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&. y _ Miquerida-~ planta carnivora ‘QUENTOS ¥ COMEDIAS PARA TEMBLAR DELARISA | (© DEQUE TE COMA Mi PLANTA CARNIVORA) Este libro tiene cuentos y obras de teatro en las que hay un montona- 20 de monstruos, esqueletos, mo- miasy espectros que te espantaran dela risa. Y también te podrian dar cosquillas de escozor en la panza. Decidimos reunitlos porque nos parece que las cosas son serias ode risa segin cémolas miremos, Ojala puedas Henarte de car cajadas cuando los leas y, a la vez, puedas contagiarlas a otros cuan- do las actives. MI QUERIDA PLANTA CARNIVORA truo era su planta carnivora. Se lamaba Mandi Bulina y la habia ctiado desde que era apenas un brotec- to surcado por varias hileras de dientes de leche. De eso hacia afiares. Ahora, sus dientes parecian tablas de esquf yen la bocaza le cabia un camién con acoplado. Eltalloeraalisimo como un poste de uz, del cual le nacia un tinico par de hojas (que se parecian a las alas de un dragon. No le hacia asco a nada de fo que le sirvieran y se zampaba todo sin dejar un ‘inimo vestigio de comida ni de platos, Leos PorearioS. Mons- 9 bandejas u ollas. Porcario S. Monstruo, agradecido: asi cevitaba tener que lavarla vail. Pero la planta adolecia de una fea costumbre. Tenfa pésimos modales en la mesa! Se dirfa que un cerdo sal- vaje era mas refinado y educado que ella. Eso oblig6a que su duefio dejara de levarta alos res- toranes o ya no invitara a los amigos a almorzar a st casa; aunque también se debiéa que mas de una vez se trag6 algéin mozo o un par de invitados. Seguro se estardn preguntando: “sCudles eran esos malos modales que el voraz vegetal mostraba en la ‘mesa2”. Sino se lo estén preguntando, igual les detallo algunos. Entre sus comidas favoritas estaban los zorrinos y los cuervos. Le gustaba que s¢ los sirvieran vivos en el plato. Ella los remataba con un certero mazazo para de vvordrselos de un solo bocado; después, escupia los pelos ylas plumas porque le resultaban causa de indigestién. Para el postre solo aceptaba ratones congelados. Los sostenfa por las colas como si fueran palitos de helado mientras los lamba ensordecedoramente con stt len- gua violeta; siempre exigia mas, haciendo bertinches a los que el solcito Poreatio S. Monstruo respondia le- vvindole tantos roedores como tenfa en el freezer. ‘Usaba la servilleta para sonarse los mocos y se lim- 10 piaba la bocota restregéndola en el piso, Para sacarse a grasa que quedaba en sus hojas se las chupaba, lo que producia un sonido que crispaba los pelos. ‘Al terminar esta grotesca escena, se mondaba los colmillos con un serrucho. Pero ain habia que esperar el detalle més delicado. jSus eructos! Mandi Bulina eructaba ecos de ultratumba. El rut dazo que escapaba de sus faces sacudia los cimientos, despintaba las paredes, desprendia la mamposterfa; trizaba adornos, ventanas y timpanos. Porcatio §, Monstruo jams la amonest6 por tanto ‘escéndalo, aunque st mejor amiga ni siquiera era ca paz de pedinle “por favor’, decile“gracias"oesbozarun timido “perdén’ luego de cada cavernoso eructo. gualmente, por orden del Sindicato de Mozos los consejos de sus amigos, ecidié contratar ls servicios de juan Pichiché, un reconocido profesor de buenos moda- Jes que atendfa a domicili. Ademés, el pedagogo sola jactarse de que en una sola clase podia transformara un sanguinario tiburén en una refinada ycortés mojarritaa Ia que daria gusto tener como comensal. Se present6 un mediodfa en la casa. Mandi Bulina ya lo esperaba frente a una mesa con platos lenos de ‘comida y dispuesta a recibir su lecci6n. Habia accedido n con la condicién de que si aprendia algo, al final podria devorarse a distinguido educador. Lorecibié con un beso. ~iQué planta mas carifiosa —se alogré Juan Pichiché, sin sospechar que en realidad le estaban dando una probadita, Elinstructor comenzé su clase con una perorara sobre la. importancia de conservar las maneras y el respeto du- rante ls comidas, Porcario $. Monstruo lo escuchaba atentisimo, Mandi Balina crab sn Ja suya: lanzando dentelladas, cazaba moscas, que para ella era i imoce la cae la eran algo asi como mani —Entendido esto —remare6 Juan Pichichi— pa- semos a la primera leccién: las manos siempre deben estar limpias para tomar los cubiertos o las copas... —Disculpe, profe —lo interruimpié Porcario—. Como toda planta, mi amiga no tiene manos. En cam- bio, sus tripas deben estar llenas de las manos de los vvecinos que se ha ido engullendo... EI profesor, cuya pericia le permitia adecuarse a cualquier stuacién, pas6 entonces a la segunda leccir —No se debe hablar con la boca Ilena ni hacer ruido al tragar.. —De nuevo lo corto, profe. Mandi Bulina no habla yssibien es ruidosa, més barullo hace la comida que se nigga a ser tragada por ella. Para demostrarle que no mentfa, Porcario dejé que la planta probara el elefante que habia sobre una ban- deja. Elanimal no dejé de barritar hasta que se hundi6 por la garganta del vegetal. Juan Pichiché decidié pasara otra leceién: —No se debe beber ningin liquido mientras todavia se tenga comida en la boca. 14 ‘Mandi Bulina lo escuché, pero no por eso dejé de var ciarse el sifon de soda cuando atin no habia terminado de tragarse las croquetas de rinoceronte, que también eran sus favoritas. —cuarta leccién —amuneié Juan Pichichti—. Sinos sirven algo que nos disgusta, no se lo hagamos saber ‘a nuestro anfitrién; simplemente dejémoslo sin tocar hhasta que retiren el plato. El consejo llegé tarde. En ese momento, la planta lanzaba por la ventana los perros salchicha con mosta- za, ametrallaba a sala usando como municién las al béndigas de mapache e inundabs la casa derramando Jos platos con sopa de gallina. Pero deberia haber dicho antes, hombre! As{no le cocinaba nuevos platos justo hoy, ole débamos la lee- cién antes de este enchastre —se justified Porcario 8. Monstruo, algo abochornado. El profesor no dijo ni muy siguié con sus consejos: —i durante la velada la charla resultara aburrida, jamas se ha de entretener jugando con la comida... ‘También lleg6 a destiempo tan decorosa recomen- dacién, Hastiada de aquella clase, la planta se ponia las lombrices ala bolofesa en la cabeza y se las peinaba como si fueran una peluca, Enseguida, con st aliento incendiario, prendié la mecha de las bombas de papa 1s y salt6 a lo loca con cada explosién. De yapa, y todo al ‘mismo tiempo, arrojé las pizzas para que volaran como si fueran pequefios ovnis. —Siguiente leccién —impuso juan Pichichti, que em- pezaba a dudar de los resultados de su cétedra—:noem- pezara comer hasta que todo el mundo esté servido. —Otra vez me meto —dlijo Porcario S. Monstruo—, porque no me aleanza la vajila como para servirle de co- mer todo el mundo a mi plantita... Ya no dudaba, Juan Pichichtt estaba seguro de su fra- «aso, Igualmente intenté con una nueva sugetencia: —No trate de comer todolo que haya sobre la mesa. Alescuchar eso, Mandi Bulina entendié que si no era correcto comer lo que habia en a mesa, por ende deberia alimentarse con lo que habia alrededor. Y haciendo caso por primera vez a su instructor, eligid su préximo boca- dillo entre Forcario S. Monstruo y aquel que desde que habia legado solo hablaba, hablaba, hablaba. En un cen- telleo,abrié la bocaza y antes de que el experto en buenos modales se diera cuenta, y2 se lo habia embachado, —iMandi Bulina! se animé a retarla Porcario S. Monstruo. Costé hacerle beber litros y litros de jarabe laxante, pero finalmentelogré que la planta purgaraal profesor. Mareado después de dar vueltas por el éstémago del 16 vegetal, Juan Pichichi no recordaba ni su: nombre, Peto dealgo estaba seg. ; Jamis volveré a ensefiar buenos modales —grit6 antes de caer redondo al pis. ‘Mandi Bulina pretendié comérselo de nuevo, pero su uefio a detuvo muy enojado. —jCaca! jNo se toca! —le grit 1a planta bajéla cabeza y gimote6 comoun cachorto.. odeberiadecirsecomoun pimpollo. ‘Verla haciendo semejante pachero ablandé el humor de Porcatio 8. Monstruo, quien reconoci que haber contratado profesor para cambiarlas costumbres de su plantacarnivo- rahabiasidoun gran error ‘Adems, era su mejor amiga. ; “ay a los amigos se los quiere como son! —asever6 Porcario 8. Monstruo, demostrando ser también amigo della frases armadas. ; Desde entonces oli allevarlaalos restoranesy sumé salidas.a almorzar en los carrtos de comida al paso. Tam- bin invita sts amigosa cenar asucasa,yenla punta de Ja mesa ubica orgulloso a su querida planta. Fla sigue teniendo modales que ofenderian a un cer- doy una voracidad que superarfaaun tiburén. Tambien se sigue tragando mozos 0 invitados, a veces de a varios al mismo tiempo. wv 18 Pero parece que algo le dej la falda clase, o quizés el hhecho de habertenido a juan Pichiché durante un tiempo adentro dela panza. Después de engullir lo que sea y eructar cavernosa: ‘mente, ha empezado a murmurar: —iPerdén! ESQUELETO DE MopA vida, ni siquiera para un esque- leto” Eso pensaba a toda hora Cleto Esquelet. Es que el pobre, que era puro hueso, se moria de fia, Fuerainvier- ‘nooverano, estaba heladocomo cualquiera

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