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Cote 5 BIBLIOTECA UGA. ae tH ECE EDITORS, S.A./BUENOS AIRES ae af he Pa@. SoS 0 MG u ME 0 2G Teonin (bceweaTh - Maarand . 1. La Tradicién Maquiavelista Magutaveo.vivié y eseribié en una época en que -8e Hevaba a cabo una gran revolucién social; la soce, dad feudal —su economia, su estructura politica y su cultura— era reemplazada por Ia primera fase de ln sociedad capitalista. Esta revolucién se extendié durante un largo periodo, y no se le pueden fijar li. mites precisos en el tiempo. Empero el descubrimien. to del nuevo mundo, la aparicién de fas primeras bol. sas de comercio, Ia revolucién protestante, la consoli. dacién del estado nacional inglés y el primer nombra. miento, hecho por Enrique VII, de representantes burgueses para ocupar las posiciones politicas més ins Portantés de un gran reino, son otros tantos sconte. cimientos que marcan el momento decisivo dle cor ras volucién, y todos ellos ocurtieron en tiempos de Ma. quiavelo. ‘También nosotros vivimos en el tanscurso de una gran in, wna revolucién en aue Ia sociedad Capita Sendo reemplazada por lo aue en otro libro he Tamado la “sociedad de los directores™ Ouizds es la gran similitud’ entre nuestra épocay la de Maquiavelo lo que exvlica por qué a tradicién maquiavelista, después de haber sido telegada al oly d0"o 'equivocadamente interpretada durante varios si. glos, ha cobrado eva vida en las décadas recientes, Gracias al estudio y a las investigaciones de algunos: eseritores brillantes ef maquiavelismo se ha desarsolls. 4 Ep The Managerial Revolution, publiceds en 1941, 105 JAMES BURNHAM do y extendido notablemente, y asimismo ha ganado en profundidad. La otisis de la sociedad capitalista quedé evidencia- da por la primera guerra mundial, Con anticipacién, que esté muy lejos de ser accidental, una gran parte del trabajo més importante de los maquiavelistas mo- dernos fué hecho en el periodo que precedié a Ia gue- ra. Es verdad que ya en 1883 Gaetano Mosca habia formulado muchas de sus ci primer libro, T'eorica dei governi e governo parla- ‘imentare, Sin embargo, sdlo nos da el fruto de gu, samiento maduro, con las experiencias aportadas por Ia guerra frescas en la memoria, en Ia edicién de 1923 corregida y aumentada, de El di scienx ‘ca, que es Ia base de lo que ha sido traducido al inglés Gn el titulo de The Ruling Class! (La clase gober- nante). Por su parte, Georges Sorel prosigili® activa niente su trabajo durante la guerra y en los aiios pos- teriores, hasta que fallecié en 1922. Robert Michels y Vilfredo Pareto escribian sus obras mas"ifiportan= ies cuando empezé la guerra. En una transicién revolucionaria, la lucha por el poder, que durante los afios de estabilidad social a menudo no se manifiesta, 0 se expresa en formas in directas y carentes de dramatismo, se revela en for~ ma imperiosa, El maquiavelismo se interesa en Ia po- litica, esto es, en In lucha por el. poder. Parece por lo tanto natural que su primera aparicién asi como su primer renacimiento guarde estrecha relacién con Ia revolucién social. Las crisis revolucionarias hacen que los hombres ©, cuando menos, un cierto niimero de 1 Bitado y tevirado, con wna introdueciSa, do Acthur Livingston ‘feaducido por Hanmal'D, Kahn, Publicado en 1939 por MeGraw- Hil Book ‘Co, Nueva York y Londzes. Las citas que aparecen en texte libro han sido tomadas de esa edicion, Sé6lo figuran los nimeros Concespondienter a lat pginay, sin meucionar el titulo del libro, (Mose ecié en 1858 y murié en 1941). 106 LOS MAQUIAVELISTAS hombres, manifiesten su disconformidad con lo que en tiempos normales pasa por ser pensamiento politi- co 0 ciencia politica; a saber, apologias disfrazadas del statu quo o suefios utdpicos en el futuro, y los evan a enfrentarse con las consecuencias reales del poder: algunos porque desean comprender con mis claridad la naturaleza del mundo del cual forman par- te, y otros porque desean asimismo saber si de alguna manera podrian tomar parte en el gobierno de ese mundo y realizar, cuando menos en parte, sus ideales. El maquiayelismo, huelga decirlo, presenta ventajas positivas sobre fa obra de Maquiavelo en si. Sus here- deros Mosca, Michels y Pareto, y todos los que desea- riios serlo, aprovechamos los conocimientos adquiridos “Gite FOO aiios de tradicién cientifica, y tenemos asimismo un conocimiento claro del método cienti- fico. Maquiavelo escribié en los albores de Ia era cien tifica; a menudo procedia cientificamente mis por instinto e impulso que por designio, Muchas de las ideas de Maquiavelo sélo estén implicitas en sus obras; en verdad, quizis, le he hecho algo mas que justicia al exponer explicitamente muchos conceptos que pro- bablemente él no habia dilucidado por completo, Ma- quiavelo mezclé el arte y la ciencia de la politica; con frecuencia sus conclusiones cientificas son los pro- ductos accesories de un esfuerzo por establecer una rogla que le permitiera obtener ciertos resultados po- Titicos, Los maquiavelistas modernos tienen plena conciencia de lo que hacen, y de las distinciones que deben hacerse entre el arte y Ia ciencia, Ademis, tie- nen la ventaja incalculable de poder aprovechar ese gran_tesoro de hechos histéricos que las pacientes in- vestigaciones de los estudiosos post-renacentistas han puesto a nuestra disposicién. 107 Gaetano Mosca, lo mismo que todos los maquiave- listas, rechaza el criterio monista de Ja historia, es de- » cualquier teoria de Ia historia tendiente a sostener que todo fo que sucede en fa sociedad deriva de una sola causa. Desde los dias, en los primetos siglos de la cristiandad, en que las primeras filosofias de la hi toria atribuian todo lo que sucedia a Ia voluntad de Dios como iinico principio causal, se han visto mu- chos ejemplos de teorias monistas semejantes, Mosca examina a tres de ellas en detalle: Ia “teoria climéti ca”, la “teoria racial” y Ia econémico-mnate- rialista”. ‘Todas ellas respectivamente sostienen que el curso de la historia puede explicarse por las diferencias de clima o de raza o por los métodos de la produccién econémica. Mosca rechaza todas esas teorias, no en vircud de wn prejuicio contra el monismo, sino en virtud de esta razén sencilla e incontrovertible que no Parece conmover a Jos monistas: porque esas teorias no concuerdan con los hechos. Mosca no sélo conoce Ia historia de las naciones de Europa, sino asimismo la del mundo. No tiene dificul- tad en demostrar que las presuntamente invariables influencias del frio y del calor, del clima seco y del clima htimedo sobre ef destino de los pueblos resulean inoperantes; que se trate de los grandes impetios como de las grandes democracias, el coraje, Ia pereza, el arte o Ia esclavieud se han manifestado tanto en el sur como en el norte, en los climas frios como en Los c4- lidos, y en los tetritorios secos y hrimedoss e igual comprobacién cabe hacer respecto de las diferentes razas, aparte del ercor original de todas las teorias raciales, dado que ef concepto de “raza” carece de precision bioldgic: ‘Tanto las teorias raciales como las climaticas esta- ban muy difundidas cuando Mosca comenzd a escribir en los ultimos afios del siglo XTX, Actualmente cuen.. 108 LOS MAQUIAVELID LAS. “tan con pocos adherentes, fuera de In escuela racial ihazi, aunque Jag teorias del “materialismo econd- “MIO” o del “determinismo econémico” atin + iguen @erciéndo iffluencia, Empero tampoco esas teorias Gisten a Ta’ prueba de los hechos, Ciertos aconteci mientos de orden y trascendencia maxima —Ia caida del Imperio Romano, la aparicién de la Cristiandad y el adyenimiento del Islamismo— han tenido lugar sin jue fueran acompafiados por cambios correlativos en a modo de produccién econémica; en consecuencia, no es posible admitir que el cambio social se deba a» una causa Gnica en el modo de produccién. La critica de esos puntos de vista monistas no, sig- nifica que Mosca desee reemplazarlos por un criterio similar propio 0, por otra parte, negar que ciertos fac- tores como el clima, Ia raza y el modo de produccién ejerzan influencias causales en la historia, Evidente- mints, ‘é clima puede cambiar el curso de los acon- tecimientos: algunas regiones de Ja tierra son literal mente inhabitables, otras son tan insalubres o tan ati- das que no permiten mantener un alto nivel de civili- zacién (aun cuando una sociedad vigorosa aprende a modificar ciertas condiciones naturales desfavorables) ; fa disminucién de las luvias puede determinar un movimiento emigratorio. Igualmente es preciso reco- nocer que los cambios en ef modo de produccién eco- némica constituyen uno de los principales factores que intervienen en el proceso histérico: la invencién de herramientas nuevas y de mfquinas nuevas, asi como Ia implantacién de nuevas maneras de organi- zar el trabajo y de nuevas relaciones en la propiedad econémica, pueden tener vastas repercusiones en todo el orden social. Hasta es posible concebir que las ferencias raciales influyan en la organizacién politica y social. Asimismo ottas circunstancias pueden ejer- cer accién en Ia historias por ejemplo, los nuevos tipos 109 z AG, UE. UEREGMY U8 FULILIBRD ' BIBLIOTECA GAS JAMES BURNHAM de armamentos o maneras de combatit, 0 las variacio- nes en Ias creencias religiosas y sociales. Mosca sostiene Jo que 2 veces se llama teoria de Ja cansalidad historica, “interdependiente”s esto es, crlterio de que el cambio histérico esta determinado por un gran aumero de factores sin que ninguno de Ellos pueda considerarse por st solo decisive, de que entre ellos se ejerce una accién reciproca y que, por Jo tanto, los cambios que sobrevienen en un sector provocan otros cambios en otros sectores, Mosca hace tina critica del monismo histérico con el propésito de refutar las interpretaciones histéricas basadas en abs~ tracciones y eliminar los conceptos anticipados acerca ide como deben ser Ias cosas, demostrando de esta ster te la necesidad de recutrir al examen concreto de los hechos que se observan en cada problema especifico, en vez de acomodar los hechos de modo que Ilenen Jos requisicos de alguna teoria esquemitica. El campo de estudios de Mosca es la politica, Cree que acercindose a los hechos de ta vida politica con métodos histéricos y comparativos es posible crear una tiencia de la politica, aun cuando se muestra muy mo- desto en sus esperanzas respecto a lo que Ia ciencia politica puede hacer en Ia actwalidad, ya se trate de Hlegar a conclusiones generales o de orientarnos en Ia accién. “EL hombre no crea ni destruye fuerza alguna de Ja naturaleza, mas puede estudiar sus maneras de actuar y sus interacciones, y aprovecharlas, Este es el proce- dimiento que se sigue en Ia agricultura, en la navega~ cidn, en Ja mecinica, y el que ha permitido a a cien- Gia moderna alcanzar resultados casi_milagrosos en esos dominios de la actividad humana, Con seguridad es el método que se debera aplicar también a la cien- Gia'social y, asimismo, es el método que ya ha dado buenos resultados en el dominio de la economia poli- 110 4 LOS MAQUIAVELISTAS . Empero no debemos ocultar el hecho de que en el plano de las ciencias sociales las dificultades que se presentan son casi siempre mucho més considerables. No sélo la mayor complejidad de las leyes psicolégicas (0 tendencias constantes) comunes a todos los grupos humanos torna mis dificil Ja tarea de determinar su facil observar las cosas que ocurrte lo tros que las cosas que n0s- otros mismo hacemos. fi) hombre puede estudiat mu~ cho" tas" facilmente los fendmenos de la fisica, de In quimica o de la botanica que sus propios instintos 0 sus propias pasiones... Pero, en este caso, aun conce~ diendo que... los individuos logren alcanzar resul- tados cientificos, es muy problemético que puedan aprovecharlos hasta el punto de que les permitan mo- dificar la conducta politica de las grandes sociedades humanas.” (The Ruling Classy pigs. 40-41.) Puesto que el propésito primordial de Jos maquia~ velistas es el de descubrir Ia verdad, no juzgan nece- saris" mplear_métodos demagdgicos de propaganda BaFY énsalzar sus procedimientos, ni siquiera para des- tacar los resultados obtenidos. Til 2. La Clase Gobernante La caracrenistica del andlisis politico maquiavelista es la de ser antiformal, usando la palabra “formal” en el sentido que ya he definido al comentar De Mo- uarchia, el teatado politico de Dante. Expresado en otras palabras, los maquiavelistas no aceptan de bue- has a primeras eit sti8 inveitigaciones sobre el compor- tamiento humano lo que los hombres dicen, piensan, creen_o escriben, Ya se trate de un discurso, de tt carta o de un libro de un individuo, 0 de un doc mento piblico, como ser una constitucién 0 una serie de leyes o el programa de un partido, los maquiave- listas lo consideran como un hecho entre la serie mas grande de los hechos sociales, ¢ interpretan su signi ficado siempre en relacién con los dems hechos de la setie, En algunos casos el examen muestra que las palabras pueden aceptarse tal como se presentan; pero en Ja mayoria de los casos, como ya tuvimos ocasién de comprobarlo al comentar De Monarchia, descu- brimios un divorcio entre el significado formal y el sig- nificado real; las palabras deforman y disfrazan el verdadero comportamiento politico que jndirecta= mente expresan. = = Siguiendo el procedimiento antiformal, Mosca nota como hecho social bisico y universal la existencia de dos “clases politicas”, una clase gobernante —siem- pre una minoria— y Ia clase de los gobernados. “Entre los hechos y las tendencias constantes que se encuentran en todos los organismos politicos, uno de ellos es tan evidente que cualquiera puede verlo, En todas las sociedades, desde las que atin se encuen~ 112 LOS MAQUIAVELISTAS tian en la aurora de la civilizacién hasta las més ade- lantadas y poderosas, existen dos clases de gentes: una clase que gobierna y otca que es gobernada. La pri- mera de las dos —siempre la menos numerosa— des~ empefia todas las funciones politicas, monopoliza el poder y disfruta de los beneficios que se detivan de ese monopolio, en tanto que la segunda, més numero- sa, es dirigida por la primera, de una manera que en ciertos casos es mas o menos legal, y en otros inds 0 menos arbitraria y violenta, La clase de los goberna- dos proporciona a Ia de los gobernantes, cuando me- nos en apariencia, los medios materiales de subsisten~ cia y los instcumentos esenciales para conservar la vitalidad del organismo politico. “En la vida practica todos reconocemos a existen- cia de la clase gobernante. .. ‘Todos sabemos, en nues- tro propio pais, sea éste cual fuere, que el manejo de la cosa pablica esté en manos de una minoria de per- sonas influyentes, cuya direccién, voluntaria 0 invo- luntariamente, acepta la mayoria, Sabemos que en los paises vecinos ocurre otro tanto y de hecho nos cos- taria mucho imaginar un mundo organizado de otra manera, un mundo en el cual todos los hoinbres obe~ decieran a una sola persona sin relaciones de supetio- tidad 0 de subordinacién, 0 en el cual todos los hom- bres compartiesen, en igualdad de condiciones, Ia di- reccidn de los asuntos politicos, $i tedricamente razo- namos de otra manera, ello se debe en parte a hébitos inveterados de nuestra manera de pensar...” (pigi- na 50.) La existencia de una clase gobernante constituida por una minoria es, cabe destacarlo, una caracteris- tica universal de todas las sociedades organizadas que conocemos, Esto es cierto, sean cuales fueren las for~ mas politicas y sociales —sea Ia sociedad feudal 0 ca- pitalista, esclava-o colectivista, mondrquica u olight- 113 JAMES BURNHAM quica o democritica—, e independientemente de 1a profesiones y de las ereencias. Mosca Mega ademis a Ia conclusion de que todo nos autoriza a suponer que éste siempre ha sido y sigue siendo el caso y que, asimismo, continuar’ siéndolo. De que las dos clases continuaran existiendo se deduce, en primer lugar, de Ia experiencia inequivoca del pasado: dado que en todas las condiciones se ha manifestado Ia existencia de estos dos grupos, debe presumirse que éste es un atributo constante de Ia organizacién de la vida po- icica y que continuard siéndolo en el futuro, Mas, por otra parte, la conclusién de que la clase gober- ante siempre estar constituida por una minoria puede demostrarse en otra forma, ‘Apoyandose en su teoria de la clase gobernante “Mosca refuta dos etrores muy extendidos que, aunque opuestos el uno al otro, son con frecuencia, por razo- nes dificiles de explicar, aceptados por una misma persona. FI primero, que se manifiesta en las discusio~ hes sobre la titania y la dictadura y en las criticas que suelen hacerse a los tiranos contemporaneos, es el que consiste en creer que la sociedad puede ser gobernada por un solo individuo, “Pero —observa Mosca— el hombre que esté al frente del estado con seguridad no podria gobernar sino contara con el apoyo de una clase numerosa que obligue a respetar y cumplir sus Grdenes; y aceptando que ese hombre puede hacer sentir el peso de su poderio a muchos o a un solo in- dividuo de la clase gobernante, con seguridad no pue- de ir contra esa clase o prescindir de ella, Aun cuan- do eso fuese posible, se veria obligado a crear otra ‘clase, sin cuyo apoyo la accién de ese individuo que- daria completamente paralizada.” (Pag, 51.) El otro error, tipico de la teoria democratica, es creer que las masas, es decir, la mayoria, pueden go- bernarse a si misnnas, li4 LOS MAQUIAVELISTAS “Si resulta facil comprender que un solo individuo no puede mandar a un grupo sin encontrar dentro de ese grupo una minorsa que lo apoye, es dificil admi- tir, como hecho constante y natural, que Jas minorias gobiernan a las mayorias mas bien que éstas a aqué- Ilas. Pero éste es uno de los puntos —tan numerosos en las dems ciencias— en que la primera impresién que se tiene de las cosas es contraria a lo que éstas son en Ia realidad, En Ia realidad el dominio de una mino- iia organizada y que obedece a un solo impulso sobre Ia mayoria desorganizada es inevitable. Bl poder de la minoria organizada contra todo individuo de la ma~ yoria, que se encuentra solo ante ella, es irresistible, ‘Al mismo tiempo la minoria esté organizada por lo mismo que es una minorfa. Cien hombres que actéian Goncertados, con una comprensién comin, triunfarin sobre mil hombres que no logren ponerse de acuerdo y que, por lo tanto, pueden ser dominacdes uno por uno, Sera més facil para el primer grupo actuar obe- deciendo a un acuerdo mutuo, por la sencilla razén de que est4 compuesto por cien individuos y no por mil. e De esto se desprende que cuanto mis grande es la comunidad politica, tanto mas reducida seré la pro- porcién de li minoria gobernante con respecto a la mayoria gobernada, y tanto més dificil le resuleard ala mayoria organizarse para reaccionar contra la minoria.” (Pég. 53.) ‘No hay excepeién a esta regla, ni aun tratindose de un gobierno que en su composicién depende del su- fragio universal. “Lo que sucede en otras formas de gobierno, a saber, que una minoria organizada impone su volun- tad a la mayoria desorganizada, ocurre asimismo, y de una manera perfecta, a pesar de las apariencias contrarias, dentro del sistema representative. Cuando decimos que los votantes “eligen” a sus representan- 115 \ | I i tes, empleamos un lenguaje inexacto, La verdad es que el representante se ba clegido a si mismo por in- termedio de los votantes y, si esta frase parece deri’ siado rigurosa como para ajustarse cabalmente a cier- tos casos, podemos describir Ia situacién diciendo que sus amigos lo ban elegido. En las elecciones, lo mismo ‘que en otras manifestaciones dé la vida s6¢ial, ag que tienen Ja voluntad y, sobre todo, los medios rales, intelectuales y materiales para imponer st vo Juntad 2 otros, se adelancan a los demis y los go- biernan, “Se ha equiparado el mandato politico con el poder del apoderado dentro de las leyes que gobiernan a los individuos, Pero en las relaciones personales, las de- legaciones de los poderes y faculeades presuponen siempre que el poderdante tiene la libertad -més com- pleta para elegie a su representante. Ahora bien, en la prictica, en las elecciones populares, esa libertad de eleccidn, auin cuando tedricamente completa, es nece- sariamente nula, y hasta podria decitse ridicula, Si cada votante diera su voto al candidato de su corazén, podemos estar seguros de que en Ia mayoria de los casos el tinico resultado seria una dispersién de votos, Cuando muchisimas voluncades entran en juego la eleccién esta determinada por los criterios mas varia- dos, casi todos ellos subjetivos, y si esas voluntades nd son coordenadas y organizadas seria virtualmente im= posible para ellas coincidir en Ia eleccién espontinea de un individuo. Si el voto del ciudadano que va a as urnas ha de tener alguna eficacia, cada yotante se” ve obligado a limitar su eleccidn. a un campo muy restringido, en otras palabras, se ve obligado a clegic entre las dos 0 tres personas que tienen probabilida- des de triunfars y las tinicas que las tienen son aque- las cuyas candidacuras son auspiciadas por grupos 116 ec cualquier organismo politico depende de Ia capaci- LOS MAQUIAVELISTAS ¥ por comités, es decie, por minorlas organtzadas.” (Pag. 154.) En los Estados Unidos, s6lo muy pocos de los que gonceden méz importancis a los hechos que a [os teo- rias formuladas sobre esos hechos, discreparin con lo expresado en la cita precedente en lo que a exe pals se refiere, Dentro de la clase gobernante es posible distinguie dos éstratos: un grupo muy pequefio de “dirigentes Tdximos” que se han repartido entre ellos las posi- Stones més aleas e importantes, y un grapo macho més numetoso de figuras secundarias las cuales cons- tifayen algo ast como una “clase media” que, aunque no tan prominentes ni tan conspicuos como los otros, vienen a ser los directores activos de la vida de la co: niunidad dia por dia. Asi como Mosca cree que el conductor individual supremo, comparado con la cla af akeenanteNsotes|immportantelenratel(descisolienine sociedad, cree asimnismo que ese nivel secundario de Ia clase gobernante, cuando menos con el correr del tiem- Ba tuna importancia mis decisiva que la mino- a ante que figura en el lugar mis destacado. Bebajo del estrato mis alto de la clase gobernan- te siempre existe, aun en los sistemas autocriticos, otro estrato compuesto por un numero mucho mas grande de individuos que comprende a todas las per- sonas capaces de dirigir a la sociedad del pais, Sin los individuos pertenecientes a ese estrato o clase ninguna forma de organizacién seria posible, El estrato més alto no basta para dirigir las actividades de las masas. Por lo tanto, en altima instancia, la estabilidad. de dad moral ¢ intelectual y de Ia actividad de ese se~ gundo estrato... En consecuencia, las_deficiencias intelectuales 0 morales de ese segundo estrato repr sentan para la estructura politica un peligro mucho 117 JAMES BURNHAM ms grave y mucho més dificil de conjurar que. esas mismas déficiencias en las pocas peisonias que contro Tan el funcionamiento de la maquina del estado...” (Pégs. 404-5). . ‘Desde el punto de vista de la teoria de Ja clase gobernante, una sociedad es la sociedad de su. clas gobernante, La fuerza o la debilidad de una naci Br cultura, su capacidad de perdurar, su prospetidad su decadencia dependen, en primer lugar, deta, Calidad de su clase gobernante, De una manera mas paiticular, el métado mids adecuado para compren- Her una nacién y predecir lo que sucederé en ella exige, ante todo, wn anilisis de Ia clase gobernance. Ta historia politica y Ia ciencia politica son en forma predominante Ia historia y Ia ciencia de Ia clase go- betnante y, asimismo, el estudio de su origen, de su desarrollo, de su composicién, de su estructura y de Sus cambios. Asi considerada, descubrimos en Ia teoria Ge la clase gobernante un principio mediante cuya ayuda puede agruparse sistemiticamente y compren- derse lo que de otro modo seria una multitud de he- chos amorfos y carentes de sentido de 1a vida poli- tica. Por arbitraria que pueda parecer esta concepeién de Ia historia considerada como fa historia de las cla~ Ses gobernantes, Ia verdad es que todos los historiado- tes ©--atin historiadores como Tolstoy 0 Trotsky, cu- yas teorias generales la contradicen— en Ia préctica de ven obligados a escribir en funcién de esa concep- cidn, Si no obedecen a otra causa ello ha de deberse aque la gran masa de la humanidad no deja rastros, excepto en la medida en que se expresa 0 es diti gida por personas notables y sobresalientes, El mé- Bedo aludido tampoco da como resultado Ia falsifi- Cacién del desarrollo histérico. No se necesita que el felato de una guerta nos diga todo, ni siquiera la ma~ 118 LOS MAQUIAVELISTAS yor parte de lo que hicieron los soldados, asi como fampoco es conveniente que se nos den toda clase de detalles sobre cada una de las personas que inter~ Vinieron en Ia formacién de una escuela de arte o de una constitucién, o en Ja expansién de un movimien~ to religioso o en el proceso de una revolucién. Aun en el caso de que tedricamente decidiésemos que, én fltimma instancia, Jos movimientos de las masas son Ta caiisa de lo que sucede en la historia, empero esos Hiovimientos sélo tienen significado histérico cuando alterant instituciones importantes y dan por resultado niddificaciones del cardcter y de la composicién de i’ clase gobernante. Por lo tanto, el analisis de Ta clase gobernante, si no directamente, cuando menos jndirectamente, nos brindar4 1a ocasién de represen- tarnos en forma adecuada Ia historia y In ciencia po- Titica. Existe una ambigiiedad en Mosca en el concepto de la “clase gabernaaite”, qué ha sido notada por dd profesor Livingston. Mosca se considera a si, mismo més bien un politico cientifico que un socidlogo, y algunas veces trata de reducit su campo de investi- gaciones a la politica y abstenetse de examinar_¢ comportamiento social considerado en general. En sus esctitos el significado de las palabras “clase go- bernante” parece oscilar entre un concepto estrecho de la “clase gobernante” —esto és; 1a clase directa 6” jndirectamente ocupada en la tarea especifica de go- bernar— jel concepto mas general de una “élile social” —es"decir, la clase de todos aquellos que den #9 dé Ia sociedad se diferencian de las masas median- te la posesidn de cierta clase de poderes o de privile- gios, muchos de los cuales pueden no guardar rela- cidn especifiea con el gobierno, Empero esta ambigiiedad no afecta fundamental mente el concepto de Mosca; y si formulamos nues 119 JAMES BURNHAM tros juicios ateniéndonos al contexto, el concepto ge- neral de una élite cuadea mejor a ese significado, Lo que parece haber ocurrido es que Mosea comenzé su trabajo en el campo restringido de fa politica y, por consiguiente, el concepto que tenia era asimismo mas estrecho, Sus investigaciones en el dominio de la po- Titica lo Hevaron al campo més dilatado de Ia accion social, dado que no era posible comprender adecua- damente el problema politico aislindolo del campo so- cial. Entonces, sin entrar a explicar el cambio, la idea de Ia clase politica se dilaté y se furidié con Ia idea de la élite social. En el pensamiento maquiayelista posterior —sobre todo en ef de Pareto— casi siempre se recurre al sentido mas amplio que implica la pa. labra élite. Deberiamos notar, ademés, que al formular Ia teo- ria de Ia clase gobernante Mosca no abre un jn cio de orden moral, no trata de demostrar que dicha clase sea mala o buena, 0 que fa humanidad debiera estar dividida en gobernantes y gobernados. Hace poco [ef en una revista un articulo de un periodista muy conocido que contenia la frase siguiente: “este pais nunca aceptaré una teoria de la élife” —como si hablar de tales cosas constituyeea una maldad y fuese un acto noble atacarlas. Empero, el problema cien- téfico no consiste en determinar si este pais, 0 cual- quier otro, aceptar esas teorias, sino en demostrar si son 0 no ciertas. Mosca cree que la estratificacién de la sociedad en gobernantes y gobernados es uni- versal y permanente, y que es una forma general de la vida politica. Considerada como tal séiia absurdo Hamarla buena o mala; es su modalidad propia y nada mas. Los valores morales, Ia bondad o la maldad, la sticia o Ia injusticia existen, y Mosea no rehuye ha- cet juicios de orden moral; pero estos sélo tienen sig 120 LOS MAQUIAVELISTAS nificado dentro de la’ estructura permanente de Ia sociedad. Admitiendo que siempre hay gobernantes y gobernados, podemos entonces opinar que las so- ciedades dirigidas por algunas clases gobernantes son buenas, 0 mis buenas, justas, 0 menos justas, que otras, 121 3. Composicién y Cardcter de la Clase Gobernante Mosca recrraza las multiples teorias que han pre- tendido aplicar directamente la teoria de la evolucién de Darwin a Ja vida social. Descubre, empero, 1a Gxistencia de una tendencia social que guarda una semejanza indirecta con el proceso de la evolucién biolégica. - “La lucha por la existencia ha sido confundida co la lucha por la preeminencias la que es verdadera- mente un fendineno Constante que se manifiesta en todas las sociedades humanas, desde las civilizaciones ims refinadas hasta las que apenas han logrado ele~ varse sobre el estado de salyajismo “Si examinamos... el fermento interior activo dentro del cuerpo de todas las sociedades, vemos, de inmediato, que la lucha por la preeminencia es mis importante que la lucha por la existencia, La compe- tencia entre los individuos de toda unidad social se eva a cabo para tratar de conseguir una posicién més alta, riqueza, autoridad o el control de los me- , dios y de los instrumentos que permiten a una per~ sona dirigir muchas actividades y muchas voluntades humanas. Los perdedores que, desde luego, consti- tuyen la mayoria en esa clase de lucha, no son de- vorados, destruidos 0 siquiera inhabilitados para re- producitse, como ocurre en la lucha por la vida, Simplemente disfrutan de un. ntimero de satisfaccio~ nes menor y, sobre todo, tienen menos libertad e independencia. En las sociedades civilizadas, conside- radas en conjunto, las lamadas clases inferiores, le- jos de ser gradualmente climinadas por un proceso 122 LOS MAQUIAVELISTAS de seleccién natural, son més prolificas que las clases Superiores y, asimismo, en las clases inferiores todo individuo, a Ja larga, consigue un pedazo de pan y una compafiera, aunque bien es cierto que el pan puede set _mis 0 menos negro y més o menos du- Pamente ganado, y la compaiiera mas o menos atra- ate.” (Pags. 29-30. . con ye Ciekte ‘de ese “lucha por Ia, presiinencia” | es [a decisign de quignes seran, o continuarin siendo, | mniembros de la clase gobernante. debe el éxito en la lucha? O, en otras 1 Gqué condiciones deben poseer los individuos pata Hlegar a ser miembros de la clase gobernante y permanecer en ella? Al contestar una pregunta como Esta, ante todo es necesario hacer caso omiso de lo puramente formal. Quienes hablan en nombre de las Biases gobernantes esgrimen muchos argumentos pa- fa explicar que una moralidad superior, o a inte gencia, o I sangre, o la herencia racial son los requi- Stos indispensables para ingresar en la clase gobe ante, Peco Mosca, lo mismo que los demas Maquia- Yelistas, busca la explicacién fuera del plano verbal, ts deciz, en los hechos que se vinculan a lo que in- vestiga. ; Comprueba que, en todas las sociedades, es itil In posesion de ciertas cualidades para entrar a forma” parte de In clase gobernante, y_asimismo para per- panecer eh ella, La profunda sabiduria, el aleruismo Y fa capacidad de sictificio no figuran entre esas ‘lidades que, por el contrario, fesultan més bien obstaculos para logear ese fin. : “Para ascender en [a escala social, aun en tiempos normales, fuera de toda duda, el requisito funda- sent es [a facultad de poder trabajar tensamen- pero el que [é sigue en importancia es Ia ambi- See finnle resolueion de descollar en el niundo : 2B JAMES BURNHAM ¥ aventajar 2 sus semejantes, Estos rasgos dificil acompafian a una gran sensibilidad, o ni siquiera Ia bondad”, ya que la “bondad” no puede pefmane- cer indiferente ante los dafios causados a aquellos. que deben ser echados a un lado si uno ha de abrirse pa- $0 para tomar la delantera... Para gobernar a los hombres, mas stiles que el sentido de la justicia —y mucho mis dtiles que ef aleruismo, la capacidad de conocimiento o la amplitud de visién— son Ia pers- picacia, Ia intuicién répida de la psicologia indivi- dual 'y la de las masas, Ta fuerza de voluntad y, sobre todo, Ia confianza en si mismo, Con muchs raz6n Maquiavelo puso en boca de Cosimo dei Me- [ici Ia observacién muy citada de que los estados no se gobiernan con devocionarios.”” (Pigs, 449-450.) EL mejor medio paca ingresar en Ia clase gobernan- te es el de haber ‘nacido en ella, aun cuando podrd objetarse, no sin razén, que los’ privilegios inheren. fes a Ia herencia no bastan para mantener perma- nentemente una familia en fa clase gobernante. Lo mismo que Maquiavelo, Mosca a este respecto con. cede no poca importancia a Ia “fortuna”, “Siempre es necesario una cierta cantidad de tra- bajo para alcanzar el éxito; trabajo que corresponde a un servicio real y efectivo prestado a Ja sociedad Pero el trabajo siempre ha sido reforzado, hasta cier to punto, por la “habilidad”, es decir, por el arte de hacer que los otros agradezcan ese trabajo, Y, desde Tuego, intervendra un poco de lo que se llama “suet, te”, esas circunstancias imprevisibles que ayudan o perjudican seriamente a un hombre, especialmente en ciertos momentos. Puede afiadirse que en todos los fugares y en todos los tiempos la mejor o peor sue. te se debe con frecuencia a las obras de uno mismo.” (Pag. 456.) Esas cualidades —la capacidad de trabajo intenso, 124 LOS MAQUIAVELISTAS Ia ambicién (la virtit de Maquiavelo), cierta insensi- | bilidad, Ja suerte en lo que respecta’ al nacimiento | y las ciecunstancias— son las condiciones que ayu- dan a formar parte de cualquier clase gobernante en cualquier época de Ja historia, Ademés, existe otro grupo de cualidades de cardcter variable y que de~ penden de una sociedad determinada. “Los miembros de una minoria gobernante por lo general tienen al- gin atributo, real o aparente, muy estimado e-influ- yente en la sociedad a la cual pertenecen.” (Pag. 53.) He ‘aqui un ejemplo sencillo: en una sociedad que vive sobre todo de Ia pesca, el pescador més habil tiene una ventaja sobre los demas miembros de esa sociedad; el guerrero eficiente predomina en los grupos militares; el sacerdote capaz, en un grupo pro- fundamente religioso, ¥.. asi sucesivamente, _Conside- radas como medios para gobernar, las, cualidades de este tipo son variables; si las condiciones de la vida cambian, esos medios cambian, pues cuando la reli Bidn declina el sacerdote pierde importancia, 0 cuan- do 1a agricultura reemplaza a la pesca, el pescador, como es natural, baja en Ia escala social. Por lo van- to, Ios cambios en las condiciones generales de la vida guardan relacién con fos trascendentes cambios en Ia composicién de la clase gobernante. Las diversas secciones de la clase gobernante ex- presan, representan, fiscalizan o dirigen lo que Mosca Mama las fuerzas sociales, las cuales varian continua mente én miimero e importancia. Para Mosca la “fue! za social” es cualquier actividad humana que tiene una influencia social y politica significativa. En las sociedades primitivas fas fuerzas principales general- mente son la guerra y la religién. “A medida que Ja civilizacién se desarrolla aumenta el numero de fluencias morales y materiales susceptibles de con- vertirse en fuerzas sociales. Por ejemplo, los bienes en 125 JAMES BURNHAM dinero, como fruto de la industria y del comercio, aparecen y ocupan un lugar al lado de los bienes raices, La educacién progresa, Las ocupaciones ba- sadas sobre conocimientos cientificos adquieren cre- ciente importancia,” (Pags. 144-5.) Tanto la guerra como la religidn, el trabajo, el dinero, Ia educacién, Ja ciencia y la habilidad tecnoldgica pueden actuar como fuerzas sociales si una sociedad se organiza en funcién de esos factores. Desde este punto de vista puede verse que la re- lacidn de una clase gobernante con respecto a la so- ciedad que gobierna de ninguna manera necesita ser arbitraria; a decir verdad, a la larga no puede serlo, Una clase gobernante determinada gobierna a una sociedad determinada precisamente porque es capaz de mantener bajo su dominio las principales fuerzas activas de esa sociedad, Si Mega a declinar la impor- tancia de una fuerza social, por ejemplo, la de la religién, entonces Ia seccidn’ de Ja clase gobernante cuya posicién dependia del control que ejercia la re- figién declinara igualmente durante cierto periodo. Si toda Ia clase gobernante se ha basado, en primer término, sobre la religién, entonces cambiard el ca~ racter de toda la clase gobernante (siempre que sea capaz de adaptarse a las nuevas condiciones), 0 de Jo contrario sera derrocada, De manera similar, si una fuerza social preponderante, por ejemplo, el co- mercio o Ia ciencia aplicada, se desarrolla en una sociedad anteriormente dedicada a la agricultura, en- tonces, o bien a clase gobernante existente demuestra ser lo suficientemente flexible como para dirigir esa nueva fuerza (en parte, sin duda, incorporando nue- vos miembros a sus filas); 0, de no hacerlo, Ia direc- cién de la nueva fuerza se leva a cabo fuera de Ia clase gobernante, y con el correr del tiempo cons- tituye una amenaza de carécter revolucionario para 126 LOS MAQUIAVELISTAS la vieja clase gobernante, a la cual trata de arrebatar la supremacia del poder politico y social, Por lo tanto, en general, el crecimiento de las nuevas fuerzas sociales y la decadencia de las antiguas tiene corre~ lacién con el constante proceso de cambio y de dis- Jocacién que se leva a cabo én In clase gobernante. “Una clase gobernante expresa el papel que desem- pefia y revela'su posicién mediante lo que Mosca Ila- ma una formula politica. Esta formula explica y jus- tifica su dominio asi como la estructura de Ia’ so- ciedad que gobierna, La formula puede ser un “sito cial”, como ocurre actualmente en Alemania, o en este pais con relacién a los negros o a la raza ama- rilla: se dice entonces que el derecho de gobernar es Ia prerrogativa natural de la raza superior. O puede set la doctrina de un “derecho divin”, comin en Ias teorias relacionadas coit las monarquias abso- lutistas de los sighos XVI y XVII y con la del Japon en nuestros dias: se dice entonces que Ja prerrogativa de gobernar es la consecuencia de una relacién pecu~ fiar con Ia divinidad, y, muy a menudo, de un ver- dadero lazo de consanguinidad (esas formulas eran muy comunes en siglos anteriores, y de ninguna ma- nera han perdido su eficacia), O, para citar la fér~ mula més familiar para nosotros y en boga en este pais, es la creencia en Ia “voluntad del pucblo”: se dice entonces que el gobierno es la consecuencia de la voluntad o de la eleccién del pueblo expresada me- diante una forma determinada de sufeagio. “De acuerdo con el nivel de la civilizacién de los pueblos, las diversas férmulas politicas pueden ba- sarse sobre creencias sobrenaturales © sobre conceptos que, en el caso de no corresponder a realidades po- sitivas, parecen, cuando menos racionales. En nin- guno de los dos casos diremos que corresponden a verdades cientificas. Un observador consciente se ve~ 127 JAMES BURNHAM ria obligado a confesar que, si nadie ha visto el do- cumento auténtico del Sefor mediante el cual se con~ ceden poderes a ciertas personas y familias para go- bernar a su pueblo en st nombre, tampoco puede sostenerse que una eleccién popular, por muy liberal que sea el sufragio, es en general 1a expresion de Ja yoluntad del pueblo, o tan siquiera la de la volun- tad de la mayoria. “Y, sin embargo, esto no significa que las formulas politicas sean simples artimafas para someter a las masas, Cualquiera que examinase esas férmulas des- de ese punto de vista cometeria un grave error. La verdad es que responden a una legitima necesidad de Ja naturaleza social del hombre; y esta necesidad, tan universalmente sentida, de gobernar y saber que uno es gobernado no sobre Ja base de a fuerza ma- terial o intelectual sino sobre la base de un. principio moral, tiene fueca de coda duda una importancia practica y real.” (Pag. 71.) Dado que més adelante examinaremos detenida- mente el problema de esas formulas (ideologias, mi- tos), sélo me ocuparé aqui de dos hechos concernien- tes a ellas. |Pr »} la formula politica empleada dentro de una nacién a menudo se relaciong_con_mi tos generales compartidos por cierto ntimero de naci nes, de manera que varias férmulas politicas aparecen. como variaciones sobre temas bésicos similares. No~ tables entre es0s mitos generales son las grandes igiones —el cristianismo, el budismo y. el, islamismo}— que, a diferencia de las religiones mas primitivas o religiones atin subsistentes, del tipo del shincoismo japonés, no estén especificamente ligadas a una na cién o pueblo;' el mito, quiz4 mejor expresado por Rousseau que por nadie, que se apoya sobre ideas tales ‘como Ia de.ln innata bondad del ‘hombre, Ja voluntad del pueblo, el humanitarismo y el progreso, 128 LOS MAQUIAVELISTAS esta dentro del mismo orden ef mito con~ solectivismo que, segiin Mosca, es la extensién. Jégica del mito democritico de Rousseau, ‘[Segundd} puede por lo tanto comprobarse, par- tiendo dela experiencia histérica, que la integridad de fa férmula politica es esencial para la superviven- cia de toda estructura social. Los cambios introduci- dos en la fSrmula, sino han de destrnit a la socie- dad, deberin ser geaduales ysid hruscos. La {érmula es indispensable para mantener’ unida toda la estruc- tuta social. Cuando el escepticismo es compattido por Ia mayoria, con el tiempo corroe y desintegra el or~ den social. Quizds es por esta razén que todas las sociedades fuertes y de larga vida han venerado sus “tradiciones”, aun’ cuando, como suele’ suceder, di- chas tradiciones tengan poco que ver con los hechos, y a pesar de que dificilmente puedan ser admitidas por los hombres cultos. Roma, Japén, Venecia y otros estados de larga duracién han’ cambiado muy lenca~ mente sus viejas formulas, las costumbres consagr das, las leyendas y los rituales, y han tratado con ri- gor a los racionalistas que las criticaban. Al fin de cuentas, éste es el crimen por el cual Atenas con- dené a muerte a Sécrates, y, desde el punto de vista! de Is supervivencia, probablemence tenia sazéa al) obrar asi, 129 4, Tendencias de la Clase Gobernante Mosca viace notar que en todas las clases gober- nantes es posible distinguir dos “principios”, como él Toe ama, y dos “tendencias”, fos cuales puede deci~ se que son las Ieyes que gobiernan el desarrollo de Is Mlases gobernantes. Su valor relativo establece la diferencia entre las distintas clases gobernantes. TH principio “autocrcico” puede distinguitse del principio “hibevat”. Eos dos principios regulan, en Biiimet’ téeinind, el método_ mediante el cual. se en los funcionagios del_gobierno y dirigentes socia- fea. “Bar toda forma de organizaciOn politica, tosidad es o bien transmitida desde actiba h en a escal politica o social (el principio aurgcs © desde abajo hacia_atriba (el principio liberal (Pag. 394.) Ninguno de esos principios viola lr ley general de que la sociedad est dividida en una mi- Roria_gobernante ¥ una mayoria gobernada; el prin Cipio liberal no significa, aun cuando esté muy Be- ngvalizido, que las masas gobieenan de hecho, sino que to ha implantado una férmula particular de elegit a Jos gobernantes: Ademds, rara ver, 0 quizd nunca, opera sélo uno de los dos principios, excluyend: talmente al otc, dentro de una clase gob Generalinente van mezclados, si bien es cierto. qu uno de los dos predomina, Ciertas mona¥quias o te Tanfas absolueas se apoyan casi exclusivamente en el vtincipio puramente autocratic, y en este caso to- sae tae posiciones dependen formalmente de los nom- bramientos hechos por el déspota, Algunas peque- fas ciudades-estados, como set Atenas, en ciertas €po- 130 “ burocracia y de la administracién de LOS MAQUIAVELISTAS cas de su historia haa geavitado casi exclusivamente sobre el principio puramente liberal: todos los fun- cionarios eran elegidos desde abajo, aun cuando el niimero de votantes estaba limitado a un grupo res~ tringido. En los Estados Unidos, asi como en la ma- yoria de los gobiernos representatives modernos, am- bos principios son muy activos. La mayor parte de la ticia, en par~ adminisceacton dé Ii justicia federal, es a expresidn del principio autocratico; pera el pre- “Sideiite, asi “como los miembros del Congreso son cle- gidos dé acuerdo con el principio liberal. ““Enla prdctica, cada principio tiene sus_yentajas_y sus defectos tipicos. La autocracia es, con mucho, el mis comin de esos principios y a ese respecto Mosca ‘sbsérva: “Un sistema politico que ha aparecido en fantos lugares a miantenido durante tan- ig-tlempo entre pueblos que pertenecian a todas las ‘ormas de In civilizacién sin que en la mayoria de os casos existiese contacto material o intelectual en- tre ellos, debe en alguna forma corresponder a lx naturaleza politica del hombie... La autocracia im: ~plica ina justificdcién. del. poder que es ‘siniple, clara y—facilinente comprensible para todos. No puede éxistir una organizacién humana sin cla- sificaciones y subordinaciones. Cualquier forma de jetarquia necesatiamente exige que algunos manden y otros obedezcan. Y dado que esté en la naturaleza del ser humano que a muchos hombres les guste m dar, pero que casi todos puedan ser obligados a obe- decer, una insticucién que proporciona a los gober- nantes Wn Biedio de justificar su direccién de los des- titios de los gobernados y al mismo tiempo convence a Gtos que deben Someterse tiene probabilidades de Ser una institucién stil.” (Pag. 397.) Ademés, la autoceacia, comparada con el principio liberal, pare~ 131 JAMES BURNHAM ce impartic mayor estabilidad y alargar Ja vida de Jas sociedades én las que opera. Cuando In aucocracia fariciona bien, permite seleccionar a los gobernantes que han de desempefiar las tareas del estado de entre los mas habiles de vodos los estratos de la sociedad. Pero, en compensacién, la autocracia parece inc: paz de permitir un libre y completo desarrollo las las actividades y fuerzas sociales, Ninguna a tdcracia ha estimulado el desarrollo de una vida cul- tural ¢ intelectual tan intensa como la que florecié en algunos de los regimenes liberales de més breve duracién, tales como los de Grecia y Europa occi- dental. Ademés, cabe agregar que en la eleccién de los jefes Mevada a cabo por el autécrata y el grupo que lo rodea, ef favoritismo y el prejuicio social £4- cilmente substituyen al examen objetivo del mérico y» asimismo, no esté de més sefialar que el método autocrético estimula la adulacién y ef servilismo por parte de fos candidatos. ‘A la inversa, el principio liberal estimula, mas de Jo que Jo hace el aristocratico, el desairollo de las distintas potencialidades sociales, Al mismo tiempo, de ninguna manera evita la formacién de circulos ce- rrados entre los dirigentes, como los que se encuen~ tran con frecuencia entre las autocracias; la tinica diferencia radica en la formacién de esos circulos ce tuados, “Si se quiere alcanzar una posicién alta en un sistema autocratico basta contar con el apoyo de una o més personas, y esto se logra explotando sus pasiones, buenas 0 malas. En los sistemas liberales es necesario encauzar las inclinaciones del segundo es- trato de Ja clase gobernante que, aunque en si mis~ mo no constituye todo el electorado, proporciona los J estados mayores de los lideres que forman las opinio~ "nes y determinan la conducta del electorado.” (Pag. 410.) Cuando el sistema liberal tiene bases amplias 132 LOS MAQUIAVELISTAS (en los paises donde el sufragio se ha generalizado), los candidatos para Jos altos puestos deben proceder explotando los bajos sentimientos de las masas: “Sean cuales fueren sus origenes, los métodos em- pleados por las gentes que tratan de monopolizar y explocar Ia simpatia de las masas han sido. siempre idénticos, Hacen notar, exagerando desde luego, la estupidez. y las diversiones materiales de los ricos y de los poderosos; denuncian sus vicios y sus maldades, reales o imaginarias, y prometen satisfacer ese tan difundido sentimiento de perentoria justicia que de- searia abolir toda distincién social fundada en los privilegios del abolengo, y al mismo tiempo exigen tina distribucién absolutamente pareja de los pla~ ‘ceres y de los dolores. “Bastante a menudo Ios partidos contra los cuales va dirigida esta propaganda demagégica emplean exactamente los mismos métodos para combatirla. Cuando ereen que este procedimiento puede repor- tarles algiin provecho, ellos también hacen promesas que nunca podrin cumplir. Ellos también adulan a Jas imasas, excitan sus instintos primitivos y explo- tan y fomentan sus prejuicios y sus apetitos.” (Pag. 412.) * én que hace Mosca entre Jas tendencias “aristocraticas” y las “democraticas” es independien fdAdistingo también establecido por él entre el piincipio autocratic y el democratico. Los términos wrist 10 y democtatico, tal como Mosca los em- aristocrat plea, se refieren a los origenes de los nuevos miem- bros de’ las clases gobernantes, “EL término “demo- Erdtico” parece mis apropiado para la tendencia que trata de incorporar en la clase gobernante elementos derivados de las clases inferiores, siempre activas, en 133 JAMES BURNHAM forma visible o latente y con mayor o menor inten sidad, en todos los organismos politicos. Llamaria- mos aristocratica a [a tendencia opuesta, que trata de ‘stabilizar'el control social y el poder politico ‘coi- fidndolos a los descendientes de Ia clase que se po- sesiond de ese poder en un momento histérico deter minado.” (PAg. 395.) Segiin esta definicidn, puede haber, como a ment do ha habido, a pesar de fa opinién comin en sen- tido contrario, autocracias_que son ante, todo. craticas en su tendencia, y_sistemas liberales que en fan parte son aristocraticos. El ejemplo més notable Jal primer ‘caso 16 coristituye In Iglesia Catélica, ile ts casi perfectamente autocratica, pero que al imismo tiempo recluta los nuevos miembros de su jerarquia Gntre las masas. Fli¢ler, en Mein Kanspf, observa que fa rogla del celibato obliga a Ia Iglesia a mantenerse democratica en su sistema de reclutamiento, y Megs sta conclusién de que ésta es Ia fuente principal. de fa fuerza de Ia Iglesia y de su capacidad para per- durar, Por otra parte, [a Inglaterra moderna, durante muchas generaciones, fué en muchos respectos libe- al, pero mediante varios procedimientos conseryé tina eontinuidad aristoerética en lo que respecta a lor miembros de su clase gobernante, También ocu- tria lo propio en muchas de las ciudades-estados que fabian conferido liberalmente el sufragio a todos los ‘ciudadanos, pero que mantenian restricciones para A nombramiento de los cargos, conservando de esta Suerte el poder en tn pequefio grupo de familias. ‘Desde que todos nosotros en los Fstados Unidos hemos sido educados dentro de formulas democré- ticas, Jas ventajas de Ja tendencia democrdtica nos Tesultan demasiado familiares pata que necesiten. co Tmentarios, ‘Con menos frecuencia consideramos al- ganos de sus inconvenientes © algunas posibles ven- 134 LOS MAQUIAVELISTAS iajas de In aristocracia, Para comenzar, mientras la familia perduze y, en alguna forma tiene probabili- ad de-perdurar hasta donde nos es dado prever, la tendencia aristocratica siempre se conservara, cuan- do menos hasta cierto punto; también concuerda con ciertos rasgos humanos imposibles de extirpar, y con ‘cl hecho de que el hombre, dado que no puede ayu~ dar a todos los demas hombres en igual medida, y dado que todos no pueden prosperar igualmente, pre~ feriré, como regla general, que sean favorecidos aque- los hacia los cuales siente especial inclinacién, Un movimiento revolucionario generalmente _proclama que su propésito es suprimir todos los privilegios de Gusta, pero invariablemente, una vez que ese movi jento se ha consolidado en el poder, Ja tendencia iristocratica vuelve a afirmarse y un nuevo grupo gobernante surge de la revolucién, “Mientras tanto no es muy seguro —agrega Mos- ca que fuera del todo ventajoso para Ix colectivi- did climinar todo privilegio de abolengo en la lucha por ocupar puestos en la clase gobernante y asimismo por ocupar altas posiciones en Ia jerarquia social. Si todos los individuos pudieran participar en Ia con~ tienda en pie de igualdad, la lucha se intensificaria hasta tornarse frenética. Esto implicaria una pér- dida enorme de energia para fines estrictamente per~ Gnales, sin beneficio correspondiente para el orga- hnismo social, cuando menos en la mayoria de los ea- fos. Por otra parte, ciertas cualidades intelectuales, Y cspecialmente morales, necesarias en una clase go Kernante si es que ésta ha de mantener su prestigio y actuar adecuadamente, requieren, para desarrollar ¥ ejercer st influencia, que fas mismas familias oct, pen altasposiciones durante varias generaciones,” (Pag. 419.) 135 JAMES BURNHAM EI hecho es que ambas tendencias, la aristocratica y Ia democrética, siempre resultin ignalmente ope- antes en todas las sociedades, La predominancia mar- cada de una de ellas generalmente da como resultado un periodo de cambio social rapido y, con frecuencia, revolucionario, 136 5. Bl Mejor y el Peor Gobierno Mosca, Lo mismo que Maquiavelo, no considera que su tarea se limita al andlisis descriptive de la vida politica, Expresa claramente sus preferencias y cud~ Jes son las formas de gobierno que le parecen mejores © peores. Naturalmente, tal como ocurre con todos Jos maquiavelistas, el fin que tiene en vista no es de orden sobrenatural o utépico; para ser el mejor, un gobierno, en primer lugar, debers ser factible, Mos ca’ no stefia con un “estado perfecto” 0 con una “justicia absoluta”. De hecho, sugiere lo que ya he tenido ocasién de mencionar con respecto a Dante; a saber, que las doctrinas politicas que prometen uto- pias y justicia absoluta tienen, desde el punto de vis- ta social, muchas més probabilidades de producie ma~ Jos resultados que las doctrinas aparentemente me- nos fascinantes; que los programas utdpicos pueden set la mas conyeniente de las mAscaras para aquellos cuyos verdaderos propésitos, con toda razén, inspi- ran desconfianza. La imposibilidad de implantar un régimen de justicia absoluta, empero, no torna inatil el esfuerzo por lograr la medida de justicia posible en el mundo social que habitamos. “Dado que los sentimientos humanos son lo que son, el deseo de implantar un tipo de organizacién politica que en todos respectos corresponda al ideal de justicia, que los hombres pueden concebir pero nunca alcanzar, desemboca en una utopia, y la uto- pia llega a ser verdaderamente peligrosa cuando con- sigue que un gran aporte de energias morales ¢ in teleceuales se consagren al logro de un fin que jamas 137 JAMES BURNHAM seré alcanzado y que, en el dia en que se realizara, puede decirse que no significaria otra cosa que el triun- fo de la gente peor y desengafio y angustia para los buenos, Burke observ6 hace mas de un siglo que todo sistema politico que presupone la existencia de virtudes sobrehumanas 0 heroicas sdlo puede dar como re- sultado el vicio y la corrupcién." (Pag. 288.) “Pero aunque no Megue a imperar la justicia abso- Juta en este mundo hasta que la humanidad sea mo: delada a imagen y semejanza de Dios, ba habido, hay y habré siempre una justicia relativa en las sociedades bien organizadas. En otras palabras, siempre habré una suma de leyes y costumbres variables segiin las épocas y los pueblos, establecidas y puestas en vigor por la apinién publica y de acuerdo con las cuales ser re~ gulado lo que hemos Ilamado Ia hucha por 1a preemi- hencia —-el esfuetzo de todo individuo por mejorar y conservar su posicién social—.” (Pag. 456.) Siguiendo nuevamence las huellas de Maquiavelo, el elemento dominante en el concepto de Ia “justicia relativa”” de Mosca es la libertad; ésta le parece po- sible y al mismo. tiempo conveniente. Fija limites precisos a la palabra “libertad” definiéndola en fun- cién de'lo que é lama “defensa juridica”. “Los mecanismos sociales que re esta disci plina del sentido moral constituyen lo que llamamos "defensa juridica” (respeto hacia la ley, gobierno legal)... Podré notarse, ademés, que nuestro crite tio es contratio a Ja doctrina de Rousseau, a saber, que el hombre es naturalmente bueno pero que Iz haturaleza lo pervierte, Creemos que Ia organizacién social impone una restriccién reciproca a los impul- 308 de los individuos humanos y por lo tanto hace de cllos criacuras mejores, no mediante la destruc- cidn de sus instintos perversos, sino acostumbrindo- Jas a dominar esos instintos.” (Pags, 126-7.) 138 LOS MAQUIAVELISTAS “Guicciardini define 1a libertad politica como “la preponderancia de la ley y de los decretos piblicos sobre los apetitos de Jos hombres en particular”. Si admitimos que el sentido de “hombres en particular” es el de “individuos considerados individualmente”, incluyendo a los que no tienen el poder en sus ma- nos, dificilmente podria encontrarse una definicién cientifiea mas rigurosa... Un gobierno corrompido en que la persona que manda “hiciera que su ‘volun tad fuera licita por intermedio de su ley” —que sea en nombre de Dios o del pueblo, no importa mayor- mente— evidentemente no sera adecuado para cum- plir su misién con respecto a ta defensa juridica.”” (Pags. 130-1.) “EL pais més libre es aquél en que los derechos de Jos gobernados estin mis. protegidos contra el capricho y Ia tirania de los gobernantes.”” (Pag. 13.) Por lo’ tanto, Ia defensa juridica significa un go- bierno fundado no en Ja ley puramente formal con- tenida en las palabras de la constitucién 0 de los es- tacutos, sino en Ia ley susceptible de convertirse en realidad; ello significa una serie de restricciones im- personales sobre aquellos que estin en posesidn del poder, y correlativamente una serie de medidas pro- tectoras a favor de los individuos y contra el estado y los poderosos. Las formas especificas de la defensa juridica incluyen los “derechos democriticos”: “En Jos paises que hasta ahora gozan a reputacién de ser libres, la propiedad privada no puede ser violada de tna manera arbitraria. No se puede arrestar y condenar a un ciudadano sin observar ciertas reglas especificas, Cada cual puede rendir culto a la re ligin que elija sin que tenga que abdicar por ello sus derechos civiles y politicos. La prensa no puede ser sometida a Ia censura y tiene libertad para co- mentary eriticar los actos de gobierno. Finalmente, 139 JAMES BURNHAM si aceptan ciertas reglas, los ciudadanos pueden ren- nirse paca discutir cuestiones de cardcter politico y asociarse con el propdsito de alcanzar fines morales, politicos o profesionales.” (Pags, 469-70.) De todos estos derechos, Mosca considera que el de Ia discusion publica —el de la libertad de palabra, como solemos Hamarlo— es el mas importante y la base mas sélida de Ja defensa juridica. Se necesita una defensa juridica firme para alcan- zar y mantener un “nivel de civilizacién’” relativa, mente alto, Bate nivel de civilizacién se mide, sepiin la definicién de Mosca, por el grado de desarrollo de cierto mimero de fuerzas sociales: cuanto més fuer. zas sociales existan y hayan aleanzado un grado més alto de desarrollo, tanto mis alto ser el nivel de una i in determinada. Una civilizacién con un ejército poderoso y cuyas actividades artisticas, litera. rias, comerciales, cientificas, industriales y agricoles estin més desarrolladas que las de otra eivilizacién que sélo se concentra en una o dos de estas actividades, © que sélo ha desarrollado a todas ellas en un grado limitado, ha alcanzado un nivel mis alto que esta iiltima. Por lo tanto, el concepto de “nivel de civi. lizacién” puede servir como pauta para evaluar die ferentes eulcuras, Pero ¢cémo es posible alcanzar un alto nivel de de fensa juridica y de civilizacién? Cuando Mosca con. festa esta pregunta nos descubre sus ideas més prow fundas e importantes, cuyo origen hay que buscar en Jas ideas de Maquiavelo. Ademis, Ia respuesta de Mos. ca esti en contradiccién abierta con muchas teorias aceptadas y, en particular, se opone a los argumentos que esgrimen casi todos los que hablan en nombee de las clases gobernantes. La simple estructura formal de las leyes y de Jas constituciones, o Ia de los arreglos institucionales, no 140 LOS MAQUIAVELISTAS constituye una garantia de defensa juridica. Ha Me- gado ya la hora de convencernos de que las constitu- ciones y las leyes pueden no guardar telacién con Jo que sucede: Hitler no ha repudiado la constitucién de Weimar, y Stalin ordené adoptar “la constitucién mis democritica en la historia del mundo”, 'Tam- poco podrin garantizar esa defensa juridica, Ia orga- nizacién mds perfecta desde el punto de vista formal: fas legislaturas de una, dos o tres cimaras, los poderes ejecttivos, los reyes o los presidentes, y fas constitu- ciones escritas 0 no esctitas, Las decisiones que sélo tengan en cuenta las formalidades nunca solucionaran el problema. Tampoco lo haré ninguna doctrina, ni Ja confianza- depositada en la buena voluntad de los hombres, cualesquiera que éstos sean: los hombres gue quieren y son capaces de tomar el poder munca tienen esa clase de buena voluntad, sino que siempre buscardn mas poder para ellos y para su grupo. En la vida social real, sélo el poder puede ejercer control sobre el poder. La defensa juridica sélo puede estar segura cuando estén en accién distintas tenden- cias_y fuerzas, que se oponen y resttingen mutua~ mente, La tirania, el peor de todos los gobiernos, sig- nifica la pérdida de Ia defensa juridica; y Ia defensa juridica invariablemente desaparece cuando una ten~ dencia 0 fuerza en Ia sociedad consigue absorber y suprimir todas las demis, En esas circunstancias, los que ejercen el control de Ja fuerza suprema gobiernan sin restriccién alguna, El individuo no est protegido contra ellos. : Desde un punto de vista, ef equilibrio protector debe establecerse entre los principios autocréticos y liberales y entre las tendencias aristocraticas y demo- etaticas, Cuando Ia tendencia atistocrdtica monopo- liza el poder, el resultado es un sistema cerrado ¢ in~ flexible de casta, y Ia fosilizacién; Ia hipertrofia de 141 JAMES BURNHAM fa democracia da como resultado Ia anarguia desen- frenada que destruye todo orden social. ‘De una manera més fundamental cabe expresar que debe existir un equilibrio méyil entre las principales fuerzas sociales en cl cual ninguna de esas fuerzas pueda sobreponerse a las demés, “Dando por sentado Gue un mundo semejante [el mundo de los utopistas, donde los conflictos y las rivalidades entre las dife- rentes fuerzas, religiones y partidos habré terminado ] pudiera Iegar a ser una realidad, no nos parece un jmundo envidiable, Hasta ahora, si nos atenemos a lo que nos demuestra Ia historia, la libertad de pensar, de observar, asi como la libertad para jwzgar a los hombres y 2 las cosas desapasionadamente, sdlo ha sido posible para unos pocos individuos —esto no hay que olvidarlo— en aquellas sociedades en las cuales Jarias teligiones y corrientes politicas diferentes Iu- Chaban pata predominar sobre las demés. Esa misma condicién.... es casi indispensable para alcanzar lo que se acostumbra a amar “libertad politica”, 0 expresado en otras palabras, el grado posible més alto de justicia en las relaciones entre los gober- nantes y- los gobernados compatible con nuestra imperfecta naturaleza humana.” (Pag. 196.) “La his- toria ensefia que en cualquier época, cuando una or- ganizacién social ha ejercido una influencia de esa naturaleza [la que eleva el nivel de Ja civilizacién] de una manera benéfica, lo ha logrado porque Ja vo- Tuntad individual y colectiva de los hombres que han tenido el poder en sus manos ha sido refrenada y cequilibrada por otros hombres que ocupaban posicio- nes de absoluta independencia y que no tenian intere- ses en comin con aquellos a quienes debian refrenar y equilibrar. Ha sido necesario, y hasta indispensable, {ue existiera una multiplicidad de fuerzas politicas, que hubiesen muchos caminos diferentes gracias a los 142 LOS MAQUIAVELISTAS cuales se pudiese adquirir importancia social...” (Pégs. 291-2.) La libertad en ef mundo real es, por lo tanto, el} producto del conflicto y de Ja diferencia, no de la unidad y de la armonia, Y también desde ese punto de vista podemos ver los peligros del “idealismo”, del utopismo y de Ia demagogia. Los idealistas, los ‘uto- Pistas y Tos demagogos siempre nos dicen que se lo- grata una sociedad mediante el triunfo absoluto de su doctrina y de su partido. Los hechos nos demues- tran que el triunfo absoluto de cualquier partido y de cualquier doctrina s6lo puede significar Ja tiranta “La preponderancia absoluta de una sola fuerza po- litica, el predominio de cualquier concepto excesiva~ mente simplificado referente a la organizacién del ¢s- tado y Ia aplicacién estrictamente légica de cual- quier principio unico en Ia ley publica son los ele- tentos esenciales de toda forma de despotismo —ya sea un despotismo basado sobre el derecho divino 0 un despotismo basado ostensiblemente sobre la sobera- nia popular—, dado que permiten a cualquiera que esté en el poder explotar las ventajas de una posicién superior en beneficio de sus propios intereses y pa- siones, Cuando los lideres de la clase gobernante son los intérpretes exclusivos de la voluntad de Dios o de la yoluntad del pueblo y ejercen Ia soberania en nombre de esas abstracciones en sociedades profunda- mente imbuidas de creencias seligiosas 0 de fanatis- mo democratico, y cuando no existen otras fuerzas sociales organizadas apacte de aquellas que represen- tan el principio sobre el cual se basa la soberania de la nacidn, entonces no puede haber resistencia, ni con- trol efectivo para restringir una tendencia natural fen, aquellos que dirigen el orden social de abusar de sus poderes.” (Pag. 134.) En 1923, cuando Mosca revisé su libro principal 143 JAMES BURNHAM (de Ia versién revisada ha sido hecha ta traduccién inglesa), cuvo que Hlegar a la conclusién de que los grandes gobiernos parlamentarios representativos del lo XLX habian alcanzado el nivel mas alto de ci ja de resiltar curioso que Mosca opinara de esa suerte, dado que el tema de toda su obra es un ataque demoledor a la base tedrica de la doctrina democratica y parlamentaria. Concede bastante espacio a una vergonzosa exposicién de los abusos que se llevan a cabo al amparo de los gobiernos parlamentarios modernos, En su critica del colecti- vismo expresa: “La fuerza de las doctrinas socialistas Y anarquistas reside no canto en su aspecto positiv como en el negativo; es deci, de su critica aguda, minuciosa y despiadada de la organizacién actual de la sociedad” (pig. 286), y sostiene que dicha critica est en gran parte justificada, Sin embargo, Mosca no cifra sus esperanzas en la utopia o en fa justicia absoluta, Los juicios sobre las sociedades deben formularse desde un punto de vista relativo: Jo mejor es cn tgalidad ¢l mal-menor; y_lag naciones parlsrnentarias del siglo XIX, con todos sus ects, erin comparativamente superinres alas que~ fe conocieron Tasta eiitonces, En’ sus estructuras gu bernamentates, e-principio autocrético, que hacia sen~ tix sus efectos a través de la burocracia, equilibraba el principio liberal, expresado en los parlamentos. Las tendencias aristocréticas, fundadas en los privilegios de la herencia, fueron anuladas por los nuevos y vigo- xo505 miembros que ingresaron a Ia clase gobernante, con una facilidad desconocida hasta entonces, Ante todo, cabe notar que en esos gobiernos tuvo lugar una expansin extraordinaria no de una o de unas pocas fuerzas sociales, sino de una gran variedad de ellas, sin que ninguna de esas fuerzas Hegara a predominar 144 ica_gonocido en [i Historia LOS MAQUIAVELISTAS exchusivamente sobre las dems. Florecieron el co- mercio, las artes, la educacién, a ciencia, In tecnologia, Por to tanto, el juicio que Mosca formula sobre esos gobiernos se deriva de sus principios generales; no elogia al gobierno parlamentario porque en si mismo sea bueno, sino porque, dentro de las circunstancias especificas que imperaban en el siglo XIX, la civili- zacién y la defensa juridica aleanzaron un nivel re- lativamente alto, A pesar de este juicio favorable, Mosca no llega a la conclusién de que esa forma de gobierno esté des- tinada a perdurar. Fs costumbre de los utopistas que, tal como lo hizo Dante, interpretan Ia politica en fun cidn del deseo, confundir sus aspiraciones con lo que va a suceder. Mosca, por el contrario, daba casi por sentado que los gobiernos parlamentarios, tal’ como él Tos habia conocido en el siglo XIX, no habian de durar mucho tiempo. © Greia que la guerra de 1914 marcaba el fin de una eta que podia considerarse habia comenzado con Ia Revolucién Francesa de 1789. Los gobiernos parla mentarios fueron Jas grandes culntinaciones de esa era, pero la era Megaba a su término. En la nueva era que comenzaba, creia él que esos gobiernos serian desplazados. Era de preverse, pensaba, que la nueva organizacién de Ja sociedad seria superior al sistema parlamentario representativo: “Si Europa es capaz de yencer las dificultades contra las cuales lucha ahora, es muy probable que en el curso de otro siglo, 0 en el término de cincuenta afios, nuevas ideas, nuevos sen- timientos y nuevas necesidades preparen automitica- mente el terreno para otros sistemas politicos tal vez preferibles 2 los que existen en la actualidad”, (Pag. © 490.) Mosca comprendié que Europa, a raiz del esta- ido de Ta primera guerra mundial, habia encrado irrevocablemente en un periodo de crisis intensa que 145 JAMES BURNHAM sugeria In probabilidad de que se hicieran tentativas para llegar a soluciones extremas y catastroficas, fs- tas, rela Mosca, s6lo podian conducit a Ja destruc- Géa de la libertad y a un descenso del nivel de la Gvilizacién. Aun cuando fuera permitido abrigar cier- to optimismo, los hechos, en resumidas cuentas, suge- fan juicios pesimistas. “El sentimiento que surge éspontincamente de un examen sin prejuicios de la historia de la humanidad fe al_de Ia compasién hacia esta pobre raza humana ucstra, can abnegada, tan dispuesta a sacrificarse, y Cuyas tentativas, afortunadas 0 desastrosas, para logtar {ina mejora moral, se combinan con una explosién de ‘ulios, rencores y pasiones de las mas bajas. jDestino trégico el de los hombres! Queriendo realizar lo que tllos creen bueno, silo encuentran pretextos para ma- tarse y perseguirse los unos a los otros. En un tiempo Se mataban y se perseguian tpor la interpretacion de un dogma o de un pasaje de la Biblia, Luego se mataron y s¢ persiguieron para inaugurar el reinado We Ia libertad, de la igualdad y de Ia fraternidad. Y jctualmente se matan, se persiguen y se torturan en nombre de otros credos, ; Tal vez mafiana se maten y se atormenten en un esfuerzo por abolit el ileimo Zastro de la violencia y de Ia injusticia en la tierral’” (Pag. 198.) Parte IV SOREL: NOTA SOBRE EL MITO Y LA VIOLENCIA 146 — 1. El Problema de Michels Cuanno arsuien escribe un libro sobre la democra- cia acostumbramos a compartic con el autor Ia supo- sicién, como una regla general que ni siquiera se menciona, de que la democracia presenta ventajas so- bre los demas sistemas politicos y que es posible rea lizarla en la préctica. El libro cantaré loas a la de- mocracia. Su propésito ostensible consistir’ muy a menudo en decirnos “qué debe hacerse para que la democracia dé resultados”; porque hasta los demé- cratas mas ardientes, cuando Ilegan al terreno de las realidades concretas, descubren que este sistema no hha dado ni da todos los buenos resultados que la teoria promete. Se tienen actitudes similares respecto a otros objetivos como ser la paz, los empleos, la justicia, etc. ‘También se da por sentado que esos objetivos presen tan grandes ventajas y que son realizables. En conse- cuencia, los escritores dedican su energia a dejar es- tablecido su sistema personal para conseguirlos y de esta suerte salvar a la humanidad de todos los males que hasta ahora de una manera u otra Ia han afligido, Empero, ningiin maquiavelista asume esta actitud respecto a los asuntos politicos o sociales. Un maquia- velista no acepta, sin previo examen, Ia conveniencia de la democracia o de la paz, ni siquiera de Ja “jus- ticia” 0 de cualquier otro objetivo ideal. Antes de aceptarlos se asegura qué comprende el tema que esta examinando y puede asimismo caleular las consecuen- cias que, con respecto a la prosperidad y al bienestar social, puede aportar. Sobre todo, ningiin maquiave- lista da por sentado, sin hacer fa investigacién corres 169 LLL ‘sHOEOWNP,, | 9p UyHUYap Wye 49 FuplsUarRD vaIN{9 UoD ‘see v RPAOA UA Su3eg ef Gg soa de wos sowopnjaus ene A ope aE eood! sean Slope 9p ay [> ‘on Boe oF Hy pets ay CSP seayparyabeus 50) onb- opniest ja wo scldunis sg ele ne Top (aAoeioouNp,, ee MuLep apqud xg yeuo.ipeis eptiioe few stroousp,, He ono au oy be on stusoge sapere anb ,odna8,, [pp ugisdyiosunana vadnw eun sede onb- ¥aqeif “Ojdiolo Jog’ eopipsaowap vizoe a Hod oprense 9p syurcupeio3..uprs ou onb sepreniqie 6/8 °F JONPONUE eoMysD0UIEP UgIOUDIUE Ns OpULAIasUdS tune ‘opresdoaH 89 (sopues® Anut wos euzapour epezsyia

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