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La Acumulaciã N Originaria Del Capital, El Encierro y La Caza de Brujas - Una Mirada Desde Silvia Federici
La Acumulaciã N Originaria Del Capital, El Encierro y La Caza de Brujas - Una Mirada Desde Silvia Federici
Silvana Vignale
capitalismo: se origina como un capitalismo mercantil, hacia fines del siglo XVI;
continúa como capitalismo industrial, desde el siglo XVIII y luego en el siglo
XX con el fordismo, modelo productivo que se basa en la cadena de montaje en
serie, y debe su nombre a la fabricación del Ford T, en 1908. Actualmente, desde
la Segunda Guerra Mundial, nos encontramos en su fase financiera, donde rige
la especulación de las grandes corporaciones.
El hecho de que se nos presenten como naturales al sentido común los modos de
producción, la propiedad privada, la penalización de determinadas conductas que
atentan contra ella, o los mismos espacios disciplinarios por los que circulamos
–con sus transformaciones epocales–, no es otra cosa que la obturación del
pensamiento crítico, la manera en que seguimos cultivando la propia obediencia
a una moral que permanentemente nos exige: “desea lo que te imponemos”, “sé
feliz”, “just do it”, “invierte sobre ti mismo”, etc.
violento despojo de los campesinos de las tierras, cuya data es el siglo XVI. El
proceso hace referencia a los momentos “en que se separa súbita y violentamente
a grandes masas humanas de sus medios de subsistencia y de producción y se
las arroja, en calidad de proletarios totalmente libres, al mercado del trabajo”
(Marx, 2011a, p. 895).
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trabajar por un salario. Y que, por lo tanto, la migración y los crímenes contra
la propiedad bien pueden entenderse como parte de la resistencia a la que
habían sido sometidos los desposeídos.
Cabe decir que son estos mismos mendigos, vagabundos y locos, errantes
y outsiders del nuevo sistema, quienes caen luego en las instituciones
disciplinarias descritas por Foucault. La docilidad y utilidad de los cuerpos,
no pueden dejar de estar presentes en la fábrica del proletariado. Como lo
señala en el último capítulo de La voluntad de saber, el capitalismo industrial
“no pudo afirmarse sino al precio de la inserción controlada de los cuerpos en
el aparato de producción y mediante un ajuste de los fenómenos de población
a los procesos económicos” (Foucault, 2009, p. 133).
Hay una relación, por lo tanto, entre los dos siglos de errancia de estos sujetos
fabricados por el cambio en los modos de producción y su reclusión a formas
de encierro y disciplinamiento. La propia locura, cambia de estatuto, en cuanto
a partir de un determinado momento se vuelve intolerable, contrariamente a lo
que sucedía en la Edad Media. Los grandes hospitales que se abren en Francia
e Inglaterra a fines del siglo XVIII,
Que la locura sea considerada a partir del siglo XVIII como una enfermedad
mental es para justificar su estatus de exclusión respecto del trabajo y al mismo
tiempo ser integrada a los procesos de generación de dinero, resituándola en
el mercado del trabajo, con la aparición del hospital mental y la figura del
psiquiatra. Otro tanto podríamos decir respecto del surgimiento de la prisión,
como queda referido en Vigilar y castigar. El encierro no es solamente de los
locos, sino de esa masa de individuos ociosos que tienen como rasgo común
Con lo dicho hasta aquí, podemos advertir que nuestros modos de vida son
históricos. Esto quiere decir, claro, que no podemos pretender mirar las cosas
fuera de la propia perspectiva. Pero, además, que aquella violencia descrita
por Marx en el Tomo I de El capital, con la que se expropia y pauperiza a
los campesinos, se actualiza permanentemente en el capitalismo. Podríamos
esgrimir que la frase “no trabaja porque no quiere” es una actualización de
aquel mote de delincuentes voluntarios con la que se denominó a miles de
vagabundos que quedaron errantes una vez que fueron arrojados del mundo que
les permitía cultivar su propia tierra. Porque fueron despojados forzosamente
de sus modos de vida, violentados, perseguidos, segregados, marginados.
Violencia, marginación, persecución, segregación, que se reproducen desde
hace siglos, en cada una de las vidas que no tienen los privilegios de los
dueños de los medios de producción, y sí las condiciones forzosas del trabajo
asalariado. Las vidas que el Estado no protege, las que formalmente incluye el
derecho en su abstracción, pero que materialmente no gozan de la igualdad de
quienes se encuentran dentro del círculo de la producción y del consumo. Lo
que nos ocupa en este capítulo y en el próximo es completar lo descrito por
Marx respecto de la acumulación originaria del capital: que ésta fue posible
además gracias al colonialismo y al patriarcado.
brujas en los siglos XVI y XVII. Por eso uno de sus objetivos es repensar el
desarrollo del capitalismo desde un punto de vista feminista. Para ella,
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Como efecto del proceso de acumulación originaria del capital, hay una gran
migración a las ciudades que es por la expulsión de los campesinos. A la vez, se
produce una de las consecuencias más criminales: en Europa, aunque también
fue exponencial en América por el holocausto americano en el siglo posterior,
la población cayó drásticamente, en parte por la Revolución de los Precios,
aunque puede tener diversos factores. Lo cierto es que quienes morían no
eran los ricos. Al introducirse el trabajo asalariado forzoso, se produce una de
las hambrunas más grandes de la historia, y la población disminuye de modo
dramático. Como dijimos, aparece el vagabundeo por las transformaciones de
una economía de subsistencia a una economía monetaria, donde se empieza a
trabajar por un salario. El asunto visto así se relaciona claramente con la noción
de “biopoder” foucaulteana: se trata de la relación entre trabajo, población y
acumulación de la riqueza. El hecho es que esa merma en la población, merma
que no era conveniente para un sistema que necesitaba sobre todo de vidas
y de cuerpos a los cuales poder extraerles la fuerza de trabajo, dio lugar a la
penalización de las mujeres y a la caza de brujas, con penas cada vez más
severas a la anticoncepción y al aborto.
Las brujas no eran sino aquellas mujeres que también tenían conocimiento
de plantas y extractos de hierbas que les permitía –entre otras muchas cosas–
tener un control sobre la fecundación e interrupción de procesos de embarazo.
Hubo una intensificación de la persecución de las brujas con el fin de regular
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5 Acerca del poder disciplinario en Michel Foucault, hemos dedicado un capítulo en nuestro
libro Filosofía, un ejercicio crítico del pensamiento, también editado por la Universidad del
Aconcagua. En referencia concreta a este doble registro del Hombre-máquina cfr. Vignale,
Silvana (2021). “Foucault y el poder disciplinario”. En: Vignale, Maure y Rossi. Filosofía,
un ejercicio crítico del pensamiento. Mendoza, Universidad del Aconcagua, pp. 200-201.
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Es desde este punto en que debe ser leído el ataque contra la brujería y contra
la visión mágica del mundo, en la que la visión animista de la naturaleza no
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