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03 The Tyrant
03 The Tyrant
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Créditos
Traductora Love Books Traductoras Lucky Girls
Jessibel Jabes
Taywong
AnotherGirl
Myr62
Flor
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1 Traducido por Jessibel
Corregido por Flor
Cato
Pasaron semanas y no discutimos lo que sucedió en Florencia. Tal
vez ella estaba esperando que lo dijera, que le susurrara esas palabras
cuando menos lo esperaba. Eso no iba a suceder, así que me alegré de
no tener que volver a hablar de ello.
No disfruté lastimándola.
—Bebé, vístete.
—Dios, ¿crees que algo anda mal? —agarró la ropa que elegí para
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—Me duele.
O a Siena.
—Nada —susurró ella—. Estoy tan feliz de que ella esté bien...
—Espero que esto sea algo de una sola vez porque es muy
doloroso.
—Gracias por traerme aquí tan rápido. Sé que arreglaste todo eso.
—Agarró la ropa de la silla y se quitó el vestido—. Sé que te asegurarás
de que todo esté bien siempre que me asuste.
trajes caros.
Siena se sentó frente a mí en la mesa del comedor. Ella había
terminado la mayor parte de su cena y luego sorbió su agua. Su vientre
se estaba volviendo tan grande que tuvo que sentarse más lejos de la
mesa para no golpearla accidentalmente.
—¿Perdón?
—¿Por qué?
—¿Cómo me llamaste?
—Grinch —dijo en voz más alta—. Sabes, esa gran cosa verde que
vive en una cueva solo y odia la navidad.
—Él no es un hámster.
—Hombre inteligente.
entrada es tan alta que podríamos poner algo grande con muchas luces
y decoraciones.
—No tengo ninguno.
—¿Cato?
—¿Sí?
—Un tipo se acercó a la ventana y nos tomó una foto con una
gran cámara. —Señaló la ventana, la cual tenía escarcha llenando las
esquinas.
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Me encogí de hombros.
—¿Eso te preocupa?
Negué.
—Es inevitable.
—¿Qué?
Mi mente volvió a la realidad.
Me encogí de hombros.
—Esa fue Siena. —Acabé de estar de acuerdo con todo lo que ella
me mostró.
—Se podría decir eso. —Ella salió, vistiendo ropa interior roja: un
sujetador realzador, una tanga y medias rojas para combinar. Su
vientre embarazado estaba despejado, redondo y sexy como la ropa que
llevaba. Para rematar, ella llevaba un sombrero de Santa.
Gemí.
Mis manos palparon sus senos, pero eso solo lo empeoró. Me hizo
querer derramarme más fuerte, más profundo.
—Dios, estás tan duro otra vez... —Ella comenzó a saltar sobre mí
una vez más.
Si ella seguía así, iba a volar mi carga demasiado pronto otra vez.
La hice rodar sobre su espalda y luego me apoyé entre sus piernas,
frotándome contra su clítoris. Necesitaba que ella consiguiera su
orgasmo antes de que yo de nuevo.
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Traducido por Jessibel
Corregido por Florpincha
Siena
Ordené en línea un jersey de fiesta para Cato y también me
compré uno. El mío tenía Santas en él, y el suyo tenía renos. Sabía que
nunca querría usar algo como eso, así que definitivamente tendría que
convencerlo.
—Mucho.
—Una vez que hable con él sobre esto, quiero que nos tomes una
foto frente al árbol.
—¿Torturarlo?
—Pero yo sí.
Sonreí.
Él me devolvió el beso.
—Salieron bien.
Él apartó mi mano.
—No, gracias.
—No sé cuánto me gusta que ustedes dos pasen todo el día juntos
—dijo Cato—. Conspirando contra mí...
—Se está tomando el día libre. Puedes dormir y pasar el día con
tus hijos. Ambos estarán en casa para las vacaciones. —Giovanni
trabajaba siete días a la semana, y era inhumano que alguna vez
tuviera que trabajar en navidad—. Voy a hacer la cena. Has estado en
mi cocina. Sabes que soy buena.
—Bebé, espera.
Me agarró de nuevo.
Por primera vez, Cato se quedó sin habla. Me miró con una
expresión de dolor, como si deseara tener algo bueno que decir.
—¿Bebé?
Mi boca se abrió.
—Lo hice...
—¿Y?
Las lágrimas calientes ardían bajo mis ojos, pero no las dejé caer.
No podría importarme menos que él no dijera que me ama. Lo acababa
de admitir a su manera.
—Porque...
—No olvidemos por qué —dije con suavidad, sin querer que él
volteara la historia.
—Lo siento por la forma en que actué. Pero así es como soy. No
puedo prometer que no volverá a suceder en el futuro. Eso requeriría
que fuera una persona diferente.
casa vieja, lo que era un trabajo muy arduo para arreglar. Pero con
suficiente cuidado y paciencia, podría ser mejor de lo que nunca fue.
—¿Por qué querías que me pusiera esto?
—Ya lo verás.
Él negó ligeramente.
—¿Giovanni?
Le di un codazo en el costado.
—Me disculpé.
—¿Y?
—Bebé, vamos.
—¿De verdad crees que me voy a ir a dormir con una nena como
tú a mi lado?
»Si vas a dormir conmigo todas las noches, tienes que pagar tus
cuotas.
caliente.
—Cato...
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Traducido por Jessibel
Corregido por Florpincha
Cato
Era unos días antes de navidad. Florencia estaba más ocupada de
lo habitual, ya que todos terminaron sus compras navideñas de último
minuto. Hubo muchos nuevos negocios en esta época del año. Muchas
empresas estaban buscando refugios fiscales antes de fin de año. Como
resultado, lo dejaron en mis inversiones, lo que me hizo hacer dinero.
—¿Estás ocupado?
—¿Qué?
Se encogió de hombros.
Eso solo tomó unos días para circular. Mi hermano nunca prestó
atención a esas cosas, así que, si él lo sabía, también lo hicieron los
demás.
No tenía ni idea.
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—Sabes que no puedes hacer eso. Prefiero morir antes que dejar
que nuestros enemigos tomen lo que hemos construido. —Siena se
sentiría decepcionada de mí por decir eso, que moriría por dinero. Pero
era más que dinero para mí. Era orgullo en todo lo que había logrado.
Él asintió en comprensión.
—No lo es.
Se encogió de hombros.
Me encogí de hombros.
—¿Macarrones y queso?
—Está despierta...
—Sí…
-Gio
—¿Lo hiciste?
—Sí.
—No lo es.
—Entonces no lo quiero.
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—Gracias.
—¿Te gusta?
Noel.
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Tomó la pequeña caja y arrancó el papel de regalo. Lo que quedó
descubierto fue una pequeña caja verde azulada con un arco en la parte
superior. El nombre del diseñador de joyas estaba escrito en la
superficie. En lugar de quitar la cubierta, ella me miró.
—Solo ábrelo.
—¿Podrías ayudarme?
—Si no llevas nada más que esa pulsera, eso podría funcionar.
Siena
Estaba trabajando duro en la cocina, tratando de mantener todo
caliente mientras preparaba la siguiente parte de la comida. El pavo
estaba casi listo, el relleno cubierto con papel de aluminio, las papas
tendrían que recalentarse y los otros acompañantes necesitaban ser
puestos en el microondas durante unos minutos cada uno.
Sonó el timbre.
—Feliz Navidad.
—Dos vinos, eso es. —Cato sirvió dos copas y se las entregó.
—¿Estás cocinando?
Los cinco trabajamos juntos para poner todo sobre la mesa. Nos
reunimos alrededor, y Chiara hizo un brindis. Ella levantó su copa.
Cato se lo entregó.
—Genial.
—Gracias.
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—Gracias.
Su madre sonrió.
—Ya sabía eso. Puedo saberlo con solo mirarte. Mi hijo me dijo en
varias ocasiones que no te quiere, que no hay futuro aquí. Me alegro de
que se haya equivocado.
exterior áspero, pero tiene un corazón tan grande debajo de toda esa
mierda machista. El segundo que tuvo algo de dinero en su billetera,
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Chiara me abrazó.
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—También te amo.
—Sí, realmente.
—Durante el almuerzo…
—Eres malvado.
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Traducido por Jessibel
Corregido por Florpincha
Cato
Del invierno pasamos lentamente a la primavera, y ahora que
Siena estaba en su octavo mes, se sintió más incómoda y más
estresada.
—No tenemos una cuna, un asiento para el automóvil, pañales,
nada. —Marchó por nuestra habitación con la mano sobre su enorme
estómago—. ¿Qué dormitorio será el suyo? Ni siquiera sabemos eso.
Estamos tan desprevenidos.
—Bebé...
—Tengo trabajo.
con cada día que pasaba, probablemente porque tenía dolor la mayor
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Suspiró en el teléfono.
—No, no mucho.
—¿Cuándo fumas?
—Sí.
—No más. —Ella sacó los cigarros del bolsillo y los tiró al suelo—.
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Promételo.
Me miró a la cara hasta que escuchó las palabras que deseaba.
Ella sabía que yo no era el tipo de hombre para hacer una promesa que
no podía cumplir, así que mi palabra fue lo suficientemente buena.
—Lo prometo.
Y odiaba eso.
—No creo que nuestra hija vaya a querer estar justo al lado de
nosotros.
—No para siempre. Solo por ahora. De esa manera, cuando llore
en medio de la noche, no tengo que ir muy lejos. Creo que lo más
inteligente es mantenerla cerca. —Entró en la habitación y miró los
muebles que ya estaban dentro—. Supongo que podríamos donar todo
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esto. Todo parece ser de una calidad excepcional. ¿A menos que tengas
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—No.
Asentí.
—Quiero ser parte del proceso en cada paso del camino. Quiero
poner mi amor en la pintura, construir esa cuna con mis propias
manos. Pensé que te sentirías de la misma manera...
—¿Cuál es tu problema?
—¿Por qué...?
Me encogí de hombros.
—No quiero.
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—Renuncié.
—¿Siena te forzó?
—Tal vez algo está pasando —dije—. Pero tal vez no tenga nada
que ver con nosotros.
Asentí.
—Un mes.
La pregunta me sorprendió.
Se encogió de hombros.
—Ella todavía hizo cosas terribles por las que no fue castigada.
Damien y Micah podrían sospechar que significa mucho para ti, lo que
convertiría a ella y tu hija en objetivos principales.
—Tal vez —dijo—. O tal vez podrías darle un susto. Castígala por
todo lo que te hizo. Demuéstrale a tus enemigos que no significa nada
para ti.
»Ella todavía debe ser castigada por lo que hizo. El hecho de que
tenga una vagina mágica no la hace inmune a la justicia. —Él volvió a
dar una calada a su cigarro—. Ese es mi consejo. Te dará el cierre que
necesitas y ella te perdonará porque sabrá que están a la par.
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Una parte de mí se sintió muy mal por considerar tal cosa, pero
otra parte de mí sintió que estaba justificada. El comienzo de nuestra
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—Entonces, ¿qué te trae por aquí? ¿Buscas a otra mujer para que
te dé un hijo?
Su sonrisa se desvaneció.
—¿Trabajo?
Ella caminó hacia mí, el fuego aún ardía en sus ojos. Abrió la
boca para decir algo, pero luego la volvió a cerrar una vez que olió algo
en el aire.
Ella cruzó los brazos sobre el pecho, mostró su actitud con toda
su fuerza.
—Ajá.
quiera.
Sus ojos abandonaron su hostilidad.
—¿Fumaste?
—¿Perdieron un pago?
No parpadeé.
—Sí.
—¿Qué son doscientos millones para un hombre que vale seis mil
millones? ¿Entiendes lo ridículo que pareces?
—¿Así que haces estos tratos por dinero, los tomas desprevenidos
en medio de la noche y los amenazas? Eso suena como demasiado
trabajo, demasiado riesgo para alguien que es tan rico. Está debajo de
ti, Cato. Solo debes alejarte mientras puedas.
—No va a pasar.
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—Hablo en serio.
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Traducido por Jessibel
Corregido por Florpincha
Siena
La habitación de Martina era exactamente lo que yo quería.
Él sonrió.
—Levántate.
—No habrá después de que nazca —dije con una risita—. Habrá
mucho llanto y gritos.
—¿Qué? — presionó.
—Dilo.
mejillas.
—Lo siento, tengo celos.
—No sabía que las mujeres pudieran ser tan grandes. —Miró mi
estómago como si desafiara la lógica—. ¿Puedes siquiera inclinarte?
—Casi me rompes la nariz justo afuera de esta casa. Así que no.
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Casarme nunca había sido importante para mí, pero ahora que
Martina estaba casi aquí, deseaba que Cato y yo fuésemos algo más.
Deseaba que me dijera que me amaba. Ojalá no fuera solo el padre de
mi hija... sino también mi marido. Pero no pude apresurar a Cato en
nada. Si le preguntaba sobre eso, solo me encontraría con su silencio.
—¿Todo bien?
—¿Qué te dijo?
—Nada.
Él no me creyó en absoluto.
de un bebé que llora sin parar. Tenía un largo camino por recorrer
antes de tener una buena noche de sueño.
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De repente sentí una sensación entre mis piernas, una
inundación de humedad que goteaba sobre mis muslos y hacia el
colchón debajo de mí.
—Oh, dios…
—Bebé, ¿qué es? ¿Qué pasa? —abrió los ojos y su mano voló
hacia mi estómago.
Me burlé.
—No creo que pueda hacerlo. —Miré sus ojos azules y admití mi
debilidad. Usualmente era fuerte, independientemente de la situación,
pero en este momento, estaba aterrorizada—. Mi mamá no está aquí, y
siempre pensé que estaría aquí... no puedo hacer esto. No puedo sacar
a esta persona de mi cuerpo. No es físicamente posible.
Ese parecía ser el consejo exacto que necesitaba. Ahora que ella
venía al mundo, ya no era importante. Ella era lo más importante en
nuestras vidas y, en lugar de ceder al miedo, tenía que ponerla en mis
brazos lo más rápido posible.
cerca.
Martina no lloró. Sólo unos débiles gemidos salieron de su
pequeña boca.
—Cariño, descansa.
—Sé que estoy súper cansada ahora mismo... pero tú eres Cato,
¿verdad?
Agarré su mano.
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Traducido por Jessibel
Corregido por Florpincha
Cato
Yo era padre.
A pesar de las noches sin dormir, los pañales sucios, las manchas
que dejaría en toda mi ropa, ella seguía siendo mi familia, y nunca le
das la espalda a la familia. La llevé a su habitación y la mecí en la silla,
sin saber qué más hacer con ella. Ella no tenía la edad suficiente para
hablar, solo la edad suficiente para mirarme.
Cuando ella estaba tranquila así, ser padre se sentía como la cosa
más fácil del mundo. Pero sabía que esta paz no duraría para siempre.
El camino por recorrer sería difícil, y tendría que aprender muchas
cosas. Ni siquiera sabía cómo cambiar un pañal.
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Siena sonrió.
Siena me estudió.
Bates me llamó.
—¿Sí?
—¿Qué quieres decir con sí? Veo que estás trabajando. ¿Listo
para volver a la oficina?
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—¿Por qué?
—No quiero una niñera, Bates. Quiero ser quien cuide de ella.
—Sí. Y sí.
Se burló al teléfono.
Se quedó en silencio.
—No es por ella. Ahora tengo una hija y veo el mundo de manera
diferente por eso. Por cierto, no has pedido verla ni una vez.
—Todavía no lo he decidido.
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—Bueno, espero que lo hagas. Soy mucho más cortés con ella,
pero estaría dispuesto a darle una nueva oportunidad si fuera castigada
por lo que hizo. Todos tenemos que pagar el precio por nuestros
pecados, Siena Russo no es diferente.
—No.
No lo negué.
—Suena bien.
—Sé que cuidar de una bebé solo no podría haber sido fácil, así
que gracias.
—Oh, Dios mío, ¡ella es la cosa más preciosa! —Mi madre sostuvo
a Martina en el sofá de la sala de estar, envolviéndola en una cálida
manta gris—. Ay... ella tiene tus ojos, cariño. —La sostuvo contra su
hombro y la balanceó suavemente de lado a lado—. Es tan perfecta.
—Madre.
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—¿Quieres morir?
—Sí...
Siena
Me preocupaba cómo sería la vida cuando llegara Martina. No
sabía cómo respondería Cato a ella, si no se conectaba con el bebé y
luego nos alejaba a los dos. Nunca esperé que él la cuidara por una
semana entera solo para que yo pudiera recuperarme.
Ese hombre tenía un gran corazón.
Yo ya quería otro.
—¿Qué pasa?
Las lágrimas inundaron mis ojos, no por el terror, sino por la ira.
—No importa.
Él no reaccionó al golpe.
—Arrodíllate.
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Le escupí en la cara.
—¡Vete a la mierda!
Dejó que la saliva goteara por su cara hasta que dejó su barbilla.
—¡Arrodíllate!
—Tú, maldito...
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Traducido por Jessibel
Corregido por Florpincha
Cato
El disparo sonó en el aire.
Ella no se movió.
Bates le disparó.
cabelludo.
Levanté a Siena del suelo y la llevé al auto. Mis brazos temblaban
por la furia profunda que corría dentro de mis venas. No importaba
cuán leve fuera la herida. Él le había disparado. La coloqué en el
asiento trasero y luego le di una mirada llena de amenaza.
—La bala rozó su cuero cabelludo. Se movió más allá del hueso,
pero no lo perforó. Le haremos una transfusión de sangre porque ha
perdido mucha, pero debería estar bien.
Pero yo no lo estaría.
Salí y lo tomé.
—¡Ya basta!
—Bebé…
—De alguna manera encontraste a una mujer que te ama por ti...
¿y le haces esto?
No lo confirmé.
—Voy a matarlo.
No hubo reacción.
—Lo siento.
Siena
No había palabras para describir lo que estaba sintiendo.
Algo sobre ella me dio una sensación de calma, me hizo sentir que
cuidaría de mí, aunque yo fuera quien la cuidara. Ella tenía los ojos de
su padre, pero eso no me impedía pensar que era la cosa más hermosa
del mundo. Sentí sus dedos entre los míos y observé cómo me miraba.
—Bebé...
Él no lo hizo.
—Cato.
—La última vez que me sentí segura fue el día antes de conocerte.
Y desde entonces no me he sentido segura.
Saqué los cables de mis oídos y luego devolví las pesas al estante.
—Martina está tomando una siesta en su cuna.
—Entonces, ¿por qué estás aquí? —Estaba tan enojada con él,
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—Lo somos —dijo—. Pero esa relación fue construida sobre una
mentira. Necesitaba retribución.
Asentí.
—No.
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Traducido por Jessibel
Corregido por Florpincha
Cato
Noche tras noche, yacía solo.
Fue el tiempo más largo en el que estuve sin sexo, pero eso no era
lo que más me molestaba. No tenía apetito sexual de todos modos.
Todo lo que quería era a Siena, en cualquier capacidad que
pudiera tenerla. Su cabello solía rozar mi pecho cuando se movía en
medio de la noche. A veces se acurrucaba a mi espalda y agarraba mi
cintura. A veces dormía casi encima mío. Ahora dormía solo, y mi
habitación nunca se había sentido tan fría.
¡Maldición, la extrañaba!
—De acuerdo.
Era la primera vez que tenía que rogarle a una mujer que se
acostara conmigo.
fuera de la mesa hasta que ella estuviera lista, pero eso no significaba
que no pudiéramos hacer otras cosas. En este momento, solo había una
cosa que quería hacer.
Besarla.
Lento y suave, moví mi boca sobre la de ella. Sentí sus labios con
los míos, succioné su labio inferior con sutil agresión. Luego acaricié su
labio superior con mi boca y mi lengua. Me tomé mi tiempo porque
había pasado tanto tiempo desde que tuve esta intimidad con ella.
Quería frenar el tiempo y apreciar esos labios perfectos.
Extrañé esto.
Nunca tuve este tipo de afecto con nadie más, querer besar a una
mujer y nunca detenerme.
Ella lo lamió todo hasta que mi miembro estaba tan limpio como
cuando comenzamos. Se arrastró por mi cuerpo y se mantuvo encima
de mí.
—Eso fue...
Fue tentador.
—Dímelo tú.
Miró la navaja.
—Y me disculpé...
Me burlé.
—Entonces, ¿qué puedo hacer, Cato? Sé que era una jodida cosa
para hacer, y lo siento. No tengo una justificación legítima.
—Cato... vamos.
—¿Me entiendes?
—No es por eso. Has perdido tus derechos como tío. Ha quitado
tu título y lo honraré.
—Lo sé...
—Bates, la amo.
Negué.
—Soy demasiado marica.
Negué.
—No es así como quería decirlo. No quería que ella pensara que
solo lo estaba diciendo para recuperarla. Eso sería barato, y lo haría
menos significativo.
—Eso espero.
—Maravillosa.
Bates asintió.
—Sí... así es. Era un hombre diferente hasta que esa mujer entró
en mi vida y me dijo que no. La embaracé por error, pero Martina
terminó siendo la cosa más grande que me ha pasado. Sin ella, habría
matado a Siena ese día... y nunca tendría lo que tengo ahora.
Se encogió de hombros.
Tuve que trabajar hasta tarde esa noche. Mis clientes volaron
desde China, pero su vuelo se retrasó debido al mal tiempo, así que
tuve que quedarme unas horas más.
Era casi verano, así que los días se hacían más largos. Parecía
justo ayer cuando el invierno hizo que el sol se pusiera a las cinco.
—Está bien.
Mierda.
Solo tuve tiempo para una llamada telefónica, y por mucho que
quisiera decirle a Siena que la amaba antes de que me mataran, tenía
que llamar a Bates.
—He estado queriendo penetrar esa vagina por un tiempo. Así que
entiendo tu fascinación.
Dio un paso atrás para que pudiera salir del coche. Dejé mi arma
atrás porque no tenía sentido traerla. Una vez que saliera del auto, me
la quitarían. Con suerte, Bates todavía estaba en la línea y había
escuchado esa conversación. Incluso si no lo hiciera, averiguaría quién
me llevó. Había sospechado de Damien durante meses.
—Siéntate.
Siena
Cada vez que llamaba, iba directamente al correo de voz.
—Giovanni...
—Oh, Dios mí... —Me tapé la boca con las manos cuando salieron
las lágrimas—. No. No. No.
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—Todo.
—Entonces dáselos.
Bates negó.
—¡No!
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—Bueno, ¿tienes alguna idea? Has estado allí antes. ¿Cómo nos
infiltramos en su edificio? ¿Podemos ir bajo tierra?
Él negó.
Bates suspiró.
—Damien me desea...
—No puedo dejar que eso suceda, Siena. Prefiero a él sobre ti,
pero él me mataría si no te detuviera. Cato preferiría ser torturado un
millón de veces en lugar de dejarte tomar su lugar.
Él inclinó la cabeza.
—Vas a dejar que un chico te viole hasta que te mate. Eso es peor
que la muerte, si me preguntas.
—Maldición, no sé...
Ser violada. Todos los días. Por quién sabe cuánto tiempo.
—Preferiría sufrir eso antes que dejar que Cato sea torturado un
millón de veces. El sexo es solo sexo. Cerraré los ojos y pensaré en mi
hija. Engañaré a Damien para que se enamore de mi para que me trate
bien. Y entonces tal vez pueda encontrar mi propio escape. Todo lo que
sé es que... no hacer nada no es una opción. No puedo dejar a Cato allí.
Decirle adiós a mi hija era lo más difícil que había tenido que
hacer.
—Sí.
Suspiró.
—¿Te importa?
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Damien me sonrió así que este fue el día más feliz de su vida.
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—Guau, no parece que acabas de tener un bebé. —Me miró de
arriba abajo con aprobación.
Él sonrió.
Su sonrisa se desvaneció.
—Es posible. Lo verás por ti mismo una vez que lo dejes ir.
—¿Siena?
—Lo dejarás ir. Cuando sé que está afuera, soy toda tuya.
Las lágrimas ardieron detrás de mis ojos, pero no las dejé caer.
—Hazlo.
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—¡Siena!
en estas situaciones.
Me lanzó el teléfono.
Él era libre.
—Sí.
Bajé mis bragas por las piernas y luego me puse de rodillas, como
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me pidió.
—Agarra mi miembro, cariño. Mira cómo se siente un hombre.
—¿Cómo te gusta?
Sonrió.
—Me gusta esta versión de ti. Cuanto más húmedo, mejor. Siento
que acabo de comprar a la puta más sexy del subterráneo.
Algo egoísta.
—Mierda.
Piensa.
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Gracias a Dios.
Yo disparé primero.
—¡Vamos!
—Tampoco yo.
Y no me avergonzaba de eso.
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Traducido por Jessibel
Corregido por Florpincha
Cato
Sentía tanto jodido dolor.
Todo estaba roto. Todo dolía. Era el tipo de agonía que te hacía
desear la muerte.
Pero no había nada que pudiera hacer. Luché contra los guardias
hasta que me tiraron a la acera y mis hombres me llevaron.
—¡Siena!
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—Siena…
—Oh, Dios mío… —Su voz resonó en mis oídos, tan hermosa que
parecía irreal—. Cato… —Ella se movió sobre mí y ahuecó mi cara—.
Necesitas ir a un hospital. Ahora.
—Gracias a Dios.
—Vamos a movernos.
—Casi llegamos.
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Traducido por Jessibel
Corregido por Florpincha
Siena
Lo trasladaron y lo llevaron dentro del hospital.
—¿Estás bien?
—No me siento mal por lo que hice. Pero ese recuerdo de Cato en
el suelo me perseguirá para siempre.
—Lo sé...
—Entonces, no, no estoy bien. No estaré bien hasta que Cato esté
bien.
si necesitas algo.
—Está bien. —Tomé el teléfono y lo guardé en mi bolsillo.
—Está bien.
Miré a mi hija.
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15 Traducido por Jabes
Corregido por Lelu
Cato
Mis ojos estaban cerrados, pero sentí que mi conciencia
aumentaba. Escuché a mi hermano hablar por teléfono.
Bates colgó.
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Abrí los ojos y miré el techo. Me tomó un momento para que mis
ojos se enfocaran. Lentamente todo apareció a la vista, las paredes
blancas de la habitación de hospital y el monitor a mi izquierda.
—Perfectamente.
—¿Martina?
—Está con ella. —Palmeó mi brazo—. Estarás aquí por unos días.
Tuvieron que hacerte unas transfusiones porque perdiste un tercio de
tu propia sangre. Tenías una hemorragia interna, un par de costillas
rotas, y fracturas en ambos brazos. Pero la buena noticia es, que vas a
estar bien.
—¿Cómo escapó?
—Mató a Damien.
—Esa es mi bebé…
—Quiero verla.
Extendí mi mano.
Llamó a Siena antes de entregarme el teléfono y salió de la
habitación.
—¿Qué sabes?
—Soy yo.
—Está bien…
—Lo sé…
—Bates dijo que estaré aquí por unos días. Después de eso,
iremos a casa.
—Cato.
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Suspiré en el teléfono.
—Perdí mucha sangre. Tengo algunas costillas rotas. Y fracturas
en mis brazos. Estoy en mala forma, pero no me matará. Pasará un
tiempo hasta que me recupere.
Suspiró aliviada.
—Sí…
—Sí… lo hice.
Se quedó callada.
—¿Cortaste su pene?
—Justo en la base.
—Esa es mi bebé.
—Lo sé.
—Fue tan difícil dejar a Martina, pero sabía que tenía que
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—Yo también.
—No puedo esperar a que llegue ese momento. Podemos ser libres
finalmente.
—Probablemente te extraña.
—O estaban allí…
—No lo comprobé.
—La saqué hace horas. Los chicos la llevaron a Grecia. Hablé con
ella hace rato, y está bien. Está preocupada por ti. Y Siena me hizo
alertar a Landon para que se escondiera.
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—¿Londres?
—Sí.
—Esto no lastima.
—Cato…
ahora, incluso con los analgésicos, pero intentaba lucir normal frente a
Siena. Estaba desconsolada al verme, y no quería que se sintiera peor
de lo que ya se sentía. Cargaba mi dolor de la misma manera que yo
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Bates se acercó.
—¿Qué pasa?
Bates asintió.
—No importa. Puede irse todo el camino hacia el Ártico, y aun así
lo encontraríamos. Sabe que es hombre muerto. Solo es demasiado
cobarde para enfrentar la verdad. No todavía, de cualquier forma.
—¿Cómo?
Era irrefutable.
Tal vez ella podía perdonarlo por lo que hizo, pero yo no podía.
Cumpliría mi palabra algún día. Cuando encontrara a la mujer que
amaba, la lastimaría de la manera que lastimó a Siena. Era lo justo.
Se encogió de hombros.
—Apúrate.
Miré los tres pisos de escaleras con temor. Solía ser un hombre
fuerte que podía cargar a Siena todo el camino hasta la cima, y ahora
apenas podía cargarme a mí mismo. Mi cuerpo ya no se sentía igual.
Estaba roto y envejecido más allá de cualquier remedio. Ese martillo
hizo un inmenso daño a mi complexión, y me mordí la lengua varias
veces cuando me rehusé a gritar.
—Estaré bien.
Asentí.
—Ambicioso.
—Entendible.
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Traducido por Taywong
Corregido por Lelu
Siena
Seis semanas habían ido y venido, y Cato había mejorado
significativamente. Tenía la fuerza para moverse de nuevo. No fue al
gimnasio ni se ejercitaba demasiado, pero fue capaz de ducharse por su
cuenta y permanecer de pie por largos períodos.
Aunque se sentía mejor, lo obligué a quedarse en la cama.
—Quédate.
—Vamos…
—Por mucho que me guste salir con ella, tengo otras cosas que
hacer.
—No hables así —dijo con frialdad—. Quiero que se quede así
para siempre.
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Lo extrañaba mucho.
—Voy a hacer que cuide a Martina para que tenga algo que hacer.
—Eso es cobarde.
Vivir bajo tierra para evitar una pelea que comenzó en primer
lugar fue patético. ¿Qué clase de vida podría tener allí abajo? No había
luz solar. Solo mujeres y alcohol.
—Es demasiado testarudo para dejar que la gente piense que algo
tan pequeño lo mató. También pensaría que es cobarde.
—Bueno, fue cobarde por su parte romper la tregua que Cato les
ofreció.
Se encogió de hombros.
—Cierto...
—¿De verdad vas a hacer que Cato pase por eso otra vez? —
preguntó incrédulo—. No estoy de acuerdo con eso. Cato y yo
finalmente estamos en buenos términos, y no voy a arruinarlo tan
pronto.
—Sigue siendo una buena idea. Que entre una persona para que
abra la escotilla. Luego el resto del equipo entra, saca a todos los
hombres de la planta baja, y luego vamos bajo tierra y cazamos a
Micah. Me parece un buen plan. Conozco el área mejor que cualquiera
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—Eso no va a pasar.
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—Y nunca lo esperarán. Ya que han pasado seis semanas, estoy
segura de que piensa que no nos molestaríamos en abrir la escotilla.
—Entonces iré.
—Tiene que ser posible entrar por esa puerta o anular el sistema.
—Sí.
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—Creo que deberías estarlo. Cato necesita una mujer fuerte como
él. De hecho, creo que eres más fuerte.
—Supongo que sí. Y creo que Micah nos dará la respuesta que
queremos de todos modos.
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Asintió.
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—Ningún hombre quiere morir en el fondo de un hoyo... para no
ser visto nunca más. Hablaremos con Cato.
—¿Matarlos?
—Creo que es una buena idea —dijo Bates—. Como dijo Siena,
nos da todo el poder. Básicamente lo estamos manipulando para que
haga lo que queramos.
—Eso es verdad.
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—Te extraño.
—¿Hablas en serio?
—Mortalmente serio.
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166
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Traducido por Taywong
Corregido por Lelu
Cato
Nos acomodamos en la oficina, y Siena y Bates llevaban
auriculares para poder escuchar la conversación con perfecta claridad.
—Ese martillo debe haber dolido cuando rompió cada una de tus
costillas.
muerte más brutal, pero al menos tendría más respeto que dejar que
todos sus hombres murieran en la escotilla con él.
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—Esto es diferente...
—Quiero venganza...
nos hizo a tu padre y a mí, pero esto no te traerá paz. Solo te hará
pensar en lo mucho que sufrió tu padre... y eso no es lo que quiero.
Siena me miró a los ojos, la tristeza se arrastró en su expresión.
—Lo prometo.
—Te amo.
Bates lo notó.
—Misericordia.
—Sabes que tengo que hacer esto, Micah.
—Así que, no. —Me giré hacia mis hombres—. Súbanlo a la soga.
Siena
No podía dormir, no hasta que Cato estuviera en casa. Ya me lo
habían quitado una vez, y hasta que no entrara por esa puerta con esos
increíbles ojos azules, no podría relajarme. Tenía el monitor del bebé en
mi mesita de noche y el teléfono en mi pecho para poder estar atenta a
ambos.
Sonó el teléfono.
Lo contesté de inmediato.
—¿Cato?
—¿Estás bien?
No pedí los detalles porque Cato dijo que no querría saberlo. Tal
vez tenía razón. Ya había visto suficiente violencia en el último año, y ya
no podría manejar más.
—Se acabó.
—Está muerto.
mientras hablamos.
Me decía esas palabras casi todos los días, y parecía que siempre
lo decía en serio. Salían tan bien de su lengua, como si lo hubiera
estado diciendo desde el día que nos conocimos.
—Más te vale.
Movió su boca más hacia arriba hasta que besó mi núcleo, sus
labios succionaron mi clítoris dentro de su boca. Me besó con la misma
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pasión con que lo hizo a mi boca, sus ojos cerrados y sus manos
temblando.
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Quería a Cato dentro de mí, piel con piel, y quería que se corriera
dentro de mí por el resto de la noche. Si eso significaba que tendríamos
otro bebé, que así sea.
—Buena respuesta.
—¿Lo harás?
—¿Adónde vas?
—Oh...
—¿Por qué?
—Yo solo... supongo que pensé que te tomarías más tiempo libre.
—Nada.
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Traducido por Myr62
Corregido por Lelu
Cato
Bates se dejó caer en la silla frente a mi escritorio. Sacó un
cigarro y comenzó a divagar.
—¿Ella es quisquillosa?
—Bien.
—Gracias.
—Eso significa que voy a tener que fumar menos... lo que significa
que voy a estar más saludable... lo que significa que voy a vivir más
tiempo. Y eso es completamente culpa tuya. —Miró mi gabinete de licor
antes de tomar la licorera y un vaso. Se sentó de nuevo y se sirvió—. O
tal vez mi hígado se dañe, y moriré de todos modos.
hay trato.
Levanté una ceja.
—Leo libros, idiota. Leo todas las noches antes de irme a dormir.
—Compras demasiado…
Me encogí de hombros.
—¿Importa eso?
Comencé de nuevo.
—Bien. Hicimos un trato con los Skull Kings. Se suponía que nos
ayudarían con Micah, pero como no lo hicieron, volvimos a nuestro
anterior acuerdo.
—Oh.
—Sí, lo sé.
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—Me he dado cuenta. Tus piernas se vuelven más sexys cada vez
que te veo.
Ella sonrió.
Me burlé.
—Lo es para mí. —Nunca me había sentido más atraído por ella,
observándola caminar por la casa y tocar su estómago cada vez que el
bebé pateaba—. Espero que esta vez tengamos un hijo. Si estos son los
únicos hijos que vamos a tener, quiero tener uno de cada uno.
Siena
Había considerado decirle a Cato como me sentía.
Él sabía que no quería tener nada que ver con esta vida.
Algo seguro.
No me estaba quejando.
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Era verano, así que no oscurecía hasta tarde, pero sería lindo
hacer algo diferente. Sería maravilloso sentarse a la luz de las velas y
mirarnos a los ojos. Tal vez podría olvidarme de las verdaderas cosas
que me estaban molestando.
vestido.
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Sonreí.
—Gracias.
nuevo.
—Sabes cómo ponerme duro, bebé. —Me guio por el sendero con
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—Cato…
Este hombre había sido tan imbécil cuando nos conocimos, pero
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Miré al cielo mientras comía, viendo las luces infinitas a través del
cielo.
—Sí, lo es.
—Se nota. También disfruto cocinar, pero siempre odié lavar los
platos.
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—No, no es así.
—No me juzgues.
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Sonreí y sentí que mis ojos lloraban al mismo tiempo. Era fácil
perdonarlo por los errores que cometió cuando decía cosas como estas.
Seguía siendo un muchacho con un corazón de oro debajo de todo ese
hombre. Era una dulzura. Lo veía cada vez que interactuaba con
Martina.
—Te amo, bebé. Con todo mi corazón. —Me miró sobre las velas—
. Me tienes completamente envuelto alrededor de tu dedo.
—Cásate conmigo.
—Realmente no lo sé.
Él asimiló todo lo que dije, sus ojos eran duros. Le tomó mucho
tiempo llegar a una respuesta. Miró el anillo y me miró de nuevo.
—Yo… supongo.
—Nunca te pedí que hicieras eso. Nunca quise que hicieras eso.
—Siena…
—Sabes que te amo. Sabes que quiero decir sí. Nunca te pediría
que renunciaras a nada… pero tienes que renunciar a esto. No
cambiaré de opinión. Así que, por favor… has esto por mí.
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—Cato.
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—Lo lamento…
—Quise, pero…
—Cállate.
—Adiós, Cato.
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Pero él no podía.
Si fuera solo yo, tal vez era un riesgo que podría tomar.
Dijo que la lealtad era la cosa más importante para él. Pero
cuando tuvo que sostener sus dichos, él no me fue leal. Me sacrifiqué
para salvarlo, pero él no haría sacrificios por mí. Al final del día,
cometió el mismo error que mi padre. Su arrogancia lo cegó a la verdad,
lo hizo creer que era invencible. Mi madre murió por la estupidez de mi
padre. Pero no dejaría que nada me pasara por la estupidez de Cato.
Cato no aprendía de los errores de otras personas.
—¿Sí?
—El señor Marino nos pidió que trajéramos algunas cosas y las
armemos.
En sus manos tenía una caja con la foto de una cuna en ella. El
otro hombre detrás de él cargaba algo, juguetes, pañales, y todo lo
demás que necesitaba para ocuparme de Martina a largo termino.
Yo también lo extrañaba.
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hacia afuera en mitad del día y ver autos negros por todos lados, pero
sabía que no había otra opción.
Después de cuatro días de silencio, Cato me llamó.
—Hola… —contesté.
—Estoy afuera.
—Abriré la puerta.
Instantáneamente.
de toda esa historia, sigues sin ver lo que estoy diciendo. Fui atacada
por ser la hija de mi padre. ¿Realmente crees que Martina no va a ser
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202
Página
21 Traducido por Flor
Corregido por Lelu
Cato
Mi vida se convirtió en una rutina aburrida.
Como ella.
Pero luego me dio esa ridícula petición, como si fuera algo que
pudiera honrar. Ella dijo que me amaba por mí, y que se suponía que
eso incluía todos los elementos de mi vida, incluido mi trabajo.
—Ni siquiera puedo recordar la última vez que comí pastel. Solo
consumo carbohidratos en los días festivos, y generalmente no hay
pastel en ese tipo de cosas. Tal vez tenga un día de trampa. Tal vez
traiga a una de mis damas y frote la torta sobre ella.
—¿Dónde estás?
en la casa, ¿eh?
Puse los ojos en blanco.
—No funcionó.
—Nosotros.
—Háblame, Cato.
—Estoy bien. —Agarré los papeles y los arrojé de nuevo hacia él—
. Solo consíguelos firmados y avancemos.
más.
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Traducido por Myr62
Corregido por Lelu
Siena
Esa noche le estaba dando el biberón a Martina cuando sonó el
timbre.
Eran casi las ocho de la noche, así que asumí que era Cato que
venía de visita. Estaba en pijama con mi cabello en un moño, pero no
tenía la oportunidad de arreglarme de ninguna manera. Mi mano llevó
la botella a su boca mientras caminaba hacia la puerta y la abría.
Era Bates.
Sacudió la cabeza.
—No. ¿Cuándo?
—¿Y supongo que dijiste que no...? Aunque, no tengo idea por
qué lo harías. Mi hermano es el mejor chico que conozco. A veces es
tosco y ha cometido errores, pero te ama, Siena. Realmente te ama.
—No dije que no... pero no dije que sí. Le dije que tenía que
abandonar su negocio si quería casarse conmigo. Mientras él siga
siendo parte de esa compañía, siempre estaremos en peligro. Y no
puedo hacerle eso a Martina... ni a ningún otro niño que tengamos.
Después de todo lo que pasó con mi familia, pensé que él lo entendería.
Después de todo lo que acabamos de pasar, pensé que él lo entendería.
Pero él dijo que no...
Asentí.
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—Sé que él debió haber estado herido por mi reacción. —Me había
entregado su corazón bajo las estrellas, diciendo las cosas más dulces
de las que no creía que fuera capaz. Se había convertido en el hombre
más tierno y más cariñoso que había conocido. Y luego me pidió que me
casara con él... solo para ser rechazado—. Tal vez eso hirió su orgullo.
Él tiene un gran ego. Pero no quiero construir una vida con él en estas
circunstancias. Tengo que mantener a mi familia a salvo, y mientras
continúe involucrado en este negocio, siempre seremos objetivos.
Tenemos que aprender del pasado...
—No irá nada bien —dijo riendo—. Pero tengo que intentarlo. Eres
lo mejor que le ha pasado en la vida. No voy a dejar que te haga a un
lado.
Yo le sonreí.
Sacudió la cabeza.
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—Idealmente, me gustaría que estuviera allí. Pero lo entendería si
quisiera renunciar. Puedo manejarlo por mi cuenta. Además, quiero que
mi hermano sea feliz. ¿Cómo podría estar enojado con él por ser feliz?
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Página
23
Traducido por AnotherGirl
Corregido por Lelu
Cato
El segundo en el que Bates llegó a su puerta, supe que estaba allí.
Maldito entrometido.
Dos horas después de llegar a la casa de Siena, llegó a la puerta
de mi casa y entró. Mis hombres me dijeron cuando se acercó a la
puerta al final de la entrada, así que bajé las escaleras en pantalones de
chándal y esperé a que entrara.
—¿Por qué estás haciendo esto? Sólo dale lo que quiere. No es que
su petición sea infundada. Su familia fue aniquilada por la mierda que
hacemos a diario. Quiere que su vida sea diferente. —Metió las manos
en sus bolsillos y mantuvo varios metros entre nosotros—. Si estás
preocupado por mí, no lo estés. Estaré bien, Cato. Y hasta me dijiste lo
aburrido que estás. Hicimos ese trato con los chinos, ganamos millones,
y miraste por la ventana y dijiste que estabas aburrido. Definitivamente
no estás aburrido de Siena. Así que renunciar a tu participación en la
compañía no debería ser difícil.
Siena, y por eso la amas. Estás compartiendo el poder con ella. Eso es
el matrimonio. Vas a tener que aceptarlo si quieres quedarte con ella.
No está tratando de castrarte. Sólo intenta proteger a sus hijos.
Necesitas dejar tu ego y darte cuenta de que vas a tener que
comprometerte todos los días por el resto de tu vida.
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Página
24 Traducido por AnotherGirl
Corregido por Lelu
Siena
Martina no se había calmado desde que empezamos a vivir solas.
el suelo y la dejé llorar. Sabía que Cato estaría feliz cuando le diera la
noticia, y tal vez él estaría contento de darme lo que yo quería.
O tal vez no habría ninguna diferencia.
Contesté.
—Habla Siena.
—Lo siento.
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—Pero él no lo hará.
—El mejor.
—Sé que esto es mucho pedir... pero, ¿te importaría hablar con
él?
—No tienes que hacerlo si no quieres. Pero tal vez escuchar esta
historia de otro hombre poderoso le haga entrar en razón.
—Podría dispararme.
—Lo haré. No pude ayudarte antes, pero puedo ayudarte con esto.
Es sólo una conversación, ¿verdad?
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Miré fijamente la pared del baño mientras una sensación de
esperanza explotaba dentro de mi pecho.
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Traducido por Jabes
Corregido por Lelu
Cato
Bates entró por mi puerta, que estaba abierta.
—¿Quién?
Estaba enojado con ella, pero era difícil no amarla cuando se veía
tan hermosa. Su cabello estaba rizado de la manera que me gustaba, y
llevaba el brazalete que le di para Navidad. Se paró al lado del hombre
Página
que no conocía.
—Cato, él es Crow Barsetti… un amigo mío.
—Pero fue hace casi diez años. —Se sentó en un sillón y cruzó las
piernas—. Escuché que eres un admirador de mi vino.
—Lo soy.
—No puedes lastimarlo, Cato. Pon una mano sobre él, y me llevaré
a tu hija.
Pero una vez que conocí a la mujer correcta… todo eso se convirtió en
una mierda. No cambiaría mi tranquila vida en el campo por todos esos
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su interior tanto como podía porque me daba más placer que ninguna
otra cosa en la vida. Su hogar era acogedor y confortable, poseía un
Página
—¿Dónde está?
estómago.
—¿Bebé?
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Levantó sus ojos para mirarme. Mi mano se movió sobre la suya y
mi pulso se aceleró en mi garganta. Mi respiración se hizo temblorosa
cuando la posibilidad surgió en mi mente.
—¿Estás embarazada?
—Siena…
—No.
—Cato… te amo.
Ya estaba tan duro por ella, pero ahora estaba un poco más duro.
Ella estaba embarazada con nuestro segundo hijo, así que se volvió más
irresistible. Ahora, estaba susurrando su amor por mí, diciendo mi
nombre con la clase de sensualidad que otras mujeres no pudieron
lograr.
—¿Cato?
—¿Sí, bebé?
Se encogió de hombros.
quería.
—Suena inteligente.
—Entonces es un plan.
—Siena también.
Agregué mi firma.
—Está bien, tal vez no lo hice. Pero sé que siempre puedo llamar.
¿Cuáles son tus planes? ¿Abrir un negocio nuevo?
Me encogí de hombros.
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—Si. —Bates se puso de pie y rodeó la mesa. Hizo algo que rara
vez hicimos y me atrajo para un abrazo—. Estoy orgulloso de ti.
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Bates tenía todo, la compañía entera para manejarla como quisiera. Era
oficialmente más rico que yo, y probablemente se jactaría de eso.
—No. —Me palmeó el hombro antes de apartarse—. Por ser feliz.
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Traducido por Flor
Corregido por Lelu
Siena
Dejé mi casa para siempre esta vez, y decidí venderla.
Mis padres se casaron hace veinte años, por lo que el estilo era
muy diferente al de ahora.
—No tienes que culparme. Sabes que quiero que lo tengas. Tal vez
puedas conocer a una buena chica y encerrarte aquí.
—¿Te tengo que regalar algo? ¿Hay algo que deba saber?
—Comprensible.
Se encogió de hombros.
Me reí.
—No —dijo con una risita—. Encontraré algo más. Pero por ahora,
no me importa la jubilación.
Sacudió la cabeza.
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—¿De verdad?
Allí estaba de pie, con un traje azul profundo con una corbata a
juego. Sus ojos se habían centrado en mi posición porque había estado
esperando este momento durante mucho tiempo. En el segundo en que
me vio, sus ojos se volvieron más profundos y la esquina de su boca se
elevó en una sonrisa. Mostrando el encanto infantil que amaba, sus
ojos brillaban con amor.
pequeño en camino.
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—Vamos a casarnos.
Tomó mi cara entre sus manos y fijó sus ojos en los míos.
—Acepto.
—Acepto.
—Señora, Marino.
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—Marido.
Él sonrió.
—Felicidades, a ambos.
—Gracias, madre.
Él la devolvió a su madre.
Fin
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Sobre Penelope Sky
La autora de libros más vendidos del New
York Times y USA Today, Penelope Sky es
conocida por sus oscuros romances que
hacen que te enamores de sus
personajes... sin importar lo oscuros que
parezcan. Sus libros se están traduciendo
a varios idiomas y ha vendido más de un
millón de libros en todo el mundo. Vive
en un pequeño pueblo de California con
su esposo, donde pasa la mayor parte del
tiempo escribiendo en el porche trasero.
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