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Ucrania: ¿El último conflicto congelado?

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Introducción
En este capítulo no se pretende realizar un profuso análisis de las causas y de las
consecuencias que, la intervención directa de Rusia -solapada inicialmente mediante la
actuación de destacamentos de milicianos, los famosos “hombres verdes”- ha realizado y
continúa haciéndolo en Ucrania. Varias son las razones para esta aproximación. En primer
lugar, porque la proximidad cronológica a los acontecimientos no nos permite adoptar la
suficiente perspectiva histórica crítica para abordar los mismos con una metodología que no
sea pura narrativa periodística: “Frente a la tiranía del presente y el corto plazo hay que
recuperar la visión panorámica de la historia”.605 En un segundo término no podemos
abstraernos del ingente material bibliográfico publicado desde el inicio de los
acontecimientos, cuyo curso ha ido modulando la temática: desde las conexiones históricas
de Ucrania y Rusia, pasando por la perspectiva económica y política de la integración de
Ucrania a uno u otro modelo de integración regional, entreverado por la cuestión de la
legalidad de la autodeterminación de Crimea; el pulso geopolítico entre Rusia y Occidente,
la caída de una nueva ficha del dominó ruso en su “anexión” de su extranjero próximo o el
debate sobre la seguridad regional son solo algunos de los aspectos abordados por la multitud
de análisis publicados. El problema fundamental reside en distinguir “el polvo de la paja”
entre tanto Ucraniólogo de nuevo cuño.606 Una tercera cuestión nos remite a la cuestión
ideológica como elemento definitorio de la aproximación a la cuestión de Ucrania. El debate
al respecto presenta numerosas aristas en función de los intereses -que no de los principios-
que se defienden en una buena parte de los trabajos: de los Estados en cuestión, de las diversas
organizaciones internacionales implicadas -directa o indirectamente-, de los think tank de
referencia y, de manera muy difusa -las contiendas ideológicas de grupos políticos de muy
variada tipología y origen.

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El cuarto elemento característico del caso ucraniano nos remite a un doble elemento
diferenciador, aunque presente muchas similitudes con los otros conflictos congelados. En
Ucrania coexisten, desde 2014, dos secesionismos. El primero, protagonizado por Crimea,
parece ser una controversia zanjada definitivamente con la pérdida de la soberanía por parte
de Ucrania y la reintegración del territorio a Rusia. Sin aparentes posibilidades de reabrirse
el conflicto, excepto en una eventual intervención militar ucraniana en el enclave -supuesto
bastante improbable-. El segundo, el que permanece abierto y en fase progresiva de
congelación, es el que protagonizan las autoproclamadas Repúblicas de Donetsk y Lugansk
en el Donbass. Por primera vez coexisten dos conflictos de aparente naturaleza y diferente

1
López Jiménez, José Ángel. La política exterior de Rusia: los conflictos congelados y la
construcción de un orden internacional multipolar. Dykinson (Madrid, España), 2017.
resolución en el territorio de la misma República, si advertimos las diferencias existentes
entre Gagauzia y Transnistria en Moldova.

Pero, por si la dificultad fuese escasa, hay que recordar que el Euromaidán, que se inició
como una revuelta popular, acabó por concretarse en un golpe de Estado -algo poco resaltado
en los primeros meses de 2014- y en un conflicto civil, presentado como una suerte de guerra
civil, cuando en realidad tiene unas evidentes connotaciones internacionales difícilmente
enmascarables desde el inicio.607 La complejidad de la evolución histórica de la actual
Ucrania nos remite a la misma situación que acompañó a todo el conjunto regional en el que
se encuentra inserto. El producto final que ha surgido estatalmente después de la desaparición
de la Unión Soviética estableció una separación radical con el mundo ruso al que durante
siglos había estado conectado: “La Historia ha dejado a Ucrania unida en un Estado, pero
dividido en numerosas líneas regionales que evocan límites culturales y políticos del
pasado”.608 No entraremos en la descripción de los acontecimientos que llevaron desde el
inicio de las manifestaciones y concentraciones en la plaza de Maidán el 21 de noviembre de
2013 -tras la suspensión de la firma del Acuerdo de Asociación de Ucrania con la Unión
Europea- pasando por la irrupción de la violencia generalizada, la salida hacia Moscú de
Yanukóvich, la formación de un gobierno conformado por los opositores al mismo, bajo el
control inicial de la Rada, y finalizando en el referéndum y posterior reintegración de Crimea
y Sebastopol en la Federación Rusa, así como con la irrupción de la violencia en los distritos
orientales del país, que declararon su vocación separatista, autoproclamándose repúblicas
independientes. Han sido suficientemente descritos, aunque no bien aclaradas las
responsabilidades finales de los acontecimientos violentos que detonaron en el Maidán ni los
eventuales apoyos externos.609

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Las dimensiones del conflicto son muy importantes, pese a que muchos trabajos concluyen
que se ha producido un modelo caracterizado por una “suma cero”, según el cual ninguna de
las partes ganan y todas pierden y que, a mi juicio, sí está consolidando ganadores y
perdedores -entre los últimos el pueblo ucraniano- El número de víctimas mortales reportadas
por la Misión de Derechos Humanos de Naciones Unidas es -hasta el mes de abril de 2016-
sobrepasa las 9.000, con más de 21.000 heridos.610 Las denuncias de diversas organizaciones
y organismos internacionales sobre las violaciones en materia de derechos humanos en las
zonas en conflicto y en Crimea son numerosas.611 Así como hay numerosos trabajos
dedicados a analizar los planes de contingencia llevados a cabo por Rusia antes de la
intervención en Abjasia y Osetia del Sur para apoyar a sus “regímenes afines”, en torno a una
planificación previa, también constatamos con anterioridad como ni entre los altos
funcionarios norteamericanos existía constancia de una decisión rusa de atacar -con carácter
previo- a Georgia, ni en el propio Kremlin parecían estar convencidos de que la acción militar
de Sakaashvili iba a producirse. Aunque esta acción acabase por resultar de gran utilidad para
los objetivos estratégicos de Rusia en la República.

En este sentido cabe repetir el razonamiento con respecto a Ucrania, con una diferencia
fundamental. Moscú no tenía ningún plan previo de contingencia ante unos acontecimientos
como los que se dieron en la revolución del Maidán. Si bien es real la prevención rusa hacia
las revoluciones de colores -en Ucrania y en Georgia- no se presentaron indicios que
revelasen la potencial situación que se desencadenó en pocas semanas. De tal forma que, ante
la evidencia de los acontecimientos, la ocasión que se le presentaba a Rusia para que actuase
en la joya estratégica de sus proyectos de cooperación regional era única.612 Las cuestiones
identitarias también están muy presentes en Ucrania y en la conflictividad que detonó a
finales del año 2013. La presencia de una minoría rusa muy relevante en Crimea y en los
distritos orientales ha teñido la conflictividad, de evidente sustrato político-ideológico, de un
componente étnico-cultural que podía inicialmente no resultar tan definitorio.613 No parece
que la diplomacia europea ni los principales representantes de la Unión hayan estado a la
altura de los acontecimientos que se estaban dirimiendo desde el estallido en el Maidán. Entre
la inacción comunitaria que suele presidir las respuestas a las crisis internacionales
planteadas -incluso en territorio europeo, como el conflicto en los

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Balcanes- y la injerencia en los asuntos internos de un Estado soberano, alineándose de


manera incondicional con el socio atlantista se podían encontrar vías intermedias.614 Hay
autores que contemplan la crisis ucraniana en el marco de las relaciones entre los dos grandes
actores regionales más como un síntoma del estado de las mismas que como una causa
profunda, no descartando además una ruptura más profunda e incluso un conflicto abierto y
generalizado si no se consigue encauzarlo de alguna forma satisfactoria para las partes.615

Elementos del nuevo conflicto congelado


La retórica de reinicio de una nueva Guerra Fría -empleada también por Dimitri Medvedev-
puede ser tan inadecuada a la situación actual como la agitación de los fantasmas de una
agresión directa de Rusia a algún Estado que pertenezca a la UE -como alguna de las
repúblicas Bálticas- Más allá de la fórmula utilizada en Ucrania y Crimea -guerras híbridas,
de cuarta generación, asimétricas o guerras no lineales según la terminología pujante en
Rusia- que podría ser compartida por alguno de los conflictos congelados, podemos concluir
que las relaciones bilaterales (UE-Rusia) se encuentran igualmente congeladas, instaladas en
un punto muerto, en un inmovilismo que perjudica a ambos actores por igual. El
mantenimiento de las sanciones mutuas, además de impedir la ruptura del bucle en el que
están instaladas las presentes relaciones, concede ventajas estratégicas a todos los actores
relevantes en la Comunidad Internacional (Estados Unidos, China y la propia Rusia), en
detrimento de la propia Unión Europea.

Por otro lado la visión permanente entre determinada corriente de análisis, fundamentada en
la percepción de Rusia como un mero adversario político y un imposible socio estratégico de
la UE, arranca en atavismos ideológicos claramente superados y adolece de una perspectiva
de futuro caracterizada por un liderazgo global compartido, en el que ambos actores estarán
presentes.616 Desde la propia UE existe la convicción del cambio cualitativo plasmado en las
relaciones mutuas: antes del año 2014 los conceptos y objetivos en marcha contemplaban
asociaciones estratégicas, una Asociación para la modernización, y una interdependencia con
un compromiso selectivo, como aspiraciones a medio plazo. Por el contrario, en el momento
presente el término
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que se repite con mayor frecuencia es el de la defensa de Europa, la seguridad y la


resiliencia.617

La retirada de Crimea no se va a producir. Por tanto, es necesario buscar otras alternativas en


la negociación apartando estratégicamente este contencioso si se tiene la voluntad de reiniciar
las relaciones bilaterales con cierta profundidad. Las relaciones internacionales, en especial
entre las grandes potencias, pueden derivar en la imprevisible actuación de sus líderes,
favoreciendo un desorden internacional no deseable. En este entorno la UE debe de medir
muy bien el tejido de sus alianzas y no puede permitirse ignorar a Rusia. “Si queremos
convencer a Rusia, o una Rusia convencida, deberíamos intentar entender qué representa
Rusia y por qué. Los malentendidos pueden conducir a respuestas equivocadas y en lugar de
ganar nos convertiremos en un afortunado ciego”.618 No se trata de aceptar un doble rasero
en el ordenamiento jurídico internacional aceptando las violaciones de Rusia en el vecindario
oriental de la UE; tampoco respecto a las violaciones reiteradas en materia de derechos
humanos. Pero la percepción hacia Rusia debe de ir más allá de los recelos y temores -
especialmente de los Estados Bálticos y Polonia- o del enemigo intervencionista en los
asuntos internos de los Estados de la UE, mediante diversos instrumentos de injerencia
(ciberseguridad, presión energética, conflictividad híbrida) Las fronteras de Rusia, como en
remotos períodos imperiales, no tienen unos elementos claros de delimitación cultural,
lingüística o étnico-nacional.619 En tiempos de discurso nacionalista en el Kremlin, que goza
de una amplia base popular, más allá de la retórica de los valores compartidos -que pasan por
la defensa del ordenamiento jurídico internacional sin interpretaciones interesadas- la
comunidad internacional y la Unión Europea en particular deben entender que Rusia tiene
sus propios valores e intereses, no necesariamente coincidentes con los del resto.

La especificidad del caso de Crimea, desde un punto de vista estrictamente histórico, es


notable. Ello explica la velocidad en el despliegue de la autodeterminación de la península y
la casi automática reintegración en la Federación Rusa, convirtiéndose así en la única
excepción respecto al resto de los conflictos en la región y, por lo tanto, dando
unilateralmente por resuelta la cuestión de la soberanía territorial a la que se adscribía.

“Esta excepción puede ser explicada por los intereses estratégicos rusos más allá de sus
fronteras. También históricamente, durante 168 años, Crimea había formado parte integrante
del Imperio Ruso y, desde 1921, de la Federación Soviética Rusa. Psicológicamente, Crimea
está mucho más cerca de los corazones de muchos

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rusos y particularmente del Ejército ruso que cualquiera de los otros cuatro territorios ex
soviéticos”.620 Con un territorio de 26.200 Km2 y una población de 2.3 millones de habitantes
que, según el censo ucraniano de 2001 eran un 58% de rusos, el 24% de ucranianos y el 12%
de tártaros. El debate legal sobre el ejercicio del derecho de autodeterminación en Crimea es
importante, aunque de forma mayoritaria está inclinado hacia la consideración de ilegalidad
del mismo y de sus posteriores consecuencias. Los precedentes históricos muestran como, en
dos ocasiones, fue ignorado por las respectivas autoridades: en 1954 por parte de las
autoridades soviéticas, cuando Nikita Jruschov la cedió a la República Socialista Soviética
de Ucrania -sin alterar, por tanto, la soberanía territorial de Ucrania- y en 1991, cuando así
lo decidieron los líderes de Rusia y Ucrania respectivamente. De nuevo el precedente de
Kosovo y del Dictamen favorable de la CIJ, avalando que no se había cometido ninguna
ilegalidad en su declaración unilateral de independencia, volvían a ser utilizados como
modelo a seguir por las autoridades de Crimea, con el apoyo de Rusia.621 Los argumentos
utilizados por Rusia volvieron a ser una repetición de los ya empleados en los casos de Osetia
del Sur y de Abjasia: la defensa de los nacionales rusos residentes en la zona, la
responsabilidad de proteger de Moscú, la garantía de la defensa de los derechos humanos
básicos frente a una eventual agresión -que no se produjo en ningún momento-. Sin embargo
la situación difería notablemente porque no se dieron tales agresiones que activasen esta
responsabilidad de protección. Más bien fue una respuesta preventiva a unas acciones que no
se produjeron y que Putin explicitó de la siguiente forma en su discurso del 18 de marzo de
2014:

“Aquellos que están detrás de los últimos acontecimientos en Ucrania tenían una agenda
diferente: estaban preparando la llegada de otro gobierno, querían tomar el poder y no se
pararían ante nada. Recurrieron al terror, al asesinato y a los disturbios. Nacionalistas,
neonazis, rusófobos y antisemitas ejecutaron el golpe. Continúan en esta línea hasta
hoy…podemos ver claramente las intenciones de estos herederos ideológicos de Bandera, el
cómplice de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. Los residentes de Crimea y
Sebastopol pidieron ayuda a Rusia para defender sus derechos y sus vidas, en prevención de
lo que está sucediendo en Kiev, Donetsk, Jarkov y otras ciudades ucranianas. Naturalmente
no podíamos ignorar esta demanda”.622

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La cuestión de la legalidad en la celebración del referéndum de autodeterminación en Crimea


nos remite a un marco particularmente complejo en el caso de los secesionismos en el antiguo
espacio soviético. Aplicando los principios y normas vigentes y la práctica desarrollada en la
comunidad internacional -a excepción del modelo kosovar, que presentaba ciertas
peculiaridades- y la remisión al ordenamiento jurídico interno de Ucrania el procedimiento
de ejecución del mismo y su inmediata incorporación a la soberanía territorial de Rusia
vulneró el ordenamiento jurídico internacional. Sin embargo, como algún especialista ha
sugerido, sería conveniente realizar una aproximación más clara y consistente en la
interpretación y en la práctica del derecho de autodeterminación para evitar las amenazas a
la estabilidad del actual sistema internacional y a la integridad territorial de los Estados.623
Algún internacionalista apunta hacia cierta teoría evolutiva del derecho de auto-
determinación de los pueblos, condicionado por la política, que se desarrolla más allá del
entorno del sometimiento colonial. En este sentido, de nuevo, el precedente kosovar ha
afectado notablemente al espacio post-soviético y el Dictamen de la CIJ abrió la espita a
pronunciamientos similares en situaciones que no son estrictamente coincidentes.624 Así, por
ejemplo, siguiendo esta línea argumental el caso de Crimea, desde el punto de vista histórico
presenta una originalidad:

“Se puede decir que en teoría nunca Crimea había ejercido ese derecho de autodeterminación
hasta el 16 de marzo de 2014, aunque en las circunstancias ya expuestas, y contando con el
apoyo político de la Federación Rusa”.625 Hay que reseñar que el cambio de posición
experimentado por Moscú respecto al ejercicio del derecho de autodeterminación fue notable,
en especial si lo comparamos con el caso de Chechenia durante la década de los 90, con el
saldo ya conocido de dos conflictos militares.626 La petición de Crimea de reunificación con
Rusia, así como la de Sebastopol como ciudad federal, fue firmada el 18 de marzo de 2014.
Ucrania denunció el incumplimiento de la carta de Naciones Unidas, del Acta Final de
Helsinki y de un buen número de tratados y de acuerdos internacionales. Sin embargo, el
Presidente Putin:

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“Utilizó el derecho de autodeterminación del pueblo de Crimea vía secesión, como


argumento central para justificar y legitimar la anexión”.627 Efectivamente, el artículo 5 de
la Constitución de Rusia recoge la referencia al derecho de autodeterminación de los pueblos,
pero, sin embargo, no les otorga ninguna posibilidad de ejercerlo a las diversas entidades
político-administrativas de la Federación, por lo que se convierte en una mención puramente
retórica en el seno de la integridad territorial de Rusia.

No se ha insistido suficientemente, especialmente durante el primer año del conflicto en los


distritos orientales, en la responsabilidad que Occidente ha tenido en las acciones/reacciones
de Rusia en Ucrania desde el mes de marzo de 2014. Las críticas de la comunidad
internacional se concentraron unánimemente en la ilegalidad de los actos desplegados por
Rusia en Crimea y las acciones -más o menos encubiertas- en las autoproclamadas repúblicas
populares de Donetsk, Lugansk. Las incuestionables violaciones de la legalidad internacional
por parte de Rusia (principio de integridad territorial, no injerencia en asuntos internos, uso
de la fuerza, anexión territorial de Crimea) no necesitan ser mucho objeto de debate.

Naciones Unidas intentó aprobar un proyecto de resolución del Consejo de Seguridad que,
finalmente, fue vetado por Rusia.628 Por ello fue la Asamblea General la que aprobó, trece
días después, una resolución en la que reafirmaba la integridad territorial de Ucrania.629 El
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas solo ha conseguido aprobar dos resoluciones
durante este tiempo: la que condenaba el derribo del vuelo de Malaysia Airlines y pedía una
investigación sobre el incidente630 y la que aprobaba el paquete de medidas para el
cumplimiento de los Acuerdos de Minsk, firmados el 12 de febrero de 2015.631 El resto de la
documentación emanada desde Naciones Unidas en torno al conflicto es bastante poco
relevante.632 Sin embargo, desde Estados Unidos, se abrió una corriente de análisis que ponía
el acento en los errores de cálculo que acompañaron alguna de las actuaciones de Occidente
-fundamentalmente Estados Unidos y la Unión Europea- en una estrategia

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desarrollada desde la década de los 90 que perseguía la ampliación de sus respectivas esferas
de influencia regional a través de la ampliación hacia los nuevos Estados de Europa Oriental
de sus respectivas estructuras -OTAN y Unión Europea-. Uno de los ejemplos representativos
del punto de vista de estos análisis es el siguiente:
“De acuerdo con los análisis prevalentes en Occidente, la crisis de Ucrania puede ser
atribuida completamente a la agresión de Rusia. Putin, siguiendo este argumento, se anexionó
Crimea cumpliendo un deseo lejano de resucitar el imperio soviético y puede hacerlo después
con el resto de Ucrania y con otros países de Europa Oriental. Pero este argumento es erróneo:
Estados Unidos y sus aliados europeos comparten la mayor parte de la responsabilidad de la
crisis. La raíz principal del problema es la ampliación de la OTAN y la expansión hacia el
Este de la Unión Europea; fueron elementos críticos. La respuesta de Putin no debería de
haber supuesto una sorpresa. Después de todo Occidente había estado actuando en el patio
trasero de Rusia y amenazando el núcleo duro de sus intereses estratégicos un punto que
Putin enfatizó repetidamente. Las élites de Estados Unidos y Europa han estado ciegas ante
los acontecimientos solo porque suscriben una visión errónea de la política internacional.
Tienden a creer que la lógica del realismo tiene poca relevancia en el siglo XXI.”633 Fuente:
RT

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En torno al conflicto de Ucrania se articulan toda una serie de posiciones políticas que
aglutinan discursos ideológicos de lo más variado, en la comunidad inter-nacional y entre los
analistas en España. No obstante, intentar establecer clasificaciones entre las diversas
aproximaciones analíticas, encorsetando con etiquetas que integran conceptos como neo-
westfalismo con jacobinismo, realismo pragmático con ausencia de defensa de los derechos
humanos y la democratización en aras de la seguridad y de la estabilidad no suele aportar al
debate de la cuestión más interés que mostrar un sustrato ideológico y de defensa de intereses
específicos de los que pretenden escapar de esa clasificación. Esencialmente porque el
eclecticismo suele ser un buen instrumento metodológico en aquellos análisis sobre
cuestiones que suelen presentar muchos matices y notables claroscuros. Y, con toda
probabilidad, la crisis actual en Ucrania no puede reducirse a una atribución de papeles entre
buenos y malos. Con certeza sí que podemos establecer una división entre ganadores y
perdedores y, entre los últimos, el que sobresale con notable diferencia sobre el resto es el
pueblo ucraniano.634 La política reactiva de Occidente a la anexión de Crimea y al
intervencionismo en los distritos orientales de Rusia mediante la aplicación de sanciones
presenta unos objetivos aparentemente concretos pero, sin embargo, un cambio muy difuso
de algunas variables que actúan en el mismo. A saber, se pretende la devolución de Crimea
a Ucrania -defendiendo el principio de integridad territorial de Ucrania-; modificar la actitud
de Rusia hacia su extranjero próximo y adecuarlo a la legalidad internacional; aceptar la
paulatina estrategia de aproximación de la Unión Europea y de Estados Unidos a las fronteras
rusas mediante sus progresivas ampliaciones; o el cese de las operaciones militares en
Donetsk y Lugansk y su reincorporación a la disciplina de Kiev. En principio todos estos
objetivos parecen estar muy ajenos a la agenda del Kremlin por lo que, más allá de un valor
testimonial frente a las violaciones de Rusia de la legalidad internacional, el mantenimiento
en el tiempo de las sanciones internacionales se confirman como un instrumento poco
efectivo.635 Además, la política occidental del no reconocimiento internacional de la anexión
de Crimea tiene pocos efectos prácticos, más allá de la evidente y necesaria aplicación del
derecho internacional al caso en cuestión. Hay algunos analistas que establecen un conjunto
de consideraciones al respecto que merecen tenerse en cuenta:
“¿Cuáles son los efectos reales de esta política? El no reconocimiento es una forma suave de
presión diplomática. En términos de puro poder, cambia muy poco. No puede revertir la
anexión de Crimea, no puede evitar que Rusia fortifique la

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península. No va a conseguir una retirada voluntaria o un desalojo militar forzoso que


devuelva Crimea al control de Ucrania”.636 De hecho, el ejemplo de las Repúblicas Bálticas
y su incorporación a la Unión Soviética, como consecuencia de los Protocolos Secretos del
Pacto Molotov -Ribbentrop- al igual que Besarabia -resulta muy ilustrativo al respecto.

Algo similar ha sucedido con el Memorándum de Budapest sobre Garantías de Seguridad,


firmado por Rusia, Estados Unidos y Reino Unido el 5 de diciembre de 1994, además de las
posteriores declaraciones individuales de garantía suscritas por Francia y China. La adhesión
de Ucrania al TNP (Tratado de No Proliferación Nuclear) implicaba la entrega del arsenal
nuclear -tercero del mundo en aquel momento- con la garantía de obtener la seguridad frente
a eventuales amenazas o uso de la fuerza contra la independencia política y la integridad
territorial de la república de reciente independencia por parte del resto de las potencias
nucleares. Tras la anexión de Crimea y la intervención militar en los distritos orientales de
Ucrania las alegaciones realizadas por parte de la comunidad internacional a las violaciones
cometidas de este acuerdo internacional se han sustanciado esencialmente en una resolución
del Parlamento Europeo el 11 de marzo de 2014.637 La reacción de Rusia en su huida hacia
adelante ha sido ignorar cualquier llamamiento a retornar al cumplimiento de la normativa
legal internacional con la que se había comprometido en el momento de la desaparición de
la Unión Soviética, con el inicio de su camino como Estado independiente. Sus objetivos
estratégicos -políticos, económicos, territoriales, identitarios- están claramente por encima
de la ruptura del ordenamiento jurídico internacional.638 En esta línea de actuación la Unión
Europea parece estar enviando señales mixtas a Rusia que, en ocasiones, demuestra un
carácter ambicioso no exento de adoptar acciones de riesgo -como las que precedieron al
Euromaidán- y en otras denota timidez y repliegue frente a los desafíos e incluso potenciales
nuevas acciones militares por parte de Rusia. La extensión de los valores democráticos y en
materia de derechos humanos a los países del vecindario compartido con Rusia forma parte
no solo del derecho a realizarlo por parte de la Unión Europea sino que constituye casi una
obligación institucional. Sin embargo la estrategia de ejecución está naufragando de forma
estrepitosa en el caso de Ucrania, propiciando la salida escalonada -a medio plazo- de esta
política de sanciones y retornando cada Estado a rehacer sus relaciones bilatera-

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les con Rusia desde una perspectiva eminentemente pragmática. Esta actitud resulta
claramente reflejada en un informe realizado sobre las respuestas articuladas por los Estados
de Europa Central y Oriental, integrantes de la Unión Europea, a la crisis planteada entre
Rusia y Ucrania.639 Desde el punto de vista estrictamente diplomático, la Unión Europea ha
apoyado los intentos de resolución del conflicto mediante los acuerdos de Ginebra y de
Minsk, así como la labor conducente a su cumplimiento realizada a través de la Misión que
la OSCE tiene desplegada en Ucrania. No obstante y, a pesar de favorecer y apoyar los
esfuerzos y contactos mediadores y de diálogo político-diplomático, solo participó en las
conversaciones de Ginebra durante 2014, manteniéndose al margen de cualquier
participación directa del Proceso de Minsk. Este aspecto contribuye a la elaboración de una
imagen negativa sobre la aproximación global de la Unión Europea hacia la crisis de Ucrania,
perdiendo la perspectiva del conjunto de instrumentos desplegados -políticos y legales- de
eficacia inmediata o diferida -corto, medio y largo plazo- que implica la colaboración del
conjunto de Estados miembros, la cooperación con otras organizaciones internacionales de
carácter regional, que implican respuestas de carácter civil y militar en la respuesta a la crisis,
pero que adolece de un enfoque integral, global: “A pesar de todo, no hay una estrategia única
de respuesta elaborada por parte de la Unión a la crisis”.640 Además, el transcurso del tiempo
y la evolución de la propia crisis en Ucrania la posición de Rusia se ha visto fortalecida a
juicio de algunos análisis:

“Las sanciones están ahora ligadas al cumplimiento del Acuerdo de Minsk II, lo que resulta
mucho más favorable a los intereses rusos que el anterior. Se le han otorgado a Rusia unos
derechos de consulta, cuando se cumplimente el Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la
Unión Europea, que compromete potencialmente la integridad de ambos en el Acuerdo y
socava la política de la Unión Europea”.641 Respecto al cumplimiento de los compromisos
contraídos en Minsk II, las dos partes se han instalado en una suerte de círculo vicioso en
virtud del cual Rusia solo cumplirá los compromisos militares adquiridos en el mismo cuando
se cumplan las reformas políticas acordadas en el acuerdo; por el contrario, Ucrania no
aplicará esos contenidos reformistas hasta ver cumplimentada la retirada militar rusa de las
zonas concernidas. Por ello, las recientes propuestas del Kremlin en torno a la aprobación de
un proyecto de resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que au-

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torizaría el despliegue de un contingente militar con mandato de operación de mantenimiento


de paz han sido acogidas con bastante escepticismo por las autoridades de Kiev.642 Es en
Ucrania donde la Unión Europea se está jugando buena parte de su credibilidad como
potencia regional consistente frente a Rusia, con buena parte de los Estados miembros de
Europa Oriental como testigos de este pulso geopolítico. Desde la disolución de la Unión
Soviética la Unión Europea ha ido tejiendo -vía adhesiones de Estados en su flanco oriental-
la construcción de un modelo de consolidación uni-polar regional a costa del repliegue
progresivo de Rusia sobre sí misma. En un modelo de suma cero -como en el conjunto de los
conflictos congelados- lo que uno de los actores regionales ganaba lo perdía el otro. En esta
línea de actuación, la crisis en las relaciones bilaterales Rusia-Unión Europea ha sido
progresiva y en este proceso el contencioso en Crimea sería la culminación de un proceso
degenerativo de compleja reconstrucción.643 La cuestión de la dependencia ucraniana de
Rusia en términos económicos, comerciales y energéticos ha condicionado completamente
la construcción de una estatalidad independiente en Ucrania desde la disolución de la Unión
Soviética. De tal forma que, en el momento de escenificar la ruptura de esta situación con el
intento de sustitución en Kiev del clientelismo del Kremlin por la oferta de patrocinio de
Bruselas y de Washington -cada uno de un tipo diferente- la estrategia de Rusia cambió hacia
la opción militar. Las relaciones comerciales se resintieron automáticamente: las
importaciones ucranianas de Rusia descendieron de 12.000 millones a 4.000 millones entre
2014 y 2015 -ya habían descendido entre 2013-2014 desde los 21.000 millones-; mientras el
porcentaje comercial de Rusia en Ucrania descendía al 18,2% el de la Unión Europea creció
-a finales de 2015- hasta el 31,5%. Desde el punto de vista energético, en un solo año las
importaciones de gas ruso desde Ucrania pasaron a ser del 92,5% en 2013 al 74,4% en 2014;
por el contrario, las importaciones desde la Unión Europea de gas crecieron desde el 7,5%
hasta el 25,6 %.644 Sin embargo, la estrategia del cambio de una dependencia por otra no ha
surtido los efectos oportunos que se buscaban:

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“Ucrania ha arrastrado los esfuerzos de las consecuencias de la dependencia. Arruinando a


Ucrania económica, política y militarmente por un fracaso endémico en las reformas, las
élites ucranianas dejaron al país expuesto a las medidas punitivas de Rusia al no actuar frente
a las demandas políticas”.645 Desde el año 2014 las medidas coercitivas aplicadas por Rusia
a Ucrania, tras el Euromaidán y sus consecuencias, profundizaron en las consecuencias de su
interdependencia energética. Las reformas introducidas en el sector para tratar de
cortocircuitar este nivel de dependencia por Ucrania y la propia Unión Europea tendrán un
efecto a medio y largo plazo. De esta forma, tras su giro estratégico hacia Europa Occidental,
Ucrania está buscando:

“Seguir los pasos de las Repúblicas Bálticas, limitando su interdependencia de Rusia,


acabando con sus corrosivos efectos en sus asuntos internos. La reforma del sector energético
será un desafío a largo plazo y está por ver si Ucrania será el primer país en el “vecindario
común” en romper el círculo vicioso de dependencia energética, ineficiencia y
corrupción”.646 El papel que han jugado las élites económicas y políticas ucranianas en el
proceso de consolidación de la independencia estatal y en el programa reformista desde el
Estado totalitario y la economía planificada hacia una economía de mercado ha sido crucial
para que, lejos de desligarse paulatinamente de Rusia, fortaleciese todavía aún más su grado
de dependencia, concluyendo en lo que algún analista ha denominado “equilibrio de una
reforma parcial”. En este contexto los ganadores de las reformas parciales -procesos de
privatización trufados de ilegalidades y nepotismo- bloqueaban el proceso de modernización
mientras obtenían importantes beneficios imponiendo costes muy elevados al conjunto de la
población. En el manejo de este equilibrio tuvo una importancia esencial el acceso al mercado
energético por parte de la sociedad a unos precios muy económicos, que permitiese equilibrar
el resto de los esfuerzos.647 La renuncia de Ucrania a consolidarse como una pieza esencial
de los proyectos de integración regional liderados por Rusia ha afectado a la construcción de
la misma como gran potencia. Esta dependencia de los lazos establecidos entre Ucrania y
Rusia y la adquisición de un estatus regional de actor con un nivel equiparable al de la Unión
Europea ha sido apuntada por numerosos análisis desde la desaparición de la Unión
Soviética.648 Los

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desafíos en el liderazgo del proyecto interregionalista adquirieron su máximo exponente


durante el año 2013, especialmente a finales del mismo cuando las presiones hacia Ucrania
por optar por uno de ellos acabaron detonando en el Euromaidán.649 La formación inicial de
la Unión Aduanera Euroasiática entre Rusia, Bielorrusia y Kazajistán en el año 2010,
continuada en el 2015 con la formalización de la Unión Económica Euroasiática respondía a
un movimiento de respuesta frente a la creciente presencia de la Unión Europea en el espacio
post-soviético. La construcción de un polo alternativo desde el punto de vista político y
económico al eurocentrismo protagonizado por la Unión Europea terminó por impactar de
manera muy negativa en las relaciones bilaterales con Rusia y en la promoción de las políticas
de la organización regional en su vecindario oriental.650 Los proyectos integradores y, en
especial, los procedimientos y el carácter de voluntariedad de adhesión a los mismos
establecen un evidente criterio diferencial entre la Unión Europea y Rusia -Comunidad
Euroasiática-. La ausencia de coerción no elude, sin embargo, la posibilidad señalada por
algún autor de ciertas prácticas imperiales:

“El contenido de las políticas de la Unión Europea hacia su vecindario oriental puede haber
mantenido la característica de ciertas prácticas pre-imperiales: exporta normas legales,
transacciones económicas, sistemas administrativos y hábitos sociales. Pero no intenta
conquistar a los países del Este de Europa, trata de configurarlos como los Estados miembros
más antiguos, permitiendo su acceso al sistema común de adopción de decisiones. A la
inversa, la política exterior del Kremlin implica la coerción política e incluso la militar como
un instrumento expansionista de sus inmediatas fronteras exteriores”.651 En esta línea de
análisis hay quienes apuntan que Ucrania es el terreno de juego de dos modelos post-
imperiales: el protagonizado por la Unión Europea y el que lidera la Federación Rusa. Ambos
poseen características diferentes -según esta tesis- pero comparten un mismo modelo de corte
neo-medieval. Así nos encontramos que:

“Mientras la Unión Europea está intentando organizarse en una forma que aglutina el
solapamiento de autoridades, una soberanía dividida, unos compromisos institucionales
diversificados y múltiples identidades, la herencia medieval rusa se encuentra en la
restauración de las relaciones feudales entre la política y los negocios, una estructura vertical
de poder, el monopolio gubernamental y la

256

imposición de un espacio cultural imperial que favorece a Rusia sobre el resto de las
naciones”.652 Los informes de la OSCE elaborados por su Misión en Ucrania han reportado
números aspectos críticos en el ámbito de la sociedad civil ucraniana que está sufriendo el
conflicto en su territorio. En cuanto al problema de los desplazados, el número oficial de
registrados a 4 de abril de 2016 en la oficina correspondiente del Ministerio de Política Social
de Ucrania estaba por encima de 1.760.000 personas, entre las cuales un número
indeterminado se encuentra fuera de la República, en Estados vecinos.653

La participación activa de la sociedad civil ucraniana -fragmentada y polarizada en ciertas


regiones- se consideraba en otro de los informes como un motor impulsor de carácter
reformista que, en estos momentos, parece sufrir cierto estancamiento dentro de la crisis
mantenida con Rusia.654 La consideración de la inevitabilidad del conflicto en Ucrania como
resultado directo del retorno de Putin a la Presidencia de la Federación de Rusia, en 2012, no
deja de ser un poco simplificadora. Básicamente porque obvia toda una cascada de factores
esenciales y vincula el protagonismo de la acción rusa no a Putin, sino a la Presidencia del
país -como si desde la jefatura del gobierno no hubiera podido impulsar una ejecución
similar, situación que se dio en Georgia en 2008-.655 En esta línea de elaboración de tesis
explicativas sobre el origen de la crisis en Ucrania también ha alcanzado cierto predicamento
la extensión de cierto componente cuasi-mitológico de lo que representa el mundo ruso y su
extensión hacia territorios que, poco o nada tienen que ver con el mismo. Parece que no
resulta complejo rechazar la aplicación de esta hipótesis al modelo ucraniano, auténtico
origen de la Rusia medieval, y cuya “Aplicación a Ucrania para manipular identidades y
proveer una alternativa a los valores europeos”.656 No podemos estar más en desacuerdo con
esta teoría que queda desarticulada por cualquier estudio riguroso de carácter histórico e
identitario sobre la construcción de la Ucrania contemporánea. Tratar de homogeneizar un
país como Ucrania, cuya

257

extensión lo convierte en el más grande después de la propia Rusia, y cuya evolución


histórica se ha trazado mediante un cruce permanente de Imperios y pueblos -como ha
acontecido en buena parte de Europa Oriental- supone desconocer la esencia de no ya de este
Estado, sino del conjunto de la región:

“Uno no puede hablar de la historia de Ucrania sin hablar de la historia de sus regiones. El
espacio social y cultural creado por el movimiento de fronteras no ha sido homogéneo. Como
fronteras estatales o imperiales establecidas en el territorio definido por criterios étnicos
ucranianos creó espacios culturales distintos que sirvió para fundar las distintas regiones. Los
ancestros de los modernos ucranianos vivieron en docenas de principados, reinos e imperios.
Los dos términos clave que han utilizado para denominar a su tierra fueron Rus y
Ucrania…aunque los ucranianos recibieron diferentes denominaciones dependiendo del
período y de la región en la que vivieron: Rusyns en Polonia, rutenos en el Imperio de los
Habsburgo y pequeños rusos en el Imperio ruso”.657 Los debates teóricos en torno a la
clasificación de las actividades rusas en Ucrania desde 2014, tanto en la fulminante acción
sobre Crimea como en los distritos orientales de la república, y su encaje en el concepto de
“guerra híbrida” son tan enconados como, a mi juicio, estériles. Además, son enmarcados en
un conjunto de actividades combinadas realizadas por el Kremlin en sus relaciones con otros
Estados -que no han acabado con el desarrollo de un conflicto militar abierto- y que en el
caso ucraniano tratan de enmascarar, en cierta medida, la ausencia de un marco preventivo
en Occidente frente a la desmedida y poco previsible maniobra rusa en su vecino occidental,
al menos para los principales líderes de la comunidad internacional, adoptada final-mente.

La atribución de este tipo de denominación de “guerra híbrida” al general ruso Gerasimov -


máximo responsable de las fuerzas armadas- data de un artículo escrito por él en el año
2013658 en el que explicaba como las reglas de la guerra habían cambiado radicalmente hasta
el punto de que las herramientas o instrumentos de carácter no militar utilizados para
conseguir objetivos políticos y estratégicos se mostraban más definitivos que el uso
propiamente armamentístico. Este tipo de guerras, también denominadas como no lineales,
guerras especiales, y hasta guerrilla geopolítica rusa no parece responder a una estrategia
desarrollada ampliamente por Moscú, aunque fuese mencionada en la Doctrina Militar
aprobada en 2014.659 Sin embargo, la aplicación del término de guerra híbrida para
caracterizar la inter-vención de Rusia en Ucrania, entendida como un conjunto de actuaciones
que com-

258
binan diversas acciones de guerra -convencional e irregular- con la política, la información -
propaganda-, la ciberguerra y las acciones de tipo económico, comercial, y energética:

“Parece haberse convertido en una etiqueta para definir las operaciones de Rusia en Ucrania,
pero en un examen más específico, no se encuentra el argumento. “Guerra híbrida” puede
difícilmente considerarse como una futura doctrina estratégica de la proyección del poder en
su vecindario, mucho menos un modelo fácilmente exportable a los diversos rincones del
espacio post-soviético. Más que un genuino concepto estratégico construido sobre el terreno
por los propios rusos es meramente una etiqueta atribuida a las acciones rusas en Ucrania por
Occidente, en un esfuerzo por explicar las fases que, en cascada, las crisis de seguridad que
Rusia ha provocado en varios escenarios cogiéndole fuera de juego”.660 Con independencia
de la clasificación de las acciones militares y no militares de Rusia en Ucrania y,
especialmente, si estas forman parte de una estrategia en materia de política exterior con
vocación de continuidad, es correcta la evaluación del impacto que este tipo de acciones
concretas en un conflicto específico pretenden conseguir. Así:

“Los impactos de la asimetría y de la hibridez son mixtos; reducen conjuntamente la


probabilidad de un conflicto a gran escala y construyen un escenario de conflicto congelado
con mayor probabilidad. El manejo de la asimetría en las relaciones con Rusia puede ayudar
a Ucrania a reducir su vulnerabilidad y prevenir que Rusia haga uso de sus ventajas”.661 En
Ucrania se concitan varios aspectos sustanciales en la cuestión fronteriza desde el momento
de su independencia. Compartir territorio de separación con siete Estados diferentes -cuatro
miembros de la Unión Europea y tres post-soviéticos, con conflictos congelados-
multiplicaba la posibilidad de controversias con sus vecinos. Además, se han superpuesto
tres procesos simultáneos: la construcción de una identidad nacional y de una estatalidad
independiente, la consolidación de las fronteras estatales en términos de seguridad, y el
proceso de diálogo geopolítico establecido con dos modelos diferentes y alternativos de
integración regional. La inestable demarcación fronteriza post-soviética, con cuestiones
heredadas y no resueltas -como Crimea- no se ha visto facilitada por los procesos en curso
de delimitación definitiva:

“Ucrania existe en dos dimensiones diacrónicas -los procesos no acabados de construcción


estatal y nacional, cuando la mayoría de los Estados europeos lo rea-

259

lizaron entre finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, y una aspiración
geopolítica hacia Europa y la Unión Europea”.662 El componente étnico-nacional ligado a la
delimitación de fronteras aparece definido muy claramente durante los mandatos de Putin -
como presidente o como primer ministro- como un factor novedoso en la elaboración y
aplicación de la política exterior de Rusia como Estado independiente tras la desaparición de
la Unión Soviética. Cuestión que no se planteó de manera tan evidente durante los mandatos
de Eltsin. Crimea ha sido calificada por Putin como tierra rusa desde el inicio de la crisis del
Euromaidán y, tras el referéndum y posterior reintegración de la península en la Federación
Rusa, insistió en su discurso ante la Duma del 18 de marzo de 2014 que: “Con la caída de la
Unión Soviética en 1991, la nación rusa se había convertido en uno de los más grandes -sino
el que más- grupo étnico en el mundo en estar divido entre fronteras”.663 Esta evolución en
el discurso político presidencial desde un nacionalismo de estado hacia uno de corte más
étnico-nacional fue percibido por las repúblicas vecinas -especialmente las Repúblicas
Bálticas- como una deriva agresiva en la política exterior rusa, con un potencial peligro que
no descartaba futuras acciones en sus respectivos territorios, en los que existen todavía
importantes porcentajes de población de la minoría rusa.

Las eventuales resoluciones del conflicto en Ucrania en los distritos orientales no pasan por
una solución militar, porque ni Estados Unidos, ni la OTAN, ni las potencias europeas son
proclives a ello. La opción alternativa pasa por recomponer las relaciones entre la Unión
Europea y Rusia reconociendo como permanentes las adquisiciones territoriales que esta
última ha obtenido rompiendo el marco de la legalidad internacional. Esta situación tampoco
garantizaría la retirada de Rusia del Donbass y, además, se sumaría a lo ya conseguido con
la intervención en Georgia en 2008, con lo que el espaldarazo a la política exterior del
Kremlin en su vecindario sería definitivo y Occidente estaría expuesto a una endémica
situación de debilidad frente a Moscú que, eventualmente podría estar tentado a testar de
nuevo en algún otro escenario.

Este desarrollo práctico mediante la ejecución de una serie de acciones específicas es objeto
de debate por parte de un buen número de analistas. Para algunos responde a una estrategia
a largo plazo de construcción y consolidación de un nuevo escenario regional en el que Rusia
va apuntalando un nuevo marco de seguridad y defensa a costa de crear inestabilidad
permanente en sus vecinos próximos. Para otra corriente de

260

análisis es producto de un tacticismo exento de visión estratégica; sería, más bien, el fruto de
respuestas rápidas ante acontecimientos concretos que le ofrecen a Moscú la posibilidad de
obtener objetivos -más o menos inmediatos al servicio de sus intereses. En este último
escenario el comportamiento de Putin sería mucho más impredecible y, por tanto, más
peligroso:

“A los líderes de Estados Unidos y Occidente les encantaría conocer como será el “jaque
mate” de Putin, que es el objetivo final después de un conjunto de movimientos que requieren
una visión estratégica. Pero Putin no es un jugador de ajedrez, sino un yudoka. Un yudoka
camina por el escenario, envuelve al oponente, prueba sus debilidades y desequilibra al
oponente con un movimiento fulminante que provoca su caída por su propio peso. La victoria
en un combate de yudo no está relacionada con ser más grande o más fuerte, sino más rápido
que el oponente. Cuando el combate acaba el yudoka pasa al siguiente, encarando al nuevo
oponente y empezando, de nuevo, otra vez”.664 La ausencia de alternativas reales que puedan
traducirse en una solución factible del actual escenario ucraniano -es decir, aceptable para
todas las partes involucradas en el mismo- favorece de manera inexorable el enquistamiento
del mismo especial-mente cuando, hasta desde el propio think tank de estudios de seguridad
de la Unión Europea, se dedican a elaborar escenarios distópicos en Ucrania en lugar de
elaborar propuestas que pudieran ser susceptibles de llevarse a la práctica.665 Este enfoque
de análisis que pone el acento en una ausencia de estrategia global en materia de política
exterior rusa en su vecindario y que responde, en todo caso, a una aproximación táctica
concreta se complementa con aquellos que insisten en que el nacionalismo no es un elemento
esencial en el despliegue práctico de este tipo de política. Según el mismo:

“El Kremlin ha utilizado una panoplia de narrativas para justificar sus acciones -desde
denunciar un doble estándar de los países de occidente que aceptaron la independencia de
Kosovo, la invasión norteamericana de Iraq y la expansión de la OTAN hacia el Este, hasta
la promoción del concepto de “nación dividida” como argumento para proteger a sus
minorías en el extranjero. El nacionalismo es solo un argumento más entre otros en los que
existe un amplio consenso entre la población…Rusia -en Ucrania- puede utilizar una
explicación nacionalista post-hoc pero no la existencia de una agenda nacionalista previa”.666

261

Según este tipo de tesis, la anexión rusa de Crimea y el intervencionismo mantenido en los
distritos orientales constituyeron una reacción a la comisión de dos “crímenes” por parte de
Ucrania: la instauración de un régimen nacido de una revuelta en las calles -revolución
democrática, según la perspectiva occidental- que originó caos, inestabilidad política y
pérdida de soberanía -incluida la territorial, consecuencia de lo que, a juicio de Moscú, fue
un golpe de Estado orquestado. El segundo fue la pérdida del estatus de “finlandización”
pactado con Ucrania en el momento de su independencia; es decir, la violación de un acuerdo
“implícito” que impedía a la nueva República a aproximarse al regionalismo económico y
militar occidental.667 Entre las acciones que facilitaron las respuestas tácticas realizadas por
Rusia en los dos últimos conflictos parece claro que se encuentran las lideradas por la OTAN
y la Unión Europea. Así, la persuasión norteamericana para incluir la promesa a Georgia y
Ucrania de ser miembros a medio plazo de la organización -incluida en las conclusiones de
la Cumbre de Bucarest de 2008- no estuvo precedida por un cuidadoso examen:

“De las consecuencias políticas y de seguridad a medio y largo plazo y la capacidad de la


Alianza para manejarlas. Puede argüirse que este “error estratégico” de Estados Unidos y de
la OTAN es, en gran medida, responsable de la crisis en Ucrania”.668 La situación volvió a
repetirse en Ucrania en 2014, a pesar de la experiencia previa en Georgia en 2008,
erosionando notablemente la credibilidad de la Alianza por su reconocimiento implícito de
su error cuando en la declaración de Gales no volvió a repetir la oferta de adhesión a Ucrania.
Esencialmente, desde Moscú se ha entendido y se ha publicitado que las políticas de
democratización que desde la Unión Europea y desde Estados Unidos -como la promoción
de las revoluciones de colores- se han promocionado son una suerte de cortina de humo para
expandir hacia las fronteras de Rusia sus respectivas esferas de influencia. Es decir, es una
herramienta política que, como tal, busca erosionar la influencia de Rusia en este espacio
geopolítico. Pero, a diferencia de lo que desde Occidente se plantea como estrategia
planificada y ejecución práctica de un conjunto de políticas:

“El gobierno ruso puede utilizar más rápida y fácilmente un más amplio catálogo de
instrumentos (económico, político o militar) que Occidente y ha demostrado su firmeza para
hacerlo, es decir, activar el poder duro y la coerción para adquirir su propósito de contener la
influencia occidental”.669 Sin embargo hay que tener en cuenta que, a pesar de la actuación
de Moscú en ambas repúblicas, puede haberse traducido en el paradójico efecto de haber
conse-
262

guido que la Unión Europea y Estados Unidos hayan conseguido sobre el terreno un nivel de
influencia notable, aún a costa de la pérdida de la integridad territorial de los respectivos
Estados. Es decir, no es un miedo a la democratización de estos Estados lo que motiva la
política exterior de Rusia hacia sus vecinos sino, más bien, sus propios intereses
geoestratégicos que pueden ponerse en peligro.

El protagonismo adquirido en las protestas del Maidán por la movilización popular fue
diverso y difícilmente controlable: la oposición política, los partidarios de Yanukóvich, los
diferentes activistas y la ciudadanía sin adscripción específica. Nada tuvo de similar con
cualquier otro tipo de movimiento popular anterior desarrollado en la Ucrania independiente
-incluida la Revolución Naranja- Ni fue homogéneo ni tampoco constante, por lo que hay ya
análisis rigurosos en torno a las distintas fases desarrolladas hasta la configuración del nuevo
gobierno, tras la huida de Yanukóvich. En alguno de ellos se destaca como, por ejemplo, una
aguda crisis económica como la sufrida en el año 2004 no había sido suficiente para conseguir
una movilización de masas tan grande durante una década -hasta el inicio de 2014-.670 Ya
desde la elección en 2010 de Yanukóvich se habían producido movimientos de protesta por
parte de diversas organizaciones y movimientos sociales por motivos diversos: la petición de
reformas constitucionales, los cambios en las leyes lingüísticas o las detenciones de
ciudadanos por motivos estrictamente políticos. Sin embargo:

“Al mismo tiempo existía poca coordinación entre los activistas que estaban peleando por
motivar a la población para que se uniese en la protesta. Además, en el inicio del Maidán,
Yanukóvich era impopular en todo el país, con un incremento de la insatisfacción debido a
los crecientes niveles de corrupción. Por ello, las raíces de los agravios no fueron partidistas,
ideológicos o incluso regionales per se”.671 La remisión a una conjunción de factores que
desembocaron en el Euromaidán parece más plausible, con el paso del tiempo, y los
diferentes enfoques analíticos que otorgan prioridad a unos sobre otros pero que no
necesariamente los excluye.672

263

Perspectivas de futuro
Los escenarios de futuro nos remiten a una fragmentación territorial de facto que puedes ser
sostenida por Rusia sine die en los distritos orientales en tanto en cuanto no cambie
diametralmente la dirección del Kremlin en materia de política exterior. Se intuye más
probable una implicación de los asuntos internos -tanto en Rusia como en Ucrania- que
provoquen una modificación del actual statu quo que un factor relevante que provenga de la
acción de algún actor significativo de la comunidad internacional. Al igual que en el resto de
los conflictos congelados no parece existir ningún elemento relevante que modifique la
actuación de Occidente en Ucrania, que se mueve desde la inacción inicial a la ineficacia
reactiva.
En algunos análisis prospectivos se apuntan a razones económicas internas como potenciales
razones para que se produzca alguna modificación, que active resortes más allá de los que se
muestran tan inoperantes en el plano político-diplomático. En este escenario hipotético -pero
no demasiado- Ucrania se desplomaría económicamente, deteriorando los niveles de vida de
la ciudadanía y perdiendo la base social adquirida por las nuevas élites políticas republicanas.
Necesitada de una imperiosa ayuda occidental -especialmente de la Unión Europea- si ésta
no llegase en la magnitud necesaria se produciría probablemente un retorno a la órbita rusa,
con la llegada de un nuevo gobierno. Este proceso de alternancia pendular ya se ha producido
en Moldova. En este hipotético contexto Ucrania se replantearía su política de alianzas
regionales y, eventualmente, la crisis en los distritos orientales podría resolverse
favorablemente para Ucrania, pero sin el retorno de Crimea a la soberanía territorial de la
república.

En un escenario alternativo -ayuda económica occidental masiva- la opción estratégica


ucraniana se orientaría definitivamente hacia la Unión Europea y la OTAN, con el coste en
términos de integridad territorial ya conocidos.673 Sin embargo, en el nuevo orden
internacional que parece estar presidido -al menos etiquetado- como un período de nueva
Guerra Fría, los principales actores internacionales protagonistas del sistema internacional
deberán de aprender de las estrategias equivocadas seguidas hasta el momento. En esencia
porque parece que este nuevo escenario ha llegado para quedarse.674 Los Acuerdos de Minsk
II se han mostrado absolutamente ineficaces para resolver, de manera definitiva, el conflicto
enquistado en los distritos orientales de Ucrania. El contenido de los mismos, cuyo
cumplimiento ha de ser supervisado por la OSCE, contemplaba una reforma constitucional
en la república que permitiese acabar con

264

unas instituciones ineficaces y poco transparentes.675 Además, la descentralización territorial


era una de las piedras angulares que coadyuvasen a la resolución definitiva de la crisis
separatista en Lugansk y Donetsk. Sin embargo, más de dos años después de la firma de los
acuerdos la Rada ha bloqueado todos los proyectos presentados hasta el momento, más allá
de la consecución de algunas reformas concretas en otros ámbitos.676 La Unión Europea
reconoce un abanico de errores y déficits presentes en el estado actual de sus relaciones y
apoyo reformista a Ucrania. Entre ellos, el incumplimiento de un buen número de promesa
realizadas antes, durante y después del Euromaidán. El seguimiento del programa reformista
demanda que diplomáticos y especialistas en diversos ámbitos estuviesen trabajando
conjuntamente con las distintas administraciones ucranianas, desde el interior de las
instituciones ofreciendo su apoyo técnico. Además, la frustración social ante el
mantenimiento de la corrupción y la falta de perspectivas de un nuevo escenario reformado
a medio plazo puede agitar los populismos de todo signo en la sociedad civil y en la política
republicana. Un error estratégico relevante de la diplomacia europea ha sido otorgar prioridad
a los Acuerdos de Minsk II -con la ineficacia conocida en cuanto a la hora de alcanzar un
acuerdo político-diplomático definitivo- sobre el programa reformista en Ucrania. La relativa
estabilidad del conflicto militar en la región oriental de la republica obedece más a cierto
equilibrio alcanzado entre los contendientes que a la vocación de cumplimiento de los
Acuerdos o a la propia supervisión de la OSCE.677 Por todo ello:
“Para Kiev, el eslogan europeo “no hay alternativa a Minsk” es cada vez menos creíble.
Además la política de comunicación del proceso de Minsk II ha sido un desastre, tanto por
parte del gobierno ucraniano como por parte de Francia y Alemania -que lo lideran-
provocando una falta de fe en el mismo entre los políticos, los expertos y la población. El
gobierno ucraniano ha fracasado al utilizar los acuerdos como una herramienta diplomática
para maniobrar contra Rusia. Muchos europeos fallaron al entender que las precondiciones
que Rusia pedía en recorrer pasos políticos previos no se darían en ningún caso y que si
Minsk fuese cumplido en los términos planteados por Rusia significaría el fin de la soberanía
de Ucrania. Los Grupos de Trabajo establecidos bajo el Acuerdo de Minsk puede ser útil para
disminuir el sufrimiento de la población local pero el Acuer-

265

do, tal como está planteado, es inasumible por parte ucraniana bajo las actuales
circunstancias”.678 En este contexto no parece muy aventurado afirmar que, la estrategia rusa
de congelación del conflicto en la región oriental de la república, está consiguiendo
imponerse a cualquier otra opción alternativa. Incluso cuando la política de sanciones
internacionales -mantenida en el tiempo- no parece socavar la voluntad de Rusia ni se prevé
una modificación en su línea de actuación en el conflicto.679 Otras opciones barajadas por la
Unión Europea inicialmente -de manera bastante tibia- fueron finalmente desestimadas y
podrían haber tenido cierto efecto disuasorio pero, en mayor medida, hubiera significado un
respaldo de cierta fortaleza hacia Ucrania. El eventual despliegue de una misión militar
hubiese sido una medida revestida de una fortaleza adicional:

“Pero la Unión Europea no quiere involucrarse directamente en el conflicto. Sin embargo


una estrategia suave de respuesta era aceptable para todos los Estados miembros porque les
permitía desafiar la posición de Rusia en Ucrania pero sin confrontar con ella directamente.
El despliegue de una misión militar desafiaría y socavaría a Rusia en dos vías: primero,
mejorando la resiliencia del Estado ucraniano contra las presiones internas y externas; en
segundo lugar, mostrando el apoyo político al gobierno y al pueblo ucraniano durante la lucha
actual”.680 Desde la perspectiva rusa parece claro, a modo de conclusión, que en materia de
política exterior hay acciones adoptadas por el Kremlin desde el mes de febrero de 2014 que
denotan aspectos continuistas pero también de cambio en este marco. Desde mediados de la
década de los 2000 la posición de Rusia fue notablemente más asertiva en aquellos territorios
y conflictos objeto de su interés en su vecindario próximo, con la intervención en Georgia en
2008 como ejemplo principal de esta línea de actuación. En este cambio estratégico cabe
interpretar la actuación en Ucrania:

“Lo que hizo posible el conflicto de Rusia con Ucrania, incluso inevitable, fue la falta de
reconocimiento por parte de Occidente de los valores e intereses rusos en Eurasia, por un
lado, y el papel de importancia crítica que Ucrania jugaba en los cálculos de la política
exterior del Kremlin, por otro lado”.681

266

En un contexto de “inevitabilidad intervencionista” las hipótesis en cuanto a las salidas de la


crisis no están conectadas -en esta línea de análisis- con un paradigma putinista como
defensor de las esencias del nacionalismo ruso. Más bien en el líder ruso se refleja un criterio
utilitarista en el uso de una herramienta esencial para la consecución de una cohesión interna
y una proyección externa, pero manteniéndose alejado de los planteamientos de las
organizaciones radicales nacionalistas, aunque utilice su retórica en ocasiones históricas -
como la reintegración de Crimea a la soberanía territorial de Rusia-.

Los escenarios planteados por esta corriente de análisis rusófila para la finalización de la
actual situación en Ucrania se concretan en una situación en la cual los intereses y los valores
que presiden las acciones de Rusia y, desde luego, la de las otras potencias regionales y de la
comunidad internacional, no van a modificarse. Así, coinciden con los analistas occidentales
en los riesgos derivados del auge de las formaciones políticas nacionalistas en Ucrania que,
en el caso de alcanzar una influencia importante en la política ucraniana, optasen por una
intervención militar a gran escala para recuperar los territorios secesionistas. Un segundo
escenario, también apuntado por numerosos análisis, abocaría a Ucrania a una profunda crisis
económica que deterioraría los ya precarios niveles de vida y coberturas sociales de la
república, convulsionando la vida política y elevando los riesgos de que la conflictividad
interna se volcase en el enemigo exterior. En tercer lugar, la respuesta a las medidas de
presión hacia Rusia -en forma de sanciones principalmente- puede provocar un efecto
diferente al perseguido por parte de las potencias occidentales. En lugar de reconvertir a
Rusia en un socio estable en el marco de las diferentes organizaciones internacionales,
respetuoso con el ordenamiento jurídico internacional, y aliado frente a los desafíos actuales
de la comunidad internacional podría provocar un endurecimiento en el despliegue exterior
del Kremlin. El resumen de esta vertiente de análisis que adoptan la visión alternativa a las
corrientes “occidentales” insiste en una serie de factores que deberían de revertirse:

“Las sanciones y las presiones sobre Rusia enmascaran la falta de visión de Occidente sobre
la estabilización de Ucrania y de toda la región. Esta estabilización se podría conseguir
mediante un paquete de medidas económicas y políticas, incluyendo la neutralidad militar de
Ucrania, garantías para su seguridad y soberanía, una considerable autonomía para sus
regiones orientales y en el sur y la capacidad de Kiev para establecer fuertes lazos
comerciales tanto con la Unión Europea como con la Unión Euroasiática. En lugar de culpar
de todo a Rusia, las naciones occidentales deberían reconocer su propia responsabilidad en
la crisis, comprometer a Ucrania y Rusia en la construcción del proceso de Minsk y ayudar
en las negociaciones entre Kiev y las provincias orientales. A largo plazo, una nueva
conferencia sobre la Seguridad en Europa debería ser convocada para finalizar la post Guerra
Fría y establecer un nuevo sistema de seguridad con Rusia y Ucrania como actores clave”.682

267

Uno de los aspectos más relevantes de la defensa de este tipo de tesis es su aspecto recurrente,
presente ya en muchos análisis que se realizaban hace más de un década -antes de la
intervención rusa en Georgia-.683 Para un buen número de trabajos de investigación y de
análisis estratégicos del ámbito occidental prevalece la percepción de que la comunidad
internacional ha entrado en una fase de Guerra Fría reeditada provocada por una Rusia en
fase semi-imperialista con su extranjero próximo. Según estas teorías, Rusia estaría
ejecutando su particular visión de la soberanía y el ejercicio de la misma que poco tiene que
ver con un marco legal concreto y está conectado, mucho más, con la capacidad -y la
voluntad- para actuar. Como sinónimo del mundo empresarial -así ha sido señalado por el
ideólogo de cabecera de Putin, Vladislav Surkov- la soberanía: “Es el sinónimo político de
competitividad. Esto implica independencia económica, poder militar e identidad
cultural”.684 La invocación a la Rusia como isla o como fortaleza -recordando al analista ruso
Vadim Tsymbursky- deseosa de cortar los lazos con Occidente, refugiándose en sí misma y
en su esfera de influencia resulta paradójica en una comunidad internacional caracterizada
por la globalización -en especial de los desafíos- y nos remite a la Rusia decimonónica en la
que los debates entre occidentalistas y eslavófilos presidían la búsqueda de su lugar en el
mundo.685 En cualquier caso, la crisis ucraniana no depende en su resolución de manera
exclusiva del rol asignado por Rusia a Ucrania en su agenda en materia de política exterior.
Minusvalorar los factores internos desestabilizadores que tiene que afrontar en la
construcción de una estatalidad independiente -no solo desde el punto de vista jurídico, sino
esencialmente económico- desenfocaría el objeto de análisis. La capacidad de Ucrania para
mantener redes de cooperación económica, comercial, y política de manera simultánea con
diferentes organizaciones regionales alternativas -que podían ser complementarias y no
excluyentes- depende en buena medida de la aplicación de un programa reformista a gran
escala. Desde la independencia política y económica se defiende mucho mejor la soberanía
territorial. Así, antes de nada y por encima de cualquier otra cosa:

“Ucrania necesita encontrar el camino para reducir la influencia que los oligarcas tienen sobre
todos los aspectos de la vida. Esto necesitaría años pero, si eso no sucede, será imposible
construir una sociedad limpia y justa sin corrupción en

268

los niveles más altos del gobierno. La influencia financiera de los oligarcas sobre la política
tiene que ser eliminada”.686 Hay que recordar que, tras la desaparición de la Unión Soviética,
la Rusia independiente quedó completamente al margen de la construcción política y de
seguridad europea que estaba en manos de la Unión Europea y de la OTAN. Este
aislacionismo, que no fue voluntario sino producto de las excepcionales circunstancias que
atravesaba el incipiente Estado en su construcción -crisis económica extrema, conflictos
civiles, repliegue interno- coincidió con la fase álgida del nuevo orden unipolar que,
paulatinamente, fue haciendo que Rusia adquiriese conciencia de su inanidad inter-nacional
y de la ampliación de los Estados miembros de la Unión Europea y de la OTAN hasta
aproximarse a sus fronteras occidentales. Escenario en el que, muchos analistas, sitúan el
inicio de la nueva Guerra Fría.687 La búsqueda de la cohesión interna y el refuerzo del
liderazgo político en Rusia se apunta como uno de los argumentos esenciales de la política
exterior de Putin en sus territorios más próximos. La idea de obtener legitimidad interna a
través de la búsqueda de enemigos exteriores que amenazan la seguridad nacional es muy
antigua y profusamente utilizada pero, la búsqueda de conflictos permanentes en el extranjero
próximo, a pesar de la utilización del argumento de la defensa de los nacionales rusos
residentes, con el único objetivo de reforzar la figura de Putin se antoja excesivo.688

No parece que, en estos momentos, su liderazgo necesite este tipo de conflictos ante la
inexistencia opciones políticas en Rusia que cuestionen el mismo o que se presenten como
una alternativa con opciones reales.
También es cierto que si en las alternativas planteadas en diferentes análisis como soluciones
al actual statu quo del conjunto de los conflictos congelados pasan porque:

“Todas las partes deben reafirmar el respeto del conjunto de las soberanías y de las
integridades territoriales y abstenerse del uso de la fuerza en la resolución de la controversia.
Como parte de este proceso, Rusia debería comprometerse a retirar sus fuerzas armadas
donde la soberanía no está disputada por ninguna de las partes, como en Transnistria y el
Donbass, de manera definitiva”.689 Por último, se ha insistido en los últimos tiempos -a raíz
del discurso de Putin realizado un mes después de la anexión de Crimea- en la conexión entre
la acción de Rusia en Ucrania y la revitalización del histórico proyecto de Novorossiya.
Rescatado de la memoria histórica del período en el que Rusia, entre 1768 y 1774, controló
el

269

territorio perteneciente al kanato de Crimea -en el norte del mar Negro- que, en el imaginario
imperial, pasaban por ser una suerte de “tierras salvajes” colonizadas, que recibieron el
nombre de “Nueva Rusia”. En 1990, en plena descomposición soviética, la idea fue rescatada
por parte de la Intelligentsia de Odessa y aplicada al conflicto militar de Transnistria -entre
marzo y julio de 1992-. De hecho, pasó de ser una causa retomada por los círculos
ultranacionalistas rusos de Zhirinovsky a una carta geopolítica escondida en la manga de los
dirigentes del Kremlin en su relación con Rusia.690 Sin embargo, más allá de un uso retórico
destinado al consumo nacionalista inter-no, no parece que el proyecto tenga un recorrido que
remita a retomar el imaginario neo-imperial ruso:

“A finales de 2014, Alexander Borodai concedió que Novorossiya no existe. Todos, desde
luego, utilizamos este término, pero es un falso comienzo, para ser honesto. Novorossiya es
una idea, un sueño. Es una idea que no ha sido realizada”691 Y que los propios líderes
secesionistas de los distritos orientales de Ucrania consideraron como un proyecto muerto.

Algunos autores señalan la fecha del 28 de febrero de 2014 como la de la aparición de la


denominada “Doctrina Putin” -adoptando el modelo simbólico de los que supuso la Doctrina
Brezhnev- En virtud de las facultades legales excepcionales otorgadas,

270

la capacidad para utilizar las fuerzas armadas en su vecindario -en este caso, en Ucrania- eran
casi ilimitadas para el presidente. La esencia de la nueva doctrina, desarrollada con
anterioridad a esta fecha:

“Consiste en la firme intención de establecer límites a la soberanía de los países


postsoviéticos, si las posibles acciones de uno u otro país de ese grupo afectan, según el
parecer del Kremlin, a los intereses vitales de Rusia o bien suponen una amenaza a la vida,
la salud y la propiedad de los rusos residentes en esos países. Ello ofrece el fundamento a
Rusia para enviar sus tropas a ese país y establecer en él la paz y el orden. La primera víctima
de esa doctrina de Putin es Ucrania, que en gran parte ha generado esa doctrina de Putin de
la soberanía limitada”.692 La experiencia demostrada por los conflictos en Chechenia,
asimilada por Putin en sus mandatos posteriores, puede hacer que Moscú caiga en la tentación
de utilizar argumentos adicionales para sus intervenciones exteriores en las que incorpore el
discurso antiterrorista como una suerte de legítima defensa, incluso con un carácter
preventivo, a semejanza de lo ya realizado por Estados Unidos en otros escenarios.693

El tiempo dictará el carácter de permanencia que, intervenciones como la realizada en


Ucrania, va a tener en el despliegue futuro de la política exterior rusa en su vecindario
próximo.

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[605] REIG, Alberto. La Crítica de la Crítica, Madrid: s.XXI, 2017, p. 25, cita recogida de
Julián Casanova.

[606] RUIZ, Rubén. Ucrania. De la Revolución del Maidán a la Guerra de Donbass,


Salamanca: Comunicación Social, 2016.

[607] Es muy interesante el matiz diferenciador realizado en su artículo por WILSON,


Andrew. “The Donbass in 2014: Explaining Civil Conflict Perhaps, but not Civil War”,
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(Consultada el 27 de agosto de 2017)

[608] PLOKHY, Serhii. The Gates of Europe. A History of Ukraine, London: Penguin
Books, 2015, p. 351.
[609] Véase sobre el tema BOB, Clifford. “Foreign Government Support for Threatened
Civil Societies: Helpful or Harmful en MARCHETTI, Raffaele. Partnerships in International
Policy Making,Roma: International Series on Public Policy, 2017, pp. 257-273.

[610] El conjunto de todos los informes puede consultarse en


http://www.ohchr.org/EN/Countries/ ENACARegion/Pages/UAReports.aspx (Consultada el
16 de septiembre de 2017)

[611] “Ukraine. Events of 2016”, Human Rights Watch, mayo de 2017; disponible en
https://www.hrw.org/ world-report/2017/country-chapters/ukraine (Consultada el 15 de
septiembre de 2017)

[612] Al respecto, ALLISON, Roy. “Russian Deniable Intervention in Ukraine: How and
Why Russia broke the Rules”, International Affairs, vol. 90, nº 6, noviembre de 2014, pp.
1255-1297.

[613] Véase ONUCH, Olga y SASSE, Gwendolyn. “The Maidan in Movement: Diversity
and the Cycles of Protest”, Europe-Asia Studies, vol. 68, nº 4, 2016, pp. 556-587; disponible
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[614] Véase sobre el particular Thomas L. Freedman, “Ukraine and the Art of crisis
Management”, Putin´s World, Survival, vol. 56, nº 53, junio-julio de 2014, pp. 7-41.

[615] Es la tesis de HAUKKALA, Hiski. “A Perfect Storm; or What Went Wrong and What
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agosto de 2017)

[616] Una clara representación de esta postura se detecta en análisis como el de


MILOSEVICH, M. “¿Por qué Rusia es una amenaza existencial para Europa?”, ARI
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[617] POPESCU, Nicu. “EU-Russia interaction: dense but tense”, Issue Alert, nº 26/2016,
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[618] LIIK, Kadri. “What does Russia Want?”, Commentary ECFR, 26 de mayo de 2017;
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[619] SILAYEV, N. y SUSHENTSOV, A. “Russia´s Allies and the Geopolitical Frontier in
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http://eng.globalaffairs.ru/valday/Russias-Allies-and-the-Geopolitical-Frontier-in-Eurasia-
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[620] BEBLER, Anton. “The Newest Frozen Conflict in Europa Over Crimea”, Faculty of
Political Sciences, University of Ljubljana, 1 de septiembre de 2015; disponible en
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[621] Sobre el debate en torno a la legalidad de la celebración del referéndum de


autodeterminación en Crimea, véase BURKE-WHITE, William. “Crimea and the
International Legal Order”, Survival, vol. 56, nº 4, agosto-septiembre 2014, pp. 65-80.

[622] DREYFUSS, Bob. “Full text and Analysis of Putin´s Crimea Speech”, The Nation, 19
de marzo de 2014; disponible en https://www.thenation.com/article/full-text-and-analysis-
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[623] Un artículo muy ilustrativo sobre este aspecto es el de CAVANDOLI, Sofia. “The
Unresolved Dilemma of Self-Determination: Crimea, Donetsk and Luhansk”, The
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de 2017)

[624] BERMEJO, Romualdo y ESPADA, Cesáreo. De la Opinión Consultiva de la Corte


Internacional de Justicia, de 22 de julio de 2010, sobre Kosovo, Documento de Trabajo
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[625] BERMEJO, Romualdo. La vuelta de Crimea a la madre-patria. Algunas reflexiones a


la luz del Derecho Internacional, Valencia: Tirant lo Blanch, 2015, p. 110.

[626] TAIBO, Carlos. Rusia frente a Ucrania. Imperios, Pueblos, Energía, Madrid: Los
Libros de la Catarata, 2014, p. 109.

[627] BEBLER, Anton. “Crimea and the Ukranian-Russian Conflict”, en BEBLER, A.


Frozen Conflicts…, op. Cit., p. 198.

[628] S/2014/189, de 15 de marzo de 2014; disponible en


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[629] A/RES/68/262, de 27 de marzo de 2014; disponible en
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[630] S/RES/2166, de 21 de julio de 2014; disponible en


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[631] S/RES/2202, de 17 de febrero de 2015; disponible en


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[632] Al respecto, el conjunto de la mencionada documentación está disponible en


http://www.security-councilreport.org/un-documents/ukraine/ (Consultada el 5 de
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[633] MEARSHEIMER, John. “Why the Ukraine Crisis is the West Fault”, Foreign Affairs,
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[634] Sobre todo el debate en torno a las posiciones políticas establecidas en España en torno
al conflicto de Ucrania véase LASHERAS, Francisco de Borja. “Carta de Europa: El debate
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[635] Véase el conjunto de medidas aprobadas por la Unión Europea en su paquete de


sanciones contra Rusia que se van renovando con carácter semestral en
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[636] MILEVSKI, Lukas. “Crimea and the Art of Non-Recognition: A Baltic Analogy”,
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[637] 2014/2627 (RSP); el texto está disponible en


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[638] Véase sobre esta cuestión YOST, David. “The Budapest Memorandum and Russia´s
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[639] FORBRIG, Joerg. “A Region Disunited? Central European Responses to the Russia-
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[640] RABYNOVICH, Maryna. The EU Response to the Ukrainian Crisis: Testing the
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rabinovych-approach-to-peacebuilding.pdf (Consultada el 2 de septiembre de 2017)

[641] HAUKKALA, Hiski. Op. Cit., p. 661.

[642] En torno a esta eventual propuesta de resolución WESOLOWSKY, Tony. “Explainer:


Does Putin´s Peacekeeper Proposal for Ukraine have any Merit?”, Radio Free Europe/Radio
Liberty, 6 de septiembre de 2017; disponible en https://www.rferl.org/a/explainer-putin-
ukraine-peacekeepers-donbass-poroshenko/28720342.html (Consultada el 6 de septiembre
de 2017)

[643] Véase al respecto HAUKKALA, Hiski. “From Cooperative to Contested Europe? The
Conflict in Ukraine as a culmination of a long-term Crisis in EU-Russia Relations”, Journal
of Contemporary European Studies, vol. 23, nº 1, 2015, pp. 25-40; disponible en http://www-
tandfonline-com.bibliouca.idm.oclc.org/doi/
abs/10.1080/14782804.2014.1001822?journalCode=cjea20 (Consultada el 3 de septiembre
de2017)

[644] Los datos han sido extraídos del último informe de la Organización Mundial del
Comercio, Trade Policy Review Body, World Trade Organization, WT/TPR/S/334, 15 de
marzo de 2016, p. 19; disponible en https://www.wto.org/english/tratop_e/tpr_e/s334_e.pdf
(Consultada el 3 de septiembre de 2016)

[645] DRAGNEVA, Rilka y WOLCZUK, Kataryna. “Between Dependence and Integration:


Ukraine´s Relations With Russia”, Europe-Asia Studies, vol. 68, nº 4, 2016, p. 695;
disponible en http://www-tandfonline-
com.bibliouca.idm.oclc.org/doi/full/10.1080/09668136.2016.1173200 (Consultada el 3 de
septiembre de 2017)

[646] WOLCZUK, Kataryna. “Managing the flows of gas and rules: Ukraine between the
EU and Russia”, Eurasian Geography and Economics, vol. 57, nº 1, 2016, p. 133.

[647] Tesis mantenida por ASLUND, Anders. “The Maidan and Beyond: Oligarchs,
Corruption, and European Integration”, Journal of Democracy, vol. 25, nº 3, julio 2014, pp.
64-73; disponible en http://muse. jhu.edu/article/549492/pdf (Consultada el 1 de septiembre
de 2017)
[648] Véase un ejemplo de este tipo de tesis en GARNETT, Sherman. Keystone in the Arch:
Ukraine in the Emerging Security Environment of Central and Eastern Europe, Washington:
Carnegie Endowment for International Peace, 1997.

[649] Véase al respecto el trabajo de DRAGNEVA, Rilka y WOLCZUK, Kataryna (eds).


Ukraine Between the EU and Russia. The Integration Challenge, London: Palgrave, 2015.

[650] HAUKKALA, Hiski. “From Cooperative…”, Op. Cit., p. 32.

[651] ZIELONKA, Jan. Europe As Empire: Thee Nature of the Enlarged European Union,
Oxford: Oxford University Press, 2006, p. 59.

[652] BARBIERI, Jaroslava. “Ukrainian Barricades: The Last “Limes Europae?”, East and
West, vol. 1, nº 2, 2015, p. 82; disponible en
file:///C:/Users/TOSHIBA/Desktop/DATOS%20RECUPERADOS/Users/
PC/Documents/ucrania/BOMBING_THE_EAST_WITH_REPERCUSSIONS_ON_T.pdf
(Consultada el 30 de agosto de 2017)

[653] Conflict-Related Displacement in Ukraine: Increased Vulnerabilities of Affected


Populations and Triggers of Tension Within Communities, OSCE Special Monitoring
Mission to Ukraine, julio de 2016, p.5; disponible en http://www.osce.org/ukraine-
smm/261176?download=true (Consultada el 3 de septiembre de 2017)

[654] Civil Society and the Crisis in Ukraine, OSCE Special Monitoring Mission to Ukraine,
4 de marzo de 2015; disponible en http://www.osce.org/special-monitoring-mission-to-
ukraine/141046?download=true (Consultada el 3 de septiembre de 2017)

[655] Tesis mantenida por uno de los especialistas en la crisis de Ucrania, WILSON, Andrew.
Ukraine Crisis: What it Means for The West, New York: Yale University Press, 2014, p. 3.

[656] KAPYTONENKO, Mykola. “Guidelines for Managing the Conflict in Donbass”,


Ukraine Analytica, vol.1, nº 3, p.32; disponible en
file:///C:/Users/TOSHIBA/Desktop/DATOS%20RECUPERADOS/Users/
PC/Documents/ucrania/Kapitonenko1_3.pdf (Consultada el 3 de septiembre de 2017)

[657] PLOKHY, Serhii. The Gates of Europe: A History of Ukraine, New York. Basic Books,
2015, p. xxiii

[658] Se puede acceder al mismo -original en ruso- disponible en http://vpk-


news.ru/sites/default/files/ pdf/VPK_08_476.pdf (Consultada el 6 de septiembre de 2017)

[659] Traducción y comentarios del artículo del general Gerasimov por COALSON, Rob
(RFE/RL), disponible en https://inmoscowsshadows.wordpress.com/2014/07/06/the-
gerasimov-doctrine-and-russian-non-linear-war/ (Consultada el 6 de septiembre de 2017)
[660] KOFMAN, Michael y ROJANSKY, Matthew. “A Closer Look at Russia´s Hybrid
War”, Kennan Cable, nº 7, abril 2015, p. 1; disponible en
https://www.files.ethz.ch/isn/190090/5-KENNAN%20CABLE-
ROJANSKY%20KOFMAN.pdf (Consultada el 4 de septiembre de 2017)

[661] KAPYTONENKO, Mykola. Op. Cit., p. 34.

[662] FILIPPOVA, Olga. “Country Report: Ukraine Borders. Re-Conceptualisations of


Borders in Post-Soviet Ukraine, Betwwen EU Regulation, Soviet Legacy and Internal
Political Strife”, Kharkiv National University, 2015, p. 20; disponible en
file:///C:/Users/TOSHIBA/Desktop/DATOS%20RECUPERADOS/Users/PC/
Documents/ucrania/countryreport-ukraine-borders2.pdf (Consultada el 4 de septiembre de
2017)

[663] Véase en la página web oficial del Kremlin, el 18 de marzo de 2014 la transcripción en
inglés del discurso; disponible en http://en.kremlin.ru/events/president/news/20603
(Consultada el 6 de septiembre de 2017)

[664] MARTEN, Kimberley. “Putin´s Choices: Explaining Russian Policy and Intervention
in Ukraine”, The Washington Quarterly, vol. 38, nº 2, verano 2015, p. 191.

[665] El ejemplo lo tenemos en FIOTT, Daniel. “What if…Russia intervenes again in


Ukraine”, en GAUB, Florence (ed.) What if…Conceivable Crises: Unpredictable in 2017,
Unmanagable in 2020?, Report nº 34, junio 2017, Institute for Security Studies European
Union, pp. 17-20.

[666] LARUELLE, Marlene. “Russia as a “Divided Nation”, from Compatriots to Crimea:


A Contribution to the Discussion on Nationalism and Foreign Policy”, Problems of Post-
Communism, vol. 62, 2015, p. 96.

[667] Ibidem, p. 94.

[668] BEBLER, Anton. Crimea and the Russian-Ukrainian Conflict, The Norwegian Atlantic
Comittee, Security Policy Paper nº1/2015, p. 24.

[669] DELCOUR, Laure y WOLCZUK, Kataryna. “Spoiler or Facilitator of


Democratization?: Russia´s Role in Georgia and Ukraine”, Democratization, vol. 22, nº 3,
2015, p. 467.

[670] Véase al respecto ONUCH, Olga. “Maidan´s Past and Present: Comparing the Orange
Revolution and the EuroMaidan”, en MARPLES, David y MILLS, Frederick, Ukraine´s
EuroMaidan: Analyses of a Civil Revolution, Stuttgart: Ibidem, 2015, pp. 1-46.

[671] ONUCH, Olga y SASSE, Gwendolyn. “The Maidan in Movement: Diversity and
Cycles of Protest”, Europe-Asia Studies, vol. 68, nº 4, p. 559; disponible en http://www-
tandfonline-com.bibliouca.idm.oclc.org/doi/
abs/10.1080/09668136.2016.1159665?journalCode=ceas20 (Consultada el 6 de septiembre
de 2017)

[672] ONUCH, Olga. “Social Networks and Social Media in Ukrainian EuroMaidan
Protests”, The Washington Post, 2 de enero de 2014, disponible en
https://www.washingtonpost.com/news/monkey-cage/ wp/2014/01/02/social-networks-and-
social-media-in-ukrainian-euromaidan-protests-2/?utm_term=.27ddbc705753 (Consultada
el 7 de septiembre de 2017) Es un resumen de las ideas contenidas en un artículo posterior
publicado con el mismo título en Problems of Post-Communism, vol. 62, nº 4, 2015, pp. 217-
235; disponible en http://www-tandfonline-
com.bibliouca.idm.oclc.org/doi/abs/10.1080/10758216.2015.1037676 (Consultada el 7 de
septiembre de 2017)

[673] Hipótesis sostenidas por SZENASI, Endre. “Crisis in Ukraine: A Collision of Interests.
What´s next?”, Defence Review, vol. 143, Special issue, 2015, p. 32; disponible en
https://www.academia.edu/31298494/Crisis_in_Ukraine_A_Collision_of_Interests._What_
s_next (Consultada el 8 de septiembre de 2017)

[674] LEGVOLD, Robert. “Managing the New Cold War. What Moscow and Washington
Can Learn from the Last One”, Foreign Affairs, julio-agosto de 2014; disponible en
https://www.foreignaffairs.com/ articles/united-states/2014-06-16/managing-new-cold-war
(Consultada el 8 de septiembre de 2017)

[675] El texto completo en inglés de los Acuerdos de Minsk II está disponible en


https://www.unian.info/ politics/1043394-minsk-agreement-full-text-in-english.html
(Consultada el 9 de septiembre de 2017)

[676] Una actualización sobre el proceso reformista de Ucrania desde la firma de los
Acuerdos de Minsk II puede consultarse en “Ukraine Reform Monitor: April 2017”, Carnegie
Endowment For International Peace, 19 de abril de 2017; disponible en
http://carnegieendowment.org/2017/04/19/ukraine-reform-monitor-april-2017-pub-68700
(Consultada el 9 de septiembre de 2017)

[677] Véase la última actualización de los Informes de la Misión de Supervisión de la OSCE


disponible en http://www.osce.org/special-monitoring-mission-to-
ukraine/338051?download=true (Consultada el 13 de septiembre de 2017)

[678] GRESSEL, Gustav. Keeping Up Appearances. How European is Supporting Ukraine´s


Transformation, European Council On Foreign Relations, London, octubre de 2016, p. 75.

[679] Así se reconoce por parte del Parlamento Europeo en “Ukraine and the Minsk II
Agreement. On a Frozen Path to Peace?, Briefing, enero de 2016; disponible en
http://www.europarl.europa.eu/RegData/
etudes/BRIE/2016/573951/EPRS_BRI(2016)573951_EN.pdf (Consultada el 13 de
septiembre de 2017
[680] NOVÁKY, Niklas. “Why So Soft? The European Union in Ukraine”, Contemporary
Security Policy, vol. 36, nº 2, 2015, p. 252.

[681] TSYGANKOV, Andrei. “Vladimir Putin´s last stand: The Sources of Russia´s Ukraine
Policy”, Post-Soviet Affairs, vol. 31, nº 4, 2015, p. 279.

[682] Ibidem, p. 299.

[683] TORBAKOV, Igor. “After Ukraine Debacle, Kremlin Strategists Warn of Serious Rift
with the West”, Eurasia Daily Monitor, vol. 1, nº 149, 17 de diciembre de 2004; disponible
en https://jamestown.org/program/after-ukraine-debacle-kremlin-strategists-warn-of-
serious-rift-with-the-west/ (Consultada el 12 de septiembre de 2017)

[684] KRASTEV, Ivan y LEONARD, Mark. The New European Disorder, ECFR nº 117,
noviembre de 2014, p. 3; disponible en
http://www.ecfr.eu/publications/summary/the_new_european_disorder322 (Consultada el
14 de septiembre de 2017)

[685] Ibídem.

[686] WILSON, Andrew (ed.). What Does Ukraine Think?, London: ECFR, 2015, p. 108.

[687] MENON, Rajan y RUMER, Eugene. Conflict in Ukraine: The Unwinding of The Post-
Cold War Order, London: MIT Press, 2015.

[688] Tesis mantenida por STONER, Katryn y McFaul, Michael. “Who lost Russia (This
Time)? Vladimir Putin”, Washington Quarterly, vol. 38, nº 2, verano 2015, pp. 167-187;
disponible en https://twq.elliott.gwu. edu/who-lost-russia-time-vladimir-putin (Consultada el
15 de septiembre de 2017)

[689] CHARAP, Samuel y COLTON, Timothy. Everyone Loses. The Ukraine Crisis and
The Ruinous Contest for Post-Soviet Eurasia, London: IISS/Routledge, 2017, p. 182.

[690] TOAL, Gerard. Near Abroad…, op. Cit., p. 242.

[691] Ibidem, p. 272.

[692] KHASBULATOV, Ruslan. La Impotencia del poder. La Rusia de Putin, Madrid:


Última Línea, 2014, p. 527.

[693] Véase al respecto LAPIDUS, Gail. “Putin´s War on Terrorism: Lessons from
Chechnya”, Post-Soviet Affairs, vol. 18, enero-marzo 2002, pp. 41-48.

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