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Jaime Concha Onetti o una fantasia sedentaria ENVIO Considero a Juan Carlos Onetti el mas importante novelista hispanoame- ricano actual, Desde su pequefio Uruguay, hoy condenado a una dictadu- ra que eché definitivamente por tierra e] suefio batllista de una demo- cracia grmoniosa, su voz se ha expandido por el continente y a través del mundo, Desde El pozo (1939), su primer brioso relato —y aun de antes, desde borradores que pergefiaba ya en 1933— su visin literaria ha cre- cido, ganando en intensidad, en circulos sucesivos de experiencias y pro- fundidad. Al margen del boom, sin las estridencias y el aparato institu- cional de los otros, sin salir casi de su patria (sélo muy recientemente pudo viajar a Espafia, gracias a la admirable solidaridad de sus amigos espafioles), la obra de Onetti propaga un mensaje severo y doliente, que Ja hace testimonio veraz de nuestras sociedades latinoamericanas. Conoci a Onetti en Montevideo, en el mes de junio de 1968. Fue en un piso alto, en su casa de la calle Gonzalo Ramirez, frente a ese mar deteni- do que es el Rio de la Plata, Entre la ronda lenta de las cervezas que se consumian, si, con rapidez, estuvo hablando de climas, de formas y estilos de balcones, arquitecturas antiguas de Chile y Uruguay, Luego salimos, buscamos un taxi y fuimos a comer a un restaurante italiano, —Masas —dijo. Y enfrentamos, junto a una pareja de uruguayos destruidos por Ja neurosis, un plato de canelloni, con un vino del pais ‘que tenia sus afiares”, Al final, pag6, Sac6 un viejo billete del bolsillo del pantalén, y lo desdoblé lentamente sobre Ja mesa, como si le pareciera una cosa irreal, Ya antes habia observado en su casa un billete semejante, con la efigie de Artigas, pinchado mediante un alfiler en la pared, como simbolo de una historia ensuciada por el trafico y el dinero, Asi eran las cosas en el mundo rea] de Onetti, lo mismo que en sus novelas: mundo de taxis y no de autos privados, de billetes y no de cheques. Luego estuvimos en bares secretos de Montevideo, midiendo a Chile con el] Uruguay, pregun- tando por héroes, geografias, por gente que no era de letras, La noche se disolvié en la noche. . . 52 Jaime Concha I La vida breve (1950) ocupa un puesto central en la produccién novelesca de Juan Carlos Onetti, Cima de su arte, escrita en un tenso proceso de creacién que dura alrededor de siete afios, la novela conduce los temas de su etapa precedente a una magna amplificacién, fundando definitiva- mente lo que sera en adelante e] sitio de existencia de sus personajes, la ciudad imaginaria de Santa Maria. Sobre esta novela se han generalizado algunas ideas, cuya validez se admite también para Ja totalidad de la obra de Onetti. Uno de los criticos, ‘en frase caracteristica, se refiere a ella calificandola como “un monu- mento a Ja evasi6n a través de la literatura”.* Tales juicios, implicitos o manifiestos en la consideracién de los re- Jatos onettianos, no son en verdad completamente falsos. Ya lo hemos dicho: responden a una primera impresién de lectura que delimita, por lo tanto, la base de su parcial legitimidad. En lo que a Onetti respecta, lejos de ser un autor que pueda situarse en fila o en serie con Borges o con Cortazar, sus compatriotas rioplaten- ses més prestigiados, resulta para nosotros un escritor de fibra muy di- ferente, por la indole y el sentido de la evasién que nos propone2 Mirada en la perspectiva de la evolucién genética de su autor, La vida breve sintetiza tres esferas de experiencia ya exploradas con anteriori- dad: el tema del sufrimiento, el tema del pasado y el tema de la identidad personal, (a) En el origen de las obsesiones de Brausen esta la operacién a que debe Someterse su mujer, Gertrudis. Cierto cancer incipiente Ia obliga a ha- cerse extirpar un seno, Es e] dolor de la mujer, Ja humillacién de su cuer- po vulnerado lo que esta en el punto de partida de la trama de la novela y de la fabulacién a que se entrega el personaje, “E] mundo entero es una alusién a su desgracia”.* Y, como siempre ocurre en. Onetti, el espectaculo * V. Luis Harss, Los nuestros, Editorial Sudamericana, 4a. edici Ai rea ri Ps itorial Sudamericana, 4a. edicién, Buenos Ai union de estos tres nombres, en el concurso francés de Agrégation, se di- solvié muy pronto, excluyendo a Onetti. {Era un conjunto de hecho heterugenco! (Me refiero al afio'académico 1973-1974). Actitud muy diferente al modo en que suftimiento y enfermedad son escamo- feados por Cortézar. Recamadour agonizante o Morelli en el hospital son los grandes infiernos que, desde el limbo de Rayuela (1963), alli se soslayan. Onetti 0 una fantasia sedentaria 53. del dolor provoca el giro sAdico, una forma de accién que pretende sobre- pasarlo desde dentro, no aceptandolo como un dato insoportable de la naturaleza, sino concibiéndolo como producto de la voluntad humana. Pero aqui, por una modificacién no exenta de consecuencias, cuerpo su- friente y objeto del plan sAdico se separan, dejando de coincidir en una misma persona. La antigua Ana Maria de El pozo se bifurea en una Ger- trudis mutilada por la enfermedad y en la prostituta Enriqueta, victima consciente del proyecto de Brausen, Hay otro aspecto de esta situacidn, no menos decisivo para el curso de la novela, Junto a la obsesién que produce e] sufrimiento, esta también la ansiedad que surge de las condiciones en que se enfrenta la lucha con- tra él, el desamparo econédmico del sujeto, su imperiosa necesidad de dinero, Porque, al fin de cuentas, el escdndalo de los escéndalos —en la especial teodicea de Onetti— no son tanto el dolor y la desventura como tales, sino e] billete que mediatiza la relacién con el médico, el dinero como medio de salvacién del propio cuerpo, No olvidemos que Diaz Grey nace de] desconocido y gris médico que atiende a Gertrudis en el hospi- tal, Sdlo después comenzara a alimentarse, como creacién ficticia que es, de] Brausen que lo va gestando, Y la primera evidencia fulgurante en Ja relacién del doctor con Elena Sala —esa mujer que es posiblemente Ja Gertrudis intacta que Brausen conocié— es un sucio billete de cien pesos que queda como huella de un vinculo socialmente aberrante; el mismo billete tal vez que, en la realidad, Brausen trata desesperada- mente de obtener de Stein.‘ Primera constatacién, entonces: el gran te- ma inicia] de Onetti, el del sufrimiento corporal, se articula esencial- mente con Ja angustia econémica de un individuo que ni siquiera puede comprar la salud del ser amado, (b) El segundo tema de La vida breve es el que mis parece haber desorienta- do a la critica. La reconquista del propio pasado es un Animo pertinaz en los personajes de Onetti, por doquiera comprobable en El pozo, en Tierra de nadie y en los cuentos anteriores a 1950, Pero en La vida breve hallamos tal multiplicidad de pasados individuales —los de Brausen, Ger- trudis, Stein, Miriam, ete., més los de los mismos personajes inventa- dos por el] primero— que insensiblemente pasamos a la constitucién de un conjunto organico, que estatuye el campo de lo colectivo, Santa Ma- ria no es sélo el espejismo de una experiencia pasada, la de Brausen su fundador, sino el territorio de toda una comunidad histérica, donde estos pasados plurales, aglutinados en magma, vienen a coincidir con los orige- nes reconocibles de la sociedad rioplatense. Y vemos aqui el sentido, la 4 Cf. La vida breve, I. “La vieja guardia: los malentendidos", pp. 468 ss: v. esp. Pp. 472, (Cito por la edicién de Obras completas, Aguilar, México, 1970). 54 Jaime Concha parabola que la evasién describe en Onetti: producto de la evasion sin duda, Santa Maria reactualiza momentos inaugurales de la historia. Es una evasion hacia el arraigo. Y es una huida en el] tiempo que nos reconduce —veraz, indesmentible— hacia la palpitacién yerta de] pre- sente al que la obra se anuda. Los eslabones de esta cadena temporal son claros y faciles de dis- cernir, Las figuras sajonas —Mac Leod, gerente norteamericano de la agencia de publicidad donde Brausen trabaja, y los innumerable perso- najes ingleses— van cediendo paso a cristalizaciones de] pasado hispé- nico: el obispo de la sierra; el rey, el alabardero, el torero, la bailarina, todos provistos, en sus disfraces adoptados, de un inequivoco signo cul- tural, Y ello, con un entremezclamiento tan inverosimil y convincente a la vez, que los hace personajes ramificados de un mismo tronco histdérico- social, Menos evidentes son otras huellas que el autor ha ido depositando en su libro, como testimonio de detalle de esa misma voluntad. Durante Ja marcha de Elena Sala y Diaz Grey tras el joven seductor de otro tiem- po, la mujer se detiene, observando a su compafiero: Estamos al pie de las murallas —bromeé ella—. Piense en el tiempo de las ciudades con portones, almenas y guardias.® Pero sobre todo sera la Carta a Stein la que con mayor concentracién se ha de referir a ese especial sentido que el pasado tiene para Onetti. Escrita por Brausen para relatar su viaje a Montevideo, posee, por un doble motivo, una significacién central en la novela, Central primera- mente al pie de la letra, pues alude a Jo que esta en e] centro ausente de La vida breve, los dias de Brausen transcurridos entre el fin de la ‘“Pri- mera parte” y el comienzo de la “Segunda”. Es, pues, la perspectiva en profundidad que articula la mas amplia arquitectura de la novela, como tendremos ocasién de ver, En seguida, no debe olvidarse que Brausen- Arce viaja a Montevideo como acompafiante de la Queca, pero con el secreto propésito de reunirse con Raquel, la hermana menor de Ger- trudis, es decir, la efigie de su juventud perdida. Pues, justamente, esto que podria interpretarse en términos subjetivos e individuales (bisque- da anhelante por recuperar el pasado personal), adquiere, a la luz de la Carta a Stein, una muy otra significacién, El procedimiento empleado en este caso por Onetti es un mecanis- mo de] tardio romanticismo, de la novela gética, en el periodo que Mario ‘Praz ha llamado con razén la “agonia romantica’: el procedimiento del cuadro en la pared que permite el acceso a otro plano de realidad. ® Tbidem, p. 526. Onetti 0 una fantasia sedentaria 55 Hay un boliche en el puerto, junto al Dick’s; la segunda sala tiene una enorme mesa redonda y un cuadro de colores oscuros. Usted pide una botella de vino tostado, especialidad de la casa; se coloca en una mesa proxima al cuadro y ve: un cielo de azul furioso, barcos de vela cargados de fruta, palmeras y montafas, gente con trajes de ninguna época. Nadie lo molestara, entre las nueve y las diez de la noche. Se empieza a com- prender con el primer vaso de la segunda botella (...). Siempre hacia el norte ahora, hasta encontrar las chozas de barro con hojas de palmera en los techos y vallas de bambti (...). Y ya al pisar el umbral es posible distinguir a alguien alzdndose en el fondo de la habitacién, tranquilo y orgulloso, tendidos en la bienvenida los brazos donde suenan metales y conchas (...). Tal vez eso —y las mentiras que terminé por resolverme a no escri- bir— sea lo mas importante de esta carta, venga lo que venga en las pa- ginas siguientes.* Son citas fragmentarias de un pasaje que es necesario conocer en su integridad. Basten ellas para sefialar, sin embargo, este cambio de sen- tido que experimenta el hundimiento en e] pasado del héroe, Lejos de ser un puro acercamiento a lugares y amigos de antafio, es una inmer- sidn en los origenes de la historia, en ese antes de la Conquista que no sélo magnetiza todo el caudal literario hispanoamericano, sino que ate- nacea con mas intensidad a un pueblo y a un escritor que han perdido para siempre el acceso indigena, cual es el Uruguay de Onetti, E] fan- tasma que esta al fina] de esta peregrinaci6n —expuesta con tonos ver- daderamente iniciaticos— no es tanto la juventud perdida (tema en de- finitiva malgastado), cuanto e] espectro de un pretérito colectivo abo- lido, la utopia de los inicios, Este punto nos merece todavia dos breves comentarios, Si, Onetti utiliza en efecto un procedimiento romantico-gético, pero su funcién es inversa, Mientras en ese contexto e] recurso servia para transportar a Ja irrealidad, aqui, por el contrario, nos devuelve a Ja prehistoria desapa- recida, Su sentido esta de acuerdo con la torsién profunda que expe- rimenta e! proceso de evasién.7 Ademas, este retorno a las fuentes, lejos de evaporarse en una vaguedad mitica, posee un carActer bien concreto, que puede sensibilizarse si se lo compara, por ejemplo, con la medita- cién revolucionaria que le inspira a Neruda Macchu Picchu o con el re- corrido histérico-cultural de Carpentier en Los pasos perdidos.* Ni men- saje revolucionario ni visién real-maravillosa de América; ni futuro por ® Ibidem, pp. 666-668. 1 En Dans le labyrinthe, de A. Robert-Grillet —posterior a La vida breve y tra- ducida por Miguel Angel Asturias—, hallamos de nuevo el mecanismo del ciadro, con una funcién desrealizadora y fantastica, La importancia del pasaje en el caso de Onetti se ve realzada si se tienen en cuenta sus confidencias a Harss, segiin las cuales el arranque de la novela habria sido la contemplacién de una pintura, una naturaleza muerta de Albright (véase L. Harss, op. ot. p. 280), 5 Véanse a este propésito los admirables estudios de que es autor Carlos San- tander. 56 Jaime Concha construir ni arqueologias de] Continente. Tal reminiscencia es sdlo el flash-back efimero de un ser ante un cuadro, el lento vertigo de un hom- bre que bebe pausadamente y que slo puede cabalgar en su imaginacién, remontando la historia, Perspectiva sedentaria, no cabe duda, (c) E| tema de la identidad personal nace con la misma obra de Onetti. En El pozo y en Tierra de nadie (1941) la experiencia enlazaba con la idea dostoyewskiana, expuesta tempranamente en las Memorias del subsuelo, del cambio radical de la existencia. Es lo que busca Eladio Linacero en su relacién con Ana Maria, y es la voluntad empecinada de Diego Aran- zuru, que se pierde melancdlicamente en la ciudad, sin dejar huellas.” Por la perversién o por la ascesis —lo mismo da, pues estos extremos se tocan— los personajes pretenden despojarse de su piel de todos los dias, En La vida breve es la técnica practicada por Stein, quien aconse- ja a Brausen el triple artilugio de irse a un hotel desconocido, ponerse un traje nuevo y tomar Ja purga, Se ve, entonces, que el desprendimien- to de la personalidad se calca sobre el eje de las tres necesidades basicas, el cambio de albergue, e] cambio de atuendo y el cambio de la misma intimidad visceral, En cuanto a Brausen, urde un plan sistematico para anular su identidad y sustituirla por Ja de un macré, Arce, quien explota y brutaliza a Enriqueta Marti, la mujer que habita en una pieza conti- gua a la suya, Como para indicar la transicién, los nombres se empa- rientan con singular asonancia: Brausen, Arce.’ Pero lo fundamental en esta novela es el proceso singular que se instaura entre la realidad y la fantasia, al alimentar Brausen sus fantasmas con la transformacién paulatina de su ser. Las figuras ficticias de su primitivo guién cinema- tografico se van delineando, van adquiriendo un perfil auténomo a me- dida que progresa la desidentificacién de Brausen a medida que se con- vierte mas y mas en el Arce de la Queca, Hay dos o tres momentos privilegiados en que plasma esta autocon- ciencia del ser que se transforma: los momentos del rostro ante el es- pejo, del cuerpo flamante en la habitacién y la escena del subterraneo del banco, Ingresa Brausen por primera vez a las habitaciones de la Queca; con- templa el desorden que alli reina y ese aire de otro mundo que comen- zara a respirar, En el bafio se mira ante el espejo: ® La ironia de Onetti hace que encontremos de nuevo a este personaje, muchos afios después, en El astillero (1961), convertido en un modesto profesor de Historia Nacional, que tiene a sti cargo un museo que no es otra cosa que el palacio presi- dencial de Argentina. 1° La asonancia aleanza también Larsen, como si fueran tres nombre de un mismo personaje, Brausen, Arce, Larsen: pronunciaciones, en clave, de una trinidad antiheroica, Habria que recordar aqui el estudio de las similicadencia que realiza Freud en El chiste y su relacién con el inconsciente. Por otra parte, ;no antici Stein, en su significado alemén, el nombre de Petrus, el anciano propietario de Bl astillero: Onetti o una fantasia sedentaria 57 _Me inmovilicé frente a mi cara en el espejo, distinguiendo apenas el brillo de la nariz y la frente, los huecos de los ojos, la forma del sombrero. Luego dejé de verme y contemplé, sola en el espejo, libre de mis ojos, una mirada chata, sin curiosidad, apacible (...). Cuando mi mirada estuvo fija y extendida desde el sombrero hasta la barbilla, como un ardor o una palidez, salf del cuarto de baiio, me acer- qué a la mesa y volvi a inclinarme." E] pasaje tiene que ver con la persistente exploracién del hostro a que suele someterse todo personaje onettiano, Este es el extremo inicial, to- davia neutro, de un proceso que culminara cuando la muerte de la Queca ocurra independientemente de la voluntad de Arce que la habia planea- do, Arce en este momento se descubre asi: Pero el aire de la habitacién, la libertad y la inocencia, se alzaban co- mo un vapor en el alba, alegres y silenciosos reconocian la forma de mi rostro.1* Ya no es la lamina de un espejo, es toda la nueva realidad la que viene a celebrar, como un Génesis jubiloso y severo, el hecho de la naciente identidad. Este paisaje de puertas adentro tiene algo de espacio primi- genio, como ese vapor que se eleva sobre la tierra después del trabajo cosmogénico del Hacedor.* Hasta aqui las formas de la nueva identidad del protagonista se man- tienen en e] nivel de la aventura manifiesta, Hay otro grado, sin em- bargo, de esta conciencia, que la vinculan con fuerzas que han ido apa- reciendo en los otros temas descritos, En la “Segunda parte” de] relato Brausen ira varias veces a una caja fuerte de] banco para ir retirando el dinero de su desahucio, Ira sacando billetes sucesivamente y depositando, por mania o por calculo, pedazos de vidrio o de hierro que arrastra de sus paseos a Orillas de] mar: Me inclinaba sobre los billetes, sin avaricia, como sobre un espejo que habria de reflejar mi cara, alguna vez, impensadamente.'* E] ultimo extremo de la identidad personal es este extrafio billete que se convierte en espejo del propio rostro, Vemos entonces que e] billete, como forma esencial del dinero para Onetti (no el cheque, no el capital invisible), enhebra los tres temas que hemos disefiado. Vinculado el su- frimiento como forma degradada de relacién entre médico y paciente, ligado a la identidad personal en cuanto espejo clandestino de papel, se ¥ Op. cit, p. 479. 22 [bidem, p. 643. 38 Hed es, en hebreo, el nombre del vapor biblico que envuelve la tierra luego de las jornadas divinas. ¥4 Op. cit., p. 597. 58 Jaime Concha conecta también con Ja historia por la costumbre generalizada de que en el papel moneda se graben efigies de héroes o de prohombres nacio- nales,’* El tema arltiano de los sétanos del banco, del banco como un mundo tenebroso y secreto, se renueva en Onetti y en e] Sabato de Sobre héroes y tumbas (1962). La vida breve revela su caracter de alusién a una comunidad histérica, al subrayar la situacién central de] edificio, en pleno Buenos Aires, en la avenida Diagonal, al pie del obelisco, De- gradacion de] sufrimiento, degradaci6n de la historia, degradacién de la conciencia y de la vida subjetiva: el leit-motiv de toda la novela, ese de “mundo loco” con que se abre —frase banal de la prostituta deprecato- ria del personaje principal— acentia el aleance que tiene para Onetti esta dilatada visién de la miseria consubstancial al dinero. mr Establezcamos algunas verificaciones empiricas, que corresponden tanto al plano de la trama como a Ja organizacién formal de Ja narracién. El protagonista de la novela, ya lo hemos dicho, trabaja como em- pleado en una agencia de publicidad, Esto no s6lo permite a Onetti des- arrollar la idea de la propaganda como retrato de las condiciones pre- carias en que se desenvuelve la creaci6n artistica, sino mostrar a la vez la fuerza de introyeccién que las imagenes poseen para e] contemplador."* El par caracteristico de la imagen y la letra esta siempre presente en esta obra, tanto en la forma de frases 0 de slogans publicitarios como por su valor permanente en la experiencia del texto literario, consistente en palabras productoras de imAgenes, Ademas, por la esfera a que se halla incorporado Brausen, se configura una piramide de jerarquias que no s6lo sittia al sujeto bajo la dependencia de Stein, su jefe directo y a me- dias amigo, sino también de esa ctispide extranjera que es Mac Leod, el cual, en términos casi jehovaticos, pronuncia solemnemente: ‘‘Yo soy Jo que resuelva Nueva York”."? De hecho, la figura de MacLeod y la ex- tensa diatriba contra el envilecimiento provocado por el consumo capita- lista estan en e] vértice de una construccién piramidal que se encima al final de la “Primera parte” y que empieza a dispersarse, en ecos y ves- tigios, en los capitulos iniciales de la “Segunda”, con los personajes fic- ticios derivados de Mac Leod (el patrén, el Ingés y los demas esterotipos sajones). Pero no menos decisiva para la novela es la ligazén misma de Brausen con el mundo del trabajo, su caracter esencial de trabajador im- productivo, Ello no s6lo determina el comportamiento del personaje, su trabajo con e] rostro y la palabra, su sumisién a las formas de una cortesia * Recuérdese lo dicho en nuestro “Envio". Artigas funciona alli, sobre el bi- Nete en el muro, como una especie de antirreliquia o de idolo envilecido. '* René Girard detects andloga influencia de las imagenes propagandisticas en la Obes ce by ae (véase Mensonge romantique et verité romanesque). * Op. ett, p. . Onetti Oo una fantasia sedentaria 59 utilitaria, la opresién exacerbada de la vestimenta; no sdlo influye en la presentaci6n concreta del personaje (los maletines individualizado- res, sus gafas, las manos en los bolsillos de su tiempo de cesante), sino, antes que nada, provoca la humillacién profunda del sujeto, su cons- tante ansiedad y temor a la pérdida del empleo.** Ahora bien, justamente es eso lo que esta en la base de la divisién en dos partes que caracteriza la composicién externa de La vida breve. ‘Téngase en cuenta que esta organizacién es completamente nueva en la produccién de Onetti, pues hasta ese momento lo constante en é] habia sido la yuxtaposicion de fragmentos, sin crear propiamente unidades na- rrativas ni menos arquitecturas extensas, La novedad descansa ahora en un aspecto del contenido, ya que el corte se establece exactamente entre la vida labora] de Brausen en la “Primera parte” y la cesantia en que transcurre su existencia en la “Segunda parte”, los ciento veinte dias de inconciencia que le son permitidos por sus fondos de retiro, El despido de Brausen se ira preparando a lo largo de los capitulos de la primera seccién, hasta rematar en la conversacién con Mac Leod en que se lo desahucia y en el viaje a Montevideo que pone punto final a su activi- dad en Buenos Aires, La segunda seccién se abre y se cierra con Brausen viviendo a costas de] dinero obtenido al cesar de trabajar, hasta que se sumerge en una total irrealidad que equivale a su falta absoluta de apo- yo en la realidad, a su imposibilidad de subsistencia econdémica, Los bi- letes de] banco van desapareciendo poco a poco, se van amontonando en el departamento de la Queca, hasta que, en e] desenlace de] carnaval, gasta el ultimo billete un personaje irrea] que ya ha dejado de ser Brau- sen. De ahi, pues, que la trayectoria de la evocacién, lejos de divorciar de la realidad, la ratifica y la confirma a cada momento, en cuanto el ac- ceso a lo fantastico no es otra cosa que la desvinculacién y la pérdida de los condicionamientos objetivos, Tal es la peculiar indole de la fantasia en Onetti, constituir un vaciado de la realidad, vaciado en el sentido de las mdscaras mortuorias. La dualidad se refleja igualmente en los transitos estacionarios, ya que, en los antipodas de esa novela invernal que seré El astillero (1961), La vida breve obtiene su clima de las meteorologias de la primavera y de] verano, al comenzar en el] dia de Santa Rosa que anticipa la legada de la primera estacién y concluir por marzo del afio siguiente, cuando ya los aires de] otofio se dejan sentir, Y casi, casi hay congruencia entre ja primavera de trabajo de Brausen y el verano de su libertad, de esa falsa libertad de que va a gozar con la pérdida de su empleo, Por otra parte, la gran dicotomia de la novela se enlaza con la or- ganizacién temporal de la trama, En el fondo, el pathos pasatista de Brausen cuaja concretamente en su afan por recuperar una experiencia ajena del carnaval, la vivida por la Queca dias atras al inicio de Ia no- 18 Ibidem, pp. 487, 491, 492, 540, 550, 563. 60 Jaime Concha vela, En esa noche calurosa, la mujer esperé inttilmente la llegada de su amante de turno, e] mulato Ricardo, Sera, pues, la reviviscencia de ese carnaval lo que estara en la meta del retroceso que intenta la ficcién, hasta alcanzarla en el juego de disfraces que cierra la obra. Pero a ese disefo circular debe superponerse la marcha lineal de la existencia de Brausen, lo que hace que la “Segunda parte” vaya remontando en su avance e] tiempo de la “Primera”, vaya destejiendo el texto de la pre- cedente. Es lo que confiere finalmente a tanto recorrido de sus perso- najes una definitiva e intensa inmovilidad, como la del espacio de un cuadro que puede ser transitado en distintas direcciones, Texto 0 mas bien tela, La vida breve confirma a cada instante el origen plastico que le atribuye su creador, Los vértigos, el movimiento, la vehemencia ansio- sa no son sino epifenémenos de un campo iconografico donde todo esta fijo, yerto, para siempre inerte. Ante esos poderes de la quietud los des- plazamientos resultan alucionacién; las bisquedas y transformaciones son conatos impotentes, estimulos abolidos en el acto, Existe una escena en el relato que ha recibido variados comentarios. Es la escena en que Brausen, en plena cesantia, idea una actividad ilu- soria, que copia y mima su trabajo anterior en la agencia de Mac Leod. Llama a este proyecto, pomposamente, la “Brausen Publicidad”; pro- yecto que le hace sentir antitéticas emociones de arraigo y libertad, de sentirse por una parte fingidamente trabajando y de gozar por otra la plenitud de su liberaci6n: Stein me Iamaba puntualmente cerca del mediodfa y discutiamos las probabilidades de campaiias obscenas, nos desafidbamos en la perfeccién de los dibujos, los textos y las leyendas que debian imponerlas. Imagi- naba citas, comidas de negocios, salfa a recorrer los cafés de la avenida de Mayo o me sentaba en un banco de la plaza para tirarles comida a las palomas, nunca hubo un cielo mas azul." Lo que ha hecho menudear los comentarios es que Brausen comparte su oficina con otro “hombre” llamado Onetti, Hay, entonces, interpre- taciones biograficas que han advertido la curiosa similitud entre ese personaje y el mismo autor de la novela, O, levantando un poco mas el vuelo exegético, se ha visto alli una alegoria teolégica de la creacién, en que el escritor, a la manera de Unamuno, se sitiia dentro de su obra: creador y criatura al mismo tiempo. Mas interesante nos parece sefialar la evidencia de que estamos ante una escenografia burocratica, en que Brausen y Onetti —como hemi- personajes de una misma entidad unitaria— viven entre escritorios y utensilios tales como calendarios, tinteros y el teléfono (un teléfono que tiene siempre en Onetti una consistencia suicida, en cuanto objeto alo- '* Ibidem, pp, 606-607. Obsérvese el bellisimo detalle, realista y sugerente a la vez, de “tirarles comida a las palomas”. Onetti O una fantasia sedentaria 61 morfo que es del revélver: como éste, apunta, cuando se lo empufa, a la sien y a la boca). Al situarse de igual a igual con su personaje en un despacho administrativo, Onetti ha querido tal vez dejarnos un simbolo de las raices concretas de su obra, la de un universo que se levanta sobre una vasta experiencia burocratica, en que las cosas estan regidas por fuerzas de inercia, por reglamentaciones estériles, por un trabajo a la postre sin vida y sin fin, Iv En el plano estilistico se ha postulado casi unanimemente la influencia de William Faukner, Pese a la devocién manifestada por Onetti hacia el gran escritor norteamericano, no parece ser éste el modelo central en el caso de La vida breve, Quisiéramos concluir estas ideas sefalando un vinculo no advertido por la critica y que nos parece reforzar nuestro precedente andlisis tematico, Se trata, para decirlo de una vez, de la inspiracién nerudiana percep- tible en La vida breve y, mas concretamente, de su gran deuda con el len- guaje de Residencia en la tierra (1935). La novela, lo sabemos ya al abrirla, esta dedicada a Norah Lange y a Oliverio Girondo. Podemos considerar esta dedicatoria como un pre- cioso indicio que nos pone en la pista de esa conexién, Detalle externo que Ja confirma, pues esos escritores argentinos —amigos también de Neruda en su época espafiola— son gente nombrada en e] célebre poema residenciario, Oda a Federico Garcia Lorca: .++llego yo con Oliverio, Norah...” De hecho, la produccién novelesca de Onetti surge y crece en los mis- mos afids en que se extiende el Ambito de audicién de la gran poesia ne- rudiana, E] poeta chileno hace escuchar su voz en medio de la Guerra Civil Espafiola, a la que Onetti no dejaré tampoco de dedicar una con- movedora novela.* En ese mismo relato, Para esta noche (1943), apa- rece mencionado, y en un lugar no exento de importancia, ce] famoso soneto de Quevedo que finaliza “Polvo sera, mas polvo enamorado” que, escasos afios atras, Neruda acababa de desenterrar y al cual se habia referido nuevamente en su conferencia de Montevideo, Quevedo aden- tro.’ Son éstos elementos precisos que prueban un contacto en si mismo verosimil. 20 complet IS 8, 1968. 2 Lovoal esta Msiaro despuee wit ceelente estudio de Jorge Tettinelil, “La bis- toria secreta de Para esta noche”. (Trabajo leido en el Congreso de Literatura La- tinoamericana celebrado en Valparaiso, en septiembre de 1972. Puede leerse en: Onetti, Jorge Ruffinelli, editor, Biblioteca de Marcha, Montevideo, 1973, pp. 156-178). #2 En marzo de 1939. 62 Jaime Concha Por supuesto, el nexo de la pareja de escritores y la coordinacién de fechas y eventos s6lo corroboran, desde fuera, algo que cualquier lector sorprende de inmediato, por muy poco compenetrado que esté con el uni- vero de dos de los mas grandes creadores latinoamericanos. La cualidad “lirica” de La vida breve es, en gran medida, transposicién del lenguaje de Residencia en la tierra, Su particular coloracién se conserva, su re- ico es el mismo, frases integras aseguran la honda impreg- ste un ejemplo notable de absorcién creadora de una tota- lidad expresiva y, a la vez, de interrelaciones genéricas no suficiente- mente estudiadas, que puede servir de hipétesis de trabajo para integrar la poesia hispanoamericana y la nueva novela como dos frentes solidarios de una misma estrategia literaria. Pero este cruce de experiencias creadoras no es fruto de un azar milagroso. Su posibilidad descansa en dos bases, una de indole cultu- ral y otra social, que permiten el operar de Ja influencia y su radicacién en un terreno receptivo. La cultural: es la lectura comtn de Jos ingleses, que caracteriza a ambos escritores, No es casual, en este sentido, el epigrafe de Wordsworth situado en el portico de La vida breve. Son esos mismos romanticos que Neruda lee y traduce durante su residencia oriental (Blake, antes; Co- leridge, etc.). La social, mas decisiva: hay todo un sector de Residencia en la tierra —por lo menos uno de los tres grandes cuerpos en que se extiende su universo— que tiene que ver con la experiencia de lo burocratico, Poe- mas como Walking around o Desespediente, a menudo recitados en la bohemia de ese tiempo, prueban bien que la semejanza entrafiable del tono reside en la identidad de la experiencia laboral, en Ja misma con- dena a una actividad improductiva, a un trabajo pasivo, Y es, ampliando un poco mis estas consideraciones, el decurso paralelo de dos socieda- des, la uruguaya y la chilena, lo que esta en el fundamento mas firme de esta relacién, Idéntico desarrollo de las capas medias, idéntico cre- cimiento de] aparato administrativo, la misma euforia batllista o alessan- drista, los mismos exiguos terrores dictatoriales, Ibafiez 0 Terra: todo hace de la ventana atlantica del Uruguay un gemelo “democratico” del pasadizo largo del Pacifico que es Chile, Son partes destartaladas de una misma casa, la de América Latina, que es por dondequiera caos y tirania, La Suiza de Sudamérica —toda democracia— se hermana, segiin reza la leyenda de esos afios, con la Inglaterra de América del Sur —toda democracia, Por eso, tal vez, Juan Maria Brausen, ese pequefio emplea- do ansioso y sin fortuna, vive en la calle Chile, en el 600. Y atin mas: cuando Onetti quiera figurar el itinariro de la evasi6n, no hallara mejor *? Un ejemplo: “la especial soledad de la hora”. Otro: “Atravesando las calles some cabelloe que el miedo enloqueciera”. Véase cap. II, “Tres dias de otofio” (op. y PP. ss). Onetti o una fantasia sedentaria 63 modo que hacer que sus héroes piensen en Chile. En Chile: es decir, en ese Uruguay lejano que esta a sus pies, en ese Rio de la Plata que da al Pacifico, Tal es, en suma, esta evasién onettiana que se destruye a si misma, en la medida en que anhela como distante lo mismo que rechaza como familiar, “Documento a la evasién” llam6é Harss a La vida breve, Si, a condi- cién de que se entienda por ello un monumento funerario, un réquiem a toda posibilidad o aventura de fugas imaginarias, Y he aqui el timulo, a los pies de la novela, en sus tltimas lineas: Puedo alejarme tranquilo; cruzo la plazoleta y usted camina a mi la- do, aleanzamos la esquina y remontamos la desierta calle arbolada, sin huir de nadie, sin buscar ningtin encuentro, arrastrando un poco los pies, mis por felicidad que por cansancio. jCuriosa evasién ésta de Onetti que, en el climax de su despegue imagi- nario, pone los pies en el suelo, toca y roza lentamente la tierra, con una mixta, equivoca sensacién de cansancio y felicidad!

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