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miran con temor y apresuran el paso. Los policias se dis- san, segtin manda su entrenamiento y un plan apenas esbozado. Toman posiciones. Dos de ellos saltan el seto y cruzan el jardin, el descui- disimo jardin. Rapidos vistazos por los ventanales. Un ruce de palabras cortas y de gestos imperiosos, cargados de significado. Fritura estatica en los walkie-talkies, como carraspeos electronicos. a escalera exterior, de obra, hiedra y 6xido en el ba- , conduce a la primera planta. Nuevos vistazos a , de los cuarterones de una puerta muy estropeada ndante Morel maldice por lo bajo. ¢Por qué las npre mas complicadas de lo que deberian? 337 Escaneado con CamScanner 338 La comandante empieza a morderse las unas. Consulta su reloj. Pasa un minuto. Dos. De pronto, un susurro. —Delta Tres. Detecto movimiento en una sala del séta- no, fuera de la vista. Sombras sobre la luz que sale de ella, ~Delta Dos, confirmo presencia de varias personas en el sotano. —é Vision directa, Delta Dos? ~Indirecta. Voces y sonidos. Y algo que parece el llanto de un nino. Son ellos, son los Lobo, tienen que ser ellos, piensa Berta Morel. Ojala nos hubiésemos dado cuenta ayer... Un error imperdonable. Delta Cuatro. La puerta de planta primera no esta ase- gurada. Acceso posible a la casa por ella. Adelante, equipo Dos -ordena la comandante-. En- trad en la casa. Equipo Uno, prevenidos. Delta Tres acciona el pomo del piso superior y empuja la puerta, que cede con un crujido. La abre hasta mitad de su recorrido e indica a Delta Cuatro y Delta Cinco que entren. —Delta Dos. Veo un sujeto subiendo desde el sétano. Una mujer. A Berta Morel se le anudan las tripas. Jamas ha dirigi- do una operacién como esa, en la que puede morir gente. La responsabilidad la atenaza. Ya no da 6rdenes, sino que confia en que los seis Deltas sepan como actuar en cada momento. Cuatro, Cinco y Seis se despliegan por la planta supe- rior. Por gestos, se indican entre ellos que el camino esta despejado. Escaneado con CamScanner 4 se dirigen al arranque de la escalera. Un crujido alerta a Leonides, que subia desde el sotano. Mira a lo alto y em- una de inmediato su pistola Beretta, que llevaba prendi- daen la cinturilla del pantalon. —;Quién anda ahi? pregunta. A partir de ese momento, todo sucede muy rapido. Muy rapido y muy mal. Delta Uno entra en la casa derribando la puerta principal con el hombro, atrayendo la atencion de la mujer, que aso- mala cabeza por el hueco, a la altura del piso. Ve al policia _ ydispara, hiriéndolo en el muslo. El agente grita y cae. Ella vuelve a disparar, al pecho ahora. El chaleco antibalas sal- ya la vida del agente que, sin embargo, siente un empujon atroz, como si lo empitonase un toro, y rueda por el suelo. El equipo Dos, en la planta superior, nada puede hacer. ‘Se agrupan los tres en el desembarco de la escalera. Delta Cuatro desciende tres escalones y ve a su companero tira o sobre el piso, retorciéndose de dolor, mientras la sangre ade su pierna como de un grifo abierto. énides retrocede, desciende de nuevo hacia el sotano. a que el de Edgardo parecia un buen plan, hasta aho- este instante en que todo se acaba de ir al infierno. baja las escaleras, duda si matar a los rehenes. 0? Iba a acabar con ellos después, de todos mo- gurarse su silencio, pero lo cierto es que ahora e nada mantenerlos vivos. Todo esta perdido. a morir, Va hacia el cuarto donde los mantie- in haber tomado aun la decision. Cuando za principal, Delta Dos rompe el cristal del acha de su subfusil y, de inmediato, abre 339 Escaneado con CamScanner fuego sobre la mujer. Tiene el selector del arma en modo. rafaga y el tableteo resulta sobrecogedor, aunque corto, pues el arma monta el cargador pequenio, solo seis dispa- ros. Berta, al oirlo, palidece, aprieta los dientes y se lleva las manos a la cabeza. Vuelan los proyectiles por el stano, sin precision alguna. Solo dos alcanzan a la agente Anglora, que cae al suelo. Esta herida, pero no malherida. Atn puede incorporarse, alcanzar la otra pieza y acabar con los tres rehenes. O quiza solo con el nino. Eso bastard, porque la muerte del hijo sera también la muerte de sus padres. Parece que vaya a conseguirlo, pero Delta Tres, desde el otro tragaluz, imita a su companero, rompe el cristal con la culata de su pistola. Apunta con precisién a la cabeza de la secuestradora, que esta a punto de salir de su campo de vision. Una sola oportunidad. Si o no. Sombra o luz. Delta Tres aprieta el gatillo. Leonides muere. El equipo Dos, en formacion de triangulo, hombro contra hombro, descienden de la primera planta a la principal y de ahi al sotano, donde se tropiezan con el cadaver de la agente de la DINI y, segundos mas tarde, localizan a Alva- ro, Laura y Rudolph atados y amordazados en uno de los rincones de una habitacién sin ventanas y sin muebles. Muy asustados, pero ilesos. Cinco minutos mas tarde, el revuelo en torno a la casa es de dimensiones egipcias. Los vecinos, alertados por los dis- paros, han llamado a emergencias y no tardan en aparecet varias unidades de Policia y del Serenazgo, que rodean la Escaneado con CamScanner finca. Berta se las ve y se las desea para identificarse a dis- cia sin que la frian a tiros, aclarar la situacién y conven- tan cer a sus comparieros de que se trata de una operacién no anunciada de la Interpol. Luego sobrevienen minutos de confusién. Muchos mi- nutos. Una vez que Ilegan los sanitarios y confirman que Al yaro, su mujer y el nino se encuentran en buen estado, Berta, se pone en contacto con Fermin, de nuevo. Para entonces, el presidente electo Kuczynski ya ha lle- gado al teatro Municipal. estion de segundos Fermin, hemos liberado a los Lobo. Sanos y salvos. taban en la casa de Barranco. |Estupendo! —exclamé, al tiempo que sentia una bofe- de alivio-. Menos mal, por fin una buena noticia... ¢Y ? sSabemos algo? todavia. Ni rastro de ella, Pero tenemos un mon- .s buscdndola en la torre Toyota. a través del teléfono la vacilacién de Berta. -dedujimos que era el lugar idéneo para aten- ki. s armado con un fusil de largo alcance. siempre hemos supuesto que lo Escaneado con CamScanner 342 La respuesta de Morel tardo en Hlegar. La voz, ronca. —Claro, tienes razon. Tienes razon, Fermin. Por Dios... Supongo que llevo muchas horas sin dormir y me siento muy espesa. En todo caso... si nuestros hombres hubiesen localizado a alguien con un fusil, sea hombre, mujer o mu- chacho, lo habrian detenido. ~Y, por ahora nada, entonces. —No, nada todavia. Y, segiin me indican, ya van por el segundo registro del edificio. No pude evitar pensar que, realmente, casi nada estaba saliendo como esperdbamos. Que todas nuestras teorfas no eran sino peliculas proyectadas en nuestras mentes, es- tupidas diapositivas que en nada se correspondian con la realidad. Y nosotros, corriendo de aqui para alla, sin rum- bo, como pollos sin cabeza. —éSigues ahi, Fermin? Si. Si, Berta, sigo aqui... Oye, una pregunta: ghabia alguien vigilando a los Lobo o simplemente los habian de- jado alli encerrados? Si, si, al menos en eso, acertamos. Los custodiaba la mujer. Como? ¢Qué mujer? —Leénides Anglora, la companera de Cordero en el Ter- cer Gabinete. Por cierto, que ha muerto en el transcurso del asalto... Un toque de campana. Solo uno. Esa sensacién de bo- la de billar que tropieza en el borde de la tronera. Ese castillo de cartas que se desmorona con un soplido... Sent{ que me tambaleaba. —éEstds segura de que se trata de ella? Escaneado con CamScanner Desde luego. Hemos confirmado su identidad, Lleva ha su documentacién encima. El juez Hegard enseguida Pero... no, no puede ser, no puede estar muerta. ;Se gupone que Lednides Anglora est4 aqui, en el teatro Mu nicipal! Me habria gustado ver la cara de Berta en ese momento. -jQué dices! Ha llegado esta manana a primera hora, con Corberé y los otros dos de la DINI. Me lo ha asegurado el encargado del control de acceso. _Pero es imposible. Tengo su cadaver delante de mi. A no ser que se trate de una impostora, claro. :Tu la has visto en persona por ahi? -Eeeh... realmente, no, no la he visto. Esto es muy gran- de y hay mucha gente... Callé de pronto. Creo que Berta y yo caimos en la cuenta exactamente en el mismo instante. Para mi, fue la confirmacién de que estébamos sobrepasados por los acontecimientos, el cansancio y la falta de suefo. éComo era posible que no nos hubiésemos percatado todavia de algo tan simple? Era como para darnos de bofetadas. Fui yo quien habl6, de nuevo. Me oj a mi mismo en un tono agotado y fatalista. ~Maldita sea...! La mujer que ha entrado aqui esta ma- flana con Corbero no era Leénides Anglora... |Era Elisa, Por supuesto! ;Tiene que ser ella! No va a disparar desde la torre Toyota cuando PPK salga a la terraza. jEsta dentro del teatro y lo tiene a tiro en cualquier momento! ~2Dénde esta ahora Kuczynski? —pregunto Elisa, con '" patético temblor en la voz. 343 Escaneado con CamScanner Yo seguia en el vestibulo, junto a una de las puertas de acceso a la platea. Me asomé por uno de los ojos de buey y pude ver c6mo varios hombres habfan tomado. asiento, bajo los focos, en sillones tapizados de terciopelo rojo dis- puestos tras una larga tribuna. Hable con la boca seca como la mojama. -Ya se encuentra sobre el escenario, desde hace dos o tres minutos. Ahora es 4 discurseando un hombre canoso, de bigote y gafitas. ~Es Tavara, el presidente del Jurado de Elecciones ~dijo Berta—. Tiene que declararlo ganador de las elecciones, en- tregarle las credenciales y, tras eso, vendra el discurso de Kuczynski. El discurso de Kuczynski. Con las ultimas palabras de Berta atin resonando en mis oidos, supe que ese seria el momento. Tuve un impulso. Elisa debia de estar apostada en algu- no de los palcos del teatro. Seguramente, ya tenfa al presi- dente electo en el punto de mira. Me pregunté qué podia hacer, qué debia hacer. Tal vez pudiera hacerle sabe que su familia estaba a salvo, que ya no eran rehenes de Corberé y que, por tanto, no tenia necesidad de matar a Kuczynski. Vi ante mi, al otro lado de la puerta, el arranque del pasillo central de la platea. Pod{a abrir y entrar a la ca~ rrera, alcanzar en ocho o diez pasos el centro de la sala y gritar mi mensaje a los cuatro vientos, interrumpien- do las palabras del presidente del Jurado Nacional de Elecciones, esperando que Elisa me oyese y me creyera; y esperando que ninguno de los cien policias alli pre- Escaneado con CamScanner sentes me descerrajase un tiro por considerarme una amenaza- En definitiva: una accion temeraria, con pocas probabi- Jidades de éxito y, al mismo tiempo, con un alto riesgo de acabar con una bala en el craneo. y, sin embargo, no encontraba una opcién mejor. El tiempo se acababa. A partir de ahora, en cualquier mento, Elisa apretaria el gatillo y ya nada tendria reme- dio. Y aunque parecia la cosa mas estupida del universo, ecidi hacerlo. Vamos alla, Fermin —me dije-. Y que sea lo que tenga e ser: Héroe o fiambre. lusto cuando empujaba la puerta de la sala, los aconteci- fos se me adelantaron. horas atrds, al principio de la mafana, Edgardo a dejado a Elisa agazapada en la oscuridad del egido el 9 con todo cuidado, debido a su for- entro de la sala. El que mejor se adectia a do todos los palcos, uno por uno, para, zona, cerrarlos con lave y clausurar jando asf a Elisa a resguardo de las Escaneado con CamScanner Le ha dejado bien claro que debe disparar sobre Kuc- zynski en cuanto tome la palabra, después de los cuatro minutos de discurso del presidente del Jurado de Eleccio- nes, Nunca antes ni después. Para ello, dispone de un ve- terano fusil Dragunoy, sin registrar, que los miembros del Tercer Gabinete han introducido en el teatro por piezas esa misma maiiana. Nada tiene que ver con el sofisticado Remington Navajo que encarg6 en su momento a Darwyn Godoy, pero que nunca pudo recoger porque alguien lo mato antes, justo el mismo dia en que ella viajaba a Are- quipa para intentar poner a salvo a Alvaro, su mujer y su hijo. Sin embargo, el fusil ruso es arma mas que suficiente en aquellas circunstancias, ahora que el disparo se va a realizar a una distancia de apenas sesenta metros. Imposible fallar. Hasta un nifo seria capaz de hacer blanco. Fuera, en el pasillo, Edgardo aguarda el momento opor tuno para representar su rol en el drama escrito por él mis- mo. Para asumir el papel de héroe de la Republica. Kuczynski acaba de recibir las ultimas instrucciones de los especialistas en protocolo y, acto seguido, ocupa su lugar en la tribuna, junto al presidente del Jurado Nacional de Elecciones, Francisco Tavara. Es el momento mismo en que Edgardo Corber6 co- mienza a subir calmosamente por las escaleras del teatro hasta la primera planta, abre con su Ilave el acceso al pa- sillo de los palcos impares y se aproxima silenciosamente a la puerta del namero 9. Quedan por delante los cuatro minutos del discurso de Tavara. Escaneado con CamScanner yr Corberé extrae de su pistolera su temible revélver Colt anaconda de cafién corto y comprueba una vez mas que el cilindro esta leno, que cada una de las seis cémaras con ene un cartuc ho del 44 Magnum Tres minutos. Elisa ya debe de estar apostada. Tumba ty daa la derecha del palco, sobre tres de las sillas tapizadas de terciopelo rojo, cubierta por una lona ligera de color negro de la que solo deberia sobresalir la bocacha del ca adn del Dragunoy, igualmente negra, igualmente indistin- guible en medio de la penumbra que envuelve los palcos vacios. Dos minutos. Edgardo sigue el discurso de Tavara desde el monitor que, al fondo del pasillo, reproduce cuanto sucede en el escenario durante las representacio- nes teatrales. Francisco Tavara ya esta terminando de va- Jorar las sucesivas jornadas electorales que han aupado a Kuczynski hasta la mas alta magistratura del Estado. Su tono de yoz empieza a vaticinar el final de sus conside- raciones. Un minuto. Elisa ya debe de tener a PPK situado en el punto de mira, calcula Corbero. Ha llegado el momento. EI agente de la DINI no quiere apurar demasiado. No es necesario. Sonrie al pensar que, en este instante, Elisa atin cree que va a asesinar al presi- dente, sin sospechar que su misién esta manana no con- siste en matar, sino en morir; que su papel no es el de Verdugo, sino el de victima. Vamos alld ~se dice Corberé, tras inspirar hondo. 347 Escaneado con CamScanner Gritos y disparos Una patada a la altura de la cerraja abre de par en par la puerta, blanca y fragil, del palco. Corber6 dirige la mano del arma abajo y a la derecha, hacia la posicion de Elisa, y dispara contra ella tres veces muy seguidas. Gritos en el teatro. Todos dirigen la mirada, asustada y perpleja, hacia el palco 9. Al momento, Ruiz y Gili, los Gni- cos a quienes los disparos de Edgardo no han pillado por sorpresa, irrumpen en el escenario y se abalanzan sobre el futuro presidente, al que se llevan casi en volandas para ponerlo a salvo, sacandolo por el lateral. Fermin Escartin, a punto de irrumpir en la sala, pero todavia con la comandante Morel al otro lado del hilo, se frena en seco, con el corazén encabritado. Las balas del .44 Magnum hacen agujeros muy grandes. Edgardo sabe de sobra que cualquiera de sus tres disparos ha de resultar mortal de necesidad. Y, sin embargo, entre el humo azulado de la pdlvora, intuye que algo no va bien. Retira la tela negra que deberia cubrir el cadaver de Elisa y lo que encuentra es el fusil Dragunov colocado sobre tres cojines de raso rojo, de los que se usan en los asientos de los palcos. Y se percata de que Elisa no se ha dejado enganar. De que la tiene a su espalda, seguramente oculta tras la puer- ta que él mismo acaba de abrir de una patada. En lugar de volverse hacia ella, un movimiento demasiado lento, dobla solo el brazo derecho, lo pasa bajo la axila izquierda y dispara de nuevo el Colt, a ciegas. El movimiento ha si- do rapido e inteligente. Podria haberle salido bien. Podria Escaneado con CamScanner haber acertado, haber acabado con la vida de la asesina espaitola. Pero falla el tiro, y Elisa se abalanza sobre él, con Ja intencién de arrojarlo desde el palco a la platea. La suerte, sin embargo, acompania a Edgardo. El empu- jon lo hace caer al suelo, se golpea contra la balaustrada del palco y eso lo frena y evita su caida. Pese al dolor, reac- _ ciona bien, cosas del entrenamiento recibido como agente de la DINI. Con un movimiento instintivo, aprovecha el impulso de su atacante para ser él quien la lance por enci- ‘ma de la barandilla. _ Flisa siente que alli acaba todo. Cinco metros de caida asta aterrizar sobre los respaldos de madera de las buta- de la platea. Es el fin. _ Adios, Elisa. timo gesto, sin embargo, le permite esquivar a la te cuando ya lo creia imposible. Cuando ya se veia a sin remedio, con un aspaviento desesperado logra e con una mano al soporte metilico destinado a a, colgando del vacio. 4 resistir durante mucho tiempo. , Edgardo se incorpora, aturdido atin por ibido. De un vistazo, en un segundo, se hace tuacién. Ha fallado, pero las circunstancias do a su favor. Elisa, colgada del exterior del 4 mucho més. La caida hasta el patio de ultar4 mortal. O quizdno.Peroun 349 arro siempre lo es. Para qué arries- Escaneado con CamScanner 35° Corberé, sobreponiéndose al dolor, palpa el suelo, buscado el arma que ha soltado de la mano en algiin mo- mento. Pronto da con ella. Se incorpora, atin tambaleante, Se asoma por encima de la delantera del palco y estira el brazo, para casi apoyar el extremo del canén del Colt en la frente de la mujer, indefensa por completo. —Adiés, Elisa, amiga mia —se permite decir, teatralmente. Suena un disparo. Muere el payaso. Cambio de planes Grita la gente, asustada por la detonacion. Sin embargo, no se ha tratado del sonido abrumador, contundente y recio del revélver Colt, sino del estampido seco, potente y preciso, ligeramente metilico, contenido, de un fusil de largo alcance Remington D5 Navajo. Nadie sabe donde se ha producido. No hay fogonazo visible. No hay humo. ¢En alguna de las localidades del ultimo piso, sumidas en la sombra? éQuiza en la tramoya del teatro? ¢En el peine donde se engarzan las poleas que permiten mover los telones? En lo alto del arco proscenio, a través de una de las aberturas que usan los regidores de escena? ;Tal vez en los pasadizos que recorren el techo dela gloria? ¢Y cémo ha llegado Tonin hasta alli? 3Por quién se ha hecho pasar? {Como ha logrado introducir el Remington en el teatro? Y cémo va a conseguir escapar sin dejar ras~ tro alguno, ni aun el casquillo de su tnico disparo? Escaneado con CamScanner Un disparo destinado al futuro presidente peterquden eluiltimo instante, ha cambiado de objetivo. ituado desde hace horas en su puesto de tirador, Tonin "Lobo acciona el cerrojo de su fusil, alojando el cartucho en Ja recamara. Ha llegado el momento. Se complace en com- ar que el ritmo de su coraz6n apenas se ha acelerado. caricia el gatillo. _ Oye entonces los tres disparos del revolver de Corberd. Eso le inyecta adrenalina a chorro en el torrente sangui- Instintivamente, gira el arma en direccién al sonido través de la mira telescépica de su fusil, ve a su madre arse sobre Edgardo, forcejear, salir despedida, que- lgando en el vacio, sujeta por una mano del exterior acaba de entender lo que sucede. Su madre, a la | creia de crucero por las islas griegas, esta alli. Tonin e por qué ni para qué. Solo sabe que ella esta a e morir. Y que él no deberia permitirlo. aba de abandonar el escenario, empujado . Su objetivo ha escapado. Ya no lo tiene a altima duda. se inclina sobre el frontal del palco. dre como a un perro. 352 Escaneado con CamScanner Pero él tiene una bala; una bala huérfana, sin duefio. y el Remington, que desde hacia cuatro minutos miraba con deleite la frente de PPK, ahora se vuelve hacia el tipo que empuna el Colt Anaconda. Es un disparo algo mas dificil, un poco mas anguloso, Pero da igual. Antonio Lobo es ya un profesional. Tonin aprieta el gatillo. La bala, de punta hueca rellena de mercurio, entra por la sien derecha de Corberé y sale por debajo de su oreja izquierda. Entra haciendo un agujero pequefio como un guisante. Sale provocando un crater inmenso, una erup- cin de huesos astillados, cartilagos, mtisculos, tendones, masa cerebral... todo ello ardiente como la lava, a causa de la energia desmesurada del proyectil. Sera dificil limpiar el palco numero 9. Es lo que tiene la muerte. Casi siempre resulta asquerosa. Todo ha ocurrido en el tiempo de un parpadeo. A tal veloci- dad que resulta dificil de percibir. Tan solo se puede imaginar. Cinco balas Tonin abre el cerrojo de su fusil, que escupe un casqui- llo humeante, e introduce una de las cinco balas que le quedan. Cuando termina la maniobra, vuelve a recorrer el teatro con la mirada, en busca de otro objetivo. Oye entonces la voz de Fermin, desde la platea, justo debajo de donde Elisa sigue colgando. Le pide que se tran Escaneado con CamScanner ce, que aguante. Le explica que Alvaro y su familia tana salvo. Que todo ha terminado, que todo va bien es Z Tonin enmarca entonces la cara del detective en el cir- quili qulo de su mira telescdpica. La cruz del visor exactamente entre sus 0}0S- De nuevo, roza el gatillo con la yema de su indice derecho. Entonces, aunque parece imposible que pueda verle, Escartin desvia ligeramente la mirada y am- os se contemplan de hito en hito, cada cual en los ojos del otro pese a la distancia, durante un breve instante. Tras ello, Fermin se gira y pide a gritos una escalera, para rescatar a Elisa. Tomin separa el dedo indice del guar- damonte de su fusil. Enseguida, abandonando alli mismo el Remington Navajo, Antonio Lobo repta silenciosamente entre la cubierta de te- jas y los canizos que sostienen el ultimo cielorraso de esca- yola del Teatro Municipal. Lentamente, deshace el camino que lo habia Ilevado hasta su puesto la pasada madrugada y, minutos mas tarde, sale al exterior por una trampilla aledafia al edificio lindante para, a continuacién, escapar saltando de terraza en terraza por los tejados de Lima. Mientras, abajo, en el almacén de decorados del s6tano, un coche blindado espera a Kuczynski para llevarlo lejos de la pesadilla, Con vistas a la ceremonia definitiva del dia 28, tendran que cambiar algunas cosas, sin duda. Pero, vaya, para eso precisamente sirven los ensayos. Tonin también se aleja, ahora ya mas despacio, mas tran- 353 Guilo, caminando sobre la ciudad, entre gatos y ropa tendi- entre el cielo y el suelo de Lima. Escaneado con CamScanner Su primer trabajo como asesino ha concluido con un rotundo fracaso. Y, sin embargo, no tiene la sensacién de haber fallado. En el momento crucial, ha tenido que to- mar una dificil decision. Y al hacerlo, su presa, su primera presa, ha escapado con vida. Pero se siente bien. Es cierto: quiza después de esto no vuelva a tener un encargo jams. Quiza ni siquiera logre regresar a casa. O tal vez si, quién sabe. Tras unas primeras horas grises, el cielo de la capital se ha abierto, dispuesto a contradecir a Melville, y ya no luce blanco como la piel de Moby Dick, sino azul, de un azul intenso y alegre, como las aguas del Mar del Sur. Escaneado con CamScanner Escaneado con CamScanner Tortilla de ajetes $< Café con hielo a aa Titulares indistintos ————-—___——_ 4 : ATOM OAT Rc a q IL. PERU 105 OMINGO\5,. ee BAG, FNDypotglalpasta wees eee oy SER Oe S@embiowdenu tbo gees ae ‘Aeropuerto Martinez Pinillos tg Saar a eee Ss Sa es tira (bo noche de Chiclayo Escaneado con CamScanner ganar ala primera 7% “MARTES, 28 7 echo a una llamada Comandante Morel Escaneado con CamScanner MARTES, 5 — a Hipédromo de Monterrico ‘Larcomar MIERCOLES, 6 San Borja Crisol OT ICV ES 7 ti IS) El virrey de Miraflores : Biniag aii JAW) Sa _ Las cartas boca arriba. VIERNES, 8 is r Escaneado con CamScanner alana fernando L Fernando Lalana nacié en Zaragoza en 1958. Tras estu- diar Derecho, encamina sus pasos hacia la literatura, que se convierte en su primera y unica profesién al quedar fi- nalista en 1981 del Premio Barco de Vapor con El secreto de la arboleda (1982), y de ganar el Premio Gran Angular 1984 con El zulo (1985). Desde entonces, Fernando Lalana ha publicado mas de un centenar de libros de literatura infantil y juvenil. Ha ganado en otras dos ocasiones el Premio Gran An- gular de novela, con Hubo una vez otra guerra (en colabora- cién con Luis A. Puente), en 1988, y con Scratch, en 1991. En 1990 recibe la Mencién de Honor del Premio Lazarillo por La bomba (con José M? Almarcegui); en 1991, el Premio Barco de Vapor por Silvia y la maquina Qué (con José M* Al- marcegui); en 1993, el Premio de la Feria del Libro de Alme- ria, que concede la Junta de Andalucia, por EI dngel caido. En 2006, el Premio Jaén por Perpetuum Mobile; en 2009, el Latin Book Award por El asunto Galindo; en 2010, el Premio Cervantes Chico por su trayectoria y el conjunto de su obra, yen 2012 el XX Premio Edebé por Parque Muerte. En 1991, el Ministerio de Cultura le concede el Premio Na- cional de Literatura Infantil y Juvenil por Morirds en Chafari- nas; premio del que ya habia sido finalista en 1985 con El zu- loy del que volverfa a serlo en 1997 con El paso del estrecho. Fernando Lalana vive en Zaragoza, sobre las piedras oo Jos tomanos de Cesaraugusta y los musul 5 & Medina Albaida; es decir, en el casco viej0- eee saber més cosas de él, puedes conectarte a: ‘ernandolalana.com Escaneado con CamScanner Bambi Exit Ana y la Sibila Antonio Sanchez~ Escalonilla El libro azul Lluis Prats: ‘La cancién de Shao Li Marisol Ortiz de Zarate La tuneladora Fernando Lalana Elasunto Galindo Fernando Lalana El iiltimo muerto Fernando Lalana Amsterdam Solitaire Fernando Lalana’ Tigre, tigre Lynne Reid Banks Noes invisible Marcus Sedgwick Las aventuras de George Macallan. Una bala perdida Fernando Lalana Las aventuras de George Macallan. Kansas City Fernando Lalana Big Game (Caza mayor) Dan Smith La artilleria de Mr. Smith Damian Montes ‘El matarife Fernando Lalana Atrapado en mi burbuja Stewart Foster Elssilencio de lara Miguel Sandin 13 perros y Escaneado con CamScanner OE Re Co gE ee DE Mc] Pe Dee E ER CDR Le Mme Tecan Rat St PS SCR Ua eS ui CeO ue Pee eT eg Ue Ca Ly De Ue DP LIU Mg Moe PD De iy MAUS MEIN CUO U0 realy entrafiable y lo pasea desde Tarragona hasta Lima para resolver Cem MUGEN MCU MURS Sy LEA Ce ET)

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