You are on page 1of 12

La lucha de clases y la abolición de la propiedad privada

Primera Parte

El Manifiesto Comunista comienza diciendo que “la historia de las sociedades que han
existido hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases”.
Si bien, mucho antes que Marx ya habían existido algunos historiadores burgueses que
habían analizado el desarrollo histórico de la lucha de clases, fue el propio Marx quien
se encargo de aportar por primera vez que la “existencia de las clases sólo va unida a
determinadas fases históricas de desarrollo de la producción”1.
A partir de este método científico de análisis, Marx también construyó una guía para la
acción, para no sólo entender la realidad sino también para poder transformarla y
liberar al hombre, por fin, de sus cadenas. Hasta ese entonces, los cambios históricos
eran explicados como transformaciones producto de la pelea por el “bien común”, la
“unidad nacional”, por cuestiones divinas, religiosas, por una historia predestinada, en
otras palabras: por fuerzas ajenas a la voluntad y acción del hombre. Marx pudo
demostrar que en todos esos cambios intervenían los hombres (las clases) y por lo
tanto, en ese sentido, la lucha de clases se convierte en el motor de la historia.

Entonces, si empezamos por la lucha de clases, la primera pregunta que se nos viene a
la cabeza es si siempre existió la lucha de clases y como se origina.
La lucha de clases es algo relativamente nuevo en el reloj de la historia.
La división de la sociedad en clases abarca probablemente menos de 10 mil años,
mientras el ser humano comenzó a habitar el planeta entre 30 y 100 mil años atrás y el
antecedente más parecido al hombre actual, ese que si hoy lo pudiéramos afeitar y lo
vistiéramos con saco y camisa pasaría casi desapercibido por cualquier calle del
mundo, existe precisamente desde hace unos 30 mil años.2
Aunque nos quieran presentar que la sociedad de clases existió desde siempre y que
por lo tanto es una realidad inmodificable, la verdad es que en la inmensa mayoría del
tiempo que el hombre lleva en este planeta no existió la sociedad de clases y por ende
tampoco la lucha de clases.

Volviendo a las sociedades primitivas podemos decir brevemente que en ellas existían
colectividades de individuos libres que producían y utilizaban la tierra colectivamente
pero solo para procurarse los alimentos necesarios para su subsistencia por medio de
la caza, la pesca y la recolección de frutos. Estas comunidades primitivas se
organizaron para garantizar la supervivencia de toda la colectividad en condiciones
extremadamente difíciles (por ejemplo no tenían ningún control contra las duras
inclemencias naturales) y de extrema pobreza. Como apenas se obtenía lo necesario
para sobrevivir, todos debían trabajar para que la comunidad siguiera viviendo; nadie
podía vivir a costa del trabajo de otros. “Los privilegios materiales hubieran condenado
al hambre a una parte de la tribu, privándola de la posibilidad de trabajar
racionalmente, y con ello hubieran empeorado las condiciones de supervivencia
colectiva. Esta es la razón de por qué la organización social de esta época del

1
Carta de Marx a Joseph Weidemeyer. http://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/m5-3-52.htm
2
Ver http://gate.iire.org/library/MANDEL-lugar-del-marxismo.pdf y
http://marxismocritico.files.wordpress.com/2012/10/cc3b3mo-funciona-el-marxismo.pdf
desarrollo de las sociedades humanas tiende a mantener un máximo igualdad en el
seno de las comunidades humanas.”3
A estas sociedades primitivas (en la teoría marxista) se la paso a llamar comunismo
primitivo.

Cuando el hombre, en su lucha por dominar la naturaleza4 fue adoptando nuevos


conocimientos, nuevas técnicas, comenzó a desarrollar la agricultura utilizando
elementos de metal a la vez que descubría el mayor desarrollo de los cultivos en las
zonas aledañas a los ríos, como sucedió en el Antiguo Egipto aprovechando la fertilidad
de la tierra cercana al río Nilo. Ese avance en la producción origino un excedente que
no era consumido por la sociedad. Mientras ese excedente es relativamente pequeño,
no llega a modificar la estructura igualitaria de la sociedad pero “(…) cuando los jefes
militares o religiosos concentran estos excedentes en grandes espacios, o cuando son
muy abundantes en las aldeas debido al perfeccionamiento de los métodos de cultivo,
pueden crear las condiciones necesarias para la aparición de la desigualdad social.
Pueden utilizarse entonces para alimentar a los prisioneros de guerra o a los cautivos
de una expedición de piratería (que anteriormente hubieran sido asesinados, debido a
la falta de subsistencia). Se les puede obligar a trabajar para los vencedores a cambio
de su alimento: con ello aparece la esclavitud en el mundo griego.”5

También puede utilizarse este mismo excedente para alimentar a toda una cohorte de
sacerdotes, soldados, funcionarios, señores y reyes: con ello aparecen las clases
dominantes en los Imperios del antiguo Oriente (Egipto, Babilonia, Irán, India, China).

Entonces, la aparición del excedente, aún en los tiempos en que el mismo era escaso,
permite que un sector minoritario de la sociedad pueda dejar de trabajar y por lo tanto
irse adueñando de ese excedente producido por el conjunto de la sociedad. De esta
forma comenzaron a surgir las clases y la desigualdad social donde unos pocos pasaron
a acumular ese excedente sin trabajar mientras la mayoría que trabajaba solo podía
seguir subsistiendo de forma miserable.
A su vez, la producción de un excedente social permite otorgar suficientes ocios a una
parte de la humanidad para que pueda consagrarse a todas las actividades que
posibilitan el incremento de la productividad del trabajo del resto de la sociedad.
Creando de esta forma también una división del trabajo, entre trabajo manual e
intelectual.
A medida que la sociedad se va desarrollando, esta división entre los que trabajan y los
que no, se consolida, y el sector que gobierna y administra, se apropia de ese
excedente y de los medios para producirlo (la tierra, los animales, las herramientas, el
conocimiento; a todo esto lo llamamos medios de producción). Esta apropiación y
división social, además de requerir de la creación de los primeros ejércitos para
defenderla, necesitó de distintas creencias y falsas ideologías para justificarlo.
3
Ernest Mandel; “Introducción al marxismo”.
http://www.marxists.org/espanol/mandel/1977/feb/introd_al_marxismo.htm
4
Vale aclarar que el ser humano a distinción del resto de las especies animales es el único que cuenta con
la capacidad poder intervenir consiente y voluntariamente sobre el medio que lo rodea para transformarlo
en un medio para sí, para ponerlo a su servicio. Es decir, el trabajo, en este sentido, es una actividad
propiamente humana.
5
Idem.
La aparición de la propiedad privada sobre los nuevos medios de producción que
permiten el surgimiento de ese excedente, y el excedente mismo, fueron consolidando
la división de clases dando lugar a la aparición del antagonismo entre una clase que
vive de la explotación de otra, y por lo tanto también de la aparición del Estado como
veremos en una próxima charla.
En el libro “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, Federico Engels
haciendo referencia a la Antigua Atenas escribe “cuán adecuado era a la nueva
condición social de los atenienses el Estado, cuajado ya entonces en sus rasgos
principales. El antagonismo de clases en el que se basaban ahora las instituciones
sociales y políticas ya no era el existente entre los nobles y el pueblo sencillo, sino el
antagonismo entre esclavos y hombres libres, entre clientes y ciudadanos. En tiempos
del mayor florecimiento de Atenas, sus ciudadanos libres (comprendidos las mujeres y
los niños), eran unos 90.000 individuos; los esclavos de ambos sexos sumaban 365.000
personas y los metecos (inmigrantes y libertos) ascendían a 45.000. Por cada
ciudadano adulto contábanse, por lo menos, dieciocho esclavos y más de dos
metecos.”6

En las distintas sociedades de clases, desde el faraón egipcio pasando por el


emperador romano y el Señor medieval se fueron apropiando de lo producido por los
campesinos y esclavos quienes raramente aceptaron ese miserable destino sin
resistencia. Las rebeliones de los explotados y oprimidos van desde las huelgas y
sublevaciones de campesinos en el Egipto de los faraones a las rebeliones de esclavos
en la Grecia y Roma antiguas, de las cuales la insurrección que dirigió Espartaco
durante el siglo 1 dé nuestra Era, continúa siendo la más célebre. Espartaco llego a
formar un ejército de 120 mil rebeldes que enfrento al imperio más importante de la
Antigüedad; a pesar de ser duramente derrotado luego de un par de años de
enfrentamientos precipito el ocaso y el fin del Imperio Romano. La crisis del gran
imperio esclavista que había llegado a extenderse por gran parte de Europa, África del
Norte y el Cercano Oriente, y que fuera finalmente derrocado en el siglo V, abrió un
largo periodo, para nada pacifico, donde se fueron conformando nuevas relaciones de
explotación centralmente en Europa: el feudalismo.
Pero las rebeliones esclavas más allá de su heroicidad tenían un límite preciso. La
rebelión encabezada por Espartaco luchaba por la libertad pero sin el objetivo de
abolir el sistema esclavista.
De allí que el resultado haya sido la aparición del feudalismo donde los esclavos
emancipados y los campesinos empobrecidos fueron pasando de la condición de
arrendatarios o colonos a la de siervos de los grandes terratenientes; siendo sujetados
a sus tierras y obligados a pagarles un tributo (impuesto) al Señor Feudal. Es decir se
habían convertido en un nuevo tipo de esclavo.
En India y particularmente China también fueron marcadas por innumerables
sublevaciones campesinas. En Japón, entre los años 1600 y 1800 existieron 1100

6
Ver página 62 en http://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/origen/el_origen_de_la_familia.pdf. Allí
Engels también hace referencia al surgimiento de la policía señalando como el tamaño de su fuerza está
en función de los antagonismos de clase y como su fuerza es menor o prácticamente nula en aquellas
sociedades donde dicho antagonismo tenía un menor desarrollo. Esto se puede utilizar para hacer
referencia a la discusión actual sobre la policía.
rebeliones campesinas. En Europa también se registraron sublevaciones campesinas
casi de forma ininterrumpida. 7
El fracaso histórico, de todas estas rebeliones contra la desigualdad social se debe a
que las mismas se desarrollaron en momentos donde el desarrollo de las fuerzas
productivas era insuficiente y el excedente social escaso; estas condiciones concretas
solo plantearían la siguiente alternativa: volver a la miseria del comunismo primitivo o
el reemplazo de una clase poseedora por otra.
Solo con el colosal desarrollo y el gigantesco excedente social alcanzado por el
capitalismo, surge por primera vez en la historia la posibilidad material de restablecer
una nueva sociedad sin clases que ya no sea en base a la miseria sino sobre la
abundancia que heredamos del capitalismo y con la cual podríamos satisfacer todas
nuestras necesidades fundamentales. La propia sociedad capitalista basada en
el trabajo asalariado genera las condiciones materiales para abolirlo.

La lucha de clases en la sociedad capitalista

“La moderna sociedad burguesa que se alza sobre las ruinas de la sociedad feudal no
ha abolido los antagonismos de clase. Lo que ha hecho es crear nuevas clases, nuevas
condiciones de opresión, nuevas modalidades de lucha”.
En la nueva sociedad burguesa, el capitalista compra la fuerza de trabajo del obrero
para explotarla. Esa explotación es precisamente la fuente de la desigualdad entre
burgueses y proletarios. El excedente de esa fuerza de trabajo apropiado por los
capitalistas (trabajo no pago) Marx lo denomino plusvalía.
Entonces, “la lucha de clases no es otra cosa que la lucha por la plusvalía. Quien posee
la plusvalía es el dueño de la situación, posee la riqueza, posee el poder del estado,
tiene la llave de la iglesia, de los tribunales, de las ciencias y de las artes” (León Trotsky,
“El pensamiento vivo de Marx”)
En esta lucha de clases, es decir en esta lucha por la plusvalía, por la riqueza y por el
poder, la clase obrera ha escrito más de 200 años de historia. A lo largo de todo este
tiempo, si bien todavía no pudo abolir esta sociedad de clases, ha desarrollado una
enorme combatividad y una gran experiencia revolucionaria con miles de mártires que
le permitieron alcanzar importantes conquistas; creo sindicatos de masas, construyo
partidos e internacionales que llegaron a ser poderosas, realizo enormes revoluciones,
tomo el poder en Rusia en 1917 y expropio a los capitalistas. Pero también sufrió
grandes traiciones de sus direcciones e importantes derrotas; en cada una de ellas los
capitalistas se lanzaron a arrebatar las conquistas obtenidas en luchas anteriores. Por
ejemplo, como veremos ahora, entre los años 1969 y 1974 la clase obrera protagonizo
un ascenso revolucionario de la lucha de clases que se extendió a los 5 continentes
cuestionando el poder de la burguesía pero no logro derrotarla y esto fue aprovechado
por los capitalistas para lanzar la ofensiva neoliberal que causo importantes derrotas al
proletariado y a las masas del mundo.

Las experiencias acumuladas, con victorias y derrotas, en más de 200 años de historia
de la lucha de clases es el “patrimonio” que el proletariado pudo acumular bajo las
cadenas capitalistas y a la vez es la precondición para retomar la lucha revolucionaria
sin tener que volver a empezar de cero. La continuidad de esa experiencia histórica
7
“El Marxismo y su lugar en la historia”, Ernest Mandel
acumulada solo puede ser sostenida (como discutiremos en próximas charlas) por la
vanguardia organizada en un partido revolucionario.

La ofensiva neoliberal y el “fin” de la lucha de clases

Durante los últimos 30 años, los gobiernos de EE.UU e Inglaterra encabezaron una
brutal ofensiva sobre las conquistas obtenidas por los trabajadores. En los países
centrales luego de derrotar luchas duras y emblemáticas como la de los portuarios
ingleses y los operadores aeronáuticos norteamericanos se implemento una serie de
“contrareformas” económicas, sociales y políticas, con el objetivo de revertir las
conquistas obtenidas por el movimiento obrero luego de la Segunda Guerra Mundial
bajo las banderas del libre mercado, para garantizar las ganancias capitalistas. A su vez,
la ofensiva capitalista se extendió a los países semicoloniales, como la Argentina,
mediante el llamado “Consenso de Washington” y avanzaron en restaurar el
capitalismo en aquellos países donde la clase obrera lo había expropiado.
Este proceso de conjunto modifico la relación de fuerzas a favor del imperialismo 8

Las burocracias que en un complejo proceso se habían adueñando del poder en los
países donde la clase obrera había logrado acabar con la propiedad privada; los
partidos reformistas y las burocracias sindicales se convirtieron en agentes directos de
esta ofensiva posibilitando la perdida de conquistas en seguridad social, la
privatización de los servicios públicos, una brutal fragmentación de las filas obreras,
aumento de la desocupación producto de la deslocalización de grandes empresas que
abandonaban los países imperialistas para instalarse en los países con mano de obra
barata, una mayor degradación social de la mayoría de la clase obrera y el crecimiento
fenomenal de la pobreza que llevo a una multiplicación colosal de favelas y villas
miserias a lo largo del mundo.
Sobre la base de estas derrotas y del marcado retroceso en la lucha de clases y en la
propia subjetividad obrera, los capitalistas desataron un triunfalismo ideológico que
una vez más volvió a cargar contra el marxismo; el fin de la clase obrera, la extinción de
la lucha de clases y la imposición definitiva de una armónica economía globalizada
basada en una mayor igualdad entre las civilizaciones del mundo comenzaron a ser
parte de las fantasías y de los nuevos mitos consagrados por la burguesía mundial.
Pero el triunfalismo duro solo unos años, los mitos capitalistas fueron dando lugar al
resurgir de las profundas y clásicas contradicciones del capitalismo inclusive en una
escala mayor y en forma mucho más explosiva que las registradas cuando fue escrito el
Manifiesto Comunista.
Como ya predijera Marx , en nuestra propia época las desigualdades de riqueza se han
profundizado hasta niveles extraordinarios.
“La acumulación de la riqueza en un polo, escribió Marx, es, en consecuencia al mismo
tiempo acumulación de miseria, sufrimiento en el trabajo, esclavitud, ignorancia,
brutalidad, degradación mental en el polo opuesto, es decir en el lado de la clase que
produce su producto en la forma de capital” . En la actualidad, por ejemplo, a partir de
la ofensiva neoliberal China se ha convertido en “el taller del mundo” pero las
condiciones del proletariado chino en las “zonas económicas especiales” de
Guangdong y Shanghai se asemejan a las de Manchester en la década de 1840.
8
Ver “En los límites de la ¨restauración burguesa¨”, Matias Maiello y Emilio Albamonte.
La tesis del Manifiesto Comunista referente a la tendencia del capitalismo a bajar el
nivel de vida de los trabajadores e incluso a reducirlos a la pobreza se ha comprobado
con total crudeza.
A la vez, también volvió a emerger con toda su fuerza otra profunda contradicción del
capitalismo: la ruina de las clases medias y el campesinado; como parte del avance de
la producción capitalista en el campo millones fueron expulsados de sus tierras sin
poder ser proletarizados en la ciudad dando lugar al surgimiento de inmensos e
infrahumanos asentamientos urbanos que viven en la más absoluta marginación.
La misma conmoción que sufrió el propio Marx cuando observó el proceso de
extraordinaria violencia mediante el que, en su propio país de adopción, Inglaterra, se
fue forjando una clase obrera urbana a partir de un campesinado desarraigado de su
anterior entorno; la tenemos hoy nosotros cuando vemos un proceso prácticamente
idéntico con los campesinos de Brasil, China, Rusia y la India.
Como sostiene León Trotsky en “A 90 años del Manifiesto Comunista”, “es
precisamente la época actual del capitalismo, la que llevando todas las contradicciones
sociales a su punto de máxima tensión, da al Manifiesto Comunista su mayor triunfo
teórico”. Hoy, cuando ya han pasado 166 años de su publicación, la actual crisis
capitalista internacional revalida ese triunfo.

La actual crisis capitalista, con sus salvatajes estatales millonarios de los bancos y de
grandes capitales ponen mucho más en evidencia estas contradicciones capitalistas.
Por ejemplo, hoy vemos como los propios sectores de los trabajadores y de las clases
medias que durante los años del neoliberalismo se beneficiaron momentáneamente
de la “burbuja” inmobiliaria y de un mayor acceso al crédito y al consumo, pasaron de
vivir esa prosperidad momentánea a sufrir en carne propia un colosal endeudamiento
provocado por las hipotecas y una brusca caída en su nivel de vida. En el propio EE.UU
vastos sectores de esas clases medias que fueron la base de aquel “pacto neoliberal”,
hoy se encuentran cada vez más lejos del “sueño americano” siendo, en muchos casos,
obligadas a sostenerse a expensas de la caridad estatal o privada.

La crisis capitalista y nuevas perspectivas para la lucha de clases

En los últimos años, aunque en condiciones de alta fragmentación interna, la clase


obrera ha extendido sus filas a niveles sin precedentes, como nunca antes se había
visto.
Al contrario del discurso ideológico que vaticinaba el final de la clase obrera, en la
actualidad más de 1500 millones de trabajadores que en gran parte provienen de los
ex países mal llamados comunistas han sido incorporados al mercado laboral y aunque
estos hayan sido utilizados para bajar los salarios de conjunto se ha mundializando la
fuerza de trabajo; la clase obrera que produce bajo un mando capitalista se duplicó
durante los últimos 30 años y por primera vez en la historia, la población urbana
superó a la rural.
A su vez, los límites de la propia ofensiva capitalista abre nuevas perspectivas para la
lucha de clases como venimos presenciando con la oleada de luchas y revueltas que se
extienden desde Egipto y otros países del norte de África hasta Brasil, pasando por
Turquía y por las huelgas generales en Grecia, entre otras tantas acciones de lucha.
Este proceso “marca el inicio del resurgimiento de la clase obrera en las condiciones
impuestas por décadas de neoliberalismo. Pero la historia no se repite y no es para ello
para lo que debemos prepararnos. En la decadencia propia del capitalismo su triunfo
solo puede traer barbarie. Y lo que es más importante, no nos enfrentamos en la
actualidad al primer capítulo de historia del proletariado moderno sino a su capítulo
más reciente luego de más de un siglo y medio de luchas revolucionarias.
De la reactualización de esta experiencia y su transformación en fuerza material, con
partidos revolucionarios y la reconstrucción de la IV Internacional, dependerá que los
nuevos desarrollos de la lucha de clases, inscriptos en la crisis capitalista, puedan
romper “la continuidad” de la historia. Para ello nos preparamos”9 y el Manifiesto
Comunista viene a nuestra ayuda con toda su vigencia en la época actual.

Por último, en el referido artículo “A 90 años del Manifiesto Comunista”, Trotsky


plantea que la definición de Marx de que La historia de las sociedades que han existido
hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases, “sufrió ataques especialmente
venenosos de parte de hipócritas reaccionarios, doctrinarios liberales y demócratas
idealistas. Más tarde se le sumaron individuos reclutados en las filas del mismo
movimiento obrero, los llamados revisionistas, es decir, los que se proponen revisar el
marxismo en el espíritu de la colaboración y conciliación de clases.”
En la actualidad cuando la crisis capitalista internacional abre la perspectiva de que la
lucha de clases escriba un nuevo capítulo de su larga historia, surgen nuevamente los
ataques venenosos y los llamados a la colaboración y conciliación de clases. En el seno
de nuestra clase obrera la lucha contra el peronismo y la burocracia sindical, quienes
desde hace casi 70 años la moldearon en dicha conciliación de clases se convierte en
una lucha esencial contra esa ideología peronista si pretendemos que la lucha de
clases se convierta en una lucha por recuperar el trabajo que nos roban y que se
encamine a terminar, como veremos más adelante, en terminar con esta sociedad de
clases.
En este sentido, tal como señala Marx en el Manifiesto Comunista, y como
profundizaremos en una próxima charla, toda lucha de clases es una lucha política.

*****

Segunda Parte

La propiedad privada, en el capitalismo.

Como acabamos de ver, lo que da origen a las clases y al enfrentamiento entre las
mismas es la existencia de un excedente de producto social, el cual es apropiado por
los que poseen la propiedad de los medios de producción, en cada época histórica: es
decir, los que no trabajan. En el capitalismo, estas personas son los capitalistas. En el
capitalismo, como en todas las sociedades de clases anteriores, los que no trabajan se
enriquecen, mientras que los que trabajan, se empobrecen. Entonces, si esto es así
desde que surgió un excedente ¿qué es lo específico del capitalismo como sistema
social?

9
“En los límites de la restauración burguesa”, Matias Maielo y Emilio Albamonte. Revista Estrategia
Internacional Nº 27.
¿Propiedad privada o privados de propiedad?
En el capítulo 2 del Manifiesto comunista, Marx denuncia que, en el capitalismo, la
propiedad privada está prohibida para el 90% de las personas. Aún más: asegura que la
propiedad privada específicamente capitalista existe precisamente porque no existe
para esa enorme mayoría de la población. En otras palabras: en el capitalismo, la
forma de propiedad sólo puede existir con la condición de que la inmensa mayoría de
la sociedad sea privada de propiedad. “¡Pero el Manifiesto comunista fue escrito hace
un siglo y medio!”, se quejan los voceros del capitalismo actual, queriendo así
desacreditar la crítica marxista al capitalismo. Pues bien, como veremos en una
próxima charla, esta denuncia está más vigente aún que en época de Marx
¿Y por qué todo esto es así? Porque el capitalista es el propietario de los medios de
producción: fábricas, empresas, tierras, máquinas, tractores y herramientas, materias
primas. Pero ya no es dueño de esclavos ni de siervos10. Los trabajadores han
conquistado la libertad individual. Una doble libertad, dice Marx: la libertad de no ser
esclavo ni siervo de nadie; y la libertad de toda propiedad que le permita subsistir 11.
Sólo cuenta con sus nervios y sus músculos, es decir, su capacidad para trabajar,
capacidad que Marx denomina fuerza de trabajo.12.
Entonces, decíamos, el capitalista tiene todo lo necesario para fabricar productos. Le
falta sólo la fuerza de trabajo para poner en funcionamiento su capital, por lo que se
dirige al mercado de trabajo (con sus agencias, bolsas de trabajo y avisos clasificados),
y allí encuentra masivamente dispuesta la fuerza de trabajo lista para entrar a trabajar
en su empresa, a cambio de un salario.

Todos los miembros de la sociedad somos formalmente iguales ante la ley. El contrato
de trabajo es un contrato entre individuos libres. Pero los comunistas denunciamos a la
propiedad privada capitalista como lo que en el fondo es: un robo. Más aún, desde el
Manifiesto comunista sostenemos que es necesaria la abolición de la propiedad

10
Es necesario aclarar, que el capitalista que explota el trabajo ajeno, no adquiere esa posición
porque haya trabajado mucho y ahorrado lo suficiente para comprar las fábricas. Ni tampoco porque
tuviera “buen ojo” para los negocios o porque se haya esforzado más que otros. Cuando nos dicen que el
capitalista tiene derecho a despedir o bajar salarios porque la fábrica es producto de su esfuerzo, nos están
mintiendo. El origen de la propiedad privada capitalista está en el robo de las tierras y expulsión de los
campesinos, obligándolos a trabajar en las fábricas al dejarlos sin medios de subsistencia, o en la
explotación de mano de obra en los talleres que luego se fueron ampliando con los descubrimientos
técnicos y con la acumulación de capital. La riqueza de los capitalistas condensa 200 años de robo, y se
conserva con las herencias y se incrementa permanentemente con el robo cotidiano. Dice Marx en El
capital: “Los orígenes de la primitiva acumulación pretenden explicarse relatándolos como una anécdota
del pasado. En tiempos muy remotos —se nos dice—, había, de una parte, una élite trabajadora,
inteligente y sobre todo ahorrativa, y de la otra, un tropel de descamisados, haraganes, que derrochaban
cuanto tenían y aún más. Es cierto que la leyenda del pecado original teológico nos dice cómo el hombre
fue condenado a ganar el pan con el sudor de su rostro; pero la historia del pecado original económico
nos revela por qué hay gente que no necesita sudar para comer. No importa. Así se explica que mientras
los primeros acumulaban riqueza, los segundos acabaron por no tener ya nada que vender más que su
pellejo. De este pecado original arranca la pobreza de la gran masa que todavía hoy, a pesar de lo
mucho que trabaja, no tiene nada que vender más que a sí misma y la riqueza de los pocos, riqueza que
no cesa de crecer, aunque ya haga muchísimo tiempo que sus propietarios han dejado de trabajar..”
11
Se trata, no obstante, de una libertad bastante restringida: la única alternativa es ir buscar un
trabajo a cambio de un salario
12
En el Manifiesto comunista, Marx todavía habla de “trabajo”, sin hacer aún la distinción con la
categoría “fuerza de trabajo”, que explicamos mas adelante.
privada capitalista. Veamos las razones que explican por qué roban los patrones; y por
qué es necesario expropiarlos, terminar con esta forma de propiedad.

El secreto del robo.

El capitalista considera al trabajador como un costo. Por eso busca pagarle lo mínimo
indispensable como para que conserve su vida y esté en condiciones mínimas de volver
al día siguiente a trabajar, y a la vez, pretende que trabaje la mayor cantidad de horas
que pueda. Es un trabajo que no puede generar ninguna riqueza por encima de la
necesaria para garantizar su propia vida y, por lo tanto no le permite ninguna
acumulación de capital como para escapar en algún momento de la relación capitalista
“¡Pero el Manifiesto comunista fue escrito hace un siglo y medio!”, repiten otra vez los
mismos de antes, asegurando que ahora el capitalismo es mucho más justo que antes.
Les contestamos con una estadística de la Organización Internacional de Trabajo
(insospechada de comunista, dado que responde a los principales gobiernos
imperialistas del mundo), que en el año 2012 publicó por primera vez datos sobre el
salario promedio a nivel mundial13, ubicándolo en torno a los u$s 1480 mensuales. Hay
que destacar dos elementos que oscurecen la fidelidad del dato (en perjuicio de los
trabajadores): por un lado, esta información se recava sobre una base de datos de 72
países. El grueso de los países más pobres del planeta no tienen estas estadísticas, por
lo que la OIT no los tiene en cuenta. Por otro lado, sólo puede medir los datos sobre
salarios formales, es decir: queda por fuera la inmensa masa de asalariados a nivel
mundial que no están registrados, es decir, que trabajan directamente en negro, sin
ninguna cobertura. Conclusión: incluso tomando un dato tan parcial como este, con
este salario promedio es necesario vivir (y trabajar) decenas o cientos de vidas para
llegar a ser un capitalista con capacidad de acumulación tal como para vivir sin
trabajar, es decir, vivir explotando trabajo ajeno.

Aquí entonces aparece una de las críticas más demoledoras que Marx le hace al
capitalismo, a saber: el trabajo asalariado no crea mayor riqueza para el trabajador,
por ende no le permite superar jamás su condición de asalariado (tampoco lo podrán
hacer sus hijos), ni escapar de ella; a lo sumo, puede “caerse” de la misma, y pasar a
engrosar las filas de los desocupados o subocupados14.
Lo específico del capital en la sociedad moderna, burguesa, no es su carácter
explotador: es decir que no es el exceso de trabajo al que se ve sometido el trabajador
Dicho de otra manera, la explotación del trabajo es común a todas las formas de
sociedad existentes hasta ahora (hablamos de sociedades de clases, como vimos al
principio). Lo específico del capital (de la sociedad capitalista) es que el producto de ese
trabajo excedente tiene la forma de plusvalía. Cuando hablamos de robo, no nos
referimos al intento del capitalista por tratar de pagarnos menos, ni en que en base a
13
Fuente:
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2012/04/120404_calculador_sueldo_promedio_mensual.shtml
14
Acá se presenta todo un debate, que atraviesa a su vez este curso, sobre la imposibilidad de
reformar al capitalismo, ni de “humanizarlo”. El capitalismo se promociona a sí mismo como sistema
social alardeando sobre la “movilidad social ascendente”. El peronismo, en los papeles, se propone como
el gran redentor de los trabajadores, “contra los gorilas y la oligarquía”, que hicieron “el golpe del 55 para
que el hijo de barrendero muera barrendero”. El peronismo toma así desde sus orígenes la bandera de la
“movilidad social ascendente”, cosa que los comunistas denunciamos, desde el punto de vista general, y
ya desde el Manifiesto comunista, como una utopía irrealizable en los marcos del capitalismo.
nuestro trabajo haga buenos negocios o sea muy hábil comerciante y venda más caro…
No: el robo está en el corazón mismo del proceso de producción: sólo con una parte
mínima de nuestra jornada de trabajo (cuanto más avanzada sea la técnica de la
empresa y más productivo su trabajo, más mínima será la parte de la jornada a la que
nos referimos) producimos una cantidad de valor suficiente equivalente a la de
nuestro salario15. Todo el valor que producimos en el resto de la jornada laboral, es
apropiado íntegramente por el capitalista. Esto es así porque lo que realmente nos
pagan no es el producto de nuestro trabajo (es decir, no pagan el equivalente en
dinero a la totalidad de los valores que producimos) sino que nos pagan “un alquiler”
por poner en acción nuestros músculos, nervios y cerebro, lo que Marx llamó la fuerza
de trabajo: nos pagan por nuestra capacidad para trabajar una determinada cantidad
de horas. O sea, nos pagan –en términos generales- lo necesario para que día a día
podamos volver a la empresa y seguir trabajando. El excedente espefícifamente
capitalista que se apropia el patrón, y que es la razón de ser de todo el sistema, Marx
lo llamó plusvalía.

Cuando hablamos de este robo esencial de la sociedad capitalista, estamos hablando


de ejemplos como este: según ADEFA (Asociación de Fabricantes de Automotores), en
el mes de julio de 2013, Volkswagen produjo 6902 Pick Up Amarok, cada una de las
cuales tiene un precio promedio de venta de $200.000 en la concesionaria CarOne.
Conclusión: obtuvieron por la venta de la producción de un mes, sólo por éste
modelo, un total de $1.380.400.000. En su página oficial, VW dice emplear de forma
directa a 1800 personas. Si calculamos un salario de $15.000 para cada uno de los
1800 trabajadores de la VW, una cuenta de almacén nos dice que con la venta de 135
pickups, se cubre el salario mensual de todos ($27.000.000). El resto de las pick ups
producidas ese mes (estamos hablando de la friolera de 6767 unidades) pagan gastos
de materia prima, maquinaria… y una monumental ganancia para el capitalista. Esa
ganancia no es otra cosa que la riqueza creada por el trabajador, no retribuida por el
patrón”.16

15
¿Cómo y quién determina cuánto nos pagan de sueldo? El valor/precio de nuestro sueldo está
determinado por la cantidad de productos que nosotros, en promedio (variable, de acuerdo a cada época y
lugar), tenemos que consumir todos los días sin excepción para poder volver a trabajar al día siguiente en
condiciones físicas y psicológicas normales (alimentos, vestimenta, higiene, transporte, vivienda, como
otros de carácter más complejo como entretenimiento, arte, asistencia médica, etc..) Asimismo, la lucha
de clases, y su resultado, influyen en la pelea por el reparto de ese excedente de trabajo entre los
trabajadores y los capitalistas, por ende, en el precio del salario. Este nivel de lucha de clases de tipo
económico puede permitir que en momentos que los trabajadores estén a la ofensiva y a los capitalistas
les convenga dar un poco antes que perder todo, llegar a mejorar la situación de los salarios, condiciones
laborales, etc. Pero ni bien los capitalistas pueden, recuperan el terreno perdido. Con lo cual no es posible
acabar con esta situación de explotación con peleas económicas por mas importantes que éstas sean.
16
También hay otras condiciones que mejoran las ganancias capitalistas. Durante los últimos 30
años, uno de los productos del neoliberalismo han sido las leyes de flexibilzacion que han dividido a los
trabajadores entre efectivos, contratados, tercerizados, de planta, en blanco, en negro, nativos, extranjeros,
varones, mujeres, estatales, privados. Esta división al interior de la clase obrera funciona a favor de los
capitalistas. Por un lado, la flexibilización de las condiciones de trabajo les implica mas ganancias. Por
otro lado, genera que los trabajadores compitan entre si, le echen la culpan de la falta de trabajo a los
inmigrantes, consideren que un contratado no es un trabajador… todo lo cual los debilita en la lucha
unificada que deberían dar contra los verdaderos enemigos: los capitalistas.
La abolición de la propiedad privada de los medios de producción, característica
distintiva del comunismo. Única alternativa para la humanidad.

Marx expresa una y otra vez una fórmula concreta, que parece sencilla de comprender,
y de hecho lo es: abolición de la propiedad privada capitalista. Pero los capitalistas
defienden muy bien sus privilegios, hace ya 200 años. Cuando tuvieron que violar sus
propias leyes, como veremos en la tercera reunión y a lo largo de este curso, no
tuvieron problema en hacerlo. Para eso son los dueños del Estado, de la justicia, del
parlamento, del ejército y las policías, de los medios de comunicación.

Decimos que el rasgo distintivo del comunismo es la abolición de la propiedad


capitalista. ¿Significa esto que los comunistas buscamos expropiar los pocos bienes
que cada trabajador se gana esforzadamente con el fruto de sus horas y horas de
trabajo? ¿Su casa, sus pertenencias, sus electrodomésticos? En absoluto. El
comunismo está en las antípodas de promover ese robo. Es por eso que ya en el
Manifiesto comunista Marx se encarga de desarticular los argumentos de sentido
común17 que atacan las posiciones teóricas y políticas de los comunistas. Así plantea
que “se nos reprocha a los comunistas, que queremos destruir la propiedad personal
honradamente adquirida, fruto del trabajo y del esfuerzo humano”, y lo rechaza como
propio de una locura. Una locura intencionada, para desacreditar al comunismo, claro.

Lo que queremos abolir es el robo de la propiedad privada capitalista. Esa propiedad


de carácter miserable, que obliga al obrero a vivir únicamente para acrecentar el
capital de otro, las riquezas de otro, el poder de otro. Más aún: que obliga al obrero a
vivir “tan sólo en la medida en que el interés de la clase dominante exige que viva”.

El capitalismo desarrolla cada vez más contradicciones. Y la multiplicación de la riqueza


es contradictoria con la miseria creciente de millones. Como diría Marx, “la burguesía
es incapaz de gobernar, porque es incapaz de garantizar a sus esclavos la existencia ni
aun dentro de su esclavitud, porque se ve forzada a dejarlos llegar hasta una situación
de desamparo en que no tiene más remedio que mantenerles, cuando son ellos quienes
debieran mantenerla a ella. La sociedad no puede seguir viviendo bajo el imperio de
esa clase; la vida de la burguesía se ha hecho incompatible con la sociedad”, no hay
alternativa: merece perecer. Por lo tanto, si como hemos visto, el capitalismo es en la
historia, sólo un sistema más de organización social de la producción, que no existió
siempre, y no existirá siempre. Y también, como vimos, es el primero en la historia que
ha desarrollado las fuerzas productivas y la riqueza social a un nivel que permitiría
terminar con la desigualdad, hay que terminar con aquello que permite que se
perpetúe, su garantía: la propiedad privada de los medios de producción por parte de
los capitalistas.

166 años después de ser escrito, el Manifiesto comunista es, junto a la Biblia, el libro
más traducido y vendido desde entonces, y se reactualiza, como nunca, su vigencia.

17
A partir de este curso vamos a poder comprobar que el tan mentado “sentido común” de cada
época no es tan “común”: se trata del “sentido” propio de cada clase dominante, haciéndolo pasar por
“común” a toda la sociedad. En este caso, Marx combate los argumentos del sentido común... burgués.

You might also like