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awimad Ofnvav Viv YNV 9p S010 waraas O1NVE wg optutido ap e8o8epag D) U0I OLguanrUsaL UQQ WZNVadadSa VI Id vIDOOVaad OTAONVELSVN P Si mi posicin en la época hubiese sido la mecanicista, yo no habria hablado siquiera de concientizacién. Hablé de concien- tizacién porque, atin habiendo tenido un deslizamiento en la direccién idealista, tenfa tendencia a corregirme pronto y, asi, asumiendo la coherencia con la préctica que ya poseia, percibir el movimiento dialéctico conciencia-mundo inherente a ella. En una posicién antidialécticamente mecanicista yo, como todos los mecanicistas, habria renegado de la concientizacién, de la educacién, antes del cambio radical de las condiciones materiales de la sociedad. La perspectiva dialéctica no puede entender, como antes afir- mé, la conciencia critica a no ser como epifenémeno, “como resultado de cambios sociales y no como factor de ellos”, tam- bién (Erica Marcuse, 1986). Es interesante observar cémo para la comprensién idealista, no dialéctica, de las relaciones conciencia-mundo, podemos ha- blar de concientizaci6n siempre que ésta, en cuanto instrumento de cambio del mundo, se realice en la intimidad de la conciencia, dejando asi intacto el mundo propiamente dicho. Desde el punto de vista del dogmatismo mecanicista ni si- quiera tenemos cémo hablar de concientizaci6n. Es por eso que las dirigencias dogmaticas, autoritarias, no tienen por qué dia- logar con las clases populares, y af decirles lo que tienen que En forma mecanicista e idealista es imposible entender lo que sucede en las relaciones de opresores u opresoras con oprimidos u oprimidas, como individuos 0 como clases sociales. Solamente en la comprensién dialéctica, repitamos, de cémo se dan conciencia y mundo, es posible comprender el fenémeno de la introyeccién del opresor (u opresora) por el oprimido (u oprimida), la “adherencia” de éste a aquél, la dificultad que tiene el segundo para localizar al primero fuera de si mismo, oprimido. . * Véase Sartre, Fanon, Memmi, Freire, entre otros. (100) 101 Otra vez me viene a la memoria el momento en que hace inticinco aiios escuché de Erich Fromm, en su casa de Cuer- vei Favaca, con la mirada de sus ojos pequetios, azules, brillantes: ZUna practica educativa asi es una especie de psicoanalisis his- térico-socio-cultural y politico.” Es esto lo que los mecanicistas dogmaticos, autoritarios, sec- tarios, no comprenden y rechazan casi siempre como “idea- lismo”. ‘Sia las grandes mayorfas populares les falta una comprensién més eritica del modo como funciona la sociedad, no es porque Sean, digo yo, naturalmente incapaces, sino por causa de las Condiciones precarias en que viven y sobreviven, porque hace fmucho que se les prohibe saber; Ia salida es la propaganda ideolégica, la “esloganizacién” politica y no el esfuerzo critico a través del cual hombres y mujeres van asumigéndose como seres curiosos, indagadores, como sujetos en proceso perma: nente de brisqueda, de descubrimiento de la raison d’étre de las cosas y de los hechos. De af que, en el horizonte de la alfabe- tizacién de adultos, por ejemplo, yo venga desde hace mucho tiempo insistiendo en lo que llamo “lectura del mundo y lec- cura de la palabra”. Ni la lectura sélo de la palabra, ni la lectura solamente del mundo, sino las dos dialécticamente solidarias. Es precisamente la “lectura del mundo” la que va permitiendo el desciframiento cada'vez mis critico de la o de las “situaciones limite”, mas alld de las cuales se encuentra Jo “inédito viable.” Es necesario, sin embargo, dejar claro que en coherencia con Ja posicién dialéctica en que me ubico, en que percibo las rela- ciones mundo-conciencia-practica-teorfa-lectura-del-mundo-lec- tura-dela-palabra-contexto-texto, la lectura del mundo no puede ser la lectura de los académicos impuesta a las clases populares. Ni tampoco puede tal lectura reducirse a un ejercicio compla- ciente de los educadores 0 educadoras en el cual, como prucba de respeto hacia la cultura popular, callen frente al “saber de experiencia vivida” y se adapten a él. ‘La posicién dialéctica y democrética implica por el contrario la intervencién de lo intelectual como condicién indispensable para la tarea. ¥ no hay en esto ninguna traicién a la democracia, 2 la que tan contrarias son las actitudes y las practicas autoritarias como las actitudes y practicas espontaneistas € irresponsable- mente licenciosas. onsonu stueisp elopupipaet efe anb ‘emisnas eapeonpe eonoysd v] e2gos uoRKeyax eun aSpre Oy a ee pueno us Zon 3p tugtanosip ekro ua “ugpaeonp9 e| ap so=npuIEss see eee roe apneana et ¢ sseged 98 anb | 50 O6est9 Tso ua zeoey ap aelep eupod ou ob ugpesepisucs eno rope, anuioo, 2p uptenusuen tind us uproeonpe ef eunossueln amb SL ss eee G cuopesaps saosopeonpe 2p ‘enon bore Cun 53 See eee Siserot op eupay ap upraypen esa reypano2dV eae sab bp sovenive seuzoj Oul09 *021d caret wis, soy 9p AOU CyDHI BL 2p BaeIGeH ‘serepse { SoAE|DS2 2D SREee Re eUioe ere sonpunod sound ene upiqure: eqeiunde Tpepetnos exsane Wa sepetep |p Zod seoseur set e A wIeIDOSeI> fo opesed ase © 9sopUPLIYSE “MIUET OAPI OUDTISEIG OBOI9IOF D ek ja woo gdmonsed onb [e us “TEuOIEN waNIIND eL UP (j jap eHUaserg vf 22908 CoNgnd steqap awepal un UE “fevragyt et 2p UgIOUSA fejpse ep sited 2od vuzo3siy{ eI ap 4 etsuaisIKe 5 ugyowsnuise 2p "lpioges 9p 3 cee ea an uoury ,soqurogn 507 appepouave awuarede ef U9 wie te skeepuosde 20 pustumse onb ue epipeur eu? 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En cuanto objeto de mi curiosidad, que ahora opera episte. molégicamente, la practica educativa a la que “tomando distan- cia” me “aproximo” comienza a revelarse para mi, La primera comprobacién que hago es la de que toda practica educativa implica siempre la existencia de sujetos, aquel o aquella que ensefia y aprende y aquel o aquella que, en situacién de aprendiz, ensefia también; Ia existencia del objeto que ha de ser ensefiado y aprendido —re-conocido y conocide-, por witimo, el conteni- do. Los métodos con que el sujeto ensefiante se aproxima al contenido que media ¢l educador o la educadora del educando 0 educanda. En realidad el contenido, por ser objeto cognoscible que ha de ser reconocido por el educador o Ja educadora mien. tras lo ensefia al educando 0 educanda, que por su lado sélo Io aprenden si lo aprehenden, no puede, por eso mismo, ser sim- plemente transferido del educador al educando, simplemente depositado por el educador en el educando. La prdctica educativa implica ademas procesos, técnicas, nes, expectativas, deseos, frustraciones, la tensin permanente enwe la teorfa y la practica, entre la libertad y la autoridad, cuya exacerbacién, no importa cudl de ellas, no puede ser aceptada dentro de una perspectiva democratica, contraria tanto al auto- ritarismo cuanto a la permisividad. El educador 0 la educadora erfticos, exigentes, coherentes, en el gjercicio de su reflexién sobre la préctica educativa o en el ejercicio de la prépia prdctica, siempre la entienden en su totalidad. No centran, por ejemplo, la préctica educativa ni en el edu- cando, ni en el educador, ni en el contenido, ni en Jos métodos, sino que la comprenden en la relacién de sus varios componentes, en el uso coherente de los materiales, los métodos, las técnicas. No hay, nunca hubo, ni puede haber educacién sin contenido, ano ser que los seres humanos sc transformen de tal modo que los procesos que hoy conocemos como procesos de conocer y de formar pierdan su sentido actual. El acto de ensefiar y de aprender, dimensiones de un proceso mayor —el de conocer—, forman parte de la naturaleza de la 105 prictica educativa. No hay educaci6n sin ensefianza, sistematica $no, de algtin contenido. Ensefiar es un verbo transitivo-relativo. ‘Quien ensena, ensefia algo —contenido— a alguien —alumno. La cuestién que se plantea no es la de si hay o no educacién sin contenido, ala que se opondria la otra, la de puro conte- nido, porque —repitamos— jamds existié practica educativa sin contenido ¥] problema fundamental, de naturaleza politica, est4 colo- reado por tintes ideolégicos, a saber, quién clige los contenidos, a favor de quién y de qué estard su ensefianza, contra quién, a favor de qué, contra qué. Qué papel les corresponde a los edu- candos en la organizacién programatica de los contenidos; cual es el papel, en otro nivel, de los y las que en las bases —cocineras, porteros, cuidadores— est4n involucrados en la préctica educa- tiva de la escuela; cul es el papel de las familias, de las organi- zaciones sociales, de la comunidad local. Y¥ que no se diga, con cierto tufillo aristocrético y elitista, que alumnos, padres de alumnos, madres de alumnos, cuidadores, porteros, cocineras, nada tienen que ver con esto. Que el tema de los contenidos programaticos es de la pura competencia de especialistas que se graduaron para el desarrollo de esta tarea. Este discurso es hermano gemelo del otro: el que proclama que el analfabeto no sabe votar.* En primer lugar, defender la presencia participativa de alum- nos, de padres de alumnos, de madres de alumnos, de cuidado- res, de cocineras, de porteros, en los estudios de los cuales resulte Ia programacién de los estudios de las escuelas, lo que la Secretarfa Municipal de Educacién de Sao Paulo ensaya hoy en la administracin petista* de Luiza Erundina, no significa negar la actuaci6n indispensable de los especialistas. Significa simplemente no dejarlos como “propietarios” exclusivos de un componente fundamental de la practica educativa. Significa de- mocratizar el poder de eleccién de los contenidos a que se extiende, necesariamente, el debate sobre el modo més demo- cratico de tratarlos, de proponerios a la aprehensién de los ‘educandos, en lugar de su simple transferencia por el educador a los educandos. ¥ esto es lo que también viene sucediendo en Ia Secretaria de Educacién del Estado de Sao Paulo.“ No es posible democratizar la eleccién de los contenidos sin democra tizar su ensefianza.* -opeSepur ‘soony:9 sopueanpa sns = e207 ‘osmosip ns op sued us sous of Zod musreyoDUr “eprambz; ap oureioine 10pe> -npe [2 ‘oonpmowsp 4 eisisoiZord ssopuyurey] uny ‘sopueonpe sof © ugiquie: e[ndrueu: ‘ora[go J e[ndrueur aonb woo soporgut so] opuadasod ‘up2a]a ns us UgIedionred ou o eBua1 anb ed exzoduyy ou ‘oprrsiuos ja etdoxd e802 owos ,opuasasod, ‘opour 2189 9g “EIOPEONPS eI 9p o JOpeonps yop sued rod opyusrus [sp ,wgusesod, ef armno0 ‘oursrepome ua oruaruresetdxa ns ap { pepuoine e] ap ugeqrasexe eI ap [2 ‘oseo sound fo UE ‘oprusiuos [2 ere ap seitiozayip seur -203 uvaydur seonopid sop sey “esoousam siuswrengr eonzgid gun ue / osofussy eu un us sosuoID spuny as anb r0sajo1d [PP Pepuome z ap ugieInue ge ‘ono [o 10d ‘ owstensoIne uo edejdxo as anb ropzonpe [ep pepliome xt ap UpIDeqreDexa eT ‘opel UN 10d “9 eopeanpa BI |p o TOpeonpa fap e219|Ospr UL? 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Sin limites, la préctica espontanefsta, que lacera algo tan fun- damental en la formacién de los seres humanos —la espontanei dad—, no teniendo la suficiente fuerza para negar la necesaria existencia del contenido, Io leva, sin embargo, a perderse en un injustificable mundo pedagégico “de fantasia” Por todo esto, no hay otra posicién para el educador o la educadora progresistas frente a la cuestién de los contenidos que empefiarse en la lucha incesante en favor de la democrati zacién de la sociedad, que implica la democratizacién de la escuela como necesaria democratizaci6n, por un lado, de la pro- gramaci6n de los contenidos y, por el otro, de su ensefianza. Pero, reafirmo, no debemos esperar a que la sociedad se demo- cratice, se transforme radicalmente, para comenzar la democra- tizaci6n de la clecci6n y de la ensefianza de los contenidos. La democratizacin de la escuela, principalmente cuando por la alternancia de gobiernos en las democracias tenemos cierto as- cendiente sobre la “red” o el “subsistema” del cual forma parte, ¢s parte de la democratizaci6n de la sociedad. En otras palabras, la democratizacién de Ia escuela no es puro epifenémeno, re. sultado mecdnico de Ia transformacién de la sociedad global, sino un factor de cambio también. Los educadores y las educadoras coherentes no tienen que esperar a que la sociedad brasileia global se democratice para comenzar también a tener précticas democraticas en relacién con los contenidos. No pueden ser autoritarias hoy para ser demoeréticas mafiana. Lo que es imposible, en términos criticos, es esperar de los gobiernos municipales, estatales y federales de gusto conservador, © de gobiernos “progresistas” pero tocados por el dogmatismo que siempre he criticado, que democraticen la organizacién del currfculum y la ensefianza de los contenidos. Ni autoritarismo ni licencia, sino mds sustantividad democratica es lo que nece- sitamos. 109 Data de 1960 un texto que escribf para el simposio *Educa- cién para Brasil”, organizado por el Centro Regional de Inves- tigaciones Educativas de Recife, bajo el titulo de “Escola primaria para o Brasil” y publicado por la Revista Brasileira de Estudos Pedagégicos, nim. XXxv, de abriljunio de 1961. Citaré un fragmento de aquel texto pertinente para la cues- 1i6n en discusi6n en esta parte del ensayo. La escuela que necesitamos urgentemente es una escuela en la que Fealmente se estudie y se rabaje. Cuando criticamos, al lado de los otros educadores, el intelectualismo de nuestras escuclas, no preten- dimos defender una posicién para Ta escuela en la que se diluyesen disciplinas de estudio y una disciplina para estudiar. Tal vez munca hayamos tenido en nuestra historia una necesidad tan grande de estu- diar, de ensehar, de aprender, como hoy. De aprender leer, a escribir, 2 contar. De estudiar historia, geografia, De comprender Ia situacion 6 las situaciones del pafs. El intelectualismo combatido es precisamente esa palabreria hueca, vacia, sonora, sin relacién con la realidad circun- dante, en la que nacemos, crecemos y de la que atin hoy dfa, en gran parte, nos nutrimos, Tenemos que cuidarnos de este upo de intclec- twalismo, asf como de una posicién Mamada antitradicionalista que reduce el trabajo escolar a meras experiencias de esto 0 de aguello, y ala que le falta el ejercicio duro, pesado, del estudio scrio y honesto del cual resulta una disciplina intelectual.” Es precisamente la comprensi6n autoritaria y magica de los contenidos, que caracteriza a las dirigencias vanguardistas para quienes Ia conciencia del hombre y de la mujer es un “espacio” vacio ala espera de contenidos, la que critiqué severamente en la Pedagogia del oprimido y vuelvo a criticar hoy como antagénica de una Pedagogia de la esperanza. : Pero es preciso dejar claro que no todo cuerpo consciente 0 toda conciencia es ese “espacio” vacio a la espera de contenidos para las dirigencias vanguardisticamente autoritarias. Su con- ciencia, por ejemplo, no lo es. Es que ellas se sienten parte de un grupo especial de la sociedad (Erica Marcuse, 1986) que “pose” la conciencia critica como algo “dado”. En este sentido se sienten como si fuesen personas ya liberadas o personas inal canzables por la dominaci6n, cuya tarea es ensefiar y liberar a los otros. De ahi deriva su preocupacién casi religiosa, su empefio casi mistico, pero duro también, en el trato de sus contenidos, “Bop sauorsisod set ‘ono {9 sod seta asus eynt ef X ‘oper un aod saqeros saseya svi ap eouaisrx e] eLrorsty e] ap se120q exed ezuary ouan OU [eleqtoaU OmMosIp [9 opeuraye ay Be O10 1 ‘ouss 020d 0 contsnuaad 4 eissouriuodss uesopisuod of soprertioime so] ‘uin[n rind [9p ‘eUINS WO ‘UgIZEMIZOWIp eI ‘eZUeMDSUD NS 9p UST ceznersoursp e ‘SOplusIUOD so] ap eoHIyUTesBOId UOHEZTHEBIO 2{ 9p UoDernEzDOUIEP EI UpIQUIE spuaTEp ‘eistsoaZord ‘eonEI -owrap ugpisod eun opuayunse ‘oprenuos ja 10d ‘ware 1g. sazeindod sasep sej ap .epen epuapuos, ef ue ,opexsodap, 195 agap ‘,soprusiuos,, ap EULIOy ua ‘onb 4"saqes [2 aiqos uages ef anb of so a[qesuadstput 2 [ewawepung avared sa] onb o7 “soroi sns us uaqipse anb 01 A sezma] sns ap asta onb oj sa seife exed A soya exed op -uas suan anb o7 ‘serenqiome se A soprenromne soy exed opnuas Suu susp ou anb ‘ opemopsesop, A s1UeAapa.it, WEI $9 ‘[eI0s onopid ef ue eonopid ns op ugouny ua uoges ed saremndod sasep set onb oj ‘opel oz10 Jog ‘sella Yoo ze{qey UIS UNE “UES “2204 anb oj A wages sozeindod soseio se] anb 01 uages anb :s02 -ayuiZop sol 9p ‘sotreitioine so] ap ez02499 e] oadusois so esg «toqes uagap seruerpmise sot anb Of Soureqes sos1osoN “ou mnby, se[qouruooUy af ap UpELEI> “ap Rs ‘OsIOSIP Ns UePEY ,souISpoUE, sozopEoNpe solfonbe ab ud opuesuad oupusrop u2 9r0m3q soognusp yey au [end of eNuoD A azqos opjsnbe ap P eqeqese anb £0] woo s910pe2nps sot ‘onusp apsop eysoy esa oursppue ‘opeoner 2 8 weqronuD souzede LOUD UIs BISENUOD [GZ ‘sOLTENSiDArUM sosopeSNssaut wo ez31139 ap ose2x9 19 "IUD sattoagf op odnB un vos Oprumad ‘eIp [> OPO? a1weINP zredo anb 0] us outs ‘uyieg ua ayDoU eyaNbe so op eqeqee anb of uo o19s ou gsueg “ourmuop ue odwan unsre growed eqeieds2 anb of ap oueidur seu ‘eqepadsou, auz onb ‘oSmue mx op ese ef e ganas aut of A oquoe as Enis 27 “ounnr uang up up;sesisauo> g ssusrueM [DIP ary ‘esond S81 2p opour ¥ afip s9j snb of ap oan] ‘suejspe ua sue 2d _teqes uaqap sotmerpmiss sof anb of warg Anuz soursges O1URSE [Sp Owso1 Ua serueIpmase so e zENse 4 ose aigos xeiqey azzerioduit sa —oss98a1e9 gnunuos— ses -enfing sopepatoos sei ug “oonpuresBoxd oprusiuos fep ous0r ua souorsnasip sey ua saiuerpnisa so] ap up!edionied ap eisuasne ey anbnio poisn anb op oysay fo ouang Anu g1sazed ayy -opimzedo vp 2sHoFopeg o1qy ns 9p vueUIae UOIOIpS eI Opls| sy s1uDur c1uapay, 'sPulp sof 9p o1sedauaq JP UoD UN OIqeH{ “son? 2p oun ap ese e] Us eiti1s souk So] ap sozUDTWOD ap ayD0u kun ua ‘eusO euewETy enpue vy op ‘soueuraye saropesnps omens ap ugneuye ef esourour e] Ud eatA UdIq OSuaI UNY. ‘souai eurnge X eBznf ‘erpaur asepp ‘1p o1ed uauan ou sozopefegen soy ‘e129 0 ‘19 unSas anb e1opefeqen ose1> 9p BDUaTIUOD Ef wOD saze{ndod sodnus so ap .z}oeA, eDUsIDUOD 2 feud], osolsadusy aiuauenSi so opunfios [2 weg “sopues “Apo soj exed sojqesuadstpur a sarmeodust uos anb aqes —e]12 0— s0pronpe owro> 19 afezrpuaide ono soprusizi02 sof uo> sop -uvanpa so ap eye, eIsusToUOD e ,JeUDT|, Osotraduit so OZ vad [9 ezeg ‘sopepuance seiso op eun Epes Us osgyoadse op dey anb oj fod 498 ou e ‘pepnto vf ap erraytiad eI 0 sDjaavf se] U2 0 oveorpurs un ud efeqesn anb e83[09 ns ap anBunisip as oul 1osazoxd euros eanoss eun uo efeqen onb oonpufop auemu un “ozsangso ues8 un ap 21809 & sepeurmop se] 4 ‘soz10de soi opens Ais ueyasuo ssrueurmop sasepp se os> 1og “soruezoug! ezapemi -eu sod wos sepeunmop sey 4 ezajeimeu sod uaqes soiueururop sase[9 sey [eno [2 uNBes oursnypo [9 UOD “eyDaIEp EI UD ‘stZTIyOD s2 owoo “(aggi ‘ssnareyy wou) Jue orsond, 1se2 o8fe owto> ‘opuayes oy ed unas ‘enuanous os ‘eoLigisiy “e21;449 emUsTIuOD BI end [> UNBas ‘eisrxreur_uaBlIO op oonpuMSop o1usTueEsued 12 woo “eprambzy ef ua ‘a1ususyoo uel $9 ugisdssuoD weg ousyind -od 10d euior os aeindod epimprqes ee o1sdsai ap ugirersazte -eur zoinbren ‘teprpalied ousuind owo> epeuioi ss sopuesnpe so[ ap [ezmym3 pepnuopt e sy OU 9p OpHuas [2 Us epeiuatzo ties29USp 1opeonpe jap pmisinbur s9Inbleny ‘owusper20u3p ornd so aeindod upieanpa ap sosino us soynpe 4 sousagl 0 "OISEQ Bjands9 FI op SoUUNIE seIJ9 O So[Ia WEDS “sopuEompe sof 9p seanersodxe seq ¥ s1uafuazu0> ugDednooaid zombieng, copunuy [ap 230299] ns auqos sazejndod sodna¥ soy Uoo .feas0qaa4 us oduron jo sapsed, ou A opeuasus ios 2g2p anb of JnMusuEN “Iegasua so eouase ugNsoNo ef onb ap UgH2AUOD NS opnnusuen ‘opeyesus ias aqap anb 0] ap oiadsox ezo1rs9 TE ort 12 maticas y autoritarias que caracterizan al Marnado “socialismo realista” y que se encuentran en Ia base del discurso y de la practica verticales de la organizacién curricular no tienen cémo mantenerse hoy. ‘Los neoliberales se equivocan cuando los critican ylos niegan por ser ideolégicos, en una época en que, segtin ellos, las “ideo- logias han muerto”. Los discursos y las practicas dogmaticas de la izquierda estan equivocados no porque son ideolégicos, sino porque la suya es una ideologia que concurre a la interdiccién de la curiosidad de los hombres y de las mujeres y contribuye a su alienacin. “No pienso auténticamente si los otros no piensan también, Simplemente no puedo pensar por los otros ni para Jos otros ni sin los otros.” Esta ¢s una afirmacién que incomoda a los autoritarios por el caracter dialégico implicito en ella. Es por eso también que son refractarios al didlogo, al intercambio de ideas entre profesores y alumnos. {El dislogo entre profesoras 0 profesores y alumnos o alumnas no los convierte en iguales, pero marca la posicién democratica entre ellos 0 ellas. Los profesores no son iguales a los alumnos por n razones, entre ellas porque la diferencia entre ellos los hace ser como estan siendo. Si fuesen iguales, uno se convertirfa en el otro. El didlogo gana significado precisamente porque los sujetos dialégicos no solo conservan su identidad, sino que la defienden y asf crecen uno con el otro. Por lo mismo, el didlogo no nivela, no reduce el uno al otro. Ni es favor que el uno haga al otro. Ni es tactica maiiera, envolvente, que el uno usa para confundir al otro. Implica, por el contrario, un respeto funda- mental de los sujetos involucrados_en él que el autoritarismo rompe 0 impide que se constituya./Tal como la permisividad, de otro modo, pero igualmente péHudicial. No hay didlogo en el espontancismo como en el todopode- rosismo del profesor o de la profesora. La relacién dialégica no anula, como se piensa a veces, la posibilidad del acto de ensefiar. Por el contrario, funda ese acto, que se completa y se sella en €l otro, el de aprender,", y ambos s6lo se vuelven verdadera- mente posibles cuando el pensamiento critico, inquieto, del edu- + Vase, a este respecto, Eduardo Nicol, Les prineipios de la ciencia, México, Fer, 1965. ns cador o de la educadora no frena la capacidad del educando de pensar o comenzar a,pensar criticamente también. Por el con: eeeio, cuando el pensamiento critico del educador 0 de Ia edu- cadora se entrega a la curiosidad del educando, siel pensamiento Gel educador o de la educadora anula, aplasta, dificulta el de~ Serotlo del pensamicnto de los educandos, entonces el pensar Gel educador, autoritario, tiende a generar en los educandos Sobre los cuales incide un pensar timido, inauténtico, 0 a veces puramente rebelde. : ‘El didlogo, en realidad, no puede ser responsabilizado por el uso distorsionado que'se le dé. Por su simple imitaci6n 0 cari tatura, El didlogo no puede convertirse en un “bate papo"®” des- preocupado que marche al gusto y al acaso entre el profesor Ia profesora y los educandos. 1 dialogo pedagégico implica tanto el contenido u objeto cognoscible alrededor del cual gira como la exposicién hecha por el educador o Ia educadora para los educandos sobre ese contenido. ‘A propésito de lo cual me gustaria regresar aqui a las refle: xiones hechas por mi, anteriormente, sobre el aula expositiva. $l mal no esta realmente en Ia clase expositiva, en la explica- cién que el profesor o la profesora den. No es es0 lo que carac- teriza lo que critiqué como practica bancaria. Gritiqué y contimio criticando aquel tipo de relacién educador-educando en que el educador se considera el tinico educador del educando, en que el educador rompe 0 no acepta Ia condicién fundamental del acto de conocer que es la relacién dialégica (Nicol, 1965); la Telacién en que el educador transfiere el conocimiento sobre (0 b 6 ¢ objetos 0 contenidos al educando, considerado simple recipiente. ; Teta es la critica que he hecho y contintio haciendo. Lo que ahora se puede preguntar es lo siguiente: ésera eso toda clase llamada expositiva? Creo que no. Digo que no. Existen clases expositivas que realmente no son simpies transferencias de co- nocimiento acumulado del profesor hacia los alumnos. Son cla- ses verticales, en las cuales el profesor o la profesora hacen + paulo Freire y Sérgio Guimaries, Sobre educagéo -diilogos, Rio de Janciro, Par ¢ Terra, 1984, 9p viony ugisnozedaz ns A eapzy wa o8zeropyy ns ‘ax0x24N Sn caf fesqey ZeopUry ‘IqIUrEN Us eYDNY ef ‘sesenBrai0d seIUC{OD xo se] ap epuapusdapur e ‘eonTY Us UppeTOgH OP sorusTwAA “our soy ‘9seq ap sopeprumnutoo se] “eUNET eoRpUTY U2 seELONT seq “s1usupUOD [sp wisqeudeo ounsep [9 398 Bqap ab eprored s9j anb of a[qysod z90ey Bp CIUSTUT 1? US TION Top enB-o1red [e sopeSij ‘ono n opow un op ‘sopor 4 sopeiusurepung siusures “Sojoap exoye ‘opeisg op sodjof sory “sopraiue epengp eI apsop uequiisesse os onb soseapur soussygo8 sns A eumey wHGUY uo ero tamu ns uco ‘opeisy ep sodjo8 so7 “edosng us sopseA sof ‘sausiquie orpour [op wsUDJep ue eYN] BI ‘Ose ap ‘TemMIAD qeines ‘Tenxes upmeUrEEosp ef enw eysT eT ‘seidord sen -suusioeieo sms uoo odwapopedss epes ua ‘euney wpguy UD ‘soptup, sopersy soy ue “edosng we sefepos sozeTWIAOU! 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La China de Mao. La Revolucién Cultural. La extensién viva del significado de mayo de 1968. Las luchas politico-sindi. cales y pedagégico-sindicales, todas obviamente politicas, prin- cipalmente en Italia. Guevara asesinado en la década anterior y su presencia como s{mbolo, no sélo para los movimientos revolucionarios latinoamericanos, sino también para los Iideres y activistas progresistas de todo el mundo. La guerra de Viet- nam y la reacci6n en el interior de los Estados Unidos. La lucha por los derechos civiles y el desbordamiento del clima politico. cultural de los afios sesenta, en aquel pais, hacia los setenta Estas eran, junto a un sinntimero de implicaciones y desdo- biamientos, algunas de las tramas historicas, sociales, culturales, politicas, ideolégicas, que tuvieron que ver, por un lado, con Ia curiosidad que el libro desperté y, por el otro, con la lectura que también se haria de él; de su aceptaci6n, de su rechazo, de Ias eriticas a él referidas. No haber guardado en forma sistemética y debidamente co- mentadas las cartas que me fueron Negando de cada area lingiiis tica del mundo después de cada nueva traduccion de la Pedagogia €s algo que hoy lamento casi con dolor. Eran cartas de los Estados Unidos, de Canad, de América Latina y, después de la publica- cién del libro por Penguin Books, de Australia, de Nueva Zelan- dia, de las islas del Pacifico sur, de la India, de Africa; tal es Ia eficiencia de la red de distribucién de aquella editorial. Luego de las cartas y a veces junto con ellas me iban Negando invitaciones para discutir ¢ debatir puntos te6rico-practicos del libro. Gon frecuencia recibfa en Ginebra, por un dia 0 mds, a grupos de estudiantes universitarios, acompafiados por sus profesores que coordinaban un curso o seminario sobre la Pedagogta, 0 a grupos, de obreros, principalmente italianos, pero también trabajadores inmigrantes en Suiza que, desde una éptica mas politica que la de los estudiantes universitarios, querian aclarar puntos, ilumi- nar aspectos directamente relacionados con sus practicas. ‘Ahora recuerdo, por ejemplo, la coincidencia de posiciones politico-pedagégicas que habia entre algunas de las tesis funda- mentales del libro y la vision general que tenfan las dirigencias sindicales italianas que comandaban la lucha por lo que Namaban Jas “cincuenta horas” en aquel entonces. Movimiento finalmente victorioso en favor del derecho de los trabajadores a estudiar en el horario de trabajo. 7 ebra como en Italia, me En diferentes ocasiones, tanto en _—encontré con algunos de los lideres con quienes habia discutido Gepectos te6rico-practicos de su lucha referidos a la dimensién del libro. Fue en aquella época también cuando creamos un grupo de compaiieros, el Instituto de Accién Cultural, Dac, con Elza Freire, Miguel Darcy de Oliveira, Rosiska de Oliveira, Claudius Ceccon, a quienes més tarde se sum6 Marcos Arruda. El equipo del IDAC tuvo un papel realmente importante para la época en Ja discusién de la Pedagogéa del oprimido en seminarios a lo largo ide Furopa, Estados Unidos y Canada. Alguna vez, como primer Girector del 1DAG, participé de alguno de aquellos seminarios de andlisis del libro. No seria excesivo subrayar cuanto me enriquecia discutir ho- ras enteras con jévenes universitarios alemanes, ya en Ginebra, ya en sus universidades en Alemania, observando su indiscutible gusto por la reflexin teérica, Ja seriedad con que me desafiaban, Dasados en una lectura cuidadosa, rigurosa, que habian hecho solos 0 con el profesor. Del mismo modo, lo mucho que me enriquecfa discutir con Mderes obreros italianos 0 espafioles. Con los primeros, como ya he dicho, nos encontramos en G: nebra o en Italia, con los segundos solo en Ginebra, puesto que en aquella época teniamos prohibido, tanto yo como la Pedagogia del oprimido, entrar en Espaa y Portugal. Tanto la Espafia de Franco como cl Portugal de Salazar*® nos proscribfan a ambos. A la Pedagogia y a mi. En aquella época, y por causa de la Pedagogia, enu con la dura realidad de una de las dimensiones mas dramaticas del tercer mundo en el primero. La realidad de los lamados trabajadores inmigrantes. De los italianos, espafioles, portugue- ses, griegos, turcos, drabes, en Suiza, en Francia, en Alemania. Experiencia de discriminacién racial, de clase y de sexo. En uno de los seminarios en los cuales participé en Alemania para discutir Ja alfabetizacién y posalfabetizacién de obreros portugueses, algunos de ellos me dijeron que sus colegas ale- manes los menospreciaban a tal punto y los crefan tan incapaces de aprender un dia su lengua, que s6lo se comunicaban con ellos en alemdn, usando los verbos en infinitivo. ¥ fue asi que uno de ellos habl6 conmigo: “Yo gustar mucho de la reunién pero no entender todo.” en contacto solg ‘souly souanG ‘oponIUoTe® pp ore stray U9qrV {6960 208 ‘CORP “DAleH 7 #p sopoUEpue? so7 “WOUET TUES « wey of 0 us2ey of upiqure: juTeyy f HOMER “oUsUIQUay 0189 omosrp oprusido yep 23S08oped &1 ap seousfesnue A seoust se[ UZ walqesusdsrpur oxed estes optos [2 U2 ‘uejia onb us pepynSes vaneyer | So[OPUITATOASD ‘DEPILIGEP ASE oiadsax ue eyany esa © feuy ound zouod o ‘ueqeaferzeu> sor sop -punido soj sp [euopours efsuepuadap eI opueypascude ‘oaisn[> -ur ‘onb ‘sosopeiojdxe soy enuCD eYDN] ef ZenUPUOD anu LOND ugisuisi a7ang Tf JALA, ‘OTT Ms eqeurUas sOpsazes [2 amb oo sexquied se] Opsonvs: BAepOL , souCTDESNIe se] ssojAnI0p ou of onb ap ose us ofolesap ap sopezeuoure opts UEqeH “E12 -unuap e] oxpay Uejqey our onb sol ap oun eyusa UOTSTUID ef OP sueaSeiuy ‘eyedureo vf asoqaruop onb ‘s0aez sod ‘ounrertoyos exed soursea 9p ugIswoo wun ouLIDA & OUTA vonoysd uo ued [2 rau0d = sourezuauros us}q ON “219 ‘enboured e] ap o1treq Jap sOTTe? 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El] miedo del oprimido, ya sea como indi- yiduo 0 como clase, que lo inhibe de Iuchar. Pero el miedo no es una abstracci6n, ni tampoco la raz6n de ser del miedo. El miedo es muy concreto y causado por motives concretos © que se presentan como si fueran concretos; por lo tanto, y hasta que se pruebe lo contrario, concretos también. ‘A esto se debe que, por n razones, estando las dirigencias en otro nivel, de mayor “inmunidad” contra el miedo que afecta a las mayorfas, deben imponerse una forma especial de tratar con aquel miedo. Una vez mas, entonces, se les plantea a las diri- gencias la necesidad de vivir seriamente, rigurosamente, las re- Iaciones entre tictica y estrategia de las que ya he hablado en este estudio. En ultimo anilisis, la cuestién que se les plantea a las dirigencias es saber qué acciones y en qué niveles pueden ser técticamente puestas en prdctica a través de la lectura critica de Ia realidad. En otras palabras, qué se puede hacer hoy para que mafiana se pueda hacer lo que no se puede hacer hoy. En el caso de ia parroquia alemana que acabo de narrar, la solucién. del problema de que no se podia excluir el miedo de los traba- jadores pasaba por una paralizaci6n tactica de la accién iniciada. ‘Accién que tal vez pudiese ser retomada mas adelante, después de un trabajo politico-pedagégico que condujera ala superacién, al menos en parte, del miedo. Trabajo que mostrase a los traba- Jadores que los duefios de las casas eran igualmente vulnerables. ‘Guevara también habl6 de este aspecto de Ia relacién dialéctica opresores-oprimidos, 0 de la necesidad que tienen los segundos de datos objetivos para convencerse de la vulnerabilidad de los primeros, como un momento decisivo de su lucha. De hecho cuanto més Ios oprimidos vean a los opresores como imbatibles, portadores de un poder insuperable, tanto menos creerén en. sf mismos. Siempre fue asi y asi continiia siendo. Una de las tareas del educador popular progresista, tanto ayer como hoy, es tratar de colaborar en el proceso en el cual la debilidad de Jos optimidos se'va transformando en fuerza capaz de wansfor- mar la fuerza de los opresores en debilidad, por medio de la compresién critica de cémo se dan los conflictos sociales. Esta €3 una esperanza que nos impulsa. Si en los sesenta, de los cuales vivi la mitad en el clima de la transicién brasilefa interrumpida por el golpe de 1964 y Ia otra mitad en Chile, escribi la Pedagogia, en los setenta, en que el a2a libro se muliplicaba en varias lenguas, me vi expuesto con él a desaffos de los cuales resultaban andlisis que confirmaban y reforzaban muchas-de mis tesis fundamentales. Nunca sera demasiado hablar de la importancia del sinniime- yo de encuentros en los que participé con alumnos y profesores de universidades alemanas, suizas, inglesas, holandesas, belgas, fuecas, noruegas, francesas, latinoamericanas, africanas, asiati cas, estadunidenses y canadienses. Y entre uno y otro de esos encuentros, de naturaleza académica, las no menos ricas sesiones sabatinas a las que fui sometido por grupos obreros. La tnica de los primeros, con una que otra excepcién, cuan- do se trataba de estudiantes del Primer Mundo, era el andlisis te6rico referente al mayor o menor rigor con que consideraban que yo me habfa acercado a tal o cual tema, el lenguaje mas o snenos preciso, la influencia de este o de aquel pensador 0 aquella pensadora cuya obra, a veces, yo no habia lefdo. La incoherencia en que habria incurrido entre algo dicho, por ejemplo, en la pagina veinticinco y algo afirmado en la pagina ciento veintidés Critica muy al gusto de los estudiantes alemanes. Guando los encuentros se daban con estudiantes del Tercer Mundo, la ténica era otra. Las discusiones giraban preponde- rantemente en torno a las cuestiones politicas. Eran esas cues tones las que nos Hevaban a los problemas filoséficos, éticos, ideolégicos y epistemol6gicos. En los encuentros con trabajadores inmigrantes italianos, es- paiioles y portugueses, gran parte de los cuales habia leido la Pedagogia en italiano, en espaiiol o en francés, el centro de interés era siempre comprender su propia practica de un modo més critico para mejorar su practica furura. Mientras los universitarios, en general, buscaban encontrar y “comprender eh la teorfa cierta practica implicita”, los obreros buscaban sorprender la teorfa implicada en su practica. No im- porta en qué mundo me encontrase con dirigencias obreras, experimentindose politicamente en el sentido del cambio del mundo, era siempre asf. Perteneciesen estas dirigencias al tercer mundo del tercer mundo o al tercer mundo del primer mundo, Era siempre asf. 7 ‘Alguna que otra vez tuve oportunidad, en Ginebra o fuera de Ginebra, de trabajar en largos seminarios con obreres y aca- démicos, obviamente progresistas (espero que hoy contingen en eisey 059998 op soupueD so[ sEnUCSUS somesspod odn ase ap sorus{usTI0uOD ap ansed y ZeueMes ep sauNy soy reDey LEquaquiNG ssooe anb of 4 uesusi onb seysuasoyosd se srqnosep ep seen fou onb s0gp frezey sx0gord oun epes anb of exgos sozayredui0> bp orsumme tang UR woD oun sod oun optresiAuOD ‘seOHGES senisenu us ‘UgpeBpsonuy eum Joey soureueryy ou gnb 1047, “eap} eun OLLMDO aur 9s OpuEN? s:9UCIUS ong 4 ‘oseoexy [2 renqeas ered sourtune: sou opeqes 011319. “epeu A ‘osmno [op epumuoduy ef ‘euresZoad jp ‘epuvizodut ey soweqgoride sousmnb e sore 2p Sorea e SOWLENISTA ‘soprusucs sot ap em wy souensour soy ‘sdxoyeduso> ap o7 -puinuus un UoD soUTe[qUH ‘9sox9IUT 9s SIPEN TeI02 OFEIEIT., seuordrosut zeosng e sOureTUSWIOD ‘OPO? “TeO0 “eUEWOS OP souy so] Ue sopes0y LOD ‘operoqels emexBosd UN UOD eA, ssopesarorut sor ap eisq ef seveq £ osmo j@ repunue anb syuz soureqys cord ON “osama [2 09 zeIuo> wespod enb sopreorunures souresq “Sp cigs ‘sofopupyonsss oduzop |p zopied ered soouows ugzer rary ON “Zeqes uesQop enb of ots zaqes UepoNb sosoued sao> sosnsant anb of O[gs ou reqs op somos someqyisg “$09 sgpese $0] sparen 29984 wo[ens Ouro ‘souMNTE sOITANY $0] © eqefenue 2s anb euasew [p opoi soureztueBz0 sTuoUeULY “Ua [p reyoresep our ‘sopyusTuos sns uEpLOs sopyno ‘osmmd [2 J98 zyiegep enb o| somspx somosou enue x ounile ap ese ej ue opeags op opzez vun souranasiq “seBaoo sonsanu e SOUre}I9I9AO nb soonsfod seuaiqoid op osino un wo zesuad ered soureiunt of & soxoyedimos omens ‘sousut 0 spur oye UN SORH. ssoureziweSio A sousezyraour souressng Tend of ap spaent ; sorsyeduros sp eonyod ugrsemzo3 ey $9 seaze? p ven ‘eyedsg 2p omusp 4 ezong emoe onb —gnup jod o1uatutAcUr Un ap aiuenpur dog, oprusido 12p 0;8030p2q O2qit TS 1991 ap somre gdionzed onb yj uo o[muos anb saresasoruy ejpuapied eun oSuay, :offp eur cluswour opeurmoip wy ‘sepeony? -uo2— epssimbzr ap 03 qos soreusuos Opusizey ov0d un souraniomus SON ‘2p wozer ns eyoue2 usm sp peprIMbuen zy] wor eusjqosd 2139397 ag “eqeigey onb woo zed et Ip € Sseqp e| seuaT] weqerss seaqured ows wig “Eger fu o1usyar nes Sey OSINDSIp ns UT g son[2 ered onan oxonBnf op apedso eun —oonszroumy ouo1 ue ofip— doy souros ‘sovueaBrurE sozopefeqen So] ‘SOnOSON “eLeUODNOAar Peps2A ey ap soyeN oper uaquars as o1ed ‘sruauiajqesueom ueleqery, "219140 ase/2 2] Bp esneD ef e sopeoIpap upsY “so[remupe ussey aul onb sop -eptfend seiz919 sepennsararut sousagf sorsa ua 1990%0393 oad, ‘ofip out jouedss sopeeqen [9 ‘ugresrasuos eyonbed vun exed soueqyzedosd sou enb sey uoo sezqered seood seu ap ofan] ‘jouedso jo susurajqeuozer erombrs equiqey, oqas jonbe ue a1peN “sourespuaiua sou sonosou ojos “Joyedss uo seIQeY e sourezuatHOD A goz90e aw as JopefegeN [> ‘9329 un seuro ered zea exoumid sod ugisos e[ sourexed opuend, “01020U09 Of ap arueisp spur z0a epeo pepanfea eun uo epipiod opuvored ‘cust: js v vied -u 9s ugpsensge ef onb ap ofsarr ys oAnuTustp ropefeqen [2p wpuasoad ey ‘serqvred seno ug “ors19U09 of ap epanbsnq vy A eLesa29u UOT IENsqe P[ omUD OLIgHTINba ap [anfu O1F91D oseZUEI[E uorunas e] anb onruted jouedss sopefeqen [op erouasod eT “peImoYp ups uPWOTE [> eqEqe onb sruesSanut jovedse oxeigo um & pita sodeuf sol 2p our) “soBo1901 sot ap uotsdaoxa & ‘sgurep soy ered upurare e sp[Sur jap A sua exed s3[8u1 Pe Upponpen wo ‘upmare fe wie uprumar Ee] op enBus[ eT fe zefeqen ered oprauos aur A seisay8y ap ferpunyy Ofssu0D ep soeNp e79 foezed ns orqtDss womb ‘oproairey eA “Suey asurg A ‘upurore re eBoSopeg ey eoUpeN nb “ryrs0puazduryg 230 sa ss0r198 & sasopeor9 “soprony sapenzoa[21UI ‘soBoj991 soquie ‘soueurye soSrure sop wos my £ ugpenaul ey ssquoie g:daay sesneo seueng wred omoraid 198 opypa pared sux orduroig 9p wip 12 u2 esedioned of anb op oreo [9 wo asxenuoste Home -dove ‘7 onue sauorsejar seuong weyusiueu! 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Una gran cantidad de compafieros gustaba de jugar cartas los fines de semana, Otro grupo gustaba de pasear, de ir a los parques, de almorzar en casa de amigos, de beber cerveza, etc. “Elegimos el juego de cartas como la posible puerta de entrada por donde pasarfamos a los problemas politicos. De este modo “continuaba leno de vida el trabajador espaiiol— tratamos de especializarnos en el juego de cartas y pasamos a integrar varios grupos que jugaban los fines de semana en casa de uno o de otro. Durante la semana nos reunfamos para evaluar nuestra tarea politica. "A veces, durante el juego, con las cartas en la mano y sin mirar a ninguno de mis compafieros, decfa: ésupieron lo que sucedi6 ayer en Madrid? ° e wea "No —decfan. La policfa ha apaleado y arrestado a varios colegas nuestros porque reclamaban cosas minimas, Silencio. "Y yo también guardaba en silencio. “Ald cada tanto, otra jugada, otra pregunta de naturaleza politica. “Kramos cinco haciendo esto, en lugares diferentes. _ "Alos cuatro meses pudimos hacer una reunién para discutir si serfa interesante 0 no que organizdramos encuentros siste- matics para discutir de politica. Eramos treinta los que asisti- mos ala primera reuni6n en Ia que nacié por decisién colectiva el curso real sobre problemas politicos, cuyos resultados han sido hasta ahora los mejores posibles.” Se rié cuando le dije: “Esto prueba que si queremos trabajar con el pueblo, y no solo para él, debemos conocer su ‘juego’.” Es exactamente contra esto contra lo que siempre se rebelan las educadoras y los educadores autoritarios que se proclaman progresistas y que sin embargo se consideran propietarios del saber que simplemente deben extender a los educandos ignoran- tes. Son estos o estas los que siempre quieren ver, en el respeto 125 que Jos radicalmente demécratas muestran por los educandos, sefiales de permisividad 0 espontaneismo. ‘Son estos 0 estas los que contintian sin entender qué significa partir de la lectura del mundo, de la comprensién que los edu- tandos estén teniendo del mundo, y que por eso mismo dicen, flenos de sorpresa que su practica prueba que quedarse apenas en el nivel de saber que los grupos tienen, sin intentar ensenar algo més alld de aquel saber, no funciona. Pero es claro que no funciona. Es tan obvio que no funciona que ni es necesario probarlo. Una de las razones principales del desénimo de los miembros de los equipos que acostumbran evaluar su practica es Ia falta de saber te6rico superior al saber del equipo por parte de quien coordina el proceso de evaluacién. No es necesario indagar para comprobar la inviabilidad de un seminario de eva- Juacion en el que al coordinador o a Ja coordinadora les faitan conocimientos con los cuales puedan allanar los obstaculos que los principiantes encuentran en su practica. La tendencia normal es al abandono del seminario. Como es imposible la eficacia de un curso de fisica en el cual el profesor no sepa fisica. Nadie ensefia lo que no sabe, Pero tampoco nadie, dentro de una perspectiva democratica, deberfa ensefiar lo que sabe sin saber Jo que saben, y en qué nivel, aquellos y aquellas a quienes va a ensefiar lo que sabe. Esto por un lado. Y por el otro lado, sin respetar ese saber, parte del cual est4 implicito en Ja lectura de! mundo de Jos que van a aprender lo que sabe el que va a ensefiar. Esto es lo que mi prictica, en coherencia con mi opcién democratica, me ha ensefiado. Fue eso también lo que la prac- tica de los trabajadores espafioles que acabo de mencionar les ensenid. Todavia me gustarfa explayarme en consideraciones respecto a esta experiencia de los trabajadores espaioles. La primera de ellas, de orden ético-politico, tiene que ver con el derecho y hasta con el deber del educador 0 de la educadora de ensefiar lo que le parece fundamental en el tiempo y en el espacio en el que se encuentra. La propia direccionalidad de la practica educativa, que implica trascenderse siempre, perseguir objetivos y metas, suefios, proyectos, plantea al educador ese derecho y ese deber. Ya he dicho en este ensayo: équé educador seria yo sino me preocupase al maximo de ser convincente en la defensa de mis suefios? Lo que no puedo es reducir todo a mi verdad, Z66t douy “y PMY suon enenn ‘Bejouyors of eannine fe sepusains sy - odouysa “UeUNseS ON & 2] uoo epnowozduros ue ou ef uppeonps eu —soTTe UE;IeP— ueqeiss.ou BIOUY, “OpEqUDE BJgUY as esTeLy op oduron Jo oueD suze ged ouep op soonsiod saaueupur ap opso wqey unas anb “egy ep opeBall s1usuaruste: ‘oyu oBture oadoane o80]9120 un @ Jpop pyanase ‘edomg sod oprdys A siuatsex ofera un ug wopesnps A saqersos sos ‘eZolcapr ‘sfen Susy :opunu: j2 uoo £ oruorur vesuad [9 uoo seonsz[eip souopeps: sns us afenBual [op eOnED ugisuasdusoo z] ‘ousip rofsur ‘o ofenBuay [2 ‘eyesBoal ey ‘syed ns ap eWorsty 7 ‘peperses ef ap wonyouep spur upponNsuOD—as zy us soremded soruapuaour so op jaded [a ‘ese2qo asejo UL 3p eHOIsTY e] 1990U09 Sp ‘sazeqep sns ‘soyDezap sns 1990U09 ep «pepayos ns euopuny oUIgs Jaqes ap OYDaJap [9 BD0UODaZ BI ‘OF -uod our aub vy us “eopysourep ‘eurepomsod stusureistsesB01d zanvadsied ej ep onusp ‘exopeleqen ose ef ep U9 DEUS ET aknyp 9 vsess0Utep e[ ap OuENs Jo Ten ef UES ‘emsTU per -r9gf{ €[ 9p esuayep we ‘Aoy Ouos asrei2i9U0D ap eDUaSN wu? cama spuref 29a [ei —someumny sozos sol ap opuues ye exauOd 4 wBojousa Bf 2190s {oxIUOD [9 zeos9f— eysay [sed asey ET esorpus TU eLTETUOw SPUD ON “eBOfOUII ETE ausg ‘ezopeSepuy ‘siuepsia ‘eopjzs ugpysod un ep ugpunse se ‘soBo[grg 0 sossutdseo ‘sopiueqie 0 sooSepad ‘5021843 0 [eiusurepuny aoared aur onb oF deyp onb ‘jas ua ugponpo.sd BL 2p oie [s ue opednoo ofa as anb sowspou coduayl ap orexgo [e owod simewejduys eye ap aired rew.s0y aqep 0 eiopefegen ssep er A ‘odwen onsonu 9p rena usTqure Tempe srueurepuryosd Oj9s ou Ugnseno eun epnp UIE £9 J wofeqen syuspes A ovreurprownxe uo a19 {ape sou LeUNsOd TOR SopeNd $0] ap A auodxo sou anb v soBsour so} argos ugyaured ouad “eoudury ee aonb omuefpe ayqnnosipur [2 aagos seuss Pepisonms ns ap cre(go OwWO> e[reWIO! ap [2 OUIOD jse ‘e}SOL -ouDd1 e ap sausBs10 s0] Js90UE2 Sp OYDerEP [> auDLL, “OOP uorunpaso:d ordord yap 19s ap upzer vf roqes ap oyr2J2P eqie sp ‘o2tup2ou ne & oypasap je euen ‘oxsurdres 2p 2p ‘ox2us03 ap o1sgo ja ‘ojduiaf tod ‘opusrpussde piso onb os04q0 Ig “uaBreur fe eisand 398 spond ou anb peppoud eno dey oper ns e osad ‘oquowyesmeu peprioud eum so ugtqurer eoyuD92 ugpewtos ef ‘eis1s21803d eansodszod e| ug “Te? 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Soy rauodur oBrequia urs opand ou “pepnin ef ap eonsjod epra ef argos uorcapar el jeuauepuTy 52 anb ep ‘s2jouedsa sazopeleqen soy ofdurafs 10d uegerse of 01109 fopjoussuos aziso opond usiq 1s ‘oper ono tog ® 128 comprensién critica del mundo ni tan fiel a ella, sino una edu: caci6n al servicio de la capacitacion estrictamente técnica de la mano de obra.” Como si dentro de una visién progresista fuese posible dicotomizar lo técnico de lo politico. Quienes hacen esta dicotomia son las clases dominantes, como ya io he subrayado, De ahi viene la riqueza con que contames hoy de discursos proponiendo el ideal pragmético de ajustarnos al mundo tal cual es en nombre de los valores del capitalismo. En una nueva historia sin clases sociales y por lo tanto sin conflictos, a no ser los puramente personales, no tenemos otra cosa que hacer que darnos todos las manos, callosas de muchisimos y suaves de algunos pocos, para rehacer el mundo en fiesta, por fin. No creo realmente en esto pero entiendo, aun cuando lo lamente, el engaiio en el que se encuentran enredados estos militantes africanos. La larga experiencia, intensamente tragica, que vienen viviendo hace tanto tiempo; su negacién como Pedro, como Antonia, como personas, como clase, como sexo, como raza, como cultura, como historia; el desprecio por su vida que para los blancos perversamente asesinados no vale nada, y por €s0 tanto puede estar o quedarse ahi como cosa que apenas se mueve, habla y anda y se encuentra bajo su poder, como puede partir, 0 evaporarse, o desaparecer, que a los blancos poco les importa. La larga y tragica experiencia, dignamente humanizada por la lucha de su pueblo, por la belleza de la lucha, dejé sin embargo, en el cuerpo, una especie del mismo cansancio exis: tencial al que me referi y que noté en los trabajadores inmigran- tes en Europa. Es como si el momento hist6rico de hoy exigiera de los hombres y de las mujeres de ese pais una lucha totalmente diferente de la anterior, una lucha en la que lo técnico susti tuyese por entero la formacién politica de los individuos. Por otro lado, el destrozo de los pardmetros de naturaleza politica refuerza el cardcter fatalista que marca el “cansancio existencial” segtin el cual la nica alteraci6n posible del mundo ¢s el cambio puramente adverbial La verdad sin embargo es otra. No importa en qué sociedad estemos, en qué mundo nos encontremos, no es posible hacer ingenieros o albaiiiles, fisicos o enfermeros, dentistas 0 torneros, educadores 0 mecénicos, agricultores o fil6sofos, ganaderos o bidlogos, sin una comprensién de nosotros mismos en cuanto seres hist6ricos, politicos, sociales y culturales: sin una compren- 129 sin de cémo funciona la sociedad. ¥ esto no lo da el entrena miento que dice ser puramente técnico. Otra preocupacién a la que jamés podria negarse la educacién, popular es Ia que tiene que ver con la investigacin epistemo- Jogica antes © concomitantemente con las practicas docentes, principalmente en las areas campesinas. Este viene siendo hoy, entre nosotros en Brasil, un quebacer caro a la etnociencia Saber cémo los grupos populares rurales, indigenas o no, saben. Cémo vienen organizando su saber, 0 su ciencia agronémica por ejemplo, o su medicina, para la cual han desarrollado una taxo- nomfa ampliamente sistematizada de las plantas, de las yerbas, de los montes, de los olores, de las raices. Y es interesante observar cémo matizan Ia exactitud taxonémica con promesas milagreras. Raices cuyo té cura al mismo tiempo el cancer y el dolor de un amor deshecho; yerbas que combaten la impotencia masculina. Hojas especiales para el resguardo de Ia parturienta, para la “paletilla caida”, etc. Investigaciones hechas recientemente en universidades bra- sileias han venido demostrando la exactitud de los descubri- mientos del saber popular. Discutir con los campesinos, por ejemplo, que las universida- des estén comprobando algunos de sus saberes, es tarea politica de alta importancia pedagégica. Discusiones asf pueden ayudar a las clases populares a adquirir confianza en sf mismas o a aumentar el grado de confianza que ya tienen. Confianza en si mismos tan indispensable para su lucha por un mundo mejor y a cuya necesidad ya hice referencia en este texto. Lo que me parece finalmente imposible, tanto hoy como ayer, es pensar, 0 més que pensar tener una practica de educacién popular en la que, previa 0 concomitantemente, no se hayan tomado y no se tomen en serio los problemas como: qué con- tenidos ensefiar, a favor de qué ensefiarlos, a favor de quién, contra qué y contra quién. Quién elige los contenidos y cémo. se ensefian. éQué ensefiar? éQué aprender? ¢Cémo se dan las relaciones entre aprender y ensefiar? ¢Qué es el saber de expe- riencia vivida? Podemos descartarlo por impreciso, por desar- ticulado? ¢Cémo superarlo? ZQué es el profesor? éCudl es su papel? Y el alumno équé es? ¢Y su papel? éNo ser igual af alumno significa que el profesor debe ser autoritario? Es posible ser democratico y dialégico sin dejar de ser profesor, diference del ten es op outs [ep efsusze. B anb [9 ue o1ussasd up “eueveur esopnp ap siuessid un exo ‘syed ns wo eqeyfey soy onb ofeqen [2 oppeyo sopioqey suersqo ou ‘onb s1uassid un ua ‘sesoure? ap sepeoidies supSoje ueqeiusuredxe sozoueduio> sns ap soy> ‘nu: owgo ap sojdursf> uosarp ay “operqey ay eA [end JP [EP suoistes opuesues, [9p syut UoTeI euN ex [EIA PepHNBasut nS ugisua) squsueULiod uN ue .TAtA € EqeBTGO SO] ‘sox01295 50252 o[9s seuorsusu: sod ‘pnyes ua 4 ugtseonps ua seiseS ap ozs ‘oussiqo8 fe eyurrxe onb oduron ousstut fe ‘TeBoq uo1eSHgo est ‘owe ourosd 19 ue ‘ou 0 ‘oporred ono sod opresouss ered ‘osnunsed [es 9p ourtsi9i eped e wast0 ap sed ns Bf 9p ‘syed [2 uo [e89] ejouoweued ap ove UN IOs He? 29403 2p ‘oypay [2 sod ‘wejuai anb pepiso29u v] 2p ‘sopnautos ueqeise soit 2p soypnur anb se e ‘sola woo seriusey sns e roue1 © oy>2I9p Te souotsomnsos sel op ‘somuesuuy soropefeqen owo epust: -odxo né ap wore[qeH “oporyu 9p UOHsoN> wun 10d ‘eauENTUE ns 4 wonsod updo ns uoreisoytuew jend ef uo UgRINpONUt zur s998y onb uosotan: ‘o8requia urg “esun sor anb ovunse fo uo uorenuo sondsop ‘[eig 21qos uoseBepur ‘euedsg ap worelqeH ‘OUIBTAUE [SP eZDINP e| A EUITD [9 axqos CDOd UM soUTESIEAUOD sours ezed somrozal> soungie 4 somaumsep sounsie opusden uoreSoy] “wiexe ex01 f ey 2 4 ‘opeozeur esp 2 Uz ‘uy aso exed sooan seunSie souspumes sourejspod ‘peprsormna ns ap A oduron ns 2p opusrpuodsp ‘olip ‘gz -zesxeauod ua sopesaseiuy o1uou ueqeiss opfusiuos odno saqos ‘oprunde ep miBoFopeg el opustay ueqeiss anb guejepe ow “oiuefspe ueqesorl 4 opeztued <0 wesqey soyje anb juesur ugmeonpe ep eureBord un o3gGos e8muos resssauos wesranb onb offp ayy “eurrcosd eueui9s ef 2P aupou szambreno ua ‘sodns sossyeduios sop 4 1p £ uo> eistva 2 eum espad sur onb [oyedss aiues8yurut sopefeqen un EXE ‘ozins o1903 jap oo1dn oSunmop up “upzers9 Ef UP seyjanaus ‘sof>| apsop exqaury & uesdso anb sesosuesy seweiuoul se ‘oprpuosss jos [> woo way Anu: eueyeur eun -euegeUr oP ‘oSurmop erg “erqourg op eseo Tur UO EpeUrEl] EU sqrIeL BP UA ‘01x92 2159 Us sepeuniyea seoiSoSepad-oonsjod ssuorisod stur uesoidxo onb seisendsoy “seis © seisondsaz squr exrayduar eaatt ofesua 2189 uo osiuetd sey owls exaueu e] anb ‘uy U9 ‘0919 setopugipuodsas aidurats souzois anb urs 4 souopupSiasu axdursts ugise serunBaid seiso onb uts euajd uppeonps s93ey aiqsod 89 caoduren s1usuresiBojoasouS £ eonsjod “wonzpig cequepep sap-efenSu2l uomerar ey refeqen own? ceroreysey “eisteqsan ‘ersqqemaaqoiuy ugpeiua: ef resodns ouiga 4 “erstrenunjoa “eisiseq Uopeiua ej xeradns ow9D? ceusey seq Cun US suLOJsURN 98 asey e] anb ups eroaresnspid uprejas e] sata OWg9 opo? augos oxad ‘repusius ow99? co1uauToouoD [ap wy10a1 UN op oxpens jo ua jaded ns $0 1pngp Zuptooaz/ipo0 vj s9 n> ZayEsuD oF anb sosojoad un aiqisod gag? coprasey aqap ou 4 reyasua 9nd Suan ou 22ey ef onb sopeonpa jo anb euesueq ugmeonps ef ¥resooau wane eT e2yTUSig? copunur jap erms9] BI urs Esqered 9p eana99] A exmniosa ap ones o1uaIUT uN JOqey apand? <.2P canb ow99 39a ered pis ouro> vfap. ap ¥] esios eopr exasegUNe Bina ayuonoesucsu: wongid eun o8oryip [9 wouTusisr cowUME ost

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