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SVU lale pCa] Mala EME med ices) lace (eleeM ELAM CeCe) Byung-Chul Han (Sedl, Corea del Sur, 1959), SCM m eee Ru RUC eect ic le) Nae u ee Mae eka aU aes es dad de Munich. En 1994 se doctoré por la UUM ae ue MM esl aes Mee Cass LCE aC na ACCME etal cig} dio clases de filosofia en la universidad de Basilea, en 2010 fue profesor de Filosofia 7 EMTS Sanseloe aw eM sree) ST aeela (a Disefio de Karlsruhe y desde 2012 es rag VTS ie mass Clo Toxo en Uae STUY Va cea at oe ET las acd de una decena de at) (oa Fy LCN (ogra Cas TSEC eth cido al castellano en Ucar ACU Se ee PURPLEPRINT creative ene ‘Biteyt Taeg ows. Bl dre meise chee Areal ab ibe xdceys PRAM aisiearent beni eeednie egpasniase deh: ea ata i) c saitinainet Paitidiaches Hincitaciun are alr on bad también peatocey amt ERCCIVG 11 MELANCOL{A En tiempos recientes se ha proclamado con fre- cuencia el final del amor. Se piensa que hoy el amor perece por la ilimitada libertad de elecci6n, por las numerosas opciones y la coaccién de lo 6ptimo y que, en un mundo de posibilidades jlimitadas, no es posible el amor. También se de- nuncia el enfriamiento de la pasion. Eva Ilouz, en su obra Por qué duele el amor?, atribuye este enfriamiento a la racionalizacion del amor y a la ampliacin de la tecnologia de la eleccion. Pero estas teorias sociolégicas desconocen que hoy est en marcha algo que ataca al amor mas que la libertad sin fin o las posibilidades ilimitadas. No solo el exceso de oferta de otros otros conduce ala crisis del amor, sino también la erosion del otro, que tiene lugar en todos los ambitos de la vida y va unida a un excesivo narcisismo de la propia mismidad. En realidad, el hecho de que el otro desaparezca es un proceso dramiatico, pero 19 Je un proceso que progresa sin a le > Por e trata ¢ Ata ‘ cia, muchos lo adviertan, jesgracia, muC a af d Hl Eros se dirige al ofro en sentido eNfiticg 10 puede alcanzarse bajo el régimen det ue T i q Por eso, en el infierno de lo igual, al que |, yo. 5 z dad actual se asemeja cada vez més, no hay aa experiencia erotica. Esta presupone la semetla y exterioridad del otro. No es Casual que Sécrates, como amado, se llame atopos. E] Otro, que yo deseo y que me fascina, lite de lugar. Se sustrae al lenguaje de lo igual: «At6pico, el Otro hace temblar el lenguaje: no se puede hablar de al, sobre él; todo atributo es falso, doloroso, torpe, mortificante».' La cultura actual del constante igualar no permite ninguna negatividad del ato- pos. Comparamos de manera continua todo con todo, y asi lo nivelamos para hacerlo igual, puesto que hemos perdido precisamente la atopia del otro. La negatividad del otro atépico se sustrae al consumo. Asi, la sociedad del consumo aspira a eliminar la alteridad at6pica a favor de diferencias consumibles, heterotépicas. La diferencia es una po- sitividad, en contraposici6n a la alteridad, Hoy la "egatividad desaparece por todas partes. Todo es aplanado para convertirse en objeto de consumo. 1. R. Barthes, Fra agmentos de un dis prion sigan 2006, p. 32, cUISO amoroso, México, Siglo 20 Vivimos en una sociedad vez mas narcisista. La libido aay cada todo en la apropia subjetividad. B] oni no es ningtin amor propio. El sujeto del ade propio emprende una delimitaci6n negativa frente al otro, a favor de si mismo, En cambio, el sujeto narcisista no puede fijar claramente sus limites. De esta forma, se diluye el limite entre él y el otro. El mundo se le presenta solo como proyecciones de si mismo. No es capaz de conocer al otro en su alteridad y de recono- cerlo en esta alteridad. Solo hay significaciones alli donde él se reconoce a si mismo de algan modo. Deambula por todas partes como una sombra de si mismo, hasta que se ahoga en si mismo. La depresién es una enfermedad narcisista. Conduce a ella una relacién consigo mismo exagerada y patolégicamente recargada. El su- jeto narcisista-depresivo esta agotado y fatigado de si mismo. Carece de mundo y esta abando- nado por el otro. Eros y depresién son opuestos entre sf, El Bros arranca al sujeto de si mismo y lo conduce fuera, hacia el otro. En cambio, la depresién hace que se derrumbe en si mismo. ndimiento esta El actual sujeto narcisista del re 5 éxitos llevan abocado, sobre todo, al éxito. Lo : “2 TO. consigo una confirmacion del uno por el of 21 Ahora bien, el otro, despojado de i queda degradado a la condicién de - "etic uno, al que confirma en su ego, Bats ig del reconocimiento atrapa €N St ego, ait profundamente, al sujeto narcisista del Mi miento. Con ello se desarrolla un a end. del éxito. El sujeto depresivo del reng; ey se hunde y ahoga en si mismo. En ea el Eros hace posible una experiencia de] — en su alteridad, que saca al uno de su in; fier = narcisista. El Eros pone en marcha un volume: rio desreconocimiento de si mismo, un voluntari vaciamiento de si mismo. Una especial debilidag se apodera del sujeto del amor, acompaiiada, la vez, por un sentimiento de fortaleza que de todos modos no es Ia realizacin propia del uno, sino el don del otro. En el infierno de lo igual, la legada del otro atopico puede asumir una forma apocaliptica. Formulado de otro modo: hoy solo un apocalipsis puede liberarnos, es mis, redimirnos, del infierno de lo igual hacia el otro. Del mismo modo, la pelicula Melancolia, de Lars von Trier, comienza con el anuncio de un suceso apocaliptico, desastroso. Desastre sig- nifica, literalmente, no astro (lat. des-astrum). En el cielo nocturno, Justine descubre, en presencia de su hermana, una estrella resplandeciente de color rojo que mas tarde se revela como u? no 22 a astro. Melancolia es un desastrum® con el que jnicia su curso todo el infortunio, Pero alli h algo negativo de lo que parte un efecto sliandig purificador, En este sentido, «Melancolia» a un nombre paraddjico, en la medida en que produce una cura para la depresién como una forma especial de la melancolia. Se manifiesta como el otro atépico que saca a Justine del pozo narcisista. Asi, florece realmente ante el planeta que trae Ja muerte. El Eros vence la depresién. La relacién tensa entre amor y depresion domina desde el prin- cipio el discurso de la pelicula Melancolia. El preludio de Tristan e Isolda, que flanquea mu- sicalmente la cinta, conjura la fuerza del amor. La depresi6n se presenta como la imposibilidad del amor. O bien el amor imposible conduce a la depresi6n. Por primera vez, el planeta Me- lancolia, como un otro atopico, que irrumpe en el infierno de lo igual, concita en Justine la aspiracion erotica. En la escena junto a la roca del rio se ve el cuerpo desnudo de una amante envuelto en voluptuosidad. Llena de esperanza, Justine se tumba bajo la luz azul del planeta por- tador de muerte. En esta escena parece como 2. «Melancoliay es también el nombre con el que se bautiza a esta ‘estrella resplandeciente». (N. del E.) 23 si Justine anhelara el choque Mortal ¢ 5 cg cuerpo celeste. Ella espera Ia Calas proxima como una unién dichosy Nos vemos forzados a Pensa a amor de Isolda. Ante la mbit la se acerca, también Isolda se entrega con “aa al «todo que sopla en la respiraciéy a mundo». No es ninguna casualidad que justo en esa tinica escena erotica de la pelicula resuene de nuevo el preludio de Tristan e Isolda. Este e la cercania entre Eros y muerte, apocalipsis y redencién. De manera paraddjica, Ja muerte que se aproxima da vida a Justine. La abre para el otro. Justine, liberada de su prision narcisista, se aboca al cuidado de Claire y su hijo. La magia real de la pelicula es la prodigiosa transformacién mediante la cual Justine deja de ser una depresiva y se convierte en una amante. La atopia del otro se muestra como la utopia del Eros. Lars von Trier intercala con clara intencién conocidos cuadros clasicos para dirigir discursivamente la pelicula y do- tarla de una semntica especial. Asi aparece, en la intro surrealista, el cuadro de Pieter Brueghel Los cazadores en la nieve, que sume al espectador en una profunda melancolia invernal. En el fondo del cuadro el paisaje linda con el agua, lo mismo que la finca de Claire, insertada de- atopic traf que sca el amado. muerte de placer conjura magicament jante del cuadro de Brueghel, Ambas escenas juestran wna topologia semejante, de modg que ja melancolia invernal de Los cazadores en ja nieve se extiende a la propiedad de Claire os cazadores, con un vestido oscuro, tdlven casa profundamente encorvados. Los pijaros negros en los arboles hacen que el paisaje in- yernal parezca todavia mas sombrio. El letrero dela posada «Zum Hirschen», con la imagen de un santo, esta torcido y casi se cae. Este mundo Jjeno de melancolia invernal produce un efecto de abandono de Dios. Lars von Trier hace que del cielo caigan lentamente fragmentos negros, que devoran el cuadro como una fogata. A este melancélico paisaje invernal le sigue una escena que produce un efecto similar al de una pintu- ra, en la cual Justine imita a la Ofelia de John Everett Millais. Con una corona de flores en Ja mano, flota en el agua como la bella Ofelia. Justine, después de una disputa con Claire, cae de nuevo en la desesperaciOn, y su mira- da se desplaza con desamparo a través de los cuadros abstractos de Malevic. Luego, en un ataque, arranca del estante los libros abiertos y Jos reemplaza ostensiblemente por cuadros que tefieren, todos ellos, a pasiones abismales del hombre. En este momento preciso suena de nuevo el preludio de Tristdn e Isolda. Por tanto, 25 de nuevo se trata de amor, deseo : ‘ y Muerte . primero centra su mirada en Los Cay, fo nieve de Brueghel. Luego se dir; Millais con su Ofelia y cuegelll ret cabeza de Goliat, de Caravaggio, a Bln dcop ki de Brueghel y, finalmente, a un dibyj Fredrik Hill en el que se representa ia que ronca en soledad. ung La bella Ofelia, flotando en e| agua Le f 1c boca medio abierta y la mirada perg; ita su espacio, semejante a la de un santo andy en e| te, sugiere de nuevo la cercanja entre a muerte. Cantando igual que las Sirenas, in en Shakespeare, muere Ofelia, |g acondleds 4 ie Hamlet, rodeada de flores caidas. Ella tiene una bella muerte, una muerte de amor. En la Ofelia de Millais puede reconocerse una flor que no se menciona en Shakespeare, una amapola, que alude a Eros, al suefio y la embriaguez. También David con la cabeza de Goliat, de Cara- vaggio, es un cuadro de deseo y de muerte. En cambio, El pais de Jauja, de Brueghel, muestra una sobresaturada sociedad de la positividad, un infierno de lo igual. Los hombres yacen con apatfa aqui y alld con sus cuerpos repletos, agotados por la saciedad. Incluso el cactus tiene ninguna espina. Es de pan. Aqui todo es pOsitivo siempre que pueda comerse y distru- 6 arse. Esta sociedad sobresaturada se Parece a ja morbida sociedad de la boda de Melancolta. fs interesante que Justine coloque El pals de Jauja inmediatamente junto a una ilustracién de William Blake que representa a un esclavo colgado vivo por una costilla. El poder invisible de la positividad contrasta aqui con la violencia prutal de la negatividad, que explota y expolia. Justine abandona la biblioteca Justo después de ‘haber extendido en el estante el dibujo de Un ciervo que ronca, de Carl Fredrik Hill, El dibujo expresa de nuevo el deseo erético o la afioranza de un amor, que Justine nota en su interior. También aqui se representa su depresién como la imposibilidad del amor. Sin duda, Lars von Trier sabia que Carl Fredrik Hill padecié toda su vida psicosis y depresién severa. Esta sucesion de cuadros presenta de manera intuitiva todo el discurso de la pelicula. El Eros, el deseo eréti- co, vence la depresién. Conduce del infierno de lo igual a la atopia; es mAs, a la utopia de lo completamente otro. El cielo apocaliptico de Melancolia se parece a aquel cielo vacio que para Blanchot representa la escena originaria de su nifiez. Ese cielo le revela la atopia de lo completamente otro, cuando de Pronto interrumpe lo igual: me encontraba en una casa de la ventana cerrada, miraba de pronto, jnada podia ser mig : como si el cielo se abriera, come 4 hy infinitamente a lo infinito, para j través de este arrollador momentg 2 tura a reconocer lo infinito, Pero lo j infinitamente vacio. El resultado ew atite fio. El stibito y absoluto vacio de ciel visible, no oscuro —vacio de Dios. bi o explicito, y en ello superaba con tu a mera referencia a lo divino—, sorpren, — > nifio con tal encanto y tal alegria, Ki 6 al un momento se lleno de lagrimas, y a do preocupado por la verdad— yo creo que fueron sus tltimas l4grimas.: El nifio se ve arrebatado por la infinitud del cielo vacio. Es arrancado de si mismo y desinterio- rizado hacia un afuera atopico, es des-limitado y des-vaciado. Este acontecimento desastroso, esta irrupci6n del afuera, de lo totalmente otro, se realiza como un des-propiar (expropiar), como supresién y vaciamiento de lo propio; a saber, Coelen, M 3. M. Blanchot, «...absolute Leere des Himmels...», en C ‘oelen, M (ed.), Die andere Urszene, Berlin, Diaphanes, 2008, p. 19 28 4 Ud, La escritura del desate, Caracas, Monte-Avila, 1990, p. 125. 29 SL o de si mismo, sin duda es libre en ) que no est4 sometido a ningiin otro que de y lo explote; pero no es realmente se explota a si mismo, por mas que a.con entera libertad. El explotador es el tado, Uno es actor y victima a la vez. La i6n de si mismo es mucho mis eficiente ajena, porque va unida al sentimiento 31 dad no es libre, sino que simp me cuando en verdad se explota a s{ mic. cault adopta un tono afirmativo liberalismo, Acepta sin critica que e] neoliberal, como «sistema del Estado mj - como «administrador de la libertady,7 Posibilitg % libertad del ciudadano, Se le escapa pore 5 la estructura de poder Y Coaccién que hay en proclamacién neoliberal de la libertad. De esta forma, la interpreta como libertad Para la liber tad: «Voy a producir Para ti lo que se Tequiera para que seas libre. Voy a procurar que tengas la libertad de ser libre».’ La proclamacién neolibe- ral de la libertad se manifiesta, en realidad, como un imperativo paraddjico: sé libre. Precipita al sujeto del rendimiento a la depresion y al ago- 5. M. Foucault, El nacimiento de la biopolitica, Buenos Aires, FCE, 2007, P. 310. 6. Ibid., p. 4r. 7. Ibid., p. 84 8. Ibid. 32 e a quien pueda hacer responsable Tampoco hay posibilidad alguna niacin. Con ello surge no solo la sino también la de gratificacion. 0 el desendeudamiento como la gra- cia del otro. La la condicion is de onen de / presuponen la instan s vinculacién al otro & dental de posibilidad para la n y de deudas. Estas crisis P manifiesto que el capitalismo, frente 4 les . Uposi. cién ampliamente difundida (por ejemp lo, gail , Por Walter Benjamin), No es ninguna religién ou Tr » Pues toda religion maneja las categorias de deuda (ul. pa) y desendeudamiento (perd6n). E] Capitalismo es solamente endendador. No dispone de ningun, posibilidad de expiacion que libere al deudor de su deuda. La imposibilidad del desendeudamien- to y de la expiaciOn es responsable también de la depresin del sujeto del rendimiento. La de- presion, junto con el sindrome del agotamiento, representan un fracaso insalvable en el poder, es decir, una insolvencia fisica. Insolvencia significa, al pie de la letra, la imposibilidad de compensar (solvere) la deuda. El Eros es, de hecho, una relacién con el otro que est radicada mis alla del rendimiento y del poder. El no poder poder es su verbo modal negativo. La negatividad de la alteridad, a saber, la atopia del otro, que se sustrae a todo poder, es constitutiva para la experiencia erdtica: «La esencia del otro es la alteridad. Por ello, hemos buscado esta alteridad en la relacién absoluta- mente original del Eros, una relaci6n que no es posible traducir en términos de poder».? La absolutizacién del poder aniquila precisamente 9. E. Levinas, El tiempo y el otro, Barcelona, Paid6s, 1993, P-13! 34 | otto La relacion lograda con el otro sem a . a- eta como una especie de fracaso, B} ot * TO pitte . parece solo a través de un no poder poder, ,Podemos caracterizar esta relacién con otro mediante el Eros como un fracaso? Una vez mas: si, siempre que se adopte la termino- logia de las descripciones corrientes, que caracterizan lo erdtico por el «aprehender, el aposeer» 0 el «conocer. Pero en el Eros no hay nada de todo ello, ni tampoco su fracaso, Si fuese posible conocerlo, poseerlo 0 apre- henderlo, entonces ya no seria otro. Poser, conocer, aprehender: sinonimos del poder.” El amor se positiva hoy como sexualidad, que esta sometida, a su vez, al dictado del rendimien- to. El sexo es rendimiento. Y la sensualidad es un capital que hay que aumentar. El cuerpo, con su valor de exposicion, equivale a una mercancia. El otro es sexualizado como objeto excitante. No se puede amar al otro despojado de su alteridad, solo se puede consumir. En ese sentido, el otro ya no es una persona, pues ha sido fragmentado en objetos sexuales parciales. No hay ninguna personalidad sexual. 10. Ibid., p. 133. Si el otro se percibe como objeto Sexual se erosiona aquella «distancia Originariay gue. segun Buber, es «el principio del ser ited y constituye la condici6n trascendental de Posi bilidad de la alteridad."" La «distancia Originariay impide que el otro se cosifique como un objeto, como un Donde se sacraliza la mera vida, la teologia da paso a la tera- pia; o bien la terapia se hace teolégica. La muerte yano tiene ningiin puesto en el catalogo de ren- dimiento de la mera vida. Ahora bien, mientras alguien permanece esclavo y se aferra a la mera vida esta sometido al amo. «Pero el combatiente y cl victorioso odian por igual vuestra aspaventosa muerte que se acerca furtiva como un ladron —y que, sin embargo, viene como sefior.”” 25, Id, JeneserRealphilsophie I, Leipzig, 1932, p. 229 (trad cast. Fil- sofia real, Madrid, ce, 1984). 6. ENietasche, Asi hablé Zaratustra, Madrid, Alianza, 1980, p. 39. 27. Ibid. 47 mo exceso Y transgresin niega omo la mera vida. Por rane arra a la mera vida y trabaja, no 1a experiencia erdtica, de deseo el rendimiento se parece El eros col tanto el trabajo « esclavo, que se age ic ningul to actual d jiano, si bien con el detalle de que o, sino que se explota de no manera voluntaria a si mismo. Como empresario : y esclavo a la vez. Se trata es capaZ d erdtico. El suje aLesclavo hege’ trabaja para el am je si mismo es amo de i Hegel no pensé de una unidad funesta que Frege P i su dialéctica. El sujeto de la propia explotacion esta privado de libertad en idéntico grado que el sujeto de la explotacion ajena. Si entendemos la dialéctica de amo y esclavo como historia de la libertad, no se puede hablar de final de la historia, pues todavia estamos muy lejos de ser realmente libres. Bajo esa hipotesis, hoy nos encontramos en un estadio histérico en el que el amo y el esclavo forman una unidad. Somos amos del esclavo 0 esclavos del amo, pero no hombres libres, cosa que habria de hacerse realidad, justo al final de la historia. Y, segiin lo dicho, la historia, entendida como historia de la libertad, no ha Ilegado al final. Solo Hlegaria al final cuando nosotros fuéramos libres de hecho, cuando no fuéramos ni amos ni eo ni esclavos del amo, ni amos del esclavo. a 7 absolutiza la mera vida. Su vida buena. Su compulsién a 48

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