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Costa Pacifica - Manglares y Economia Extractiva
Costa Pacifica - Manglares y Economia Extractiva
Claudia Leal1
Curiosa ubicación la de las gentes que habitan la franja de manglar del Pacífico
colombiano: cerca del mar o en sus orillas, sobre islas que flotan en
aguas injertas2, cubiertas por bosques en los que dominan árboles con inmensas
raíces zancudas, que se inundan a diario por la acción de la marea. Curiosa
ubicación, pero estratégica: pues el variado entorno les permite utilizar los
recursos que ofrece el mar y las innumerables riquezas del manglar, así como
también los bosques que se desarrollan en los respaldos de los manglares. Los
habitantes de estas áreas han usado este medio generoso para satisfacer sus
necesidades de consumo y para comerciar con quienes río arriba no tienen la
dicha de gozar del pescado fresco a diario. La economía local también ha estado
vinculada a redes de mercado más amplias por medio de la venta de algunos
productos naturales requeridos temporalmente en los mercados nacionales e
internacionales.
Más de la mitad de la costa del Pacífico colombiano está cubierta por manglares
que forman un largo corredor desde más allá de la frontera con el Ecuador hasta
cabo Corrientes en el Chocó. Más hacia el norte, hay otras pocas pequeñas
manchas de este ecosistema (ver mapa). En el Atlántico también hay manglares;
sin embargo, los del Pacífico, además de ser más exuberantes, constituyen el
77.55% del área cubierta por este tipo de bosque en Colombia, equivalente a
283.775 hectáreas3.
Los manglares son importantes como barrera de protección de las costas frente a
la embestida diaria del mar y como trampa de los sedimentos que arrastran los
ríos. La abundancia de nutrientes que retienen permite el desarrollo de gran
variedad de fauna asociada y los hacen uno de los ecosistemas más productivos
del planeta. Son el lugar de reproducción y de desarrollo de las larvas de muchos
organismos y el hábitat de moluscos, reptiles, aves y mamíferos, por no mencionar
los insoportables jejenes y zancudos, entre otros insectos. Para el Pacífico
colombiano se han reportado 380 especies de peces que entran a los estuarios o
habitan en ellos6, lo que evidencia la importancia del manglar en el mantenimiento
de la pesca costera.
LOS POBLADORES
Y es que no sólo el Parque, sino todos los manglares están habitados. A lo largo
de la costa y entre los esteros se encuentran numerosos poblados, algunos muy
recientes como Bocana Nueva y otros muy antiguos como Tumaco, que según las
averiguaciones del padre José Miguel Garrido fue fundado entre 1640 y 1644.9 Los
habitantes del manglar han aprovechado las playas y los escasos firmes para
establecerse; por eso el tipo de poblamiento ha sido nucleado y no de viviendas
dispersas, como sucedió en el caso de los ríos que bañan el Pacífico colombiano.
Todos estos factores contribuyen a que los pueblos del manglar sean móviles o
itinerantes: se fundan y desaparecen, se dividen en nuevas poblaciones o se
mudan de lugar. Tal como sus pobladores: gente andariega, que generalmente ha
vivido en muchos sitios a lo largo de la costa, del litoral o del país.
LA GENEROSIDAD DE LA MADRE NATURALEZA
Los suelos de las zonas de manglar no son aptos para la agricultura, actividad que
de por sí tiene poco espacio para desarrollarse en el litoral. El único cultivo
frecuente en estas áreas costeras es el coco, que ha sido atacado por una plaga
conocida como el anillo rojo. Para suplir la falta de productos agrícolas, algunos
habitantes de los manglares tienen terrenos a varios kilómetros de distancia en las
terrazas de los ríos, a los que dedican sólo parte de su tiempo. Por otra parte, los
firmes, donde han sido construidos los pueblos, permiten mantener unos pocos
frutales. En muchos casos la estrategia utilizada consiste en abonar pequeños
espacios en los suelos arenosos de las playas para garantizar que no falte el
plátano y algún otro bocado para el consumo diario.
El área que rodea al manglar, permite a sus habitantes utilizar una gran variedad
de especies animales y vegetales para el autoconsumo. La actividad más
importante en las costas ha sido la pesca, tanto en términos de seguridad
alimentaria como de generación de ingresos. Pelada, picuda, raván, alguacil,
pargo, burique, ojón, peladilla, cajero en bola, corvina, róbalo, bagre, sierra y
cotudo, son algunos de los peces que proveen las aguas saladas del océano
Pacífico.
Eso se fue perdiendo. En épocas del 60 todo el mundo ya se fue movilizando con
motor. Para la pesca se utilizaba muy poco, se seguía pescando a canalete y a
vela; era para viajar a traer su plátano a Chagüí, para el comercio. Entonces ya
venían los del Patía a traer el plátano, la panela y el arroz, y acá se les guardaba
el coco y el pescado. La gente ya fue pensando que ir a vender a Tumaco y a
Salahonda daba mejor resultado. Ahí ya era en plata. Antes la plata muy poco se
veía. A veces uno tenía sus animalitos, entonces los vendía. Venía gente de Guapi
y de El Charco a comprarlos. Venían en canoas a canalete o con vela. Pero de
resto no se veía nada de plata, todo era cambio. Usted venía con su comercio de
allá, su arroz, su panela, su miel, venían los barbacoanos que siempre bajaban
por el río, con el queso, la papa, y acá dejaban fiando pa’ quince días o para un
mes, recorrían hasta El Charco y Guapi, de allá venían recogiendo y subían otra
vez.12 Ese intercambio se ha ido perdiendo con el fortalecimiento del comercio
concentrado en pequeñas tiendas en las zonas rurales y en los mercados y
almacenes de poblados mayores. Ahora, en los mercados de Tumaco, Guapi,
Satinga o El Charco, se intercambian los productos de las diferentes partes de los
ríos y de las costas. Las canoas llegan con pescado, mariscos, frutas, maíz o
plátano, para con su venta obtener el dinero necesario para hacer otras compras.
Los almacenes, en muchos casos de dueños ‘paisas’ -mestizos del interior-,
ofrecen aquellos productos que no son de la zona como el jabón, la sal, el aceite y
otros comestibles, y también la ropa y el calzado. Buenaventura, opera en la
mayoría de los casos como el centro abastecedor y de compra de aquellos
productos importantes para las redes de mercado más extensas.
La larga franja de manglar hace parte de una región mayor que como unidad de
análisis o de planificación es una invención reciente. Desde el norte del Ecuador
hasta Panamá y desde la divisoria de aguas de la cordillera occidental hasta el
mar, incluyendo al golfo de Urabá, se extiende la que ha dado en llamarse región
biogeográfica del Pacífico. Pero su identidad es esquiva. Se habla de elementos
comunes, como los bosques, los ríos y las constantes lluvias, la gente negra y los
indígenas. Pero hay bosques de muchos tipos: además de los manglares hay
guandales, cativales, bosques heterogéneos en el litoral y en la alta montaña;
entre tanta humedad también hay zonas secas como el cañón del Dagua; los
indígenas son de diferentes etnias; los habitantes de los mayores centros urbanos
difieren notablemente de los pobladores rurales... Por donde se le mire, el Pacífico
es difícil de definir.
Algunos de los elementos comunes a las diferentes áreas que conforman esta
región pueden recogerse en la noción de economía extractiva. Dos características
definen este sistema económico: primero, que la producción depende de la
naturaleza y en esa medida el proceso que sigue consiste en cómo hacerse a
esos recursos, y segundo, que el excedente sale de la región que lo produce13. La
noción de extracción tiene entonces dos referentes distintos: de una parte el hecho
de tomar algo de la tierra, los bosques o las aguas, algo que existe al margen de
la voluntad o el esfuerzo humano, y de otra, el hecho de que los beneficios
económicos derivados de tal actividad no se quedan en la región, sino fuera de
ella.
Este modelo, si bien ha mediado la relación de la región con el resto del mundo y
por eso mismo ha contribuido a moldear sus sistemas económicos, no da
completa cuenta de ellos. Los sistemas productivos desarrollados por las distintas
comunidades, aunque están relacionados con la economía extractiva, no pueden
ser explicados exclusivamente a partir de esta idea.
Para el caso del Chocó, Valencia y Villa explican: En el transcurso del siglo XIX, la
población afrochocoana tendió a ocupar la zona donde es factible desarrollar una
economía de minería y agricultura como actividades complementarias, lo cual
significó que la primera ola expansiva de los esclavos liberados se realizara a lo
largo de la vertiente occidental de la cordillera occidental; se advirtió como
tendencia la formación de asentamientos de negros en la región media y baja de
los distintos afluentes, mientras la población indígena ocupó la zona alta. Es sólo
en la parte final del siglo cuando surgen nuevas alternativas económicas, que
determinaron la movilidad de la población y la colonización de nuevos territorios.
El auge del caucho, la raicilla y la tagua, generaron nuevas alternativas
económicas y propiciaron el hecho de que los afrochocoanos asumieran prácticas
productivas diferentes a la tradicional minería. 17
El caucho y la tagua
Desde la segunda mitad del siglo pasado y durante buena parte del actual se
conocieron dos auges que estuvieron relacionados: la extracción de caucho negro
y la recolección de semillas de tagua. Explica Del Valle que el caucho negro
(castilla elástica) "fue el primer caucho conocido en Europa en 1746, de muestras
obtenidas en el Pacífico ecuatoriano por La Condamine quien las llevó a Francia",
y agrega que el auge del caucho en el Pacífico colombo-ecuatoriano se inició
"antes de que se conociera el caucho amazónico o siringa obtenido,
principalmente, de la especie endémica de esta gran cuenca (Hevea
brasíliensis)18 . A la semilla de la palma de tagua, de tamaño ligeramente inferior al
de un huevo, se le conoce como marfil vegetal por su dureza y color,
características por las que fue muy utilizada para la fabricacion de botones.
Algunos viejos recuerdan aquellos lejanos días en que se picaba caucho. Con sus
sesenta años a cuestas, Angel María Hurtado, habitante de Sala-honda, es uno de
ellos. Cuando era niño los adultos, entre quienes estaba su padre...
...iban a picar a un estero que le dicen Tablones. Eso queda a más de cuatro
horas a canalete. Se iban el día domingo, pasaban la semana y bajaban al otro
domingo. Se iban sólo los hombres, los que sabían, porque todos no sabían.
Cogían un cabo, o sea una escalera de guauda y la paraban y ahí iban con
machetico rayando el árbol. El árbol botaba la leche hasta el fogón. Lo dejaban
picado y se bajaban, a los tres o cuatro días esa leche que salía iba regando,
entonces había que otra vez subir e irla sacando y echándola al canasto. Ese
caucho se vendía en Tumaco. Los contratistas le traían a los picadores unas
escopeticas llamadas caucheras. Con esas ellos se cuidaban de la culebra, del
tigre, que en ese entonces había mucho tigre, y mataban el saíno, mataban el
venado para el sustento diario.21
Durante la Colonia y hasta las primeras décadas del siglo veinte, gracias a la
minería del oro, el pueblo más importante del litoral nariñense fue Barbacoas,
mientras Tumaco era un caserío insignificante. Hasta bien entrado el siglo XX, la
comunicación de Tumaco con el interior era penosa, pues había que remontar el
Patía y luego el Telembí hasta Barbacoas, para seguir a pie o en bestia hasta
Túquerres y finalmente llegar a Pasto. Por ello esta población estaba volcada
hacia el mar. Fue el comercio del caucho y de la tagua el que le dio vida a
Tumaco a principios de siglo.
El marfil vegetal, como también el caucho, se compraba por peso. Las semillas se
cocinaban en un horno para que luego las peladoras las descascararan y quedara
sólo la parte blanca para exportar. También hubo procesamiento local; una fábrica
de botones, en Tumaco, y dos en la vecina Esmeraldas que operaron hasta la
Segunda Guerra25. El comercio de la tagua desapareció en Tumaco a principios de
la década del cincuenta. De esas familias de comerciantes extranjeros quedan
muy pocos descendientes en Tumaco. Muchos se fueron tras el estudio y no
regresaron. El incendio de 1947, que dejó hechas cenizas las principales calles de
Tumaco, alentó a muchos otros a partir. Pasado el auge y con mejores
perspectivas económicas en otras partes del país, se produjo un éxodo no sólo de
las personas, sino también de sus conocimientos y ahorros. Algunos capitales se
vincularon a otros auges, en particular a la extracción de madera. Y del apogeo de
la tagua y el caucho sólo quedó el recuerdo.
Los poderosos mangles rojos, que dominan más de media costa, fueron tumbados
y descascarados para obtener de su corteza el tanino que se utiliza en las
curtiembres. Este comercio, que duró más de treinta años, estuvo controlado
desde Buenaventura, aunque Tumaco también tuvo su manglera.
Las dos principales empresas que explotaron la corteza del mangle fueron
Industria de Mangle S.A., de Bogotá, y Liscano Hermanos e Hijos Ltda.,
de Cali 26La Industria comenzó a comprar concha de mangle desde 1948, casi diez
años antes que Liscano, y ambas dejaron de hacerlo en los inicios de la década
de los años 80. La Industria fue la más grande de las dos, y la empresa más
importante de Buenaventura durante algunos años, pues aunque la gerencia
estaba en Bogotá, la planta estaba ubicada en el puerto más importante del
Pacífico colombiano. Esta empresa producía tanino en polvo que vendía en el
mercado nacional con una etiqueta que decía Petrotam. La empresa tenía servicio
de salud y comisariato27, además de siete barcos, con capacidad entre 55 y 150
toneladas, evidencia de su pujanza.
Liscano Hermanos, en cambio, tuvo sólo tres barcos, con capacidades menores.
Esta empresa fue creada en diciembre de 1957 con el fin de promover de corteza
de mangle a tenería de propiedad de la familia ubicada en Cali, que operaba
desde 1927. El tanino de la corteza se utilizaba para procesar el cuero y
convertirlo en suelas de zapatos o para elaborar artículos de marroquinería. La
empresa también producía, aunque en cantidades mucho menores, cuero blando,
llamado canguro o capellada, que sirve para hacer zapatos, carteras y ropa; pero
para su procesamiento no se utilizaba la cáscara del mangle.
Calcular la producción de estas empresas para de allí tener una idea de cuántos
árboles se talaron es tarea casi imposible. Puede conseguirse alguna información,
como que hacia finales de la década del sesenta la producción de la Industria se
estabilizó en cerca de tres mil toneladas mensuales30. Esta producción la lograron
mediante la contratación de mangleros especializados en los ríos del Valle y norte
del Cauca, a quienes llevaban a trabajar a los hermosos manglares de Nariño.
Esto lo hacían debido a que buena parte de la población de este departamento se
dedicaba al corte de madera. La movilización de personal se realizaba tres veces
al año; regresaba a sus casas para la celebración de las fiestas: semana santa y
la pascuita, Las Mercedes y Navidad. Las fiestas marcaban el calendario de
trabajo y la disponibilidad de corteza, que disminuía tres veces al año. Liscano
también llevó gente del Valle a trabajar en el Cauca, pero en menor medida que la
Industria.
Industrial Palmífera Ltda. fue la empresa que procesó y vendió corteza de mangle
en Tumaco. Sus dueños, de apellido Martínez, fueron unos españoles radicados
en este puerto al sur. Iniciaron con un negocio de aceite de coco que no les dio
resultado, por ello, hacia finales de la década de los años 40, se dedicaron al
comercio de concha de mangle. Fueron también compradores de caucho y tagua,
en los últimos días del apogeo de estos productos. La empresa tenía puestos de
compra en algunas poblaciones hacia el sur de Tumaco y también recibía corteza
en el muelle de su propiedad en Tumaco. La cáscara se secaba sobre estibas y se
exportaba en sacos a Estados Unidos, a través de Buenaventura. En 1957, con la
compra de un horno de secado y un molino, la empresa comenzó a producir el
tanino en polvo, que vendía en el mercado nacional, pero sin abandonar la
exportación de la cáscara. En 1959 la empresa se disolvió. La familia Martínez
continuó con el negocio del mangle que pronto abandonaría definitivamente por
uno más lucrativo con el que comenzó desde ese mismo año: la madera31.
Las conchas
Las pianguas son dos especies de moluscos bivalvos conocidas también como
conchas, se le dice hembra a la de mayor tamaño (Andara tuberculosa) y macho a
la más pequeña (Andara similis). Viven entre el barro, hasta a 25 centímetros de
profundidad, adheridas a las raíces del mangle, donde se alimentan filtrando agua.
Sus gruesas conchas les permiten soportar la acidez del sustrato. Preparadas con
coco o en seviche, las pianguas han sido bocado de las comunidades que habitan
los manglares desde tiempos remotos. Sin embargo, su comercio es relativamente
reciente. La industria de producción de enlatados del Ecuador ha generado una
demanda por este marisco que ha determinado que desde hace poco más de
veinte años muchas mujeres se hayan especializado en conchar.
Pieles y aletas
La venta de pieles constituyó un ingreso adicional para quienes al toparse con una
nutría o un tigrillo lo mataban y arreglaban su piel para luego ofrecerla. Cazar para
vender las pieles, sin embargo, no se constituyó en un oficio. Cuenta Abilio, de
Salahonda:
Aquí vinieron a comprar pieles: piel de nutría, piel de lagarto, piel de tortuga
caguama... Todas las pieles tenían comercio en Tumaco, pero esa compra la
prohibió Inderena en 1975 más o menos. Ahora si ven la nutría no le disparan,
porque la piel no se vende y la carne tampoco se come. Lo de los lagartos fue un
señor de nombre Agudelo que llegó con lámpara de carburo y con harpones,
harponiando sólo para utilizar la piel. Era del Ecuador. Todos esos productos de
pieles lo más que lo compran es en Ecuador. Como allá ya no hay más, entonces
los vienen a buscar acá. Así que ese señor fue el que acabó prácticamente con la
cría. Salía por la noche con su compañero que le piloteaba, con su arpón y su
foco, porque a esos los capturaban de noche.
Hace seis años se montó el primero de los seis negocios de compra de aletas de
tiburón y buches de corvina y merluza que hay en Buenaventura. Estos extraños
productos se exportan a Japón y Corea y en menor medida a Estados Unidos y
Canadá, donde se utilizan en la preparación de platos orientales. Se dice que
tienen poderes afrodisiacos. En Tumaco y Guapi también hay lugares donde se
compran estos productos, para luego enviarlos a Buenaventura. Actualmente, la
mayoría de las aletas las proveen los barcos pesqueros, mientras que los buches
son comprados en parte a los pequeños pescadores.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
DEL VALLE, JORGE IGNACIO, "El medio biofísico de los bosques de guandal"
en Renacientes del Guandal. Bogotá, Universidad Nacional y Proyecto Biopacífico,
1996.
ENTREVISTAS
Abilio Solano y Angel María Hurtado, Salahondo, 29 de septiembre de 1995.
Pescador, Villa San Juan, 30 de septiembre de 1995.
5. Vieira, Carlos (relator), "Expedición científica ‘corredor costero del manglar ‘".
Provecto Biopacífico, Sin publicar, 1996, p. 9. (Regresar a 5 )
6. Ven Prahl et al.. Op. Cit, p. 55. (Regresar a 6 )
16. Restrepo, Eduardo, "Los tuqueros negros del Pacífico Sur colombiano",
en Renacientes del Guandal. Bogotá, Universidad Nacional y proyecto Biopacífico,
1996. (Regresar a 16)
17. Valencia Emperatriz, y Villa, William, "Evolución del poblamiento del Chocó en
el Siglo XX: el caso del medio Atrato", en Colonización del bosque húmedo
tropical. Bogotá, Corporación Araracuara.1992, p. 231. (Regresar a 17)
18. Del Valle, Jorge Ignacio, "El medio biofísico de los bosques de guandal" en
Renacientes del Guandal. Bogotá, Universidad Nacional y Proyecto Biopacífico,
1996, p. 49. (Regresar a 18)
24. Para mayor información Ver: West, Op. Cit., y Uribe, María Teresa, Urabá:
¿region o territorio? Medellín, Universidad de Antioquia y Corpourabá,
1992. (Regresar a 24)
36. Ese dato se obtuvo mediante el siguiente cálculo: 300 conchas diarias en
promedio x 5 días a la semana = 1.500 x 4 semanas= 6.000 x $15 = $90.000. El
ciento de ‘macho’ valía $1.200, y el de ‘hembra’ $1.600, en 1995. (Regresar a 36)
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