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Filgrid en el pais de los Nocreo Luciano Saracino cantaro heptane pipmipaaniel range me (Cries Pin Diced, - Beegee Ciba, BRE? Lie Sp DE Has ara 3 Aaa Dag asus as TAPS Tn LN Remi Argrntoma. 2. iwele Ut Flt, Ganson. ose, 1 Thess Co aaa © Lelia Pert le Faken i A, 3008 Velitortad Mamet le alow SA forms pact el Crap Marios ae eae soot Sebel oececke neenn peeai Eaters eww purtodepubon Corn at eta aad depen gee pe lp LT. Be = (Hoe premade a poprediecsam pastal ots ef alma rnsamerto ef aitpaiiey be mammreniiny 1 amet wits me Lees, a1 cme tia pet Capea ns me le AC frei medharte feteepass, dhgrisicacsie y otto rete ion el permame preety “fetid ected intercept per nn bryce 17S 2 Libros para leer en buena Lora jQué placer, leer! jQué placer, leer un libro, interesante, ocurrente, emocionante! jQué placer serio, ir pasando las paginas de un cwento de misterio! jQué diversién, desewbrir cémo bailan las palabras de una adivinanza y dejar que vengan los chisporro- teos de los trabalenguas! Hora de Lectura es una coleccién para leer en buena hora. Para que disfrutes de autores argentinos contem- poraneos y descubras el universo literario. Para que salgan los libros de los rincones polvo- rientos y olvidados, y s¢ vuelvan protagonistas de un placer compartido. Los libros de la coleceién Hora de Lectura estin estructurados en jugosas secciones que posibilitan un mejor acceso a la literatura. La obra presenta cventos, porsias, colmos, adivi- nanzas y trabalenguas, que conforman el multifacé- tico rostro de La literarura para los chicos de hoy. Las ilustraciones colaboran con la comstrucciém del sen- tido de los textos y refuerzan el valor estétioo de la palabra. En Apunten... jjuego!, encontrames consignas de comprensién, produccién y narracién oral que nos permiten generar un espacio de placer compartido en el aula y hacer de la lecrura y de la escritura activida- des comunitarias. En la secciém Aqui me pongo a contar, los auto- res hablan acerca de su vida y de su trabajo, en res- pucsta a una entrevista que muestra los entretelones y la cocina del oficio de escribir. En Las mill y una hojas, te brindamos datos cu- tiosos vinculados con los textos. Para que abras asi algunas de las tantas puertas al mundo que la litera- tura ofece, jSean todos bienvenidos a esta propuesta para dis- frutar de la buena literatura en una profunda y crea- tiva Hora de Lectura! Filgrid en el pais de los Nocreo Luciano Saracino ilustraciones de Carlos Pinto Que si cree. Una pregunta antes de empezar: zQuién es Filgrid? Lawerdad es que la respuesta a la preguata que crica- beza esta pagina es de lo mds complicada y multiple, Ni sigquiera yo, que conosco a Filgrid desde lace mucho, pero mucho ticwpe, soy capa: de responderia. Lo que sucede, para serles france, es que hay nt mon- tin de respuestas posibles. Algunas podrian sev las si- guitemtes: * Filgrid es um mrago. * A Filgrid le encanta recorrer caminas, * A los cateminas les emcanta ser recorridos por Filgrid. * Su mejor amigo se Hama Luigg. © Luiggi es um gato. * El gato que cantina com Filgrid conoce el secreto de las palabras. Por supuesto, totes las respuestas que acabo de dar sow verdaderas. Pero... galcanzan acaso para explicar com centeza quid ex Filgrid? No. Y bb que sucede es que Filerid wo es an mage comin, Si bien es muy prarecido (em aparigncia) a otros magos que haw wiste ent libros comte este, dna observacidn detallada y coneisa nos daria nds de une diferencia, Veamos si esto cs asi. Filgrid tiene una larga barba que es blanca como La wieve de las montanes mis altas de los paises mds frios (esto estd visto en imfinidad de magos, y hasta parece ser que ticnen barberos especializados que les dam ese aire tan mristeriose que siempre aparentant). Por otro lado, Filgrid es tam viejo como el tiempo (cual- quier mago que 2¢ preci¢ tiene que tener sus buemos altos encima, ya que se dice que, a mtayor experiencia, mejores trucos). Como vestimenta, siempre use una capa larga y raida (como cast todos fos magos del munud). Filgrid pue- de hablar todos los idiomas de la Tierra (incleido ef in- trincado dialecto del viento, que al fim y al cabo mo es tan intrincado si unoes un mage con todas las letras). Y, ade- mas de todo eso, hace magia (si ustedes conocem mm mage que wo la haga, desconfien de su magueza), Emnonces, squé es fo que diferencia a Filgrid de los otros mages? Filgrid en ef pais de los macren 4 Pues que Filgrid wo tiene una varta magia para ha- cer magia porque le alcanza con sus cajas, Las cajas de Filgrid pueden ser de cualquier tamaiio y material, Las hay pequemas como uma pestada de ratén V Gigaeres come una higrime de dragdn. Las hay de ina dera, de cristal ocartén, pero tanibide hay quien dice ha- ber visto en su bolsa cajas de buriupas, humo o mubarrin (cnestion de soma improbabilidad gue wo estoy en condi- cromes de asegurar), Algumas sow tam oscuras que la rnis- ma oscuridad mo las podria encomtear en una habitacicn cerrada, y otras tan doradas que se las hv comfundido en mds de una oportunidad com pedacitos de sol. Lo mismo sucede cou tas formas: las hay de todo tipo, Imagiiertse ustedes wia forma (la que quicran, mo iinporta que sea disparatada) y seguro que Filgrid tieme alguna bastamte parecida dentro de su bolsa. Pero lo més importamee de estas cajas (y he aqui la fumciée de nuestro mago) es que noestan vacias. Las cajas de Filgrid estén Henas de historias, A cada caja, une historia, Dicem que el neando estd Meno de his- forias dando vueltas por ahi, La misidn de Filgrid y Lui- Get emrouces, ex poner cuss historias em esas cajas y luego encomtrar a aque! que es merecedor de aguella historia. Las historias, claro, som amigas de este mage. Por eso su bolsa siempre ested Nena de cajas buscando sus duetios. Hay quien dice que Filgrid vewe waa caja pare todos wosotres. Ahora, sf tienen ganas, puede comtarles wna aventura que le sucedid a muestro mage ce wee de sus antisites wayes. Se trata de la vez que llegd al extrato pats de fos Nocreo. Muchas cosas rerribles fe pasaron a Filgrid y a Luiggi en dicho lugar, pero les promevo que, al final de este libro, todo-se reseelve bier. Vamos? Solamente tememos que pasar esta pagina. (Qhee sengee bruce vige. Capitulo | Una llegada extrafia a un lugar mas que extrafio A medida que cl bosque se iba haciendo cada vez menos tupido, Luiggi habia dejado de cantar. No por- que se le hubiesen acabado las canciones, sino porque aquel bosque le train mala espina. Y¥ cuando a Luiggi le traia mala espina algo, muy Ppocas veces se equivocaba, —Por qué estas tan crispado, viejo amigo? —pregunté el mago, que se habia cansado de tan- to caminar y habfa agrandado a Luiggi lo sulicien- te como para poder ir cémodamente montado en él (cuando era Luiggi el que se camsaba, Filgrid sim- plemente lo achicaba y lo llevaba en un bolsillo, o al hombro). —Es que este lugar no me gusta, Filgrid. Fijate Py duces tarenina cémo cada vez hay menos Arboles. 7Y hace cudnto que no vemos ni siquiera un hada? Filgrid Hevé su mano a la barba enorme y blanca y se quedé durante un instante pensando en lo que decia el gato, Cuando le parecié haberlo pensado de- masiado, dijo: “whim. Pero como aquello no era una palabra, ni siquiera en el pais de los uhremumm- shumms, dijo también: —Tienes razién, Luiggi. Y ahora que lo dices, tam- pooo se ven demasiadas luciérnagas por esta zona. Ni shadows del bosque. —Por suerte —se apresurdé a afadir Luiggi, que co- nocia muy bien alos shadows y sus diabluras—. Pero no deja de ser raro. (Como si aquella frase la hubiese Hamado, ante la vista de Filgrid y Luiggi, bajo una lomada, aparecié una ciudad. Hi camino por el que venian se acabé. Del otro lado se veia un poblado de esos que estan dispersos aqui y alli en las inmensidades de los bosques, ‘Como se pusicron a buscar inmediatamente algu- na taberna o despensa en donde sentarse a descansar después de tanto viaje, no vieron venir al sefior que se les acered, Peculiar caballo le dijo el hombre al mago. —No es un caballo; es un gato —respondid Filgrid. El hombre, all escuchar aquello, arrugé la mariz y acond: —WNunca vi caballos de ese color. —Soy un gato —interrumpié Luiggi de lo mas eno- jado por haber sido confundido (jdos veces!) con un equins. —Perdén? —pregunté el hombre mirando a Fil- grid—_ ;Dijo algo, sefior? —INo, fue mi gato cl que hablé. ‘Como aquel didlogo se estaba poniendo un poqui- to dificil, Filgrid se bajé de Luiggi y lo devolvid a su tamade habitual (o sea, el de un gato bastante regor- dete, con unos bigotes enormes)_ El hombre miré toda aquella transformacién, y luego de pensarlo unos minutos dijo: —jOh! Asi que tiene un gato... gy su caballo? —Nunca tuve caballo. —Qué extraiio, hubiese jurado que hasta hace un instamte usted estaba montado sobre uno... s¥ hace alguna moneria, su gato? —Si- habla —respondié Filgrid_ —Ademis —dijo Luiggi, que ya se habia cansado Filgrid en ef pais de los Neareg 5 un poco de ese didlogo ridiculo—, soy un gato; como voy a hacer monerias? Gateces, haré, en todo caso. O Gatidades, pero monerias... ,que las hagan los monos! EH hombre miré al gato como quien mira a un gato por la calle (o sea, sin mayor interés) durante un rato largo. —jHabla? —dijo por fin—. Pues yo solo lo escu- cho maullar, Filgrid y Luiggi se miraron y resoplaron al mismo tiempo, —En fin —continué el mago— spodria usted de- cirme cOmo se [ama este lugar? —Nocreo. — ;Cémo? No cree que podria decirme el nombre del lugar donde vive? —Yo solo le he dicho Nocreo. — (Pero yo le pregunté por el nombre de este lugar! —jEs que Nocreo es el nombre de este bugar! —Ahora entiendo —dijo Filgrid, y se fue caminan- do con su amigo al lado. Ambos pensaban acerca de si aquel era un buen sitio para repartir las cajas, Lui- gai lo hacia ronroneando y Filgrid, con su mano en la barba, pensativo, como ya les expliqué antes_ Capitulo II Pues bien, cseo que ha llegado el momento en que les debo relatar una o dos cosas importantes acerca de tan extrafo lugar. No creo que tenga que explicarles demasiado como era Nocreo en su aspecto general, O sea, ustedes ya saben: calles, casitas bajas, tiendas, escuelas, carros llevados por caballos, mucho trifico en las zonas cén- tricas, papelitos de caramelos tirados en la vereda, sefioras paseando perritos, permitos paseando sefo- ras... y todo eso, No me hagan decir todo bo que hay en Nocreo porque creo que ya se han hecho una idea bastante acertada. Pero hay algunas cuestiones que deberian saber para que podamos seguir con esta historia, y una de ellas es que en Nocreo gobernaba un rey. * Qué tendra de extraho eso?", se preguntarin us- tedes. “Si hay un montén de ciudades en los bosques que estan gobernadas por reyes". Y tienen razén. Pero ninguno de esos reyes que andan por ahi se parece a Descreido Mayor |. Con el nombre, ya se pueden ha- cer una imagen de su personalidad. Este no es un rey bueno. En primer lugar, porque no cree. No cree en nada que no se pueda ver, y tampoco en algunas cosas que si pueden verse, pero que él considera increibles. ¥ en segundo lugar (y esto es lo peor, créanme), porque no deja a los demas creer en las cosas en las que él no cree. Para dicho fin, todas las mafianas publica un pe- riddico que la gente lee con el desayuno, en el cual se especifican todas las nuewas cosas en las que ya no hay que creer. Asi, manana tras manana, la gente que habita No- creo fue dejando de creer en casi todas las cosas. Dejaron de creer en la magia y en todo lo que la rodea (magos, trucos, amores a primera vista, con- juros, brujas, duendes, hadas, deseos, casualidades, trabalenguas, alfombras y escobas voladoras, monta- fas que dibujan caras en sus rocas, nubes que forman 20 udiass farang corderitos, estrellas fugaces, etc,). Por supuesto, en Nocreo tampoco creian en los extraterrestres. Ni en los piratas. Ni en los esquimales. Ni en los ornito- rrinces. Y¥ ni hablar de gatos que hablen, ni historias en ca- jas ¥ todo eso. En Nocreo estaba todo bien clarito, Lo unico que existia era aquello que existia, Y cuidadito con que a alguno se le ocurra fantasear, —gAsi que los canguros no existen? —dijcron un dia em que al rey se le ocurrid que aquellos animales eran demasiado improbables—. Ya me parecia a mi que los canguros no existian, Cosas asi pasaban todes los dias en Nocreo. Capitulo Il Un momento de lo mas desagradable —jEy! jPst! [Usted y su gato! |Deténganse! Filgrid y Luiggi se dicron vuelta al escuchar aque- llo ¥ se sorprendieron al ver al hombre de azul correr CON eXpresién Muy Seria a su cncwentro, — Si? —dijo desde atris de su barba la voz de Filgrid—. ;Qué desea? —Identifiquese, por favor. A Filgrid esto lo sorprendié sobremanera. Le ha- bian preguntado miles de veces su nombre, pero siem- pre de modos un tanto mds amistosos como *;Podria decirme usted su nombre, por favor?" o “;Haria el favor de decirme cual es su gracia?”. Hasta Uegaron a preguntarle si realmente era quien decia ser. Pero nunca Io habian hecho con aquel tono tan awtorita- rio y malhumorado, 22 udiass farang Entonces Filgnid se prepard, y con la voz que tanto habia estudiado en el corner de los afios, respondid; —Filgrid. Seguido de esto se extrafid de que aquel hombre ho se sorprendicra en lo mas minime al escuchar su nombre. j5i hasta las montafias mas antiguas, o los océanos mds enormes, se emocionaban al cruzar- se por primera vez con tan famoso mago! Pero este hombre ni se inmutd, Seria posible que su fama no hubiera llegado has- ta aquella ciudad? “Hummm’, fue la dnica respuesta que la mente de Filgrid pensd, —Su nombre no me dice nada. sEs de por aqui? —Pues soy de todas partes y de ninguna, Camino de un lado a otro sin detenerme muis de lo que haga falta. —O sea que no tiene documentacién que certifi- que que usted es quien realmente dice ser. —Pues tengo mi palabra que lo certifica. ¥ mi pa- labra dice la verdad. Se lo digo yo, que la conozco desde que nacid. Hl hombre (que como se habran dado cuenta era un guardia del tan desagradable rey) pensé en lo que el anciano le decia y le parecid bastante sensato. —Muy bien; gy de qué trabaja, sefior Filgrid? Filgrid en ef pais de los Neareg u Aquella si que era una pregunta dificil. Filgrid era mago. No trabajaba de maga ni le dedicaba algunas horitas de su tiempo a aquello. Era mago, y punto. —Pues... soy mago. —jMago? —dijo el guardia con los ojos grandes come lunas nuevas—. Pero... jsi la magia mo existe! Filgrid miré a Luiggi y ambos sonrieron cémpli- cemente, Por lo que parecia, aquella gente tenia mucho que aprender, y ellos eran los indicados para ensefiarles. —Verii, jowen —dijo Filgrid, com tono de mago que sabe mucho de lo que esta hablando—. Puedo asegu- rarle que la magia existe. Y puedo mostrarle en un periquete lo cierto de esto. —Y yo puedo demostrarle en un santiamén que... —el guardia sacé del bolsillo de su uniforme un libro tan grueso que se hacia diffcil pensar que podia llle- varlo alli sin la utilizacsén de uno o dos traces redu- cidores. Lo abrid y se puso a buscar ripidamente en las hojas—., jAqui esté! —exclamé sefialando con el dedo un renglon. Alargando un poco el cuello, Filgrid pudo observar lo que el guardia sefalaba. Era una frase que decia, simplemente: a4 udiass farang —Ve? La magia no existe, —Pero.., jesto no es serio... Que alli diga eso, no quiere decir... El guardia se puso colorado y se hinché hasta que parecié que iba a reventar. Cuando por fin pudo ha- blar, dijo: — jQue esto no es serio!? jPero si esto es lo mis se- rio que hay! Es el libro de nuestro rey Descreido Ma- yor Len donde estan todas las cosas que ne existen. Filgrid y Luiggi volvieron a mirarse, pero esta vez desconcertades. —Y si la magia no existe —continué el guardia—, cso significa que usted es un vagabundo, ¥ la vagan- cia esta penada por la ley en Nocrea. |Marchen pre- sos, usted y su gato! —Pero,., —atind a decir Luiggi. —Sin peros —espeté el guardia al gato, antes de darse cuenta de que los gatos no hablan y que lo que 26 udiass farang acababa de suceder era imposible. Luego metié a los dos en un carruaje que decia, en letras muy grandes: Dados los hechos, podriamos asegurar que la situa- cién no cra de lo mis cémoda para nuestros amigos, y¥ si no salto en este mismo instante para meterme entre Las priginas y salvarlos, es porque sé cme sigue esta historia. Asi que ustedes continden leyendo, que a Filgrid algo se le va a ocurrir. Seguro. Capitulo IV Eugenio y la nube No existen jaulas lindas. Ni aqui, ni alli ni en nin- guna parte. ¥ si bien Filgrid y Luiggi sabian aquello, nunca les habia tocado enfrentarse en carne propia a la expericncia como para poder comprobaslo, ‘Cuando el guardia loz dejé en la torre mals alta del castillo y se fue (cerrando bien la puerta con una lave enorme que colgé de su cinturén), ambos caminaron en circulos entre las cuatro paredes, pensando qué se podia hacer en una situactén tan critica como aque- ila. Después de la vuelta dos mil, Luiggi se cansé y se senté en el piso. Desde esa cémoda posicidin, mird.a su amigo de barba blanca y le dijo: — Por qué no desaparecemos y volvemos a apare- cer en el bosque, lejos de esta tonta ciudad y de esta fria celda? 2a udiass farang Porque no seria justo, mi buen amigo. Tenemos que buscar una forma de salir de aqui que sea especial y diferente... y que, sobre todo, dé a la gente de No- creo y a su extrato rey una leccidn que nunca jamas puedan olvidar. Ya se nos ocurrird algo. Escuchado aquello, Luiggi comenzé a darse un buen bafio de lengua, Sabia por experiencia que cuando las cosas estdn complicadas, nada mejor que un bafio de lengua para ver si se solucionan solas. —Nada que hacer —dijo, entre una lengdeteada y otra—. Nos tendremos que quedar aqui hasta que descubran que han cometido un emor y nos vengan 4 pedir disculpas con una buena taza de leche y un plate leno de pescado fresco. —Hummm... —respondid, indeciso, Filgrid—. No creo que esto sea tan sencillo, mi fiel amigo. Mi instinto de mago me dice que, si mo hacemos algo, podriamos quedarnos encerrados aqui por mucho tiempo. 7 te imaginas estar mucho tiempo sin re- correr ningun camino, Luiggi? Al gato se le erizaron hasta los bigotes. — Eso seria catrasternifico! —dijo, tratando de ex- presar con esa palabra lo que significaria lo que le Filgrid en ef pais de los Neareg m proponia Filgnd—. ;Y nuestras cajas! ) Qué seria del mundo si dejdramos de entregarlas? —Preficro ni imaginarlo, Luiggi. Y por cso mismo debemos pensar en algo lo mis pronto posible. Dicha esto, Luiggi volvid a su baiio ce lengua, Se- guia considerando que era la mejor manera de hacer algo para salir. En la pared opuesta a la entrada de la jaula habia una ventana muy chiquita, atravesada por unos ba- rrotes que impedian que saliera nadie (aunque, por supuesto, para un mago con las capacidades de Filgrid aquello no ocasionaba obstéculo alguno). Se asomé por alli y observs, A pesar de que, come les conté, aquella celda esta- ba en lo alto de la torre mas alta, Filgrid tiene una ex- celente vista, por lo que pudo ver mas o menos todo lo que pasaba en la ciudad. Excepto dos hormigas que se peleaban por una ho- jita de menta y un mosquito que escapé temeraria~ mente del manotazo de un vendedor de escobas, nada demasiado relevante sucedia en Nocreo. Las personas hacian las cosas que se hacian todos los dias en aquel reino. ¥ nadie se daba cuenta de que alli arriba habia un mago observandolos (claro que, si 4 udiass farang lo supieran, no lo creeriam, ya que para ellos los ma- 08 no existen, asi como tampoco existen las vistas tan poderosas). En el patio de una casa, un nifio jugaba con su mufeco, A Filgrid le gusta mirar a los nifos jugar, asi que se quedé distraido observandolo por un buen rato. En determinado momento del juego, el nifio miré varias veces a los costados y, al saberse solo, jugé a que su mufieco podia volar. Fue en ese ins- tante que Filgrid supo que algo podia hacer para sa- lir de esa cércel. A veces la casualidad nos da ese tipo de soluciones. —No todo esta perdido —dijo Filgrid a su amigo gatuno, y le mostré al nifio con su mufeco (Luiggi, como verin, también tiene una vista excelente). Luiggi miré aquello un rato y, al dictaminar que La clave de lo que habia descubierto Filgrid estaba en el mumeco y en el nifo que lo hacia volar, pregunté un tanto ofuscado: —Piensas salir volando de aqui? —WNo podria, por los barrotes que nos impiden la salida. Pero aquel nifio me ha dado la solucién. — Por qué? Es solo un nino jugando a que su mu- fheco vuela, n udiass farang —No, mi amigo. Es un nine que cree que su mufieco puede volar, ¥ eso es mucho mis importante de lo que parece en un lugar como este. Todavia tenemos una oportunidad. Al menos alguien cree, y creer es la manera mas ripida de convertir los suefios en tealidad. Entonces Filgrid puso su yoz adentro de una nube y le pidié que por favor bajara hasta donde estaba jugando aquel nifio. La nube le hizo caso, orgullo- sa de llevar en su interior la voz de tan magnifico mago. Filgrid se quedé en la torre, mude momentaneamen- te, pero CON su Vista precisa y Certera como siempre. —Hola —dijo la voz de Filgrid cuando la nube bajd hasta el patio donde el nifio jugaba. —Ho... la —respondio el nifio—. 2Eres una nube? Mi papd me dijo que las nubes no pueden hablar. —Y tu papa esta casi en lo cierto. Por um lado si soy una nube, pero la voz que escuchas pertencce a un mago que esta encerrado alli, en la torre aquella. —jOhl!, ya veo. ZY es um mago malo el ducfio de esa vor? La nube rio (con la voz de Filgrid, claro est). —No, noes un mago malo, En lo mis minimo. Filgrid en ef pais de los Neareg Ee | —Y entonces jpor qué esta alli encerrado? —Pues porque aqui mo creen en los magos. El nifio se quedé pensativo por unos instantes, pero luego dejé de pensar porque se entristecié por la swerte del mago aquel que habia bajado su voz en una nube para conversar con él. —jCémo te llamas? —preguntd Filgrid desde la fue, —Eugenio —respondié el nia. —Me gusta tu nombre, Eugenio, JA ti te gusta di- bujar? —jMe encanta dibujar! —Si te parece, en unos dias me presentaré con mi cuerpo real y te pediré que me hagas un dibujo muy especial, yte gustaria? —jMe parece wowtdarico! A pesar de que ni la nube ni la voz de Filgrid cono- cian aquella palabra, consideraron que Eugenio estaba de acuerdo con lo que le habian propuesto. —Muy bien, hasta dentro de unos dias, Eugenio. —jHasta dentro de unos dias, sefiorita mube y se- hor gsefiora? voz de un mago! Y la nube subi otra vez. EF] udiass farang —Con quién hablas, Eugenio? —pregunts el pa- dre desde adentro de la casa. —Con nadie —respondid el nene, diciendo casi toda la verdad. Armiba, cuando la voz de Filgrid volvid a Filgrid y la hube volvié a su reino Celeste, el mago se senté sobre el frio suelo de la celda y sonrid. —Ya tengo todo solucionado —le dijo a Luiggi, que de tanto batio de lengua se habia perdido la mi- tad de este capitulo, Capitulo V La visita del rey Tempranito en la mafiana, la parte de la torre en donde estaban encerrados Filgrid y Luiggi se llend de gente que iba y venia. Que todo tiene que estar reluciente, decia uno, Que dénde guardaron la alfombra, decia otro. Que a quién se le ocurrié poner este cuadro al revés_ ¥ ese tipo de cosas_ El cuadro mencionado se trataba de un retrato del rey Descreido Mayor I que algan guardia chistoso (o demasiado despistado) habia colocado patas para arriba, La alfombra roja estaba un poquite apolillada, pero aun asi era mejor que nada. Y a lo de que “todo tenia que estar reluciente” nadie le daba demasiada importancia, asi que com una barndita y algun plu- mero por aqui y por alla, se conformaban. i“ udiass farang Lo que sucedia era que el mismisimo rey estaba camino a la torre, y como aquello no era en lo abso- luto normal, todos los guardias estaban nerviosos y preocupadisimos por caerle bien a su maximo bene- factor (que, en realidad, de benefactor no tenda nada). Cuando sonaron las trompetas que anunciaban la Hegada del monarca (trompetas molestisimas si las hay), todos los guardias se colocaron haciendo dos hileras enfrentadas como si se tratara de un pasillo con gente en lugar de paredes. Por alli fue que pasd cl rey cuando legé al lugar. Si tengo que serles completamente sincero, en el cuadro se lo veia exageradamente mas buen mozo que en la vida real. Era este un rey petisito. Narigén. Medio chueco. Etcétera. Cuando llegé hasta ta reja de la celda, tosié una o dos veces para lamar la atencién de sus prisioneros, que a lo largo de su vida habian visto cientos de reyes y consideraban que este era el memos impresionante con el que alguna vez se habian encontrado. —Asi que usted es el famoso mago —dijo Descrei- do Mayor I com un tono de voz que demostraba cla- ramente su descreimiento. i udiass farang —Mi nombre es Filgrid. Y es verdad que soy mago. —jHumm! —dudé el rey—. 7¥ cémo podria yo creer en los magos si estd escrito que los magos no existen y la magia menos? —Quién ha escrito es0? —pregunté Filgrid, —Yo —respondié el ney. —jAh! —acoré el gata, pero nadie le dio impor- tancia porque los gatos casi nunca acotan mada en Nocreo. —Si usted quiere, estimado Rey de este lugar, yo podria mostrarle cn un santiamén que mi magia es real y que no hay ni una pizca de mentira en ella. El rey sonrid con una risa desconfiada y respondid: —Me gustaria verlo, por supuesto. Dicho esto, Luiggi (sin que Filgrid le dijera nada) se puso a buscar en la bolsa alguna caja que pudiera servir para tan extraho sujeto. Le costé muchisimo, pero finalmente encontré una. Tenia forma de coro- na, aunque muchisime mas linda que la que Hlevaba Descreido Mayor I en su cabeza. Filgrid tome la caja que su amigo le traia y se la obsequid al rey. — Una caja? —dijo Descreido Mayor I— jEsta usted tratando de decirme que esta caja es magia?

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