Professional Documents
Culture Documents
239 82 Reforma de La Filosofía
239 82 Reforma de La Filosofía
Resumen: En el ensayo se pretende exponer qué representa, en la visión de Ortega, el cambio que la
fenomenología supuso al principio del siglo XX. Para ello se utiliza, primero, un discurso de Ortega de
1913, en el que establece el marco de clasificación de la historia de la filosofia (apartado 1), dando a la
intuición el rango primario que supera los modelos de la antigüedad y la modernidad. En el segundo
apartado se interpreta el texto de Ortega sobre Scheler, en el que el filósofo madrileño, aunque con un
erróneo concepto de cultura, interpreta la diferencia entre el neokantismo y la fenomenología por el lugar
en que ambas ponen el sentido, en la cultura o en las cosas mismas. En el tercer apartado, se asumen los
resultados anteriores y se conjetura por qué la reforma de la filosofía no avanzó de igual modo en la reforma
de la concepción de la razón práctica que siguió más pegada a Kant.
Abstract: The goal of the paper is to expose what the change that phenomenology introduced in the early
twentieth century represents in Ortega’s view. For it first a speech of Ortega from 1913 is used, in which
Ortega sets the framework for the classification of the history of philosophy (paragraph 1), giving to the
intuition the primary range that surpasses the models of antiquity and modernity about knowledge. In the
second section Ortega’s text on Scheler is commented, in which the philosopher from Madrid, albeit with
a misconception of culture, interprets the difference between neo-Kantianism and phenomenology by the
place where both put the sense, in the culture or in the things selves. In the third section, the above results
are assumed and it is conjectured why the reform of philosophy did not advance equally in the reform of
the conception of practical reason that followed depending on Kant.
1 En 1909 Ortega tomó posesión de la plaza de profesor de Psicología, Lógica y Ética en la Escuela de Magisterio,
pero su cátedra de Metafísica en la Universidad Central de Madrid —la posteriormente Universidad Complutense— la
sacó a finales de 1910, poco antes de irse a Alemania el año 1911. De hecho no empezó a dar clases hasta principios
de 1912, una vez vuelto de Alemania a donde fue ya casado y donde nació su primer hijo Miguel Germán. Ver Javier
Zamora, Ortega y Gasset, Barcelona: Plaza y Janés, 2002, p. 109, y Jordi Gracia, José Ortega y Gasset, Madrid: Taurus,
2014, pp. 101 y 127.
2
2 Ver cita en José Ortega Spottorno, Los Ortega, Madrid: Taurus, 2002, p. 372 s.
3 Diego Gracia, Voluntad de verdad. Para leer a Zubiri, Barcelona: Labor, 1986. 2ª edición, Madrid: Triacas-tela, 2008,
p. 34.
4 El Encuentro fue organizado por varias Instituciones, entre las cuales estaban la Fundación Ortega y Gasset/Marañón,
la Universidad Complutense y la Residencia de Estudiantes, de Madrid. El encuentro tuvo lugar en noviembre de 2014.
5 La Generación del 14 es la generación que se configuró ese año o el anterior y liderada por Ortega se caracteriza por
una dura crítica al sistema político de entonces, la llamada “Restauración” en España [de la monarquía borbónica]
después del fracaso de la Primera República. Esta generación, ante el nuevo fracaso de esa monarquía, que contra la
Constitución apoyó la Dictadura de Primo de Rivera, fue decisiva en el advenimiento y proclamación de la Segunda
República, que también fracasaría, a su vez, por la rebelión de los militares, dirigidos primero por el general Mola y
luego por Franco, que a consecuencia de su victoria en la guerra civil instauraría una terrible dictadura de cerca de
cuarenta años. La Generación del 14 se constituye fundamentalmente a raíz de la conferencia “Vieja y nueva política”
que Ortega pronunció en Madrid en el teatro de la Comedia el 23 de marzo de 1914, a raíz de la cual se creó al “Liga
de educación política española”; en torno a ella se aglutinaron los diversos componentes de esa generación. El destino
de la Generación del 14 fue el exilio, exterior en la mayor parte de los casos, o interior, como en el caso de Ortega. En
el Encuentro al que aludo se habló de las diversas facetas de dicha generación, terminando con una interesante
conferencia sobre uno de los miembros más perspicaces de la misma, Ramón Gómez de la Serna. Sobre la Generación
del 14 puede verse el libro La Generación del 14. Una aventura intelectual, de Manuel Menéndez Alzamora, Siglo
XXI de España, Madrid, 2006.
3
6 Este texto, que es decisivo para situar el pensamiento de Ortega en el conjunto de la filosofía, se publicó en las actas
del Congreso, que llevaban por título Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, tomo I, Discursos de
apertura, Madrid, Imprenta de E. Arias, 1913, pp. 77-88. Este tipo de publicaciones, como se sabe, apenas circulan por
lo que la conferencia permaneció prácticamente desconocida hasta que el editor de las obras de Ortega, Paulino
Garagorri, la introdujo en su publicación del póstumo Investigaciones psicológicas, Madrid: Alianza Editorial, 1982,
pp. 203-218. Actualmente está en Obras completas I, pp. 642-652. Una amplia interpretación de esta conferencia puede
verse en el capítulo IV de mi libro Escritos sobre Ortega, titulado “Las tres posibilidades de la teoría del conocimiento.
Comentario a una conferencia del joven Ortega”, Madrid, UNED, 1994, pp. 133-160.
4
7Esta obra son las lecciones de 1915-16, que Paulino Garagorri publicó con el título de Investigaciones psicológicas,
que he citado en la nota anterior.
5
sentido inverso de las que triunfaron en el próximo pasado” (VII, 665). Se está refiriendo,
por tanto, a la reforma e innovación que supone la fenomenología que parte de 1900.
8 Que se celebraba en la Fundación Gustavo Bueno, el año 2002 —si no recuerdo mal— sobre la filosofia de Ortega y
Gasset.
9 Este es el análisis de Husserl en Ideas II, cuya tercera sección, la constitución del mundo espiritual, no es sino el
comienzo de la fenomenología husserliana de la cultura, tema al que dedicará numerosos textos, sobre todo bajo el
tópico o rubro de la oposición naturaleza/espíritu [Natur/Geist], donde espíritu no es otra cosa que la cultura, sea
subjetiva, sea objetiva. Para la fenomenología de la cultura, ver del autor Teoría de la cultura, Madrid: Síntesis, 1999,
sobre todo el cap. II.
7
lo que Husserl llamará actitud naturalista, es decir, una actitud en la que se borra o elimina
toda referencia a otros seres y que no entre en el “ser hecho”, en el ser causado. Lo que
se elimina es, por tanto, toda referencia que un ser puede tener a los seres que lo conozcan,
evalúen o manejen o manipulen. Para el positivismo no hay un modo de ser, que es la
única condición para que haya sentido: “Cuando encontramos lo que una cosa es, ya tiene
para nosotros sentido” (Ortega, OC. V, 217), mientras, para el positivismo, ninguna cosa
tiene ser porque sólo es resultado de un hecho anterior, por eso es “hecho”, cuyo único
valor será ser un eslabón en la cadena de otros hechos.
Ortega le llama a este mundo “frenético”, porque está fuera de sí. En ese mundo sólo
interesan las relaciones causales, que “por una escandalosa casualidad” (ib.) parecían
fijas, no arbitrarias, y así, a pesar de no tener ser, mediante “una gravitación de tipo
práctico” (ib.), al constatar que esas relaciones mantienen una estabilidad, esa filosofía
positivista toma nota de que por la ciencia el mundo se llenó de máquinas y terminó siendo
el mundo más cómodo y seguro. Era la compensación práctica que ponía contentos a los
positivistas, pensando que eran ellos quienes habían logrado esa mejora de la vida, o que
esta era resultado de su filosofía.
Ignoraban los positivistas que las bases de su ciencia la habían puesto quienes en
absoluto eran positivistas, que veían el mundo poblado de seres que en absoluto eran
meros hechos, dice Ortega:
siglo, que tienen su apogeo en 1900. Así, frente al positivismo, el neokantismo asume que
el sentido está en la cultura, le deja al positivismo con su tesis, de que el mundo es el
conjunto de los hechos, que el mundo por tanto no tiene sentido, pero la vida humana sí
crea sentido mediante la cultura. La cultura es el repositorio del sentido.
Y ahora viene el cambio radical, porque frente a estas filosofías que asumían que,
si era cierto que el mundo no tenía sentido, la cultura era sentido, hay otra filosofía que
aparece justo entonces y que supera esa posición neokantiana. El argumento de Ortega,
teniendo un resultado correcto, se basa en un erróneo concepto de cultura. En un texto
sobre Meditaciones del Quijote que leí ese mismo año de 2014 en otro Congreso, esta vez
para celebrar el centenario de la publicación de ese primer libro de Ortega, muestra hasta
qué punto Ortega operaba con dos conceptos de cultura, la cultura como el sentido del
mundo, y la cultura como cultura superior 10. Porque, según Ortega “dentro del hombre,
es la cultura sólo un rincón” (ib.). Esta frase es muy importante porque nos pone en la
pista del concepto de cultura con que aquí opera Ortega, porque la cultura es para Ortega
principalmente la cultura superior: “Ciencia, ética, arte”. Y para que no quepa duda, dice
Ortega: “Ciencia, ética, arte, etc., parecen afanes excelentes, siempre que al enumerarlos
no se ahueque la voz. Porque entonces la cruda veracidad se incorpora en nosotros y nos
invita a subrayar el modesto haber de esas potencias culturales” (ib.)
No es que esta tesis sea clara, en Meditaciones del Quijote, como en el artículo
citado en la nota 10, muestro la mezcla que se da en Ortega y cómo aflora otro concepto
de cultura, la cultura como sentido, logos por el que interpretamos la realidad, que encauza
la realidad a cumplir tareas en la actividad humana. Como eso se da en la percepción más
elemental o en el enser o herramienta más humilde, como un martillo, no parece que
estemos hablando de cultura superior. Pero pronto Ortega se deslizará hacia la noción de
cultura como cultura superior, incluso en Meditaciones del Quijote 11, como lo muestro en
el texto citado.
10 Ver del autor “Meditaciones del Quijote, un libro de encrucijada”, en SCIO. Revista de Filosofía, n.º 10, noviembre
de 2014, 127-143. También se basa en este uso de dos conceptos de cultura la evaluación que en mi artículo “La
recepción de la fenomenología y su filosofía en torno a El tema de nuestro tiempo”, en Guía Comares de Ortega y
Gasset, Edición de Javier Zamora Bonilla, pp. 47-67, Granada, Comares, 2013.
11 Hay que decir que el concepto neokantiano, la cultura como cultura superior: ciencia, moral, arte, predominará, por
más que la base sea la fenomenología de la cultura de Meditaciones, lo que hace que el concepto sea inestable, y que
podría ser una buena explicación de la desaparición de esa categoría en el Ortega de los últimos veinte años.
9
Y ahora viene el anuncio clave del giro que se inicia en esa fecha, del que Scheler es
heredero privilegiado, y que protagonizó la fenomenología de Husserl y al que también
en su momento se apuntó Ortega. El cambió consistió en descubrir que el sentido no
estaba en la alta cultura, para Ortega la única: “Ciencia, ética, arte”, en esa cultura que
sólo era una pequeña parte del ser humano, sino en todas las cosas:
Hoy nos parece fabuloso que hace treinta años fuese menester pasar tantos apuros y
empinarse de tal modo sobre la punta de los pies para entrever en utópica lejanía algo que
vagamente mostrase ser y sentido. La gigantesca innovación entre ese tiempo y el nuestro
ha sido la «fenomenología» de Husserl. De pronto el mundo se cuajó y empezó a rezumar
sentido por todos los poros. Los poros son las cosas, todas las cosas... Cada una de estas
cosas comenzó tranquila y resueltamente a ser lo que era, a tener un modo determinado e
inalterable de ser y comportarse, a poseer una «esencia», a consistir en algo fijo o, como yo
digo, a tener una «consistencia». (Ib.)
12 Hasta la publicación de las Obras completas VII no sabíamos con precisión cuándo Ortega abandona el neokantismo.
En efecto, en las conferencias que impartió en el Ateneo de Madrid, en diciembre de 1912, aún se puede percibir una
tendencia neokantiana. Ver los dos textos nuevos de este año: “La ‘idea’ en Platón” y “Tendencias actuales de la
filosofía”, respectivamente OC. VII, pp. 221-231 y pp. 232-269, especialmente, del primer texto, p. 230, donde sale
una frase plenamente constructivista, que por lo demás había aparecido en las Cartas de un joven español, y en el
“Ensayo de estética a manera de prólogo”, donde se dice: “Esto que veo levantarse sobre el horizonte y vacilar sobre
las alongadas nubes de alborada como un ánfora de oro, no es el sol, sino una imagen del sol” (OC I, p. 669). Pues bien,
en 1912 decía: “lo que al crepúsculo vespertino vemos caer por occidente no es el sol, sino nuestra imagen del sol. El
sol real, el sol res, está quieto, anclado como un pontón dentro de los libros de astronomía. Aquí la realidad es la realidad
del concepto” (OC VII, 229). Nos viene a la memoria aquella carta a su novia, el 3 de junio de 1907, en la que le decía
que la tierra no era redonda en los ojos sino en la ciencia: “En la Astronomía”, Cartas de un joven español, p. 552.
13 Husserl, Cartesianische Meditationen und Pariser Vorträge, Husserliana I, p. 113. En alemán habla Husserl de
Kennenlernen. Este verbo es literalmente conocer, pero no se puede olvidar el matiz implicado en la raíz, de que conocer
11
es en realidad “aprender” [lernen] porque implica asumir y familiarizarse con el estilo de ser de lo conocido. En las dos
traducciones que tenemos en español de las Meditaciones cartesianas, se ignora este detalle. Ver, en la traducción de
M. A. Presas, p. 136; en la de Gaos y García-Baró, p. l25. Edición 2004.
12
agua de la bañera. A partir de Heidegger dejamos de hablar de valores, incluso hasta era
una blasfemia “pensar en valores”, como dice en la Carta sobre el humanismo 14. Con
ello, la ética se quedó en una repetición de los principios kantianos. Sólo muy
recientemente se ha empezado a tomar en serio los valores, entendidos como situaciones
deseables de la organización social, por ejemplo, en el caso de la justicia; o como el
cumplimiento de expectativas de la vida, etc. Pero el hecho de las interferencias o falta de
desarrollo coherente entre la renovación teórica y la práctica ha llevado, en mi opinión, a
un retraso en la renovación ética o, al menos, a una falta de claridad de la parte
correspondiente de la renovación práctica.
De todos modos, en la propia trayectoria de Ortega tenemos los dos modelos, por
un lado, de su perfecta comprensión del lugar que la renovación práctica tiene. La
metáfora más importante de su filosofía está en relación con esa renovación práctica, la
metáfora del arquero. La vida es como un arquero que apunta a un blanco. En Ortega no
cabe la opción kantiana de una voluntad pura, porque siempre hay que apuntar a un
blanco, hay un querer el blanco. Segundo, y como consecuencia, la vida humana está
sometida al cumplimiento de sus ideales, es decir, al logro de valores. No podemos
prescindir de estos. Más aún, si la filosofía es saber de ultimidades, de postrimerías, es
porque solo la filosofía nos pone ante las metas o los fines. 15
Sin embargo, a mitad de su trayectoria, Ortega echa en falta una ética, es decir, una
reflexión racional sobre los criterios que han de regir en la evaluación de nuestra conducta
de cara a esas ultimidades. Incluso promete llevar a cabo esa ética, pero no lo hace. Sin
embargo, a la vez, puesto que el principio de la ética orteguiana es el realizar el principio
pindárico, de “sé el que eres”, desde principios de los años treinta Ortega va a dedicar
muchos textos al tema de la vocación y la profesión, porque el cumplimiento del mandato
pindárico está en relación con estos puntos, ya que la vocación se cumple en la profesión.
Con ello da muestras Ortega de la dirección de su ética, hacia una ética concreta de la
vocación y la profesión, marcando así los derroteros de una renovación también de la
14 “Das Denken in Werten ist hier und sonst die größte Blasphemie, die sich dem Sein gegenüber denken läßt“, está
hablando de Dios como valor, pero la frase se podría aplicar a todo porque decir que algo es un valor le quita su
dignidad. “Carta sobre el humanismo”, Gesamtausgabe, 9, 349.
15 Sobre este punto, ver del autor “Apuntes sobre la función de la filosofía”, en M. Giusti, G. Gutiérrez, E. Salmón
(eds.), La verdad nos hace libres. Sobre las relaciones entre filosofia, derechos humanos, religión y universidad.
Volumen de homenaje a Salomón Lerner con motivo de la celebración de sus 70 años. Fondo Editorial, Pontificia
Católica Universidad del Perú, pp. 169-188.
14
filosofía práctica, por más que en los tratamientos de los profesionales de la ética estas
enseñanzas de Ortega apenas hayan tenido repercusión.
Bibliografía citada
Gracia, Diego, Voluntad de verdad. Para leer a Zubiri, Barcelona: Labor, 1986. 2ª edición,
Madrid: Triacastela, 2008.
Heidegger, Martin, “Brief über den «Humanismus»” [Carta sobre el humanismo] pp. ”,
en Wegmarken, Gesamtausgabe 9, Frankfurt a. M.: Klostermann, 1976, pp. 313-
364.
Ortega y Gasset, José, “La ‘idea’ en Platón” [1912], en Obras completas VII, pp. 221-
231.
— “Tendencias actuales de la filosofía” [1912], Obras completas VII, pp. 232-269.
— “Sensación, construcción, intuición” [1913], en Asociación Española para el
Progreso de las Ciencias, tomo I, Discursos de apertura, Madrid: Imprenta de E.
Arias, 1913, pp. 77-88, actualmente en Obras completas I, pp. 642-652.
— “Vieja y nueva política” [1914], actualmente en Obras completas I, pp. 707-737.
— Meditaciones del Quijote [1914], en Obras completas I, pp. 747-825.
15