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Ciudad compleja

Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos


Este proyecto editorial fue financiado con fondos de PFCE, fondos del programa PAICYT de la
UANL y fondos del proyecto CB-2016-297673: “Correlación entre la conectividad topológica del
entramado urbano y las zonas que se identifican como comunidad en el imaginario urbano”, parte
de los textos se derivaron de este proyecto, los coordinadores agradecen al fondo por su apoyo.

Esta investigación, arbitrada por pares académicos, se privilegia con el aval de las instituciones
editoras.
Comité cientifico:
Dra. Gabriela Carmona Ochoa/UADEC
Dr. Domingo García Garza/Université Charles de Gaulle, Lille 3

Labýrinthos editores, Escobedo, N.L. 66055.


www.labyrinthoseditores.com

Centro De Ciencias De La Complejidad UNAM


Circuito Centro Cultural S/N, (frente a Universum), Cd. Universitaria, Coyoacán,
04510, Ciudad de México.
Teléfono 5622 6730
Enrique Graue Wiechers, Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM)
Alejandro Frank Hoeflich, Coordinador General del Centro de Ciencias de la
Complejidad

Universidad Autónoma de Nuevo León.


Ciudad Universitaria,
66451, San Nicolás de los Garza, N.L.
Rogelio Garza Rivera, Rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL)
Santos Guzmán López, Secretario General
Celso José Garza Acuña, Secretario de Extensión y Cultura
María Teresa Ledezma Elizondo, Directora de la Facultad de Arquitectura

Primera edición 2019


Tiraje: 1000 ejemplares.
© 2019 Los autores.
© 2019 Labýrinthos editores.
© 2019 Centro de Ciencias de la Complejidad. Universidad Nacional Autónoma de
México.
© 2019 Universidad Autónoma de Nuevo León.
ISBN: 978-607-97767-5-6

Impreso y hecho en México.


Diseño de portada: Luis Rodrigo Fortuna Martínez, interiores: Labýrinthos editores.
Portada: Fragmento de “Juegos de Niños”, Pieter Bruegel el viejo. Adaptación por Luis Rodrigo
Fortuna Martínez.
Revisor Editorial: Labýrinthos editores.
Esta obra es propiedad intelectual de los autores, quienes otorgan permiso al lector para
reproducirla bajo las siguientes condiciones: (I) el material no debe ser modificado ni alterado, (II)
la fuente debe ser citada y los derechos intelectuales deben ser atribuidos al autor (III)
estrictamente prohibido su uso con fines comerciales.
Ciudad compleja
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos
Adolfo Benito Narváez Tijerina
Liliana Beatriz Sosa Compeán
Gerardo Vázquez Rodríguez
Jesús Manuel Fitch Osuna
Índice
7 Introducción.
15 Primera parte. Teorías sobre ciudad y complejidad
17 Capítulo 1. Nociones sobre la organización, estructura y dinámica
de un sistema como el de la ciudad. Jesús Manuel Fitch Osuna
37 Capítulo 2. Procesos biológicos y procesos urbanos. Álvaro Ríos
Reyes y Adolfo Benito Narváez Tijerina
49 Segunda parte. Caracterizaciones de la complejidad urbana
51 Capítulo 3. El sistema complejo ciudad: interacciones, información
y percepción del medio urbano. Liliana Beatríz Sosa Compeán
73 Capítulo 4. La complejidad del fenómeno urbano. Octavio Miramontes
Vidal
89 Capítulo 5. Revisión a las perspectivas de la complejidad desde un
entorno teórico. Gerardo Vázquez Rodríguez
113 Capítulo 6. Recursividades entre los nombres, formas y lugares para
comprender los sentidos de lo imaginario. Adolfo Benito Narváez
Tijerina
139 Tercera parte. Modelos para el estudio de la ciudad desde la
complejidad
141 Capítulo 7. Funcionalidad urbana, un concepto espacio-temporal,
que une la movilidad, el acceso y el uso de los territorios. Jorge Cerda
Troncoso y Carlos Marmolejo Duarte
171 Capítulo 8. Propiedades de las redes de vialidades en ciudades
mexicanas. Irving Omar Morales Agiss
Introducción

El libro que el lector tiene entre sus manos es una colección de ensayos
de investigación sobre que abarcan de un modo transdisciplinario a los
estudios urbanos y a las ciencias de la complejidad. Como lo han podido
visualizar otros investigadores que preceden a la edición de este volumen,
el objeto ciudad es en sí mismo un muy buen ejemplo de lo que es un
sistema complejo, con la exhibición de sus principales propiedades, entre
las que cabe destacar su impredictibilidad dada la emergencia espontánea
de patrones y procesos que tiene lugar en su ámbito, aparentemente, por
la agregación de elementos y agentes que al entrar en interacción en un
ámbito geográfico no neutro, provocan el surgimiento de fenómenos que
sobrepasan por sus efectos a las propiedades y alcances de cada agente o
elemento considerado aisladamente.
Esta manera de ver el fenómeno urbano es radicalmente nueva para las
ciencias de la planificación de los asentamientos humanos, para el urba-
nismo y el diseño. Estas disciplinas, como herederas de la tradición his-
tórica conocida como el Movimiento Moderno en Arquitectura, un mo-
vimiento filosófico, técnico y artístico acontecido en los albores del siglo
XX en Europa que abogaba por una ruptura radical (de medios, de téc-
nicas, de objetivos, de fines y de valores) con los movimientos históricos
del pasado, por la pura confianza en la razón ilustrada como atributo que
guiaría la obra, penetró a tal grado a la manera de concebir a nuestras
ciudades, que hizo que lo que se tenía como posible para el diseño de los
edificios, en especial para las viviendas, forjadas como verdaderas “má-
quinas de habitar”, fuera asumido como cierto para el proyecto de las
nuevas ciudades.
Basta ver planes como el Voisin del emblemático arquitecto francés Ch.
E. Jeanneret, apodado Le Corbusier, para darse cuenta de la forma que
adoptaba el radical programa del Movimiento Moderno, que pretendía
barrer con todo el trazo previo de París, para sustituirlo por enormes
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edificios de planta cruciforme apoyados en pilotes, que dejaban libre una


extensa planicie ajardinada en la que el espacio fluía libre. Por supuesto y
por buena fortuna que eso no se llegó a realizar jamás. Como si se tratara
de una siniestra profecía, tal demolición del viejo mundo acaecería en
otras ciudades de la vieja Europa unos pocos años después de haber sido
planteado el proyecto utópico para París, tras los feroces bombardeos de
la Segunda Guerra Mundial, que liberando miles de demonios, acabarían
con vidas e historia a lo largo y ancho del continente.
Es un asunto difícil de tener como cierto y cualquier urbanista lo negaría
rotundamente en público, pero tales escenarios de desastre, desespera-
ción y muerte, provocan una secreta satisfacción en los que se dedican a
planear y diseñar ciudades. Como producto de la horrorosa conflagra-
ción, los arquitectos europeos se volcarían a hacer posible la reconstruc-
ción con el auxilio de los modelos teóricos que diseñaron años antes de
la guerra los maestros del Movimiento Moderno.
En efecto, la erección de gigantescos bloques de habitación que sustitu-
yeron en tiempos de edificación récord a algunos poblados históricos,
fue razón suficiente para el pasmo y el aplauso de quienes dirigían los
esfuerzos por rehacer un mundo que surgía de las cenizas. Estos modelos
rápidamente se transformaron en emblemas de un movimiento que to-
caba una escala mayor que pequeñas intervenciones puntuales y pabello-
nes de ferias universales, para pasar a la práctica. De ahí se convirtieron
en íconos y sus métodos empezaron a ser tenidos como ciertos e infali-
bles.
Basta recordar a aglomeraciones urbanas como Nonoalco Tlaltelolco, el
conjunto Miguel Alemán, Los Condominios Constitución, entre otros
conjuntos emblemáticos del Movimiento Moderno en México, para
darse cuenta del grado de influencia que ejercieron estos modelos icono-
gráficos y sus métodos de trabajo en el resto del planeta.
Lo que significó esta manera de concebir, planear y ejecutar las obras
urbanas, fue muy interesante de ser resaltado, pues partió de ser un ejer-
cicio del control absoluto de los procesos por la vía de separar a las prin-
cipales actividades de la ciudad, con lo que se constituyó uno de los ins-

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Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

trumentos más importantes de la planeación de los asentamientos


humanos, que es el plano de usos del suelo. Toda la planeación se apo-
yaría en esta manera de concebir a la ciudad, como si fuera un mosaico
compuesto por diversas actividades que deberían estar limpiamente apar-
tadas las unas de las otras. La herencia de los higienistas parisinos del
siglo XIX, haría que se adoptaran criterios racionales similares para la
planeación de las secciones viales.
Las ciudades así concebidas serían una suma de los espacios adaptados y
canales, la forma sería solamente eso, una colección de usos estructura-
dos por unos senderos que los unían y los separaban limpiamente.
El encuentro de grandes males sociales acaecidos en el seno de esas ur-
banizaciones modernas engendradas tras la Segunda Guerra Mundial,
hizo sospechar a críticos del Movimiento Moderno, a urbanistas, antro-
pólogos, sociólogos, psicólogos sociales y otros profesionales de la salud,
sobre la posible relación causal de esos nuevos males y los diseños de los
barrios.
Esto abriría la puerta para empezar a ver a la ciudad tradicional con otros
ojos, empezar a apreciarla como un conjunto heterogéneo y vivo de usos
que en efecto formaba un organismo que era difícil de deducir en cuanto
a sus propiedades esenciales de la suma de sus componentes.
La capacidad de análisis y luego de modelación de ingentes cantidades de
datos y la posibilidad de manejar lo que se le ha llamado en la actualidad
big data, abre ahora la posibilidad nueva de ver estos organismos urbanos
como lo que pueden ser, más que agregados de funciones hechos accesi-
bles por vialidades, como sistemas de relaciones múltiples que escalan
quizás hasta niveles regionales o más allá, y que agregan elementos y
agentes que poseen propiedades internas (lo subjetivo, lo imaginario) que
influyen de manera decidida, pero inesperada en la forma urbana que ha
emergido. Asumir ahora que un cambio en cualquier nivel del sistema
ciudad puede tener una gran influencia en el resto de sus componentes
resulta ser ya un punto de vista que es ampliamente aceptado, pues no
sólo es esta una nueva posición teórica o iconoclasta; la posibilidad de
modelar las relaciones que se dan entre los diversos componentes del

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Ciudad compleja

sistema ciudad, ya implica de suyo la posibilidad de aproximaciones prag-


máticas a los procesos de planeación urbana y diseño.
Este libro agrupa ocho ensayos sobre las diversas relaciones que existen
entre los estudios urbanos y las ciencias de la complejidad, se trata de
aproximaciones que fueron concebidas desde el pensamiento transdisci-
plinar. El libro se divide en tres partes, la primera parte expone la evolu-
ción de las teorías sobre lo urbano y explora los nexos que pueden llegar
a existir con otras teorías que abordan sistémicamente a la realidad. El
capítulo primero parte del año 1867, cuando el Catalán Idelfonso Cerdá
publica su Teoría de la urbanización, la que establece la génesis en el pro-
ceso de orientar la construcción y definición de la ciudad para una nueva
época. A partir de este momento se ha marcado una línea para el estable-
cimiento de doctrinas del urbanismo que han transformado a la ciudad
en una realidad distinta de lo que se concebía, sin embargo, en el camino
se han establecido diversos enfoques y planteamientos para cambiar o
sustituir esa ciudad.
En este primer capítulo se busca entender cómo se organiza y estructura
el territorio, lo que permite disponer de argumentos para tener un acer-
camiento de la evolución a través de tiempo de la ciudad. Se exponen los
resultados de los principales modelos clásicos urbanos para la formula-
ción de diversas teorías. Se plantea un esbozo crítico y reflexivo sobre
algunos de los modelos urbanos del siglo XX, en donde se revisa su con-
ceptualización y construcción epistemológica. A partir de ello se tiene un
corpus teórico pertinente para orientar y dar pauta para cuestiones en el
trabajo teórico y metodológico sobre la ciudad. El segundo capítulo
aborda, desde una perspectiva epistemológica, las relaciones que existen
entre los sistemas urbanos y los sistemas biológicos. Explorando las
relaciones que pudieran llegar a existir entre la biomímesis, el paradigma
holográfico y la teoría de los campos morfogenéticos.
La segunda parte del libro se enfoca en diversas caracterizaciones de la
complejidad urbana. El tercer capítulo de esta obra pone de manifiesto
que en los sistemas urbanos emergen diferentes comunidades en distintas
zonas de la ciudad con identidades propias, cada una de dichas zonas son
percibidas en el imaginario urbano de manera particular por múltiples
factores, entre ellos, las características del entorno (estilos arquitectóni-
cos, conectividad y calidad de las calles, señalética, tamaños de las edifi-

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Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

caciones, autos, colores, vestimentas, los comportamientos de los habi-


tantes, etc.) lo que ayuda a ver que son componentes de un gran sistema.
El tipo de organización, estructura y dinámicas de la ciudad, permite de-
finirla como un sistema complejo adaptativo; las transformaciones que
se generan en este tipo de sistemas, responden a cómo éstos procesan su
información. En este tercer capítulo se caracteriza a las ciudades como
un sistema complejo y se desarrolla la idea de que, en las ciudades, los
objetos, los espacios y su uso, son información que constantemente se
está procesando por la cultura del colectivo y a partir de ello se revela la
percepción en los imaginarios urbanos. Se propone una aproximación
metodológica para el estudio multidisciplinario de la ciudad considerando
la percepción por los imaginarios urbanos y la configuración física de la
ciudad. El tema se estudia en miras de intervenir y diseñar al entorno para
un mejor desarrollo del sistema ciudad.
El cuarto capítulo parte de la consideración de que, asociado a todo
grupo social, existe un rango de propiedades colectivas que son producto
de las interacciones entre ellos; pero que se manifiestan en niveles orga-
nizativos diferentes. En los humanos la asociación en grupos, que de he-
cho arranca aún antes del surgimiento de la especie como tal, ha traído
consigo beneficios de muchos tipos a sus integrantes.
Pero además de la postura erguida, el lenguaje y el uso de herramientas,
la transformación más significativa de su historia evolutiva fue la revolu-
ción neolítica en el llamado Creciente Fértil y la invención de la agricul-
tura a gran escala, la que abrió paso al sedentarismo y con ello a la emer-
gencia de asentamientos, urbes y a la civilización como tal.
Desde entonces, el crecimiento urbano, lejos de ser caprichoso e histó-
rico, ha seguido principios y patrones universales que las ciencias de la
complejidad nos ayudan actualmente a comprender. En el capítulo se
pone de manifiesto que las ciudades son sistemas complejos donde los
fenómenos de conectividad, movilidad y emergencia se hacen cada vez
más claros y ello es una excelente oportunidad para nuevas ideas en el
diseño y la planeación de nuestros entornos modernos. En este capítulo
se exploran algunos patrones de universalidad y complejidad en el creci-
miento y movilidad urbana.

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Ciudad compleja

En el quinto capítulo se explora la idea de que la utilización de los siste-


mas complejos adaptativos para el estudio de la urbe contemporánea ha
manifestado un gran auge en los últimos treinta a cuarenta años a nivel
mundial. Se argumenta que la manifestación y aplicación del pensamiento
multidisciplinar en gran variedad de estructuras y áreas del conocimiento
referentes a las metrópolis motiva a la utilización de conceptos que se
desprenden desde las ciencias de la complejidad. Sin embargo y a pesar
de su amplia divulgación, la teoría de la complejidad no siempre es con-
textualizada y aplicada para el estudio de la ciudad en concordancia desde
sus orígenes y procesos más veraces.
Así, se intenta reflexionar sobre las directrices para entender y adaptar a
los estudios urbanos las principales teorías y planteamientos sobre la
complejidad de los sistemas adaptativos; entendiendo a la ciudad en su
término más objetual y material como el exclusivo resultado de las inter-
acciones que se dan entre los seres biológicos que habitamos las circuns-
tancias urbanas.
El sexto capítulo que cierra la segunda sección, aborda el fenómeno de
la recursividad entre formas narrativas y visuales en la construcción del
sentido de lugar, planteando que a esta circularidad esencial de las rela-
ciones de las imágenes y lo lingüístico en la producción de los lugares
humanizados subyace una fuerza que orienta a la persona a relacionarse
con los lugares de un modo no racional, para así otorgarles sentido; una
fuerza que es fundamentalmente topofílica o topofóbica.
En este capítulo se intenta demostrar que los atributos que son leídos en
el sistema urbano permanecen más allá de las topoformas para conver-
tirse en atributos más abstractos anclados a la toponimia, de modo que
una modalidad de existencia apoya a otra de una manera indisociable y
juntas constituyen el fondo de una manera de comprender el mundo y
finalmente de valorarlo. A esta forma de relación de los nombres y las
formas al ser esencialmente recursiva, se le pueden atribuir fenómenos
de emergencia espontánea de orden. Se estudia esta relación a través de
la interpretación de las representaciones espontáneas de lugares en la ciu-
dad, para poderlas relacionar con las maneras en las que nos desplaza-
mos, usamos, nombramos y representamos los lugares en los que habi-
tamos.

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Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

La tercera parte de este libro aborda dos aproximaciones prácticas que


implican el uso de métodos y modelos de la complejidad para el estudio
de lo urbano. El séptimo capítulo parte de concebir que uno de los fac-
tores tradicionalmente reconocido en el desarrollo de los sistemas urba-
nos es la accesibilidad, sin embargo, este concepto sólo se ha limitado a
generar medidas principalmente físicas basadas en el análisis de tiempo,
distancia y coste para acceder desde un punto al resto del sistema urbano.
En el capítulo se trata de demostrar que la accesibilidad no sólo está de-
terminada por las redes de transporte, sino por el patrón de movilidad de
las personas, que es el reflejo físico de las voluntades, capacidades, y ne-
cesidades de moverse a través de la ciudad. En este capítulo se presenta
y desarrolla un enfoque conceptual que integra la movilidad, el acceso y
el uso del territorio, en lo que se ha denominado la funcionalidad urbana
(social). Además, se presenta una aproximación técnica metodológica de
cómo evaluar dicha funcionalidad urbana, mostrando algunos casos de
aplicación.
El capítulo que cierra esta obra aborda el problema de modelar las rela-
ciones urbanas a través de las redes. Presenta los principales resultados
del análisis de todo el sistema urbano mexicano y encuentra regularidades
formales que hacen suponer que la escala mayor (la que corresponde a
cada espacio urbanizado de México) observa relaciones no arbitrarias con
niveles de realidad como lo lingüístico, al demostrar que existe una regu-
laridad esencial entre la concepción de los trazados viarios y de lugares
con el lenguaje natural a través de la ley de Zipf.
Este libro guarda una deuda de gratitud con personas y organizaciones
sin las cuales no habría podido llevarse a buen término, particularmente
queremos agradecer al Centro de Ciencias de la Complejidad de la Uni-
versidad nacional Autónoma de México, que apoyó ampliamente la pu-
blicación del presente libro, además de la Universidad Autónoma de
Nuevo León que a través del programa de apoyo a la investigación cien-
tífica y tecnológica (PAICYT), otorgó el financiamiento para esta obra.
También agradecemos a la Secretaría de Educación Pública de México
que a través de los fondos de PFCE, otorgó financiamiento para la pu-
blicación de este volumen. Además, se contó con el apoyo de los fondos

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Ciudad compleja

del proyecto CB-2016-297673: “Correlación entre la conectividad


topológica del entramado urbano y las zonas que se identifican como
comunidad en el imaginario urbano”, parte de los textos se derivaron de
este proyecto, los coordinadores agradecen al fondo por su apoyo.
Agradecemos también por su valioso consejo, asesoría y cuidado editorial
al personal de Labýrinthos editores, sin quienes esta obra no hubiera po-
dido ver la luz.
Monterrey, otoño de 2019, Los autores.

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Primera parte
Teorías sobre ciudad y complejidad
Capítulo 1
Nociones sobre la organización, estructura y
dinámica de un sistema como el de la ciudad
Jesús Manuel Fitch Osuna1

“La ciudad es un conglomerado de recuerdos


petrificados: sin conocerlos, se perciben; su carga os
acompaña”
Aristóteles

Introducción
El ciudadano con el pasar del tiempo ha evolucionado social y biológica-
mente frente a las diversas circunstancias del día a día; para lograrlo ha
definido entornos cada vez más complejos que se derivan de una serie de
creencias que han sido establecidas en comunidad, las cuales configuran
la vida cotidiana, lo que es representado en la organización y estructura
de la ciudad.
En el año1867, el catalán Ildelfonso Cerdá publica en su Teoría de la
urbanización lo que para algunos es la génesis del proceso de orientar la
construcción y definición de la ciudad para una nueva época. A partir de
ese momento se ha marcado una directriz para el establecimiento de doc-
trinas del urbanismo que han delineado a la ciudad en una realidad dis-
tinta de lo que se concebía, sin embargo, en el camino se han establecido
diversos enfoques y planteamientos para cambiar o sustituir la imagen de
la ciudad.
Entender cómo se organiza y estructura lo urbano, permite disponer de
argumentos para tener un acercamiento de su evolución a través del

1Profesor e investigador Titular, Estudios Urbanos e inmobiliarios. Facultad de


Arquitectura de la UANL. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores del
CONACYT. Cuerpo Académico de Estudios Sobre Diseño.
Ciudad compleja

tiempo. Es una manera de hacer una lectura e interpretar a partir de plan-


teamientos clásicos de lo urbano, lo que ha conformado la formulación
de apuntes hacia la edificación de una teoría. A partir de diversos elemen-
tos se puede ir aproximando a una una ciencia sobre la que es relevante
reflexionar, con el fin de entender y aprender de las experiencias del pa-
sado.
El presente capitulo plantea un esbozo descriptivo, pero a la vez crítico
y reflexivo sobre algunos argumentos que consideran conceptos y teorías
urbanas y que han abierto puertas para considerar a la ciudad como un
sistema. En definitiva, se tiene un corpus teórico pertinente para orientar
y dar pauta para ciertas cuestiones en el trabajo sobre la ciudad.

Algo previo sobre la noción de ciudad


La ciudad como tal ha tenido diversas acepciones, la teorización o mo-
delado del fenómeno urbano ha atravesado por algunos inconvenientes
debido a la dificultad de definir qué es lo urbano y, por ende, qué es la
ciudad. Hasta el momento, no se tiene una respuesta única. La discusión
se encamina a partir de una variedad de puntos de vista. Desde un enfo-
que de la composición, ciudad refiere a un deseo expresado mediante
trazos2 matemáticos, geométricos, simbólicos, filosóficos, ideológicos,
políticos, económicos, entre otros que representan y configuran a la vida
cotidiana.
Las referencias principales para definir a la ciudad obedecen a las tipolo-
gías de las urbes barroca y clásica. Dicha afirmación señalada por Del-
fante (1997) asume que este planteamiento es acertado, pero a la vez
erróneo; lo primero obedece a una opción no grata de ciudad y lo se-
gundo porque al hacer una abstracción de la evolución de la técnica y de
los progresos realizados, se encuentran sujetos en lo que concierne a con-
ceptos espaciales. Por otra parte, Gasca (2008) señala que la ciudad no
puede quedar expuesta tras una definición apriorista en donde se esque-

2 La primera conceptualización que se tiene documentada sobre el uso de la re-


tícula o damero fue en el Plan de Reconstrucción de Mileto en el 479 A.C., atri-
buido generalmente a Hipodamo, al que Aristóteles reconoce la invención del
“arte de urbanizar ciudades”.

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Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

matice y fuerce una explicación de sus fenómenos, de manera que a tra-


vés de la síntesis se pueden lograr aproximaciones para definirla.
Habría que decir también que algunos autores consideran que nuestras
ciudades, han sido despojadas de su alma y de su espíritu a medida que
ha ido desapareciendo el sentido de comunidad. Giraudoux citado por
Delfante (1997) señala que “la urbanidad puede definirse como a afabili-
dad y don de gentes, mientras que la amenidad es el atractivo del lugar o
una amabilidad llena de encanto”. Las áreas habitadas se determinan
como urbanas y en su conjunto se les nombra ciudad, al tener los atribu-
tos de densidad de población y unas tasas de interacción y comunicación
relativamente altas. Bauman (2007) señala que en la actualidad son tam-
bién lugares en los que las inseguridades se conciben y se incuban en
nuestra sociedad y se manifiestan a través de formas condensadas y tan-
gibles. En donde la densidad e interacción ha coincidido con el miedo,
nacido por la inseguridad, a buscar y encontrar válvulas de escape sobre
las que descargar sus raíces.
En el trascurso de la historia, la ciudad o cualquiera de sus fragmentos se
han adaptado a las formas naturales. El emplazamiento, el conjunto de
edificaciones y el espacio público, donde entra en armonía con el en-
torno, hace que las relaciones humanas se desarrollen de una manera re-
gulada por la noción de Aristóteles de una superficie finita y diferenciada
y, por lo tanto, discontinua.
Estos tiempos son en los que la ciudad no ofrece a sus habitantes y visi-
tantes más que ese placer del uso y disfrute al que tienen derecho. Se
podría comentar la falta de una teoría, incluso posiblemente de razona-
miento riguroso sobre la construcción de la ciudad, en donde se aparta la
parte humana en el vivir diario. Esto ha sido reflejado en la expresión de
una sociedad concreta que se ha formado por comunidades que imaginan
una posible ciudad armoniosa. Por otra parte, su construcción se ha dado
mediante una serie de hechos urbanos significativos, los cuales han per-
mitido la confección de un cuerpo de reglas que miran hacia una compo-
sición urbana.
Las ciudades que han propiciado y se han nutrido de un ambiente crea-
tivo, les ha permitido que se propicien procesos de cambio para la adap-
tación hacia nuevos escenarios; en cambio, las que no lo han conseguido,
han entrado en procesos de abandono y decadencia. Para lo cual Calvino

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Ciudad compleja

(1998) menciona “Mientras haya formas que aún no han encontrado su


ciudad, seguirán surgiendo nuevas ciudades. Allí donde las formas agotan
sus variantes y se desvanecen, comienza el fin de las ciudades”.
Uno de los atributos que tienen las ciudades es la definición de persona-
lidad, ligada a los componentes intrínsecos y vinculantes del ser humano
al espacio urbano. Lo que se vive, es por tanto percibido y sentido por
sus habitantes, esto logra definir juicios para ciertas funciones del espa-
cio. No obstante, cada rol que juega el usuario3 se distingue (el turista, el
local, el sociólogo, el político, el periodista, entre otros); la juzgan en fun-
ción de las imágenes que reciben o han recibido. Es a través de lo cual
“el espacio estético y el espacio teórico se corresponden con la formali-
zación del espacio percibido, bajo una misma especie intuitiva, presen-
tada en su caso como simbólica y en el otro como lógica” (Panofsky,
1986).
El tiempo definido en cada época concibe características que se puntua-
lizan en formas sobre la base de pensamiento filosófico, doctrinas, teo-
rías, avances en la ciencia, innovaciones, progresos y/o regresiones. A
través de estos insumos se configura la armonía de la vida. Considerar la
evolución de la ciudad durante los siglos supone la emergencia una orga-
nización armónica en el espacio y en el tiempo; con diversos elementos,
con funciones singulares, roles concretos y diversos. En su conjunto per-
mite entender las diversas relaciones que tiene cada uno sus fragmentos
con un todo.
La tarea de experimentación en la construcción de la ciudad ha tenido
que permitir la corrección de algunas situaciones que no han favorecido
las necesidades y demandas de los ciudadanos. Esto ha dado la pauta de
un derecho de equivocación y que en ocasiones resulta parte de un com-
ponente de la vida misma. Eso es parte de la esencia humana. El resul-
tado queda a la vista cuando realizamos una lectura histórica de los acier-
tos y desaciertos en el hacer ciudad. Es así que las ciudades han
evolucionado de esta manera, pasando por situaciones análogas. Al poner
en un plano para su estudio a la ciudad, Gasca (2008) señala que debe ser

3 El visitante que realiza un recorrido semejante al de un habitante, no


experimente las mismas sensaciones: cuando percibe, su curiosidad se despierta,
luego se distingue y su atención se ve estimulada, pero en realidad sólo ve lo que
ha descubierto.

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Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

considerada la relación entre hombre-naturaleza, lo cual debe de tomar


en cuenta el vinculo del hombre con la tierra como parte de la fuente de
todos los valores de usos, al estudio de las condiciones cultural-civiliza-
torias, etnológicas y de las necesidades de humanización de su entorno
natural con el pleno goce del derecho a la vida urbana.
En otras palabras, el fundamento se encuentra dado por las necesidades
básicas del ser humano, las cuales son las mismas a pesar que cambien
las costumbres. Es, por tanto, que las ciudades se gobiernan por pautas
estructurales. En consecuencia, la composición de la ciudad exige una
ciencia de la organización y una conciencia del espacio que nace de la
experiencia. Se tienen una serie de características que reflejan una super-
posición de fenómenos relativos a la organización espacial:
• Un diferencial de la accesibilidad entre ámbitos espaciales. Lo que
refleja alternativas de ubicación de actividades mediante la
complementariedad y la proximidad.
• Factores inerciales a través de la especialización de espacios y de
nodos urbanos.
• Jerarquía de ámbitos urbanos, asentamientos o núcleos urbanos.
• Relaciones expresadas mediante la movilidad y las comunicaciones.
• Concentración económica que influye en la distribución espacial de
los servicios y su organización.
• Transformación y sustitución del modo de producción agrícola,
influido por la fuerza de políticas de suelo y vivienda.
Delfante (1997: 463) señala que
“la composición urbana y trazado requieren algunas precisiones, en ello
la proyección de una estructura. El trazado se apoya o deberían apoyarse
de un diseño más o menos intencionado, consciente o inconsciente, pro-
bado o aceptado, sujeto siempre a múltiples circunstancias, guiado por
principios, reglas sociales, ideologías, modos de vida y creencias, conoci-
mientos científicos y técnicos propios de una de época”.
Por tanto, el trazado de la ciudad que da origen o no a una composición
es siempre portador de imágenes, que los poderes saben perfectamente
cómo utilizar. Siendo así “señuelos” que pretenden comunicar la gran-
deza de la ciudad o de sus gobernantes.

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Ciudad compleja

La dignidad de un espacio no parte de sus dimensiones ya que, en la or-


ganización del espacio, todo depende de las proporciones, es decir, de la
relatividad de las relaciones entre sus componentes y de las relaciones
que establecen. Recordemos una vez más a Eupalinos y a sus muros que
cantan porque producen la armonía. (Delfante, 1997).
La fragmentación constituye una nueva forma de la ciudad en donde se
sustituyen los sistemas ideológicos de comunidad por una forma que im-
prime el individualismo mediante sectores que excluyen a través de ex-
presiones geográficas y utopías colectivas; lo que termina por dominar al
paisaje urbano en su conjunto, el cual queda banalizado y con ausencia
de personalidad. En su construcción la ciudad requiere de cierto grado
de irracionalidad que permita tener emociones mediante un lenguaje ar-
quitectónico y urbano. Maira (2000) establece que la ciudad es un esce-
nario apto para ser explorado en todas y cada una sus partes, al tener
curiosidad atenta al detalle visual, se crea un estado de observación, el
cual es revelado por la palabra o palabras que describen la experiencia.
El tránsito de los habitantes por la ciudad es establecido por una serie de
comportamientos derivados por imaginarios dominantes que a pesar de
que el imaginario personal tiende a formas diferenciadas (Narváez, 2015),
se integra en un único fenómeno urbano con realidades físicamente dis-
tantes, con lo cual queda integrado en una cadena de espacios que definen
una sintaxis urbana4. La que es construida y reconstruida en un proceso
que materializa la historia ciudad. No obstante, la acción individual de
cada usuario posee una sintaxis que coincide, en mayor o menor medida,
con la de otros, pero se fusiona en un solo elemento que compone la
sintaxis global del espacio urbano de la ciudad. Como resultado, la glo-
balización impone un especial interés sobre la necesidad de identificar la
dimensión propia del urbanismo, en la organización y estructura de la
ciudad. Para lo cual ha establecido, a través de la configuración de patro-
nes, una serie de modelos. Es a través de estos que ha sido permitido
tener una referencia para describir y por ende comprender la ciudad.

4 Es la forma a través de la cual un conjunto de espacios se relaciona entre sí,


estructurados y organizados para configurar una totalidad urbana. Cada parte
significa y se comunica con otras partes interrelacionadas.

22
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Argumentos tradicionales sobre la estructura y organización ur-


bana.
Los estudios sobre la teoría de la organización y estructura espacial, tie-
nen su origen en los trabajos que hizo en Alemania en 1826 Johann Hein-
rich von Thünen denominado zonas concéntricas y teorizado «El estado
aislado». En su modelo supone lo siguiente:
“Imaginemos un poblado muy grande en el centro de una planicie fértil,
en donde el suelo se puede cultivar y tiene la misma fertilidad. Lejos del
pueblo, la planicie se convierte en un desierto incultivable que corta toda
la comunicación entre este Estado y el mundo externo. No existen otras
poblaciones en la planicie”.
Mediante estos planteamientos, Von Thünen inicia la elaboración del
modelo de uso de la tierra; definiendo un escenario hipotético donde los
agricultores racionales y completamente informados se desplazan hacia
un equilibrio espacial de los ingresos. Propone además que los precios de
la tierra se ajustarán competitivamente a la renta de ubicación y por lo
tanto serán más altos los que se localicen cercanos al mercado local, re-
duciéndose a cero hacia la zona más externa e improductiva. En los mo-
delos y estructura actual persisten principios de dicho razonamiento, lo
que ha derivado en concebir el espacio urbano como un modelo centro-
periferia.
Aproximadamente un siglo después la Escuela de Sociología y Geografía
de Chicago durante la década de 1920 realizó una serie de trabajos inspi-
rados en los modelos biológicos de Darwin5. Los estudiosos Park, Bur-
gess y McKenzie (1925) visualizaron y conceptualizaron la ciudad como
un “organismo social”. Dicha analogía presenta la argumentación de que
el equilibrio de las ciudades se traduce en un balance biótico.6

5 Darwin, formuló en su teoría general sobre la evolución de las especies que la


lucha por la existencia es una característica de todos los seres vivos. Desde esta
perspectiva biológica el llamado retículo de la vida es el concepto mediante el
cual se da cuenta de uno de los fenómenos más significativos de los organismos
vivos.
6 Se recomienda revisar desde la postura de la sociología urbana el texto de

Lezama, J. (1998) y desde el punto de vista urbano ver: Munizaga V. (2000).

23
Ciudad compleja

En esta línea Burgess (1926) con base a los estudios en la región de


Chicago, explica que los usos del suelo de la ciudad se organizan por
zonas de distinta edad y carácter, localizándose de forma ordenada a par-
tir del centro. Estas observaciones de regularidad le sirvieron para definir
el modelo clásico de las zonas concéntricas. Considera que hay corres-
pondencia de una serie de funciones bien definidas del centro hacia la
periferia. En primer lugar, el centro de negocios, como elemento neurál-
gico que absorbe la vida comercial, social, administrativa y del transporte.
Enseguida, la zona de transición que circunda el centro y que está repre-
sentada por una especie de aureola de degradación formada por residen-
cias pobres donde están los negros y los inmigrados recientes y en donde
se encuentran pequeñas oficinas. En una tercera corona, la zona de resi-
dencia obrera, donde están los trabajadores que desean vivir cerca de sus
fábricas. En la cuarta corona se establece la zona de residencia más rica,
que comprende viviendas individuales y edificios de varias plantas, y por
fin una zona externa, donde están los inmigrados agrupados en torno a
los nodos de las calles que convergen hacia la ciudad.
Como resultado, la caracterización representa los hallazgos sobre lo que
es la primera aproximación de la estructura, organización y dinámica ur-
bana de la ciudad.
Posteriormente la idea del centro único se ajusta, y da pauta para plantear
una nueva esquematización sobre la ciudad. Los ejes de transporte (ca-
minos que comunican el centro de la ciudad hacia otras ciudades), deter-
minados por el entorno físico del sitio, configuración social y económica,
hace que se modifique la teoría de las zonas concéntricas. En esta línea,
Mayer y Wade (1969) realizan un modelo que representa la secuencia del
desarrollo y crecimiento de las ciudades. Los argumentos se basan en que
los patrones urbanos están íntimamente relacionados con las formas de
funcionamiento del transporte interno.
Babcock (1932) amplía estas ideas definiendo la teoría axial. Considera
que la accesibilidad al centro no es igual para todas las localizaciones que
están dentro de un mismo círculo, sino que depende de la red viaria local.
La existencia de rutas privilegiadas de transporte, le otorga al territorio
un diferencial de accesibilidad. El resultado es un modelo de forma es-
trellada. Los límites zonales coinciden sensiblemente con las líneas de

24
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

isoprecios de transporte. La teoría axial supone un escaso progreso en


relación con la de Burgess (Valero, 2003).
La teoría de los círculos concéntricos y la teoría axial tienen una serie de
críticas, y bajo estas consideraciones Homer Hoyt (1939) formuló la teo-
ría de sectores. El planteamiento se basa en que las rutas radiales tienen
accesibilidades diferentes, lo cual origina variaciones sectoriales que se
traducen en usos de suelo diferenciados y por tanto diferentes valores del
suelo. Estos principios se aplicaron al estudio del caso de la Ciudad de
Chicago y posteriormente a ciento cuarenta y dos ciudades norteameri-
canas.
El modelo propuesto por Hoyt, supone que los usos de suelo similares
se concentran sobre determinados sectores. El especial énfasis en los
usos residenciales, le permitió establecer que la clave para la organización
urbana reside en la localización de las áreas de alta calidad, las cuales de-
finen el patrón del uso residencial de lujo. El modelo de los sectores se
ha aplicado además a otro tipo de utilización del suelo. Parte de la base
de que estos se extienden hacia el exterior a lo largo de las principales
vías, con lo cual forman un sector, no circundando a la ciudad en sus
límites externos, como suponía la teoría de Burgess. De esta forma, las
clases dominantes pueden elegir los sectores privilegiados, y las otras no
les queda más alternativa que ajustarse a la ordenación resultante del es-
pacio. Así, la industria se sitúa a lo largo de vías férreas y de orillas de
canales y lagos. Las áreas comerciales, a través de las carreteras frecuen-
tadas. De esta forma cada uso de suelo considera su situación y define las
características del sector.
Lo que antecede a este modelo, es el pensamiento moderno o raciona-
lista, a través de los Congresos CIAM, cuyo antecedente se encuentra en
la Bauhaus alemana fundada alrededor de Gropius en 1927. En 1928 se
tiene el primer congreso, en donde se establecen principios para planifi-
cación de ciudades y regiones. En el congreso de 1933 celebrado en Ate-
nas se promulga la Carta de Atenas publicada por Le Corbusier en 1943,
la cual sistematiza los principios de la concepción urbana del raciona-
lismo. Su resultado es la ciudad de la zonificación, que destina grandes
espacios diferenciados a usos predominantes (residencia, trabajo, ocio y
comunicación) cada uno con sus propias reglas de organización; en
donde la composición de la edificación se da bajo dos esquemas; en pri-

25
Ciudad compleja

mer lugar, la ciudad-jardín vertical (bloques de edificios rodeados de es-


pacios verdes y de servicios); en segundo lugar, la ciudad-jardín horizon-
tal. Articulada sobre una trama viaria y de comunicación como elemento
integrador.
En esta línea se revisa la aportación teórica de Hoyt, la cual expone que
la ciudad moderna dispone de múltiples centros de atracción, vinculados
entre sí mediante ejes de transporte. Este legado sirvió para que Harris y
Ullman (1945) definieran la teoría de los núcleos múltiples. Dicha teoría
hace notar que las zonas urbanas pueden tener más de un punto focal o
centro. En algunas zonas urbanas estos núcleos existían desde un princi-
pio como asentamientos subsidiarios que luego fueron absorbidos por el
crecimiento urbano, hasta dar lugar a la gran ciudad y por ende a los
procesos de metropolización.
Sobre estos planteamientos descansa la teoría de los lugares centrales del
Alemán Walter Christaller7. En su modelo expone la distribución espacial
de la demanda del consumidor y los patrones de ubicación de las indus-
trias de servicios y de ciertas industrias manufactureras orientadas hacia
el mercado.
Su modelo8 permite explicar dos aspectos interrelacionados del desarro-
llo urbano:
1. La ubicación de los asentamientos humanos como centros óptimos
de distribución para los servicios y ciertas mercancías.
2. La forma en la cual estos servicios y mercancías se distribuyen
dentro del sistema espacial de los lugares urbanos.
El principio de la teoría del lugar central es una clave para entender una
parte del concepto del policentrismo regional. El desarrollo de los sub-
centros urbanos genera las economías de escala y de aglomeración, que,

7 Es una teoría que se ubica como parte de los trabajos en la teoría cuantitativa
de la geografía deductiva.
8 El modelo yace sobre el supuesto de que la función primordial de la ciudad es

proveer bienes y servicios a la región que la rodea, en una superficie isotrópica8.


En esta situación, la organización de los asentamientos se da mediante una
integración regular que forma una retícula triangular (triángulos equiláteros) y
que están localizados sobre el centro de las divisiones hexagonales de las áreas
de mercado.

26
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

sin servir a la totalidad del área urbana desde un centro simple, incre-
menta su proximidad al consumidor logrando una dispersión dentro de
los centros comerciales que servirán a una parte del área total. Cada cen-
tro comercial significa una desconcentración del empleo, un punto para
el acceso del trabajo, al comercio y a la recreación.
Los anteriores conceptos se esclarecen y se reflexionan con lo estudiado
por Arrellano y Roca (2014), donde argumentan que desde 1950, se ha
venido produciendo un cambio de escala urbana, caracterizado por un
crecimiento infinito de las periferias metropolitanas, fomentado por el
proceso de urban sprawl, la urbanización creciente de los entornos rurales
en los intersticios existentes entre las ciudades, no sólo ha venido a enla-
zar espacialmente sistemas urbanos anteriormente aislados, sino que ha
generado nuevos espacios urbanos caracterizados por una creciente com-
plejidad, así como por la expansión ilimitada del fenómeno urbanizador.
Las megalópolis, intuidas a principios del siglo XX por los pensadores
precursores del urbanismo contemporáneo, se han hecho realidad.
El cambio de la organización, estructura y dinámica de la ciudad se con-
ceptualiza bajo el modelo de producción, para lo cual se le denomina
modelo “fordista”, el cual Roca (2010) lo caracteriza por los siguientes
aspectos:
• Concentración de los empleos terciarios en el CBD

• Suburbanización residencial en “mancha de aceite”


• Concentración de empleos industriales en grandes “polígonos in-
dustriales”
• Movilidad basada en el automóvil privado
• Expansión de las redes de autopistas
La forma continua sobre el espacio, sobre la base de núcleos preexisten-
tes que sigue el orden de los caminos, condicionados estos por la orogra-
fía y por la historia del sitio, ha sido alterada en épocas recientes. Las
principales arterias viarias de la ciudad conforman un esqueleto que or-
ganiza sus distritos, barrios y sectores. En la zonificación de cualquier
ciudad se observan calles que simbolizan bordes entretejidos que distin-
guen las singularidades de las entidades. Más aún, son elementos para

27
Ciudad compleja

integrar y en otros casos para homogenizar, a través de reglas que orde-


nan y producen tramas urbanas con propiedades morfológicas diferen-
ciadas.
El crecimiento urbano en los últimos decenios del siglo XX ha traído una
evolución en la forma de producción y organización de los tejidos urba-
nos, y por tanto otra representación de la estructura urbana, lo que refleja
la declinación del modelo estándar de la economía locacional (el modelo
monocéntrico)9. Por lo que inicia una nueva conceptualización de lo ur-
bano para definir la transición del fordismo al postfordismo. En la ciudad
postfordista Roca argumenta un cambio de escala de las metrópolis, en
donde se reflejan los siguientes fenómenos:
• Caída de población de los centros
• Ruptura del continuo urbano
• De la “ciudad jardín” a las “gated communities”
• Caída de los distritos centrales de negocios (Center Business
District-CBD)
• Acompañada de la dispersión de la industria a ámbitos cada vez más
periféricos
• Conversión de los polígonos industriales en parques empresariales
• Conversión de los polígonos industriales en parques de ocio
• Conversión del comercio tradicional en centros comerciales
• Las movilidad metropolitana refleja esa estructura policéntrica
De esta manera se inicia una práctica generalizada por la dispersión, lo
que se materializa en una estructura y organización fragmentada con te-
jidos autónomos comunicados por redes viales. E. Soja (1996) advierte
que no es posible referirse a un espacio urbano postmoderno en sentido
puro. Se presenta una composición que favorece a la interacción de es-

9 Un antecedente que posteriormente se replicó en las ciudades son las autopistas


urbanas de Nueva York de los años veinte en el siglo XX. El resultado es un
esquema de organización fragmentada que se apoya en el Plan Regional de New
York de 1929, basado en un esquema radio concéntrico de autopistas, soporte
de una verdadera descentralización de centros y subcentros productivos y de
servicios que pudieran aliviar la congestión del centro urbano; plan que por otro
lado adopta para esos centros un claro patrón de edificación en altura entre áreas
verdes, con un cierto rechazo de la ciudad- jardín.

28
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

pacios de modernidad y postmodernidad. Esto, en definitiva, da forma a


la nueva ciudad postmoderna:
• La desindustrialización y la reindustralización
• La globalización de lo local y la localización de lo global
• La combinación de descentralización y recentralización.
• La aparición de formas nuevas de fragmentación, segregación y
polarización social.
• La ciudad como espacio carcelario: espacios amurallados, vigilados
por guardas armados, estructuras de control, etc.
• La irrupción en los espacios urbanos de la simulación, lo hiperreal,
de tal modo que se trastocan las formas tradicionales de distinción
entre lo real y lo imaginado.

La ciudad, una aproximación desde un enfoque sistémico.


Abordar la visión de lo urbano bajo una postura de la teoría de sistemas
conlleva a interpretar el fenómeno desde un punto de vista analítico (Mc-
Loughlin, 1965). Para ello se considera el desagregar el todo y establecer
las relaciones entre cada una de sus partes. Por consiguiente, Pumarino
(1975) dice que la principal dificultad del enfoque sistémico se basa en
identificar los componentes principales, asimismo considera que es posi-
ble que se produzcan interpretaciones diferentes de cómo valorar y ex-
presar formalmente a cada una de esas partes.
A través de la visión analítica de la ciudad se crea un nivel de subjetividad
que debe ser objetivado a partir de una serie de criterios científicos para
buscar la “eficiencia” del sistema, y con ello descartar proposiciones de
carácter ideológico.
Para estudiar la ciudad a través de este enfoque, se considera que la reali-
dad puede ser representada mediante modelos. Cabe señalar que el uso
de modelos entraña ciertas limitantes que surgen por no considerar los
componentes esencialmente eficientes, por una interpretación errónea
del significado de lo que se está modelando o por sesgo al caracterizar el
sistema. La naturaleza del sistema social y espacial de lo urbano no sólo
obedece a procesos estocásticos o determinísticos; la interacción entre
los componentes es mucho más compleja, debido a que las situaciones

29
Ciudad compleja

que enfrenta la humanidad cada día implican la interacción de más varia-


bles y la presencia de ambientes aleatorios.
Reif (1978) señala que la idea de sistema proviene fundamentalmente de
una rama de las matemáticas modernas denominada teoría de conjuntos.
El medio de indagación sobre este enfoque consiste en emplear la razón
como marco de referencia para la observación de los fenómenos cientí-
ficos. Esto se hace con el fin de entender la función de cada subsistema
en los términos del papel que desempeña en el sistema global. Es decir,
pensar y abordar los problemas desde una visión global sobre la profun-
dización en una o más partes con exclusión de las restantes.
De acuerdo a lo que señala Von Bertalanffy (citado por Reif), se puede
decir que la teoría general de sistemas no es sino una extensión de una
concepción orgánica de la ciencia, la cual enfrenta a los fenómenos men-
tales, sociológicos, culturales y físicos como conjuntos de objetos y suce-
sos dinámicamente interrelacionados, identificando semejanzas entre los
fenómenos a niveles diferentes, y a la vez que conserven su autonomía y
su sujeción a leyes específicas.
Reif (1978) menciona que, al enfrentarnos al análisis de sistemas muy
complejos, es recomendable separarlos en componentes o subsistemas,
para crear un ambiente más sencillo de análisis.
El concepto de sistema se ha elaborado bajo diversas versiones y fines,
para el presente manuscrito se toma lo propuesto por Hall (1968): un
sistema es un conjunto de objetos con relaciones internas entre los pro-
pios objetos y entre sus atributos. Para tener una definición general de lo
que un sistema podría ser hay que considerar que posee las siguientes
características:
• Un conjunto de elementos caracterizados por diversos atributos
• Un conjunto de relaciones entre los atributos
• Un conjunto de relaciones entre estos atributos y el entorno
Los sistemas pueden estar constituidos por objetos reales o por un con-
junto de conceptos o de objetos abstractos, lo que establece sus paráme-
tros. Se identifican atributos, los cuales son propiedades de los objetos.
La identificación de los mismos tiene que ver con el investigador, su vi-
sión y capacidad de abstracción o de reducción. El investigador se en-

30
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

carga del problema, por tanto, es correcto afirmar que hay una interven-
ción de lo subjetivo en la representación de una realidad concreta.
Una manera de clasificar a los sistemas se consigue al agruparlos en
sistemas naturales y artificiales (Reif 1978). Los sistemas naturales
consideran ámbitos que son estudiados por disciplinas tales como la
astronomía, la física, la química o la biología, entre otras. En cambio los
sistemas artificiales, consideran a la ciudad o un edificio, a pesar que su
entorno obedezca o se interrelacione con sistemas naturales. Asimismo
el autor señala que pueden ser clasificados como sistemas abiertos y
cerrados. Otra clasificación, es la realizada por Beer (1970), la cual
consiste en criterios de complejidad y determinismo.
De acuerdo a lo visto en las secciones anteriores la estructura y
organización de una ciudad se puede desagregar en partes para su propio
análisis, con el fin de comprender la situación y función que desempeña
cada uno de los elementos con relación a su totalidad. De esta manera se
considera un sistema como un modo de representar el mundo real con
base a la definición propiciada por los objetivos del investigador y los
alcances previstos.
Pumarino (1975), considera que hay algunos enfoques que han sido útiles
para expresar como un todo a los principales componentes de un con-
junto socioespacial urbano:
1. La ciudad como sistema ecológico o ecosistema;
2. La ciudad como sistema de comunicaciones;
3. La ciudad como sistema social;
4. La ciudad como sistema político.
En esta línea se menciona que los esfuerzos de investigación se han orien-
tado hacia la construcción de modelos cuantitativos considerando la lo-
calización de actividades, usos de suelo y de transportes. Haciendo énfa-
sis en lo económico y su complejidad.
La identificación actual de un sistema urbano se hace mediante tres sub-
sistemas: Medio físico, medio socio económico y medio urbano. Este
tipo de estructura la utilizan algunos textos empleados tradicionalmente
en algunas de las escuelas de arquitectura en México (Jan Bazant, Manual
de criterios de diseño urbano; Mario Schjetnan, Principios de diseño ur-
bano/ambiental), y por ende es como se organizan la mayoría de los pla-
31
Ciudad compleja

nes municipales. Cabe señalar que, por la propia complejidad de lo ur-


bano, se han venido integrando otros elementos a las mencionadas
dimensiones.
Para estudiar cómo se estructura y organiza la ciudad como un sistema
urbano, se han hecho intentos de simulación mediante modelos cuanti-
tativos que incluyen las actividades y usos del suelo. Los cuales han tenido
resultados parciales, no por el enfoque sobre los sistemas, sino por la
conceptualización sobre los subsistemas y además que han surgido otras
problemáticas no pronosticadas.
Se ha trabajado por lograr una teoría general sobre el sistema urbano, lo
cual ha resultado una clasificación de los modelos de la estructura espe-
cial urbana. Lowry (1968) establece una clasificación en función de que
concedan mayor importancia a:
• Los usos del suelo;
• Las pautas de localización;
• La evolución de los usos del suelo;
• Los movimientos de la población.
Tabla 1. Modelos clásicos sobre la estructura y organización espacial urbana
propuestos por Benjamin Reif.

Fuente: Elaboración propia a partir de Reif, B. (1978). Modelos en la planificación


de ciudades y regiones. Colección Nuevo Urbanismo No. 27. Madrid, España: Leonard
Hill Books. Pág. 228.

32
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

A manera de conclusión
El problema teórico se reduce a cómo construir un puente entre los as-
pectos espaciales tangibles e intangibles, y la manera de representarlos a
través de un modelo que permita hacer emulaciones sobre ciertas situa-
ciones cotidianas en la ciudad. En donde propiamente el fin es proyectar
de forma espacial los valores sociales, patrones culturales y la base insti-
tucional; lo cual nos aproxime a entender el medio ambiente definido y
caracterizado por la comunidad urbana. Lo que puede resultar en un me-
dio para ver posibilidades del futuro de la ciudad. Es importante consi-
derar los aportes del discurso teórico ya que enfocará el matiz y la meta
que se considerará ideal para la formulación de propuestas y para la prác-
tica urbana que se compromete. Esta práctica se puede utilizar para en-
tender las decisiones que son tomadas en la vida cotidiana, y que nos lleve
a intentos por transformar la sucesión de hechos independientes, que por
medio de una voluntad intervencionista se conciban como un conjunto
de objetivos específicos.
Con cierto nivel de probabilidad, permitirá lograr en el caso de ciudades
con situaciones adversas, el incidir en la organización de su espacio físico
y en su estructura social; para buscar normas correctivas de acuerdo a
una imagen preconcebida. Otra ruta es la de seguir en términos positivos,
pero mediante el abandono de modelos estáticos para elaborar más com-
plejas situaciones en una perspectiva dinámica. En cualquier caso, lo que
se asoma como evidente es que la institucionalización de las bases nor-
mativas no debe buscarse reproduciendo patrones de conducta del
mundo real, sino que se deben buscar los mecanismos para fomentar
cambios necesarios que a través del tiempo constituyan pautas acorde
con las necesidades reales para las diversas comunidades en el tejido ur-
bano de la ciudad. En donde la fuerza morfogenética de cada una de las
categorías del tejido urbano y sus interacciones entre las zonas urbanas
homogéneas, logran indicar las directrices más importantes para la com-
prensión de los elementos estructurales y por ende de las reglas que guían
el surgimiento de la forma urbana.

33
Ciudad compleja

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35
Ciudad compleja

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36
Capítulo 2
Procesos biológicos y procesos urbanos
Álvaro Ríos Reyes10, Adolfo Benito Narváez Tijerina11

Procesos urbanos comparados con procesos biológicos


Los humanos, de manera intencional o no intencional, crean procesos
inspirados en uno de los sistemas más complejos y antiguos, los sistemas
biológicos.
Los seres vivos tienen características muy particulares, se mueven, cre-
cen, se reproducen y mueren. ¿Algunas de estas características son seme-
jantes a cómo se comporta la ciudad?
En muchas ocasiones consideramos a las ciudades como un ente vivo,
palpitante, que crece con una energía fuera de nuestro control. Podemos
considerarla desde una visión de la complejidad ya que parece compor-
tarse como un sistema que interactúa con otros elementos (que llega a
contener parcial o totalmente) como la sociedad y el ecosistema natural,
creando nuevos fenómenos a través de la emergencia espontánea.
Imaginemos el sistema circulatorio de nuestro cuerpo (figura 1), por las
venas, arterias y vasos capilares circula la sangre, compuesta por diversos
elementos indispensables para que nuestro cuerpo funcione. Pero en este
entramado, a veces muy ramificado y otras con pocas ramificaciones u
ocluido, se pueden presentar problemas. De forma progresiva o abrup-
tamente algunos de estos circuitos comienzan a taparse o a estrecharse,

10 Doctor en ciencias con acentuación en Manejo y Administración de Recursos


Vegetales. Investigador de la Facultad de Ciencias Biológicas, Universidad
Autónoma de Nuevo León. Contacto: riosreyes@hotmail.com
11 Doctor en Arquitectura, Investigador Nacional Nivel 3 de CONACYT,

Miembro Regular de la Academia Mexicana de Ciencias, profesor Titular C de


la Universidad Autónoma de Nuevo León. Contacto:
adolfonarvaez@gmail.com
Ciudad compleja

su diámetro disminuye y la sangre ya no circula como es normal en un


sistema sano, los nutrientes y el oxígeno no llegan a las células, dificul-
tando el esencial metabolismo celular además de que las toxinas ya no se
desechan apropiadamente y las consecuencias no tardan en hacerse evi-
dentes (figura 2).
Circulación, obstrucciones, vías estrechas, dificultad para transportar ele-
mentos necesarios, caos ¿te recuerda algo? (figura 3).

Figura 1. Imagen ilustrativa del sistema circulatorio humano. Fuente:


https://accessmedicina.mhmedical.com/content.aspx?bookid=1506&sectioni
d=98183303

Figura 2. Distribuidor vial El Zarape, Saltillo Coahuila, México. Fuente:


https://www.youtube.com/watch?v=XE8OV8wMJLA

38
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

No debe resultar extraño comparar el sistema circulatorio del cuerpo hu-


mano con el sistema de vialidad y tránsito de una ciudad. Estos sistemas
se parecen bastante e incluso comparten terminología como “circula-
ción” y “congestión”, las calles principales son a veces referidas como
“arterias”, no es de extrañar que este sea el caso ya que ambos cumplen
funciones básicas, mientras por las arterias circulan nutrientes tal como
los camiones de carga transportadores de materia prima y alimentos pue-
den ser directamente comparados con los glóbulos rojos que transportan
gases y nutrientes (Fox, 2016) y las venas son la vía para transportar para
luego desechar sustancias nocivas para nuestro organismo, de manera
equivalente, por nuestras avenidas, calles y callejones circulan personas,
automóviles, productos y se prestan los servicios indispensables para que
una ciudad funcione y sea habitable, incluida la excreción de desechos.
Los autos policiacos pueden ser comparados con los glóbulos blancos
encontrados en circulación en la sangre, y los vehículos militares como
glóbulos blancos que se encuentran normalmente fuera de la circulación
sanguínea en la linfa, y como en los organismos vivos tener mala circula-
ción puede tener consecuencias negativas en una ciudad.
Pero si encontramos autos estacionados, baches, vías mal diseñadas o
con obstáculos que hacen que disminuya el espacio de circulación, o si el
parque vehicular aumenta sin control, la circulación será cada vez más
lenta hasta llegar a detenerse (figura 4). En este momento los problemas
en el conjunto del funcionamiento urbano se manifestarán. Los automó-
viles llegarán tarde, por lo tanto, los productos no serán distribuidos co-
rrectamente y los servicios que las personas prestan no se realizarán de
manera eficaz. Lo que sigue es un problema social.

39
Ciudad compleja

Figura 3. Imagen ilustrativa de un estado avanzado de oclusión del sistema cir-


culatorio. Fuente: https://www.vix.com/es/salud/167286/reduce-el-
colesterol-malo-5-aliados-para-prevenir-un-ataque-cardiaco-y-equilibrar-tu-
cuerpo

Figura 4. Oclusión de un sistema de circulación urbano en China. Fuente:


http://www.d24ar.com/nota/361488/un-embotellamiento-gigante-su-pro-
dujo-en-china-20151009-1210.html

40
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Otros procesos menos evidentes, pero igualmente aplicables e importan-


tes son los de generación de energía. La electricidad para una ciudad sería
como el Adenosín trifosfato (ATP) para una célula, las plantas de energía
son como la mitocondria de una ciudad, ambos proveen energía para
todas las funciones realizadas, el proceso por el cual una central de ener-
gía produce electricidad también puede ser directamente comparado con
los procesos de producción de ATP en la respiración celular, la fuente de
energía más común son los hidrocarburos como el carbón mineral, el gas
natural o el petróleo, lo cual es una analogía directa al uso de otro com-
puesto de carbono, la glucosa, que es la materia prima para la eventual
obtención de energía, los hidrocarburos son quemados para generar
energía térmica la cual se usa para crear vapor de agua para mover un
alternador el cual convertirá la energía mecánica en eléctrica (Diego,
2019), la glucosa es metabolizada en un proceso denominado Glucolisis,
la cual produce pirúvato y un exceso de moléculas altamente energéticas
de ATP. Esta después es utilizada en el ciclo de Krebs realizada en la
mitocondria para liberar esta energía de forma utilizable, este ciclo a su
vez produce ATP (Robert K. Murray, 2013).
Otra comparación energética sería la fotosíntesis con las plantas de ener-
gía solar, cuyo funcionamiento está directamente inspirado en los proce-
sos metabólicos de los organismos autótrofos.
Las centrales de energía no son las únicas áreas especializadas de una
ciudad que pueden tener un paralelo con un sistema biológico, así como
las células, las ciudades pueden distribuir su actividad en diferentes luga-
res como los organismos tienen órganos/organelos para realizar tareas
específicas.
La obtención de materia prima por minería, tala de bosques y agricultura
tiene comparaciones directas con la forma en la que organismos unicelu-
lares obtienen sus nutrientes ya que ambos extraen los nutrientes del am-
biente circundante para su sustento, las ciudades ubicadas en lugares con
muchos recursos naturales pueden desarrollarse más fácilmente. En la
antigüedad tener acceso a un río era un requisito para empezar la urbani-
zación, mientras que las ciudades en ambientes pobres son menos comu-
nes. Los microorganismos funcionan de manera similar, la abundancia
de nutrientes asegura crecimiento óptimo mientras que la falta de nu-

41
Ciudad compleja

trientes produce estrés que entorpece el funcionamiento del microorga-


nismo.
Las ciudades ubicadas en lugares en donde tienen a su alcance suficientes
recursos, principalmente agua, tienden a ser ciudades que pueden desa-
rrollarse con relativa facilidad, igual que un organismo en condiciones
óptimas. Visto desde el cielo, el crecimiento de la mancha urbana es muy
parecido al de una colonia bacteriana cubriendo una placa de agar y así
como las bacterias en caldo nutritivo, las ciudades corren el riesgo de
decaer cuando los recursos se acaban. En una ciudad podría suceder lo
mismo. Los “pueblos fantasma” son comparables a la muerte de un or-
ganismo, los pueblos mineros son los clásicos ejemplos de lo que sucede
cuando se terminan los recursos naturales con los que subsistían.
¿Son las ciudades entidades vivas? ¿sus procesos son emergentes o son
éstos los que la establecen haciéndolas a ellas lo emergente? Una orien-
tación a este respecto la han dado los biólogos chilenos Maturana y Va-
rela con el establecimiento de su definición de la vida en términos de
organización y de la determinación de lo vivo como máquinas autopoiéti-
cas a las que definen así: “una máquina autopoiética es una máquina or-
ganizada como un sistema de procesos de producción de componentes
concatenados de tal manera que producen componentes que: i) generan
procesos (relaciones) de producción que los producen a través de sus
continuas interacciones y transformaciones, y ii) constituyen a la máquina
como una unidad en el espacio físico” (Maturana, 2003). ¿Es esta defini-
ción compatible con la de una ciudad? Podría decirse que sí, con la re-
serva de la especificidad del término de autopoiesis y de la escala de la
que se maneja, ya que como los autores dicen, existen sistemas auto-
poiéticos de primer orden (células), segundo orden (organismos) y tercer
orden (sociedades).
Las semejanzas no sólo se pueden observar en los procesos de la ciudad,
también se dan en formas de diversos objetos en su entorno. Podemos
conjeturar que ciertas tecnologías, edificios y artefactos que poseen for-
mas y figuras de objetos naturales son así por que pretenden emular las
funciones que dichas formas ejecutan en la naturaleza y que emergen de
sus procesos; Wagensberg en la rebelión de las formas menciona: “La
esfera protege. El hexágono pavimenta. La espiral empaqueta. La hélice

42
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

agarra. Al ángulo penetra. La onda desplaza. La parábola emite y recibe.


La catenaria aguanta y los fractales colonizan.” (Wagensberg, 2004).
Así, por poner un caso probable, se tendría que, si el objeto pretende
proteger o protegerse de algo, tenderá a tomar una forma esférica (Sosa
Compeán, 2012).

Figura 5. Un panal de abejas. Fuente: https://supercurioso.com/por-que-las-


abejas-hacen-las-celdas-de-su-panal-en-forma-hexagonal/

Figura 6. London Farm Tower. Xome Arquitectos. Fuente: https://www.arch-


daily.mx/mx/02-105211/london-farm-tower-xome-arquitectos/imagen3-3

43
Ciudad compleja

Cuando las formas y funciones de las tecnologías, objetos y artefactos


son construidos de manera reflexiva imitando a la naturaleza es lo que se
denomina biomímesis, que se podría definir como la emulación cons-
ciente del ingenio de la vida, o la innovación inspirada en la naturaleza
(Benyus, 2012). Pero a un nivel macro, colectivo y sistémico, ¿podría
existir lo equivalente a ello, una especie de mente o conciencia colectiva
que pueda determinar de cierta manera las formas, procesos y funciones
de las ciudades? Ciertamente es aventurada la exposición de estas conje-
turas ya que el hablar de mente y conciencia en cualquier caso implica
entenderlas a una profundidad que aún no se ha alcanzado, sin embargo,
podemos reflexionar en este terreno desde distintos enfoques epistemo-
lógicos.
¿Por qué las obras humanas proceden escalando sistemas biológicos?
Una explicación puede establecerse en que las estrategias para subsistir
de la naturaleza han sido eficientes y eficaces y como menciona Benyus
(2012): la naturaleza optimiza recursos, ajusta sus formas y funciones,
premia la cooperación, usa recursos locales, se autorregula, se autoorga-
niza y aprovecha limitaciones. Puede decirse que estas estrategias de los
sistemas biológicos están basadas en procesos que siguen los principios
de las teorías de juegos, lo cual también se replicaría en el orden de los
sociosistemas.
Tratar de imitar a la naturaleza parece una forma lógica de proceder por
parte de los seres humanos. Sin embargo, la cuestión aquí es ¿cómo en
una ciudad se producen de similar manera los procesos que se dan en los
ecosistemas naturales y biológicos si en lo individual los seres humanos
no pueden hacer que se repliquen en un macrosistema como la ciudad?
Briggs y Peat han propuesto la hipótesis de que, como atributo originario
de adaptación de los seres al medio, se desarrollaron modos de acumular
experiencias que estarían distribuidos en el cuerpo de los seres vivos y
que serían independientes del sistema nervioso. En los sistemas sociales
como las ciudades ¿La información de la experiencia estaría en los ima-
ginarios colectivos, la cultura, los objetos o todo ello?
Algunos teóricos, entre los que se pueden contar a científicos laureados
con el Premio Nobel, como el fisicoquímico ruso Ilya Prigogine (1997),
han especulado acerca de que acaso la semejanza sea el resultado de un
principio subyacente del universo que empuja hacia la emergencia de en-

44
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

tes autoorganizados, es decir, hacia la emergencia de singularidades, de


formas sobre un fondo no formado, como las concibe el matemático
René Thom, sobre un fondo que es en sí totipotencial. ¿Existe un pro-
grama debajo del surgimiento de las regularidades?
Un programa a final de cuentas podría considerarse información que dice
cómo procesar información, “En las sociedades, en los organismos, en
las células, el pegamento mágico es la información…la información es lo
que dirige la energía que se necesita para construir y reponer las estruc-
turas que las corrientes entrópicas del tiempo erosionan sin cesar. Y esta
información no es una ‘fuerza’ misteriosa, sino algo físico…la informa-
ción es una forma estructurada de materia o energía cuya función general
es conservar y proteger estructuras. Es lo que envía materia y energía a
donde se necesitan, y al hacerlo aleja la entropía, para que el orden pueda
aumentar localmente, aunque disminuya de forma universal, para que
pueda haber vida.” (Wright, 2005). Kauffman (2003) sugiere que la pér-
dida termodinámica por entropía en un sistema es compensada por un
aumento de información en el propio sistema (complejización) que a su
vez produce una entropía positiva, como lo espera la termodinámica de
cualquier sistema del universo, tal vez, esa ganancia que implica la com-
plejización sea compensada a la muerte del sistema por la permanencia
de la información.
Ateniéndonos a la evidencia empírica sobre sistemas autoorganizados, es
posible plantear que la escala del sistema juegue un papel fundamental
para la emergencia de propiedades intrínsecas a él y nuevas con respecto
a las escalas de otros sistemas. El incremento de la escala en los sistemas
urbanos podría hacer emerger nuevas e inesperadas propiedades estruc-
turales, que podrían reflejarse en las maneras en las que los habitantes
construyen su medio física o imaginariamente.
Lo interesante de ello es que podríamos anticipar estos efectos de la es-
cala en las formas físicas sobre la cognición de los habitantes a partir de
estudios de los imaginarios urbanos. Teóricamente, hay un proceso de
sincronización creciente entre sistemas adyacentes y con interrelaciones
suficientes como para hacer emerger de ellos un sistema de otra jerarquía.
Los hábitos asociados al proceso de construir lo imaginario son fuertes,
persistentes y útiles, aplicándolos a una serie muy grande de contextos de
vida con muy pequeñas adaptaciones, como, por ejemplo, la que hace ver

45
Ciudad compleja

una morfología semejante a otra con independencia de su escala real, y


que permite tratarla en el contexto de lo imaginario mediante el uso de
las mismas estrategias.
Esto podría darnos pistas sobre el significado real de la biomimesis, que
pudiera ser una de las estrategias de la mente para generar coherencia,
siendo inclusive un medio de proceder por entero inconsciente.

Referencias
Benyus, J. M. (2012). Biomímesis. Ciudad de México: Tusquets Editores.
Briggs, J. y Peat, F. D. (2005). A través del maravilloso espejo del universo.
Barcelona: Gedisa.
Diego, I. F. (7 de octubre de 2019). Centrales de generación de energía
eléctrica. Obtenido de
https://ocw.unican.es/pluginfile.php/1160/course/section/1407/bloq
ue-energia-IV.pdf
Fox, S. I. (2016). Fisiología humana. Ciudad de México: Mc Graw Hill.
Hofstadter, D. (1970). Gödel, Escher, Bach: Una eterna trenza dorada. Ciudad
de México: CONACYT.
Hofstadter, D. (2007). Yo soy un extraño bucle. Barcelona: TusQuets edito-
res.
Kauffman, S. (2003). Investigaciones. Complejidad, autoorganización y nuevas le-
yes para una biología general. Barcelona: TusQuets.
Maturana, H. y Varela. (2003). De máquinas y seres vivos, autopoiesis: la
organización de lo vivo. Buenos Aires: Lumen.
Murray, R. K. (2013). Harper. Bioquímica ilustrada. Ciudad de México: Mc
Graw Hill.
Pribram, K. (1971). Languages of the Brain. Englewood Cliffs, Nueva Jer-
sey: Prentice Hall.
Prigogine, I. (1997). ¿Tan sólo una ilusión? Una exploración del caos al orden.

46
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Barcelona: TusQuets editores.


Solé, R. (2009). Redes complejas. Barcelona, España: Tusquets.
Sosa Compeán L. B. (2012). Diseño basado en los Sistemas Complejos
Adaptativos: El diseño de objetos autorreferentes. Tesis doctoral, Facultad de
Arquitectura, UANL. México
Wagensberg, J. (2004). La rebelión de las formas. Barcelona: TusQuets
editores.
Wright, R. (2005). Nadie pierde. Barcelona: TusQuets editores.

47
Segunda parte
Caracterizaciones de la complejidad urbana
Capítulo 3
El sistema complejo ciudad: interacciones,
información y percepción del medio urbano
Liliana Beatríz Sosa Compeán12
De los sistemas urbanos, emergen diferentes comunidades en distintas
zonas de la ciudad, cada una de ellas con identidad propia y estás a su vez
definen a una ciudad. Cada una de dichas zonas son percibidas en el ima-
ginario urbano de manera particular, debido a múltiples factores, entre
los principales, estarán las características del entorno: estilos arquitectó-
nicos, conectividad, calidad de las calles, señalética, tamaños de las edifi-
caciones, autos, colores, vestimentas, los comportamientos de los habi-
tantes, etc. Dicho entorno en conjunto con quienes lo habitan constituye
un gran sistema al que denominamos ciudad.
El tipo de organización, estructura y dinámicas de la ciudad, permite de-
finirla como un sistema complejo adaptativo (SCA); las transformaciones
que se generan en este tipo de sistemas, responden a cómo éstos proce-
san su información. En este capítulo se caracteriza a las ciudades como
un sistema complejo y se desarrolla la idea de que las interacciones en las
ciudades entre los objetos, los espacios y sus ciudadanos, son informa-
ción que constantemente se está procesando por el colectivo, y a partir
de ello se forman imaginarios urbanos sobre la identidad de la ciudad, lo
que a su vez la regula. Asimismo, se propone una aproximación metodo-
lógica para el estudio multidisciplinario de la ciudad, considerando la per-
cepción por los imaginarios urbanos y la configuración física de la ciudad.
El tema se estudia en miras de intervenir y diseñar al entorno para un
mejor desarrollo del sistema ciudad.

12Profesora investigadora titular de la UANL. Miembro del Sistema Nacional


de Investigadores nivel 1. Contacto: lilisosa@hotmail.com
Ciudad compleja

La ciudad como sistema emergente de la interacción entre los ob-


jetos y las personas
¿Qué tiene que ver el diseño de los objetos del entorno y cómo se percibe
con la transformación y evolución de las ciudades? El punto de partida
de este texto es explicar desde el punto de vista de los sistemas, particu-
larmente los sistemas complejos adaptativos, ciertos fenómenos que ocu-
rren en la ciudad, principalmente cómo surgen las formas de los objetos
del entorno y su recursividad con la formación de la cultura y la identidad
de las sociedades. Consideramos que las interacciones dentro de las ciu-
dades entre el entorno y las personas son tan relevantes para explicar a
los fenómenos de las ciudades como los mismos componentes caracte-
rísticos de la urbe, ya que el uso de las cosas y la interacción entre agentes
es lo que da inicio a que la información se propague y origine la evolución
de las ciudades, por ello se establece la descripción de la ciudad como
sistema. En las últimas décadas las teorías sobre complejidad han tomado
auge, quizás es debido a la universalidad desde la que se describen, ha-
ciéndolas aplicables a sistemas en donde se aprecia un comportamiento
global a partir de interacciones locales de sus agentes, como lo es en una
ciudad. El término de sistema complejo adaptativo (SCA) fue acuñado
por Holland quién los considera como “sistemas compuestos por agentes
interactuantes descritos en términos de reglas. Estos agentes se adaptan
cambiando sus reglas cuando acumulan experiencias” (Holland, 2004:
25). Cabe entonces la pregunta cómo se define la ciudad en términos
sistémicos, de complejidad y adaptabilidad. Las ciudades ¿Son sus ciuda-
danos? ¿Sus espacios? ¿Sus objetos? ¿Su territorio? Además de definir a
los actores de un sistema social, para modelarlo, también es necesario
determinar qué es lo que impulsa sus dinámicas interiores. Holland men-
ciona que
“La mayor parte del esfuerzo de modelación para cualquier SCA se cen-
tra en seleccionar y representar los estímulos y las respuestas, debido a
que los comportamientos y estrategias de los agentes componentes son
determinadas por dichos estímulos y respuestas. Por ejemplo, para los
agentes del sistema inmune (los anticuerpos), los estímulos podrían ser
las configuraciones moleculares de las superficies de los antígenos inva-
sores, y las respuestas podrían ser las adherencias que diferencian las su-
perficies de dichos antígenos. Para los agentes de la economía (las em-
presas), los estímulos podrían ser las materias primas y el dinero, y las
respuestas podrían ser las mercancías producidas…En cada caso la pala-

52
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

bra “podríamos” es adecuada, debido a que son posibles otras seleccio-


nes, ya que diferentes selecciones ponen énfasis en diferentes aspectos
de cada SCA, produciendo diferentes modelos…Esto no tiene nada que
ver con lo correcto o lo incorrecto…sino con los aspectos que están
siendo investigados” (Holland, 2004: 24).
Al ser de nuestro interés el estudio de las ciudades como sistemas com-
plejos y se desea analizar la influencia de sus estructuras físicas objetuales
en su identidad y morfogénesis consideraremos a los objetos que existe
en el entorno junto con sus características, su estética13 y además a los
símbolos, valores, sentimientos y emociones, como agentes que propor-
cionan estímulos y que determinan comportamientos de otros agentes
(ciudadanos) y viceversa, por lo que nos referimos a las ciudades como
un sistema conformado por múltiples actores que pueden organizarse en
subsistemas: sus habitantes, edificios, calles, objetos de uso, geografía,
infraestructura, símbolos y todas las cosas (materiales o inmateriales, tan-
gibles o intangibles) que se encuentran en ella. Las interacciones de los
agentes, actores o componentes de los sistemas son principalmente rele-
vantes para modelarlos y poder describirlos. Estas interacciones ocurren
y están siempre ligadas a algo físico, tal como un pensamiento o recuerdo
está ligado al cerebro del que surgió, y un conflicto mediático entre co-
munidades sucede en los periódicos o pantallas en las que se leen. Por
ello el entorno con el que interactuamos (y su diseño) es considerado
como un actor más en los sistemas sociales. Parte de esta idea se encuen-
tra sustentada en teoría del actor red (TAR) que expone el filósofo y so-
ciólogo Francés Bruno Latour, la cual sostiene que los objetos no son
meros intermediarios que solo representan o reflejan información (prin-
cipalmente simbólica), sino que actúan como mediadores activos capaces
de transformar las interacciones en lo social.
“Además de ‘determinar’ y servir como ‘telón de fondo de la acción hu-
mana’, las cosas podrían autorizar, permitir, dar los recursos, alentar, su-
gerir, influir, bloquear hacer posible, prohibir, etc. La TAR no es la afir-
mación vacía de que son los objetos los que hacen las cosas "en lugar de

13La acepción de estética no es referida a lo bello “…la estética no es una


cuestión exclusivamente filosófica sino cultural, social, comunicativa, política,
económica, histórica, antropológica, cognitiva, semiótica y aun neurológica”
(Mandoki, 2006: 9).

53
Ciudad compleja

los actores humanos”. Esta teoría, describe principalmente, que ninguna


ciencia de lo social puede iniciarse siquiera, si no, se explora primero la
cuestión de quién y qué participa en la acción, aunque signifique permitir
que se incorporen elementos que, a falta de mejor término, podríamos
llamar no-humanos” (Latour, 2005)
Al igual que los sistemas complejos adaptativos biológicos, las ciudades
son entidades autorreferentes, se autoorganizan y regeneran a sí mismas;
la percepción que se tiene de ellas las transforma y ellas transforman su
percepción. Por ello no podemos dejar de lado en el “sistema ciudad” a
las sensaciones humanas. La estética contenida en las características de
las cosas que se encuentran en entorno urbano influye en la percepción
de las ciudades “Somos criaturas susceptibles a este encanto y, en conse-
cuencia, la estética ejerce también un papel constitutivo en la producción
de imaginarios, la legitimación del poder, la construcción del conoci-
miento y, sobre todo, la presentación de las identidades” (Mandoki, 2006:
8).
Tenemos entonces que para caracterizar a una ciudad que está constituida
por actantes humanos y “no humanos” como un SCA es necesario no
desvincular lo social de lo físico.
Con anterioridad se han estudiado los fenómenos morfogenéticos que
suceden en las ciudades, desde perspectivas diferentes: por un lado, desde
la perspectiva antropológica y social se cuenta con teoría clásica, moderna
y posmoderna, visiones redundantes en lo urbano. También autores
como, Park (1925), Castells (1996), así como Narváez (2010), entre otros,
visualizan a la ciudad como un sistema social emergente y complejo dado
por los imaginarios, culturas e identidades de los habitantes de una ciu-
dad. Y por otro lado, se encuentran autores que desde la biología, física
y cibernética abordan a los fenómenos de la ciudad desde una perspectiva
mecanicista no reduccionista, en donde se describe a las ciudades en tér-
minos que refieren a mecanismos de evolución y adaptación, organiza-
ción autopoiética, entropía, interacciones, redes, informática y programa-
ción. Desde estos enfoques tenemos a autores como: Maturana & Varela
(2003), Solé (2011), Miramontes (2014), entre otros. Ambas perspectivas
tratan de comprender el mismo objeto de estudio, por lo que se tratará
de establecer vinculación teórica y metodológica de estas perspectivas
para una visión integral de los fenómenos urbanos. A continuación, tra-
taremos de describir desde el enfoque de los sistemas complejos adapta-

54
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

tivos a los procesos que producen a las ciudades haciendo analogías con
distintos tipos de SCA.
Ciudad compleja
Para poder hablar de los procesos en las ciudades desde un enfoque sis-
témico empezaremos por hablar de la organización, estructura y dinámi-
cas en los sistemas complejos y su equiparación en los sistemas urbanos.
Los sistemas complejos han sido descritos por diversos autores y en tér-
minos generales se pueden referir a ellos como el conjunto de un gran
número de agentes que interactúan entre sí de acuerdo a decisiones indi-
viduales dando por resultado un sistema total con comportamiento cohe-
rente que puede describirse en su nivel global. Para que la adaptabilidad
sea posible en estos sistemas deben contar con mecanismos de retroali-
mentación y con “memoria”. Estos sistemas no son casos excepcionales,
de hecho, es la forma común en la cual se organiza y estructura el uni-
verso en diferentes dominios y escalas (Miramontes, 1999). Como ejem-
plos más tangibles Johnson categoriza a los cerebros, colonias de hormi-
gas, ciudades y software como sistemas en donde se presenta emergencia
a partir de interacciones individuales. (Johnson, 2001).
En los sistemas complejos se tienen propiedades y mecanismos que los
definen y pueden darnos las bases para comprenderlos. Holland habla de
agregación, no linealidad, flujos y diversidad como propiedades en ellos;
como mecanismos expone el etiquetado, el modelado interno y utilizar
bloques para la construcción de modelos internos (Holland, 2004). Por
su parte Johnson (2001) habla que en estos sistemas exhiben interacción
de componentes, reconocimiento de patrones, retroalimentación y con-
trol indirecto; asimismo menciona que en los sistemas donde la macro-
inteligencia y la adaptabilidad deriven del conocimiento local debe con-
templarse que “Más es diferente” esto quiere decir que el sistema requiere
para su óptimo funcionamiento (y entendimiento) una masa crítica de
individuos que lo conformen. No se podrá juzgar adecuadamente la ne-
cesidad del sistema si es de escasos individuos, así mismo, “más es dife-
rente” esto también sirve para distinguir tanto a los micromotivos como
a las macroconducta. Si únicamente estudiáramos a los individuos aisla-
dos, no tendríamos modo de saber que sus acciones son parte de un es-
fuerzo global que genera condiciones para el sistema. Solo a través de la

55
Ciudad compleja

observación del sistema completo en funcionamiento, se hace evidente


la conducta global.
Como ejemplos de los sistemas complejos adaptativos se podría consi-
derar en primer término a los sistemas vivos, que exhiben en sí mismos
de manera muy reveladora los mecanismos de las dinámicas que los ha-
cen ser. Un enfoque reciente de lo que es la vida, la dan los autores chi-
lenos Maturana y Varela en su obra “de máquinas y seres vivos”
(Maturana, 2003) en donde lo vivo se describe en términos de organiza-
ción y sistemas. Los autores en su trabajo tratan de explicar que define a
un ser vivo y a lo largo de éste dan una definición clave para dicha expli-
cación: autopoiesis. Para ellos los seres vivos son considerados máquinas
autopoiéticas.
La autopoiesis, del griego αὐτός, (autos), “sí mismo” y ποιησις, (poiesis),
“creación” o “producción”, es un neologismo propuesto en 1971 por
Maturana y Varela, biólogos chilenos, para designar el tipo de organiza-
ción de los sistemas vivos. Se define a grandes rasgos como la capacidad
de los sistemas de producirse a sí mismos. Comparan a los seres vivos
con máquinas y sostienen que son autopoiéticas que definen así:
“Una máquina autopoiética es una máquina organizada como un sistema
de procesos de producción de componentes concatenados de tal manera
que producen componentes que: i) generan procesos (relaciones) de pro-
ducción que los producen a través de sus continuas interacciones y trans-
formaciones, y ii) constituyen a la máquina como una unidad en el espa-
cio físico”. (Maturana, 2003).

Tales máquinas son homeostáticas y toda retroalimentación es interior a


ellas.
¿Una ciudad entonces es un sistema complejo adaptativo? Siendo que
presenta las propiedades y mecanismos antes descritos podría conside-
rarse que sí. Las sociedades tienen organización del tipo autopoiético
(Luhmann N. R., 1997). Las ciudades son los espacios en donde produ-
cen sociedades (y viceversa) por lo que en un nivel de abstracción supe-
rior las entendemos aquí como una unidad sistémica.
También y al respecto de lo anterior, viene a colación el término de matriz
social (concepto que podría incrustar en el entendido de lo que es una

56
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

ciudad). Mandoki (2006) refiere el término de matriz social al espacio en


donde se gestan las identidades y nos dice a este respecto que:
“Las matrices son unidades vivas al estar constituidas por elementos vi-
vos, v.g., los sujetos, y mantienen una autonomía relativa unas de otras.
Por eso pueden considerarse unidades autopoiéticas de tercer orden se-
gún la definición de Humberto Maturana y Fernando Varela (1992). Esto
quiere decir que se auto reproducen manteniendo su organización como
unidades. El producto de esta organización es el organismo mismo, sin
separación entre productor y producto.” (Mandoki, 2006).
Siempre que en mayor o menor medida se estabilicen ciertas prácticas y
percepciones para generar una identidad compartida estaremos hablando
de matrices.
Como ya lo hemos mencionado anteriormente, al tratar de entender a los
fenómenos que suceden en ellas desde un enfoque no reduccionista y
transdisciplinar será necesario considerar como componentes, a los as-
pectos tangibles e intangibles, y tratar de categorizarlos de acuerdo a la
función que cumplen en subconjuntos a nivel global. Agentes claramente
identificables serían los individuos o personas que habitan la ciudad, tam-
bién tenemos a la infraestructura urbana, la tecnología, el hábitat, los ar-
tefactos; de los componentes intangibles estaría lo simbólico, la cultura,
el imaginario, las emociones y sentimientos y todo aquello que se des-
prende y detona las interacciones. ¿Cómo es que interactúan entre sí los
componentes de la ciudad? Sin duda el uso que se le da a lo que construi-
mos y diseñamos otorga información que estimula procesos dentro del
sistema los cuales lo van reconfigurando. Esto es lo que hace a la ciudad
un sistema emergente ya que esta configuración nueva no se puede ex-
plicar entendiendo a cada componente o agente por separado, sino por
la interacción de ello.

Procesos en los sistemas complejos y procesos en las ciudades.


Los procesos en distintos tipos de sistemas complejos adaptativos son
isomorfos, en un análisis realizado en estudios anteriores tenemos que
estos sistemas presentan los siguientes rasgos en común:

57
Ciudad compleja

• Ausencia de finalidad referente al entorno, sólo referente a sí mis-


mos, buscan su permanencia.
• Utilizan el Bricolaje y selección natural como mecanismos de trans-
formación.
• Los datos están presentes en distintos códigos y lenguajes. La infor-
mación da unidad al sistema.
• Sus interacciones se describen en redes con modularidad, heteroge-
neidad y con propiedad de mundo pequeño14.
• Poseen procesadores, interfaces, programas, vías de comunicación,
actuadores, códigos y lenguajes.
• Poseen mecanismos de retroalimentación y memoria.
Además, los programas y procesos generales en este tipo de sistemas es-
tán determinados por su propia naturaleza y consisten en: a) Elegir: in-
terminable toma de decisiones y procesar información, b) Aumentar la
complejidad: Permanecer y fortalecerse. Y c) Promover un intercambio
beneficioso con otros: Estrategia o mecanismo para aumentar compleji-
dad (Wright, 2005).
¿Cómo podrían pensarse los rasgos que acabamos de mencionar en una
ciudad? ¿Qué equivale a un procesador de información en la ciudad?
¿Cómo interactúan los agentes? ¿Cuál es la información que se procesa?
¿Cuáles son las vías de flujo de información? ¿Cómo es que la ciudad
evoluciona?
Las teorías sobre los sistemas complejos plantean los mecanismos de re-
troalimentación y el contar con memoria como factores que dan la adap-
tabilidad, cabe preguntarse pues, en el caso de las ciudades qué y cómo
se genera la retroalimentación y en dónde se encuentra su memoria.
De la retroalimentación, que es un proceso que regresa al sistema infor-
mación originada de las acciones del mismo sistema, es importante saber
precisamente cual es esa información. ¿en dónde están los datos en una
ciudad? Sin duda la naturaleza y origen de los datos que se generan en la

58
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

ciudad puede ser de diversa índole, desde palabras hasta olores, pasando
por símbolos, texturas, discursos en los espacios hasta los sentimientos y
las emociones, pero toda la información generada de ello tiene que ver y
se desprende de la interacción entre los agentes y actores del sistema, o
desde otra perspectiva, nuestra interacción con el entorno y las personas
que en lo individual nos rodea. Una noticia en el periódico o televisión,
una exposición de arte, los datos del monitoreo ambiental, los estudios y
análisis de los fenómenos ocurridos en la ciudad, así como todo lo que
ocurre fuera de ella y en contextos no locales y que la ciudad es capaz de
percibir, son cosas que retroalimetan a la ciudad, es decir, es información
que se re introduce en ella dando origen a mecanismos o acciones que la
autorregulan. La información que retroalimenta a un sistema puede en-
tenderse como intangible, sin embargo, como Latour sugiere, todo ocu-
rre en un medio físico. Es importante mencionar también que los signi-
ficados que interpretamos de lo que puebla los espacios no solo se deriva
de aspectos culturales, sino también de la objetividad material de los com-
ponentes que lo conforman, como las texturas, temperatura y su propia
naturaleza, reiterando que la materialidad de los medios y los datos tam-
bién produce significados y percepciones. Esta idea vuelve notables a las
características objetuales que se pueden captar por nuestros sentidos, de
ahí la relevancia del diseño de las cosas y su relación con la formación de
nuestro pensar y proceder, sin dejar de lado que en la percepción colec-
tiva diverge de lo individual.
Sobre las interacciones que dan pie a los distintos procesos en los siste-
mas socio urbanos, podemos mencionar que tienen origen en el meca-
nismo de intercambiar información que utilizan algunos agentes del sis-
tema ciudad: las personas. Este intercambio beneficia a los individuos y
es la epigénesis de las urbes. En la evolución de los sistemas no se puede
desintegrar al diseño de las cosas, espacios, infraestructura y hábitats ya
que fungen como un detonador de interacciones que es generado y ge-
nera parte de las dinámicas del sistema (entre ellas retroalimentación), “El
diseño es en realidad un elemento de mediación del ser humano con su
cultura y con el medio ambiente” (Rodríguez Morales, 2000) Es impor-
tante considerar que el diseño busca tener una función simbólica dada
por la estética, además que con las acciones que los individuos hacemos,
se está contribuyendo al diseño global del sistema.

59
Ciudad compleja

En cuanto a la memoria no cabe duda que mucho tiene que ver la heren-
cia cultural de las sociedades, como dice Wright: cuando pensemos en la
evolución cultural, en vez de analizar individuos y poblaciones concretos,
no perdamos de vista a los memes. Los individuos y las poblaciones vie-
nen y van, viven y mueren. Pero sus memes, como sus genes, persisten.
(Wright, 2005)
Por otro lado Latour (2005) pone en un lugar especial a los objetos y la
infraestructura de nuestros hábitats como entidades que dotan a las so-
ciedades de una memoria, Pozas (2016) hace una referencia sobre las es-
tas ideas planteadas por la teoría del actor relatando el rol de estabiliza-
ción de prácticas y memoria que tienen todas las cosas en los sistemas
sociales:
“Para la teoría del actor red, los objetos, además de intervenir en la cons-
trucción del significado, juegan un papel activo en un espacio-tiempo que
rebasa con mucho los límites de la interacción cara a cara. Una catedral
construida en el siglo XVI comporta un cúmulo de significados y funcio-
nes que no sólo permiten establecer un vínculo estético entre el arqui-
tecto de la época y los visitantes actuales, sino que además ayuda a esta-
blecer una línea de continuidad en la forma del culto. Es decir, otorga
soporte y materialidad a un cúmulo de representaciones simbólicas co-
lectivas, al tiempo que contribuye a la permanencia y estabilización de la
institución religiosa. Es decir, la TAR no sólo atribuye a los objetos ma-
teriales “capacidad” para mediar todo tipo de interacciones, sino para
mantener la vigencia del mundo. A la pregunta sobre quién se queda a
cargo mientras los humanos duermen, se puede contestar que son los
objetos fabricados por ellos mismos con tal fin. Imaginemos a una so-
cióloga que un día, al despertar, se enfrenta a un mundo en donde han
desaparecido todas las cosas de su vida cotidiana: casa, utensilios de co-
cina, regadera, auto, calles. Como científica social, nuestra socióloga está
convencida de que las instituciones siguen allí, la reproducción del
mundo social depende de las interacciones estructurantes de actores so-
ciales, así es que toma a los niños de la mano (sin darles un baño y sin
desayunar) para llevarlos a la escuela. No sólo no logra encontrar sus
útiles escolares, sino que tiene serias dificultades para ubicar el sitio
donde habrá de producirse la interacción profesor-alumno, que consti-
tuye el fundamento de la institución educativa. Lo único que observa son
18 millones de seres humanos caminando en el desconcierto de lo que
antes fue su hermosa (y sorprendentemente funcional) ciudad de México,
¿cuál de ellos será profesor? Claro que todos guardan memoria de lo que
fue su mundo y, si se organizan, podrían reconstruirlo desde cero como

60
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Robinson Crusoe, pero lo primero que sin duda harán será: fabricar ob-
jetos” (Pozas, 2016).
Puede decirse que la ciudad exhibe adaptabilidad con los mecanismos de
retroalimentación y memoria propios del contexto y naturaleza de éstos
socio sistemas. Los objetos y el entorno construido son parte de la ma-
terialidad de esta memoria, las tradiciones y convenciones socioculturales
también conforman la memoria de una urbe. En las urbes dichos meca-
nismos tienen que ver con procesos perceptivos de los cuales hablaremos
a continuación.

El Cerebro social, la percepción y la morfogénesis urbana


Las ciudades son sistemas en donde la complejidad se da en muchos ni-
veles, existen en ellas subsistemas se traslapan y en estos no intervienen
sólo los entes físicos y tangibles, sino que son parte de ellos fenómenos
intangibles como imaginarios, identidad y cultura, por lo que es necesario
abordar a los sucesos urbanos considerando las correlaciones entre los
distintos tipos de naturalezas que componen al sistema.
Ya hemos hablado de lo que representa la infraestructura y los objetos
de las ciudades en los sistemas, ahora hablaremos de los factores intan-
gibles que por su parte determinan a las ciudades. Primeramente, cabe la
cuestión ¿en dónde está localizado lo que podría considerarse el cerebro
de una ciudad? Entenderemos como cerebro en un sentido ampliado
como sistema cognitivo que procesa y guarda información, esta acepción
ha sido explorada por varios científicos en el instituto Santa Fe en Nuevo
México EEUU, en un artículo de sus miembros titulado Liquid Brains,
Solid Brains se lee
“Las redes cognitivas han evolucionado una amplia gama de soluciones
al problema de recopilación, almacenamiento y respuesta de la informa-
ción. Algunas de estas redes son descritas como conjuntos estáticos de
neuronas unidas en una red adaptativa de conexiones. Estas son redes
‘sólidas’, con una buena definición y una arquitectura físicamente persis-
tente. Otros sistemas están formados por conjuntos de agentes que in-
tercambian, almacenan y procesan información, pero sin conexiones per-
sistentes o se mueven en relación con los demás en el espacio físico. Nos
referimos a estas redes que carecen de conexiones estables y elementos
estáticos como cerebros “líquidos”, una categoría que incluye hormigas

61
Ciudad compleja

y colonias de termitas, sistemas inmunes y algunos microbiomas” (Solé


R, 2019).
¿Entonces es el sistema cognitivo urbano una red sólida o líquida?, po-
dríamos decir a priori que la ciudad cuenta con un cerebro líquido, puesto
que las interacciones de los agentes se mueven en el espacio físico, sin
embargo, no excluye la característica de contar con una arquitectura físi-
camente persistente. En el texto los autores establecen que el desempeño
del procesamiento de información es consecuencia de estructuras forma-
doras de patrones; también es este sentido tenemos el trabajo de Calovi
et al (2019, citado por Solé, R., 2019) que describe que “los sistemas lí-
quidos, en este caso las termitas, utilizan la estructura física del entorno
circundante como un componente esencial de computación.” Asi-
mismo, en el artículo se hace referencia a sistemas híbridos en donde
ciertos procesos de comunicación en algunos sistemas líquidos son más
persistentes y locales como en sistemas sólidos. En nuestro trabajo se
mantiene la postura de que las estructuras físicas del entorno urbano per-
miten y forman “procesos cerebrales” de la ciudad.
¿Cómo es que una ciudad procesa, qué motiva esos procesos? Sin duda
el origen de todo proceso en los sistemas complejos es la percepción.
Sobre los procesos de percepción haremos referencia a los imaginarios
tanto individuales como colectivos. Sobre los imaginarios urbanos que,
según los autores estudiosos de ellos como Armando Silva, son el mo-
tivo por el cual vivimos las ciudades como las vivimos a nivel individual,
“los seres sociales, no por medio de la razón, sino más bien a través de
la sensación perciben sus propios mundos y realidades…Los imaginarios
no son sólo representaciones en abstracto y de naturaleza mental, sino
que se “encarnan” o se “in-corporan” en objetos ciudadanos que encon-
tramos a la luz pública y de los cuales podemos deducir sentimientos
sociales como el miedo, el amor, la ilusión o la rabia. Dichos sentimientos
son archivables a manera de escritos, imágenes, sonidos, producciones
de arte o textos de cualquier otra materia …De ahí que todo objeto ur-
bano no sólo tenga su función de utilidad, sino que pueda recibir una
valoración imaginaria que lo dota de otra sustancia representacional.”
(Silva, 2012).

Sobre los objetos Baudrillard también nos dice “los objetos tienen como
función, en primer lugar, poblar el espacio que comparten y poseer un

62
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

alma. La dimensión real en la que viven está cautiva en la dimensión mo-


ral a la cual deben significar. Tienen tan poca autonomía en este espacio,
como los diversos miembros de la familia en la sociedad” (Baudrillard,
1969. P.14)
Por tanto, puede decirse que la percepción de la ciudad de sí misma, por
su sistema cognitivo líquido, forma parte de los procesos que la produ-
cen, por lo que la consideramos un sistema del tipo autopoiético y auto-
rreferente, y estos procesos se dan a partir de las interacciones entre los
agentes del sistema ciudad incluyendo sus objetos, entornos y ciudada-
nos. El sociólogo Alemán Niklas Luhmann estudioso de los sistemas so-
ciales, habla de “la sociedad como sistema autorreferente y autopoiético
que se compone de comunicaciones” (Luhmann N. , 1990)
En este tenor puede discernirse que las sensaciones y los imaginarios co-
lectivos de la ciudad son sentidas e imaginadas por la interacción entre el
colectivo de agentes sensibles con el colectivo de agentes no sensibles.
Lo producido no es cosa menor, a menudo los sentimientos y las emo-
ciones que se producen no son considerados por los profesionales que
estudian, proyectan o diseñan en el contexto urbano, sin embargo, una
vez teniendo asegurada la supervivencia, el motivo principal de que las
dinámicas de interacciones que evolucionan a los sistemas sociales co-
miencen, es la búsqueda incesante de sentimientos y emociones positivas
de los individuos. El neurocientífico y médico neurólogo portugués An-
tonio R. Damasio habla sobre el rol de los sentimientos en la formación
de las culturas y establece que
“Los sentimientos contribuyen de tres maneras al proceso cultural: 1.
Como factores de motivación de la creación intelectual a) dando lugar a
la detección y diagnóstico de las deficiencias homeostáticas; b) identifi-
cando estados deseables merecedores de esfuerzo creativo. 2. Como con-
troladores del éxito o el fracaso de instrumentos y prácticas culturales. 3.
Participando en la negociación de los ajustes que el proceso cultural re-
quiere a lo largo del tiempo” (Damasio, 2018)
Es importante señalar aquí que las necesidades, percepciones, sentimien-
tos a nivel individual se consideran factores que generan los procesos que
dan origen a la emergencia del macro sistema. Esta serie de procesos van
escalando en subsistemas cada vez mayores con información nueva (o
que cambia en significados, o es interpretada diferente) en esas otras es-

63
Ciudad compleja

calas, dando origen a la emergencia de sistemas de otro orden (como los


sistemas económicos, políticos, de educación etc.) que forman parte o
son subsistemas de un sistema mayor que en este texto lo acotamos en
el concepto del sistema ciudad. Por ello no puede explicarse a la ciudad
por la suma de sus partes. En cada nivel de observación y descripción el
procesamiento e interpretación de información cambia, por tanto, es en-
tendible que por ejemplo, los dueños de empresas tengan deseos, princi-
pios y valores que parecen diferir mucho de lo que comporta su corpo-
ración o que las pretensiones de un gobernante no se vean en lo absoluto
reflejadas en lo que el sistema de gobierno produce.
En la evolución de la humanidad y de la cultura se pueden distinguir pa-
trones que reflejan la cómo se produce la tendencia a la complejidad de
los sistemas autorreferentes sociales, el origen de estas transformaciones
yace en la naturaleza humana y en las características del medio, ambos
factores son los que van formando e informando a las urbes. En general
el desarrollo de tecnologías de comunicación, transmisión y almacena-
miento de información han hecho que la sociedad optimice sus mecanis-
mos de memoria y retroalimentación que, de manera analógica a los seres
vivos, aumenta su adaptabilidad y permanencia. “el desarrollo tecnoló-
gico, económico y político fomenta el crecimiento demográfico, mientras
que la población fomenta el desarrollo. En este crecimiento simbiótico
radica la fuerza inapelable de la creciente complejidad cultural.” (Wright,
2005).

Interacciones e información en el medio urbano


Las interacciones y la información son un factor esencial en los sistemas
complejos, las interacciones básicamente son intercambio de informa-
ción de diversa naturaleza entre entidades o agentes que son también de
diversa naturaleza existentes en los sistemas. Las interacciones que gene-
ran información que influye en los estados futuros del sistema, son las
que pueden considerarse relevantes para proyectar las urbes.
La información no es abstracta y entendida en una acepción amplia es
una configuración física, la información
“Es lo único que generamos, tanto si somos células biológicas como fá-
bricas industriales. La razón es que la información no se limita a los men-

64
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

sajes, sino que es inherente a todos los objetos físicos que producimos:
las bicicletas, los edificios, las lámparas, las batidoras, los secadores de
pelo, los zapatos, los candelabros o las máquinas cosechadoras. Todos
ellos están hechos de información. Nuestro mundo está preñado de in-
formación. No es una sopa amorfa de átomos, sino una colección orga-
nizada de estructuras, formas, colores y correlaciones. Dichas estructuras
son manifestaciones de la información, aun cuando esos pedazos de or-
den físico carezcan de significado” (Hidalgo, 2017).
Se parte de la idea que las interacciones del entorno objetual con la so-
ciedad que lo habita son causa y efecto de la identidad y desarrollo que
presenta la ciudad.
Las interacciones pueden ser entendidas como intercambio y flujo de in-
formación y cada vez que se producen las interacciones entre los objetos
del medio se genera nueva información ya que el uso de los objetos se va
marcando de forma tangible y/o perceptible en los agentes. A este res-
pecto cabría la reflexión de qué puede considerarse como objeto: siendo
que se está destilando el contenido de la ciudad en términos de sistemas,
comunicaciones e información , podemos decir que en el sentido amplio,
un objeto puede considerarse como información, por tanto, no se limita
a ser material o tangible ya que puede conceptualizarse o caracterizarse
como una unidad informática con la que se interactúa de una u otra ma-
nera, así un meme, una idea, una necesidad o una noticia caben en la
definición de objeto.
Cabe agregar que para el estudio de las interacciones en las ciudades una
herramienta útil es mapearlas o representarlas gráficamente con nodos y
arcos (en donde los nodos representarían agentes y los arcos, es decir las
líneas que unen nodos, las interacciones con los demás agentes). Este
mapeo posibilita estudiar por medio de la teoría de redes o teoría de gra-
fos los fenómenos urbanos asociados a las propiedades de dichas redes
de interacciones.
Al mapear las interacciones de un sistema urbano complejo, los nodos a
considerar debieran ser tanto personas como objetos, instituciones y ac-
tividades (unidades informáticas) ya que todos estos agentes o unidades
informáticas son los que dan origen a los fenómenos sociales.
En los sistemas emergentes que son adaptativos, que evolucionan y se
auto organizan, (como lo son las redes sociales, las redes de comunica-

65
Ciudad compleja

ción o las redes biológicas, como las neuronales) sus redes de interacción
presentan un tipo de red que se denomina red compleja, y presentan pro-
piedades que vale la pena tomar en cuenta: se autoforman modulares,
tienen la propiedad de “mundo pequeño” y presentan heterogeneidad en
la cantidad de interacciones que tienen sus nodos; como dijimos, estudiar
las interacciones en los sistemas socio urbanos con las teorías de redes
darán criterios a diseñadores, planificadores de ciudad etc. para tomar
decisiones sobre como intervenir en las interacciones para lograr un me-
jor desarrollo social, por ejemplo saber en cuales nodos introducir infor-
mación para que se virilice o bien qué caminos tender para que interac-
túen ciertos grupos o nodos.

Estudio de la ciudad abordado desde la complejidad.


Los modelos que pueden plantearse para el estudio de lo que ocurre en
los sistemas socio urbanos basados en teorías de la complejidad brindan
un enfoque que puede responder a cuestionamientos donde las causas y
los efectos no son lineales. Desarrollar modelos desde un pensamiento
sistémico, que considere la complejidad de los fenómenos que emergen
en las sociedades y abordarlos de una manera holística, consideraría fac-
tores tanto tangibles como intangibles (materiales como inmateriales) e
implicaría una práctica multi, inter y transdisciplinar.
Estudiar a la ciudad con una visión sistémica y de complejidad no implica
que se consideren todas las categorías y niveles de observación que em-
paqueta, es más bien la concepción de la no linealidad de las dinámicas
que ocurren.
La mayoría de las fracciones de un sistema que se estudian como ecosis-
tema son también parte de otros ecosistemas mayores y, al mismo
tiempo, contienen partes más pequeñas que se pueden estudiar como
ecosistemas (Morin, 2009). Una forma de manejar la complejidad reside
en la categorización de la multiplicidad de elementos y componentes por
su función o rol para el sistema observado, es decir a ese nivel de obser-
vación. Es importante determinar y fijar las observaciones en una escala
pertinente, ya que por ejemplo, “El nivel microscópico puede ser, inade-
cuado a la hora de analizar el cerebro si lo que tratamos de explicar son
fenómenos tan enormemente abstractos como los conceptos, las ideas,

66
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

los prototipos, los estereotipos.” (Hofstadter, 2009). Por tanto considerar


sólo ciertas estructuras o subsistemas y su interrelación en las ciudades
para explicar cómo ocurren los fenómenos en ella no implica reduccio-
nismo.
Un ejemplo para abordar la ciudad con este enfoque fue el proyecto desa-
rrollado por nuestro grupo de investigación “Correlación entre la conec-
tividad topológica del entramado urbano y las zonas que se identifican
como comunidad en el imaginario urbano.” En donde se pretendía ob-
servar cómo y qué tanto la manera particular en que las calles de la ciudad
interactuaban entre sí por la forma en que están dispuestas físicamente
(información estructurada del sistema) incide con los fenómenos que
ocurren sobre ellas, particularmente la identidad con la que la ciudad las
percibe; como sabemos, esto se debe a múltiples factores, entre ellos, a
la infraestructura física de la ciudad, factores históricos y culturales, con-
figuración formal de los espacios e imaginarios urbanos; pero observar la
relación de estas dos estructuras subsistemas de la ciudad, (la formación
de identidad de las comunidades y el entramado de las calles) brinda co-
nocimiento útil para planear gestiones urbanas relacionadas a la conecti-
vidad que generen nuevos procesos en sus comunidades y sus flujos.
¿Tiene que ver el cómo están conectadas las calles de las comunidades de
una ciudad con la formación de sus identidades específicas? ¿El grado de
percepción positiva o negativa de una comunidad depende de cómo es-
tén interconectadas sus calles, es decir, por permitir mayor o menor flujos
físicos? ¿El sentido de pertenencia hacia una comunidad tiene relación
con características formales de los espacios de la ciudad? ¿Los flujos en
las ciudades dependen de lo imaginario más que de la interconexión física
de las calles? El proceso metodológico del estudio se dividió en tres fases,
comprendidas de la siguiente manera: 1) Identificación de zonas por la
conectividad topológica del tramado de sus calles. 2) Identificación de
comunidades percibidas por el imaginario urbano como éste describe sus
características identitarias . 3)Comparar resultados obtenidos en las dos
etapas previas, para el establecimiento de la relación entre la identidad de
las comunidades citadinas y la conectividad topológica del tramado ur-
bano.
En nuestra investigación se seleccionó a la ciudad de Monterrey (México)
como uno de los estudios de caso. Para la primera fase, el mapeo de las
interacciones de las calles con herramientas basadas en las teorías de sis-

67
Ciudad compleja

temas, específicamente las teorías de redes, permitió la zonificación de la


ciudad por el tipo de conectividad. La detección de la red de estructuras
creadas por la dinámica de interacciones (conectividad) en la red vial se
realizó por el Dr. Irving Morales Agiss en el centro de ciencias de la com-
plejidad de la Universidad Nacional Autónoma de México y la tesista de
la facultad de ciencias María Erandi Flores Romero, con un algoritmo
que optimiza un método basado en el flujo mediante la dualidad de la
comprensión de la información y la detección de sus estructuras: En esta
parte se midió en forma matemática la red compleja obtenida del tra-
mado de calles en las ciudades del caso de estudio, teniendo en cuenta de
cada calle lo siguiente: qué calles interconecta y cuales la cruzan; la idea
era representar a la ciudad como una red compleja que permitiera seg-
mentar la red en comunidades o subredes a partir de las propiedades de
conectividad de la red misma. Estas comunidades en la red se correspon-
derían con zonas de la ciudad con conectividad similar. Estructuras que
topológicamente son coherentes entre sí. La distinción de zonas tiene
que ver con información, entropía y en minimizar la descripción de ca-
minos aleatorios. La metodología para esta fase se describe en la siguiente
figura:

Figura 1: metodología de la realización de la cartografía que representa la zoni-


ficación de la ciudad de Monterrey de acuerdo a la conectividad topológica del
tramado de sus calles (fragmento de cartel científico publicado en el instituto
de Matemáticas de la UNAM, en el evento escuela de ciencia de los datos. Au-
tores: Erandi Flores, Irving Morales y Liliana Sosa. Octubre de 2018).

68
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Después de obtener la cartografía anterior, se procedió a obtener una


cartografía de las zonas que se identifican como comunidad en el imagi-
nario, para esto se aplicó a una muestra representativa un instrumento de
respuesta construida, un mapa en donde señalaban y describían la iden-
tidad de las zonas de la ciudad, posteriormente se hizo una superposición
digital de todos los mapas obteniendo uno solo en donde se pudo distin-
guir las zonas identificadas como comunidad y sus características.
Finalmente las dos cartografías se pudieron comparar haciendo un análi-
sis espacial, los resultados preliminares sugieren que el tipo de conectivi-
dad de una zona tiene una estrecha relación con cómo es percibida e
identificada dicha zona por el imaginario colectivo, ya que las zonas que
se identificaron como comunidad por éste, coincidieron significativa-
mente con las zonas identificadas por el algoritmo en función a la conec-
tividad topológica medida matemáticamente. Algo interesante es que la
conectividad topológica no es algo que se distinga fácilmente a nivel in-
dividual por los ciudadanos, ya que lo que no se alcanza a percibir por
nuestros sentidos cuando nos encontramos inmersos en el medio ur-
bano, a diferencia de los objetos de nuestro entorno que observamos
como individuos a nivel calle. No obstante, sí pueden observarse cues-
tiones como los flujos peatonales y vehiculares de las zonas, lo que posi-
blemente incida en qué áreas los ciudadanos decidimos empaquetar
como comunidad. Lo que se ha podido inferir es que las estructuras físi-
cas permiten flujos que detonan la emergencia de ciertos patrones en el
uso de los espacios cuya información se estabiliza hasta que es distinguida
por el colectivo como una identidad específica, esto a su vez realimenta
los flujos ya que usamos a la ciudad de acuerdo a como la imaginamos y
percibimos, reestructurando así características físicas de los objetos. Es-
tos procesos recursivos dan origen a las transformaciones del sistema ur-
bano.
Conclusiones
Es interesante ver cómo las ciudades presentan similitudes con otros sis-
temas complejos como los seres vivos. Como vimos, los mecanismos
generales de los procesos informáticos de las ciudades se pueden destilar
en conceptos sistémicos.
El estudio y proyección de la ciudad considerando su complejidad y ca-
rácter sistémico, no se debe centrar en las personas, si no en los fenóme-

69
Ciudad compleja

nos y procesos que emergen de las interacciones entre ellas, los objetos y
estructuras que conforman a la urbe. Las ciudades son sistemas que reac-
cionan y se adaptan a su entorno dependiendo de su programa y a las
condiciones que presenta en ese momento, son sistemas organizadores-
de-sí y sus procesos operacionales son asunto interno. Los procesos que
en ella se dan son determinados en gran parte por lo que que denotan y
connotan sus estructuras informáticas físicas (objetos) y es percibido por
sus ciudadanos. Esto muestra la pertinencia de que las prácticas de los
diseñadores y urbanistas consideren lo que representa a nivel sistema la
información se introduce y se produce con sus creaciones ya que esto
moldearía las identidades de las urbes. Al estudiar y hacer lecturas de la
ciudad compleja no se puede disociar lo tangible y lo intangible ni lo au-
topoiético de lo inanimado en ningún segmento ni nivel de observación
que determinemos observar o explicar de la ciudad.
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70
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

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Wright, R. (2005). Nadie pierde. Barcelona: Tusquets editores.

71
Capítulo 4
La complejidad del fenómeno urbano
Octavio Miramontes Vidal15

Asociado a todo grupo social existe un rango de propiedades colectivas


que son producto de las interacciones entre sus integrantes; pero que se
manifiestan en niveles organizativos diferentes. En los humanos la aso-
ciación en grupos, que de hecho arranca aún antes del surgimiento de la
especie como tal, ha traído consigo beneficios de muchos tipos. Pero
además de la postura erguida, el lenguaje y el uso de herramientas, la
transformación más significativa de su historia evolutiva reciente fue la
revolución neolítica y la invención de la agricultura a gran escala, hace
por lo menos 11000 años atrás que ocurrió en el Creciente Fértil o en el
Valle de México, entre otros lugares. Lo anterior, habría dado lugar al
sedentarismo y con ello a la emergencia de asentamientos urbanos y a la
civilización tal cual la conocemos. Desde entonces, el crecimiento ur-
bano, lejos de ser caprichoso e histórico, ha seguido principios genéricos
y patrones universales que las ciencias de la complejidad nos ayudan ac-
tualmente a comprender. Las ciudades son sistemas complejos donde los
fenómenos de conectividad, movilidad y emergencia, que tienen bases
físicas, se hacen cada vez más claros y ello es una excelente oportunidad
para innovar en el diseño y la gestión de nuestros entornos urbanos mo-
dernos. En este capítulo exploramos algunos patrones de universalidad y
complejidad en el crecimiento y movilidad urbana, como ejemplos ilus-
trativos.
Los humanos, al igual que muchas otras especies animales, poseen una
herramienta cognitiva muy poderosa: los mapas mentales. Se trata de re-
presentaciones internas de un espacio físico real, memorizado y subjeti-
vamente modificado mediante el uso de prácticamente todos los sentidos
(visión, oído, olfato, etcétera) que permite una navegación eficiente sobre
ese entorno espacial (Lynch, K. 1960). Para auxiliar en la comunicación

15Investigador del Centro de Ciencias de la Complejidad y del Instituto de Física


de la UNAM, miembro del Sistema Nacional de Investigadores de CONACYT,
nivel 2. Contacto: octavio@fisica.unam.mx.
Ciudad compleja

social de tales mapas mentales, de un individuo a otro, la naturaleza ha


provisto diversas soluciones. Así, recordemos, al etólogo Karl von
Frisch, galardonado con el Premio Nobel en 1973 por su explicación del
significado de la danza de las abejas. Cuando un individuo explorador
encuentra una fuente de comida, memoriza su localización y comunica,
mediante una serie de movimientos la distancia y dirección respecto a la
colmena.
En los humanos, los mapas mentales de una elaboración cada vez más
sofisticada, debió surgir a la par de la emergencia de modos complejos
de comunicación, como la verbal o la gráfica. El fin del nomadismo y el
surgimiento de asentamientos, de cierto porte durante la revolución neo-
lítica, debió dar paso a la elaboración de mapas mentales y luego mapas
geográficos físicos que habrán auxiliado en la navegación y a la orienta-
ción espacial; pero antes de hablar sobre este tema más en detalle, revi-
semos los pocos casos conocidos de la dinámica de movilidad en huma-
nos nómadas, ya que ello dará pistas muy importantes sobre los
principios universales de la emergencia de los entramados y organización
espacial de los asentamientos urbanos.

Movilidad humana en ámbitos rurales


Uno de los últimos grupos conocidos de nómadas cazadores-recolecto-
res fue el de los Dobe Ju/’hoansi que habitaron el desierto del Kalahari
en lo que hoy es Botswana y Namibia, en África. Nómadas hasta los años
80 del siglo XX, fueron extensivamente estudiados por grupos de antro-
pólogos en la década de los 60. Con datos recolectados sobre sus movi-
mientos, fue posible reconstruir la siguiente descripción.
Durante el periodo de invierno-primavera, que es una época seca, los
Dobe Ju/’hoansi solían acampar en las inmediaciones de un manantial
conocido como “Dobe” (de ahí el nombre del grupo). Durante el pe-
riodo de lluvias e inmediatamente después, el grupo se separaba en gru-
pos pequeños que se internaban en el terreno y construían campamentos
temporales cerca de fuentes de agua estacionales. En cada campamento,
las personas consumían los recursos locales hasta casi agotarlos y enton-
ces se movían hacia otro sitio para construir otro campamento. Luego de
varios días o semanas, regresaban al manantial Dobe por un periodo

74
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

corto, antes de emprender un nuevo viaje (Brown, C. T., Larry S. L. y


Rachel G., 2007: 129-138). Con los datos de movilidad recolectados en
una jornada de estudio en 1968, se pudo establecer la posición de los
campamentos temporales y las distancias que los separaban. Con ello, fue
posible establecer, en un estudio más reciente (Brown, C. T., Larry S. L.
y Rachel G., 2007: 129-138), que las trayectorias viajadas consistían en
trayectos cortos y abundantes, intercalados con trayectos largos que eran
menos frecuentes. En un patrón matemático conocido como distribu-
ción de probabilidad de Lévy (ver figura 1).

Figura 1. Una distribución de Lévy implica que las distancias (x) recorridas si-
guen una relación matemática conocida como Ley de potencias. En una repre-
sentación log-log, la ley de potencias aparece como una línea recta con pen-
diente B. Este exponente único se interpreta como que los datos en cuestión
son libres de escala o fractales. F(x) es la frecuencia con la que un valor de x
aparece en la muestra.

Los vuelos de Lévy, están asociados a conductas de búsqueda óptimas


(Viswanathan, G. M. 2011); el que los nómadas Dobe Ju/’hoansi las eje-
cutasen, significa que sus patrones de movimiento están optimizados
para desplazarse sobre un terreno (su ámbito hogareño) y hacer un uso

75
Ciudad compleja

eficiente de recursos (ver figura 2). Significa también que, al igual que
otros grupos de primates. Los grupos Dobe Ju/’hoansi hacían uso de un
mapa mental. Más aún, dado que la distribución de recursos también mo-
dula la movilidad, lo anterior significa que los recursos están distribuidos
en el terreno de manera fractal y ello induce la movilidad hacia ellos en
patrones de Lévy emergentes (Boyer, D. 2006). Podemos imaginar, en los
albores de los primeros asentamientos humanos (urbes incipientes o pri-
migenias), que grupos sociales se establecieron en terrenos con abundan-
cia de recursos, sobretodo agua y tierra fértil, y que los patrones de mo-
vimiento seguían estos patrones matemáticos, tal como lo describimos
en la figura 3.

Figura 2. los nómadas Dobe Ju/’hoansi del desierto del Kalahari, tenían hábi-
tos nómadas y el estudio de estos hábitos de movilidad nos muestran un prin-
cipio asombroso. Las trayectorias de sus viajes de exploración y búsqueda de
recursos, no se realizaba al azar o de manera caprichosa. En los meses de esca-
sez de lluvia, se situaban en un campamento (A) a las orillas de un manantial y
se iban desplazando a medida que la abundancia de agua aumentaba. La bús-
queda de recursos los hacia visitar lugares ya conocidos previamente donde ha-
bía cierta certeza de abundancia de recursos. Las distancias viajadas, mostraban
una estadística en forma de ley de potencias y lo mismo sucedía con los tiem-
pos que los Dobe pasaban en los lugares escogidos. Es decir, existían patrones
matemáticos emergentes (leyes de potencias).
Los movimientos de exploración de los nómadas africanos son un patrón
más bien universal que se repite en otros primates. Se trata de un con-

76
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

ducta de optimización donde los individuos pretenden desplazarse lo mí-


nimo (mínimo gasto de energía ) al mismo tiempo que obtienen el mayor
beneficio (máxima ganancia). Lo anterior puede entenderse mejor con
un modelo de forrajeo desarrollado por Denis Boyer y sus colaboradores
de la UNAM (Boyer, D. 2006) (Boyer, D., O. Miramontes, and H. La-
rralde, 2009) , ver figura 3.

Figura 3. Un modelo de movilidad y búsqueda de recursos nos ayuda a com-


prender como pudieron surgir de manera emergente los primeros asentamien-
tos humanos en la época de la revolución neolítica. Supongamos que los explo-
radores de desplazan una distancia l entre sitios con riqueza k. Podemos
plantear dos tipos sencillos de reglas de optimización: k/l y k-l. En ambos ca-
sos se trata de optimizar alguna de esas dos cantidades [4,5]. En (A) tenemos el
escenario de sitios con poca abundancia de recursos. Los exploradores en este
caso se mueven distancias cortas ya que esto optimiza las cantidades que balan-
cean la perdida y ganancia de energía. Los patrones de movimiento se aseme-
jan a una caminata aleatoria con baja variabilidad de longitudes (figura en el re-
cuadro) y el caminante tendrá poca motivación para permanecer en un
ambiente de esta naturaleza. Escapar y viajar explorando mejores sitios será un
gran incentivo, lo que los convierte en individuos nómadas. En (B) se tiene un
escenario de abundancia media con sitos muy ricos; pero pocos y muchos si-
tios medios y pobres. En este caso las trayectorias alternan distancias largas,
pocas con distancias cortas, muchas y la estadística es la de un vuelo de Lévy
(ver el recuadro de variabilidad), de hecho la de un fractal y el explorador pude
sentirse atraído a permanecer en un ecosistema de este tipo. En (C), es el caso
de un ecosistema ideal con superabundancia de recursos. El explorador no ne-
cesita moverse mucho para encontrar recursos y la estadística de movimiento
equivale a un caminante aleatorio. Si este ecosistema existiera, sería el ideal para
que un explorador nómada encontrase atractivo ser sedentario; pero no favore-
cería el desarrollo de la agricultura. Ver las referencias de Boyer, D. (2006) y de
Boyer, D., O. Miramontes, y H. Larralde (2009) para los detalles matemáticos.

77
Ciudad compleja

Este modelo nos sugiere que una ruta para el sedentarismo fue una abun-
dancia somera de recursos, distribuidos fractalmente y que pudo inducir
trayectorias de exploración en forma de vuelos de Lévy. La repetición y
fidelidad de sitios de recolección pudo inducir la práctica agrícola sim-
plemente porque de un año al siguiente, los residuos descartados de co-
mida que contenían semillas pudieron germinar, en un proceso de retro-
alimentación sustentable. La observación y apropiación cognitiva de lo
anterior daría lugar al nacimiento de una cultura agrícola en los humanos,
millones de años después de que la practica agrícola fuera adoptada por
las hormigas del género Atta (Schultz, Ted R., and Seán G. Brady, 2008).
La exploración del espacio y búsqueda de recursos en un patrón de vue-
los de Lévy existe hoy en día en la movilidad de grupos humanos de
cazadores-recolectores que son sedentarios y se han establecido en aldeas
o pueblos muy pequeños en ambientes rurales. Estas observaciones han
tenido lugar en Tanzania, México y Brasil (Raichlen, David A., 2014: 728-
733) (Reynolds, A., Ceccon, E., Baldauf, C., Medeiros, T. K. y Miramon-
tes, O. 2018)
En todos ellos los patrones de Lévy se repiten, independientemente del
recurso que se busca. Pero además, se ha comprobado que la movilidad
sigue específicamente reglas de optimización, ya que los recolectores
tienden a seguir rutas sobre caminos ya marcados por años de uso. Estos
caminos o senderos unen sus asentamientos con aquellos sitios donde
los recursos son más abundantes. Pero las rutas son siempre diseñadas
para minimizar la energía empleada en recorrerlos al tiempo que maxi-
mizan la ganancia obtenida. No existe ninguna razón para no pensar que
este mecanismos estuvieron presentes en los tiempos de la revolución
neolítica. De hecho se cuenta con evidencia de que el uso de minas du-
rante el paleolítico superior para obtención de pedernales, era un recurso
que fue explotado siguiendo trayectorias de Lévy. (Brantingham, P. Jef-
frey, 2006: 435-459).

El surgimiento y evolución espacial de las urbes


En la actualidad, los mismos principios de uso eficiente del terreno y
exploración espacial asociado a la movilidad humana rural, existe en en-
tornos urbanos y es muy claro verlos cuando en parques o áreas al des-

78
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

cubierto se observa la emergencia de los llamados “caminos deseados”.


Que no son otra cosa que atajos que los peatones desarrollan para mini-
mizar la distancia recorrida cuando el trazado urbano no es óptimo para
ellos, como puede apreciarse en la figura 4. Estudios recientes muestran
además que los vuelos de Lévy son patrones de movimiento no exclusi-
vos de ambientes rurales, sino que existen además en las urbes, donde
además, están asociados al desarrollo y evolución de redes sociales (Rias-
cos, A. P., and José L. Mateos. 2017).

Figura 4. Un camino de deseo o bella hipotenusa, son los senderos autoorgani-


zados marcados por el tránsito de peatones que buscan minimizar distancias en
un entorno urbano que ha sido diseñado primariamente para el uso privile-
giado del automóvil.
Como ya lo hemos mencionado, en la conversión de nómadas a sedenta-
rios, los humanos hicieron uso de mapas mentales y una vez establecida
la tecnología del lenguaje escrito y gráfico, tenemos muestras de los pri-
meros mapas de asentamientos antiguos. Por ejemplo el mapa de la anti-
gua Babilonia (figura 5)

79
Ciudad compleja

Figura 5. Mapamundi de la antigua Babilonia, que muestra la disposición espa-


cial de un entorno conocido y es uno de los primeros mapas conocidos de una
urbe antigua. Se estima una fecha de unos 2600 años de antigüedad.
¿Como fueron entonces surgiendo los primeros caminos, senderos y ca-
lles en las primeras urbes? ¿obedecen a un capricho azaroso? ¿son el re-
sultado de alguna forma primitiva de planeación urbana? La respuesta la
encontramos en el trabajo de los investigadores franceses Barthélemy y
colaboradores, que han mostrado que la emergencia de las calles primiti-
vamente, se debió a principios de optimización para el transporte cuando
hay tres sitios para visitar, es decir, como surge de manera espontánea,
un sendero deseado para comunicar tres sitios (Barthélemy, M. y A. Flam-
mini, 2008).
Curiosamente, este es el método de optimización que la naturaleza ha
desarrollado tras millones de años de evolución biológica para resolver el
problema de como distribuir la savia de manera eficiente en la superficie
de las hojas en las plantas (ver figura 6).

80
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Figura 6. La emergencia espontánea de senderos en un entorno urbano primi-


genio. (1) si existen dos sitios A y B, la ruta ideal es una línea recta tan recta
como lo permita el terreno. (2) Si existen tres sitios a visitar, es el mismo prin-
cipio de distribución fractal de las venas de savia en las hojas de una planta.
Los vectores de fuerza de un individuo que sale del punto C lo llevan al punto
medio que uno el segmento A y B. Esto genera patrones de trazos de calles
que minimizan la energía del traslado y que no son rectas sino curvas en la pro-
ximidad de las intercesiones. Ver la referencia a Barthélemy y Flammini (2008)
para los detalles matemáticos.
El trazado espacial de las urbes primitivas, además del mecanismo des-
crito en la figura 6, evolucionaron junto con las distribuciones de terrenos
que pudieron conformar caminos en sus perímetros siguiendo el trazo
de un diagrama de Voronoi (ver figura 7).

Figura 7. (Izq) La distribución espacial en terrenos divididos que pudieron


marcar los primeros pasos de la emergencia de los núcleos urbanos, se com-
pondrían de calles a los costados de las propiedades (Der), siguiendo un princi-
pio de diagrama de Voronoi.

81
Ciudad compleja

Las observaciones anteriores no llevan a pensar entonces que la distribu-


ción del trazado urbano no es un capricho exactamente, sino que siguió
simples principios de optimización local para el transporte y transito de
personas que son principios físicos y que se tradujo en patrones en una
escala global. Ejemplo de ello es el trazado urbano en la Isla griega de
Delos (Figura 8), con una antigüedad aproximada de cinco mil años.

Figura 8. La isla griega de Delos es un ejemplo muy ilustrativo del principio de


optimización espacial para unir tres puntos como lo describe Barthélemy y sus
colaboradores y que se aprecia en amarillo arriba a la izquierda en la unión de
los dos caminos principales del trazado urbano. El resto del tramado urbano
obedece al principio de caminos adyacentes a los terrenos en un patrón de dia-
gramas de Voronoi.

Existe una diferencia marcada en el momento histórico en que se intro-


duce la planificación urbana y que gira alrededor del uso del transporte
autopropulsado ya sea mediante el uso de coches de caballos o más mo-
dernamente con el uso de automotores (automóviles, ferrocarril, tranvías,
etcétera). Este tipo de planificación elimina por completo el principio de
optimización de tres puntos, basado en interacciones locales y un trazado
emergente a gran escala, a favor de la optimización de los dos puntos, es
decir, líneas rectas (plano hipodámico), que en una ciudad aparecerán
como líneas paralelas, libres de un principio de autoorganización pues la
planeación urbana es justamente la planeación de un crecimiento dise-
ñado en gabinete y cuya directriz es, sobre todo, privilegiar el uso del
autotransporte.

82
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Uno de los casos mejor conocidos de planeación urbana moderna es el


caso del Ensanche de la ciudad de Barcelona. Resultado del genio del ur-
banista catalán Ildefonso Cerdá. En su idea original (1855), Cerdá privi-
legió un trazo hipodámico, modular, escalable y autocontenido; pero de
un futurismo admirable al prever el uso masivo del transporte motori-
zado. Su idea puede verse en el plano que aparece en la figura 9. Destaca
sobre todo que las estructuras que llamó manzanas o intervías son blo-
ques rectangulares; pero con las esquinas recortadas a 45 grados. Lo que
tenía en mente, eran cruces donde los usuarios de coches pudieran tener
una visión más clara del tráfico concurrente. Sin embrago, tal vez invo-
luntariamente, el diseño cortado a 45 grados remite a la autoorganización
de los caminos del deseo que son trazados por los peatones en los dise-
ños hipodámicos urbanos, en un afán optimizador de sus rutas, es decir,
caminar por las hipotenusas.
A manera de conclusión, podemos afirmar que los estudios basados en
las ciencias de la complejidad nos proporcionan nuevos paradigmas para
entender el surgimiento y evolución de las urbes. Desde los principios de
las interacciones locales, la emergencia autoorganizada de estructuras es-
paciales y la tendencia a eliminar la optimización basada en los individuos
para sustituirla por la planeación basada en los automóviles. Hemos visto
que la emergencia de vuelos de Lévy nos brinda información sobre pro-
cesos óptimos en la exploración de espacies rurales; pero también urba-
nos y, de hecho, su posible papel en el surgimiento de practicas agrícolas
y el surgimiento del sedentarismo urbano en la revolución neolítica.

83
Ciudad compleja

Figura 9. El Plan original de Ildefonso Cerdá para el barrio del Ensanche (Ei-
xample) en la ciudad de Barcelona muestra un diseño de su tramado urbano
organizado en líneas paralelas. Donde cada manzana es una unidad arquitectó-
nica modular. El trazado hipodámico buscaba desde su origen, hacer eficiente
el autotransporte; pero también la circulación de personas y de aire. Nótese el
cambio espacial drástico del núcleo medieval de Barcelona (en rojo) que, de
manera contrastante, es el resultado aparentemente desordenado de principios
autoorganizados de optimización peatonal, el principio de tres puntos y el dia-
grama de Voronoi. Este plano para la expansión planificada de la ciudad sólo
se llevó a cabo de manera parcial y fue un estira y afloja entre las ideología
igualitaria del proyecto y las clases pudientes de Barcelona.
El plano para la expansión planificada de la ciudad de Barcelona sólo se
llevó a cabo de manera parcial y fue un “estira y afloja” entre la ideología
igualitaria del proyecto y la de las clases pudientes de Barcelona. Ilde-
fonso Cerdá fue impedido de realizar sus ideas por el ayuntamiento de
Barcelona y tras concurso, se inclinó en 1860 por otro plano urbano. Fi-
nalmente, por decreto desde Madrid, se impuso el plan de Cerdá pero
bajo numerosas modificaciones y limitaciones. La crítica fundamental de
los sectores pudientes de Barcelona era que el plan de crecimiento urbano
era demasiado “socializante”, pues preveía casas habitación iguales inde-
pendientemente de si sus habitantes eran ricos o pobres. Con este detalle
evidentemente utópico, Cerdá pasó por alto un fenómeno cultural aso-
ciado a las redes sociales entre humanos y es que la emergencia de dife-

84
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

rencias socioculturales ha marcado la evolución de las urbes desde sus


inicios en la revolución neolítica. Pongamos por ejemplo la evolución ur-
bana en la Ciudad de México y veamos que la distribución de zonas o
barrios actualmente obedece a afinidades socioculturales de sus inquili-
nos. Así, Polanco es un barrio de clase pudiente y judíos principalmente,
Coyoacán es un barrio de intelectuales y bohemios, Tepito es un barrio
popular de clase trabajadora y así uno a uno de los barrios de la capital
mexicana posee una personalidad y una identidad propia.
La emergencia de barrios o de territorios de segregación, se produce por
un mecanismo estudiado por el Premio Nobel de Economía Thomas
Schelling en la decada de 1970 y es muy sencillo en sus principios Sche-
lling (1971) mostró que si se toma un modelo espacial que no es otra cosa
que una especie de tablero de damas chinas cuadriculado y se ponen las
fichas blancas y negras a interactuar localmente; de tal manera que una
ficha, digamos blanca, que este rodeada por fichas blancas no se mueve
de su sitio y sí esta rodeada de fichas negras tenderá a moverse. Es decir,
existe un cierto grado de intolerancia entre individuos, el resultado a largo
plazo, de un tablero que comienza con las fichas puestas en desorden, es
la formación de cúmulos o dominios de segregación, donde fichas de un
mismo color tienden a acumularse y separarse de las fichas de otro color.
Basta entonces asociar el color con otras características como pobres y
ricos, judíos y musulmanes, blancos y no blancos racialmente y tendre-
mos las bases de la evolución espacial autoorganizada y emergente de los
barrios en las ciudades, a partir de reglas muy simples que operan en la
escala local de las interacciones individuales. Los pudientes de Barcelona
hubieran hecho todo a su alcance para no estar mezclados con la clase
trabajadora y de hecho hoy en día el Ensanche de Barcelona es uno de
los barrios más exclusivos de la capital catalana. El análisis social de cual-
quier ciudad del mundo revela una organización especial segregada, por
ejemplo, el caso de Ciudad del Cabo en Sudáfrica (figura 10). No es nada
difícil imaginar que la segregación sociocultural existió en las primeras
urbes del planeta, con sus barrios de agricultores, cazadores, dirigentes,
trabajadores, comerciantes, artesanos, etcétera.

85
Ciudad compleja

Figura 10. La segregación espacial por razas en el espacio de la ciudad del


Cabo en Sudáfrica en 2011. Cada punto de color es un individuo y los colores
la raza a la que pertenece. La emergencia de dominios espaciales de gente ma-
yoritariamente de una raza es evidente y su origen es el principio autoorgani-
zado de segregación social observado por Schelling (1971). Cada barrio tiene
una personalidad propia y distintas demandas y ofertas de servicios, bienes y
gobierno. Fuente: Oficina de Estadísticas de Sudáfrica.
A manera de conclusión, podemos afirmar que los estudios basados en
las ciencias de la complejidad nos proporcionan nuevos paradigmas para
entender el surgimiento y evolución de las urbes. Desde los principios de
las interacciones locales, la emergencia autoorganizada de estructuras es-
paciales y la tendencia a eliminar la optimización basada en los individuos
para sustituirla por la planeación basada en los automóviles. Hemos visto
que la emergencia de vuelos de Lévy nos brinda información sobre pro-
cesos óptimos en la exploración de espacies rurales; pero también urba-
nos y, de hecho, su posible papel en el surgimiento de practicas agrícolas
y el surgimiento del sedentarismo urbano en la revolución neolítica. Asi-
mismo, las urbes primigenias habrían tenido, casi sin lugar a duda, una
organización espacial en barrios segregados según se dio la emergencia
de clases diferenciales entre sus pobladores.

86
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Referencias
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Schelling, T. C. (1971). Dynamic models of segregation. Journal of
mathematical sociology 1, no. 2, pp. 143-186.
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5435-5440.
Viswanathan, Gandhimohan M., et al., (2011). The physics of foraging: an
introduction to random searches and biological encounters. Cambridge: Cambridge
University Press.

87
Capítulo 5
Revisión a las perspectivas de la complejidad desde
un entorno teórico
Gerardo Vázquez Rodríguez16

Introducción: Pensamiento reduccionista y complejidad


El estudio de la ciudad se ha acrecentado desde los inicios de la revolu-
ción industrial. En mucho, nuestras ciudades contemporáneas tienen sus
orígenes en las ciudades industriales, somos aun una muestra representa-
tiva de las hechuras de esta revolución mecanicista (Vázquez G., 2015).
Por lo tanto, la racionalidad, ampliamente incrustada en el mecanicismo
industrial fue una predominante para el entendido de la nueva vida ur-
bana. Las características principales de las flamantes urbes industriales de
principios del siglo xx era la alta tecnología aplicada a lo común de la vida
cotidiana, se entendía como un éxito el gran desarrollo tecnológico y que
era originado desde la ciencia racionalista; este espíritu fundamentado en
la razón y el análisis de los procesos fue predominantes en todas las áreas
de conocimiento. Los adelantos científicos parecían no tener un fin y se
les consideraba como portadores de la luz ante cualquier problema que
se presentara en el acontecer de la humanidad.
El diseño de ciudad industrial y sus posteriores formatos fueron princi-
palmente fundamentados en la racionalidad, así los estudiosos de la ma-
teria urbanística centraron sus investigación y desarrollos en metodolo-
gías que partían siempre desde el análisis metódico de elementos aislados
de la ciudad, creando una realidad que estaba lejos de plantear escenarios
urbanos interconectados entre sus múltiples elementos. Más sin embargo
a partir de la revolución urbana ideológica de finales de los años sesentas,
incitada por autores como Henry Lefebvre (1968) o Paul Virilio (1970),
se empezaría a mutar lentamente hacia una visión más completa e inter-

16 Doctor en Arte por la Universidad Autónoma de Barcelona. Profesor adscrito


al Doctorado en Filosofía con orientación en Arquitectura y Asuntos Urbanos
de la UANL, miembro del Sistema Nacional de Investigadores de CONACYT
nivel 2. Contacto: gerardo7vazquez@gmail.com.
Ciudad compleja

relacionar de los asuntos urbanos. Este nuevo pensamiento urbano sería


una bocanada de aire fresco para las ciudades, principalmente europeas,
quienes empezaron reformas de sus principales ciudades en base a las
orientaciones de corte humanista; alejándose relativamente del ferviente
racionalismo.
Aunado a está nueva forma de diseñar y entender la ciudad, se acrecentó
la idea de revisar o complementar la ciencia convencional, está revisión
se daría en el sentido de crear aperturas hacia los nuevos paradigmas cien-
tíficos que llegaron con las urgentes dinámicas del siglo xx y xxi. Por lo
tanto, la imperante racionalidad de la industrialización y la modernidad,
se han visto cada vez más comprometidas para voltear a revisar el con-
junto de conceptos que están enmarcados en las llamadas ciencias de la
complejidad y los sistemas adaptativos.
En los últimos, casi cien años, muchos han sido los puntos de inicio para
fundamentar esta visión de lo complejo y lo sistémico; existe la visión
prioritaria de los sistemas y su autoorganización, los radicales fundamen-
tos de la cibernética y la inteligencia artificial, la visión constructivista de
la autopoiesis y la radical teoría de los sistemas sociales. Todas ellas y
algunas más dan forma al compendio contemporáneo de la complejidad.
La idea de la complejidad sistémica como herramienta para la exploración
de nuestra realidad, no es nueva en el acontecer humano, más sin em-
brago y dentro de un compendio histórico de la ciencia, su uso ha sido
poco estimado a profundidad; las primeras revisiones serias a sus carac-
terísticas y dinámicas son impartidas, apenas, desde la época de la pos-
guerra. Por consiguiente nuestro formato de ciencia, prevaleciente, desde
hace más de trecientos años será más cercano a un compendio de herra-
mientas racionalistas y analíticas que se basan en la observación de los
fenómenos, intentado descifrar y generar patrones estables y repetitivos
de los acontecimientos suscitados en lo real. Cabe reconocer, que, la vi-
sión racionalista de la ciencia nos ha traído inusitados descubrimientos y
avances sobresalientes para el colectivo humano, más sin embargo sus
posturas han empezado a quedar reducidas para explicar nuevas proble-
máticas que han surgido dentro de la contemporaneidad de la realidad.
En los asuntos urbanos, los primeros trabajos que fueron más documen-
tados sobre una aproximación de la complejidad hacia la ciudad serían
los trabajos del inglés Cristopher Alexander (1977), quien generaría una

90
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

metodología de patrones para ejecutar diseño en general, sin embargo,


uno de sus principales aportes es la observación de la complejidad en las
trazas de ciudades medievales y de diferentes urbanizaciones a nivel mun-
dial. Desde estos primeros enfoques de Alexander, la comunión entre
complejidad, sistematización y ciudad ha crecido de forma sutil en los
urbanistas y diseñadores de ciudad.
La asimilación y la praxis de estos conocimientos no convencionales ha
sido dispersa desde el ejercicio de la profesión de hacer ciudad. Más sin
embargo, para los urbanistas de las ultimas décadas, la complejidad se ha
transformado en un campo fértil para sustentar postulados innovadores
sobre los asuntos urbanos.
Asociado a lo anterior, este texto no pretende ser un documento de ur-
banismo o de formalidad para hacer y ejecutar ciudad, intenta más, ser
un documento de aproximación teórica sobre la complejidad y la siste-
matización, documento que ayude a los profesionales de la ciudad a fun-
damentar y a reflexionar sobre las dinámicas y comportamientos origina-
les que dieron pie a las ideas sobre esta nueva visión científica. Los
urbanistas y los personajes con influencia en la urbe necesitan permanen-
temente de herramientas innovadoras para sosegar la inequidad natural
de un fenómeno como la ciudad, por lo tanto, este texto intentará dar
una breve fundamentación que permita entender los mismos problemas,
pero desde una visión diferente, al menos diferente desde la convencio-
nalidad de lo urbano.
En consecuencia, el texto, en su primera parte, traza una revisión sobre
las características primordiales de una ciencia reduccionista predomi-
nante; acentuando su importancia en un momento histórico primordial.
Pero entendiendo, que actualmente, esta ciencia llega a ser sobrepasada
por las connotaciones y naturaleza de sus propios hallazgos. El entendi-
miento de muchos aspectos de la realidad ya no será posible atenderlo
desde el reduccionismo. En consecuencia, la segunda parte del docu-
mento se explorará desde un sentido de contraste con el reduccionismo
y de intentar explorar los fundamentos principales de la incipiente ciencia
de la complejidad. Por ultimo, las conclusiones de este texto terminaran
bajo el enfoque de vislumbrar aproximaciones posibles hacia el conoci-
miento de lo complejo.

91
Ciudad compleja

Pensamiento Reduccionista.
Las ideas básicas del pensamiento reduccionista, su pensar y sus méto-
dos, darían pie a lo que hoy llamamos ciencia clásica y convencional. Este
formato científico descriptivo acrecentó la aparente certeza sobre las
condicionantes pormenorizadas de la realidad, desechando por mucho
tiempo los fenómenos que por su complejidad e incertidumbre fueran
imposibles de describir bajo el método científico.
La visión del mundo desde la ciencia clásica ha sido llamada de varias
maneras reduccionista, racionalista, mecanicista o modernista. Esté en-
foque parte de la particularidad de reducir todos los fenómenos a partí-
culas, materiales independientes de los demás materiales, todo esto go-
bernado por leyes reacias y deterministas. Desde está plataforma
reduccionista se ofrece la promesa de un método de conocimientos com-
pletos en sus certezas y objetivos. En consecuencia, este conjunto de mé-
todos describe el universo como un complicado engranaje que no da lu-
gar para procesos subjetivos sobre valores, ética, procesos creativos o
visiones humanistas. El propio reduccionismo basado en sus exitosas
premisas científicas fue limitándose únicamente a sus alcances posibles y
por lo tanto se vio obligado a desechar fenómenos que se salían de su
visión; acotando, que en este sentido surgen nuevas aproximaciones cien-
tíficas que intentaban dar sentido a lo no explicable desde las ideas re-
duccionistas, de lo anterior surgiría eventualmente los fundamentos de lo
complejo y los sistémico.
Enfatizamos, por lo tanto, que principalmente en el periodo compren-
dido por los últimos doscientos años, la sociedad ha acrecentado de ma-
nera dominante su acercamiento hacia una comprensión de la realidad
desde los fundamentos científicos aportados por el pensamiento reduc-
cionista y la ciencia mecanicista.
Galileo, Newton, Descartes y Laplace, entre otros fueron los impulsores
de los métodos científicos, mecanicistas, racionalistas y reduccionistas. A
partir de la creación y utilización de sus métodos casi toda la ciencia ha
intentado dividir y simplificar la materia y la realidad para poder predecir
y dar la mayor certidumbre a los acontecimientos que se generan entorno
a lo que entendemos como realidad. Posiblemente uno de los científicos
que más postulados generalizo en la ciencia contemporánea fue Newton,
desde su visión, la materia, el espacio y el tiempo son conceptos que con-

92
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

forman la realidad y también el entendimiento predecible del ser, sobre


estos axiomas convencionales se entendió el movimiento de la materia y
fueron aceptables las fuerzas o leyes naturales que gobiernan lo real.
La naturaleza, el origen y la validez del conocimiento Newtoniano están
sostenidos en la visión del reflejo-correspondencial, según Turchin,
(1990), nuestro conocimiento es meramente un reflejo (imperfecto) de
las disposiciones particulares de la materia que nos rodea. La tarea de la
ciencia actual consiste ampliamente en realizar cartografías y crear co-
rrespondencia entre los objetos materiales externos y los elementos cog-
nitivos internos (conceptos o símbolos), lograr una representación tan
precisa como sea posible. La ciencia actual puede lograr estas tareas me-
diante las observaciones simple, donde la información lineal sobre los
fenómenos externos es recolectada y registrada, dando forma de esta ma-
nera a imágenes internas, esto habría de desembocar en una representa-
ción ordenada, objetiva y con perspectivas de perfección del mundo ex-
terno, estos nos permitiría predecir gran cantidad de fenómenos.
Los anteriores supuestos pueden resumirse también en el principio de
conservación de las distinciones de Heylighen (1990), que señala que la ciencia
clásica empieza por establecer distinciones tan precisas y homogéneas
como sean posibles entre los distintos componentes, propiedades y esta-
dos del sistema bajo observación. Estas distinciones homogenizadas son
estimadas como absolutas y objetivas, los mismos estándares para todos
los observadores. Aunque el sistema evolucione, conserva todas estas
distinciones, pues los diferentes estados iniciales han sido registrados
dentro de los disímiles estados subsiguientes, y viceversa, esto es equiva-
lente al principio de causalidad de Heylighen (1989), por esta razón la
visión convencional de la ciencia no permite la excentricidad, novedad o
creación de algo desconocido o diferente.
En el suceso total del gran entramado científico reduccionista, fenóme-
nos como la mente, la vida, su organización o propósito no son admiti-
das, estos fenómenos son vistos principalmente como disposiciones par-
ticulares y singulares de partículas en un tiempo y espacio determinado.
Estos fenómenos son más continuamente equiparados a lo denominado
como ciencias de la complejidad y por lo tanto desde un enfoque con-
vencional son sucesos anómalos. Bajo las premisas convencionales, estos
fenómenos nada simples han sido descartados de la ciencia tradicional,

93
Ciudad compleja

son rehuidos permanentemente por su poca capacidad de generar méto-


dos prospectivos medianamente estables.
En esencia la ciencia convencional está basada en simplificar la realidad,
postular y analizar los fenómenos hasta llegar a sus bloques más simples,
presupone que una vez hecho esto, el fenómeno se volvería perfecta-
mente estable desde la descripción del fenómeno estudiado, así, se le po-
drá predecir y dar certeza, el conocimiento ganado sería meramente un
reflejo que aquel orden ya preexistente en la propia situación, fenómeno
o proceso estudiado.
La importancia del determinismo y del conocimiento objetivo en la me-
cánica clásica alcanzo su mayor momento siendo ajeno a las criticas que
se ofrecían desde la idea compleja de los múltiples observadores de la
mecánica cuántica, la teoría de la relatividad, y la dinámica no linear (teo-
ría del caos). Esto ha producido más de medio siglo de debate filosófico,
resultando en la conclusión de que nuestro conocimiento científico del
mundo es fundamentalmente incierto (Prigogine y Stengers, 1997). En
relación a lo anterior, Gershenson, Heylighen (2005) y Cilliers, (1998)
señalan sobre la noción de incertidumbre o indeterminación es un as-
pecto esencial de la visión del mundo emergente que se centra en torno
a la complejidad.
Bajo el entendido clásico de la ciencia, la complejidad que se pudiera en-
contrar en la realidad se contrapone, por ejemplo, la manera en que el
pensamiento Newtoniano intenta entrar en conformidad con la idea de
que el ser humano puede actuar bajo patrones no lineales será postulando
una categoría independiente para la mente, alejando así el concepto men-
tal a sus métodos típicos; los aspectos no mecanicistas del pensamiento
o la sensibilidad del ser rompen completamente con el orden y la certeza
de todo método científico, estos fenómenos serían expuestos como
agentes ajenos a toda lógica convencional. Este mismo razonamiento
también llevó a Descartes, desde su enfoque, a proponer una filosofía
dualista y compensatoria para el aspecto humano, la cual asume que
mientras los objetos materiales obedecen a leyes mecánicas, la mente no
lo hace. (Heylighen F., Cilliers P., Gershenson C., 2006). Sin embargo,
aunque con facilidad podemos concebir a la mente como un receptáculo
pasivo que registra observaciones para desarrollar un conocimiento cada
vez más completo, no podemos explicar cómo la mente puede actuar

94
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

libremente sobre dichos sistemas sin contradecir el determinismo de las


leyes naturales. Esto explica en algún sentido porqué la ciencia clásica
ignora los temas concernientes a la ética, humanidades y lo referente a
valores; rigorosamente no existe un lugar en la ciencia convencional para
acciones aleatorias a un patrón repetitivo y orientadas por propósitos
fluctuantes no deterministas.
No obstante, el método reduccionista se ha implementado intensiva-
mente y con gran éxito a variados campos de la ciencia como la ingenie-
ría, química y a la medicina, donde generalmente se crean componentes
semi-independientes para después agregarse y conseguir una función
deseada, ejemplo de ello, la Ley de la gravitación Universal, la fuerza de
atracción gravitacional (Heylighen F., Cilliers P., Gershenson C., 2006).
El desarrollo de la medicina durante los últimos doscientos años es un
claro ejemplo de reduccionismo con grandes logros en la ciencia, lo an-
terior hizo como consecuencia multiplicar nuestra esperanza de vida en
un breve lapso de tiempo, hasta hace poco la mayoría de las muertes en
el ser humano eran provocadas por enfermedades infecciosas originadas
por virus, bacterias, hongos o parásitos, al haber una causa principal in-
fecciosa, esta puede combatirse atacando al agente con medicamentos o
bien previniendo su propagación ya sea con medidas de higiene o vacu-
nación, al poder contener y curar enfermedades infecciosas, se ha acen-
tuado una transición epidemiológica (video) , consistente en que la ma-
yoría de la muerte en humanos ahora son causadas por enfermedades
crónico-degenerativas, tales como cáncer, diabetes, cardiovasculares y
hepáticas. Hoy se comprende en el ámbito de la salud que para atender
estas enfermedades complejas el reduccionismo ha probado ser limitado
en sus métodos, ya que estas enfermedades crónicas por lo general tienen
causas múltiples y las cuales están relacionadas entre sí por diferentes
factores y en diferentes escalas de interacción , por lo tanto sería imposi-
ble hablar de una sola cura para el problema del cáncer o para la diabetes,
sino que tendrán que existir curas de espectro múltiple y complejo que
puedan generar modificaciones en las relaciones e interacciones que for-
man a estas enfermedades, es por esto que tanto en medicina como en
biología se esta acentuando tanto el estudio de lo relativo a la complejidad
y la sistematización adaptativa. El reduccionismo también colaboro y se
desarrollo ampliamente para poder contar con los avances actuales en
computación y desarrollo de software, gracias a estos procesos se han
podido diseñar componentes que se han combinado en circuitos electró-

95
Ciudad compleja

nicos y que a su vez se combinan en chips que se combinan para construir


dispositivos electrónicos de gran variedad que a su vez se han agregado
a una red global de millones de dispositivos. Desde el reduccionismo fue
factible el amplio desarrollo de la computación, sin embargo también en
los sistemas computarizados se empiezan a encontrar situaciones donde
no se pueden ignorar las interacciones complejas entre elementos, inten-
tos de construir computadoras moleculares han sido limitados ya que sus
componentes al empezar a interactuar cambian sus funcionalidades de-
bido a sus interacciones no deterministas. Más sin embargo y paradójica-
mente las computadoras actuales nos permiten estudiar a la misma com-
plejidad.
Como se mencionaba en puntos anteriores, el reduccionismo es útil en
amplios aspectos, pero tiene limitaciones cuando las interacciones de un
fenómeno se vuelven relevantes, debido a que no las podemos simplificar
y separar para poder reducir las dinámicas existentes y predecir compor-
tamientos. La ciencia emergente de la complejidad (Waldrop, 1992; Ci-
lliers, 1998; Heylighen, 1997) ofrece la promesa de una metodología al-
ternativa que podría ser capaz de abordar semejantes problemas basados
en interacciones. Sin embargo, semejante aproximación necesita cimien-
tos sólidos, esto es, una clara comprensión y definición de los principios
y conceptos subyacentes (Heylighen, 2000).

Fundamentos generales de la complejidad


Todavía la ciencia de la complejidad es incipiente en sus postulados y
métodos, apenas la podríamos considerar un poco más que combinacio-
nes de métodos, modelos y metáforas derivadas de una variedad de dis-
ciplinas y no se podría aun establecer como una ciencia integrada y solida
en sus explicaciones generales. En la práctica, las aplicaciones de la cien-
cia de la complejidad usan ya sea formalismos técnicos muy especializa-
dos, tales como los algoritmos de redes aglutinantes, simulaciones por
computadora y ecuaciones diferenciales no lineares, o ideas y metáforas
vagamente definidas, tales como la emergencia y el caos. Aún así, si la
ciencia de la complejidad puede adjudicarse un enfoque general, éste ha
de encontrarse precisamente en su forma de pensar, la cual es intrínseca-
mente diferente de la forma de pensar asentada en la ciencia tradicional
(Gershenson y Heylighen, 2005). Sin embargo a lo anterior y aunque la

96
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

misma complejidad es quizás la característica más esencial de nuestra so-


ciedad actual no podemos negar que aun es una ciencia en proceso de
formación y que faltan aún muchos detalles por puntualizar en su madu-
ración.
En un sentido de comprensión social y no solo científica se ha vuelto
apremiante acercarnos a la comprensión y definición de la complejidad;
los avances tecnológicos y económicos hacen que la producción, el trans-
porte y la comunicación sean cada vez más eficientes, la masiva cantidad
de interacciones entre la gente va en aumento, interactuamos cada vez
más en un sentido sistémico, organizacional e institucional a escala mun-
dial. Los diferentes sistemas económicos, sociales, tecnológicos y ecoló-
gicos de los que formamos parte se vuelven cada vez más interdepen-
dientes. El resultado es un “sistema de sistemas” cada vez más complejo
donde un cambio en cualquier componente puede afectar virtualmente
cualquier otro componente, y esto en una forma por demás impredecible
(Heylighen F., Cilliers P., Gershenson C., 2006).
En consecuencia a lo anterior buscamos presentar en la continuidad de
este documento, herramientas que den una ruta de fundamentación so-
bre los conceptos básicos y generales de la complejidad. El rumbo que
se sigue para lograr la anterior intención es manifiesta en una temporali-
dad desde al menos cien años atrás.
Autores como F. Heylighen (2007) , P. Cilliers (1998, 2007) y C. Gers-
henson (2007) aportan en sus publicaciones una línea de tiempo sobre la
aparición de los diferentes postulados de la complejidad, para ellos los
primeros postulados sobre algo parecido a la idea de la complejidad se da
de forma intuitiva por varios pensadores que contaban con mínimas he-
rramientas para lograr crear un conjunto de postulados validos que loga-
ran cuestionar los convencionalismo clásicos de la ciencia mecanicista.
Estos primeros retos al pensamiento reduccionista, aparecieron al prin-
cipio del siglo veinte en el trabajo de filósofos, como Bergson, Teilhard
de Chardin, Whitehead, y en particular Smuts (1926), quien acuñaría la
palabra holismo, la cual definió como la tendencia de un todo a ser mayor
que la suma de sus partes, esto suscita la cuestión de qué es exactamente
este todo que genera algo más que la suma básica de sus elementos.
Anuqué no fue planteado en desde una lógica sistémica, el pensamiento
holístico (en un sentido amplio) está actualmente alineado con la teoría

97
Ciudad compleja

de sistemas en oposición a los enfoques reduccionistas, lo que es amplia-


mente consistente con el punto de vista de Smuts (Poynton, J. C., 1989:
47).
En terminología actual, diríamos que un todo tiene propiedades emer-
gentes, características nuevas que no eran pronosticadas en la suma bá-
sica de sus elementos, propiedades que no pueden ser reducidas a las
mismas propiedades de las partes. Por ejemplo, la sal de cocina (NaCl)
soluble y tan común en nuestros alimentos, esta formada por cristales de
sabor salado, pero estos cristales emergen de las propiedades contrarias
de sus componentes, como, el sodio (Na) que es un metal suave y vio-
lentamente reactivo, y el cloro (Cl), que es un gas venenoso, su mezcla e
interacciones nos da por resultado la sal de mesa (Heylighen F, Cilliers P,
Gershenson C, 2007: 120). Similarmente, una pieza musical tiene las pro-
piedades del ritmo, la melodía y la armonía, las cuales están ausentes en
las notas individuales que constituyen la pieza. Otro ejemplo es el produ-
cido en el cerebro y sus elementos, las neuronas, la consciencia humana
no se encuentra en una sola neurona, sino que es un fenómeno complejo
que emerge a partir de todas interactuando entre sí. Podemos también
ejemplificar con el fenómeno del agua; si lográramos revisar entre los
átomos de hidrógeno o oxígeno que la compone no encontraríamos agua
en sí, solo podríamos observar las propiedad particulares de cada com-
ponente pero el agua en sí sería la propiedad emergente de la interacción
de sus componentes. Las particularidades del fenómeno emergente está
en múltiples ámbitos de realidad y está relacionada con numerosas parti-
culares de lo que nos significa la experiencia de la vida cotidiana, estas
propiedades de lo complejidad las podemos encontrar en fenómenos so-
ciales, artísticos, estéticos, económicos, de salud, entre otros muchos.
Newton y Descartes fueron tan célebres en sus fundamentos y aproxi-
maciones que en algún momento parecía imposible que no pudieran dar
explicación a cualquier fenómeno investigado por la ciencia, en los casos
más complicados de indagar se estipulaba que era cuestión de tiempo
para tener los correctos instrumentos de medición, se sobreentendía que
el pensamiento científico convencional saldría adelante de cualquier cir-
cunstancia aunque que se le escapara momentáneamente. Debido a lo
anterior es de fácil de suponer que se haya ignorado la emergencia y el
holismo durante tanto tiempo. También es de destacar que en compara-
ción con el reduccionismo, el holismo y la emergencia, parecían carecer

98
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

de cualquier fundamente científico lógico, refiriéndose más a tradiciones


místicas que a métodos matemáticos o experimentales (Heylighen F,
2007)
Las primeras aproximaciones sobre una visión sistémica que provocaron
a la ciencia convencional voltear la vista a estos temas, fueron sin duda
alguna a partir de la incipiente formulación de la teoría de sistemas por
Ludwig von Bertalanffy (1973). Desde la biología y el modelado de siste-
mas matemáticos, Bertalanffy notó que los sistemas vivos, a diferencia
de sus contrapartes mecánicas estudiadas por la ciencia newtoniana, son
básicamente sistemas abiertos, cualidad que los apremia a tener que in-
teractuar con su ambiente, absorbiendo y liberando materia y energía
para permanecer vivos. Para Heylighen (2007) una razón por la que los
modelos newtonianos fueron tan exitosos en sus predicciones, fue por-
que sólo consideraron sistemas mecánicos cerrados donde la interacción
con el entorno era nula. Los sistemas abiertos, por otro lado, dependen
de un ambiente mucho más grande y complejo que el sistema mismo,
por lo que su efecto nunca puede ser verdaderamente controlado o pre-
dicho.
En representación a lo anterior, cada sistema tiene un ambiente, del cual
está separado por una frontera. Esta frontera da al sistema su propia iden-
tidad, separándolo de otros sistemas. Materia, energía e información son
intercambiados a través de esa frontera. Los flujos entrantes determinan
la entrada del sistema, los flujos salientes, dan sentido a su salida. Esto
nos provee con una forma simple de conectar o emparejar diferentes sis-
temas: es suficiente que la salida de un sistema sea usada como entrada
por otro sistema. Por lo tanto, un grupo de sistemas emparejados a través
de distintas relaciones de entradas y salida formarían una red. A su vez si
esta red funciona con la coherencia suficiente, la consideraremos como
un sistema íntegro, un supersistema, que contiene a los sistemas iniciales
como sus subsistemas. Desde la perspectiva del nuevo sistema, un sub-
sistema o componente no debe ser visto como un elemento indepen-
diente, sino como un tipo particular de relación o interacción que refiere
a los flujos de información contenidos en sus entradas y salidas; está di-
námica o proceso puede ser visto como la función que este subsistema
desempeña al interior del todo que lo abarca. La estructura interna o sus-
tancia puede ser considerada como irrelevante con respecto a la forma
en que el subsistema desempeña esa función. Por ejemplo, la misma fun-

99
Ciudad compleja

ción procesadora de información puede ser desempeñada por las neuro-


nas en el cerebro, los transistores en un chip o los módulos de software
en una simulación. Esta es la visión de un sistema como una “caja negra”
cuyo contenido no conocemos y no necesitamos conocer. Esto implica
una ontología completamente distinta a la newtoniana: los bloques de
construcción de la realidad no son ya partículas materiales, sino relacio-
nes abstractas y organizaciones complejas que se forman a la par (Hey-
lighen F, Cilliers P, Gershenson C, 2007: 120).
La teoría de sistemas de Bertalanffy (1973) pretende establecer isomor-
fismos, una equivalencia de formas entre diferentes sistemas, esto se sus-
tenta desde el postulado de que todo sistema existe en función de la
misma dinámica de red de interacciones que lo define, aún cuando los
sistemas a primera vista pertenezcan a entornos completamente diferen-
tes y sean desiguales en proporción o escala. Por ejemplo, una sociedad
es en algunos aspectos similar a un organismo viviente, una computadora
a un cerebro. Todo sistema contiene subsistemas y es contenido a la vez
en uno o más supersistemas. Así, todo sistema, forma parte de una jerar-
quía que se extiende en forma ascendente hacia una totalidad cada vez
más grandes, y en forma descendente hacia partes cada vez más pequeñas
(de Rosnay, 1979).
Por lo tanto, es coherente bajo el postulado sistémico hablar de indivi-
duos que pertenecen a un macrosistema y que a su vez, ellos estarían
formados por menores microsistemas. Es decir, un cerebro pertenece al
supersistema individuo, a la vez que también posee diferentes glándulas
y circuitos neuronales como subsistemas que lo forman. La teoría de sis-
temas considera por lo tanto dos direcciones, la dirección descendente y
la dirección ascendente, ambas son igualmente importantes para el cono-
cimiento de la verdadera naturaleza del sistema.
En complemento al entendido de las relaciones que se establecen entre
sistemas y subsistemas, para Campbell (1974), el concepto de propiedad
emergente recibe una definición más sólida a través de la idea de restric-
ción y causalidad descendente. Los sistemas que a través de su empareja-
miento forman un supersistema son restringidos y ya no pueden actuar
como si fuesen independientes de los otros; el supersistema impone una
cierta coherencia o coordinación a sus componente. Resumiendo, no
sólo el comportamiento del todo está determinado por las propiedades

100
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

de sus partes (causalidad ascendente), sino que el comportamiento de las


partes está en cierto grado limitado por las propiedades del todo (causa-
lidad descendente). Adecuados a las dependencias entre componentes,
sus propiedades ya no pueden cambiar en forma totalmente indepen-
diente, tienen que obedecer a ciertas relaciones; esto vuelve sin valor mu-
chas de las propiedades individuales de estos elementos, y estarán ahora
supeditados al estado de sus relaciones, el cual definirá ahora un nuevo
tipo de propiedad emergente para todo el sistema. Causalidad descen-
dente En un sistema jerárquico, la causalidad descendente es que toda
propiedad de un nivel está determinada por las propiedades de los niveles
superiores. El todo determina o influye en cada una de sus partes.
Bertalanffy genero los primeros postulados sobre una teoría de sistemas,
casi a la par el norteamericano Norbert Wiener (1961) acuñó el concepto
de cibernética, la cual se puede definir como el estudio científico del con-
trol y comunicación de animales y máquinas. También cabe desatacar la
definición de Stafford Beer (1972): la cibernética estudia los flujos de in-
formación que rodean un sistema, y la forma en que esta información es
usada por el sistema como un valor que le permite controlarse a sí mismo;
ocurre tanto para sistemas animados como inanimados, indiferente-
mente.
La revolución cibernética que más tarde pasaría a reconocerse como in-
teligencia artificial y control de sistemas fue una ardua y rápida evolución
del conocimiento sobre la información y su comportamiento por medio
de las interacciones en los componentes de un sistema. Wiener y el me-
xicano Arturo Rosenblueth fueron pensadores lideres en esta área, en
mancuerna, ambos investigadores publican en 1941 un destacado docu-
mento científico sobre la formulación matemática de problemas de trans-
misión de impulsos en redes en objetos excitables, esto y más investiga-
ciones sentarían los fundamentos para hablar de comunicaciones en
redes y sus características de interrelación, actualmente desde estas plata-
formas hablamos de redes sociales y de otros tipos, en ese momento era
aplicado a problemas fisiológicos.
Desde el enfoque de la cibernética se empezaron a describir distintos fe-
nómenos, encontrándose analogías entre ellos, por ejemplo, se revisaron
sistemas tan distintos como un cerebro, un circuito electrónico, una ciu-
dad o una colonia de hormigas. La cibernética influenció el pensamiento

101
Ciudad compleja

de neurólogos, psicólogos, sociólogos y filósofos de la época, con sus


ideas cibernéticas de la retroalimentación.
Para Toulmin (1964), Wiener rompió con el tabú que dirigió el desarrollo
de la ciencia por doscientos años, de manera que daba por hecho que los
procesos mentales son no sólo conceptualmente, sino absolutamente, di-
ferentes de los procesos mecánicos. Wiener abrió la posibilidad de en-
contrar un único marco conceptual cuyas implicaciones fueran posibles
de representar de una misma manera, tanto para el funcionamiento del
cerebro como para el de un artefacto.
El estudio de sistemas tan diversos fue posible a sus semejanzas de crear
interacciones entre sus elementos y por coincidencia que esto provoque
nuevas condiciones emergentes que en ninguna situación corresponde-
rían solo a la sumatoria lineal de sus de sus partes. A su vez las interac-
ciones estrechas y constantes entre los elementos del sistema crearía sub-
sistemas que hacen de la totalidad una organización coherente con
identidad y autonomía propias. Desde la cibernética se ha mostrado
cómo esta autonomía, identidad y coherencia pueden mantenerse a tra-
vés de acciones orientadas por metas y aparentemente inteligentes que
emergen desde el propio sistema (Ashby, 1964; Heylighen y Joslyn,
2001). Uno de los principios que sustenta lo anterior, es descrito por
Ashby (1964) en la ley de la variedad requerida: ciertos tipos de empare-
jamientos circulares entre sistemas pueden originar un lazo de retroali-
mentación (feedback loop) negativa, el cual elimina las desviaciones desde
un estado de equilibrio. Esto significa que el sistema compensará activa-
mente las perturbaciones originadas en su ambiente para mantener o al-
canzar su estado preferido; logrando así la propia coherencia, autonomía
e identidad. Entre mayor sea la diversidad de variaciones con las que el
sistema tenga que lidiar, mayor será la diversidad de acciones compensa-
torias que deberá ser capaz de desempeñar y mayor será el conocimiento
o la inteligencia que el sistema necesitará para saber qué acción realizar
en qué circunstancias. Esta visión de la ciencia ha demostrado cómo tal
inteligencia emergente desde el sistema puede ser alcanzada a través de
una red adaptativa de relaciones que transforman las entradas sensoriales
en decisiones sobre acciones (salidas). Por consiguiente, esta perspectiva
ha desechado la desavenencia cartesiana entre mente y materia: ambos
son meramente tipos particulares de relaciones (Heylighen F, Cilliers P,
Gershenson C, 2007, p.122).

102
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Sin embargo, esta perspectiva desde la cibernética sobre la complejidad


entraña una nueva visión de la epistemología. De acuerdo con la ciber-
nética, el conocimiento es intrínsecamente subjetivo; es meramente una
herramienta imperfecta usada por un agente inteligente para ayudarlo a
lograr sus metas personales (Heylighen y Joslyn, 2001; Maturana y Varela,
1992). Esté agente no sólo no necesita una reflexión objetiva de la reali-
dad, sino que no puede lograrla. En efecto, el agente no tiene acceso a
ninguna “realidad externa”: sólo puede sentir o tener sensibilidad a sus
entradas, notar sus salidas (acciones) y desde las correlaciones entre ellas
inducir ciertas reglas o regularidades que parecen mantenerlo coherente-
mente dentro de su ambiente. Diferentes agentes, que experimentaran
diferentes entradas y salidas , inducirán en general distintas correlaciones,
y por lo tanto desarrollarán un conocimiento distinto del ambiente en el
que viven. No hay una manera objetiva de determinar cuál visión es co-
rrecta y cuál no, ya que los agentes viven efectivamente en diferentes
ambientes (“Umwelts”) aunque se podría encontrar que algunas de las
regularidades que infieren parecen ser similares (Heylighen F, Cilliers P,
Gershenson C, 2007: 123).
Esta particular perspectiva rompía de forma substancial con la visión li-
neal de la ciencia convencional, este enfoque desechaba los posiciona-
mientos homogéneas, lineales y de lógica general que pudieran ser pre-
decibles y descritos como un fenómeno inmutable; esta nueva
perspectiva podría emplear para cualquier fenómeno que pudiera presen-
tar la lógica de un sistema que propiciara complejidad en las interacciones
de sus múltiples elementos y que contará con propiedades emergentes
más allá de la sumatoria de sus partes.
Estos enfoques acabaron por transformar la teoría de sistemas y la ciber-
nética, desembocando en la llamada cibernética de segundo orden (“second-order
cybernetics”) (Foerster, 1979; Heylighen y Joslyn, 2001). La idea principal
de este postulado es que nosotros a partir de nuestras observaciones,
también somos sistemas cibernéticos. Esto significa que nuestro conoci-
miento es una construcción subjetiva, no una reflexión objetiva de la
realidad. Por lo tanto, el énfasis debe trasladarse de los sistemas aparen-
temente objetivos que nos rodean a los procesos cognitivos y sociales
mediante los cuales construimos nuestros modelos subjetivos de dichos
sistemas. Esto constituye un rompimiento capital con la teoría de siste-
mas tradicional, la cual asumía implícitamente que hay una estructura u

103
Ciudad compleja

organización objetiva en los sistemas que investigamos (Bunge, 1979).


Esté concepto de ruptura implico una evolución en el entramado de la
teoría de sistemas, además de que esto fue apoyado también por la expli-
cación de los conceptos de autonomía, autopoiesis (Maturarna y Varela,
1979) y auto-organización, ideas que fueron introducidas para caracteri-
zar a los sistemas vivientes y naturales en contraste con los sistemas arti-
ficiales y de ingeniería. Esto implica que la estructura de un sistema no
está dada, sino que es desarrollada por el sistema mismo, como un medio
de sobrevivencia y adaptación a un ambiente complejo y cambiante.
La ruptura con la antigua teoría de sistemas se volvió aún más grande
cuando se hizo claro que muchos sistemas, y en particular los sistemas
sociales, no tienen ninguna estructura, función u organización clara, sino
que consisten de un entramado de subsistemas parcialmente competen-
tes, parcialmente cooperativos o que se limitan a ignorarse mutuamente.
Para Heylighen (2006) por ejemplo, donde la vieja generación de pensa-
dores de sistemas, veía a la sociedad como un sistema estable semejante
a un organismo, en el que los distintos subsistemas tenían funciones cla-
ramente definidas que contribuían al bien común, la nueva generación de
científicos sociales vio una anarquía de fuerzas en conflicto con diferen-
tes asociaciones y subculturas emergiendo y desapareciendo de nuevo.
En tales sistemas, hay muchas relaciones que atraviesan capas aparente-
mente jerárquicas, de modo que un sistema que está subordinado a otro
sistema en un aspecto, aparece superior en otro aspecto, a esto también
se le puede considerar una especie de heterarquía. Puntualizando sobre
el concepto de heterarquía; esto disuelve las jerarquías, bajo estas circuns-
tancias no hay poder exactamente definido y absoluto, por lo tanto se
cambia el concepto de mandar, por el de influir, todos los elementos
pueden influir en cualquiera de los otros elementos del sistema en con-
cordancia a sus interacciones, no existe un líder o marcapasos que con-
centre todo el poder y no pueda ser influenciable. Desde este concepto,
en vez de mando se habla de los diferentes valores en las interacciones.
Todos estos conocimientos innovadores y aportados desde la cibernética
originaron la necesidad de una nueva visión de los sistemas complejos,
evolucionando los antiguos paradigmas sobre la complejidad.
Más adelante, en la década de los ochentas, emergería un nuevo enfoque
a la complejidad, que es etiquetado usualmente como sistemas complejos

104
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

adaptativos (Holland, 1996) o, más generalmente, ciencia de la compleji-


dad (Waldrop, 1992). Aunque sus orígenes son muy independientes de
los de la ciencia de sistemas y la cibernética, la ciencia de la complejidad
ofrece la promesa de extender e integrar sus ideas, desarrollando así una
alternativa radical, aunque funcional, del paradigma newtoniano. Las raí-
ces del movimiento de la complejidad son diversas, incluyendo, la diná-
mica no linear, la mecánica estadística y la ciencia computacional, que
permitió la simulación de sistemas demasiado grandes o demasiado com-
plejos como para ser modelados matemáticamente, la biología evolutiva,
que explica la aparición de formas complejas a través de mecanismos in-
trínsecamente impredecibles de variación ciega y selección natural. Estás
aplicaciones generaron métodos para describir sistemas sociales en un
sentido amplio, tales como la bolsa de valores, simulación de ciudades, el
internet o las sociedades de hormigas, donde no hay un orden predefi-
nido, aunque hay estructuras emergentes que se pueden estudiar.
Para Cilliers (1998), dados estos antecedentes científicos, la mayor parte
de los investigadores de esta etapa de la complejidad no han reflexionado
aún sobre los fundamentos filosóficos de su aproximación, a diferencia
de los investigadores de sistemas y cibernética. Para Heylighen, Cilliers y
Gershenson (2007), muchos de los científicos en este ámbito se adhieren
todavía a ideas fundamentadas en el pensamiento newtoniano, espe-
rando, como en el esquema reduccionista, descubrir leyes exactas sobre
la complejidad, matemáticamente formuladas y que resulten de alguna
manera para dar orden y determinismo a la incertidumbre de los sistemas
que están tratando de entender.
El termino de sistema complejo adaptativo es definido por Holland
(1996) y con esto crea una herramienta conceptual importante que es
introducida rápidamente a la ciencia de la complejidad. Actualmente al
sistema complejo adaptativo también se le domina como sistema de
agentes múltiples. Los componentes básicos de un sistema adaptativo
complejo son llamados agentes y son concebidos típicamente como sis-
temas de “caja negra”, lo que significa que conocemos las reglas que go-
biernan su conducta individual, pero no nos importa su estructura in-
terna. Intuitivamente, los agentes pueden ser concebidos como
individuos autónomos que tratan de lograr alguna meta o valor personal,
utilidad o conveniencia, actuando sobre su ambiente, el cual incluye a
otros agentes, un agente no necesita exhibir inteligencia o alguna cualidad

105
Ciudad compleja

mental específica, ya que los agentes pueden representar sistemas tan di-
versos como gente, hormigas, células o moléculas. En este aspecto, la
ciencia de la complejidad ha asimilado las lecciones de la cibernética,
rehusándose a trazar cualquier frontera a priori entre mente y materia
Heylighen, Cilliers y Gershenson (2007, p125).
Los postulados de Holland instan a que los múltiples agentes de un sis-
tema son ignorantes de los posibles efectos que sus acciones puedan
generar, desconocen en realidad su ambiente, estos múltiples elementos
alcanzarían sus metas fundamentalmente por medio de prueba y error,
esto sería equivalente a la variación ciega seguida de la selección natural
de los agentes, se realizarían entonces acciones o reglas que logren un
mejor ajuste ante el entorno; los agentes son básicamente egocéntricos o
egoístas: sólo se preocupan por sus propios fines, ignorando inicialmente
a otros agentes. Sólo en una etapa posterior podrían llegar a conocer a
sus vecinos lo suficiente para desarrollar alguna forma de cooperación
(Axelrod, 1984). Pero para Heylighen, Cilliers y Gershenson (2007: 127)
incluso cuando los agentes son lo suficientemente capaces de conocer e
inteligentes como para seleccionar acciones aparentemente racionales o
cooperativas, ellos, como nosotros, son intrínsecamente ignorantes sobre
los efectos remotos de sus acciones. Lo anterior se postula bajo el prin-
cipio de localidad. Este postulado sobre “lo local” se menciona en la me-
cánica convencional bajo la lógica de que los agentes sólo interactúan
con un pequeño número de otros agentes que forman su comunidad lo-
cal. Pero a partir de la mecánica relativista y la teoría de la complejidad se
empieza a suponer que aunque las interacciones sean locales, están tam-
bién tendrían repercusiones a largo plazo y en una escala global, afec-
tando al sistema en su totalidad. Tales efectos globales son por definición
inesperados al nivel del agente y son en ese sentido emergentes, no po-
drían haber sido inferidos de las reglas (propiedades) locales que deter-
minan el comportamiento del agente. Para nosotros como observadores
externos, tales propiedades emergentes no son necesariamente sorpresi-
vas: si las interacciones entre los agentes son lo suficientemente regulares
u homogéneas, como en las interacciones entre moléculas en un cristal o
un gas, podríamos ser capaces de predecir la configuración global (emer-
gente) resultante. Pero en los casos más generales, es imposible realizar
extrapolaciones del nivel local al global.

106
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Para los últimos años del siglo veinte e inicios de este nuevo siglo, el
principio de localidad se ha trastocado ampliamente, desde la visión de la
mecánica cuántica se postula radicalmente que las interacciones entre ele-
mentos de un sistema no necesariamente están vinculadas simplemente
a su localidad inmediata, se estima que también se pueden manifestar
interacciones por la extraña vinculación entre elementos por el solo he-
cho de compartir cualidades y características relativamente idénticas aun
y que se mantengan a distancias fuera de su localidad inmediata. Se han
logrados procesos extraordinarios desde la teorización del pensamiento
cuántico pero en la practica este conocimiento está aun lejano para esta-
blecer leyes o postulados.

Conclusión: Simple y Complejo


Poder dar certeza sobre lo que consideramos como sistema complejo o
un sistema simple es difícil, aun y que existen aparatos teóricos como los
que anteriormente hemos revisado. La distinción entre “simple” y “com-
plejo” no es tan nítida como podríamos pensar intuitivamente (Nicolis y
Prigogine 1989:5). Muchos sistemas podrían parecer simples, pero reve-
lan una complejidad notable cuando se examinan de cerca, por ejemplo,
una hoja. Otros parecen complejos, pero se pueden describir simple-
mente, por ejemplo algunas máquinas, como el motor de combustión
interna (Cilliers P. 1998, p.3). Está identificación se podría volver aun
más complicada, debido a que la complejidad no se encuentra en un sitio
especifico o identificable en un sistema. La distinción entre complejo y
simple a menudo se convierte en una función de nuestra “distancia” del
sistema (Serra y Zanarini 1990: 5), es decir, del tipo de descripción del
sistema que estamos utilizando. Para Cillers (1998), un acuario pequeño
visto a la distancia puede ser bástate simple, pero como sistema y obser-
vándolo a detalles puede ser bastante complejo. Lo simple y lo complejo
a menudo se disimulan. Más sin embargo, esto no implica que la com-
plejidad sea escuetamente una función de nuestra descripción del sis-
tema; los sistemas complejos tienen características que no están mera-
mente determinadas por el punto de vista del observador.
Para Cillers (1998), una segunda distinción importante para poder definir
un sistema como complejo, es la que se encuentra, entre la complejidad
y lo complicado. Algunos sistemas tienen una gran cantidad de compo-

107
Ciudad compleja

nentes y realizan tareas sofisticadas, pero se pueden analizar con alta pre-
cisión desde la visión reduccionista de sus partes, bajo esta premisa este
sistema sería complicado. En contraparte un sistema complejo siempre
estará intrínsecamente constituidos por relaciones no lineales y ciclos de
retroalimentación que solo ciertos aspectos de ellos pueden analizarse a
la vez, un sistema complejo siempre tendera a causar distorsiones.
Para Cillers, los sistemas complejos generalmente están asociados con los
seres vivos: una bacteria, el cerebro, los sistemas sociales, el lenguaje,
pero esta distinción cada ves se observa más difusa debido a los nuevos
adelantos en el ámbito de la computación, tecnología y sistemas de inte-
ligencia artificial.
Así Paul Cilliers en su documento Complejidad y Posmodernidad (1998: 3-4)
define diez características centrales de los sistemas complejos:
1- Los sistemas complejos cuentan con una gran cantidad de elementos.
Cuando el numero es relativamente pequeño, el comportamiento de los
elementos a menudo se puede dar desde una descripción formal en tér-
minos convencionales, lineales y reduccionistas. Sin embargo, cuando el
numero llega a ser suficientemente grande, los medios convencionales
resultan poco prácticos, no permiten la comprensión del sistema.
2- Los sistemas necesitan una gran cantidad de elementos, pero no es
suficientes. Para construir un sistema complejo, los elementos tienen que
interactuar, y esta interacción debe de ser dinámica y rica en sus inter-
cambios. Las interacciones no tienen que ser físicas necesariamente; tam-
bién pueden considerarse interacciones desde la transferencia de infor-
mación. Contar con gran número de elementos es necesario, pero no
suficiente para determinar la complejidad. Los granos de arena en una
playa no son un sistema complejo, pues necesariamente deberían inter-
actuar de manera dinámica y no estática. un sistema complejo cambia con
el tiempo.
3- La interacción entre los elementos del sistema deben de ser abundan-
tes, no son “uno a uno”, sino que múltiples. Cualquier elemento en el
sistema influye y debe ser influenciado por algunos otros elementos. Un
caso típico de esto serían las redes neuronales del cerebro.

108
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

4- Una precondición esencial de la complejidad es que las interacciones


sean no-lineales. La duplicación de un estímulo no significa necesaria-
mente la duplicación de la respuesta. Es por ello que pequeñas modifica-
ciones en una parte pueden en ocasiones detonar grandes cambios en el
sistema.
5- Las interacciones generalmente tienen un rango de acción bastante
corto, es decir, la información se recibe principalmente de vecinos inme-
diatos. Esto no significa que, a través de encadenamientos, las influencias
no puedan ser de largo alcance. Por ello, la influencia se modula en el
camino, y puede ser amplificada, reducida, modificada o eliminada de di-
versas maneras.
6- Bucles de retroalimentación en las interacciones que se da entre los
elementos (feedback loops). El efecto de cualquier actividad genera retroali-
mentación al elemento mismo, a veces directamente, a veces después de
una serie de etapas intermedias. Esta retroalimentación puede ser positiva
y por lo tanto realzar o estimular comportamientos e interacciones o ne-
gativa para, detractar e inhibir. Ambas polaridades son necesarias. Una
actividad recibe efectos sobre si misma, a través de amplificaciones o in-
hibiciones, y pueden ocurrir directamente o a través de circuitos indirec-
tos. A esto se le llama recurrencia.
7- Los sistemas complejos son abiertos, es decir, interactúan con su en-
torno. De hecho, a menudo es difícil definir el limite de un sistema com-
plejo. En lugar de ser una característica del sistema en si, el alcance del
sistema suele estar determinado por el propósito de la descripción del
sistema y, por lo tanto, a menudo está influenciado por la posición del
observador, a este proceso se llama enmarcar. Es imposible comprender
un sistema complejo sin comenzar por entender su multiplicidad de in-
teracciones con el entorno, en cambio, los sistemas cerrados son mera-
mente “complicados”.
8- Los sistemas complejos operan en condiciones alejadas del equilibrio.
Tiene que haber flujo constante de energía para mantener la organización
del sistema y garantizar su supervivencia. Aun si están en estado “esta-
ble”, es una estabilidad dinámica, y puede cambiar rápidamente. Por ello,
hay un constante flujo de energía para mantener la organización y super-
vivencia del sistema. El equilibrio total, por falta de este flujo de energía,
es equivalente a la muerte.

109
Ciudad compleja

9- Los sistemas complejos tienen una historia. Los sistemas no solo evo-
lucionan a través del tiempo, sino que su pasado es corresponsable de su
comportamiento actual. Cualquier análisis de un sistema complejo que
ignore la dimensión del tiempo es incompleto, o como máximo una ins-
tantánea sincrónica de un proceso diacrónico.
10- Cada elemento en el sistema ignora el comportamiento del sistema
como un todo, responde solo a la información que está disponible loca-
mente. Este punto es de vital importancia. Si cada elemento tuviera toda
la información del sistema, eso significaría que toda la complejidad del
sistema estaría condensada en cada una de las partes del mismo; esto im-
plicaría una imposibilidad física y de capacidad de información. La com-
plejidad es el resultado de una rica interacción de elementos simples que
solo responden a la información limitada que se les presenta a cada uno
de ellos. El comportamiento de un individuo del sistema es completa-
mente diferente en relación al comportamiento del propio sistema com-
plejo como un todo.
La revisión de estos cumplimientos pospuestos por Cillers podrán de al-
guna manera dar pauta para considerar el estudio de un fenómeno sobre
las bases de la complejidad o sólo determinarlo como un fenómeno com-
plejo que podría ser descrito desde modelo más cercano al reduccionismo
o mecanicismo. En las ultimas décadas se han acrecentado de sobrema-
nera los estudios titulados desde la complejidad o la teoría de sistemas
complejos, se escribe sobre arquitectura, urbanismo, diseño, salud, nego-
cios y demás variados temas, más sin embargo y aunque la línea es aun
difusa se necesitaría de pautas más formales para poder designar un es-
tudio bajo la visión de la complejidad. Los instrumentos teóricos que lle-
ven a estudiar la incertidumbre de un fenómeno deberán de contar con
revisiones profundas desde sus interacciones y resultados en un contexto
dinámico y multidimensional. Se entiende fundamental una postura filo-
sófica y teórica justificante para un previo de resolución sobre la comple-
jidad de una situación, proceso o fenómeno expuesto.

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112
Capítulo 6
Recursividades entre los nombres, formas y lugares
para comprender los sentidos de lo imaginario
Adolfo Benito Narváez Tijerina17

Este trabajo aborda el fenómeno de la recursividad entre formas narrati-


vas y visuales en la construcción del sentido de lugar (Narváez, 2004),
planteando que a esta circularidad esencial de las relaciones de las imáge-
nes y lo lingüístico en la producción de los lugares humanizados subyace
una fuerza que orienta a la persona a relacionarse con los lugares de un
modo no racional, para así otorgarles sentido; una fuerza que es funda-
mentalmente topofílica o topofóbica. Mercado (2012) Señala que hay una
fuerza que cohesiona a las mentalidades asociada a la presencia de ciertos
objetos icónicos en ciertas localizaciones. Los atributos de tales objetos
“contienen” las historias de los lugares y “comunican” el sentido de lugar.
En este trabajo se demuestra que estos atributos permanecen más allá de
las topoformas para convertirse en atributos más abstractos anclados a la
toponimia, de modo que una modalidad de existencia apoya a otra de una
manera indisociable y juntas constituyen el fondo de una manera de com-
prender el mundo y finalmente de valorarlo.
A esta forma de relación de los nombres y las formas al ser esencialmente
recursiva, se le pueden atribuir fenómenos de emergencia espontánea de
orden. Las maneras de recorrer la ciudad, las maneras diferenciales de
valorar los lugares que constituyen su mapa, los grandes vacíos subjetivos
de formas y nombres, pueden de esta manera ser interpretados como un
mapa de las relaciones aceptables entre los ciudadanos. Se estudia esta
relación a través de la interpretación de las representaciones espontáneas
de lugares en la ciudad, para poderlas relacionar con las maneras en las
que nos desplazamos, usamos, nombramos y representamos los lugares
en los que habitamos.

17 Doctor en Arquitectura, Investigador Nacional Nivel 3 de CONACYT,


Miembro Regular de la Academia Mexicana de Ciencias, profesor Titular C de
la UANL. Contacto: adolfonarvaez@gmail.com
Ciudad compleja

Nombrar y ver
Las maneras en las que encontramos el sentido de un lugar usualmente
relacionan el nombrar con la creación de imágenes. No es que los
nombres no posean de suyo asociaciones fuertes con imágenes; como
metáforas de lo que se nombra, las formas del mundo constituyen la
materia primigenia del espacio imaginario (Jaynes, 1987, 1991), pero esa
manera de “encadenamiento” de esos objetos señalados con el afán de
dar nombres (quizás amarrados en el espacio imaginario a los nombres
justamente a través del proceso de emparejar sonidos con impresiones
visuales), es bastante independiente como modalidad cognitiva con la de
imaginar cosas, sentirlas, darles vueltas en la mente, recorrerlas, cosas que
comúnmente se hacen cuando, por ejemplo, tratamos de trazarnos una
ruta en la mente para ir de una localización a otra en la ciudad, evaluando
qué caminos resultarán más eficientes.
Mientras que nos vamos planteando las alternativas usando nuestra
imaginación y nuestra memoria visual, vamos recorriendo por los hitos
de cada ruta, esos objetos que resaltan de un vertiginoso fondo que pasa
casi sin detalles por nuestra mente, hasta llegar al destino deseado.
Recapacitamos, escogemos otras calles, vemos alternadamente otros
hitos, otras sendas, evaluamos la seguridad, el estado de las calles, el
tráfico a esa hora, las últimas noticias que hemos oído de ese pasaje.
Hasta que tomamos una decisión y emprendemos la marcha. Eso que
ahora es una labor cada vez más informatizada y auxiliada por grandes
bases de datos geográficas que operan en tiempo real a través de
aplicaciones que pueden tenerse a la mano a través de dispositivos cada
vez más ubícuos, era realizado hasta hace poco (y realmente sigue
siéndolo en gran medida a pesar de esas ayudas informáticas) por
nosotros usando nuestra capacidad de orientación en el espacio.
¿Qué clase de capacidad es ésta? Esta capacidad es realmente diferente
de la de asociar nombres con imágenes. El experimento de Shepard y
Metzler (1971) sobre las variaciones en los tiempos de respuesta de las
personas a la rotación de imágenes en la imaginación es ampliamente
conocido. En el experimento de Shepard y Metzler, se pidió a los sujetos
que analizaran un par de prismas compuestos de pequeños cubos
alineados, representados por medio de dibujos tridimensionales en

114
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

blanco y negro girados uno con respecto al otro o también podrían


presentarse con letras rotadas en ángulos específicos (0º, 60º, 120º, 180º).
Se pidió a los sujetos de prueba que indicaran si era el mismo prisma o la
misma letra, si el prisma o la letra estaban en un espejo con respecto al
otro o que indicaran si lo que se presentó era la representación de dos
figuras diferentes.
Cuando los sujetos decidieron que era el mismo objeto, el tiempo que
tomó resolverlo fue proporcional al ángulo de rotación entre las dos
imágenes (cuanto mayor era el ángulo de rotación, mayor era el tiempo
de respuesta), de donde se dedujo que el sujeto giró la imagen del objeto
representado en dos dimensiones como un objeto compuesto de tres
dentro de su mente. Esto tuvo grandes implicaciones, porque de ser así,
¿dónde se hizo ese giro? ¿Sería un “espacio psíquico” aún no definido?
De acuerdo con la evidencia experimental, la rotación mental de los
objetos se puede separar en cinco procesos cognitivos diferentes
(Johnson, 1990): crear una imagen mental de un objeto, rotar el objeto
mentalmente sin hacer una comparación con el otro objeto mostrado
durante la prueba, crear una comparación entre los prismas o letras que
se muestran en la prueba, decidir si los objetos son iguales o no, e
informar de la decisión a los investigadores. Además, el experimento
mostró que el ángulo de rotación era independiente de si se aplicaba en
un espacio bidimensional o tridimensional. El comportamiento sólo
parecía depender del ángulo de rotación. A partir de la prueba, una
investigación más reciente realizada por Sternberg (2006) mostró que la
práctica en la visualización de imágenes informa una disminución en los
tiempos de respuesta de los sujetos, lo que significa que cuanto mayor
sea el tiempo empleado en visualizar objetos tridimensionales, mejor será
el rendimiento en la prueba.
Kosslyn (1980, 2006), al reanudar la línea de investigación de Shepard y
Metzler, dedujo que este fenómeno podría reducirse a una función de
gráfica constante (lineal): “La identidad (o falta de identidad) entre las
imágenes es una función monótona de la distancia física entre ambas
formas” (Gardner, 1987: 351). Planteando la idea de que todo lo que
sabemos está compuesto de listas de proposiciones y reglas de
codificación (o redes de información ordenadas jerárquicamente),
Kosslyn propuso la idea de que el cerebro atraviesa una serie ordenada

115
Ciudad compleja

de estados similares a los procesos ordinarios de la percepción, pero sin


estímulos físicos externos.
El experimento de Kosslyn consistió en mostrar a un sujeto de prueba
una imagen compuesta de siete imágenes que, en este caso, no eran
figuras abstractas como en el caso del experimento de Shepard y Metzler,
sino más bien fotografías de objetos y paisajes. Se le pidió al sujeto que
lo memorizara y luego repasara mentalmente la imagen moviéndose en
su mente de un punto a otro; se tomó el tiempo que requirió el sujeto
para entre esos puntos de la imagen mental y se encontró que el tiempo
de respuesta del sujeto era proporcional a la distancia física en la imagen
mostrada durante la prueba, es decir, que a mayor distancia en los puntos
elegidos dentro de las fotografías mostradas, mayor era el tiempo de
respuesta en el viaje mental. Sin embargo, si se le pedía al sujeto que dijera
si una imagen estaba contenida o no en lo que había observado
anteriormente, el tiempo de respuesta se hizo relativamente constante,
como si en lugar de recurrir a un movimiento físico dentro de la imagen,
recurriera al uso de una lista ordenada de acuerdo con una construcción
mental que distingue las imágenes por tipo y las llevara a su asociación
correspondiente.
Kosslyn y su grupo de investigación también descubrieron que se
necesita más tiempo para moverse alrededor de un objeto grande que de
uno pequeño, que se necesita más tiempo para visualizar un objeto
tridimensional que bidimensional, más tiempo para ver pequeños detalles
que toda la imagen y que es más difícil imaginar los objetos que se sabe
que están ocultos detrás de una barrera, que los que se sabe que son
visibles. Uno de los descubrimientos más importantes de Kosslyn fue
establecer que era posible construir una imagen visual a partir de una
secuencia verbal, este fenómeno sólo es posible desde aproximadamente
los cuatro años de edad en los seres humanos18.
El modelo propuesto por Kosslyn lo llevó a desarrollar un simulador de
computadora que hizo explícito el proceso de generación de imágenes.

18Datos recientes revelan que el uso de imágenes mentales puede desarrollarse


en los seres humanos desde los 5 meses de edad, cuando ha pasado ya por la
etapa de rodarse (3 meses), conocer objetos oralmente y aventar objetos.
También se encontró que hay diferencias en la adquisición de esta habilidad
entre los sexos (Moore y Johnson, 2008).

116
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Básicamente consistía de dos componentes: una representación


superficial, que es una entidad cuasi-figurativa acompañada por la
experiencia subjetiva de formar una imagen. Las imágenes serían de
acuerdo con este modelo como visualizaciones espaciales temporales en
la memoria activa que se generan a partir de representaciones más
abstractas alojadas en la memoria de largo plazo. Se supone que la imagen
está compuesta de memorias descriptivas (similares a un lenguaje) y
elementos figurativos. El hecho es que el sujeto puede “generar
imágenes, fragmentarlas de diversas maneras, someterlas a distintas
transformaciones y clasificarlas en categorías semánticas” (Gardner,
1987: 353).
Kosslyn enfatiza que la información procesada por el cerebro se
almacena en forma de imágenes que no son de tipo lingüístico, pero que
mantienen una correspondencia no arbitraria con la cosa representada.
La evidencia ahora sugiere que la información que se procesa en modo
de imágenes y que es posible manipular espacialmente está contenida en
la memoria de corto plazo, mientras que la información ordenada
jerárquicamente se almacenaría en una memoria de largo plazo.
Las actualizaciones del experimento de Shepard y Metzler realizadas con
exploraciones de resonancia magnética funcional sugieren que en la
rotación de imágenes mentales, se activan simultáneamente áreas
específicas de la corteza cerebral. Se ha informado la activación de las
áreas de Brodmann 7a y 7b correspondientes a la corteza somatosensorial
asociativa, el giro frontal medial, la corteza somatosensorial de la mano,
las áreas visuales corticales extra estriadas y la corteza frontal (Cohen y
otros, 1996). Lo que indica la concurrencia de funciones primarias, en
esto que parece ser una función cerebral de un nivel más alto de
complejidad. Esta idea apoya la tesis de Parsons (1987) y Amorim,
Isableu y Jarraya (2006) que en el caso de rotaciones difíciles de simular
mediante el uso de las articulaciones de los cuerpos de los sujetos, la
efectividad de los mismos disminuyó, mientras que en las rotaciones que
fueron más “naturales” con respecto al cuerpo, los tiempos de respuesta
habrían sido más cortos, lo que para estos investigadores significó que en
esta actividad varios sistemas neuronales estaban involucrados al mismo
tiempo en una integración cuyo centro era la sensibilidad corporal o el
espacio de operación del cuerpo de la persona.

117
Ciudad compleja

Es cierto que la imaginación es extremadamente maleable y podría muy


bien una imagen recordada, a través de mecanismos asociativos, ser
manipulada como si fuera una entidad dentro del espacio imaginario,
pero esto no es algo relativamente común. Existe en el uso diario de la
imaginación y la memoria una especie de compartimentación o uso
diferenciado: por un lado, se presenta la actividad vinculada a la
manipulación espacio-temporal de entidades que existen en el espacio
imaginario, y por el otro se presenta como una actividad vinculada a las
capacidades asociativas que parece ligar a las imágenes mentales con
significados organizados merced a asociaciones, jerarquías, lógica, entre
otros procesos.
Si bien la primera actividad parece estar relacionada con la dirección, la
orientación, la manipulación y por este medio concreto (pero
internalizado como una actividad puramente imaginaria) se puede llegar
a conocer un objeto, la segunda parece relacionarse con la comprensión
a través de ordenar, organizar, jerarquizar, hacer conjuntos, dibujar
similitudes y diferencias con respecto al ser, su historia y sus vínculos con
el mundo y mediante una lógica secuencial adquirida en contacto con el
otro, en el surgimiento del ser culto que está vinculado con el otro a
través del contacto.
Si en el primer caso la imaginación se refiere a la visión, en el segundo
caso parece estar dirigida al lenguaje. En efecto, la actividad de
secuenciación parece referirse más a entidades lingüísticas que a
entidades espaciales, esto se revela a través de las pruebas de Shepard-
Metzler y Kosslyn, cuando las diferencias en los tiempos de respuesta de
los sujetos desaparecen, en la medida en que se usan mecanismos
asociativos para recordar imágenes. ¿Es esta imagen equivalente a la
manipulada en el ámbito de un espacio imaginario o es más similar a
entidades más abstractas como palabras o números?
Parece haber una equivalencia superficial con las imágenes que
manipulamos en términos espaciales en el sentido de poseer cualidades
morfológicas, pero éstas carecen de cualidades asociadas con el espacio-
tiempo. Es como si estas cualidades morfológicas supusieran un atributo
subordinado a otros más abstractos, como una trama histórica o una
secuencia lógica y en esta subordinación se hubiese perdido la posibilidad
de “localizar” la imagen en un lugar imaginario. Como si su existencia

118
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

“concreta” fuera denegada en favor de una existencia atemporal y, por lo


tanto, “inmóvil”.
Los procesos involucrados en imaginar de forma asociativa suponen una
importante similitud con los procesos de elaboración del lenguaje.

Los límites del lenguaje y las imágenes


Ludwing Wittgenstein (1921), en la proposición 5.6 de su Tractatus Logico-
Philosophicus, afirmó que “los límites de mi lenguaje significan los límites
de mi mundo”19. Hay una determinación que a partir del lenguaje se
ejerce sobre lo que se conoce. Lo que se conoce se equipara a la realidad,
estableciendo unos límites para el mundo. Se desprende de las
afirmaciones del filósofo austriaco que lo que es en el mundo físico, es
un subconjunto de la realidad. En este sentido es correcto plantear que
la realidad es todo lo conocido y que puede existir y que se remite como
última extensión a todo lo que puede ser nombrado.
El mundo objetivo es desde este punto de vista menor a la realidad, en
tanto esta última abarca a lo abstracto, que no forma parte del mundo
objetivo. La propocisión establece un camino para no caer en la
balandronada (muy al estilo de Lord Kelvin) de que todo lo que se conoce
es el mundo en sí, al matizar diciendo “mi mundo”. Con ello Wittgenstein
ya pone un límite a las pretensiones de definición de lo objetivo.
Históricamente esta afirmación fortaleció al positivismo y en particular
al positivismo lógico que pretendía imponer unos límites no a lo
cognoscible, sino a lo que era competencia de la ciencia (lo que para el
positivismo ingenuo era equiparable al mundo en sí), pero un análisis más
cercano de la tesis puede apartarla de ese derrotero, llevándola al
existencialismo filosófico. Mi mundo es aquello que estaría ligado a mi
ser ahí, al tiempo de mi mirada y mis pensamientos encadenados al lugar.
No hablamos de lo que se conoce o se puede conocer en un sentido
amplio, sino en el ámbito de los límites que yo mismo establezco.
De manera que los límites de mi mundo serían aquellos que impondría
mi conocimiento consciente de la realidad. La zona liminal que se abre

19 “Die Grenzen meiner Sprache bedeuten die Grenzen meiner Welt”.

119
Ciudad compleja

en la caída al sueño, las manifestaciones de lo inconsciente que emergen


tras de las imágenes oníricas, ya estarían por fuera de ese armazón, dada
la arracionalidad inherente a sus relaciones y contenidos.
Ehrenzweig (1969) advirtió sobre el afloramiento de tales contenidos en
nuestra percepción ordinaria a partir de unos elementos carentes de la
estructura que brinda la claridad de una forma percibida a los que llamó
“figuras libres de gestalt”. Según sus investigaciones, existen figuras
asociadas al fenómeno psicológico conocido como gestalt que implica un
aislamiento de una figura con respecto a su fondo, como un recurso para
reducir la información con la que se provee a la percepción consciente,
que se encontrarían “por fuera” de la forma percibida, que excitarían a
estructuras profundas de la psique del observador haciendo que la
energía libidinal pudiese manifestarse como goce estético.
Tales elementos al ser los responsables fundamentales de la experiencia
estética, por definición siempre estarían asociados a la inconsciencia pero
serían fundamentales para explicar los contenidos emocionales que
impregnan a nuestra experiencia consciente. Ehrenzweig y otros
psicoanalistas afirman que no es posible una reducción de nuestros
procesos cognitivos solamente a los contenidos que pueden ser
percibidos conscientemente. Una parte importante de los contenidos que
percibimos son inconscientes; por decirlo de una manera metafórica, son
depositados en el inconsciente durante el proceso perceptual, pudiendo
emerger a la consciencia sin una forma clara durante nuestras
experiencias del día a día por un efecto (también fundamental) de
resonancia20.
Bachelard (1965) fue uno de los filósofos que nos hizo ver cómo a la
persona acuden a través de ese fenómeno simpático las analogías que con
libertad vuelan alrededor de las formas y los conceptos, de una manera
tan desestructurada como lo es la medida de lo que se sueña cuando se
sueña en poderosas y evocadoras imágenes poéticas.

20Bachelard acude al concepto de resonancia acuñado por E. Minkowski: “la


ensoñación poética e inspiradora ‘resuena ante la imagen poética’, es imagen pero
no sin un sonido y sin una relación con el oído propio del lector que recoge la
canción propia del ensueño del escritor” (Búa Soneira, 2015: 81).

120
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Esa apertura que se experimenta en la resonancia, ese vaciarse del


contenido libidinal que se experimenta frente a lo que es libre de gestalt,
elimina las barerras restrictivas del lenguaje que advierte Wittgenstein.
Por fuera de lo que se puede nombrar, subrepticiamente penetrándolo,
cruzándolo impúdicamente, se encuentra el mundo que ha rebasado así
a los límites del lenguaje. La realidad, así vista no estaría constreñida por
mi capacidad de poner nombres, sino por la experiencia que se encuantra
repleta de resonancias, que bulle emocionada bajo la piel del mundo
como un magma.
No es concebible una imagen sin ese contenido hirviente que sólo se
advierte como una premonición evocadora tras de la barrera de la forma.
Cuando imaginamos esto alrededor de la geografía de nuestros pasos
cotidianos nos asaltan los topónimos y sus capacidades evocadoras junto
a las imágenes que pueblan nuestros recuerdos, nuestra vista y nuestros
deseos íntimos, como recipientes de otros nombres, de otras épocas, de
una marea inmensa de flujos, de miradas que se cruzan, a veces
cómplices, otras viendo con azoro la oscuridad de la noche.
Paz (1983) traza una geografía de esas vidas que se cruzan en la ciudad al
advertirnos que tienen los extremos de la alcoba y de la plaza. Una
geografía que va del secreto a la exhibición, que se refiere a las prácticas
con las que rodeamos unos lugares que adquieren sus nombres de
connotaciones que van más allá de la lógica. Ya advierte esto Nietzsche
(1886) al revelar su predilección por el sótano entre las sombras, frente
al misterio cristiano que aún velado, está en el lugar principal de la sala,
luminosa, ordenada, apolinea. Bachelard establece su noción de
topoanálisis sobre la base de la división vertical de la morada, que va del
sótano al ático.
De este modo, estos pensadores apuntan nuestra mirada hacia la sombra,
el secreto, lo subterráneo, lo íntimo, como oponiéndose dialécticamente
a lo luminoso, abierto, consciente y superior. Como una manera de
mostrar una de las más grandes paradojas de la conciencia: en el encierro
del sótano se abre la inmensidad de un océano de olas tempestuosas y
afiladas costas, donde todas las formas se disuelven. Mientras que frente
a la luz de horizontes amplios cede toda apertura, se manifiesta lo que es
finalizado, cerrado así a toda mutación posible.

121
Ciudad compleja

Es en esa apertura que ofrece la penumbra de lo inconsciente que por


resonancia exhiben las imágenes y los nombres a lo que no puede ser
retenido por la lógica de los lenguajes, donde se deben dirigir nuestros
pasos si queremos entender aquello que anima a nuestro mundo.

Recursividades y emergencia espontánea de orden


Hay una recursividad inherente al proceso de nombrar y encerrar
mediante formas al mundo (Narváez, 2004). En efecto, la
correspondencia que existe entre nombres e imágenes tiene a su vez esa
doble correspondencia de un lenguaje abierto a las analogías y el que se
encuentra cerrado ante la multiplicidad de significados, y frente a estas
formas del lenguaje podemos encontrar correlativamente dispuestas
imágenes que encierran una correspondencia analógica con las palabras
y otras que pueden ser manipuladas como objetos materiales, en ambos
casos, se trataría de entidades que poseen algunas cualidades que tanto
apuntan hacia la apertura de relaciones analógicas arracionales como a
cualidades que fijarían la correspondencia unívoca y racionalmente.
Jung (Frey Rohn, 1991) reconocía tres modos de enlace del recuerdo en
la memoria, a través de una relación lógica entre los elementos del
recuerdo, de una relación histórica (la secuencia temporal de la
experiencia) y una relación que llamó “radial”, que se refiere al vículo
emocional que la persona establece con los eventos experimentados.
Reconocía además que de los tres modos, el más débil enlace en la
memoria lo constituía la relación lógica, mientras que el más fuerte era el
modo de relación radial.
Los contenidos de la experiencia estarían fuertemente condicionados por
las emociones que se hubieran experimentado entonces o con los lazos
que se tuvieran entre los participantes. Como apuntábamos en la sección
anterior, un gran contenido de las emociones experimentadas yace en
forma inconsciente en la persona, otra parte es la que puede ser
“manejada” por la consciencia, de modo que en el recuerdo se hallaría
atrapada una energía que por definición no ha sido liberada desde lo
incosnciente a la consciencia.
Es esta liberación la que interesa a la relación recursiva entre los nombres
y las imágenes, que de este modo se encuentran indisociablemente
122
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

unidos. La característica más remarcable de los contenidos de lo


inconsciente se encuentra en la literalidad. Hay un enlace entre los
contenidos de lo incosciente que responde a relaciones de contigüidad
entre los mismos; no me estoy refiriendo a una contigüidad histórica o
lógica, sino aquella relacionada con su cercanía simbólica que se da por
analogía, o como también se apuntaba en la sección anterior, por
resonancia.
Los contenidos de lo inconsciente parecen arracimarse, formando
constelaciones con formas previas a lo individual, ha dado cuenta de ello
Jung (1999), denominando a esos elementos centrales de la mente
arquetipos. Jung llamó la atención sobre las características más
remarcables de estas entidades que es la de ser colectivos, ser
preformativos y hasta un cierto punto ahistóricos. Cargados de energía,
los arquetipos centran los recuerdos otorgándoles sentido, aquél que es
compartido y permite la comunicación profunda entre los hombres.
En su obra más tardía, cuando sus exploraciones sobre la mente
profunda calaban más allá de estos luminosos elementos formadores de
la mente, Jung advirtió que existía un fondo preformativo carente de
imágenes y asociado a lo que él mismo denominó como cercano a la
materia. ¿Es este fondo previo a la forma donde yace la energía que
mueve la creatividad encerrada en la recursividad que advertimos?
En su relación recíproca, los nombres y las imágenes parecen encerrar
mucho más que la literalidad de una relación metafórica que tiende un
puente entre ambas formas de ser de lo real. Tal parece que hubiera un
motor profundo que hace que cada una de las metáforas (que son círculos
que se autorremiten constantemente) contuviera en sí una fuerza
creadora.
Cuando esta manera de interaccionar se lleva a cabo en el escenario de
los hechos sociales, la emergencia de nuevas propiedades en el seno de
la autorreferencia parece aún más extraña. J. Holland (2004), S.
Kauffman (2003), I. Prigogine (1997), entre otros, han expuesto ideas
que nos ayudan a ver cómo las interacciones entre agentes en un sistema
altamente complejo pueden provocar la emergencia de propiedades
nuevas en el sistema que implican un crecimiento en la coherencia y
coordinación de las acciones que ejecutan los agentes individuales.

123
Ciudad compleja

Una discusión en este sentido ya ha sido planteada en ocasión de la


presentación de los resultados del ABM Elkin World (Narváez, Brito y
Cruz, 2016) que simulaba la adquisición de conocimiento y su
diseminación en una población situada en un paisaje geográficamente no
neutro. Lo que emergió de este experimento fue la posibilidad de que en
el sistema pudiera haber surgido espontáneamente un meta agente que
pudo ejercer control y coordinación a través de una organización que se
revela como una forma claramente organizada que surge aún antes de la
diseminación de la información entre los agentes, quizás como una
medida de “contención” (figura 1). Por qué sucede esto ha
desencadenado una serie de hipótesis que aluden directamente a los
límites de la mente individual y la posibilidad de que ésta se encuentre
permanentemente intervenida por procesos transpersonales de más alto
o más bajo nivel que el de la consciencia individual.

Figura 1 Organización espontánea de agentes en el ABM Elkin World. Fuente:


Captura de pantalla de computadora.

El estudio del comportamiento del ABM en el tiempo reveló que cabría


advertir una finalidad en este elemento que emerge, como si se tratara de
una propiedad teleológica, que tiene que ver con su conservación, con su
supervivencia en el tiempo. La reducción de la aleatoriedad que
rápidamente se advierte en la evolución de los sistemas basados en la
interacción de agentes autónomos, puede tener que ver con un retardo
del flujo de materia, energía o información desde el sistema organizado
hacia su entorno desorganizado. Y este retardo se relaciona

124
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

profundamente con la forma, con la organización en sí de los elementos


del sistema.
La formación de los bucles de autorreferencia que emergen en la relación
cotidiana de los seres humanos con el mundo a través de la atribución de
significados a las cosas, va haciendo emerger niveles de abstracción que
son crecientes; por decirlo de una manera figurada, va vaciando a la
mente en el mundo. El resultado palpable de este proceso es la certeza
de que nuestro hábitat se va haciendo semejante a sus hacedores en una
medida creciente, hasta el punto de que es posible advertir que vivimos
en un espacio que es el resultado de los procesos de simbolización
implicados principalmente en el uso del lenguaje.
Pero este no puede ser entendido únicamente como un proceso de
equiparación de unos contenidos de significado a unos continentes del
mismo. No, por debajo de la piel de este bucle bullen elementos de
sentido que se encuentran conectados al ser y al mundo de maneras no
racionales e inconscientes. Una pista que hemos seguido para tratar de
descubrir la forma del proceso de morfogénesis de nuestra realidad, tiene
que ver con la existencia de entidades intermediarias entre los procesos
básicos de somatización de lo objetivo y la formación de lo real a los que
hemos denominado morfógenos (Narváez, 2015).
Según esta tesis, lo objetivo jugaría un rol principal a través de la
sensibilidad corporal como un impulso unitario, lo que daría lugar a la
emergencia de morfógenos, que serían como indicaciones somáticas
preformativas que estarían antes del proceso de significación que tiende
a “escindir” la simbolización en una oposición muchas veces dual.
La transición de esa informacíon transpersonal a cada agente individual
del sistema social autoorganizado que tendría su correlato en el espacio
objetivo en la emergencia de una organización visible, por ejemplo,
estaría mediada en el caso de las personas por su cuerpo que actuaría
como un puente entre eso no personal con la mente individual.
Podemos afirmar que a esta circularidad esencial de las relaciones de las
imágenes y lo lingüístico en la producción de los lugares humanizados
subyace una fuerza que orienta a la persona a relacionarse con los lugares
de un modo no racional, para así otorgarles sentido; una fuerza que en

125
Ciudad compleja

esencia es fundamentalmente topofílica o topofóbica y que eso orienta el


sentido específico que ulteriormente se formará.
La materialización de estas relaciones toma cuerpo en ciertos objetos que
centran el sentido de los lugares cuando este proceso ha emergido a la
consciencia. Mercado (2012) Señala que hay una fuerza que cohesiona a
las mentalidades asociada a la presencia de ciertos objetos icónicos en
ciertas localizaciones. Los atributos de tales objetos “contienen” las his-
torias de los lugares y “comunican” el sentido de lugar. Pero estos
atributos permanecen más allá de las topoformas para convertirse en atri-
butos más abstractos anclados a la toponimia, de modo que una modali-
dad de existencia apoya a otra de una manera indisociable y juntas cons-
tituyen el fondo de una manera de comprender el mundo y finalmente
de valorarlo. A esta forma de relación de los nombres y las formas al ser
esencialmente recursiva, se le pueden atribuir fenómenos de emergencia
espontánea de orden.
Las maneras de recorrer la ciudad, las maneras diferenciales de valorar
los lugares que constituyen su mapa, los grandes vacíos subjetivos de for-
mas y nombres, pueden de esta manera ser interpretados como un mapa
de las relaciones aceptables entre los ciudadanos.

La ciudad subjetiva
Una manera en que puede verse esa correspondencia entre los nombres
y los lugares es a través de los mapas que espontáneamente la gente
dibuja. Cuando pedimos una indicación para que se nos oriente hacia
dónde ir en la ciudad o cuando pedimos a la gente que recuerde los rasgos
más remarcables de su ciudad, dibujando para ello un mapa, lo que se
nos presenta es esencialmente una estructura de los lugares que se
consideran conocidos, cercanos o propios, los que se consideran lejanos
y ajenos y una frontera que los delimita (Rapoport, 1978). Los objetos
que adjetivan a esta estructura del lugar pueden estar asociados a
cualquier elemento de la estructura, adquiriendo de esta manera sentido.
Lynch (1960, 1985) reconoce cinco elementos estructuradores de la
imagen a los que denomina bordes, hitos, sendas, nodos y barrios,
uniendo de esta manera en la ciudad la noción de espacio radiante e
itinerante (Gourhan, 1964). La unión de toponimia y topoformas, que se
126
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

materializan en estos mapas, revelan los elementos que componen al


lugar subjetivo, es decir el lugar de las experiencias vivenciales.
Si entendemos a estos mapas como el resultado del proceso de
relacionarse con el lugar, podemos empezar a identificar elementos de la
formación de ese espacio subjetivo que debe ser en parte isomorfo al de
la formación de la experiencia consciente. Hemos encontrado cuatro
elementos estructurales básicos de tales relaciones: atractores
morfogenéticos, espacio sentido, elementos evocados y elementos
ausentes, que no se relacionan con la manera en que se representa el
lugar, sea háptica o visual (Wallon, Cambier y Englehart, 1992) sino con
las cualidades intrínsecas de la estructura del espacio subjetivo.
Hay elementos que aglutinan los recuerdos en la geografía imaginaria,
que hemos llamado atractores morfogénicos (Narváez 2010), que juegan
el papel de agrupar los elementos menores a su alrededor. En los dibujos
que hace la gente esto origina una organización radial en muchos de los
casos, donde el atractor es el centro del cual dependen los otros
elementos agrupados por él. Ahora que también es notable que la
geometría del espacio representado depende de la geometría intrínseca
del atractor.
Si el atractor morfogénico es el zócalo, por ejemplo, la organización
tiende hacia la geometría concéntrica radial, pero si el elemento es
longilíneo o reticular, como en el caso de una carretera o un trazado que
forma una retícula, por ejemplo, la geometría se adaptará a la del atractor,
una carretera agrupará a lo largo de su longitud a los lugares subsidiarios;
la marcha, entendida como la manera en la que la dimensión longitudinal
está privilegiada y que, por lo tanto, integra tiempo y espacio en la
representación, también se puede convertir en un atractor capaz de
organizar los elementos del espacio perceptivo radialmente en relación
con la dimensión privilegiada por la experiencia de caminar, que debe
entenderse como si todo estuviera agrupado a lo largo de la ruta
recorrida, convertida para la persona en una representación lineal por la
experiencia de movimiento de la marcha.
Hay elementos evocados por la representación que condicionan a la
geometría de la ciudad que se representa. Este es el caso, por ejemplo, de
una ciudad importante cercana, que puede establecerse como un centro
alrededor del cual se irradia el espacio de la ciudad representada. O se

127
Ciudad compleja

trata de varias ciudades relacionadas (donde la ciudad representada es una


ciudad de paso entre ellas), pero que son tan distantes en términos de la
distancia objetiva o en términos de la distancia que siente el dibujante,
que la influencia de la relación de estas ciudades se plasma en la topología
de la ciudad representada, (nunca como trazos que remitan a estas
localidades), pueden aparecer como caminos que salen de la forma
centralizada de la ciudad representados como cilios que se proyectan de
forma centrífuga o como nombres que apuntan en la dirección de esos
lugares, forzando a la forma representada hacia las direcciones que
evoquen estos elementos.
La fuerza de estos elementos evocados depende en cada caso de la
importancia del elemento para la ciudad representada, esto ya está
relacionado con la dimensión semántica, por lo que dicha importancia no
sólo tiene que ver con la escala, por ejemplo, sino con una serie de
factores que interactúan en la formación de significado: dependencia
funcional y económica, la importancia política del elemento evocado, la
existencia de redes sociales que se relacionan con las poblaciones, etc.
¿Por qué el elemento evocado no es comparable al atractor morfogénico?
Quizás esto se deba a que la naturaleza imaginaria de ambos es diferente,
uno es más material, el atractor, mientras que el elemento evocado es más
bien una fuerza, invisible pero que condiciona la mayoría de los
elementos materiales representados. Como podemos ver, cuando se trata
de dependencias, pasa a otro espacio, el de las relaciones, el de la
reproducción, que en lugar de llevarnos a pensar en un proceso cognitivo
de origen visual espacial, nos lleva a lo verbal, como se apuntaba antes
en este capítulo, hacia la generación de un orden estructural que no
depende tanto de lo visual como del atractor que irradia su forma y su
materialidad ante la mirada.
También hay en las representaciones condiciones no materiales, que
pueden parecerse a las influencias evocadas, pero que resultan de otro
tipo de relaciones de las cosas con las personas. Hemos observado que
la realidad socio-espacial que se siente ejerce cierta influencia sobre la
representación de la ciudad, es en la zonificación que se establece en la
representación donde se manifiesta más directamente, pero en los
elementos del dibujo es posible ver algunas características de lo ausente,
como su grado de integración o ruptura, que puede estar relacionado con
la fragmentación o integración de la realidad socioespacial prevaleciente.

128
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

La segmentación del espacio generalmente se manifiesta por líneas


gruesas y fuertes que separan y muestran la división existente entre las
personas que se intuyen pertenecientes a diferentes clases, a veces. Frente
a una queja manifiesta, ésta es silenciosa, esto significa que en la
representación desaparece la denominación o los elementos de la
geografía pertenecientes al lado opuesto a lo que sí se desea nombrar,
pero no la fuerza de la línea que separa.
Una característica que nos llamó la atención en los dibujos que
analizamos de la ciudad de Cadereyta, una ciudad petrolera del noreste
de México en Nuevo León (Narváez, 2006, 2010), y que puede servir de
ejemplo aquí, fue la presencia repetida del río como un límite de dos
zonas de la ciudad, el centro y La Loma, que aparecen como la totalidad
urbana y en oposición. La distancia entre estos dos extremos sociales se
ve agravada por la frontera que los delimita. Un trazo fuerte y repetido,
lleno de emoción, es lo que se usa para representar el río, La Loma es
vista como un promontorio simétrico, que se opone a la parroquia. Esta
división en mitades establece una de las pautas de la organización del
dibujo, que puede no ser una presencia física tan evidente como cuando
hablamos de un atractor, pero que ejerce una notable influencia en la
organización del espacio de la ciudad imaginaria (figura 2).

129
Ciudad compleja

Figura 2. Mapa mental de Cadereyta y los elementos estructurales del espacio


de la experiencia. Fuente: Archivo del Laboratorio de Estudios sobre Diseño.
Por otro lado, es patente la existencia de elementos no representados o
negativos que tienen en su ausencia también un papel en la elección de
una cierta geometría para representar el espacio. Al igual que las palabras
que están ocultas a la conciencia, pero que en ciertas circunstancias
emergen, en la representación de la ciudad hay lugares que no se pueden
nombrar, pero que están presentes como una fuerza invisible en la
representación. Estas ubicaciones, estas características gráficas, toman el
lugar de la sombra. Esto nos lleva a especular sobre el papel de lo
negativo o lo ausente en la expresión geométrica; es posible pensar que
esto juega un papel importante en la delimitación del campo en la
representación, “presionándolo” hasta adquirir una geometría. Esta
presión se puede sentir hacia las áreas que no están dibujadas ni
nombradas, pero que “empujan” el dibujo lejos de ellas. Esto es muy
difícil de apreciar si no se está al tanto de la división socio-física del
espacio y si también se desconoce la geografía del lugar.

130
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Así como los elementos evocados atraen la representación hacia sí


mismos, los elementos ausentes parecen rechazar la representación
imaginaria, limitarla e imponerle límites. La idea de que la separación
bipolar prevalece en lo simbólico es aceptable, esto significa que cada
elemento representado tiene en sí mismo (oculto, negado y potencial) a
su opuesto simbólico. En algunos dibujos que hemos encontrado en el
trabajo de campo durante estos años, el juego interno de oposiciones que
evocan distancias sociales, la fragmentación del tejido urbano, las
delimitaciones, los bordes, etc., toma el lugar de la sombra, de lo ausente.

Conclusiones
La capacidad para darle nombres a las impresiones que se depositan en
nuestra memoria parece tan natural que luego es imposible que nos des-
hagamos de esa compulsión de ir nombrándolo todo. La razón de ello
nos conduce a intuir esta compulsión como “otro” sentido, que empuja
a nuestra mente hacia afuera, a proyectarse sobre el mundo, domesticán-
dolo, dejándolo quieto para que puedan tocarlo nuestras manos y ya no
sea tan amenazador.
El nombre toma hegemonía sobre nosotros, cuando en vez de haber sido
dicho por primera y prístina ocasión, es repetido por aprendizaje y adoc-
trinamiento. Cada palabra, como si se tratara de una orden mágica, posee
una fuerza en sí misma que tuerce nuestra manera de ver las cosas, -lo
que es el mundo en sí, libre de epítetos- y nos hace ver lo que se nombra.
Como si la palabra comunicara otras visiones, otras concepciones de lo
que es, que hubieran sido fabricadas antes de que siquiera pudiéramos
ver por primera vez el mundo.
Y es que la palabra es el recipiente de las voces de los antepasados que
en su cuerpo parecen vivir.
Tenemos la compulsión de completar y a través de esa manera con la que
procuramos no dejar huecos en las cosas que hacemos, vamos cerrando
el mundo de lo que es, para sustituirlo por el mundo de la experiencia. Si
pudiéramos percibir esto con bastante perspectiva, es decir, aislándonos
de la visión humana que impele a observar a través de los nombres que
evocan formas de la experiencia, que es una formación semántica a su
vez y que se ha unido recursivamente a los nombres para formar el sitio
131
Ciudad compleja

en el que se desplazan nuestras experiencias pasadas y nuestros sueños


de porvenir, podríamos ver cómo existe una escisión creciente entre la
materia de la experiencia y el mundo “objetivo” (es decir, lo que es abso-
lutamente ajeno al sujeto).
Una pregunta clave que asoma de todo esto es la que interroga sobre la
posibilidad de lo objetivo: ¿existe algo relevante que se encuentre fuera
de la experiencia? Las preexistencias en los paisajes que recorremos en el
día a día del lugar en el que vivimos, toman carta de presencia en nosotros
justamente empujadas por las toponimias que organizan a los lugares en
un todo semántico que forma lo que llamamos nuestra “experiencia en
el lugar”. Es a tal punto indisociable la imagen que completa al nombre,
que entonces confundimos ese entre juego de correspondencias con lo
objetivo; con lo que es natural que ocurra una sustitución, volviéndose
imperceptible para el sujeto lo que es objetivo en sí.
Es justamente la forma de esta sustitución la que interesa aquí, porque la
recursividad de los nombres y las imágenes de los lugares puede tener un
efecto generativo que hace emerger nuevas propiedades en el seno de la
experiencia. Hay evidencias de que el resultado de ello es una creciente
abstracción. La materialización de lo mental ahora en el ámbito de las
experiencias que suceden en espacios virtuales (redes sociales, videojue-
gos, salas de conversación, etc.) puede muy bien hacer de ejemplo aquí,
toda vez que se presenta ahora una exteriorización de lo subjetivo me-
diante artefactos que han ampliado muchísimo el espacio de nuestra ex-
periencia, como si hubiéramos vaciado nuestro espacio subjetivo, hacién-
dolo visible en nuestros dispositivos de acceso a la gigantesca red
informática.
Siguiendo a Jaynes, eso tiene que ver con la producción y reproducción
del lenguaje. La creciente abstracción y su materialización hace crecien-
temente complejo al mundo en una forma autorreferente, situando las
propiedades emergidas en el entorno material del observador. Cercán-
dolo, encerrándolo en el ámbito de sus propias producciones.
Es así que resulta muy difícil para los seres humanos salir de ese círculo
para poder ver la realidad en sí. Acallar el lenguaje. Detener el diálogo.
Dejar de nombrar para liberarse de la visión mediadora de las palabras
que son constructores de experiencia, ajenas al observador. Quizás acudir

132
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

a un lenguaje libre de sustantivos, que se refiera únicamente a la acción,


que no contemple otro tiempo que el presente en un modo personal.
¿Eso podrá cambiar al mundo? Si de algo nos hemos percatado tras años
de estudiar estos fenómenos, es que en el seno de la auto referencia que
se da entre los nombres y las imágenes de los lugares, que nos encierra a
través de una reificación universal, resulta ser enormemente productiva.
La capacidad generativa encerrada en esta circularidad esencial de los
nombres y las formas parece tener una potencialidad virtualmente infi-
nita.
¿Esa aparentemente inacabable potencialidad es una propiedad funda-
mental de la auto referencia o se encuentra más allá, anclada a propieda-
des que estarían “por fuera” del lenguaje? El fenómeno de resonancia
parece arrojar luz sobre esta propiedad que observamos, pues puede re-
velar una fuerza productiva subyacente que estaría vinculada al lenguaje
como una potencia, como un motor profundo. Las experiencias empíri-
cas sobre lo imaginario (Narváez, 2018) apuntan a considerar que cuando
se estudian sistemas sociales complejos, parece surgir en estos un princi-
pio de organización que es muy activo para garantizar la supervivencia
del sistema en el tiempo a través de una coordinación y control de los
procesos que parece surgir como una entidad de mayor nivel, que así
parece abarcar al sistema entero como una meta-entidad, si bien anclada
mediante soportes materiales a la realidad, operaría como un principio
no material y con un posible comportamiento de auto preservación o que
aparentemente persiga fines muy específicos, casi como si se tratara de
una forma viviente dotada de una inteligencia rudimentaria.
Aunque se podría pensar que este principio operaría como una entidad
emergente “de más alto nivel”, podría ser todo lo contrario. Cuando ima-
ginamos a la consciencia como la “zona media” de la mente, es natural
imaginar que habría una cúspide “súper consciente” por encima de ésta
y una sima inconsciente “por debajo” de la consciencia. De lo único que
estamos seguros es que estas entidades que ejercen control y regulación
sobre las formas de organización social en las que nos movemos día a
día, parecen penetrar a nuestras mentalidades individuales (conscientes),
exhibiendo propiedades que podríamos calificar como transpersonales.
No importando si estas meta entidades se encuentran en la sima o en la
cúspide de la mente humana.

133
Ciudad compleja

Podría sernos útil pensar en otra “geografía”: que tales fenómenos nos
rodearan completamente. Qué tal si en vez de pensar en que la profunda
subjetividad de lo inconsciente se encontrara dentro de nosotros, estu-
viera afuera como proyectada tras del mundo.
Es posible plantear que la creatividad espontánea que exhibe la forma
recursiva entre toponimias e imágenes esté “contenida” en la mente in-
consciente, que es posible advertir que hay un “ahí afuera” que está más
allá de los nombres y las imágenes que arman nuestro mundo y que no
puede equipararse a lo objetivo, sino que “eso” sigue siendo la mente,
pero que se trata de algo que ya no es personal, sino que es colectivo.
Podemos especular que junto a esa ausencia de imágenes y nombres que
podría caracterizar a esta forma de lo mental inconsciente cabría advertir
una potencialidad abrumadora, podría tratarse del recurso primario a tra-
vés del que la creatividad emerge. ¿Este nivel de la mente será del todo
inaccesible? Es posible que no.
La consciencia ordinaria bien pudiera ser sólo un estado de atención que
centraría la experiencia, privilegiando ciertas formas de preservación de
la memoria; pudiera haber otras formas de atención, otros estados de la
consciencia que podrían abrir a la persona a otras experiencias, o, subrep-
ticiamente, que llevaran a la persona a experimentar la entrada de esos
contenidos ocultos durante la experiencia consciente ordinaria.
Tal vez sea la recursividad de los nombres y las imágenes de los lugares
en los que vivimos la que en su creatividad revele la fuerza de ese fondo
que escapa a la consciencia ordinaria, pero que establece la energía con la
que obra el mundo de nuestra experiencia.
Los atributos profundos del lugar, aquellos que se nos revelan como con-
tenidos emocionales de los lugares de nuestra experiencia, podrían yacer
en esas formas que se hallan fuera de lo que es nombrado y formado,
estableciéndose como propiedades que orientan a la persona en un sen-
tido que es básicamente de atracción o de repulsión, es decir, que es esen-
cialmente topofílico o topofóbico, y ese contenido inicial es posible-
mente el que orientaría a toda valoración ulterior de los lugares,
estableciendo los límites de lo nombrado, así como su estructura, que en
el fondo sería una indicación de valoraciones crecientemente complejas

134
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

conforme se vuelve más “dura” la conformación del lugar de la experien-


cia consciente.
La suma de los sueños que rondan a los lugares que experimentamos
puede así tener una fuerza imponente en la conformación de nuestra ex-
periencia de los lugares, toda vez que es en esa región que limita con el
fondo no formado, podrían estarse gestando los contenidos complejos
de la experiencia.
Lo que indican esas relaciones esenciales de amor y rechazo, luego puede
ser lo que sirva como una orientación en el lugar que ofrezca indicaciones
a cada habitante sobre cómo proceder en torno a los lugares (dónde ir,
qué rechazar, qué amar, qué temer). Por lo que cabría observar a estas
fuerzas básicas como el origen del acto de valoración, que ulteriormente
llevaría hacia la comprensión de los lugares. Se podría plantear que esas
fuerzas subyacentes podrían en esencia formar los imperativos del orden
moral que se encuentra en el fondo de nuestras representaciones de lugar.
Los nombres, las formas que arman la ciudad de nuestra experiencia pue-
den así ser interpretados como un mapa de las relaciones que son acep-
tables entre los habitantes y que se atan en torno a unas relaciones que
son esencialmente generativas y en apariencia ajenas a la esfera de la ac-
ción personal.

Postdata. Primeras indicaciones para una modelación


Si quisiéramos modelar un sistema para estudiar la evolución de unas re-
laciones complejas entre los habitantes de nuestras ciudades deberíamos
considerar tanto los aspectos objetivos y racionalizables que se pueden
observar a simple vista en nuestra experiencia de lugar (considerando
tanto los aspectos objetivos como los subjetivos), como aquellos aspec-
tos que se encuentran “por fuera” de estas relaciones aparentes. Una ma-
nera de caracterizar a estos aspectos y poderlos modelar podría hacerse
considerándolos como fuerzas que actuarían sobre los aspectos que se
encuentran “por dentro” del sistema auto referente urbano. La ventaja
de hacer esto es que podríamos introducirlos, tanto como propiedades
del ambiente, como condiciones del comportamiento de los agentes que
actuarían en dicho ambiente, siendo así partes activas del sistema, pero
sin cuerpo.
135
Ciudad compleja

A su vez un modelo como el que se describe, debería considerar la posi-


bilidad de introducir variables no paramétricas o que existiera la posibili-
dad de una parametrización variable, de modo que pudiéramos visualizar
algo parecido a las condiciones que vemos en la formación de la expe-
riencia de lugar.

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138
Tercera parte
Modelos para el estudio de la ciudad desde la
complejidad
Capítulo 7
Funcionalidad urbana, un concepto espacio-
temporal, que une la movilidad, el acceso y el uso
de los territorios
Jorge Cerda Troncoso y Carlos Marmolejo Duarte

Uno de los factores tradicionalmente reconocido en el desarrollo de los


sistemas urbanos (continuos o discontinuos) es la denominada
accesibilidad. Sin embargo, este concepto sólo se ha limitado a generar
medidas principalmente físicas basadas en el análisis de tiempo, distancia
y coste para acceder desde un punto al resto del sistema urbano. Pero la
accesibilidad no sólo está determinada por las redes de transporte, sino,
y sobre todo, por el patrón de movilidad de las personas, que es el reflejo
físico de las voluntades, capacidades y necesidades de moverse a través
de la ciudad. En este capítulo se presenta y desarrolla un enfoque
conceptual que integra la movilidad, el acceso y el uso del territorio, en
lo que se ha denominado la funcionalidad urbana (social). Además, se
presenta una aproximación técnica metodológica sobre cómo evaluar
dicha funcionalidad urbana, mencionando algunos casos de aplicación.
Este capítulo propone el concepto denominado “funcionalidad urbana”,
que tiene la particularidad de integrar las visiones de transporte,
accesibilidad y uso de los territorios en un solo cuerpo, que además
adopta un enfoque basado en el individuo. Adicionalmente de desarrollar
la propuesta conceptual, se presenta un procedimiento técnico y
metodológico de medición.
El capítulo se ha estructurado en cuatro apartados. En el primer apartado
se presenta el origen del concepto que se propone y su potencial utilidad
en el contexto de las problemáticas actuales de las ciudades. En el
segundo apartado se presenta la base teórica o conceptual sobre la cual
se sostiene el concepto. En el tercer apartado se presenta la base técnica
de cuantificación y análisis de la funcionalidad urbana, y finalmente en
las conclusiones se mencionan algunas de las aplicaciones hechas en
estudios de ciudades.
Ciudad compleja

Origen de la investigación y del nuevo concepto


En el estudio de la dinámica locativa de la residencia en la ciudad existen
muchas posturas o enfoques de aproximación. La idea germinal de lo que
se expone en este capítulo surgió en un estudio previo referido al
fenómeno de sprawl en áreas metropolitanas (Cerda, 2007). Dicho estudio
mostró la relativa ambigüedad respecto de lo que se entiende por sprawl
y que, paradojalmente, las urbanizaciones lejos del núcleo consolidado
buscan mejores condiciones ambientales y de calidad de vida. En esta
lógica espontánea de desarrollo discontiuo, la discusión respecto del por
qué existen zonas que no se desarrollan, resulta ser de segundo orden en
relación a entender (y detectar) cuáles son las condiciones que hacen
desarrollables territorios alejados (como para participar en el proceso de
expansión urbana de áreas metropolitanas).
Esta búsqueda de las condiciones que hacen posible el desarrollo
discontinuo llevó a analizar no sólo lo que ocurre en la periferia urbana,
sino a entender cuál es el proceso que realmente se está dando en el
continuo urbano, que hace que la periferia tenga un comportamiento
específico (crecimiento contiguo o disperso).
Así, se llegó a la idea de analizar como el residente en un territorio
específico desarrolla distintas actividades en la ciudad para satisfacer sus
necesidades. Este enfoque mostró que el patrón de desarrollo de las
actividades (uso diferenciado de las actividades en los territorios) que
ofrece la ciudad, varía su intensidad tanto en el tiempo como en el
espacio, cosa que no logra mostrar el tradicional análisis del uso del suelo
(superficie construida, suelo normado, etc.). La metodología desarrollada
y aplicada por este estudio se basó en la construcción de un indicador
que se denominó “probabilidad funcional”, el que se calcula en base a los
tiempos de viaje de la población para acceder a distintas actividades y
que puede dar cuanta de los propósitos de los viajes. La idea de este
indicador fue sintetizar la “disposición o probabilidad” que una persona
tiene de viajar un determinado tiempo para desarrollar una actividad
específica en su destino del viaje, y su construcción fue netamente
empírica, basándose en el comportamiento mostrado o revelado por los
viajeros en encuestas.

142
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Los resultados del cálculo de este índice para algunas ciudades mostraron
que, en términos generales, la densidad de residentes responde en un alto
porcentaje a la denominada probabilidad funcional del acceso a las
distintas actividades, más que de la distancia o del tiempo de viaje, que
son variables tradicionales de evaluación de la accesibilidad. Es decir, el
comportamiento de las personas en su disposición a viajar un
determinado tiempo, condiciona la localización de sus residencias, y la
elección de los destinos a ser visitados para desarrollar distintas
actividades (Cerda y Marmolejo 2010).
En términos particulares, se demostró que en ciudades relativamente
compactas, la distribución espacial de las densidades residenciales es
determinada indistintamente por tiempos, distancias y probabilidades
funcionales, debido a que tanto tiempos como distancias están en los
rangos probables de la disposición a viajar de los habitantes. En cambio,
en ciudades extensas, sólo la probabilidad funcional del territorio es la
que permite explicar las densidades residenciales, dejando de ser
explicativos tanto la distancia como el tiempo. Lo anterior se debería a
que se superan los umbrales de disposición a viajar de distancias y
tiempos, por lo que el fenómeno residencial responde a una geometría
funcional y no física/temporal, es decir, la disposición de viaje de las
personas condiciona la interacción y la localización.
Desde el momento que se comenzó a conceptualizar de forma más
profunda la probabilidad funcional del acceso a las actividades, surgió el
cuestionamiento de si es correcto separar el viaje del desarrollo de la
actividad en el destino. En las bases teóricas tradicionales de análisis de
transporte, una de las características importantes que se reconocen es que
“es una demanda derivada, es decir, los viajes se producen por necesidad
de llevar a cabo ciertas necesidades” (Ortúzar 1998). A pesar de lo
anterior, históricamente el transporte se ha separado en términos
analíticos de la actividad que lo requiere, transformándose en análisis de
capacidades de paso de las vías.
Dicho todo lo anterior, el presente trabajo propone y desarrolla el
concepto de “funcionalidad urbana” como un enfoque que relaciona las
lógicas locacionales de las actividades y el comportamiento de los
habitantes de la ciudad.

143
Ciudad compleja

Así, la funcionalidad urbana se debe entender como las características del


acceso y del desarrollo de la actividad (en el destino), deducidas del
comportamiento de las personas (disposición a gastar su tiempo).
Pero resulta necesario cuestionar la utilidad de este concepto que une el
viaje a la actividad como un todo en las problemáticas actuales de la
ciudad y responder la pregunta de cuál es la necesidad o utilidad de
conocer la funcionalidad espacio temporal de las actividades en la ciudad.
A continuación se esgrimen algunos argumentos al respecto.
En el estado actual del arte referido al análisis urbano no existe una visión
dinámica (en espacio y tiempo) de las actividades cotidianas que se
desarrollan en la ciudad. La única dimensión que recoge en cierta forma
un dinamismo espacio-temporal es el análisis de transporte, que
determina flujos de vehículos y pasajeros por corredores. Con la
salvedad que el transporte no es una actividad propia de la ciudad. Como
ya se mencionó, la demanda de transporte es inducida (y por tanto
indirecta) por la necesidad de acceder a las que sí son actividades urbanas
(Ortúzar, 1998) como el comercio, el estudio, la recreación, etc.
En las últimas décadas las estadísticas de transporte han registrado un
incremento sostenido de la proporción de viajes cuyos propósitos o
motivos son de acceso a actividades cotidianas de destino no obligado
(compras, entretención, trámites personales, visitas sociales, etc.). Esto
rompe la hegemonía de los propósitos al trabajo y al estudio en las áreas
metropolitanas, que si bien siguen siendo los propósitos que más
concentran su demanda a lo largo del día, pierden participación
porcentual en el total de viajes.
En este contexto, el enfoque de funcionalidad urbana insertaría la
temática del transporte (y su eficiente metodología de evaluación de
planes y proyectos), en un contexto de entendimiento urbano más
integral y dinámico. Se podría llegar a diferenciar los tradicionales flujos,
ya no sólo por el modo de transporte, sino más bien en función de la
actividad a la cual acceden los viajeros, lo que unido al nivel
socioeconómico de la población, permitiría dar una nueva dimensión de
priorización de la inversión en corredores de transporte, con argumentos
sociales focalizados en las actividades a las cuales se quiere beneficiar (por
ejemplo, corredores que ocupe el estrato socioeconómico bajo para llegar
al destino). En este sentido, los modos de transporte competirán por

144
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

mejorar el servicio en corredores ya detectados como estratégicos desde


el punto de vista social-actividad y no sólo bajo la lógica de la saturación
vial.
Las estadísticas de uso del tiempo muestran una sistemática reducción de
los tiempos de trabajo y un aumento de los tiempos y frecuencias de
actividades de ocio y recreación, así como de convivencia familiar. Así, el
tiempo de los ciudadanos, como un recurso escaso y limitado en el día,
debe ser repartido entre más actividades. Por otra parte, la asignación del
tiempo por parte de un ciudadano a una determinada actividad, influye
directamente en dicha actividad, en términos del beneficio económico
asociado a su demanda agregada, la saturación o no de la capacidad
instalada de la actividad, los parámetros de stock de sus productos, el
dimensionamiento de la fuerza de venta o atención al cliente, etc.
Es así que la funcionalidad urbana mostraría la componente espacial del
uso del tiempo, enriqueciéndose el análisis de utilización de los espacios,
y los corredores, a escalas territoriales acordes a la gestión urbana y para
los objetivos que se estimen convenientes (marketing, riesgo social,
seguridad ciudadana, salud pública, entre otros). Entregaría información
de cuantas personas estarían en que territorio, a qué hora, desarrollando
qué actividades.
La caracterización de las actividades cotidianas en la ciudad se basa
principalmente en su localización, en su dimensión física (superficie
construida, capacidad), y en su dimensión económica (costos,
rentabilidad), siendo el componente de la demanda (usuarios, población
flotante, etc.) un factor bastante subjetivo y estático en su entendimiento,
cálculo y proyección.
La funcionalidad urbana dinamiza la visión de la demanda de las
actividades, y la enmarca bajo un enfoque de comportamiento diario de
las personas en lo que se refiere a la cadena de actividades cotidianas, y
no un comportamiento individual del desarrollo de una actividad
independiente de la anterior y la posterior.
Actualmente en muchos ámbitos de planificación se están haciendo
esfuerzos conceptuales y metodológicos para evolucionar del enfoque de
transporte a un enfoque de movilidad, en el entendido de que la
movilidad se define como “la capacidad genérica de moverse” y

145
Ciudad compleja

aplicándolo a los elementos constituyentes de la ciudad. Se tiene que


tanto las personas como las actividades presentan capacidad genérica de
moverse en el espacio urbano. Esta capacidad se transforma en
necesidad, dados los requerimientos de cada uno en el desarrollo de su
función en la ciudad. Es así que tanto las personas como, en menor
grado, las actividades requieren de moverse (demanda de movilidad). Los
ritmos y trayectorias de estos requerimientos también dependen del
funcionamiento propio de cada uno. Actualmente el paradigma del
movimiento está siendo cuestionado y replanteado hacia el paradigma de
la interacción, o el intercambio, en el sentido que para que una actividad
funcione se necesita de una interacción con otra actividad, lo que no
necesariamente puede inducir a un movimiento, sobre todo en la
situación actual de las tecnologías de comunicación (Miller, 2007).
Por otra parte, se denomina transporte o transportación, al “traslado
desde algún lugar a otro, de algún elemento”, en general personas o
bienes, pero también fluidos. Para llevar a cabo esta actividad surgen los
servicios de transporte, los que dependen en parte del que transporta, y
por otra de las condiciones de la infraestructura o capacidad de
transporte, es decir de los espacios destinados al transporte.
Existe una generalidad en los estudios urbanos que entienden por
movilidad a la oferta de transporte presente en la ciudad y/o las
estructuras de los viajes en la misma. Con lo que se mezclan dimensiones
distintas del fenómeno bajo el mismo término. Esto ha llevado a
confundir la existencia de los medios con su utilización, dejando de lado
lo que se denomina demanda de servicios de transporte, dada por los
requerimientos de movilidad espacial de algo.
Para algunos autores (Miralles, 2003) la movilidad en la ciudad moderna
es la suma de los desplazamientos individuales de los ciudadanos a una
velocidad determinada, que hace posible el acceso al mercado de trabajo,
a los bienes y a los servicios. El movimiento forma parte de la vida
cotidiana de los ciudadanos como uno de los factores potencialmente
más favorable y a la vez más condicionante, aumentando nuestro
potencial de relación y permitiendo sistemas de vida que de otro modo
serían impensables, en los que existen contactos con la naturaleza, el
trabajo, el estudio y el ocio. En definitiva permite hacer un uso diferente

146
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

de las actividades que se localizan en la ciudad, y por tanto, condicionan


la vida de los ciudadanos, y organizan la estructura de las ciudades.
Los servicios de transporte, en la medida que han desarrollado un
comportamiento de mercado, han ido sistemáticamente diferenciado su
oferta, apuntando a demandas de mayor disposición a pagar o generando
servicios en la medida que exista un umbral mínimo de demanda, por lo
que no todos los medios están disponibles en todo el territorio. En
muchos casos esto es visto como una discriminación social, sobre todo
cuando se analiza la necesidad de movilidad hacia actividades de trabajo,
estudios, y sanitarias (Cebolla, 2009; Church, 2000).
La errada unión de los conceptos de movilidad y de transporte, generan
la visión de que los cambios que ha sufrido la movilidad se reflejan en los
cambios experimentados por los servicios o sistemas de transporte y lo
que es peor, pensar que los cambios que se pueden realizar en los
sistemas de transportes, influirán en la movilidad de las personas. En la
práctica, la evolución temporal que ha experimentado la movilidad se
relaciona con tres factores: el incremento del tiempo y distancia de
recorrido, la ampliación de los motivos de desplazamientos y la
disposición de las actividades en el territorio.
Existen pocos estudios que han superado la barrera conceptual del medio
de transporte, para lograr una caracterización real de la movilidad.
Henard en 1905 hace una de las primeras clasificaciones de la movilidad,
para la que define la movilidad como la “circulación” de una ciudad, en
su caso de la ciudad de Paris, que corresponde a la suma de las
circulaciones particulares, que son el resultado de movimientos
pendulares (ida y vuelta). La clasificación que hace es en función de la
actividad (motivo) que genera el movimiento, distinguiendo así seis
categorías:
1. La circulación doméstica, relacionada con el aprovisionamiento del
hogar se realiza en el mismo barrio, por lo que los desplazamientos son
cortos. Se hace básicamente a pie sin tener que utilizar los medios de
transporte.
2. La circulación profesional ligada a la actividad laboral, los recorridos
son largos y siempre los mismos. Son los que más utilizan los medios de
transporte público.

147
Ciudad compleja

3. La circulación por motivos económicos. Son los que tienen por objeto
la compra, venta, e intercambio de todo tipo, incluyendo la información.
Utiliza todos los medios de transporte, tanto públicos como privados.
4. La circulación ligada al ocio y a las relaciones sociales. Utiliza
principalmente el transporte privado, los carruajes.
5. La circulación festiva concentrada en los días no laborales. Utiliza
fundamentalmente los transportes públicos especialmente el tren y el
tranvía.
6. La circulación excepcional. La realiza el peatón y se produce en el
centro de la ciudad (profesionales, manifestaciones, etc.).
Bajo el enfoque de clasificación de circulaciones, Henard concluye que
“la congestión” se debe a que las distintas circulaciones, por el hecho de
utilizar un medio determinado, utilizan vías específicas. Entonces las vías
en donde coinciden circulaciones, o mejor dicho sus modos asociados,
son las que presentan congestión (Miralles, 2002). Como se puede
apreciar, la aproximación de movilidad sucumbe fácilmente por la
fortaleza del enfoque de medios e infraestructura de circulación
(transporte).
Las actuales clasificaciones de la movilidad provienen principalmente de
estudios de transporte y no se diferencian mucho de lo planteado por
Henard. Así, se distinguen dos grandes tipos de movimientos, los de
carácter obligado y los no obligados. Esta diferenciación tiene lógica en
el sentido de que es la movilidad obligada la que pone a prueba la
capacidad de paso de las distintas redes de infraestructura y de servicios,
pues se da en períodos del día cortos y específicos (la denominada hora
punta u hora pico) y los destinos no pueden ser cambiados o elegidos
por el viajero. La movilidad no obligada cotidiana, no pone a prueba la
capacidad de la red, dada su flexibilidad en términos horarios y de la zona
de destino (compras, ocio, social, recreación, servicios personales, etc.).
Los actuales problemas de transporte y movilidad se enfrentan
preferentemente bajo el enfoque de transporte, más que desde el punto
de vista de la movilidad, en el sentido de que se propone que la forma de
organizar movilidad es a través de la organización de los modos, dadas
las objetivas restricciones de capacidad de las redes de transporte público
y privado. Sigue presente la máxima que a través de la competitividad
148
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

entre los medios de transporte, se cambiará el comportamiento de


movilidad cotidiana de los viajeros. De lo anterior se deduce que el
concepto de funcionalidad urbana, además de incluir ambas dimensiones,
supedita el medio de transporte a la movilidad, inducida por el
funcionamiento de la actividad; por lo que es una aproximación más
sistémica y asociada más al fenómeno social urbano que al transporte.

Base conceptual de la funcionalidad urbana


Si bien hasta aquí se ha explicado lo que se propone lograr con el nuevo
concepto, argumentando su necesidad y utilidad, en términos teóricos
surge la duda de si existe o no una base conceptual en donde asentar el
nuevo conocimiento.
La respuesta a la pregunta anterior es que sí existen planteamientos
teórico-conceptuales que sustentan directa o indirectamente el enfoque
de funcionalidad urbana que se propone. Dicho lo anterior, y como se
verá a continuación, los distintos desarrollos teóricos presentan sus
propios enfoques, los que responden a distintos “conflictos”
paradigmáticos al interior de las respectivas especialidades.
En términos semánticos, son muchos los desarrollos que se podría
pensar están en la línea de la funcionalidad urbana; es el caso de los
“espacios de flujo” de Manuel Castells (1996), o el “ballet de la acera” de
Jane Jacobs. Pero son pocos los planteamientos que amplían su escala de
análisis, pasando del individuo a la ciudad.
A continuación, se presentan de forma sintética dos bases de juicio que
incluyen a los conceptos esenciales de la funcionalidad urbana.
Lefebvre y su análisis de los ritmos (Rhythmanalysis)
Se pueden distinguir dos etapas en las obras finales de Henri Lefebvre.
Una primera etapa se centra en el espacio social y la segunda en el tiempo
social.
La obra no completa de Lefebvre denominada “rhythmanalysis” o “análisis
de los ritmos”, se relaciona estrechamente a su serie de trabajos sobre la
“crítica de la vida cotidiana”, considerándose como el cuarto volumen de
la serie.

149
Ciudad compleja

Meyer (2008) en su trabajo “ritmos, calles, y ciudades” hace una buena


presentación de los planteamientos originales de Lefebvre, la cual se
señala a continuación de forma sintética.
El análisis del ritmo se publicó bajo el título de Elements of Rhythmanalysis
en 1992, un año después de su muerte. Se compone de siete capítulos
relativamente conectados, y un estudio independiente de los ritmos de
las ciudades mediterráneas.
Este trabajo ayuda a penetrar en el núcleo interno de la crítica de
Lefebvre a la vida cotidiana, es decir, a los análisis relacionados con el
orden temporal de los ritmos de la vida cotidiana. Ya en el tercer volumen
de la crítica de la vida cotidiana, se plantea la génesis del análisis del ritmo,
en la declaración de la necesidad de una nueva ciencia de investigación
de las complejas interacciones de los ritmos cíclicos y ritmos lineales.
En el segundo volumen de la crítica de la vida cotidiana, Lefebvre
describe por primera vez la interacción múltiple de tiempo cíclico y
tiempo lineal. Así explica que durante el largo período antes de que el
hombre dominara la naturaleza, los seres humanos (desde su nacimiento
hasta su muerte) se regían por los ritmos naturales y cósmicos. La
periodicidad de los días, semanas, meses, estaciones y años, dio a la
existencia humana un orden rítmico fiable. Estrictamente hablando, el
tiempo rítmico no conoce ni el principio ni el fin.
“Cada ciclo nace de otro ciclo y se sumerge en otros movimientos
circulares. El tiempo cíclico no excluye una acción repetitiva. Los no
ciclos vuelven exactamente a su punto de partida o se reproduce
exactamente” (Meyer, 2008).
El hombre moderno, integrado en los procedimientos racionales de un
mundo tecno-industrial, está sujeto al flujo lineal del tiempo.
“El tiempo lineal es continuo y discontinuo a la vez. Continuo, ya que su
principio es absoluto, y que crece indefinidamente a partir de un cero
inicial. Discontinuo ya que se fragmenta en escalas de tiempo parciales
que se asignan a una u otra cosa, de acuerdo a un programa que es
abstracto en relación con el tiempo. Se fracciona en forma indefinida.
Las prácticas que fraccionan el tiempo también producen patrones
repetitivos, y si no es así, no pueden formar parte de un ritmo los gestos
de tareas parciales que se inician o cesan en cualquier momento” (op.
cit).

150
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

El tiempo cíclico no ha desaparecido incluso en la modernidad. En una


gran ciudad donde el transporte público funciona durante todo el día,
ciertas necesidades o hábitos como el hambre, el sueño y la sexualidad
responden a sus profundas raíces cíclicas. El objetivo de la crítica de la
vida cotidiana es investigar la continuidad del tiempo rítmico en el flujo
lineal del tiempo de la sociedad industrial moderna, para estudiar
interferencias entre el tiempo cíclico y tiempo lineal.
Lefebvre comienza su póstuma teoría del ritmo con una discusión de
conceptos y categorías. Es sólo más tarde que procede a demostrar la
aplicación práctica de lo que plantea. Conscientemente se mueve de lo
abstracto a lo concreto, por lo que no comienza con entidades
particulares como los ritmos corporales (la respiración, el pulso, la
circulación sanguínea).
En primer lugar muestra que la expresión ritmo se emplea de manera
diferente, ya que en la música su significado es diferente que el de la
historia o la economía, donde se habla de épocas, períodos o ciclos como
movimientos rápidos o lentos. Los ciclos que impulsan a una pieza
mecánica se diferencian de los movimientos que orgánicamente
presentan un ritmo.
Los conceptos de medida y medición del tiempo, al parecer tan claros,
conducen a dificultades especiales (¿medir el continuo del tiempo en
segundos, millonésima de segundo, o en años?). Cada ritmo, sea el
corazón, la respiración, o incluso la hora de trabajo, tiene su propia
medida. Son la velocidad y la frecuencia las que determinan el ritmo.
Lefebvre esboza el perfil del analista del ritmo, que difiere del
psicoanalista. El analista del ritmo es todo oído, escucha no sólo palabras,
sino que todo lo que ocurre en el mundo. Considera cosas que por lo
general apenas se notan (el ruido y el sonido). Presta atención a la
algarabía de voces, pero también al silencio. El analista del ritmo no da
un juicio precipitado, sin embargo, a diferencia del psicoanalista, no está
obligado a permanecer pasivo. Siempre está escuchando a su cuerpo, a
lo que se comunica con él. Es sólo entonces que él percibe ritmos que
vienen de fuera. El cuerpo es, por así decirlo, su instrumento de
medición. El analista del ritmo es dueño de técnicas de probada eficacia:
la técnica de respiración, los ritmos del corazón, el uso de músculos y
extremidades. La Filosofía ha descuidado durante un largo período de

151
Ciudad compleja

tiempo al cuerpo, dejándolo a la fisiología y la medicina. El cuerpo consta


de un haz de ritmos. En condiciones normales, los ritmos diferentes
existen en armonía, es decir, en un estado de “euritmia”. Cada órgano y
cada función del cuerpo tiene un ritmo propio, y su actuar en conjunto
mantiene el cuerpo en equilibrio. Los trastornos arrítmicos provienen de
un desequilibrio. Lo que se encuentra fuera del cuerpo, lo que se deriva
de la naturaleza y la sociedad, también componen un conjunto de ritmos.
Todos estos ritmos desean ser “escuchados”.
Según Lefebvre aún no existía una teoría general de los ritmos. Cualquier
concepción que aspirara a la uniformidad se quiebra al enfrentar la
diversidad de los ritmos individuales. Crono-biólogos han intentado
dilucidar cómo los seres vivos son dirigidos por un “reloj interno” o por
las fuerzas astronómicas (luna, sol, estrellas). Podemos establecer que el
cuerpo humano funciona polirítmicamente (desde el parpadeo de un ojo,
a la inhalación-exhalación). A modo de síntesis, se puede decir que el
análisis del ritmo describe cuatro tipos de ritmos, que son:
• Arritmia: se refiere al conflicto o disonancia entre dos, o más de
dos ritmos, como podría ocurrir (biológicamente) en una persona
enferma.
• Poliritmia: se refiere a la coexistencia de dos o más ritmos, sin
presentar el conflicto o disonancia que sugiere la arritmia.
• Euritmia: se refiere a la interacción constructiva entre dos o más
ritmos, como ocurre en las criaturas sanas;
• Isoritmia: se refiere a la asociación menos frecuente entre los
ritmos, e implica su idéntica repetición, medida y frecuencia.
La teoría del ritmo de Lefebvre tiene como objetivo no sólo fundar una
nueva ciencia, sino también sacar conclusiones prácticas. A pesar que es
consciente de que aporta al análisis sólo los “elementos” de la teoría,
tomando en consideración posibles aplicaciones prácticas.
Algunos elementos de esta teoría son los siguientes:
1. La vida cotidiana contemporánea, de acuerdo a la rotación del reloj,
está orientada a la cuantificación abstracta del tiempo. En Occidente, la
invención del reloj de tiempo llevó a la introducción del tiempo abstracto.

152
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Su papel en la estructuración de la vida pública y privada ha sido decisivo.


Ha proporcionado la medida para el trabajo y subyugar esferas de vida
una después de la otra (dormir y despertar, comida, vida privada, la
relación de los padres con sus hijos, el tiempo libre, el tiempo que se pasa
en la casa, etc.). A pesar de la regla despiadada de la hora del reloj, los
ritmos cósmicos siguen ejerciendo influencia en la vida cotidiana.
Antiguamente variados procesos colectivos, y también al interior del
trabajo fueron acompañados por los ritmos (frecuentemente canciones).
Allí estaban las canciones de los remeros, los segadores, los pastores, y
los marineros. Antiguos historiadores sociales, sin embargo, no dan
cuenta de la existencia de ritmos en la vida colectiva de la sociedad, más
allá de las del trabajo colectivo organizado.
2. Se insiste en que el punto de partida del análisis del ritmo es el cuerpo,
pero no el cuerpo anatómico o funcional, sino el cuerpo polirítmico,
eurítmico, el cuerpo en su estado normal. En un cuerpo “normal” los
innumerables ritmos forman una armonía asombrosa, una isoritmia.
Debe haber un agente coordinador de los ritmos diferentes, así el cuerpo
humano se puede comparar con una música sinfónica. En una orquesta,
la magia de la batuta del director impone su ritmo. El cuerpo humano
(como una orquesta) produce una isoritmia de un modo enigmático.
Actualmente se habla de la glándula pineal, un grupo relativamente
pequeño de células en el cerebro que determina el ritmo diario. Actuando
como un “conductor”, este armoniza los diferentes ritmos de los
órganos.
3. Lefebvre también incluye la cronobiología en su concepto del ritmo.
La cronobiología enseña que prácticamente todas las actividades
metabólicas proceden de acuerdo a una ritmicidad definida. Estas
actividades aumentan y disminuyen en el transcurso de veinticuatro
horas. Las del hígado, riñones, bazo, corazón, presión arterial y las
funciones corporales están ajustadas al día de veinticuatro horas; un
temporizador externo sincroniza las distintas funciones fisiológicas.
Cada órgano ha adquirido una autonomía rítmica determinada a través
de su evolución, su propio reloj genético que sigue un ritmo
aproximadamente de veinticuatro horas. Los procesos recurrentes que
difícilmente cambian de día en día se llaman ritmos circadianos. Aparte
de estos, también hay ritmos lunares: por ejemplo, el ciclo menstrual, o

153
Ciudad compleja

la piel, que se renueva por completo en el curso de un mes. En total son


cuatro las frecuencias que se repiten periódicamente e influyen en los
procesos de la naturaleza y de la vida, estos son las mareas, la alternancia
de día y de noche, la rotación de la Luna alrededor de la tierra y las
estaciones. La cronobiología ve el cuerpo como un ritmo complejo
basado en órganos. Lefebvre, interesado como estaba en la
cronobiología, ve cómo el cada vez mayor trabajo nocturno va en contra
de los ritmos biológicos circadianos. La vida determinada por la
tecnología borra las estructuras naturales de tiempo cada vez de forma
más decisiva. Un número creciente de trabajadores viven en contra de
sus ritmos biológicos internos, debido a los procesos de trabajo
contemporáneos organizados durante todo el día. Incluso un simple
ritmo, por ejemplo, la ingesta diaria de alimentos depende de varios
factores modeladores. Los niños necesitan años para acostumbrarse a la
regularidad de los tiempos de comida de la familia.
Cuando el organismo humano existe en equilibrio, los ritmos de diversas
partes del cuerpo fluyen de forma interactiva, por lo tanto, Lefebvre
designa al cuerpo humano como un “paquete o un ramo” de ritmos que
penetran en el cuerpo desde el medio ambiente. Para describir esta
complejidad de los ritmos que se superponen unos a otros, que supone
la imposibilidad de aislar un solo ritmo de los otros, Lefebvre y Régulier
hacen una comparación con el juego de las olas del mar.
En el capítulo “Vista desde la ventana”, Lefebvre se mueve de lo
abstracto a lo concreto. En una visión fenomenológica, captura los
ritmos de vida de la calle, que se puede observar desde las ventanas de su
apartamento. Él vivía en una calle de París, cuyo entorno está cargado de
tradición (los Archivos Nacionales, el Hotel de Ville, la sede del Banco
de Francia, etc.). La pregunta que se hace es ¿Cómo estos ritmos se
entrecruzan y superponen en esta calle?
“A fin de captar y analizar los ritmos, es necesario salir a la calle, pero no
del todo”. Esta sentencia abre el análisis del ritmo de la rue Rambuteau
de París. La situación del observador en relación a lo que es, se mantiene
constantemente en la mente. La ventana que da a la calle no es un lugar
abstracto, desde donde el ojo mental podría, por decirlo así, en abstracto
comprender lo que está sucediendo en la calle. Es un lugar real que no
sólo permite ir a lugares de interés, sino que conduce a ideas. El

154
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

observador está implicado en lo que está sucediendo en la calle. “Para


comprender un ritmo es necesario haber sido captado por él”.
No sólo los vehículos que utilizan la calle producen ritmos, ya que las
personas también producen ritmos variados, con su ir y venir de forma
cíclica, alternada, y arrítmica; puede ejemplificarse lo anterior pensando
en grupos de personas que aparecen a diario, con regularidad, y al mismo
tiempo y producen ritmos lentos y cíclicos, como los niños que van a la
escuela, los residentes que se saludan en la calle, los compradores y los
turistas que llegan con regularidad a partir de un momento en adelante.
Así, los ritmos alternados se mezclan con los ritmos cíclicos. La
interacción de estos ritmos variados, repetitivos y la alternancia,
conforman la animación de la calle o del barrio. La combinación de los
ritmos cambia en la noche en relación al día.
Lefebvre y su esposa Catherine Regulier son co-autores de un tratado
relativamente largo titulado Los intentos de Rhythmanalysis de Ciudades del
Mediterráneo. Ellos hacen el análisis del ritmo entrecruzando las calles de
una gran ciudad mediterránea (Barcelona, Beirut, Nápoles, Marsella o
Túnez, por ejemplo). Desarrollan un análisis de los ritmos más receptivos
al tiempo que al espacio. Distinguen el tiempo cósmico, el tiempo
cotidiano, el tiempo de las actividades, y además prestan atención a las
interferencias entre ritmos de tiempo. El ritmo cíclico y lineal los utiliza
para escuchar la música que la ciudad toca, para comprender su
composición.
Lefebvre y Regulier introducen una observación comparativa bastante
profunda asociando el ritmo de los distintos mares al comportamiento
cotidiano de las ciudades.
Así clasifican las ciudades en dos tipos, las ciudades oceánicas están
sujetas a ritmos cósmicos de las mareas, mientras que las ciudades del
Mediterráneo están situadas en las orillas de un mar que apenas conoce
flujo y reflujo. Las ciudades del océano son lunares (la luna es la
responsable del movimiento del mar). Las ciudades en la vecindad del
Mediterráneo son ciudades solares. Igualmente diferentes son las formas
sociales y políticas. Las ciudades del Mediterráneo, originaria de la
ciudad-estado, tienen una vida urbana más intensa que las ciudades
lunares, que son más reguladas, pero no por ello más limitada a las formas

155
Ciudad compleja

abstractas de vida de comunidad. Se aprecia que en las ciudades oceánicas


las relaciones sociales descansan más sobre una base contractual-legal,
que en la buena fe mutua. En las ciudades del Mediterráneo cuenta la
alianza tácita o explícita.
En síntesis, Lefebvre analiza la calle y las ciudades mediterráneas con el
fin de ejemplificar la aplicación de su teoría de los ritmos cíclicos y
lineales y sobre todo sus interferencias, más que hacer un estudio
profundo de calles y ciudades. Sin embargo, plantea una visión orgánica
de la ciudad, en torno a los ritmos, que si bien no desarrolla en el sentido
de conceptualizar sobre los órganos que rigen la ciudad, es bastante más
coherente e integral que los actuales estudios de enfoque orgánico de
ciudades (Samaniego, 2008).
Pero lo más importante, en términos de este trabajo, es que plantea la
idea (aunque con otra terminología) del funcionamiento de las
actividades y de los individuos en la ciudad. Plantea esta relación como
una unión indisoluble, donde se armonizan o desarmonizan los ritmos
individuales con los ritmos urbanos, en base a sus movimientos,
velocidades y frecuencias. Lo anterior es coherente en forma y en fondo
con la definición establecida para la funcionalidad urbana.
Los paradigmas de entendimiento de la relación entre estructura urbana y transporte,
de lo causal a lo dialéctico
El entendimiento de la relación entre transporte y estructura urbana
(territorio) ha sido razón de análisis de un sinnúmero de estudios e
investigaciones. Sin embargo, en la mayoría de los estudios no se hace un
planteamiento explícito del cómo se entiende esta relación, ni de las
alternativas de consideración.
En este sentido, Miralles (2002) en su trabajo Ciudad y transporte un binomio
imperfecto, hace un desarrollo exhaustivo de esta temática a nivel
conceptual, convirtiéndose su trabajo en una base seria de sustento
teórico al respecto. En su desarrollo Miralles plantea dos enfoques o
paradigmas de entendimiento de la relación entre estructura urbana y
transporte, siendo el primero el paradigma de la causalidad (o relación
unidireccional, determinista) en el cual ya sea o el transporte, o la
estructura urbana determina, condiciona, y configura al otro elemento.
El segundo paradigma de entendimiento, es lo que denomina dialéctico,

156
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

en donde se entiende una causalidad sucesiva en el tiempo y espacio, que


se plasma bajo el concepto de congruencia desarrollado por Offner
(2000).
Por causalidad se debe entender que, en un sentido, la estructura de
actividades en la ciudad es la que induce la movilidad y carga la red de
transporte e infraestructura. En el otro sentido sería la red de transporte
e infraestructura de desplazamiento la que determina la estructura
espacial de las actividades en la ciudad. Lo expuesto es un paradigma de
causalidad, es decir, una relación determinista unidireccional.
Las bases conceptuales construidas en base al paradigma de la causalidad,
ya sea en un sentido o en otro, originan la “urbanística” y la
“transportística” (Miralles, 2002). La primera se ocupa de la estructura
física de la ciudad que produce la demanda de movilidad y la segunda se
ocupa de la oferta de transporte para soportar cierta demanda o
movilidad.
Las críticas a este paradigma han surgido principalmente desde la
filosofía, sociología, y geografía, que estudian cómo la tecnología se
enmarca en los comportamientos sociales, y específicamente cuando se
enfrentan al problema de la dimensión espacial en las estructuras sociales,
surgiendo así estudios minuciosos de demostración de que el transporte
y la tecnología no determinan la localización ya que no se producen
transformaciones espaciales y viceversa (Governa, 2007), argumentando
otras dimensiones ausentes en los análisis.
A pesar de estos trabajos críticos, no se ha logrado incidir en los estudios
de transporte urbano. Son escasos los trabajos que no se basan en
análisis causal, además que la dimensión política los ha reconocido como
lo que son, un instrumento eficaz, científico, y claro. A pesar de esto, que
efectivamente es así, es un enfoque parcial, orientado a resolver con
infraestructura el funcionamiento alterado por la congestión en las
ciudades.
De los desarrollos reaccionarios, uno de los más interesantes desde el
enfoque de esta tesis, es el que plantea la necesidad de adoptar un
enfoque dialéctico en su entendimiento. Semánticamente la palabra
dialéctica tiene variadas acepciones. En el caso de la relación ciudad-
transporte se aplica la definición de Hegel (1807). Este filósofo se

157
Ciudad compleja

enfrentó al problema de cómo entender racionalmente que una cosa


pueda cambiar de apariencia y seguir siendo la misma cosa. El pensador
alemán concibe la realidad como formada por opuestos que, en el
conflicto inevitable que surge, engendran nuevos conceptos que, en
contacto con la realidad, entran en contraposición siempre con algo. Este
esquema es el que permite explicar el cambio manteniendo la identidad
de cada elemento, a pesar de que el conjunto haya cambiado. Lo anterior
se refiere a que existe un relación circular entre la ciudad y el transporte
que se retroalimenta en forma continua, para lograr la evolución de
ambos a la vez. Dicho de otra forma, una causalidad circular, flexible y
dinámica en tiempo y espacio, que perdura.
Offner (2000) apuesta por el concepto de “congruencia” de donde surge
la idea de homologación cultural en el ámbito de la relación transporte-
territorio. Este concepto, fruto de la incorporación de un nuevo
paradigma en relación con los análisis de transporte y del territorio, nos
libera de la relación causal en provecho de un modelo de adaptación
recíproca, de un proceso dialéctico que puede ejemplificarse por medio
de algunas situaciones reales, por ejemplo, los transportes colectivos
urbanos de infraestructura fija no valorizan ni desvalorizan por sí mismos
el centro de las ciudades, pero constituyen uno de los elementos en el
contexto europeo que crean centralidad urbana.
La congruencia entendida como la coherencia entre las dinámicas del
sector transporte y las dinámicas territoriales, pueden contribuir a una
mejor comprensión del pasado y a tener una preparación para el futuro.
Pero abandonar un paradigma no es cosa simple, pues se requieren algún
factor desestructurante para inducir alguna reflexión profunda que
genere el convencimiento de primero revisar, y luego recrear una línea de
conocimiento. Se trata de rehuir la omnipresente y persistente
metodología de las ciencias físicas en los estudios de transporte donde el
análisis se contextualiza en un sistema cerrado y las condiciones dadas se
reproducen de manera constante y permanente y adoptar las
metodologías de las ciencias sociales, cuyos sistemas son abiertos, fruto
de acciones individuales o colectivas deliberadas, que difícilmente tiene
lugar en las mismas condiciones. Esta nueva apuesta metodológica
impone que la relación del transporte y el territorio debe insertarse en las
dimensiones espaciales y temporales, eso obligará a incorporar una

158
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

reflexión sobre desfases temporales y ritmos diferenciados a corto y largo


plazo, e introducir ámbitos territoriales desiguales y complementarios
entre una coherencia macro geográfica y las especificidades locales.
La postura de la congruencia finalmente construye una imagen de la
interacción espacial, que por la complejidad de combinaciones de
factores, no es ni reconducible ni reducible a un modelo teórico (Miralles,
2002). Lo anterior induce a una potencial incapacidad metodológica tanto
para su verificación, como para su predicción.
Pero el cambio de paradigma en la modelación de demanda de
transporte, pasando del enfoque de viajes al de actividades, muestra una
clara tendencia en la línea de la congruencia dialéctica.
En síntesis, la lucha paradigmática en este tema lo que hace es poner en
referencia una visión integrada (no causal) de la relación entre el
transporte y estructura urbana, en donde se incluyen mutuamente una a
la otra.
Pero, para el presente trabajo, es necesario realzar al territorio o la
estructura urbana, en relación al transporte. Lo anterior en el entendido
de que el transporte no es un elemento aislado en el análisis territorial,
por lo que es un error hablar de transporte sin la indisoluble asociación
a la actividad para la cual se realiza el transporte. Por lo anterior, al hablar
de ciudad hablamos de actividades, y al hablar de actividades, entre
muchas otras cosas, hablamos de transporte.
Si bien la visión anterior no deja de ser dialéctica y congruente, se
incorpora la jerárquica en el análisis, abandonando el paralelismo que
propone el paradigma dialéctico o congruencial del transporte y el
territorio.
Finalmente, las dos líneas conceptuales expuestas demuestran que existe
una base sobre la cual se sustenta el concepto de funcionalidad urbana,
como es entendido y propuesto en este trabajo. Ahora, para trascender
del concepto a la aplicación (análisis), es necesario estructurar una base
técnica de cálculo. Sólo así se podrá integrar esta nueva dimensión en el
actual análisis urbano.

159
Ciudad compleja

Base técnica de la funcionalidad urbana


La conformación de una base técnica de análisis y evaluación de la
funcionalidad urbana pasa por una revisión del estado del arte de distintas
disciplinas que técnicamente se pueden relacionar con la funcionalidad
urbana. Estas son la sociología del tiempo y del espacio, el análisis de
accesibilidad y la geografía del tiempo.
Analizando el estado del arte de las distintas líneas de investigación
relevantes para el tema de la funcionalidad urbana y confrontándola con
los requerimientos del enfoque, se puede plantear que no existe una base
temática única. Las distintas disciplinas analizadas presentan sus propias
estructuras conceptuales, orientadas a objetivos particulares. A pesar de
lo anterior, sus aproximaciones de entendimiento y medición sí presentan
potencialidades para conformar una base técnica para la funcionalidad
urbana.
A continuación se presenta una síntesis de las distintas líneas de
investigación analizadas.
La Sociología del Tiempo
La investigación de usos del tiempo desde su génesis se ha enfocado a
destacar desigualdades en el patrón de actividades de distintos colectivos
de población, haciendo mucho hincapié en las diferencias de género. Las
actividades consideradas muestran una gran resolución en el tiempo de
trabajo en el hogar y el tiempo libre. Los actuales enfoques de
investigación se abocan a problemas o condiciones de acoplamientos de
distintas personas en el desarrollo de actividades. La unidad de
observación es el individuo y sus conclusiones se generalizan a sus
colectivos asociados. La temática espacial se ha incorporado también a
escala individual, para entender de mejor forma la secuencia de
actividades.
Algunos autores (Camporese, 2011; Delfino, 2009) realzan la
importancia de la dimensión territorial a escala urbana, proponiendo que
la localización puede ser utilizada como una herramienta para la
integración de información de carácter espacial, en el entendimiento
sinérgico del patrón de actividades y empleo de los tiempos. Esta otra
información espacial (geográfica) se convierte, a su vez, en un contexto
que caracteriza a la actividad y enriquece su comprensión. La localización
160
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

se debe utilizar no sólo para medir distancias, velocidad, etc., sino


también para identificar el entorno preciso y sus características. Estas
características pueden ser objetivas, por ejemplo la calidad del aire, la
contaminación acústica, las condiciones climáticas, la altitud, la densidad
urbana, el uso del suelo, etc., o subjetivas como por ejemplo la
percepción de los ciudadanos. Así, la localización se convierte en una
variable de contexto para comprender y dar nuevos significados a las
actividades.
Además se plantea que es necesario pasar del concepto de localización,
al término de lugar (con matices culturales, de arraigo, etc.), es decir, que
puede generar identidad propia.
La Sociología del espacio de Movilidad
La irrupción de la movilidad, como un elemento de investigación, en los
estudios sociales es relativamente reciente, a pesar de que el espacio ha
sido parte de una larga tradición de investigación sociológica.
La complejidad que presupone conceptualizar la conformación del lugar,
en un contexto de espacio móvil, plantea grandes desafíos conceptuales
y metodológicos para los estudios empíricos, que recién ahora se están
enfrentando.
Los conceptos de “experiencias” individuales encajan muy bien con el
enfoque de cadena de actividades de los individuos. No ocurre lo mismo
con el concepto de lugar, en el entendido de que se refiere sólo a una
parte de dicha cadena. Al respecto, de la literatura se aprecia que aún no
existe el concepto del lugar “integral”, es decir, el lugar construido por la
secuencia de actividades y viajes cotidianos de las personas. Esto puede
deberse tal vez al hecho de que el viaje tradicionalmente no se ha
considerado como un “espacio”, por ende sí se ha concebido como un
no lugar, como bien lo documentan tanto Jiron (2007) como Kaufman
(2004).
Tanto el enfoque de motilidad como el de construcción del espacio son
coherentes y complementarios con el concepto de funcionalidad, pero
asociados a las personas. Claramente la funcionalidad adolece de la
significancia sociológica de la persona, pero se muestra como una buena
base técnico-empírica, necesaria para dar sustento a posteriores
investigaciones de motilidad y construcción del espacio social.
161
Ciudad compleja

Por otra parte, se requiere un enfoque hacia las actividades desarrolladas


en la ciudad, pasando del comportamiento individual al de todas las
personas en su conjunto. En este sentido, el estado del arte en el tema no
muestra la consideración (ni menos la operatividad) de los factores
sinérgicos que se producen de la coexistencia colectiva en los espacios,
en los estudios de los comportamientos individuales. Dicho de otra
forma, cómo el resultado de todos los comportamientos individuales, de
forma agregada y sinérgica, condiciona el comportamiento de un
individuo aislado.
La Geografía del Tiempo
Esta línea de investigación platea como elemento clave la traza espacio
temporal de un individuo en el desarrollo de sus actividades cotidianas
(Hägerstarnd, 1970). Entonces, el enfoque de comportamiento espacio
temporal de los individuos está en directa relación con la funcionalidad
urbana definida como base conceptual. A pesar de lo anterior, en el
desarrollo de la geografía del tiempo ha sido preferentemente
manteniendo el enfoque individual y ha sido llevado en algunos estudios
a contextos tecnológicos actuales.
La mayor fortaleza que muestra la geografía del tiempo en este sentido
es el hecho de permitir la integración de una serie de especialidades o
ámbitos de investigación, preocupadas por el análisis del
comportamiento de los individuos, entregando así una plataforma
común de entendimiento del fenómeno en su conjunto.
Para los efectos de este estudio, es necesario ir más allá del enfoque
individual y construir un enfoque centrado en los territorios y en las
sinergias que se producen debido a la agregación de los comportamientos
individuales, pues efectivamente se ha caído en el riesgo que planteara el
mismo Hägerstrand, en el sentido de profundizar tanto en la
individualidad que luego no permita comprender el comportamiento
agregado de la masa social.
El riesgo reconocido por Hägerstrand, respecto de la posibilidad de
perderse en el estudio de la conducta agregada de los individuos, es más
bien una fortaleza en el factor colectivo de las decisiones individuales.
Para ejemplificar esto, sería interesante analizar si las decisiones de los
lugares y tiempos dedicados a determinadas actividades, se rigen o no por

162
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

la diversidad social y de actividades que se desarrollan en los distintos


territorios. Así, el comportamiento individual se explicaría en parte por
el comportamiento agregado del resto de personas.
Accesibilidad
El concepto de accesibilidad y también el método de medición, presentan
actualmente una gran divergencia. Probablemente, lo anterior se debe en
gran medida a que su evolución como concepto se ha desvinculado de la
línea temática en donde surgió (transporte) y ha recibido un cuerpo
teórico propio, el que no se asienta en ninguna de las líneas clásicas. A
pesar de esto, se puede decir que existe una relativa convergencia
implícita hacia la consideración de dos factores que son la fricción de la
separación, y las oportunidades (actividades). Esta concepción se asemeja
al concepto de funcionalidad urbana cuando se refiere a las actividades,
es decir, en su acepción de atractividad. Sí existe una diferencia que radica
en que el análisis de accesibilidad considera a la actividad como una
oportunidad de desarrollar la actividad, sin referirse a la forma en que se
desarrolla.
En muchos casos, los argumentos sobre la accesibilidad son un símil con
las necesidades, o las actividades que satisfacen dichas necesidades. Esta
relativa mala interpretación da más fuerza al planteamiento que el par
acceso-actividad es indisoluble. En muchos casos la actividad no se
puede desarrollar si no se puede acceder, o en otro sentido, existiendo el
acceso, es la actividad la que no se puede llevar a cabo.
Base técnica de análisis de la Funcionalidad Urbana
Con todo lo expuesto, se ha elaborado la siguiente base técnico-
operacional de entendimiento y por sobre todo de cuantificación de la
funcionalidad urbana.
Tomando como antecedentes la aproximación espacio-tiempo del
comportamiento individual de la geografía del tiempo, el análisis de la
cadena de actividades desarrollada por los individuos en la ciudad,
planteada con fuerza en la geografía del tiempo y en los modelos de
demanda de transporte basados en actividades y en una microescala en
los estudios de uso del tiempo, el carácter multidimensional de la
accesibilidad y el enfoque de análisis de ritmos en la ciudad, se pueden

163
Ciudad compleja

plantear los siguientes principios estructurantes de la funcionalidad


urbana.
1.- Reconocer que cada persona desarrolla una secuencia o cadena de
actividades a lo largo del día, en la que para cada actividad se resuelve de
manera conjunta e indisoluble la acción de acceder a donde se desarrolla
la actividad y el desarrollo de la misma. Lo que se malentiende como el
retorno de la actividad, corresponde al acceso a la siguiente actividad, por
lo que responde a sus lógicas.
La secuencia de actividades en la cadena responde a las necesidades
propias de la persona, y se construye recogiendo las distintas restricciones
de capacidad, de acoplamiento, y de autoridad que se presentan para el
conjunto de actividades y no de forma aislada.
Las personas con sus comportamientos actúan como transportadores de
efectos, al desarrollar las distintas actividades de su cadena. Las
dimensiones de estos efectos son múltiples, pero se pueden mencionar
entre otros los efectos económicos, sociales, biológicos
(epidemiológicos), y ambientales.
La cadena de actividades representa el ritmo espacial-temporal de la
persona en la ciudad.
2.- Es el esquema de la geografía del tiempo, y específicamente el
recorrido espacio temporal el que permite atribuir/transferir el
comportamiento y efectos de la cadena de actividades de la persona a las
actividades localizadas. Lo que se transfiere a las actividades localizadas
son los ritmos y parámetros de su utilización, referidos principalmente al
acceso y al desarrollo. También se transfieren a las actividades localizadas
los efectos económicos, sociales, biológicos y ambientales.
De lo anterior es que surge el término de la funcionalidad (o ritmos) de
las actividades localizadas, otorgadas por el comportamiento de todas las
personas que desarrollan dichas actividades.
3.- La consideración de todas las actividades a la vez, permite construir
lo que se entenderá finalmente por funcionalidad o ritmo urbano, que en
definitiva es la integración del comportamiento de las personas, que
condiciona la funcionalidad de las actividades, las que finalmente se
integran en el todo urbano.

164
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

4.- Tanto la funcionalidad de las personas, como la funcionalidad urbana,


pasando por la funcionalidad de las actividades, descansan en la
superficie construida para albergar las distintas actividades en la ciudad.
Así, surge el concepto de intensidad dinámica de uso del espacio.
En este punto queda determinada la funcionalidad urbana, como la
integración de las funcionalidades de las actividades, puestas en
funcionamiento por el comportamiento de las personas. La
funcionalidad urbana integrada puede ser analizada de forma diferencial
según característica de los individuos (nivel socioeconómico, género,
edad, etc.), o por tipo de día (laboral, no laboral). En la figura 1 se
esquematiza todo lo planteado en los puntos anteriores.

165
Ciudad compleja

Figura 1. Esquema operacional de la funcionalidad urbana. Fuente: elaboración


propia.
El planteamiento anterior, genera el requerimiento metodológico de
poder caracterizar para una muestra de cadenas de actividades cotidiana
de personas, las siguientes dimensiones:
• El tiempo de acceso, que se refiere al tiempo destinado por el
individuo para acceder a la actividad.

166
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

• El tiempo de desarrollo o duración, que es el tiempo que el


individuo destina para el desarrollo de la actividad, también conocido
como la duración de la actividad.
• El espacio de acceso, que se refiere al espacio de la ciudad
utilizado para acceder a la actividad. El espacio utilizado para acceder
depende tanto del origen locacional del individuo como del destino en
donde se encuentra la actividad a ser visitada. En general estos son
espacios de flujo, siendo la distancia una de las variables que caracteriza
en esta dimensión a la interacción.
• El espacio de desarrollo, que es el espacio en donde la actividad
se lleva a cabo por parte del individuo. Este espacio es donde la actividad
se localiza, además de las características propias del espacio dispuesto
para dicha actividad.
Estas son las dimensiones que caracterizan la funcionalidad de cada
actividad, ya desarticulada la cadena. Un esquema sintético de estas
dimensiones se presenta en la figura 2.

Figura 2. Dimensiones de la funcionalidad de las actividades. Fuente:


elaboración propia.

167
Ciudad compleja

Así, entendida la funcionalidad de una actividad, el concepto de retorno


de una actividad pierde validez, ya que el retorno en definitiva es el acceso
a otra actividad, que puede ser estar en casa o seguir trabajando y que se
comporta en relación a dicha actividad.

Consideraciones finales
El presente trabajo propone el concepto de funcionalidad urbana como
una integración de muchos conceptos o dimensiones tradicionales en los
análisis urbanos. Sintetiza lo que se entiende por transporte, accesibilidad
y usos de los territorios en un único cuerpo conceptual, que cumple con
reflejar el trade-off entre todos estos elementos.
En el cuerpo del documento se han expuesto las conclusiones más
relevantes en cada caso, en el sentido de ir argumentando o justificando
las características del concepto de funcionalidad urbana.
También se analiza y desarrolla una base técnica de medición de la
funcionalidad. Esta base ha sido aplicada en varios trabajos posteriores,
utilizando las encuestas origen destino de viajes, mostrando así su
factibilidad de cálculo y, por sobre todo, la riqueza de los resultados que
entrega. Algunos ejemplo son las siguientes aplicaciones:
• Priorización de corredores de transporte con un enfoque en el
individuo (Cerda & Marmolejo, 2013)
• Detección de estructuras urbanas basadas en la densidad de
tiempo de uso de los territorios (Marmolejo & Cerda, 2012)
• Determinar óptimos locacionales en post de una disminución de
consumo energético producto del comportamiento temporal de
desarrollo de las distintas actividades en el territorio (Cerda et al, 2012)
• Comparación de estructuras territoriales y funcionales entre
ciudades disimiles (Cerda & Marmolejo, 2010)
Finalmente, el objetivo de este capítulo fue proponer un concepto
integrador, que si bien recoge muchas de las dimensiones que originan la
alta complejidad de las ciudades, busca lograr un entendimiento más

168
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

holístico de las mismas, volviendo así a integrar las ciencias que la teoría
de sistemas desarticuló en tiempos pasados.

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170
Capítulo 8
Propiedades de las redes de vialidades en ciudades
mexicanas
Irving Omar Morales Agiss21

Las ciudades son sistemas complejos. De igual manera que en la mayoría


de los sistemas complejos definir al sistema ciudad no es nada fácil. Si
tratamos de definir al sistema complejo “ciudad” mediante sus propieda-
des esenciales nos enfrentamos al problema de enumerar un conjunto
mínimo de propiedades con las que debe de contar un asentamiento hu-
mano para ser considerado “ciudad”. Lo anterior no es nada fácil si con-
sideramos la gran diversidad de ciudades que a lo largo de su historia ha
construido el ser humano. Como un par de ejemplos extremos considé-
rense las ciudades de Nueva York en los Estados Unidos y la ciudad de
Lagos en Nigeria, la primera bien podría ser tomada como definición de
la metrópoli contemporánea mientras que la segunda cuenta con un ba-
rrio, Makoko, el cual está conformado por casas flotantes donde viven
aproximadamente 60 mil personas y en el cual no es posible ni siquiera
definir el concepto de calle. Por otro lado, podríamos tratar de definir los
límites de una ciudad en el espacio y en el tiempo. Con respecto a su
extensión espacial surgen las siguientes preguntas ¿Dónde se encuentran
los límites territoriales de una ciudad? ¿Dónde termina una ciudad y co-
mienza otra? ¿Qué tamaño debe tener un asentamiento humano para ser
considerado como ciudad? ¿Podemos hablar de mini-ciudades conteni-
das dentro de otras ciudades? Todas estas preguntas son sumamente
complicadas de responder, en general la respuesta dependerá de la urbe
en cuestión y el contexto en el que se desarrolla. Con respecto al tiempo
podemos preguntarnos cuestiones similares ¿Cuándo comienza un asen-
tamiento humano a ser considerado como ciudad? ¿Cuándo deja de
serlo? ¿Tienen un ciclo de vida las ciudades?

21Miembro del grupo de investigación MORLAN y del Centro de Ciencias de


la Complejidad de la UNAM, es miembro del Sistema Nacional de
Investigadores de CONACYT, nivel 1. Contacto: irvingfisica@gmail.com.
Ciudad compleja

Si consideramos a las ciudades como sistemas complejos podemos supo-


ner que satisfacen algunas de las propiedades universales de estos. Por
ejemplo, en las ciudades una gran cantidad de agentes de diversos tipos
interactúan en un rango muy amplio de escalas, desde la escala micro (los
individuos) a las escalas macro (las instituciones). Estos agentes interac-
túan en distintos niveles y con dinámicas muy diversas, interacciones po-
líticas, económicas, sociales y físicas. Los problemas que afectan a las
ciudades humanas son multifactoriales, por lo cual es necesario estudiar-
los en términos de las ciencias de la complejidad. El análisis de las ciuda-
des debe basarse en la información generada por las dinámicas que se
encuentran presentes en la ciudad, tanto espaciales como temporales. Re-
cientemente ha sido posible estimar con una gran precisión una gran can-
tidad de dinámicas sociales gracias a la capacidad de medir, recolectar y
almacenar datos de forma masiva. Conforme nuestra capacidad para me-
dir, acumular y analizar datos aumenta, nuestra definición de ciudad
como sistema complejo se vuelve mucho más precisa. Entender a la ciu-
dad como un sistema complejo, en términos de las interacciones que se
llevan a cabo entre los diversos agentes y en las diferentes escalas invo-
lucradas en la dinámica del sistema, debería permitirnos desarrollar he-
rramientas para mejorar el planeamiento estratégico de las ciudades y la
toma de decisiones.
Si nos concentramos en México, la diversidad de ciudades existentes si-
gue siendo abrumadora. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística
y Geografía podemos dividir las localidades mexicanas en urbanas y ru-
rales. Localidades urbanas son aquellas que cuentan con más de 2500
habitantes de acuerdo al Censo de Población y Vivienda 2010 o que son
consideradas cabeceras municipales. Localidades rurales son aquellas que
tienen menos de 2500 habitantes y que además no son cabeceras muni-
cipales ni están en colindancia con zonas metropolitanas. De acuerdo a
esta definición el 80% de los mexicanos vivimos en 3442 localidades ur-
banas, el 20% restante viven en aproximadamente 200 mil localidades
rurales distribuidas a lo largo del territorio nacional. Así, incluso limitán-
donos a las localidades urbanas tenemos suficiente diversidad en las ciu-
dades mexicanas. Todas estas son diversas en tamaño, población, forma,
altura, clima, cultura y creencias de sus habitantes, actividades económi-
cas, orientación política de sus gobernantes, dinámicas y flujos.

172
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Una de las principales herramientas de análisis de los sistemas complejos


es la teoría de redes (Strogatz, 2001; Barabasi y Albert, 1999; Watts y
Strogatz, 1998; Barabasi, 2015; Newman, 2010; Newman, 2003; Albert y
Barabasi, 2002). Las interacciones que existen entre los diferentes agentes
que conforman un sistema complejo pueden ser muy variadas y usual-
mente son sumamente complejas, involucran una gran cantidad de pro-
cesos. Por ejemplo, en la ciudad, la interacción entre dos comunidades
vecinas puede ser sumamente compleja y difícil de describir en términos
matemáticos, puede involucrar intercambios de dinero, servicios, infor-
mación, personas, etc., sin embargo, las interacciones de cualquier sis-
tema complejo pueden expresarse en términos de una red. Esta red co-
difica todas las interacciones presentes entre los diferentes agentes en el
sistema. Las propiedades topológicas de estas redes de interacciones
comparten propiedades universales, propiedades que se presentan sin
importar las diferencias entre diversos sistemas o la naturaleza de las in-
teracciones entre los componentes. “La emergencia y evolución de las
diferentes redes es producida por un conjunto fundamental de leyes y
mecanismos reproducibles” (Barabasi, 2015). En este trabajo analizamos
las ciudades mexicanas utilizando la teoría de redes como herramienta
principal.
La cantidad de procesos dinámicos que se llevan a cabo en una ciudad es
enorme, estos procesos ocurren en una gran diversidad de escalas tanto
espaciales como temporales. Los datos geo referenciados son de particu-
lar importancia ya que proporcionan información acerca de la distribu-
ción espacial de los fenómenos y dinámicas presentes en la ciudad. En
general es posible identificar 3 tipos de datos de acuerdo a su dimensión.
Datos cero dimensionales, es decir eventos puntuales; datos representa-
dos por segmentos de líneas o uno-dimensionales; y por último datos que
cubren un área, los cuales son usualmente representados por polígonos.
Los estudios tradicionales para estudiar a las ciudades en términos de la
teoría de redes utilizan la infraestructura evidente de la ciudad para cons-
truir las redes de interacciones. Esta infraestructura está dada por los ca-
minos utilizados para los flujos en la ciudad; por ejemplo, las calles y el
flujo de personas, tuberías y el flujo de gas y agua, cables y el flujo de
electricidad, etc. Por supuesto, la definición de los nodos de la red de-
pende del tema de interés a investigar. La forma más obvia de estas redes
considera la intersección de los caminos de flujo como nodos y por lo
tanto los caminos de flujo como los enlaces entre estos nodos (Miller y

173
Ciudad compleja

Shaw, 2001). Por otro lado, algunos de los procesos que nos interesa es-
tudiar se llevan a cabo justamente en estos caminos transportadores de
flujo, por ejemplo, en las calles. Fenómenos como el crimen, atascos de
tráfico, comercio, etc. se llevan a cabo en el nivel y a la escala misma de
las calles. Para poder analizar este tipo de dinámicas es necesario crear
redes en donde estos caminos son considerados nodos de la red. Bajo
este enfoque, los enlaces de la red son definidos a partir de las conexiones
entre nodos, es decir las intersecciones entre los caminos de flujos. Este
tipo de redes reflejan aspectos topológicos del sistema en vez de aspectos
geométricos y por lo tanto permiten analizar propiedades estructurales
de las ciudades (Jiang y Claramunt, 2004).
En la escala más pequeña, los agentes predominantes en las ciudades son
los individuos, gran parte de las dinámicas de interacción en esta escala
se llevan a cabo en las calles, por lo cual no es de extrañarse que el análisis
de la topología de las calles sea una de las herramientas más utilizadas en
el estudio de las ciudades (Hillier, 2002; Hillier, Hanson, Grajewski y Xu,
1993; Jiang y Claramunt, 2004). De particular importancia es la teoría de
la sintaxis del espacio, en donde se expresa la red de calles como un mapa
axial y se analiza en términos de sus propiedades de configuración la re-
lación que existe entre la estructura de la ciudad y el movimiento que se
lleva a cabo en ella (Hillier, 2002). La teoría ha sido capaz de demostrar
que la estructura de las calles de una ciudad afecta de manera importante
en los patrones de movimiento de los agentes que la conforman (Hillier,
Hanson, Grajewski y Xu, 1993). A su vez, el movimiento de los agentes
influye en los patrones de uso de suelo de la ciudad (Hillier, 1996), los
patrones de movimiento y de uso de suelo son capaces de inducir cam-
bios en la misma estructura de calles generando un bucle de retroalimen-
tación (Hillier, 2000). Además de las propiedades inherentes al movi-
miento, se ha demostrado que algunas características propias del
contexto cultural de los habitantes de una ciudad, así como algunas pro-
piedades inherentes al proceso de crecimiento de la ciudad se ven refle-
jados en las propiedades generales de la topología de las calles. De tal
manera que es posible identificar hasta cierto grado, la región geográfica
o el país en donde se encuentra una ciudad utilizando únicamente la to-
pología de las calles (Hillier, 2002).
En este capítulo analizaremos las 3442 localidades urbanas de México.
En específico nos concentraremos en su infraestructura vial, la topología

174
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

y los patrones que presentan. Analizaremos la topología de sus vialidades


en términos de la teoría de redes, considerando a las vialidades como una
de las redes principales en el tejido urbano. Esta red está encargada de
transportar flujos de personas, mercancías y vehículos. La red de vialida-
des está encargada de conectarnos en uno de los niveles más básicos po-
sibles dentro de una ciudad. Esta red es interesante desde muchos aspec-
tos, podríamos considerar que el trazado urbano de las vialidades
determina la extensión de la localidad, determina sus límites y alcances,
allá donde no hay calles es difícil pensar que la ciudad se sigue exten-
diendo, al menos en el plano físico. El trazado de las vialidades es conti-
nuo por definición, sin embargo, es discreto en su construcción y sus
temporalidades. El proceso de construcción de este trazado es a pedazos,
conforme la disposición y los recursos lo permiten, algunos tramos de la
red crecen como resultado de un proceso de planeación urbana, otros
crecen de forma mucho más orgánica impulsados por procesos sociales
complejos. Algunas veces la creación de nuevos tramos en la red es de-
cisión de una persona, a veces es resultado de toda la población involu-
crada.
Para cada una de las 3442 localidades urbanas realizaremos un mapeo
matemático para representar sus vialidades como una red y determinare-
mos sus propiedades. Analizaremos si existen o no propiedades univer-
sales que estén presentes en todas estas ciudades y como es que estas
propiedades dependen del tamaño y la población de la localidad. Los da-
tos de la geo referenciación de las calles los obtuvimos del INEGI, en
específico del Conjunto de Datos Vectoriales de Carreteras y Vialidades
Urbanas (INEGI, s/f), además utilizamos los datos del Censo de Pobla-
ción y Vivienda 2010 a nivel de manzana y de localidad (INEGI, 2010).
Consideramos mapas axiales o redes construidas a partir de las calles de
una ciudad, cada segmento de calle se corresponde con un nodo de la
red, estos nodos están conectados por un enlace siempre y cuando los
segmentos de calle se intercepten en algún lugar. Para la creación de las
redes seguimos la convención establecida por Jiang y Claramunt (2004),
en la cual se consideran los segmentos de calle conformados de acuerdo
al nombre de la calle, es decir, si varios segmentos tienen el mismo nom-
bre pertenecen al mismo nodo. La figura 1 muestra un ejemplo del ma-
peo realizado en las localidades, en específico se muestra el trazado ur-
bano de las vialidades en la Zona Metropolitana del valle de México
correspondiente a la alcaldía de Coyoacán en la Ciudad de México. En

175
Ciudad compleja

esta trama urbana habitan 62 mil 416 habitantes, la red resultante con-
tiene 4737 nodos (vialidades) y 9189 enlaces (intersecciones de vialida-
des).
La principal ventaja de transformar la traza urbana a una red es que este
mapeo transforma también las preguntas que podemos hacerle a la traza
de vialidades en preguntas que se pueden hacer a la red obtenida. Algunas
de estas preguntas son difíciles de contestar en términos de la traza de
vialidades, pero en términos de redes han sido estudiadas de forma pro-
funda por la teoría de redes (Barabasi, 2015). Por ejemplo, al inspeccionar
la traza de vialidades de la figura 1 podemos observar cierta morfología
fractal, sin embargo no es fácil cuantificar esta fractalidad o incluso de-
terminar si existe una verdadera invariancia de escala en el trazado de
vialidades, por el contrario la invariancia de escala es un fenómeno bien
estudiado en las redes complejas, al transformar nuestras trazas de viali-
dades en redes lo que obtuvimos son un cúmulo de herramientas nuevas
para poder analizar las propiedades de las ciudades. La figura 2 muestra
algunas de las preguntas básicas que podemos hacerle a la traza y cómo
se transforman en preguntas específicas de las redes complejas.

Figura 1. Coyoacán CDMX. A la izquierda se muestran las calles que confor-


man el trazado urbano correspondiente a las vialidades, a la derecha se muestra
la red obtenida de las calles a través del proceso de sintaxis del espacio

176
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Figura 2. Algunas de las preguntas que se le pueden hacer a la traza de vialida-


des de las ciudades y su pregunta correspondiente en términos de la teoría de
redes.

Con las trazas urbanas de las 3442 ciudades que son el objeto de estudio
de este trabajo se construyó una base de datos de redes complejas, las
cuales nos permitirán no solamente responder preguntas específicas de
cada una de esas ciudades sino, además, entender y buscar propiedades
generales de las trazas urbanas mexicanas. Los elementos fundamentales
de las redes conformadas son los nodos y los enlaces, en nuestro caso
estos elementos se corresponden con el número de calles y el número de
intersecciones entre calles respectivamente. Una primera pregunta a res-
ponder sería cómo se distribuyen estas propiedades con respecto al ta-
maño o la población de la ciudad.
La tabla 1 muestra un resumen de las propiedades estadísticas de la base
de datos de redes obtenidas después de aplicar la sintaxis espacial a las
3442 ciudades bajo nuestro estudio. Como puede observarse la diversi-
dad en población es amplia, consideramos ciudades con poblaciones en-
tre 2500 habitantes y cerca de 2 millones de habitantes (es importante

177
Ciudad compleja

mencionar que las grandes zonas metropolitanas de México se han divi-


dido en varias localidades utilizando la división municipal y de alcaldía
para objetos de nuestro estudio, razón por la cual no tenemos localidades
con poblaciones mayores). Con respecto al número de nodos podemos
observar que en promedio las redes cuentan con 468 y los extremos son
5 y 24 mil 691 nodos. El número de enlaces también varía de forma im-
portante, la red más pequeña tiene 4 enlaces y la más grande 53 mil 806
enlaces, en promedio nuestras redes tienen 978 enlaces.
La figura 3 muestra la distribución del número de nodos y el número de
enlaces. Ambas distribuciones tienen colas largas, es decir, en México
existen muchas ciudades con un número razonable de calles, entre 100 y
200, y conforme aumenta el número de calles las ciudades se vuelven más
escasas. Es importante mencionar que las ciudades mexicanas satisfacen
la ley de Zipf cuando se les ordena jerárquicamente con respecto a su
población. En los paneles inferiores se muestra la dependencia del nú-
mero de nodos y enlaces con respecto a la población, podemos observar
que existe una clara ley de escalamiento, con una pendiente de m = 0:80
y m = 0:82 para calles e intersecciones respectivamente. Esto es de espe-
rarse, conforme las ciudades se vuelven más grandes y en ellas cohabitan
más personas es necesario más espacio para poner las viviendas, así como
mayor infraestructura para dirigir y conectar a cada vez más personas.
Las pendientes menores que uno nos dicen que el crecimiento de las ca-
lles es un poco más lento que el crecimiento de la población en las ciu-
dades, por otro lado, las vialidades son infraestructura de la ciudad y ha
sido demostrado para otras ciudades del mundo que la infraestructura de
las ciudades escala con pendientes similares a m = 0:8 (Bettencourt,
2013).
En las redes cada uno de los nodos está conectado con otros nodos, el
número de enlaces que tiene un nodo particular se conoce como el grado
del nodo k. En el caso de nuestras redes los nodos representan el número
de calles con las que intersecta una calle dada. De esta manera, tenemos
calles con nodos bajos como las calles de cualquier zona habitacional y
calles como las grandes avenidas que están conectadas con un gran nú-
mero de calles y que por lo tanto tienen un grado alto. Para todos los
nodos de una red es posible calcular el grado y con el conjunto de grados
es posible calcular la distribución de grado pk. La distribución de grado
nos dice la probabilidad de que un nodo escogido al azar de la red tenga

178
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

un grado k. La distribución de grado es una propiedad muy importante


de las redes, en especial para determinar si la red tiene propiedades de
invariancia de escala. Cuando la distribución de grado de una red sigue
una ley de potencias del tipo pk ∼ k-γ decimos que la red tiene propie-
dades de invariancia de escala, es decir que no tiene una escala preferida
en la cual operar. Uno de los principales resultados de la teoría de redes
es que las redes invariantes de escala tienen propiedades de gran robustez
y de transmisión de información muy eficiente (Barabasi, 2015).
Población Número de Número
nodos de enlaces

Máximo 181,5786 24,691 53,806

Mínimo 2500 5 4

Promedio 24,684 468 978

Desviación Estándar 1399 14,107 3037

Tabla 1. Propiedades estadísticas de la base de datos de redes obtenidas para


las ciudades mexicanas con más de 2500 habitantes

179
Ciudad compleja

Figura 3. Distribución del número de calles e intersecciones para las 3442 ciu-
dades analizadas. Los paneles inferiores muestran la dependencia con la pobla-
ción, cada círculo representa una ciudad. Los colores muestran el error con
respecto al ajuste lineal en escala logarítmica, positivo hacia el rojo y negativo
hacia el azul.
Muchas de las redes correspondientes a sistemas complejos son invarian-
tes de escala, una pregunta importante para nuestro estudio es si las trazas
de vialidades de las ciudades son invariantes de escala, es decir, si las redes
obtenidas tienen distribuciones de grado se comportan como leyes de
potencias. Además, podemos preguntarnos si estas propiedades depen-
den de la población o del tamaño de la ciudad. Las figuras 4, 5, 6, 7, 8, 9,
10, muestran las trazas urbanas, las redes y las distribuciones de grado de
varias ciudades, en orden ascendente con respecto a su población. Es
posible observar la evolución de la distribución de grado conforme la
población crece. A mayor población la forma de la distribución de grado
se asemeja más a una recta en escala logarítmica por lo cual podemos
suponer que conforme la población aumenta, las propiedades de inva-
riancia de escala se vuelven más robustas. Para poder contrastar con esta
evolución, la figura 11 muestra la distribución de grado de la ciudad más
grande que existe en México, la zona metropolitana del valle de México.

180
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Esta zona urbana cuenta con aproximadamente 20 millones de habitan-


tes y 305 mil 509 calles. Es evidente cómo para esta red la ley de potencias
está completamente desarrollada, permanece por 2 décadas y práctica-
mente para todos los grados mayores a 5.
Si suponemos que todas y cada una de nuestras 3442 ciudades tiene una
distribución de grado de tipo ley de potencias y tratamos de ajustarle un
modelo lineal en escala logarítmica a su distribución, entonces podemos
cuantificar que tan bueno es el ajuste a este modelo, es decir, que tan bien
se satisface el supuesto. Dos cantidades son importantes en esta explora-
ción, el valor del exponente γ (la pendiente en nuestros ajustes lineales en
escala logarítmica) nos permite cuantificar que los nodos con grados altos
son mucho menos que los nodos con grados bajos y además con que
velocidad se vuelven escasos los nodos conforme el grado aumenta. Por
otro lado, la desviación estándar nos permite cuantificar los errores aso-
ciados al ajuste lineal y por lo tanto es una manera de cuantificar qué tan
bueno es el ajuste para cada una de las redes. La figura 12 muestra la
distribución de las pendientes obtenidas de los ajustes, podemos ver que
la distribución está centrada en -1.34, que del lado izquierdo el valor ma-
yor es aproximadamente -2.5 y que del lado derecho tenemos algunos
ajustes en donde el valor de γ es positivo. De esta distribución es evidente
que no todas nuestras redes satisfacen nuestro supuesto de invariancia de
escala, es decir, hay ciudades que no son invariantes de escala bajo esta
definición. La figura 12 también muestra como el valor de γ y los errores
al ajuste del modelo cambian con respecto a la población. Podemos ver
cómo las redes con valores de γ positivos y cercanos a cero corresponden
a ciudades con poblaciones bajas, esto corrobora la idea de que conforme
la población aumenta, la red de la ciudad tiene propiedades de invariancia
de escala más robustas. Lo mismo podemos concluir al analizar la manera
en la que los errores al modelo cambian con la población de la ciudad.
Conforme la población aumenta los errores convergen a un valor intrín-
seco de error, el cual para el caso de las ciudades mexicanas se encuentra
aproximadamente en 0.2.

181
Ciudad compleja

Figura 4. Puerto Ceiba, Tabasco. Se muestra la traza de vialidades, así como la


red correspondiente y la distribución de grado.

Figura 5. Tenango de las flores, Puebla. Se muestran la traza de vialidades así


como la red correspondiente y la distribución de grado.

182
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Figura 6. Mineral del monte, Hidalgo. Se muestran la traza de vialidades, así


como la red correspondiente y la distribución de grado.

Figura 7. Ocosingo, Chiapas. Se muestran la traza de vialidades, así como la red


correspondiente y la distribución de grado.

183
Ciudad compleja

Figura 8. Navojoa, Sonora. Se muestran la traza de vialidades, así como la red


correspondiente y la distribución de grado.

Figura 9. Veracruz, Veracruz. Se muestran la traza de vialidades, así como la


red correspondiente y la distribución de grado.

184
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Figura 10. Ciudad Juárez, Chihuahua. Se muestran la traza de vialidades, así


como la red correspondiente y la distribución de grado.

Figura 11. Zona metropolitana del Valle de México. Se muestra la distribución


de grado de la red correspondiente a la traza urbana de la ciudad más grande y
poblada de México.

185
Ciudad compleja

Además de la evolución de la distribución de grado en las figuras 4, 5, 6,


7, 8, 9 y 10, se puede apreciar cómo el grado para los nodos más conec-
tados aumenta con la población, es decir, conforme la ciudad crece em-
piezan a surgir calles con más intersecciones. Para el caso de ciudades
muy pequeñas el grado máximo alcanzado en la red es de algunas decenas
de intersecciones mientras que para ciudades más pobladas los grados
máximos alcanzan varias centenas. En términos prácticos esto quiere de-
cir que conforme la ciudad crece se vuelven necesarias vialidades con más
conexiones. La figura 13 permite explorar el número de intersecciones
para la calle más conectada y cómo varía conforme la población aumenta.
El resultado es el esperado, conforme la población aumenta el grado del
nodo más conectado, hub mayor, aumenta. Este es un comportamiento
típico de las redes con propiedades de invariancia de escala, sin embargo,
en el contexto de las ciudades toma más relevancia pues está relacionado
con la creación de infraestructura cada vez más capaz de conectar gran-
des tramos de la ciudad, la aparición de avenidas, periféricos y anillos que
funcionan como columnas vertebrales de las grandes urbes y que permi-
ten conectar grandes cantidades de vialidades.
Asumir a la ciudad como un sistema complejo nos permite analizar a la
ciudad utilizando las herramientas propias de las ciencias de la compleji-
dad. En este trabajo analizamos algunas ciudades mexicanas con la teoría
de redes. Podemos concluir que la teoría de redes complejas es una he-
rramienta poderosa para analizar la topología de las estructuras en las
cuales viajan los flujos de la ciudad. En particular puede analizarse la to-
pología de las calles y las propiedades de las redes obtenidas. El análisis
de las calles en términos de redes nos permite asociar características pro-
pias de las redes complejas a la estructura básica de las ciudades. Al ana-
lizar las propiedades de las redes correspondientes a 3442 ciudades me-
xicanas se pudo observar que conforme la población crece, las redes
empiezan a generar una distribución de grado propia de redes con inva-
riancia de escala.

186
Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos

Figura 12. Distribución de los valores γ obtenidos al ajustar un modelo lineal


en escala logarítmica a cada una de las distribuciones de grado de las 3442
ciudades bajo estudio. También se muestra la dependencia de estos valores con
respecto a la población de la ciudad y la dependencia de los errores del modelo
lineal ajustado para cada ciudad.

Figura 13. Distribución del grado máximo encontrado en cada una de las redes
analizadas y su dependencia con la población de la ciudad correspondiente.

187
Ciudad compleja

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189
Se terminó de imprimir en el mes de
octubre de 2019 en los talleres de
Editorial Labyrinthos; se usó la
familia tipográfica: Garamond en 22,
18, 14, 12, 11, 10, 9 y 8 puntos.

El tiro consta de 1000 ejemplares.


Primera edición octubre de 2019.

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