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FINAL HISTORIA

ANTIGUA II
Bruno Almazan – 2024

Cuestiones Teoricas

En realidad historia antigua es una convención justificada por el carácter de las fuentes, que
aparecen como un conjunto cerrado y completo, y por una larga tradición acuñada en el Renacimiento.
Han existido varios tipos de periodizaciones. Ahora bien el concepto de historia general no nace ni
con HERODOTO ni con TUCIDIDES; es una adquisición del Helenismo. Apareció en la concepción
estoica cosmopolita de DIODORO de SICILIA (segunda mitad del siglo I a. C.) quién abarcó en su
historia no sólo a griegos, sino a no griegos. La idea de un desarrollo de la historia universal lineal,
única, unitaria, desde la Creación hasta el Juicio Final, que en líneas generales se mantiene en el
moderno pensamiento histórico, es una adquisición filosófica-teológica del CRISTIANISMO.

Dentro de ella la Crónica Universal de EUSEBIO de CESAREA (siglo IV d. C.) es donde


aparecen primero los imperios orientales, seguidos por griegos y romanos. Con el Humanismo, que
evidencia el nacimiento de una nueva edad desaparecerá esta concepción bíblico-teológica para dar
paso a la numerosa serie de sucesiones epocales elaboradas desde diversos puntos de vista filosóficos
e ideológicos. Será finalmente la periodización de CHRISTOPHORUS CELLARIUS en el siglo XVII
la que terminará por imponerse. Este dividió la historia en edades a las que llamo Antigua, Media y
Moderna. La primera abarcaba hasta Constantino, la segunda hasta la caída de Constantinopla y la
tercera de allí en adelante. En conclusión cualquier periodización es arbitraria y artificial, aunque
necesaria ya que es imposible aprehender en su totalidad el acaecer histórico. Es un instrumento de
trabajo que facilita la posibilidad de estudio de cada materia en particular.

Limites
Durante mucho tiempo, desde el Renacimiento y el Humanismo, la antigüedad se limitó a la
Antigüedad Clásica, un corto período de la historia del Mediterráneo que comprendía los siglos VI y
V griegos, la república romana y los primeros siglos del Imperio. Esta imagen estaba limitada, tanto
por el material documental de que se disponía como desde el punto de vista filológico e histórico
literario desde el cual se consideraba. Se veía a la Antigüedad Clásica como época formativa para la
historia de la humanidad con gran carga estética y normativa. Una imagen falsamente elevada a la
categoría de ideal que olvidaba o escondía la auténtica realidad histórica. Bajo la personalidad de
Edward MEYER (1855-1930) y a través de de su concepción universalista de la historia, se rompieron
los moldes de la antigüedad como mundo clásico grecorromano, sumado a ello los descubrimientos
arqueológicos y el desciframiento de los jeroglíficos y de la escritura cuneiforme, permitieron incluir
las culturas del Antiguo Oriente llegando así a considerarse la antigüedad como una época general y
unitaria con dos círculos culturales: oriental y grecorromano.
Desde hace pocos decenios se ha vuelto a reemprender el camino hacia la concepción
universalista de la historia antigua hasta quedar definitivamente plasmado en el ámbito espacial de su
competencia. Este es el MEDITERRANEO y sus territorios marginales que incluyen el Próximo
Oriente, Tracia, y territorios adyacentes al Mar Negro, Grecia e Italia justamente con los países que
limitan ambas penínsulas por el norte hasta el Rin y el Danubio, Gran Bretaña hasta Escocia, la
península Ibérica, los países costeros norteafricanos y Egipto. No incluye la India, el Lejano Oriente,
América y la Europa septentrional; por lo que puede definirse como historia antigua de Europa y el
Cercano Oriente.

Tradicionalmente se consideraba su inicio con la aparición de la escritura; pero este criterio


está en discusión y hoy tiende a considerarse la aparición de la agricultura, aunque es un fenómeno
complejo que implica un avance en la sociedad que trajo aparejado el nacimiento del urbanismo, la
metalurgia y la escritura. ¿Cuál es su finalización? Constituye un verdadero problema, se han dado
más de veinte fechas al respecto, pero y para la historiografía española es el 476. El criterio más
conveniente es el último que representa la caída del poder central en Occidente. La conjunción entre
la caída del orden político latino y la formación de los estados germanos es la premisa fundamental
para la formación de una época medieval occidental; es un nuevo orden que hace del medievo una
individualidad histórica crecida en la confrontación de los germanos con todo lo que encontraron en
el mundo tardo-romano.

Divison Temporal
• Grecia
- Época temprana (1900/800 a. C.)
- Época de la polis (800 a 336)
- Helenismo (336 a 30 a. C.).
• Roma
- Monarquía (hasta 510 a. C.)
- República (510 a 27 a. C.)
➢ Antigua
➢ Media
➢ Tardía
- Imperio
➢ Principado (31 a.C. a 192 o 235)
➢ Crisis del siglo III (192 o 235 a 284)
➢ Bajo Imperio (284 al final).

Fuentes y Corrientes Filosoficas e Historiograficas


Con el Renacimiento y el Humanismo se plantea un interés directo y entusiasta por los tiempos
antiguos, sobre todo clásicos. Lorenzo VALLA y Desiderio ERASMO buscaron y dieron a conocer
los autores clásicos a los que dieron un valor formativo. Sin embargo no existe historia antigua como
disciplina autónoma, sólo es un apéndice de la Filología y la Arqueología. Algunas obras históricas
que aparecieron fueron de PETRARCA, BOCACCIO, DECEMBRIO o COLA di RIENZO.

Del siglo XVI al XVIII la historia antigua no se libera de dos direcciones apuntadas por el Humanismo;
por un lado narraciones romanas (Tácito, Tito Livio) sin análisis ni crítica, llenos de dramatismo y por
otro simples colecciones o compilaciones con el nombre de Antigüedades. Hay una tercera dirección
que vio en la historia antigua un camino de reflexión ligado a los intereses políticos de su tiempo. Está
representado por MAQUIAVELO y MONTESQUIEU.

La Ilustración dio nuevos impulsos a la historia antigua a través de la obra del inglés Edward GIBBON
Historia de la decadencia del Imperio Romano, la que representó el primer intento historiográfico en
el que se aplicó el juicio crítico y una clara y lógica exposición. También se debió a la Ilustración el
primer intento de universalizar la historia antigua en su afán enciclopédico de señalar y describir todos
los estados y culturas conocidos de la humanidad; aunque limitado al período clásico. En el siglo XIX
con el Historicismo que dominará la investigación histórica hay un auge de la historia antigua a través
de tres grandes personalidades: NIEBUHR, MOMMSEN y DROYSEN. El historicismo propuso la
sustitución de las interpretaciones históricas generalizadas por observaciones individuales y concretas
del hecho histórico. NIEBUHR es el fundador de la moderna ciencia histórica, creador del método
histórico-crítico llegó a plantearse el problema de las fuentes históricas, las cuales no solo son literarias
sino también no literarias y así contribuir a la creación de nuevas disciplinas históricas como la
Papirología, Epigrafía y Numismática.

Poco a poco el campo de la historia antigua va ampliándose cobrando valor figuras como Alejandro
Magno lo cual permite insertar la obra del tercer historiador DROYSEN, creador del término
Helenismo. En esta ampliación del campo histórico debemos tener en cuenta los aportes de la
arqueología. De esta manera se modificó la vieja imagen humanista de la historia antigua, aunque tiene
dos limitaciones. En primer lugar es una historia eminentemente política (Mommsen, Droysen, Grote)
y en segundo lugar un neohumanismo tendió a idealizar la historia de Grecia como la única imitable.
Respecto a la primera limitación la excepción la constituyó la obra de BURCKHARDT Historia de la
cultura griega. Otro aspecto negativo es que la historia antigua no se universalizó, sino que se
circunscribió a Grecia y Roma.

Desde fines de la primera Guerra Mundial se asiste a un proceso de renovación de la imagen de la


antigüedad, de los que son los más interesantes los que parten de los sistemas totalitarios. Así el
Nacionalsocialismo intentó cambios a través de sus propias consignas ideológicas como el concepto
de raza favoreciendo estudios sobre Esparta, los indoeuropeos y los dorios. Hoy asistimos a un proceso
de renovación de los estudios históricos en estos países extendiendo su influencia a países occidentales
por ejemplo a través de la Escuela de Frankfurt. Lentamente se han renovado los estudios de historia
antigua en Italia e Inglaterra. La Escuela de Annales ha enriquecido la historiografía sobre todo del
medioevo y la modernidad, escasa ha sido su influencia respecto a la antigüedad. Sin embargo, frente
a la interdisciplinariedad de Lucien Febvre, la historiografía francesa de los últimos años ha intentado
crear una “nueva historia” más adecuada a las exigencias de la sociedad actual. Se han buscado nuevos
temas de estudio como la vida cotidiana, la marginalidad, las mujeres, los jóvenes, problemas
ambientales, el espacio y el tiempo, etc. Esto, unido a la utilización de innovadores métodos de trabajo
han permitido profundizar en el conocimiento de las sociedades antiguas.

Todas las formas de conocimiento actual que pueden revelar algo sobre el pasado se convierten en un
instrumento útil; por ello, para la historia, toda ciencia que se dedique al estudio del pasado, en
cualquiera de sus aspectos, se convierte en una ciencia auxiliar, no en sentido jerárquico, sino en lo
que tiene de auxilio o ayuda para penetrar en el pasado del hombre y la sociedad. Tiene destacado
lugar la Arqueología porque nos conecta con la realidad material de esta sociedad acercándonos a la
vida social, económica y cultural. Como parte de los estudios arqueológicos y lingüísticos aparece la
Epigrafía encargada del estudio e interpretación de inscripciones sobre restos duros, vinculando
recursos técnicos con análisis histórico. La Numismática, como estudio de las monedas y medallas
antiguas. Otras Ciencias Auxiliares: Filologia, Paleografia , Prospografia, Geografia, Cronologia.
Ciencias Sociales como: Economia, Politica, Derecho, Sociologia, Filosofia y el Arte.

Todo historiador dedicado al estudio de la antigüedad, debe limitarse a explicar y analizar los hechos
contextualizados haciendo comprender las relaciones humanas en sus diferentes contextos. El de la
antigüedad clásica es uno más, específico como todos, diferente, pero puede ser sometido al mismo
proceso de análisis. Presente y pasado se desvelan y se enmascaran mutuamente logrando que la
realidad presente permita la comprensión del pasado. Lo fundamental es tratar de comprender el
carácter variado y conflictivo de las realidades históricas antiguas, en la vida social y en sus
manifestaciones culturales, en los cambios y continuidades que se producen, en el estudio del complejo
sistema de estructuras jurídicas y administrativas y en las diversas expresiones de esta sociedad que
evolucionó desde núcleos rurales que se convirtieron en ciudades, las que integraron espacios mayores
como los reinos y los imperios hasta configurar en una unidad geopolítica el mundo conocido.

Marco Geografico
En líneas generales, el ecosistema mediterráneo es variado y comprende el Mar Mediterráneo
propiamente dicho y las tierras y aguas que lo rodean y desaguan en él: el Mar Negro, los valles
adyacentes de los ríos Tigris, Éufrates, Jordán, Nilo, Mar Egeo, Jónico, Adriático, Tirreno y aguas
comprendidas entre Cerdeña y Córcega y las Baleares. Posee las características de un mar interior (el
más grande del mundo) y está rodeado por masas de tierra del continente europeo, africano y asiático;
su única conexión con el océano es a través del Estrecho de Gibraltar o Columnas de Hércules. El
clima de la región es uniforme, previsible y podrían identificarse, en general, dos estaciones: un verano
cálido y seco y un invierno húmedo y suave, la época de lluvias se extiende entre los meses de octubre
y abril, promediando una media anual entre 600 y 900 milímetros. La tierra, a lo largo de toda la
cuenca, está en íntima conexión con el mar, se entremezcla con numerosas islas, penínsulas, bahías y
ensenadas. Básicamente es montañosa, con una orografía escarpada y extensa y niveles de altura entre
los 3000 y 3500 metros.

Las especies vegetales pueden ser arbustivas o arbóreas, entre éstas figuran los encinos, pinos, laureles,
mirtos, ciprés, cedros, olivos, robles, olmos, hayas, castaños, unidos a especies aromáticas (romero,
tártago, adelfa) y plantas de bulbos o tubérculos. Respecto de especias animales, se pueden mencionar
borregos, vacunos, jabalíes, caballos, bisontes, venados, monos, cobras, liebres, ardillas, ratones y
variedad de pájaros e insectos junto a otras especies salvajes. Sus aguas ofrecen anchoas, sardinas,
atunes, pulpos, calamares, cangrejos, langostas y otros moluscos, anguilas, ranas, a los que unimos
cisnes, patos, gansos, nutrias y castores.

Peninsula Balcanica
Grecia propiamente dicha está ubicada en el extremo sur de la península balcánica, su superficie es
modesta y está cubierto en un 80 % por cadenas montañosas; las dos únicas llanuras son la de Beocia
al centro y la Tesalia al norte, en el resto del territorio, entre las montañas, existen pequeñas cuencas
interiores. El mar fue su vía principal de comunicación, en tal grado, que ningún punto de Grecia
continental se encuentra a más de 90 km. del mar. La Grecia continental se complementa con las islas,
básicamente las del Mar Egeo. Grecia puede dividirse en dos grandes regiones: Continental e Insular:

• La Grecia Continental se fragmenta en Europea y Asiática:


- Grecia Continental Europea comprende las regiones septentrional, central y meridional
➢ Septemptrional (O-E): Regiones de Acarnania, Epiro, Etolia, Tesalia, Macedonia,
Calcídica y Tracia
➢ Central (N-S): Regiones de Lócrida, Fócida, Dórida, Beocia y Ática
➢ Meridional (N-S): Regiones de Elida, Acaya, Argólida, Arcadia, Mesenia y
Laconia
- Grecia Continental Asiatica:
➢ la Eolia, Jonia y Dórida.
• Grecia Insular
- Islas del Egeo
➢ Cícladas, Dodecaneso, Eubea y Espóradas, Egeo oriental y Creta
- Islas Jonicas:
➢ Corcira, Cefalonia, Ítaca y Zacinto

La mayor parte de estas islas tienen suelo rocoso, poco apto para el cultivo. Los ríos, por su extensión
y caudal son escasos; se destacan el Peneo en Tesalia y el Aqueloo en Acarnania. La mayoría son
pequeños hilos de agua que discurren entre bancos de arena. En cuanto a los cultivos, éstos son
variados: vid, olivo, higueras y escasos cereales y la actividad ganadera comprende limitado ganado
mayor como los caballos de Tesalia y abundante ganado menor como ovejas, cabras y cerdos. El mar
ofrece abundancia de peces como anchoas, sardinas y atunes.

Peninsula Italica
Italia es una estrecha franja de tierra que se extiende hasta cerca de 1000 km. hacia el sur,
continuándose en la gran isla de Sicilia; al norte los Alpes la cierran en un amplio semicírculo. La
misma esta bañada al este por el Mar Adriático, al sur por el Jónico y al oeste por el Tirreno, estos
mares no cuentan con islas excepto el Tirreno donde se ubican las grandes islas de Cerdeña y Córcega.

Cuenta con una cadena montañosa principal, los Apeninos, verdadera columna vertebral que se
extiende de norte a sur y divide el territorio en dos regiones, occidental y oriental. De la misma manera
se pueden diferenciar en ella la zona septentrional (Alpes y llanura del Po), la central y la meridional.

• La parte septentrional se llamaba antiguamente Galia Cisalpina, estaba dividida en Galia


Transpadana (norte del Po) y Galia Cispadana (sur del Po).
• Al sur de la Galia (Central), en la parte occidental de la península, estaba Etruria (Toscana), al
este de la Etruria, la montañosa Umbría y el Piceno, al sur la llanura colinosa del Lacio. Al sur
del Lacio, a lo largo del mar, se extendía la floreciente región de la Campania. Al este del Lacio
y la Campania, estaba el boscoso Samnio.
• La parte meridional de la península estaba dividida en las regiones de Apulia, Lucania y Brucio.

El sistema fluvial italiano era muy rico, la Galia Cisalpina estaba recorrida por el gran río Po y sus
numerosos afluentes, Etruria estaba surcada por el Arno; el Tíber corría entre las regiones de Etruria,
Umbría y el Lacio; otro río importante era el Ofanto en Apulia. Al desarrollo de la agricultura y la cría
de ganado; sobresalieron en estas actividades la llanura del Po, el Lacio, la Campania y Sicilia. La
Italia meridional fue célebre por su riqueza en pasturas. El subsuelo era rico en metales: cobre, plomo,
estaño y zinc en Etruria e hierro en la isla de Elba. El clima era mas húmedo y fresco. Italia fue
básicamente un país agrícola. El suelo y el clima favorecieron el cultivo de vides y olivos, a los que
sumamos cereales (mijo, cebada, trigo).
Grecia
Primeros Tiempos
Civilizacion Minoica
El mundo da la civilización minoica se desarrolló en torna a la isla de Creta, la que permaneció
desconocida hasta el siglo XIX, momento en el cual vio la luz gracias a la labor ejecutada por Arthur
Evans, su verdadero descubridor. Sus trabajos, cercanos a Cnosos, permitieron descubrir las
grandiosas ruinas de edificaciones palaciales, de gran tamaño, que atestiguaban la presencia de una
floreciente civilización, quizás la más antigua de Europa. Creta está situada en medio del Mar Egeo, a
mitad de camino entre los tres grandes continentes (Europa, Asia y África); mantuvo contactos
comerciales intensos con Egipto, la costa sirio fenicia, el Oriente próximo, Asia Menor, las Cícladas
y los Balcanes. Estos vínculos, existentes a lo largo del segundo milenio, favorecieron la circulación
de productos, personas e ideas a través de este espacio compartido. Creta es una isla alargada y
estrecha, dividida longitudinalmente por una cadena montañosa; sin embargo, en su parte central y
oriental se abren, entre las montañas y el mar, llanuras fértiles apropiadas para el trabajo agropecuario
y el asentamiento humano.

En consecuencia, la fertilidad de su suelo y su apertura al mar, fueron los fundamentos de su


significativo florecimiento. Fue Evans también, quien estructuró todo un sistema cronológico para
Creta basándose en la estratigrafía del palacio de Cnosos utilizando, como pauta de referencia, los
diferentes estilos de cerámica que aparecían en cada uno de los estratos; a fin de simplificarlo, y
basándose en criterios arquitectónicos y culturales, un arqueólogo griego distinguió cuatro grandes
períodos:

• Prepalaciego: 2600 – 2000 a. C.


• Palaciego I: 2000 – 1700 a. C.
• Palaciego II: 1700 – 1400 a. C.
• Postpalaciego: 1400 – 1100 a. C

El primer período abarcaría desde los orígenes de la civilización en la isla hasta la construcción de los
primeros palacios y se caracterizaría por un gran desarrollo de la vida en todos los niveles. El primer
período palacial culminaría con la destrucción de los palacios a causa de un terremoto. El segundo
período palacial se iniciaría con la reconstrucción de los palacios y correspondería a la gran época de
la civilización cretense. Una segunda destrucción, más masiva y violenta, debida a causas naturales o
a una combinación de diferentes factores, puso fin a la civilización palacial y dio paso a un período
postpalacial que, sin ser de decadencia absoluta, no tuvo el esplendor de etapas anteriores. En torno al
1100 a. C. se produjo una oleada masiva de destrucciones sucesivas que puso fin a esta cultura.

En lo que respecta al origen de la cultura cretense, se considera que a partir del 2000 a.C., una serie
de factores interconectados dieron paso al surgimiento de una sociedad evolucionada, caracterizada
por una organización central permanente, con grandes edificios monumentales y marcada
estratificación social. Actualmente se considera que, sin desconocer el influjo externo, el proceso se
debió también a una lenta evolución interna de la isla hacia formas más desarrolladas; de modo que la
conjunción entre influencia externa y factores internos dio como resultado el nacimiento de la cultura
cretense. La agricultura cretense adoptó la tríada mediterránea: cultivo de cereales, vid y olivo
alcanzando una importante producción que generó un excedente para el intercambio y el sostenimiento
de sectores de la población vinculados a las artesanías. Este cambio, unido al aumento de la población,
demandó espacios para el almacenamiento de productos y el surgimiento de un poder reconocido por
los pobladores insertos en el sistema, lo que, con el tiempo, dio paso al nacimiento y consolidación de
las estructuras palaciales.

Este se concentró en torno a los palacios los que no fueron solo la morada de los gobernantes, sino
también centros de culto con sus santuarios respectivos, centros económicos que dirigían y controlaban
las diferentes actividades, almacenes para la guarda del grano, el aceite y el vino y talleres donde
trabajaban los artesanos con materias primas que el propio palacio les proporcionaba. En líneas
generales se trata de edificaciones de carácter monumental, agrupadas en torno a un complejo de
estancias y habitaciones, alrededor de un patio central que era el eje de todo el conjunto. Generalmente
no estaban ubicados sobre la costa, se continuaban con la trama urbana que los rodeaba y no contaban
con murallas defensivas. Los grandes palacios, s, son los de Cnosos, Festos, Maliá, Zakros y Gurnia.
r. Los cuatro cuentan con un gran patio central, la planta baja se reservaba para almacenes, archivos,
caballerizas y santuarios, en tanto que los pisos superiores eran ocupados por las estancias reales. Por
lo tanto, se advierte que constaban de varios pisos (hasta cuatro), construidos a base de techos planos
y terrazas, comunicados entre si por varias escalinatas. Es de destacar que las ciudades cretenses,
ubicadas en torno a los palacios, contaban con grandes casas particulares, sistema de alcantarillado y
conducción de aguas, lo que hace pensar en una población importante. a. Cnosos controlaba el norte
de Creta, Festos el sur, Maliá la bahía que lo rodeaba, Zakros la costa oriental de la isla y Gurnia la
vía que comunicaba Zakros, Maliá y Cnosos. De acuerdo a lo expresado, el palacio era una unidad
político-administrativa y económica.

Desde el punto de vista socioeconómico, la población formaba parte de una sociedad jerarquizada
encabezada por el estamento gobernante, por debajo de él se ubicaban los altos funcionarios,
sacerdotes y sacerdotisas, en un tercer lugar, comerciantes, mercaderes y artesanos y como estamento
más bajo se situaban campesinos, granjeros y pastores. Sus contactos con el exterior fueron
permanentes, intercambiando vinos, aceites, cerámicas por metales, marfil y piedras finas. Esta
actividad económica favoreció las comunicaciones con Egipto, Anatolia, el Corredor y la
Mesopotamia; también se vinculó con varias islas del Egeo y algunas regiones de la Hélade. Un rasgo
característico de Creta, y digno de ser destacado, es su religión, en ella predomina una deidad o un
conjunto de deidades femeninas, entre las que sobresale una diosa de la naturaleza y la fecundidad. .
Las prácticas de culto se reducían a danzas, procesiones y ofrendas a estas diosas; otra práctica de su
vida diaria eran los juegos o competiciones atléticas y las corridas de toros. Este desarrollo cultural se
vio interrumpido por la destrucción de estos segundos palacios que se manifestaron en torno al
1500/1400 a. C. A esto podemos unir la presencia de griegos micénicos quienes, procedentes del
continente, ocuparon tierras de la isla y se instalaron en las inmediaciones del palacio de Cnosos. En
un momento cercano al 1400, aparecen como dueños del centro y la parte oriental de la isla, la que ya
estaba bajo se área de influencia..

Civilizacion Cicladica
Se desarrolló en varias islas del Egeo, con población de origen minorasiática concentrada, a diferencia
de Creta, en recintos fortificados. Sus formas de vida son similares a las cretenses, lo que lleva a pensar
en la influencia que recibieron desde allí, la que se mantuvo, aproximadamente, hasta el 1500 a. C. A
partir de ese momento están bajo dominio micénico.
Civilizacion Micenica
El mundo micénico tuvo existencia, para la ciencia moderna, a partir de 1950 gracias al desarrollo de
las excavaciones en la región de Argólida, en el Peloponeso y el desciframiento del lineal B por acción
del arquitecto inglés Michael Ventriss, tomando como base los trabajos previos realizados. n. En este
descubrimiento ha desempeñado un papel crucial el estudio de los palacios de Micenas, Tirinto,
Cnosos y Pilos y el análisis de la cerámica a fin de establecer marcos cronológicos y definir ámbitos
de expansión por el Mediterráneo. Si bien presenta relaciones con el mundo cretense, no puede negarse
su propia idiosincrasia y originalidad, además de su carácter griego, haciendo de los documentos en
lineal un valioso aporte para el conocimiento de su historia. n Heinrich Schliemann, quien como
precursor en este terreno, había acumulado innumerables objetos procedentes de sus excavaciones en
la Tróade y el Peloponeso. Su accionar se respaldó en su gran fe en los Poemas Homéricos los que, si
bien son composiciones literarias, no dejan de contener, según él lo entendió, información de carácter
histórico. s. En 1871 comenzó a excavar en la colina de Hissarlik (noroeste de Asia Menor),
encontrando restos materiales de la mítica ciudad de Troya; pudo dar a conocer los estratos
superpuestos de nueve ciudades y encontrar un fabuloso tesoro que atribuyó al rey Príamo.

A los aportes de este arqueólogo alemán, debe sumarse el hallazgo de tablillas de arcilla que llevaban
grabada una forma de escritura de tipo silábico. La labor de desciframiento, llevada a cabo por Michael
Ventriss, quien contó con el apoyo del helenista John Chadwick. Las tablillas proporcionan
considerable información sobre la economía, estructura social y creencias religiosas de los micénicos;
principalmente han sido halladas en Cnosos, Pilos, Tebas, Micenas y Tirinto. Su función esencial era
la de servir como registro minucioso de las variadas actividades económicas que se practicaban, como
así también de su eficiente contabilidad. No brindan nombres de reyes o gobernantes, tampoco
contienen composiciones poéticas o literarias, ni información histórica propiamente dicha.

El mundo micénico no constituyó un imperio, sino un conjunto de pequeños reinos independientes o


palacios fortaleza, cada uno con su área de influencia respectiva. Se desconoce si hubo un término
genérico para denominar estos principados, pero se ha adoptado como el más generalizado el de
aqueos. Los principales establecimientos micénicos se ubican en el Peloponeso, junto a Micenas
aparecen Tirinto, Argos, Nauplia y Midea; en Mesenia estaba Pilos; en Grecia continental Atenas
(Atica), Tebas, Orcómenos y Gla (Beocia) y en Tesalia Yolcos y Petra. A partir del siglo XIII a. C. se
produjo la expansión micénica por toda la cuenca del Mediterráneo, alcanzando Creta, Rodas, Mileto,
Ugarit, el sur de Italia y la isla de Sicilia.

Su origen se detecta en torno al 1900 a. C., con la llegada, a la península griega, de nuevas poblaciones
desde el norte. La cultura micénica propiamente dicha se inició en torno al 1600 a. C., en su etapa de
formación; entre 1500 y 1400 comenzó a constituirse como una de las grandes potencias del Egeo y
del Mediterráneo oriental y entre 1400 y 1200 se vivió el apogeo de esta civilización. Desde el punto
de vista de su política interior y exterior llegó a competir con los dos grandes imperios del momento,
hititas y egipcios. Una oleada de destrucciones masivas, que se inició alrededor del 1200, marcó el fin
de este mundo e introdujo una serie de cambios decisivos en toda la cuenca del Egeo.

El amurallamiento de los palacios se comprende teniendo en cuenta la rivalidad entre un centro y otro,
la lucha por el dominio de territorios cercanos y el control de las fuentes de riqueza. A la cabeza del
reino, se situaba un rey que cumplía funciones de caudillo guerrero y es llamado wanax en las tablillas
del lineal B, éste era acompañado por lugartenientes o lawagetas quienes dirigían las tropas y en torno
al rey y los lugartenientes existían los equetai o clases dirigentes. Todos vivían en dependencias del
palacio y utilizaban una vestimenta que los distinguía del resto de la población. A continuación, y
siguiendo la jerarquía social, las tablillas mencionan telestái o jefes administrativos de los distritos en
que se dividía cada reino, una numerosa clase de artesanos que trabajaban al servicio del palacio, en
talleres ubicados en su interior o en las inmediaciones y, finalmente el damos o masa de campesinos
que recibían tierras en arriendo, propiedad del palacio o de los particulares.

Sabemos, también por las tablillas, que existió una cierta forma de esclavitud integrada por población
procedente de acciones de pillaje, llevadas a cabo por los micénicos, sobre las islas del Egeo y tierras
del Asia Menor, como así también producto de los numerosos conflictos que se desarrollaron en la
época. Como puede advertirse, un rasgo característico de la civilización micénica, similar a la cretense
es la presencia de palacios-fortaleza. En torno a esta sala se organizaba el resto de las dependencias
palaciales y estaban rodeados de gruesas murallas de piedra, lo que evidencia la inseguridad de la
época. Relacionada con la inseguridad de la época aparece la práctica de la guerra, vinculada a una
sociedad marcadamente militarista. El típico armamento micénico era una larga lanza y un escudo de
grandes dimensiones, a veces en forma de ocho, el resto del cuerpo se cubría con una gruesa armadura
de bronce.

Los siglos XIV Y XIII a. C. fueron el período de mayor apogeo del poderío micénico en toda la cuenca
del Mediterráneo debido a su desarrollo económico y a la conquista de Creta; en su expansión se han
encontrado restos de productos micénicos, sobre todo cerámica, desde el sur de Italia y Sicilia hasta la
costa siria y Egipto, pasando por la costa adriática, las islas egeas y Asia Menor. Los productos que se
buscaba intercambiar en el exterior eran metales, cobre y estaño, y objetos de lujo como marfil, ámbar
y piedras finas. El movimiento comercial fue acompañado por el intercambio de ideas y los contactos
culturales, que se mantuvieron a lo largo de estos siglos y se interrumpieron en torno al 1200. Centros
destacados del intercambio comercial micénico, en los que se han encontrado restos de
establecimientos comerciales, fueron Ugarit (norte de Fenicia) y Chipre. La guerra de Troya figura
entre las acciones bélicas realizadas por los micénicos en esta etapa de su historia. Efectivamente, la
guerra de Troya puede encuadrarse en esta etapa de expansión micénica y sus hechos y circunstancias
fueron magnificados y deformados en los Poemas Homéricos. Este conflicto habría tenido lugar a
fines del período micénico o comienzos de la época oscura. La acción sobre Troya pudo haber sido
emprendida, en forma conjunta por los micénicos de la Hélade y los hititas de Asia Menor,
obedeciendo a diferentes factores, desde comerciales hasta apoderarse de sus recursos constituidos por
tejidos, caballos y minerales.

Otro aspecto a destacar de los micénicos, antes de referirnos al colapso final de esta civilización, es su
religión, con la presencia de sacerdotes y sacerdotisas que celebraban cultos y presentaban ofrendas a
las diferentes divinidades. Respecto a éstas, se han identificado varias relacionadas con el panteón
clásico como Zeus, Hera, Atenea, Poseidón, Artemisa, Hermes, Ares, entre otros. También se ha
comprobado la existencia de un calendario religioso intenso, una clase sacerdotal numerosa y la
práctica del culto en el propio mégaron.

En torno al siglo XII a. C. se produjo el colapso final de este desarrollo cultural como consecuencia
de una serie de factores. Los reinos micénicos fueron víctimas de este conjunto de destrucciones se
atribuyó la caída a una invasión externa que se hizo coincidir con la llegada de los dorios y otros
pueblos provenientes del norte de la Hélade; otra causa se atribuye a una catástrofe de índole natural
como una prolongada sequía o un cambio climático y una serie de conflictos internos.
Grecia Arcaica
En la historia de la Grecia antigua, se conoce con el nombre de época arcaica al período comprendido
entre los siglos VIII a VI a. C., el cual está precedido por el convulsionado momento posterior a la
caída de los centros micénicos conocido como “Edad Oscura”. En torno al 1200 a. C. y el siglo VIII,
se ubica el comienzo del período arcaico; en consecuencia entre estas fechas puede ser ubicada la
época oscura. Este término no debe hacer pensar en una época de decadencia o retroceso, sino que su
oscuridad obedece a la falta de datos fehacientes que impiden un acabado conocimiento de la misma.
Sus rasgos principales fueron:

a) Un posible descenso de la población


b) Baja calidad material de los restos arqueológicos hallados
c) Declive o pérdida de las artes más elevadas, hasta de la escritura
d) Deterioro de las condiciones de vida y pobreza
e) Limitación de los contactos y vinculaciones internas y externas
f) Aumento de la inseguridad.
• Fuentes: Respecto de las fuentes , junto a los restos de tipo arqueológico, debe mencionarse la
presencia de una tradición oral confiada a poetas ambulantes o aedos, quienes la reelaboraron
en forma versificada, respondiendo a las inquietudes de sus oyentes.. Como transmisión oral y
en un momento dado, en torno a los siglos VIII y VII a. C. fueron volcados por escrito en los
llamados Poemas Homéricos, Ilíada y Odisea, los que en su relato conservaron varias
reminiscencias sobre la época oscura. Es así como la épica se transformó en fuente histórica con
relatos como los de los poemas arriba mencionados; ; composiciones que deben considerarse
siempre como relatos poéticos a los que recurre el historiador con un agudo ojo crítico. A estas
deben sumarse los escritos de los primeros logógrafos, de contenido histórico-geográfico, los
escritos de Hesíodo, sobre todo Los trabajos y los días y algunas elaboraciones de la poesía lírica
arcaica.

Algunos rasgos de la vida de época, la cual aparece concentrada no en torno a las polis, sino alrededor
del oikos aristocrático. En ellos los grandes héroes ocupaban un lugar privilegiado y actuaban como
jefes de cada comunidad, la cual está conformada por un grupo familiar extenso unido entre si por
lazos de parentesco ascendiente en línea masculina, lo que evidencia parte de los rasgos de una
sociedad patriarcal. Esta comunidad recibió el nombre de genos. Además de este grupo humano
comprendía, también, hombres libres y esclavos que dependían directamente del jefe del Oikos.
Paralelamente el oikos contenía toda clase de bienes, muebles e inmuebles transformándose en una
unidad de producción y de consumo que aspiraba a la autarquía económica y la autonomía política;
caracteres básicos que, con el tiempo, se transformaron en dos requisitos esenciales de una polis.. La
riqueza de un oikos se medía teniendo en cuenta la cantidad de tierras que abarcaba , el número de
cabezas de ganado, el tesoro que acumulaba en granos, vinos, aceite, telas preciosas, metales,
cerámicas. También muestran que muchos de estos bienes eran producto del botín de guerra, razón
por la cual se advierten contactos entre un oikos y otro, los que podían ser pacíficos o no.

A los rasgos sociales mencionados más arriba, debemos sumar la división de la población en
aristocracia y demos o “pueblo” formado por el campesinado libre, junto a ellos aparece el artesano o
demiurgo, que era un extranjero, y realizaba variadas actividades excepto el trabajo de la tierra y
gentes que acompañaban a los señores o basileis en tiempos de guerra y paz. Desde el punto de vista
político, contaba con una asamblea, formada por todos los varones adultos que se reunían en el ágora,
un consejo o boulé, formado por ancianos cabezas de familias nobles y basileis o reyes que no sólo
eran caudillos civiles y militares, sino que desempeñaban tareas judiciales y religiosas. Ante el pueblo
o ante el consejo se tomaban las decisiones y se participaba a través del debate y la persuasión en una
discusión pública. s. El derecho era consuetudinario y estaba en manos de la nobleza que era la única
que tenía los conocimientos necesarios como depositaria de las tradiciones.

• Division de la Poblacion : Aristocracia – Demos (Pueblo / Campesinado Libre / Demiurgo /


Señores o Basileis)
• Instituciones Politicas:
- Asamblea
- Boulé

Estos rasgos nos anticipan varios de los caracteres de las ciudades-estado posteriores. La fuerza que
adquirieron, al final de la época oscura, las instituciones mencionadas y la valoración creciente de la
vida humana, coincidieron con la pérdida de la importancia del oikos y con la generalización del
trabajo agrícola, el aumento de la población, la presencia de núcleos amurallados, con espacios
abiertos para reunir una asamblea y templos, lo que nos conecta con el desarrollo de las ciudades-
estado. La casa del basileis estaba formada por una gran sala o mégaron, con chimenea y asientos
adosados a la pared, un patio, dependencias destinadas a las mujeres, almacenes, establos y quizás una
galería para acoger a los huéspedes; también tierras de pastoreo.

Siglo VIII – VI a. C
Formacion de Poleis
Ya insertos en la época arcaica, dos hechos fundamentales marcan su evolución, uno el desarrollo de
la comunidad política de Grecia, la polis, otro la gran expansión por la cuenca del Mediterráneo, desde
el Mar Negro (Ponto Euxino) a las columnas de Hércules. A partir de entonces todas las costas de este
mar formaron parte de una misma civilización, la helénica. Surgió así el concepto de Hélade que
abarcaba a todos aquellos que compartían una misma forma de vida, hablaban una misma lengua ,
veneraban a los mismos dioses ) y consideraban a los Poemas Homéricos como la base de su educación
y su código de valores. Esta comunidad de valores, creencias y forma de vida constituía una línea
divisoria que separaba a los griegos de los demás pueblos, considerados bárbaros. Estos podían ser
egipcios, babilonios o fenicios, o ilirios, tracios o escitas. Sin embargo, a través de los contactos con
estas culturas se desarrollaron varias de las innovaciones de la época como la reaparición de la
escritura, el nacimiento de las formas literarias, de las leyes escritas, el pensamiento racional, la
arquitectura monumental (sobre todo religiosa) y la aparición de la moneda.

Referirse a la polis, por su claridad, se adopta la definición elaborada por Duthoy: la polis es una
comunidad micro-dimensional, jurídicamente soberana y autónoma, de carácter agrario, dotada de un
lugar central que le sirve de centro político, social, administrativo y religioso y que es también,
frecuentemente, su única aglomeración.

La polis se convirtió en la forma griega típica de organización sociopolítica y no era sólo un centro
urbano rodeado de murallas (asty), sino que abarcaba los campos de cultivo adyacentes (chora) como
continuación natural del centro urbano, generando una original simbiosis entre ciudad y campo. A
diferencia de las ciudades estado orientales, el centro de poder no estaba en el templo o en el palacio
del rey, sino en la asamblea de ciudadanos que se reunía en el centro urbano. Este era el ágora, y el
lugar donde se reunía la asamblea haciendo a los propios ciudadanos la esencia misma de la polis.
Tanto es así que las polis se denominaban de acuerdo al conjunto de sus habitantes.
Una profunda solidaridad regía la vida entre los habitantes de la polis. También las instituciones y
leyes que regulaban su funcionamiento interno y externo, el pasado común, mitos y leyendas
originarios reforzaban los vínculos colectivos y fortalecían la integración del individuo en la
comunidad. Geográficamente eran de pequeñas dimensiones, excepto los casos de Atenas y Esparta;
la primera abarcaba 1600 km cuadrados y la segunda 8400 y constituían comunidades corporativas y
cerradas. Los ciudadanos eran los únicos miembros de plenos derechos y poseedores de tierras, había
cierta tendencia a la endogamia y un creciente predominio de lo público sobre lo privado.

La a creación de la polis, se trata de un largo proceso histórico de remodelación del espacio social y
territorial, que se llevó a cabo desde algún momento de la edad oscura y que culminó a comienzos del
siglo VIII. Si bien en él influyeron factores de tipo religioso, económico e ideológico, que se vieron
fortalecidos e incrementados por los intercambios con otras comunidades, el paso decisivo se dio,
cuando estas comunidades, se dotaron de instituciones comunes (asamblea, consejo, magistraturas),
sustentadas en leyes, fundamentadas sobre un derecho consuetudinario y conservadas a través de la
tradición oral. El griego definió este proceso con el nombre de sinecismo.

Ya en el período arcaico, en la mayoría de los estados griegos, el poder estaba en manos de los clanes
aristocráticos quienes controlaban los órganos comunitarios de la polis. Este paso de la monarquía a
la aristocracia, no fue violento, como sucedió en Roma, sino que uno de sus factores determinantes
debió ser la acumulación progresiva de la riqueza, sobre todo tierras de labor, en manos de pocas
familias. Estos clanes aristocráticos poseían las mejores tierras y comenzaron a acumular parcelas de
sus vecinos de menores recursos y fuertemente endeudados los que eran su mano de obra,
transformándose en campesinos dependientes. Este progresivo endeudamiento fue una de las causas
que generaron disturbios y confrontaciones internas, como así también impulsaron la salida a ultramar
en busca de nuevos medios de vida. El conflicto interno, conocido como stásis, demandó soluciones
que podían ser adoptadas en un clima pacífico o de agitada violencia. Una de las alternativas de arreglo
fue el surgimiento de legisladores que se encargaron de redactar y poner por escrito leyes comunes
que, hasta ese momento, eran control exclusivo de la clase dirigente, la que actuaba en forma arbitraria
y partidista.

El papel del legislador sabio y prudente, hizo que éste se transformara en un a figura venerada y
respetada por todos; su rol básico fue mediar y actuar como árbitro frente a las tensiones sociales que
crecían según el desarrollo de las polis. Cuando las tensiones sociales alcanzaron una gran violencia
y no hubo, en consecuencia, la posibilidad de encontrar un mediador, la solución fue la instauración
de un régimen político conocido como tiranía. El hecho que los testimonios contemporáneos se
refieran a ellos con cierta parcialidad y hasta se opusieran al régimen, hace pensar en una actitud hostil
hacia los mismos. La tiranía no afectó por igual a todas las comunidades griegas. En general , en la
mayoría de los casos, los tiranos del período arcaico se hicieron con el poder con el apoyo de la mayor
parte de la población. Muchos de ellos fueron políticos oportunistas, emergentes de las propias
aristocracias gobernantes que aprovecharon la ocasión para acumular riquezas y poder y hasta
vengarse de sus adversarios políticos. Su actuación estuvo dirigida a favorecer a los pequeños
propietarios, agobiados por deudas, y a la creciente población urbana, compuesta por artesanos y
comerciantes que reclamaban parcelas acordes al papel que empezaban a desempeñar en la vida de la
polis. Para el siglo VII habían tiranías en Corinto, Megara, Sición, ciudades del Asia Menor y las
Cícladas, lugares donde se desarrolló el comercio y las artesanías y se alcanzó cierta estabilidad
política. s. Además los tiranos fomentaron el espíritu cívico y crearon conciencia de comunidad
política, emprendieron significativas obras públicas, como la construcción de templos, calzadas y
túneles y fijaron importantes festivales religiosos, consolidando la polis y sus instituciones. Con su
accionar fortalecieron al demos en lo económico, social y político y, en algunos estados dieron paso a
las democracias.

Segunda Colonizacion
A partir de mediados del siglo VIII a. C., las riberas del Mediterráneo comenzaron a poblarse de
comunidades griegas como consecuencia de la llamada segunda colonización. Los propios griegos
designaron a las nuevas fundaciones con el término apoikía, que implica el traslado de la casa a otro
lugar. En realidad, cada una de las nuevas comunidades mantenía su total independencia y autonomía
respecto de la metrópoli fundadora y los vínculos eran básicamente de carácter espiritual y religioso.
Respecto de sus causas una de las más significativas fue la búsqueda de nuevas tierras debido al
aumento demográfico experimentado por las nuevas polis y la escasez de las mismas en suelo griego.
Las nuevas fundaciones partieron de polis pequeñas que disponían de pocas tierras, razón por la cual
la participación de Esparta y Atenas en este proceso fue muy limitada. La influencia de las luchas
internas, e generaron exiliados políticos. También la presencia de aventureros con deseos de riquezas
y dominios que, al mismo tiempo, realizaban viajes de exploración o de búsqueda de nuevos mercados.
A este factor debe unirse el conocimiento de técnicas de navegación y recursos navales para concretar
los viajes.

Cuando se tomaba la decisión de emprender una fundación, se procedía a elegir un fundador u oikistés,
que se convertía en el líder de la expedición, con plenos poderes y contaba con carisma y capacidad
de enfrentar y solucionar las diferentes dificultades que pudieran surgir. A continuación se consultaba
al oráculo de Delfos, invocando la protección del dios para la nueva fundación y algún indicio sobre
el lugar más apropiado para realizarla y luego se sorteaba, entre los habitantes, el número de nuevos
pobladores. Los lugares elegidos a tal efecto eran pequeñas islas frente a la costa, penínsulas o
promontorios, también lugares ubicados en las desembocaduras de ríos; como vemos todos eran
puntos costeros, otro rasgo de esta colonización. En cuanto a su distribución geográfica, desde
mediados del siglo VIII se establecieron colonias en el sur de Italia y Sicilia donde se conformó la
llamada Magna Grecia.

Otra zona atractiva para los griegos fue el norte del Egeo y los estrechos, la Calcídica y la isla de
Tasos; respecto de sus fundaciones se pueden mencionar Cícico, Selimbria, Calcedonia, Bizancio,
Sestos y Abydos. En el Mar Negro, si bien ls condiciones geográficas eran un tanto desfavorables, la
presencia de puertos protegidos, pesca abundante, sal y vías de penetración hacia el interior la
convirtieron en una zona atractiva. Otro factor negativo era la presencia de pueblos belicosos, tracios,
escitas, taurios y colquios. Mileto fue la metrópoli que encaró la mayor parte de las fundaciones en la
zona y entre las más significativas se mencionan Istro, Olbia, Panticapeo, Sínope, Heraclea Póntica,
entre otras y tuvieron como principal función el comercio de vinos y aceites a cambio de granos,
pescado salado, pieles y esclavos, haciendo de estas colonias comunidades ricas y prósperas con
buenas relaciones con los indígenas de la región. En la región del Adriático y costa noroccidental de
Grecia las fundaciones estuvieron a cargo de Corinto primeramente y luego de Corcyra; los
establecimientos más importantes fueron Apolonia y Epidamno y sobre la costa italiana, Adria y
Spina, situadas en el delta del río Po. En el norte de Africa, la colonización se limitó al delta del Nilo
y la costa libia donde se fundó Náucratis y Cirene. En cuanto al extremo Occidente, Focea, polis griega
de Jonia, encaró las principales fundaciones entre las que se destacan Massalia y Emporion. La
presencia griega en la región generó roces, con los fenicios primero y luego con los cartagineses.

Fue un proceso complejo y extensivo a la mayor parte de la cuenca del Mediterráneo, el cual provocó
importantes consecuencias como la reubicación del excedente poblacional de las polis griegas, la
incorporación de tierras de cultivo, sobre todo de cereales, a través de la Magna Grecia, Egipto y las
colonias del Mar Negro. En este sentido los contactos, básicamente con el oriente del Egeo, cobraron
un alto significado en campos como la literatura, la ciencia, la religión y el arte. . A ello debe sumarse
la difusión del alfabeto y escritura y moneda griega, como así también la aparición de periplos que
describían el espacio conocido y las primeras representaciones de éste.

Polis: Esparta y Atenas


Esparta
El estado espartano se desarrolló en el sureste del Peloponeso, en la región de Laconia, zona encerrada
ubicada en el lado izquierdo del valle del río Eurotas entre los montes Taigeto al oeste y Parnón al
este.

• Fuentes: Las principales fuentes para el conocimiento de sus caracteres son Heródoto, Tucidides,
Pausanias, Plutarco, Tirteo y Alcman. Sobre los períodos micénico y edad oscura son escasas
las informaciones que existen, al respecto Heródoto, contiene la lista de reyes espartanos desde
Heracles al siglo V a. C.

Desde aquellos tiempos la mayor concentración de población se manifestó en Mesenia, donde el


palacio de Pilos aparece como una gran fortaleza que desapareció violentamente hacia el siglo XII.
Para estos momentos se hace alusión a las invasiones dorias las que se vinculan directamente con el
surgimiento del estado espartano. El mismo tuvo los rasgos de un verdadero campamento militar con
el fin de disponer de un ejército bien disciplinado, dispuesto a servir al estado y a evitar una masiva
sublevación de hilotas, razón por la cual su evolución tendió a la formación de un estado inmerso
más profundamente en sus problemáticas internas que en la política exterior. Entre los siglos IX y
VIII se desarrolló un período de luchas hasta consolidar el dominio espartano, momento en el cual
las tres tribus originarias se distribuyeron en cinco regiones , las que se unieron, a través del
sinecismo, a partir del siglo VIII. Desde este momento se vivieron importantes tensiones políticas
internas derivadas de las conflictivas relaciones entre sus instituciones políticas, ) a lo que se suma
la tensión exterior con sus rivales por el dominio del Peloponeso y la búsqueda de la eunomía o buen
gobierno. Las diferentes cuestiones impulsaron la búsqueda de una solución definitiva, mediante
medidas político-sociales que la tradición antigua atribuye a la legendaria figura de Licurgo.

Plutarco, lo consideraba semilegendario, pero a él se atribuía la autoría de la Gran Retra o “Politeia”


que organizó las instituciones de gobierno y puso fin al estado de anarquía que se vivía. Este estado
militarizado contaba con un ejecutivo fuerte y restringido, sustentado en una estricta disciplina
cívica. Como rasgo típico se destaca la existencia de una Diarquía o doble realeza representada por
dos reyes, uno de origen aqueo y otro de origen dorio. Ambos tenían funciones religiosas, jurídicas
y militares y su actuación estaba bajo el control de los Eforos. A los reyes se sumaba una Gerousía
o Consejo de Ancianos, constituido por 28 miembros vitalicios, mayores de sesenta años, elegidos
por la Asamblea, con funciones judiciales, de política exterior y elaboración de propuestas para ser
presentadas a la Asamblea y una Apella o Asamblea, integrada exclusivamente por los Iguales con
el fin de aceptar o rechazar las propuestas elevadas por gerontes o éforos. se sumó a esta estructura
el Eforado, como colegio integrado por cinco miembros, elegidos por la Asamblea para desempeñar
funciones por un año. Las mismas consistían, básicamente, en controlar el estricto cumplimiento de
las leyes, la conducta de todos los ciudadanos (incluso los reyes) y supervisar la estricta educación
espartana.

• Instituciones:
- Diarquia
- Gerousia o Consejo de Ansianos
- Apella o Asamblea
- Eforado (Agregado posteriormente)

Desde el punto de vista social se pretendió asegurar el dominio de los vencedores sobre los vencidos
y el poder de los mismos se sustentaba en la posesión de las tierras. Estas se dividían en tierras
cívicas, que eran las mejores, las más productivas y se mantenían para satisfacer lsa necesidades de
los espartanos, no las trabajaban personalmente, sino que lo hacían hilotas asignados por el estado
para su servicio; el otro sector de tierras se ubicaban en los alrededores, eran de menor calidad y se
destinaban a los extranjeros y ciudadanos pobres. Se definen los tres sectores sociales o estamentos
que componen la población:

• Los Homoioi o Iguales, Espartanos o Espartiatas: quienes eran soldados-ciudadanos de origen


dorio, con plenos derechos civiles y políticos, dueños de lasa tierras, ni podían comerciar y se
dedicaban al entrenamiento físico-militar para servir permanentemente al estado.
• Los Periokoi o Periecos: (habitantes de los alrededores) que eran hombres libres de origen
extranjero, dedicados al comercio, artesanías, agricultura y ganadería, sin derechos políticos y
con obligaciones militares.
• Los Heilotai o Siervo:s que eran aqueos sometidos por el estado como sus vasallos, dedicados
al trabajo de las tierras, propiedad de los espartanos, con la obligación de entregar una parte de
la cosecha, en general eran ignorados por la ley.

Como aspecto destacado de la política exterior espartana, debe destacarse el proceso de expansión
territorial, vivido desde mediados del siglo VIII, que motivó guerras con Argos, Arcadia, Tegea y
Mesenia . A partir del siglo VI se dejó de lado la acción militar y se propusieron algunos tratados de
alianza que fueron la base de la Liga del Peloponeso la que abarcó todos los estados de la península
(excepto Acaya y Argos), cada uno de ellos conservaba su autonomía y estaba encabezada por Esparta.

Atenas
Atenas se encuentra ubicada geográficamente en la región del Atica, en la Grecia central; región pobre,
árida, montañosa, de clima continental, alejada del camino de las invasiones y con extensas costas y
puertos . Desde el 3000 a. C. se advierte la presencia de población neolítica, como núcleos aislados,
remontándose la formación de un estado unitario probablemente a la Edad Oscura en que tuvo lugar
la reunificación de todo el territorio del Atica, proceso que la tradición mítica posterior atribuyó al
héroe Teseo.

• Fuentes: Las fuentes para el conocimiento de Atenas son abundantes, entre las literarias pueden
mencionarse Poemas Épicos como los de Solón, Heródoto, Tucídides, Plutarco, Aristóteles y su
Constitución de Atenas, los Atidógrafos o autores de historias de Atenas de los que se conservan
fragmentos, como también referencias en sofistas, filósofos, trágicos, comedia, oratoria ática,
etc.

Este proceso no es otro que el sinecismo de las diferentes comunidades que compartían este espacio
geográfico, fue dirigido por Atenas. Las comarcas y aldeas de la región pasaron a depender del centro
urbano que se constituyó a los pies de la Acrópolis de Atenas como núcleo fundamental de la nueva
polis. En esta transición de la aldea al estado se hace referencia a la existencia de doce castillos o
fortalezas, cada uno independiente del otro con su rey, corte, dominios y súbditos hasta que una de
ellas, ubicada en la llanura del Cefiso, como posición ventajosa, se convirtió en la más poderosa.
Contribuyó a ello la cercanía de este curso de agua, los montes que la rodeaban (Himeto, Pentélico,
Parnés), su cercanía al puerto del Pireo y la ubicación central de la Acrópolis. Precisamente allí se
construyeron palacios y santuarios y en época del mítico rey Cecrops, se unificaron las doce
comunidades en momentos en los cuales los dioses Atenea y Poseidón se disputaban la protección de
la ciudad.

El estado unificado desarrolló sus actividades económicas (agricultura y comercio), comenzó a


explotar sus recursos minerales y atrajo población desde zonas vecinas; este núcleo poblacional se
dividió en tres grupos:

• Eupátridas o bien nacidos, descendientes de los gestores del estado unificado.


• Geómoros o agricultores, población de menores recursos dedicada al trabajo de la tierra.
• Demiurgos o artesanos de origen extranjero.

Huyendo del Peloponeso, luego de la invasión doria, se instalaron en al Atica los jonios y la población
se distribuyó en cuatro tribus que también fueron unificadas por el sinecismo de Teseo. Sobre esta
ciudad unificada se instalaron los Eupátridas en la Acrópolis y sus alrededores, formando una nobleza
sacerdotal y caballeresca que acompañaba al rey en la gestión de gobierno. De este modo las primeras
instituciones fueron la Realeza y un Consejo de Prítanos con funciones de asesoramiento y
administración de justicia. Las principales cuestiones de la etapa como el aumento de la población y
la crisis agraria posterior, se solucionaron gracias a la extensión territorial de sus dominios y al
desarrollo de actividades artesanales, sobre todo la cerámica. No obstante la comunidad ateniense
vivió la lucha de poderes entre los diferentes clanes de los eupátridas lo que dio paso a variadas
reformas en su constitución interna donde, la desaparición de la realeza cedió a una serie de
magistraturas de origen aristocrático, generando enfretamientos entre sus decideintes la nobleza. Esta
no considerando a nadie digno de suceder al rey lo reemplazó por Arcontes vitalicios y hereditarios
iniciando así el gobierno de la aristocracia.

Para el siglo VIII está consolidado el gobierno de la aristocracia a través del Colegio de los Arcontes,
éstos eran originalmente tres y sus cargos vitalicios, el Basileis, con funciones religiosas, el
Polemarco, con funciones militares y el Epónimo, encargado de dar su nombre al año y dirigir el
estado; también existía un tribunal de justicia, llamado Areópago, , encargado de vigilar a los
Arcontes. Desde el 750 el cargo de los arcontes sólo duró diez años y al finalizar su gestión debían
rendir cuentas de su labor al Areópago; para el 680 el número de arcontes se elevó a nueve con la
incorporación de los seis Thesmothetai o Guardianes de la ley y duraban sólo un año en sus tareas al
término del cual se integraban al Areópago con carácter vitalicio. Paralelamente la población se
distribuyó en 48 Náucraroi o distritos militares encargados de la defensa del Atica por mar y tierra
y gestiones financieras.

• Instituciones
- Post Invasion Doria
➢ Realeza
➢ Consejo de Pritanos.
- Siglo VIII
➢ Colegio de Arcontes: Arconte Eponimo / Arconte Nasileus / Arconte Polemarca.
➢ Areopago : Consejo / Orden y Funciones Aristocraticas
➢ Eklesia
➢ Magistrados Menores
➢ Guardianes de la Ley
➢ Naucrarias o Distritos Militares

Parte Historica
Algunos de los abusos cometidos por la aristocracia gobernante en la administración de justicia, la
aplicación de las leyes y la acumulación de tierras y riquezas en sus manos, provocaron un fuerte
descontento entre los sectores de menores recursos por la generalización del endeudamiento y la
pobreza que transformó a integrantes de estos estamentos en siervos de los arsitoi. Este proceso se
desarrolló entre los siglos VII y VI y uno de los reclamos básicos era fijar las leyes por escrito así eran
conocidas por todos. El clima de lucha social o stásis existente fue la causa de un intento de “golpe de
estado” dirigido por Cilón, quien con el apoyo del tirano de Megara trató de establecer una tiranía
controlando instituciones aristocráticas. Con la promesa de perdonar deudas y repartir tierras inició un
levantamiento que no pudo sostener hasta ser sitiado y derrotado por fuerzas aristocráticas. Cilón huyó,
pero fue cercado por hambre hasta su ejecución en las puertas de la Acrópolis.

Solón era un miembro más de los Eupátridas que fue elegido arconte superior en el 594 dado el
prestigio que había adquirido al instar a los atenienses, poemas elegíacos de por medio, para defender
a Atenas de un prolongado conflicto que mantenía por la posesión de Salamina y Eleusis. Asumió el
carácter de árbitro entre los sectores sociales enfrentados y propuso un programa de reformas políticas
y económico-sociales que lentamente se fueron consolidando. Una de las primeras medidas que adoptó
fue la llamada sesáchtheia o “liberación de las cargas”, la que benefició a todos quienes habían perdido
sus bienes y su libertad por deudas debido a que estas fueron condonadas. Propuso el desarrollo de la
actividad agrícola fomentando el cultivo de vides y olivos, de los cuales se obtenían los principales
productos de exportación, vinos y aceites; de la misma manera impulsó la instalación de talleres de
cerámica generando un importante intercambio comercial que dio paso a la aparición de la moneda
ateniense. Desde el punto de vista social propuso la división de la población teniendo en cuenta lo que
producía y aportaba cada sector, calculado en medidas de trigo y aceite. A tal efecto distinguió cuatro
clases: a) los de 500 medidas o Pentakosiomédimnoi, b) los de 300 medidas o Hippéis, c) los de 200
o Zeugitai y d) los de menos de 200 o Thetes y dotó a las dos primeras de voz y voto en la Asamblea
o Ekklesia, en tanto que la tercera sólo contaba con voto. Como parte de su reforma política, la
Asamblea se transformó en órgano consultivo y tribunal de justicia y propuso la creación del Consejo
de los Cuatrocientos o Boulé, que se convirtieron en organismos que, con su autoridad, limitaban las
atribuciones de las instituciones aristocráticas Arcontado y Areópago; igualmente propuso la
publicación de las leyes por escrito accesibles a todos.

Una vez que logró la aprobación de este programa de reformas, inició una serie de viajes que se
prolongaron durante varios años, tiempo en el cual se vivió un clima de anarquía que se estabilizó
hacia el 570. El mismo fue protagonizado por tres facciones o “partidos”, cada uno con sus dirigentes
y seguidores y entre sus líderes se destacaron Licurgo (llanura) y Pisístrato (montaña). Licurgo
estabilizó la situación y controló el gobierno del estado hasta 560, sin embargo el enfrentamiento
político-social continuó en momentos en los cuales Pisístrato, con el apoyo de algunos aliados, formó
un ejército personal enfrentó a Licurgo, logró derrotarlo ocupando el gobierno ateniense hacia el 546.
Desde este momento al 527 se instauró la tiranía de Pisístrato quien inició una política de prestigio.
Pisístrato mantuvo el programa de reformas establecido por Solón y buscó los medios para
consolidarlo; algunas de sus medidas fueron impulsar la actividad comercial, las obras públicas y
conceder préstamos a pequeños campesinos. Organizó las Grandes Panateneas como competiciones
deportivas, y reunión panhelénica, y ordenó una primera recopilación de los Poemas Homéricos como
texto nacional y base de la educación de las jóvenes generaciones, también las fiestas Dionisíacas
como sustento de los espectáculos teatrales. El desarrollo del comercio dio origen a la rivalidad
económica con Corinto, la que se proyectó a tiempos posteriores y a la acuñación de las célebres
lechuzas o monedas de plata atenienses que se utilizaron como medio de intercambio en el Egeo y
Mediterráneo. En cuanto a la política exterior favoreció el pacifismo manteniendo buenas relaciones
con el resto de las polis griegas y algunos reinos extranjeros como Lidia y Persia.

A su muerte (527), se alternaron en el poder sus hijos Hippias e Hiparco pero debido a algunos abusos
cometidos y como consecuencia de una conspiración Hiparco fue asesinado, motivo por el cual la
política de Hippias fue más represiva y, con el apoyo de los espartanos, fue expulsado de la ciudad
refugiándose en la corte persa. Para estos momentos la lucha de facciones fue protagonizada por la
llanura, con su líder Iságoras y la costa dirigida por Clístenes; el choque dio el triunfo a Iságoras
quien intentó hacer un gobierno duro con apoyo espartano, pero fue expulsado y se llamó a Clístenes
para que asumiera la gestión del estado. Clístenes advirtió los necesarios y profundos cambios que
demandaba la situación político-social y, con el objeto que la aristocracia gobernante tuviera un límite
razonable a la situación que había alcanzado, puso en marcha una verdadera isonomía o “igualdad de
todos ante la ley” como base de una democracia como forma de gobierno. A tal efecto tomó como
fundamento y nuevas estructuras cívicas a las pequeñas comunidades rurales denominadas demos,
dividiendo todo el territorio del Atica en cien demos que congregaban un número determinado
de ciudadanos, haciendo que cada ateniense se convierta en ciudadano de pleno derecho integrándose
en el demos correspondiente. Cada una de estas unidades tenía su propia asamblea, su dirigente o
demarco y sus propios cultos, además fueron reagrupadas en tres grandes conjuntos que representaban
los diferentes grupos de población, interior, ciudad y costa.

Paralelamente cada una de estas grandes unidades administrativas fue dividida en diez distritos o
tritias, compuestos de un número variable de demos, reforma que completó con una redistribución de
las tribus las que aumentó a 10 e integró con tres tritias extraídas de cada una de las nuevas zonas
territoriales en que había sido dividida el Atica.

En consecuencia nuevos sectores sociales accedían a la ciudadanía mediante estas nuevas


corporaciones cívicas. Estos cambios se completaron con los políticos debido a que propuso la
creación del Consejo de los Quinientos o Boulé, el cual limitó profundamente las atribuciones del
Areópago, incorporó un nuevo arconte, llegando su número a 10, uno por cada tribu, instituyó el
colegio de los 10 Estrategas o comandantes militares y fortaleció el rol de las asambleas por demos;
otra medida destacada fue la institución del ostracismo o destierro para todo aquel ciudadano
considerado peligroso por su poder y ambición política.

Ambiente Cuultura y Religioso


La época arcaica es un período de intensa vitalidad en el que floreció la cultura helénica en una serie
de manifestaciones que alcanzaron su apogeo en la época siguiente. Las manifestaciones más
representativas se produjeron en el campo de la literatura, la filosofía y el arte, aunque no debemos
olvidar el campo religioso. En la literatura se desarrolló la lírica, que desplazando la épica se impuso,
como poesía cantada, primero en Jonia y luego en la Grecia continental. Estas composiciones tienden
a reflejar o expresar sentimientos del poeta frente a temas amorosos, políticos, filosóficos, sociales,
etc. En este período también nació el género dramático en relación a las festividades religiosas en
honor a Dionisos abarcando dos tipos de creaciones, la dramática y la cómica. De carácter
improvisado, este canto se convirtió en literario para ser escrito por un poeta y aprendido por los
coreutas. Respecto a la comedia, evolucionó desde los cantos dionisíacos, groseros y obscenos, hacia
formas literarias más elaboradas. Destacamos el nacimiento de la historiografía a través de los
logógrafos quienes dejaron de lado la intervención divina en los asuntos humanos y se ocuparon de
estos a través de la elaboración de genealogías, relatos de la fundación de ciudades, descripciones
geográficas, etnográficas, etc.

En el campo de la filosofía, a partir del siglo VI en Jonia también, sobre todo en Mileto, declinó el
pensamiento mítico y comenzó a desarrollarse un saber de tipo racional. Los interrogantes planteados
giraron alrededor del origen del mundo (problema físico) e interesaron a dos escuelas: la de Mileto y
la de la Magna Grecia. Los pensadores del momento, inquietos frente al constante proceso de cambio,
buscaron algo permanente, algo primordial. Los pensadores de esta época no distinguieron entre
ciencia y filosofía dedicándose a toda clase de observaciones. En cuanto a la ciencia, en la época
arcaica, funcionaron dos escuelas de medicina asentadas en Cnido y en Cos. A través de ellas se
estudiaron síntomas de diversas enfermedades tratando de determinar diagnosis y tratamiento.
También se desarrollaron la matemática, la astronomía y la geometría. Los principios de la
geometría y la aritmética se desarrollaron a partir de Pitágoras y la astronomía desde Tales. En el
campo del arte, éste se caracterizó por su fuerza y vitalidad además de recibir influencias de Oriente.
En la arquitectura la construcción de templos tomó como base el megarón micénico y como
complemento se desarrollaron los estilos dórico y jónico, siendo la columna del primero más sólida y
robusta en tanto que la del segundo es más bella y esbelta.

La escultura imprimió cierto movimiento y sensibilidad a la representación de las figuras utilizando


la madera, el mármol y el bronce. El modelo de figura masculina tomo el nombre de kuroi, en tanto
que la figura femenina se llamará korai. La pintura se desarrolló como complemento de las otras dos
y como decoración de la cerámica a través de la técnica de figuras rojas sobre fondo negro y viceversa.
Los temas representados fueron escenas mitológicas y de la vida cotidiana como banquetes, funerales,
oficios, composiciones amorosas, etc. Desde el punto de vista religioso, las creencias de los griegos
giran alrededor de una religión con los caracteres como el politeísmo y la representación de la
divinidad. Quizá su originalidad haya estado en proporcionar a los dioses figura humana y los
mismos sentimientos, deseos y apetencias de los hombres, aunque se los veía como más bellos,
jóvenes, fuertes e inmortales gracias a que se alimentaban de néctar y ambrosía.

En su panteón se advierte la presencia de divinidades celestiales y terrestres. Luego de la invasión


jonia aparece estructurado el panteón griego, tomando como modelo la monarquía micénica con una
divinidad suprema, Zeus, como padre de los dioses y los hombres y el resto de los dioses, con sus
cualidades y atributos especiales, tanto divinidades femeninas como masculinas, que en conjunto son
denominados Olímpicos, por ser el Monte Olimpo la sede de sus moradas. El resto del panteón está
conformado por Divinidades Mayores a los que podemos agregar divinidaes menores, los héroes
nacidos de la unión de un Dios y un mortal, divindiades que reprersentaban fenómenos naturales,
demonios, espíritus, etc. A este rico panteón se rendía culto público del que participaba el pueblo bajo
la dirección de los sacerdotes. Como parte del culto existían los misterios, a través de los cuales se
pretendía lograr la unión del hombre y la divinidad, siendo los más célebres los de Eleusis; los oráculos
para indagar el porvenir y los grandes Juegos Panhelénicos como por ejemplo los Olímpicos en honor
del padre de los dioses.
Grecia Clasica
El período conocido como Grecia Clásica se inició tras la victoria de los griegos, atenienses
principalmente, sobre el Imperio Persa, a fines de la década de los ochenta del siglo V a. C. El mismo
se identifica con la historia de una sola ciudad: Atenas, sobre la que se concentra la mayor parte de
nuestra documentación tanto de carácter literario, como epigráfico o arqueológico. La aparición de
Persia en el horizonte griego condicionó, en buena medida, su desarrollo entre fines del período arcaico
y comienzos del clásico porque hasta ese momento, los griegos, no habían tenido que afrontar ninguna
amenaza exterior de esta envergadura.

Guerras Medicas
• Fuentes: Para el conocimiento de este conflicto bélico, y en general de los persas, dependemos
de los autores clásicos que, aunque parciales, cubren la falta de testimonios persas como los
llamados Anales Reales. Uno de los escritos principales, sólo conservado en fragmentos, se debe
a los logógrafos jonios. Otro aporte destacado corresponde a Esquilo, quien combatió en la
batalla de Maratón, y su tragedia Los Persas. La obra más importante para el estudio del
momento son las Historias de Heródoto de Halicarnaso, las que nos ofrecen información sobre
el enfrentamiento y la historia, la economía y la etnogeografía de los persas.

En el momento conocido como “Primera Colonización” los griegos de los Balcanes se expandieron
hacia las costas de la península de Anatolia estableciendo las regiones que bautizaron como Eolia,
Jonia y Dórida. A lo largo de este litoral fundaron una serie de ciudades. . Estas ciudades convivieron
con los reinos de Frigia y Lidia y, a partir del siglo VI a. C. comenzaron a sufrir la presión de los
persas. La posterior conquista persa de la región interrumpió los contactos que se habían establecido
con los lidios, y privó a las ciudades griegas de su papel de intermediarias en el intercambio comercial
de la región con el Egeo y Mediterráneo. Persia, a través del accionar de sus soberanos, sobre todo
Ciro II y Darío I, se había transformado en un extenso imperio. Ciro II se opuso a los medos, conquistó
el reino de Lidia, el neobabilónico, las ciudades fenicias y algunas de las ciudades griegas de la costa.
Por su parte, Darío I, realizó una campaña contra los escitas desde el punto de vista político se
colocaron tiranos propersas en su gobierno y en lo económico obstaculizaron el tráfico comercial
desviándolo hacia las ciudades fenicias, ahora en su poder. La presencia persa generó un clima de
desconfianza, luego de la segunda colonización, y superaban problemas internos derivados de la
organización institucional de las poleis.

La causa lejana de las guerras debe buscarse en la consecuente inquietud política y económica
generada, entre los griegos de Asia Menor, ante la presión persa mencionada y la causa próxima en la
llamada rebelión de Mileto. Esta ciudad se encontraba bajo el gobierno del tirano Histieo, impuesto
por los persas, quien había recibido el cargo a raíz de importantes servicios prestados a Darío. Su
sucesor, Aristágoras, apoyado por el sátrapa de Sardes. o. En su intento fracasaron y Aristágoras
consideró el levantamiento jonio como una posibilidad de salvación. Entre –500 y –499 se proclamó
el fin de la tiranía persa y se organizó la insurrección general de las ciudades. Para cumplir su objetivo
se solicitó ayuda a las ciudades griegas de Europa, aunque la respuesta no fue uniforme, Esparta no
colaboró, lo mismo que Corinto y Egina, no así Atenas y Eretria las cuales enviaron una flota de 20
barcos. Los jonios ocuparon Sardes y sublevaron la costa desde el Helesponto hasta Chipre. Persia no
respondió en forma inmediata pues la insurrección los sorprendió. Hacia –497 lograron la recuperación
de Chipre y los estrechos y, en un movimiento envolvente, se dirigieron hacia Mileto donde se
desarrolló la batalla de Lade, la cual terminó con el levantamiento y la ocupación persa de la ciudad
(-495). A partir de este momento, Darío decidió enviar una expedición de castigo contra las ciudades
griegas de Europa que habían colaborado en la insurrección.

Planteado así el enfrentamiento, es de advertir la desigualdad de las fuerzas en pugna; un puñado de


comunidades rurales, con escasos recursos y débil organización, se enfrentaba a un imperio
estructurado y organizado, que había impuesto su dominio en el mundo oriental por su superioridad
técnica, militar y financiera. Las poleis griegas, aun advirtiendo el peligro de la situación, continuaban
celosamente aferradas a su autonomía y resistían cualquier intento de unificación que se tradujera en
la elaboración y planteo de una estrategia común.

En n el –492 Darío dispuso el envío de una expedición militar contra la Hélade. Esta estaba al mando
de su yerno Mardonio e iba por mar y por tierra con el objetivo de asegurar los dominios persas en
Occidente. La flota partió desde Cilicia y tomó Tasos, pero fracasó a raíz de los ataques de las tribus
de la costa tracia y de una feroz tormenta que se desató en el Monte Athos. Mientras tanto, las ciudades
griegas tenían crisis internas y diferencias entre sí. En Atenas se destacó el accionar de hábiles líderes
como Temístocles y Milcíades con notables diferencias entre ellos. También había algunos conflictos
en la Hélade, Atenas estaba en guerra con Egina, junto a Tebas y Esparta se enfrentaba con Argos.
Darío aprovechó la coyuntura para preparar una nueva expedición, esta vez al mando de Datis y
Artafernes (-490), la cual debía dirigirse, directamente, contra Atenas y Eretria. Otro de sus propósitos
era tomar la mayor parte de las Cícladas y ocupar Eubea. Cumplidos estos objetivos se dirigieron al
Ática y, por consejo de Hipias, hijo del tirano Pisístrato refugiado en la corte persa, desembarcaron en
la llanura de Maratón. Allí, en septiembre de –490 se libró la batalla del mismo nombre, Atenas
guerreó sola sin la colaboración de ningún tro estado griego, derrotó al ejército persa, en una acción
que la cubrió de gloria y que siempre fue recordada en tiempos posteriores.

Debe tenerse en cuenta el rol que jugó Milcíades, quien logró que se aprobara en la Asamblea su
propuesta de resistir en ataque invasor. Además, la batalla gestó un modelo de hoplita. Lentamente
Atenas comenzaba a proyectarse como la polis más poderosa del momento. Sin embargo, para los
persas sólo fue un incidente, en general se había consolidado su dominio sobre el Egeo, lo que le
permitió atender otras cuestiones más urgentes, como las rebeliones de Babilonia y Egipto. Despues
de Maratón hubo un impasse hasta –480, tiempo en que los persas debieron enfrentar las sublevaciones
mencionadas, producidas a raíz de la muerte de Darío y la ascensión al trono de Jerjes. Atenas, donde
comenzó a destacarse la figura de Temístocles, continuó con la política de construcciones navales y
reformas constitucionales. La política de Temístocles lograba consolidarse con la creación de la
estrategia y la propuesta de elección de un comandante supremo, además logró autorización para
emprender la construcción de una flota de 200 naves que transformó a Atenas en la potencia naval
más importante de la Hélade. Hacia –483, Persia, bajo el gobierno de Jerjes, preparó un nuevo ejército
y flota; en forma paralela emprendía la construcción de un canal en el Athos e instalaba puestos y
depósitos en Tracia y Macedonia. Tres años después avanzaba sobre Grecia por el norte, ocupaba
Tesalia y Tebas. En respuesta, los griegos, con clara actitud panhelénica, se reunían en un congreso
en Corinto, fijaban una alianza ofensivo-defensiva frente al invasor, decretaban una paz general entre
las ciudades y designaban a Temístocles para dirigir la defensa. La fuerza más considerable la
representaba Esparta y sus aliados peloponesios, en tanto que Atenas contaba con importantes recursos
financieros procedentes de la explotación de las minas de plata de Laurión.

El ejército aliado se estableció al sur del monte Olimpo, luego retrocedió hasta el paso de las
Termópilas, por su parte la flota encerraría al enemigo entre Eubea y los estrechos en el cabo de
Artemision. El rey espartano Leónidas se encargó de la defensa del paso siendo derrotado a raíz de
una traición. . El triunfo persa en las Termópilas dejó abierto el camino para que avanzaran los persas
sobre el Ática y ocuparan y arrasaran la ciudad de Atenas, en momentos en los cuales los atenienses
emprendían la retirada hacia Salamina, Egina y Trozen (islas vecinas). La flota descendió para
protegerlos concentrándose en Salamina. Los persas avanzaron sobre el Peloponeso y en respuesta
Esparta decidió cerrarles el paso en el istmo de Corinto. Temístocles decidió presentar batalla
elaborando una estrategia que permitió encerrar la flota persa; esta acción conocida como batalla de
Salamina (-480) provocó el debilitamiento del poderío persa, la retirada de Jerjes, quien había
instalado un trono en la costa para ver el desarrollo de la misma, y la entrega del mando a Mardonio.
Los hoplitas espartanos detuvieron un avance persa en la costa del golfo. De regreso, Jerjes inició
nuevos preparativos para otra campaña, en momentos en los cuales Temístocles era reemplazado por
Jantipo (padre de Pericles) y Arístides. Mardonio hizo ofertas a los griegos, por mediación de su aliado
Alejandro I de Macedonia, pero no obtuvo resultados. Hacia allí se dirigió el rey Pausanias de Esparta
para enfrentarlo, librándose la batalla del mismo nombre (-479). Esta fue un rotundo triunfo de los
griegos que pasaron a la ofensiva, Mardonio cayó en la lucha, el campamento persa fue arrasado y los
sobrevivientes se retiraron hacia el norte. La flota griega, desde Salamina, cruzó el Egeo y avanzó
hasta Samos y Jonia deteniéndose en cabo de Micala, en la desembocadura del Meandro. Instalados
en el lugar tomaron por sorpresa a los persas, quienes demoraron la reacción, en momentos en los
cuales su flota era incendiada por los griegos. Es así como el ejército y la flota griega aniquiló el
poderío naval persa, para, posteriormente eliminar las guarniciones persas del Helesponto ubicadas
sobre las ciudades de Sestos y Bizancio.

• Como consecuencia de las guerras se fortaleció Atenas quien vio la posibilidad de iniciar una
política hegemónica en la Hélade, comenzó a desarrollarse el panhelenismo, se logró la
independencia de las ciudades de la costa de Asia Menor, se libró el Egeo y el Mediterráneo
oriental de la amenaza persa y se desarrolló un fuerte ideal de libertad. Para los persas
significaron el comienzo de su declinación y el retroceso en sus intenciones de avanzar sobre
Occidente.

Pentecontaetia
Corresponde a la etapa denominada Grecia Clásica. No es una época de paz, al contrario Atenas
continuó sus acciones contra los persas y se desarrolló la llamada primera guerra del Peloponeso entre
otros acontecimientos. A lo largo del mismo se produjeron dos hechos determinantes de la historia del
período: el desarrollo de la potencia naval ateniense y la ruptura de relaciones entre Esparta y Atenas.
Las dos principales potencias helénicas se situaron frente a frente, encabezando cada una de ellas una
confederación formada por otros estados, y experimentaron políticamente una evolución interna
opuesta. Atenas consolidó el sistema democrático y puso en ejecución una política expansionista;
Esparta tendió a encerrarse en si misma imponiendo una política más prudente y conservadora en el
Peloponeso.

Atenas encontró campo libre para consolidar su expansionismo dado que la coyuntura le favorecía.
Paralelamente Pericles comenzó su carrera política y condujo la evolución del proceso hacia la
denominada democracia radical y, si bien fue la colectividad política la que protagonizó el fenómeno,
éste suele atribuirse a un solo hombre como figura representativa de los rasgos sustanciales del
proceso. Es así como la denominación Siglo de Pericles corresponde a este momento y se proyecta al
siguiente y a la historia universal.
• Fuente: La principal fuente para su conocimiento es el libro I de la Historia de la Guerra del
Peloponeso de Tucídides. La evolución interna del sistema político ateniense, y sus fundamentos
sociales, puede ser conocida a través de Pseudo Jenofonte y su Constitución de Atenas o La
República de los Atenienses.

Liga de Delos
Si bien Atenas había demostrado su potencial naval durante la batalla de Salamina, necesitaba
proveerse de un sistema de fortificaciones y constituirse en centro de una coalición de aliados que
fortaleciera su posición en el ámbito egeo. A tal efecto puso en marcha un ambicioso programa de
obras defensivas construyendo murallas para proteger la ciudad y el puerto del Pireo. El segundo paso
de su ambicioso programa fue la creación de una confederación de estados que consolidara su
superioridad marítima y financiera. Para concretarla lanzó, por gestión de Arístides, llamado el Justo,
la denominada Liga de Delos en el -477 en forma de alianza ofensivo-defensiva que aseguraba la
continuación de la lucha contra los persas. La liga tenía como principal objetivo eliminar la presencia
persa del Egeo y costas de Asia Menor. Los estados insulares de Lesbos, Quíos, Samos, Naxos y Tasos
hicieron el primer tipo de aporte, el resto lo hizo en metálico que formaba el phoros o tesoro en un
total de 460 talentos. Este se depositaba en el templo de Apolo, ubicado en la isla de Delos, en el
centro de las Cícladas.

En total, la liga llegó a reunir 250 ciudades, distribuidas en cinco regiones: Helesponto, Jonia, Caria,
Tracia e Insular, y se designó a Arístides como árbitro general. Atenas, desde un principio, tuvo la
supremacía, debido a que cada confederado no tenía derecho a salir de la liga. . Otro factor que
contribuyó a su supremacía fue poseer la flota más numerosa y encargarse de la administración de las
finanzas comunes

Expansión y Democracia
En esta coyuntura el verdadero rector de la liga ático-délica fue Cimón, hijo de Milcíades quien
fortaleció su papel en la política interna de Atenas, cuando Temístocles, su principal rival, fue
condenado al ostracismo. Efectivamente Temístocles era partidario de consolidar el poderío naval
ateniense, sin tener en cuenta a Esparta y continuar la guerra con los persas, en tanto que Cimón tendió
a buscar un acercamiento con los espartanos. La política naval de la liga experimentó una significativa
evolución bajo el liderazgo de Cimón quien conquistó Esciros, donde dijo haber encontrado los restos
de Teseo, consolidó el dominio de Caristo en el sur de Eubea, tomó las bases persas en Tracia,
ocupando Eión, en la desembocadura del Estrimón y liberó las ciudades de Caria y Licia, que se
incorporaron a la liga. Sin embargo, la política expansionista ateniense no era bien vista por el estado
espartano, despertando recelos y desconfianza. Para estos momentos, las buenas relaciones que se
buscaba mantener con Esparta se quebraron, a raíz de un profunda crisis interna vivida por los
espartanos (terremoto y rebelión de hilotas) y del fracaso del envío de ayuda ateniense, dirigida por el
mismo Cimón. En realidad, Esparta había solicitado colaboración ateniense, pero celosa de la forma
en que se vinculaba con los aliados de la liga y del giro que estaba tomando su política exterior, decidió
rechazarla y como Cimón, personalmente, fue quien dirigió esta acción, al regresar a Atenas fue
duramente criticado y castigado con el ostracismo, por el fracaso de su política proespartana. Esta
decisión debe entenderse considerando el nuevo clima de stásis que vivía el estado ateniense con el
enfrentamiento entre oligarcas y demócratas.

Estando Cimón en el ostracismo, habían comenzado a manifestarse algunos cambios en la política


interna de Atenas. Lentamente el Consejo de los 500, que coexistía con el Areópago en su carácter de
baluarte de los grupos aristocráticos, comenzó a competir con él por el control de las magistraturas.
Los grupos democráticos exigían que se traspasara totalmente esta función al Consejo, a ello debe
sumarse la aplicación del sorteo, para cubrir cargos en el Arcontado, el reemplazo del polemarco por
los estrategos y el fortalecimiento de la Asamblea Popular en la toma de decisiones. Todas estas
medidas profundizaron el enfrentamiento oligarquía-democracia, debilitando la posición de los grupos
oligárquicos para aumentar la influencia de los democráticos. Finalmente, Efialtes, personaje poco
conocido, en -462 llevó a cabo el golpe definitivo al despojar al Areópago de todas sus competencias
judiciales, traspasándolas a las instituciones democráticas; el Areópago sólo conservó la facultad de
juzgar sobre crímenes de sangre. Con estas reformas se consolidaba una democracia radical. No
obstante estas decisiones adoptadas, el bando oligárquico promovió el asesinato de Efialtes con el
deseo, que su muerte, detuviera este proceso, sin tener en cuenta que su herencia política sería asumida
por su mano derecha, Pericles. (-461)

Pericles fue quien rigió los destinos atenienses en los 30 años posteriores. Identificado con los
demócratas radicales pretendió fortalecer las prerrogativas del demos dentro de las instituciones
ciudadanas y extender la hegemonía ateniense en el exterior. Dotado de destacadas cualidades para el
mando, fue electo estratego durante quince años consecutivos dando lugar al momento que Tucídides
denominó la democracia del primer ciudadano. Desde el punto de vista de la política exterior, la
democracia radical, tuvo que decidir en dos frentes: Persia y Esparta. La ofensiva contra Persia se
reinició con una intervención ateniense de apoyo en Egipto, que se había revelado contra los persas, a
cambio de abastecimiento de granos que demandaba su crecimiento demográfico.

Paralelamente, Atenas extendía su influencia sobre varias regiones de la Hélade como Acaya, Delfos,
Grecia central, Tesalia, Beocia, Mégara y la isla de Egina, lo que generó recelo y enemistad de Corinto.
Los roces con Esparta mermaron, momentáneamente, con la firma del tratado de paz por treinta años
en -446/-445. Al mismo tiempo se reconocía su hegemonía naval sobre el Egeo y consolidaba
posiciones frente a Persia con la que se había firmado un tratado de paz en -449, conocido como Paz
de Callias el cual reconocía la autonomía de las ciudades jonias de Asia Menor. En consecuencia,
varias ciudades de la liga de Delos, consideraron que ésta no era necesaria y debía disolverse, en tanto
que Atenas fomentó lo contrario. Otras medidas que acompañaron este proceso fueron imponer la
moneda y el sistema de pesas y medidas ateniense en todo el ámbito de la liga. También dispuso que
todas las cuestiones de la política interna de los miembros de la liga debían ser resueltos en la
Asamblea ateniense y se instalaron colonias militares, en territorio aliado. En este escenario, la
oposición buscó un líder con el objeto de litigar con Pericles, este fue Tucídides, hijo de Melesias,
emparentado con Cimón, buen orador y político y de carácter moderado. Sin embargo la personalidad
de Pericles, su actuación política, el papel del demos en la Asamblea donde imponía su voluntad, bajo
la dirección del “primer ciudadano”, no crearon un espacio favorable para la actuación de la oposición,
la que, por el contrario debió replegarse.

Democracia Ateniense
Con el plan de reformas ejecutado por los sectores populares, se consolidaron las instituciones
democráticas; en efecto la tercer clase soloniana tuvo acceso a los cargos públicos, se instituyó el
sorteo como forma de elección para todos los cargos, se asignó un pago o sueldo a quienes
desempeñaran una función pública y la cuarta clase fue autorizada a concurrir a las reuniones de la
Asamblea y postularse para integrar el Consejo de los 500 y tribunales populares. La a estructura social
de la ciudad democrática tenía como sustento estos tres sectores sociales, los ciudadanos, quienes
debían reunir los requisitos ya mencionados y gozaban de plenos derechos, los metecos, en su carácter
de extranjeros libres domiciliados en el Atica, con la obligación de aportar un impuesto que les exigía
el estado, el metoikion, de ahí su nombre y los esclavos, como extranjeros no libres incorporados a la
sociedad como mano de obra procedente de aquellos estados miembros de la liga que se rebelaban y,
como castigo, eran intervenidos y parte de su población esclavizada. Los esclavos tenían carácter
público y privado.

Desde el punto de vista económico, las actividades agrícolas aportaron parte de los recursos del estado
ateniense y se sustentaban en grandes fincas, cercanas unas a otras y pequeñas explotaciones familiares
en manos de labradores independientes. En cuanto a actividades artesanales, se habían instalado
fábricas de espadas, escudos, muebles, cerámicas, en tanto que las esposas de los ciudadanos se
encargaban de las tareas de hilado y tejido. Destacado lugar ocupó el comercio a través de los
intercambios y contactos que generó en el Egeo y Mediterráneo y el significativo accionar de la flota
ateniense y el puerto del Pireo.

Ambiente Cultural
En la primera generación un marcado fervor religioso caracterizará a las creaciones del espíritu, el
triunfo de Atenas es visto como propio de la divinidad poliada, es el castigo divino sobre el hombre
dominado por la hybris (exceso) el que simboliza el triunfo griego, sobre todo ateniense, sobre el
persa. La segunda generación está constituida por personajes pertenecientes a aquel círculo que se
conformó en torno a la figura de Pericles y su concubina Aspasia. Para estos momentos el equilibrio
político y social se proyectó al plano cultural, favoreciendo las mejores creaciones en el campo de la
literatura, el arte y el pensamiento. Un continuador de las representaciones trágicas que se habían
iniciado con Esquilo, lo tenemos en Sófocles.

La historiografía alcanzó un importante progreso de la mano de Heródoto, quién interesado por el


enfrentamiento entre griegos y persas compuso sus Historias tomando como eje este conflicto pero
interesándose por la descripción de pueblos, costumbres y formas de vida de diversas regiones del
Mediterráneo oriental. En cuanto al pensamiento continuó el progreso de la especulación filosófica
centrada en el origen del mundo aunque ello no impidió el surgimiento de figuras que ya comenzaron
a interesarse por cuestiones antropológicas como los Sofistas que alcanzaron apogeo en la centuria
posterior.

La tercera generación se insertó en un momento de crisis que encuentra sus orígenes en las luchas
fratricidas que enfrentaron a Atenas y Esparta. Una proyección de la misma fue el individualismo que
tendió a negar valores colectivos y en el que influyeron las enseñanzas de los sofistas. Además
promovieron una formación integral en diversos saberes y difundieron la idea que el hombre era la
medida de todas las cosas, representantes de este sector intelectual fueron Protágoras, Gorgias, Hipias
y Pródico. En cuanto a representaciones teatrales, Eurípides, insertó su producción trágica en las
problemáticas de su tiempo. En contraposición a este género, se desarrolló la comedia, siendo el autor
mejor conservado Aristófanes. La labor historiográfica alcanzó un importante progreso con Tucídides,
quien está considerado el creador de la historia pragmático-política. Su centro de interés fueron las
guerras entre Atenas y Esparta, de ahí que su trabajo lleve por título Historia de las Guerras del
Peloponeso. Desde el punto de vista filosófico, se indicó más arriba el interés que comenzó a despertar
el hombre como objeto de estudio. De la mano de Sócrates la filosofía incursionó en problemas éticos.

En lo que se refiere al arte se hace referencia al llamado estilo severo presente tanto en la escultura
como en la arquitectura. s. Un importante desarrollo alcanzó la escultura, tanto en mármol como en
bronce, y la pintura de vasos cerámicos. La Acrópolis de Atenas se convirtió en el más bello exponente
del desarrollo artístico alcanzado, allí Pericles de la mano de Fidias plasmó las mejores creaciones del
espíritu ático. El siglo IV, en cuanto a manifestaciones culturales en general, está caracterizado por el
predominio de la inquietud, el hombre se plantea nuevos interrogantes, hay un marcado individualismo
en detrimento del compromiso cívico.

Jenofonte, prolífico escritor fue el continuador de la tarea historiográfica iniciada por Heródoto y
Tucídides, aunque con méritos menores. Hubo otros historiadores pero su producción se ha perdido
en gran parte. Este siglo fue uno de los momentos más trascendentes de la filosofía antigua a través
del accionar de Platón y Aristóteles y sus creaciones educativas: la Academia y el Liceo, como
espacios de estudio y desarrollo del pensamiento. Ambos se hallan inmersos en las problemáticas del
siglo y estas motivarán parte de su reflexión. Platón elevó la filosofía a la búsqueda del sentido
absoluto de las cosas; Aristóteles, dotado de una curiosidad universal, no sólo quiso alcanzar el
conocimiento de ellas sino también su orden y sistematización.

Conflictividad entre Polies


A partir de las Guerras del Peloponeso, se inició este proceso, conocido como conflictos entre las
poleis griegas, al que puede sumarse la etapa de la llamada crisis de hegemonías, que tuvo como
resultado el agotamiento, humano y material.

Guerra del Peloponeso : –431 y –404


El fracaso del tratado de paz firmado entre Atenas y Esparta en el –445 significó el enfrentamiento de
ambas ciudades, y sus respectivas Ligas, en un prolongado conflicto bélico. Corcira, colonia de
Corinto, debió enfrentar una lucha entre oligarcas y demócratas en su colonia de Epidamno. El grupo
democrático solicitó ayuda a Corcira, el que les fue negado, razón por la cual acudieron a Corinto
encontrando respuesta favorable. Esto generó una rivalidad entre metrópoli y colonia debido a que
Corinto pertenecía a la Liga del Peloponeso y Corcira, para no verse aislada, se acercó a la Liga de
Delos. Atenas concertó un tratado con ella, por su importante flota. En –433 se enfrentaron Corinto y
Corcira, que es lo mismo que decir Liga del Peloponeso y Liga de Delos (batalla de Sybota) y Corinto
debió retirarse aunque sin considerarse derrotada. En Calcídica el problema se presentó en Potidea,
colonia de Corinto perteneciente a la Liga de Delos. La ciudad se reveló contra órdenes recibidas desde
Atenas, las que le conminaban a demoler sus muros defensivos, como Atenas insistió e intervino, pidió
ayuda a Esparta consiguiendo de ésta una declaración de guerra a Atenas. Respecto a Megara, era
ambicionada por ambas ligas, por su posición geográfica, debido a que quien lograra controlarla,
alcanzaría el dominio de las comunicaciones entre Grecia central y el Peloponeso. Megara, era aliada
de Corinto, y rival comercial de Atenas, por ello Pericles decidió aplicar el llamado Decreto Megarense
(-432), por el cual ordenaba, a todas las ciudades de la Liga de Delos, que cerraran sus puertas al
intercambio comercial con Megara, con lo que podía socavar una de las bases económicas de la Liga
rival.

Para estos momentos el gobierno de Esparta estaba ejercido por Arquídamo II, quien recibió a
embajadores corintios y megarenses los que presionaron a fin de concretar una declaración formal de
guerra. En un primer momento, Arquídamo emprendió negociaciones diplomáticas, porque veía
peligroso enfrentarse a un rival tan fuerte como Atenas. Sin embargo, ante la negativa ateniense se
decidió presentar un ultimátum con exigencias tales que significaban disolver su hegemonía marítima.
El rechazo del mismo puede considerarse una declaración de guerra. Este conflicto, como se dijo más
arriba, se extendió entre –431 y –404, y para su estudio puede ser dividido en tres momentos: Guerra
Arquidámica (- 431/-421), expedición a Sicilia (-415/- 413) y derrota final de Atenas (-412/- 404).
En el comienzo de la guerra arquidámica se enfrentaron dos estrategias, la de Pericles, consistente en
mantenerse a la defensiva detrás de los Muros Largos y llevar la guerra al mar, la de Arquídamo
consistente en invadir el Ática arrasando9 campos de cultivo (sobre todo de olivos) y presentar una
sola batalla. A partir de –431 los bandos comenzaron a prepararse, en momentos en los cuales el
ejército espartano invadía el Ática dirigido por Arquídamo II. En respuesta, los atenienses no salieron
a defenderse, al contrario se refugiaron tras los muros y su flota comenzó a incursionar por las costas
del Peloponeso, tomaron las islas de Cefalonia y Zacyntos e incorporaron a su liga las tribus tracias y
al rey de Macedonia. La estrategia de Pericles, que parecía ser la salvación de la ciudad, sin embargo,
se transformó en su propia enemiga a raíz de la llamada Peste de Atenas (-430). La misma se produjo
debido a que la flota, que abastecería a través del puerto, mediante tripulación enferma que se contagió
probablemente en el Oriente, trajo una terrible peste (fiebre bubónica), que por más de dos años
provocó grandes estragos entre la población hasta diezmarla.

Paralelamente se producía la expedición de Formión hacia el istmo de Corinto, la de Melesandro hacia


Caria y Licia, se lograba la toma de Potidea y comenzaba la crisis interna en Atenas a raíz de la muerte
de Pericles, víctima de la peste. En este grave momento para la ciudad surgieron dos posibles
continuadores Nicias, y Cleón. Cleón fue quien finalmente reemplazó a Pericles e introdujo cambios
en el accionar bélico; para ello dispuso un considerable aumento del phoros (1300 talentos), el cobro
del mismo por la fuerza y pasar a la ofensiva. En lo interno profundizó la brecha con los grupos
oligárquicos; poco a poco comenzaba a vislumbrarse la decadencia de Atenas. En la continuidad de la
guerra, los peloponesios asediaron Platea a fin de asegurar las comunicaciones con Tebas y Atenas
intervino en la isla de Lesbos (-428). Esta isla formaba parte de la Liga del Peloponeso y en respuesta
a la oposición hacia los atenienses, éstos sitiaron Mitilene, la capital, sin que pudieran recibir ayuda
de los espartanos. Cleón era partidario de un duro castigo hacia los mitilenios (ejecución en masa),
dado que su conducta podía ser imitada por otros estados, pero no se cumplió con toda la población,
sólo con la embajada que se dirigió hacia Atenas, aunque debió demoler sus muros defensivos,
entregar la flota y repartir tierras entre los clerucos atenienses. Mientras tanto, y como muestra de ese
frente interno paralelo a la guerra, estallaba una guerra civil en Corcyra entre oligarcas y demócratas;
cada grupo solicitó ayuda a las respectivas ligas, la del Peloponeso apoyó a los primeros y la de Delos
a los segundos. Fue bastante violenta y significó un triunfo para el grupo demócrata y Atenas que, por
otra parte, enfrentaba otros inconvenientes como la falta de alimentos y el agotamiento de sus recursos
financieros. A pesar de esta situación comprometida, logró consolidar su posición en Occidente y
tomar la fortaleza de Pylos en la costa de Mesenia y de los hoplitas espartanos encargados de su
defensa. La respuesta de Esparta demoró, debido a que el Peloponeso se hallaba indefenso. Con una
propuesta de salvación el general espartano Brásidas propuso atacar Tracia y Calcídica, aliadas de
Atenas, a fin de presionarla. Su plan dio el resultado esperado, lo que motivó la firma de un armisticio
por un año. Finalizado el mismo, Atenas envió fuerzas al mando de Cleón, quien fue derrotado y
gravemente herido en la acción, donde también se produjo la muerte de Brásidas (-422). Ambas
muertes dejaron abierto el camino para la paz.

Después de la firma del tratado la situación parecía que comenzaba a normalizarse, aunque en realidad
era una tregua insegura y sospechosa, que ninguno de los estados estaba dispuesto a cumplir, El
descontento de Corinto se manifestó con su separación de la Liga y la división del Peloponeso, en
respuesta, Esparta, pretendió aislarla. Por su parte, en Atenas fue electo estratega Alcibíades, cuyo
tutor fue el mismo Pericles y manifestó su abierta oposición a Nicias con lo que la guerra se reanudaría
desconociendo lo que establecía el tratado firmado. Alcibíades, como representante de la democracia
radical, era partidario de la continuidad de la guerra, para lo cual atacó el Peloponeso obligando a
Esparta a presentar batalla (batalla de Mantinea. –418); en tanto que Nicias consideraba necesario
respetar el tratado firmado. En este clima de tensión se produjo la expedición contra Melos (-416), isla
de las Cícladas que se había declarado neutral, y que constituye una clara muestra del feroz
imperialismo emprendido por Atenas. El ataque, que fue violento, estuvo instigado por Alcibíades,
quién propuso también llevar a cabo la expedición a Sicilia dando comienzo el segundo momento de
la guerra. Atenas intervino con el pretexto de ayudar a Leontinos (había lucha entre oligarcas y
demócratas), quien era amenazada por Siracusa, el estado más fuerte de la isla; en realidad la
pretensión de Alcibíades con esta acción era hacer de Atenas la dueña del Mediterráneo occidental y
oriental.

La expedición era tan numerosa que no parecía de auxilio sino de conquista, pero previo a su partida
se produjo la Mutilación de los Hermes de trágicas consecuencias para Atenas. De este sacrilegio fue
acusado el mismo Alcibíades y se ordenó su detención para ser juzgado en Atenas. Sin embargo,
cuando fue tomado prisionero, escapó, refugiándose en Turios y luego en Esparta, a quien ofreció sus
servicios (traición de Alcibíades). Los atenienses lograron ocupar posiciones en Sicilia acercándose a
Siracusa, para cercarla por mar y tierra, en momentos en los que Alcibíades aconsejó a los espartanos
el envío de una flota hacia la isla y la ocupación de la fortaleza de Decelia a sólo 20 Km. de Atenas.
Mientras se desarrollaba esta acción, Lámaco murió y Nicias quedó al frente de todas las fuerzas y, en
su intento de aislar a Siracusa, fracasó, siendo cercado por los mismos siracusanos. Atenas dispuso el
envío de una flota de auxilio, con la que logró ocupar una fortaleza de la isla y aliviar la presión
siracusana, pero fue derrotada decidiéndose levantar el sitio. Sin embargo, en el momento de partir se
produjo un eclipse, el cual fue interpretado como un mal augurio y demoró la salida casi un mes,
tiempo que fue aprovechado por los siracusanos para aniquilar a los atenienses; el mismo Nicias murió
en la resistencia (-413). Luego de este fracaso la situación de Atenas era muy comprometida. Los
aliados comenzaron a separarse de ella, sólo Samos mantuvo su fidelidad, había perdido.

Por otra parte, Esparta y Persia vieron la posibilidad de aliarse en su contra, ésta última actuó en Jonia
y el Helesponto exigiendo el pago de tributos, en tanto que la ocupación de Decelia se consolidaba.
En este clima adverso y, paralelo a la desintegración de la Liga de Delos y al estallido de rebeliones
en Eubea, Lesbos y Quíos, se produjo el renacer de la oligarquía ateniense que reclamaba el regreso
al régimen de los padres o patrios Politeia. Para el –411 protagonizaron una revolución que designó
una comisión de cinco miembros que debía llevar a cabo las reformas solicitadas, además los cargos
dejan de cubrirse por sorteo y se entregan a los más capaces y más adinerados (no se pagarán más),
sobre un censo de 5000 ciudadanos. De allí en adelante se designó un Consejo de 400 miembros, con
plenos poderes, quienes instauraron un régimen de violencia y terror e iniciaron negociaciones de paz
con Esparta, las cuales fracasaron. No obstante esta situación, era un gobierno débil, que no contaba
con el apoyo ni del ejército ni de la flota, la que se había refugiado en Samos, y tenían como líderes a
los demócratas Trasíbulo y Trasilos. Estos solicitaron la designación de Alcibíades como jefe, dadas
sus condiciones como estratega. Por otro lado, este gobierno cometió una serie de desaciertos en la
conducción del conflicto, llegando a comprometer el abastecimiento de trigo para la ciudad y,
pretendiendo el apoyo espartano.

En la continuidad de la guerra se luchó por el control de los estrechos, Helesponto y Bósforo, objetivo
que fue alcanzado a través del accionar de Alcibíades; ser dominados nuevamente por los atenienses
aseguraba la recuperación comercial y el control del tráfico de cereales. Frente a este líder comenzó a
proyectarse la figura del general espartano Lisandro, quien pudo establecer una flota en Éfeso, en
momentos en los cuales (-408) se lograba el entendimiento definitivo entre Esparta y Persia contra
Atenas. Para el –407 se enfrentaron ambas flotas en la batalla de Notion, triunfando los espartanos, lo
que trajo como consecuencia la destitución de Alcibíades, que comenzaba a gozar de popularidad en
Atenas, y su reemplazo por 10 estrategas dirigidos por Conón.

Hacia el –406 la flota espartana cercó a la ateniense en Mitilene (isla de Lesbos), y el gobierno hizo
un gran esfuerzo para enviar ayuda a fin de obtener un importante triunfo en las Islas Arginusas, lo
que facilitó el control de Egeo. Sin embargo, esto no fue convenientemente aprovechado porque los
náufragos de la batalla no fueron rescatados, debido a una gran tormenta y se procesó a los estrategas
responsables del hecho, considerado un sacrilegio, en un clima de intrigas políticas oligárquicas. La
situación de Esparta era comprometida por lo que hizo ofertas de paz que Atenas rechazó. Para el –
404 Atenas está cercada por mar y tierra, decae el poder de la democracia y se restablecen las
instituciones oligárquicas, las que aceptaron una rendición incondicional sobre estas bases:
destrucción de los Muros Largos, eliminación de la Liga de Delos, entrega de la flota excepto 12
barcos, regreso de los exiliados y sometimiento a la hegemonía espartana. Por su parte, Corinto y
Tebas exigían la aniquilación de la ciudad, asegurando el triunfo de la oligarquía reaccionaria e
inaugurando, para las ciudades griegas, un período caracterizado por los conflictos permanentes.

Hegemonia Espartana
El personaje más influyente y verdadero caudillo de esta etapa hegemónica fue Lisandro, bajo su
acción, lentamente, el imperialismo espartano sustituyó al ateniense, pero en condiciones más duras,
rígidas y exigentes, convirtiéndose en una verdadera dictadura. En el caso de Atenas, el régimen fue
conducido por treinta individuos, pertenecientes a los sectores más conservadores de la ciudad,
conocidos como Treinta Tiranos. Bajo su gobierno, desde el punto de vista político, se destacaron
personajes como Critias y Terámenes, siendo el primero el más extremista. Desde el punto de vista
económico, se manifestó una decadencia del comercio, reapareció la piratería en el Egeo, hubo escasez
de productos y un alza generalizada de precios.

Los grupos demócratas, que eran el principal blanco de los ataques, sufrieron destierros en masa,
asesinatos y confiscaciones. Un grupo de desterrados logró refugiarse en Tebas y, dirigidos por
Trasíbulo, organizaron una expedición libertadora hacia Atenas. En el transcurso de estos hechos,
Critias fue asesinado y su muerte puso fin al gobierno de los Treinta; inmediatamente se convocó a
una asamblea de 3000 ciudadanos, de acuerdo con sus recursos, y se designó un cuerpo de diez
miembros para que asumiera el control de la ciudad. El rey de Esparta Pausanias, opositor a la política
opresiva de Lisandro, ofreció sus servicios como mediador en esta crisis interna. Su oferta fue
aceptada, se inició la etapa de la llamada democracia restaurada, a través de una nueva convocatoria
al Consejo de los 500, la concesión de una amnistía general y la unión de todos los atenienses,
desconociendo el régimen oligárquico instalado en Eleusis. Esta actitud de Pausanias evidenciaba las
diferencias que lo separaban de Lisandro quien había impuesto un régimen de terror y violencia. Por
tales motivos fue destituido y con él cayeron los regímenes oligárquicos impuestos en las ciudades
dependientes, provocando el repliegue espartano a su política peloponésica, el desprestigio de su
política exterior y un cambio en las relaciones con Persia.

En Persia se produjo una de sus habituales crisis dinásticas que tuvo repercusión en el mundo griego.
A la muerte de Darío II, le sucedió su hijo Artajerjes II, pero la madre prefería a su hijo más joven,
Ciro, a fin que asumiera el gobierno; en consecuencia se produjo una guerra civil. Ciro se sublevó y
formó un ejército para destituir a su hermano y ocupar Babilonia, de ese ejército formaba parte un
grupo de mercenarios griegos dirigido por Jenofonte. La acción se desarrolló en -401 y tuvo como
resultado la batalla de Cunaxa en la que murió Ciro y el grupo de mercenarios griegos emprendió la
retirada. Como consecuencia de esta intervención se enturbiaron las relaciones entre Esparta y Persia,
ya que ésta acusó a los estados griegos de inmiscuirse en sus asuntos internos y se emprendió una
campaña militar contra las ciudades griegas de Asia Menor, argumentando su colaboración con Ciro.

El avance de Agesilao permitió lograr un importante triunfo en Sardes (-395), pero debió regresar
ante la situación que se vivía en Grecia, donde los persas apoyaron al almirante ateniense Conón para
que organizara una flota y se enfrentara con los espartanos. Se produjo la llamada guerra de Corinto,
en el transcurso de la cual en la batalla de Cnido, que puso fin al dominio marítimo espartano, se
despertó recelo en ciudades como Tebas, Corinto, Argos y Atenas ante el doble juego persa. Luego de
esta acción, Conón regresó a Atenas como triunfador y la ciudad reanudó relaciones con algunas
ciudades del Egeo y Asia Menor, con consentimiento persa. Esta acción fue la base para plantear una
nueva liga marítima, en circunstancias en las cuales se advertía que era necesario restablecer la paz y
encarar una política panhelénica a fin de enfrentar problemáticas comunes.

• Una vez más, por gestión de los persas se firmo la Paz de Antálcidas en -387, cuyas condiciones
fueron: reunir un congreso en Sardes para definir posiciones y fijar áreas de influencia, Atenas
debió, momentáneamente, renunciar a su intento de formación de una nueva liga marítima
reconociendo la autonomía de las ciudades griegas de la Hélade, Persia extendió sus apetencias
sobre Asia Menor y se encargaría de hacer aceptar estas condiciones del tratado, Tebas perdió
su hegemonía sobre la Liga Beocia y Esparta se convirtió en guardián de la paz y extendió su
influencia sobre Grecia; con estas condiciones se advierte el rol prominente que juega Persia
sobre la dividida y agotada Grecia.

Hegemonia Tebana
Esparta debía encargarse de hacer reconocer las condiciones del tratado en Grecia, donde las poleis
aceptaron lo estipulado. Sin embargo, una de ellas, Tebas, que debió renunciar a su hegemonía sobre
la liga Beocia, no sólo no reconoció el tratado, sino que tampoco aceptó la presencia de un gobierno
oligárquico y una guarnición enviada por Esparta. Decidió resistir, concentrando tropas en las
cercanías de la fortaleza Cadmea, que había sido ocupada por los espartanos, solicitando apoyo de los
demócratas atenienses. Ante este pedido de auxilio, en Atenas, resurgió la idea de conformar la liga
marítima nuevamente. Hacia el -380, siete caudillos tebanos, encabezados por Pelópidas, realizaron
un audaz ataque sobre la guarnición espartana, recuperaron la fortaleza, liberaron Tebas,
reorganizando su confederación y designaron a Pelópidas como beotarca. El apoyo ateniense fue
permanente, en consecuencia se comprometieron sus relaciones con Esparta.

Una vez que consolidó su posición, Tebas puso en ejecución una importante reforma militar la cual
fue dirigida por el general Epaminondas, otro de los líderes de este proceso hegemónico. Por otra
parte, de la mano de Jasón de Feras, se organizó la hegemonía tesalia, la que logró fortalecerse con el
apoyo de Tebas. Estas acciones comenzaron a encender el recelo en el estado espartano, motivo por
el cual Atenas buscó la firma de un tratado de paz. Sin embargo, una serie de incidentes, amenazaron
este ideal debido a que los tebanos amenazaron Platea, Persia buscó nuevamente intervenir en los
asuntos griegos y desestabilizar y, ante el fortalecimiento tebano, se inició una acción directa en contra
de esta ciudad. La misma estaba encabezada por Esparta, quien exigió conceder la autonomía a las
ciudades de la región (Beocia) y envió un ejército con el deseo de imponerse. El enfrentamiento tebano
espartano tuvo lugar en la batalla de Leuctra (-371), con el triunfo de los tebanos que se aseguraron el
dominio en el centro de Grecia y pretendieron extenderse hacia el norte y el sur. A continuación, Tebas
invadió el Peloponeso, apoyó a los arcadios en la formación de su propia liga, incentivó una rebelión
de ilotas y mesenios y, con estos nuevos aliados, aspiró a imponer su predominio en toda Grecia. Hubo
un nuevo enfrentamiento con los espartanos, en la batalla de Mantinea (-362), que si bien fue un triunfo
tebano, Epaminondas resultó gravemente herido y no pudo consolidar posiciones. Paralelamente,
Pelópidas moría en una acción militar en Macedonia. La muerte de ambos significó el hundimiento de
este nuevo intento hegemónico.

Segunda Liga Maritima Ateniense


Desde el -380, y aprovechando algunas de las acciones descriptas hasta este momento, Atenas
vislumbró la posibilidad de conformar una segunda liga marítima. Esta no tuvo las mismas
características que la primera, sino que se trató de mantener en toda acción la autonomía de sus
integrantes. En un primer momento la liga respetó estas condiciones, pero hacia el -360 Atenas
comenzó a inclinar la situación a su favor, imponiendo algunas cleruquías y apeteciendo los recursos
económicos en beneficio propio. En una ambiente de tensión y nuevos enfrentamientos, la liga se
disolvió entre -357 y -355. Era evidente que las poleis griegas estaban agotadas, la crisis de
hegemonías fue acompañada de graves problemas socioeconómicos como el incremento de la miseria,
el abandono de las tierras de labor, la aniquilación de sus recursos humanos y materiales.

Por otra parte, estas problemáticas socavaron lentamente las bases humanas de la ciudad, a tal punto
que el polites no se sentía contenido por ella. El ciudadano tendía a priorizar sus intereses personales
por encima de los de la comunidad; es así como inmersa en profundas cuestiones político-
institucionales, militares y socio-económicas, la polis se presentaba exhausta mostrando haber
renunciado a su autonomía para rendir tributo al nuevo dueño del mundo griego, Filipo de Macedonia.

Ascenso de Macedionia : Filipo II


Macedonia, territorio que los mismos griegos consideraban bárbaro, por estar situado al norte del
Monte Olimpo. Era un estado con una estructura feudal, una monarquía de tipo homérico, economía
agraria, diferencias entre nobleza y campesinado, donde el rey era acompañado en su gestión por la
Asamblea del Ejército o Hetairos, quienes no sólo lo asesoraban, sino que elegían al sucesor, debido
a que el cargo no era hereditario. Para el estudio del reino macedónico contamos con inscripciones y
monedas, los discursos de los oradores áticos, sobre todo Isócrates, Demóstenes y Esquines,
fragmentos de historiadores perdidos como Teopompo y Eforo, algunos libros de la Biblioteca
Histórica de Diodoro de Sicilia, Vidas de Plutarco y el resumen realizado por Justino de las Historias
Filípicas.

A diferencia del resto de Grecia, como se ha expresado, era un espacio con abundantes recursos
naturales, bosques, tierras de cultivo, ríos navegables, pastos y riqueza mineral. Con este rey,
Macedonia inició su proceso histórico manteniendo vinculaciones con el resto de los estados griegos
e interviniendo en el conflicto bélico que se desarrolló contra los persas. Después de las Guerras
Médicas, se replegó, a fin de consolidarse como estado, pero manteniendo contactos con el resto de la
Hélade. El gobierno de Arquelao buscó modernizar el estado y fijar una posición de prestigio entre los
griegos, también impulsó importantes reformas administrativas y militares. En este sentido, es de
destacar la construcción de fortalezas para prevenir invasiones, caminos y organización de un cuerpo
de infantería que acompañaba a la caballería. Otra acertada medida fue el traslado de la capital del
reino desde Egas a Pella, lo que facilitaba la posibilidad de alcanzar una salida al mar y mejorar los
contactos con Grecia.

A comienzos del siglo IV, se produjo una nueva crisis dinástica que favoreció la llegada al trono de
Amintas III. n, hacia el -370 concertó un tratado de ayuda mutua con los atenienses, a fin de obtener
su apoyo frente a enemigos externos a cambio del control de sus posesiones en la Calcídica. A la
muerte de Amintas III, el trono fue heredado por sus hijos en un contexto de amenazas internas y
externas y una fuerte influencia de Atenas y Tebas en la evolución del reino, la que se mantuvo hasta
la llegada al poder del hijo menor de Amintas, Filipo II (-359/-336). Desde el punto de vista de la
política interior, Filipo II buscó el apoyo de la nobleza macedónica, atrajo a la corte la visita de griegos
destacados, fundó colonias de carácter militar y estratégico y reorganizó el ejército. A tal efecto,
transformó a la caballería en el arma principal, con el apoyo de una disciplinada infantería, que tenía
como base de organización a la falange. La falange tenía como armamentos una espada corta, escudos,
el apoyo de arqueros y lanzadores de dardos y la célebre lanza o sárissa de cinco a seis metros de
longitud que hacían de este cuerpo una formación invencible.

La política exterior de Filipo II, tuvo dos grandes objetivos, uno de ellos fue unificar toda Grecia en
torno a Macedonia, como el estado más fuerte y el otro aniquilar a los persas, verdaderos rivales de
las poleis griegas. Para alcanzar el primero buscó una salida al mar ocupando Anfípolis, Pidna, Potidea
y Metone, lo que generó enemistad con Atenas, debido a que eran colonias por ella fundadas. Logrado
este objetivo, en el -356, Filipo II invadió Tracia ocupando tierras hasta el río Nesto, en cuya
desembocadura fundó Filippos, como ciudad-puerto que le aseguraba el ingreso a minas de oro, metal
necesario para la acuñación de monedas que comenzaron a circular por todo el Egeo. Paralelamente
se producía la llamada Tercer Guerra Sagrada. El conflicto enfrentaba a focidios con tebanos y tesalios,
lo que fue aprovechado por Filipo para intervenir y ofrecer sus servicios como mediador. Luego de
una batalla, en la que los focidios fueron derrotados, Filipo logró ser aceptado como miembro de la
anfictionía.

Atenas, preocupada por el accionar de Filipo, decidió enviar una expedición de ayuda a Olinto, la que
fue un completo fracaso en momentos en que se decidía el envío de una embajada para negociar la
firma de un tratado de paz con el rey macedónico. El l tratado se firmó en -348 y lleva el nombre de
su gestor, pero fue una hábil maniobra de Filipo quien, mientras negociaba el tratado y entretenía a los
mediadores que le visitaban, consolidó posiciones en la Calcídica y Tracia. Luego de esta acción,
comenzó a intervenir en el Peloponeso y alcanzó la región del Quersoneso, con lo que amenazó la ruta
triguera ateniense. Es en este momento en que la figura más destacada de la oposición a Filipo, el
orador Demóstenes, consigue la formación de una Liga Helénica dirigida por Atenas. Filipo lejos de
temer, al contrario ocupaba Perinto y Bizancio e intervenía en la Cuarta Guerra Sagrada en su carácter
de mediador y ostentando el título de hegemón. La reacción de Atenas y la liga fue inmediata
enfrentándose, con Filipo, en la batalla de Queronea (Beocia) en -338. La derrota fue aplastante, la
liga debió disolverse, Beocia y su área de influencia fue sometida y se reunió el Congreso de Corinto
que estableció la paz general y la formación de una nueva liga de ciudades griegas bajo la dirección
del rey de Macedonia . Lograda esta meta, se propuso cumplir la segunda parte de su plan geopolítico,
de acuerdo a las sugerencias del orador Isócrates, con el ataque a los persas, para ello envió una
vanguardia de su ejército a Asia con la orden de esperar su llegada, lo que no se efectivizó debido a
que en -336, en el banquete nupcial de su hija, era asesinado.

Alejandro: Campaña Militar y Expasion Imperial


La violenta desaparición de Filipo generó dudas sobre su sucesor, había varios pretendientes al trono,
pero el general Antípatro, de notable ascendencia en el ejército, logró que la asamblea de los generales
en jefe reconociera a Alejandro como sucesor considerando su notable actuación en Queronea.
Alejandro era hijo de Filipo y la princesa Olimpia, descendiente de los reyes del Epiro; tuvo como
maestro y preceptor a Aristóteles quien impartió en él una educación típicamente helénica y motivó
su admiración por Homero y las varias manifestaciones de la literatura griega, de él aprendió la
práctica del discurso y el debate oratorio. Una vez electo e instalado en la corte macedónica, eliminó
a los otros pretendientes y decidió continuar el plan estratégico de su padr

• Fuentes : Alejandro Magno es una de las figuras más significativas y sobresalientes de la


antigüedad clásica que puede ser conocida a través de inscripciones y monedas y fuentes
literarias perdidas y conservadas. Entre las primeras se mencionan registros oficiales que dan
cuenta de todo lo acontecido a lo largo de la campaña militar, como así también cartas enviadas
por el rey a ciudades y personajes contemporáneos y memorias de testigos y participantes de las
acciones del joven rey. En cuanto a las segundas se destacan Diodoro de Sicilia (Biblioteca
Histórica), Curcio Rufo y su Historias de Alejandro, Flavio Arriano y la Anábasis de Alejandro,
Plutarco y la Vida de Alejandro, entre otros autores.

Alejandro Magno es una de las figuras más significativas y sobresalientes de la antigüedad clásica que
puede ser conocida a través de inscripciones y monedas y fuentes literarias perdidas y conservadas.
Entre las primeras se mencionan registros oficiales que dan cuenta de todo lo acontecido a lo largo de
la campaña militar, como así también cartas enviadas por el rey a ciudades y personajes
contemporáneos y memorias de testigos y participantes de las acciones del joven rey. En cuanto a las
segundas se destacan Diodoro de Sicilia (Biblioteca Histórica), Curcio Rufo y su Historias de
Alejandro, Flavio Arriano y la Anábasis de Alejandro, Plutarco y la Vida de Alejandro, entre otros
autores. sucesor. Al mismo tiempo, Demóstenes instaba a los atenienses a revelarse y reconstruir su
hegemonía. Sin embrago, estos intentos fracasaron debido a la rápida reacción de Alejandro, quien
logró que la liga de Corinto rehiciera el tratado firmado con su padre, ratificaran los poderes
concedidos al monarca macedónico y se transmitieran a él.

Realizó una rápida campaña contra los tracios y los ilirios alcanzando las márgenes del Danubio, que
se convirtió en frontera estratégica del reino. Al mismo tiempo, los persas promovieron nuevas
rebeliones en las poleis, lo que fue aprovechado por Demóstenes para, desde Atenas, reiniciar su lucha
oratoria contra Macedonia. La reacción de Alejandro fue rápida, su ejército se hizo presente en las
ciudades sublevadas, dando lugar a un castigo ejemplar sobre ellas, principalmente Tebas, la que fue
arrasada. Asegurado el dominio sobre las poleis, Alejandro marchó hacia Persia, para unirse a la
vanguardia del ejército enviada por su padre, que lo esperaba para continuar la campaña. La rapidez
de su actuación se justifica considerando el poderío de los persas en ese momento, tanto en cuanto a
ejército y flota, y a las intrigas y rebeliones que promovían entre los griegos. Por estas razones,
Alejandro con bastante inteligencia y prudencia, dejó un buen número de soldados en Macedonia,
buscó el apoyo de la asamblea del ejército, que había sido fiel a su padre, y emprendió la marcha sobre
Persia, con cerca de 12000 infantes y 2000 jinetes; no contaba con apoyo de una flota numerosa,
motivo por el cual su estrategia fue llevar la guerra al interior de Persia.

Una vez que ingresó al Asia, los sátrapas persas decidieron esperar a Alejandro en la orilla oriental del
río Gránico cercano a Ilión y el Helesponto, al mismo tiempo la flota persa amenazaba el Egeo y las
ciudades de la Hélade. Ante el retroceso de los persas, para ocupar Anatolia. Las ciudades de Mileto
y Halicarnaso fueron las únicas en ofrecer resistencia, situación que fue controlada por el ejército
macedónico que continuó su marcha. Por su parte, los persas se replegaban dejando el camino libre,
debido a que Darío III decidió destinar todos sus recursos humanos a la campaña por tierra
abandonando sus pretensiones marítimas.

Alejandro descendió hasta Cilicia y tomó Tarso, momento en el que Darío decidió salirle al encuentro
en Iso, junto al golfo de Alejandreta (-333). En esta batalla se encontraron frente a frente Darío y
Alejandro, pero la estrategia del macedónico fue tan hábilmente desplegada, que la derrota persa fue
notable, en grado tal que Darío huyó en medio de la lucha. Luego de este decisivo encuentro, las
ciudades griegas votaron honores especiales para el macedonio y Darío ofreció la firma de un tratado
de paz que fue rechazada al mismo tiempo que decidía dirigirse hacia el sur, a fin de ocupar las costas
de Siria y Fenicia, base de operaciones de la flota persa. En la costa fenicia, fue la ciudad de Tiro la
que ofreció mayor resistencia, motivando un prolongado sitio y severo castigo, una vez que la ciudad
fue tomada.

Estas acciones permitieron asegurar la retaguardia y continuar avanzando hasta sitiar y tomar Gaza,
para después, por Pelusio, ingresar a Egipto. Aquí fue muy bien recibido, como un salvador, y se le
brindaron honores divinos a cargo del clero egipcio. . Para consolidar la ocupación de Egipto, fundó
la ciudad de Alejandría, en una de las bocas del Nilo, a fin de convertirla en puerto defensivo y
comercial y visitó el oráculo de Amón en Siwa, a fin de confirmar su filiación divina y la presencia
del dios en todas sus actuaciones políticas y militares.

Después de abandonar Egipto (-331), inició la marcha hacia el corazón del imperio persa a fin de tomar
las ricas ciudades de Susa, Ecbatana, Persépolis y Pasargadas y dar el golpe definitivo sobre Darío.
Avanzó hasta la Mesopotamia, cruzó el Éufrates y el Tigris. Allí se desarrolló un nuevo encuentro
bélico, el triunfo de Alejandro fue aplastante, nuevamente Darío huyó y dejó abierto el camino para
ocupar las ciudades; lograda esta meta se hizo proclamar rey de Asia. Luego de este choque armado,
que cerró la tercera etapa de la campaña, Alejandro comenzó a adoptar medidas político
administrativas y militares como dueño del Asia, dando a entender que el avance sobre este territorio
debía continuar.

Inició su marcha por las satrapías limítrofes del mar Caspio, donde recibió la noticia del asesinato de
Darío, por parte del sátrapa Bessos quien pretendió proclamarse rey de Persia. A lo largo de cuatro
años continuó su avance ocupando los territorios del Irán oriental, norte de Afganistán, Bucara y
Turquestán hasta el río Yajartes. De ahí en adelante ingresó al Hindukush y comenzó a instalar, parte
de sus veteranos del ejército, en asentamientos estables similares a colonias militares que afianzaran
la conquista. Luego de estas intervenciones dio paso a la ocupación de toda la vertiente oriental del
reino persa, donde también instaló colonias militares, en circunstancias en las cuales comenzó a
manifestarse un malestar entre sus tropas por la extensión de la campaña y el agotamiento que vivían.
También manifestaron su disconformidad porque Alejandro había adoptado la fastuosidad de los reyes
persas, exigía la proskynesis o postración delante de su persona, se proclamó heredero de los reyes
persas, acuñó monedas con su imagen y se rodeó con una corte y una guardia personal. También
comenzó a incorporar nobles y guerreros persas en el ejército, promovió una política de uniones
matrimoniales con doncellas persas (él mismo dio el ejemplo tomando como esposa a Roxana, la
madre de su heredero) y a algunos sátrapas que le prometieron fidelidad, los mantuvo al frente de las
satrapías, confirmando sus propiedades.

Alejandro respondió endureciendo su actitud y ordenando la investigación de conjuras y complots que,


a menudo culminaron con la muerte de algunos de sus oficiales, bajo sospecha de tramar su muerte.
A fines del -327 cruzó el Hindukush a fin de iniciar el ataque a la India; a tal efecto concertó una
alianza con el rey de Taxila, asegurando su apoyo para penetrar en el reino de Poro en la cuenca del
río Hidaspes. Sin embargo, las pérdidas sufridas, el ingreso a un espacio inhóspito y desconocido, la
presencia de un poderoso ejército defensivo y la resistencia de sus tropas, fueron motivos suficientes
para emprender el regreso navegando por el Indo hasta Patala, cerca de su desembocadura. Desde esta
ciudad se planificó el regreso dividiendo las tropas en dos contingentes que debían reunirse en
Babilonia; uno de ellos marchó por mar, siguiendo el camino de la costa, bajo la dirección del
almirante Nearco, el otro, dirigido por el mismo Alejandro, marchó por la ruta de la costa a fin de
apoyar a la escuadra. Esta dura marcha se extendió entre -325 y -324 y, una vez instalado en Babilonia,
adoptó urgentes medidas para afianzar su dominio sobre los territorios conquistados.

Luego de estas actividades, planeaba una campaña al Mar Rojo y Arabia, envió una exploración
geográfica hacia el Mar Caspio y recibió la visita de embajadores desde Occidente (de las ciudades
griegas, de Cartago, de Roma y de los celtas). En medio de estas acciones enfermó gravemente y
murió, víctima de la malaria, aunque algunos historiadores sostienen la hipótesis de muerte por
envenenamiento. Una de las cuestiones estaba vinculada con la designación de sucesor, otra era la
apetencia de sus generales a fin de proclamarse herederos del macedonio, unida a la necesidad de
conservar la unidad político-administrativa de los territorios. Así mismo procuró proteger el
Mediterráneo oriental, de las apetencias de la nueva potencia que se estaba perfilando a través del
accionar de Roma y su política expansionista. Cuestiones estas que fueron algunos de los ejes del
proceso histórico del período helenístico.

Grecia Helenistica
Tiene como punto de partida el ascenso de Macedonia, a través del accionar de Filipo y Alejandro, y
se prolonga hasta el momento en que Roma comenzó su intervención en el Mediterráneo oriental.
Lentamente de habitantes de minúsculas polis, ubicadas en los márgenes del Imperio Persa, pasaron a
ser parte de los dominios de un vasto territorio que se extendió desde el Mediterráneo oriental a los
confines de la India. Efectivamente, la cultura de la polis se extendió por territorios de milenaria
tradición difundiendo las artes, las ciencias, las letras, la concepción del hombre y la educación hasta
la configuración de una unidad que, siguiendo la tradición estoica, pasó a denominarse oikoumene o
mundo habitado. Es decir que esta extensa Cosmópolis se sentía integrada entre si gracias al uso del
griego, como lengua común, y a la cultura helénica vinculada con la oriental.

• Fuentes: Para el conocimiento de la etapa contamos con limitadas fuentes escritas cuyos textos
son breves, incompletos y en ocasiones contradictorios. El trabajo de Justino, historiador del
siglo II d. C., llamado Historias Filípicas. El mejor y más completo historiador, cuya obra se
conserva es Polibio, autor de Historias, las que relatan los acontecimientos desde el 220 a. C., a
él sumamos Diodoro de Sicilia y su Biblioteca Histórica, Plutarco con Vidas Paralelas, Flavio
Josefo y su Historia de las guerras de los Judíos a la que puede agregarse Antigüedades Judaicas.

Helenismo
Una característica propia de la etapa fue la aparición de la monarquía, sostenida en el ejército y en la
expansión territorial. La monarquía macedónica conservó la tradición, de tiempos de Filipo y
Alejandro, que hacía del rey un primus inter pares, en tanto que en el Oriente el rey tuvo carácter
absoluto, fue divinizado, centralizó la administración del estado en la esfera ejecutiva, legislativa y
judicial y debía ser saludado a través de la proskynesis o postración. Esta figura divinizada fue también
jefe de la religión. El soberano helenístico de rodeó de ayudantes y consejeros, llamados hetairoi o
compañeros del rey, elegidos personalmente por él, quienes representaron el rol de ministros o
asesores y, con el tiempo formaron parte de su corte. Podían ser de origen noble o no, se los designaba
de acuerdo a su capacidad y tenían atribuciones para decidir en la elección del sucesor; aunque se
tendió a imponer la tradición hereditaria y elegir en carácter de tal al primogénito o familiar más
cercano.
Otro fenómeno del momento fue la aparición de grandes complejos urbanos o ciudades que contaban
con lujosos templos, pórticos, bibliotecas, teatros, gimnasios, museos y trazado hipodámico adaptado
a los caracteres del terreno. También estaban amurallados, contaban con torres defensivas y su
población era griega exclusivamente o greco-macedónica. En todas estas ciudades se congregaron en
torno al palacio real, poetas, historiadores, sabios, artistas, retóricos que, con su accionar,
contribuyeron a la creación de bibliotecas y museos como centros de estudio, conocimiento y
enseñanza, sobresaliendo en tal sentido Pérgamo y Alejandría.

Economia, Sociedad y Cultural


El trabajo de la tierra era de suma importancia para atender a las necesidades básicas de las
poblaciones. Se advierte que la tendencia general era que los propietarios de las tierras vivieran en las
ciudades e hicieran trabajar las mismas con mano de obra esclava. En los grandes reinos de Egipto y
Siria el dueño original de éstas era el soberano y los trabajadores eran campesinos y porqueros que
habitaban en aldeas rurales. Otras innovaciones fueron la introducción de nuevas especies de
vegetales, el uso de arados de hierro y mejores equipos de labranza, lo que trajo como consecuencia
inmediata el aumento de la productividad, capaz de generar un excedente intercambiable.

El incremento en el cultivo de cereales y hortalizas que formaban parte principal de la dieta de la


población; a ello debe sumarse la producción de vides, olivo, frutales, derivados de la ganadería (leche,
carne), aves de corral, pesca, destinados a satisfacer necesidades locales y generar intercambios. En
este sentido, el comercio y las artesanías ocuparon destacado lugar. La producción artesanal se
concentraba en talleres dedicados al trabajo de los metales, textiles y construcción. El comercio
incrementó su actividad que favorecieron el contacto entre el Mediterráneo oriental, Egipto y el
Cercano y Medio oriente. Alejandría, Rodas, ciudades de la costa fenicia, Atenas, Seleucia del Tigris,
Antioquía, Dura Europos, Petra, se convirtieron en importantes centros de concentración e intercambio
comercial, no sólo de productos básicos, sino también de lujo.

Socialmente se generó un importante movimiento de colonización greco-macedónica hacia territorios


orientales, convirtiendo al espacio helenístico en escenario de convivencia de masas sometidas. Los
contactos entre estos sectores fueron limitados, la población sometida siempre miró con recelo a sus
conquistadores; igualmente los matrimonios mixtos fueron excepcionales. Los indígenas conquistados
conservaron su lengua y sus tradiciones nacionales y culturales, no fueron reducidos a esclavitud y
prestaban su fuerza de trabajo a través de contratos de arrendamiento. En algunos momentos las
diferencias sociales dieron lugar a rebeliones, sobre todo en Grecia y Egipto a fin de superar estas
diferencias. En el caso de Egipto llegaron a tener un tinte nacionalista. En cuanto a las manifestaciones
culturales la característica básica del helenismo es el individualismo presente en todas sus creaciones.
Estas abarcaban múltiples aspectos que van desde la poesía lírica y dramática hasta la mística, además
de la ciencia, el arte y la filosofía.

La biblioteca más célebre fue la de Alejandría, que creada bajo el gobierno de los dos primeros
Ptolomeos, llegó a albergar 700.000 rollos con el saber de la antigüedad. Junto a ella, también
existieron bibliotecas en Antioquía y Pérgamo convirtiéndose en rivales de la primera. Además se
tendió a la creación de una cultura de alcance universal manifiesta en el nuevo concepto del
cosmopolites concebido como “ciudadano del mundo” y no simplemente el habitante de una polis
determinada. Producto de esta nueva concepción fue la necesidad de contar con un lenguaje universal
y tomando como base el griego.
Como novedad asistimos a un intenso proceso de difusión cultural, dada la extensión de los dominios
reales, la fundación de ciudades y la multiplicación de escuelas o gimnasios que hicieron de la
educación, un asunto de estado. La educación impartida era integral y no sólo comprendía formación
intelectual sino también física. En la literatura se destacó el desarrollo de la lírica, como expresión del
sentimiento individual, siendo el amor la principal fuente de inspiración. Como forma propia del
momento apareció el idilio. Por otra parte, si bien la tragedia había entrado en decadencia no ocurrió
lo mismo con la comedia concentrada fundamentalmente en Atenas.

. La historia, de la mano de esta nueva concepción del mundo, tendió a desarrollar el concepto de
historia universal siendo la figura más destacada Polibio de Megalópolis, una de las fuentes para el
conocimiento del período. Las ciencias, a través del contacto con centros de estudio egipcios y
babilónicos, convirtieron al Museo y la Biblioteca de Alejandría en los órganos más importantes de la
investigación científica, a través del desarrollo de la astronomía, la geografía, la matemática y la
medicina. En astronomía fue elaborada la teoría heliocéntrica y la idea de movimientos de rotación y
traslación. La matemática, de la mano de Euclides y de Arquímedes alcanzó importantes progresos.
Con el segundo se llegó al conocimiento del tornillo, de la polea, nociones de hidrostática, el valor ,
el peso específico y la palanca.

La filosofía tendió a mostrarle al hombre de la época los caminos de la felicidad, en un mundo que
estaba en proceso de transformación pero que para éste representaba la desintegración del espacio que
le contenía. Es así como la búsqueda de la paz y la eudemonía (felicidad) tendió a lograrse a través de
la filosofía. Las dos grandes escuelas del período fueron el estoicismo y el epicureísmo. En cuanto al
arte, la arquitectura aspiró al lujo, presente sobre todo en el embellecimiento de las moradas
particulares y de las grandes construcciones públicas. . El orden arquitectónico imperante fue el
corintio, por ser más elegante y, a las construcciones mencionadas, pueden agregarse los pórticos,
gimnasios, templos, etc., en el ámbito público, y en el privado las casas particulares con grandes
jardines, peristilos y mosaicos. La pintura puede ser conocida a través de mosaicos como los de
Pompeya y Herculano.

PostMortem de Alejdrando
Guerras y ambiciones personales caracterizaron la época; los primeros en disputar la herencia del
macedonio fueron sus generales y compañeros de armas a quienes se les ha denominado Diádocos.
Este período de inestabilidad se extendió entre –323 y –276 y concluyó con la formación de las
monarquías helenísticas, la etapa puede dividírsela en tres fases: a) los años de Pérdicas (- 323/-320),
la época de Antígono (-320/-301) y el camino hacia la consolidación monárquica del helenismo (-
301/-276).

Dos eran los herederos que se perfilaban, uno el hijo bastardo de Filipo II, llamado Filipo Arrideo, el
otro, el futuro hijo de Alejandro y Roxana, quién al nacer adoptaría el nombre de Alejandro IV. Frente
a esta situación se nombró regentes a los generales Antípatro y Crátero en Macedonia y Grecia y
Pérdicas y Leonato en Asia. Los regentes debieron hacer frente a dificultades que estallaron en forma
inmediata a la muerte de Alejandro. La primera de ellas fue la insurrección de la infantería macedónica
quién proclamó heredero a Arrideo. Aprovechando la muerte de Alejandro, Grecia creyó llegado el
momento de recuperar su libertad sublevándose en el mismo año. Antípatro había sido designado para
vigilarla, sofocando el levantamiento de Agis III de Esparta. Inmediatamente, en Atenas, estalló la
insurrección dirigida por Hipérides.
Se declaró la guerra a Macedonia concentrándose fuerzas en la ciudad de Lamia en Tesalia. En un
primer momento los atenienses parecieron asegurarse el triunfo, pero la oportuna presencia de Crátero,
con refuerzos traídos desde Asia, favoreció la victoria en la batalla de Cranón (-322). da. Duras fueron
las condiciones que se impusieron a las ciudades griegas: 1º) el pago de una fuerte indemnización, 2º)
el establecimiento de un gobierno oligárquico bajo tutela macedónica, 3º) entrega de los cabecillas,
entre ellos Demóstenes (quién no aceptó esta condición, huyó y se suicidó) y 4º) aceptar una guarnición
macedónica en Muniquia.

A partir de aquí entraron en juego intrigas y ambiciones personales destacándose figuras como el
veterano Pérdicas, quién sostenía la necesidad de conservar la unidad del imperio en favor de los
herederos, con el objeto de limitar las ambiciones de Antígono y otros generales. Es así como éste era
partidario de proclamarse heredero de Alejandro y generales como Seleuco, Ptolomeo, Lisímaco y
Crátero ambicionaban el reparto de los territorios, a fin de asegurarse una porción como dominio
personal. Estos últimos, unidos a Antígono, decidieron levantar una coalición contra Pérdicas en –321,
la cual culminó con su muerte por asesinato. Como consecuencia de estas acciones se decidió hacer
una redistribución de funciones nombrando a Antípatro como regente, a Antígono como lugarteniente,
a Seleuco a cargo de Asia y a Ptolomeo de Egipto. Con esta reorganización ya se perfilaba la división
del territorio imperial.

Poco duró la estabilidad ya que, producida la muerte de Antípatro, Antígono puso en juego sus
ambiciones tratando de adueñarse de Asia. La desaparición del regente (Antípatro) generó un clima
de inseguridad y nuevos enfrentamientos en los cuales intervino su hijo Casandro. Este al no haber
sido reconocido como heredero decidió unirse a Antígono, apoyándolo para adueñarse de Macedonia
y Grecia. Parecía que los planes de Antígono iban a concretarse. Frente a la situación generada, en –
315 decidió levantarse una segunda coalición, esta vez contra Antígono, de la cual tomaron parte
Seleuco, Ptolomeo, Casandro y Lisímaco. Firmándose una tregua en -311 que permitió a Antígono
conservar su prestigio y reorganizar sus fuerzas. Con el apoyo de su hijo Demetrio, llamado
Poliorcetes, intervino en Chipre, Grecia, Egipto, Rodas, etc., con intención de consolidar su presencia
en el Mediterráneo y su ideal de unidad imperial, la que chocó con las apetencias de los otros generales.
La ruptura era un hecho. Como resultado de la misma se produjo el levantamiento de una tercera
coalición (-302) que culminó con la batalla de Ipso (-301) en Asia Menor.

La unidad imperial es una utopía, Ipso facilitó el reparto, podría decirse definitivo, de los territorios
del antiguo imperio grecomacedónico. Este se realizó de la siguiente manera Lisímaco recibió el Asia
Menor, Seleuco, Armenia, Capadocia, Siria, Mesopotamia e Irán, Ptolomeo, Egipto y Casandro,
Macedonia. Entre el –300 y –280 desaparecieron los principales protagonistas de estos
acontecimientos, en momentos en los cuales se producía la invasión de los Galos quienes se instalaron
en Asia Menor y los herederos de Seleuco se apoderaban de las posesiones de Lisímaco. Superados
estos obstáculos entre –280 y –276 se han definido claramente tres reinos helenísticos: Egipto,
gobernado por los descendientes de Ptolomeo I. Macedonia (con la inclusión de las ciudades griegas),
gobernado por los descendientes de Antígono y Demetrio, y Siria (Asia Menor, Mesopotamia e Irán)
gobernado por los descendientes de Seleuco I, los Seléucidas. De aquí en adelante, hasta fines del
siglo, se extendió un período conocido como el “equilibrio de potencias”, equilibrio que se vio
amenazado constantemente por las guerras sirias, entre Seléucidas y Lágidas.

En general, ninguno de los reinos helenísticos, renunció a la posibilidad de obtener ventajas


territoriales en perjuicio unos de otros. De esta forma, la posición preponderante alcanzada por el
Egipto ptolemaico. Encontró la oposición de Macedonia y los Seléucidas que, en algún momento,
llegaron a coaligarse para enfrentarlos. A fines del siglo III, producido el debilitamiento interior lágida
y el resurgimiento de la potencia antigónida y seléucida (con Filipo V y Antíoco III) se rompió, podría
decirse por completo, este precario equilibrio. La ruptura del mismo, al decir de Polibio, se dio
aproximadamente hacia el -220, en momentos en los cuales llegaban al poder estos jóvenes soberanos.
A ello debe sumarse, también, la intervención romana en los asuntos orientales mediante presión
política, militar y aún económica y otras problemáticas como las presiones de pueblos de las estepas
centroasiáticas o de los desiertos sirioarábigos, más un ahondamiento de la oposición de las masas
indígenas campesinas ante la presión fiscal y cultural de la clase dominante.

Antíoco III, llamado el Grande, con la idea de emular a Alejandro y consolidar posesiones en Asia y
el Mediterráneo, enfrentó a los Lágidas , y sufrió un duro revés que le obligó a detener su política
expansionista. Sin embargo, decidió aprovechar la situación de debilidad de Egipto y concertar un
acuerdo con Filipo V de Macedonia. El mismo provocó una actitud expectante por parte de Roma,
quién recomendó a Antíoco detenerse y disolver las bases del acuerdo con Filipo. Como no fue
escuchada enfrentó a ambos por separado derrotándolos rotundamente (batallas de Cinoscéfalos y
Magnesia). Estas derrotas motivaron la firma de un tratado de paz, llamado “Paz de Apamea” (-188)
el que fijó el límite de las posesiones de Antíoco en el río Tauro, además debía desintegrar parte de su
ejército y pagar una fuerte indemnización. Por este tratado se eliminaban, para siempre, las
pretensiones seléucidas en el Egeo y Asia Menor y Roma, por primera vez, dictaminaba por sí sola,
sin intervención de terceros, su voluntad en el Oriente helenístico.

De aquí en adelante, la presencia romana fue cada vez más fuerte con el objeto de conquistar
definitivamente posesiones macedónicas. Precisamente en éstas, con la idea de conservar su debilitada
autonomía frente a enemigos poderosos, habíase fortalecido la idea federal y se habían constituido
Ligas. Las más aguerridas fueron la Etolia y la Aquea, quienes buscaron alianzas, de acuerdo a sus
intereses, ya sea con los macedónicos en un primer momento o con los romanos después. La
liquidación del problema se dio con la destrucción de Corinto (-146) y la provincialización de ambas
regiones. Es así como en el reino Seléucida, a partir de –130 los problemas se profundizaron en
momentos en los que los partos invadían Babilonia y ocupaban Seleucia del Tigris. Roma, que ya era
dueña de Pérgamo, a través del accionar de Pompeyo, en el –63, eliminó los últimos soberanos y
convirtió el territorio en la provincia de Asia. Respecto a Egipto, la crisis se profundizó a partir del –
116 y años después Roma logró ocupar territorios de África, al recibir como legado la zona de Cirene.
El tutelaje se hizo cada vez más fuerte consolidándose bajo los gobiernos de Ptolomeo XIII y Cleopatra
VII quienes se vieron envueltos en las proyecciones de las guerras civiles de Roma fuera de Italia. Es
así como la derrota de la escuadra egipcia en Actium (-31) abrió el camino para la transformación de
Egipto en provincia romana con status particular en el conjunto de dominios mediterráneos adquiridos
en esta etapa final de la República.

Imperialismo Romano
El sometimiento de Cartago y su intervención en el Oriente helenístico hicieron posible la unificación
del mundo mediterráneo. En esencia estamos frente a una política imperialista entendiendo por tal la
voluntad de extensión, sin límites fronterizos precisos, de un estado mediante el uso de la fuerza, con
el propósito de una estrategia de expansión económica, cultural y política que permita incorporar, aun
contra su voluntad, a otros grupos de población, territorios o sistemas económicos ajenos a dicho
estado.

Conviene aclarar que el término no fue usado por los antiguos en general y romanos en particular;
pero ya Polibio definió a la expansión romana como “proyecto o empresa total” a fin de alcanzar el
dominio universal del espacio conocido. Analizando esta problemática, tres han sido las
interpretaciones que se han dado al fenómeno. La primera tiene su punto de partida en el trabajo de
Mommsen quien hace referencia a un imperialismo defensivo, según el cual el estado no tuvo un plan
de expansión y se vio impulsado a él, ante la necesidad de defenderse frente a estados rivales. Otra
corriente sostiene que el imperialismo estuvo al servicio de los intereses de la nobilitas que vio en la
expansión la posibilidad de adquirir honores y prestigio sociopolítico, además de consolidar intereses
económicos en el extranjero. Y finalmente están los que defienden un imperialismo consciente y
agresivo motivado por causas de diversa naturaleza, desde las militares a políticas, económicas y
sociales.

A partir del siglo III, el Senado fue quien dirigió la política interna y externa del estado republicano.
Su accionar se tradujo en prestigio, fortalecimiento de sus poderes, control de las finanzas, de las
relaciones internacionales y del gobierno y administración de Italia y las provincias. Conformado por
miembros de las grandes familias es el gran protagonista de esta dinámica histórica y su conducción
de la política exterior estuvo encaminada a neutralizar o prevenir los imperialismos vecinos. .
Lentamente el proceso se fue solidificando y, al percibirse las ventajas que reportaba, una mentalidad
imperialista se fue desarrollando en amplios sectores de Roma e Italia.

Desde la segunda mitad del siglo II, el imperialismo romano es anexionista, con fuerte predominio de
los intereses económicos en la explotación de los territorios conquistados. El dominio del Oriente se
efectivizó y nuevas provincias se crearon a fin de alcanzar estos objetivos, entre ellas Macedonia,
Acaya, Asia, Cirenaica, Tracia, Chipre y Creta. Paralelamente se consolidaban posesiones en
Occidente, de modo que a lo largo de un siglo (hasta mediados del siglo I), Roma y su política
anexionista, favorecieron la creación de un vasto imperio territorial que hizo de los romanos los dueños
de la Oikouméne. Estas referencias al imperialismo se conectan con el otro método empleado por
Roma para organizar los territorios; adoptó el régimen provincial. Se entiende por provincia aquel
espacio delimitado geográficamente e integrado por un conjunto de comunidades sometidas a Roma
y administradas por un magistrado designado por el gobierno republicano. Este podía ser un cónsul o
un pretor.

En líneas generales se trataba de espacios sometidos, razón por la cual, la practicidad del romano
motivó la creación del término, de donde deriva el concepto provincia. El romano hacía referencia a
pro-vinci, lo que es traducido como “para los vencidos” y éste término que, primeramente, hizo alusión
al ámbito de competencias de un magistrado fuera de Roma, acabó por convertirse en el ámbito
geográfico que incluía comunidades sometidas por Roma y gobernadas directamente por un
funcionario con imperium, tal lo expresado en párrafos anteriores. Cada uno de estos territorios estaba
obligado al pago de un tributo anual al gobierno central y, en caso de urgencia, debía contribuir con
hombres para conformar cuerpos auxiliares del ejército. Otros aspectos vinculados a su administración
fueron el aprovechamiento económico de los recursos provinciales y la instalación de legiones en cada
una de ellas, sobre todo las más conflictivas y amenazantes.

El pretor o cónsul a cargo de su gobierno, estaba dotado de imperium, es decir reunía en su persona
poder civil y militar, fijaba en un edictum las líneas de acción de su gestión, contaba con ejército
personal, para mantener el órden interno y la seguridad exterior, además de proteger su persona. Entre
sus colaboradores estaba un cuestor, para atender asuntos financieros, legatii que actuaban como sus
representantes si el territorio bajo su jurisdicción era muy extenso, lictores, escribas, etc.
Consecuencias de las Conquistas
Como resultado de esta evolución, desde fines del siglo II, todos los territorios del espacio
mediterráneo estaban vinculados al estado romano con la consecuente extensión del régimen
provincial, el desarrollo del comercio y la extensión de la jurisprudencia romana. Lentamente ésta iba
unida a la romanización acelerando el proceso de urbanización y de expansión de la lengua, el derecho
romano y las obras públicas, sin descuidar las costumbres, lengua, religión y formas de vida de los
pueblos conquistados. Internamente la sociedad romana se benefició, pero al mismo tiempo la res
publica comenzó a padecer una serie sucesiva de crisis producto de su precariedad estructural y del
esfuerzo que significó el dominio del Mediterráneo.

Desde el punto de vista económico se logró disponer, previa confiscación, de unos 10.000 km
cuadrados de tierras que se incorporaron al ager publicus, se fomentó una política de colonización
agraria y hubo aumento de la producción y la afluencia de riquezas hacia Roma. También el
movimiento de metálico y capitales fue en aumento, con la consecuente acuñación y circulación de
moneda. Se incrementó el cultivo de pastizales por la práctica de la ganadería, necesaria para cubrir el
abastecimiento de carne y leche y menesteres militares. Otro aspecto económico notable fue el
desarrollo de la usura, los préstamos a interés y la aplicación de técnicas bancarias que, desde el mundo
helenístico, fueron importadas a Roma e Italia. Este progreso se tradujo en un importante crecimiento
de Roma, la que llegó a albergar entre 100 y 200 mil habitantes y atrajo población rural empobrecida.

Finalmente no debe olvidarse que, a partir de mediados del siglo II, se evidenció un marcado proceso
de helenización experimentado por el mundo romano, el cual no es exclusivo de la etapa, dado que los
contactos con los helenos existían desde antiguo, pero ahora se profundizaron. En ámbitos como el
religioso y el literario es donde se advierte con mayor claridad. En la esfera religiosa se adoptó el
panteón griego, se recibieron mitos y leyendas que fueron readaptados y se incorporó el modo de
representación antropomorfa. En el campo literario la poesía, el drama, la historiografía, la elocuencia,
la filosofía y la ciencia progresaron de la mano de la influencia helénica. Así tuvo su origen la primera
literatura romana, vinculada con figuras como Livio Andrónico, Nevio y Ennio. Al primero se debe la
traducción de la Odisea al latín y tragedias del ciclo troyano, al segundo la elaboración de relatos sobre
los orígenes de la ciudad y guerras Púnicas y al tercero la creación de los Annales como género
histórico que aludía al pasado romano.

No debe olvidarse, también, la presencia de sofistas y rétores, cuya elocuencia atraía a los jóvenes y
permitía la difusión de la filosofía griega. En este sentido el estoicismo alcanzó mayor difusión al
animar a una vida de acción y participación en los asuntos públicos. Con posterioridad a este momento,
en la etapa final de la República, una de las grandes figuras fue Cicerón, en carácter de representante
de una literatura latina que reflejaba un mundo en crisis. Cicerón compuso escritos de una variedad y
calidad literaria que favoreció su proyección en el tiempo. Con un marcado dominio de la oratoria y
de la lengua latina expuso sobre las ideas filosóficas de su época y sus tratados La República y Las
Leyes, títulos inspirados en Platón, le permitieron exponer sus ideas políticas y reflexionar sobre los
momentos de crisis republicana en que vivió.

La historia erudita está representada por anticuarios y cronógrafos que se preocuparon por establecer
la cronología romana, en consonancia con los sistemas griegos y la era de las Olimpíadas y los
genealogistas que trabajaron sobre los archivos de las grandes familias. Por último en el género
biográfico, donde se presentaron composiciones referidas a personajes influyentes, elogios, ataques,
justificaciones de conductas, la figura representativa fue Cornelio Nepote autor de Vidas de los
hombres ilustres, la que se convirtió en modelo para los posteriores cultores de este tipo de escritos.
En cuanto a la composición poética se destacaron Lucrecio y Catulo. El primero fue un aristócrata
romano, autor de un poema didáctico titulado De rerum natura, en el que sintetiza el pensamiento
epicúreo y el segundo imitó el estilo alejandrino a través de poemas cortos sobre el amor, la vida, la
política y situaciones ocasionales.

Roma
Primeros Tiempos
El proceso de poblamiento de la península itálica, se inició en el período paleolítico. Por su parte,
pertenecientes al neolítico (6000 a. C.), se han encontrado restos materiales en el Piamonte, Liguria,
el valle del Po, Toscana, Umbría y Piceno, consistentes en cabañas circulares formando poblados, lo
que indica comienzos de vida social, práctica de la agricultura, cuidado de animales, uso de diversos
utensilios, armas y cerámica.

A fines del neolítico, en torno al 2500 a. C., apareció el uso de los metales, principalmente el oro y el
cobre, con los cuales se fabricaron, primeramente, adornos personales; con posterioridad armas y útiles
de diverso tipo. Desde el 2000 se registra la utilización del bronce, el cual ingresó en la península a
través de las dos vías mencionadas, el valle del Po por el norte y Sicilia por el sur. Paralelamente, la
entrada del bronce coincide con el desarrollo de la cultura de los Palafitos.

La cultura de las Terramaras, cuyo origen se vincula con la llegada de invasores indoeuropeos e
italiotas, se extendió a ambos lados del Po y tuvo las características de poblaciones lacustres, las cuales
estaban rodeadas de un tapial y un foso lleno de agua. Otra fase cultural perteneciente a la edad del
Bronce, es la llamada civilización Apenínica, la que se ubicó a lo largo de los Apeninos y estaba
constituida por pastores seminómades, con organización patriarcal y guerrera formando aldeas de
sencillas cabañas. En cuanto a Sicilia y las otras islas menores, tuvieron similares rasgos e intensos
contactos con las civilizaciones minoica y micénica que se desarrollaban en el Egeo y los Balcanes.
En torno al 1100/1000 a. C. se conoce el comienzo de la edad del hierro, la que es paralela al desarrollo
de la llamada cultura de Villanova. Esta cultura aparece vinculada a un gran progreso en la metalurgia
del hierro con el que se fabricaron armas y algunas herramientas de trabajo, también muestra
vinculaciones con las civilizaciones del hierro del centro de Europa (Hallstatt) e intercambios con los
griegos a través del Adriático. Tuvo su apogeo entre el 950 y el 500 a. C., hasta que sufrieron la
conquista de los etruscos.

Sobre la costa del Adriático se ubicó la cultura del Piceno, la que recibió influencias procedentes de
la Iliria, perfiles similares que se manifiestan también en las regiones de Apulia, Calabria y Campania.
Por otra parte, por su ubicación geográfica, el Lacio recibió influencias de la cultura villanovana del
norte y de estas culturas del sur de Italia, comenzando su desarrollo alrededor del siglo X a. C. La
entrada de los pueblos indoeuropeos, los que se dispersaron en un verdadero mosaico, estableciéndose
en territorios limitados y, para estos momentos, en constante movimiento (1000 a. C.) presentando un
cuadro bastante complejo a lo largo de la península.

La llanura del Po (primero dominio ligur y luego etrusco) fue ocupada por los galos quienes,
procedentes de Europa central, comenzaron a ingresar a mediados del siglo V a. C. y bautizaron la
región con el nombre de Galia Cisalpina. A su vez, la parte occidental del valle del Po que bordea el
golfo de Génova fue ocupada por los ligures, pueblo muy antiguo de origen preindoeuropeo y la zona
del bajo Po y el Adigio, fue ocupada por los vénetos los que recibieron influencia de los griegos y los
etruscos. Completando este cuadro mencionamos que la Toscana y la parte occidental de Umbría fue
ocupada por los etruscos. La Italia central fue dominio de los pueblos itálicos, de origen indoeuropeo
y divididos en dos grupos principales: latinos y umbrosabelios.

Los primeros itálicos que ingresaron fueron los euganeos, que permanecieron en el noreste, en tanto
que los latinos y faliscos se instalaron en Italia central, los faliscos en el bajo valle del Tíber, en tanto
que los latinos lo hicieron en la llanura central, entre el Tíber y los montes Albanos.

En cuanto a las islas, Sicilia fue ocupada por los sículos, Cerdeña por los sicanos, procedentes de la
península ibérica y el norte de África y Córcega por sardos y corsos, como tribus preindoeuropeas.

Peninsula Italica y los Origenes de Roma


El período comprendido entre los siglos VIII y VI a. C. Las fuentes para el estudio del proceso son
básicamente de tipo arqueológico lo que facilita el conocimiento de variados aspectos de la vida y
evolución de los pueblos itálicos. En cuanto a los testimonios escritos es notable la ausencia de una
tradición literaria firme, sobre todo respecto de los etruscos y los orígenes de Roma. Sin embargo, no
debe olvidarse que la tradición historiográfica más antigua se remonta al siglo III a. C. y las más
completas narraciones sobre los orígenes de Roma pertenecen al siglo I a.C., tal el caso de Tito Livio
y su Historia de Roma desde la fundación y Dionisio de Halicarnaso y su Historia antigua de Roma.

Etruscos
Ubicados geográficamente en la Italia central, en la región de Toscana o Etruria que tomó su nombre
de este pueblo, su estudio se centra en torno a dos grandes interrogantes: el origen y la lengua. Sobre
el origen, Heródoto en sus Historias sostiene que fueron inmigrantes provenientes del Oriente bajo la
dirección de Tyrseno o Tirreno. Esta emigración se habría producido hacia el siglo XIII a. C., fecha
rechazada por varios especialistas que ubican la llegada de los etruscos a Italia en el siglo VIII. Sin
embargo, teniendo en cuenta la adopción por parte de los etruscos del alfabeto griego para escribir su
lengua, su llegada debió haberse producido en épocas anteriores a este último siglo.

El debate entre los historiadores estaba encendido, pero con el tiempo cobró fuerza la teoría que
sostiene el origen oriental y es la que se conserva hasta el presente. La misma se apoya en variados
argumentos como el acuerdo entre los autores de la antigüedad, los hallazgos arqueológicos que
muestran que para el 700 la civilización etrusca se encontraba en una fase ascendente presentando
rasgos orientales y la influencia oriental que se advierte en sus manifestaciones artísticas y religiosas.
En cuanto a la lengua etrusca se sabe que no posee conexiones con ninguna otra conocida y el texto
más extenso se encontró a mediados del siglo XIX consistente en vendas que envolvían una momia
egipcia de época grecorromana. La evolución histórica de los etruscos se reconstruye a través de restos
arqueológicos y fuentes grecorromanas extendiéndose entre los siglos VII y III a. C., desapareciendo
hacia el siglo I. El siglo VII representa el momento de ascenso de los etruscos en momentos en los que
el resto de Italia conservaba su estructura agraria y pastoril, este proceso fue acompañado por el
desarrollo comercial, industrial y agrícola.

Este progreso comercial fue acompañado por el desarrollo de la marina y el comienzo de las
rivalidades con griegos y cartagineses por el control de algunas rutas y la consolidación del dominio
imperial y comercial en el Mediterráneo Occidental. En este sentido, etruscos y cartagineses, firmaron
un tratado a fin de detener el expansionismo griego. No obstante hubo un enfrentamiento armado en
la batalla de Alalia (540 a.C.) donde, si bien hubo un aparente triunfo griego, los etruscos se aseguraron
el dominio del Tirreno y de la isla de Córcega. A pesar de esta derrota consolidaron su dominio al
espacio comprendido entre el mar Tirreno y los ríos Arno y Tíber donde conformaron una Liga o
Confederación de doce ciudades que buscaron expandirse al Lacio, el valle oriental del Po y la
Campania. La ocupación del Lacio se produjo hacia el siglo VI, etapa en la cual la tradición
historiográfica ubica la presencia de los reyes etruscos de Roma. La civilización etrusca fue
esencialmente urbana diferenciándose notablemente de otros pueblos itálicos contemporáneos
dedicados al pastoreo y agricultura. Muchas y muy importantes fueron las ciudades etruscas entre las
que puede mencionarse Tarquinia, que fue centro político y administrativo. La misma Roma (Ruma
en etrusco), durante el siglo VI sufrió un fuerte proceso de etrusquización manifiesto en templos, obras
de arte, instituciones políticas y religiosas.

En cuanto a su organización política y social, las ciudades etruscas eran similares a las polis griegas,
contaban con un centro urbano y el área rural circundante y formaban, como se dijo, una confederación
de doce integrantes o Dodecápolis con un centro religioso en Volsinia. Cada una de ellas tenía un rey
o lucumón y anualmente se reunían delegados de las doce ciudades y elegían un jefe común y
participaban de una asamblea donde se debatían asuntos comunes. El lucumón tenía poder civil,
militar, religioso y judicial y simbolizaban su poder a través de una corona y sandalias de oro, una
capa o toga color púrpura, un cetro y trono. Como aconteció en otras ciudades del mundo
mediterráneo, hacia el siglo VI la monarquía fue desplazada por la aristocracia formándose un régimen
republicano cuyo rasgo característico fue el reparto del poder entre varios magistrados. Respecto de
su estructura social, la población de las ciudades etruscas estaba distribuida en dos clases claramente
diferenciadas: una aristocracia semifeudal, poderosa y rica y una plebe numerosa y sometida, carente
de influencia política. La plebe estaba ligada a los nobles en calidad de clientela y recibían su
protección a cambio de servicios y trabajo. También existían esclavos en calidad de prisioneros de
guerra.

Es de destacar que las mujeres etruscas, al parecer, gozaron de una situación privilegiada diferente a
las sociedades patriarcales griega y romana. Otros significativos aspectos de la cultura etrusca fueron
la religión y las artes. La religión puede ser caracterizada por tres rasgos fundamentales a) es una
religión revelada, lo que fortalece su vinculación con los cultos orientales, b) sus principios religiosos
están escritos en un conjunto de libros que constituyen la llamada disciplina etrusca y c) cuenta con
un conjunto de ritos. Respecto de éstos existía la creencia en una tríada de dioses Tin o Tinia, similar
a Júpiter y Zeus en el sentido de ser considerado padre de los dioses, Uni, similar a Juno o Hera y
Menerva, semejante a Minerva o Atenea.

Practicaron el culto a los muertos y los sacrificios de animales y tuvieron sacerdotes que pertenecían
a familias nobles y cuyo cargo se transmitía por herencia, considerados el nexo con la divinidad. El
culto consistía en ofrendas, plegarias, juegos, danzas y música. En lo que se refiere a las artes, la
arquitectura es sobresaliente a través del uso del arco y la bóveda como invenciones propias y la piedra,
la madera, el ladrillo y el adobe como materiales de construcción. En la edificación de los templos,
éstos se concebían con un pórtico y un podio, tres cámaras paralelas (una para cada dios) y columnas
dóricas modificadas. La escultura siguió modelos griegos y utilizó bronce, barro y piedra, ejemplo del
trabajo en bronce es la célebre Loba Capitolina. Varios de estos aspectos mencionados constituyen
parte del legado aportado por este pueblo a la cultura romana posterior, a ellos podemos sumar el valor
asignado a la presencia de la divinidad en las diversas etapas de la vida del sujeto, la concepción de la
monarquía, instituciones, artes, la presencia de arúspices y augures, el rito de fundación de las
ciudades, las partes del templo y formas de culto.
Contactos: Los Griegos y Fenicios en la Peninsula Italica
El contacto de la península itálica con los griegos se manifestó con mayor intensidad a lo largo del
siglo VIII a. C. a través del proceso conocido como “Segunda Colonización”, sin embargo, a través
de la arqueología, se ha podido comprobar la presencia de contactos desde época micénica. El golfo
de Tarento fue ocupado por las colonias de Síbaris, Crotona, Metaponte, Posidonia y Tarento entre
otras, Elea en Lucania, Gela y Agrigento se sumaron a este conglomerado que recibió la denominación
de Magna Grecia donde las colonias evolucionaron rápidamente hasta convertirse en importantes
centros económicos y culturales con el desarrollo del comercio, la agricultura, las artesanías a lo que
se suma las artes, la filosofía, las ciencias y las letras que proyectaron su influencia a la Campania
primeramente y luego a la misma Roma. Respecto de los fenicios, fueron marinos procedentes de Tiro
quienes a partir del siglo VIII a. C. iniciaron la colonización del Mediterráneo Occidental haciéndose
presentes en Malta, costa occidental de Sicilia, Cerdeña, costa africana y España. La tradición fija en
torno al 814 la fundación de una de las colonias fenicias más poderosas en la época, Cartago, situada
al norte de África frente a la isla de Sicilia (actual Túnez).

El Lacio y los Origenes de Roma


Geográficamente está asociado al Lacio primitivo identificado con la llanura correspondiente al valle
bajo del Tíber, limitada al oeste por el Mar Tirreno, al norte por el río Tíber, al este por los Apeninos
y al sur por los montes Albanos. Este espacio se caracteriza por contar con un centro ubicado en un
área deprimida con escasas condiciones para la habitabilidad y rodeada por un conjunto de alturas,
algunas con clara tendencia al aislamiento. Como la región se caracteriza por ser baja, anegadiza e
inundable por las crecidas del río, los grupos humanos construyeron caseríos en las zonas más elevadas
dedicándose al pastoreo; los caseríos se protegieron con empalizadas. La población de los mismos era
de origen latino y uno de los centros principales fue Alba Longa, al que se sumaron otros como Roma,
Aricia, Lavinia, Tusculum, Preneste, Tívoli, etc. Estas aldeas latinas se agruparon en federaciones,
hacia mediados del siglo VII. Para esta época, en la zona más cercana a la desembocadura del río,
cartagineses, etruscos y griegos comenzaron a mantener vinculaciones de tipo comercial rompiendo
el aislamiento en que la región se mantenía. Vinculado con esta cultura del Lacio, la que
cronológicamente ubicamos entre el 1000 y 580 a. C., aparecen los orígenes de Roma, los que han
sido embellecidos con relatos legendarios maravillosos que alcanzaron su forma definitiva hacia fines
de la República y comienzos del Imperio. El conjunto de leyendas está dividido en dos grupos, por un
lado las relativas a la ocupación del Lacio, vinculadas a la figura del troyano Eneas y las que relatan
la fundación de Roma por Rómulo en torno al testimonio de Plutarco y Tito Livio.

Haciendo una síntesis sobre estos relatos legendarios el héroe fundador de la ciudad fue Rómulo y
puede llegar a pensarse en un sinecismo similar al desarrollado en las polis griegas. La fecha de
fundación se fijó en torno al 21 de abril del 753 y su emplazamiento no fue en las costas o en las tierras
bajas cercanas a la desembocadura del Tíber, sino hacia el interior en una zona cercana a la isla
Tiberina a fin de facilitar las comunicaciones y el control de este espacio, sobre las colinas que allí se
encontraban. Si bien estos relatos tienen un contenido de carácter legendario ha permitido dilucidar
fijando etapas en el tiempo que explican la ocupación del Lacio. En opinión de varios especialistas se
atribuyen al Aventino los restos más antiguos encontrados, sin embargo los arqueólogos han
identificado sobre el Germal (parte occidental del Palatino) huellas seguras de ocupación humana que
permite remontar la antigüedad de este poblado hacia el siglo X.

Entre los siglos X y VII el resto de las colinas fueron cubriéndose de aldeas, ubicándose al sur del foro
las de origen latino y sobre el Quirinal y el Viminal las de origen sabino. En líneas generales la región
era accesible por mar y por tierra, estaba a mitad de camino entre la Campania y Etruria y el control
que se podía ejercer la fue convirtiendo en un punto neurálgico de la Italia central. La Liga puede ser
vista como un lejano antecedente de la futura ciudad de Roma, pero en realidad el antecedente más
significativo fue la ocupación del Foro, ubicado al suroeste del Palatino, desde principios del siglo VI,
como centro de actividades sociales, políticas y religiosas. El mismo era un verdadero centro
geográfico hacia el cual convergían los valles y faldas de las colinas circundantes convirtiéndose en
el lugar adecuado para las reuniones más importantes de la comunidad. La ocupación del Foro fue el
resultado de la instalación de los etruscos en las colinas del Tíber en el momento en que se producía
su avance hacia la Campania y se ocupaba la llanura latina, permaneciendo allí hasta fines del siglo
VI. En cuanto al origen del término Roma, si bien todavía continúa la discusión, se acepta
mayoritariamente la procedencia etrusca utilizado por éstos para designar a la ciudad de las colinas
del Tíber. En el transcurso del siglo VI se incorporaron a ella las aldeas sabinas integrándose la ciudad
con las famosas siete colinas, tres de origen latino, tres de origen sabino y la final de origen etrusco.

Roma Monarquica 753 a 509 a. C


En cuanto a los primeros tiempos del estado romano, conocido como período de la Monarquía
siguiendo la periodización tradicional, uno de los textos que se refiere a ella y ofrece una estricta
cronología de los reyes de la etapa, la proporciona Dionisio de Halicarnaso. De acuerdo con su
testimonio el primer rey fue Rómulo y gobernó treinta años desde la fundación de la ciudad (753/723).
Tarquino, el Antiguo (613-575), Servio Tulio (575- 531) y finalmente Tarquino, el Soberbio (531-
509).

Rómulo, como primer rey, una vez que consolidó la ciudad, se preocupó por aumentar la población y
distribuirla en clases, estableció el Senado, integrado por cien miembros a los que llamó “Padres”,
convirtiendo este nombre en título y honor y sus descendientes fueron los patricios. A él se atribuye
también el llamado “rapto de las Sabinas”, lo que permitió la incorporación de esta estirpe a la ciudad,
la división de la población en tres tribus y su distribución en treinta curias. Una vez que realizó estas
acciones fue elevado a los cielos en medio de una gran tempestad envuelto en densas nubes. Siguiendo
con el relato de Tito Livio, a la muerte de Rómulo, la monarquía fue suspendida durante un año. . Al
mismo tiempo Pueblo y Senado romano debatieron quien podía ser digno sucesor y luego de varias
alternativas la elección recayó en la figura de Numa Pompilio, famoso por su justicia y piedad. Este
soberano contó con la bendición de los dioses, restableció la paz, la justicia, la pureza de costumbres,
el temor a los dioses y el culto a Jano como dios de la guerra y la paz. Numa murió de vejez y
enfermedad a los ochenta años, hubo un período de interregno hasta la elección de Tulo Hostilio de
origen latino. La elección de este rey fue aprobada por el Senado y demostró ser más belicoso que los
reyes anteriores dado que durante su reinado se produjo la guerra entre Roma y Alba Longa.

A su muerte, interregno de por medio, fue electo rey el sabino Anco Marcio, nieto de Numa, durante
su gestión se completó la conquista del Lacio y se construyó el puerto de Ostia en la desembocadura
del Tíber. Bajo su gobierno apareció en la ciudad un personaje procedente de Tarquinia llamado
Lucumón quien se había casado con una mujer de origen etrusco, pero como él era extranjero, entre
los etruscos, tenía pocas posibilidades de concretar sus ambiciones políticas. La fortuna estuvo de su
lado al protagonizar un hecho extraordinario, relatado por Tito Livio, el cual fue interpretado como un
presagio favorable y una vez instalado en la ciudad adoptó el nombre de Lucio Tarquino Prisco, futuro
Tarquino, el Antiguo. A esta situación debe sumarse la amistad que trabó con el rey Anco Marcio, la
tutoría que ejerció sobre sus hijos y su insistencia en elegir sucesor a la muerte del rey ganándose el
apoyo del Senado y Pueblo romano,

La tradición historiográfica suele compararlo con los tiranos griegos y durante su gobierno se
consolida la influencia etrusca en la ciudad la que adquiere el carácter de tal siguiendo cánones
etruscos y griegos. Con él se inicia la serie de reyes etruscos de Roma a quienes se atribuyen una serie
de medidas de carácter político, militar, religioso y artístico. A Tarquino se atribuye la construcción
de una muralla defensiva para la ciudad, un sistema de desagüe que recibió la denominación de Cloaca
Máxima y la incorporación de cien nuevos senadores designados como patricios de segunda clase.
Estas acciones, que fueron continuadas por su sucesor, otorgaron a Roma la fisonomía de una
verdadera ciudad-estado. Servio Tulio fue el sucesor de Tarquino y, si bien se consideraba que era hijo
de una esclava o cautiva ilustre, fue educado como verdadero príncipe y una vez que contrajo
matrimonio con la hija de Tarquino, a la muerte de éste logró que el Senado sin intervención del
pueblo, lo eligiese rey de la ciudad. A su gobierno se atribuyen importantes reformas para la vida
política de Roma.

En líneas generales y quizá imitando a Solón, impuso la obligación de tributar al estado de acuerdo
con sus rentas; por lo tanto tomando el censo como base dividió a la población en clases y centurias
para tiempos de guerra y paz. A tal efecto con aquellos que poseían un censo de 100.000 ases o más
formó 80 centurias que integraron la llamada primera clase, una segunda clase la formó con los que
tenían entre 100.000 y 75.000 ases, con los que constituyó 20 centurias, la tercer clase la formaron los
que tenían 50.000 ases, con los que también organizó 20 centurias, la cuarta clase fue para los que
tenían 25.000 ases y la quinta para los que poseían 11.000. En cuanto a la participación política,
concedió voz y voto en las reuniones públicas, a los integrantes de las dos primeras clases. Estas
reformas fueron el germen de las diferencias entre patricios y plebeyos debido a que los primeros
comenzaron exigir un respeto cada vez mayor a su posición sociopolítica. Este accionar fue
interrumpido por su asesinato, en efecto el hijo de Tarquino, de igual nombre estaba casado con la hija
de Servio y encabezó un complot que terminó con la vida de su suegro y su ascenso al reinado sin
haber sido elegido ni por el Senado ni el pueblo romano. Este Tarquino, conocido como el Soberbio
es el último soberano de la Roma monárquica y su apodo se debe a su forma de gobernar; fue una
verdadera tiranía que impuso el terror, prescindió del Senado y gobernó a su antojo lo que generó un
fuerte rechazo de los romanos.

Como consecuencia de los abusos y arbitrariedades cometidas, que Tito Livio vincula con el ultraje
de Lucrecia por parte del hijo del rey, Bruto, un pariente de Tarquino, asociado con Colatino se
presentaron ante el Senado y luego de relatar lo ocurrido, obtuvieron que se decretara el destierro del
rey y su familia. Efectivamente, reunidos los comicios por centurias y convocados por el prefecto de
Roma, se suspendió al rey y en su lugar se nombró dos cónsules, Junio Bruto y Tarquino Colatino.
Este cambio trascendental se produjo hacia el 509, fecha aceptada unánimemente como fin de la
monarquía y comienzos de la República romana y su causa real debe buscarse en el resentimiento de
la aristocracia patricia hacia el último de los reyes que limitaba constantemente sus privilegios.

Instituciones Politicas
La institución social básica fue la gens, la que era similar al genos griego y estaba constituido por un
grupo de familias unidas por parentesco y descendencia de un antepasado común por vía masculina.
Así mismos se dieron el nombre de patres o patricii (lo que traducimos como “padres” e “hijos de
padres”) y a ellos se asociaban los clientes que eran un conjunto formado por un hombre y su familia.
La gens era, también, una unidad económica a la que corresponde un territorio en el que trabajaban
patricios y clientes ayudados por sus hijos y esclavos, contaba con milicias privadas formadas por la
clientela rural, tenía sus propios cultos, que se transmitían de generación en generación por vía
masculina, sus propios dioses, lugares de culto y sus sacerdotes. Además, en ella cada domus o familia
llevaba su nombre lo que motivó que cada patricio llevara tres nombres, praenomen o nombre personal
antepuesto al nomen gentilicio y seguido del cognomen o nombre individual de la familia.
Paralelamente a la gens patricia comenzó a constituirse la plebe o plebs a partir de la incorporación a
la ciudad de individuos sin hogar ni tierras, fugitivos, extranjeros, clientes de algunas gens extinguidas
y antiguas poblaciones conquistadas y sometidas.

En lo referido a instituciones políticas, en primer lugar ubicamos al rey como conductor de la


comunidad elegido por ella, gozaba de imperium y ejercía funciones militares, religiosas, legislativas
y jurídicas. Puede decirse que en líneas generales era una monarquía patriarcal, no hereditaria, que
buscó el apoyo de todos los sectores sociales y de las otras instituciones. Respecto de las tribus y
curias, debe destacarse que la tradición conserva el recuerdo de una división étnica del pueblo en tres
tribus, Ramnenses, Luceres y Ticios, de acuerdo al origen de cada estirpe fundadora de la ciudad. Los
primeros eran latinos, los segundos etruscos y los terceros sabinos y fueron fusionados en virtud del
sinecismo atribuido a Rómulo y la base del ejército romano primitivo. En cuanto a las curias, éste
término es de origen indoeuropeo y se traduce como “agrupación de hombres”; Rómulo dividió las
tres tribus en treinta curias, cada una de ellas con sus cultos y fiestas particulares.

Otra institución que completa la estructura política de la Roma monárquica fue el Senado cuya
creación también se atribuye a Rómulo, contaba con 100 integrantes surgidos de los pater familias y
era soberano. Entre sus funciones puede destacarse el control que ejercían sobre el rey, la supervisión
de la política exterior y el desempeño del poder en la etapa de interregno, funcionó como un cuerpo
consultivo. En esta sociedad la posesión y explotación de las tierras fue el soporte económico más
importante y a tal efecto se introdujo el cultivo de la vid y el olivo y una ganadería extensiva.

• Institucion Basica: Gens


• Patricii.
- Domus
• Plebe o Plebs

• Instituciones Politicas
- Rey ( Imperium)
- Senado (100 integrantes)
• Division Etnica:
- Ramneses , Luceres y Ticios

Roma Republicana
Esta etapa de la historia de Roma se inicia con el período conocido como Edad Media Romana o Edad
Oscura, el cual comprende los dos primeros siglos de la República y a diferencia del período
monárquico, cuenta con mejor documentación para alcanzar su conocimiento. Al respecto son de
destacar las fuentes arqueológicas, epigráficas y literarias. En cuanto a la documentación escrita se
menciona la tradición analística representada, sobre todo por Tito Livio y Dionisio de Halicarnaso, a
los que se suman Diodoro de Sicilia y Plutarco. La caída de los Tarquinios, tal la denominación que
tradicionalmente se ha dado a este proceso, dio lugar a un largo período de dos siglos y medio. En el
transcurso de los mismos se presentaron tres hechos íntimamente vinculados, en lo interno el
enfrentamiento patricio-plebeyo y la paralela creación de las instituciones republicanas; en lo externo
el paulatino sometimiento del Lacio e Italia a la hegemonía romana y de aquí la proyección al espacio
mediterráneo.

Origen de la Republica
Para los antiguos el hecho fue una revuelta de palacio contra el carácter tiránico de la gestión del
último Tarquino. El suceso desencadenante fue el ultraje de Lucrecia, esposa de Colatino, por parte
del hijo del rey; lo que encendió la ira popular y de la aristocracia patricia que encabezó una revuelta.
En su reemplazo se creó una República gobernada por dos Cónsules, cargos ocupados por Colatino y
Bruto, y se ubicó cronológicamente, de acuerdo con la tradición, en el 509 a.C. Producida esta crisis
interna del estado, hubo intentos de proteger al monarca depuesto a fin que recuperase el trono.

La situación generó un vacío de poder y un clima incierto favorable a un cambio institucional. Aquí
se inserta la actuación de Porsenna, razón por la cual la combinación de factores internos y externos
sintetiza el origen de la nueva etapa histórica. Es así como el especialista José Manuel Roldán Hervás.
Considera la presencia de algunos hitos a fin de sintetizar el proceso, en primer lugar entiende que la
caída de la monarquía romana se inserta en el momento en que se manifestaba un retroceso de poder
de las ciudades etruscas que perjudicaba las comunicaciones entre Etruria y la Campania. Como Roma
se encontraba regida por una dinastía de este origen, su debilitamiento fue aprovechado para liberarse
del dominio etrusco, recuperar su carácter de ciudad latina y convertirse en un apreciable punto de
intercambios entre ambas regiones. Además contaba con un ejército bastante evolucionado para la
época, lo que favoreció su separación del poder etrusco. De la misma manera el movimiento fue
resultado del proceso general de reemplazo de las monarquías por gobiernos aristocráticos.

A esta problemática debe sumarse la situación interna de Roma desde el punto de vista económico-
social. Desde tiempos de la monarquía se había formado una aristocracia patricia que detentaba el
dominio de las tierras, el manejo del derecho consuetudinario y honores y privilegios de carácter
religioso. Con estos poderes sometieron al resto de la población libre, en grado tal que ésta quedó
excluida de los nuevos cargos civiles y religiosos de la naciente res publica convirtiendo el gobierno
del estado en una cerrada aristocracia, de base gentilicia y control exclusivo de los asuntos internos y
externos de la ciudad. No debe olvidarse que, en tiempos de la monarquía, un sector de plebeyos, con
significativos recursos económicos, ocupaba destacado lugar por servir en cuadros del ejército.

Por otra parte, había comenzado a constituirse un conjunto de artesanos y comerciantes que tampoco
pertenecían a los cuadros gentilicios, motivo por el cual tendieron a unir sus fuerzas con los sectores
menos favorecidos. Es así como se advierte que la formación del estado republicano y sus instituciones
se vincula directamente con el enfrentamiento de estos sectores sociales, sobre todo patricios y
plebeyos. Su origen puede ubicarse en la transición del estado monárquico al republicano, momento
en el cual una oligarquía de patres familias trató de aprovechar, en beneficio propio, los privilegios
derivados de la expulsión de los reyes constituyendo una aristocracia patricia que remontaba sus
inicios a la etapa monárquica. Específicamente, a la segunda mitad del siglo VIII a. C., momento en
que comenzaron a acumular riquezas de las primitivas comunidades latinas, monopolizar el control
del Senado, las centurias de caballería y los sacerdocios más representativos. En la medida en que ésta
se consolidaba como grupo cerrado, la plebe no contaba todavía con una solida existencia jurídica y
política. Ante estas diferencias, en los tiempos próximos a la expulsión de los reyes, los patricios
manifestaron una actitud conciliadora frente a los sectores mas humildes la que modificaron desde el
instante en que se conoció la muerte de Tarquino el Soberbio. Debe tenerse en cuenta que la plebe
albergaba esperanzas de una pronta restauración de la monarquía dado que este rey había puesto de
manifiesto alguna disposición para defender sus intereses. Sin embargo, la victoria de Roma en la
batalla del Lago Regilo sobre la liga latina y la posterior firma del foedus Cassianum (hechos que
ocurrieron entre 496 y 493), consolidaron la posición más radicalizada del patriciado a fin de fortalecer
el lugar alcanzado, avanzando hacia la instauración de un régimen oligárquico.

Las causas del conflicto patricio-plebeyo son variadas y se manifestaron con mayor fuerza luego de
esta acción militar, básicamente en relación con la utilización del ager publicus y la institución del
nexus. El ager publicus era aquel territorio propiedad del estado romano, en oposición a la propiedad
privada (o ager privatus), y lo constituían tierras procedentes de anexiones que, a través de conquistas,
llevaba a cabo el estado sobre territorio enemigo. El usufructo de las mismas estaba en manos de las
grandes familias, donde instalaban a sus clientes a fin de explotarlas en su beneficio. La plebe, sobre
todo la que aportaba al ejército y había contribuido a su adquisición, aspiraba a disfrutarlas con el
mismo régimen de ocupación o transformarla en propiedad privada. Sin embargo, los patricios no
estaban dispuestos a acceder a estas reivindicaciones y continuaron con el incremento de su
patrimonio. El nexus se vinculaba con la problemática de las deudas dado que aquel campesino que
no podía saldarlas quedaba a disposición de su acreedor, quien no solo cobraba su deuda con las tierras
de este, sino que lo obligaba a trabajar para él en condición de siervo. Por otra parte, a esta situación
debe sumarse la limitada posibilidad, por parte de la plebe, de acceder a ocupar un cargo público
debido a que los magistrados eran designados por sus predecesores para el desempeño de alguna
función que, como se expresó más arriba, también era control exclusivo de los patricios.

A estas cuestiones deben sumarse las dificultades en el abastecimiento de granos, causante de


hambrunas y la influencia de ideas isonómicas procedentes de la Magna Grecia a través de los
contactos que establecieron con las ciudades griegas. Frente a la situación, los plebeyos buscaron
medios para fortalecerse y asegurar su posición. De acuerdo con la tradición, en torno al -494
decidieron retirarse en masa al monte Sacro y resistir desde allí la falta de respuesta de los patricios a
sus reclamos. Estos, temiendo las consecuencias de esta situación, acordaron conceder a la plebe
magistrados propios, con funciones específicas. Los mismos fueron los tribunos y ediles de la plebe,
a lo que se sumó una asamblea propia, el concilium plebis y un centro político, religioso y
administrativo.

La investidura del tribuno de la plebe, con el tiempo, adquirió carácter sacro, era inviolable, contaba
con la potestas o poder propio opuesto al imperium consular y eran elegidos por sus pares; en un
principio fueron dos, luego cinco y hacia el -457 su número llegó a diez. Su función básica era la
protección integral del plebeyo frente a los abusos de los patricios, también la intercessio o el derecho
a oponerse a cualquier acción de otro magistrado sobre un plebeyo y hasta ofrecer el espacio privado
de su domicilio, como asilo, si la necesidad del plebeyo así lo demandaba. Sus colaboradores
principales fueron los ediles quienes, en número de dos, se instalaron en el templo de Ceres y se
encargaban de los archivos de la plebe, de la administración del tesoro y de controlar el
aprovisionamiento de granos. De la misma manera es de destacar que, con estas concesiones, los
plebeyos tuvieron la posibilidad de contar con asamblea propia a fin de decidir por si mismos, sin
intervención de los patricios.

Es así como, en la primera mitad del siglo V a. C., la plebe había alcanzado una organización interna
sólida frente a la oligarquía patricia. . Fue esta situación la que favoreció la institución del Decenvirato
legislativo como magistratura suprema a quienes se encargó la tarea de recopilar y ordenar las leyes a
través de las cuales se regulara la vida cívica, dando origen a la normativa conocida como Ley de las
XII Tablas. Esta magistratura fue ocupada por dos colegios sucesivos, uno formado exclusivamente
por patricios y otro con participación plebeya. En ambos casos fueron presididos por Apio Claudio y
su labor se tradujo en la elaboración de un conjunto de leyes inscriptas en un total de doce tablas a fin
que sea conocido por todos; además eran de cumplimiento obligatorio. El segundo colegio de
decenviros cometió una serie de abusos, motivo por el cual la magistratura fue disuelta y se restableció
la República siendo electos cónsules Valerio y Horacio (-449) quienes lograron la paz interna y la
sanción de tres nuevas leyes favorables a la plebe: a) la que establecía que los plebiscitos eran
obligatorios para todos los habitantes de Roma; b) la que confirmaba el carácter sacrosanto e inviolable
de tribunos y ediles y c) la que prohibía crear nuevas magistraturas sin al acuerdo entre los dos órdenes
sociales. Otro aspecto a destacar con la institución del decenvirato, es la existencia de una asamblea
censitaria en la cual los ciudadanos estaban repartidos en cinco clases, según su fortuna personal
medida en términos de economía agraria.

En este proceso de reivindicaciones plebeyas hacia el -445, el tribuno Canuleyo logró la aprobación
de la ley que llevó su nombre, la cual autorizaba los matrimonios mixtos entre patricios y plebeyos; al
mismo tiempo se solicitó que los plebeyos pudieran acceder al Consulado. Este objetivo recién se
alcanzó hacia el -400; previamente el Senado accedió a la creación de los tribunos militares con poder
consular, tomados indistintamente entre patricios y plebeyos, atendiendo a necesidades de carácter
social, evolución política interna y razones militares. Para el -443 se propuso al Senado el
establecimiento de una nueva magistratura a fin que se encargara del control y conservación de los
registros públicos, supervisara la vida y las costumbres y elaborara el censo. Definidas estas funciones
se instituyó la censura, compuesta por dos miembros elegidos en los comicios por centuria cada cinco
años. Y, finalmente respondiendo a razones de carácter estrictamente administrativo, hacia el -370 se
crearon tres nuevos magistrados, los ediles curules, encargados de asuntos similares a los que atendían
los ediles de la plebe, y el pretor a quien se confió la administración de justicia, a fin de colaborar con
los cónsules en la gestión del estado republicano.

Esta evolución es paralela a la profundización de la crisis agraria y las consecuentes presiones del
sector plebeyo a fin de alcanzar nuevas reivindicaciones. En este contexto, hacia el -400 se sitúa la
elección del primer plebeyo, Licinio, para ocupar el consulado dando paso a un creciente acercamiento
entre ambos sectores a partir de uniones matrimoniales.

El origen de las mismas debe buscarse en la elección de los tribunos de la plebe Cayo Licinio y Lucio
Sextio quienes, una vez en funciones, propusieron tres leyes que completarían el ciclo de
reivindicaciones plebeyas. Estas leyes permitieron el acceso de los plebeyos al Consulado
definitivamente, cancelar las deudas y asegurar un reparto más equitativo del ager publicus. Con la
aprobación de estas leyes se dio paso a una nueva etapa en la que la clase dirigente recibió el nombre
de nobilitas patricio-plebeya. Alcanzados estos objetivos la estructura institucional del estado se
completó con el establecimiento de la cuestura encargada de ayudar a los cónsules en cuestiones
financieras, de administración de la hacienda pública, sostenimiento económico del ejército y
recaudación de los impuestos. Finalmente se dispuso el establecimiento de una magistratura
extraordinaria, la dictadura, compartida por ambos sectores sociales desde el siglo IV, con carácter no
colegiado y a la que se recurría cuando el estado se veía afectado por una grave crisis que demandaba
rápidas decisiones. El dictador tenía amplias atribuciones, gozaba del imperium sin límites y era
designado por un plazo de seis meses.
Instituciones Republicanas Fines de Siglo IV a.c
MAGISTRATURAS: Para acceder a estas funciones era necesario cumplir los siguientes requisitos:
ser ciudadano romano, gozar de una posición económica sólida y fortuna personal, formar parte de la
nobilitas y contar con experiencia mínima en gestión de los asuntos públicos. o. Su punto de partida
eran diez años de servicio militar para luego comenzar a interesarse por el abastecimiento de la ciudad,
limpieza, policía y asistencia a los tribunales. A partir de los 30 años podía ser candidato a la primera
magistratura importante que era la cuestura, después podía aspirar a la edilidad y, si era plebeyo
destacado, a ocupar el tribunado. Cercano a los 40 aspiraba a la pretura y luego de este cargo podía
ser elegido cónsul. e. La carrera política se cerraba ocupando un puesto en el Senado. Los magistrados
recibían un mandato anual y eran electos por la Asamblea del pueblo y cada uno de ellos contaba con
un colega paralelo y con la capacidad de veto o intercessio. A fin de ejercer su autoridad y llevar a
cabo sus obligaciones, los más altos magistrados, como cónsules y pretores, estaban dotados de
imperium, lo que significaba recibir un poder sacrosanto, estar capacitado para reclutar tropas y que
éstas se vincularan con él a través de un juramento de fidelidad.

Jerarquia:

• Cuestura: responsables del tesoro y archivo público depositados en el templo de Saturno, s eran
cuatro, pero con el tiempo su número aumentó dada la creciente complejidad de sus tareas.
• Tribunos de la Plebe: llegaron a ser diez y desempeñaban complejas funciones como defensores
del pueblo ante los abusos de otros magistrados
• Edilidad: desempeñada por ediles en número de cuatro se encargaban de vigilar el orden público,
control de pesas y medidas, cobro de impuestos y atender a la limpieza y cuidado de mercados,
edificios públicos y espacios urbanos.
• Censura: a cargo de dos censores elegidos por un período de cinco años, con competencias para
revisar y actualizar la lista de ciudadanos y sus bienes, atender cuestiones que afectaran la moral
pública y elaborar la lista de miembros capacitados para ser integrantes del Senado.
• Pretura: eran los encargados de la administración de justicia; con el tiempo estuvieron al frente
del gobierno de una provincia.
• Consulado: Magistratura Suprema, a cargo de dos cónsules quienes daban su nombre al año;
tenían el mando supremo del ejército y dirigían la política interior y exterior, en este último caso
contaba con la colaboración del Senado.
• Dictadura: era una magistratura extraordinaria, unipersonal electa en momentos de extrema
urgencia

SENADO: Instituido en el período monárquico, estaba integrado por hombres experimentados


provenientes de las grandes familias de la nobilitas. Tenía a su cargo la política exterior, la
presentación de proyectos de ley y cuestiones internas como finanzas, administración y gestión del
estado en estrecha colaboración con cónsules, pretores y otros magistrados. El número de sus
integrantes fue 300.

ASAMBLEAS O COMICIOS: En general representaban diversas instancias de participación en


asuntos del estado. Las Asambleas o Comicios por curias fueron la primera instancia integrada por el
pueblo romano dividido en treinta curias; su función principal era transmitir el imperium a los altos
magistrados y nombrar los miembros de los colegios sacerdotales. Las Asambleas o Comicios por
centurias se organizaban para reclutar y organizar a los integrantes del ejército. Respondiendo a su
carácter entendían en todos los asuntos vinculados con la guerra y asesoraban al Senado al respecto.
Las Asambleas o Comicios por tribus congregaban a los miembros de las 35 tribus (4 urbanas y 31
rurales), s eran competentes para elegir magistrados menores, votar leyes y actuar como tribunal de
apelación para todo ciudadano que había recibido una condena

El Ejercito: el sistema militar romano está integrado al político y por esta razón el ejercicio de derechos
cívicos está ligado al cumplimiento del servicio militar. Es así como existe una simbiosis entre
soldado-ciudadano y es una obligación inherente a todos los ciudadanos varones, sin excepción. En
consecuencia, una vez que alcanzaron la mayoría de edad se encontraban inscriptos en una lista de
movilizables.

La unidad básica la constituía la gens que aportaba un cierto número de sus miembros equipados para
el combate; a ellos se unían los clientes en carácter de cuerpos auxiliares. La reforma serviana,
recordemos, dividió a la población en cinco clases de ciudadanos con capacidad para llevar armas
según su patrimonio particular. En este ordenamiento militar la centuria constituye la unidad de
población destinada a proporcionar al ejército un contingente fijo de hombres armados en un total de
cien integrantes. Las sesenta centurias de infantería pesada, formadas por miembros de las tres
primeras clases conforman una legión integrada por seis mil hombres, como unidad orgánica del
ejército romano a lo largo de su evolución histórica. En su organización interna cada legión se dividía
en diez cohortes de 600 soldados cada una; cada cohorte se dividía en tres manípulos de 200
integrantes, cada manípulo en dos centurias de 100 miembros y cada centuria en diez decurias.

En líneas generales se cumplían tareas militares desde los 17 a los 60 años y se alternaban las campañas
militares con el trabajo de la tierra, de tal modo que una acción militar se realizaba cuando se
suspendían las actividades agrícolas, a fin que las tierras tuvieran el debido reposo. Sin embargo, el
desarrollo del expansionismo agresivo dio paso a la necesidad de contar con tropas en forma
permanente, instaladas en un territorio determinado. Además, a fin de cubrir nuevas necesidades, el
estado dispuso la creación de cuerpos auxiliares integrados por los aliados o socii provenientes del
territorio italiano. Este ejército lentamente se fue consolidando hasta convertirse, después de las
reformas de Mario y Julio César, en una verdadera máquina militar artífice del afianzamiento interno
y externo del estado republicano.

Actividades Economicas
La gran propiedad comunitaria, transmitida por herencia y trabajada comunitariamente por los propios
miembros de la gens y su clientela, vio aparecer la propiedad privada de la tierra con dominios de
desigual extensión y variados niveles de producción. Del mismo modo, junto a estos pequeños
agricultores fue naciendo y fortaleciéndose un grupo de artesanos y comerciantes. Estos sectores,
apartándose de la nobleza gentilicia patricia fortalecieron el sector plebeyo ahondando las diferencias
entre un grupo y otro. La tierra fue la base económica fundamental del estado lo que contribuye a
entender, en parte, la política expansionista emprendida, en la que se adoptó como metas el Lacio e
Italia propiamente dicha (Toscana, Campania, Magna Grecia). Unido a esta acción se advierte el
vínculo con sectores económicos mercantiles y artesanales que favorecieron la apertura hacia el
Mediterráneo. La actividad agrícola estaba centralizada en la producción de cereales, a la que se suma
el cultivo de la vid y el olivo, la ganadería y la arboricultura. Junto a esta producción se destaca la
instalación de talleres artesanales dedicados a la fabricación de cerámicas, objetos de metal,
herramientas, armas, monedas. Desde el punto de vista comercial, la ciudad de Roma se convirtió en
el centro económico más activo del Mediterráneo Occidental generando un importante movimiento de
exportación e importación en grado tal, que hacia el -300 comenzó a competir con Cartago.
Conquistas Italicas y ExtraItalicas en la Republica
Tratar de explicar el expansionismo romano, en la etapa republicana, mediante una serie sucesiva de
causas, sean políticas, económicas, demográficas o sociales, es una ardua tarea. Puede decirse que, al
menos en los primeros tiempos, uno de los factores impulsores de este accionar fue el temor a perder
el territorio ocupado, es decir se emprendieron guerras defensivas frente a estados vecinos hasta
alcanzar su sometimiento total. Dado este primer paso era necesario defender lo ocupado o
acrecentarlo y así se manifestaron razones de carácter geopolítico a las que deben añadirse otras como
el incremento de las riquezas, aumento de tierras, explotación de las regiones sometidas, adquisición
de esclavos, aumento del prestigio personal de los generales intervinientes como así mismo el de la
ciudad conquistadora.

En un primer momento se emprendió la conquista del Lacio, territorio ocupado por los pueblos latinos
quienes habían conformado una confederación entre cuyos integrantes se encontraba la misma Roma.
Es así como, luego de la revolución del –509, los latinos, acaudillados según la tradición por Mamilio,
se levantaron contra Roma, enfrentándose en la batalla del Lago Regilo donde fueron derrotados.
Luego de esta acción militar se firmó un tratado entre romanos y latinos, conocido como Foedus
Cassianum. La alianza romano-latina pronto se vio amenazada por pueblos vecinos, quienes buscando
una salida al mar, presionaron sobre el Lacio. Uno de ellos fue el de los sabelios a los que se agregaron
los sabinos, ecuos y volscos.

Estas acciones pueden encuadrarse en el marco de la conquista de Italia la cual prosiguió con el
enfrentamiento contra la ciudad etrusca de Veyes dado que se disputaban la ocupación del vado (paso
del río) de Fidenas sobre el Tíber. El control de este vado o paso era de gran importancia estratégica
y comercial dado que por él cruzaba una ruta que unía Etruria y Campania. Roma actuó como agresor
y si bien se presentaron algunas dificultades, finalmente logró la ocupación del paso y el sitio de Veyes,
quién realmente controlaba la región. La toma de esta ciudad fue el punto de partida para la ocupación
del resto de Etruria. Hacia el 390 a. C. la actitud ofensiva de Roma se vio interrumpida por la invasión
de los galos quienes luego de sus incursiones de pillaje u ocupación de tierras se establecieron en el
norte de Italia en la región llamada Galia Cisalpina. Desde allí, galos senones, se presentaron ante la
ciudad de Clusium reclamando tierras, los habitantes de la ciudad pidieron ayuda a Roma. Esta en un
primer momento no dio respuesta a este pedido de auxilio y trató de negociar con los galos, quienes,
molestos con los embajadores enviados por Roma, los cuales fallaron a favor de Clusium, invadieron
el territorio romano. La batalla tuvo lugar a orillas del Allia, pequeño afluente del Tíber, sufriendo los
romanos una tremenda derrota que dejó la ciudad indefensa. Roma fue ocupada y sometida a intenso
saqueo en momentos en los que desde Veyes y Caere, ciudades vecinas, Camilo organizaba la
resistencia.

Paralelo a este problema se producía la rebelión de volscos, ecuos, etruscos, latinos y hérnicos quienes
creyeron llegado el momento de recuperar la libertad. Una vez más fue Camilo el encargado de airear
la situación dado que el Senado le concedió el título de dictador encargándole preparar la defensa. Este
reorganizó y disciplinó el ejército logrando detener la amenaza de galosm, se firmó un tratado en 331
a. C. estableciéndose en la Galia Cisalpina. Por otra parte con los latinos se renovó el tratado firmado
anteriormente por el cual las ciudades latinas podían conformar una liga, pero sometidas a Roma
debiendo pagar tributo y entregar contingentes al ejército (358 a. C.). No conformes con ello, siempre
que podían aprovechaban para sublevarse hasta que finalmente fueron derrotados y la liga disuelta
definitivamente en el 338 a. C
El éxito logrado en esta acción se debió en parte a las relaciones amistosas que mantenían los romanos
con los habitantes del Samnium (samnitas) los cuales a lo largo del siglo IV iniciaron una política
expansiva que los enfrentaría a Roma. En este avance ocuparon la Campania, la ciudad griega de
Cumas, Capua y la costa tirrena excepto Nápoles. Hacia mediados de siglo se firmó el primer tratado
entre ambas potencias el cual tuvo muy poca vigencia porque desde -340 se iniciaron hostilidades a
raíz de la ocupación de Capua. Los capuanos solicitaron la ayuda romana, pero ésta temiendo romper
el tratado firmado con los samnitas trató de no intervenir. La presión de Capua fue tal que Roma
terminó por ceder expulsando a los invasores y renovando las condiciones del tratado ya firmado.
Como consecuencia de esta acción el estado romano se extendía desde el valle del Tíber hasta Nápoles
cuya aristocracia decidió adherirse a Roma. Es importante tener en cuenta que desde Nápoles, Roma
entraba en contacto con la Magna Grecia e iniciaba una política de filohelenismo. . Hacia el 320 a. C.
los romanos decidieron llevar a cabo un ataque directo sobre el territorio samnita a través del
desfiladero de las Horcas Caudinas donde fueron bloqueados por el enemigo, pudiendo retirarse luego
de firmar un humillante tratado y de pasar todo el ejército bajo el yugo a cambio de la libertad.

En los años siguientes la misma no se definió favorable ni a los romanos ni a los samnitas, en
momentos en los cuales los etruscos, aprovechando la comprometida situación romana, llevaron a
cabo un levantamiento que motivó la rápida reacción de Roma. Superado este problema, para fines
del siglo IV y comienzos del III a. C., se reanudaron las hostilidades con los samnitas; llegó a
levantarse una verdadera coalición, entre cuyos integrantes figuraban los galos, de pueblos sometidos
contra la ciudad, la cual debía defender no sólo lo conquistado sino su propia existencia. Se produjo
una guerra de desgaste (batallas de Sentinum y Aquilonia), hasta que finalmente, los samnitas
agotados, terminaron pidiendo la paz y firmando un tratado hacia 290 a. C. Concluida esta acción,
Roma se adueñó de la Italia Central desde el Tirreno al Adriático consolidando territorios ocupados.
Logrados estos objetivos puso sus ojos en las ciudades griegas del sur, con quienes ya había entablado
un primer contacto. Por otra parte, fueron las mismas ciudades griegas, quienes solicitaron la presencia
romana como mediadora en los conflictos entre aristocracias y democracias que las afectaban (en este
caso fueron los grupos aristocráticos los que reclamaron su presencia). Una primera intervención se
dio en la ciudad de Turios amenazada por los lucanos, quienes a cambio del auxilio romano aceptaron
la presencia de una guarnición en su territorio y su incorporación a la liga itálica.

Existía un tratado firmado por ambas ciudades (Roma y Tarento). Sin embargo, Roma no conforme
con estas condiciones, amenazó a Tarento mediante el envío de una flota, que si bien no logró
resultados exitosos, mostró a los tarentinos la necesidad de buscar refuerzos y aliados entre los griegos,
para un nuevo enfrentamiento. Las ciudades griegas, envueltas en sus propias crisis, no pudieron
responder en forma favorable, motivo por el cual recurrieron a los reyes del Epiro, quienes
vislumbraron, con esta intervención, la posibilidad de extender sus dominios por Italia y Sicilia.

Este, hacia el 280 a. C., emprendió una campaña hacia Italia con un poderoso ejército, organizado
siguiendo criterios helenísticos y conformado por infantería, caballería y elefantes como factor de
sorpresa. A tal efecto contó con apoyo y contribuciones de Ptolomeo, Antíoco y Antígono. La
respuesta romana no se hizo esperar y en Heraclea se enfrentaron a las fuerzas de Pirro, siendo
derrotadas, aunque también fueron numerosas las bajas que sufrieron los epirotas. No obstante el
poderío de esta máquina de guerra, los planes de Pirro resultaron un tanto contradictorios y esto
contribuyó al fracaso de su accionar. Por ahora, teniendo en cuenta la adhesión de muchos griegos del
sur, que se retiraron de la liga itálica, Pirro decidió llevar a cabo su campaña contra la misma Roma.
El Senado romano no cedió ante esta presión, Pirro debió retroceder hacia el sur y allí lo enfrentó un
ejército enviado por Roma. Luego de esta acción, realizó otras campañas hacia Sicilia en momentos
en los que el Senado decidía rechazar las condiciones de paz y enfrentarlo nuevamente. En realidad
Roma aprovechó este tiempo de inacción de Pirro preparándose eficazmente para enfrentarlo. Luego
de la retirada de Pirro, una a una las ciudades de la Magna Grecia cayeron bajo dominio romano;
Tarento se vio obligada, al igual que Nápoles, a entregar barcos y tripulación en carácter de tributo al
estado romano.

Con estas acciones, Roma ha logrado el dominio de la península itálica, excepto el norte, se abre ahora
el camino hacia el dominio del Mediterráneo y por consiguiente el choque con los cartagineses. El
enfrentamiento con los cartagineses nos coloca frente a las Guerras Púnicas y la conquista del
Mediterráneo Occidental. Este conflicto tornase inevitable desde el momento en que Roma ocupó la
Magna Grecia y ambicionó Sicilia, en su mayor parte bajo dominio cartaginés; es decir que mientras
Roma y Cartago respetaron sus respectivas áreas de influencia fue posible la convivencia pacífica. Es
así como a través de tres largas guerras, que duraron cerca de un siglo (264 a 146 a. C.) Roma se
adueñó del Mediterráneo occidental y acabó con el dominio cartaginés. La causa del primer conflicto
estuvo dada por la instalación de un grupo de mercenarios de Campania, quienes así mismos se dieron
el nombre de mamertinos, en la ciudadela de Messina la que controlaba el estrecho homónimo, el cual
separa Sicilia de la Magna Grecia. Hierón II de Siracusa los enfrentó decidiendo los mamertinos pedir
ayuda, ya sea a Roma o a Cartago. El Senado advirtió a el enfrentamiento con los cartagineses. Fue
así como se decidió consultar directamente con el pueblo quién votó a favor de la intervención
designando jefe de la expedición al cónsul Appio Claudio (264 a. C.). La campaña de los romanos fue
exitosa, se logró desalojar a los cartagineses ocupando la ciudadela y asegurándose el control del
estrecho, es más Appio Claudio decidió un ataque sobre la misma Siracusa. Esto fue aprovechado para
extender los dominios romanos en la isla, lo cual provocó la reacción de Cartago quién decidió
incursionar sobre la costa italiana del Tirreno, para alejar a los romanos de Sicilia abriendo un nuevo
frente. Es a partir de esta acción en que Roma advierte la necesidad de contar con una flota y, copiando
técnicas de construcción y tácticas cartaginesas se dotó de ella. Si bien en un primer momento el
accionar le resultó adverso, dada la pericia cartaginesa en el mar, hacia el 260 a. C. lograron una gran
victoria naval en Miles al norte de Sicilia. Este éxito dio impulso a nuevas campañas hacia Córcega,
Cerdeña y ciudades cartaginesas de Sicilia en momentos en los que se decidía atacar la misma Cartago
en África.

El choque entre ambas flotas se produjo en Ecnomo, al sur de Sicilia, los cartagineses fueron
derrotados permitiendo el desembarco del ejército romano que se dedicó a saquear Cartago. Con la
presencia de un mercenario lacedemonio, Cartago logró recuperarse enfrentando al ejército romano
quien, en comprometida situación recibió apoyos desde Roma y emprendió el regreso. Luego de estas
acciones el conflicto se prolongó por varios años, sin resultado definitivo hasta que en 241 a. C. y
como acción final se envió una nueva flota para enfrentar a los cartagineses. El choque tuvo lugar en
Egates (extremo occidental de Sicilia) siendo los cartagineses derrotados y expulsados de la isla, la
cual se convirtió en la primera provincia romana. Además se concertó un tratado de paz entre Cartago
y Roma. Una segunda guerra se produjo a raíz de la recuperación de los cartagineses y de la política
imperialista emprendida con el objeto de afianzar posesiones e incorporar las riquezas necesarias que
la consoliden. Cartago fijó como objetivo la península ibérica y así gracias a Amílcar Barca se logró
ocupar la región. Amílcar fue sucedido por su yerno Asdrúbal quién aseguró el control del tráfico
comercial a través de la fundación de Cartago Nova y comenzó la explotación de nuevos yacimientos,
en este caso de oro; es decir, Cartago lentamente se recuperaba. Esta situación inquietó a los romanos,
quienes no pudiendo intervenir decidieron concertar un tratado con Asdrúbal conocido como Tratado
del Ebro (226 a. C.). . Sin embargo, Asdrúbal a pesar de la firma de este acuerdo, en franca violación
al mismo, atacó la ciudad dando pretexto para una nueva guerra, poco después fue asesinado y el
ejército proclamó sucesor a Aníbal quien, a pesar de su juventud, ya había demostrado las excelentes
condiciones militares con las que estaba dotado. Además, esto aseguraba la continuidad de la política
cartaginesa en España en momentos en los que Roma no podía intervenir directamente a raíz de graves
conflictos que le afectaban como eran la piratería emprendida por los ilirios y el levantamiento de los
galos.

Aníbal, quien había jurado odio eterno a los romanos, necesitaba un pretexto para enfrentarlos. El
mismo estuvo dado por el ataque a Sagunto, que él continuó motivado por una crisis interna entre los
saguntinos quienes se hallaban divididos en dos tendencias filoromana y filocartaginesa. El control de
la situación interna por parte de la primera facción y el consiguiente desplazamiento de la segunda,
provocó la acción de Aníbal (219 a. C.) en momentos en los que el Senado romano decidió no atacar
sino negociar.

La negociación no dio el resultado esperado, Sagunto, después de una heroica resistencia, cayó en
poder cartaginés y a partir de esta acción Aníbal concibió un audaz plan con el objeto de atacar la
misma Roma, no por mar sino por tierra desplazando su ejército desde España y a través del sur de la
Galia para lo que era necesario atravesar los Pirineos, el Ródano y los Alpes. En la primavera de 218
a. C. emprendió la marcha. La defensa estaba a cargo de Cornelio Escipión quien trató de detener a
Aníbal en el Ródano pero al fracasar emprendió la retirada hacia Roma en momentos en que los galos
aprovecharon la presencia cartaginesa para unirse a ellos. La invasión sobre Italia se concretó luego
de cerca de cinco meses de penalidades y en las cercanías del río Tesino se produjo el primer choque
armado, al término del cual Escipión fue derrotado y gravemente herido. El avance del cartaginés
parecía imparable produciéndose un nuevo encuentro y derrota romana a orillas del río Trebia (218 a.
C.) y un año después caían nuevamente a orillas del lago Trasimeno con lo cual el avance sobre Roma
se tornaba amenazador. Sin embargo, Aníbal decidió dar un respiro a sus desgastadas tropas. Cumplido
este objetivo marchó hacia la Campania en momentos en los cuales los nuevos cónsules, Emilio Paulo
y Terencio Varrón. El encuentro tuvo lugar cerca de Cannas (a orillas del río Aufidus) en 216 a. C. y
concluyó con una aplastante derrota romana. Esta seguidilla de derrotas hizo temer el destino de la
ciudad pero Aníbal, quizás no valiéndose de la situación, no la atacó directamente marchando hacia el
sur.

Este tiempo lo ocupó Roma preparando su recuperación, mientras Aníbal trataba de aislarla
amenazando el Lacio, sin lograrlo. También, el general cartaginés, entró en tratativas con Filipo V de
Macedonia para concertar una alianza la cual reportaría nefastas consecuencias para los macedónicos
y los griegos; por otra parte, a través de su hermano se dirigió al Senado cartaginés solicitando
refuerzos. Una vez que los recibió volvió a presentarse a las puertas de la ciudad (211 a. C.). En este
impasse los romanos se preocuparon por completar la ocupación de Sicilia, logrando la definitiva
expulsión de cartagineses y recuperar posiciones perdidas en España.

La reorganización de la defensa romana estuvo a cargo de Publio Cornelio Escipión quién propuso
como plan aislar a Aníbal, evitando que recibiera ayuda desde España, y para ello sitió Cartago Nova.
Por otra parte la ayuda que Aníbal esperaba recibir desde Grecia no llegó, ni tampoco llegaron
refuerzos desde Siracusa. Aníbal trató de resistir con sus tropas, en espera de cuerpos auxiliares que
desde España conducía su hermano. Estos fueron interceptados por los romanos y detenido su avance.
Mientras tanto, el plan de Escipión era atacar directamente Cartago obligando a Aníbal a abandonar
la península itálica en defensa de la patria. Era un plan audaz pero, dada su popularidad, contó con
apoyos incondicionales siendo electo cónsul en 205 a. C. y fijando la base de operaciones en Sicilia.
Con una importante flota partió a poner sitio a las ciudades de la costa y ante la gravedad del momento
el senado cartaginés ordenó a Aníbal que abandonara el territorio italiano y acudiera en defensa de
Cartago. Esta trató de entablar negociaciones con los romanos, sin duda que para ganar tiempo, y en
octubre de 202 se libró la decisiva batalla de Zama (Túnez). La derrota cartaginesa fue contundente
debiendo aceptar duras condiciones de paz y el pago de un cuantioso tributo. Escipión firmó el tratado
en nombre del gobierno romano y emprendió el regreso a Italia.

A pesar de la derrota sufrida, Cartago comenzó a recuperarse decidiendo entregar el control de la


ciudad a Aníbal, con el objeto de introducir reformas democráticas en su gobierno y entablar relaciones
con Filipo V de Macedonia y Antíoco III de Siria. Roma no vio con buenos ojos esta política y deseosa
de deshacerse de él presentó sus quejas ante los cartagineses exigiendo su entrega. Este emprendió la
huída optando por suicidarse en el año 184 a. C. Ante esta situación, en Roma estaban divididas las
opiniones respecto a la continuidad de la guerra con Cartago hasta lograr su destrucción total. Hacia
el 150 a. C. Roma tuvo un pretexto para hacer una nueva declaración de guerra a raíz de un conflicto
que estalló entre los cartagineses y los númidas, como consecuencia del cual los primeros declararon
la guerra a los segundos. Es así como violaron el tratado firmado. a. Previo a la destrucción de Cartago,
Roma ocupó la importante ciudad de Utica, exigió la entrega de trescientos jóvenes en calidad de
rehenes y el desarme de la ciudad. Cumplidas estas exigencias la ciudad debía ser abandonada y podía
ser reconstruida hacia el interior lejos del mar. No conformes con estas condiciones, los cartagineses
trataron de recuperarse para resistir, en momentos en los que los romanos comenzaron el asedio, que
por una serie de dificultades no previstas, se extendió por tres años hasta 146 a. C. La dirección de las
acciones estuvo a cargo de Escipión Emiliano, nieto adoptivo del Africano, y se prolongaron durante
seis días. Las ciudades que habían colaborado con los romanos como Utica recibieron parte de su
territorio y el protectorado romano; con el resto de las tierras se creó la provincia de África. Para
completar la ocupación del Mediterráneo occidental se llevó a cabo la conquista de España, la que no
era desconocida a los romanos quienes se habían presentado en ella a raíz del conflicto cartaginés.

Sin embargo, no fue fácil su ocupación definitiva. Estas regiones (Citerior y Ulterior) se convirtieron
en provincias bajo el gobierno de un pretor. Luego de la partida de Escipión Africano, a fin de
concretar su acción contra Aníbal, las sublevaciones en el territorio español se sucedieron con
asiduidad tornándolo prácticamente ingobernable. Por esta razón fue enviado Marco Porcio Catón a
fin de restablecer el dominio romano quién lo logró algunos resultados parciales, porque no pudo
controlar pueblos del interior de la península, especialmente los celtíberos. Hacia el 180 a. C. el pretor
Sempronio Graco intentó una política de asimilación con los hispanos, la cual dio buenos resultados
que permitieron pacificar la región; no obstante los celtíberos volvieron a hostigar a los romanos.
Inmediatamente organizó guerrillas de desgaste contra los romanos quienes, para acabar con ello,
sobornaron a algunos de sus jefes para que le asesinaran. Logrado este objetivo, Lusitania (actual
Portugal) pasó a ser dominio romano. Por su parte los celtíberos resistieron un tiempo más
acaudillados por la ciudad de Numancia. Como esta resistencia se prolongaba más de lo esperado se
designó al destructor de Cartago, Escipión Emiliano, al frente de las operaciones en Hispania. Este,
una vez que disciplinó el ejército, concibió el plan de cercar la ciudad y rendirla por hambre. El sitio
se prolongó hasta 133 a. C. momento en el cual los numantinos se entregaron y la ciudad corrió la
misma suerte que Cartago.

La última etapa del expansionismo romano se dio con la intervención en el Mediterráneo Oriental que
fue contemporánea con las segunda y tercera Guerras Púnicas. El motivo de la intervención romana
fueron los permanentes conflictos entre las ciudades griegas y Filipo V de Macedonia. En estas
circunstancias los griegos habían conformado ligas de ciudades y requirieron la presencia romana en
carácter de mediadores diplomáticos, hacho que aprovecharon para asegurar una presencia más eficaz
en Grecia, lo cual atrajo conflictos con Macedonia. Un primera intervención (215 a. C.), que se produjo
en momentos comprometidos para los romanos a raíz de la presencia de Aníbal en territorio italiano;
ésta concluyó con su retiro y la concertación de un acuerdo que dejaba a los griegos librados a su
suerte. Producido el triunfo de Zama (202 a. C.) sobre Cartago, Roma tuvo las manos libres para
intervenir en Oriente. El motivo se lo dio la ascensión al trono de Egipto de un faraón menor de edad
y los inmediatos planes que concibieron sus enemigos, Filipo V de Macedonia y Antíoco III de Siria,
de repartirse el reino ptolemaico para lo cual concertaron un tratado secreto. La ambición de Filipo
despertó la reacción de Rodas, Bizancio, Cos, Quíos y Pérgamo quienes conformaron una coalición
en su contra y solicitaron la presencia romana en carácter de árbitro. El Senado romano, en un primer
momento evitó la declaración de guerra, lo cual significaba abrir un nuevo frente, pero dado el peligro
representado por Filipo, quién podía contar con el apoyo de Antíoco, hacia el 200 a. C. decidió la
declaración la guerra a ambos.

Una vez que los obtuvo (las ligas Etolia y Aquea se unieron a él), enfrentó a los macedónicos en la
decisiva batalla de Cinoscéfalos, en Tesalia (197 a. C.) al término de la cual el ejército macedónico
fue aniquilado y Filipo debió concertar un tratado de paz con duras condiciones: entrega de la flota,
pago de una indemnización, dejar libre la navegación de los estrechos y levantar las guarniciones de
las ciudades griegas. Derrotado Filipo ahora Roma debía enfrentar a Antíoco de Siria. Antíoco III
desconoció el acuerdo concertado con Filipo V y en lugar de auxiliarlo para enfrentar a los romanos
se dedicó a recuperar territorios perdidos y a extender la influencia seléucida por Asia Menor. Por el
momento Roma lo dejo actuar, porque en definitiva recuperaba lo que antaño había pertenecido a su
reino, sin embargo cuando en su afán expansionista amenazó Tracia esto dio pie a la intervención
romana.

En realidad Antíoco se sentía fuerte porque a través de alianzas matrimoniales consolidaba su poder
y, asesorado por Aníbal, refugiado en su corte, concibió planes de ataque a los romanos. Además
realizó una campaña hacia Grecia, a fin de incorporar las ciudades a sus dominios. Esta campaña fue
un completo fracaso y obligó al rey seléucida a emprender el regreso luego que su ejército fue
aniquilado gracias a la intervención romana (191 a. C.) Esta derrota demostró a los romanos la
vulnerabilidad de las fuerzas sirias y entonces decidieron invadir el Asia por tierra y por mar. El mando
de las operaciones estuvo a cargo Cornelio Escipión (hermano del Africano), quién contó con el apoyo
de los griegos, sobre todo la Liga Etolia, Filipo V y las flotas de Rodas y Pérgamo. Las fuerzas romanas
invadieron Asia desde Tracia en momentos en los que Antíoco realizó ofertas de paz que no fueron
escuchadas por Roma y, a fines de 190 a. C., cerca de Magnesia de Sipilos tuvo lugar el decisivo
encuentro en el cual se aniquiló el ejército sirio de tal modo que Antíoco se replegó más allá de los
montes Tauro y pidió la paz. El tratado firmado fue la Paz de Apamea (188 a. C.) el cual obligó a
Antíoco a retirarse de Europa y Asia Menor fijando el límite de sus posesiones entre los montes Tauro
y el río Halys, también la entrega de parte del ejército y la flota y el pago de un cuantioso tributo.
También Roma hizo partícipes de estos beneficios a sus aliados, Rodas y Pérgamo, los cuales
recibieron territorios y flota.

Después de la derrota de Antíoco, Filipo V decidió desconocer la alianza concertada con los romanos
y tratar de recuperar Grecia e incorporarla a sus dominios. Roma vio esta actitud como traición y,
sabedor Filipo de los rumores que en su contra circulaban entre los miembros del Senado, decidió
enviar una embajada para atraerse nuevamente su amistad. De esta embajada formaba parte su hijo
menor quién contaba con amigos y simpatías en el Senado. Esto permitió obtener una actitud
benevolente hacia Filipo, pero su hijo mayor, quizá por celos, indispuso al hermano ante su padre y
éste en un arrebato de violencia ordenó ejecutarlo. Al conocer la verdad de los hechos, sumido en una
profunda tristeza murió, asumiendo Perseo el gobierno de Macedonia (179 a. C.).

Una vez más se comenzaron preparativos bélicos para invadir los Balcanes y enfrentar a Perseo.
Realizada la invasión, en un primer momento, la situación fue favorable al macedónico, razón por la
cual se decidió enviar un nuevo cónsul al teatro de operaciones. Este fue Emilio Paulo quien, antes de
atacar a Perseo, dispuso realizar el reconocimiento del terreno y de las fuerzas macedónicas. El choque
tuvo lugar en las cercanías de la ciudad de Pidna (168 a. C.) culminando con una tremenda derrota
para los macedónicos, a tal punto que Perseo escapó refugiándose en Pella de donde huyó. Recluido
en la isla de Elba murió al poco tiempo. Respecto a Macedonia no fue transformada en provincia sino
que su territorio se dividió en cuatro distritos a los que se prohibió concertar alianzas entre sí. En
cuanto a las ciudades griegas, algunas de ellas fueron castigadas por demostrar simpatías hacia Perseo
y un tibio apoyo hacia sus “libertadores”, se dispuso la desintegración de las Ligas Etolia y Aquea y
la ocupación de los diversos territorios griegos. Sin embargo, un conflicto en Esparta condujo a la
guerra con la Liga Aquea que culminó con la destrucción de Corinto y la sumisión de Grecia. En
efecto, Esparta trató de separarse de la liga razón por la cual ésta les declaró la guerra. Cuando Roma
conoció lo ocurrido no pudo intervenir en forma inmediata por sus problemas en España y Cartago,
pero una vez solucionados se hizo presente y exigió que varias ciudades se separasen de la liga, entre
ellas Esparta, en realidad su objetivo era que la liga se disolviera. Esto provocó un levantamiento
general de ciudades que se unieron a la liga con excepción de Esparta y Atenas (146 a. C.). Sólo
bastaron dos encuentros (Scarfea y Leucopetra) para que el ejército de la liga fuese derrotado y se
ocupara la ciudad de Corinto, donde el jefe de la rebelión se había refugiado.

Superado este problema, Roma intervino en otros reinos helenísticos como Pérgamo. Allí bajo la
gestión de Atalo II, Roma había ejercido el papel de supervisión de los asuntos de gobierno y
administración. Con su sucesor, Atalo III, esta política se profundizó, a tal punto que cuando éste
murió dejó el reino en herencia a los romanos (133 a. C.), el cual fue la base de la provincia romana
del Asia creada en él y en parte de las antiguas ciudades griegas de la costa. Rol similar cumplió
también en Egipto que, desde el siglo II a. C., ha profundizado su proceso de decadencia. La presencia
romana en África se confirmó a partir del 155 en que Ptolomeo VII dejó en herencia, su reino de la
Cirenaica a Roma, si moría sin hijos. Respecto al reino de Siria, luego del reinado de Antíoco IV,
Roma acentuó su papel arbitral disponiendo el desarme de este reino, tanto por mar como por tierra, a
fin que no intentase sublevarse. La medida despertó la indignación de los sirios quienes trataron de
llevar a cabo un levantamiento general contra Roma. Este concluyó en un completo fracaso y la
profundización de la decadencia hasta que Pompeyo, ya en el siglo I a. C., dispuso la caducidad de la
dinastía seléucida, la reorganización del Oriente y al creación de la provincia de Siria.

Algunas de las consecuencias producidas por el expansionismo romano en Italia y el Mediterráneo


fueron: Formación de provincias que incrementaron el porcentaje de territorios controlados por la
República. Aparición de una economía monetaria, por el metálico que afluyó a Roma desde sus
posesiones. Desarrollo del latifundio, a raíz de préstamos usurarios y la concentración de tierras en
pocas manos. Afluencia de esclavos e incremento de su uso como mano de obra. Grandes
transformaciones culturales por influencia helénica (lengua, filosofía, literatura, elocuencia,
educación, arte); aparición de cultos orientales y cambios en las costumbres y formas de vida que
motivaron las críticas de Catón el Censor y Cicerón.
Organización de los Territorios
Estas van desde la pura y simple anexión dentro del estado romano a la alianza latina y extralatina o
itálica que responden a la practicidad de la política romana, originando su particularidad en el conjunto
de estados de la antigüedad. Aquellos territorios directamente anexados a Roma integraron el llamado
ager romanus, sus habitantes poseían la categoría de ciudadanos romanos y, a principios del siglo IV
se extendían hacia el sur, hasta Campania y por el este, a través de los Apeninos, alcanzaba las costas
del Adriático. En el momento en que se amplía el territorio hacia Etruria y Campania se incorporaron
comunidades que conservan su autonomía pero, sus habitantes cuentan con una semiciudadanía.
Cuando la expansión territorial abarcó nuevos territorios de Italia se decidió la fundación de puntos de
apoyo, control y defensa de estos espacios dando origen a coloniae pobladas por ciudadanos romanos.
Con el tiempo se convirtieron en prolongaciones de la misma Roma fuera de sus fronteras y los
ciudadanos que la habitaban recibían una parcela de tierras como propietarios.

El resto de las poblaciones italianas con las que Roma se vinculó como consecuencia de la expansión
territorial se convirtieron aliados itálicos, mantuvieron su soberanía y cumplían con el estado romano
obligaciones de carácter militar y tributario que se fijaban mediante la firma de un tratado de alianza
o foedus. Fuera de Italia se adoptó el régimen provincial. De este modo a comienzos del siglo III a. C.
el territorio bajo la hegemonía de Roma comprendía unos 150.000 km cuadrados, de los que 30.000
componen el ager romanus, contaba con cerca de tres millones de habitantes, de los que una cuarta
parte goza de derechos cívicos, en condiciones de sostener un ejército de unos 170.000 hombres
integrado por ciudadanos romanos y aliados itálicos.

Crisis de la Republica
Situación posterior a las grandes conquistas. Problemáticas
políticas y económico-sociales
Para el conocimiento de esta etapa s contamos con el aporte de historiadores como Tito Livio o
literatos como Cicerón y Salustio quienes han destacado el permanente deterioro de los valores
romanos tradicionales y del mundo en que vivían. También contamos con el aporte de autores griegos,
como Polibio los cuales, desde fuera de la sociedad romana, trataron de mostrar los porqués de esta
evolución. A ello sumamos el aporte testimonial de César, Apiano, Suetonio y Plutarco. En líneas
generales la etapa se inició con una serie de transformaciones que se manifestaron a lo largo del siglo
II a. C., momento en el cual la clase senatorial disfrutó del máximo poder político-social, a la que se
sumó el sector de los equites o caballeros. Roma, no habiendo organizado instituciones democráticas,
se convirtió en una oligarquía, como etapa previa al principado. Los sectores populares trataron de
inclinar la situación a favor de las mayorías desposeídas, lo que generó violentas agitaciones
revolucionarias y guerras civiles que no sólo marcaron el ritmo del proceso, sino que desgarraron sus
instituciones, superando la disputa entre oligarcas y populares, en una clara contienda por el poder
personal.. Las nstituciones republicanas tradicionales continuaron al frente de la administración del
Estado. Las magistraturas, tanto las superiores, como los cónsules y pretores, dotados del Imperium,
como las inferiores fueron los verdaderos motores de la vida política al continuar al frente de la gestión
del estado. Conservaron su carácter de colegiatura y la nobilitas fue la encargada de monopolizar la
posesión de las mismas; también conservaron su carácter electivo y la anualidad. Sin embargo, la
expansión mediterránea y las nuevas obligaciones internacionales, motivaron la necesidad de cambios
en la forma como la República se había estado gobernando hasta ese momento. Es en esta coyuntura
en que Roma no supo hallar las soluciones apropiadas y dónde se produjeron cambios.
Por su parte, el Senado continuó siendo la institución fundamental de la República, conservó su
carácter de órgano representativo de la aristocracia y de su régimen de gobierno y su misión principal
era aconsejar a los magistrados, motivo por el cual siempre era consultado ante cualquier decisión
importante. A ello sumamos su intervención en cuestiones de política exterior como la declaración de
guerra, firma de tratados de paz, administración de la justicia y las finanzas públicas. A esto pueden
añadirse las Asambleas, organizadas en torno a tres clases (Curia, Centuria y Tribu), con competencias
definidas, estructura interna propia y el rol de representar a toda la ciudadanía, es decir era en estos
ámbitos de poder donde el ciudadano romano podía ejercer su derecho al voto. La conquista permitió
la incorporación de enormes extensiones de tierras que engrosaron el ager publicus, no obstante estas
tierras públicas no mejoraron la condición de vida de los pequeños propietarios, sino que
incrementaron las propiedades de poderosos terratenientes generando el desarrollo del latifundismo y
el uso, cada vez mayor, de mano de obra esclava. En contraposición hubo una paulatina disminución
de la pequeña propiedad rural y del campesinado libre, a lo que se sumó el abandono del cultivo de
los cereales, el cual se importaba de las provincias de Sicilia y África y se priorizó el cultivo de la vid,
el olivo, los frutales, los pastizales y la cría de ganado, que demandaban latifundios.

Este cambio económico acompañó el aumento del comercio, tanto terrestre como marítimo. Roma y
la misma Italia demandaban variados productos, generando más importación que exportación no solo
de productos alimenticios, sino también de perfumes, aceites . Además, el movimiento comercial
convirtió a Roma en un gran centro financiero. En el campo de la industria, el masivo uso de mano de
obra esclava, accesible y barata, generó una actividad puramente manual y artesanal. El estado, en su
deseo de incrementar sus recursos, cobraba tributos a los propietarios como así mismo a las provincias.
En cuanto a la estructura social, a las clases tradicionales (nobleza senatorial, caballeros y campesinos)
se sumaron los proletarios, masa de campesinos empobrecidos que abandonó sus pequeñas
propiedades y emigró a las ciudades (sobre todo Roma) y la nobilitas o nueva nobleza patricio-plebeya.
Esta, lentamente incrementó su número, se convirtió en una casta exclusivista y dominadora,
monopolizó los cargos, controló el Senado y generó una nueva clientela. Al mismo tiempo, entre esta
nueva nobleza y la masa popular se consolidó el orden ecuestre o caballeros dedicados, básicamente
a los “negocios”. Por otra parte, no debe olvidarse el aumento constante de la esclavitud urbana y rural
y la presencia de hombres libres dedicados al pequeño comercio y a las artesanías. Otro sector social
importante fue el de los libertos, constituido por esclavos que podían comprar su libertad y acceder al
derecho al voto. Otra de las cuestiones que afectó a la República romana en esta etapa fue la influencia
del helenismo la que se advirtió en la religión tradicional. Esta se vio afectada por la asimilación del
panteón griego por los romanos y la incorporación del ritual festivo heleno, también fue introducida
la gran Diosa Madre, en momentos en los que el Senado no manifestó ninguna actitud de intolerancia
al respecto. En el plano literario, sus primeros poetas, marcaron el camino para el florecimiento de las
letras latinas tomando modelos y esquemas griegos, se imitó la poesía, la épica, el drama, la comedia,
lo que favoreció el surgimiento de un género típicamente latino como fue la sátira.

Estos cambios comenzaron a debilitar el andamiaje moral del pueblo romano; el flujo de dinero,
esclavos, materias primas, obras de arte, etc., transformaron la vida material y espiritual de Roma
alejándola de la sencillez y moderación que habían caracterizado los primeros tiempos de la República.
Esto no pasó inadvertido a los romanos más conservadores tal el caso de Catón, el Censor y otros, que
aun defendiendo el mos maiorum, no pudieron evitar que las consecuencias de las conquistas
debilitaran a la vieja Roma y, a través de la crisis y la guerra civil, prepararan el camino para el
advenimiento de una nueva época.
Intentos de Reforma: Hermanos Graco
En este ambiente, los hermanos Graco, provocaron una verdadera tormenta política cuando quisieron
resolver una serie de problemas producto de tensiones y conflictos que se gestaron a lo largo del siglo
II a.C. . La vida política enfrentó a grupos rivales, por un lado la nobleza gobernante, celosa defensora
de sus privilegios, motivo por el cual comenzó a definirse como los optimates o los mejores hombres
de Roma; por otro un proletariado urbano numeroso, holgazán, deseoso de vender su voto a cambio
de sustento y diversión, conocido genéricamente como los populares. A ello se suma la clase de los
caballeros, capitalistas y hombres de negocios, dispuesta a unirse a uno u otro sector de acuerdo a sus
intereses. Respecto de los Graco, el primero en actuar fue Tiberio quien, descendiente de una destacada
familia de la nobilitas romana, ocupó cargos militares, fue cuestor en España y, electo tribuno de la
plebe en -134. Advirtió que la existencia de grandes latifundios explotados por abundante mano de
obra esclava, había convertido al campesinado en ocioso proletariado urbano. Con el fin de remediar
la situación, a través de su gestión propuso una legislación agraria, apoyada por importantes
personalidades del sector senatorial que partía del principio jurídico que el estado era el propietario
del ager publicus y por lo tanto podía recuperar aquellos territorios que habían sido ocupados u
obtenidos por medios ilegales. A tal efecto recurrió a las Leyes Licinias del -367 y limitó el uso de las
tierras públicas a 500 jugadas (125 has.) por propietario, el resto se debía redistribuir. Además, se
podían recibir 250 jugadas más por hijo y el reparto de las tierras lo realizarían funcionarios designados
para ello.

Su propuesta fue bien recibida por los campesinos, pequeños propietarios, proletariado urbano y un
sector de la clase senatorial. No obstante, los opositores iniciaron una violenta campaña en su contra
sobornando al otro tribuno para que vetara la ley. Ante el fracaso, Tiberio alteró la constitución del
estado y presionó al pueblo para que interviniera destituyendo a su opositor. Con esta maniobra logró
la aprobación de la ley y se designó el triunvirato para iniciar su aplicación. Este estaba integrado por
el mismo Tiberio, su hermano Cayo y su suegro Appio Claudio, quienes iniciaron su tarea dividiendo
las parcelas y entregando materiales de labranza. La oposición senatorial lo acusó de subversivo y
esperaba la finalización de su mandato para dejar la ley sin efecto. Tiberio solicitó su reelección como
tribuno, con lo que violaba nuevamente la constitución, generando un clima de lucha interna entre sus
partidarios y sus opositores. En este ambiente, el día de las elecciones, Tiberio decidió resistir, pero
fue asesinado junto a sus seguidores (-133). Su muerte no significó la derogación de la ley, las tareas
del triunvirato continuaron, aunque con algunas dificultades, para lo cual era necesario dejarla en
suspenso. Cuando esta cuestión iba a ser tratada en el Senado, su impulsor Escipión Emiliano murió
misteriosamente, el asunto no se resolvió y fue necesaria la actuación de Cayo Graco para intentar
rehabilitar la normativa legal.

Cayo Graco se propuso vengar la muerte de su hermano a través de dos objetivos: continuar su obra y
aclarar su asesinato. Caracterizado como austero y buen orador, al concluir sus tareas en el triunvirato
fue enviado como cuestor a Cerdeña. Lentamente ganaba popularidad con medidas como reparto de
tierras públicas y trigo, también prometiendo a los aliados de Italia que propondría otorgarles la
ciudadanía y obtuvo apoyo de los caballeros, con reformas judiciales que los beneficiaron y franquicias
económicas. Inició su carrera política elevando un proyecto de reparto de tierras públicas entre mayor
número de ciudadanos, lo que generó la oposición del Senado. Igualmente propuso que los tribunos
pudieran ser reelectos, con lo cual buscaba asegurar su carrera política. Se presentó como candidato
en -124, pero la oposición consiguió limitarlo y fue electo como tribuno en cuarto lugar.
Retomó el programa de reformas de su hermano y, con algunas modificaciones, se implementó
nuevamente la ley agraria, también propuso la fundación de colonias agrícolas en tierras públicas
recuperadas. A esto debe sumarse una ley frumentaria para entregar trigo a bajo precio a la plebe
urbana a costa del estado, una ley militar para beneficiar a los soldados que, con apoyo del Estado,
cubrirían sus gastos de equipamiento y una ley viaria que creaba fuentes de trabajo. Buscó apoyo entre
el grupo de los caballeros, que unido a los sectores menos favorecidos, podían ser la base para crear
una facción “popular” y con ello tratar de quebrar la unidad de la oligarquía. Sin embargo, fracasó en
su intento por lograr la aprobación de una ley que concedía el derecho de ciudadanía a los aliados
romanos.

En -121 presentó su candidatura para un tercer tribunado, pensando que contaba con el apoyo de los
caballeros, pero no resultó reelecto y cercado por sus opositores optó por hacerse matar por un esclavo
en momentos en los cuales la violencia generalizada caracterizaba la vida política de la República.

Guerras Civiles
Durante el último siglo de vida de la República romana, se produjo el paso de una forma aristocrática
de gobierno a otra monárquica, sobre un fondo de conflictos sociales y guerras civiles, en el contexto
de la creación y gestión de un Imperio de amplias dimensiones. En líneas generales fue una época de
cambios, no revolucionarios, pero si de la estructura política al ser sustituida la res publica tradicional
por una monarquía, prefigurada por César y definitivamente consolidada a través del Principado de
Augusto. La crisis tardorrepublicana, que hundía sus raíces en el período del gran desarrollo
imperialista de Roma, fue generada por la inadecuación de la estructura política, social y económica
de una ciudad-estado, aplicada a un Imperio de dimensiones mediterráneas. La crisis se manifestó en
una serie de cambios:

• Desarrollo de explotaciones agrarias basadas en mano de obra servil y cuya producción iba
destinada al mercado regional e internacional.
• Deterioro de las condiciones de vida del pequeño campesinado y proletarización creciente de
una parte de la ciudadanía, que se tradujo en la progresiva inclusión en el ejército de proletarios,
los cuales reclamaron a sus comandantes la entrega de tierras, forzando la ampliación del
proceso colonizador.
• Emigración desde el medio rural a centros urbanos y en particular a Roma, con el consiguiente
incremento de la plebe urbana, a la cual pertenecían numerosos libertos y cambio cualitativo en
su papel político.
• Enriquecimiento de nuevos grupos sociales, agrupados en el orden ecuestre, a costa de las
posibilidades que ofrecía el imperialismo romano, lo cual tuvo su reflejo en sus aspiraciones de
compartir el poder político con la aristocracia tradicional.
• Recurso creciente al hombre providencial y ascenso de imperatores, cuyo poder se basaba en
ejércitos personales y en los servicios prestados a la comunidad a través de largos mandos
extraordinarios en el ámbito provincial.
• Generalización de la violencia como método político, que tuvo como máximo reflejo las diversas
contiendas civiles.

Ascenso de Mario
Luego de la muerte de Cayo Graco, la nobleza retomó el control de los negocios públicos y procuró
mantenerse allí apelando al recurso de la guerra. Esto se concretó con la conquista de la Galia
Narbonense, lo que permitió controlar la ruta terrestre que unía Italia con España. Como consecuencia
del resultado favorable de este conflicto, la nobleza consolidó momentáneamente su posición. Sin
embargo, dos acontecimientos desacreditaron a la oligarquía y favorecieron el acercamiento entre el
partido popular y el orden ecuestre, estos hechos fueron la guerra de Jugurta y la invasión de cimbrios
y teutones. Para esos momentos la familia más destacada de Roma era la de los Cecilios Metelos. Así
lo hicieron Lucio Cornelio Sila, quien se casó con una de las mujeres de la familia y Cayo Mario,
cliente de la misma. Estos dos personajes protagonizaron la primer guerra civil. La guerra de Jugurta
tuvo como escenario la región de Numidia, en el norte de África, y como causa desencadenante un
problema sucesorio a raíz de la muerte de su rey (Micipsa) y la disputa por el trono entre sus hijos
(Aderbal e Hiempsal) y su sobrino Jugurta. Este era el más capacitado para gobernar, pero de acuerdo
a una disposición testamentaria, el reino no podía dividirse.

Desconociendo lo dispuesto en el testamento, Roma procedió a repartir el reino lo que molestó las
ambiciones de Jugurta quien decidió enfrentar a sus primos, asesinando a Hiempsal y enfrentando a
Aderbal quien, en su carácter de refugiado en Roma buscó el apoyo del Senado. Al mismo tiempo,
Jugurta envió una embajada con valiosos presentes para los senadores y, ante la disyuntiva, se
comisionó a un grupo senatorial para mediar en el conflicto planteado. La situación demostró la
corrupción de éste, quien estaba dispuesto a negociar con el mejor postor y Jugurta, no satisfecho con
lo decidido por la comisión senatorial, tomó los territorios de Aderbal y sitió Cirta, la capital, razón
por la cual Aderbal solicitó la ayuda de Roma, la que no pudo asistirlo (amenaza de cimbrios y
teutones). Temeroso Aderbal recibió una nueva comisión senatorial, al mismo tiempo Jugurta
prometió entregar la capital y respetar la vida de sus habitantes; lejos de cumplir con su promesa,
ordenó una matanza generalizada. La situación fue aprovechada por el grupo popular para denunciar
al senatorial, el cual, con su fracasada maniobra, había sido causante de la muerte de tantos itálicos y
se solicitó la declaración de guerra contra Jugurta (-111).

La campaña militar se desarrolló en un tenso clima de corrupción y negociados, Jugurta fue derrotado
y, de acuerdo al tratado de paz firmado debía comparecer en Roma. Allí, una vez más protagonizó
intrigas y un asesinato y consiguió escapar hacia Numidia, lo que reanudó las hostilidades. Este
accionar demostró la decadencia y venalidad de la jerarquía y el ejército romanos, promovida por el
propio Jugurta quien, en la batalla que se entabló, derrotó a los romanos e impuso duras condiciones.
Paralelamente se envió al general Quinto Cecilio Metelo para conducir la acción bélica y éste acudió
al escenario de operaciones, acompañado por Cayo Mario (identificado con el partido popular) como
su lugarteniente. Reorganizado el ejército, se reinició la acción militar contra Jugurta quien no
presentaba frente de batalla, sino que recurría al accionar de guerrillas. El conflicto se extendió hasta
el -108 y Mario, por las condiciones militares que había demostrado, se ganó la simpatía de los
soldados y solicitó autorización para volver a Roma y candidatearse para el Consulado. Metelo no vio
bien esta maniobra, lo que molestó a Mario quien inició, en su contra, una campaña de desprestigio.
En medio de esta interna, Mario obtuvo el Consulado y la dirección de la guerra contra Jugurta
desconociendo los poderes de Metelo. La actividad militar la reinició después de concretar una
trascendente reforma que permitió incorporar al ejército a miembros de las clases más bajas a cambio
de una paga, durante la campaña, y un retiro, consistente en tierras, una vez que la campaña haya
concluido, lo que generó una fuerte identificación entre el ejército y el general victorioso. En África,
Mario obtuvo algunos éxitos, pero Jugurta volvió a su táctica de guerrillas, lo que prolongó el
conflicto, en momentos en los que buscaba una alianza con el rey de Mauritania. Este, al advertir la
peligrosidad de esta maniobra, trató de entregar a Jugurta a los romanos; en esta acción se destacó un
cuestor de Mario, Lucio Cornelio Sila quien, perteneciente a una destacada familia patricia, se
transformó lentamente en su rival. Sila logró la captura de Jugurta, con lo que se puso fin al conflicto
y en -104 se celebró pomposamente el triunfo que si bien se tributó a Mario, nadie desconoció el
destacado accionar de Sila en la captura del rey númida.

A fines del siglo II, cimbrios y teutones amenazaron la seguridad de los romanos, cuestión que
manifestó nuevamente la incompetencia de los generales de la nobleza gobernante. Estos grupos, de
origen germano celta, se desplazaron desde el norte de Europa hacia el sur, buscando mejores tierras.
En un primer intento del ejército romano por detenerlos, no lo logró porque una tormenta frustró la
operación. Sin embargo, los grupos invasores se desviaron hacia el oeste y recién hacia el -105
intentaron nuevamente invadir Italia. Como la conducción de la campaña fue un fracaso, los cónsules
culpables fueron sometidos a juicio y condenados en momentos en los que era reelecto Mario para un
nuevo consulado. Este, contando con el apoyo de Sila y Quinto Sertorio, fue reelecto sucesivamente
(hasta -102) y hacia -101 en que obtuvo su quinto consulado, logró derrotarlos en la batalla de Vercelli
al norte del Po. Lleno de prestigio personal obtuvo, en el -100 su sexto mandato y convertido en héroe
popular, aun sin contar con un programa político orgánico, trató de obtener tierras para sus veteranos.
A lo largo de su sexto consulado, Mario se alió con dos figuras de escasa reputación (Saturnino y
Glaucia) quienes eran caudillos del partido popular.

El cónsul tuvo una ambigua actuación abandonando Roma, y refugiándose en el Oriente, dejó a los
populares sin jefe visible. Los optimates recuperaron el control de la situación y se aliaron a los
caballeros. Para el -91 el tribuno Druso trató de acercar a ambas partes y, para lograr apoyo popular,
propuso una serie de leyes, incluida una reforma agraria al estilo de la de época de los Graco. Las
tierras a repartir pertenecían a los aliados itálicos, lo que generó rechazo a la propuesta de reparto y,
en momentos en los cuales Druso era asesinado, los aliados desencadenaban una guerra contra Roma.

Guerra de los Aliados


Su reacción, no sólo fue motivada por la propuesta de reparto de tierras, lo que les afectaba, sino
también por el deseo de alcanzar la ciudadanía liberándose la opresión romana. La rebelión se extendió
a toda Italia, excepto algunas ciudades del sur y galos, etruscos y umbros que se mantuvieron fieles a
Roma. Los aliados o socii, buscaron una solución pacífica del conflicto, que no fue aceptada por Roma
que exigió su rendición incondicional y su rechazo a la concesión de la ciudadanía. En respuesta
crearon un estado federal independiente, con ejército propio, emisión de moneda y sus propias
instituciones de gobierno y, entre -91 y -90 comenzaron las hostilidades con el objeto de invadir el
Lacio, por el norte y por el sur. La situación de Roma fue bastante comprometida, motivo por el cual
el Senado debió concretar una serie de concesiones, en primer lugar otorgó la ciudadanía a las
aristocracias que habían permanecido fieles a la causa romana, luego se extendió el beneficio a latinos
e itálicos que no hubiesen defeccionado y finalmente en el -89, se aprobó la ley Plautia Papiria que
otorgaba la ciudadanía a todos los itálicos que vivieran al sur del Po. En el desarrollo del conflicto,
Sila tuvo destacada actuación, en circunstancias en que la lucha de facciones era feroz y violenta, a lo
que se sumó un conflicto externo encabezado por Mitrídates VI, rey del Ponto.

Guerra contra Mitridates


En el Oriente, se desencadenó esta problemática a raíz de la desaparición del reino de Pérgamo y la
ambición de sus vecinos, Bitinia y el Ponto, que trataron de apoderarse de su territorio. Mitrídates VI,
rey del Ponto se mostró más ambicioso con la idea de crear su propio imperio a orillas del Mar Negro;
a tal efecto invadió Crimea, la Cólquida, Armenia, Trebizonda y Capadocia aprovechando la limitada
intervención de Roma por sus conflictos internos. Paralelamente organizaba una poderosa flota e
invadía dominios romanos en Asia dando muerte a más de 80.000 itálicos, trasladaba la capital del
reino a Pérgamo, incorporaba las regiones de Frigia y Bitinia y su flota dominaba el mar Egeo,
llegando a enviar tropas y ocupando Macedonia y Atenas. En el -88 Roma pudo ocuparse de esta
situación designando cónsules a Sila y Rufo, en tanto que una facción del Senado proponía a Mario,
pese a su avanzada edad, para que dirigiera las operaciones en el Oriente. Ante el clima de tensión
reinante, Sila ocupó Roma con sus legiones, con el objeto de sofocar la rebelión y una vez logrado
este objetivo, marchó a Oriente a fin de enfrentar a Mitrídates. Para estos momentos, los nuevos
cónsules electos, uno del sector optimate y otro del popular, prestaban juramento ante Sila.

Aprovechando la ausencia de Sila, Mario reapareció en escena (estaba refugiado transitoriamente con
su hijo en África), tratando de desplazarlo del control de Roma, en n el -86 cuando se produjo la muerte
de Mario y la situación comenzó a normalizarse. Conviene aclarar que Mario fue electo, junto con
Cinna para el consulado, pero su muerte frustró estos planes. Cuando Sila inició su campaña militar al
Oriente, se abasteció de recursos en Grecia, la que sufrió un verdadero despojo porque fueron sitiadas
Atenas y el Pireo en represalia por su apoyo a Mitrídates. Su accionar en suelo griego presentó algunas
dificultades, coincidentemente el grupo de los populares lo destituyó y envió en su reemplazo al nuevo
cónsul, Lucio Valerio Flaco, por lo que debía actuar con celeridad. Aparentemente hubo un acuerdo
secreto entre ambos y se decidió que lo más urgente era enfrentar a Mitrídates. La campaña se
desarrolló en medio de una crisis interna en el ejército y logrando reunir una flota con el aporte de
barcos de Chipre, Fenicia, Rodas y Panfilia. Cercado Mitrídates, por mar y tierra, decidió iniciar
tratativas de paz con Roma. Sila cumplió las funciones de gestor del tratado e impuso condiciones
bastante benévolas, a tal punto que Mitrídates conservó el trono y recibió el título de amigo del pueblo
romano (año -84).

. Previo a su regreso restableció con dureza la administración romana en el Oriente, se recuperó


militarmente en Grecia y con un poderoso ejército regresó a Italia en el -83. Su regreso a Roma fue la
causa del nuevo enfrentamiento entre optimates y populares el que desarrolló entre -83 y-82, logrando
Sila, en las puertas de Roma, un grandioso triunfo; a partir de allí asumió un poder absoluto. Este lo
ejerció con la aplicación de violentas medidas como las Proscripciones, para eliminar a sus enemigos
políticos y apoderarse de sus bienes, repartió tierras entre sus veteranos de guerra y creó una guardia
personal con esclavos liberados. Con el deseo de respetar la constitución y restablecer la República,
restauró algunas instituciones y se hizo proclamar dictador perpetuo con la potestad de dictar leyes y
mantener el orden del estado. Con estas amplias atribuciones se propuso redactar un conjunto de leyes,
llamadas Cornelias, a fin de establecer una verdadera constitución oligárquica.

Las principales medidas adoptadas fueron combatir a équites y populares privándolos de sus
privilegios, fortaleció al Senado aumentando el número de sus integrantes a 600 (los que eran
inamovibles de sus cargos), quitó atribuciones legislativas a la asamblea popular y a los tribunos,
dispuso que quienes ocuparan este cargo no podían continuar con el cursus honorum, aumentó el
número de cuestores, los que incorporó al Senado, quitó atribuciones a los censores y dispuso que los
cónsules no podían ser reelectos sin un intervalo de 10 años. También suprimió los repartos gratuitos
de granos, reorganizó los gobiernos provinciales y combatió la corrupción. Lograda la aplicación de
estas medidas, en el -79 rechazó su reelección y, renunciando a sus poderes dictatoriales, se retiró a
sus propiedades en la Campania donde murió al año siguiente. Indudablemente su accionar había
abonado el camino para la implantación del poder personal sostenido por la fuerza de las armas. Tras
la muerte de Sila, el cónsul Mario Emilio Lépido, quien había sido partidario suyo, trató de dirigir a
los grupos opositores y abolir sus reformas, aun recurriendo al uso de la fuerza. El Senado respondió
declarándolo enemigo de la patria y enviando contra él al joven general Cneo Pompeyo. Este había
comenzado su carrera bajo el mando de Sila y su actuación había sido tan lucida que logró la rápida
adhesión de sus soldados. La acción militar contra Lépido fue rápida y exitosa y un grupo de
sobrevivientes marchó hacia España para unirse al levantamiento de Sertorio, en momentos en los que
el prestigio de Pompeyo crecía cada vez más.

Levantamiento de Sertorio
Sertorio viendo al partido popular bastante debilitado, decidió refugiarse en España, permaneciendo
allí hasta el -81. Advirtiendo la imposibilidad de oponerse eficazmente a Sila, se trasladó al África y
desde allí, llamado por los lusitanos inició un levantamiento y, contando con el apoyo de tribus
hispánicas, trató de de crear un estado hispano-romano independiente. Los ejércitos enviados por
Roma, aún el dirigido por Pompeyo, fueron aniquilados por Sertorio, con lo que demostraba sus
cualidades militares. Habiendo creado este estado independiente trató de desarrollar una audaz política
exterior en contra de Roma y a tal efecto buscó contactos con sus rivales como Mitrídates, las tribus
galas y los piratas cilicios que le proveyeron de una flota para patrullar las costas de España. La
urgencia del momento demandó la necesidad de designar un hábil general que lo enfrentara. El Senado
confió la misión a Pompeyo.

Las primeras acciones militares no fueron muy exitosas, razón por la cual Pompeyo concibió el plan
de poner precio a la cabeza de Sertorio. A fin de concretarlo, uno de sus generales, por resentimientos
personales, organizó un gran banquete al que invitó a Sertorio y allí fue asesinado en el -72. Su muerte
provocó un clima de incertidumbre hasta que Pompeyo controló la situación y al año siguiente regresó
a Italia agitada por un levantamiento de esclavos.

Rebelion de Espartaco
La rebelión fue protagonizada por un grupo de esclavos gladiadores de Capua, bajo la dirección de
Espartaco quien era originario de Tracia y al parecer desertor del ejército, lo que fue la causa de su
esclavitud. El levantamiento se inició en el -73 y desde Capua se extendió a las zonas vecinas,
creciendo tanto el número de sublevados que se instalaron en las inmediaciones del Vesubio. La
astucia de Espartaco hizo fracasar el plan romano de sofocar el movimiento dado que, no sólo aniquiló
el ejército enviado para enfrentarlos, sino que se apoderó de su campamento, con esto creció su
popularidad extendiendo la rebelión a todo el sur de Italia. Las intenciones de Espartaco eran
conformar un poderoso ejército y promover una huida general que, en una economía como la romana
del momento, provocaría una profunda crisis. Para el -72 el Senado envió tropas para sofocar el
levantamiento, no lo consiguió y en momentos en que Espartaco y sus seguidores, estaban a punto de
cruzar los Alpes y abandonar Italia, recuperando su libertad, se decidió regresar al sur. Roma
sintiéndose amenazada, encomendó a Craso el mando de las tropas destinadas a terminar la rebelión.
No fue fácil la tarea y Espartaco consiguió establecerse en Apulia, tratando de cruzar hacia Sicilia,
pero en el -71 su ejército fue aniquilado. Un grupo de los esclavos sublevados que huía hacia el norte
fue derrotado por Pompeyo cuando regresaba a Roma; de manera que el accionar de ambos, Craso y
Pompeyo, puso fin a una de las últimas rebeliones de esclavos y permitió que ambos se postularan al
Consulado en el -70.

Consulado de Pompeyo y Craso


Al frente del Consulado adoptaron medidas, a través de las cuales trataron de dejar sin efecto algunas
de las reformas de Sila y, desde el comienzo de la gestión, demostraron sus apetencias personales de
poder. Un paso en favor de este objetivo se concretó cuando Pompeyo obtuvo amplios poderes del
Senado, para combatir la piratería de los cilicios en el Mediterráneo. Laa ley concedió al cónsul no
sólo un amplio poder militar, sino también la posibilidad de disponer de 24 legados, 500 navíos y
125.000 soldados de infantería y caballería. La campaña que realizó contra los piratas le demandó un
mes y fue altamente positiva para el estado y para su prestigio personal, de modo que cuando renació
el problema de Mitrídates, nadie dudó en otorgar el mando militar, de esta nueva acción bélica, a
Pompeyo. Previo a ella, el tribuno Manilio propuso en el -66 una ley que le otorgaba el mando supremo
del Asia; la ley fue aprobada. Estando en Asia, Pompeyo inició hostilidades contra Mitrídates. El
accionar de Roma fue rápido, motivo por el cual Mitrídates, para salvar su vida, debió refugiarse en el
reino de Armenia, gobernado por su yerno Tigranes. Este hizo frente al ejército romano sufriendo una
tremenda derrota que facilitó la ocupación de la capital y el saqueo del reino. Sin embargo, Roma no
pudo usufructuar esta situación por los diferentes frentes que tenía en el momento, lo que aprovechó
Mitrídates para recuperarse, extender sus dominios y llegar a amenazar la provincia de Asia. Es en ese
momento cuando se otorgaron a Pompeyo las amplias atribuciones que le concedía la ley Manilia. Con
estas atribuciones realizó una extensa campaña, entre -66 y -64, persiguiendo a Mitrídates y
sometiendo territorios vecinos al Ponto Euxino y lo que quedaba del antiguo reino de los Seléucidas,
Siria, la que fue convertida en provincia en el -63. Acompañó esta decisión una reestructuración
completa de las posesiones romanas en el Oriente y la creación de nuevas provincias (Bitinia – Ponto,
Cilicia y Creta). Pompeyo en el -62 emprendió el regreso a Italia donde fue recibido triunfalmente y
se le tributaron amplios honores, pero la situación interna de la República lejos de tranquilizarse, se
agitó nuevamente por un peligroso complot protagonizado por Catilina.

Conjuracion de Catilinaa
Este hecho está vinculado con el surgimiento de dos nuevas figuras políticas, Cicerón y Julio César;
el primero, gracias a su elocuencia, escaló posiciones y obtuvo el consulado en el -63 derrotando a
Catilina quien trató, a través de una conjuración, en tanto que el segundo comenzó a crecer, política y
militarmente alejándose de Roma. Catilina, derrotado en las elecciones y con el deseo de eliminar a
Cicerón intentó una conjuración armada, sin embargo éste llegó a conocer todos sus planes. En su
campaña prometió la abolición de las deudas e hizo correr rumores de apoyo militar; de todo se enteró
Cicerón quien fue amenazado de muerte. En el -62 volvió a postularse y nuevamente fue derrotado
por lo que decidió entablar una lucha abierta y dar comienzo a las hostilidades. Cicerón informó al
Senado sobre los planes de Catilina, motivo por el cual éste concedió facultades extraordinarias a los
cónsules (similares a un estado de sitio), para salvar la República. Catilina huyó de Roma, buscando
el apoyo de una tribu de bárbaros, dejando a sus partidarios para caldear el ambiente político de la
ciudad.

Cicerón los denunció, logró que los conjurados fuesen ejecutados y recibió en reconocimiento el título
de Pater Patriae. Finalmente Catilina fue derrotado en la batalla de Pistoia, cuando se producía el
regreso de Pompeyo del Oriente solicitando al Senado la aprobación de las medidas adoptadas allí.
Paralelamente, César partía hacia España y Craso, hombre acaudalado y con ambiciones políticas se
alejaba de Roma con su familia. La aprobación de las medidas de Pompeyo se hacía esperar, debido a
la presencia de muchos de sus rivales en el Senado. Pompeyo creyó que lo más adecuado era acercarse
a los populares, donde César era bien visto. Para esos momentos, César, decidió levantar su
candidatura al consulado (-59), pero temiendo no alcanzarla buscó la alianza con Pompeyo y Craso.
A tal efecto propuso la formación del denominado “Primer Triunvirato”.

Consulado de Cesar
Al frente del Consulado puso en ejecución algunas medidas como una reforma agraria para satisfacer
a los veteranos de Pompeyo y a las familias más pobres y con mayor cantidad de hijos; no obstante no
logró apoyo de los senatoriales. Otra de sus disposiciones fue solicitar la aprobación de lo ejecutado
por Pompeyo en el Oriente y que se redujeran en un tercio los gravámenes que debían pagar los
recaudadores de impuestos. Finalmente, los tres proyectos de ley fueron aprobados a los que se
sumaron otras medidas como combatir la corrupción, sobre todo de los gobernadores de provincia y
que se publicaran las decisiones del Senado y de la asamblea popular. Deseoso de obtener el gobierno
de alguna provincia que le permitiera obtener prestigio y botín, maniobró para lograr el gobierno de
las Galias. Con el apoyo de los tribunos consiguió, por cinco años, el gobierno de la Galia Cisalpina y
de Iliria, con derecho a mantener en ella 3 legiones. El Senado aprobó la propuesta y le concedió,
también, el gobierno de la Galia Narbonense y una legión más; con estos recursos se propuso lograr
la conquista del resto de las Galias. La intervención romana en la región fue motivada por un pedido
de auxilio de una tribu gala aliada, los eduos, quienes fueron atacados por los helvecios.

César avanzó al norte a fin de detenerlos, alcanzó su objetivo en rápida campaña y se propuso
consolidar el poder romano en toda la Galia. El paso siguiente fue poner fin a la expansión de los
germanos, dirigidos por Ariovisto, quien había conseguido unos años antes que el Senado le
concediera el título de rey amigo del pueblo romano. Para el -58 se logró una acción decisiva en su
contra que los obligó a cruzar el Rhin fijando en este río la frontera oriental de las Galias. Al año
siguiente llevó a cabo una rápida acción contra los belgas, conjunto de tribus situadas al norte del río
Sena, al mismo tiempo, uno de sus legados lograba que se aceptara el dominio romano entre las tribus
de Bretaña y Normandía, así toda la Galia, desde el Atlántico al Rhin era posesión romana. Estos
triunfos aumentaron y consolidaron el prestigio personal de César. En la primavera del -56 emprendió
una exitosa acción contra todas las tribus sublevadas ante los abusos cometidos por el ejército romano
y, logrado este objetivo, se reunió con los triunviros en Lucca. Allí se reforzó el triunvirato y se decidió
que Pompeyo y Craso se postularían para el consulado en el -55 y, una vez electos y concluido su
mandato, recibirían por 5 años el gobierno de las Hispanias (Pompeyo) y de Siria (Craso) al mismo
tiempo César, por 5 años más, prolongaría sus poderes en la Galia aumentando a diez el número de
sus legiones; también se dispuso su postulación para el consulado en el -48.

De regreso en la Galia, entre el -56 y -55 rechazó nuevamente un avance de los germanos que cruzaron
el Rhin cometiendo una serie de violencias y atrocidades que motivaron críticas en Roma. Para
consolidar su acción mandó construir un puente, por el que sus legiones cruzaron el río, a fin de saquear
y devastar campos y aldeas cercanas. Luego de estos movimientos fijó en este río la frontera del estado
romano. Cumplido este objetivo emprendió una expedición a Britania la que, en un primer momento,
fue un completo fracaso, pero, en un segundo intento, le permitió entablar negociaciones con el
caudillo local Casivelano. Sin embargo, la presencia romana no prosperó, aunque fue el primer
contacto con la isla. De regreso en la Galia debió hacer frente a un levantamiento general producido
entre -54 y -53 el cual fue sofocado exitosamente. No obstante ello, en el -52 hubo un nuevo
levantamiento acaudillado por Vercingetórix el cual amenazó gravemente el dominio romano. La
campaña de César en la Galia concluyó con el sitio y rendición de Alesia, una de las plazas mejor
fortificadas, y la entrega del caudillo quien fue llevado a Roma como trofeo de guerra y ajusticiado en
el -46. Después de la acción de Alesia, la Galia fue pacificada y organizada como provincia.

Guerra Civil:v Cesar y Pompeyo


Mientras César realizaba la campaña de la Galia, Roma vivía una situación política caótica, Pompeyo
esperaba el momento oportuno en que el pueblo reclamara un dictador, Clodio, líder del partido
popular y hombre de confianza de César, era asesinado y las intrigas de optimates y populares se
incrementaban. Ante la situación, el Senado otorgó supremos poderes a Pompeyo, a fin de formar un
ejército con tropas de Italia y restablecer el orden. Paralelamente Craso, antes de terminar el consulado,
en el -55 reclutó un gran ejército y se dirigió al Oriente para encargarse del gobierno de Siria y desde
allí planeaba realizar una campaña contra los partos, emulando las acciones militares realizadas por
los otros miembros del triunvirato. En una primera etapa la campaña fue exitosa, pero demoró
empleando tiempo en realizar actividades económicas y esto permitió a los partos recuperarse. La
batalla decisiva se dio en el -53, iendo una verdadera matanza de soldados romanos, el campamento
fue tomado por asalto, Craso fue ejecutado y las insignias del ejército fueron capturadas. A partir de
ese momento el río Éufrates fue la frontera entre ambos dominios. La muerte de Craso significó la
disolución del triunvirato y el distanciamiento de César y Pompeyo. Este se atrincheró en Roma, en
tanto que César, desde las Galias, fue autorizado a presentar su candidatura al Consulado.
Paralelamente, antes de terminar su gestión como cónsul con poderes excepcionales, Pompeyo logró
que se renovara su mandato en Hispania por cinco años más y volvió a ejercerlo por medio de legados.
César, por su parte, se vio afectado por una campaña de desprestigio iniciada por sus rivales en el
Senado.

Sus aliados políticos, sobre todo Curión, quien había recibido favores económicos de César, solicitaron
para él, un tratamiento igualitario al de Pompeyo. La dudosa actitud del Senado profundizó la crisis
política interna, concediendo amplias atribuciones a Pompeyo en momentos en los que César decidía
marchar sobre Roma. Ante la gravedad de la situación se le dio orden de licenciar su ejército, sino
sería declarado enemigo de la República. César no acató la orden recibida e invadió Italia
produciéndose el célebre paso del Rubicón. La conducta de César lo encaminó hacia una postura ilegal,
el pueblo italiano lo rechazó, a tal punto, que debió imponerse haciendo uso de la fuerza y buscando
iniciar un diálogo pacífico con el grupo senatorial y Pompeyo. Sin embargo, éste abandonó Roma e
Italia con su ejército, refugiándose en Dyrrachium (Balcanes). En su ausencia, César se hizo designar
dictador y luego fue electo cónsul (-48), pero su insegura situación decidió consolidarla a través de
campañas militares. Hacia Occidente, dirigió fuerzas para tomar Marsella y expulsar a los pompeyanos
que se habían fortalecido en España, acciones exitosas, no así la intervención de su ejército en África.
Concluida esta etapa de su actividad militar, pasó un tiempo en Roma, a fin de consolidar posiciones
y hacer recaer las magistraturas en manos de sus partidarios. Cumplidos estos objetivos, dirigió fuerzas
hacia los Balcanes desde donde Pompeyo preparaba un poderoso ejército para atacar Roma.

En Macedonia estaba instalado Pompeyo, acompañado de un consejo asesor integrado por 200
senadores, además contaba con nueve legiones y una importante flota. César no pudo realizar una
acción decisiva en su contra, motivo por el cual se trasladó a Tesalia y, en la llanura de Farsalia se
enfrentaron ambos ejércitos; logró una gran victoria (-48) que le permitió consolidar su posición.
Pompeyo huyó refugiándose en Egipto siendo perseguido por el cónsul victorioso. En ese momento,
Egipto estaba en plena guerra civil entre los hermanos herederos del trono, Ptolomeo XIII y Cleopatra
VII; expulsada Cleopatra, quien se refugió en Siria, llegó Pompeyo. Este solicitó apoyo, pero los
consejeros de Ptolomeo le recomendaron que lo más conveniente era asesinarlo y no mezclarse en un
conflicto peligroso para Egipto. A la llegada de César supo lo acontecido lo que le provocó
consternación. Realizadas honras fúnebres en honor de su antiguo colega, rival y yerno, debió haberse
marchado de allí, sin embargo resolvió desembarcar en Alejandría con dos legiones. Dispuso mediar
en el conflicto entre los dos hermanos y, habiendo iniciado acciones de saqueo y pillaje en el territorio
egipcio, lo que generó odio entre los habitantes, se vinculó sentimentalmente con Cleopatra. El pueblo
egipcio protagonizó una verdadera rebelión en octubre de -48, para lo cual contó con apoyo de
Pérgamo y de los judíos. El clima de guerra que se vivió lo obligó a refugiarse en el palacio real de
Alejandría, mientras los rebeldes incendiaron la ciudad y lo sitiaron por hambre y sed. Para el -47
recibió refuerzos, con los cuales pudo derrotar a los rebeldes egipcios y entrar triunfalmente en
Alejandría. En Egipto permaneció durante nueve meses y consolidó la vinculación con Cleopatra con
el nacimiento de un hijo llamado Cesarión. Antes de partir para Roma dejó en el trono a Cleopatra y
su hermano menor Ptolomeo XIV.

En el camino de regreso a Roma realizó una campaña contra Farnaces, hijo de Mitrídates y rey del
Bósforo cimerio, al que derrotó rápida y completamente, reorganizando el poder romano en Asia. Una
vez que llegó a Roma recibió amplios poderes y honores (mientras regresaba, representaba su poder y
autoridad a través de Marco Antonio, designado su lugarteniente). En Roma habían estallado violentas
protestas a raíz de la delicada situación socioeconómica y una rebelión de soldados en Campania.
Previamente reorganizó las magistraturas y el Senado con sus partidarios y fue designado cónsul en
compañía de Lépido. En África enfrentó a los pompeyanos en la batalla de Tapsos (-46) obteniendo
una aplastante victoria por tierra y por mar. Cumplido este objetivo se dirigió a la Hispania Ulterior,
donde se habían refugiado los pompeyanos sobrevivientes, bajo la dirección de los hijos de Pompeyo,
Cneo y Sexto. Allí se libró la batalla de Munda (- 45), que fue una nueva victoria de César, que dejó
el camino libre para la reconstrucción del estado y la consolidación del poder personal.

Dictadura de Cesar
Después de estas exitosas campañas militares se celebraron triunfos en su honor acompañados de
banquetes, repartos, juegos y concesión de amplios honores por parte del Senado, los que consolidó al
recibir el título de dictador perpetuo con Imperium transmisible a sus descendientes (-45). Una de las
cualidades, a través de la cual trató de diferenciarse de Sila, y fue antecedente de actitudes similares
en gobernantes posteriores, fue la Clementia, elogiada, entre otros, por Cicerón. Esta política de
conciliación y estabilización la definió con la expresión “crear tranquilidad para Italia, paz en las
provincias y seguridad en el Imperio”. En consecuencia adoptó algunas medidas como perdonar la
vida de los vencidos, promovió una serie de disposiciones para aliviar el problema de las deudas y
para aumentar la circulación de moneda, también impulsó la concesión de la ciudadanía y tierras a
habitantes de la Galia Cisalpina, de donde provenía la mayor parte de sus soldados. Además garantizó
la estabilidad social manteniendo los privilegios de las clases pudientes y beneficiando a las más bajas.
Promovió la fundación de colonias agrícolas fuera de Italia (Hispania, Galia y África).

Como medidas políticas reorganizó las instituciones, como instrumento personal de manejo del estado,
aumentó el número de senadores (de 600 a 900) pero limitó sus atribuciones hasta convertirlo en
órgano de aprobación de sus disposiciones. Las magistraturas perdieron también, gran parte de su
poder e influencia y ámbito de acción, en el terreno judicial reguló la composición y atribuciones de
los jurados en lo civil y criminal. . También propuso una reforma del calendario apareciendo, a partir
de ahora, el año “bisiesto”.

La política conciliatoria cesariana se fue diluyendo debido a que, en lugar de restaurar las instituciones
republicanas las utilizó para acrecentar su poder personal. A raíz de esto la reacción de la nobilitas fue
inmediata, en el fondo, como clase social encumbrada, su pretensión era mantener y preservar la Res
Publica, motivo por el cual acusaba a César de pretensión de usurpar el poder del estado. En momentos
en que se disponía a realizar una campaña contra los partos, que amenazaban la provincia de Asia y
demás territorios del Oriente, durante los “idus de marzo” (15 de marzo de -44) era asesinado en el
Senado por un grupo de conjurados encabezados por Cassio Longino y Marco Junio Bruto. Su muerte
fue la antesala de una nueva guerra civil por su herencia política.
Del Idus de Marzo a Accio: Marco Antonio y Octavio
Luego de la muerte de César, su legado fue motivo de disputas entre Marco Antonio, su heredero
político en carácter de lugarteniente y fiel colaborador y Octavio quien, como hijo adoptivo, era su
heredero natural. Antonio convocó al Senado y propuso algunas medidas que reivindicaban la
memoria de César: honores póstumos y la sanción de todas sus leyes y disposiciones. Octavio, por su
parte, se presentó en Roma con el objeto de reclamar su herencia según lo estipulaban las leyes
romanas. A tal efecto era necesario contar con tropas, recursos económicos y una figura política
contraria a la de Antonio. Octavio comenzó su actuación atrayéndose a los veteranos de César y
proponiendo la divinización de su padre; buscó apoyo en el Senado y puso sus ojos en torno a la figura
de uno de sus líderes, Cicerón. Este comenzó a combatir a Marco Antonio a través de las célebres
“Filípicas contra Marco Antonio”, ), en momentos en los cuales Antonio partía hacia las Galias y se
temía que desde allí planeara un ataque sobre Roma. Conviene aclarar que por una ley especial se le
había otorgado el gobierno de este territorio por cinco años. Ante la situación, el enfrentamiento era
inminente; el mismo tuvo lugar en Módena (norte de Italia) en el -43 donde alcanzó Octavio un
importante triunfo. La victoria le permitió dar su segundo paso al ser reconocido cónsul, hijo adoptivo
y lograr que se declarase enemigos públicos a los asesinos de su padre, también promovió el reparto
de la fortuna personal de César entre los soldados y la plebe. Fue Lépido, quien venía actuando desde
tiempos de César en carácter de su lugarteniente y había recibido el título de Pontífice Máximo en
reemplazo de César, el que medió un encuentro entre Antonio y Octavio en Bolonia.

Como consecuencia de éste decidieron repartirse el poder con el apoyo de un dudoso recurso legal que
los convertía en “triunviros para la organización de la República” (Segundo Triunvirato). Esto
significaba poner a sus integrantes, Lépido, Antonio y Octavio, durante 5 años por encima de todas
las magistraturas. Al mismo tiempo, realizaron un reparto de las provincias, con sus correspondientes
legiones, la venganza contra los asesinos de César y el cumplimiento de las exigencias de miles de
veteranos que esperaban el reparto de tierras en Italia. Como una consecuencia inmediata fue necesario
eliminar toda oposición política en Roma, para lo cual se instrumentaron las llamadas proscripciones
que provocaron la muerte de 300 senadores y 2000 caballeros siendo una de las víctimas más
relevantes Cicerón. En su carácter de triunviros enfrentaron a los asesinos de César, Bruto y Casio
quienes se habían refugiado en el Oriente y en la región de Tracia, en las cercanías de la ciudad de
Filipos tuvo lugar la batalla del mismo nombre en el -42. Para la batalla, la oligarquía republicana no
sólo contaba con un ejército poderoso, sino con el apoyo, por mar del hijo de Pompeyo, Sexto, quien
tenía Sicilia y Cerdeña bajo su dominio y una poderosa flota. Con este triunfo, Antonio y Octavio
hicieron desaparecer los últimos intentos de restablecer la República, de aquí en más tomó relevancia
el personalismo.

Esta situación profundizó la rivalidad y desconfianza entre ambos, lo que se trató de calmar con la
firma del Pacto de Brindisi (-40) por el cual Antonio recibió las provincias orientales, Octavio las
occidentales y Lépido, solamente, África. El acuerdo fue sellado con la alianza matrimonial entre
Antonio y Octavia (hermana de Octavio). El recelo entre ambos no fue erradicado y, gracias a la
intervención de Octavia, se concertó un nuevo acuerdo firmado en Tarento por el cual Octavio se
comprometía a enviar ayuda militar a Antonio, para enfrentar a los partos y a cambio recibiría apoyo
para derrotar a la piratería dirigida por el hijo de Pompeyo. Lo acordado no se cumplió, Octavio
enfrentó solo a los piratas (contó con el apoyo del general Agripa al que se unió, poco después Cayo
Mecenas), logró derrotarlos, marginó a Lépido y obtuvo el control de todo el Occidente. Antonio, por
su parte, llevó a cabo la campaña contra los partos, la que fue un completo fracaso y terminó con
negociaciones de paz con el rey parto en el -36. Se dirigió hacia Fenicia y renovó su acercamiento a
Cleopatra, repudiando a Octavia y casándose con ésta. Cleopatra vio en esta unión la posibilidad de
concretar sus ambiciosos planes políticos siendo proclamada reina de Egipto, Chipre, África y la Siria
inferior; además reinaría junto a Cesarión, el hijo que tuvo con Julio César y los hijos que tuvo con
Antonio, también recibieron territorios. El hecho fue aprovechado por Octavio para iniciar una
campaña de desprestigio contra Antonio y la consiguiente declaración de guerra. Se enfrentaron el 2
de septiembre del -31 en la batalla naval de Accio (golfo de Ambracia), con el aplastante triunfo de
Octavio quien luego de instalarse en Alejandría, reorganizó Egipto y tomó sus tesoros, regresando a
Roma. La batalla de Actium o Accio no solo decidió el destino personal de los dos generales rivales,
pues ambos personificaban tendencias diferentes y encarnaban dos mundos, Occidente y Oriente, los
que finalmente acabarían por separarse; también determinó el futuro del mundo mediterráneo. Con el
triunfo de Octavio, Roma conservó por largos siglos un predominio que sólo cederá, en el Bajo
Imperio, a la naciente Constantinopla, convertida posteriormente en cabeza del Imperio Bizantino.

Imperio
Alto Imperio
Este es uno de los períodos mejor conocidos de la historia antigua debido a la cantidad, variedad y
calidad de las fuentes disponibles. Uno de ellos es Cicerón a través de su variada prosa, también Tácito
cuyas Historias contienen referencias a las dinastías Julio-Claudiana y Flavia, Suetonio y Vidas de los
doce Césares, quienes conforman parte del conjunto de autores latinos. En cuanto a los griegos puede
mencionarse a Estrabón y su Geografía . Dión Casio autor de una Historia de Roma que se conserva
en parte, Plutarco y sus Vidas Paralelas y Josefo quien relata la historia de los judíos en esta etapa.
También figuran poetas, novelistas y eruditos, a, entre ellos Horacio, Ovidio, Virgilio, Petronio y
Plinio, el Viejo.

En la etapa de los Antoninos destacamos la labor historiográfica de Herodiano con Historia del Imperio
romano después de Marco Aurelio y la Historia Augusta constituida por una colección de biografías
de emperadores que abarca desde Adriano al fin de la crisis del siglo III. Poemas de Apuleyo y escritos
de sofistas como Luciano de Samosata, Elio Arístides y Dión de Prusa. Sobre los Severos la
información es brindada por Dión Casio, Herodiano y la Historia Augusta.

Octavio Augusto y el Sistema del Principado


Luego de la batalla de Actium, Octavio regresó a Roma en el año 29 a. C. habiendo resuelto
satisfactoriamente todos los problemas que presentaba la política exterior de la República romana. En
la titulatura de los emperadores que le sucedieron es habitual que figuren los nombres de Imperator,
Caesar, Augustus, Consul, Tribunicia Potestae, Pontifex Maximus y Pater Patriae, los que fue
recibiendo Octavio en forma sucesiva y adquirieron entidad institucional. El título de Princeps, si bien
no fue inmediato, fue uno de los primeros que recibió y es utilizado por la historiografía moderna para
dar nombre al régimen por él inaugurado, dando paso al tercer periodo el cual presenta tres etapas: a)
Principado o Alto Imperio (31 a. C. a 193 d. C.), b) Crisis del siglo III (193 a 284) y c) Bajo Imperio
(284 a 395 o 476).

Con las atribuciones que ya había recibido antes , se fijó algunos objetivos para lograr la estructuración
del Principado. Al respecto, a fines del 28 a. C. se presentó como defensor de la legalidad republicana,
renunció a los poderes excepcionales que se le habían otorgado y demostró la aparente actitud de
restaurar el régimen republicano tradicional. Sin embargo el Senado, poco interesado en este
procedimiento, le concedió al año siguiente el imperium y el título de Augustus. Estas amplias
facultades concedidas le dotaron de la capacidad de atender todos los asuntos relacionados con la
administración civil, militar y financiera del estado y en el uso del poder, estaba concentrando
potestades que le convirtieron en autoridad única. En una primera etapa, que podemos llamar de
formación recibió las distintas magistraturas y poderes: triunviro, Imperator (lo que le confería
autoridad sobre el ejército), podía dictar leyes, tribuno vitalicio, Pontífice Máximo, censura vitalicia,
Augusto (lo que daba carácter sagrado y venerable a su persona) y Princeps (que le confería el rol de
primer ciudadano). De esta manera Octavio, mostraba interés en conservar las instituciones
republicanas manteniendo una buena relación con el Senado y las Asambleas. Sin embargo, en la
práctica, la República iba extinguiéndose; las diferentes funciones de gobierno no estaban distribuidas
entre varios funcionarios.

No obstante, Octavio quería evitar la comparación de su gobierno con una monarquía, con el tiempo
llegó a renunciar a los cargos pero no a los poderes e incumbencias de cada uno. En el año 23 a. C.
enfrentó una conjuración que pretendió limitarlos en parte, de ella participaron varios hombres de su
confianza . Lentamente, fue advirtiendo la necesidad de definir una fórmula sucesoria y para ello casó
a su hija Julia con el general Agripa, su amigo personal, renovó las amplias facultades recibidas, por
diez años más y asoció a éste a su poder. Estas acciones fueron seguidas de la adopción de sus nietos,
Cayo y Lucio. . Sin embargo, su proyecto dinástico se vio frustrado como consecuencia de la muerte
de ambos. Otros decesos también le afectaron, como el del mismo Agripa y el de Druso. Conviene
aclarar que Druso y Tiberio eran hijos de la tercer esposa de Augusto, Livia, y cumplieron funciones
como excelentes generales.

En consecuencia, éste último, Tiberio, fue electo nuevo corregente y, siendo familiar del emperador,
fue adoptado en carácter de sucesor. Desde el 27 a. C. en adelante dio inicio a la etapa de organización
del estado sustentando su poder en tres pilares: Militar, ejercido a través del Imperium, Civil, mediante
la acumulación de las magistraturas que ejerció en forma vitalicia y Religioso, a través del título de
Pontífice Máximo por el cual fusionaba poder político y religioso. Se estableció que su cargo, y los
poderes que englobaba, era vitalicio pero no hereditario. Entre sus colaboradores más destacados
Agripa, quién lo asesoró en el aspecto militar y Mecenas en el plano político y de relaciones exteriores.
Con ellos conformó el Consejo de Príncipes integrado por 14 miembros.

En política interior trató de solucionar problemas de diversa índole como la restauración de caminos,
puentes, puertos, templos y otros edificios públicos; dispuso la creación de las Prefecturas como eran
la de la ciudad con funciones de policía para mantener el orden; la de la anona para atender el
abastecimiento; la de los vigiles para vigilancia nocturna y la del pretorio que era su guardia personal.
De la misma manera consolidó la tendencia a contar con un ejército profesional dividido en tropas
legionarias, tropas auxiliares, armada y, para Italia, el cuerpo especial de cohortes pretorianas que eran
ayudadas por los vigiles de Roma.

Al respecto se hizo costumbre otorgar pagas extraordinarias o donativa para quienes se destacasen en
campaña, consistentes en una compensación monetaria y una condecoración. A estas iniciativas deben
sumarse otras medidas adoptadas como restablecer los antiguos usos militares, endurecer la disciplina,
el continuo entrenamiento. . También se interesó por vigilar la moralidad pública a través de diversas
leyes que combatían el lujo, el uso de artículos suntuarios, la soltería, los matrimonio sin hijos y el
adulterio. ). Se organizó la apoteosis o culto imperial, llegando a endiosarse su persona y dio carácter
sagrado a Roma, rindiéndole culto y ordenando la construcción de templos. Respecto de las provincias,
se preocupó por ejercer un mayor control sobre los gobernadores, las dividió en senatoriales e
imperiales y las reorganizó. Las provincias senatoriales eran menos numerosas y estaban situadas en
sitios que no presentaban mayores dificultades a la administración central, en tanto que las imperiales
dependían directamente de Augusto, quien gobernaba allí por medio de legados y estaban ubicadas en
regiones fronterizas. No obstante esta reorganización, Augusto se preocupó por restablecer la paz
interna y externa del estado.

Para ello dispuso el cierre de las puertas del templo de Jano, simbolizando el fin de las guerras y la
implantación de la PAX ROMANA. No obstante debió enfrentar algunos problemas en la frontera del
Rin y el Danubio, sobre todo en la segunda donde después de diversas luchas conformó nuevas
provincias como Mesia, Retia, Nórica y Panonia, además se realizaron campañas a la Germania con
lo que logró que las legiones romanas, atravesaran el Rin alcanzando el Elba. Sin embargo, estos
territorios se obtuvieron a costa de grandes costos militares y humanos. Las campañas se extendieron
también hacia España, en respuesta a los levantamientos de cántabros y astures. En la frontera con la
Mesopotamia detuvo la amenaza de los partos y obtuvo la devolución de las insignias tomadas a Craso,
igualmente se incorporó Judea a la provincia de Siria. También se dispuso la construcción del Limes
o frontera artificial, consistente en una línea de murallas y torres defensivas, en aquellos sitios no
alcanzados por la frontera natural del norte.

Augusto falleció en 14 d. C. y, un año antes de su muerte, Tiberio, en carácter de hijo adoptivo, había
renovado sus poderes como corregente por diez años más. Lentamente se comenzó a cimentar una
dinastía gobernante con el apoyo de todas las capas de la población libre y el fortalecimiento de los
vínculos con la familia del Emperador y sucesores.

Dinastias de los siglos I y II :


Tiberio, nacido en el 42 a. C. , de carácter retraído y envuelto en las manipulaciones de su antecesor,
rechazó los honores divinos y algunos de los títulos recibidos por éste, haciéndose llamar Princeps e
Imperator, preocupándose por lograr que el Senado aprobase todas sus decisiones. Lentamente,
comenzó a abandonar la costumbre de renovar su mandato cada cinco años y tendió a una política
vitalicia aumentando el número de funcionarios que dependían directamente de él. La figura del
emperador había despertado ciertas antipatías en el pueblo y el Senado, a raíz de escándalos e intrigas
que habían provocado la muerte de uno de sus colaboradores e carácter retraído y envuelto en las
manipulaciones de su antecesor, rechazó los honores divinos y algunos de los títulos recibidos por
éste, haciéndose llamar Princeps e Imperator, preocupándose por lograr que el Senado aprobase todas
sus decisiones. Lentamente, comenzó a abandonar la costumbre de renovar su mandato cada cinco
años y tendió a una política vitalicia aumentando el número de funcionarios que dependían
directamente de él. La figura del emperador había despertado ciertas antipatías en el pueblo y el
Senado, a raíz de escándalos e intrigas que habían provocado la muerte de uno de sus colaboradores,
su sobrino Germánico, y del protagonismo que comenzó a tomar el jefe de los pretorianos, Sejano.
Molesto por la situación, Tiberio se retiró a la isla de Capri desde donde gobernó y, conocedor del
creciente poder de Sejano, con la colaboración del Senado lo condenó como traidor. Desde este
momento ejerció la más dura tiranía hasta su muerte, adoptando como sucesor al hijo de Germánico,
Cayo, más conocido por su sobrenombre de Calígula. En política exterior las acciones más fuertes se
emprendieron contra los germanos en la frontera norte, contra los partos en el Oriente y sofocar
rebeliones en la Galia y Africa.

A su muerte en el 37, el Senado reconoció como sucesor a Calígula, ejerciendo el gobierno del Imperio
entre el 37 y 41 con el acuerdo de este cuerpo colegiado. Esta línea de conducta puso de manifiesto
que el régimen iniciado por Augusto se iba transformando en una autocracia, sostenida por el ejército,
con el consentimiento del Senado. Al principio ejerció un buen gobierno, pero una grave enfermedad
que padeció al poco tiempo de asumir, degeneró en desequilibrios mentales causantes de una serie de
desaciertos, sobre todo de tipo económico. Otras conductas criticables fueron su tendencia a la
divinización de su persona, en vida, y el deseo de instaurar una monarquía absoluta respaldada por el
ejército. Estas razones provocaron una conjura que acabó con su vida en el 41.

El Senado y la guardia pretoriana designaron sucesor a su tío Claudio (41 a 54), con él se fortaleció el
carácter monárquico del poder, desplazando a la aristocracia senatorial y estableciendo un sistema
administrativo y burocrático a cargo de favoritos, que dependían directamente del emperador. En
política exterior se emprendió la exitosa conquista de Britania y Mauritania, donde se crearon nuevas
provincias Internamente se realizaron importantes obras públicas, se mejoró el abastecimiento de agua
y la annona. Sus principales problemas estuvieron provocados por las intrigas de sus esposas, Mesalina
y Agripina. Esta última buscó los medios para asegurar la sucesión para su hijo Nerón, llegando a
promover la muerte del emperador, envenenándolo. Logrado este objetivo y contando con la
colaboración de Burro, jefe de la guardia pretoriana, hizo que el Senado, efectivamente, nombrara
sucesor a su hijo Nerón en el 54. El gobierno de Nerón se extendió del 54 al 68 y los primeros años
vislumbraron una buena administración gracias al asesoramiento de sus colaboradores: Burro, su
prefecto del pretorio y Séneca, su preceptor. Sin embargo debió enfrentar las intrigas de su madre
Agripina quien fue desterrada y asesinada por orden suya. A partir de este hecho (año 57) se
profundizaron sus desequilibrios y, habiendo cometido una serie de desaciertos financieros, se atrajo
las antipatías del Senado dando paso a una autocracia feroz y violenta que duró hasta su muerte.

Impulsó una serie de cambios, inspirados en la aristocracia helenística e instituyó festivales deportivos
y artísticos en los que él mismo participaba tendiendo a desacreditar al Senado. En consecuencia se
formó un grupo opositor que desconfiaba del accionar del emperador. Su desprestigio aumentó cuando
en el 64 se produjo el incendio de Roma, del cual fueron acusados los cristianos, pero se divulgó el
rumor que el propio Nerón lo había provocado. l. En respuesta ordenó la primera persecución, dando
origen a uno de los perversos mecanismos que el estado aplicó para combatir al Cristianismo. A la
sospecha que recayó sobre el emperador, se sumaron una serie de desaciertos financieros. En este
clima adverso, descubrió una intriga en su contra que motivó duros castigos, condenas impuestas y
suicidios obligados; la oposición fue consolidándose, en tanto él buscaba el apoyo del ejército. A estas
cuestiones se sumaron rebeliones en la Britania, Armenia y Judea y un descontento generalizado en
las provincias, por el aumento de la política fiscal. En el momento en que era acusado como traidor a
la Patria se hizo asesinar por un esclavo en el 68. Su muerte provocó el primer interregno, conocido
como crisis del 68/69, en el que hubo varios emperadores simultáneos y se vivió una nueva guerra
civil. En las provincias orientales se convenció al general Vespasiano, enviado por Nerón para sofocar
la rebelión judía, para que calmara la situación y, contando con el apoyo de las tropas del Danubio e
Hispania, se presentó en Roma, puso fin a la crisis interna y se proclamó emperador, iniciando el
gobierno de una nueva dinastía, la Flavia.

En general, se considera que los cincuenta y cuatro años que transcurren entre la muerte de Augusto
y la de Nerón, son conocidos como gobiernos de los emperadores de la dinastía Julio-Claudiana. En
esta etapa se consolidaron las innovaciones estructurales introducidas por el primero, en el
funcionamiento institucional del sistema político-administrativo denominado Principado. El poder
personal e institucional del príncipe como tutor del pueblo, de la patria, de las instituciones y de los
recursos económicos del estado, fueron marcas relevantes del período, pautas que cada emperador
trató de continuar, aunque el sello personal del primero de ellos estuvo siempre presente.
Vespasiano quien gobernó entre 69 y 79 dio comienzo a la dinastía Flavia, uno de los rasgos
diferenciadores con la anterior es que, los nuevos gobernantes son notables de origen itálico. En
consecuencia a través de una ley especial del Senado le fueron concedidos todos los poderes imperiales
y su familia de clase media fue elevada a la categoría de patricia logrando asociar al trono a sus hijos
Tito y Domiciano, procedimiento con el cual se inauguraba el principio dinástico hereditario. Logrado
este objetivo se preocupó por mantener el poder en manos de su familia y de sus mejores amigos,
marginando al Senado a un lugar secundario. Gozó de fama de buen administrador, fortaleciendo
económicamente el Imperio. Debio solucionar problemas económicos y cuestiones limítrofes en la
frontera del Rin, a fin de asegurar rutas comerciales, y en la Judea. En esta última su hijo Tito conquistó
Jerusalén en el 70, luego de un asedio de cinco meses, destruyó el templo y llevó a Roma el candelabro
de siete brazos, símbolo sagrado de los judíos, como botín de guerra. A partir de ahora se acentuó la
diáspora o dispersión, desde el instante en que Judea fue convertida en provincia de rango pretoriano,
con guarniciones militares permanentes. Debió ocuparse también de restaurar la imagen imperial
debilitada, tanto en Roma como en las provincias.

Tito le sucedió gobernando entre 79 y 81, después de haber desarrollado una brillante carrera militar,
ejerciendo una administración de paz y tranquilidad en la que contó con el apoyo de un Senado
renovado favorable a su gestión. Tres cuestiones le afectaron seriamente; una la erupción del Vesubio
que enterró las ciudades de Pompeya y Herculano, otra un grave incendio de Roma que destruyó el
Capitolio y numerosas viviendas y edificios públicos y en tercer lugar un fuerte brote epidémico
causante de miles de muertos. Una de las grandes obras públicas cuya realización se había iniciado en
el gobierno de su padre, el Anfiteatro Flavio, más conocido como Coliseo.

Domiciano, su hermano y sucesor, gobernó entre 81 y 96 y fue un verdadero déspota, dado que
centralizó el poder e impuso el terror buscando en todo momento controlar al Senado y contar con el
apoyo de sectores militares. Con esta concentración, fue uno de los primeros en adoptar la
denominación de Dominus et Deus. Gozó de dos importantes cualidades, una la buena administración,
y otra las simpatías con que contaba entre las legiones. Además, concluyó una serie de obras públicas
iniciadas en gobiernos anteriores. Frente al Cristianismo dispuso nuevas persecuciones en las que
fueron martirizados algunos miembros de la familia imperial. En política exterior debió enfrentar la
insurrección de los dacios, como así también realizó algunas campañas hacia la frontera del Rin. A
raíz de sus abusos surgieron voces de protesta contra su persona, quienes pagaron con su vida esta
iniciativa. También hubo una rebelión en la Germania superior, la que fue duramente sofocada. A
partir del 93, dio comienzo a un período de terror que tuvo como consecuencia una conspiración, de
la que participó la misma esposa del emperador, otros miembros de su familia, senadores y pretorianos,
siendo asesinado en el 96. Una de las primeras disposiciones del Senado fue abolir la dinastía,
condenar la memoria del emperador asesinado y proclamar como nueva autoridad al senador Nerva.

Nerva gobernó entre 96 y 98 y era miembro de una de las escasas familias aristocráticas republicanas.
Asumió el gobierno con una avanzada edad y sin tener descendencia adoptó medidas relacionadas con
el reparto de tierras a gentes de escasos recursos y la institución de los alimenta como sistema de
socorro a los niños huérfanos. Sin embargo, no contó con simpatías en el sector militar, razón por la
cual hubo de enfrentar rebeliones de los pretorianos y del ejército del Oriente. Debido a su avanzada
edad y a las cuestiones mencionadas, decidió adoptar como hijo y sucesor al legado de la Germania
Superior, Trajano quien, con el apoyo del Senado, asumió el gobierno del estado. Con n Nerva se
inició una nueva dinastía, conocida con el nombre de Antonina, considerada la edad más feliz del
Imperio hasta el gobierno de Marco Aurelio. Con ella se puso en práctica la participación de los
provincianos en el poder; entre los emperadores no hay parentesco sino que se adopta, a quien se
considera más capaz, interviniendo el Senado y el ejército, con una fórmula intermedia entre el
príncipe hereditario y el electivo.

Trajano (98 a 118) era el primer emperador provincial, había nacido en la Bética, actual España. Su
carrera fue más militar que política, el Senado aprobó su designación como sucesor. Esta fue la razón
por la que respetó su presencia en el gobierno y limitó la intervención militar en política; dejó de lado
el título de Dominus et Deus, adoptado por Domiciano, reemplazado por el de Optimus Princeps que
hizo grabar en las monedas acuñadas con su imagen. Aumentó la burocracia estatal, controló
eficazmente las finanzas y puso en ejecución un amplio programa urbanístico en Roma, Italia y las
provincias. En el aspecto social mantuvo la política de asistencia social, los alimenta. Otro ámbito de
su gestión fue controlar la administración provincial y, contando con un ejército valioso y un cuadro
de hábiles generales reinició la política belicosa con dos grandes conquistas, la Dacia, al otro lado del
Danubio, y la Mesopotamia hasta el Tigris; por su parte en occidente consolidó la frontera de la
Germania superior y Retia. En el caso de la Dacia, la campaña la había iniciado Domiciano y él la
concluyó a través de acciones que se desarrollaron entre 101 y 106. La región era valiosa por sus
tierras y la riqueza en metales (hierro, oro y plata), la acción militar fue exitosa. a. Respecto a la
Mesopotamia, logró detener el avance de los partos, con la anexión de Armenia, Asiria y Caldea.
También realizó una campaña hacia Arabia para detener las incursiones de los beduinos y lograr el
control del comercio entre Siria, el Éufrates, el Mar Rojo y la India. Con él se experimentó la mayor
extensión territorial del Imperio, debido a su pretensión de ampliar la frontera oriental hasta el Tigris,
lo que reportaría tierras y el control de nuevas rutas comerciales, sobre todo de artículos de lujo. Como
consecuencia de su delicada salud, contrajo una enfermedad y murió, previamente adoptó a Adriano,
gobernador de Siria, como sucesor.

Adriano gobernó veinte años, del 118 al 138. Sus antepasados pertenecían a la aristocracia senatorial.
Asumió el gobierno en un momento convulsionado por varias revueltas, regresó a Roma una vez que
logró resolverlas y decidió recuperar y conservar las fronteras tradicionales del Imperio. Atendió
básicamente problemas internos y logró descubrir y sofocar una rebelión en su contra, la que deterioró
sus relaciones con el Senado. A partir de 121 dio comienzo a una serie de viajes, con el fin de recorrer
personalmente las provincias, reorganizar las fronteras y controlar a algunos gobernadores. Su visita
a Palestina fue significativa por dos razones, la reconstrucción del templo de Jerusalén, en ruinas desde
la conquista de Tito, y el estallido de una rebelión bajo la dirección de Eleazar y Bar Cocheba, la que
fue duramente sofocada. También dispuso la fortificación de la frontera con Britania, visitó Grecia
interesado por su cultura. Realizo ó importantes obras públicas y mandó construir la ciudad de
Adrianópolis. De regreso en Roma, su salud estaba debilitada, a lo que se sumó el problema sucesorio;
cuestión que se solucionó con la adopción del senador Antonino.

Antonino Pío (138 a 161) era oriundo de la Galia y con él, el Imperio alcanzó su máximo esplendor,
motivo por el cual dio origen a una edad de oro que dio nombre a la dinastía gobernante. Su carrera
política está marcada por su acceso al Senado, órgano con el que mantuvo muy buenas relaciones y,
entre los muchos honores que recibió, figura el de Pius, sobrenombre que adoptó. Internamente fue
continuador de la labor jurídica iniciada por Adriano, reforzó el Consejo de Príncipes. Logró resolver
eficazmente todos los problemas, fue hábil administrador y prudente en la gestión de los gastos
públicos, en grado tal que el tesoro del estado alcanzó los 670 millones de denarios. En política exterior
controló exitosamente las cuestiones de Mauritania, Britania y Retia. Murio en el 161.

Marco Aurelio, su sucesor, gobernó entre 161 y 180, era español de origen y fue adoptado por
Antonino Pío, de acuerdo como Adriano lo había previsto. Había recibido una esmerada educación,
en filosofía y oratoria y recorrió rápidamente el cursus honorum. Una vez que estuvo instalado en el
poder, logró que el Senado aprobara la asociación al trono de su hijo Cómodo funcionando, por
primera vez, como una diarquía. Durante su administración, comenzaron a presentarse lentamente, los
gérmenes de una crisis por las variadas problemáticas que se manifestaron. Una de ellas fue en las
fronteras debido a que tribus bárbaras invadieron la Germania superior y el norte de la Britania;
también se agravó profundamente la situación en el Oriente. Efectivamente, los partos lograron ocupar
las regiones de Armenia y Siria. En el camino de regreso desde el frente oriental, el ejército contrajo
una peste que se propagó, rápidamente, por Italia y las provincias, en el momento en que tribus
bárbaras presionaban sobre el Danubio. La situación era compleja, tanto que fue necesario adoptar
medidas como un reclutamiento extraordinario de tropas, la implementación de nuevos impuestos y,
sentando un grave precedente, se aceptó la instalación de un grupo de bárbaros en la frontera, lo que
afectó Dacia, Mesia, Panonia, Germania y el norte de Italia. El emperador junto a su hijo pudo restaurar
la autoridad del Imperio en todos los frentes, confirmando la corregencia o doble principado en el 177.
Internamente, se preocupó por respetar al Senado y sus decisiones, la política económica fue austera
aunque los gastos del estado fueron en aumento. Las simpatías del emperador hacia la filosofía estoica,
hicieron de él un intelectual. Con él creció notablemente la burocracia imperial y ordenó nuevas
persecuciones contra los cristianos; la práctica del cristianismo llegó a considerarse un delito. Murió
luchando contra los germanos en el 180.

Cómodo (180 a 192), asumió el gobierno muy joven, motivo por el cual su padre previó la presencia
de un consejo de directos colaboradores de origen senatorial, que pronto fue anulado por el emperador.
El comienzo de su gestión fue esperanzador ya que restableció la paz externa y dio muestras de
habilidad política. Sin embargo, en el 182, descubrió una conspiración en su contra. Esto dio paso a
una gestión despótica en la que el emperador cometió abuso de poder, extravagancias y un fuerte
desorden administrativo, a ello debe sumarse el debilitamiento económico y una devaluación
monetaria. Inmerso en estas cuestiones, fue víctima de una nueva intriga palaciega; murió estrangulado
el 31 de diciembre de 192, condenando su memoria y aboliendo sus actos; sus asesinos decidieron, de
común acuerdo, elegir sucesor al prefecto de la ciudad Pertinax. Este clima de violencia se profundizó
hasta el establecimiento de una nueva dinastía gobernante, los Severos.

Siglo de Oro: Economia, Sociedad y Cultura


Desde el punto de vista político, el sistema modelado por Augusto, denominado Principado, fue
continuado por Tiberio, pero comenzó a recibir modificaciones, tendientes a la conformación de una
monarquía burocrática universal. Estos cambios se advierten desde el gobierno de Calígula y
sucesores, momento en que la aristocracia senatorial jugó un destacado rol en la administración
imperial. Simultáneamente se advirtieron algunos cambios, como la presencia de los pretorianos y el
ejército; bajo el gobierno de los Flavios se incrementó el número de provinciales en la gestión y, desde
Domiciano, los emperadores adoptaron los títulos de Dominus et Deus. Paralelamente el Consejo de
Príncipes cobró mayor relevancia y, con los Antoninos, se tendió a mirar al emperador como padre y
Optimus Princeps.

Desde de Augusto en adelante, los dos atributos institucionales del emperador fueron el imperium,
que le concedía el mando supremo sobre el ejército y la tribunicia potestas que le otorgaba las más
altas atribuciones civiles y administrativas. Unido a ello la decadencia de los órganos republicanos y
la consolidación del poder imperial, permitieron al emperador y su conjunto de colaboradores asumir
funciones legislativas y judiciales, manejar la política exterior y la aplicación y cumplimiento de las
leyes. Otro rasgo que se fue delineando era el principio hereditario, con el objeto de conformar una
monarquía dinástica, en la que se aplicaron mecanismos que fueron desde la adopción y asociación al
poder, hasta la corregencia y la coparticipación.

En lo que respecta a las instituciones tradicionales, el Senado pervivió pero vacío de contenido y con
una autoridad simbólica limitada solo a reconocer las atribuciones del príncipe y sus sucesores; las
asambleas populares (curia, centuria, tribu) perdieron protagonismo, de tal modo que la designación
de nuevos funcionarios estaba en manos del emperador pero el Príncipe concentró sus atribuciones.
En contrapartida, el Concilium Principis se convirtió en mano derecha de la autoridad y desde Adriano
pasó a ser un órgano permanente, de rango oficial y organizado en diferentes secciones. En cuanto aa
las provincias, se incrementó su número, se mantuvo la división augústea en senatoriales e imperiales
y fueron el sostén jurídico, político, militar y económico del imperio. Finalmente el fisco mantuvo
algunas tradiciones republicanas, en forma paralela a una administración financiera bajo el control
personal del emperador.

La economía se sustentó en el trabajo de la tierra, con escaso desarrollo tecnológico y abundante mano
de obra esclava o campesinos semi-libres. Otras actividades fueron de carácter extractivo como la
minería, las canteras y la explotación de bosques a lo que se suman manufacturas. El comercio se
movía en dos vertientes, exterior a través de rutas marítimas y terrestres e interprovincial conectando
el Oriente con el norte de Europa, las costas africanas y del Mar Negro con centro en Roma e Italia,
convirtiendo al Mediterráneo en eje de los intercambios y el tráfico. La sociedad se mostraba muy
jerarquizada con una estructura piramidal encabezada por el Príncipe, su familia y allegados con los
que mantenía relaciones de Amicitia. Lentamente se fueron incorporando elementos provinciales.

En el aspecto cultural, la época de Augusto fue la edad de oro de la poesía latina debido a que los
autores contaron con la protección del gobierno imperial, bajo los auspicios de Mecenas. Las grandes
figuras fueron Virgilio, Horacio, Ovidio y Propercio. Virgilio compuso las Bucólicas o Eglogas en
diez libros de poemas pastoriles que describen amores, satisfacciones de la vida del campo y la
felicidad del retorno a la paz, las Geórgicas como poema didáctico sobre la agricultura y el valor del
trabajo de la tierra y la Eneida donde relató el origen legendario de Roma. Horacio compuso poemas
líricos y satíricos brindando detalles sobre la sociedad de su tiempo. Ovidio Metamorfosis, Fastos,
Tristes, cultivó varios géneros e hizo uso de la retórica y Propercio, junto con Tibulo cultivaron la
poesía elegíaca con temas como el amor y la vida del campo.

Durante la etapa de los sucesores de Augusto, la concepción estoica del mundo y el avance de los
conocimientos, fueron soporte para el progreso de la historia y la geografía. En el caso de la primera
se hace referencia a ecumenismo o historia del mundo centrada en torno a Roma. Entre los autores
mencionamos a Diodoro de Sicilia y su Biblioteca Histórica, Dionisio de Halicarnaso con Historia
antigua de Roma, entre otros; también Tito Livio con Historia romana y Veleyo Patérculo y su
Compendio de Historia romana. En cuanto al conocimiento geográfico uno de los trabajos más
destacados es Geografía de Estrabón.

En el campo de la retórica uno de los maestros más renombrados fue Séneca, Retor, autor de
Controversias donde sintetiza las enseñanzas de los retóricos de fines de la República y comienzos del
Imperio y Valerio Máximo. s. En filosofía sobresalió Filón de Alejandría quien intentó hacer una
síntesis entre su fe judía y el pensamiento platónico y en el de las ciencias Vitruvio y su De
arquitectura, Higinio con tratados de Gramática y Celso con escritos sobre Medicina. En gobiernos
posteriores a los Julio-Claudios, se destacaron Lucano, autor del poema épico Farsalia , Persio y
Juvenal con las Sátiras y Marcial con los Epigramas. En la historiografía mencionamos trabajos
monográficos como los de Flavio Josefo sobre los judíos, Arriano y su Anábasis de Alejandro Magno
y Herodiano. Plutarco y Vidas Paralelas, Suetonio y Vidas de los doce Césares, y compendios de obras
anteriores. Séneca, Filósofo representante latino del estoicismo medio, fue uno de los más reconocidos,
en la retórica Dion de Prusa y Elio Arístides con sus Discursos.

Como géneros nuevos aparecieron la novela, en la que relatos secundarios enriquecen una historia
principal, una de las figuras representativas fue Petronio con el Satiricón. Y la literatura cristiana que
fijó el canon del Nuevo Testamento.

Después de la crisis del siglo III, la historia despertó nuevo interés debido a la necesidad de elaborar
manuales e informes destinados a la formación de los jóvenes uno de los escritos representativos es
Breviarium. El género biográfico también fue cultivado por los cristianos a través de las hagiografías
o vidas de Santos.

A través de las Crónicas se presentaron secuencias de acontecimientos fechados, desprovistos de


interpretación y análisis. A esto se suma el trabajo de tres autores de prestigio, uno pagano y dos
cristianos, para completar el panorama literario. El pagano fue Amiano Marcelino autor de una
Historia Romana desde Nerva a Valente y los cristianos, Eusebio de Cesarea y su Historia Eclesiástica,
desde el tiempo de los Apóstoles y Orosio con Historias. Otro aspecto a ser destacado fue el deseo de
reorganizar los conocimientos y elaborar Manuales y Tratados de gramática, geografía, cartografía y
relatos de viajes.

En la región oriental del Imperio el filósofo Plotino fundó el Neoplatonismo y la literatura se vincula
con figuras como Orígenes y los Padres griegos, San Atanasio, San Gregorio, San Juan Crisóstomo,
etc. Finalmente cabe destacar que el desarrollo literario fue acompañado por el artístico a través de la
construcción de teatros, foros, templos, arcos de triunfo.

Ejercito y Monarquia: Los Severos . Comienzo de la Crisis


Los asesinos de Cómodo eligieron sucesor al prefecto de la ciudad Pertinax, quien trató de adoptar
rápidas medidas ante las variadas cuestiones que se presentaban, gestiones que no pudo concretar
debido a su violenta muerte y la presencia de tres pretendientes al trono. Uno de ellos estaba apoyado
por sectores senatoriales y la guardia pretoriana (Didio Juliano) y los otros dos (Septimio Severo y
Pescenio Niger) por los ejércitos provinciales de Panonia y Siria. La inestabilidad dio paso a una nueva
guerra civil, en momentos en los que Didio Juliano era asesinado y se reconocía como nuevo
emperador a Septimio Severo. Este, dueño de Occidente, enfrentó a Pescenio Niger quien se había
atrincherado en Oriente.

El accionar de Severo fue eficaz. En primer lugar, el papel que comenzaron a desempeñar los ejércitos
provinciales para la elección del nuevo emperador, debilitando al Senado y a la guardia pretoriana,
segundo, el predominio de provinciales en el cargo y, en tercer lugar, el deterioro institucional del
Senado. Septimio Severo, de origen africano, comenzó su gestión como emperador único en 197
contando con el apoyo del ejército de Panonia. Sobresalen como rasgos de su gobierno la presencia de
hombres nuevos en variados cargos, principalmente africanos y orientales, su deseo de continuar la
política de los Antoninos, la marginación del Senado, la burocratización del estado, la crisis económica
y el mal estado de las finanzas públicas, la devaluación de la moneda y las reformas militares. En
cuanto a política exterior, el frente oriental volvió a convulsionarse con rebeliones en la frontera con
los partos, Siria y Judea, donde el emperador tuvo una exitosa intervención. Tranquilizado este frente
realizó una campaña hacia Britania, con el objeto de conquistar toda la isla, la que no pudo finalizar
debido a su muerte en 211.

Fue sucedido por sus hijos Caracalla (hijo de Julia Donma) y Geta. Si bien se acordó un gobierno
compartido, el primero asesinó al segundo, persiguió a sus partidarios, trató de borrar cualquier rastro
de la vida de su hermano y en medio de un profundo desequilibrio psíquico inició su gobierno personal
tomando como modelo a Alejandro Magno. Debido a esta situación, su madre Julia Domna , tuvo
fuerte presencia en la gestión de la política interior. En este aspecto una de las medidas más
significativas fue la promulgación del edicto conocido como Constitutio Antoniniana, mediante el cual
se concedía la ciudadanía a todos los habitantes del Imperio. El objetivo era obtener mayores ingresos
dado que todos los ciudadanos debían pagar impuestos al estado. a. En el exterior Caracalla dirigió
personalmente dos campañas, una a la frontera entre Galia y Germania; la otra al Oriente. En el
transcurso de esta última, un ambiente de descontento generalizado en el ejército terminó con su vida,
siendo asesinado por el oficial Macrino.

Después de esta violenta acción, Macrino recibió la investidura imperial debiendo abocarse, sobre
todo, a conseguir la confianza de las tropas y consolidar su posición política. Al mismo tiempo debió
dirigir una campaña contra los partos. La tarea del nuevo emperador no fue fácil debido a la presencia
de sectores opositores en la administración y en el ejército, situación que aprovechó, inteligentemente,
Julia Maesa, hermana de Domna, la que tenía conocimiento y experiencia política. Respaldada en estas
ventajas logró que las legiones de Siria reconocieran emperador a su nieto, el joven Heliogábalo, lo
que provocó la inmediata reacción de Macrino, pero fue derrotado recuperando los Severos el gobierno
imperial en 218.

Heliogábalo una vez que se instaló en Roma recibió el reconocimiento de su autoridad, gobernando
entre 218 y 222. Sin olvidar su origen oriental y su vinculación familiar con el culto al sol, se hizo
llamar Sol Inuictus e introdujo su adoración en el Imperio desplazando, lentamente, el culto a los
dioses tradicionales del panteón romano. En este sentido cometió una serie de extravagancias y abusos
tendientes a imponer un monoteísmo solar, practicar el sacerdocio de su dios y abandonar la
administración imperial en manos de su madre (Julia Soemias) y su abuela las que no solo presidieron
las sesiones del Senado y recibieron títulos honoríficos, sino también crearon un consejo femenino
destinado a atender cuestiones relacionadas con la vida de las mujeres. La coyuntura fue favorable a
la profundización de la problemática socioeconómica y de la frontera germana que provocaron su
caída. En efecto los pretorianos se rebelaron y le asesinaron en 222 arrojando su cadáver al Tíber y
borrando su memoria. Le sucedió su primo Alejandro Severo.

Alejandro Severo (222-235) es todo lo contrario al anterior y recibió una sólida formación en filosofía
y retórica clásica por lo que fue bien recibido por el Senado, el pueblo y el ejército romano. Evidenció
un carácter débil e indeciso, pero supo rodearse de hábiles juristas. En tal sentido fomentó el retorno
a los cultos ancestrales de Roma, recuperó algunas prácticas como los alimenta, mantuvo buenas
relaciones con los cristianos e instituyó cátedras de gramática, retórica, medicina y arquitectura,
retribuidas por el estado. A imitación de Alejandro Magno dispuso la creación de una falange y un
cuerpo de élite que demandó nuevos gastos al erario público y la consecuente devaluación monetaria.
En cuanto a las fronteras una vez más el oriente se mostró convulsionado, debido al surgimiento de
una nueva dinastía persa, los Sasánidas, que desplazaron a los partos en el control de la región y,
considerándose descendientes de los Aqueménidas. Alejandro Severo dirigió campañas hacia la
región, logrando recuperar parte de esta provincia, sin embargo no pudo consolidar su acción porque
un nuevo frente se presentó en la frontera danubiana. Aquí decidió negociar, en lugar de la acción
militar, lo que generó descontento en un sector del ejército que proclamó emperador a su jefe
Maximino, luego del asesinato del emperador Alejandro Severo en 235.

Cristianismo en el Mundo Romano


En el momento del surgimiento de Cristianismo, el Imperio Romano bajo el régimen del Principado,
ejercía su dominio sobre todas las tierras que rodeaban al Mediterráneo, a tal punto que éste se había
convertido en un lago romano o Mare Nostrum, y, gracias al helenismo absorbido por este pueblo
conquistador, se había logrado una significativa unidad cultural . La a unidad lingüística posibilitó
conservar la tradición griega en el Oriente y la lenta consolidación de la tradición latina en Occidente.
Para el Cristianismo esta unificación fue factor favorable para lograr su difusión y afianzamiento.
Desde el punto de vista religioso el paganismo de los tradicionales dioses grecorromanos, se
encontraba en decadencia. Una marcada apatía envolvía las distintas manifestaciones del culto oficial,
tanto el que se manifestaba a los dioses de la ciudad, como aquel que se tributaba a los dioses
domésticos. Augusto, para remediar esta situación, comenzó a difundir el culto a Roma y al
Emperador, en momentos en los cuales divinidades extranjeras ganaban terreno entre las preferencias
del ciudadano romano. Lo mismo puede decirse respecto a religiones sincréticas, las cuales, unidas a
sistemas filosóficos, pretendían sintetizar ideas de diverso origen. Algunas de ellas eran la revelación
universal, prometiendo la salvación del hombre y la llegada de un Mesías que purificaría este mundo
pagano.

Las ideas filosóficas se hallaban también en descomposición y, entre la gente culta, las que alcanzaron
mayor difusión fueron las de los estoicos. Estas proponían una lucha tenaz contra los deseos de la
carne y las pasiones, hablaban de amor universal y de un espíritu de apertura hacia todos los hombres.
No solo las ideas presentaban este oscuro panorama, sino la sociedad romana en general apegada a los
lujos, las comodidades, los placeres y nuevas costumbres. Así por ejemplo la familia se veía afectada
por la tendencia al divorcio y el adulterio, además la falta de descendencia y la soltería provocaron un
ligero envejecimiento de la población que Augusto trató de combatir mediante leyes especiales.

En este marco, en el estado de Palestina es donde se produjo el nacimiento del fundador de esta nueva
doctrina, la cual a través de su difusión comenzó a combatir varios de los males descriptos. Para estos
momentos el pueblo de Israel se hallaba bajo el gobierno de los hijos de Herodes, el Grande, y había
sobrevivido varias situaciones de dificultad que se remontaban a los cautiverios de Nínive (-721) y
Babilonia (-590/-580). Bajo dominio persa, los hebreos recuperaron sus libertades las que se perdieron
en época de Alejandro Magno y de los Diádocos, tanto es así que bajo el gobierno de los Seléucidas
protagonizaron un levantamiento dirigido por los Macabeos (siglo II a. C.). La etapa fue inestable y la
lucha permanente, a tal punto que solicitaron la mediación de los mismos generales romanos hasta que
finalmente Pompeyo, cuando reorganizó la administración del Oriente, incorporó Palestina a sus
dominios.

Entre el 40 y el 3 a. C. gobernó el mencionado Herodes. a. A su muerte el territorio se dividió entre


sus hijos y las regiones de Judea y Samaria, fueron agregadas a la provincia de Siria y gobernadas por
procuradores romanos. Precisamente entre los años 26 y 36 el cargo lo ocupó Poncio Pilatos. Bajo
estas circunstancias, entre los hebreos, habían cobrado fuerza las ideas de los profetas, quienes ya
habían anunciado un Mesías y la culminación de todas estas calamidades. Este Mesías o Salvador,
enviado por Dios a la tierra, impondría la justicia y la paz.

Entre las instituciones propias de este estado, que velaban por el respeto a la ley y el culto, puede
mencionarse el Sanhedrín, el cual era un tribunal o Senado conformado por 72 integrantes. También
existían diversos grupos o sectas, algunas de las cuales llegaron a disputar el control del estado. De
ellas cabe mencionar de los saduceos, los que eran ricos aristócratas y manifestaban un respeto muy
estricto ante la Torá y aceptaron la cultura griega; los fariseos, eran la antítesis, respetaban la Torá,
pero también la tradición escrita y oral que se había consolidado con el correr de los tiempos, además
defendían la vinculación entre asuntos políticos y religiosos; sin llegar a ser un partido, difundieron la
idea de un salvador nacional; los esenios quienes constituían una especie de comunidad monástica de
estricta disciplina y rigor de costumbres, defendiendo la propiedad colectiva de los bienes y predicando
la inmortalidad del alma y finalmente los zelotas y los sicarios, los que a través de sus ideas religiosas
defendieron el uso de la fuerza con la idea de imponer sus intereses.

En un contexto con los rasgos mencionados, comenzó su prédica Jesús de Nazareth, fundador de una
nueva secta que, lentamente aumentó el número se seguidores hasta llegar a la misma Jerusalén, lo
que provocó su condena a muerte, en un momento en que Roma quería cortar cualquier brote de
mesianismo. Jesús debió nacer hacia finales del reinado de Herodes, y fue ajusticiado en el gobierno
del procurador Poncio Pilatos, en torno al año 30. Su vida pública se inició en el año 15 del gobierno
del emperador Tiberio, aproximadamente entre los años 28 y 29 de la era cristiana. Su prédica centró
su mensaje en la llegada de un Mesías Salvador, el respeto a la Ley judía, la implantación de un nuevo
reino de justicia y paz, donde todos serían iguales a los ojos de Dios y la difusión del mismo.

Un reducido núcleo de seguidores, luego de la ejecución de Jesús, procuró mantenerse unido,


difundiendo las ideas del Maestro y, sobre todo, predicando su nueva venida como símbolo de la
continuidad de su doctrina. Lentamente, los llamados Apóstoles, se valieron de ella para atraer nuevos
adeptos y fortalecer esta primitiva comunidad que comenzó su proyección fuera de Palestina. Desde
aquí hacia Siria se convirtió en centro de irradiación del cristianismo por el Oriente. A través de la
labor de los dos grandes apóstoles, San Pedro y San Pablo, la difusión alcanzó otras zonas del mundo
romano.

Con San Pablo llegó hasta Chipre, Panfilia, Frigia, Galacia, Macedonia, Grecia, Éfeso, Mileto y, su
último viaje, lo llevó a Roma donde permaneció hasta su muerte acaecida en el año 67. San Pedro
participó del concilio de los Apóstoles en Jerusalén (año 50), estuvo en Corinto y luego viajó a Roma.
Instalado en la capital del Imperio, predicó el cristianismo entre judíos y romanos hasta el año de su
muerte (67), luego del incendio de la ciudad y la primera persecución ordenada por Nerón. Según la
tradición fue él quien inició el primado de Roma, está considerado el primer Papa, y a través de su
labor, la ciudad, se erigió en cabeza de la Iglesia universa.

El estado romano manifestó su rechazo hacia los cristianos, los cuales fueron acusados de ateísmo,
inmoralidad, oposición al estado y agitadores. Una forma de combatirlos fueron las Persecuciones, las
que se iniciaron en el gobierno de Nerón y alcanzaron su apogeo hacia el siglo III. Se considera que
hubo diez en total, siendo la primera una de las más violentas. El emperador Domiciano fue quien
ordenó una gran persecución hacia fines del primer siglo de la era cristiana. Desde el siglo III, en
respuesta al crecimiento experimentado por los cristianos, se decidió organizar persecuciones, no con
carácter local y aislado, sino como forma de combatir a la Iglesia como institución supranacional. Se
recuerda, como las más violentas, las ordenadas por los emperadores Decio y Diocleciano. Para el
siglo IV éstas han terminado y mediante el Edicto de Tolerancia del 311 (gobierno de Galerio),
confirmado por el de Milán en época de Constantino (313), se reconoció a los cristianos el derecho de
practicar su religión y conservar sus lugares de culto. En respuesta a ellas, y cuando fueron más
violentas, los cristianos se refugiaron en catacumbas o galerías subterráneas, donde además de dar
sepultura a los mártires, se reunían a practicar su culto. Este se celebraba en pequeñas capillas, donde
compartían la Palabra y recordaban la última cena.

Las críticas más frecuentes que recibió fueron el ejercicio del monoteísmo, que desplazaba a los dioses
paganos, el rechazo que manifestaron hacia prácticas como los sacrificios y el posterior consumo de
la carne de las víctimas, su repudio hacia las representaciones teatrales, los espectáculos circenses, el
culto imperial o la incorporación al ejército y la entrega desinteresada de su persona hasta alcanzar el
sacrificio personal y aceptar el martirio.

Organización de la Iglesia
La Iglesia reconoce la existencia de dos categorías de personas, laicos y clérigos. Los primeros
discípulos fueron los Apóstoles, quienes eligieron nuevos seguidores a fin que colaboraran en su
ministerio, a través de la evangelización, la administración de los sacramentos y el gobierno de la
Institución. La organización de la Iglesia, a imitación de la estructura administrativa del Imperio, es
jerárquica, evolución que se logró con el tiempo. El obispo estaba al frente de la Diócesis, la cual
abarcaba varias parroquias, , administradas por sacerdotes. Cada diócesis comprendía varias
provincias del Imperio y, si la sede del obispo era la capital de la provincia, éste tenía cierta autoridad
sobre los obispos locales, con el tiempo estos obispos se convirtieron en Patriarcas. Las ciudades
imperiales que adquirieron este rango fueron Roma, Antioquía y Alejandría, también Jerusalén y
finalmente Constantinopla. En el caso de Roma, el primado lo recibió San Pedro, por delegación del
mismo Cristo, y él lo trasmitió a sus sucesores como obispo de Roma.

En síntesis la institución eclesiástica cristiana se consolidó entre los siglos I y II alcanzando una sólida
organización con un episcopado monárquico. En siglos posteriores cobró vigor la idea de Iglesia
universal, presidida primero por Jerusalén y luego por Roma. Para estos primeros tiempos a través del
Bautismo, se incorporaba a los nuevos miembros y la liturgia comprendía la celebración de la
Eucaristía (ágape), la oración, la lectura y la homilía del obispo. Entre las fiestas onmemorativas
estaban la Pascua, Pentecostés, Epifanía, la Navidad y el culto a los mártires y el día de reunión era el
domingo.

Fuentes para el Estudio del Cristianismo


Entre las fuentes paganas puede mencionarse a Suetonio, Tácito y Plinio, el Joven, quienes contienen
breves referencias y entre las cristianas, los escritos del Nuevo Testamento.Suetonio se refiere a Cristo
en la biografía de Claudio. Tácito habla de Cristo como cabecilla judío ejecutado bajo Tiberio, por el
procurador Pilatos y Plinio los menciona en cartas que dirigió a Trajano cuando fue gobernador de
Bitinia.

Respecto a los escritos del Nuevo Testamento, los Evangelios, a, son autoría de Mateo, Marcos, Lucas
y Juan, y se los considera canónicos. Los tres primeros reciben el nombre de sinópticos y muestran
semejanzas y diferencias entre ellos, narrando el ministerio e Jesús en Galilea. Juan, fue discípulo de
Jesús a quien acompañó hasta su muerte, predicó en Roma y en Éfeso donde compuso su evangelio el
cual suele estar separado del resto, porque se limitó no sólo a narrar los hechos de la vida de Cristo y
su mensaje, sino a interpretarlos. Otras partes son los Hechos de los Apóstoles, escrito por Lucas,
donde se relata la vida de la primera comunidad, desde la ascensión de Cristo hasta los viajes
apostólicos de Pedro y Pablo.
Controversias y Herejias
El cristianismo en sus comienzos, no constituyó un cuerpo doctrinal sólidamente elaborado
provocando la formación de controversias frente a la misma doctrina. En parte se trató de afianzar el
cánon de libros inspirados sobre el concepto de tradición oral, recibida y conservada por los Apóstoles.
En cuanto a las herejías, se puede mencionar aa los judaizantes o grupos judíos cristianos que
rechazaban la catolicidad o universalidad del cristianismo, los gnósticos quienes buscaron reducir el
cristianismo desde una cuestión de fe a una de gnosis o ciencia, los milenaristas para quienes se
produciría la vuelta de Cristo en los próximos mil años con la implantación del juicio universal y los
arrianos quienes negaron la naturaleza divina de Cristo considerando que no tenía la misma que el
Padre. Superadas estas cuestiones se fueron unificando las primitivas comunidades, mediante la
convocatoria a Sínodos y Concilios que fijaron los principios de fe.

Crisis del Siglo III y Transicion a la Antigüedad Tardia


Crisis en una sociedad, variadas adversidades (desde fenómenos naturales a anarquía política), han
sido consideradas como efectos o causas de tiempos de crisis y decadencia que, generalmente, están
precedidos de una edad de oro, seguidos de otros tiempos de restauración o recuperación. En este
sentido, para la historia, una época de crisis, no sólo puede comprender los efectos de algunos
fenómenos naturales, sino abarcar también, una transformación de las condiciones sociopolíticas que
rompe determinadas condiciones o estructuras. En tal sentido, el término crisis define una situación
histórica concreta, en que unos elementos sociopolíticos y económicos e incluso ideológicos, mentales
o culturales, colisionan entre sí. Acompaña a esta conceptualización el término decadencia, el que
cuenta con una carga valorativa, dado que alude a aquellos elementos concretos que hacia fines de una
determinada época, experimentaron un retroceso frente a otros factores históricos nuevos que
terminaron por suplantarlos o eliminarlos.

Los siglos I y II, a partir de la labor realizada por Augusto y sus sucesores, están considerados como
la etapa de mayor apogeo y fortaleza del Imperio Romano en todos los aspectos de su vida. No
obstante, a partir de los gobiernos de Marco Aurelio, Cómodo y la guerra civil del 193, comenzaron a
advertirse situaciones de una cierta decadencia y posterior crisis que demandaban la atención de los
emperadores y una actitud de alerta. Ya para mediados de este siglo, las diversas problemáticas:
invasiones, guerras, usurpaciones, derrotas, catástrofes, pestes, hambrunas, conflicto paganismo-
cristianismo, etc., comenzaron a reflejarse en testimonios de la época. A estas cuestiones pueden
sumarse la recesión económica, la crisis agraria, la concentración de la propiedad, el aumento del gasto
público (ejército y burocracia) y el desorden social y político. Es así como ingresamos en el período
conocido como “Anarquía Militar” (235- 284), uno de los más caóticos de la historia de Roma. Entre
los historiadores que aportan noticias sobre la etapa se puede mencionar a Dion Casio quien presenta
información sobre la situación general del Imperio a comienzos del siglo III y Herodiano quien
testimonia los años iniciales de la anarquía. A estos se pueden sumar autores cristianos como Orígenes,
Cipriano, Lactancio, Eusebio de Cesarea y Orosio.

Estos cincuenta años pueden periodizarse como sigue: a) los emperadores soldados (235- 260), b) la
crisis del Imperio en tiempos de Galieno (260-268) y c) los emperadores Ilirios y la restauración del
estado romano (268-285).
Emperadores Soldados (235-260)
El momento se inició con el brutal asesinato de Alejandro Severo en 235 y la proclamación de
Maximino Tracio, por el propio ejército, dando comienzo a un período en el que se sucedieron en el
poder una serie de gobernantes fantasmas, depuestos y proclamados por sus mismas tropas. Maximino
fue tenazmente resistido por el Senado y la aristocracia romana, sobre todo por su política fiscal de
confiscación de bienes a los sectores ricos y terratenientes, a las ciudades y los templos. Uno de los
objetivos principales de su gestión fue fortalecer la frontera contra los germanos, quienes comenzaban
a representar un grave problema y tratar de recuperar la moneda que había comenzado a depreciarse.

Como consecuencia de este accionar, el Senado promovió una rebelión en su contra en 238, la que
desde África se extendió a la misma Roma. Allí se proclamó emperadores al procónsul provincial
Gordiano y su hijo (Gordiano I y II) los que fueron asesinados por los seguidores de Maximino en
momentos en que se proclamaba nuevo emperador al nieto de Gordiano I, Gordiano III. En un intento
de Maximino por recuperar el poder perdido fue asesinado por sus mismas tropas. Conviene aclarar
que el levantamiento fue promovido por senadores, quienes eran grandes terratenientes y, junto a
campesinos colonos. Advertimos de este modo la aparición de un nuevo sector social, el de los
colonos, quienes en su carácter de adscriptos a las tierras privadas o del emperador se están
convirtiendo en la mano de obra que reemplaza a la decadente esclavitud.

La elección de Gordiano III tranquilizó, momentáneamente la situación, tanto que contó con el apoyo
de la guardia pretoriana y gobernó hasta 244. Su gestión se caracterizó por el protagonismo adquirido
por los pretorianos, con el asentimiento del mismo emperador y la creciente barbarización de la milicia
dada la masiva incorporación de godos en unidades de caballería. En su política exterior inició una
expedición contra los persas de la frontera del Éufrates, pero fue asesinado durante la campaña por las
mismas tropas romanas, descontentas con la incorporación de bárbaros en el ejército. En el mismo
lugar del asesinato fue proclamado emperador el prefecto Filipo, éste firmó un tratado de paz
humillante con los persas, licenció parte de los bárbaros y emprendió el regreso a Roma. Durante su
gestión el emperador fue considerado, por la tradición, como el primer emperador converso al
cristianismo, con lo que la nueva religión comenzaba a afianzarse en el Imperio y el otro la pomposa
celebración del milenario de Roma. El sector senatorial tradicional, molesto por medidas adoptadas
por Filipo, proclamó emperador a Decio el cual, con sus tropas venció a Filipo en la batalla de Verona
(249).

El gobierno de Decio, que se extendió entre 249 y 260, dio paso a una crítica etapa en la historia del
imperio debido a una gran peste y a la invasión de los godos sobre las provincias balcánicas. En plena
acción militar contra los godos, el emperador perdió la vida. La situación fue aprovechada por los
persas, y por los godos. Se designó emperador al jefe del ejército del Rin, Valeriano, el cual, por su
avanzada edad, nombró corregente a su hijo Galieno. Debieron enfrentar las diversas crisis internas, a
las que se sumaron los ataques de francos y alamanes en la frontera del Rin y la presión de tribus
bereberes en Mauritania, se pensó en un castigo divino recibido de los dioses paganos, por la expansión
que había alcanzado el cristianismo, y el emperador ordenó una gran persecución contra las elites
sociales de la Iglesia. Paralelamente la presión persa se hizo más fuerte, nuevamente se tomó la ciudad
de Antioquía y, al realizar una campaña para detener el avance persa, Valeriano cayó prisionero.
Galieno no pudo contraatacar, para rescatar al emperador cautivo, y la situación profundizó la crisis.
Crisis del Imperio: Tiempo de Galieno 260-268
Cuando Galieno se hizo cargo del Imperio, estaba en un ambiente de pesimismo generalizado era
testimoniado por los contemporáneos, lo que demandó en él todas sus cualidades al servicio del estado
para iniciar un proceso de paulatina recuperación. Las reformas de carácter antisenatorial tratando de
eliminar los privilegios fiscales del grupo, buscando un mayor equilibrio entre los distintos sectores
sociales. Una de sus primeras decisiones fue buscar un acercamiento con los cristianos, advirtiendo la
fuerza que había cobrado este sector. También se ocupó del expansionismo de los persas, que habían
consolidado posiciones en todo el oriente asiático. La coyuntura fue aprovechada, inteligentemente,
por el príncipe de Palmira y su esposa, Odenato y Zenobia, para fortalecer sus estructuras militares y,
deteniendo el avance persa, asegurarse el control de las rutas comerciales entre el golfo pérsico y el
oriente. Así lograron consolidar un reino independiente que representó un verdadero peligro para el
estado romano.

Otro frente, que demandó su intervención, fueron las incursiones de los godos en la frontera danubiana
y provincias balcánicas, los alamanes y los francos, extendieron su empuje hasta Hispania y el norte
de Italia. En tan urgente situación parecía que Galieno no podía ocuparse de todo al mismo tiempo, lo
que aprovecharon algunos ejércitos para proclamar a sus generales. Es lo que ocurrió con las legiones
del Rin, las que proclamaron a su general Póstumo para enfrentar a los invasores, con la posibilidad
de crear un estado propio. Así Póstumo instauró su propio reino, con su ejército y Senado, el cual
comprendió las provincias de Britania, Galia e Hispania, fijando su capital en Tréveris.

Unaa de las primeras medidas de Galieno fue mejorar la defensa de las fronteras más vulnerables, con
el asentamiento de destacamentos legionarios en ciudades fortificadas del interior. En estos
destacamentos, el cuerpo de caballería, a través de sus unidades especializadas (lanceros, arqueros y
catafractarios) tuvo destacada actuación. Así el orden ecuestre asumió la totalidad de las
responsabilidades militares, en tanto que el orden senatorial monopolizó las funciones civiles; una
medida de esta naturaleza tendía a separar, cada vez más, los dos órdenes y a largo plazo fortaleció el
orden ecuestre.

La otra cuestión urgente a atender era la devaluación monetaria debido a la constante depreciación que
se profundizó en el reinado de Galieno. Se llegó a esta situación por diversos factores como la escasez
de metales y el paulatino deterioro de la economía en diversos sectores, lo que generó una subida
vertiginosa de precios, sobre todo de artículos de primera necesidad. La falta de moneda circulante
llevó al estado a generalizar el pago de los impuestos en especie, con la que pagaba a sus funcionarios.
Este tipo de pago provocó un incremento de la circulación y almacenamiento de productos, haciendo
que las personas que se dedicaban a estas tareas formaran verdaderas corporaciones que prestaban
servicios al estado.

Emperadores Ilirios y la Restauraicon del Estado 268-285


En general los sucesores de Galieno fueron emperadores de muy modesto origen, provenientes de la
región de Iliria, que lograron acceder al poder después de recorrer una destacada carrera militar. Sus
principales objetivos fueron la restauración de un imperio unitario y la recuperación de la concordia
interna, además se inspiraron en los soberanos helenísticos. Las ceremonias de proclamación de los
nuevos emperadores, estuvieron cargadas de pompa y suntuosidad y el poder de cada uno se sustentó
en el ejército, que cobró un mayor protagonismo. Al frente del estado, se preocuparon por continuar
varias de las medidas adoptadas por Galieno. Claudio II, el Gótico fue el primero de los ilíricos. Murió
como consecuencia de la peste desatada en Roma y le sucedió Aureliano en el 270.
Aureliano se transformó en el más destacado de los ilíricos al lograr la reunificación del imperio,
sometiendo el reino de los sucesores de Póstumo y derrotando al reino de Palmira, mejorar la situación
de la plebe, con el reparto gratuito de carne, pan, aceite, vino y encarar algunas obras públicas, como
reforzar el amurallamiento de la ciudad, generando empleo. En el plano financiero, incrementó la
presión fiscal sobre los ricos y abolió las deudas de los más pobres con el estado y adoptó medidas
tendientes a sanear la moneda. Se proclamó “dominus et deus” y fomentó el culto al Sol Invictus como
representación visible del dios supremo.

El asesinato de Aureliano, en momentos en los cuales se proponía continuar sus planes, generó un
clima de guerra civil hasta la designación de Probo en el 276. . En su gestión se preocupó por mejorar
la economía y las condiciones de vida de la población, en parte aumentando la presión fiscal sobre los
militares. Esta política le costó la vida al emperador, fue asesinado y sucedido por Caro. Otra medida
destacada de Probo fue continuar fomentando la entrada de bárbaros.

Los último ilíricos, que gobernaron entre 282 y 285, fueron Caro, Carino y Numeriano. La muerte de
Caro perfiló una primera separación del imperio, dado que Carino se hizo cargo de Occidente y
Numeriano de Oriente. Sin embargo, su gestión fue efímera, en 284 era aclamado Diocleciano como
nuevo emperador. El sector militar de mayor peso fue el asentado en la frontera danubiana. Su
influencia se ejerció en grado tal, que no era necesaria la presencia, en Roma del nuevo emperador,
para recibir la investidura y la ratificación de su poder por parte del Senado. Desde el punto de vista
social la población del Imperio era cercana a los 50 millones de habitantes, manifestándose un marcado
descenso. Como consecuencia de las variadas problemáticas de la época, varias ciudades fueron
abandonadas y se tendió a la ruralización de la población asentada en grandes dominios. La
inseguridad de las comunicaciones y la crisis económica, provocaron un repliegue de las actividades
comerciales y artesanales. En general, las villas rústicas, en estos ámbitos ocuparon mano de obra
conformada por pequeños propietarios de fincas, que optaron por venderlas, y emplearse como colonos
en los grandes dominios. Vemos como el colono se desentiende de sus obligaciones fiscales y aparece,
cada vez más, ligado a la tierra y actividades de estos grandes espacios. Desde el punto de vista
ideológico, el culto imperial, que consideraba al emperador como Sol Invicto e intermediario entre los
dioses y los hombres, mostrando una fuerte inclinación hacia el monoteísmo, se reforzó por razones
políticas y como medio de cohesión social frente al judaísmo, la difusión de cultos orientales y el
progresivo auge del cristianismo.

Diocleciano y la Reoganizacion del Imperio


Con la proclamación de Diocleciano (284-305), se inició una nueva fase o etapa del imperio conocida
como Bajo Imperio o Antigüedad Tardía, que para el ámbito occidental perduró hasta el siglo V.
preparó al estado para resistir, un siglo más, sus variadas cuestiones internas y externas. Para su estudio
y análisis pueden separarse en: a) la creación del sistema tetrárquico, b) las reformas administrativas,
militares y económicas y c) la política religiosa.

Sistema Tetrarquico
Diocleciano, una vez que fue proclamado emperador y eliminó a sus posibles rivales, se enfrentó a
una coyuntura compleja en varios frentes. Las revueltas sociales en las Galias, la presión de los
bárbaros en la frontera renana, la inseguridad social, el cuestionamiento a su autoridad, la presión
sobre la frontera danubiana, la de los persas en el Éufrates y la de nómades del desierto en las ciudades
norteafricanas, sumado a la crisis económica y fiscal. Ante la situación, el emperador ideó un sistema
por el cual asociaba un corregente al poder. La elección recayó en Maximiano, quien recibió el título
de Augusto y los mismos poderes de Diocleciano, para hacerse cargo de las provincias occidentales.
De hecho, Diocleciano conservaba toda la autoridad, pero se concentraba en la administración de la
parte oriental del imperio. e. Esta diarquía perduró hasta 293, en que, frente al peligro de nuevas
usurpaciones, se decidió asociar dos Césares a los dos Augustos: Galerio en Oriente y Constancio
Cloro en Occidente; nació así el sistema tetrárquico.

La gestión de Diocleciano y Maximiano se extendería por veinte años, cumplidos los mismos, debían
abdicar nombrando nuevos Augustos a sus dos Césares, los que elegirían a sus propios Césares. El
procedimiento así se hizo y se designó a Severo en el oriente y a Maximino Daya en occidente.

Reformas de Diocleciano
Desde el punto de vista político, los altos cargos de la administración central, fueron ocupados por
senadores o caballeros, siendo los segundos quienes tuvieron preferencia y la posibilidad, con el
consentimiento del emperador, de acceder al Senado. Como innovaciones se puede destacar la
presencia de la corte y todo el ceremonial y fastuosidad que implicaba, al estilo de los reyes orientales
y la práctica del culto al emperador como adoración de sus súbditos. Otra es la creación de un Consejo
Imperial, encargado de la preparación de las leyes y disposiciones imperiales, de las finanzas y de los
asuntos judiciales bajo la presidencia del Vicario o sustituto personal del emperador.

Respecto de las provincias, las antiguas fueron subdivididas en otras menores a fin de reducir el poder
de sus gobernadores, aumentar la centralización administrativa propuesta por el nuevo emperador y
designar a caballeros al frente de cada jurisdicción. Las 50 existentes se duplicaron y se reagruparon,
de acuerdo a las nuevas diócesis creadas (12 en total). Desde el punto de vista militar se reforzaron las
fronteras, con la creación de una red coordinada de fortines militares, y se dividió el ejército en dos
grandes bloques: tropas fronterizas y guardia imperial. Para sostener el incremento en los gastos del
estado se consolidó el sistema fiscal de la iugatio-capitatio, sistema impositivo basado en la cantidad
de tierras de cada propietario (iugum) y el número de trabajadores adultos existente (caput). Otra
medida económica importante fue recuperar el valor de la moneda, debido a la constante devaluación
e inflación, que se manifestaba en la subida de precios y en el empeoramiento de las condiciones
económicas de los distintos sectores sociales. Para enfrentar la situación y luchar contra los
especuladores se publicó, en el 301, un edicto sobre precios máximos válido para todo el imperio, el
que no dio los resultados esperados.

Politica Religiosa durante la Tetrarquia


Dos fueron los pilares que sostuvieron esta política, uno intentar revitalizar el fondo religioso
tradicional romano y otro, ordenar persecuciones, sobre todo contra los cristianos. La primera medida
se puso de manifiesto en las solemnes ceremonias de triunfos, celebradas por los Augustos. Estas eran
momento oportuno para la exaltación de los dioses y el nacionalismo romanos. En cuanto al segundo
aspecto, se decretó una gran persecución anticristiana en 304, cuyo objeto era diezmar este sector de
la población que se incrementaba cada vez más.

Antigüedad Tardia
En el año 395, a la muerte del emperador Teodosio, el Imperio romano fue heredado por sus hijos
Honorio (Occidente) y Arcadio (Oriente). El hecho se ha convertido, desde ese momento, en la
separación definitiva del espacio mediterráneo, que podrían denominarse dos mundos: el Imperio
Romano de Occidente y el Imperio Romano de Oriente.
Hasta ese momento, y desde la época de Diocleciano, el Bajo Imperio abarcaba todas las provincias
ribereñas del Mediterráneo; por occidente llegaba hasta Britania e incluía la totalidad de la Galia e
Hispania; por el norte sus confines se extendían por Alemania y los Países Bajos hasta alcanzar el
Danubio y las costas del Mar Negro (Dacia había sido abandonada por las sucesivas invasiones de los
godos). Por el este llegaba a la parte más oriental de Turquía y los lindes del imperio sasánida y por el
sur sus posesiones se extendían desde Egipto a Marruecos y el estrecho de Gibraltar; siendo la
provincia del África una de las más prósperas. Por otra parte, Roma , había dejado de ser la capital
administrativa de este vasto territorio, lentamente los diferentes emperadores dieron rango de tal a
diferentes ciudades y, para fines del siglo IV, las principales sedes del gobierno eran Milán en
Occidente y Constantinopla en Oriente. Además había una división lingüística, el Oriente tenía como
lengua oficial el griego, en tanto que en el Occidente era el latín, junto a ellas coexistían lenguas locales
como el arameo, el copto y el gótico.

Las fuentes que hacen referencia a todo este tiempo son abundantes y variadas; entre ellas pueden
citarse los escritos de San Agustín, Amiano Marcelino, Orosio, Sidonio Apolinar, Procopio y Eusebio
de Cesarea, también las actas de los grandes concilios de la Iglesia y los códigos de Teodosio II y
Justiniano. En general, aluden a diversas problemáticas que sintetizamos de la siguiente forma:

a)se manifiesta una pugna entre unidad y diversidad, b) se advierten una serie de cambios culturales,
de ideas y de estilos de vida, c) hay un creciente aumento del proceso de cristianización de la sociedad,
d) la defensa del imperio se convirtió en una aguda problemática a enfrentar, e) la cuestión económica
constituyó otro tanto, f) el colonato se generalizó hasta provocar un profundo declive de la esclavitud
y g) se manifestó un cambio en las ideas y mentalidades.

Para el estudio de este proceso debemos destacar que, en relación a la etapa anterior, la abdicación de
los Augustos de la primera tetrarquía dio paso a un período de fuertes tensiones militares y políticas
entre los partidarios de mantener el modelo y quienes pretendían instaurar un sistema hereditario.
Dividiremos en tres momentos: a) Constantino y los Constantínidas (305-363), b) época de los
Valentinianos y Teodosio (363-395) y c) el fin del Imperio Romano de Occidente (395-476).

Constantino y los Constantinidas 305-363


Luego de la abdicación, en el 305, de los dos primeros Augustos (Diocleciano y Maximiano) se inició
un período en el que los problemas sucesorios sumieron al Imperio en una serie de guerras civiles que
tardaron casi veinte años en ser resueltos. Para el 305 los nuevos Augustos del imperio, Constancio
Cloro y Galerio, tenían como Césares a Severo en Occidente y Maximino Daya en Oriente. El sistema
tetrárquico no contemplaba la transmisión del poder de padres a hijos; en el caso de Diocleciano no
hubo problemas porque éste no tenía descendencia, pero no ocurrió lo mismo con Maximiano y
Constancio. Además, lentamente fueron trabando lazos familiares entre sí, lo que provocó que la
transmisión del poder, solo una vez, pudiera concretarse como el fundador de la Tetrarquía lo había
establecido, marginando a Majencio (hijo de Maximiano) y a Constantino (hijo de Constancio).

Constantino, que se había mantenido fiel a Diocleciano y a Galerio, en 305 fue reclamado por su padre,
Constancio, antes de partir hacia Bretaña. Un año después logró reunirse con él, en momentos en que
Constancio moría y el ejército de Bretaña lo proclamaba Augusto, pero para no interrumpir el diálogo
con Galerio se conformaba con el título de César. Por su parte, Galerio controlaba la zona de Asia
Menor, Iliria y Grecia; Maximino Daya Egipto y Siria; Constantino Bretaña y las Galias y Severo,
designado segundo Augusto, Italia, África, Nórico, Panonia e Hispania. La situación se complicó
cuando la guardia pretoriana proclamó a Majencio como Augusto en Roma sin que Galerio lo
reconociese más que como usurpador, ordenándole a Severo que lo derrocase. Este no pudo lograrlo,
debió rendirse, luego fue muerto por orden de Majencio y a partir de 307 a éste último se confirió la
categoría de Augusto. Maximiano, padre de Majencio, trató de atraerse a Constantino a la causa de su
hijo pero no encontró respuesta. Por otra parte, a la muerte de Severo, tampoco consiguió Majencio
concretar su objetivo ya que fue designado Licinio ) como Augusto de Occidente y él confirmado
como usurpador. Constantino, sintiéndose molesto por la decisión de Galerio, afirmó su independencia
y desde Tréveris, capital de sus dominios, fue consolidando su posición. A tal efecto inició,
inteligentemente, junto a Licinio, una acción coordinada con el fin de convertirse en únicos dueños
del poder imperial. Por su parte, Majencio comenzó a distanciarse de su padre, en momentos en los
cuales se sublevaba África (309) e Hispania manifestaba su adhesión a Constantino. Estos
acontecimientos privaron a Italia del grano procedente de ambas regiones, provocando una hambruna
generalizada en la ciudad.

En 311, Constantino y Licinio unieron fuerzas contra Majencio, quizás también contra Maximino
Daya. Según Lactancio y Zósimo fue Majencio quien declaró la guerra a Constantino, en cambio
Eusebio y Eutropio sostienen lo contrario, lo cierto es que para el 312 Constantino atravesó los Alpes,
dispuesto a enfrentar a Majencio, derrotándolo en Puente Milvio donde el mismo Majencio perdió la
vida. Lo o cierto es que la misma permitió a Constantino convertirse en único emperador de Occidente
dándose el título de Máximo Augusto. Instalado en Roma desconoció las medidas adoptadas por
Majencio, reafirmó las relaciones con Licinio y proclamó la libertad religiosa en las dos partes del
Imperio. Por su parte, Licinio pudo eliminar a Maximino Daya reunificando el Oriente bajo su
autoridad. Este hecho marca el fin del sistema tetrárquico, por el momento existen dos Augustos,
Constantino y Licinio, sin Césares.

Licinio trató de concretar un complot para asesinar a Constantino aunque sin resultado (314). A lo
largo de aproximadamente diez años, el Imperio funcionó como una especie de confederación mal
avenida con escasa cohesión, a las diferencias entre ambos Augustos debió sumarse la pretensión
manifiesta de unificar el poder bajo un solo mando, con la posibilidad de transmitirlo a sus
descendientes. Uno de los aspectos motivo de conflicto entre ellos fue el religioso. Las fuerzas de
Licinio sufrieron dos derrotas en Andrinópolis y en Chrysópolis (324) lo que permitió a Constantino
reunificar el Imperio proclamando a sus hijos como Césares. Ya en el poder una de sus primeras
medidas fue el traslado de la capital a la antigua Bizancio, la cual fue bautizada con el nombre de
Constantinopla, y en 325 presidió el Concilio de Nicea. En éste, frente a la presencia de la herejía de
los arrianos se fijó el dogma trinitario a través del Credo. Respecto a la conversión de Constantino al
Cristianismo, es un tema que ha generado un permanente debate intentando establecer en que momento
se produjo y las razones de la misma. Las fuentes que nos informan sobre ello son Eusebio de Cesarea
y Lactancio y no presentan puntos en común sobre el relato referido a ella.

Las conclusiones a que han arribado los estudiosos del tema son diversas: Constantino, siguiendo a
Eusebio, se habría convertido en un cristiano comprometido; también puede que su actitud sea
ambigua entre el neoplatonismo pagano y el cristianismo. Cualquiera sea la interpretación, durante su
gobierno se crearon las condiciones necesarias para transformar al Imperio en cristiano; aunque esto
no obedeció a la conversión de una persona, más bien fue el resultado de un proceso que hunde sus
raíces en el comienzo de la crisis de la religión pagana y en las corrientes monoteístas que comenzaron
a difundirse entre los siglos II y III d. C. En este sentido, uno de los hechos más significativos, fue la
publicación del Edicto de Milán en 313 el cual establecía la libertad religiosa, permitiendo a los
cristianos ejercer su culto. A esta medida deben sumarse sus disposiciones jurídicas pro-cristianas y
sus significativas donaciones, las que definen su política religiosa y su concepción de las relaciones
Iglesia-Imperio. En 321 se adoptó una de las primeras resoluciones que autorizaba a la Iglesia a recibir
donaciones y herencias, y fue el propio emperador el primero en dar el ejemplo.

Unos años antes (318) se había autorizado al tribunal episcopal a juzgar a todo aquel que desee serlo
según la ley cristiana, que su sentencia sería inviolable y podía entender en todo tipo de causas. El
poder político de los clérigos creció, desde el momento en que se concedió a los dueños de esclavos
la facultad de manumitirlos en las iglesias y en presencia de los presbíteros y del pueblo, labrando un
acta que debía ser firmada por el obispo, lo que después se suprimió. Constantino murió en 337 en su
villa cercana a Nicomedia, durante los preparativos de una gran expedición represiva contra los persas,
, haciéndose bautizar antes de su muerte. Sus Césares siguieron gobernando algunos meses en su
nombre, sin que ninguno se atreviese a proclamarse Augusto. Recién para septiembre los tres hijos de
Constantino, Constantino II, Constante y Constancio, fueron proclamados Augustos. Constantino II,
considerado primer Augusto, recibió el Imperio occidental, Constancio el oriental y Constante la Iliria,
bajo la tutela del hermano mayor. En los años siguientes debieron hacer frente a los bárbaros en
occidente y a Sapor II en oriente, aunque Constante se rebeló contra su hermano mayor ocupando
Italia (339) y enfrentándolo en una batalla en que resultó muerto, convirtiéndose en Augusto de
Occidente. A lo largo de la década 340-350 ambos, Constancio II (Oriente) y Constante (Occidente),
gobernaron sus respectivas zonas.

La política exterior estuvo dirigida a tratar de solucionar los problemas de las respectivas fronteras y
la política interior se vio sacudida por la pugna paganismo-cristianismo, en grado tal que le costó la
vida a Constante, al ser asesinado en una conspiración promovida por los sectores paganos del Senado
(350). Junto a estas dificultades, y para complicar un poco más la situación, en enero del mismo año,
Magnencio, oficial medio bárbaro del ejército, fue proclamado Augusto de occidente. Constancio II
decidió enfrentarlo pero demoró en intervenir debido a la campaña que realizaba contra los persas de
Sapor y un año después pudo presentarse para expulsar al usurpador.

La situación era débil; se presentaban problemas en las fronteras y rebeliones en el ejército, Constancio
II necesitaba un César y la elección recayó sobre uno de los pocos sobrevivientes de la familia, el
joven Juliano. Tranquilizada la situación en Occidente, emprendió una campaña militar en el Oriente,
mientras Juliano era proclamado Augusto por sus tropas. Constancio II desconfió de esta medida, y
temiendo una nueva usurpación por parte de Juliano, decidió marchar hacia Occidente para imponer
su voluntad. Sus planes se vieron frustrados debido a que enfermó y murió poco después (361),
quedando Juliano como único Augusto. Respecto a su política religiosa, Constancio II, defendió la
doctrina arriana, la cual se consolidó luego del concilio reunido en Arlés (353), donde los arrianos
contaron con el apoyo del emperador. La muerte de Constancio II dejó abierto el camino para que
Juliano, alejado de él, aunque único sobreviviente de la familia, accediera al trono; primeramente,
como se dijo más arriba fue nombrado César y enviado a las Galias (355), donde permaneció por seis
años demostrando sus condiciones de estratega y administrador. Desde este territorio realizó una
exitosa campaña contra los bárbaros (francos y alamanes), lo que provocó cierta envidia en Constancio
quién le ordenó la entrega de sus mejores tropas, las que se sublevaron y le proclamaron Augusto en
360.

La política exterior de este emperador se centró en la guerra contra los persas, a los que consideraba
debía exterminar por los males que habían causado al pueblo romano. A partir de 363 inició la campaña
atravesando la Mesopotamia en medio de notables éxitos, pero una demora provocada por su deseo de
construir una flota, desmoralizó a las tropas entre quienes escaseaban los víveres y fue asesinado en
un combate. Inmediatamente el ejército proclamó a Joviano, oficial cristiano de origen panonio, quién,
en su deseo de llegar rápidamente a Roma, para confirmar su designación, decidió la firma de un
tratado de paz con los persas, restituyéndoles los territorios recuperados al otro lado del Tigris, como
así también parte de la Mesopotamia romana. Otro aspecto destacable de Juliano fue su política
religiosa ya que desde 361, en que fue reconocido Augusto, manifestó su ruptura con el cristianismo
y su conversión al paganismo, lo que motivó su apodo de Apóstata. También fue aficionado a los
cultos mágicos y a los misterios sobre todo los eleusinos. Esta postura llevó al emperador a sancionar
algunas medidas contra los cristianos como la suspensión de la jurisdicción episcopal en materia de
delitos civiles y la abolición de las generosidades económicas iniciadas por Constantino. Tambien n
excluyó a los cristianos de la guardia pretoriana y del gobierno de las provincias.

Economia Sociedad y Administracion


En general durante el período de la dinastía constantiniana persiste el dirigismo económico estatal
impuesto por Diocleciano, el Estado no sólo posee monopolios sino que controla sus propias empresas.
Este intervensionismo también se manifiesta sobre la actividad laboral, mediante la adscripción del
individuo a su oficio, que también es hereditaria. En cuanto a las actividades económicas la agricultura
continúa ocupando un lugar destacado como fuente de importantes ingresos debido a la introducción
de algunos adelantos como el policultivo y el molino de agua. La minería pasó a ser monopolio del
estado sobre todo la obtención de oro. En las ciudades se concentró la actividad de los artesanos, en
carácter de obreros libres, y de los comerciantes cuyo intenso accionar se extendió por todo el
Mediterraneo.

Respecto a la política monetaria los cambios generaron una situación de inflación que afectó
notablemente a los sectores de menores recursos. Constantino creó el sólidus de oro al que se agregó
dos monedas de plata, una más pesada y otra más liviana; se continuó con el argenteus de Diocleciano.
Esta emisión se respaldaba con numerosas tasas o impuestos recaudados por el estado. Otros
impuestos, que ya existían desde la época de Diocleciano, eran el llamado annona o iugatio-caputatio
que pesaba sobre la población agrícola y sobre los propietarios de tierras, era un sistema consistente
en dos impuestos distintos superpuestos y equivalentes. Uno afectaba a la cantidad de tierras
consideraba como unidad (iugum) y el otro afectaba al rendimiento de trabajo del hombre (caput).
Constantino completó el sistema creando nuevos impuestos que afectaban a un amplio espectro social,
entre ellos el que se cobraba a los senadores, otro a los comerciantes y artesanos, a las prostitutas y a
los vendedores ambulantes de las aldeas.

La política fiscal de Juliano continuó la de sus antecesores. Desde el punto de vista administrativo las
reformas de Constantino son un complemento de las de Diocleciano y sus objetivos fueron acercar la
administración al pueblo y asegurar y controlar la percepción de los impuestos. El consejo de príncipes
pasó a denominarse consistorio sagrado, se estableció una escuela de notarios cuyos miembros eran
secretarios del consistorio y comisarios imperiales en las provincias investidos con poderes
extraordinarios. También se estableció un cuerpo de funcionarios que constituía una especie de policía
o confidentes del emperador a los que se agregaron los diferentes servidores del emperador. . También
fueron importantes las reformas tendientes a completar la pirámide jerárquico-administrativa iniciada
por Diocleciano: provincias, diócesis y prefecturas pretorianas. Los prefectos actuaban como vice-
emperadores. En el aspecto militar también se introdujeron profundas reformas con el objeto de
reorganizar el mando del ejército y delimitar claramente los poderes civiles y militares; el mando
estuvo a cargo del magíster peditum o jefe de infantería y el magíster equitum o jefe de caballería,
también es notable el número de germanos integrados a las tropas, el cual aumentó considerablemente
con Constantino.
En lo que respecta a la sociedad, lo más notable es el papel que comenzaron a jugar los cristianos en
cuanto a asistencia social y bienes acumulados. Las altos funcionarios se reclutaban entre los
senadores, por nacimiento, o entre los hombres nuevos procedentes del ejército e incorporados luego
al Senado; con el tiempo se convirtieron en la clase más poderosa y la más rica recibiendo el nombre
de honestiores. El otro sector social lo conformaban los humiliores conformado por comerciantes,
artesanos, plebe urbana y rural, colonos y esclavos cuya situación la determina la no posesión de
tierras. Para atender a las necesidades de la población, sobre todo los sectores más bajos, el sistema
asistencial del estado, heredado del alto imperio, había sufrido un quiebre que desde la época de
Constantino fue cubierto en forma creciente por la Iglesia cristiana. Esto fue posible gracias a las
donaciones imperiales a la iglesia y demás exenciones, lo que permitió que ésta contara con los
recursos necesarios para atender estas demandas suplantando o completando el vacío dejado por el
estado. A través de ellas la iglesia comenzó a ocupar un lugar destacado en el contexto socio-político
bajo imperial dando respuesta a los requerimientos sociales de la época.

Epoca de los Valentinianos y Teodosio 363-395


Joviano puede ser considerado un emperador de transición, cuya gestión duró pocos meses entre 363
y 364, ya que, dirigiendo la retirada de las tropas romanas de Asia Menor, murió accidentalmente. La
necesidad de designar un nuevo emperador, motivó una reunión de los altos mandos de la
administración y el ejército en Nicea. Allí, buscando un militar de prestigio y buen administrador se
eligió a Valentiniano, a quien se le solicitó asociar un corregente. La elección recayó en su hermano
Valente; ambos se repartieron el gobierno imperial, Valentiniano se hizo cargo de Occidente y Valente
de Oriente. Con la gestión de los Valentinianos se vincula la llegada de Teodosio al trono imperial en
Roma. Valentiniano I, una vez al frente del gobierno de Occidente, debió ocuparse de las fronteras del
Rin y el Danubio, en coordinación con otras acciones militares en Britania y el norte de África. Es de
destacar que, en este despliegue de fuerzas en diversos frentes, contó con la colaboración del general
hispano Teodosio, el Mayor. Internamente, mantuvo las reformas administrativas de gestiones
anteriores, trató de mantener un vínculo amistoso con el Senado y adoptó medidas sociales para
atender a las necesidades de los más humildes. Desde el punto de vista religioso, trató de no intervenir
en las cuestiones de la época, aunque no ocultaba sus simpatías hacia el Cristianismo. En medio de
este amplio accionar, murió víctima de un ataque en 375.

Por su parte, Valente en Oriente, trató de imitar varias de las decisiones de su hermano, pero carente
de condiciones políticas y militares similares, debió enfrentar varias cuestiones. Una de ellas fue la
usurpación de Procopio quien, como descendiente de la familia de Constantino, se hizo fuerte en
Constantinopla donde fue proclamado emperador. Sin embargo, su accionar fue efímero, al ser
derrotadas sus tropas por las de Valente. Superado este problema, se preocupó por detener la presión
persa sobre el Éufrates, y advirtiendo la amenaza de los hunos, desde el Asia central, buscó un
acercamiento amistoso con éstos (persas). Efectivamente, los hunos también presionaban sobre los
godos, a quienes se permitió instalarse en el interior del Imperio en carácter de federados. No obstante,
se los consideró una verdadera amenaza, debido al numeroso contingente que aportaron, y el
emperador decidió detenerlos. La acción se tradujo en la batalla de Adrianópolis (378), la que fue una
gran derrota donde murió el mismo Valente. La muerte de Valentiniano I en Occidente, provocó una
crisis familiar, debido a que él había reconocido como sucesor a su hijo Graciano, en tanto que el
ejército de Panonia, designaba a Valentiniano II; perfilándose una nueva crisis interna, a éste último
le fue asignada la prefectura de Iliria, el resto de Occidente fue para Graciano. Paralelamente, Graciano
reconocía como emperador de Oriente a Teodosio, hijo de Teodosio, el Mayor; es así como Graciano
y Teodosio administraban las dos porciones del Imperio Romano. No obstante, la situación de
Graciano fue débil debido a que tuvo que enfrentar la usurpación de Máximo. Graciano intentó someter
militarmente al usurpador, pero fracasó siendo capturado y asesinado en 383; Máximo se convirtió en
emperador de Occidente. No obstante, sus ambiciones político-militares fueron su perdición.

Teodosio, no muy convencido de la posición de éste, lo enfrentó y derrotó en 388 planteándose,


nuevamente, la unificación del gobierno imperial en su persona, situación que se mantuvo hasta 395.
Como parte de su gestión, debe destacarse que debido a la derrota de los romanos en Adrianópolis,
facilitó el ingreso de godos en los territorios al sur del Danubio razón por la cual, Teodosio, una vez
electo, se trasladó a los Balcanes. Otra de sus medidas fue encaminar un reordenamiento del ejército,
fortaleciéndolo con nuevos reclutas, entre ellos bárbaros a fin de provocar divisiones entre sus
miembros. Con una acción de esta naturaleza, consiguió alejar la amenaza bárbara trasladando su
residencia definitiva a Constantinopla. Allí concertó un tratado de paz por el cual se reconocía a los
godos la posibilidad de instalarse en el Imperio como aliados, a cambio de alimentos y ayuda
económica, con el objeto que aportaran soldados para la defensa de las fronteras. Así dejaba sentado
un precedente de nefastas consecuencias para el futuro, aunque necesario. Desde el punto de vista
religioso, Teodosio asumió una actitud de intransigencia favorable a la ortodoxia nicena combatiendo
a otras sectas cristianas y al paganismo. Varias fueron las medidas adoptadas, pero la que merece
nuestra mayor atención es el Edicto promulgado en 380, en Tesalónica el cual establece que: “todos
nuestros pueblos deben adherirse a la fe transmitida a los romanos por el apóstol Pedro,..., reconocer
la Santa Trinidad del Padre, el Hijo y del Espíritu Santo. Sólo los que observen esta fe tienen el derecho
al título de cristianos católicos.

De esta manera se trataba de poner fin a las diferentes disputas entre los cristianos, y el emperador,
consolidaba sus creencias que le habían llevado a renunciar al título de pontífice máximo al asumir, y
a acceder al bautismo. En este sentido, conviene destacar que el emperador había caído bajo la
influencia de la fuerte personalidad del obispo de Milán, Ambrosio y había iniciado un accionar,
mucho más combativo, contra el paganismo. Luego de su victoria sobre Máximo, Teodosio fijó la
sede de su gobierno en Milán contando con la colaboración de Valentiniano II en la Galia y su hijo
Honorio en Italia. Lentamente, el obispo Ambrosio, reforzó su influencia sobre el emperador, la cual
se tradujo en una serie de roces a raíz de incidentes en los que perdieron la vida numerosas personas.
La tensa situación comenzó a aclarar cuando Teodosio, a instancias del mismo obispo, hizo penitencia
pública en la navidad de 390, con lo cual aceptaba de hecho la superioridad del poder eclesiástico
sobre el civil y reconocía la fuerte influencia de éste sobre sus decisiones. Por otra parte, dispuso la
prohibición de toda práctica de culto pagano. Mientras Teodosio se encontraba en Milán, en la corte
de Constantinopla se desarrollaba una lucha de poderes entre altos dignatarios, la cual requirió la
presencia del emperador, circunstancia que fue aprovechada para desplazar a Valentiniano II en una
crisis palaciega que terminó con su vida. Su muerte motivó la proclamación de un usurpador en Italia,
bajo el control de un general franco, el cual actuó con ciertas libertades hasta la intervención
teodosiana en 394. Esta se tradujo en un enfrentamiento armado en la cual los usurpadores fueron
aniquilados. Luego de ella, Teodosio, se trasladó a Roma para reorganizar la administración de la
ciudad y emprendió el regreso a Milán donde enfermó y murió a comienzos de 395. Después de su
muerte, el Imperio pasó a manos de sus hijos, Honorio recibió Occidente y Arcadio Oriente,
configurando la división definitiva del mismo y la conformación de dos unidades político
administrativas que vivieron procesos históricos distintos. Estilicón, militar de prestigio, de origen
bárbaro fue designado en carácter de regente.
El Fin del Imperio Romano de Occidente 395-476
En opinión del historiador Franz Maier, en este momento se profundizó la crisis política interna en
Occidente, es el período de los “emperadores-niño”. Su debilidad política favoreció el surgimiento de
camarillas, envueltas en rivalidades y conflictos donde contaban con el apoyo de fuerzas de diversa
especie. Los palacios imperiales y otros centros de gobierno se convirtieron en escenario de intrigas,
donde se destaca, con fuerza, el papel de las mujeres de la casa imperial . La regencia de Estilicón se
extendió entre 398 y 408, debiendo enfrentar no sólo la crisis institucional, sino también cuestiones
sociales, la presión de la Iglesia Católica y el ataque en diferentes frentes de la frontera. El peligro más
inminente era el de los visigodos, quienes, bajo el mando Alarico, comenzaron atacando el norte de
Italia, en circunstancias en que se producía el asesinato de Estilicón y se abrían las puertas de Roma
para permitir su ingreso e iniciar un feroz saqueo (410). Conviene aclarar que la capital administrativa
del imperio se había trasladado a Ravena. Paralelamente vándalos, suevos, alanos, cuados y
burgundios, se instalaban en las Galias y los hunos habían constituido un reino autónomo en Panonia.
Desde 408 a 423 se desarrolló el gobierno de Honorio en Occidente quien, frente al debilitamiento del
imperio, buscó un acercamiento con los pueblos bárbaros y colaboradores para iniciar la recuperación
del estado, la tarea no era nada fácil. En el transcurso de la misma lo sorprendió la muerte, y luego de
un breve interregno, se nombraba nuevo emperador a Valentiniano III (425-455), bajo la regencia de
su madre Gala Placidia.

Lentamente se profundizaba el proceso de desintegración del imperio occidental, el asentamiento


definitivo de pueblos bárbaros era un hecho, el hábil general Aecio hizo un intento de restauración y
la presión de los hunos era cada vez más notable. Estos, bajo el mando de Atila, exigieron tierras en
las Galias, pero fueron derrotados por Aecio en la batalla de los Campos Cataláunicos (451)
obligándolos a replegarse y amenazar Italia y Roma, donde se destacó la mediación del Papa León. El
asesinato de Aecio y Valentiniano III dio paso a la crisis final del imperio entre 455 y 476 caracterizada
por un nuevo saqueo de Roma, en 455 por parte de los vándalos, dirigidos por Genserico, y la
proclamación del niño Rómulo Augústulo como último emperador de Occidente quien fue destituido
definitivamente por Odoacro, cerrando un proceso, cuya liquidación final estaba preanunciada.

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