1880 - 1916 - Informe y Video. COMPLETO

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Período 1880-1916

CRISIS 1890

La caída del precio de los productos que se exportaban, el endeudamiento externo, las emisiones
continúas del papel moneda y la pérdida de valor del signo monetario. El historiador José Panettri
afirmaba que el país compraba más de lo que vendía y de lo que podía pagar. Además vendía
barato y compraba caro. La crisis afecto el crecimiento económico general y la capacidad de
consumo.

Numerosos comercios y empresas fueron a quiebra. Comenzaron importantes movimientos de


huelgas ante el aumento del desempleo. Luego el sistema Bancario se declaro en Bancarrota y
cayeron vertiginosamente las acciones en la Bolsa.

La aguda crisis que sufrió Argentina, afecto al país y desencadeno los conflictos políticos latentes.
Unión Cívica, en oposición. Convencía a la gente, y la situación del gobierno se agravó, porque
algunos grupos del Partido Autonomista Nacional se retiraron consideraban que el poder había
caído en manos de " niños irresponsables", como calificaban a los sostenedores del presidente.

El Presidente de gobierno era Juárez Celman (1886-1890). La Unión Cívica y El PAN comprendían
que la inflación favorecía a los productos agropecuarios, creaba condiciones negativas para las
inversiones de capitales extranjeros, que eran necesarios para el desarrollo de la actividad rural.
Pero, no estaban de acuerdo con los objetivos políticos que debía tener el movimiento contra el
gobierno.

Hubo enfrentamientos muy importantes, y el 26 de julio de 1890 los grupos políticos disidentes
integraron la Unión Cívica y protagonizaron la Revolución del Parque donde murieron alrededor
de 250 personas y hubo mil heridos. Esto provoco la renuncia de Juárez Celman, y asciende su
vicepresidente Pellegrini con el objetivo de restablecer el poder de la clase gobernante. Se
prolongó hasta el 95.

Revolución del Parque


Hacia 1889, Argentina, bajo la presidencia Miguel Juárez Celman (1886 - 1890) se encontraba
sumida en una crisis económica importante, desocupación, baja de salarios, huelgas, frecuentes y
cada vez más violentas. El gobierno, por su parte gobernado por el Partido Autónomo Nacional
(PAN), cuyo principal referente era Julio Argentino Roca, se había caracterizado por el
autoritarismo y la corrupción.
El 26 de Julio de 1890, Leandro N. Alem encabezó un regimiento cívico armado que tomo el
Parque de artillería de la Ciudad de Buenos Aires, actual Plaza Lavalle. La insurrección de carácter
cívico militar fue realizada por la recién formada Unión Cívica, la cual estaba encabezada por
Leandro N. Alem, Bartolomé Mitre, Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen entre otros.
La revolución del parque fue una sucesión de combates que se sucedieron en la ciudad de Buenos
Aires. Los combates finalizaron el martes 29 de Julio de 1890 cuando se capituló las condiciones
de la rendición y desarme de las tropas en el Palacio Miró.
Ante la grave situación del país, el 6 de Agosto de 1890, el presidente Miguel Juárez Celman,
presenta su renuncia, la cual es aceptada y asume el vicepresidente Carlos Pellegrini (1890-1892)
como Presidente de la Nación. La situación resultó favorable políticamente para Julio Argentino
Roca, quien asumió como Ministro del Interior.
Luego de la revolución la Unión Cívica se divide formando dos partidos políticos:

 La Unión Cívica Nacional dirigida por Mitre,

 Unión Cívica Radical (UCR) dirigida por Alem. La Unión Cívica Radical utilizaría
reiteradamente la lucha armada para responder a la falta de elecciones libres.
En el futuro la UCR realizaría dos grandes insurrecciones armadas conocidas como Revolución de
1893 y Revolución de 1905, y otros varios levantamientos menores o locales.
Ante la amenaza de nuevos levantamientos armados, en 1910 el recién elegido presidente Roque
Sáenz Peña hizo un pacto con Hipólito Yrigoyen para sancionar una ley estableciendo un sistema
capaz de garantizar elecciones libres. La Ley fue sancionada en 1912, estableció el sufragio
secreto y universal para varones, conociéndose como Ley Sáenz Peña.
La Revolución del 90 fue un quiebre en la historia argentina, ya que comienza a emerger una
sociedad civil urbana, diferenciada en grupos sociales con demandas específicas. En particular la
Revolución del Parque marca el momento en que la clase media ingresó a la vida pública. Con
ello, la organización de la clase obrera en sindicatos, de partidos políticos modernos, de las
primeras cooperativas, organizaciones feministas, de revistas políticas opositoras, etc., conformó
una sociedad urbana compleja que hizo cada vez más inviable la toma del poder mediante
revoluciones callejeras.
En ese sentido la Revolución del ·90 señala en la Argentina la emergencia del pueblo como sujeto
político y social, exigiendo que se lo reconozca efectivamente como protagonista de la vida
política, social y cultural, y demandando la configuración de una sociedad democrática.
Unión Cívica Radical. (UCR)
Origen.
En 1889 Argentina estaba convulsionada por una grave crisis económica que se había prolongado
por dos años, y había causado una brusca caída de los salarios, desocupación y una gran cantidad
de huelgas nunca antes visto.
El estado argentino estaba recién constituyéndose, en una época en donde las élites
conservadoras vivían del poder y se concentraban en un régimen oligárquico, que desamparó a
los estratos sociales más débiles de la Argentina y no permitía el voto popular, habiendo habido
una seguidilla de malos intentos por parte de la escasa oposición para lograrlo.
El 1 de septiembre de 1889 un grupo de jóvenes organizó un gran motín juvenil en el Jardín
Florida de la ciudad de Buenos Aires, donde se constituyó la Unión Cívica de la Juventud, con el
fin de aglutinar al amplio espectro de opositores al régimen del presidente Miguel Juárez Celman,
sostenido por el oficialista Partido Autonomista Nacional (PAN). El partido fue presidido por quien
aparecía como líder natural de aquellos jóvenes, Francisco A. Barroetaveña, acompañado por
otros jóvenes dirigentes como Emilio Gouchón, Juan B. Justo, Martín Torino, Marcelo T. de
Alvear, Tomás Le Breton, Manuel A. Montes de Oca, entre muchos otros.
La Unión Cívica de la Juventud estableció una relación honoraria con las personalidades políticas
que aparecían como referentes de una oposición dispersa, especialmente Leandro Alem,
Aristóbulo del Valle, Bartolomé Mitre, Pedro Goyena, Vicente Fidel López, Bernardo de Irigoyen,
entre otros. El nuevo partido de los jóvenes sancionó entonces un programa que recordaba el del
Partido Republicano fundado por Alem y del Valle en 1877, y se organizó en clubes cívicos
parroquiales.
El 13 de abril de 1890, la Unión Cívica de la Juventud se consolidó con un gran acto en el Frontón
Buenos Aires, donde se fundó un nuevo partido llamado Unión Cívica. Como presidente fue
elegido Leandro N. Alem, quien procuró enarbolar la bandera de los desposeídos ante la
oligarquía, y así incluyó a líderes de las distintas tendencias opuestas al Unicato (única dirección,
unipersonal) de Juárez Celman, como Francisco A. Barroetaveña, los políticos católicos José
Manuel Estrada y Pedro Goyena, Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen, Juan B. Justo,
Lisandro de la Torre, y el influyente expresidente y general Bartolomé Mitre.
Ese mismo año de 1890, la Unión Cívica, dirigida por Leandro Alem y Bartolomé Mitre encabezó
el 26 de julio la llamada Revolución del Parque o Revolución del 90, un sangriento levantamiento
armado que causó la caída del presidente Juárez Celman y su reemplazo por el vicepresidente
Carlos Pellegrini. Durante esta batalla es necesario resaltar la figura de Elvira Rawson, la segunda
mujer en poder recibirse de médica en la Argentina, quien desempeñó la función de auxiliar a los
caídos en la revolución. Más adelante sería distinguida por Leandro Alem con un pergamino y un
reloj de oro y se convertiría en una ferviente luchadora por los derechos de la mujer.
La Unión Cívica se constituyó de forma orgánica en todo el país y por vez primera en la historia
política argentina había sido elegida una fórmula presidencial por medio de una convención
partidaria cuando la convención nacional reunida en Rosario consagró como candidatos a
presidente y vicepresidente a Bartolomé Mitre y Bernardo de Irigoyen.
Sin embargo, el general Roca, enérgico líder del oficialista Partido Autonomista Nacional (PAN),
acordó con Mitre una fórmula «de unidad nacional» entre ambos partidos, encabezada por el
propio Mitre. Al conocerse el acuerdo, el 16 de abril de 1891, Leandro Alem se le opuso en forma
tajante, desencadenando la ruptura de la Unión Cívica y el posterior retiro de la candidatura de
Mitre.
El 26 de junio de 1891 los seguidores de Alem constituyeron formalmente la Unión Cívica
Antiacuerdista, que cambiaría el nombre, el 2 de julio, a Unión Cívica Radical, en tanto los
seguidores de Mitre formaban la Unión Cívica Nacional.
Alem y la intransigencia armada (1891-1897)
El 15 de agosto de 1891 la Convención Nacional de la Unión Cívica Radical proclamó a Bernardo
de Irigoyen como candidato a presidente. Leandro Alem decía por entonces que el programa de
la UCR tiene cuatro banderas: libertad política, honradez administrativa, impersonalidad de la
coalición y sentimiento nacional.
Pocos días antes de las elecciones, el 2 de abril de 1892, el presidente Carlos Pellegrini denunció
falsamente que había un complot radical para tomar el poder y asesinar a los principales líderes
oficialistas. Inmediatamente decretó el estado de sitio y detuvo a los principales líderes radicales,
entre ellos Leandro Alem. En esas condiciones y sin la participación de la Unión Cívica Radical, se
realizaron las elecciones del 10 de abril en las que resultó elegido presidente el candidato
oficialista Luis Sáenz Peña.
Lisandro de la Torre, activo participante de la Revolución del Parque. Se separaría de la UCR en
1896 para fundar el partido la Liga del Sur, antecedente del Partido Demócrata Progresista.
Por entonces, las características del régimen electoral argentino en el que no regía el "voto
secreto", y las amplias facultades con las que contaba el Presidente de la Nación (intervención de
provincias, estado de sitio, control de las fuerzas armadas y de seguridad), condicionaban
severamente las posibilidades de acceso al poder mediante elecciones libres.
Una vez liberados los líderes radicales, y ante la evidencia de que el gobierno nacional volvería a
impedir por todos los medios su acceso al poder mediante elecciones, la Unión Cívica Radical
comenzó a reorganizarse y preparar un nuevo levantamiento armado. Alem se caracterizaría
entonces por elevar la idea de intransigencia radical hasta constituirle en un principio supremo de
acción política.
Al mismo tiempo emergió una fuerte oposición entre Alem y su sobrino, Hipólito Yrigoyen, quien
ya controlaba las fuerzas radicales en la Provincia de Buenos Aires y desconfiaba de la capacidad
de organización de su tío. La Unión Cívica Radical se dividió entonces entre los rojos que
apoyaban a Alem, y los líricos partidarios de Yrigoyen. Entre los seguidores de Alem estaban:
Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen, Juan M. Garro, Francisco Barroetaveña, Leopoldo
Melo, Adolfo Saldías. Por su parte Yrigoyen no daba participación a nadie en la toma de sus
decisiones, pero entre los dirigentes que entonces lo seguían con lealtad hay que destacar al
joven Marcelo T. de Alvear, que luego será presidente de la Nación Argentina.
Ejército Revolucionario Radical (1893).
El 30 de julio de 1893 la Unión Cívica Radical inició una nueva insurrección armada que se
extendería hasta el 1 de octubre, cuando el ejército recuperó la ciudad de Rosario y apresó a
Leandro Alem. La sublevación es conocida como la Revolución de 1893.
Con la colaboración clave del radical Aristóbulo del Valle, quien se desempeñaba en el gobierno
con las funciones estratégicas de un primer ministro y las fuerzas armadas bajo su mando, la
Unión Cívica Radical estuvo muy cerca de triunfar y tomar el poder.
Los ejércitos radicales establecieron gobiernos revolucionarios en las provincias de San Luis,
Buenos Aires, Tucumán, Corrientes y Santa Fe, y llegaron a designar en la ciudad de Rosario a
Leandro Alem como presidente provisional de la República. Sin embargo la división interna y
graves errores de liderazgo en el momento crucial, permitieron al gobierno reorganizarse y
reprimir duramente la sublevación, con el ejército al mando del propio general Roca.
Luego de la derrota de la insurrección, Alem escribirá: "Los radicales conservadores se irán con
Don Bernardo de Irigoyen; otros radicales se harán socialistas o anarquistas; la canalla de Buenos
Aires, dirigida por el pérfido traidor de mi sobrino Hipólito Yrigoyen, se irá con Roque Sáenz Peña
y los radicales intransigentes nos iremos a la mismísima mierda".
Poco después, Aristóbulo del Valle moría de un derrame cerebral y el 1 de julio de 1896, rodeado
de enemigos, distanciado de su familia y enfrentado al Estado, Leandro Alem se suicidó, afectado
principalmente por las derrotas y la división interna de la Unión Cívica Radical. Una famosa frase,
escrita en el testamento político de Leandro Alem, lo define con claridad:
"¡Que se rompa, pero que no se doble!"
Sepultado Alem, sus partidarios se reorganizaron alrededor de la figura de Bernardo de Irigoyen y
controlaron el Comité Nacional, desde donde comenzaron a pensar en una nueva alianza con la
Unión Cívica Nacional de Mitre, que fue conocida como "política de las paralelas". Por su parte,
Lisandro de la Torre, enfrentado irreconciliablemente con Hipólito Yrigoyen con quien se batió a
duelo, abandonó la UCR para fundar la Liga del Sur, antecesora del Partido Demócrata
Progresista. Entonces Hipólito Yrigoyen, desilusionado, decide disolver la única estructura real
que tenía el partido: el Comité de la Provincia de Buenos Aires, lo que se concreta el 29 de
septiembre de 1897. Al año siguiente Roca da el golpe de gracia a la Unión Cívica Radical, cuando
le ofrece a Bernardo de Irigoyen la candidatura a gobernador de la provincia de Buenos Aires y
este acepta. El radicalismo quedó entonces como un movimiento desorganizado que solo se
reunía anualmente a recordar los fallecidos de las Revoluciones del '90 y del '93.
Yrigoyen: refundación, revolución y voto secreto (1903-1916)
En 1903 Hipólito Yrigoyen comenzó a reorganizar la UCR para una nueva revolución. Dos años
después dirigió el levantamiento armado conocido como la Revolución de 1905, que aunque
fracasó logró presionar lo suficiente al partido oficialista como para producir una fractura.
Los sectores más progresistas del autonomismo, como Carlos Pellegrini y Roque Sáenz Peña,
comenzaron a sostener la necesidad de realizar cambios institucionales para contener el
creciente conflicto social y político.
En 1910 cuando Roque Sáenz Peña fue elegido presidente, la UCR ya no estaba en condiciones
de realizar nuevos alzamientos armados, pero existía la creencia general de que la revolución era
inminente. Sáenz Peña e Yrigoyen, que mantenían una amistad personal desde jóvenes, tuvieron
entonces un histórico encuentro privado en el que acordaron sancionar una ley de sufragio libre.
Dos años después, en 1912 se aprobaba la ley del voto universal, secreto y obligatorio para
varones, conocida como Ley Sáenz Peña. Por otro lado, fue también el primer partido político
argentino en presentar un proyecto de ley de voto femenino en 1919, que finalmente no
prosperó dada la mayoría conservadora en el Congreso.
La Unión Cívica Radical puso entonces fin a su política de abstención electoral y concurrió a los
comicios parlamentarios, sin formar alianzas electorales. Por primera vez se votó en Argentina
con cuarto oscuro para garantizar el voto secreto.
Ley Sáenz Peña.
Ley Sáenz Peña es el nombre por el que se conoce a la ley 8.871 sancionada por el Congreso de la
Nación Argentina el 10 de febrero de 1912, que estableció el voto secreto y obligatorio para los
ciudadanos argentinos varones, nativos o naturalizados, mayores de 18 años de edad, habitantes
de la nación y que estuvieran inscriptos en el padrón electoral que se confeccionaba con los datos
provenientes del servicio militar obligatorio.
Esta ley debe su nombre a su impulsor, el presidente Roque Sáenz Peña, miembro del ala
modernista del Partido Autonomista Nacional. Fue coautor de la misma el político católico
Indalecio Gómez.
Esta ley adoptaba el espíritu de universalizar el voto y no prohibía el voto de la mujer, siendo esto
muy avanzado para la época, de hecho la primera mujer en votar en Argentina fue la Dra. Julieta
Lanteri, quién votó el 26 de noviembre de 1911, sin embargo, posteriormente se sancionó en la
ciudad de Buenos Aires una ordenanza que definía el uso del padrón del servicio militar
obligatorio como padrón electoral, así se demoró el ingreso al padrón por parte de las mujeres
hasta 1947. Otras personas que eran consideradas incapaces de ejercer el derecho fueron los
dementes declarados en juicio y los sordomudos que no podían expresarse por escrito. Por su
estado y condición se hallaban imposibilitados de votar los religiosos, los soldados y los detenidos
por juez competente. Por causas de indignidad, no podían sufragar los reincidentes condenados
por delitos contra la propiedad, durante cinco años después de cumplida la condena, los penados
por falso testimonio y por delitos electorales, por el lapso de cinco años.
Las juntas escrutadoras de votos eran las encargadas del recuento de las votaciones, reuniéndose
en la Cámara de Diputados de la Nación o en la Legislatura, constituyéndose dichas juntas en
cada capital de provincia, integrada por el presidente de la Cámara Federal de Apelaciones, el
juez Federal y el presidente del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia. En la capital de la
república la integró el Presidente de la Cámara Civil.
La primera aplicación de la ley fue en abril de 1912, en Santa Fe y Buenos Aires. Las primeras
elecciones presidenciales realizadas bajo el sistema de la ley ocurrieron en 1916, cuatro años
después de su sanción, y resultaron el triunfo del candidato por la Unión Cívica Radical, Hipólito
Yrigoyen, la principal fuerza opositora al Partido Autonomista Nacional y que hasta entonces no
había accedido al poder.

La ley Sáenz Peña o la ley 8.871 general de elecciones, fue una ley innovadora y progresista
que impuso el voto secreto y obligatorio con el uso de padrones electorales en la República
Argentina. Esta afectaba a ciudadanos argentinos, nativos o naturalizados y mayores de 18
años de edad.
Dicha ley fue sancionada el 10 de febrero de 1912 y promulgada el 13 de febrero de ese
mismo año, por el Congreso Argentino. Su nombre es en honor al presidente que la impulsó, el
abogado y político argentino Roque Sáenz Peña (1851-1914).
En aquel entonces, el poder del gobierno estaba concentrado en la oligarquía y era manejado
por las clases altas del país. Esta ley marcó un cambio en las formas establecidas en materia
electoral y permitió a los demás partidos la posibilidad de gobernar y participar en las políticas
argentinas.

Objetivos de la ley Sáenz Peña


El objetivo de la ley Sáenz Peña consistía en erradicar todas las prácticas fraudulentas en
materia electoral, las cuales habían permitido la permanencia de gobiernos oligárquicos
desde 1862 y excluido a los demás habitantes de la mayoría de las decisiones políticas y
económicas.
Además, la ley Sáenz Peña pretendía combatir el uso de la coacción, amenazas y compra de
votos, un sistema de corrupción que había imperado hasta aquel entonces en la República
Argentina.

Causas y consecuencias de la ley Sáenz Peña


Causas
Las principales causas de la sanción de la ley Sáenz Peña fueron las siguientes:

 El cansancio del pueblo debido a la hegemonía y el fraude mediante el sufragio.


 La permanencia de la clase aristocrática en el poder, excluyendo de la política a las
clases populares o minoritarias.
 Las amenazas y amedrentamientos sufridos por los votantes en las elecciones
públicas.
 El método de lista completa, donde la fuerza política con mayor número de votos se
quedaba con todos los cargos, dejando a los grupos minoritarios fuera de la esfera
política.

Consecuencias
Las principales consecuencias de la ley Sáenz Peña fueron las siguientes:

 La incorporación del voto universal, secreto y obligatorio para todos los varones
mayores de 18 años.
 La inclusión de las minorías en el ámbito político, convirtiéndose estas en partidos
que manejaban masas y encaminaban sus acciones en resolución de las demandas
sociales y económicas.
 Se le puso fin a las amenazas sobre el ciudadano, manifestando que su voluntad no
podría ser objeto de presiones ni coacciones por parte del poder de los partidos
políticos.
 Se consolidó y afianzó el concepto de democracia plena, logrando una participación
activa de los ciudadanos en la resolución de los problemas colectivos.

Surgimiento de partidos políticos.


Hacia 1880 se formó el PAN (Partido Autonomista Nacional), estableciendo de hecho un régimen
de partido único que gobernó entre 1880 y 1916. En los años 1890, se fundaron la Unión Cívica
Radical y el Partido Socialista y en los años cuarenta se fundó el Partido Justicialista.
LA DIVISIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO
A mediados del siglo XIX algunos países alcanzaron un gran desarrollo industrial. Desde ese
momento a nivel mundial se comenzó a notar una división. Países industrializados (venta de
productos elaborados) y los no industrializados (países de producción primaria).
La economía de estos países industrializados se basa en la producción y exportación de maquinas
y otros productos industriales. Por ej Inglaterra, se convierte en productora y exportadora de
maquinas de vapor, ferrocarriles, metales y telas. Algunos países avanzaron más que otros en
experiencia, tecnología y riqueza.
Los países que tienen y extraen recursos naturales se especializan en la producción y exportación
de materias primas para los países industrializados. Por ejemplo (lana, carne, cuero, café,
algodón, madera, hierro y petróleo)
Así ingresaron al mercado mundial como productores de alimentos y materias primas para los
países industrializados.
A partir de entonces la división internacional del trabajo determina el proceso de producción e
intercambio mundial entre países y regiones. La Argentina y otros países sudamericanos se
consideran desde entonces proveedores de materias primas e importadores de productos
elaborados.
Los países industrializados compran materias primas y recursos naturales. Le agregan valor a
través de procesos industriales y venden su elaboración. Los países no industrializados los traen
del exterior pagando el precio de la materia prima mas el valor que se agrega por ser industrial.
LA CONQUISTA DEL DESIERTO
Entre 1878 y 1885 se llevó a cabo la campaña militar realizada por la República Argentina llamada
“Conquista del Desierto, por la cual se conquistó territorio que se encontraba en poder de
pueblos originarios (también llamadas “tribus” desde el bando del estado). Aquellos pueblos
originarios fueron sometidos. Sufrieron una aculturación, padecieron la pérdida de sus tierras y su
identidad al ser deportados por la fuerza a reservas indias, museos o ser trasladados para servir
como mano de obra forzada, Todo esto con el fin de expandir las fronteras. Varios intentos
fueron el preludio del golpe final por parte de Julio Argentino Roca, quien logra arrasar con estos
pueblos y adueñarse del territorio definitivamente. Roca utilizó una estrategia combinada de
violencia física y alianza con algunas tribus (política de indios amigos). Logra ganar una superficie
superior a 10000 leguas cuadradas, y estas tierras fueron incorporadas al control efectivo del
país.
Los objetivos que determinaron la Conquista del Desierto fueron los siguientes:

 TERRITORIALES: Extender los dominios argentinos hacia la Patagonia y la llanura pampeana


 ECONÓMICOS: Eliminar de una vez por todas el robo de ganado por parte de los pueblos
originarios, eliminar a los llamados malones (secuestradores de personas) y adueñarse de
terrenos para desarrollar la ganadería extensiva.

 POLÍTICOS: Consolidar el estado y la política de Roca. Delimitar la frontera con Chile y


conquistar espacio patagónico. Afianzar la unidad nacional con el fin de igualar la
diversidad poblacional y conformar lo que sería el pueblo argentino.
La posición oficial es que se trató de una guerra legítima por la soberanía de la república
Argentina sobre territorios heredados del imperio español, y que respondió a las matanzas y
robos perpetuados por los pueblos originarios de Argentina sobre la frontera. Contra esa postura
oficial, políticos y periodistas argentinos de la época denunciaron en aquel momento lo que
consideraban como un “crimen de lesa humanidad” cometido por el Ejército Argentino.
EL GOBIERNO OLIGARQUICO
Entre 1880 y 1916, la Argentina atravesó un periodo de estabilidad institucional gracias al “orden”
alcanzado en las décadas anteriores. El triunfo de las ideas liberales a partir de la segunda mitad
del siglo XIX, consolidó el sistema de producción primaria agro-exportadora, que insertó al país en
el mercado internacional como proveedor de materias primas y alimentos para los centros
industriales europeos. Bajo estas circunstancias, se afirmó el predominio social de los
terratenientes exportadores aliados de los capitalistas extranjeros, que conformaron una élite
económica y política que controló el funcionamiento del Estado e instaló en el poder a una
minoría, excluyendo a la mayor parte de la población argentina de la participación política.
La oligarquía gobernante: los grupos dirigentes liberales se constituyeron en una minoría de
notables que acaparó el poder político y económico durante todo el periodo 1880-1916. Esta
minoría privilegiada legitimó su poder político en su poder económico, su educación y
preparación para el ejercicio del gobierno.
En este sentido constituyeron una verdadera oligarquía (del griego oligarchía “gobierno de unos
pocos”), puesto que ejercieron el gobierno de manera exclusiva, montando un aparato político
que aseguraba el acceso a los cargos de gobierno y de la administración pública a los integrantes
del Partido Autonomista Nacional (PAN), e impidiendo que las riendas del poder pasaran a la
oposición.
El régimen oligárquico fue conjuntamente liberal y conservador. Fue liberal en el sentido que
impulsó al máximo la concreción de los ideales del liberalismo en la economía y la sociedad,
posibilitando su difusión en el conjunto de la población y sancionando leyes que aseguraran su
ejercicio. Pero, al mismo tiempo, la clase gobernante se manifestó profundamente conservadora
en el ámbito político, manteniendo la restricción de los derechos políticos de los ciudadanos y
negando la participación política a amplios sectores de la población.
EL MODELO AGROEXPORTADOR
El proceso de industrialización que atraviesa Europa a finales del siglo XIX, genera oferta de
productos manufacturados, demanda de materias primas y excedentes de capitales en busca de
mejores márgenes de ganancia. Argentina como otros países, que ante la necesidad de mano de
obra, ofrecen salarios altos, reciben gran cantidad de inmigrantes expulsados de algunas zonas
del viejo continente que sufren exceso de población, desocupación y hambrunas. América latina
se reacomoda en el nuevo mercado mundial y Argentina se incorpora como una de las principales
productoras de alimento y materias primas.
La reorientación genera un nuevo patrón económico llamado “el modelo agroexportador” basado
en la exportación de carnes y granos, producido a partir de la explotación extensiva de la tierra,
que necesita de capitales externos para inversiones, y la incorporación de mano de obra
inmigrante.
Argentina cuenta con millones de hectáreas a la fuerza como resultado de las campañas del
desierto.
La expansión de la frontera agrícola, el desarrollo del sistema ferroviario, el alambrado de los
campos y la llegada masiva de inmigrantes para solucionar la escases de mano de obra permiten
la puesta en producción de millones de hectáreas.
En 16 años se pasa de 200.000 hectáreas dedicadas al trigo a 1.600.000.
El estado nacional emite bonos sobre los que paga intereses mayores a los europeos. De esta
manera busca atraer capitales financieros extranjeros, y utiliza esos préstamos para consolidar su
aparato burocrático y militar. La gran mayoría del capital invertido es británico dado que Gran
Bretaña es la principal potencia económica mundial. Los capitales ingleses invierten en la
construcción de puertos y líneas férreas para favorecer la exportación de productos
agropecuarios y la introducción de manufacturas.
El gobierno impulsó el cultivo masivo de granos y cereales, por lo que a menudo se llamó a la
Argentina como “el granero del mundo”. De una exportación promedio por año de 20 toneladas
de granos, Argentina pasó a 400 toneladas en poco más de quince años.
Durante este período creció la red de transporte, se impulsó el latifundio en la Pampa y se
exportó hacia Europa buena parte de los productos locales, entre ellos la carne. Esto requirió
además de mucha más mano de obra campesina, por lo que se produjeron aún más incentivos
para la inmigración europea (sobre todo anglosajona y de la Europa del este).
Sin embargo, el inicio de las Guerras Mundiales del siglo XX (Primera y Segunda) disminuyó
drásticamente el volumen de las importaciones europeas, sentenciando al modelo
agroexportador a la crisis y, eventualmente, a ser reemplazado por uno de consumo interno.
A la par de toda esta conquista y/o masacre llevada a cabo por el ejercito argentino y de la
instauración del gobierno oligárquico, en la época de1880,la Gran inmigración seguía llevandose
acabo y la escuela adquirió un rol sumamente importante para la formación de la identidad
nacional de los hijos de inmigrantes, que debían integrase a una sociedad que no en todos los
casos los recibía con los brazos abiertos.
La antigua aristocracia heredera de las tradiciones hispánicas, criticó primero a ingleses y
alemanes, para luego dirigirse contra los italianos. El temor surgía de ver a los extranjeros como
intrusos capaces de adueñarse de “su” patria. Argentina se había europeizado.
Fue precisamente en la década del 80, cuando surgió la decisión de poblar el desierto,
acrecentada en las décadas siguientes. En la primera etapa ingresaban 10.000 personas por año,
y a principios del siglo XX, 112.000. La mayor parte de los extranjeros provenían del sur de Italia,
casi el 50 %, la tercera parte era español y el resto se integraba por franceses, alemanes, rusos y
polacos.
El poblamiento del desierto no fue en la práctica algo fácil de concretar. La oposición impidió que
los inmigrantes recibieran tierras en propiedad, y se convirtieron en peones o arrendatarios, y
ante la difícil situación muchos emigraron a las ciudades.
En 1898, la cantidad de italianos, era la mitad, en relación a la población argentina.
En Entre Ríos se fundaron 49 colonias, resultantes del emprendimiento de la Jewish Colonization
Association (J.C.A.) del Baron Mauricio Hirsch, integradas por judíos que huían de la Rusia zarista.
Santa Fe cobró gran aporte migratorio interprovincial. En 1898, arribaron a la provincia, 15.500
cordobeses, 2.000 porteños, 1.000 puntanos, 700 tucumanos y 200 santiagueños, lo que prueba
que además de la inmigración había mucha migración interna, buscando lugares favorables para
el progreso económico.
Los extranjeros venían con un equipaje adicional, constituido por sus propios valores morales y
religiosos, que se adaptaron prontamente a las costumbres locales, Los descendientes de los que
decidieron quedarse en el país, algo más del 50 %, dieron origen a la clase media.
En 1896, se formó el Partido Socialista, con gran adhesión de extranjeros.
En 1902, se dictó la Ley de Residencia, en la segunda presidencia de Julio A. Roca, por la cual el
gobierno nacional, poseía la atribución de expulsar a los extranjeros que participaran en
actividades delictivas. Esta ley impulsaba la deportación de extranjeros, que participaran en
movilizaciones sindicales, ya que los extranjeros lideraban las luchas de reivindicaciones
gremiales.
En 1914, con la primera guerra mundial decreció el movimiento inmigratorio. Luego de la
Segunda Guerra Mundial, decayó aún más la inmigración europea, que casi acabó a partir de
1952, cuando Europa otorgó condiciones muy favorables de vida a su población, cambiándose
por la inmigración proveniente de países limítrofes, sobre todo de Bolivia, Perú y Paraguay.
En la Argentina, a fines del siglo XIX, el PAN (Partido Autonomista Nacional), desde su
conformación en la década de 1870, sostenía una hegemonía tal, que hacía imposible que le
disputaran el protagonismo político. Al sistema de acuerdos entre Ministros y notables en el
período de las llamadas “Presidencias fundacionales” (1862-1880), le siguió la instauración de un
sistema fuertemente presidencialista en el que el Poder Ejecutivo Nacional garantizaba la
estabilidad de los gobernadores contra las revoluciones locales. En este modelo, el partido
gobernante resolvía las candidaturas a los principales cargos electivos, en la búsqueda de
mantener el orden institucional, condición necesaria para el progreso.
Finalizada la presidencia de Julio A. Roca (1880-1886), la sucesión presidencial –tras una ardua
lucha– recayó en Miguel Juárez Celman (1886-1890), ex gobernador de Córdoba, influyente
senador nacional y concuñado de Roca, siendo su compañero de fórmula Carlos Pellegrini.
El 12 de octubre de 1886 asumió la presidencia; en su discurso inaugural anunció su ideario
liberal, que incluía la promoción de la educación, de la inmigración europea y de la empresa
privada. Desde un primer momento, el nuevo presidente exacerbó un marcado presidencialismo,
lo que rápidamente generó conflictos con Roca, quien pretendía mantener control sobre el
gobierno y el partido gobernante (PAN). Así, la unificación y la centralización serán el método de
gobierno dominante en las próximas décadas…
EL UNICATO
El proceso de concentración política en el partido gobernante y en la figura del presidente, venía
profundizándose desde 1880. La concentración de poder no era para fortalecerse frente a la
oposición política, porque, de hecho, dicha oposición era aún muy débil. En realidad, era para
afirmarse dentro del grupo gobernante, removiendo aquellos gobernadores que no eran del todo
leales. En el caso de Juárez Celman, dicho proceso se acentuó porque a su condición de
Presidente de la República, le sumó la de Jefe del partido gobernante (el PAN), lo que hizo que
sus contemporáneos denominaran Unicato a esta fuerte concentración de poder político en una
sola persona.
OBRA DE GOBIERNO
Estimuló la inmigración europea, garantizando la gratuidad de los pasajes y la entrega de tierras
a los colonos, las mismas que les habían sido arrebatadas a los pueblos originarios en la mal
llamada Campaña del Desierto, protagonizada por su antecesor. Se impulsó también una
gran reforma jurídica, incluyendo la organización procesal de los Tribunales, el establecimiento
de un Registro de la Propiedad, la sanción de la Ley de Matrimonio Civil y de códigos de Minería,
Penal y de Comercio.
En su gestión, Juárez Celman promovió la obra pública, en especial en Buenos Aires, ordenando la
construcción de edificios como el Correo Central, el Teatro Colón, y la reforma del puerto de
Buenos Aires, además de obras de infraestructura sanitaria.
Su gestión se vio salpicada por repetidas acusaciones de corrupción, basadas en la concesión de
obras a personas del círculo íntimo del presidente.
Con Juárez Celman se aceleró el proceso de privatizaciones. Decenas de ramales ferroviarios
fueron concedidos a empresas privadas, incluyendo el ramal estatal más exitoso (con superávit
operativo y financiero), el del Ferrocarril Oeste de Buenos Aires. Claramente se enajenaban los
medios públicos de producción a la vez que ingresaban capitales extranjeros al sistema,
principalmente destinados a financiar la red ferroviaria, que sumó otros3800 km, rozando los
10 000 km de extensión total. Los Puertos también fueron destinatarios de las inversiones
extranjeras (Bahía Blanca, Rosario, La Plata y Buenos Aires).
La inmigración a la Argentina.
En la segunda mitad del siglo XIX, Europa se vio profundamente transformada por dos
revoluciones, la industrial y la francesa, que originaron un gran crecimiento demográfico.
La tecnología surgida con la revolución industrial, permitió que los recursos se independizaran de
las catástrofes naturales. Se produjeron mayor cantidad de alimentos y progresó la medicina,
cuya consecuencia fue la disminución de la tasa de mortalidad.
La gente comenzó a movilizarse con mayor facilidad gracias a los ferrocarriles y a la navegación a
vapor. Por esa razón, la gente comenzó a trasladarse hacia lugares que les permitieran obtener
trabajo y mejores condiciones de vida. Primero los desplazamientos se produjeron dentro del
continente europeo, pero luego se produjo la migración ultramarina, que los llevó a afincarse en
otros países no europeos, como Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina, Australia y Nueva
Zelanda.
La gran ola de inmigración europea a la Argentina que tuvo lugar a finales del siglo XIX y primeras
décadas del siglo XX. Consistió mayormente en el arribo de inmigrantes italianos y españoles,
junto con otras nacionalidades, especialmente ucranianos, polacos, y rusos, franceses, alemanes,
e irlandeses entre otros. Entre 1880 y 1915 llegaron más de 5.000.000 de europeos.
En la provincia de San Juan la mayoría de los inmigrantes ubicados fueron españoles; en
la provincia de Mendoza fue italianos; en La Rioja, españoles y árabes; en la provincia de Santa
Fe, fueron muchos italianos, polacos, alemanes y otros del centro europeo. Mientras que en
la provincia de Buenos Aires confluyeron personas de diversos países asiáticos y europeos.
La crisis de 19299 había frenado la inmigración. Aparecieron también políticas discriminatorias
que causó el fin de esta inmigración.
En 1869, en el primer censo nacional realizado durante la presidencia de Sarmiento, la población
total de la Argentina, ascendía a 1.737.000 habitantes, concentrados en su mayoría en la
provincia de Buenos Aires, donde residía aproximadamente el 48 % de la población extranjera. El
resto de la inmigración se había radicado en Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y Mendoza. El resto
del país tenía muy escaso aporte inmigratorio. Haciendo una comparación, la provincia de Buenos
Aires poseía 151.000 extranjeros, mientras que solo 135, eran los que residían en Santiago del
Estero.
En un mundo esencialmente rural, la tierra se encontraba concentrada en pocas manos.
Sarmiento tenía la idea de que debía terminarse con las enormes extensiones de tierra en pocas
manos, ya que se trataba de un elemento de trabajo. Así comenzaron a crearse las colonias,
siendo modelo la de Chivilcoy. En su período presidencial, sumado al de Avellaneda se fundaron
en Córdoba y Santa Fe, 146 colonias, con lo que el país comenzó a tener un gran desarrollo
agrícola. En 1876, se logró exportar 7.642, toneladas de maíz a Gran Bretaña, y en 1878, se realizó
la primera exportación de trigo.
En 1875 se creó la Comisión General de Inmigración.
Entre 1876 y 1878, la inmigración decayó a causa de una crisis económica, durante el gobierno de
Avellaneda, pero resurgió una vez resuelto el problema financiero. En plena crisis, se dictó una ley
sobre tierras públicas, que incluía el tema de la inmigración, pero careció de aplicación por el
contexto crítico imperante. Esta Ley, sancionada el 19 de octubre de 1876, contaba de una parte
destinada a la inmigración y otra a la colonización. Se establecía la creación de la Oficina de
Tierras y Colonias. Disponía además, que las primeras 100 familias recibirían 100ha. de tierra, en
forma gratuita. El resto, se abonaría dos pesos la hectárea, pagadero a plazos. Consideraba
inmigrantes a “los extranjeros jornaleros, artesanos, industriales, cultivadores o profesores que
con menos de 60 años de edad, buena moralidad y aptitudes suficientes, que lleguen en barco de
tercera ó segunda clase) al territorio de la República para establecerse en ella”.
Ocupaciones
Se puede decir que se formaron siete grandes categorías ocupacionales: comerciantes,
agricultores, artesanos, jornaleros, profesionales liberales, varios y sin profesión. En los primeros
momentos de la corriente inmigratoria, los datos brindados por los inmigrantes de su actividad
ocupacional muestran que era nulo el número de personas sin ocupación. Es muy probable que
algunos de ellos hayan mentido por temor a no ser aceptados. Recién en este siglo comienzan a
aparecer contingentes sin ocupación (entre 10 % y 15 % de la población mayor de 16 años),
llegando a un 20 % en los años de la guerra y el fascismo.
Muchas italianas instaladas en La Boca trabajaron de mucamas, lavanderas, cocineras,
planchadoras y colchoneras.
La transformación cultural
En el Litoral se habían instalado colonias de diversas etnias: judíos, suizos, franceses, rusos,
alemanes, españoles e italianos. Esto dio origen a lo que se llamó pampa gringa o pampa sin
gaucho.
La mayoría de los inmigrantes había decidido establecerse en las grandes ciudades de Argentina
como: la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la Ciudad de Córdoba y Rosario. Ya que daba la
posibilidad de poder trabajar en puertos, construcción de edificios y desagües, o en talleres
industriales que comenzaron a establecerse a fines del siglo XIX.
El impacto que causó esta inmigración fue el gran crecimiento económico. Gracias a ella la
producción había crecido en tal escala que ya en la época de Avellaneda se había logrado
exportar cereales, inaugurando una era de prosperidad económica que haría que el país tenga un
creciente beneficio. En 1865 las importaciones habían superado a las exportaciones en cuatro
millones de pesos oro cuando la suma del comercio exterior apenas pasaba los 56 millones;
quince años más tarde, en 1880, las exportaciones llegaban a 58 millones contra 45 de las
importaciones y el monto total del comercio exterior pasaba de los 100 millones. También esta
inmigración instaló gran parte de la arquitectura de Argentina, como la del Teatro Colón. También
heredaron las tradicionales comidas, como las pastas italianas y también dejaron como parte de
la cultura la literatura española o el arte francés. También produjo cambios en el lenguaje y las
costumbres de los argentinos. Y entre otras cosas produjo desarrollo de la educación, las artes y
los oficios.
Xenofobia contra los inmigrantes
Los inmigrantes europeos al llegar a la Argentina les tocaron sufrir xenofobia contra ellos.
A las mujeres polacas y francesas se las solía asociar con la prostitución. Mientras que a los
hombres italianos, se los refería despectivamente como "tano bruto", o "cocoliche", solían ser
estereotipados como mal hablado y escandaloso. Existían también connotaciones peyorativas,
«gallego» se llamaba al que provenía de España y, «ruso» a los de Europa del Este o a los judíos.
Aunque estos términos no siempre eran usados como términos despectivos sino como un simple
adjetivo.
El padre de la constitución argentina de 1853, Juan Bautista Alberdi, tenía una especie de racismo
contra los españoles, italianos y judíos, considerándolos a estos como etnias indeseables. Él
sostenía que las etnias que podían mejorar a la especie argentina eran las del norte de Europa
principalmente las de Francia e Inglaterra, que eran los países más progresistas de aquel tiempo.

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