luego, el tema va hacia
un debate sobre el universalismo o relativismo de los derechos humanos que abordaremos un poco más
adelante. Lo que queremos dejar muy clara la dificultad de que se considere como único parámetro, en el
caso de los derechos culturales, su incorporación en una norma.

El gran cuestionamiento que nos presenta la visión propuesta por estos autores se refiere a determinar:
¿cómo es posible proteger una situación que de hecho es valiosa para una comunidad o individuo si no se
encuentra incorporada a un ordenamiento jurídico?, o más bien: ¿quién decide cuándo un derecho es
fundamental o no?

Desde la perspectiva de los autores citados, parecería que no pudiéramos reconocer los derechos culturales
que no pudieran ser reconocidos en las normas legales o que su existencia se encontrara comprometida en
cuando a la falta de mención en las normas constitucionales.

54 CARBONELL, op. Cit., p. 11.

55 Id., p. 9.

159
En este sentido, me parece muy valiosa la aportación que hacen tanto Sergio García Ramírez y Julieta
Morales Sánchez en la obra antes citada56, como el especialista norteamericano Jack Donnelly en su obra
Derechos Humanos Universales: teoría y práctica 57 en el sentido de tomar la dignidad humana como un
parámetro básico para considerar si un derecho humano (y yo diría también, colectivo) es fundamental o
no. Y es digno señalar que esta coincidencia se da entre autores que reconocen los derechos sociales (como
es el caso de Sergio García Ramírez y Julieta Morales) con otro autor que de manera muy clara delimita los
derechos humanos al plano exclusivamente de la persona humana (Donnelly).

Desde luego, hablar de la dignidad humana o de una vida digna sigue siendo un concepto que requiere de
una interpretación y como lo expresa el propio Donnelly, tenemos que entrar necesariamente al ámbito de
la filosofía. A partir de la riqueza y diversidad de culturas y de pensamiento, la idea de una vida digna
puede limitarse a la simple satisfacción de las necesidades económicas básicas de la condición de vida de
una persona y este es un pensamiento básico desde una perspectiva liberal. Sin embargo, en un ámbito más
amplio, la dignidad no puede reducirse a esta necesaria satisfacción de necesidades materiales. De hecho,
durante muchos años se habló de los esfuerzos de los regímenes socialistas por proveer a la población de
estas necesidades básicas, pero negándoles otros derechos que podrían incidir desde los aspectos civiles y
políticos, hasta económicos, sociales y culturales.

Nosotros consideramos que el concepto de la dignidad humana tiene que abarcar al hombre en su dimensión
más completa: es decir, antropológica, espiritual, material y social y en tal sentido, las discusiones sobre
este término deben centrarse hacia como garantizar el pleno desarrollo de las potencialidades del hombre.
Donnelly habla de que los derechos humanos deben analizarse sobre la manera en que posibilitan una vida
digna y en tal sentido, podemos afirmar que “el vivir” no puede referenciarse exclusivamente a los aspectos
materiales y al ámbito individual: la vida en sí misma es una realidad comunitaria en el que se encuentran
los factores materiales, sociales, espirituales, políticos, sociales y desde luego, culturales. Entonces, la vida
digna tiene que comprender todos estos elementos y en tal sentido, podemos considerar que la protección
y respeto de los derechos culturales como un derecho fundamental para el ser humano, tanto en su
dimensión individualizada como colectiva.

Podemos encontrar que la comunidad internacional se ha manifestado en ese sentido de una manera muy
contundente y quisiéramos terminar esta sección citando diversas disposiciones contenidas en la
Declaración sobre el Derecho al Desarrollo que emitió la Organización de las Naciones Unidas en el marco
de la 41º Sesión de su Asamblea General de fecha 4 de diciembre de 1986:

Artículo 1

1. El derecho al desarrollo es un derecho humano inalienable en virtud del cual todo ser humano y todos los
pueblos están facultados para participar en un desarrollo económico, social, cultural y político en el que
puedan realizarse plenamente todos los derechos humanos y libertades fundamentales, a contribuir a ese
desarrollo y a disfrutar del él.

2. El derecho humano al desarrollo implica también la plena realización del derecho de los pueblos a la libre
determinación, que incluye, con sujeción a las disposiciones pertinentes de ambos Pactos internacionales de
derechos humanos, el ejercicio de su derecho inalienable a la plena soberanía sobre todas sus riquezas y
recursos naturales.

Artículo 2

56 GARCIA RAMÍREZ y MORALES SÁNCHEZ, op. Cit., pp. 73-78.

57 DONELLY, Jack. Derechos Humanos Universales: teoría y práctica, 1ª ed., trad. Ana Isabel Stellino, Ediciones Guernika, S.A. México, 1994,
Colección Ciencias Políticas, pp. 34-38.

160
1. La persona humana es el sujeto central del desarrollo y debe ser el participante activo y el beneficiario del
derecho al desarrollo.

2. Todos los seres humanos tienen, individual y colectivamente, la responsabilidad del desarrollo, teniendo en
cuenta la necesidad del pleno respeto de sus derechos humanos y libertades fundamentales, así como sus
deberes para con la comunidad, único ámbito en que se puede asegurar la libre y plena realización del ser
humano, y, por consiguiente, deben promover y proteger un orden político, social y económico apropiado para
el desarrollo.
3. Los Estados tienen el derecho y el deber de formular políticas de desarrollo nacional adecuadas con el fin
de mejorar constantemente el bienestar de la población entera y de todos los individuos sobre la base de su
participación activa, libre y significativa en el desarrollo y en la equitativa distribución de los beneficios
resultantes de éste.

Artículo 3

1. Los Estados tienen el deber primordial de crear condiciones nacionales e internacionales favorables para
la realización del derecho al desarrollo.

Artículo 9

1. Todos los aspectos del derecho al desarrollo enunciados en la presente Declaración son indivisibles e
interdependientes y cada uno debe ser interpretado en el contexto del conjunto de ellos

Bajo esta perspectiva amplia y profunda de la naturaleza humana, queda claro que los derechos culturales
(ya sean individuales o colectivos) deben ser considerados como derechos fundamentales, no porque estén
o no incluidos en un ordenamiento jurídico, sino porque contribuyen y son factores indiscutibles de la
construcción de una vida digna para el ser humano en todas sus dimensiones. En ese sentido, queremos
retomar las ideas del Humanismo que se trataron en este mismo capítulo y que reflejan la importancia de
entender al hombre en toda su naturaleza y dignidad.

2.2.6.- La diversidad cultural y la multiculturalidad

En el primer capítulo hicimos algunas referencias con relación al tema del multiculturalismo y la diversidad
cultural. Al respecto, pudimos definir que el multiculturalismo es un concepto que se basa en un hecho: la
coexistencia de múltiples culturas en un mismo territorio. Por otra parte, la diversidad cultural representa
un concepto mucho más complejo que nos refiere a la riqueza que se provoca en una sociedad la aportación
que hacen las distintas culturales en la conformación de una sociedad. Igualmente, comentamos el
concepto de interculturalidad en cuanto a la convivencia de estas culturas bajo un concepto de respeto y
entendimiento.

Sin embargo, en el ámbito de los derechos humanos, el multiculturalismo es un tema que ha encendido
debates muy interesantes porque están relacionados a conceptos como reivindicación, asimilación,
discriminación y diferenciación. Por otra parte, se ha escrito muy poco en cuanto en cuanto al efecto de la
diversidad cultural en el tema de los derechos humanos.

El multiculturalismo, en su origen, está vinculado a una serie de movimientos sociales que se gestaron a
partir de las reivindicaciones de diversas minorías (indígenas, de género, ambientalistas, raciales, etc.),
grupos nacionalistas en Europa (principalmente en los países que conformaban la Europa Oriental
socialista) y de grupos contrarios a los procesos de globalización. En virtud de lo anterior, podemos afirmar
que, en el ámbito del análisis de los derechos humanos, el multiculturalismo tiene una naturaleza
contestataria y está vinculado a muchos movimientos de izquierda que han provocado un rechazo en muchas
otras naciones.

161
En el ámbito latinoamericano, podemos afirmar que los movimientos multiculturales se tradujeron en
movimientos armados, como fue el caso del Movimiento Zapatista en México en 1994, que abrió una amplia
discusión en el ámbito jurídico sobre los temas legales.

Margarita Zárate Vidal, en un artículo con el nombre muy sugestivo de Las paradojas de la cultura, la
razón de la diversidad de razones: multiculturalismo e interculturalismo nos hace una reflexión muy
interesante sobre una cuestión muy real que ha estado presente y sigue presente en la vida comunitaria,
citando la obra de la antropóloga Charlotte Seymour-Smith:

Seymour (1986) sustenta que el pluralismo es un concepto muy general que consiste en la existencia de
sistemas múltiples o subsistemas dentro de una sola unidad socioeconómica o política. Entonces, podemos
referirnos al pluralismo lingüístico, al pluralismo étnico, al pluralismo cultural, etc. Asimismo, es erróneo
considerar que tal pluralismo dentro de las fronteras nacionales o regionales es anormal o excepcional,
puesto que los registros históricos y etnográficos señalan que el pluralismo es la regla más que la
excepción.58

La autora nos explica sobre la importancia que ha generado la idea del multiculturalismo como concepto,
ideología e incluso como movimiento político, en el que podemos afirmar que existe una intención de evitar
conductas y normas que puedan establecer un sistema de apartheid cultural. En este sentido, podemos
afirmar que en muchos casos, los movimientos de apoyados en la idea del multiculturalismo estuvieron
enfocados en la resistencia a las tendencias de un monoculturalismo que fueron promovido los gobiernos
de algunas naciones dominantes, como es el caso de Estados Unidos o en España también, e incluso por la
propia globalización 59

Esto ha hecho que el multiculturalismo pueda convertirse en un fenómeno que actúan a partir del
reforzamiento de las esencia del grupo, tal y como nos explica Alain Touraine en el ensayo Las
Contradicciones de la Comunicación Intercultural:

A primera vista, la defensa de las minorías y sus derechos puede parecer una manifestación del
multiculturalismo; sin embargo, a menudo esto conduce hacia la dirección opuesta, la de un comunitarismo
encerrado en sí mismo y, por ende, hostil a la coexistencia de culturas diferentes. 60

Will Kymlicka es uno de los autores que han tenido mayor influencia en cuanto al estudio del
multiculturalismo, con una obra que ha sido considerada como clásica y que se denomina La Ciudadanía
Multicultural, la cual impulsó la dinámica de la discusión de la multiculturalidad. Kymlicka explica esta
condición de la siguiente manera:

Una fuente de la diversidad cultural es la coexistencia, dentro de un determinado Estado, de más de una
nación, donde “nación” significa una comunidad histórica, más o menos completa institucionalmente, que
ocupa un territorio o una tierra natal determinada y que comparte una lengua y una cultura diferenciadas.
La noción de “nación”, en este sentido sociológico, está estrechamente relacionada con la idea de “pueblo”
o de “cultura”; de hecho, ambos conceptos resultan a menudo intercambiables. Un país que contiene más
de una nación no es, por tanto, una nación-Estado, sino un Estado multinacional, donde las culturas más
pequeñas conforman las “minorías nacionales”. La incorporación de diferentes naciones en un solo Estado
puede ser involuntaria; ejemplo de ello son la invasión y la conquista de una comunidad cultural por otra o

58 ZÁRATE VIDAL, Margarita. Las paradojas de la cultura, la razón de la diversidad de razones: multiculturalismo e interculturalismo, en
Valladares, Laura, Pérez Ruiz, Maya Lorena y Zárate, Margarita (Coordinadoras). Estados Plurales. Los retos de la diversidad y la diferencia, 1ª
ed., Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa y Juan Pablos Editor, S.A. México, 2009, p. 415.

59 Id., pág. 419-422.

60 TOURAINE, Las contradicciones de…, cit., p. 276. Cuando Alain Touraine habla de comunitarismo, se refiere a una posición enfocada hacia
el grupo mismo y en su actitud negativa con relación a otras culturas.

162
la cesión de la comunidad de una potencia imperial a otra, No obstante, la formación de un Estado
multinacional también puede darse voluntariamente, como sucede cuando culturas diferentes convienen en
formar una federación para un beneficio mutuo. 61

Ahora bien, no debemos de perder de vista que el multiculturalismo es un movimiento que se ha


desarrollado de diversas maneras en las diferentes regiones del mundo y dependen mucho de su historia.

Por ejemplo, en el caso de Estados Unidos, Canadá e incluso Australia, la historia de su conformación como
nación nació a partir de una colonización por separación con relación a los grupos humanos que
originalmente habitaban sus territorios. La historia de la inmigración europea, principalmente inglesa y
francesa, hacia estas las colonias se centró en el traslado del pionero con su familia y la creación de
comunidades organizadas desde un principio. Por tanto, existen pocos casos de una convivencia constante
entre estos grupos, como es el caso de los indígenas americanos que fueron combatidos, liquidados o
confinados a una reservación. Adicionalmente, por ejemplo en el caso de Estados Unidos, el esclavismo
provocó la incorporación de población negra a la sociedad norteamericana y que no pudo ser superada aún
después de la guerra civil que se llevó a cabo en el siglo XIX, extendiéndose hasta buena parte del siglo
XX en la que la discriminación hacia la población de color motivó una serie de movimientos
reivindicatorios con figuras tal emblemáticas como Martin Luther King (quien falleció producto de la
intolerancia hacia la igualdad racial) o Malcom X. Finalmente, en la misma sociedad norteamericana, la
aceptación de la inmigración ilegal de provenientes de muchas regiones del país, principalmente México y
Latinoamérica, pero también de los países asiáticos (¿Quién no ha tomado un taxi en Nueva York conducido
por un hindú o paquistaní?) y africanos. Con una naturaleza multicultural profunda, porque es un país de
inmigrantes y lo sigue siendo, los Estados Unidos siguen siendo una nación con muchas tensiones y
preguntas no resueltas en ese sentido. Por ejemplo, el caso de Canadá también tiene presente el conflicto
entre los reclamos de un origen distinto entre las regiones de Quebec (con una fuerte base cultural francesa)
y el Canadá de origen británico. En estos reclamos entre los quebequenses, podemos encontrar reclamos de
carácter independentista. Pero además el gobierno canadiense también ha tenido que establecer una política
dirigida a la incorporación de las comunidades originarias en la vida de la nación, ya que también han sido
separados de una manera sistemática desde hace muchos años. Lo anterior sucede también en el caso
australiano, en donde existió una total política de separación entre la población aborigen y la de origen
europeo.

En todos estos países podemos encontrar una constante: la imposibilidad de la convivencia entre los grupos
dominantes y los que se hacen llamar minorías en los que existen actitudes de separación y discriminación.
Es lógico entonces pensar que la lógica se enfoque hacia las posibilidades de aceptación, reconocimiento,
incorporación a los beneficios que tienen las mayorías y las posibilidades de acciones de autogobierno. En
estas discusiones, las minorías se basan en la consideración de diferentes porque la política, la economía y
la historia los ha hecho sentir como siempre. Hay una propuesta de legislación y derechos para los
diferentes. Ese sentido de alteridad es la que anima las discusiones del multiculturalismo en eses países.

Lo anterior, también sucede en Europa, pero con un matiz distinto. Por ejemplo, la multiculturalidad en este
continente es una situación cotidiana desde el Imperio Romano o más cercanamente, el Impero Austro-
Húngaro. Existe una convivencia de regiones culturales que tienen que la necesidad de establecer reglas
para el entendimiento de una identidad nacional que solo se comprende construida a partir de su diversidad
y el derecho constituyó un instrumento muy útil para lograr superar algunas contradicciones derivadas de
esta situación (como, por ejemplo, pasó con los vascos en España que de una lucha basada en el terrorismo,
se puso establecer mecanismos para la creación de las Comunidades Autónomas y la incorporación de
partidos nacionalistas en la arena política). Aun así durante, los años finales del siglo XX renacieron las

61 KYMLICKA, Will. Ciudadanía Multicultural. Una Teoría Liberal de los Derechos de las Minorías, 1ª ed., trad. Carme Castells Auleda,
Ediciones Paidos Ibérica, S.A. España, 1996, p. 26.

163
tendencias nacionalistas a partir del derrumbe del bloque de países del Este Europeo y la propia Unión
Soviética tuvo que verse desmembrada en una serie de naciones basadas en mucho en la diferencia racial.
Por ello es tan fácil entender la división de países como fue el caso de Checoslovaquia en la República
Checa y Eslovenia y el conflicto entre los serbios y croatas (antiguos habitantes de Yugoslavia) que
produjeron una guerra cruenta. En esta lucha, elementos como el etnocentrismo y el fundamentalismo
religioso se encuentran presentes en la dinámica de esta problemática que se ha acrecentado con las
migraciones que han recibido muchas naciones europeas. De tal forma, Europa ha sufrido una oleada de
migraciones de países árabes y africanos que se han incorporado a dichas naciones y que han sufrido no
solo la riqueza y de las crisis económicas que han sufrido las naciones europeas. De tal forma, en muchas
ocasiones estás comunidades han sido vistas como una amenaza y principalmente, como nuevos acreedores
de servicios sociales. También estas comunidades han sufrido la incomprensión de sus prácticas culturales
y religiosas, como mencionamos en el caso del uso del burka en lugares públicos en Francia. Dicha
normatividad no es que la consideremos inadecuada en cuanto a la intención de proteger la dignidad de la
mujer, sino la manera tan poco delicada o falta de consenso hacia la población destinataria de este
ordenamiento. Adicionalmente, en la historia europea podemos encontrar un periodo muy importante en
el siglo XIX y XX referido al colonialismo que llevó a cabo en muchos países africanos y asiáticos que
provocaron dinámicas de separación y explotación de la sociedad local, cuyo resultado final fueron los
movimientos independistas de estas naciones a mediado del siglo XX. Consideramos que esta experiencia
colonial sirvió mucho a Europa para entender la naturaleza multicultural de las naciones.

Por lo tanto, podemos afirmar que en la lógica de la discusión de las tendencias multiculturalistas en Europa,
existen aspectos tan extremos como es el reclamo de independencia o el respeto a la propia tradición
histórica, hasta la simple necesidad de asimilación y respeto de las propias prácticas culturales como parte
de las nuevas realidades de un país. A pesar de los grandes esfuerzos de los países europeos, todavía existen
muestras de intolerancia. Por ejemplo, recientemente el nuevo Estatuto de Autonomía de la Comunidad
Autónoma de Cataluña fue declarado inconstitucional porque hace referencia a la idea de una nación
catalana fundamentada principalmente en una tradición histórica; desde luego, esta oposición se dió de los
grupos que desean mantener una sola idea de la hispanidad.

En el ámbito de Latinoamérica, el multiculturalismo se ha basado principalmente en los reclamos de las


comunidades indígenas. La historia del contacto entre la cultura hispánica y las civilizaciones indígenas en
la América Prehispánica no se da en una situación de separación. A diferencia del caso de Estados Unidos,
la colonización en los territorios conquistados no representó una separación entre la población colonizadora
y los pobladores originarios: la gran riqueza en la región latinoamericana fue el mestizaje que dio en la
América Virreinal y que ha servido de base a las naciones iberoamericanas. Incluso, en la conformación
de la estructura política de las colonias españolas, los conquistadores establecieron poblaciones
diferenciadas pero profundamente conectadas: los pueblos de indios con sus propias autoridades y los
pueblos de españoles. Un ejemplo muy sonado sobre esta situación sucedió cuando Vasco de Quiroga,
nombrado Obispo de Michoacán, decidió poner la sede del Obispado en Pátzcuaro (pueblo de indios) en
lugar de la ahora Morelia –antes Valladolid- que era un pueblo de españoles. La Corona Española emitió
una serie de disposiciones para proteger a las poblaciones indígenas y su cultura. Con el tiempo, la
convivencia entre los hispanos y las comunidades fueron convirtiéndose en algo natural que provocó una
gran cultura que se enriqueció incluso con la presencia de la población negra que los españoles trajeron
durante la colonia. De hecho, el decreto de supresión de la esclavitud que emitió el Padre Hidalgo estaba
dirigido hacia la población negra y no indígena. Reconociendo que existían dinámicas de explotación hacia
el indígena, también podemos señalar que la población indígena y mestiza tenía un impacto en la economía
y desarrollo de las naciones latinoamericanas. A partir de la independencia de las naciones americanas de
España y Portugal, los gobiernos simplemente se despreocuparon de las comunidades indígenas, dejándolas
a la suerte ante un sistema político basado en cacicazgos y políticos locales que hacían y deshacían en los
territorios en los que tenían influencia, sin contar inclusive con la protección legal que contaban en tiempos
coloniales. Incluso, es muy significativo que donde el gobierno del Presidente Juárez (de origen indígena)

164
fue mucho menos protector de los pueblos indígenas que el gobierno del Emperador Maximiliano de
Augsburgo en nuestro país. Existió a finales del siglo XIX la idea de sacar al indígena de su condición
como tal y se incorporarlo a la civilización. La historia de un país latinoamericano como México en el siglo
XIX en cuanto a la relación con sus comunidades originarias puede mostrar que la consecuencia de estas
actitudes fueron el origen de conflictos tales como la guerra de castas en Yucatán o la guerra de los yaquis
en Sonora a finales de dicho siglo y principios del siguiente. Las comunidades indígenas en Latinoamérica
no están sujetas a una lógica de separación, sino de explotación. Aún después de los procesos
revolucionarios de principios de siglo y la incorporación de ideologías socialistas en muchos países de la
región latinoamericana, el reforzamiento de los cacicazgos y de la explotación del indígena, la falta de
accesibilidad a los servicios básicos, la situación de pobreza extrema y el olvido gubernamental, provocaron
una respuesta de dichas comunidades para modificar la formación de grupos armados como fue el
levantamiento zapatista en 1994. El principal reclamo de estos grupos está enfocado al reconocimiento de
su propia identidad cultural, la defensa de sus tierras, la posibilidad de establecer mecanismos de
autogobierno, el cese a la explotación y al secuestro de sus bienes comunitarios, así como el establecimiento
de una política más inclusiva hacia dichos grupos, etc.

En los países que sufrieron las ambiciones colonialistas localizados en África y Asia, las circunstancias
descritas para Latinoamérica se exacerbaron con la explotación de la población local por parte de los
europeos con la complicidad de muchos grupos dominantes en dichos territorios, acompañados además con
políticas de discriminación y separación. El resultado es que muchos de estos países han sido escenario de
cruentos conflictos grupales, étnicos y tribales, con la aparición adicional de guerrillas, tiranías, invasiones
e intervenciones extranjeras. Por ello, siguen siendo naciones donde el multiculturalismo continúa sin
resolverse.

Por tanto, podemos afirmar que la lógica de los movimientos del multiculturalismo latinoamericanos y
países postcoloniales están más bien enfocados en la idea de la justicia social y el combate a la pobreza y
el abuso por parte de los grupos dominantes son relación a las comunidades indígenas. El discurso de los
movimientos multiculturalistas en esas naciones es reivindicatorio de aquellas condiciones de bienestar y
bienes comunitarios que han sido arrebatados o simplemente que no se les ha proporcionado. Por ser una
filosofía de los oprimidos, muchos de los movimientos que se dieron con este motivo se acercaron con el
socialismo y comunismo y se hicieron muy poco populares entre los países con un sistema político de
derecha, quienes los vieron como una amenaza hacia sus intereses comerciales.

De tal forma, podemos afirmar que es muy simplista afirmar que el principal reclamo del multiculturalismo
en el marco de los derechos humanos se base en la creación de derechos diferenciados. Eso solo se puede
ver en los países anglosajones y en algunas naciones europeas en donde el mismo sistema social ha marcado
esta diferencia entre grupos. Estamos hablando de circunstancias, motivaciones y expectativas diversas a
las de los países latinoamericanos y postcoloniales.

Es por ello, que producto de la reforma en materia agraria que se dio en el año de 1992 durante el gobierno
del Presidente Carlos Salinas y la aparición del movimiento zapatista en 1994, se reactivó el análisis y
estudio de la cuestión indígena en nuestro país y el multiculturalismo fue uno de los aspectos que fueron
tratados por muchos juristas. Desde luego, podemos encontrar algunas posiciones con franca tendencia de
diferenciación, como podemos apreciar del siguiente texto de Bartolomé Clavero, en su obra Derecho
Indígena y Cultura Constitucional en América que data precisamente del año de 1994, quien con cierto
optimismo y con un discurso moralizante señala lo siguiente:

Derecho Indígena es una denominación internacionalmente acuñada a esta alturas con un sentido bastante
formado de derechos correspondientes a las poblaciones indígenas o, a mayor precisión desde que la
posibilidad se abre, con el significado de derecho colectivo de los pueblos indígenas, el derecho que les
corresponde sencillamente por serlo, aparte de toda la diversidad de casos en cuanto a entidades y

165
condiciones. La definición no es una perogrullada por algo que ya sabemos: porque se ha partido de la
negación jurídica de la existencia indígena. La acuñación y el curso legal de la denominación vienen a
reconocer esta presencia. Las definiciones jurídicas son de este carácter y pueden tener este alcance. Decir
que una cosa es, significa entonces decir que debe ser. El derecho indígena es, debe ser, el derecho del pueblo
indígena.

Los derechos individuales de las personas indígenas son, deben ser, los mismos que los de las no indígenas,
sin discriminación alguna, salvo naturalmente el derecho de pertenencia, con todo lo que implique, a la
respectiva comunidad concreta. Aquí radica la diferencia: en la existencia de un derecho propio porque existe
una comunidad propia. Habrá desde luego realidades no sólo diversas, sino también problemáticas, pero
éste el punto jurídico al que parte, la parte constitucional, hemos visto que está llegando. En él nos
encontramos. 62

Sin embargo, una posición de diferenciación como la que expone Bartolomé Clavero no obtuvo un total
apoyo en nuestro país en un principio; sin embargo, con el tiempo, hemos podido observar que la
normatividad constitucional en materia de las comunidades indígenas ha ido incorporando disposiciones
más acorde a la realidad propia de estos grupos humanos.

Sin embargo, en el desarrollo de la investigación jurídica con relación al tema del multiculturalismo,
podemos encontrar la obra del Dr. Miguel Carbonell denominado Problemas Constitucionales del
Multiculturalismo, cuyas ideas que quisiera exponer a continuación:

Carbonell considera señala que el tema de las minorías en la teoría constitucional no son grupos
culturalmente diferenciados, sino grupos que políticamente no tienen el suficiente número de representantes
populares y que deben protegerse en contra de las decisiones de los grupos mayoritarios.

Es por ello que Carbonell adopta los criterios de Jürgen Habermas pues señala que el desafío de las
sociedades multiculturales se incrementa en cuanto a la existencia de una mayor diferencia entre las
minorías y las mayorías respecto de aspectos tales como la religión, raza, etnia o diacronías históricos-
culturales. Entonces, para Carbonell, la diferencia y la distancia entre la mayoría y las minorías son el
parámetro en esta cuestión.

Ahora bien, este mismo autor trata de analizar que la diferencia entre los reclamos de las minorías culturales
(como es el caso de los francófonos de Quebec) y de las comunidad indígenas (como es el caso de los
tzoziles de Chiapas) son distintos y requieren de una priorización de la asignación de derechos. Y a partir
de esta consideración, Carbonell establece que los derechos culturales se encuentran jerárquicamente debajo
de los derechos relacionados con el bienestar económico de una población. El autor señala de una manera
imperativa que:

“… resulta muy difícil ser culturalmente distintos cuando la gente se muere de hambre y por enfermedades
incurables, no tiene ni la posibilidad de asistir a la escuela (o la educación que recibe no cubre los requisitos
mínimos indispensables para generar individuos moralmente autónomos) y la vivienda en la que vive no reúne
las condiciones para una convivencia digna y en libertad”. 63

62 CLAVERO, Bartolomé. Derecho Indígena y Cultura Constitucional en América, 1ª ed., Siglo XXI Editores, S.A. de C.V. México, 1994, p.
110.

63 CARBONELL, Miguel. Problemas Constitucionales del Multiculturalismo, 1ª ed., Fundación Universitaria de Derecho, Administración y
Política, S.C., Colegio de Secretarios de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, S.C. y Comisión Estatal de Derechos Humanos de Querétaro.
México, 2002, Colección FUNDAp, pp. 39-40.

166
Por último Carbonell también expresa la dificultad de cómo definir e identificar una cultura y se cuestiona
específicamente quién decide que es una cultura. 64

Siguiendo el pensamiento jurídico de Ferrajoli, Carbonell presenta una distinción entre diferencia y
desigualdad. Las diferencias se basan en la condición de las personas y están tuteladas por los derechos
fundamentales. Las desigualdades se basan de derechos patrimoniales y sus posiciones de poder y sujeción.
Las primeras hablan de identidades y las segundas de esferas jurídicas. En cuanto a la respuesta normativa
entre los derechos y las diferencias, Ferrajoli establece cuatro modelos:

a) la primera es la indiferencia, es decir, las diferencias no son tomadas en cuenta por el sistema jurídico

b) otra tendencia es la diferenciación jurídica de las diferencia, en otras palabras, se valorizan algunas
diferencias y otras se desvalorizan,

c) la tercera solución es la homologación jurídica de las diferencias, en donde la diferencias son negadas y
se manejan con un criterio de igualdad,

d) la última tendencia es la igual valoración jurídica de las diferencias, que no representa el reconocimiento
de las mismas, sino en la igualdad en los derechos fundamentales y al mismo tiempo un sistema para
garantizar su efectividad.

Después de esta exposición, Carbonell retoma las ideas de Kymlicka para definir que los derechos de las
sociedades pluriculturales deben consistir en los siguientes aspectos:

a) derechos de autogobierno,

b) derechos poliétnicos

c) derechos especiales de representación.

Sin embargo, siguiendo el pensamiento de Jacob Levy, Carbonell propone también los siguientes derechos
de las minorías:

a) Exenciones de leyes que dificultan las prácticas culturales

b) Asistencia económica para la práctica de manifestaciones intangibles

c) Autogobierno

d) Reglas propias para los no miembros de una comunidad cultural

e) Reglas internas para los miembros de la misma comunidad

f) Reconocimiento y obligatoriedad de las prácticas jurídicas por el sistema jurídico mexicano

g) Representación en cuerpos políticos

h) Demandas simbólicas, con relación a aquellos elementos que contribuyen a la identidad (como el himno
nacional y la bandera, o cualquier otro elemento simbólico).

64 Id., p. 43.

167
Sobre este elenco de derechos culturales, que nos parecen reales pero aún limitados en cuanto al alcance de
lo que sería la defensa de una cultura, Carbonell señala con bastante tino –desde nuestro punto de vista- que
existe una razonabilidad en la gran mayoría de esta demandas, pero no deja de reconocer que existen muchas
contradicciones con la idea de los derechos fundamentales sustentados por la ideología liberal. Carbonell
retoma la idea de Ferrajoli en el sentido de que un sistema de garantías debidamente diseñado
adecuadamente podría hacer innecesario la creación de derechos colectivos destinados a la protección de
las prácticas culturales. Consideramos que esa conclusión es poco afortunada y poco ajustada a la realidad.
La única limitación que pone Carbonell a la protección de los derechos culturales se refiere a que el Estado
tampoco establezca medidas con el fin de que limite la posibilidad del individuo a desarrollar acciones que
representen la modificación del grupo cultural al que pertenecen.

Nuestra conclusión es que el pensamiento de Carbonell tiene una intención acertada de tratar de encontrar
las soluciones para zanjar las diferencias entre la idea de un multiculturalismo y las ideas que niegan esta
posición en el ámbito de los derechos humanos. Sin embargo, el intento es fallido en tanto que el Dr.
Carbonell sostiene el liberalismo como única tendencia política aceptable y hace esfuerzos para tratar de
ajustar de una manera forzada el tema de los derechos colectivos y culturales a esta ideología que parece
totalmente incompatible en ese sentido.

Por ello, en esa misma obra del Dr. Carbonell en donde trata de encontrar una solución al tema al
multiculturalismo, podemos encontrar algunos párrafos que muestran esta contradicción en cuanto a su
pensamiento y que a la larga, pudieran tener consecuencias muy riesgosas:

Como dice Rodolfo Vázquez, poco se avanza en el debate multiculturalista si, “sobre la base de un pluralismo
mal entendido, se piensa que todas las culturas tienen igual valor y todas merecen igual respeto. Esta premisa
es falsa.” En efecto, del hecho de que se reconozcan los beneficios de la existencia de un conjunto de culturas
distintas, no se puede derivar que todas esa culturas merezcan el mismo respeto y, por tanto no se les deben
reconocer a todas derechos diferenciados solamente por ser distintos de las culturas mayoritarias, sin tomar
en cuenta la compatibilidad de sus prácticas y costumbres con –por lo menos- los postulados básicos de la
democracia y la dignidad de todas las personas. Ésta es una de las deficiencias del debate multiculturalista,
el cual normalmente se realiza en términos abstractos cuando lo necesario es llevarlo a cabo a la vista de
grupos y comunidades concretos, los cuales –en virtud, precisamente, del pluralismo existente- no pueden ser
puestos en el mismo saco. 65

Nos parece que el texto del Dr. Carbonell que hemos citado constituye una de las páginas más tristes escritas
por un jurista con relación al tema del multiculturalismo. Si no podemos afirmar que deba darse un respeto
igualitario a todas las culturas, es porque existen culturas superiores y culturas inferiores. ¿Quién
determinaría que significa la democracia y la dignidad humana? El problema de ambos conceptos se
encuentran inscritos en el ámbito de lo político y que no todos los pueblos comparten la misma idea de la
democracia y la dignidad: aún en los regímenes totalitarios, estos conceptos de una manera discrecional,
por lo que estos conceptos, sin una explicación de los mismos (que no nos proporciona el Dr. Carbonell)
resultan poco efectivos. Adicionalmente, podemos afirmarnos ¿cuál es la cultura superior a todas las
demás? ¿Quién lo decide? El Dr. Carbonell no responde a esta pregunta, pero muchos personajes históricos
si lo han hecho y la respuesta a la misma tuvo consecuencias nefastas: el Obispo Diego de Landa en el siglo
XVI decidió destruir muchos testimonios de la cultura maya argumentando la supremacía de la cultura
cristiana española; Hitler estableció una política de exterminación de la cultura judía y de otras naciones
locales europeas basado en la consideración de la supremacía de la cultura germana; las guerras étnicas en
los Balcanes donde ambos bandos consideraban superior su cultura propia sobre la del otro; los
fundamentalismos religiosos islámicos que desprecian a quienes no profesan dicha religión o incluso, las

65 Id., pág. 60-61.

168
posiciones políticas en materia internacional de los Estados Unidos que se traducen en la intervención
militar en aquellos países que no concuerdan con su ideología política liberal. Ante estas circunstancias, las
ideas del Dr. Carbonell guardan un silencio muy significativo.

Ante esta perspectiva que nos ofrece el multiculturalismo que puede provocar dinámicas de diferencia,
discriminación, incomprensión, negación e incluso violencia entre aquellos que afirmar y los otros que
niegan esta condición de la vida actual, la UNESCO propuso (casi al mismo tiempo que el Dr. Carbonell
escribía la obra que hemos analizado en este capítulo), dos conceptos que pretenden superar los conflictos
que ha identificado el multiculturalismo: la diversidad cultural y la interculturalidad. El primer concepto
tiene como principal objetivo reconocer que en el marco del mundo actual, no podemos hablar que la
condición del mundo es la coexistencia de diversas culturas que corresponden a las diferentes respuestas
del Hombre ante el mundo y el segundo concepto implica la necesidad de establecer medidas para garantizar
que esta coexistencia se rija en principios que garanticen la igualdad en el tratamiento todas estas formas
de manifestación de los grupos humanos.

Como un documento paradigmático para entender estos conceptos (que, curiosamente, es casi coetánea a
la obra del Dr. Miguel Carbonell que hemos analizado en esta sección) es la Declaración Universal de la
UNESCO sobre la Diversidad Cultural, en cuyo preámbulo, una visión muy distinta a la ofrecida por el
autor:

Reafirmando su adhesión a la plena realización de los derechos humanos y de las libertades fundamentales
proclamadas en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en otros instrumentos jurídicos
universalmente reconocidos, como los dos Pactos Internacionales de 1966 relativos uno a los derechos civiles
y políticos y el otro a los derechos económicos, sociales y culturales,

Recordando que en el Preámbulo de la Constitución de la UNESCO se afirma “(...) que la amplia difusión de
la cultura y la educación de la humanidad para la justicia, la libertad y la paz son indispensables a la dignidad
del hombre y constituyen un deber sagrado que todas las naciones han de cumplir con un espíritu de
responsabilidad y de ayuda mutua”,

Recordando también su Artículo primero que asigna a la UNESCO, entre otros objetivos, el de recomendar
“los acuerdos internacionales que estime convenientes para facilitar la libre circulación de las ideas por
medio de la palabra y de la imagen”,

Refiriéndose a las disposiciones relativas a la diversidad cultural y al ejercicio de los derechos culturales que
figuran en los instrumentos internacionales promulgados por la UNESCO,

Reafirmando que la cultura debe ser considerada el conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales,
intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca, además de las
artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las
creencias,

Comprobando que la cultura se encuentra en el centro de los debates contemporáneos sobre la identidad, la
cohesión social y el desarrollo de una economía fundada en el saber,

Afirmando que el respeto de la diversidad de las culturas, la tolerancia, el diálogo y la cooperación, en un


clima de confianza y de entendimiento mutuos, son uno de los mejores garantes de la paz y la seguridad
internacionales,

Aspirando a una mayor solidaridad fundada en el reconocimiento de la diversidad cultural, en la conciencia


de la unidad del género humano y en el desarrollo de los intercambios interculturales,

Considerando que el proceso de mundialización, facilitado por la rápida evolución de las nuevas tecnologías

169
de la información y la comunicación, pese a constituir un reto para la diversidad cultural crea las condiciones
de un diálogo renovado entre las culturas y las civilizaciones,

Consciente del mandato específico que se ha conferido a la UNESCO, en el sistema de las Naciones Unidas,
de asegurar la preservación y la promoción de la fecunda diversidad de las culturas,

Como podemos observar, la UNESO propone ya desde los párrafos introductorios establece una diferencia
entre la discusión del multiculturalismo y la proposición de la idea de la diversidad cultural: el hecho
distintivo entre uno y otro radica en que el multiculturalismo se basa en consideraciones de grupos,
etnicidad y de minorías, con una lógica de diferencia. La diversidad cultural se basa en una idea de
intercambio, comunicación, innovación, desarrollo, creatividad, en otras palabras, la cultura misma; y en
tal sentido, la lógica es la de la convivencia entre todos los grupos humanos. Sigamos con los siguientes
artículos de dicha declaración:

IDENTIDAD, DIVERSIDAD Y PLURALISMO

Artículo 1 – La diversidad cultural, patrimonio común de la humanidad

La cultura adquiere formas diversas a través del tiempo y del espacio. Esta diversidad se manifiesta en
la originalidad y la pluralidad de las identidades que caracterizan a los grupos y las sociedades que
componen la humanidad. Fuente de intercambios, de innovación y de creatividad, la diversidad cultural
es tan necesaria para el género humano como la diversidad biológica para los organismos vivos. En este
sentido, constituye el patrimonio común de la humanidad y debe ser reconocida y consolidada en
beneficio de las generaciones presentes y futuras.

Artículo 2 – De la diversidad cultural al pluralismo cultural

En nuestras sociedades cada vez más diversificadas, resulta indispensable garantizar una interacción
armoniosa y una voluntad de convivir de personas y grupos con identidades culturales a un tiempo
plurales, variadas y dinámicas. Las políticas que favorecen la integración y la participación de todos los
ciudadanos garantizan la cohesión social, la vitalidad de la sociedad civil y la paz. Definido de esta
manera, el pluralismo cultural constituye la respuesta política al hecho de la diversidad cultural.
Inseparable de un contexto democrático, el pluralismo cultural es propicio para los intercambios
culturales y el desarrollo de las capacidades creadoras que alimentan la vida pública.

Artículo 3 – La diversidad cultural, factor de desarrollo

La diversidad cultural amplía las posibilidades de elección que se brindan a todos; es una de las fuentes
del desarrollo, entendido no solamente en términos de crecimiento económico, sino también como medio
de acceso a una existencia intelectual, afectiva, moral y espiritual satisfactoria.

En este primer capítulo de la declaración, la UNESCO reconoce la existencia de una multiplicidad de


culturas en una misma nación, pero reconoce además que esto es productos de las diferentes maneras de
ser, sistemas de valores y formas de manifestar de manera original y única de cada grupo humanos.
Entonces esta situación ya no representa un motivo de distanciamiento o tensiones, ni es aceptable
establecer diferencias entre ambas culturas, pues todas ellas tienen un mismo origen: el ser humano mismo
en la máxima expresión de su creatividad. Por esa razón, la diversidad cultural es una condición necesaria
para vida humana, que se ha maximizado en los tiempos modernos, por lo que se impone la importancia de
esta situación para favorecer la cohesión y vitalidad social. La UNESCO propone al pluralismo cultural
como ideología política en un marco democrático que sustenta la construcción de una Nación, que
propiciará una idea amplia de un desarrollo integral individual y social. Sigamos con el segundo capítulo
de la declaración:

170
DIVERSIDAD CULTURAL Y DERECHOS HUMANOS

Artículo 4 – Los derechos humanos, garantes de la diversidad cultural

La defensa de la diversidad cultural es un imperativo ético, inseparable del respeto de la dignidad de la


persona humana. Ella supone el compromiso de respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales,
en particular los derechos de las personas que pertenecen a minorías y los de los pueblos indígenas. Nadie
puede invocar la diversidad cultural para vulnerar los derechos humanos garantizados por el derecho
internacional, ni para limitar su alcance.

Artículo 5 – Los derechos culturales, marco propicio para la diversidad cultural

Los derechos culturales son parte integrante de los derechos humanos, que son universales, indisociables e
interdependientes. El desarrollo de una diversidad creativa exige la plena realización de los derechos
culturales, tal como los definen el Artículo 27 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y los
Artículos 13 y 15 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Toda persona debe
tener la posibilidad de expresarse, crear y difundir sus obras en la lengua que desee y en particular en su
lengua materna; toda persona tiene derecho a una educación y una formación de calidad que respeten
plenamente su identidad cultural; toda persona debe tener la posibilidad de participar en la vida cultural que
elija y conformarse a las prácticas de su propia cultura, dentro de los límites que impone el respeto de los
derechos humanos y de las libertades fundamentales.

Artículo 6 – Hacia una diversidad cultural accesible a todos

Al tiempo que se garantiza la libre circulación de las ideas mediante la palabra y la imagen, hay que velar
por que todas las culturas puedan expresarse y darse a conocer. La libertad de expresión, el pluralismo de los
medios de comunicación, el plurilingüismo, la igualdad de acceso a las expresiones artísticas, al saber
científico y tecnológico -comprendida su presentación en forma electrónica- y la posibilidad, para todas las
culturas, de estar presentes en los medios de expresión y de difusión, son los garantes de la diversidad cultural.

El segundo capítulo de la declaración se refiere al entendimiento de la diversidad cultural como un derecho


humano y en relación con dichas prerrogativas. La diversidad cultural es un imperativo ético y un derecho
fundamental que solo puede ser limitado por otros derechos fundamentales y por la propia dignidad
humana. Por tanto, los derechos culturales son derechos humanos universales, indisociables e
interdependientes. La UNESCO define la total relación entre la Declaración Universal de los Derechos del
Hombre y el Pacto internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, por lo que no puede
entenderse los conceptos de uno de estos documentos con el otro. El respeto a la lengua materna, el derecho
a la educación en un marco de diversidad, la posibilidad de elegir la posibilidad de incorporarse a la vida
cultural que elijan, la libertad de expresión, acceso al saber científico y otras prerrogativas constituyen las
condicionante de la diversidad cultural.

Como podemos preciar, el concepto de diversidad cultural nos ofrece un término más adecuado a la idea
de una sana convivencia social y respeto a los derechos humanos. En la lógica de la diversidad cultural, las
diferencias no existen sino el tratamiento igualitario entre las culturas En el marco de los derechos
humanos, podemos afirmar que el concepto de diversidad despolitiza las posiciones extremas del
multiculturalismo.

Finalmente, podemos definir esta situación que la diversidad cultural no implica la supresión de los
derechos humanos, sino una revisión y expansión de dicho concepto.

171
2.2.7.- Universalismo contra Relativismo en el marco de los derechos culturales

La última gran cuestión que quisiéramos mencionar respecto a los derechos culturales que ha levantado una
discusión muy acalorada y se refiere llevado a dos posiciones morales que han trascendido de tal manera
que se ha alojado también en la esfera política y de los propios derechos humanos. Lo anterior se refiere a
las teorías del Universalismo y del Relativismo en los derechos humanos. La discusión está enfocada
precisamente con la condición cultural del hombre.

Para darnos una panorámica de ambas teorías, nos apoyaremos en la explicación que nos proporcionan las
especialistas argentinas Gisela Bulanikian y Rita Bocco en su obra Derechos Humanos: Un Universo de
Sentidos de la Condición Humana. Discusiones desde el Universalismo y el Relativismo Cultural. 66

En cuanto al Universalismo, las autoras manifiestan que los orígenes del etnocentrismo europea que surge
y se afianza desde el siglo XV. Esta teoría se sostiene en la idea de que la cultura europea y tradición
occidental constituye el criterio exclusivo para interpretar los comportamientos de otros grupos, razas o
sociedades, generando un proceso de homogeneización cultural y económica en lugar de propiciar un
intercambio entre culturas. A partir de la esta idea, las naciones europeas encontraron una justificación en
su política expansionista que se dio tanto durante el siglo XVI como en el colonialismo del siglo XIX y
XX. Después de su independencia, los Estados Unidos de Norteamérica también incorporaron dentro su
política interior y exterior estos criterios y los han aplicado de una manera muy activa a través de su historia.
A partir de la globalización, los países que se han beneficiado y conducido este proceso han tratado de
imponer en tratar de imponer un “pensamiento único”. El Universalismo tiene su origen en la ideología
kantiana que nos refiere a la manera en que el hombre se relaciona con la naturaleza y la formación de las
categorías cognoscitivas, afirmando que este proceso es común e igual en todo ser humano y en
consecuencia, en su aplicación a los derechos humanos universales, debe existir una uniformidad de
pensamiento (no importando las culturas o las circunstancias externas) con relación a estas prerrogativas.

Las autoras nos explican que a partir del siglo XX, se da el desarrollo de las ciencias antropológicas y el
contacto y las descripciones que hacen los especialistas de las culturas que estudian. De tal forma, la
antropología cuestiona ese etnocentrismo que caracteriza el Universalismo y en especial, términos
utilizados comúnmente que se vuelven discriminatorios a la luz del evolucionismo como es el caso de
“primitivo”. Uno de los padres de la Antropología, Franz Boas, sostiene que todas las culturas son valiosas
y la necesidad de rebatir los preceptos racistas, basado en la unidad psíquica de la especie humanas por
encima de diferencia fenotípicas (es decir, basadas en la apariencia externa de un organismo). Es por ello
que los antropólogos han sido muy críticos en cuanto a la discusión del concepto de derechos humanos
universales. A partir de estos antecedentes surge la corriente del relativismo cultural, cuya mayor
preocupación es la reafirmación de una ética de la libertad y el respeto a la diferencia cultural. Para el
relativismo cultural, la cuestión se basa en el hecho de la diferencia, pero su principal demanda se refiere
al hecho de que los movimientos de reforma exterior (como pueden ser el colonialismo, la globalización y
la reforma en los derechos humanos) enfocados al cambio de prácticas culturales sin el suficiente respeto a
la diferencia. Es por ello, que los relativistas culturales rechazan la Declaración Universal de los Derechos
Humanos como un documento que impone de manera autoritaria prácticas y criterios de comportamiento
social ajenos a muchos pueblos y naciones.

66 BULANIKIAN, Gisela y BOCCO, Rita. Derechos Humanos: Un Universo de Sentidos de la Condición Humana. Discusiones desde el
Universalismo y el Relativismo Cultural, 1ª ed., Editorial Académica Española (LAP LAMBERT Academic Publishing GmbH & Co. KG). Reino
Unido, 2012, pp. 16-24.

172
Ambas autoras no dejan de recalcar que detrás o a partir de ambas tendencias, podemos encontrar intereses
políticos muy claros. Toda vez que, como veremos, el Universalismo pone mayor énfasis en los derechos
políticos y civiles bajo la tradición liberal, ha servido de fundamento a la política exterior norteamericana
y de las naciones europeas hacia los países que tienen una ideología distinta. Huntington, a quien citamos
en el capítulo primero con motivo de su trabajo El Choque de Civilizaciones, es un extraordinario ejemplo
de aquellos políticos que apoyan el intervencionismo occidental en otras regiones del mundo. Por otra parte,
el Relativismo Cultural ha servido como principal fundamento de aquellas minorías que ostentan el poder
y que incluso, someten a la población y a las minorías en aras del respeto de una tradición cultural que es
ajena o sirve de simple pretexto para políticas de intolerancia a la diferencia interna.

Con esta exposición, podemos consideras que las citadas autoras nos han proporcionado una panorámica
muy clara sobre este dilema. Sin embargo, debemos reconocer que las mismas nos han presentado las
posiciones más extremas entre ambas tendencias. Es muy interesante darnos cuenta que, entre los
principales referentes de ambas teorías, existen incluso puntos comunes y por ello hemos decidió acudir a
las fuentes más cercanas de dichas ideologías.

2.2.7.1.- El Universalismo

Empecemos con el Universalismo. Dos de los autores más influyentes de esta teoría son el filósofo político
John Rawls y el jurista Jack Donnelly, ambos de nacionalidad estadounidense. Pero acudiremos también al
pensamiento del filósofo alemán Jürgen Habermas.

John Rawls ha sido uno de los pensadores políticos norteamericanos más influyentes en el entendimiento
del concepto de la justicia y de los derechos humanos de los últimos tiempos, pero principalmente será
recordado como un campeón de las ideas del liberalismo.

La obra más importante para entender la visión de Rawls sobre los derechos humanos se llama El Derecho
de Gentes. 67 Haremos una exposición de las ideas de Rawls que nos será muy importante para entender la
idea del Universalismo.

Rawls propone una concepción denominada derecho de gentes -que es recogida del concepto de ius gentium
del derecho romano- pero que se refiere más bien a una serie de principios concretos sobre los que,
conforme a la opinión del autor, debieran regularse las relaciones entre los pueblos a partir de la idea de
equidad y justicia política (incluyendo la posibilidad de que los ciudadanos, a través de grupos y
asociaciones, puedan influir en las decisiones políticas) y conducen a sus ciudadanos a cumplir con un
derecho razonablemente justo de la sociedad de los pueblos. La sociedad de los pueblos es el conjunto de
pueblos que siguen los principios del derecho de gentes en sus relaciones típicas. Dichos pueblos pueden
tener sus propios gobiernos, democráticamente electos o no, pero son decentes (entendiendo por pueblos
decentes aquellas sociedades no liberales que comulgan con las ideas del derecho de gentes). A partir de lo
anterior, podemos hablar de la idea de que los pueblos liberales razonables (que se encuentren por encima
de los pueblos decentes) constituyen un subgrupo de los pueblos que -considera Rawls- son aquellos que
respetan de una manera incondicional las ideas liberales de equidad y justicia, que reúnen la siguientes
características: un régimen de democracia constitucional, una serie de individuos unidos por simpatías
comunes (concepto adoptado del filósofo utilitarista John Stuart Mill) y una naturaleza moral (que significa
la total adhesión al concepto de justicia y equidad, desde luego a la manera que Rawls lo entiende). Rawls
también habla de pueblos proscritos, Estados “lastrados” (sic) por condiciones desfavorables y las

67 RAWLS, John. Derechos de Gentes, 1ª ed., trad. Hernando Villa Valencia, Ediciones Paidos Ibérica, S.A. España, 2001, Colección Paidos
Estado y Sociedad, pp. 13, 14, 25, 47, 73, 75,93, 94 7 95.

173
sociedades que son absolutismos benignos (ésta es la única categoría a la que Rawls le dedica una definición
que se refiere a sociedades donde se respetan los derechos humanos pero no están bien ordenados porque
niegan el papel significativo del ciudadano en la toma de decisiones políticas). A partir de estas
consideraciones, John Rawls construirá una teoría del derecho de gentes proponiendo como el modelo ideal
los pueblos liberales.

Por tal razón, Rawls reconoce que los pueblos liberales se ven a sí mismos a partir de un principal interés
que consiste en la concepción de justicia política, que consiste en la defensa de su propia independencia,
política y la protección de las sociedades civiles. Sin embargo, Rawls encuentra un nuevo elemento en esta
dinámica y que consiste en el concepto que adopta Rousseau como amour-prope (en otras palabras, amor
propio) que se basa en las peripecias de su historia y los logros de su cultura, que implica como
consecuencia lógica que todo pueblo liberal exija el respeto de los demás como igual en sus relaciones
políticas.

Rawls entonces retoma el tema de la tolerancia a partir de la idea de que el derechos de gentes debe
representar respeto de los pueblos liberales a los pueblos no liberales, lo cual implica no solo que los pueblos
liberales no adopten medidas que impliquen sanciones políticas, militares, económicas o diplomáticas a un
pueblo para cambiar sus costumbres; sino que tolerar significa reconocer a los pueblos no liberales como
miembros igualitarios y de buena fe de la sociedad de pueblos, con ciertos derechos y obligaciones,
incluidos el deber de civilidad. Para tal efecto, las sociedades liberales deben cooperar con los pueblos de
buena fe.

Rawls señala que si todas debieran ser liberales, la idea de liberalismo debiera ser capaz de tolerar otras
formas aceptables de ordenar la sociedad distinta a la concepción de este autor de justicia y su razón pública.
En consecuencia, ciertos pueblos no liberales que se ajusten a estas ideas debieran ser tolerados y aceptados.

En ese sentido, Rawls pone especial atención a los pueblos decentes, los cuales pueden ser considerados
como capaces de transformarse a favor de esta teoría. Pero adicionalmente, Rawls reconoce que los pueblos
liberales deben reconocer e impulsar la vitalidad de esta teoría política. Sin embargo, Rawls nos presenta
la idea de los Estados Criminales donde no existe el respeto de los derechos humanos desde la desde la
perspectiva liberal. A este respecto, Rawls afirma que ante el derecho de gentes, los Estados deben actuar
de una manera decisiva en la protección de los derechos humanos, lo cual podría implicar, el derecho de
intervención militar en dichas naciones (Un Estado que criminal que viola estos derechos ha de ser
condenado y en casos graves puede ser objeto de sanciones e incluso de intervención.68).

Por último, Rawls ve en los derechos humanos un conjunto de prerrogativas especiales que tienen un efecto
especial en esta idea del derecho de gentes:

Podría objetarse que el derecho de gentes no es suficientemente liberal. Esta objeción puede adoptar dos
formas. Algunos piensan que en esencia los derechos humanos son los mismos que los ciudadanos tienen en
una democracia constitucional razonable; esta perspectiva amplía la categoría de derecho humanos para
incluir en ella todos los derechos reconocidos por los regímenes liberales. En el derecho de gentes, por
contra, los derechos humanos constituyen una clase especial de derechos urgentes, como la libertad con
respecto a la esclavitud y la servidumbre, la libertad de conciencia y la protección de grupos étnicos frente al
genocidio y la masacre. La violación de estos derechos es condenada por los pueblos liberales razonables y
por los pueblos jerárquicos decentes.

Una segunda queja de quienes consideran que el derecho de gentes no es suficientemente liberal consiste en
sostener que sólo las democracias liberales protegen de manera efectiva los derechos humanos consagrados

68 Id, p. 95.

174
en el derecho de gentes… El derecho de gentes presume, sin embargo, que los pueblos jerárquicos decentes
existen o pueden existir y considera por qué deben ser tolerados y aceptados de buena fe por los pueblos
liberales… Los derechos humanos constituyen una clase de derechos que tiene un papel especial en un
razonable derecho de gentes: restringen las justificaciones para librar la guerra y regulan su conducción, y
establecen límites a la autonomía interna del régimen… Los derechos humanos establecen un paradigma pero
no suficiente de decencia en las instituciones políticas y sociales del ámbito doméstico. En tal virtud, limitan
la admisibilidad de la ley de las sociedades de buena fe en una razonablemente justa sociedad de los pueblos.
Por ello, esta clase especial de derechos humanos tiene tres funciones:

1.- Su cumplimiento es condición necesaria de la decencia de las instituciones políticas y del orden jurídico
de una sociedad.

2.- Su cumplimiento es suficiente para excluir la intervención justificada de otros pueblos a través de sanciones
diplomáticas y económicas o manu militari.

3.- Fijan un límite al pluralismo entre los pueblos. 69

Jack Donnelly, una posición concordante con las ideas de Rawls, sin embargo le da un énfasis mayor al
entendimiento de los derechos humanos a partir de la propia individualidad de los sujetos.70 El autor
empieza definiendo a los derechos como prerrogativas que fundamentan demandas con cierta fuerza
especial, consistentes en poseer y disfrutar una cosa, con plena libertad. Los derechos humanos son, para
Donnelly, una clase especial de derechos que la persona posee por el simple hecho de ser un ser humano y
los considera como derechos morales del orden más alto, pero además se encuentran estrechamente
relaciones con los que llama derechos inferiores o en la lucha por instaurar dichos derechos. Dado que el
motivo por el que un sujeto demanda a su favor un derecho se da en el momento en que el disfrute de dicha
prerrogativa se ve amenazado o negado y considerando que, según el autor es un derecho moral de altísimo
nivel, toda demanda de derechos humanos constituyen el recurso final en el dominio de los mismos: no
existe apelación a derechos más altos. Pero adicionalmente Donnelly establece que las demandas en materia
de derechos humanos tienen por objetivo impugnar o cambiar instituciones públicas y se constituyen como
un criterio de legitimidad política a favor de los gobiernos que los protejan.

Con relación a la titularidad de los derechos humanos, Donnelly es muy claro:

¿Quiénes poseen los derechos humanos? ¿Los tienen las “personas” colectivas en particular? Argumento…
que sólo los individuos poseen derechos humanos.

Si los derechos humanos son los que uno tiene por el mero hecho de que es un ser humano, entonces sólo los
seres humanos tienen derechos humanos; si uno no es un ser humano, por definición no puede tener un derecho
humano… Los derechos económicos, sociales y culturales, así como los civiles y políticos, son derechos de los
individuos. Son los individuos, no los grupos, quienes tienen derecho a alimento, atención médica, trabajo,
seguridad social, procesamiento legal, libertad de prensa, protección contra la discriminación y otras cosas
semejantes…

Por ejemplo, los derechos culturales detentados por miembros de un grupo cultural particular, pero los
individuos detentan esos derechos en su capacidad de miembros de grupos sociales protegidos. No son
derechos de grupos; en específico, no son derechos que el grupo pueda detentar y ejercer contra el individuo.71

69 Id., p. 93-94.

70 DONELLY, op. Cit., pp. 23- 24, 27-31, 39-40, 106-109 y 116-128.

71 Id., pág. 39-40.

175
Donnelly sostiene que el liberalismo como la única filosofía básica para el entendimiento de los derechos
humanos. Si bien, reconoce y acepta que todo individuo es miembro de una comunidad; pero también, en
el marco del conflicto de una persona con el Estado, dicho individuo adquiere especial valor especial como
distintivo e independiente por lo que debe ser tratado con consideración y respeto equitativos. Más
claramente, Donnelly expresa que los derechos humanos vinieron a estructurarse en lo principal como
demandas de cualquier individuo contra el Estado, señalando además que en las esferas y a las actividades
protegidas por los derechos humanos, el individuo es “rey” o más bien, una persona igual y autónoma con
derecho a consideración y respetos equitativos. Es por ello que, en el marco de la relación del Estado con
el individuo (y en consecuencia, la materia de los derechos humanos) la autonomía de individuo y la
igualdad constituyen los criterios más importantes para cumplir con el compromiso liberal de dotar valía y
dignidad a todas las personas por igual.

Por último, Donnelly declara que existen una serie de regímenes que son incompatibles con la visión liberal
de los derechos humanos. Dichos regímenes -a los que Donnelly denomina “sociedades comunitarias”- se
caracterizan por conceder prioridad ideológica y práctica a la comunidad (que en ocasiones sería el Estado
mismo) sobre el individuo. Según Donnelly, dichas sociedades consideran a sus miembros como dignos de
consideración y respeto pero sólo en cuanto cumplan sus funciones prescritas. El autor concluye que dichas
sociedades tienen una idea de dignidad humana alejadas de la idea de derechos humanos y son calificadas
de antiéticas con relación a dichas prerrogativas ya que niegan la autonomía y la igualdad del individuo al
momento en que exista un conflicto con la comunidad. Las comunidades que se encuentran en esta
categoría, según Donnelly, incluyen la sociedades tradicionales (propios de las naciones del Tercer Mundo),
el Comunismo (principalmente los alineados a las ideas del entonces gobierno soviético), el Corporativismo
(gobiernos oligárquicos) y las Dictaduras para el Desarrollo (las dictaduras que prometen actuar a favor del
desarrollo económico del pueblo).

Continuaremos analizando posteriormente el pensamiento de Donnelly, pero lo haremos en relación a la


crítica que hace del Relativismo Cultural.

Por su parte Jürgen Habermas, fundador de la corriente del Cosmopolitismo -que él mismo considera muy
cercana al Universalismo-, también analiza la problemática de una moral predominante y la coexistencia
de otras formas de ver las culturas. Para tal efecto, nos remitiremos a un muy interesante artículo
denominado “De la Tolerancia Religiosa a los Derechos Culturales”. 72

Como un intelectual que ha vivido las grandes problemáticas de los nacionalismos y los conflictos religiosos
de la Europa tanto a finales del siglo XX como principios del siglo actual, Habermas lleva a cabo el análisis
de esta cuestión a partir de la idea de tolerancia. Después de hacer un recorrido histórico por la idea de
tolerancia, basada en una de las materias que dieron mayor motivo de luchas internas en la Europa de siglo
anteriores y que todavía se encuentra presente: la cuestión religiosa. Es así que la tolerancia fue avanzando,
con relación a estas comunidades religiosas que son consideradas como minorías, de una “tolerancia
permisiva” a una “tolerancia respetuosa” por parte del Estado. Aun así, Habermas apunta sobre una paradoja
de los regímenes tolerantes en virtud de que la propia tolerancia implica la definición de un ámbito de
aquello que significa aceptable y en consecuencia, deben también imponerse límites que podrían ser
consideradas por determinados grupos como una acción precisamente de intolerancia. Aún en un régimen
tolerante, para incluir hay que excluir. El reto ante esta paradoja es lograr construir la concepción de iguales
libertades para todos y estableciendo un ámbito de tolerancia que convenza a todos los afectados por igual
y en virtud de que todos los involucrados merecen el mismo respeto, los posibles afectados deben tener en
cuenta la perspectiva de los otros si tienen que acordar en común las condiciones en las que quieren ejercer

72 HABERMAS, Jürgen. De la Tolerancia Religiosa a los Derechos Culturales. Claves de Razón Práctica, Número 129, Enero-Febrero 2003,
pp. 4-12.

176
la tolerancia recíproca, que sea producto de una discusión entre todos los afectados en un marco de mutuo
comprensión de las posiciones de los otros y atendiendo de manera igualitaria todos los intereses, en
concordancia con la idea de una democracia liberal. El principal peligro que Habermas ve con relación a
esta superación de la visión de una tolerancia respetuosa se refiere a la incomprensión por parte de algún
o algunos de los grupos afectados a sus intereses y el rechazo con relación a los intereses de los otros. Para
tal efecto, Habermas propone las siguientes soluciones conjuntas: a) reconocer a todos los disidentes como
ciudadanos con iguales derechos, superando la propia concepción de los disidentes como diferentes en el
ámbito social; b) el establecimiento de normas jurídicas que garanticen la neutralidad del Estado que
promuevan precisamente la discusión entre los grupos con plena compresión de los intereses de otros, que
a decir de Habermas, constituye un imperativo en el tratamiento de los derechos religiosos y culturales; c)
el respeto hacia las creencias de los integrantes de los grupos que sostienen ideas rechazadas (“Sólo puede
ejercer la tolerancia quien subjetivamente tiene razones convincentes para rechazar a los que tienen
creencias diferentes.” 73). Desde luego, el autor señala que la naturaleza de las religiones es la de crear una
“imagen del mundo” que pretende imponerse a la forma de vida de las sociedades. Aun así, Habermas
señala que es importante que las grandes religiones incorporen en sus fundamentos los principios de la
sociedad liberal. Para el autor, el Estado secular tan solo puede proporcionar tolerancia de una manera
imparcial si garantiza que, en la esfera pública, el pluralismo pueda desarrollarse sin trabas sobre la base
del respeto recíproco y respetando el mandato de neutralidad en el conflicto.

Para Habermas, la libertad religiosa pone a prueba la neutralidad del Estado que también puede estar
amenazada por el predominio de una cultura mayoritaria que hace mal uso de su poder e impone sus propios
criterios en una sociedad, violando el principio de trato igual a todos los miembros. De esta manera el autor
nos habla de la manera en que este criterio debe ser interpretado en las regulaciones tan controvertidas con
relación del uso del burka o demás tocados en la cabeza que se han suscitado en Europa y Estados Unidos.

Habermas reconoce que el tema del multiculturalismo gira en estos momentos menos sobre las minorías
religiosas que sobre otros aspectos culturales de grupos diferentes, como es la regulación del idioma oficial,
la educación diferenciada para las minorías étnicas o la igualdad de oportunidades para estos grupos; sin
embargo, la discriminación religiosa sigue considerándose como un motivo de discriminación cultural,
lingüística, ética o racial.

Para tal efecto, desde el punto de vista de la inclusión igualitaria se recomiendan dos criterios: a) la justicia
distributiva, en la que todos los ciudadanos tenga el derecho de usar los mismos derechos y libertades
repartidos de manera igualitaria para realizar sus mismos planes de vida; b) la pertenencia sin restricciones,
que se basa en la experiencia de la injusticia diferente o en otras palabras, del desprecio, la marginación o
exclusión. Para Habermas, la superación de la discriminación religiosa se convierte en el precursor de los
derechos culturales, a los cuales dedica las últimas líneas y conclusiones de su artículo y que consideramos
muy valioso transcribir a continuación:

Como sucede con el libre ejercicio de la religión, los derechos culturales sirven para garantizar a todos los
ciudadanos un acceso igualitario a las comunicaciones, tradiciones y prácticas de una comunidad que los
mismos ciudadanos consideran necesarias para la conformación y mantenimiento de su correspondiente
identidad personal. Esto no tiene por qué señalar necesariamente a los grupos de procedencia, sino que
también puede referirse a los entornos y contextos culturales libremente elegidos. Con todo, a menudo se da
el caso de que para los miembros de minorías nacionales, lingüísticas o étnicas resultan tan importantes y
valiosos los medios y posibilidades de la deseada reproducción de la propia lengua y forma de vida como para
las minorías religiosas la libertad de asociación, la transmisión de la doctrina religiosa y el ejercicio de su
culto. Es por esta razón por la que la lucha por la igualdad de trato demandada por las comunidades religiosas
ofrece argumentos y estímulos tanto a la teoría política como a la jurisprudencia en favor del concepto de una
“ciudadanía multicultural” ampliada. Las convicciones y prácticas religiosas tienen en todas las culturas una

73 Id., 7.

177
influencia decisiva en la autocomprensión ética de los creyentes. Una relevancia similar poseen también las
tradiciones lingüísticas y culturales para la conformación y mantenimiento de la identidad personal –
entretejidas siempre con identidades colectivas– de los hablantes o de quienes participan de una cultura. Este
dato sugiere una revisión dogmática del concepto de “persona jurídica”. La individualización de personas
naturales se completa por vía de la socialización. De este modo los individuos socializados pueden conformar
y estabilizar su identidad sólo en el interior de una red de relaciones de reconocimiento recíproco… Estos
derechos deben extenderse también a la garantía para acceder a contextos de experiencias, comunicación y
reconocimiento en los que una persona puede articular su autocomprensión así como desplegar una identidad
propia. En consecuencia, los derechos culturales que son exigidos e implantados bajo la rúbrica de una
“política del reconocimiento” no tienen que ser entendidos de suyo como derechos colectivos. En conformidad
con el modelo de la libertad religiosa, se tratan más bien de derechos subjetivos que garantizan una inclusión
completa. Garantizan a todos los ciudadanos un acceso igual a los contextos culturales, a las relaciones
interpersonales y a las tradiciones, en la medida en que son esenciales en el desarrollo y aseguramiento de su
identidad personal. No obstante, los derechos culturales no significan simplemente un “plus de diferencia” o
un “plus de autonomía”. Los grupos discriminados no obtienen “gratuitamente” el disfrute de la igualdad de
trato en el ámbito cultural. No pueden ser los beneficiarios de una moral de la inclusión igualitaria sin por su
parte hacerla también propia…. las comunidades “fuertes” (como las minorías nacionales o étnicas,
subculturas de inmigrantes o de poblaciones autóctonas, descendientes de culturas de esclavos, etcétera) están
acuñadas con el molde de culturas compartidas y han conformado así sus propias identidades colectivas.
También estas tradiciones abren “perspectivas del mundo” que como las imágenes religiosas del mundo
pueden entrar en competencia unas con otras. Por eso mismo la tolerancia recíproca exige también de las
comunidades seculares “fuertes” que establezcan un nexo cognitivo entre su ethos interno y la moral de los
derechos humanos del entorno social y político… En efecto, un multiculturalismo bien entendido no es una
calle de dirección única que conduzca a la propia afirmación cultural de grupos con una identidad cada uno
de ellos distinta. La coexistencia en igualdad de derechos de diferentes formas de vida no debe conducir a la
segmentación. Por el contrario, requiere la integración de los ciudadanos –y el reconocimiento recíproco de
sus pertenencias culturales– en el marco de una cultura política compartida. Los miembros de la sociedad
están habilitados a conformar su singularidad cultural tan sólo bajo el presupuesto de que –yendo más allá
de las fronteras entre las diversas culturas– todos se comprendan como ciudadanos de la misma comunidad
política. Los diversos títulos y poderes encuentran sus límites en los fundamentos normativos de aquella
Constitución de la que procede su propia legitimidad. 74

De tal forma podemos encontrar que el propio Universalismo, como ideología, está sujeta a una gran
diversidad en el pensamiento. Podemos encontrar posturas más duras como en el caso de Rawls y Donnelly,
mientras que Habermas nos puede presentar una posición un poco más moderada.

Sin embargo, no podemos dejar a un lado que el Universalismos pretende erigir toda su ideología a partir
de su vinculación con la postura política liberal. Lo interesante de este punto es que estos autores consideran
al liberalismo como la única opción viable y razonable para regir las relaciones entre los pueblos e
individuos. La idea de la igualdad y la autonomía del sujeto es casi un evangelio que tiene que transmitirse
e imponerse en el mundo. Incluso Rawls sugiere que la existencia de un derecho de intervención por parte
de países ajenos para imponer o modificar aquellas concepciones que son distintas al liberalismo (lo cual
ha traído consecuencias terribles en el marco mundial actual con las guerras de intervención de Estados
Unidos con otros países). La convivencia con los países y naciones que no comulgan con las ideas liberales
consisten en una tolerancia hacia lo que se le llaman minorías y son considerados grupos de excepción que
deberán ser incorporados hacia la civilidad del liberalismo. Por ello, en el Universalismo, la aceptación de
la diferencia es una cuestión problemática y amenazadora hacia esta concepción. Incluso, en el caso de
Rawls, es justificable hacer diferenciaciones entre los pueblos a partir de su alineamiento con los principios
de la filosofía liberal, que en última instancia provoca una situación discriminatoria y de una diversidad
internacional entre Estados liberales, Estados decentes, Estados criminales, etc.

74 Id., p. 11-12.

178
Y es que la base del Universalismo radica en el sujeto individual. Los derechos humanos se basan en una
dinámica del conflicto entre el sujeto individualizado y el Estado. Por ello, la idea del liberalismo apoyado
por esta teoría se basa en los derechos políticos y cívicos principalmente. Existe una total desconfianza en
cuanto a los derechos colectivos y culturales, porque se refieren principalmente en una dinámica
comunitaria, en donde el grupo por sí mismo tiene una trascendencia y comparte una serie de valores que
han sido aceptados y asumidos por los miembros de la comunidad. Para los sostenedores del
Universalismo, no puede hablarse de una titularidad de las comunidades sobre estos derechos, sino que
éstos se encuentran repartidos entre todos los miembros de una comunidad como un derecho
individualizado y repartible. La búsqueda de una uniformidad de los derechos humanos constituye un
objetivo deseable para los Universalistas.

En todo caso, el Universalismo representa una filosofía que provee una ideología tendenciosa y limitada
del mundo, del hombre en su propia realidad y en su relación con el grupo y el Estado. En los casos más
extremos, es una ideología que puede fundamentar las acciones más riesgosas para los pueblos que
pretenden basar su vida en su propia riqueza y su propia historia ante una política de odio y exclusión por
parte de pueblos extraños. Lo que es muy cierto es que, en las concepciones de los principales referentes
de esta posición, podemos encontrar diversos matices.

Es por ello que las especialistas argentinas Gisela Bulanikian y Rita Bocco, señalan que la falla e
incapacidad de los filósofos del Universalismo en ponerse de acuerdo en cuanto a los fundamentos de los
derechos humanos y sus justificaciones ha propiciado a nivel mundial el desarrollo de la idea de que los
derechos humanos son culturalmente relativos. Los relativistas culturales señalan que el Universalismo se
construyó a partir de una vieja y obsoleta visión del Siglo de las Luces en combinación con la Europa
posterior a la Segunda Guerra Mundial (y yo podría también agregar de los conflictos interétnicos de finales
del siglo XX), constituyendo una ideología occidental con aplicabilidad limitada. 75

El autor Javier de Lucas nos hace una reflexión muy interesante que, sin tocar al Universalismo como tal,
si podemos apuntar que está dirigida a cuestión esta tendencia. Dicha reflexión la podemos encontrar en su
trabajo ¿Qué quiere decir tener derecho a la cultura?, cuya explicación abordaremos a continuación.76

Empieza reconociendo de Lucas que el mismo término derecho a la cultura es muy poco claro y lo anterior
radica en el hecho de que existen múltiples acepciones sobre lo que representa cultura e incluso conceptos
como identidad cultural. Si bien, el derecho a la cultura también implica una especie de dolor de cabeza
para la teoría de los derechos humanos, especialmente en el caso de quienes sostienen la concepción
universalista y que los obliga a entender las realidades de la diversidad cultural. A partir de esto, dicho autor
reconoce que existen tres perjuicios con relación a los derechos culturales:

a) por una parte, hay quienes no toman a los derechos culturales como derechos y esto es el resultado de
los ataques que diversos autores del liberalismo han emprendido no solo contra dichas prerrogativas, sino
también en contra de los derechos sociales y económicos, atendiendo la idea de que no existe una
universalidad en los destinatarios y que además podría provocar un abaratamiento en la aceptación de
aquello que conocemos como derechos humanos.

b) el segundo prejuicio se refiere a no creer siquiera en los derechos culturales. En ese sentido, de Lucas
nos menciona los esfuerzos de muchos pensadores (a los que califica de pseudoliberales) a simplemente
desconocer estas prerrogativas y a impulsar una idea de la cultura como un actividad destinadas a las élites

75 BULANIKIAN y ROCCO, op. Cit., p. 15.

76 DE LUKAS, Javier. ¿Qué quiere decir tener derecho a la cultura? en Abramovich Victor, Añon Maria Jose y Coutis Christian (Compiladores),
op. Cit., pp. 298-300, 307-308, 311.

179
que entienden aquello que llamaríamos alta cultura y no como un bien primario social. En otras palabras,
la cultura es tan sublime que no se puede considerar un derecho.

c) el último prejuicio se refiere a entender que los derechos culturales como fundamento de la identidad de
un pueblo o persona representa un aspecto negativo que normalmente ataca al carácter universal de los
derechos humanos, entendiendo a la diferencia cultural como una especie de patología que puede provocar
la construcción de situaciones sociales tan lamentables como la discriminación de la mujer, la esclavitud o
la violencia.

De Lucas nos señala que uno de los elementos más importante por los que podemos apreciar la íntima
relación entre los derechos culturales y los derechos humanos está referida al derecho de identidad cultural,
ya que en ese sentido encontramos a la cultura en un contexto de elección individual y como prerrequisito
para el reconocimiento efectivo de los derechos individuales (diría un servidor, con mayor en estos tiempos
en donde las telecomunicaciones y migraciones ofrecen a la persona la posibilidad de acceder e incorporarse
a otra cultura con entendimientos distintos y formas de aplicación distinta con relación a los derechos
individuales).

Por último, de Lucas señala que no es correcta la aseveración de los Universalistas en el sentido de que con
el cumplimiento de los derechos individuales (es decir, políticos y cívicos) se establezcan garantías para la
obtención de los derechos culturales, especialmente en el caso de las llamadas minorías, porque en realidad
se olvidan de dos preocupaciones fundamentales de estos grupos: el respeto a su identidad cultural como
valor y el poder convivir en paz.

Como podemos apreciar el Universalismo nos presenta una posición ideológica –salvo en muchos de los
razonamientos de Habermas- muy poco útil para el entendimiento de los derechos culturales y en especial,
por su limitada visión (limitación que ha sido acrecentada por algunas posiciones políticas nacionales e
internacionales que se han fundamentado en esa teoría) y su pretensión de dogma para un mundo cada vez
más diverso y complejo.

2.2.7.2.- El Relativismo Cultural

Como respuesta al Universalismo que nos presenta muchos posturas que van desde un irracional
radicalismo hasta una posición mucho más moderada, nace el Relativismo Cultural. Encontramos como
principal ideólogo de esta tendencia al especialista norteamericano James Rachels -sin que ello no
signifique que existen otros autores mucho más radicales-, quien escribió una obra ampliamente difundida:
Introducción a la Filosofía Moral. La exposición sobre el Relativismo Cultural lo haremos a partir de las
palabras propias del autor. 77

Diferentes culturas tienen códigos morales diferentes: con esta idea inicia Rachels su análisis del
Relativismo Cultural, haciendo ver que esta ideología ha ganado una cantidad de adeptos quienes
consideran la invalidez de las consideraciones éticas universales y promueven la idea de que las costumbres
son los únicos parámetros éticos, sin que pueda juzgarse si dichas costumbres son “correctas” o
“incorrectas”. Esto ha provocado un escepticismo sobre la universalidad de los principios éticos;
precisamente Rachels señala que el Relativismo Cultural desafía nuestra creencia común en la objetividad
y universalidad de los de las verdades morales.

77 RACHELS, James. Introducción a la Filosofía Moral, 2ª Reimpresión, trad. Gustavo Ortiz Millán, Fondo de Cultura Económica. México, 2011,
Colección Breviarios, pp. 37-61.

180
Sin embargo, Rachels reconoce que muchas de las partes y consideraciones de esta postura pudieran ser
verdaderas y otras falsas. Para tal efecto, Rachels nos cita las siguientes frases que son producto de otros
autores relativistas:

1.- Diferentes sociedades tienen códigos morales diferentes.

2.- El código moral de una sociedad determina lo que es correcto dentro de esa sociedad; esto es, si el código
moral de una sociedad dice que una acción es correcta, entonces esa acción es correcta, al menos dentro de
esa sociedad.

3.- No hay un criterio objetivo que se pueda emplear para juzgar un código de una sociedad como mejor que
el de otra.

4.- El código moral de nuestra propia sociedad moral no tiene una categoría especial; es sólo uno entre
otros.

5.- No existe una “verdad universal” en ética; esto es, no hay verdades morales que valgan para todos los
pueblos en todas las épocas.

6.- Es pura arrogancia de nuestra parte tratar de juzgar la conducta de otros pueblos. Debes adoptar una
actitud de tolerancia hacia las prácticas de otras culturas. 78

Rachels señala que, aunque parecieran frases íntimamente ligadas al Relativismo Cultural, las anteriores
afirmaciones son independientes y algunas incluso podrían ser falsas, pero la falsedad de una no afectaría
la veracidad de las demás. Es por ello que este autor decide analizar algunos puntos relevantes de esta teoría
para determinar su esencia y validez.

Rachels señala a continuar un punto que es muy revelador:

El relativismo cultural es una teoría sobre la naturaleza de la moral. A primera vista, parece bastante
razonable. Sin embargo, como todas las teorías de este tipo, puede evaluarse sometiéndola a un análisis
racional, y cuando analizamos el relativismo cultural, vemos que no tan razonable como parecía al
principio.79

Es por ello, que Rachels empieza analizando los argumentos que se basan esta teoría y la primera de ellas
se refiere a las diferencias culturales. Al respecto, Rachels considera que el argumento de las diferencias
culturales no es argumento sólido por sí mismo y para tal efecto, nos pone un ejemplo: en una época
existieron sociedades que consideraban que la tierra era plana y otras que pensaban que eran redondas. No
podríamos considerar que ambas tuvieran razón. El relativismo apoyaría ambas posturas ante la incapacidad
de determinar aquello que es correcto o no, lo cual significa una sinrazón.

Para el propio autor, la aceptación de una postura radical del Relativismo Cultural traería 3 consecuencias:
a) nos impediría opinar si una costumbre de una sociedad es inferior a las nuestras (provocando entonces
una imposibilidad de influir en otras culturas cuando adoptan costumbres inconvenientes, como podría ser
una campaña de extermino ante un grupo étnico), b) impediría analizar las costumbres de los otros basado
en nuestra propia costumbre (lo cual implicaría una complicidad y complacencia ante actos inhumanos de
otras sociedades, como por ejemplo el apartheid) y; c) se impediría el progreso moral (incluso en el caso
de aquellos reformadores que pretenden reformas ciertas prácticas o ideas en beneficio de su desarrollo).

78 Id., p. 41.

79 Id., p. 42.

181
Rachels sostiene que el punto clave para entender el Relativismo Cultural no se basa en cuestionar el sistema
de valores de una sociedad, porque normalmente, estos son normalmente compartidos por toda sociedad;
las costumbres, como manifestación de un pueblo para lograr este valor a través del tiempo, las cuales
pueden ser objeto de mejoramiento. El autor pone de ejemplo la costumbre de esquimales de decidir sobre
la vida de los hijos recién nacidos en la que la costumbre en casos extremos permite matar a las hembras.
Rachels nos explica sobre la necesidad de supervivencia como un valor en una comunidad en un ambiente
tan difícil, lo cual es entendible; sin embargo, la costumbre misma debe ser objeto de una revisión y
propuesta de modificación, como podría ser (a consideración del autor) el establecimiento de un sistema de
adopción.

De hecho, Rachels reconoce la existencia de reglas morales comunes a todo grupo humano porque
garantizan su propia existencia. Por ejemplo, el autor habla de que no existe ninguna sociedad que pudiera
aceptar el asesinato indiscriminado como forma de vida porque estaría atentando contra la existencia misma
del grupo y concluye con la idea de que no toda regla moral puede variar de sociedad en sociedad.

En este punto, Rachels se cuestiona sobre la existencia de un criterio cultural neutro para determinar si una
costumbre es correcta o no. En ese sentido, iniciar un análisis muy interesante del tema de la excisión (o
mutilación genital femenina) que es una práctica muy arraigada en más de una veintena de países en el
África. El tema es terriblemente polémico y Rachels (sin llegar a un juicio al respecto) hace una exposición
respecto a los pros y contras de esta práctica. Sin embargo, posteriormente, el autor reflexiona sobre esta
situación y nos propone una conclusión sobre estas situaciones: el criterio cultural neutro que debe imperar
en el análisis de una costumbre debe basarse en determinar si la práctica promueve o impide el bienestar
de las personas que se ven afectada por ellas. 80

La enseñanza más grande que nos quiere aportar Rachels con esta teoría se basa en la importancia de
desarrollar un sentimiento de entendimiento y tolerancia entre las distintas costumbres y prácticas
culturales, promoviendo de una manera pacífica el mejoramiento de las mismas. El punto que Rachels
critica con mayor ímpetu es que se den acciones de imposición e incluso agresión militar ante las culturas
distintas.

Por ello, Rachels nos presenta dos beneficios del Relativismo Cultural como postura hacia nuestra propia
vida: a) nos previene de la idea de que nuestra preferencias se basen en criterios morales absolutos (Rachels
nos dice que cualquier preferencia propia está marcada por nuestra propia y particular realidad cultural, la
cual es única) y b) mantener una actitud abierta hacia las distintas maneras de ser y vivir, evitando los
prejuicios.

El relativismo cultural parece ser una teoría extremadamente atractiva, en tanto nos permite encontrar una
multiplicidad de visiones en respuesta de un problema moral, que pueden tener una implicación en los
derechos humanos. Adicionalmente, parece a nuestra manera de ver sorprendente la manera en que Rachels
analiza esta teoría, en la que hace también una crítica interesante sobre los excesos y mitos que pueden
sustentarla.

Sin embargo, no debemos de dejar pasar que el Relativismo Cultural también puede tener elementos de
falsedad y de implicaciones muy riesgosas para el género humano, especialmente en aquellos casos en que
podemos caer en los excesos de un relativismo extremo; ya que entonces serían permisibles -bajo la
explicación de una costumbre distinta- actos que pudieran atentar contra la dignidad de la persona humana.
De hecho, aún con las buenas intenciones de Rachels de considerar solo válidas aquellas prácticas culturales

80 Id., p. 56.

182
que provoquen bienestar o beneficio a la persona en cuestión, el autor no nos aclara es el significado de
“bienestar” y en ese sentido, el alcance de las prácticas queda al arbitrio o interpretación personal, lo que
puede provocar una moral utilitarista o a conveniencia de quien lleva a cabo la práctica cultural.

Frente a la teoría del Universalismo adoptada por los gobierno liberales con algunas tendencias
expansionistas, el Relativismo Cultural ha sido adoptado por aquellas minorías de diversa naturaleza
(étnica, sexual, religiosa, etc.) y por gobierno militares nacidos de los conflictos intergrupales que pretenden
atacar a quienes piensen distinto. Bajo su lógica de diferencia, el relativismo extremo (que es una posición
a la cual se puede llegar de una manera muy fácil) puede provocar acciones que pueden llevar al genocidio
y las guerras de odio.

El autor que con mayor ímpetu ha cuestionado al Relativismo Cultural es Donnelly, quien dedica una parte
muy importante de su obra a atacar de una manera casi furiosa (y en algunas ocasiones, injusta) esta teoría.
Veamos algunos de los puntos que expone dicho autor. 81

Donnelly nos refiere a que la relatividad cultural es una realidad mundial. Para dicho autor, el Relativismo
Cultural radical señala que la cultura es la fuente única para validar un derecho o norma moral. Para el
autor, aunque el autor reconoce que puede existir un riesgo de imperialismo moral a partir del universalismo
radical, si fuera cierto que toda norma debe basarse exclusivamente en los aspectos culturales, no existiría
ningún derecho humano fundamentado en el hecho de que se posee por el simple hecho de ser persona. Por
lo que, a decir del autor, el concepto de ser humano carecería de cualquier significación moral. A este
respecto, Donnelly afirma que existe una moral universal que es reconocida en casi todos los países, sin
explicar los principios de dicha posición moral (pero que sospechamos que se refiere a la ideología liberal).
A este respecto, que existen algunos valores válidos a nivel intercultural, lo cual deja abierta la puerta para
negar terminantemente el Relativismo Cultural radical. De hecho, el autor apunta que, incluso en los
pueblos más alejados de los países del Tercer Mundo, se ha llevado a cabo una penetración de prácticas
modernas que garantizan la “occidentalización” de los mismos. Por tanto, para el autor, la justificación
ideológica del Relativismo Cultural está desapareciendo. Según este especialista, en muchas ocasiones el
Relativismo Cultural constituye una simple excusa de las élites gobernantes para justificar prácticas de
represión política e intolerancia.

A partir de estas afirmaciones, Donnelly continúa su exposición destinada a rebatir el tema de los derechos
colectivos y culturales, que constituyen a su decir la substancia del Relativismo Cultural.

Donnelly considera que es errónea la clasificación de los derechos humanos bajo un criterio biológico: la
primera generación de un grupo humano es substituido por el segundo y así subsecuentemente. Conforme
a Donnelly, de existir una tercera generación de derechos humanos, éstos por necesidad habrían de
prevalecer sobre los dos previos. El autor recuerda su posición en el hecho de que solo los seres humanos
pueden ser detentadores de derechos humanos y por tanto, toda vez que las prerrogativas de la tercera
generación son de carácter colectiva, significaría una desviación de la idea original de derechos humanos
y concluye de manera terminante que no deben considerarse como tales. Según Donnelly, los derechos
humanos se detentan contra el Estado, pero los derechos colectivos se detentan supuestamente contra todos
y cada uno de los grupos, lo cual brinda una conveniente base para los regímenes de carácter totalitario.
Esta desconfianza recurrente (casi obsesiva, podríamos decir sin temor de equivocarnos) de Donnelly hacia
los derechos colectivos le lleva a señalar que incluso prerrogativas de la tercera generación con un fin
supuestamente benéfico –como pudiera ser el derecho a la paz o al desarrollo- constituyen excusas para
llevar a cabo actos de represión por parte de gobiernos totalitarios.

81 DONELLY, op. Cit., pp. 165-182 y 215-239.

183
Posteriormente, Donnelly hace un análisis de los derechos culturales, los cuales consideran como asuntos
de carácter menor. Este autor señala que, aunque existieran ciertas controversias sobre los mismos, dado el
carácter de grupos minoritarios que no tienen fuerza y representatividad, la trascendencia de estos derechos
es limitada. De hecho, el autor señala que, al ser los derechos culturales prácticamente un “estilo de vida”
de una sociedad que no están reglamentados por un derecho humano, dichas prerrogativas tienen un carácter
residual.

Para Donnelly, los derechos sobre la identidad nacional es una pretensión absurda, ya que no es algo que
un Estado o comunidad pueda proporcionar (lo cual, en nuestro punto de vista no es cierto y basta ver los
excesos del nazismo ante la poblaciones conquistadas) y la única manera de protegerla es a través de los
derechos políticos y civiles. Por ello, Donnelly considera que estos derechos pueden representar un riesgo
de devaluar (junto con el reconocimiento de otros derechos de igual naturaleza) la idea y valor de los
derechos humanos en su conjunto. A decir del autor, por sí solo, el reconocimiento de un derecho humano
a la identidad cultural tendría poca o ninguna influencia, pero debemos mantenernos vigilantes ante los
potenciales peligros de reconocer nuevos derechos humanos para los cuales no existe una necesidad clara
y apremiante…. No necesitamos un derecho humano a la identidad cultural. 82

La crítica de Donnelly hacia la cultura y los derechos culturales nos parece descarnada, furiosa,
desinformada, tendenciosa e incluso ignorante. Siendo que la cultura constituye el principal parámetro y
fundamento -a decir del autor- del Relativismo, entonces, la crítica de este pensador se centra hacia un
desprecio de la cultura como derecho, reduciéndolo hacia una perspectiva de las minorías. Lo anterior no
es cierto, ni los derechos culturales tienen un carácter residual: todo derecho civil o político se ha dado
precisamente en un contexto cultural e histórico, por lo que no podemos pensar que uno estuviera separado
del otro. Lo que pasa es que, dado que muchos regímenes que se han opuesto a la política de los gobiernos
liberales ha esgrimido razones de identidad cultural, Donnelly ve la gran amenaza al reconocimiento de la
cultura como un derecho como una postura contraria a alcanzar la universalidad de los derechos sostenidos
por la tradición liberal. Pero también, la defensa de la identidad cultural ha sido un tema que se vuelve
obstáculos para regímenes totalitarios que pretenden imponer una sola idea de nación. La dinámica de la
cultura no es de confrontación; pero por supuesto, la cultura une a un grupo y le da identidad frente a otros
y evidencia la diferencia. Pero la diferencia en ningún momento es consecuencia lógica de confrontación:
existen muchas sociedades multiculturales que ha aprendido a vivir en un plano de respeto. Ante el
convencimiento de que la función de la Ley es garantizar una vida social armónica, nos parece que la crítica
de Donnelly es inconveniente y contribuye con muy poco al entendimiento de los derechos culturales.

2.2.7.3.- La condición diversa del hombre como ser cultural

Si algo que podemos concluir en el caso del Universalismo y del Relativismo Cultural, es que ambas
tendencias -por ser simplificadoras- son definitivamente limitadas. En el Universalismo encontramos una
especie de dogma que rechaza la idea comunitaria, la trascendencia de la cultura y que tiene como
pretensión de que exista una sola ideología a nivel mundial, basada en la idea de una constante
confrontación entre el sujeto individual y el Estado. El Relativismo Cultural, aunque bien intencionado,
establece que la calificación moral de las acciones humanas puede ser flexible e incluso, permisible en la
realización de actos que pudieran tener consecuencias perjudiciales para un tercero o la comunidad.

Sin embargo, consideramos que podemos encontrar dos aspectos comunes en ambas teorías: por un lado,
se refieren a los derechos culturales a partir de la idea de las minorías y la diferencia como un aspecto
controvertido y por último, ambas teorías se limitan a la relación del individuo con el Estado, como
fundamento de análisis.

82 DONELLY, op. Cit., pp. 238-239.

184
La realidad es que ambas teorías están equivocadas en cuanto a estos puntos:

a) Por una parte, el análisis de los derechos culturales no puede partir del tema de las minorías porque la
cultura es una condición humana de cualquier sociedad. Hay sociedades que tienen orígenes comunes y
donde las diferencias no son tan relevantes: en tal caso, ¿no existirían derechos culturales para esa población
mayoritaria? La respuesta sería que si existen. Entonces, es una falacia que los derechos culturales estén
relacionados exclusivamente a las minorías, porque la cultura es una condición de cualquier sociedad,
siendo mayoritaria o minoritaria.

b) En cuanto al concepto de diferencia, consideramos que es errónea la visión con que se aborda este tema.
La alteridad es una condición humana que se encuentra presente en cualquier momento de la vida social a
partir del reconocimiento de la propia individualidad de un sujeto en el grupo. Es una condición cotidiana
que obliga al hombre establecer, por una parte, la forma en que debe relacionarse con el otro y resolver los
conflictos que nacen de dicho vínculo. Es un tema normal y permanente de la vida de un hombre en la
comunidad y no una situación de excepción.

c) Por último, es errónea la idea de que la única manera de analizar el tema de los derechos culturales sea a
partir de la relación entre el sujeto individual y el Estado: en la realidad social, existen muchas realidades
intermedias entre la persona y el órgano de gobierno. Ambas teorías no nos presentan la consideración de
que el hombre puede establecer relaciones con otras instancias sociales que permitirán el mejor
entendimiento de los derechos culturales.

Pero encontramos un punto común o de contacto entre ambas tendencias ideológicas: tanto Rawls, como
Donnelly y mucho más Habermas, aceptan la existencia de esta condición de diversidad en el mundo actual,
estableciendo un trato de cierta condescendencia; mientas que Rachels también acepta la existencia de
ciertos principios morales aceptados por todas las comunidades. Por tanto, tenemos un punto desde el cual
partir.

Desde nuestro punto de vista, tenemos que reforzar la idea de la diversidad por encima del concepto de
diferencia. Esta segunda idea -que estoy seguro que ha provocado mayor obstáculo para encontrar un punto
medio- se ha alimentado de una idea de separación creando una moral impuesta desde fuera y con la
convicción de encontrar enemigos entre aquellos que no comulgan con las mismas ideas.
Desafortunadamente, en el marco de estas discusiones, el elemento político ha contaminado el ambiente.
La diversidad implica la aceptación de que este mundo se encuentra conformado por la riqueza de
expresiones, visiones y soluciones, como parte de la condición humana y social.

Tanto el Universalismo como el Relativismos Cultural reconocen dos aspectos fundamentales: que el tema
de los derechos humanos se dan en un contexto social y por otra parte, que como toda sociedad existen
personas o grupos pensando o interpretando la realidad de manera distinta. Esto parecería que confirma lo
expresado por el Relativismo Cultural. Pero también, existen principios y parámetros que están aceptados
y asumidos por todos los miembros del grupo que permiten la cohesión social y la convivencia. Inclusive,
si aceptáramos que la libertad y la igualdad resultaran los valores fundamentales a tomar en consideración
-como dice el Universalismo-, entonces, debiéramos concluir que toda persona como miembro de una
comunidad tiene la posibilidad de escoger la forma de manifestación cultural que desee asumir , aun en
contra de quienes piensen diferente. ¿Cuál sería el límite de esta decisión personal? Desde luego, la dignidad
humana, aún y cuando signifique un beneficio o no para la persona. Por eso resulta trascendente que existan
mecanismos de diálogo que permita esta coexistencia entre los diferentes (a los que llamaría “diversos”).
El discurso de la diversidad cultural pudiera describirse en una especie de rompecabezas de múltiples
colores. Solo bajo una visión integral que aprovecha la totalidad de las piezas a partir de las maneras en que
embonan con las otras (que por cierto, tienen su propia individualidad) podemos entender la imagen

185
completa. La diversidad cultural es la imagen que nos presenta el rompecabezas; la manera en que embonan
las piezas es lo que se llama interculturalidad y se alimenta principalmente del diálogo entre culturas (es
decir, cada pieza en lo individual). Es por ello que no es con la imposición moral, ni con una posición de
flexibilidad cómplice, que se puede logra este panorama.

El filósofo mexicano Mauricio Beuchot, en su obra Interculturalidad y Derechos Humanos propone la


revisión de estas problemáticas bajo un criterio de pluralismo cultural analógico que se fundamenta en la
idea de proporcionalidad, como nos comenta a continuación:

Al modelo de pluralismo cultural que propongo lo que llamado analógico, porque analogía significa
proporcionalidad, y deseo que este modelo salvaguarde las porciones convenientes y justas de diferencia e
igualdad, del comunitarismo e individualismo, de asimilación y resistencia, de modo que logre también el
equilibrio prudente entre derecho consuetudinario de las minorías étnicas y los derechos humanos
universales, esto es, que realice el equilibrio entre particularismo y el universalismo. Tal es la idea de
proporción. La analogía o proporcionalidad intenta respetar lo particular dentro de los límites que imponen
los derechos humanos; un límite analógico, un punto de oscilación y de equilibrio dinámico, donde los
derechos humanos son cribados y examinados con el criterio y pauta de los derechos humanos. Lo que no
se ajuste a ellos deberá ser modificado o incluso erradicado. La misma práctica de los derechos humanos
en los diferentes pueblos será analógica, no unívoca (pero tampoco equívoca o completamente relativizada);
y los universales análogos exigen salvaguardar las diferencias de sus elementos constitutivos. 83

La UNESCO, su la Declaración sobre la Diversidad Cultural y la Convención sobre la Protección y


Promoción de la Diversidad de Expresiones Cultura –documentos que ya hemos citado y transcrito a lo
largo de este capítulo- comparte estas ideas: diversidad cultural, tolerancia, rechazo a la discriminación,
respeto a las libertades y derechos fundamentales, así como la promoción del diálogo intercultural. Desde
luego, tenemos que entender que se necesitará escribir mucho más sobre estas ideas, especialmente porque
son tremendamente nuevas, pues datan de menos de una década.

Sin embargo, nuestra opinión es que en esta discusión no debemos de dejar de considerar los criterios que
hemos definido en este trabajo con relación a la cultura en su incidencia social: el criterio testimonial, el
criterio de significación, el criterio de utilidad y el criterio de desarrollo.

Pasaremos, entonces, a analizar el objetivo de nuestro trabajo: el derecho humano y social al Patrimonio
Cultural; que desde luego resulta un tópico muy interesante por tratarse de bienes materiales e inmateriales
que cuentan con un contenido cultural-valorativo primordial y que en consecuencia, sufren en su integridad
los efectos de estas discusiones que hemos expuesto hasta ahorita.

2.3.- Conclusiones

Podemos afirmar que este capítulo ha sido muy rico en cuanto a los conceptos y problemáticas que hemos
analizado y por supuesto, en la utilidad que nos representa para el desarrollo de nuestro trabajo.

Por una parte, en este capítulo hemos podido comprobar que el concepto de derechos humanos ha sufrido
una evolución transitando de la individualidad en contradicción con el Estado a una demanda social de la
que el órgano estatal es el principal garante. Esta evolución –vale la pena señalar- los pasos y procesos se
han acelerado de una manera exponencial. La idea de los derechos humanos, en su perspectiva de derechos
civiles y políticos, perduró por más de 150 años y hace 50 años, no se hablaba de los Derechos Económicos,
Sociales y Culturales de una manera tan definida como ahora. Al día de hoy, en tan solo 5 décadas, ya se
hablan de dos nuevas generaciones de derechos humanos e incluso, nuevas realidades (como los derechos
reproductivos o informáticos) forman parte de la agenda en materia de derechos humanos de muchos países.

83 BEUCHOT, Mauricio. Interculturalidad y Derechos Humanos, 1ª reimpresión, Siglo XXI Editores, S.A. y UNAM. México, 2009, p. 59.

186
Otro aspecto a destacar es la manera en que los derechos humanos y sociales se han vuelto más específicos,
precisamente porque son grupos más reducidos los que reclaman el reconocimiento a sus prerrogativas.

También podemos encontrar una revisión respecto al papel que el Estado juega en la dinámica de los
derechos humanos y sociales. En los primeros estadios, los derechos humanos parecen constituirse en la
manera en que el ciudadano podría defenderse de los abusos del Estado. Ahora, los derechos humanos y
sociales más modernos entienden que el Estado debe volverse el principal obligado y garante de las
condiciones que permitan el desarrollo de dichas prerrogativas.

Por último, no podemos dejar de reconocer que por ser un proceso que se ha dado en el ámbito internacional,
el desarrollo de los derechos humanos está fuertemente vinculado con las grandes problemáticas que viven
las naciones del Orbe y la acción de las ONG´s.

En el ámbito de los derechos culturales, podemos afirmar que un descubrimiento general que hemos
realizado en este capítulo es reconocer que no existe un solo derecho de acceso y disfrute a la cultura: la
cultura es un hecho y condición humana tan compleja que no puede agotarse en una sola prerrogativa
general que además suena a algo ajeno o lejano a quienes son miembros de un grupo cultural. Si algo
caracteriza a la cultura es que es un hecho cotidiano y comunitario que se da desde el nacimiento de todo
ser humano.

Por ello, parte importante de este capítulo fue definir aquellos derechos culturales que debieran ser
reconocidos por la legislación de cualquier país; con una especial mención de que el derecho humano y
social al Patrimonio Cultural se encuentra en ese listado de derechos culturales. Es así que nuestra materia
de estudio encuentra un lugar en el mundo jurídico. Sin embargo, podemos afirmar que no en todos los
países, dichas prerrogativas han sido aceptadas y reconocidas.

En el caso de nuestro país, hemos experimentado el reconocimiento de los derechos culturales de las
comunidades indígenas y un concepto general de derecho a la cultura sin que exista una definición muy
clara sobre los mismos, lo cual reduce su posibilidad de aplicación efectiva. También revisamos la situación
que establecen las Constituciones estatales, en las que podemos encontramos propuestas muy interesantes
en esta materia.

Por último, en este capítulo sometimos el concepto de derechos culturales contra aspectos muy importantes
en el ámbito de la realidad internacional. Por una parte, una gran controversia que se da en el ámbito
mundial tiene que ver son la diversidad cultural y la multiculturalidad. Por otra parte, se analizaron los
derechos culturales en relación a los criterios que manejan el Universalismo de los derechos humanos y el
Relativismo Cultural.

Lo que pudimos encontrar que es ambas controversias (la diversidad vs el multiculturalismo y el


Universalismo vs el Relativismo Cultural) no existe un entendimiento real de la condición humana: lo que
define nuestro tiempo no es la diferencia sino es la riqueza de la diversidad de la existencia humana y de
sus testimonios materiales e inmateriales. Frente a estas circunstancias, las posiciones intolerantes no son
aceptables. Es por ello que podemos afirmar que este capítulo ha servido para entender que el derecho
humano y social al Patrimonio Cultural está totalmente involucrado en las grandes discusiones de nuestros
tiempos y en el futuro de las políticas públicas futuras.

187
Capítulo Tercero:

El Derecho al Patrimonio Cultural

Sus huellas sobre la tierra te enseñarán su historia


como si lo vieras con tus propios ojos.

Ibn 'Iḏārī, El Marrecoxi

Al-Bayan al Mughrib, 1312

188
3.0.- Introducción

Este capítulo es fundamental en la medida que constituye el punto de encuentro entre los dos capítulos
anteriores, ya que el primero se refirió al Patrimonio Cultural, mientras que el segundo a los derechos
culturales. En este capítulo nos abocaremos a entender la naturaleza del derecho al Patrimonio Cultural,
mediante un análisis en primer lugar de los antecedentes legales nacionales, la regulación actual tanto a
nivel federal como local. A partir de lo anterior podremos proponer una definición y analizar los elementos
más importantes de esta prerrogativa inserta en un régimen legal. Por último, estudiaremos los mecanismos
existentes para su protección ya sea en la vía jurisdiccional y en la vía de amparo.

3.1.- Más que un derecho

A lo largo de este trabajo hemos partido de dos vertientes.

La primera se refiere a explicar qué es el Patrimonio Cultural, su origen, sus valores, su trascendencia y los
riesgos que lo envuelven. El Patrimonio Cultural no es un concepto que sea fácil de definir y que la
naturaleza de los bienes que integran ese acervo puede ser tangible o intangible. También pudimos ver que
la dimensión del Patrimonio Cultural es mucho más compleja de lo que pudiésemos percibir a primera
instancia, en virtud de que existen cuatros valores que sirven de base al análisis de este acervo, los cuales
debemos agrupar en dos categorías: a) valores internos (la cualidad testimonial y la cualidad de
significación) y b) los valores externos (que están relacionadas a las cualidades de uso y el valor de
desarrollo). Por último, en el marco del análisis del Patrimonio Cultural, hemos encontrado algunas
tendencias que desvirtúan al Patrimonio Cultural: tráfico ilícito de bienes culturales, destrucción de los
bienes culturales, la falsificación de dichas obras, la manipulación con fines políticos, el desprecio por la
Patrimonio, la mercantilización del Patrimonio, la sacralización y la despreocupación por el futuro de este
acervo.

Por otra parte, también analizamos las tendencias actuales en materia de derechos humanos, explicando sus
antecedentes y en qué consisten los llamados derechos de primera, segunda y tercera generación. Con el fin
de ubicar a los derechos culturales en este amplio universo, explicamos los llamados derechos económicos,
sociales y culturales, así como aquellos a los cuales se les denominó “derechos difusos”. A partir de estas
consideraciones definimos los derechos culturales y hemos detectado que no existe un solo derecho a la
cultura, sino que existen muchos derechos culturales, todos ellos muy complejos y con implicaciones muy
amplias. Los derechos culturales, en sí mismos, traen consigo una serie de problemáticas muy interesantes
de discutir; de hecho, apuntamos que los valores internos y externos del Patrimonio Cultural también
pueden aplicarse con los demás derechos culturales, aunque en unos casos las cualidades pueden tener
distinto peso, dependiendo de la naturaleza, los actores y el objeto de protección. Pero igualmente
analizamos que los derechos culturales contienen situaciones que siguen siendo muy debatidas y que
requerirán de un mayor análisis y reflexión como puede ser su titularidad individual y social, los debates
que se refieren al multiculturalismo y a la diversidad cultural y por último, la controversia surgida entre las
tendencias del Universalismo y del Relativismo Cultural.

En este capítulo deseamos encontrar los puntos de contacto entre ambas exposiciones y que se basan en las
siguientes consideraciones:

a) El Patrimonio Cultural no es solamente un derecho, es una realidad y una posibilidad. El Patrimonio


Cultural, en algunas de sus acepciones más básicas es entendido como una herencia que hemos recibido de
nuestros antepasados y que tiene posibilidades de ser transmitido para el futuro si es que lo consideramos
algo valioso y digno de conservarse. El Patrimonio Cultural es una elección y decisión sobre algo que
hemos recibido y queremos transmitir. De hecho, podemos afirmar, sin lugar a dudas, que la noción del
derecho al Patrimonio Cultural es fácilmente rebasado por las realidades del propio Patrimonio Cultural:

189
aun y cuando el derecho al Patrimonio Cultural no se reconociera como una prerrogativa legal, el
Patrimonio Cultural sería reconocido y protegido por parte de quienes lo aprecian y protegen. A
comparación de la génesis de los derechos humanos de primera generación, es decir, los derechos civiles y
políticos que nacieron de la necesidad de reconocer y respetar aspectos que el Estado no otorgaba e incluso
perseguía a los ciudadanos (como pudiera ser la libertad de expresión o el derecho de asociación); los
derechos culturales -y en especial, al Patrimonio Cultural- se refiere al reconocimiento de situaciones que
están dadas en la realidad actual y que no han requerido de la acción del Estado para su creación, existencia
y continuidad: el uso de una lengua, la existencia de zonas arqueológicas o el reconocimiento de la obra de
un artista son cuestiones que trascienden a la acción misma del órgano estatal.

b) El Patrimonio Cultural, como un derecho, no puede entenderse bajo una dimensión de confrontación
entre el ciudadano contra el Estado. En el caso de los derechos políticos y civiles, el análisis parece muy
claro: cuando se otorga el derecho de libre voto a un ciudadano, la cuestión radica en que anteriormente
esta prerrogativa, no existía. En este caso, existía una cuestión de contradicción entre el Estado y el
ciudadano. Pero en el caso del Patrimonio Cultural, las controversias podrían ser más complejas, toda vez
que involucran algunas cuestiones culturales con intereses y visiones no necesariamente culturales: por
ejemplo, ¿cómo resolver los problemas de vivienda en los centros históricos de las ciudades?, ¿cómo
promover la actividad turística en las zonas arqueológicas sin que represente un riesgo a su integridad y
autenticidad? ¿cómo proteger los conocimientos de herbolaria de las comunidades indígenas que son objeto
de un plagio para ser destinados a la fabricación de medicamentos por parte de las empresas farmacéuticas
internacionales? La conclusión sobre estas consideraciones es que el derecho al Patrimonio Cultural tiene
una composición multidisciplinaria que no se pueden limitar a una relación entre el Estado y el ciudadano,
sino que existen muchos otros sectores sociales que puede impactar en la conservación del Patrimonio
Cultural ejerciendo de una manera legítima sus derechos y que no están orientados hacia la protección de
los bienes culturales. En este caso, las discusiones se vuelven mucho más complejas, porque –como hemos
visto en el capítulo primero- existen muchos argumentos que muchos sectores sociales consideran como
válidos para justificar la alteración y destrucción del Patrimonio Cultural. El mensaje que nos manda el
Patrimonio Cultural como un asunto que no puede reducirse en una simple relación del ciudadano contra el
Estado, ni siquiera en un derecho era omnes. Pretender una simplificación de Esta simplificación es
totalmente inconveniente.

Veamos por ejemplo, las siguientes consideraciones de la psicóloga social Dra. Graciela Mota, en su obra
Psicología, Arte y Creación que a continuación transcribimos:

El arte puede ser explicado desde diferentes perspectivas: psicológica, sociológica, histórica, económica,
estética o cultural; sin embargo, cada vía reafirma que ninguna agota el fenómeno artístico.

Lejos de un nicho agotado por la vanidad de los mercados, el arte continúa siendo el motivo de reflexión y
audacia, de ironía y repliegue, de interrogación y paradoja de muchos que en su momento han comprendido
que lo bonito, ha caído en el dominio del utilitarismo y la subordinación de un mundo superado desde el siglo
XIX…

Desde este horizonte de interrogación, el arte representa lo ilimitado, que precisa dominio técnico pero que
no se reduce a él. La perfección del arte no radica en la destreza. Se apoya en ésta para dar paso a la idea o
forma estética que rebasa los límites de lo común. Hacer mucho ruido no es música, lo mismo que hacer
rayones no es iluminación plástica. Tanto la música como la pintura forman parte de una tradición y en todo
caso, una obra debe ir más allá de lo ya alcanzado.

En el despejar de esta incógnita, consiste…el ponerse en camino hacia… de la creación artística. Si la


tradición se detiene, habrá que conquistar en “la forma” el sentido de un nuevo diálogo. Suponer que el
voluntarismo libertario de la originalidad, conduce al arte, es negar el reto que el arte ha aportado como
diálogo permanente. El monólogo y la unilateralidad no conducen a la originalidad, sino a la distracción...

190
Desde este nivel, la psicología del arte ha estado obligada a vincularse a otras disciplinas como la
sociología, la psicofisiología o la semiótica para comprender el cómo es que se compone la estructura del
evento estético, y poder delimitar su objeto de investigación en torno a las siguientes seis perspectivas:

1. Perceptual: donde la obra de arte, como cualquier otro objeto puede ser percibida por nuestros sentidos.
El arte es la recepción de estímulos complejos. La relación evolutiva determina la asimilación de nuestras
estructuras y receptores.

2. Semántica: donde la obra de arte nos relata en su contemplación un proceso de pensamiento que es previo
a toda reflexión posible, porque conduce a una dimensión simbólica destinada a situar un orden de
significado. En este nivel, el arte pone de relevancia una forma innovadora de creatividad y solución de
problemas.

3. Estética: donde la obra de arte nos conduce a transformar el orden del significado del objeto estético, en
un juicio de placer y de goce. Desde aquí surge el plano de la vivencia estética y con ello, el sentido del arte
como aprendizaje y conocimiento.

4. Social: donde el arte se explica y se comprende a través de las relaciones socioculturales. Una sociedad
puede ser estudiada a partir de la complejidad en el tipo de gustos que tenga y defina como preferencias.

5. Clínica: donde la obra de arte nos permite detectar procesos de la personalidad del creador, así como
también, el análisis de rasgos psicopatológicos del artista o del espectador, que redundan en el diseño de
opciones terapéuticas para superarlos.

6. Colectiva y de la afectividad: donde la estética revela la forma y contenido de la construcción social


pragmática de la vida cotidiana. Las relaciones supraindividuales especializan su contenido en los escenarios
semipúblicos y semiprivados de la sociedad, a través de formas afectivas más que reflexivas. La colectividad
como fenómeno de lo humano, emerge a partir de su sentido estético. 1

Como la Dra. Graciela Mota nos menciona: el arte –que es parte del Patrimonio Cultural de una nación- es
un aspecto de mucha complejidad y que debe observarse de una perspectiva mucho más amplia porque está
totalmente relacionada a la realidad cotidiana del ser humano en cuanto a su relación con el grupo social.

Por otra parte, el filósofo mexicano Roger Bartra en su obra Cerebro y Libertad. Ensayo sobre la moral, el
juego y el determinismo trata de explicar las razones por las que debemos de reconocer al libre albedrío
como un fundamento de la naturaleza humana, nos señala lo siguiente:

Las expresiones artísticas, literarias y musicales –que tienen como base estructuras simbólicas de
comunicación- pueden ser consideradas como formas mediante las cuales la conciencia es capaz de expresar
de expresarse libremente y de tomar decisiones que desencadenan procesos causales de gran creatividad,
innovadores e irreductibles a explicaciones deterministas”. 2

¿Qué nos transmiten ambos autores? Desde nuestro punto de vista, ambos nos aportan la idea de que la
cultura como actividad humana trasciende incluso la materia propia de los derechos humanos. En otras
palabras, cuando se instituyó la libertad de expresión como un derecho humano, es porque la misma no se
reconocía y que la expresión de ideas contrarias en contra de un gobierno o una institución podría ser objeto
de una censura y persecución. La evolución de los derechos humano se dio precisamente en un ir ganando

1 MOTA BOTELLO, Graciela Aurora. Psicología, Arte y Creatividad, 1ª ed., Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología de Nuevo León y Centro
de Altos Estudios e Investigación Pedagógica (CECyTE NL-CAEIP). Monterrey, 2011, Colección Altos Estudios No. 33, pp. 7-8, 29-30.

2 BARTRA, Roger. Cerebro y Libertad. Ensayo sobre la Moral, el Juego y el Determinismo, 1ª ed., Fondo de Cultura Económica. México, 2013,
Colección Cenzontle, pág. 70.

191
y reconociendo prerrogativas que ampliaron al esfera jurídica, política, civil, social o económica de las
personas y también de los grupos.

Pero en el caso de los derechos culturales (y muy particularmente del Patrimonio Cultural) la realidad es
que la cultura existe, se practica, es valorada, se conserva, se expande y es recreada y su necesidad de ser
reconocida como una prerrogativa humana y social radica en el hecho de que existen decisiones
gubernamentales o privadas que pretenden impedir, alterar, manipular o negar la posibilidad de que el
hombre o los pueblos puedan desarrollar su naturaleza como ser cultural, que -como vimos de la lectura de
los textos de Graciela Mota y Roger Bartra- representan aspectos multifacético y compartido por cualquier
ser humano. En este sentido, muchas expresiones culturales tienen un sentido liberador para ser humano,
tanto en lo individual como en lo colectivo. La defensa de los derechos culturales tienen como objetivo
principal devolver al hombre y a una comunidad su posibilidad de este libre desarrollo de su actividad
cultural: si se reconocen los derechos culturales de minorías, es porque las políticas de los gobiernos no
establecen condiciones e incluso prohíben que una comunidad minoritaria puede llevar a cabo aquellas
prácticas que le dan unidad y sentido y es necesario establecer mecanismos para garantizar una situación
exactamente distinta; si es necesario establecer medidas para defender un idioma nacional, es porque existen
políticas gubernamentales que prohíben el uso de ciertas lenguas (como pasó con el uso del catalán y el
vasco en la España franquista o las dificultades de la educación bicultural en un país que recibe una alta
inmigración, como es el caso de Estados Unidos) o simplemente son ignoradas (como sucedió por muchos
años en nuestro país con la diversidad lingüística de nuestras comunidades indígenas); si se requiere
proteger la integridad de un centro histórico, se debe a qué existen muchas presiones por parte de muchos
sectores con el fin de alterar, modificar o destruir una serie de construcciones y espacios con valor histórico
con el fin de utilizarlos con fines comerciales o de especulación inmobiliaria; o por último, si es necesario
establecer mecanismos para detener el saqueo arqueológico, es porque nos encontramos con un mercado
internacional del arte que pretende ofrecer a los coleccionistas una diversidad de piezas y obras artísticas
sin importar el origen de las mismas por las ganancias que pueden generar.

El Patrimonio Cultural constituye seguramente la categoría de los derechos culturales que resulta mucho
más vulnerable porque, en tanto en su dimensión material como inmaterial, es fácilmente destruible o
alterable. En los centros históricos o monumentos, por ejemplo, basta proceder a la demolición de edificios
e incorporación de arquitectura nueva para destruir el testimonio material de una época histórica en el caso
del Patrimonio Cultural Material (como está sucediendo en estos momentos en el Centro Histórico de
Puebla en donde se están destruyendo muchas construcciones patrimoniales para instalar un teleférico) o
bien, los procesos de transculturización que pueden provocar una alteración del Patrimonio Cultural
Inmaterial (como es el caso de la pérdida de la tradicional festividad de fiesta de muertos por el la práctica
del Halloween, tan extraña en nuestra cultura mestiza).

A partir de las siguientes consideraciones, podríamos intentar establecer la definición del derecho al
Patrimonio Cultural e iniciar un análisis sobre esta prerrogativa. Sin embargo, tenemos que reconocer las
siguientes situaciones de especial importancia: existe una legislación en materia de protección del
Patrimonio Cultural que data de más de un siglo y que, sin embargo, el reconocimiento del derecho a la
cultura en nuestra Constitución Política Federal es muy reciente (menos de cinco años) y que el texto
constitucional no contempla expresamente cuál es la misión del Estado frente al Patrimonio Cultural.
Durante los años de existencia de la legislación del Patrimonio Cultural se ha desarrollado una cultura
jurídica con una serie de aciertos y también temas que deben ser revalorados. En todo caso, para definir lo
qué significa el derecho al Patrimonio Cultural debemos identificar estos principios, correctos o incorrectos,
que fundamentan la acción del Estado en esta materia.

Por tanto, queremos proponer que el análisis de este tema parta de lo que contamos en este momento,
analizando los antecedentes históricos y la legislación actual, con el fin de analizar los principios que la

192
normatividad mexicana ha establecido con relación a este punto y posteriormente, desarrollar los
fundamentos que sirvan para entender esta prerrogativa social y humana.

3.2.- Evolución histórica de la protección del Patrimonio Cultural en México

La idea de hacer un breve recorrido histórico sobre la legislación mexicana en materia Patrimonio Cultural
tiene como objetivo identificar aquellas ideas comunes que han alimentado la acción de las autoridades a
través del tiempo. Para tal efecto, parte de esta descripción histórica la tomaré como base una obra escrita
previamente por el suscrito denominada El Derecho del Patrimonio Histórico-Artístico en México. 3

Durante el Virreinato, la finalidad que motivó la conservación de los restos de las culturas nativas era
principalmente económica, como señalan las investigadoras Sonia Lombardo de Ruiz y Ruth Solís Vicarte:

... la legislación sobre monumentos u objetos antiguos en la época colonial, no tuvo sentido de protección del
patrimonio cultural, sino que, originada en los primeros años de la Colonia, estaba dedicada a asegurar a la
Corona su parte correspondiente en los hallazgos de los tesoros… 4

La Primera Ley de Indias especifica que, por donación de la Santa Sede, las "Indias Occidentales, Islas y
Tierra firme del Mar Océano" pertenecían a la Real Corona de Castilla y no podrán ser separadas, desunidas
ni divididas, en todo o en partes, ni sus ciudades, villas poblaciones en favor de una tercera persona.

Podemos encontrar, dentro de las Leyes de Indias, normas jurídicas destinadas a garantizar los derechos y
utilidades sobre la tierra del Nuevo Mundo a favor de la Corona Española y que abarcaba restos de oro,
plata y demás metales preciosos que podían encontrarse casi en la superficie o a flor de tierra en esa época:

a) La Ley ij de 4 de septiembre de 1536 disponía que le correspondía a la Corona el 50% de los tesoros
hallados en sepulturas, oques, templos, adoratorios, heredamientos de los indios, habiéndose descontado
previamente los derechos por la extracción (el uno y medio) más el quinto real.

b) La Ley iij de 3 de febrero de 1537 ordenaba que antes de practicar cualquier extracción a los tesoros
encontrados, el descubridor debería dar aviso a las autoridades (el Oficial de la Real Hacienda o el teniente)
a fin de que se registrara el lugar. En caso de incumplimiento el infractor perdería en favor de la Corona la
parte que le correspondiera.

c) La Ley iiij de fecha 5 de junio de 1573 indicaba que en caso de que algún indígena descubriera algún
tesoro enterramiento, guaca o mina, se guarde con ellos lo mismo que la que regula la legislación en materia
de tesoros con respecto a los españoles, sin hacer diferencia con respecto a lo anterior.

d) La Ley V, fechada en Madrid el 27 de Febrero y en el Pardo el 17 de octubre de 1575, determinaba que


los Visitadores nombrados por los Virreyes, Presidentes y Audiencias en sus territorios no tendrán ningún
derecho en cuanto a los tesoros de los pueblos nativos, por lo que dicho tesoros deberían ser aplicados a la
Real Hacienda para su venta en pública almoneda, pudiendo otorgarse a los Visitadores autores del dicho
descubrimiento alguna merced, siempre y cuando se dé aviso.

3 BECERRIL MIRÓ, José Ernesto. El Derecho del Patrimonio Histórico-Artístico…, pp. 48-58.

4 LOMBARDO DE RUIZ, Sonia y SOLIS VICARTE, Ruth. Antecedentes de las Leyes sobre Monumentos Históricos (1536-1910), 1ª ed., INAH.
México, 1988, Colección Fuentes, p. 13.

193
d) Por último, la Ley j. de fecha 11 de diciembre de 1595 establece una serie de obligaciones para aquellas
personas que pretendan encontrar tesoros a su costa, cumpliendo con la obligación de acordar lo anterior
en primer lugar con el Rey, Virrey, Presidente o Gobernadores la parte que le corresponderá de los
descubrimientos, debiendo garantizar cualquier daño que se provoque en las casas, heredades o posesiones
de los dueños donde se presuma que se encuentre el tesoro. La autoridad nombrará una persona de
confianza para que asista y dé cuenta de lo descubierto a fin de otorgar la contraprestación que corresponda
al descubridor y recaudar las contribuciones correspondientes. Corresponderá a las autoridades prestar todo
el auxilio necesario al descubridor para allanar las casas, heredades o posesiones en las que se presuma la
existencia de un tesoro y dar debido cumplimiento a esta Ley.

Como una consecuencia indirecta de esta regulación, fue posible rescatar y proteger algunos vestigios de
las culturas nativas.

En las primeras décadas del México independiente, la necesidad de fortalecer la noción de una
“nacionalidad mexicana” fundamenta la política de los gobiernos de nuestro país, fortalece la idea de
reconocer y proteger el Patrimonio Cultural de nuestro país:

"La construcción de la historia patria generó la necesidad de estudiar los objetos culturales, descifrarlos e
interpretarlos, conservándolos a su vez, como testimonio de esa historia; en ese momento comienza a gestarse
el concepto de patrimonio cultural, aunque no con ese nombre, sino como un bien que tiene un valor dentro
del sistema de valores simbólicos establecidos, para la reproducción del propio sistema. En esa época, a
instancias del mismo Lucas Alamán, comienza a definirse una política cultural emitiendo leyes y creando
instituciones que se ocupen del cuidado y estudio de las <<antigüedades>>, así como construyendo espacios
para su custodia -los museos-, que las guardan como tesoros nacionales." 5

Lucas Alamán es el precursor de la legislación en materia de Patrimonio Cultural, pues promueve la emisión
del Decreto de fecha 18 de marzo de 1825 por el que se ordena la creación de un Museo Nacional y
posteriormente, impulsa la expedición de la Ley del 16 de noviembre de 1827, referente al Arancel para
las Aduanas Marítimas y Fronteras de la República Mexicana en cuyo artículo 41 se dispone una
prohibición expresa de exportación de los monumentos y antigüedades mexicanas.

El primer antecedente sobre nuestra materia es el proyecto de Ley relativa a la Conservación de


Monumentos Arqueológicos de 28 de agosto de 1862, propuesto por el Presidente del Gobierno
Conservador Félix Zuloaga, la cual señala en su exposición de motivos que pretende devolver a la Nación
Mexicana el dominio de los monumentos arqueológicos que anteriormente pertenecían a la Corona
Española, estableciendo medidas para combatir los saqueos de los sitios arqueológicos, ordenando la
vigilancia de dichas zonas a todas las autoridades políticas y judiciales y considerando a los infractores
como contrabandistas. A los propietarios de los predios en los que se encontrarán bienes arqueológicos se
les concedía la posesión de los mismos, siempre y cuando no los exportaran y se les diera aviso del
descubrimiento a las autoridades políticas y judiciales. Por las condiciones propias del país, este intento
nunca fructificó.

El gobierno de Porfirio Díaz representa una nueva etapa en la legislación del Patrimonio Cultural en nuestro
país, ya que se crea la figura del Inspector y Conservador de Monumentos Arqueológicos y cuyas
atribuciones se definen en el comunicado de la Secretaria de Justicia e Instrucción Pública de fecha 17 de
octubre de 1885. Las principales funciones del inspector de los monumentos arqueológicos eran controlar
todas las actividades relacionadas con la conservación de monumentos y bienes históricos y arqueológicos,
además de evitar toda excavación o traslación que no cuente con previa autorización oficial. De igual forma,
se facultaba al Inspector de Monumentos para administrar todos los objetos que fuesen adquiridos,

5 LOMBARDO DE RUIZ, Sonia. La Visión Actual del Patrimonio Cultural…, op. Cit., p. 168.

194
recuperados o decomisados por el Gobierno Federal y remitirlos al Museo Nacional. El Inspector de
Monumentos arqueológicos podía nombrar auxiliares e inspectores honorarios, quienes ejercían estas
funciones de manera gratuita. Por primera vez en nuestro país, podemos ver la creación de un órgano
especializado en la materia.

El día 11 de mayo de 1897 se promulgó la Ley sobre Monumentos Arqueológicos que declara como
propiedad de la Nación todos los monumentos arqueológicos, ordenando que éstos no podrían ser
explorados, removidos, ni restaurados sin autorización expresa del Ejecutivo Federal. Adicionalmente, se
prohíbe la exportación de estos bienes cuando no contarán con la autorización respectiva. Esta Ley
contemplaba la posibilidad de expropiar, por causas de utilidad pública, los predios en los que se
encontraran monumentos arqueológicos, siempre y cuando el Gobierno Federal se encargara de restaurarlos
y conservarlos.

La primera norma relacionada con el Patrimonio Cultural en el siglo XX es la Ley sobre Conservación de
Monumentos Históricos y Artísticos y Bellezas Naturales del 6 de abril de 1914. Dicha ley establece como
un asunto de utilidad pública nacional, la conservación de los monumentos, edificios, templos y objetos
artísticos e históricos que existen actualmente o de los que lleguen a existir en lo sucesivo. Los bienes
comprendidos dentro de este ordenamiento eran aquellos que revistieran algún valor o interés nacional,
desde el punto de vista de la historia o el arte. Se establecía un inventario de los bienes culturales, la
imposición de restricciones a la propiedad privada sobre estos bienes, sobre todo en lo referente a ejecución
de obras; en materia de explotación y descubrimientos, se ordenaba dar aviso al Presidente Municipal de la
localidad para que éste hiciera del conocimiento del hecho al Gobernador del Estado, quien a su vez lo
informaría a la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes.

Esta ley, sumamente avanzada para su época, tuvo una vida efímera ya que en 1916 fue derogada por el
gobierno de Carranza, a través de la Ley sobre Conservación de Monumentos, Edificios, Templos y Objetos
Históricos o Artísticos. Este ordenamiento ya no incluye el cargo de Inspector Nacional de Monumentos
Históricos y Artísticos, pero encomienda el cumplimiento de la Ley a la Dirección General de Bellas Artes.
Esta ley contiene algunas disposiciones referentes a las limitaciones a la propiedad privada estableciendo
como criterio principal de conservación la protección de los valores estéticos de un monumento por encima
de los valores históricos.

Durante el gobierno de Portes Gil se expidió una nueva Ley sobre Monumentos en 1930. Este ordenamiento
provocó una serie de conflictos entre la Federación y los Estados en cuanto a la definición de sus
competencias en esta materia, cuyo caso más famoso la controversia constitucional que se suscitó entre la
Federación y el Estado de Oaxaca, dado que dicha entidad federativa decidió promulgar la Ley sobre
Dominio y Jurisdicción de Monumentos Arqueológicos del Estado de Oaxaca. En esta controversia
constitucional, nuestro más Alto Tribunal falló a favor de la Federación.

En su informe presidencial del 1o. de septiembre de 1933, el Presidente Abelardo L. Rodríguez comentaba
que, al respecto de la Ley que había expedido el estado de Oaxaca, la Suprema Corte de Justicia, el 17 de
octubre de 1932, había resuelto lo siguiente: “Corresponden al Gobierno Federal el dominio y la jurisdicción
en materia arqueológica, y por lo tanto, los estados no pueden ejercer su acción que, en esa materia, está
restringida por el pacto federal”. 6

6 GALVAN, Luz Elena. Leyes de 1930 y 1934 sobre Protección y Conservación de Monumentos, en Dirección de Monumentos Históricos del
INAH, Primera Reunión para Definir una Política Nacional de Conservación de Monumentos, 1ª. ed., INAH. México, 1985, Colección Cuadernos
de Trabajo, p. 72.

195
Como consecuencia de estas disputas judiciales, el 19 de enero de 1934, el Gobierno Federal decidió
promulgar la Ley sobre Protección y Conservación de Monumentos Arqueológicos e Históricos,
Poblaciones Típicas y Lugares de Belleza Natural.

Esta Ley [la de 1934] tomó como base, en lo que respecta a los monumentos arqueológicos la sentencia dictada
por la Suprema Corte de Justicia de la Nación en la controversia constitucional entre la Federación y el
Estado de Oaxaca, con motivo de la expedición de la Ley de 13 de febrero de 1932, sobre dominio y
jurisdicción de monumentos arqueológicos en el Estado de Oaxaca. La sentencia citada concluía que
correspondía a la Federación la facultad de legislar sobre las ruinas y monumentos arqueológicos… 7

Este ordenamiento tenía como principal objetivo precisar la competencia exclusiva de la Federación en la
protección y conservación de los monumentos arqueológicos e históricos.

Durante la mitad del siglo XX, se crearon tres importantes organismos públicos vinculados con la política
nacional en materia de Patrimonio Cultural: el Instituto Nacional de Antropología e Historia mediante ley
publicada en el Diario Oficial de la Federación de fecha 3 de febrero de 1939, el Instituto Nacional de Bellas
Artes y Literatura a través de la ley que apareció en el mismo órgano informativo el día 31 de diciembre de
1946 y el Instituto Nacional Indigenista cuya ley que le daba creación se publicó en el mismo diario el día
4 de diciembre de 1948. Como podemos ver, en menos de una década, el Estado Mexicano había
institucionalizado el marco de la administración pública del Patrimonio Cultural.

En 1970 se promulga la Ley del Patrimonio Cultural encaminada a ampliar el marco de protección hacia
las llamadas culturas populares. En general, este ordenamiento fue novedoso en su estructura,
estableciendo un capítulo especial para los puntos relativos a la propiedad, declaratoria, procedimientos,
exploración y exportación de los denominados bienes de interés cultural. Sin embargo, esta Ley fue
derogada en muy poco tiempo, por la actual Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos,
Artísticos e Históricos que data de 1972 y que continúa vigente. Como una aportación importante de la Ley
de 1970 es importante destacar que por primera vez en nuestro país se utilizó el término Patrimonio
Cultural.

En el año de 1984 se marca un importante paso en la incorporación de nuestro país en los procesos de
protección del Patrimonio Cultural, al ratificarse la Convención del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural
de la UNESCO celebrada en el año de 1972. A partir de esta ratificación, México se ha convertido en un
protagonista ante la comunidad internacional en cuanto a esta materia.

El día 7 de diciembre de 1988, mediante una publicación en el Diario Oficial, se da un cambio trascendental
en la política cultural de nuestro país al emitirse un Decreto por el que se crea el Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes, como organismo encargado de coordinar y dirigir la política cultural de nuestro país.

En el Diario Oficial de la Federal de fecha 28 de enero de 1992, se adicionó un primer párrafo al artículo
cuarto constitucional en la que se reconocía la composición pluricultural de nuestra Nación sustentada
principalmente en sus comunidades indígenas y en la que se ordenaba que la ley proteja lenguas, cultura,
usos, costumbres, recursos y formas de organización de las comunidades indígenas. De tal forma, podemos
encontrar en el texto constitucional una referencia a la cultura como derecho, aunque éste estaba restringido
a las comunidades indígenas.

A partir de los movimientos armados que se dieron en el año de 1994 en Chiapas por parte de los
autollamado zapatistas, se puso en la mesa de discusión el alcance de la autonomía de las comunidades
indígenas en cuanto a su cultura y formas de organización política. A partir de esta discusión, se llevaron

7 VALDÉS RODRIGUEZ, José de Jesús. Protección Jurídica de los Monumentos Arqueológicos e Históricos en México, 1ª ed., INAH. México,
1982, p. 67.

196
a cabo importantes estudios sobre el multiculturalismo y el sistema jurídico mexicano. En algunos Estados
de la República se han emitido las modificaciones pertinentes en esta materia.

El 14 de agosto de 2001, se publicó en el Diario Oficial de la Federación una adición al artículo segundo
constitucional que significó una regulación más específica de la protección de la cultura y formas de
organización de las comunidades indígenas que fue analizada en el capítulo anterior, toda vez que sigue
vigente y representa la regulación actual en cuanto a la protección del Patrimonio Cultural de las
comunidades indígenas en nuestro país.

En el Diario Oficial de la Federación del 21 de mayo de 2003 se publicó la Ley por la que se crea la
Comisión Nacional de los Pueblos Indígenas, que tiene, entre sus funciones el cuidado de la composición
multicultural de nuestro país. Este organismo substituyó al Instituto Nacional Indigenista.

En el Diario Oficial de la Federación del 13 de marzo de 2003, se publicó la Ley General de Derechos
Lingüísticos de los Pueblos Indígenas, en la que se establecen mecanismos para proteger este tipo de
expresiones y se crea el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas para proteger este tipo de expresiones.

En el año 2009, finalmente, se incorporó una adición al artículo 4º constitucional en la que se incluía el
derecho a la cultura que ya hemos analizado en capítulos anteriores.

Podemos, por lo tanto, dividir el proceso evolutivo que ha sufrido nuestra legislación de los bienes
culturales producto del pasado, en las siguientes etapas:

a) Una primera época, correspondiente al Virreinato, en la que se consideran a los monumentos como parte
del Patrimonio de la Corona Española, por lo que la legislación se encarga de garantizar en beneficio del
Rey las contribuciones y porciones de riqueza que generaba el subsuelo mexicano traducida en piezas
arqueológicas elaboradas de metales preciosos.

b) Una segunda etapa, que llega hasta mediados del siglo XIX, en la que el Patrimonio Cultural es
conservado y protegido principalmente en contra del saqueo arqueológico.

c) En una tercera y muy amplia fase, se institucionaliza la protección del Patrimonio Cultural, ampliando
el ámbito de protección original hacia los monumentos, ciudades históricas, poblaciones típicas, etc. Dentro
de esta institucionalización encontramos una evolución de la figura de un Inspector de Monumentos hasta
las grandes instituciones culturales oficiales que actualmente se encuentran operando.

d) Por último, como resultado de las realidades que se han dado a partir de los movimientos culturalistas,
las migraciones, la globalización y la construcción de la idea de diversidad cultural, así como al rezago que
históricamente teníamos como Nación con muestra comunidades indígenas que provocaron incluso
conflictos armados para nuestro país, podemos hablar de un último periodo en el que nuestra Nación se
encuentra revalorando el concepto mismo de Patrimonio Cultural, su expansión hacia las realidades de las
manifestaciones inmaterialidad con toda su profundidad.

Como podemos apreciar, en un país como México que es sumamente rico en cuanto a la diversidad de sus
expresiones culturales, la evolución de la legislación protectora del Patrimonio ha transitado de aspectos
meramente económicos, a la formación de una Nación, la defensa de los bienes arqueológicos de una joven
nación ante aventureros intelectuales, el descubrimiento de un tesoro mucho más relevante de lo que se
podía pensar, la necesidad de institucionalizar y crear políticas culturales y por último, la necesidad de
adaptar la legislación en esta materia a las nuevas realidades que nos marca las condiciones de un mundo
cada vez más globalizado pero adicionalmente más diverso.

197
3.3.- Régimen Jurídico Mexicano Vigente

3.3.1.- Bases constitucionales federales de la protección del Patrimonio Cultural en México

En algunos países, se ha conformado una serie de ordenamientos constitucionales en materia cultural,


conocidos como la Constitución Cultural de un Pueblo, entendiéndose ésta como el conjunto de disposiciones
contenidas en la Ley Fundamental para garantizar la protección a la cultura.

El especialista argentino Edwin R. Harvey, en su obra Derechos Culturales en Iberoamérica y el Mundo, nos
presenta la siguiente reflexión cobre el concepto de Constitucionalismo Cultural:

El patrimonio cultural, en tanto conjunto de bienes materiales e inmateriales, físicos y no físicos, que hacen a la
identidad nacional, a su preservación y consolidación ha sido objeto de múltiples disposiciones en todas las
Constituciones Iberoamericanas modernas: desde la determinación de los símbolos de la nacionalidad (la
bandera, el himno, el escudo y los sellos nacionales), hasta la protección del patrimonio idiomático del castellano
y del portugués, como de las lenguas vernáculas de los pueblos de América; desde la preservación del patrimonio
histórico, artístico, monumental, documental y paisajístico, arqueológico, antropológico y etnológico, hasta las
expresiones inmateriales y manifestaciones de las culturas populares, además de los conjuntos y sitios, testimonio
de las culturas precolombinas e iberoamericanas, que integran el patrimonio cultural y natural de la humanidad.8

En México, el constitucionalismo en materia de Patrimonio Cultural se encuentra restringido toda vez que no
existe una disposición específica que garantice de manera expresa la protección del Patrimonio Cultural como
un derecho humano o social y esta es la razón de este trabajo. Como pudimos observar del análisis que hicimos
del artículo 2º y 4º constitucional, aunque existen referencias a la cultura desde un punto de vista amplio, no
existe específicamente una referencia al Patrimonio Cultural tangible o intangible.

Sin embargo, encontramos algunas otras referencias en los artículos 27 y 73 de nuestra Carta Magna.

Para analizar la función del artículo 27 constitucional como uno de los fundamentos más importantes para
la protección del Patrimonio Cultural, tenemos necesariamente que hacer referencia a dos grandes
conceptos: propiedad y bien común.

La actual concepción sobre el derecho de propiedad implica que esta prerrogativa ya no puede considerarse
como una facultad ilimitada del individuo: el bien común establece una serie de restricciones a esta
prerrogativa. En el caso del Patrimonio Cultural, este criterio se confirma por el jurista español Castán
Tobeñas:

La propiedad-función supone, pues, un régimen de propiedad inspirado en el interés público; que se


caracteriza más bien por los deberes que impone que por los derechos que concede, y que queda fuera de la
esfera del Derecho individual o privado para entrar plenamente en la del Derecho social, si se admite esta
figura, o en la más perfilada y actual del Derecho público. 9

En caso de nuestro país, el artículo 27 constitucional, en su tercer párrafo, incorpora el sentido de la función
social del derecho de propiedad.

Artículo 27.-...

La Nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el
interés público, así como regular, en beneficio social, el aprovechamiento de los elementos naturales

8 HARVEY, op. Cit., p. 161.

9 VALDES RODRIGUEZ, op. Cit., p. 123.

198
susceptibles de apropiación, con objeto de hacer una distribución equitativa de la riqueza pública, cuidar de
su conservación, lograr el desarrollo equilibrado del país y el mejoramiento de las condiciones de vida de la
población rural y urbana. En consecuencia, se dictarán las medidas necesarias para ordenar los
asentamientos humanos y establecer adecuadas provisiones, usos, reservas y destinos de tierras, aguas y
bosques, a efecto de ejecutar obras públicas y de planear y regular la fundación, conservación, mejoramiento
y crecimiento de los centros de población; para preservar y restaurar el equilibrio ecológico; para el
fraccionamiento de los latifundios; para disponer, en los términos de la ley reglamentaria, la organización y
explotación colectiva de los ejidos y comunidades; para el desarrollo de la pequeña propiedad rural; para el
fomento de la agricultura, de la ganadería, de la silvicultura y de las demás actividades económicas del medio
rural, y para evitar la destrucción de los elementos naturales y los daños que la propiedad pueda sufrir en
perjuicio de la sociedad.

Aun y cuando no se encuentra específicamente contemplada la protección del Patrimonio Cultural en las
condiciones señaladas en nuestra Carta Magna, su importancia social es una muestra clara que la libertad
de acción de los dueños de monumentos históricos, arqueológicos o artísticos no podría ser ilimitada, tal y
como puede apreciarse en la siguiente tesis sustentada por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, que apareció en el Semanario Judicial de la Federación, Quinta Época, Tomo XXXVI, pág. 1074:

ARTICULO 27 CONSTITUCIONAL.- El propósito manifiesto del Constituyente de Querétaro, al expedir el


artículo 27 de la Carta Federal, fue vincular el régimen jurídico de la propiedad territorial en México, con el
que regía en la Época Colonial, nulificando la tradición jurídica de nuestros Códigos, que lo refieren al
Derecho Romano y no a las Leyes y Disposiciones de Indias, que son sus antecedentes legítimos, régimen en
el cual la situación jurídica de dicha propiedad, era la de ser privada de los soberanos de España, inalienable
e imprescriptible. Numerosas Leyes de Indias demuestran esto: esas leyes disponían hasta de las personas, y
si los reyes consideraban como de su propiedad particular a los individuos, no podían menos de considerar
lo mismo cuanto significase riqueza; los derechos que los reyes concedieron, siempre tuvieron un carácter
condicional, y en cuanto a los monumentos arqueológicos, las leyes coloniales sólo autorizaban su
aprovechamiento en un tanto por ciento, para los descubridores, sin que pudiera trasmitirse su dominio a los
particulares. Al independizarse la Colonia, República Mexicana asumió todos los Derechos de propiedad que
a los reyes de España correspondían, y, por lo mismo, este patrimonio ingresó a la Nación toda, y no a las
partes que entonces constituían el territorio, (provincias, intendencias, capitanías, etc.), y mucho menos pudo
pasar ese patrimonio a los Estados de la República, cuya existencia ni siquiera estaba entonces bien definida.

Precedente: TOMO XXXVI, Pág. 1074.- Controversia 2/32.- Federación y Estado de Oaxaca.- 15 de Octubre
de 1932.- Mayoría de 14 votos.

La principal debilidad de esta disposición constitucional con respecto a la protección del Patrimonio Cultural
no es un objetivo definido o determinado dentro de la acepción de utilidad pública que maneja dicho
ordenamiento y que si es muy específico en otras materias (como es el medio ambiente) por lo que el ejercicio
de dicha acción podría estar comprometido.

En realidad, podemos señalar que el camino que el Constituyente Permanente tomó para el caso del Patrimonio
Cultural se basó en el concepto de la propiedad originaria. Esta posición, por sus características eminentemente
políticas, no satisface a las necesidades que implica la conservación de los monumentos y sitios, ya que el
interés de la legislación secundaria se ha centrado en fortalecer la idea de una identidad nacional, que sería una
cuestión de especial importancia para un país es formación, como fue México hace ya varios años.

Pero también una consecuencia lógica de esta posición implica los siguientes aspectos:

a) por una parte, el Patrimonio Cultural se ha protegido desde una perspectiva nacionalista que es nacional y
que, como afirmó el Dr. Florescano -al cual citamos anteriormente- olvida a los bienes culturales locales o
regionales y eso ha producido la desprotección de una serie de bienes tangibles e intangibles culturales que
aunque valiosos, no son relevantes para la conformación de la identidad nacional;

199
b) podemos afirmar que la consecuencia lógica de la idea señalada en el inciso anterior es privilegiar la
conservación del valor testimonial de un bien cultural sin tomar en cuenta su valor de significación, ya que la
idea de la Nación se impone sobre al individuo o grupo y en tal sentido, la protección se dirigiría a conservar a
la piedra (es decir, al bien en sí mismo como un testimonio material) y no al bien cultural en su relación con la
persona o sociedad que le dio origen y sentido

c) por último, se han generado polémicas muy claras para definir qué nivel de gobierno debe tener la titularidad
en esta materia y esas confrontaciones también hay producido una desprotección del Patrimonio Cultural,
principalmente en los casos en que encontramos categorías que no están contempladas en la legislación federal.

Hasta hace poco más de 40 años, no existía en nuestra Constitución mención alguna referente al Patrimonio
Cultural. En el año de 1960, la Cámara de Diputados conoció y aprobó una iniciativa de reforma a nuestra Carta
Magna, en la que se adicionaba a la fracción XXV del artículo 73 una facultad expresa al Congreso de la Unión
para legislar sobre monumentos y zonas arqueológicos, históricos y artísticos, ya que durante el transcurso del
tiempo las leyes federales sobre esta materia eran duramente criticadas en virtud de no tener una base
constitucional perfectamente bien especificada.

Sin embargo, el Decreto de reforma constitucional no fue aprobado de acuerdo a lo que se señala en nuestro
artículo 135 de la Ley Fundamental hasta el año de 1965 y publicado en el Diario Oficial de la Federación hasta
el 13 de enero de 1966.

Esta fracción ha sufrido una serie de modificaciones en su texto y quisiéramos transcribir el texto actual:

Art. 73.- El Congreso tiene facultad:

I a XXIV...

XXV.- Para establecer el Servicio Profesional docente en términos del artículo 3º de esta Constitución; establecer,
organizar y sostener en toda la República escuelas rurales, elementales, superiores, secundarias y profesionales;
de investigación científica, de bellas artes y de enseñanza técnica, escuelas prácticas de agricultura y de minería,
de artes y oficios, museos, bibliotecas, observatorios y demás institutos concernientes a la cultura general de los
habitantes de la nación y legislar en todo lo que se refiere a dichas instituciones; para legislar sobre vestigios o
restos fósiles y sobre monumentos arqueológicos, artísticos e históricos, cuya conservación sea de interés
nacional; así como para dictar las leyes encaminadas a distribuir convenientemente entre la Federación, los
Estados y los Municipios el ejercicio de la función educativa y las aportaciones económicas correspondientes a
ese servicio público, buscando unificar y coordinar la educación en toda la República, y para asegurar el
cumplimiento de los fines de la educación y su mejora continua en un marco de inclusión y diversidad. Los Títulos
que se expidan por los establecimientos de que se trata surtirán sus efectos en toda la República. Para legislar en
materia de derechos de autor y otras figuras de la propiedad intelectual relacionadas con la misma;

XXV a XXIX N.-…

XXIX-Ñ. Para expedir leyes que establezcan las bases sobre las cuales la Federación, los Estados, los
Municipios y el Distrito Federal coordinarán sus acciones en materia de cultura, salvo lo dispuesto en la
fracción XXV de este artículo. Asimismo, establecerán los mecanismos de participación de los sectores social
y privado, con objeto de cumplir los fines previstos en el párrafo noveno del artículo 4o. de esta Constitución.

Una interpretación muy común que se le ha dado a la facultad establecida en la fracción XXV del artículo 73
es que el Patrimonio Cultural es una facultad exclusiva de la Federación y a partir de esta idea, durante muchos
años, se provocaron muchas discusiones sobre la federalización exclusiva del Patrimonio Cultural.

200
Revisemos de nueva cuenta lo que señala esta disposición: el texto constitucional señala que es facultad del
Congreso de legislar sobre vestigios o restos fósiles y sobre monumentos arqueológicos, artísticos e históricos,
cuya conservación sea de interés nacional. En tal sentido, debemos reconocer que de acuerdo a nuestra
Constitución, el Congreso de la Unión solo puede establecer leyes que protejan monumentos arqueológicos,
históricos y artísticos. ¿Qué pasa con otras categorías del Patrimonio Cultural, como podría ser el Patrimonio
Inmaterial o la Arquitectura Tradicional? Dado que estos valores culturales no están establecidos en el texto
constitucional federal, debe entenderse que son facultad de las autoridades locales y entonces encontramos una
gran oportunidad para que las autoridades estatales puedan establecer su propia legislación para aquellos bienes
que no se ajusten a las categorías patrimoniales de arqueológicos, históricos o artísticos. Sin embargo, la idea
de la gran diversidad y amplitud del Patrimonio Cultural no estaba presente en nuestro país en esos tiempos y
por tanto, en nuestra opinión, se ha perdido mucho tiempo en una controversia que rayaba en la esfera de lo
político (y de intereses particulares) entre las instituciones federales y las instancia locales para obtener la
facultad exclusiva de proteger a los monumentos arqueológicos, históricos y artísticos.

Reducir la discusión a estos términos, provocó la desprotección de las demás categorías del Patrimonio Cultural
y se nos privó de la posibilidad de conservar muchos más bienes que los contamos actualmente y que por
muchos años ni siquiera fueron objeto de preocupación (cuando menos hasta la década de los años 90) en donde
encontramos nuevas leyes estatales en materia de preservación del Patrimonio Cultural que exploran la defensa
del Patrimonio Inmaterial o las zonas de entorno a los monumentos o sitios culturales.

Pero por otra parte, en esta revisión de la fracción XXV del artículo 73 constitucional, no debemos hacer a un
lado que esta disposición habla que las facultades de Congreso de la Unión se referirán a monumentos
(cualquiera que sea el valor: arqueológico, histórico o artístico) cuya conservación sea de interés nacional. Lo
anterior, nos pone de nueva cuenta a entender que, entonces, existirán bienes del Patrimonio Cultural cuya
conservación sea de interés nacional y que son objeto de la legislación federal; pero también existirán
monumentos vinculados con la historia o el arte a nivel regional o local, que deberán ser objeto de la legislación
local para su conservación. En otras palabras, esta disposición constitucional nos hace pensar en una
distribución de competencias entre los distintos niveles de gobierno que permitieran conservar al Patrimonio
Cultural en su conjunto. Sin embargo, la miopía de muchos políticos provocó que la discusión se centrara en
determinar si correspondía a las instancias locales o federales proteger al Patrimonio Cultural no importando
su relevancia nacional o regional, hasta que precisamente en la década de los 90´s, algunas entidades federativas
empezaron a emitir leyes destinadas a definir sus propios bienes culturales y los valores locales que están
vinculados a ellos.

En cuanto a la fracción XXIX-Ñ, nos parece una reafirmación sobre la necesidad de resolver esta disputa entre
las instancias federales y locales, ya que el sentido de esta disposición es confirmar la competencia de las
autoridades federales. Sin embargo, nos parece deplorable que le texto constitucional no establezca instancias
de coordinación entre esos niveles de gobierno ¿Qué queremos decir con lo anterior? En un centro histórico,
por ejemplo, no solamente el INAH actúa para controlar las construcciones: existe la intervención de los
expertos en esta misma materia, específicamente en la prestación de los servicios y obras públicas.

3.3.2.- Legislación Federal en materia de monumentos y zonas de monumentos

La normatividad federal vigente en materia de Patrimonio Cultural material o tangible lo constituye la Ley
Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos que fue publicada en el Diario
Oficial de la Federación de fecha 6 de mayo de 1972 (nos referiremos a este ordenamiento durante su
análisis como la Ley o LFMZ). Igualmente, contamos con el Reglamento de dicha ley, que fue publicada
en el Diario Oficial de la Federación el día 8 de diciembre de 1975 (nos referiremos a este ordenamiento
durante su análisis como el Reglamento o RLFMZ).

201
Con el fin de centrar la discusión en los aspectos centrales de esta regulación, procederemos a adicionar
como Apéndice el texto íntegro tanto de la Ley como del Reglamento, para mejor consulta.

3.3.2.1.- Bienes protegidos por la legislación federal

Como lo dice el título de la Ley, su objeto está referido a los monumentos arqueológicos, artísticos e
históricos, así como las zonas de monumentos arqueológicos, artísticos e históricos.

Conforme al artículo 5º, son monumentos arqueológicos, artísticos, históricos y zonas de monumentos los
determinados expresamente por dicha ley y los que sean declarados como tales, de oficio o a petición de
parte. Por tanto, el análisis de los bienes protegidos legalmente debe partir de dos consideraciones: cómo
determinar los valores culturales protegidos (es decir, qué entendemos por valor arqueológico, valor
artístico y valor histórico) y por otra parte, la manera en que la legislación reconoce dicho valor (es decir,
ya sea por determinación de la propia ley o por declaratoria).

Empecemos por los valores.

3.3.2.1.1.- Valores culturales protegidos

De acuerdo al artículo 28 de la Ley, los monumentos arqueológicos son aquellos bienes muebles e
inmuebles, producto de culturas anteriores al establecimiento de la hispánica en el territorio nacional, así
como los restos humanos, de la flora y fauna relacionados con estas culturas.

Pero la ley contempla una subcategoría adicional de monumentos arqueológicos, que son aquellos que
tienen una relevancia para la paleontología, que según el artículo 28 Bis de la Ley, las disposiciones sobre
monumentos y zonas arqueológicos serán aplicables a los vestigios o restos fósiles de seres orgánicos que
habitaron el territorio nacional en épocas pretéritas y cuya investigación, conservación, restauración,
recuperación o utilización revistan interés paleontológico, circunstancia que deberá consignarse en la
respectiva declaratoria que expedirá el Presidente de la República.

Las zonas de monumentos arqueológicos son definidas por el artículo 39, señalando que son las áreas que
comprende varios monumentos arqueológicos inmuebles, o en los que se presuma su existencia.

El artículo 35 establece la definición de los monumentos históricos como los bienes vinculados con la
historia de la Nación, a partir del establecimiento de la cultura hispánica en el país, en los términos de la
declaración respectiva o por determinación de la ley.

Por otra parte, según el artículo 41, las zonas de monumentos históricos son las áreas que comprende varios
monumentos históricos relacionados con un suceso nacional o la que se encuentre vinculada a hechos
pretéritos de relevancia para el país.

La diferencia entre los monumentos arqueológicos e históricos con los monumentos artísticos se basa en
una cualidad adicional que tienen estos últimos: el valor estético relevante.

El artículo 33 señala que son monumentos artísticos, las obras que tienen valor estético relevante y para
entender este concepto, se debe atender cualquiera de estas características: representatividad, inserción en
determinada corriente estilística, grado de innovación, materiales y técnicas utilizadas y otras análogas.
Tratándose de bienes inmuebles, podrá considerarse también su significación en el contexto urbano. Las
obras de artistas vivos que tengan naturaleza de bienes muebles no podrán declararse monumentos
artísticos. Podrán ser declarados monumentos las obras de artistas mexicanos, cualquiera que sea el lugar
donde sean producidas. Cuando sean de artistas extranjeros, solo podrán ser declaradas monumentos las

202
obras producidas en el territorio nacional. La declaratoria de monumentos podrá comprender toda la obra
de un artista o solo parte de ella. Igualmente, podrán ser declaradas monumentos artísticos o quedar
comprendidas dentro de las zonas de monumentos artísticos, obras de autores cuya identidad se desconozca.
La obra mural de valor estético relevante será conservada y restaurada por el Estado.

Por otra parte, encontramos la definición de zonas de monumentos artísticos, en el artículo 40, como las
áreas que comprenden varios monumentos artísticos asociados entre sí, con espacios abiertos o elementos
topográficos, cuyo conjunto revista valor estético en forma relevante.

Como hemos podido apreciar que la Ley pretende definir el universo de los bienes y zonas protegidos a
partir de tres valores culturales: arqueológico, artístico e histórico.

Ahora bien, existen algunos aspectos que han sido altamente criticados por la división conceptual en cuanto
a los bienes protegidos, porque parecería una división muy enfocada a la historia nacional. Pero esto no es
tan fácil o evidente.

Por ejemplo, consideramos que la denominación de monumentos arqueológicos es incorrecta pues la


Arqueología es una ciencia auxiliar de la Antropología que permite explicar el comportamiento y
estructuras sociales a partir de los testimonios materiales y contextuales de la actividad humana, que puede
incluso abarcar periodos históricos como la Arqueología Industrial y la Arqueología Virreinal (incluso, ya
existen algunas actividades vinculadas a la Arqueología del Siglo XX). Por tanto, equiparar lo arqueológico
con lo prehispánico es un error conceptual importante y en consecuencia, no describe con el contenido del
valor a proteger.

Otro punto que ha sido objeto de constantes críticas es el establecimiento de un límite temporal entre los
monumentos arqueológicos e históricos que provoca incertidumbre entre uno y otro periodo. Recordemos
que la ley establece un límite entre los monumentos históricos y arqueológicos: el establecimiento de la
cultura hispánica en el país. La pregunta estaría enfocada a determinar cuándo puede decidirse
jurídicamente el este suceso: el proceso de introducción de la cultura española no se llevó a cabo en su
totalidad el territorio nacional hasta mucho después de la conquista del Imperio Azteca: hubo regiones en
nuestro país que el establecimiento formal de la cultura española no se dio hasta el siglo XVII y XVIII.
Incluso, existe un período prolongado de tiempo en que se da un sincretismo entre ambas culturas, por lo
que podemos encontrar en un mismo objeto manifestaciones producto de ambas culturas. No puede
concluirse que la cultura de los conquistadores se estableció en 1519, ni en 1521. Existen bienes de finales
del siglo XVI que son producto todavía de dichas culturas que no tenían contacto con los españoles. En
algunos casos la presencia de españoles ni siquiera significó el establecimiento de esta cultura, tal y como
sucedió en el norte del país producto de la belicosidad de los grupos humanos nativos.

Un criterio que ha sido constantemente expuesto por los especialistas y sustentado por las autoridades es
considerar que sólo podrán ser monumentos artísticos, aquellos bienes culturales producidos a partir de
1900. En otras palabras, se consideran como monumentos históricos aquellos bienes culturales anteriores
a 1900 y monumentos artísticos aquellos que son producidos a partir de ese año.

Lo anterior es erróneo, ya que la Ley no establece un límite final para el período histórico, pues la existencia
de un valor artístico no depende de su antigüedad, sino de cualidades que se encuentran perfectamente
determinadas en este ordenamiento.

Si se realiza de nueva cuenta una lectura cuidadosa de los artículos 33 y 35 de la Ley, no existe una
temporalidad definida para diferenciar lo histórico de lo artístico. Y es que la Ley en ningún momento
decidió desconocer el elemento más importante para un monumento artístico: el valor estético relevante,
mismo que puede ser compartido en cualquier momento de la historia y no solamente a partir de un año que

203
representa muy poco para la historia de nuestro país. Una medida poco conveniente es el hecho de reducir,
en la práctica, el alcance de lo que se considera monumento artístico a las obras provenientes a partir del
siglo XX.

A pesar de lo anterior, podríamos afirmar que la definición de bienes artísticos contemplada en nuestra
legislación es mucho más afortunada que en lo que se refiere a los monumentos históricos y arqueológicos,
ya que existen criterios de carácter científico que permiten acreditar –al menos en teoría- el valor estético
relevante y sirven de fundamento para la acción de las autoridades en su preservación.

Por tanto, podemos ver la dificultad de determinar científicamente esta división de tiempo que tiene
consecuencias jurídicas importantes, como veremos más adelante cuando hablemos del concepto de niveles
de protección.

Ahora bien, en lo que respecta a la definición de zonas de monumentos, podemos afirmar que existen muy
pocas referencia en cuanto a la vinculación de las zonas patrimoniales con el medio ambiente, situación que
ha sido analizada de una manera reciente por los especialistas. Quisiéramos mencionar algunos ejemplos,
pero primero tenemos que aceptar un hecho: ninguna ciudad es construida a partir de la casualidad. Toda
ciudad (nueva o antigua) tiene una lógica en su creación y en ese sentido, el medio ambiente circundante
tiene un papel fundamental. Pensemos como podría entenderse París sin la presencia del Rio Sena, Palenque
sin el selva que envolvía dicha ciudades, o por ejemplo, las construcciones tradicionales de la Península de
Yucatán hechas a partir de palma, madera y guano; o las ciudades hechas de adobe del norte del país, o el
Cerro de la Bufa que enmarca la ciudad de Zacatecas, etc. Desde la antigüedad en todas las regiones del
mundo, el medio ambiente marca la manera en que una ciudad se va a establecer, desarrollar, encontrar una
vocación en su vida socioeconómica (como podrían ser las ciudades mineras de Guanajuato o San Luis
Potosí), o los materiales con que fueron o van a ser construidas. En el urbanismo mesoamericano, por
ejemplo, se buscaba que las ciudades estuvieran ligadas al medio ambiente circundante y podemos
encontrar ejemplos en Teotihuacán y Monte Albán de la menar en que se buscaba integrar los perfiles de
las construcciones con los cerros y montañas que los integraban. No podemos entender la manera de vivir
Venecia, sin la presencia constante del agua en dicha ciudad y de alguna manera, sin este entorno se
perdiera, la ciudad carecería de sentido.

Por tanto, esta vinculación territorial de las zonas de monumentos debiera ser un elemento de especial
protección e identificación de sus valores. Como veremos posteriormente, tan solo existen algunos
ejemplos de esta situación en nuestro país, pero lo cierto es que la manera en que la Ley define a las zonas
de monumentos arqueológicos e históricos carecen de cualquier referencia a estos aspectos territoriales y
la consecuencia de ello ha sido la manera en que se ha destruido el ambiente que ha rodeado a estas
ciudades; tal vez, uno de los ejemplos más tristes en ese sentido ha sido la propia ciudad de México que
con el paso de los años fue absorbiendo el imponente lago que le daba sentido a la vida de sus habitantes y
que provocó el estupor de los conquistadores. De haberse mayor idea de esta fuerte vinculación del
Patrimonio Cultural y su territorio en el pasado, seguramente hubiera habido otro tipo de resoluciones al
respecto por parte de los antiguos habitantes de la ciudad.

Lo que si podemos lamentar es que a la fecha, solo la definición de zonas de monumentos artísticos tengan
elementos de carácter ambiental y que en el caso de la definición de las zonas arqueológicas e históricas
carezcamos de ello.

Un caso de excepción a lo anterior se refiere a una categoría de bienes culturales donde el aspecto ambiental
(o también llamado contextual) es fundamental y que curiosamente el aspecto temporal parecería no tan
importante: el Patrimonio Subacuático. Este conjunto de bienes que, hasta 2014 es incluido expresamente
en la Ley, no puede limitarse al valor arqueológico o histórico, porque desde mucho antes de la llegada de
los españoles en el país ya existía una tradición de navegación de los pobladores originarios del país, la cual

204
se incrementó a partir del establecimiento de la Nueva España. Por lo anterior, la Ley establece que las
disposiciones tanto sobre preservación e investigación en materia de monumentos y zonas de monumentos
arqueológicos e históricos serán aplicables a los rastros de existencia humana que tengan un carácter
cultural, histórico o arqueológico, localizados en la zona marina de los Estados Unidos Mexicanos, que
hayan estado bajo el agua parcial o totalmente, de forma periódica o continua, tales como: los sitios,
estructuras, edificios, objetos y restos humanos. Pero algo que es muy importante es que la Ley establece
es que el espectro de protección no se limita al bien por sí mismo, sino también a su contexto arqueológico
y natural. Adicionalmente, su da un salto conceptual, pues nuevos objetos que anteriormente no habían sido
consideramos en otras categorías del Patrimonio Cultural ahora si son reconocidos, tales como los buques,
aeronaves, otros medios de transporte o cualquier parte de ellos y su cargamento u otro contenido, junto
con su contexto arqueológico y natural; y los objetos de carácter prehistórico; aunque quedan exceptuados
los buques y aeronaves de Estados extranjeros, cualquier parte de ellos, su cargamento u otro contenido,
que gocen de inmunidad soberana conforme al derecho internacional.

Como podemos apreciar, en este caso, el criterio temporal no es el fundamento principal de esta categoría
patrimonial protegida por la Ley, sino el carácter cultural-contextual que nos parece mucho más cercano a
lo que debería funcionar con relación a un Patrimonio Cultural tan rico como es el mexicano.

Pero existe una pregunta adicional que debiéramos responder: ¿Cuál valor cultural sería más importante?
Desde un punto de vista científico, la respuesta sería que todos los valores culturales son igualmente
importantes. Sin embargo, las autoridades culturales mexicanas han adoptado el criterio que los valores
arqueológicos son más importantes que los históricos y éstos últimos son más relevantes que los artísticos,
de conformidad con el segundo párrafo del artículo 46 de la Ley:

Para efectos de competencia, el carácter arqueológico de un bien tiene prioridad sobre el carácter histórico,
y éste a su vez sobre el carácter artístico.

En realidad, la intención de esta disposición legal fue la de resolver cualquier controversia de competencia
entre autoridades y no establecer una especie de escala preestablecida de valores culturales que a nuestra
manera de ver carecería de todo fundamento científico y constituiría poner en gran peligro parte importante
de nuestro Patrimonio Cultural. Sin embargo, por ejemplo, ya contamos con un caso donde este criterio
se aplicó y fue la destrucción de una gran manzana adyacente a la catedral metropolitana para dejar a cielo
abierto el Templo Mayor en la ciudad de México. Cabe mencionar que esta cuadra tenía un aceptable
estado de conservación y existían metodologías para poder construir o realizar una especie de paseo
subterránea para visitar dichos vestigios, que nos darían una idea muy clara de cómo fue creciendo la ciudad
española encima de los restos de las culturas originarias. Sin embargo, consideraciones de carácter político
provocaron esta destrucción de nuestro pasado.

Ahora bien, una vez que hemos hablado de los valores protegidos, debemos analizar los procesos por el que
el Estado los reconoce en un objeto con el fin de otorgarles de la protección especial que la legislación les
ofrece.

3.3.2.1.2.- Procedimientos de ingreso al régimen de protección

Los procedimientos de reconocimiento de que un bien mueble o inmueble cuenta con alguno de los valores
contenidos por la legislación es un paso crítico en su conservación. En tanto dicho bien no cumpla con este
proceso, no puede considerarse legalmente como monumento o zona de monumentos y en consecuencia,
todas las disposiciones legales tendientes a su conservación no serán aplicables. Es por ello que es
fundamental analizar estos procesos para entender su alcance, naturaleza, eficiencia y oportunidades de
mejora.

205
Conforme al artículo 5o de la Ley, se prevén dos procedimientos para que un bien ingrese al sistema legal
de protección que establece dicho ordenamiento:

a) Por ministerio de ley, entendiéndose que cierto tipo de bienes, por el simple hecho de tener las cualidades
determinadas por el ordenamiento jurídico, serán considerados como monumentos, sin necesidad de mediar
una declaración estatal o privada.

b) Los monumentos y zonas declarados, los cuales necesitan de la emanación de un acto de órgano estatal
para ser considerados como tales.

3.3.2.1.2.1.- Bienes protegidos por ministerio de ley

La primera forma de ingreso de un bien al régimen de protección del Patrimonio Cultural es a través del
cumplimiento de ciertos criterios que la misma Ley establece para que, de una manera automática y sin
necesidad de una declaración de autoridad, ciertos objetos o inmuebles puedan gozar de los beneficios que
otorga la normatividad en esta materia.

En este caso, hablamos que un inmueble o mueble puede ser monumento por simple ministerio de ley,
entendiéndose por esta locución como el hecho de que, sin necesidad de declaración alguna por parte del
órgano estatal, se producen instantáneamente los efectos y consecuencias dispuestas por la norma jurídica.
Así pues, si un bien cuenta con cualquiera de la características que dispone la Ley, obtiene toda la protección
de la autoridades de la materia y el propietario o poseedor del mismo se convierte automáticamente en
sujeto directo de las obligaciones que disponga la normatividad respectiva.

De acuerdo a nuestra legislación vigente encontramos tres casos específicos de bienes que pueden ser
monumentos por ministerio de ley:

a) todos los monumentos arqueológicos, muebles e inmuebles, de conformidad con el artículo 28 de la Ley,
con excepción de los vestigios o restos fósiles (los cuales requerirán de una declaratoria) conforme al
artículo 28 Bis de la Ley).
Es indudable la importancia de proteger de una manera automática aquellos monumentos arqueológicos,
aún y cuando puede nos parece incomprensible negarles este mismo beneficio a los vestigios producto de
la época prehistórica, bajo el principio de que al ser todavía más antiguos que los monumentos
arqueológicos, no debieran tener un mayor nivel de protección.

Cabe mencionar que el Poder Judicial Federal ha confirmado este criterio con relación a su reconocimiento
automático como parte del Patrimonio Cultural de nuestra Nación, tal y como se expone en la siguiente
tesis aislada de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que apareció en el Semanario
Judicial de la Federación, Séptima Época, Tomo 139-144, Segunda Parte, pág. 94:

MONUMENTOS ARQUEOLOGICOS. DECLARATORIA NO REQUERIDA PARA SER


CONSIDERADOS COMO TALES.- Conforme al artículo 28 de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas
Arqueológicos, Artísticos e Históricos, publicada en el Diario Oficial de la Federación el seis de mayo de mil
novecientos setenta y dos, que entró en vigor a los treinta días de su publicación "son monumentos
arqueológicos los bienes muebles e inmuebles, producto de culturas anteriores al establecimiento de la
hispánica en el territorio nacional, así como los restos humanos, de la flora y de la fauna, relacionados con
esas culturas", y ningún precepto de la mencionada Ley o de su Reglamento (publicado en el Diario Oficial
de la Federación el 8 de diciembre de 1975, que entró en vigor a los treinta días de esa publicación) dispone
que deba emitirse una declaratoria por el Instituto competente en materia de monumentos arqueológicos, o
sea el Instituto Nacional de Antropología e Historia (artículo 44 de la ley), para que un monumento de esa

206
índole deba ser considerado como tal, pues basta para ello que encuadre en el enunciado del artículo 28
transcrito.
Precedente: Amparo directo 7884/79. Raúl Hurtado Hernández. 13 de octubre de 1980. 5 votos. Ponente:
Francisco Pavón Vasconcelos. Secretaria: Josefina Ordóñez Reyna.

Por ello, en el caso de los monumentos arqueológicos, podemos encontrar algunas dudas por lo que se
refiere a los límites temporales entre los monumentos arqueológicos o históricos, como se explicó
anteriormente. Lo anterior es trascendental en cuanto a determinar si un bien es arqueológico o no, en los
casos en que una pieza pudiera encontrarse dentro de ese periodo de transición o sincretismo que hicimos
referencia en párrafos anteriores. Si una pieza con características de las culturas anteriores al
establecimiento de la hispánica (como manufactura, materiales, etc.) fuera determinada a través de estudios
como el Carbono 14 que proviene del siglo XVII, ¿sería un monumento arqueológico? Ejemplos reales
existen: muchos códices con características prehispánicas fueron escritos cuando la cultura hispánica ya
estaba establecido. ¿Deberíamos considerarlos como bienes arqueológicos o históricos? Desde nuestro
punto de vista, toda vez que existe un criterio de preeminencia de los elementos prehispánicos, nuestro
punto de vista es que debieran ser considerados como monumentos arqueológicos y protegidos
automáticamente por la Ley. Sin embargo, este es un punto que pudiera debatirse todavía.

b) los monumentos históricos comprendidos en las fracciones I, II y III del artículo 36 de la Ley en la
materia, que a continuación se transcribe en su totalidad, por su especial relevancia en este análisis:

Artículo 36.- Por determinación de la ley son monumentos históricos:

I. Los inmuebles construidos en los siglos XVI al XIX, destinados a templos y sus anexos; arzobispados,
obispados y casas curales; seminarios, conventos o cualesquiera otros dedicados a la administración,
divulgación, enseñanza o práctica de un culto religioso; así como a la educación y a la enseñanza con fines
asistenciales o benéficos; al servicio y ornato público y al uso de las autoridades civiles y militares. Los
muebles que se encuentren o se hayan encontrado en dichos inmuebles y las obras civiles relevantes de
carácter privado realizadas en los siglos XVI al XIX inclusive.

II. Los documentos y expedientes que pertenezcan o hayan pertenecido a las oficinas y archivos de la
Federación, de los Estados o de los Municipios y de las casas curiales.

III. Los documentos originales manuscritos relacionados con la historia de México y los libros, folletos y otros
impresos en México o en el extranjero, durante los siglos XVI al XIX que por su rareza e importancia para la
historia mexicana, merezcan ser conservados en el país.

En lo que respecta a esta disposición jurídica, podemos afirmar que se han suscitado muchas críticas en
cuanto a la redacción de la misma a partir de esta consideración: ser un monumentos por disposición de ley
debe partir del principio de certidumbre; en otras palabras, cuando un monumento es por disposición de
Ley es porque no existe duda que haya cumplido con los requerimientos establecidos por el ordenamiento
legal.

Cuando hacemos una lectura cuidadosa de las fracciones I y III del artículo 36 de la Ley que se refieren a
los monumentos históricos por ministerio de ley, podemos encontrar que se utilizan adjetivos (que hemos
subrayado) y términos poco claros como son relevante, rareza o importancia, que son calificativos que
siempre podrán ser objeto de cuestionamiento; especialmente porque la Ley o su Reglamento nunca han
definido dichos términos, lo produce inseguridad jurídica para los dueños o poseedores de ciertos bienes al
no conocer si efectivamente están obligados a cumplir con las disposiciones señaladas en la Ley.

Un procedimiento eficaz de determinación de los bienes del Patrimonio Cultural por ministerio de Ley debe
fundamentarse en parámetros basados en las ciencias históricas y antropológicas a fin de establecer una

207
clasificación de aquellos monumentos que requieren la actuación inmediata de las autoridades, respetando
además las garantías de seguridad jurídica a aquellas personas que pudiesen ser afectadas por este régimen
normativo.

3.3.2.1.2.2.- Bienes y Zonas declaradas

La declaratoria de monumentos y zonas de monumentos es un tema muy importante en el proceso de


reconocimiento de sus valores culturales y principalmente, de su protección. No es tema sencillo, porque
la declaratoria misma representa un documento complejo por los múltiples efectos jurídicos; pero además
existe una historia de inconstitucionalidad y carencia de regulación sobre su procedimiento que ha sido
objeto de una profunda reforma recientemente. Incluso, no podemos hablar de un procedimiento de
declaratoria, sino muchos supuestos que modifican los pasos a seguir conforme al valor cultural del bien o
de la zona en cuestión. Por tanto, queremos ir paso por paso en el análisis de este tema.

3.3.2.1.2.2.1.- Aspectos generales

A diferencia de la categoría de monumentos por ministerio de ley, aquellos bienes que ingresan al régimen
de protección del Patrimonio Cultural por medio de una declaratoria, requieren de la actuación de la
autoridad administrativa. La declaratoria de monumento lo podemos definir como el acto del órgano estatal
que reconoce el valor cultural de un bien o zona, incorporándolo a un régimen legal de protección.10

De esta forma podemos encontrar tres finalidades fundamentales de la declaratoria de monumento:

a) Es un reconocimiento que hace la autoridad respecto a la relevancia histórica o artística de un bien


determinado, por lo que se requiere del estudio y dictamen previo de los órganos competentes para
demostrar fehacientemente dicha cualidad.

b) Es una orden de ingreso a un régimen legal especial destinado a su protección, aún en contra de la
voluntad de su dueño o poseedor.

10 Cabe señalar que los efectos de la declaratoria han sido reconocida por nuestros tribunales federales, tal y como podemos apreciar en las
siguientes tesis, ambas sustentadas por la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, aparecidas en el Seminario Judicial de la
Federación, Quinta Época, una en el Tomo LXXI pág. 150 y la otra en el Tomo XLVII pág. 2573:

“MONUMENTOS HISTORICOS, EFECTOS DE LA DECLARACION.- Si un edificio fue levantado cuando el inmueble contiguo de un ex-
templo, todavía no era declarado monumento histórico, esto es, cuando no se regía por la Ley sobre Protección y Conservación de Monumentos
Históricos, ni dependía del Instituto Nacional de Antropología e Historia o de la Secretaría de Educación, es claro que el propietario de dicho
edificio no estaba obligado a presentar planos a ninguna de estas dos autoridades. Ahora bien, como dicho ex-templo, por ser inmueble de la
Federación dependía de la Dirección General de Bienes Nacionales si esta autoridad aprobó obras realizadas por el dueño, para subsanar los
daños causados al mencionado ex-templo, y para prevenir los subsecuentes; y posteriormente aquel Instituto se hizo cargo del edificio propiedad
de la Nación, es claro que el propio Instituto ya no podía exigir al propietario del edificio en cuestión, la presentación de planos para su
construcción, ni tampoco suspender las obras de ornato que le faltaran, a menos de dar efecto retroactivo a la citada declaración de monumento
histórico; y a la Ley sobre Protección y Conservación de Monumentos Arqueológicos. Nota: La Ley que hace mención la tesis citada fue abrogada;
actualmente se regula por la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticas e Históricas, de fecha 28 de abril de 1972.
Precedente: Tomo LXXI. "Edificios Lutecia", S.A. Pág. 150. 7 de enero de 1942. cinco votos.”

“MONUMENTOS, LEY SOBRE PROTECCION Y CONSERVACION DE. EN EL ESTADO DE PUEBLA.- Como la Ley sobre Protección y
Conservación de Monumentos del Estado de Puebla, se desprende, notoriamente, que para su aplicación se requiere, previamente, que una finca
haya sido declarada monumento del Estado, si esta declaración no ha sido hecha ni notificada al interesado, es indiscutible que no pueden serle
aplicadas las disposiciones de dicha Ley, y la suspensión que se ordene para que el dueño no lleve a efecto determinadas obras en la respectiva
finca, no está fundada ni motivada, y es, por tanto violatoria de garantías. Nota: Esta tesis se refiere a la legislación vigente en la época en que se
tramito el asunto respectivo.
Precedente: Tomo XLVII. Zorrilla Miguel y Coaga. Pág. 2573. 15 de febrero de 1936. Unanimidad de cuatro votos.”

Si bien, ambas tesis son relativas a legislación que ya no se encuentran vigentes, debemos aprovechar el criterio que nuestro Poder Judicial sostiene:
no es posible ingresar a un bien a un régimen legal de protección del Patrimonio Cultural en tanto no sea declarado como tal, si este acto constituye
este requisito esencial para proceder a su preservación no es cumplido previamente.

208
c) Es un documento que establece una normatividad específica que garantiza su conservación del bien o
zona en cuestión.

Será requerida la emisión de una declaratoria de monumentos o zona de monumentos en los siguientes
casos previstos por la Ley:

1.- los restos fósiles susceptibles de ser declarados monumentos arqueológicos, de conformidad al artículo
28 Bis.

2.- los monumentos históricos no comprendidos en las fracciones I, II y III del artículo 36.

3.- todos los monumentos artísticos, de conformidad con el artículo 33.

4.- las zonas de monumentos arqueológicos, históricos y artísticos, tal y como lo señala el artículo 37 de la
Ley.

3.3.2.1.2.2.2.- Antecedentes

Ahora bien, antes de continuar con la descripción del procedimiento vigente necesario para la emisión de
una declaratoria, tenemos que reconocer que esta regulación es muy reciente (apenas expedida a mediados
de 2014). ¿Qué pasaba anteriormente? Lo anterior es muy importante porque todavía al día de hoy y por
muchos años vamos a sufrir las consecuencias de la normatividad anterior. Por tanto, expliquemos algunos
puntos importantes.

Por una parte, durante muchas décadas la LFMZ prácticamente no tenía una regulación clara y expresa con
relación a la emisión de una declaratoria y todo se limitaba a lo que indicaban algunas disposiciones aisladas
de la propia LFMZ y del antiguo artículo 9º del RLFMZ, cuyas principales disposiciones se podrían resumir
en los siguientes puntos:

a) El Presidente de la República emitirá la declaratoria de los siguientes bienes: i) monumentos artísticos e


históricos pertenecientes a la Federación, Distrito Federal, Estados y Municipios (artículo 9º del
Reglamento); ii) zonas de monumentos arqueológicos, históricos y artísticos (artículo 37 de la Ley y 9º del
Reglamento), y iii) restos y vestigios fósiles que se incorporen al régimen de protección de los monumentos
arqueológicos (artículo 28 Bis de la Ley). En todos los demás casos, el Secretario de Educación Pública
podrá efectuar la declaración o revocación correspondiente, lo cual se traduce a los monumentos históricos
y artísticos de propiedad privada.

b) El procedimiento para la emisión de una declaratoria puede ser a petición de parte o de oficio, sin que la
ley disponga una condición especial para proceder de una u otra manera.

c) Las declaratorias de monumentos y zonas de monumentos se publicarán, según el antiguo artículo 9º del
Reglamento, en el Diario Oficial de la Federación, debiendo notificarse personalmente a los propietarios
en el caso de monumentos y a los propietarios de inmuebles colindantes en el caso de declararse inmuebles.
En el caso de que se ignore el domicilio del propietario, surtirá efectos de notificación personal una segunda
publicación en el Diario Oficial de la Federación. Se dará aviso al Registro Público de la Propiedad y al
Registro Público de Monumentos y Zonas para su inscripción.

La regulación anterior no contemplaba, en ningún momento, un momento procesal en el que el propietario


de un monumento ejercitara su derecho de audiencia para manifestar lo que a su derecho conviniera
previamente a la emisión de la declaratoria misma.

209
Ante la inexistencia de un medio de defensa previo a la emisión de la declaratoria de monumentos en favor
de los propietarios, en el año de 1978, la Suprema Corte de Justicia emitió una tesis aislada respecto a la
inconstitucionalidad de este procedimiento por la violación al derecho de audiencia contemplado en el
artículo 14 constitucional. Analizando el criterio de nuestro más Alto Tribunal podemos detectar que los
argumentos de defensa de la autoridad en ese entonces se basaron en que el particular contaba con la
posibilidad de oponerse a la inscripción de un monumento en el Registro Público de Monumentos y Zonas.
Sin embargo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación consideró que este argumento no era lo
suficientemente válido ya que la obligación de inscribir un monumento es consecuencia directa posterior
de la previa emisión de una declaratoria. En otras palabras, la oposición al registro no invalida el carácter
de monumento que la declaratoria reconoce y, en consecuencia, permanecen todas las obligaciones que se
imponen al propietario de un bien de estas características, las cuales no sólo consisten en inscribirlo en
dicho Registro, sino también a conservarlo y restaurarlo, lo cual constituye una limitación al derecho de
propiedad del dueño del mismo. A pesar de que ya se contaba con una tesis aislada emitida por la Suprema
Corte de Justicia, las autoridades mexicanas no llevaron a cabo ninguna acción para subsanar esta situación;
especialmente proponer una reforma a la Ley. Finalmente, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia decidió,
en Sesión Privada del 29 de febrero de 2000, que dicha tesis aislada era susceptible de ser elevada a la
categoría de Jurisprudencia, emitiendo la misma bajo el número XXIX/2000, la cual fue publicada en el
Semanario Judicial de la Federación, Novena Época, Tomo XI, Marzo 2000, pág. 466, Clave P XXIX/2000
y que transcribimos a continuación:

MONUMENTOS Y ZONAS ARQUEOLÓGICOS, ARTÍSTICOS E HISTÓRICOS. LA LEY FEDERAL


RELATIVA ES VIOLATORIA DE LA GARANTÍA DE AUDIENCIA CONSAGRADA EN EL ARTÍCULO
14 CONSTITUCIONAL.- Es inconstitucional la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos,
Artísticos e Históricos, porque no prevé un procedimiento para que los afectados impugnen la declaratoria de
que un bien es monumento histórico, que emitan las autoridades administrativas; pues como dice la
jurisprudencia de este Alto Tribunal, el Poder Legislativo está obligado, según el artículo 14 constitucional,
a establecer en las leyes un procedimiento para que los afectados puedan impugnar los actos de aplicación.
No obsta a lo anterior el hecho de que, en los artículos 23 y 24, la ley en cita prevea un recurso de oposición
contra la inscripción de la declaratoria en el Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos e
Históricos, dependiente del Instituto Nacional de Antropología e Historia, pues la oposición de referencia
opera contra la inscripción en el registro, pero no contra la declaratoria de que un bien es monumento
histórico, que es la que causa perjuicio, por la serie de obligaciones que impone. Por tanto, si
independientemente de la inscripción en el registro, la sola declaratoria impone obligaciones a los afectados
(artículos 60., 70., 10, 11 y 12, entre otros, de la ley reclamada) y si la ley no contempla procedimiento o
recurso alguno para que los propios afectados impugnen dicho acto de aplicación, ese ordenamiento es
violatorio del artículo 14 constitucional.
Precedente: Amparo en revisión 3153/78.--Elda G. Cantón Campos viuda de Cásares y otros.--22 de mayo de
1984—Veintiún votos.--Ponente: Francisco H. Pavón Vasconcelos.--Secretario: Arturo Iturbe Rivas. Amparo
en revisión 1094/98.--Congregación de las Hijas del Espíritu Santo, Asociación Religiosa.--15 de noviembre
de 1999.--Once votos.--Ponente: Mariano Azuela Güitrón.--Secretario: Rolando Javier García Martínez.

Este criterio ratificó la necesidad de alinear el procedimiento de declaratoria de monumentos a los extremos
señalados por nuestra Carta Magna para garantizar una efectiva protección legal de los monumentos y
zonas. Es claro que la consecuencia lógica de este criterio jurisprudencial fue que se promovieron –y se
ganaron- muchos amparos que significaron la destrucción de muchos bienes culturales en diversos centros
históricos a lo largo del país.

Por ello fue necesario hacer una reforma a la LFMZ en materia de procedimiento de declaratorias, la cual
tuvo que esperar muchos años, pero que finalmente fue emitida en el año de 2014 y que será objeto de
análisis a continuación, junto con las reformas al RLFMZ en la misma manera que fue recientemente
reformado.

210
3.3.2.1.2.2.3.- Regulación general actual de las declaratorias

A partir de 2014, se promulgaron ciertas reformas y adiciones a la LFMZ, las cuales considerábamos
necesarias y oportunas. Una de estas reformas y adiciones tuvieron por objetivo reformular y aclarar el
procedimiento para la emisión de declaratorias de monumentos y zonas de monumentos, principalmente
para superar las omisiones con relación al cumplimiento de la garantía de audiencia, que había sido motivo
de los criterios jurisprudenciales desfavorables que estaban limitando la acción de las autoridades en
materia de monumentos y sitios.

Lo anterior representó una modificación al artículo 5º de la LFMZ y la adición de los artículo 5º Bis y 5º
Ter a dicho ordenamiento y que transcribimos a continuación:

Artículo 5o.- Son monumentos arqueológicos, artísticos, históricos y zonas de monumentos los determinados
expresamente en esta Ley y los que sean declarados como tales, de oficio o a petición de parte.

El Presidente de la República, o en su caso el Secretario de Educación Pública, previo procedimiento


establecido en los artículos 5o. Bis y 5o. Ter de la presente Ley, expedirá o revocará la declaratoria
correspondiente, que será publicada en el Diario Oficial de la Federación.

Artículo 5o. Bis.- En los procedimientos de declaratorias que se inicien a petición de parte, la solitud
respectiva deberá presentarse ante el Instituto competente y reunir los siguientes requisitos:

a) El nombre, denominación o razón social de quién o quiénes la promuevan y, en su caso, de su representante


legal;

b) Domicilio para recibir notificaciones;

c) Nombre de la persona o personas autorizadas para oír y recibir notificaciones;

d) La información necesaria que permita identificar inequívocamente el bien o zona objeto de la petición de
declaratoria;

e) Nombre y domicilio de quienes pudieren tener interés jurídico, si los conociere, y

f) Los hechos y razones por las que considera que el bien o zona de que se trate es susceptible de declaratoria.

Artículo 5o. Ter.- La expedición de las declaratorias a las que se refiere la presente Ley se sujetará al siguiente
procedimiento:

I.- Se iniciará de oficio o a petición de parte, de conformidad con el acuerdo que al respecto emita el Presidente
de la República o el Secretario de Educación Pública, por conducto del titular del Instituto competente, según
corresponda, y será tramitado ante este último.

Tratándose de declaratorias seguidas a petición de parte, el Instituto competente revisará si la solicitud


respectiva reúne los requisitos señalados en el artículo que antecede, en cuyo caso se admitirá a trámite. En
caso contrario, dentro de un plazo de diez días hábiles siguientes a la presentación de la solicitud, el Instituto
competente prevendrá por una sola vez al promovente para que subsane las omisiones dentro del término de
cinco días hábiles contados a partir de que haya surtido efectos la notificación. Transcurrido el término sin
que la prevención haya sido desahogada, el trámite será desechado.

II.- El acuerdo de inicio de procedimiento de declaratorias de monumentos se notificará personalmente a


quienes pudieren tener interés jurídico y, en su caso, al promovente con un resumen del acuerdo. Tratándose
de declaratorias de zonas de monumentos arqueológicos, artísticos e históricos, el Instituto competente
procederá a realizar la notificación mediante publicaciones que contendrán un resumen del acuerdo, el área
que abarque la poligonal, precisando sus límites, así como la identificación de los inmuebles incluidos dentro

211
del área que se pretende declarar. Dichas publicaciones deberán efectuarse por tres días consecutivos en el
Diario Oficial de la Federación, en uno de los periódicos diarios de mayor circulación en la entidad en la que
se localice la zona objeto de la declaratoria y en uno de mayor circulación nacional, dentro de los diez días
hábiles siguientes a la emisión de dicho acuerdo.

Tratándose de declaratorias de monumentos artísticos o de zonas de monumentos artísticos, previo a la


notificación de inicio de procedimiento, el titular del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura enviará
el expediente del proyecto de declaratoria a la Comisión Nacional de Zonas y Monumentos Artísticos, para
los efectos procedentes. En caso de que dicha Comisión Nacional emita opinión favorable respecto de la
expedición de la declaratoria, el titular de dicho Instituto procederá en los términos establecidos en esta
fracción. En caso contrario, el procedimiento se dará por concluido debiéndose emitir el acuerdo
correspondiente por la autoridad que le dio inicio, por conducto del titular del Instituto competente. Si se
tratara de una declaratoria seguida a petición de parte, el Instituto notificará la resolución al promovente
dentro de un plazo de diez días hábiles contados a partir de la fecha en que ésta se emita, concluyendo así el
procedimiento.

III.- Los interesados tendrán un término de quince días hábiles a partir de la notificación o de la última de las
publicaciones a que se refiere la fracción anterior, para manifestar ante el Instituto competente lo que a su
derecho convenga y presentar las pruebas y alegatos que estimen pertinentes.

IV.- Manifestado por los interesados lo que a su derecho convenga y presentadas las pruebas y alegatos o
transcurrido el término para ello, el titular del Instituto competente enviará al Secretario de Educación
Pública el expediente respectivo, junto con su opinión sobre la procedencia de la declaratoria, dentro de un
plazo de treinta días hábiles.

V.- Recibido el expediente por el Secretario de Educación Pública, si se tratara de una declaratoria que le
corresponda expedir, tendrá un plazo de ciento veinte días hábiles para hacerlo o para emitir resolución en
contrario, por conducto del titular del Instituto competente, la cual será notificada a los interesados dentro de
un plazo de diez días hábiles contados a partir de la fecha de su emisión.

Si se tratara de una declaratoria que corresponda expedir al Presidente de la República, el Secretario de


Educación Pública enviará a aquél el expediente dentro de un plazo de noventa días hábiles. El Presidente de
la República expedirá la declaratoria o emitirá resolución en contrario por conducto del titular del Instituto
competente, dentro de un plazo de ciento veinte días hábiles. Dicha resolución será notificada a los interesados
dentro de un plazo de diez días hábiles contados a partir de la fecha de su emisión.

VI.- Las resoluciones a que se refiere la fracción anterior únicamente podrán ser impugnadas en términos de
lo dispuesto por el artículo 83 de la Ley Federal de Procedimiento Administrativo.

VII.- Durante la tramitación del procedimiento, el Presidente de la República o el Secretario de Educación


Pública, según corresponda, por conducto del titular del Instituto competente, podrá dictar las medidas
precautorias para preservar y conservar el bien de que se trate, en términos de esta Ley, la Ley Federal de
Procedimiento Administrativo y el Código Federal de Procedimientos Civiles.

El presente procedimiento no será aplicable en el caso previsto en el artículo 34 Bis de esta Ley.

Para lo no previsto en la presente Ley se aplicará supletoriamente la Ley Federal de Procedimiento


Administrativo.

Estos dispositivos nos permiten definir cuatro grandes pasos en el proceso general de la emisión de una
declaratoria de monumentos o zona de monumento:

a) La presentación de la solicitud por parte de un particular para la emisión de una declaratoria y que
requiere que el solicitante acredite de una manera fehaciente el valor histórico o artístico del bien o zona
para motivar este acto de autoridad, cumpliendo con los requisitos formales establecidos en el artículo 5º

212
Bis de la LFMZ. Posteriormente, el artículo 5º Ter señala las causales por las que esta solicitud deba ser
admitida, prevenida o rechazada.

b) El proceso de tramitación e integración del expediente relativo a una declaratoria, en el que podemos
apreciar que debe darse publicidad al acuerdo de inicio de una posible declaración de un monumento o zona
y los términos para que se reciban las manifestaciones en favor o en contra por escrito para apoyar o
desvirtuar esta decisión de autoridad por afectar sus intereses particulares.

c) El análisis integral de todas las evidencias a favor o en contra sobre la pretensión de declarar o no un
monumento o zona de monumentos, para finalizar con la emisión de la mencionada declaratoria o dar por
terminado este procedimiento.

d) La publicación y entrada en vigor de la declaratoria después de cumplir con las formalidades de este
procedimiento.

Ahora bien, podemos afirmar que, en comparación al procedimiento previsto en la legislación anterior,
encontramos algunos avances relevantes:

a) Por una parte, es importante destacar que se establece una regulación para que cualquier ciudadano
pueda promover la emisión de una declaratoria de monumento o zona de monumentos, lo cual fortalece el
derecho de audiencia que está previsto en el artículo 8º de nuestra Constitución Federal.

b) Por otra parte, es muy importante destacar que con este procedimiento se están solucionando los vicios
de inconstitucionalidad en la declaratoria de monumentos y zona de monumentos que nuestro más Alto
Tribunal emitió en tiempos pasados, pues se establecen los parámetros claros por el que un bien pueda ser
incorporado al régimen de protección al Patrimonio Cultural.

c) Podemos apreciar a lo largo de este proceso señalado por la Ley que se establecen instancias con el fin
de garantizar el derecho de audiencia, tanto de los que promuevan como quienes se opongan, a la emisión
de una declaratoria de monumento o zona de monumentos.

d) El establecimiento de medidas precautorias que permitan la protección del bien o zona que será objeto
de la declaratoria de cualquier riesgo de destrucción o deterioro que se pretenda realizarse en contra de los
mismos por parte del propietario, poseedor o cualquier tercero. Este ha sido un escenario constante: ante
el rumor de que un bien iba a ser declarado como monumento (y hablamos de rumor porque recordemos
que el procedimiento de declaratoria que hemos descrito tiene tal solo unos pocos meses de vida; por lo que
en el pasado realmente la información sobre la posible declaratoria de un monumento se manejaba a nivel
de rumor), muchos propietarios llevaban a cabo acciones para evitar la futura aplicación de la Ley.
Efectivamente, encontramos casos de demoliciones clandestinas “al vapor” de casas históricas y en el caso
de obras de arte, muchos coleccionistas las sacaban del país mientras el proceso de declaratoria estaba en
progreso.

Sin embargo, creemos que existen oportunidades de mejora sobre este procedimiento.

Nos parece que al LFMZ maneja tiempos demasiado largos, especialmente cuando se trata de los actos que
deban realizar las autoridades. Desde luego, la emisión de una declaratoria de monumentos o zona de
monumentos no es un asunto menor; sin embargo, debemos reconocer que en estos tiempos globalizados,
de un tráfico de información incesante y una exigencia permanente de eficiencia, la decisión de una
autoridad de emitir o no una declaratoria de monumentos no puede ser emitida en términos tan laxos.

213
Confirmemos lo anterior a la luz de la propia Ley: el tiempo de emisión de una declaratoria en la que no se
suscite situaciones especiales (es decir, no se prevenga al solicitante, no se involucre a la Comisión Nacional
de Zonas y Monumentos Artísticos y que no deba ser hecha por el Presidente de la República) que
representa el tiempo mínimo para llevar este procedimiento tomará 188 días hábiles, es decir 47 semanas
aproximadamente (si no tomamos en consideración días festivos); en otras palabras, 11 meses y 3 semanas.
Si tomáramos en consideración todos los tiempos y situaciones previstas por la LFMZ y otorgándole a la
Comisión Nacional de Zonas y Monumentos Artístico un plazo de 30 días hábiles para la emisión de su
opinión, entonces este proceso implica 323 días hábiles; es decir, 80 semanas (sin tomar en consideración
los días festivos) y en otras palabras, 1 año y 7 meses.

Es demasiado tiempo, reiteramos.

Pero aun así, en los casos que hemos analizado, el tiempo que se otorga a los particulares -promoventes,
afectados o cualquier otro agente privado involucrado en estos procedimientos- llega en el peor de los casos
a 20 días hábiles, mientras que el resto se refiere a los tiempos que el ente gubernamental deberá tomar para
la emisión de la declaratoria respectiva, lo cual nos habla en primer de una falta de reciprocidad por parte
de las autoridades que requieren a los particulares de reaccionar en términos muy cortos, mientas que las
autoridades gozan de términos muy amplios para emitir los actos conducentes; pero también hablamos de
una franca ineficiencia o falta de interés de las autoridades por emitir los actos jurídicos que impulsen este
proceso.

Un punto interesante en esta regulación se refiere a la reciente reforma del Reglamento de la Ley Federal
sobre Monumentos y Zonas realizada en este año 2015, en virtud de que podemos apreciar un cambio de
mentalidad que privilegian los aspectos técnicos y que mencionaremos con mayor amplitud cuando
hablemos de las declaratorias como un instrumento de protección.

Creemos que existe una legítima intención de las autoridades por mejorar este proceso y permitir que el
mismo cumpla con reglas claras y precisas que se ajusten a los principios de legalidad y sobretodo, el
derecho de audiencia.

A pesar de las posibles oportunidades de mejora, no podemos dejar de reconocer que se dio un
importantísimo avance en la consolidación de nuestra regulación en materia de protección de monumentos
y zonas de monumentos. Hasta hace muy poco tiempo, las declaratorias de monumentos y zonas resultaban
documentos con un futuro muy incierto. Al día de hoy, las declaratorias emitidas por las autoridades
contarán con un sustento mucho más robusto desde el punto de vista administrativo y constitucional.
Debemos tomar en consideración que la gran mayoría de las declaratorias de monumentos y zonas a la
fecha fueron emitidas a la luz de la antigua regulación; sin embargo, debemos pensar que en el futuro
existirá una mayor consciencia de la necesidad de cumplir con los requisitos constitucionales de legalidad
y audiencia en la determinación de sus resoluciones.

Por último, es importante apuntar que este es un procedimiento general de emisión de declaratoria de
monumentos y zonas de monumentos que es principalmente aplicable sin cambios a los bienes
arqueológicos e históricos. En el caso de los monumentos y zonas de monumentos artísticos, existe una
regulación especial de excepción.

3.3.2.1.2.2.4.- Casos Especiales: Monumentos y Zonas de Monumentos Artísticos

El artículo 34 de la Ley prevé la creación de la Comisión Nacional de Zonas y Monumentos Artísticos, que
tendrá como objetivo el estudiar y proponer a la autoridad competente la declaratoria de zonas y
monumentos artísticos. Cabe señalar que de acuerdo a la Ley la opinión vertida por la Comisión será
necesaria para la validez de las declaratorias. Este es un órgano colegiado presidido por el Director del

214
INBA, e integrado por representantes de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales y de la
Universidad Nacional Autónoma de México, además de tres personas vinculadas con el arte designadas por
el director del INBA. Cuando se trate de declaratoria de monumentos o zona de monumentos artísticos se
invitará a un representante del gobierno de la Entidad Federativa donde se encuentren los bienes en cuestión.
Para que funcione esta Comisión deberá estar presente el director del INBA y más de la mitad de sus
integrantes, las decisiones se tomarán por mayoría de votos de los presentes y el presidente tendrá voto de
calidad.

Consideramos que sería de igual utilidad la creación de un organismo similar para monumentos y zonas de
monumentos arqueológicos e históricos, siempre y cuando dichos órganos colegiados garanticen su
continuidad y constante funcionamiento; pues constituyen excelentes ejemplos de un análisis desde un
punto de vista multidisciplinario.

El artículo 34 Bis de La Ley establece un procedimiento de carácter sumario para la emisión de


declaratorias de monumentos artísticos cuando se detecte que se están realizando obras en un bien con un
posible valor estético relevante, otorgando al INBA las facultades para emitir una declaratoria provisional
y detener el acto que represente un daño al posible monumento, en tanto se decide o no sobre su protección
definitiva. A partir de este acto de autoridad, el interesado podrá presentar ante el INBA objeciones
fundadas dentro de un término de 15 días contados a partir de la notificación de la declaratoria, que se harán
del conocimiento de la Comisión de Zonas y Monumentos Artísticos y de la Secretaría de Educación
Pública para que ésta resuelva. Dentro del plazo de noventa días que se prevé en este artículo, se dictará un
Acuerdo de Inicio de Procedimiento señalado en el artículo 5º Ter de la Ley. En caso contrario, la
suspensión quedará automáticamente sin efecto.

Este tipo de declaratorias pueden ser un tipo de medida preventiva muy útil cuando se detecta una situación
que represente un peligro inminente para la integridad de un monumento. Existe un caso de la aplicación
de esta medida que se dio hace algunos años cuando el Gobierno del Distrito Federal decidió apoyar un
proyecto para la construcción de una gran torre con motivo del bicentenario de nuestra Independencia y
que iba a ser adyacente al Bosque de Chapultepec. Dicha torre se llamaría Torre Bicentenario y se
construiría sobre un edificio muy poco conocido que ocupaba una negociación mercantil llamada el Super
Servicio Lomas, pero que en realidad era uno de los primeros y más relevantes ejemplos de la Arquitectura
Funcionalista (como una de las corrientes más importantes de la Arquitectura de mediados del siglo XX)
en nuestro país, de autoría del Arquitecto Vladimir Kaspé. A partir de estas consideraciones y a fin de evitar
que este edificio fuera demolido, el INBA dio inicio a este procedimiento sumario que permitió que las
autoridades del Distrito Federal desistieran en principio en seguir apoyando la obra.

3.3.2.1.2.2.5.- Las declaratorias como un instrumento de protección

Como mencionamos anteriormente, las declaratorias de zonas de monumentos tienen, entre sus efectos, el
establecer de una normatividad específica para la misma.

Sin embargo, es muy importante que tomemos en consideración que a partir de la reforma de la LFMZ de
2014 y la reciente reforma del RLFMZ pareciese que tendríamos que hablar de la situación diferenciada de
las declaratorias y su contenido que aún no se presenta, ya que todavía no se ha emitido una nueva
declaratoria bajo la nueva regulación

Para tal efecto, nos permitimos transcribir y subrayar lo dispuesto en el segundo párrafo del antiguo artículo
9º del RLFMZ por su relevancia:

215
Las declaratorias de zonas arqueológicas, artísticas e históricas determinarán, específicamente, las
características de éstas y, en su caso, las condiciones a que se sujetarán las condiciones a que deberán
sujetarse las construcciones que se hagan en dichas zonas.

Como podemos observar, la intención del RLFMZ era que la declaratoria de zonas de monumentos se
transformara en una norma jurídica especializada de carácter técnico a fin de detallar y regular las
condiciones que sean aplicables a la zona de monumentos en específico, tomando en consideración su
características particulares: no nos encontramos ante las mismas condiciones naturales en una ciudad del
centro del país como Querétaro, con una costera, como pudiera ser Mazatlán o con una zona arqueológica
en un clima semitropical y tallada en piedra como Malinalco o un ejemplo de la arquitectura Moderna como
es el caso de Ciudad Universitaria. Existen muchas diferencias que van desde los mismos materiales de
construcción, acabados, valores, usos y en general, los efectos producto de la acción de los agentes naturales
y sociales. De hecho, en una misma ciudad pueden existir zonas culturales con características totalmente
distintas (como en el caso de la propia ciudad de México encontramos zonas culturales con elementos
naturales y sociales diametralmente distintos como son en el Centro Histórico, la zona histórica de
Coyoacán, el centro de Azcapotzalco o el área de Xochimilco).

Las diferencias tan importantes como las mencionadas condicionan los presupuestos y trabajos de
conservación. Por lo que la existencia de una regulación específica que debería contenerse en las
declaratorias de zonas de monumentos sería un instrumento legal de gran utilidad.

Incluso, el artículo 42 de la Ley (todavía vigente al día de hoy) nos indica aquellas materias que sería objeto
de especial regulación en una declaratoria de zonas de monumentos, pues son aquellos aspectos que son
objeto de autorización por parte de las autoridades en esta materia: todo anuncio, aviso, carteles; las
cocheras, sitios de vehículos, expendios de gasolina o lubricantes; los postes e hilos telegráficos y
telefónicos, transformadores y conductores de energía eléctrica, e instalaciones de alumbrado; así como los
kioscos, templetes, puestos o cualesquiera otras construcciones permanentes o provisionales.

Algunas otras declaratorias emitidas al amparo de la vieja LFMZ y RLFMZ, como puede ser la de la zona
de monumentos históricos ubicada en la ciudad de Aguascalientes, publicado en el Diario Oficial de la
Federación el día 20 de diciembre de 1990, hace solo referencia a la obligatoriedad de obtener permiso de
la autoridad competente para llevar a cabo cualquier acción de construcción en la misma:

Artículo 5o.- Las construcciones que se realicen en la zona de monumentos históricos de la ciudad de
Aguascalientes, Estado de Aguascalientes, se sujetarán a las condiciones establecidas en las disposiciones
legales aplicables y en todo caso cualquier obra de construcción, restauración o conservación en la zona de
monumentos históricos, deberá realizarse con la autorización previa del Instituto Nacional de Antropología e
Historia.

Esta redacción -la cual puede encontrarse en muchas otras declaratorias de zonas de monumentos- nos
presenta un “círculo vicioso” consistente en el hecho de que, por una parte el Artículo 9º del RLFMZ remite
la regulación específica de las zonas de monumentos a la autoridad federal y la declaratoria a su vez, nos
remite al cumplimiento de lo dispuesto por las disposiciones legales aplicables (es decir a la Ley y el
Reglamento), en todas sus materias.

Existieron esfuerzos por tratar de dar mayor sustento a la regulación técnica de las zonas de monumentos,
como podemos apreciar en los artículos 4º y 5º del decreto de declaratoria de una zona de monumentos
históricos en la ciudad y puerto de Mazatlán, publicado en el Diario Oficial de la Federación de fecha 12
de marzo de 2001.

216
Artículo 4º.- Las construcciones, ampliaciones y en general cualquier obra permanente o provisional, que se
realicen en la zona de monumentos históricos de la ciudad y puerto de Mazatlán, municipio del mismo nombre,
estado de Sinaloa, estarán sujetas a lo establecido en la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas
Arqueológicos, Artísticos e Históricos y su Reglamento.

Artículo 5º.- La Secretaría de Educación Pública definirá los criterios de protección de la zona de monumentos
históricos de que se trata, promoverá programas educativos y de divulgación que estimulen entre la población
el conocimiento, estudio, respeto y aprecio del patrimonio cultural que se conserva en la referida zona.

Si bien, el artículo 4o. de este decreto contiene una disposición muy similar a la que pudimos observar en
el caso de la declaratoria de la zona de monumentos de Aguascalientes, vemos que en el siguiente artículo
se previene la definición de criterios de protección a través de la Secretaría de Educación Pública, los cuales
desde luego debieran ser acordes con los requerimientos de las ciencias de la conservación del Patrimonio
Cultural.

Un caso excepcional de una declaratoria que contempla una normatividad de protección mucho más
específica es la del decreto por el que se declara la zona de monumentos arqueológicos de Teotihuacán,
publicado en el Diario Oficial de la Federación el día 30 de agosto de 1988.

En dicho decreto se establecen distintas áreas de protección: un Área Central de Monumentos


Arqueológicos (declarada originalmente en 1964), un Áreas Ampliada de Monumentos Arqueológicos (que
es producto de los nuevos hallazgos en la zona) y un Área de Protección General (en la que se presume la
existencia de vestigios arqueológicos), con una importante vocación de protección de los valores visuales
y del entorno natural a la zona de monumentos, como podemos apreciar de la lectura de los siguientes
artículos del mencionado decreto:

Artículo 3º.- Para contribuir a la mejor preservación y resguardo de la zona arqueológica definida en el
artículo anterior, el Gobierno Federal propondrá al Gobierno del Estado de México la celebración de un
acuerdo de coordinación destinado a establecer adicionalmente áreas de protección visual en las superficies
que mutuamente convengan de los cerros Gordo, Patlachique, Metecatl, Colorado y Malinal, donde rematan
los ejes más importantes de la zona arqueológica.

Artículo 4º.- La zona arqueológica definida en el artículo 2o. del presente Decreto estará sujeta a lo
establecido en la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos y su
Reglamento, las demás disposiciones legales aplicables y los acuerdos de coordinación que se celebren con
las autoridades locales.

El área de protección visual que se establezca de acuerdo a lo prevenido en el artículo 3o. de este Decreto,
estará sujeta a las regulaciones derivadas de la legislación sobre asentamientos humanos y desarrollo urbano
federal y estatal.

Artículo 9º.- La Secretaría de Educación Pública definirá los criterios de protección de la zona monumental;
promoverá programas educativos y de divulgación que estimulen entre la población el conocimiento, estudio,
respeto y aprecio del patrimonio cultural de Teotihuacán; y por conducto del Instituto Nacional de
Antropología e Historia, proveerá al cumplimiento de las disposiciones contenidas en este Decreto.

Artículo 11.- Las dependencias y autoridades competentes adoptarán las medidas necesarias para regular y
prohibir, en su caso, la explotación de recursos naturales de todo género que pueda afectar a los monumentos
comprendidos en la zona.

Artículo 12.- Previos los estudios correspondientes, se promoverá la modificación o adecuación, si resulta
necesario, de las obras o bienes no arqueológicos de cualquier naturaleza que afecten la visita o acceso a los
monumentos y que puedan desvirtuar la apreciación y comprensión de los mismos dentro de las Áreas Central
y Ampliada que determina el artículo 2o.

217
Artículo 13.- En la zona de monumentos definida en este Decreto no se autorizarán construcciones cuya
función, diseño o ubicación alteren, afecten o distorsionen los valores monumentales o el uso educativo y de
investigación a que la misma está destinada.

En las Áreas Central y Ampliada de Monumentos no se permitirán construcciones nuevas ni ampliaciones de


las existentes, con excepción de aquéllas que realice el Instituto Nacional de Antropología e Historia para el
rescate, revitalización y difusión de los monumentos y de la zona misma.

En el Área de Protección General se permitirá la realización de construcciones que no atenten contra la


preservación e integridad de la zona de monumentos arqueológicos y siempre que se ajusten a las
disposiciones establecidas en los planes o programas de centros de población aplicables a los Municipios
Teotihuacán y San Martín de las Pirámides. En todo caso, las obras se sujetarán a las disposiciones legales y
reglamentarias vigentes.

Desafortunadamente, debemos aceptar que en México son pocas las declaratorias de zonas de monumentos
que cuentan con esta regulación tan rica como la que se contiene en la declaratoria de la zona arqueológica
de Teotihuacán.

Ahora bien, hablar de las disposiciones que se han adicionado en las últimas reformas del RLFMZ nos
presenta una mayor intencionalidad técnica, pero en el ámbito del establecimiento de condiciones a las
construcciones que afecten las zonas de monumentos históricos, la situación no cambia y consideramos que
se desperdició la oportunidad de avanzar hacia la regulación técnica que monumentos aislados –situación
que hubiera sido realmente muy útil- mediante el establecimiento de criterios de protección específicos, lo
cual siempre hubiera contribuido a proveer a las autoridades mayores elementos de protección.

Artículo 9º.- Las declaratorias de monumentos artísticos e históricos pertenecientes a la Federación, Distrito
Federal, Estados y Municipios, así como las declaratorias de zonas de monumentos arqueológicos, artísticos
e históricos serán expedidas o revocadas por el Presidente de la República. En los demás casos la expedición
o revocación se hará por el Secretario de Educación Pública.

Las declaratorias de zonas de monumentos arqueológicos, artísticos e históricos determinarán las


características de éstas, el área que abarque la poligonal de la zona, precisando sus límites, la identificación
de los inmuebles incluidos dentro del área que se pretende declarar y, en su caso, las condiciones a que
deberán sujetarse las construcciones que se hagan en dichas zonas.

Las declaratorias de monumentos artísticos e históricos deberán mencionar sus características, dimensiones
y ubicación.

Las declaratorias que expida el Presidente de la República en términos de este artículo podrán impugnarse
de conformidad con la legislación federal aplicable.

Artículo 9º Bis.- Los institutos competentes, previo a la emisión del acuerdo de inicio de procedimiento de
declaratoria, deberán integrar un expediente que contenga:

I.- Antecedentes documentales que servirán para justificar el valor arqueológico, artístico o histórico y que se
argumentarán en la declaratoria correspondiente;

II.- Información técnica del bien o bienes a declarar como monumentos históricos o artísticos, o de los bienes
que conformen la zona de monumentos arqueológicos, artísticos e históricos a declarar, y

III.- En su caso, el plano que contenga la poligonal de la zona a declarar.

Artículo 9º Ter.- La opinión de procedencia del Instituto competente, a que se refiere la fracción IV del artículo
5º Ter de la Ley, deberá contener, cuando menos, lo siguiente:

218
I.- La fundamentación que sustente la procedencia de la declaratoria, y

II.- Los argumentos técnicos, científicos e históricos que respondan a cada uno de los alegatos presentados
por los interesados.

Nos queda una inquietud muy específica por lo que se refiere a la fracción II del artículo 9º Bis del RLFMZ:
detectar y sistematizar la información técnica de un inmueble que aspire ser un monumento parece una
labor obligada y no podemos hacer comentario alguno; sin embargo, cuando hablamos de zonas de
monumentos, nos surge realmente dudas en cuando a la posibilidad detectar los requerimientos básicos que
faciliten este proceso. Muy particularmente nos queda la duda si realmente, al indicar que para las zonas
de monumentos deberá reunirse información de todos los monumentos incluidos en una zona, parecería
una labor titánica: existen centros históricos que cuentan con más de 1000 monumentos per se. ¿Cómo
podrán las autoridades cumplir con esta disposición como un requisito básico para proceder a la declaratoria
de una zona? ¿Estamos facilitando la protección del Patrimonio Cultural con esta regulación procedimental
o la estamos obstruyendo? ¿Realmente sirve esta información técnica para mejorar los procesos de
protección?

Todas estas preguntas pudieran tener respuestas muy distintas.

Por tal razón, podemos afirmar que es necesario revalorar y fortalecer el papel normativo que puede
desempeñar la declaratoria como una instrumento de atención específica y cumplimiento de necesidades
particulares de las zonas de monumentos, proveyendo de una necesaria normatividad técnica que garantice
la protección de los monumentos y sitios bajo el cumplimiento de criterios científicos establecidos; pues
ante esta inexistencia de criterios establecidos, lo que rige en las decisiones sobre las intervenciones en
estos monumentos y zonas es el criterio personal del funcionario público, lo cual es un tema que afecta no
solo el derecho de las personas a que su Patrimonio Cultural sea defendido, sino a una esperanza de cumplir
con el Estado de Derecho. Se conocen muchos casos en que las decisiones gubernamentales a nivel público
o privado se han alejado de los criterios científicos y valores sociales de la conservación monumental en
aras de cumplir con los intereses y aspiraciones de muchos grupos de poder o económico, en perjuicio de
quienes tiene real derecho sobre estos bienes que es la sociedad.

3.3.2.1.2.3- Los bienes del Patrimonio Cultural Subacuático: un caso excepcional

Un caso incorporado recientemente en nuestra legislación es el referente al Patrimonio Subacuático. Este


es un gran paso para ampliar, reconocer e incorporar al régimen de protección del Patrimonio Cultural a un
conjunto importante y trascendente de bienes que no habían recibido un tratamiento legal debido, pero que
en el aspecto técnicos existía un gran avance en nuestro país.

Actualmente, la LFMZ prevé la incorporación del Patrimonio Subacuático en su artículo 28 Ter. Sin
embargo, a partir del texto legal, podemos encontrar que a pesar de incorporar conceptos novedosos en
nuestra legislación, no podemos apostar todavía por su eficiente implementación por una carencia de
claridad en esta materia.

Veamos el texto de la Ley.

Artículo 28 Ter.- Las disposiciones sobre preservación e investigación en materia de monumentos y zonas de
monumentos arqueológicos e históricos serán aplicables a los rastros de existencia humana que tengan un
carácter cultural, histórico o arqueológico, localizados en la zona marina de los Estados Unidos Mexicanos,
que hayan estado bajo el agua parcial o totalmente, de forma periódica o continua, tales como: los sitios,
estructuras, edificios, objetos y restos humanos, junto con su contexto arqueológico y natural; los buques,
aeronaves, otros medios de transporte o cualquier parte de ellos. Su cargamento u otro contenido, junto con
su contexto arqueológico y natural; y los objetos de carácter prehistórico.

219
Quedan exceptuados del párrafo anterior los buques y aeronaves de Estados extranjeros, cualquier parte de
ellos, su cargamento u otro contenido, que gocen de inmunidad soberana conforme a derecho internacional.

Las autorizaciones para realizar investigación y exploración de los bienes a que se refiere el primer párrafo,
se sujetarán a lo establecido en el artículo 30 de esta Ley.

De esta disposición podemos encontrar algunas consideraciones interesantes.

Por una parte, encontramos que en el caso del Patrimonio Subacuático, no podemos incorporarlo en una de
clasificaciones clásicas de monumentos de una manera automática. El Patrimonio Subacuático,
dependiendo de su origen y temporalidad, podría ser considerado un monumento arqueológico o artístico.
En nuestro país existen vestigios subacuáticos que datan de diversas épocas derivado de su actividad
marítima. Por ello, no es posible que pudiéramos entender que este tipo de bienes culturales en su totalidad
bajo un solo valor y esto hace necesario un tratamiento especializado, que la Ley efectivamente empieza a
dibujar.

En lo técnico, pareciese que el problema pudiera ser simple: aquellos pecios de carácter arqueológico se
rigen por las disposiciones de los monumentos arqueológicos y por otra parte, aquellos pecios que daten de
tiempos post-prehispánicos, podrían ser monumentos históricos. Es claro que el manejo legal de estos
bienes es diferenciado.

Pero surge un punto que debiéramos cuando menos de enunciar: si los bienes sumergidos derivan de una
cultura establecida previamente a la hispánica en el país, resultaría evidente que son monumentos
arqueológicos y quedan automáticamente protegidos. Pero en el caso de los bienes pertenezcan a un periodo
posterior, ¿serían monumentos históricos por disposición de Ley todos ellos? ¿Serían monumentos por
disposición de Ley y por lo tanto, automáticamente protegidos aquellos que se ajusten a los extremos del
artículo 36 de la LFMZ? ¿Y por lo tanto, requerirían de una declaratoria todos los demás? ¿Si el bien es
original del siglo XX –digamos, una aeronave de combate sumergida y siguiendo el absurdo criterio de
dividir lo histórico de lo artístico a partir del siglo XX que ya hemos demostrado que no es real pero aun
aplicable a nuestro país- tendríamos que considerarlo un monumento artístico o histórico?

Nos parece que la solución debiera ser muy sencilla en este sentido: todos ellos debieran ser monumentos
por ministerio de Ley en sus diversas acepciones, situación que debiera estar asentada de manera clara y
precisa en este artículo 28 Ter.

Aún más interesante y desde luego, un adelanto conceptual muy importante que debiera seguirse e
incorporarse en otras categorías protegidas por la LFMZ, es la relativa al contexto arqueológico y natural.
Ambos son términos técnicos muy profundos, pero quisiéramos explicarlos de manera sencilla y breve.

El contexto arqueológico es el sistema de artefactos y materiales que están relacionados en el tiempo y en


el espacio como resultado de una acción social, pero que ahora se encuentran abandonados en un sitio en
cuestión. El claro ejemplo de lo anterior es un enterramiento prehispánico donde, además de los restos
humanos del sujeto, encontramos una serie de bienes, vasijas, muebles y demás bienes que están
relacionados con los ritos funerarios y las creencias que sustentan los mismos. Incluso, en muchos de estos
caso, la posición y forma de colocación que estos objetos ocupan en el sitio ya proveen una serie de datos
importantes. Por eso resulta tan perjudicial el que se remuevan los bienes que se encuentran en un
enterramiento sin previa intervención de los arqueólogos, ya que en ese momento se puede el contexto y
una serie de informaciones muy valiosas que contribuyen al mejor entendimiento de una cultura.

220
El contexto natural es el resultados de la interacción del sitio y su entorno natural que implica desde la
vegetación, fauna, topografía, llenos y vacíos, clima, etc. Desde luego, en el caso de Patrimonio Subacuático
la relación con el ambiente marino resulta vital.

Ante un paso tan trascendente como es el reconocimiento del contexto como objeto de regulación en la
LFMZ, nos parece incomprensible que no se haya propuesto ni en la Ley, ni en el RLFMZ una definición
aunque fuera mínima del concepto de contexto arqueológico y el contexto natural. Mucho menos, nos
parece conveniente que no exista cuando menos una indicación que obligue a las autoridades a respetar en
todo momento ambos contextos al momento de emitir cualquier acto o proyecto que involucre estos sitios.

3.3.2.2.- El Registro

El artículo 21 y 22 de la LFMZ disponen la creación de un Registro Público de Monumentos y Zonas


Arqueológicos e Históricos dependiente del INAH en el que se inscribirán los monumentos arqueológicos
e históricos y las declaratorias de zonas correspondientes que sean propiedad de la Federación, Entidades
Federativas, Municipios, organismos descentralizados, empresas de participación estatal y particulares. De
igual forma, estos mismos artículos crean un Registro Público de Monumentos y Zonas Artísticos depen-
diente del INBA con similares funciones para este tipo de monumentos.

Cada Registro Público estará formado de cuatro secciones en las que se inscribirán: los monumentos y
declaratorias de muebles; los monumentos y declaratorias de inmuebles; las declaratorias de zonas de
monumentos y los comerciantes en monumentos. Cabe mencionar, que adicionalmente a la actividad de
inscripción, las oficinas de registro también llevarán un catálogo (sin que se defina la división conceptual
de esta oficina), de conformidad con el artículo 28 del Reglamento.

Las inscripciones podrán realizarse, según el artículo 23 de la Ley, de oficio o a petición de parte. Sin
embargo, para la inscripción de oficio deberá hacerse del conocimiento de la parte afectada para que en
caso de oponerse presente un escrito dentro de los siguientes 15 días contados a partir de la fecha de
notificación, en el que ofrezca pruebas para desvirtuar el registro del objeto, el cual será resuelto por el
Instituto correspondiente en el término de 30 días siguientes. Cuando se desconozca el domicilio del
afectado, surtirá efectos de notificación personal la publicación de la misma en el Diario Oficial. La
declaratoria de que un bien inmueble es monumento, deberá inscribirse, además, en el Registro Público de
la Propiedad de su jurisdicción, en un plazo de quince días contados a partir de su publicación en el Diario
Oficial de la Federación.

Como pudimos estudiar en la sección relativa a la declaratoria de monumentos, en el pasado, uno de los
argumentos que en su momento manejó la autoridad para defenderse en contra de la inexistencia de un
mecanismo que garantizara el derecho de audiencia de los afectados por una declaratoria de monumentos
fue esta oportunidad que tienen los particulares en contra de la inscripción de oficio, tal y como puede
inferirse de la jurisprudencia que citamos. Sin embargo, cabe mencionar que la propia Suprema Corte de
Justicia consideró este argumento como improcedente toda vez que la oposición al registro no invalida el
carácter de monumento de un bien declarado.

Cabe mencionar que la Ley no menciona cuáles son las causales por la que la autoridad puede proceder de
oficio a efectuar la inscripción correspondiente. Pensamos que la solución a este problema es otorgar la
facultad a la autoridad de proceder al registro de oficio cuando se demuestre el incumplimiento a esta
obligación por parte de los propietarios o poseedores.

Para obtener el registro a petición de parte, el interesado deberá adjuntar a la solicitud la declaratoria de
monumento (en su caso), los documentos que acrediten la propiedad o posesión del bien, un plano de
localización y descripción de la fachada y plantas arquitectónicas (cuando se trate de inmuebles) y una

221
fotografía para identificar plenamente el objeto, como lo señala el artículo 21 del Reglamento. Una vez
hecha la inscripción a petición de la parte interesada y realizado el pago de derechos correspondientes, la
autoridad emitirá un certificado de inscripción, tal y como menciona el artículo 25 del RLFMZ, disposición
jurídica a la que posteriormente regresaremos a analizar en este mismo capítulo.

Las inscripciones de bienes muebles especificarán la naturaleza del bien y el nombre con el que se conozca,
una descripción del mismo y el lugar donde se encuentre, el nombre del propietario o poseedor, los actos
traslativos de dominio con respecto de dicho bien y el cambio de destino, cuando se trate de monumentos
de propiedad federal, como lo expresa el artículo 17 del Reglamento.

El artículo 18 del mismo Reglamento señala que en las inscripciones de inmuebles, se hará constar la
procedencia del monumento, su naturaleza, la descripción, superficie y linderos, además de los actos
traslativos de dominio con respecto a dicho bien y su cambio de destino si es de propiedad federal.

La inscripción de declaratorias de zonas deberá contener su ubicación, linderos, el área que abarca la
poligonal de la zona y, además de un listado de los monumentos que se encuentren en la misma, así como
la identificación de los inmuebles que, sin ser considerados monumentos, se encuentren, en su caso, dentro
de la poligonal de la zona, tal y como lo expresa el artículo 19 del Reglamento.

En el registro de los comerciantes se anotará el nombre, domicilio, Registro Federal de Contribuyentes de


la persona dedicada a traficar lícitamente con bienes históricos y artísticos, además del tipo de operaciones
que realiza, las plazas donde se encuentre, sus cambios en denominación o razón social (en su caso) y el
traspaso, clausura o baja de la negociación, como lo expresa el artículo 20 del Reglamento.

La Ley establecen la obligatoriedad para dar aviso de los actos traslativos de dominio (tales como la
compraventa, donación, permuta o cualquier otro acto jurídico que represente la transmisión de la propiedad
de un monumento) a los Institutos competentes, ya sea en el caso de bienes inmuebles (artículo 25) o
muebles (Artículo 26). Especialmente en lo que se refiere al artículo 26 de la LFMZ, ésta no señala cuál
será la parte obligada a dar el aviso (es decir quien transmite la propiedad del monumento o quien la recibe).
En todo caso, nuestra opinión es que es una obligación solidaria de cualquiera de las partes que intervienen
en la operación, aún y cuando, desde nuestro punto de vista debería se determinarse en la Ley a quien
corresponde la carga de la obligación de inscribir a fin de definir las responsabilidades en su caso.

Las inscripciones en general no podrán ser objeto de tachaduras ni enmiendas, toda rectificación será objeto
de un nuevo asiento, en el que se especificará la modificación.

La cancelación del registro solo podrá proceder de conformidad con el artículo 26 del Reglamento por
revocación de la declaratoria, resolución de autoridad competente, clausura o baja del comerciante o por
cualquier otra razón establecidas por las leyes y reglamentos.

Hasta aquí, podríamos decir que contamos con una visión completa de la actividad registral contemplada
en la Ley y en su Reglamento. Sin embargo, vale la pena cuestionarse cuál es el efecto jurídico de la
inscripción en el Registro de un monumento o zona de monumentos.

Como señalamos al inicio de este capítulo, los actos registrales tienen como finalidad el otorgar validez
jurídica o real a una situación concreta. Sin embargo, nos encontramos –inexplicablemente a nuestra manera
de ver- las siguientes disposiciones contenidas en el artículo 24 de la Ley y 25 del Reglamento que vale la
pena transcribir:

Artículo 24.- La inscripción no determina la autenticidad del bien registrado. La certificación de autenticidad
se expedirá a través del procedimiento que establezca el Reglamento respectivo.

222
Artículo 25.- Hecha la inscripción y previo el pago de los derechos correspondientes, se expedirá al interesado
constancia del registro, la cual no acreditará la autenticidad del bien registrado.

De hecho, podemos apreciar de la lectura de los artículos 29 a 31 del Reglamento que existe un
procedimiento para la emisión de la certificación de autenticidad que menciona el artículo 24 de la Ley.

Nos parece contradictorio la existencia de una obligación de inscribir monumentos y zonas de monumentos,
establecer una regulación muy específica para las inscripciones y formas de solicitud para la emisión de
este acto jurídico, previendo incluso la posibilidad de que el particular afectado por la inscripción pueda
oponerse en contra de la misma para que el resultado de toda esta situación no represente ni siquiera la
certificación de la autenticidad del bien en cuestión.

El cuestionamiento lógico se repite: ¿Entonces, cuál es el efecto jurídico de la inscripción de monumentos


y zonas de monumentos en el Registro previsto por la Ley?

Como señalamos al principio de este capítulo, nos parece que las autoridades han pretendido darle al
Registro de monumentos la función de un catálogo y desde nuestro punto de vista, es necesario replantear
la función del registro de monumentos como un instrumento valioso de protección con plenos efectos
jurídicos, que represente un requisito necesario para los propietarios de monumentos para el iniciar de
cualquier trámite para cualquier autorización prevista en la Ley, ordenando la inscripción de oficio cuando
el propietario de un monumento acuda por primera vez a realizar un trámite ante los Institutos competentes
y se detecte que el bien en cuestión no se encuentra registrado.

En el caso del aviso de operaciones comerciales, vale la pena señalar que esta obligación es seguida de una
manera muy laxa o casi inexistente por quienes comercian con bienes culturales muebles, principalmente
obras de arte en un mercado legal; lo cual se traduce en una serie de condicionantes que favorecen el tráfico
ilícito de estos bienes. Por otra parte, la falta y retraso en el registro de muchas piezas hace imposible la
identificación de muchas obras del arte sacro que han sido objeto de vandalismo y saqueo.

Darle ese importante papel al Registro de monumentos y zonas, permitirá mantener un mejor control de las
actividades públicas y privadas que harán de este importante instrumento de protección un mecanismo que
contribuya a la mejor conservación del Patrimonio Cultural.

3.3.2.3.- Medidas de protección de los monumentos y zonas

Una vez que un mueble, inmueble o zona ingresa al régimen de protección del Patrimonio Cultural, la
legislación establece una serie de medidas de control para garantizar la conservación de su valor
arqueológico, artístico e histórico. Estas medidas de control consisten en la regulación de ciertas
instituciones (como es el propio derecho de propiedad) o actividades socioeconómicas que tienen incidencia
en la integridad física y valorativa de los monumentos y zonas de monumentos.

En la determinación de las acciones que deben seguirse en materia de protección y conservación de


monumentos y zonas de monumentos, debemos orientarlos a los principios generales establecidos en los
artículos 1º y 2º de la Ley, que procedemos a transcribir:

Artículo 1º.- El objeto de esta ley es de interés social y nacional y sus disposiciones de orden público.

Artículo 2º.- Es de utilidad pública, la investigación, protección, conservación, restauración y recuperación


de los monumentos arqueológicos, artísticos e históricos y de las zonas de monumentos...

223
Desde la perspectiva de la legislación federal, la conservación de los monumentos y zonas consiste en una
serie de medidas limitativas y de fomento para una serie de actividades o derechos de carácter
eminentemente privado que tienen impacto en la preservación de dichos bienes o áreas.

De tal forma, vamos a estudiar las disposiciones que se contienen en la LFMZ y su Reglamento sobre las
medidas destinadas a garantizar la preservación de los valores de estos bienes y zonas culturales.

3.3.2.3.1.- Propiedad de Monumentos Arqueológicos

El artículo 27 de la Ley establece la prohibición de la propiedad privada sobre monumentos arqueológicos.


Conforme a este ordenamiento, serán propiedad de la Nación todos los monumentos arqueológicos, ya sean
muebles o inmuebles. En algunas ocasiones, se ha criticado dicha disposición, fundándose en el hecho de
que no se encuentra expresamente contemplada dicha limitación en nuestra Constitución Federal.

Sin embargo, debemos considerar que esta prohibición no es categórica, ya que la Ley de 1934 permitía la
existencia de propiedad privada sobre bienes arqueológicos muebles, por lo que el artículo 4o. transitorio
de la Ley vigente consigna una excepción a esta regla: 11

Lo anterior se confirma en la exposición de motivos de la iniciativa de la Ley vigente:

Es manifiesto que se supera la Ley de 1934 y la vigente [la Ley de 1970], que únicamente consideran como
pertenecientes a la Nación los inmuebles arqueológicos y los objetos que se encontrasen en ellos. Empero, se
respetan los derechos de los actuales poseedores de muebles arqueológicos, a los que se les acreditará como
propietarios, si los inscriben en el Registro de la Propiedad Arqueológica, que para tales efectos se crea.

11 Esta consideración fue confirmada en la siguiente tesis aislada sustentada por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que
apareció en el Semanario Judicial de la Federación, Quinta Época, Tomo LXXIX, página 458 y que hace referencia a la anterior legislación:

ARQUEOLOGIA, BIENES RELATIVOS A LA.- La ley sobre monumentos arqueológicos, de 11 de mayo de 1897, declara que son propiedad
de la Nación, todos los monumentos arqueológicos existentes en el territorio mexicano, prohibiendo la explotación, remoción y restauración de
ellos, sin licencia expresa del Ejecutivo de la Unión, y para los afectos de esa ley, se reputan monumentos arqueológicos, las ruinas de ciudades,
las casas grandes o habitaciones trogloditicas, las fortificaciones, los palacios, templos, pirámides, rocas esculpidas o con inscripciones, y, en
general, los edificios que, bajo cualquier aspecto, sean interesantes para el estudio de la civilización e historia de los antiguos pobladores de
México. En otro de sus artículos, considera delito, la destrucción o deterioro de esos monumentos, y todos sus preceptos hasta el quinto, se refieren
a inmuebles, el artículo 6to, menciona los muebles y dispone que las antigüedades mexicanas, códigos ídolos, amuletos y demás objetos o cosas
muebles, que el Ejecutivo Federal estime como interesantes para el estudio dicho, no podrán ser exportados sin autorización legal, y sanciona con
una multa al que infrinja tal disposición, sin perjuicio de la responsabilidad penal en que pudiera incurrir. El artículo 8to. establece que las
antigüedades mexicanas adquiridas por el Ejecutivo, se depositarán en el Museo Nacional. De la redacción de esos preceptos, es forzoso concluir
que el legislador declaró propiedad nacional los monumentos arqueológicos inmuebles que enumera, y con respecto de los muebles, prohibió su
exportación sin autorización legal, sancionándola en la forma ya dicha; de modo que es indudable que la ley reconoció que pueden ser objeto de
propiedad privada, las antigüedades muebles supuesto que limitó su uso y tenencia al territorio nacional y ordenó que las antigüedades adquiridas
por el Ejecutivo serían depositadas en el Museo Nacional. Esta facultad otorgada al Ejecutivo de la Unión para adquirir antigüedades, implica
que dichos muebles son susceptibles de aprobación por personas distintas del estado, lo que confirma la redacción de la Ley de Protección y
Conservación de Monumentos y Bellezas Naturales, de 31 de enero de 1930, que autoriza al gobierno federal para expropiar los bienes
arqueológicos muebles e inmuebles, mediante indemnización, y facultad a los particulares para enajenarlos libremente; con la sola obligación de
dar aviso a la Secretaría de Educación Pública, para que el gobierno federal pueda ejercer el derecho del tanto, extendiendo la prohibición a
exportar a aquellas cosas muebles de propiedad privada, aun cuando no hubieran sido declarados monumentos arqueológicos si su conservación
en el país fuera de interés público por su valor artístico; arqueológico o histórico; y la Ley de 27 de diciembre de 1933, que derogó la de 30 de
enero de 1930, considera que las cosas muebles de origen arqueológico son monumentos y ordena el registro de la propiedad arqueológica
particular, en los términos de su artículo 9to: de modo que si la ley reconoce la posibilidad de que los particulares sean propietarios y puedan
adquirir objetos muebles de origen arqueológico, con las únicas limitaciones que establece la misma ley; es claro que existe derecho en favor de
los particulares; de apropiarse las reliquias históricas muebles, y que no puede estimarse ya existentes y de acuerdo con la ley de mayo de 1897,
el derecho de propiedad originaria de la nación; de todos los monumentos arqueológicos; solo por la restricción relativa a exportarlos, que
precisamente esta restricción indica que la posesión y tenencia de esos objetos por particulares, dentro del territorio nacional; ha sido permitida
por el poder público. Por otra parte, el Código Civil de 1884; consideraba al propietario de un terreno como dueño de su superficie y de lo que
estaba debajo de ella, por lo que podía usarlo y hacer en el todas las obras, plantaciones o excavaciones que quisiera. conforme al mismo código,
el tesoro oculto pertenecía al descubridor en sitios de su propiedad, con la sola restricción establecida en el artículo 761, y si tal código era
aplicable en el momento de verificarse el hallazgo de reliquias arqueológicas, no puede considerarse que eran ajenas, con relación al dueño del
terreno.
Precedente: Thompson Edward Herbert, Buch. Pág. 458. Tomo LXXIX. Enero 10 de 1944.

224
En este sentido, si algún coleccionista pudiese demostrar la propiedad de un monumento arqueológico con
anterioridad a la fecha de entrada de vigencia de la Ley, debe considerarse como su legal propietario.

En los demás casos, el particular puede solicitar se le otorgue la concesión de uso de monumentos
arqueológicos muebles, que se encuentran regulados en los artículos 10 a 13 del Reglamento y que expresan
que el INAH podrá conceder el uso de los monumentos arqueológicos muebles a los organismos públicos
descentralizados y a empresas de participación estatal, así como a las personas físicas o morales que los
detenten; expresando que dicha concesión de uso sólo podrá ser otorgada a quien formule la solicitud
correspondiente y presente el monumento (aunque puede procederse a la visita en situ si el monumento
pudiera estar en riesgo por su transportación). Esta concesión será nominativa e intransferible, salvo por
causa de muerte, y su duración será indefinida (lo cual nos pone a pensar que esta redacción tan poco clara
pudiera interpretarse que los derechos derivados de la concesión pudieran heredarse). Los concesionarios
de monumentos arqueológicos muebles deberán conservarlos y restaurarlos previo permiso y bajo la
dirección del INAH. La concesión será revocada por el INAH, cuando no se cumpla esta obligación de
conservar y restaurar el bien, previa audiencia que se concede a los interesados para que rindan pruebas y
aleguen lo que a sus derechos convenga.

3.3.2.3.2.- La conservación de monumentos y zonas como limitación a la propiedad privada

Por tratarse de un asunto de interés social –como ya lo mencionamos anteriormente- el propietario de un


monumento inmueble histórico o artístico está obligado a conservarlo y restaurarlo de conformidad con las
disposiciones de la Ley, conforme al primer párrafo del artículo 6º.

Artículo 6º.- Los propietarios de bienes inmuebles declarados monumentos históricos o artísticos, deberán
conservarlos y, en su caso, restaurarlos en los términos del artículo siguiente, previa autorización del
Instituto correspondiente.

Sin embargo, esta obligación no sólo afecta al propietario de un monumento, sino también a los propietarios
de los predios colindantes, tal y como lo menciona el artículo 6º de la Ley. 12

Artículo 6º.-…

Los propietarios de bienes inmuebles colindantes a un monumento, que pretendan realizar obras de
excavación, cimentación, demolición o construcción, que puedan afectar las características de los

12 Este criterio ha sido confirmado por el Primer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito, mediante tesis aislada
publicada en el Semanario Judicial de la Federación, Materia Administrativa, Séptima Época, Tomo 127-132, Sexta Parte, página 99, Registro
251717 y que transcribimos a continuación:

MONUMENTOS HISTORICOS, OBRAS REALIZADAS EN INMUEBLES COLINDANTES A. REQUIEREN AUTORIZACION DEL


INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGIA E HISTORIA.- Basta la lectura de los artículos 6o., 12 y 44 de la Ley Federal sobre
Monumentos y Zonas Arqueológicas Artísticas e Históricas, particularmente el numeral 6o., en su inciso segundo, que literalmente dispone: "Los
propietarios de bienes inmuebles colindantes a un monumento que pretendan realizar obras de excavación, cimentación o construcción, que puedan
afectar las características de los monumentos históricos o artísticos, deberán obtener el permiso del instituto correspondiente, que se expedirá una
vez satisfechos los requisitos que se exijan en el reglamento", para concluir que el jefe del Departamento de Licencias e Inspección de Monumentos
del Instituto Nacional de Antropología e Historia sí tiene competencia y facultades para ordenar la suspensión de obras y colocación de sellos,
cuando éstas se ejecuten sin la autorización correspondiente, sin que importe que dichas obras no se realicen propiamente en los monumentos,
sino también tratándose de inmuebles que sean colindantes, como se desprende de la interpretación de los artículos citados de la Ley Federal
sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticas e Históricas y 46 de su reglamento, que expresamente le confiere al Instituto Nacional de
Antropología e Historia la facultad de suspender, mediante la imposición de sellos oficiales, toda obra que se realice en contravención de la Ley
Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticas e Históricas o del propio reglamento.

Amparo en revisión 484/79. Sociedad Educadora Mexicana, S.C. 5 de septiembre de 1979. Unanimidad de votos. Ponente: Renato Sales Gasque.
Secretaria: Guadalupe Cueto Martínez.

Nota: En el Informe de 1979, la tesis aparece bajo el rubro "OBRAS REALIZADAS EN INMUEBLES COLINDANTES A MONUMENTOS
HISTORICOS, REQUIEREN AUTORIZACION DEL INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGIA E HISTORIA.

225
monumentos históricos o artísticos, deberán obtener el permiso del Instituto correspondiente, que se expedirá
una vez satisfechos los requisitos que se exijan en el Reglamento.

En este sentido podemos considerar que el primer párrafo del artículo 6º de la LFMZ se convierte en la
regla de oro de la conservación legal del Patrimonio Cultural. Por lo que se refiere a monumentos muebles,
el artículo 13 de la Ley expresa la misma obligación también para los propietarios de dichos bienes.

La obligación de conservar y restaurar el monumento de su propiedad por parte de sus dueños resulta tan
imperativa que, en caso de que el propietario no lo restaure ni conserve -a pesar de que así se lo haya
requerido por parte de la autoridad respectiva-, el Instituto competente podrá efectuar los trabajos en su
rebeldía, encargándose la Tesorería de la Federación de hacer efectivo el importe de las obras, conforme al
artículo 10 de la Ley. En nuestra opinión, esta disposición acusa una falta de sensibilidad sobre las
situaciones económicas que impera entre quienes habitan los centros y zonas históricas de nuestro país,
especialmente por la imposibilidad de los propietarios de dichos bienes para realizar las obras de
conservación, toda vez que los gastos de dichos trabajos son en muchos casos sumamente elevados. Si el
Instituto procediera, a su vez, a realizar las obras necesarias para la conservación y restauración del
monumento ante y se constituye un crédito fiscal, seguramente en muchos casos el propietario o poseedor
del monumento no podrá cubrir dicha deuda, procediéndose por los medios legales que cuenta la autoridad
para hacer efectivo el cobro, que incluso puede significar la pérdida del objeto por parte del deudor.

Esta regulación, en consecuencia, nos parece confiscatoria y en nuestra opinión debe ser transformada bajo
criterios de colaboración mutua y corresponsabilidad entre los Institutos y los poseedores de monumentos,
buscando instrumentos de financiamiento y otorgamiento de estímulos a quienes restauren un monumento,
sean propietarios o no.

3.3.2.3.3.- Restricciones a la intervención en monumentos y zonas

Siendo la realización de una intervención en monumentos y zonas de monumentos una de las cuestiones
más controvertidas en cuanto a nuestra legislación, es importante precisar con detenimiento cuáles son los
requisitos requeridos para efectos de entender el alcance de estas medidas de control. De tal forma,
empezamos por señalar cuáles son los supuestos que la legislación establece para cada uno de los bienes
protegidos –llámense zonas de monumentos, monumentos inmuebles, inmuebles colindantes a
monumentos y monumentos muebles- para posteriormente precisar las normas comunes a todos ellos.

3.3.2.3.3.1.- Intervenciones en Zonas de Monumentos

En una interpretación conjunta de los artículo 42 y 43 de la Ley podemos determinar es que necesario
obtener previo permiso por parte de los Institutos Competentes a aquellas obras e intervenciones que
consistan en anuncios, avisos, carteles; las cocheras, sitios de vehículos, expendios de gasolina o
lubricantes; los postes e hilos telegráficos y telefónicos, transformadores y conductores de energía eléctrica,
e instalaciones de alumbrados; así como los kioscos, templetes, puestos o cualesquiera otras construcciones
permanentes o provisionales.

3.3.2.3.3.2.- Intervenciones en Monumentos Inmuebles

Tal y como lo señala el artículo 6o. de la Ley, los propietarios de inmuebles declarados monumentos
históricos o artísticos deberán conservarlos y restaurarlos previo permiso del Instituto competente. Los dos
artículos siguientes establecen esta misma obligación para las autoridades estatales, del Distrito Federal y
municipales cuando deseen restaurar y conservar monumentos arqueológicos e históricos por una parte, o
cuando quieran acondicionar monumentos artísticos para fines museísticos.

226
3.3.2.3.3.3.- Intervenciones en Monumentos Muebles

El artículo 13 de la Ley hace referencia a que las reglas establecidas en los artículo 6º, 7º, 8º y otros del
mismo ordenamiento son aplicables también a monumentos históricos y artísticos muebles, por lo que
deberán ser conservados y restaurados por sus propietarios, previo permiso del instituto competente.

3.3.2.3.3.4.- Permisos para la intervención en monumentos y zonas.

Los artículos 42 y 43 del Reglamento establecen los requisitos para la tramitación de las autorizaciones y
permisos para la realización de obras en monumentos y zonas de monumentos. La autoridad emitirá la
resolución en un plazo no mayor de treinta días hábiles a partir de la fecha de recepción de la solicitud. En
caso de ser favorable la decisión se le notificará al interesado para que previamente a la entrega del permiso
se paguen los derechos correspondientes.

La violación a las condiciones que se marquen en el permiso otorgado por el Instituto competente o la
realización de intervenciones sin el permiso de dicha autoridad tendrán como consecuencia la suspensión
de dichos trabajos y en su caso, se procederá a su demolición por el interesado o por el Instituto, así como
a su restauración o reconstrucción, en concordancia con el artículo 12 de la Ley. En estas acciones se contará
con el auxilio de la autoridad municipal. Las obras de demolición, restauración o reconstrucción del bien,
serán por cuenta del interesado. En su caso se procederá en los términos del artículo 10 de la Ley y serán
solidariamente responsables con el propietario, el que haya ordenado la obra y el que dirija su ejecución.

Conforme al artículo 46 del Reglamento, toda obra que se realice en monumentos arqueológicos, artísticos
o históricos contraviniendo las disposiciones de la Ley o del Reglamento será suspendida por el Instituto
competente mediante la imposición de sellos oficiales que impidan su continuación, imponiéndose una
multa a quien los viole.

En virtud de lo señalado en el artículo 13 de la Ley, las disposiciones contenidas en el artículo 12 también


serán aplicables, en lo conducente, a monumentos muebles. Cabe mencionar que de la lectura del artículo
12 del Ley se desprende que esta importante facultad coercitiva es aplicable a la realización de obras sin
permiso o violando el permiso correspondiente que se lleve a cabo monumentos, zonas de monumentos e
inmuebles colindantes.

3.3.2.3.3.5.- Intervenciones en predios colindantes a monumentos

Como lo señala el segundo párrafo del artículo 6º de la Ley, también están obligados a obtener un permiso
por parte de los Institutos competentes, los dueños de predios colindantes a monumentos que realicen obras
de excavación, cimentación, demolición o construcción, que puedan afectar las características de los
monumentos históricos o artísticos y deberán obtener el permiso del Instituto correspondiente, para que se
expedirán, una vez satisfechos los requisitos, que se exijan en el Reglamento.

Como podemos apreciar de la lectura del artículo 44 del Reglamento, el propietario de inmuebles
colindantes a monumentos arqueológicos, históricos y artísticos deberá obtener, además de los requisitos
que para los propietarios de dichos monumentos se establece en la Ley, la exhibición de un dictamen de
perito autorizado por el Instituto competente en el que se indicarán las obras que deberán realizarse para
mantener la estabilidad y las características del monumento que serán costeadas en su totalidad por el
propietario del predio colindante. El Instituto competente otorgará o denegará el permiso en un plazo no
mayor de treinta días hábiles, a partir de la fecha de recepción de la solicitud.

227
3.3.2.3.4.- Restricciones al comercio de monumentos dentro del territorio nacional

Siendo el comercio ilícito de bienes culturales una de las principales causas del deterioro y pérdida de
nuestro Patrimonio Cultural, debiera existir una serie de restricciones muy clara en cuanto a esta actividad
en el territorio nacional.

Sin embargo, la regulación jurídica con respecto a los monumentos históricos y artísticos se reduce
prácticamente a la obligación de inscribir en el Registro de monumentos los actos traslativos de dominio,
tal y como lo analizamos anteriormente, sin que exista una mayor limitación a estas actividades.

Desde luego, por lo que respecto a los monumentos arqueológicos, éstos se encuentran fuera del comercio,
tal y como establece el artículo 27 de la Ley. Sin embargo, valdría la pena preguntar cuál es el status jurídico
que tendrían aquellos monumentos arqueológicos que son de propiedad particular, toda vez que se
encuentran contemplados en la excepción que el artículo 4o transitorio de la Ley establece y que vimos en
el punto relativo a las restricciones al derecho de propiedad privada de monumentos que estudiamos en este
mismo capítulo. Desde nuestro punto de vista, si la Ley vigente ha reconocido el derecho de propiedad
privada sobre dichos bienes arqueológicos, esto representa que el propietario tiene el derecho y la
posibilidad –desde el punto estrictamente legal- de disponer de los mismos, incluso venderlos. Pero valdría
la pena que la Ley estableciera diversos mecanismos y candados para evitar lo anterior. Uno podría ser que
el Estado contara con el derecho del tanto (de preferencia sobre cualquier otra persona) para adquirir el bien
al precio que se estableciera de acuerdo con un avalúo practicado por perito autorizado por parte del INAH.
Otro mecanismo sería el de altos impuestos sobre la venta de este tipo de bienes, salvo que el adquirente
optara por reconocer el monumento como un bien del dominio público de la Nación y solicitar la concesión
de uso que marca el artículo 10 del Reglamento.

Por lo que respecta al comercio de bienes culturales en el territorio nacional, consideramos que debiera
establecerse mayores controles para los comerciantes de este tipo de bienes, que como intermediarios y
beneficiarios de este tipo de actividad comercial, la fomentan constantemente, tal y como explican Miguel
Peraza y José Iturbe:

Como podemos apreciar, además de disfrutar y poseer un objeto de arte, existe una extraordinaria economía
política y social que debe ser explicada a través de sus diferentes componentes, precisamente para determinar
su participación e influencia en este mercado... el mercado de arte –a diferencia de otros mercados ordinarios-
no se rige por la oferta del productor, ni siquiera por la demanda del consumidor, sino que la propuesta del
producto (oferta atípica) viene dada por los intermediarios;... 13

Como una propuesta que consideramos viable se sugiere que, adicionalmente a la obligación de inscribirse
en el Registro Público de Monumentos y Zonas, los comerciantes debieran cumplir con la obligación de
proporcionar un inventario trimestral describiendo detalladamente la naturaleza y procedencia de los
objetos que se encuentren en su poder a fin de que el Instituto competente, en un momento determinado,
solicitar la suspensión de cualquier actividad comercial relativa al bien cuestión, procediéndose a su pronta
declaratoria como monumento e inscripción en el Registro Público correspondiente; presentar un informe
trimestral de las operaciones realizadas con aquellos bienes que sean considerados como monumentos y
para el caso de monumentos muebles, la obligación de celebrar cualquier operación comercial de los
mismos mediante escritura pública, la cual sería inscrita en el Registro. Para la realización de actos
traslativos de dominio de monumentos muebles, consideramos que debe de asignarse esta responsabilidad
de manera solidaria a quien transmite la propiedad de monumento, como quien la adquiere mediante una
declaración conjunta.

13 PERAZA, Miguel e ITURBE, Josu. El Arte del Mercado en Arte, 1ª ed., Universidad Iberoamericana y Miguel Angel Porrúa. México, 1998,
pp. 44-45.

228
En nuestra opinión, el control estricto de este tipo de operaciones debiera ser el fundamento principal de la
actuación del Estado con el fin de evitar el crecimiento del desafortunado mercado negro que existe en
nuestro país sobre estos bienes.

3.3.2.3.5.- Restricciones a la exportación e importación de monumentos

Si el tráfico ilícito de bienes culturales dentro del país puede ser una causa de pérdida de nuestros
monumentos, lo es aún más la salida de los mismos fuera de nuestro territorio nacional situación que ha
sufrido nuestro país desde sus primeros años como Nación independiente.

Por tal razón el artículo 16 de la Ley señala que los monumentos históricos o artísticos de propiedad
particular podrán ser exportados temporal o definitivamente, mediante permiso del Instituto competente,
en los términos del Reglamento de esta Ley, prohibiendo la exportación de monumentos arqueológicos,
salvo canjes o donativos a Gobiernos o Institutos Científicos extranjeros, por acuerdo del Presidente de la
República. Adicionalmente, se señala que el Instituto Nacional de Antropología e Historia, promoverá la
recuperación de los monumentos arqueológicos de especial valor para la nación mexicana, que se
encuentran en el extranjero. Nos parece poco conveniente que se pretenda darle al Presidente de la
República tal discrecionalidad para disponer de los bienes arqueológicos. En nuestra opinión, esta facultad
debiera estar mejor regulada en aras de evitar cualquier abuso en el ejercicio de estas facultades.

La norma legal parecería es muy clara: los monumentos arqueológicos no pueden salir del país, ni temporal,
ni permanentemente salvo los casos que la propia Ley establece. Lo anterior constituía un problema para
que nuestros monumentos pudiesen participar en exposiciones en el extranjero. Para tal caso, el Presidente
de la República estableció una diferenciación sobre la exportación temporal y definitiva de monumentos
arqueológicos en el artículo 37 Bis del Reglamento de la Ley que fue una adición que a nuestra manera de
ver era necesaria, pero incorrecta jurídicamente como solución ya que el Reglamento se está contradiciendo
lo que originalmente señala la Ley, situación que representa un vicio de ilegalidad del mismo. Sin embargo,
no debemos dejar de reconocer que las disposiciones de este ordenamiento reglamentario están enfocadas
a promover la cultura mexicana en el extranjero y a garantizar la integridad de los bienes que se incorporen
a dicha muestra:

Artículo 37 Bis.- Queda prohibida la exportación definitiva de monumentos arqueológicos, salvo canjes o
donativos a gobiernos o institutos científicos extranjeros, por acuerdo expreso del Presidente de la República.

La exportación temporal de monumentos arqueológicos sólo podrá llevarse a cabo para su exhibición en el
extranjero, siempre y cuando la integridad de éstos no pueda ser afectada por su transportación, y de
conformidad con lo siguiente:

I.- Se requerirá permiso previo del titular del Instituto Nacional de Antropología e Historia quien, para
otorgarlo, tomará en consideración la opinión de la Secretaría de Relaciones Exteriores y de las áreas técnicas
competentes del propio Instituto;

II.- La Secretaría de Relaciones Exteriores adoptará las medidas necesarias para que los monumentos
arqueológicos sean trasladados e instalados en los lugares de las exhibiciones y, al concluir éstas, se retornen
a nuestro país, así como aquéllas para su debida protección, y

III.- El Instituto Nacional de Antropología e Historia realizará el embalaje de los monumentos para su
transportación, así como el avalúo de los mismos para efectos de los seguros que se contraten, los que deberán
cubrir todo tipo de riesgos.

Por lo que se refiere a los monumentos históricos y artísticos, podemos concluir que se permite su
exportación siempre y cuando se cumplan los requisitos que marcan los artículo 32 a 34 del Reglamento

229
que establecen las siguientes consideraciones:

1.- Queda prohibida la exportación definitiva de los bienes artísticos de propiedad particular que de oficio
hayan sido declarado monumentos.

2.- Queda prohibida la exportación definitiva de los siguientes monumentos históricos de propiedad
particular que hayan sido declarados por disposición de ley o que no sean substituibles o cuya integridad
pueda ser afectada por su transportación.

3.- Queda prohibida la exportación temporal de los monumentos artísticos o históricos de propiedad
particular cuya integridad pueda ser afectada por su transportación

El Reglamento señala que para tramitar permiso de exportación temporal o definitiva de un monumento
artístico o histórico de propiedad particular, el interesado deberá satisfacer los requisitos que exijan en la
forma oficial de solicitud que proporcionará el Instituto competente; aclarando el interesado deberá otorgar
fianza a favor y a satisfacción del Instituto competente, que garantice el retorno y conservación del
monumento. Por último, el plazo de la exportación temporal de monumentos artísticos o históricos, será
determinado por el Instituto competente tomando en consideración la finalidad de la misma.

Por lo que se refiere a la importación de bienes culturales, que es la otra cara de la moneda en el tráfico
ilícito de monumentos, podemos afirmar que nuestro país no había sido recíproco en cuanto a la inclusión
de alguna disposición que regulara la internación de piezas originarias de otros países producto del saqueo,
robo o cualquier otra actividad ilícita. De hecho, la LFMZ no establece ninguna disposición en esta materia,
pero vale la pena señalar que la importación ilegal de bienes culturales es considerado un delito conforme
al artículo 53 Bis de la Ley, previendo medidas de incautación y restitución de los mismos al país de origen.
Estudiaremos este tipo legal en la parte correspondiente de este capítulo.

3.3.2.3.6.- Restricciones al rescate arqueológico

Desde luego, uno de los problemas más importantes en materia de conservación del Patrimonio Cultural y
causa directa del saqueo arqueológico que ha sufrido nuestro país, es la falta de control en la exploración y
rescate que realizan muchas personas de manera ilegal. En por ello que la Ley establece una serie de
restricciones especialmente importantes por lo que se refiere a esta materia.

El primer supuesto es el del descubrimiento casual que existe sobre monumentos arqueológicos, situación
que en el ámbito rural y urbano sucede con extremada frecuencia. Al respecto, el artículo 29 de la Ley
establece que quien que encuentre bienes arqueológicos deberá dar aviso a la autoridad civil más cercana.
La autoridad correspondiente expedirá la constancia oficial del aviso, o entrega en su caso, y deberá
informar al Instituto Nacional de Antropología e Historia, dentro de las 24 horas siguientes, para que éste
determine lo que corresponda. Desde nuestro punto de vista, esta disposición jurídica debiera también de
precisar cuáles serían las medidas de seguridad que debiera adoptar la autoridad civil ante el descubrimiento
a fin de evitar el saqueo arqueológico del vestigio y en segundo lugar, el tiempo de respuesta por parte del
INAH. En ese sentido, consideramos que sería muy útil la inclusión en la Ley de un procedimiento similar
a la preservación de indicios, huellas y vestigios durante el curso de una Averiguación Previa conocido
como la cadena de custodia, la cual está prevista en los artículo 227 al 229 del Código Nacional de
Procedimientos Penales, el cual tiene por objeto garantizar la integridad de las evidencias y establecer un
registro claro de quienes tienen acceso a las mismas. Para tal efecto, deseamos transcribir dichos
dispositivos:

230
Artículo 227. Cadena de custodia

La cadena de custodia es el sistema de control y registro que se aplica al indicio, evidencia, objeto, instrumento
o producto del hecho delictivo, desde su localización, descubrimiento o aportación, en el lugar de los hechos
o del hallazgo, hasta que la autoridad competente ordene su conclusión.

Con el fin de corroborar los elementos materiales probatorios y la evidencia física, la cadena de custodia se
aplicará teniendo en cuenta los siguientes factores: identidad, estado original, condiciones de recolección,
preservación, empaque y traslado; lugares y fechas de permanencia y los cambios que en cada custodia se
hayan realizado; igualmente se registrará el nombre y la identificación de todas las personas que hayan estado
en contacto con esos elementos.

Artículo 228. Responsables de cadena de custodia

La aplicación de la cadena de custodia es responsabilidad de quienes en cumplimiento de las funciones propias


de su encargo o actividad, en los términos de ley, tengan contacto con los indicios, vestigios, evidencias,
objetos, instrumentos o productos del hecho delictivo.

Cuando durante el procedimiento de cadena de custodia los indicios, huellas o vestigios del hecho delictivo,
así como los instrumentos, objetos o productos del delito se alteren, no perderán su valor probatorio, a menos
que la autoridad competente verifique que han sido modificados de tal forma que hayan perdido su eficacia
para acreditar el hecho o circunstancia de que se trate. Los indicios, huellas o vestigios del hecho delictivo,
así como los instrumentos, objetos o productos del delito deberán concatenarse con otros medios probatorios
para tal fin. Lo anterior, con independencia de la responsabilidad en que pudieran incurrir los servidores
públicos por la inobservancia de este procedimiento.

Una vez detectado un sitio arqueológico y establecido un proyecto de rescate o investigación arqueológica
para dicho lugar, la Ley establece una serie de restricciones en esta materia en sus artículos 30 a 32 que
establecen que toda clase de trabajos materiales para descubrir o explorar monumentos arqueológicos, los
cuales únicamente serán realizados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia o por instituciones
científicas o de reconocida solvencia moral, previa autorización; la cual señalará los términos y condiciones
a que deban sujetarse los trabajos, así como las obligaciones de quienes los realicen. El Instituto Nacional
de Antropología e Historia suspenderá los trabajos que se ejecuten en monumentos arqueológicos sin
autorización, que violen la concedida o en los que haya substracción de materiales arqueológicos. En su
caso, procederá a la ocupación del lugar, a la revocación de la autorización y a la aplicación de las sanciones
correspondientes.

Consideramos importante que exista en esta regulación estricta a aquellas instituciones que realizan, con la
autorización del INAH, los trabajos de exploración y rescate arqueológico correspondiente. En nuestra
opinión, la figura de un comisario designado por el INAH y cuyos honorarios son cubiertos por la institución
que está realizando las investigaciones –tal y como sucede para el cuidado de las exposiciones que salen al
extranjero- podría ser mecanismo útil para este tipo de labores. Igualmente, la obligatoriedad de publicar
en nuestro país el resultado de las investigaciones debiera ser una obligación incondicional para dichas
instituciones.

Cabe mencionar que las disposiciones de estos artículos también son a los bienes arqueológico del
Patrimonio Subacuático y a las áreas que pudieran ser consideradas como zonas arqueológicas subacuáticas,
incluyendo el contexto arqueológico y natural, en los términos del artículo 28 Ter de la LFMZ.

3.3.2.3.7.- Restricciones a la transportación, exhibición y reproducción de monumentos

La Ley pretende establecer una restricción clara en cuanto a tres actividades vinculadas con la prevención
del saqueo arqueológico: la transportación, exhibición y reproducción de monumentos arqueológicos, las

231
cuales requieren del permiso previo otorgado por el INAH de acuerdo con el primer párrafo del artículo 29
de la Ley, que desde nuestro punto de vista, debiera ser también aplicable a monumentos históricos y
artísticos en lo que respecta a la transportación y exhibición.

Particularmente en el caso de la reproducción de monumentos, ésta es una actividad que puede representar
un importante problema cuando, en el marco de un comercio ilegal, se convierte en falsificación de bienes
culturales. Es por ello que es necesario establecer controles importantes a esta actividad. El artículo 38 del
Reglamento señala que por reproducción de monumentos arqueológicos, artísticos o históricos con fin
comercial, se entiende la réplica obtenida por cualquier procedimiento o medio, en dimensiones semejantes
al original o en diferente escala. El artículo 17 de la Ley prohíbe cualquier reproducción de monumentos
arqueológicos, históricos o artísticos con fines comerciales que no cuenten con el requisito de previo
permiso por el Instituto competente y en su caso, cumplir con lo dispuesto en la Ley Federal del Derecho
de Autor; aunque debemos reconocer que ni en la Ley, ni en el Reglamento encontramos la definición de
aquello que se llama “producción artesanal”. Los requisitos aplicables para la obtención de los permisos
sobre reproducción de monumentos quedan comprendidos en los artículo 39 al 41 del Reglamento que
consisten principalmente en que se cuente con la autorización del propietario o titular de los derechos
autorales para llevar a cabo eta reproducción y que se cuente con una indicación que demuestre
fehacientemente que la obra es una reproducción autorizada, con la leyenda Reproducción autorizada por
el Instituto competente.

Por lo que respecta al tema de la transportación de monumentos arqueológicos o cualquier otro bien cultural,
la LFMZ y el RLFMZ son simplemente omisos de los requisitos y su procedimiento. Consideramos que
esto es un error, porque la transportación de un bien cultural es un proceso crítico que, si no se cumplen
ciertos requerimientos en cuanto al manejo y embalaje pueden causar daños al monumento. Por ello,
consideramos que debiera de emitirse una regulación técnica en esta materia que indicara las
especificaciones para llevar a cabo la transportación de un bien cultural de una manera segura.

Finalmente, en el tema de la exhibición de monumentos, que es un aspecto que involucra la integridad y


seguridad del bien, también nos enfrentamos al silencio de la Ley y el Reglamento, por lo que consideramos
importante que se regulara de una manera técnica estos procesos para mantener una uniformidad y calidad
en la exhibición.

3.3.2.3.8.- Verificación y procedimiento sancionador

El artículo 15 del Reglamento de la Ley establece un procedimiento para la realización de visitas de


verificación en esta materia, la cual no contiene los elementos básicos de esta función de las autoridades
administrativas (la necesidad de un oficio comisión, la identificación de los verificadores, el levantamiento
de un acta, etc.), los cuales deben ser reemplazados por las disposiciones de la Ley Federal del
Procedimiento Administrativo. El acta producto de la visita será remitida dentro de las 72 horas siguientes
para su calificación.

Es entonces que se inicia el proceso de calificación de sanciones que se prevé en el artículo 48 del RLFMZ
el cual expresa que para la imposición de una multa, el Instituto competente citará al presunto infractor a
una audiencia, haciéndole saber la infracción que se le impute y el lugar, día y hora en que se celebrará la
audiencia, en la que el particular podrá ofrecer pruebas y alegar lo que a su derecho convenga. El Instituto
competente dictará la resolución que proceda.

En contra de las resoluciones de las autoridades, la Ley señala en su artículo 55 que procederá el recurso
de reconsideración que, conforme a los artículos 49 a 52 del Reglamento, se interpondrá dentro del término
de cinco días hábiles contados a partir de la fecha en que se notificó la sanción, ante el Secretario de
Educación Pública, en el que el interesado podrá ofrecer las pruebas que estime pertinentes. De ser

232
necesario, el Secretario de Educación Pública citará a una audiencia dentro de los quince días siguientes a
la interposición del recurso para desahogo de pruebas y dictará la resolución que proceda. La interposición
del recurso suspenderá la ejecución de la multa, siempre que se haya garantizado su importe en los términos
de la legislación fiscal aplicable.

Desde luego, esta normatividad también ya ha sido modificada en virtud de la Ley Federal del
Procedimiento Administrativo.

3.3.2.3.9.- Sanciones

La gran mayoría de las conducta ilícitas referentes a monumentos arqueológicos son consideradas como
delito, en comparación a las infracciones a la Ley cometidas en contra de monumentos históricos o
artísticos, las cuales –en muchos casos- solo son acreedoras a sanciones administrativas en el mejor de los
casos.

De acuerdo al artículo 54 de la Ley, a los reincidentes en los delitos tipificados, se les aumentará la sanción
desde dos tercios hasta otro tanto de la duración de la pena. La sanción para quienes resulten delincuentes
habituales se aumentará de uno a dos tantos de la que corresponda al delito mayor. Para resolver sobre
reincidencia, habitualidad y determinación de multas, se estará a lo dispuesto en el Código Penal Federal.
Particularmente, se señala que los traficantes de monumentos arqueológicos serán considerados
delincuentes habituales para los efectos de la Ley. La graduación de las sanciones se hará tomando en
cuenta la educación, las costumbres y la conducta del sujeto, sus condiciones económicas y los motivos y
circunstancias que lo impulsaron a delinquir, sin embargo, el saqueo como actividad empieza precisamente
con los campesinos quienes descubren bienes arqueológicos y poco a poco van adentrándose en el mercado
ilícito del arte.

Adicionalmente, ante las reformas que se han suscitado en la legislación penal, principalmente en el
establecimiento del sistema acusatorio, la ampliación de las penalidades hacia nuevas opciones y en general,
de novedosas formas de tratamiento a quién cometa un delito, la legislación en materia de Patrimonio
Cultural parece poco flexible en cuanto a sus bases reales. El Patrimonio Cultural es un valor muy
importante social e individualmente hablando y si estamos realizando este trabajo, es porque queremos
reafirmar esta idea. Además, es cierto que existen personas que con un ánimo muy claro -ya sean
gobernantes o particulares- desprecian los valores y significaciones que los bienes culturales tienen para
una comunidad. Pero también existen muchos casos donde la ignorancia o falta de conocimiento está
presente en estas circunstancias. ¿Debemos de castigar de igual manera al arquitecto que demuele un bien
histórico sabiendo su valor cultural, al gobernante que a pesar de las manifestaciones sociales continúa con
un proyecto depredador en contra del Patrimonio Cultural en aras del desarrollo turístico, al empresario que
sin importante la significación de un área arqueológica insiste en su idea de desarrollar un proyecto
productivo o al vecino de un centro histórico que sin permiso de las autoridades competentes subdivide una
propiedad de valor patrimonial para adaptarla para la vivienda de su familia? ¿Realmente todas merecerían
pena de prisión o habría la posibilidad de imponer otro tipo de sanciones con beneficios sociales como el
trabajo comunitario? Por otro lado, ¿no tendríamos que pensar en medidas cautelares a quienes hayan
cometido ciertos delitos en cintra del Patrimonio Cultural que ahora son prácticamente inexistentes y que
hace que quienes realizan delitos en contra de los bienes culturales no vean en la legislación una amenaza
real a sus actividades? Todas estas son interrogantes que nuestra legislación en materia de monumentos y
sitios no ha respondido de manera efectiva.

Lo cierto es que los nuevos tiempos nos obligan a graduar de una manera muy cuidadosa cuales conductas
punibles debieran ser objeto de una sanción o medida preventiva en especial. En nuestra opinión, el criterio
que hace la diferencia en esta discusión se refiere a la intencionalidad: existen personas con pleno
conocimiento, con total dolo y que entienden que las acciones que emprendan pueden tener destruir,

233
modificar, falsificar o adaptar el Patrimonio Cultural para satisfacer intereses privados y no les importa,
por el desprecio que tienen con relación a dichos bienes y que parece un actitud muy común con nuestros
gobernantes. Pero en este escenario también encontramos una multiplicidad de actores: arquitectos,
arqueólogos, restauradores y miembros de la sociedad civil que tienen derecho a saber qué pasó con sus
bienes culturales.

Es así que una crítica constante por parte de muchos sectores a nuestra legislación procesal penal federal es
que dentro de aquellos delitos considerados como graves y que no alcanzan el beneficio de la libertad bajo
caución, ninguna conducta tipificada relacionada con el Patrimonio Cultural se encuentra tipificada. Desde
nuestra perspectiva, solo dos conductas debieran ser contenidas es esta categoría: aquellas que se refieran
al saqueo arqueológico y a la destrucción de monumentos realizados de manera intencional y con
conocimiento de causa. En otras palabras, nos parece que los arqueólogos, antropólogos o funcionarios
públicos que lleven a cabo el saqueo arqueológicos y lo arquitectos, historiadores o funcionarios públicos
que destruyan o autoricen la destrucción de un bien cultural tienen, por su formación, tiene una mayor
responsabilidad por la pérdida de estos bienes, ya que conocen más que nadie su valor y por ello, no
debieran contar con el beneficio de la libertad bajo caución, porque sabemos que en su actuar existió la
conciencia del valor social del bien cultural en cuestión y no les importó a partir de otros intereses.

La tendencia del Derecho Penal es buscar los medios alternativos para la solución de este tipo de
controversias. Por ello, consideramos importante que la legislación penal en esta materia deba buscar
nuevas soluciones que promuevan el concepto de la reparación y los acuerdos de restitución. Desde luego,
con la entrada en vigor del Código Nacional de Procedimientos Penales y la Ley Nacional de Mecanismos
Alternativos de Solución de Controversias en Materia Penal, existen muchas posibilidades de proponer para
muchas de las sanciones que actualmente se definen con la prisión que puedan conmutarse con otras
medidas socialmente provechosas en favor del Patrimonio Cultural, como pudiera ser el trabajo comunitario
(para quienes realicen actos no graves relacionados al tráfico de bienes culturales) o la reparación del daño
o la restitución de bienes (en el caso de aquellos actos relacionados con la destrucción o deterioro de bienes
culturales). Las posibilidades podrían ser muy amplias y variadas en el caso de soluciones alternativas: por
ejemplo, el trabajo comunitario podría consistir en la elaboración y realización de actividades educativas
en favor de la conservación de bienes culturales hasta la participación física en procesos de restauración.
Solo tres situaciones podrían limitar la posibilidad de una conmutación de la pena de prisión o alcanzar un
acuerdo alternativo: la habitualidad en la realización de conductas delictivas de este tipo, el dolo reflejado
en la voluntad de destruir a sabiendas que está un provocando un daño importante al Patrimonio Cultural y
la reincidencia en este tipo de delitos.

Conforme a la Ley Nacional de Mecanismos de Solución de Controversias en materia Penal, consideramos


que en materia de Patrimonio Cultural sería posible implementar la justicia restaurativa, la cual se define
como el mecanismo mediante el cual la víctima u ofendido, el imputado y, en su caso, la comunidad
afectada, en libre ejercicio de su autonomía, buscan, construyen y proponen opciones de solución a la
controversia, con el objeto de lograr un Acuerdo que atienda las necesidades y responsabilidades
individuales y colectivas, así como la reintegración de la víctima u ofendido y del imputado a la comunidad
y la recomposición del tejido social.

Ahora bien, en estos casos consideramos que al momento de identificar la naturaleza y circunstancias de la
controversias en materia de Patrimonio Cultural, se debe partir de los valores que han sido objeto de
afectación por parte de la conducta antijurídica; en otras palabras, el valor testimonial, el valor de
significación, el valor de uso y el valor de desarrollo, siendo los dos primeros los más importantes y
evidentes.

Consideramos también que el perfil del Facilitador debiera ser de un profesionista que tenga conocimientos
sobre el Patrimonio Cultural

234
Por último, cuando se refiera a la reparación del daño, debemos ser de nueva cuenta muy congruentes en
señalar que el plan de restitución debe atender al fortalecimiento y recuperación de los valores del
Patrimonio Cultural.

Desde luego, esta apuesta por parte de nuestro sistema legal de favorecer mecanismos alternos para concluir
las controversias penales mediante un arreglo amistoso, puede ser muy conveniente en tanto esté orientado
a preservar los valores del Patrimonio Cultural

Lo delitos relacionados con los monumentos y zonas previstos en la Ley pueden dividirse en las siguientes
categorías:

1.- Delitos relacionados con la destrucción o deterioro de monumentos. El artículo 52 de la Ley establece
que al que al que por cualquier medio dañe, altere o destruya un monumento arqueológico, artístico o
histórico, se le impondrá prisión de tres a diez años y multa hasta por el valor del daño causado; señalándose
además que cuando el daño no sea intencional, se estará a lo dispuesto en el capítulo de aplicación de
sanciones a los delitos culposos del Código Penal Federal.

En este delito, a todas luces cotidiano y poco controlado, podemos apreciar que las autoridades, en la
persecución de estas conductas ilícitas, se encuentran limitadas ya que en la gran mayoría de los casos no
contamos con la documentación técnica que nos permita determinar claramente el daño en un monumento
y el incumplimiento de una norma contenida en una declaratoria.

Un delito tan cotidiano como el descrito en el artículo 52 de la Ley requiere de una mayor atención por
parte de las autoridades, especialmente en la detección y acreditación de los daños provocados al Patrimonio
Cultural. La enorme cantidad de bienes culturales localizados a lo largo del país y las limitaciones en
personal por parte del INAH y del INBA hacen difícil su persecución; sin embargo, ésta es una acción
obligada para las autoridades culturales si es que deseamos contar con un Patrimonio Cultural debidamente
protegido y conservado.

Por otra parte, en el Código Penal Federal podemos encontrar un delito de naturaleza similar que es el daño
en propiedad ajena, tal y como podemos apreciar de la siguiente transcripción del artículo 397 fracciones
III y IV, así como el artículo 399 de dicha disposición jurídica:

Artículo 397.- Se impondrán de cinco a diez años de prisión y multa de cien a cinco mil pesos, a los que causen
incendio, inundación o explosión con daño o peligro de:

III.- Archivos públicos o notariales;

IV.- Bibliotecas, museos, templos, escuelas o edificios y monumentos públicos,…

Artículo 399.- Cuando por cualquier medio se causen daño, destrucción o deterioro de cosa ajena, o de cosa
propia en perjuicio de tercero, se aplicarán las sanciones del robo simple.

Un ejemplo importante de esta regulación constituye el inconsciente ataque que un joven en estado de
alcoholismo o drogadicción, en 2003, al monumento denominado Hemiciclo a Juárez, localizado en la
Alameda Central de la Ciudad de México. Esta persona cercenó la cabeza de un águila republicana que
forma parte de dicho monumento. En su momento, las autoridades de la ciudad de México fundaron la
petición de que se ejerciera acción penal contra ese joven no solo a partir del artículo 52 de la Ley de
Monumentos, sino también con fundamento precisamente en estos artículos 397 y 399 del Código Penal
Federal. Lo anterior permite que el ámbito de la Ley de Monumentos, en lo que se refiere a este tipo de
conductas, pues contar con un apoyo adicional provisto por el Código Penal Federal.

235
2.- Delitos relacionados con el saqueo arqueológico. El artículo 47 de la Ley considera que al que realice
trabajos materiales de exploración arqueológica, por excavación, remoción o por cualquier otro medio, en
monumentos arqueológicos inmuebles, o en zonas de monumentos arqueológicos, sin la autorización del
Instituto Nacional de Antropología e Historia, se le impondrá prisión de tres a diez años y de mil a tres mil
días multa. Perro adicionalmente, este artículo señala que al que ordene, induzca, dirija, organice o financie
las conductas descritas en el presente artículo, se les incrementará hasta por una mitad las penas antes
señaladas.

A pesar de la simple descripción de este delito, las realidades del país nos permiten pensar en actividades
de muchas naturalezas: desde el campesino que ocasionalmente se dedica al saqueo arqueológico, hasta la
acción del saqueador profesional que incluso actúa bajo encargo del coleccionista. En todo caso, el saqueo
arqueológico no solo representa un daño que materialmente pueda definirse. En algunos casos, podemos
pensar en la pérdida de valiosa información para nuestra historia. Por ejemplo, en un enterramiento
prehispánico (que normalmente es un objetivo de los saqueadores), la colocación de los materiales
arqueológicos tienen un significado importante para el entendimiento de la cultura en cuestión. Al
momento de la remoción de bienes arqueológicos de un enterramiento, se pierde el sentido del contexto y
en consecuencia, se pierde valiosa información para la historia de nuestro país.

Pero adicionalmente, es importante ver que a partir de una reforma reciente en la ley, también se castiga
con severidad a quien ordene, induzca, dirija, organice o financie estas conductas, con lo cual se pretende
castigar a los coleccionistas ilegales que fomentan el saqueo y a muchas actividades de delincuencia
organizada.

3.- Delitos relacionados con la disposición ilegal de monumentos. El delito previsto en el artículo 48 de la
Ley está vinculado a personas que aprovechándose de un derecho o facultad atentan contra el Patrimonio
Arqueológico. Es por ello que dicho artículo de la Ley señala que al que valiéndose del cargo o comisión
del Instituto Nacional de Antropología e Historia o de la autorización otorgada por éste para la ejecución
de trabajos arqueológicos, disponga para sí o para otro de un monumento arqueológico mueble, se le
impondrá prisión de tres a diez años y de dos mil a cinco mil días multa. Adicionalmente, si los delitos
previstos en esta Ley los cometen funcionarios encargados de la aplicación de la misma, las sanciones
relativas se les aplicarán independientemente de las que les correspondan conforme a la Ley Federal de
Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos.

4.- Delitos relacionados con la posesión ilícita de monumentos. El artículo 50 de la Ley considera como un
delito al que ilegalmente tenga en su poder un monumento arqueológico o un monumento histórico mueble
y que éste se haya encontrado en o que proceda de un inmueble a los que se refiere la fracción I del artículo
36. Esta conducta merecerá una sanción de prisión de tres a nueve años y de dos mil a tres mil días multa.

Si en nuestro país existiera la infraestructura necesaria para identificar al Patrimonio Arqueológico,


podríamos señalar que este tipo penal sería más fácil de acreditar ante la Representación Social. Sin
embargo, lo cierto es que las labores de registro e inventario se encuentran atrasadas. Por ejemplo, de las
200,000 zonas arqueológicas que se han identificado en nuestro país, pero tan solo aproximadamente 38,000
han sido inventariadas. Una situación similar sucede en cuanto a los monumentos históricos, donde se
calcula que existen 110,000 inmuebles históricos, pero que no han sido registrados o catalogados de manera
definitiva. Este delito, sobre todo en cuanto a los monumentos históricos que protege, depende de la
existencia de documentación para comprobar un hecho que no en todos los casos puede ser demostrado:
que la pieza histórica proceda o se haya encontrado en un monumento histórico por disposición de Ley.

5.- Delitos relacionados con el robo de monumentos. Este tipo penal muy simple se encuentra contenido
en el artículo 51 de la Ley estableciendo que quien se apodere de un monumento mueble arqueológico,

236
histórico o artístico sin consentimiento de quien puede disponer de él con arreglo a la Ley, se le impondrá
prisión de tres a diez años y de dos mil a tres mil días multa.

6.- Delitos relacionados con el comercio, transportación, exhibición y reproducción ilegal de monumentos.
Siendo estas actividades propias de un proceso de tráfico ilícito de bienes culturales, incluyendo el tema de
la falsificación es fácil entender que el Artículo 49 ley establezca que quien efectúe cualquier acto traslativo
de dominio de un monumento arqueológico mueble o comercie con él y al que lo transporte, exhiba o
reproduzca sin el permiso y la inscripción correspondiente, se le impondrá prisión de tres a nueve años y
de dos mil a tres mil días multa. Pero adicionalmente, este dispositivo también ordena, induce, dirige,
organiza o financia los actos descritos en este artículo y se le incrementará hasta por una mitad las penas
antes señaladas.

Nos parece que todas las actividades establecidas en esta disposición legal resultan a todas luces
importantes, especialmente en el marco de la defensa de nuestro Patrimonio Cultural ante un creciente
problema de tráfico ilícito.

Es por ello que resulta por demás incomprensible que este tipo penal contemple supuestos que no están
incluidos en la Ley: es imposible castigar como un delito la transportación, exhibición o reproducción de
monumentos arqueológicos muebles sin el permiso, pero especialmente sin la inscripción correspondiente,
cuando la Ley no establece la obligación legal de obtener esta inscripción en el Registro Público de
Monumentos y Zonas. Esta redacción debiera ser objeto de una modificación para hacer posible la
persecución de esta conducta ilícita que está fuertemente vinculada con el tráfico ilícito de bienes culturales
y la falsificación de obras de arte.

Un último punto que nos parece inexplicable de esta disposición jurídica es que se haya limitado
exclusivamente a monumentos arqueológicos y no se haya incorporado en esta regulación los monumentos
históricos que son propiedad de la Nación, ya que los valores y el interés jurídico protegido son los mismos
con respecto al Patrimonio Arqueológico.

7.- Delitos relacionados con la exportación e importación ilegal de monumentos. Siendo el tráfico ilegal
internacional de bienes culturales un problema recurrente en nuestro país, es entendible que el artículo 53
de la Ley haya incluido una conducta tipificada, en la que se establezca que al que por cualquier medio
pretenda sacar o saque del país un monumento arqueológico, artístico o histórico, sin permiso del Instituto
competente, se le impondrá prisión de cinco a doce años y de tres mil a cinco mil días multa. Pero además,
como una forma de reciprocidad con la comunidad internacional, en una reciente reforma a la Ley, que
incorporó el artículo 53 Bis de la LFMZ que establece que al que introduzca al territorio nacional, saque
del país o transfiera la propiedad de bienes culturales, infringiendo las disposiciones legales adoptadas en
el país de origen de los mismos, se le impondrá prisión de tres a doce años y multa de dos mil a cuatro mil
días de salario mínimo general vigente en el Distrito Federal. En este último caso, nuestra LFMZ señala
que los bienes objeto de importación ilegal serán incautados y quedarán a disposición de las autoridades
del país de origen. En todos los demás casos no contemplados en los seis numerales anteriores, la conducta
infractora a la ley será objeto de una multa administrativa cuyo monto es de doscientos a mil días de salario
mínimo general vigente para el Distrito Federal.

Después de revisar este tema de las sanciones, especialmente en el caso de la regulación penal establecida
en la Ley de Monumentos, no podemos dejar de reconocer que nos encontramos con un sentimiento de
contradicción. Por una parte, creemos que el sentido del legislador fue la de proveer la mayor protección
posible a nuestros monumentos y sitios a través de la imposición de sanciones realmente fuerte en la escala
de las penas y medida de seguridad que contempla el sistema jurídico penal mexicano, es decir no solo la
pena misma de prisión (que por sí misma es muy severa), sino el establecimiento adicional y de manera
acumulativa de una sanción económica. Lo anterior debiera representar una fuerte protección para dichos

237
bienes ante la gravedad de las sanciones. Sin embargo, no es así. Como hemos observado, existen
problemas de errores graves en la redacción de los tipos penales que han reducido la efectividad de estas
medidas. Es cierto que es una materia poco común para quienes están dedicados a la persecución de los
delitos y la impartición de justicia, lo cual requeriría que las autoridades competentes en esta materia (el
INAH y el INBA) reforzaran aún más las acciones de coordinación con dichos órganos. También sería
injusto no reconocer que el INAH principalmente ha trabajado desde hace mucho tiempo con las
autoridades por tratar de establecer mecanismos y procedimientos con relación al terrible tema del saqueo,
robo y tráfico ilícito de bienes culturales, principalmente arqueológico y de arte sacro. El problema es de
magnitudes tales que las expectativas de recuperación de dichos bienes siguen siendo muy escasas: en el
mejor de los escenarios sería alrededor del 5 a 10% por ciento de los casos reportados los cuales, por cierto,
son la minoría. Inclusive, aun con los tratados internacionales en la materia, resulta muy difícil para nuestro
país lograr la repatriación de muchos de estos bienes localizados en el extranjero. Debemos entonces
reconocer los esfuerzos que esta institución hace en ese sentido. En otras áreas de los monumentos, como
es el caso de la destrucción y deterioro de inmuebles históricos o con valor estético, la impunidad es
prácticamente total. Y es que tenemos que reconocer que la descoordinación con las autoridades, la falta de
elementos probatorios, el rezago en las acciones de protección (como pudiera ser el registro de bienes
arqueológicos o de arte sacro en el país), la falta de conocimiento por parte de las autoridades en materia
de procuración de justicia sobre esta materia, las complicidades en muchos casos con las autoridades locales
(especialmente cuando se trata de destrucciones de edificios de valor cultural), etc., resultan situaciones que
se conjugan con las fallas en la propia legislación que no permiten que la protección de los monumentos y
sitios desde la perspectiva penal sea efectiva y que requiere un trabajo más constante por parte de las
autoridades, sin desconocer por supuesto aquello que ya se haya hecho, además de los cambios que se
requieran en nuestra legislación que hemos expresado en este capítulo.

3.3.2.3.10.- Fomento a actividades protectoras de monumentos y zonas

Así como podemos encontrar que gran parte de la actividad gubernamentales relacionada con la protección
de la legislación en materia de monumentos y zonas de monumentos implican una restricción a los derechos
de propiedad de las personas, debiera ser justo también establecer con el mismo peso y alcance, una serie
de medidas de fomento para estimular las acciones positivas nacidas de la sociedad civil a favor de los
monumentos.

En ese sentido, la legislación federal previene cuando menos dos maneras en que pueden promoverse las
acciones a favor del Patrimonio Cultural: por un lado, encontramos el aspecto económico mediante la
creación de estímulos fiscales que contribuyan a la inversión económica a favor de la conservación y por
otra parte, el fomento a la participación social, que representa una inversión comunitaria que debe ser
fortalecida por parte del Estado. En otras palabras, en un sano régimen de protección del Patrimonio
Cultural debiera existir un equilibrio en cuanto al peso de las restricciones y de las oportunidades o
estímulos que se ofrezcan en esta materia.

En materia de estímulos fiscales, podemos afirmar que el artículo 11 de la Ley señala que quienes sean
propietarios de bienes inmuebles declarados monumentos históricos o artísticos que los mantengan
conservados y en su caso los restauren, en los términos de esta ley, podrán solicitar la exención de impuestos
prediales correspondientes, en la jurisdicción del Distrito Federal, con base en el dictamen técnico que
expida en instituto competente, de conformidad con el reglamento. Los Institutos promoverán ante los
Gobiernos de los Estados la conveniencia de que se exima del impuesto predial, a los bienes inmuebles
declarados monumentos, que no se exploten con fines de lucro.

Desde nuestro punto de vista y considerando el monto de la inversión que representa la restauración de un
monumento, la exención del impuesto predial parece un estímulo de muy poca valía en comparación con
el gasto; pero si adicionalmente pensamos que la ley establece restricciones al acceso de estos beneficios,

238
como es la necesidad de obtener un certificado de las autoridades o de que el bien no se dedique a
actividades de lucro (cuando muchos monumentos de cualquier naturaleza les están dando una vida útil a
partir de un racional uso de los mismos); podemos concluir que la ley no está cumpliendo con su función
de facilitar las actividades de protección.

Por otra parte, la participación social en la protección del Patrimonio Cultural se refiere a la acción
organizada de los ciudadanos. Si bien el último párrafo del artículo segundo de la Ley habla de esta opción,
la realidad es que el Reglamento en sus artículos 1º a 8º regula con mayor detalle estas actividades:

1.- El Instituto competente organizará o autorizará asociaciones civiles, juntas vecinales o uniones de
campesinos, que tendrán por objeto diversas actividades: auxiliar a las autoridades federales en el cuidado
o preservación de zona o monumento determinado; efectuar una labor educativa entre los miembros de la
comunidad, sobre la importancia de la conservación y acrecentamiento del Patrimonio Cultural de la
Nación; proveer la visita del público a la correspondiente zona o monumento; hacer del conocimiento de
las autoridades cualquier exploración, obra o actividad que no esté autorizada por el Instituto respectivo; y
realizar las actividades afines a las anteriores que autorice el Instituto competente.

2.- La LFMZ y su Reglamento encuentran tres maneras en que, organizadamente, la sociedad puede
involucrarse con el Patrimonio Cultural: asociaciones civiles, uniones de campesinos y juntas vecinales.

3.- Dichas asociaciones civiles, juntas vecinales o uniones de campesinos, para su funcionamiento deberán
obtener autorización por escrito del Instituto competente; presentar al Instituto competente copia autorizada
del acta constitutiva en el caso de las asociaciones civiles o levantar acta de constitución ante el Instituto
competente, en el caso de las juntas vecinales o uniones de campesinos; las cuales contarán como mínimo
con un número de diez miembros; y acreditar ante el Instituto competente que sus miembros gozan de buena
reputación y que no han sido sentenciados por la comisión de delitos internacionales. En las autorizaciones
otorgadas por el Instituto competente, se describirá la zona o monumento y se establecerán las medidas
aplicables para el cumplimiento del objeto de estos organismos.

4.- Las asociaciones civiles elegirán a sus órganos directivos de conformidad con sus estatutos; las juntas
vecinales y las uniones de campesinos contaran con un presidente, un secretario, un tesorero y tres vocales,
elegidos por voto mayoritario de sus miembros para un período de un año, pudiendo ser reelectos.

5.- El Instituto competente, previa audiencia que se conceda a los interesados, podrá revocar las
autorizaciones otorgadas a las asociaciones civiles, juntas vecinales o uniones de campesinos cuando por
acuerdo mayoritario de su asamblea general se disponga su disolución y no cumplan las disposiciones de
la Ley, de este Reglamento o de las autorizaciones otorgadas.

6.- Los Institutos competentes podrán otorgar a las asociaciones civiles, juntas vecinales y uniones de
campesinos, permisos con duración hasta de veinticinco años, prorrogables por una sola vez por igual
término, para instalar estaciones de servicios para visitantes dentro de zonas o monumentos determinados.
Al expirar el permiso respectivo las obras ejecutadas por los particulares en las zonas o monumentos pasarán
a propiedad de la Nación.

7.- El Instituto competente podrá autorizar a personas físicas o morales ya constituidas como órganos
auxiliares de las autoridades competentes para impedir el saqueo arqueológico y preservar el patrimonio
cultural de la Nación.

8.- Las asociaciones civiles, juntas vecinales y uniones de campesinos podrán crear o mantener museos
regionales, para lo cual deberán cumplir con los señalado en los puntos anteriores y además deberán solicitar
la asesoría técnica del Instituto competente, quien determinará los métodos que habrán de observarse en los

239
sistemas de construcción, inventario, mantenimiento y recaudación de cuotas; recabarán la autorización del
Instituto competente para obtener y reunir fondos para operación, mantenimiento y adquisición, así como
para organizar eventos culturales y toda clase de promociones inherentes al museo; y enterarán, a petición
del Instituto competente, el porcentaje que este les señale del importe de las cuotas que recauden.

Como podemos apreciar, la regulación relativa a las maneras en que la sociedad civil puede participar de
una u otra manera en la conservación de los monumentos y zonas de monumentos es muy estricta y en
términos generales, centra sus disposiciones en cómo establecer límites y controles a esta actividad social
más que en promover y ofrecer opciones a los diversos actores sociales que quieren contribuir en esta tarea.
Desde luego, debemos entender que no es posible dar una libertad incondicional a las personas en la
decisión de lo qué se va a hacer en cuanto a los monumentos y zonas, toda vez que se está hablando de
bienes muy frágiles y que requieren de un tratamiento especializado. En otras palabras, los controles
racionales son correctos y son necesarios en este tipo de actividades para evitar abusos. Pero cierto es que
debe existir disposiciones que permitan a la sociedad encontrar nuevas y mejores formas para intervenir en
la preservación de sus monumentos y sitios. Valdría la pena preguntarnos de qué otras maneras se pudiera
apoyar las acciones de conservación, ya sea en el plano económico -como pudiera ser el mecenazgo o
patrocinio, que son actividades que actualmente están presentes en nuestra realidad, pero sin una regulación
en estos momentos - o bien, en el plano de fortalecer la acción de la sociedad, que es la titular directa del
Patrimonio Cultural, mediante instancias de consulta democrática permanente, como podrían ser los
organismos consultivos. La experiencia ha demostrado que cualquier intervención sobre el Patrimonio
Cultural que no cuente con un consenso social o comunitario, está llamado al fracaso, al desprecio o a la
desvalorización del monumento.

Esta es una asignatura pendiente y que requiere de una revisión urgente.

3.3.2.3.11.- Niveles de protección de monumentos y zonas

Se entiende por niveles de protección el grado de control que llevan a cabo las autoridades con respecto a
ciertas actividades que repercuten en la conservación de las distintas categorías de los monumentos y zonas,
estableciendo una especie de jerarquía de valores culturales protegidos.

Los monumentos arqueológicos son los que gozan de mayor grado de protección, por las siguientes razones:

a) Están protegidos por determinación misma de la Ley y en consecuencia, no requieren de una


declaratoria expresa para su reconocimiento;

b) La propiedad privada de los mismos está prohibida y solo pueden ser poseídos por los particulares
mediante una concesión de las autoridades;

c) Los monumentos arqueológicos no pueden ser objeto de comercio, ya que son propiedad de la Nación
inembargables e imprescriptibles;

d) Su exportación definitiva está prohibida, salvo canje o donativos a gobiernos e instituciones científicas
del extranjero previo acuerdo del Presidente de la República;

e) Su exportación temporal puede ser autorizada para fines de exposiciones museísticas;

f) Debe darse aviso a las autoridades en caso del descubrimiento de los mismos;

g) Se requerirá permiso para la realización de actividades relativas a su de exploración, exhibición,


transportación y reproducción,

240
h) Los delitos relativos a la exploración, posesión y comercio ilegítimos y su deterioro o destrucción lo
más severamente castigados por la Ley.

Los bienes paleontológicos podrán obtener dichos beneficios si son declarados por las autoridades
competentes.

En un segundo nivel, encontramos los monumentos históricos protegidos por determinación de Ley
(aquellos incluidos en las fracciones I, II y III del artículo 36 de la Ley), por las siguientes razones:

a) No requieren de declaratoria para su protección;

b) Pueden ser objeto de propiedad privada y de comercio al interior del país, sin embargo, su exportación
está prohibida y

c) Se requiere de permiso para la realización de intervenciones y exhibición.

En el tercero nivel podemos ver a los monumentos artísticos y los monumentos históricos por declaratoria:

a) Requieren de una declaratoria de las autoridades mexicanas para gozar de los beneficios de la
protección del régimen legal de monumentos;

b) Pueden ser objeto de propiedad privada y ser comerciados; salvo algunas restricciones pueden ser
exportados definitivamente y

c) Se requiere de permiso para la realización de intervenciones, exhibición y reproducción.

En el caso de las zonas de monumentos, su nivel de protección consiste principalmente en los siguientes
aspectos:

a) Deben ser declaradas para ser objeto de protección y

b) Se requerirá permiso por parte de las autoridades mexicanas para la colocación de anuncio, aviso,
carteles; las cocheras, sitios de vehículos, expendios de gasolina o lubricantes; los postes e hilos
telegráficos y telefónicos, transformadores y conductores de energía eléctrica, e instalaciones de
alumbrados; así como los kioscos, templetes, puestos o cualesquiera otras construcciones permanentes
o provisionales

3.3.3.- Legislación en materia de Patrimonio Cultural de las comunidades indígenas

En realidad, fuera de lo dispuesto en el artículo 2º de la Constitucional Federal, no encontramos una


disposición legal específica que tenga como objetivo definir y proteger de una manera clara y precisa los
derechos culturales (o del Patrimonio Cultural) de los pueblos y comunidades indígenas que forman parte
importante de la Nación Mexicana. Lo anterior nos parece altamente criticable porque el texto
constitucional solo nos deja algunos principios generales que no se han reflejado en una legislación
específica, clara, precisa y aterrizando los principios constitucionales a las disposiciones federales o locales.
Aún antes de empezar el análisis de esta normatividad, debemos reconocer la importancia de que las
autoridades lleven a cabo las acciones necesarias para que se expida la ley especial en esta materia.

Aun así, encontramos dos normas jurídicas que de alguna manera abordan este tema y procederemos a
analizar a continuación.

241
3.3.3.1.- Ley de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas

Esta norma jurídica, que fue publicada en el Diario Oficial de la Federación de fecha 21 de mayo de 2003,
crea un organismo que sustituyó a un organismo histórico, el cual marcó toda una época en el manejo de la
política gubernamental en materia de atención de las comunidades indígena: el Instituto Nacional
Indigenista. La Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (que es creada por la
mencionada norma jurídica) es un organismo descentralizado de la Administración Pública Federal, no
sectorizado, con personalidad jurídica y con patrimonio propio, así como con autonomía operativa, técnica,
presupuestal y administrativa. La Comisión tiene como objeto orientar, coordinar, promover, apoyar,
fomentar, dar seguimiento y evaluar los programas, proyectos, estrategias y acciones públicas para el
desarrollo integral y sustentable de los pueblos y comunidades indígenas de conformidad con el artículo 2º
de la Constitución Política Federal.

El objeto de la Comisión es muy ambicioso y amplio, toda vez que está enfocado a acompañar y coadyuvar
a estas comunidades en su desarrollo (concepto que por cierto, no está definido y entonces podemos
encontrar que las comunidades pudiesen quedar rehenes del concepto de desarrollo que cada gobierno
establezca) y para tal efecto, encontramos las siguientes funciones:

a) Ser instancia de consulta y apoyo para la formulación, ejecución y evaluación de los planes, programas
y proyectos que las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal desarrollen en la
materia;

b) Coadyuvar al ejercicio de la libre determinación y autonomía de los pueblos y comunidades indígenas


en el marco de las disposiciones constitucionales;

c) Realizar tareas de colaboración gubernamental a todos los niveles y otros sectores, constituyéndose como
el organismo de consulta sobre las políticas y acciones vinculadas con el desarrollo de los pueblos y
comunidades indígenas;

d) Proponer y promover las medidas que se requieran para el cumplimiento de lo dispuesto en el apartado
B del artículo 2º de la Constitución Federal;

e) Realizar investigaciones y estudios

f) Apoyar los procesos de reconstitución de los pueblos indígenas;

g) Coadyuvar y, en su caso, asistir a los indígenas que se lo soliciten;

h) Diseñar y operar, un sistema de consulta y participación indígenas;

i) Participar y formar parte de organismos, foros e instrumentos internacionales en la materia;

j) Desarrollar programas de capacitación para las dependencias y entidades de la Administración Pública


Federal, con el fin de mejorar la atención de las necesidades de los pueblos indígenas;

k) Establecer acuerdos y convenios de coordinación para llevar a cabo programas, proyectos y acciones
conjuntas en favor de los pueblos y comunidades indígenas;

l) Publicar un informe anual sobre el desempeño de sus funciones; y

m) las demás que establezcan las disposiciones legales aplicables.

242
La Comisión deberá regir sus acciones por una serie de principios, entre los que encontramos el observar
el carácter multiétnico y pluricultural de la Nación; promover la no discriminación o exclusión social y la
construcción de una sociedad incluyente, plural, tolerante y respetuosa de la diferencia y el diálogo
intercultural; fomentar el desarrollo sustentable para el uso racional de los recursos naturales de las regiones
indígenas sin arriesgar el patrimonio de las generaciones futuras y por último, consultar a pueblos y
comunidades indígenas cada vez que el Ejecutivo Federal promueva reformas jurídicas y actos
administrativos, programas de desarrollo o proyectos que impacten significativamente sus condiciones de
vida y su entorno.

Posteriormente, la Ley va definiendo los aspectos orgánicos y de funcionamiento de esta Comisión, por lo
que no encontramos más disposiciones de carácter sustantivo en cuanto a lo que se refiere a la protección
del Patrimonio Cultural (ni la cultura) de las comunidades indígenas.

Lo anterior es un reflejo de una tendencia muy clara de una política que ha privilegiado la creación de
estructuras gubernamentales en lugar de establecer medidas que permitan definir los cómo en cuanto a la
aplicación de los principios rectores que dicho organismo establece; ya que ante la simple inexistencia de
principios generales en la aplicación diaria de la protección del Patrimonio Cultural de las comunidades
indígenas, ésta se queda sujeta al criterio del funcionario en turno.

3.3.3.2.- Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas

Este ordenamiento jurídico, que fue publicado en el Diario Oficial de la Federación el día 13 de marzo de
2003, atiende un tema vinculado con un Patrimonio Cultural Inmaterial especialmente rico, enraizado,
variado y relacionado directamente con la génesis de nuestra Nación que ha sido terriblemente olvidado
por nuestro régimen legal por muchos años: la diversidad lingüística de nuestro país que está conformada
por 65 idiomas y dialectos hablados por las comunidades indígenas de nuestro país y que se encuentran en
peligro de extinción.

Esta Ley es considerada de orden público e interés social, de observancia general en los Estados Unidos
Mexicanos y tiene por objeto regular el reconocimiento y protección de los derechos lingüísticos,
individuales y colectivos de los pueblos y comunidades indígenas, así como la promoción del uso y
desarrollo de las lenguas indígenas. Es importante darnos cuenta que este ordenamiento realmente habla de
los derechos colectivos en materia de cultura.

Conforme a lo dispuesto por dicho ordenamiento, las lenguas indígenas son aquellas que proceden de los
pueblos existentes en el territorio nacional antes del establecimiento del Estado Mexicano, además de
aquellas provenientes de otros pueblos indoamericanos; así como de pueblos preexistentes que se han
arraigado en el territorio nacional con posterioridad y que se reconocen por poseer un conjunto ordenado y
sistemático de formas orales funcionales y simbólicas de comunicación. Nos parece que la definición
propuesta por esta Ley es muy interesante, pues está basada en un hecho histórico que es distinta a la Ley
de Monumentos: el establecimiento del Estado Mexicano; pero además, estableciendo un periodo de
intercambio cultural y con la idea de proponer criterios para la calificación de una lengua para ser protegida.

La Ley considera que las lenguas indígenas son parte integrante del Patrimonio Cultural y Lingüístico
nacional. La pluralidad de lenguas indígenas es una de las principales expresiones de la composición
pluricultural de la Nación Mexicana. Consideramos que esta disposición es un avance importante en cuanto
al entendimiento del Patrimonio Cultural en nuestro país y que se puede confirmar cuando esta disposición
legal afirma que las lenguas indígenas que se reconozcan en los términos de dicha Ley y el español son
lenguas nacionales por su origen histórico, y tienen la misma validez en su territorio, localización y contexto

243
en que se hablen. Es un mensaje de igualdad que también implica un compromiso de las instituciones
gubernamentales hacia la protección y preservación de estas formas de comunicación.

En el ámbito gubernamental, la Ley establece que a través de sus tres órdenes de gobierno, el Estado
reconocerá, protegerá y promoverá la preservación, desarrollo y uso de las lenguas indígenas nacionales;
adoptando e instrumentando las medidas necesarias para asegurar que los medios de comunicación masiva
difundan la realidad y la diversidad lingüística y cultural de la Nación Mexicana, destinando un porcentaje
del tiempo que dispone en los medios de comunicación masiva concesionados para la emisión de programas
en las diversas lenguas nacionales habladas en sus áreas de cobertura, y de programas culturales en los que
se promueva la literatura, tradiciones orales y el uso de las lenguas indígenas nacionales de las diversas
regiones del país. Esta disposición parece interesante, pero debemos reconocer que ante la falta de
definición de los tiempos específicos para tales tareas, volvemos señalar que existen problemas en cuanto
a la aplicación de esta disposición.

Dicho ordenamiento señala que las lenguas indígenas serán válidas -al igual que el español- para cualquier
asunto o trámite de carácter público, así como para acceder plenamente a la gestión, servicios e información
pública, por lo que corresponderá al Estado garantizar el ejercicio de los derechos previstos en esta Ley en
consulta con las comunidades indígenas originarias y migrantes; y determinarán cuáles de sus dependencias
administrativas adoptarán e instrumentarán las medidas para que las instancias requeridas puedan atender
y resolver los asuntos que se les planteen en materia de lenguas indígenas. Adicionalmente, las autoridades
federales y estatales deberán tener disponibles y difundirán a través de textos, medios audiovisuales e
informáticos: leyes y reglamentos, así como los contenidos de los programas, obras, servicios dirigidos a
las comunidades indígenas, en la lengua de sus correspondientes beneficiarios.

Como una disposición que nos parece muy relevante, podemos mencionar que ninguna persona podrá ser
objeto de cualquier tipo de discriminación a causa o en virtud de la lengua que hable.

A partir de estas disposiciones, la Ley establece un capítulo de derechos lingüísticos que nos parece muy
importante pues señala que es derecho de todo mexicano comunicarse en la lengua de la que sea hablante,
sin restricciones en el ámbito público o privado, en forma oral o escrita, en todas sus actividades sociales,
económicas, políticas, culturales, religiosas y cualesquiera otras; señalando que se garantizará el derecho
de los pueblos y comunidades indígenas el acceso a la jurisdicción del Estado en la lengua indígena nacional
de que sean hablantes, detallando además que en todos los juicios y procedimientos en que sean parte,
individual o colectivamente, se deberán tomar en cuenta sus costumbres y especificidades culturales
respetando los preceptos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. En consecuencia,
las autoridades federales responsables de la procuración y administración de justicia, incluyendo las
agrarias y laborales, promoverán lo necesario a efecto de que en los juicios que realicen, los indígenas sean
asistidos gratuitamente, en todo tiempo, por intérpretes y defensores que tengan conocimiento de su lengua
indígena y cultura. Por otra parte, las autoridades educativas federales y de las entidades federativas,
garantizarán que la población indígena tenga acceso a la educación obligatoria, bilingüe e intercultural, y
adoptarán las medidas necesarias para que en el sistema educativo se asegure el respeto a la dignidad e
identidad de las personas, independientemente de su lengua. Asimismo, en los niveles medio y superior, se
fomentará la interculturalidad, el multilingüismo y el respeto a la diversidad y los derechos lingüísticos.
Como una novedad en esta materia se señala que la sociedad, y en especial los habitantes y las instituciones
de los pueblos y las comunidades indígenas, serán corresponsables en la realización de los objetivos de esta
Ley, y participantes activos en el uso y la enseñanza de las lenguas en el ámbito familiar, comunitario y
regional para la rehabilitación lingüística. La regulación establecida en este ordenamiento legal nos parece
que implica un paso adelante en el entendimiento de la función de las autoridades y el papel de la sociedad
a favor de su Patrimonio Cultural.

La Ley establece para los tres niveles de gobierno las siguientes funciones:

244
a) Incluir dentro de los planes y programas, nacionales, estatales y municipales en materia de educación y
cultura indígena las políticas y acciones tendientes a la protección, preservación, promoción y desarrollo
de las diversas lenguas indígenas nacionales, contando con la participación de los pueblos y comunidades
indígenas;

b) Difundir en las lenguas indígenas nacionales;

c) Supervisar que en la educación pública y privada se fomente o implemente la interculturalidad, el


multilingüismo y el respeto a la diversidad lingüística;

d) Impulsar políticas de investigación, difusión, estudios y documentación sobre las lenguas indígenas
nacionales y sus expresiones literarias;

e) Crear bibliotecas, hemerotecas, centros culturales u otras instituciones depositarias que conserven los
materiales lingüísticos en lenguas indígenas nacionales;

f) Procurar que en las bibliotecas públicas se reserve un lugar para la conservación de la información y
documentación más representativa de la literatura y lenguas indígenas nacionales;

g) Apoyar la formación y acreditación profesional de intérpretes y traductores en lenguas indígenas


nacionales y español;

h) Garantizar que las instituciones, dependencias y oficinas públicas cuenten con personal que tenga
conocimientos de las lenguas indígenas nacionales requeridas en sus respectivos territorios;

i) Establecer políticas, acciones y vías para proteger y preservar el uso de las lenguas y culturas nacionales
de los migrantes indígenas en el territorio nacional y en el extranjero; y

j) Instrumentar las medidas necesarias para que en los municipios indígenas del país, las señales
informativas de nomenclatura oficial así como sus topónimos, sean inscritos en español y en las lenguas
originarias de uso en el territorio.

Posteriormente la Ley prevé la creación del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas como organismo
descentralizado de la Administración Pública Federal, de servicio público y social, con personalidad
jurídica y patrimonio propio, sectorizado en la Secretaría de Educación Pública, cuyo objeto es promover
el fortalecimiento, preservación y desarrollo de las lenguas indígenas que se hablan en el territorio nacional,
así como el conocimiento y disfrute de la riqueza cultural de la Nación, y asesorar a los tres órdenes de
gobierno para articular las políticas públicas necesarias en la materia. A partir de esta disposición, la Ley
establece la regulación de la organización y funcionamiento de este organismo que consideramos que no es
necesario revisar en este trabajo.

Esta Ley nos proporciona una visión mucha más moderna de la protección del Patrimonio Cultural (en un
ámbito más reducido como el aspecto lingüístico) que puede servir de un antecedente interesante por el
alcance y profundidad de sus disposiciones. Sería muy bueno que todo el régimen en materia de protección
del Patrimonio Cultural en nuestro país tuviera este carácter.

3.3.3.3.- Ley Federal del Derecho de Autor

La Ley Federal del Derecho de Autor vigente, la cual fue publicada en el Diario Oficial de la Federación el
día 24 de diciembre de 1996 y que ha sido objeto de distintas reformas, es una disposición jurídica que ha

245
evolucionado a lo largo del tiempo con el fin de actualizarse a las problemáticas propias que se generan con
relación a las nuevas formas de creatividad y el desarrollo en sus distintas facetas; pero también cuenta con
una normatividad relacionada con los pueblos y comunidades indígenas en cuanto a su Patrimonio Cultural,
principalmente su Patrimonio Inmaterial como veremos a continuación.

Conforme a dicho ordenamiento, esta ley es reglamentaria del artículo 28 constitucional y tiene como uno
de sus objetivos la salvaguarda y promoción del acervo cultural de la Nación, lo cual nos permite entender
la trascendencia de la misma en cuanto a los bienes culturales; siendo sus disposiciones de orden público,
de interés social y de observancia general en todo el territorio nacional y correspondiendo su aplicación
administrativa al Ejecutivo Federal por conducto del Instituto Nacional del Derecho de Autor.

La Ley establece que serán obras protegidas aquellas de creación original susceptibles de ser divulgadas o
reproducidas en cualquier forma o medio; estableciendo una serie de clasificaciones de conformidad con el
autor, comunicación, origen o de los autores que intervienen. En este sentido, nos parece importante que
atendiendo al autor, las obras protegidas puede ser conocidas (es decir, se hace mención del autor),
anónimas (cuando no existe mención del autor o es imposible su identificación) o seudónimas (divulgadas
con un nombre, signo o firma que no revele la identidad del autor). En el caso del Patrimonio Inmaterial
(especialmente en aquellos creados por las comunidades), la autoría es anónima, pero no por ello dejaría de
estar protegida.

Igualmente, una división que nos puede ser de interesante de revisar e incluso revalorar sería aquella que
atiende a los autores que intervienen en la creación de la obra donde podemos clasificar obras individuales
(hecho por una sola persona), de colaboración (donde intervienen varios autores) y colectivas (creadas por
la iniciativa de una persona física o moral que las publica y divulga bajo su dirección y su nombre y en las
cuales la contribución personal de los diversos autores que han participado en su elaboración se funde en
el conjunto con vistas al cual ha sido concebida, sin que sea posible atribuir a cada uno de ellos un derecho
distinto e indiviso sobre el conjunto realizado). Pensamos que a partir de las manifestaciones del Patrimonio
Inmaterial, especial en el caso de las comunidades indígenas, sería conveniente pensar en agregar una
categoría adicional que podríamos llamar obras comunitarias que se referirían en aquellas obras creadas a
partir de la acción de las comunidades y que se han transmitido y enriquecido a través del tiempo mediante
similares mecanismos y que permitan atribuir a dicho grupo humano la titularidad de los derechos morales
sobre la misma.

Una dificultad especial en cuanto a la protección que otorga esta Ley a las manifestaciones del Patrimonio
Inmaterial sería que la misma se concede a las obras desde el momento en que hayan sido fijadas en un
soporte material, independientemente del mérito, destino o modo de expresión, ya que la gran mayoría de
estas manifestaciones son creadas y recreadas a través del tiempo y de la práctica social y la tradición oral;
lo que nos enfrenta a la imposibilidad de protegerlos hasta no cumplir con estos extremos de la ley. En otras
palabras, existen muchas obras del Patrimonio Inmaterial de las comunidades indígenas que no cumplen
con el requisito de la fijación en un soporte material, pero que debieran ser protegidas. Este es un tema que
debiera aclarase en la Ley.

Los derechos de autor a que se refiere esta Ley se reconocen respecto de las obras de las siguientes ramas
que pueden ser aplicables al Patrimonio Inmaterial: Literaria; Musical, con o sin letra; Dramática; Danza;
Pictórica o de dibujo; Escultórica y de carácter plástico; Arquitectónica y Obras de arte aplicado que
incluyen el diseño gráfico o textil. Sin embargo, no será objeto de la protección como derecho de autor a
las ideas en sí mismas, las fórmulas, soluciones, conceptos, métodos, sistemas, principios, descubrimientos,
procesos e invenciones de cualquier tipo. Lo anterior resulta una limitación a la protección del Patrimonio
Inmaterial de las comunidades indígenas, principalmente en lo referente a los conocimientos tradicionales
como puede ser en herbolaría y medicina natural, ya que entonces, estos pueden ser utilizados por empresas
farmacéuticas y alterados sin que estas comunidad puedan intervenir para su protección.

246
Otro importante riesgo que se ha impuesto al Patrimonio Inmaterial de origen comunitario es que pueda ser
considerado de dominio público, lo que permite que puedan ser libremente utilizado (y en lo personal
agregaríamos: alterado) por cualquier persona, con la sola restricción de respetar los derechos morales de
los respectivos autores (si es que se conoce).

El Título VII de la Ley se refiere a los derechos de autor sobre los símbolos patrios y las expresiones de
las culturas populares. Este título resulta especialmente importante porque señala que las obras
mencionadas en este Título están protegidas independientemente de que no se pueda determinar la autoría
individual de ellas o que el plazo de protección otorgado a sus autores se haya agotado. Con respecto a los
símbolos patrios, la Ley establece la titularidad de los derechos morales a favor del Estado Mexicano,
estableciendo que el uso de los mismos deberá apegarse a la Ley específica que analizaremos a
posteriormente.

Por lo que respecta a lo que llama cultura popular, la Ley señala que protegerá las obras literarias, artísticas,
de arte popular o artesanal, así como todas las manifestaciones primigenias en sus propias lenguas, y los
usos, costumbres y tradiciones de la composición pluricultural que conforman al Estado Mexicano, que no
cuenten con autor identificable. Adicionalmente, indica que las obras literarias, artística, de arte popular o
artesanal; desarrolladas y perpetuadas en una comunidad o etnia originaria o arraigada en la República
Mexicana, estarán protegidas por la Ley contra su deformación, hecha con objeto de causar demérito a la
misma o perjuicio a la reputación o imagen de la comunidad o etnia a la cual pertenecen. Sin embargo,
también se prevé que se permitirá la libre utilización de estas obras protegidas siempre que no se
contravengan las disposiciones del mismo. De igual forma, se señala que en toda fijación, representación,
publicación, comunicación o utilización en cualquier forma, de una obra literaria, artística, de arte popular
o artesanal protegida conforme a esta Ley, deberá mencionarse la comunidad o etnia, o en su caso la región
de la República Mexicana de la que es propia. El Instituto Nacional del Derecho de Autor vigilará el
cumplimiento de las disposiciones del presente capítulo y coadyuvar en la protección de las obras
amparadas por el mismo.

El Reglamento de la Ley trata de ser más específico en cuanto al tipo de bienes protegidos estableciendo
que las obras literarias o artísticas de arte popular o artesanal cuyo autor no sea identificable, podrán ser:

a) Expresiones verbales, tales como cuentos populares, leyendas, tradiciones, poesía popular y otras
similares;

b) Expresiones musicales, tales como canciones, ritmos y música instrumental populares;

c) Expresiones corporales, tales como danzas y rituales;

d) Expresiones tangibles tales como las obras de arte popular o artesanal tradicional, ya sean obras pictóricas
o en dibujo, tallas en madera, escultura, alfarería, terracota, mosaico, ebanistería, forja, joyería, cestería,
vidrio, lapidaria, metalistería, talabartería, así como los vestidos típicos, hilados, textiles, labores de punto,
tapices y sus similares; los instrumentos musicales populares o tradicionales; la arquitectura propia de cada
etnia o comunidad, y cualquier expresión originaria que constituya una obra literaria o artística o de arte
popular o artesanal que pueda ser atribuida a una comunidad o etnia originada o arraigada en la República
Mexicana.

La Ley considera como una infracción en materia de derecho de autor fijar, representar, publicar, efectuar
alguna comunicación o utilizar en cualquier forma una obra literaria y artística, protegida como obra de la
cultura popular, sin mencionar la comunidad o etnia, o en su caso la región de la República Mexicana de la

247
que es propia. A esta conducta se aplicará una multa de 5 mil a 15 mil días de salario mínimo general
vigente en el Distrito Federal.

Por otra parte, la Ley califica como una infracción en materia de comercio las siguientes conductas cuando
sean realizadas con fines de lucro directo o indirecto las obras literarias y artísticas protegidas como obras
de la cultura popular que impliquen una deformación, demérito, afectación de la reputación o imagen de la
comunidad o región del país. La multa aplicable a esta violación será de 5 mil a 40,000 días de salario
mínimo general vigente en el Distrito Federal, correspondiendo al Instituto Mexicano de la Propiedad
Industrial la aplicación de esta sanción.

Si bien, podemos considerar que la legislación en materia de derechos de autor con relación al Patrimonio
Cultural de las comunidades indígenas contiene disposiciones que están enfocadas a la preservación de
estas manifestaciones como parte de nuestro acervo cultural, lo cierto es que en la práctica parece ser letra
muerta. En principio, no existe un procedimiento que nos permita determinar cuáles son los bienes
protegidos porque las definiciones de la ley y el reglamento son amplias, pero siempre estarán abiertas a
la discrecionalidad e interpretación del funcionario en turno. De igual forma, con la existencia de lo que se
llama el dominio público, muchas personas se han aprovechado de los mensajes, valores, historias,
tradiciones, significaciones y demás valores del Patrimonio Inmaterial para ser utilizados y deformados a
favor de intereses mercantiles como pudiera ser la industria del espectáculo, los medios masivos de
comunicación o el turismo, donde se inventan mensajes que en muy poco contribuyen a la comprensión,
valorización y conservación de estos bienes de especial significación, valiéndose del concepto del “dominio
público”. No podemos dejar de mencionar que quedan fuera de esta protección aspectos tan importantes
como el conocimiento milenario de muchas comunidades que implican procedimientos, métodos,
principios, descubrimientos, etc. que están desprotegidas. En realidad, la legislación en esta materia, aunque
bienintencionada, suena a un buen deseo con pocas expectativas de aplicación práctica.

3.3.4.- Otras regulaciones federales vinculadas directamente con el Patrimonio Cultural

Adicionalmente a la regulación de monumentos, encontramos también otras disposiciones relacionadas


directamente con el Patrimonio Cultural, atendidas bajo otras perspectivas, pero que finalmente tienen como
objetivo, directo o indirecto, la protección de estos bienes con especial significación nacional o regional.

3.3.4.1.- Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales

La regulación de los Símbolos Patrios también es un tema que debe analizarse como parte del Patrimonio
Inmaterial por tratarse de una serie de elementos con significaciones compartidas a nivel nacional. A este
respecto, el ordenamiento encargado de regular esta materia es la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el
Himno Nacionales que fue publicada el 8 de febrero de 1984 en el Diario Oficial de la Federación.

A este respecto, la Ley señala que el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, son los Símbolos Patrios
de los Estados Unidos Mexicanos, señalando que representan un asunto de orden público. Entre los
objetivos de la Ley es regular las características y difusión, así como el uso del Escudo y de la Bandera, los
honores a esta última y la ejecución del Himno.

En este sentido es muy significativo encontrar una regulación muy específica de las características de la
Bandera, el Escudo y el Himno Nacional que vale la pena transcribir:

Artículo 2º.- El Escudo Nacional está constituido por un águila mexicana, con el perfil izquierdo expuesto, la
parte superior de las alas en un nivel más alto que el penacho y ligeramente desplegadas en actitud de
combate; con el plumaje de sustentación hacia abajo tocando la cola y las plumas de ésta en abanico natural.
Posada su garra izquierda sobre un nopal florecido que nace en una peña que emerge de un lago, sujeta con

248
la derecha y con el pico, en actitud de devorar, a una serpiente curvada, de modo que armonice con el conjunto.
Varias pencas del nopal se ramifican a los lados. Dos ramas, una de encino al frente del águila y otra de laurel
al lado opuesto, forman entre ambas un semicírculo inferior y se unen por medio de un listón dividido en tres
franjas que, cuando se representa el Escudo Nacional en colores naturales, corresponden a los de la Bandera
Nacional.

Cuando el Escudo Nacional se reproduzca en el reverso de la Bandera Nacional, el águila mexicana se


presentará posada en su garra derecha, sujetando con la izquierda y el pico la serpiente curvada.

Un modelo del Escudo Nacional, autenticado por los tres poderes de la Unión, permanecerá depositado en el
Archivo General de la Nación, uno en el Museo Nacional de Historia y otro en la Casa de Moneda.

Artículo 3º.- La Bandera Nacional consiste en un rectángulo dividido en tres franjas verticales de medidas
idénticas, con los colores en el siguiente orden a partir del asta: verde, blanco y rojo. En la franja blanca y al
centro, tiene el Escudo Nacional, con un diámetro de tres cuartas partes del ancho de dicha franja. La
proporción entre anchura y longitud de la bandera, es de cuatro a siete. Podrá llevar un lazo o corbata de los
mismos colores, al pie de la moharra.

Un modelo de la Bandera Nacional, autenticado por los tres poderes de la Unión, permanecerá depositado en
el Archivo General de la Nación y otro en el Museo Nacional de Historia.

ARTÍCULO 4º.- La letra y música del Himno Nacional son las que aparecen en el capítulo especial de esta
Ley. El texto y música del Himno Nacional, autenticados por los tres poderes de la Unión, permanecerán
depositados en el Archivo General de la Nación, en la Biblioteca Nacional y en el Museo Nacional de Historia.

Es importante darnos cuenta del grado de especificidad y detalle con que la Ley regula nuestros Símbolos
Patrios y es que el cuidado de la autenticidad de estos símbolos resulta un valor especial por su significación
para la Nación.

Adicionalmente la Ley establece también una regulación específica en cuando al uso de los Símbolos
Patrios:

a) en relación con la Bandera Nacional, la Ley es muy específica en cuanto a limitar la inserción de
cualquier inscripción relacionada a la denominación de instituciones o agrupaciones en la misma, los
procesos de abanderamiento, las maneras de saludar a la Bandera, el establecimiento del 24 de febrero como
Día de la Bandera donde se realizarán jornadas cívicas en conmemoración, veneración y exaltación; el
rendimiento de honores, las festividades en que izará la Bandera a media o a toda asta; el uso de la Bandera
en eventos en el extranjero, así como la regulación de las escoltas y en vehículos especiales; los requisitos
de las reproducciones las Bandera para el comercio y las características de la Banda Presidencial como una
reproducción de la Bandera, incluso en aspectos tan importantes como el cambio de Poderes.

b) respecto al Escudo Nacional, toda reproducción del mismo deberá corresponder fielmente al modelo a
que se refiere dicha Ley, el cual no podrá variarse o alterarse bajo ninguna circunstancia.

c) el canto, ejecución, reproducción y circulación del Himno Nacional, se apegarán a la letra y música de
la versión establecida en la Ley, previendo que la interpretación del Himno se hará siempre de manera
respetuosa y en un ámbito que permita observar la debida solemnidad. Adicionalmente la ley prohíbe
estrictamente alterar la letra o música del Himno Nacional y ejecutarlo total o parcialmente en
composiciones o arreglos. Asimismo, se prohíbe cantar o ejecutar el Himno Nacional con fines de
publicidad comercial o de índole semejante. Por último, se prohíbe cantar o ejercer los himnos de otras
naciones, salvo autorización expresa del representante diplomático respectivo y de la Secretaría de
Gobernación.

249
Los pueblos y las comunidades indígenas podrán ejecutar el Himno Nacional traducido a la lengua que en
cada caso corresponda. Para tales efectos, se faculta al Instituto Nacional de Lenguas Indígenas para realizar
las traducciones correspondientes, las cuales deberán contar con la autorización de la Secretaría de
Gobernación y de la Secretaría de Educación Pública. Los pueblos y comunidades indígenas podrán
solicitar a las Secretarías de Gobernación y de Educación Pública la autorización de sus propias
traducciones del Himno Nacional. La Secretaría de Gobernación llevará el registro de las traducciones
autorizadas.

Todas las ediciones o reproducciones del Himno Nacional requerirán autorización de las Secretarias de
Gobernación y de Educación Pública. Los espectáculos de teatro, cine, radio y televisión, que versen sobre
el Himno Nacional y sus autores, o que contengan motivos de aquél, necesitarán de la aprobación de las
Secretarías de Gobernación y Educación Pública, según sus respectivas competencias. Las estaciones de
radio y de televisión podrán transmitir el Himno Nacional íntegro o fragmentariamente, previa autorización
de la Secretaría de Gobernación, salvo las transmisiones de ceremonias oficiales. Del tiempo que por Ley
le corresponde al Estado en las frecuencias de la radio y en los canales de televisión, en los términos legales
de la materia, se incluirá en su programación diaria al inicio y cierre de las transmisiones la ejecución del
Himno Nacional y en el caso de la televisión, simultáneamente la imagen de la Bandera Nacional. El
número de estrofas que deberán ser entonadas será definido por la Secretaría de Gobernación.

El Himno Nacional sólo se ejecutará, total o parcialmente, en actos solemnes de carácter oficial, cívico,
cultural, escolar o deportivo, y para rendir honores tanto a la Bandera Nacional como al Presidente de la
República. En estos dos últimos casos, se ejecutará la música del coro, de la primera estrofa y se terminará
con la repetición de la del coro. Por otra parte, es obligatoria la enseñanza del Himno Nacional en todos
los planteles de educación preescolar, primaria y secundaria.

Por último, la Ley establece una serie de medidas que están enfocadas a promover y fortalecer el culto a
los Símbolos Patrios:

a) El Poder Ejecutivo Federal, los Gobernadores de los Estados y los Ayuntamientos de la República,
deberán promover, en el ámbito de sus respectivas esferas de competencia, el culto a los símbolos
nacionales.

b) Las autoridades educativas dictarán las medidas para que, en todas las instituciones del Sistema
Educativo Nacional, se profundice en la enseñanza de la historia y significación de los símbolos patrios.
Adicionalmente de convocará y regulará, en los términos del reglamento correspondiente, concursos
nacionales sobre los símbolos patrios de los Estados Unidos Mexicanos.

Siendo elementos que contribuyen de una manera decidida en la conformación de una identidad nacional
(pero también acompañado de un elemento político), resulta muy significativo que la regulación de nuestros
Símbolos Patrios sean muy específicos en cuanto al detalle tanto en sus características y uso; situación que
no se presenta con otras manifestaciones del Patrimonio Cultural material e inmaterial.

3.3.4.2.- Ley de la Propiedad Industrial

La Ley de la Propiedad Industrial es un ejemplo de ordenamiento jurídico que ha tenido la capacidad de


evolucionar de conformidad con los tiempos. Efectivamente, dicho ordenamiento legal que fue publicado
en el Diario Oficial de la Federación del día 27 de junio de 1991, ha sufrido diversas modificaciones que le
han permitido ser una norma jurídica que se ha actualizado a la realidad económica nacional y mundial.

Sin embargo, contamos con un aspecto interesante dentro del texto de esta disposición jurídica que está
vinculado a la cultura y a la manera de vivir de muchas comunidades a partir de la producción de un

250
producto con fuerte relación territorial: las denominaciones de origen. Este tema resulta tan trascendente
que una de las zonas de nuestro país que han sido inscritas en la Lista del Patrimonio Mundial de la
UNESCO se basaron precisamente en la profunda relación del desarrollo de toda una región con una bebida:
el tequila. Efectivamente, el paisaje tequilero es un concepto cultural complejo que refleja la arquitectura,
las tradiciones, la economía, la forma de vivir y de pensar, el entorno, la creación de poblaciones, haciendas,
unidades de producción, relaciones obrero patronales, valores, conocimientos, etc. En una figura
patrimonial tan compleja, como el paisaje agavero, podemos encontrar fácilmente la presencia de los
valores testimoniales (toda la historia relacionada con el cultivo, aprovechamiento, producción y
comercialización del tequila), de significación (los vínculos que la sociedad ha creado a partir de esta
actividad humana, social y económica con el agave y el tequila y la manera en que han transformado y dado
sentido a su propia sociedad y a su entorno natural y humano), utilitario (derivado de la importancia de esta
industria en el presente, acompañada de otros aspectos, como pudiera ser el turismo) y de desarrollo (que
implica la manera de seguir apoyando la producción artesanal de este producto, la protección del medio
ambiente de la región y especialmente de este cultivo ante la explotación económica del mismo).

Veamos lo que señala este ordenamiento jurídico.

Conforme a la Ley se entiende por denominación de origen, el nombre de una región geográfica del país
que sirva para designar un producto originario de la misma, y cuya calidad o característica se deban
exclusivamente al medio geográfico, comprendido en éste los factores naturales y los humanos. En
principio esta definición pudiera sonar correcta en cuanto a la visión de los elementos territoriales, aunque,
desde nuestro punto de vista debiera substituirse el término “humanos” por el de “culturales” para ser más
precisos.

La protección que esta Ley concede a las denominaciones de origen se inicia con la declaración, de oficio
o petición de parte, que al efecto emita el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial. El uso ilegal de
una denominación de origen misma será sancionado, incluyendo los casos en que venga acompañada de
indicaciones tales como género, tipo, manera, imitación, u otras similares que creen confusión en el
consumidor o impliquen competencia desleal. Entre los requisitos para solicitar la declaración de origen
se encuentran:

a) una descripción detallada del producto o los productos terminados que abarcará la denominación,
incluyendo sus características, componentes, forma de extracción y procesos de producción o elaboración

b) la determinación del lugar o lugares de extracción, producción o elaboración del producto que se trate
de proteger con la denominación de origen y la delimitación del territorio de origen, atendiendo a los
caracteres geográficos y a las divisiones políticas;

c) el señalamiento detallado de los vínculos entre denominación, producto y territorio.

El Estado Mexicano será el titular de la denominación de origen. Esta sólo podrá usarse mediante
autorización que expida el mencionado Instituto.

La autorización para usar una denominación de origen deberá ser solicitada ante el Instituto y se otorgará a
toda persona física o moral que cumpla los siguientes requisitos:

a) Que directamente se dedique a la extracción, producción o elaboración, de los productos protegidos por
la denominación de origen;

b) Que realice tal actividad dentro del territorio determinado en la declaración;

251
c) Que cumpla con las normas oficiales establecidas por la Secretaría de Economía conforme a las leyes
aplicables, respecto de los productos de que se trate, y

d) Los demás que señale la declaración.

Los efectos de la autorización para usar una denominación de origen durarán diez años, contados a partir
de la fecha de presentación de la solicitud en el Instituto, y podrán renovarse por períodos iguales. El usuario
de una denominación de origen está obligado a usarla tal y como aparezca protegida en la declaración. De
no usarla en la forma establecida, procederá la cancelación de la autorización.

La Ley considera como una infracción administrativa la utilización sin autorización o licencia
correspondiente una denominación de origen; que pueden ser castigada con una multa hasta por el importe
de veinte mil días de salario mínimo general vigente en el Distrito Federal; multa adicional hasta por el
importe de quinientos días de salario mínimo general vigente en el Distrito Federal, por cada día que persista
la infracción; clausura temporal hasta por noventa días; clausura definitiva o arresto administrativo hasta
por 36 horas. La reincidencia en esta conducta se considerará como delito.

Independientemente del ejercicio de la acción penal, el perjudicado podrá demandar del o de los autores de
los delitos la reparación y el pago de los daños y perjuicios sufridos con motivo de dichos delitos, en los
términos previstos en el artículo 221 Bis de esta Ley, que en ningún caso será inferior al cuarenta por ciento
del precio de venta al público de cada producto o la prestación de servicios que impliquen una violación de
alguno o algunos de los derechos de propiedad industrial regulados en esta Ley.

3.3.5.- Legislaciones Locales en materia de Patrimonio Cultural

En un universo paralelo a la legislación federal -en muchos casos, prácticamente desconectados- podemos
encontrar un conjunto muy amplio e interesante de normas jurídicas locales en materia de Patrimonio
Cultural. Esta normatividad ha surgido de la división misma que impone el artículo 73 fracción XXV de
nuestra Constitución Política en cuanto al alcance del interés en la conservación de los bienes culturales
hacia un espectro nacional (que fue objeto de análisis anteriormente), lo cual deja un cúmulo de bienes
culturales de relevancia regional que han sido protegidos por otras normas legales locales.

Aunque por muchos años existía casi una dictadura exclusivista federal que hacía del Patrimonio Cultural
casi el equivalente a monumentos, la realidad es que casi sin darnos cuenta, las autoridades locales fueron
desarrollando una serie de normas jurídicas que fueron explorando muchos huecos en la concepción de lo
que significa el Patrimonio Cultural en la legislación federal sobre los monumentos y en algunos –muy
pocos casos- algunas nuevas formas de proteger. Por ejemplo, las primeras normas de protección del
Patrimonio Inmaterial se dan en el ámbito estatal, como fue el caso de las leyes patrimoniales de Coahuila
o Baja California; algunas legislaciones locales han establecido nuevos instrumentos de protección como
han sido los instrumentos de planeación (que está presente también en la ley bajacaliforniana) o de
determinación de impacto cultural de una intervención en una zona monumental (como existe en la Ley de
Chihuahua). El camino no ha sido fácil, porque en muchas ocasiones, las autoridades locales entraron en
una dinámica de discusión sobre a qué nivel de gobierno le correspondía la preservación de este acervo y
las autoridades federales dedicaron más tiempo a la reivindicación de sus facultades exclusivas sobre los
monumentos y zonas a desarrollar una legislación más efectiva en esta materia. Se ha perdido mucho
tiempo en estas discusiones que parecen observar al Patrimonio Cultural como un botín y no como un objeto
de protección que merecería una acción conjunta de ambas autoridades. Desde luego, existen ejemplos de
colaboración en sentido contrario a lo expuesto, pero desafortunadamente es lo menos.

252
3.3.5.1.- Constituciones Estatales

Como estudiamos en el capítulo anterior, al abordar el análisis de los derechos culturales en las
constituciones locales, pudimos identificar que existe una diversidad de ideas sobre las maneras en que se
maneja el tema del Patrimonio Cultural, ya que en algunas ocasiones los encontramos como una
prerrogativas ciudadanas, en otras ocasiones podemos encontrar una simple referencia sobre la que el
Congreso del Estado deberá legislar.

Lo anterior no nos debe resultar extraño, precisamente porque la atención de los aspectos culturales desde
una perspectiva local implica que cada región pueda expresar sus principales preocupaciones, intereses y
entendimientos sobre los monumentos y zonas, con la posibilidad de que las instancias estatales amplíen el
espectro de protección, pues podrían abarcar otros bienes y zonas que no contempla la legislación federal
(como son la arquitectura vernácula, la arquitectura del siglo XX), e incluso el Patrimonio Inmaterial.

A este panorama, debemos agregar aspectos tan importantes como la protección de los usos, costumbres y
conocimientos propios de las comunidades indígenas, que se encuentran presentes en la gran mayoría de
las constituciones locales, porque se han dado como una contestación a las necesidades propias de atención
de estos grupos humanos dentro del territorio de un Estado, aunque debemos reconocer que en muchos
casos, la redacción de la disposición constitucional local es una copia del artículo 2º de la Constitución
Federal.

Igualmente podemos encontrar algunas aportaciones particulares, como es el caso de la protección de


figuras específicas como es el caso de la toponimia o de leyes especiales que tienen como principal objetivo
preservar ligares, poblaciones y manifestaciones del Patrimonio Inmaterial.

En otras palabras, podemos afirmar que las normas constitucionales locales, en su enorme mayoría, tratan
de atender cuando menos dos grandes temas: patrimonio cultural (en sus diversas acepciones, incluyendo
tan solo los monumentos históricos, artísticos o bienes tradicionales o denominaciones similares) y la
protección de la cultura de las comunidades indígenas. Sin embargo, también podemos detectar la
necesidad de proteger ciertas manifestaciones y bienes culturales que tienen una relevancia cultural local.

Entonces, podemos afirmar que la normatividad constitucional local en materia de Patrimonio Cultural
también nos abre un espacio para poder discutir temas muy profundos de fuerte incidencia social que en
muchas ocasiones han sido olvidados o incluso, desvalorizados. La normatividad local en materia de su
Patrimonio Cultural es por tanto una oportunidad de analizar, estudiar y mejorar la regulación jurídica en
aras de una mejor preservación de dichos bienes y zonas.

3.3.5.2.- Leyes locales en materia de Patrimonio Cultural

En materia de Patrimonio Cultural, existen un número muy interesantes de leyes locales que contribuyen
con un cúmulo de experiencias, problemáticas propias, visiones y realidades al enriquecimiento de la
discusión sobre la manera en que debe protegerse el Patrimonio Cultural. No podemos pensar en una
uniformidad en estas disposiciones legales; muy por el contrario, existe una gran diversidad por leyes que
tienen antecedentes muy distintos y que ofrecen lecturas y soluciones distintas en base a las condiciones de
cada Entidad Federativa y confirmando la idea de la diversidad cultural dentro de una misma Nación.

Toda vez que lo que queremos es ofrecer una panorámica completa de la legislación local del Patrimonio
Cultural, hemos elaborado el cuadro analítico que se acompaña a este trabajo como Cuadro 2 en la que
tratamos de detectar las tendencias de la legislación local en esta materia y ofrecernos una idea global al
respecto.

253
Debemos sorprendernos por la variedad de soluciones, problemáticas y visiones que encontramos en las
diversas leyes que están involucradas de una manera directa con relación al Patrimonio Cultural; pero
podeos explicarlo en base a que en las últimas décadas se ha dado una expansión de la normatividad local
de la cultura. Lo anterior no es gratuito: por una parte, existe la necesidad de incorporar una disposición
estatal en materia de protección de los derechos culturales indígenas ha permitido identificar, analizar,
proteger y revalorar aspectos relacionados con el Patrimonio Cultural y por otro lado, se han generado leyes
basadas en el concepto de desarrollo cultural que han puesto en la mesa la discusión muchos rubros de la
política cultural desde un punto de vista más amplio. En términos general, respecto a la legislación federal
de monumentos, la legislación local es mucho más moderna, amplia e integral, de manufactura más reciente
e influenciada por las nuevas tendencias internacionales. Basta como ejemplo que en la gran mayoría de
estas normas jurídicas se hace mención del concepto mismo de Patrimonio Cultural que no se menciona
en la legislación federal derivado principalmente por su antigüedad y falta de actualización.

Es un hecho que la riqueza conceptual que nos aportan algunas normas jurídicas en materia de protección
de los bienes culturales a nivel local nos abre un abanico de posibilidades sobre la manera en que debemos
entender, proteger y promover los bienes culturales de naturaleza local.

Pero también debemos reconocer que en muchos de los casos, encontramos muchos vicios de
inconstitucionalidad dentro de estas leyes locales porque pretenden regular zonas y monumentos que, al
ser declarados en los términos de la LFMZ, se encuentran sujetos a la jurisdicción federal y no local.

Dado que el análisis de esta regulación local está enfocada a detectar lo que significa el derecho al
Patrimonio Cultural, vamos a llevar esta revisión a partir de cuatro grandes conceptos: el tipo de
ordenamientos, el tipo de bienes protegidos, el contenido de las medidas de protección y por último, el tipo
de las medidas de fomento. Analicemos cada uno de estos rubros.

Con relación al tipo de ordenamientos, podemos apreciar que en la normatividad legal local en materia de
Patrimonio Cultural encontramos leyes específicas en materia de Patrimonio Cultural (cualquiera que sea
su denominación como Patrimonio Cultural en sí mismas o como ley de monumentos, etc.), leyes de materia
general de cultural (que se denominan como leyes de cultura y las artes o leyes de desarrollo cultural
principalmente), leyes en materia de derechos y cultura indígena y por último, leyes específicas que pueden
estar referidas a bienes culturales específicos (como pueden ser poblaciones particulares, manifestaciones
intangibles relevantes, archivos, etc.).

Pero curiosamente, después de analizar las diversas legislaciones locales resalta que la ordenación del
Patrimonio Cultural a nivel local no está contemplada en leyes específicas en esta materia, sino en leyes en
materia de desarrollo cultural y en la protección de la cultura de las comunidades indígenas. Podemos
afirmar que tan solo la mitad de las entidades federativas cuentan con una ley específica en materia de
Patrimonio Cultural.

Ahora bien, cuando hablamos de las leyes en materia de desarrollo cultural, existe una visión más amplia
del Patrimonio Cultural en la regulación de la cultura y sus implicaciones. Sin embargo, por otro lado es el
Patrimonio Cultural está reducido a un simple capítulo de un articulado que está mucho más enfocado a
fundamentar un sistema estatal de administración de la cultura más que en establecer disposiciones
sustantivas y trascendentes sobre esta materia. Por lo tanto, desafortunadamente estas leyes son menos
específicas en cuanto a los instrumentos de protección del Patrimonio Cultural.

Por lo que respecta a las leyes en materia de derechos y cultura indígena, podemos encontrar una situación
similar a las leyes de desarrollo cultural: la cuestión de las comunidades indígenas es un tema terriblemente
complejo y amplio. Por ello, estas leyes están enfocadas a muchos temas: derechos de género, derecho de
los niños, derechos laborales, derechos de propiedad sobre sus tierras, derechos en materia de acceso a la

254
justicia, derechos en materia de educación. Por tanto, ante todos estos problemas, también el Patrimonio
Cultural, sin restarle importancia, queda circunscrito a un solo capítulo de este ordenamiento; perdiendo en
muchos casos fuerza el enfoque hacia estos bienes materiales e inmateriales. Por otra parte, la parte positiva
de estas leyes es que podemos encontrar temas que la legislación federal ha dejado en el olvido, como es el
Patrimonio Intangible y la fuerte vinculación del Patrimonio Cultural construido con su entorno natural o
en otras palabras, su vinculación territorial.

Ahora bien, una situación que nos parece muy compleja es que algunas Entidades Federativas detectamos
la coexistencia de dos o tres de las mencionadas leyes en el mismo territorio sin que exista congruencia o
complementariedad entre las mismas. A mayor abundamiento, en la gran mayoría de las Entidades
Federativas existe la presencia de cuando menos dos de este tipo de leyes en su territorio y en muchas de
ellas existe una doble regulación que en muchas ocasiones contienen disposiciones encontradas,
sobrepuestas y contradictorias. A lo anterior, debemos agregar leyes especiales que están destinadas a la
preservación de bienes culturales específicos.

En cuanto al criterio de los bienes protegidos por estas disposiciones detectamos una gran uniformidad en
cuanto a los bienes protegidos que son objeto de esta regulación. Podemos encontrar una insistencia en el
cuidado de los monumentos y zonas arqueológicas, históricas y artísticas, que en muchos casos nos derivan
en una problemática de invasión de competencias entre distintos niveles de gobierno y en consecuencia, de
inconstitucionalidad. Este era un panorama común hace no muchos años en cuanto a aquellos Estados que
decidían emitir una legislación en esta materia.

Lo que resulta sorprendente es que en los últimos años, las Entidades Federativas han entendido su función
como garantes de protección de otras categorías del Patrimonio Cultural. Es cierto que las leyes en materia
de cultura indígena han permitido una expansión en la protección del Patrimonio Inmaterial, principalmente
relacionados con los conocimientos, usos y costumbres de estos pueblos; sin embargo, es importante ver
que las entidades federativas han reconocido la importancia al proteger bienes culturales con una fuerte
relevancia cultural local y regional, así como la fuerte relación de las ciudades y monumentos con su ámbito
territorial que le da sentido y función.

En relación al tipo de medidas de protección que se imponen a estos bienes, podemos encontrar una
repetición del mismo esquema que provee la legislación federal: la declaratoria, el registro, los permisos y
las acciones de verificación y sanciones. La parte donde encontramos un avance cualitativo que aportan
las legislaciones locales en nuestra materia (y que no es tan fácil de identificar en el Cuadro 2) se refiere a
las otras acciones de protección que van desde una muy amplia protección de los derechos culturales a
instrumentos de planeación, manejo y evaluación del impacto de proyectos en el ámbito socio-cultural que
nos muestra la modernidad de esta disposiciones legales locales en cuanto a la manera de entender los
procesos de conservación de los bienes culturales.

Por último, al revisar los aspectos vinculados a las medidas de fomento, podemos observar que todas la
legislaciones tratan de institucionalizar dichos incentivos favoreciendo la participación social o la
colaboración interinstitucional, así como el involucramiento de la sociedad civil en cuerpos consultivos y
de apoyo en las toma de decisiones gubernamentales con respecto a este acervo. Lo significativo de este
punto es que las legislaciones locales tienen una visión más social del fenómeno patrimonial y sus
implicaciones que la legislación federal que es más estatista.

A pesar de que podemos hablar de un balance positivo, lo cierto es que no necesariamente podemos concluir
que las legislaciones locales sean plenamente eficientemente aplicadas en sus jurisdicciones, toda vez que
se encuentran muy expuestas a las presiones locales, principalmente en la realización de obras o proyectos
productivos que están apoyados por los gobiernos locales. Sin embargo, es un principio y una contribución
que vale la pena fortalecer y repetir a todos los niveles en cuanto a sus aspectos positivos.

255
3.4.-El Patrimonio Cultural como derecho humano y derecho social

3.4.1.- Cambio o recomposición de visión

En el año 1906, el especialista austriaco Aloïs Riegl publicó una obra que se llamó El Culto Moderno a los
Monumentos que nos presenta una reflexión muy interesante de la protección de dichos objetos a partir de
la determinación de los valores a proteger y preservar. En dicho texto podemos encontrar una frase nos
parece muy significativa:

… según las concepciones modernas, toda actividad humana y todo destino humano del que nos haya
conservado testimonio o noticia tiene derecho, sin excepción alguna, a reclamar para sí un valor histórico: en
el fondo consideramos imprescindible a todos y cada uno de los acontecimientos históricos... 14

La sugerencia de Riegl es provocadora desde el ámbito cuando tratamos a los monumentos como sujetos
de imputación de derechos y de contar con la capacidad de reclamar el derecho a su supervivencia.
Adicionalmente, en esta sencilla frase también es posible señalar que existe una aspiración de proteger todo
aquello que pudiera contar con una relevancia histórica. Las legislaciones en materia de Patrimonio Cultural
de muchos países basaron sus disposiciones en estas ideas durante todo el siglo XX e incluso, existen
regulaciones que siguen manteniendo y alimentado esta idea.

Después de haber revisado la legislación federal en materia de monumentos pensamos que ésta comparte
la idea de un culto hacia los mismos, porque existe una política nacionalista que ha sacralizado el Patrimonio
Cultural al grado tal que, en un caso extremo, el dueño de una casa pudiera perder su casa si en algún
momento el Estado decidiera restaurarla aún en contra de la voluntad del propio dueño. Recordemos que
el artículo 10 de la Ley Federal de Monumentos permite al Estado constituir un crédito fiscal por el importe
de los trabajos de restauración de la mencionada casa y posteriormente hacer efectivo el cobro a través del
procedimiento administrativo de ejecución.

Efectivamente, existe un problema de sacralización en cuanto a nuestros monumentos y zonas de


monumentos, cualidad que es compartida por otra norma cultural: la legislación en materia de Símbolos
Patrios. Desde luego, por su profunda significación para muchos efectos políticos e incluso, patrióticos, es
entendible ese grado de respeto que el uso de dichos símbolos. Por tal razón, podemos entender
perfectamente el grado de regulación al detalle que impone esta legislación en el uso de los símbolos patrios
que incluso se convierte en un imperativo a los propios órganos estatales. La desobediencia y la realización
de actividades que pudieran menoscabar el respeto a los símbolos patrios pudieran ser consideradas incluso
un delito.

Pero la sacralización de los monumentos tiene un efecto diferente, porque no existe una razón de
patriotismo, seguridad nacional o ningún otro fundamento similar para proteger a los monumentos y sitios.
Aun así, la razón de la conservación de nuestros monumentos y sitios están basados en razones más
humanas y poderosas que inclusive lo relacionado con los Símbolos Patrios: la significación profunda que
dichos bienes tienen en cuanto al origen y destino de una comunidad, sin necesidad de que existan
consideraciones políticas, sociales, económicas o de ninguna otra naturaleza. Sin embargo, a diferencia de
la legislación en materia de Símbolos Patrios -donde la sacralización es fundamental y por tanto podemos
encontrar una descripción detallada de dichos símbolos que debe ser respetada incluso por los propios
gobernantes sin posibilidad de alteración de estos aspectos-, la legislación de monumentos deja una total
discrecionalidad a las autoridad para decidir sobre el destino y la conservación de los mismos.

14 RIEGL, Aloïs. El Culto Moderno a los Monumentos. Caracteres y Origen, 1ª ed., trad. Ana Pérez López, Visor Distribuciones, S.A. Madrid,
1987, Colección La Balsa de Medusa, p. 24.

256
A manera de metáfora, todo culto requiere de un sacerdote; pero en el caso de la normatividad sobre
Símbolos Patrios, el sacerdote obedece de manera exacta los imperativos de la ley, mientras que en la ley
de monumentos, el sacerdote tiene la posibilidad de aprobar la alteración y destrucción de los mismos sin
que nadie pudiera reclamarle esta situación en un principio. He aquí la diferencia: en el culto de los
Símbolos Patrios, el objeto es el gran protagonista de esta regulación. ¿En el culto de los monumentos,
realmente los bienes culturales y el Estado son los únicos protagonistas? Creo que nuestra respuesta es que
el reparto está incompleto: falta la comunidad que es la real creadora y beneficiaria de los monumentos y
zonas. En este caso, al existir dos sujetos en esta relación, la manera de entender la función del Estado con
relación a la comunidad nos permiten detectar incluso que la conservación del Patrimonio Cultural pudiera
darse en un contexto de prestación-contraprestación que maneja Ferrajoli para los derechos fundamentales
a favor del ciudadano, especialmente si entendemos que la conservación del Patrimonio es el objeto de la
relación.

Como una reacción lógica a la sacralización especialmente de los monumentos y zonas encontramos
aquellas tendencias que pretende su total desvalorización. Lo anterior es lógico: los cultos son decisiones
personales y como tal, se debe dar la posibilidad de no aceptar los presupuestos de la primera actitud. Por
ello, en el caso de la legislación e monumentos encontramos un debate público entre la conservación y la
prosperidad económica y una lógica utilitaria ya que quienes no comulgan con la preservación del
Patrimonio Cultural siempre antepondrán los conceptos de bienestar, desarrollo o crecimiento económico
y muchos otros similares para desestimar las acciones de conservación como anacrónicas o para destruir a
los monumentos que considerarán simplemente bienes susceptibles de reciclamiento o como terrenos con
potencialidad económica disponibles para nuevos usos o en mercancía para alimentar el mercado del arte.
De tal forma, nos encontramos ante una discusión que en muy pocos casos tiene respuestas sociales
unánimes; ni siquiera adentro del propio órgano estatal existen contradicciones entre aquellas dependencias
que promueven la conservación y quienes promueven acciones hacia la destrucción de los monumentos o
al menos, su alteración a favor de beneficios económicos.

La sacralización del Patrimonio Cultural en el ámbito de la legislación federal ha traído consigo también la
sacralización del Estado como único garante de este tesoro. Es muy significativo, por ejemplo, que la única
legislación federal en materia de derechos y cultura indígena lo constituya la creación de un órgano de
gobierno. Pero para ser más específicos, debemos reconocer que los esfuerzos de la legislación federal se
han enfocado a justificar la competencia de las autoridades federales en esta materia –principalmente en el
caso de la legislación sobre monumentos y zonas- ante la insistencia de las autoridades locales de
considerarse como las autoridades competentes en esta materia o al menos de tener facultades compartidas
en el mismo sentido. Nos parece que se ha perdido mucho tiempo en la definición de este conflicto de
competencias, cuando la realidad es que existe una distribución clara de conformidad con el artículo 73
fracción XXV de nuestra Carta Magna.

Igualmente, la sacralización del Estado implica un privilegio sobre las decisiones que el mismo adopte
sobre el Patrimonio Cultural y en ese sentido, parece que nuestra normatividad federal (con excepción de
la regulación de los Símbolos Patrios) no establecen criterios claros en cuanto a la manera en que debemos
de proteger nuestros bienes culturales, dejando la facultad de estas decisiones y el alcance de las mismas a
las autoridades. Sin embargo, todo el sistema de protección jurídica de los monumentos y zonas se basa en
un sistema de permisos y sanciones, que requeriría un fuerte sustento científico y técnico, lo cual no sucede
en nuestra realidad. Esta ausencia de normas claras representa un menoscabo del Estado de Derecho que
debe imperar en cualquier rama jurídica.

Por otra parte, encontramos otras visiones sobre el Patrimonio Cultural. Por ejemplo, en el caso de la
legislación en materia de propiedad industrial referida a las denominaciones de origen, podemos identificar
que la ley otorga una exclusiva prioridad a los aspectos técnicos de la manera de la elaboración de los

257
productos y la localización geográfica. Lo cierto es que estas consideraciones no incluyen los aspectos
territoriales, sociales y tradicionales en cuanto a los habitantes de los lugares o regiones que sirven de marco
a estos productos. En el caso del Paisaje Tequilero, por ejemplo y que ha sido inscrito en la Lista del
Patrimonio Mundial, lo importante no es solamente como se prepara el tequila como bebida, ni su impacto
en el ámbito comercial; el valor universal excepcional de esta región del país es la manera en que dicha
bebida y todo lo que implica su fabricación, elaboración y comercialización ha marcado las poblaciones, el
paisaje, la manera de vivir, la organización socioeconómica y los valores de los pobladores de dicha región.
En este caso, deberíamos marcar una prioridad en cuanto a los sujetos y no al objeto.

Lo anterior se repite en lo referente a la protección de las manifestaciones de las culturales populares


sustentadas por la legislación en materia de derecho de autor. Aunque debemos reconocer que existe una
evolución en cuanto a la obligación del Estado Mexicano de proteger estas manifestaciones, la realidad es
que la visión de esta regulación también está enfocada a la manifestación –es decir, al objeto- al señalar la
posibilidad de la utilización de estos bienes del Patrimonio Inmaterial con el simple requisito de mencionar
la región a que pertenece. Amparadas por estas disposiciones, muchas industrias como la farmacéutica, la
turística, la del entretenimiento, etc., han utilizado, usufructuado, alterado, mutilado y falseado muchas de
las manifestaciones culturales profundas de muchas comunidades con fines meramente económicos.

Por lo anterior, podemos encontrar cuando menos 3 riesgos mediatos en cuanto a la preservación de los
bienes culturales que pueden representar su desprecio, falsificación y mercantilización, tal y como lo
estudiamos en el Capítulo Primero de este trabajo.

Por último, nos podemos dejar de reconocer la ejemplar disposición de proteger y reconocer las lenguas
indígenas que nos presenta la legislación federal en la materia, incluyendo la creación de una institución
que esté vinculada a este objetivo. Sin embargo, los esfuerzos de estas dependencias siguen siendo modestos
en tanto no se establezca una política nacional que reconozca de una manera indubitable la trascendencia
de proteger la diversidad lingüística de nuestro país como un fundamento indispensable en los procesos de
desarrollo de nuestra nación.

Como apreciamos en la legislación federal en materia de Patrimonio Cultural, existe una preeminencia del
valor testimonial, aunque no en todos los casos encontremos que existe una definición correcta de los
valores vinculados con este concepto. Por lo que respecta a la regulación de los valores utilitarios, de
significación y de desarrollo, nos encontramos totalmente sin respuesta en nuestra normatividad federal.

Por otra parte, en el caso de la legislación estatal en materia de Patrimonio Cultural las circunstancias son
distintas. Nos encontramos ante una legislación mucho más moderna que ha sido producto de la
incorporación de los conceptos de la experiencia internacional.

En ese sentido, la legislación local en esta materia nos ofrece muchos avances: en muchas de estas
legislaciones reconocen el Patrimonio Inmaterial y las zonas de entorno como objeto de protección; en
muchos casos, se establecen nuevos modalidades de instrumentos para la regulación del Patrimonio
Cultural como pueden ser los planes de conservación, los estudios de impacto cultural, etc.; sin dejar el
esquema clásico de permisos y sanciones compartiendo la problemática con la legislación federal de una
extrema discrecionalidad de las autoridades en la toma de decisiones con la agravante que estas autoridades
locales son más vulnerables a las presiones locales y nacionales. Una ventaja adicional de estas
normatividades es que se privilegia la creación de organismos consultivos que apoyar la toma de decisiones
de las autoridades. En general, existe un aspiración de coordinación entre los tres niveles de gobierno para
generar una acción legal fortalecida en este ámbito, lo cual demuestra que algunas Entidades Federativas
ha decidido dejar de alimentar controversias sobre la competencia de los niveles de gobierno para dedicarse
a buscar formas de reforzar la acción de todas las autoridades involucradas.

258
Incluso, muchas de las leyes locales exploran el reconocimiento de derechos culturales establecen muchas
variables que tienen que ver con los aspectos sociales, económicos, educativos, etc. Sin embargo, muchos
de estos derechos se limitan exclusivamente a los pueblos y comunidades indígenas.

Consideramos importante trascribir un ejemplo que nos parece destacado.

En el caso de la Ley de Desarrollo Cultural del Estado de Michoacán, podemos encontrar una visión distinta
sobre lo que se entiende como Patrimonio Cultural y sus implicaciones en el ámbito legal.

Empecemos por las atribuciones otorgadas al Gobernador del Estado, en las que se puede mostrar la
necesidad de orientar las acciones de conservación del Patrimonio Cultural hacia la población y hacia un
sentido más participativo y abierto en relación a la legislación federal.

Artículo 4.- Corresponde al Titular del Poder Ejecutivo:


I. Ejecutar la política y programas sobre cultura, bajo un principio de pluralidad;
II. Conservar y fomentar la participación del Estado, las comunidades y la sociedad, en la protección y
promoción de zonas culturales, monumentos, zonas arqueológicas, artísticas e históricas y demás bienes
considerados como patrimonio cultural de los michoacanos;
III. Preservar y promover una política cultural, que fomente una mayor participación de la sociedad, las
comunidades e individuos, en los programas y proyectos sobre cultura, en particular de la cultura de los
pueblos indígenas del Estado, buscando se consolide el respeto a la pluralidad cultural, étnica y lingüística;
V. Fomentar y garantizar la participación de la sociedad en la protección y promoción de los proyectos
culturales;
IX. Valorar, proteger y difundir el patrimonio cultural de los michoacanos;
X. Garantizar a los pueblos indígenas el derecho a conservar, enriquecer y difundir su identidad y patrimonio
cultural y lingüístico, a promover el conocimiento de sus costumbres y tradiciones y a beneficiarse de una
educación que asegure estos derechos;
XI. Promover que el desarrollo económico y social se articule estrechamente con el desarrollo cultural,
científico y tecnológico;
XII. Garantizar el respeto a los derechos humanos, la convivencia, la solidaridad, la interculturalidad, el
pluralismo y la aceptación, como valores culturales fundamentales y base esencial de una cultura de paz y
reconciliación;

Siguiendo una secuencia lógica, la propia ley establece una serie de derechos culturales de los habitantes
michoacanos que son concordantes con el concepto de obligaciones del Estado en esta materia:

Artículo 14.- Los habitantes del Estado gozan de los siguientes derechos:
I. Aprender, acrecentar, renovar, disentir, transformar, preservar, proteger, expresar, defender y transmitir
aquellos valores culturales que le dan identidad a las personas y a sus comunidades;
II. Acceder a los valores testimoniales de los bienes tangibles e intangibles, integrantes del patrimonio
cultural, con las limitaciones a las que esté sujeto el bien, en razón de su régimen de propiedad o posesión;
III. Expresar sus valores de identidad cultural, sin más limitaciones que las impuestas por la normatividad;
IV. Participar con su comunidad en la recuperación, estudio, protección, conservación, difusión, promoción
y reformulación de los valores de su identidad cultural;
V. Usar, usufructuar y defender su creación intelectual individual, conforme a las disposiciones en la materia;
y,
VI. Conocer, apreciar, desarrollar y expresarse a través de los lenguajes artísticos, a fin de ejercer
integralmente sus capacidades creativas.

Específicamente, en el caso del Patrimonio Cultural esta ley establece una definición amplia de este
concepto, se establecen instrumentos de protección y se prevén mecanismos de colaboración entre las
distintas instancias de gobierno.

259
Artículo 18.- El patrimonio cultural se integra por los usos, representaciones, expresiones, ferias, fiestas,
símbolos, gastronomía, vestimenta, conocimientos y técnicas junto con los bienes inmuebles y muebles,
instrumentos, objetos, artefactos, espacios culturales o naturales que les son inherentes y a los que las
comunidades, los grupos y en algunos casos, los individuos, reconozcan como parte integrante de su
patrimonio cultural.

Artículo 22.- La Secretaría asesorará a los ayuntamientos en la realización de estudios de impacto cultural y
planes de manejo para que el diseño, operación o aplicación de una política pública, no afecte negativamente
el desarrollo cultural de una comunidad o cause afectaciones a su patrimonio cultural.

Artículo 23.- Para el caso de zonas y monumentos arqueológicos, históricos o artísticos, las dependencias y
entidades de la Administración Pública Estatal y Municipal, se podrán coordinar con las instituciones y
dependencias federales correspondientes, para coadyuvar en la conservación de los bienes bajo su
competencia.

Artículo 24.- La Secretaría, en colaboración con las autoridades federales correspondientes, promoverá ante
los regidores de Educación Pública, de Cultura y de Turismo de los municipios, la expedición de reglamentos
que contengan normas generales y técnicas para la conservación y restauración de monumentos y zonas de
monumentos arqueológicos, históricos o artísticos.

Como podemos apreciar, la Ley de Desarrollo Cultural de Michoacán nos presenta una nueva manera de
ver la regulación jurídica del Patrimonio Cultural, con mayor complejidad y amplitud con relación a la
propia legislación federal. Pero no es la única: existen ejemplos muy interesantes en la legislación de
Aguascalientes, Coahuila, el propio Distrito Federal, etc., que merecen un estudio aparte, donde se está
cambiando el enfoque e incluyendo conceptos como garantías culturales, derechos culturales e inclusive,
procedimientos de protección de los propios derechos culturales que nos presenta una nueva manera de ver
el Patrimonio Cultural

Desde otro punto de vista, podemos encontrar algunos aspectos que debieran ser mejorados en cuanto a la
legislación estatal en materia de Patrimonio Cultural:

a) por un parte, encontramos de manera frecuente vicios de inconstitucionalidad e invasión de competencias


con la Federación, a pesar de que efectivamente también encontramos otras Entidades Federativas que han
buscado soluciones para coordinar la acción de las instancias locales con las federales. Lo anterior no se
reduce a la mera determinación de los bienes a proteger, donde podemos encontrar que las autoridades
locales pretenden sujetar a la legislación local lo que ya se encuentra protegido por la legislación federal,
lo que ha provocado conflictos en la aplicación de las facultades de todos los órdenes de gobierno que se
traducen en una desprotección. Pero adicionalmente, podemos detectar que existen también invasiones de
competencia cuando las autoridades locales tratan de establecer regulaciones sobre actividades que están
reservadas a la Federación. Por ejemplo, en el caso de la Ley de Nuevo León, existen sanciones vinculadas
a la exportación o venta de un bien del Patrimonio Cultural a un extranjero lo cual es inconstitucional al
tratarse de una restricción al comercio, materia que le corresponde a la Federación. Veamos la redacción
de dicha disposición en el artículo 73 de la Ley de Patrimonio Cultural de Nuevo León:

Artículo 73.- Se impondrá prisión de uno a siete años y multa de cinco a cincuenta días de salario mínimo
general vigente en el Estado, al que exporte o transmita a extranjeros bienes adscritos al Patrimonio Cultural
del Estado.

b) un segundo punto es que, aunque exista mucha riqueza de la propuesta de instrumentos de protección
del Patrimonio Cultural en estas disposiciones locales, la realidad es que las Entidades Federativas (en su
gran mayoría) no cuentan con la infraestructura y organismos suficientemente bien sustentados para
afrontar de una manera pronta y fundamentada las problemáticas relacionadas con el Patrimonio Cultural
local.

260
c) por último, como un tercer punto de vista en cuanto a la necesidad de mejorar las legislaciones locales,
podemos afirmar que todavía el Estado (como órgano de gobierno) es el protagonista de esta regulación y
que tenemos que cambiar hacia una normatividad más abierta más abierta y comprometida con los grupos
sociales para que decidan con relación a su propio Patrimonio Cultural.

Ahora bien, en la discusión de esta nueva visión, también encontramos ejemplos interesantes como en el
caso de la gestión de un organismo no gubernamental en España.

Dos destacados expertos españoles en esta materia, Carmen Chinchilla Marín y Jesús Prieto de Pedro, nos
presentan en un artículo relativo a un caso sucedido en la región de Andalucia que pone a prueba los límites
de la patrimonialidad. El artículo se denomina Las nuevas fronteras del concepto de patrimonio cultural:
el Toro de Osborne y se refiere precisamente al camino legal que tuvo que seguir la famosa silueta de Toro
que anuncia el Brandy Osborne que se encuentran instalados en la Comunidad Autónoma de Andalucía
para ser considerados como bienes de interés cultural de conformidad con la legislación española. 15

La historia parte de un panorama que es muy cotidiano en muchas de nuestros países: en las carreteras y
normalmente muy cercano a la salida de muchas ciudades encontramos la presencia de una silueta de un
toro que tiene como intención de publicitar un brandy de marca Osborne, que es fabricante de diversos
licores (incluyendo dicho brandy) que tuvo su asentamiento en la región andaluza de España desde hace
más de 200 años. Desde luego, para los habitantes de un país latinoamericano, el toro de Osborne no
representa más que un anuncio publicitario; sin embargo, en el caso de Andalucía, nos estamos refiriendo
a un elemento que identifica a una de las empresas más importantes de esa región (la firma Osborne y Cía.,
S.A.) que durante dos centurias han influido en la manera de vivir cotidiana de un importante número de
comunidades de ese país, que ha sido objeto incluso de algunas obras de poesía de autores locales.

El día 30 de julio de 1988, la Jefatura de Estado de España (en otras palabras, el Rey de España) y previa
aprobación de las Cortes Generales publicó en el Boletín Oficial de Estado la Ley 25/1988 de Carreteras de
fecha 29 de julio de 1988, la cual tiene un alcance nacional y cuyo principal objetivo era la regulación de
la planificación, proyección, construcción, conservación, financiación, uso y explotación de las carreteras
del país, incluyendo las zonas de dominio público adyacentes a dichas carreteras.

Los autores mencionados anteriormente nos cuentan que conforme al artículo 24.1 de dicha disposición
legal se prohíbe clara y contundentemente realizar publicidad en cualquier lugar visible desde la zona de
dominio público de la carretera, disposición que confirmada por el Reglamento General de Carreteras que
consta en el Real Decreto 1812/1994 del 2 de septiembre de 1994. Dichos ordenamientos tenían como
consecuencia directa la prohibición y el retiro de las mencionadas siluetas de toros en todo el territorio
español.

Ante estas disposiciones jurídicas, un organismo no gubernamental llamado España Abierta solicitó a la
Consejería Cultural de la Junta de Andalucía, máxima autoridad cultural de esta Comunidad Autónoma
que, conforme a lo dispuesto por la Ley del Patrimonio Histórico de Andalucía, procediera a inscribir las
siluetas del toro de Osborne en el Catálogo General del Patrimonio Andaluz con el fin de que fueran
incorporadas al régimen de protección prevista por dicha normatividad. La intención de esta petición era
clara: siendo consideradas bienes culturales, las siluetas del toro de Osborne dejaban de ser simple
publicidad y en consecuencia, no les sería aplicables la Ley de Carreteras, ni el Reglamento General en la
materia. Es muy interesante leer la petición hecha por este organismo de la sociedad civil que enumera y
razona sobre el valor artístico, relevancia cultural y elemento de integración social. Todos estos valores,

15 CHINCHILLA MARIN, Carmen y PRIETO DE PEDRO, Jesús. Las nuevas fronteras del concepto de patrimonio cultural: el Toro de Osborne.
Patrimonio Cultural y Derecho. 1997, Número 1. Este artículo se encuentra contenido en las páginas 279 a 298.

261
que están fuertemente vinculados al criterio de significación al cual hemos hecho referencia, se basan en la
profunda relación de la figura o silueta del toro con la cultura española y en especial, con la cultura andaluza.

Finalmente, a través de la Consejería Cultural, la Junta de Andalucía emite el 13 de noviembre de 1996 una
Orden, que fue publicada en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía de fecha 13 de febrero de 1997, por
la que decide inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Andaluz veintiún estructuras que son
conocidas como el Toro de Osborne, por lo que a partir de ese momento, el retiro de las mismas solo podría
realizarse previa autorización de la Consejería Cultural de dicha autoridad local.

Resulta muy interesante revisar algunas de las consideraciones por las que la Junta de Andalucía procedió
a darle la razón a la petición de este organismo de la sociedad civil:

El Toro de Osborne se ha convertido en un potente símbolo con múltiples registros de significación que viaja
por nuestra memoria cultural reavivando a cada encuentro los sedimentos místicos y sociales que arrastra
este animal clave en la historia de nuestras religiones.

Como símbolo de España y, muy en particularmente como símbolo de Andalucía, aparece como un objeto que
sirve de soporte a significaciones que van más allá de su simple apariencia. Andalucía, en la segunda mitad
del siglo XX, ha sufrido una de las mayores transformaciones de su historia. Como ninguna otra región ha
participado de manera de forma dramática en el derrumbamiento de sus signos de pertenencia. Inmersa en
esta crisis, el toro de Osborne ha sido un hallazgo fortuito y genial que ha funcionado como un vector a través
del cual nuestra identidad ha emergido por encima de esa catástrofe homogeneizadora que ha sido la cultura
de masas de nuestro tiempo y señala nuestra permanencia histórica, identifica nuestro sitio y recarga de
sentido nuestro territorio espiritual.

El Toro ha adquirido con el tiempo una naturaleza radicalmente diferente de la que tenía en el tiempo de su
nacimiento, Nació como un anuncio pero muy pronto se puso en camino hasta alcanzar ser objeto cultural y
artístico y manifestar su vocación de monumento artístico. Constituye uno de los más bellos exponentes de
la moderna tendencia a la implantación de esculturas y elementos ornamentales en el sistema reticular de las
conurbaciones. No hay la menor ruptura en cuanto a la naturaleza cultural y artística, de los Toros de
Osborne y esos monumentos que empiezan a poblar las vías de comunicación más importantes de nuestro país.

La elevación oficial del Toro de Osborne a la categoría de monumento y su incorporación al Patrimonio


Cultural de Andalucía, en la medida en que goza de la valoración colectiva, no es otra cosa sino que la
ampliación de la sensibilidad artística del pueblo andaluz es reconocida por su propia Comunidad autónoma
y política. 16

Como podemos apreciar, aunque es una resolución emitida hace más de 15 años, encontramos conceptos
muy modernos como significación, pertenencia, permanencia histórica y valoración colectiva. En otras
palabras, estamos hablando del criterio de significación que ha sido en producto de la transformación de un
bien caracterizado principalmente por su valor de utilidad económica.

Vincular al Patrimonio con la actividad económica, las maneras de vivir o el territorio mismo no es privativo
de las naciones europeas. En el estado de Baja California, especialmente en la ciudad de ensenada se
suscitó una controversia muy interesante con relación al entendimiento de la preservación del Patrimonio
Cultural.

En primer lugar, debemos apuntar que la industria vitivinícola es especialmente importante para esta
Entidad Federativa y que en su territorio se han generado una serie de empresas que han alcanzado una
importante reputación internacional. Una de ellas es la empresa Bodegas de Santo Tomás, que cuenta con

16 Id., págs. 287-288.

262
un conjunto de edificio en la ciudad de Ensenada que constituyen un testimonio para el entendimiento de
la vida de los habitantes de dicha región del país a partir de la industria vitivinícola.

Resulta ser que en los año 2000 y 2001, se presentó una importante resistencia social para que el edificio
denominado el Salón de Tintos del conjunto que conformaba la instalación fabril que data de principios del
siglo XX, fuera demolido con el fin de instalar una tienda departamental. Después de acreditar la
trascendencia y significación que para el Estado tiene esta industria y los testimonios vinculados a la misma,
así como su implicación en la vida cotidiana de la comunidad, el Instituto de Cultura de Baja California
decidió primero dictar una medida precautoria consistente en la suspensión de cualquier actividad
constructiva en el mencionado inmueble (medida que está prevista expresamente en el artículo 72 D de la
Ley de Preservación del Patrimonio Cultural de Baja California vigente a ese momento) y posteriormente,
cumpliendo con todos los procedimientos legales aplicables a emitir una declaratoria para este conjunto
para ser considerado un Distrito Urbano protegido jurídicamente como parte del Patrimonio Cultural de
Baja California.

En cumplimiento a lo expresamente establecido en la Ley de Preservación del Patrimonio Cultural de Baja


California, en el cuerpo de la declaratoria se incluye el dictamen emitido por el Consejo del Patrimonio
Cultural de Baja California (organismo consultivo que debe necesariamente de aprobar y confirmar el valor
cultural de todo inmueble, sitio, área o demás espacio que deba incorporarse a este acervo). Consideramos
importante transcribir algunos párrafos de dicho dictamen que nos demuestran el enfoque con que se califica
el valor cultural de este conjunto como fundamento para su preservación:

Desde el punto de vista de la corriente antropológica que tiene sus inicios en el siglo XIX, y que es aceptada
ampliamente como postura científica de las ciencias sociales contemporáneas, la cultura está representada
por todas las actividades que hace el hombre en sociedad para adaptarse a su medio ambiente, sin excluir las
obras excepcionales; pero dando énfasis especial a la actividad humana especial a la actividad humana
ordinaria y común…

El conjunto de edificios, estructuras y objetos conocido como las Bodegas de Santo Tomás es uno de los
ejemplos más representativos de la historia, cultura y tradiciones de Baja California. La ciudad de Ensenada
se ha distinguido por un desarrollo único en la región gracias a un sinnúmero de factores que lo hacen un
lugar adecuado para el desarrollo y esplendor para la ciencia, la investigación, la cultura y las artes.

Entre los factores que coadyuvan al desarrollo de este ambiente intervienen la ubicación y clima mediterráneo
del puerto de Ensenada, su vida comunitaria y pacífica, su historia como sede inicial de los poderes del
entonces Territorio de Baja California, así como sus edificios históricos, calles y barrios y tradiciones entre
las que destacan las Fiestas de Vino Nuevo o Vendimia.

La actividad socioeconómica generada por el cultivo de la vid y su industria vitivinícola ha sido preponderante
para la construcción de la identidad colectiva y memoria histórica de Ensenada. A la fecha, los antiguos
residentes conservan recuerdos del conjunto denominado Bodegas de Santo Tomás como un lugar de
referencia obligada en la ciudad y como un espacio de identificación que genera el sentido de lugar en su vida
cotidiana.

El conjunto de edificios, estructuras y objetos de Bodegas Santo Tomás forma parte de la porción de la zona
centro de la ciudad de Ensenada la cual ha conservado en gran medida la forma y unidad de trazo urbano
original así como edificaciones, estructuras, tradicionales y costumbres relacionadas con la industria del vino
y con la vida cultural, social y comunitaria de la ciudad de Ensenada. Asimismo, el espacio que ocupan varias
calles y dos manzanas de la zona centro posee valores históricos, culturales y artísticos únicos que lo acreditan
como distrito urbano. 17

17 El texto íntegro de esta resolución es apreciable en Periódico Oficial del Estado de Baja California de fecha 7 de septiembre de 2001.

263
Como podemos observar, en la determinación del valor cultural que dictamina el Consejo del Patrimonio
Cultural de Baja California no se toma en cuenta las características físicas o la historia propiamente del
objeto como un criterio de calificación, sino aquello que representa para los pobladores de Ensenada.

De conformidad con los ejemplos que hemos expuesto, podemos encontrar muchas conclusiones
interesantes:

1.- En primer lugar, podemos encontrar que en todos estos casos, se parte de una concepción más amplia
del Patrimonio Cultural que no está reducida simplemente a una construcción o a una zona que data de un
determinado tiempo o periodo de la historia o de una corriente artística. De hecho, en todos estos casos,
podemos encontrar una vinculación de la construcción con algún elemento de carácter inmaterial que le
permite entender la trascendencia del primero y de la urgencia de su conservación.

2.- De igual manera, podemos percibir que las autoridades que optan por la protección de los bienes
culturales descritos no parten de una idea del monumento en sí, en otras palabras, muy pocas de las razones
que sirven de fundamento para determinar su protección están basadas en consideraciones puramente
temporales, estéticas, vinculaciones con hechos históricos determinados, etc. Desde nuestro punto de vista,
el sentido de estas resoluciones se basa en la consideración del monumento por sí, es decir, por aquello que
representa para una comunidad y para cada uno de sus miembros. La diferenciación entre ambas visiones
es fundamental, ya que mientras las conversaciones se centren en el monumento en sí, las acciones en
materia de conservación –incluyendo los aspectos jurídicos- se centrarán en el edificio o bien cultural
mismo como un testimonio del pasado y desvinculado de cualquier otra consideración; por otra parte, en
tanto consideremos al monumento por sí, nos vamos a referir al bien cultural en función a su significación
para la sociedad que le da origen y sentido, fundamentando toda acción de conservación en la relación
monumento-comunidad. En ese sentido, podemos apreciar en todas estas resoluciones que no es el Estado
el principal afectado de cualquier acción de destrucción del Patrimonio Cultural, sino la sociedad.

3.- El tercer punto interesante en esta discusión es que las acciones en materia de preservación del
Patrimonio Cultural nacen de las autoridades locales, complementando y en algún otro caso contradiciendo,
las resoluciones adoptadas por organismos federales. Lo anterior nos demuestra la importancia de
involucrar a las instancias locales –por ser cercanas a los problemas más cotidianos- en la protección del
Patrimonio Cultural; pero también nos demuestra que estas autoridades locales pueden aportar una
sensibilidad más cercana en cuanto a la significación de un bien cultural para la población. De tal forma,
todos estos ejemplos nos proveen de un ejemplo afortunado de un juego de competencias que permitieron
una protección integral de los bienes culturales.

4.- Por último, podemos apreciar que en todas las acciones legales que hemos analizado, existe una especie
de aspiración hacia el futuro o, en otras palabras, no encontramos una acción del órgano de gobierno que
tenga como objetivo simplemente conservar el valor testimonial del edifico o bien cultural: en todo el
razonamiento que se hace para su preservación, aunque sea de una manera implícita, se habla de lo que esta
acción representará para el futuro de dicha comunidad y en el reforzamiento de los valores culturales que
le dan sentido.

Como podemos apreciar, a partir de algunos años a la fecha, la conservación del Patrimonio Cultural cuenta
con nuevos enfoques hacia la comunidad/sociedad y a los criterios de significación y desarrollo que implica
una mirada al pasado coordinado con el futuro.

3.4.2.- Definición del Derecho al Patrimonio Cultural

Decir en este trabajo que vivimos en un mundo cada vez más cambiante y complejo sería repetitivo. Hemos
hablado de muchos fenómenos que hacen a nuestro mundo más cercano, menos distante y más inmediato;

264
pero también hemos platicado de cómo se ha profundizado el entendimiento de las relaciones humanas
tanto en el aspecto individual como en el ámbito social.

Desde luego, el derecho y la cultura han participado de una manera activa en esta transformación.

En el aspecto legal y muy especialmente, en la referencia a los derechos humanos, hemos hablado a lo largo
de este trabajo de la evolución conceptual de los mismos que algunos autoridades, apoyados o no por otros
especialistas, han querido dividir en generaciones. Lo que resulta cierto es que existe un espacio de tiempo
menor entre una y otra generación conforme nos vamos acercando en el tiempo, y además, los tiempos en
que estos derechos son reconocidos desde su aparición también han cambiado. Por ejemplo, los derechos
políticos y ciudadanos tardaron muchos siglos en reconocerse desde el momento en que fueron pensados
hasta la Declaración Universal de los Derechos del Hombre emitida por la Revolución Francesa. De ahí
bastó un poco más de un siglo para el reconocimiento de los llamados derechos de segunda generación,
cincuenta años después para la tercera que seguramente se encuentra apenas a 25 años se aquello que se
pudiera llamar la cuarta generación de derechos humanos. En otras palabras, pareciese que con mayor
frecuenta e ímpetu, se hace necesario el reconocimiento legal de los mismos. Pero también encontramos
prerrogativas humanas que ahora nos parecen cotidianas que en el pasado eran inconcebibles.

Igualmente, en el ámbito de los que se considera Patrimonio Cultural desde la perspectiva legal, podemos
observar una evolución muy similar: después de muchos años, hasta la década de los años 90 el Patrimonio
Cultural estaba vinculado exclusivamente a los testimonio materiales del pasado humano; pero en tan solo
una década, la comunidad internacional ha reconocido la trascendencia de proteger el Patrimonio
Subacuático, el Patrimonio Inmaterial y la diversidad cultural como concepto.

Aun así, en pleno siglo XXI, la preservación del Patrimonio Cultural como derecho o prerrogativa humana
o social se encuentra sujeto a un cuestionamiento que se centra en lo que queremos proteger realmente.
Quisiera ser más específico en este punto para evitar confusiones, porque podemos apreciar que la
naturaleza de los derechos culturales y en especial, del derecho al Patrimonio Cultural son especialmente
diferentes a otros derechos humanos, lo cual no podemos considerar como algo extraño, sino simplemente
algo inscrito en un contexto diferente al de otras prerrogativas a favor del individuo o grupos sociales que
se prevén por la legislación aplicable.

Por ejemplo, si se hace un análisis de los derechos civiles y políticos, este análisis parece mucho más
sencillo. Partamos de dos de estas prerrogativas: el derecho a la libre manifestación de las ideas y el derecho
de reunión. En ambos casos, el titular de estos derechos es el individuo mismo, cuya principal preocupación
se centra -al momento de reclamar el respeto a esta prerrogativa- en poder ejercer dicho derecho de una
manera inmediata o ante la existencia de un obstáculo impuesto por el Estado para llevar a cabo esta
prerrogativa. En otras palabras, quienes normalmente proceden a reclamar sus derechos civiles y políticos
es porque se encuentran ante algún impedimento promovido o consentido por el Estado que no les permite
de manera inmediata ejercer estas libertades y derechos: por mencionarlo de alguna manera, la protección
de los derechos civiles y políticos tienen un sentido de inmediatez en cuanto su alcance y trascendencia.
Si acaso, el ciudadano se encuentra en la necesidad de promover el juicio de garantías, en una perspectiva
muy simple, la resolución del órgano de control constitucional tiene que versar sobre el análisis de los
hechos, el alcance de la disposición constitucional que describa el derecho otorgado por la Carta Magna y
la determinación en el sentido de que las limitantes que se están aplicando a la acción concreta se encuentran
soportadas por el texto constitucional. Es así que en el caso del derecho a la libre expresión de las ideas,
nuestro artículo 6º de la Constitución Federal limita esta prerrogativa a que la misma pudiera atacar la
moral, la vida privada o los derechos de terceros, así como provocar que algún delito, o perturbe el orden
público. En lo que se refiere al derecho de reunión, nuestra Constitución establece que esta prerrogativa no
puede coartarse salvo que el objeto de la reunión sea ilícito, o bien, si la reunión tiene objetivos políticos
no cuente con presencia de extranjeros, que no sea armada, que no se profieran injurias contra la autoridad

265
o se use la violencia o amenazas con el fin de intimidar a esta para resolver sobre algún asunto en uno u
otro sentido. Como podemos ver, en el caso de los derechos civiles y políticos, la manera en que pueden
protegerse es muy simple e inmediata y no dependen de antecedentes sociales o elementos determinantes
fuera del ámbito jurídico.

Inclusive, esta situación es también presente en las garantías de seguridad jurídica. Veamos un ejemplo.
De conformidad con el artículo 19 constitucional: ninguna detención ante autoridad judicial podrá exceder
del plazo de setenta y dos horas, a partir de que el indiciado sea puesto a su disposición, sin que se justifique
con un auto de vinculación a proceso en el que se expresará el delito que se impute al acusado; el lugar,
tiempo y circunstancias de ejecución, así como los datos que establezcan que se ha cometido un hecho que
la ley señale como delito y que exista la probabilidad de que el indiciado lo cometió o participó en su
comisión. En este sentido, nos volvemos a encontrar ante la necesidad de la inmediatez en la resolución
del órgano de control de la constitucionalidad, en la que se corrobore a partir de los hechos, si se cumplieron
los extremos establecidos por nuestra Carta Magna. Los antecedentes y el alcance a otros ciudadanos a
futuro, aunque constituye una aspiración legítima a futuro, es un aspecto de mínima trascendencia en el
asunto.

Cuando nos referimos a los DESC, la situación cambia en muchos aspectos: por una parte, los derechos
establecidos no están limitados al ciudadano común, pues la idea de grupo o comunidad social tiene un
efecto trascendente, o en otras palabras, se encuentra presente el sentido de la reivindicación de ciertas
prerrogativas que se han obtenidas a través de la lucha social y que se pretende su conservación a futuro.
Si bien, las resoluciones adoptadas por la autoridad a los casos concretos puedan tener efectos inmediatos;
dichas resoluciones tiene un efecto de aplicabilidad a todos los demás entes sociales involucrados en la
misma circunstancia. Por ejemplo, las fracciones XVII, XVIII y XIX del Apartado A del artículo 123 de
nuestra Constitución Federal, señalan que se reconocerá para los obreros y los patronos el derecho a huelga
y paro, siendo las huelgas lícitas cuando consigan el equilibrio entre los diversos factores de la producción,
armonizando los derechos del trabajo con los del capital, mientras que los paros serán lícitos únicamente
cuando el exceso de producción haga necesario suspender el trabajo para mantener los precios en un límite
costeable, previa aprobación de la Junta de Conciliación y Arbitraje. Como podemos ver, en lugar del
ciudadano individual, esta disposición constitucional se refiere a categorías o grupos sociales y su alcance
en cuanto a la resolución del órgano de control de la constitucionalidad se refiere a la protección de los
intereses de grupos que se encuentran involucrados con este fenómeno social. La función de la ley es
garantizar que el ejercicio de estas prerrogativas sean aplicadas de manera igualitaria entre los sujetos
similares y que no exista un abuso de este derecho que pudiera poner en peligro a las demás partes que
estén encuentren involucradas en esa relación. En el ejemplo que hemos asumido en este caso, tanto nuestra
Carta Magna como la legislación secundaria, establecen medidas para evitar que el derecho de huelga
cuenten la clase trabajadora sea un instrumento para lograr el equilibrio entre los factores de la producción
y esa palabra equilibrio, nos habla de la necesidad de que el ejercicio de dicho derecho se encuentre
encuadrado en una serie de requerimientos que garanticen que no existe un abuso en el ejercicio del mismo
y contribuya una sana relación entre los grupos patronales y de trabajadores con relación a los derechos que
éstos últimos tienen. En este caso, la propia ley establece medidas para determinar la existencia y capacidad
de estos grupos sociales, y es por ello que la Constitución y la legislación secundaria crea, reconoce y regula
personas morales como los sindicatos en su función de representantes de la clase trabajadora, quienes
cuentan con la legitimación procesal para promover la acciones legales en esta materia. Desde luego, los
sindicatos tienen como un objetivo importante la protección inmediata de sus derechos cuando existan
circunstancias específicas que pudieran representar un menoscabo a las mismas; pero también parte de su
función es garantizar la ampliación en la interpretación de las mismas y desde luego, evitar que existan
criterios que las disminuyan.

A diferencia de los derechos civiles y políticos que por la certidumbre en su entendimiento, alcance y
aplicación futura, podemos verificar que en los derechos sociales, existe una constante labor de los

266
organismos detentadores de dichos derechos a una ampliación del alcance de estas prerrogativas que no
solo beneficiarán a dichos organismos en lo particular, sino a todos los demás que compartan esta visión.
Y lo anterior puede ser igualmente visible cuando hacemos referencia a otros derechos sociales, como es la
materia agraria, donde existe también una regulación que tienen que cumplir los ejidos con el fin de
preservar sus derechos sobre la tierra que les ha sido asignada. Pero también, un punto importante en el
análisis de estas prerrogativas es que el quejoso o reclamante del derecho es el beneficiario directo de la
resolución de protección: en el caso de los derechos civiles y político, el beneficiario es el sujeto que
reclama esta prerrogativa y en el caso de los derechos sociales, los sindicatos o los ejidos son los
beneficiarios de estos derechos con la aspiración de establecer reglas a futuro aplicables a todos los que
compartan este estatus.

En el caso del derecho al Patrimonio Cultural, podemos afirmar que las acciones de defensa del mismo no
se traducen en un beneficio para el grupo de una manera evidente, sino en la conservación de un bien
mueble, un inmueble, un área urbana, un área territorial o una manifestación inmaterial de una comunidad.
A diferencia de los derechos civiles y políticos y los derechos sociales, el primer beneficiario evidente de
una acción a favor del Patrimonio Cultural es el Patrimonio Cultural mismo: en otras palabras, la
consecuencia directa y lógica de una acción legal tendiente de preservar un bien cultural es la conservación
del bien cultural mismo. ¿Eso podría entenderse como un derecho humano? La primera respuesta sería
un no rotundo: los derechos humanos protegen a los seres humanos y no a los bienes materiales.

Es entonces donde tenemos que reflexionar sobre la naturaleza y alcance de esta prerrogativa y para tal
efecto, consideramos importante razonar sobre ciertos ejemplos cercanos.

Pensemos en una de las piezas clásicas de nuestro pasado prehispánico: el calendario azteca. ¿Por qué
conservar el calendario del sol azteca? La respuesta que un arqueólogo o antropólogo nos diría que es un
vestigio relevante de un pueblo que constituye uno de nuestros antecedentes más lejanos en el tiempo como
Nación y en virtud de la escasez de estos bienes es necesario proteger todos ellos. Hasta ahí, diríamos que
la respuesta sería técnicamente correcta, pero no justifica necesariamente la obligación del Estado de
garantizar a la sociedad mexicana la conservación de este bien.

Pensemos en otra categoría de bienes culturales: una ciudad histórica como sería el caso de Guanajuato.
El centro histórico de esta ciudad es un referente de las poblaciones que desarrollaron la actividad minera
que fue el sostén de la economía del Virreinato y uno de los escenarios más importantes de la independencia
nacional y la época del México Independiente. La magnificencia de sus construcciones es notable y
constituye uno de los ejemplos de la arquitectura colonial más relevantes en el continente americano. Con
esta muy breve y somera descripción de la ciudad de Guanajuato, ¿podríamos señalar que es justificable la
determinación de que existe un derecho para proteger el Patrimonio Cultural de Guanajuato? Vuelvo a
señalar que en una primera instancia, lo anterior no sería suficiente para justificar una obligación del Estado
de proteger esta área histórica.

La gran discusión sobre la existencia del derecho al Patrimonio Cultural entonces no se centra en el
monumento, en la zona histórica, en la manifestación intangible o en la expresión cultural en si misma: bajo
esta perspectiva, no podemos hablar de un derecho porque todo el objetivo de la legislación no está enfocada
en el hombre, sino en el bien mismo reivindicando sus cualidades culturales. Cuando seguimos una lógica
basada en esta consideración, entonces debemos buscar a un ente que sea el responsable de garantizar la
protección de esta reivindicación de las cualidades de los bienes culturales y es por ello que el Estado, en
sus distintos niveles de gobierno, se ha considerado como el facultados para decidir sobre la preservación
de los bienes culturales.

Estos criterios son los que hemos encontrado en el análisis que hemos hecho sobre la legislación federal y
buena parte de la legislación local del Patrimonio Cultural al principio de este capítulo: se define a los

267
bienes protegidos bajo un criterio de periodicidad, se confirma la exclusividad del Estado como único
órgano capaz de decidir en esta materia, se establecen una serie de controles a la actividad de los ciudadanos
para limitar acciones que pudieran ser riesgosas para el Patrimonio Cultural, incluyendo las acciones de
verificación e imposición de sanciones.

Quisiéramos aportar un ejemplo sobre esta situación y que tiene que ver con la discusión parlamentaria que
se dio de la adición de la fracción XXV del artículo 73 de nuestra Carta Magna con el fin de incluir la
facultad del Congreso de la Unión para legislar en materia de Patrimonio Cultural.

Esta discusión que se dio en el marco de la sesión ordinaria de la Cámara de Diputados, en primer lugar, de
fecha 27 de diciembre de 1960, se aprobó enviar una propuesta de adición que incluyera que era facultad
del Congreso de la Unión legislar sobre monumentos arqueológicos; sobre monumentos artísticos e
históricos cuya conservación sea de interés nacional y sobre las poblaciones o partes de poblaciones y los
lugares naturales cuyo aspecto típico, pintoresco o estético sea de interés público proteger y conservar.

Por otra parte, es en la sesión ordinaria de la Cámara de Senadores celebrada el día 18 de diciembre de 1964
(es decir: ¡cuatros años después de la Sesión de la Cámara de Diputados!) en la que se discute esta propuesta
de reforma y en la que se concluye que debe otorgarse a las autoridades locales la posibilidad de proteger
las poblaciones típicas o pintorescas, con el fin de evitar la invasión de competencias.

A consecuencia de lo anterior, el texto final del artículo 73 fracción XXV de nuestra Constitución Federal
finalmente quedó finalmente para asignar la facultad de Congreso de la Unión para legislar sobre
“monumentos arqueológicos, artísticos e históricos, cuya conservación sea de interés nacional”.

En otras palabras, la gran discusión del Constituyente Permanente no se centró en cómo definir y proponer
acciones legales para la conservación de los monumentos mismos, sino en cómo repartir competencias en
esta materia entre los distintos niveles de gobierno.

Pero adicionalmente, podemos apreciar en la intervención que realiza el Senador Rafael Matos Escobedo
que hablando sobre esta materia utiliza expresiones que demuestran una sacralización del propio Patrimonio
Cultural en los siguientes términos:

Los monumentos arqueológicos son la historia sublimada de las hazañas que realizaron nuestros antepasados
indígenas, durante muchos siglos, en el campo de las ciencias y las artes. Son el signo inconfundible del genio
de una raza que, en cualquier parte del mundo en que hubiera florecido, honra a la humanidad por la riqueza
del espíritu y la fecundidad de su corazón…

Es por ello también que las edificaciones coloniales son un depósito sagrado. Tiempo es ya de reivindicar su
valor histórico y su prestigio como latidos de una vida y una nueva raza en la que quedamos enlazados el
espíritu inmortal de nuestros ancestros indios y la impetuosidad y los atributos culturales de nuestros
antepasados españoles que fueron nuestros conquistadores y nuestros conquistados.

Monumentos arqueológicos y edificaciones federales son un patrimonio común de todos los mexicanos. Su
guarda, vigilancia y conservación deben estar a cargo de la comunidad nacional representada por el gobierno
federal. 18

No podemos dejar de reconocer el profundo sentimiento patriótico que muestra el legislador al describir los
monumentos arqueológicos e históricos; sin embargo, es muy claro que existe también un profundo

18 El texto íntegro de esta discusión se encuentra en la página internet de la Cámara de Diputados:


http://cronica.diputados.gob.mx/DDebates/44/3er/Ord/19601227.html.

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sentimiento de paternalismo en estas palabras que se tradujeron con el tiempo en casi un monopolio del
Estado con relación a la decisión de conservar o no, de destruir o no o de modificar o no un bien cultural,
asumiendo un cargo de guardia, vigilante y conservador a nombre y representación de la comunidad.

Esa facultad que se atribuyó al Estado causa una serie de conflictos cuando le corresponde ser juez y parte
al mismo tiempo, porque el Estado ha realizado de manera directa o al menos ha permitido la destrucción
o deterioro de muchos de nuestros monumentos y zonas de monumentos; y ha participado en la alteración
de también muchas manifestaciones de nuestro Patrimonio Intangible, sin contar con un proceso o instancia
que permita limitar este tremendo poder que el Estado tiene con relación al Patrimonio Cultural.

Es por ello que estas palabras, justas y seguramente bien intencionadas del legislador que hemos citado,
nos suenan en este momento lejanas del requerimiento de nuestro Patrimonio Cultural que hacen necesario,
a nuestra manera ver, de un regreso al origen mismo de este acervo que es el hombre y sobre todo de la
comunidad como generadores de la cultura con el fin de cuenten con una prerrogativa que les permita
oponerse a cualquier acción u omisión que se traduzca en la desprotección de estos bienes creados y cuya
titularidad le corresponde a la comunidad en la dimensión y alcance que corresponda.

Regresando al estudio de las prerrogativas constitucionales que analizamos en párrafos anteriores, podemos
apreciar que cuando nos referíamos a la defensa de los derechos políticos y ciudadanos, así como a los
derechos sociales, la pretensión de quienes ejercen esta defensa se centra en la ejecución de una medida
que se dirija a ellos y muy probablemente a grupos sociales de similar naturaleza. En el caso del derecho
al Patrimonio Cultural el grupo no recibe en todo caso un beneficio directo evidente de esta acción
protectora del Estado, sino que es a través de la conservación del bien o manifestación cultural donde se
lleva actualiza esta protección. Esto haría pensar, como señalamos anteriormente, que a lo mejor estaríamos
hablando de ciertas realidades de carácter regulatorio, pero no de un derecho humano. Pero esto no es así
hasta en tanto vemos el asunto desde un punto de vista más profundo.

Y regresemos a los ejemplos que expusimos anteriormente: el calendario solar azteca y el Centro Histórico
de Guanajuato. Decíamos que en ambos casos los valores testimoniales resultaban relevantes; pero que
podríamos considerar que no existía la necesidad de reconocer un derecho humano o social sobre su
conservación.

A este respecto, mi pregunta se centraría en la siguiente cuestión: sin tomar en consideración sus valores
testimoniales, ¿en qué nos afectaría la desaparición del calendario azteca o del centro histórico de
Guanajuato?

La respuesta inmediata en el caso del calendario azteca sería de muchos matices: algunos hablarían de que
se ha perdido una pieza importante para el entendimiento de la historia de la Nación, otros dirían
seguramente que se ha perdido un testimonio de la religión y tradiciones que siguen practicando como parte
de la comunidad náhuatl en el país, incluso algunos hablaría de que se ha perdido de un elemento que
promueve el turismo cultural y las visitas al Museo Nacional de Antropología en las ciudad de México.
Visiones hay muchas y esta visiones representan significaciones. Desde punto de vista de la conservación
del Patrimonio Cultural, la pérdida de este bien constituye un menoscabo a los mexicanos y cualquier otra
persona de cualquier nacionalidad de tener contacto con una evidencia del entendimiento de la cosmovisión,
el arte, la mitología y la manera de vivir de los habitantes originarios de nuestra Nación, que es un derecho
que debiera tener cualquier habitante de nuestra país pues constituye un elemento que fundamenta la
identidad, la integración social, el sentido de pertenencia y el desarrollo intelectual. Por eso es importante
que se conserve este monumento arqueológico y creo que nadie, ni un órgano del Estado ni un particular
pueden privar a la gente de estos hechos que son significativos.

269
En cuanto al centro histórico de Guanajuato, encontraríamos un sinnúmero de respuestas que irían desde la
pérdida de los testimonios arquitectónicos e históricos de esta ciudad hasta pasar de igual manera en los
efectos terribles para la economía de dicha ciudad por la pérdida de visitantes y la celebración de eventos,
como podría ser el Festival Cervantino; razones válidas pero que no justifican por sí mismas un derecho
humano como tal. La razón desde la perspectiva de una prerrogativa humana es que los habitantes de
Guanajuato y quienes tienen la posibilidad de visitarla en cuentan ante un área que ha sido el resultado de
la construcción cotidiana de hace casi 500 años de los habitantes de dicha ciudad, que ha marcado el sentido
de la vida actual y cotidiana de los habitantes de Guanajuato en todos sus sentidos: tradiciones, comercio,
modo de subsistencia, formas de modalidad, pertenencia a la ciudad…. y un muy amplio etcétera que resulta
valioso principalmente para los pobladores de dicha ciudad (y también en algún sentido a sus visitantes),
lo que nos lleva a explicar por qué la gente comía lo que comía y come actualmente; las principales
festividades de la ciudad; la manera en que se organizaron socialmente y la forma en que sigue
interactuando quienes habitan esa ciudad entre ellos mismos y con todos los simbolismos que tienen las
edificaciones y espacios públicos de ese centro histórico. Pero si además tomamos en consideración que la
ciudad tiene un origen y un desarrollo a partir de la explotación de la minería que fue la actividad que le
dio sentido y todavía le da sentido a esa ciudad, entonces la protección no puede limitarse al centro histórico:
tiene que extenderse a la minas que circunscriben esa ciudad. Pero aun así, por tratarse de una ciudad
minera, la orografía cuenta con una importancia relevante para el caso de Guanajuato y es importante para
la población. ¿Podríamos pensar que alguien de manera imaginaria pudiera modificar la orografía y
convertirla en una ciudad en una llanura? Seguramente Guanajuato perdería mucho de lo que es ahorita,
como podrían ser sus túneles que eran manera de proveer de movilidad a los habitantes, los callejones, las
escaleras, los pasajes, etc.: se perderían muchas historias colectivas que son importantes para la población
e inclusive para todos los mexicanos. ¿Alguien tendría el derecho de privarnos de lo anterior?

Hemos hablado en otras ocasiones del famoso Camino de los Huicholes. Esta ruta que toma esta
comunidad, la cual se transmite de generación a generación, que va pasando por distintos Estados de la
República desde Nayarit y Jalisco hasta San Luis Potosí al área conocida como Wirikuta, muy cercana a
Real de Catorce con la intención de recoger el peyote que crece en esa área para utilizarlo en sus
celebraciones religiosas. En el camino, los huicholes se detienen en diversos parajes naturales (cavernas,
lagos, etc.) que son lugares sagrados, donde habitan sus dioses y donde van a reafirmar su vínculo que las
divinidades y de reafirmar su misma presencia con el mundo. En el camino, los huicholes se trepan bardas,
reciben los ataques de los propietarios de predios que se localizan en la ruta e incluso cruzan carreteras de
alta velocidad que el progreso les ha impuesto en su camino. En este camino podemos encontrar poco, pero
relevantes testimonios materiales de esta tradición: petroglifos, vestigios arqueológicos e incluso
construcciones del periodo colonial que se vinculan a esta práctica de una comunidad. Desde luego, el
paisaje circundante a la ruta constituye referentes en el camino y de la tradición oral para llegar a bien
término, por ello que medio ambiente circundante debe de protegerse también. Al final de este itinerario,
los huicholes tiene que enfrentarse en Wirikuta a la acción de muchos turistas que deciden realizar un
turismo de enervantes para apoderarse del peyote y también a la acción de empresas mineras que han
encontrado en esta región de Wirikuta una veta para la extracción de minerales, reduciendo el lugar sagrado
en una proporción importante. Todo lo que representa para los huicholes la realización de la práctica misma
de la peregrinación, el camino mismo, su entorno, los lugares sagrados y finalmente el peyote solo lo puede
entender de una manera completa un miembro de esta comunidad; lo cierto es que lo que si podemos afirmar
es que es trascendente y significativo al nivel de la relación con la divinidad y el sentido de su lugar en el
mundo y universo. ¿Podemos afirmar que alguien tiene la facultad de arrebatar a estas comunidades de
estos bienes significativos?

Hace apenas unos años, la UNESCO decidió inscribir en la Lista del Patrimonio Mundial aquello que se
conoce como el Paisaje Agavero y las viejas instalaciones de las fábricas de Tequila. Esa región del país
se encuentra perfectamente delimitada por el volcán Tequila y el Valle Profundo del Rio Grande. Dicha
región del país cuenta con una tradición histórica que data del año 200 D.C. y que posteriormente, durante

270
los primeros años de la Colonia se desarrolló la producción de una bebida alcohólica a base del agave azul
que terminó en una denominación de origen y que se conoce mundialmente como Tequila. A partir de esta
industria, el paisaje en la región se transformó con la azul presencia del agave y la instalación de fábricas
para la elaboración de este producto. De por sí, el Tequila comparte con el Mezcal la relevancia de
constituirse como las bebidas mexicanas reconocidas por la comunidad internacional, al grado de que el
tequila ha alcanzado la protección como denominación de origen en el marco de la legislación en materia
de propiedad industrial. Sin embargo, lo más relevante de todo aquello que hemos platicado representa el
impacto que ha tenido en la población de esta región del país en cuanto a su manera de vivir: para una
inmensa mayoría de la población, el tequila significa la razón y sentido de la manera en que se han desarrollo
en el plano social, en el plano económico, en el plano cultural, en el plano laboral, etc. Existen muchas
familias y muchas vidas que han vivido alrededor del agave azul y del tequila, tanto de su cultivo,
producción y comercialización, así como de todas aquellas actividades que se encuentra involucradas con
el mismo. Las tradiciones, valores y formas de vivir de las poblaciones de esta región del país están
marcadas por el paisaje, las haciendas, las fábricas, las poblaciones, los edificios, las actividades, las
manifestaciones intangibles, los procedimientos de elaboración de la bebida, los secretos del cultivo del
agave azul, etc. Todos ellos son producto y recipiendarios de valores y significaciones que la gente ha
marcado a partir del desarrollo de una cultura basada en el agave azul y del tequila. Esta es una riqueza
colectiva que es compartida por los habitantes de esta región de una manera más o menos profunda, pero
que finalmente está profunda y marca su existencia. ¿Podríamos privar a los pobladores de la región
tequilera del derecho de fortalecer su forma de vivir con la profunda relación con su tierra?

En un remoto paraje de la República de El Salvador, muy cercana a un volcán llamado Laguna Caldera,
existía una antigua población mesoamericana que ahora denominamos Joyas del Cerén que, como Pompeya
y Herculano, fue sepultada en el año 600 D.C. por la erupción de dicho volcán. El día de hoy contamos,
gracias a su estado de conservación, del testimonio de la manera en que vivían los habitantes de
Mesoamérica antes de la llegada de la cultura hispánica, reafirmando la trascendencia y los orígenes de
nuestra forma de ser latinoamericana. El día de hoy es una de las pocas zonas que han sido consideradas
como parte de la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO ¿Existiría alguien que tuviera el poder de
destruir esta importante zona cultural del continente americano?

A pesar de estos ejemplos, lo cierto que es existen personas físicas y morales que han implementado una
serie de proyectos que afectan la integridad de zonas arqueológicas, que promueven actividades riesgosas
para el Patrimonio Cultural que encontramos en los centros históricos como es el comercio ambulante, que
se olvidan del entorno de los bienes culturales, que promueven una idea equivocada del progreso a partir
de la destrucción o alteración de las poblaciones o inmueble de valor cultural, que impulsan sin control
actividades socioeconómicas que pueden representar un daño al Patrimonio Inmaterial e incluso el robo de
los conocimientos y sabiduría que han desarrollado las comunidades a través de los siglos, así como la
caricaturización de las tradiciones y demás elementos del imaginario colectivo para favorecer el turismo
cultural y no los valores profundos que sostienen a un grupo social. Frente a estos ataques al Patrimonio,
nuestra legislación no nos provee de una respuesta certera que permita a los ciudadanos, habitantes o
comunidades proteger estos bienes significativos para su propia existencia.

Entonces, debemos reconocer que el respeto y defensa del derecho al Patrimonio pareciese manejarse de
una manera distinta a la que operan otros derechos humanos que hemos expuesto: ya que la consecuencia
directa a la acción protectora de esta prerrogativa no se manifiesta en una beneficio directo e inmediato a
una persona en específico, sino a la conservación de un bien o inmueble, a una zona, un paisaje o ruta
cultural o una manifestación intangible tanto en su integridad física como de todos los elementos que
constituyen su valor testimonial; pero lo anterior sería una acción puramente académica e incompleta pues
el real fundamento de la protección de estos bienes y sitios se basa en la significación que tienen esos
monumentos y sitios para un grupo humano y los integrantes del mismo. Esta significación se manifiesta
en la propia existencia y en los valores testimoniales de los bienes tangibles e intangibles, así como los

271
sitios, paisajes y rutas culturales y la conservación de estos elementos constituye la esencia misma del
derecho humano y social sobre el Patrimonio Cultural, toda vez que esta significación constituye un tesoro
colectivo, compartido por y para todos los miembros del grupo social cualquiera que sea su naturaleza.

En otras palabras esta significación que se traduce en la manera en que un grupo social se entiende a sí
mismo, se organiza y relaciona, establece relaciones con otros grupos humanos, interpreta su papel en el
mundo y universo, define relaciones con la divinidad, transmite conocimientos y prácticas comunales a
generaciones futuras y un muy amplio etcétera en esta materia. Estas consideraciones son un tesoro
colectivo que constituye el verdadero valor humano y social que debe ser legalmente protegido como un
derecho humano y social. Pero la manera de preservarlo se fundamenta en la conservación de los
testimonios materiales e intangibles, protegiendo los valores que le dan autenticidad. Retomando los
ejemplos que hemos expuesto: la justificación para la conservación del calendario azteca y la zona
arqueológica de Joyas del Cerén no radica en su antigüedad o pertenencia a una cultura prehispánica
ancestral, sino en el reconocimiento de que estas civilizaciones conforman una parte importe de la manera
de vivir de los mexicanos y mesoamericanos actuales. De igual forma, cuando hablamos del centro
histórico de Guanajuato, su historia y su vinculación con las minas adyacentes, no estamos hablando de un
lejano pasado colonial, sino de la manera en que una ciudad fundada hace casi medio milenio ha construido
sus manera de vivir y las relaciones con sus habitantes, así como proyectar su existencia a futuro en base a
sus raíces. Por último, cuando hablamos del Paisaje Agavero y la ruta de los huicholes, nos enfrentamos a
la necesidad de reconocer que la importancia de este paisaje y de este itinerario no radica tan solo en la
conservación de los aspectos culturales y ambientales que lo constituyen, sino en un idea general, compleja
y profunda que involucra la manera de vivir, la manera de organizarse socialmente, la forma de relacionarse
con el medio ambiente, las distintas formas en que el grupo social transita hacia el futuro y enfrenta los
retos que le impone el presente. Todo ello se resume en la manera en que protegemos el Patrimonio Cultural
y desde nuestro punto de vista, constituye un derecho social y humano que debe ser definido de una manera
indubitable.

A partir de lo que hemos platicado, consideramos que es posible hacer una diferenciación entre los distintos
derechos humanos a partir de los efectos que tienen en las personas a partir de la petición de su protección:

a) desde nuestro punto de vista, existen derechos directos inmediatos que pueden identificarse con los
derechos civiles y políticos. El significado de esta denominación es que una persona, ante un atentado a
alguno de estos derechos, acude ante los órganos de control de la constitucionalidad con la intención de que
la acción de dichos órganos lo beneficie a él directamente. En otras palabras, cuando a una persona se le
trata de privar del derecho de libertad de expresión, la expectativa primigenia de esta persona es buscar que,
con el recurso de amparo, se le permita a él en lo particular ejercer dicho derecho. Desde luego, puede
existir la expectativa de que, como consecuencia de su acción, otras personas pudieran beneficiarse, pero
la motivación de su defensa se dirige a beneficiarse a sí mismo. Por otra parte, podemos considerar que la
expectativa para el ejercicio de dicho derecho sea de inmediato, porque la aspiración de la persona es que
pueda regresar a la brevedad posible a la situación en que sus derechos pueden ser ejercidos de manera
plena: quien reclama el derecho a ejercer la libertad de expresión no busca que lo anterior se dé en el futuro,
sino en el presente más inmediato posible.

b) igualmente, consideramos que existen derechos indirectos inmediatos los cuales podemos identificar
con algunos derechos sociales en el ámbito laboral, agrario o de algunos grupos sociales. En esta clase de
derechos, la acción emprendida por un grupo social, por ejemplo un sindicato ante la transgresión a su
derecho a huelga, que promuevan las acciones legales con el fin de preservar esta prerrogativa, pero
entendida bajo la idea de que la misma es otorgada a un sector social específico (en este caso, la clase
trabajadora) que les da sentido en cuanto a su reclamación y contribuye a la preservación de este derecho
para otros entes y persona que compartan su naturaleza. En el caso de una demanda de amparo que combata
una resolución de un órgano de gobierno que limite el derecho a huelga, el sindicato promovente

272
argumentará que este es un derecho otorgado a una colectividad mucho mayor a su propio ámbito
(reiteramos, en este caso a la gran masa de personas y sindicatos que constituyen la clase trabajadora). La
vinculación del agraviado con una estructura social mayor les permite entender que la acción protectora de
su derecho tendrá consecuencias que superarán el conflicto particular mismo y beneficiará a un conjunto
de grupos que compartan la misma naturaleza legal y social. Pero llamamos a estos derechos como
inmediatos porque quien promueve la acción de protección de sus derechos busca principalmente que su
petición tenga efectos muy rápidos: regresando al ejemplo señalado, un sindicato que está peleando por su
derecho a huelga buscará que esta aspiración sea cumplida en su beneficio a la brevedad o cuando menos
en los tiempos procesales establecidos. Si adicionalmente la resolución favorable puede trascender el propio
conflicto para beneficiar a organismos sindicales similares, será una victoria adicional pero no buscada
desde un principio.

c) por último, aquellos que llamamos derechos indirectos mediatos parecen más cercanos a los derechos
culturales, ambientales o de las minorías. Desde luego, en el ejercicio de las acciones legales conducentes
para proteger estas prerrogativas existe un reconocimiento del agraviado de pertenecer a un grupo o de tener
derecho sobre algún bien o interés colectivo en virtud de pertenecer a un grupo que es titular de dicho bien
o interés. Por tal razón, al momento de que dicha persona impulsa una acción para preservar de un bien o
interés de naturaleza colectiva pretende no solo proteger su propio derecho o interés, sino que también su
aspiración es que la resolución favorable se extienda al grupo del cual forma parte o del respeto de los
derechos que ostenta el grupo al cual pertenece. Por lo anterior, hablamos de un derecho indirecto, porque
aun y cuando la acción legal se ha promovido por una persona o por un organismo social o civil (por
ejemplo, una ONG o un grupo de vecinos), la real pretensión es que la resolución favorable no se dirija
exclusivamente a resolver el problema particular del quejoso, sino que se constituya en una norma o criterio
que rija los criterios de las autoridades administrativas y los órganos jurisdiccionales ante la posibilidad de
que se presente un problema similar en el futuro cercano o lejano. Por lo anterior, hemos denominado estos
derechos como mediatos, ya que su implementación puede tener efectos inmediatos para el promovente,
pero la aspiración es que los mismos se extiendan a los beneficiarios a través del tiempo. En otra palabra,
existe una visión de que este criterio se institucionalice en un futuro cercano o lejano y que sea aplicable de
una manera generalizada a quienes compartan la misma situación del quejoso.

La descripción de esta última categoría de derechos podría ser equiparable al derecho al medio ambiente
sano. Leamos la forma en que el párrafo quinto del artículo 4º de nuestra Constitución Federal establece
esta prerrogativa:

Toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar. El Estado
garantizará el respeto a este derecho. El daño y deterioro ambiental generará responsabilidad para
quien lo provoque en términos de lo dispuesto por la ley.

Veamos como este derecho establece una relación directa entre la conservación del medio ambiente sano
con los beneficios del desarrollo y bienestar: hay una relación indisoluble. En otras palabras, si bien este
derecho se perfecciona a través de las acciones de las personas y las instituciones que hacen posible que se
cuente con una atmósfera, suelos y aguas carentes de contaminantes y con una conservación adecuada de
la flora y fauna por hacer una descripción muy sintética y simple, contar con esas condiciones per se no
representan un derecho en sí mismo; pero si es un derecho de la gente el que, a través de un medio ambiente
sano, se alcance un desarrollo y bienestar digno para la persona humana. De hecho, siguiendo la lectura
de esta disposición constitucional, podemos apreciar que se exige al Estado garantizar estas condiciones y
el disfrute de estos beneficios. Este grado de protección es tal, que la norma constitucional finca
responsabilidades a quienes dañen o deterioren el medio ambiente.

Si revisamos de nueva cuenta el texto del párrafo décimo primero del mismo artículo 4º de la Constitución
Federal, no encontramos referencias con tanta claridad en cuanto al Patrimonio Cultural:

273
Toda persona tiene derecho al acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado
en la materia, así como el ejercicio de sus derechos culturales. El Estado promoverá los medios para la
difusión y desarrollo de la cultura, atendiendo a la diversidad cultural en todas sus manifestaciones y
expresiones con pleno respeto a la libertad creativa. La ley establecerá los mecanismos para el acceso y
participación a cualquier manifestación cultural.

Por principio de cuentas, en ningún momento este dispositivo constitucional menciona al Patrimonio
Cultural por sí mismo, lo cual nos llama la atención en cuanto a que debamos recurrir de una interpretación,
para entender que aquello que se menciona como manifestaciones y expresiones signifique necesariamente
el Patrimonio Cultural. Por tanto, no encontramos ninguna referencia a la protección de estos valores
autenticidad, significación, uso y de desarrollo que hemos hecho referencia a lo largo de este trabajo y que
constituyen la substancia misma de la preservación del Patrimonio Cultural. Desde luego, encontramos
una referencia a la diversidad cultural, pero la realidad es que la misma no constituye más que un mero
criterio al que se debe atender, sin que ello signifique una obligación del Estado, porque en el contexto de
la frase la diversidad cultural está referida a un punto sobre el que se tiene que poner atención, pero que es
demasiado general. Adicionalmente, ni siquiera se explica qué significa la diversidad, término que quedaría
al criterio del juzgador. Reconocemos que alguien podría argumentar que la definición de la diversidad
cultural se contiene en la Convención de la UNESCO para la promoción y salvaguarda de la diversidad de
las expresiones culturales, sin embargo, reiteramos que por tratarse de un término que se encuentra en
constante evolución y que puede ser objeto de diversas maneras de interpretarse, parecería que se encuentra
en la incertidumbre.

En cuanto al Patrimonio Cultural, la omisión más grave que encuentro en este dispositivo constitucional se
refiere precisamente a la inexistencia de una obligación expresa del Estado de protegerlo y de fincar
responsabilidad a quienes provoquen un daño o deterioro a este conjunto de bienes; pero principalmente a
la significación social que le da valor a dichos bienes tangibles e intangibles así como a los sitios que
constituyen el Patrimonio Cultural de nuestro país a partir del sentido que le es otorgado por las personas
y las comunidades. Lo anterior resulta crítico porque desde hace muchos años, son los gobiernos -a través
de los programas gubernamentales- los que se encuentran descoordinados con el objetivo de proteger el
Patrimonio Cultural y se convierten en los principales promotores de la destrucción o deterioro de muchos
bienes culturales, ya sea por acción propia u omisión al no detener la acción de terceros, con el fin de
privilegiar acciones como el mercado inmobiliario, el turismo, actividades mercantiles, etc.

Es seguramente aquí donde hemos llegado al punto medular del presente trabajo y en donde podemos
apreciar que, efectivamente, no existe en nuestro país un derecho humano y colectivo al Patrimonio
Cultural y que es necesario definirlo e incluirlo en nuestra Carta Magna, con una fuerte indicación sobre la
obligación que tiene el Estado de proteger este derecho y de que se castigue a quienes dañen o deterioren
nuestro Patrimonio Cultural y los valores que se encuentran asociados a los mismos.

Pero para encontrar la esencia de este derecho, debemos regresar a los criterios que expusimos en el capítulo
primero con los que hemos tratado de describir desde una perspectiva amplia al Patrimonio Cultural. En el
marco del diseño de un régimen legal de preservación del Patrimonio Cultural, estos parámetros deben
necesariamente ser tomados en cuenta.

Empezaremos por el criterio testimonial. El Patrimonio Cultural material e inmaterial tiene un origen en la
historia y desarrollo de una comunidad, que ha edificado o diseñado una serie de bienes o manifestaciones
a partir de su propia tecnología o entendimiento de su papel social. En el ámbito legal, el valor testimonial
del Patrimonio Cultural se refiere a garantizar la permanencia de monumento o de la manifestación
intangible y de los elementos que contribuyen a su entendimiento como un documento histórico que nos
demuestran lo que se realizaba en el pasado y que se ha transmitido al presente. En el caso del Patrimonio

274
Inmaterial tenemos que referirnos a aspectos mucho más complejos, porque existen elementos inmateriales
que deben identificarse y valorarse. Por ello, la protección legal del criterio testimonial del Patrimonio
Cultural se refiere en cuanto a los bienes tangibles debe reconocer y preservar el diseño del monumento, la
asignación de espacios públicos o privados, el uso de materiales y acabados, etc., así como el entorno. En
el caso del Patrimonio Cultural inmaterial, la discusión cambia y está centrada en el mantenimiento de los
ritos, prácticas, manifestaciones, conocimientos, ideas y creencias que fundamentan a estos bienes
inmateriales y su relación con la arquitectura nueva. En otras palabras, al referirnos al criterio testimonial,
en el caso del Patrimonio tangible tenemos que atender a consideraciones tales como historicidad, forma,
diseño, materiales, acabos, técnicas, substancias y en general, materialidad. En el caso del Patrimonio
Inmaterial nos encontramos ante aspectos como lenguaje, formas de comunicación, conductas, ritos, formas
de organización, las cosmovisiones, las formas de relación, los bienes materiales vinculados y los lugares.

Veamos algunos ejemplos concretos para explicar lo anterior: en el caso del Patrimonio Cultural material,
es evidente que la legislación busca que el valor testimonial cuando evita que se destruya un monumento
mueble o inmueble (lo cual nos parece el más básico de todos los presupuestos), cuando se evita mover un
monumento mueble (por ejemplo una escultura religiosa) de su lugar original de colocación porque no
explica la razón de la existencia misma. Por cierto, lo mismo sucede con todos los objetos que se encuentran
en un enterramiento arqueológico, los cuales no deben moverse en virtud de que existe un contexto en el
que se fueron colocados de manera intencional.

En el caso de un monumento inmueble, nos referimos a que se respeten -por mencionar algunos aspectos-
el partido arquitectónico de un inmueble (que una vieja casona colonial no sea subdividida), los materiales
y colores (por ejemplo, respetar si un inmueble colonial fue hecho de adobe y con un aplanado de color
blanco con un guardapolvos de color rojo o la diversidad de colores de fachadas que encontramos por
ejemplo en Tlacotalpan), el respeto de las altura de estos inmuebles (evitar agregar pisos a los inmuebles
patrimoniales como ha sucedido por ejemplo en la colonia Roma de la ciudad de México), mantener los
ornamentos internos y externos de estos inmuebles, así como los elementos que se encuentren vinculados
a este edificios (pensemos en el caso de una vieja mina colonial, como se encuentran en Real del Monte, en
el Estado de Hidalgo, que se proteja todo el equipo y maquinaria vinculada a la función del edificio) ; al
atender a zonas patrimoniales, el respeto por ejemplo de la traza urbana de las ciudades históricas (evitar
cerrar o abrir nuevas calle), el respeto de los espacios públicos incluyendo los elementos naturales que se
encuentre en las mismas, el cuidado de la imagen urbana y el paisaje (haciendo notar que el paisaje como
tal ya ha sido protegido por algunas ciudades -como Barcelona o Bogotá- como una prerrogativa del
ciudadano), el mismo entorno en el cual se emplazó la población (¿cómo podrías explicar la ciudad de
Palenque o de Uxmal sin la selva que las rodea?); y cuando hablamos de los itinerarios y paisajes culturales,
el respeto a los elementos que conforman esta categoría de bienes culturales (por ejemplo, en un itinerario
cultural como el Camino de Santiago en España, se tiene que proteger el camino mismo, las poblaciones,
las iglesias, los elementos construidos, el entorno natural del camino y la función propia de esta ruta);
mientras que en el caso de un paisaje cultural, como podría ser al paisaje agavero de Tequila, tendríamos
que tomar en consideración las poblaciones, los cultivos, las fábricas, el entorno, los restos arqueológicos
y además aquella actividad humana que sirven de punto vinculante para el entendimiento delo paisaje, en
este caso sería la elaboración de esta bebida).

En el caso del Patrimonio Cultural inmaterial, el respeto al valor testimonial está vinculado a la protección
misma de los conocimientos, creencias, cosmovisiones, formas de expresión, formas de manifestación,
formas de organización, formas de uso de los bienes naturales vinculados con su vida comunitaria, formas
de relación, formas de comunicación que constituyan elementos de identificación, identidad,
diferenciación, integración y desarrollo de una comunidad. En ese sentido, en palabras concretas, la
protección del valor testimonial significa entonces el evitar la prohibición de estos elementos (como ya
sucedió con los lenguajes de comunidades inmigrantes o incluso de algunos atuendos), la utilización
indebida de los mismos (como es el indiscriminado uso que hacen algunas empresas comercializadores de

275
bienes y productos nacidos del conocimiento tradicional), su caricaturización (como han llevado muchas
empresas de entretenimiento con las leyendas de comunidades o el mismo turismo pseudo-cultural que
pretende falsificar estas manifestaciones para gozo de los visitantes o espectadores), la destrucción de los
recursos naturales que modifiquen la manera de vivir de algunas comunidades (como ha sucedido con
algunos materiales para construcción de vivienda vernácula que se ha perdido por convertirse en materiales
de “moda” en las grandes ciudades), la banalización de festividades comunitarias (como ha sucedido por
ejemplo con la fiesta de días de muertos en muchas poblaciones que han perdido su sentido original), la
imposición de formas de organización social distintas (como es el caso de la imposición de un sistema de
partidos en comunidades donde existen usos y costumbres para la elección de gobernantes), la alteración
de las formas de comunicación (como ha sucedido con la gramática podría de muchos dialectos de las
comunidades en nuestro país), la obstrucción de prácticas sociales) y un muy largo etcétera.

Como podemos verificar, en muchas de estas actividades es necesaria la acción de los especialistas que
permitan la identificación de estos elementos que fundamentan el valor testimonial de un bien o
manifestación del Patrimonio Cultural, como pueden ser arqueólogos, antropólogos, historiadores,
arquitectos, urbanistas, etc. Su función primordial es detectar estos elementos para hacernos conocer cuáles
son los mensajes que estos bienes y manifestaciones nos transmiten como documento del pasado y del
presente.

Me parece que existe un común denominador en la exposición anterior con respecto a este criterio: el
respeto a la integridad como existencia del bien o la manifestación, pero más importante, el respeto a la
autenticidad, que es un concepto fundamental en el caso del Patrimonio Cultura y que quisiéramos explicar
frente a diversos instrumentos internacionales.

Durante una Conferencia organizada por el ICOMOS en la ciudad japonesa de Nara del día primero al cinco
de noviembre de 1994, se discutió el tema de la autenticidad y como resultado de dicha reunión se emitió
un documento paradigmático para la protección de esta cualidad del Patrimonio Cultural que actualmente
se conoce como el Documento de Nara en cuya conclusión número 13 podemos apreciar lo siguiente:

13-.Dependiendo de la naturaleza del patrimonio y su contexto cultural, los juicios sobre autenticidad deben
estar ligados a una variedad de fuentes de información. Algunos aspectos de estas fuentes pueden ser: concepto
y forma; materiales y sustancia; uso y función; tradición y técnicas; situación y emplazamiento; espíritu y
sentimiento; y otros que pueden ser internos o externos de la obra. El uso de estas fuentes permite elaborar
las dimensiones específicas del bien examinado en el plano artístico, histórico, social y científico.

Por otra parte, con el fin de darle una aplicación efectiva de la Convención del Patrimonio Mundial, Cultural
y Natural, el Comité del Patrimonio Mundial emitió un documento que contiene las Directrices
Operacionales de dicho instrumento internacional. En el mismo, podemos ver explicados, de una manera
amplia, muchos conceptos sobre los que se soporta las decisiones para incorporar a un bien o sitio en la
Lista del Patrimonio Mundial. La autenticidad es uno de los criterios que expone con mayor detenimiento
este documento, por lo que consideramos importante transcribir los conceptos que se derivan del mismo:

79.- Los bienes propuestos con arreglo a los criterios (i)-(vi) deben reunir las condiciones de autenticidad…

80.- La capacidad de comprender el valor atribuido al patrimonio depende del grado de credibilidad o de
veracidad que se conceda a las fuentes de información sobre este valor. Conocer y entender estas fuentes de
información, en lo que respecta a las características originales y posteriores del patrimonio cultural, y su
significado, son los requisitos básicos para evaluar todos los aspectos de la autenticidad.

81.- Los juicios sobre el valor atribuido al patrimonio cultural y la credibilidad de las fuentes de información
pueden diferir de una cultura a otra, e incluso dentro de la misma cultura. El respeto debido a todas las

276
culturas exige que el patrimonio cultural sea estudiado y juzgado fundamentalmente dentro de los contextos
culturales a los que pertenece.

82.- Según el tipo de patrimonio cultural y su contexto cultural, puede estimarse que un bien reúne las
condiciones de autenticidad si su valor cultural (tal como se reconoce en los criterios de la propuesta de
inscripción) se expresa de forma fehaciente y creíble a través de diversos atributos, como:

• forma y diseño;
• materiales y substancia;
• uso y función;
• tradiciones, técnicas y sistemas de gestión;
• localización y entorno;
• lengua y otras formas de patrimonio inmaterial;
• espíritu y sensibilidad; y
• otros factores internos y externos.

83.- Los atributos como espíritu y sensibilidad no se prestan con facilidad a una aplicación práctica de las
condiciones de autenticidad, pero constituyen importantes indicadores del carácter y el espíritu del lugar, por
ejemplo, en el caso de comunidades que mantienen sus tradiciones y una continuidad cultural.

84.- La utilización de todas estas fuentes permite estudiar la elaboración de las dimensiones artísticas,
históricas, sociales y científicas específicas del patrimonio cultural. Las “fuentes de información” pueden ser
definidas como toda fuente física, escrita, oral y figurativa que permite conocer la naturaleza, las
especificidades, el significado y la historia del patrimonio cultural.

86.- Por lo que respecta a la autenticidad, la reconstrucción de restos arqueológicos o de edificios o barrios
históricos sólo se justificará en circunstancias excepcionales. La reconstrucción sólo es aceptable si se apoya
en una documentación completa y detallada y, de ninguna manera, basada en conjeturas.

Concluyendo con este criterio, consideramos que el valor testimonial nos proporciona elementos
fundamentales para entender de la razón de la protección del Patrimonio Cultural como un derecho humano
y social, porque toda esta información es una riqueza colectiva compartida por cada miembro del grupo, es
una riqueza radical que pertenece a ellos y que es obligación del Estado garantizar que puedan seguir
accediendo a la misma que ni ninguna persona física o moral perteneciente o no a este grupo (incluyendo
el mismo órgano estatal) tenga la facultad de despojar a los mismos de este riqueza comunitaria e individual.

Sin embargo, existen dentro de los criterios internos relacionados con el Patrimonio Cultural que tiene
todavía mayor profundidad en el entendimiento de la necesidad de proteger este acervo.

Para efectos de entender el criterio de significación de una manera más sencilla, quisiéramos tratar de
enlistar a continuación algunas situaciones concretas que se refieren a las diversas categorías patrimoniales.

Cuando hablamos del Patrimonio Cultural material, podemos afirmar que el valor de significación se
respeta:

a) al no destruir un monumento mueble o inmueble porque existen un sentimiento de pertenencia de la


comunidad vinculados con un testimonio de su pasado;

b) cuando se evita mover un monumento mueble (por ejemplo, una escultura religiosa) de su lugar original
es porque su lugar de colocación, forma de colocación, etc. tienen una finalidad, intención, origen, etc. que
constituyen un valor de convivencia, religioso, de adaptación al medio ambiente o de cualquier otra
naturaleza que tiene una significación en cuanto a la existencia, identidad o desarrollo de una comunidad
(por ejemplo, en los retablos barrocos, las imágenes y esculturas estaban colocadas de manera tal que

277
transmitían algún pasaje de la historia sacra con fines educativos a los fieles, principalmente indígenas, que
se traduce como resultado en el éxito del proyecto evangelizador que ha resultado en la religión mayoritaria
en nuestro país);

c) en el caso de un monumento inmueble, nos referimos a que se respeten el partido arquitectónico, los
materiales y colores que representan la manera en que vivieron, dividían sus espacios de convivencia dentro
del ámbito familiar o social y siguen viviendo los habitantes de una comunidad y que marca la manera en
que se constituyeron como grupo, cómo identifican su propio entorno construido, aprovechan los recursos
naturales circundantes y se relacionan con el entorno;

d) en el mismo caso de los monumentos inmuebles, se respeten las altura, ornamentos internos y externos,
así como los elementos que se encuentren vinculados a este edificio porque están vinculados a la imagen y
actividades, pero principalmente pautas de comportamiento social que han dado carácter, vivencia, destino
y futuro a una población (por ejemplo, la división que existía en una casa colonial en donde los espacios en
los pisos a nivel del suelo servían para el comercio y los espacios en los pisos superiores que eran destinados
a la vida familiar, lo cual nos demuestra la forma de vivir de nuestra sociedad);

e) al atender a zonas patrimoniales, a rutas culturales y paisajes culturales, cuando se respeta la traza urbana,
los espacios públicos, la imagen urbana y el paisaje, así como el territorio, ya que debemos reconocer una
significación especial porque representan la manera en que construyeron las ciudades y se les dio carácter,
imagen, destino, así como la forma en que se ha organizado una comunidad, la manera en que se han
sustentado económicamente y los signos de identificación, diferenciación y cohesión del grupo social,
formas de convivencia, de entender el mundo, relacionarse con la divinidad y con otros pueblos, formas de
festejar, formas de recordar los orígenes, así el producto de los esfuerzos de una comunidad por adaptarse
e identificarse al medio ambiente no importando los retos que le imponía y lo más importante .

f) en el caso del Patrimonio Cultural inmaterial, el respeto al valor de significación está vinculada en la
manera en que los conocimientos, creencias, cosmovisiones, formas de expresión, formas de manifestación,
formas de organización, formas de uso de los bienes naturales vinculados con su vida comunitaria, formas
de relación, formas de comunicación adquieren un carácter trascendente en cuanto al fundamento valorativo
de una comunidad y de la manera en que actualmente se desarrollan interpretando, manteniendo y
reinventando.

La protección del valor testimonial significa entonces el evitar la prohibición de estos elementos
comunitarios (porque entonces privamos a las comunidades de manifestaciones de los elementos que
sustentan su propia existencia), la utilización indebida, caricaturización y banalización de los mismos
(porque entonces se promueve la degradación, deformación y comercialización de valores sociales
trascendentes que son cotidianos, presentes y trascendentes en la vida social actual) , la destrucción de los
recursos naturales que modifiquen la manera de vivir de algunas comunidades (porque les estamos negando
el derecho de que la comunidades tengan la opción de desarrollarse en los ámbito urbano, social,
económico, natural y tradicional que las han acompañado por muchas décadas o siglos); evitar la imposición
de formas de organización social que afecta la propia cohesión del grupo ante la imposición de sistemas
ajenos; la alteración de las formas de comunicación que normalmente consisten en la introducción de
elementos extraños a un lenguaje que se ha construido a través del acuerdo de los parlantes a través de los
siglos para encontrar un punto común de comunicación y un muy largo etcétera.

Desde luego, no es fácil explicar el concepto de significación de una manera sencilla y lo es mucho menos
en el ámbito jurídico, en donde el objetivo debe ser plenamente identificable para efectos de implementar
un sistema de protección sobre el mismo. En el ámbito internacional podemos encontrar un esfuerzo por
parte del Comité Intergubernamental de Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural para tratar
de definir estos aspectos en cuanto a los bienes, monumentos, sitios, paisajes y rutas culturales que

278
pretenden incorporarse en la Lista del Patrimonio Mundial y que, aunque en otro capítulo de este trabajo
ya transcribimos estos criterios, consideramos que vale la pena mencionarlos de nueva cuenta para efectos
de reforzar las ideas manejadas en este momento.

Por lo tanto, cual, cuando un bien, sitios, paisaje o ruta que pretenda alcanzar el privilegio de estar inscrito
en la Lista del Patrimonio Mundial, debe cumplir alguno de los siguientes aspectos o criterios:

1.- representar una obra maestra del genio creador humano;

2.- atestiguar un intercambio de valores humanos considerable, durante un periodo concreto o en un área
cultural del mundo determinada, en los ámbitos de la arquitectura o la tecnología, las artes monumentales,
la planificación urbana o la creación de paisajes;

3.- aportar un testimonio único, o al menos excepcional, sobre una tradición cultural o una civilización viva
o desaparecida;

4.- ser un ejemplo eminentemente representativo de un tipo de construcción o de conjunto arquitectónico o


tecnológico, o de paisaje que ilustre uno o varios periodos significativos de la historia humana;

5.- ser un ejemplo destacado de formas tradicionales de asentamiento humano o de utilización de la tierra
o del mar, representativas de una cultura (o de varias culturas), o de interacción del hombre con el medio,
sobre todo cuando éste se ha vuelto vulnerable debido al impacto provocado por cambios irreversibles;

6.- estar directa o materialmente asociado con acontecimientos o tradiciones vivas, ideas, creencias u obras
artísticas y literarias que tengan una importancia universal excepcional. (El Comité considera que este
criterio debería utilizarse preferentemente de modo conjunto con los otros criterios).

Otro documento internacional que nos provee de información sobre la relación profunda entre el Patrimonio
Cultural, el ser humano y la comunidad son las Directrices Operativas para la aplicación de la Convención
para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial que fueron aprobadas por la Asamblea de los
Estados parte de esta Convención en 2008 y que han sido modificados en 2010 y 2012. En el párrafo 102
de dicho documento internacional, podemos encontrar parámetros para calificar el criterio de significación,
pero en un sentido inverso:

102.- Se alentará a todas las partes a velar especialmente porque las actividades de sensibilización no tengan
como consecuencia:

(a) descontextualizar ni desnaturalizar las manifestaciones o expresiones del patrimonio cultural inmaterial
de que se trate;

(b) presentar las comunidades, los grupos o los individuos interesados como que no participan en la vida
contemporánea, o menoscabar en modo alguno su imagen;

(c) contribuir a justificar cualquier forma de discriminación política, social, étnica, religiosa, lingüística o
fundada en el sexo;

(d) facilitar la apropiación o el uso indebidos de los conocimientos y las competencias de las comunidades,
los grupos o los individuos interesados;

(e) fomentar una comercialización excesiva o un turismo no sostenible, que podría poner en peligro el
patrimonio cultural inmaterial de que se trate.

279
Como podemos apreciar de los criterios que la UNESCO maneja a través de diversos documentos
internacionales, la conservación de un bien, manifestación, edificio, sitio, ruta o paisaje cultural está sujeto
a una idea: la relación profunda entre el Patrimonio Cultural y los miembros de la comunidad. Por tanto, el
ámbito de las acciones de protección no se circunscribe al simple mantenimiento de la integridad del bien
tangible, sino siempre estaremos preocupados en la vinculación del hombre con su Patrimonio Cultural, el
cual le es depositario de un valor trascendente y compartido por los miembros de un grupo humano.

Podemos afirmar que los bienes, sitios o manifestaciones del Patrimonio Cultural son una especie de
recipiendarios de los valores testimoniales y de significación de un grupo humano y es ahí donde
encontramos el fundamento de su protección como un derecho humano y social y que se traduce no solo en
la conservación la integridad y autenticidad de dichos bienes de estos bienes o manifestaciones, sino en los
elementos, consideraciones, conocimientos, historias, sentimientos, cosmovisiones, tecnologías, formas de
comunicación, etc. que sirvieron de base para la creación, transmisión, modificación, uso, función, etc. de
los bienes culturales tangibles e intangibles y que les da sentido mismo de existencia, identificación,
trascendencia, desarrollo y proyección a futuro al grupo social o al individuo como parte del grupo. Esto es
lo que deberíamos pensar que constituye el objeto jurídicamente protegido del Patrimonio Cultural como
un derecho de la persona y de la comunidad.

Entonces, tenemos que reconocer que las acciones que se emprendan con relación al Patrimonio Cultural
en su calidad de un derecho humano y social, no se pueden limitar a la simple conservación física del
edificio o en el mantenimiento de la práctica o comportamiento social por sí mismo, sino también en estos
valores sociales y comunitarios trascendentes que se sostienen como fundamentos de éstos.

Por último, es necesario analizar el derecho al Patrimonio Cultural desde la perspectiva de los valores
externos de dichos bienes: el criterio de utilidad y el criterio de desarrollo, porque ambos no aportan en
cuanto a la substancia de este concepto, pero si lo hacen en cuanto al alcance del mismo.

En cuanto al criterio de utilidad, debemos pensar que los bienes culturales no fueron creados, ni son
recreados para sí mismos, sino que existen para la satisfacción de necesidades humanas. Incluso en aquellos
casi de las obras de arte, podemos entender que son creadas a partir de los gustos estéticos del artista, del
mecenas o del mercado. La historia nos demuestra que cualquier bien cultural puede ser objeto de
utilización.

Pensemos en un convento de la época colonial en cualquier ciudad del país que pudo nacer a partir de una
intención de uso para fines religiosos y educacionales, que después transformarse en un cuartel,
posteriormente pudo utilizarse como bodega u hospicio para terminar finalmente como museo y retomar su
vocación original. Durante todo este proceso, el edificio sufrió modificaciones y transformaciones.

La flexibilidad en cuanto usos puede ser menor en una zona arqueológica, que siendo en un principio una
parte de una población precolombina con todos los usos que esto implica (urbanos, religiosos,
administrativos, comerciales, etc.) para pasar por una zona abandonada y actualmente ser un área turística
que implica una multiplicidad de uso entre comerciales y culturales o de investigación. Sería muy difícil
destinar a una zona arqueológica a un fin distinto al que tiene actualmente.

Pero en otros casos, la flexibilidad puede ser mayor: por ejemplo la utilización de instalaciones fabriles del
siglo XIX como centros de recreación o centros comerciales en la actualidad.

En el caso de las manifestaciones del Patrimonio Cultural Inmaterial, la flexibilidad resulta mucho menor:
una festividad popular como pudiera ser las procesiones de semana santa, un producto de la actividad
individual como podría ser un artesanía o un proceso de comunicación como es un lenguaje no pueden

280
perder ese sentido individual y trascendente, ya que cualquier otro uso o destino significa el deterioro tal
de este bien inmaterial al grado de su falsificación y desaparición.

Por último, en el caso de categorías más complejas del Patrimonio Cultural como son los paisajes y los
itinerarios culturales, en donde existe una combinación de elementos construidos, naturales, paisajísticos,
humanos y tradicionales, se comparten muchas circunstancias analizadas en párrafos anteriores.

Todos los ejemplos mencionados son reales.

Por tanto, podemos encontrar dos conceptos que son trascendentes en el entendimiento del criterio de
utilidad: el uso original y el uso derivado.

El uso original se refiere al destino que del punto de vista de los creadores del bien o manifestación cultural
pretendieron darles. En el proceso de conservación de los bienes culturales, la permanencia del uso original
permite la defensa de los valores testimoniales y de significación del bien en cuestión.

El uso derivado se refiere a los distintos destinos que en la actualidad y en el pasado cercano se le han
asignado a los bienes culturales a partir de los fenómenos propios de la actualidad, como pudieran ser la
globalización, el comercio internacional, el desarrollo de las telecomunicaciones, etc. En este proceso, el
criterio utilitario nos permite detectar el potencial económico del Patrimonio Cultural como un bien que
contribuya a la generación de riqueza en una sociedad. Sin embargo, en estos casos, resulta trascendente
que la utilización sea congruente con los principios que animan la protección de los criterios testimoniales
y de significación del bien o manifestación.

Y aquí es donde podemos encontrar un conflicto entre el posible derecho de propiedad de una persona sobre
un objeto o la libertad de industria con relación a un área patrimonial o manifestación intangible con la
titularidad comunitaria de los valores testimoniales y de significación. En ese sentido, es posible que en un
mismo asunto puedan reclamarse esos derechos enfocados al uso y generación de riqueza mientras que, por
otra parte, habrá otras personas reclamando el derecho a conservar sus valores, significaciones,
conocimientos, relaciones, tradiciones, formas de organización y de vivir que les resultan trascendentes.

En esta discusión encontramos una situación de desigualdad pues conceptos tales como desarrollo
económico, libertad de industria, prosperidad o generación de riqueza que son conceptos que han sido
manejados en el discurso gubernamental, las políticas públicas económicas, turísticas, de desarrollo urbano,
etc., así como los proyectos privados que pueden ser muy convincentes ante la opinión pública cuando
existe un conflicto entre la alteración de un bien del Patrimonio Cultural en función de un proyecto
productivo y la conservación de los bienes culturales.

En la discusión jurídica, también encontramos desventaja para el Patrimonio Cultural en esta controversia.

Existen disposiciones constitucionales que garantizan ciertos conceptos económicos como es el artículo 5º
de nuestra Carta Magna Federal que habla de la libertad de industria o los artículos 25 y 26 relativos a la
planeación del desarrollo nacional. Desde luego, podeos considerar que, en el ámbito jurídico, son
disposiciones que apoyan la utilización a su máximo potencial de cualquier bien o zona para generar
riquezas.

Por otra parte, la conservación del Patrimonio Cultural como un asunto de interés general no está expresada
de una manera clara en nuestra Constitución, pues el artículo 4º trata el derecho de la cultura desde una
perspectiva muy general. Por otra parte, nuestro artículo 27 constitucional, en su párrafo tercero no incluye
la protección de los bienes culturales como una de las causales de utilidad pública que sirven de limitación
al derecho de propiedad. En todo caso, solo se cuenta con la declaración de utilidad pública con respecto a

281
la preservación de los monumentos y sitios contenida en el artículo 1º y 2º de la LFMZ; sin embargo, no es
algo más que la aclaración de una norma secundaria. En el caso del Patrimonio Cultural Inmaterial, no
existe una referencia clara en nuestra Ley Fundamental.

Esto ha hecho que, en el ámbito jurídico y político, la discusión de aquellos proyectos con tinte económico
que generen un menoscabo o pérdida del Patrimonio Cultural y sus valores, se reduzca a una confrontación
de los factores reales del poder (el sector económico contra el sector social) y no en una discusión sobre los
efectos que se produzcan en el Patrimonio Cultural. En ese sentido, podemos afirmar que esta dinámica es
incorrecta.

El Patrimonio Cultural debe ser un protagonista en la vida actual de cualquier sociedad en cualquier ámbito.
La vida contemporánea establece presiones para cualquier tipo de bien o servicio, incluyendo al Patrimonio
Cultural. Lo anterior supone el establecimiento de reglas y principios que permitan la adecuada utilización
del Patrimonio Cultural coordinada a la conservación de sus otros los valores. En realidad esta perspectiva
constituye un derecho del grupo social y de sus integrantes y por tanto, debe considerarse en el diseño de
cualquier texto que involucre la protección del derecho al Patrimonio Cultural como una prerrogativa
humana o social.

Por último, en cuanto al criterio de desarrollo, el mismo requiere del concurso de los demás valores del
Patrimonio Cultural con el fin de reportar beneficios a la condición de las personas y de las comunidades.

Quisiéramos proponer los siguientes ejemplos.

El día 5 de junio de 1992, en el marco de la Cumbre de la Tierra que se llevó a cabo en la ciudad de Rio de
Janeiro, se firmó el Convenio sobre la Diversidad Biológica, la cual tiene como objetivo principal la
conservación de la diversidad biológica, la utilización sostenible de sus componentes, así como la
participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos,
mediante un acceso adecuado a esos recursos y una transferencia apropiada de las tecnologías pertinentes,
teniendo en cuenta todos los derechos sobre esos recursos y a esas tecnologías, así como mediante el
financiamiento adecuado a estas actividades. Como podemos apreciar, el alcance de este documento
internacional es muy amplio. Pero debemos entender un concepto fundamental: la diversidad biológica que
se puede definir como la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos los ecosistemas
terrestres y marinos, así como otros ecosistemas acuáticos y los complejos ecológicos de los que forman
parte; en otras palabras, comprende la diversidad dentro de cada especie, entre las especies y de los
ecosistemas. Dentro de las estrategias que manejan en este Convenio se encuentran la conservación in situ
de la diversidad biológica y por otra parte su utilización sustentable. Veamos ambos apartados. El Convenio
considera a la conservación in situ como las naciones de protección de los ecosistemas y los hábitats
naturales, así como el mantenimiento y la recuperación de poblaciones viables de especies en sus entornos
naturales y, en el caso de las especies domesticadas y cultivadas, de sus entornos en donde hayan
desarrollado sus propiedades específicas. Por otra parte, el Convenio habla de la utilización sostenible como
la utilización de componentes de la diversidad biológica de un modo y a un ritmo que no ocasione la
disminución a largo plazo de la diversidad biológica, con lo cual se mantienen las posibilidades de que
pueda satisfacer necesidades y aspiraciones de las generaciones futuras. En el caso de la conservación in
situ, el Convenio establece que se respetará, preservará y mantendrá los conocimientos, las innovaciones y
las prácticas de las comunidades indígenas y locales que entrañen estilos tradicionales de vida pertinentes
para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica y promoverá su aplicación más
amplia, con la aprobación y la participación de quienes posean esos conocimientos, innovaciones y
prácticas, y fomentará que los beneficios derivados de la utilización de esos conocimientos, innovaciones
y prácticas se compartan equitativamente.

282
Así podemos llegar a las siguientes conclusiones: el criterio de desarrollo se manifiesta porque existen una
serie de prácticas tradicionales (esto refleja el criterio testimonial) que se sustentan en conocimientos,
innovaciones y prácticas de las comunidades (los cuales cumplen el criterio de significación toda vez que
nacieron y se siguen llevando a cabo todavía como la manera en que este grupo o comunidad se relaciona,
aprovecha, sobrevive y se ha mantenido hasta estos días con relación a su entorno y la diversidad biológica
que interactúa con el mismo y que por tanto, implica la conservación mismo del entorno como una parte
importante de esta significación), con relación a actividades relacionas con la relación del grupo con la
diversidad biológica (es decir, podemos encontrar usos económicos, alimenticios, habitacionales, incluso
de relación con la divinidad en algunos casos, que se manifiestan a través de estas prácticas, lo cual está en
función al criterio de utilidad), y cuya conservación representará en primer lugar la garantía de la
conservación in situ y la utilización sostenible de la biodiversidad del área o región en beneficio presente y
futuro de ese grupo humano o incluso de una o varias naciones y después, la conservación de los modos de
vida y de la supervivencia del grupo en sí mismo (lo cual cumple con el criterio de desarrollo).

Como un ejemplo referido a nuestro país sobre esta complejidad conceptual, encontramos el caso del
proyecto de instalación de un restaurante McDonald’s en los portales del zócalo de la ciudad de Oaxaca en
el año 2001. Quien conozca los portales de Oaxaca recordará que se encuentran en el punto central más
importante de la ciudad: el zócalo, a un lado de la catedral e integrando un paisaje relevante. Igualmente,
los portales han sido el asiento de negocios tradicionales que sirven guisos propios de la gastronomía
oaxaqueña. Es un lugar especialmente identificado por los habitantes de la ciudad y apreciado por los
turistas que quieren tener un contacto con una tradición tan importante de la cultura oaxaqueña. En el año
2001, se llevaron a cabo las gestiones para instalar una sucursal de McDonald’s, cadena de comida rápida,
en uno de los locales de los portales. Aunque el INAH había dado su aprobación para el proyecto de
remodelación del inmueble, ya que se encuentra en una zona de monumentos históricos, los franquiciatarios
se encontraron con un obstáculo: el Ayuntamiento negó la autorización para tal restaurante. Lo anterior se
basó en la decisión de la Comisión para garantizar el cumplimiento del Plan de Conservación de la Ciudad
de Oaxaca, que es un documento con una visión urbana muy amplia de dicha zona en sus diversas
dimensiones (no solamente histórica, sino también comercial, turística, etc. pero inspirado siempre por la
idea de la conservación de la zona).

Ante esta negativa, los franquiciatarios presentaron los medios de defensa correspondientes que finalizaron
con la promoción de la revisión de amparo que se llevó ante el Primer Tribunal Colegiado del Décimo
Tercer Circuito, con sede en la ciudad de Oaxaca, cuyo procedimiento se identificó como Amparo en
revisión 325/2003 y cuya resolución fue ratificar la decisión del Ayuntamiento de la ciudad basado en una
interpretación muy clara e integral del concepto de Patrimonio Cultural. Derivada de esta resolución, dicho
Tribunal Colegiado de Circuito emitió la siguiente tesis aislada que vale la pena transcribir:

Fuente: Tesis XIII.1o.16A. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Novena Época. 179309.
Tribunales Colegiados de Circuito Tomo XXI, Febrero de 2005, Pág. 1689. Tesis Aislada (Administrativa).

ESTABLECIMIENTO COMERCIAL. DEBE NEGARSE LA AUTORIZACIÓN DE USO DE SUELO


RESPECTIVA SI AQUÉL NO COINCIDE CON LOS ELEMENTOS QUE INTEGRAN EL CONCEPTO
DE PATRIMONIO CULTURAL (REGLAMENTO GENERAL DE APLICACIÓN DEL PLAN PARCIAL
DE CONSERVACIÓN DEL CENTRO HISTÓRICO DE LA CIUDAD DE OAXACA DE JUÁREZ,
OAXACA). El artículo 58 del Reglamento General de Aplicación del Plan Parcial de Conservación del Centro
Histórico de la ciudad de Oaxaca de Juárez, Oaxaca, publicado en el Periódico Oficial de la entidad el 23 de
diciembre de 1997, establece que se entiende por patrimonio cultural la herencia adquirida de nuestros
antepasados, que se expresa cotidianamente en las fiestas de pueblos y barrios, costumbres y hábitos
comunitarios, vestimentas, gastronomía y otros, que están íntimamente vinculados con el espacio urbano y,
por ende, con el centro histórico. Por su parte, el artículo 59 del mismo ordenamiento legal establece que el
patrimonio cultural de Oaxaca caracteriza a la población de esta región del país, ya que sus manifestaciones
contribuyen a la identificación de la misma con su localidad, por lo que debe ser exaltado, protegido y

283
difundido. Fomenta el arraigo de la población a pueblos y ciudades y las expresiones auténticas de ese
patrimonio cultural constituyen un atractivo fundamental para la población visitante. En tanto que el diverso
numeral 60 del citado ordenamiento prohíbe el deterioro, la alteración y la destrucción de las expresiones
formales de ese patrimonio como: la traza urbana, la nomenclatura, los pavimentos, los espacios públicos, el
mobiliario urbano, la edificación patrimonial y cualquiera otra manifestación formal del patrimonio cultural.
De la recta interpretación de los citados preceptos legales, se advierte que el concepto de patrimonio cultural
está integrado por la expresión cotidiana en las fiestas de pueblos y barrios, costumbres y hábitos
comunitarios, vestimentas, gastronomía y otros, que caracterizan a la población de esta región en el país, y
que están íntimamente ligados al centro histórico de la ciudad de Oaxaca y, por tanto, debe ser exaltado,
protegido y difundido, dado que tales manifestaciones contribuyen a la identificación de la población con su
localidad. De ahí que siendo la gastronomía una manifestación del patrimonio cultural de la ciudad de
Oaxaca, exaltada y difundida en su centro histórico, ésta debe protegerse para que subsista y no quede
relegada ante la difusión de una gastronomía representativa de una cultura diferente. Por tanto, si un
establecimiento comercial que se pretende instalar en dicha zona, no coincide con uno de los elementos que
integran la definición de patrimonio cultural y, además, el propio concepto de esa negociación es emblemático
de una cultura distinta a la que se pretende conservar en el centro histórico, es indudable que su instalación
y funcionamiento en el centro histórico de la ciudad de Oaxaca de Juárez, Oaxaca, contraviene las
disposiciones aludidas del mencionado reglamento y, por ende, debe negarse la autorización de uso de suelo
respectiva.

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL DÉCIMO TERCER CIRCUITO.


Amparo en revisión 325/2003. Josefina Díaz Huergo de Cuetos y MCD Inmobiliaria de México, S. de R.L. de
C.V. 4 de febrero de 2004. Unanimidad de votos. Ponente: Marcos García José. Secretario: Víctor M. Jaimes
Morelos.

¿Cómo podemos resumir esta importante resolución en el marco de la protección del patrimonio Cultural y
partiendo de nuestros criterios?

La incorporación de un restaurante de comida rápida pudiera provocar alteraciones en el entorno y en la


autenticidad de las edificaciones que con forman los portales porque a partir de las políticas de la
mencionada empresa, se tendrían que remodelar inmuebles con valor cultural para adaptarse a las políticas
de imagen corporativa de dicha empresa transnacional. Bajo el criterio de utilización, podríamos decir que
se está cumpliendo un parámetro muy claro: los negocios de los portales del zócalo de Oaxaca se dedican
a la industria gastronómica con énfasis a la gastronomía oaxaqueña y contribuyen a la generación de riqueza
social, por lo que una utilización distinta para un fin diferente (aunque sea en el mismo ramo) provoca un
daño o alteración en cuanto a esta zona y en cuanto al concepto mismo del Patrimonio Cultural oaxaqueño.
Con relación al criterio de significación, podemos señalar sobre la desvalorización que podría significar a
un espacio que por muchos años se dedicó a la gastronomía local y especialmente la relación que existe
entre la población, el lugar (los portales) y la manifestación intangible que se da en este espacios (la comida
tradicional) que se vería menoscabada con la inclusión de un restaurante extraño, con una imagen distinta
a la de la zona y los locales circundantes y con una oferta alimenticia distinta. Es por ello que vemos el
criterio de desarrollo no se cumplía en este proyectos por que en nada aportaba hacia los ciudadanos y a la
comunidad a un mejoramiento cualitativo de su calidad de vida, disfrute de la ciudad, impacto económico,
mejoramiento de este espacio público, a presente o futuro. Por ello, esta resolución resulta relevante porque
es uno de los pocos ejemplos en la historia judicial de nuestro país donde se analiza con profundidad la
naturaleza del Patrimonio Cultural como objeto jurídicamente protegido.

Bajo esta perspectiva, ahora también podemos entender discusiones tan recurrentes como la realización de
eventos públicos o privados en monumentos o zonas de monumentos (como son conciertos o festivales)
pareciesen involucrar lo público y lo privado. Pero no es así: la discusión puede ser más clara si analizamos
si dichos eventos contribuyen al criterio testimonial de un monumento o zona (lo cual normalmente no se
cumple porque incluso llegan a provocarse daños derivados de la colocación de las instalaciones de los
eventos), al criterio de utilidad (que si lo viéramos desde una simple perspectiva de lucro diríamos que se

284
está cumpliendo con este objetivo; pero que en realidad se atenta contra el uso original del monumento o
zona) y sobre todo, del criterio de significación (ya que un edificio o área trascendente para una comunidad
por sus valores culturales simplemente se convierte en simplemente en un escenario, lo que produce su
desvalorización). En tal virtud, el criterio de desarrollo se encuentra ausente en estos casos, porque
simplemente no se aporta un beneficio o mejoramiento cualitativo para el grupo o comunidad titular de este
bien u área cultural y muy por el contrario, se pudiera promover una práctica generalizada de utilización
indiscriminada de los bienes del Patrimonio Cultural para fines puramente económicos.

Pero lo anterior, también es aplicable lo anterior en la utilización irrespetuosa (por decirlo de una manera)
y deformación de las manifestaciones del Patrimonio Inmaterial para satisfacer las necesidades del mercado
turístico (como pueden ser espectáculos, las artesanías, la gastronomía, etc.). En estos casos, las
modificaciones a las manifestaciones pueden representar un deterioro en los propios conocimientos,
tradicionales, relaciones, etc. que sirven de fundamento a esta manifestación.

Como podemos apreciar, el criterio de desarrollo en cuanto al Patrimonio Cultural es muy complejo porque
se refiere a las raíces mismas de la naturaleza humana, pero también en garantizar el futuro de la persona o
grupo social.

Para tal efecto, el criterio de desarrollo tiene dos alcances muy concretos.

El primero de ello se refiere a las autoridades: para alcanzar este criterio debemos atender a aspectos como
la acción conjunta de las autoridades de distintas competencias y distintos niveles de gobierno orientados
hacia la conservación y satisfacción de las expectativas sociales. Por tanto, las acciones públicas tienen que
estar orientados en encontrar mecanismos de colaboración y definir de las competencias y funciones de las
autoridades involucradas, así como las distintas visiones que las mismas tiene sobre el bien, la edificación,
la zona, la región o la manifestación cultural. Lo anterior significa que la preocupación principal del Estado
no está dirigida a considerarse en el custodio del Patrimonio Cultural, que es una labor pasiva; sino en una
nueva postura: “la rectoría de los bienes culturales”. En ese sentido, bajo un criterio de rectoría, la función
principal del Estado debe fundamentarse en la planeación y conducción de los bienes culturales en el marco
de la vida social actual. Ante ello, instrumentos como los Planes de Manejo o de Conservación resultan
relevantes para el cumplimiento de este presupuesto.

El segundo alcance de este criterio es la sociedad civil y las comunidades. Siendo los beneficiarios del
criterio de desarrollo, estas entidades debieran estar preparadas para sustentar la protección del Patrimonio
Cultural. Pero para ello debemos considerar imprescindible que las organizaciones de la sociedad civiles
y las comunidades deben entender y valorar al Patrimonio Cultural, la definición de proyectos conjuntos y
sostenibles, la apertura de espacios de discusión y acuerdo, la posibilidad de participar en la toma de
decisiones de los proyectos y acciones de gobierno en cuanto a los bienes y sitios culturales.

En una palabra: el criterio de desarrollo se garantiza a partir de un sistema de gestión efectivo, amplio,
integral, con visión a futuro del Patrimonio Cultural.

Retomemos y tratemos de interpretar a partir de todos los conceptos analizados en este trabajo la visión
sobre los derechos fundamentales de Ferrajoli que explicamos en el capítulo segundo y que podemos
resumir como aquellas expectativas de obligaciones de hacer o de no hacer que las leyes atribuyen
universalmente a todos en tanto personas, ciudadanos o personas capaces de obrar.

En el caso del derecho al Patrimonio Cultural (como sucedería con otros derechos culturales), podemos
encontrar también una expectativa de obligación de hacer y no hacer. En el caso de las obligaciones de
hacer, los titulares de este derecho estarían esperando la realización de acciones por parte del Estado y
demás sujetos privados que debieran estar dirigidos a la conservación, protección, salvaguarda, racional

285
aprovechamiento, investigación, enriquecimiento y transmisión de los monumentos, sitios y bienes
intangibles culturales. Por otra parte, y en algunos momentos parecería lo más importante, la expectativa
de los titulares del derecho al Patrimonio estaría enfocado a que ni el Estado, ni ninguna otra persona tomara
ninguna acción tendiente a deteriorar o destruir el Patrimonio Cultural y adicionalmente, que el Estado se
abstuviera de actuar en contra de aquellos que pretendan destruir o deteriorar cualquier bien cultural
material o inmaterial.

Por lo anterior, podemos apreciar que como resultado de todo este razonamiento podemos afirmar entonces
que la protección del Patrimonio Cultural no es simplemente una función administrativa del Estado, sino
un compromiso del órgano de gobierno de cuidar, defender, preservar y garantizar a favor de los individuos
y de las comunidades los elementos, valores y fundamentos que dan existencia a los bienes culturales; casi
a un nivel de depositario de conformidad con la legislación común, pero sin las salvedades que dicha
normatividad impone. Pero muy por el contrario, durante muchos años, la tradición jurídica y política de
nuestro país ha construido la idea de que el único ente que cuenta con el derecho (facultad) de decidir de
manera unilateral sobre el destino del Patrimonio Cultural. Esta posición que el Estado Mexicano ha
adoptado sobre el Patrimonio Cultural ha traído varios inconvenientes: por una parte, la proposición de
muchos proyectos gubernamentales que involucran al Patrimonio Cultural que no cuentan con bases
científicas y técnicas que garanticen su protección porque se basan en consideraciones políticas; en segundo
lugar, esta circunstancia ha provocado politización de las discusiones sobre los proyectos que han
emprendidos las autoridades de todos los niveles y que normalmente se alejan de las consideraciones sobre
el valor del Patrimonio Cultural; y por último, porque existe una ausencia de mecanismos que garanticen
la defensa del Patrimonio Cultural, en su sentido más amplio y social, en contra de las determinaciones del
Estado.

En el punto donde creemos que podemos ofrecer una evolución del término derecho fundamental propuesto
por el especialista italiano consistente en la ampliación de la categoría de titulares o destinatarios de esta
prerrogativa no solo a las personas como individuos, sino también a las comunidades o a los miembros
individuales de estas comunidades a partir del reconocimiento que ha hecho del Derecho Internacional de
estos actores de la realidad social.

Dejamos finalmente el reconocimiento universal de estas prerrogativas, porque tenemos que ser muy claros
en el sentido de que la única limitación que tendría el derecho del Patrimonio Cultural y muy especialmente
en lo referente a las maneras de vivir y relacionarse entre los miembros de los grupos sociales como bienes
culturales protegidos sería la violación de otro derecho fundamental. Un ejemplo de lo anterior sería la
manera en que debiéramos analizar algunas tradiciones de las comunidades de México en la que se dan
actos de degradación de la mujer. En tal sentido, ante un principio fundamental de convivencia en el ámbito
internacional como es la igualdad entre el hombre y la mujer, sería injustificable sostener la bondad de una
práctica cultural que no contribuya al mejoramiento del ser humano y en ese sentido estaríamos actuando
en congruencia con el criterio de desarrollo del Patrimonio Cultural.

Sin embargo, en concordancia al criterio de desarrollo, no podemos dejar de reconocer que existen algunos
bienes del Patrimonio Cultural que pudieran representar un menoscabo de los derechos fundamentales. Por
ejemplo, existen ciertas manifestaciones del Patrimonio Intangible que pueden representar actos
discriminatorios en contra un género o grupo social. Desafortunadamente, en el caso de nuestro país,
existen prácticas tradicionales en nuestro país que implican una discriminación de género, principalmente
en contra de las mujeres.

Ante estas circunstancias, debemos reconocer que el Patrimonio Cultural como un factor del desarrollo del
hombre no puede ser incompatible con esta finalidad, por lo que es congruente con esta idea de que se
incluya en la definición de dicha prerrogativa que la única limitación vinculada a la protección,
conservación y valorización de este acervo sea el respeto a los derechos fundamentales humanos.

286
Lo anterior es compatible con el principio de respeto de los derechos humanos y las libertades
fundamentales, que establece en el artículo segundo de la Convención para la Protección y Promoción de
la Diversidad de las Expresiones Culturales de la UNESCO que a la letra dice:

Artículo Segundo.- Principios Rectores

1.- Principio de respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales.

Sólo se podrá proteger y promover la diversidad cultural si se garantizan los derechos humanos y las
libertades fundamentales como la libertad de expresión, información y comunicación, así como la posibilidad
de que las personas escojan sus expresiones culturales. Nadie podrá invocar las disposiciones de la presente
Convención para atentar contra los derechos humanos y las libertades fundamentales proclamados en la
Declaración Universal de Derechos Humanos y garantizados por el derecho internacional, o para limitar su
ámbito de aplicación.

Como colofón de toda la extensa reflexión que hemos emprendido desde el inicio de este capítulo, queremos
proponer una definición de lo nosotros señalar

El derecho al Patrimonio Cultural es el conjunto de prerrogativas humanas y colectivas que están


enfocadas a conservar, proteger, preservar, desarrollar, enriquecer y transmitir a las generaciones
futuras los bienes muebles, bienes inmuebles, conjuntos, sitios, paisajes, itinerarios,
manifestaciones, formas de organización, tradiciones, leyendas, conocimientos, técnicas, formas
de vivir, laborar y comunicarse, usos, representaciones, expresiones técnicas y espacios físicos, así
como los paisaje y regiones y cualquier otro de naturaleza similar a las expresadas anteriormente
que conforman el Patrimonio Cultural, ya sea materia o inmaterial del grupo social del que el
individuo o comunidad sea titular, a través de:

a) la protección, conservación, valoración, difusión e investigación de todos aquellos elementos


que le permitan mantener su integridad y autenticidad como testimonio de la evolución del grupo
social a través del tiempo;

b) la protección, conservación, valoración, enriquecimiento e investigación de todos aquellos


elementos que cuenten con una significación para la persona o el grupo social en cuanto a su
identificación, identidad, diferenciación, diversidad, relaciones entre los miembros, formas de
vivir y relacionarse entre los diversos miembros del grupo, con otros grupos humanos y con el
entorno social y natural, favoreciendo la diversidad cultural y la interculturalidad;

c) la determinación de aquellos usos y demás formas de aprovechamiento del Patrimonio Cultural


que sean compatibles con la protección y conservación del mismo a partir de un sentido de
sostenibilidad y favoreciendo el uso original cuando sea posible;

d) la adopción de medidas de planeación y acciones que permitan al Patrimonio Cultural su


incorporación en la vida socioeconómica y participar en los procesos de desarrollo a nivel
nacional, regional o local, pero siempre privilegiando los aspectos señalados en los incisos
anteriores;

e) la creación de medidas que favorezcan y estimulen la participación de la comunidad y los


individuos en planes, acciones, proyectos y en los procesos de toma de decisión con relación al
Patrimonio Cultural del cual son titulares;

287
f) la asignación de estímulos e incentivos, así como de presupuestos necesarios por parte del
Estado para la adecuada protección, conservación, valoración, enriquecimiento, difusión e
investigación del Patrimonio Cultural;

g) la adopción de los planes y acciones necesarios con el fin de promover la educación e


investigación destinada a reforzar la importancia del respeto, protección, conservación,
valoración, difusión e investigación entre la sociedad;

h) la adopción por parte del Estado de aquellas medidas de carácter legal y administrativas que se
requieran con el fin de que pueda ejercer su función, a todo nivel de gobierno y dentro del marco
de sus competencias, como rector y principal responsable ante los individuos y los grupos de la
protección, conservación, valoración, enriquecimiento, uso adecuado, sostenibilidad, difusión e
investigación del Patrimonio Cultural, finalidad que será consideradas de utilidad y orden
público; y,

i) el establecimiento de medios de defensa adecuados en la legislación aplicable con que puedan


contar los gobernados y las comunidades cuando las prerrogativas mencionadas en los incisos
anteriores se encuentren en riesgo; estableciendo mecanismo expeditos para suspender cualquier
acto que represente un peligro inminente para el Patrimonio Cultural.

Las prerrogativas anteriormente señaladas no podrán representar un daño o menoscabo a los


derechos humanos y libertades fundamentales reconocidas por el derecho internacional.

Como vemos, esta es una definición muy amplia y detallada y tiene como principal función poder proteger
el derecho al Patrimonio Cultural de cualquier persona o grupo social a partir de los cuatro criterios que
hemos estado analizando a lo largo de este capítulo y el anterior.

Podemos concluir, que nuestra Carta Magna, ni en general, la legislación mexicana reconoce a los
individuos y grupos sociales una prerrogativa de esta naturaleza, por lo que una propuesta radical de este
trabajo es su incorporación en el sistema jurídico mexicano.

Ahora bien, para terminar este capítulo, vale la pena verificar la manera en que dicha prerrogativa debiera
protegerse como un derecho humano y social.

3.5.-Los mecanismos de defensa del derecho al Patrimonio Cultural

3.5.1.- Situación Actual

Podríamos decir, para empezar este trabajo, que existen muy pocos mecanismos de protección del derecho
que tiene una persona o grupo social para que su Patrimonio Cultural sea protegido y respetado.

Si retomáramos la exposición de la legislación mexicana actual, principalmente federal, veríamos que en la


gran mayoría de los casos (legislación en materia de monumentos, símbolos patrios, lenguas indígenas,
etc.), los daños que se provoquen en dichos bienes serán tratados como infracciones administrativas o en el
mejor de los casos como delitos. En ninguno de estos casos, podemos apreciar que exista una vinculación
del daño provocado en un monumento o la deformación de una manifestación intangible con quien es real
titular de estos bienes: el grupo social.

Y es que pareciese claro que no existe un mecanismo legal por parte del individuo o comunidades para
acceder a este medio de defensa, precisamente porque la legislación no les ha reconocido ninguna

288
prorrogativa ante su Patrimonio Cultural: no existe un medio de defensa de un derecho, mientras éste no
haya sido reconocido por la legislación.

Hasta ahorita, como parte de todo el antecedente y principios que sustentan la política cultural mexicana,
de la cual platicamos en este capítulo, la facultad que el Estado tiene de preservar el Patrimonio Cultural se
convirtió en una especie de monopolio que se ha traducido jurídicamente en la imposibilidad de que el
ciudadano común pueda acudir ante los tribunales para detener un acto promovido o consentido por el
propio Estado que represente un daño profundo a sus bienes o manifestaciones culturales.

Esta profunda convicción de esta especie de monopolio se ha permeado a la legislación común como
podemos apreciar de la lectura de las siguientes disposiciones de nuestro Código Civil Federal:

Artículo 833.- El Gobierno Federal podrá expropiar las cosas que pertenezcan a los particulares y
que se consideren como notables y características manifestaciones de nuestra cultura nacional, de
acuerdo con la ley especial correspondiente.

Artículo 834. Quienes actualmente sean propietarios de las cosas mencionadas en el artículo
anterior, no podrán enajenarlas o gravarlas, ni alterarlas (en forma que pierdan sus características)
sin autorización del C. Presidente de la República, concedida por conducto de la Secretaría de
Educación Pública.

Artículo 835.- La infracción del artículo que precede, se castigará como delito, de acuerdo con lo
que disponga el Código de la materia.

Cierto es que en el caso de la Ley Federal del Derecho de Autor existen algunas disposiciones que permiten
a las comunidades reclamar cuando sientan que sus derechos de propiedad intelectual sobre aquello que se
le llama arte popular sea violado. Pero las disposiciones de esta norma legal son poco concretas y de difícil
implementación en la realidad.

Una de las dificultades que nos representa esta situación de la preeminencia del Estado sobre el Patrimonio
Cultural es que el alcance de las normas protectoras se refiera tan solo a la integridad física y las posibles
alteraciones que se produzca al objeto, por llamarlo de alguna manera. En otras palabras, la protección de
limita a lo que sería el criterio testimonial. ¿Por qué no están presentes los demás criterios en la regulación
actual? Mi respuesta sería porque están íntimamente ligados con las personas y comunidades las cuales
crearon, disfrutan, usan, reproducen, conservan, alteran e incluso, destruyen dichos bienes. Este es el
ámbito que debe ser objeto de protección.

La legislación en materia de medio ambiente nos proporcionó un ejemplo muy importante de la evolución
de una función que compartía en décadas anteriores la situación de una actividad casi administrativa del
Estado y en estos tiempos, nuestra regulación en materia de medio ambiente ha reconocido la incidencia de
las personas y comunidades de tal forma que los mismos ya están involucrados en el diseño de planes de
manejo de Áreas Naturales Protegidas e incluso, ya encontramos en nuestra legislación ordenamientos
legales que fincan responsabilidades por la violación de la normatividad ambiental, como es la Ley Federal
de Responsabilidad Ambiental, publicada en el Diario Oficial de la Federación el día 7 de junio de 2013, la
cual detalla un procedimiento para reclamación de los daños provocados al medio ambiente por parte de
las comunidades a través del ejercicio del interés legítimo, mismo que es reconocido expresamente en este
ordenamiento.

Aún más, ya se cuenta con criterios de nuestros Tribunales Federales referentes a la titularidad y
legitimación de la sociedad civil con relación a las acciones de amparo que pudieran promoverse para
defender su derecho al medio ambiente. Lo anterior es apreciable en la siguiente tesis sostenida por la

289
Primera Sala de nuestro más Alto Tribunal que transcribimos a continuación, en primer lugar, por ser un
antecedente valioso en el reconocimiento de los derechos colectivos y en segundo lugar, porque es
totalmente aplicable al derecho al Patrimonio Cultural y a los derechos culturales en general:

Fuente: Tesis 1a. XII/2012 (9a.). Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Décima Época.160160.
Primera Sala. Libro VII. Abril de 2012.Tomo 1. Pág. 874. Tesis Aislada (Administrativa).

EQUILIBRIO ECOLÓGICO Y PROTECCIÓN AL AMBIENTE. LEGITIMACIÓN ACTIVA DE LAS


PERSONAS FÍSICAS Y MORALES PARA INTERPONER EL RECURSO DE REVISIÓN PREVISTO
EN EL ARTÍCULO 180 DE LA LEY GENERAL RELATIVA, VIGENTE HASTA EL 28 DE ENERO DE
2011.

De la exposición de motivos que dio origen al artículo 180 de la referida ley, vigente hasta el 28 de enero de
2011, se advierte que el legislador reconoce legitimación activa para interponer el recurso de revisión a
cualquier persona física y moral de las comunidades afectadas; dicha afectación debe consistir en un daño
presente o inminente a los recursos naturales, a la flora o la fauna silvestre, a la salud pública o a la calidad
de vida. Así, la integración de ese recurso en la ley supone un avance en el reconocimiento del interés jurídico
de las personas que no sean las destinatarias del acto administrativo, pues se trata de la implementación de
un mecanismo de defensa para la protección de los intereses difusos que constituyen una parte componente de
la eficacia vertical de un derecho fundamental, relativo a la obligación constitucional de la existencia de
autoridades y mecanismos que garanticen la sustentabilidad del entorno ambiental, lo cual conllevaría a la
indirecta protección del derecho al medio ambiente adecuado de las personas contenido en el artículo 4º de
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y, consecuentemente, a la conservación de los
ecosistemas como bienes comunes, cuya protección es de orden público.

Amparo directo en revisión 1168/2011. Representaciones Turísticas México, S.A. de C.V. 10 de agosto de
2011. Cinco votos. Ponente: José Ramón Cossío Díaz. Secretaria: Dolores Rueda Aguilar.

Desde la perspectiva de la legislación local, parece muy esperanzador que en el caso de la Ley de Cultura
del Estado de Aguascalientes, existe un mecanismo institucional y legal por el que los particulares puedan
reclamar a las autoridades el cumplimiento de sus derechos culturales (y que, desde luego, incluye al
Patrimonio Cultural), tal y como transcribimos a continuación:

Artículo 74.- Los particulares que consideren afectados sus derechos que protege esta ley, podrán promover
el recurso de revisión conforme a lo establecido en la Ley del Procedimiento Administrativo del Estado de
Aguascalientes.

Artículo 75.- La Junta Directiva del Instituto, es el cuerpo colegiado encargado de conocer las quejas por
violación a los derechos culturales.

Artículo 76.- Toda persona podrá presentar ante la Junta Directiva del Instituto, queja por presunta violación
a sus derechos culturales.

Artículo 77.- Una vez recibida la queja, la Junta Directiva señalará fecha y hora para desahogar una
audiencia y pedirá un informe circunstanciado a la autoridad responsable.

Artículo 78.- En la audiencia, la Junta Directiva le hará saber al quejoso y a la autoridad responsable las
opciones probables para solucionar la queja. Si elige cualquiera de ellas; levantará el acta respectiva con el
convenio o la medida conducente para resolver la queja.

En caso contrario, la Junta Directiva del Instituto, emitirá una recomendación a la autoridad responsable
para solucionar el conflicto.

A pesar de este ejemplo, sabemos que estas circunstancias son el resultado del reciente reconocimiento del
interés legítimo en nuestra legislación mexicana, concepto de revisaremos a continuación.

290
3.5.2.- Interés Simple, Interés Jurídico e Interés Legítimo: distintos caminos

En el estudio de la legitimación procesal que tienen los distintos actores sociales, encontramos algunas
discusiones que se han extendido por muchos años con el fin de proveer mayor protección a los derechos
de los ciudadanos mediante acciones jurisdiccionales. Para tal efecto, debemos analizar los conceptos de
derechos subjetivos e intereses que han sido ampliamente analizados en el ámbito latinoamericano.

Nos apoyaremos de un pequeño trabajo en cuanto a su extensión, pero muy profundo en cuanto a sus
conceptos del especialista mexicano Eduardo Ferrer Mc-Gregor que estudió está problemática y que se
denomina Juicio de Amparo e Interés legítimo: la Tutela de los Derechos Difusos y Colectivos. 19

Para el análisis de los diferentes tipos de intereses que pueden involucrar la defensa de una prerrogativa de
una persona o grupo, el autor primero atiende a la diferencia entre un derecho subjetivo y un interés,
estableciendo que se ha establecido una discusión de carácter doctrinal en cuanto a estos conceptos. Al
respecto, el autor se refiere a diversas visiones que expresan diversos especialistas sobre esta distinción,
entendiendo la derecho subjetivo como el poder de la voluntad (Savigny) o como un interés jurídicamente
protegido (Ihering) o como una potestad de querer que tiene el hombre, reconocida y protegida por el
ordenamiento jurídico, en cuanto a que se refiere a un bien o interés (Jellinek). Por otra parte, el interés es
la aspiración legítima de carácter pecuniario o moral que representa para una persona la existencia de una
situación jurídica o la realización de una determinada conducta (Couture); para otros autores es la relación
del individuo o individuos y el bien que puede satisfacer sus necesidades (Carnelutti) y por último, otros
afirmar que la apreciación o valoración de un objeto que realiza un sujeto para la satisfacción de una
necesidad (Rocco).

De tal forma, Eduardo Ferrer Mc-Gregor identifica tres clases de intereses: el interés simple, el interés
jurídico y el interés legítimo. Dejemos que el autor nos exponga cada uno de ellos.

El interés simple corresponde a su concepción más amplia y se identifica con las acciones populares. En
ellas se reconoce legitimación a cualquier ciudadano quivis ex populo, por el mero hecho de ser miembro de
una sociedad, si necesidad de que el sujeto invoque un interés legítimo y muchos menos un derecho subjetivo.
La situación legitimante sería el mero interés en la legalidad… La acción popular requiere expresamente el
reconocimiento del ordenamiento legal para ejercer la acción pero sin la necesidad de apoyo de un derecho
subjetivo o en un interés legítimo.

El interés jurídico es aquel que suele identificar con el derecho subjetivo en su concepción clásica. Se
constituye como la posición a cuyo favor la norma contiene alguna prescripción configurándolo como la
posición de prevalencia o ventaja que el Derecho Objetivo asigna al sujeto frente a otros. Tradicionalmente
la doctrina le otorga al derecho subjetivo dos elementos constitutivos, a saber, la posibilidad de hacer o
querer (elemento interno) y la posibilidad de exigir de otros el respeto (elemento externo), esto es, la
imposibilidad de todo impedimento ajeno y la posibilidad correspondiente de reaccionar contra éste.

… el interés legítimo es una situación jurídica activa que ostenta por relación a la actuación de un tercero y
que no supone, a diferencia del derecho subjetivo, una obligación correlativa de dar, hacer o no hacer exigible
de otra persona, pero sí comporta la facultad del interesado de exigir una reparación de los perjuicios
antijurídicos que de esa actuación se deriven. En otras palabra, se habla de interés legítimo, en concreto en
el derecho administrativo, cuando una conducta administrativa determinada es susceptible de causar un
perjuicio o generar un beneficio para la situación fáctica del interesado, tutelada por el derecho, siendo así
que éste no tiene un derecho subjetivo a impedir esa conducta o a imponer otra distinta , pero si a exigir de
la Administración y a reclamar de los tribunales la observancia de las normas jurídicas cuya infracción pueda

19 FERRER Mc GREGOR, Eduardo. Juicio de Amparo e interés legítimo: la tutela de los derechos difusos y colectivos, 1ª ed., Editorial Porrúa,
S.A. México, 2003, Colección Breviarios Jurídicos.

291
perjudicarle. En tal caso, el titular del interés está legitimado para intervenir en el proceso administrativo
correspondiente y para recurrir o actuar como parte en los procesos judiciales relacionados con el mismo, al
objeto de defender esa situación de interés. 20

El autor manifiesta la importancia no confundir el interés simple con el interés legítimo, ya que el primero
se refiere a la satisfacción del interés de toda la comunidad y a la legalidad, mientras que el interés legítimo
está enfocado a los intereses de determinados grupos o colectividades. Por otra parte, el autor señala que
la acción popular está presente en requiere que se encuentre expresamente contemplada en nuestra
legislación.

Es muy significativo que el autor se refiera a que el primer antecedente importante a nivel mundial para la
protección de los derechos difusos hay sido precisamente una sentencia del Consejo de Estado en 1973 que
fue resuelta por el Tribunal de Casación italiano en 1978, relativa a la acción interpuesta por la asociación
Italia Nostra para defender el Patrimonio Histórico y Natural que circunda al Lago Tovel en la región de
Trento ante el otorgamiento de un permiso para construir una carretera muy cerca del lugar.

Desde luego, parece muy claro que, en el caso de comunidades y minorías culturales -a partir de esta
explicación muy clara que nos proporcionó el Dr. Ferrer Mc Gregor- los miembros de estos grupos humanos
podrían argumentar que cuentan con el interés legítimo para solicitar la protección ciertos bienes del
Patrimonio Cultural proveniente de su propio cultura y seguramente sería importante entender la
vinculación de estas personas o grupos con la comunidad por una parte y presentar evidencias de que el
bien en cuestión es propio de dicha cultura. En otras palabras, estaríamos de establecer una serie de
argumentos que versarían principalmente en el criterio testimonial.

Por otra parte, una asociación civil destinada a la protección de un monumento, un sitio, una manifestación
intangible o cualquier otra persona moral de igual naturaleza podrían promover en los mismos términos,
bajo los mismos argumentos, vinculando su objeto social al bien cultural que pretende proteger y desde
luego, demostrar que dicho bien pertenece a la historia de la comunidad a la que pertenece. De nuevo
encontramos la cualidad testimonial como primer paso.

Ahora bien, pongámonos ante la situación de ciudadano de la calle interesado en el Patrimonio Cultural
nacional y que no pertenece a ninguna asociación civil destinada a esta actividad. Por ejemplo, actualmente
el Gobierno del Estado de Puebla está construyendo un teleférico que va del área de los Fuertes de Loreto
y Guadalupe al Centro Histórico e incluso ya ha provocado una serie de construcciones que están
destruyendo el valor cultural de la zona. ¿Tendría una persona que vive en la ciudad de México la
posibilidad de promover una acción tendiente a proteger el Centro de Puebla ante la pérdida de una ciudad
histórica transcendente para la cultura nacional, de la cual esta persona es parte, resultado y titular? Tal
vez la respuesta es menos clara si la analizamos a la luz del interés legítimo y por tanto, debiéramos
trasladarnos hacia el campo del interés simple. En todo caso, en esa situación, el promovente tendría que
demostrar la existencia de una vinculación valorativa de la comunidad nacional (de la que formara parte)
con el centro histórico de Puebla y de cómo se afectan los intereses de la cultura nacional que es beneficio
de todos por este hecho. Y desde luego, tendríamos que pensar que la ley reconociera la posibilidad de esta
acción popular. Estaríamos hablando de argumentos fundamentados en el criterio de significación.

Y desde nuestro punto de vista, la importancia de atender al criterio de significación resulta trascendental
en el análisis de la defensa de los derechos culturales y en especial, del Patrimonio Cultural; sin que ello
represente que no se tenga que incluir al criterio testimonial como otro de los argumentos de similar
importancia.

20 Id., pp. 18-20.

292
Quisiera pone un ejemplo relativamente reciente sucedido en la ciudad de Querétaro que no llegó a nivel
de una controversia ante los tribunales, pero que nos muestra la importancia de atender la significación. En
el centro histórico de esta ciudad existe un espacio público de mucha relevancia: el Jardín Guerrero que es
una plaza pública (una de las más importantes de la ciudad) caracterizada por ser uno de los puntos de
reunión torales de la población y escenario de muchas actividades cívicas. Es un espacio de recreo y de
disfrute del carácter propio de esta ciudad. Vale la pena señalar que en esta plaza se agregaron hace algunas
décadas una serie de fuentes de cantera con estilo colonial que no correspondían al origen de esta plaza
pública. Recientemente, el Ayuntamiento declaró que iba a iniciar un preciso de remodelación y
mejoramiento de las plazas públicas del Centro Histórico y que se iba a empezar precisamente con el Jardín
Guerrero, proyectando la eliminación de las mencionadas fuentes ajenas al origen de esta ciudad y
reemplazándolas por otras fuentes de piso que permitieran “limpiar” la imagen de la plaza. El proyecto
finalmente no se llevó a cabo derivado de la protesta y malestar de los vecinos y de la población por este
proyecto. El argumento principal es que las fuentes se había convertido en puntos de reunión importantes
y significativos para la población: se compartieron razones desde que éste era el lugar donde se juntaban
niños para jugar con el agua de las fuentes, un lugar de encuentro de enamorados, un lugar de recuerdos
para muchos pobladores, etc. En otras palabras, razones profundas cotidianas pero muy relevantes para los
pobladores y sus vidas estaban involucradas en este proyecto. Este es un ejemplo de lo qué es el valor de
significación,

En conclusión, nos parece que el derecho al Patrimonio Cultural representa un ejemplo relevante de la
manera en que opera el interés legítimo a favor de esta prerrogativa. Incluso, en algunas ocasiones, valdría
la pena analizar la forma en que el mismo interés simple pudiera estar involucrado en este proceso también.
Es relevante darnos cuenta que en el ejercicio de los derechos con relación al Patrimonio Cultural es
necesario que exista una defensa basada en la dimensión testimonial y de significación. Este punto
deberemos de retomarlo al analizar la legislación mexicana.

3.5.3.- La protección de los derechos colectivos y difusos en la vía jurisdiccional

Hasta hace muy pocos años, el único fundamento de legitimación para la acción de los particulares en
diversas controversias era el interés jurídico. Lo anterior significó un límite para que los particulares puedan
ejercer acciones ante los tribunales para proteger derechos comunitarios o difusos. El interés jurídico
implica la existencia de un vínculo legal del reclamante con un bien, como podría ser la propiedad, posesión,
concesión, etc. En el caso de aspectos de tan amplio alcance como sería la preservación del medio ambiente,
la situación se volvía más complicada, porque no siempre el interesado tenía un vínculo legal directo con
el bien que pretendía proteger.

Pero a partir de los años, la evolución en la doctrina de la defensa de los derechos colectivos, difusos,
individuales homogéneos, etc., tanto en México, como en otros países de Iberoamérica, evidenciaron la
necesidad de reconocer el interés legítimo que tenían muchas personas como integrantes de la colectividad,
las propias comunidades y las asociaciones civiles y otras formas de organización social para proteger
aquellos bienes que les eran especialmente importantes por razones de diversa índole (ecológicas, sociales,
económicas, etc.), las cuales no tenían otra manera de expresarse sino a través de la protesta y movilización
social. Pero adicionalmente, también tenían que encontrarse mecanismos jurisdiccionales bien establecidos
que debieran contar con características muy particulares para satisfacer la necesidad que imponían este tipo
de procedimientos. Aún más, en el derecho anglosajón existen procedimientos similares de protección de
derechos colectivos llamados class actions que tenían una larga tradición en los países con ese sistema
jurídico; aunque tenemos que reconocer que en el caso de Latinoamérica, también existieron una serie de
procedimientos a favor de las comunidades indígenas para reclamar sus derechos de propiedad o posesión
de tierras desde el Virreinato, lo que podría entenderse como una especie de antecedente de los procesos de
defensa de derechos colectivos.

293
Finalmente, el 29 de julio de 2010 se publicó en el Diario Oficial de la Federación una adición al artículo
17 de nuestra Constitución Federal que hace referencia al reconocimiento de las acciones colectivas dentro
del régimen jurídico mexicano:

Artículo 17.-...

El Congreso de la Unión expedirá las leyes que regulen las acciones colectivas. Tales leyes determinarán las
materias de aplicación, los procedimientos judiciales y los mecanismos de reparación del daño. Los jueces
federales conocerán de forma exclusiva sobre estos procedimientos y mecanismos.

Esta reforma constitucional derivó en la adición de un Libro Quinto en el Código Federal de Procedimientos
Civiles, que fue publicada en el Diario Oficial de la Federación el día 30 de agosto de 2011 y que tiene por
objetivo establecer las reglas para la substanciación de procedimientos donde se discutan prerrogativas de
incidencia colectiva. Hagamos un análisis de dicha normatividad.

El Libro Quinto del Código Federal de Procedimientos Civiles establece que la defensa y protección de los
derechos e intereses colectivos será ejercida ante los Tribunales de la Federación y sólo podrán promoverse
en materia de relaciones de consumo de bienes o servicios, públicos o privados y medio ambiente. Se señala
que la acción colectiva es procedente para la tutela de las pretensiones cuya titularidad corresponda a una
colectividad de personas, así como para el ejercicio de las pretensiones individuales cuya titularidad
corresponda a los miembros de un grupo de personas, los cuales pueden ser: a) derechos e intereses difusos
y colectivos (aquéllos de naturaleza indivisible cuya titularidad corresponde a una colectividad de personas,
indeterminada o determinable, relacionadas por circunstancias de hecho o de derecho comunes), b)
derechos e intereses individuales de incidencia colectiva (entendidos como aquéllos de naturaleza divisible
cuya titularidad corresponde a los individuos integrantes de una colectividad de personas, determinable,
relacionadas por circunstancias de derecho).

Las acciones colectivas se clasifican en:

a) Acción Difusa, es decir, aquélla de naturaleza indivisible que se ejerce para tutelar los derechos e
intereses difusos, cuyo titular es una colectividad indeterminada, que tiene por objeto reclamar
judicialmente del demandado la reparación del daño causado a la colectividad, consistente en la restitución
de las cosas al estado que guardaren antes de la afectación, o en su caso al cumplimiento sustituto de acuerdo
a la afectación de los derechos o intereses de la colectividad, sin que necesariamente exista vínculo jurídico
alguno entre dicha colectividad y el demandado,

b) Acción colectiva en sentido estricto, la cual se define como aquella que es aquélla de naturaleza
indivisible que se ejerce para tutelar los derechos e intereses colectivos, cuyo titular es una colectividad
determinada o determinable con base en circunstancias comunes, cuyo objeto es reclamar judicialmente del
demandado, la reparación del daño causado consistente en la realización de una o más acciones o abstenerse
de realizarlas, así como a cubrir los daños en forma individual a los miembros del grupo y que deriva de un
vínculo jurídico común existente por mandato de ley entre la colectividad y el demandado.

c) Acción individual homogénea, la cual es de naturaleza divisible, que se ejerce para tutelar derechos e
intereses individuales de incidencia colectiva, cuyos titulares son los individuos agrupados con base en
circunstancias comunes, cuyo objeto es reclamar judicialmente de un tercero el cumplimiento forzoso de
un contrato o su rescisión con sus consecuencias y efectos según la legislación aplicable.

Las acciones colectivas podrían tener por objeto pretensiones declarativas, constitutivas o de condena. Es
obligación del juez interpretar las normas y los hechos de forma compatible con los principios y objetivos

294
de los procedimientos colectivos, en aras de proteger y tutelar el interés general y los derechos e intereses
colectivos. Las acciones colectivas prescribirán a los tres años seis meses contados a partir del día en que
se haya causado el daño. Si se trata de un daño de naturaleza continua el plazo para la prescripción
comenzará a contar a partir del último día en que se haya generado el daño causante de la afectación.

El Código Federal Adjetivo establece quienes tienen legitimación activa para ejercitar las acciones
colectivas:

a) Órganos y organismos públicos reconocidos por esta norma y que en específicos son la Procuraduría
Federal de Protección al Consumidor, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, la Comisión
Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros y la Comisión Federal de
Competencia;

b) El representante común de la colectividad conformada por al menos treinta miembros;

c) Las asociaciones civiles sin fines de lucro legalmente constituidas al menos un año previo al momento
de presentar la acción, cuyo objeto social incluya la promoción o defensa de los derechos e intereses de la
materia de que se trate y que cumplan con los requisitos establecidos en ese Código, y finalmente,

d) El Procurador General de la República.

El Código establece una serie de reglas para garantizar la representación adecuada a través de los aquellos
que actuarán a nombre de una colectividad o de una asociación civil:

a) Actuar con diligencia, pericia y buena fe en la defensa de los intereses de la colectividad en el juicio;

b) No encontrarse en situaciones de conflicto de interés con sus representados respecto de las actividades
que realiza;

c) No promover o haber promovido de manera reiterada acciones difusas, colectivas o individuales


homogéneas frívolas o temerarias;

d) No promover una acción difusa, colectiva en sentido estricto o individual homogénea con fines de lucro,
electorales, proselitistas, de competencia desleal o especulativos, y

e) No haberse conducido con impericia, mala fe o negligencia en acciones colectivas previas, en los
términos del Código Civil Federal.

La representación de la colectividad en el juicio se considera de interés público. El juez deberá vigilar de


oficio que dicha representación sea adecuada durante la substanciación del proceso.

El representante deberá rendir protesta ante el juez y rendir cuentas en cualquier momento a petición de
éste.

En el caso que durante el procedimiento dejare de haber un legitimado activo o el que actuara no cumpliera
con los requisitos señalados anteriormente, el juez de oficio o a petición de cualquier miembro de la
colectividad, abrirá un incidente de remoción y sustitución, debiendo suspender el juicio y notificar el inicio
del incidente a la colectividad. Una vez realizada dicha notificación, el juez recibirá y evaluará las
solicitudes de quienes quisiesen actuar con ese carácter y procederá a decidir lo conducente. En caso de no
existir interesados, el juez dará vista a los órganos públicos antes mencionados, según la materia del litigio
de que se trate, para asumir la representación de la colectividad o grupo. El juez deberá notificar la

295
resolución de remoción al Consejo de la Judicatura Federal para que registre tal actuación y en su caso,
aplique las sanciones que correspondan al representante. El representante será responsable frente a la
colectividad del ejercicio de su gestión y contará con los poderes más amplios que en derecho proceda con
las facultades especiales que requiera la ley para sustanciar el procedimiento y para representar a la
colectividad y a cada uno de sus integrantes que se hayan adherido o se adhieran a la acción.

En cuanto al procedimiento, la demanda deberá contener los siguientes elementos: el tribunal ante el cual
se promueve; el nombre del representante legal, señalando los documentos con los que acredite su
personalidad; en el caso de las acciones colectivas en sentido estricto y las individuales homogéneas, los
nombres de los miembros de la colectividad que sean promoventes de la demanda; los documentos con los
que la actora acredita su representación de conformidad con las reglas antes señaladas; el nombre y
domicilio del demandado; la precisión del derecho difuso, colectivo o individual homogéneo que se
considera afectado; el tipo de acción que pretende promover; las pretensiones correspondientes a la acción;
los hechos en que funde sus pretensiones y las circunstancias comunes que comparta la colectividad
respecto de la acción que se intente; los fundamentos de derecho; y en el caso de las acciones colectivas en
sentido estricto e individuales homogéneas, las consideraciones y los hechos que sustenten la conveniencia
de la substanciación por la vía colectiva en lugar de la acción individual.

El Código establece los siguientes requisitos de procedencia de la legitimación en la causa:

a) Que se trate de actos que dañen a consumidores o usuarios de bienes o servicios públicos o privados o al
medio ambiente o que se trate de actos que hayan dañado al consumidor por la existencia de concentraciones
indebidas o prácticas monopólicas, declaradas existentes por resolución firme emitida por la Comisión
Federal de Competencia;

b) Que verse sobre cuestiones comunes de hecho o de derecho entre los miembros de la colectividad de que
se trate;

c) Que existan al menos treinta miembros en la colectividad, en el caso de las acciones colectivas en sentido
estricto e individuales homogéneas;

d) Que exista coincidencia entre el objeto de la acción ejercitada y la afectación sufrida;

e) Que la materia de la Litis no haya sido objeto de cosa juzgada en procesos previos con motivo del
ejercicio de las acciones tuteladas en este Título;

f) Que no haya prescrito la acción, y

g) Las demás que determinen las leyes especiales aplicables.

Y por otra parte se establecen las causales de improcedencia de la legitimación en el proceso son:

a) Que los miembros prominentes de la colectividad no hayan otorgado su consentimiento en el caso de las
acciones colectivas en sentido estricto e individuales homogéneas;

b) b) Que los actos en contra de los cuales se endereza la acción constituyan procedimientos administrativos
seguidos en forma de juicio o procedimientos judiciales;

c) Que la representación no cumpla los requisitos previstos por el Código;

296
d) Que la colectividad en la acción colectiva en sentido estricto o individual homogénea, no pueda ser
determinable o determinada en atención a la afectación a sus miembros, así como a las circunstancias
comunes de hecho o de derecho de dicha afectación;

e) Que su desahogo mediante el procedimiento colectivo no sea idóneo;

f) Que exista litispendencia entre el mismo tipo de acciones, en cuyo caso procederá la acumulación en los
términos previstos en este Código, y

g) Que las asociaciones que pretendan ejercer la legitimación en el proceso no cumplan con los requisitos
establecidos en esta norma,

El juez dará vista a los órganos y organismos públicos mencionados anteriormente, según la materia del
litigio de que se trate.

El juez ordenará la notificación a la colectividad del inicio del ejercicio de la acción colectiva de que se
trate, mediante los medios idóneos para tales efectos, tomando en consideración el tamaño, localización y
demás características de dicha colectividad. La notificación deberá ser económica, eficiente y amplia,
teniendo en cuenta las circunstancias en cada caso.

Los miembros de la colectividad afectada podrán adherirse a la acción de que se trate, conforme a las reglas
establecidas en este artículo. En el caso de las acciones colectivas en sentido estricto e individuales
homogéneas, la adhesión a su ejercicio podrá realizarse por cada individuo que tenga una afectación a través
de una comunicación expresa por cualquier medio dirigida al representante de la comunidad o al
representante legal de la parte actora, según sea el caso. Los afectados podrán adherirse voluntariamente
a la colectividad durante la substanciación del proceso y hasta dieciocho meses posteriores a que la
sentencia haya causado estado o en su caso, el convenio judicial adquiera la calidad de cosa juzgada. Dentro
de este lapso, el interesado hará llegar su consentimiento expreso y simple al representante, quien a su vez
lo presentará al juez. El juez resolverá sobre esta adhesión.

En tratándose de la adhesión voluntaria, la exclusión que haga cualquier miembro de la colectividad


posterior al emplazamiento del demandado, equivaldrá a un desistimiento de la acción colectiva, por lo que
no podrá volver a participar en un procedimiento colectivo derivado de o por los mismos hechos.

Tratándose de acciones colectivas en sentido estricto e individuales homogéneas sólo tendrán derecho al
pago que derive de la condena, las personas que formen parte de la colectividad y prueben haber sufrido el
daño causado.

El Código prevé una audiencia previa y de conciliación posterior a la admisión de la demanda y la


contestación a la misma, en la que el juez personalmente propondrá soluciones al litigio y exhortará a las
partes a solucionarlo, pudiendo auxiliarse de los expertos que considere idóneos. La acción colectiva podrá
ser resuelta por convenio judicial entre las partes en cualquier momento del proceso hasta antes de que
cause estado.

Si las partes alcanzaren un convenio total o parcial, el juez de oficio revisará que proceda legalmente y que
los intereses de la colectividad de que se trate estén debidamente protegidos. Previa vista a los órganos y
organismos públicos a los que nos hemos referido y al Procurador General de la República, y una vez
escuchadas las manifestaciones de los miembros de la colectividad, si las hubiere, el juez podrá aprobar el
convenio elevándolo a la categoría de cosa juzgada.

297
En caso de que las partes no alcanzaren acuerdo alguno en la audiencia previa y de conciliación, el juez
procederá a abrir el juicio a prueba por un período de sesenta días hábiles, comunes para las partes, para su
ofrecimiento y preparación, pudiendo, a instancia de parte, otorgar una prórroga hasta por veinte días
hábiles. Una vez presentado el escrito de pruebas, el representante legal deberá ratificarlo bajo protesta
ante el Juez. Una vez concluido el desahogo de pruebas, el juez dará vista a las partes para que en un
periodo de diez días hábiles aleguen lo que a su derecho y representación convenga. El juez dictará
sentencia dentro de los treinta días hábiles posteriores a la celebración de la audiencia final.

Para mejor proveer, el juzgador podrá valerse de cualquier persona, documento o cosa, a petición de parte
o de oficio, siempre que tengan relación inmediata con los hechos controvertidos. El juez deberá recibir
todas aquellas manifestaciones o documentos, escritos u orales, de terceros ajenos al procedimiento que
acudan ante él en calidad de amicus curiae o en cualquier otra, siempre que sean relevantes para resolver
el asunto controvertido y que los terceros no se encuentren en conflicto de interés respecto de las partes.

El juez podrá requerir a los órganos públicos mencionados o a cualquier tercero, la elaboración de estudios
o presentación de los medios probatorios necesarios con cargo al Fondo que se establece en este artículo.
Para resolver el juez puede valerse de medios probatorios estadísticos, actuariales o cualquier otro derivado
del avance de la ciencia. No será necesario que la parte actora ofrezca y desahogue pruebas individualizadas
por cada uno de los miembros de la colectividad. Las reclamaciones individuales deberán justificar en su
caso, la relación causal en el incidente de liquidación respectivo.

Cuando la acción sea interpuesta por los representantes de asociaciones y comunidades, estarán obligados
a informar a través de los medios idóneos, a los miembros de la colectividad sobre el estado que guarda el
procedimiento por lo menos cada seis meses. Los órganos y organismos públicos deberán llevar un registro
de todos los procedimientos colectivos en trámite, así como los ya concluidos, en los que participan o hayan
participado, respectivamente, como parte o tercero interesado. Dicho registro contará con la información
necesaria y deberá ser de fácil acceso al público, de conformidad con la legislación aplicable.

En cuanto a las sentencias, éstas deberán resolver la controversia planteada por las partes conforme a
derecho. En acciones difusas el juez sólo podrá condenar al demandado a la reparación del daño causado
a la colectividad, consistente en restitución de las cosas al estado que guardaren antes de la afectación, si
esto fuere posible. Esta restitución podrá consistir en la realización de una o más acciones o abstenerse de
realizarlas. Si no fuere posible lo anterior, el juez condenará al cumplimiento sustituto de acuerdo a la
afectación de los derechos o intereses de la colectividad. En el caso de acciones colectivas en sentido estricto
e individuales homogéneas, el juez podrá condenar al demandado a la reparación del daño, consistente en
la realización de una o más acciones o abstenerse de realizarlas, así como a cubrir los daños en forma
individual a los miembros del grupo. Cada miembro de la colectividad podrá promover el incidente de
liquidación, en el que deberá probar el daño sufrido. El juez establecerá en la sentencia, los requisitos y
plazos que deberán cumplir los miembros del grupo para promover dicho incidente. El incidente de
liquidación podrá promoverse por cada uno de los miembros de la colectividad en ejecución de sentencia
dentro del año calendario siguiente al que la sentencia cause ejecutoria. A partir de que el juez determine
el importe a liquidar, el miembro de la colectividad titular del derecho al cobro tendrá un año para ejercer
el mismo. El pago que resulte del incidente de liquidación será hecho a los miembros de la colectividad en
los términos que ordene la sentencia; en ningún caso a través del representante común.

El Código prevé la posibilidad de que el juez decrete a petición de parte, medidas precautorias que podrán
consistir en las siguientes:

a) La orden de cesación de los actos o actividades que estén causando o necesariamente hayan de causar
un daño inminente e irreparable a la colectividad;

298
b) La orden de realizar actos o acciones que su omisión haya causado o necesariamente hayan de causar un
daño inminente e irreparable a la colectividad;

c) El retiro del mercado o aseguramiento de instrumentos, bienes, ejemplares y productos directamente


relacionados con el daño irreparable que se haya causado, estén causando o que necesariamente hayan de
causarse a la colectividad; y

d) Cualquier otra medida que el juez considere pertinente dirigida a proteger los derechos e intereses de una
colectividad.

Las medidas precautorias podrán decretarse siempre que con las mismas no se causen más daños que los
que se causarían con los actos, hechos u omisiones objeto de la medida, por lo que el juez deberá valorar
además que con el otorgamiento de la medida, no se cause una afectación ruinosa al demandado. Por lo
tanto, para el otorgamiento de dichas medidas se requerirá que el solicitante manifieste claramente cuáles
son los actos, hechos o abstenciones que estén causando un daño o vulneración a los derechos o intereses
colectivos o lo puedan llegar a causar y que exista urgencia en el otorgamiento de la medida en virtud del
riesgo de que se cause o continúe causando un daño de difícil o imposible reparación. Si con el
otorgamiento de la medida se pudiera ocasionar daño al demandado, éste podrá otorgar garantía suficiente
para reparar los daños que pudieran causarse a la colectividad, salvo aquellos casos en los que se trate de
una amenaza inminente e irreparable al interés social, a la vida o a la salud de los miembros de la
colectividad o por razones de seguridad nacional.

Para hacer cumplir sus determinaciones, los tribunales pueden emplear, a discreción, los siguientes medios
de apremio: multa hasta por la cantidad equivalente a treinta mil días de salario mínimo general vigente en
el Distrito Federal, cantidad que podrá aplicarse por cada día que transcurra sin cumplimentarse lo ordenado
por el juez; el auxilio de la fuerza pública y la fractura de cerraduras si fuere necesario; cateo por orden
escrita y finalmente, el arresto hasta por treinta y seis horas. Si fuere insuficiente el apremio, se procederá
contra el rebelde por el delito de desobediencia.

No procederá la acumulación entre procedimientos individuales y procedimientos colectivos. En caso de


coexistencia de un proceso individual y de un proceso colectivo proveniente de la misma causa, el mismo
demandado en ambos procesos informará de tal situación a los jueces.

Para ser la representación común de interés público, las asociaciones civiles deberán registrarse ante el
Consejo de la Judicatura Federal. El registro será público y para mantenerlo, las Asociaciones Civiles
deberán enviar un informe anual sobre su operación y actividades respecto del año inmediato anterior, a
más tardar el último día hábil del mes de abril de cada año.

Por último, el Código establece la creación de un Fondo que administrará los recursos provenientes de las
sentencias que deriven de las acciones colectivas difusas. Los recursos que deriven de las sentencias
recaídas en las acciones referidas en el párrafo anterior, deberán ser utilizados exclusivamente para el pago
de los gastos derivados de los procedimientos colectivos, así como para el pago de los honorarios de los
representantes de la parte actora, así como otros gastos y costas derivados de los procedimientos
Adicionalmente, los recursos podrán ser además utilizados para el fomento de la investigación y difusión
relacionada con las acciones y derechos colectivos. El Consejo de la Judicatura Federal divulgará
anualmente el origen, uso y destino de los recursos del Fondo.

Como podemos apreciar esta es una regulación de un procedimiento que tiene que cumplir con
problemáticas muy particulares como es la representación, la procedencia de la queja, la forma en que deben
de resolverse estos procedimientos, la manera de valorar las pruebas, la forma de ejecución e inclusive, la
necesidad de establecer un fondo monetario con el fin de administrar los pagos de las indemnizaciones,

299
gastos y costas judiciales. Es desde luego una normatividad moderna que responde a una necesidad
reconocida hace muy poco tiempo y que desde luego, se encuentra en sus primeros pasos aún y sobre la
que deberá estudiarse, analizarse y proponerse seguramente muchas cosas con el paso del tiempo.

Volveremos a analizar estas disposiciones de nuestro Código Adjetivo Federal en cuanto a su relación con
la protección de los derechos individuales y colectivos al Patrimonio Cultural más adelante.

3.5.4.- La protección de los derechos colectivos y difusos en la vía de amparo

Compartiendo la idea de apertura en cuanto a la legitimidad que tienen las comunidades y sus miembros
para el reclamo de sus derechos colectivos, el Constituyente Permanente aprobó una reforma a los artículos
103 y 107 que permiten la protección de los derechos humanos reconocidos por los tratados internacionales
de los que México es parte, así como del establecimiento de reglas para la legitimación procesal de las
comunidades y sus representantes para la promoción del juicio de garantías en esta materia. Vale la pena
hacer una transcripción selecta de dichas disposiciones de nuestra Carta Magna:

Artículo 103.- Los Tribunales de la Federación resolverán toda controversia que se suscite:

I.- Por normas generales, actos u omisiones de la autoridad que violen los derechos humanos reconocidos
y las garantías otorgadas para su protección por esta Constitución, así como por los tratados
internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte;…

Artículo 107.- Las controversias de que habla el artículo 103 de esta Constitución, con excepción de
aquellas en materia electoral, se sujetarán a los procedimientos que determine la ley reglamentaria, de
acuerdo con las bases siguientes:

I.- El juicio de amparo se seguirá siempre a instancia de parte agraviada, teniendo tal carácter quien
aduce ser titular de un derecho o de un interés legítimo individual o colectivo, siempre que alegue que el
acto reclamado viola los derechos reconocidos por esta Constitución y con ello se afecte su esfera jurídica,
ya sea de manera directa o en virtud de su especial situación frente al orden jurídico.

Desde luego, podemos encontrar un avance muy grande en nuestra legislación en materia de amparo y en
el sistema jurídico mexicano con relación al reconocimiento de los derechos humanos contenidos en los
tratados internacionales y por otra parte, la incorporación del interés legítimo individual o colectivo como
fundamento en la acción de los quejosos ante la violación de sus derechos constitucionales. Hace 10 años,
esta situación era practicablemente impensable en nuestro país.

Desde luego, esto ha provocado una reacción y reflexión importante sobre el papel de los tribunales
federales como instancias para la tramitación y protección de los derechos humanos en el juicio de garantías,
especialmente en aquellos casos de los que son de incidencia colectiva.

Como resultado de lo anterior, se promulgó una nueva Ley de Amparo que fue publicada en el Diario Oficial
de la Federación del día 2 de abril de 2013. Explicaremos exclusivamente los puntos torales de esta reforma
que tienen incidencia en la materia que estamos estudiando.

El artículo primero de esta Ley establece que el juicio de amparo tiene por objeto resolver toda controversia
que se suscite:

a) por normas generales, actos u omisiones de autoridad que violen los derechos humanos reconocidos y
las garantías otorgadas para su protección por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
así como por los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte;

300
b) Por normas generales, actos u omisiones de la autoridad federal que vulneren o restrinjan la soberanía
de los Estados o la esfera de competencias del Distrito Federal, siempre y cuando se violen los derechos
humanos reconocidos y las garantías otorgadas para su protección por la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos; y

c) Por normas generales, actos u omisiones de las autoridades de los Estados o del Distrito Federal que
invadan la esfera de competencia de la autoridad federal, siempre y cuando se violen los derechos humanos
reconocidos y las garantías otorgadas por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. El
amparo protege a las personas frente a normas generales, actos u omisiones por parte de los poderes públicos
o de particulares en los casos señalados por la propia Ley.

De manera excepcional, y sólo cuando exista urgencia atendiendo al interés social o al orden público, las
Cámaras del Congreso de la Unión, a través de sus presidentes, o el Ejecutivo Federal, por conducto de su
Consejero Jurídico, podrán solicitar al Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que un juicio
de amparo, incluidos los recursos o procedimientos derivados de éste, se substancien y resuelvan de manera
prioritaria, sin modificar de ningún modo los plazos previstos en la ley, en los siguientes casos:

a) amparos promovidos para la defensa de grupos vulnerables en los términos de la ley.

b) el cumplimiento de decretos, resoluciones o actos de autoridad en materia de competencia económica,


monopolios y libre concurrencia.

c) cuando se quiera prevenir daños irreversibles al equilibrio ecológico.

d) En aquellos casos que el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación estime procedentes.

A este respecto, valdría la pena señalar que por su similitud en su naturaleza, los bienes del Patrimonio
Cultura también debieran gozar del mismo beneficio que recibe el equilibrio ecológico, basado en la no
renovabilidad de estos recursos.

Una de las partes más interesantes en la nueva regulación del juicio de amparo se refiere a la nueva
determinación de quienes pueden ser partes en este juicio.

En el caso de quien puede ser quejoso, encontramos un avance al reconocer la legitimidad procesal al
quejoso que aduzca ser titular de un derecho subjetivo o de un interés legítimo individual o colectivo,
siempre que alegue que la norma, acto u omisión reclamados violan los derechos humanos protegidos por
esta Ley y con ello se produzca una afectación real y actual a su esfera jurídica, ya sea de manera directa o
en virtud de su especial situación frente al orden jurídico. Ahora bien, el interés simple, en ningún caso,
podrá invocarse como interés legítimo y la autoridad pública no podrá invocar interés legítimo. El juicio de
amparo podrá promoverse conjuntamente por dos o más quejosos cuando éstos resientan una afectación
común en sus derechos o intereses, aun en el supuesto de que dicha afectación derive de actos distintos, si
éstos les causan un perjuicio análogo y provienen de las mismas autoridades.

Ahora bien, también encontramos una innovación al considerar a algunos particulares como son las
consideradas autoridades para efectos del juicio de amparo pues define a la autoridad responsable a aquella
que teniendo tal carácter, con independencia de su naturaleza formal, dicta, ordena, ejecuta o trata de
ejecutar el acto que crea, modifica o extingue situaciones jurídicas en forma unilateral y obligatoria; u omita
el acto que de realizarse, crearía, modificaría o extinguiría dichas situaciones jurídicas; y aclarando que
para los efectos de dicha Ley, los particulares tendrán la calidad de autoridad responsable cuando realicen
actos equivalentes a los de autoridad, que afecten derechos en los términos de esta fracción, y cuyas
funciones estén determinadas por una norma general.

301
El juicio de amparo puede promoverse por la persona física o moral a quien afecte la norma general o el
acto reclamado en su calidad de quejoso y podrá hacerse por sí, por su representante legal o por su
apoderado, o por cualquier persona en los casos previstos en la propia Ley.

La representación constituye un elemento importante en cuanto a la protección de los intereses colectivos.


Cuando la demanda se promueva por dos o más quejosos con un interés común, deberán designar entre
ellos un representante, en su defecto, lo hará el órgano jurisdiccional en su primer auto sin perjuicio de que
la parte respectiva lo substituya por otro. Los terceros interesados podrán también nombrar representante
común. Cuando dos o más quejosos reclamen y aduzcan sobre un mismo acto u omisión ser titulares de un
interés legítimo, o bien en ese mismo carácter reclamen actos u omisiones distintos pero con perjuicios
análogos, provenientes de la misma autoridad, y se tramiten en órganos jurisdiccionales distintos,
cualquiera de las partes podrá solicitar al Consejo de la Judicatura Federal que determine la concentración
de todos los procedimientos ante un mismo órgano del Poder Judicial de la Federación, según corresponda.
Recibida la solicitud, el Consejo de la Judicatura Federal, en atención al interés social y al orden público,
resolverá lo conducente y dictará las providencias que resulten necesarias.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación, los tribunales colegiados de circuito, los tribunales unitarios de
circuito, los juzgados de distrito; y los órganos jurisdiccionales de los poderes judiciales de los Estados y
del Distrito Federal en los casos previstos por la Ley son competentes para conocer sobre los juicios de
amparo.

El juicio de amparo es improcedente, entre otras causas, por las siguientes que pueden tener efectos sobre
derechos humanos de carácter colectivo de las personas y comunidades:

a) Contra actos que no afecten los intereses jurídicos o legítimos del quejoso y contra normas generales que
requieran de un acto de aplicación posterior al inicio de su vigencia;

b) Contra actos consumados de modo irreparable;

c) Cuando hayan cesado los efectos del acto reclamado;

d) Cuando subsista el acto reclamado pero no pueda surtir efecto legal o material alguno por haber dejado
de existir el objeto o la materia del mismo; y

e) En los demás casos en que la improcedencia resulte de alguna disposición de la Constitución

En cuanto a las sentencias que se pronuncien en los juicios de amparo, éstas sólo se ocuparán de los
individuos particulares o de las personas morales, privadas u oficiales que lo hubieren solicitado,
limitándose a ampararlos y protegerlos, si procediere, en el caso especial sobre el que verse la demanda.
Ahora bien, el Pleno y las Salas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, así como los tribunales
colegiados de circuito, deberán hacer públicos los proyectos de sentencias que traten de resoluciones sobre
la constitucionalidad de una norma general o sobre la convencionalidad de los tratados internacionales y
amparos colectivos que se discutirán en las sesiones correspondientes, con la misma anticipación que la
publicación de las listas de los asuntos que se resolverán.

La concesión del amparo tendrá los siguientes efectos:

a) Cuando el acto reclamado sea de carácter positivo se restituirá al quejoso en el pleno goce del derecho
violado, restableciendo las cosas al estado que guardaban antes de la violación; y

302
b) Cuando el acto reclamado sea de carácter negativo o implique una omisión, obligar a la autoridad
responsable a respetar el derecho de que se trate y a cumplir lo que el mismo exija.

En el último considerando de la sentencia que conceda el amparo, el juzgador deberá determinar con
precisión los efectos del mismo, especificando las medidas que las autoridades o particulares deban adoptar
para asegurar su estricto cumplimiento y la restitución del quejoso en el goce del derecho.

Cuando el acto reclamado sea una norma general la sentencia deberá determinar si es constitucional, o si
debe considerarse inconstitucional. Si se declara la inconstitucionalidad de la norma general impugnada,
los efectos se extenderán a todas aquellas normas y actos cuya validez dependa de la propia norma
invalidada. Dichos efectos se traducirán en la inaplicación únicamente respecto del quejoso. El órgano
jurisdiccional de amparo podrá especificar qué medidas adicionales a la inaplicación deberán adoptarse
para restablecer al quejoso en el pleno goce del derecho violado.

En cuanto a la suplencia de la queja, la autoridad que conozca del juicio de amparo podrá suplir la
deficiencia de los conceptos de violación o agravios, en otros casos cuando se advierta que ha habido en
contra del quejoso o del particular recurrente una violación evidente de la ley que lo haya dejado sin defensa
por afectar los derechos previstos en el artículo 1o de la Ley. En este caso la suplencia sólo operará en lo
que se refiere a la controversia en el amparo, sin poder afectar situaciones procesales resueltas en el
procedimiento en el que se dictó la resolución reclamada.

Pasando a la regulación del amparo indirecto, la Ley señala que éste procederá contra actos, omisiones o
resoluciones provenientes de un procedimiento administrativo seguido en forma de juicio, siempre que se
trate de actos en el procedimiento que sean de imposible reparación, entendiéndose por ellos los que afecten
materialmente derechos sustantivos tutelados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como contra actos en juicio
cuyos efectos sean de imposible reparación, entendiéndose por ellos los que afecten materialmente derechos
sustantivos tutelados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en los tratados
internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte.

En cuanto a la suspensión del acto reclamado en el amparo indirecto, éste podrá ser decretado de oficio o a
petición del quejoso. El incidente de suspensión se abrirá de oficio y se sujetará en lo conducente al trámite
previsto para la suspensión a instancia de parte, entre otros casos, cuando se trate de algún acto que, si
llegare a consumarse, haría físicamente imposible restituir al quejoso en el goce del derecho reclamado.
Con excepción de los casos en que proceda de oficio, la suspensión se decretará, en todas las materias,
siempre que la solicite el quejoso y que no se siga perjuicio al interés social ni se contravengan disposiciones
de orden público. La suspensión se podrá pedir en cualquier tiempo mientras no se dicte sentencia
ejecutoria.

Cuando el quejoso que solicita la suspensión aduzca un interés legítimo, el órgano jurisdiccional la
concederá cuando el quejoso acredite el daño inminente e irreparable a su pretensión en caso de que se
niegue, y el interés social que justifique su otorgamiento. En ningún caso, el otorgamiento de la medida
cautelar podrá tener por efecto modificar o restringir derechos ni constituir aquéllos que no haya tenido el
quejoso antes de la presentación de la demanda. En los casos en que sea procedente la suspensión pero
pueda ocasionar daño o perjuicio a tercero y la misma se conceda, el quejoso deberá otorgar garantía
bastante para reparar el daño e indemnizar los perjuicios que con aquélla se causaren si no obtuviere
sentencia favorable en el juicio de amparo. Cuando con la suspensión puedan afectarse derechos del tercero
interesado que no sean estimables en dinero, el órgano jurisdiccional fijará discrecionalmente el importe de
la garantía.

303
Por último, por tratarse de una innovación importante en nuestra regulación, vale la pena señalar que la Ley
Reglamentaria de los Artículos 103 y 107 de la Constitución Federal establece la Declaratoria General de
Inconstitucionalidad que operará cuando las salas o el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
en los juicios de amparo indirecto en revisión, resuelvan la inconstitucionalidad de una norma general por
segunda ocasión consecutiva, en una o en distintas sesiones. El presidente de la sala respectiva o de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación lo informará a la autoridad emisora de la norma. La declaratoria
general de inconstitucionalidad se remitirá al Diario Oficial de la Federación y al órgano oficial en el que
se hubiera publicado la norma declarada inconstitucional para su publicación dentro del plazo de siete días
hábiles.

Como podemos apreciar, el avance que ha representado la emisión del nuevo ordenamiento en materia de
amparo amplía la posibilidad de que grupos de individuos y colectividades puedan contar con un
instrumento para la defensa de sus derechos humanos. Además se amplía el espectro de los posibles
derechos humanos a defender. De igual forma, el reconocimiento del interés legítimo permite que el
número de acciones destinada a la preservación de derechos colectivos y comunes a la gente estén más
disponibles.

Desde luego, nuestra Ley de Amparo es muy nueva, se encuentra en sus primeras fases de aplicación y
seguramente en poco tiempo podremos apreciar las ventajas de esta regulación y en festejo reducido a
nuestros ciudadanos.

3.5.5.- Consideraciones sobre los mecanismos de protección del Derecho al Patrimonio Cultural

Podemos señalar que la protección del derecho individual y colectivo al Patrimonio Cultural se verá
altamente beneficiado con relación a la reforma constitucional en materia de derechos humanos, así como
con las disposiciones que encontramos en nuestra nueva Ley de Amparo.

La perspectiva de que los derechos culturales tanto previstos en el artículo 4º de la Constitución Política
Federal como en los tratados internacionales sean protegidos a través de los mecanismos de defensa
constitucional parece ser esperanzadora.

Ahora bien, debemos de anotar algunas consideraciones a lo expuesto en este por lo que se refiere a la
regulación en materia de amparo que serían recomendables que se pudieran revalorar:

a) En lo que se refiere a los casos en que pudiera requerirse a los tribunales federales la tramitación urgente
de un juicio de amparo por tratarse de asuntos de interés general o de orden público, consideramos que no
existe ninguna justificación de que la conservación del Patrimonio Cultural no fuera una de las causales de
esta petición, tal y como sucede con el medio ambiente. Si la razón de esta solicitud se refiere a que no se
produzcan daños irreversibles al equilibrio ecológico, podríamos señalar que lo mismo sucede con la
protección de un monumento y otros bienes del Patrimonio Cultural, que son igualmente no renovables.

La experiencia nos ha mostrado que en la tramitación de estos asuntos, principalmente en el caso de que se
refiera a una omisión de la autoridad en la protección de un bien cultural, la consecuencia lógica es que
durante la lentitud de un procedimiento de esta naturaleza, el bien cultural que se pretendía proteger,
simplemente sufra una serie de deterioros o agresiones que le causen incluso la pérdida de su integridad.

Incluso, si regresamos a estudiar las causales de improcedencia de la acción de amparo que citamos
anteriormente, la gran mayoría está referida a la imposibilidad de reparar los daños provocados por la
autoridad.

304
Incluso, propondríamos que esta facultad de solicitar este amparo de urgente tramitación no fuera solo
producto de la petición del Poder Legislativos o del poder Ejecutivo, sino también en el caso de la
preservación del equilibrio ecológico y la eventual protección de los bienes culturales por parte de una
comunidad que compruebe fehacientemente esta pérdida.

b) En lo que respecta a la representación de comunidades como quejoso en un juicio de amparo, podemos


apreciar que no existe en realidad reglas que definan la manera en que una comunidad pudiera acreditarse
como tal y si consideramos que exista una regulación relativa a las acciones colectivas, pensamos al menos
que estas consideraciones debieran estar más claras.

Veamos un caso hipotético: existe un riesgo inminente que la catedral de Morelia, que es un monumento
histórico protegido por la legislación federal, será destruida gracias a una autorización otorgada por el
Instituto Nacional de Antropología e Historia que es la autoridad competente. ¿Podría la comunidad de
Morelia, por sí misma, presentar un juicio de amparo en contra de esta decisión? Me parece que en principio
éste no es el espíritu de la norma, sino que tendríamos que pedir a un grupo de ciudadanos en una especie
de representación de la comunidad que promovieran como personas este juicio y nombraran a un
representante común. Y entonces, ¿si un ciudadano un ciudadano de Guadalajara que tiene gran aprecio
y amor por Morelia promoviera un juicio de amparo contra esa resolución argumentando que la Catedral
de Morelia es un monumento nacional y él pertenece a la comunidad nacional llamada México? En
principio, debiera demostrarse ese vínculo con la pertenencia a la comunidad nacional. Pero, ¿si se trata de
un monumento protegido por la legislación local en materia de Patrimonio Cultural de Michoacán y no
estuviera protegido por la legislación federal? Entonces puede que el promovente radicado en Morelia
tuviera que demostrar su pertenencia a la comunidad michoacana; pero parecería que la persona radicada
en Guadalajara tendría cuando menos de demostrar algún vínculo con la misma comunidad.
En el caso de un bien inmaterial también la situación parece igualmente complicada.

Me parece que la solución más fácil representa un reto para las autoridades en materia de amparo y sería el
que se reconociera a cualquier persona el derecho de promover el juicio de amparo en contra de actos
relacionados en contra del Patrimonio Cultural y el Patrimonio Natural, tal y como sucede con la
Constitución Brasileña, la cual analizaremos en el capítulo siguiente.

c) Un punto que parece importante señalar se refiere en la manera en que el juez podría darle efectos a las
sentencias de amparo. Si bien, parece que la regulación en materia de amparo concede al juzgador la
facultad para decidir las medidas necesarias que las autoridades o particulares deban adoptar para asegurar
el estricto cumplimiento de la sentencia y la restitución del goce de los derechos del quejoso, tomando en
consideración que, como hemos visto durante todo este trabajo, que la protección del Patrimonio Cultural
es una actividad que requiere de un tratamiento muy cuidadoso. En otras palabras, pareciese necesario que
existieran mayores precisiones en la Ley del juicio de garantías para que los efectos de la sentencia de
amparo que concediera la protección de la justicia federal a un ciudadano con relación al Patrimonio
Cultural fuera realmente efectivo basado en un manejo y fundamentación adecuada a los requerimientos de
estos bienes.

d) Como se estudió en a la suspensión del acto reclamado en el caso de juicio de amparo indirecto, podría
ser decretado de oficio o a petición del quejoso; de igual forma, se prevé que cuando el quejoso que solicita
la suspensión aduzca un interés legítimo, el juez la concederá cuando el quejoso acredite el daño inminente
e irreparable a su pretensión y el interés social; adicionalmente, en los casos en que sea procedente pero
pueda ocasionar daño o perjuicio a tercero, el quejoso deberá otorgar garantía bastante para reparar el daño
e indemnizar los perjuicios que con aquélla se causaren si no obtuviere sentencia favorable en el juicio de
amparo.

305
En el caso del Patrimonio Cultural, la realidad es que la regulación en materia de amparo no es tan efectiva
para proteger este derecho. Desde nuestro punto de vista, consideraríamos que nuestra Ley de Amparo
debiera de conceder la suspensión del acto reclamado de oficio cuando se trate de actos que pongan en
peligro o riesgo al Patrimonio Cultural. Pero adicionalmente, consideramos que debiera de exentarse a
aquellas demandas de garantías que se refieran a la protección del Patrimonio Cultural y el Patrimonio
Natural del otorgamiento de garantías monetarias por afectación a los derechos de un tercero por tratarse
de un tema de interés público y orden social.

Por otra parte, al analizar la regulación que contiene nuestra Código Adjetivo Federal, podemos afirmar
que nos encontramos ante una norma jurídica que presenta avances muy importantes: la vocación a la
protección de los derechos colectivos, la definición de los procesos de identificación de los derechos
protegidos, la legitimación procesal de los grupos sociales agraviados, la reglas para el reconocimiento de
la representación procesal y la necesidad de que el juzgador recurra a los expertos para contar con un criterio
científico y social que esté basado en las reglas de conservación del Patrimonio.

Consideramos que esta regulación resulta muy instrumento muy importante para la protección de los
derechos de incidencia colectiva. Sin embargo, es inexplicable que el legislador ni siquiera haya tomado
en consideración la preservación del Patrimonio Cultural, como si paso con el medio ambiente, como objeto
de regulación en esta norma. Lo anterior nos demuestra lo necesario que es evolucionar y desarrollar la idea
de que derecho al Patrimonio Cultural y también a todos los derechos culturales en general, sean el mismo
rango en la preocupación que las autoridades tienen con relación al medio ambiente.
Desde luego este es el resultado de una tradición jurídica en nuestro país que ha considerado a la cultura y
desde el luego al Patrimonio Cultural como una especie de monopolio del Estado y no como un derecho de
profundas raíces humanas y sociales. Esperemos que en poco tiempo podamos revertir esta idea.

Ahora bien, para terminar, sería importante la legislación incluyera mecanismos para que -ejerciendo el
interés simple- la sociedad tuviera la oportunidad de hacer del conocimiento de las autoridades la
realización de actos en contra del Patrimonio Cultural, con el fin de que las autoridades reaccionen a favor
de este acervo. En el caso de los monumentos, sitios y manifestaciones culturales, no existe al menos en la
legislación federal esta oportunidad.

3.6. Conclusión

Consideramos que este capítulo ha sido muy valioso por encaminarnos en la comprobación de la hipótesis
con que se inició este trabajo y que en breves palabras, hace referencia a que éste no es derecho que haya
sido plenamente reconocido por la legislación mexicana, la necesidad de implementar adecuaciones en la
legislación para su debida protección y a reforzar la contribución que los bienes culturales hacen a la
diversidad cultural y el diálogo intercultural.

Creo que a través de este capítulo hemos comprobado estos extremos: por una parte, hemos podido verificar
la falta de una definición de la conservación del Patrimonio Cultural como un derecho social al grado de
que no es imposible identificarlo plenamente en nuestra Constitución Federal y que existen pocos ejemplos
a nivel local sobre lo anterior. Lo anterior se ha debido a que existe una tradición jurídica de considerar al
Estado no solo el simple conductor de la cultura, sino el órgano casi exclusivo de generación de la vida
cultural en nuestro país y en el único facultado para resolver sobre el destino y cuidado del Patrimonio
Cultural, sin que se encuentren mecanismos para reconocer que quienes tienen el principal derecho para
conservar estos bienes son las personas y las comunidades como generadores y beneficiarios principales de
estos bienes, sitios y manifestaciones. En otras palabras, es un derecho que se encuentra en una indefinición
tal que ordenamientos que permitan la protección de estas prerrogativas, como es la regulación de las
acciones colectivas en el Código Federal de Procedimientos Civiles, simplemente no lo toman en
consideración.

306
Nos parece que cuando hacemos la definición y análisis de este derecho bajo los cuatro criterios que hemos
usado a lo largo de este trabajo (la cualidad testimonial, la significación, las posibilidad de uso y la
contribución al desarrollo sostenible), las conversaciones sobre la forma en que nuestro régimen legal
debiera de regularlo cambiaria drásticamente y que será objeto del capítulo de conclusiones.

307
Capítulo Cuarto:

El Derecho al Patrimonio Cultural en el


ámbito internacional

La cultura puede ser experimento y sueño, pasión y


poesía y una revisión crítica constante y profunda de
todas las certidumbres, convicciones, teorías y
creencias. Pero ella no puede apartarse de la vida
real, de la vida verdadera, de la vida vivida, que no es
nunca la de los lugares comunes, la del artificio, el
sofisma y el juego, sin riesgo a desintegrarse.

Mario Vargas Llosa

La Civilización del Espectáculo, 2012

308
4.0.- Introducción

A lo largo de este trabajo hemos mencionado de una manera consistente la contribución que la comunidad
internacional, a través de los organismos intergubernamentales y no gubernamentales, ha hecho para
promover la idea de la protección del Patrimonio Cultural y los derechos culturales. Hemos atendido el
texto de los diversos instrumentos internacionales con el fin de soportar y fundamentar esta idea.

Este capítulo analizará la realidad internacional que se vincula con la protección del Patrimonio Cultural
como una prerrogativa humana y social a partir de dos consideraciones:

a) por una parte, los tratados internacionales, ya sean de alcance multilateral o aquellos documentos
bilaterales que ha signado México y que nos permiten conocer la evolución conceptual de grandes temas
que han sido objeto de grandes debates referentes a las obligaciones que en esta materia se imponen a los
Estados. A partir de lo anterior queremos saber si en realidad existen elementos para confirmar que existe
la consciencia de que es necesario reconocer el derecho humano y social al Patrimonio Cultural.

b) por otra parte, queremos analizar experiencias particulares en la implementación de un régimen de


protección del Patrimonio Cultural a nivel nacional, para verificar de que efectivamente existen criterios
destinados a fortalecer la idea de un derecho a la conservación de los bienes culturales en otros países. En
ese sentido atenderemos la regulación jurídica de dos naciones con fuertes problemáticas en materia de
diversidad cultural: Brasil y Sudáfrica, así como de una Comunidad Autónoma de España que se declaró
como una Nación dentro de un país basado en una identidad cultural propia: Cataluña. Son tres distintas
circunstancias, tres maneras de ver al Patrimonio Cultural, tres herencias, tres continentes diferentes, etc.

En todos estos casos, vamos a hacer el análisis de los contenidos de los instrumentos internacionales y la
legislación nacional bajo los cuatro criterios que nos han servido de análisis para el entendimiento del valor
y composición del Patrimonio Cultural como un derecho humano y social.

En resumen, nuestra intención es la comprobación de nuestra hipótesis que sirvió de base a este trabajo en
el sentido de que el derecho al Patrimonio Cultural, en el ámbito internacional goza, de un importante
desarrollo, pero todavía es necesario propiciar una definición más precisa de esta prerrogativa social y
humana.

4.1.- La Protección del Patrimonio Cultural en los Tratados Internacionales

En todas las Escuelas de Leyes en nuestro país, podemos decir que al iniciar los cursos de la materia de
Derecho Internacional Público, se hace la referencia que, a diferencia del derecho nacional interno, el
Derecho Internacional se alimenta por dos fuentes: los tratados internacionales y la doctrina internacional.
Durante muchos años se discutió el grado de intervención del Derecho Internacional en el ámbito del
derecho interno y se desarrollaron muchas teorías jurídicas al respecto.

A partir de la globalización, estas discusiones cambiaron para reafirmar la idea de que las regulaciones
nacionales podrían adaptarse con el fin de incorporarse a esta nueva tendencia mundial. Un ejemplo de lo
anterior fueron las múltiples modificaciones que México realizó en su sistema jurídico para poder celebrar
el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

309
Este cambio de paradigma se confirmó de una manera más clara en el momento en que la Suprema Corte
de Justicia confirmó la preponderancia de los tratados internacionales sobre la legislación nacional en su
afán de explicar lo dispuesto por el artículo 135 de nuestra Constitución Federal que a la letra dice:

Artículo 133.- Esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen de ella y todos los Tratados
que estén de acuerdo con la misma, celebrados y que se celebren por el Presidente de la República, con
aprobación del Senado, serán la Ley Suprema de toda la Unión. Los jueces de cada Estado se arreglarán a
dicha Constitución, leyes y tratados, a pesar de las disposiciones en contrario que pueda haber en las
Constituciones o leyes de los Estados.

En una interpretación que hizo la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre este dispositivo
constitucional, podemos afirmar que se sostienen que los tratados internacionales tienen preponderancia en
relación a las leyes federales, tal y como podemos apreciar a continuación en esta muy célebre tesis:

Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta


Novena Época
Tesis: 192867
Fuente: Pleno
Tomo X, Noviembre de 1999, Pág. 46
Tesis Aislada (Constitucional)

TRATADOS INTERNACIONALES. SE UBICAN JERÁRQUICAMENTE POR ENCIMA DE LAS LEYES


FEDERALES Y EN UN SEGUNDO PLANO RESPECTO DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL.

Persistentemente en la doctrina se ha formulado la interrogante respecto a la jerarquía de normas en nuestro


derecho. Existe unanimidad respecto de que la Constitución Federal es la norma fundamental y que aunque
en principio la expresión "... serán la Ley Suprema de toda la Unión ..." parece indicar que no sólo la Carta
Magna es la suprema, la objeción es superada por el hecho de que las leyes deben emanar de la Constitución
y ser aprobadas por un órgano constituido, como lo es el Congreso de la Unión y de que los tratados deben
estar de acuerdo con la Ley Fundamental, lo que claramente indica que sólo la Constitución es la Ley Suprema.
El problema respecto a la jerarquía de las demás normas del sistema, ha encontrado en la jurisprudencia y
en la doctrina distintas soluciones, entre las que destacan: supremacía del derecho federal frente al local y
misma jerarquía de los dos, en sus variantes lisa y llana, y con la existencia de "leyes constitucionales", y la
de que será ley suprema la que sea calificada de constitucional. No obstante, esta Suprema Corte de Justicia
considera que los tratados internacionales se encuentran en un segundo plano inmediatamente debajo de la
Ley Fundamental y por encima del derecho federal y el local. Esta interpretación del artículo 133
constitucional, deriva de que estos compromisos internacionales son asumidos por el Estado mexicano en su
conjunto y comprometen a todas sus autoridades frente a la comunidad internacional; por ello se explica que
el Constituyente haya facultado al presidente de la República a suscribir los tratados internacionales en su
calidad de jefe de Estado y, de la misma manera, el Senado interviene como representante de la voluntad de
las entidades federativas y, por medio de su ratificación, obliga a sus autoridades. Otro aspecto importante
para considerar esta jerarquía de los tratados, es la relativa a que en esta materia no existe limitación
competencial entre la Federación y las entidades federativas, esto es, no se toma en cuenta la competencia
federal o local del contenido del tratado, sino que por mandato expreso del propio artículo 133 el presidente
de la República y el Senado pueden obligar al Estado mexicano en cualquier materia, independientemente de
que para otros efectos ésta sea competencia de las entidades federativas. Como consecuencia de lo anterior,
la interpretación del artículo 133 lleva a considerar en un tercer lugar al derecho federal y al local en una
misma jerarquía en virtud de lo dispuesto en el artículo 124 de la Ley Fundamental, el cual ordena que "Las
facultades que no están expresamente concedidas por esta Constitución a los funcionarios federales, se
entienden reservadas a los Estados.". No se pierde de vista que en su anterior conformación, este Máximo
310
Tribunal había adoptado una posición diversa en la tesis P. C/92, publicada en la Gaceta del Semanario
Judicial de la Federación, Número 60, correspondiente a diciembre de 1992, página 27, de rubro: "LEYES
FEDERALES Y TRATADOS INTERNACIONALES. TIENEN LA MISMA JERARQUÍA NORMATIVA."; sin
embargo, este Tribunal Pleno considera oportuno abandonar tal criterio y asumir el que considera la
jerarquía superior de los tratados incluso frente al derecho federal.

AMPARO EN REVISIÓN 1475/98. Sindicato Nacional de Controladores de Tránsito Aéreo. 11 de mayo de


1999. Unanimidad de diez votos. Ausente: José Vicente Aguinaco Alemán. Ponente: Humberto Román
Palacios. Secretario: Antonio Espinoza Rangel.

El Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada el veintiocho de octubre en curso, aprobó, con el número
LXXVII/1999, la tesis aislada que antecede; y determinó que la votación es idónea para integrar tesis
jurisprudencial. México, Distrito Federal, a veintiocho de octubre de mil novecientos noventa y nueve.

Nota: Esta tesis abandona el criterio sustentado en la tesis P. C/92, publicada en la Gaceta del Semanario
Judicial de la Federación Número 60, Octava Época, diciembre de 1992, página 27, de rubro: "LEYES
FEDERALES Y TRATADOS INTERNACIONALES. TIENEN LA MISMA JERARQUÍA NORMATIVA.".

Lo anterior ha sido criticado en el sentido de que no se da cumplimiento al principio de convencionalidad


que podría explicarse de una manera muy simple como el mecanismo que se ejerce para verificar que una
ley, reglamento o acto de las autoridades de un Estado, se ajustan a las normas, los principios y obligaciones
de la Convención Americana de Derechos Humanos.

Aun así podemos afirmar que, de aplicarse de una manera adecuada, tal vez los tratados internacionales
serían un medio por el que se podría perfeccionar la protección legal de nuestro Patrimonio Cultural, pues
encontraremos disposiciones que tienen mayor alcance y profundidad que la propia legislación nacional.

Por lo anterior, para analizar dichos documentos internacionales, procederemos a hacer una revisión en
primer lugar de los tratados multilaterales y después los tratados bilaterales signados por México.

4.1.1.- Convenios Multilaterales

4.1.1.1.- Convenio sobre la Protección de Instituciones Artísticas y Científicas y Monumentos Históricos


(Pacto Roerich)

Este documento fue firmado en la ciudad de Washington, el día 15 de abril de 1935 y suscrito por nuestro
país esa misma fecha. Posteriormente fue aprobado por el Senado de la República, mediante decreto
publicado en el Diario Oficial de la Federación de fecha 22 de febrero de 1936 y publicado en el mismo
órgano el día 18 de agosto de 1937. El instrumento de ratificación fue depositado el 2 de octubre de 1936.

Este instrumento solo fue firmado por países americanos y surge con el propósito de dar una expresión
convencional a los postulados de la Resolución aprobada el día 10 de diciembre de 1933, en el marco de la
Séptima Conferencia Internacional Americana, celebrada en Montevideo, en la que se recomendó a los
Estados Americanos la suscripción del Pacto Roerich, promovido por un museo americano con el mismo
para garantizar la preservación de monumentos inmuebles de propiedad nacional y particular de cualquier
peligro en tiempos de guerra y paz.

311
De tal forma, esta Convención otorga al carácter de neutral y como tales, protegidos y respetados por los
beligerantes a los monumentos históricos, museos e instituciones dedicadas a la ciencia, el arte, la educación
y la conservación de la cultura, así como al personal que labore en los mismos, tanto en tiempo de paz como
de guerra; por lo que no habrá distinción a esta calidad de neutralidad en razón de la nacionalidad a que
pertenezcan estos bienes, instituciones y personas; obligando además a los Gobiernos signantes a dictar las
medidas legislativas necesarias para garantizar esta condición y a proporcionar a la Unión Panamericana
una lista de los monumentos y entidades que será protegidos por dicho acuerdo. Cabe mencionar que la
lista proporcionada por los Estados sería difundida por la Unión Panamericana a las demás partes firmantes.

Como un medio de identificación de dichos monumentos e instituciones, se estableció el uso de una bandera
distintiva (círculo rojo, con una triple esfera roja dentro del círculo, sobre un fondo blanco), aclarando que
el uso de cualquiera de dichos monumentos, museos o institutos para fines militares provocará la pérdida
del privilegio de neutralidad otorgada por dicho acuerdo.

Como podemos observar, este convenio internacional aborda un tema especialmente difícil en el Derecho
Internacional de Guerra: el respeto a los monumentos históricos por encima de los conflictos armados.

4.1.1.2.- Tratado sobre la Protección de Muebles de Valor Histórico

El cual fue abierto a la firma en la ciudad de Washington el mismo día que el acuerdo internacional anterior,
suscrito por nuestro país con fecha 28 de octubre de 1938 y depositado el instrumento de ratificación el día
15 de mayo de 1939. Este tratado se aprobó por el Senado, mediante decreto publicado el día 4 de marzo
de 1939 y fue publicado en el Diario Oficial de la Federación de fecha 2 de enero de 1940.

Este instrumento internacional tiene como intención el conocimiento, la protección y conservación de los
monumentos muebles precolombinos, coloniales, de la época de la emancipación y la época republicana.

De tal forma, se definen a los monumentos muebles conforme a la época en la que se hayan producido de
la siguiente manera:

a) de la época precolombina: las armas, los utensilios de labor, obras de alfarería, joyas, grabados, diseños,
códices, trajes, adornos, quipos y en general, todo objeto mueble que por su naturaleza, muestren que
provienen de algún inmueble que auténticamente pertenezca a esa época.

b) de la época colonial: las armas de guerra, utensilios de trabajo, trajes, medallas, monedas, amuletos,
joyas, pinturas, grabados, planos, cartas geográficas, libros raros por su escasez, forma y contenido, los
objetos de alfarería, porcelana, marfil, carey, de encaje y en general, todas las piezas "recordatorias" que
tengan valor histórico o artístico.

c) de la época de la emancipación y la república: los mencionados en el inciso anterior que correspondan a


dichos períodos.

d) de todas las épocas: las bibliotecas oficiales, de instituciones y las privadas valiosas tomadas en su
conjunto, los archivos nacionales, las colecciones de manuscritos de alta significación histórica y la riqueza
mueble natural (especímenes zoológicos de especies bellas y raras amenazadas de exterminación o
desaparición natural y cuya conservación sea necesaria para el estudio de la fauna).
312
Este acuerdo establece una serie de medidas referentes al comercio internacional de muebles de valor
histórico. De tal forma, cualquiera de los bienes señalados en este artículo podrá ser importado a alguno de
los países signatarios siempre y cuando el importador demuestre ante las autoridades aduaneras que cuenta
con la autorización oficial que acredite la legal exportación del monumento de su país de origen, si éste
último es parte contratante de dicho acuerdo. Para lo anterior, los países de origen deberán imponer el
requisito ineludible de un permiso de exportación de todos los monumentos muebles, el cual se concederá
en el caso de que queden en el país otros ejemplares iguales o de semejante valor al que se pretende exportar.
En caso de que la mercancía no contara con la documentación necesaria para su legal importación, las
autoridades del país de destino deberán de decomisar el o los bienes en cuestión y restituirlos al país de
origen. Dicha restitución podrá ser ejecutada a petición de parte del país afectado por la ilegal exportación
del mismo.

En cuanto a los derechos del propietario sobre un monumento mueble, se establece que dicha persona
solamente gozará del usufructo intransmisible del bien dentro del territorio del país signatario, debiendo
legislarse en este sentido.

Los países parte de dicho acuerdo instruirán a sus representantes diplomáticos para que al adquirir, ya sea
por donación o compra, un monumento mueble cumplan con la obligación de notificar de dicha operación
al Ministerio de Relaciones Exteriores del país donde residan, a fin de que éste determine si el bien es
exportable o no.

Por último, se declara que los monumentos muebles no serán botín de guerra.

Como hemos podido percibir, este tratado, a diferencia del anterior, pretende solucionar otro de los grandes
problemas que aquejan al Patrimonio Cultural: el saqueo y comercio ilegítimo del mismo.

4.1.1.3.- Convención y Protocolos para la Protección de los Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado

La cual fue abierta a la firma en la ciudad de La Haya, del día 14 de mayo al 31 de diciembre de 1954,
siendo suscrita por México en la primera fecha mencionada. Dicha Convención fue aprobada por el Senado,
mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación del día 31 de diciembre de 1955. El
instrumento de ratificación fue depositado el día 7 de mayo de 1956 y posteriormente, este documento
internacional apareció en el mismo Diario Oficial el 3 de agosto de 1956. El convenio original consta de
tres partes principales:

a) La Convención en sí misma, que incluye la normatividad específica para el caso de bienes culturales en
situación de peligro por conflicto armado.

b) El Reglamento para la aplicación de la anterior parte.

c) El Protocolo.

En 1999, se suscribió un segundo Protocolo a esta Convención que también será objeto de análisis.

313
Este acuerdo internacional tiene por objeto la protección del Patrimonio Cultural mundial, derivado de los
graves daños producto de los conflictos armadas más recientes en esa época (principalmente la Segunda
Guerra Mundial) y evitar la amenaza de destrucción otros bienes culturales consecuencia del desarrollo de
la técnica bélica.

Así pues, se proporciona una definición de bienes culturales en las siguientes categorías:

a) Bienes muebles o inmuebles que tengan gran importancia para el Patrimonio Cultural de los pueblos,
tales como los monumentos de arquitectura, de arte o de historia (ya sean religiosos o seculares), los campos
arqueológicos, los sitios, las obras de arte, los manuscritos y otros objetos de interés histórico, artístico o
arqueológico, al igual que las colecciones científicas, de libros, de archivos o reproducciones.

b) Los edificios cuyo destino principal y efectivo sea conservar o exponer cualquier de los bienes muebles
definidos en el inciso anterior (museos, bibliotecas, archivos), así como los refugios destinados a guardar
dichos bienes culturales en caso de conflicto armado.

c) los centros que contemplen un número considerable de bienes muebles e inmuebles señalados en los
incisos anteriores, a los cuales se denominará "centros monumentales".

La Convención establece dos obligaciones básicas para los contratantes con respecto a las acciones a tomar
con respecto a los bienes culturales en caso de conflicto armado:

a) salvaguardia, es decir, el conjunto de medidas que deben realizarse en tiempos de paz a fin de proteger
a dichos bienes de cualquier daño derivado de un conflicto armado.

b) respeto, aplicable tanto en el territorio de las partes contratantes como en el del adversario, consistentes
en la abstención de utilizar dichos bienes, sus sistemas de protección y sus proximidades inmediatas para
fines riesgosos en caso de conflicto armado, salvo que una necesidad militar impida de manera imperativa
su cumplimiento; la prohibición a cualquier acto de saqueo, robo, pillaje, apropiación o vandalismo con
respecto a los mencionados bienes y a no tomar medidas de represalia contra ninguno de estos objetos.

Posteriormente, estos principios de aplican para el tratamiento de bienes culturales en casos relacionados
con un conflicto bélico, como es la ocupación del territorio enemigo (en la que el ejército ocupante deberá
dar el apoyo a las autoridades del territorio ocupado para la salvaguarda y conservación de los bienes
culturales localizados en el mismo, al grado de realizar una intervención de emergencia cuando se requiera),
la formación e instrucción a los integrantes del ejército (tanto en la creación de ordenanzas y reglamentos,
hasta en la simple sensibilización, inclusive en tiempos de paz), el transporte de estos bienes para su mejor
protección (evitándose cualquier acción hostil por la otra parte) y el tratamiento del personal que esté
encargado de la protección de dichos objetos (a fin de que, en la medida de lo posible, se le permita seguir
ejerciendo su actividad, incluso en los casos de qué éste sea prisionero de la parte adversaria).

Los bienes culturales gozarán, en caso de conflicto armado, de protección especial, siempre y cuando se
hayan inscrito en el Registro Internacional de Bienes Culturales cuya regulación se contempla en el
Reglamento y que establece que este Registro estará a cargo del Director General de la UNESCO y se
dividirá en tres secciones, cada una de las cuales corresponderá a las Partes Contratantes, las cuales además
constarán de los siguientes epígrafes: Refugios, Centros Monumentales y Otros Bienes Culturales
314
Inmuebles. La inscripción podrá ser solicitada al Director de la UNESCO y siempre y cuando se cumplan
los siguientes requisitos:

a) Que se encuentren a suficiente distancia de centros industriales u objetivos militares considerados como
puntos sensibles, como estaciones de radio, puertos, aeródromos, etc.

b) Que no se utilicen para fines militares.

c) Que no sean custodiados por guardias armados, ni exista la presencia de fuerzas policiacas cerca del bien,
centro monumental o refugio.

d) En el caso de refugios, estos deberán estar construidos para resistir daños a los bienes depositados en el
mismo.

e) Para el caso de centros monumentales, que éstos no sean empleados para la transportación de personal o
material militar.

La protección especial consistirá principalmente en la inmunidad de los bienes culturales inscritos en el


mencionado Registro en contra de cualquier acto de hostilidad.

Para identificar los bienes protegidos se establece la creación de un emblema de la Convención consistente
en un escudo en punta, partida en aspa, de color azul ultramar y blanco (el escudo contiene un cuadrado
azul ultramar, uno de cuyos vértices ocupa la parte inferior del escudo, y un triángulo del mismo color en
la parte superior; en los flancos se hallan sendos triángulos blancos limitados por las áreas azul ultramar y
los bordes laterales del escudo).

La Convención prevé la cooperación de Potencias Protectoras que tendrán como principal función la
salvaguarda de los intereses de las Partes en conflicto, teniendo la facultad de interponer sus buenos oficios
para la conciliación en caso de desacuerdo entre las Partes interesadas respecto a la interpretación de dicho
instrumento internacional. Esta conciliación se hará mediante la promoción de reuniones en territorio
neutral para encontrar una solución al problema, invitándolos a nombrar a un súbdito de un país que no se
encuentre involucrado en el conflicto armado, ya sea a proposición de las Potencias o del Director de la
UNESCO, para que funja como Presidente en dichas reuniones conciliatorias.

Otro aspecto importante de la protección especial otorgada por la Convención es la realización de


actividades de vigilancia a través de un Comisario General de Bienes Culturales, el cual deberá estar
incluido en una lista de personalidades propuesta por las Partes Contratantes y revisada periódicamente por
la UNESCO.

El Comisario General tendrá la función de comprobar las violaciones a las disposiciones de la Convención
en perjuicio de su representada, realizando las gestiones necesarias para la detención de las acciones
riesgosas o destructoras de bienes culturales y en su caso, la denuncia ante el Comisario General
correspondiente. Adicionalmente, tendrá la facultad de tratar cualquier asunto relacionado con el
cumplimiento de la Convención con el representante de la Parte ante la cual está acreditado y los delegados
de la Parte Adversaria, además de nombrar a los inspectores y expertos que considere convenientes,
ordenará la realización de investigaciones sobre supuestas violaciones a la Convención y presentará el
315
informe necesario para la aplicación de este acuerdo internacional ante las Partes interesadas, las Potencias
Protectoras y con copia al Director General de la UNESCO. Incluso, el Comisario General podrá ejercer
las funciones de una Potencia Protectora en caso de que no exista.

Para resolver asuntos específicos, los Comisarios Generales podrán nombrar un inspector destinado a una
misión determinada y recurrir a expertos para la solución de consultas en temas muy concretos.

La inmunidad que se otorga como producto de la protección especial cesará, por violaciones cometidas por
la Parte en cuyo territorio se encuentre el bien a las disposiciones de este instrumento internacional, por
razones militares ineludibles y cancelación del Registro.

La Convención señala que las Partes Contratantes se comprometerán a tomar medidas para castigar
penalmente a aquellas personas que hayan violado las disposiciones de la Convención.

El segundo Protocolo de esta Convención fue firmado en la ciudad de la Haya el día 26 de marzo de 1999
y conforme a su artículo segundo, este instrumento tiene un fin complementario a la propia Convención.
Adicionalmente a las disposiciones que se aplicarán en tiempos de paz.

El Protocolo señala que en caso de que una de las partes se encuentre en conflicto armado con otro Estado
que no haya aceptado este protocolo, el Estado parte seguirá obligado por él en sus relaciones recíprocas.
Si el Estado no obligado por el Protocolo acepta las disposiciones de dicho documento, el Estado parte se
obligará a cumplirlo en tanto siga vigente el compromiso del otro Estado y durante todo el tiempo en que
éste último aplique las disposiciones de la Convención.

Se obliga a los Estados a tomar medidas preventivas en tiempos de paz a en contra de las consecuencias o
daños en contra del Patrimonio por un conflicto armado. Estas medidas preventivas pueden ser la formación
de inventarios, programas de emergencia por incendio o colapso de edificios, planes de traslado de bienes,
la adecuada protección in situ y la determinación de una autoridad competente en materia de salvaguarda
de los bienes culturales.

En cuanto a las medidas de respeto de los bienes culturales, el Protocolo señala que a) la necesidad
imperativa de iniciar acciones militares estará condicionada a que el monumento en sí mismo haya sido
convertido en un objetivo militar o que no existe ninguna otra alternativa posible que la propia acción
militar contra el monumento, b) en caso de que un Estado invoque la necesidad militar imperativa de utilizar
un monumento con fines militares y exponerlo a su posible daño o destrucción, ésta solo será procedente
cuando no exista ninguna otra alternativa posible de conformidad con la estrategia que pueda otorgar una
ventaja militar similar en caso de no utilizar el bien cultural para dicho fin, c) Que estas decisiones sean
tomadas por un oficial que tenga a su cargo cuando menos un batallón, salvo que las circunstancias obliguen
a un oficial con un contingente menor a tomar dicha resolución.

Por último, respecto a las medidas de protección se señala que: a) se deberán tomar las precauciones para
evitar el ataque a un bien cultural protegido por la Convención, b) Utilizar los métodos que puedan provocar
los menores daños posibles a los bienes culturales, c) Abstenerse de realizar un ataque cuyos daños a los
bienes culturales resulten excesivos en relación a la ventaja militar que pudiese obtenerse, d) Cancelar y
suspender cualquier ataque cuando se detecte que pueda dañar un bien cultural protegido por la Convención
o bien represente un daño excesivo al bien con relación a la ventaja militar que pudiese obtenerse.
316
Como medidas de prevención ante los efectos de hostilidades se establece que se deberá: a) buscarse el
traslado de los bienes e implementar acciones para hacer eficiente la protección in situ y b) abstenerse de
establecer objetivos militares cerca de bienes culturales.

En cuanto a la protección de bienes culturales en territorio ocupado, el Protocolo señala que la parte que
ocupe un territorio deberá evitar la ilegal remoción, tráfico o transmisión de la propiedad de los bienes
culturales; abstenerse de llevar a cabo excavaciones arqueológicas salvo cuando sea necesario para efectos
de salvaguarda, registro o protección; llevar a cabo acciones de alteración o cambio de uso de bienes
culturales con el fin de destruir su valor histórico, científico o cultural. En todo caso, las excavaciones,
cambios de uso o alteraciones se deberán llevar a cabo con la autorización de las autoridades competentes
de los territorios ocupados.

El Protocolo también introduce un status que gozarán ciertos bienes culturales para acceder a una protección
reforzada en caso de conflicto armado. Para gozar de dicha protección, los bienes culturales deberán cumplir
con las siguientes condiciones: a) que sean un testimonio importante para la Humanidad, b) que sean objeto
de protección especial por parte de medidas legales y administrativas por haberse reconocido su valor
histórico o cultural excepcional y c) que no sean usados para fines militares ni para proteger instalaciones
militares y que hayan sido objeto de una declaración del Estado parte de que no los utilizará para dichos
fines.

Los bienes sujetos a este sistema de protección reforzada deben estar contenidos en una Lista que deberá
elaborar el Comité para la Protección de Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado, el cual realizará
las consultas necesarias ante las Partes involucradas, organismos consultivos internacionales, etc. Esta
Lista se dará a conocer al Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, a las partes
involucradas en un conflicto, etc. Cabe mencionar que la inclusión de un bien cultural en esta Lista le otorga
total inmunidad, por lo que no podrá llevarse a cabo ninguna clase de ataques militares en su contra. Este
Protocolo también señala que este sistema de protección reforzada se aplica sin perjuicio de la protección
especial que brinda la misma Convención y en caso de que un mismo bien goce de ambos sistemas de
protección, se le aplicará el sistema de la protección reforzada.

Este sistema puede ser suspendido cuando el bien no cumpla con alguna de los condicionantes mencionados
en los anteriores incisos a), b) y c), o cuando este carácter de protección reforzada otorgada a un bien
cultural sea utilizada con el fin de apoyar acciones militares. Cuando en este último caso, dicha conducta
se haga de manera continua, podrá cancelarse este status de protección reforzada al bien cultural en cuestión.

El Protocolo considera determina las conductas que constituyen graves infracciones a las disposiciones
contenidas en dicho documento: a) hacer blanco de un ataque a un bien cultural que cuente con el status de
protección reforzada, b) usar un bien cultural objeto de protección reforzada o su entorno para apoyar una
acción militar, c) la destrucción o apropiación del Patrimonio Cultural protegido por la Convención y este
Protocolo, d) hacer blanco de un ataque a un bien protegido por la Convención y este Protocolo y e) actos
de vandalismo, robo o pillaje en contra de bienes culturales protegidos por esta Convención.

Cada parte deberá establecer dentro de su legislación y cumpliendo con los principios de derecho
internacional, una regulación para tipificar estas conductas criminales y establecer las penalidades que sean
convenientes.
317
Se previene que los Estados, sin perjuicio de lo previsto en la Convención, deberán establecer las medidas
legales, administrativas o disciplinarias para suprimir las conductas que intencionalmente están dirigidas a
destinar un uso no autorizados por la Convención a los bienes culturales protegidos por la misma o bien, la
remoción, exportación y cambio de propiedad ilícitos de bienes culturales en territorios ocupados.

Por último, la Convención establece un procedimiento regulación para Estados Unidos para la resolución
de por cualquier controversias que surjan con motivo de un conflicto armado.

Como podemos observar el tratamiento que esta Convención otorga a los bienes en peligro de conflicto
armado resulta más complejo al establecido por el Pacto Roerich.

4.1.1.4.- Convención sobre las Medidas que deben Adoptarse para Prohibir e Impedir la Importación, la
Exportación y la Transferencia de la Propiedad Ilícita de Bienes Culturales

La cual fue aprobada en la Conferencia General de la UNESCO celebrada el 14 de noviembre de 1970, en


París. Esta Convención fue aprobada por el Senado, según decreto publicado en el Diario Oficial de la
Federación del día 18 de enero de 1972, siendo depositado el instrumento de aceptación el 4 de octubre de
ese mismo año. Dicho acuerdo internacional apareció en el mismo órgano informativo de fecha 4 de abril
de 1973.

Retomando la preocupación internacional derivada del incremento del tráfico ilegítimo de bienes culturales,
sufrido sobre todo por países del Tercer Mundo, esta Convención tiene por objetivo principal proteger el
Patrimonio Cultural de los peligros de robos, excavaciones clandestinas y comercio internacional ilegítimo
de obras del Patrimonio Cultural de los países firmantes.

De tal forma, de parte de una enumeración de los bienes culturales a proteger, haciendo una enumeración
de los mismos en base a las siguientes categorías:

a) colecciones y objetos raros de zoología, botánica, mineralogía, anatomía y paleontología,

b) bienes relacionados con la historia,

c) el producto de las excavaciones,

d) los elementos resultantes del desmembramiento de monumentos,

e) antigüedades con más de 100 años de edad,

f) material etnológico,

g) bienes de interés artístico (cuadros, pinturas, estatuas, grabados, estampas, conjuntos y montajes
artísticos).

h) manuscritos raros, libros, incunables, y publicaciones antiguas de interés especial.

318
i) sellos de correo, sellos fiscales y análogos,

j) archivos de toda clase,

k) objetos de mobiliario con más de 100 años de antigüedad.

Las Partes reconocen que la importación, exportación y transferencia de propiedad ilícita de bienes
culturales constituyen una de las principales causas del empobrecimiento del Patrimonio Cultural;
comprometiéndose a combatir esas prácticas con los medios de que dispongan, en los establecidos por ese
acuerdo internacional.

Posteriormente, como un principio general de aplicación, se establece un sistema para determinar la


titularidad del país de origen de los bienes culturales que sean objeto de estas operaciones comerciales,
mediante la enumeración de los supuestos que a continuación se señalarán. De esta manera, forman parte
del Patrimonio Cultural de un país:

a) Los bienes derivados del genio individual o colectivo de nacionales del Estado en cuestión y aquellos
que se consideren como valiosos, aún y cuando hayan sido creados por extranjeros o apátridas en ese
territorio nacional.

b) Aquellos bienes hallados en territorio nacional.

c) Las adquisiciones de las misiones arqueológicas, etnológicas y científicas, siempre y cuando las mismas
fueran aprobadas por el país de origen de las piezas.

d) Los bienes culturales objeto de libres intercambios consentidos,

e) Aquellos que hayan sido recibidos a título gratuito o adquirido legalmente con el consentimiento de las
autoridades competentes del país de origen de los mismos.

Las obligaciones contenidas en los Estados partes de esta Convención son de muy variada naturaleza, sin
embargo podemos dividirlas en los siguientes puntos:

a) acciones materiales destinadas a proteger el Patrimonio Cultural nacional.- constituidas por la creación
de inventarios de bienes protegidos, la formación de instituciones destinadas a este fin, el control de las
excavaciones en su territorio, medidas educativas y publicidad informativo de cualquier desaparición de un
bien cultural.

b) acciones económicas destinadas a proteger el Patrimonio Cultural nacional.- consistente principalmente


en la asignación de fondos y partidas presupuestarias suficientes a efecto de que se pueda dar cabal
cumplimiento a las disposiciones de la Convención.

c) acciones controladoras para impedir la salida ilegal de bienes culturales.- obligándose las partes a
establecer un certificado adecuado como requisito indispensable para la exportación de un bien de esta
naturaleza de su territorio.

319
d) acciones de difusión para impedir la ilegítima importación de bienes culturales.- los cuales deben de
realizarse entre loa anticuarios y sociedad en general, a fin de evitar la adquisición de bienes extranjeros
que no cuenten con los requisitos legales necesarios para su legal internación.

e) acciones de restitución de bienes que hayan sido importados ilegítimamente.- estableciéndose un


procedimiento que parte de la prohibición de adquisición de piezas que hayan sido objeto de saqueo o pillaje
en otro país y a petición de parte del Estado ofendido, realizar el decomiso y restitución del bien, siempre
y cuando se indemnice al comprador de buena fe.

f) acciones para impedir el saqueo y pillaje en caso de conflicto armado y ocupación.- reiterando lo señalado
en la Convención internacional anteriormente estudiada.

g) acciones de colaboración internacional.- el cual podrá ser solicitado por el país en que sucedan graves
peligros de pérdida de su Patrimonio Cultural derivado de saqueo, con la condición que el afectado tome
las medidas provisionales para solucionar en su territorio nacional dicha circunstancias.

h) acciones jurídicas.- consistentes en la implementación de medidas para salvaguardar el Patrimonio


Cultural en su territorio, establecer medidas para impedir las adquisiciones e importaciones ilegales,
impedir las transferencias de propiedad que puedan inducir a prácticas comerciales internacionales ilícitas,
la imposición de sanciones por estos conceptos y regular las acciones reivindicatorias y de recuperación.

Como podemos apreciar esta Convención participa del mismo sentido universal que caracteriza a la
Convención sobre Protección de Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado. Así pues, la celebración
de ambas Convenciones internacionales parece querer abarcar la solución de dos grandes causas de
destrucción de una innumerable cantidad de bienes del Patrimonio Cultural. Sin embargo, parecería en esos
momentos que faltaba una mayor uniformidad sobre el mismo concepto de Patrimonio y la solución de
problemáticas igualmente graves a las señaladas en los acuerdos internacionales anteriores.

Por tal razón, el movimiento internacional suscitado con motivo de la preservación de los bienes culturales
no podría entenderse sin la realización de la siguiente Convención Internacional de la UNESCO, misma
que analizaremos a continuación.

4.1.1.5.- Convención para la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural

Aprobada en la Conferencia General de la UNESCO el día 23 de noviembre de 1972, en la misma ciudad


de París. Esta Convención fue aprobada por el Senado, según decreto que aparece en el Diario Oficial de
la Federación con fecha 23 de enero de 1984, siendo depositado el instrumento de aceptación el 23 de
febrero de 1984 y publicada en el Diario Oficial del día 2 de mayo de 1984.
El crecimiento urbano desmedido y los fenómenos de índole socioeconómico que provocan la destrucción
de un acervo cultural y natural de importancia universal, son las causas para determinar la celebración de
este acuerdo internacional, mismo que se caracteriza por una visión mucho más amplia de la función del
Patrimonio Cultural en el marco nacional y multilateral.

De tal forma, la protección de un conjunto de bienes cuya relevancia histórica, artística, científica o natural
sobrepasa el ámbito territorial (podríamos decir las grandes obras del hombre y la naturaleza) constituye un
compromiso para la comunidad internacional y el fundamento básico de esta Convención.
320
La Convención define los bienes que forman parte del Patrimonio Cultural, dividiéndolos en las siguientes
categorías:

a) Monumentos (obras arquitectónicas, escultura, pintura, elementos arqueológicos, inscripciones o


cavernas que tengan un valor universal para la historia, el arte o la ciencia).

b) Conjuntos (agrupación de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad e integración


les dé un valor histórico, artístico o científico universal)

c) Lugares (obras del hombre o en acción conjunta con la naturaleza que sean relevantes desde un punto de
vista arqueológico, etnológico, histórico, artístico o antropológico).

Es obligación de los Estados miembros el identificar, proteger, conservar, rehabilitar y transmitir a las
generaciones futuras este patrimonio, procurando actuar con el máximo de recursos y en su caso, solicitar
la ayuda o cooperación internacional en esta labor.

Para lograr lo anterior, cada Nación deberá cumplir con las siguientes obligaciones:

a) instrumentar una política general para incluir a los bienes culturales dentro de una función colectiva e
integrarlos en los planes de desarrollo nacional,

b) crear servicios de protección del Patrimonio Cultural,

c) desarrollar la investigación científica en esta rama,

d) implementar medidas legales destinadas a la conservación de dichos bienes,

e) facilitar la creación de centros nacionales y regionales de formación de especialistas en dicha materia.

Sin menoscabo de la soberanía de los Estados contratantes, se instituye un "Patrimonio Universal" cuya
protección es obligación de la comunidad internacional, por lo que ninguno de los países signatarios deberá
tomar ninguna medida que pudiese causar daños a los mismos.

Se crea dentro de la UNESCO un órgano intergubernamental denominado "Comité del Patrimonio


Mundial", destinado a la protección de los bienes protegidos, formado en un principio por 15 miembros
(con la posibilidad de incrementarse hasta en 21), todos ellos elegidos por los Estados parte de la
Convención, buscando además que los mismos representen a las diferente regiones y culturas del mundo.
Los Estados miembros deberán remitir un inventario de los bienes del Patrimonio Cultural situados en su
territorio. El Comité elaborará una "Lista del Patrimonio Mundial", misma que deberá ser actualizada y
publicada cada dos años. Para la inscripción en esta relación se requerirá la aprobación del Estado en cuyo
territorio se encuentre el bien.

De igual forma se publicará una "Lista del Patrimonio Mundial en Peligro", cuya protección exija de
grandes trabajos de conservación, señalándose una estimación del costo de las operaciones. Los criterios
para incluir un bien en esta lista pueden ser el grave peligro de desaparecer por deterioro acelerado,
321
proyectos de grandes obras públicas o privadas, gran desarrollo urbano o turístico, cambio de utilización o
de propiedad de la tierra, alteraciones profundas por causas desconocidas, abandono por cualquier motivo,
conflicto bélico, catástrofes o cataclismos, deslizamientos de terrenos, etc. El Comité decidirá las priorida-
des y condiciones en los que pueda prestar cooperación para la recuperación de estos bienes.

Corresponderá al Comité la inscripción de un bien o sitio en cualquiera de las dos listas, previo estudio de
la solicitud presentada y conforme a las prioridades previamente establecidas sobre los asuntos que tratar.

El Comité contará con un Secretario que será nombrado por el Director General de la UNESCO.

Se crea un "Fondo para la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural" constituido como fondo
fiduciario, cuyos recursos derivarán principalmente de las aportaciones de los Estados miembros,
donaciones, colectas e intereses producidos por el mismo. El Fondo estará destinado a los fines fijados por
el mismo. Las contribuciones de los Estados serán bianuales y su importe será decidido por la Asamblea
General de la Convención, reunidos en la Conferencia General de la UNESCO. Los Estados miembros
deberán por su parte, promover la creación de asociaciones y fundaciones que tengan por objeto la
preservación de los bienes del Patrimonio Cultural Mundial.

Se prevé la posibilidad de que los Estados parte reciban Asistencia Internacional que sólo podrá otorgarse
después de un riguroso estudio practicado por expertos y valorado por el Comité.

Como una obligación importante de los Estados miembros, se establece en el artículo 27 la necesidad de
establecer programas educativos y de sensibilización que promuevan el aprecio al Patrimonio Cultural por
parte de sus gobernados.

Como observamos, las medidas contenidas en dicho documento parten de una visión más global del
concepto de Patrimonio Cultural, alejándose de consideraciones puramente históricas o estéticas para
definir este acervo. También es cierto que este acuerdo internacional busca una mayor comprensión de los
fenómenos de naturaleza no cultural que afecta en gran medida a estos monumentos y sitios, convirtiéndose
en un compromiso universal su conservación y valorización.

Así pues, estas virtudes pueden ser, en el marco de la definición de una política general de protección, más
importantes que la lógica imposibilidad de una mayor intervención material de la comunidad internacional,
la cual consideramos una de las aportaciones más importantes de este instrumento internacional, aún y
cuando debemos reconocer que la preocupación de muchos países se ha dirigido más hacia la inscripción
de los bienes en la Lista del Patrimonio Mundial que en el cumplimiento de las obligaciones consignadas
en este documentos

4.1.1.6.- Convención sobre Defensa del Patrimonio Arqueológico, Histórico y Artístico de las Naciones
Americanas

Este tratado multilateral, también conocido con la Convención de San Salvador, fue aprobado el 16 de junio
de 1976 en el Sexto Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de la Organización de los
Estados Americanos. Aún y cuando este documento no ha sido suscrito por México, representa desde luego
un antecedente internacional importante para conocer los principios que rigen esta materia de nivel
hemisférico.
322
La Convención tiene como objeto la identificación, registro, protección y vigilancia de los bienes que
integran el Patrimonio Cultural de las naciones americanas, para:

a) impedir la exportación o importación ilícita de bienes culturales; y

b) promover la cooperación entre los Estados americanos para el mutuo conocimiento y apreciación de sus
bienes culturales.

La Convención establece que los bienes culturales protegidos por dicho instrumento internacional son los
siguientes:

a) monumentos, objetos, fragmentos de edificios desmembrados y material arqueológico, pertenecientes a


las culturas americanas anteriores a los contactos con la cultura europea, así como los restos humanos, de
la fauna y flora, relacionados con las mismas;

b) monumentos, edificios, objetos artísticos, utilitarios, etnológicos, íntegros o desmembrados, de la época


colonial, así como los correspondientes al siglo XIX;

c) bibliotecas y archivos; incunables y manuscritos; libros y otras publicaciones, iconografías, mapas y


documentos editados hasta el año de 1850;

d) todos aquellos bienes de origen posterior a 1850 que los Estados Partes tengan registrados como bienes
culturales, siempre que hayan notificado tal registro a las demás Partes del tratado;

e) todos aquellos bienes culturales que cualesquiera de los Estados Partes declaren o manifiesten
expresamente incluir dentro de los alcances de esta Convención.

La Convención establece que dichos bienes culturales gozarán de máxima protección a nivel internacional,
y se considerarán ilícitas su exportación e importación, salvo que el Estado a que pertenecen autorice su
exportación para los fines de promover el conocimiento de las culturas nacionales.

La Convención considera que pertenecen al Patrimonio Cultural de cada Estado los bienes mencionados,
hallados o creados en su territorio y los procedentes de otros países, legalmente adquiridos; por lo que el
dominio de cada Estado sobre su Patrimonio Cultural y las acciones reivindicatorias relativas a los bienes
que lo constituyen son imprescriptibles. El régimen de propiedad de los bienes culturales y su posesión y
enajenación dentro del territorio de cada Estado serán regulados por su legislación interna.

Con el objeto de impedir el comercio ilícito de tales bienes, la Convención establece que los Estados
deberán promover las siguientes medidas:

a) registro de colecciones y del traspaso de los bienes culturales sujetos a protección;

b) registro de las transacciones que se realicen en los establecimientos dedicados a la compra y venta de
dichos bienes;

323
c) prohibición de importar bienes culturales procedentes de otros Estados sin el certificado y la autorización
correspondientes.

La Convención establece que cada Estado es responsable de la identificación, registro, protección,


conservación y vigilancia de su Patrimonio Cultural; para cumplir tal función debe cumplirse con los
siguientes aspectos:

a) la preparación de las disposiciones legislativas y reglamentarias que se necesiten para proteger


eficazmente dicho patrimonio contra la destrucción por abandono o por trabajos de conservación
inadecuados;

b) la creación de organismos técnicos encargados específicamente de la protección y vigilancia de los bienes


culturales;

c) la formación y mantenimiento de un inventario y un registro de los bienes culturales que permitan


identificarlos y localizarlos;

d) la creación y desarrollo de museos, bibliotecas, archivos y otros centros dedicados a la protección y


conservación de los bienes culturales;

e) la delimitación y protección de los lugares arqueológicos y de interés histórico y artístico;

f) la exploración, excavación, investigación y conservación de lugares y objetos arqueológicos por


instituciones científicas que las realicen en colaboración con el organismo nacional encargado del
patrimonio arqueológico.

Cada Estado Parte deberá impedir por todos los medios a su alcance las excavaciones ilícitas en su
respectivo territorio y la sustracción de los bienes culturales procedentes de ellas; así como a tomar las
medidas que considere eficaces para prevenir y reprimir la exportación, importación y enajenación ilícitas
de bienes culturales, así como las que sean necesarias pare restituirlos al Estado a que pertenecen, en caso
de haberle sido sustraídos.

Al tener conocimiento el Gobierno de un Estado Parte de la exportación ilícita de uno de sus bienes
culturales, podrá dirigirse al Gobierno del Estado adonde el bien haya sido trasladado, pidiéndole que tome
las medidas conducentes a su recuperación y restitución, acompañándose las pruebas que demuestren la
ilicitud de la exportación de conformidad con la ley del Estado requirente.

El Estado requerido empleará todos los medios legales a su disposición para localizar, recuperar y devolver
los bienes culturales que se reclamen y que hayan sido sustraídos después de la entrada en vigor de esta
Convención. Si la legislación del Estado requerido exige acción judicial para la reivindicación de un bien
cultural extranjero importado o enajenado en forma ilícita, dicha acción judicial será promovida ante los
tribunales respectivos por la autoridad competente del Estado requerido.

El Estado requirente también tiene derecho de promover en el Estado requerido las acciones judiciales
pertinentes para la reivindicación de los bienes sustraídos y pare la aplicación de las sanciones
correspondientes a los responsables.
324
La Convención obliga al Estado requerido a restituir el bien cultural sustraído al Estado requirente, quien
asumirá los gastos cubiertos provisionalmente por el Estado requerido. No se aplicará ningún impuesto ni
carga fiscal a los bienes culturales restituidos.

Están sujetos a los tratados sobre extradición, cuando su aplicación fuera procedente, los responsables por
delitos cometidos contra la integridad de bienes culturales o los que resulten de su exportación o
importación ilícitas.

En materia de cooperación y difusión, los Estados Partes se obligan a:

a) facilitar la circulación, intercambio y exhibición de bienes culturales con fines educativos, científicos y
culturales,

b) promover el intercambio de informaciones sobre bienes culturales y sobre excavaciones y


descubrimientos arqueológicos.

Los bienes que se encuentren fuera del Estado a cuyo Patrimonio Cultural pertenecen, en carácter de
préstamo a museos o exposiciones o instituciones científicas, no serán objeto de embargo originado en
acciones judiciales públicas o privadas.

La Convención encarga a la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos el velar por
el cumplimiento de dicha Convención y promover la adopción de medidas que tengan por objeto la
protección, difusión y cooperación con respecto al Patrimonio Cultural.

4.1.1.7.- Convenio de UNIDROIT sobre los Bienes Culturales Robados o Exportados Ilícitamente

Este documento internacional fue suscrito el día 24 de junio de 1995 en la ciudad de Roma, en el marco de
una Conferencia Diplomática que tenía como intención discutir y aprobar este documento que es un
proyecto elaborado por UNIDROIT (siglas del organismo internacional denominado Instituto para la
Unificación del Derecho internacional Privado).

El Convenio se aplicará a las demandas de carácter internacional de restitución de bienes culturales robados
y de devolución de bienes culturales desplazados del territorio de un Estado contratante ante la violación
de sus normas legales que regulen la exportación de bienes culturales con miras a la protección de su
Patrimonio Cultural.

Por bienes culturales se entiende los bienes que, por razones religiosas o profanas, revisten importancia
para la arqueología, la prehistoria, la historia, la literatura, el arte o la ciencia, y que pertenecen a alguna de
las categorías enumeradas en el anexo del Convenio, los cuales son:

a) Las colecciones y ejemplares raros de zoología, botánica, mineralogía, anatomía, y los objetos de interés
paleontológico;

b) Los bienes relacionados con la historia, con inclusión de la historia de las ciencias y de las técnicas, la
historia militar y la historia social, así como con la vida de los dirigentes, pensadores, sabios y artistas
325
nacionales y con los acontecimientos de importancia nacional;

c) El producto de las excavaciones (tanto autorizadas como clandestinas) o de los descubrimientos


arqueológicos;

d) Los elementos procedentes de la desmembración de monumentos artísticos o históricos y de lugares de


interés arqueológico;

e) Antigüedades que tengan más de 100 años, tales como inscripciones, monedas y sellos grabados;

f) El material etnológico;

g) Los bienes de interés artístico tales como: i) Cuadros, pinturas y dibujos hechos enteramente a mano
sobre cualquier soporte y en cualquier material (con exclusión de los dibujos industriales y de los artículos
manufacturados decorados a mano); ii) Producciones originales de arte estatuario y de escultura en
cualquier material; iii) Grabados, estampas y litografías originales y, iv) Conjuntos y montajes artísticos
originales en cualquier material;

h) Manuscritos raros e incunables, libros, documentos y publicaciones antiguos de interés especial


(histórico, artístico, científico, literario, etc.) sueltos o en colecciones;

i) Sellos de correo, sellos fiscales y análogos, sueltos o en colecciones;

j) Archivos, incluidos los fonográficos, fotográficos y cinematográficos;

k) Objetos de mobiliario que tengan más de 100 años e instrumentos de música antiguos.

Conforme a este Convenio, el poseedor de un bien cultural robado deberá restituirlo (considerándose como
un bien robado aquel obtenido de una excavación ilícita, o de una excavación lícita pero conservado
ilícitamente, si ello es compatible con el derecho del Estado donde se ha efectuado la excavación).

La demanda de restitución deberá presentarse en un plazo de tres años a partir del momento en que el
demandante haya conocido el lugar donde se encontraba el bien cultural y la identidad de su poseedor y, en
cualquier caso, dentro de un plazo de cincuenta años desde el momento en que se produjo el robo. Este
plazo no es aplicable cuando se trate de un monumento o de un lugar arqueológico identificado, o que
pertenezca a una colección pública, no estará sometida a ningún plazo de prescripción.

No obstante lo dispuesto en el párrafo precedente, todo Estado contratante podrá declarar que una demanda
prescribe en un plazo de 75 años o en un plazo más largo. Una demanda, presentada en otro Estado
contratante, de restitución de un bien cultural desplazado de un monumento, de un lugar arqueológico o de
una colección pública situada en un Estado contratante que haya hecho esa declaración, prescribirá en el
mismo plazo.

El Convenio reconoce como una "colección pública" al conjunto de bienes culturales inventariados o
identificados de otro modo que pertenezcan a: a) un Estado contratante, b) una colectividad regional o local
de un Estado contratante, c) una institución religiosa situada en un Estado contratante, o, d) una institución
326
establecida con fines esencialmente culturales, pedagógicos o científicos en un Estado contratante y
reconocida en ese Estado como de interés público.

Además, la demanda de restitución de un bien cultural sagrado o que revista una importancia colectiva
perteneciente a una comunidad autóctona o tribal y utilizado por ella en un Estado contratante para uso
tradicional o ritual de esa comunidad estará sometida al plazo de prescripción aplicable a las colecciones
públicas.

El poseedor de un bien cultural robado que deba restituirlo, tendrá derecho al pago, en el momento de su
restitución, de una indemnización.

El Convenio otorga a un Estado contratante el derecho de solicitar al tribunal o cualquier otra autoridad
competente de otro Estado contratante que ordene la devolución de un bien cultural exportado ilícitamente
del territorio del Estado requirente.

Se considera que un bien ha sido exportado ilícitamente cuando un bien cultural ha sido exportado
temporalmente con fines de exposición, investigación o restauración, contando con la autorización
necesaria otorgada por las autoridades competentes y que no haya sido devuelto de conformidad con las
condiciones de dicha autorización.

La devolución se ordenará cuando se demuestre que la exportación del bien produce un daño significativo
con para la conservación material del bien o de su contexto; la integridad de un bien complejo; la
conservación de la información de carácter científico o histórico del bien; la utilización tradicional o ritual
del bien por una comunidad autóctona o tribal, o que el bien reviste para él una importancia cultural
significativa.

La demanda de devolución deberá presentarse dentro de un plazo de tres años a partir del momento en que
el Estado requirente haya conocido el lugar donde se encontraba el bien cultural y la identidad de su
poseedor y, en cualquier caso, en un plazo de cincuenta años a partir de la fecha de la exportación o de la
fecha en la que el bien hubiese debido devolverse.

El poseedor de un bien cultural que haya adquirido ese bien después de que éste ha sido exportado
ilícitamente tendrá derecho, en el momento de su devolución, al pago por el Estado requirente de una
indemnización.

Las disposiciones en materia de devolución no serán aplicables cuando se regularice la situación del bien
cultural o bien, se haya exportado en vida de la persona que lo creó o durante un período de cincuenta años
después del fallecimiento de esa persona, salvo en el caso que el bien cultural haya sido creado por un
miembro o miembros de una comunidad autóctona o tribal para uso tradicional o ritual de esa comunidad.

En cuanto a las demandas que prevé dicho Convenio se establece que las partes podrán convenir someter
el litigio a un tribunal u otra autoridad competente, o a arbitraje.

Las medidas provisionales o preventivas previstas por la ley del Estado contratante en que se encuentre el
bien podrán aplicarse incluso si la demanda de restitución o de devolución del bien se presenta ante los
tribunales o ante cualesquiera otras autoridades competentes de otro Estado contratante.
327
Por último, este Convenio no impide a un Estado contratante aplicar otras normas más favorables para la
restitución o devolución de los bienes culturales robados o exportados ilícitamente, distintas de las que se
estipulan en el presente Convenio.

Como podemos observar, este Convenio pretende ser un documento mucho más específico sobre las formas
procedimentales que deberán seguirse para la devolución y restitución de bienes culturales robados o
exportados ilegítimamente,

Por provenir de un organismo que cuenta con una experiencia especialmente importante en el marco del
Derecho Internacional, nos pareció importante hacer una mención especial de dicho documento en este
trabajo.

4.1.1.8.- Convención para la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático

En el marco de la 31ª Conferencia General de la UNESCO, los países asistentes (incluyendo México)
aprobaron el día 3 de noviembre de 2001 esta nueva Convención que tiene como fin principal la
preservación de un tesoro valioso que se encuentra en constante peligro de saqueo y deterioro: el Patrimonio
Cultural Subacuático. Esta Convención fue aprobada por el Senado, según decreto que aparece en el Diario
Oficial de la Federación con fecha 2 de junio de 2006 y publicada en el Diario Oficial del día 31 de
diciembre de 2008.

Para efectos de dicha Convención, el Patrimonio Cultural Subacuática estará constituido por todas las obras
del hombre que tengan valor cultural, arqueológico o histórico, con una antigüedad de 100 años y que se
encuentran total o parcialmente sumergidos, ya sea periódica o permanentemente, Para tal efecto, los
bienes que son objeto de protección por parte de esta Convención son los siguientes:

a) Los sitios, edificaciones, estructuras, artefactos y demás obras humanas en conjunto con su contexto
arqueológico o natural,

b) Las embarcaciones, aviones y demás vehículos junto con su carga y demás contenido, incluyendo su
contexto arqueológico o natural.

Cabe mencionar que no serán objeto de protección los ductos o cables que se localicen en el fondo marino.

Los principios y objetivos generales de esta Convención son los siguientes:


a) Los Estados deben garantizar la protección y respeto del Patrimonio Cultural Subacuático, participando
adicionalmente en acciones de cooperación y preservación de dichos bienes, tomando las medidas
necesarias para lograr este fin.

b) La preservación in situ del Patrimonio Cultural Subacuático debe ser considerada la primera opción para
su preservación, el cual deberá ser depositado, conservado y manejado de tal forma en que se garantice su
protección a largo plazo.

c) El Patrimonio Cultural Subacuático no podrá ser objeto de comercio.

328
d) Las disposiciones de esta Convención no podrán ser consideradas como una excepción a las
disposiciones contenidas en la Convención de las Naciones Unidas para el Derecho del Mar, ni de ninguna
otra disposición internacional, por lo que no podrá interpretarse que con esta Convención se reconozca o
instituyan derechos a favor de algún Estado con respecto a las embarcaciones o aviones sumergidos, por lo
que la aplicación de esta Convención deberá hacerse de manera conjunta con la Convención de las Naciones
Unidas para el Derecho del Mar.

e) Los Estados promoverán la realización de acciones controladas de investigación y documentación del


Patrimonio Cultural Subacuático para su debida revalorización.

f) Las disposiciones contenidas en esta Convención no otorgarán facultad alguna a los Estados para
reclamar algún derecho de soberanía o jurisdicción.

Toda acción relacionada al Patrimonio Cultural Subacuático deberá ser autorizada por las autoridades
competentes, estar conforme a las disposiciones de esta Convención y asegurar que en la recuperación de
vestigios se garantice la máxima protección de los mismos. Los Estados deberán tomar las medidas
necesarias para prevenir o mitigar los efectos negativos que diversas actividades humanas puedan provocar
en el Patrimonio Cultural Subacuático.

La Convención adicionalmente prevé acciones para alcanzar acuerdos de carácter regional para la
protección de estos bienes, así como acciones de cooperación internacional.

La Convención reconoce la soberanía de los Estados con respecto a sus aguas interiores, archipiélagos y
mar territorial, señalando que deberán establecerse las medidas necesarias para regular las actividades que
puedan incidir en la integridad del Patrimonio Subacuático que se encuentren en los mismos y evitar efectos
negativos, estableciendo reglas de cooperación con otros Estados parte cuando se refiera a navíos o aviones
extranjeros. De igual forma, los Estados regularán las actividades relacionadas al Patrimonio Cultural
Subacuático localizado en la Zona Contigua, de conformidad con la Convención de las Naciones Unidas
para el Derecho del Mar y demás normas internacionales reconocidas.

Por lo que se refiere a la Zona Económica Exclusiva y Plataforma Continental, la Convención obliga a los
Estados parte a proteger el Patrimonio Cultural Subacuático localizados en éstas, por lo que los ciudadanos
de dichos países deberán reportar todo descubrimiento de un pecio en la Zona Económica Exclusiva o
Plataforma Continental de dicho país o de cualquier otro, garantizando la restitución de los bienes al Estado
que sea propietario de dichos bienes.

En caso de localizarse en la Zona Económica Exclusiva o Plataforma Continental bienes del Patrimonio
Cultural de un tercer Estado, deberá reportarlo a la Secretaría de dicha Convención al depositar el
documento de ratificación o adhesión, siendo ésta última la responsable de notificar de dichos reportes al
Estado interesado. Quedan excluidos de la responsabilidad de dar los avisos de descubrimientos contenidos
en esta Convención los buques de guerra y aeronaves de carácter militar que gocen de inmunidad soberana
y que sean utilizados con fines no comerciales. Sin embargo, el Estado parte deberá tomar las medidas
necesarias para proteger dichos pecios.

Los Estados parte podrán permitir las labores de documentación e investigación del Patrimonio Subacuático
localizado en su Zona Económica Exclusiva a otro Estado parte, si éste último demuestra la existencia de
329
un vínculo cultural, arqueológico o histórico con el pecio.

Todo Estado tiene el derecho de regular o prohibir cualquier actividad que pudiese representar un
menoscabo a su soberanía en la Zona Económica Exclusiva o Plataforma Continental con relación al
Patrimonio Cultural Subacuático localizado en las mismas. Para tal efecto, la Convención establece una
serie de reglas que sirven de marco para la realización de acciones de preservación coordinada entre los
Estado en cuya Zona Económica Exclusiva o Plataforma Continental se encuentren los bienes culturales
sumergidos y los Estados interesados en su preservación.

En caso de que un Estado parte descubra bienes del Patrimonio Cultural Subacuático en el suelo o subsuelo
marino fuera de los límites de jurisdicción de cualquier país, deberá notificarlo al Director General de la
UNESCO o al Secretario de la Convención, quienes harán público este descubrimiento a los demás Estados
parte. En caso de que existan más dos o más Estados interesados en la preservación de dichos bienes, se
establecerán medidas destinadas a la coordinación de acciones para la conservación de los bienes en
cuestión.

Los Estados podrán establecer medidas para limitar el acceso a su territorio, así como para impedir el
tráfico ilícito de bienes del Patrimonio Cultural Subacuático o cualquier otra actividad que contravenga con
la preservación de este acervo. De igual forma, deberán de garantizar la no realización de actividades que
puedan incidir en el Patrimonio Cultural Subacuático localizado en el suelo o subsuelo marino fuera de las
aguas de su jurisdicción.
La Convención, como un principio importante, señala que los Estados deberán garantizar que sus nacionales
no realicen actividades que contravengan las disposiciones de este instrumento internacional. Cada Estado
será el responsable de establecer y aplicar las sanciones a los infractores a las disposiciones de esta
Convención, mismas que deberán ser efectivas a fin de evitar estas conductas.

La Convención señala igualmente que las acciones de los Estados con respecto a su Patrimonio Cultural
Subacuático deberán favorecer al bien común y la utilidad pública, así como promover la consciencia social
con respecto a su preservación, la formación de especialistas y la constitución de autoridades competentes
en esta materia.

El Director General de la UNESCO convocará a una reunión de los Estados miembros al año de entrada de
esta Convención y posteriormente, los Estados miembros se reunirán cada dos años. Los estados miembros
podrán acordar la creación de un organismo consultivo de carácter científico para apoyar en las acciones
necesarias para hacer posible la aplicación de esta Convención.

La Convención además instituye la figura de una Secretaría que apoyará en las acciones necesarias para
garantizar las disposiciones de este instrumento internacional.

La Convención, por último, establece un procedimiento para lograr la solución pacífica de controversias
que pudiese surgir con respecto al Patrimonio Cultural Subacuático.

Este instrumento internacional cuenta además con un Anexo que contiene las reglas aplicables a las
actividades relacionadas al Patrimonio Cultural Subacuático. Este anexo señala que como principios
generales de conservación se deben señalar las siguientes:

330
a) La conservación del Patrimonio Cultural Subacuático in situ debe ser considerada como la primera
opción de preservación, por lo que la autorización de cualquier actividad con relación de dichos bienes debe
coadyuvar a su protección e incluso, contribuir a una mejor conservación.

b) La explotación comercial, especulación o diseminación de los bienes del Patrimonio Cultural


Subacuático constituyen causas de su pérdida irreparable, por lo que no podrán ser considerados como
objetos de comercio, situación que no se aplica a la disposición de materiales derivado de investigaciones
arqueológica debidamente autorizadas y que no afecten los valores e integridad del sitio en cuestión.

c) Las actividades realizadas en el Patrimonio Cultural Subacuático no afectarán más allá de aquello que
esté autorizado en el proyecto respectivo.

d) La investigación de los pecios deberá consistir principalmente en actividades o técnicas que no sean de
carácter destructivo.

e) Las actividades relacionadas al Patrimonio Cultural Subacuático evitarán cualquier clase de alteración
en el mismo.

f) Las actividades que incidan en el Patrimonio Cultural Subacuático deberán garantizar el registro de la
información cultural, arqueológica o histórica de dichos bienes.

g) El acceso público in situ solo podrá permitirse si no representa un riesgo para la protección o manejo de
los bienes culturales sumergidos.

h) Se promoverá la cooperación internacional, principalmente dirigida al intercambio de experiencias y


formación de profesionistas.

El Anexo de la Convención regula de igual forma el proceso que debe seguir la protección del Patrimonio
Cultural Subacuático, el cual se conforma de los siguientes aspectos:

a) Diseño del proyecto, que deberá tener carácter previo a la realización de cualquier medida con respecto
a estos bienes e incluirá los antecedentes, acciones, tiempos, personal y recursos necesarios, con la
suficiente flexibilidad para poder abordar cualquier circunstancia no prevista.

b) Trabajos Previos, para evaluar los efectos del proyecto en la zona a intervenir, incluyendo los estudios
necesarios y la determinación de los objetivos a alcanzar.
c) Financiamiento, para garantizar el acceso a los recursos necesarios para llevar a cabo el proyecto.

d) Programación, consistente en una tabla de tiempos que contenga todas las acciones relativas al proyecto.

e) Planes de Contingencia, en el caso de que se presenten circunstancias no previstas en el proyecto original.

f) Dirección del Proyecto, que deberá estar a cargo de un arqueólogo que cuente con la experiencia
necesarias y suficiente para dirigir y controlar el proyecto.

g) Programa de Conservación, para garantizar la integridad de los vestigios descubiertos y evitar cualquier
331
alteración en el sitio en cuestión.

h) Documentación, consistente en la formación de un expediente en el que se contenga toda la información


sobre el proyecto y las acciones emprendidas.

i) Seguridad, consistente en garantizar la integridad del equipo, recursos y personal que participe en el
proyecto.

j) Medio Ambiente, destinado a la preservación del suelo, flora y fauna marinos localizados en el área a
intervenir.

k) Presentación de Informes, tanto de carácter previo como el definitivo, en el que se pueda hacer constar
el grado en el que se alcanzaron los objetivos propuestos.

l) Archivo, en el que se establezcan las medidas necesarias para la custodia de las constancias, documentos
y demás informes relativos a la realización del proyecto.

m) Difusión, a fin de dar a conocer los resultados del proyecto realizado, el cual deberá ser público y
depositado en lugares que garanticen su consulta.

Esta convención representa un parteaguas en el reconocimiento de una categoría del Patrimonio Cultural
que hasta ese momento era en el ámbito científico conocido y estudiado; pero que a nivel requería (y
requiere aún) de una mayor profundización en cuanto a su identificación y protección.

4.1.1.9.- Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial

Esta Convención fue aprobada en el marco de la 32ª Conferencia General de la UNESCO, el día 17 de
octubre de 2003 este instrumento internacional y que tiene como fin principal la defensa del Patrimonio
Cultural Inmaterial que hasta entonces era un conjunto de bienes culturales muy reconocidos en la doctrina,
pero muy poco protegidos por la legislación internacional. Esta Convención fue aprobada por el Senado,
según decreto que aparece en el Diario Oficial de la Federación con fecha 29 de noviembre de 2005 y
publicada en el Diario Oficial del día 28 de marzo de 2006.

La presente Convención señala que tiene las siguientes finalidades: a) la salvaguardia del Patrimonio
Cultural inmaterial; b) el respeto del Patrimonio Cultural inmaterial de las comunidades, grupos e
individuos de que se trate; c) la sensibilización en el plano local, nacional e internacional a la importancia
del Patrimonio Cultural inmaterial y de su reconocimiento recíproco y; d) la cooperación y asistencia
internacionales.

De acuerdo con dicho instrumento internacional por Patrimonio Cultural Inmaterial se entenderá los usos,
representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y
espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los
individuos reconozcan como parte integrante de su Patrimonio Cultural. Este Patrimonio Cultural
inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades
y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un
sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural
332
y la creatividad humana. La Convención tendrá en cuenta únicamente el Patrimonio Cultural inmaterial
que sea compatible con los instrumentos internacionales de derechos humanos existentes y con los
imperativos de respeto mutuo entre comunidades, grupos e individuos y de desarrollo sostenible.

A partir de lo anterior, el Patrimonio Cultural Inmaterial incluirá los siguientes bienes y manifestaciones:
a) tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehículo del Patrimonio Cultural inmaterial;
b) artes del espectáculo; c) usos sociales, rituales y actos festivos; d) conocimientos y usos relacionados
con la naturaleza y el universo; y por último, e) técnicas artesanales tradicionales.

Por otra parte, la Convención ofrece un concepto de “salvaguardia” como el conjunto de medidas
encaminadas a garantizar la viabilidad del Patrimonio Cultural Inmaterial, comprendidas la identificación,
documentación, investigación, preservación, protección, promoción, valorización, transmisión -
básicamente a través de la enseñanza formal y no formal- y revitalización de este patrimonio en sus distintos
aspectos.

Ahora bien, esta Convención incorpora una disposición nueva en el sentido de que la mismo nunca podrá
ser interpretada en el sentido de que modifique o reduzca el nivel de protección de los bienes inscritos en
la Lista del Patrimonio Mundial o afecte los derechos y obligaciones que tengan los Estados Partes con
relación a otros acuerdos internacionales en materia de propiedad intelectual, utilización de biológicos y
ecológicos de los que sean partes.

Existe una parte orgánica de la Convención que establece los siguientes cuerpos de decisión y ejecución:

a) La Asamblea General, que será el órgano soberano de la Convención, que se reunirá cada dos años de
manera ordinaria, salvo la necesidad de llevar a cabo reuniones extraordinarias solicitada por el Comité
Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial o de por lo menos un tercio de
los Estados Partes.

b) el Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, que estará
integrado por representantes de 18 Estados Partes, electos por la Asamblea General. El número de Estados
miembros del Comité pasará a 24 en cuanto el número de Estados Partes en la Convención llegue a 50. La
elección de los Estados miembros del Comité deberá obedecer a los principios de una distribución
geográfica y una rotación equitativas. Cada dos años, la Asamblea General procederá a renovar la mitad de
los Estados miembros del Comité. Este Comité tendrá las siguientes funciones: i) promover los objetivos
de la Convención y fomentar y seguir su aplicación; ii) brindar asesoramiento sobre prácticas ejemplares y
formular recomendaciones sobre medidas encaminadas a salvaguardar el Patrimonio Cultural inmaterial;
iii) preparar y someter a la aprobación de la Asamblea General un proyecto de utilización de los recursos
del Fondo; iv) buscar las formas de incrementar sus recursos y adoptar las medidas necesarias para tal
efecto; v) preparar y someter a la aprobación de la Asamblea General directrices operativas para la
aplicación de la Convención; vii) examinar los informes de los Estados Partes y elaborar un resumen de los
mismos destinado a la Asamblea General, y; viii) examinar las solicitudes que presenten los Estados Partes
y decidir, con arreglo a los criterios objetivos de selección establecidos por el propio Comité y aprobados
por la Asamblea General para la propuesta de inscripción de bienes en la listas antes mencionadas y la
prestación de asistencia internacional

333
c) La Secretaría, que preparará la documentación de la Asamblea General y del Comité, así como el
proyecto de orden del día de sus respectivas reuniones, y velará por el cumplimiento de las decisiones de
ambos órganos.
Es obligación de cada Estado Parte, en el ámbito interno adoptar las medidas necesarias para garantizar la
salvaguardia del Patrimonio Cultural inmaterial presente en su territorio. Entre las medidas propuestas por
la Convención se encuentran la identificación y definición de los distintos elementos del Patrimonio
Cultural inmaterial presentes en su territorio, con participación de las comunidades, los grupos y las
organizaciones no gubernamentales.

Para tal efecto se previene que para asegurar la identificación con fines de salvaguardia, cada Estado Parte
confeccionará con arreglo a su propia situación uno o varios inventarios del Patrimonio Cultural inmaterial
presente en su territorio, los cuales deberán ser actualizados regularmente, los cuales deberán ser reportados
al Comité.

Otras medidas de salvaguarda previstas por la Convención son:

a) adoptar una política general encaminada a realzar la función del Patrimonio Cultural inmaterial en la
sociedad y a integrar su salvaguardia en programas de planificación;

b) designar o crear uno o varios organismos competentes para la salvaguardia del Patrimonio Cultural
inmaterial presente en su territorio;

c) fomentar estudios científicos, técnicos y artísticos, así como metodologías de investigación, para la
salvaguardia eficaz del Patrimonio Cultural inmaterial, y en particular del Patrimonio Cultural inmaterial
que se encuentre en peligro;

d) adoptar las medidas de orden jurídico, técnico, administrativo y financiero adecuadas para: i) favorecer
la creación o el fortalecimiento de instituciones de formación en gestión del Patrimonio Cultural inmaterial,
así como la transmisión de este patrimonio en los foros y espacios destinados a su manifestación y
expresión; ii) garantizar el acceso al Patrimonio Cultural inmaterial, respetando al mismo tiempo los usos
consuetudinarios por los que se rige el acceso a determinados aspectos de dicho patrimonio; y iii) crear
instituciones de documentación sobre el Patrimonio Cultural inmaterial y facilitar el acceso a ellas.

Adicionalmente cada Estado Parte intentará asegurar el reconocimiento, el respeto y la valorización del
Patrimonio Cultural inmaterial en la sociedad, mediante programas educativos, de sensibilización y de
difusión de información dirigidos al público, y en especial a los jóvenes; programas educativos y de
formación específicos en las comunidades y grupos interesados; actividades de formación en materia de
salvaguardia del Patrimonio Cultural inmaterial, y especialmente de gestión y de investigación científica,
así como medios no formales de transmisión del saber; mantener al público informado de las amenazas que
pesan sobre ese patrimonio y de las actividades realizadas en cumplimiento de la presente Convención y
finalmente, promover la educación sobre la protección de espacios naturales y lugares importantes para la
memoria colectiva, cuya existencia es indispensable para que el Patrimonio Cultural inmaterial pueda
expresarse.

Como una parte muy importante de esta Convención, cada Estado Parte tratará de lograr una participación
lo más amplia posible de las comunidades, los grupos y, si procede, los individuos que crean, mantienen y
334
transmiten ese patrimonio y de asociarlos activamente a la gestión del mismo.

Desde la perspectiva internacional, la Convención establece que el Comité, a propuesta de los estados
interesados, creará, mantendrá, actualizará y hará pública una Lista Representativa del Patrimonio Cultural
Inmaterial de la Humanidad. Igualmente, el Comité creará, actualizará y publicará una Lista del Patrimonio
Cultural Inmaterial que requiere medidas urgentes de salvaguarda, la cual deberá ser a petición del Estado
Parte interesado. Los criterios por los que se creará, actualizará y publicará dicha Lista será aprobado por
la Asamblea General.

A propuesta de los Estados Partes y previa aprobación de la Asamblea General, el Comité seleccionará
periódicamente y promoverá los programas, proyectos y actividades de ámbito nacional, subregional o
regional para la salvaguardia del patrimonio que a su entender reflejen del modo más adecuado los
principios y objetivos de la presente Convención, teniendo en cuenta las necesidades particulares de los
países en desarrollo, debiendo revisar y aprobar las solicitudes de asistencia internacional.

La cooperación internacional comprende en particular el intercambio de información y de experiencias,


iniciativas comunes, y la creación mecanismos para ayudar a los Estados Partes en sus esfuerzos
encaminados a salvaguardar el Patrimonio Cultural inmaterial.

Como fundamento de la asistencia internacional, en una declaración muy importante, la Convención


establece que, sin perjuicio de lo dispuesto en su legislación nacional ni de sus derechos y usos
consuetudinarios, los Estados Partes reconocen que la salvaguardia del Patrimonio Cultural inmaterial es
una cuestión de interés general para la humanidad y se comprometen, con tal objetivo, a cooperar en el
plano bilateral, subregional, regional e internacional.

La asistencia internacional tendrá por objetivo salvaguardar en caso de medidas de urgencia, diseñar
inventarios y prestar apoyo a proyectos sobre el Patrimonio Cultural Inmaterial. La asistencia podrá
consistir en estudios, servicios de expertos, formación, propuesta de normas legales, creación de
infraestructura, aporte de materiales y ayuda financiera.

La Convención establece un Fondo para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, constituido por
las contribuciones de los Estados Partes, los recursos que la Conferencia General de la UNESCO destine a
tal fin y las aportaciones, donaciones o legados que puedan hacer otros Estados, organismos y programas
del sistema de las Naciones Unidas, organismos públicos o privados o personas físicas, etc. Las
contribuciones al Fondo no podrán estar supeditadas a condiciones políticas, económicas ni de otro tipo
que sean incompatibles con los objetivos que persigue la Convención.

Los Estados Partes presentarán al Comité informes sobre las disposiciones legislativas, reglamentarias o
de otra índole que hayan adoptado para aplicar la Convención, así como de las actividades desarrolladas
para el cumplimiento de este instrumento internacional.

Esta Convención resulta especialmente porque podemos apreciar un cambio de paradigma en cuanto a la
manera en que se entiende la regulación del Patrimonio Cultural, pues ya no encontramos normas que estén
referidas exclusivamente al bien cultural protegido, sino también a toda la actividad de protección que
encuentra su preservación. Esta tendencia encontrará una repercusión mayor en la siguiente Convención.

335
4.1.1.10.- Convención para la protección y promoción de la diversidad de las expresiones culturales

Durante la 33ª Conferencia General de la UNESCO, los Estados parte aprobaron el día 20 de octubre de
2005 este instrumento internacional. Esta Convención fue aprobada por el Senado, según decreto que
aparece en el Diario Oficial de la Federación con fecha 2 de junio de 2006 y publicada en el Diario Oficial
del día 26 de febrero de 2007.

Esta Convención establece que sus objetivos se encuentran los siguientes:

a) proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales;

b) crear las condiciones para que las culturas puedan prosperar y mantener interacciones libremente de
forma mutuamente provechosa;

c) fomentar el diálogo entre culturas a fin de garantizar intercambios culturales más amplios y equilibrados
en el mundo en pro del respeto intercultural y una cultura de paz;

d) fomentar la interculturalidad con el fin de desarrollar la interacción cultural, con el espíritu de construir
puentes entre los pueblos;

e) promover el respeto de la diversidad de las expresiones culturales y hacer cobrar conciencia de su valor
en el plano local, nacional e internacional;

f) reafirmar la importancia del vínculo existente entre la cultura y el desarrollo para todos los países, en
especial los países en desarrollo, y apoyar las actividades realizadas en el plano nacional e internacional
para que se reconozca el auténtico valor de ese vínculo;

g) reconocer la índole específica de las actividades y los bienes y servicios culturales en su calidad de
portadores de identidad, valores y significado;

h) reiterar los derechos soberanos de los Estados a conservar, adoptar y aplicar las políticas y medidas que
estimen necesarias para proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales en sus respectivos
territorios;

i) fortalecer la cooperación y solidaridad internacionales en un espíritu de colaboración, a fin de reforzar,


en particular, las capacidades de los países en desarrollo con objeto de proteger y promover la diversidad
de las expresiones culturales.

Como una innovación en esta materia, la Convención establece una serie de principios rectores que rigen y
deben cumplirse con el fin de lograr los mencionados objetivos y que aunque ya fueron transcritos en otros
capítulos, vale la pena hacerlo de nueva cuenta con el fin de contextualizarlos a este análisis:

a) Principio de respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales.- Sólo se podrá proteger
y promover la diversidad cultural si se garantizan los derechos humanos y las libertades fundamentales
como la libertad de expresión, información y comunicación, así como la posibilidad de que las personas
336
escojan sus expresiones culturales. Nadie podrá invocar las disposiciones de la presente Convención
para atentar contra los derechos humanos y las libertades fundamentales proclamados en la Declaración
Universal de Derechos Humanos y garantizados por el derecho internacional, o para limitar su ámbito
de aplicación.

b) Principio de soberanía.- De conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y los principios del
derecho internacional, los Estados tienen el derecho soberano de adoptar medidas y políticas para
proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales en sus respectivos territorios.

c) Principio de igual dignidad y respeto de todas las culturas.- La protección y la promoción de la


diversidad de las expresiones culturales presuponen el reconocimiento de la igual dignidad de todas las
culturas y el respeto de ellas, comprendidas las culturas de las personas pertenecientes a minorías y las
de los pueblos autóctonos.

d) Principio de solidaridad y cooperación internacionales.- La cooperación y la solidaridad


internacionales deberán estar encaminadas a permitir a todos los países, en especial los países en
desarrollo, crear y reforzar sus medios de expresión cultural, comprendidas sus industrias culturales,
nacientes o establecidas, en el plano local, nacional e internacional.

e) Principio de complementariedad de los aspectos económicos y culturales del desarrollo.- Habida


cuenta de que la cultura es uno de los principales motores del desarrollo, los aspectos culturales de éste
son tan importantes como sus aspectos económicos, respecto de los cuales los individuos y los pueblos
tienen el derecho fundamental de participación y disfrute.

f) Principio de desarrollo sostenible.- La diversidad cultural es una gran riqueza para las personas y las
sociedades. La protección, la promoción y el mantenimiento de la diversidad cultural son una condición
esencial para un desarrollo sostenible en beneficio de las generaciones actuales y futuras.

g) Principio de acceso equitativo.- El acceso equitativo a una gama rica y diversificada de expresiones
culturales procedentes de todas las partes del mundo y el acceso de las culturas a los medios de expresión
y difusión son elementos importantes para valorizar la diversidad cultural y propiciar el entendimiento
mutuo.

h) Principio de apertura y equilibrio.- Cuando los Estados adopten medidas para respaldar la diversidad
de las expresiones culturales, procurarán promover de manera adecuada una apertura a las demás
culturas del mundo y velarán por que esas medidas se orienten a alcanzar los objetivos perseguidos por
la presente Convención.

Esta Convención se aplicará a las políticas y medidas que adopten las Partes en relación con la protección
y promoción de la diversidad de las expresiones culturales.

La Convención establece una serie de definiciones relevantes:

a) Diversidad cultural.- La “diversidad cultural” se refiere a la multiplicidad de formas en que se


expresan las culturas de los grupos y sociedades. Estas expresiones se transmiten dentro y entre los
grupos y las sociedades.
337
La diversidad cultural se manifiesta no sólo en las diversas formas en que se expresa, enriquece y
transmite el patrimonio cultural de la humanidad mediante la variedad de expresiones culturales, sino
también a través de distintos modos de creación artística, producción, difusión, distribución y disfrute
de las expresiones culturales, cualesquiera que sean los medios y tecnologías utilizados.

b) Contenido cultural.- El “contenido cultural” se refiere al sentido simbólico, la dimensión artística y


los valores culturales que emanan de las identidades culturales o las expresan.

c) Expresiones culturales.- Las “expresiones culturales” son las expresiones resultantes de la creatividad
de personas, grupos y sociedades, que poseen un contenido cultural.

d) Actividades, bienes y servicios culturales.- Las “actividades, bienes y servicios culturales” se


refieren a las actividades, los bienes y los servicios que, considerados desde el punto de vista de su
calidad, utilización o finalidad específicas, encarnan o transmiten expresiones culturales,
independientemente del valor comercial que puedan tener. Las actividades culturales pueden constituir
una finalidad de por sí, o contribuir a la producción de bienes y servicios culturales.

e) Industrias culturales.- Las “industrias culturales” se refieren a todas aquellas industrias que producen
y distribuyen bienes o servicios culturales.

f) Políticas y medidas culturales.- Las “políticas y medidas culturales” se refieren a las políticas y
medidas relativas a la cultura, ya sean éstas locales, nacionales, regionales o internacionales, que están
centradas en la cultura como tal, o cuya finalidad es ejercer un efecto directo en las expresiones
culturales de las personas, grupos o sociedades, en particular la creación, producción, difusión y
distribución de las actividades y los bienes y servicios culturales y el acceso a ellos.

g) Protección.- La “protección” significa la adopción de medidas encaminadas a la preservación,


salvaguardia y enriquecimiento de la diversidad de las expresiones culturales. “Proteger” significa
adoptar tales medidas.

h) Interculturalidad.- La “interculturalidad” se refiere a la presencia e interacción equitativa de diversas


culturas y la posibilidad de generar expresiones culturales compartidas, adquiridas por medio del
diálogo y de una actitud de respeto mutuo.

En el tratamiento de los derechos y obligaciones de los Estados Parte, la Convención propone una norma
general relativa que consiste en que a este respecto que de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas,
los principios del derecho internacional y los instrumentos de derechos humanos universalmente
reconocidos, las Partes reafirman su derecho soberano a formular y aplicar sus políticas culturales y a
adoptar medidas para proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales, así como a reforzar
la cooperación internacional para lograr los objetivos de la presente Convención; por lo que, cuando una
Parte aplique políticas y adopte medidas para proteger y promover la diversidad de las expresiones
culturales en su territorio, tales políticas y medidas deberán ser coherentes con las disposiciones de esta
Convención.

Las Partes tendrá el derecho de adoptar medidas para proteger y promover la diversidad de las expresiones
338
culturales en sus respectivos territorios, las cuales consistirán en la adopción de las siguientes medidas:

a) medidas reglamentarias encaminadas a la protección y promoción de la diversidad de las expresiones


culturales;

b) medidas que brinden oportunidades, de modo apropiado, a las actividades y los bienes y servicios
culturales nacionales, entre todas las actividades, bienes y servicios culturales disponibles dentro del
territorio nacional, para su creación, producción, distribución, difusión y disfrute, comprendidas
disposiciones relativas a la lengua utilizada para tales actividades, bienes y servicios;

c) medidas encaminadas a proporcionar a las industrias culturales independientes nacionales y las


actividades del sector no estructurado un acceso efectivo a los medios de producción, difusión y distribución
de bienes y servicios culturales;

d) medidas destinadas a conceder asistencia financiera pública;

e) medidas encaminadas a alentar a organizaciones sin fines de lucro, así como a entidades públicas y
privadas, artistas y otros profesionales de la cultura, a impulsar y promover el libre intercambio y
circulación de ideas, expresiones culturales y actividades, bienes y servicios culturales, y a estimular en sus
actividades el espíritu creativo y el espíritu de empresa;

f) medidas destinadas a crear y apoyar de manera adecuada las instituciones de servicio público pertinentes;

g) medidas encaminadas a respaldar y apoyar a los artistas y demás personas que participan en la creación
de expresiones culturales;

h) medidas destinadas a promover la diversidad de los medios de comunicación social, comprendida la


promoción del servicio público de radiodifusión.

Como una parte importante, as Partes procurarán crear en su territorio un entorno que incite a las personas
y a los grupos a desarrollar las siguientes actividades:

a) crear, producir, difundir y distribuir sus propias expresiones culturales, y tener acceso a ellas, prestando
la debida atención a las circunstancias y necesidades especiales de las mujeres y de distintos grupos sociales,
comprendidas las personas pertenecientes a minorías y los pueblos autóctonos;

b) tener acceso a las diversas expresiones culturales procedentes de su territorio y de los demás países del
mundo.

Las Partes procurarán también que se reconozca la importante contribución de los artistas, de todas las
personas que participan en el proceso creativo, de las comunidades culturales y de las organizaciones que
los apoyan en su trabajo, así como el papel fundamental que desempeñan, que es alimentar la diversidad de
las expresiones culturales.

Si una Parte podrá determina que existen situaciones especiales en que las expresiones culturales en su
territorio corran riesgo de extinción, o son objeto de una grave amenaza o requieren algún tipo de medida
339
urgente de salvaguardia, éstas podrán adoptar cuantas medidas consideren necesarias para proteger y
preservar dichas expresiones. Estas medidas serán informadas al Comité Intergubernamental que menciona
la Convención para que haga las recomendaciones que convenga. Las Partes cooperarán para prestarse
asistencia mutua, otorgando una especial atención a los países en desarrollo.

Será obligación de las partes proporcionarán, cada cuatro años, un informe a la UNESCO, sobre las medidas
que hayan adoptado para proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales en sus respectivos
territorios y en el plano internacional, procurando intercambiar esta información con otros estados Parte.

En materia de educación y sensibilización, los Estados Parte deberán propiciar y promover el


entendimiento de la importancia que revisten la protección y fomento de la diversidad de las expresiones
culturales mediante, entre otros medios, programas de educación y mayor sensibilización del público, así
como cooperar con otras Partes y organizaciones internacionales y regionales con relación a para alcanzar
dichos objetivos y promover la creatividad y fortalecer las capacidades de producción mediante el
establecimiento de programas de educación, formación e intercambios en el ámbito de las industrias
culturales. Estas medidas deberán aplicarse de manera que no tengan repercusiones negativas en las formas
tradicionales de producción.

Las Partes reconocen el papel fundamental que desempeña la sociedad civil en la protección y promoción
de la diversidad de las expresiones culturales. Las Partes fomentarán la participación activa de la sociedad
civil en sus esfuerzos por alcanzar los objetivos de esta Convención.

La Convención establece que los Estados Parte procurarán fortalecer su cooperación bilateral, regional e
internacional para crear condiciones que faciliten la promoción de la diversidad de las expresiones
culturales, con la finalidad de:

a) facilitar el diálogo entre las Partes sobre la política cultural;

b) reforzar las capacidades estratégicas y de gestión del sector público en las instituciones culturales
públicas, mediante los intercambios profesionales y culturales internacionales y el aprovechamiento
compartido de las mejores prácticas;

c) reforzar las asociaciones con la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y el sector privado,
y entre todas estas entidades, para fomentar y promover la diversidad de las expresiones culturales;

d) promover el uso de nuevas tecnologías y alentar la colaboración para extender el intercambio de


información y el entendimiento cultural, y fomentar la diversidad de las expresiones culturales;

e) fomentar la firma de acuerdos de coproducción y codistribución.

En cuanto al papel de las expresiones culturales con relación al desarrollo, los Estados Partes se esforzarán
por integrar la cultura en sus políticas de desarrollo a todos los niveles a fin de crear condiciones propicias
para el desarrollo sostenible y, en este marco, fomentar los aspectos vinculados a la protección y promoción
de la diversidad de las expresiones culturales. Por lo anterior, las partes se esforzarán por apoyar la
cooperación para el desarrollo sostenible y la reducción de la pobreza, especialmente por lo que respecta a
las necesidades específicas de los países en desarrollo, a fin de propiciar el surgimiento de un sector cultural
340
dinámico por los siguientes medios, entre otros:

a) el fortalecimiento de las industrias culturales en los países en desarrollo, mediante la creación y


reforzamiento de las capacidades de los países en desarrollo en materia de producción y difusión culturales;
la facilitación de un amplio acceso de sus actividades, bienes y servicios culturales al mercado mundial y a
las redes de distribución internacionales; propiciando el surgimiento de mercados locales y regionales
viables; adoptando, cuando sea posible, medidas adecuadas en los países desarrollados para facilitar el
acceso a su territorio de las actividades, los bienes y los servicios culturales procedentes de países en
desarrollo; prestando apoyo al trabajo creativo y facilitando, en la medida de lo posible, la movilidad de los
artistas del mundo en desarrollo y por último; alentando una colaboración adecuada entre países
desarrollados y en desarrollo, en particular en los ámbitos de la música y el cine.

b) la creación de capacidades mediante el intercambio de información, experiencias y competencias, así


como mediante la formación de recursos humanos en los países en desarrollo, tanto en el sector público
como en el privado, especialmente en materia de capacidades estratégicas y de gestión, de elaboración y
aplicación de políticas, de promoción de la distribución de bienes y servicios culturales, de fomento de
pequeñas y medianas empresas y microempresas, de utilización de tecnología y de desarrollo y transferencia
de competencias.

c) la transferencia de técnicas y conocimientos prácticos mediante la introducción de incentivos apropiados,


especialmente en el campo de las industrias y empresas culturales.

d) el apoyo financiero mediante la creación de un Fondo Internacional para la Diversidad Cultural, el


suministro de asistencia oficial al desarrollo y otras modalidades de asistencia financiera, tales como
préstamos con tipos de interés bajos, subvenciones y otros mecanismos de financiación.

Los Estados Partes alentarán la creación de asociaciones entre el sector público, el privado y organismos
sin fines lucrativos, así como dentro de cada uno de ellos, a fin de cooperar con los países en desarrollo en
el fortalecimiento de sus capacidades con vistas a proteger y promover la diversidad de las expresiones
culturales. Estas asociaciones innovadoras harán hincapié, en función de las necesidades prácticas de los
países en desarrollo, en el fomento de infraestructuras, recursos humanos y políticas, así como en el
intercambio de actividades, bienes y servicios culturales.

Los países desarrollados facilitarán los intercambios culturales con los países en desarrollo, otorgando por
conducto de los marcos institucionales y jurídicos adecuados un trato preferente a los artistas y otros
profesionales de la cultura de los países en desarrollo, así como a los bienes y servicios culturales
procedentes de ellos.

La Convención crea el Fondo Internacional para la Diversidad Cultural, constituido por fondos fiduciarios
y cuyos recursos estarán constituidos por las contribuciones voluntarias de los Estados Partes, los recursos
financieros que la Conferencia General de la UNESCO asigne a tal fin; las contribuciones, donaciones o
legados que puedan hacer otros Estados, organismos y programas del sistema de las Naciones Unidas,
organizaciones regionales o internacionales, entidades públicas o privadas y particulares, así como todo
interés devengado por los recursos del Fondo. También forman parte de los recursos de este fondo el
producto de las colectas y la recaudación de eventos organizados en beneficio del Fondo, así como todos
los demás recursos autorizados. La utilización de los recursos del Fondo por parte del Comité
341
Intergubernamental se decidirá en función de las orientaciones que imparta la Conferencia de Estados
Partes. El Comité Intergubernamental podrá aceptar contribuciones u otro tipo de ayudas con finalidad
general o específica que estén vinculadas a proyectos concretos, siempre y cuando éstos cuenten con su
aprobación. Las contribuciones al Fondo no podrán estar supeditadas a condiciones políticas, económicas
ni de otro tipo que sean incompatibles con los objetivos perseguidos por la Convención.

La Convención promueve el intercambio entre los Estados Parte de conocimientos especializados sobre
acopio de información y estadísticas relativas a la diversidad de las expresiones culturales, así como sobre
las mejores prácticas para su protección y promoción.

Toda vez que los alcances de esta Convención pudieran estar en relación con otros instrumentos
internacionales, el artículo 20 previene que los Estados Partes reconocen que deben cumplir de buena fe
con las obligaciones que les incumben en virtud de la presente Convención y de los demás tratados en los
que son Parte. En consecuencia, sin subordinar esta Convención a los demás tratados deberán fomentar la
potenciación mutua entre la presente Convención y los demás tratados en los que son Parte y procurar que
cuando se interpreten y apliquen los demás tratados en los que son Parte o contraigan otras obligaciones
internacionales, tendrán en cuenta las disposiciones en esta Convención. Ninguna disposición de la
Convención podrá interpretarse como una modificación de los derechos y obligaciones de los Estados
Partes que emanen de otros tratados internacionales que hayan celebrado.

Como podemos observar, estas disposiciones marcan una franca tendencia de buena fe y de búsqueda de
soluciones consensadas con relación a las problemáticas que pudieran afectar a la diversidad de las
expresiones y bienes culturales y que involucraran a otros sectores socioeconómicos con sus respectivos
instrumentos internacionales: turismo, comercio, etc. Lo anterior es un reconocimiento de la condición
multisectorial y diversa de los bienes culturales.

Sin embargo, y de una manera incongruente para la postura que México ha adoptado como uno de los países
“campeones” de la defensa de la cultura, en la ratificación de esta Convención, nuestro país formuló una
Reserva con respecto al mencionado artículo 20 en el siguiente sentido:

RESERVA “Los Estados Unidos Mexicanos formula la siguiente reserva para aplicar e interpretar el Artículo
20 de la Convención:

a) La implementación de esta Convención se hará de manera armónica y compatible con otros tratados
internacionales, especialmente con el Acuerdo de Marrakech por el que se establece la Organización Mundial
del Comercio y otros tratados comerciales internacionales.

b) En relación al párrafo primero, México reconoce que esta Convención no está subordinada a otros tratados
ni otros tratados estarán subordinados a esta Convención.

c) Sobre el inciso b) del párrafo primero, México no prejuzga su posición en futuras negociaciones de tratados
internacionales.”

En otras palabras, la reserva presentada por México con relación a esta Convención nos hace ver que la
cultura no será colocada en ningún momento como una actividad preponderante en la negociación e
implementación de cualquier otro tratado internacional. Lo que realmente suena muy triste es que en dicha
reserva se haga una mención especial al Acuerdo de Marrakech por el que se crea la Organización Mundial
342
de Comercio, porque entonces si podemos afirmar que existe una declaración expresa en el sentido de que
hay un mayor interés por parte de nuestra país de fomentar el libre comercio por encima de la cultura.

De hecho, cuando comparamos una redacción tan conciliadora de la Convención de la Diversidad de las
Expresiones Culturales contra el Acuerdo de Marrakech, es fácilmente apreciable una postura muy distinta:
este último instrumento internacional muestra una cara más intolerante y menos abierta a ser interpretado
a la luz de otros convenios internacionales, como podemos ver de la transcripción que se menciona a
continuación de diversas disposiciones contenidas en su artículo XVI:

Artículo XVI.- Disposiciones varias

1. y 2.-…

3.- En caso de conflicto entre una disposición del presente Acuerdo y una disposición de cualquiera de los
Acuerdos Comerciales Multilaterales, prevalecerá, en el grado en que haya conflicto, la disposición del
presente Acuerdo.

4.-…

5.- No podrán formularse reservas respecto de ninguna disposición del presente Acuerdo. Las reservas
respecto de cualquiera de las disposiciones de los Acuerdos Comerciales Multilaterales sólo podrán
formularse en la medida prevista en los mismos. Las reservas respecto de una disposición de un Acuerdo
Comercial Plurilateral se regirán por las disposiciones de ese Acuerdo.

A partir de lo descrito anteriormente, nos parece que existe una gran incongruencia de la política cultural
que ha sido manejada por el Estado Mexicano y los acuerdos en materia de cultura y libre comercio.
Consideramos que la única manera de lograr una real compatibilidad entre ambas posturas, debiéramos
eliminar la Reserva señalada en la ratificación a la Convención sobre la Diversidad de las Expresiones
Culturales y que nuestra legislación interna establezca mecanismos necesarios para coordinar las
preocupaciones internacionales (en este caso, la preservación de la cultura y el fomento al libre comercio)
bajo el entendimiento de que no son realidades excluyentes, sino por muy por el contrato, hablamos de
aspectos complementarios al desarrollo integral del ser humano y las comunidades,

La Convención establece los siguientes órganos:

a) La Conferencia de Estados Partes, que será el órgano plenario y supremo de la Convención, la cual
celebrará una reunión ordinaria cada dos años en concomitancia, siempre y cuando sea posible, con la
Conferencia General de la UNESCO. Podrá reunirse con carácter extraordinario cuando así lo decida, o
cuando el Comité Intergubernamental reciba una petición en tal sentido de un tercio de los Estados Partes
por lo menos. La Conferencia tendrá las siguientes funciones: elegir a los miembros del Comité
Intergubernamental; recibir y examinar los informes de las Partes en la presente Convención transmitidos
por el Comité Intergubernamental; aprobar las orientaciones prácticas que el Comité Intergubernamental
haya preparado a petición de la Conferencia, y; adoptar cualquier otra medida que considere necesaria para
el logro de los objetivos de la Convención.

b) El Comité Intergubernamental para la Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresiones


Culturales, que estará formado por representantes de 18 Estados Parte en la Convención, elegidos por la
343
Conferencia de las Partes para desempeñar un mandato de cuatro años; sin embargo, cuando la Convención
cuente con 50 Estados Partes, el número de miembros del Comité subirá a 24. La elección de los miembros
del Comité Intergubernamental deberá basarse en los principios de la representación geográfica equitativa
y la rotación. Este Comité celebrará una reunión anual. El Comité funcionará bajo la autoridad de la
Conferencia de las Partes, cumpliendo sus orientaciones y rindiéndole cuentas de sus actividades. Las
atribuciones del Comité serán los siguientes: promover los objetivos de la Convención y fomentar y
supervisar su aplicación; preparar y someter a la aprobación de la Conferencia de las Partes orientaciones
prácticas, cuando ésta lo solicite, para el cumplimiento y aplicación de las disposiciones de la Convención;
transmitir a la Conferencia de las Partes informes de las Partes, junto con sus observaciones y un resumen
del contenido; d) formular las recomendaciones apropiadas en los casos que las Partes en la Convención
sometan a su atención de conformidad con las disposiciones pertinentes de la Convención; establecer
procedimientos y otros mecanismos de consulta para promover los objetivos y principios de la presente
Convención en otros foros internacionales, y; realizar cualquier otra tarea que le pueda pedir la Conferencia
de las Partes. El Comité podrá invitar en todo momento a entidades públicas o privadas y a particulares a
participar en sus reuniones para consultarlos sobre cuestiones específicas.

Los órganos de la Convención estarán secundados por la Secretaría de la UNESCO, la cual preparará los
documentos de la Conferencia de las Partes y del Comité Intergubernamental, así como los proyectos de
los órdenes del día de sus reuniones, y coadyuvará a la aplicación de sus decisiones e informará sobre dicha
aplicación.

Por último, la Convención introduce un tema novedoso referente a la manera en que pueden solucionarse
las controversias que surjan con relación a su aplicación. Para tal efecto, la Convención establece que en
caso de controversia acerca de su interpretación o aplicación, los Estados las Partes procurarán resolverla
mediante negociaciones y si no llegaran a un acuerdo mediante negociaciones, podrán recurrir
conjuntamente a los buenos oficios o la mediación de una tercera parte. Si no se desea recurrir a los buenos
oficios o la mediación o no se haya logrado una solución mediante negociaciones, buenos oficios o
mediación, cualquier Estado Parte podrá recurrir a la conciliación cuyo procedimiento se explica más
adelante. Los Estados Parte examinarán de buena fe la propuesta que formule la Comisión de Conciliación
para solucionar la controversia. Sin embargo, al momento de la ratificación, aceptación, aprobación o
adhesión, cada Estado Parte podrá declarar que no reconoce este procedimiento de conciliación.

El procedimiento de conciliación (el cual aparece en un anexo de la Convención), prevé para el caso de
controversia entre los Estados Partes la creación de una Comisión de Conciliación a solicitud de una de las
partes, la cual estará integrada (salvo pacto en contrario entre las partes) cinco miembros, dos nombrados
por cada Parte interesada y un Presidente elegido conjuntamente por esos miembros. En las controversias
entre más de dos Estados Partes, aquellas que compartan un mismo interés nombrarán de común acuerdo a
sus respectivos miembros en la Comisión. Cuando dos o más Partes tengan intereses distintos o haya
desacuerdo en cuanto a las Partes que tengan el mismo interés, nombrarán a sus miembros por separado.
Si en un plazo de dos meses después de haberse presentado una solicitud de creación de una Comisión de
Conciliación, las Partes no hubieran nombrado a todos los miembros de la Comisión, el Director General
de la UNESCO, a instancia de la Parte que haya presentado la solicitud, procederá a los nombramientos
necesarios en un nuevo plazo de dos meses. Si el Presidente de la Comisión de Conciliación no hubiera
sido designado por ésta dentro de los dos meses siguientes al nombramiento del último miembro de la
Comisión, el Director General de la UNESCO, a instancia de una de las Partes, procederá a su designación
en un nuevo plazo de dos meses. La Comisión de Conciliación emitirá sus fallos por mayoría de sus
344
miembros. A menos que los Estados Partes involucrados en la controversia decidan otra cosa, determinará
su propio procedimiento. La Comisión formulará una propuesta de solución de la controversia, que las
Partes examinarán de buena fe. Cualquier controversia con relación a su propia competencia será resuelta
por la Comisión.

4.1.2.- Tratados Bilaterales suscritos por México en materia de Patrimonio Cultural

Así como las problemáticas universales han sido objeto de la celebración de una Convención multilateral;
los lazos de amistad entre las naciones, la preocupación conjunta de resolver una situación específica, la
necesidad de implementar un marco en las relaciones con otros países respecto a nuestro Patrimonio
Cultural tienen como consecuencia la suscripción de acuerdos bilaterales de corte internacional. En este
sentido, México ha celebrado una serie de tratados internacionales con otros Estados con la intención de
cooperar en aspectos técnicos o materiales en la mejor protección de los bienes culturales y de los que
haremos un breve análisis a continuación.

4.1.2.1.- Tratado de Cooperación que Dispone la Recuperación y Devolución de Bienes Arqueológicos,


Históricos y Culturales Robados celebrado con los Estados Unidos de América

Este documento fue firmado en la ciudad de México el 17 de julio de 1970, aprobado por el Senado de la
República el 21 de noviembre de ese mismo año y publicado en el Diario Oficial de la Federación el día 9
de junio de 1971.

Este tratado define a los bienes arqueológicos, históricos y culturales de la siguiente manera:

a) los objetos de arte y artefactos de las culturas precolombinas de importancia sobresaliente para el
patrimonio nacional de cualquiera de los dos países, incluyendo estelas y detalles arquitectónicos tales como
relieves y arte mural,

b) los objetos de arte y artefactos religiosos de las épocas coloniales de ambos países de importancia para
su patrimonio nacional y

c) los documentos de los archivos oficiales por un periodo hasta 1920 que sean de importancia histórica
sobresaliente.

Por este acuerdo las partes se obligan a estimular las labores de rescate e investigación arqueológica con la
participación de especialistas; impedir excavaciones ilícitas de bienes arqueológicos y el robo de bienes
arqueológicos, históricos y culturales; facilitar la circulación y exhibición en ambos países de los bienes
protegidos por este tratado para promover el mutuo entendimiento y permitir el legítimo comercio
internacional de obras de arte siempre y cuando cumplan con las disposiciones legales en materia de
protección y conservación del Patrimonio Cultural.

Las partes firmantes se obligan mediante los procedimientos legales aplicables a recuperar y devolver a la
otra los bienes protegidos por este tratado que hayan sido sacados del territorio nacional de ésta última
después de la fecha de celebración del tratado. La solicitud de recuperación se hará a través de la vía
diplomática, acompañando la documentación y pruebas necesarias. En caso de que no sea posible la
recuperación por medios legales, se podrá iniciar un procedimiento judicial para tal fin, autorizándose para
345
tal efecto a los Procuradores Generales de Justicia de ambos países para iniciar el procedimiento
correspondiente ante el juzgado federal competente en su territorio.

Una vez que la parte requerida obtenga la autorización necesaria para la devolución del bien en cuestión,
se entregará a la persona que le informe la parte requirente, quien deberá cubrir los gastos inherentes a la
devolución.

En caso de que una de las partes asegure o decomise bienes arqueológicos, históricos o culturales robados,
deberá devolverlos a la parte requirente, obligándose a no aplicar las disposiciones legales relativas a la
importación de mercancía, ya sea en lo referente a la disposición o destino que debiera darse a la mercancía
asegurada, así como a la aplicación de las sanciones correspondientes.

Se establece que ninguna persona o Parte tendrá derecho alguno para reclamar indemnización de la Parte
que devuelve el bien, por daños o perjuicios causados a dicho bien arqueológico, histórico o cultural en
relación con el cumplimiento de las obligaciones consignadas en este Tratado.

Siendo los Estados Unidos de América uno de los principales destinos de los bienes culturales objeto de
tráfico ilícito en nuestro país, este acuerdo constituye un instrumento de especial importancia para la
restitución de un importante número de bienes pertenecientes a nuestro Patrimonio Cultural.

4.1.2.2.- Convenio sobre Cooperación en las Áreas de Museos y Arqueología con Canadá

Este documento fue firmado en la ciudad de México el 25 de noviembre de 1991, aprobado por el Senado
de la República el 11 de junio de 1992 y publicado en el Diario Oficial de la Federación el día 2 de julio de
1992.

Este tratado tiene como finalidad facilitar y fomentar la cooperación e intercambios en las áreas de museos
y arqueología, nombrando como autoridades competentes para tal efecto al Ministerio de Comunicaciones
de Canadá y a la Secretaría de Relaciones Exteriores y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de
México.

En materia de museos, las partes se comprometen a facilitar la cooperación e intercambio en relación a


exposiciones, conservación, restauración, arqueología, capacitación, formación de especialistas,
información, investigación y cada una de las ramas de la museología a través de acuerdos administrativos
que celebren las autoridades competentes.

En materia de arqueología, las autoridades competentes facilitarán la cooperación, el desarrollo de


proyectos, la conservación, restauración, el intercambio entre instituciones especializadas para fomentar la
investigación de esta rama del conocimiento.

Ambos países permitirán el tránsito del personal necesario y la importación temporal y reexportación de
los materiales requeridos para ejecución de dicho convenio. Las partes buscarán un equilibrio general
respecto a la participación financiera y a los intercambios de personas y objetos de información durante la
vigencia de este convenio, la cual será de 5 años renovables por periodos iguales a menos que exista
notificación en sentido contrario por alguna de las partes. Por último, las partes establecerán un Comité
Conjunto encargado de formular las recomendaciones necesarias para la aplicación de este Convenio.
346
4.1.2.3.- Convenio de Protección y Restitución de Bienes Arqueológicos, Artísticos e Históricos con Perú

Este documento fue firmado en la ciudad de Lima el 15 de octubre de 1975, aprobado por el Senado de la
República el 18 de diciembre de 1975 y publicado en el Diario Oficial de la Federación el día 28 de julio
de 1976.

Por este convenio las partes se obligan a prohibir e impedir el ingreso en sus respectivos territorios de bienes
arqueológicos, artísticos e históricos sustraídos de museos, monumentos, colecciones o yacimientos
arqueológicos de la otra parte y de aquellos cuya salida no hubiera sido expresamente autorizada por el
Gobierno del país de origen.

Para efectos de este instrumento se entiende por:

a) bienes arqueológicos a los monumentos, sus partes y demás inmuebles y sus detalles; bienes muebles,
objetos y parte de ellos; restos humanos y de la flora y fauna , todos éstos provenientes de la época
prehispánica,

b) bienes artísticos a las obras de arte y los objetos que tengan valor para el Patrimonio Cultural de cada
una de las partes,

c) bienes históricos a aquellos vinculados con la historia de cada Nación, así como los documentos y objetos
de los archivos, bibliotecas, museos y colecciones tanto públicos como privados y que sean de importancia
histórica para una de las partes.

Las partes firmantes se obligan mediante los procedimientos legales aplicables a recuperar y devolver a la
otra los bienes protegidos por este tratado que hayan sido sustraídos o sacado ilícitamente del territorio
nacional de ésta última. La parte requirente deberá acompañar la documentación y pruebas necesarias. En
caso de no presentarse esta documentación, el reclamo estará determinado por los arreglos que se decidan
por vía diplomática. Los gastos inherentes a la recuperación y restitución de los bienes serán cubiertos por
la parte requirente.

Se establece adicionalmente que ninguna persona o institución podrá reclamar indemnización a la Parte que
restituye el bien reclamado, por daños o perjuicios que le hubieran sido ocasionados. La Parte requirente
tampoco está obligada a indemnización alguna a favor de quienes participaron en la salida ilegal del bien o
de quienes lo adquirieron.

Las partes, adicionalmente, se obligan al intercambio de información, a liberar de derechos aduanales y


demás impuestos los bienes arqueológicos, artísticos e históricos recuperados, así como a permitir las
facilidades que permitan el libre internamiento temporal por las aduanas de los implementos y accesorios
requeridos para el cumplimiento de este Convenio.

4.1.2.4.- Convenio de Protección y Restitución de Monumentos Arqueológicos, Artísticos e Históricos con


Guatemala

Este documento fue firmado en la ciudad de Rosario Izapa en Chiapas el 31 de mayo de 1975, aprobado
347
por el Senado de la República el 21 de octubre de 1975 y publicado en el Diario Oficial de la Federación el
día 28 de julio de 1976.

Por este convenio las partes se obligan a prohibir e impedir el ingreso en sus respectivos territorios de bienes
arqueológicos, artísticos e históricos sustraídos de museos, monumentos, colecciones o yacimientos
arqueológicos de la otra parte y de aquellos cuya salida no hubiera sido expresamente autorizada por el
Gobierno del país de origen.

Para efectos de este convenio serán monumentos arqueológicos los bienes muebles e inmuebles producto
de las culturas anteriores al establecimiento de la cultura hispánica así como los restos humanos, de la flora
y fauna relacionados con estas culturas; monumentos artísticos los bienes muebles e inmuebles con valor
estético relevante y monumentos históricos los bienes vinculados con la historia de cada Nación a partir del
establecimiento de la cultura hispánica en su territorio nacional. Estas definiciones se aplicarán de
conformidad con la legislación de cada país y en caso de duda, ésta se resolverá mediante la vía diplomática.

Las partes firmantes se obligan mediante los procedimientos legales aplicables a recuperar y devolver a la
otra los bienes protegidos por este tratado que hayan sido sustraídos o sacado ilícitamente del territorio
nacional de ésta última. La parte requirente deberá acompañar la documentación y pruebas necesarias. En
caso de no presentarse esta documentación, el reclamo estará determinado por los arreglos que se decidan
por vía diplomática. Los gastos inherentes a la recuperación y restitución de los bienes serán cubiertos por
la parte requirente.

Se establece adicionalmente que ninguna persona o institución podrá reclamar indemnización a la Parte que
restituye el bien reclamado, por daños o perjuicios que le hubieran sido ocasionados. La Parte requirente
tampoco está obligada a indemnización alguna a favor de quienes exportaron ilegalmente dicho bien o de
quienes lo adquirieron.

Las partes se obligan a liberar de derechos aduanales y demás impuestos los bienes arqueológicos, artísticos
e históricos recuperados y a aplicar la legislación nacional vigente a través de las autoridades competentes
a quienes dentro de su territorio nacional hayan participado en la sustracción o exportación ilícita de estos
bienes.

4.1.2.5.- Convenio de Protección y Restitución de Monumentos Arqueológicos, Artísticos e Históricos con


El Salvador

Este documento fue firmado en la ciudad de México el 7 de junio de 1990, aprobado por el Senado de la
República el 12 de julio de 1990 y publicado en el Diario Oficial de la Federación el día 10 de febrero de
1993.

Por este convenio las partes se obligan a prohibir e impedir el ingreso en sus respectivos territorios de bienes
arqueológicos, artísticos e históricos sustraídos de museos, monumentos, colecciones o yacimientos
arqueológicos de la otra parte y de aquellos cuya salida no hubiera sido expresamente autorizada por el
Gobierno del país de origen.

Para efectos de este convenio serán monumentos arqueológicos los bienes muebles e inmuebles producto
de las culturas anteriores al establecimiento de la cultura hispánica así como los restos humanos, de la flora
348
y fauna relacionados con estas culturas; monumentos artísticos los bienes muebles e inmuebles con valor
estético relevante y monumentos históricos los bienes vinculados con la historia de cada Nación a partir del
establecimiento de la cultura hispánica en su territorio nacional. Estas definiciones se aplicarán de
conformidad con la legislación de cada país y en caso de duda, ésta se resolverá mediante la vía diplomática.

Las partes firmantes se obligan mediante los procedimientos legales aplicables a recuperar y devolver a la
otra los bienes protegidos por este tratado que hayan sido sustraídos o sacado ilícitamente del territorio
nacional de ésta última. La parte requirente deberá acompañar la documentación y pruebas necesarias. En
caso de no presentarse esta documentación, el reclamo estará determinado por los arreglos que se decidan
por vía diplomática. Los gastos inherentes a la recuperación y restitución de los bienes serán cubiertos por
la parte requirente.

Se establece adicionalmente que ninguna persona o institución podrá reclamar indemnización a la Parte que
restituye el bien reclamado, por daños o perjuicios que le hubieran sido ocasionados. La Parte requirente
tampoco está obligada a indemnización alguna a favor de quienes exportaron ilegalmente dicho bien o de
quienes lo adquirieron.

Las partes se obligan a liberar de derechos aduanales y demás impuestos los bienes arqueológicos, artísticos
e históricos recuperados y a aplicar la legislación nacional vigente a través de las autoridades competentes
a quienes dentro de su territorio nacional hayan participado en la sustracción o exportación ilícita de estos
bienes.

4.1.2.6.- Convenio de Protección y Restitución de Monumentos Arqueológicos, Artísticos e Históricos con


Belice

Este documento fue firmado en la ciudad de Belmopán, Belice, el 27 de septiembre de 1991, aprobado por
el Senado de la República el día 19 de diciembre de 1991 y publicado en el Diario Oficial de la Federación
el día 28 de enero de 1992.

Por este convenio las partes se obligan a prohibir e impedir el ingreso en sus respectivos territorios de bienes
arqueológicos, artísticos e históricos sustraídos de museos, monumentos, colecciones o yacimientos
arqueológicos de la otra parte y de aquellos cuya salida no hubiera sido expresamente autorizada por el
Gobierno del país de origen.

Para efectos de este convenio serán monumentos arqueológicos los bienes muebles e inmuebles producto
de las culturas anteriores al establecimiento de la cultura hispánica en el caso de México y de la cultura
británica en el caso de Belice, así como los restos humanos, de la flora y fauna relacionados con estas
culturas; monumentos artísticos los bienes muebles e inmuebles con valor estético relevante y monumentos
históricos los bienes vinculados con la historia de cada Nación a partir del establecimiento de la cultura
hispánica en el caso de México y de la cultura británica en el caso de Belice. Estas definiciones se aplicarán
de conformidad con la legislación de cada país y en caso de duda, ésta se resolverá mediante la vía
diplomática.

Las partes firmantes se obligan mediante los procedimientos legales aplicables a recuperar y devolver a la
otra los bienes protegidos por este tratado que hayan sido sustraídos o sacado ilícitamente del territorio
nacional de ésta última. La parte requirente deberá acompañar la documentación y pruebas necesarias. En
349
caso de no presentarse esta documentación, el reclamo estará determinado por los arreglos que se decidan
por vía diplomática. Los gastos inherentes a la recuperación y restitución de los bienes serán cubiertos por
la parte requirente.

Se establece adicionalmente que ninguna persona o institución podrá reclamar indemnización a la Parte que
restituye el bien reclamado, por daños o perjuicios que le hubieran sido ocasionados. La Parte requirente
tampoco está obligada a indemnización alguna a favor de quienes exportaron ilegalmente dicho bien o de
quienes lo adquirieron.

Las partes se obligan a liberar de derechos aduanales y demás impuestos los bienes arqueológicos, artísticos
e históricos recuperados y a aplicar la legislación nacional vigente a través de las autoridades competentes
a quienes dentro de su territorio nacional hayan participado en la sustracción o exportación ilícita de estos
bienes.

4.1.2.7.- Convenio de Colaboración para la Preservación y el Mantenimiento de Zonas Arqueológicas con


Belice

Este documento fue firmado en la ciudad de México el 26 de abril de 1990, aprobado por el Senado de la
República el 3 de julio de 1990 y publicado en el Diario Oficial de la Federación el día 24 de enero de 1991.

Por este convenio las partes se obligan a colaborar en el desarrollo de programas conjuntos de preservación
y mantenimiento de las zonas arqueológicas de Belice, por lo que la Parte mexicana proporcionará la
asesoría técnica en esta materia. La autoridad competente para la ejecución de este convenio por parte de
México es el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

4.1.2.8.- Convenio entre los Estados Unidos Mexicanos y la República de Chile sobre protección y
restitución de bienes culturales

Este documento fue firmado en la ciudad de México el 8 de julio de 2011, aprobado por el Senado de la
República el 21 de febrero de 2012 y publicado en el Diario Oficial de la Federación el día 3 de diciembre
de 2013.

Conforme a su artículo primero, este Convenio tiene como objetivo prohibir el ingreso a los territorios de
las Partes de todo bien cultural paleontológico, arqueológico, artístico e histórico sujeto a protección (a los
que se identifica como bien cultural) proveniente de la otra Parte que haya sido robado, obtenido o traficado
ilícitamente, y establecer los procedimientos necesarios para su restitución.

Para efectos de este Convenio, tanto México como Chile establecen un listado de bienes protegidos y
amparados por esta Convenio.

México enumera de manera enunciativa, más no limitativa, los siguientes bienes culturales:

a) objetos procedentes de excavaciones o descubrimientos arqueológicos y paleontológicos, autorizados


o clandestinos, terrestres o acuáticos, incluyendo material lítico, cerámica, piedras preciosas o
semipreciosas, metal, textil y otras evidencias materiales de la actividad humana o fragmentos de ellos;

350
b) elementos procedentes del desmembramiento de monumentos artísticos o históricos o de sitios
arqueológicos;

c) bienes de interés histórico;

d) bienes de interés antropológico y etnológico, incluyendo el material de grupos étnicos en peligro de


extinción y el de uso ceremonial o utilitario como tejidos y trajes, máscaras folclóricas y para rituales de
cualquier material, arte plumario, adornos cefálicos y corporales, lapidaria y acrílicos, de interés artístico,
histórico o social;

e) bienes y objetos de interés artístico o fragmentos de piezas de arte, como pinturas y dibujos hechos
enteramente a mano, sobre cualquier soporte y en cualquier material; producción de originales de arte
estatuario y de escultura en cualquier material; grabados, estampados y litografías originales; artes menores
y conjuntos y montajes artísticos de valor religioso, civil y militar protegidos por la legislación nacional;

f) documentos de interés histórico, artístico, científico, literario, musical, etc., como pueden ser: mapas,
planos y otros provenientes de los archivos de carácter público, oficial, nacional y eclesiásticos, de
conformidad con la legislación nacional;

g) manuscritos raros e incunables, libros, documentos y publicaciones antiguas de interés histórico,


artístico, científico, literario, musical, entre otros, sueltos o en colecciones;

h) objetos de interés histórico, como monedas, inscripciones y sellos grabados, sueltos o en colecciones;

i) sellos de correos, sellos fiscales y análogos, sueltos o en colecciones;

j) archivos y material fonográfico, pictórico, histórico, social, civil, videográfico, fotográfico y


cinematográfico, en poder de entidades públicas, privadas o mixtas;

k) mobiliario, incluidos instrumentos de música de interés histórico y cultural;

l) material y objetos de interés para la historia tecnológica e industrial de México;

m) bienes específicos, individuales o en conjunto, correspondientes a la producción artesanal y de


conocimiento tradicional, que estén protegidos de conformidad con la legislación nacional;

n) objetos de arte religioso de las épocas, virreinal y republicana de las Partes, o fragmentos de los mismos;

o) objetos que hayan sido sustraídos de museos;

p) objetos de valor científico o que sean importantes para la historia de la ciencia de las Partes, incluyendo
colecciones y ejemplares (enteros o fraccionados) raros de geología, mineralogía, anatomía y objetos de
interés paleontológico, clasificados o no clasificados;

351
q) cualquier otro de naturaleza análoga a los anteriores que, derivado del análisis de sus características
generales, particulares y específicas, se concluya pertinente catalogarlo como bien cultural sujeto a
protección.

Por su parte, Chile establece que los bienes culturales protegidos son los siguientes:

a) las colecciones y ejemplares raros de zoología, botánica, mineralogía, anatomía, y los objetos de interés
paleontológico;

b) los bienes relacionados con la historia, con inclusión de la historia de las ciencias y de las técnicas, la
historia militar y la historia social, así como con la vida de los dirigentes, pensadores, sabios y artistas
nacionales y con los acontecimientos de importancia nacional;

c) el producto de las excavaciones (tanto autorizadas como clandestinas) o de los descubrimientos


arqueológicos;

d) los elementos procedentes de la desmembración de monumentos artísticos o históricos y de lugares de


interés arqueológico;

e) antigüedades que tengan más de 100 años, tales como inscripciones, monedas y sellos grabados;

f) el material etnológico;

g) los bienes de interés artístico tales como:

i. Cuadros, pinturas y dibujos hechos enteramente a mano sobre cualquier soporte y en cualquier
material (con exclusión de los dibujos industriales y de los artículos manufacturados decorados a mano);

ii. Producciones originales de arte estatuario y de escultura en cualquier material;

iii. Grabados, estampas y litografías originales;

iv. Conjuntos y montajes artísticos originales en cualquier material.

h). manuscritos raros e incunables, libros, documentos y publicaciones antiguos de interés especial
(histórico, artístico, científico, literario, etc.) sueltos o en colecciones;

i) sellos de correo, sellos fiscales y análogos, sueltos o en colecciones;

j) archivos, incluidos los fonográficos, fotográficos y cinematográficos;

k) objetos de mobiliario que tengan más de 100 años e instrumentos de música antiguos.

Para dar cumplimiento a este Convenio, México nombra como autoridad central a la Secretaría de
Relaciones Exteriores, mientras que Chile nombra al Ministerio de Relaciones Exteriores como autoridad
central.
352
Las partes establecen las siguientes obligaciones

a) El Estado Parte en cuyo territorio haya ingresado un bien cultural que haya sido robado, obtenido o
traficado ilícitamente del territorio de la otra Parte, deberá resguardarlo para efectos de su restitución, de
conformidad con los procedimientos previstos en su legislación nacional aplicable e informarlo a su
respectiva Autoridad Central, quien deberá notificar de inmediato sobre el resguardo de cualquier bien
cultural sujeto a protección proveniente de la otra Parte, tomando las medidas necesarias para lograr la
restitución de los bienes culturales.

b) solicitud expresa de una de las Partes, la Otra utilizará los medios legales a su alcance para restituir desde
su territorio a la Parte Requirente los bienes culturales que hubieren sido robados, obtenidos o traficados
ilícitamente del territorio de la Parte Requirente, de conformidad con su legislación aplicable y las
convenciones internacionales vigentes .En los casos que sean necesarios, la Parte Requerida promoverá un
procedimiento judicial tendiente a restituir un bien cultural robado, obtenido o traficado ilícitamente del
territorio de la otra Parte. Cualquier Parte podrá asesorar, en la medida que lo permita su legislación
nacional, a quien, actuando de buena fe, haya adquirido un bien cultural que haya sido robado, obtenido o
traficado ilícitamente del territorio de la otra Parte y promueva un procedimiento judicial para que el
vendedor, independientemente de la responsabilidad penal en la que hubiere incurrido, restituya el precio
pagado.

c) La solicitud de restitución de los bienes culturales deberá formalizarse por la vía diplomática. La Parte
Requirente proporcionará a su costa la documentación autentificada por sus autoridades nacionales
competentes para fundamentar su solicitud y, de ser el caso, las pruebas correspondientes.

d) Los gastos inherentes a la recuperación y restitución de un bien cultural serán sufragados por la Parte
Requirente. Ninguna persona o institución podrá reclamar indemnización por concepto de daños o
perjuicios a la Parte que restituye el bien. La Parte Requirente tampoco estará obligada a indemnizar a
quienes adquirieron o participaron en la exportación ilícita del bien cultural.

e) Conforme con su legislación nacional aplicable, ambas Partes convienen en otorgar las facilidades
administrativas, fiscales y aduaneras pertinentes durante el proceso de restitución al país de origen de
aquellos bienes culturales que hubieren sido robados, obtenidos o traficados ilícitamente.

En materia de cooperación para combatir las excavaciones clandestinas así como el robo, la obtención y el
tráfico ilícito de bienes culturales, los Estados Parte mantendrán una estrecha cooperación en materia de
protección y restitución de bienes culturales que se llevará a cabo según las modalidades siguientes:

a) intercambio de información sobre personas presuntamente involucradas en el robo, la obtención y el


tráfico ilícito de bienes culturales y sus delitos conexos con el fin de facilitar su identificación y procurar
establecer el modo operativo empleado;

b) intercambio de información sobre mejores prácticas, experiencias y estrategias eficientes en materia de


prevención de daños, protección y restitución de bienes culturales;

353
En materia de sanciones, las Partes se comprometen, de conformidad con su respectiva legislación nacional
aplicable, a imponer las sanciones que correspondan a las personas que adquieran, comercialicen o
participen en el tráfico de un bien cultural a sabiendas de que ha sido objeto de un ilícito.

Las Partes resolverán cualquier controversia derivada de la interpretación o ejecución del presente
Convenio mediante negociaciones celebradas por la vía diplomática.

4.1.2.9.- Convenio entre los Estados Unidos Mexicanos y la República Oriental del Uruguay para la
cooperación en materia de protección, conservación, recuperación y restitución de bienes culturales y los
que conforman el Patrimonio Natural que hayan sido materia de robo o de tráfico ilícito

Este documento fue firmado en la ciudad de Montevideo, Uruguay, el 14 de agosto de 2009, aprobado por
el Senado de la República el 14 de diciembre de 2011 y publicado en el Diario Oficial de la Federación el
día 2 de marzo de 2012.

El Convenio tiene como objetivo establecer las bases y procedimientos sobre los cuales las Partes
cooperarán para la protección, conservación, aseguramiento, recuperación y restitución de los bienes
culturales y los que conforman el patrimonio natural que hayan sido objeto de robo y/o tráfico ilícito, y que
se precisan en el presente Instrumento de acuerdo con las recomendaciones señaladas por la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en materia de protección del
patrimonio cultural de los Estados. Por lo anterior, las Partes se comprometen a prohibir e impedir el
ingreso a sus respectivos territorios de los bienes culturales y los que conforman el patrimonio natural que
carezcan de la respectiva autorización expresa para su importación, exportación o transferencia, que
pertenezcan al patrimonio de la otra Parte.

Por una parte, la Consejería jurídica de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México y el Ministerio de
Relaciones Exteriores de Uruguay son designados como Autoridad Centrales para garantizar el
cumplimiento de este convenio.

El Convenio establece que se consideran bienes culturales:

a) los monumentos arqueológicos o bienes muebles e inmuebles producto de culturas anteriores al


establecimiento de la hispánica en los Estados Unidos Mexicanos y en la República Oriental del Uruguay;
igualmente será aplicable dicha categoría a los vestigios o restos fósiles de seres orgánicos que habitaron el
territorio de las Partes en épocas pretéritas y cuya investigación, conservación, restauración, recuperación
o utilización revista interés paleontológico;

b) los monumentos artísticos o bienes muebles e inmuebles que por sus características revistan valor
estético relevante;

c) los monumentos históricos o bienes muebles e inmuebles vinculados con la historia religiosa, civil,
militar, científica, técnica, pública y privada de cada nación, a partir del establecimiento de la cultura
hispánica en cada una de las Partes;

354
d) los bienes muebles e inmuebles de carácter cultural, que de conformidad con las convenciones
internacionales sobre la materia o la legislación interna de las Partes, sean objeto de una protección jurídica
personal.

Los anteriores conceptos se aplicarán de conformidad con la legislación que al respecto se encuentre
vigente en cada Parte y las convenciones internacionales de las que México y Uruguay sean parte. En caso
de presentarse alguna duda al respecto, se dilucidará por la vía diplomática.

De conformidad con lo anterior, las Partes acuerdan que en cuanto al concepto de bienes culturales, estarán
incluidos de forma enunciativa, pero no limitativa, los siguientes:

a) objetos de arte y artefactos de las culturas precolombinas de las Partes, incluyendo elementos
arquitectónicos, estelas, estatuas, esculturas y objetos de cualquier material o significado, piezas de
cerámica, trabajos de metal, trabajos realizados en piedras preciosas o semipreciosas, textiles, líticos y otros
vestigios de la actividad humana y fragmentos de éstos; así como los restos de la flora y de la fauna
vinculados con esas culturas;

b) el producto de las excavaciones (tanto autorizadas como clandestinas) o de los descubrimientos


arqueológicos;

c) elementos procedentes de la desmembración de monumentos artísticos o históricos y de lugares de


interés arqueológico;

d) objetos de valor científico o que sean importantes para la historia de la ciencia de las Partes, incluyendo
colecciones y ejemplares enteros o fraccionados- raros de zoología, botánica, mineralogía, anatomía y los
objetos de interés paleontológico, clasificados o no clasificados;

e) objetos de arte y artefactos religioso-ceremoniales de las épocas precolombina, virreinal y republicana


de las Partes y/o fragmentos de los mismos, incluyendo pinturas, grabados, estampados, litografías y
dibujos hechos enteramente a mano sobre cualquier soporte o material, imaginería angélica, santos,
alegorías y otros, retablos, relieves, esculturas, objetos metálicos, textiles y parafernalia;

f) bienes relacionados con: i) la historia general, con inclusión de la historia de las ciencias y de las
técnicas, la historia militar y la historia social, como retratos de próceres, temas históricos, mitológicos,
épicos o cualquier otro género pictórico; ii) la vida de dirigentes, pensadores, sabios y artistas nacionales
que sean de especial interés de las Partes; iii) los acontecimientos de importancia nacional; y IV) bienes
históricos con características civiles y costumbristas;

g) muebles y/o mobiliario que tengan una antigüedad mayor a cien años, como burgueños, bancas,
cajoneras, mesas, escaños, armarios, baúles, camas, cofres, espejos, mesas, sillones, sillas, relojes,
lámparas, alfombras, tapices, indumentaria y otros que constituyan parte del patrimonio de la historia civil,
política y religiosa de las Partes;

h) equipos e instrumentos de trabajo que tengan una antigüedad mayor a cien años, incluidos los de
música, así como material de valor tecnológico o industrial como objetos y piezas utilizadas en minería,

355
metalurgia, transporte y otros que constituyan parte del patrimonio de la historia civil e industrial de las
Partes;

i) documentos provenientes de los archivos oficiales de gobiernos centrales, estatales, regionales,


departamentales, provinciales o municipales u otras entidades de carácter público, de sus agencias o
dependencias con una antigüedad superior a los cincuenta años;

j) manuscritos raros e incunables, códices, libros, documentos y publicaciones antiguas de interés


arqueológico, histórico, artístico, científico o literario, sean sueltos o en colecciones, como revistas,
boletines, periódicos nacionales y otros sueltos;

k) archivos, incluidos los pictóricos, históricos, civiles, sociales, fonográficos, fotográficos, videográficos,
cinematográficos y digitales, de interés artístico o histórico;

l) mapas cartográficos, planos, folletos, fotografías, audiovisuales y microfilmes antiguos y de interés


histórico, relacionados con acontecimientos de tipo cultural, arqueológico, artístico, histórico y natural;

m) piezas diversas que tengan más de cien (100) años de antigüedad; tales como monedas, armas, grabados,
porcelana, vidrio, heráldica, vestimenta, piezas de joyería, ornamentos y otros, así como sellos grabados,
sellos de correo, sellos fiscales y análogos, sueltos o que formen parte de colecciones nacionales filatélicas
o numismáticas de valor histórico;

n) bienes de interés artístico incluyendo el arte contemporáneo- declarados monumento por alguna de las
Partes, como cuadros, pinturas y dibujos hechos enteramente a mano sobre cualquier soporte y en cualquier
material, producciones originales de arte estatuario y de escultura en cualquier material, grabados,
estampados y litografías originales, conjuntos y montajes artísticos originales en cualquier material;

o) el material etnológico, clasificado o no clasificado, incluyendo el material de grupos étnicos en peligro


de extinción y el de uso ceremonial o utilitario como: tejidos y trajes, máscaras folclóricas y rituales de
cualquier material, arte plumario como adornos cefálicos y corporales, lapidaria y acrílicos, de interés
artístico, histórico o social;

p) el patrimonio cultural subacuático producto de rescates autorizados o no autorizados que constituya


interés artístico, arqueológico o histórico; y

q) todos aquellos bienes que de conformidad con la legislación de las Partes se consideren bienes
culturales cuya propiedad o posesión se encuentre prohibida, restringida o especialmente regulada.

El Convenio, por otra parte, establece las siguientes obligaciones para cada una de las Partes:

a) asistirse mutuamente por medio del intercambio de los resultados de sus experiencias en las materias a
que se refiere el presente Convenio;

b) favorecer los intercambios y la capacitación de personal en los campos de la prevención del robo, la
excavación clandestina, la importación, la exportación y la transferencia ilícita de los bienes culturales y
los que conforman el patrimonio natural, especialmente en la administración de los campos mencionados;
356
c) intercambio de información sobre la redacción de leyes, la recolección de información y la colaboración
en asuntos internacionales;

d) favorecer por diversos conductos, el intercambio de experiencias en la lucha contra el tráfico ilícito de
los bienes culturales y los que conforman el patrimonio natural, incluyendo el realizado a través de medios
electrónicos, principalmente a través de Internet;

e) colaborar con organismos internacionales competentes en la prevención e investigación del robo y tráfico
ilícito de los bienes culturales y los que conforman el patrimonio natural;

f) intensificar la coordinación y mejora del sistema de registro de los bienes culturales y los que conforman
el patrimonio natural;

g) favorecer el intercambio de especialistas y realizar cursos que tengan por objeto la investigación,
prevención y control del tráfico ilícito de los bienes culturales y los que conforman el patrimonio natural;

h) establecer normas éticas y técnicas, así como promover el intercambio de conocimientos, con el
propósito de que arqueólogos, restauradores, curadores, anticuarios, biólogos y otros especialistas
vinculados con el manejo de los bienes culturales y los que conforman el patrimonio natural cuenten con
elementos necesarios para prevenir el robo y el tráfico ilegal de los mismos;

i) promover el intercambio de conocimientos sobre las innovaciones tecnológicas en materia de seguridad,


con el fin de fortalecer la protección de los bienes culturales y los que conforman el patrimonio natural;

j) estimular el descubrimiento, excavación, preservación y estudio de sitios y materiales arqueológicos por


científicos y estudiosos calificados de las Partes;

k) impedir las excavaciones ilícitas de sitios arqueológicos y el robo de bienes culturales;

l) intensificar la coordinación y mejora del sistema de divulgación de información sobre los bienes
culturales y los que conforman el patrimonio natural robados;

m) intensificar la coordinación y mejora del sistema de otorgamiento de licencias y/o permisos para la
exportación, así como el sistema de supervisión para la importación de bienes culturales;

n) facilitar la circulación y exhibición en ambas Partes de los bienes culturales y los que conforman el
patrimonio natural, a fin de acrecentar el entendimiento y apreciación de la herencia artística, cultural y
natural de las Partes;

o) tomar todas las medidas necesarias, conforme a su legislación nacional, para impedir la adquisición de
los bienes culturales y los que conforman el patrimonio natural procedentes de alguna de las Partes, por los
museos y otras instituciones similares situados en su territorio, si esos bienes hubieran sido exportados
ilícitamente al territorio de alguna de las Partes;

357
p) sensibilizar al público en general, museos y otras organizaciones culturales, respecto del peligro que
representa para el patrimonio cultural de las Partes, las excavaciones clandestinas, el robo, la importación,
exportación y la transferencia ilícita de bienes culturales, a través del desarrollo de campañas en medios de
comunicación, pláticas y seminarios, entre otras formas;

q) difundir el contenido del presente Convenio, así como la información que estimen pertinente para el
cumplimiento del mismo, a autoridades culturales, arqueológicas, autorales, aduaneras y penales,
comerciantes de los bienes culturales y los que conforman el patrimonio natural y medios especializados;
y

r) cualquier otra que las Partes convengan.

México y Uruguay intercambiarán oportunamente información sobre los siguientes temas:

a) leyes, reglamentos y demás normatividad aplicable en cada país acerca de la protección de bienes
culturales y los que conforman el patrimonio natural, especialmente sobre prevención del robo,
excavaciones clandestinas, importación, exportación y transferencia de propiedad en forma ilícita de bienes
culturales y los que conforman su patrimonio natural, así como sobre políticas y medidas correspondientes
elaboradas por las autoridades administrativas;

b) evaluación, registro y bases de datos con que cuente cada Parte respecto de los bienes culturales y los
que conforman su patrimonio natural que son materia del presente Instrumento;

c) emisión de licencias o permisos de exportación de bienes culturales y los que conforman su patrimonio
natural, otorgados de conformidad con lo establecido por la legislación vigente en cada una de las Partes;

d) instancias oficiales de protección y conservación de bienes culturales y los que conforman su


patrimonio natural en cada una de las Partes;

e) documentación básica acerca de las características del enterramiento de piezas y de los descubrimientos
arqueológicos;

f) procedimientos básicos en cada Parte para realizar la recuperación y devolución de bienes culturales y
los que conforman su patrimonio natural a sus países de origen;

g) nuevas formas de robo, excavación clandestina, importación, exportación y transferencia ilícita de


propiedad de bienes culturales y los que conforman su patrimonio natural;

h) bienes culturales y los que conforman su patrimonio natural relacionados con las Partes, transferidos
ilícitamente que aparezcan en el mercado internacional; y

i) organizaciones que presuntamente participen en excavaciones clandestinas, robo y exportación,


importación y transferencia ilícita de propiedad de bienes culturales y los que conforman su patrimonio
natural.

358
El Convenio establece que cualquiera de las Partes, por escrito y a través de la vía diplomática, podrá
solicitar a la Otra que utilice los medios legales a su alcance, para recuperar y restituir desde su territorio,
los bienes culturales que hayan sido materia de robo o tráfico ilícito y provengan del territorio de la Parte
Requirente. Si la Parte Requirente solicita adicionalmente medidas precautorias que impidan el
ocultamiento o la desaparición rápida de los bienes materia de la solicitud, la Parte Requerida deberá, con
base en su legislación interna, iniciar los procedimientos pertinentes que permitan asegurar los bienes
culturales y los que conforman el patrimonio natural de que se trate. Las solicitudes de aseguramiento y
restitución de los bienes culturales se deberán formular por la vía diplomática. La Parte Requirente
proporcionará la documentación y otras pruebas necesarias para establecer la reclamación de los bienes
culturales. En el caso de que no sea posible reunir y ofrecer esa documentación, la procedencia del reclamo
estará determinada por los arreglos que las Partes establezcan por la vía diplomática. Finalmente, si la Parte
Requerida no pudiera efectuar la recuperación y devolución de un bien cultural, la Autoridad Central de la
Parte Requirente o cualquier otra dependencia o entidad interesada podrá solicitar a la Parte Requerida la
asistencia necesaria, a efecto de que aquélla pueda iniciar un procedimiento judicial tendiente a ese fin.

Cuando alguna de las Partes tenga conocimiento del ingreso a su territorio de bienes culturales que
provengan de la otra Parte y hayan sido materia de robo y/o de tráfico ilícito, se procederá a su devolución.
Para los efectos de la devolución, la exportación e importación de bienes culturales las Partes deberán
cumplir con las formalidades que para tal efecto se encuentren establecidas en la legislación nacional de
cada una de Ellas. Lo anterior, sin perjuicio de las facilidades que otorguen las Partes durante el proceso de
recuperación y restitución de los bienes culturales. Las Autoridades Centrales de la Parte Requerida podrá
asesorar, en la medida que lo permita su legislación interna, a quien, actuando de buena fe, haya adquirido
el objeto de restitución, a efecto de poder fincar un procedimiento judicial para que el vendedor,
independientemente de la responsabilidad penal en la que pueda haber incurrido, reembolse el precio
pagado.

Los gastos inherentes a la recuperación y restitución de los bienes culturales serán sufragados por la Parte
Requirente y ninguna persona o institución podrá reclamar indemnización a la Parte que los restituya por
daños o perjuicios que le hubieran sido ocasionados por su aseguramiento y restitución. La Parte Requirente
no estará obligada a otorgar indemnización alguna a favor de quienes adquirieron o participaron en la salida
de su territorio del bien recuperado y restituido.

Los Estados Parte deberán informar a la Otra de los robos de los bienes culturales de que tenga conocimiento
fueron robados y, de ser posible, de la metodología empleada para ello, cuando exista razón para creer que
dichos bienes probablemente serán introducidos en el mercado internacional. Con este propósito se deberá
presentar a la Parte Requerida información descriptiva suficiente (fichas técnicas, fotografía y avalúos) que
permita identificar los bienes culturales que hayan sido materia de robo y/o tráfico ilícito y de ser posible
información respecto de las personas que hayan participado en el hecho delictivo, bandas de traficantes o a
quienes hayan presentado conductas delictivas conexas, con el fin de facilitar su identificación y poder
establecer el modo operativo empleado por los delincuentes. Asimismo, las Partes difundirán entre sus
respectivas autoridades aduaneras y policiales de puertos, aeropuertos y fronteras, la información relativa a
los bienes culturales que hayan sido materia de robo o tráfico ilícito, con el fin de facilitar su identificación
y la aplicación de las medidas cautelares y coercitivas. Las Partes se otorgarán todas las facilidades
administrativas, fiscales y aduaneras necesarias, de conformidad con su legislación interna, durante el
proceso de recuperación y restitución de los bienes culturales requeridos hacia el país de origen, en
aplicación de lo dispuesto en el presente Convenio.
359
Las Partes realizarán las gestiones necesarias ante las autoridades competentes a fin de que se otorguen
todas las facilidades necesarias para la entrada, permanencia y salida de los participantes que en forma
oficial intervengan en las actividades que se deriven del presente Convenio. Estos participantes se
someterán a las disposiciones migratorias, fiscales, aduaneras, sanitarias y de seguridad vigentes en el país
receptor y no podrán dedicarse a ninguna actividad ajena a sus funciones sin la previa autorización de las
autoridades competentes en la materia. Los participantes dejarán el país receptor, de conformidad con las
leyes y disposiciones del mismo.

El Convenio será revisado al menos una vez cada dos años, por la vía diplomática o mediante reuniones de
evaluación celebradas alternadamente en México y Uruguay. En dichas reuniones las Partes podrán
convocar a las instituciones que estimen convenientes.

Cualquier diferencia o divergencia derivada de la aplicación y la interpretación del presente Convenio serán
resueltas por las Partes de común acuerdo.

Finalmente, este Convenio entrará en vigor treinta (30) días después de la fecha de recepción de la última
notificación, por conducto de la vía diplomática, en la que las Partes se comuniquen el cumplimiento de los
requisitos exigidos por su legislación nacional para tal efecto y tendrá una vigencia de diez (10) años,
prorrogables automáticamente por períodos de igual duración, a menos que una de las Partes comunique
por escrito a la Otra, por la vía diplomática, su decisión de darlo por terminado, con seis (6) meses de
antelación.

El presente Convenio podrá ser modificado por mutuo consentimiento de las Partes, formalizado a través
de comunicaciones escritas. Dichas modificaciones entrarán en vigor de conformidad con el procedimiento
establecido en el párrafo anterior.

La terminación anticipada del presente Convenio no afectará la conclusión de los procedimientos y las
solicitudes para la recuperación y restitución de los bienes objeto del presente Instrumento, que hubieran
sido iniciados durante su vigencia, salvo que las Partes acuerden lo contrario.

4.1.2.10.- Convenio entre el Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos y el Gobierno de la República
Popular China para cooperación en materia de protección, preservación, devolución y restitución de bienes
culturales y prevención del robo, excavación clandestina e importación y exportación ilícitas de bienes
culturales.

Este Convenio tiene como objetivo establecer las bases sobre las cuales las Partes cooperarán para proteger,
conservar, devolver y restituir los bienes culturales que hayan sido materia de robo o importación y
exportación ilícitas en sus territorios, así como para prevenir tales acciones y excavaciones clandestinas.

Conforme al Anexo de dicho documento internacional, las Partes acuerdan que para los propósitos del
presente Convenio se consideran bienes culturales:

a) los muebles e inmuebles arqueológicos producto de culturas anteriores al establecimiento de


la Hispánica en los Estados Unidos Mexicanos, y en el caso de la República Popular China, antes de
1911, así como los restos humanos, de la flora y de la fauna relacionados con estas culturas;
360
b) los monumentos artísticos como obras nacionales de cada una de las Partes que revistan valor estético
relevante, y

c) los monumentos históricos como bienes muebles e inmuebles, así como documentos vinculados con la
historia religiosa, civil, militar, científica, pública y privada de cada nación, a partir del establecimiento
de las culturas mencionadas en cada uno de los países.

De conformidad con lo anterior, la Parte mexicana señala que, dentro de sus bienes culturales
referidos, estarán incluidos, en forma enunciativa aunque no limitativa, los siguientes:

a) objetos de arte y artefactos de las culturas precolombinas, incluyendo elementos arquitectónicos, estelas,
estatuas, esculturas y objetos de cualquier material de valor, piezas de cerámica, trabajos de metal, trabajos
realizados en piedras preciosas o semipreciosas, textiles, líticos y otros vestigios de la actividad humana o
fragmentos de éstos; así como los restos de la flora y de la fauna vinculados con estas culturas;

b) el producto de excavaciones (autorizadas y clandestinas) o de descubrimientos arqueológicos;

c) elementos procedentes de la desmembración de monumentos artísticos o históricos y de lugares


de interés arqueológico;

d) objetos de valor científico o que sean importantes para la historia de la ciencia en México, incluyendo
colecciones y ejemplares raros enteros o fraccionados- de zoología, botánica, mineralogía, anatomía
y objetos de interés paleontológico, clasificados o no clasificados;

e) objetos de arte y artefactos religioso-ceremoniales de las épocas precolombina, virreinal y republicana


de México y/o fragmentos de los mismos, incluyendo pinturas, grabados, estampados, litografías y dibujos
hechos enteramente a mano sobre cualquier soporte o material, imaginería angélica, santos, alegorías y
otros, retablos, relieves, esculturas, objetos metálicos, textiles y parafernalia;

f) bienes relacionados con: 1) la historia general, con inclusión de la historia de las ciencias y de
las técnicas, la historia militar y la historia social, como retratos de próceres, temas históricos,
mitológicos, épicos o cualquier otro género pictórico; 2) la vida de dirigentes, pensadores, sabios y artistas
nacionales que sean de especial interés de México y se encuentren debidamente registrados en su país; 3)
los acontecimientos de importancia nacional; y 4) los bienes históricos con características civiles
y costumbristas;

g) muebles y/o mobiliario de carácter civil o religioso que tenga una antigüedad mayor a cien (100) años,
como bargueños, bancas, cajoneras, mesas, escaños, armarios, baúles, camas, cofres, espejos, sillones,
sillas, relojes, lámparas, alfombras, tapices, indumentaria y otros que constituyan parte del patrimonio de
la historia civil, política y religiosa de México;

h) equipos e instrumentos de trabajo, que tengan una antigüedad mayor a cien (100) años, incluidos los de
música, de interés histórico y cultural, así como material de valor tecnológico o industrial como objetos
y piezas utilizadas en minería, metalurgia, transporte y otros, y que constituyan patrimonio de la historia
civil e industrial de México;
361
i) documentos provenientes de los archivos oficiales de gobiernos centrales, estatales,
regionales, provinciales o municipales u otras entidades de carácter público, o de sus instituciones o
dependencias correspondientes, de conformidad con las leyes mexicanas o con una antigüedad superior a
cincuenta (50) años, que sean propiedad de éstos, a favor de los cuales el Gobierno mexicano está facultado
para actuar;

j) manuscritos raros e incunables, códices, libros, documentos y publicaciones antiguas de


interés histórico, artístico, científico o literario, sean sueltos o en colecciones, como revistas, boletines,
periódicos nacionales y otros;

k) archivos, incluidos los pictóricos, históricos, civiles, sociales, fonográficos, fotográficos,


videográficos y cinematográficos de interés artístico o histórico;

l) mapas cartográficos, planos, folletos, fotografías, audiovisuales y microfilmes antiguos, de


interés histórico, relacionados con acontecimientos de tipo cultural, arqueológico, artístico, histórico y
natural;

m) piezas diversas que tengan más de cien (100) años de antigüedad; tales como monedas,
armas, inscripciones, porcelana, vidrio, heráldica, vestimenta, piezas de joyería, ornamentos y otros, así
como sellos grabados, sellos de correo, sellos fiscales y análogos, sueltos o que formen parte de
colecciones nacionales filatélicas, numismáticas y de valor histórico;

n) bienes de interés artístico incluyendo el arte contemporáneo declarados patrimoniales por


México, como cuadros, pinturas y dibujos hechos enteramente a mano sobre cualquier soporte y en
cualquier material, producciones originales de arte estatuario y de escultura en cualquier material,
grabados, estampados y litografías originales, conjuntos y montajes artísticos originales en cualquier
material;

o) el material etnológico, clasificado o no clasificado, incluyendo el material de grupos étnicos


tendientes a desaparecer y el de uso ceremonial y utilitario como: tejidos y trajes, máscaras folclóricas y
rituales de cualquier material, arte plumario como adornos cefálicos y corporales, lapidaria y acrílicos, de
interés artístico, histórico o social;

p) el patrimonio cultural sub-acuático producto de recuperaciones autorizadas o no autorizadas de


valor artístico, arqueológico o histórico, y

q) todos aquellos bienes muebles o inmuebles que de conformidad con la legislación mexicana
se consideren bienes culturales, cuya propiedad o posesión se encuentre prohibida, restringida o
especialmente regulada.

La Parte china señala que, dentro de sus bienes culturales, estarán incluidos, en forma enunciativa más
no limitativa, los siguientes:

a) sitios de culturas antiguas, tumbas históricas, edificios históricos, templos en grutas, esculturas
de piedra y pinturas murales con valor histórico, artístico y científico;
362
b) sitios modernos y contemporáneos, monumentos, objetos y edificios reconocidos que estén relacionados
con eventos históricos significativos, movimientos revolucionarios o figuras célebres que posean
significado conmemorativo y educativo o con valores históricos;

c) obras de arte o artesanías valiosas de diferentes períodos históricos;

d) documentos importantes de diferentes períodos históricos y manuscritos, libros y otros


materiales escritos con valor histórico, artístico o científico;

e) objetos típicos que reflejen sistemas sociales, producción de la sociedad y vida social de
diferentes grupos étnicos de diversos períodos históricos.

Las Partes designan como Autoridades Centrales a las siguientes instituciones: a) por los Estados Unidos
Mexicanos: la Secretaría de Relaciones Exteriores y b) por la República Popular China: la Administración
Estatal del Patrimonio Cultural. Las Autoridades Centrales establecerán comunicación inmediata.

El convenio establece que las Partes intercambiarán, oportunamente, información sobre los temas
siguientes:

a) leyes, reglamentos y normatividad aplicable en cada Parte relacionada con la protección de


bienes culturales, especialmente sobre prevención del robo, excavaciones clandestinas, importación y
exportación e importación y exportación ilícitas de bienes culturales; y sobre políticas y directrices
diseñadas por las autoridades administrativas;

b) evaluación, registros y bases de datos con que cuente cada Parte respecto de los bienes culturales cuya
exportación y transferencia de propiedad esté prohibida, incluyendo piezas arqueológicas;

c) emisión, en su caso, de licencias o permisos de exportación de bienes culturales, otorgados


de conformidad con la legislación vigente en cada una de las Partes;

d) organización para la protección y preservación de bienes culturales en cada Parte;

e) información básica acerca de excavaciones (autorizadas y clandestinas) y descubrimientos


arqueológicos;

f) procedimientos básicos de cada Parte para devolver bienes culturales a sus países de origen;

g) modificación de los tipos penales de robo, excavación clandestina e importación y exportación


ilícitas de bienes culturales;

h) bienes culturales de cada una de las Partes, transferidos ilícitamente e identificados en el


mercado internacional, y

i) organizaciones y personas que presuntamente participan en robo, excavaciones


clandestinas e importación y exportación ilícitas de bienes culturales.
363
En caso de que la información relacionada con los temas mencionados se modifique, las Partes se
notificarán la actualización correspondiente. El intercambio de información a que se refiere el presente
Artículo, se llevará a cabo en estricto apego a la legislación nacional de cada Parte.

Por este Convenio, ambas Partes se comprometen a:

a) asistirse por medio del intercambio del resultado de sus experiencias en las materias a que se refiere el
presente Convenio;

b) favorecer el intercambio y la capacitación de personal en el campo de la prevención del robo,


la excavación clandestina y la importación y exportación ilícitas de bienes culturales, en particular en
las áreas administrativas de seguridad de bienes culturales, administración de mercados de bienes
culturales, manejo de la importación, exportación y transferencia de bienes culturales, la compilación de
información y la cooperación en asuntos internacionales;

c) alentar el intercambio de especialistas y realizar cursos que tengan por objeto la prevención y control de
importación y exportación ilícitas de bienes culturales;

d) promover el intercambio de conocimientos sobre las innovaciones tecnológicas en materia de seguridad,


con el fin de fortalecer la protección de los bienes culturales;

e) establecer normas éticas y técnicas, así como promover el intercambio de conocimientos, con
el propósito de ofrecer a arqueólogos, restauradores, curadores, anticuarios y otros especialistas
vinculados con el manejo de bienes culturales, los elementos necesarios para protegerlos, preservarlos y
prevenir la importación y exportación ilícitas de bienes culturales;

f) colaborar con organismos internacionales, y de ser el caso con terceros países, en la prevención del robo,
las excavaciones clandestinas, y la importación y exportación ilícitas de bienes culturales;

g) intensificar la coordinación y perfeccionamiento del sistema de registro de los bienes culturales;

h) alentar el descubrimiento, excavación, preservación y estudio de sitios y materiales arqueológicos


por científicos y especialistas calificados de ambas Partes;

i) tomar las medidas necesarias tendientes a evitar excavaciones ilícitas de sitios arqueológicos y robo de
bienes culturales;

j) intensificar la coordinación y mejorar la divulgación de la información sobre bienes culturales


robados o transferidos ilícitamente;

k) fortalecer la coordinación y mejorar el sistema de otorgamiento de licencias y/o permisos para


la exportación de bienes culturales, así como el sistema de supervisión para la importación de
bienes culturales;

l) facilitar la circulación y exhibición de bienes culturales en ambas Partes, a fin de acrecentar


364
el entendimiento y apreciación del patrimonio artístico y cultural de las Partes;

m) tomar todas las medidas necesarias, de conformidad con su legislación nacional, para impedir que
museos y otras instituciones similares situados en su territorio, adquieran bienes culturales propiedad
de alguna de las Partes, si esos bienes hubieran sido robados, sustraídos de excavaciones clandestinas
o exportados ilícitamente;

n) incluir dentro de los programas de los diferentes niveles educativos de ambos países información sobre
el valor de los bienes culturales y el perjuicio que el robo, las excavaciones clandestinas y la importación y
exportación ilícitas representan para su patrimonio;

o) buscar que, a través de museos y otras organizaciones culturales, se concientice al público en general
de los peligros que implican el robo, las excavaciones clandestinas y la importación y exportación ilícitas
de bienes culturales;

p) difundir el contenido del presente Convenio, así como información adicional que estimen
conveniente a autoridades aduaneras y judiciales, comerciantes de bienes culturales y otros medios
especializados, para coadyuvar a su debido cumplimiento, y

q) cualquier otro compromiso que las Partes acuerden.

Cuando alguna de las Partes tenga conocimiento del ingreso a su territorio de bienes culturales
que provengan de la otra Parte y hayan sido materia de robo o importación y exportación ilícitas, deberá
notificar a la otra Parte y proceder a su devolución inmediata, siempre y cuando se cumpla con las
formalidades previstas en la legislación nacional de la Parte Requerida, sin perjuicio de que las autoridades
puedan decidirlo vía diplomática. La importación y exportación de bienes culturales deberá cumplir con las
formalidades establecidas en la legislación nacional de cada Parte.

La devolución de los bienes culturales de una Parte, que hayan sido materia de robo o de importación
y exportación ilícitas, deberá ser solicitada por la Autoridad Central de la Parte Requirente, por escrito, a
través de la vía diplomática, a fin de que la Parte Requerida utilice todos los medios legales a su alcance,
de conformidad con su legislación nacional y las convenciones internacionales en la materia que les
sean vinculantes a ambas Partes, para proporcionarle el apoyo técnico y logístico necesario para tal fin.

La Autoridad Central de la Parte Requirente que solicite el aseguramiento y la restitución de


bienes culturales que hayan sido materia de robo o de importación y exportación ilícitas, proporcionará a
la Autoridad Central de la Parte Requerida, a su costa, las pruebas necesarias para establecer la procedencia
de la reclamación de tales bienes y de ser posible, realizará los estudios necesarios para comprobar
su procedencia.

Los gastos inherentes a la devolución de los bienes culturales serán sufragados por la Parte Requirente y
ninguna persona o institución podrá reclamar indemnización a la Parte que restituya el bien reclamado por
daños que le hubieran sido ocasionados. La Parte Requirente tampoco estará obligada a indemnización
alguna a favor de quienes adquirieron o participaron en la salida de su territorio de ese bien. Las Partes,
por conducto de sus Autoridades Centrales, otorgarán el apoyo necesario para facilitar la restitución de los
bienes culturales.
365
Las Partes deberán informarse acerca de los robos de bienes culturales de los que tengan conocimiento y
en la medida de lo posible, de la metodología empleada cuando exista razón para suponer que dichos objetos
probablemente serán introducidos en el comercio internacional. Con este propósito y con base en la
investigación realizada para tal efecto, se deberá presentar a la Parte Requerida información descriptiva
suficiente (registros, fichas técnicas, fotografías, avalúos, etc.) que permita identificar los bienes culturales
y de ser posible, a quienes hayan participado en el robo o importación y exportación ilícitas, organizaciones
delictivas dedicadas al tráfico de bienes culturales o a quienes hayan realizado delitos conexos, con el fin
de facilitar su identificación y establecer el modo operativo empleado por los delincuentes. Las Partes, a
fin de brindar la información referida, procurarán establecer y utilizar un formato uniforme sobre los bienes
culturales a ser recuperados. Asimismo, las Partes difundirán entre sus respectivas autoridades aduaneras
y judiciales de puertos, aeropuertos y fronteras, la información relacionada con los bienes culturales que
hayan sido materia de robo o de importación y exportación ilícitas, a fin de facilitar su identificación y la
aplicación de las medidas cautelares y coercitivas establecidas en sus respectivas legislaciones, así como
para la devolución de los bienes a la Parte Requirente.

Las Partes se otorgarán todas las facilidades administrativas, fiscales y aduaneras necesarias,
de conformidad con su legislación nacional, durante el proceso de devolución de los bienes culturales al
país de origen, en aplicación de lo dispuesto en el presente Convenio. Asimismo, cada Parte gestionará las
facilidades necesarias para la entrada, permanencia y salida de los participantes que en forma oficial
intervengan en las actividades que se deriven del presente Convenio. Estos participantes estarán sujetos a
la inspección de las autoridades migratorias, fiscales, aduaneras, sanitarias y a las medidas de
seguridad vigentes en el país receptor y no podrán dedicarse a ninguna actividad ajena a sus funciones sin
la previa autorización de las autoridades competentes. Los participantes dejarán el país receptor, de
conformidad con las leyes y disposiciones del mismo.

Las diferencias derivadas de la aplicación y la interpretación del presente Convenio serán resueltas por
las Partes de común acuerdo.

Las Partes revisarán, al menos una vez cada dos (2) años, la ejecución y cumplimiento del
presente Convenio, por la vía diplomática o mediante reuniones de evaluación.

El presente Convenio podrá ser modificado por mutuo consentimiento de las Partes. Las modificaciones
deberán ser formalizadas por escrito y entrarán en vigor de conformidad con el procedimiento establecido
en las disposiciones finales.

Podemos afirmar que este Convenio Internacional nos muestra a un gobierno más consciente en cuanto al
tema de la preservación de la cultura en el ámbito de los grandes proyectos productivos. Si bien, el
Patrimonio Cultural pudiera quedar en un segundo plano, consideramos importante que los proyectos
productivos y tengan como una condición para su aprobación que no afecten al Patrimonio Cultural de la
ciudad.

4.1.3.- Preocupaciones internacionales comunes a partir de los tratados en la materia

En una primera instancia, debemos de reconocer que es muy visible una evolución conceptual en el ámbito
internacional en cuanto al alcance de lo que representa la protección del Patrimonio Cultural. Desde luego,
366
podríamos hacer un análisis terriblemente profundo de cada una de las disposiciones establecidas en estos
instrumentos internacionales, algunos de ellos ni siquiera ratificados por nuestro país; sin embargo,
preferimos establecer algunas tendencias que nos permiten identificar hacia donde se dirige la protección
legal internacional del Patrimonio Cultural en el ámbito legal.

Para tal efecto, debemos partir de las siguientes consideraciones:

1.- Como podemos apreciar, que este tema regulado originalmente por la Comunidad Internacional como
una protección excepcional y de urgencia a partir de situaciones límite como es un conflicto armado, ha
llegado a un estado donde existe el reconocimiento de la cotidianeidad de la presencia de los bienes
culturales en el desarrollo de una comunidad. Pareciese un tema menor, pero no lo es así. Se partió de la
idea de que el Patrimonio Cultural era un asunto de excepción y su protección una acción aislada y poco
frecuente. Ahora se nos presenta al Patrimonio Cultural materia e inmaterial como un factor importante en
la vida social diaria –rol posiblemente poco detectado, pero definitivamente presente- tanto de una
comunidad y de sus integrantes en lo individual.

2.- Por otra parte podemos encontrar una evolución en cuanto a lo que se refiere al entendimiento mismo
de los bienes que son parte del concepto mismo de Patrimonio Cultural. En las primeras regulaciones, las
cuales ahora podríamos calificar como muy limitadas, vemos una concepción de bienes culturales
materiales e inmateriales bajo la visión de “antigüedades” y “rarezas etnológicas” que implican una idea de
exclusión, diferenciación y lejanía. Los instrumentos internacionales modernos nos llaman a pensar que el
Patrimonio Cultural, en cualquiera de sus ámbitos, no son elementos ajenos a la vida social, sino que forman
parte del ámbito más profundo que explica los elementos más esenciales que sostienen a una comunidad.
Incluso, a partir de los documentos internacionales más modernos, podemos afirmar que existen bienes
culturales tan trascendentes que forman parte de todo el género humano no importando de dónde son
originarios o quienes los crearon.

3.- También podemos hablar de una mayor complejidad de los instrumentos legales con que cuenta la
autoridad con el fin de garantizar la preservación del Patrimonio Cultural. En los primeros convenios
internacionales podemos encontrar una unanimidad en cuanto al establecimiento de inventarios, permisos,
licencias, normas restrictivas y el impulso a las acciones de verificación e imposición de sanciones. En
otras palabras, en una regulación principalmente vinculada al monumento mismo y fundamentada en la
facultad que tiene el Estado de preservar dichos bienes. Posteriormente, encontramos otras maneras de
preservar el Patrimonio Cultural que están enfocadas a la Asistencia Internacional, la educación, la
incorporación de instrumentos de planificación, etc. Lo anterior se debe a la concepción de un Patrimonio
Cultural menos separado de la realidad social y de la necesidad de que el Estado se apoye con otras
instancias (ya sean internacionales como no gubernamentales). Por último, los tratados internacionales nos
refieren a la necesidad de que se establezcan instrumentos legales que tengan una visión mucho más social
e integral: políticas, planes de manejo, etc. En otras palabras, se requiere que las medidas que los Estados
emitan deban contar con una legitimidad social, porque están plenamente vinculados con el desarrollo

367
comunitario. Esto es un paso conceptual de profundas consecuencias que no ha sido entendido todavía en
todas las naciones que forman la comunidad internacional.

4.- Por último, podemos encontrar una evolución en los documentos internacionales con relación al vínculo
del Estado con la sociedad civil. En los primeros instrumentos, podemos ver una visión que involucra casi
de una manera exclusiva al Estado como protector del Patrimonio Cultural. Posteriormente, podemos
apreciar que los instrumentos internacionales reconocen el impacto de las acciones de la sociedad civil
sobre el Patrimonio Cultural, ya sea para bien o para mal. Sin embargo, consideramos que en los últimos
años se ha desarrollado una idea fundamental en esta materia: no es posible crear un sistema legal de
protección del Patrimonio Cultural que no cuente con un fuerte soporte de la sociedad y cuando nos
encontremos ante dicha circunstancia, nos enfrentaremos con una resistencia social relevante. Cuando se
involucra al sujeto y a la comunidad como centro mismo de la preservación de los monumentos,
manifestaciones y sitios. De esta forma, podemos apreciar un salto conceptual muy significativo en cuanto
a las Convenciones más modernas, en las que apreciamos una descripción clara de derechos y obligaciones
sociales. Y a partir de ese omento, podemos hablar del derecho humano y social al Patrimonio Cultural. Es
por ello, que la más reciente de las convenciones internacionales sobre esta materia (la Convención sobre
la diversidad de las expresiones culturales) se refiere principalmente al establecimiento de principios en
donde se encuentran presentes conceptos tales como la diversidad cultural, la interculturalidad, el desarrollo
humano, el respeto a los derechos fundamentales, etc. El fundamento del discurso sobre esta materia se
amplió, pues ya no solo se soporta sobre la protección del monumento por sí mismo o el evitar el saqueo
arqueológico o robo de las obras de arte por el simple hecho de evitar su pérdida o tratar de mantener la
autenticidad de una manifestación intangible por su antigüedad. Desde luego son aspectos importantes y
que deben de cumplirse cumpliendo los requerimientos técnicos de esta materia. Sin embargo, estos
instrumentos están viendo la trascendencia de los bienes culturales en la vida humana y es por ello que
apuntan hacia el respeto de valores, derechos, significaciones y demás contenidos o mensajes que éstos
contienen y que son trascendentes para el grupo y su desarrollo.

Haciendo un resumen de los documentos internacionales analizados, podemos afirmar que la normatividad
internacional coincide en la existencia de diversos derechos humanos y sociales al Patrimonio Cultural,
partiendo del llamada derecho de acceso y disfrute a la cultura que nos marca la Declaración Universal de
los Derechos Humanos. Dichos derechos serían los siguientes:

a) El derecho a la protección del Patrimonio Cultural en general, y muy en particular en aquellos casos que
formen parte de las Listas de Bienes que tengan la relevancia mundial que la misma UNESCO establezca
en sus instrumentos internacionales.

b) El derecho de otorgar protección al Patrimonio Cultural en caso de Conflicto Armado.

c) El derecho a que se impida y prohíba el saqueo y el tráfico ilícito de bienes culturales.

d) El derecho a que un bien del Patrimonio Cultural goce de los beneficios de la asistencia y cooperación
internacional en aquellos casos que los instrumentos internacionales así lo establezcan
368
Sin embargo, no podemos dejar de considerar que, salvo a lo que se refiere al derecho de acceso y disfrute
a la cultura, la visión con que los instrumentos internacionales protegen el Patrimonio Cultural se refiere a
dos elementos muy particulares: el respeto a la autenticidad como testimonio cultural y la integridad física
del bien mismo.

4.1.4.- Responsabilidad de los Estados frente al Patrimonio Cultural a partir de los Tratados Internacionales

Siguiendo el razonamiento de la dualidad del vínculo entre un derecho y una obligación, resulta claro que
ante un derecho humano y social a favor del ser humano y de las comunidades, la contraparte sería que el
Estado sería el sujeto obligado ante ese derecho y el Estado adquiere ante la comunidad internacional una
obligación de preservar los bienes culturales materiales e inmateriales en concordancia con dichos tratados.

Es entonces cuando debemos enfrentarnos al concepto de responsabilidad internacional.

En términos generales podemos establecer que la responsabilidad internacional proviene de las conductas
violatorias de las normas de Derecho Internacional, llevadas a cabo por sujetos de éste. Sin embargo, queda
claro que estas conductas (que pueden ser acciones u omisiones) afectan a las personas, bienes o
cualesquiera otros derechos de otro Estado protegidos por las normas internacionales.

Existen diversas doctrinas para explicar los elementos que constituyen a la responsabilidad internacional
de un Estado. Sin embargo, para efectos del presente trabajo aceptaremos los siguientes elementos de la
responsabilidad internacional:

1.- Un acto u omisión imputable a un Estado y

2.- La violación de una obligación de derecho internacional, originada en el acto u omisión del Estado.

Con respecto al primer elemento de la responsabilidad internacional, al cual puede ser denominado como
elemento subjetivo, nos encontramos con el comportamiento imputable a un Estado, ya sea a través de los
órganos de gobierno (a cualquier nivel), un movimiento insurreccional que se convierta en nuevo gobierno,
o incluso de un grupo de personas que ejerzan efectivamente prerrogativas de poder público en virtud de la
ausencia de autoridades y a circunstancias que justifiquen el ejercicio de las mismas.

Con relación al segundo elemento de la responsabilidad internacional, el cual podemos denominar como el
elemento objetivo, nos encontramos ante la existencia de una obligación internacional emanada ya sea de
una costumbre, tratado o cualquier otra fuente del derecho internacional que ha sido transgredida por la
acción u omisión imputable al Estado.

La violación de una obligación internacional puede ser clasificarse en dos grandes grupos:

a) crímenes internacionales, a lo que definimos como una violación de un Estado de una obligación tan
esencial para la salvaguarda de los intereses fundamentales de la comunidad internacional, que su violación
está reconocida condicho carácter por esa comunidad en su conjunto.

b) delitos internacionales, cuando se hace referencia a una violación de menor gravedad a los anteriores.

369
Como resultado de la responsabilidad internacional, el Estado que cometió la violación está obligado a la
reparación del daño causado, la cual podrá tener las siguientes modalidades, tal y como nos lo explica la
Dra. Loretta Ortiz Ahlf:

1.- La restitución. La restitución es la forma normal de reparación, de manera que se indemniza sólo cuando
la restitución no sea posible. El propósito de la restitución en especie es restablecer la situación que hubiera
existido de no haber ocurrido el acto u omisión ilícitos, mediante el cumplimiento de la obligación que el
Estado dejó de cumplir y la revocación del acto ilícito.

2.- La indemnización. Es la forma más usual de reparación por ser el dinero la medida común de las cosas
valiosas. Esta indemnización debe compensar todos los daños que se produzcan a consecuencia del acto
ilícito, incluyendo aquellas utilidades que se dejaron de percibir y que, en caso de no haberse realizado dicho
acto, se hubiera obtenido…

3.- Satisfacción. Esta forma de reparación es la más adecuada para reparar los perjuicios no materiales
ocasionados a la dignidad de un Estado. Las formas de satisfacción en la práctica contemporánea pueden
consistir en las excusas, el castigo de los funcionarios culpables de menor categoría o bien en un
reconocimiento formal o declaración judicial del carácter ilícito del acto. 1

Consideramos que el tema de la responsabilidad internacional de los Estados ante el Patrimonio Cultural
ha evolucionado a partir del cambio de actitud que la propia comunidad internacional ha experimentado
respecto a los monumentos y sitios, marcada por diversas situaciones que se han suscitado en el ámbito
mundial.

Entender este concepto nos lleva a remontarnos a algunos eventos que sobre todo durante el siglo XX y
años recientes se presentaron y promovieron la discusión en esta materia.

Un punto crítico que marcó el desarrollo de la protección del Patrimonio Cultural en el ámbito internacional
fue la destrucción indiscriminada de muchos centros históricos y monumentos (especialmente el ataque en
1944 por parte de los aliados en el marco de la Segunda Guerra Mundial contra la Abadía Benedictina de
Monte Cassino construida en la Edad Media o la destrucción del Centro Histórico de la ciudad de Varsovia
por parte de las tropas nazis) y los constantes reclamos de muchos países ante el saqueo y tráfico ilícito
indiscriminado de bienes culturales (ya sea por conflicto armado, como fue práctica normal de Tercer Reich
en contra de los países que invadía o bien, en tiempos de paz contra muchos países del Tercer Mundo).

En los juicios de Nuremberg en contra de los principales responsables del Gobierno Nazi de Alemania por
los daños sufridos por los países europeos, existe un caso especialmente importante que es el de Alfred
Rosenberg, quien se encargó entre otras cosas del Jefe del Centro para la Investigación Ideológica y
Educativa Nacional Socialista. Este Centro que fue ideado en primer lugar como una biblioteca, se convirtió
en un proyecto que significó el saqueo y pillaje de muchas obras artísticas e históricas de los países
ocupados. Rosenberg coordinó estas labores que significaron la pérdida de una importante parte del acervo
de muchos museos de diversos países ocupados por las fuerzas alemanas durante la Segunda Guerra

1 ORTIZ AHLF, Loretta. Derecho Internacional Público, 7ª reimpresión de la 2ª ed. Oxford University Press México, S.A. de C.V., México, 2000,
Colección Textos Jurídicos Universitarios, pp. 157-158.
370
Mundial y de las colecciones pertenecientes a judíos. Por este y otros hechos, Rosenberg fue declarado
culpable de crímenes contra la humanidad y condenado a muerte. Otro importante líder nazista juzgado por
dirigir un ataque contra una “cuidad cultural” inglesa (como una venganza por el asesinado de Heydrich)
fue Baldur von Schirach, quien también fue hallado culpable de este cargo.

En el marco de la creación de un Tribunal Militar Internacional del Lejano Oriente, que durante 1946 a
1948 sesionó en la ciudad de Tokio, éste se encargó de juzgar los crímenes cometidos por los altos mandos
del ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial, encontrando culpables y sentenciando a diversas
penas a diversos oficiales y políticos japoneses por diversos delitos, entre los que se encontraban pillaje de
la propiedad pública y privada y la destrucción de poblaciones sin que existiera una necesidad militar
imperante, situaciones que afectaron el Patrimonio Cultural de muchos de los países ocupados por las
fuerzas japonesas.

Posteriormente a esta experiencia muy fuerte que representa el juicio de personas culpables de la
destrucción intencionada y cruel del Patrimonio Cultural, consideramos que la Convención sobre el
Patrimonio Mundial, Cultural y Natural de París de 1972 marca un parteaguas en el entendimiento
internacional de los bienes y sitios culturales: la cuestión se centra en reconocer que existe un universo de
bienes cuya protección ya no se traduce en una prerrogativa de un Estado ante los monumentos y sitios,
sino en proteger testimonios valiosos (no importando su grandiosidad en cuanto a tamaño) del paso de
hombre a través de la historia como un compromiso ante la Humanidad. En tal virtud, puede entenderse
que la obligación imperante entre dos Estados que participan en un conflicto armado es el respeto de los
bienes culturales dela otra parte contendiente. En otro sentido, existe la obligación de un Estado al que ha
sido importado de manera ilícita un bien cultural producto del saqueo o con relación a la Parte que ha sido
objeto de saqueo o robo, son superadas conceptualmente para incorporar una obligación de todo Estado
ante la comunidad internacional -e incluso puede decirse, ante la Humanidad misma- de conservar un
monumento o sitio para la posteridad. Incluso este mismo sentido de universalidad motivó la creación del
Segundo Protocolo de la Convención de la Haya sobre Protección de Bienes Culturales en caso de Conflicto
Armado para preservar con un status privilegiado a los bienes culturales que constituyan un testimonio
importante para la Humanidad. Sin embargo, en una lectura mucho más profunda sobre estos conceptos,
debemos concluir que el mensaje principal es que estos bienes, monumentos y sitios deben ser conservados
y estar a salvo de las amenazas a que se encuentran sujetos por este valor universal reconocido por dichos
instrumentos internacionales.

Consideramos que este criterio sobre el valor universal del Patrimonio Cultural y la necesidad de protegerlo
se encuentra presente en dos casos. El sitio arqueológico de Abú Simbel era uno de los vestigios más
importantes dela antiguo Egipto. Este extraordinario templo contaba con cuatro enormes estatuas del Faraón
Ramsés II que conformaban un paisaje fuera de lo común. Sin embargo, este sitio se encontraba en peligro
debido a la construcción de una presa que provocaría que este sitio quedara bajo el agua. A través de un
movimiento internacional auspiciado por la UNESCO y que incluyó un equipo internacional de
arqueólogos, ingenieros y operarios de equipo pesado, se pudo trasladar este monumento a una ladera
arriba, salvándolo de la inundación. El proyecto duró del año 1964 al año 1968. Lo anterior puso en
evidencia la importancia de la cooperación internacional y en una responsabilidad compartida de la
371
comunidad internacional con relación al Patrimonio Cultural. Este caso fue un parteaguas en el ámbito
global.

Sin embargo, otro caso que llamó la atención internacional fueron los daños causados a la Vieja Ciudad de
Dubrovnik, actualmente localizada en Croacia, derivada de los conflictos nacionalistas internos en lo que
era antes la República de Yugoslavia y su desmembramiento en el año de 1991, que motivó la realización
de un proyecto de salvamento de dicho sitio del Patrimonio Mundial instrumentado por la UNESCO.
Siguiendo nuestra descripción temporal, podemos afirmar que a partir de las constantes violaciones
generalizadas al derecho internacional humanitario, por la existencia de campos de concentración y por la
aplicación de una política de "depuración étnica", el Consejo de Seguridad de la ONU decidió, en su
resolución 808 (1993) de 22 de febrero de 1993, que se estableciera un tribunal internacional para el
enjuiciamiento de los presuntos responsables de las violaciones graves del derecho internacional
humanitario cometidas en el territorio de la ex Yugoslavia desde 1991 y pidió al Secretario General que
presentara un informe sobre esta cuestión.

El informe del Secretario General, que contenía el Estatuto del Tribunal Internacional, fue presentado al
Consejo de Seguridad, el cual, actuando de conformidad con el Capítulo VII de la Carta de las Naciones
Unidas, lo aprobó en su resolución 827 (1993) de 25 de mayo de 1993, estableciendo así el Tribunal
Internacional para la ex-Yugoslavia.

En el año 2001, un nuevo hecho cimbró la comunidad mundial en cuanto al Patrimonio Cultural: la
destrucción intencionada de las gigantescas estatuas de Buda localizadas en Afganistán por parte del
gobierno talibán de dicho país especialmente a la UNESCO en su 31ª Conferencia General celebrada en
noviembre y diciembre de 2001, sobre la importancia de definir el concepto de crímenes contra el
Patrimonio Cultural. Esta destrucción, basada en consideraciones de carácter religioso, se llevó a cabo a
pesar de los esfuerzos para evitarla y provocó una airada condena de diversos Estados y organismos
internacionales.

En el marco de la 31ª, Conferencia General de la UNESCO celebrada del día 15 de octubre al 2 de


noviembre de 2001, en la ciudad de Paris, dicho organismo aprobó la Declaración relativa a la Destrucción
Intencional del Patrimonio Cultural y que en términos generales nos expresa los siguientes conceptos:

1.- La comunidad internacional reconoce la importancia de la protección del patrimonio cultural y reafirma
su voluntad de combatir cualquier forma de destrucción intencional del mismo.

2.- Los Estados deberían adoptar todas las medidas necesarias para prevenir, evitar, hacer cesar y reprimir
los actos de destrucción intencional del patrimonio cultural, dondequiera que éste se encuentre.

3.- Los Estados deberán adoptar las medidas legislativas, administrativas, educativas y técnicas necesarias
para proteger el patrimonio cultura.

372
4.- Los Estados deberían esforzarse, recurriendo a todos los medios apropiados, por garantizar el respeto
del patrimonio cultural en la sociedad, en particular mediante programas educativos, de sensibilización y
de información.

5.- Al llevar a cabo actividades en tiempos de paz, los Estados deberían adoptar todas las medidas para
proteger el Patrimonio Cultural.

6.- El Estado que, intencionadamente, destruya patrimonio cultural de gran importancia para la humanidad
o se abstenga de adoptar las medidas oportunas para prohibir, prevenir, hacer cesar y castigar cualquier acto
de destrucción intencional de dicho patrimonio, independientemente de que éste figure o no en una lista
mantenida por la UNESCO u otra organización internacional, asumirá la responsabilidad de esos actos, en
la medida en que lo disponga el derecho internacional.

7.- Al aplicar la presente declaración, los Estados reconocen la necesidad de respetar las normas
internacionales en las que se tipifican como delito las violaciones manifiestas de los derechos humanos y
del derecho internacional humanitario, en particular si dichas violaciones guardan relación con la
destrucción intencional del patrimonio cultural.

Por otra parte nos encontramos con un documento denominado Estatuto de Courmayeur , que es resultado
de un Taller Internacional sobre Protección del Patrimonio Cultural y Natural organizado en 1992 en dicha
población italiana y que estuvo enfocada a la problemática del Tráfico Ilícito de Bienes Culturales

Por lo anterior, este documento hace las siguientes recomendaciones en el ámbito nacional e internacional:

1.- Los Gobiernos deben hacer un esfuerzo concertado, con el fin de iniciar negociaciones bilaterales y
multilaterales que busquen la firma de tratados para la protección del patrimonio cultural de las naciones.
Las mismas resoluciones deben también recomendar a los Gobiernos darle mayor importancia a la
protección del patrimonio cultural de las naciones, en sus programas de prevención del crimen,
garantizándoles una alta prioridad a estas actividades.

2.- En vista de la necesidad de cooperación internacional, los Gobiernos deben establecer puntos focales
para manejar, en intensa colaboración con OIPC/INTERPOL, todos los asuntos relacionados con el tráfico
transnacional de objetos artísticos y objetos pertenecientes al patrimonio cultural, incluyendo los reclamos
de cooperación internacional.

3.- los Gobiernos deben establecer inventarios de su patrimonio cultural y establecer registros públicos
sobre trabajos artísticos, identificados por categorías, por tipos de propietarios. Los inventarios nacionales
deben permanecer abiertos a nuevos bienes conforme estos aparezcan.

4.- Dada la escasez de recursos en muchos países, los Estados Miembros deben estar dispuestos a proveer
asistencia técnica.

5.- Con el propósito de aumentar la conciencia de los oficiales de Gobiernos sobre la seriedad y gravedad
del problema en cuestión, se solicita a las Naciones Unidas y la UNESCO, en colaboración con
OIPC/INTERPOL y organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales interesadas, preparar un
documento explicando en detalle las dimensiones del problema.
373
6.- Se propone a los Gobiernos considerar la introducción de una nueva legislación, de acuerdo con las
necesidades, que considere como crimen la exportación e importación de objetos culturales.

7.- Los gobiernos deben considerar el establecimiento del requisito de un permiso de exportación expedido
por las autoridades correspondientes del país de origen para un bien cultural, estableciendo las sanciones
conducentes en caso de incumplimiento.

8.- Una mayor cooperación de los Estados Miembros en cuanto a las solicitudes de restitución de bienes
culturales robados,

9.- Una revisión de la manera de apoyar e los costos que representa al país demandante de restitución de
bienes culturales robados a partir de su situación económica.

10.- Fomentar el papel de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en coordinación de UNESCO para
coordinar el intercambio de información en esta materia.

11.- Fomentar las acciones de entrenamiento, así como capacitación y reuniones de expertos que ha
organizado la UNESCO.

12.- En colaboración con la UNESCO y ONG´s, formular proyectos que busquen asistir a los Estados
Miembros en el mejoramiento de su capacidad de enfrentarse con el desafío de los delitos contra el
Patrimonio Cultural.

Pero pareciera que el nivel de agresión sobre el Patrimonio Cultural ha llegado a niveles inimaginables,
basados principalmente por la intolerancia hacia “el otro”, como un llamado de atención a las
preocupaciones que encierran la Convención de la UNESCO sobre la diversidad de las expresiones
culturales que hacen especial hincapié en los conceptos de diversidad, interculturalidad y entendimiento
mutuo. En los primeros meses de 2015, el llamado Estado Islámico y los seguidores del llamado yihadismo
(en franca referencia a la Yihad o “guerra santa”) llevó a cabo la destrucción intencionada de vestigios
arqueológicos en el Museo de la Civilización de Mosul y de las antiguas ciudades asirias de Ninive, Nimrub,
Hatra y Dur Sharrukin por el simple hecho de que no correspondía a su religión.

Esta es una señal muy preocupante ya que es precisamente el principio de significación del Patrimonio
Cultural el que lo está haciendo objeto del ataque de estos grupos intolerantes que no pueden entender el
concepto de diversidad cultural e interculturalidad. Lo más preocupantes es que en los grupos radicales de
Rawls y Donnelly. Dentro de esta crisis de desencuentros y pocas posibilidades de acuerdos, pareciese que
el Patrimonio Cultural estuviera en la peor de las posiciones por ser la evidencia más clara de estas
significaciones que son valiosas para un grupo y detestables para la otra parte. La contradicción es parte
de la naturaleza humana. La existencia de la antítesis era parte de muchas concepciones filosóficas, como
en el caso de Heráclito de Éfeso o incluso de la dialéctica hegeliana. Lo que no podemos aceptar es que el
Patrimonio Cultural sea destruido porque represente una concepción distinta a la que tenemos. La
destrucción de Mosul por el Estado islámica es tan grave como la destrucción de los vestigios babilónicos
por el ejército norteamericano durante la Guerra del Golfo, o la destrucción de Varsovia en la Segunda
Guerra Mundial por parte de los nazis, etc. En ninguno de los casos hay una explicación aceptable.

374
Entonces, la única manera en que podemos proveer de una explicación que sobrepase el conflicto político
o religioso es regresar a la naturaleza misma del Patrimonio Cultural: una realidad profundamente humana
y en virtud de los anterior, es porque el reforzamiento de la idea del derechos humano y social a la protección
y conservación de los bienes culturales materia e inmateriales, que es la única manera en que la comunidad
internacional puede defender la integridad de muchas ciudades históricas, sitios arqueológicos,
monumentos, manifestaciones inmateriales, etc. Creemos realmente que este es el camino en el ámbito
internacional, porque en tal sentido cualquier agresión realizada por un grupo o nación en contra de los
bienes culturales de otro país o comunidad queda fuera de todo respeto de los derechos humanos y sociales
de otras personas o incluso, de la misma comunidad internacional.

Ante lo anterior, consideramos que el futuro de la preservación del Patrimonio Cultural en el ámbito
internacional está en función a que sea considerado un tema vinculado a los derechos humanos y sociales
de quienes crearon y disfrutan del mismo.

Por ello, para efectos de complementar esta visión global, quisiéramos también revisar los antecedentes de
las resoluciones de un organismo especializado en el estudio, análisis y resoluciones sobre el tema de los
derechos humanos en el ámbito continental: Corte Interamericana de Derechos Humanos

A pesar de una trayectoria muy sólida en la protección de los derechos humanos, la Corte ha sido muy poco
activa con relación a los derechos culturales y la Patrimonio Cultural. Sin embargo, podemos encontrar
casos específicos donde la protección del Patrimonio cultural se observa bajo otra perspectiva. Veamos
unos casos relevantes. 2

El primer caso se refiere a una disputa promovida por la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni contra
Nicaragua, la cual fue objeto de una sentencia de fecha 31 de agosto de 2001, identificada como Serie C
No. 79. Esta Comunidad que funciona bajo una estructura de liderazgo tradicional, basada en la costumbre,
subsiste principalmente de la agricultura familiar y comunal, la recolección de frutas y plantas medicinales,
la caza y la pesca, y realiza sus actividades llevadas a cabo dentro de determinado espacio territorial, de
acuerdo con un sistema tradicional de tenencia de la tierra que está vinculado a la organización socio-
política de la comunidad. El Gobierno Nicaragüense otorgó una concesión a la compañía Sol del Caribe, S.
A. (SOLCARSA) para realizar en las tierras Awas Tingni trabajos de construcción de carreteras y de
explotación maderera, sin el consentimiento de la comunidad. A asimismo, el Estado no garantizó un
recurso efectivo para responder a las reclamaciones de la comunidad Awas Tingni sobre sus derechos a
tierras y recursos naturales. La Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, después de estudiar el
caso, solicitó a la Corte que declarara que el Estado está obligado a establecer y aplicar un procedimiento
jurídico para demarcar las tierras de la comunidad, a abstenerse de otorgar concesiones en las mismas hasta
que la cuestión de su tenencia haya sido resuelta y a indemnizar a la comunidad. Finalmente, la Corte
resolvió a favor de las pretensiones de esta comunidad. Lo interesante de esta resolución es la reflexión
sobre los derechos ancestrales (nosotros llamaríamos históricos) de las comunidades.

2 Mayor información sobre los casos que se van a exponer está disponible en la siguiente página web:
http://www.corteidh.or.cr/index.php/jurisprudencia#

375
El 24 de agosto de 2010 (mediante sentencia identificada como Serie C No. 214) la Corte Interamericana
de Derechos Humanos declaró responsable internacionalmente al Estado del Paraguay por la falta de
garantía del derecho de propiedad comunitaria, las garantías judiciales, la protección judicial, así como por
la violación a los derechos a la vida, integridad personal, reconocimiento de la personalidad jurídica, los
derechos del niño y por el incumplimiento del deber de no discriminar. Todo ello en perjuicio de los
miembros de la Comunidad Indígena Xákmok Kásek. Este asunto se refiere a una comunidad indígena de
la región del Chaco paraguayo, donde hay presencia de hasta 17 etnias indígenas diferentes con
representación de las cinco familias lingüísticas en las que se han clasificado a los pueblos indígenas
existentes en el Paraguay. La Comunidad Xákmok Kásek recorría tradicionalmente el área del Chaco, la
cual reclamaron parte del territorio como tradicional. El Tribunal acreditó que, a finales del siglo XIX, el
Estado vendió dos tercios del Chaco para financiar la deuda del Paraguay tras la llamada guerra de la Triple
Alianza, con desconocimiento de la población indígena que allí habitaba. Desde entonces las tierras del
Chaco paraguayo han sido transferidas a propietarios privados y fraccionadas progresivamente en estancias,
obligando a muchas de las aldeas indígenas de los alrededores a concentrarse en las mismas. La Corte
concluyó que el procedimiento para la recuperación de estas tierras por parte de esta comunidad fue
tramitado en un plazo razonable, pero fue inefectivo y no ofreció una posibilidad real para que los miembros
de la Comunidad recuperaran sus tierras tradicionales. Resaltó que las autoridades internas paraguayas, en
especial el Congreso de la República, han mirado el tema territorial indígena exclusivamente desde la
productividad de las tierras, desconociendo las particularidades propias de las comunidades indígenas.
Igualmente, el Tribunal consideró que el Estado ignoró por completo la reclamación indígena al momento
de declarar parte del territorio tradicional de la misma como reserva natural privada.

Si analizamos toda esta evolución del concepto de responsabilidad de los Estados en el ámbito internacional
con relación a la luz de los 4 criterios que hemos adoptado para el análisis del derecho al Patrimonio
Cultural, podríamos encontrar algunas conclusiones valiosas:

1.- Con respecto al criterio de autenticidad, consideramos que la evolución en el marco internacional ha
sido muy profunda desde un principio.

Consideramos que desde los primeros instrumentos internacionales, encontramos una clara vocación de
identificar este criterio y de hacer un señalamiento claro de su naturaleza y antigüedad, que como
recordamos es este valor es uno de los sustentos del Patrimonio Cultural. Esta consistencia en cuanto a las
definiciones de estos monumentos se puede apreciar en la regulación internacional que tiene por objeto el
impedir la destrucción y el tráfico ilícito de bienes culturales. Más aún, podemos afirmar que a partir de la
Convención del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural, la ampliación y definición de estos bienes en un
ámbito territorial y no solo aislado representó un importante avance en esta materia. Esta evolución se ha
incrementado en los últimos años y en las últimas Convenciones se han incorporado nuevas categorías de
bienes culturales para su protección, como son los paisajes culturales o itinerarios culturales, el Patrimonio
Subacuático, por mencionar algunos. Pero en la última década el enriquecimiento de estos bienes ha sido
notable al incorporar también al Patrimonio Inmaterial como una categoría protegida, lo que ha permitido
profundizar en la mejor protección de los valores testimoniales de dichos objetos. Como hemos visto,
376
inclusive se han generado muchas acciones de cooperación internacional, así como la formación de
tribunales especiales de guerra que, ya sea para proteger o castigar, están dirigidos a la integridad del objeto
como un referente del paso del hombre por la historia. Igualmente, no podemos dejar de reconocer que los
últimos instrumentos internacionales contienen una mayor preocupación por definir cuando menos
metodologías de protección, como es en el caso de la Convención de la UNESCO para proteger el
Patrimonio Subacuático, reconociendo la necesaria especialización en el tratamiento de estos bienes,
aunque ya desde la Convención del Patrimonio Mundial se hace referencia a la necesidad de contar con
servicios especializados en esta materia y a partir de la propia evolución en la aplicación de este instrumento
internacional se ha dado una especial atención al concepto mismo de autenticidad.

2.- Con respecto al criterio de significación, podemos afirmar que su evolución ha sido tardía, pero ha
mantenido un ritmo constante en la última década. Cabe mencionar que este principio de significación, el
cual se refiere a los vínculos de la sociedad con el monumento y sus valores, relaciones, significados,
tradiciones, visiones, etc., surge con mayor evidencia (aunque siempre estuvo presente) en la discusión
jurídica mundial del Patrimonio Inmaterial, que fue promovida por la UNESCO. En este sentido, se
detectaron categorías del Patrimonio Cultural que no requería ni siquiera de la acción de la mano del hombre
(como es el caso del Parque Nacional Uluru-Kata Tjuta en el que encontramos el Peñón más grande del
mundo en Australia que fue declarado Patrimonio Mundial por su conexión con leyendas, tradiciones y la
vida misma de las comunidades aborígenes de dicho país). Este criterio se significación se incrementa en
los años más recientes y permiten la discusión de viejos temas bajo una perspectiva distinta como es el caso
de la diversidad cultural que se aleja de una simple lógica de diferenciación para promover la idea del
diálogo intercultural como una adecuada condición para mantener una convivencia entre los pueblos nacida
de un hecho indiscutible de la propia condición humana. Desde luego, el reto para que los elementos del
Patrimonio Cultural que se involucran con este criterio sean protegidos adecuadamente desde un punto de
vista legal requiere de definir la manera de identificarlos y valorarlos y para ello, se necesitará la
colaboración multidisciplinaria en apoyo al Derecho. No cabe duda que casos como los que hemos visto en
las resoluciones emitidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos nos demuestra que un aspecto
tan importante como es la relación ancestral de una comunidad y su territorio constituyen antecedentes de
que es posible atender este tipo de valores y de otorgarles un status de protección a través de la acción
jurisdiccional. Desafortunadamente, en el caso de la regulación del tráfico ilícito de bienes culturales, estos
conceptos de significación, que serían elementos importantes para justificar las acciones de recuperación y
restitución de bienes que ha sido objeto del saqueo, robo y exportación ilícita de sus países de origen, no se
haya desarrollado de la misma manera.

3.- En cuanto al criterio de utilidad, no dejamos de pensar que aunque algunas Convenciones han hecho
referencia expresa de la necesidad de un uso racional del Patrimonio Cultural y de hablar de una
sostenibilidad en cuanto a la utilización del mismo; sin embargo, también reconocemos que la falta de
mayor regulación y de establecer principios específicos que demuestren lo que significa el uso adecuado,
racional y sostenible de los monumentos y bienes culturales en general, los ha mantenido en una situación
de total vulnerabilidad ante las decisiones de gobiernos y personas. Es cierto que durante mucho tiempo se
dio una especie de contradicción entre aquello que significa la utilización del Patrimonio contra su
377
conservación. Los esfuerzos de la UNESCO desde la Convención del Patrimonio Mundial en reconocer la
necesidad de que los bienes culturales se incorporen en la vida económica hasta la complementariedad de
los aspectos económicos y el Patrimonio Cultural que establece la Convención sobre la Diversidad de las
Expresiones Culturales, nos demuestran que existe una legítima intención de superar esta idea de
contradicción. Sin embargo, no hemos llegado a encontrar el punto que nos establezca parámetros de
actuación y que evite abusos de parte de una postura o de otra. Las resoluciones de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos nos demuestran, de nuevo, que es posible abordar este tema, sin embargo, es un
tema que deberá trabajarse con mayor profundidad en el futuro.

4.- En cuanto al criterio de desarrollo, podemos afirmar que desde hace más de veinte años, la UNESCO
ha trabajado de una manera muy decidida en reconocer la estrecha relación de la cultura y la noción de
desarrollo. De hecho, como explicamos en capítulos anteriores, este concepto representa muchas acepciones
que tienen que ver con la coordinación entre autoridades, la participación, social, la asistencia internacional
y la educación. Muchos instrumentos internacionales, desde los más antiguos que hemos analizado, han
abordado estos temas, pero consideramos que no bajo una perspectiva integral. A partir de la Convención
del Patrimonio Mundial y su desarrollo conceptual e instrumental, la creación de los planes de manejo para
los sitios patrimoniales nos parece un primer paso realmente trascendente para el entendimiento de una
perspectiva más amplia de este tema. Es así que surgen los planes de manejo en los sitios del Patrimonio
Mundial, como documentos que marcan el rumbo y evolución de los mismos. A partir de los instrumentos
internacionales más recientes, el tema del desarrollo se vuelve más trascendente al grado de que en la
Convención para la salvaguarda de la diversidad de las expresiones culturales, el tema es abordado de una
manera directa. Sin embargo, debemos reconocer que en el ámbito de la aplicación interna de este criterio
todavía falta mucho por hacer.

Es así que podemos afirmar que en el ámbito internacional, existen una serie de antecedentes muy
interesantes que justifican el reconocimiento del derecho humano y social al Patrimonio Cultural, pero que
requerirán de un tratamiento más profundo en el futuro.

4.2.- La implementación de la Protección del Patrimonio Cultural como un derecho humano y social
en el ámbito nacional: un estudio comparativo

Sabemos que las disposiciones acordadas por la comunidad de naciones a través de los tratados y demás
instrumentos internacionales tiene una influencia importante en la legislación interna de un país. Inclusive,
en algunos casos, la influencia de los compromisos internacionales ha provocado que los países modifiquen
de una manera radical su legislación interna, como ha pasado con los tratados en materia de libre comercio.

¿Cuál ha sido la influencia de los tratados en materia de conservación del Patrimonio Cultural en las
naciones? Esa es la respuesta que queremos encontrar en la segunda parte de este capítulo a través de un
ejercicio de derecho comparado.

Para tal efecto, procederemos al análisis de la legislación de tres naciones que se han caracterizado por
constituir referentes en cuanto al tema de la diversidad cultural en nuestros días. Dos de ellas son naciones
constituidas y la última se refiere a una provincia que ha luchado por muchos años en el reconocimiento de
378
su independencia a partir de razones de identidad cultural. En cuanto a las naciones constituidas y
reconocidas, vamos a analizar el caso de Brasil y la República Sudafricana. Por lo que se refiere a la
provincia en busca de su propia independencia, nos referiremos al caso de Cataluña (que seguramente puede
ser muy cercano a casos como es el del País Vasco, Escocia, muchas regiones de la Europa Central, etc.).

En cuanto a los aspectos que serán la substancia propia de análisis, estarán referidos a los cuatro criterios
que hemos manejado en este trabajo: el criterio de autenticidad, el criterio de significación, el criterio de
utilidad y el criterio de desarrollo.

Por lo anterior, creemos que es importante hacer un análisis más profundo de las razones que nos motivan
por seleccionar dichas naciones y provincias y definir las grandes preguntas que queremos resolver en este
trabajo.

4.2.1.- Referentes metodológicos

Los dos distinguidos especialistas alemanes Konrad Zweigert y Hein Kötz nos legaron un libro clásico:
Introducción al Derecho Comparado el cual nos ha proporcionado una serie de conceptos muy valiosos
sobre esta actividad de las ciencias jurídicas. Lo anterior es especialmente importante en el marco del
análisis que estamos realizando con relación al derecho al Patrimonio Cultural, porque los aspectos que a
continuación vamos a describir tienen curiosamente que ver precisamente con la importante naturaleza
cultural del derecho mismo:

El principio metodológico básico de toda actividad comparativa del derecho es el de la funcionalidad. De


esta exigencia básica dimanan todos los demás principios que determinan la elección de leyes por comparar,
los alcances de la actividad, la creación de un sistema de derecho comparado, etc. Como no es posible
comparar cosas incompatibles, lo único que puede compararse en el ámbito del derecho son cosas que
cumplen con una misma función…. La pregunta a la que ha de consagrarse cualquier estudio comparativo
debe plantearse en términos puramente funcionales; hay que definir el problema sin hacer referencia a los
conceptos contenidos en el propio sistema jurídico… El comparativista nunca debe permitir que su visión sea
ensombrecida por los conceptos de su propio sistema nacional; dicho sea en términos comparatistas, siempre
debemos concentrarnos en un problema concreto…. Tal es, pues la faceta negativa del principio de
funcionalidad: que el comparativista debe desembarazarse de los supuestos de su propio sistema legal. El
aspecto positivo, por su parte, nos indica las áreas del sistema jurídica extranjero por estudiar a fin de dar
con un equivalente o análogo de la solución que persigue el estudioso…

La mera yuxtaposición no comentada de las leyes de diferentes jurisdicciones no es derecho comparado, sino
sólo un paso preliminar. La comparación real a la que se da inicio entonces es la parte más difícil de cualquier
obra de derecho comparado; el proceso se ve a tal grado afectado por las singularidades del problema y de
sus soluciones en los diferentes sistemas que es imposible extraer principios sólidos de ese material. Lo único
que podemos hacer es formular generalidades básicas. Sobra aclarar que el análisis comparativo revelará las
diferencias entre las soluciones reales. En verdad, es la sorpresa que causa el descubrir la existencia de
dichas diferencias lo que nos impulsa a realizar investigaciones comparativas…. Si descubrimos que los países
una misma necesidad de maneras distintas, debemos preguntarnos por qué. Se trata de una tarea bastante
difícil, ya que la explicación puede encontrarse en cualquier sector de la vida social, al punto de que podríamos
vernos precisados a incursionar en los dominios de otras ciencias sociales, como la economía, la sociología
o la ciencia política. 3

3 ZWEIGERT, Konrad y KÖTZ, Hein. Introducción al Derecho Comparado, 3ª ed., trad. Arturo Aparicio Vázquez, Oxford University Press
379
Como podemos observar de los comentarios de estos especialistas, la realización de un trabajo en materia
de derecho comparado debe basarse, entre otros, en dos principios: funcionalidad de las normas jurídicas
(o en otras palabras, definir las instituciones o bienes jurídicos que se pretenden proteger, estableciendo los
puntos comunes a cada legislación y la intención de las mismas) y por otra parte, la diversidad que
caracteriza a cada sistema jurídico con relación a su cultura (lo que permite entender también los distintos
caminos y soluciones que adopta cada legislación a partir de su particularidad).

Estos dos principios son especialmente importantes en el marco del análisis de las normas legales que están
vinculadas al derecho al Patrimonio Cultural, toda vez que trataremos por una parte de establecer puntos
muy claros en lo que podremos percibir el entendimiento, alcance y profundidad de la protección de esta
prerrogativa a partir de ideas comunes que permitan construir un sistema jurídico en esta materia; pero por
otra parte, atendiendo que la cultura y el Patrimonio Cultural es algo muy propio de cada pueblo,
encontraremos una riqueza en las soluciones que el marco legal de cada país propone a un mismo problema,
ya que puede variar por las condiciones que contextualizan este asunto en cada caso.

La primera de estas cuestiones –la funcionalidad- la vamos a atender a través de los cuatros criterios que
hemos analizado a lo largo de este trabajo. En cuanto a la diversidad de soluciones, este punto se cubrirá
a partir de una selección de países que nos permitan entender desde la perspectiva más amplia, la manera
en que se ha regulado esta prerrogativa humana y social. Empecemos por este segundo punto.

4.2.1.1.- Comunidades Seleccionadas

De una manera intencional, estamos utilizando el término de comunidades y no el de países para denominar
aquellos grupos humanos cuyo régimen legal se va a analizar.

Lo anterior se debe a que no vamos a dirigir nuestra atención necesariamente a naciones, sino a
comunidades que se han caracterizado por resolver o enfrentarse a problemáticas relacionadas con la
identidad y la diversidad cultural. De hecho, dos de estos ejemplos son países constituidos y reconocidos
con plena soberanía y la tercera es una provincia que se autodeclaró como una Nación a partir de la
reafirmación de su identidad.

Nos estamos refiriendo en los dos primeros casos a Brasil y la República de Sudáfrica; mientras que el
tercer caso es el de Cataluña. Como veremos, Brasil –como muchas naciones latinoamericanas- representa
un excelente ejemplo de cómo integrar el derecho que las distintas comunidades históricas que dan origen
a este país deben gozar respecto del reconocimiento a la protección de su Patrimonio Cultural como derecho
humano y colectivo. En el caso de Sudáfrica, su muy conocida historia a partir de la segregación racional
y la forma en que han tratado se transformar esta herencia del pasado constituye una importante muestra de
cómo integrar un régimen legal cultural basado en la diversidad. Por último, el caso de la Comunidad
Autonómica de Cataluña en España podemos testificar una lucha por muchos años de una comunidad que
ha mantenido y defendido su identidad, basada primordialmente en su idioma, ante diversos ataques
externos.

México, S.A. de C.V. México, 2002, Colección Estudios Jurídicos, págs. 38-40,48-49.
380
Desde luego, nos parece interesante comparar estas tres comunidades con nuestro país, porque creemos que
en México estamos en presencia de las tres circunstancias que experimentan dichos grupos: por un lado, no
podemos dejar de poner en discusión la manera en que el concepto de Patrimonio Cultural se ha extendido
en México para integrar bienes tangibles e intangibles de grupos no tomados en consideración en el pasado
para ser jurídicamente protegidos, aunque aún falta mucho en este sentido; como ha pasado en Sudáfrica,
existe todavía en muchos círculos de la sociedad mexicana una actitud de discriminación ante la comunidad
indígenas principalmente, en la que podemos afirmar que no se ha reconocido su contribución a la vida
nacional; y por último, nuestro país tiene todavía un camino muy importante por recorrer para definir el
entendimiento de su identidad nacional en la que se reconozcan a toda las comunidad que participan en esta
idea.

Por último, como un dato muy importante es que los casos que vamos estudiar se caracterizan por haber
emitido avanzados documentos legales fundacionales (constituciones nacionales, en el caso de Brasil y
Sudáfrica; y el estatuto de autonomía, en el caso de Cataluña) con fuerte contenido cultural en el concierto
jurídico internacional, lo que nos permite que nuestro país se compare con las tendencias más novedosas
en esta materia.

Adicionalmente podemos señalar que es conveniente realizar este trabajo de derecho comparado de nuestra
normatividad nacional con estos países porque compartimos muchas razones que han impulsado a estas
naciones a adoptar dichos regímenes legales con relación al Patrimonio Cultural: como sucede con la
preocupación de reafirmación de la identidad nacional que se observa en la regulación catalana, México ha
creado toda una política nacional del Patrimonio Cultural (y la cultura misma) bajo esta misma idea; sin
embargo, también compartimos y nos hemos enfrentado a la necesidad de incorporar a muchos otros grupos
sociales locales en la preservación de los bienes culturales, como está sucediendo en Brasil y por último,
muchos de nuestros y comunidades indígenas se han enfrentado a muchas actitudes de desprecio y
discriminación, como sucedió en Sudáfrica, que se han traducido en la pérdida de muchos bienes culturales,
especialmente en el aspecto inmaterial.

Comencemos entonces por describir el contexto histórico en que se han desarrollado las comunidades antes
mencionadas que nos permitirán entender la manera en que se ha instrumentado la regulación en la materia
en cada uno de estos casos.

4.2.1.1.1.- Brasil

Brasil representa casi un subcontinente. La extensión de su territorio y su importancia política, económica,


social y cultural en Sudamérica es definitiva. En algunas ocasiones, cuando se hace referencia a
Iberoamérica, Brasil podría ser una nación separada de este grupo; sin embargo, en los últimos tiempos,
dicho país es un protagonista importante en el concierto interregional e intercontinental.

En principio, podríamos decir que la historia de Brasil no es muy lejana a los demás países
latinoamericanos. El actual Brasil fue alcanzado por Portugal en abril de 1500, con la llegada de una flota
portuguesa comandada por Pedro Álvares Cabral. Poco antes de la llegada de los europeos, se estima que
la costa oriental de América del Sur que yace en el actual territorio de Brasil estaba habitada por cerca de
dos millones de indígenas. La población amerindia se encontraba dividida en grandes naciones indígenas,
a su vez compuestas por varios grupos étnicos, entre los que se destacaban los tupí-guaraníes, los macro-jê
y los aruacos. Los primeros se subdividían en guaraníes, tupiniquines y tupinambás, entre otros. Los tupís
381
se extendían entre los actuales territorios de los estados de Río Grande del Sur y Río Grande del Norte.

La colonización se inició oficialmente en el año 1534, cuando Juan III dividió el territorio en doce
capitanías hereditarias; pero debido a varios problemas con este sistema, en 1549 el rey nombró a
un gobernador general para administrar toda la colonia. Los portugueses asimilaron algunas de las tribus
nativas, mientras que otras fueron esclavizadas o exterminadas por las guerras prolongadas o por las
epidemias de enfermedades traídas por los europeos a las cuales los indígenas no tenían inmunidad.

En 1808 la familia real portuguesa -y con ellos la nobleza portuguesa-, escaparon de las tropas
del emperador francés, Napoleón Bonaparte, que estaba invadiendo Portugal y la mayor parte de Europa
Central, y se estableció en la ciudad de Río de Janeiro, que de esta manera se convirtió en la capital de
facto del Imperio Portugués.

Juan VI regresó a Europa el 26 de abril de 1821, dejando a su primogénito, Pedro de Alcántara, como
príncipe regente. El gobierno portugués intentó transformar a Brasil en una colonia una vez más, privándolo
de los derechos que poseía desde 1808. Los brasileños se rehusaron a ceder, y Pedro se adhirió a su causa,
declarando la independencia del país el 7 de septiembre de 1822. El 12 de octubre, Pedro fue declarado el
primer emperador del Brasil y coronado como Pedro I el 1 de diciembre. El 7 de abril de 1831, Pedro
I abdicó cuando regresó a Europa para recuperar el trono de su familia, dejando a su hijo de cinco años
como sucesor, Pedro II.

La esclavitud se extinguió en un proceso lento pero constante, que comenzó en 1850 con el fin del tráfico
internacional de esclavos, y terminó con la total abolición de la esclavitud en 1888. Sin embargo, desde la
independencia la población esclava se encontraba experimentando un declive: en 1823, el 29 % de la
población estaba compuesta por esclavos, pero para 1887 este porcentaje se había reducido hasta el 5 %.

Cuando el Imperio fue derrocado el 15 de noviembre de 1889, el golpe militar republicano fue apoyado por
los antiguos propietarios de esclavos que se negaban a aceptar la abolición de la esclavitud pactada en 1888
por el gobierno monárquico.

Actualmente, la población de Brasil, conforme a lo registrado en el censo de población de 2010, es de más


de 190 millones de habitantes, de los cuales 47,3 % de la población (cerca de 91 millones) se definió como
blanco, 43,1 % (cerca de 82 millones) como pardo, 7,6 % (cerca de 14 millones) como negros, 2,1 % (cerca
de 4 millones) como asiático y 0,3 % (cerca de 572 000) como indígena, mientras que el 0,07 % (cerca de
133 000) no declararon su raza.

La mayoría de los brasileños descienden de los pueblos indígenas del país, colonos
portugueses, inmigrantes europeos y esclavos africanos. Desde la llegada de los portugueses en 1500, se
realizaron un número considerable de uniones entre estos tres grupos. La población parda es una categoría
amplia que incluye caboclos (descendientes de blancos e indios), mulatos (descendientes de blancos y
negros) y zambo (descendientes de negros e indios). En el siglo XIX Brasil abrió sus fronteras a
los inmigrantes, y entre 1808 y 1972, cerca de cinco millones de personas de más de 60 países emigraron
hacia Brasil, la mayoría procedente de Portugal, Italia, España, Alemania, Japón y Medio Oriente.

El idioma oficial de Brasil es el portugués, que es hablado por casi toda la población y prácticamente es la
única lengua usada en los medios de comunicación, negocios y para fines administrativos. Las excepciones
382
a esto son el municipio de São Gabriel da Cachoeira, donde el ñe'engatú, una lengua indígena sudamericana,
cuenta con el estatus de cooficial junto con el portugués, y los municipios de Santa Maria de
Jetibá y Pomerode, donde el alemán también posee el estatus de cooficial. Brasil es el único país americano
cuya lengua materna es el portugués, lo que convierte a este idioma en una parte importante de la identidad
nacional brasileña y le proporciona una cultura nacional distinta a la de sus vecinos de habla
hispana. El portugués de Brasil tuvo su propio desarrollo, influenciado principalmente por las lenguas
amerindias y africanas. Como resultado, el portugués brasileño es un poco diferente al portugués europeo y
de otros países lusófonos.

Los idiomas minoritarios están presentes en todo el país. Hay 180 lenguas indígenas que predominan en las
áreas remotas, y hay otras lenguas que son habladas por los inmigrantes y sus descendientes. Existen
comunidades significativas de hablantes de alemán (en su mayor parte del hunsrückisch, un dialecto
del alto alemán) e italiano en el sur del país, las cuales están influenciadas por el idioma portugués.

La cultura de Brasil es el resultado de la mezcla de las tradiciones y costumbres propias de los tres grupos
que dieron forma a la identidad nacional actual: los amerindios nativos, los colonizadores portugueses y los
inmigrantes africanos y europeos. La base de la cultura brasileña se deriva de la cultura portuguesa, a causa
de sus fuertes lazos con el Imperio colonial portugués. Entre la herencia cultural portuguesa aún presente
en el país se encuentran el idioma portugués, el catolicismo y los estilos arquitectónicos coloniales (el
barroco brasileño es uno de los máximos exponentes de esta corriente en el continente americano). De
manera similar, aún persisten algunos rasgos culturales que fueron fuertemente influenciados por las
tradiciones y costumbres africanas, indígenas y de otros países europeos. Algunos aspectos específicos o
regionales de su cultura y arte también fueron influenciados por las contribuciones de los italianos,
alemanes y otros inmigrantes europeos que llegaron en gran número a las regiones Sur y Sudeste.

El caso brasileño es muy interesante en función de que en los últimos años ha procurado recuperar y
proteger muchas de las raíces propias no solo de la cultura portuguesa, sino también de los pueblos
originarios, así como de los descendientes de aquella importante población africana que también han
influido en su historia, lo que ha permitido una protección muy particular de su Patrimonio Inmaterial bajo
un concepto de diversidad cultural.

Para tal efecto, en este estudio vamos a estudiar la Constitución Política de la República Federativa del
Brasil, promulgada el día 5 de octubre de 1988. Este documento constitucional aportó nuevas manera de
entender los derechos sociales principalmente, lo que favoreció todo el desarrollo del estudio de los
derechos difusos en el ámbito latinoamericano. Por otra parte, también acudiremos al análisis del Decreto-
Ley No. 25, de 30 de Noviembre de 1937 referente a la Ley del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional
y a la Ley No. 7.347, de fecha 24 de julio de 1985, que regula las acciones colectivas.

Siendo un país latinoamericano, con un pasado común al mexicano y bajo un sistema de gobierno federal,
Brasil parece un excelente ejemplo para llevar un estudio de derecho comparado con relación a México en
esta materia.

4.2.1.1.2.- República Sudafricana

383
La República Sudafricana constituye también un importante referente mundial para entender el concepto
de la diversidad cultural. Con una historia milenaria, Sudáfrica estuvo por muchos años marcando una
política en la que prevalecía la discriminación a partir del concepto mismo de diferencia. Para tal efecto,
un grupo racial dominaba la vida económica, social, cultural, política, educativa, etc. de dicho país,
manteniendo en una marginalidad total a otro grupo importante de la población. Los cambios que sufrió
esta nación en cuanto a esta política segregacionista nos demostró la manera en que se puede transitar de
una política de exclusión a la interculturalidad.

Sudáfrica es conocido, por su diversidad de culturas, idiomas y creencias religiosas, como la nación del
arco iris. Once idiomas son reconocidos como oficiales. Dos de los once idiomas son de origen europeo:
el afrikáans -idioma que proviene directamente del holandés y es hablado por la mayoría de la
población blanca y mestiza- así como el inglés. Aunque el inglés tiene un importante papel en la vida
pública y comercial es, sin embargo, el quinto idioma por hablantes nativos.

Sudáfrica es un país étnicamente diverso. El 79,5% de la población sudafricana es de ascendencia negra, la


cual está dividida en diferentes grupos étnicos que hablan diferentes lenguas bantúes, nueve de las cuales
son oficiales. Además cuenta con las mayores comunidades de habitantes de procedencia europea e india,
así como de comunidades multirraciales del continente africano.

Sudáfrica cuenta con algunos de los yacimientos paleoantropológicos más antiguos de África. Hace
millones de años, estuvo habitada por grupos de Australopithecus africanus que sobrevivían recolectando
raíces, frutos secos y vegetales, moluscos, cazando y pescando. Les sucedieron varias especies de Homo,
incluyendo Homo habilis, Homo ergaster y el hombre moderno (Homo sapiens). Los bosquimanos desde
hace 100,000 años y posteriormente los hotentotes actuales, fueron los primeros grupos humanos afincados.
Durante la edad de hierro y hasta la actualidad, grupos humanos de raza negra se extendieron por el
territorio.

En el momento de la llegada de los europeos, la población indígena era el resultado de una inmigración
procedente de otras partes de África, entre las que destacaban los pueblos xhosa y zulú. Si bien desde finales
del siglo XV los europeos habían navegado cerca de las costas sudafricanas, solo en 1652 la Compañía
Holandesa de las Indias Orientales estableció un pequeño asentamiento que se convertiría en Ciudad del
Cabo. La ciudad se convirtió en colonia británica en 1806, lo que provocó que los bóeres (colonos
originarios de Holanda, Flandes, Francia y Alemania) y los colonos británicos se adentraran hacia el norte
y el este del territorio, lo que desencadenó en una serie de conflictos entre los afrikáner, los xhosa y
los zulúes por la posesión del terreno.

El Reino Unido concedió en 1910 una independencia limitada a Sudáfrica como colonia británica. En el
interior del país, la élite blanca antibritánica llevó a cabo una serie de políticas con la intención de lograr la
independencia total.

El país alcanzó finalmente la independencia en 1961, cuando fue declarada la República de Sudáfrica.

El ala más conservadora del Partido Nacional simpatizaba con la Alemania nazi durante la guerra, y buscó
una segregación racial o apartheid mayor después de la guerra. En 1948, el Partido Nacional llegó al poder.
Abogando un sistema segregacionista y racista, éste inició el apartheid, palabra que en Afrikáans significa
separación. Se creó un vasto sistema jurídico y social para separar a las razas blanca y negra, con ventaja
384
para la primera, a la que se le otorgaba privilegios a la primera: el derecho al voto estaba reservado
únicamente para los blancos; sólo los blancos podían viajar libremente por el país; era legal que un blanco
ganara más que un negro por el mismo trabajo; los negros debían vivir en zonas alejadas de los blancos; los
negros debían estudiar en escuelas separadas de los blancos, y su educación debía ser limitada, etc. Con el
paso de los años, el apartheid provocó repudio, rechazo e indignación en el mundo entero. Numerosos
países rompieron relaciones diplomáticas y comerciales con Sudáfrica, generando un creciente aislamiento
del gobierno sudafricano.

En 1989 se produjo un golpe palaciego dentro del Partido Nacional. En él, el Presidente Pieter Botha fue
desplazado por Frederik De Klerk, y éste inició el desmantelamiento del apartheid. Se levantó la
proscripción que pesaba sobre el Congreso Nacional Africano y otras organizaciones políticas de izquierda,
y se liberó a Nelson Mandela tras 27 años de prisión. La legislación del Apartheid fue gradualmente
retirada. En un referéndum de 1993, los blancos aceptaron otorgarle el derecho al voto a la mayoría negra,
y al año siguiente, en 1994, se realizaron las primeras elecciones democráticas del país. Nelson Mandela
fue electo presidente por mayoría absoluta en representación del Congreso Nacional Africano que se ha
mantenido en el poder desde entonces. El aislamiento internacional que pesaba sobre el país llegó a su fin.
Mandela se convirtió en un símbolo de la lucha contra el apartheid dentro y fuera del país y una figura
legendaria que representaba la falta de libertad de todos los habitantes negros de Sudáfrica.

Como señalamos, la mayoría de la población está compuesta por negros de origen africano en un 79,6%,
xhosa, zulu, y otros 8 grupos. El 9,2% de los sudafricanos son de raza blanca, de
origen holandés o británico. Un 8,8% son mestizados llamados coloured, descendientes de los bóeres y
esclavos de origen malayo o africano. Un tercer grupo es el de los asiáticos (indostaníes en un 91%) que
viven sobre todo alrededor de Durban representa el 2,4% de la población. De los cuatro grupos étnicos, solo
la población blanca se está reduciendo debido a la baja tasa de fecundidad y a la emigración de sudafricanos
blancos hacia Europa, América del Norte y Oceanía.

La principal religión es el cristianismo, mayoritariamente reformado. Pero también se practican cultos


tradicionales africanos, el islam, el mormonismo, y el hinduismo, también subsiste una
comunidad judía (2% de los blancos)

Debido al apartheid se ha producido un desarrollo cultural desigual entre los distintos grupos raciales y
étnicos, históricamente separados. Entre la población de origen europeo, la cultura inglesa ha emergido
últimamente como dominante tras el fin del apartheid y del aislamiento internacional. La antigua distinción
entre los afrikaners, más nacionalistas y religiosos, y los anglosajones, más liberales y cosmopolitas, se está
borrando entre las generaciones jóvenes y urbanas. En cambio en las zonas rurales los afrikaners todavía se
resisten a abandonar la cultura tradicional, aislada durante siglos de la evolución de Europa.

La cultura negra urbana es multiétnica y tiene una cada vez mayor influencia tanto en el país como fuera,
por ejemplo, entre los afroamericanos. Hay que señalar que en las zonas urbanas está empezando a surgir
una cultura interracial. En las zonas rurales con mayoría negra suele producirse una reafirmación de las
tradiciones de cada grupo étnico, en las que costumbres como la poligamia y las dotes son comunes.
Como podemos comprobar, la experiencia sudafricana nos refleja el difícil camino que ha transitado una
comunidad diversa marcada y sometida a un régimen de diferenciación y discriminación, a una nueva
política de integración e interculturalidad.

385
Para efectos de este estudio, procederemos al análisis de la Constitución de la República de Sudáfrica
promulgada el día 18 de diciembre de 1996. Adicionalmente, analizaremos la Ley de los Recursos del
Patrimonio Nacional identificada como Ley No. 25 de 1999.

Con una experiencia interesante en cuanto a la necesidad de reconformar una Nación desde sus bases más
profundas, la legislación sudafricana puede constituir un referente interesante para ser analizado con
relación a nuestro país en esta materia.

4.2.1.1.3.- Comunidad Autonómica de Cataluña

Aunque ha sido una región que ha acompañado la historia de España a lo largo de los tiempos y que ha
tenido una importancia estratégica, tanto en el ámbito de la defensa del propio territorio en su calidad de
frontera, como centro mercantil y uno de los puertos principales del Mar Mediterráneo, como lugar de
confluencia de muchas razas y culturas; no deja de sorprendernos la manera en que el catalán, como idioma
nacional (en el término más amplio desde el punto de vista sociológico y antropológico) ha sido uno de los
factores de identidad de esta provincia de la Madre Patria al nivel de ser objeto de ataques y protección de
una u otra parte que haya intervenido en esa región.

El catalán es por ello uno de los principales bastiones del Patrimonio Cultural de esta Comunidad Autónoma
de España y veamos cuáles son las circunstancias que envuelven su regulación como bien cultural
intangible.

En Cataluña se hablan varias lenguas, siendo las principales el catalán y el castellano o español. De acuerdo
con el estatuto de autonomía, ambos idiomas, junto con el occitano (en su variante aranesa) son oficiales.
Además, se considera al catalán lengua propia de Cataluña, en tanto que el occitano se considera lengua
propia del Valle de Arán.

Generalmente los catalanes son bilingües y conocen las dos lenguas principales aunque difieren respecto al
idioma que tienen por lengua materna. Según los datos del Instituto de Estadística de Cataluña, en 2008, el
99,7% de los catalanes saben hablar castellano en tanto que el 78,3% saben hablar catalán. Además, el uso
de uno u otro idioma depende del ámbito social en el que se exprese. El catalán se mantiene como lengua
habitual en términos absolutos entre 1980 y 2008. El retroceso en términos relativos que se ha producido
en el periodo 2003-2008 se debe a la importante llegada de inmigrantes a Cataluña, más de medio millón
en dicho periodo, un 36% de los cuales tienen al castellano como lengua materna. El castellano tiende a
confirmarse en las áreas urbanas, siendo especialmente preponderante en el área metropolitana de
Barcelona y en el Camp de Tarragona, mientras que el catalán lo es en el resto de Cataluña. El aranés es la
lengua materna del 22,4% de la población del Valle de Arán, la propia del 27,1% y la habitual del 23,4%.

La comunidad inmigrante o foránea instalada en Cataluña a menudo mantiene su lengua materna para
comunicarse con sus familiares o hablantes de su mismo idioma que residan también en el territorio. Aparte
del castellano hablado por los inmigrantes procedentes de Hispanoamérica, destacan sobre todo el árabe y
el rumano, si bien su número se extiende considerablemente en ciudades que, como Barcelona, con
habitantes de hasta 131 nacionalidades, muestra un amplio repertorio lingüístico, de los que además de los
citados, destaca, el francés, el portugués, el alemán y el inglés. La encuesta estadística de usos lingüísticos
de la Generalitat realizada en 2003 revelaba también la presencia importante de hablantes de gallego.

386
Una de las manifestaciones más conocidas de la cultura popular catalana son los castellers: el levantamiento
de castillos humanos por parte de collas castelleras (peñas) que rivalizan entre ellas. Esta práctica, originaria
de las tierras tarraconenses, se extendió por toda Cataluña y en los últimos años ha recibido un gran impulso
social gracias a las retransmisiones televisivas y la creación de nuevas collas. La sardana es la danza
popular catalana por antonomasia, aunque también son tradicionales el baile de bastones, la moixiganga y
la jota de las tierras del Ebro, muy similar a la jota aragonesa. En las fechas festivas siempre suelen estar
presentes otros elementos de la cultura popular catalana: los desfiles de gigantes y cabezudos y los
correfocs con diablos y petardos. Una de las fiestas más tradicionales de Cataluña es la Patum de Berga,
que se realiza con la participación de música y de toda la comunidad de dicha ciudad durante la fiesta de
Corpus Christi.

Cataluña ostenta varios símbolos extendidos entre sus habitantes, los cuales han sido oficializados como
símbolos nacionales:

a) la bandera que es la tradicional de cuatro barras rojas en fondo amarillo, cuyo origen está en el pendón
real de los reyes de la Corona de Aragón, titulares del Principado de Cataluña.

b) La fiesta es el Día Nacional de Cataluña, también conocido como “Onze de Setembre” o la “Diada” en
la que se conmemora la caída de Barcelona frente a las tropas borbónicas y la supresión de las instituciones
catalanas.

c) El himno es Els Segadors (Los segadores) cuya letra original es de 1899 aunque se basa en un romance
popular del siglo XVII, durante la Sublevación de Cataluña.

La UNESCO ha incorporado a la Lista del Patrimonio Mundial numerosas obras que se encuentran en
Cataluña. La primera adscripción fueron varias obras de Antoni Gaudí en 1984 por su contribución a la
arquitectura modernista, a las que se añadieron algunas más en 2005 y se agruparon bajo la misma entidad.
Estas obras son el Parque Güell, el Palacio Güell, la Casa Milá, la fachada del Nacimiento y la cripta de
la Sagrada Familia, la Casa Vicens, la Casa Batlló y la Colonia Güell. En 1991 se añadió a la Lista
el Monasterio de Poblet, donde reposan numerosos monarcas de la Corona de Aragón. Siete años después
se sumó bajo el mismo título el Arte Rupestre del arco mediterráneo de la Península Ibérica, que se extiende
por el litoral mediterráneo peninsular, en el que Cataluña contribuye con numerosas muestras. En 2007 se
declaró como tales el Palacio de la Música Catalana y el Hospital de San Pablo en una misma entidad,
ambas obras modernistas de Lluís Domènech i Montaner. En 2000 se añadieron a la lista dos conjuntos: el
formado por las Iglesias románicas del Valle de Bohí y el Conjunto arqueológico de Tarraco. La última
incorporación fue la de la Patum de Berga, en 2005, categorizada como Patrimonio oral e inmaterial de la
Humanidad.

Como podemos apreciar, nos encontramos ante un caso muy complejo en donde una región reclama su
propia identidad que se caracteriza principalmente en su lengua nacional y demás símbolos intangibles, la
cual ha experimentado en el pasado una serie de acciones destinadas a su desaparición y que en la actualidad
experimenta una intensa vida que navega en la interculturalidad. Pero lo que resulta más interesante es que
nos referimos a una región que se encuentra integrada a un país que si bien respeta el concepto de la
diversidad cultural, tiene que garantizar la defensa de la identidad nacional, pero que además cuenta con
una ciudad como Barcelona que definitivamente es una de las orbes más cosmopolitas del planeta.

387
En cuanto al studio comparativo, acudiremos de manera principal al Estatuto de la Comunidad Autónoma
de Cataluña del día 18 de junio de 2006. Este documento, que siempre tiene que ser interpretado a la luz
de la Constitución Española de 1998, fue objeto de fuertes cuestionamientos por parte de partidos políticos
(principalmente, el Partido Popular) que promovieron una acción de inconstitucionalidad ante el Tribunal
Supremo Constitucional que emitió una resolución el día 28 de junio de 2010, declarando inconstitucionales
ciertos artículos de este Estatuto y declarando la eficiencia interpretativa de otros. Aun así, en un acto
retador desde el punto de vista legal, pero congruente con sus fundamentos ideológicos, la Generalitat de
Cataluña ha promovido la publicación de versiones integrales del Estatuto con el texto original pero
incluyendo una nota que indica aquellos artículos o párrafos considerados inconstitucionales. Desde luego,
hemos decidido adoptar una de estas versiones que nos aporta un importante testimonio de la dificultad de
coordinar la identidad nacional con la diversidad cultural. Sin embargo, es la transcripción del texto del
Estatuto, marcaremos con corchetes aquellos textos que han sido considerados como inconstitucionales.

Adicionalmente, acudiremos a la Ley 9/1993, de 30 septiembre que regula el Patrimonio Cultural y a la


Ley 8/2005, de 8 de junio de 2005, relativa a la protección, gestión y ordenación del paisaje. Esta última
es una regulación muy moderna con relación a una categoría patrimonial que ha sido muy poco tratada por
la legislación.

4.2.1.2.- Criterios de Análisis

Durante todo este trabajo, hemos señalado que todo análisis integral del derecho al Patrimonio Cultural (o
incluso, de cualquier derecho cultural) debe basarse en los cuatro criterios a lo que hemos hecho referencia:
criterio testimonial, criterio significación, criterio de utilidad y criterio de desarrollo. Los dos primeros los
hemos llamado criterios intrínsecos de los derechos culturales y los dos últimos constituyen factores
extrínsecos.

En los capítulos primero y segundo de esta obra hemos explicado de una manera muy profunda cuál es el
significado de estos criterios y la manera en que son aplicables con relación a los derechos culturales y muy
especialmente en lo referente al derecho al Patrimonio Cultural.

Por lo anterior, y con el afán de identificar claramente los aspectos que serán objeto de este ejercicio de
derecho comparado, a continuación procederemos a definir los cuestionamientos específicos que nos
permitan conocer la función de la Ley con relación a la protección del derecho al Patrimonio Cultural en
las jurisdicciones que hemos seleccionado, reconociendo las condiciones especiales de cada una de ellas:

1.- Como un primer cuestionamiento fundamental, se detectará si:

a) en los documentos constitucionales o fundacionales de estas comunidades, se encuentra plenamente


reconocido y protegido el derecho humano y social al Patrimonio Cultural. Desde luego, será previsible en
algunos casos, el que se reconozcan los derechos a la cultura o bien, al acceso y disfrute de la cultura.

b) se previenen procedimientos específicos para proteger dicha prerrogativa.

2.- Con el fin de atender al criterio testimonial, se procederá a confirmar si:

388
a) se existe una definición clara de los valores culturales en los que se sustenta la determinación de que un
bien forme parte o no del Patrimonio Cultural. En otras palabras, la manera en que la ley reconoce y protege
al bien cultural, ya sea tangible o intangible, como un testimonio del pasado o del presente que nos ha sido
transmitido y actualizado en toda su integridad.

b) existe un criterio amplio con relación a la determinación de las categorías de bienes culturales que son
protegidos por la legislación vigente, así como de la conceptualización de dicha categorías.

c) existen criterios o normas de carácter técnico que nos permitan establecer los parámetros correctos para
la protección de la los valores de autenticidad de los bienes del Patrimonio Cultural.

3.- En cuanto al criterio de significación, queremos analizar si:

a) la legislación analizada reconoce el significado que tiene el Patrimonio Cultural tiene para la identidad,
cohesión e incluso, diferenciación misma de una comunidad.

b) la regulación resulta ser tan amplia que permite el entendimiento del Patrimonio Cultural en su
interacción con otros muchos otros factores humanos y naturales que dan sentido a una comunidad, como
pueden los conocimientos, relaciones, tradiciones, visiones del mundo, etc. Por lo anterior, procederemos
a detectar si en el tratamiento del Patrimonio Cultural existen aspectos que tengan que ver con este
significado de los bienes culturales mismos con la misma comunidad, su relación con el territorio en donde
se desarrolló o el Patrimonio Intangible asociado al mismo.

4.- En lo que se refiere al criterio de utilidad, procederemos a confirmar si:

a) la regulación jurídica reconoce, en principio, el papel que los bienes culturales tienen en la vida
socioeconómica de una comunidad

b) la normatividad ha establecido reglas o medidas que favorezcan la coordinación entre los valores
culturales y los aspectos socioeconómicos.

5.- Por último, en relación al criterio de desarrollo, nos dirigiremos a identificar si:

a) existen documentos de planeación y normativos que garanticen la protección del Patrimonio Cultural
con un rumbo hacia el futuro.

b) se establecen medidas en el ámbito jurídico, social y económico para fomentar la participación social y
educación en la protección del Patrimonio Cultural.

4.2.2.- Estudio Comparativo

Con el fin de llevar a cabo este estudio legal comparativo entre los sistemas legales de México, Brasil,
Sudáfrica y Cataluña, seguiremos los criterios de análisis que hemos expresado en el punto anterior.
Procederemos, por tanto, a llevar a cabo esta metodología a continuación.
4.2.2.1.- El Derecho al Patrimonio Cultural en el Texto Constitucional

389
Como expresamos anteriormente, el primer punto de nuestro análisis es determinar si el texto constitucional
o fundamental reconoce y protege al derecho al Patrimonio Cultural; identificándolo y definiéndolo
plenamente y estableciendo procedimientos claros que permitan al individuo o comunidades acudir ante las
instancias competentes para la preservación de sus bienes culturales.

En lo que respecta al hecho de que el texto constitucional reconozca y proteja expresamente el derecho al
Patrimonio Cultural, debemos hacer una precisión metodológica, partiendo de la visión de Ferraloji sobre
los derechos fundamentales que estudiamos en capítulos anteriores, en la que encontramos una doble
perspectiva: por una parte podemos verlos como una prestación a favor del gobernado o como una
contraprestación del órgano de gobierno. Siempre podremos encontrar cualquiera de los dos casos. Sin
embargo, no podemos dejar de pensar que siempre será mejor que la redacción del texto constitucional
reconozca al derecho como una prerrogativa del ciudadano o comunidad en un sentido positivo, en lugar
de que se establezca como una obligación del Estado, como un hecho limitativo. Por tanto, podríamos
clasificar el reconocimiento de este derecho desde una perspectiva perfecta (en tanto se reconozca
expresamente esta prerrogativa en favor de la persona o comunidad) o bajo una perspectiva imperfecta (es
decir, cuando se hable de una obligación del Estado y tengamos que entrar en un ejercicio de interpretación
jurídica en cuanto al alcance de esta norma).

Iniciando con el caso de México, podemos afirmar a partir del análisis del texto constitucional que hicimos
en capítulos anteriores, que nuestra Carta Magna no reconoce, ni refleja el derecho humano y social al
Patrimonio Cultural, aunque algunos especialistas pudieran afirmar que se “sobreentiende” en el texto del
artículo cuarto constitucional. En otras palabras, podríamos hablar de una perspectiva imperfecta de
conformidad a lo que señalamos en el párrafo anterior. Desde nuestra perspectiva, como lo explicamos
anteriormente, no existen verbos imperativos dirigidos a la actividad del Estado en el texto del artículo
cuarto constitucional que obligue sin lugar a dudas a reconocer y proteger este derecho. En la parte que
consideramos importante señalar es que si existe un reconocimiento más claro en lo derechos de las
comunidades indígenas, donde existen normas protectoras a las tradiciones, lenguas, formas de
organización y de alguna manera formas de vida de estos grupos. Sin embargo, en lo que se refiere al
Patrimonio Cultural mismo como concepto, aunque interpretáramos de manera conjunta lo establecido en
el tercer párrafo del artículo 27 constitucional (que habla de la manera en que la autoridad pudiera limitar
la propiedad privada por razones de utilidad pública) con lo expresado en los artículos primero y segundo
de la Ley Federal de Monumentos y Zonas (que señala que dicho ordenamiento es de interés social y
nacional) , nos encontramos ante la perspectiva que siempre será el gobierno el que permita decida lo que
signifique el interés social y nacional, criterio que podrá cambiar y que producirá siempre incertidumbre
jurídico que una población pueda desarrollarse adecuadamente y que se ha demostrado en la realización de
muchos proyectos que determinan la destrucción de parte del Patrimonio Cultural en aras de otros intereses
a los que se les ha dado mayor jerarquía.

En el contexto latinoamericano, especialmente en el caso de Brasil, veamos cómo cambia este panorama.
Para tal efecto, veremos lo expresado en el artículo 216 y 231 de su Constitución Política:

Artículo 216.- Constituyen patrimonio cultural brasileño los bienes de naturaleza material e inmaterial,
tomados individualmente o en conjunto, portadores de referencias a la identidad, a la actuación y a la memoria
de los diferentes grupos formadores de la sociedad brasileña, en los cuales se incluyen:

I.- las formas de expresión;

390
II.- los modos de crear, hacer y vivir;

III.- las creaciones científicas, artísticas y tecnológicas;

IV.- las obras, objetos, documentos, edificaciones y demás espacios destinados a las manifestaciones artístico-
culturales;

V.- los conjuntos urbanos y lugares de valor histórico, paisajístico, artístico, arqueológico, paleontológico,
ecológico y científico.

1.- El poder Público, con la colaboración de la Comunidad, promoverá y protegerá el patrimonio cultural
brasileño, por medio de inventarios, registros, vigilancia, catastros y desaprobación, y de otras formas de
prevención y conservación.

2.- Corresponden a la administración pública, en la forma de la ley, la gestión de la documentación


gubernamental y las autorizaciones para el acceso a su consulta a cuantos de ella necesiten.

3.- La ley establecerá incentivos para la producción y el conocimiento de bienes y valores culturales.

4.- Los daños y amenazas al patrimonio cultural serán castigados en la forma de la ley.

5. Quedan registrados todos los documentos y los lugares detentadores de reminiscencias históricas de los
antiguos "quilombos".

Artículo 231.- Se reconoce a los indios su organización social, costumbres, lenguas creencias, tradicionales y
los derechos originarios sobre las tierras que tradicionalmente ocupan, correspondiendo a la Unión
demarcarlas, protegerlas y hacer que se respeten todos sus bienes.

1.- Son tierras tradicionalmente ocupadas por los indios las habitadas por ellos con carácter permanente, las
utilizadas para sus actividades productivas, las imprescindibles para la preservación de los recursos
ambientales necesarios para su bienestar y las necesarias para su reproducción física y cultural, según sus
usos, costumbres y tradiciones.

Veamos la manera tan precisa y clara en la ley fundamental del Brasil establece esta prerrogativa, tanto en
lo referente al derecho al Patrimonio Cultural en general, como de las misma comunidades indígenas. No
existen condiciones, no existen disposiciones que estén abiertas a la interpretación: la función de la ley es
el reconocimiento y fortalecimiento de esta prerrogativa al nivel de que el Poder Público tiene que cooperar
con la comunidad en la defensa del Patrimonio Cultural.

En lo referente a la República de Sudáfrica tenemos una redacción seguramente menos clara, pero no por
ello menos importante. En el caso de Sudáfrica -como en el caso de otros países con un sistema jurídico
del Common Law- existe un Carta de Derechos Humanos. Este documento tiene una fuerte intención de
primero superar el sistema de apartheid y de incorporar en la realidad jurídica a las múltiples comunidades
nativas que pertenecen a dicha nación, que podrían entenderse como minorías, pero que en su conjunto
representan la mayoría de la población sudafricana. Por lo anterior, veremos pocas referencias al Patrimonio
Cultural tangible y si mucha referencia al Patrimonio Cultural inmaterial:
Sección 30 - Lengua y cultura

Toda persona tiene derecho a usar la lengua y para participar en la vida cultural que elija, pero nadie en el
ejercicio de estos derechos puede hacerlo de una manera incompatible con alguna disposición de la Carta de
391
Derechos.

Sección 31 - Comunidades culturales, religiosas y lingüísticas.

(1) A las personas pertenecientes a una comunidad cultural, religiosa o lingüística no se les puede negar el
derecho, con otros miembros de esa comunidad:

(a) a disfrutar de su cultura, practicar su religión y utilizar su propio idioma; y

(b) para formar, integrar y mantener asociaciones culturales, religiosas y lingüísticas y de otros órganos de
la sociedad civil.

(2) Los derechos en la subsección (1) no pueden ser ejercidos de manera incompatible con alguna de las
disposiciones de la Carta de Derechos.

Pero entendiendo que principalmente el facilitar el acceso de estas comunidades mediante la adopción de
una política en materia Patrimonio Lingüístico, resulta fundamental y es por ello que esta Constitución pone
especial énfasis en este punto.

6.- Idiomas

(1) Los idiomas oficiales de la República son Sepedi, Sesotho, Setswana, siSwati, Tshivenda, Xitsonga,
Afrikaans, English, isiNdebele, isiXhosa y isiZulu.

(2) Tomando en consideración que históricamente se ha disminuido el uso y la situación de las lenguas
indígenas de nuestro pueblo, el Estado debe adoptar las medidas prácticas y positivas para elevar la condición
y promover el uso de estas lenguas.

(3) (a) Los gobiernos provinciales y el gobierno nacional podrán utilizar cualquiera de los idiomas oficiales
particulares para los fines gubernamentales, teniendo en cuenta el uso, funcionalidad, inversión, las
circunstancias regionales y el equilibrio de las necesidades y preferencias de la población en su conjunto o
de la provincia de que se trate; sin embargo, el gobierno nacional y cada gobierno provincial deberán utilizar
al menos dos idiomas oficiales.

(b) Los municipios deben tener en cuenta el uso del lenguaje y las preferencias de sus residentes.

(4) El gobierno nacional y los gobiernos provinciales, a través de medidas legislativas y de cualquier otro
tipo, deben regular y vigilar el uso de lenguas oficiales. Sin menoscabo de las disposiciones en la subsección
(2), todos los idiomas oficiales deben gozar igualdad de oportunidades y deben ser tratados de manera
equitativa.

(5) Un Consejo de Idioma Pan-Sudafricano establecido por la legislación nacional deberá:

(a) promover y crear las condiciones para el desarrollo y la utilización de-

(i) todos los idiomas oficiales;

(ii) los lenguajes Khoi, Nama y San; y

(iii) el lenguaje de signos; y


392
(b) promover y asegurar el respeto de:

(i) todos los idiomas comúnmente utilizados por las comunidades en Sudáfrica, incluyendo alemán,
griego, gujarati, hindi, portugués, tamil, telugu y urdu; y

(ii) el árabe, hebreo, sánscrito y otros idiomas utilizados para fines religiosos en África del Sur.

Es sorprendente ver el reto que tiene la nación sudafricana con relación al Patrimonio Lingüístico,
especialmente por la diversidad de los distintos pueblos y comunidades que permanecen en este país,
resultado de la coexistencia de grupos humanos propios del continente africano con la enorme inmigración
europea. Desde luego, no encontramos una referencia precisa al Patrimonio Cultural en sí mismo en sus
manifestaciones materiales, pero dado que parece que la ley tiene una función muy dirigida a la
conformación de una nación muy diversa, parece claro que el primer paso es el respeto a los bienes
culturales más cercanos y cotidianos, como son estas manifestaciones inmateriales. Superar la lógica de la
diferencia mediante un respeto a la diversidad parece reflejarse como primera idea de esta aún joven norma
constitucional.

El caso catalán es mucho más complejo, porque en función de que constituye una Comunidad Autónoma
dentro de un país, existe concurrencia en algunos puntos que refuerzan la protección del derecho al
Patrimonio Cultural.

Veamos, que en la Constitución Española existen algunas disposiciones dirigidas a la protección del idioma
(como parte del Patrimonio Cultural), símbolos patrios y los propios bienes culturales que pueden ser
compartidos con las Comunidades Autonómicas.

Artículo 3.- El castellano y las demás lenguas españolas

1.- El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y
el derecho a usarla.

2.- Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de
acuerdo con sus Estatutos.

3.- La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto
de especial respeto y protección.

Artículo 4.- La bandera de España y las de las Comunidades Autónomas

1.- La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla
de doble anchura que cada una de las rojas.

2.- Los estatutos podrán reconocer banderas y enseñas propias de las Comunidades Autónomas. Estas se
utilizarán junto a la bandera de España en sus edificios públicos y en sus actos oficiales.

Artículo 44.- Acceso a la cultura

1.- Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho.

393
2.- Los poderes públicos promoverán la ciencia y la investigación científica y técnica en beneficio del interés
general.

Artículo 46.- Conservación del patrimonio artístico

Los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico,
cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen
jurídico y su titularidad. La ley penal sancionará los atentados contra este patrimonio.

De por sí, la propia Constitución Española ha sido considerada paradigmática en el entendimiento de las
propuestas más avanzadas en la protección del Patrimonio Cultural. Sin embargo, podemos encontrar
disposiciones más retadoras en el Estatuto de Autonomía de Cataluña y para muestra, basta citar el artículo
4º de dicho documento:

Artículo 4.- Derechos y principios rectores

2.- Los poderes públicos de Cataluña deben promover las condiciones para que la libertad y la igualdad de
los individuos y de los grupos sean reales y efectivas; deben facilitar la participación de todas las personas en
la vida política, económica, cultural y social, y deben reconocer el derecho de los pueblos a conservar y
desarrollar su identidad.

Ya desde los primeros artículos de este ordenamiento, se establece que la obligación de los poderes públicos
(y en consecuencia, el derecho que pueden ejercer los habitantes de la Comunidad Autónoma) es facilitar
la participación en la vida cultural, entre otras, de los individuos y de reconocer y respetar su derecho a la
identidad. Y este es la principal función que se le asigna, en esta materia, al estatuto: garantizar el respeto
de la identidad no solo del pueblo catalán en sí mismo, sino también de los habitantes que hablan el
castellano e incluso, de la comunidad que habita la región de Arán, que tiene sus propias características
culturales y aún más, la de los pueblos gitanos.

Artículo 22.- Derechos y deberes en el ámbito cultural

1.- Todas las personas tienen derecho a acceder en condiciones de igualdad a la cultura y al desarrollo de sus
capacidades creativas individuales y colectivas.

2.- Todas las personas tienen el deber de respetar y preservar el patrimonio cultural.

Artículo 32.- Derechos y deberes de conocimiento y uso de las lenguas

Todas las personas tienen derecho a no ser discriminadas por razones lingüísticas. Los actos jurídicos
realizados en cualquiera de las dos lenguas oficiales tienen, en cuanto a la lengua, plena validez y eficacia.

Artículo 36.- Derechos con relación al aranés

1.- En Arán todas las personas tienen el derecho a conocer y utilizar el aranés y a ser atendidas oralmente y
por escrito en aranés en sus relaciones con las Administraciones públicas y con las entidades públicas y
privadas que dependen de las mismas.

2.- Los ciudadanos de Arán tienen el derecho a utilizar el aranés en sus relaciones con la Generalitat.

394
3.- Deben determinarse por ley los demás derechos y deberes lingüísticos con relación al aranés.

Artículo 42.- La cohesión y el bienestar sociales

7.- Los poderes públicos deben velar por la convivencia social, cultural y religiosa entre todas las personas
en Cataluña y por el respeto a la diversidad de creencias y convicciones éticas y filosóficas de las personas, y
deben fomentar las relaciones interculturales mediante el impulso y la creación de ámbitos de conocimiento
recíproco, diálogo y mediación. También deben garantizar el reconocimiento de la cultura del pueblo gitano
como salvaguarda de la realidad histórica de este pueblo.

Artículo 44.- Educación, investigación y cultura

5.- Los poderes públicos deben emprender las acciones necesarias para facilitar a todas las personas el acceso
a la cultura, a los bienes y a los servicios culturales y al patrimonio cultural, arqueológico, histórico, industrial
y artístico de Cataluña.

Artículo 50.- Fomento y difusión del catalán

1.- Los poderes públicos deben proteger el catalán en todos los ámbitos y sectores y deben fomentar su uso,
difusión y conocimiento. Estos principios también deben aplicarse con respecto al aranés.

Veamos la amplitud y gama de derechos relacionados con bienes culturales que se expresan en la legislación
constitucional catalana. Al igual que la regulación brasileña, parece no haber duda: existe el derecho de las
personas de manera expresa y de igual manera expresa, el respeto que los poderes públicos deben de cumplir
con relación a estas prerrogativas. Vemos un ejemplo de perspectiva perfecta en cuanto a la protección de
esta prerrogativa: no solo constituye un derecho de las personas, sino también una obligación su
preservación, lo que refuerza la idea de la importancia que el Patrimonio Cultural tiene para el pueblo
catalán. Derechos culturales, derechos al Patrimonio Cultural, derechos lingüísticos: todos ellos están
acordes bajo un concepto de diversidad que refuerza una identidad nacional que se entiende a sí misma
como pluricultural.

Como principal manifestación de la cultura de esta región de España, el catalán constituye objeto de la
mayor regulación protectora del Patrimonio Cultural; lo cual ha provocado una fuerte reacción por parte
del gobierno central de España como lo explicamos anteriormente:

Artículo 6.- La lengua propia y las lenguas oficiales

1.- La lengua propia de Cataluña es el catalán. Como tal, el catalán es la lengua de uso normal y [preferente]
de las Administraciones Públicas y de los medios de comunicación públicos de Cataluña, y es también la
lengua normalmente utilizada como vehicular y de aprendizaje en la enseñanza.

[2.- El catalán es la lengua oficial de Cataluña. También lo es el castellano, que es la lengua oficial del Estado
español. Todas las personas tienen derecho a utilizar las dos lenguas oficiales y los ciudadanos de Cataluña
el derecho y el deber de conocerlas. Los poderes públicos de Cataluña deben establecer las medidas necesarias
para facilitar el ejercicio de estos derechos y el cumplimiento de este deber. De acuerdo con lo dispuesto en
el artículo 32, no puede haber discriminación por el uso de una u otra lengua.]

4.- La Generalitat debe promover la comunicación y la cooperación con las demás comunidades y los demás
territorios que comparten patrimonio lingüístico con Cataluña. A tales efectos, la Generalitat y el Estado,

395
según proceda, pueden suscribir convenios, tratados y otros mecanismos de colaboración para la promoción
y la difusión exterior del catalán.

5.- La lengua occitana, denominada aranés en Arán, es la lengua propia de este territorio y es oficial en
Cataluña, de acuerdo con lo establecido por el presente Estatuto y las leyes de normalización lingüística.

Lo mismo sucede con los símbolos patrios:

Artículo 8.- Símbolos de Cataluña

[1.- Cataluña, definida como nacionalidad en el artículo primero, tiene como símbolos nacionales la bandera,
la fiesta y el himno.]

2.- La bandera de Cataluña es la tradicional de cuatro barras rojas en fondo amarillo y debe estar presente
en los edificios públicos y en los actos oficiales que tengan lugar en Cataluña.

3.- La fiesta de Cataluña es el Día Once de Septiembre.

4.- El himno de Cataluña es Els segadors.

5.- El Parlamento debe regular las distintas expresiones del marco simbólico de Cataluña y debe fijar su orden
protocolario.

6.- La protección jurídica de los símbolos de Cataluña es la que corresponde a los demás símbolos del Estado.

Pero como muestra del reconocimiento de la diversidad dentro de la propia Comunidad Autonómica, donde
podríamos pensar que se caería en la tentación de darle una exclusividad en la preservación de aquello que
representaría lo catalán, podemos encontrar también medidas protectoras de una comunidad minoritaria que
habita en la región de Arán y a la que se le da un trato igualitario en cuanto a la preservación de su cultura.

Artículo 11.- Arán

2.- Los ciudadanos de Cataluña y sus instituciones políticas reconocen a Arán como una realidad occitana
dotada de identidad cultural, histórica, geográfica y lingüística, defendida por los araneses a lo largo de los
siglos. El presente Estatuto reconoce, ampara y respeta esta singularidad y reconoce Arán como entidad
territorial singular dentro de Cataluña, la cual es objeto de una particular protección por medio de un régimen
jurídico especial.

Desde luego, nos encontramos ante un ejemplo muy moderno en cuanto a la manera en que un pueblo
quiere plasmar en el texto fundamental su preocupación por la conservación del Patrimonio Cultural.

Ahora bien, no solo es importante el poder declarar la existencia de un derecho humano o social para
garantizar su cumplimiento. La función de la Ley es la de establecer también mecanismos legales a través
de los cuales, los ciudadanos y las comunidades puedan acudir ante las instancias judiciales competentes
con el fin de suspender o anular cualquier acción u omisión de las autoridades y de las personas que puedan
representar un daño o perjuicio a sus derechos culturales y muy particularmente, a su derecho al Patrimonio
Cultural. En un estado más avanzado, el sistema legal no se conforma con el establecimiento de medidas
correctiva a través de las instanciad judiciales ante circunstancias de riesgo: en otros casos, se instituyen
organismos que permitan dar un seguimiento y atención especializada desde el principio de una posible
396
situación que implique una amenaza a los bienes culturales.

En ese sentido, podemos encontrar muchas soluciones muy creativas por parte de cada una de los sistemas
jurídicos que estamos analizando.

Empecemos por la República Federativa de Brasil. Congruente con su cultura constitucional de respeto a
los derechos colectivos y difusos, podemos encontrar en la norma fundamental brasileña el otorgamiento
del derecho a cualquier ciudadano de acudir ante los tribunales para defender sus derechos con relación al
patrimonio histórico y cultural. Pero la norma no se limita exclusivamente en ese sentido, sino que también
–reconociendo que esta es una situación de especial importancia- exime expresamente al ciudadano del
pago de gastos y costas judiciales aún en el caso de que su acción no hubiese prosperado (ônus da
sucumbência):

Artículo. 5o. Todos son iguales ante la ley, sin distinción de cualquier naturaliza, garantizándose a los
brasileños y a los extranjeros residentes en el País la inviolabilidad del derecho a la vida, a la libertad, a la
igualdad, a la seguridad y a la prioridad, en los siguientes términos:

LXXIII.- cualquier ciudadano es parte legítima para proponer la acción popular que pretenda anular un acto
lesivo para el patrimonio público o de una entidad en que el Estado participe, para la moralidad
administrativa, para el medio ambiente o para el patrimonio histórico y cultural, quedando el actor, salvo
mala fe comprobada, exento de las gastos y costas judiciales en caso de que pierda el litigio;

Pero adicionalmente, la Constitución de Brasil asigna al Ministerio Público una función especial en relación
a la preservación del Patrimonio Cultural, con lo cual podemos aceptar que la norma fundamental no deja
este tema solo a cargo de ciudadano, sino también al órgano de representación social que asume como una
responsabilidad la protección de los bienes culturales.

Artículo 129.- Son funciones del Ministerio Público:

I.- Promover, privativamente, la acción penal publica, en la forma de la ley;

II.- Velar por el efectivo respeto de los Poderes Públicos y de los servicios de relevancia pública para los
derechos garantizados en esta Constitución, promoviendo las medidas necesarias para su garantía;

III.- Promover la demanda civil y la acción civil pública, para la protección del patrimonio público y social,
del medio ambiente y otros intereses difusos y colectivos;

En el caso sudafricano, encontramos disposiciones muy similares a lo establecido en la Constitución


Brasileña que están referidos a la protección general de los derechos humanos contenidos en la parte
dogmática de su Constitución (la Carta de Derechos o Bill of Rights en inglés). Sorprende en una primera
instancia la amplitud en cuanto a la determinación de la capacidad de personas que pueden acudir ante los
tribunales para proteger sus derechos (en donde se incluyen los derechos culturales y al Patrimonio
Cultural):

Sección 38.- Ejercicio de los Derechos. - Cualquier persona que se menciona en esta sección tiene el derecho
de dirigirse a un tribunal competente, alegando que un derecho en la Carta de Derechos se ha infringido o se
encuentra amenazado, y el tribunal podrá conceder auxilio apropiado, incluyendo una declaración de
derechos. Las personas que puedan acercarse a un tribunal son:
397
(a) cualquier persona que actúe en su propio interés;

(b) cualquier persona que actúe en nombre de otra persona que no puede actuar en su propio nombre;

(c) cualquier persona que actúe como miembro de, o en el interés de un grupo o clase de personas;

(d) cualquier persona que actúe en el interés público; y

(e) una asociación que actúa en interés de sus miembros.

Lo importante es que la propia Constitución de Sudáfrica además establece reglas y criterios para obligar a
los tribunales a resolver en cuanto a las reclamaciones que en materia de derechos humanos en un sentido
especial:

Sección 39.- Interpretación de la Declaración de Derechos

(1) En la interpretación de la Carta de Derechos, una corte, tribunal o foro:

(a) deberán promover los valores que subyacen en una sociedad abierta y democrática basada en la dignidad
humana, la igualdad y la libertad;

(b) deberán tener en cuenta el derecho internacional; y

(c) podrán considerar el derecho extranjero.

(2) Al interpretar las leyes, y al desarrollar el common law o derecho consuetudinario, cada corte, tribunal o
foro deberán promover el espíritu, significado y objetivos de la Carta de Derechos.

(3) La Carta de Derechos no niega la existencia de cualesquiera otros derechos o libertades reconocidos o
conferidos por el common law, el derecho consuetudinario o la legislación, en la medida que son coherentes
con la Carta de derechos.

Pero adicionalmente, en el caso de Sudáfrica, la norma constitucional instituye un organismo denominado


la Comisión para la Promoción y Protección de los Derechos de las Comunidades Culturales, Religiosas y
Lingüísticas que tiene como función establecer medidas preventivas de protección y de colaboración con
las autoridades para evitar que se lleguen a los extremos que impliquen una violación a estos derechos.

Sección 185.- Funciones de la Comisión.

(1) Los objetos principales de la Comisión para la Promoción y Protección de los Derechos de las
Comunidades Culturales, Religiosas y Lingüísticas son:

(a) el respeto a los derechos de las comunidades culturales, religiosas y lingüísticas;

(b) promover y desarrollar la paz, la amistad, la humanidad, la tolerancia y la unidad nacional entre las
comunidades culturales, religiosas y lingüísticas, sobre la base de la igualdad, la no discriminación y la libre
asociación; y

(c) para recomendar el establecimiento o reconocimiento, de conformidad con la legislación nacional, de un


398
consejo o los consejos culturales o de otro tipo para una comunidad o comunidades en Sudáfrica.

(2) La Comisión tiene la facultad, según lo dispuesto por la legislación nacional, necesario para alcanzar sus
objetivos primarios, incluida la facultad de supervisar, investigar, investigar, educar, vestíbulo, asesorar e
informar sobre cuestiones relativas a los derechos de los cultural, religiosa y lingüística comunidades.

(3) La Comisión podrá informar sobre cualquier asunto que entra dentro de sus competencias y funciones a
la Comisión de Derechos Humanos de Sudáfrica para su investigación.

(4) La Comisión tiene los poderes y funciones adicionales previstas por la legislación nacional.

Artículo 186.- Composición de la Comisión.

(1) El número de miembros de la Comisión para la Promoción y Protección de los Derechos de las
Comunidades Culturales, Religiosas y Lingüísticas y su nombramiento y duración del mandato debe ser
prescrita por la legislación nacional.

(2) La composición de la Comisión deberá:

(a) En términos generales representativos de las principales comunidades culturales, religiosas y lingüísticas
en Sudáfrica; y

(b) reflejan en términos generales la composición de género de Sudáfrica.

La propuesta Sudafricana es importante en cuanto se crea un organismo especializado por parte del Estado
para la protección de los derechos culturales de las comunidades, principalmente desde una perspectiva
preventiva.

Desde luego, la experiencia de la República de Sudáfrica es interesante en tanto no se conforma con proveer
al ciudadano de la posibilidad de acudir ante los tribunales para defender sus derechos (entre los que se
encuentran los derechos culturales), sino también que se establezcan organismos permanentes, autónomos
y especializados para tal efecto con el fin que desde el ámbito de su competencia, también pueda coadyuvar
e impulsar acciones para conservar dichas prerrogativas humanas y sociales.
Ahora bien, con mayor profundidad, la regulación de Cataluña comparte esta visión de una doble estrategia
de protección, a través de tribunales y de organismos protectores. Pero además, debemos de pensar que,
por tratarse de una Comunidad Autónoma, insertada en un sistema nacional, podemos encontrar una
afortunada concurrencia en su protección. Es por ello que existen disposiciones protectoras de los derechos
humanos a nivel nacional, como podemos apreciar en la traducción de los siguientes dispositivos de la Carta
Magna Española, en la que se previene el derecho de acción en la protección de sus derechos, la existencia
del recurso de amparo como medio idóneo para ejercer este derecho y por último, la existencia de un
organismos como el Defensor del Pueblo que sirve de órgano de representación de la sociedad ante estas
acciones:

Artículo 53.-

1.- Los derechos y libertades reconocidos en el Capítulo II del presente Título vinculan a todos los poderes
públicos. Sólo por ley, que en todo caso deberá respetar su contenido esencial, podrá regularse el ejercicio de
tales derechos y libertades, que se tutelarán de acuerdo con lo previsto en el artículo 161, 1, a).

399
2.- Cualquier ciudadano podrá recabar la tutela de las libertades y derechos reconocidos en el artículo 14 y
la Sección 1ª. del Capítulo II ante los Tribunales ordinarios por un procedimiento basado en los principios de
preferencia y sumariedad y, en su caso, a través del recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional. Este
último recurso será aplicable a la objeción de conciencia reconocida en el artículo 30.

3.- El reconocimiento, el respeto y la protección de los principios reconocidos en el Capítulo III informarán
la legislación positiva, la práctica judicial y la actuación de los poderes públicos. Sólo podrán ser alegados
ante la Jurisdicción ordinariade acuerdo con lo que dispongan las leyes que los desarrollen.

Artículo 54.-

Una ley orgánica regulará la institución del Defensor del Pueblo, como alto comisionado de las Cortes
Generales, designado por éstas para la defensa de los derechos comprendidos en este Título, a cuyo efecto
podrá supervisar la actividad de la Administración, dando cuenta a las Cortes Generales.

Pero adicionalmente, el Estatuto de Autonomía de Cataluña refuerza esta protección mediante disposiciones
que permiten a los ciudadanos acudir a los tribunales a defender sus derechos humanos en el ámbito local
y a contar con un funcionario especial que estará encargado en el ámbito local también de proteger los
derechos humanos y sociales, el cual se conoce como el Síndico de Agravios (en catalán, Síndic de
Greuges), tal y como podemos apreciar de la transcripción de las siguientes disposiciones del estatuto:

Artículo 38.- Tutela

2.- Los actos que vulneren los derechos reconocidos por los capítulos I, II y III del presente Título y por la
Carta de los Derechos y Deberes de los ciudadanos de Cataluña serán objeto de recurso ante el Tribunal
Superior de Justicia de Cataluña, de acuerdo con los procedimientos establecidos en las leyes.

Artículo 78.- Funciones y relaciones con otras instituciones análogas

1.- El Síndic de Greuges tiene la función de proteger y defender los derechos y las libertades reconocidos por
la Constitución y el presente Estatuto. A tal fin supervisa, con carácter exclusivo, la actividad de la
Administración de la Generalitat, la de los organismos públicos o privados vinculados o que dependen de la
misma, la de las empresas privadas que gestionan servicios públicos o realizan actividades de interés general
o universal o actividades equivalentes de forma concertada o indirecta y la de las demás personas con vínculo
contractual con la Administración de la Generalitat y con las entidades públicas dependientes de ella. También
supervisa la actividad de la Administración local de Cataluña y la de los organismos públicos o privados
vinculados o que dependen de la misma.

2.- El Síndic de Greuges y el Defensor del Pueblo colaboran en el ejercicio de sus funciones.

5.- Las Administraciones públicas de Cataluña y las demás entidades y personas a que se refiere el apartado
1 tienen la obligación de cooperar con el Síndic de Greuges. Deben regularse por ley las sanciones y los
mecanismos destinados a garantizar el cumplimiento de dicha obligación.

Como podemos apreciar, nos encontramos ante una regulación constitucional que también se centra en dos
vías para la protección de los derechos culturales y particularmente, al Patrimonio Cultural: la prerrogativa
del ciudadano de pedir el amparo de los tribunales y contar con organismos especializados para la
protección de los mismos.

400
Por último, en el caso de nuestro país podemos observar algunos puntos comunes y por otra parte, puntos
divergentes en cuanto las otras naciones analizadas.

Como mencionamos en el capítulo anterior, pudimos explicar ampliamente que a partir de las reformas
constitucionales recientes, nuestro Poder Judicial Federal podrá conocer y resolver sobre los juicios de
amparo que se refieran a los derechos humanos reconocidos en los Tratados Internacionales o en la propia
Constitución (la cual reconoce los derechos culturales en los artículos 2º y 4º), reconociendo adicionalmente
la posibilidad de que una persona física o moral pueda promover este medio de defensa a nombre de un
derecho colectivo o difuso. En ese sentido, podemos afirmar que en México compartimos la visión que se
mantiene en otras naciones analizadas, haciendo la precisión que por la novedad en el reconocimiento de
los derechos culturales, falta esperar los criterios que se emitan con relación a este tema.

Sin embargo, ante la fortaleza en la capacidad de gestión de organismos defensores de los derechos
humanos que vemos en otras legislaciones, podemos afirmar que la legislación mexicana es menos
avanzada que las otras jurisdicciones analizadas, de conformidad con lo establecido en el artículo 102 de
nuestra Carta Magna

Artículo 102.-

B.- El Congreso de la Unión y las legislaturas de las entidades federativas, en el ámbito de sus respectivas
competencias, establecerán organismos de protección de los derechos humanos que ampara el orden jurídico
mexicano, los que conocerán de quejas en contra de actos u omisiones de naturaleza administrativa
provenientes de cualquier autoridad o servidor público, con excepción de los del Poder Judicial de la
Federación, que violen estos derechos.

Los organismos a que se refiere el párrafo anterior, formularán recomendaciones públicas, no vinculatorias,
denuncias y quejas ante las autoridades respectivas. Todo servidor público está obligado a responder las
recomendaciones que les presenten estos organismos. Cuando las recomendaciones emitidas no sean
aceptadas o cumplidas por las autoridades o servidores públicos, éstos deberán fundar, motivar y hacer
pública su negativa; además, la Cámara de Senadores o en sus recesos la Comisión Permanente, o las
legislaturas de las entidades federativas, según corresponda, podrán llamar, a solicitud de estos organismos,
a las autoridades o servidores públicos responsables para que comparezcan ante dichos órganos legislativos,
a efecto de que expliquen el motivo de su negativa.

Estos organismos no serán competentes tratándose de asuntos electorales y jurisdiccionales.

El organismo que establezca el Congreso de la Unión se denominará Comisión Nacional de los Derechos
Humanos; contará con autonomía de gestión y presupuestaria, personalidad jurídica y patrimonio propios.

Es muy significativo observar que en el caso de nuestro país las decisiones y gestiones de los órganos
autónomos de derechos humanos no son vinculantes, ni obligatorios para nuestras autoridades en los
términos de nuestro régimen constitucional; cuando en otros de los países examinados, dicha resoluciones
obligan efectivamente a los gobernantes. Lo anterior nos parece que representa una gran diferencia
conceptual y jurídica que debemos atender como Nación y proponer su modificación a favor de los
derechos culturales y muy particularmente al Patrimonio Cultural.

401
A partir de estos datos, podemos llegar a la determinación de cuando menos tres sistemas jurídicos
diferentes en cuanto al reconocimiento y establecimiento de medidas de protección del derecho al
Patrimonio Cultural en el cuerpo de su Constitución Política con relación a las comunidades analizadas:

1.- En el estrato menos avanzado de protección, ciertos sistemas jurídicos siguen entendiendo a la
protección del Patrimonio Cultural no como un derecho humano y social, sino como una facultad exclusiva
del Estado (quien tiene el poder de decidir sobre el reconocimiento y destino del mismo de una manera
discrecional). Por lo anterior, la función de la legislación no se centra en el fortalecimiento de la idea de la
protección de los derechos culturales (en donde se puede identificar o incluir al derecho al Patrimonio
Cultural pero confundido dentro de un todo) sino en el papel de supremacía del Estado en esta materia. Por
lo anterior, las decisiones de los órganos autónomos en materia de Derechos Humanos (que por cierto,
tampoco tienen claro el alcance del derecho al Patrimonio Cultural) tampoco son vinculantes.
Desafortunadamente, en este primer nivel de protección se encuentran nuestro país.

2.-En un segundo estado de evolución, el texto constitucional reconoce los derechos culturales como tales
(aunque sea posible que no en todos los casos se reconozca el derecho al Patrimonio Cultural de manera
específica, aunque si a través de algunas de sus categorías), por lo que existen disposiciones para conservar
algunos bienes culturales, se instituye un procedimiento claro para que el gobernado pueda acudir ante los
tribunales para preservar esta prerrogativa y la función de los órganos autónomos y especializados en
materia de derechos humanos sean vinculantes para las autoridades. En esta segunda fase encontramos a la
regulación sudafricana.

3.- Por último, hemos encontrado dos casos en que la función de la Carta Magna (o documento fundacional)
es la de reconocer expresamente el derecho al Patrimonio Cultural que tienen las comunidades o personas,
estableciendo medidas claras al respecto y adicionalmente regulando la manera en que las personas pueden
acudir ante los tribunales para defender este derecho (y estableciendo medidas para facilitar esta acción
ciudadana). Adicionalmente, esta regulación incluye la creación y el fortalecimiento de órganos públicos
que coadyuven a los ciudadanos y gobernados en la preservación de este derecho, estableciendo que sus
decisiones resultan vinculantes para personas y el gobierno. De hecho, en este nivel de protección, la Carta
Magna no solo considera la conservación del Patrimonio Cultural como un derecho, sino también una
obligación de los ciudadanos; poniendo a esta materia en el ámbito de los grandes decisiones temas
nacionales. En este nivel hemos observado a la regulación catalana y brasileña.

Consideramos que nuestro país debiera encontrarse en este último nivel, tomando en consideración su gran
aportación a la Cultural Universal; por lo que proponemos una reforma a nuestro régimen constitucional en
esta materia para ser más específico, más profundo y más eficiente en este rubro.

4.2.2.2.- La conservación del Patrimonio Cultural como testimonio

El segundo aspecto que queremos analizar en este trabajo de derecho comparado, se refiere al primero de
nuestros criterios con que se analiza el Patrimonio Cultural como prerrogativa humana y social que es
refiere al concepto más básico el cual es la autenticidad y la manera en que la legislación define los valores
culturales, sus alcances, los criterios sobre los que las autoridades deben fundarse para garantizar la
conservación de los mismos, ya sea en el aspecto normativo o administrativo.
402
Empezando por la regulación brasileña, no podemos dejar de pasar la extensa, amplia y profunda definición
de lo que significa el Patrimonio Cultural de esa nación que se previene en el artículo 216 de su Constitución
Política y que fue citada anteriormente en este trabajo. Simplemente, con dicha descripción, debiéramos
considerar a Brasil como un país que ha adoptado una idea muy avanzada del Patrimonio Cultural.

Sin embargo, queremos adentrarnos más a su regulación interna y por ello nos remitiremos al Decreto-Ley
No. 25 de 30 de noviembre de 1937 que organiza la protección del Patrimonio Histórico y Artístico. En
su primer artículo nos presenta una idea concreta de lo que es el Patrimonio Cultural, pero es muy
interesante que también se incluya la preservación de las áreas naturales con este valor histórico o cultural,
mismas que merecen una sección especial, bajo el concepto de “paisaje” en el registro de bienes protegidos
de conformidad con esta regulación, como veremos a continuación:

Artículo 1.- Constituye el patrimonio histórico y artístico todos los bienes muebles e inmuebles existentes en
el país y ser protegidos por el interés público, o por su conexión con los eventos memorables en la historia de
Brasil, tanto por su valor arqueológico o etnográfico bibliográfico excepcional o artístico.

§ 1 Los bienes contemplados en el presente artículo no se considerarán parte del patrimonio artístico nacional,
sino después de ser registrados conjunta o separadamente en uno de los cuatro libros de protección,
contemplado en el artículo 4º de la presente ley.

§ 2 Se equiparan a los bienes mencionados en el presente artículo y también están sujetos a protección los
monumentos naturales y los lugares y paisajes que sea importante conservar y proteger por el valor notable
que le ha sido dotado por la naturaleza o mediante la acción humana.

Artículo 4.- La Oficina del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional poseerá cuatro libros de preservación,
en el que se inscribirán los bienes contemplados en el artículo 1º de esta Ley, a saber:

1) El Libro de Protección de Bienes Arqueológicos, Etnográficos y Paisaje, los bienes que pertenecen a las
categorías de arte arqueológico, etnográfico, amerindio y popular, así como los mencionados en el § 2 del
mismo artículo.

2) En el Libro de la Protección de Bienes Históricos, los bienes de interés histórico y obras de arte históricas.

3) en el Libro de la Protección de Bellas Artes, las bienes de arte académicos, el arte nacional o extranjero.

4) en el Libro de la Protección de Artes Aplicadas, las obras que se incluyen en la categoría de artes aplicadas,
nacionales o extranjeras.

§ 1.- Cada uno de los libros de protección puede tener varios volúmenes.

§ 2.- Los bienes que se incluyen en las categorías descritas en los apartados 1, 2, 3 y 4 del presente artículo
serán definidos y especificados en el reglamento se expide de conformidad con la presente ley.

Siguiendo en mucho el esquema que la legislación latinoamericana ha instrumentada la protección del


Patrimonio Cultural, la legislación brasileña basa esta actividad en la emisión de permisos como forma de
regulación y control de las intervenciones en los bienes culturales, pero con la precisión de que se protege
también el entorno a los mismos:

403
Artículo 17.- Los bienes protegidos no pueden en ningún caso ser destruidos, demolidos o mutilados, sin
autorización especial de la Oficina del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional, ni ser reparados, pintados
o restaurados, so pena de multa por un cincuenta por ciento del daño.

Artículo 18.- Sin autorización previa de la Oficina del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional, no podrá en
la proximidad de un bien protegido hacer una construcción que impida o reduzca su visibilidad, ni colocar
anuncios o carteleras en ese lugar, so pena de ser ordenada la destrucción de los trabajos o el retiro del
objeto, imponiéndose una multa de cincuenta por ciento del valor del mismo objeto.

Por último, podemos ver en el artículo 19 de la Ley Brasileña lo relativo al compromiso que deben adoptan
las autoridades con relación a los bienes culturales en peligro de destrucción que, como veremos más
adelante, es muy distinta a lo que expresa la legislación mexicana:

Artículo 19.- El propietario de un bien protegido que no cuente con recursos para llevar a cabo los trabajos
de mantenimiento y reparación del mismo, informará a la Oficina del Patrimonio Histórico y Artístico
Nacional de la necesidad mencionada obra, so pena de una multa equivalente al doble de la cantidad en que
se evalué el daño sufrido por la misma cosa.

§ 1.- Tras haber sido informado y haber analizado las obras necesarias, el director de la Oficina del
Patrimonio Histórico y Artístico Nacional ordenará ejecutarlos a expensas de la Unión, y que éstas deberán
iniciarse dentro de los seis meses, o hará que se proceda a la expropiación de dicho bien.

§ 2.- En ausencia de cualquiera de las medidas mencionadas en el párrafo anterior, el propietario podrá
exigir la cancelación de las medidas de protección.

§ 3.- Una vez que se detecte que haya urgencia en la ejecución de las obras de mantenimiento o reparación
de un bien protegido, la Oficina del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional tomará la iniciativa para
diseñarlos y ejecutarlos a expensas de la Unión, independientemente de la comunicación que se alude en este
artículo por parte del propietario.

En el caso Sudafricano, acudiremos a la Ley (o Acta) No. 25,1999 de Recursos Patrimoniales Nacionales
que nos presenta en primer lugar una definición muy amplia en cuanto al alcance del concepto de
Patrimonio Cultural:

Sección 3.- Patrimonio Nacional.-

(1) Para los efectos de esta Ley, los recursos del Patrimonio de Sudáfrica, que son de importancia cultural o
de otro valor especial para la comunidad actual y para las generaciones futuras deben ser consideradas parte
del Patrimonio Nacional y caen dentro de la esfera de las operaciones de las autoridades de los recursos
patrimoniales.

(2) Sin limitar el concepto general de la subsección (1), el Patrimonio Nacional puede
incluir:

(a) los lugares, edificios, estructuras y equipos de importancia cultural;


(b) los lugares a los que se vinculan con las tradiciones orales, o que estén asociados con el patrimonio vivo;
(c) los asentamientos históricos y paisajes urbanos;
(d) los paisajes y elementos naturales de importancia cultural:
(e) los yacimientos geológicos de importancia científica o cultural;
(f) los yacimientos arqueológicos y paleontológicos
404
(g) las tumbas y cementerios, entre ellos:
(i) tumbas ancestrales
(ii) las tumbas y sepulcros reales de los líderes tradicionales;
(iii) las tumbas de las víctimas de los conflictos;
(iv) las tumbas de las personas designadas por el Ministro [de artes y cultura], mediante notificación
ante el Ministerio Púbico.
(v) las tumbas históricas y cementerios; y
(vi) otros restos humanos que no están cubiertas en términos de la Ley de Tejidos Humanos de 1983 (Ley
N º 65 de 1983);
(h) los sitios de importancia en relación con la historia de la esclavitud en África del Sur:
(i) los bienes muebles, incluyendo:
(i) los objetos recuperados del suelo o de las aguas de Sudáfrica, incluidos los objetos arqueológicos
y paleontológicos y materiales, meteoritos y muestras geológicas raras;
(ii) se opone a que las tradiciones orales se adjuntan o que están asociados con el patrimonio vivo;
(iii) el arte y objetos etnográficos;
(iv) los bienes militares;
(v) los objetos de arte decorativo o bien;
(vi) los objetos de interés científico o tecnológico; y
(vii) los libros, registros, documentos, positivos y negativos fotográficos, gráficos, cine o video,
,grabaciones de sonido, con exclusión de las que son documentos públicos según se define en la
sección 1 (XIV) de la Ley de Archivos Nacionales Sudáfrica de 1996 (Ley N º 43 de 1996).

Un tema especialmente relevante en el ámbito de la autenticidad es que la legislación sudafricana establece


criterios de actuación de las autoridades para efectos de la protección de este valor en sus bienes culturales
como veremos a continuación:

Principios generales para la gestión de los recursos del patrimonio

5.- (1) Todas las autoridades, órganos y personas que desempeñen funciones y el ejercicio de competencias
en los términos de esta Ley para la gestión de los recursos patrimoniales deben reconocer los siguientes
principios:

(a) Los recursos patrimoniales tienen un valor duradero por su propio derecho y proporcionan evidencia de
los orígenes de la sociedad sudafricana y son valiosos, finitos, no renovables e insustituibles y deben ser
manejados cuidadosamente para asegurar su supervivencia;

Otro punto muy relevante en cuanto a la legislación de Sudáfrica es que se establecer niveles de protección
específicos de los bienes culturales en cuando su relevancia nacional o local, los cuales están bajo la
competencia de SAHRA (la Agencia Sudafricana de Recursos Patrimoniales) o de los gobiernos locales:

Criterios de evaluación y calificación de Patrimonio

7.- (1) SAHRA, previa consulta con el Ministro [de artes y cultura] y el MEC [miembro del Comité Ejecutivo
de cada provincia responsable de los asuntos culturales] de cada provincia , en cumplimiento a la regulación,
deberá establecer un sistema de clasificación de los lugares y bienes que forman parte del Patrimonio
Nacional que distinga, al menos, las siguientes categorías –

(a) Grado I: Los recursos patrimoniales con cualidades tan excepcionales que son de importancia nacional
405
especial;

(b) Grado II: Los recursos patrimoniales que, a pesar de formar parte del Patrimonio Nacional, se puede
considerar que tienen cualidades especiales que los hacen significativas en el contexto de una provincia o una
región; y

(c) Grado III: Otros recursos patrimoniales dignos de conservación, y que deben seguir los criterios de
evaluación de los recursos patrimoniales, de conformidad con los criterios establecidos en el apartado 3 (3),
que debe ser utilizado por una autoridad competente en los recursos patrimoniales o de una autoridad local
para evaluar la significado intrínseco , comparativo y contextual de un recurso patrimonial y los beneficios
relativos y los costos de su protección, por lo que el nivel adecuado de la clasificación de los recursos y la
consiguiente responsabilidad de su gestión podrá asignarse en función de la sección 8.

(2) La autoridad de los recursos patrimoniales puede prescribir los criterios de evaluación del Patrimonio,
compatible con los criterios establecidos en el punto 3 (3), para la evaluación de los recursos patrimoniales
de Grado II y Grado III en una provincia.

Por último no debemos dejar de reconocer la creación de un organismo especializado y profesionalizado


como es el SAHRA, cuya regulación se previene a continuación:

Objeto del SAHRA

12.- El objeto de SAHRA es coordinar la identificación y gestión del patrimonio nacional.

Funciones, facultades y deberes de SAHRA

13.- (1) Las funciones generales de SAHRA son-

(a) establecer principios, normas y políticas nacionales para la identificación, el registro y la gestión de la
hacienda nacional, en términos de los cuales las autoridades de recursos patrimoniales y otros órganos
pertinentes deben funcionar con respecto a los recursos del patrimonio de Sudáfrica;

(c) identificar, registrar y gestionar los recursos de importancia nacional de patrimonio y mantener registros
permanentes de dicho trabajo;

(d) asesorar y dar asistencia y experiencia profesional para cualquier autoridad responsable de la gestión
del patrimonio nacional a nivel provincial o local, y ayudar a cualquier otro órgano encargado de la gestión
de los recursos del patrimonio.

La experiencia de Sudáfrica nos demuestra que la protección del valor de autenticidad de los bienes
culturales debe basarse en una definición muy clara del alcance de este concepto, el establecimiento de
criterios técnicos para la defensa de la integridad, la priorización de aquellos bienes que deben protegerse
y la creación de un organismo especializado para el manejo de estos bienes.

Sin embargo, volvemos a encontrar en la regulación catalana un desarrollo mucho más amplio de la idea
de la defensa de la autenticidad de los bienes culturales y para ello recurriremos a la legislación específica
en materia de Patrimonio Cultural y de la preservación del paisaje, como bien protegido.

Empecemos por la definición propuesta en la Ley 9/1993, 30 de septiembre, que regula el Patrimonio
406
Cultural, nos proporciona desde el mismo artículo primero algunas ideas generales:

Artículo 1.- Objeto

2.- El patrimonio cultural catalán está integrado por todos los bienes muebles o inmuebles relacionados con
la historia y la cultura de Cataluña que por su valor histórico, artístico, arquitectónico, arqueológico,
paleontológico, etnológico, documental, bibliográfico, científico o técnico merecen una protección y una
defensa especiales, de manera que puedan ser disfrutados por los ciudadanos y puedan ser transmitidos en las
mejores condiciones a las futuras generaciones.

3.- También forman parte del patrimonio cultural catalán los bienes inmateriales integrantes de la cultura
popular y tradicional y las particularidades lingüísticas, de acuerdo con la Ley 2/1993, de 5 de marzo, de
fomento y protección de la cultura popular y tradicional y del asociacionismo cultural.

Como podemos ver, en esta redacción ya podemos encontrar una división del Patrimonio material e
inmaterial, los cuales tendrán un tratamiento distinto. Sigamos con los bienes materiales, los cuales pueden
ser divididos en tres categorías de conformidad con su valor testimonial en cuanto al ámbito nacional o al
ámbito local. En la primera categoría están los Bienes Culturales de Interés Nacional, posteriormente, los
Bienes Catalogados (que tienen un interés local) y por último, otros bienes que sin ser de interés nacional
o catalogados, también pueden protegerse.

Artículo 7.- Definición y clasificación [de bienes culturales de interés nacional]

1.- Los bienes más relevantes del patrimonio cultural catalán, tanto muebles como inmuebles, serán
declarados de interés nacional.

2.- Los bienes inmuebles se clasifican en:

a) Monumento histórico: construcción u otra obra material producida por la actividad humana que configura
una unidad singular.

b) Conjunto histórico: agrupación de bienes inmuebles, continua o dispersa, que constituye una unidad
coherente y delimitable, con entidad propia, aunque cada uno individualmente no tenga valores relevantes.

c) Jardín histórico: espacio delimitado que es fruto de la ordenación por parte del hombre de elementos
naturales y que puede incluir estructuras de fábrica.

d) Lugar histórico: paraje natural donde se produce una agrupación de bienes inmuebles que forman parte de
una unidad coherente por razones históricas y culturales a la que se vinculan acontecimientos o recuerdos del
pasado o que contienen obras del hombre con valores históricos o técnicos.

e) Zona de interés etnológico: conjunto de vestigios, que pueden incluir intervenciones en el paisaje natural,
edificios e instalaciones, que contienen en su seno elementos constitutivos del patrimonio etnológico de
Cataluña.

f) Zona arqueológica: lugar donde hay restos de la intervención humana que solamente es susceptible de ser
estudiado en profundidad con la metodología arqueológica, tanto si se encuentra en la superficie como si se
encuentra en el subsuelo o bajo las aguas. En caso de que los bienes culturales inmuebles definidos por las
letras a), b), c), d) y e) tengan en el subsuelo restos que solamente sean susceptibles de ser estudiados
arqueológicamente, tendrán también la condición de zona arqueológica.
407
g) Zona paleontológica: lugar donde hay vestigios fosilizados que constituyen una unidad coherente y con
entidad propia, aunque cada uno individualmente no tenga valores relevantes.

3.- Los bienes muebles pueden ser declarados de interés nacional singularmente o como colección.

Artículo 15- . Definición [de bienes catalogados]

Los bienes integrantes del patrimonio cultural catalán que, pese a su significación e importancia, no cumplan
las condiciones propias de los bienes culturales de interés nacional serán incluidos en el Catálogo del
Patrimonio Cultural Catalán.

Artículo 18.- Definición [de bienes restantes del Patrimonio Catalán]

1.- Además de los bienes culturales de interés nacional y los bienes catalogados forman parte también del
patrimonio cultural catalán los bienes muebles e inmuebles que, pese a no haber sido objeto de declaración
ni de catalogación, reúnen los valores descritos en el artículo 1.

2.- En cualquier caso, forman parte del patrimonio cultural catalán los siguientes bienes muebles:

a) Las colecciones y los ejemplares singulares de zoología, botánica, mineralogía y anatomía y los objetos de
interés paleontológico.

b) Los bienes que constituyen puntos de referencia importantes de la historia.

c) El producto de las intervenciones arqueológicas.

d) Los bienes de interés artístico.

e) El mobiliario, los instrumentos musicales, las inscripciones, las monedas y los sellos grabados de más de
cien años de antigüedad.

f) El patrimonio etnológico mueble.

g) El patrimonio científico, técnico e industrial mueble.

h) El patrimonio documental y el patrimonio bibliográfico.

Artículo 19.- Patrimonio documental

1.- A los efectos de esta Ley, se entiende por documento toda expresión en lenguaje oral, escrito, de imágenes
o de sonidos, natural o codificado, recogida en cualquier tipo de soporte material, y cualquier otra expresión
gráfica que constituya un testimonio de las funciones y actividades sociales del hombre y de los grupos
humanos, con exclusión de las obras de investigación o de creación.

2.- Integran el patrimonio documental de Cataluña los documentos que se incluyen en alguno de los supuestos
siguientes:

a) Los documentos producidos o recibidos, en el ejercicio de sus funciones y como consecuencia de su


actividad política y administrativa, por la Generalidad, por los entes locales y por las entidades autónomas,
las empresas públicas y las demás entidades que dependen de ellos.
408
b) Los documentos de más de cuarenta años de antigüedad producidos o recibidos, en el ejercicio de sus
funciones, por personas jurídicas de carácter privado que desarrollan su actividad en Cataluña.

c) Los documentos de más de cien años de antigüedad producidos o recibidos por cualquier persona física y
los documentos de menor antigüedad que hayan sido producidos en soportes de caducidad inferior a los cien
años, como en el caso de los audiovisuales en soporte fotoquímico o magnético, de acuerdo con lo que se
establezca por reglamento.

d) Los documentos comprendidos en fondos conservados en archivos de titularidad pública de Cataluña.

e) Los documentos no comprendidos en los apartados anteriores que se integren al mismo por resolución del
consejero o consejera de Cultura, previo informe del Consejo Nacional de Archivos, dados sus valores
históricos o culturales.

3.- Todos los documentos de los órganos de la Administración del Estado, de las notarías y los registros
públicos y de los órganos de la Administración de justicia radicados en Cataluña forman parte también del
patrimonio documental de Cataluña, sin perjuicio de la legislación del Estado que les sea aplicable.

4.- Los documentos de los órganos de la Comunidad Europea radicados en Catalunya forman parte también
del patrimonio documental de Cataluña, sin perjuicio de la normativa comunitaria que les sea aplicable.

Artículo 20.- Patrimonio bibliográfico

1.- A efectos de esta Ley, son bienes bibliográficos las obras de investigación o de creación manuscritas,
impresas, de imágenes, de sonidos o reproducidas en cualquier tipo de soporte.

2.- Integran el patrimonio bibliográfico de Cataluña los siguientes bienes bibliográficos:

a) Los ejemplares de la producción bibliográfica catalana que son objeto de depósito legal y los que tienen
alguna característica relevante que los individualice.

b) Los ejemplares de obras integrantes de la producción bibliográfica catalana y de la relacionada por


cualquier motivo con el ámbito lingüístico catalán de las que no conste que haya al menos dos ejemplares en
bibliotecas públicas de Cataluña.

c) Las obras de más de cien años de antigüedad, las obras manuscritas y las obras de menor antigüedad que
hayan sido producidas en soportes de caducidad inferior a los cien años, de acuerdo con lo que se establezca
por reglamento.

d) Los bienes comprendidos en fondos conservados en bibliotecas de titularidad pública.

e) Todas las obras y los fondos bibliográficos conservados en Cataluña que, pese a no estar comprendidos en
los apartados anteriores, estén integrados en ellos por resolución del consejero de Cultura, atendiendo a su
singularidad, a su unidad temática o al hecho de haber sido reunidos por una personalidad relevante.

Volvemos a encontrar mucha amplitud en todas estas definiciones, ya que no solo podemos detectar
categorías clásicas del Patrimonio Cultural tangible, como son los monumentos y zonas culturales; también
se agrega el Patrimonio Documental y el Patrimonio Bibliográfico que no está protegido en muchos países
e incluso los jardines históricos que, no en todos los países se les ha reconocido como bienes sujeto a un
409
régimen de preservación.

Por lo que respecta a los Bienes Culturales de Interés Nacional, hemos leído que serán objeto de una
declaración. Como podremos apreciar a continuación, las declaraciones de este tipo de bienes también se
vuelven documentos normativos que establecen los criterios para la protección de la autenticidad de estos
bienes y que incluye la protección del entorno (que incluso puede cubrir el subsuelo):

Artículo 11.- Contenido de la declaración

1.- La declaración de un bien cultural de interés nacional incluirá las siguientes especificaciones:

a) Una descripción clara y precisa del bien o los bienes, que permita su identificación, con sus pertenencias y
accesorios, si los hubiera, y que determine, en el caso de que se tratara de bienes inmuebles, si la declaración
incluye el subsuelo y, si procede, los bienes muebles vinculados al inmueble, los cuales también tendrán la
consideración de bienes culturales de interés nacional.

b) En el caso de los bienes inmuebles, la clase que les ha sido asignado, de acuerdo con el artículo 7, y, si
procede, la delimitación del entorno necesario para la protección adecuada del bien. El entorno, que puede
incluir el subsuelo, está constituido por el espacio, ya sea edificado o no, que da apoyo ambiental al bien y
cuya alteración puede afectar a los valores, a la contemplación o al estudio del mismo.

3.- La declaración de un bien cultural de interés nacional puede incluir la determinación de los criterios
básicos que, con carácter específico, regirán las intervenciones sobre dicho bien.

En el establecimiento de normas comunes de protección del Patrimonio Cultural en general, la Ley dispone
estas obligaciones específicas de proteger dichos bienes, cualquiera que sea su naturaleza:

Artículo 25. Deber de preservación y mantenimiento

1. Los propietarios, poseedores o titulares de derechos reales sobre bienes culturales de interés nacional o
bienes catalogados los preservarán y mantendrán para asegurar la integridad de su valor cultural…

2. Los bienes culturales de interés nacional y los bienes catalogados no pueden ser destruidos.

3. Los propietarios, poseedores o titulares de derechos reales sobre bienes culturales de interés nacional o
bienes catalogados permitirán el acceso de los especialistas a dichos bienes, a fin de que puedan estudiarlos
y catalogarlos convenientemente.

Existen, por otra parte, normas específicas para los Bienes Culturales de Interés Nacional y para los Bienes
Catalogados. En el primer caso, encontramos una regulación muy extensa que va desde el establecimiento
de un programa de conservación hasta el otorgamiento de permisos y licencias. Sin embargo, creemos que
el punto más relevante de este tratamiento para los Bienes Culturales de Interés Nacional es la enunciación
de principios generales de conservación de dichos bienes que deben ser obedecidos por las personas y las
autoridades y que dan un rumbo a las maneras en que debe preservarse la autenticidad de dichos bienes:

Artículo 35. Criterios de intervención

1.- Cualquier intervención en un monumento histórico, un jardín histórico, una zona arqueológica o una zona
paleontológica de interés nacional respetará los criterios siguientes:
410
a) La conservación, recuperación, restauración, mejora y utilización del bien respetarán los valores que
motivaron la declaración, sin perjuicio que pueda autorizarse el uso de elementos, técnicas y materiales
contemporáneos para la mejor adaptación del bien a su uso y para valorar determinados elementos o épocas.

b) Se permitirá el estudio científico de las características arquitectónicas, históricas y arqueológicas del bien.

c) Se conservarán las características tipológicas de ordenación espacial, volumétricas y morfológicas más


remarcables del bien.

d) Queda prohibido reconstruir total o parcialmente el bien, excepto en los casos en que se utilicen partes
originales, así como hacer adiciones miméticas que falseen su autenticidad histórica.

e) Queda prohibido eliminar partes del bien, excepto en caso de que conlleven la degradación del bien o de
que la eliminación permita una mejor interpretación histórica. En estos casos, es necesario documentar las
partes que deban ser eliminadas.

f) Queda prohibido colocar publicidad, cables, antenas y conducciones aparentes en las fachadas y cubiertas
del bien y colocar instalaciones de servicios públicos o privados que alteren gravemente su contemplación.

2. Las intervenciones en los conjuntos históricos de interés nacional respetarán los criterios siguientes:

a) Se mantendrán la estructura urbana y arquitectónica del conjunto y las características generales del
ambiente y de la silueta paisajística. No se permiten modificaciones de alineaciones, alteraciones en la
edificabilidad, parcelaciones ni agregaciones de inmuebles, excepto que contribuyan a la conservación
general del carácter del conjunto.

b) Se prohíben las instalaciones urbanas, eléctricas, telefónicas y cualesquiera otras, tanto aéreas como
adosadas a la fachada, que se canalizarán soterradas. Las antenas de televisión, las pantallas de recepción
de ondas y los dispositivos similares se situarán en lugares en que no perjudiquen la imagen urbana o de parte
del conjunto.

c) Se prohíbe colocar anuncios y rótulos publicitarios. Los rótulos que anuncien servicios públicos, los de
señalización y los comerciales serán armónicos con el conjunto.

3.- El volumen, la tipología, la morfología y el cromatismo de las intervenciones en los entornos de protección
de los bienes inmuebles de interés nacional no pueden alterar el carácter arquitectónico y paisajístico del área
ni perturbar la visualización del bien. En los entornos de los inmuebles de interés nacional se prohíbe
cualquier movimiento de tierras que conlleve una alteración grave de la geomorfología y la topografía del
territorio y cualquier vertido de basura, escombros o desechos.

En el caso del Patrimonio Arqueológico, en lo específico y tomando en consideración su fragilidad, la Ley


expresa reglas específicas que son particularmente interesantes:

Artículo 46.- Concepto de patrimonio arqueológico y regímenes de protección

1.- Los bienes muebles e inmuebles de carácter histórico para cuyo estudio es preciso utilizar metodología
arqueológica integran el patrimonio arqueológico catalán. También lo integran los elementos geológicos y
paleontológicos relacionados con el ser humano y con sus orígenes y antecedentes.
411
Artículo 47.- Autorización de intervenciones arqueológicas

1.- La realización en el ámbito territorial de Cataluña de intervenciones arqueológicas y paleontológicas,


terrestres o subacuáticas, requiere la autorización previa del Departamento de Cultura, sin perjuicio de la
licencia municipal que sea preceptiva según la legislación urbanística. En caso de silencio del Departamento
de Cultura, se entenderá que la autorización ha sido denegada.

2.- Se consideran intervenciones arqueológicas y paleontológicas los estudios directos de arte rupestre y las
prospecciones, los sondeos, las excavaciones, los controles y cualquier otra intervención, con remoción de
terrenos o sin ella, que tenga por finalidad descubrir, documentar o investigar restos arqueológicos o
paleontológicos.

3.- Para el otorgamiento de la autorización a la que se refiere el apartado 1 es preciso acompañar la solicitud
de un proyecto que acredite la conveniencia y el interés científico de la intervención, avale la idoneidad técnica
y científica de los directores y garantice la capacidad económica de los promotores.

4.- Se determinarán por reglamento los diferentes tipos de intervenciones arqueológicas, su alcance, los
requisitos que deben cumplir las solicitudes, la titulación y la capacidad técnica de los directores y las
condiciones a las que debe quedar sujeta la autorización.

Artículo 49.- Espacios de protección arqueológica

1.- Se consideran espacios de protección arqueológica los lugares que no han sido declarados de interés
nacional donde, por evidencias materiales, por antecedentes históricos o por otros indicios, se presume la
existencia de restos arqueológicos o paleontológicos.

Por último, en materia de organismos especializados técnicos, es importante precisar que el gobierno local
cuenta con un Consejo Asesor que está previsto en la Ley:

Artículo 80.- Composición

1.- Se crea el Consejo Asesor del Patrimonio Cultural Catalán, como órgano consultivo y asesor de las
administraciones públicas en las materias relacionadas con el patrimonio cultural.

Artículo 81.- Funciones

Las funciones del Consejo Asesor del Patrimonio Cultural Catalán son las siguientes:

a) Emitir informes y dictámenes a requerimiento de las administraciones competentes y del Parlamento.

b) Emitir los informes que determina esta Ley.

c) Prestar asesoramiento cultural a los órganos gestores del patrimonio cultural.

d) Proponer las modificaciones normativas, si procede, y las actuaciones públicas o privadas necesarias para
el mejor cumplimiento de los objetivos de esta Ley.

Pero incluso, esta obligación de contar con organismos especializados en materia de Patrimonio Cultural
se repite a nivel municipal:
412
Artículo 6.- Municipios histórico-artísticos

1.- Los municipios que tienen la consideración de histórico-artísticos según lo que determina la legislación
municipal y de régimen local de Cataluña, crearán un órgano de estudio y propuesta para la preservación, la
conservación la protección y la vigilancia de su patrimonio cultural. Si se trata de municipios de menos de mil
habitantes, este órgano será creado por el consejo comarcal, que asegurará en él una presencia significativa
del municipio afectado.

5.- Los municipios con un patrimonio arqueológico importante dispondrán de arqueólogo municipal, cuya
obligatoriedad y cuyas funciones generales se especificarán por reglamento. Corresponde a la potestad de
autoorganización local nombrar dicho arqueólogo y determinar sus funciones específicas.

Como podemos ver, la regulación en cuanto al Patrimonio Cultural material en Cataluña es extensa tanto
en los conceptos y valores culturales a proteger, en la creación de criterios que van desde el alcance mismo
de la protección dándole un tratamiento especializado en cuanto documento y testimonio; estableciendo
criterios de conservación que orientan de una manera definitiva a las autoridades y ciudadanos en el manejo
de la autenticidad y por último, creando organismos especializados científicamente para darle esa atención
técnica que el Patrimonio Cultura requiere.

Todo ello tiene una clara intención de proteger con la máxima seriedad la conservación de un bien como la
manera de cumplimentar la obligación estatal al derecho que las personas y comunidades tienen en cuanto
a sus monumentos y sitios.

Con el fin de comprobar que este no es un caso aislado en Cataluña, revisemos la Ley 2/1993, de 5 marzo
1993, relativa al fomento y protección de la cultura popular y tradicional y del asociacionismo cultural,
transcribiendo los siguientes artículos que nos permiten dar otra vez una visión muy amplia del concepto
de Patrimonio Cultural Inmaterial en sus distintas facetas, la regulación específica de cada una de ellas, el
establecimiento de principios de conservación y la creación de organismos consultivos especializados:

Artículo 1-. Objeto.

La presente Ley tiene por objeto:

a) La recuperación, el inventario, la protección, la difusión y el fomento de la cultura popular y tradicional


catalana.

Artículo 2.- Concepto de cultura popular y tradicional.

1.- A efectos de la presente Ley, se entiende por cultura popular y tradicional el conjunto de las
manifestaciones de la memoria y la vida colectivas de Cataluña, tanto pasadas como presentes.

2.- La cultura popular y tradicional incluye todo cuanto se refiere al conjunto de manifestaciones culturales,
tanto materiales como inmateriales, como son las fiestas y las costumbres, la música y los instrumentos, los
bailes y las representaciones, las tradiciones festivas, las creaciones literarias, las técnicas y los oficios y todas
aquellas otras manifestaciones que tienen carácter popular y tradicional, como también las actividades
tendentes a difundirlas por todo el territorio y a todos los ciudadanos.
413
Artículo 5.- Patrimonio etnológico.

1. Constituyen el patrimonio etnológico de Cataluña:

a) Los inmuebles y las instalaciones utilizados consuetudinariamente en Cataluña cuyas características


arquitectónicas sean representativas de formas tradicionales.

b) Los bienes muebles que constituyen una manifestación de las tradiciones culturales catalanas o de
actividades socio-económicas tradicionales.

c) Las actividades, conocimientos y demás elementos inmateriales que son expresión de técnicas, oficios o
formas de vida tradicionales.

2. El Gobierno elaborará el Inventario del Patrimonio Etnológico de Cataluña, en el cual se recogerán todos
los bienes integrantes de dicho patrimonio.

3. Por acuerdo del Gobierno, pueden ser declarados de interés nacional los bienes muebles e inmuebles de
especial relevancia a que se refiere el apartado 1. El procedimiento y los términos de la protección se atendrán
a la legislación sobre patrimonio histórico y cultural.

5.- Los consejos comarcales y los ayuntamientos contribuirán, en el marco de sus competencias, a la
protección de los bienes de interés etnológico de su territorio.

Artículo 6.- Fiestas de interés nacional.

1.- Las celebraciones de la cultura tradicional catalana de especial arraigo y relevancia pueden ser
declaradas fiestas de interés nacional. La declaración se realiza por acuerdo del Gobierno, oídos el
ayuntamiento y el consejo comarcal correspondientes, previo informe del Consejo de la Cultura Popular y
Tradicional.

2.- El Gobierno velará por la protección y la adecuada promoción de las fiestas declaradas de interés nacional
y por la conservación de sus elementos esenciales, sin perjuicio de la evolución natural de cada fiesta.

3.- El acuerdo de declaración de una fiesta de interés nacional definirá las características que la componen
y los elementos que le son propios.

Artículo 13.- Centro de Promoción de la Cultura Popular y Tradicional Catalana.

1.- Para contribuir a los objetivos de la presente Ley, se crea el Centro de Promoción de la Cultura Popular
y Tradicional Catalana, que tiene como finalidad promover la investigación y el estudio acerca de la cultura
popular y tradicional catalana, fomentar su mantenimiento y difusión y apoyar la vida asociativa y las
actividades de dinamización cultural.

Artículo 14.- Consejo de la Cultura Popular y Tradicional.

1.- El Consejo de la Cultura Popular y Tradicional es el máximo órgano consultivo del Departamento de
Cultura en las materias que son objeto de la presente Ley y tiene como finalidad contribuir al mejor desarrollo
de la cultura popular y tradicional y facilitar el cumplimiento de las funciones que tiene encomendadas el
Centro de Promoción de la Cultura Popular y Tradicional Catalana.

414
2.- Los miembros del Consejo de la Cultura Popular y Tradicional son nombrados por el consejero de Cultura
entre personas de reconocido prestigio en el ámbito de la cultura popular y tradicional y del asociacionismo
cultural.

3.- Son funciones del Consejo de la Cultura Popular y Tradicional:

a) Asesorar al Centro de Promoción de la Cultura Popular y Tradicional Catalana en el ejercicio de sus


cometidos.

b) Informar sobre la declaración de fiestas de interés nacional y de asociaciones de interés cultural.

c) Proponer las acciones que considere convenientes para la protección y la difusión de la cultura popular y
tradicional y para el apoyo al asociacionismo cultural.

d) Cualquier otra que le encomiende el consejero de Cultura.

Y para confirmar de nueva cuenta esta situación, acudiremos a la regulación de una figura muy nueva dentro
de las categorías patrimoniales, como son los Paisajes (entre ellos los paisajes culturales) acudiremos por
último a Ley 8/2005, de 8 de junio, de protección, gestión y ordenación del paisaje. Los paisajes culturales
como categoría patrimonial son elementos muy complejos donde convive el territorio, el medio ambiente,
las poblaciones, las edificaciones, las actividades humanas desarrolladas por los habitantes, etc. Veamos
que se repite el esquema de protección legal catalán, abordando primero la definición del tema de paisaje:

Artículo 1.- Objeto.

La presente Ley tiene por objeto el reconocimiento, protección, gestión y ordenación del paisaje, a fin de
preservar sus valores naturales, patrimoniales, culturales, sociales y económicos en un marco de desarrollo
sostenible. A tal fin, la presente Ley impulsa la plena integración del paisaje en el planeamiento y en las
políticas de ordenación territorial y urbanística, así como en las demás políticas sectoriales que inciden en el
mismo de forma directa o indirecta.

Artículo 3.- Definición de paisaje.

Se entiende por paisaje, a los efectos de la presente Ley, cualquier parte del territorio, tal y como la
colectividad la percibe, cuyo carácter resulta de la acción de factores naturales o humanos y de sus
interrelaciones.

Veamos que la ley entiende que existen muchas formas de intervenir en el paisaje y para ello hace una
diferenciación conceptual de estas actividades. Lo anterior tiene lógica: no toda intervención en un paisaje
por parte del hombre será similar y requerirá de sus propias reglas:

Artículo 6.- Tipología de actuaciones sobre el paisaje.

1.- Las actuaciones públicas que se ejecuten sobre el paisaje deben ir dirigidas a su protección, gestión y
ordenación.

2.- Son actuaciones de protección del paisaje las dirigidas a la conservación y el mantenimiento de los aspectos
significativos o característicos de un paisaje, justificadas por los valores de este, que provienen de la
configuración natural o de la intervención humana.

415
3.- Son actuaciones de gestión del paisaje las dirigidas a guiar y armonizar las transformaciones inducidas
por los procesos sociales, económicos y ambientales.

4.- Son actuaciones de ordenación del paisaje las que presentan un carácter prospectivo particularmente
acentuado y tienen por objetivo mantener, restaurar, mejorar, modificar o regenerar paisajes.

A partir de lo anterior, podemos ver que existen instrumentos normativos especializados para la regulación
de los paisajes, que van del plano de reconocimiento de los valores que se encuentran alrededor de un
paisaje (los catálogos) hasta instrumentos que establecen los principio de conservación de los mismos (las
directrices).

Artículo 9.- Instrumentos de protección, gestión y ordenación del paisaje.

1. Se crean los catálogos del paisaje y las directrices del paisaje como instrumentos para proteger, gestionar
y ordenar el paisaje.

Artículo 10.- Catálogos del paisaje.

1.- Los catálogos del paisaje son los documentos de carácter descriptivo y prospectivo que determinan la
tipología de los paisajes de Cataluña, identifican sus valores y su estado de conservación y proponen los
objetivos de calidad que deben cumplir.

2.- El alcance territorial de los catálogos del paisaje se corresponde con el de cada uno de los ámbitos de
aplicación de los planes territoriales parciales. En los espacios limítrofes entre dos planes territoriales
parciales, debe velarse por la coherencia y continuidad de las unidades de paisaje.

Artículo 11.- Contenido de los catálogos del paisaje.

Los catálogos del paisaje tienen como mínimo el siguiente contenido:

a) El inventario de los valores paisajísticos presentes en su área.

b) La enumeración de las actividades y de los procesos que inciden o han incidido de forma más notoria en la
configuración actual del paisaje.

c) El señalamiento de los principales recorridos y espacios desde los que se percibe el paisaje.

d) La delimitación de las unidades de paisaje, entendidas como ámbitos estructural, funcional o visualmente
coherentes sobre los que puede recaer, en parte o totalmente, un régimen específico de protección, gestión u
ordenación en los términos establecidos por el artículo 6.

e) La definición de los objetivos de calidad paisajística para cada unidad de paisaje. Estos objetivos deben
expresar las aspiraciones de la colectividad en cuanto a las características paisajísticas de su entorno.

f) La proposición de medidas y acciones necesarias para alcanzar los objetivos de calidad paisajística.

Artículo 12.- Directrices del paisaje.

416
1.- Las directrices del paisaje son las determinaciones que, basándose en los catálogos del paisaje, precisan
e incorporan normativamente las propuestas de objetivos de calidad paisajística en los planes territoriales
parciales o en los planes directores territoriales.

Por último, volvemos a encontrar la presencia de un organismo especializado para dotar a las autoridades
del sustento técnico necesario para atender las problemáticas del paisaje:

Artículo 13.- El Observatorio del Paisaje.

1.- El Observatorio del Paisaje es una entidad de apoyo y colaboración con la Administración de la
Generalidad en todas las cuestiones relacionadas con la elaboración, aplicación y gestión de las políticas de
paisaje.

4.- El Observatorio del Paisaje cumple las funciones que le atribuye la presente Ley y las funciones relativas
a la prestación de asesoramiento científico-técnico que le asignen las disposiciones que se dicten para
desarrollar la presente Ley y las normas constitutivas del propio Observatorio.

Una conclusión general del tema catalán podría reducirse en una palabra: consistencia. Estas no son leyes
que están enfocadas a cumplir con un objetivo político, ni de tratar a aprovechar coyunturas: existe una
regulación muy sólida de la metodología sobre la que se debe de preservar el Patrimonio Cultural con el fin
de cuidar su autenticidad, reconociendo que esta es una labor que requiere principios que deben ser
respetados por todos (ciudadanos y gobernantes) y bajo la dirección de instituciones y cuerpos colegiados.

Ahora bien, comparando las legislaciones antes analizadas con el caso mexicano, podemos decir en un
principio que no existen muchas diferencias estructurales entre ellas: en general, podemos encontrar la
definición de categorías patrimoniales, se establecen medidas de protección de autenticidad e integridad del
bien mediante instrumentos específicos y existen autoridades especializadas.

En la Ley Federal de Monumentos mexicana, como vimos en el capítulo anterior, se definen como objetos
de protección los monumentos y zonas arqueológicos, artísticos e históricos (incluyendo el Patrimonio
Paleontológico y Subacuático) que tienen niveles de protección distintos. Por lo que se refiere a las medidas
e instrumentos de preservación como son las declaraciones, permisos, licencias, registros, acciones de
verificación y sanciones sobre los bienes mismos y diversas actividades relacionadas con los mismos (como
son las intervenciones, rescate arqueológico, etc.). Por último, también existen en nuestro país instituciones
con amplia historia y experiencia científica en la materia, como el Instituto Nacional de Bellas Artes y
principalmente, el Instituto Nacional Antropología e Historia.

En el caso de la legislación mexicana en materia de derechos lingüísticos, encontramos una normatividad


un poco más avanzada en cuanto al reconocimiento y protección de estas manifestaciones del Patrimonio
Inmaterial.

¿Entonces, cuáles serían las diferencias más significativas que podemos detectar entre estos sistemas
jurídicos nacionales y la legislación mexicana?

La primera distinción se refiere a la amplitud en la legislación brasileña, sudafricana y catalana de los


valores culturales protegidos con relación a la mexicana. Nuestra normatividad nacional es escueta y
dirigida a los monumentos y zonas arqueológicos, artísticos e históricos y excepcionalmente al rico
417
patrimonio lingüístico, es impresionante verificar la amplitud y diversidad del concepto del Patrimonio
Cultural que se manejan en las demás legislaciones que nos permiten acceder a nuevas categorías:
patrimonio documental, patrimonio bibliográfico, áreas de entorno a monumentos, manifestaciones
inmateriales, paisajes culturales, patrimonio industrial, patrimonio subacuático, etc. Todas estas categorías
patrimoniales no se encuentran protegidas por la legislación mexicana y consideramos importante que las
mismas sean incluidas en esta normatividad. Es una excepción a esta regla las normas en materia de
protección de las lenguas de las comunidades indígenas. No es posible proteger la autenticidad de bienes
culturales que no se reconozcan como tales.

La segunda diferencia fundamental que podemos definir entre las legislaciones analizadas y el caso
mexicano se refiere al establecimiento de criterio técnicos que permiten orientar a la acción de las
autoridades y de los particulares con el fin de proporcionar criterios generales para garantizar la autenticidad
de un bien cultural. El sistema brasileño es escueto en cuanto a estos principios, pero la regulación
sudafricana enuncia algunos principios y en especial, el régimen legal del Patrimonio Cultural catalán es
rico y profundo en cuanto a la definición de esto criterios por categorías de bienes. Lo anterior representa
seguridad jurídica para el gobernado y un parámetro obligatorio para las autoridades en este objetivo. En el
caso de México, como señalamos, la inexistencia de estos criterios de preservación en nuestras leyes,
reglamentos y declaratorias se traduce en la discrecionalidad que las autoridades tienen en cuanto a las
decisiones toman en materia de Patrimonio Cultural. Es por ello que en nuestro país hemos discutido
muchas autorizaciones dadas por las autoridades culturales en relación a un monumento y sitio, porque
sabemos que estamos ante el juego de presiones, intereses y otros factores que intervienen con relación a
los mismos.

La última distinción se refiere al fundamento mismo por el que se protege la autenticidad de los bienes
culturales. Si se interpreta de una manera conjunta las normas constitucionales o fundacionales de los casos
analizados existe un punto común: la integridad de los bienes culturales está basada en el respeto del
derecho de las personas a acceder a estos bienes. Es por ello que las autoridades tienen que llevar a cabo
todas las acciones encaminadas a garantizar estos derechos. En el caso de la legislación mexicana, el espíritu
que impera es que la protección del Patrimonio Cultural es una “facultad del Estado”, el cual decide qué y
cómo se protegen los bienes culturales. Para mejor ejemplo, podemos afirmar que en el caso del artículo 19
de la Ley de Patrimonio Histórico y Artístico de Brasil enfatiza que ante la carencia de medios económicos
de un propietario de un bien cultural, el Estado asume los costos de su restauración. En el caso del artículo
10 de la Ley Mexicana en materia de monumentos, el Instituto competente puede llevar a cabo las obras en
circunstancia similares, pero posteriormente se le cobrarán al propietario el inmueble bajo el concepto de
un crédito fiscal.

Creemos que estos son los principales retos de la legislación mexicana que está destinada a la preservación
del Patrimonio Cultural.

4.2.2.3.- La protección de los valores de significación del Patrimonio Cultural

El criterio de significación del Patrimonio Cultural es un tema especialmente crítico en el diseño de una
legislación protectora de estos bienes, porque responden a una pregunta fundamental: ¿por qué estamos
protegiendo un bien o una zona cultural? ¿Cuál es el objetivo que persigue la legislación del Patrimonio
Cultural? ¿Cuáles elementos humanos materiales o inmateriales o elementos naturales están vinculados de
manera indisoluble a la preservación del bien cultural en cuestión?
418
Efectivamente, este criterio nos permite establecer los fundamentos más básicos y los objetivos por el que
el Estado y la legislación preservan los bienes culturales y en consecuencia, podemos encontrar los
fundamentos del sistema legal en esta materia.

Desde luego, podemos encontrar distintas visiones y formas de entender el significado del Patrimonio
Cultural dependiendo de la situación de cada país o región. Pero lo que podemos afirmar de una manera
definitiva es que vamos a detectar distintas manera de enunciar estos criterios de significación en los
ejemplos que analizaremos.

Empezando por el caso brasileño, ya con anterioridad transcribimos lo dispuesto en el artículo 216 de su
Carta Magna. Sin embargo, quisiéramos repetir la transcripción del primer párrafo de dichos dispositivo
para contextualizar en esta discusión:

Artículo 216.- Constituyen patrimonio cultural brasileño los bienes de naturaleza material e inmaterial,
tomados individualmente o en conjunto, portadores de referencias a la identidad, a la actuación y a la memoria
de los diferentes grupos formadores de la sociedad brasileña,…

Como podemos ver, una nación que surgió de un mestizaje resultado de la suma de distintos pueblos: el
europeo, el indígena y los pueblos africanos. Es entonces, que en la preservación del Patrimonio Cultural
la identidad, la diversidad y el respeto a la memoria de los grupos formadores constituyen los factores que
deben fundamentar la acción de las autoridades y los ciudadanos con relación a este acervo. Bajo estas
significaciones es posible el que las personas y comunidades puedan exigir a las autoridades llevar a cabo
o detener actos y proyectos que no sean compatibles con las mismas. Dichos significados pueden ser
comprobables a través de estudios históricos o antropológicos y por ello, es fácilmente entendible porque
en la definición del Patrimonio Cultural que maneja la regulación brasileña se encuentran categorías que
parecerían tan difíciles de identificar como “las maneras de vivir”. Lo interesante que esto se da desde la
Constitución, lo que pone estas consideraciones en la misma norma fundamentar garantizando su más alto
nivel en la jerarquía dentro del sistema legal nacional.

En el caso de la república de Sudáfrica, podemos encontrar una situación similar al caso brasileño que es
la presencia de una diversidad cultural muy importante. La necesidad de integrar una infinidad de grupos
nativos que fueron durante muchos años segregados y menospreciado su rico Patrimonio Cultural
simplemente por las ideas de superioridad eurocentrista que imperó desde el periodo colonial.
Posteriormente, aunque Nación independiente joven, el sistema de aparthied impidió por muchas décadas
en la integración nacional. Sudáfrica, actualmente, tiene que moverse entre la integración, la diversidad y
la necesidad de unidad.

Es por ello que en su Acta de los Recursos Patrimoniales Nacionales, en la Sección 3 de dicho
ordenamiento, después de definir ampliamente su Patrimonio Cultural, se establece una serie de criterios
que están referidos precisamente al criterio de significación de los bienes culturales como parámetro para
su entendimiento y protección.

Sección 3.- Patrimonio Nacional.

(3) Sin limitar los aspectos generales de las subsecciones (1) y (2), un lugar o el objeto debe ser considerado
parte del patrimonio nacional, si tiene un significado cultural o de otro valor especial por-
419
(a) su importancia en la comunidad, o en el patrón de la historia de Sudáfrica;

(b) su posesión de los aspectos poco comunes, raros o en peligro de extinción del Patrimonio Natural o
Cultural de Sudáfrica;

(c) su potencial para producir información que contribuirá a la comprensión del Patrimonio Natural o
Cultural de Sudáfrica;

(d) su importancia en la demostración de las principales características de un grupo particular de lugares u


objetos del Patrimonio Natural o Cultural de Sudáfrica;

(e) su importancia en la exhibición de determinados valores estéticos apreciados por una comunidad o grupo
cultural;

(f) su importancia en la demostración de un alto grado de logro en el ámbito creativo o técnico en un período
determinado;

(g) su fuerte o especial asociación con una determinada comunidad o grupo cultural por razones sociales,
culturales o espirituales;

(h) su fuerte o especial asociación con la vida o la obra de una persona, grupo u organización de importancia
en la historia de Sudáfrica; y

(i) sitios de significación relacionados con la historia de la esclavitud en África del Sur.

Pero aún más, tenemos que regresar a la Sección 5 que citamos parcialmente en el punto anterior, para
integrar nuevos conceptos que están involucrados con la protección de la significación de un sitio cultural
en esa legislación nacional:

5.- (1) Todas las autoridades, órganos y personas que desempeñen funciones y el ejercicio de competencias
en los términos de esta Ley para la gestión de los recursos patrimoniales deben reconocer los siguientes
principios:

(c) los recursos patrimoniales tienen la capacidad de promover la reconciliación, la comprensión y el respeto,
y contribuir al desarrollo de una identidad unificadora de Sudáfrica; y

(d) la gestión de los recursos del patrimonio debe protegerse contra el uso del patrimonio con fines sectarios
o intereses políticos.

(4) Los recursos patrimoniales constituyen una parte importante de la historia y las creencias de las
comunidades y deben ser manejados de una manera que reconoce el derecho de las comunidades afectadas a
ser consultados ya participar en su gestión.

(5) Los recursos patrimoniales contribuyen significativamente a la investigación, la educación y el turismo y


deben ser desarrolladas y presentadas a estos efectos en una forma que asegure la dignidad y el respeto por
los valores culturales.

(7) La identificación, evaluación y gestión de los recursos patrimoniales del Sur


África debe-
420
(a) tener en cuenta todos los valores culturales relevantes y sistemas de conocimientos indígenas;

(b) tener en cuenta el valor del patrimonio cultural y material o involucrar lo menos posible alteración o
pérdida de la misma;

(e) la custodia de las opciones de las generaciones presentes y futuras; y

(f) sea plenamente investigado, documentado y registrado.

Volvemos a encontrar rasgos comunes de la legislación sudafricana con la legislación brasileña: el


reconocimiento a la diversidad, la significación a las comunidades y el establecimiento de criterios para
que un ciudadano y las comunidades o grupos puedan invocar estos valores comprobables con el fin de
defender sus bienes culturales. Sin embargo, en el caso sudafricano se muestra un mayor alcance y
profundidad en el entendimiento de las significaciones del Patrimonio Cultural y de su urgente integración
en los procesos de protección.

En el caso de Cataluña, el tema de la significación del Patrimonio Cultural tiene un valor trascendental por
que representa uno de los elementos fundamentales en los que descansa la propia identidad de esta región
con aspiraciones de nación.

Como observamos en la transcripción de algunas disposiciones del propio Estatuto de Autonomía catalán
que se hicieron al estudiar la incorporación del derecho al Patrimonio Cultural en dicho documento, existen
muchos criterios de significación. Por ejemplo, en el artículo 4º que hace referencia a los derechos y
principios rectores de este estatuto se habla de que los poderes públicos deben promover condiciones para
la libertad e igualdad de individuos y grupos sean reales y efectivas, garantizando la participación de todas
las personas en la vida cultural y social y el reconocimiento el derecho de los pueblos a conservar y
desarrollar su identidad. Pero lo anterior, también puede confirmarse cuanto en el artículo 22 del Estatuto
no solo se habla del derecho de las personas en cuanto a su Patrimonio Cultural: se refiere que esta es una
obligación de las personas y con ello se refuerza la idea de la importancia de proteger algo que es valioso,
ya que influye en el desarrollo mismo de la persona y las comunidades. En cuanto a la diversidad cultural,
debemos entender que este concepto no es cerrado en tanto el propio Estatuto reconoce los derechos a la
identidad de los habitantes del Valle de Arrán, como una minoría diversa de la propia provincia.

Sin embargo, desde nuestro punto de vista, el argumento principal en cuanto a este criterio de significación
en la legislación catalana se puede encontrar en el artículo 5º del Estatuto:

Artículo 5. Los derechos históricos

El autogobierno de Cataluña se fundamenta también en los derechos históricos del pueblo catalán, en sus
instituciones seculares y en la tradición jurídica catalana, que el presente Estatuto incorpora y actualiza al
amparo del artículo 2, la disposición transitoria segunda y otros preceptos de la Constitución, de los que
deriva el reconocimiento de una posición singular de la Generalitat en relación con el derecho civil, la lengua,
la cultura, la proyección de éstas en el ámbito educativo, y el sistema institucional en que se organiza la
Generalitat.

421
En su concepción de nación, Cataluña imprime una declaración de significación cultural que es muy
retadora frente la idea de la nacionalidad española, pero también da sentido a las acciones que se emprendan
con relación a la protección del Patrimonio Cultural; precisamente, porque le damos un sentido holístico.

Aun así, podemos decir que la preservación del Patrimonio Cultural son se limita al reclamo de estos
derechos históricos, sino que voltean hacia la idea de que los bienes culturales contribuyen al desarrollo
humano. El mejor ejemplo de lo anterior es la legislación catalana en materia de paisaje, tal y como
podemos observar a continuación:

Artículo 2.- Principios.

Los principios que deben inspirar la actuación de los poderes públicos en materia de paisaje son:

b) Preservar, con la adopción de medidas protectoras del paisaje, el derecho de los ciudadanos a vivir en un
entorno culturalmente significativo.

c) Reconocer que el paisaje es un elemento de bienestar individual y colectivo que, además de valores estéticos
y ambientales, tiene una dimensión económica, cultural, social, patrimonial e identitaria.

Es muy interesante lo establecido en esta norma, porque nos habla de que la preservación de los bienes
culturales garantizar al ciudadano vivir en un entorno culturalmente significativo, reconociendo la
contribución de los aspectos culturales en el bienestar individual y colectivo. Como podemos comprobar,
la legislación catalana también comparte las ideas que se han expresado en la regulación brasileña y
sudafricana, pero encontramos elementos adicionales a esta concepción en cuanto a reconocer la importante
función del Patrimonio Cultural en el desarrollo integral de las personas y las comunidades.

En el caso mexicano es muy relevante darnos cuenta que no existe una disposición específica que haga
referencia a los criterios de significación del Patrimonio Cultural en cuanto a los monumentos y sitios.
Podemos decir que existe una mayor definición en cuanto al cuidado de las lenguas de las comunidades
indígenas, pero en general este es un tema que ha sido olvidado por nuestro sistema legal.

Lo anterior creemos que tiene que ver con el fundamento mismo de la visión en cuanto al Patrimonio
Cultural en relación con el Estado y el ciudadano: en la legislación brasileña, sudafricana y catalana la
protección de los bienes culturales es un deber (e incluso, un deber del ciudadano y el Estado), mientras
que en México, la preservación de los monumentos y sitios es una prerrogativa del órgano de gobierno que
puede decidir sobre su destino.

Por ello, en México hemos sido testigo de muchas decisiones de las autoridades que han sido adoptadas
aún en contra de la opinión pública o del deseo de la propia comunidad, por ello nos encontramos ante
muchos ejemplos de una gran discrecionalidad en las decisiones o sujeción a los intereses políticos que han
caracterizado los proyectos que inciden en la conservación de un monumento o zona cultural y también
hemos oído los argumentos de muchos entes gubernamentales federales y estatales que esgrimen razones
de carácter económico y turístico, como si fueran los únicos criterios válidos para el Patrimonio Cultural.

Consideramos que este es un punto de urgente discusión en nuestro sistema legal nacional.

4.2.2.4.- El criterio de utilidad del Patrimonio Cultural


422
El criterio de utilidad en cuanto al Patrimonio Cultural está referido a dos conceptos fundamentales: la
incorporación de los bienes culturales en la vida socioeconómica, lo cual significa que se les reconozca su
contribución a la generación de progreso y riqueza en el ámbito nacional. Sin embargo, este primer principio
no se puede realizar de manera adecuada en tanto no se establezcan principios y criterios que permitan una
coordinación entre la utilización del Patrimonio Cultural con su conservación, bajo un criterio de
sostenibilidad que permitan el uso de los bienes culturales de tal manera que nos permitan transmitirlos a
las siguientes generaciones de una manera adecuada.

Desde este momento podemos señalar que en el caso de nuestro país, la Ley Federal de Monumentos y
Zonas no hace referencia alguna en cuanto al uso de los monumentos y zonas de monumentos por parte de
los particulares. La única referencia en cuanto al uso de monumentos se encuentra en el artículo 14 de dicho
ordenamiento y está limitado a aquellos bienes que son de propiedad federal.

Artículo 14.- El destino o cambio de destino de inmuebles de propiedad federal declarados monumentos
arqueológicos, históricos o artísticos, deberá hacerse por decreto que expedirá el Ejecutivo Federal, por
conducto de la Secretaría de Educación Pública.

Lo anterior es entendible desde el punto de vista legal ya que la regulación del uso de los bienes inmuebles
y áreas territoriales corresponde principalmente a las autoridades municipales. Sin embargo, la falta de
medidas para coordinar la acción de las autoridades federales y locales en esta materia es lo que ha
producido una serie de daños en el Patrimonio Cultural porque muchos de los proyectos promovidos por
las autoridades locales con relación a estos bienes no están alineados con la idea de la preservación. Este
es uno de los más importantes problemas en la regulación de nuestro país y es necesario revalorar la manera
en que debemos modificarla y la exposición de las siguientes experiencias pueden ser de utilidad para
encontrar nuevas soluciones en cuanto a la problemáticas que implican el uso de los monumentos y sitios.

Curiosamente (o por que se comparte una visión legal latinoamericana), la legislación brasileña es omisa
con relación al tema del uso.

Por lo que respecta a la legislación sudafricana, podemos encontrar un mayor desarrollo en el tratamiento
de este tema. Empecemos por la Sección 2 del Acta de Recursos Patrimoniales, que aunque se refiera a las
definiciones para efectos de dicho ordenamiento, podemos apreciar desde un principio que existe una
vinculación entre conservación del Patrimonio Cultural y el uso:

2.- En la presente Ley, a menos que el contexto exija otra cosa –

(iii) "conservación", en relación a los recursos patrimoniales, incluye la protección, el mantenimiento, la


conservación y el uso sostenible de los lugares u objetos con el fin de salvaguardar su significación cultural;

(viii) "desarrollo" se refiere a cualquier intervención física, la excavación, o acción, otros


que los causados por fuerzas naturales, que no puede en opinión de una autoridad competente en materia de
patrimonio de ninguna manera dar lugar a un cambio en la naturaleza, la apariencia o la naturaleza física de
un lugar, o influir en su estabilidad y bienestar futuro, incluyendo –

(a) la construcción, alteración, demolición, remoción o cambio de uso de un lugar o de una estructura en un
lugar;

423
En la Sección 5 de esta disposición legal que hemos citado en otras ocasiones, también existen disposiciones
legales que están referidas al uso de los monumentos y al concepto de sostenibilidad cultural:

5.- (1) Todas las autoridades, órganos y personas que desempeñan funciones y el ejercicio de los poderes en
términos de esta Ley para la gestión de los recursos patrimoniales debe reconocer los siguientes principios:

(b) cada generación tiene la responsabilidad moral de actuar como fiduciario del patrimonio nacional para
las generaciones venideras y el Estado tiene la obligación de gestionar los recursos del patrimonio en interés
de todos los sudafricanos;

(5) Los recursos patrimoniales contribuyen significativamente a la investigación, la educación y el turismo y


deben ser desarrolladas y presentadas a estos efectos en una forma que asegure la dignidad y el respeto por
los valores culturales.

(6) Políticas, prácticas administrativas y la legislación deben promover la integración de la conservación de


los recursos patrimoniales en la planificación urbana y rural y el desarrollo social y económico.

(7) La identificación, evaluación y gestión de los recursos patrimoniales del Sur


África debe-

(c) promover el uso y el disfrute y el acceso a los recursos del patrimonio, de una manera compatible con sus
necesidades de significación y de conservación cultural;

(d) contribuir al desarrollo social y económico;

En el caso de la presentación (exhibición) de bienes culturales, la legislación de Sudáfrica establece también


algunas reglas sobre el uso de los mismos, pero siempre enfocada a garantizar la protección de los valores
culturales:

Presentación de recursos protegidos

44. (1) Las autoridades de los recursos del patrimonio y las autoridades locales deben, siempre que sea
apropiado, coordinar y promover la presentación y utilización de los lugares de importancia cultural y los
recursos patrimoniales que forman parte del patrimonio nacional y de la que son responsables, en los términos
del artículo 5 para el disfrute público, la educación, la investigación y el turismo,…

Por último, como una manera de trascender las limitaciones que la definición de los niveles de gobierno
nos impone, la regulación de África del Sur establece algunas reglas para la emisión de instrumentos
normativos locales a cargos de los gobiernos locales para preservar la significación de su Patrimonio
Cultural:

Los estatutos de las autoridades locales

54. (1) Una autoridad local puede, con la aprobación de los autoridad provincial en materia de recursos
patrimoniales, hacer los estatutos –

(b) la regulación de las condiciones de uso de cualquier sitio protegido bajo esta Ley que esté bajo su control;

Por último, en el caso de Cataluña, podemos encontrar una legislación que reconoce con mayor precisión
424
en la importante relación entre la conservación del Patrimonio Cultural y su uso. En el caso de aquellos
bienes culturales que sean de interés nacional, desde su misma declaración pueden establecerse los usos
compatibles al mismo, como hace referencia el artículo 11 de dicha ley y que parcialmente también ya fue
citado en este trabajo:

Artículo 11. Contenido de la declaración.

1. La declaración de un bien cultural de interés nacional incluirá las siguientes especificaciones:

2. La declaración de un bien cultural de interés nacional establecerá, en caso de que el uso al que se destine
el bien sea incompatible con su preservación, la paralización o la modificación de ese uso, en cuyo caso se
fijará la indemnización correspondiente.

En diversos artículos de esta Ley se hace referencia a la necesidad de que las autoridades culturales
aprueben y regulen el uso de los monumentos y sitios, previendo reglas para tales casos y reconociendo la
importancia del Patrimonio en aspectos económicos tan importantes como es el turismo. Sin embargo, el
punto más relevante en esta regulación se refiere a la coordinación que debe existir entre el uso y la
conservación del Patrimonio:

Artículo 25. Deber de preservación y mantenimiento.

1. Los propietarios, poseedores o titulares de derechos reales sobre bienes culturales de interés nacional o
bienes catalogados, los preservarán y mantendrán para asegurar la integridad de su valor cultural. El uso al
que se destinen estos bienes garantizará siempre su conservación.

Artículo 36. Autorización de los cambios de uso.

Los cambios de uso de un monumento serán autorizados por el Departamento de Cultura, con informe del
Ayuntamiento afectado, previamente a la concesión de la licencia municipal correspondiente.

Artículo 61. Visita pública y difusión.

3. La Administración de la Generalitat fomentará el uso y disfrute del patrimonio cultural catalán como
recurso de dinamización social y turística, respetando las necesidades de conservación y protección de los
bienes y de su entorno establecidas por esta Ley.

Artículo 63. Cesión de uso de monumentos.

El Gobierno de la Generalitat puede acordar la cesión del uso de bienes inmuebles de la Generalitat con
valores culturales en favor de otras Instituciones públicas o de Entidades privadas, a fin de que, mediante su
mejor utilización, se garanticen la conservación y el mantenimiento de los mismos.

Artículo 71. Clasificación de las infracciones.

5. Son infracciones leves, graves o muy graves, en función del daño potencial o efectivo al patrimonio cultural:

d. El cambio de uso de un monumento sin autorización del Departamento de Cultura o el mantenimiento de


usos incompatibles de acuerdo con la declaración.

425
En congruencia con el reconocimiento de los derechos de los habitantes del Valle de Arán, estas
disposiciones se repiten en el caso específico:

Disposición Adicional Segunda.

1. Corresponden al Consejo General de la Vall d'Arán, en el ámbito de su territorio, las competencias que esta
Ley asigna a la Administración de la Generalitat, y que se enumeran a continuación:

e. La autorización de los cambios de uso de un monumento, regulada por el artículo 36.

El uso está profundamente vinculado con la conservación de un bien cultural. Cuando el uso es incompatible
con la conservación del bien en cuestión, es necesario establecer criterio para el desarrollo de las actividades
humanas para evitar cualquier afectación o consecuencia en contra del Patrimonio Cultural.

En virtud de lo anterior, podemos afirmar que el reto que la legislación mexicana en materia de Patrimonio
Cultural es la apertura en cuanto a la inclusión de medidas muy concretas para garantizar que su utilización
contribuirá a su conservación, enriquecimiento y una transmisión adecuada a las generaciones futuras. Este
es el concepto de sostenibilidad que ha sido acaparado por las organizaciones destinadas a la protección del
Patrimonio Natural, pero que es trascendente en nuestra materia de una manera radical, como veremos a
continuación.

4.2.2.5.- El criterio de desarrollo del Patrimonio Cultural

Como lo hemos platicado anteriormente, el criterio de desarrollo se refiere a la manera en que el Patrimonio
Cultural es incorporado en las estrategias y proyectos más importantes para una Nación bajo el entendido
que se contribuye al mejoramiento integral del ser humano y de una comunidad. Por eso, el criterio de
desarrollo implica que la protección del Patrimonio Cultural no es una labor aislada o descoordinada de la
realidad, ni un ejercicio académico. La conservación del Patrimonio Cultural constituye y se inserta en un
concepto amplio de desarrollo nacional, por lo que se requiere que la legislación garantice la participación
de esta materia en dichos planes generales y que se establezcan planes específicos y con vocación a la
conservación. Por otra parte, al tener este carácter integral, debemos reconocer que la legislación debe
permitir la participación de todas las autoridades y personas involucradas en la preservación del Patrimonio
Cultural; por lo que la función de la legislación es fomentar la participación de la sociedad ya sea en el
ámbito administrativo, financiero e incluso, educativo. Esto último punto implica una gestión integral del
Patrimonio Cultural.

Empezando este análisis por la legislación brasileña, nos parece interesante hacer notar que existen muy
pocas referencia al valor de desarrollo, como sucede en la legislación mexicana de la que podemos decir
que es totalmente omisa en este tema.

En el sistema legal brasileño solo encontramos una breve referencia en cuanto a la necesidad de gestionar
el apoyo de los sectores sociales en el ámbito de la conservación de los bienes y zonas culturales:

Artículo 25.- La Oficina del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional buscará conversaciones con las
autoridades eclesiásticas, instituciones jurídicas, científicas, históricas o artísticas y los particulares, con el
fin de obtener la cooperación de los mismos en beneficio del patrimonio histórico y artístico.

426
Veamos en el caso de la legislación sudafricana que existe un avance importante, porque en ella podemos
apreciar que se establece la obligación de emitir planes de gestión por parte de las autoridades y de
cumplirlos además. Estos planes de gestión son documentos que van dirigir y conducir las estrategias con
relación a un sitio protegido y que les permitirá garantizar el desarrollo adecuado del monumento y sitio a
un largo plazo (en este caso, a 10 años, cuando menos), con posibilidad de ser revisado:

Política General

47.- (1) SAHRA y cualquier autoridad provincial competente en recursos patrimoniales:

(a) deberán, dentro de tres años después del comienzo de la presente Ley, adoptar declaraciones de política
general para la gestión de todos los recursos patrimoniales de propiedad o controladas por ellas o conferidas
a ellas; y

(b) puede modificar ocasionalmente dichas declaraciones para que se adapten a las circunstancias cambiantes
o de acuerdo con el incremento al conocimiento en esta materia; y

(c) debe revisar cualquier declaración dentro de los 10 años después de su adopción.

(2) Toda autoridad en materia de recursos patrimoniales debe adoptar para cualquier lugar que esté protegido
en términos de esta Ley ya sea de su propiedad o controlada por ella o conferida a ella, un plan de gestión de
dicho lugar de conformidad con la mejor conservación del patrimonio ambiental, principios científicos y
educativos que razonablemente se puedan aplicar teniendo en cuenta la ubicación, el tamaño y la naturaleza
del lugar y de los recursos de la autoridad de que se trate, y que dichos planes pueden ser revisados
ocasionalmente.

(3) Un plan de gestión de la conservación puede, a discreción de la autoridad los recursos patrimoniales de
que se trate y por un período no superior a 10 años, ser operado exclusivamente por la autoridad en materia
de recursos patrimoniales o en conjunción con una autoridad ambiental o el turismo o en virtud de acuerdos,
en los términos y condiciones que la autoridad en materia de recursos patrimoniales determinen.

(5) Una autoridad en materia de recursos patrimoniales no puede actuar en cualquier forma incompatible con
la declaración de política general o un plan de gestión de conservación.

Creemos efectivamente que este tipo de instrumentos de planeación y estratégicos debieran ser un
documento de pronta expedición después del acceso de un bien o zona al régimen de protección legal
previsto por una Nación. Desafortunadamente, en el caso de nuestro país está obligación no existe, aunque
se han emitido algunos planes de manejo como un acto de voluntad política de algunos gobernantes, pero
que normalmente son olvidados al terminar su gestión.

Como un dato curioso, pero que refleja adicionalmente la visión con que se desea tratar los valores
vinculados en las formas de organización de las comunidades tribales en esa Nación (finalmente, parte del
Patrimonio Inmaterial), la propia Constitución Sudafricana establece el respeto a la autoridad de los lideres
tradicionales con el fin de que puedan colaborar en los proyectos y acciones de gobierno, lo que se traduce
en su incorporación en los procesos de desarrollo:

Artículo 211.- Reconocimiento

(1) La institución, estatus y el papel de los jefes tradicionales, de acuerdo con el derecho consuetudinario, se
427
reconocen con sujeción a la Constitución.

Artículo 212 El papel de los líderes tradicionales

(1) La legislación nacional podrá establecer un papel de liderazgo tradicional como institución a nivel local
sobre los asuntos que afectan a las comunidades locales
Por último, volvemos a encontrar en la legislación catalana de nueva cuenta una mayor variedad de opciones
hacia el cumplimiento de este criterio de desarrollo. En primer lugar, vemos la manera en que se pretende
vincular la protección del Patrimonio Cultural con los planeación urbanística, la cual es la que finalmente
dirige el crecimiento de una ciudad y su desarrollo económico, social y territorial. Veamos estas
disposiciones en la Ley de Patrimonio Cultural:

Artículo 33.- Planeamiento urbanístico.

1.- En caso de que un inmueble sea declarado de interés nacional, los términos de la declaración prevalecen
sobre los planes y las normas urbanísticas que afectan al inmueble, que se ajustarán a ellos antes de ser
aprobados o bien, si ya eran vigentes antes de la declaración, mediante modificación.

2.- En el caso de los conjuntos históricos, las zonas arqueológicas, las zonas paleontológicas, los lugares
históricos y las zonas de interés etnológico y en el caso de los entornos de protección de cualquier bien cultural
de interés nacional, el Ayuntamiento correspondiente elaborará un instrumento urbanístico de protección o
adecuará uno vigente. La aprobación de estos instrumentos de planeamiento requiere el informe favorable del
Departamento de Cultura.

En el caso de la legislación en materia de paisaje de Cataluña, encontramos incluso un tratamiento más


profundo y que va desde la definición de principios que sustentan e influyen en los contenidos de todos los
planes y programas de cualquier sector gubernamental para la protección del paisaje, establecimiento
medidas de coordinación.

Artículo 2.- Principios.

Los principios que deben inspirar la actuación de los poderes públicos en materia de paisaje son:

a) Favorecer la evolución armónica del paisaje de acuerdo con los conceptos de utilización racional del
territorio, de desarrollo urbanístico sostenible y de funcionalidad de los ecosistemas.

b) Preservar, con la adopción de medidas protectoras del paisaje, el derecho de los ciudadanos a vivir en un
entorno culturalmente significativo.

c) Reconocer que el paisaje es un elemento de bienestar individual y colectivo que, además de valores estéticos
y ambientales, tiene una dimensión económica, cultural, social, patrimonial e identitaria.

d) Considerar las consecuencias sobre el paisaje de cualquier actuación de ordenación y gestión del territorio
y valorar los efectos de la edificación sobre el paisaje.

e) Favorecer la cooperación entre las diversas administraciones públicas en la elaboración y ejecución del
planeamiento y de las políticas de paisaje.

428
f) Promover la colaboración de la iniciativa pública y privada en el impulso de actuaciones, la adopción de
instrumentos y la toma de decisiones sobre el paisaje.

g) Impulsar la participación en las políticas de paisaje de los agentes sociales, profesionales y económicos,
especialmente de los colegios profesionales, universidades, asociaciones de defensa de la naturaleza y
representantes de las organizaciones empresariales y sindicales.

h) Fomentar la formación en materia de paisaje.

Artículo 5.- Políticas de paisaje.

Los poderes públicos, en el ámbito competencial respectivo, deben integrar, por medio de los diferentes planes
y programas y de otras actuaciones, la consideración del paisaje en las políticas de ordenación territorial y
urbanística, agrícola, forestal, ganadera, de infraestructuras, cultural, social, económica, industrial y
comercial, y, en general, en cualquier otra política sectorial con incidencia directa o indirecta sobre el paisaje.

Artículo 7.- Cooperación en política de paisaje.

El Gobierno debe impulsar el acuerdo con las administraciones competentes de los territorios vecinos para
establecer programas paisajísticos comunes en las áreas en que sea conveniente.

Como otra medida que resulta importante en la preservación de los bienes culturales y en especial de los
paisajes, encontramos la creación de las denominadas Cartas de Paisaje que son documentos que permiten
establecer las estrategias para el manejo y desarrollo de estos sitios:

Artículo 14.- Cartas del paisaje.

1.- Las cartas del paisaje son los instrumentos de concertación de estrategias entre los agentes públicos y los
privados para cumplir actuaciones de protección, gestión y ordenación del paisaje que tengan por objetivo
mantener sus valores.

Un tema recurrente en toda la legislación catalana en materia de Patrimonio Cultural es el establecimiento


de medidas de fomento que faciliten la participación social en esta materia y dentro de este tema, la
educación juega un papel fundamental. Veamos el caso de la Ley de Patrimonio Cultural:

Artículo 65.- Enseñanza.

1.- El Gobierno de la Generalidad incluirá en los curriculum de los diferentes niveles del sistema educativo
reglado obligatorio el conocimiento del patrimonio cultural catalán.

Disposiciones similares vemos en la regulación del paisaje:

Artículo 15.- Medidas de sensibilización, educación y apoyo.

1.- El Gobierno debe fomentar la sensibilización de la sociedad, organizaciones privadas y poderes públicos
respecto al paisaje y a sus valores, respecto a su importancia cultural, social y económica, respecto a su
evolución y respecto a la necesidad de promover y potenciar su protección, gestión y ordenación.

2.- El Gobierno debe promover la consideración del paisaje en los programas de los diversos niveles
educativos y, en particular, en los destinados a la formación de especialistas. Asimismo, debe fomentar el
429
intercambio de experiencias y debe dar apoyo a los proyectos de investigación y de difusión de los
conocimientos sobre el paisaje.

Y aún también en la ley que protege el patrimonio inmaterial catalán:

Artículo 4.- Enseñanza y difusión

1.- El Gobierno incluirá en los currículums de los diferentes niveles, etapas, ciclos, grados y modalidades del
sistema educativo el conocimiento de la cultura tradicional propia de cada población y general de Cataluña,
y propiciará la participación activa de los alumnos.

2.- Las universidades, los museos, los archivos y las bibliotecas contribuirán, en la medida que les
corresponda, al estudio, conservación y difusión de la cultura popular y tradicional. Los museos comarcales
y locales, en especial, conservarán y difundirán los elementos representativos de la identidad cultural de la
comarca o el municipio y de sus manifestaciones tradicionales en los ámbitos cultural, social y económico, de
acuerdo con la legislación aplicable.

4.- Los medios de comunicación gestionados por las administraciones públicas de Cataluña contribuirán a la
difusión de la cultura popular y tradicional.

Artículo 7.- Concepto de dinamización socio-cultural

A efectos de la presente Ley, se entiende por dinamización sociocultural el conjunto de las distintas
actuaciones tendentes al fomento de las manifestaciones culturales y artísticas no profesionales, realizadas
por grupos o entidades sin finalidad de lucro para crear y difundir la cultura en todo el territorio y a todos los
ciudadanos y promover la máxima participación de los mismos.

Artículo 8.- Responsabilidades de los Entes locales

Corresponde a los consejos comarcales y a los ayuntamientos fomentar la realización de actividades de


animación y de integración socio-cultural, apoyando las iniciativas sociales en este campo y, si es preciso,
complementándolas.

Por último, un campo en el que encontramos una profundidad muy relevante por encima de cualquier otra
regulación que hayamos estudiado, se refiere a los estímulos financieros, económicos y fiscales que la Ley
de Patrimonio Cultural otorga a estas actividades:

Artículo 55.- Ayudas para la investigación, la conservación y la rehabilitación.

1.- La Administración de la Generalidad establecerá un programa anual de inversiones y ayudas para la


investigación, la documentación, la conservación, la recuperación, la restauración y la mejora del patrimonio
cultural, con las dotaciones presupuestarias correspondientes.

2.- Si en el plazo de ocho años a contar desde el otorgamiento de una de las ayudas a las que se refiere el
apartado 1 la Administración adquiere el bien, se deducirá del precio de adquisición una cantidad equivalente
al importe de la ayuda o las ayudas, la cual se considera como pago a cuenta.

3.- La Generalidad promoverá el acceso al crédito oficial para la financiación de las obras de conservación,
mantenimiento, rehabilitación y excavación realizadas en bienes culturales de interés nacional.

430
Artículo 56.- Ayudas para la adquisición.

El Gobierno de la Generalidad adoptará las medidas necesarias para que la financiación de la adquisición
de bienes culturales de interés nacional y de bienes culturales catalogados con la finalidad de destinarlos a
un uso general que asegure su protección tenga acceso preferente al crédito oficial, en la forma y con los
requisitos que establecen las normas que lo regulan.

Artículo 57.- El 1 % cultural.

1.- La Administración de la Generalidad reservará en los presupuestos de las obras públicas que financie total
o parcialmente una partida mínima del 1 % de su aportación, con la finalidad de invertirla en la conservación,
la restauración, la excavación y la adquisición de los bienes protegidos por esta Ley y en la creación artística
contemporánea.

6.- Los criterios y la forma de aplicación de los fondos obtenidos de acuerdo con este artículo se determinarán
por reglamento. En cualquier caso, tienen carácter preferente los bienes culturales que pueden quedar
afectados directamente por la obra pública de la que se trate y los que se hallen situados en su entorno. El
Departamento de Cultura emitirá informe previamente a la aplicación de los fondos.

Artículo 59.- Beneficios fiscales.

1.- Los propietarios y los titulares de derechos sobre bienes culturales de interés nacional y sobre bienes
culturales catalogados disfrutan de los beneficios fiscales que, en el ámbito de las respectivas competencias,
determinan la legislación del Estado, la legislación de la Generalidad y las ordenanzas locales.

2.- Los bienes culturales de interés nacional están exentos del Impuesto sobre Bienes Inmuebles, en los
términos fijados por la Ley del Estado 39/1988, de 28 de diciembre, de Regulación de las Haciendas Locales.
Las obras que tienen por finalidad la conservación, la mejora o la rehabilitación de monumentos declarados
de interés nacional disfrutan también de exención del Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras.
Estas exenciones no dan lugar a la compensación con cargo a los presupuestos de la Generalidad en favor de
los Ayuntamientos.

Aún en el caso de la legislación en materia de Paisaje, vemos una opción adicional que es la creación de un
fondo específico para el apoyo económico a estas actividades:

Artículo 16.- Fondo para la protección, gestión y ordenación del paisaje.

Se crea el Fondo para la protección, gestión y ordenación del paisaje, como instrumento financiero de la
Generalidad, con el fin de destinarlo a las actuaciones de mejoramiento paisajístico que se lleven a cabo de
acuerdo con los criterios establecidos por la presente Ley y por la normativa que se dicte para su desarrollo.

En conclusión, volvemos a encontrar una fuerte consistencia en la legislación catalana que repite en sus
distintos documentos los mismos principios de una u otra manera: planeación, cooperación
intergubernamental, medidas de fomento, educación y apoyos de carácter económico con una visión amplia
y estratégicamente dirigida al Patrimonio Cultural y al desarrollo integral de Cataluña, cumpliendo con los
extremos del criterio que hemos analizado.

En México, el Reglamento de la Ley Federal de Monumentos establece una regulación de las asociaciones
civiles, uniones de campesinos y juntas de vecinos como órganos de auxilio de las autoridades en la
431
preservación del Patrimonio Cultural. Sin embargo, la visión de esta normatividad es tan restrictiva e
incluso confiscatoria cuando se habla de los servicios a visitantes a zonas culturales y museos comunitarios,
que no podemos hablar realmente de un sentido de desarrollo en base a la colaboración soportada por el
Estado.

Artículo 1º.- El Instituto competente organizará o autorizará asociaciones civiles, juntas vecinales o uniones
de campesinos, que tendrán por objeto:

I.- Auxiliar a las autoridades federales en el cuidado o preservación de zona o monumento determinado;

II.- Efectuar una labor educativa entre los miembros de la comunidad, sobre la importancia de la conservación
y acrecentamiento del patrimonio cultural de la Nación;

III.- Proveer la visita del público a la correspondiente zona o monumento;

IV.- Hacer del conocimiento de las autoridades cualquier exploración, obra o actividad que no esté autorizada
por el Instituto respectivo; y

V.- Realizar las actividades afines a las anteriores que autorice el Instituto competente.

Artículo 2º.- Las asociaciones civiles, juntas vecinales o uniones de campesinos, para su funcionamiento
deberán satisfacer los siguientes requisitos:

I.- Obtener autorización por escrito del Instituto competente;

II.- Presentar al Instituto competente copia autorizada del acta constitutiva en el caso de las asociaciones
civiles;

III.- Levantar acta de constitución ante el Instituto competente, en el caso de las juntas vecinales o uniones de
campesinos, las cuales contarán como mínimo con un número de diez miembros; y

IV.- Acreditar ante el Instituto competente que sus miembros gozan de buena reputación y que no han sido
sentenciados por la comisión de delitos internacionales.

Artículo 3º .- Las asociaciones civiles elegirán a sus órganos directivos de conformidad con sus estatutos; las
juntas vecinales y las uniones de campesinos contaran con un presidente, un secretario, un tesorero y tres
vocales, elegidos por voto mayoritario de sus miembros para un período de un año, pudiendo ser reelectos.

Artículo 4º.- En las autorizaciones otorgadas por el Instituto competente, se describirá la zona o monumento
y se establecerán las medidas aplicables para el cumplimiento del objeto a que se refiere el artículo I de este
Reglamento.

Artículo 5º.- El Instituto competente, previa audiencia que se conceda a los interesados para que rindan
pruebas y aleguen lo que a sus derechos convenga, revocará las autorizaciones otorgadas a las asociaciones
civiles, juntas vecinales o uniones de campesinos:

I.- Cuando por acuerdo mayoritario de su asamblea general se disponga su disolución; y

II.- Cuando no cumplan las disposiciones de la Ley, de este Reglamento o de las autorizaciones otorgadas.

432
Artículo 6º.- Los institutos competentes podrán otorgar a las asociaciones civiles, juntas vecinales y uniones
de campesinos, permisos con duración hasta de veinticinco años, prorrogables por una sola vez por igual
término, para instalar estaciones de servicios para visitantes dentro de zonas o monumentos determinados. Al
expirar el permiso respectivo las obras ejecutadas por los particulares en las zonas o monumentos pasarán a
propiedad de la Nación.

Artículo 7º.- El Instituto competente podrá autorizar a personas físicas o morales ya constituidas que reúnan,
en lo conducente, los requisitos señalados en el artículo 2 de este Reglamento, como órganos auxiliares de las
autoridades competentes para impedir el saqueo arqueológico y preservar el patrimonio cultural de la Nación.

Artículo 8º.- Las asociaciones civiles, juntas vecinales y uniones de campesinos podrán crear o mantener
museos regionales, para lo cual se aplicarán, en lo conducente, las disposiciones señaladas en los artículos
anteriores y además:

I.- Solicitarán la asesoría técnica del Instituto competente, quien determinará los métodos que habrán de
observarse en los sistemas de construcción, inventario, mantenimiento y recaudación de cuotas;

II.- Recabarán la autorización del Instituto competente para obtener y reunir fondos para operación,
mantenimiento y adquisición, así como para organizar eventos culturales y toda clase de promociones
inherentes al museo; y

III.- Enterarán, a petición del Instituto competente, el porcentaje que este les señale del importe de las cuotas
que recauden.

De igual forma, en el caso de la Ley de Monumentos, se establece la posibilidad de quienes restauren y


conserven un bien inmueble histórico o artístico puedan solicitar la exención del impuesto predial, a través
de un procedimiento pleno de requisitos que resultará tan solo en un beneficio económico infinitamente
menor (dado el bajo monto de este impuesto), frente a los gastos derivados de la conservación de
monumento en cuestión y además limitado al Distrito Federal.

Artículo 11º.- Los propietarios de bienes inmuebles declarados monumentos históricos o artísticos que los
mantengan conservados y en su caso los restauren, en los términos de esta ley, podrán solicitar la exención
de impuestos prediales correspondientes, en la jurisdicción del Distrito Federal, con base en el dictamen
técnico que expida en instituto competente, de conformidad con el reglamento, la exención de impuestos
prediales correspondientes, en la jurisdicción del Distrito Federal, con base en el dictamen técnico que expida
en instituto competente, de conformidad con el reglamento.

Los Institutos promoverán ante los Gobiernos de los Estados la conveniencia de que se exima del impuesto
predial, a los bienes inmuebles declarados monumentos, que no se exploten con fines de lucro.

Como vemos, en poco la legislación mexicana comparte la visión social, amplia, estratégica que otras
legislaciones tienen con relación a este criterio de desarrollo y sería muy conveniente que los
descubrimientos que hemos hecho a lo largo de este análisis pudieran reflejarse en nuestra legislación
nacional para bien del Patrimonio Cultural y su futuro.

4.2.3.- Consideraciones Finales del Estudio Comparativo.

433
Cuando iniciamos este estudio comparativo mencionamos que el principal objetivo sería encontrar cuál es
la función de la ley con relación al derecho al Patrimonio Cultural superando las limitaciones y diferencias
entre culturas de diversos orígenes, continentes y circunstancias.

A este respecto, podemos observar como conclusión que hemos detectado cuando menos tres categorías en
cuanto a la profundidad en que los sistemas legales nacionales establecen distintas funcionalidades en
cuanto al derecho al Patrimonio Cultural:

1.- Por una parte, en el segmento menos avanzado, podemos encontrar sistemas jurídicos que si bien, pueden
reconocer ciertos derechos culturales, no consideran que la protección del Patrimonio Cultural sea una
prerrogativa humana y social (o al menos no lo expresan así) y desde su norma constitucional, instituyen
este tema más como una facultad del Estado. Por ello, en la legislación secundaria encontramos
disposiciones que están dirigidos principalmente a la protección de la integridad y autenticidad de los
valores culturales que han sido reconocidos por el Estado como relevantes a través de instrumentos legales
que tiene la intención de limitar la actuación de los particulares en cuanto a sus derechos de propiedad
(permisos, registros, inspecciones, sanciones, etc.). Sin embargo, en estos sistemas jurídicos que le dan
preeminencia a la función del Estado, la conservación del Patrimonio Cultural se entiende como una
actividad primordialmente administrativa y por tanto, la protección de las significaciones para la población
puede ser un aspecto que pudiera contribuir a la adopción de ciertas decisiones, pero no representa un
parámetro obligatorio a seguir por el órgano estatal, quien puede subordinar estas significaciones y valores
a otros objetivos que cada administración de gobierno considere más oportuno (como es el caso del turismo,
desarrollo de obras públicas consideradas estratégicas, etc.). Por esta circunstancia, la regulación del
Patrimonio Cultural no tiene necesariamente que ocuparse del uso de dichos inmuebles y de las
consecuencias que se deriven de la utilización de los bienes culturales; por lo que esta circunstancia los
desvincula normativamente de participar en el proceso de desarrollo nacional, salvo que depende de una
decisión basada en la voluntad política de quien encabece el gobierno en ese momento. En esta legislación,
las formas en que el ciudadano y las comunidades pueden defender a su Patrimonio Cultural pueden ser
limitadas y son de carácter correctivo.

Desafortunadamente, dentro de esta categoría podemos encontrar a la legislación mexicana e incluso, otra
muestra de lo anterior sería el caso de las modificaciones que ha propuesto el gobierno del Perú para limitar
la protección de los monumentos ante un mal entendido concepto de desarrollo y al que hicimos referencia
en capítulos anteriores.

2.- En un estado de avance medio, hemos detectado otros sistemas normativos que han desarrollado de una
manera muy interesante el concepto del derecho que las personas y comunidades tienen en relación a su
Patrimonio Cultural. Estas legislaciones reconocen expresamente dichos derechos, estableciendo una
definición muy amplia y con profundo conocimiento de lo que representan para las personas y los grupos
humanos; permitiendo una interpretación extensiva de los mismos. En consecuencia, la significación que
tienen los bienes culturales para estas personas y grupos constituyen parámetros básicos que deben regular
las decisiones de las autoridades en la materia, porque representan importantes referentes para el
entendimiento de los conceptos mismos de la protección y la conservación, bajo el supuesto que dichas
actividades no pueden considerarse completas si no se toman en consideración estos conocimientos,
relaciones, visiones, manifestaciones, etc., que subyacen y forman parte misma de los propios monumentos
y sitios. En otras palabras, estas regulaciones nacionales cumplen de manera cabal con los valores
intrínsecos del Patrimonio Cultural. Sin embargo, la regulación que está destinada a garantizar la inserción
434
de los bienes culturales en la realidad socioeconómica no está tan desarrollada y eso provoca posibles
conflictos entre los intereses vinculados con la conservación y otros de diferente naturaleza (políticos,
sociales o económicos), lo cual provocará posibles daños a este acervo. Sin embargo, toda vez que existe
un reconocimiento amplio del derecho humano y social al Patrimonio Cultural, la legislación establece
mecanismos de defensa de estos derechos ante los tribunales que permiten una adecuada protección de los
mismos.

Brasil es un caso que se encuadra en esta categoría, aunque tenemos que hacer la precisión de que por
considerarse en estado federal es muy posible encontrar normas locales que pudieran superar estos
contradicciones entre lo cultural y su inserción en la vida socioeconómica.

3.- En el ámbito más avanzado, encontramos legislaciones que centran su preocupación de la protección de
los derechos culturales, la definición amplia y profunda del Patrimonio Cultural y el establecimiento de
recursos a los ciudadanos y comunidades para defender efectivamente esta prerrogativa de la misma manera
en que los explicamos en el punto anterior. Es decir, donde existe un cumplimiento cabal a los criterios
intrínsecos del Patrimonio Cultural al grado de establecer criterios muy claros en el ámbito técnico para la
realización de las actividades de conservación y creando órganos de apoyo con suficiente autoridad legal y
científica que sustente las decisiones de las autoridades en esta materia. El respeto de la significación
comunitaria y social de los bienes culturales materiales e inmateriales es un punto crítico en su regulación
y en la definición de los criterios de actuación del Estado, quien definitivamente no es el protagonista de la
legislación, sino el garante de un valor social trascendente. Adicionalmente podemos señalar que la manera
en que definen el Patrimonio Cultural de manera tal que permiten una fácil evolución e incorporación de
nuevos bienes culturales a esta materia. Por entender que, al ser la preservación del Patrimonio Cultural un
derecho humano y colectivo indiscutible que debe ser respetado y fomentado por el Estado mismo, la
incorporación de los bienes culturales en la vida socioeconómica es un presupuesto fundamental en el
diseño de políticas, planes y acciones de gobierno, por lo que el criterio de la sostenibilidad cultural en la
acción del gobierno es clara a través de la participación de los organismos culturales e incluso de la sociedad
civil en los procesos de toma de decisión. Es por ello que encontramos clara disposiciones en las que todo
proyecto que involucre el Patrimonio Cultural debe tener consecuencias benéficas para el mismo, porque
es un derecho humano y colectivo. Por lo anterior, encontramos normas que regulan claramente el uso de
los bienes culturales, garantizar su incorporación en los planes y políticas de diversas materias, promueven
la participación social, establecen medidas para una protección preventiva de los bienes culturales, el apoyo
a los aspectos económicos y financieros de la conservación y fomentan la educación y la acción social en
beneficio de este acervo. Es decir, podemos encontrar una mayor preocupación por el cumplimiento de los
criterios extrínsecos del Patrimonio Cultural referidos a los criterios de utilidad y desarrollo, previendo una
protección de los monumentos y sitios al más alto nivel posible con relación a las dos categorías
anteriormente citadas.

Dentro de este grupo encontramos en un menor estado de avance a la legislación sudafricana y como un
ejemplo relevante a la legislación en la materia vigente en Cataluña.

No encontramos ninguna razón por la que nuestro país no pudiera encontrarse en el mismo estado de
evolución normativa al de Sudáfrica o Cataluña. México cuenta con las condiciones para establecer un
sistema legal tan sólido como el de estas naciones en dicha materia, contamos con instituciones con amplia
experiencia en esta rama del conocimiento humano reconocidas mundialmente y contamos con Patrimonio
Cultural tan rico, diverso y profundo como el de estas naciones.
435
La conclusión final es clara: necesitamos cambiar el paradigma de nuestra legislación en la que el
Patrimonio Cultural significara una simple función administrativa del Estado, para transformarla en un
derecho humano y social que debe ser indiscutiblemente protegido y que adquiera esa relevancia
fundamental que debe de tener en el entendimiento mismo de nuestra Nación y la función que desempeña
en su desarrollo a futuro. Parece que solo a través de este cambio profundo de mentalidad será posible tener
una legislación que proteja el rico Patrimonio Cultural al nivel que merece.

4.3.- Conclusiones.

Cuando iniciamos este capítulo, nuestra intención estuco dirigida a comprobar que los cuatro criterios con
que se puede analizar el derecho humano y social al Patrimonio Cultural estaban presentes en los
instrumentos internacionales en la materia y hacer un estudio comparativo entre las regulaciones de tres
naciones que se han caracterizado por su evolución en el entendimiento de la protección del Patrimonio
Cultural y que comparten con México la rica diversidad cultural nacional.

Podríamos llegar a conclusiones muy específicas, pero consideramos que a estas alturas de este trabajo
debemos dejar en claro que encontramos tanto en el ámbito del derecho internacional público del
Patrimonio Cultural como en estudio comparativo de legislaciones nacionales, detectamos características
comunes que queremos apuntar:

Por una parte, podemos encontrar un fenómeno de evolución en la concepción del régimen de protección
del Patrimonio Cultural. Tanto en los tratados internacionales como en las legislaciones analizadas, hemos
observado que se han incorporado nuevas categorías sobre el Patrimonio Cultural, nuevas maneras de
proteger, nuevos fenómenos que atender, nuevas autoridades que involucrar, etc. Igualmente, estos
sistemas legales están abiertos al cambio y a su propio enriquecimiento. La evolución significa proponer
nuevas formas de proteger y actuar con el fin de mejorar. Pero también este concepto está vinculado a los
valores de significación del Patrimonio.

El otro aspecto que detectamos en el análisis de las normas internacionales y leyes nacionales objeto de
este capítulo fue la consistencia. Lo anterior significa que existe una congruencia en cuanto a la visión,
tratamiento, manejo y atención de los bienes culturales. En su aplicación práctica se refiere a los valores de
utilidad y desarrollo que pueden percibirse en el tratamiento especializado y casuístico de los casos que
involucran a un bien cultural en particular pero con franca vocación a la conservación tratando de coordinar
los intereses utilitarios con el cuidado de los valores culturales y sus significados. Políticas, planes,
desarrollo sostenible, coordinación interinstitucional, participación de la sociedad civil, educación,
compromiso y muchos otros aspectos incluyen estas ideas.

436
Capítulo Quinto:

El Derecho al Patrimonio Cultural:


Propuestas para su incorporación en el
Sistema Jurídico Mexicano

El hombre atraviesa el presente con los ojos


vendados. Solo puede intuir o adivinar lo que en
verdad está viviendo. Y después, cuando le quitan
la venda de los ojos, puede mirar al pasado y
comprobar que es lo que ha vivido y cuál era su
sentido.

Milan Kundera

El Libro de los Amores Ridículos, 1968.

438
5.0.- Introducción

En este trabajo hemos llevado una evolución conceptual que nos permita entender la importancia del
derecho humano y social al Patrimonio Cultural.

En el primer capítulo, se estudió lo qué significa el Patrimonio Cultural, sus antecedentes, alcances y futuro.
Durante ese capítulo se explicaron las categorías patrimoniales y hemos detectado que el Patrimonio
Cultural es un concepto en constante evolución y desarrollo. También se identificó su fundamental
dimensión humana y social. Pero también se mencionaron las amenazas a los que se encuentran sujetos
dichos bienes. Por último, se hizo mención de los cuatro criterios que dan sustento a la naturaleza propia
del Patrimonio Cultural: el criterio de autenticidad, el criterio de significación, el criterio de utilidad y el
criterio de desarrollo.

Por lo que se refiere al Capitulo Segundo, pudimos analizar la relación de los derechos humanos y sociales
en relación a la cultura y en especial, al Patrimonio Cultural. En esta perspectiva, pudimos percibir nuevas
visiones que se han construido en el ámbito jurídico tanto en materia de los derechos humanos, como en el
caso de los derechos económicos, sociales y culturales. Existe teorías que condenan los derechos culturales
a partir del carácter universal de los derechos humanos, mientras que las teorías del relativismo cultural
han ampliado la discusión en esta materia.

El Capítulo Tercero estuvo dedicado al análisis específico de la legislación mexicana, en donde nos
dedicamos a comprobar si el derecho al Patrimonio Cultural estaba reconocido o no. Lo anterior significó
una revisión de los documentos legales más importantes que van desde la propia Constitución hasta la
legislación específica en diversos aspectos culturales y patrimoniales. Pudimos concluir que, a pesar de que
existe una clara evolución en el sistema jurídico mexicano en materia de derechos humanos, la preservación
del Patrimonio Cultural como una prerrogativa individual y social no está reconocida, ni regulada de una
manera efectiva por lo que se refiere a su concepción, medidas de protección y mecanismos de defensa.

Finalmente, en el Capítulo Cuarto, estudiamos la evolución internacional de la protección del Patrimonio


Cultural. Para tal efecto, empezamos por el Derecho Convencional Internacional en la materia. En principio,
la Comunidad Internacional comenzó por resolver los problemas más inmediatos en cuanto a estos bienes
(la protección de los monumentos en un conflicto armado o ante el tráfico ilícito de bienes culturales) para
posteriormente abordar aspectos tan importantes y profundos como los derechos culturales, el valor
estratégico del Patrimonio Cultural en la vida socioeconómica de las naciones y el desarrollo sostenible. En
la segunda parte de dicho capítulo, a partir de los criterios del Patrimonio Cultural que explicamos en el
Capítulo Primero, se hizo un análisis de Derecho Comparado en donde se vinculó nuestra legislación
nacional ante las regulaciones jurídicas emitidas por Brasil, Sudáfrica y Cataluña. El resultado de este
examen nos mostró que la legislación mexicana se encuentra todavía muy lejos del grado de evolución que
muestras estas otras naciones.

Como colofón de este trabajo y tratando de aprovechar los resultados generados, este capítulo está dedicado
a formular las propuestas de modificaciones a nuestro régimen jurídico para propiciar un adecuado
reconocimiento y protección al derecho al Patrimonio Cultural.

439
5.1.- Metodología para la enunciación de las propuestas

A través de este trabajo hemos insistido en la gran complejidad que significa el derecho humano y social al
Patrimonio Cultural, que no puede limitarse explicarse en una dimensión de relación bilateral o de
prestación y obligación. Lo anterior se debe a la propia naturaleza de la cultura y del propio Patrimonio
Cultural, por las implicaciones humanas que representa para el hombre y la comunidad.

Por ello, nuestra primera propuesta es que es necesario reconocer y definir el derecho humano y social al
Patrimonio Cultural, empezando por alcanzar un concepto definitivo del Patrimonio Cultural en la
legislación mexicana y en segundo lugar, establecer los alcances de esta prerrogativa humana y social.

Ante esta perspectiva, las propuestas de modificaciones al régimen legal mexicano que se hagan a partir de
esta idea deberán enfocarse en el cumplimiento o inclusión de los cuatros criterios del Patrimonio Cultural
que hemos mencionado constantemente: el criterio testimonial, el criterio de significación, el criterio de
utilidad y el criterio de desarrollo. Pero adicionalmente, también queremos aprovechar el bagaje jurídico
que han aportado los instrumentos internacionales y las disposiciones que analizamos en nuestro estudio de
derecho comparado.

Existe un aspecto fundamental que es necesario mencionar desde un principio para garantizar la efectividad
de esta prerrogativa: el establecimiento de una instancia que permita a las personas o a una comunidad
acceder ante los tribunales para proteger ese derecho.

En la enunciación de las propuestas, podríamos tomar distintas metodologías. Podríamos partir de un


análisis temático y tratar de detectar la regulación integral de los grandes aspectos del Patrimonio Cultural.
Sin embargo, considerado que este proceso de análisis no sería útil porque perderíamos la perspectiva de
los impactos de las reformas propuestas. Por lo anterior, preferimos seguir la enunciación de propuestas
“norma por norma”.

Es importante señalar que para el mejor entendimiento de las propuestas, las mismas se presentarán a través
de un cuadro que incluya dos columnas: la primera de ellas se refiere al texto actual y la segunda a la
propuesta de adiciones o modificaciones. Los cambios específicos se subrayarán para su identificación. Es
posible que dentro de estos cuadros comparativos podamos incorporar parte de párrafos o incluso, párrafos
completos de diversos artículos, que aunque no sufren modificación alguna, tengan una finalidad
demostrativa y para contextualizar el efecto e impacto de las reformas propuestas.

5.2.- Propuestas para la Constitución Política Federal.

Siendo una de las partes fundamentales de nuestro trabajo, el que exista el reconocimiento del derecho
humano y social al Patrimonio Cultural en nuestra Constitución Política Federal resulta por sí misma una
aportación fundamental en este capítulo de propuestas.

¿Por qué hacer una mención expresa del derecho humano y social al Patrimonio Cultural en nuestra
legislación? Sigamos el esquema mismo en que se desarrolló esta obra.

Al estudiar el concepto de mismo de Cultura y el de Patrimonio Cultural, pudimos apreciar que dentro de
todo el universo del primer término existen muchos rubros, como puede ser la educación artística o las
industrias culturales, que tienen su propia lógica, requerimientos y naturaleza. Pretender abarcar en un
ámbito tan amplio como la cultura, el tratamiento del Patrimonio Cultural reduce en mucho la profundidad
440
de su protección.

Lo anterior también es muy propio en cuanto al análisis que hicimos de los derechos económicos, sociales
y culturales, tanto en el ámbito humano y comunitario. En su momento identificamos la existencia de
diversas tendencias legales vinculadas con los derechos humanos, especialmente en el caso de las teorías
del universalismo y el relativismo cultural en donde existe una referencia negativa específica a los derechos
culturales por ser contrarios a los intereses que dichas teorías defienden. Darle un rumbo adecuado al
derecho al Patrimonio Cultural en el ámbito de los derechos humanos y sociales haciendo hincapié a la
protección de los derechos fundamentales y la dignidad humana representa un tema de especial importancia
en la legislación de cualquier país.

Al examinar nuestra legislación nacional vigente, encontramos que este derecho, a pesar de la riqueza
patrimonial de nuestro país, se encuentra encerrada en una lógica que se sustenta en la facultad (y casi
monopolio) que tiene el Estado con relación al Patrimonio Cultural y no al derecho que la persona humana
y las comunidades tienen con relación a la protección y conservación de sus bienes culturales.

Por último, al realizar el estudio de la evolución de la normatividad internacional y el análisis comparativo


de la legislación mexicana con la de otras naciones y pueblos (Brasil, Sudáfrica y Cataluña), hemos
identificado una evolución muy decidida de esta prerrogativa humana y social en dichas naciones y regiones
que no ha sucedido en nuestro país.

Un tema de especial relevancia es una constante entre las legislaciones comparadas fue el reconocimiento
de los valores de significación del Patrimonio Cultural como parte fundamental misma de la función de
protección. Hemos visto en capítulos anteriores que la simple conservación de los elementos materiales
mismos del Patrimonio Cultural no son fundamentos suficientes para justificar esta actividad y se subraya
la importancia de la atención al valor de significación que le da sentido al sistema legal de preservación de
los bienes culturales. Por ejemplo, en el caso de Cataluña, la conservación del Patrimonio Cultural tiene
una clara intención de fortalecer la identidad nacional catalana; en el caso brasileño, encontramos una fuerte
tendencia a fortalecer la idea del mestizaje cultural de esta nación y por último, el Patrimonio Cultural en
Sudáfrica ha servido para superar las problemáticas del apartheid. En el caso de nuestro país, el valor de
significación debiera adaptarse a los términos más modernos señalados por los tratados internacionales en
el sentido de reafirmar la diversidad cultural y la interculturalidad. Creemos que estos conceptos deben
estar incluidos en la disposición constitucional para darles plena validez y preeminencia legal.

Un tema de fundamental relevancia es que podamos ofrecer una redefinición de los derechos culturales de
una manera integral y un concepto legal básico de lo que significa el Patrimonio Cultural.

Pero parte importante de nuestra propuesta en el ámbito constitucional es la de establecer los principios y
presupuestos básicos sobre los que debe manejarse las autoridades como principales garantes y obligados
a la protección de los bienes culturales materiales e inmateriales: este es un cambio de paradigma en cuanto
a nuestro sistema legal que se ha basado en la falta de definición del concepto mismo de Patrimonio
Cultural, las obligaciones de las autoridades frente a dicho acervo que se traducen en un derecho de las
personas y comunidades a través de la determinación de principios de actuación generales y la creación de
mecanismos de defensa para los particulares en contra de las violaciones de dichos derechos.

Lo señalado en los dos párrafos anteriores nos hacen pensar que la propuesta de reformas en nuestra Carta
Magna no puede limitarse en uno o dos artículos, sino en la creación de lo que se llamaría una Constitución
Cultural, como ha hablado el maestro Edwin Harvey, que presupone un conjunto de normas que de manera
441
congruente, lógica e integral que permiten la defensa legal de estas prerrogativas en el ámbito
constitucional.

5.2.1.- Artículo Primero: la naturaleza de la Nación Mexicana.

La diversidad cultural es una condición esencial de nuestra Nación. La historia del país es el resultado de
la fusión de tres grandes grupos humanos que principalmente se fusionaron durante el Virreinato: los
españoles, los pueblos indígenas originarios y una importante comunidad negra. Posteriormente nuevas
comunidades, como fueron franceses o chinos, que llegaron durante el siglo XIX y principios del siglo XX.
Por último, en el transcurso del siglo XX e incluso nuestro siglo, fueron recibidas en nuestro país
comunidades perseguidas por conflictos internos, principalmente proveniente de España y Chile,
acompañados posteriormente con aquellos naturales de muchas naciones centroamericanas que han
transitado y eventualmente, se han integrado a la población de nuestro país. México es un mosaico
multicultural, como menciona la propia Constitución. Pero es una condición que garantice la convivencia
de todos estos grupos la inexistencia de acciones de discriminación por cuestiones culturales.
Desafortunadamente, en nuestro país se dan muchos hechos de discriminación, principalmente a las
minorías y en especial, a nuestras comunidades indígenas, por aspectos culturales como es la lengua, sus
tradiciones o su forma de organización. Por ello esta propuesta está dirigida a incluir a la cultura misma
como una condición por la cual no pudiera discriminarse a ninguna persona y que todavía no estaba
expresamente determinada en el párrafo quinto del artículo primero de nuestra Carta Magna.

Texto Original Propuesta

Artículo 1º.-- Artículo 1º.--

… …

Queda prohibida toda discriminación motivada por origen Queda prohibida toda discriminación motivada por origen
étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la étnico o nacional, la cultura, el género, la edad, las
condición social, las condiciones de salud, la religión, las discapacidades, la condición social, las condiciones de
opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales,
cualquier otra que atente contra la dignidad humana y el estado civil o cualquier otra que atente contra la
tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar
libertades de las personas. los derechos y libertades de las personas.

5.2.2.- Artículo Segundo: la preservación del Patrimonio Cultural de las comunidades indígenas

El artículo segundo constitucional es una disposición fundamental para la protección de las comunidades
indígenas que conforman una importante parte de la población y del entendimiento propio de nuestra
Nación mexicana. Dicho dispositivo constitucional, desde que nació, ha estado orientado al respeto de la
propia originalidad cultural de dichas comunidades; sin embargo, debemos reconocer que la redacción del
mismo se dio en principio ante la necesidad de cumplir con ciertas expectativas y urgencia políticas. Por
tanto, ha quedado, desde nuestro punto de vista, poco específico por lo que se refiere al tema del respeto de
la cultura y el Patrimonio Cultural de dichas comunidades, que lo viven de manera cotidiana y profunda.
Por ello, las propuestas de reformas están enfocadas principalmente al reconocimiento de la importancia de
la protección de los bienes culturales de dichos pueblos y al reconocimiento y cuidado de los valores de
significación de los mismos. En ese sentido, inclusive proponemos reforzar la declaración contenida en el
párrafo segundo de dicho artículo para no solo hablar de la condición “pluricultural” de nuestra Nación,
442
sino también incorporar el término de “diversidad” que se encuentra acorde a los tratados internacionales,
principalmente a la Convención de la UNESCO para la Protección y Promoción de la Diversidad de las
Expresiones Culturales. Desde nuestro punto de vista, con lo anterior mantenemos la tradicional redacción
que durante muchos ha sostenido la Constitución Federal sobre este punto, pero al mismo tiempo aportamos
los avances que la comunidad internacional ha desarrollado en la última década.

Texto Original Propuesta

Artículo 2º.- La Nación Mexicana es única e indivisible. Artículo 2º.- La Nación Mexicana es única e indivisible.

La Nación tiene una composición pluricultural sustentada La Nación tiene una composición diversa y pluricultural
originalmente en sus pueblos indígenas que son aquellos sustentada originalmente en sus pueblos indígenas que son
que descienden de poblaciones que habitaban en el aquellos que descienden de poblaciones que habitaban en
territorio actual del país al iniciarse la colonización y que el territorio actual del país al iniciarse la colonización y
conservan sus propias instituciones sociales, económicas, que conservan sus propias instituciones, bienes,
culturales y políticas, o parte de ellas. manifestaciones, conocimientos o formas de organización
social, económica, cultural y política, o parte de ellas.

La conciencia de su identidad indígena deberá ser criterio La conciencia de su identidad indígena y la valorización de
fundamental para determinar a quiénes se aplican las las significaciones a través de sus instituciones, bienes
disposiciones sobre pueblos indígenas. culturales, manifestaciones, conocimientos o formas de
organización deberá ser criterio fundamental para
determinar a quiénes se aplican las disposiciones sobre
pueblos indígenas.

Son comunidades integrantes de un pueblo indígena, Son comunidades integrantes de un pueblo indígena,
aquellas que formen una unidad social, económica y aquellas que formen una unidad social, económica y
cultural, asentadas en un territorio y que reconocen cultural, asentadas en un territorio y que reconocen
autoridades propias de acuerdo con sus usos y costumbres. autoridades propias de acuerdo con sus usos y costumbres,
compartiendo una valorización sobre su Patrimonio
Cultural material e inmaterial).

El derecho de los pueblos indígenas a la libre El derecho de los pueblos indígenas a la libre
determinación se ejercerá en un marco constitucional de determinación se ejercerá en un marco constitucional de
autonomía que asegure la unidad nacional. El autonomía que asegure la unidad nacional y reconozca la
reconocimiento de los pueblos y comunidades indígenas se diversidad cultural. El reconocimiento de los pueblos y
hará en las constituciones y leyes de las entidades comunidades indígenas se hará en las constituciones y leyes
federativas, las que deberán tomar en cuenta, además de los de las entidades federativas, las que deberán tomar en
principios generales establecidos en los párrafos anteriores cuenta, además de los principios generales establecidos en
de este artículo, criterios etnolingüísticos y de asentamiento los párrafos anteriores de este artículo, criterios
físico. etnolingüísticos, culturales y de asentamiento físico.

A.- Esta Constitución reconoce y garantiza el derecho de A.- Esta Constitución reconoce y garantiza el derecho de
los pueblos y las comunidades indígenas a la libre los pueblos y las comunidades indígenas a la libre
determinación y, en consecuencia, a la autonomía para: determinación y al respeto de sus derechos culturales, en
consecuencia, a la autonomía para:

I.- Decidir sus formas internas de convivencia y I.- Decidir sus formas internas de convivencia y
organización social, económica, política y cultural. organización social, económica, política y cultural.

II.- Aplicar sus propios sistemas normativos en la II.- Aplicar sus propios sistemas normativos en la
regulación y solución de sus conflictos internos, regulación y solución de sus conflictos internos,
sujetándose a los principios generales de esta Constitución, sujetándose a los principios generales de esta Constitución,
respetando las garantías individuales, los derechos respetando las garantías individuales, los derechos
humanos y, de manera relevante, la dignidad e integridad humanos y, de manera relevante, la dignidad e integridad
443
de las mujeres. La ley establecerá los casos y de las mujeres. La ley establecerá los casos y
procedimientos de validación por los jueces o tribunales procedimientos de validación por los jueces o tribunales
correspondientes. correspondientes.

III.- … III.- …

IV.- Preservar y enriquecer sus lenguas, conocimientos y IV.- Preservar y enriquecer su Patrimonio Cultural,
todos los elementos que constituyan su cultura e identidad. material e inmaterial, sus lenguas, conocimientos y todos
los elementos que constituyan su cultura e identidad, en un
marco de respeto a la diversidad cultural, estableciendo
medidas que eviten la realización de actos que puedan
atentar sobre su autenticidad, la significación que tengan
para estas comunidades, el uso respetuoso de los mismos
y su contribución al desarrollo sostenible de la
comunidad. Para efectos de la protección de su
Patrimonio Cultural material e inmaterial, las autoridades
establecerán vínculos de coordinación con sus
representantes nombrados a través de sus procedimientos
y prácticas tradicionales.

V.- Conservar y mejorar el hábitat y preservar la integridad V.- Conservar y mejorar el hábitat y preservar la integridad
de sus tierras en los términos establecidos en esta de sus tierras, así como los vínculos y significaciones que
Constitución. se han construido por parte de las comunidades en los
términos establecidos en esta Constitución.

VI.- Acceder, con respeto a las formas y modalidades de VI.- Acceder, con respeto a las formas y modalidades de
propiedad y tenencia de la tierra establecidas en esta propiedad y tenencia de la tierra establecidas en esta
Constitución y a las leyes de la materia, así como a los Constitución y a las leyes de la materia, así como a los
derechos adquiridos por terceros o por integrantes de la derechos adquiridos por terceros o por integrantes de la
comunidad, al uso y disfrute preferente de los recursos comunidad, al uso y disfrute preferente de los recursos
naturales de los lugares que habitan y ocupan las naturales de los lugares que habitan y ocupan las
comunidades, salvo aquellos que corresponden a las áreas comunidades, con pleno respeto a los vínculos y
estratégicas, en términos de esta Constitución. Para estos significaciones que se han construido por parte de las
efectos las comunidades podrán asociarse en términos de comunidades salvo aquellos que corresponden a las áreas
ley. estratégicas, en términos de esta Constitución. Para estos
efectos las comunidades podrán asociarse en términos de
ley.

VII.- Elegir, en los municipios con población indígena, VII.- Elegir, en los municipios con población indígena,
representantes ante los ayuntamientos. representantes ante los ayuntamientos.

Las constituciones y leyes de las entidades federativas Las constituciones y leyes de las entidades federativas
reconocerán y regularán estos derechos en los municipios, reconocerán y regularán estos derechos en los municipios,
con el propósito de fortalecer la participación y con el propósito de fortalecer la participación y
representación política de conformidad con sus tradiciones representación política de conformidad con sus tradiciones
y normas internas. y normas internas, así como a su Patrimonio Cultural
inmaterial.

VIII.- Acceder plenamente a la jurisdicción del Estado. VIII.- Acceder plenamente a la jurisdicción del Estado.
Para garantizar ese derecho, en todos los juicios y Para garantizar ese derecho, en todos los juicios y
procedimientos en que sean parte, individual o procedimientos en que sean parte, individual o
colectivamente, se deberán tomar en cuenta sus costumbres colectivamente, se deberán tomar en cuenta sus costumbres
y especificidades culturales respetando los preceptos de y especificidades culturales, así como a su Patrimonio
esta Constitución. Los indígenas tienen en todo tiempo el Cultural inmaterial respetando los preceptos de esta
derecho a ser asistidos por intérpretes y defensores que Constitución. Los indígenas tienen en todo tiempo el
tengan conocimiento de su lengua y cultura. derecho a ser asistidos por intérpretes y defensores que
tengan conocimiento de su lengua y cultura.
444
Las constituciones y leyes de las entidades federativas Las constituciones y leyes de las entidades federativas
establecerán las características de libre determinación y establecerán las características de libre determinación y
autonomía que mejor expresen las situaciones y autonomía que mejor expresen las situaciones y
aspiraciones de los pueblos indígenas en cada entidad, así aspiraciones de los pueblos indígenas en cada entidad, así
como las normas para el reconocimiento de las como las normas para el reconocimiento de las
comunidades indígenas como entidades de interés público. comunidades indígenas como entidades de interés público
y grupos que contribuyen a la diversidad cultural de la
Nación, con pleno respeto a su Patrimonio Cultural
material e inmaterial.

B.- La Federación, los Estados y los Municipios, para B.- La Federación, los Estados y los Municipios, para
promover la igualdad de oportunidades de los indígenas y promover la igualdad de oportunidades de los indígenas y
eliminar cualquier práctica discriminatoria, establecerán eliminar cualquier práctica discriminatoria, establecerán
las instituciones y determinarán las políticas necesarias las instituciones y determinarán las políticas necesarias
para garantizar la vigencia de los derechos de los indígenas para garantizar la vigencia de los derechos de los indígenas
y el desarrollo integral de sus pueblos y comunidades, las y el desarrollo integral de sus pueblos y comunidades, las
cuales deberán ser diseñadas y operadas conjuntamente cuales deberán ser diseñadas y operadas conjuntamente
con ellos. con ellos.

Para abatir las carencias y rezagos que afectan a los Para abatir las carencias y rezagos que afectan a los
pueblos y comunidades indígenas, dichas autoridades, pueblos y comunidades indígenas, dichas autoridades,
tienen la obligación de: tienen la obligación de:

I.-… I.-…

II.- Garantizar e incrementar los niveles de escolaridad, II.- Garantizar e incrementar los niveles de escolaridad,
favoreciendo la educación bilingüe e intercultural, la aprecio por su Patrimonio Cultural material e inmaterial,
alfabetización, la conclusión de la educación básica, la favoreciendo la educación bilingüe e intercultural, la
capacitación productiva y la educación media superior y alfabetización, la conclusión de la educación básica, la
superior. Establecer un sistema de becas para los capacitación productiva y la educación media superior y
estudiantes indígenas en todos los niveles. Definir y superior. Establecer un sistema de becas para los
desarrollar programas educativos de contenido regional estudiantes indígenas en todos los niveles. Definir y
que reconozcan la herencia cultural de sus pueblos, de desarrollar programas educativos de contenido regional
acuerdo con las leyes de la materia y en consulta con las que reconozcan la herencia y Patrimonio Cultural de sus
comunidades indígenas. Impulsar el respeto y conocimiento pueblos, de acuerdo con las leyes de la materia y en
de las diversas culturas existentes en la nación. consulta con las comunidades indígenas. Impulsar el
respeto y conocimiento de las diversas culturas existentes
en la nación.

III. a VII.-… III. a VII.-…

VIII.- Establecer políticas sociales para proteger a los VIII.- Establecer políticas sociales para proteger a los
migrantes de los pueblos indígenas, tanto en el territorio migrantes de los pueblos indígenas, tanto en el territorio
nacional como en el extranjero, mediante acciones para nacional como en el extranjero, mediante acciones para
garantizar los derechos laborales de los jornaleros garantizar los derechos laborales de los jornaleros
agrícolas; mejorar las condiciones de salud de las mujeres; agrícolas; mejorar las condiciones de salud de las mujeres;
apoyar con programas especiales de educación y nutrición apoyar con programas especiales de educación y nutrición
a niños y jóvenes de familias migrantes; velar por el respeto a niños y jóvenes de familias migrantes; velar por el respeto
de sus derechos humanos y promover la difusión de sus de sus derechos humanos y garantizar la difusión de sus
culturas. culturas y Patrimonio Cultural material e inmaterial.

IX.-…
IX.- …

445
5.2.3.- Artículo Tercero: la función de la educación en el Patrimonio Cultural.

La educación es uno de los elementos que contribuyen al valor del desarrollo del Patrimonio Cultural. El
futuro de los bienes culturales depende de la significación que tengan para una comunidad y para ello, los
procesos educativos deben estar orientados a fortalecer su conocimiento y valorización. Nuestra propuesta
está dirigida a modificar algunas disposiciones del artículo 3º para fortalecer los aspectos relacionados a la
diversidad cultural y especialmente, a los bienes culturales.

Texto Original Propuesta

Artículo 3º.-… Artículo 3º.-…

La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar
armónicamente, todas las facultades del ser humano y armónicamente, todas las facultades del ser humano y
fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria, el respeto a fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria, el respeto al
los derechos humanos y la conciencia de la solidaridad Patrimonio Cultural, el respeto a los derechos humanos y
internacional, en la independencia y en la justicia. la conciencia de la solidaridad internacional, en la
independencia y en la justicia.

El Estado garantizará la calidad en la educación El Estado garantizará la calidad en la educación


obligatoria de manera que los materiales y métodos obligatoria de manera que los materiales y métodos
educativos, la organización escolar, la infraestructura educativos, la organización escolar, la infraestructura
educativa y la idoneidad de los docentes y los directivos educativa y la idoneidad de los docentes y los directivos
garanticen el máximo logro de aprendizaje de los garanticen el máximo logro de aprendizaje de los
educandos. educandos.

I.-… I.-…

II.- El criterio que orientará a esa educación se basará en II.- El criterio que orientará a esa educación se basará en
los resultados del progreso científico, luchará contra la los resultados del progreso científico, luchará contra la
ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos,
los prejuicios. la discriminación y los prejuicios.

Además: Además:

a)… a)…

b) Será nacional, en cuanto –sin hostilidades ni b) Será nacional, en cuanto –sin hostilidades ni
exclusivismos– atenderá a la comprensión de nuestros exclusivismos– atenderá a la comprensión de nuestros
problemas, al aprovechamiento de nuestros recursos, a la problemas, al aprovechamiento de nuestros recursos, a la
defensa de nuestra independencia política, al defensa de nuestra independencia política, al
aseguramiento de nuestra independencia económica y a la aseguramiento de nuestra independencia económica, y a la
continuidad y acrecentamiento de nuestra cultura; continuidad y acrecentamiento de nuestra cultura y en
especial, de nuestro Patrimonio Cultural material e
inmaterial;

c) Contribuirá a la mejor convivencia humana, a fin de c) Contribuirá a la mejor convivencia humana, a fin de
fortalecer el aprecio y respeto por la diversidad cultural, la fortalecer el aprecio y respeto por la diversidad cultural, la
dignidad de la persona, la integridad de la familia, la dignidad de la persona, la integridad de la familia, la
convicción del interés general de la sociedad, los ideales de convicción del interés general de la sociedad, los ideales de
fraternidad e igualdad de derechos de todos, evitando los fraternidad e igualdad de derechos de todos, evitando los
privilegios de razas, de religión, de grupos, de sexos o de privilegios de razas, de comunidades culturales, de
individuos, y religión, de grupos, de sexos o de individuos, y

d)… d)…

446
III. a IV.-… III. a IV.-…

V.- Además de impartir la educación preescolar, primaria, V.- Además de impartir la educación preescolar, primaria,
secundaria y media superior, señaladas en el primer secundaria y media superior, señaladas en el primer
párrafo, el Estado promoverá y atenderá todos los tipos y párrafo, el Estado promoverá y atenderá todos los tipos y
modalidades educativos –incluyendo la educación inicial y modalidades educativos –incluyendo la educación inicial y
a la educación superior– necesarios para el desarrollo de a la educación superior– necesarios para el desarrollo de
la nación, apoyará la investigación científica y tecnológica, la nación, apoyará la investigación científica y tecnológica,
y alentará el fortalecimiento y difusión de nuestra cultura; y alentará el fortalecimiento y difusión de nuestra cultura,
el reconocimiento de nuestra diversidad cultural y la
protección del Patrimonio Cultural material e inmaterial.
Este último aspecto tendrá un lugar relevante dentro del
contenido de los libros de textos gratuitos proporcionados
por el Estado;

VI.-… VI.-…

VII.- Las universidades y las demás instituciones de VII.- Las universidades y las demás instituciones de
educación superior a las que la ley otorgue autonomía, educación superior a las que la ley otorgue autonomía,
tendrán la facultad y la responsabilidad de gobernarse a sí tendrán la facultad y la responsabilidad de gobernarse a sí
mismas; realizarán sus fines de educar, investigar y mismas; realizarán sus fines de educar, investigar y
difundir la cultura de acuerdo con los principios de este difundir la cultura y en especial, el Patrimonio Cultural
artículo, respetando la libertad de cátedra e investigación material e inmaterial de acuerdo con los principios de este
y de libre examen y discusión de las ideas; determinarán artículo, respetando la libertad de cátedra e investigación
sus planes y programas; fijarán los términos de ingreso, y de libre examen y discusión de las ideas; determinarán
promoción y permanencia de su personal académico; y sus planes y programas; fijarán los términos de ingreso,
administrarán su patrimonio. Las relaciones laborales, promoción y permanencia de su personal académico; y
tanto del personal académico como del administrativo, se administrarán su patrimonio. Las relaciones laborales,
normarán por el apartado A del artículo 123 de esta tanto del personal académico como del administrativo, se
Constitución, en los términos y con las modalidades que normarán por el apartado A del artículo 123 de esta
establezca la Ley Federal del Trabajo conforme a las Constitución, en los términos y con las modalidades que
características propias de un trabajo especial, de manera establezca la Ley Federal del Trabajo conforme a las
que concuerden con la autonomía, la libertad de cátedra e características propias de un trabajo especial, de manera
investigación y los fines de las instituciones a que esta que concuerden con la autonomía, la libertad de cátedra e
fracción se refiere; investigación y los fines de las instituciones a que esta
fracción se refiere;

VIII. a IX.-… VIII. a IX.-…

5.2.4.- Artículo Cuarto: la clara definición de los derechos culturales y el reconocimiento del derecho
humano y social al Patrimonio Cultural.

Esta disposición es el punto central de nuestro trabajo. En su texto actual, nuestra opinión ha sido que la
Constitución Federal es aún muy limitada en cuanto al alcance de los derechos culturales. Dado que
pretendemos darle un tratamiento especial a dichas prerrogativas, la primera propuesta es mover
íntegramente la regulación en materia de derechos culturales al final del artículo 4º Constitucional con el
fin de ampliar y detallar su contenido sin tener limitaciones en cuanto al mantenimiento de párrafos
posteriores.

De esta manera, nuestra propuesta se basa primeramente al reconocimiento integral de los derechos
culturales, el cual está mucho más enfocado al entendimiento de la cultura como un asunto eminentemente
humano y social. Con lo anterior, nos alejamos al sentido puramente administrativo que sostiene una visión
447
del órgano estatal como el único y gran conductor de la vida cultural. Nuestra intención es socializar y
humanizar los derechos culturales, reafirmando aquellos aspectos que estudiamos durante los capítulos
segundo y tercero de este trabajo. En ese sentido, en lugar de un “derecho de acceso y disfrute a la cultura”
que parece un enunciado que externaliza la cultura, sugerimos definir claramente dichas prerrogativas
humanas y sociales que estarán garantizadas por el Estado, para quien esto representará no una facultad
sino una obligación ante la sociedad y los individuos. Dichos derechos culturales consistirán principalmente
en:

a) acceso, respeto y disfrute de los propios derechos culturales,

b) la protección a la creatividad humana y social y de los derechos de propiedad intelectual,

c) la defensa de la diversidad cultural,

d) el involucramiento de la cultura en los procesos económicos y el concepto del desarrollo sostenible,

e) la promoción de las industrias culturales,

f) la creación de instituciones gubernamentales especializadas y plenamente coordinadas en favor de la


cultura;

g) el acceso y disfrute a los bienes y servicios culturales, así como a la educación artística, y por último,

h) el derecho humano y social a la protección, conservación y enriquecimiento del Patrimonio Cultural


material e inmaterial.

Para el caso del derecho al Patrimonio Cultural, que es la parte fundamental de nuestro trabajo, se hace una
enunciación pormenorizada de los aspectos que implica y que se basa precisamente en los 4 criterios con
que los hemos analizado a través de este trabajo:

a) la protección de la autenticidad de los bienes culturales,

b) la preservación de los valores de significación del Patrimonio Cultural,

c) la incorporación del Patrimonio Cultural a los procesos de planeación, a la vida socio-económica y al


desarrollo sostenible, incluyendo la asignación de usos compatibles que garanticen su conservación.

d) la promoción de la participación social, a través de los proyectos sociales, los estímulos a la conservación
y a la educación,

e) la creación de mecanismos de defensa que garanticen a la comunidad la posibilidad de detener cualquier


tipo de acción u omisión que representen un riesgo para su Patrimonio Cultural por parte de las autoridades
y de los terceros.

Congruente a lo expresado por la comunidad internacional, ninguna de estas prerrogativas podrán ser
contrarias a los derechos fundamentales o a la dignidad humana. Proponemos que se incluya en este artículo
un principio de interés más favorecido en favor del Patrimonio Cultural cuando exista algún conflicto que
involucre otro tipo de intereses (salvo el caso que esté involucrada nuestra seguridad nacional).
448
Como podemos apreciar, esta propuesta establece principios generales que derivarán posteriormente en
propuestas de reformas para la legislación específica.

Texto Original Propuesta

Artículo 4º.-… (11 párrafos) Artículo 4º.-… (11 párrafos)

(párrafo doce): Toda persona tiene derecho al acceso a la (párrafo doce): (se deroga)
cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el
Estado en la materia, así como el ejercicio de sus derechos
culturales. El Estado promoverá los medios para la difusión
y desarrollo de la cultura, atendiendo a la diversidad
cultural en todas sus manifestaciones y expresiones con
pleno respeto a la libertad creativa. La ley establecerá los
mecanismos para el acceso y participación a cualquier
manifestación cultural.

(párrafo trece y último)…. (párrafo trece, que se convierte en doce)….

El acceso, respeto y ejercicio de los derechos culturales de


toda persona o comunidad será una prerrogativa de
carácter irrenunciable a los habitantes de la Nación y
deberán ser tutelados, protegidos y garantizados por el
Estado, de conformidad con los siguientes principios:

I.- Se considerarán como derechos culturales aquellas


prerrogativas humanas y colectivas que están enfocadas
a garantizar al individuo y a las comunidades el pleno
desarrollo de sus propias expresiones materiales o
inmateriales, manifestaciones, sustentos ideológicos y
valorativos, conocimientos, maneras de relación y
entendimiento del mundo.

II.- Corresponderá al Estado establecer las condiciones


necesarias para el libre desarrollo de la creatividad
individual y comunitaria que permitan el reconocimiento
de los derechos derivados de la autoría de las obras que
sean producto de esa creatividad y protejan la adecuada
utilización de los conocimientos humanos y colectivos;

III.- El Estado establecerá las medidas legales,


reglamentarias y administrativas para reconocer y
garantizar la diversidad de expresiones humanas, la
convivencia de las distintas formas de entender la cultura,
el trato igualitario entre las diversas culturas que
conviven en un mismo territorio y el respeto a la
significaciones, conocimientos, mensaje y valores que
cada comunidad aporte a la vida cultural de una
sociedad, así como a cualquiera de sus miembros, incluso
en el caso de las minorías;

IV.- El Estado dictará los ordenamientos legales y


reglamentarios necesarios para la adecuada asignación
de usos de la cultura en el marco del desarrollo de
actividades productivas, estableciendo como principal
fundamento de esta condición la conservación de los
449
valores trascendentes de los bienes, manifestaciones y
servicios culturales sobre cualquier otro valor utilitario o
de incidencia económica y además, garantizará la
incorporación de la cultura en los procesos de desarrollo
nacional, bajo un criterio de sostenibilidad;

V.- El Estado promoverá y garantizará la creación y


desarrollo de industrias culturales; además, establecerá
un sistema de incentivos y beneficios económicos y
fiscales que faciliten el desarrollo cultural individual o
comunitario y asignará presupuestos suficientes que
permitan al Estado proveer las condiciones en materia de
derechos culturales establecidas en este artículo;

VI.- El Estado creará instituciones, mecanismos y


servicios gubernamentales que permitan a la persona y a
la comunidad acceder, desarrollar y enriquecer la
actividad cultural, aún en aquellos casos en los que los
beneficiarios no pertenezcan a la cultura
mayoritariamente aceptada por una comunidad humana
y de igual forma, dictará las medidas legales,
reglamentarias y administrativas para lograr la
coordinación de las autoridades federales, estatales y
municipales, con pleno respeto a su esfera de
competencia, en esta materia;

VII.- El Estado garantizará el acceso y disfrute de la


población a los bienes, servicios y educación cultural y
artística, así como la incorporación de la cultura en los
planes y procesos educativos de una comunidad;

VIII.- El Estado tutelará y garantizará la protección,


conservación, enriquecimiento, valoración, investigación
y transmisión a las generaciones futuras de los bienes
muebles, bienes inmuebles, conjuntos, sitios, paisajes,
itinerarios, entornos naturales o construidos,
manifestaciones, formas de organización, tradiciones,
leyendas, conocimientos, técnicas, formas de vivir, laborar
y comunicarse, usos, representaciones, expresiones
técnicas y espacios físicos, así como los paisaje y regiones
y cualquier otro de naturaleza similar a las expresadas
anteriormente que conforman el Patrimonio Cultural, ya
sea materia o inmaterial, a través de:

a) la adopción por parte del Estado de aquellas medidas


de carácter legal y administrativas que se requieran con
el fin de que pueda ejercer su función, a todo nivel de
gobierno y dentro del marco de sus competencias, como
rector y principal responsable ante los individuos y los
grupos sociales de la protección, conservación,
valoración, enriquecimiento, uso adecuado,
sostenibilidad, difusión e investigación del Patrimonio
Cultural, finalidad que será consideradas de utilidad y
orden público, por lo que, ante un conflicto de intereses
que pueda suponer la destrucción o deterioro del
Patrimonio Cultural frente a cualquier otra
consideración, salvo aquellas de seguridad nacional,
siempre se resolverá favoreciendo al Patrimonio
Cultural;
450
b) la protección, conservación, valoración, difusión e
investigación de todos aquellos elementos que sustenten
su integridad y autenticidad como testimonio de la
evolución del grupo social a través del tiempo;

c) la protección, conservación, valoración,


enriquecimiento e investigación de todos aquellos
elementos que cuenten con una significación para la
persona o el grupo social en cuanto a su identificación,
identidad, diferenciación, diversidad, relaciones entre los
miembros, formas de vivir y relacionarse entre los
diversos miembros del grupo, con otros grupos humanos
y con el entorno social y natural, favoreciendo la
diversidad cultural y la interculturalidad;

d) la determinación de aquellos usos y demás formas de


aprovechamiento del Patrimonio Cultural que sean
compatibles con la protección y conservación del mismo
a partir de un sentido de sostenibilidad y favoreciendo el
uso original cuando sea posible;

e) la adopción de medidas de planeación y acciones que


permitan al Patrimonio Cultural su incorporación en la
vida socioeconómica y participar en los procesos de
desarrollo a nivel nacional, regional o local, pero siempre
privilegiando los aspectos señalados en los incisos
anteriores;

f) la creación de medidas que favorezcan y estimulen la


participación de la comunidad y los individuos en planes,
acciones, proyectos y en los procesos de toma de decisión
con relación al Patrimonio Cultural del cual son
titulares;

g) la asignación de estímulos e incentivos, así como de


presupuestos necesarios por parte del Estado para la
adecuada protección, conservación, valoración,
enriquecimiento, difusión e investigación del Patrimonio
Cultural;

h) la promoción de la educación e investigación destinada


a reforzar la importancia del respeto, protección,
conservación, valoración, difusión e investigación entre
la sociedad; y,

i) el establecimiento de medios de defensa adecuados en


la legislación aplicable con que puedan contar los
gobernados y las comunidades cuando las prerrogativas
mencionadas en los incisos anteriores se encuentren en
riesgo; estableciendo mecanismo expeditos para
suspender cualquier acto que represente un peligro
inminente para el Patrimonio Cultural.

Las prerrogativas anteriormente señaladas no podrán


representar un daño o menoscabo a los derechos
humanos y libertades fundamentales, así como la
dignidad humana.

451
5.2.5.- Artículos 25, 26 y 28: la incorporación del Patrimonio Cultural a los procesos de desarrollo y a la
vida socio-económica.

La regulación constitucional referida a la rectoría y la planeación democrática de la vida económica y social


de nuestro país que se encuentra contenida en los artículos 25, 26 y 28, la cual también tiene una incidencia
en cuanto a la conservación del Patrimonio Cultural, principalmente en lo que se refiere a los criterios
utilitarios y de desarrollo.

En el caso del artículo 25, consideramos y siendo congruentes con lo que hemos propuesto para el artículo
1º, 2º y 4º, la diversidad cultural constituye una condición que se encuentra presente en la esencia de nuestra
Nación, por lo que consideramos que esta condición debe estar incluida entre las finalidades hacia dónde
debe dirigirse la rectoría del desarrollo nacional por parte del Estado. En otras palabras, reconocer a la
diversidad cultural como un tema prioritario nacional.

Por lo que respecta al artículo 26, reiteramos nuestra propuesta de incorporar el tema de la diversidad
cultural como una de las finalidades de la planeación del desarrollo.

Con ambas propuestas, estamos garantizando que se reconozca la importancia de orientar el concepto
mismo del desarrollo con la diversidad cultural como una condición radical de nuestra Nación.

Por último, en lo referente al artículo 28, el cual se refiere entre otras cuestiones a los derechos de propiedad
intelectual, se busca reafirmar y proteger aquellos conocimientos que han desarrollado las comunidades
indígenas, proponiendo que se reconozca la titularidad de las comunidades respecto de la autoría sobre esos
conocimientos que han sido creados y enriquecidos de una manera tradicional. Lo anterior tendrá como fin
evitar que dichos conocimientos sean utilizados comercialmente de una manera indiscriminada y a partir
de un plagio de aquello que es propio de la creatividad de las comunidades a través del tiempo. Esta
disposición fortalece también el valor de significación del Patrimonio Cultural inmaterial.

Texto Original Propuesta

Artículo 25.- Corresponde al Estado la rectoría del Artículo 25.- Corresponde al Estado la rectoría del
desarrollo nacional para garantizar que éste sea integral y desarrollo nacional para garantizar que éste sea integral y
sustentable, que fortalezca la Soberanía de la Nación y su sustentable, que fortalezca la Soberanía de la Nación y su
régimen democrático y que, mediante la competitividad, el régimen democrático y que, mediante la competitividad, el
fomento del crecimiento económico y el empleo y una más fomento del crecimiento económico y el empleo y una más
justa distribución del ingreso y la riqueza, permita el pleno justa distribución del ingreso y la riqueza, reconozca y
ejercicio de la libertad y la dignidad de los individuos, tutele la diversidad cultural; permita el pleno ejercicio de
grupos y clases sociales, cuya seguridad protege esta la libertad y la dignidad de los individuos, grupos y clases
Constitución. La competitividad se entenderá como el sociales, cuya seguridad protege esta Constitución. La
conjunto de condiciones necesarias para generar un mayor competitividad se entenderá como el conjunto de
crecimiento económico, promoviendo la inversión y la condiciones necesarias para generar un mayor crecimiento
generación de empleo. económico, promoviendo la inversión y la generación de
empleo.

… (segundo a séptimo) … (segundo a séptimo)

(octavo párrafo) Bajo criterios de equidad social, (octavo párrafo) Bajo criterios de equidad social,
productividad y sustentabilidad se apoyará e impulsará a productividad y sustentabilidad se apoyará e impulsará a
las empresas de los sectores social y privado de la las empresas de los sectores social y privado de la
economía, sujetándolos a las modalidades que dicte el economía, sujetándolos a las modalidades que dicte el
452
interés público y al uso, en beneficio general, de los interés público y al uso, en beneficio general, de los
recursos productivos, cuidando su conservación y el medio recursos productivos, cuidando su conservación y el medio
ambiente. ambiente, así como a los vínculos que las comunidades
han construido a través del tiempo y su cultura con su
entorno.

Texto Original Propuesta

Artículo 26.- Artículo 26.-

A.- El Estado organizará un sistema de planeación A.- El Estado organizará un sistema de planeación
democrática del desarrollo nacional que imprima solidez, democrática del desarrollo nacional que imprima solidez,
dinamismo, competitividad, permanencia y equidad al dinamismo, competitividad, permanencia y equidad al
crecimiento de la economía para la independencia y la crecimiento de la economía para la independencia y la
democratización política, social y cultural de la nación. democratización política y social, así como para el respeto
de la diversidad cultural de la nación.

Texto Original Propuesta

Artículo 28.-… (primero a noveno párrafo) Artículo 28.-… (primero a noveno párrafo)

(párrafo décimo) Tampoco constituyen monopolios los (párrafo décimo) Tampoco constituyen monopolios los
privilegios que por determinado tiempo se concedan a los privilegios que por determinado tiempo se concedan a los
autores y artistas para la producción de sus obras y los que autores, artistas y comunidades para la producción de sus
para el uso exclusivo de sus inventos, se otorguen a los obras y los que para el uso exclusivo de sus inventos, se
inventores y perfeccionadores de alguna mejora. otorguen a los inventores y perfeccionadores de alguna
mejora, incluyendo aquellos que se deriven de los
conocimientos tradicionales desarrollados por las
comunidades.

5.2.6.- Artículo 27: el reconocimiento constitucional expreso de la protección del Patrimonio Cultural como
un asunto de interés público.

El artículo 27 constitucional es una disposición fundamental para el régimen legal de protección del
Patrimonio Cultural, ya que al contar con los valores sociales trascendentes que le dan sentido a su
existencia, también se traduce en un asunto de interés o utilidad pública que justifican las limitaciones que
el Estado imponga al derecho de propiedad privada.

Como podemos observar del tercer párrafo de este dispositivo constitucional, existe un listado exhaustivo
sobre aquellos asuntos que son considerados de utilidad pública y que representan un criterio sobre el que
Estado deba de imponer restricciones a la propiedad privada para defender un bien común. Sin embargo, la
preservación del Patrimonio Cultural no está incluida en ese listado. La manera de subsanar esta situación
ha sido que los artículos primero y segundo de la Ley Federal de Monumentos y Zonas declaran que dicha
Ley es de interés social y nacional y que es de interés público la protección y conservación de los
monumentos y zonas. Desde nuestro punto de vista, debiera ser la propia Carta Magna la que estableciera
453
esta declaración de utilidad pública para darle a este tema la fortaleza legal necesaria a partir de su mención
expresa en la disposición jurídica más importante de nuestro país.

Igualmente, consideramos que debemos reafirmar el dominio directo que tiene la Nación sobre los
monumentos arqueológicos. Esta es una disposición contenida en el artículo 27 de la Ley Federal de
Monumentos y Zonas; sin embargo, pensamos que dicha declaración es de tal importancia que debiera estar
contenida en el cuarto párrafo del mencionado artículo 27 de nuestra Ley Fundamental.

Texto Original Propuesta

Artículo 27.-… Artículo 27.-…

(tercer párrafo) La nación tendrá en todo tiempo el derecho (tercer párrafo) La nación tendrá en todo tiempo el derecho
de imponer a la propiedad privada las modalidades que de imponer a la propiedad privada las modalidades que
dicte el interés público, así como el de regular, en beneficio dicte el interés público, así como el de regular, en beneficio
social, el aprovechamiento de los elementos naturales social, el aprovechamiento de los elementos naturales
susceptibles de apropiación, con objeto de hacer una susceptibles de apropiación, con objeto de hacer una
distribución equitativa de la riqueza pública, cuidar de su distribución equitativa de la riqueza pública, cuidar de su
conservación, lograr el desarrollo equilibrado del país y el conservación, lograr el desarrollo equilibrado del país y el
mejoramiento de las condiciones de vida de la población mejoramiento de las condiciones de vida de la población
rural y urbana. En consecuencia, se dictarán las medidas rural y urbana, así como la protección, conservación y
necesarias para ordenar los asentamientos humanos y enriquecimiento del Patrimonio Cultural material e
establecer adecuadas provisiones, usos, reservas y destinos inmaterial con el fin de contribuir al reconocimiento y
de tierras, aguas y bosques, a efecto de ejecutar obras tutela de la diversidad cultural de la nación. En
públicas y de planear y regular la fundación, conservación, consecuencia, se dictarán las medidas necesarias para
mejoramiento y crecimiento de los centros de población; ordenar los asentamientos humanos y establecer adecuadas
para preservar y restaurar el equilibrio ecológico; para el provisiones, usos, reservas y destinos de tierras, aguas y
fraccionamiento de los latifundios; para disponer, en los bosques, a efecto de ejecutar obras públicas y de planear y
términos de la ley reglamentaria, la organización y regular la fundación, conservación, mejoramiento y
explotación colectiva de los ejidos y comunidades; para el crecimiento de los centros de población; para preservar y
desarrollo de la pequeña propiedad rural; para el fomento restaurar el equilibrio ecológico; para proteger, conservar
de la agricultura, de la ganadería, de la silvicultura y de las y restaurar los bienes del Patrimonio Cultural material e
demás actividades económicas en el medio rural, y para inmaterial; para el fraccionamiento de los latifundios; para
evitar la destrucción de los elementos naturales y los daños disponer, en los términos de la ley reglamentaria, la
que la propiedad pueda sufrir en perjuicio de la sociedad. organización y explotación colectiva de los ejidos y
comunidades; para el desarrollo de la pequeña propiedad
rural; para el fomento de la agricultura, de la ganadería,
de la silvicultura y de las demás actividades económicas en
el medio rural, y para evitar la destrucción de los elementos
naturales y los daños que la propiedad pueda sufrir en
perjuicio de la sociedad.

(cuarto párrafo) Corresponde a la Nación el dominio (cuarto párrafo) Corresponde a la Nación el dominio
directo de todos los recursos naturales de la plataforma directo de todos los recursos naturales de la plataforma
continental y los zócalos submarinos de las islas; de todos continental y los zócalos submarinos de las islas; de todos
los minerales o substancias que en vetas, mantos, masas o los minerales o substancias que en vetas, mantos, masas o
yacimientos, constituyan depósitos cuya naturaleza sea yacimientos, constituyan depósitos cuya naturaleza sea
distinta de los componentes de los terrenos, tales como los distinta de los componentes de los terrenos, tales como los
minerales de los que se extraigan metales y metaloides minerales de los que se extraigan metales y metaloides
utilizados en la industria; los yacimientos de piedras utilizados en la industria; los monumentos arqueológicos
preciosas, de sal de gema y las salinas formadas muebles e inmuebles; los yacimientos de piedras preciosas,
directamente por las aguas marinas; los productos de sal de gema y las salinas formadas directamente por las
derivados de la descomposición de las rocas, cuando su aguas marinas; los productos derivados de la
explotación necesite trabajos subterráneos; los yacimientos descomposición de las rocas, cuando su explotación
minerales u orgánicos de materias susceptibles de ser necesite trabajos subterráneos; los yacimientos minerales u
454
utilizadas como fertilizantes; los combustibles minerales orgánicos de materias susceptibles de ser utilizadas como
sólidos; el petróleo y todos los carburos de hidrógeno fertilizantes; los combustibles minerales sólidos; el petróleo
sólidos, líquidos o gaseosos; y el espacio situado sobre el y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o
territorio nacional, en la extensión y términos que fije el gaseosos; y el espacio situado sobre el territorio nacional,
Derecho Internacional. en la extensión y términos que fije el Derecho Internacional.

5.2.7.- Artículo 73: la función del Congreso de la Unión en la protección del derecho humano y social al
Patrimonio Cultural.

Con el fin de garantizar que el derecho humano y social al Patrimonio Cultural sea protegido se requiere
que se cuente con un cuerpo legal efectivo. Para tal efecto, tenemos que involucrar dentro de las facultades
del Poder Legislativo una referencia clara a la protección de los bienes culturales. Por lo anterior, es
menester que se modifiquen y aclaren algunas disposiciones del artículo 73 de la Constitución, la cual
establece las facultades del Congreso de la Unión. De tal forma, las propuestas que para este artículo
estamos enunciando son las siguientes:

a) Una modificación a la fracción XXV, en la que incorporamos el tema de los derechos culturales, que
fundamentarán la legislación cultural mexicana y por otra, la ampliación de la referencia actual al término
de monumentos con el de Patrimonio Cultural, que es más amplio y con mayor alcance.

b) Una adición a la fracción XXIX-B referente al Escudo, Himno y Banderas nacionales para remarcar los
valores de significación de estos símbolos para nuestro país.

c) En la fracción XXIX-D, que trata sobre la planeación democrática, sugerimos incluir una mención a la
cultura como un factor a tomar en consideración en el ejercicio de esta facultad.

d) Por último, se propone superar la redacción actual de la fracción XXIX-N que si bien establece una
coordinación entre los tres niveles de gobierno sobre la materia cultural, también es cierto que exceptúa de
la misma lo relativo al Patrimonio Cultural. Lo anterior representa una redacción limitativa e irreal, porque
en la vida diaria existe una intervención de los tres niveles de gobierno a través de distintas acciones que
afectan de una u otra manera la conservación de los bienes culturales. Por tanto, nuestra propuesta consiste
en reconocer esta realidad e imponer u principio de coordinación.

Estas dos últimas propuestas están enfocadas a fortalecer el valor de desarrollo de la cultura y el respeto de
los derechos culturales.

Texto Original Propuesta

Artículo 73.- El Congreso tiene facultad: Artículo 73.- El Congreso tiene facultad:

I a XXIV.-… I a XXIV.-…

XXV.- Para establecer el Servicio Profesional docente en XXV.- Para establecer el Servicio Profesional docente en
términos del artículo 3o. de esta Constitución; establecer, términos del artículo 3o. de esta Constitución; para
organizar y sostener en toda la República escuelas rurales, proteger los derechos culturales previstos en esta
elementales, superiores, secundarias y profesionales; de Constitución; establecer, organizar y sostener en toda la
investigación científica, de bellas artes y de enseñanza República escuelas rurales, elementales, superiores,
técnica, escuelas prácticas de agricultura y de minería, de secundarias y profesionales; de investigación científica, de
artes y oficios, museos, bibliotecas, observatorios y demás bellas artes y de enseñanza técnica, escuelas prácticas de
institutos concernientes a la cultura general de los agricultura y de minería, de artes y oficios, museos,
455
habitantes de la nación y legislar en todo lo que se refiere bibliotecas, observatorios y demás institutos concernientes
a dichas instituciones; para legislar sobre vestigios o restos a la cultura general de los habitantes de la nación y legislar
fósiles y sobre monumentos arqueológicos, artísticos e en todo lo que se refiere a dichas instituciones; para
históricos, cuya conservación sea de interés nacional; así legislar sobre vestigios o restos fósiles y sobre monumentos
como para dictar las leyes encaminadas a distribuir arqueológicos, artísticos e históricos y demás bienes del
convenientemente entre la Federación, los Estados y los Patrimonio Cultural material e inmaterial, cuya
Municipios el ejercicio de la función educativa y las conservación sea de interés nacional; así como para dictar
aportaciones económicas correspondientes a ese servicio las leyes encaminadas a distribuir convenientemente entre
público, buscando unificar y coordinar la educación en la Federación, los Estados y los Municipios el ejercicio de
toda la República, y para asegurar el cumplimiento de los la función educativa y las aportaciones económicas
fines de la educación y su mejora continua en un marco de correspondientes a ese servicio público, buscando unificar
inclusión y diversidad. Los Títulos que se expidan por los y coordinar la educación en toda la República, y para
establecimientos de que se trata surtirán sus efectos en toda asegurar el cumplimiento de los fines de la educación y su
la República. Para legislar en materia de derechos de autor mejora continua en un marco de inclusión y diversidad. Los
y otras figuras de la propiedad intelectual relacionadas con Títulos que se expidan por los establecimientos de que se
la misma; trata surtirán sus efectos en toda la República. Para
legislar en materia de derechos de autor y otras figuras de
la propiedad intelectual relacionadas con la misma;

XXVI- XXIX.- … XXVI- XXIX.- …

XXIX-B.- Para legislar sobre las características y uso de la XXIX-B.- Para legislar sobre las características y uso de la
Bandera, Escudo e Himno Nacionales. Bandera, Escudo e Himno Nacionales, con el fin de
garantizar los valores y significaciones que tienen para los
mexicanos

XXIX-D.- Para expedir leyes sobre planeación nacional del XXIX-D.- Para expedir leyes sobre planeación nacional del
desarrollo económico y social, así como en materia de desarrollo económico, cultural y social, así como en
información estadística y geográfica de interés nacional; materia de información estadística y geográfica de interés
nacional;

XXIX-Ñ.- Para expedir leyes que establezcan las bases XXIX-Ñ.- Para expedir leyes que establezcan las bases
sobre las cuales la Federación, los Estados, los Municipios sobre las cuales la Federación, los Estados, los Municipios
y el Distrito Federal coordinarán sus acciones en materia y el Distrito Federal coordinarán sus acciones en materia
de cultura, salvo lo dispuesto en la fracción XXV de este de cultura, con pleno respeto a la competencia de cada
artículo. Asimismo, establecerán los mecanismos de nivel de gobierno. Asimismo, establecerán los mecanismos
participación de los sectores social y privado, con objeto de de participación de los sectores social y privado, con objeto
cumplir los fines previstos en el párrafo noveno del artículo de tutelar y garantizar el ejercicio de reconocer los
4o. de esta Constitución. derechos culturales previstos en el artículo 4o. de esta
Constitución.

5.2.8.- La función del Poder Judicial Federal frente al Patrimonio Cultural, el artículo 107.

En el caso del artículo 107 constitucional, éste contiene las normas relativas al juicio de amparo, el cual
constituye el medio idóneo para la protección de los derechos humanos y sociales. Al respecto, la propuesta
que hemos elaborado se enfoca a beneficiar las demandas de garantías que se promuevan con relación a la
preservación de los bienes culturales mediante una orden expresa al juez de recabar de oficio las pruebas
que puedan ser ventajosas a aquellas acciones en materia de amparo en esta materia.

Texto Original Propuesta

Artículo 107.- Las controversias de que habla el artículo Artículo 107.- Las controversias de que habla el artículo
103 de esta Constitución, con excepción de aquellas en 103 de esta Constitución, con excepción de aquellas en
materia electoral, se sujetarán a los procedimientos que materia electoral, se sujetarán a los procedimientos que

456
determine la ley reglamentaria, de acuerdo con las bases determine la ley reglamentaria, de acuerdo con las bases
siguientes: siguientes:

I.-… I.-…

II.- …(párrafo primero a quinto) II.- …(párrafo primero a quinto)

(párrafo sexto): Cuando se reclamen actos que tengan o (párrafo sexto): Cuando se reclamen actos que tengan o
puedan tener como consecuencia privar de la propiedad o puedan tener como consecuencia privar de la propiedad o
de la posesión y disfrute de sus tierras, aguas, pastos y de la posesión y disfrute de sus tierras, aguas, pastos y
montes a los ejidos o a los núcleos de población que de montes a los ejidos o a los núcleos de población que de
hecho o por derecho guarden el estado comunal, o a los hecho o por derecho guarden el estado comunal, o a los
ejidatarios o comuneros, deberán recabarse de oficio todas ejidatarios o comuneros, deberán recabarse de oficio todas
aquellas pruebas que puedan beneficiar a las entidades o aquellas pruebas que puedan beneficiar a las entidades o
individuos mencionados y acordarse las diligencias que se individuos mencionados y acordarse las diligencias que se
estimen necesarias para precisar sus derechos agrarios, así estimen necesarias para precisar sus derechos agrarios, así
como la naturaleza y efectos de los actos reclamados. como la naturaleza y efectos de los actos reclamados. Lo
anterior es igualmente aplicable cuando se reclamen actos
que tenga como consecuencia posibles o reales daños al
Patrimonio Cultural material e inmaterial.

5.2.9.- Las autoridades locales frente al Patrimonio Cultural: artículos 115, 117 y 122.

Como hemos visto durante el desarrollo de este trabajo, una condición importante para lograr que se
fortalezca el valor de desarrollo del Patrimonio Cultural es que exista una coordinación entre las diversas
autoridades y niveles de gobierno para una adecuada gestión de los mismos. En el texto constitucional
actual, está coordinación no existe. Es por ello, proponemos incorporar el tema del Patrimonio Cultural en
las disposiciones contenidas en los artículos 115, 117 y 122 constitucionales, que se refieren al Municipio,
a los Estados y al Distrito Federal, respectivamente. Adaptándose a la estructura particular de cada
dispositivo mencionado, hemos incorporado propuestas que permitan garantizar la actuación de los niveles
locales de gobierno en favor de los bienes culturales.

Texto Original Propuesta

Artículo 115.- Los estados adoptarán, para su régimen Artículo 115.- Los estados adoptarán, para su régimen
interior, la forma de gobierno republicano, representativo, interior, la forma de gobierno republicano, representativo,
democrático, laico y popular, teniendo como base de su democrático, laico y popular, teniendo como base de su
división territorial y de su organización política y división territorial y de su organización política y
administrativa, el municipio libre, conforme a las bases administrativa, el municipio libre, conforme a las bases
siguientes: siguientes:

I. y II.- … I. y II.- …

III.- Los Municipios tendrán a su cargo las funciones y III.- Los Municipios tendrán a su cargo las funciones y
servicios públicos siguientes: servicios públicos siguientes:

g) Calles, parques y jardines y su equipamiento; g) Calles, parques y jardines y su equipamiento, así como
los bienes del Patrimonio Cultural material e inmaterial,
dentro de la esfera de su competencia, garantizando la
plena coordinación y respeto a la competencia de las
autoridades federales y estatales;

457
V.- Los Municipios, en los términos de las leyes federales y V.- Los Municipios, en los términos de las leyes federales y
Estatales relativas, estarán facultados para: Estatales relativas, estarán facultados para:

a) Formular, aprobar y administrar la zonificación y planes a) Formular, aprobar y administrar la zonificación y planes
de desarrollo urbano municipal; de desarrollo urbano municipal;

b) Participar en la creación y administración de sus b) Participar en la creación y administración de sus


reservas territoriales; reservas territoriales;

c) Participar en la formulación de planes de desarrollo c) Participar en la formulación de planes de desarrollo


regional, los cuales deberán estar en concordancia con los regional, los cuales deberán estar en concordancia con los
planes generales de la materia. Cuando la Federación o los planes generales de la materia. Cuando la Federación o los
Estados elaboren proyectos de desarrollo regional deberán Estados elaboren proyectos de desarrollo regional deberán
asegurar la participación de los municipios; asegurar la participación de los municipios;

d) Autorizar, controlar y vigilar la utilización del suelo, en d) Autorizar, controlar y vigilar la utilización del suelo, en
el ámbito de su competencia, en sus jurisdicciones el ámbito de su competencia, en sus jurisdicciones
territoriales; territoriales;

e) Intervenir en la regularización de la tenencia de la tierra e) Intervenir en la regularización de la tenencia de la tierra


urbana; urbana;

f) Otorgar licencias y permisos para construcciones; f) Otorgar licencias y permisos para construcciones;

g) Participar en la creación y administración de zonas de g) Participar en la creación y administración de zonas de


reservas ecológicas y en la elaboración y aplicación de reservas ecológicas y en la elaboración y aplicación de
programas de ordenamiento en esta materia; programas de ordenamiento en esta materia;

h) Intervenir en la formulación y aplicación de programas h) Intervenir en la formulación y aplicación de programas


de transporte público de pasajeros cuando aquellos afecten de transporte público de pasajeros cuando aquellos afecten
su ámbito territorial; e su ámbito territorial; e

i) Celebrar convenios para la administración y custodia de i) Celebrar convenios para la administración y custodia de
las zonas federales. las zonas federales.

En lo conducente y de conformidad a los fines señalados en En lo conducente y de conformidad a los fines señalados en
el párrafo tercero del artículo 27 de esta Constitución, el párrafo tercero del artículo 27 de esta Constitución,
expedirán los reglamentos y disposiciones administrativas expedirán los reglamentos y disposiciones administrativas
que fueren necesarios; que fueren necesarios.

En el ejercicio de las facultades señaladas en esta


fracción, los Municipios garantizarán la protección,
conservación y difusión del Patrimonio Cultural material
e inmaterial, estableciendo adicionalmente en los
reglamentos y disposiciones administrativas que
menciona el párrafo anterior medidas que garanticen la
preservación de su integridad, la conservación de su
significación para la comunidad, su integración a entorno
natural y construido, la realización de acciones de
difusión y educación que promueva su valorización por
parte de la comunidad, así como la coordinación con las
autoridades estatales y federales con pleno respeto a su
ámbito de competencia;

458
Texto Original Propuesta

Artículo 117. Los Estados no pueden, en ningún caso: Artículo 117. Los Estados no pueden, en ningún caso:

II.- (derogada) II.- Dictar ordenamientos de carácter legislativo,


reglamentario o administrativo, así como diseñar o
ejecutar actos jurídicos, administrativos o materiales que
puedan representar un daño o deterioro probable o
inminente a los bienes o zonas del Patrimonio Cultural
material o inmaterial o bien, que se realicen sin garantizar
el respeto al ámbito de competencias de las autoridades
federales o municipales.

Texto Original Propuesta

Artículo 122.-… Artículo 122.-…

C.- El Estatuto de Gobierno del Distrito Federal se sujetará C.- El Estatuto de Gobierno del Distrito Federal se sujetará
a las siguientes bases: a las siguientes bases:

BASE PRIMERA.- Respecto a la Asamblea Legislativa: BASE PRIMERA.- Respecto a la Asamblea Legislativa:

V.- La Asamblea Legislativa, en los términos del Estatuto V.- La Asamblea Legislativa, en los términos del Estatuto
de Gobierno, tendrá las siguientes facultades: de Gobierno, tendrá las siguientes facultades:

j) Legislar en materia de planeación del desarrollo; en j) Legislar en materia de planeación del desarrollo; en
desarrollo urbano, particularmente en uso del suelo; desarrollo urbano, particularmente en uso del suelo;
preservación del medio ambiente y protección ecológica; preservación del medio ambiente y protección ecológica;
vivienda; construcciones y edificaciones; vías públicas, vivienda; construcciones y edificaciones; vías públicas,
tránsito y estacionamientos; adquisiciones y obra pública; tránsito y estacionamientos; adquisiciones y obra pública;
y sobre explotación, uso y aprovechamiento de los bienes y sobre explotación, uso y aprovechamiento de los bienes
del patrimonio del Distrito Federal; del patrimonio del Distrito Federal. Igualmente legislará
sobre la protección, conservación y difusión del
Patrimonio Cultural material e inmaterial del Distrito
Federal, garantizando la preservación de su integridad, la
conservación de su significación para la comunidad, su
integración a entorno natural y construido, la realización
de acciones de difusión y educación que promueva su
valorización por parte de los habitantes del Distrito
Federal, así como la coordinación con las autoridades
federales con pleno respeto a su ámbito de competencia;

G.- Para la eficaz coordinación de las distintas G.- Para la eficaz coordinación de las distintas
jurisdicciones locales y municipales entre sí, y de éstas con jurisdicciones locales y municipales entre sí, y de éstas con
la federación y el Distrito Federal en la planeación y la federación y el Distrito Federal en la planeación y
ejecución de acciones en las zonas conurbadas limítrofes ejecución de acciones en las zonas conurbadas limítrofes
con el Distrito Federal, de acuerdo con el artículo 115, con el Distrito Federal, de acuerdo con el artículo 115,
fracción VI de esta Constitución, en materia de fracción VI de esta Constitución, en materia de
asentamientos humanos; protección al ambiente; asentamientos humanos; protección al ambiente;
preservación y restauración del equilibrio ecológico; preservación y restauración del equilibrio ecológico;
transporte, agua potable y drenaje; recolección, protección, conservación, enriquecimiento y difusión del
tratamiento y disposición de desechos sólidos y seguridad Patrimonio Cultural material e inmaterial; transporte,
pública, sus respectivos gobiernos podrán suscribir agua potable y drenaje; recolección, tratamiento y
disposición de desechos sólidos y seguridad pública, sus
459
convenios para la creación de comisiones metropolitanas respectivos gobiernos podrán suscribir convenios para la
en las que concurran y participen con apego a sus leyes. creación de comisiones metropolitanas en las que
concurran y participen con apego a sus leyes.

5.2.10.- Artículo 130: el Patrimonio Cultural religioso.

Las asociaciones religiosas son uno de los sujetos que más poseen y utilizan para fines de culto bienes del
Patrimonio Cultural; posiblemente después del Estado es el mayor poseedor de bienes culturales con la
indicación especial que una parte muy importante del Patrimonio Cultural inmaterial tiene implicaciones
religiosas. Por tal razón y con el ánimo de dejar claras las obligaciones a cargo de estas asociaciones
religiosas en cuanto al Patrimonio Cultural, se propone agregar un penúltimo al artículo 130, favoreciendo
la función de las asociaciones religiosas como coadyuvantes en la protección del mismo. Lo anterior tendrá
un efecto favorable en el cuidado del valor de desarrollo de los bienes culturales.

Texto Original Propuesta

Artículo 130.-… (dos párrafos)… Artículo 130.-… (dos párrafos)…

a) a e)… a) a e)…

(cuatro párrafos) (cuatro párrafos)

Agregar penúltimo párrafo: Las leyes que emita el


Congreso de la Unión garantizarán la protección,
conservación, enriquecimiento y difusión del Patrimonio
Cultural que se encuentre en posesión de las Asociaciones
Religiosas, las cuales deberán ser consideradas como
coadyuvantes de estos fines, con pleno respeto a los
derechos garantizados por este artículo.

Las autoridades federales, de los estados y de los Las autoridades federales, de los estados y de los
municipios tendrán en esta materia las facultades y municipios tendrán en esta materia las facultades y
responsabilidades que determine la ley. responsabilidades que determine la ley.

5.3.- Propuestas para la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e
Históricos

La Ley Federal de Monumentos y Zonas constituye el principal dispositivo legal que trata de garantizar en
el día a día la conservación de una muy importante parte de nuestro Patrimonio Cultural, por ello la
necesidad de proponer las modificaciones necesarias para hacer posible lo sugerido para nuestra Carta
Magna es necesario.

En consecuencia, consideramos que este ordenamiento requiere de una revisión amplia e integral, lo que le
permita tener una mayor amplitud conceptual, fundamentación técnica y eficiencia en cuanto a las medidas
que establece para preservar los bienes culturales.

En esta enunciación de propuestas, es necesario empezar a redefinir el objetivo mismo de la Ley y proponer

460
un concepto legal fundamental del Patrimonio Cultural en la legislación mexicana. Esto implicará que se
incorporen nuestras figuras de protección: rutas culturales, paisajes culturales y el Patrimonio Cultural
inmaterial se convierten en nuevos temas a considerar por esta disposición legal. Una normatividad más
amplia es la consecuencia de esta propuesta.

Creemos que toda la reforma que se propone para esta Ley debe basarse en la incorporación más clara de
los criterios que se vinculan a la naturaleza del Patrimonio Cultural: el valor de autenticidad, el valor de
significación, el valor utilitario y el valor de desarrollo. Las propuestas de modificaciones a nuestra Ley de
Monumentos y Zonas se encontraran alrededor de estos 4 criterios.

5.3.1.- Cambio del nombre de la Ley.

Uno de los grandes objetivos de este trabajo ha sido el demostrar que el concepto de Patrimonio Cultural
es mucho más amplio que la idea de monumentos y zonas de monumentos que maneja la legislación actual.
Es necesario reconocer que los bienes culturales abarcan un espectro mayor y por tanto, es importante
establecer desde el nombre mismo de esta disposición jurídica el alcance, que además contribuirá a un rango
de protección más profundo y enriquecedor de nuestro Patrimonio Cultural.

En virtud de lo anterior, nuestra propuesta es que esta disposición legislativa modifique su nombre de LEY
FEDERAL SOBRE MONUMENTOS Y ZONAS ARQUEOLÓGICOS, ARTÍSTICOS E HISTÓRICOS
a la de LEY FEDERAL DEL PATRIMONIO CULTURAL.

5.3.2.- Redefinición y fortalecimiento de las bases de la Ley Federal de Monumentos y Zonas

A partir de la propuesta que hacemos del artículo 4º constitucional para reconocer con toda su complejidad
y profundidad el derecho humano y social al Patrimonio Cultural, debemos entonces revisar y hacer las
adecuaciones correspondientes a las primeras dos disposiciones de la Ley Federal de Monumentos y Zonas.

Por tanto, en esta propuesta de reformas, se reafirmarán los siguientes aspectos:

1.- Por principio, sugerimos reforzar la función propia de la Ley ya no enfocada a una facultad del Estado
para proteger un bien público, sino una disposición jurídica reglamentaria del artículo 4º constitucional
teniendo como principal objetivo la protección del derecho humano y social al Patrimonio Cultural.

2.- Establecemos un principio general en cuanto al Patrimonio Cultural: es obligación del Estado y de los
particulares su protección, conservación y enriquecimiento, definiendo dichos términos en función a la
preservación y mantenimiento en los ámbitos preventivos, correctivos y de sostenibilidad respectivamente.
Pero principalmente, la protección y defensa del patrimonio Cultural es un derecho de las personas y
comunidades, quienes esperan del estado y de los demás particulares que contribuyan a su conservación.

3-.- Posteriormente se incluye un apartado referido a las definiciones con el fin de establecer un lenguaje
inequívoco y que permita tanto a las autoridades como a los particulares tener certeza jurídica en cuanto a
los alcances y consecuencias de la norma.

4.- Se propone un apartado en el que definamos el objeto mismo de protección por parte de la Ley,
empezando por el concepto mismo de Patrimonio Cultural y pasando por aquellos bienes que son materiales
e inmateriales, así como en el caso de las zonas de monumentos, incluyendo los paisajes culturales y rutas
culturales. De igual forma, se propone la creación de zonas de entorno a los monumentos y zonas de
461
monumentos.

5.- Por último, se propone un apartado que marque los principales criterios y principios sobre los que se
sustenten las decisiones gubernamentales y las acciones de los particulares con relación al Patrimonio
Cultural. Consideramos este apartado muy especial porque marca y orienta la acción del Estado y de los
demás involucrados de como deberán respetar el derecho humano y social al Patrimonio Cultural en toda
su dimensión. Además representa un aspecto de practicidad: cada monumento, cada zona, cada bien cultural
es único y con condiciones particulares. No es posible hacer un recetario de cómo cuidar los bienes
culturales y es por ello que requerimos dotar de criterios generales que puedan aspirar a ser aplicables a
todos los casos, como ha sucedido con los ejemplos de otros instrumentos internacionales analizados, como
fue el caso de Brasil, Cataluña y Sudáfrica.

Texto Original Propuesta

Artículo 1o.- El objeto de esta ley es de interés social y Artículo 1o.- El objeto de esta ley es de interés social y
nacional y sus disposiciones de orden público. nacional y sus disposiciones de orden público.

Esta ley es reglamentaria de los derechos culturales


vinculados con la protección, conservación y
enriquecimiento del Patrimonio Cultural material e
inmaterial previstos en el artículo 4º de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Texto Original Propuesta

Artículo 2o.- Es de utilidad pública, la investigación, Artículo 2o.- Es obligación del Estado Mexicano
protección, conservación, restauración y recuperación de garantizar los derechos que las personas y las
los monumentos arqueológicos, artísticos e históricos y de comunidades tienen con relación a la protección,
las zonas de monumentos. conservación y enriquecimiento de su Patrimonio
Cultural material o inmaterial. Las autoridades federales,
estatales y municipales, en el ámbito de sus respectivas
competencias, dictarán las medidas legales,
administrativas y materiales necesarias para dar
cumplimiento a lo dispuesto a este artículo.

En virtud de lo anterior es de utilidad pública, la


investigación, protección, conservación, restauración y
recuperación del Patrimonio Cultural material o
inmaterial, de conformidad con las disposiciones
contenidas en los siguientes apartados:

APARTADO A: En cuando a los objetivos generales de


esta Ley, se entenderá:

I.- Protección.- Aquellas acciones que tienen por objeto la


preservación de la integridad física, valores,
significaciones, vínculos con la población y el medio
ambiente natural o construido ante las posibles amenazas
que puedan derivar de la acción directa o indirecta del
hombre o de la naturaleza.

II.- Conservación.- Aquellas acciones que tienen por

462
objeto el mantenimiento, ya sea preventivo o correctivo, de
la integridad física, valores, vínculos con la población y el
medio ambiente natural o construido, con el fin de
garantizar su viabilidad.

III.- Enriquecimiento.- Aquellas acciones que tienen por


objeto favorecer el uso sostenible, la valorización, la
investigación, la planeación, el fomento a la participación
social, la educación, la inversión y la gestión pública y
privada con el fin de garantizar la mejor transmisión del
Patrimonio Cultural a las generaciones futuras.

IV.- Valores.- Se refieren a los valores históricos, estéticos,


arquitectónicos, urbanísticos, económicos, sociales,
políticos, tradicionales, etnológicos, antropológicos,
científicos, intelectuales o cualquier otro análogo que
ostente un bien o zona del Patrimonio Cultural.

V.- Significación.- Se refieren a aquellos vínculos que se


han generado entre un bien del Patrimonio Cultural
material o inmaterial y una comunidad que se basen en o
contribuyan a:

a) mantener su importancia para el entendimiento de la


historia, desarrollo o situación actual de dicha
comunidad;

b) la conservación de prácticas y relaciones sociales;


formas de vida y organización y demás aspectos sociales
propios, comunes o en posible riesgo de alteración o
pérdida de una comunidad;

c) la producción de información y conocimientos que


contribuyan al entendimiento, práctica y valorización de
la vida social pasada o presente de una comunidad;

d) evidenciar los principales fundamentos que sustentan


la identidad y las prácticas y relaciones sociales, así como
las formas de organización y de vivir de un grupo social
o comunidad;

e) mantener los valores del Patrimonio Cultural


reconocidos y aceptados mayoritariamente por una
comunidad o grupo cultural;

f) la protección, conservación y enriquecimientos de los


conocimientos, creaciones o técnicas desarrolladas,
practicadas y aceptadas por una comunidad o grupo
social;

g) su asociación con una determinada comunidad o


grupo cultural por razones sociales, culturales o
espirituales;

h) su asociación con la vida o la obra de una persona,


grupo u organización de importancia para una
comunidad o grupo social; y

i) su asociación con las tradiciones, arte, conocimientos,


463
formas de vida, formas de producción, manifestaciones
intangibles y cualquier otro análogo de importancia para
una comunidad o grupo social.

APARTADO B: En cuanto a los bienes y áreas


territoriales objeto de esta Ley:

I.- Se entenderá por Patrimonio Cultural al conjunto de


manifestaciones intangibles, conocimientos e
información transmitidos generacionalmente en un
ámbito comunitario; bienes muebles, bienes inmuebles,
áreas territoriales y marítimas, paisajes e itinerarios,
producto de la acción conjunta o separada del hombre y
la naturaleza que ostentan un valor histórico, estético,
arquitectónico, urbanístico, económico, social, político,
tradicional, etnológico, antropológico, científico,
intelectual o cualquier otro análogo, que son protegidas
por su significación para una comunidad humana.

II.- El Patrimonio Cultural se divide en material e


inmaterial.

III.- Se entenderá por Patrimonio Cultural material al


conjunto de bienes muebles, bienes inmuebles, áreas
territoriales y marítimas, paisajes e itinerarios, producto
de la acción conjunta o separada del hombre y la
naturaleza que ostentan un valor histórico, estético,
arquitectónico, urbanístico, económico, social, político,
científico, intelectual o cualquier otro análogo, que son
protegidas por su significación para una comunidad
humana.

Para efectos de esta Ley, el Patrimonio Cultural material


estará formado por los monumentos, muebles e
inmuebles, arqueológicos, artísticos e históricos; las zonas
de monumentos arqueológicos, artísticos e históricos, así
como los paisajes culturales y las rutas culturales.

IV.- Se entenderá por Patrimonio Cultural inmaterial al


conjunto de los siguientes bienes materiales e
inmateriales, así como las áreas territoriales zonas que
por sus valores tradicionales, sociales, estéticos,
científicos, tecnológicos, políticos o cualquier otro
análogo son protegidos por su significación para una
comunidad humana, en virtud de que:

a) son manifestaciones intangibles, conocimientos e


información transmitidos y aceptados generacionalmente
en un ámbito comunitario;

b) son elementos que son considerados y aceptados por


una comunidad como fundamentos de su integración,
identidad, diferenciación, cohesión, relación con el medio
ambiente, formas de organización, derechos ancestrales
de posesión, manifestaciones religiosas, prácticas
sociales, desarrollo tecnológico o científico, formas de
expresión artística o social, formas de comunicación,
símbolos comunes, visiones cosmológicas, formas de vida
u otros similares; o
464
c) son bienes muebles o inmuebles, así como áreas
territoriales construidas, naturales o marítimas que se
vinculan o son producto de las manifestaciones,
conocimientos o información mencionados en los dos
incisos anteriores;

V.- Serán objeto de protección por esta Ley las áreas de


entorno vinculadas con los bienes y zonas protegidos en
este apartado. Para efectos de esta ley, se entenderá por
área de entorno al área territorial natural, construida o
mixta circundante a los bienes y zonas protegidas que
tienen por objeto contribuir a la protección, conservación
y enriquecimiento de éstas últimas en virtud de:

a) la vinculación existentes entre el área de entorno y el


bien o zona del Patrimonio Cultural protegida; o

b) los efectos que pudiese tener las actividades que se


lleven a cabo en las áreas de entorno con relación a los
valores o significación de los bienes o zonas del
Patrimonio Cultural protegidas por esta Ley.

APARTADO C.- Es obligación de las autoridades


federales, estatales y municipales, así como de las
personas físicas y morales la protección, conservación y
enriquecimiento del Patrimonio Cultural, material e
inmaterial, a partir de la atención de los siguientes
parámetros:

a) aquellos elementos que estén vinculados con los


valores del Patrimonio Cultural como testimonio de la
evolución del grupo social a través del tiempo;

b) aquellos elementos que estén vinculados con la


significación del Patrimonio Cultural para los miembros
de una comunidad, favoreciendo los criterios de
diversidad cultural y la interculturalidad;

c) la determinación de aquellos usos y demás formas de


aprovechamiento del Patrimonio Cultural que sean
compatibles con la protección, conservación y
enriquecimiento del mismo a partir de un sentido de
sostenibilidad y favoreciendo el uso original cuando sea
posible;

d) la adopción de medidas de planeación y acciones que


permitan la incorporación del Patrimonio Cultural en la
vida socioeconómica y en los procesos de desarrollo a
nivel nacional, regional o local;

e) la creación de medidas que favorezcan y estimulen la


participación de la comunidad en los procesos de toma de
decisión con relación al Patrimonio Cultural del cual son
titulares;

f) la asignación de estímulos e incentivos, así como de


presupuestos necesarios por parte del Estado para la
adecuada protección, conservación y enriquecimiento
465
del Patrimonio Cultural;

g) la promoción de las acciones de educación,


investigación, participación social y creación de
asociaciones civiles, juntas de vecinos, uniones de
campesinos y otros análogos que coadyuven con las
autoridades en la consecución de los objetivos de esta
Ley;

h) la adecuada gestión del Patrimonio Cultural, con pleno


respeto de las competencias de los gobiernos federal,
estatal y municipal, bajo el supuesto de que el Estado se
constituye como es como rector y principal responsable
de su protección, conservación y enriquecimiento; y

i) el establecimiento de medios de defensa idóneos para


que los gobernados y las comunidades puedan atacar
cualquier acción que viole los parámetros establecidos
por los incisos anteriores, estableciendo mecanismo
expeditos para suspender cualquier acto que represente
un riesgo inminente para el Patrimonio Cultural.

La aplicación de los parámetros señalados en los incisos


anteriores no podrá representar, en ningún momento,
una violación a los derechos humanos y libertades
fundamentales reconocidas por el derecho internacional.

La Secretaría de Educación Pública, el Instituto Nacional La Secretaría de Educación Pública, el Instituto Nacional
de Antropología e Historia, el Instituto Nacional de Bellas de Antropología e Historia, el Instituto Nacional de Bellas
Artes y los demás institutos culturales del país, en Artes y los demás institutos culturales del país, en
coordinación con las autoridades estatales, municipales y coordinación con las autoridades estatales, municipales y
los particulares, realizarán campañas permanentes para los particulares, realizarán campañas permanentes para
fomentar el conocimiento y respeto a los monumentos fomentar el conocimiento y respeto al Patrimonio
arqueológicos, históricos y artísticos. Cultural, material e inmaterial.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia y el El Instituto Nacional de Antropología e Historia y el


Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, de acuerdo Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, de acuerdo
con lo que establezca el reglamento de esta Ley, con lo que establezca el reglamento de esta Ley,
organizarán o autorizarán asociaciones civiles, juntas organizarán o autorizarán asociaciones civiles, juntas
vecinales, y uniones de campesinos como órganos vecinales, y uniones de campesinos como órganos
auxiliares para impedir el saqueo arqueológico y preservar auxiliares para impedir el saqueo arqueológico y
el patrimonio cultural de la Nación. Además se preservar el patrimonio cultural de la Nación. Además se
establecerán museos regionales. establecerán museos regionales o locales y se promoverá
la creación de museos sociales y privados.

5.3.3.- Autoridades involucradas con el Patrimonio Cultural.

La propuesta en materia de las autoridades competentes está enfocada a cumplir con una condición
importante del criterio de desarrollo que estudiamos en este trabajo y que se refiere a la adecuada
coordinación intergubernamental con el fin de garantizar un efectiva protección integral del Patrimonio
Cultural. Sin esta coordinación entre los distintos órganos de gobierno en favor de los bienes culturales, la
acción pública se muestra con falta de congruencia, contradictoria y disminuida.

Por tanto, nuestra proposición se puede dividir en tres aspectos:


466
a) por una parte, es necesario actualizar e incluir aquellas dependencias, entidades u órganos
desconcentrados de la Administración Pública Federal que actualmente tienen injerencia en la preservación
de los bienes y sitios culturales. Por lo anterior, hemos propuesto la incorporación de la Secretaría de
Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano por ser la conductora del desarrollo urbano que tiene mucha
influencia en la preservación del Patrimonio Cultural material inmueble; la Secretaría de Medio Ambiente
y Recursos Naturales, ya que tiene como una de sus funciones la defensa del medio ambiente que está
definitivamente relacionada con los monumentos inmuebles y sitios en su relación como parte de los
paisajes, rutas culturales o de las áreas de entorno y por último, el Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes, por ser el organismo conductor de la política cultural de este país.

b) el segundo punto se refiere a adicionar un párrafo al artículo 4º, que originalmente tiene como objetivo
reafirmar el protagonismo de las autoridades federales en esta materia y acotar la intervención de las
autoridades locales en la misma. Por lo anterior, la propuesta en este sentido es reconocer y reafirmar la
importancia de que las autoridades locales en el ámbito de sus competencias deban comprometerse en la
preservación del Patrimonio Cultural como un asunto de importancia primordial. En otras palabras, evitar
que las instancias locales se desentiendan del Patrimonio Cultural.

c) el último tema se trata de resolver de manera adecuada los conflictos competenciales entre los Institutos
cuando un bien o sitio cultural tuviera valor de un valor cultural. Nuestra propuesta quiere superar la absurda
regla que le da mayor valor, para efectos competenciales, a lo arqueológico sobre lo histórico y éste sobre
lo artístico, porque en la vida real pudiera ser que cualquier cualidad cultural considerada menor pudiera
ser más relevante para efectos de protección. Por lo anterior, nuestra sugerencia es que se elimine esta regla
y se otorgue al Secretario de Educación Pública (lo cual podría representar un peligro de discrecionalidad)
pero que estará sujeto a que se celebre un convenio de coordinación entre ambos Institutos para garantizar
el cuidado de todos los valores que conviven en el mismo monumento.

Texto Original Propuesta

Artículo 3o.- La aplicación de esta Ley corresponde a: Artículo 3o.- La aplicación de esta Ley corresponde a:

I.- El Presidente de la República; I.- El Presidente de la República;

II.- El Secretario de Educación Pública; II.- El Secretario de Educación Pública;

III.- El Secretario del Patrimonio Nacional; III.- El Secretario de Desarrollo Agraria, Territorial y
Urbano;

IV.- El Secretario de Medio Ambiente y Recursos


Naturales;

V.- El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes;

IV.- El Instituto Nacional de Antropología e Historia; VI.- El Instituto Nacional de Antropología e Historia;

V.- El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura y VII.- El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura y

VI.- Las demás autoridades y dependencias federales, en los VIII.- Las demás autoridades y dependencias federales, en
casos de su competencia. los casos de su competencia.

467
Texto Original Propuesta

Artículo 4º.- Las autoridades de los estados y municipios Artículo 4o.- Las autoridades de los estados y municipios
tendrán, en la aplicación de esta ley, la intervención que la tendrán, en la aplicación de esta ley, la intervención que la
misma y su reglamento señalen. misma y su reglamento señalen.

Sin embargo, corresponderá a las autoridades de los


estados y municipios establecer las medidas legales,
reglamentarias y administrativas necesarias para
garantizar, desde el ámbito de sus respectivas
competencias, la protección, conservación y
enriquecimiento de los bienes del Patrimonio Cultural,
material e inmaterial, protegidos por esta Ley.

Texto Original Propuesta

Artículo 46.- En caso de duda sobre la competencia de los Artículo 46.- En caso de duda sobre la competencia de los
Institutos para conocer un asunto determinado, el Institutos para conocer un asunto determinado, el
Secretario de Educación Pública resolverá a cual Secretario de Educación Pública resolverá a cual
corresponde el despacho del mismo. corresponde el despacho del mismo, quien deberá
establecer los términos y condiciones en las que ambos
Institutos colaborarán mutuamente para garantizar la
conservación integral del monumento o zonas de
monumentos en cuestión.

Para los efectos de competencia, el carácter arqueológico (Se deroga)


de un bien tiene prioridad sobre el carácter histórico, y éste
a su vez sobre el carácter artístico.

5.3.4.- Bienes protegidos.

Una parte esencial de nuestro trabajo se ha dirigido en definir al concepto de Patrimonio Cultural con el fin
de reconocer todas las realidades, bienes o manifestaciones con pleno valor cultural y significación por
parte de una comunidad que los han hecho merecedores de protección. De hecho, hemos propuesto que la
Ley Federal sobre Monumentos Arqueológicos, Artísticos e Históricos cambie su nombre a Ley Federal
del Patrimonio Cultural porque precisamente queremos que este término y las implicaciones conceptuales
del mismo se amplíen en cuanto a su protección.

Por lo anterior, nuestras propuestas en esta materia se pueden resumir en los siguientes aspectos:

a) Por una parte, los paisajes culturales, las rutas culturales, las zonas de entorno y el Patrimonio Cultural
Inmaterial son reconocidos como objeto de protección por parte de la Ley y establecemos una serie de
normas con el fin de garantizar su cuidado y defensa. Estos bienes mixtos representan los más recientes
avances en el reconocimiento de las nuevas realidades vinculas con los bienes culturales.

b) Se mejoran las definiciones los monumentos y zonas arqueológicas, históricas y artísticas con el fin de
que puedan reflejar de una manera mucho más clara los valores que deban protegerse con relación a los
mismos. Igualmente, tratamos de subsanar aquellos errores de técnica legislativa y conceptual que implican
causales de desprotección de dichos bienes.
468
c) Se modifican y complementan los procedimientos previstos por la Ley para reconocer los valores de los
bienes y zonas que serán susceptibles de ser incorporadas al régimen de protección del Patrimonio Cultural,
principalmente en lo referido a las declaratorias de monumentos. Pero también, con una visión a futuro, se
incluye como una acción lógica y consecuente a partir de la emisión de la declaratoria respectiva, la
formulación y expedición de un plan de manejo del bien o zona en cuestión.

Estas propuestas están enfocadas para garantizar los criterios de autenticidad, significación y desarrollo que
requieren nuestros bienes culturales.

Texto Original Propuesta

Artículo 5o.- Son monumentos arqueológicos, artísticos, Artículo 5o.- Son monumentos arqueológicos, artísticos,
históricos y zonas de monumentos los determinados históricos y zonas de monumentos los determinados
expresamente en esta Ley y los que sean declarados como expresamente en esta Ley y los que sean declarados como
tales, de oficio o a petición de parte. tales, de oficio o a petición de parte.

Los monumentos arqueológicos, artísticos e históricos


inmuebles aislados contarán con una zona de entorno
equivalente a 200 metros a la redonda en línea recta
contados a partir de las colindancias del edificio. Cuando
se requiera incrementar el área de la zona de entorno por
razones que favorezcan la protección del monumento,
podrá hacerse mediante la emisión de la declaratoria
respectiva.

Las zonas de entorno correspondientes a las zonas de


monumentos se especificarán en la declaratoria
respectiva.

Las zonas de entorno deberán ser consideradas como


integradas al monumento o zonas de monumentos y por lo
tanto deberán gozar de las medidas de protección
correspondientes para garantizar la conservación del
monumento o zona de monumentos.

El Presidente de la República, o en su caso el Secretario de El Presidente de la República, o en su caso el Secretario


Educación Pública, previo procedimiento establecido en de Educación Pública, previo procedimiento establecido
los artículos 5o. Bis y 5o. Ter de la presente Ley, expedirá en los artículos 5o. Bis y 5o. Ter de la presente Ley,
o revocará la declaratoria correspondiente, que será expedirá o revocará la declaratoria correspondiente, que
publicada en el Diario Oficial de la Federación. será publicada en el Diario Oficial de la Federación.

En las declaratorias de monumentos y zonas de


monumentos se deberán especificar, cuando menos, los
siguientes aspectos:

I.- Los datos de identificación y localización;

II.- Descripción de los valores arqueológicos, históricos o


artísticos a proteger, según sea el caso;

III.- La delimitación del área de protección y del área de


entorno;

IV.- La identificación de bienes del Patrimonio Cultural

469
inmaterial vinculados con el monumento o zona de
monumentos;

V.- la definición de medidas concretas y específicas para


garantizar la protección de la autenticidad del monumento
o zona de monumentos y que deberán incluir cuando
menos:

a) en el caso de monumentos muebles, la preservación de


la integridad física, materiales, acabados, elementos que
proporcionen información histórica o sustenten el valor
estético relevante, y otros análogos;

b) en el caso de monumentos inmuebles, la preservación


de la integridad física, materiales, acabados, elementos
constructivos, elementos decorativos, partido
arquitectónico y otros análogos; y

c) en el caso de zonas de monumentos, la preservación de


las edificaciones, la traza urbana, las alturas de las
edificaciones, criterios para la incorporación de
arquitectura contemporánea, los espacios públicos,
mobiliaria e infraestructura urbana, imagen urbana,
anuncios y publicidad exterior y otros análogos.

VI.- La definición de medidas concretas y específicas para


garantizar la protección de los valores de significación,
incluyendo los bienes del Patrimonio Cultural inmaterial
vinculado al mismo

VII.- La definición de medidas concretas y específicas de


protección a la zona de entorno al monumento o zona de
monumentos.

Texto Original Propuesta

Artículo 5o. Bis.- En los procedimientos de declaratorias Artículo 5o. Bis.- En los procedimientos de declaratorias
que se inicien a petición de parte, la solitud respectiva que se inicien a petición de parte, la solitud respectiva
deberá presentarse ante el Instituto competente y reunir los deberá presentarse ante el Instituto competente y reunir los
siguientes requisitos: siguientes requisitos:

a) El nombre, denominación o razón social de quién o a) El nombre, denominación o razón social de quién o
quiénes la promuevan y, en su caso, de su representante quiénes la promuevan y, en su caso, de su representante
legal; legal;

b) Domicilio para recibir notificaciones; b) Domicilio para recibir notificaciones;

c) Nombre de la persona o personas autorizadas para oír y c) Nombre de la persona o personas autorizadas para oír y
recibir notificaciones; recibir notificaciones;

d) La información necesaria que permita identificar d) La información necesaria que permita identificar
inequívocamente el bien o zona objeto de la petición de inequívocamente el bien o zona objeto de la petición de
declaratoria; declaratoria, así como de la zona de entorno;

e) Nombre y domicilio de quienes pudieren tener interés e) Nombre y domicilio de quienes pudieren tener interés
jurídico, si los conociere, y jurídico, si los conociere, y
470
f) Los hechos y razones por las que considera que el bien o f) Los hechos y razones por las que considera que el bien o
zona de que se trate es susceptible de declaratoria. zona de que se trate es susceptible de declaratoria,
incluyendo la zona de entorno.

Texto Original Propuesta

Artículo 5o. Ter.- La expedición de las declaratorias a las Artículo 5o. Ter.- La expedición de las declaratorias a las
que se refiere la presente Ley se sujetará al siguiente que se refiere la presente Ley se sujetará al siguiente
procedimiento: procedimiento:

I.- Se iniciará de oficio o a petición de parte, de I.- Se iniciará de oficio o a petición de parte, de
conformidad con el acuerdo que al respecto emita el conformidad con el acuerdo que al respecto emita el
Presidente de la República o el Secretario de Educación Presidente de la República o el Secretario de Educación
Pública, por conducto del titular del Instituto competente, Pública, por conducto del titular del Instituto competente,
según corresponda, y será tramitado ante este último. según corresponda, y será tramitado ante este último.

Tratándose de declaratorias seguidas a petición de parte, Tratándose de declaratorias seguidas a petición de parte,
el Instituto competente revisará si la solicitud respectiva el Instituto competente revisará si la solicitud respectiva
reúne los requisitos señalados en el artículo que antecede, reúne los requisitos señalados en el artículo que antecede,
en cuyo caso se admitirá a trámite. En caso contrario, en cuyo caso se admitirá a trámite. En caso contrario,
dentro de un plazo de diez días hábiles siguientes a la dentro de un plazo de diez días hábiles siguientes a la
presentación de la solicitud, el Instituto competente presentación de la solicitud, el Instituto competente
prevendrá por una sola vez al promovente para que subsane prevendrá por una sola vez al promovente para que subsane
las omisiones dentro del término de cinco días hábiles las omisiones dentro del término de treinta días hábiles
contados a partir de que haya surtido efectos la contados a partir de que haya surtido efectos la
notificación. Transcurrido el término sin que la prevención notificación. Transcurrido el término sin que la prevención
haya sido desahogada, el trámite será desechado. haya sido desahogada, el trámite será desechado.
II.- El acuerdo de inicio de procedimiento de declaratorias II.- El acuerdo de inicio de procedimiento de declaratorias
de monumentos se notificará personalmente a quienes de monumentos se notificará personalmente a quienes
pudieren tener interés jurídico y, en su caso, al promovente pudieren tener interés jurídico y, en su caso, al promovente
con un resumen del acuerdo. Tratándose de declaratorias con un resumen del acuerdo. Tratándose de declaratorias
de zonas de monumentos arqueológicos, artísticos e de zonas de monumentos arqueológicos, artísticos e
históricos, el Instituto competente procederá a realizar la históricos, el Instituto competente procederá a realizar la
notificación mediante publicaciones que contendrán un notificación mediante publicaciones que contendrán un
resumen del acuerdo, el área que abarque la poligonal, resumen del acuerdo, el área que abarque la poligonal,
precisando sus límites, así como la identificación de los incluyendo la zona de entorno, precisando sus límites, así
inmuebles incluidos dentro del área que se pretende como la identificación de los inmuebles incluidos dentro del
declarar. Dichas publicaciones deberán efectuarse por tres área que se pretende declarar. Dichas publicaciones
días consecutivos en el Diario Oficial de la Federación, en deberán efectuarse por tres días consecutivos en el Diario
uno de los periódicos diarios de mayor circulación en la Oficial de la Federación, en uno de los periódicos diarios
entidad en la que se localice la zona objeto de la de mayor circulación en la entidad en la que se localice la
declaratoria y en uno de mayor circulación nacional, zona objeto de la declaratoria y en uno de mayor
dentro de los diez días hábiles siguientes a la emisión de circulación nacional, dentro de los diez días hábiles
dicho acuerdo. siguientes a la emisión de dicho acuerdo.

Tratándose de declaratorias de monumentos artísticos o de Tratándose de declaratorias de monumentos artísticos o de


zonas de monumentos artísticos, previo a la notificación de zonas de monumentos artísticos, previo a la notificación de
inicio de procedimiento, el titular del Instituto Nacional de inicio de procedimiento, el titular del Instituto Nacional de
Bellas Artes y Literatura enviará el expediente del proyecto Bellas Artes y Literatura enviará el expediente del proyecto
de declaratoria a la Comisión Nacional de Zonas y de declaratoria a la Comisión Nacional de Zonas y
Monumentos Artísticos, para los efectos procedentes. En Monumentos Artísticos, para los efectos procedentes. En
caso de que dicha Comisión Nacional emita opinión caso de que dicha Comisión Nacional emita opinión
favorable respecto de la expedición de la declaratoria, el favorable respecto de la expedición de la declaratoria, el
titular de dicho Instituto procederá en los términos titular de dicho Instituto procederá en los términos
establecidos en esta fracción. En caso contrario, el establecidos en esta fracción. En caso contrario, el
471
procedimiento se dará por concluido debiéndose emitir el procedimiento se dará por concluido debiéndose emitir el
acuerdo correspondiente por la autoridad que le dio inicio, acuerdo correspondiente por la autoridad que le dio inicio,
por conducto del titular del Instituto competente. Si se por conducto del titular del Instituto competente. Si se
tratara de una declaratoria seguida a petición de parte, el tratara de una declaratoria seguida a petición de parte, el
Instituto notificará la resolución al promovente dentro de Instituto notificará la resolución al promovente dentro de
un plazo de diez días hábiles contados a partir de la fecha un plazo de diez días hábiles contados a partir de la fecha
en que ésta se emita, concluyendo así el procedimiento. en que ésta se emita, concluyendo así el procedimiento.

III a VII.- … III. a VII.- …

El presente procedimiento no será aplicable en el caso El presente procedimiento no será aplicable en el caso
previsto en el artículo 34 Bis de esta Ley. previsto en el artículo 34 Bis de esta Ley.

Para lo no previsto en la presente Ley se aplicará Para lo no previsto en la presente Ley se aplicará
supletoriamente la Ley Federal de Procedimiento supletoriamente la Ley Federal de Procedimiento
Administrativo. Administrativo.

Una vez que se emita la declaratoria correspondiente, el


Instituto competente deberá expedir el Plan de Manejo y
Conservación del monumento o zona de monumentos en
cuestión, en un plazo improrrogable de ciento ochenta
días hábiles contados a partir de la fecha de publicación
de la declaratoria respectiva en el Diario Oficial de la
Federación. En la elaboración del Plan de Manejo y
Conservación, las autoridades garantizarán la
participación de los vecinos vinculados con el
monumento, zona de monumentos o zona de entorno para
conocer su opinión y propuestas.

Texto Original Propuesta

Artículo 5o. Quáter.- En los demás actos de autoridad a que Artículo 5o. Quáter.- En los demás actos de autoridad a que
se refiere la presente ley, diferentes a los señalados en el se refiere la presente ley, diferentes a los señalados en el
artículo anterior, la garantía de audiencia se otorgará artículo anterior, la garantía de audiencia se otorgará
conforme a lo establecido en la Ley Federal de conforme a lo establecido en la Ley Federal de
Procedimiento Administrativo. Procedimiento Administrativo.

Las asociaciones vecinales, asociaciones civiles,


organismos no gubernamentales, ejidos, comunidades
indígenas y demás organismos sociales ejercerán su
derecho de audiencia previsto en esta Ley a través de sus
representantes legales o designados a través del sistema de
usos y costumbres, según sea el caso; sin menoscabo que
sus miembros individuales puedan también ejercer dicho
derecho.

Texto Original Propuesta

Artículo 28.- Son monumentos arqueológicos los bienes Artículo 28.- Son monumentos arqueológicos los bienes
muebles e inmuebles, producto de culturas anteriores al muebles e inmuebles, producto de culturas que se
establecimiento de la hispánica en el territorio nacional, así encontraban localizadas en territorio nacional antes o
como los restos humanos, de la flora y de la fauna, durante el contacto con la hispánica, así como los restos
relacionados con esas culturas. humanos, de la flora y de la fauna, relacionados con esas
culturas.

472
Para acreditar el carácter de un monumento arqueológico
se atenderá a los materiales, estilos, información histórica
que proporcione, formas de manufactura, existencia
exclusiva de valores culturales propios de las culturas que
menciona el párrafo anterior y la ausencia de cualquier
vestigio o evidencia de la cultura hispánica o de cualquier
otra.

Artículo 28 BIS.- Para los efectos de esta Ley y de su Artículo 28 BIS.- Para los efectos de esta Ley y de su
Reglamento, las disposiciones sobre monumentos y zonas Reglamento, las disposiciones sobre monumentos y zonas
arqueológicos serán aplicables a los vestigios o restos arqueológicos serán aplicables a los vestigios o restos
fósiles de seres orgánicos que habitaron el territorio fósiles de seres orgánicos que habitaron el territorio
nacional en épocas pretéritas y cuya investigación, nacional en épocas prehistóricas y cuya investigación,
conservación, restauración, recuperación o utilización conservación, restauración, recuperación o utilización
revistan interés paleontológico, circunstancia que deberá revistan interés paleontológico, circunstancia que deberá
consignarse en la respectiva declaratoria que expedirá el consignarse en la respectiva declaratoria que expedirá el
Presidente de la República. Presidente de la República.

Artículo 29.- Los monumentos arqueológicos muebles no Artículo 29.- Los monumentos arqueológicos muebles no
podrán ser transportados, exhibidos o reproducidos sin podrán ser transportados, exhibidos o reproducidos sin
permiso del Instituto competente. El que encuentre bienes permiso del Instituto competente. El que encuentre bienes
arqueológicos deberá dar aviso a la autoridad civil más arqueológicos deberá dar aviso a la autoridad civil más
cercana. La autoridad correspondiente expedirá la cercana. La autoridad correspondiente expedirá la
constancia oficial del aviso, o entrega en su caso, y deberá constancia oficial del aviso, o entrega en su caso, y deberá
informar al Instituto Nacional de Antropología e Historia, informar al Instituto Nacional de Antropología e Historia,
dentro de las 24 horas siguientes, para que éste determine dentro de las 24 horas siguientes, para que éste determine
lo que corresponda. lo que corresponda.
Las autoridades municipales ofrecerán el apoyo en la
vigilancia permanente del sitio en el que se haya
descubierto los bienes arqueológicos a que se refiere este
artículo hasta en tanto el Instituto Nacional de
Antropología e Historia adopte las medidas convenientes.

Texto Original Propuesta

Artículo 33.- Son monumentos artísticos los bienes muebles Artículo 33.- Son monumentos artísticos los bienes muebles
e inmuebles que revistan valor estético relevante. e inmuebles que revistan valor estético relevante,
cualquiera que haya sido su época o fecha de creación.

Para determinar el valor estético relevante de algún bien se Para determinar el valor estético relevante de algún bien se
atenderá a cualquiera de las siguientes características: atenderá a cualquiera de las siguientes características:
representatividad, inserción en determinada corriente representatividad, inserción en determinada corriente
estilística, grado de innovación, materiales y técnicas estilística, grado de innovación, materiales y técnicas
utilizados y otras análogas. utilizados y otras análogas.

Tratándose de bienes inmuebles, podrá considerarse Tratándose de bienes inmuebles, podrá considerarse
también su significación en el contexto urbano. también su significación en el contexto urbano.

Las obras de artistas vivos que tengan la naturaleza de Las obras de artistas vivos que tengan la naturaleza de
bienes muebles no podrán declararse monumentos bienes muebles no podrán declararse monumentos
artísticos. artísticos.

Podrán ser declaradas monumentos las obras de artistas Podrán ser declaradas monumentos las obras de artistas
mexicanos, cualquiera que sea el lugar donde sean mexicanos, cualquiera que sea el lugar donde sean
producidas. Cuando se trate de artistas extranjeros, sólo producidas. Cuando se trate de artistas extranjeros, sólo
podrán ser declaradas monumentos las obras producidas podrán ser declaradas monumentos las obras producidas
en territorio nacional. en territorio nacional.
473
La declaratoria de monumento podrá comprender toda la La declaratoria de monumento podrá comprender toda la
obra de un artista o sólo parte de ella. Igualmente, podrán obra de un artista o sólo parte de ella. Igualmente, podrán
ser declaradas monumentos artísticos o quedar ser declaradas monumentos artísticos o quedar
comprendidas dentro de las zonas de monumentos comprendidas dentro de las zonas de monumentos
artísticos, obras de autores cuya identidad se desconozca. artísticos, obras de autores cuya identidad se desconozca.

La obra mural de valor estético relevante será conservada La obra mural de valor estético relevante que hay sido
y restaurada por el Estado. declarada monumento artístico será conservada y
restaurada por el Estado.

Artículo 34 Bis.- Cuando exista el riesgo de que se realicen Artículo 34 Bis.- Cuando exista el riesgo de que se realicen
actos de efectos irreparables sobre bienes muebles o actos de efectos irreparables sobre un bien o zona que
inmuebles con valor estético relevante, conforme al artículo reúna las características y valores para ser considerado
33 de esta Ley, la Secretaría de Educación Pública, por como monumento o zona de monumentos, la Secretaría de
conducto del Instituto Nacional de Bellas Artes y Educación Pública, por conducto del Instituto competente
Literatura, sin necesidad de la opinión a que se refiere el podrá dictar una declaratoria provisional de monumento
artículo 34 podrá dictar una declaratoria provisional de o de zona de monumentos, debidamente fundada y
monumento artístico o de zona de monumentos artísticos, motivada de acuerdo con la misma Ley y se emitirá el
debidamente fundada y motivada de acuerdo con la misma acuerdo de inicio de procedimiento de declaratoria en
Ley, que tendrá efectos por un plazo de 90 días naturales a términos del artículo 5º Ter de esta Ley. La Secretaría, al
partir de la notificación de que esa declaratoria se haga a momento de notificar al interesado la emisión de la
quien corresponda, en la que se mandará suspender el acto declaratoria provisional mandará suspender el acto y
y ejecutar las medidas de preservación que resulten del ejecutar las medidas de preservación que resulten del
caso. caso. Cuando se trate de una declaratorias provisional de
monumento artístico o zona de monumentos artísticos, no
será necesaria la opinión a que se refiere el artículo 34

Los interesados podrán presentar ante el Instituto Nacional Los interesados podrán presentar ante el Instituto
de Bellas Artes y Literatura objeciones fundadas, dentro del competente objeciones fundadas, dentro del término de 15
término de 15 días contados a partir de la notificación de días contados a partir de la notificación de la declaratoria.
la declaratoria, que se harán del conocimiento de la En el caso de monumentos y zonas de monumentos
Comisión de Zonas y Monumentos Artísticos y de la artísticos, dichas objeciones se harán del conocimiento de
Secretaría de Educación Pública para que ésta resuelva. la Comisión de Zonas y Monumentos Artísticos y de la
Secretaría de Educación Pública para que ésta resuelva.

Dentro del plazo de noventa días que se prevé en este Dentro del plazo de noventa días que se prevé en este
artículo, se expedirá y publicará, en su caso, en el Diario artículo, se expedirá y publicará, en su caso, en el Diario
Oficial de la Federación, la declaratoria definitiva de Oficial de la Federación, la declaratoria definitiva de
monumento o de zona de monumentos artísticos. En caso monumento o de zona de monumentos. En caso contrario,
contrario, la suspensión quedará automáticamente sin la suspensión quedará automáticamente sin efecto.
efecto.
La declaratoria provisional y las medidas que se dicten
para detener los posibles daños en contra del monumento
o zona de monumentos prevalecerán en tanto se resuelva
el procedimiento para la emisión de la declaratoria
definitiva.

Texto Original Propuesta

Artículo 35.- Son monumentos históricos los bienes Artículo 35.- Son monumentos históricos los bienes
vinculados con la historia de la nación, a partir del vinculados con la historia de la nación, en cualquier
establecimiento de la cultura hispánica en el país, en los aspecto, a partir del establecimiento y contacto de la
términos de la declaratoria respectiva o por determinación cultura hispánica con las culturas originarias localizadas
de la Ley. en territorio nacional, en los términos de la declaratoria
respectiva o por determinación de la Ley.
474
Artículo 36.- Por determinación de esta Ley son Artículo 36.- Por determinación de esta Ley son
monumentos históricos: monumentos históricos:

I.- Los inmuebles construidos en los siglos XVI al XIX, I.- Los inmuebles construidos a partir del siglo XVI y hasta
destinados a templos y sus anexos; arzobispados, obispados con una antigüedad de cincuenta años, destinados a
y casas curales; seminarios, conventos o cualesquiera otros templos y sus anexos; arzobispados, obispados y casas
dedicados a la administración, divulgación, enseñanza o curales; seminarios, conventos o cualesquiera otros
práctica de un culto religioso; así como a la educación y a dedicados a la administración, divulgación, enseñanza o
la enseñanza, a fines asistenciales o benéficos; al servicio y práctica de un culto religioso; así como a la educación y a
ornato públicos y al uso de las autoridades civiles y la enseñanza, a fines asistenciales o benéficos; al servicio y
militares. Los muebles que se encuentren o se hayan ornato públicos y al uso de las autoridades civiles y
encontrado en dichos inmuebles y las obras civiles militares; así como los muebles que se encuentren o se
relevantes de carácter privado realizadas de los siglos XVI hayan encontrado en dichos inmuebles;
al XIX inclusive.
II.- Los inmuebles de carácter privado o social realizadas
a partir del siglos XVI y hasta con una antigüedad de
cincuenta años;

II.- Los documentos y expedientes que pertenezcan o hayan III.- Los documentos y expedientes que pertenezcan o
pertenecido a las oficinas y archivos de la Federación, de hayan pertenecido a las oficinas y archivos de la
los Estados o de los Municipios y de las casas curiales. Federación, de los Estados o de los Municipios y de las
casas curiales.

III.- Los documentos originales manuscritos relacionados IV.- Los documentos, manuscritos, libros, folletos y otros
con la historia de México y los libros, folletos y otros impresos en México o en el extranjero, durante los siglos
impresos en México o en el extranjero, durante los siglos XVI y hasta con una antigüedad de cien años.
XVI al XIX que por su rareza e importancia para la historia
mexicana, merezcan ser conservados en el país.

IV.- Las colecciones científicas y técnicas podrán elevarse V.- Las colecciones científicas y técnicas conformadas a
a esta categoría, mediante la declaratoria correspondiente. partir del siglo XVI y hasta con una antigüedad de cien
años.

Aquellos bienes que no cumplan con los criterios


establecidos en este artículo, pero que cuenten con los
elementos para ser considerados monumentos históricos
en los términos de este artículo, podrán ser declarados
como tales, en los términos de los artículos 5º, 5º Bis, 5 Ter
y 5 Quáter de esta Ley.

Texto Original Propuesta

Artículo 37.- El Presidente de la República, mediante Artículo 37.- El Presidente de la República, mediante
Decreto, hará la declaratoria de zona de monumentos Decreto, hará la declaratoria de zona de monumentos
arqueológicos, artísticos o históricos, en los términos de arqueológicos, artísticos o históricos, en los términos de
esta Ley y su Reglamento. esta Ley y su Reglamento.

Las declaratorias deberán inscribirse en el registro Las declaratorias deberán inscribirse en el registro
correspondiente, a que se refiere el artículo 21 y publicarse correspondiente, a que se refiere el artículo 21 y publicarse
en el "Diario Oficial" de la Federación. en el "Diario Oficial" de la Federación.

Todas las zonas de monumentos incluirán una zona de


entorno que será definida por la declaratoria respectiva,
la cual se considerara como parte integrante misma de la
zona de monumentos.
475
Artículo 38.- Las zonas de monumentos estarán sujetas a la Artículo 38.- Las zonas de monumentos estarán sujetas a la
jurisdicción de los Poderes Federales en los términos jurisdicción de los Poderes Federales en los términos
prescritos por esta Ley y su Reglamento. prescritos por esta Ley y su Reglamento.

Sin embargo, corresponderá al Instituto competente


gestionar y acordar con las autoridades estatal y
municipal las acciones de coordinación de acciones, en el
ámbito de sus respectivas competencias, con el fin de
garantizar la conservación y protección de la zona de
monumentos en cuestión.

Los planes de manejo incluirán las medidas de


coordinación descritas en el párrafo anterior.

Artículo 39.- Zona de monumentos arqueológicos es el área Artículo 39.- Zona de monumentos arqueológicos es el área
que comprende varios monumentos arqueológicos que comprende varios monumentos arqueológicos
inmuebles, o en que se presuma su existencia. inmuebles, o en que se presuma su existencia, así como la
presencia conjunta de diversos monumentos
arqueológicos muebles. En la definición de las zonas de
monumentos arqueológicos, deberá tomarse en
consideración aquellas áreas que estaban vinculadas por
uso, asentamiento, ubicación o cualquier análogo con el
área en que se localicen los monumentos arqueológicos
muebles o inmuebles. También podrán declarase como
zonas de monumentos arqueológicos aquellas áreas en las
que se localicen vestigios a que se refiere el artículo 28 Bis
de esta Ley.

Artículo 40.- Zona de monumentos artísticos, es el área que Artículo 40.- Zona de monumentos artísticos, es el área que
comprende varios monumentos artísticos asociados entre comprende varios monumentos artísticos asociados entre
sí, con espacios abiertos o elementos topográficos, cuyo sí, con espacios abiertos o elementos topográficos, cuyo
conjunto revista valor estético en forma relevante. conjunto revista valor estético en forma relevante.

Artículo 41.- Zona de monumentos históricos, es el área que Artículo 41.- Son Zonas de monumentos históricos:
comprende varios monumentos históricos relacionados con
un suceso nacional o la que se encuentre vinculada a I.- El área territorial conformada por diversos
hechos pretéritos de relevancia para el país. monumentos históricos, con la posible conjunción de
elementos naturales, vinculado a acontecimientos
relevantes del pasado de nuestro país o al desarrollo de
una comunidad a través del tiempo;

II.- El área territorial conformada principalmente por


diversos elementos naturales, con la posible conjunción de
elementos construidos, vinculado a acontecimientos
relevantes del pasado de nuestro país o al desarrollo de
una comunidad a través del tiempo; o

III.- La agrupación de inmuebles que forman una unidad


por cualquier motivo, uso o función de una manera
continua o dispersa, que constituyen un testimonio del
desarrollo de una comunidad humana a través del tiempo.

Artículo 42.- En las zonas de monumentos y en el interior y Artículo 42.- En las zonas de monumentos y en el interior y
exterior de éstos, todo anuncio, aviso, carteles; las exterior de éstos, deberán protegerse los valores de
cocheras, sitios de vehículos, expendios de gasolina o autenticidad y significación propios de dicha área, por lo
lubricantes; los postes e hilos telegráficos y telefónicos, que no podrá permitirse ninguna acción o proyecto de
transformadores y conductores de energía eléctrica, e carácter público o privado pública o privada que pueda
476
instalaciones de alumbrados; así como los kioscos, representar un menoscabo de los mencionados valores.
templetes, puestos o cualesquiera otras construcciones
permanentes o provisionales, se sujetarán a las
disposiciones que al respecto fije esta Ley y su Reglamento.

Artículo 43.- En las zonas de monumentos, los Institutos Artículo 43.- En las zonas de monumentos, los Institutos
competentes autorizarán previamente la realización de competentes autorizarán previamente la realización de
obras, aplicando en lo conducente las disposiciones del obras, de conformidad con los principios establecidos en
capítulo I. el capítulo I y la declaratoria respectiva.

Artículo 43 A.- Las disposiciones en materia de zonas de


monumentos serán aplicables a los Paisajes Culturales y
Rutas Culturales, según ostenten valores arqueológicos,
históricos o artísticos.

Para efectos de esta Ley se entenderá por:

I.- Paisajes Culturales.- Áreas que han sido modificadas


como resultado de la acción conjunta del hombre y la
naturaleza que, a través del tiempo, se han configurado
como resultado a partir de las sucesivas fuerzas sociales,
económicas y culturales de una comunidad, tanto externas
como internas.

II.- Rutas Culturales.- Toda vía de comunicación


terrestre, acuática o de otro tipo, físicamente determinada
y que ha adquirido una relevancia arqueológica o
histórica por haberse constituido a partir de movimientos
interactivos de personas e intercambios continuos de
bienes, ideas, conocimientos y valores a través del tiempo.

III.- En las declaratorias de zonas de monumentos que


involucren a paisajes o rutas culturales el instituto
competente deberá garantizar la protección del área de
entorno de las mismas.

IV.- De igual manera, en las declaratorias de los Paisajes


y Rutas Culturales deberán incluirse y protegerse todos
los elementos construidos y naturales que lo integren, así
como aquellos elementos materiales o inmateriales,
naturales o humanos, que dieron origen y significación a
los mismos.

Un tema de especial importancia a reafirmar es precisamente la necesidad de incorporar una regulación


específica para el Patrimonio Cultural inmaterial, ya que este tipo de bienes merecen un tratamiento
especial, principalmente porque el criterio que debe recibir mayor atención es el de significación. Nuestra
propuesta es la creación de un capítulo específico en esta materia con disposiciones muy puntuales y
particularizadas a esta categoría de bienes culturales.

Texto Original Propuesta

CAPITULO IV BIS
PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL

Artículo 43 B.- Se crea el Catálogo del Patrimonio


477
Cultural inmaterial que estará a cargo del Instituto
Nacional de Antropología e Historia, en el cual se
inscribirán:

I.- Los bienes materiales;

II.- Las áreas territoriales, que también podrán ser


Paisajes Culturales, Rutas Culturales e inclusive áreas
naturales que cumpla con alguna de los valores de
significación señalados en el artículo 2º de esta Ley;

III.- Las manifestaciones intangibles.

La inscripción en el Catálogo podrá ser de oficio o a


petición de parte y seguirá las mismas reglas establecidas
en el Capítulo II de la Ley. En las inscripciones que se
mencionan en este artículo se deberán indicar las
comunidades o grupos humanos que son titulares del bien
material, área territorial o manifestación intangible del
Patrimonio Cultural inmaterial.

La inscripción de un bien, área territorial o manifestación


intangible en el Catálogo acreditará su incorporación al
régimen de protección previsto por esta Ley. Los bienes,
áreas y manifestaciones intangibles no inscritas podrán
ser protegidos por la legislación local o la reglamentación
municipal que decidan emitir para tal efecto.

En las inscripciones se describirán de manera


pormenorizada los valores de significación que sustentan
la incorporación del bien material, área territorial o
manifestación intangible al régimen previsto por esta Ley.

Artículo 43 C.- Las intervenciones en bienes materiales y


áreas territoriales del Patrimonio Cultural inmaterial
protegidas por esta ley, se ajustarán a las siguientes
disposiciones:

I.- Toda intervención deberá ser previamente autorizada


por el Instituto Nacional de Antropología e Historia;

II.- Las autorizaciones se ajustarán a lo previsto en el


artículo 6º de esta Ley;

III.- En el otorgamiento de la autorización de cualquier


intervención a los bienes materiales y área territoriales,
deberán garantizarse la protección, conservación y
enriquecimiento de los valores intangibles vinculados con
dichos bienes, incluyendo las técnicas de elaboración,
conocimientos científicos, formas de producción,
relaciones sociales y cualquier otro análogo.

Artículo 43 D.- Las autoridades promoverán el


conocimiento, las acciones educativas y el fomento del
Patrimonio Cultural inmaterial. Las autoridades
establecerán convenios de colaboración con las
comunidades, asociaciones civiles, organismos no
gubernamentales y demás órganos sociales, incluyendo
uniones de campesinos y juntas de vecinos con el fin de
478
establecer medidas de protección, conservación y
enriquecimiento del Patrimonio Cultural inmaterial.

Artículo 43 E.- Toda reproducción de los bienes


materiales del Patrimonio Cultural inmaterial deberán
ajustarse a las disposiciones contenidas en el artículo 29
de esta Ley.

Quedan prohibidas las reproducciones artificiosas,


engañosas, alteradas o que no se ajusten a los valores de
significación de las manifestaciones intangibles del
Patrimonio Cultural inmaterial. Toda reproducción de
una manifestación intangible del Patrimonio Cultural
inmaterial deberá contar con la autorización del Instituto
Nacional de Antropología e Historia. No podrá otorgarse
ninguna autorización al respecto en tanto no se cuente
con la previa autorización por escrito la comunidad o
grupo humano que sea titular de la manifestación
intangible en cuestión a través de sus representantes
elegidos o designados a partir de sus prácticas sociales.

Cuando se lleve a cabo una reproducción o interpretación


de una manifestación intangible en los que se agreguen o
utilicen elementos no originales, el responsable de la
misma deberá indicar expresamente de que se trata de
“una adaptación moderna”.

Toda aquella persona física o moral que pretenda


aprovechar con fines industriales, comerciales o de lucro
productos o servicios elaborados, fabricados o prestados a
partir de un manifestación, conocimiento, técnica,
tecnología o cualquier otro análogo desarrollado por una
comunidad o grupo humano y que se encuentre protegido
por esta Ley, deberá obtener la autorización de dicha
comunidad o grupo social siempre y cuando se acuerde el
pago de regalías con motivo de la utilización de los
mencionados bienes del Patrimonio Cultural inmaterial.
Los acuerdos mencionados en este párrafo deberán
cuando menos cumplir con los parámetros mínimos
establecidos en la legislación vigente en materia de
Derechos de Autor o en materia de Propiedad Industrial,
dependiente del caso en concreto.

5.3.5.- Definición de principios de intervención.

Siguiendo la tendencia que se muestran en otras regulaciones que hemos analizado, nuestra propuesta se
basa en darle una mayor fuerza conceptual a la Ley. En otras palabras, ante la gran discrecionalidad que la
Ley otorga actualmente a las autoridades para decidir o no sobre el destino e intervenciones (entendiendo
de manera muy general por este concepto toda acción material que pueda influir para bien o para mal en la
integridad física o en los valores de un bien) en el Patrimonio Cultural, nuestra propuesta se dirige a un
sentido totalmente contrario. Consideramos que es fundamental establecer una serie de principios generales
que regulen la conducta del Estado, los propietarios, los usuarios o demás involucrados con los bienes
culturales, para darle certidumbre al contenido de las decisiones gubernamentales y una orientación hacia
la acción particular.

Por tal razón, la transformación que sufren los artículos 6º, 7º, 8º, 9º, 10, 12 y 13 de la Ley, que se encuentran
479
referidos a la regulación de las intervenciones en bienes culturales, consisten en los siguientes aspectos:

a) En primer lugar, se reitera el principio general que sustenta toda la protección, conservación y
enriquecimiento del Patrimonio Cultural y que instituye la obligación del Estado y de los particulares de
cuidar de estos bienes y sitios.

b) A partir de este principio general, se derivan diversos principios más específicos relativos a las
intervenciones, los valores que deben protegerse en la realización de estas acciones, materiales, usos,
proyectos sociales, etc. Todos ellos son principios que deben seguir tanto las autoridades como los
particulares.

c) Ahora bien, estos principios se extienden a las zonas de monumentos, Rutas Culturales, Paisajes
Culturales, el Patrimonio Inmaterial y los bienes culturales muebles.

d) Adicionalmente se busca garantizar un cambio de actitud de las autoridades ante los particulares en dos
aspectos: la prestación de asesoría gratuita y la creación de una opción de regularización para aquellas
personas al que se hayan detectado una violación a las disposiciones de esta Ley.

Texto Original Propuesta

Artículo 6o.- Los propietarios de bienes inmuebles Artículo 6o.- Es obligación de las dependencias y
declarados monumentos históricos o artísticos, deberán entidades de los gobiernos federal, estatal y municipal, así
conservarlos y, en su caso, restaurarlos en los términos del como de los propietarios, poseedores, concesionarios,
artículo siguiente, previa autorización del Instituto usuarios y cualquier otra persona física o moral que
correspondiente. detente por cualquier título legal monumentos
arqueológicos, históricos o artísticos o bienes del
Patrimonio Inmaterial, conservarlos y, en su caso,
restaurarlos, previa autorización del Instituto competente.

Para efectos de esta Ley se entenderá por intervención


toda acción material que se lleve con relación al
Patrimonio Cultural que tenga efectos directos o
indirectos de cualquier naturaleza en la integridad, estado
físico, valores, significaciones, usos o cualquier análogo.

Las autorizaciones que los Institutos competentes y las


autoridades federales, estatales o municipales otorguen
con relación a cualquier intervención relacionada con el
Patrimonio Cultural, así como la planeación y ejecución
de los trabajos que se deriven de las mismas deberán
cumplir con los siguientes parámetros:

I.- Solo se autorizarán y ejecutarán aquellas


intervenciones que protejan, conserven o enriquezcan al
Patrimonio Cultural; por lo tanto, toda demolición total o
parcial, introducción de nuevos elementos, retiro de
elementos originales, modificaciones de la estructura
original o cualquier otra acción similar deberá ser
excepcional y solo motivado por que existan riesgos para
la seguridad de las personas;

II.- Solo se autorizarán y ejecutarán aquellas


intervenciones que garanticen los valores que motivaron
la incorporación de un bien o área territorial del
480
Patrimonio Cultural al régimen previsto por esta Ley;

III.- Solo se autorizarán aquellos usos que puedan ser


compatibles con la protección, conservación y
enriquecimiento de los valores o significaciones del
Patrimonio Cultural;

IV.- El uso de elementos, técnicas y materiales


contemporáneos para la mejor adaptación de un bien del
Patrimonio Cultural a su uso contemporáneo será
autorizadas solamente si contribuyen a la protección,
conservación o enriquecimiento de sus valores y
significaciones;

V.- Toda solicitud de intervención que afecte los aspectos


de ordenación espacial, características volumétricas,
características morfológicas o características tipológicas
más remarcables, así como aquellas que impliquen
acciones de rescate arqueológico, de un bien o área
territorial protegida por esta Ley deberá estar
acompañada por un estudio científico de las
características arquitectónicas, históricas y
arqueológicas del mismo.

VI.- Quedan prohibidas las acciones de reconstrucción


total o parcial de un bien protegido por esta Ley o
cualquier otra que pueda falsear su autenticidad
histórica o social.

VII.- Queda prohibido eliminar partes del bien protegido


por esta Ley, excepto en caso de que conlleven un riesgo
para la integridad física del mismo o la seguridad de las
personas. En estos casos, es necesario documentar las
partes que deban ser eliminadas.

VIII.- Queda prohibido colocar publicidad, cables,


antenas y conducciones aparentes en las fachadas y
cubiertas de un bien protegidos.

Las disposiciones contenidas en este artículo también


serán aplicables a aquellas intervenciones que se realicen
Los propietarios de bienes inmuebles colindantes a un en predios colindantes a monumentos y bienes inmuebles
monumento, que pretendan realizar obras de excavación, del Patrimonio Cultural inmaterial.
cimentación, demolición o construcción, que puedan
afectar las características de los monumentos históricos o Lo señalado en este artículo se aplicará sin perjuicio de
artísticos, deberán obtener el permiso del Instituto lo que contemplen de manera específica las declaraciones
correspondiente, que se expedirá una vez satisfechos los de monumentos o zonas protegidas por esta Ley.
requisitos que se exijan en el Reglamento.
Cuando los gobiernos de los Estados o de los Municipios,
las comunidades, las asociaciones civiles o de cualquier
otra naturaleza privada o las personas físicas decidan
llevar cualquier intervención con la finalidad de instalar
o colaborar en la conservación o funcionamiento de
museos regionales, locales, comunitarios, sociales o
privados, según sea el caso, deberán cumplir con las
disposiciones contenidas en este artículo. De igual forma,
corresponderá al Instituto competente dictar las medidas
en materia de museología, museografía y seguridad que
deberán cumplir con el fin de garantizar la salvaguarda
481
de la integridad de los monumentos o bienes del
Patrimonio Cultural inmaterial.

Texto Original Propuesta

Artículo 7o.- Las autoridades de los Estados, Territorios y Artículo 7º.- Es obligación de las dependencias y entidades
Municipios cuando decidan restaurar y conservar los de los gobiernos federal, estatal y municipal, así como de
monumentos arqueológicos e históricos lo harán siempre, cualquier otra persona física o moral la protección,
previo permiso y bajo la dirección del Instituto Nacional de conservación y enriquecimiento de las zonas de
Antropología e Historia. monumentos, incluyendo los Paisajes Culturales y Rutas
Culturales, cumpliendo en lo aplicable y conducente con
lo señalado en el artículo anterior, así como en las
disposiciones que marque la declaratoria respectiva.

Asimismo dichas autoridades cuando resuelvan construir o


acondicionar edificios para que el Instituto Nacional de
Antropología e Historia exhiba los monumentos
arqueológicos e históricos de esa región, podrán solicitarle
el permiso correspondiente, siendo requisito el que estas
construcciones tengan las seguridades y los dispositivos de
control que fija el Reglamento.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia podrá


recibir aportaciones de las autoridades mencionadas, así
como de particulares para los fines que señala este artículo.

Artículo 8o.- Las autoridades de los Estados, Territorios y Artículo 8º.- Es obligación de las dependencias y entidades
Municipios podrán colaborar con el Instituto Nacional de de los gobiernos federal, estatal y municipal, así como de
Bellas Artes y Literatura para la conservación y exhibición cualquier otra persona física o moral la protección,
de los monumentos artísticos en los términos que fije dicho conservación y enriquecimiento de los bienes y
Instituto. manifestaciones del Patrimonio Cultural inmaterial. Las
acciones que se lleven a cabo con relación a los bienes y
manifestaciones contenidas en este artículo, así como las
áreas territoriales que formen parte del Patrimonio
Cultural Inmaterial, deberán en todo momento están
orientadas al respeto de la significación del bien o sitio en
cuestión, así como en la consideración de que los
miembros tiene el carácter de no renovables.

Texto Original Propuesta

Artículo 9o.- El Instituto competente proporcionará Artículo 9o.- El Instituto competente proporcionará
asesoría profesional en la conservación y restauración de asesoría profesional en la conservación y restauración de
los bienes inmuebles declarados monumentos. los bienes inmuebles declarados monumentos, sin costo
alguno para las personas y comunidades que lo soliciten.

Texto Original Propuesta

Artículo 10.- El Instituto competente procederá a efectuar Artículo 10.- Cuando un monumento se encuentre en
las obras de conservación y restauración de un bien riesgo derivado de la falta de obras de conservación o
482
inmueble declarado monumento histórico o artístico, restauración, el Instituto competente emitirá una
cuando el propietario, habiendo sido requerido para ello, invitación al propietario o poseedor para la realización de
no la realice. La Tesorería de la Federación hará efectivo las mismas. En caso de que el propietario o poseedor
el importe de las obras. acepte dicha invitación dentro de los 15 días hábiles
siguientes a su recepción, celebrará un convenio con el
Instituto en el cual se acuerde un programa de
conservación o restauración del monumento en cuestión.
En este caso, el Instituto facilitará al propietario o
poseedor el acceso a opciones de financiamiento para la
ejecución del convenio mencionado en este párrafo.

Solo en caso de que el Instituto no reciba respuesta o que


esta sea una respuesta negativa a la invitación
mencionada en el párrafo anterior, el Instituto competente
procederá a efectuar las obras de conservación y
restauración requeridas para el mencionado monumento,
cuando el propietario, habiendo sido requerido para ello,
no la realice. La Tesorería de la Federación hará efectivo
el importe de las obras.

Texto Original Propuesta

Artículo 12.- Las obras de restauración y conservación en Artículo 12.- Las obras de restauración y conservación en
bienes inmuebles declarados monumentos, que se ejecuten bienes inmuebles declarados monumentos, que se ejecuten
sin la autorización o permiso correspondiente, o que violen sin la autorización o permiso correspondiente, o que violen
los otorgados, serán suspendidas por disposición del los otorgados, serán suspendidas por disposición del
Instituto competente, y en su caso, se procederá a su Instituto competente.
demolición por el interesado o por el Instituto, así como a
su restauración o reconstrucción. El Instituto competente y el propietario o poseedor podrán
celebrará un convenio en el cual se acuerde un programa
de conservación o restauración del monumento en
cuestión.

En caso de que el convenio mencionado en el párrafo


anterior no se celebre, el Instituto procederá con el
procedimiento para imposición de sanciones de
conformidad con la Ley Federal del Procedimiento
Administrativo y en su caso, se procederá a su demolición
por el interesado o por el Instituto, así como a su
restauración o reconstrucción.

La autoridad municipal respectiva podrá actuar en casos La autoridad municipal respectiva podrá actuar en casos
urgentes en auxilio del Instituto correspondiente, para urgentes en auxilio del Instituto correspondiente, para
ordenar la suspensión provisional de las obras. ordenar la suspensión provisional de las obras.

Lo anterior será aplicable a las obras a que se refiere el Lo anterior será aplicable a las obras a que se refiere el
párrafo segundo del artículo 6o. párrafo segundo del artículo 6o.

Las obras de demolición, restauración o reconstrucción del Las obras de demolición, restauración o reconstrucción del
bien, serán por cuenta del interesado. En su caso se bien, serán por cuenta del interesado. En su caso se
procederá en los términos del artículo 10. procederá en los términos del artículo 10.

En estos casos, serán solidariamente responsables con el En estos casos, serán solidariamente responsables con el
propietario, el que haya ordenado la obra y el que dirija su propietario, el que haya ordenado la obra y el que dirija su
ejecución. ejecución.

483
Texto Original Propuesta

Artículo 13.- Los propietarios de bienes muebles Artículo 13.- Los propietarios, titulares o responsables de
declarados monumentos históricos o artísticos deberán monumentos muebles y de bienes muebles del Patrimonio
conservarlos, y en su caso restaurarlos, siendo aplicable en Cultural Inmaterial deberán cumplir con las siguientes
lo conducente lo dispuesto en los artículos 6o., 7o., 8o., 9o., obligaciones:
10,11 y 12 de esta Ley.

I.- Deberán cuidar la integridad física del bien en


cuestión;

II.- Deberán conservarlo y restaurarlos garantizando la


conservación de sus valores de autenticidad;

III.- Deberán garantizar la conservación de los valores de


significación del mueble en cuestión para una comunidad
y permitirá el acceso y contacto de dicha comunidad con
el mueble en el caso de que existan prácticas sociales
vinculadas al mismo;

IV.- Se abstendrán de dañar deteriorar el monumento


mueble;

V.- Se abstendrán de exportar, transportar o reproducir el


monumento sin permiso del Instituto competente;

VI.- Se abstendrán de celebrar cualquier acto traslativo de


dominio con relación al monumento, sin verificar que la
parte compradora notifique al Registro competente;

VII.- Colaborarán en la realización de exhibiciones en las


que se puedan incluir los monumentos muebles de su
propiedad, posesión o titularidad;

VIII.- Colaborarán en la realización de actividades de


investigación y desarrollo académico mediante el acceso
al personal de instituciones universitarias y académicas a
los monumentos de su propiedad.

5.3.6.- El Registro Público

Como estudiamos en este trabajo, la regulación existente en cuanto al Registro Público de Monumentos y
Zonas adolece de muchos defectos que van desde la definición de aquellos bienes y actos que son
registrables, la obligatoriedad de la inscripción y hasta los efectos y utilidad de la inscripción. Incluso, en
el texto actual de la Ley, la inscripción ni siquiera sirve para acreditar la autenticidad del bien en cuestión,
lo cual nos parece ilógico desde un punto de vista legal y humano.

Es por ello que la propuesta en esta materia se centra en los siguientes aspectos:

a) Agregar de manera expresa en el artículo 21 que este Registro también se referirá al Patrimonio Cultural
Inmaterial y a las operaciones que celebren los comerciantes en materia de monumentos. Este último punto
está regulado en el Reglamento de la Ley, pero no en la propia disposición legislativa.
484
b) La modificación al artículo 22 tiene como objetivo aclarar que la inscripción no es un acto discrecional,
sino obligatorio, lo cual refuerza las actividades en esta materia.

c) Toda vez que la inscripción de un bien o sitio es consecuencia de que se le haya reconocido su carácter
como integrante del Patrimonio Cultural, parece innecesario establecer un procedimiento para impugnar
este acto; porque aunque se nulificara la inscripción, las disposiciones en materia de protección del
Patrimonio Cultural continuarían con plena vigencia. Por tanto, consideramos en que el caso del artículo
23, debemos aprovecharlo y modificarlo para reforzar el carácter del Registro, principalmente como un
trámite obligatorio de identificación de un bien cultural como requisito indispensable para la obtención de
cualquier permiso u autorización ulterior, como fuente de conocimiento de la historia legal del bien en
cuestión y como una constancia de los valores culturales a proteger.

d) Congruentes con la idea de un Registro eficiente, nuestra propuesta está enfocada en contrario a la
regulación actual, que la inscripción en el registro si garantice la autenticidad del objeto en cuestión.

d) Por último, proponemos una mayor claridad en cuanto a lo que se refiere a la inscripción de las
operaciones de compra-venta de bienes muebles e inmuebles.

Texto Original Propuesta

Artículo 21.- Se crea el Registro Público de Monumentos y Artículo 21.- Se crea el Registro Público de Monumentos y
Zonas Arqueológicos e Históricos, dependientes del Zonas Arqueológicos e Históricos, dependientes del
Instituto Nacional de Antropología e Historia y el Registro Instituto Nacional de Antropología e Historia y el Registro
Público de Monumentos y Zonas Artísticos, dependientes Público de Monumentos y Zonas Artísticos, dependientes del
del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, para la Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, para la
inscripción de monumentos arqueológicos, históricos o inscripción de monumentos arqueológicos, históricos o
artísticos y las declaratorias de zonas respectivas. artísticos y las declaratorias de zonas respectivas.

Se crea también el Registro Público del Patrimonio


Cultural Inmaterial a cargo del Instituto Nacional de
Antropología e Historia, en la que se inscribirán los bienes
culturales inmateriales que se encuentran protegidos por
esta Ley.

También se inscribirán en los registros previstos en este


artículo las personas que se dediquen habitualmente al
comercio de antigüedades que pudieran ser consideradas
eventualmente monumentos,

Artículo 22.- Los Institutos respectivos harán el registro de Artículo 22.- Los Institutos respectivos harán el registro de
los monumentos pertenecientes a la Federación, Estados y los monumentos pertenecientes a la Federación, Estados y
Municipios y los organismos descentralizados, empresas de Municipios y los organismos descentralizados, empresas de
participación estatal y las personas físicas o morales participación estatal y las personas físicas o morales
privadas, deberán inscribir ante el Registro que privadas, quienes tendrán la obligación de inscribir ante el
corresponda, los monumentos de su propiedad. Registro que corresponda, los monumentos de su propiedad.

La declaratoria de que un bien inmueble es monumento, La declaratoria de que un bien inmueble es monumento,
deberá inscribirse, además, en el Registro Público de la deberá inscribirse, además, en el Registro Público de la
Propiedad de su jurisdicción, en un plazo de quince días Propiedad de su jurisdicción, en un plazo de quince días
contados a partir de su publicación en el Diario Oficial de contados a partir de su publicación en el Diario Oficial de
la Federación. la Federación.

485
Artículo 23.- La inscripción en los registros se hará de Artículo 23.- La inscripción en los registros se hará de
oficio o a petición de la parte interesada. Para proceder a oficio o a petición de la parte interesada.
la inscripción de oficio, deberá previamente notificarse en
forma personal al interesado. En caso de ignorarse su El número de folio que asigne el Registro competente para
nombre o domicilio, surtirá efectos de notificación personal el monumento o zona será requisito indispensable para
la publicación de ésta, en el "Diario Oficial" de la solicitud o trámite previsto en esta Ley.
Federación.
En el folio correspondiente a todo monumento o zona
El interesado podrá oponerse y ofrecer pruebas en el inscrito en el Registro competente, se inscribirán también
término de quince días, contados a partir de la fecha de los permisos que se hayan otorgado o denegado con
notificación. El Instituto correspondiente recibirá las relación a los mismos, las actas de las visitas de
pruebas y resolverá, dentro de los treinta días siguientes a verificación que se hayan práctico en dichos monumento o
la oposición. zona y cualquier sanción que se haya impuesto por
cualquier acción que hubiese sido ejecutada en los mismos.

La inscripción de bienes del Patrimonio inmaterial en el


Registro respectivo podrá hacerse también a petición de la
comunidad involucrada con dichos bienes. En dicha
inscripción se hará una descripción pormenorizada del
bien cultural inmaterial a proteger, así como se
identificarán los valores, significaciones y demás
cualidades socio culturales que estén relacionadas con el
mismo.

Artículo 24.- La inscripción no determina la autenticidad Artículo 24.- La inscripción deberá contar previamente
del bien registrado. La certificación de autenticidad se con una certificación de autenticidad que se expedirá a
expedirá a través del procedimiento que establezca el través del procedimiento que establezca el Reglamento
Reglamento respectivo. respectivo.

La inscripción de un monumento en el Registro


competente constituye una presunción de autenticidad,
salvo que exista prueba en contrario.

Artículo 25.- Los actos traslativos de dominio sobre bienes Artículo 25.- Los actos traslativos de dominio sobre bienes
inmuebles declarados monumentos históricos o artísticos inmuebles declarados monumentos históricos o artísticos o
deberán constar en escritura pública. Quien transmita el localizados en una zona de monumentos, deberán constar
dominio, deberá manifestar, bajo protesta de decir verdad, en escritura pública. Corresponderá a los notarios públicos
si el bien materia de la operación es monumento. verificar si el bien materia de la operación es monumento
o si se encuentran en una zona de monumentos. Los
Los notarios públicos mencionarán la declaratoria de notarios públicos mencionarán la declaratoria de
monumentos si la hubiere y darán aviso al Instituto monumentos o de zona de monumentos y tendrán la
competente de la operación celebrada en un plazo de treinta obligación de dar aviso al Instituto competente de la
días. operación celebrada en un plazo de treinta días naturales
posteriores a la misma.

Artículo 26.- Las partes que intervengan en actos traslativos Artículo 26.- El adquirente, por cualquier título legal, de
de dominio de bienes muebles declarados monumentos un bien mueble declarado monumento histórico o artístico,
históricos o artísticos, deberán dar aviso de su celebración, deberá dar aviso de su celebración, dentro de los treinta
dentro de los treinta días siguientes, al Instituto que días naturales siguientes, al Instituto que corresponda.
corresponda.
Cuando en la operación intervenga un comerciante
dedicado habitualmente a la compraventa de bienes
muebles declarados monumentos, deberá reportar
trimestralmente al Registro competente de todas las
operaciones que celebre con dichos bienes. De igual
forma, deberá dar aviso con treinta días naturales de
anticipación al Instituto de toda operación de compraventa
de un bien protegido por esta Ley, con el fin de que el
Estado, por conducto del Instituto competente pueda
486
ejercer el derecho del tanto, a partir del precio de entrada
de la operación. En caso de que el Estado no ejerza ese
derecho dentro del término señalado, el bien en cuestión
podrá ser comercializado. Si el Estado decide ejercer el
derecho del tanto, deberá proceder al pago del bien en
cuestión dentro de los 60 días naturales contados a partir
de la notificación del ejercicio de dicho derecho. Este
derecho del tanto no será válido en los casos de bienes cuya
comercialización se encuentre prohibida conforme a la
Ley.

5.3.7.- Otras disposiciones

En el análisis de la Ley Federal de Monumentos, hemos encontrado alguna disposiciones jurídicas que no
se encuentran actualizadas o son poco claras en cuanto a la preservación del Patrimonio Cultural.
Aprovechando este estudio, deseamos realizar las propuestas de modificación correspondientes que
consisten substancialmente en los siguientes aspectos:

a) garantizar que las obras que se deriven de un cambio de destino de bienes culturales de propiedad federal
no representan un daño o deterioro para los mismos y

b) se aclara la regulación en materia de exportación de monumentos arqueológicos,

Texto Original Propuesta

Artículo 14.- El destino o cambio de destino de inmuebles Artículo 14.- El destino o cambio de destino de inmuebles
de propiedad federal declarados monumentos de propiedad federal declarados monumentos
arqueológicos, históricos o artísticos, deberá hacerse por arqueológicos, históricos o artísticos, deberá hacerse por
decreto que expedirá el Ejecutivo Federal, por conducto de decreto que expedirá el Ejecutivo Federal, por conducto de
la Secretaría de Educación Pública. la Secretaría de Educación Pública.

La Secretaría de Educación Pública, por conducto del


Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, procederá a
verificar, previamente a la emisión del decreto
mencionado en el párrafo anterior, que el nuevo uso que
se pretenda asignar al monumento en cuestión, así como
las obras que deban realizarse para tal efecto, no
representen un daño o deterioro a la integridad del
edificio, ni a sus valores de autenticidad o significación
social.

Texto Original Propuesta

Artículo 16.- Los monumentos históricos o artísticos de Artículo 16.- Los monumentos históricos o artísticos de
propiedad particular podrán ser exportados temporal o propiedad particular podrán ser exportados temporal o
definitivamente, mediante permiso del Instituto competente, definitivamente, mediante permiso del Instituto competente,
en los términos del Reglamento de esta Ley. en los términos del Reglamento de esta Ley.

Se prohíbe la exportación de monumentos arqueológicos, Se prohíbe la exportación definitiva de monumentos


salvo canjes o donativos a Gobiernos o Institutos arqueológicos, salvo canjes o donativos a Gobiernos o
Científicos extranjeros, por acuerdo del Presidente de la Institutos Científicos extranjeros, por acuerdo del
487
República. Presidente de la República.

La exportación temporal de monumentos arqueológicos


sólo podrá llevarse a cabo para su exhibición en el
extranjero, siempre y cuando la integridad de éstos no
pueda ser afectada, por su transportación, y de
conformidad con lo siguiente:

I.- Se requerirá permiso previo del titular de la Secretaría


de Educación Pública quien, para otorgarlo, tomará en
consideración la opinión de la Secretaría de Relaciones
Exteriores y del Instituto Nacional de Antropología e
Historia;

II.- La Secretaría de Relaciones Exteriores adoptará las


medidas necesarias para que los monumentos
arqueológicos sean trasladados e instalados en los lugares
de las exhibiciones y, al concluir éstas, se retornen a
nuestro país, así como aquéllas para su debida protección,
y

III.- El Instituto Nacional de Antropología e Historia


realizará el embalaje de los monumentos para su
transportación, así como el avalúo de los mismos para
efectos de los seguros que se contraten, los que deberán
cubrir todo tipo de riesgos.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia, El Instituto Nacional de Antropología e Historia,


promoverá la recuperación de los monumentos promoverá la recuperación de los monumentos
arqueológicos de especial valor para la nación mexicana, arqueológicos de especial valor para la nación mexicana,
que se encuentran en el extranjero. que se encuentran ilegalmente en el extranjero.

5.3.8.- Los tratados internacionales y los bienes del Patrimonio Mundial

Dentro de este apartado en materia de derecho internacional, nuestra propuesta se enfoca en dos aspectos
centrales:

a) Por una parte, aclarar y actualizar los aspectos relacionados con la aplicación supletoria de otros
ordenamientos y muy especialmente, de los tratados internacionales en la materia que, conforme a los
criterios de nuestro más Alto Tribunal, tienen una jerarquía normativa superior incluso a las leyes federales.

b) crear un régimen especial para los bienes inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial de nuestro país.

En cuanto al primer aspecto, el texto actual se encuentra en una redacción muy limitada a aspectos generales
como son los tratados internacionales y los códigos civil y penal federales. Si, como en este trabajo hemos
concluido que es necesario ampliar el espectro de protección de los monumentos y zonas de monumentos,
es lógico pensar que existirá la necesidad de involucrar a otras disposiciones en el ámbito de su aplicación
supletoria a esta Ley. Es por ello que en la propuesta podemos encontrar referencias a la Ley Federal del
Derecho de Autor y a la Ley de Propiedad Industrial.

En este mismo punto, podemos señalar que se refuerza la función de los tratados internacionales en la
regulación interna en esta materia, principalmente porque estos instrumentos internacionales han adquirido
una fuerza conceptual muy importante y es necesario hacerlos aplicables de manera indubitable en la
488
legislación mexicana.

Por último, consideramos que es muy importante que la legislación haga un especial hincapié en aquellos
monumentos y sitios que han sido incorporados en la Lista del Patrimonio Mundial de conformidad con la
Convención de la UNESCO del Patrimonio Mundial Cultural y Natural. Debemos recordar que México es
el país en el continente americano que cuenta con mayor número de sitios inscritos en dicha lista y existe
una responsabilidad importante ante la comunidad internacionales con respecto a la protección,
conservación y enriquecimiento de los mismos. Es así que tratamos de resumir e incorporar en la legislación
en la materia algunos de los principios mencionados en dicho instrumento internacional.

Texto Original Propuesta

Artículo 19.- A falta de disposición expresa en esta Ley, se Artículo 19.- A falta de disposición expresa en esta Ley, se
aplicarán supletoriamente: aplicarán supletoriamente:

I.- Los tratados internacionales y las leyes federales; y I.- Los tratados internacionales y las leyes federales; y

II.- Los códigos civil y penal vigentes para el Distrito II.- Los códigos federales civil y penal vigentes para el
Federal en materia común y para toda la República en Distrito Federal en materia común y para toda la
materia federal. República en materia federal; y.

III.- La Ley Federal del Derecho de Autor y la Ley de la


Propiedad Industrial, en el caso de bienes del Patrimonio
Cultural Inmaterial.

Independientemente de lo anterior, las disposiciones


contenidas en los tratados internacionales laterales y
unilaterales signados y ratificados por México, en los
términos de las disposiciones constitucionales y legales
aplicables, serán obligatorias en nuestro país, por lo que
corresponderá a las autoridades federales, estatales y
municipales garantizar, en el marco de sus competencias,
el cumplimiento de las mismas.

Los monumentos, zonas de monumentos y bienes del


Patrimonio Inmaterial que hayan sido inscrito en las listas
que la Organización de las Nacionales Unidas para la
educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) haya
instituido a través de sus Convenciones o cualquier otro
mecanismo, contarán con una protección especial por
parte del Estado Mexicano.

Las autoridades federales, estatales y municipales que les


corresponda el cuidado, la regulación o la toma que
decisiones que afecten de manera directa o indirecta
tendrán la obligación de cuidar de manera involucradas
deberán proteger aquellos valores, criterios, vestigios,
fundamentos, argumentos, situaciones o cualquier otro
análogo que sirvieron de base para la identificación y
determinación de una protección o distinción especial por
parte de la UNESCO.

Los Institutos competentes, en coordinación con la


Secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, la
Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, los

489
gobiernos estatal y municipal competentes, crearán
Comités de Protección para cada uno de los monumentos
o zonas de monumentos inscritos en la Lista del
Patrimonio Mundial.

Los Comités a que se refiere el párrafo anterior estarán


compuestos por la siguiente conformación proporcional:

I.- Una tercera parte por representantes de las autoridades


federales competentes;

II.- Una tercera parte por parte de las autoridades


estatales y municipales competentes; y

III.- Una tercera parte por representantes de


organizaciones de la sociedad civil especializadas en la
protección del Patrimonio Cultural e instituciones
universitarias locales.

Los Comités de Protección que se refiere este artículo


tendrán como principal función la formulación de
recomendaciones y propuestas para la conservación de la
integridad y de los valores, criterios, vestigios,
fundamentos, argumentos, situaciones o cualquier otro
análogo que sirvieron de base para la incorporar del
monumento o zona de monumentos en la Lista del
patrimonio Mundial de la UNESCO. Dichos Comités
sesionarán, previa convocatoria con una anticipación
mínima a la fecha de celebración de quince días naturales,
cuando menos una vez calendario en la localidad donde
se encuentre localizado el monumento o zona de
monumentos en cuestión. Las sesiones serán presididas
por el representante del Instituto competente y las
decisiones serán tomadas por el setenta y cinco por ciento
de los miembros presentes, siendo éste el quórum mínimo
para sesionar. Los organismos reconocidos por la
Convención de la UNESCO para la Protección del
Patrimonio Mundial, Cultural y Natural, serán
considerados como representantes permanentes de dichos
Comités.

Queda prohibido para las autoridades federales, estatales


o municipales competente fomentar, aprobar, diseñar,
ejecutar o tolerar cualquier acción de parte de los entes
públicos o privados que puedan representar un daño o
menoscabo de la integridad y de los valores, criterios,
vestigios, fundamentos, argumentos, situaciones o
cualquier otro análogo que sirvieron de base para que un
monumento, zona de monumentos o bien bienes del
Patrimonio Cultural inmaterial que hayan recibido un
reconocimiento o protección especial por parte de la
UNESCO de conformidad con los tratados
internacionales o cualquier otro mecanismo.

490
5.3.9.- Estímulos Fiscales.

La creación de estímulos fiscales que favorezcan y promuevan la inversión por parte de los particulares
para la protección de sus bienes culturales está sujeta a una regulación restrictiva en la legislación actual
que en muy poco ha servido a esta finalidad.

Nuestra propuesta está enfocada a transformar esta limitativa regulación para hacer a los estímulos fiscales
más sencillos, más amplios, más accesibles y más atractivos.

Tratando de complementar esta visión económica del Patrimonio Cultural, que favorece al valor de
desarrollo, hemos agregado propuesta de disposiciones que garanticen un presupuesto gubernamental
favorable a la protección de los bienes culturales y la creación de fondos públicos que favorezcan la
conservación.

Texto Original Propuesta

Artículo 11.- Los propietarios de bienes inmuebles Artículo 11.- Los propietarios de bienes inmuebles
declarados monumentos históricos o artísticos que los declarados monumentos históricos o artísticos que los
mantengan conservados y en su caso los restauren, en los mantengan conservados y en su caso los restauren, en los
términos de esta ley, podrán solicitar la exención de términos de esta ley, podrán solicitar la exención de
impuestos prediales correspondientes, en la jurisdicción del impuestos prediales correspondientes.
Distrito Federal, con base en el dictamen técnico que
expida en instituto competente, de conformidad con el El Congreso de la Unión establecerá anualmente medidas
reglamento. de carácter legal con el fin de proveer de beneficios
fiscales y estímulos para la conservación, restauración,
Los Institutos promoverán ante los Gobiernos de los investigación, difusión, protección y enriquecimiento del
Estados la conveniencia de que se exima del impuesto Patrimonio Cultural material e inmaterial. En ningún
predial, a los bienes inmuebles declarados monumentos, caso, estos beneficios podrán ser inferiores al monto
que no se exploten con fines de lucro. destinado a las acciones mencionadas en este párrafo.

Las autoridades federales deberán destinar en el


Presupuesto de Egresos de la Federación un monto
equivalente al 1.5% del Producto Interno Bruto del año
inmediato anterior para destinarlo a las actividades
mencionadas en el párrafo anterior.

Las autoridades de los Estados deberán emitir las medidas


legales, reglamentarias y administrativas necesarias en el
ámbito de su competencia para otorgar beneficios fiscales
y estímulos para la realización de las actividades
mencionadas en el párrafo segundo de este artículo.

Las autoridades federales establecerán fondos y demás


mecanismos de carácter financiero de naturaleza similar
para apoyar las labores mencionadas en el párrafo
segundo de este artículo.

5.3.10.- Delitos contra el Patrimonio Cultural

Las conductas antijurídicas en contra de los monumentos y zonas de monumentos son considerados como
un caso clásico de aquellos delitos contenidos en las leyes especiales. Lo anterior resulta lógico porque
precisamente a lo largo de este trabajo hemos propugnado por reconocer la naturaleza particular y compleja
491
del Patrimonio Cultural y los valores que se encuentran presentes en el mismo. Una consecuencia lógica de
lo anterior representa la manera en que debemos abordar el tratamiento de los aspectos penales en nuestra
materia de estudio.

Lo expresado en el párrafo anterior tiene una incidencia especial en cuanto la definición del bien jurídico
tutelado que se pretende preservar con el establecimiento de un régimen legal penal para los bienes
culturales. Parecería que a partir de la lectura del actual capítulo penal de la Ley Federal de Monumentos y
Zonas, podemos observar que los bienes jurídicamente tutelados fueran la conservación, legal propiedad o
posesión y permanencia de los monumentos y sitios en territorio nacional. Pero en realidad, esta situación
es más compleja a partir de lo que hemos discutido en este trabajo.

Pongamos algunos ejemplos, pero previamente recordemos que los criterios bajo los que hemos propuesto
que se proteja jurídicamente el Patrimonio Cultural se centre en la autenticidad, significación, uso y
contribución al desarrollo sostenible.

Cuando el dueño de un monumento histórico decide demoler en parte un inmueble histórico o incorporarle
algunos elementos adicionales sin la autorización o en contravención de las condiciones establecidas por
las autoridades, nos encontramos ante una conducta que atenta contra el criterio de autenticidad del bien
cultural y en consecuencia, priva a la comunidad de una serie de datos para el entendimiento de su propia
historia. Es sorprenderte saber que en muchos casos, los arquitectos (que son profesionistas que tiene
perfecta idea del valor de estos bienes) quienes proyectan y ejecutan las obras de demolición.

La venta de un bien arqueológico lo incorpora a un mercado ilegal de antigüedades y a convertirse en un


objeto de comercio reproducción ilegal que contribuye a en un generador de ganancia económica que no
está acorde con su vocación. En todo caso, la sociedad resulta perjudicada por esta conducta, porque
normalmente tiene como causa el saqueo o robo de arte, en muchos casos por encargo de los propios
coleccionistas.

En el caso de la exportación ilegal de bienes culturales no nos encontramos con una acción dirigida al daño
de la integridad del monumento en cuestión, ni que se le otorgue un uso distinto a su vocación original. Sin
embargo, el daño que se provoca al Patrimonio Cultural implica un daño a las posibilidades del desarrollo
sostenible de una comunidad que se verá afectada de la imposibilidad de acceder, conocer y aprender de
sus bienes culturales, porque simplemente ya no se encuentran disponibles. Al igual que el párrafo anterior,
muchas veces estos actos ilegales se hacen por encargo.

Ahora bien, en todos esos casos podemos encontrar un criterio común y trascendente: el ataque
inmisericorde a la significación que para una comunidad tiene un monumento, sitio, lugar o manifestación.
Y nos parece que este es el bien jurídicamente tutelado más allá precisamente de la propia integridad o
localización de los bienes culturales. Y lo anterior tiene sentido en función de que estamos hablando de una
serie de bienes considerados trascendentes, valiosos y fundacionales de un grupo social.

Por ello y a partir de nuestro estudio queremos reorientar la revalidación punitiva en materia de Patrimonio
Cultural para que no abarque simplemente al objeto mismo, sino al verdadero bien jurídico tutelado que
representa la significación misma del Patrimonio Cultural.

Como vimos en el capítulo primero de este trabajo, las principales acciones que son agresivas contra el
Patrimonio Cultural tienen mucho de odio, despreocupación y discriminación de la cultura de una
comunidad en aras de un beneficio económico o simplemente para agotar un ego de quienes terminarán
492
detentando dichos bienes culturales.

Ahora bien, durante el análisis que hicimos de esta parte penal de la legislación en materia de monumentos,
pudimos observar que existían algunos tipos penales que estaban redactados de una manera incorrecta y
que los hacían imposible su persecución.

Por ello, nuestra propuesta es mejorar estos tipos penales y simplificarlos para englobarlos en un solo
artículo.

Igualmente, en el tratamiento de las penas, ajustarlos a dos grandes categorías:

a) los delitos vinculados al saqueo arqueológico, robo de bienes culturales, comercio ilícito y exportación
ilegal de los mismos.

b) los demás delitos relacionados con otras actividades que incidan en el Patrimonio Cultural.

En cuanto a la punibilidad, nos hemos querido ajustar a los mismos parámetros que se manejan con bienes
similares a los culturales: los delitos ambientales. Sin embargo, sabiendo que en muchos casos, la
imposición de penas privativas de la libertad no representa necesariamente la solución a estas
problemáticas, queremos proponer algunas penas alternativas que pueden beneficiar a la sociedad.

De igual forma, tomando en consideración una discusión que ha sido muy amplia sobre el hecho de que
ninguno de los delitos en materia de Patrimonio Cultural sean actualmente considerados como graves y en
todos sus casos, el inculpado puede obtener el beneficio de la libertad bajo caución, queremos hacer una
serie de propuestas aprovechando la próxima entrada en vigor del Código Nacional de Procedimientos
Penales y en especial, las posibilidades de medidas cautelares que se previenen en el mismo.

De tal forma, la prisión preventiva solo se propondría para aquellos sujetos que de manera dolosa,
reincidente o habitual, saqueen, roben, exporten ilegalmente o destruyan bienes del Patrimonio Cultural.
Cuando ninguna de estas condicionantes se cumpliera y en los demás delitos previstos por esta Ley, se hace
mención que la medida cautelar sería la presentación periódica del indiciado ante el juez o la autoridad que
el juez determine y el posible otorgamiento de una garantía económica. Dos casos requieren de medidas
cautelares adicionales: a) Para el caso de profesionistas que efectivamente cuentan con los conocimientos
respecto a las consecuencias de sus actividades delictivas en contra del Patrimonio Cultural (arquitectos,
ingenieros, etc.) se ordenaría la suspensión temporal de su actividad profesional o laboral y b) para los
servidores públicos (quienes en la gran mayoría de los casos saben y conocen sobre la situación de un
monumentos o sitio como parte del Patrimonio Cultural) se sugiere que se ordene la suspensión temporal
de su cargo.

Pero también queremos hacer propuestas con relación a mecanismos alternos de solución de controversias
en materia penal que permitan que dichos procesos realmente sean maneras de resolver eficientemente las
problemáticas específicas del Patrimonio Cultural y por ello, podemos afirmar que es necesario que tanto
en la identificación de la naturaleza de la controversia como en el plan de restitución que se acuerde, los
valores intrínsecos y extrínsecos del Patrimonio Cultural se respeten de manera incondicional. Igualmente
pensamos que todo facilitador en este proceso debiera acreditar un conocimiento profundo con relación a
la protección y cuidado del Patrimonio Cultural.

493
Texto Original Propuesta

Artículo 47.- Al que realice trabajos materiales de Artículo 47.- Son delitos en contra del Patrimonio
exploración arqueológica, por excavación, remoción o por Cultural:
cualquier otro medio, en monumentos arqueológicos
inmuebles, o en zonas de monumentos arqueológicos, sin la I.- Realizar trabajos materiales de exploración
autorización del Instituto Nacional de Antropología e arqueológica, por excavación, remoción o por cualquier
Historia, se le impondrá prisión de tres a diez años y de mil otro medio, en monumentos arqueológicos inmuebles, o
a tres mil días multa. en zonas de monumentos arqueológicos, sin la
autorización del Instituto Nacional de Antropología e
Al que ordene, induzca, dirija, organice o financie las Historia.
conductas descritas en el presente artículo, se les
incrementará hasta por una mitad las penas antes II.- Ordenar, inducir, dirigir, organizar o financiar
señaladas. trabajos materiales de exploración arqueológica, por
excavación, remoción o por cualquier otro medio, en
monumentos arqueológicos inmuebles, o en zonas de
monumentos arqueológicos, sin la autorización del
Instituto Nacional de Antropología e Historia.

III.- Disponer sin título legal para sí o para otro de un


monumento arqueológico mueble, valiéndose del cargo o
comisión del Instituto Nacional de Antropología e
Historia o de la autorización otorgada por éste para la
ejecución de trabajos arqueológicos

Si los delitos previstos en este capítulo los cometen


funcionarios encargados de la aplicación de la misma,
independientemente de las sanciones establecidas, se
inhabilitará para ejercer cualquier puesto o cargo público
por un término de diez años.

IV.- Efectuar cualquier acto traslativo de dominio de un


monumento arqueológico mueble o inmueble o comercie
con él, sin contar con título legal para ello.

V.- Transportar, exhibir o reproducir monumentos


arqueológicos sin la autorización del Instituto Nacional de
Antropología e Historia;

VI.- Ofrecer o comercializar reproducciones de


monumentos arqueológicos sin que cuente con la
inscripción que señale que se trata de una réplica en los
términos de la Ley Federal de Monumentos y Zonas
Arqueológicos, Artísticos e Históricos;

VII.- Ordenar, inducir, dirigir, organizar o financiar los


actos descritos en las dos fracciones anteriores;

VIII.- Poseer ilegalmente un monumento arqueológico o


un monumento histórico mueble y que éste se haya
encontrado en o que proceda de un inmueble a los que se
refiere la fracción I del artículo 36 de la Ley Federal de
Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e
Históricos, salvo en aquellos casos que se refieran a
inmuebles de carácter privado;

494
IX.- Apoderarse de un monumento mueble o inmueble
arqueológico, histórico o artístico sin consentimiento de
quien puede disponer de él con arreglo a la Ley;

X.- Provocar, por cualquier medio, daño o alteración o


destruir un monumento arqueológico, artístico o
histórico, así como una parte o la totalidad de una zona de
monumentos;

Cuando el daño no sea intencional, se estará a lo dispuesto


en el capítulo de aplicación de sanciones a los delitos
culposos.

Si quien ordenó o ejecutó las acciones que representaron


un daño o deterioro previsto en esta fracción fuese un
arquitecto, ingeniero u profesional legalmente autorizado
para ejercer una actividad con relacionada con la
protección, estudio y conservación de los bienes
culturales, adicionalmente a las penas que se indiquen,
quedarán definitivamente inhabilitados para ejercer su
profesión.

XI.- Exportar un monumento arqueológico, artístico o


histórico, sin permiso del Instituto competente;

XII.- Ordenar, inducir, dirigir, organizar o financiar las


conductas descritas en el inciso anterior;

XIII.- Introducir al territorio nacional, sacar del país o


transferir la propiedad de bienes culturales, infringiendo
las disposiciones legales adoptadas en el país de origen de
los mismos;

Los bienes de que se trate serán incautados y quedarán a


disposición de las autoridades del país de origen.

XIV.- Ordenar, inducir, dirigir, organizar o financiar las


conductas descritas en el inciso anterior;

XV.- Destruir, alterar, modificar, comercializar, explotar,


aprovechar para un fin distinto al original o reproducir
bienes culturales inmateriales protegidos por la Ley
Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicos,
Artísticos e Históricos, sin la autorización de la
comunidad titular y el Instituto Nacional de Antropología
e Historia y con el fin de denigrar, desvalorizar u obtener
un lucro de los valores culturales o significaciones de la
comunidad titular de los mismos;

XVI.- Utilizar, apoderarse, manipular, falsificar,


aprovecharse, publicitar, comercializar o producir bienes
o ejecutar obras intelectuales o manifestaciones
intangibles creadas o generadas a partir de los
conocimientos tradicionales de una comunidad indígena
sin contar con la autorización de la misma.

Artículo 48.- Al que valiéndose del cargo o comisión del Artículo 48.- A las conductas delictivas señaladas en el
Instituto Nacional de Antropología e Historia o de la artículo anterior se les aplicarán las siguientes sanciones:
autorización otorgada por éste para la ejecución de
495
trabajos arqueológicos, disponga para sí o para otro de un I.- A las conductas previstas en la fracción I, II, III, IV,
monumento arqueológico mueble, se le impondrá prisión de IX, XI y XII se le impondrá prisión de uno a ocho años y
tres a diez años y de dos mil a cinco mil días multa. de dos mil a cinco mil días multa.

Si los delitos previstos en esta Ley los cometen funcionarios II.- A las conductas previstas en la fracción V, VI, VII,
encargados de la aplicación de la misma, las sanciones VIII,XIII, XIV, XV y XVI se le impondrá prisión de uno
relativas se les aplicarán independientemente de las que les a tres años y de dos mil a cinco mil días multa;
correspondan conforme a la Ley Federal de
Responsabilidades Administrativas de los Servidores III.- A las conductas previstas en la fracción X se le
Públicos. impondrá prisión de uno a tres años y multa hasta por el
daño causado;

IV.- Cuando el juez determine que estos delitos no fueron


cometidos de manera dolosa, reincidente o habitual, podrá
conmutarse la prisión por trabajo en favor de la
comunidad.

Artículo 49.- Al que efectúe cualquier acto traslativo de Artículo 49.- En la imposición de sanciones relacionadas
dominio de un monumento arqueológico mueble o comercie con los delitos en materia de Patrimonio Cultural, se
con él y al que lo transporte, exhiba o reproduzca sin el observarán las siguientes reglas:
permiso y la inscripción correspondiente, se le impondrá
prisión de tres a diez años y de dos mil a tres mil días multa. I.- A los reincidentes en los delitos tipificados en esta Ley,
se les aumentará la sanción desde dos tercios hasta otro
Al que ordene, induzca, dirija, organice o financie los actos tanto de la duración de la pena. La sanción para quienes
descritos en este artículo, se le incrementará hasta por una resulten delincuentes habituales se aumentará de uno a
mitad las penas antes señaladas. dos tantos de la que corresponda al delito mayor.

II.- Para resolver sobre reincidencia, habitualidad y


determinación de multas, se estará a lo dispuesto en el
Código Penal Federal.

III.- Los traficantes de monumentos arqueológicos,


históricos o artísticos serán considerados delincuentes
habituales.

Artículo 50.- Al que ilegalmente tenga en su poder un Artículo 50.- Durante el desarrollo del procedimiento
monumento arqueológico o un monumento histórico mueble penal, el juez podrá imponerlas siguientes medidas
y que éste se haya encontrado en o que proceda de un cautelares, en los términos del Código Nacional de
inmueble a los que se refiere la fracción I del artículo 36, Procedimientos Penales:
se le impondrá prisión de tres a nueve años y de dos mil a
tres mil días multa. I.- la prisión preventiva solo podrán imponerse a aquellas
conductas previstas en las fracciones I y III del artículo 48
de esta Ley, siempre y cuando se compruebe que se
llevaron a cabo de manera dolosa, reincidente o habitual.

II.- En el caso de los delitos mencionados en la fracción I


del artículo 48 de esta Ley que no cumplan con las
condiciones que se mencionan en la fracción anterior y en
el caso de todos los delitos previstos en la fracción III de
dicho artículo, el juez podrá imponer de la medida de
presentación periódica ya sea ante el juez mismo o ante la
autoridad que éste determine, así como del otorgamiento
de una garantía económica, si ésta última la estima
pertinente de conformidad con la situación del indiciado.

III.- En el caso de los delitos mencionados en la fracción


X del artículo 48 y cuando se trate de un arquitecto,
ingeniero u profesional legalmente autorizado para
496
ejercer una actividad con relacionada con la protección,
estudio y conservación de los bienes culturales, el juez
podrá, adicionalmente a lo dispuesto en las fracciones I y
II de este artículo, dictar la suspensión para el ejercicio de
su actividad profesional o laboral;

IV.- Cuando a quien se atribuya cualquiera de los delitos


previstos por esta Ley sea servidor público, el juez podrá,
adicionalmente a lo señalado en las fracciones I y II de
este artículo, ordenar la suspensión temporal del ejercicio
de su cargo.

Artículo 51.- Al que se apodere de un monumento mueble Artículo 51.- Aquellos delitos previstos en este capítulo
arqueológico, histórico o artístico sin consentimiento de que no merezcan pena de prisión podrán ser objeto de las
quien puede disponer de él con arreglo a la Ley, se le opciones que se contemplan en la Ley Nacional de
impondrá prisión de tres a diez años y de dos mil a tres mil Mecanismos de Solución de Controversias en materia
días multa. Penal y muy particularmente, de la junta restaurativa
señalada en dicho ordenamiento.

Para la aplicación de este tipo de mecanismo de solución


de controversias en materia penal, deberán seguirse las
siguientes reglas específicas:

I.- En el proceso de identificación de la controversia, será


necesario que se señalen aquellos valores de autenticidad
y significación que se encuentren involucrados en el
monumento, zona de monumentos o bien inmaterial
protegido por dicha Ley, así como los efectos que en ellos
tiene la conducta infractora;

II.- Solo podrán actuar como facilitadores en la solución


de las controversias en esta materia, aquellos
profesionistas que tengan experiencia y conocimientos
amplios sobre el Patrimonio Cultural y;

III.- Toda solución restaurativa, incluyendo el plan que


para tal efecto se acuerde, con relación al Patrimonio
Cultural deberá proteger y fortalecer los valores de
autenticidad o significación del monumento, zona de
monumentos, bien intangible o cualquier bien en
cuestión.

Artículo 52.- Al que por cualquier medio dañe, altere o Artículo 52.- (Se deroga)
destruya un monumento arqueológico, artístico o histórico,
se le impondrá prisión de tres a diez años y multa hasta por
el valor del daño causado.

Cuando el daño no sea intencional, se estará a lo dispuesto


en el capítulo de aplicación de sanciones a los delitos
culposos del Código Penal Federal.

Artículo 53.- Al que por cualquier medio pretenda sacar o Artículo 53.- (Se deroga)
saque del país un monumento arqueológico, artístico o
histórico, sin permiso del Instituto competente, se le
impondrá prisión de cinco a doce años y de tres mil a cinco
mil días multa.

497
Al que ordene, induzca, dirija, organice o financie las
conductas descritas en el párrafo anterior, se les
incrementará hasta por una mitad las penas antes
señaladas.
Artículo 53 Bis.- (Se deroga)
Artículo 53 Bis.- Al que introduzca al territorio nacional,
saque del país o transfiera la propiedad de bienes
culturales, infringiendo las disposiciones legales adoptadas
en el país de origen de los mismos, se le impondrá prisión
de tres a doce años y multa de dos mil a cuatro mil días de
salario mínimo general vigente en el Distrito Federal.

Los bienes de que se trate serán incautados y quedarán a


disposición de las autoridades del país de origen.

Artículo 54.- A los reincidentes en los delitos tipificados en Artículo 54.- (Se deroga)
esta Ley, se les aumentará la sanción desde dos tercios
hasta otro tanto de la duración de la pena. La sanción para
quienes resulten delincuentes habituales se aumentará de
uno a dos tantos de la que corresponda al delito mayor.

Para resolver sobre reincidencia, habitualidad y


determinación de multas, se estará a lo dispuesto en el
Código Penal Federal.

Los traficantes de monumentos arqueológicos serán


considerados delincuentes habituales para los efectos de
esta Ley.

La graduación de las sanciones a que esta Ley se refiere se


hará tomando en cuenta la educación, las costumbres y la
conducta del sujeto, sus condiciones económicas y los
motivos y circunstancias que lo impulsaron a delinquir.

5.3.11.- El empoderamiento de la sociedad.

La palabra empoderamiento (que deriva del término inglés de empowerment) de la sociedad parece un tema
relevante y trascendente en muchas materias jurídicas. Su significado implica el otorgamiento de
posibilidades a las personas, comunidades y sociedad en general para actuar dentro de un marco legal
definido para la defensa de que aquellas aspectos que le resultan relevantes. La legislación en materia
ambiental en nuestro país es un excelente ejemplo de una regulación jurídica que favorece la participación
e influencia de la sociedad en la defensa, toma de decisiones y conducción del medio ambiente. La
legislación ambiental otorga una serie de instrumentos y recursos a estos entes sociales para acudir ante las
instancias correspondientes para defender al equilibrio ecológico ante la acción u omisión de las
autoridades. Buena parte del fundamento de estas situaciones es que existe una consciencia de que la
preservación del ambiente es un tema que supera los aspectos gubernamentales y que involucra a todos los
sectores sociales.

En el caso del Patrimonio Cultural, la regulación actual no comparte esta visión y por lo tanto, es lógico
que no existan mecanismos y procedimientos que permitan a los individuos o grupos sociales promover
acciones en favor de la preservación de los bienes culturales.

498
Nuestra propuesta se centra precisamente en una adición de un capítulo específico en la Ley de Monumentos
que le permita acceder a la sociedad, personas o comunidades a dos herramientas legales de protección:

a) Por una parte, definir claramente un procedimiento que se refiere a la promoción de acciones de denuncia
popular ante posibles actos u omisiones que representen un riesgo para los bienes culturales.

b) Siendo congruentes con la posterior propuesta de incorporación del Patrimonio Cultural dentro de las
materias que podrán ser objeto de una acción colectiva en los términos del Código Federal de
Procedimientos Civiles, se hace una referencia especial a este derecho por parte de las comunidades o
personas.

Texto Original Propuesta

Capítulo VII
De la Defensa Social del Patrimonio Cultural

Artículo 56.- Toda persona, grupos sociales,


organizaciones no gubernamentales, asociaciones y
sociedades podrán denunciar ante el Instituto Competente
o ante otras autoridades todo hecho, acto u omisión que
produzca o pueda producir un daño o deterior del
Patrimonio Cultural, o contravenga las disposiciones de la
presente Ley.

La denuncia popular podrá ejercitarse por cualquier


persona, bastando que se presente por escrito y contenga:

I.- El nombre o razón social, domicilio, teléfono si lo tiene,


del denunciante y, en su caso, de su representante legal;

II.- Los actos, hechos u omisiones denunciados;

III.- Los datos que permitan identificar al presunto


infractor, y

IV.- Las pruebas que en su caso ofrezca el denunciante.

No se admitirán denuncias notoriamente improcedentes o


infundadas, aquéllas en las que se advierta mala fe,
carencia de fundamento o inexistencia de petición, lo cual
se notificará al denunciante.

Una vez recibida la denuncia, el Instituto competente


dentro de los 3 días siguientes a su presentación,
notificará al denunciante el acuerdo de calificación
correspondiente, señalando el trámite que se le ha dado a
la misma.

El Instituto competente llevará a cabo la identificación del


denunciante, y hará del conocimiento la denuncia a la
persona o personas, o a las autoridades a quienes se
imputen los hechos denunciados o a quienes pueda afectar
el resultado de la acción emprendida, a fin de que
499
presenten los documentos y pruebas que a su derecho
convenga en un plazo máximo de 15 días hábiles, a partir
de la notificación respectiva.

El Instituto competente efectuará las diligencias


necesarias con el propósito de determinar la existencia de
actos, hechos u omisiones constitutivos de la denuncia.

Asimismo, en los casos de emergencia o de un daño


inminente al Patrimonio Cultural, el Instituto competente
podrá iniciar los procedimientos de inspección y vigilancia
que fueran procedentes.

Si del resultado de la investigación realizada por el


Instituto competente, se desprende que se trata de actos,
hechos u omisiones en que hubieren incurrido
autoridades federales, estatales o municipales, emitirá las
recomendaciones necesarias para promover ante éstas la
ejecución de las acciones procedentes.

Artículo 57.- Independientemente de lo dispuesto en el


artículo anterior, todo los grupo social, organización no
gubernamental, asociación o sociedad podrá promover las
acciones colectivas que prevé el Código Federal de
Procedimientos Civiles contra todo hecho, acto u omisión
que produzca o pueda producir un daño o deterior del
Patrimonio Cultural.

5.4.- Ley de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas

Esta disposición legal, la cual tiene su fundamento en el artículo 2º constitucional, establece la creación de
dicho organismo descentralizado que tiene como función principal orientar, coordinar, promover, apoyar,
fomentar, dar seguimiento y evaluar los programas, proyectos, estrategias y acciones públicas para el
desarrollo integral y sustentable de los pueblos y comunidades indígenas.

En el texto actual, encontramos una legítima orientación hacia el reconocimiento de los aspectos más
importantes de la vida socioeconómica de las comunidades y pueblos indígenas como fundamento en la
búsqueda de un desarrollo integral y sostenible. Sin embargo, en la definición de las facultades de dicha
Comisión, el Patrimonio Cultural material e inmaterial (principalmente el segundo de ellos, que es tan
cotidiano y trascedente) se encuentra prácticamente olvidado.

Siendo la visión integral de esta disposición jurídica un elemento importante para garantizar el valor de
desarrollo del Patrimonio Cultural perteneciente a estas comunidades y pueblos, nuestra propuesta está
enfocada a modificar el artículo 2º de dicha Ley, referente a las facultades de dicha Comisión para
incorporar a los bienes culturales materiales e inmateriales como criterios en el desempeño de sus
actividades y en especial a aquellas dirigidas a su autodeterminación y evaluación de políticas públicas de
desarrollo.

Pero adicionalmente, se propone incorporar al Patrimonio Cultural y la diversidad cultural en los criterios
que deberá seguir la Comisión para el desempeño de sus funciones que se contiene en el artículo 3º de dicha
disposición, los cuales está relacionados con el reconocimiento de la naturaleza pluricultural de la Nación,
el combate a la discriminación, el diseño de políticas públicas congruentes con valores y significaciones
500
culturales, el uso sustentable de sus recursos naturales y culturales y por último, la participación de las
comunidades y pueblos indígenas en los procesos de toma de decisión que afecten aspectos trascendentes
de su vida interna.

Texto Original Propuesta

Artículo 2.- La Comisión tiene como objeto orientar, Artículo 2.- La Comisión tiene como objeto orientar,
coordinar, promover, apoyar, fomentar, dar seguimiento y coordinar, promover, apoyar, fomentar, dar seguimiento y
evaluar los programas, proyectos, estrategias y acciones evaluar los programas, proyectos, estrategias y acciones
públicas para el desarrollo integral y sustentable de los públicas para el desarrollo integral y sustentable de los
pueblos y comunidades indígenas de conformidad con el pueblos y comunidades indígenas de conformidad con el
artículo 2o. de la Constitución Política de los Estados artículo 2o. de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, para lo que tendrá las siguientes Unidos Mexicanos, para lo que tendrá las siguientes
funciones: funciones:

I.-… I.-…

II.- Coadyuvar al ejercicio de la libre determinación y II.- Coadyuvar al ejercicio de la libre determinación y
autonomía de los pueblos y comunidades indígenas en el autonomía de los pueblos y comunidades indígenas, así
marco de las disposiciones constitucionales; como a la protección de su Patrimonio Cultural material
e inmaterial en el marco de las disposiciones
constitucionales;

III. a IV.- … III. a IV.- …

V.- Evaluar las políticas públicas y la aplicación de los V.- Evaluar las políticas públicas y la aplicación de los
programas, proyectos y acciones gubernamentales que programas, proyectos y acciones gubernamentales que
conduzcan al desarrollo integral de dichos pueblos y conduzcan al desarrollo integral de dichos pueblos y
comunidades; comunidades, con pleno respeto a la conservación de su
Patrimonio Cultural material e inmaterial;

VI a XIX.- … VI a XIX.- …

Artículo 3. La Comisión regirá sus acciones por los Artículo 3. La Comisión regirá sus acciones por los
siguientes principios: siguientes principios:

I.- Observar el carácter multiétnico y pluricultural de la I.- Observar el carácter diverso, multiétnico y pluricultural
Nación; de la Nación;

II.- Promover la no discriminación o exclusión social y la II.- Promover la no discriminación o exclusión social y la
construcción de una sociedad incluyente, plural, tolerante construcción de una sociedad incluyente, plural, tolerante
y respetuosa de la diferencia y el diálogo intercultural; y respetuosa de la diversidad cultural y el diálogo
intercultural;
III.- Impulsar la integralidad y transversalidad de las
políticas, programas y acciones de la Administración III.- Impulsar la integralidad y transversalidad de las
Pública Federal para el desarrollo de los pueblos y políticas, programas y acciones de la Administración
comunidades indígenas; Pública Federal para el desarrollo de los pueblos y
comunidades indígenas, en un marco de respeto de los
valores y significaciones que sustentan las formas de vivir,
organizarse y relacionarse tanto de manera interna como
con otros grupos culturales;

IV.- Fomentar el desarrollo sustentable para el uso IV.- Fomentar el desarrollo sustentable para el uso
racional de los recursos naturales de las regiones indígenas racional de los recursos naturales y bienes culturales
sin arriesgar el patrimonio de las generaciones futuras; materiales e inmateriales de las regiones indígenas sin
arriesgar el patrimonio cultural y natural de las
generaciones futuras;
501
V.-…, y V.-…, y

VI.- Consultar a pueblos y comunidades indígenas cada vez VI.- Consultar a pueblos y comunidades indígenas cada vez
que el Ejecutivo Federal promueva reformas jurídicas y que el Ejecutivo Federal promueva reformas jurídicas y
actos administrativos, programas de desarrollo o proyectos actos administrativos, programas de desarrollo o proyectos
que impacten significativamente sus condiciones de vida y que impacten significativamente sus condiciones de vida, su
su entorno. Patrimonio Cultural material e inmaterial y su entorno.

5.5.- Ley de la Propiedad Industrial

Como estudiamos en este trabajo, las denominaciones de origen reguladas por la Ley de la Propiedad
Industrial han recibido un tratamiento principalmente comercial. Sin embargo, toda denominación de origen
es el resultado del desarrollo de una comunidad de personas a nivel regional que han construido una manera
de vida, formas de producción, relación entre los miembros del grupo y el medio ambiente, que han creado
un sistema de valores y significaciones culturales que son trascendentes para la misma a partir de un
producto. Existe todavía en estas comunidades una manera de vivir que está basada, justificada y
fundamentada precisamente en estas denominaciones de origen: nadie podría entender la manera de vivir
en la región de Tequila si no se atiende la presencia y función social del cultivo del agave y la producción
y comercialización de la bebida que lleva ese nombre.

Las denominaciones de origen tienen un contenido que va más allá de su aspecto comercial y por ello, es
necesario que la legislación en materia de propiedad industrial reconozca e incorpore disposiciones que
garanticen la protección de estas cualidades culturales vinculadas con las mismas que así mismo permitirá
su conservación y enriquecimiento a futuro. Los valores de autenticidad y significación del Patrimonio
Cultural son fundamentales en ese sentido.

Por ello, proponemos una modificación a los artículos 156, 159 y 167 de esta Ley para que las
consideraciones culturales queden incorporadas en la definición, declaratorias y determinación de la
titularidad de las denominaciones de origen. Igualmente, sugerimos una modificación al artículo 213 de la
Ley, relativa a las infracciones administrativas, cuando se detecten actos que pretendan comercializar
productos mencionando, de manera incorrecta, que son elaborados siguiendo técnicas o conocimientos
tradicionales, cuando lo anterior no sea verdad.

Texto Original Propuesta

TITULO QUINTO TITULO QUINTO


De la Denominación de Origen De la Denominación de Origen

Capítulo I Capítulo I
De la Protección a la Denominación de Origen De la Protección a la Denominación de Origen

Artículo 156.- Se entiende por denominación de origen, el Artículo 156.- Se entiende por denominación de origen, el
nombre de una región geográfica del país que sirva para nombre de una región geográfica del país que sirva para
designar un producto originario de la misma, y cuya designar un producto originario de la misma, y cuya
calidad o característica se deban exclusivamente al medio calidad o característica se deban exclusivamente al medio
geográfico, comprendido en éste los factores naturales y los geográfico y a los procesos de elaboración o productivos
humanos. de cualquier naturaleza que hayan sido desarrollados de
manera tradicional a través de conocimientos de carácter
colectivo de una o varias comunidades localizadas en esa
región geográfica, los cuales hayan sido transmitidos a
502
través del tiempo por cualquier medio, incorporando
valores de autenticidad y significación para dicha
comunidad o comunidades.

Artículo 159.- La solicitud de declaración de protección a Artículo 159.- La solicitud de declaración de protección a
una denominación de origen se hará por escrito, a la que se una denominación de origen se hará por escrito, a la que se
acompañarán los comprobantes que funden la petición y en acompañarán los comprobantes que funden la petición y en
la que se expresará lo siguiente: la que se expresará lo siguiente:

I.- Nombre, domicilio y nacionalidad del solicitante. Si es I.- Nombre, domicilio y nacionalidad del solicitante. Si es
persona moral deberá señalar, además, su naturaleza y las persona moral deberá señalar, además, su naturaleza y las
actividades a que se dedica; actividades a que se dedica;

II.- Interés jurídico del solicitante; II.- Interés jurídico del solicitante;

III.- Señalamiento de la denominación de origen; III.- Señalamiento de la denominación de origen;

IV. Descripción detallada del producto o los productos IV. Descripción detallada del producto o los productos
terminados que abarcará la denominación, incluyendo sus terminados que abarcará la denominación, incluyendo sus
características, componentes, forma de extracción y características, componentes, forma de extracción y
procesos de producción o elaboración. Cuando sea procesos de producción o elaboración, determinación de
determinante para establecer la relación entre la los procesos y elementos que constituyan parte del
denominación y el producto, se señalarán las normas conocimientos colectivos tradicionales vinculados al
oficiales establecidas por la Secretaría de Economía a que producto y los impactos socioculturales que se han
deberán sujetarse el producto, su forma de extracción, sus generado en las comunidades asentadas en el territorio.
procesos de elaboración o producción y sus modos de Cuando sea determinante para establecer la relación entre
empaque, embalaje o envasamiento; la denominación y el producto, se señalarán las normas
oficiales establecidas por la Secretaría de Economía a que
deberán sujetarse el producto, su forma de extracción, sus
procesos de elaboración o producción y sus modos de
empaque, embalaje o envasamiento;

V.- Lugar o lugares de extracción, producción o V.- Lugar o lugares de extracción, producción o
elaboración del producto que se trate de proteger con la elaboración del producto que se trate de proteger con la
denominación de origen y la delimitación del territorio de denominación de origen y la delimitación del territorio de
origen, atendiendo a los caracteres geográficos y a las origen, atendiendo a los caracteres geográficos,
divisiones políticas; antecedentes socio-culturales y a las divisiones políticas;

VI.- Señalamiento detallado de los vínculos entre VI.- Señalamiento detallado de los vínculos entre
denominación, producto y territorio, y denominación, producto, población y territorio, y

VII.- Los demás que considere necesarios o pertinentes el VII.- Los demás que considere necesarios o pertinentes el
solicitante. solicitante.

Artículo 167.- El Estado Mexicano será el titular de la Artículo 167.- El Estado Mexicano será el titular de la
denominación de origen. Esta sólo podrá usarse mediante denominación de origen. Esta sólo podrá usarse mediante
autorización que expida el Instituto. autorización que expida el Instituto.

Corresponderá al Estado Mexicano conservar y preservar


la titularidad que tienen las comunidades y etnias sobre
los conocimientos tradicionales que sustentan los procesos
de producción y elaboración de los bienes que se protegen
con la denominación de origen, estableciendo las medidas
necesarias para que los valores de autenticidad y la
significación de dichos conocimientos para dicha
comunidad sean alterados.

503
Texto Original Propuesta

Capítulo II Capítulo II
De las Infracciones y Sanciones Administrativas De las Infracciones y Sanciones Administrativas

Artículo 213.- Son infracciones administrativas: Artículo 213.- Son infracciones administrativas:

I a VIII.-… I a VIII.-…

IX.- Efectuar, en el ejercicio de actividades industriales o IX.- Efectuar, en el ejercicio de actividades industriales o
mercantiles, actos que causen o induzcan al público a mercantiles, actos que causen o induzcan al público a
confusión, error o engaño, por hacer creer o suponer confusión, error o engaño, por hacer creer o suponer
infundadamente: infundadamente:

a) a c).-… a) a c).-…

d) Que el producto de que se trate proviene de un territorio, d) Que el producto de que se trate proviene de un territorio,
región o localidad distinta al verdadero lugar de origen, de región o localidad distinta al verdadero lugar de origen o
modo que induzca al público a error en cuanto al origen que está elaborado siguiendo los conocimientos
geográfico del producto; tradicionales desarrollados por una comunidad o etnia, de
modo que induzca al público a error en cuanto al origen
geográfico del producto;

5.6.- Ley Federal del Derecho de Autor

La regulación jurídica en materia de derechos de autor es también un instrumento importante para la


protección del Patrimonio Cultural. En ese sentido, además de la preservación de las obras materiales, la
regulación en materia de derecho de autor tiene la amplitud para incluir en su espectro a aspectos
inmateriales. De hecho, consideramos que nuestras propuestas deben estar enfocadas principalmente a las
disposiciones mencionadas en el del Título VII de dicha ley que es relativo a los símbolos patrios y las
expresiones de la cultura popular.

Hay un tema muy relevante que debe ser más explícito en esta materia: la titularidad de los derechos de
autor sobre las obras colectivas inmateriales que tiene una comunidad.

Por tanto, nuestra propuesta de modificaciones a la Ley Autoral se basa en las siguientes consideraciones:

a) que se reconozca la titularidad de las comunidades y pueblos indígenas con relación a sus propias
creaciones, situación que está ausente o indefinida en la regulación actual,

b) se establezcan disposiciones con el fin de identificar y proteger los valores de significación de dichas
obras,

c) se regule de manera efectiva la utilización que se darán a dichas obras con el fin de garantizar los derechos
de las comunidades ante su propio Patrimonio y por último,

d) se incluyan procedimientos y medidas claras para que las autoridades puedan proceder a impedir actos
que puedan representar un daño o deterioro a la integridad o valor del Patrimonio Cultural.

504
Por tanto, estos objetivos están enfocados en proteger los criterios de autenticidad, significación y
utilización del Patrimonio Cultural, principalmente inmaterial.

A partir de lo anterior, las propuestas que se formulan con relación a esta disposición jurídica son las
siguientes:

a) en lo que se refiere al capítulo de disposiciones generales del Título VII referente a los Derechos de
Autor sobre los Símbolos Patrios y de la Expresiones de las Culturas Populares, nuestra sugerencia es
aclarar que las mismas se aplicarán al Patrimonio Cultural inmaterial de las comunidades y pueblos
indígenas bajo un concepto integral y amplio, recalcando la importancia de preservar los valores de
autenticidad e integridad de los cuales son titulares las comunidades y pueblos indígenas.

b) en cuanto al capítulo de los símbolos patrios, la intención de las propuestas de reformas pretenden resaltar
y proteger el valor de significación del Patrimonio Cultural común a todos los mexicanos.

c) en lo referente a lo que se ha llamado como “culturas populares”, nuestra sugerencia es que se amplíe
este término a los conocimientos tradicionales, así como al reconocimiento de la titularidad de estas obras
en favor de las comunidades que han sido sus creadoras aunque no se conozca específicamente al autor y a
regular muy claramente la utilización que se dará a dichas obras bajo la consideración de que exista un
convenio previo que permita a las comunidades autorizar dicha utilización y que garantice que dichas
comunidades puedan disfrutar de los beneficios económicos que se deriven de las obras y conocimientos
que hayan sido incorporadas a un producto elaborado por una empresa privada. Ahora bien, estas propuestas
están orientadas en el respeto de los criterios de autenticidad, significación y utilización.

d) nuestra proposición también está enfocada a fortalecer la participación del Instituto Nacional del Derecho
de Autor para la identificación de las obras cuya titularidad corresponde a las comunidades, garantizar el
acceso a los beneficios que se deriven de la utilización de las mismas por parte de terceros y facilitar
mecanismos no contenciosos para la resolución de controversias que se generen por este motivo.

e) como un último mecanismo, no siempre deseable pero necesario, se propone incorporar como una
conducta antijurídica que lesiona a los bienes culturales inmateriales, las acciones que representen la
utilización de las obras y conocimientos cuya titularidad corresponda a las comunidades, sin cumplir lo
especificado por la Ley.

Texto Original Propuesta

Título VII Título VII


De los Derechos de Autor sobre los Símbolos Patrios y de De los Derechos de Autor sobre los Símbolos Patrios y de
las expresiones de las culturas populares las expresiones de las culturas populares

Capítulo I Capítulo I
Disposiciones Generales Disposiciones Generales

Artículo 154.- Las obras a que se refiere este Título están Artículo 154.- Las obras a que se refiere este Título están
protegidas independientemente de que no se pueda protegidas independientemente de que no se pueda
determinar la autoría individual de ellas o que el plazo de determinar la autoría individual de ellas o que el plazo de
protección otorgado a sus autores se haya agotado. protección otorgado a sus autores se haya agotado.
Quedan comprendidas dentro de este Título las obras que
constituyan el Patrimonio Cultural material e inmaterial
de los grupos y comunidades o etnia originaria o
505
arraigada en cualquier parte de la República Mexicana.

Esta Ley protegerá expresamente la titularidad,


autenticidad y utilización de los conocimientos
tradicionales que hayan sido desarrollados por una
comunidad o etnia originaria o arraigada en nuestro país.
Salvo prueba en contrario, se presumirá que corresponde
a la comunidad o etnia los derechos morales y
patrimoniales de los bienes a que se refiere este Título. En
caso de duda, el Instituto llevará a cabo estudios de
carácter antropológico, histórico, arqueológico o de
naturaleza similar con la colaboración del Instituto
Nacional de Antropología e Historia, con el fin de
comprobar la titularidad y significación social para una
comunidad o etnia sobre una obra protegida por este
Título.

La titularidad ostentada por la comunidad o etnia


originaria o arraigada en cualquier parte de la República
Mexicana será irrenunciable e intransferible. Sin
embargo, esta titularidad podrá ser ejercida de manera
compartida por dos o más comunidades o etnias cuando
se compruebe que cada una ha colaborado de una manera
significativa en la creación, vigencia y significación social
de dichos bienes o manifestaciones.

La representación de una comunidad o etnia para efectos


de ejercer los derechos consignados en este Ley con
relación a los bienes y manifestaciones señaladas en este
Título corresponderá a las autoridades tradicionales que
sean nombradas por la propia comunidad o etnia, según
sus usos o costumbres. En caso de carecer de ellas, se
procederá de conformidad con las reglas que establece en
Código Federal de Procedimientos Civiles en materia de
Acciones Colectivas.

Capítulo II Capítulo II
De los Símbolos Patrios De los Símbolos Patrios

Artículo 155.- El Estado Mexicano es el titular de los Artículo 155.- El Estado Mexicano es el titular de los
derechos morales sobre los símbolos patrios. derechos morales sobre los símbolos patrios y es
responsable de la conservación de los valores y
significaciones culturales y nacionales que los hacen
elementos fundamentales en la conformación de la
identidad nacional.

Artículo 156.- El uso de los símbolos patrios deberá Artículo 156.- El uso de los símbolos patrios deberá
apegarse a lo establecido por la Ley sobre el Escudo, la apegarse a lo establecido por la Ley sobre el Escudo, la
Bandera y el Himno Nacionales. Bandera y el Himno Nacionales y en todo caso, deberá
garantizar la protección de los valores y significaciones
que se mencionan en el artículo anterior.

Capítulo III Capítulo III


De las Culturas Populares De las Culturas Populares

Artículo 157.- La presente Ley protege las obras Artículo 157.- La presente Ley protege las obras literarias,
literarias, artísticas, de arte popular o artesanal, así como artísticas, tradicionales, de arte popular o artesanal, así
506
todas las manifestaciones primigenias en sus propias como todas las manifestaciones primigenias en sus propias
lenguas, y los usos, costumbres y tradiciones de la lenguas, y los usos, conocimientos, costumbres y
composición pluricultural que conforman al Estado tradiciones de las que son titulares las comunidades y
Mexicano, que no cuenten con autor identificable. etnias que constituyen la composición pluricultural que
conforman a la Nación Mexicana. Para efectos de esta
Ley, no será necesario que se cuente o no con un autor
identificable de la obra o manifestación en cuestión; pero
para acceder a la protección que le otorga esta Ley, deberá
acreditarse a través de los estudios que se refieren el
artículo 154, el origen y significación para la comunidad
o etnia en cuestión.

Artículo 158.- Las obras literarias, artística, de arte Artículo 158.- Las obras literarias, artística, de arte
popular o artesanal; desarrolladas y perpetuadas en una popular o artesanal, así como así como todas las
comunidad o etnia originaria o arraigada en la República manifestaciones primigenias en sus propias lenguas, y los
Mexicana, estarán protegidas por la presente Ley contra su usos, conocimientos, costumbres y tradiciones
deformación, hecha con objeto de causar demérito a la desarrolladas y perpetuadas en una comunidad o etnia
misma o perjuicio a la reputación o imagen de la originaria o arraigada en la República Mexicana, estarán
comunidad o etnia a la cual pertenecen. protegidas por la presente Ley en favor de su autenticidad,
significación, utilización y explotación por motivos
comerciales. De igual forma, las obras y manifestaciones
señaladas en este párrafo estarán protegidas contra su
deformación, hecha con objeto de causar demérito a la
misma o perjuicio a la reputación o imagen de la
comunidad o etnia a la cual pertenecen. También estarán
protegidas las obras y manifestaciones señaladas en este
párrafo de cualquier acción que pretenda atentar contra
la autenticidad y significación social de las mismas.

Artículo 159.- Es libre la utilización de las obras literarias, Artículo 159.- La utilización de las obras literarias,
artísticas, de arte popular o artesanal; protegidas por el artísticas, de arte popular o artesanal, así como así como
presente capítulo, siempre que no se contravengan las todas las manifestaciones primigenias en sus propias
disposiciones del mismo. lenguas, y los usos, conocimientos, costumbres y
tradiciones; protegidas por el presente capítulo, deberán
cumplir con las siguientes disposiciones:

I.- Será libre la utilización de dichas obras cuando se


refiera de acciones de difusión, enseñanza y de
investigación científica;

II.- En los casos en que se utilicen las obras protegidas por


este Título con fines económicos, deberán obtener de los
órganos de representación de la comunidad o etnia que
corresponda, la autorización de uso correspondiente;
mediante acuerdo que deberá ser ratificado ante el
Instituto y en el que establecerán, entre otras
disposiciones, el pago de las regalías correspondientes.

III.- En ningún caso, la utilización de las obras protegidas


deberán respectar sus valores de autenticidad y de
significación. En todo caso, cuando dichos valores no se
respeten total o parcialmente, deberán ser consideradas
como “adaptaciones”; circunstancia que deberá exhibirse
o comunicarse de manera clara y sencilla.

IV.- En el caso de utilización industrial de conocimientos


tradicionales, las regalías que deban de cubrirse a la
comunidad o etnia originaria de dichos conocimientos en
ningún momento podrá ser menor del quince por ciento
507
sobre el importe total de las ventas del producto o servicio
que corresponda.

V.- La comunidad o etnia podrá solicitar al Instituto la


suspensión de cualquier utilización de las obras
protegidas cuando se detecte cualquier violación a lo
establecido en este Título.

VI.- Los permisos otorgados por las comunidades no


tendrán una duración mayor a 10 años, pudiendo ser
renovables, previo acuerdo entre las partes.

VII.- Los permisos mencionados en el inciso anterior


deberán inscribirse en el Registro Público a cargo del
Instituto.

Artículo 160.- En toda fijación, representación, Artículo 160.- En toda fijación, representación,
publicación, comunicación o utilización en cualquier publicación, comunicación o utilización en cualquier
forma, de una obra literaria, artística, de arte popular o forma, de una obra literaria, artística, de arte popular o
artesanal; protegida conforme al presente capítulo, deberá artesanal, así como así como todas las manifestaciones
mencionarse la comunidad o etnia, o en su caso la región primigenias en sus propias lenguas, y los usos,
de la República Mexicana de la que es propia. conocimientos, costumbres y tradiciones desarrolladas y
perpetuadas en una comunidad o etnia originaria o
arraigada en la República Mexicana, deberá mencionarse
la comunidad o etnia, o en su caso la región de la República
Mexicana de la que es propia; indicando de manera
expresa que la comunidad o etnia es la titular de los
derechos morales y económicos de éstas.

Artículo 161.- Corresponde al Instituto vigilar el Artículo 161.- Corresponde al Instituto vigilar el
cumplimiento de las disposiciones del presente capítulo y cumplimiento de las disposiciones del presente capítulo y
coadyuvar en la protección de las obras amparadas por el coadyuvar en la protección de las obras amparadas por el
mismo. mismo.

Corresponderá al Instituto:

I.- Asegurar la identificación e inscripción en el Registro


Público de aquellas obras protegidas por este Título,
asegurando identificar los valores de autenticidad y de
significación de las obras para una comunidad o etnia que
sea titular de dichas obras. Lo anterior, sin que la
protección otorgada a las obras mencionadas en este
Título esté condicionada a la previa inscripción de las
mismas en el registro Público.

II.- Llevar a cabo, en los términos de la legislación vigente,


las acciones que sean necesarias, en coordinación con las
Dependencias o Entidades competentes para suspender
cualquier acción que represente una violación a las
disposiciones contenidas en este Título.

III.- Asegurarse que se establezca un mecanismo


transparente de pago de las regalías acordadas entre las
comunidades o etnias y los permisionarios con relación a
la utilización de las obras protegidas por este Título. Para
efectos de esta fracción, se considerará un mecanismo
transparente de pago aquel que no implique la entrega del
pago a una persona en particular, sino a través de un
fideicomiso cuyo fideicomisario sea la comunidad o etnia
508
en cuestión y en cuyo Comité Técnico participe el propio
Instituto y el Instituto Nacional de Antropología e
Historia.

IV.- Actuar como mediador entre comunidades o etnias en


las disputas que pudiesen suscitarse con relación a la
titularidad de una obra protegida por este Título.

Artículo 229.- Son infracciones en materia de derecho de Artículo 229.- Son infracciones en materia de derecho de
autor: autor:

I. a XII.- … I. a XII.- …

XIII.- Fijar, representar, publicar, efectuar alguna XIII.- Fijar, representar, publicar, efectuar alguna
comunicación o utilizar en cualquier forma una obra comunicación o utilizar en cualquier forma y en
literaria y artística, protegida conforme al capítulo III, del contravención a las disposiciones legales aplicables una
Título VII, de la presente Ley, sin mencionar la comunidad obra literaria y artística, así como así como cualquier
o etnia, o en su caso la región de la República Mexicana de manifestación primigenia en sus propias lenguas, y los
la que es propia, y usos, conocimientos, costumbres y tradiciones protegidas
conforme al capítulo III, del Título VII, de la presente Ley,
y

XIV.- … XIV.-…

5.7.- Ley de Amparo, Reglamentaria de los artículos 103 y 107 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos

La nueva Ley de Amparo fue el resultado de la todavía reciente reforma a nuestra Carta Magna en materia
de protección de los derechos humanos. El reconocimiento de estas prerrogativas contenidas en los tratados
internacionales, así como del interés legítimo, entre otras nuevas consideraciones, hicieron necesaria una
revisión de la legislación relativa a nuestro juicio de garantías y el resultado es una nueva Ley de Amparo
que es mucho más moderna, abierta y consciente de las realidades recientes que involucran a dichas
prerrogativas humanas y sociales.

La preservación del Patrimonio Cultural fue una de las materias que se vieron beneficiadas con estas
modificaciones, ya que en el pasado, los juicios de amparo prácticamente estaban referidos a aquellos casos
en que el particular tenía un interés jurídico con respecto al bien cultural en cuestión y por tanto, limitaban
las acciones que reclamaban o trataban de revocar las acciones emprendidas por las autoridades que
impedían un posible riesgo a los monumentos y sitios. Pero por otro lado, encontrábamos muchos amparos
destinados a evitar el cumplimiento de las acciones en favor de la conservación de los bienes culturales.

Con la nueva legislación de amparo en total concordancia con el texto actual de nuestra Carta Magna, se ha
abierto la posibilidad de que las personas y comunidades puedan promover este mecanismo jurisdiccional
para obligar al Estado y particulares a cumplan con su responsabilidad como principales obligados a
preservar nuestros bienes culturales. Debemos reconocer un cambio de visión.

A pesar de este importante paso, la nueva Ley de Amparo sigue siendo un instrumento insuficiente para
cuidar de manera eficiente y total a los bienes culturales materiales e inmateriales. Por lo anterior, nuestra
propuesta de modificaciones a esta Ley está dirigida a incluir una serie de adiciones que permitan a dicho
ordenamiento a proveer a los particulares y comunidades de mayores elementos para defender su
509
Patrimonio Cultural ante la acción gubernamental o particular.

El artículo 4º de la nueva Ley de Amparo prevé la tramitación sumaria de un juicio de protección de


garantía cuando se definan ciertas cuestiones calificadas de urgentes. Nuestra propuesta es que una de estas
situaciones que motiven la tramitación prioritaria de un amparo sea el posible o real daño o deterioro a un
bien del Patrimonio Cultural material o inmaterial

Texto Original Propuesta

Artículo 4º-. De manera excepcional, y sólo cuando exista Artículo 4º-. De manera excepcional, y sólo cuando exista
urgencia atendiendo al interés social o al orden público, las urgencia atendiendo al interés social o al orden público, las
Cámaras del Congreso de la Unión, a través de sus Cámaras del Congreso de la Unión, a través de sus
presidentes, o el Ejecutivo Federal, por conducto de su presidentes, o el Ejecutivo Federal, por conducto de su
Consejero Jurídico, podrán solicitar al Presidente de la Consejero Jurídico, podrán solicitar al Presidente de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación que un juicio de Suprema Corte de Justicia de la Nación que un juicio de
amparo, incluidos los recursos o procedimientos derivados amparo, incluidos los recursos o procedimientos derivados
de éste, se substancien y resuelvan de manera prioritaria, de éste, se substancien y resuelvan de manera prioritaria,
sin modificar de ningún modo los plazos previstos en la ley. sin modificar de ningún modo los plazos previstos en la ley.

La urgencia en los términos de este artículo se justificará La urgencia en los términos de este artículo se justificará
cuando: cuando:

I.- Se trate de amparos promovidos para la defensa de I.- Se trate de amparos promovidos para la defensa de
grupos vulnerables en los términos de la ley. grupos vulnerables en los términos de la ley.

II.- Se trate del cumplimiento de decretos, resoluciones o II.- Se trate del cumplimiento de decretos, resoluciones o
actos de autoridad en materia de competencia económica, actos de autoridad en materia de competencia económica,
monopolios y libre concurrencia. monopolios y libre concurrencia.

III.- Se trate de prevenir daños irreversibles al III.- Se trate de prevenir daños irreversibles al
equilibrio ecológico. equilibrio ecológico o al Patrimonio Cultural material o
inmaterial.

IV.- En aquellos casos que el Pleno de la Suprema Corte de IV.- En aquellos casos que el Pleno de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación estime procedentes. Justicia de la Nación estime procedentes.

Las causas de improcedencia en el amparo es un tema difícil, pues en muchos casos nos referimos a actos
consumados no detectados. Sin embargo, por su naturaleza, aunque sean consumados, existen acciones en
contra del Patrimonio Cultural que pueden tener mayores implicaciones a futuro. Por ejemplo, a pesar de
que la incorporación de agregados a un monumento sea un acto consumado, esto no quiere decir que no
debamos seguir con el proceso y en su momento lograr que dichos agregados se retiren y se proceda a la
restauración del bien, tal y como lo señala la propia Ley Federal de Monumentos en su artículo 12, pues es
posible que dichos agregados puedan afectar la seguridad estructural del edificio. En este sentido, existe la
tecnología y conocimiento en nuestro país para revertir los efectos de estas acciones. En el caso de una zona
de monumentos, como puede ser un centro histórico, la consumación de la edificación de una plaza
comercial (por ejemplo) en dicha área puede provocar deterioros en la zona a futuro (por ejemplo,
incremento del tráfico vehicular, inseguridad, alteración del uso de los espacios públicos, etc.) Es por ello
que queremos establecer una excepción especial en el caso del artículo 61 de la Ley de Amparo con relación
a la determinación de dichos actos consumados y en una redacción más específica en cuanto a las
excepciones previstas en dicho dispositivo para reforzar la preservación de los bienes y sitios culturales.

510
Texto Original Propuesta

Artículo 61.- El juicio de amparo es improcedente: Artículo 61.- El juicio de amparo es improcedente:

I. a XV.-…; I. a XV.-…;

XVI.- Contra actos consumados de modo irreparable; XVI.- Contra actos consumados de modo irreparable, salvo
en el caso de daños o deterioros al Patrimonio Cultural
material o inmaterial;

XVII.- Contra actos emanados de un procedimiento judicial XVII.- Contra actos emanados de un procedimiento judicial
o de un procedimiento administrativo seguido en forma de o de un procedimiento administrativo seguido en forma de
juicio, cuando por virtud del cambio de situación jurídica juicio, cuando por virtud del cambio de situación jurídica
en el mismo deban considerarse consumadas en el mismo deban considerarse consumadas
irreparablemente las violaciones reclamadas en el irreparablemente las violaciones reclamadas en el
procedimiento respectivo, por no poder decidirse en tal procedimiento respectivo, por no poder decidirse en tal
procedimiento sin afectar la nueva situación jurídica. procedimiento sin afectar la nueva situación jurídica. Lo
dispuesto en esta fracción no será aplicable cuando se
refiera a actos que puedan representar un daño o
deterioro al Patrimonio Cultural material o inmaterial;

…. ….

XVIII.- Contra las resoluciones de tribunales judiciales, XVIII.- Contra las resoluciones de tribunales judiciales,
administrativos o del trabajo, respecto de las cuales administrativos o del trabajo, respecto de las cuales
conceda la ley ordinaria algún recurso o medio de defensa, conceda la ley ordinaria algún recurso o medio de defensa,
dentro del procedimiento, por virtud del cual puedan ser dentro del procedimiento, por virtud del cual puedan ser
modificadas, revocadas o nulificadas. modificadas, revocadas o nulificadas.

Se exceptúa de lo anterior: Se exceptúa de lo anterior:

a) Cuando sean actos que importen peligro de privación de a) Cuando sean actos que importen peligro de privación de
la vida, ataques a la libertad personal fuera de la vida, ataques a la libertad personal fuera de
procedimiento, incomunicación, deportación o expulsión, procedimiento, incomunicación, deportación o expulsión,
proscripción o destierro, extradición, desaparición forzada proscripción o destierro, extradición, desaparición forzada
de personas o alguno de los prohibidos por el artículo 22 de personas o alguno de los prohibidos por el artículo 22
de la Constitución Política de los Estados Unidos de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, así como la incorporación forzosa al Ejército, Mexicanos, así como la incorporación forzosa al Ejército,
Armada o Fuerza Aérea nacionales; Armada o Fuerza Aérea nacionales o incurrir en una
situación riesgosa para la protección o conservación del
Patrimonio Cultural;

b) a c)…. b) a c)….

XIX.- Cuando se esté tramitando ante los tribunales XIX.- Cuando se esté tramitando ante los tribunales
ordinarios algún recurso o medio de defensa legal ordinarios algún recurso o medio de defensa legal
propuesto por el quejoso que pueda tener por efecto propuesto por el quejoso que pueda tener por efecto
modificar, revocar o nulificar el acto reclamado; modificar, revocar o nulificar el acto reclamado, salvo en
el caso de que se refiera una situación que pueda implicar
un daño o deterior al Patrimonio Cultural, material o
inmaterial;

XX.- … XX.- …

XXI.- Cuando hayan cesado los efectos del acto reclamado; XXI.- Cuando hayan cesado los efectos del acto reclamado,
salvo en el caso de que se refiera una situación que pueda

511
haya producido un daño o deterior al Patrimonio
Cultural, material o inmaterial;

XXII.- Cuando subsista el acto reclamado pero no pueda


surtir efecto legal o material alguno por haber dejado de XXII.- Cuando subsista el acto reclamado pero no pueda
existir el objeto o la materia del mismo; y surtir efecto legal o material alguno por haber dejado de
existir el objeto o la materia del mismo, salvo en el caso de
que se refiera una situación que pueda implicar un daño
o deterioro al Patrimonio Cultural, material o inmaterial;
y…

En el caso de la resolución del juicio de amparo, la Ley establece la obligación de los tribunales de reunir
de oficio las pruebas que sustenten los actos reclamados por los ejidatarios en los procesos que se instituyan
en materia agraria. Este es un beneficio importante que garantiza a los ejidatarios una adecuada resolución
de sus reclamos. Nuestra propuesta está enfocada a que este mismo beneficio sea otorgado a los asuntos en
materia de Patrimonio Cultural.

Texto Original Propuesta

Artículo 75.- En las sentencias que se dicten en los juicios Artículo 75.- En las sentencias que se dicten en los juicios
de amparo el acto reclamado se apreciará tal y como de amparo el acto reclamado se apreciará tal y como
aparezca probado ante la autoridad responsable. No se aparezca probado ante la autoridad responsable. No se
admitirán ni se tomarán en consideración las pruebas que admitirán ni se tomarán en consideración las pruebas que
no se hubiesen rendido ante dicha autoridad. no se hubiesen rendido ante dicha autoridad.

No obstante lo dispuesto en el párrafo anterior, en el No obstante lo dispuesto en el párrafo anterior, en el


amparo indirecto el quejoso podrá ofrecer pruebas cuando amparo indirecto el quejoso podrá ofrecer pruebas cuando
no hubiere tenido oportunidad de hacerlo ante la autoridad no hubiere tenido oportunidad de hacerlo ante la autoridad
responsable. responsable.

El órgano jurisdiccional deberá recabar oficiosamente las El órgano jurisdiccional deberá recabar oficiosamente las
pruebas rendidas ante la responsable y las actuaciones que pruebas rendidas ante la responsable y las actuaciones que
estime necesarias para la resolución del asunto. estime necesarias para la resolución del asunto.

Además, cuando se reclamen actos que tengan o puedan Además, cuando se reclamen actos que tengan o puedan
tener como consecuencia privar de la propiedad o de la tener como consecuencia privar de la propiedad o de la
posesión y disfrute de sus tierras, aguas, pastos y montes a posesión y disfrute de sus tierras, aguas, pastos y montes a
los ejidos o a los núcleos de población que de hecho o por los ejidos o a los núcleos de población que de hecho o por
derecho guarden el estado comunal, o a los ejidatarios o derecho guarden el estado comunal, o a los ejidatarios o
comuneros, deberán recabarse de oficio todas aquellas comuneros, deberán recabarse de oficio todas aquellas
pruebas que puedan beneficiar a las entidades o individuos pruebas que puedan beneficiar a las entidades o individuos
mencionados y acordarse las diligencias que se estimen mencionados y acordarse las diligencias que se estimen
necesarias para precisar sus derechos agrarios, así como necesarias para precisar sus derechos agrarios, así como
la naturaleza y efectos de los actos reclamados. la naturaleza y efectos de los actos reclamados.

Lo dispuesto en el párrafo anterior será igualmente


aplicable cuando se refiera a actos que tengan o puedan
tener como consecuencia la destrucción o deterioro de un
bien del Patrimonio Cultural material e inmaterial.

Artículo 77.- Los efectos de la concesión del amparo serán: Artículo 77.- Los efectos de la concesión del amparo serán:

I.- Cuando el acto reclamado sea de carácter positivo se I.- Cuando el acto reclamado sea de carácter positivo se
restituirá al quejoso en el pleno goce del derecho violado, restituirá al quejoso en el pleno goce del derecho violado,

512
restableciendo las cosas al estado que guardaban antes de restableciendo las cosas al estado que guardaban antes de
la violación; y la violación; y

II.- Cuando el acto reclamado sea de carácter negativo o II.- Cuando el acto reclamado sea de carácter negativo o
implique una omisión, obligar a la autoridad responsable a implique una omisión, obligar a la autoridad responsable a
respetar el derecho de que se trate y a cumplir lo que el respetar el derecho de que se trate y a cumplir lo que el
mismo exija. mismo exija.

En el último considerando de la sentencia que conceda el En el último considerando de la sentencia que conceda el
amparo, el juzgador deberá determinar con precisión los amparo, el juzgador deberá determinar con precisión los
efectos del mismo, especificando las medidas que las efectos del mismo, especificando las medidas que las
autoridades o particulares deban adoptar para asegurar su autoridades o particulares deban adoptar para asegurar su
estricto cumplimiento y la restitución del quejoso en el goce estricto cumplimiento y la restitución del quejoso en el goce
del derecho. del derecho.

…. Cuando el acto reclamado represente o pueda representar


como consecuencia que se produzca un daño provocado al
Patrimonio Cultural material o inmaterial, el juez deberá
seguir las siguientes reglas:

I.- En el caso de que exista una pérdida total de bienes


culturales inmuebles, en ningún caso podrá ordenarse
como medida de restitución la reconstrucción del
inmueble en cuestión;

II.- En el caso de que exista una pérdida parcial o


deterioro de un bien cultural mueble o inmueble, el juez
ordenará la restauración del mismo, nombrando a un
perito como supervisor de los trabajos que se lleven a cabo,
cuyos honorarios serán costa del condenado;

III.- En el caso de que resulte imposible la restauración


del bien cultural mueble o inmueble, el juez ordenará
como medida de cumplimiento sustituto la restauración de
otro bien cultural o de varios de ellos hasta por el valor
que representara la total recuperación del inmueble objeto
de la controversia, según establezca la valuación que
practique perito;

IV.- En el caso de bienes culturales inmateriales, el juez


podrá ordenar que el condenado realice como medida de
cumplimiento substituto de la sentencia, la realización de
una campaña a través de los medios masivos de
comunicación explicando loa valores de autenticidad y la
significación de los bienes culturales inmateriales.

En lo referente a la regulación de la suplencia de la queja en materia de amparo, nuestra propuesta es que


los procesos relativos a la conservación del Patrimonio Cultural cuenten con este beneficio en favor de los
quejosos.

Texto Original Propuesta

Artículo 79.- La autoridad que conozca del juicio de Artículo 79.- La autoridad que conozca del juicio de
amparo deberá suplir la deficiencia de los conceptos de amparo deberá suplir la deficiencia de los conceptos de
violación o agravios, en los casos siguientes: violación o agravios, en los casos siguientes:

513
I. a V.- … I. a V.- …

V Bis.- En cualquier caso, cuando en materia de


protección o conservación del Patrimonio Cultural
material o inmaterial

VII. En cualquier materia, en favor de quienes por sus VII. En cualquier materia, en favor de quienes por sus
condiciones de pobreza o marginación se encuentren en condiciones de pobreza o marginación se encuentren en
clara desventaja social para su defensa en el juicio. clara desventaja social para su defensa en el juicio.

En los casos de las fracciones I, II, III, IV, V y VII de este En los casos de las fracciones I, II, III, IV, V, V Bis y VII de
artículo la suplencia se dará aún ante la ausencia de este artículo la suplencia se dará aún ante la ausencia de
conceptos de violación o agravios. conceptos de violación o agravios.

La suplencia de la queja por violaciones procesales o La suplencia de la queja por violaciones procesales o
formales sólo podrá operar cuando se advierta que en el formales sólo podrá operar cuando se advierta que en el
acto reclamado no existe algún vicio de fondo. acto reclamado no existe algún vicio de fondo.

Por lo que se refiere al juicio de amparo indirecto, un tema que resulta de especial relevancia es el referido
a la suspensión del acto reclamado, ya que es el único medio por el que las personas y las comunidades
pueden evitar que la acción u omisión de las autoridades o de los terceros, según sea el caso, puedan
provocar un daño al Patrimonio Cultural. Por tal razón, nuestra propuesta está enfocada a incluir la
protección de los bienes culturales en aquellos casos en que la suspensión sea otorgada de oficio o a petición
de parte; y que nuestra materia de estudio sea considerada como un asunto de interés social y que no se
admitirá contragarantía en estos casos, señalando específicamente que esta prohibición sea también
aplicable al Gobierno Federal, a los Estados, Municipios y Distrito Federal.

Texto Original Propuesta

Artículo 126.- La suspensión se concederá de oficio y de Artículo 126.- La suspensión se concederá de oficio y de
plano cuando se trate de actos que importen peligro de plano cuando se trate de actos que importen peligro de
privación de la vida, ataques a la libertad personal fuera de privación de la vida, ataques a la libertad personal fuera de
procedimiento, incomunicación, deportación o expulsión, procedimiento, incomunicación, deportación o expulsión,
proscripción o destierro, extradición, desaparición forzada proscripción o destierro, extradición, desaparición forzada
de personas o alguno de los prohibidos por el artículo 22 de personas o alguno de los prohibidos por el artículo 22
de la Constitución Política de los Estados Unidos de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, así como la incorporación forzosa al Ejército, Mexicanos, así como la incorporación forzosa al Ejército,
Armada o Fuerza Aérea nacionales. Armada o Fuerza Aérea nacionales.

En este caso, la suspensión se decretará en el auto de En este caso, la suspensión se decretará en el auto de
admisión de la demanda, comunicándose sin demora a la admisión de la demanda, comunicándose sin demora a la
autoridad responsable, por cualquier medio que permita autoridad responsable, por cualquier medio que permita
lograr su inmediato cumplimiento. lograr su inmediato cumplimiento.

La suspensión también se concederá de oficio y de plano La suspensión también se concederá de oficio y de plano
cuando se trate de actos que tengan o puedan tener por cuando se trate de actos que tengan o puedan tener por
efecto privar total o parcialmente, en forma temporal o efecto privar total o parcialmente, en forma temporal o
definitiva, de la propiedad, posesión o disfrute de sus definitiva, de la propiedad, posesión o disfrute de sus
derechos agrarios a los núcleos de población e derechos agrarios a los núcleos de población ejidal o
comunal.

Igualmente, la suspensión se concederá de oficio y de


514
plano cuando se trate de actos que tengan o puedan tener
por efecto la destrucción o deterioro de bienes del
Patrimonio Cultural material o inmaterial.

Artículo 128.- Con excepción de los casos en que proceda Artículo 128.- Con excepción de los casos en que proceda
de oficio, la suspensión se decretará, en todas las materias, de oficio, la suspensión se decretará, en todas las materias,
siempre que concurran los requisitos siguientes: siempre que concurran los requisitos siguientes:

I. Que la solicite el quejoso; y I. Que la solicite el quejoso;

II. Que no se siga perjuicio al interés social ni se II. Que no se siga perjuicio al interés social ni se
contravengan disposiciones de orden público. contravengan disposiciones de orden público; y

La suspensión se tramitará en incidente por separado y por III. Que como consecuencia del otorgamiento de la
duplicado. suspensión, se pueda producir un posible o inminente
daño o deterioro a un bien del Patrimonio Cultural
materia o inmaterial.

La suspensión se tramitará en incidente por separado y por


duplicado.

Artículo 129.- Se considerará, entre otros casos, que se Artículo 129.- Se considerará, entre otros casos, que se
siguen perjuicios al interés social o se contravienen siguen perjuicios al interés social o se contravienen
disposiciones de orden público, cuando, de concederse la disposiciones de orden público, cuando, de concederse la
suspensión: suspensión:

I. a XIII.- … I. a XIII.- …

XIV.- Se produzca un posible o inminente daño en un bien


del Patrimonio Cultural material o inmaterial.

El órgano jurisdiccional de amparo excepcionalmente El órgano jurisdiccional de amparo excepcionalmente


podrá conceder la suspensión, aun cuando se trate de los podrá conceder la suspensión, aun cuando se trate de los
casos previstos en este artículo, si a su juicio con la casos previstos en este artículo, si a su juicio con la
negativa de la medida suspensional pueda causarse mayor negativa de la medida suspensional pueda causarse mayor
afectación al interés social. afectación al interés social.

Artículo 132. En los casos en que sea procedente la Artículo 132. En los casos en que sea procedente la
suspensión pero pueda ocasionar daño o perjuicio a tercero suspensión pero pueda ocasionar daño o perjuicio a tercero
y la misma se conceda, el quejoso deberá otorgar garantía y la misma se conceda, el quejoso deberá otorgar garantía
bastante para reparar el daño e indemnizar los perjuicios bastante para reparar el daño e indemnizar los perjuicios
que con aquélla se causaren si no obtuviere sentencia que con aquélla se causaren si no obtuviere sentencia
favorable en el juicio de amparo. favorable en el juicio de amparo.

Cuando con la suspensión puedan afectarse derechos del Cuando con la suspensión puedan afectarse derechos del
tercero interesado que no sean estimables en dinero, el tercero interesado que no sean estimables en dinero, el
órgano jurisdiccional fijará discrecionalmente el importe órgano jurisdiccional fijará discrecionalmente el importe
de la garantía. de la garantía.

La suspensión concedida a los núcleos de población no La suspensión concedida a los núcleos de población no
requerirá de garantía para que surta sus efectos. requerirá de garantía para que surta sus efectos.

De igual forma, la suspensión concedida que tenga como


efecto evitar o impedir un posible o inminente daño o
deterioro a un bien del Patrimonio Cultural material o
inmaterial tampoco requerirá de garantía.
515
Artículo 133.- La suspensión, en su caso, quedará sin efecto Artículo 133. La suspensión, en su caso, quedará sin efecto
si el tercero otorga contragarantía para restituir las cosas si el tercero otorga contragarantía para restituir las cosas
al estado que guardaban antes de la violación reclamada y al estado que guardaban antes de la violación reclamada y
pagar los daños y perjuicios que sobrevengan al quejoso, pagar los daños y perjuicios que sobrevengan al quejoso,
en el caso de que se le conceda el amparo. en el caso de que se le conceda el amparo.

No se admitirá la contragarantía cuando de ejecutarse el No se admitirá la contragarantía cuando de ejecutarse el


acto reclamado quede sin materia el juicio de amparo o acto reclamado quede sin materia el juicio de amparo o
cuando resulte en extremo difícil restituir las cosas al cuando resulte en extremo difícil restituir las cosas al
estado que guardaban antes de la violación. estado que guardaban antes de la violación.

Tampoco se admitirá la contragarantía cuando la misma


deje sin efecto una suspensión dictada en contra de un
acto que represente un posible o inminente daño a un bien
del Patrimonio Cultural material o inmaterial.

Cuando puedan afectarse derechos que no sean estimables Cuando puedan afectarse derechos que no sean estimables
en dinero, el órgano jurisdiccional fijará discrecionalmente en dinero, el órgano jurisdiccional fijará discrecionalmente
el importe de la contragarantía. el importe de la contragarantía.

Artículo 137.- La Federación, los Estados, el Distrito Artículo 137.- La Federación, los Estados, el Distrito
Federal y los municipios estarán exentos de otorgar las Federal y los municipios estarán exentos de otorgar las
garantías que esta Ley exige. garantías que esta Ley exige, salvo en aquellos casos en
que impliquen o involucren, de una u otra manera un
posible o inminente daños a un bien del Patrimonio
Cultural material o inmaterial.

5.8.- Código Federal de Procedimientos Civiles

En el capítulo relativo a los derechos económicos, sociales y culturales hicimos un análisis de las
dificultades que representa su protección mediante la vía jurisdiccional. También en este trabajo
mencionamos la evolución que sufrió nuestra legislación mexicana hacia el reconocimiento de las acciones
colectivas.

A pesar de que el Código Federal de Procedimientos Civiles fue reformado con el fin de incluir este tipo
de acciones colectivas y que este ha sido un avance muy importante para la defensa de intereses comunes
de una comunidad o grupo social en ámbitos tan importantes como son la protección del medio ambiente,
los servicios bancarios, etc., la realidad es que la defensa del Patrimonio Cultural no está incluida dentro
de los posibles derechos que las comunidades, grupos y personas pueden reclamar mediante este tipo de
acciones.

Por lo anterior, procederemos a proponer una serie de reformas al código adjetivo civil federal con el fin de
garantizar la inclusión del cuidado de los bienes culturales y desde el primer artículo de esta normatividad.

516
Texto Original Propuesta

Libro Quinto Libro Quinto


De las Acciones Colectivas De las Acciones Colectivas

Título Único Título Único

Capítulo I Capítulo I
Previsiones Generales Previsiones Generales

Artículo 578.- La defensa y protección de los derechos e Artículo 578.- La defensa y protección de los derechos e
intereses colectivos será ejercida ante los Tribunales de la intereses colectivos será ejercida ante los Tribunales de la
Federación con las modalidades que se señalen en este Federación con las modalidades que se señalen en este
Título, y sólo podrán promoverse en materia de relaciones Título, y sólo podrán promoverse en materia de relaciones
de consumo de bienes o servicios, públicos o privados y de consumo de bienes o servicios, públicos o privados,
medio ambiente. medio ambiente y Patrimonio Cultural material e
inmaterial.

En cuanto a la substanciación de este procedimiento, también hemos incluido referencia a la protección del
Patrimonio Cultural material e inmaterial en los siguientes aspectos: causales de procedencia de la
legitimación de la causa y ofrecimientos de probanzas específicas en esta materia.

Texto Original Propuesta

Capítulo III Capítulo III


Procedimiento Procedimiento

Artículo 588.- Son requisitos de procedencia de la Artículo 588.- Son requisitos de procedencia de la
legitimación en la causa los siguientes: legitimación en la causa los siguientes:

I.- Que se trate de actos que dañen a consumidores o I.- Que se trate de actos que dañen a consumidores o
usuarios de bienes o servicios públicos o privados o al usuarios de bienes o servicios públicos o privados o al
medio ambiente o que se trate de actos que hayan dañado medio ambiente o al Patrimonio Cultural material o
al consumidor por la existencia de concentraciones inmaterial o que se trate de actos que hayan dañado al
indebidas o prácticas monopólicas, declaradas existentes consumidor por la existencia de concentraciones indebidas
por resolución firme emitida por la Comisión Federal de o prácticas monopólicas, declaradas existentes por
Competencia; resolución firme emitida por la Comisión Federal de
Competencia;

II a III.-… II a III.-…

IV.- Que exista coincidencia entre el objeto de la acción IV.- Que exista coincidencia entre el objeto de la acción
ejercitada y la afectación sufrida; ejercitada y la afectación sufrida o, que en el caso del
Patrimonio Cultural material o inmaterial, pudiese
sufrirse;

V.- Que la materia de la litis no haya sido objeto de cosa V.- Que la materia de la litis no haya sido objeto de cosa
juzgada en procesos previos con motivo del ejercicio de las juzgada en procesos previos con motivo del ejercicio de las
acciones tuteladas en este Título; acciones tuteladas en este Título, salvo en el caso del
Patrimonio Cultural material o inmaterial, en donde
podrán promoverse de detectarse riesgos o daños
inminentes que sean consecuencia directa de los
reclamados originalmente;

517
Artículo 598.- Para mejor proveer, el juzgador podrá Artículo 598.- Para mejor proveer, el juzgador podrá
valerse de cualquier persona, documento o cosa, a petición valerse de cualquier persona, documento o cosa, a petición
de parte o de oficio, siempre que tengan relación inmediata de parte o de oficio, siempre que tengan relación inmediata
con los hechos controvertidos. con los hechos controvertidos.

El juez deberá recibir todas aquellas manifestaciones o El juez deberá recibir todas aquellas manifestaciones o
documentos, escritos u orales, de terceros ajenos al documentos, escritos u orales, de terceros ajenos al
procedimiento que acudan ante él en calidad de amicus procedimiento que acudan ante él en calidad de amicus
curiae o en cualquier otra, siempre que sean relevantes curiae o en cualquier otra, siempre que sean relevantes
para resolver el asunto controvertido y que los terceros no para resolver el asunto controvertido y que los terceros no
se encuentren en conflicto de interés respecto de las partes. se encuentren en conflicto de interés respecto de las partes.

Para el caso de controversias que involucren al


Patrimonio Cultural material e inmaterial, el Juez
admitirá las manifestaciones que puedan hacer terceros
vinculados a o ajenas al procedimiento bajo la técnica de
investigación histórico-antropológica denominada
“Historia Oral”.

El juez en su sentencia deberá, sin excepción, hacer una El juez en su sentencia deberá, sin excepción, hacer una
relación sucinta de los terceros que ejerzan el derecho de relación sucinta de los terceros que ejerzan el derecho de
comparecer ante el tribunal conforme a lo establecido en el comparecer ante el tribunal conforme a lo establecido en el
párrafo anterior y de los argumentos o manifestaciones por párrafo anterior y de los argumentos o manifestaciones por
ellos vertidos. ellos vertidos.

El juez podrá requerir a los órganos y organismos a que se El juez podrá requerir a los órganos y organismos a que se
refiere la fracción I del artículo 585 de este Código o a refiere la fracción I del artículo 585 de este Código o a
cualquier tercero, la elaboración de estudios o cualquier tercero, la elaboración de estudios o
presentación de los medios probatorios necesarios con presentación de los medios probatorios necesarios con
cargo al Fondo a que se refiere este Título. cargo al Fondo a que se refiere este Título.

Para el caso de controversias que involucren al


Patrimonio Cultural material e inmaterial, los estudios o
medios probatorios a que se refiere el párrafo anterior
podrán ser emitidos por el Instituto Nacional de
Antropología e Historia o el Instituto Nacional de Bellas
Artes, en el marco de sus competencia; sin embargo,
también serán admisibles los estudios emitidos por
instituciones o asociaciones de carácter científico cuando
los Institutos mencionados puedan ser la parte
demandada.

Artículo 599.- Si el juez lo considera pertinente, de oficio o Artículo 599.- Si el juez lo considera pertinente, de oficio o
a petición de parte, podrá solicitar a una de las partes la a petición de parte, podrá solicitar a una de las partes la
presentación de información o medios probatorios que sean presentación de información o medios probatorios que sean
necesarios para mejor resolver el litigio de que se trate o necesarios para mejor resolver el litigio de que se trate o
para ejecutar la sentencia respectiva. para ejecutar la sentencia respectiva.

Para el caso de controversias que involucren al


Patrimonio Cultural material e inmaterial, el Juez
admitirá las probanzas derivadas de la técnica de
investigación histórico-antropológica denominada
“Historia Oral” mencionadas en el artículo anterior.

Artículo 600.- Para resolver el juez puede valerse de medios Artículo 600.- Para resolver el juez puede valerse de medios
probatorios estadísticos, actuariales o cualquier otro probatorios estadísticos, actuariales, de investigación
derivado del avance de la ciencia. arqueológica, antropológica o histórica o cualquier otro
derivado del avance de la ciencia.
518
En el capítulo relativo a las sentencias, nuestra propuesta se ha enfocado en proponer una serie de principios
o criterios para los distintos escenarios dependiendo de las circunstancias o actos que se motivaron el inicio
de la acción jurisdiccional. En este sentido, el criterio principal depende del daño de daño y en consecuencia,
del remedio que tenga que realizarse con el fin de desagraviar a la comunidad o grupo humano que actúan
en su calidad de actor.

Texto Original Propuesta

Capítulo IV Capítulo IV
Sentencias Sentencias

Artículo 604.- En acciones difusas el juez sólo podrá Artículo 604.- En acciones difusas el juez sólo podrá
condenar al demandado a la reparación del daño causado condenar al demandado a la reparación del daño causado
a la colectividad, consistente en restitución de las cosas al a la colectividad, consistente en restitución de las cosas al
estado que guardaren antes de la afectación, si esto fuere estado que guardaren antes de la afectación, si esto fuere
posible. Esta restitución podrá consistir en la realización posible. Esta restitución podrá consistir en la realización
de una o más acciones o abstenerse de realizarlas. de una o más acciones o abstenerse de realizarlas.

Si no fuere posible lo anterior, el juez condenará al Si no fuere posible lo anterior, el juez condenará al
cumplimiento sustituto de acuerdo a la afectación de los cumplimiento sustituto de acuerdo a la afectación de los
derechos o intereses de la colectividad. En su caso, la derechos o intereses de la colectividad. En su caso, la
cantidad resultante se destinará al Fondo a que se refiere cantidad resultante se destinará al Fondo a que se refiere
el Capítulo XI de este Título. el Capítulo XI de este Título.

Para el caso de acciones difusas que involucren un daño


provocado al Patrimonio Cultural material o inmaterial,
el juez deberá seguir las siguientes reglas:

I.- En el caso de que exista una pérdida total de bienes


culturales inmuebles, en ningún caso podrá ordenarse
como medida de restitución la reconstrucción del
inmueble en cuestión;

II.- En el caso de que exista una pérdida parcial o


deterioro de un bien cultural mueble o inmueble, el juez
ordenará la restauración del mismo, nombrando a un
perito como supervisor de los trabajos que se lleven a cabo,
cuyos honorarios serán costa del condenado;

III.- En el caso de que resulte imposible la restauración


del bien cultural mueble o inmueble, el juez ordenará
como medida de cumplimiento sustituto la restauración de
otro bien cultural o de varios de ellos hasta por el valor
que representara la total recuperación del inmueble objeto
de la controversia, según establezca la valuación que
practique perito;

IV.- En el caso de bienes culturales inmateriales, el juez


podrá ordenar que el condenado realice como medida de
cumplimiento substituto de la sentencia, la realización de
una campaña a través de los medios masivos de
comunicación explicando los valores de autenticidad y la
significación de los bienes culturales inmateriales.

519
Artículo 605.- En el caso de acciones colectivas en sentido Artículo 605.- En el caso de acciones colectivas en sentido
estricto e individuales homogéneas, el juez podrá condenar estricto e individuales homogéneas, el juez podrá condenar
al demandado a la reparación del daño, consistente en la al demandado a la reparación del daño, consistente en la
realización de una o más acciones o abstenerse de realización de una o más acciones o abstenerse de
realizarlas, así como a cubrir los daños en forma individual realizarlas, así como a cubrir los daños en forma individual
a los miembros del grupo conforme a lo establecido en este a los miembros del grupo conforme a lo establecido en este
artículo. artículo. Si la controversia involucra al Patrimonio
Cultural material o inmaterial, el juez se sujetará a las
reglas establecidas en el artículo anterior.

Cada miembro de la colectividad podrá promover el Cada miembro de la colectividad podrá promover el
incidente de liquidación, en el que deberá probar el daño incidente de liquidación, en el que deberá probar el daño
sufrido. El juez establecerá en la sentencia, los requisitos y sufrido. El juez establecerá en la sentencia, los requisitos y
plazos que deberán cumplir los miembros del grupo para plazos que deberán cumplir los miembros del grupo para
promover dicho incidente. promover dicho incidente.

Por último, la imposición de medidas precautorias constituye una necesaria y muy importante herramienta
para evitar la realización de actos que puedan representar un daño inminente o potencial para los bienes
culturales. Es por ello que nuestra propuesta es la de incluir precisamente nuestra materia de estudio a esta
regulación.

Texto Original Propuesta

Capítulo V Capítulo V
Medidas Precautorias Medidas Precautorias

Artículo 611.- Las medidas precautorias previstas en el Artículo 611.- Las medidas precautorias previstas en el
artículo anterior podrán decretarse siempre que con las artículo anterior podrán decretarse siempre que con las
mismas no se causen más daños que los que se causarían mismas no se causen más daños que los que se causarían
con los actos, hechos u omisiones objeto de la medida. El con los actos, hechos u omisiones objeto de la medida. El
juez deberá valorar además que con el otorgamiento de la juez deberá valorar además que con el otorgamiento de la
medida, no se cause una afectación ruinosa al demandado. medida, no se cause una afectación ruinosa al demandado;
sin embargo, dicha valoración no se llevará a cabo cuando
la medida precautoria esté referida al medio ambiente o al
Patrimonio Cultural material o inmaterial.

Para el otorgamiento de dichas medidas se requerirá: Para el otorgamiento de dichas medidas se requerirá:

I.- Que el solicitante de la medida manifieste claramente I.- Que el solicitante de la medida manifieste claramente
cuáles son los actos, hechos o abstenciones que estén cuáles son los actos, hechos o abstenciones que estén
causando un daño o vulneración a los derechos o intereses causando un daño o vulneración a los derechos o intereses
colectivos o lo puedan llegar a causar. colectivos o lo puedan llegar a causar.

II.- Que exista urgencia en el otorgamiento de la medida en II.- Que exista urgencia en el otorgamiento de la medida en
virtud del riesgo de que se cause o continúe causando un virtud del riesgo de que se cause o continúe causando un
daño de difícil o imposible reparación. daño de difícil o imposible reparación.

Para decretar estas medidas, el juez dará vista por tres días Para decretar estas medidas, el juez dará vista por tres días
a la parte demandada para que manifieste lo que a su a la parte demandada para que manifieste lo que a su
derecho convenga respecto de la solicitud de medidas derecho convenga respecto de la solicitud de medidas
cautelares y solicitará opinión a los órganos y organismos cautelares y solicitará opinión a los órganos y organismos
competentes a que se refiere la fracción I del artículo 585 competentes a que se refiere la fracción I del artículo 585
de este Código o de cualquier otra autoridad en los de este Código o de cualquier otra autoridad en los
términos de la legislación aplicable. términos de la legislación aplicable.

520
Si con el otorgamiento de la medida se pudiera ocasionar Si con el otorgamiento de la medida se pudiera ocasionar
daño al demandado, éste podrá otorgar garantía suficiente daño al demandado, éste podrá otorgar garantía suficiente
para reparar los daños que pudieran causarse a la para reparar los daños que pudieran causarse a la
colectividad, salvo aquellos casos en los que se trate de una colectividad, salvo aquellos casos en los que se trate de una
amenaza inminente e irreparable al interés social, a la vida amenaza inminente e irreparable al interés social, a la vida
o a la salud de los miembros de la colectividad o por o a la salud de los miembros de la colectividad, a la
razones de seguridad nacional. protección del medio ambiente o al Patrimonio Cultural
material o inmaterial o por razones de seguridad nacional.

5.9.- Ley Federal de Procedimiento Administrativo y Ley Federal de Procedimiento Contencioso


Administrativo

Para la protección del derecho humano y social al Patrimonio Cultural, la intervención de la autoridad
resulta un tema trascendente, especialmente cuando se detecta la acción de los particulares que puedan
representar una violación a las leyes tendientes a la conservación y enriquecimiento de estos bienes y de
sus valores. Como acto de autoridad, la legislación adjetiva administrativa provee de una serie de medidas
para que los particulares puedan defenderse en contra de las resoluciones de los entes gobernantes.

Sin embargo, no podemos dejar de reconocer que, si el ciudadano tiene el derecho de defenderse en contra
de una resolución gubernamental en materia de Patrimonio Cultural, lo cierto es que ha se ha excedido de
este derecho por parte de personas que, sin ningún interés por la significación que un bien cultural,
aprovechan la suspensión de los actos impugnados para provocar un daño al mismo y dejar sin materia la
acción de las autoridades por protegerlo derivado de la desaparición del mismo como un hecho consumado.

Por ello, consideramos importante que tanto en la Ley Federal del Procedimiento Administrativo y la Ley
Federal del Procedimiento Contencioso Administrativo se establezcan ciertas condicionantes para el
otorgamiento de la suspensión de un acto que tienda a defender al Patrimonio Cultural.

En el caso de la Ley Federal del Procedimiento Administrativo, nuestra propuesta de modificación se


refiere al artículo 87.

Texto Original Propuesta

Artículo 87.- La interposición del recurso suspenderá la Artículo 87.- La interposición del recurso suspenderá la
ejecución del acto impugnado, siempre y cuando: ejecución del acto impugnado, siempre y cuando:

I.- Lo solicite expresamente el recurrente; I.- Lo solicite expresamente el recurrente;

II.- Sea procedente el recurso; II.- Sea procedente el recurso;

III.- No se siga perjuicio al interés social o se contravengan III.- No se siga perjuicio al interés social o se contravengan
disposiciones de orden público; disposiciones de orden público;

III Bis.- No represente un daño o deterioro al Patrimonio


Cultural material o inmaterial;

IV.- No se ocasionen daños o perjuicios a terceros, a menos IV.- No se ocasionen daños o perjuicios a terceros, a menos
que se garanticen éstos para el caso de no obtener que se garanticen éstos para el caso de no obtener
resolución favorable; y resolución favorable; y

V.- Tratándose de multas, el recurrente garantice el crédito V.- Tratándose de multas, el recurrente garantice el crédito

521
fiscal en cualesquiera de las formas prevista en el Código fiscal en cualesquiera de las formas prevista en el Código
Fiscal de la Federación. Fiscal de la Federación.

La autoridad deberá acordar, en su caso, la suspensión o La autoridad deberá acordar, en su caso, la suspensión o
la denegación de la suspensión dentro de los cinco días la denegación de la suspensión dentro de los cinco días
siguientes a su interposición, en cuyo defecto se entenderá siguientes a su interposición, en cuyo defecto se entenderá
otorgada la suspensión. otorgada la suspensión.

Finalmente, en el caso de la Ley Federal del Procedimiento Contencioso Administrativo, la propuesta está
contenida en el artículo 28.

Texto Original Propuesta

Artículo 28.- La solicitud de suspensión de la ejecución del Artículo 28.- La solicitud de suspensión de la ejecución del
acto administrativo impugnado, presentado por el actor o acto administrativo impugnado, presentado por el actor o
su representante legal, se tramitará y resolverá, de su representante legal, se tramitará y resolverá, de
conformidad con las reglas siguientes: conformidad con las reglas siguientes:

I.- Se concederá siempre que: I.- Se concederá siempre que:

a) No se afecte el interés social, ni se contravengan a) No se afecte el interés social, ni se contravengan


disposiciones de orden público, y disposiciones de orden público, y

b) Sean de difícil reparación los daños o perjuicios que se b) Sean de difícil reparación los daños o perjuicios que se
causen al solicitante con la ejecución del acto impugnado. causen al solicitante con la ejecución del acto impugnado;

c) No represente un posible daño o deterioro al Patrimonio


Cultural material o inmaterial.

II.- Para el otorgamiento de la suspensión deberán II.- Para el otorgamiento de la suspensión deberán
satisfacerse los siguientes requisitos: satisfacerse los siguientes requisitos:

a)… a)…

b) En los casos en que la suspensión pudiera causar daños b) En los casos en que la suspensión pudiera causar daños
o perjuicios a terceros, se concederá si el solicitante otorga o perjuicios a terceros, se concederá si el solicitante otorga
garantía bastante para reparar el daño o indemnizar el garantía bastante para reparar el daño o indemnizar el
perjuicio que con ella se cause, si éste no obtiene sentencia perjuicio que con ella se cause, si éste no obtiene sentencia
favorable. favorable.

En caso de afectaciones no estimables en dinero, de En caso de afectaciones no estimables en dinero, de


proceder la suspensión, se fijará discrecionalmente el proceder la suspensión, se fijará discrecionalmente el
importe de la garantía. importe de la garantía.

La suspensión a la que se refiere este inciso quedará sin La suspensión a la que se refiere este inciso quedará sin
efecto, si previa resolución del Magistrado Instructor, el efecto, si previa resolución del Magistrado Instructor, el
tercero otorga a su vez contragarantía para restituir las tercero otorga a su vez contragarantía para restituir las
cosas al estado que guardaban antes de la notificación del cosas al estado que guardaban antes de la notificación del
acto impugnado al solicitante y a pagar los daños y acto impugnado al solicitante y a pagar los daños y
perjuicios que se le hayan ocasionado, si finalmente la perjuicios que se le hayan ocasionado, si finalmente la
sentencia definitiva que se dicte fuere favorable a sus sentencia definitiva que se dicte fuere favorable a sus
pretensiones, así como el costo de la garantía que este pretensiones, así como el costo de la garantía que este
último hubiere otorgado. No procede admitir la último hubiere otorgado. No procede admitir la
contragarantía si, de ejecutarse el acto, quedare sin contragarantía si, de ejecutarse el acto, quedare sin
materia el juicio. materia el juicio.
522
Este inciso no será aplicable cuando se trate de actos que
puedan producir posibles daños o deterioro al Patrimonio
Cultural material o inmaterial.

c) y d) … c) y d) …

III.- … III.- …

5.10.- Ley de Planeación

La incorporación del Patrimonio Cultural en la vida social y económica de una sociedad resulta un tema
crítico ya que se refiere al cumplimiento del criterio de desarrollo y en especial, de la sostenibilidad.

Es por ello que nuestra propuesta final está destinada a que la Ley de Planeación sea mucho más específica
en cuanto a la incorporación de esta materia en los procesos de planeación de la acción gubernamental, lo
que propiciará una acción pública más efectiva y coordinada en favor de la defensa de los bienes culturales.

Por lo anterior, nuestra propuesta consiste en una modificación en los artículos 2º, 3º y 21 de dicho
ordenamiento. En el caso de los dos primeros artículos mencionados, nuestra sugerencia se refiere a la
incorporación de la protección del Patrimonio Cultural como un criterio relevante general para el proceso
de planeación del desarrollo por parte del Estado.

Texto Original Propuesta

Artículo 2º.-La planeación deberá llevarse a cabo como un Artículo 2º.-La planeación deberá llevarse a cabo como un
medio para el eficaz desempeño de la responsabilidad del medio para el eficaz desempeño de la responsabilidad del
Estado sobre el desarrollo integral y sustentable del país y Estado sobre el desarrollo integral y sustentable del país y
deberá tender a la consecución de los fines y objetivos deberá tender a la consecución de los fines y objetivos
políticos, sociales, culturales y económicos contenidos en políticos, sociales, culturales y económicos contenidos en
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Para ello, estará basada en los siguientes principios: Para ello, estará basada en los siguientes principios:

I a VII.-… I a VII.-…

VIII.- La factibilidad cultural de las políticas públicas VIII.- El impacto positivo de las políticas públicas
nacionales. nacionales para contribuir en el desarrollo cultural en el
ámbito individual, comunitario, local, regional y
nacional; incluyendo el reconocimiento, fortalecimiento y
enriquecimiento de los valores que permitan la
conservación de la integridad y significación social de los
bienes del Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Nación.

Artículo 3º.- Para los efectos de esta Ley se entiende por


Artículo 3º.- Para los efectos de esta Ley se entiende por planeación nacional de desarrollo la ordenación racional y
planeación nacional de desarrollo la ordenación racional y sistemática de acciones que, en base al ejercicio de las
sistemática de acciones que, en base al ejercicio de las atribuciones del Ejecutivo Federal en materia de
atribuciones del Ejecutivo Federal en materia de regulación y promoción de la actividad económica, social,
regulación y promoción de la actividad económica, social, política, cultural, de conservación del Patrimonio Cultural
política, cultural, de protección al ambiente y material e inmaterial, de protección al ambiente y
aprovechamiento racional de los recursos naturales, tiene aprovechamiento racional de los recursos naturales, tiene
como propósito la transformación de la realidad del país, como propósito la transformación de la realidad del país,
523
de conformidad con las normas, principios y objetivos que de conformidad con las normas, principios y objetivos que
la propia Constitución y la ley establecen. la propia Constitución y la ley establecen.
Mediante la planeación se fijarán objetivos, metas,
estrategias y prioridades, así como criterios basados en Mediante la planeación se fijarán objetivos, metas,
estudios de factibilidad cultural; se asignarán recursos, estrategias y prioridades, así como criterios basados en
responsabilidades y tiempos de ejecución, se coordinarán estudios de impacto cultural; se asignarán recursos,
acciones y se evaluarán resultados. responsabilidades y tiempos de ejecución, se coordinarán
acciones y se evaluarán resultados con el fin de comprobar
que los instrumentos de planeación contribuyen de
manera positiva en el desarrollo cultural y la
identificación, fortalecimiento y enriquecimiento de los
valores del Patrimonio Cultural Material e Inmaterial de
la Nación.

Por lo que se refiere al artículo 21 de esta Ley, proponemos la incorporación de la protección del Patrimonio
Cultural dentro de la estructura del Plan Nacional de Desarrollo. Esta propuesta la consideramos relevante
en función de que los programas sectoriales que se deriven de dicho Plan, tendrán que considerar este factor
en la definición objetivos, estrategias, proyectos y acciones.

Texto Original Propuesta

Artículo 21.-… Artículo 21.-…

El Plan Nacional de Desarrollo precisará los objetivos El Plan Nacional de Desarrollo precisará los objetivos
nacionales, estrategia y prioridades del desarrollo integral nacionales, estrategia y prioridades del desarrollo integral
y sustentable del país, contendrá previsiones sobre los y sustentable del país, contendrá previsiones sobre los
recursos que serán asignados a tales fines; determinará los recursos que serán asignados a tales fines; determinará los
instrumentos y responsables de su ejecución, establecerá instrumentos y responsables de su ejecución, establecerá
los lineamientos de política de carácter global, sectorial y los lineamientos de política de carácter global, sectorial y
regional; sus previsiones se referirán al conjunto de la regional; sus previsiones se referirán al conjunto de la
actividad económica, social y cultural, tomando siempre en actividad económica, social y cultural, tomando siempre en
cuenta las variables ambientales que se relacionen a éstas cuenta las propias significaciones y valores socio-
y regirá el contenido de los programas que se generen en el culturales de la población, así como las variables
sistema nacional de planeación democrática. ambientales que se relacionen a éstas y regirá el contenido
de los programas que se generen en el sistema nacional de
planeación democrática.

5.11.- Conclusiones

La formulación de estas conclusiones como resultado práctico de este trabajo de investigación nos ha
representado una oportunidad de reflexión sobre la complejidad del tema que hemos abordado.

Por una parte, debemos reconocer la evolución que ha sufrido nuestra legislación mexicana en materia de
la protección de los derechos humanos: a comparación de tan solo hace algunos años, podemos encontrar
nuevas prerrogativas humanas, el reconocimiento de los derechos colectivos, la instauración de
procedimientos para acceder a los tribunales para defender estas prerrogativas y la reforma de los procesos
existentes. Sin embargo, debemos de afirmar que en lo que respecta a los derechos culturales y en especial
al derecho humano y social al Patrimonio Cultural, estas modificaciones no han llegado a representar un
real cambio dentro de la concepción que tenemos actualmente.

524
Hemos comprobado que los derechos culturales y en especial, el derecho al Patrimonio Cultural no son una
prerrogativa simple que pueda explicarse con una frase, a diferencia de derechos más simples como pueden
ser la libertad de prensa o de asociación. Las propuestas enunciadas, específicamente en la Constitución y
la legislación en materia de monumentos implican y requieren de mayor detalle en cuanto a sus alcances y
una visión amplia en cuanto a todas las realidades que conforman el Patrimonio Cultural.

Por otra parte, vimos también la necesidad de que los valores de autenticidad, significación, utilitario y de
desarrollo nos llaman a pensar que para la adecuada preservación del derecho humano y social al Patrimonio
Cultural no podemos conformarnos con la reforma de una o dos disposiciones legales. La regulación del
Patrimonio Cultural es todo un sistema normativo que debe orientar a un conjunto de ordenamientos
expedidos por la autoridad para la protección, conservación y enriquecimiento de este tesoro colectivo que
es un derecho de los habitantes de este país y de la Humanidad en algunos casos. Por ello nuestra propuesta
abarca los derechos de autor, la propiedad intelectual, la planeación democrática del desarrollo, la cuestión
criminal y otras materias.

A partir de estas consideraciones, procederemos a formular las conclusiones de este trabajo de investigación
en el siguiente capítulo.

525
Conclusiones

Yo tenía monumentos hechos de bronce e


inscripciones de barro cocido. Los deje en los
cimientos para los tiempos futuros.

Asarhaddón

Rey Asirio, Siglo II A.C.

526
Desde el principio de este trabajo señalamos que se iba a abordar una cuestión que ha sido muy poco
explorada por la doctrina jurídica mexicana, por lo que pudimos encontrar realmente muy pocos, aunque
muy valiosos textos, en la materia.

La intención de profundizar y tratar de ofrecer aportaciones en este tópico nos llevó a desarrollar cuatro
capítulos analizando las siguientes cuestiones: la naturaleza propia del Patrimonio Cultural y su
trascendencia para la vida del hombre y la comunidad; el estudio de los derechos humanos y posteriormente
los denominados DESC para ubicar a los derechos culturales y en especial el derecho al Patrimonio Cultural
como una prerrogativa que tiene un lugar dentro del sistema legal internacional y de cualquier país;
posteriormente, se hizo un examen de la situación actual mexicana en la que hemos encontrado una falta
de reconocimiento en nuestro país de este derecho y que implica un retraso con relación a los conceptos
que se han discutido entre la comunidad internacional y que se han plasmado en otras legislaciones
nacionales, como fue el caso de Brasil, Sudáfrica y Cataluña, que fueron objeto de un análisis en materia
de derecho comparado que formó parte del capítulo cuarto.

Como parte del protocolo de investigación que sirvió como herramienta inicial para la realización de este
trabajo de investigación se enunció la siguiente hipótesis sobre la cual giraron las ideas y conceptos en este
documento:

Por medio de este trabajo comprobaremos que el derecho al Patrimonio Cultural es un derecho humano
con alto contenido comunitario, cuyo contenido, alcance y trascendencia no han sido plenamente
identificado por la legislación mexicana; por lo que se requiere de una revisión a fondo de las
disposiciones jurídicas que se encuentran desvinculada a los conceptos que se manejan en el plano
internacional en la que se reconoce una prerrogativa humana y social compleja y multifacética,
enmarcada en el ámbito de la diversidad cultural, la multiculturalidad y la interculturalidad.

En vista de lo anterior, procederemos a definir nuestras conclusiones a partir de diseccionar esta hipótesis
en sus ideas principales y finalmente, concluiremos si la hipótesis ha sido comprobada o no a lo largo de
este trabajo.

A.- El derecho al Patrimonio Cultural es un derecho humano con alto contenido comunitario

Humanidad como cualidad individual y social encuentra en la cultura y principalmente en el Patrimonio


Cultural un punto de confluencia. Aun en el más extremo de los aislamientos, las comunidades han
desarrollado su propia cultura a partir de la contribución grupal o individual de sus miembros, pero en todo
caso, la cultura vale porque es relevante para el conglomerado social que crea, usa, reproduce o transforma
estas manifestaciones o bienes culturales.

A través del capítulo primero de este trabajo analizamos el concepto de cultura y posteriormente, el de
Patrimonio Cultural. En el estudio de todas las perspectivas que se tienen sobre la cultura, Mark Fumaroli
nos presentó tres perspectivas: la dimensión alemana, la concepción francesa y la idea latina sobre la cultura.
En el primer caso, adoptar el criterio alemán vincula la cultura con la idea de nacionalidad y prestigio. En
el caso de la posición francesa, la cultura estaba dirigida hacia el goce estético. Pero la forma latina de ver
la cultura está basada en la idea de “cultivar”, lo que implica una labor comunitaria y paciente que da frutos
y por último, que implica arraigo. Nuestra decisión fue seguir la tendencia latina. En el mismo capítulo
primero, también comprobamos que, a través de la historia, las acciones en contra del Patrimonio Cultural
de un pueblo tuvieron como intención destruir los valores más profundos de una comunidad. El Patrimonio
527
Cultural es una riqueza comunal, no importa que sea creada de manera individual o colectiva, porque su
importancia trasciende al mismo creador y es la valorización social del bien cultural la que urge hacia su
protección y defensa.

En el capítulo segundo los dedicamos al análisis de los derechos culturales. De tal forma, pudimos apreciar
el avance conceptual de las prerrogativas humanas a partir del reconocimiento de los derechos civiles y
políticos (orientados al individuo) y hasta la incorporación de derechos colectivos (los DESC y los llamados
derechos de tercera generación) en donde el Estado se convierte en el responsable de generar las condiciones
necesarias para que estas prerrogativas sean posibles. La legislación mexicana ha dado un paso muy
importante con el fin de reconocer y darle una efectividad legal a los denominados derechos difusos, que
en el pasado eran considerados prácticamente como “buenas intenciones”.

Por último, al analizar la cuestión internacional en el capítulo cuarto, pudimos observar el desarrollo y
complejidad que ha adquirido la protección del Patrimonio Cultural en el ámbito internacional. Si
recordamos lo expuesto en dicho capítulo, durante muchas décadas, el criterio sustentado por los principales
instrumentos internacionales se basaba en limitar a los bienes culturales a aquellos que tuvieran valores de
carácter arqueológico, histórico o artístico. En las últimas décadas, la expansión de aquello que se entiende
por Patrimonio Cultural se ha dado de una manera dramática. En un primer paso, los monumentos, lugares
y sitios se han asociado con el entorno lo que le dio mayor sentido de integridad y generó nuevas figuras
de protección como los paisajes culturales y los itinerarios culturales Posteriormente, se reconocieron
nuevas categorías del Patrimonio Cultural que no habían sido atendidas con la suficiente seriedad, como es
el Patrimonio Subacuático y el Patrimonio Inmaterial. En este último caso, los bienes culturales adquirieron
una dimensión más humana y comunitaria. Con la Convención de la Diversidad Cultural, la UNESCO nos
ha mostrado la presencia y contribución de la cultura y del Patrimonio Cultural en temas fundamentales en
las discusiones de la comunidad internacional, tales como los derechos humanos y el desarrollo sostenible.
En todo caso, podemos apreciar que en el ámbito internacional, el Patrimonio Cultural ha crecido
exponencialmente.

Por otra parte, en el capítulo cuarto de este trabajo, también pudimos comparar la manera en que otras
legislaciones abordan el tema de los derechos culturales y en particular, al Patrimonio Cultural. En el caso
de la legislación brasileña, hemos encontrado figuras patrimoniales que llegan a proteger aspectos
comunitarios, como son las “maneras de vivir”. En cuanto a la regulación catalana, el Patrimonio Cultural
constituye uno de los fundamentos principales para sustentar la determinación de Cataluña como una
Nación. En lo referente a la situación legal sudafricana, los bienes culturales sirven para fortalecer la
diversidad cultural de este país a partir de las comunidades y tribus que la conforman.

A partir de los razonamientos señalados anteriormente, podemos señalada que esta sección de nuestra
hipótesis ha sido comprobada y podemos enunciar las siguientes conclusiones:

1.- El Patrimonio Cultural es un bien y fenómeno comunitario, aun y cuando su creación haya sido producto
de la acción individual. El tema radical y que diferencia a los bienes culturales de otros está enfocada
precisamente en el reconocimiento, práctica, valorización y actualización que se hacen de dichos bienes y
manifestaciones. En este proceso, no solo están presentes los aspectos materiales, sino también las
consideraciones de carácter inmaterial que dan sentido a la unidad, cohesión y diferenciación a una
comunidad.

2.- A partir de la evolución conceptual de los derechos humanos, podemos afirmar que en las últimas
décadas se ha reforzado el papel que las comunidades juegan en la protección y preservación de aquellas
528
manifestaciones y bienes que considera importantes y relevantes para su propia existencia y desarrollo a
futuro. El Patrimonio Cultural está inmerso en esta afirmación.

B.- El derecho al Patrimonio Cultural es una prerrogativa que no ha sido reconocido en todo su
contenido, alcance y trascendencia por parte de la Legislación Mexicana

A lo largo de diversos capítulos de este trabajo, confirmamos que la evolución que ha sufrido la regulación
jurídica del Patrimonio Cultural ha transitado de considerar el papel del Estado como el único facultado de
preservar nuestro legado histórico a una normatividad que reconoce profundamente la naturaleza social de
este acervo tanto en su creación, titularidad y valorización.

Este desarrollo conceptual se dio en el ámbito internacional principalmente. En los primeros instrumentos
internacionales en la materia generados por la UNESCO, la intención era defensiva ante dos grandes
problemáticas urgentes para preservar la integridad misma de los bienes culturales: los peligros derivados
de los conflictos armados y las pérdidas sufridas por muchos países derivados del saqueo, el robo y el
mercado ilegal de obras de arte. Pero en los últimos documentos internacionales, como podrían ser el
Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo y la Convención de la Protección y Promoción
de la Diversidad de las Expresiones Culturales de la UNESCO, los temas que envuelven al Patrimonio
Cultural están mucho más enfocados hacia las maneras de vivir de las comunidades, el cuidado de las
manifestaciones intangibles, el respeto a los derechos fundamentales, la incorporación de los bienes
culturales a la vida económica y el desarrollo sostenible.

Durante el análisis en materia de derecho comparado que realizamos, pudimos apreciar que en los casos
seleccionados -Brasil, Sudáfrica y Cataluña- sus documentos fundamentales incorporan de una u otra
manera muchos de los conceptos o preocupaciones que se expresan en los instrumentos internacionales.

Ahora bien, en el capítulo segundo de nuestro trabajo se analizó el reconocimiento de los Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (DESC) y de los derechos colectivos por parte de la comunidad
internacional. A partir de esta nueva generación de derechos humanos, se hizo constar una discusión teórica
muy importante que afectaba a los derechos culturales: el universalismo y el relativismo cultural. En la
primera tendencia, encontramos una fuerte crítica e inclusive una negación de los derechos culturales frente
a la idea de la existencia de derechos humanos universalmente reconocidos, los cuales están identificados
con los derechos y libertades civiles y económicas. Por otra parte, el Relativismo Cultural podría parecer
mucho más abierto a la idea de la existencia de distintos parámetros para el reconocimiento de los derechos
humanos de conformidad con las pautas morales y culturales de cada comunidad, pero lo anterior también
adolece de un desconocimiento profundo de la naturaleza misma del ser humano, pues trata de justificar
prácticas comunitarias que pueden ser violatorias de la propia dignidad humana. Nuestra conclusión en ese
sentido fue reconocer que ambas concepciones son incompletas por basarse en la idea de “diferencia”. Los
instrumentos internacionales actuales han superado esta idea con el concepto de “diversidad cultural” e
interculturalidad que representa la convivencia digna de distintas comunidades reconociendo y apreciando
las coincidencias y las particularidades. La medida es la dignidad humana y las libertades fundamentales.

Una tercera y última idea que quisimos remarcar fue la definición misma del derecho de acceso y disfrute
a la cultura. Esta expresión se ha repetido desde su primera enumeración en la Declaración Universal de
los Derechos Humanos; sin embargo, la cultura no es objeto de acceso o disfrute. Por ello, consideramos
que no existe un derecho de acceso y disfrute a la cultura, sino varios derechos culturales que abordan
distintos aspectos como es el respeto a la diversidad cultural e interculturalidad; la protección a la
creatividad; el fomento a las industrias culturales; la promoción a la educación artística; el establecimiento
529
de instituciones especializadas y coordinadas; la incorporación planeada y sostenible de la cultura a la vida
socioeconómica y la protección, conservación y enriquecimiento del Patrimonio Cultural material e
inmaterial.

Siguiendo los mismos fundamentos teóricos, al describir el derecho humano y social a la protección,
conservación y enriquecimiento de nuestro Patrimonio Cultural material e inmaterial, hemos concluido que
tampoco puede encerrarse esta prerrogativa en una sola frase o idea. A partir de lo que hemos expuesto en
este trabajo, el derecho humano y social al Patrimonio Cultural debe definirse a partir de una definición
muy amplia de los bienes a proteger y el alcance de todas aquellas condiciones que el Estado debe proveer
para garantizar a las comunidades y a las personas la protección, conservación y enriquecimiento del
Patrimonio Cultural: la preservación de la integridad y autenticidad como testimonio de la evolución del
grupo social a través del tiempo; la conservación de los elementos que cuenten con una significación para
la persona o el grupo social, favorecer la diversidad cultural y la interculturalidad; la determinación de usos
y demás formas de aprovechamiento del Patrimonio Cultural compatibles con su conservación bajo un
sentido de sostenibilidad; la adopción de medidas de planeación y acciones que permitan al Patrimonio
Cultural su incorporación en la vida socioeconómica; el estímulo a la participación de la comunidad; la
asignación de estímulos e incentivos; la promoción a la educación e investigación y el establecimiento de
medios de defensa en favor de la sociedad para defender su Patrimonio Cultural.

Por tanto, vemos la importancia de definir claramente y en toda su dimensión el contenido y alcance del
derecho humano y social al Patrimonio Cultural. En el marco constitucional Patrimonio Cultural requiere
que se enuncien los bienes a proteger y las condiciones que implica dicha prerrogativa. Sería labor de la
legislación específica o secundaria detallar con mayor profundidad este derecho. Incuso, se demostró que
en las Constituciones y documentos fundamentales analizados en el capítulo de derecho comparado (Brasil,
Sudáfrica y Cataluña), estas consideraciones están presentes; pero la legislación secundaria es mucho más
detallada y específica al respecto.

Por lo anterior, pensamos que esta sección de la hipótesis que motivó nuestro trabajo de investigado ha
quedado acreditada y quisiéramos enunciar las siguientes conclusiones:

1.- La evolución de los derechos humanos y principalmente, el reconocimiento de los DESC, nos demuestra
que existen derechos culturales que se sustentan su contenido, alcance y complejidad a partir de la
naturaleza misma de la cultura.

2.- La protección de la cultura como un derecho humano y social no puede agotarse en la concepción de
“acceso y disfrute”. Esta es una visión limitada y ajena a la naturaleza propia de la cultura y en consecuencia,
debe reconocerse la existencia de un conjunto de derechos culturales que deben cuando menos incluir el
respeto a la diversidad cultural e interculturalidad; la protección a la creatividad; el fomento a las industrias
culturales; la promoción a la educación artística; el establecimiento de instituciones especializadas y
coordinadas; la incorporación planeada y sostenible de la cultura a la vida socioeconómica y finalmente, la
protección, conservación y enriquecimiento del Patrimonio Cultural material e inmaterial. El único límite
a estas prerrogativas es el respeto a las libertades fundamentales y la dignidad humana, principalmente.

3.- El derecho humano y social al Patrimonio Cultural, compartiendo la naturaleza de los derechos
culturales, es una prerrogativa de alta complejidad, cuyos alcances dependen de la adecuada enumeración
de los bienes, manifestaciones, sitios y lugares que sean objeto de protección y cuyo contenido se refiere a
las condiciones que permitan al Estado garantizar la protección, conservación y enriquecimiento de los
mismos, los cuales deben -cuando menos- consistir en la preservación de la integridad y autenticidad como
530
testimonio de la evolución del grupo social a través del tiempo; la conservación de los elementos que
cuenten con una significación para la persona o el grupo social, favorecer la diversidad cultural y la
interculturalidad; la determinación de usos y demás formas de aprovechamiento del Patrimonio Cultural
compatibles con su conservación bajo un sentido de sostenibilidad; la adopción de medidas de planeación
y acciones que permitan al Patrimonio Cultural su incorporación en la vida socioeconómica; el estímulo a
la participación de la comunidad; la promoción a la educación e investigación en favor de los bienes
culturales, y el establecimiento de medios de defensa en favor de la sociedad.

4.- Pudimos comprobar que tanto en instrumentos internacionales como en las legislaciones que fueron
objeto del estudio de derecho comparado, se apreció que existe la concurrencia de muchas de las
condiciones señaladas en el punto anterior y que permiten la protección, conservación y enriquecimiento
del Patrimonio Cultural.

5.- Que después de analizar tanto nuestra Constitución Política Federal, como las leyes específicas y
secundarias relativas al Patrimonio Cultural en nuestro país, no encontramos una alineación con los criterios
expresados en el punto 3 anterior, por lo que se hace necesaria una revisión de nuestra normatividad para
adecuarla y actualizarla con relación a las problemáticas y visiones actuales en la materia.

C.- Se requiere de una revisión a fondo del Sistema Jurídico Mexicano ya que se encuentra
desvinculado de los conceptos que se manejan en el plano internacional

En los dos incisos anteriores de esta parte de conclusiones hemos constatado la evolución en el marco
internacional con relación al reconocimiento y protección al Patrimonio Cultural y por lo anterior, pensamos
que es innecesario volver a repetir esta exposición, sino simplemente remarcar los siguientes puntos:

a) En primer lugar y muy importante, lo cual podemos apreciar en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos y hasta nuestros días, se han reconocido los derechos culturales.

b) En segundo lugar, nos hemos percatado que se ha conformado una definición de Patrimonio Cultural
más compleja en donde conviven elementos corpóreos, inmateriales e inclusive la interacción con el propio
medio ambiente.

c) Igualmente, se han definido nuevos instrumentos de protección que han dejado el sentido correctivo para
privilegiar el carácter estratégico.

d) De similar manera, podemos afirmar que existe una mayor preocupación por incorporar a los bienes
culturales a la vida socioeconómica, privilegiando el desarrollo social y sostenible.

e) Por último, los documentos internacionales más recientes refuerzan la importante participación de la
sociedad en la conservación de los bienes culturales.

Recordaremos igualmente, que el estudio de derecho comparado que llevamos a cabo en esta investigación
y donde involucramos a México, Brasil, Sudáfrica y Cataluña, quisimos analizar con mayor detalle estas
ideas, tratando de enunciarlas en mucho más precisas y específicas. Recordemos algunos de los resultados
sobre los mismos:

a) La primera pregunta estaba referida a si el derecho al Patrimonio Cultural se encontraba incluido en los
documentos fundamentales de las naciones analizadas, recordando que Cataluña no tiene constitución, sino
531
un Estatuto de Autonomía. La respuesta fue positiva en el caso de Brasil, Cataluña y Sudáfrica. La
respuesta fue negativa en nuestro país.

b) Enseguida, la cuestión se centraba en determinar si en los documentos fundamentales de estas


comunidades nacionales existía un medio de defensa para que los ciudadanos pudieran acudir ante los
tribunales con el fin de preservar sus bienes culturales en contra de la acción u omisión de los entes de
gobierno. En todos los casos la respuesta era positiva, aunque debemos reconocer que en México nuestro
juicio de amparo tiene limitaciones en cuanto a esta materia.

c) Cuando analizamos si existía una definición clara sobre lo que significaba el término “Patrimonio
Cultural” y si las categorías que incluía este término eran lo suficientemente amplias e inclusivas para
incorporar y enriquecer este concepto con el paso del tiempo, solo en el caso de México la respuesta fue
negativa.

d) Ahora bien, cuando investigamos sobre la existencia de regulación técnica bien definida y específica
para las intervenciones y acciones que se realicen en los bienes culturales acorde a criterios que promuevan
su conservación, pudimos observar que la misma se encontraba mucho más avanzada en Cataluña y
Sudáfrica en comparación a la legislación mexicana y brasileña, las cuales dejan mucho más a la
discrecionalidad de las autoridades.

e) Quisimos investigar si se definían y protegían los valores de significación de los bienes en las
legislaciones analizadas. El resultado fue que solo en el caso de México no existía ni el reconocimiento de
estos valores de significación, ni medidas concretas para protegerlos.

f) Las siguientes preguntas trataban de dilucidar si existía medidas destinadas a garantizar la incorporación
de los bienes culturales a la vida socioeconómica, así como para los valores utilitarios con relación a su
conservación. Encontramos en algunas de estas legislaciones soluciones muy interesantes al respecto y
solo en el caso de México y Brasil, nos enfrentamos a una ausencia de normas en esta materia o al menos,
propuestas muy poco eficaces.

g) Decidimos investigar si existían que favorecían la función del Patrimonio Cultural en el desarrollo
sostenible, principalmente incorporando a los bienes culturales a los procesos de planeación, podemos
afirmar que en el caso de Cataluña y Sudáfrica encontramos ejemplos de normas que se sustentaban y
contemplaban estas ideas, mientras que en el caso de Brasil y México eran prácticamente ausentes.

h) Por último, quisimos explorar la existencia de disposiciones que promovieran la participación social y la
educación en favor de la conservación del Patrimonio Cultural. Por lo que respecta a Cataluña y Sudáfrica,
pudimos encontrar medidas muy decididas y de fuerte impacto. En el caso brasileño y mexicano también
encontramos de este tipo de medidas, pero reconocemos que su contribución es más limitada.

Como vemos, a partir de las ideas desarrolladas por la comunidad internacional, podemos concluir que la
legislación mexicana requiere de una actualización para ajustarse a los nuevos conceptos.

Consideramos que ante todo tenemos que trabajar mucho en cambiar un paradigma sobre el que se basa
todo el régimen jurídico de preservación de los bienes culturales: el Patrimonio Cultural es una facultad
exclusiva del Estado. La realidad es que el cambio más dramático que ha sufrido esta materia en el concierto
mundial ha sido la transformación de este poder del órgano estatal sobre los bienes culturales para que esta
función sea un derecho humano y social que obligue al Estado a actuar siempre en favor de la conservación
532
, que facilite la participación de las comunidades en las decisiones sobre este Patrimonio y que se aborden
discusiones tan importantes como el respeto a los derechos fundamentales, la incorporación a la vida
económica de los monumentos, la conservación de las significaciones sociales y la contribución del
Patrimonio al desarrollo sostenible.

Por ello, las propuestas emitidas en este trabajo fueron enfocadas hacia la creación de un corpus legal amplio
e integral que defienda de manera adecuada el derecho que las personas y comunidades tienen para defender
su Patrimonio Cultural. Debemos aprovechar este proceso de revisión para subsanar aquellas fallas que
existen en la regulación actual para mejorar su eficiencia.

Nos parece que las conclusiones relativas al presente inciso se podrían enunciar de la siguiente manera:

1.- La protección del Patrimonio Cultural ha sido objeto de una evolución constante y mucho más acelerada
en las últimas épocas en el ámbito mundial, de tal forma que podemos apreciar en los documentos
internacionales más recientes, los grandes temas que imperan en esos instrumentos reflejan los siguientes
conceptos: el reconocimiento del derecho humano y social al Patrimonio Cultural, la adopción de una
definición amplia, integral e incluyente del Patrimonio Cultural, la creación de mecanismos de protección
estratégicos sobre medidas correctivas, la necesidad de incorporar al Patrimonio Cultural a la vida
socioeconómica bajo un criterio de desarrollo sostenible y la preeminencia de la sociedad y las
comunidades sobre el Estado como titular y principal acreedor de los beneficios que se alcance con la
adecuada salvaguarda de los bienes culturales.

2.- Que para cumplir con los extremos señalados en el punto anterior, consideramos que toda legislación
nacional tendría cuando menos que incluir los siguientes aspectos: a) el reconocimiento expreso del derecho
humano y social al Patrimonio Cultural y el establecimiento de los procedimientos jurisdiccionales
necesarios para que las personas y comunidades puedan defender esta prerrogativa desde el propio
documento fundamental de un país; b) una definición clara y amplia del Patrimonio Cultural que permita
la posibilidad de incorporar y proteger a los bienes culturales en toda su profundidad, así como el
establecimiento de una regulación técnica que permita conservar dichos bienes bajo criterios claros y
específicos; c) el reconocimiento, identificación y conservación de los valores de significación que tienen
los bienes culturales para la comunidad como parte de la defensa integral de estos últimos; d) se establezcan
medidas que faciliten la incorporación del Patrimonio Cultural a la vida socioeconómica de una comunidad,
tratando de establecer medidas que coordinen los valores utilitarios con la conservación de los bienes
culturales; e) se incorpore al Patrimonio Cultural en los instrumentos de planeación con una vocación al
desarrollo sostenible y, f) medidas que favorezcan la participación social (en todos los aspectos posibles,
como puede ser el financiero, fiscal, administrativo, etc.) y la educación para convertir a una comunidad
informada y consciente como el principal guardián de su Patrimonio Cultural.

3.- Pudimos observar que en legislaciones nacionales consideradas como avanzadas a nivel mundial, los
parámetros señalados en el punto anterior se cumplen en su totalidad o en gran medida.

4.- Finalmente, hemos comprobado que en la legislación de nuestro país, los criterios mencionados en el
punto número 2 anterior no se cumplen y es necesaria una revisión y modificación de nuestro marco
normativo para crear un corpus legal integral, congruente y con amplias posibilidades para garantizar de
una manera adecuada y eficiente la protección del derecho que las personas y comunidades a su Patrimonio
Cultural.

533
D.- El derecho al Patrimonio Cultural se reconoce como una prerrogativa humana y social compleja
y multifacética, enmarcada en el ámbito de la diversidad cultural, la multiculturalidad y la
interculturalidad.

Como recordaremos, una de las ideas centrales que discutimos al principio de esta investigación se refería
precisamente la multiculturalidad y la diversidad cultural como dos formas de ver la condición multifacética
de la conformación de la raza humana en la actualidad. Incluso, antes de hablar precisamente de la
multiculturalidad y la diversidad cultural, hicimos referencia precisamente a la existencia de corrientes
ideológicas que negaban o aspiraban a eliminar esta condición diversa: recordemos por ejemplo el polémico
ensayo de Samuel Huntington denominado “El Choque de las Civilizaciones”.

Frente a estas posiciones ideológicas, también pudimos identificar cómo los organismos internacionales,
principalmente la UNESCO, fueron llevando de la mano la discusión hacia la idea de una sociedad diversa
y cuya unidad se sostenía precisamente en sus diferencias.

Sin embargo, también constatamos que existen muchas maneras de ver estas circunstancias: una, a partir
de la identificación “del otro” y la otra, en el reconocimiento de los aspectos comunes que permiten
mantener la convivencia entre las personas con sus propias particularidades.

En el primer caso, nos encontramos ante el multiculturalismo, que es una tendencia que reconoce y refuerza
la existencia de la diferencia como principal sustento en las relaciones de las distintas comunidades
humanas, provocando actitudes de conflicto e intolerancia. Esta posición ha sido adoptada en muchos casos
por las minorías como una manera de obtener ciertos tratamientos especiales por parte de los gobiernos
nacionales.

En respuesta a esta circunstancia, la UNESCO y otros miembros de la comunidad internacional han optado
por desarrollado la idea de la diversidad cultural que se basa en considerar efectivamente la existencia
propia de diferencias culturales entre comunidades humanas como parte misma de la condición del hombre.
Pero igualmente, hay un elemento que permite la coexistencia de este cúmulo de expresiones humanas en
todos los sentidos y que es el respeto hacia las libertades fundamentales y principalmente, la dignidad
humana. Esto implica el trato igualitario y respetuoso entre todas las culturas.

Reflejar en una legislación nacional estos conceptos parece realmente difícil, sin embargo, en el análisis de
derecho comparado que realizamos con relación a las legislaciones de Brasil, Cataluña y Sudáfrica, nos
encontramos disposiciones que favorecían de una manera muy clara esta situación.

En México, por el contrario, los ejemplos que encontramos fueron muy escasos, empezando por que la
definición misma de la Nación Mexicana se sostenía en la idea de un “composición pluricultural” que refleja
precisamente una idea de multiculturalismo y no de una diversidad cultural como tal, aun y cuando
posteriormente, en la redacción del artículo 4º Constitucional relativo al derecho a la cultura podemos
encontrar alguna referencia a la diversidad cultural, sin que exista mayor detalle.

La segunda gran idea que gira alrededor del enunciado que da título a este inciso se refiere a la complejidad
misma del Patrimonio Cultural. Al analizar claramente la naturaleza de este acervo, hemos concluido que
no es posible darle un tratamiento unidimensional, ya que desde su naturaleza y su papel actual en la vida
social, resulta imposible regularlos de una manera similar a cualquier otro tipo de bienes, principalmente
porque cuenta con valores intrínsecos y externos que lo hacen merecedores de una atención especial, pues
constituyen elementos trascendente para una comunidad en diferentes aspectos.
534
Vale la pena recordar estos valores o criterios.

Como lo señalamos, consideramos que el análisis del Patrimonio Cultural debiera partir de dos criterios:
por una parte aquellos que se encuentran totalmente vinculados al bien cultural mismo y aquellos que lo
produjeron (incluyendo sus actuales herederos) a los que denominamos genéricamente como “valores
intrínsecos” (en otras palabras, el bien cultural por sí mismo); y por otra parte, aquellos que se refieren
específicamente a las personas y grupos que interactúan en diversos ámbitos con el bien cultural, los que
vamos a denominar de manera grupal como “valores extrínsecos” (es decir, el bien cultural para otros).

Como señalamos, los valores intrínsecos del Patrimonio Cultural están referidos a la relevancia del objeto
desde su concepción, elaboración y trascendencia en función a la contribución que hace al universo cultural
de un grupo. A este conjunto de cualidades, queremos englobarlas en el concepto del valor testimonial o
de autenticidad del Patrimonio porque está centrada en el mensaje que los bienes culturales nos transmiten
del pasado a nuestro presente. Pero también podemos afirmar que el valor intrínseco se refiere a la manera
en que las comunidades actuales viven, disfrutan, usan, transforman y valoran el Patrimonio Cultural y que
constituyen los valores de significación.

A diferencia de los valores intrínsecos del Patrimonio Cultural, los valores externos están totalmente ligados
a la manera en que éstos contribuyen a la satisfacción de las necesidades humanas: vivienda, áreas
específicas para servicios públicos, tránsito vehicular, espacios de recreación, educación, actividades de
culto religioso. La lista es interminable en cuando hablamos del presente. Pero esto no es extraño, porque
ningún bien cultural fue creado desde sus orígenes por nada. Existe un valor utilitario del Patrimonio
Cultural que forma parte, de igual manera que los valores testimoniales y de significación, de su naturaleza.
Pero también, los valores externos nos hablan de la manera en que el Patrimonio Cultural favorece al futuro
de una sociedad y al mejoramiento cualitativo de la condición humana y social y a partir de lo anterior,
podemos identificar al valor de desarrollo.

La identificación de estas cualidades nos da una idea completa de la visión en que se debe abordarse la
regulación jurídica del Patrimonio Cultural y de hecho, hemos basado todo nuestro estudio en los mismos.
Por ello, agrupamos todas las grandes materias a regular con respecto a los bienes culturales que
mencionados en el inciso anterior de estas conclusiones a partir de los criterios de valor testimonial o de
autenticidad, significación, utilitario y de desarrollo, con lo cual hemos dado mucha congruencia a las
medidas que deben implementarse para mejorar la regulación mexicana en la materia. A este respecto, nos
percatamos que, al hacer el ejercicio de derecho comparado en esta investigación, en la legislación catalana
y sudafricana están presentes casi todos estos criterios o valores y en una buena parte, también en la
legislación brasileña.

A partir de lo expuesto en este inciso, quisiéramos formular las siguientes conclusiones:

1.- El derecho humano y social al Patrimonio Cultural se enmarca y contribuye al concepto de diversidad
cultural y especialmente, al fortalecimiento del entendimiento entre las distintas comunidades a partir de
sus propias particularidades y el diálogo intercultural. Para tal efecto, esta prerrogativa debe ser construida
basada en la naturaleza compleja y multifacética del Patrimonio Cultural.

2.- Reconocer la complejidad del propio Patrimonio Cultural como idea y realidad nos obliga a no limitar
su protección tan solo a su integridad física o como un simple objeto: existen diversos valores que ostentan
los bienes culturales. Dichos valores son testimoniales, de significación, utilitario y de desarrollo. Todos
535
ellos completan el concepto mismo del Patrimonio Cultural y deben ser abordados en la normatividad
jurídica que se emita para reconocer y tutelar el derecho que las personas y comunidades tienen con relación
a la protección, conservación y enriquecimiento de este acervo material e inmaterial.

3.- Pudimos comprobar a lo largo de este trabajo que en las legislaciones nacionales avanzadas se reconoce
la diversidad cultural y la interculturalidad como condiciones que enmarcan al derecho al Patrimonio
Cultural, la cual es una prerrogativa compleja y multifacética que debe analizarse a partir de los criterios
enunciados en el punto anterior. También comprobamos que el sistema jurídico mexicano no contempla
todos estos aspectos de una manera clara o decidida.

4.- Consideramos que es importante que nuestra regulación mexicana deba ser revisada y adaptada con el
fin de que pueda estar acorde a la manera en que es protegido el Patrimonio Cultural por países más
avanzados en esta materia; reconociendo la complejidad de este concepto en el marco de su contribución a
la diversidad cultural como parte de la condición humana, tanto en el ámbito internacional como nacional,
propiciando la interculturalidad (sobre todo en un país tan diverso como el nuestro) y orientando la
regulación legal en los cuatros valores que tienen los bienes culturales y que hemos expuesto en este inciso.
Solo mediante el cumplimiento de estas consideraciones podrá diseñarse e implementarse un régimen
jurídico que garantice y tutele adecuadamente el derecho humano y social al Patrimonio Cultural mexicano.

* * * * *

Con la enunciación de estas conclusiones, hemos dado por terminado este trabajo de investigación. En
nuestra opinión, los extremos de la hipótesis fueron comprobados y lo anterior puede tener una doble
lectura: desde luego, resulta muy desalentador pensar que en un país con una riqueza cultural tan
inconmensurable, la legislación mexicana en materia de Patrimonio Cultural se encuentre en una situación
de atraso con relación a otros países; pero por otra parte, consideramos que esta es una extraordinaria
oportunidad de repensar nuestra cultura y nuestro Patrimonio Cultural con el fin de estudiar, explorar,
proponer e implementar nuevas formas de protegerlo.

Reinventar nuestro pasado: parece una frase de difícil de concretar, pero en el caso del Patrimonio Cultural
tiene mucho sentido.

Hasta la fecha, parece que el Estado es el único facultado para decidir sobre la cultura y muy particularmente
sobre los bienes culturales. Los intereses políticos, ideológicos, económicos o de cualquier otra índole han
marcado muchas de las decisiones de los gobiernos con relación a nuestros monumentos y sitios:
destrucción, olvido, desatención son una triste faceta y resultado de esta situación, sin que debamos
reconocer también capítulos luminosos. Pero la realidad es mucho más compleja, el Estado es una propia
construcción cultural y los verdaderos creadores de la cultura son el ser humano en lo individual y en
sociedad, la cual será quien valorará estos bienes. Lo que es muy cierto es que debe ser la comunidad y no
el Estado quien deba ser el generador de las grandes decisiones sobre el Patrimonio Cultural. Lo anterior
no implica negar el papel que el Estado tiene con respecto a los bienes culturales, sino de asignarle el
relevante papel de rector y garante de una prerrogativa que nace de la profundidad misma de la naturaleza
del hombre.

Es por ello que el reconocimiento, implementación y defensa del derecho al Patrimonio Cultural constituye
un factor trascendental para cambiar el paradigma que sustenta el propio entendimiento de la condición
humana, principalmente en un momento de la historia mundial en que la comunidad mundial se sigue
debatiendo entre los conflictos culturales, la intolerancia, el desprecio y la desconfianza hacia “el otro”.
536
En las peores crisis de la humanidad, el genio creativo del hombre se ha impuesto. Esta es una de las muchas
características que nos han hecho un ser único e irremplazable. Nuestra propuesta apunta a preservar
aquellas huellas materiales e inmateriales que marcan la trascendencia del ser humano a través del tiempo
y que nos han sido heredadas… esperemos que nuestro tiempo nos demuestre que estamos a la altura del
importante compromiso de transmitir ese rico universo a las generaciones futuras cuando menos en las
mismas condiciones que las recibimos. Nuestro trabajo ha tratado de contribuir con esta responsabilidad
histórica en el ámbito legal.

537
Cuadros, Anexos y Bibliografía

Recuerda los tiempos pasados,


considera los años de edad en edad.
pregunta a tu padre
para que te lo cuente,
a tus ancianos, para que te lo digan.

Deuteronomio, 32,7.

538
Cuadro Número 1

Derechos Culturales Locales

Acceso, disfrute,
No contiene derecho a desarrollo y Reconocimiento a la Educación Patrimonio
Entidad Federativa Derechos Indigenas
la cultura participación en la diversidad cultural Intercultural Cultural
vida cultural

Aguascalientes
Baja California
Baja California Sur
Campeche
Chiapas
Chihuahua
Coahuila
Colima
Distrito Federal
Durango
Estado de Mexico
Guanajuato
Guerrero
Hidalgo
Jalisco
Michoacan
Morelos
Nayarit
Nuevo León
Oaxaca
Puebla
Querétaro
Quintana Roo
San Luis Potosí
Sinaloa
Sonora
Tabasco
Tamaulipas
Tlaxcala
Veracruz
Yucatan
Zacatecas

539
Cuadro Número 2

Legislación Local del Patrimonio Cultural

ORDENAMIENTOS BIENES PROTEGIDOS MEDIDAS DE PROTECCION MEDIDAS DE FOMENTO


Bienes Bienes Culturales Bienes de
Ley de Ley de Cultura o Ley de
Otro tipo de Leyes Arqueológicos, Regionales Bienes carácter Verificacion y Otras Participación Beneficios Organos de
Entidad Federativa Patrimonio Desarrollo Derechos Declaratoria Registro Permisos
Leyes especiales Históricos y Inmuebles y Inmateriales territorial o Sanciones medidas Social Fiscales colaboración
Cultural Cultural Indigenas
Artísticos Zonas de entorno
Aguascalientes
Baja California
Baja California Sur
Campeche
Chiapas
Chihuahua
Coahuila
Colima
Distrito Federal
Durango
Estado de Mexico
Guanajuato
Guerrero
Hidalgo
Jalisco
Michoacan
Morelos
Nayarit
Nuevo León
Oaxaca
Puebla
Querétaro
Quintana Roo
San Luis Potosí
Sinaloa
Sonora
Tabasco
Tamaulipas
Tlaxcala
Veracruz
540

Yucatan
Zacatecas
Anexo 1

LEY FEDERAL SOBRE MONUMENTOS Y ZONAS


ARQUEOLÓGICOS, ARTÍSTICOS E HISTÓRICOS

Nueva Ley publicada en el Diario Oficial de la Federación el 6 de mayo de 1972

TEXTO VIGENTE

Al margen un sello con el Escudo Nacional, que dice: Estados Unidos Mexicanos.- Presidencia de la República.

LUIS ECHEVERRIA ALVAREZ, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, a sus habitantes, sabed:

Que el H. Congreso de la Unión se ha servido dirigirme el siguiente

DECRETO:

El Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, decreta:

LEY FEDERAL SOBRE MONUMENTOS Y ZONAS ARQUEOLOGICOS, ARTISTICOS E HISTORICOS

CAPITULO I
Disposiciones Generales

ARTICULO 1o.- El objeto de esta ley es de interés social y nacional y sus disposiciones de orden público.

ARTICULO 2o.- Es de utilidad pública, la investigación, protección, conservación, restauración y recuperación de los
monumentos arqueológicos, artísticos e históricos y de las zonas de monumentos.

La Secretaría de Educación Pública, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Instituto Nacional de Bellas Artes
y los demás institutos culturales del país, en coordinación con las autoridades estatales, municipales y los particulares,
realizarán campañas permanentes para fomentar el conocimiento y respeto a los monumentos arqueológicos, históricos y
artísticos.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, de acuerdo con lo que
establezca el reglamento de esta Ley, organizarán o autorizarán asociaciones civiles, juntas vecinales, y uniones de
campesinos como órganos auxiliares para impedir el saqueo arqueológico y preservar el patrimonio cultural de la Nación.
Además se establecerán museos regionales.

ARTICULO 3o.- La aplicación de esta Ley corresponde a:

I.- El Presidente de la República;

II.- El Secretario de Educación Pública;

III.- El Secretario del Patrimonio Nacional;

IV.- El Instituto Nacional de Antropología e Historia;

V.- El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura y

VI.- Las demás autoridades y dependencias federales, en los casos de su competencia.

ARTICULO 4o.- Las autoridades de los estados y municipios tendrán, en la aplicación de esta ley, la intervención que la
misma y su reglamento señalen.
ARTICULO 5o.- Son monumentos arqueológicos, artísticos, históricos y zonas de monumentos los determinados
expresamente en esta Ley y los que sean declarados como tales, de oficio o a petición de parte.

El Presidente de la República, o en su caso el Secretario de Educación Pública, previo procedimiento establecido en los
artículos 5o. Bis y 5o. Ter de la presente Ley, expedirá o revocará la declaratoria correspondiente, que será publicada en el
Diario Oficial de la Federación.

541
ARTICULO 5o. BIS.- En los procedimientos de declaratorias que se inicien a petición de parte, la solitud respectiva deberá
presentarse ante el Instituto competente y reunir los siguientes requisitos:

a) El nombre, denominación o razón social de quién o quiénes la promuevan y, en su caso, de su representante legal;

b) Domicilio para recibir notificaciones;

c) Nombre de la persona o personas autorizadas para oír y recibir notificaciones;

d) La información necesaria que permita identificar inequívocamente el bien o zona objeto de la petición de declaratoria;

e) Nombre y domicilio de quienes pudieren tener interés jurídico, si los conociere, y

f) Los hechos y razones por las que considera que el bien o zona de que se trate es susceptible de declaratoria.

ARTICULO 5o. TER.- La expedición de las declaratorias a las que se refiere la presente Ley se sujetará al siguiente
procedimiento:

I. Se iniciará de oficio o a petición de parte, de conformidad con el acuerdo que al respecto emita el Presidente de la
República o el Secretario de Educación Pública, por conducto del titular del Instituto competente, según corresponda, y será
tramitado ante este último.

Tratándose de declaratorias seguidas a petición de parte, el Instituto competente revisará si la solicitud respectiva reúne los
requisitos señalados en el artículo que antecede, en cuyo caso se admitirá a trámite. En caso contrario, dentro de un plazo
de diez días hábiles siguientes a la presentación de la solicitud, el Instituto competente prevendrá por una sola vez al
promovente para que subsane las omisiones dentro del término de cinco días hábiles contados a partir de que haya surtido
efectos la notificación. Transcurrido el término sin que la prevención haya sido desahogada, el trámite será desechado.

II. El acuerdo de inicio de procedimiento de declaratorias de monumentos se notificará personalmente a quienes pudieren
tener interés jurídico y, en su caso, al promovente con un resumen del acuerdo. Tratándose de declaratorias de zonas de
monumentos arqueológicos, artísticos e históricos, el Instituto competente procederá a realizar la notificación mediante
publicaciones que contendrán un resumen del acuerdo, el área que abarque la poligonal, precisando sus límites, así como la
identificación de los inmuebles incluidos dentro del área que se pretende declarar. Dichas publicaciones deberán efectuarse
por tres días consecutivos en el Diario Oficial de la Federación, en uno de los periódicos diarios de mayor circulación en la
entidad en la que se localice la zona objeto de la declaratoria y en uno de mayor circulación nacional, dentro de los diez días
hábiles siguientes a la emisión de dicho acuerdo.

Tratándose de declaratorias de monumentos artísticos o de zonas de monumentos artísticos, previo a la notificación de inicio
de procedimiento, el titular del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura enviará el expediente del proyecto de
declaratoria a la Comisión Nacional de Zonas y Monumentos Artísticos, para los efectos procedentes. En caso de que dicha
Comisión Nacional emita opinión favorable respecto de la expedición de la declaratoria, el titular de dicho Instituto
procederá en los términos establecidos en esta fracción. En caso contrario, el procedimiento se dará por concluido
debiéndose emitir el acuerdo correspondiente por la autoridad que le dio inicio, por conducto del titular del Instituto
competente. Si se tratara de una declaratoria seguida a petición de parte, el Instituto notificará la resolución al promovente
dentro de un plazo de diez días hábiles contados a partir de la fecha en que ésta se emita, concluyendo así el procedimiento.

III. Los interesados tendrán un término de quince días hábiles a partir de la notificación o de la última de las publicaciones
a que se refiere la fracción anterior, para manifestar ante el Instituto competente lo que a su derecho convenga y presentar
las pruebas y alegatos que estimen pertinentes.

IV. Manifestado por los interesados lo que a su derecho convenga y presentadas las pruebas y alegatos o transcurrido el
término para ello, el titular del Instituto competente enviará al Secretario de Educación Pública el expediente respectivo,
junto con su opinión sobre la procedencia de la declaratoria, dentro de en un plazo de treinta días hábiles.

V. Recibido el expediente por el Secretario de Educación Pública, si se tratara de una declaratoria que le corresponda
expedir, tendrá un plazo de ciento veinte días hábiles para hacerlo o para emitir resolución en contrario, por conducto del
titular del Instituto competente, la cual será notificada a los interesados dentro de un plazo de diez días hábiles contados a
partir de la fecha de su emisión.

Si se tratara de una declaratoria que corresponda expedir al Presidente de la República, el Secretario de Educación Pública
enviará a aquél el expediente dentro de un plazo de noventa días hábiles. El Presidente de la República expedirá la
declaratoria o emitirá resolución en contrario por conducto del titular del Instituto competente, dentro de un plazo de ciento

542
veinte días hábiles. Dicha resolución será notificada a los interesados dentro de un plazo de diez días hábiles contados a
partir de la fecha de su emisión.

VI. Las resoluciones a que se refiere la fracción anterior únicamente podrán ser impugnadas en términos de lo dispuesto
por el artículo 83 de la Ley Federal de Procedimiento Administrativo.

VII. Durante la tramitación del procedimiento, el Presidente de la República o el Secretario de Educación Pública, según
corresponda, por conducto del titular del Instituto competente, podrá dictar las medidas precautorias para preservar y
conservar el bien de que se trate, en términos de esta Ley, la Ley Federal de Procedimiento Administrativo y el Código
Federal de Procedimientos Civiles.

El presente procedimiento no será aplicable en el caso previsto en el artículo 34 Bis de esta Ley.

Para lo no previsto en la presente Ley se aplicará supletoriamente la Ley Federal de Procedimiento Administrativo.

ARTICULO 5o. QUÁTER.- En los demás actos de autoridad a que se refiere la presente ley, diferentes a los señalados en
el artículo anterior, la garantía de audiencia se otorgará conforme a lo establecido en la Ley Federal de Procedimiento
Administrativo.

ARTICULO 6o.- Los propietarios de bienes inmuebles declarados monumentos históricos o artísticos, deberán
conservarlos y, en su caso, restaurarlos en los términos del artículo siguiente, previa autorización del Instituto
correspondiente.

Los propietarios de bienes inmuebles colindantes a un monumento, que pretendan realizar obras de excavación,
cimentación, demolición o construcción, que puedan afectar las características de los monumentos históricos o artísticos,
deberán obtener el permiso del Instituto correspondiente, que se expedirá una vez satisfechos los requisitos que se exijan en
el Reglamento.

ARTICULO 7o.- Las autoridades de los Estados, Distrito Federal y Municipios cuando decidan restaurar y conservar los
monumentos arqueológicos e históricos lo harán siempre, previo permiso y bajo la dirección del Instituto Nacional de
Antropología e Historia.

Asimismo dichas autoridades cuando resuelvan construir o acondicionar edificios para que el Instituto Nacional de
Antropología e Historia exhiba los monumentos arqueológicos e históricos de esa región, podrán solicitarle el permiso
correspondiente, siendo requisito el que estas construcciones tengan las seguridades y los dispositivos de control que fija el
Reglamento.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia podrá recibir aportaciones de las autoridades mencionadas, así como de
particulares para los fines que señala este artículo.

ARTICULO 8o.- Las autoridades de los Estados, Distrito Federal y Municipios podrán colaborar con el Instituto Nacional
de Bellas Artes y Literatura para la conservación y exhibición de los monumentos artísticos en los términos que fije dicho
instituto.

ARTICULO 9o.- El Instituto competente proporcionará asesoría profesional en la conservación y restauración de los bienes
inmuebles declarados monumentos.

ARTICULO 10.- El Instituto competente procederá a efectuar las obras de conservación y restauración de un bien inmueble
declarado monumento histórico o artístico, cuando el propietario, habiendo sido requerido para ello, no la realice. La
Tesorería de la Federación hará efectivo el importe de las obras.

ARTICULO 11.- Los propietarios de bienes inmuebles declarados monumentos históricos o artísticos que los mantengan
conservados y en su caso los restauren, en los términos de esta ley, podrán solicitar la exención de impuestos prediales
correspondientes, en la jurisdicción del Distrito Federal, con base en el dictamen técnico que expida en instituto competente,
de conformidad con el reglamento.

Los Institutos promoverán ante los Gobiernos de los Estados la conveniencia de que se exima del impuesto predial, a los
bienes inmuebles declarados monumentos, que no se exploten con fines de lucro.

ARTICULO 12.- Las obras de restauración y conservación en bienes inmuebles declarados monumentos, que se ejecuten
sin la autorización o permiso correspondiente, o que violen los otorgados, serán suspendidas por disposición del Instituto

543
competente, y en su caso, se procederá a su demolición por el interesado o por el Instituto, así como a su restauración o
reconstrucción.

La autoridad municipal respectiva podrá actuar en casos urgentes en auxilio del Instituto correspondiente, para ordenar la
suspensión provisional de las obras.

Lo anterior será aplicable a las obras a que se refiere el párrafo segundo del artículo 6o.

Las obras de demolición, restauración o reconstrucción del bien, serán por cuenta del interesado. En su caso se procederá
en los términos del artículo 10.

En estos casos, serán solidariamente responsables con el propietario, el que haya ordenado la obra y el que dirija su
ejecución.

ARTICULO 13.- Los propietarios de bienes muebles declarados monumentos históricos o artísticos deberán conservarlos,
y en su caso restaurarlos, siendo aplicable en lo conducente lo dispuesto en los artículos 6o., 7o., 8o., 9o., 10,11 y 12 de esta
Ley.

ARTICULO 14.- El destino o cambio de destino de inmuebles de propiedad federal declarados monumentos arqueológicos,
históricos o artísticos, deberá hacerse por decreto que expedirá el Ejecutivo Federal, por conducto de la Secretaría de
Educación Pública.

ARTICULO 15.- Los comerciantes en monumentos y en bienes históricos o artísticos, para los efectos de esta Ley, deberán
registrarse en el Instituto competente, llenando los requisitos que marca el Reglamento respectivo.

ARTICULO 16.- Los monumentos históricos o artísticos de propiedad particular podrán ser exportados temporal o
definitivamente, mediante permiso del Instituto competente, en los términos del Reglamento de esta Ley.
Se prohibe la exportación de monumentos arqueológicos, salvo canjes o donativos a Gobiernos o Institutos Científicos
extranjeros, por acuerdo del Presidente de la República.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia, promoverá la recuperación de los monumentos arqueológicos de especial
valor para la nación mexicana, que se encuentran en el extranjero.

ARTICULO 17.- Para la reproducción de monumentos arqueológicos, históricos o artísticos, con fines comerciales, se
requerirá permiso del Instituto competente, y en su caso se estará a lo dispuesto en la Ley Federal de Derechos de Autor. Se
exceptúa la producción artesanal en lo que se estará a lo dispuesto por la Ley de la materia, y en su defecto, por el Reglamento
de esta Ley.

ARTICULO 18.- (Se deroga el primer párrafo).

El Gobierno Federal, los Organismos Descentralizados y el Gobierno del Distrito Federal, cuando realicen obras, estarán
obligados, con cargo a las mismas, a utilizar los servicios de antropólogos titulados, que asesoren y dirijan los rescates de
arqueología bajo la dirección del Instituto Nacional de Antropología e Historia y asimismo entreguen las piezas y estudios
correspondientes a este Instituto.

Los productos que se recauden por los conceptos anteriores y otros análogos, formarán parte de los fondos propios de los
institutos respectivos. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público cuidará que dichos Institutos tengan oportunamente las
asignaciones presupuestales suficientes para el debido cumplimiento de sus funciones y responsabilidades.

ARTICULO 19.- A falta de disposición expresa en esta Ley, se aplicarán supletoriamente:

I.- Los tratados internacionales y las leyes federales; y

II.- Los códigos civil y penal vigentes para el Distrito Federal en materia común y para toda la República en materia federal.

ARTICULO 20.- Para vigilar el cumplimiento de esta Ley, la Secretaría de Educación Pública y los Institutos competentes,
podrán efectuar visitas de inspección, en los términos del Reglamento respectivo.

544
CAPITULO II
Del Registro

ARTICULO 21.- Se crea el Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos e Históricos, dependientes del
Instituto Nacional de Antropología e Historia y el Registro Público de Monumentos y Zonas Artísticos, dependientes del
Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, para la inscripción de monumentos arqueológicos, históricos o artísticos y
las declaratorias de zonas respectivas.

ARTICULO 22.- Los Institutos respectivos harán el registro de los monumentos pertenecientes a la Federación, Estados y
Municipios y los organismos descentralizados, empresas de participación estatal y las personas físicas o morales privadas,
deberán inscribir ante el Registro que corresponda, los monumentos de su propiedad.

La declaratoria de que un bien inmueble es monumento, deberá inscribirse, además, en el Registro Público de la Propiedad
de su jurisdicción, en un plazo de quince días contados a partir de su publicación en el Diario Oficial de la Federación.

ARTICULO 23.- La inscripción en los registros se hará de oficio o a petición de la parte interesada. Para proceder a la
inscripción de oficio, deberá previamente notificarse en forma personal al interesado. En caso de ignorarse su nombre o
domicilio, surtirá efectos de notificación personal la publicación de ésta, en el "Diario Oficial" de la Federación.

El interesado podrá oponerse y ofrecer pruebas en el término de quince días, contados a partir de la fecha de notificación.
El Instituto correspondiente recibirá las pruebas y resolverá, dentro de los treinta días siguientes a la oposición.

ARTICULO 24.- La inscripción no determina la autenticidad del bien registrado. La certificación de autenticidad se
expedirá a través del procedimiento que establezca el Reglamento respectivo.

ARTICULO 25.- Los actos traslativos de dominio sobre bienes inmuebles declarados monumentos históricos o artísticos
deberán constar en escritura pública. Quien transmita el dominio, deberá manifestar, bajo protesta de decir verdad, si el bien
materia de la operación es monumento.

Los notarios públicos mencionarán la declaratoria de monumentos si la hubiere y darán aviso al Instituto competente de la
operación celebrada en un plazo de treinta días.

ARTICULO 26.- Las partes que intervengan en actos traslativos de dominio de bienes muebles declarados monumentos
históricos o artísticos, deberán dar aviso de su celebración, dentro de los treinta días siguientes, al Instituto que corresponda.

CAPITULO III
De los Monumentos Arqueológicos, Artísticos e Históricos

ARTICULO 27.- Son propiedad de la Nación, inalienables e imprescriptibles, los monumentos arqueológicos muebles e
inmuebles.

ARTICULO 28.- Son monumentos arqueológicos los bienes muebles e inmuebles, producto de culturas anteriores al
establecimiento de la hispánica en el territorio nacional, así como los restos humanos, de la flora y de la fauna, relacionados
con esas culturas.

ARTICULO 28 BIS.- Para los efectos de esta Ley y de su Reglamento, las disposiciones sobre monumentos y zonas
arqueológicos serán aplicables a los vestigios o restos fósiles de seres orgánicos que habitaron el territorio nacional en
épocas pretéritas y cuya investigación, conservación, restauración, recuperación o utilización revistan interés
paleontológico, circunstancia que deberá consignarse en la respectiva declaratoria que expedirá el Presidente de la
República.

ARTICULO 28 TER.- Las disposiciones sobre preservación e investigación en materia de monumentos y zonas de
monumentos arqueológicos e históricos serán aplicables a los rastros de existencia humana que tengan un carácter cultural,
histórico o arqueológico, localizados en la zona marina de los Estados Unidos Mexicanos, que hayan estado bajo el agua
parcial o totalmente, de forma periódica o continua, tales como: los sitios, estructuras, edificios, objetos y restos humanos,
junto con su contexto arqueológico y natural; los buques, aeronaves, otros medios de transporte o cualquier parte de ellos.
Su cargamento u otro contenido, junto con su contexto arqueológico y natural; y los objetos de carácter prehistórico.

Quedan exceptuados del párrafo anterior los buques y aeronaves de Estados extranjeros, cualquier parte de ellos, su
cargamento u otro contenido, que gocen de inmunidad soberana conforme a derecho internacional.

545
Las autorizaciones para realizar investigación y exploración de los bienes a que se refiere el primer párrafo, se sujetarán a
lo establecido en el artículo 30 de esta Ley.

ARTICULO 29.- Los monumentos arqueológicos muebles no podrán ser transportados, exhibidos o reproducidos sin
permiso del Instituto competente. El que encuentre bienes arqueológicos deberá dar aviso a la autoridad civil más cercana.
La autoridad correspondiente expedirá la constancia oficial del aviso, o entrega en su caso, y deberá informar al Instituto
Nacional de Antropología e Historia, dentro de las 24 horas siguientes, para que éste determine lo que corresponda.

ARTICULO 30.- Toda clase de trabajos materiales para descubrir o explorar monumentos arqueológicos, únicamente serán
realizados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia o por instituciones científicas o de reconocida solvencia
moral, previa autorización.

ARTICULO 31.- En las autorizaciones a que se refiere el artículo anterior, el Instituto Nacional de Antropología e Historia
señalará los términos y condiciones a que deban sujetarse los trabajos, así como las obligaciones de quienes los realicen.

ARTICULO 32.- El Instituto Nacional de Antropología e Historia suspenderá los trabajos que se ejecuten en monumentos
arqueológicos sin autorización, que violen la concedida o en los que haya substracción de materiales arqueológicos. En su
caso, procederá a la ocupación del lugar, a la revocación de la autorización y a la aplicación de las sanciones
correspondientes.

ARTICULO 33.- Son monumentos artísticos los bienes muebles e inmuebles que revistan valor estético relevante.

Para determinar el valor estético relevante de algún bien se atenderá a cualquiera de las siguientes características:
representatividad, inserción en determinada corriente estilística, grado de innovación, materiales y técnicas utilizados y otras
análogas.

Tratándose de bienes inmuebles, podrá considerarse también su significación en el contexto urbano.

Las obras de artistas vivos que tengan la naturaleza de bienes muebles no podrán declararse monumentos artísticos.

Podrán ser declaradas monumentos las obras de artistas mexicanos, cualquiera que sea el lugar donde sean producidas.
Cuando se trate de artistas extranjeros, sólo podrán ser declaradas monumentos las obras producidas en territorio nacional.

La declaratoria de monumento podrá comprender toda la obra de un artista o sólo parte de ella. Igualmente, podrán ser
declaradas monumentos artísticos o quedar comprendidas dentro de las zonas de monumentos artísticos, obras de autores
cuya identidad se desconozca.

La obra mural de valor estético relevante será conservada y restaurada por el Estado.

ARTICULO 34.- Se crea la Comisión Nacional de Zonas y Monumentos Artísticos, la que tendrá por objeto dar su opinión
a la autoridad competente sobre la expedición de declaratorias de monumentos artísticos y de zonas de monumentos
artísticos.

La opinión de la comisión será necesaria para la emisión de las declaratorias.

La Comisión se integrará por:

a) El Director General del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, quien la presidirá.

b) Un representante de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales;

c) Un representante de la Universidad Nacional Autónoma de México.

d) Tres personas, vinculadas con el arte, designadas por el Director General del Instituto Nacional de Bellas Artes y
Literatura.

Tratándose de la declaratoria de monumentos artísticos de bienes inmuebles o de zonas de monumentos artísticos, se


invitará, además, a un representante del Gobierno de la Entidad Federativa en donde los bienes en cuestión se encuentran
ubicados.

546
La Comisión sólo podrá funcionar cuando esté presente el Director General del Instituto Nacional de Bellas Artes y
Literatura y más de la mitad de sus restantes miembros. Las decisiones se tomarán por mayoría de votos de los presentes y
el presidente tendrá voto de calidad.

ARTICULO 34 Bis.- Cuando exista el riesgo de que se realicen actos de efectos irreparables sobre bienes muebles o
inmuebles con valor estético relevante, conforme al artículo 33 de esta Ley, la Secretaría de Educación Pública, por conducto
del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, sin necesidad de la opinión a que se refiere el artículo 34 podrá dictar
una declaratoria provisional de monumento artístico o de zona de monumentos artísticos, debidamente fundada y motivada
de acuerdo con la misma Ley, que tendrá efectos por un plazo de 90 días naturales a partir de la notificación de que esa
declaratoria se haga a quien corresponda, en la que se mandará suspender el acto y ejecutar las medidas de preservación que
resulten del caso.

Los interesados podrán presentar ante el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura objeciones fundadas, dentro del
término de 15 días contados a partir de la notificación de la declaratoria, que se harán del conocimiento de la Comisión de
Zonas y Monumentos Artísticos y de la Secretaría de Educación Pública para que ésta resuelva.

Dentro del plazo de noventa días que se prevé en este artículo, se dictará, en su caso, un acuerdo de inicio de Procedimiento
y se seguirá lo previsto en el artículo 5o. Ter de la presente Ley. En caso contrario, la suspensión quedará automáticamente
sin efectos.

ARTICULO 35.- Son monumentos históricos los bienes vinculados con la historia de la nación, a partir del establecimiento
de la cultura hispánica en el país, en los términos de la declaratoria respectiva o por determinación de la Ley.

ARTICULO 36.- Por determinación de esta Ley son monumentos históricos:

I.- Los inmuebles construidos en los siglos XVI al XIX, destinados a templos y sus anexos; arzobispados, obispados y casas
curales; seminarios, conventos o cualesquiera otros dedicados a la administración, divulgación, enseñanza o práctica de un
culto religioso; así como a la educación y a la enseñanza, a fines asistenciales o benéficos; al servicio y ornato públicos y al
uso de las autoridades civiles y militares. Los muebles que se encuentren o se hayan encontrado en dichos inmuebles y las
obras civiles relevantes de carácter privado realizadas de los siglos XVI al XIX inclusive.

II.- Los documentos y expedientes que pertenezcan o hayan pertenecido a las oficinas y archivos de la Federación, de los
Estados o de los Municipios y de las casas curiales.

III.- Los documentos originales manuscritos relacionados con la historia de México y los libros, folletos y otros impresos
en México o en el extranjero, durante los siglos XVI al XIX que por su rareza e importancia para la historia mexicana,
merezcan ser conservados en el país.

IV.- Las colecciones científicas y técnicas podrán elevarse a esta categoría, mediante la declaratoria correspondiente.

CAPITULO IV
De las Zonas de Monumentos

ARTICULO 37.- El Presidente de la República, mediante Decreto, hará la declaratoria de zona de monumentos
arqueológicos, artísticos o históricos, en los términos de esta Ley y su Reglamento.

Las declaratorias deberán inscribirse en el registro correspondiente, a que se refiere el artículo 21 y publicarse en el "Diario
Oficial" de la Federación.

ARTICULO 38.- Las zonas de monumentos estarán sujetas a la jurisdicción de los Poderes Federales en los términos
prescritos por esta Ley y su Reglamento.

ARTICULO 39.- Zona de monumentos arqueológicos es el área que comprende varios monumentos arqueológicos
inmuebles, o en que se presuma su existencia.

ARTICULO 40.- Zona de monumentos artísticos, es el área que comprende varios monumentos artísticos asociados entre
sí, con espacios abiertos o elementos topográficos, cuyo conjunto revista valor estético en forma relevante.

ARTICULO 41.- Zona de monumentos históricos, es el área que comprende varios monumentos históricos relacionados
con un suceso nacional o la que se encuentre vinculada a hechos pretéritos de relevancia para el país.

547
ARTICULO 42.- En las zonas de monumentos y en el interior y exterior de éstos, todo anuncio, aviso, carteles; las cocheras,
sitios de vehículos, expendios de gasolina o lubricantes; los postes e hilos telegráficos y telefónicos, transformadores y
conductores de energía eléctrica, e instalaciones de alumbrados; así como los kioscos, templetes, puestos o cualesquiera
otras construcciones permanentes o provisionales, se sujetarán a las disposiciones que al respecto fije esta Ley y su
Reglamento.

ARTICULO 43.- En las zonas de monumentos, los Institutos competentes autorizarán previamente la realización de obras,
aplicando en lo conducente las disposiciones del capítulo I.

CAPITULO V
De la Competencia.

ARTICULO 44.- El Instituto Nacional de Antropología e Historia es competente en materia de monumentos y zonas de
monumentos arqueológicos e históricos.

ARTICULO 45.- El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura es competente en materia de monumentos y zonas de
monumentos artísticos.

ARTICULO 46.- En caso de duda sobre la competencia de los Institutos para conocer un asunto determinado, el Secretario
de Educación Pública resolverá a cual corresponde el despacho del mismo.

Para los efectos de competencia, el carácter arqueológico de un bien tiene prioridad sobre el carácter histórico, y éste a su
vez sobre el carácter artístico.

CAPITULO VI
De las Sanciones.

ARTICULO 47.- Al que realice trabajos materiales de exploración arqueológica, por excavación, remoción o por cualquier
otro medio, en monumentos arqueológicos inmuebles, o en zonas de monumentos arqueológicos, sin la autorización del
Instituto Nacional de Antropología e Historia, se le impondrá prisión de tres a diez años y de mil a tres mil días multa.

Al que ordene, induzca, dirija, organice o financie las conductas descritas en el presente artículo, se les incrementará hasta
por una mitad las penas antes señaladas.

ARTICULO 48.- Al que valiéndose del cargo o comisión del Instituto Nacional de Antropología e Historia o de la
autorización otorgada por éste para la ejecución de trabajos arqueológicos, disponga para sí o para otro de un monumento
arqueológico mueble, se le impondrá prisión de tres a diez años y de dos mil a cinco mil días multa.

Si los delitos previstos en esta Ley los cometen funcionarios encargados de la aplicación de la misma, las sanciones relativas
se les aplicarán independientemente de las que les correspondan conforme a la Ley Federal de Responsabilidades
Administrativas de los Servidores Públicos.
ARTICULO 49.- Al que efectúe cualquier acto traslativo de dominio de un monumento arqueológico mueble o comercie
con él y al que lo transporte, exhiba o reproduzca sin el permiso y la inscripción correspondiente, se le impondrá prisión de
tres a diez años y de dos mil a tres mil días multa.

Al que ordene, induzca, dirija, organice o financie los actos descritos en este artículo, se le incrementará hasta por una mitad
las penas antes señaladas.

ARTICULO 50.- Al que ilegalmente tenga en su poder un monumento arqueológico o un monumento histórico mueble y
que éste se haya encontrado en o que proceda de un inmueble a los que se refiere la fracción I del artículo 36, se le impondrá
prisión de tres a nueve años y de dos mil a tres mil días multa.

ARTICULO 51.- Al que se apodere de un monumento mueble arqueológico, histórico o artístico sin consentimiento de
quien puede disponer de él con arreglo a la Ley, se le impondrá prisión de tres a diez años y de dos mil a tres mil días multa.

ARTICULO 52.- Al que por cualquier medio dañe, altere o destruya un monumento arqueológico, artístico o histórico, se
le impondrá prisión de tres a diez años y multa hasta por el valor del daño causado.

Cuando el daño no sea intencional, se estará a lo dispuesto en el capítulo de aplicación de sanciones a los delitos culposos
del Código Penal Federal.

548
ARTICULO 53.- Al que por cualquier medio pretenda sacar o saque del país un monumento arqueológico, artístico o
histórico, sin permiso del Instituto competente, se le impondrá prisión de cinco a doce años y de tres mil a cinco mil días
multa.

Al que ordene, induzca, dirija, organice o financie las conductas descritas en el párrafo anterior, se les incrementará hasta
por una mitad las penas antes señaladas.

ARTICULO 53 Bis.- Al que introduzca al territorio nacional, saque del país o transfiera la propiedad de bienes culturales,
infringiendo las disposiciones legales adoptadas en el país de origen de los mismos, se le impondrá prisión de tres a doce
años y multa de dos mil a cuatro mil días de salario mínimo general vigente en el Distrito Federal.

Los bienes de que se trate serán incautados y quedarán a disposición de las autoridades del país de origen.

ARTICULO 54.- A los reincidentes en los delitos tipificados en esta Ley, se les aumentará la sanción desde dos tercios
hasta otro tanto de la duración de la pena. La sanción para quienes resulten delincuentes habituales se aumentará de uno a
dos tantos de la que corresponda al delito mayor.

Para resolver sobre reincidencia, habitualidad y determinación de multas, se estará a lo dispuesto en el Código Penal Federal.

Los traficantes de monumentos arqueológicos serán considerados delincuentes habituales para los efectos de esta Ley.

La graduación de las sanciones a que esta Ley se refiere se hará tomando en cuenta la educación, las costumbres y la
conducta del sujeto, sus condiciones económicas y los motivos y circunstancias que lo impulsaron a delinquir.

ARTICULO 55.- Cualquier infracción a esta Ley o a su Reglamento, que no esté prevista en este capítulo, será sancionada
por los Institutos competentes, con multa de doscientos a mil días de salario mínimo general vigente para el Distrito Federal,
la que podrá ser impugnada mediante el recurso de revisión previsto en la Ley Federal de Procedimiento Administrativo.

TRANSITORIOS

ARTICULO PRIMERO.- Esta ley entrará en vigor a los treinta días de su publicación en el "Diario Oficial" de la
Federación.

ARTICULO SEGUNDO.- Se abroga la Ley Federal del Patrimonio Cultural de la Nación de 23 de diciembre de 1968,
publicada en el "Diario Oficial" de la Federación del 16 de diciembre de 1970 y se derogan todas las disposiciones que se
opongan a la presente Ley.

ARTICULO TERCERO.- Las declaratorias de monumentos que hayan sido expedidas al amparo de leyes anteriores, así
como sus inscripciones, subsisten en sus términos.

ARTICULO CUARTO.- Se respetan los derechos adquiridos conforme a leyes anteriores, debiendo los titulares cumplir
con las obligaciones que las mismas les imponen.

México, D. F., a 28 de abril de 1972.- Renato Vega Alvarado, D. P.- Vicente Fuentes Díaz, S. P.- Raymundo Flores
Bernal, D. S.- Vicente Juárez Carro, S. S.- Rúbricas".

En cumplimiento de lo dispuesto por la fracción I del Artículo 89 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos y para su debida publicación y observancia, expido el presente Decreto en la residencia del Poder Ejecutivo
Federal, en la ciudad de México, Distrito Federal, a los veintiocho días del mes de abril de mil novecientos setenta y dos.-
Luis Echeverría Alvarez.- Rúbrica.- El Secretario de Educación Pública, Víctor Bravo Ahúja.- Rúbrica.- El Secretario
del Patrimonio Nacional, Horacio Flores de la Peña.- Rúbrica.- El Secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia.-
Rúbrica.- El Secretario de Hacienda y Crédito Público, Hugo B. Margáin.- Rúbrica.- El Secretario de Relaciones
Exteriores, Emilio O. Rabasa.- Rúbrica.- El Jefe del Departamento del Distrito Federal, Octavio Sentíes Gómez.- Rúbrica.

549
Anexo 2

REGLAMENTO DE LA LEY FEDERAL SOBRE MONUMENTOS Y ZONAS


ARQUEOLÓGICOS, ARTÍSTICOS E HISTÓRICOS

Nuevo Reglamento publicado en el Diario Oficial de la Federación el 8 de diciembre de 1975

TEXTO VIGENTE

Al margen un sello con el Escudo Nacional, que dice: Estados Unidos Mexicanos.- Presidencia de la República.

LUIS ECHEVERRIA ALVAREZ, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, en uso de la facultad que
me confiere el artículo 89, fracción I, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, he tenido a bien expedir
el siguiente

REGLAMENTO DE LA LEY FEDERAL SOBRE MONUMENTOS Y ZONAS


ARQUEOLOGICAS, ARTISTICOS E HISTORICOS

CAPITULO I
Disposiciones Generales

ARTICULO 1.- El Instituto competente organizará o autorizará asociaciones civiles, juntas vecinales o uniones de
campesinos, que tendrán por objeto:

I.- Auxiliar a las autoridades federales en el cuidado o preservación de zona o monumento determinado;

II.- Efectuar una labor educativa entre los miembros de la comunidad, sobre la importancia de la conservación y
acrecentamiento del patrimonio cultural de la Nación;

III.- Proveer la visita del público a la correspondiente zona o monumento;

IV.- Hacer del conocimiento de las autoridades cualquier exploración, obra o actividad que no esté autorizada por el Instituto
respectivo; y

V.- Realizar las actividades afines a las anteriores que autorice el Instituto competente.

ARTICULO 2.- Las asociaciones civiles, juntas vecinales o uniones de campesinos, para su funcionamiento deberán
satisfacer los siguiente requisitos:

I.- Obtener autorización por escrito del Instituto competente;

II.- Presentar al Instituto competente copia autorizada del acta constitutiva en el caso de las asociaciones civiles;

III.- Levantar acta de constitución ante el Instituto competente, en el caso de las juntas vecinales o uniones de campesinos,
las cuales contarán como mínimo con un número de diez miembros; y

IV.- Acreditar ante el Instituto competente que sus miembros gozan de buena reputación y que no han sido sentenciados
por la comisión de delitos internacionales.

ARTICULO 3.- Las asociaciones civiles elegirán a sus órganos directivos de conformidad con sus estatutos; las juntas
vecinales y las uniones de campesinos contaran con un presidente, un secretario, un tesorero y tres vocales, elegidos por
voto mayoritario de sus miembros para un período de un año, pudiendo ser reelectos.

ARTICULO 4.- En las autorizaciones otorgadas por el Instituto competente, se describirá la zona o monumento y se
establecerán las medidas aplicables para el cumplimiento del objeto a que se refiere el artículo I de este Reglamento.

ARTICULO 5.- El Instituto competente, previa audiencia que se conceda a los interesados para que rindan pruebas y
aleguen lo que a sus derechos convenga, revocará las autorizaciones otorgadas a las asociaciones civiles, juntas vecinales o
uniones de campesinos:

I.- Cuando por acuerdo mayoritario de su asamblea general se disponga su disolución; y

550
II.- Cuando no cumplan las disposiciones de la Ley, de este Reglamento o de las autorizaciones otorgadas.

ARTICULO 6.- Los institutos competentes podrán otorgar a las asociaciones civiles, juntas vecinales y uniones de
campesinos, permisos con duración hasta de veinticinco años, prorrogables por una sola vez por igual término, para instalar
estaciones de servicios para visitantes dentro de zonas o monumentos determinados. Al expirar el permiso respectivo las
obras ejecutadas por los particulares en las zonas o monumentos pasarán a propiedad de la Nación.

ARTICULO 7.- El Instituto competente podrá autorizar a personas físicas o morales ya constituidas que reúnan, en lo
conducente, los requisitos señalados en el artículo 2 de este Reglamento, como órganos auxiliares de las autoridades
competentes para impedir el saqueo arqueológico y preservar el patrimonio cultural de la Nación.

ARTICULO 8.- Las asociaciones civiles, juntas vecinales y uniones de campesinos podrán crear o mantener museos
regionales, para lo cual se aplicarán, en lo conducente, las disposiciones señaladas en los artículos anteriores y además:

I.- Solicitarán la asesoría técnica del Instituto competente, quien determinará los métodos que habrán de observarse en los
sistemas de construcción, inventario, mantenimiento y recaudación de cuotas;

II.- Recabarán la autorización del Instituto competente para obtener y reunir fondos para operación, mantenimiento y
adquisición, así como para organizar eventos culturales y toda clase de promociones inherentes al museo; y

III.- Enterarán, a petición del Instituto competente, el porcentaje que este les señale del importe de las cuotas que recauden.

ARTICULO 9.- Las declaratorias de monumentos artísticos e históricos pertenecientes a la Federación, Distrito Federal,
Estados y Municipios, así como las declaratorias de zonas de monumentos arqueológicos, artísticos e históricos serán
expedidas o revocadas por el Presidente de la República. En los demás casos la expedición o revocación se hará por el
Secretario de Educación Pública.

Las declaratorias de zonas de monumentos arqueológicos, artísticos e históricos determinarán las características de éstas, el
área que abarque la poligonal de la zona, precisando sus límites, la identificación de los inmuebles incluidos dentro del área
que se pretende declarar y, en su caso, las condiciones a que deberán sujetarse las construcciones que se hagan en dichas
zonas.

Las declaratorias de monumentos artísticos e históricos deberán mencionar sus características, dimensiones y ubicación.

Las declaratorias que expida el Presidente de la República en términos de este artículo podrán impugnarse de conformidad
con la legislación federal aplicable.

ARTICULO 9 Bis.- Los institutos competentes, previo a la emisión del acuerdo de inicio de procedimiento de declaratoria,
deberán integrar un expediente que contenga:

I.- Antecedentes documentales que servirán para justificar el valor arqueológico, artístico o histórico y que se argumentarán
en la declaratoria correspondiente;

II.- Información técnica del bien o bienes a declarar como monumentos históricos o artísticos, o de los bienes que conformen
la zona de monumentos arqueológicos, artísticos e históricos a declarar, y

III.- En su caso, el plano que contenga la poligonal de la zona a declarar.

ARTICULO 9 Ter.- La opinión de procedencia del Instituto competente, a que se refiere la fracción IV del artículo 5o.
TER de la Ley, deberá contener, cuando menos, lo siguiente:

I.- La fundamentación que sustente la procedencia de la declaratoria, y

II.- Los argumentos técnicos, científicos e históricos que respondan a cada uno de los alegatos presentados por los
interesados.

ARTICULO 10.- El Instituto Nacional de Antropología e Historia podrá conceder el uso de los monumentos arqueológicos
muebles a los organismos públicos descentralizados y a empresas de participación estatal, así como a las personas físicas o
morales que los detenten.

551
ARTICULO 11.- La concesión de uso a que se refiere el artículo anterior sólo podrá ser otorgada por el Instituto Nacional
de Antropología e Historia si se satisfacen los siguientes requisitos:

I.- Formular solicitud, utilizando la forma oficialmente aprobada, con los datos que en ella se exijan; y

II.- Presentar el monumento.

En caso de que se presuma que la transportación del monumento pusiere en peligro su integridad, el Instituto Nacional de
Antropología e Historia practicará inspección del bien en el lugar en que se encuentre, mediante el pago de los gastos que
se ocasionen, para cerciorarse de la existencia del mismo.

ARTICULO 12.- La concesión de uso será nominativa e intransferible, salvo por causa de muerte, y su duración será
indefinida.

ARTICULO 13.- Los concesionarios de monumentos arqueológicos muebles deberá conservarlos y, en su caso, proceder
a su restauración previo permiso y bajo la dirección del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

La concesión será revocada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, cuando no se cumpla lo dispuesto en el
párrafo anterior, previa audiencia que se concede a los interesados para que rindan pruebas y aleguen lo que a sus derechos
convenga.

ARTICULO 14.- La competencia de los Poderes Federales, dentro de las zonas de monumentos, se limitará a la protección,
conservación, restauración y recuperación de éstas.

ARTICULO 15.- Los inspectores encargados de vigilar el cumplimiento de la Ley y de este Reglamento, practicarán sus
visitas de acuerdo con las atribuciones de la dependencia a la cual representan y conforme a las instrucciones recibidas por
la autoridad que disponga la inspección sujetándose a las siguientes normas:

I.- Se acreditarán debidamente ante el particular como inspectores de la dependencia respectiva;

II.- Durante la inspección podrán solicitar del particular la información que se requerirá;

III.- En caso de que se trate de comerciantes dedicados a la compraventa de bienes declarados monumentos artísticos o
históricos, el inspector deberá comprobar que las operaciones realizadas se efectuaron de conformidad con lo dispuesto en
la Ley y en este Reglamento.

IV.- Formularán acta detallada de la visita de inspección que realicen, en la que se harán constar, si las hubiere, las
irregularidades que se encuentren y los datos necesarios para clasificar la infracción que de ellas se derive. Las actas deberán
ser firmadas por el inspector o inspectores que realicen la visita y por quienes en ellas intervinieron; si los interesados se
negaren a firmar se hará constar esta circunstancia en el acta; y

V.- Las actas se remitirán, en un plazo no mayor de setenta y dos horas, al Instituto competente para que, en su caso, inicie
el procedimiento a que se refiere el artículo 48 de este Reglamento.

ARTICULO 16.- Las autoridades civiles y militares auxiliarán a los inspectores en sus funciones cuando éstos lo soliciten.

CAPITULO II
Del Registro

ARTICULO 17.- En las inscripciones que de monumentos muebles o declaratorias respectivas se hagan en los registros
públicos de los Institutos competentes, se anotarán:

I.- La naturaleza del monumento y, en su caso, el nombre con que se le conozca;

II.- La descripción del mueble y el lugar donde se encuentre;

III.- El nombre y domicilio del propietario o, en caso, de quien lo detente;

IV.- Los actos traslativos de dominio, cuando éstos sean procedentes de acuerdo con la Ley; y

V.- El cambio de destino del monumento, cuando se trate de propiedad federal.

552
ARTICULO 18.- En las inscripciones que de monumentos inmuebles o declaratorias respectivas se hagan en los Registros
Público de las Institutos competentes, se anotarán:

I.- La procedencia del momento;

II.- La naturaleza del inmueble y, en su caso, nombre con que se conozca;

II.- La superficie, ubicación, lindero y descripción del monumento;

IV.- El nombre y domicilio del propietario o poseedor;

V.- Los actos traslativos de dominio, cuando éstos sean procedentes conforme a la Ley; y

VI.- El cambio de destino del inmueble, cuando se trate de propiedad federal.

ARTICULO 19.- En las inscripciones, que de las declaratorias de zonas se hagan en los Registros Públicos de los Institutos
competentes, se anotarán:

I.- La ubicación y linderos de la zona;

II.- El área que abarque la poligonal de la zona;

III.- La relación de los monumentos y, en su caso, el nombre con que se les conozca, y

IV.- La identificación de los inmuebles que, sin ser considerados monumentos, se encuentren, en su caso, dentro de la
poligonal de la zona.

ARTICULO 20.- En las inscripciones que de los comerciantes en monumentos y en bienes artísticos o históricos se hagan
en los Registros Públicos de los Institutos competentes, se anotarán:

I.- El nombre, denominación o razón social;

II.- El domicilio;

III.- La cédula de causante;

IV.- El tipo de bienes que constituyen el objeto de sus operaciones;

V.- Los avisos a que se refiere el artículo 26 de la Ley;

VI.- Las plazas en las que opere;

VII.- El cambio de denominación o razón social; y

VII.- El traspaso, clausura o baja.

ARTICULO 21.- Para obtener el registro de monumentos, a petición de parte interesada, deberán satisfacerse los siguientes
requisitos:

I.- Formular solicitud, utilizando la forma oficialmente aprobada, con los datos que en ella se exijan;

II.- Presentar, en su caso, la declaratoria de monumento;

III.- Exhibir, en su caso, los documentos que acrediten la propiedad o posesión del monumento;

IV.- Entregar plano de localización plantas arquitectónicas, cortes y fachadas, en caso de inmueble; y

V.- Presentar fotografías, de ser necesario, para la mejor identificación del bien de que se trate.

ARTICULO 22.- Para obtener su registro, los comerciantes presentarán solicitud, dentro de los diez días siguientes a la
fecha de iniciación de sus operaciones, utilizando las formas oficialmente aprobadas. A dicha solicitud deberán acompañar
inventario de los monumentos artísticos o históricos que posean.

553
Asimismo, en un plazo igual, los comerciantes darán aviso al Registro del instituto competente de cualquier cambio de su
especialidad.

ARTICULO 23.- Cada Registro Público de Monumentos y Zonas se compondrá en cuatro secciones en las que se
inscribirán:

I.- Los monumentos y declaratorias de muebles;

II.- Los monumentos y declaratorias de inmuebles;

III.- Las declaratorias de zonas; y

IV.- Los comerciantes.

ARTICULO 24.- Las inscripciones deberán numerarse progresivamente y cuando existan diversas inscripciones que se
refieran a un mismo monumento se numerarán correlativamente.

ARTICULO 25.- Hecha la inscripción y previo el pago de los derechos correspondientes, se expedirá al interesado
constancia del registro, la cual no acreditará la autenticidad del bien registrado.

ARTICULO 26.- Las inscripciones se cancelarán por las causas siguientes:

I.- Revocación de declaratoria;

II.- Resolución de autoridad competente;

III.- Clausura o baja, en caso de comerciante; y

IV.- Las demás que establezcan las leyes o reglamentos.

ARTICULO 27.- En ningún caso se tacharán las inscripciones en los Registros. Toda rectificación requerirá un nuevo
asiento, en el que se expresará y se rectificará claramente el error cometido.

ARTICULO 28.- En cada Registro Público de los Institutos competentes se llevará un catálogo de los monumentos y zonas,
que comprenderá la documentación que se haya requerido para realizar la inscripción correspondiente y deberá mantenerse
actualizado.

ARTICULO 29.- Para obtener la certificación de autenticidad de un monumento, el interesado presentará solicitud en el
Instituto competente, la cual deberá contener:

I.- Los datos generales del interesado;

II.- La naturaleza del bien presentado; y

III.- La descripción de las características del bien.

A la solicitud se le dará trámite previo pago de los derechos correspondientes.

ARTICULO 30.- El Instituto correspondiente turnará la solicitud a sus técnicos, quienes deberán emitir dictamen en un
plazo no mayor de treinta días hábiles.

ARTICULO 31.- Con vista de la solicitud y del dictamen emitido, el Instituto competente pronunciara la resolución que
proceda, dentro de un término de treinta días hábiles.

CAPITULO III
De los Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos

ARTICULO 32.- Queda prohibida la exportación definitiva de los bienes artísticos de propiedad particular que de oficio
hayan sido declarado monumentos.

554
ARTICULO 33.- Queda prohibida la exportación definitiva de los siguientes monumentos históricos de propiedad
particular:

I.- Los señalados en las fracción I, II y III del artículo 36 de la Ley;

II.- Los que no sean sustituibles; y

III.- Aquellos cuya integridad pueda ser afectada por su transportación o por variarse las condiciones en que se encuentren.

ARTICULO 34.- Queda prohibida la exportación temporal de los monumentos artísticos o históricos de propiedad
particular cuya integridad pueda ser afectada por su transportación o por variarse las condiciones en que se encuentren.

ARTICULO 35.- Para tramitar permiso de exportación temporal o definitiva de un monumento artístico o histórico de
propiedad particular, el interesado deberá satisfacer los requisitos que exijan en la forma oficial de solicitud que
proporcionará el Instituto competente.

ARTICULO 36.- En caso de exportación temporal de los monumentos artísticos o históricos a que se refieren los artículos
32 y 33 de este Reglamento, deberá otorgarse por el interesado fianza a favor y a satisfacción del Instituto competente, que
garantice el retorno y conservación del monumento.

ARTICULO 37.- El plazo de la exportación temporal de monumentos artísticos o históricos, será determinado por el
Instituto competente tomando en consideración la finalidad de la misma.

ARTICULO 37 bis.- Queda prohibida la exportación definitiva de monumentos arqueológicos, salvo canjes o donativos a
gobiernos o institutos científicos extranjeros, por acuerdo expreso del Presidente de la República.

La exportación temporal de monumentos arqueológicos sólo podrá llevarse a cabo para su exhibición en el extranjero,
siempre y cuando la integridad de éstos no pueda ser afectada por su transportación, y de conformidad con lo siguiente:

I.- Se requerirá permiso previo del titular del Instituto Nacional de Antropología e Historia quien, para otorgarlo, tomará en
consideración la opinión de la Secretaría de Relaciones Exteriores y de las áreas técnicas competentes del propio Instituto;

II.- La Secretaría de Relaciones Exteriores adoptará las medidas necesarias para que los monumentos arqueológicos sean
trasladados e instalados en los lugares de las exhibiciones y, al concluir éstas, se retornen a nuestro país, así como aquéllas
para su debida protección, y

III.- El Instituto Nacional de Antropología e Historia realizará el embalaje de los monumentos para su transportación, así
como el avalúo de los mismos para efectos de los seguros que se contraten, los que deberán cubrir todo tipo de riesgos.

ARTICULO 38.- Para los efectos de la Ley y de este Reglamento, se entiende por reproducción de monumentos
arqueológicos, artísticos o históricos con fin comercial, la réplica obtenida por cualquier procedimiento o medio, en
dimensiones semejantes al original o en diferente escala.

ARTICULO 39.- El permiso para la reproducción de monumentos podrá ser otorgado por el Instituto competente cuando
el interesado demuestre fehacientemente que cuenta con la autorización del propietario, poseedor o concesionario para que
se haga la reproducción y que ha cumplido con lo dispuesto por la Ley Federal de Derechos de Autor.

Asimismo, el interesado manifestará el fin comercial que pretenda dar a la reproducción, el cual no deberá menoscabar su
calidad de monumento.

ARTICULO 40.- El permiso señalará el fin comercial aprobado que se dará a la reproducción. El fin comercial sólo podrá
variarse mediante autorización del Instituto competente.

ARTICULO 41.- Las reproducciones de monumentos deberán llevar inscrita de manera indeleble la siguiente leyenda:
"Reproducción autorizada por el Instituto competente".

ARTICULO 42.- Toda obra en zona o monumento, inclusive la colocación de anuncios, avisos, carteles, templetes,
instalaciones diversas o cualesquiera otras, únicamente podrá realizarse previa autorización otorgada por el Instituto
correspondiente, para lo cual el interesado habrá de presentar una solicitud con los siguientes requisitos:

I.- Nombre y domicilio del solicitante:

555
II.- Nombre y domicilio del responsable de la obra;

III.- Nombre y domicilio del propietario;

IV.- Características, planos y especificaciones de la obra a realizarse;

V.- Planos, descripción y fotografías del estado actual del monumento y, en el caso de ser inmueble, sus colindancias;

VI.- Su aceptación para la realización de inspecciones por parte del Instituto competente; y

VII.- A juicio del Instituto competente, deberá otorgar fianza que garantice a satisfacción el pago por los daños que pudiera
sufrir el monumento.

Los requisitos señalados en este artículo serán aplicables, en lo conducente, a las solicitudes de construcción y
acondicionamiento de edificios para exhibición museográfica a que se refiere el artículo 7o. de la Ley.

ARTICULO 43.- El Instituto competente otorgará o denegará la autorización a que se refiere el artículo anterior en un
plazo no mayor de treinta días hábiles, a partir de la fecha de recepción de la solicitud; en el caso de otorgarse, se le notificará
al interesado para que previamente pague los derechos correspondientes.

ARTICULO 44.- Cualquier obra que se realice en predios colindantes a un monumento arqueológico, artístico o históricos,
deberá contar previamente con el permiso del Instituto competente y para tal efecto:

I.- El solicitante deberá cumplir con los requisitos establecidos en el artículo 42 de este Reglamento;

II.- A la solicitud se acompañará dictamen de perito autorizado por el Instituto competente en el que se indicarán las obras
que deberán realizarse para mantener la estabilidad y las características del monumento. Dichas obras serán costeadas en su
totalidad por el propietario del predio colindante; y

III.- El Instituto competente otorgará o denegará el permiso en un plazo no mayor de treinta días hábiles, a partir de la fecha
de recepción de la solicitud.

ARTICULO 45.- En el dictamen técnico a que se refiere el artículo 11 de la Ley deberá constar:

I.- Que el uso del inmueble es el congruente con sus antecedentes y sus características de monumento artístico o histórico.

II.- Que los elementos arquitectónicos se encuentran en buen estado de conservación; y

III.- Que el funcionamiento de Instalaciones y servicios no altera ni deforma los valores del monumento.

El dictamen se emitirá, en su caso, previo el pago de los derechos correspondientes.

ARTICULO 46.- Toda obra que se realice en monumentos arqueológicos, artísticos o históricos contraviniendo las
disposiciones de la Ley o de este Reglamento será suspendida por el Instituto competente mediante la imposición de sellos
oficiales que impidan su continuación.

A quien viole los sellos impuestos, se le aplicará la sanción prevista en el artículo 55 de la Ley.

ARTICULO 47.- El Instituto competente promoverá ante las autoridades correspondientes la revocación de la exención
del pago del impuesto predial concedida al propietario de un monumento, cuando el inmueble deje de satisfacer alguno de
los requisitos que sirvieron de base al dictamen emitido.

CAPITULO IV
De las Sanciones

ARTICULO 48.- Para la imposición de una multa, el Instituto competente citará al presunto infractor a una audiencia. En
el citatorio se le hará saber la infracción que se le impute y el lugar, día y hora en que se celebrará la audiencia, en la que el
particular podrá ofrecer pruebas y alegar lo que a su derecho convenga. El Instituto competente dictará la resolución que
proceda.

ARTICULO 49.- Las multas impuestas, conforme lo previene el artículo anterior, podrán ser recurridas por el afectado,
observando el procedimiento previsto en la Ley Federal de Procedimiento Administrativo.

556
ARTICULO 50.- Derogado.

ARTICULO 51.- Derogado.

ARTICULO 52.- Derogado.

ARTICULOS TRANSITORIOS

PRIMERO.- Este Reglamento entrará en vigor a los treinta días de su publicación en el "Diario Oficial" de la Federación.

SEGUNDO.- Se concede un plazo de sesenta días para que, mediante el cumplimiento de los requisitos establecidos en este
Reglamento, los comerciantes en monumentos y en bienes artísticos o históricos, procedan a registrarse en el Instituto
competente.

Dicho plazo se contará a partir de la fecha en que entre en vigor este Reglamento.

TERCERO.- Los Institutos competentes adoptarán las medidas necesarias para que el servicio a que se refiere el artículo
anterior, se preste dentro del término que el mismo establece.

CUARTO.- Se abroga el Reglamento de la Ley sobre protección y conservación de monumentos arqueológicos e históricos,
poblaciones típicas y lugares de belleza natural, expedido el 3 de abril de 1934 y publicado en el "Diario Oficial" de la
Federación el día 7 del mismo mes y año, y se derogan las demás disposiciones que se opongan al presente Reglamento.

Dado en la residencia del Poder Ejecutivo Federal, en la Ciudad de México, a los veinte días del mes de septiembre de mil
novecientos setenta y cinco.- Luis Echeverría Alvarez.- Rúbrica.- El Secretario de Educación Pública, Víctor Bravo
Ahuja.- Rúbrica.- El Secretario del Patrimonio Nacional, Francisco Javier Alejo.- Rúbrica.- El Secretario de Gobernación,
Mario Moya Palencia.- Rúbrica.- El Secretario de Hacienda y Crédito Público, José López Portillo.- Rúbrica.- El
Secretario de Relaciones Exteriores, Emilio O. Rabasa.- Rúbrica.- El Jefe del Departamento del Distrito Federal, Octavio
Sentíes Gómez.- Rúbrica.

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