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oe) Se Graves Cadicas Pamontsricas Més atin, Calley y Medina les ha- bian dicho antes de Pinkville, que “si matamos algunos civiles, debe~ ‘mos ir y meterles una granada”, Meadlo no esti seguro, pero cree que el sentimiento de muer- te se instalé ripidamente cuando legaron a Vietnam. “Al princi- pio éramos cautelosos, pero una vee que five asesinado el primer hombre, un nuevo sentimiento se apoderé de la compaitia... como si todos supiéramos que habrfa mu cchos mis asesinatos”. Elena Poniatowska El ofdo en la gente No hay informacién sobre Elena Poniatowska que pase de largo su linaje aristocritico: los polacos Poniatowski habian huido a Francia es- capando de Ja furia de sus siervos; por el lado materno, los Amor eran ‘una porfirista familia mexicana que cuando Pancho Villa aparecié en el horizonte, también buscé refugio en Paris. Ahi nacié Elena en 1933, y legé a México con su madre durante la segunda gran guerra Lectora feroz, inquieta, desinhibida, abandoné la secundaria y a los 20 afios ya estaba trabajando cn el diario Excelsior. Claro que, mujer y primeriza, tendria que pagar derecho de piso escribiendo sociales, en- trevistando torcros y actrices. Pero en aquel mundo exclusivo de hom- bres, libr6 batalla con las armas que tena: muchas lecturas, sinceridad y audacia En una de sus entrevistas cuenta que tal ver fite su despatpajo lo que al principio desperté la atencién de sus lectores: “Llegaba donde una per- sona y le decia: custed es politico? Me respondia que si.Y’ luego, luego lo fusilaba: Entonces, usted es un ladrén?”. Podia mandarla el editor a entrevistar a un torero y ella arremeter Ia entrevista diciendo: “Bueno, zy qué es un toro?... 1 sabes qué me respondié?... jun animal con cachos!”. Varios afios mas tarde, en 1969, la carrera de Poniatowska da un giro cuando escucha deslumbrada a una lavandera, Josefina Bérquez, contar su vida con voz segura y memoria clara. La entrevista en largas sesiones, registra su forma de hablar, de decir y asi nace Hasta no verte Jesis mio (Premio Nacional de Literatura). Si bien se trata de una novela, es indu- dable que la periodista que anida en la escritora ha extrafdo el alimento necesario para recrear ~a través de un Gnico personaje— gran parte de la historia mexicana del siglo xx. Grunoes Cudnteas Pratonisrtcas En La noche de‘Tlateloko Elena da testimonio de la matanza de decenas y decenas de personas en la Plaza de las Tres Culturas, cuando en la tarde del miércoles 2 de octubre de 1968, ejército y policia cargaron contra un pacifico mitin estudiantil, convocado por el Consejo Nacional de Huel- ga. Luces de bengala en el cielo fueron la sefial convenida para que una Iluvia de balas cayera sobre la multitud concentrada ~y desarmada-. El diario Novedades no quiso publicar la crénica que Poniatowska escribié aquella terrible tarde, y que luego tomé forma de libro con el relato de quienes fueron testigos. Desfachatez de la politica, en 1971 el entonces presidente mexicano Luis Echeverria quiso concederle el premio litera~ rio Xavier Villaurrutia por ese libro, pero ella lo rechaz6: Echeverria era secretario de la gobernacién mientras se producia la matanza. El 19 de septiembre de 1985, durante el gobierno de Miguel De la Madrid, otro hecho terrible sacudié a México; esta vez tenia forma de terremoto. Elena Poniatowska registré a partir de ese momento y du- rante cuatro meses, las voces de sobrevivientes, socorristas, familiares y voluntutivs que vivieon esos dias en el DE donde murieron entre 35 mil y 40 mil personas. También apunté la bronca del pueblo por la negligencia del gobier- no, los abusos y la desidia de los fancionarios. Los edificios que primero cedieron fueron los mas nuevos, dando cuenta de la corrupcién insta~ Jada en el sector inmobiliario, con gruesas filencias en la construccién sobre terrenos arcillosos En una entrevista publicada en La Jornada, el 19-9-2005, Elena cuenta que registrar aquello “me dolla, me daba miedo, me daba pudor, sudaba fro, ero también mucha rabia.¥ luego hacka muchas otras cosas que no tenian que ver con el reportaje. Que no habia colchones, corria a buscarles. Que hac falta tuna silla de ruedas para dofia Consuelo Romo, voluntaria que vino de Nuevo Lebn y en las tareas de rescate se le cay6 una trabe encima y perdi las dos pier- nas, entonces le hablé-a Camacho Solis y me mandé una, eso sl con una tarjeta que decia: “Con los atentos saludos de Paloma Cordero de De la Madrid?” i Qué bérbara! Otros que te pedian cosas absurdas, como una sefiora que queria tun peine, deca que no sala si no la peinaban...”. “... um terremoto es la intimidad. Ti estés desnudo, expuesto a todo. Y ese acceso a la intimidad te da mucho pudor pero también ganas de abrazar, de decir on Lena Postarowsxa, 0 fe tapo, yo te cubro...", Aunque mientras se abrace, también se haga acopio de informacién: “Si, estds viendo cosas todo el tiempo que en algiin momento van a salir en sus artculos. Pero desde que escribt sobre Jesusa Palancares nunca he escrito lo que sé que no quieren que digas, ni prequnto algo que sé que puede doler. Por ejemplo, Oscar Lewis, el de ‘Los hijos de Sanchez’, mandaba a su mu- fer Ruth a hacer las preguntas més fntimas. Yo no lo hago ast. En ese momento, en general, todos los entrevistades querfan hablar porque vivian una situacién limite y em esas condiciones la gente tiene mucha necesidad de hablar; quiere decir cosas para darle una razén a su vida cuando se da cuenta que pudo morir. Eso es muy humane. Ademés todo lo que tenta alrededor merayudaba a entender Puedes no entender « un rusico,a un escrtor. Pero aki al pie de los escombos, as circunstancias apoyan todo lo que te dice el entrevistado... Sélo llevaba libreta, no grabadora. No se puede grabar cuando alguien esté lorando”. (*) El Diario de Hoy, El Salvador, 30 julio 2001. ‘Nuestro agradeimieno a Ediciones Era, de México, por habernos permitde repraducir els _guiente iggmento de “Nida, nadie, Las voces del temblor” Nada, nadie. Las voces del temblor Por Elena Poniatowska HORA: 7:19 bia: Jueves 19 de septiembre de 19} MAGNITUD: 8.1 grados, escala de Richter. 8 grados, escala Mercalli ENERGIA EQUIVALENTE A 1,114 bombs espués de diez 0 quince minutos of a una persona que pedia ayuda: “Ayi- denme, ayfidenme”. Yo también empecé a gritar “aytidenme, ayi denme”; seguramente se trataba de alguien que vivia en el edificio y estaba atrapado, era instil, ni yo le podia ayudar ni él a mi, le grité: “Tranquilo, nos van a venir a sa- car, no se gaste el oxigen”. Al rato, of voces, un hombre y una mujer preguntaban “;Hay alguien ahi?”, Les contesté que yo con mi hijo peto no me oyeron y es que, como se me habia roto la mandibula, la voz no me salfa clara, Estébamos en un lugar muy pe- quefio, de largo no eran mis de dos metros; de ancho serfan cuando mucho sesenta centimetros y otros 85 8 atémicas de 20 kilotones cada una sesenta de alto. Quedé boca aba~ jo pero con los pies podia detener fa losa que teniamos encima. Era tun espacio muy reducido, Cuan- do César mi sobrino me reseat6, estuvo encima de mi tratando de zafarme el brazo porque no habia Jugar para que él trabajara, por eso reo que eran sesenta centimetros de ancho. Yo le decia a mi sobrino que cémo no tuvimos la suerte de quedar todos juntos, con vida, y 41 me contesté que en ese espacio nos hubiéramos acabado el aire entre todos. Después era una an- gustia pensar “Si yo hubiera abra- zado también a mi hija”. (Olffa a gas.A lo mejor se habian apagado los pilotos de mi estufa, a lo mejor se habia caido una pared de la sala y la cocina estaba en pie, fue por eso que le pedi al nifio que 140 usxa Postarowsna se arrastrara a ver si podia legar a Ia cocina, que se trajera del refti- gerador un jugo, un refiesco, una fruta, le dije que se asomara al bal- én con mucho cuidado y le gri- tara ala gente que alli estabamos, pero Enrique no quiso ir, y qué bueno, no hubiera podido Megat. El olor a gas desaparecié al rato, 0 alo mejor me acostumbré. Hice el intento por zafar mi bra- zo. Haba una tablas cerca de mi y me di con una tabla, me queria romper el brazo; “si lo retiro me lo puedo romper, lo puedo cortar y luego lo amarro con mi cami- s6n para no desangrarme”, me di con el tacén de la zapatilla, con una piedra, pero nada. Me dije:“Si Dios quiso que quedara asf atrapada, fue por algo, tal vez si se derrumbé el edificio y si trato de salir, voy a per- der la vida”, Quique no tenia ni un rasp6n y decia yor “Ay, Dios mio, permiteme salir con vida, que me sienta bien, porque si lego a des- fallecer mi hijo se va a quedar aqui solo, atrapado, y va a ser una muerte muy fea, tengo que aguantar”. Me quedé quieta junto a mi hijo, Senti unas toallas en los pies, las jalé un poco pero no las alcanzaba, el nifio sf se podia sentar, y le dije: “Mi amor, ve tocindome las piernas y cuando llegues a mis pies las vas a sentir” ¥ me dio las toallas, acomo- dé una tapando el cuerpo de mi es poso para que el nifio no lo tocara, otra se la puse a Quique para que se pudiera acostar y la otra me la traté de acomodar debajo de las piernas porque habia muchas piedras y me lastimaba, pero no pude; tapé al nifio que decia que tenfa fifo, aun- que yo no creo que era fifo; eran sus nervios. No me pidié de comer, ni agua ni nada, s6lo pregunt6 que habia pasado y le dije que habia sido un temblor:“Pero van a venir a buscarnos, estate tranquilo, aqui vamos a estar los dos”. se qued6 dormido, Dorinfa bastante, Gritaba: “Estamos aqui” Horas mis tarde of cerca las miqui- nas, of voces, taladtos. Eso me dio serenidad, pero tuve miedo de que sin darse cuenta tiraran la protec- cién que tenfamos. Yo los ofa pero ellos nunca me escucharon, yo les gritaba “estamos aqui, aytidennos”” Fue una de las cosas que me man- tuvo despierta casi todo el tiempo, la preocupacién de que se acercaran mucho y taladraran en Ia Josa que ‘nos cubria, En la oscuridad no sabia si era de dia 0 de noche. Me imagi- naba la noche cuando ofa encima de mi cabeza menos actividad. “Debe ser de noche; no trabajan igual” Gaanows Cadntcas Peauonfericas Al dia y medio senti mucha sed, tenia la cara muy inflamada, ham- bre no sentfa, mis bien era sed y Ja preocupacién de que nos fueran a lastimar al tratar de rescatarnos, también tenfa deseos de vivir, ga~ nas de vivir, de salir de ahi. Senti que cada vez estaban mis cerca, los olfa, los sentia cerca, gritaba “con cuiidado, estamos vivos pero no me puedo zafar, con mucho cnidado por favor”-Yo pensaba que iban a quitar la losa de encima, a sacar a mi esposo, a Leslie mi hija y des pués a Enriquito y a mi, Cuando los senti muy cerca tomé el brazo de mi esposo, toqué su mano y le dije:Ya vienen por nosotros y tit te vas". Le acaricié la cara, lo abracé: “Nos vamos a separar fisicamente, pero siempre vamos a seguir jun- tos”. Me despedia de él, Entonces sucedié el segundo temblor, Of que las personas de afuera dije- ron “esti temblando, muchachos, tranquilos, que no haya pinico”, acosté al nifio boca abajo, le tapé Ia cara, subia los pics para dete- ner la losa y le pedi a Dios que no se fuera a derrumbar el peda- cito donde estébamos. Ya no trata~ ron de rescatarnos. Creo que me quedé dormida porque luego no supe si de verdad habja temblado © habfa sido un sueiio, no sabia si ellos habjan estado cerca o me lo imaginé, pero sf, creo que les dio miedo y se fueron. Después supe que sélo mi so- brino segufa escarbando. El sibado, dia en que nos resca~ taron, yo estaba perdiendo el sen- tido, Vi a mi mama, a mis herma- nas, en perfectas condiciones, me decian que no me preocupata, por ese lado me senti tranguila, pero empecé a suftir alucinaciones por que sofié que me habjan sacado y levado a mi departamento y le dije a Quique:“Vas a dormir en tu recmara.” “Pero zen cul, mami- ta?",“En tu recdmara, la television esta encendida.” Bl si estaba en la realidad de las cosas. —No mami, eso no es cierto me decia. Sofié que tenia mucho dinero y me compraba una casa con alberca, tenia hasta sirvienta. Alrededor de laalberea habja muchas piedras que me lastimaban:"“A ver, esas piedras, encérenlas, péllankas, pintenlas, a ver qué les hacen porque ya no las aguanto”. Le preguntaba al nifio qué queria comer. “Pero no hay comida, mama”, “Si, mi vida, ahi esti la sirvienta y te va a preparar lo que se te antoje”, “Pues quiero Euan Powtarowss ri espagueti con quesito y crema”, “Nada més? Andele, mi amor, té si puedes levantarte, alli esti tu co- mida en la mesa, vé por ella”,“No mamita, yo creo que es un suefio porque yo no veo nada, mejor ya no como, no tengo hambre”. Esa fue una de mis alucinaciones, por es0 cand Enriquito salié lo pri- mero que pidié fue espagueti Hubo un momento en que él me dijo:"Sabes, mam4, tengo una idea mejor para que podamos co- mer, por qué no sales ta buscar” No sabia que no podia moverme En otro rato vi una Inz, senti la presencia de una persona aunque no la pude ver. Le dije:“Por favor aytideme, no le pido mucho, s6lo que me desatore el brazo, mire, no Jo voy a reportar con nadie, no voy a decir que usted no me quiso ayudar”, pero en lugar de zafarme taladré mis y volvi a voltear boca abajo a mi niio y subi los pies, en esa posiciGn le deeia a esta perso- na:"*Mite, yo no estoy loca ni bo- rracha, estoy atrapada, si usted me ayuda a salir no le voy a decir a nadie que en lugar de sacarme me dej6 caer el plafon, a nadie se lo voy a decir, pero ayiideme, zqué no tiene corazén, qué no tiene hermanas, por qué no se le mueve tantito el corazén?” Me di cuenta que estaba yo muy mal, muy débil. ¢Qué iba a pasarle a Quique? —Hijo, dime, :cémo te Hamas? —Ay, mami, pues me llamo Qui- que. —A ver, hijo, repite, me llamo En- rigue Cano Palacios. —Me llamo Enrique Cano Palacios —Tengo tres aiios. —Tengo tres aos. —Mi hermana se llama Leslie y tiene seis afios. Mi papé se llama, Hasta que se lo aprendié quedé més tranquila Lo primero que vieron fueron mis pies. Alguien dijo: “Tranquilos, paren las miquinas, aqui hay perso- nas vivas”, Reconocé la voz a pesar de que momentos antes estaba yo alucinando. Eta mi sobrino César. Dijo:““Madkecita, tranquila, ahorita Ja vamos 2 sacar, cual es su nombre”. “Soy yo, hijo, tu tia Elia.” Su voz cambié, estaba superemocionado, y yo en ese momento volvi a recupe- rar la tranquilidad de antes, volvi a ser yo.""Gordita, gestis bien? gNo te falta el aire?”. En verdad estoy bien, el nifio esta bien, estate tranquilo y nos vas a poder sacar mejor” Estuvo cortando varilla, echan- do agua para no levantar polvo:“Ya mero, ya te voy a sacar”, El nifio vio a su primo: “Ti eres César, el Gaanons Cx’ que me dijo que me iba a regalar unos perritos, gverdad? scar de aqui”. Hasta ii eres el que me vaa entonces empezé a lorar. Por ese hoyo que hizo mi sobrino cupo el niffo, Luego entrd César y empez6 a tratar de zafarme el brazo. Viel cuerpo de mi esposo. Ha- ian pasado tres dias y ya estaba descompuesto, olia mal, se puso negro, yo crefa que era un mufie~ co, pregunté: “César, zestamos en un teatro?”, “No sé dénde esta- mos pero aytidame, relfjate para que pueda sacar tu brazo.” Me arrimaron unas gasas con agua. “No las tomes, enjudgate la boca y arroja la sangre”. Ya que dejé de escupir sangre me dieron suero, tomé un litre. Después supe que César tardé tres horas en zafarme Mientras platicSbamos le pregunté cémo habia pasado todo, que qué dia era. El lugar era muy pequeio, se acosté arriba de mi porque no tenia espacio para trabajar, le pa~ saban herramienta. Le pregunté si tenfa mis dedos, si él erefa que fire ra necesario cortarme el brazo, me dijo que crefa que no pero bien sabia que si y no tuvo valor para cortarlo en ese momento, Me acosté en una camilla y la ja~ Jaron desde afuera. “Te voy a tapar Ja cata porque hay mucho polvo.” 5 Penontsricas Llovia, Me cubrieron con un paraguas, habfa curiosos y me ro- de6 mi familia, Me subieron a una ambulancia. Al nifio lo habjan le vado a un puesto de socorro, estaba perfectamente bien, Me bataron, llamaron a los doctores, se dieron cuenta de que tenia fiacturada la ‘mandibula, me pusieron suero, Lle~ g6 otro doctor y me dijo:"“Sefiora, 1h noto a usted muy tranquila y le voy a ser franco, su brazo est’ muy mal, vamos a hacer lo posible por salvarlo, estuvo usted casi 60 horas atrapada con el brazo aplastado, va- mos a ver hasta qué altura lo po- “Doctor, yo que més quisiera que salvara mi brazo pero si usted cree que no tiene remedio, que cortindolo me salve, pues cor telo’” Me Hlevaron al quir6fano, me quedé dormida hasta el domingo a Jas 2 de la madrugada. Cuando des- perté sentf calambres, fii levantando el brazo hasta el muitén. Lo di por hecho, Cuando estuve atrapada me di cuenta de que mi brazo quedé cerca de la carne descompuesta de mi esposo, que tal vez yo tenfa una herida y que me cortaran el brazo era una manera de salvar mi vida. A la Cruz Roja me fe a ver mucha gente, parientes y amigos. Yo no queria que se pusieran a llo- rar y terminaran con mis fuerzas demos salvar’ Jaime Bedoya Pizarro y los cerdos Algunos exégetas del periodismo tirardn sus caballos sobre las siguientes paginas y podrian hasta sobrevenit disputas de bandos irreconcilable. Si es 0 no ¢s.Si Jaime Bedoya escribe cuentos o crénicas © cruza la raya, el rio 0 el puente como quiere y cuando quiere y si exo como periodista puede 0 no puede, debe 0 no deberia, Peruano de nacimicnto, viajero por adopci6n, editor de la revista Caretas, Jaime Bedoya (1964) publicé ;4y, qué rico! en 1991 y cuatro afios después, Kilémetro cero, donde retine una serie de textos que, segiin el comentario de Rodrigo Quijano, reflejan “.. la mirada perpleja de un vigjero a la vez inmévil e inaédulo, irdnico y melancélico”.Y no tiene dudas cuando dice que Bedoya es en Perti “el principal renovador de la cronica actual (..). El libro no hace “ concesiones al formato de la guia turdstica (..) ni a la erudicién del viaje fantasioso (..) los textos se mantienen igualmente equidistantes de las concesiones a lo periodlstico y a lo literario”. gue Quijano: “El viaje es ast un pretexto no sBlo para escribir mds, ino nuevamente ~paraftaseando al vigjero Charles Doughty para redimir a ta lengua del pantano en que se hallaba”. No conforme con esto y para inquietar ain més a cierta prensa de su pats, Jaime Bedoya hace conocer en el 2004, Mal menor, a través de la editorial Norma, libro en el que aparece un personaje inventado, Dennis, Angulo, poeta provinciano que acttia como tal y teal, concediendo en- trevistas por Internet y manteniendo su propio blog. Pura humorada, ‘Uno de los rasgos mas interesantes de los articulos que nos acerca Bedoya es que el lector, ain sabiendo que lee la parodia de una erénica periodistica, intuye un fondo de verdad en a historia. Puede que los, personajes no respondan a los originales, que sus caras hayan mutado, {que los lugares varien, pero el sustrato, lo que la vida y los seres humanos

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