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¿Cuál es el origen de la vida?

La pregunta respecto a cuál es el origen de la vida ha acompañado al ser humano desde los
inicios de la civilización misma, y es uno de los grandes misterios universales que
la ciencia se ha empeñado en resolver.

Pero no ha sido fácil conseguirle explicación a un fenómeno que nos antecede


como especie por muchos miles de millones de años, y de la cual hemos visto, por ende,
apenas un porcentaje muy reciente.

Las civilizaciones antiguas, dotadas de un carácter profundamente religioso, atribuyeron


siempre a sus dioses la creación del cosmos, de la Tierra y de la vida misma, a través de
distintos mitos cosmogónicos. Estos relatos mitológicos podían tener puntos en común, o
diferenciarse sustancialmente conforme a la cultura que los imaginó.

Semejantes puntos de vista fueron paulatinamente descartados por el pensamiento empírico


y científico, que sostenía la existencia de alguna explicación lógica y comprobable, a la
cual pudiera accederse mediante la experimentación y el conocimiento teórico.

Los grandes avances en anatomía, química, genética y sobre todo los estudios de Louis
Pasteur (1822-1895), Charles Darwin (1809-1882) y Alexandr Oparin (1894-1980) jugaron
un rol mayúsculo en comprender que, necesariamente, todos los seres vivos provienen de
otro ser vivo previo que los engendró.

Hoy en día, la ciencia y la tecnología con que contamos nos han permitido buscar una
explicación satisfactoria en la múltiple evidencia biológica del mundo, tanto la moderna y
observable a simple vista, como la antiquísima que compone el registro fósil.

Aunque contamos con una explicación científica más o menos completa, sustentada en
abundante evidencia empírica, sigue habiendo preguntas y cuestiones sin responder, que
mantienen a los científicos en vilo.

A continuación, veremos un repaso de las principales teorías sobre el origen de la vida que
surgieron en la historia de la humanidad.

¿Qué es la teoría de Darwin?


La teoría de Darwin es el conjunto de formulaciones científicas propuestas y desarrolladas
por el naturalista de origen británico Charles Darwin (1809-1882) que explica el origen de
la diversidad de vida y el rol de la selección natural sobre el proceso evolutivo.
A este conjunto de estudios y formulaciones, recogido en diversas obras de su autoría, se
les conoce como Teoría sobre el origen de las especies y también como el darwinismo.

Al contrario de lo que se piensa, no fue Charles Darwin el autor de la teoría de la


evolución, que ya existía previamente. Sin embargo, fue él quien realizó uno de los más
importantes aportes a la misma, que condujeron a la formulación de la teoría evolutiva
contemporánea: la selección natural.

Darwin llamó selección natural al efecto de la presión ambiental y de


la competencia con otras especies por los recursos disponibles. Este fenómeno es la
fuerza que desencadena el cambio evolutivo y que, por lo tanto, da origen a las distintas
especies de seres vivientes.

El conjunto de teorías científicas que propuso el darwinismo fue producto de los largos
viajes de Darwin por el mundo a bordo de la embarcación Beagle. Se plasmó en el
libro El origen de las especies, publicado en 1859, que revolucionó para siempre
numerosos campos científicos y del saber.

Más que una única teoría, se trata de un conjunto de disquisiciones científicas


interrelacionadas, cuyos fundamentos pueden resumirse en tres puntos clave:

 El transformismo. Se llama así al hecho comprobable de que las especies no


son órdenes fijos e inmutables de la vida, sino que van cambiando de manera
gradual a lo largo del tiempo. Por eso durante años se llamó “transformismo” a
lo que hoy conocemos como “evolucionismo”.
 La diversificación y la adaptación de la vida. Las distintas especies de seres
vivientes que hay o que hubo, son producto del empeño de la vida en adaptarse
a las condiciones ambientales en que vive, como parte de una lucha por
prosperar y multiplicarse, superando las adversidades. De allí se puede concluir
que todas las especies poseen un ancestro común, y que por lo tanto están en
algún grado emparentadas (filogenia) entre sí y con un antepasado común
remoto.
 La selección natural. Dicha adaptación de la vida al entorno se produce debido
a lo que Darwin llamó “selección natural”, y que es el resultado de dos factores:
por un lado la variabilidad natural que los individuos de una especie heredan a
su descendencia, para que ésta se encuentre mejor adaptada al entorno; y por
otro lado la presión que sobre dichas variaciones ejerce el ambiente,
distinguiendo entre las especies exitosas que se reproducen y multiplican, y las
no exitosas que disminuyen hasta extinguirse.

La teoría de Darwin se mantiene vigente a pesar de algunas inexactitudes y


desconocimientos característicos de la época. Se trata en el fondo de una aproximación
materialista al hecho de la vida, en la que no hay cabida para ideas religiosas o mágicas
como las del alma o el espíritu.
Por esa razón fue combatida durante años por las distintas iglesias occidentales. Sin
embargo, finalmente su mayoría reconoció la indiscutibilidad de la evidencia y actualizaron
sus credos para entender la evolución como parte de la obra divina.

La teoría creacionista
Las primeras explicaciones que el ser humano se planteó respecto al origen no ya de la vida
solamente, sino también del universo, partían de su concepción religiosa del
cosmos. Según este punto de vista, existían deidades antiguas, creadoras, mantenedoras
y destructoras del universo, responsables de la creación de todo lo que existe y en
especial de los seres vivos, entre los cuales el ser humano ocupaba el lugar del hijo favorito.

Este abordaje se halla contenido a su manera en todos los grandes textos religiosos, como la
Biblia, el Corán, el Talmud, el Popol-Vuh, etcétera. En ellos, uno o varios dioses eran los
encargados de crear a la humanidad a partir de elementos inanimados, como el barro, el
maíz o la arcilla.

Al contrario de lo que podría pensarse, semejante punto de vista fue sostenido hasta
prácticamente la Edad Moderna, por las grandes religiones monoteístas y sus respectivas
iglesias, entre las cuales la Iglesia Católica jugó siempre un rol central en Occidente.

Según el dogma cristiano, la vida en la Tierra fue creada por Dios a lo largo de los siete
días que demoró en hacer el universo todo por voluntad propia. Así creó también al ser
humano: Adán, hecho de barro a su imagen y semejanza, y Eva, creada a partir de una
costilla de Adán. Dios creó sus cuerpos y creó sus almas, y les permitió reproducirse para
poblar y trabajar la Tierra, convirtiéndolos en señores del resto de los seres vivientes.

La generación espontánea
La teoría de la generación espontánea surgió a medida que un pensamiento materialista y
menos guiado por la ortodoxia religiosa cristiana se imponía en Occidente, luego del
colapso del mundo feudal del Medioevo.

Sus raíces, sin embargo, se pueden hallar ya en diversos filósofos y naturalistas de la


antigüedad, como Aristóteles (384-322 a. C.), pero sus principales defensores fueron
pensadores como René Descartes (1596-1650), Francis Bacon (1561-1626), Isaac Newton
(1643-1727) y el naturalista belga Jean Baptista van Helmont (1580-1644).

Según esta teoría, la vida se originaba constantemente en la Tierra, de manera


espontánea, o sea, por sí misma, a partir de sustancias de desecho y excreciones, como el
sudor, la orina, el excremento y la materia orgánica en descomposición.
Inicialmente esta teoría explicaba así la aparición de moscas, piojos, escorpiones y ratas y
otros animales considerados pestes o plagas. Después fue confrontada con el hecho de que
dichos animales se reproducían y ponían huevos.

Además, a partir de los primeros descubrimientos en materia evolutiva, la teoría de la


generación espontánea sostuvo que sólo los microorganismos se generaban
espontáneamente, y a partir de ellos evolucionaba el resto de la vida.

La generación espontánea fue difícil de rebatir por la ciencia, ya que en el fondo era una
teoría que podía compaginarse con el creacionismo: si la vida aparecía espontáneamente,
podría decirse que era la mano invisible de Dios la que lo hacía posible.

Recién con los experimentos de Pasteur fue posible refutar esta teoría. Este químico
francés demostró la existencia de microorganismos en el aire que contaminaban
las sustancias y las hacían fermentar. Así se comprendió la imposibilidad de que la vida se
generara mágicamente.

La teoría panspérmica
Se conoce así a la teoría que propone que la vida tiene un origen extraterrestre. Fue una
explicación surgida a finales del siglo XIX, y que intentó responder a las dificultades para
explicar el tránsito químico entre materia inanimada y viviente (lo que el creacionismo
atribuía al “aliento divino” que insuflaba la vida).

Para ello, esta teoría afirma que la materia orgánica habría llegado al planeta en
un cometa, meteorito o algún otro tipo de transporte espacial, ya sea accidental (panspermia
natural) o voluntario (panspermia dirigida).

Esta postura ha sido muy criticada porque no responde realmente a la pregunta sobre
el origen de la vida, sino que desplaza la interrogante hacia el espacio desconocido.

Además, no responde a cómo pudieron los microorganismos originales sobrevivir a las


crueles condiciones del espacio exterior, si bien es cierto que algunas especies bacterianas
podrían “revivirse” en condiciones idóneas, luego de haber estado sometidas a rigores
medioambientales.

Esta teoría fue apoyada por el biólogo alemán Hermann Richter (1808-1876), el astrónomo
británico Fred Hoyle (1915-2001) y especialmente el científico sueco Svante August
Arrhenius (1859-1927), quien la popularizó al ganar el Premio Nobel de Química en 1903.

La teoría de Oparín
A partir de los trabajos de Alexandr Oparin y de la comprensión del ADN y de los
mecanismos de la herencia genética, las teorías sobre el origen de la vida se guían por un
marco científico, especialmente bioquímico y geoquímico.

Las teorías científicas proponen la vida como resultado de una serie compleja e
impredecible de reacciones químicas inorgánicas que permitieron el paulatino
surgimiento de las primeras y primitivas formas de vida celular.

Oparin en su El origen de la vida en la Tierra explicaba que los mares primitivos del
planeta eran una sopa cálida de sustancias orgánicas e inorgánicas, que iban vinculándose
entre sí para formar compuestos cada vez más complejos y voluminosos.

Así se llegó eventualmente a la aparición de los coacervados: burbujas de sustancias


primitivas que permitían a través de su membrana el paso de las sustancias deseadas y
mantenían por fuera a las indeseadas, en una suerte de proto-célula.

A pesar de su obvia importancia para la creación de un modelo científico posterior, las


teorías de Oparin, sustentadas en la teoría de la evolución de Darwin y su selección natural,
fallaban en explicar los mecanismos mediante los cuales ocurrió el tránsito entre las formas
orgánicas pero inanimadas de compuestos, y las primeras formas de vida como tal.

En años sucesivos se desarrollaron diversas hipótesis científicas al respecto:

 Hipótesis del Mundo de ARN. Según esta postura, la creación de los genes fue
el primer paso hacia la vida, porque permite transmitir a las generaciones
venideras la complejidad alcanzada.
 Hipótesis del Mundo de hierro-sulfuro. Supone que ese primer paso es la
creación de un metabolismo para sistematizar la absorción de sustancias
energéticas.

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