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Familia de Origen, Vocación e Identidad Del Terapeuta
Familia de Origen, Vocación e Identidad Del Terapeuta
Algunas de las preguntas más frecuentes son: ¿Qué distingue la familia de origen del
terapeuta de cualquiera otra familia? ¿La identidad del terapeuta esconde problemáticas
relacionales? ¿La formación y la práctica profesional son el equivalente de una poco oculta
necesidad de terapia? ¿El énfasis en el aquí y ahora comunicacional de la familia oculta
defensivamente la necesidad de mirar dentro la caja negra de la vida interior?
En una investigación sobre este terna, publicada junto con Paolo Gritti, de la
universidad de Nápoles (*), nos hacíamos estas preguntas: ¿Qué factores hacen del
terapeuta un buen conversador y comunicador? ¿Qué lo lleva a utilizar el no verbal como
instrumento terapéutico? ¿Qué aspectos del corpus teórico-clínico de la terapia familiar
solicitan su interés? ¿Cuál es la imagen del “familiar” que ha cultivado y cómo ésta se
modifica con la formación y la práctica clínica? ¿Qué rol ha jugado su familia de origen en
el desarrollo de sus aptitudes terapéuticas?
Los estudios disponibles sobre el lrop—out y los fracasos terapéuticos que indagan
sobre las competencias específicas del terapeuta familiar como Bishop y Sprenkle,
Coleman, Preslev, Liddle, Navarro Góngora, Keith y Withaker, entre otros, concuerdan
sobre la hipótesis de que la falta de una participación activa del terapeuta ya desde la
primera sesión es un factor determinante del drop-out en estos tratamientos.
Sobre este tema es muy interesante la investigación de Figley y Nelson (10) de 1989.
Ellos, cono conclusión de la encuesta realizada a los directores de los principales centros de
formación en terapia familiar de los Estados Unidos, concluyen que sólo cinco sobre
veinticinco características son enseñables. El resto lo constituyen trazos personales del
carácter de los alumnos. Los autores sostienen que los formadores parecen considerar la
persona del terapeuta más importante que sus competencias como terapeutas.
Conclusiones similares describen Breunlin y col. (5) para quienes las experiencias
personales de los terapeutas en formación son un factor decisivo en el resultado del
training.
El self personal es alimentado por dos fuentes diversas: la familia de origen y la familia
actual. Obviamente con el paso del tiempo el peso de la familia de origen en los incidentes
evolutivos cede el paso al predominio de la familia actual. No obstante la impronta de la
familia de origen queda inscripta en la personalidad del terapeuta y hace sentir su influencia
tanto en la vida privada como profesional.
Veamos ahora con mayor detalle, el rol de estos elementos en la elección vocacional
y la formación de la identidad del terapeuta., la familia de origen
La familia actual
Si los cónyuges son ambos terapeutas, fenómeno siempre más frecuente, (14), los
riesgos y ventajas del matrimonio se incrementan aunque en general valoricen los aspectos
positivos de esta elección. A pesar de que sería lógico suponer que la familia actual de los
terapeutas debería ser más feliz que la media, muchas investigaciones sugieren lo
contrario.
La causa de estos fracasos familiares habría que buscarla en los efectos perniciosos
de la profesión “Según algunos -dice Guy-muchos factores relacionados al ejercicio de la
psicoterapia obstaculiza o dañan la pareja.
Entre estos factores señalamos el riesgo de la coincidencia entre red personal y red
profesional. A veces los confines entre estos dos sistemas se fragmentan configurando
arriesgadas sobreposiciones que generan acting-out recíproco y repercusiones negativas
para ambos sistemas.
Como ejemplo cito el caso de un terapeuta consultado por una familia en crisis de
divorcio, luego de la internación de la madre en una clínica, por una intensa depresión.
Los dos hijos, jóvenes adultos se enteran que desde hace un año su terapeuta es
amante del padre. El consultor debe enfrentar la crisis agravada por el natural rencor de los
hijos hacia la terapeuta y hacia el padre, quien insiste en presentarla como su compañera.
Un ejemplo muy claro de la confusión entre red personal y red profesional y de las
implicaciones emotivas y experiencias para el self de la terapeuta.
Estos autores indican otra orientación significativa respecto a la terapia para los
alumnos en formación. Al mensaje subliminal: “Utiliza la terapia familiar, pero para tí
mismo prefiere una terapia individual” se sustituye ahora, en muchos centros de
formación constante trabajo con la familia de origen del alumno como substitución de la
terapia individual, Claro que esta orientación genera muchos problemas como la
confusión entre los roles de formador, supervisor y terapeuta. Watson (18) retiene el
problema de la “dual relationship” debería ser reconsiderado ya que el núcleo de la
formación relacional se orienta cada vez más a la persona del terapeuta.
Durante los años de formación, el sistema formado por la red relacional profesional
adquiere, por causa de inevitables momentos de regresión, una fundamental importancia
para el crecimiento emocional de los alumnos. La capacidad de contención del grupo, junto
con el rol parental de los conductores, forma una “familia sustitutiva”, a veces con las
características de un grupo primario, donde reproponen vínculos y lealtades invisibles que
si no se elaboran adecuadamente, pueden obstaculizar la individuación y el
desprendimiento adecuados.
En la fase siguiente, estos vínculos se consolidan en el entrecruzamiento de las
relaciones interprofesionales, pertenencia a escuelas terapéuticas y asociaciones científicas.
Debe también mencionarse el rol de los eventos vitales que pueden matizar y
condicionar la vida personal y profesional de los terapeutas, ya que contribuyen a definir su
identidad, el proyecto existencial y su destino.
Baltes, Reese y Lipsitt (3) organizan los eventos vitales significativos en tres
categorías: eventos normativos temporales, eventos normativos históricos y eventos
existenciales no normativos.
La gran parte de los investigadores concuerda ‘en que una vida familiar armónica y
satisfactoria, a reparo de las invasiones de las relaciones profesionales, el desarrollo de
intereses personales como inclinaciones artísticas, hobbies y una vida social estimulante son
factores decisivos para garantizar el equilibrio psicológico del terapeuta.
INVESTIGACIONES PERSONALES
El interés hacia el tema de la elección Vocacional y el rol jugado por la familia del
terapeuta nos ha llevado a conducir algunas investigaciones natural sin la adecuada
neutralidad dado que indagador e indagado se asemejaban. Esta familiar afinidad nos invita
a ser particularmente prudentes respecto a los resultados. En los últimos años durante
seminarios sobre este tema, tuve la oportunidad de efectuar a unos 200 colegas dos
preguntas muy simples. La primera era:¿Qué querrías ser si no fueras psicoterapeuta? y la
segunda: ¿Qué rol jugabas en tu familia de origen, mediador u oveja negra?
Además, se observó una sugestiva concordancia entre las respuestas merecerla que
una investigación especifica: el 10% del total indicó la respuesta de arquitecto—mediador
Escriben los autores: “Nos parece que la relación entre la vocación del terapeuta y
su experiencia familiar sea materia compleja y para describirla fracasan las interpretaciones
lineales y reductivas.
Nos referimos a ambas hipótesis parciales que nos parecía entrever respecto a las
conexiones explicativas entre la familia de origen y la elección vocacional. Según La primera
hipótesis, la de los “Recursos negados” algunos terapeutas no reconocen que sus propias
actitudes y competencias fueron maduradas precisamente en su familia de origen, contexto
que nunca osaron indagar.
En la segunda hipótesis, la del “determinismo patógeno’ todas las familias
disfuncionales y sólo ellas, producen competentes terapeutas de familia.
Sobre la base de estas premisas, los autores buscaron evidenciar los “patterns” que
conectan historias familiares de terapeutas, tan heterogéneas entre sí. En el cuestionario se
recogían informaciones verificables sobre el ciclo vital de la familia de origen, eventos
cruciales de ella, buscando una trama que conectase eventos y vivencias de modo tal que
pudiese explicar la germinación de la vocación en el seno de la familia.
Dado que los autores eran conscientes de que el cuestionario re fleja la subjetividad
del entrevistado, discutieron los resultados con terapeutas expertos que no habían
participado en la investigación. De este estudio emergía un perfil de la familia de origen
caracterizado por sólidos vínculos transgeneracionales y por frecuentes adversidades vitales
enfrentadas con éxito. Parecería que la historia de estas familias recaracterizaba por la
capacidad de gobernar la complejidad y el cambio. El futuro terapeuta parece haber
desempeñado funciones de garante del background familiar y a la vez promotor de las
transformaciones evolutivas en virtud de dos condiciones: una posición estratégica en la
prole respecto al ciclo vital y una clara determinación hacia la autonomía personal. La
imagen del terapeuta seria como la de un experto piloteador de la familia de origen hacia el
futuro, salvaguardando la identidad familiar en el curso de las generaciones.
Estas investigaciones parecen sostener más la tesis de que la familia de origen del
terapeuta sea más el terreno de sus observaciones y competencias que el crisol de sus
sufrimientos rescatados en la profesión.
Como síntesis del tema, en honor a la hora, diríamos que de esta variadas y
contradictorias referencias surge una imagen que tiende por un lado a modular ciertos
mitos rescatando las verdades sin un aura infranqueable y por el otro a rescatar la
importancia de experiencias intensas y aleccionadoras para ponerlas al servicio de nuestros
pacientes-
Parece emerger un perfil del terapeuta familiar que podríamos intentar describir. Él
o ella han experimentado precozmente la complejidad y la ambigüedad del vivir habiendo
adquirido una dolorosa conciencia a través de sus propias relaciones familiares. En sus
propias familias de origen han cultivado la ilusión del cambio en la continuidad y verificado
las resistencias a este mismo cambio, nutridas de lealtades invisibles, transgeneracionales,
dinámicas de poder y juegos comunicativos.
Han buscado y a veces fallido una precoz emancipación y esta experiencia los ha
conducido a interrogarse sobre la versión internalizada de sus vicisitudes familiares. Han
deseado, a veces realizado, y no siempre aceptado una terapia personal, percibiendo
siempre una limitación del setting individual.Se han fogueado en la provocación de los
sistemas institucionales, destacando los isomorfismos con la familia y han prudentemente
elegido el campo familiar sin abandonar la esperanza de que el cambio de los contextos
interpersonales pueda promover un cambio en la sociedad. Han expuesto con coraje su
propio self a las solicitaciones afectivas de las relaciones humanas confiando en la propia
capacidad de establecer relaciones armónicas con el prójimo. A veces han saboreado el
fracaso de esta expectativa ingenua.
BIBLIOGRAFÍA
2) American Association for Marriage and Family Therapy, Codes for Ethical
Principle for Marriage and Farnily Therapists, Whashinton 1988.
3) Baltes P.B., Reese H.W., Lippsitt L.P., ‘Life span developmental psycho Ann.
Rev. Psychology, 31,65—110, 1980.
8) Engelberg S., Symansky O., “Ethics and the law”, The Family Therapy
Networker, 13, 30—31, 1989.
9) Ferber A., Mendelsohon M., Napier A., The book of Family Therapy, New
York, Science House, 1972.
11) Goldlank S., “My family made me do it: the influence of family therapist’s
families of origin en their occupational choice”, Family Process, 25 309—319, 1986.
14) Guy J.D. , La vita privata e professionale dello psicoterapeuta, Tormo, Centro
Scientifico Editore, 1994.