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Esta investigación, arbitrada por pares académicos, se privilegia con el aval de las instituciones
editoras.
Comité cientifico:
Dra. Gabriela Carmona Ochoa/UADEC
Dr. Domingo García Garza/Université Charles de Gaulle, Lille 3
El libro que el lector tiene entre sus manos es una colección de ensayos
de investigación sobre que abarcan de un modo transdisciplinario a los
estudios urbanos y a las ciencias de la complejidad. Como lo han podido
visualizar otros investigadores que preceden a la edición de este volumen,
el objeto ciudad es en sí mismo un muy buen ejemplo de lo que es un
sistema complejo, con la exhibición de sus principales propiedades, entre
las que cabe destacar su impredictibilidad dada la emergencia espontánea
de patrones y procesos que tiene lugar en su ámbito, aparentemente, por
la agregación de elementos y agentes que al entrar en interacción en un
ámbito geográfico no neutro, provocan el surgimiento de fenómenos que
sobrepasan por sus efectos a las propiedades y alcances de cada agente o
elemento considerado aisladamente.
Esta manera de ver el fenómeno urbano es radicalmente nueva para las
ciencias de la planificación de los asentamientos humanos, para el urba-
nismo y el diseño. Estas disciplinas, como herederas de la tradición his-
tórica conocida como el Movimiento Moderno en Arquitectura, un mo-
vimiento filosófico, técnico y artístico acontecido en los albores del siglo
XX en Europa que abogaba por una ruptura radical (de medios, de téc-
nicas, de objetivos, de fines y de valores) con los movimientos históricos
del pasado, por la pura confianza en la razón ilustrada como atributo que
guiaría la obra, penetró a tal grado a la manera de concebir a nuestras
ciudades, que hizo que lo que se tenía como posible para el diseño de los
edificios, en especial para las viviendas, forjadas como verdaderas “má-
quinas de habitar”, fuera asumido como cierto para el proyecto de las
nuevas ciudades.
Basta ver planes como el Voisin del emblemático arquitecto francés Ch.
E. Jeanneret, apodado Le Corbusier, para darse cuenta de la forma que
adoptaba el radical programa del Movimiento Moderno, que pretendía
barrer con todo el trazo previo de París, para sustituirlo por enormes
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Primera parte
Teorías sobre ciudad y complejidad
Capítulo 1
Nociones sobre la organización, estructura y
dinámica de un sistema como el de la ciudad
Jesús Manuel Fitch Osuna1
Introducción
El ciudadano con el pasar del tiempo ha evolucionado social y biológica-
mente frente a las diversas circunstancias del día a día; para lograrlo ha
definido entornos cada vez más complejos que se derivan de una serie de
creencias que han sido establecidas en comunidad, las cuales configuran
la vida cotidiana, lo que es representado en la organización y estructura
de la ciudad.
En el año1867, el catalán Ildelfonso Cerdá publica en su Teoría de la
urbanización lo que para algunos es la génesis del proceso de orientar la
construcción y definición de la ciudad para una nueva época. A partir de
ese momento se ha marcado una directriz para el establecimiento de doc-
trinas del urbanismo que han delineado a la ciudad en una realidad dis-
tinta de lo que se concebía, sin embargo, en el camino se han establecido
diversos enfoques y planteamientos para cambiar o sustituir la imagen de
la ciudad.
Entender cómo se organiza y estructura lo urbano, permite disponer de
argumentos para tener un acercamiento de su evolución a través del
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7 Es una teoría que se ubica como parte de los trabajos en la teoría cuantitativa
de la geografía deductiva.
8 El modelo yace sobre el supuesto de que la función primordial de la ciudad es
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sin servir a la totalidad del área urbana desde un centro simple, incre-
menta su proximidad al consumidor logrando una dispersión dentro de
los centros comerciales que servirán a una parte del área total. Cada cen-
tro comercial significa una desconcentración del empleo, un punto para
el acceso del trabajo, al comercio y a la recreación.
Los anteriores conceptos se esclarecen y se reflexionan con lo estudiado
por Arrellano y Roca (2014), donde argumentan que desde 1950, se ha
venido produciendo un cambio de escala urbana, caracterizado por un
crecimiento infinito de las periferias metropolitanas, fomentado por el
proceso de urban sprawl, la urbanización creciente de los entornos rurales
en los intersticios existentes entre las ciudades, no sólo ha venido a enla-
zar espacialmente sistemas urbanos anteriormente aislados, sino que ha
generado nuevos espacios urbanos caracterizados por una creciente com-
plejidad, así como por la expansión ilimitada del fenómeno urbanizador.
Las megalópolis, intuidas a principios del siglo XX por los pensadores
precursores del urbanismo contemporáneo, se han hecho realidad.
El cambio de la organización, estructura y dinámica de la ciudad se con-
ceptualiza bajo el modelo de producción, para lo cual se le denomina
modelo “fordista”, el cual Roca (2010) lo caracteriza por los siguientes
aspectos:
• Concentración de los empleos terciarios en el CBD
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carga del problema, por tanto, es correcto afirmar que hay una interven-
ción de lo subjetivo en la representación de una realidad concreta.
Una manera de clasificar a los sistemas se consigue al agruparlos en
sistemas naturales y artificiales (Reif 1978). Los sistemas naturales
consideran ámbitos que son estudiados por disciplinas tales como la
astronomía, la física, la química o la biología, entre otras. En cambio los
sistemas artificiales, consideran a la ciudad o un edificio, a pesar que su
entorno obedezca o se interrelacione con sistemas naturales. Asimismo
el autor señala que pueden ser clasificados como sistemas abiertos y
cerrados. Otra clasificación, es la realizada por Beer (1970), la cual
consiste en criterios de complejidad y determinismo.
De acuerdo a lo visto en las secciones anteriores la estructura y
organización de una ciudad se puede desagregar en partes para su propio
análisis, con el fin de comprender la situación y función que desempeña
cada uno de los elementos con relación a su totalidad. De esta manera se
considera un sistema como un modo de representar el mundo real con
base a la definición propiciada por los objetivos del investigador y los
alcances previstos.
Pumarino (1975), considera que hay algunos enfoques que han sido útiles
para expresar como un todo a los principales componentes de un con-
junto socioespacial urbano:
1. La ciudad como sistema ecológico o ecosistema;
2. La ciudad como sistema de comunicaciones;
3. La ciudad como sistema social;
4. La ciudad como sistema político.
En esta línea se menciona que los esfuerzos de investigación se han orien-
tado hacia la construcción de modelos cuantitativos considerando la lo-
calización de actividades, usos de suelo y de transportes. Haciendo énfa-
sis en lo económico y su complejidad.
La identificación actual de un sistema urbano se hace mediante tres sub-
sistemas: Medio físico, medio socio económico y medio urbano. Este
tipo de estructura la utilizan algunos textos empleados tradicionalmente
en algunas de las escuelas de arquitectura en México (Jan Bazant, Manual
de criterios de diseño urbano; Mario Schjetnan, Principios de diseño ur-
bano/ambiental), y por ende es como se organizan la mayoría de los pla-
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A manera de conclusión
El problema teórico se reduce a cómo construir un puente entre los as-
pectos espaciales tangibles e intangibles, y la manera de representarlos a
través de un modelo que permita hacer emulaciones sobre ciertas situa-
ciones cotidianas en la ciudad. En donde propiamente el fin es proyectar
de forma espacial los valores sociales, patrones culturales y la base insti-
tucional; lo cual nos aproxime a entender el medio ambiente definido y
caracterizado por la comunidad urbana. Lo que puede resultar en un me-
dio para ver posibilidades del futuro de la ciudad. Es importante consi-
derar los aportes del discurso teórico ya que enfocará el matiz y la meta
que se considerará ideal para la formulación de propuestas y para la prác-
tica urbana que se compromete. Esta práctica se puede utilizar para en-
tender las decisiones que son tomadas en la vida cotidiana, y que nos lleve
a intentos por transformar la sucesión de hechos independientes, que por
medio de una voluntad intervencionista se conciban como un conjunto
de objetivos específicos.
Con cierto nivel de probabilidad, permitirá lograr en el caso de ciudades
con situaciones adversas, el incidir en la organización de su espacio físico
y en su estructura social; para buscar normas correctivas de acuerdo a
una imagen preconcebida. Otra ruta es la de seguir en términos positivos,
pero mediante el abandono de modelos estáticos para elaborar más com-
plejas situaciones en una perspectiva dinámica. En cualquier caso, lo que
se asoma como evidente es que la institucionalización de las bases nor-
mativas no debe buscarse reproduciendo patrones de conducta del
mundo real, sino que se deben buscar los mecanismos para fomentar
cambios necesarios que a través del tiempo constituyan pautas acorde
con las necesidades reales para las diversas comunidades en el tejido ur-
bano de la ciudad. En donde la fuerza morfogenética de cada una de las
categorías del tejido urbano y sus interacciones entre las zonas urbanas
homogéneas, logran indicar las directrices más importantes para la com-
prensión de los elementos estructurales y por ende de las reglas que guían
el surgimiento de la forma urbana.
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Referencias
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Capítulo 2
Procesos biológicos y procesos urbanos
Álvaro Ríos Reyes10, Adolfo Benito Narváez Tijerina11
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Segunda parte
Caracterizaciones de la complejidad urbana
Capítulo 3
El sistema complejo ciudad: interacciones,
información y percepción del medio urbano
Liliana Beatríz Sosa Compeán12
De los sistemas urbanos, emergen diferentes comunidades en distintas
zonas de la ciudad, cada una de ellas con identidad propia y estás a su vez
definen a una ciudad. Cada una de dichas zonas son percibidas en el ima-
ginario urbano de manera particular, debido a múltiples factores, entre
los principales, estarán las características del entorno: estilos arquitectó-
nicos, conectividad, calidad de las calles, señalética, tamaños de las edifi-
caciones, autos, colores, vestimentas, los comportamientos de los habi-
tantes, etc. Dicho entorno en conjunto con quienes lo habitan constituye
un gran sistema al que denominamos ciudad.
El tipo de organización, estructura y dinámicas de la ciudad, permite de-
finirla como un sistema complejo adaptativo (SCA); las transformaciones
que se generan en este tipo de sistemas, responden a cómo éstos proce-
san su información. En este capítulo se caracteriza a las ciudades como
un sistema complejo y se desarrolla la idea de que las interacciones en las
ciudades entre los objetos, los espacios y sus ciudadanos, son informa-
ción que constantemente se está procesando por el colectivo, y a partir
de ello se forman imaginarios urbanos sobre la identidad de la ciudad, lo
que a su vez la regula. Asimismo, se propone una aproximación metodo-
lógica para el estudio multidisciplinario de la ciudad, considerando la per-
cepción por los imaginarios urbanos y la configuración física de la ciudad.
El tema se estudia en miras de intervenir y diseñar al entorno para un
mejor desarrollo del sistema ciudad.
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tivos a los procesos que producen a las ciudades haciendo analogías con
distintos tipos de SCA.
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Para poder hablar de los procesos en las ciudades desde un enfoque sis-
témico empezaremos por hablar de la organización, estructura y dinámi-
cas en los sistemas complejos y su equiparación en los sistemas urbanos.
Los sistemas complejos han sido descritos por diversos autores y en tér-
minos generales se pueden referir a ellos como el conjunto de un gran
número de agentes que interactúan entre sí de acuerdo a decisiones indi-
viduales dando por resultado un sistema total con comportamiento cohe-
rente que puede describirse en su nivel global. Para que la adaptabilidad
sea posible en estos sistemas deben contar con mecanismos de retroali-
mentación y con “memoria”. Estos sistemas no son casos excepcionales,
de hecho, es la forma común en la cual se organiza y estructura el uni-
verso en diferentes dominios y escalas (Miramontes, 1999). Como ejem-
plos más tangibles Johnson categoriza a los cerebros, colonias de hormi-
gas, ciudades y software como sistemas en donde se presenta emergencia
a partir de interacciones individuales. (Johnson, 2001).
En los sistemas complejos se tienen propiedades y mecanismos que los
definen y pueden darnos las bases para comprenderlos. Holland habla de
agregación, no linealidad, flujos y diversidad como propiedades en ellos;
como mecanismos expone el etiquetado, el modelado interno y utilizar
bloques para la construcción de modelos internos (Holland, 2004). Por
su parte Johnson (2001) habla que en estos sistemas exhiben interacción
de componentes, reconocimiento de patrones, retroalimentación y con-
trol indirecto; asimismo menciona que en los sistemas donde la macro-
inteligencia y la adaptabilidad deriven del conocimiento local debe con-
templarse que “Más es diferente” esto quiere decir que el sistema requiere
para su óptimo funcionamiento (y entendimiento) una masa crítica de
individuos que lo conformen. No se podrá juzgar adecuadamente la ne-
cesidad del sistema si es de escasos individuos, así mismo, “más es dife-
rente” esto también sirve para distinguir tanto a los micromotivos como
a las macroconducta. Si únicamente estudiáramos a los individuos aisla-
dos, no tendríamos modo de saber que sus acciones son parte de un es-
fuerzo global que genera condiciones para el sistema. Solo a través de la
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ciudad puede ser de diversa índole, desde palabras hasta olores, pasando
por símbolos, texturas, discursos en los espacios hasta los sentimientos y
las emociones, pero toda la información generada de ello tiene que ver y
se desprende de la interacción entre los agentes y actores del sistema, o
desde otra perspectiva, nuestra interacción con el entorno y las personas
que en lo individual nos rodea. Una noticia en el periódico o televisión,
una exposición de arte, los datos del monitoreo ambiental, los estudios y
análisis de los fenómenos ocurridos en la ciudad, así como todo lo que
ocurre fuera de ella y en contextos no locales y que la ciudad es capaz de
percibir, son cosas que retroalimetan a la ciudad, es decir, es información
que se re introduce en ella dando origen a mecanismos o acciones que la
autorregulan. La información que retroalimenta a un sistema puede en-
tenderse como intangible, sin embargo, como Latour sugiere, todo ocu-
rre en un medio físico. Es importante mencionar también que los signi-
ficados que interpretamos de lo que puebla los espacios no solo se deriva
de aspectos culturales, sino también de la objetividad material de los com-
ponentes que lo conforman, como las texturas, temperatura y su propia
naturaleza, reiterando que la materialidad de los medios y los datos tam-
bién produce significados y percepciones. Esta idea vuelve notables a las
características objetuales que se pueden captar por nuestros sentidos, de
ahí la relevancia del diseño de las cosas y su relación con la formación de
nuestro pensar y proceder, sin dejar de lado que en la percepción colec-
tiva diverge de lo individual.
Sobre las interacciones que dan pie a los distintos procesos en los siste-
mas socio urbanos, podemos mencionar que tienen origen en el meca-
nismo de intercambiar información que utilizan algunos agentes del sis-
tema ciudad: las personas. Este intercambio beneficia a los individuos y
es la epigénesis de las urbes. En la evolución de los sistemas no se puede
desintegrar al diseño de las cosas, espacios, infraestructura y hábitats ya
que fungen como un detonador de interacciones que es generado y ge-
nera parte de las dinámicas del sistema (entre ellas retroalimentación), “El
diseño es en realidad un elemento de mediación del ser humano con su
cultura y con el medio ambiente” (Rodríguez Morales, 2000) Es impor-
tante considerar que el diseño busca tener una función simbólica dada
por la estética, además que con las acciones que los individuos hacemos,
se está contribuyendo al diseño global del sistema.
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En cuanto a la memoria no cabe duda que mucho tiene que ver la heren-
cia cultural de las sociedades, como dice Wright: cuando pensemos en la
evolución cultural, en vez de analizar individuos y poblaciones concretos,
no perdamos de vista a los memes. Los individuos y las poblaciones vie-
nen y van, viven y mueren. Pero sus memes, como sus genes, persisten.
(Wright, 2005)
Por otro lado Latour (2005) pone en un lugar especial a los objetos y la
infraestructura de nuestros hábitats como entidades que dotan a las so-
ciedades de una memoria, Pozas (2016) hace una referencia sobre las es-
tas ideas planteadas por la teoría del actor relatando el rol de estabiliza-
ción de prácticas y memoria que tienen todas las cosas en los sistemas
sociales:
“Para la teoría del actor red, los objetos, además de intervenir en la cons-
trucción del significado, juegan un papel activo en un espacio-tiempo que
rebasa con mucho los límites de la interacción cara a cara. Una catedral
construida en el siglo XVI comporta un cúmulo de significados y funcio-
nes que no sólo permiten establecer un vínculo estético entre el arqui-
tecto de la época y los visitantes actuales, sino que además ayuda a esta-
blecer una línea de continuidad en la forma del culto. Es decir, otorga
soporte y materialidad a un cúmulo de representaciones simbólicas co-
lectivas, al tiempo que contribuye a la permanencia y estabilización de la
institución religiosa. Es decir, la TAR no sólo atribuye a los objetos ma-
teriales “capacidad” para mediar todo tipo de interacciones, sino para
mantener la vigencia del mundo. A la pregunta sobre quién se queda a
cargo mientras los humanos duermen, se puede contestar que son los
objetos fabricados por ellos mismos con tal fin. Imaginemos a una so-
cióloga que un día, al despertar, se enfrenta a un mundo en donde han
desaparecido todas las cosas de su vida cotidiana: casa, utensilios de co-
cina, regadera, auto, calles. Como científica social, nuestra socióloga está
convencida de que las instituciones siguen allí, la reproducción del
mundo social depende de las interacciones estructurantes de actores so-
ciales, así es que toma a los niños de la mano (sin darles un baño y sin
desayunar) para llevarlos a la escuela. No sólo no logra encontrar sus
útiles escolares, sino que tiene serias dificultades para ubicar el sitio
donde habrá de producirse la interacción profesor-alumno, que consti-
tuye el fundamento de la institución educativa. Lo único que observa son
18 millones de seres humanos caminando en el desconcierto de lo que
antes fue su hermosa (y sorprendentemente funcional) ciudad de México,
¿cuál de ellos será profesor? Claro que todos guardan memoria de lo que
fue su mundo y, si se organizan, podrían reconstruirlo desde cero como
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Robinson Crusoe, pero lo primero que sin duda harán será: fabricar ob-
jetos” (Pozas, 2016).
Puede decirse que la ciudad exhibe adaptabilidad con los mecanismos de
retroalimentación y memoria propios del contexto y naturaleza de éstos
socio sistemas. Los objetos y el entorno construido son parte de la ma-
terialidad de esta memoria, las tradiciones y convenciones socioculturales
también conforman la memoria de una urbe. En las urbes dichos meca-
nismos tienen que ver con procesos perceptivos de los cuales hablaremos
a continuación.
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Sobre los objetos Baudrillard también nos dice “los objetos tienen como
función, en primer lugar, poblar el espacio que comparten y poseer un
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sajes, sino que es inherente a todos los objetos físicos que producimos:
las bicicletas, los edificios, las lámparas, las batidoras, los secadores de
pelo, los zapatos, los candelabros o las máquinas cosechadoras. Todos
ellos están hechos de información. Nuestro mundo está preñado de in-
formación. No es una sopa amorfa de átomos, sino una colección orga-
nizada de estructuras, formas, colores y correlaciones. Dichas estructuras
son manifestaciones de la información, aun cuando esos pedazos de or-
den físico carezcan de significado” (Hidalgo, 2017).
Se parte de la idea que las interacciones del entorno objetual con la so-
ciedad que lo habita son causa y efecto de la identidad y desarrollo que
presenta la ciudad.
Las interacciones pueden ser entendidas como intercambio y flujo de in-
formación y cada vez que se producen las interacciones entre los objetos
del medio se genera nueva información ya que el uso de los objetos se va
marcando de forma tangible y/o perceptible en los agentes. A este res-
pecto cabría la reflexión de qué puede considerarse como objeto: siendo
que se está destilando el contenido de la ciudad en términos de sistemas,
comunicaciones e información , podemos decir que en el sentido amplio,
un objeto puede considerarse como información, por tanto, no se limita
a ser material o tangible ya que puede conceptualizarse o caracterizarse
como una unidad informática con la que se interactúa de una u otra ma-
nera, así un meme, una idea, una necesidad o una noticia caben en la
definición de objeto.
Cabe agregar que para el estudio de las interacciones en las ciudades una
herramienta útil es mapearlas o representarlas gráficamente con nodos y
arcos (en donde los nodos representarían agentes y los arcos, es decir las
líneas que unen nodos, las interacciones con los demás agentes). Este
mapeo posibilita estudiar por medio de la teoría de redes o teoría de gra-
fos los fenómenos urbanos asociados a las propiedades de dichas redes
de interacciones.
Al mapear las interacciones de un sistema urbano complejo, los nodos a
considerar debieran ser tanto personas como objetos, instituciones y ac-
tividades (unidades informáticas) ya que todos estos agentes o unidades
informáticas son los que dan origen a los fenómenos sociales.
En los sistemas emergentes que son adaptativos, que evolucionan y se
auto organizan, (como lo son las redes sociales, las redes de comunica-
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ción o las redes biológicas, como las neuronales) sus redes de interacción
presentan un tipo de red que se denomina red compleja, y presentan pro-
piedades que vale la pena tomar en cuenta: se autoforman modulares,
tienen la propiedad de “mundo pequeño” y presentan heterogeneidad en
la cantidad de interacciones que tienen sus nodos; como dijimos, estudiar
las interacciones en los sistemas socio urbanos con las teorías de redes
darán criterios a diseñadores, planificadores de ciudad etc. para tomar
decisiones sobre como intervenir en las interacciones para lograr un me-
jor desarrollo social, por ejemplo saber en cuales nodos introducir infor-
mación para que se virilice o bien qué caminos tender para que interac-
túen ciertos grupos o nodos.
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nos y procesos que emergen de las interacciones entre ellas, los objetos y
estructuras que conforman a la urbe. Las ciudades son sistemas que reac-
cionan y se adaptan a su entorno dependiendo de su programa y a las
condiciones que presenta en ese momento, son sistemas organizadores-
de-sí y sus procesos operacionales son asunto interno. Los procesos que
en ella se dan son determinados en gran parte por lo que que denotan y
connotan sus estructuras informáticas físicas (objetos) y es percibido por
sus ciudadanos. Esto muestra la pertinencia de que las prácticas de los
diseñadores y urbanistas consideren lo que representa a nivel sistema la
información se introduce y se produce con sus creaciones ya que esto
moldearía las identidades de las urbes. Al estudiar y hacer lecturas de la
ciudad compleja no se puede disociar lo tangible y lo intangible ni lo au-
topoiético de lo inanimado en ningún segmento ni nivel de observación
que determinemos observar o explicar de la ciudad.
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Capítulo 4
La complejidad del fenómeno urbano
Octavio Miramontes Vidal15
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Figura 1. Una distribución de Lévy implica que las distancias (x) recorridas si-
guen una relación matemática conocida como Ley de potencias. En una repre-
sentación log-log, la ley de potencias aparece como una línea recta con pen-
diente B. Este exponente único se interpreta como que los datos en cuestión
son libres de escala o fractales. F(x) es la frecuencia con la que un valor de x
aparece en la muestra.
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eficiente de recursos (ver figura 2). Significa también que, al igual que
otros grupos de primates. Los grupos Dobe Ju/’hoansi hacían uso de un
mapa mental. Más aún, dado que la distribución de recursos también mo-
dula la movilidad, lo anterior significa que los recursos están distribuidos
en el terreno de manera fractal y ello induce la movilidad hacia ellos en
patrones de Lévy emergentes (Boyer, D. 2006). Podemos imaginar, en los
albores de los primeros asentamientos humanos (urbes incipientes o pri-
migenias), que grupos sociales se establecieron en terrenos con abundan-
cia de recursos, sobretodo agua y tierra fértil, y que los patrones de mo-
vimiento seguían estos patrones matemáticos, tal como lo describimos
en la figura 3.
Figura 2. los nómadas Dobe Ju/’hoansi del desierto del Kalahari, tenían hábi-
tos nómadas y el estudio de estos hábitos de movilidad nos muestran un prin-
cipio asombroso. Las trayectorias de sus viajes de exploración y búsqueda de
recursos, no se realizaba al azar o de manera caprichosa. En los meses de esca-
sez de lluvia, se situaban en un campamento (A) a las orillas de un manantial y
se iban desplazando a medida que la abundancia de agua aumentaba. La bús-
queda de recursos los hacia visitar lugares ya conocidos previamente donde ha-
bía cierta certeza de abundancia de recursos. Las distancias viajadas, mostraban
una estadística en forma de ley de potencias y lo mismo sucedía con los tiem-
pos que los Dobe pasaban en los lugares escogidos. Es decir, existían patrones
matemáticos emergentes (leyes de potencias).
Los movimientos de exploración de los nómadas africanos son un patrón
más bien universal que se repite en otros primates. Se trata de un con-
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Este modelo nos sugiere que una ruta para el sedentarismo fue una abun-
dancia somera de recursos, distribuidos fractalmente y que pudo inducir
trayectorias de exploración en forma de vuelos de Lévy. La repetición y
fidelidad de sitios de recolección pudo inducir la práctica agrícola sim-
plemente porque de un año al siguiente, los residuos descartados de co-
mida que contenían semillas pudieron germinar, en un proceso de retro-
alimentación sustentable. La observación y apropiación cognitiva de lo
anterior daría lugar al nacimiento de una cultura agrícola en los humanos,
millones de años después de que la practica agrícola fuera adoptada por
las hormigas del género Atta (Schultz, Ted R., and Seán G. Brady, 2008).
La exploración del espacio y búsqueda de recursos en un patrón de vue-
los de Lévy existe hoy en día en la movilidad de grupos humanos de
cazadores-recolectores que son sedentarios y se han establecido en aldeas
o pueblos muy pequeños en ambientes rurales. Estas observaciones han
tenido lugar en Tanzania, México y Brasil (Raichlen, David A., 2014: 728-
733) (Reynolds, A., Ceccon, E., Baldauf, C., Medeiros, T. K. y Miramon-
tes, O. 2018)
En todos ellos los patrones de Lévy se repiten, independientemente del
recurso que se busca. Pero además, se ha comprobado que la movilidad
sigue específicamente reglas de optimización, ya que los recolectores
tienden a seguir rutas sobre caminos ya marcados por años de uso. Estos
caminos o senderos unen sus asentamientos con aquellos sitios donde
los recursos son más abundantes. Pero las rutas son siempre diseñadas
para minimizar la energía empleada en recorrerlos al tiempo que maxi-
mizan la ganancia obtenida. No existe ninguna razón para no pensar que
este mecanismos estuvieron presentes en los tiempos de la revolución
neolítica. De hecho se cuenta con evidencia de que el uso de minas du-
rante el paleolítico superior para obtención de pedernales, era un recurso
que fue explotado siguiendo trayectorias de Lévy. (Brantingham, P. Jef-
frey, 2006: 435-459).
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Figura 9. El Plan original de Ildefonso Cerdá para el barrio del Ensanche (Ei-
xample) en la ciudad de Barcelona muestra un diseño de su tramado urbano
organizado en líneas paralelas. Donde cada manzana es una unidad arquitectó-
nica modular. El trazado hipodámico buscaba desde su origen, hacer eficiente
el autotransporte; pero también la circulación de personas y de aire. Nótese el
cambio espacial drástico del núcleo medieval de Barcelona (en rojo) que, de
manera contrastante, es el resultado aparentemente desordenado de principios
autoorganizados de optimización peatonal, el principio de tres puntos y el dia-
grama de Voronoi. Este plano para la expansión planificada de la ciudad sólo
se llevó a cabo de manera parcial y fue un estira y afloja entre las ideología
igualitaria del proyecto y las clases pudientes de Barcelona.
El plano para la expansión planificada de la ciudad de Barcelona sólo se
llevó a cabo de manera parcial y fue un “estira y afloja” entre la ideología
igualitaria del proyecto y la de las clases pudientes de Barcelona. Ilde-
fonso Cerdá fue impedido de realizar sus ideas por el ayuntamiento de
Barcelona y tras concurso, se inclinó en 1860 por otro plano urbano. Fi-
nalmente, por decreto desde Madrid, se impuso el plan de Cerdá pero
bajo numerosas modificaciones y limitaciones. La crítica fundamental de
los sectores pudientes de Barcelona era que el plan de crecimiento urbano
era demasiado “socializante”, pues preveía casas habitación iguales inde-
pendientemente de si sus habitantes eran ricos o pobres. Con este detalle
evidentemente utópico, Cerdá pasó por alto un fenómeno cultural aso-
ciado a las redes sociales entre humanos y es que la emergencia de dife-
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Capítulo 5
Revisión a las perspectivas de la complejidad desde
un entorno teórico
Gerardo Vázquez Rodríguez16
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Pensamiento Reduccionista.
Las ideas básicas del pensamiento reduccionista, su pensar y sus méto-
dos, darían pie a lo que hoy llamamos ciencia clásica y convencional. Este
formato científico descriptivo acrecentó la aparente certeza sobre las
condicionantes pormenorizadas de la realidad, desechando por mucho
tiempo los fenómenos que por su complejidad e incertidumbre fueran
imposibles de describir bajo el método científico.
La visión del mundo desde la ciencia clásica ha sido llamada de varias
maneras reduccionista, racionalista, mecanicista o modernista. Esté en-
foque parte de la particularidad de reducir todos los fenómenos a partí-
culas, materiales independientes de los demás materiales, todo esto go-
bernado por leyes reacias y deterministas. Desde está plataforma
reduccionista se ofrece la promesa de un método de conocimientos com-
pletos en sus certezas y objetivos. En consecuencia, este conjunto de mé-
todos describe el universo como un complicado engranaje que no da lu-
gar para procesos subjetivos sobre valores, ética, procesos creativos o
visiones humanistas. El propio reduccionismo basado en sus exitosas
premisas científicas fue limitándose únicamente a sus alcances posibles y
por lo tanto se vio obligado a desechar fenómenos que se salían de su
visión; acotando, que en este sentido surgen nuevas aproximaciones cien-
tíficas que intentaban dar sentido a lo no explicable desde las ideas re-
duccionistas, de lo anterior surgiría eventualmente los fundamentos de lo
complejo y los sistémico.
Enfatizamos, por lo tanto, que principalmente en el periodo compren-
dido por los últimos doscientos años, la sociedad ha acrecentado de ma-
nera dominante su acercamiento hacia una comprensión de la realidad
desde los fundamentos científicos aportados por el pensamiento reduc-
cionista y la ciencia mecanicista.
Galileo, Newton, Descartes y Laplace, entre otros fueron los impulsores
de los métodos científicos, mecanicistas, racionalistas y reduccionistas. A
partir de la creación y utilización de sus métodos casi toda la ciencia ha
intentado dividir y simplificar la materia y la realidad para poder predecir
y dar la mayor certidumbre a los acontecimientos que se generan entorno
a lo que entendemos como realidad. Posiblemente uno de los científicos
que más postulados generalizo en la ciencia contemporánea fue Newton,
desde su visión, la materia, el espacio y el tiempo son conceptos que con-
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mental específica, ya que los agentes pueden representar sistemas tan di-
versos como gente, hormigas, células o moléculas. En este aspecto, la
ciencia de la complejidad ha asimilado las lecciones de la cibernética,
rehusándose a trazar cualquier frontera a priori entre mente y materia
Heylighen, Cilliers y Gershenson (2007, p125).
Los postulados de Holland instan a que los múltiples agentes de un sis-
tema son ignorantes de los posibles efectos que sus acciones puedan
generar, desconocen en realidad su ambiente, estos múltiples elementos
alcanzarían sus metas fundamentalmente por medio de prueba y error,
esto sería equivalente a la variación ciega seguida de la selección natural
de los agentes, se realizarían entonces acciones o reglas que logren un
mejor ajuste ante el entorno; los agentes son básicamente egocéntricos o
egoístas: sólo se preocupan por sus propios fines, ignorando inicialmente
a otros agentes. Sólo en una etapa posterior podrían llegar a conocer a
sus vecinos lo suficiente para desarrollar alguna forma de cooperación
(Axelrod, 1984). Pero para Heylighen, Cilliers y Gershenson (2007: 127)
incluso cuando los agentes son lo suficientemente capaces de conocer e
inteligentes como para seleccionar acciones aparentemente racionales o
cooperativas, ellos, como nosotros, son intrínsecamente ignorantes sobre
los efectos remotos de sus acciones. Lo anterior se postula bajo el prin-
cipio de localidad. Este postulado sobre “lo local” se menciona en la me-
cánica convencional bajo la lógica de que los agentes sólo interactúan
con un pequeño número de otros agentes que forman su comunidad lo-
cal. Pero a partir de la mecánica relativista y la teoría de la complejidad se
empieza a suponer que aunque las interacciones sean locales, están tam-
bién tendrían repercusiones a largo plazo y en una escala global, afec-
tando al sistema en su totalidad. Tales efectos globales son por definición
inesperados al nivel del agente y son en ese sentido emergentes, no po-
drían haber sido inferidos de las reglas (propiedades) locales que deter-
minan el comportamiento del agente. Para nosotros como observadores
externos, tales propiedades emergentes no son necesariamente sorpresi-
vas: si las interacciones entre los agentes son lo suficientemente regulares
u homogéneas, como en las interacciones entre moléculas en un cristal o
un gas, podríamos ser capaces de predecir la configuración global (emer-
gente) resultante. Pero en los casos más generales, es imposible realizar
extrapolaciones del nivel local al global.
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Para los últimos años del siglo veinte e inicios de este nuevo siglo, el
principio de localidad se ha trastocado ampliamente, desde la visión de la
mecánica cuántica se postula radicalmente que las interacciones entre ele-
mentos de un sistema no necesariamente están vinculadas simplemente
a su localidad inmediata, se estima que también se pueden manifestar
interacciones por la extraña vinculación entre elementos por el solo he-
cho de compartir cualidades y características relativamente idénticas aun
y que se mantengan a distancias fuera de su localidad inmediata. Se han
logrados procesos extraordinarios desde la teorización del pensamiento
cuántico pero en la practica este conocimiento está aun lejano para esta-
blecer leyes o postulados.
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nentes y realizan tareas sofisticadas, pero se pueden analizar con alta pre-
cisión desde la visión reduccionista de sus partes, bajo esta premisa este
sistema sería complicado. En contraparte un sistema complejo siempre
estará intrínsecamente constituidos por relaciones no lineales y ciclos de
retroalimentación que solo ciertos aspectos de ellos pueden analizarse a
la vez, un sistema complejo siempre tendera a causar distorsiones.
Para Cillers, los sistemas complejos generalmente están asociados con los
seres vivos: una bacteria, el cerebro, los sistemas sociales, el lenguaje,
pero esta distinción cada ves se observa más difusa debido a los nuevos
adelantos en el ámbito de la computación, tecnología y sistemas de inte-
ligencia artificial.
Así Paul Cilliers en su documento Complejidad y Posmodernidad (1998: 3-4)
define diez características centrales de los sistemas complejos:
1- Los sistemas complejos cuentan con una gran cantidad de elementos.
Cuando el numero es relativamente pequeño, el comportamiento de los
elementos a menudo se puede dar desde una descripción formal en tér-
minos convencionales, lineales y reduccionistas. Sin embargo, cuando el
numero llega a ser suficientemente grande, los medios convencionales
resultan poco prácticos, no permiten la comprensión del sistema.
2- Los sistemas necesitan una gran cantidad de elementos, pero no es
suficientes. Para construir un sistema complejo, los elementos tienen que
interactuar, y esta interacción debe de ser dinámica y rica en sus inter-
cambios. Las interacciones no tienen que ser físicas necesariamente; tam-
bién pueden considerarse interacciones desde la transferencia de infor-
mación. Contar con gran número de elementos es necesario, pero no
suficiente para determinar la complejidad. Los granos de arena en una
playa no son un sistema complejo, pues necesariamente deberían inter-
actuar de manera dinámica y no estática. un sistema complejo cambia con
el tiempo.
3- La interacción entre los elementos del sistema deben de ser abundan-
tes, no son “uno a uno”, sino que múltiples. Cualquier elemento en el
sistema influye y debe ser influenciado por algunos otros elementos. Un
caso típico de esto serían las redes neuronales del cerebro.
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9- Los sistemas complejos tienen una historia. Los sistemas no solo evo-
lucionan a través del tiempo, sino que su pasado es corresponsable de su
comportamiento actual. Cualquier análisis de un sistema complejo que
ignore la dimensión del tiempo es incompleto, o como máximo una ins-
tantánea sincrónica de un proceso diacrónico.
10- Cada elemento en el sistema ignora el comportamiento del sistema
como un todo, responde solo a la información que está disponible loca-
mente. Este punto es de vital importancia. Si cada elemento tuviera toda
la información del sistema, eso significaría que toda la complejidad del
sistema estaría condensada en cada una de las partes del mismo; esto im-
plicaría una imposibilidad física y de capacidad de información. La com-
plejidad es el resultado de una rica interacción de elementos simples que
solo responden a la información limitada que se les presenta a cada uno
de ellos. El comportamiento de un individuo del sistema es completa-
mente diferente en relación al comportamiento del propio sistema com-
plejo como un todo.
La revisión de estos cumplimientos pospuestos por Cillers podrán de al-
guna manera dar pauta para considerar el estudio de un fenómeno sobre
las bases de la complejidad o sólo determinarlo como un fenómeno com-
plejo que podría ser descrito desde modelo más cercano al reduccionismo
o mecanicismo. En las ultimas décadas se han acrecentado de sobrema-
nera los estudios titulados desde la complejidad o la teoría de sistemas
complejos, se escribe sobre arquitectura, urbanismo, diseño, salud, nego-
cios y demás variados temas, más sin embargo y aunque la línea es aun
difusa se necesitaría de pautas más formales para poder designar un es-
tudio bajo la visión de la complejidad. Los instrumentos teóricos que lle-
ven a estudiar la incertidumbre de un fenómeno deberán de contar con
revisiones profundas desde sus interacciones y resultados en un contexto
dinámico y multidimensional. Se entiende fundamental una postura filo-
sófica y teórica justificante para un previo de resolución sobre la comple-
jidad de una situación, proceso o fenómeno expuesto.
Referencias
Alexander C., (1977). Un lenguaje de patrones. New York: Oxford Univer-
sity Press.
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Capítulo 6
Recursividades entre los nombres, formas y lugares
para comprender los sentidos de lo imaginario
Adolfo Benito Narváez Tijerina17
Nombrar y ver
Las maneras en las que encontramos el sentido de un lugar usualmente
relacionan el nombrar con la creación de imágenes. No es que los
nombres no posean de suyo asociaciones fuertes con imágenes; como
metáforas de lo que se nombra, las formas del mundo constituyen la
materia primigenia del espacio imaginario (Jaynes, 1987, 1991), pero esa
manera de “encadenamiento” de esos objetos señalados con el afán de
dar nombres (quizás amarrados en el espacio imaginario a los nombres
justamente a través del proceso de emparejar sonidos con impresiones
visuales), es bastante independiente como modalidad cognitiva con la de
imaginar cosas, sentirlas, darles vueltas en la mente, recorrerlas, cosas que
comúnmente se hacen cuando, por ejemplo, tratamos de trazarnos una
ruta en la mente para ir de una localización a otra en la ciudad, evaluando
qué caminos resultarán más eficientes.
Mientras que nos vamos planteando las alternativas usando nuestra
imaginación y nuestra memoria visual, vamos recorriendo por los hitos
de cada ruta, esos objetos que resaltan de un vertiginoso fondo que pasa
casi sin detalles por nuestra mente, hasta llegar al destino deseado.
Recapacitamos, escogemos otras calles, vemos alternadamente otros
hitos, otras sendas, evaluamos la seguridad, el estado de las calles, el
tráfico a esa hora, las últimas noticias que hemos oído de ese pasaje.
Hasta que tomamos una decisión y emprendemos la marcha. Eso que
ahora es una labor cada vez más informatizada y auxiliada por grandes
bases de datos geográficas que operan en tiempo real a través de
aplicaciones que pueden tenerse a la mano a través de dispositivos cada
vez más ubícuos, era realizado hasta hace poco (y realmente sigue
siéndolo en gran medida a pesar de esas ayudas informáticas) por
nosotros usando nuestra capacidad de orientación en el espacio.
¿Qué clase de capacidad es ésta? Esta capacidad es realmente diferente
de la de asociar nombres con imágenes. El experimento de Shepard y
Metzler (1971) sobre las variaciones en los tiempos de respuesta de las
personas a la rotación de imágenes en la imaginación es ampliamente
conocido. En el experimento de Shepard y Metzler, se pidió a los sujetos
que analizaran un par de prismas compuestos de pequeños cubos
alineados, representados por medio de dibujos tridimensionales en
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La ciudad subjetiva
Una manera en que puede verse esa correspondencia entre los nombres
y los lugares es a través de los mapas que espontáneamente la gente
dibuja. Cuando pedimos una indicación para que se nos oriente hacia
dónde ir en la ciudad o cuando pedimos a la gente que recuerde los rasgos
más remarcables de su ciudad, dibujando para ello un mapa, lo que se
nos presenta es esencialmente una estructura de los lugares que se
consideran conocidos, cercanos o propios, los que se consideran lejanos
y ajenos y una frontera que los delimita (Rapoport, 1978). Los objetos
que adjetivan a esta estructura del lugar pueden estar asociados a
cualquier elemento de la estructura, adquiriendo de esta manera sentido.
Lynch (1960, 1985) reconoce cinco elementos estructuradores de la
imagen a los que denomina bordes, hitos, sendas, nodos y barrios,
uniendo de esta manera en la ciudad la noción de espacio radiante e
itinerante (Gourhan, 1964). La unión de toponimia y topoformas, que se
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Conclusiones
La capacidad para darle nombres a las impresiones que se depositan en
nuestra memoria parece tan natural que luego es imposible que nos des-
hagamos de esa compulsión de ir nombrándolo todo. La razón de ello
nos conduce a intuir esta compulsión como “otro” sentido, que empuja
a nuestra mente hacia afuera, a proyectarse sobre el mundo, domesticán-
dolo, dejándolo quieto para que puedan tocarlo nuestras manos y ya no
sea tan amenazador.
El nombre toma hegemonía sobre nosotros, cuando en vez de haber sido
dicho por primera y prístina ocasión, es repetido por aprendizaje y adoc-
trinamiento. Cada palabra, como si se tratara de una orden mágica, posee
una fuerza en sí misma que tuerce nuestra manera de ver las cosas, -lo
que es el mundo en sí, libre de epítetos- y nos hace ver lo que se nombra.
Como si la palabra comunicara otras visiones, otras concepciones de lo
que es, que hubieran sido fabricadas antes de que siquiera pudiéramos
ver por primera vez el mundo.
Y es que la palabra es el recipiente de las voces de los antepasados que
en su cuerpo parecen vivir.
Tenemos la compulsión de completar y a través de esa manera con la que
procuramos no dejar huecos en las cosas que hacemos, vamos cerrando
el mundo de lo que es, para sustituirlo por el mundo de la experiencia. Si
pudiéramos percibir esto con bastante perspectiva, es decir, aislándonos
de la visión humana que impele a observar a través de los nombres que
evocan formas de la experiencia, que es una formación semántica a su
vez y que se ha unido recursivamente a los nombres para formar el sitio
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Podría sernos útil pensar en otra “geografía”: que tales fenómenos nos
rodearan completamente. Qué tal si en vez de pensar en que la profunda
subjetividad de lo inconsciente se encontrara dentro de nosotros, estu-
viera afuera como proyectada tras del mundo.
Es posible plantear que la creatividad espontánea que exhibe la forma
recursiva entre toponimias e imágenes esté “contenida” en la mente in-
consciente, que es posible advertir que hay un “ahí afuera” que está más
allá de los nombres y las imágenes que arman nuestro mundo y que no
puede equipararse a lo objetivo, sino que “eso” sigue siendo la mente,
pero que se trata de algo que ya no es personal, sino que es colectivo.
Podemos especular que junto a esa ausencia de imágenes y nombres que
podría caracterizar a esta forma de lo mental inconsciente cabría advertir
una potencialidad abrumadora, podría tratarse del recurso primario a tra-
vés del que la creatividad emerge. ¿Este nivel de la mente será del todo
inaccesible? Es posible que no.
La consciencia ordinaria bien pudiera ser sólo un estado de atención que
centraría la experiencia, privilegiando ciertas formas de preservación de
la memoria; pudiera haber otras formas de atención, otros estados de la
consciencia que podrían abrir a la persona a otras experiencias, o, subrep-
ticiamente, que llevaran a la persona a experimentar la entrada de esos
contenidos ocultos durante la experiencia consciente ordinaria.
Tal vez sea la recursividad de los nombres y las imágenes de los lugares
en los que vivimos la que en su creatividad revele la fuerza de ese fondo
que escapa a la consciencia ordinaria, pero que establece la energía con la
que obra el mundo de nuestra experiencia.
Los atributos profundos del lugar, aquellos que se nos revelan como con-
tenidos emocionales de los lugares de nuestra experiencia, podrían yacer
en esas formas que se hallan fuera de lo que es nombrado y formado,
estableciéndose como propiedades que orientan a la persona en un sen-
tido que es básicamente de atracción o de repulsión, es decir, que es esen-
cialmente topofílico o topofóbico, y ese contenido inicial es posible-
mente el que orientaría a toda valoración ulterior de los lugares,
estableciendo los límites de lo nombrado, así como su estructura, que en
el fondo sería una indicación de valoraciones crecientemente complejas
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Tercera parte
Modelos para el estudio de la ciudad desde la
complejidad
Capítulo 7
Funcionalidad urbana, un concepto espacio-
temporal, que une la movilidad, el acceso y el uso
de los territorios
Jorge Cerda Troncoso y Carlos Marmolejo Duarte
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Los resultados del cálculo de este índice para algunas ciudades mostraron
que, en términos generales, la densidad de residentes responde en un alto
porcentaje a la denominada probabilidad funcional del acceso a las
distintas actividades, más que de la distancia o del tiempo de viaje, que
son variables tradicionales de evaluación de la accesibilidad. Es decir, el
comportamiento de las personas en su disposición a viajar un
determinado tiempo, condiciona la localización de sus residencias, y la
elección de los destinos a ser visitados para desarrollar distintas
actividades (Cerda y Marmolejo 2010).
En términos particulares, se demostró que en ciudades relativamente
compactas, la distribución espacial de las densidades residenciales es
determinada indistintamente por tiempos, distancias y probabilidades
funcionales, debido a que tanto tiempos como distancias están en los
rangos probables de la disposición a viajar de los habitantes. En cambio,
en ciudades extensas, sólo la probabilidad funcional del territorio es la
que permite explicar las densidades residenciales, dejando de ser
explicativos tanto la distancia como el tiempo. Lo anterior se debería a
que se superan los umbrales de disposición a viajar de distancias y
tiempos, por lo que el fenómeno residencial responde a una geometría
funcional y no física/temporal, es decir, la disposición de viaje de las
personas condiciona la interacción y la localización.
Desde el momento que se comenzó a conceptualizar de forma más
profunda la probabilidad funcional del acceso a las actividades, surgió el
cuestionamiento de si es correcto separar el viaje del desarrollo de la
actividad en el destino. En las bases teóricas tradicionales de análisis de
transporte, una de las características importantes que se reconocen es que
“es una demanda derivada, es decir, los viajes se producen por necesidad
de llevar a cabo ciertas necesidades” (Ortúzar 1998). A pesar de lo
anterior, históricamente el transporte se ha separado en términos
analíticos de la actividad que lo requiere, transformándose en análisis de
capacidades de paso de las vías.
Dicho todo lo anterior, el presente trabajo propone y desarrolla el
concepto de “funcionalidad urbana” como un enfoque que relaciona las
lógicas locacionales de las actividades y el comportamiento de los
habitantes de la ciudad.
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3. La circulación por motivos económicos. Son los que tienen por objeto
la compra, venta, e intercambio de todo tipo, incluyendo la información.
Utiliza todos los medios de transporte, tanto públicos como privados.
4. La circulación ligada al ocio y a las relaciones sociales. Utiliza
principalmente el transporte privado, los carruajes.
5. La circulación festiva concentrada en los días no laborales. Utiliza
fundamentalmente los transportes públicos especialmente el tren y el
tranvía.
6. La circulación excepcional. La realiza el peatón y se produce en el
centro de la ciudad (profesionales, manifestaciones, etc.).
Bajo el enfoque de clasificación de circulaciones, Henard concluye que
“la congestión” se debe a que las distintas circulaciones, por el hecho de
utilizar un medio determinado, utilizan vías específicas. Entonces las vías
en donde coinciden circulaciones, o mejor dicho sus modos asociados,
son las que presentan congestión (Miralles, 2002). Como se puede
apreciar, la aproximación de movilidad sucumbe fácilmente por la
fortaleza del enfoque de medios e infraestructura de circulación
(transporte).
Las actuales clasificaciones de la movilidad provienen principalmente de
estudios de transporte y no se diferencian mucho de lo planteado por
Henard. Así, se distinguen dos grandes tipos de movimientos, los de
carácter obligado y los no obligados. Esta diferenciación tiene lógica en
el sentido de que es la movilidad obligada la que pone a prueba la
capacidad de paso de las distintas redes de infraestructura y de servicios,
pues se da en períodos del día cortos y específicos (la denominada hora
punta u hora pico) y los destinos no pueden ser cambiados o elegidos
por el viajero. La movilidad no obligada cotidiana, no pone a prueba la
capacidad de la red, dada su flexibilidad en términos horarios y de la zona
de destino (compras, ocio, social, recreación, servicios personales, etc.).
Los actuales problemas de transporte y movilidad se enfrentan
preferentemente bajo el enfoque de transporte, más que desde el punto
de vista de la movilidad, en el sentido de que se propone que la forma de
organizar movilidad es a través de la organización de los modos, dadas
las objetivas restricciones de capacidad de las redes de transporte público
y privado. Sigue presente la máxima que a través de la competitividad
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Consideraciones finales
El presente trabajo propone el concepto de funcionalidad urbana como
una integración de muchos conceptos o dimensiones tradicionales en los
análisis urbanos. Sintetiza lo que se entiende por transporte, accesibilidad
y usos de los territorios en un único cuerpo conceptual, que cumple con
reflejar el trade-off entre todos estos elementos.
En el cuerpo del documento se han expuesto las conclusiones más
relevantes en cada caso, en el sentido de ir argumentando o justificando
las características del concepto de funcionalidad urbana.
También se analiza y desarrolla una base técnica de medición de la
funcionalidad. Esta base ha sido aplicada en varios trabajos posteriores,
utilizando las encuestas origen destino de viajes, mostrando así su
factibilidad de cálculo y, por sobre todo, la riqueza de los resultados que
entrega. Algunos ejemplo son las siguientes aplicaciones:
• Priorización de corredores de transporte con un enfoque en el
individuo (Cerda & Marmolejo, 2013)
• Detección de estructuras urbanas basadas en la densidad de
tiempo de uso de los territorios (Marmolejo & Cerda, 2012)
• Determinar óptimos locacionales en post de una disminución de
consumo energético producto del comportamiento temporal de
desarrollo de las distintas actividades en el territorio (Cerda et al, 2012)
• Comparación de estructuras territoriales y funcionales entre
ciudades disimiles (Cerda & Marmolejo, 2010)
Finalmente, el objetivo de este capítulo fue proponer un concepto
integrador, que si bien recoge muchas de las dimensiones que originan la
alta complejidad de las ciudades, busca lograr un entendimiento más
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Ocho textos sobre estudios urbanos y sistemas complejos
holístico de las mismas, volviendo así a integrar las ciencias que la teoría
de sistemas desarticuló en tiempos pasados.
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Capítulo 8
Propiedades de las redes de vialidades en ciudades
mexicanas
Irving Omar Morales Agiss21
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Shaw, 2001). Por otro lado, algunos de los procesos que nos interesa es-
tudiar se llevan a cabo justamente en estos caminos transportadores de
flujo, por ejemplo, en las calles. Fenómenos como el crimen, atascos de
tráfico, comercio, etc. se llevan a cabo en el nivel y a la escala misma de
las calles. Para poder analizar este tipo de dinámicas es necesario crear
redes en donde estos caminos son considerados nodos de la red. Bajo
este enfoque, los enlaces de la red son definidos a partir de las conexiones
entre nodos, es decir las intersecciones entre los caminos de flujos. Este
tipo de redes reflejan aspectos topológicos del sistema en vez de aspectos
geométricos y por lo tanto permiten analizar propiedades estructurales
de las ciudades (Jiang y Claramunt, 2004).
En la escala más pequeña, los agentes predominantes en las ciudades son
los individuos, gran parte de las dinámicas de interacción en esta escala
se llevan a cabo en las calles, por lo cual no es de extrañarse que el análisis
de la topología de las calles sea una de las herramientas más utilizadas en
el estudio de las ciudades (Hillier, 2002; Hillier, Hanson, Grajewski y Xu,
1993; Jiang y Claramunt, 2004). De particular importancia es la teoría de
la sintaxis del espacio, en donde se expresa la red de calles como un mapa
axial y se analiza en términos de sus propiedades de configuración la re-
lación que existe entre la estructura de la ciudad y el movimiento que se
lleva a cabo en ella (Hillier, 2002). La teoría ha sido capaz de demostrar
que la estructura de las calles de una ciudad afecta de manera importante
en los patrones de movimiento de los agentes que la conforman (Hillier,
Hanson, Grajewski y Xu, 1993). A su vez, el movimiento de los agentes
influye en los patrones de uso de suelo de la ciudad (Hillier, 1996), los
patrones de movimiento y de uso de suelo son capaces de inducir cam-
bios en la misma estructura de calles generando un bucle de retroalimen-
tación (Hillier, 2000). Además de las propiedades inherentes al movi-
miento, se ha demostrado que algunas características propias del
contexto cultural de los habitantes de una ciudad, así como algunas pro-
piedades inherentes al proceso de crecimiento de la ciudad se ven refle-
jados en las propiedades generales de la topología de las calles. De tal
manera que es posible identificar hasta cierto grado, la región geográfica
o el país en donde se encuentra una ciudad utilizando únicamente la to-
pología de las calles (Hillier, 2002).
En este capítulo analizaremos las 3442 localidades urbanas de México.
En específico nos concentraremos en su infraestructura vial, la topología
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esta trama urbana habitan 62 mil 416 habitantes, la red resultante con-
tiene 4737 nodos (vialidades) y 9189 enlaces (intersecciones de vialida-
des).
La principal ventaja de transformar la traza urbana a una red es que este
mapeo transforma también las preguntas que podemos hacerle a la traza
de vialidades en preguntas que se pueden hacer a la red obtenida. Algunas
de estas preguntas son difíciles de contestar en términos de la traza de
vialidades, pero en términos de redes han sido estudiadas de forma pro-
funda por la teoría de redes (Barabasi, 2015). Por ejemplo, al inspeccionar
la traza de vialidades de la figura 1 podemos observar cierta morfología
fractal, sin embargo no es fácil cuantificar esta fractalidad o incluso de-
terminar si existe una verdadera invariancia de escala en el trazado de
vialidades, por el contrario la invariancia de escala es un fenómeno bien
estudiado en las redes complejas, al transformar nuestras trazas de viali-
dades en redes lo que obtuvimos son un cúmulo de herramientas nuevas
para poder analizar las propiedades de las ciudades. La figura 2 muestra
algunas de las preguntas básicas que podemos hacerle a la traza y cómo
se transforman en preguntas específicas de las redes complejas.
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Con las trazas urbanas de las 3442 ciudades que son el objeto de estudio
de este trabajo se construyó una base de datos de redes complejas, las
cuales nos permitirán no solamente responder preguntas específicas de
cada una de esas ciudades sino, además, entender y buscar propiedades
generales de las trazas urbanas mexicanas. Los elementos fundamentales
de las redes conformadas son los nodos y los enlaces, en nuestro caso
estos elementos se corresponden con el número de calles y el número de
intersecciones entre calles respectivamente. Una primera pregunta a res-
ponder sería cómo se distribuyen estas propiedades con respecto al ta-
maño o la población de la ciudad.
La tabla 1 muestra un resumen de las propiedades estadísticas de la base
de datos de redes obtenidas después de aplicar la sintaxis espacial a las
3442 ciudades bajo nuestro estudio. Como puede observarse la diversi-
dad en población es amplia, consideramos ciudades con poblaciones en-
tre 2500 habitantes y cerca de 2 millones de habitantes (es importante
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Mínimo 2500 5 4
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Figura 3. Distribución del número de calles e intersecciones para las 3442 ciu-
dades analizadas. Los paneles inferiores muestran la dependencia con la pobla-
ción, cada círculo representa una ciudad. Los colores muestran el error con
respecto al ajuste lineal en escala logarítmica, positivo hacia el rojo y negativo
hacia el azul.
Muchas de las redes correspondientes a sistemas complejos son invarian-
tes de escala, una pregunta importante para nuestro estudio es si las trazas
de vialidades de las ciudades son invariantes de escala, es decir, si las redes
obtenidas tienen distribuciones de grado se comportan como leyes de
potencias. Además, podemos preguntarnos si estas propiedades depen-
den de la población o del tamaño de la ciudad. Las figuras 4, 5, 6, 7, 8, 9,
10, muestran las trazas urbanas, las redes y las distribuciones de grado de
varias ciudades, en orden ascendente con respecto a su población. Es
posible observar la evolución de la distribución de grado conforme la
población crece. A mayor población la forma de la distribución de grado
se asemeja más a una recta en escala logarítmica por lo cual podemos
suponer que conforme la población aumenta, las propiedades de inva-
riancia de escala se vuelven más robustas. Para poder contrastar con esta
evolución, la figura 11 muestra la distribución de grado de la ciudad más
grande que existe en México, la zona metropolitana del valle de México.
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Figura 13. Distribución del grado máximo encontrado en cada una de las redes
analizadas y su dependencia con la población de la ciudad correspondiente.
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Referencias
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Se terminó de imprimir en el mes de
octubre de 2019 en los talleres de
Editorial Labyrinthos; se usó la
familia tipográfica: Garamond en 22,
18, 14, 12, 11, 10, 9 y 8 puntos.