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Administración Eclesiástica Sandro Mariluz

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INTRODUCCIÓN

La Enciclopedia Británica describe las funciones de


Management Science, o la ciencia de administrar de la
siguiente manera:

(1) Descubrir, desarrollar, definir y evaluar los objetivos


de la organización y los planes de acción para
alcanzar tales objetivos
(2) Lograr que la organización (corporación o iglesia)
adopte esos objetivos y planes
(3) Organizar y coordinar la acción
(4) Tomar nuevas medidas para un nuevo curso de
acción

Podemos deducir, entonces, que el manager o


administrador es el encargado de idear y realizar, por
medio de todos los elementos disponibles, humanos y no
humanos, todas las actividades de la corporación.

En medio académicos es muy conocida la definición de


Henry Fayol, uno de los padres de la administración
moderna:

“Administrar es prever, organizar, mandar, coordinar


y controlar”.

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Otro académico muy conocido es G.R.Terry él presenta


la administración como ciencia y como arte:

“En esta esencia, un administrador es un científico y


un artista. Necesita un cuerpo sistematizado de
conocimientos que proporcione las verdades
fundamentales que puede utilizar en su trabajo. Al
mismo tiempo, debe inspirar, adular, lisonjear,
enseñar e inducir a otras personas que sirvan al
unísono y contribuyan hacia los objetivos
deseados”.

También debemos considerar la definición que da E.F.


Brech:

“Es un proceso social que lleva consigo la


responsabilidad de planear y regular en forma
eficiente las operaciones de una empresa, para
lograr un propósito dado”

Otra definición es:

“La administración es un proceso que incluye varios


elementos para el éxito de una empresa; tiene que
ver con el ejercicio del liderazgo de un grupo social y
busca alcanzar una meta definida mediante esfuerzo
mancomunado del líder y los integrantes del grupo”.

Kenneth O. Gangel define administración dela siguiente


manera:

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“Conseguir que las cosas sean hechas por


determinadas personas”.

Por último también encontramos la siguiente definición:

“Administrar es planificar y orientar el trabajo del


grupo en tal forma que alcance la meta deseada”.

De estas múltiples definiciones podemos concluir que


administrar tiene que ver con alcanzar objetivos
usando eficazmente los recursos humanos y
materiales con que cuenta determinada organización.

Desde luego que el concepto de administración se usa


más en los medios empresariales, pero realmente la
administración está presente en todas las áreas de la
vida del ser humano, podemos hablar de administrar
nuestra vida, podemos hablar de administrar nuestra
familia, podemos hablar de administrar nuestro dinero,
nuestros talentos y así podemos seguir con
prácticamente todas las áreas de nuestra vida.

Ahora bien, cuando vamos a la Biblia vemos que el


concepto de administración está íntimamente ligado a la
existencia del hombre, en las paginas de la Biblia queda
claro que el hombre es un administrador en todo el
sentido de la Palabra. A lo largo de toda la Escritura el
concepto de administración aparece una y otra vez. En el
presente estudio daremos énfasis a cuestiones prácticas
de administración, no tomaremos mucho espacio para
tratar temas estrictamente organizativos o estructurales
(como sistemas de gobierno, leyes parlamentarias,

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organización de asambleas y cosas por el estilo), más


bien tomaremos tiempo para estudiar principios
generales que se puedan aplicar a una organización,
ministerio, iglesia, familia y a la vida personal del
creyente.

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Administración y
Biblia

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Términos Bíblicos que nos dan una idea de


administración

• Diakoneo. Es un verbo que aparece 37 veces en


el Nuevo Testamento y se traduce
fundamentalmente “servir”. En Hch. 19:22 y 2
Tim. 1:18 se traduce “ayudar”. En Rm. 15:25, 2
Co. 8:20, 1 Tim. 3:10 y 13 y 1 Ped. 4:11 se
traduce “ministrar”. En 2 Co. 3:3 y 8:19, 1 Ped.
1:12 y 4:10 se traduce “administrar”. En heb. 6:10
se traduce “asistir”.

• Diakonía. Es un sustantivo que viene de la misma


raíz de la palabra anterior, aparece 36 veces en el
Nuevo Testamento. Se traduce “servicio”,
“ministerio”, “administración”, “suministración”.

• Diakonos. Aparece 30 veces en el Nuevo


Testamento y se traduce “servidor”, “ministro” y
“sirviente”.

• Oikonomía. Esta palabra, que se menciona 9


veces en nuestro Nuevo Testamento, viene de la
palabra “oikos” que significa “casa” y “nomia” que
significa “ley”, se empleaba para referirse al que
administraba los bienes o propiedades de otro.
Esta palabra es la que da origen a nuestra palabra
“economía”. En el Nuevo testamento se traduce
“mayordomía”, “dispensación” y una vez se
traduce “edificación” (1 Tim. 1:4).

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• Oikonomos. De la misma raíz anterior aparece 10


veces en el Nuevo Testamento, se traduce
principalmente como “mayordomo”,
“administrador”, en Rm. 16:23 la Reyna Valera
traduce “tesorero”, en Glt. 4:2 la Reyna Valera
traduce “curadores”, la NVI traduce
“administradores” y la BLA traduce “guardianes”.

• Epítropos. Viene de la palabra “epi” que significa


“sobre” y “trepo” que significa “dirigir”. Se traduce
mayordomo (Mt. 20:8), “procurador” o “intendente”
(Lc. 8:3) y “tutores” en Glt. 4:2.

• Kubernesis. De aquí viene nuestra palabra


castellana “gobernar”. “kubernesis significa
“dirigir”, “gobernar”. Tiene la misma raíz de
“kubernetes” que se traduce “piloto” en Hch.
27:11. En 1 Co. 12:28 “kubernesis” se traduce “los
que administran” o los que “gobiernan”.

• Proistemi. Se traduce “presidir” en Rm. 12:8 y 1


Tsl. 5:12. Todas las demás veces se traduce
“gobernar” (1 Tim. 3:4, 5 y 12; 1 Tim. 5:17, Ti. 3:8
y 14).

• Episkopos. Es la palabra que se traduce


normalmente como “obispo” (Hch. 20:8, Fil. 1:1, 1
Tim. 3:2, Ti. 1:7, 1 Ped. 2:25). Viene de dos
palabras: “epis” que significa “sobre” y “skopos”
que significa “blanco”, “objetivo”. De esto
deducimos que “episkopos” es aquel que puede
mirar por encima de los demás y ver el objetivo

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que está delante. Se puede traducir también


“sobreveedor” o “supervisor”.

• Epimeolomai. Esta formada por la palabra “epis”,


que ya hemos visto que significa “sobre” y la
palabra “melei” que significa “cuidar” , de donde
tenemos que administrar la iglesia del Señor
implica “cuidarla con mucho cuidado” (1 Tim. 3:5).

De todos estos términos podemos concluir que todos


nosotros somos llamados ha ser administradores de lo
que hemos recibido de Dios, y eso significa “todo”. Nada
es nuestro, ni nuestra propia vida, ni nuestros talentos, ni
nuestra familia, ni nuestro ministerio, ni nuestra iglesia, ni
nuestro tiempo, ni nuestro dinero. ¡Nada! Todo lo que
tenemos lo recibimos de Dios, somos responsables de
administrar bienes que no son nuestros, sino que son de
Dios. Esto implica la responsabilidad de dar cuentas al
dueño de todo, de la manera como hemos administrado
lo que Él nos encargó. Esto es un principio que debe
permear todas las áreas de nuestra vida.

Por otro lado también podemos ver que la Iglesia del


Señor es un organismo, porque tiene vida, pero también
es una organización ya que esta formada por personas,
bienes materiales y hasta hay dinero de por medio; por lo
tanto, se hace necesario administrar todos estos
recursos para conseguir los objetivos que Dios a trazado
para la Iglesia. Dentro de este concepto vemos que Dios
ha puesto líderes dentro de su pueblo que deben guiar al
pueblo hacía objetivos concretos, estos líderes no son
caudillos autoritarios, sino, por el contrario son líderes-

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siervos (diakonos), hombres y mujeres con un profundo


espíritu de servicio, pero que también deben contar con
la capacidad de ver más allá que los demás (episkopos)
para poder dirigir o gobernar al pueblo (kubernetes), está
capacidad de gobernar tiene que ver con administrar los
bienes materiales y el dinero, pero fundamentalmente
organizar y dirigir a un grupo de personas, gente de
carne y hueso, con defectos y debilidades, pero con un
tremendo potencial que Dios quiere explotar al máximo.

Vemos pues que somos llamados a administrar:

• Personas, como lo dice 2 Co. 3:3, donde Pablo


compara a los creyentes con “cartas vivientes” y
la palabra traducida “expedida” es la palabra
griega “diakoneo”: “siendo manifiesto que sois carta
de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta,
sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de
piedra, sino en tablas de carne del corazón”.

• Verdades espirituales, tenemos la gran


responsabilidad de administrar las verdades que
Dios nos ha revelado: “A éstos se les reveló que no
para sí mismos, sino para nosotros, administraban las
cosas que ahora os son anunciadas por los que os
han predicado el evangelio por el Espíritu Santo
enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar
los ángeles”. (1 Ped. 1:12). “Así, pues, téngannos los
hombres por servidores de Cristo, y administradores
de los misterios de Dios”. (1 Co. 4:1).

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• Nuestros dones espirituales. Los dones que


hemos recibido no son para nuestra para
vanagloria, son regalos de Dios y hay que
administrarlos de tal manera que le sirvan a Él:
“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a
los otros, como buenos administradores de la
multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable
conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra,
ministre conforme al poder que Dios da, para que en
todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien
pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los
siglos. Amén”. (1 Ped. 4:10-11).

• La Iglesia del Señor. Los líderes somos puestos


por Dios para “pilotear” (Kubernetes), es decir
llevar al pueblo de Dios hacia los objetivos
trazados por el Señor: “que gobierne bien su casa,
que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad
(pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo
cuidará de la iglesia de Dios?)”.

• Dinero, según lo dice 2 Co. 8:19-20, teniendo en


cuenta el contexto de todo lo pasaje, que nos
habla de la ofrenda que se estaba recogiendo en
las Iglesias para ayudar a la Iglesia de Jerusalén:
“y no sólo esto, sino que también fue designado por
las iglesias como compañero de nuestra
peregrinación para llevar este donativo, que es
administrado por nosotros para gloria del Señor
mismo, y para demostrar vuestra buena voluntad;
evitando que nadie nos censure en cuanto a esta
ofrenda abundante que administramos”

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Ahora bien, Dios es el dueño de todo, nosotros sólo


somos los administradores; por lo tanto el dueño exige
ciertas condiciones a los administradores, estas
condiciones se resumen en dos grandes principios:

• Fidelidad
• Excelencia

Dice la Biblia:

“Ahora bien, se requiere de los administradores, que


cada uno sea hallado fiel”
1 Co.4:2

Dios no evalúa nuestro servicio por cantidad, sino por


fidelidad. Lo que Dios demanda de nosotros es que
seamos fieles con lo que Él ha puesto en nuestra mano.
Muchas veces cuando observamos otros ministerios que
alcanzado tantas cosas, nos sentimos inútiles, pero
recordemos que en la parábola de los talentos el amo
(Dios) alabó igual al que había producido cinco que al
que había producido dos (Mt. 25:14-23). Vemos pues,
que lo que el amo alabó no fue la cantidad, sino la
fidelidad de sus administradores. No tenemos que
competir con otros ministerios, no debemos sentirnos
mal por las cosas que logran otros creyentes, nuestra
preocupación debe centrarse en ser fieles a lo que Dios
nos ha encomendado.

Por otro lado la Biblia también dice que debemos ser


“buenos administradores” (1 Ped. 4:10), en el original
leemos “kaloi oikonomos”. La palabra “kaloi” es una

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palabra muy interesante que nos da la idea de


excelencia. La palabra “kaloi” viene de la raíz “kalos” que
se traduce normalmente “bueno” o “bien”, en el sentido
de que algo es bueno o está bien hecho. “Kaloi” también
se traduce “mejor” en algunos pasajes (Mt. 18:8-9), en
Lc. 21:5 se traduce “hermosas”, en 1 Ped. 2:12 la versión
R.V. 1909 tradujo “kaloi” como “honesta”. Vemos pues,
que la palabra “kaloi” nos da la idea de hacer las cosas
bien hechas, con hermosura y honestidad, en otras
palabras debemos hacer las cosas con excelencia.

Si cumplimos nuestra función de administradores


teniendo en cuenta estos dos grandes principios,
entonces “el dueño” nos recompensará. Dios es un Dios
“galardonador”, es decir, un Dios que premia y el ha
prometido premiar a los buenos administradores, dice la
Biblia:

Porque los que ejerzan bien el diaconado, ganan


para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe
que es en Cristo Jesús.
1 Tim. 3:13

Recordemos que “diakono” es administrador y el texto


dice que los que cumplan bien con su “servicio” ganan
para si un “grado honroso” (buena posición) y “mucha
confianza”. Si queremos ganar una “buena posición”
dentro del reino de Dios (aquí en la tierra y en la
eternidad) y si queremos ser dignos de confianza (para
los hombres y para Dios), entonces debemos ser buenos
administradores. También dice la Biblia que los que
“gobiernan bien sean dignos de doble honra” (1 Tim.

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5:17). La palabra honra es la palabra griega “timé” que


también se traduce “precio” o “salario”, el énfasis es que
el que hace bien su trabajo será recompensado no sólo
por los hombres, sino lo que es más importante, por Dios
mismo.

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El proceso
Administrativo

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Como hemos dicho al inicio trataremos en el presente


material los principios generales que puedan ayudaros a
cumplir nuestro papel de administradores en las
diferentes áreas de nuestra vida, llámese familia,
negocio, ministerio o iglesia. Estos principios de
administración los podemos resumir en cinco:

• Visionar.
• Planificar.
• Entrenar.
• Delegar.
• Supervisar.

Entraremos, ahora, a ver en detalle cada uno de estos


cinco principios de administración.

Visionar
Nuestra primera responsabilidad como administradores
es ver con exactitud a donde vamos a llegar, es decir,
definir con claridad cual es el propósito, el objetivo, la
meta; en otras palabras, a donde estamos apuntando.
Alguien ha dicho que “no es malo apuntar a algo y no
alcanzarlo, lo malo es apuntar a nada y acertar”. Hay
mucha gente que no apunta a nada, es decir no saben a
donde van, por eso no llegan a ningún sitio. Como
administradores debemos definir con claridad a donde
nos estamos dirigiendo, y hago énfasis aquí en la
palabra “claridad”. Muchos de nosotros tenemos las
metas muy vagas, si hacemos una encuesta entre

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nuestros hermanos y le preguntamos cual es el propósito


de sus vidas, cuales son sus metas, veremos que
muchos de ellos contestarán de manera muy vaga.
Responderán cosas como estas: “Quiero servir a Dios”,
pero no dicen como. Otros dirán: “Quiero ser útil a Dios”,
pero no pueden definir en que. Lo mismo sucede cuando
hacemos preguntas sobre nuestra vida familiar, laboral o
profesional. Hay un texto en la Biblia que me gusta
mucho, se encuentra en Gn. 12:5.

“y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de


Canaán llegaron”

¿A dónde salieron? ¿A la deriva? ¡No! Salieron con un


propósito claro, salieron para ir a la tierra de Canaán y
¿A dónde llegaron? A Canaán.

Esto es vivir con propósito, visionar, ver a donde


queremos llegar. Dios le preguntó en una oportunidad al
profeta Zacarías: ¿Qué ves? (Zac. 4:2), esta es una
pregunta vital. Cuando piensas en tu ministerio, en tu
negocio, en tu familia ¿Qué ves?. Es interesante que
Dios llevó Abraham a mirar las estrellas para que el
patriarca pueda visualizar cual era el proyecto que Dios
tenía para él, ya que Abraham sólo estaba pensando en
un hijito y no entendía que la meta de Dios era
engendrar a través de Abraham una nación grande, para
que Abraham pueda entender esta meta, Dios tuvo que
hacerlo “ver” las estrellas.

Una oración prioritaria de todo administrador es pedirle al


Señor que nos muestre con claridad cual es la meta a la

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cual debemos apuntar, no podemos emprender algo


hasta no tener una visión clara de lo que queremos, o lo
que es mejor, de lo que Dios quiere. La Biblia nos
enseña que para que Moisés se lanzará al proyecto de
construir el tabernáculo, primero el tuvo una visión de
cómo debería ser el tabernáculo:

Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de


ellos. Conforme a todo lo que yo te muestre, el
diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus
utensilios, así lo haréis.
Ex. 25:8-9

Vemos que Moisés tuvo una visión del tabernáculo, Dios


le mostró el modelo del tabernáculo aún de los pequeños
detalles. Necesitamos que el Señor nos muestre cual es
su diseño para nuestra iglesia, ministerio, negocio,
familia y así en cualquier otra área de nuestra vida. El
mismo principio lo vemos cuando David emprendió el
proyecto de construir el templo:

Todas estas cosas, dijo David, me fueron trazadas


por la mano de Jehová, que me hizo entender todas
las obras del diseño.
1 Cr. 28:9

Como vemos es imprescindible que Dios nos haga


“entender el diseño”, el diseño para nuestro ministerio, el
diseño para nuestra iglesia, el diseño para nuestra
empresa. Necesitamos definir con claridad que es lo que
vamos ha hacer, adonde apuntamos, que queremos
lograr, hacía donde nos dirigimos. Esto es fundamental.

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Si piensas en tu ministerio, en tu iglesia, en tu negocio,


en tu familia ¿Dónde estarás dentro 5 años? ¿Cómo
quieres estar dentro de 10 años? ¿Cómo te ves dentro
de 15 años?.

Ventajas de tener una meta clara

El definir una meta clara tiene innumerables ventajas,


entre ellas podemos mencionar:

Tener una meta le da dirección a nuestras vidas. No


hay nada más triste que andar por la vida sin saber a
donde vamos. La sensación de falta de propósito es
terrible para cualquier persona y para cualquier grupo. Si
el grupo no sabe a donde va, se sentirá a la deriva, sin
dirección.

Tener una meta mantiene la motivación. No hay nada


mejor para mantener motivado a un grupo que saber que
están dirigiéndose a un puerto seguro. Cuando vengan
los momentos difíciles, cuando venga el desánimo, lo
único que nos puede mantener motivados es saber que
estamos dirigiéndonos a una meta, de esta manera
podemos olvidar los fracasos del pasado y perseverar
con firmeza en medio de la aflicción, como diría Pablo:

Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya


alcanzado; pero una cosa hago: olvidando
ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo
que está delante, prosigo a la meta, al premio del
supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Fil. 3:13-14

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La palabra “prosigo” es la palabra “dioko” que siempre se


traduce “perseguir”, nos habla de ir detrás de alguien,
cuando se dice que Pablo perseguía a la iglesia se usa
la palabra “dioko”, en un tiempo Pablo perseguía a la
iglesia, pero después de conocer al Señor, Pablo
perseguía una meta. Perseguir una meta nos mantiene
motivados, de tal manera que podemos olvidar lo que
queda atrás y seguir para adelante.

La historia de la construcción dela torre de babel, nos


ayuda a entender también este principio, aunque el
ejemplo es negativo, el principio que esta actuando es el
mismo del que estamos hablando. Dice la Biblia que
ellos definieron con exactitud que es lo que querían:

Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una


torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un
nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de
toda la tierra.
Gn. 11:4

Vemos pues, que ellos sabían muy bien que es lo


querían hacer, la visión era clara, la meta estaba bien
definida, este hecho los hacía inquebrantables, de tal
manera que si Dios no interviene hubieran conseguido
sus propósitos ¿Por qué? Porque tenían una visión clara
de lo que querían, tan es así que Dios dijo:
Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos
éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la
obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han
pensado hacer.
Gn. 11:6

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“Nada les hará desistir”. Cuando hay una meta clara,


“nada nos hará desistir”, la motivación se mantendrá a
pesar de las dificultades, perseguir una meta nos hace
inquebrantables. El patriarca José pasó por
innumerables vicisitudes, las cosas le salían mal una y
otra vez, todo parecía preparado para él fracase,
cualquier otra persona se hubiera derrumbado, pero José
se mantuvo firme ¿Por qué? Porque él tenía un sueño,
tenía una meta, estaba apuntando a convertirse en el
más ilustre de todos sus hermanos, este sueño lo
mantuvo motivado y e dio fuerzas para sobreponerse a la
adversidad.

Tener una meta nos ayuda a tomar las decisiones


correctas. La única manera de tomar decisiones
correctas es saber a donde vamos, porque cuando hay
una meta, entonces todas las decisiones se toman en
función a si nos acercan a la meta o no. Si no hay una
definición entonces vamos a correr detrás de toda
oportunidad que se presente, pero al final no vamos a
llegar a ningún lado. Te pongo un ejemplo sencillo de
este principio: En una iglesia que pastoree, asistía un
joven que había estudiado ingles porque soñaba trabajar
en turismo, pero en esa época trabajaba en una empresa
de seguridad. El, prácticamente era el sustento de su
familia que era bastante pobre. En una oportunidad vino
a pedirme consejo ya que le habían ofrecido trabajo en
una agencia de publicidad, el problema era que el
ganaba en su trabajo cuatrocientos soles, pero en la
agencia de publicidad le ofrecían como sueldo
doscientos cincuenta soles, él no sabía que decisión
tomar. Para guiarlo a tomar la decisión correcta le

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pregunté: ¿Si sigues trabajando en la compañía de


seguridad, te acercas a tu meta de trabajar en turismo o
no? Me contestó que no, seguridad no tiene nada que
ver con turismo. Le hice otra pregunta: ¿Si aceptas la
propuesta de trabajar en la agencia, te acercas a tu
meta? Él me contestó:

- Si pastor, pero voy a ganar menos.


- Vas a ganar menos momentáneamente,
pero al final ganarás mucho más porque
estarás haciendo lo que te gusta.

El joven me hizo caso y a pesar de los reclamos de toda


su familia, renunció a su trabajo y aceptó la propuesta de
la agencia de turismo. Ahora tiene un hotel y una
agencia de turismo.

Tener una meta es determinante para tomar las


decisiones acertadas, cada decisión debe estar sujeta a
la meta a la cual estamos apuntando.

Características de una meta

Una meta debe ser realista . En una oportunidad le


pregunté a un hermano muy consagrado y amante del
Señor , cual era su meta en la vida, él me contestó que
su meta era “ir a todos los países del mundo y predicarle
a todos los presidentes y que estos reciban a Cristo”.
Esto lógicamente suena muy espiritual y demuestra muy
buenas intenciones, pero no es realista. Las metas
deben ser realistas, deben estar acompañadas de una

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gran dosis de fe y audacia, pero no deben salirse de la


realidad. Con mucha dependencia de Dios y usando el
sentido común que Dios nos ha dado, definamos metas
que sean realistas para que sean alcanzables.

Una meta debe ser “medible”. Cuando las empresas


hacen sus planes anuales, dicen: “Nuestra meta este año
es crecer 25%”, “Nuestra meta es copar el 30% del
mercado”, “Nuestra meta es producir tres mil pantalones
diarios”. Es decir, las metas tienen números, las metas
se pueden medir en cantidades específicas. Un gran
problema de muchos es que sus metas son muy vagas y
ambiguas. Pensemos en un pastor de iglesia que dice:
“Mi meta este año es crecer”. Muy bien, pero ¿Cuántos
miembros espera tener hasta fin de año? ¿Cuántos niños
en la escuela dominical? ¿Cuántos líderes espera
entrenar? ¿Cuántos anexos espera abrir?

Si nuestras metas tienen números, cuando hagamos la


evaluación podemos saber si se logró la meta o no. Si mi
meta es crecer, pero no tengo números, cuando llegué el
fin de año ¿Cómo puedo evaluar si conseguí la meta o
no? El hecho de que las metas sean “medibles”, nos
ayudará enormemente en nuestro proceso de
evaluación.

La metas deben ser “cronometrables”. Cuando


usamos el término “cronometrables”, queremos decir que
deben tener límites de tiempo. Alguien ha dicho que
“una meta es un sueño con límites de tiempo”. “Quiero
tener 500 miembros en mi iglesia”. Muy bien ¿En qué
tiempo? ¿En cinco años? ¿En diez?.

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En este punto debemos señalar que en cuestión de


tiempo las metas pueden clasificarse en.

1. Metas de corto plazo.


2. Metas de mediano plazo.
3. Metas de largo plazo.

Dependiendo de la actividad corto plazo puede ser 6


meses o un año, mediano plazo pueden ser quizás dos o
tres años y largo plazo puede referirse a cinco o diez
años. Es decir no podemos decir en este manual, que
tiempo es corto, mediano o largo plazo, esto dependerá
de las características de la actividad que se esta
desarrollando.

Planificar
Una vez definida la meta, el siguiente paso es hacer un
plan para alcanzar esa meta: Eso es planificar.

Algunos creen que planificar es opuesto a la fe y no


hacen planes y ponen un argumento que parece “muy
espiritual”: “Hay que dejar todo en manos de Dios”. Por
supuesto que debemos dejar todo en manos de Dios,
pero una cosa no anula la otra, con mucha oración y
pidiendo dirección de Dios debemos hacer planes.

Dios es nuestro ejemplo. Él tenía una meta muy definida:


Salvar al hombre. Para eso organizó un meticuloso plan
de acción, este plan tomó siglos en ejecutarse. Primero
llamó a un hombre, de ese hombre formó una nación, a
través de esa nación fue enseñando principios a

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mediante rituales, ceremonias y personajes. Todo esto


preparó al mundo para la aparición del Salvador, quien
apareció en el momento indicado, ni antes ni después,
como diría el “chapulín colorado”: “Todo está fríamente
calculado”. Por eso nosotros hablamos del “plan de
salvación”, porque ciertamente hubo un plan.

El plan nos habla de los pasos previos que se darán para


alcanzar la meta. Este proceso de planificación involucra
algunos criterios:

Análisis de la situación.- El primer paso para trazar un


plan es hacer un análisis de la situación. ¿Cuál es
nuestra situación actual? ¿Cuáles son nuestros
principales problemas? ¿Cuáles son nuestros puntos
fuertes? ¿Cuáles son nuestros puntos débiles?
Nehemías nos da un ejemplo de cómo antes de tomar
decisiones hay que hacer una análisis de la situación:

“Y salí de noche por la puerta del Valle hacia la fuente del


Dragón y a la puerta del Muladar; y observé los muros de
Jerusalén que estaban derribados, y sus puertas que
estaban consumidas por el fuego. Pasé luego a la puerta
de la Fuente, y al estanque del Rey; pero no había lugar
por donde pasase la cabalgadura en que iba. Y subí de
noche por el torrente y observé el muro, y di la vuelta y
entré por la puerta del Valle, y me volví”.
Neh. 2:13-15

Como vemos, Nehemías antes de hacer un plan de


reconstrucción, salió por la noche y dos veces se dice
que él observó, es decir, hizo un análisis de cual era la
real situación de la ciudad, observó como estaban sus

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puertas, hizo un recorrido por la ciudad para tener una


idea clara de cual era la real situación de la ciudad.
Antes de tomar medidas tuvo que hacer un diagnóstico,
después tomó medidas.

Evaluación de recursos. Para poder planificar con


eficacia debemos hacer una evaluación de nuestro
recursos, debemos preguntarnos: ¿Con qué recursos
cuento para alcanzar mi meta? Cuando Dios envió a
Moisés con una meta definida que era sacar al pueblo de
Egipto, le hizo una pregunta interesante: ¿Qué tienes en
la mano? (Ex. 4:2). Esto significa ¿Con qué recursos
cuentas para alcanzar tu meta? Hacer una evaluación de
nuestros recursos es un principio que aparece una y otra
vez en la Biblia.

Pensemos en aquella viuda endeudada mencionada en


2 Re. capítulo cuatro, el profeta Eliseo quería ayudarla, la
meta era que ella pague sus deudas, había que hacer un
plan y lo primero que el profeta le dijo fue: “Declárame
que tienes en casa” , la mujer contestó: “Tengo una
vasija de aceite” (2 Re. 4:2). Esto no es otra cosa que
evaluación de recursos. El mismo principio lo vemos en
el milagro de la multiplicación de los panes. Había una
necesidad que suplir, una meta que alcanzar: alimentar a
cinco mil personas. Para esto Jesús primero hizo una
evaluación de los recursos, Él preguntó: ¿Cuántos panes
tenéis? (Mr. 6:38). En otras palabras, Jesús esta
preguntando: ¿Qué recursos tenemos?

Todo plan tiene que empezar con un recurso básico,


debemos analizar nuestra situación para ver con que

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recursos contamos para empezar a desarrollar nuestro


plan de acción. Ahora bien cuando hablamos de
recursos, podemos distinguir dos grupos:

• Recursos internos.
• Recursos externos.

Los recursos internos, son los recursos que tenemos en


la mano, los que son nuestros y podemos contar con
ellos. Los recursos externos son los recursos que no son
nuestros, no están en nuestras manos, están en las
manos de otros, pero podrían pasar a las nuestras.
Meditemos en el caso de David, cuya meta era derrotar
al gigante Goliat. Los recursos internos de David eran
una honda y cinco piedras, eso era lo que David tenía en
su mano, eran sus recursos internos. Pero cuando el se
enfrenta al gigante le dice que le va ha cortar la cabeza,
la pregunta es: ¿Con qué le iba ha cortar la cabeza, si
David no tenía espada? La respuesta es que David
estaba contando con recursos externos, David estaba
contando con la espada que estaba en la mano de
Goliat.

Para hacer un plan debemos analizar con que recursos


externos podemos contar, de que manera los recursos
que ahora están manos de otras personas podían pasar
a nuestras manos. Esto fue lo que sucedió en el caso
citado anteriormente, de la viuda y Eliseo. El profeta
primero analizó los recursos internos de la mujer, que
eran insuficientes, una sola vasija no alcanzaba para
pagar su deuda, había que pensar en recursos externos,
entonces pensaron en los vecinos que podían prestar

32
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sus vasijas para alcanzar el objetivo y así lo hicieron, que


hizo Eliseo, dirigió a la viuda para usar recursos
externos.

Recuerdo cuando teníamos la meta de tener un


programa radial. Al analizar nuestros recursos internos,
vimos que eran insuficientes para pagar el espacio radial,
pero pensamos en recursos externos, pensamos en
amigos empresarios que podían auspiciar el programa y
con el aporte de ellos pagamos el programa. En nuestra
tarea de planificar observemos con que recursos
contamos, sean estos internos o externos.

Ahora bien, cuando hablamos de recursos no solo nos


referimos a recursos materiales, recursos también son
las habilidades, los talentos, la experiencia, el
conocimiento y sobre todo las personas. ¿Qué talentos
tengo? ¿Qué habilidades? ¿Qué se hacer mejor? ¿Con
qué personas cuento? ¿Cuáles son las habilidades de
estas personas? Preguntas como estas constituyen parte
importante de la evaluación de recursos.

Estrategia. El diccionario define estrategia como “táctica


o método”. El termino tiene un origen militar, hace
referencia a la manera como un ejército va ha enfrentar a
un enemigo. Un ejemplo de estrategia lo vemos en la
forma como Israel tomó posesión de la tierra prometida.
Cuando tomaron Jericó usaron una estrategia: Rodearon
la ciudad siete durante seis días y al séptimo dieron siete
vueltas y gritaron (Jos. 6:1-5). Esta fue la “táctica” para
tomar Jericó, pero no fue la táctica para tomar las demás
ciudades, si leemos el libro de Josué observaremos que

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dependiendo de la ciudad, se usaron diferentes tácticas.


Para tomar Hai, por ejemplo, vemos que la táctica fue
distinta: Josué separó el ejército en dos, un grupo se
quedó escondido detrás de la ciudad, el otro grupo atacó
la ciudad, cuando salieron los habitantes de Hai el
ejército judío huyó, el ejército de Hai persiguió a los
judíos y descuidaron la ciudad, en ese momento el otro
grupo que estaba escondido tomó la ciudad y la incendió
(Jos. 8:1-7). Esto es estrategia. ¿Porque cambio la
estrategia? Porque la situación era distinta, el pueblo
judío había sido previamente derrotado por los de Hai,
esto les dio confianza, de tal manera que persiguieron
confiadamente a Israel, porque pensaban que huían
como la primera vez, fue así que descuidaron la ciudad.

Vemos pues que una estrategia no tiene que ser igual a


otra, porque una situación no es igual a otra. Lo que
funcionó una vez, no necesariamente funcionará otra
vez, lo que funcionó para una iglesia no necesariamente
funcionará en otra iglesia, la estrategia que usó una
empresa no necesariamente la debe usar otra empresa,
porque son realidades diferentes.

Determinar cual será nuestra estrategia para conseguir


una meta es un paso clave y esto no significa que no
dependamos de Dios, todos nuestros planes deben ser
entregados al Señor, pero Dios nos ha dado inteligencia
para poder encontrar la estrategia correcta, dice la Biblia
en Prv. 24:6:

“Porque con ingenio harás la guerra”

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La Biblia enseña que las batallas las gana el Señor, pero


taimen nos dice que debemos usar ingenio. Es decir,
estrategia. La NVI traduce este versículo así:

“La guerra se hace con una buena estrategia”

Debemos buscar dirección de Dios, para que Él nos de


inteligencia e ingenio, para poder elaborar una “buena
estrategia” y algo que nos ayudará en esta búsqueda de
una “buena estrategia” es consultar y pedir consejo a
personas con mayor experiencia que nosotros, como
dice el mismo versículo de Prv. 24:6 en su segunda
parte:

“Y en la multitud de consejeros está la victoria”

Previsión. Prever significa “ver con anticipación”. Al


hacer un plan debemos ver como está la situación actual,
pero debemos ver también como estará la situación en el
futuro. Analizando bien las circunstancias y recabando
toda la información posible, podemos vislumbrar los
posibles cambios y prever. Cuando meditamos en el
éxito que tuvo José como administrador de Egipto,
observamos que su éxito se debió fundamentalmente a
la previsión, él se adelanto a las circunstancias, “vio” que
venía una época de escasés y se preparó de antemano.
La Biblia nos exhorta a aprender de la hormiga, que se
proyecta al tiempo en que no podrá salir a conseguir
alimento y con anticipación almacena su sustento:

Ve a la hormiga, oh perezoso,
Mira sus caminos, y sé sabio;

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La cual no teniendo capitán,


Ni gobernador, ni señor,
Prepara en el verano su comida,
Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento
Prv. 6:6-8

En el mundo de los negocios, los que se anticipan a los


acontecimientos son los grandes beneficiados de los
cambios. La observación y la información son claves
para poder prever adecuadamente. Hace algunos años
atrás los relojes suizos eran los más codiciados y los
más caros, pero una nueva tecnología estaba
apareciendo, era la tecnología digital. Algunos
empresarios “vieron” que esta tecnología iba a
revolucionar la industria y se adecuaron al nuevo
sistema, otros creyeron que los relojes a cuerda eran
insustituibles, no previeron y prácticamente
desaparecieron.

Flexibilidad. Ningún plan es perfecto, siempre hay la


posibilidad de que las cosas no salgan como pensamos
o deseamos. Como hemos visto cuando hemos hablado
de previsión, hay situaciones que se pueden anticipar,
pero hay otras que no, los imponderables siempre se
presentarán y debemos ser flexibles para replantear las
cosas y hacer uso del “plan B”. El “plan B”, es ¿Qué
haremos si las cosas no salen como pensamos?.
Tomemos como ejemplo a Dios, Él tenía un “plan A” para
el hombre, lo creo a su imagen y semejanza y lo puso
como Señor en la tierra, pero el hombre pecó, quedó
separado de Dios y se hecho a perder el plan original de
Dios. Sin embargo, Dios tenía un “plan B”: Enviar a su

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hijo a morir en una cruz y recuperar lo que el primer


hombre perdió, al final su meta se cumplirá: el hombre
señoreará sobre la tierra.

Entrenar
Una de las funciones de todo buen administrador es
entrenar a otros para que hagan las cosas, esto se aplica
a la iglesia, la empresa y aún en la familia ya que los
padres somos “entrenadores” de nuestros hijos, los
padres estamos preparando a nuestros hijos para que
ellos puedan desenvolverse solos y enfrentar los retos de
la vida.

En cuanto al trabajo de la iglesia nuestro modelo debe


ser el que Pablo señala en 2 Tim. 2:2 y Tito 2:3-5:

Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto


encarga a hombres fieles que sean idóneos para
enseñar también a otros.

Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte;


no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del
bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a
sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas,
cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus
maridos, para que la palabra de Dios no sea
blasfemada.

En ambos versículos vemos el mismo principio: Somos


llamados a entrenar a otros.

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Administración Eclesiástica Sandro Mariluz

Como administradores, una de nuestras funciones


principales es dedicar tiempo a preparar a otros. Cuando
observamos el ministerio de nuestro Señor, vemos que el
cumplió un ministerio con las multitudes, pero vemos que
Él tenía un grupo más cercano, con ellos pasaba mucho
tiempo, convivía con ellos, comía con ellos, hacía cosas
junto con ellos. Luego cuando el Señor partió, este grupo
que el Señor había preparado continuo con la tarea, este
es el modelo a seguir.

Nuestro éxito como administradores no se ve tanto


cuando estamos presentes, si no cuando estamos
ausentes. Es decir podemos ver que estamos haciendo
un buen trabajo cuando no estamos y, sin embargo, el
trabajo continúa igual sin nuestra presencia. Nuestra
mayor satisfacción será cuando tengamos que dejar la
iglesia y la iglesia continúe adelante porque dejamos a
otros que sigan con el trabajo.

Este principio de entrenar a otros, dará como resultado


una “reproducción ministerial”, que debe ser nuestro
objetivo. Tenemos que reproducirnos en otros líderes. La
oveja se reproduce en otra oveja, el líder se reproduce
en otro líder. La gran pregunta no es ¿Cuántos miembros
dejé? La gran pregunta es ¿Cuántos líderes formé?.

El drama de muchos líderes es que hacen un gran


trabajo, pero cuando se van o mueren el trabajo se
disuelve. Cuando leemos la Biblia vemos que Elías
dedicó tiempo a formar a Eliseo, de tal forma que cuando
Dios se llevó a Elías, la obra de Dios continuó y, lo que
es mejor, continuo con un ministerio que tuvo el doble de

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la unción del profeta. Realmente nuestro mayor logro


será que podamos engendrar y formar líderes mejores
que nosotros, aunque esto tenga que tratar primero con
nuestro ego.

El mismo principio lo vemos en la vida de Moisés. Él


trabajo con setenta ancianos a los cuales “puso de su
espíritu”, pero trabajo e manera especial con Josué, de
tal forma que cuando el gran Moisés partió, la obra no se
detuvo porque había un Josué para continuarla. Ahora
bien, el ejemplo contrario lo vemos en Josué, él no formó
a otro, descuido su función como líder y administrador,
fue un gran conquistador, pero no formó a otros. ¿Cuál
fue la consecuencia? Las siguientes diez generaciones
se perdieron porque no había nadie formado para
continuar con la obra y después de Josué la nación entró
en una terrible etapa de decadencia donde “cada uno
hacía lo que le daba la gana” (Ju. 17:6).

Entrenar a otros requiere una inversión de tiempo y de


dinero. Las grandes empresas destinan enormes
cantidades de dinero para capacitar a sus empleados,
los envían a curso y hasta el extranjero para
perfeccionarlos, porque han entendido que si se quiere lo
mejor para la organización deben tener gente entrenada.
El mismo principio se aplica a la iglesia, la iglesia debe
invertir en entrenamiento, no solo tiempo, si no también
dinero.

Para terminar este punto hay que señalar que este


principio de entrenar esta íntimamente ligado con el
siguiente que es: Delegar. Si entrenamos es para

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delegar, si estamos invirtiendo tiempo y dinero en


preparar gente, es porque a esa gente le vamos a
delegar responsabilidades por lo tanto, si no hay una
intención de delegar tampoco habrá intención de
capacitar. Esto nos lleva a reflexionar sobre el siguiente
principio.

Delegar
Delegar es definido en el diccionario como: “Transferir
poder o autoridad a otra persona”. Este es un principio
fundamental para el avance de la obra de Dios y es un
principio muchas veces pasado por alto por muchos
líderes. Este es un principio tan importante que Dios
mismo lo aplica. Cuando Dios creo al hombre lo puso
como administrador del plantea que Él había creado, en
otras palabras, Dios le delego autoridad al hombre, para
que el hombre administre la tierra en lugar de Dios, esto
demuestra un gran desprendimiento de parte de Dios. Y
esta es precisamente una de las razones por la cual
muchos líderes no delegan: No quieren perder poder. A
estos líderes les gusta tener todo el poder en sus manos,
son los que algunos llaman “líderes controladores”,
quieren mantener el control sobre cada movimiento de la
organización. La verdad es que esta actitud la gran parte
de las veces parte de una baja autoestima del líder,
quien para sentirse seguro, prefiere mantener el control,
por el temor de que alguien le quite su liderazgo. Está de
más decir, que este tipo de actitudes hacen un gran daño
a la obra del Señor.

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El concepto de “hombre orquesta” no es un concepto


bíblico, el concepto bíblico es el “concepto de cuerpo”,
donde todos somos necesarios y cada uno de nosotros
hemos recibido del señor habilidades, dones y talentos
para servir en áreas específicas. Cada uno fue llamado
para algo en particular, yo no puedo ser “bueno para
todo” y no existe creyente “bueno para nada”, todos
tienen algo de Dios y Dios los ha puesto en el cuerpo
para cumplir una función específica.

Actitudes negativas que nos impiden delegar

• “Actitud de celo”. Aquí hablamos del temor


carnal a que alguien haga las cosas mejor que
nosotros y nos “serruche el piso”. Esta actitud
destruyó el ministerio de Saúl.

• “Actitud perfeccionista”. Creemos que nadie lo


puede hacer como nosotros y somos muy
exigentes con nuestros subordinados porque
queremos que hagan las cosas “exactamente
igual a nosotros”. No olvidemos que no hemos
sido clonados, cada uno tiene su individualidad y
debemos respetar esa individualidad y no
pretender que todos van ha hacer las cosas
exactamente igual que nosotros.

• “Actitud entrometida”. Esta es la actitud del que


dice que delega, pero está atrás de cada detalle y
no deja trabajar al subordinado.

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Actitudes positivas para delegar


correctamente

• Evalúe bien antes de delegar. No se trata de


delegar irresponsablemente, sigamos el ejemplo
de Jesús, quien antes de escoger a sus discípulos
a quienes iba a delegar responsabilidades,
primero pasó la noche orando (Lc. 6:12-13).

• Delegue teniendo en cuenta las capacidades y


dones. El criterio para delegar no es mis
afinidades personales o mis simpatías, si no los
dones y talentos de la persona, para colocar a la
persona en el lugar correcto, según sus dones y
talentos. Un gran error que afecta el trabajo es
poner a una buena persona en el lugar incorrecto.
La formula precisa es: La persona correcta en el
lugar correcto.

• No delegue sin primero capacitar. Esto lo vimos


anteriormente, no podemos delegar
responsabilidades en alguien si primero no lo
hemos entrenado.

• Asegúrese que la persona entienda claramente


lo que usted espera de él o ella. Esto es un
asunto de comunicación, muchas veces no
explicamos bien que es exactamente lo que
queremos y luego nos molestamos porque no
salen las cosas como esperamos.

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Delegar es un asunto de vida o muerte en el ministerio,


nunca olvidemos que Dios no nos ha puesto para que
nosotros hagamos todas las cosas, si no que Dios ha
puesto los ministerios para capacitar a los santos para
que ellos hagan la obra:

Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros,


profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y
maestros, 12a fin de perfeccionar a los santos para la
obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de
Cristo
Ef. 4:11-12

Supervisar
Recordemos que una de las palabras griegas usadas en
la Biblia que nos da la idea de un administrador, es la
palabra: episcopos. Esta palabra nos proporciona la idea
de un “supervisor” o “sobreveedor”. Nuevamente el mejor
ejemplo es Dios. Dios creo al hombre y le delegó
responsabilidades, pero no lo dejo a su libre antojo, sino
que Él vino a ver como estaban las cosas y
lamentablemente vio que el hombre había fallado y tuvo
que tomar las medidas correctivas del caso. Esto es
supervisión.

Al final de cuentas nosotros como administradores


somos los responsables, así que debemos tener mucho
celo y no descuidar el trabajo, con el pretexto de delegar,
delegar no significa renunciar a nuestra responsabilidad
de estar al tanto del trabajo.

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Supervisar incluye evaluar si se están consiguiendo


los objetivos, Recuerde que si no definió claramente
sus objetivos, esta evaluación será muy difícil.

Supervisar significa hacer las correcciones que sean


necesarias. Las cosas no siempre salen como nosotros
pensamos, por lo tanto tenemos que estar abiertos para
corregir lo que no esta andando bien, recordemos las
palabras de Pablo a Tito:

“Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses


lo deficiente, y establecieses ancianos en cada
ciudad, así como yo te mandé”

Supervisar significa tomar decisiones drásticas.


Muchas veces la situación será tan mala que no quedará
otra salida que reorganizar todo y si es necesario “cortar
cabezas” y empezar de nuevo. El ejemplo lo vemos en
Dios quien como supervisor salió a inspeccionar como
estaban las cosas y vio que las cosas estaban mal, el
hombre se había corrompido de una manera
irremediable (Gn. 6:5). ¿Qué hizo Dios? Tomó una
medida drástica: Arrasó con todo y empezó de nuevo.
Muchas veces nosotros tendremos que hacer lo mismo,
si luego de una evaluación sería vemos que las cosas no
están bien, muchas veces tendremos que empezar de
nuevo, esto es una “reingienería eclesiástica”.

Supervisar significa resolver conflictos. Donde quiera


que hay seres humanos hay conflictos, llámese familia,
iglesia o empresa. Los seres humanos somos un tanto
complicados, así que una función importante de un

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administrador es resolver los conflictos que se


presentarán de todas maneras. Esto nos lleva al
siguiente tema, donde daremos mayores detalles.

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Administrando
Relaciones
Humanas

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Enfrentando Conflictos
En aquellos días, como creciera el número de los
discípulos, hubo murmuración de los griegos contra
los hebreos, de que las viudas de aquellos eran
desatendidas en la distribución diaria. Entonces los
doce convocaron a la multitud de los discípulos, y
dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra
de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues,
hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen
testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a
quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros
persistiremos en la oración y en el ministerio de la
palabra.
(Hch. 6:1-4)

En los primeros capítulos de Hechos vemos solo buenas


noticias, un crecimiento extraordinario de la Iglesia, un
compañerismo ejemplar y muchos milagros. Pero en el
capítulo seis aparecen los problemas, siempre será así,
las iglesias perfectas no existen, siempre se presentarán
problemas, pero hay que saber enfrentarlos y
resolverlos. Veamos algunas enseñanzas sobre
conflictos en la Iglesia:

ES NORMAL QUE HALLAN CONFLICTOS

a) Donde hay un grupo de personas es normal que


hallan conflictos. La iglesia está formada por gente
imperfecta, por lo tanto, siempre se presentarán
problemas.

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b) Las iglesia están formadas por gente que viene de


diferentes contextos, diferentes costumbres,
diferentes temperamentos, entonces siempre se
presentarán roces entre los hermanos.
c) Lo que es lamentable es que muchas veces los
roces no son por asuntos importantes, sino por
cosas superficiales. El primer conflicto en la
Iglesia no fue por una cuestión moral o doctrinal,
fue por un asunto de comida
d) No debemos de distraernos de la prioridad de la
Iglesia, nosotros vamos a la iglesia a buscar a
Dios, la prioridad es la oración y la Palabra (vrs.
4). No dejemos que el diablo nos distraiga de lo
esencial y estemos peleando por cosas sin
importancia.

TODOS DEBEMOS PONER DE NUESTRA PARTE


PARA RESOLVER LOS CONFLICTOS

a) Debemos ser factor de unidad no de discordia.


b) Debemos corregir ciertas distorsiones de nuestra
personalidad. Veamos algunos tipos de
personalidad que pueden generar conflictos:
1. El defensivo. Siempre espera que lo traten
mal, siempre cree que los demás le quieren
hacer daño, piensa que los demás no lo
aceptan.
2. El hipersensible. De todo se reciente, se
siente mal por pequeñeces.
3. El cerrado. No abre su corazón, se
encierra en su mundo, no dice lo que
siente.

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4. El diplomático. Siempre sonríe, no


muestra su malestar, trata de llevarse bien
con todos, pero en el fondo guarda cosas.
5. El engreído. Quiere que todos estén
pendientes de él, si no le dan atención se
siente mal.
6. El crítico. Siempre está resaltando lo
defectos y los errores de otros.

LOS CONFLICTOS HAY QUE RESOLVERLOS

a) Los apóstoles no dejaron que el conflicto se


extienda, sino que tomaron medidas para resolver
el problema y apagar ese fuego, eso es lo que
demos hacer también nosotros.
b) El Señor nos enseñó que no debemos seguir con
nuestro servicio a Dios, si primero no arreglamos
los conflictos que puedan presentarse con los
hermanos. Mt. 5:23-24.

En conclusión, os conflictos siempre se presentarán,


pero debemos resolverlos, siguiendo los principios
claramente expuestos en la Biblia.

Principios Bíblicos de
Relacionamiento
La Iglesia está formada por gente imperfecta, gente con
defectos y con problemas de carácter, es por eso que

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será inevitable que se presenten problemas en nuestras


relaciones con algunos hermanos. Debemos poner de
nuestra parte y demostrar madurez para evitar al máximo
estos conflictos. La Biblia nos da algunos consejos
prácticos para evitar ser causa de problemas entre
hermanos. Veamos cinco de ellos:

DEBEMOS TENER CUIDADO CON NUESTRAS


PALABRAS (Prv. 15:28)

a) Aquí tenemos una de las principales causas de


problemas entre hermanos: las palabras.
b) Debemos tener mucho cuidado como decimos las
cosas, cuando las decimos y a quien las decimos.
c) Podemos tener buenas intenciones, pero
podemos ofender a nuestros hermanos, sin o
tenemos cuidado como decimos las cosas.

DEBEMOS EVITAR SER GRAVOSOS (2 Co. 11:9)

a) Gravoso es definido en el diccionario como:


molesto pesado, perjudicial.
b) Debemos evitar ser molestos para los hermanos,
evitando visitar en horarios inapropiados como las
horas de los alimentos, debemos evitar el pedir
prestado y no devolver.
c) Debemos evitar cualquier cosa que nos haga
pesados, molestos y perjudiciales para nuestros
hermanos.

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DEBEMOS EVITAR SER DE TROPIEZO (1Co. 8:13)

a) Podemos ser de tropiezo cuando damos mal


testimonio.
b) Podemos ser de tropiezo cuando tratamos mal a
un hermano o somos muy duros con él.
c) Debemos tener cuidados con los nuevos
convertidos o con lo que la Biblia llama los débiles
en la fe. No todos tienen la misma madures, no
podemos tratar a todos de la misma forma.

DEBEMOS RESPETARNOS MUTUAMENTE (Fil. 2:3)

a) El respeto es fundamental, pedir las cosas de


buenas maneras, por favor, dar siempre las
gracias, son normas de comportamiento
fundamentales en cualquier grupo humano,
mucho más en la Iglesia.
b) Este respeto debe ser sin acepción de personas,
ni favoritismos, recordemos que todos hemos sido
comprados por el mismo precio, por lo tanto
valemos lo mismo para el Señor.

DEBEMOS BUSCAR EL BIENESTAR DE LOS DEMÁS


(Fil. 2:4)

a) Si cada uno de nosotros buscara siempre el


bienestar del otro, que diferente sería todo.
b) Justamente el problema en el mundo y también en
la Iglesia, es el egoísmo, cada uno busca su
propio bienestar, sus propios intereses y en este
egoísmo ciego herimos y pisoteamos a otros.

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Llevarnos bien con nuestros hermanos es fundamental


para la salud espiritual de la Iglesia, sigamos las
enseñanzas de la Palabra y evitaremos muchos malos
momentos innecesarios.

Por otro lado, la Biblia enseña que los creyentes estamos


íntimamente ligados ya que somos parte de un mismo
cuerpo. Hay una estrecha relación entre los creyentes
por eso una y otra vez leemos en el Nuevo Testamento
la frase “los uno y los otros”. En cada pasaje se nos
enseña algo que debemos hacer “los y los otros”.
Veamos:

DEBEMOS ACEPTARNOS LOS UNOS Y LOS OTROS


(Rm. 15:7)

a) Según este pasaje el modelo que debemos seguir


es el modelo de nuestro Señor Jesús quien nos
aceptó a pesar de nuestros defectos, del mismo
modo nosotros debemos aceptarnos a pesar de
nuestros defectos.
b) La gente no tiene que ser como nosotros
queremos, así como nosotros no somos como los
demás quieren que seamos. A pesar de estas
diferencias debemos aceptarnos los unos y los
otros.

Los Unos y los Otros


La frase “los unos y los otros” aparece mucho en el
Nuevo Testamento, mostrándonos que estamos
íntimamente ligados, esto nos compromete atener en

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cuanta ciertos principios para relacionarnos mutuamente.


Veamos lo que la Biblia nos dice al respecto:

DEBEMOS AMONESTARNOS LOS UNOS Y LOS


OTROS (Rm. 15:14)

a) Amonestar no significa gritar o “resondrar”, las


versiones populares traducen “aconsejarnos”. Ese
es el sentido del pasaje.
b) Debemos estar prestos a aconsejarnos
mutuamente y hacernos ver en que áreas
estamos mal.

DEBEMOS PREOCUPARNOS LOS UNOS POR LOS


OTROS (1 Co. 12:25)

a) Hay una cáncer terrible que ataca a las iglesias y


es la indiferencia. Nadie se preocupa por nadie,
cada uno esta encerrado en su propio mundo.
b) El pastor no es el único que debe preocuparse por
los hermanos, no es el único que debe visitar, no
es el único que debe llamar por teléfono a los que
no vinieron al culto, eso es tarea de todos
nosotros.

DEBEMOS SERVIRNOS LOS UNOS A LOS OTROS


(Glt. 5:13)

a) Una versión traduce “ayúdense unos a otros”.


b) Muchos de nosotros decimos que servimos a
Dios, pero no hemos entendido que el servicio a

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Administración Eclesiástica Sandro Mariluz

Dios se manifiesta cuando servimos a nuestros


hermanos.
c) Es una hipocresía decir que servimos a Dios y sin
embargo, no somos capaces de ayudar a nuestros
hermanos.

DEBEMOS COMPARTIR NUESTRAS CARGAS LOS


UNOS Y LOS OTROS (Glt. 6:2)

a) Llevar las cargas los unos y los otros resume la


ley de Cristo.
b) Esto no solo significa orar por nuestros hermanos,
sino también actuar y llevar las cargas de nuestros
hermanos de una manera práctica.

DEBEMOS SOPORTARNOS LOS UNOS A LOS


OTROS (Ef. 4:2)

a) Hay algunos hermanos que quizás no nos caigan


bien, pero aún así debemos tener paciencia y
“soportarlos”.
b) Estos es una muestra de humildad y
mansedumbre y ayuda a guardar la unidad en la
iglesia ya que no necesariamente todos los
hermanos deben agradarnos, pero no por eso
dejan de ser nuestros hermanos.

DEBEMOS SER AMABLES LOS UNOS CON LOS


OTROS (Ef. 4:32)

a) Benigno es traducido también: “bueno,


misericordioso”.

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b) Esta amabilidad se refleja en el trato, gestos, en


atenciones.
c) Leamos el versículo 31 que nos dice que no debe
haber amargura ni gritería, al contrario debemos
tener un trato benigno y amable con nuestros
hermanos.

DEBEMOS PERDONARNOS LOS UNOS A LOS


OTROS (Ef. 4:32)

a) No faltarán ocasiones en algún hermano nos


ofenda o haga algo que nos hiera, esto es normal,
siempre sucederá.
b) El antídoto para no llenarnos de resentimiento y
amargura se llama perdón.
c) Esta actitud de perdón es algo que debemos tener
siempre presente y sin olvidar que nuestro modelo
es el mimos Señor Jesucristo, de la misma
manera que el perdonó, es decir, olvidando
nuestras ofensas, de esa misma manera también
nosotros debemos perdonar.
d) Nunca olvidemos que así como un hermano nos
ofendió, nosotros también ofendemos y así como
nos gusta que nos perdonen también nosotros
debemos estar dispuestos a perdonar.

DEBEMOS SOMETERNOS UNOS A OTROS (Ef. 5:21)

a) Una de las maneras de demostrar que tenemos


temor de Dios es sometiéndonos o sujetándonos
unos a otros.

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Administración Eclesiástica Sandro Mariluz

b) Es una hipocresía decir que nos sujetamos a un


Dios que no vemos y sin embargo, no nos
sujetamos a un hombre que si vemos. Si somos
capaces de sujetarnos a un hombre, entonces
seremos capaces de sujetarnos al Dios invisible.

DEBEMOS ENSEÑARNOS UNOS A OTROS (Col. 3:16)

a) Si bien es cierto hay un ministerio de enseñanza,


también todos nosotros somos llamados a
enseñar, no en un aula, sino en el trato personal.
b) Por ejemplo las ancianas deben enseñar a las
más jóvenes (2 Tim 2:3-4).
c) Cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad
de enseñar a los nuevos, aconsejarlos
adoctrinarlos pero para eso debemos nosotros
mismo estar llenos de la Palabra y tener sabiduría
de Dios como dice el texto.

DEBEMOS ALENTARNOS LOS UNOS A LOS OTROS


(1 Tsl. 5:11)

a) La palabra usada para animar es la palabra


griega “parakaleite”, de la misma raíz de la
palabra “paracleto” que se le asigna al Espíritu
Santo y se traduce consolador, literalmente
significa uno parado al lado del otro para ayudarle
y darle fuerzas.
b) Necesitamos gente en nuestras Iglesias que
tengan esa actitud de animar, dar fuerzas a otros,
mucha gente viene a nuestras Iglesias
desanimadas, desalentadas, se requieren

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“consoladores”, hombres y mujeres que se dejen


usar por “El Consolador” y puedan ser
instrumentos para animar y alentar a sus
hermanos.

DEBEMOS CONFESAR NUESTRAS OFENSAS LOS


UNOS A LOS OTROS (Stg. 5:16)

a) Todos nosotros podemos ofender aun hermano, la


madurez se demuestra cuando uno es capaz de
decir: “lo siento, me equivoque, perdóname”.
b) Se necesita humildad y un carácter maduro para
reconocer que nos equivocamos, algunos por un
orgullo tonto, saben que han cometido un error,
pero les cuesta pedir perdón. La Biblia enseña
que debemos confesar nuestras ofensas, eso
traerá sanidad para nuestra alma y también para
nuestro cuerpo.

DEBEMOS ORAR LOS UNOS POR LOS OTROS (Stg.


5:16)

a) Por último lo mejor que podemos hacer por


nuestros hermanos es orar por ellos. No podemos
resolver sus problemas, pero podemos orar por
ellos. No podemos cambiarlos, pero podemos orar
por ellos.
b) Nunca olvidemos todos nosotros somos
sacerdotes y una de las responsabilidades de un
sacerdote es interceder por otros.

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Administración Eclesiástica Sandro Mariluz

Como ya hemos dicho estamos íntimamente ligados, el


hecho de que tantas veces aparezca la frase “los unos y
los otros” nos demuestra que estamos estrechamente
“amarrados” y debemos aprender a convivir conforme las
pautas que indica la Biblia.

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Administración Eclesiástica Sandro Mariluz

Administración y el
principio del orden

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Administración Eclesiástica Sandro Mariluz

En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte.


Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo:
Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y
no vivirás.
2 Re. 20:1

Ordena tu casa fue una orden para alguien que estaba a


punto de morir, pero también es una exhortación pata
nosotros, ya que no sabemos cuando moriremos, puede
ser pronto, pero no vamos a esperar a morir para recién
ordenar nuestra vida. Ordena tu casa significa ordena tu
vida. La voluntad de Dios es que vivamos vidas
ordenadas, Dios es un Dios de orden, todo lo hace en
forma ordenada y es así como espera que vivamos,
orden significa que cada cosa debe estar en su lugar.
Dios hace las cosas en orden y pone cada cosa en su
respectivo lugar.

El mundo que Dios ha creado es un mundo ordenado.


En el nuevo Testamento se usa la palabra griega
“kosmos”, que significa algo ordenado, arreglado, es la
raíz de la “cosmético”, que es algo que sirve para
arreglar y embellecer. Entonces el mundo que Dios creo
es un mundo ordenado y el orden trae belleza, pero no
solo belleza sino tranquilidad, cuando se quiebra el
orden lo que viene a continuación es caos. El desorden
trae confusión y tiene consecuencias.

Pensemos en nuestro mundo, por ejemplo nuestro


sistema solar, es un sistema ordenado, el sol es el centro
del sistema y cada planeta gira alrededor de el, cada
planeta tiene su órbita es decir su propia ruta, hay una

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senda establecida por Dios y cada planeta transita por


esa senda en forma ordenada. ¿Qué pasaría si ese
orden se rompe? Tendríamos destrucción y caos,
siempre es así cuando se rompe el orden que Dios a
establecido, romper el orden de Dios trae consecuencias.
Pensemos ahora en el mar, dice la Biblia que Dios le ha
puesto límites al mar (Job 38:8-11, Prv. 8:29), si por
alguna razón ese orden establecido se rompe, tenemos
sunamis y maremotos con las terribles consecuencias
que eso acarrea. Entonces, vemos que Dios ha hecho
las cosas en orden y cuando ese orden se rompe
siempre hay consecuencias funestas.

En un tiempo el mundo era un lugar ordenado y


armonioso, pero algo pasó que hizo que este mundo
ordenado se volviera desordenado y caótico, se cree que
esto fue la rebelión de Lucero, quien se convirtió en
Satanás. Ante este desorden, Dios tuvo que actuar para
devolverle el orden a su creación. Veamos lo que dice la
Biblia:

En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la


tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas
estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios
se movía sobre la faz de las aguas.
Gn. 1:1-2

Vemos que ante el desorden existente, Dios tuvo que


actuar y su Espíritu empezó a moverse ¿Para qué? Para
poner orden a la creación de Dios. Si quisiéramos definir
nuestras vidas antes de conocer al Señor, quizás

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Administración Eclesiástica Sandro Mariluz

tendríamos que usar las palabras: “desordenada y


vacía”. Sin orden y sin sentido. Ambas palabras están
íntimamente ligadas, donde hay desorden hay un vacío
también, donde hay desorden hay un sentimiento de
frustración, porque Dios, que es un Dios de orden, quiere
que tengamos vidas ordenadas y de esta manera
tengamos vidas abundantes, no podemos tener una vida
abundante si hay desorden en nuestra vida. Por eso el
Espíritu Santo tiene que moverse sobre nosotros para
ordenar nuestras vidas, Él empieza a tratar con nosotros,
nos empieza a enseñar y hasta reprender si es
necesario, para que nosotros podamos ordenar nuestras
vidas en todas sus áreas.

El desorden es un estilo de vida, es una manera de vivir,


como es un estilo de vida, es decir, un hábito que se ha
adquirido a través de los años, está muy dentro de
nosotros y afecta todas las áreas de nuestra vida. Una
persona desordenada manifestará su desorden en su
casa, en su trabajo, en sus finanzas, en su vida
espiritual, en su ministerio. Orden significa que cada
cosa debe estar en su lugar y cada cosa debe estar en
su lugar en nuestra casa, cada cosa debe estar en su
lugar en nuestra vida espiritual, cada cosa debe estar en
su lugar en nuestra finanzas y así en cada área de
nuestra vida. Cuando no es así, cuando no hay orden
entonces sufriremos las consecuencias y tendremos
problemas en nuestras finanzas, en nuestra familia, en
nuestra vida espiritual, en el área laboral etc.

Nosotros pensamos que el tema del orden es un tema


secundario, pero Dios no piensa igual, para Dios el orden

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Administración Eclesiástica Sandro Mariluz

es un tema prioritario, muchos de nosotros no estamos


viviendo la vida que Dios quiere, simplemente porque
hay desorden en nuestra vida, mientras no arreglemos
esta situación no disfrutaremos a plenitud las
bendiciones que Dios tiene preparadas para nosotros.
¡Ordena tu casa! ¡Ordena tu vida! Esta es un exhortación
de Dios para todos nosotros, no podemos pasar por alto
este principio, porque es eso: un principio de vida. Y
cuando violamos un principio sufrimos las
consecuencias.

Dios nos muestra claramente en la Biblia, que Él es muy


cuidadoso con el tema del orden. Tenemos varios
versículo que nos dan luz sobre como piensa Dios en el
tema del orden. Veamos algunos de ellos.

el candelero puro, sus lamparillas, las lamparillas


que debían mantenerse en orden, y todos sus
utensilios, el aceite para el alumbrado
Ex. 39:37

Meterás la mesa y la pondrás en orden; meterás


también el candelero y encenderás sus lámparas,
Ex. 40:4

y sobre ella puso por orden los panes delante de


Jehová, como Jehová había mandado a Moisés.
Ex. 40:23

Vemos pues, que cuando Dios le da las indicaciones al


pueblo para la construcción del tabernáculo, Él fue muy

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Administración Eclesiástica Sandro Mariluz

enfático, en el sentido de que las cosas no podían


hacerse de cualquier manera, sino que deberían hacerse
con orden. Y tengamos en cuenta que esta hablando de
la posición de los objetos, los textos nos hablan de las
lamparillas, la mesa y los panes, es decir, Dios tiene
cuidado del orden aún de los objetos. Nosotros
pensamos que Dios tiene cuidado de temas “más
espirituales”, y no de objetos, pero Dios quiere orden aún
en la posición de los objetos, porque si somos
desordenados en las cosas físicas y materiales, también
seremos desordenados en áreas mas trascendentes
como nuestra familia, nuestro dinero y nuestra vida
espiritual.

Pasaron muchos años, pero el pueblo del Señor había


entendido que Dios demandaba orden, por eso todo lo
que hacían, lo hacían cuidado mucho que se hiciera con
orden. Vamos algunos textos:

Celebraron asimismo la fiesta solemne de los


tabernáculos, como está escrito, y holocaustos cada
día por orden conforme al rito, cada cosa en su día
Es. 3:4

Y constituyó los turnos de los sacerdotes en sus


oficios, conforme a lo ordenado por David su padre,
y los levitas en sus cargos, para que alabasen y
ministrasen delante de los sacerdotes, cada cosa en
su día; asimismo los porteros por su orden a cada
puerta; porque así lo había mandado David, varón de
Dios.
2 Cr. 8. 14

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Y algunos de los hijos de Coat, y de sus hermanos,


tenían a su cargo los panes de la proposición, los
cuales ponían por orden cada día de reposo.
1Cr. 9.32

Vemos claramente que el pueblo de Israel tenía mucho


cuidado de hacer las cosas según el orden establecido
por Dios, es que allí está la bendición, cuando se hace
las cosas ordenadamente, conforme Dios lo ha
establecido.

En el Nuevo testamento encontramos el mismo principio


y uno de los más preocupados en enseñarle a la iglesia
el principio del orden, fue el apóstol Pablo. Una y otra
vez encontramos en las epístolas paulinas,
exhortaciones al pueblo para que vivan ordenadamente y
no se dejaran ganar por el desorden. Las palabras
dirigidas a una iglesia muy desordenada, deben estar
siempre grabadas en nuestras mentes y corazones y
tenerlas como un lema en nuestra vida:

pero hágase todo decentemente y con orden.


1 Co. 14:40

Las palabras de Pablo son por demás claras, todo lo que


hagamos debemos hacerlo con orden. Pablo estaba muy
preocupado en que las iglesias aprendieran el principio
del orden y cuando encontraba una iglesia que había
entendido este principio fundamental, Pablo no dudaba
en alabar el orden de esa iglesia. Esto fue lo que pasó
con la iglesia de Colosas, esta iglesia aprendió muy bien

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el principio del orden y lo aplicaba en sus vidas y Pablo


los alaba por eso:

Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante


en espíritu estoy con vosotros, gozándome y
mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra
fe en Cristo
Col. 2:5
Pablo se gozaba cuando se enteraba de una iglesia que
hacía lasa cosas con orden y también se molestaba
cuando se enteraba que alguna iglesia andaba
desordenadamente. Pablo tenía palabras muy duras
para aquellos que vivían desordenadamente:

Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de


nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo
hermano que ande desordenadamente, y no según la
enseñanza que recibisteis de nosotros. Porque
vosotros mismos sabéis de qué manera debéis
imitarnos; pues nosotros no anduvimos
desordenadamente entre vosotros

Porque oímos que algunos de entre vosotros andan


desordenadamente, no trabajando en nada, sino
entremetiéndose en lo ajeno.
2 Tsl. 3:6,7 y 11

En este caso en particular el desorden consistía en la


actitud de algunos de no querer trabajar y estaban por
aquí y por allá dando vueltas y metiéndose en cosas que
no debían. Pablo usa una palabra interesante para
hablar de desorden, él usa la palabra “akatastasia” que

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era una palabra militar usada cuando se rompía filas, es


decir, en un momento el ejército estaba muy ordenado
en filas, pero en un momento se rompían filas y el
ejército quedaba desordenado. Esta palabra también
tiene la connotación de descuido e inestabilidad. Vemos
pues, que en el Nuevo testamento también se enfatiza el
principio del orden.

Ahora bien, cuando hablamos de orden, debemos


entender que ese orden debe empezar por casa. Si en
nuestra casa somos desordenados, seremos
desordenados donde quiera que vayamos. Si nuestra
casa es un caos, si nada está en su lugar, si las cosas
están regadas por el suelo, si esta es la situación en
nuestra casa, este desorden se reflejará en otras áreas
de nuestra vida.

Tomemos como ejemplo nuestra vida familiar. Dios ha


establecido un orden: el hombre es la cabeza, la mujer
es la ayuda idónea, la mujer debe estar sujeta al esposo,
los hijos deben obedecer a sus padres, la familia debe
estar tiempo juntos, los padres deben encargarse de
educar a sus hijos etc. Este es el orden de Dios, si este
orden se quiebra hay problemas. Si el varón no cumple
su función de cabeza, si la mujer no se sujeta, si los hijos
hacen lo que quieren, si la familia no pasan tiempo
juntos, si los hijos son educados por los abuelos o por
cualquier otra persona; en fin si no se observa el orden
establecido por Dios esta familia tendrá problemas.

Lo mismo sucede en el área financiera. Dios ha


establecido un orden para nuestras finanzas: Debemos

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ser muy diligentes, debemos administrar bien el dinero


que Dios nos da, debemos evitar gastos que no
podemos, debemos ser honestos, debemos evitar
deudas innecesarias y sobre todo debemos honrar a
Dios con nuestros diezmos y ofrendas. Este es el orden
de divino para las finanzas. Si quebramos este orden, si
somos negligentes para trabajar, si no somos honestos,
si gastamos demasiado, si nos endeudamos
irresponsablemente, si no somos fieles con nuestros
diezmos y ofrendas. ¿Qué va a suceder? Tendremos
problemas financieros ¿Porqué? Porque estamos
violando el orden de Dios para nuestras finanzas.

Hemos mencionado dos áreas muy importantes para


nosotros: nuestra vida familiar y nuestra vida financiera y
vemos como el desorden puede afectar esas dos áreas,
pero lo que es peor: el desorden afecta nuestra vida
espiritual.

Para vivir la vida abundante que quiere el Señor,


debemos ordenar nuestra vida espiritual. Aquí
lógicamente tenemos que mencionar nuestra vida íntima
con Dios, pero quiero referirme a un punto muy
importante y es que el orden divino para nuestro
crecimiento espiritual es este: El creyente debe
desarrollarse dentro de una iglesia local, la relación que
este creyente tiene con su iglesia local es un termómetro
de su vida espiritual. Nosotros sabemos que la iglesia no
salva, es el Señor quien salva, pero una vez salvos
nuestra vida espiritual depende de como nos
relacionemos con nuestra iglesia local, ese es el orden
establecido por Dios.

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Así como los sacerdotes no podían poner las lamparillas


en cualquier lugar, ni las mesas ni los panes, del mismo
modo el creyente no puede vivir de cualquier manera,
sino que Dios ha dado las pautas de cómo debe
desarrollarse el creyente de manera ordenada. Dios ha
establecido que el creyente sea miembro de una iglesia
local, que tenga a un pastor, que este sujeto a ese
pastor, y que su desarrollo espiritual se de dentro de su
iglesia local. El creyente no puede estar por aquí y por
acá haciendo lo que bien le parece, no puede vivir de
cualquier manera, eso es desorden y el desorden trae
consecuencias.

Conozco muchos creyentes que no entienden este


principio, son creyentes, han recibido a Cristo pero no
pueden desarrollarse porque viven desordenadamente,
no congregan regularmente, no se sujetan a ningún
pastor, hacen lo que les da la gana, no dan cuenta a
nadie. Aún conozco gente que predica y tienen
ministerio, pero son muy independientes, en realidad son
desordenados y sus ministerios nunca se estabilizan.

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Administración del
tiempo

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Andad sabiamente para con los de afuera,


redimiendo el tiempo.
(Col 4:5)

Albert Einstein decía: “¿Amas la Vida? Entonces


aprovecha el tiempo, porque el tiempo es la tela de la
que está hecha la vida.

CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE EL


TIEMPO

a) El concepto de mayordomía es el concepto bíblico


de que nada es nuestro, todo es de Dios, el nos lo
entrega las cosas para que las administremos y
luego nos pedirá cuentas. El dinero, nuestros
bienes, nuestros talentos, nuestras familias, todo
lo hemos recibido de Dios y debemos
administrarlos sabiamente.
b) El tiempo también lo recibimos de Dios y debemos
administrarlos sabiamente porque no es nuestro y
Dios nos pedirá cuentas de la manera como
administramos el tiempo que Él nos ha dado.
c) Debemos reconocer con honestidad que somos
pésimos administradores y en el tema del tiempo
quizás sea más notoria nuestra mala
administración.
d) Los americanos dicen: “Time is money”, el tiempo
es dinero. Pero el tiempo no es dinero, el tiempo
es vida. ¿Qué es la vida? Es el tiempo que Dios
nos ha dado para existir en este mundo, el tiempo
es vida y desperdiciar el tiempo es desperdiciar
vida.

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e) El tiempo es lo más democrático que existe


porque todos reciben tiempo por igual. No importa
quien sea, no importa la condición social,
económica ni las influencias, todos los mortales
reciben cada día 24 horas para vivir, nadie recibe
ni más ni menos que eso, nadie por más dinero ni
influencias que tenga puede tener un día de 26 o
30 horas, el tiempo es igual para todos.
f) Nuestro éxito o nuestro fracaso depende en gran
manera de la forma como administremos el
tiempo.
g) Hay dos palabras griegas que se traducen tiempo
en la Biblia, una es “cronos” que es el tiempo
cronológico, la otra palabra es “kairos” que habla
de un tiempo especial, un tiempo específico,
también se traduce oportunidad. En el texto citado
de Col 4:5, la palabra que se traduce tiempo es
“kairos”, por eso algunas versiones traducen:
“aprovechen la oportunidad”.
h) Cada día que empieza es una oportunidad de
hacer algo constructivo con nuestras vidas, es
nuestra decisión si las 24 horas que empiezan las
usaremos para hacer algo trascendente o
desperdiciaremos la oportunidad que Dios nos
está dando.
i) Cada día indefectiblemente todos nosotros
recibimos 24 horas como un regalo de Dios para
administrarlo sabiamente, administrar sabiamente
significa que debo hacer de esas 24 horas un
tiempo productivo, si no lo hago habré perdido la
oportunidad porque esas 24 horas que pasaron no
volverán jamás, ya no las puedo recuperar y esa

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es una de las características del tiempo que le da


mayor seriedad a este tema: el tiempo no puede
volverse atrás, si no aprovechamos la
oportunidad, ya no hay más nada que hacer: eso
es lo terrible de ser malos administradores del
tiempo.

CINCO ENEMIGOS DEL TIEMPO

a) Perder El tiempo. Esto pasar minutos y quizás


horas haciendo cosas que no edifican, que no
aportan, que no construyen. Puede ser pasar
mucho tiempo conversando cosas intrascendentes
(hay personas que son instrumentos del diablo
para robarnos tiempo), puede ser la bendita
televisión o cualquier otra cosa a la que le
dediquemos tiempo y que no aporte nada positivo.
b) La ociosidad. Es simplemente no hacer nada por
flojera. Hay gente que dice que está “matando el
tiempo”, pero no se dan cuenta que el tiempo los
está matando a ellos. La ociosidad es un pecado,
es desperdiciar el tiempo valioso que Dios nos ha
dado, es no valorar la oportunidad que Dios nos
da de hacer algo importante con nuestras vidas.
c) La postergación. La postergación es una excusa
para no hacer lo que tenemos que hacer. Decir:
“Lo haré después” es lo mismo que decir: “No
quiero hacerlo”. Con la postergación lo único que
conseguimos es acumular cosas por hacer, que al
final se convertirán en una carga pesada y en una
excusa, porque entonces diremos: “Tengo tantas
cosas que hacer, que no puedo hacerlas”. Si

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Administración Eclesiástica Sandro Mariluz

hubiéramos hecho las cosas en su momento no


tendríamos “tantas cosas que hacer”.
Reflexionemos en lo que dice la Biblia en
Eclesiatés 9:10.
d) El desorden. Dios es un Dios de orden y la
administración del tiempo, es una cuestión de
orden, es decir organizar mi tiempo para hacer
todas las cosas que tengo que hacer. Aquí ayuda
mucho hacer una relación de las cosas por hacer
e ir tachándolas a medida que las vamos
haciendo, por eso la gente ocupada usa agendas,
para organizar su tiempo y tener anotadas todas
las cosas por hacer y seguir ese orden para
aprovechar al máximo el tiempo. El desorden está
ligado a la indisciplina. Muchos de nosotros no
nos hemos formado hábitos que nos ayuden a
redimir el tiempo. Tener una hora fija para
acostarnos, tener una hora determinada para
levantarnos, en fin una hora para cada cosa.
Muchos de nosotros nos levantamos y
empezamos a improvisar para ver que hacemos
ese día, no tenemos un programa para ese día.
e) La irresponsabilidad. Como hemos dicho somos
mayordomos del tiempo, eso significa que vamos
a dar cuentas a Dios de la manera como hemos
usado el tiempo que Él nos ha dado, pero muchos
de nosotros no tomamos conciencia de esto y
vivimos irresponsablemente desperdiciando un
tiempo valioso que Dios puso en nuestras manos.

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Administración Eclesiástica Sandro Mariluz

EL ORDEN CORRECTO DE NUESTRAS


PRIORIDADES PARA EL USO DEL TIEMPO

a) Hay que dedicar un tiempo para alimentar


nuestra vida espiritual. Primero lo primero. Una
buena administración del tiempo incluye tener un
tiempo para buscar a Dios, orar, leer su Palabra,
congregar, trabajar para Dios. Todo esto hace
parte de nuestro desarrollo espiritual. Si usted
dedica mucho tiempo para otras cosas y no
dedica tiempo a Dios, lamentablemente usted es
un pésimo administrador del tiempo.
b) Hay que dedicar un tiempo para la familia.
Después de Dios viene la familia, debemos
dedicar tiempo para desarrollar nuestra vida
familiar. Aquí debemos señalar que la pareja debe
separar tiempo para estar solos, muchos cometen
el error de pensar que lo más importante son los
hijos, pero lo más importante no son los hijos, lo
más importante es la pareja. Dios primero creo a
la pareja, los hijos vinieron después. Muchos
matrimonios se descuidan por dedicarle más
tiempo a los hijos, eso es un error, algún día los
hijos se irán y la pareja se quedará sola
nuevamente y si no cultivaron su relación, la
pasarán muy mal. Lógicamente hay que dedicarle
tiempo a los hijos y una de las mejores cosas que
podemos hacer por nuestra familia es tener un
culto familiar, separar un día y una hora para
cantar al Señor, leer la Biblia y orar como familia,
nada fortalecerá más a la familia que rendir juntos
culto al Señor.

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c) Hay que dedicar tiempo al trabajo. La Biblia es


radical en este aspecto, dice enfáticamente: El
que no quiere trabajar, tampoco coma (2 Tsl 3:10).
Dios no conciente a ociosos, Dios es un Dios
trabajador y quiere hijos trabajadores. Administrar
correctamente el tiempo significa trabajar
arduamente.
d) Hay que dedicar tiempo a nuestro desarrollo
personal. Esto significa que debemos crecer
como personas, para eso hay que estudiar, hay
que desarrollar nuestros talentos, debemos invertir
tiempo en nuestro crecimiento personal, sea
profesionalmente, ministerialmente, en todas la
áreas de nuestra vida debemos seguir creciendo e
invertir tiempo en este crecimiento.
e) Hay que dedicar tiempo a la recreación. El
cuerpo es como una maquina, cualquier maquina
que se le hace trabajar sin descanso tarde o
temprano se va ha malograr. Nuestro cuerpo
también necesita descanso, necesita relajarse
cada cierto tiempo, romper con las tensiones y
tener un tiempo de esparcimiento, esto nos ayuda
a “cargar las batería” y el tiempo dedicado para
este fin será muy bien recompensado.

La Biblia dice que cuando Jacob compareció frente a


Faraón, este le preguntó por su edad y el patriarca, que
ya contaba con ciento treinta años, contestó: “Pocos y
malos han sido los días de mi peregrinación” (Gn 47:9).
“Pocos y malos”, al final de sus días el patriarca, que
había vivido muchísimos años, tuvo que reconocer que
había vivido poco, porque no supo aprovechar el tiempo

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que Dios le dio, administró mal el tiempo que Dios puso


en su mano. Que Dios nos ayude a tomar conciencia de
nuestra responsabilidad y que podamos decidir ser
buenos administradores del tiempo que Dios nos da.

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