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~~ Rosa Navarro Duriin Como leer un poema BoUTIION UuugeRstotD GETOLICA DEL POKL BIBLIOTECA | COMPRA | Edita Ari SA Borsa. > LA PALABRA POETICA Jorge Guillén unié muy sabiamente el adjeti- vo «poético» al espacio, al poema, no a la pa- labra: La poesia no requiere ningtin especial len- guaje poético. Ninguna palabra esta de antemano j - excluida; cualquier giro puede configurar la fra- se. Todo depende, en resumen, del contexto. Sélo importa la situacién de cada’ componente dentro del conjunto, y este valor funcional es el decisivo. La palabra «rosa» no es mds poética que la pala- bra «politica» [...] Belleza no es poesfa, aunque si muchas veces su aliada. De ah{f que haya més i versos en que se acomode «rosa» que «politica». A priori, fuera de Ja pagina, no puede adscribirse indole poética a un nombre, a un adjetivo, a un gerundia .(1969:. 195). Asumiendo sus palabras, sin embargo, cabe matizarlas. Es obvio que «estiércol» ocupa con mayor dificultad un lugar en el poema que «mari- posa». Y que «avestruz» no es un instrumento tan 23 dificultoso para el poeta como «estercola>. Que la sonoridad de cbarbecho» es mucho més dura que la de «sifilis», y, en cambio, su ductilidad para ‘ocupar un espacio poético es muy superior. Varios factores condicionan la facilidad de la palabra para integrarse en el espacio pottico. Uno de ellos es indudablemente su belleza f6ni- ca, la armonfa de su significante, y otro es su significado: «alondray o «mariposa» unen am- bos requisitos. «Sffilis» hubiese tenido induda- blemente un frecuente uso poético por sus alite- raciones sin Ja condena de su significado. Pero ni cestiércol» ni «meé» ni cestercolas» cumplen ninguna de las dos condiciones, y Miguel Her- nandez las dignifica y convierte en materia liri ca al situarlas en el espacio poético: Yo vi lo mas notable de lo mio Mevado del demonio, y Dios ausente. Yo te tuve en el lejos del olvido, aldea, huerto, fuente en que me vi al descuido: huerto, donde me hallé la mejor vida, Idea, donde al aire y libremente, en una paz meé larga y tendida, Yo quiero ser lorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compafiero del alma, tan temprano. Cegado el manantial de tu saliva, hijo de la paloma, nieto del ruisefior y de la oliva: serds, mientras a tierra vaya y vuelva, esposo siempre de Ia siempreviva, estiéreol padre de la madreselva. (1979: 318, 385, 446) «Alondra» es una palabra més bella fonica- mente que «ruisefior» y, en cambio, la funciona- lidad poética de esta tiltima es muy superior. En Ja palabra esta su carga mitoldgica y su uso vir- giliano. El ruisefior es Filomela, la joven prince- saa la que su cufiado, el rey Tereo, viola y corta Ja lengua —su hermana Progne fue metamorfo- seada en golondrina—. Pero, ademis, Virgilio en las Geérgicas le da nueva fuerza Iftica al ruise- flor al presentarlo lorando por Ia destruccién de su nido y de sus crias por el labrador; se con- vierte asf en motivo elegiaco. La belleza del can- to del ruisefior se intensifica por sus dos causas —mitol6gica y virgiliana—, y son éstas las que le dan el puesto privilegiado entre los pdjaros lite- rarios. La palabra «mariposa» atina belleza en signi- ficante y significado, pero es de nuevo la tradi- cién literaria la que sanciona'su condicién de palabra poética, La mariposa se siente atrafda irremediablemente por la luz que la abrasa, con- sume su vida en pos de su deseo invencible. Tal comportamiento —subrayado por los bestia- rios— la identifica con el yo poético, que tam- bién perece en Ja atraccién irresistible que sien- te por la dama, suma belleza, suma luz. Y Pe- 25 trarca, al convertirla:en el: centro de uno de sus sonetos, «Come talora al caldo tempo sdle / sem- plicetta farfalla al lume awvezza...», la proyecta definitivamente al universo pottico. La palabra «avestruz», que ni tiene belleza fonica ni seméntica, aparece en textos poéticos —casi siempre, es cierto, de arte menor— por- que este animal, segtin los bestiarios, traga bra- sas 0 digiere hierro, y asf se identifica con él el yo postico. Las palabras en el diccionario —gran cemen- terio— nada quieren decir, ni cuando flotan in- gravidas, sin contexto. Como dice Pedro Salinas en un poema de La voz a ti debida: «Mafiana». La palabra iba suelta, vacante, ingrdvida, en el aire, tan sin alma y sin cuerpo, tan sin color ni beso, que la dejé pasar por mi lado, en mi hoy. Pero de pronto ti dijiste:

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