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de los Pajaros See eee Te 7PM Pl mates et meg eva eeu Teens Oe ap acres Tee ce Titulo original: The Conference of the Birds f i ¥ ‘© Frances Lincoln Limited 2002 Texto © Rafica Abdulla, 2002 Sobre las ilustraciones: Dra, Elaine Wright de | Paja Publicado por primera vez en Gran Bretana, en 2002, por Frances Lincoln Limited 5 4 Tortiano Mews, Torrlano Avenue, Londres NW5 2RZ llustraciones reproducidas con permiso de The British Library © The British Library Board, 2002 De la presente edicion espanola, ‘© Gaia Ediciones, 2002 ig Alquimia 6 = 28933 Méstoles (Madrid) Tel.: 91 617 08 67 ~ e-mail: alfaomega@sew.cs * Traduccién: Nora Steinbrun ky “Primera edicién en espaiiol: noviembre de 2002 ISBN 84-8445-045-7 ™ Queda prohibida, salvo excepcidn prevista en la ley, cualquier forma de reproduccién, distribucién, comunicacién publica y er transformacién de esta obra sin contar con autorizaciGn de los titulares de propiedad intelectual, La infraccién de los derechos. 5 SELECCION DE POESIA SUFI DE is FARID UD-DIN ATTAR mencionados pueden ser constitutiva de delito contra : = o 4 . "a propiedad intelectual (articulos 270 y siguientes del Codigo : 7 VERSION DE ie ~ Penal). He ‘Centro Espanol de Derechos Reprograficos < Mpa een si ne rae RaFicQ ABDULLA aia & Dios es Ald en todas las cosas que cobran vida a través del velo de Sus Nombres, por el punto en la pagina. Estamos a tiempo de existir . — enla punta de Su lengua, oscilando entre la nada y la existencia y regresamos a la nada con la inhalacién y exhalaci6n de Su aliento, ~~ que busca el sabor de Sf mismo. Raficg Abdulla INTRODUCCION La poesia es una forma de intimidad entre el poeta y el lector, ademas de un recur- so para descubrir los niveles de consuelo y comprensién que se ocultan dentro de cada uno de ellos. La poesia comunica a través del sonido, el ritmo, las imagenes y los juegos lingiiisticos, y genera un significado para el lector sensible y atento. La poesia mistica pretende avanzar un paso més, y para ello permite que el poeta y quien lee su obra vislumbren cémo el ser puede disolverse en una totalidad mayor, oceanica: la presencia de Dios. Con ese fin crea un estado de percepcién que tras- ciende la esclava condicién del ego y se acerca a Ala, criatura indefinible. Esta clase de espiritualidad cuenta con una fuerte tradicién en el islam y popularmente se la conoce como sufismo, que es la rama mistica de la tradicion espiritual islémica, Los autores de poesfa suff nos han ofrecido su arte desde los primeros periodos de la historia del islamismo hasta nuestros dias. Algunos de los mas importantes visio- narios y misticos que se dedicaron a este género literario vivieron entre los siglos xit y xiv, y muchos escribieron poemas de un nivel extraordinario. Poetas y escritores como Ibn Arabi, Hafiz, Rumi, Eraqi, Ibn Farid, Aziz Nasafi y, por supuesto, Attar, han dejado un legado de:obras liricas e intelectuales altamente sofisticadas que atin en nuestros dias, varios siglos después de su creaci6n, continuan vigentes. Farid ud-Din Attar nacié a comienzos del siglo xi en Nisapur, una ciudad situada en el noreste de Iran. Con una sélida educacién en lengua arabe y medicina, fue farmacéutico y perfumista y atendia a sus pacientes en su propia farmacia. Una legendaria historia cuenta que un dia se presenté ante su puerta un derviche, un mistico sufi errante, para advertir a Attar sobre el estilo de vida que éste Ilevaba, tan centrado en la satisfacci6n sensual, y sugerirle que aquello significaba que no estaba bien preparado para la muerte. Attar, indignado, se apresur6 a asegurarle que intentaba finalizar su vida como un pobre derviche... y en ese mismo instante el misterioso visitante cay6 muerto sobre el umbral. Tan impresionado qued6 el far- macéutico que cerré su tienda y se convirtié en seguidor de un renombrado lider espiritual sufi, Shayj Rukn al-Din Akkaf, de la orden Kubraviyya. Durante este perio- do viajé hasta La Meca y la India, y recopilé los escritos y los proverbios de otros sufies. Finalmente regres6 a Nisapur y volvié a abrir su farmacia, donde se dedica- ba a escribir cuando no tena clientes. Se cree que fue asesinado por invasores mogoles a principios del siglo xii. Asi como poetas de la talla de Ibn Farid y Rumi solfan escribir versos extaticos y liricos para describir el rapto y la embriaguez de los misticos, la poesia de Attar es més sobria, con frecuencia parad6jica y un tanto irdnica. De tono discreto, estilo magico y esencia dramatica, sus versos describen el viaje del alma hasta lo divino. Attar habla de la purificacién del alma, de la sumisién y del amor apasionado y abrasador que culminan en la disoluci6n del ego en la divinidad. Su mas importante trabajo poético es Manteg ut-Tair (La conferencia de los pajaros), una historia que explica los temas fundamentales del sufismo. Para los suffes, Dios es la ultima y fundamental realidad en la que se origina toda la creacién; nuestras almas se encuentran atrapadas en nuestros cuerpos; nacemos de la semilla de lo divino.y a lo divino regresaremos, como todo lo creado. El alma que ha «despertado» recuer- da y anhela fundirse con la divinidad, para lo cual lucha por volver a su origen divi- no; y puede alcanzar su objetivo si el individuo escoge rendirse a las disciplinas del sufismo 0 tariqas. i g La conferencia de Jos pajaros es una narracién alegérica que describe la historia de las aves del mundo, que se rednen para buscar al Simurg o rey de los pajaros. Entre % todos ellos eligen un guia, el Coronado, que representa al jeque o maestro espiri- bin 89% tual, lider del grupo de adeptos que conforman una tariga. El Coronado les advier- te de que el Simurg vive en un sitio lejano, y de que el viaje hasta él es peligroso y dificultoso; a pesar de ello, al principio todas tas aves parecen entusiasmadas por- que ansian buscar a su rey. Pero en cuanto tienen conciencia de lo duro que les resultard el viaje, comienzan a plantear excusas para no Hlevarlo a cabo. El gorrion tiene tanto miedo que ni siquiera se atreve a partir; el biho, a su sedentario mado, dice creer en el Simur aunque no lo suficiente como para abandonar el sitio en el _ que vive y partir en su busca. El ruisefior, por su parte, es como un poeta dema- siado enamorado de su propia cancién: su amada es la rosa, de belleza transitoria e implicita sensualidad; y el halcon, muy adepto a las cortes, es adicto a los impre- visibles caprichos de un principe terrenal. Attar describe con aguda concision psi- colégica a muchas otras aves, que muestran su cobardia o temen morir en el camino: una metafora sobre la pérdida del ego, primera condicién para alcanzar la verda- dera espiritualidad. Otros pajaros se muestran complacientes o sumisos, lujuriosos 0 avaros, y tales caracterfsticas les impiden emprender el viaje. El Coronado rega- ~ fia a cada uno de ellos y ejemplifica sus debilidades mediante anécdotas y parabo- las morales. Sin embargo, sf existen candidatos mas apropiados para.el viaje hacia el palacio del rey, aves que se.muestran decididas, sinceras, amantes de la verdad y motivadas por la fe, armadas de buenas intenciones y dispuestas a dejarse guiar por el Coronado. Por fin, un importante grupo de aves emprende el vuelo en busca del palacio del Simurg, pero el viaje resulta largo y peligroso y muchas criaturas perecen en el camino. Los peregrinos deben cruzar siete valles en su viaje hacia el Simurg, la divinidad, que Attar identifica con el Amor, el Entendimiento, la Separacin, la Unidad, el Asombro y finalmente la Privacién y la Muerte. Los super- vivientes de estas etapas del viaje llegan hasta el final de la yess Attar permite que las aves hablen, que expresen su anhelo por seguir el sendero © confiesen sus miedos y temor a morir, ademas de sus razones para no partir de inmediato. El Coronado, que en cierto sentido podria considerarse el alter ego de Attar, no es facil de tratar: plantea duras criticas y reprocha a cada ave su cobar- - dia, su pereza, su vanidad, su hipocresfa, su avaricia, etc. En realidad estas adver- tencias estn dirigidas al lector, a quien se incita a aprender de ellos y en con- sencuencia a tomar mas conciencia de sf mismo. Intercalados entre los didlogos del Coronado y las diferentes aves aparecen pardbolas u homilfas poéticas que representan una moraleja que revela la particular flaqueza o debilidad espiritual de las aves. Estas interjecciones apostroficas pueden parecer oscuras al principio, ya Que dejan en manos del lector descubrir su relevancia moral o espiritual den- tro de la estructura narrativa general del poema. Es un inteligente modo de invo- lucrar al receptor de los versos en la btisqueda de los significados ocultos que éstos ofrecen. La tensién, que se incrementa durante el desarrollo de la narraci6n, se plasma en varias historias centradas en la idea de la peregrinacién. Este recurso literario fue utilizado por diversos escritores medievales occidentales, como por ejemplo Chaucer en Cuentos de Canterbury 0 Parlamento de las aves: el objetivo es invi- tar al lector a reconocer que est leyendo su propia historia psicoldgica y espiri- tual. Las severas pruebas a las que se ven sometidos los pajaros lo son también para quien lee el poema, y cada uno de los siete valles representa un desafio tanto para las aves como para el lector. Miles de pajaros perecen durante el viaje; toman Ja decision correcta al ir en busca del Simurg, muestran buenas intenciones y cuen- tan con las virtudes necesarias...; pero nada de eso garantiza su éxito. A través de las palabras del Coronado, Attar deja claro que no basta simplemente con desear unirse a lo divino. Por sf misma, la piedad no vale de nada: debemos anhe- larla con pasién. El poema revela que la peregrinaci6n hacia la iluminaci6n est cargada de dificultades y sufrimiento, y expresa un abrasador y en ocasiones escandaloso amor hacia Dios (el Amado). Attar refleja que la busqueda de lo divi- no no excluye la tragedia ni la pérdida. Comprende ademas que el esclarecimien- to exige disciplina, un exhaustivo andlisis personal y el reconocimiento de la pro- pia identidad; y, por supuesto, la purgacién espiritual. Al igual que las aves, todos somos criaturas defectuosas; a los ojos de Dios, ninguno de nosotros puede arro- er jar la primera piedra. Sin embargo, el viaje —este camino hacia la luz divina— es en sf mismo una forma de acercarnos a la experiencia divina. Asi como la lectura de la poesfa mfstica puede cambiarnos —y eso es lo que Attar pretende—, el hecho de iniciar el viaje también cambia a los pdjaros. En efecto, la lectura del poema de Attar puede transformarnos, y sus versos convertirse en el punto de par- tida de nuestro propio viaje. _ Al final de la biisqueda solo treinta aves consiguen llegar a las puertas del palacio del Simurg. Su encuentro con el gran rey es realmente un salto de conciencia alqui- mico, una metamorfosis. Para algunos lectores, el encuentro con lo divino puede resultar imponente; para otros, una forma de liberacién personal. No obstante, quien lea con ojos inocentes esta maravillosa obra no deberfa de hacer trampa yendo a la tltima pagina para descubrir al Simurg: serfa contraproducente. Al igual que las aves, cada uno de nosotros deberfa realizar su propio viaje siguiendo el poema de principio a fin. La conferencia de los pajaros no es un poema que pueda leerse de forma fragmentada puesto que su poder psicoldgico s6lo resulta efectivo si lo consideramos una alegorfa de nuestro propio viaje individual. En consecuen- cia, contamos con la oportunidad de unirnos a las treinta aves que finalmente cum- plieron con su objetivo. En La conferencia de los pajaros he intentado conservar la tensién y la fluidez del poema original reflejando los cambios de tono que incluye Attar, ademas de su iro- nfa y su sentido del humor. He trabajado principalmente con una traduccién en prosa del trabajo de C. S. Nott, que a su vez proviene de una traduccién francesa del siglo xix firmada por Garcin de Tassy. Espero que mi nueva interpretaci6n con- serve el espiritu de la obra de Attar; para ello he recurrido a imagenes que resul- tan familiares a los lectores occidentales, pero que no sacrifican los conceptos ori- ginales. Mi principal objetivo ‘ha sido hacer de esta maravillosa alegoria un texto accesible al lector moderno. Invocacion El lujo de las cosas nos absorbe; su niimero y multiples apariencias provocan en nosotros una confusién Que denominamos conocimiento, 3 Orad: Dios creé el mundo, unié Ja noche al dia, ¥ formé montahas para realzar su suelo, mares ‘para lavar su faz, criaturas vivas que con sus stplicas _ (predecesoras de las plegarias) buscan un sitio en este misterio Que en el espacio infinito flota. Dios colocé la Tierra sobre la espalda de un toro, yal toro sobre un pez que danzaba sobre un ovillo de luz plateada tan tenue que al aire se oa _y a su vez descansa sobre la nada, que nada puede compartir. Todas las cosas son mascaras a disposicién de Dios, — simbolos que nos ensenan que el Creador todo lo es. El Simurg - jOh, el Simurg! (Quién es este prodigioso ser que, una noche sefialada, cuando el tiempo se detuvo, sobrevolé China sin un alma ver? ot Una pluma de ese rey cay6, su belleza y su voluntad, ~__ ¥ conmocioné a los corazones que su roce percibieron. Muchos trazaron una forma liminal a partir de ella, y quienes. contemplaron sus lineas brillantes fueron arrastrados por ef anhelo como rboles en una ribera azotada por la tormenta, Aa China conserva esa pluma en sus espacios sagrados, "por lo que el Profeta exhorta a ir en busca del conocimiento _ precisamente hasta alli, donde la sombra de la pluma favorece a quienes se cobijan bajo su superficie. Saberlo es guardar silencio. Pero a menos que la imagen de la pluma sea vista y percibida, nadie conocerd los oscuros y cambiantes estados del corazén que sustituyen inaccién por decisién. Su gracia invade el mundo y moldea nuestros destinos aunque sin el limite de la forma o la configuracién definida, porque todas las definiciones son gélidas contradicciones para el saber; por eso, si desedis recorrer el camino, partid ahora mismo en busca del Simurg, sin parloteos y con paso firme hasta que os perdais en la rigidez de la muerte. Todos los pajaros, conmocionados, deseaban preparar su encuentro con el sha y absorber las revelaciones del Libro. Anhelaban conocer al rey, tan cercano y tan lejano, y ase sol se entregaron para arder en sus brasas. Pero el terror les invadié frente a tan largo y peligroso camino, y cada uno de ellos, ignorando su compromiso de'recordar siempre 'la verdad, una excusa pronunci6 para no partir. Dios se dirige a Moisés Un dia Dios se dirigié a Moisés y le dijo: «Visita a Satanas, falesrogale, usa tu cabeza.» Hasta las ardiemtes salas del Infierno descendié entonces Moisés para pedir consejo al maligno, Quien sonrié, perverso, al verlo llegar. A través de aS dientes ona como el carn, Satanas habl6: Mientras para ti mismo vivas, solo seras % un tambor que retumba orgullo, un cimbalo de infidelidad. La vanidad, el resentimiento, la envidia yla ira seran + como un perro con la lengua enloquecida, infectada por la indolencia del pecado. Te convertiras en el Prisionero que tt mismo. © petsigues en tu interior. Dios se dirige a David David era un cantaro abierto; la luz entro en él y en su interior crecieron las palabras del Creador, quien a través de él dijo: - «A loda la humanidad, entregada a la arrogancia y el pecado, pregunto: si el cielo y el infierno no existiesen para atraparos Jabatiros, ¢podriais, oh particulas de polvo, distinguir la verdad de la eed. el verdadero nticleo mi palabras? Si sOlo hubiese oscuridad, épensariais en mi_y os dedicariais a orar? A mi voluntad estais unidos, in vuestros ojos encontrar ¥: vuestras almas siguen la direccién de mi aliento— con esperanza y un miedo que quiebra Jos albores de vuestro corazon, de modo que me adoraréis con la mente, las palabras y la inclinacion. Empezad por convertir + en cenizas todo lo que no sea yo; unid las cenizas a la fidelidad del viento, extraed Ia riqueza de vuestro ser, : ¥s6l0 -entonces comenzaréis a ver.» El alumno pregunta; el maestro responde «Por qué Adan fue obligado a abandonar el paraiso?», pregunto el alumno al maestro. «El! mundo material endureci6 su corazén, y cien vinculos terrenales lo encadenaron al ciclo de la vida y de Ja muerte. Estaba ciego a esta ecuacién y no vivia por Dios, de modo que fue expulsado del paraiso y con su cuerpo mortal se marchit6 su alma. Adan, la mas noble de las criaturas de Dios, como una polilla consumida por la Hama de una vela, entré con culpa en la historia que enseita a la humanidad Io que es la vergiienza. Por no haber entregado Adan su coraz6n a Dios, para él no habia sitio en el paraiso donde el tnico amigo es el Creador, cuya voluntad no es que Adan lo imagine y lo transgreda. El Ruiseftor El ruisefior alza la cabeza, narcotizado de pasién, y vierte el aceite del amor terrenal de tal forma que los demas pdjaros enmudecen, ensombrecidos ante aquellas melodfas que los misterios revelan. «Conozco los secretos del amor; con mi flauta los anuncio», canta. «Busco un David con el coraz6n roto para descifrarle las. melancélicas ptias de esos secretos; el dulce lamento de la flauta inspiro, la conversacién de las cuerdas del laid aliento. Mi cancidn disuelve las rosas en fragancia y con su tono sollozante desgarra corazones, ~ Que se quiebran por las lineas de fractura del anhelo y el deseo. \ Mi masica es como el negro océano del cielo, y quien me escucha la raz6n pierde. El mundo se convierte en el sello de los suefios de ciertos amantes, donde sélo la rosa es verdadera. No puedo alejarme, estoy paralizado, y mi alma expongo anclada a la senda divina; mi amor por la rosa me basta, debo permanecer proximo a sus pétalos, no necesito nada mas, para mi florece la rosa, mi semilla.» El Coronado responde: «Imprudente es tu amor por la rosa, tuisefior; tu absurdo canto ha quedado atrapado entre las espinas de la flor, y es pasajero un pétalo de terciopelo; el sosiego del perfume te produce placer, si, pero también dolor porque la belleza de la rosa es efimera; pocas escapan de las heladas del invierno. Si deseas encontrar el sendero deshazte de este amor que dura un dia. El brote alimenta su propio final mientras el dia sustenta la noche. ee Guida ‘de ti, aleja de tu vista esa rosa mortal.» Pay El Halcon Es un soldado, y como tal tiene su orgullo este halcén que junto a un rey vive. Altivo como su amo, a las demas aves aterroriza y su pico es tan temido como sus garras. Con sus ojos encapuchados (un sitio en el favor réal es su recompensa), se alza, centinela, sobre el brazo del soberano, amable y meticulosamente entrenado para hacer lo correcto con magnifica gracia, por lo que no necesita ver al Simurg ni siquiera en suefios; sus actos le bastan, y ningtin viaje podrfa reemplazar los mandatos reales, exquisito bocado que no desea rechazar. Satisface a su rey sobrevolando valles y surcando el cielo, y no tiene otro anhelo que vivir de ese modo hasta que la muerte Ilame a su puerta. EI Coronado le dice: «Tu orgullo guerrero te ciega; gcrees que vivir cerca de los reyes y acatar sus 6rdenes basta para mantener tu privilegio y permanecer siempre a su lado? Un rey mundano puede ser justo, pero cuidate de su justicia porque la ejerce a su antojo. Hubo una vez un monarca que, fascinado por los reflejos plateados que irradiaba la piel de uno de sus esclavos, con hermosos trajes le vistié para convertirle en su favorito. Pero el noble, que gustaba practicar el tiro al blanco, colocé un da una manzana sobre la cabeza de su siervo, y el miedo volvié amarilla aquella argéntea piel; consciente del color de la sangre, el pobre hombre sabia que su tez perderfa sus destellos si el arco del rey erraba el tiro, y un esclavo herido y desprovisto de su esplendor de plata acabaria rechazado en cuanto a su amo ya no divirtiese.» Pregunta a Yunaid Alguien pregunt6 a Yunaid: «¢Cémo es posible que seas libre yal mismo tiempo esclavo de Dios? ¢Cual es el secreto?» «Debemos aprender a aceptar, no a través del miedo sino con amor. Dios es nuestro amigo )¥ nos espera», respondi6 con voz suave y una sonrisa en los labios. El dtomo puede brillar, pero lo hace por un ardid de la naturaleza. No es mas que un tomo, s6lo eso, pero si con el sol ~confunde su fulgor, habrd iniciado su verdadero brillo. “3 t | 0 RSE EI Pato | El pato es timido pero Se sitda en el estrado exhibiendo el brillo de sus plumas. #l Ave contradictoria, tiembla de temor . al proclamar: «Nadie ha visto criatura mas pura que yo. Mis abluciones realizo cada dia y sobre las aguas disperso el gran poder de mi plegaria. Encarno la gracia en los rios y los lagos; soy un ser cristalino, profeta penitente y limpio al servicio de Dios, morador de un elemento puro que es mi alimento y mi hogar ademas de mi terapia frente a amargas dificultades Que no consigo comprender. Pertenezco a un elemento limpido, ya que todo existe gracias al agua. (Por qué tendria que dejar mi vida actual para buscar al Simurg?» El Coronado responde: «jl agua ocupa toda tu vidal Es tu descanso y suefio obsesivo, pero cuidado con ella, tan traicionera como una daga; ¥ td eres pulcro, y el agua no es lo que parece. Una ola te atrapara y arrastrara a menos que seas diictil como ella; s6lo asi conseguiras mantenerte a salvo. Pero recuerda que el tiempo es paciente y, sobre todo, fuerte. Quiza seas tan puro como dices; pero hasta cuando?» El Gorri6én «Soy un ser fragil, débil de cuerpo, sumiso. {Cémo podria algo tan insignificante partir en busca del Simurg? Tengo la fuerza de una hormiga. Un simple gorrién como yo es incapaz de partir en busca de lejanos reinos, de una corte esplendorosa. No emprenderé un viaje que jamas. podré finalizar, expuesto a que mis alas se quiebren y el viento me arrastre; estoy incapacitado para semejante empresa y solo en mi lugar puedo vivir. Segtin mi propio ritmo, buscaré a mi patriarca José en el manantial, y cuando lo encuentre me elevaré hacia el cielo, y desde el vigoroso pez hasta la luna volaré.» El Coronado responde: «jHipécrita! Tu modestia deja al descubierto tu engafio; el valor que te falta suples con falso tacto. Aun en la retérica de tu humilde tono, mientes. Si has de quemarte, lo hards junto a los otros y la muerte encontraras, asi que cierra el pico y deja ya de hablar. Abandona el arbol; olvida las excusas que has dado recurriendo al nombre de José y limitate a seguirme.» El lunatico y Jidr Jidr se vistié de un tono intenso. verde su piel, verde su mirada, verde su voz; entre la vegetaci6n de su vision divis6 un loco, ya aquella alma exaltada Jidr propuso: «@Deseas viajar conmigo para encontrar tu lugar?» El demente respondié: «A ti la vida te renueva sin cesar, pero no eres bueno para mi porque debo dar fin a esta existencia, culminar este espectaculo. Mi vida es pura abstencién sin el Amado, una corteza que no vale una mota de polvo. Tu atavio es la vida continua que comienza y no tiene fin, pero cada dia yo me preparo para expirar y enmohecerme. Por eso, amigo mio, mantengamonos distantes como Ia tierra y el cielo.» El Pavo real Como un sueho, el pavo real aparece con sus plumas semejantes amil ojos; ave engreida de glorioso presente, afirma: «Represento el arte del genio, aquel que el paraiso plasmé, lo dibujé en el abanico de mis plumas; sin embargo, tal edén no existe en lo profundo de mi coraz6n ni en el dspero sonido, de mi voz Unico soy entre las aves, como Gabriel, pero nadie deberia de envidiarme. Fui amigo de la serpiente —mi mayor error- en la maravillosa quietud del paraiso, y cuando ambos fuimos expulsados de tan exquisito lugar nuestra felicidad se esfumo. Ya nadie confia en mi, con mis pies atados al polvo ignominioso; no ceso de buscar un guia que me aleje de esta oscura morada cubierta de orgullo y me conduzca a la eterna mansién del Simurg, hasta su puerta. Pero no entraré, porque ya he vivido en el paraiso y no deseo volver. Prefiero quedarme fuera, porque lo tinico que me importa es mi magnifica cola.» El Coronado suspira y con presteza responde: «Tu tortuosa respuesta te desvia del camino verdadero; para ti, viajar y habitar el palacio de este rey no es la demostracién del parafso que describes. La morada eterna se halla en el bosque del corazén, que oculta tu alma y es superior a tu cola. Busca ese tesoro, que es la meta desde la que comienzas a viajar eternamente como el sol, que no tiene tiempo para un destello, 0 como tu espiritu, que es mas grande que sus partes. Puedes tener el océano, asi que ¢por qué buscar una gota de limo? Si la perfeccién y la integridad deseas alcanzar ven con nosotros, y aprende a cuidar de tu alma.» El Buho El biiho, anciano desde que nace, medita sobre toda la conversacién con ansiedad en la mirada. «Estoy confundido», dice, «Nacf en un establo vacio, un receptaculo destruido, en ruinas y solitario, y alli he permanecido como los. dementes se aferran a las tierras despobladas. Jamas el vino moja mi pico, sobrio estoy, tranquilo; busco los espacios que ocultan un tesoro sagrado, y apaciblemente voy tras él. Entre ruinas azotadas por la Iluvia vivo ansioso por encontrar un tesoro, imperturbable en mi sedentaria labor. Creo en el gran Simurg a mi modo, pero soy demasiado deébil, apegado a las ramas y avido de coger un tesoro con mis propias garras; eso es para m{ el éxtasis verdadero y no el viaje del que hablas. No partiré en busca del Simurg.» El Coronado, que pierde la paciencia ante estas excusas, mira al biiho con severidad y advierte: «Tu amor por la riqueza y el oro acabaré por asfixiarte, de modo que si encuentras el tesoro del que hablas serd tu fin; te hards viejo y tu becerro de oro no soportard la andadura del tiempo hacia la tumba. EI dia del juicio, cuando todos, cubiertos de ceniza, nos encontremos frente al trono, tu rostro, oh ser infiel, no serd el mismo: aparecerd desfigurado, % y tu anhelo sucumbiré ante la terrible maldici6n de Dios.» ' La duda de las aves El-Coronado entona? «Debéis desear de coraz6n, més alld de la tentaci6n de las palabras y el conocimiento de las estrellas. Debéis querer con todo vuestro ser y estar seguros de vuestra esencia, qui ‘primero tendréis que hallar lo mas profundo de vosotros para el oro extraer de vuestras almas jenzar a recorrer el camino. Si incapaces oe igerir un solo | /grano y de beber una copa de vino, taros a la mesa del Simurg? ba yrenderéis a sondear profundidades ni a ascender de araiso Que Os espera cis buscar. fecuperar la sorpresa — en vuestro corazon y vuestra mirada, a reconocer lo verdadero.» Los pajaros reflexionan sobre este discurso, y con las crestas cubriéndoles los ojos responden: «Somos débiles dtomos, a la deriva, carentes de ingenio para buscar o reconocer a quien sobre todo se alza y sin embargo vive en nuestro interior. No podemos buscar lo que no comprendemos. El es Salomén, el arca que a todos nos contiene, y nosotros seres periféricos, simples hormigas en el fondo del abismo que escarban en la oscuridad. Al gran Simurg no podemos ver ni tampoco hablar de él, pero nuestros corazones laten con fuerza cuando comenzamos a vislumbrar su magnifico Ser, que supera cualquier intercambio mortal 0 el peso de la visién.» El Coronado oye estas palabras con creciente ira: «Carecéis de verdadera aspiracién, vuestros corazones no saben distinguir y no dejais de parlotear mientras jugdis con el fuego; no os dais cuenta de que podriais adentraros en ese misterio’ lejano y a la vez proximo si slo os embarcaseis en el amor ¥ partiéseis con los ojos bien abiertos. No vaciléis, dejad atras la insignificante vida que Ilevais. El es la luz que transporta las sombras que imploran vivir en la oscuridad, pero jamas lo consiguen; su mirada las convierte en aves voladoras donde todo es forma y la sustancia desaparece. Sois sombras de Su palabra. Debéis atravesar este espacio vacio con vuestra alma ensombrecida, si hablais con la disciplina del amor percibiréis la sombra del Simurg que sois vosotros mismos, y en el desierto encontraréis el camino, ese océano en el que podréis sumergiros en su Ser Que mora en vuestros corazones y en las estrellas sin que podais verlo.» El Rey encantador Erase una vez un rey cuya incomparable belleza era su gloria, tan exquisita y conmovedora como la misica, poderosa como el mar. ¥ El amanecer era su sonrisa y su elegancia se desplegaba en sus obligaciones; “su fragancia recordaba el perfume de Gabriel, Ja oscura corteza de un cedro; era su ser cristalino una revelaci6n, Coran de su secreto que sorprendia, cegando a quienes a su lado se encontraban. Miles murieron por amor a él, por contemplar su imagen; no podian resistirlo, ni vivir alejados de tan magnifica criatura. Pero unos pocos, fuertes y devotos, si sobrevivieron y a través de él lograron vislumbrar o tenuemente percibir Ia infinita realidad. Para que mas seres fueran capaces de soportar la vision de su belleza y pudieran contemplarle, el rey se pos6 frente a un espejo que los ojos de la mente no pudiese ignorar, y por eso su recuerdo debéis recuperar y revivir, aprender a apreciar al amigo Qué de mil modos el Spiritu y la belleza representa. Su reflejo proyecta infinitas sombras Que se mantienen alejadas de la luz que Jas afianza ensu vuelo eterno, y sin embargo él no se diferencia de las: bras Que envuelven vuestra mirada; pensar lo contrario Ress ivocarse + y resucitar orerror que. noche y dia os perseguira. Ast Q »contemplad las sombras con renovado entendimiento yy prodanza él 6s sombras, pero las. supera y es mucho més grande. El rey no desaparece a aunque su rostro oculte tras un velo de oscuridad: : sis Sonoma a. sol oe de las sombras, pero primero debéis Pn eas wo} ideale El viaje propuesto La luz del Simurg comienza a brillar en los corazones de quienes escuchan al Coronado, empiezan a tener sentido los misterios. La presencia de su rey resplandece en ellos, y las historias de cada uno impulsan sus ojos huérfanos hacia el camino. Pero pronto sus corazones se cubren de sombras; fluyen sus dudas como la sangre y Su inteligencia se hiela; no demuestran valor alguno para cumplir con su deber y se declaran débiles para volar. Tan atrapados han quedado en el fango de su orgullo y su vanidad, que no pueden unirse a la lucha: «Desenmascaraos», grita el Coronado. «Unios a mf y amad, libraos de vuestros miedos, sacrificad vuestros cuerpos mezquinos, rechazad vuestras almas vacias y centrad vuestros corazones y ojos en la meta; sin lagrimas de remordimiento emprended el vuelo, id a Su encuentro y penetrad en el éter de Su amor siguiendo este sendero de peligros y afliccién. Volad con el corazén confiado hacia El, tan lejano y proximo a la vez; el amor no es un jardin de placer, sino una agonia que invade el | espiritu para convertiros en seres amados por vosotros mismos y por él, pronta a exaltar esa parte de vosotros que vive mas alla de la fe o de su ausencia, que tan s6lo cosecha piedad religiosa. Con amor cambiaréis y haréis realidad el significado de vuestras almas, cantando salmos en el aire con profundo respeto hacia el misterio que os aguarda tanto fuera como dentro. Cuando iniciéis el viaje lavaréis el pecado de vuestras sombras.» La historia del jeque Sanan Esta es la historia de un jeque santo _y conocedor de des en los misterios de Ia fe, cuyas revelaciones le hacian realmente sabio. Junto a sus cuatrocientos discipulos defendia la Verdad; con su cuerpo y su sombra en el imperio de la Kaba, incansable rezaba Por la permanencia de Dios. El jeauey sus murids, fieles al sendero, examinaban y limpiaban los pecados del mundo. Una noche el espiritu del jeque se elevé de su cuerpo ya Rum fue trasladado en suenos. Lo que vio y escuch6 bano en lagrimas su rostro dormido, yal despertar -ya no era el de siempre. Dijo entonces a sus discipulos: «Debemos abandonar este lugar sagrado, dejar la Kaba y vigjar hasta Rum, donde he de hallar aquello ate mi sueho me ha ocultado; parte de mi -_respondera | hablara cuando encuentre el origen _ de mi bisqueda, su nactmiento: » “Todos, juntos iniciaron el camino y atras dejaron su frontera para adentrarse en tierras de id6latras, que se rigen por leyes de idélatras y como tales visten y viven. Sin cesar buscaron ef objeto de aquel sueno, hasta que un dia los ojos del jeque se posaron en una joven rodeada de flores, que acompanaban su hermosura como los déciles instrumentos embellecen un ghazal. Su rostro, en parte cubierto por el esplendor de sus cabellos, escondia la letal belleza de sus ojos, que deslumbraban @ quienes osaran contemplarlos. Y cuando esos mismos ojos envolvieron al jeque, redujeron a cenizas su virtud. A esta belleza pagana entreg6 el hombre su fe y su corazon, porque tras haberla visto ya nada quedaba de él ni de la relacién con sus discipulos, a quienes ordené que se marcharan. El jeque enamorado sulria de amor, _y despojado de su fe dejé de creer. Su saber y / religion ‘quedaron reducidos a meros recuerdos ante la hermosura de esta doncella, fuego y hielo, de labios de suave seda y boca tan pequenia que las palabras apenas lograban atravesarla. Era alta, de delicada figura, _y cuando alzaba el extremo de su velo los hoyuelos de sus mejillas seducian a todo el que los contemplaba. EI jeque ardié en deseoval verla y sin aliento quedo, desesperado; de todo su ser se habia apoderado aquella criatura, admirada por el sol y las estrellas. «Me ha hecho su esclavo!», sollozé. «Me siento abandonado ahora que mi fe he perdido. De qué sirve mi coraz6n, cautivado por su encanto?» Ignorando el pesar de sus discipulos, ore cuyas palabras resultaban tan fitiles como un desierto de hueso seco, el jeque s6lo podia contemplar a la joven, cuya belleza representaba una traicion a sus seguidores y a su fe; por eso, con voz desesperada grit6: «Oh, Senor, en la vida he ayunado y sufrido ® pero jamas como ahora; me siento atrapado por esta criatura de cabellera negra como la noche. Ya nada me importa ahora 5 que he posado mis ojos sobre ella y languidezco ante su belleza; tan profundos son mis suspiros que temo que la lampara del cielo, - mi guia, se extinga. O es que los celos le han obligado a relirar su luz de mi buena suerte? Ante ti lloro y grito ‘para“que me ayudes con esta joven y mi pena cese, _ este dolor del anhelo acabe yy recompenses mi amor por ella. Mi coraz6n herido se agita como un arbol bajo el azote de una tormenta. - Sacia mi sed de esta incomparable ciara, o de lo contrario pereceré. ” En vano suplicaban sus seguidores porque por amor el jeque rechazaba su fe, su misma esencia, _y Se negaba a partir, incapaz de deshacerse We ae de aquel encantamiento, desconsolador testimonio de su profunda desercion. — Sus discipulos le Cone solo cuando el sable del dia %e decapit6 la negrura de la noche, pero él alli continuaba, infectado de amor, fiel a este idolo que habia arrancado su fe. EI polvo era su lecho; el portal de su amada, su esperanza. Los perros del vecindario le observaban, y furtivos se acercaban a olfatear tan angustioso ¢ imposible anhelo. > s a Sia fF Se yo Sie Fey Tied Fie Tied FE La doncella, al verlo en la calle, como una bréjula sin direccién y el jeque con un velo se cubrié para aproximarse a él, se rindié a sus deseos, privado de su fe y deplorando pero la proximidad de su vestido tent6 ain mas al jeque, - el Libro Sagrado, dispuesto a entregarlo a las llamas. asi como el roce de aquellos delicados pies, ¥ Satands le manejaba, el vino era el culpable, y aunque su manto arrojé que eran una prolongaci6n de su ardiente semblante. al fuego, la insaciable dama mas atin exigi6 —plata y oro— La joven rechazaba tan irracional devocion, y él imagin6 tan dulces senos banados en dorado metal. pero el hombre confes6: «Mi coraz6n has robado » La piel de su amada sus actos regia para toda la eternidad_y me ahoga la conmoci6n que has y encadenaba al soborno su alma enamorada. producido en mi. Soy sombra de tu sol J La dama se entreg6 entonces a la lujuria del jeque, pero como.dote J te pertenezco; haz conmigo lo Que quieras. . propuso: «Has de cuidar una piara de cerdos y vivir en la suciedad, Por ti he perdido la raz6n.» La doncella, inmutable, respondié: E s _ depravar tus sentidos con su hedor y su pitrida inmundicia. «Estas casi muerto; arropa tu frio cadaver con una sabana. Con los animales dormiras como prueba de tu amor.» No podras conseguirme ni entrar en mi cama.» r En et hémedo estiércol acab6é el hombre solo, La fria amargura de aquel rechazo no consiguié _ rodeado de mil cerdos que infectaban su coraz6n herido. desanimar al enamorado: «Di lo que quieras, porque Asi como hay quien mira con lastima y arrogancia vivo © muerto te amo, joven o anciano. —humanas caracteristicas—, la suciedad ¥ No puedes rechazarme aunque si matarme; que él hallé vive también en auienes pretendemos la decadencia y el fin son nuestro destino comin, observar este espiritu deshonrado a la distancia y todos cruzaremos algtin dia el umbral de la muerte. En todos nosotros se esconde la vejaci6n, y hemos de aceptarlo Haré lo que desees; tu mas insignificante sonrisa de asentimiento si pretendemos recorrer el camino con paso firme. es mi destino, toda lo que digas y hagas guardaré en mi pecho con fervor. Todos los discipulos se prepararon para partir, excepto uno Tu burla es el catalizador de mis actos.» que suplicaba permanecer junto a su jeque. Pero también a él Ella respondi6: «Entonces obedece, péstrate ante mi, éste despidié: «Si, la he hecho mia, pero a un alto precio. abraza la idolatria, quema el Coran, entrega tu mente al vino, No te quedes aqui, regresa ala Kaba e informa de mi infortunio; deja de lado la razén, desecha tu fe, conviértete en mi criatura.» . enredado estoy en mi destino y mi propia voluntad. Accedié el jeque a rendirse al vino, incapaz de aceptar los demas retos, Somos instrumentos de esta vida, atrapados por yal templo la joven le condujo para atiborrar su cuerpo de licor. poderes que en nuestro interior acechan, como minas; Miserable y con los ojos lacerados perdi6é el hombre su saber, algunos tienen la fortuna de evitarlos pero muchos, pero ella solo buscaba enloquecer aquella débil mente como yo, caemos en su trampa.» es Con estas palabras se alej6 de su amigo para regresar a la porqueriza y atras dej6 a sus seguidores, que decidieron emprender el regreso a la morada de los espiritus puros. Mientras tanto, un hombre bueno y santo que en su camino hacia Dios habia alcanzado una gran sabiduria y su coraz6n y su alma entregaba a la plegaria, pregunto en /a Kaba por el jeque, @ quien conocia pero que a Rum no habia acompatiado. Los discipulos le hablaron entonces de la joven, el vino, la apostasia, la piara de cerdos; detallaron las claves de su perdici6n. El amigo, consternado, incliné su oscuro rostro con vergilenza y amargura, y asi hablé: «Habéis abandonado a vuestro jeque cuando debiais demostrar vuestra lealtad y aferraros a él en su caida.» «No somos nosotros los culpables», se excusaron. «Nos ofrecimos a acompanarle pero ordené que nos marchasemos y obedecimos.» £/ amigo, imperturbable, pregunt6: «Por qué, débiles de corazén, no habéis rezado por su alma con mil plegarias diferentes en lugar de dejaros dominar por vuestro deseo de manteneros alejados de él? Las puertas de Dios se habrian abierto ante vosotros de forma que as sorprenderia Su misericordia es mas que una recompensa: ¢s el misterio de la, gracta.» Los discipulos regresaron a Rum y sigilosamente se acercaron al jeque para rezar, suplicantes. Conscientes de su propia condici6n, sus sinceras plegarias por fin Hegaron al cielo, destino Gltimo de su arrepentimiento y esperanza Las penurias del jeque fueron redimidas por angeles y santos cuyos sentidos son como la primavera, plena de verde y frescor, radiante como !a Juna. Entonces el Profeta aparecié ante uno de ellos, con sus cabellos cubriéndole el pecho. Lleno de gracia habl6, y su voz no tard6 en inundar aquellos corazones abiertos. Pero cuando a su lado se inclin6, comprendié que la muerte «Habéis rezado con tal fervor se aprestaba a guiar a la doncella al paraiso; _ que he venido a lavar el pecado de vuestro jeque 4 conmovido, or6 por aquella alma ahora creyente con el rocio de la sdplica. Ya es libre de regresar a la fe i y ella le sonrié con amor, no amarga lascivia, a que dio origen a su vida y prepar6 su alma; 7 ; _y se elev mas alla de las nubes que revisten el traidor arrepentido recupera su integridad.» -- el cielo receptor, que se apoderé de su alma como Al oir estas palabras, el discipulo corrié a contar . s hard con la nuestra cuando nos Ilegue la hora. Jas buenas nuevas a los demas, que no tardaron en ir en busca oe ~ No somos mas que desechos que el viento esparce, del jeque, ahora convertido en un fuego sagrado purificado, exonerado, E oscuridad alimentada por el dolor y la desesperacion. dueno nuevamente de su fe y sabiduria. b Incesantes son los fuegos que forjan la ilusién en esta vida, Llor6é de remordimiento al verse recuperado 7 _y sabemos, con el corazon unido a Dios, y junto a sus discipulos emprendi6 el regreso, limpio de pecado, 7 que el sendero surca tanto los cielos como las entrafias de la tierra. hacia el sitio sagrado del que habian partido tanto tiempo atras camino de Rum. La joven, angustiada y privada de su fe, k partié fervorosa en busca del grupo de los peregrinos — - + para volver a descubrir su identidad, yal verlos prometié sumisi6n a la palabra de Dios. ? Se cubrié el rostro con las manos, avergonzada y dolida, ‘ yet jeque, compasivo, detuvo sus pasos para regresar al sitio donde ella lloraba desconsolada. Los pajaros hablan sobre el viaje Ahora las aves se entusiasman con la empresa y Sus espiritus ondulan como la marejada. Nace el amor por el Simurg en aquellos que se preguntan si son capaces de recorrer el camino; unos a otros se responden que estan preparados a viajar hacia la luz, pero primero buscan un guia que les indique qué hacer y analice su angustia y alegrfa durante el vuelo. Le juran fidelidad en pensamiento y accion, sea su viaje agradable o lleno de dolor; siempre que puedan ofrecerse al rey, esta multitud de peregrinos de plumas claras y oscuras preparada esta para lucir alas de angeles. Echan suertes y la providencia declara al Coronado el elegido; todos los pajaros meditan en silencio, y una voz que emana de si mismos les incita a prepararse para partir. Entonces ascienden con el polvoriento aleteo de diez mil alas y surcan los aires, sobrevolando oscuros bosques y lagos, mejor descritos como la luz y la sombra del alma. Peto al imaginar las pavorosas presencias que atestan el camino hacia los dominios del rey, vacilan en su incipiente vuelo y a la tierra vuelven a caer. Debilitados, oyen el distante grito del Coronado: «jTened valor! jel caning que veis es el nacimiento del morir!» Bayazid Bistami El cielo nocturno, semejante a un lienzo salpicado de luz, encerraba-un silencio tan profundo y frio como la leche de la luna. _ Esta visin incit6 al jeque Bayazid a reflexionar, mientras los oscuros € inmensos espacios que separan una galaxia de soles se apoderaban de él; «Oh, Dios, la melancolia me ha hecho su presa; mi mente se inquieta, y el coraz6n agitado impulsa la sangre que de terror me ciega cuando compruebo cudn vacios se encuentran los lugares sagrados que a ti pertenecen.» Tras estas palabras, una respuesta vol6 hacia él y anid6 en su oido: «Particular es el rey, pues s6lo admite a los pocos que demuestran intenciones puras, a quienes comprenden el miedo yal amor se entregan; El rechaza a aquellos que se le acercan con extravagantes alabanzas, y a los descuidados Y perezosos les aparta sin compuncién. Sé paciente, Bayazid, que ta eres uno de los que se elevara.» Las aves emprenden vuelo Por fin, armandose de valor, la nube de pdjaros se alista. a emprender vuelo pero atin no despega ni usa sus alas, ansiosa por plantear mds preguntas al Coronado. Frente ala senda que conduce al infinito, que al infinito acerca con pasos infinitesimales, las aves se acobardan y piden consejo a su guia, presas de la desesperacién. Necesitan conocer la ceremonia que les espera, saber cémo acercarse al trono con reverencia para que el rey. pueda tolerar sus timidas vacilaciones y reciba y tome lo mejor de ellos. «Al,ascender al minbar», imploran, «dinos, Coronado, cémo comportarnos, huestras mentes enséfianos a colmar». AI of aquellos lamentos lanzados como flechas al aire, el Coronado se coloca su corona y con sagacidad encuentra la perla del silencio en su interior para escuchar con austero ofdo las voces de estos pajaros que de miedo se apagan. 5? b> ta ' 7 ’ * x ts. £ oe . o El pajaro inseguro — Seige «Dime por qué, oh Coronado, que en nada pareces diferenciarte de mi —pregunis ¢ el primer pajaro—, con tus suaves y ee plumas, tan buenas para el vuelo como las mias, eres capaz de \ fo que ni yo ni mis cones) logram «No soy distinto de vosotros, en n efecto, ni ! aunque sf abiertoy y¢ con el — Sars a obedecer, si ses la obedienci que una ceremonia. Incluso L Ll obedecié una vez, pe yes necesaria para mantener ifer, a auien deporamos, ti ediencia es la méd ide Beste credo velo le nuestra ne una débil. roe ¢ estos montes y val es de nate de eo es para in noble emp J ae . to ee tan | jal yssin duda te ards y tornaras amarillento como la seda antigua, Tanguideciendo con | lagrimas de pesar. Es preferible volar y escoger el camino. aunque ignoremos si el triunfo coronard nuestro esfuerzo; si fallamos, lo haremos mientras intentamos descubrir el océano del amor. Nacen miles simplemente para convertirse -en prisioneros de su propia codicia y excusar su apatia; ~ algunos se dicen temerosos y otfos revelan su ‘modestia. é C6mo pueden los mortales aspirar a la vida eterna? " Somos simples particulas en la luz, dicen; ese es nuestro destino, tan elevado que no conseguimos alcanzarlo; pero con débiles digresiones” se evaden de la verdadera tarea, que consiste en morir por ellos mismos, considerar su muerte como un Bicol del sendero. Dejad que las polillas < emprended vuelo hacia luga -conscientes de que no siempre es agradable, que exige que os arriesguéis hasta | morir si es necesario z con su peculiar de amor, pena y duelo. Ae os j a Pero debéis optar mo alient Tike * 44 E| pajaro desesperado La tercera ave duda de sus fuerzas y afronta como puede sus temores «Mis faltas me conyierten en un pecador indigno de ver al Simurg, receptor de almas en las que el camino esta claramente marcado y leido. ¢C6mo podria yo transitar la senda hacia el rey si sucio estoy como una mosca? En cuanto intento ponerme en marcha mi indignidad me derrota, caigo de bruces. Envuelto en polvo moriré. » El Coronado se apiada y dice: «No pierdas la esperanza; tus pecados son tan ligeros como tus plumas a los ojos del rey Ora paciente por Su gracia, y recuerda que no es la soga la que mata al prisionero sino la mano del verdugo la que lo conduce a la muerte. Por eso muestra tu coraje frente a tu error, y no te deshagas del resplandeciente escudo de tu alma sufriente ni te expongas al peligro con la sombra del terror imaginado. Recorre el sendero con tu impureza y en un ser integro te convertiras.» EI ave indecisa «Soy delicada de alma y espiritu, incluso fragil», expone otra ave a modo de excusa. «Vacilo, y aunque en ocasiones soy buena y agil de pensamiento y juicio, en otras me agotan ciertos actos que con disoluta habilidad mis virtudes reducen. Puedo rezar y ayunar y con frecuencia lo hago, capaz soy de apartarme de vicios poco atractivos a mi paladar, pero también frecuento tabernas 0 sitios de mala reputacién, y disfruto con la lujuria y el vicio. {No es verdad que estos errores dejaran su huella en mi alma sufriente? No puedo confiar en mf misma.» Pero no consigue disuadir al Coronado, que responde: «A todos los hombres les sucede lo mismo, y si asf no fuera, Dios no tendria nada que mostrar, ni clemencia ni hierro para marcar a los pecadores salvados; serias como el patan que acttia de acuerdo con su materia inerte. Aunque una veleta seas Puedes aprender a obedecer la ley y a escapar del estruendo de'tus actos y escualidos pensamientos; debes arder por la virtud y lo real, evitar los perros del deseo. Asi sabras dominarte y conocerds la pasién.» El pdjaro lujurioso «Me traiciono a mi mismo», afirma el quinto pdjaro. «Albergo en mi el germen que mi alma devora. ¢Cémo puedo emprender semejante viaje? Soy carne ofrecida en la corte del diablo, donde las hienas cargan de deseo __ mis sentidos hasta la obscenidad; dentro de mi _ aguardan al acecho, soy su presa, siembran mi came de dulces pecados y me tornan ~ atractivo y seductor al ofdo y la vista. Soy la malla # y mi corazén late por apetitos que conmigo juegan y se burlan.» El Coronado no se impresiona: «Hablas de hienas pero con tus metéforas sélo deseas ocultar tu indolencia y falta de fe, las crasas mentiras que emanan de ti. Tu orgullo impio monopoliza tu “alma”. . Somos criaturas de varias etapas: tras una infancia de debilidad, de jévenes luchamos por controlar nuestro arrebato y conquistar todo lo que frente a nosotros se yergue; pero entonces llega la vejez sumisa, y el miedo se apodera de nosotros. Todo es devastacién, y el cambio constante es nuestro nombre terrenal. Hechos estamos para no perdurar, y aun asi nuestra lujuria canina encierra una tenaz determinacion que nos avergiienza. Asi es que llegamos al final aferrados a la cascara externa; la confianza es una virtud que no ha crecido en nosotros, y hasta el sepulturero, que ha visto cuerpos rigidos de sangre oxidada miembros tiesos y marméreos a causa de la muerte que es mas grande Que cualquier cosa carnal de la tierra, cae en este anhelo de poseer y utilizar a pesar de que reconoce que no es mas que polvo. Esa es la maravilla, dice é que el hombre no pueda confiar en su propia naturaleza.» EI pajaro vanidoso «Soy la vanidad personificada. Noche y dia Iblis me vigila e impide que siga los pasos de un guia. Estoy destrozado, e incapaz me siento de hallar el sendero. Soy un dedo del orgullo del diablo, no puedo resistir; el Maligno me esta poniendo a prueba.» El Coronado oye las palabras del sexto pajaro y dice: «Eres un juguete del demonio, carne del perro del deseo aunque te confieses a gritos “ con el fin de empezar de nuevo. 48 El Diablo te atrae con vanos deseos que carcomen tu alma al igual que los gusanos revisten la carne del cuerpo, que es tu fin, a menos que reconozcas con el coraz6n y la mente Que no eres mas que el carbén de Satanas, listo para arder hasta convertirse en cenizas. No es amigo tuyo quien aparenta satisfacer tus caprichos; te estas alejando del sendero que deseas recorrer, asi que rechaza las lisonjas del mundo que te llevan por mal camino.» El ave avariciosa «Tanto me gusta el oro que su exquisito sol me envuelve; un lingote es para mi como una almendra fresca en su cascara, la dulce y fulgurante luz a la que me entrego y sirvo diligente. El oro me ha hechizado.» El Coronado, girando en el éter, posa sus diminutos ojos sobre este pajaro terrenal y canta: «Te vendes a ti mismo, una ausencia eres y tu amor una mueca de desagrado en el rostro del’rey; esclavo de las apariencias, te dejas enganar por el color y la forma: verde, azul claro, rojo voluptuoso. Inexperto es tu apetito, brib6n libertino. Tu amor por lo exterior demuestra tu falta de voluntad, y te has fundido con el oro corrupto que anhelas; intenta comprender la naturaleza de las cosas, porque tu alma esté enferma. La riqueza no es buena para ti, pues cuanto mas posees mas pierdes. Comparte lo que tienes y cambiaras tu destino; y aunque no puedas emprender vuelo desde tu rama para entregar tu cuerpo al aire, al menos elévate por encima de tu ansia de atesorar. Si tu avaricia supera tu amor, al menos intenta ocuparte de los demas.»

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