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Ucrania Conflic Congelado
Ucrania Conflic Congelado
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Introducción
En este capítulo no se pretende realizar un profuso análisis de las causas y de las
consecuencias que, la intervención directa de Rusia -solapada inicialmente mediante la
actuación de destacamentos de milicianos, los famosos “hombres verdes”- ha realizado y
continúa haciéndolo en Ucrania. Varias son las razones para esta aproximación. En primer
lugar, porque la proximidad cronológica a los acontecimientos no nos permite adoptar la
suficiente perspectiva histórica crítica para abordar los mismos con una metodología que no
sea pura narrativa periodística: “Frente a la tiranía del presente y el corto plazo hay que
recuperar la visión panorámica de la historia”.605 En un segundo término no podemos
abstraernos del ingente material bibliográfico publicado desde el inicio de los
acontecimientos, cuyo curso ha ido modulando la temática: desde las conexiones históricas
de Ucrania y Rusia, pasando por la perspectiva económica y política de la integración de
Ucrania a uno u otro modelo de integración regional, entreverado por la cuestión de la
legalidad de la autodeterminación de Crimea; el pulso geopolítico entre Rusia y Occidente,
la caída de una nueva ficha del dominó ruso en su “anexión” de su extranjero próximo o el
debate sobre la seguridad regional son solo algunos de los aspectos abordados por la multitud
de análisis publicados. El problema fundamental reside en distinguir “el polvo de la paja”
entre tanto Ucraniólogo de nuevo cuño.606 Una tercera cuestión nos remite a la cuestión
ideológica como elemento definitorio de la aproximación a la cuestión de Ucrania. El debate
al respecto presenta numerosas aristas en función de los intereses -que no de los principios-
que se defienden en una buena parte de los trabajos: de los Estados en cuestión, de las diversas
organizaciones internacionales implicadas -directa o indirectamente-, de los think tank de
referencia y, de manera muy difusa -las contiendas ideológicas de grupos políticos de muy
variada tipología y origen.
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El cuarto elemento característico del caso ucraniano nos remite a un doble elemento
diferenciador, aunque presente muchas similitudes con los otros conflictos congelados. En
Ucrania coexisten, desde 2014, dos secesionismos. El primero, protagonizado por Crimea,
parece ser una controversia zanjada definitivamente con la pérdida de la soberanía por parte
de Ucrania y la reintegración del territorio a Rusia. Sin aparentes posibilidades de reabrirse
el conflicto, excepto en una eventual intervención militar ucraniana en el enclave -supuesto
bastante improbable-. El segundo, el que permanece abierto y en fase progresiva de
congelación, es el que protagonizan las autoproclamadas Repúblicas de Donetsk y Lugansk
en el Donbass. Por primera vez coexisten dos conflictos de aparente naturaleza y diferente
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López Jiménez, José Ángel. La política exterior de Rusia: los conflictos congelados y la
construcción de un orden internacional multipolar. Dykinson (Madrid, España), 2017.
resolución en el territorio de la misma República, si advertimos las diferencias existentes
entre Gagauzia y Transnistria en Moldova.
Pero, por si la dificultad fuese escasa, hay que recordar que el Euromaidán, que se inició
como una revuelta popular, acabó por concretarse en un golpe de Estado -algo poco resaltado
en los primeros meses de 2014- y en un conflicto civil, presentado como una suerte de guerra
civil, cuando en realidad tiene unas evidentes connotaciones internacionales difícilmente
enmascarables desde el inicio.607 La complejidad de la evolución histórica de la actual
Ucrania nos remite a la misma situación que acompañó a todo el conjunto regional en el que
se encuentra inserto. El producto final que ha surgido estatalmente después de la desaparición
de la Unión Soviética estableció una separación radical con el mundo ruso al que durante
siglos había estado conectado: “La Historia ha dejado a Ucrania unida en un Estado, pero
dividido en numerosas líneas regionales que evocan límites culturales y políticos del
pasado”.608 No entraremos en la descripción de los acontecimientos que llevaron desde el
inicio de las manifestaciones y concentraciones en la plaza de Maidán el 21 de noviembre de
2013 -tras la suspensión de la firma del Acuerdo de Asociación de Ucrania con la Unión
Europea- pasando por la irrupción de la violencia generalizada, la salida hacia Moscú de
Yanukóvich, la formación de un gobierno conformado por los opositores al mismo, bajo el
control inicial de la Rada, y finalizando en el referéndum y posterior reintegración de Crimea
y Sebastopol en la Federación Rusa, así como con la irrupción de la violencia en los distritos
orientales del país, que declararon su vocación separatista, autoproclamándose repúblicas
independientes. Han sido suficientemente descritos, aunque no bien aclaradas las
responsabilidades finales de los acontecimientos violentos que detonaron en el Maidán ni los
eventuales apoyos externos.609
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Las dimensiones del conflicto son muy importantes, pese a que muchos trabajos concluyen
que se ha producido un modelo caracterizado por una “suma cero”, según el cual ninguna de
las partes ganan y todas pierden y que, a mi juicio, sí está consolidando ganadores y
perdedores -entre los últimos el pueblo ucraniano- El número de víctimas mortales reportadas
por la Misión de Derechos Humanos de Naciones Unidas es -hasta el mes de abril de 2016-
sobrepasa las 9.000, con más de 21.000 heridos.610 Las denuncias de diversas organizaciones
y organismos internacionales sobre las violaciones en materia de derechos humanos en las
zonas en conflicto y en Crimea son numerosas.611 Así como hay numerosos trabajos
dedicados a analizar los planes de contingencia llevados a cabo por Rusia antes de la
intervención en Abjasia y Osetia del Sur para apoyar a sus “regímenes afines”, en torno a una
planificación previa, también constatamos con anterioridad como ni entre los altos
funcionarios norteamericanos existía constancia de una decisión rusa de atacar -con carácter
previo- a Georgia, ni en el propio Kremlin parecían estar convencidos de que la acción militar
de Sakaashvili iba a producirse. Aunque esta acción acabase por resultar de gran utilidad para
los objetivos estratégicos de Rusia en la República.
En este sentido cabe repetir el razonamiento con respecto a Ucrania, con una diferencia
fundamental. Moscú no tenía ningún plan previo de contingencia ante unos acontecimientos
como los que se dieron en la revolución del Maidán. Si bien es real la prevención rusa hacia
las revoluciones de colores -en Ucrania y en Georgia- no se presentaron indicios que
revelasen la potencial situación que se desencadenó en pocas semanas. De tal forma que, ante
la evidencia de los acontecimientos, la ocasión que se le presentaba a Rusia para que actuase
en la joya estratégica de sus proyectos de cooperación regional era única.612 Las cuestiones
identitarias también están muy presentes en Ucrania y en la conflictividad que detonó a
finales del año 2013. La presencia de una minoría rusa muy relevante en Crimea y en los
distritos orientales ha teñido la conflictividad, de evidente sustrato político-ideológico, de un
componente étnico-cultural que podía inicialmente no resultar tan definitorio.613 No parece
que la diplomacia europea ni los principales representantes de la Unión hayan estado a la
altura de los acontecimientos que se estaban dirimiendo desde el estallido en el Maidán. Entre
la inacción comunitaria que suele presidir las respuestas a las crisis internacionales
planteadas -incluso en territorio europeo, como el conflicto en los
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Por otro lado la visión permanente entre determinada corriente de análisis, fundamentada en
la percepción de Rusia como un mero adversario político y un imposible socio estratégico de
la UE, arranca en atavismos ideológicos claramente superados y adolece de una perspectiva
de futuro caracterizada por un liderazgo global compartido, en el que ambos actores estarán
presentes.616 Desde la propia UE existe la convicción del cambio cualitativo plasmado en las
relaciones mutuas: antes del año 2014 los conceptos y objetivos en marcha contemplaban
asociaciones estratégicas, una Asociación para la modernización, y una interdependencia con
un compromiso selectivo, como aspiraciones a medio plazo. Por el contrario, en el momento
presente el término
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“Esta excepción puede ser explicada por los intereses estratégicos rusos más allá de sus
fronteras. También históricamente, durante 168 años, Crimea había formado parte integrante
del Imperio Ruso y, desde 1921, de la Federación Soviética Rusa. Psicológicamente, Crimea
está mucho más cerca de los corazones de muchos
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rusos y particularmente del Ejército ruso que cualquiera de los otros cuatro territorios ex
soviéticos”.620 Con un territorio de 26.200 Km2 y una población de 2.3 millones de habitantes
que, según el censo ucraniano de 2001 eran un 58% de rusos, el 24% de ucranianos y el 12%
de tártaros. El debate legal sobre el ejercicio del derecho de autodeterminación en Crimea es
importante, aunque de forma mayoritaria está inclinado hacia la consideración de ilegalidad
del mismo y de sus posteriores consecuencias. Los precedentes históricos muestran como, en
dos ocasiones, fue ignorado por las respectivas autoridades: en 1954 por parte de las
autoridades soviéticas, cuando Nikita Jruschov la cedió a la República Socialista Soviética
de Ucrania -sin alterar, por tanto, la soberanía territorial de Ucrania- y en 1991, cuando así
lo decidieron los líderes de Rusia y Ucrania respectivamente. De nuevo el precedente de
Kosovo y del Dictamen favorable de la CIJ, avalando que no se había cometido ninguna
ilegalidad en su declaración unilateral de independencia, volvían a ser utilizados como
modelo a seguir por las autoridades de Crimea, con el apoyo de Rusia.621 Los argumentos
utilizados por Rusia volvieron a ser una repetición de los ya empleados en los casos de Osetia
del Sur y de Abjasia: la defensa de los nacionales rusos residentes en la zona, la
responsabilidad de proteger de Moscú, la garantía de la defensa de los derechos humanos
básicos frente a una eventual agresión -que no se produjo en ningún momento-. Sin embargo
la situación difería notablemente porque no se dieron tales agresiones que activasen esta
responsabilidad de protección. Más bien fue una respuesta preventiva a unas acciones que no
se produjeron y que Putin explicitó de la siguiente forma en su discurso del 18 de marzo de
2014:
“Aquellos que están detrás de los últimos acontecimientos en Ucrania tenían una agenda
diferente: estaban preparando la llegada de otro gobierno, querían tomar el poder y no se
pararían ante nada. Recurrieron al terror, al asesinato y a los disturbios. Nacionalistas,
neonazis, rusófobos y antisemitas ejecutaron el golpe. Continúan en esta línea hasta
hoy…podemos ver claramente las intenciones de estos herederos ideológicos de Bandera, el
cómplice de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. Los residentes de Crimea y
Sebastopol pidieron ayuda a Rusia para defender sus derechos y sus vidas, en prevención de
lo que está sucediendo en Kiev, Donetsk, Jarkov y otras ciudades ucranianas. Naturalmente
no podíamos ignorar esta demanda”.622
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“Se puede decir que en teoría nunca Crimea había ejercido ese derecho de autodeterminación
hasta el 16 de marzo de 2014, aunque en las circunstancias ya expuestas, y contando con el
apoyo político de la Federación Rusa”.625 Hay que reseñar que el cambio de posición
experimentado por Moscú respecto al ejercicio del derecho de autodeterminación fue notable,
en especial si lo comparamos con el caso de Chechenia durante la década de los 90, con el
saldo ya conocido de dos conflictos militares.626 La petición de Crimea de reunificación con
Rusia, así como la de Sebastopol como ciudad federal, fue firmada el 18 de marzo de 2014.
Ucrania denunció el incumplimiento de la carta de Naciones Unidas, del Acta Final de
Helsinki y de un buen número de tratados y de acuerdos internacionales. Sin embargo, el
Presidente Putin:
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Naciones Unidas intentó aprobar un proyecto de resolución del Consejo de Seguridad que,
finalmente, fue vetado por Rusia.628 Por ello fue la Asamblea General la que aprobó, trece
días después, una resolución en la que reafirmaba la integridad territorial de Ucrania.629 El
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas solo ha conseguido aprobar dos resoluciones
durante este tiempo: la que condenaba el derribo del vuelo de Malaysia Airlines y pedía una
investigación sobre el incidente630 y la que aprobaba el paquete de medidas para el
cumplimiento de los Acuerdos de Minsk, firmados el 12 de febrero de 2015.631 El resto de la
documentación emanada desde Naciones Unidas en torno al conflicto es bastante poco
relevante.632 Sin embargo, desde Estados Unidos, se abrió una corriente de análisis que ponía
el acento en los errores de cálculo que acompañaron alguna de las actuaciones de Occidente
-fundamentalmente Estados Unidos y la Unión Europea- en una estrategia
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desarrollada desde la década de los 90 que perseguía la ampliación de sus respectivas esferas
de influencia regional a través de la ampliación hacia los nuevos Estados de Europa Oriental
de sus respectivas estructuras -OTAN y Unión Europea-. Uno de los ejemplos representativos
del punto de vista de estos análisis es el siguiente:
“De acuerdo con los análisis prevalentes en Occidente, la crisis de Ucrania puede ser
atribuida completamente a la agresión de Rusia. Putin, siguiendo este argumento, se anexionó
Crimea cumpliendo un deseo lejano de resucitar el imperio soviético y puede hacerlo después
con el resto de Ucrania y con otros países de Europa Oriental. Pero este argumento es erróneo:
Estados Unidos y sus aliados europeos comparten la mayor parte de la responsabilidad de la
crisis. La raíz principal del problema es la ampliación de la OTAN y la expansión hacia el
Este de la Unión Europea; fueron elementos críticos. La respuesta de Putin no debería de
haber supuesto una sorpresa. Después de todo Occidente había estado actuando en el patio
trasero de Rusia y amenazando el núcleo duro de sus intereses estratégicos un punto que
Putin enfatizó repetidamente. Las élites de Estados Unidos y Europa han estado ciegas ante
los acontecimientos solo porque suscriben una visión errónea de la política internacional.
Tienden a creer que la lógica del realismo tiene poca relevancia en el siglo XXI.”633 Fuente:
RT
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En torno al conflicto de Ucrania se articulan toda una serie de posiciones políticas que
aglutinan discursos ideológicos de lo más variado, en la comunidad inter-nacional y entre los
analistas en España. No obstante, intentar establecer clasificaciones entre las diversas
aproximaciones analíticas, encorsetando con etiquetas que integran conceptos como neo-
westfalismo con jacobinismo, realismo pragmático con ausencia de defensa de los derechos
humanos y la democratización en aras de la seguridad y de la estabilidad no suele aportar al
debate de la cuestión más interés que mostrar un sustrato ideológico y de defensa de intereses
específicos de los que pretenden escapar de esa clasificación. Esencialmente porque el
eclecticismo suele ser un buen instrumento metodológico en aquellos análisis sobre
cuestiones que suelen presentar muchos matices y notables claroscuros. Y, con toda
probabilidad, la crisis actual en Ucrania no puede reducirse a una atribución de papeles entre
buenos y malos. Con certeza sí que podemos establecer una división entre ganadores y
perdedores y, entre los últimos, el que sobresale con notable diferencia sobre el resto es el
pueblo ucraniano.634 La política reactiva de Occidente a la anexión de Crimea y al
intervencionismo en los distritos orientales de Rusia mediante la aplicación de sanciones
presenta unos objetivos aparentemente concretos pero, sin embargo, un cambio muy difuso
de algunas variables que actúan en el mismo. A saber, se pretende la devolución de Crimea
a Ucrania -defendiendo el principio de integridad territorial de Ucrania-; modificar la actitud
de Rusia hacia su extranjero próximo y adecuarlo a la legalidad internacional; aceptar la
paulatina estrategia de aproximación de la Unión Europea y de Estados Unidos a las fronteras
rusas mediante sus progresivas ampliaciones; o el cese de las operaciones militares en
Donetsk y Lugansk y su reincorporación a la disciplina de Kiev. En principio todos estos
objetivos parecen estar muy ajenos a la agenda del Kremlin por lo que, más allá de un valor
testimonial frente a las violaciones de Rusia de la legalidad internacional, el mantenimiento
en el tiempo de las sanciones internacionales se confirman como un instrumento poco
efectivo.635 Además, la política occidental del no reconocimiento internacional de la anexión
de Crimea tiene pocos efectos prácticos, más allá de la evidente y necesaria aplicación del
derecho internacional al caso en cuestión. Hay algunos analistas que establecen un conjunto
de consideraciones al respecto que merecen tenerse en cuenta:
“¿Cuáles son los efectos reales de esta política? El no reconocimiento es una forma suave de
presión diplomática. En términos de puro poder, cambia muy poco. No puede revertir la
anexión de Crimea, no puede evitar que Rusia fortifique la
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les con Rusia desde una perspectiva eminentemente pragmática. Esta actitud resulta
claramente reflejada en un informe realizado sobre las respuestas articuladas por los Estados
de Europa Central y Oriental, integrantes de la Unión Europea, a la crisis planteada entre
Rusia y Ucrania.639 Desde el punto de vista estrictamente diplomático, la Unión Europea ha
apoyado los intentos de resolución del conflicto mediante los acuerdos de Ginebra y de
Minsk, así como la labor conducente a su cumplimiento realizada a través de la Misión que
la OSCE tiene desplegada en Ucrania. No obstante y, a pesar de favorecer y apoyar los
esfuerzos y contactos mediadores y de diálogo político-diplomático, solo participó en las
conversaciones de Ginebra durante 2014, manteniéndose al margen de cualquier
participación directa del Proceso de Minsk. Este aspecto contribuye a la elaboración de una
imagen negativa sobre la aproximación global de la Unión Europea hacia la crisis de Ucrania,
perdiendo la perspectiva del conjunto de instrumentos desplegados -políticos y legales- de
eficacia inmediata o diferida -corto, medio y largo plazo- que implica la colaboración del
conjunto de Estados miembros, la cooperación con otras organizaciones internacionales de
carácter regional, que implican respuestas de carácter civil y militar en la respuesta a la crisis,
pero que adolece de un enfoque integral, global: “A pesar de todo, no hay una estrategia única
de respuesta elaborada por parte de la Unión a la crisis”.640 Además, el transcurso del tiempo
y la evolución de la propia crisis en Ucrania la posición de Rusia se ha visto fortalecida a
juicio de algunos análisis:
“Las sanciones están ahora ligadas al cumplimiento del Acuerdo de Minsk II, lo que resulta
mucho más favorable a los intereses rusos que el anterior. Se le han otorgado a Rusia unos
derechos de consulta, cuando se cumplimente el Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la
Unión Europea, que compromete potencialmente la integridad de ambos en el Acuerdo y
socava la política de la Unión Europea”.641 Respecto al cumplimiento de los compromisos
contraídos en Minsk II, las dos partes se han instalado en una suerte de círculo vicioso en
virtud del cual Rusia solo cumplirá los compromisos militares adquiridos en el mismo cuando
se cumplan las reformas políticas acordadas en el acuerdo; por el contrario, Ucrania no
aplicará esos contenidos reformistas hasta ver cumplimentada la retirada militar rusa de las
zonas concernidas. Por ello, las recientes propuestas del Kremlin en torno a la aprobación de
un proyecto de resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que au-
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“El contenido de las políticas de la Unión Europea hacia su vecindario oriental puede haber
mantenido la característica de ciertas prácticas pre-imperiales: exporta normas legales,
transacciones económicas, sistemas administrativos y hábitos sociales. Pero no intenta
conquistar a los países del Este de Europa, trata de configurarlos como los Estados miembros
más antiguos, permitiendo su acceso al sistema común de adopción de decisiones. A la
inversa, la política exterior del Kremlin implica la coerción política e incluso la militar como
un instrumento expansionista de sus inmediatas fronteras exteriores”.651 En esta línea de
análisis hay quienes apuntan que Ucrania es el terreno de juego de dos modelos post-
imperiales: el protagonizado por la Unión Europea y el que lidera la Federación Rusa. Ambos
poseen características diferentes -según esta tesis- pero comparten un mismo modelo de corte
neo-medieval. Así nos encontramos que:
“Mientras la Unión Europea está intentando organizarse en una forma que aglutina el
solapamiento de autoridades, una soberanía dividida, unos compromisos institucionales
diversificados y múltiples identidades, la herencia medieval rusa se encuentra en la
restauración de las relaciones feudales entre la política y los negocios, una estructura vertical
de poder, el monopolio gubernamental y la
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imposición de un espacio cultural imperial que favorece a Rusia sobre el resto de las
naciones”.652 Los informes de la OSCE elaborados por su Misión en Ucrania han reportado
números aspectos críticos en el ámbito de la sociedad civil ucraniana que está sufriendo el
conflicto en su territorio. En cuanto al problema de los desplazados, el número oficial de
registrados a 4 de abril de 2016 en la oficina correspondiente del Ministerio de Política Social
de Ucrania estaba por encima de 1.760.000 personas, entre las cuales un número
indeterminado se encuentra fuera de la República, en Estados vecinos.653
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“Uno no puede hablar de la historia de Ucrania sin hablar de la historia de sus regiones. El
espacio social y cultural creado por el movimiento de fronteras no ha sido homogéneo. Como
fronteras estatales o imperiales establecidas en el territorio definido por criterios étnicos
ucranianos creó espacios culturales distintos que sirvió para fundar las distintas regiones. Los
ancestros de los modernos ucranianos vivieron en docenas de principados, reinos e imperios.
Los dos términos clave que han utilizado para denominar a su tierra fueron Rus y
Ucrania…aunque los ucranianos recibieron diferentes denominaciones dependiendo del
período y de la región en la que vivieron: Rusyns en Polonia, rutenos en el Imperio de los
Habsburgo y pequeños rusos en el Imperio ruso”.657 Los debates teóricos en torno a la
clasificación de las actividades rusas en Ucrania desde 2014, tanto en la fulminante acción
sobre Crimea como en los distritos orientales de la república, y su encaje en el concepto de
“guerra híbrida” son tan enconados como, a mi juicio, estériles. Además, son enmarcados en
un conjunto de actividades combinadas realizadas por el Kremlin en sus relaciones con otros
Estados -que no han acabado con el desarrollo de un conflicto militar abierto- y que en el
caso ucraniano tratan de enmascarar, en cierta medida, la ausencia de un marco preventivo
en Occidente frente a la desmedida y poco previsible maniobra rusa en su vecino occidental,
al menos para los principales líderes de la comunidad internacional, adoptada final-mente.
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binan diversas acciones de guerra -convencional e irregular- con la política, la información -
propaganda-, la ciberguerra y las acciones de tipo económico, comercial, y energética:
“Parece haberse convertido en una etiqueta para definir las operaciones de Rusia en Ucrania,
pero en un examen más específico, no se encuentra el argumento. “Guerra híbrida” puede
difícilmente considerarse como una futura doctrina estratégica de la proyección del poder en
su vecindario, mucho menos un modelo fácilmente exportable a los diversos rincones del
espacio post-soviético. Más que un genuino concepto estratégico construido sobre el terreno
por los propios rusos es meramente una etiqueta atribuida a las acciones rusas en Ucrania por
Occidente, en un esfuerzo por explicar las fases que, en cascada, las crisis de seguridad que
Rusia ha provocado en varios escenarios cogiéndole fuera de juego”.660 Con independencia
de la clasificación de las acciones militares y no militares de Rusia en Ucrania y,
especialmente, si estas forman parte de una estrategia en materia de política exterior con
vocación de continuidad, es correcta la evaluación del impacto que este tipo de acciones
concretas en un conflicto específico pretenden conseguir. Así:
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lizaron entre finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, y una aspiración
geopolítica hacia Europa y la Unión Europea”.662 El componente étnico-nacional ligado a la
delimitación de fronteras aparece definido muy claramente durante los mandatos de Putin -
como presidente o como primer ministro- como un factor novedoso en la elaboración y
aplicación de la política exterior de Rusia como Estado independiente tras la desaparición de
la Unión Soviética. Cuestión que no se planteó de manera tan evidente durante los mandatos
de Eltsin. Crimea ha sido calificada por Putin como tierra rusa desde el inicio de la crisis del
Euromaidán y, tras el referéndum y posterior reintegración de la península en la Federación
Rusa, insistió en su discurso ante la Duma del 18 de marzo de 2014 que: “Con la caída de la
Unión Soviética en 1991, la nación rusa se había convertido en uno de los más grandes -sino
el que más- grupo étnico en el mundo en estar divido entre fronteras”.663 Esta evolución en
el discurso político presidencial desde un nacionalismo de estado hacia uno de corte más
étnico-nacional fue percibido por las repúblicas vecinas -especialmente las Repúblicas
Bálticas- como una deriva agresiva en la política exterior rusa, con un potencial peligro que
no descartaba futuras acciones en sus respectivos territorios, en los que existen todavía
importantes porcentajes de población de la minoría rusa.
Las eventuales resoluciones del conflicto en Ucrania en los distritos orientales no pasan por
una solución militar, porque ni Estados Unidos, ni la OTAN, ni las potencias europeas son
proclives a ello. La opción alternativa pasa por recomponer las relaciones entre la Unión
Europea y Rusia reconociendo como permanentes las adquisiciones territoriales que esta
última ha obtenido rompiendo el marco de la legalidad internacional. Esta situación tampoco
garantizaría la retirada de Rusia del Donbass y, además, se sumaría a lo ya conseguido con
la intervención en Georgia en 2008, con lo que el espaldarazo a la política exterior del
Kremlin en su vecindario sería definitivo y Occidente estaría expuesto a una endémica
situación de debilidad frente a Moscú que, eventualmente podría estar tentado a testar de
nuevo en algún otro escenario.
Este desarrollo práctico mediante la ejecución de una serie de acciones específicas es objeto
de debate por parte de un buen número de analistas. Para algunos responde a una estrategia
a largo plazo de construcción y consolidación de un nuevo escenario regional en el que Rusia
va apuntalando un nuevo marco de seguridad y defensa a costa de crear inestabilidad
permanente en sus vecinos próximos. Para otra corriente de
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análisis es producto de un tacticismo exento de visión estratégica; sería, más bien, el fruto de
respuestas rápidas ante acontecimientos concretos que le ofrecen a Moscú la posibilidad de
obtener objetivos -más o menos inmediatos al servicio de sus intereses. En este último
escenario el comportamiento de Putin sería mucho más impredecible y, por tanto, más
peligroso:
“A los líderes de Estados Unidos y Occidente les encantaría conocer como será el “jaque
mate” de Putin, que es el objetivo final después de un conjunto de movimientos que requieren
una visión estratégica. Pero Putin no es un jugador de ajedrez, sino un yudoka. Un yudoka
camina por el escenario, envuelve al oponente, prueba sus debilidades y desequilibra al
oponente con un movimiento fulminante que provoca su caída por su propio peso. La victoria
en un combate de yudo no está relacionada con ser más grande o más fuerte, sino más rápido
que el oponente. Cuando el combate acaba el yudoka pasa al siguiente, encarando al nuevo
oponente y empezando, de nuevo, otra vez”.664 La ausencia de alternativas reales que puedan
traducirse en una solución factible del actual escenario ucraniano -es decir, aceptable para
todas las partes involucradas en el mismo- favorece de manera inexorable el enquistamiento
del mismo especial-mente cuando, hasta desde el propio think tank de estudios de seguridad
de la Unión Europea, se dedican a elaborar escenarios distópicos en Ucrania en lugar de
elaborar propuestas que pudieran ser susceptibles de llevarse a la práctica.665 Este enfoque
de análisis que pone el acento en una ausencia de estrategia global en materia de política
exterior rusa en su vecindario y que responde, en todo caso, a una aproximación táctica
concreta se complementa con aquellos que insisten en que el nacionalismo no es un elemento
esencial en el despliegue práctico de este tipo de política. Según el mismo:
“El Kremlin ha utilizado una panoplia de narrativas para justificar sus acciones -desde
denunciar un doble estándar de los países de occidente que aceptaron la independencia de
Kosovo, la invasión norteamericana de Iraq y la expansión de la OTAN hacia el Este, hasta
la promoción del concepto de “nación dividida” como argumento para proteger a sus
minorías en el extranjero. El nacionalismo es solo un argumento más entre otros en los que
existe un amplio consenso entre la población…Rusia -en Ucrania- puede utilizar una
explicación nacionalista post-hoc pero no la existencia de una agenda nacionalista previa”.666
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Según este tipo de tesis, la anexión rusa de Crimea y el intervencionismo mantenido en los
distritos orientales constituyeron una reacción a la comisión de dos “crímenes” por parte de
Ucrania: la instauración de un régimen nacido de una revuelta en las calles -revolución
democrática, según la perspectiva occidental- que originó caos, inestabilidad política y
pérdida de soberanía -incluida la territorial, consecuencia de lo que, a juicio de Moscú, fue
un golpe de Estado orquestado. El segundo fue la pérdida del estatus de “finlandización”
pactado con Ucrania en el momento de su independencia; es decir, la violación de un acuerdo
“implícito” que impedía a la nueva República a aproximarse al regionalismo económico y
militar occidental.667 Entre las acciones que facilitaron las respuestas tácticas realizadas por
Rusia en los dos últimos conflictos parece claro que se encuentran las lideradas por la OTAN
y la Unión Europea. Así, la persuasión norteamericana para incluir la promesa a Georgia y
Ucrania de ser miembros a medio plazo de la organización -incluida en las conclusiones de
la Cumbre de Bucarest de 2008- no estuvo precedida por un cuidadoso examen:
“El gobierno ruso puede utilizar más rápida y fácilmente un más amplio catálogo de
instrumentos (económico, político o militar) que Occidente y ha demostrado su firmeza para
hacerlo, es decir, activar el poder duro y la coerción para adquirir su propósito de contener la
influencia occidental”.669 Sin embargo hay que tener en cuenta que, a pesar de la actuación
de Moscú en ambas repúblicas, puede haberse traducido en el paradójico efecto de haber
conse-
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guido que la Unión Europea y Estados Unidos hayan conseguido sobre el terreno un nivel de
influencia notable, aún a costa de la pérdida de la integridad territorial de los respectivos
Estados. Es decir, no es un miedo a la democratización de estos Estados lo que motiva la
política exterior de Rusia hacia sus vecinos sino, más bien, sus propios intereses
geoestratégicos que pueden ponerse en peligro.
El protagonismo adquirido en las protestas del Maidán por la movilización popular fue
diverso y difícilmente controlable: la oposición política, los partidarios de Yanukóvich, los
diferentes activistas y la ciudadanía sin adscripción específica. Nada tuvo de similar con
cualquier otro tipo de movimiento popular anterior desarrollado en la Ucrania independiente
-incluida la Revolución Naranja- Ni fue homogéneo ni tampoco constante, por lo que hay ya
análisis rigurosos en torno a las distintas fases desarrolladas hasta la configuración del nuevo
gobierno, tras la huida de Yanukóvich. En alguno de ellos se destaca como, por ejemplo, una
aguda crisis económica como la sufrida en el año 2004 no había sido suficiente para conseguir
una movilización de masas tan grande durante una década -hasta el inicio de 2014-.670 Ya
desde la elección en 2010 de Yanukóvich se habían producido movimientos de protesta por
parte de diversas organizaciones y movimientos sociales por motivos diversos: la petición de
reformas constitucionales, los cambios en las leyes lingüísticas o las detenciones de
ciudadanos por motivos estrictamente políticos. Sin embargo:
“Al mismo tiempo existía poca coordinación entre los activistas que estaban peleando por
motivar a la población para que se uniese en la protesta. Además, en el inicio del Maidán,
Yanukóvich era impopular en todo el país, con un incremento de la insatisfacción debido a
los crecientes niveles de corrupción. Por ello, las raíces de los agravios no fueron partidistas,
ideológicos o incluso regionales per se”.671 La remisión a una conjunción de factores que
desembocaron en el Euromaidán parece más plausible, con el paso del tiempo, y los
diferentes enfoques analíticos que otorgan prioridad a unos sobre otros pero que no
necesariamente los excluye.672
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Perspectivas de futuro
Los escenarios de futuro nos remiten a una fragmentación territorial de facto que puedes ser
sostenida por Rusia sine die en los distritos orientales en tanto en cuanto no cambie
diametralmente la dirección del Kremlin en materia de política exterior. Se intuye más
probable una implicación de los asuntos internos -tanto en Rusia como en Ucrania- que
provoquen una modificación del actual statu quo que un factor relevante que provenga de la
acción de algún actor significativo de la comunidad internacional. Al igual que en el resto de
los conflictos congelados no parece existir ningún elemento relevante que modifique la
actuación de Occidente en Ucrania, que se mueve desde la inacción inicial a la ineficacia
reactiva.
En algunos análisis prospectivos se apuntan a razones económicas internas como potenciales
razones para que se produzca alguna modificación, que active resortes más allá de los que se
muestran tan inoperantes en el plano político-diplomático. En este escenario hipotético -pero
no demasiado- Ucrania se desplomaría económicamente, deteriorando los niveles de vida de
la ciudadanía y perdiendo la base social adquirida por las nuevas élites políticas republicanas.
Necesitada de una imperiosa ayuda occidental -especialmente de la Unión Europea- si ésta
no llegase en la magnitud necesaria se produciría probablemente un retorno a la órbita rusa,
con la llegada de un nuevo gobierno. Este proceso de alternancia pendular ya se ha producido
en Moldova. En este hipotético contexto Ucrania se replantearía su política de alianzas
regionales y, eventualmente, la crisis en los distritos orientales podría resolverse
favorablemente para Ucrania, pero sin el retorno de Crimea a la soberanía territorial de la
república.
264
265
do, tal como está planteado, es inasumible por parte ucraniana bajo las actuales
circunstancias”.678 En este contexto no parece muy aventurado afirmar que, la estrategia rusa
de congelación del conflicto en la región oriental de la república, está consiguiendo
imponerse a cualquier otra opción alternativa. Incluso cuando la política de sanciones
internacionales -mantenida en el tiempo- no parece socavar la voluntad de Rusia ni se prevé
una modificación en su línea de actuación en el conflicto.679 Otras opciones barajadas por la
Unión Europea inicialmente -de manera bastante tibia- fueron finalmente desestimadas y
podrían haber tenido cierto efecto disuasorio pero, en mayor medida, hubiera significado un
respaldo de cierta fortaleza hacia Ucrania. El eventual despliegue de una misión militar
hubiese sido una medida revestida de una fortaleza adicional:
“Lo que hizo posible el conflicto de Rusia con Ucrania, incluso inevitable, fue la falta de
reconocimiento por parte de Occidente de los valores e intereses rusos en Eurasia, por un
lado, y el papel de importancia crítica que Ucrania jugaba en los cálculos de la política
exterior del Kremlin, por otro lado”.681
266
Los escenarios planteados por esta corriente de análisis rusófila para la finalización de la
actual situación en Ucrania se concretan en una situación en la cual los intereses y los valores
que presiden las acciones de Rusia y, desde luego, la de las otras potencias regionales y de la
comunidad internacional, no van a modificarse. Así, coinciden con los analistas occidentales
en los riesgos derivados del auge de las formaciones políticas nacionalistas en Ucrania que,
en el caso de alcanzar una influencia importante en la política ucraniana, optasen por una
intervención militar a gran escala para recuperar los territorios secesionistas. Un segundo
escenario, también apuntado por numerosos análisis, abocaría a Ucrania a una profunda crisis
económica que deterioraría los ya precarios niveles de vida y coberturas sociales de la
república, convulsionando la vida política y elevando los riesgos de que la conflictividad
interna se volcase en el enemigo exterior. En tercer lugar, la respuesta a las medidas de
presión hacia Rusia -en forma de sanciones principalmente- puede provocar un efecto
diferente al perseguido por parte de las potencias occidentales. En lugar de reconvertir a
Rusia en un socio estable en el marco de las diferentes organizaciones internacionales,
respetuoso con el ordenamiento jurídico internacional, y aliado frente a los desafíos actuales
de la comunidad internacional podría provocar un endurecimiento en el despliegue exterior
del Kremlin. El resumen de esta vertiente de análisis que adoptan la visión alternativa a las
corrientes “occidentales” insiste en una serie de factores que deberían de revertirse:
“Las sanciones y las presiones sobre Rusia enmascaran la falta de visión de Occidente sobre
la estabilización de Ucrania y de toda la región. Esta estabilización se podría conseguir
mediante un paquete de medidas económicas y políticas, incluyendo la neutralidad militar de
Ucrania, garantías para su seguridad y soberanía, una considerable autonomía para sus
regiones orientales y en el sur y la capacidad de Kiev para establecer fuertes lazos
comerciales tanto con la Unión Europea como con la Unión Euroasiática. En lugar de culpar
de todo a Rusia, las naciones occidentales deberían reconocer su propia responsabilidad en
la crisis, comprometer a Ucrania y Rusia en la construcción del proceso de Minsk y ayudar
en las negociaciones entre Kiev y las provincias orientales. A largo plazo, una nueva
conferencia sobre la Seguridad en Europa debería ser convocada para finalizar la post Guerra
Fría y establecer un nuevo sistema de seguridad con Rusia y Ucrania como actores clave”.682
267
Uno de los aspectos más relevantes de la defensa de este tipo de tesis es su aspecto recurrente,
presente ya en muchos análisis que se realizaban hace más de un década -antes de la
intervención rusa en Georgia-.683 Para un buen número de trabajos de investigación y de
análisis estratégicos del ámbito occidental prevalece la percepción de que la comunidad
internacional ha entrado en una fase de Guerra Fría reeditada provocada por una Rusia en
fase semi-imperialista con su extranjero próximo. Según estas teorías, Rusia estaría
ejecutando su particular visión de la soberanía y el ejercicio de la misma que poco tiene que
ver con un marco legal concreto y está conectado, mucho más, con la capacidad -y la
voluntad- para actuar. Como sinónimo del mundo empresarial -así ha sido señalado por el
ideólogo de cabecera de Putin, Vladislav Surkov- la soberanía: “Es el sinónimo político de
competitividad. Esto implica independencia económica, poder militar e identidad
cultural”.684 La invocación a la Rusia como isla o como fortaleza -recordando al analista ruso
Vadim Tsymbursky- deseosa de cortar los lazos con Occidente, refugiándose en sí misma y
en su esfera de influencia resulta paradójica en una comunidad internacional caracterizada
por la globalización -en especial de los desafíos- y nos remite a la Rusia decimonónica en la
que los debates entre occidentalistas y eslavófilos presidían la búsqueda de su lugar en el
mundo.685 En cualquier caso, la crisis ucraniana no depende en su resolución de manera
exclusiva del rol asignado por Rusia a Ucrania en su agenda en materia de política exterior.
Minusvalorar los factores internos desestabilizadores que tiene que afrontar en la
construcción de una estatalidad independiente -no solo desde el punto de vista jurídico, sino
esencialmente económico- desenfocaría el objeto de análisis. La capacidad de Ucrania para
mantener redes de cooperación económica, comercial, y política de manera simultánea con
diferentes organizaciones regionales alternativas -que podían ser complementarias y no
excluyentes- depende en buena medida de la aplicación de un programa reformista a gran
escala. Desde la independencia política y económica se defiende mucho mejor la soberanía
territorial. Así, antes de nada y por encima de cualquier otra cosa:
“Ucrania necesita encontrar el camino para reducir la influencia que los oligarcas tienen sobre
todos los aspectos de la vida. Esto necesitaría años pero, si eso no sucede, será imposible
construir una sociedad limpia y justa sin corrupción en
268
los niveles más altos del gobierno. La influencia financiera de los oligarcas sobre la política
tiene que ser eliminada”.686 Hay que recordar que, tras la desaparición de la Unión Soviética,
la Rusia independiente quedó completamente al margen de la construcción política y de
seguridad europea que estaba en manos de la Unión Europea y de la OTAN. Este
aislacionismo, que no fue voluntario sino producto de las excepcionales circunstancias que
atravesaba el incipiente Estado en su construcción -crisis económica extrema, conflictos
civiles, repliegue interno- coincidió con la fase álgida del nuevo orden unipolar que,
paulatinamente, fue haciendo que Rusia adquiriese conciencia de su inanidad inter-nacional
y de la ampliación de los Estados miembros de la Unión Europea y de la OTAN hasta
aproximarse a sus fronteras occidentales. Escenario en el que, muchos analistas, sitúan el
inicio de la nueva Guerra Fría.687 La búsqueda de la cohesión interna y el refuerzo del
liderazgo político en Rusia se apunta como uno de los argumentos esenciales de la política
exterior de Putin en sus territorios más próximos. La idea de obtener legitimidad interna a
través de la búsqueda de enemigos exteriores que amenazan la seguridad nacional es muy
antigua y profusamente utilizada pero, la búsqueda de conflictos permanentes en el extranjero
próximo, a pesar de la utilización del argumento de la defensa de los nacionales rusos
residentes, con el único objetivo de reforzar la figura de Putin se antoja excesivo.688
No parece que, en estos momentos, su liderazgo necesite este tipo de conflictos ante la
inexistencia opciones políticas en Rusia que cuestionen el mismo o que se presenten como
una alternativa con opciones reales.
También es cierto que si en las alternativas planteadas en diferentes análisis como soluciones
al actual statu quo del conjunto de los conflictos congelados pasan porque:
“Todas las partes deben reafirmar el respeto del conjunto de las soberanías y de las
integridades territoriales y abstenerse del uso de la fuerza en la resolución de la controversia.
Como parte de este proceso, Rusia debería comprometerse a retirar sus fuerzas armadas
donde la soberanía no está disputada por ninguna de las partes, como en Transnistria y el
Donbass, de manera definitiva”.689 Por último, se ha insistido en los últimos tiempos -a raíz
del discurso de Putin realizado un mes después de la anexión de Crimea- en la conexión entre
la acción de Rusia en Ucrania y la revitalización del histórico proyecto de Novorossiya.
Rescatado de la memoria histórica del período en el que Rusia, entre 1768 y 1774, controló
el
269
territorio perteneciente al kanato de Crimea -en el norte del mar Negro- que, en el imaginario
imperial, pasaban por ser una suerte de “tierras salvajes” colonizadas, que recibieron el
nombre de “Nueva Rusia”. En 1990, en plena descomposición soviética, la idea fue rescatada
por parte de la Intelligentsia de Odessa y aplicada al conflicto militar de Transnistria -entre
marzo y julio de 1992-. De hecho, pasó de ser una causa retomada por los círculos
ultranacionalistas rusos de Zhirinovsky a una carta geopolítica escondida en la manga de los
dirigentes del Kremlin en su relación con Rusia.690 Sin embargo, más allá de un uso retórico
destinado al consumo nacionalista inter-no, no parece que el proyecto tenga un recorrido que
remita a retomar el imaginario neo-imperial ruso:
“A finales de 2014, Alexander Borodai concedió que Novorossiya no existe. Todos, desde
luego, utilizamos este término, pero es un falso comienzo, para ser honesto. Novorossiya es
una idea, un sueño. Es una idea que no ha sido realizada”691 Y que los propios líderes
secesionistas de los distritos orientales de Ucrania consideraron como un proyecto muerto.
270
la capacidad para utilizar las fuerzas armadas en su vecindario -en este caso, en Ucrania- eran
casi ilimitadas para el presidente. La esencia de la nueva doctrina, desarrollada con
anterioridad a esta fecha:
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[605] REIG, Alberto. La Crítica de la Crítica, Madrid: s.XXI, 2017, p. 25, cita recogida de
Julián Casanova.
[608] PLOKHY, Serhii. The Gates of Europe. A History of Ukraine, London: Penguin
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[609] Véase sobre el tema BOB, Clifford. “Foreign Government Support for Threatened
Civil Societies: Helpful or Harmful en MARCHETTI, Raffaele. Partnerships in International
Policy Making,Roma: International Series on Public Policy, 2017, pp. 257-273.
[611] “Ukraine. Events of 2016”, Human Rights Watch, mayo de 2017; disponible en
https://www.hrw.org/ world-report/2017/country-chapters/ukraine (Consultada el 15 de
septiembre de 2017)
[612] Al respecto, ALLISON, Roy. “Russian Deniable Intervention in Ukraine: How and
Why Russia broke the Rules”, International Affairs, vol. 90, nº 6, noviembre de 2014, pp.
1255-1297.
[613] Véase ONUCH, Olga y SASSE, Gwendolyn. “The Maidan in Movement: Diversity
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[614] Véase sobre el particular Thomas L. Freedman, “Ukraine and the Art of crisis
Management”, Putin´s World, Survival, vol. 56, nº 53, junio-julio de 2014, pp. 7-41.
[615] Es la tesis de HAUKKALA, Hiski. “A Perfect Storm; or What Went Wrong and What
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[617] POPESCU, Nicu. “EU-Russia interaction: dense but tense”, Issue Alert, nº 26/2016,
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[618] LIIK, Kadri. “What does Russia Want?”, Commentary ECFR, 26 de mayo de 2017;
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[619] SILAYEV, N. y SUSHENTSOV, A. “Russia´s Allies and the Geopolitical Frontier in
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[620] BEBLER, Anton. “The Newest Frozen Conflict in Europa Over Crimea”, Faculty of
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[622] DREYFUSS, Bob. “Full text and Analysis of Putin´s Crimea Speech”, The Nation, 19
de marzo de 2014; disponible en https://www.thenation.com/article/full-text-and-analysis-
putins-crimea-speech/ (Consultada el 29 de agosto de 2017)
[623] Un artículo muy ilustrativo sobre este aspecto es el de CAVANDOLI, Sofia. “The
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[626] TAIBO, Carlos. Rusia frente a Ucrania. Imperios, Pueblos, Energía, Madrid: Los
Libros de la Catarata, 2014, p. 109.
[633] MEARSHEIMER, John. “Why the Ukraine Crisis is the West Fault”, Foreign Affairs,
septiembre/octubre de 2014, pp.1-2; disponible en
http://mearsheimer.uchicago.edu.bibliouca.idm.oclc.org/pdfs/Ukraine%20Article%20in%2
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[634] Sobre todo el debate en torno a las posiciones políticas establecidas en España en torno
al conflicto de Ucrania véase LASHERAS, Francisco de Borja. “Carta de Europa: El debate
español sobre la crisis de Ucrania”, Política Exterior, nº 160, julio-agosto de 2014; disponible
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[636] MILEVSKI, Lukas. “Crimea and the Art of Non-Recognition: A Baltic Analogy”,
Foreign Policy Research Institute, 8 de febrero de 2017, p. 1; disponible en
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[638] Véase sobre esta cuestión YOST, David. “The Budapest Memorandum and Russia´s
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[639] FORBRIG, Joerg. “A Region Disunited? Central European Responses to the Russia-
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States); disponible en file:///C:/
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[640] RABYNOVICH, Maryna. The EU Response to the Ukrainian Crisis: Testing the
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[643] Véase al respecto HAUKKALA, Hiski. “From Cooperative to Contested Europe? The
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[644] Los datos han sido extraídos del último informe de la Organización Mundial del
Comercio, Trade Policy Review Body, World Trade Organization, WT/TPR/S/334, 15 de
marzo de 2016, p. 19; disponible en https://www.wto.org/english/tratop_e/tpr_e/s334_e.pdf
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[646] WOLCZUK, Kataryna. “Managing the flows of gas and rules: Ukraine between the
EU and Russia”, Eurasian Geography and Economics, vol. 57, nº 1, 2016, p. 133.
[647] Tesis mantenida por ASLUND, Anders. “The Maidan and Beyond: Oligarchs,
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[648] Véase un ejemplo de este tipo de tesis en GARNETT, Sherman. Keystone in the Arch:
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[651] ZIELONKA, Jan. Europe As Empire: Thee Nature of the Enlarged European Union,
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[652] BARBIERI, Jaroslava. “Ukrainian Barricades: The Last “Limes Europae?”, East and
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[654] Civil Society and the Crisis in Ukraine, OSCE Special Monitoring Mission to Ukraine,
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[655] Tesis mantenida por uno de los especialistas en la crisis de Ucrania, WILSON, Andrew.
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[657] PLOKHY, Serhii. The Gates of Europe: A History of Ukraine, New York. Basic Books,
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[659] Traducción y comentarios del artículo del general Gerasimov por COALSON, Rob
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[660] KOFMAN, Michael y ROJANSKY, Matthew. “A Closer Look at Russia´s Hybrid
War”, Kennan Cable, nº 7, abril 2015, p. 1; disponible en
https://www.files.ethz.ch/isn/190090/5-KENNAN%20CABLE-
ROJANSKY%20KOFMAN.pdf (Consultada el 4 de septiembre de 2017)
[663] Véase en la página web oficial del Kremlin, el 18 de marzo de 2014 la transcripción en
inglés del discurso; disponible en http://en.kremlin.ru/events/president/news/20603
(Consultada el 6 de septiembre de 2017)
[664] MARTEN, Kimberley. “Putin´s Choices: Explaining Russian Policy and Intervention
in Ukraine”, The Washington Quarterly, vol. 38, nº 2, verano 2015, p. 191.
[668] BEBLER, Anton. Crimea and the Russian-Ukrainian Conflict, The Norwegian Atlantic
Comittee, Security Policy Paper nº1/2015, p. 24.
[670] Véase al respecto ONUCH, Olga. “Maidan´s Past and Present: Comparing the Orange
Revolution and the EuroMaidan”, en MARPLES, David y MILLS, Frederick, Ukraine´s
EuroMaidan: Analyses of a Civil Revolution, Stuttgart: Ibidem, 2015, pp. 1-46.
[671] ONUCH, Olga y SASSE, Gwendolyn. “The Maidan in Movement: Diversity and
Cycles of Protest”, Europe-Asia Studies, vol. 68, nº 4, p. 559; disponible en http://www-
tandfonline-com.bibliouca.idm.oclc.org/doi/
abs/10.1080/09668136.2016.1159665?journalCode=ceas20 (Consultada el 6 de septiembre
de 2017)
[672] ONUCH, Olga. “Social Networks and Social Media in Ukrainian EuroMaidan
Protests”, The Washington Post, 2 de enero de 2014, disponible en
https://www.washingtonpost.com/news/monkey-cage/ wp/2014/01/02/social-networks-and-
social-media-in-ukrainian-euromaidan-protests-2/?utm_term=.27ddbc705753 (Consultada
el 7 de septiembre de 2017) Es un resumen de las ideas contenidas en un artículo posterior
publicado con el mismo título en Problems of Post-Communism, vol. 62, nº 4, 2015, pp. 217-
235; disponible en http://www-tandfonline-
com.bibliouca.idm.oclc.org/doi/abs/10.1080/10758216.2015.1037676 (Consultada el 7 de
septiembre de 2017)
[673] Hipótesis sostenidas por SZENASI, Endre. “Crisis in Ukraine: A Collision of Interests.
What´s next?”, Defence Review, vol. 143, Special issue, 2015, p. 32; disponible en
https://www.academia.edu/31298494/Crisis_in_Ukraine_A_Collision_of_Interests._What_
s_next (Consultada el 8 de septiembre de 2017)
[674] LEGVOLD, Robert. “Managing the New Cold War. What Moscow and Washington
Can Learn from the Last One”, Foreign Affairs, julio-agosto de 2014; disponible en
https://www.foreignaffairs.com/ articles/united-states/2014-06-16/managing-new-cold-war
(Consultada el 8 de septiembre de 2017)
[676] Una actualización sobre el proceso reformista de Ucrania desde la firma de los
Acuerdos de Minsk II puede consultarse en “Ukraine Reform Monitor: April 2017”, Carnegie
Endowment For International Peace, 19 de abril de 2017; disponible en
http://carnegieendowment.org/2017/04/19/ukraine-reform-monitor-april-2017-pub-68700
(Consultada el 9 de septiembre de 2017)
[679] Así se reconoce por parte del Parlamento Europeo en “Ukraine and the Minsk II
Agreement. On a Frozen Path to Peace?, Briefing, enero de 2016; disponible en
http://www.europarl.europa.eu/RegData/
etudes/BRIE/2016/573951/EPRS_BRI(2016)573951_EN.pdf (Consultada el 13 de
septiembre de 2017
[680] NOVÁKY, Niklas. “Why So Soft? The European Union in Ukraine”, Contemporary
Security Policy, vol. 36, nº 2, 2015, p. 252.
[681] TSYGANKOV, Andrei. “Vladimir Putin´s last stand: The Sources of Russia´s Ukraine
Policy”, Post-Soviet Affairs, vol. 31, nº 4, 2015, p. 279.
[683] TORBAKOV, Igor. “After Ukraine Debacle, Kremlin Strategists Warn of Serious Rift
with the West”, Eurasia Daily Monitor, vol. 1, nº 149, 17 de diciembre de 2004; disponible
en https://jamestown.org/program/after-ukraine-debacle-kremlin-strategists-warn-of-
serious-rift-with-the-west/ (Consultada el 12 de septiembre de 2017)
[684] KRASTEV, Ivan y LEONARD, Mark. The New European Disorder, ECFR nº 117,
noviembre de 2014, p. 3; disponible en
http://www.ecfr.eu/publications/summary/the_new_european_disorder322 (Consultada el
14 de septiembre de 2017)
[685] Ibídem.
[686] WILSON, Andrew (ed.). What Does Ukraine Think?, London: ECFR, 2015, p. 108.
[687] MENON, Rajan y RUMER, Eugene. Conflict in Ukraine: The Unwinding of The Post-
Cold War Order, London: MIT Press, 2015.
[688] Tesis mantenida por STONER, Katryn y McFaul, Michael. “Who lost Russia (This
Time)? Vladimir Putin”, Washington Quarterly, vol. 38, nº 2, verano 2015, pp. 167-187;
disponible en https://twq.elliott.gwu. edu/who-lost-russia-time-vladimir-putin (Consultada el
15 de septiembre de 2017)
[689] CHARAP, Samuel y COLTON, Timothy. Everyone Loses. The Ukraine Crisis and
The Ruinous Contest for Post-Soviet Eurasia, London: IISS/Routledge, 2017, p. 182.
[693] Véase al respecto LAPIDUS, Gail. “Putin´s War on Terrorism: Lessons from
Chechnya”, Post-Soviet Affairs, vol. 18, enero-marzo 2002, pp. 41-48.