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gun las. a “JOSEF PIEPER SOBRE EL FIN DE LOS TIEMPOS Ediciones Rialp, S. A. Madeids a oes ‘Titulo del original aleman: ‘Ober das Ende der Zeit. (Késel - Verlag. Mitnchen.) Traduceién de ‘Auronso Canoau BS PROPIEDAD DBL AUTOR Todos los derechos reservados espaiiola por EDICIONES RIALP, S. A. - Preeiados, 35. 26, - Madrid. CAPITULO PRIMERO ed No puede eludirse a pregunta por el fin de la his- toria ... is imposible contestar esta pregunta? .. La ordenacion de Ja inquisicion filoséfica en general a la teologia Esta ordenacisn se da “mucho mas” en la filosofia de la historia .. Una flosofia de la historia separada de la teologia no llega siguiera a ver su objeto 4Qué significa “recurso a la teologia"? La complicacion del pensamiento filoséfico a causa de este recurso . Profecia ¢ historia La especial compl preg) fundada en el caracter profético de Jas corres- pondientes afirmaciones teologicas .. La ordenacion de indole especial de la cues s6fico-histérica del fin a la interpretacién teolé- gica de la profecia La posibilidad de contestar la pregunta por el fin baséndose en Ia experiencia Credo ut intelligam. EI fin de Ia filosofi CAPITULO SEGUNDO La particula de verdad contenida en ef nibilismo No hay ninguna “aniquilacién” E] hombre esta Iamado a sobrevivir al fin de tos tiempos ... IL 16 18 22 7 39 4 47 Pigs. {Como hay que pensar el fin de la historia? 92 La conciencia actual del porvenir 101 Tnsuficiencia de los conceptos optimismo-pe: it Lineas fundamentales de la fe en el progreso 121 ‘Kant y la filosofia del progreso . 130 Fichte, Novalis, Goerres 157 La especial posibilidad propia de ciertas” .... CAPITULO TERCERO El hombre contemporéneo y la concepeién del Anti cristo. s ai 471 La comprensién adecuada de la concepcion del An ticristo presupone el conjunto de Ia teologia 175 Qué significa “reinado del Anticristo"? .. 181 La figura de] Anticristo .. ee 193 CONCLUSION Disponibilidad para el martirio y aceptaci realidad creada “eQuién podria tener ideas justas- sobre | el presente sin conocer el porvenir?” — Johann Georg Hamann. “Sobre el deseo actual, que crecé incesante- una paz duradera alcanzase una realizac: pesa una grave paradoj no es Ia meta’ de la Encarnacién.” Konrad Weiss: La primera de estas dos frases se encuentra en las Kreuz- ziigen des Philologen, de Hamann, exactamente en el frag- mento “Kleeblatt hellenistischer Briefe”. Cfr. Hamann Schr. ‘ten, edicién de Friedrich Roth; Berlin, 1821-43, Il, 217. segunda procede de un escrito péstumo de Konrap ‘Weiss, titulado Logos des Bildes. CAPITULO PRIMERO No PUEDE ELUDIRSE LA PREGUNTA POR EL FIN DE LA HISTORIA Lo que filoséficamente interesa en la his- toria no es el pasado, “cémo han sucedido propiamente las cosas”. La pregunta del fi- lésofo no se dirige a esto, tampoco Ja del filésofo de la historia. Quién inquiere filo- sofico-histéricamente necesita por. supuesto del saber histérico, cuyo objeto es necesa- riamente el pasado, incluso el mas cercano, que Ilamamos “presente”. Pero el objeto de la pregunta filos6fico-histérica es por prin- cipio distinto del de la pregunta de la his- toria. Si, hablando de forma provisional y un poco tosca,. entendemos' por “historia” el acontecer que se va realizando a-lo largo 11 _y Josef Pieper del tiempo en nosotros y mediante nosotros, hombres que actuamos y padecemos, enton- ces el fildsofo, que no es un especialista (ex- presamente no, sino alguien que rastrea meditativamente la raiz de las cosas, un hombre que busca amorosamente la sabidu- ria) entonces, digo, el filésofo pregunta si -aquel acontecer histérico tiene, mas alla de lo puramente factico, algin significado y cual sea por ventura aquel significado. Pre- gunta en consecuencia por algo que no es de ninguna manera pasado, sino absoluta- mente actual, incluso futuro: hacia adénde se va en el proceso histérico. Para quien existe espiritualmente, orientado al todo o conjunto de la realidad, esto es, para el fi- lésofo, esta pregunta por el fin de la histo- ria es, de forma completamente natural, mas apremiante que la cuestién “cémo han sucedido exactamente las cosas”. Y no menos natural es que aquella pre- gunta, hacia adénde se va, al ganar ampli- plitud, logre una actualidad tanto mas acu- ciante. cuanto mas conmueva el acontecer 12 Sobre el fin de los tiempos hist6rico mismo al hombre, colocandole de esa forma en Ja necesidad, 0 mejor atin, en la posibilidad de preguntar filoséficamente. a el mundo ‘sabe ha qué punto la simplicidad encuentran adhesin y parti-. darios. Todo ello junto lleva a esas f “mas especiales de sectarismos apocalipti. cos que pasan hoy precisamente como “se- fiales de los tiempos” y. que, aunque no _ merecen de ningiin modo la discusién, hay que tomar ‘indudablemente en serio como sintoma. . Oponer a este interés demasia te por las cuestiones “escatolégicas” una especial mesura, en sobriedad y exactitud, incluso una expresa renuncia | respues~ ta, seré en cualquier caso bueno y nece- sario, Lo mas comedido que: se puede contes- tar a la pregunta por el fin de los tiempos 13 Josef Pieper seria quiza lo siguiente: puesto que apenas podemos contestarla jno seria mejor dejar en paz esta cuestién? Este requerimiento presupone que se puede sencillamente prescindir de esta cla~ se de preguntas. Sin embargo, hablan mu- chas cosas en favor de que la pregunta por el curso de la histotia no puede en abso- luto ser dejada en suspenso, de que es en cualquier caso Ilevada a cabo, incluso con- testada. Al menos parece ser esto valido para el Eon cristiano, para el tiempo post Christum natum. Aristételes podia pensar todavia que el acontecer de la historia era, como el de Ja Naturaleza, un ciclo que se repetia constantemente, y esto hasta el ex- tremo de que, como dice expresamente’, incluso las opiniones de los hombres se re- piten de forma idéntica, “no una o dos o algunas veces, sino muchas veces indefini- damente”. Pero, post Christum natum, no puede ya pensarse en serio de esa forma. Nosotros no podemos “dar de lado” ni al + Metecroligica, 1, 3. 4 ee Sobre el fin de los tiempos concepto de comienzo, de creacién de la nada (ni tampoco a este concepto mismo de nada, el tinico verdaderamente radical), ni al concepto de fin. Me parece que esto pertenece a las modificaciones que han entrado en el mundo del hombre con mo- tivo del acontecimiento “revelaci6n en Cristo”. Seria necesario algo que parece imposible aun para el esfuerzo mas violen- to de la voluntad y poder abandonar el ambito espiritual de la tradicién acufiada por el cristianismo, para que se hiciera pen- sable la idea de que la historia no es un acontecer orientado, un proceso, por com- plicado que éste sea, que tiene un comien- zo y un fin. Quien dice, por ejemplo, “evo- lucién historica” dice ya’ y piensa que la historia tiene una direccién irreversible, lo que se aplica todavia mejor a aquel que habla de “progreso”; incluso en el mas sencillo empleo de palabras como “ya” y “todavia” (“los griegos conocian ya...” “los antiguos sabian todavia...) se da por supuesto ‘que en la historia se va hacia algo, que hay un determinado estado, de 15 I ( Jose Pieper perfeccién o de indigencia, que es el esta~ do final. Parece, por tanto, imposible reflexionar sobre la historia, haciéndose cuestién de ella filosoficamente, sin preguntar, al mismo tiempo, de la forma que sea, por el fin. Es ésta una cuestion que no puede quedar en . suspenso, “abandonada a si misma”. : {Es IMPOSIBLE CONTESTAR ESTA PREGUNTA? {Pero no es imposible responder a tal pregunta? ;De qué forma podria darse acer~ ca de esta pregunta por el curso de la his- toria una informacién precisa; bien entendi- do: una informacién filosdfica? Con esto suscitamos otras muchas cues- tiones; el nexo en que se encuentran es ex- tremadamente complicado, Planteamos en seguida-la contrarréplica: {Se puede dar una respuesta precisa a cual- quier otra cuestién filoséfica, empleando la voz “precisa” en el sentido de “algo que ca- racteriza y expresa el objeto en su nic! 16 _ _¥ - # Sobre ef fin de los tiempos tSe puede, por ejemplo, contestar esta pre- gunta: “qué es, en general y en su ultimo fundamento, conocer”? ;Puede contestarse esta pregunta en un sentido preciso? En cualquier caso, el esfuerzo desarrollado por Jos filésofos a lo largo de milenios, no ha te- nido hasta ahora por fruto una respuesta . semejante. ;No se tiene entonces derecho, mostrando lo baldio de tales esfuerzos, a proponer que dejemos abandonada a si mis- ma la pregunta por Ja esencia del conoci- miento y, en general, las preguntas filoséfi- cas? Sin embargo, jno existe aqui una diferen- cia? Quien pregunta por la esencia del co- nocimiento jno puede partir de un funda- mento empirico que le es dado de forma in- mediata? ;No sabe, por experiencia, que existe una percepcién sensible: ver, oir, oler, gustar, tocar; que se da una aprehen- sién no sensible de contenidos objetivos; que hay un conocimiento de si mismo, un pen- sar, un contemplar. un intuir? En todo esto se apoya, a todo esto se reflere Ja pregunta filos6fica por el conocimiento en general, En 17 2 ee | ; - Josef’ Pieper cambio; ja qué fundamento empirico podria yo retrotraerme para contestar, o simple- mente para considerar, la pregunta por el curso de Ja historia? Realmente, quien pre- gunta hist6rico-filoséficamente por el fin de los tiempos se encuentra, sin duda alguna, en una situacién especial. Pero—y esto es lo que vamos a mostrar—lo especial no resi- de en una diferencia ‘de principio respecto al que filosofa sobre otras materias; lo espe- cial consiste en que un elemento propio de todo filosofar aparece aqui con una inten- sidad mas aguda. LA ORDENACION DE LA INQUISICION FILO- - SOFICA EN GENERAL A LA TEOLOGIA Acontece que en todo filosofar verdade- ramente vivo el campo de lo. “filoséfico puro” es necesariamente-sobrepasado: para entrar .en el. dominio de afirmaciones:a las que es.esencial el.no ser-resultado de un es- fuerzo humano ‘de conocimient, ‘sino el ser- nos. puestas ante los ojos,-antes de toda ac- 1s ff Sobre el fin-de los tiempos tividad de pensamiento, como algo recibido o que hay que recibir. Y esta transposicion de los limites de Filosofia y “Teologia’, “Fe”, “Revelacion”, se lleva a cabo preci- samente en virtud del impulso filoséfico mas genuino, orientado a los fundamentos y rai- ces dé las cosas, de forma que un filosofar que se empefiase en seguir siendo “pura- mente filosdfico” seria infiel a si mismo y de- jaria de ser precisamente filos6fico. Es una peculiaridad del preguntar filosdfico, dada con su realidad misma. el encontrarse en una relaci6n, ya realizada, de caracter “contra- puntistico”, con la Teologia; no’ hay pre- gunta filoséfica alguna que si quiere llegar al fondo, al fundamento de lo que pregun- ‘ta y al de si misma, no tropiece con la roca. primaria de afirmaciones teolégicas. Es esta peculiaridad, que afecta a todo filosofar, la que en el caso de la filosofia de la historia se presenta con una intensidad extrema; so- - bre ello hemos de hablar’ con més detalle. “Pere primero’ es importante conocer esta ordenacién a Ja teologia como:un elemerito 19: f , ¢ _f | , Josef Pieper de todo filosofar. Volvamos a la pregunta de nuestro ejemplo: qué sea conocer, en ge- neral y-en su ultimo fundamento. Es cierto que hay, para la discusion y la considera- cin filoséfica de esta pregunta, un funda- mento empirico. Pero si se lleva adelante la inquisicién, hay que poner a la vista, por un instante, la ‘ordenacién, que nos encontra- mos siempre como algo previo, de la reali- dad objetiva por una parte y de la facultad humana de conocer por otra; tengo que plantear por un momento la pregunta que Heidegger ha formulado asi: ;De dénde viene al expresar representativo la indica- cion de dirigirse al objeto y de concordar segin esta direccién?*, lo que quiere de- cir: gde dénde tiene el cognoscente la indi- cacion al ser?® jen dénde reside el funda- mento interno de este estar dirigido del co- nocimiento al ser? Indudablemente, en el mas intimo y.radical:recinto de una doctri- na filoséfica del ser es ésta una de las for~ * M, Heweccer: Vom Wesen der Wahrheit, Frankfort, 1943; pag. 13. is * Ibid., pag. 21. 20 og - ; Sobre el fin de los tiempos mas que adopta por un momento la pregun-- ta por la esencia del conocimiento; no hay duda de que sin responder a esto no puede decirse qué es el conocimiento en general y en su tltimo fundamento. Pero no es me- nos claro que esta pregunta basica (jde dén- de tiene el conocer la orientacién a lo exis- tente?) no puede ser contestada al margen _ de una afirmacién teolégica. Pero ;qué acon- tece—asi podria pensar alguien con Ja mi« rada puesta principalmente en la filosofia moderna—, qué sucede cuando el filésofo se niega a aceptar una ordenacién de esta indole a la teologia? Dos cosas pueden su- ceder: o se da repentinamente el alto al pre- guntar filoséfico inicialmente legitimo, esto es, orientado a Ia raiz de'las cosas, en vir~ tud quiza de una delimitacion metédicamen- te pulcra de dominios, sin’ que se haya dado para esta detencién motivo alguno ni en la naturaleza del preguntar mismo ni en Ja de su objeto *, o ya desde um principio se + En sus _Memorias (Vergangenes und Unvergingliches, Munich, 1947, vol, I, pags. 122 'y ‘siguientes) relata Fepor. 21 _ Jostt Pieper sofoca el impulso filosofico de la pregunta al-concebir la filosofia como una ciencia es- pecializada al Jado de otras, que se limita a determinadas preguntas especiales (por ejemplo, de légica formal). {De semejante filosofia de especialista podran esperarse-re- sultados absolutamente respetables, sélo que no se trata ya de filosofia en el sentido de Platén y de Aristételes y dela gran tradi- cién occidental! - EsTA ORDENACIGN SE DA “MUCHO. MAS” EN. LA FILOSOP{A DE LA HISTORIA Si se acepta como valido este viejo con- cepto de la filosofia, en ese caso hay que de- cir: un filosofar que se niega a estar meté- dicamente abierto a la teologia y a concor- dar con ella, es, sencillamente, antifiloséfico. Pero esto, volviendo con.un paso decidido al camino de nuestra pregunta inicial, esto no sé aplica “tambien” a la filosoffa de la ‘Srepun un hecho muy caracteristico en ‘este aspecto acae- €ido en e] Seminario Filossfico de Wilhelm Windelbaiid. 2 ee © # Sobre el fin: de los: tempos historia, sino agudizado y “mucho mas”, Este “mucho m4s” tiene varios’ fundamen- tos. . ue Primerg: la historia es proceso, aconte- cer a lo largo'del tiempo; ella “sigue ‘su curso"; Ahora bien, este “curso” no és apre- hensible sin una representacién del “‘de donde” y “a dénde”; explicitamente’o ‘nd, toda idea de Ja historia esta determinada por una concepcién, sea de la indole que sea, del comienzo y del fin; también ‘la ‘doc- trina. del eterno retorno. (que: no -hay co- mienzo ni fin) es una idea de-esa clase. Aho- ra bien, sobre el-comiénzo ‘y el fin :de la -historia no hay experiencias humanas: Co- mienzo y fin.no pueden captarse en el cur- so‘concreto de la historia. Sobre esto’no se puede dar nada que'sea el resultado de una investigacién intelectual de la realidad. El comienzo y el fin de la-historia humana tni- camente son captables aceptando una expli- cacién de la realidad transmitida, /prefiloso- fica;.o son “revelados” o son inaprenhensi- bles. Pero si, por otra parte, la posibilidad: 23. ff Tosef Pieper de preguntar filoséficamente por la esencia de la historia depende de que el principio y el fin del proceso histérico estén de alguna manera a la vista del que pregunta y de que Ja historia sea aprehensible como yn “ir” de un comienzo a un fin, entonces es claro gue la filosofia de la historia tiene que en- contrarse referida con una especial intensi- dad al contrapunto teolégico previo. Segundo: La pregunta del que filosofa so- bre la historia, esto es, la pregunta de un hombre que mira al conjunto y a la raiz de las cosas, dice: {Qué es, verdaderamente, lo que aqui pasa? Si alguno respondiese: lo que est4 pasando es la decadencia de una cultura, o: el.surgimiento de un imperio mundial, 0: lo que sucede es una evolucién econémica, 0: se esta desarrollando una lu- cha de clases; entonces, la cuestién filos6- fica: gqué es lo qué ocurre en la historia propiamente y en el fondo?, permaneceria intacta después de tales respuestas. Pues lo que genuinamente, y en el fondo, pasa en la historia es la salvacién y la condena- 24

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