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’CUADERNOS DEL La sociedad espaitola de los aitos 40 historia 16 historia INFORMACION E HISTORIA, S. L PUBLICIDAD MADRID: Pilar Tora, PRESIDENTE: Isabel de Azcérate IMPRIME: Rivadenayra, S.A ADMINISTRADOR UNICO: Juan Tomas de Salas. DISTRIBUYE: INDISA. Rufino Gonzalez, 34 bis, DIRECTOR: David Solar Teléfono: 586 31 00. 28034 Madhid SUSDIRECTOR: Javier Vilatba SBN: 84-7679-271-2 REDACCION: Isabel Valeaicel, José Maria Solé Mario. | Depésita legal: M-25845-93 y Ana Bustelo CONFECCION: Guillermo Lorente ; FOTOGRAFIA: Juan Manvel Salabet —La historia ms reciente patrocinada Es una publicacion del Grupo 16. por la empresa | REDACCION Y ADMINISTRACION: Madrid. Hermanos ‘més avanzada. Garcia Noblejas, 41, 6" 28037 Madrid. 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La descolonizacién de Asis alia 1944-1992. @ 24. 5, Bélgica. @ 26. Bandung, © 27. Militares politica. © 28, Elperonismo. 30. ElJapén de McArt- El desorden monetario. © 32. La descolonizacin de Alrica. @ 33. De Gaulle. ¢ 34. Canada. ¢ 35. Mujer y trabajo. ¢ 36. Las querras de Israel. @ 37. Hungria 1956, © 38. Ghandi. @ 39. El deporte de masas. © 40. La Cuba de Castro, © 41, El Ulster. @ 42. La Aldea Global. Mass media, las nuevas comunicaciones, @ 43. China, de Mao ala Re- temigracién a Europa. © 45. El acomodo vaticano. @ 46. Kennedy. © 47. El femit 49, Argel, de la independencia ela llusidn frustrada, © 50, Bad Godes- mo. © 48. El tratado de Rom berg. © 51. Nehru, © 52. Kruschev. © 53. Espafa, la revolucion del 600. ¢ 54. El aio 1968. ¢ 55. USA, el . del Vietnam. © 56, Grecia, 2.0 57. El fendmeno Beatles, @ 58. Praga 1968. @ 59. El fin del mito del Che. @ 60. W. Brandt. © 61, Hindies ymusulmanes. © 62. Portugal 1975. ¢ 63. ElChile de Allende. # 64. 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EISIDA. ¢ 96. Yugoslavia. @ 97. Hambre yrevolucién en el cuemo de Abica. © 98. Las iltimasi graciones. ¢ 99. Ciinton. ¢ 100. La Espaia plural INDICE Brien ty ra Tr Va ee | FtvcmscOnono A Co La evolucién politica del Nuevo Estado 8 La primera institucionalizacién del régimen La oj interior al franquismo 11 La autarquia econémica 15 a Agricultura, indust 19 Ningiin hog: y sin lumbre 20 El encuadramiento del mundo obrero ae ng ed sai ores La crisis de la autarquia PC eres 3] ea Peary 2 ean Bibliograffa década de los 40 Militares, falangistas y catolicos daban cobertura politica a la dictadura de Franco (dibujo por E. Ortega) La sociedad espanola de los anos 40 Por Angel Bahamonde Magro Catedratico de Historia Contemporénea Universidad Complutense de Madrid ‘Martin Marco vaga por la citdad sin querer irse a la cama. No lleva encima ni una perra gorda y prefiere esperar a que acabe el metro, a que se escondan los tiltimos amarillos y enfermos tranvias de la noche. La ciudad parece més suya, més de los hombres que, como él, marchan sin rumbo fijo con las manos en los vactos bolsillas —en los bolsilos que, @ veces, no estdén ni calientes—, con la cabeza vacia, con los ojos vacios y, en el E... un debate abierto sobre la natu- raleza politica de la dictadura de Franco: émodelo fascista?, ésolucién bonapartista?, énacionalismo autoritario?, édictadura mili tar? Cualquier respuesta deberé tener en cuenta que el régimen franquista tuvo una considerable capacidad de adaptacion a los tiempos. Mas que en funcién de aconteci- mientos intemnos, evolucioné al socaire de variables exteriores en relacién con los vai- venes de la politica internacional, sobre todo a lo largo de los aiios cuarenta. Mientras que el fascismo italiano o el nazismo aleman tu- vieron un concepto preconcebido del Esta- do basado en unas formulaciones ideol6 cas con seftas de identidad propias, el fran- quismo, més alld de la idea dei poder per- sonal del dictador, aglutiné en sus origenes en torno suyo a un conglomerado defensi- vo articulado en su negacién al reformismo republicano, principalmente de su etapa frentepopulista. En esta ambientacién personajes del fran- quismo como Serrano Sufer elaboran un cuerpo doctrinal minimo, justificativo del poder unipersonal de Franco, a base de pre- supuestos falangistas, del conservadurismo antiparlamentario y del catolicismo tradicio- nal. En la linea apuntada, los militares su- blevados fueron construyendo a lo largo de corazon, sin que nadie se lo explique, un vacio profundo implacable, (La colmena. Camilo José Cela) los tres aftos de guerra civil el primer basa- mento del Estado totalitario, témino proli- jamente utilizado en los discursos oficiales de la época, a la par que se dejaba abolido el grueso de la legislacién republicana, des- de la abrogacién de Ja reforma agraria has- ta el fin de la separacion Iglesia-Estado, con sus corsigulentes proyecciones a otros di tos. La evolucién politica del Nuevo Estado Asi el Estado fue adquitiendo paulatina- mente un ropaje corporatista, que en un pri- mer momento arbitré su discurso al abrigo de otros Estados totalitarios europeos, pero que desde 1943 fue adaptandose a’ otras realidades, para culminar con las transfor- maciones del quinquenio 1945-1951, que no alteraron el poder del general Franco. Asi el periodo 1939-1951 puede entenderse como la época en la que el régimen cambio su corteza politica, comprendiendo lo que suponia la derrota de las potencias del Eje, sin que por ello se transformara su nticleo. Las formas fascistas se abandonaron desde 1945 porque convenia a la reproduccion del franquismo, término entendido en su pleno sentido, mientras que la autarquia econémi- cay el modelo de economia cerrada pasa- ron a mejor vida cuando las condiciones de la politica internacional permitieron su susti- tucion. La evolucién institucional del nuevo Esta- do sdlo puede entenderse sobre la base de las siguientes premisas: su origen, una suble- vacion militar dirigida contra la izquierda re- publicana; el papel de Franco, como dicta- dor que busca la consolidacién de su poder unipersonal, y los avatares internacionales, que determinaron el entramado institucional con vistas a la perpetuacién del régimen franquista. Cuando los militares se subleva- ton en julio de 1936 contra la Republica no posefan una idea de Estado. Sus plantea- mientos eran puramente negativos: derrocar al Gobierno del Frente Popular y con ello se- cuestrar a la Reptiblica. Conforme se hizo evidente el fracaso del pronunciamiento y su conversion en prolongada guerra civil, se hizo preciso empezar a construir un edificio institucional altemativo a la Reptiblica, am- patado, més en la forma que en los conte- nidos, en los presupuestos de los triunfantes movimientos fascistas que recorrian Europa por esas fechas, bajo la retorica de un gru- po hasta entonces marginal: Falange Espa: fiola, transformada a partir del proceso uni ficador de abril de 1937 en Falange Espa- fiola Tradicionalista y de las Juntas Ofensi- vas Nacional Sindicalistas (FET y de las JONS). A partir del cambio de rumbo de la Se- gunda Guerra Mundial, en 1943 con la ba- talla de Stalingrado, la dictadura de Franco empez6 a soltar amarras respecto a la ret6- rica fascista y a tedefinir la filosofia del po- der unipersonal. Con la victoria aliada en 1945 se intensified esta evolucién, hasta la promulgacién de la Ley de Sucesién de ju- lio de 1947. Sucesivamente, pues, el fran- quismo confeccioné su tejido institucional entre 1936 y 1947, creando una estructura duradera que sera reorientada en 1966 con la promulgacién de la Ley Organica del Es- tado. Una linea de continuidad recorre las permanentes mutaciones del régimen: el po- der unipersonal de Franco. ‘A lo largo de los atios cuarenta las fami- lias politicas del franquismo son fiel reflejo del conglomerado de fuerzas e intereses que se habjan sublevado contra la Reptiblica. La creacién del partido tinico en 1937 no sig- nificé la uniformacién del sustrato politico. En lineas generales, 1945 actiia de bisectriz que delimita dos tendencias: el predominio falangista y el nacionalcatolicismo, ambas supeditadas a la persona del dictador. En el Gobierno constituido el 9 de julio de 1989 se observa ese predominio falangista en equilibrio con militares, catdlicos y antiguos miembros de la CEDA muy proximos a Franco, y como gran maestro de ceremonias el curiado del dictador, Serrano Sufier, mi- nistro de la Gobernacin, hombre clave en los primeros pasos de la institucionalizacion del régimen. El control por los nacionalcaté. licos del Ministerio de Educacién en la figu- ra de Ibafiez Martin prefigura su Resteioe preponderancia. La marcha de la Segunda Guerra Mundial determind la caida de Ramé6n Serrano Suner morias (1977). ‘Nacié en Zaragoza en 1901. Abogado, fue dirigente de las Juventudes de Accién Popular y, con la Segunda Repiiblica, diputado por la CEDA. Mantuvo amistad con Gil Robles y con José Antonio Primo de Rivera y por matrimonio Ilegé a ser cuiado del general Franco. Al inicio de la guerra civil, tras evadirse de Madrid, contribuyé muy activamente a la unificacién de las fuerzas politicas de la zona sublevada. Ocupé los car- 0s de ministro del Interior, de Gobernacién y de presidente de la Junta Politica. Dotado de gran poder, fue uno de los artifices del nuevo Este- do que surge de la guerra. En 1940, como ministro de Asuntos Exterio- res, dirigié una politica pro Eje, que le llev6 a mantener varias entrevis- tas con Hitler y Mussolini. Con el viraje de la guerra mundial en favor de los aliados, se vio apartado del Gobierno en 1942. Desde entonces, el que fuera todopoderoso cufiadisimo vive retirado desarrollando la préctica de su profesién. Es autor de dos obras: Entre Hendaya y Gibral- tar (1947) y Entre el silencio y la propaganda, la Historia como fue. Me- Gobiernos de Franco 9 de agosto de 1939 a 18 de mayo de 1941 defe del Estado y del Go- bierno: F. Franco. Asuntos Ex- nacién: R. Serrano Sufer. cienda; José Larraz. Ejéreit General J. E. Varela, Marina: Alm. S. Moreno. Aire: General J. Yagiie. Obras Piblicas: A. Pena. Industria y Comercio: L. Alarcén (sustituido en 1940 por D. Carceller). Agriculfura: Joaquin Benjumea, Educa- cidn J. Ibanez Martin. S. Gral. Movimiento: A. Mufioz Gran- des (cesa en 1940). Minisiros sin carlera: P. Gamero del Castillo, Rafael Sanchez Ma- zas, que cesa en 1940. 19 de mayo de 1941 19 de julio de 1945 dete del Estado y del Go- bierno: F. Franco. Asuntos Ex- Serrano Sufer en agosto de 1942, buscan- do una mayor equidistancia respecto a las potencias del Eje, hecho confirmado por el nombramiento del conde de Jordana como ministro de Asuntos Exteriores. EI 18 de julio de 1945 qued6 constituido el tercer Gobierno de Franco. Nuevamenie aparecen militares, cat6licos y falangistas, en la clasica situacion de equilibrio tan cara para el dictador. Pero cabe hacer algunas matizaciones. En primer lugar, la desapari- cidn de los monarquicos conservadores, en un momento en el que individuos del pro- pio régimen y un sector de la oposicién del exilio juegan con la hipotesis del retorno de la monarquia en la persona de don Juan de Borbén, En segundo lugar, la continuidad de Tbatiez Martin en la cartera de Educacion Nacional, y la entrada de Martin Artajo, propagandista de Accién Catdlica, en el Mi: nisterio de Asuntos Exteriores, marcan el vi- raje ideologico hacia el nacionalcatolicismo y el reordenamiento del entramado institu- cional. EI nacionalcatolicismo no era un produc- (sustituido por G. Jordana en 1942, que fallece en 1943 y es sustituido por Lequerica). Go- bemacin: V. Galarza (susti- tuido por Blas Pérez en 1942). teriores: J. Beigbeder. Gober- Justicia: E. Bilbao. Hacienda: J. Benjumea. Ejército: Gral dusticia: Esteban Bilbao, Ha- Varela (sustituido en 1942 por ral. Asensio Cabanillas). Ma- rina: Alm. S. Moreno. Air Gral. Juan Vig6n. Obras Pi blicas: A. Pena. Industria y Comercio: D. Carceller. Agri- cultura: M. Primo de Rivera. jc A. Giron. Educa- 1 ‘aiiez Martin. S. Gral. Movimiento: J. L. Arrese. 20 de julio de 1945 a 18 de julio de 1951 cito. Fidel Davila. Marina: teriores: R. Serrano Sufer A.F. Regalado. Aire. Gral. Foto oficial del Generalisimo Jefe del Estado y del Go- Francisco Franco, por A. Jalén bierno: F., Franco. Asuntos Ex- teriores: Alberto Martin Artajo. Gobernacién: Blas Pérez. Jus- ticia: R, Fernandez-Cuesta. Hacienda: J. Benjumea, Ejé- Suances. Agricultura: Carlos E.G, Gallarza, Obras Piibli- cas: Gral, Femandez Ladreda, Industria y Comercio: J.A. Rein. Trabajo: J. A. Giron Educacidn: J. Ibahez Martin. to ideolégico de nuevo cufo; representaba més bien la adecuacién a los nuevos tiem- pos de viejos postulados del conservaduris- mo espajiol antiparlamentario. En este sen- tido no entraba en contradicci6n con la teo- tia del caudillaje. Una idea castellanizante de Espaiia que excluia la pluralidad nacio- nal, cultural y lingiifstica, adobada con la idea del Imperio. En Ideas para una filoso- fia de la Historia de Espatia, Garcia Moren- te se planteaba éQué es la hispanidad?, Qué tipo de hombre es ese que la hispani dad legitima? Su respuesta resume un vec- tor ideoldgico que se convirtié en basamen- to de la propaganda de la época: La idea del Imperio espariol es la idea del imperio catélico mundial, que en la contemporanei- dad se resuelve en una muda y tragica pro- tesia espatiola ‘frente a lo que Se piensa y se dice y se hace en el resto del mundo. El nacionalcatolicismo encontr6 su princi- pal instrumento de reproduccién en el con- trol del mundo de la ensefianza, desde la Universidad, reorientada por la Ley de Or- denacién Universitaria de 29 de julio de ARRIBA ESPANA Los simbolos y las banderas acompaiiaban una re- térica que, en todos los ambitos de la sociedad, re- clamaba un hombre nuevo para la. nie 1943, hasta la escuela, estructurada por la Ley de Educacion Primaria de 17 de julio de 1945, pasando por el Consejo Superior de Investigaciones Cientificas, creado por ley de 24 de noviembre de 1939. En su preémbulo se explicitaban los criterios que iban a regir la ciencia y la investigacion en Espafia, una vez suptimida la Junta para Ampliacién de Estudios en 1938: En las co- yunturas mas decisivas de su Historia con- centré la Hispanidad sus energfas espiritua- les para crear una cultura universal. Esta ha de ser la ambicién més noble de la Espatia del momento... Tal emperio ha de cimentar- se, ante todo, en la restauracién de la clasi- ca y cristiana unidad de las ciencias, destrui- da en el siglo xvill. La primera institucionalizacién del régimen Hasta 1942 el tinico érgano corporativo deliberante del régimen habia sido el Con- sejo Nacional de FET y de las JONS. En la teorfa del caudillaje elaborada desde los co- mienzos de la sublevaci6n militar, todos los poderes se concentran en manos del jefe del Estado, principio convertido en ley el 30 de enero de 1938, por lo que la funcién del Consejo se limitaba a escuchar y aprobar, careciendo de toda capacidad de iniciativa legislativa. La doctrina oficial del nuevo Es- tado qued6 resumida, desde la unificacién de la primavera de 1937, en los 26 puntos fundamentales de FET y de las JONS, que sirvieron de base para los estatutos del par- tido tinico aprobados por el decreto de 4 de agosto de 1937. El decreto de 31 de julio de 1939 explicit las funciones meramente consultivas del Consejo Nacional. EL 17 de julio de 1942 se crearon por ley las Cortes orgénicas. Dada la sustancia del Estado totalitario, las Cortes organicas no supusieron en Espafia la divisién de pode- res. La plena capacidad de legislar siguié en manos del jefe del Estado. De esta manera las Cortes se convirtieron en un érgano me- ramente deliberante y asi continuaron a lo largo de toda la época franquista. En este as- pecto, pues, las Cortes organicas no pueden ser entendidas como un Parlamento depo- sitario de la soberania nacional, pieza angu- lar de los regimenes parlamentatios, conti- nuamente denostados por la propaganda del régimen. Habra que esperar a la Ley Or- génica del Estado de 1966 para que una parte de los procuradores se convierta en representantes familiares, elegidos por los cabezas de familia, aunque esto no trajo consigo una redefinicién del papel legislador de las Cortes. El 16 de julio de 1945 se aprobaba por aclamacién en las Cortes el Fuero de los Es- panoles. Especie de tabla de derechos de la persona no garantizados en la practica, ya que su ejercicio no podfa cuestionar los prin- cipios fundamentales del Estado totalitario, hizo las veces de una Carta otorgada de un franquismo que paradéjicamente nunca ha- bia abolido de iure la Constitucién republi- cana de 1931. Una ausencia significativa: el Fuero no definia la forma de Estado. Se consideré prematura la adopcién de la for- ma monarquica, en un momento en el que la figura de don Juan de Borbén y la plata- forma del exilio que se movia en tomo suyo podia ser considerada por las potencias alia- das como alternativa a la dictadura: El 22 de octubre del mismo aio quedé aprobada la Ley de Referéndum, que deja- ba en manos del Estado la capacidad de so- meter a teferéndum los proyectos de leyes elaborados por las Cortes. Como se obser- va, 1945 fue especialmente intenso en esta labor institucional. El final de la guerra mun- dial habia colocado al régimen en una com- plicada tesitura. La incertidumbre se apode- 16 de las familias franquistas. Con este tra- siego legislativo se pretendia dar una ima- gen institucionalizada més alejada de los pe- sados lastres de la fascistizacion de la retori- ca presente en el Fuero del Trabajo y en los Principios de FET y de las JONS. A pesar de ello, a finales de 1946, el ais- lamiento intemacional era practicamente absoluto, concretado en la condena de la ONU y la retirada de embajadores. La reac- cién oficial quiso mostrar al exterior el apo- 10 incondicional, la adhesion inquebranta- le de la poblacién, con la organizacion de una masiva concentracién patridtica en la madrilenia plaza de Oriente el 9 de diciem- bre de 1946. Nacia asf el espacio simbélico por excelencia del franquismo Balanza comercial. 1940-1953 En millones de délares USA, Afio Importac. Exportac, Saldo 1940 172,48 96,25 -76,23, 1941 14454 134,40 -10.14 1942 15328 «16194 86 1943 25957 235,05 -24.52 1944 20616 22963-2347 1945 246,76 216.65 | 30,11 1946 21569 17915-3654 1947 32207 217,45 -104,62 1948 41098 272,71 -138.27 1949 372,80 289.44. -83,36 1950 296,71 30977 13,06 1951 318,14 39766 © 79.52 1952 495,05 368,04. -127,01 1953 511,64 382,49 129115 Fuente: Manuel Jestis Gonzalez, La econo- mia politica del franquismo (1940-1970), Madrid, 1979. Por fin, el 6 de julio de 1947, fue some- tida a referéndum la Ley de Sucesién, que institucionalizaba la jefatura vitalicia del Es- tado en la persona de Franco: la jefatura del Estado corresponde al caudillo de Espafia y de la Cruzada, Generalisimo de los Ejérci- tos, don Francisco Franco Bahamonde. De- finia a Espaiia como reino y al Estado lo ad- jetivaba de catélico, social y representativo. Franco se reservaba la posibilidad de nom- brar a su heredero. Aunque se establecia que las Cortes debian aprobar al heredero de la Corona, el dictador disponia de la ca- pacidad de revocar la designacién, incluso después de su aprobacién en Cortes. Estas previsiones sucesorias dieron lugar ala creacién de dos nuevos Consejos: el Consejo de Regencia, cuyo cometido estri- baba en asumir los poderes del jefe del Es- tado en caso de interregno, y el Consejo del Reino, encargado de asistir al jefe del Esta- do en los asuntos y resoluciones trascen- dentales de su exclusiva competencia. En el teferéndum de 1947 particip6 a nivel nacio- nal un total de 14.145.163 votantes; de ellos votaron afirmativamente 12.628.983, equi- valentes al 82,34 por 100 del censo electo- ral, frente a 1.074.400 votos negativos, blancos y nulos. La oposici6n interior al franquismo La desmoralizacién de la derrota, la re- presion y las disensiones internas, que con- tinuaron reproduciendo el conjunto de ten- siones que habfa acompafiado a la vida po- Iitica de la Espana republicana durante la guerra, limitaron e hicieron escasamente operativa la oposicin a la dictadura. Pero también es preciso destacar un aspecto poco valorado hasta ahora: la subordina- cién y el complejo entramado de relaciones personales edificado en la posguerna, al so- caire de las dificultades del sobrevivir y el permanente temor a ser objeto de los pro- cesos de depuracién. Haz de relaciones per- sonales del que se beneficiaba la base de la pirdmide social de los vencedores, para la que las estrecheces de lo cotidiano eran compensadas por la seguridad que les ofre- cfa sentirse parte del bando que habia triun- fado. La fidelidad quedaba asi garantiza- da, Otro sector de la poblacién se encon- traba atenazado por el panico derivado de su propio pasado politico sujeto a sospecha 0 por [a tenencia de algin familiar en las carceles, el exilio o muerto en el bando de los vencidos. Para ellos era el tiempo de si- encio y la busqueda del aval, con sus ine- vitables secuelas de servilismos y subordi naciones hacia los garantes. El control politico de las ciudades queda- ba asegurado por una tripleta significativa: el jefe de barrio, el jefe de calle y el jefe de casa, dependientes de Falange, como un poder de hecho. Una minoria llev6é adelan- te el arriesgado compromiso politico, resuel- toen varias dimensiones: aquellos marcados por la existencia de un familiar en las prisio- nes y que participaron en las redes clandes- tinas de ayuda a los presos. Los que proce- dentes de pueblos y pequefias ciudades se escondieron en el anonimato de la gran ciu- dad, y, por Ultimo, una fnfima minoria que mantuvo el compromiso politico hasta sus tiltimas consecuencias, al intentar recons- truir los aparatos politicos para hacer frente a la dictadura, en un proceso dificultado por los recelos mutuos, en los que se proyecta- ban y reproducian las divisiones politicas pa- sadas. La represin hacia el resto. Las estrategias politicas se movian en la esperanza, al menos hasta 1947, de que la derrota del nazismo conllevaria la caida del dictador, El PCE organiz6 antes del final de la guerra un conjunto de redes clandestinas que paulatinamente fueron desarticuladas. Las Juventudes Socialistas, formalmente desligadas de las JSU desde marzo de 1939, se organizaron con Sdcrates Gomez hasta su detenci6n en el verano de 1942, sustituyén- dole Julio Gomez hasta junio de 1943, mo- mento en el que era detenido. A finales de ese aio Sécrates Gémez, recién salido de la carcel, organizé nuevamente una direccién socialista en la clandestinidad. Entre agosto de 1943 y junio de 1944 se producen los primeros intentos de aglutinar a la oposicion del interior. El PCE junto con algunos militantes de la CNT, del PSOE y la UGT constituy6 la junta suprema de Unién Nacional, La persistencia de las divisiones hizo que se creara en octubre de 1944 otro organismo, la Alianza Nacional de Fuerzas Democrdticas (ANFD), en el que participa- ban republicanos, cenetistas y socialistas, que planteaba la posibilidad de un acerca- miento a don Juan de Borbén, a través de Pilar Primo de Rivera los monarquicos del interior. En febrero de 1946, previa disolucién de la Unién Nacio- nal, el PCE ingresé en la ANFD. Entre finales de 1944 y la primavera de 1945 fueron detenidos los dinigentes de la ANFD, Socrates Gomez, Gomez Egido, Ca- tald, Régulo Martinez... Igualmente entre oc- tubre de 1945 y abril de 1946 cayé la direc- cién nacional de la CNT y de sus organiza ciones madrilefias, ademas de las Juventu- des Libertarias. En mayo de 1947 fue des- mantelada una vez mas la direccién de la CNT. Un afio antes la cuipula de la también dandestina Federacién Universitaria de Es- tudiantes era disuelta. Entre otros, tomaba el camino del exilio Manuel Turion de Lara, casi al mismo tiempo que Nicolés Sanchez Albomnoz lograba escapar de Cuelgamuros, en la siewta madrilefa, donde los presos construfan, bajo el sistema de trabajos for- zados, el Valle de los Caidos economica La autarq En las postrimerias de la guerra mundial el PCE intensificé su estrategia guenrillera con la esperanza de provocar una interven- cidn directa de los aliados en Espafa. La ac- cién més significativa fue la pequena inva- sion del valle de Aran en 1944. La lucha guerrillera del maquis, aprovechando la oro- grafia del pais, duré varios aos pero se mostré escasamente operativa. En octubre de 1948 el PCE sancioné oficialmente el fi- nal de la lucha guerrillera y su sustitucién por el trabajo clandestino en las incipientes organizaciones de masas que habjan ido ‘Nacié en Madrid en 1910, hija del entonces teniente coronel Miguel Pri- ‘mo de Rivera. Tras cursar estudios en colegios religiosos, su hermano José Antonio la introduce en el mundo de la politica. El 29 de octubre de 1933, en el acto del teatro de la Comedia, se crea Falange Espaiiola. La hermana del fundador, que trabaja en el Sindicato Espaiol Universi- tario, organiza en junio de 1934 la Seccién Femenina, de la que es de- legada nacional, cargo que ocupara durante cuarenta y tres afios. Tras Ja guerra se pone en funcionamiento el Servicio Social de la mujer, que se hace obligatorio. Fue procuradora en Cortes durante todas las legis- Jaturas del régimen anterior. En mayo de 1977, desaparecido por ley el ‘Movimiento Nacional, present6 su dimisién. En 1983 publicé su libro de memorias Recuerdos de una vida. Fue que durante mas tiempo desempené un cargo oficial en Espafia. Murié en Madrid en mar- zo de 1991, 12 surgiendo al calor de los primeros movi- mientos huelguisticos en 1946 y 1947. Al terminar la guerra civil se consolida un tipo de politica econémica, cuya originali- dad ha sido a veces destacada de forma exa- gerada, la autarquia econdmica. Hasta 1951, al menos, el nuevo Estado totalitario persiguid con ahinco una politica de autoa- bastecimiento a cualquier nivel considerado, fuertemente dirigida por el poder politico. Se ha discutido hasta la saciedad el porqué de tal politica. Cualquier andlisis debe resolver- sea la luz de tres variables. Podria argumen- tarse que la autarquia estuvo determinada por los desastres econémicos de la guerra. En tal caso se trataria de una solucién de emergencia obligada por los acontecimien- tos, y, por tanto de naturaleza coyuntural, en funcién de la norma- lizacién de la actividad econémica una vez res- tafadas las heridas de la guerra. En efecto, el desastre econémico de la guerra fue evidente, pero quizds de menor intensidad que lo que una primera valo- racién puede hacer su- poner. La guerra fue es- pecialmente costosa en lo que se refiere al capi- tal humano. Indepen- dientemente del juego de cifras con respecto a muertos, desaparecidos y exiliados, unos 600.000 en total, lo importante es el lado cualitativo de la cuesti6n. En los frentes de combate, en la retaguardia o en el exilio quedaron cientos de miles de espanoles en su plena edad productiva, y decenas de mi- llares de entre ellos plenamente cualificados intelectual y técnicamente. El sistema de transportes fue el sector mas damnificado, con una pérdida importante en el parque automotriz, que condujo a sus- tanciales estrangulamientos y_distorsiones en el mercado interior. Sin embargo, el pa- trimonio industrial y el agrario sufrieron con menor intensidad las consecuencias del con- flicto. A su vez, el reordenamiento moneta- rio, a pesar de las dificultades técnicas, lleg6 a su conclusién a finales de 1939. No obstante, el discurso del régimen legi- timador del nacionalismo econémico a ul- tranza insistié hasta la saciedad en que la politica dirigista e intervencionista iba enca- PARTE Tee Lea CE aCe Er nae) Te ra acc que iba mucho mas lejos COE ae Mn oon 2 Ua OEE minada a resolver los desequilibrios entre oferta y demanda, inmediatamente hereda- dos; de ahi su cardcter temporal. Nuevas adiciones al discurso fueron produciéndose a partir de 1943. Esta vez se hacfa alusién a los estrangulamientos impuestos desde el exterior como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Se continuaba insistiendo en la continuidad del dirigismo estatal una vez finalizado el conflicto mundial y restable- cidos los circuitos internacionales de inter- cambio. A partir de 1945 se afadieron nuevos ele- mentos al discurso, pero siempre de la mis ma indole. Ahora se trataria del boicot inter- nacional de los vencedores contra el men de Franco. La negativa del mercado mundial a comerciar con Espaiia obligaria a una nueva promoga de la autarquia econémica. Habra que esperar los nuevos aires de_princi- pios de los aitos cincuen- ta y el agotamiento pro- pio del modelo, para que el intercambio de la politica econémica sea un hecho y la apertura del capitalismo espanol su consecuencia. Sin embargo, caben otras explicaciones a la politica economica de los aos cuarenta. Seria- lemos en primer lugar que el nacionalismo econémico es un ideal para los regimenes politicos totalitarios. Existian modelos de referencia en la Italia de Mussolini, en la Alemania de Hitler y en el corporativismo portugués, Pero mas alld de los regimenes politicos dictatoriales, los in- tentos de nacionalismo econémico se ha- bjan extendido por doquier como respuesta ala crisis de 1929. El viraje de la librecam- bista Gran Bretafia durante los afios treinta ejemplifica una tendencia, un caldo de cul- tivo proclive al repliegue. Por otra parte, la autarquia franquista de los aos cuarenta puede ser considerada ‘como un eslab6n mas de la cadena iniciada a finales del siglo xix. Del incremento del proteccionismo arancelario finisecular se paso a un intervencionismo mas complejo del Estado conforme avanzaba el primer ter- cio del siglo xx, llegando a su maximo ex- ponente con las propuestas ditigistas de la dictadura de Primo de Rivera. En esta onda interpretativa, la autarquia de los afos cua- renta marcarfa una linea de continuidad en- raizada en los decenios anteriores y ahora exacerbada sucesivamente por las conse- cuencias de la crisis de 1929, por la guerra civil, por una ambientaci6n internacional proclive a este tipo de formulas econémicas y por las repercusiones de la Segunda Guerra Mundial y de la victoria del campo aliado. E| ideal autérquico pretendia lograr la au- tosuficiencia econémica, es decir, una sus- titucién total de importaciones. Un inter- vencionismo estatal que iba mucho més le- jos de la mera imposicion de barreras adua- neras para plantearse el control global del comercio exterior, que se convirtié en arbi- traria, en la concesion de divisas y de licen- cias de importacién. En el desarrollo de la politica autarquica confluyeron variables econdmicas y politicas, y posiblemente es- tas tiltimas fueron determinantes. Era pre- ciso poner en tensién a las fuerzas de la Pa- tria, J. A. Biescas ha sefialado que la rela- tiva autonomia alcanzada por la superes- tructura politica durante este periodo y, so- bre todo, el poder indiscutible del dictador hicieron deseable, més alla de lo solicitado por el mundo empresarial, una politica ul- traintervencionista. Y es que este tipo de politica econémica posibilitaba un incremento de la concentra- cion de poder en manos del dictador y en un circulo restringido de cortesanos. No es de extraiiar su correlato inmediato: la gene- ralizaci6n de la corrupcién, que en el plano social encontraba su traduccién en las prac- ticas estraperlistas del mercado negro. Un reducido ntimero de personajes caracteriza- dos de la dictadura encontré un camino expedito para la realizacién de grandes for- tunas. El pequefio estraperlo, vital para la subsistencia de los sectores sociales més dé- biles, actus como legitimador de las grandes operaciones estraperlistas: desde el trafico de divisas hasta el trasiego con las licencias de importaci6n, pasando por las facilidades, discrecionalmente concedidas, para recons- truir zonas devastadas y el mercado negro a gran escala de productos alimentarios. E] dirigismo estatal acabé por desembo- car en una economia altamente burocratiza- da. Sus dos piezas basicas eran el Servicio Nacional del Trigo y la Comisarfa de Abas- tecimientos y Transportes. Girando en t no a ellos, toda una constelaci6n institucio- nal en forma de espiral sin fin. Cada nueva institucién creada tenfa su contrapartida en un paralelo aumento de la corrupeién y del estraperlo. La creacién en septiembre de 1940 de la Fiscalia de Tasas, a pesar de que configuré una abundante legistacién para reprimir al mercado negro, fracas6 en su in- tento. En 1943, segtin datos oficiales, un 30 por 100 de la cosecha era desviado hacia el mercado negro. Como simbolo de todo el conjunto, las cartilas de racionamiento, ins- tauradas en la primavera de 1939, perdura- ron hasta 1951, ejemplificando el fracaso de uno de los lemas més repetidos pot la pro- paganda: Que en ningun hogar falten a lumbre y el pan. La extension del mercado negro afectaba a las economias familiares pero también a Enrique Pla y Deniel Nacié en Barcelona en 1876. Se ordené sacerdote en Roma, donde cur- 86 Derecho Candnico y Filosofia, De regreso a Espaiia, se dio a conocer como tedlogo v como activista social entre el proletariado barcelonés, al tiempo que ensefiaba desde su cétedra de oratoria sagrada y patrolo- sia del seminario. Impulsor de Accién Popular y alto cargo en Accién Ca- télica, fue nombrado obispo de Avila en 1918, impulsando la formaci de sindicatos catélicos. Obispo de Salamanca, apoyé abiertamente des- de el primer momento al bando de los sublevados y colabor6 activamen- te con el naciente franquismo. Arzobispo de Toledo y Primado de Espa- fia tras la guerra, se cuidé desde entonces de desligar ala Iglesia de toda imagen de colaboracién con los totalitarismos, pero en ningiin momen- to regateé su respaldo al régimen imperante. Mantuvo su dedicacién a los temas sociales y su preocupacién por las organizaciones de aposto- lado obrero y sus relaciones con el sindicalismo vertical. Fallecié en To- edo en 1968. Iglesia-Estado, luna de miel Terminada la quera, el nue- vo Estado se apresuré a decla- rar su confesionalidad y el fir- ‘me propésito de erigirse en fiel ‘guardian de la lolesia y de sus instituciones. A golpe de ley, el sgobiemo franquista fue devol- viendo a la lalesia todos los privilegios que un dia le quita- 1a el gobierno republicano; al tiempo que abolia el divorcio, hacia obligatorio el matrimo- nio por la Iglesia y eximia a ésia de la tributacién de im- ‘puestos por los bienes ecle- sidsticos, La Iolesia se dejaba arullar por esta nueva situacién que, inesperadamente, le premiaba con creces fodas sus bendicio- nes al nuevo Estado, En ple- nna luna de miel lalesia-Estado, se lleg6 a tal confusion que es. panol y catélico parecian dos términos inseparables y hasta sinénimos, Espana, otra ver, volvia a ser la reserva espiri- tual de Occidente, luz de Tren- toy martillo de herejes, como dijera algunos arios antes Me- néndez y Pelayo. ‘obispos, auténticos re- vyezuelos en sus didcesis, apro- las pequeias y medianas empresas que no estuvieran bien relacionadas con determina- dos centros de poder. Los estrangularnien- tos en el suministro de materias primas y energia estaban a la orden del dia. La im- posibilidad de obtener licencias de importa- cidn obligaba al contrabando para obtener los recursos necesarios. Sélo una buena co- bertura politica aseguraba un buen funcio- namiento empresarial. En este aspecto sefia- laba J. B. Donges: Para muchos empresa- rios resultaba mds rentable gastar esfuerzos en gestionar tratos preferenciales por parte de la Administracién que en racionalizar la producci6n, En suma, en cualquier aspecto que lo consideremos el mercado negro y el estraperlo fueron excelentes instrumentos de control politico y social. La industria espafiola continué a lo largo de este periodo dependiendo del ciclo agra- vecharon toda suerte de tribu- nas para imponer sus cartas pastorales que, mientras mos- traban una obsesiva preocu- pacién por la moral de la pan- tortilla, olvidaban, en cambio, Franco bajo palio, un privilegio eclesiéstico del Generalisimo la dramética realidad del mo- mento: el hambre, el estraper- lo, el paro, [a falta de vivien- das y de escuelas, los abusos de poder, las represiones, las carceles lienas. rio, El intervencionismo en politica industrial gird en torno de un conjunto legislative que vio la luz en el segundo semesire de 1939. El decreto de 8 de septiembre disponia que la instalacién de cualquier industria necesi- taba el permiso previo ministerial. Agricultura, industria, finanzas El 24 de octubre se declaraban industrias de interés nacional todas las relacionadas con la defensa del pais, lo que supondria una situaci6n de privilegio para los benefi- ciarios: proteccién financiera de! Estado o ventajas a la hora de obtener licencias de importacién. El 24 de noviembre la ley de proteccién de la industria nacional limitaba la participacién del capital extranjero al 25 15 por 100 del capital de la empresa. Conjun- to legal que enraiza a la perfeccién con dis- posiciones de naturaleza similar de decenios anteriores, encontrando ahora su maxima expresion. El Instituto Nacional de Industria (INI), piedra angular del intervencionismo estatal, se constittiyé por la ley de 25 de septiembre de 1941, para dar forma y realizacion a los grandes programas de resurgimiento indus- trial de nuestra nacién. En otras palabras, el INI tenia como objetivo llevar a su maximo exponente la politica de sustitucién de im- portaciones, sin valorar sus elevados costes, sobre todo en el sector vinculado a la defen- sa nacional. Cont6 desde el primer momen- to con el lastre secular de la ausencia de una ‘Juego de Ia oca con La vida del cristiano, una de las muestras de Ia propaganda del nacionalcatolicismo tecnologia nacional. La valoracién del INI en los afios cuarenta ha levantado un im- portante debate entre historiadores hasta conformar dos marcos de comprensién di- vergentes. Uno de ellos insiste en la descoor- dinacién existente entre la actividad del INI y la accion privada, haciendo hincapié en la falta de racionalidad y coherencia de la po- litica del Instituto, que a lo sumo lo que per- mitié fue la prolongacién agénica de la po- litica autarquica. El otro marco explicativo insiste mas en la capacidad que tuvo el INI para crear y modernizar una infraestructura basica, pilar sobre el que se edificé la politi- ca industrial de los afios sesenta. Asf el INI se planted una politica industrial territorialmente diversificada, que si, por un s is Zz re f oe ene ce ke a 7 Z \ my fs » dif. f “| S es ARepatriaci6n infantil, subsidio familiar, educacién y formacién profesional, lemas del régimen en un parchis lado, aprovechaba los tenttorios industriales tradicionales, por otro, sentaba las bases para la consolidacién futura de nuevas re- giones industriales. Este tiltimo caso seria el de Madrid. Como nudo central de la red nacional de comuni- caciones, las ventajas locacionales de la re- gién madrilefia atrajeron la atencién del INI, A ello se unja el deseo del régimen de edi- ficar una capital mas poderosa acorde con el discurso del nuevo Estado, capital en la que confluyeran poder politico y econémi- ‘co como simbolo de las directrices centralis- tas del régimen. Nueva valoracién del fend- meno de la capitalidad, que ya fue definida ena reunién que mantuvo el primer Ayun- tamiento franquista con el ministro de la Go- bernacién, Serrano Sufer, el 20 de mayo de 1939. E] ministro esboz6 la linea a seguir: Hay que hacer un Madrid nuevo, fo que no quie- re decir precisamente el gran Madrid en el sentido material y proletario de los Ayunta- mientos republicano-socialistas, sino el Ma- drid con la grandeza moral que correspon- de a la Esparia heroica. Un Madrid donde nunca mas puedan cometerse las vilezas que aqui se cometieron en el dominio rojo... Tra- bajen ustedes para que todos podamos aca- bar con la espanioleria tragica del Madrid de- cadente y castizo, aunque havan de desapa- recer la Puerta del Sol y ese edificio de Go- bemacion, que es el caldo de cultivo de los peores gérmenes pollticos... Este programa 7 tomaba cuerpo en las palabras de Pedro Bi- gador, el urbanista encargado de la tecons- trucci6n de la ciudad: La destruccién plan- tea vivamente dos problemas fundamenta- Jes de la ciudad como ciudad y como la ca- pital de la Esparia nueva... la revalorizacion de la fachada, como simbolo real de la uni- dad de la jerarquia y de la misién del Esta- do. En el organigrama politico se cred, el 7 de octubre de 1939, la Junta de Reconstruc- cién Nacional que sirvié de cobertura a la dunta de Reconstruccién de Madrid, depen- diente de la Direccién General de Regiones Devastadas, presidida por José Moreno Torres, que afios después seria alcalde de la ciudad. EL INI efectué grandes inversiones en em- presas industriales y de servicios de la capi- tal y de su entomo préximo. A la altura de 1951 las empresas madrilefias mas dindmi- cas posefan una participacién mayoritaria del Instituto. El desarrollo industrial de Ma- drid durante los afios sesenta tuvo, pues, sus corigenes en la politica de infraestructuras es- bozada en los cuarenta. En el plano financiero, la politica del nue- vo Estado fue dirigida a consolidar la plata- forma bancaria existente, creando un mar- co no competitivo que cerraba el mercado financiero a la banca extranjera, como puso de manifiesto la ley del statu quo bancario de 1946, que en sustancia mantenia la mis- ma filosofia de la Ley de Ordenamiento Baneario de Cambé de 1921. En gran me- dida, la politica monetaria del periodo estu- vo en manos de la banca privada gracias a los mecanismos de monetizaci6n de la Deu- da Publica. Téngase en cuenta que una de las constantes de la época es la persistencia de un déficit pablico. La insuficiencia de los ingresos ordinarios del Estado, problema no resuelto debido a la limitadisima reforma fis- cal del ministro Larraz en 1940, contrastaba con el incremento de los gastos ordinarios y extraordinarios. La soluci6n se encontré en un incremento desmesurado de la circula- cidn fiduciaria, a través del siguiente circui- to: emision de deuda puiblica-suscripcién de la misma por la banca privada-pignoracién en el Banco de Espafia-emision de nuevos billetes. Es a partir de 1947 cuando asisti mos a un cierto ordenamiento monetario, con la elevacién del tipo de interés y un ma- yor control en la concesién de créditos ban- catios. Situacién monetaria que se tradujo en un aumento considerable de las tendencias es- peculativas, sein reconocia la Memoria del Banco de Esparia de 1948. La expansion de la circulacién fiduciaria no tuvo su contra- partida en un aumento paralelo de la Renta Nacional. Se acentia asf el gap inflacionista que amenazaba con la bancarrota a la eco- nomia nacional. Entre 1939 y 1950 la cir- culacién fiduciaria pasé de 6.000 millones de pesetas a 31.600, con su correlato en la elevacién del indice general de precios que, de base 100 en 1939, alcanz6 el nivel 570 en 1950 Los afios cuarenta estan, pues, marcados por un complejo haz de dificultades y estran- gulamientos que limitaron el crecimiento econémico. Asi, la reconstruccién posbélica se retras6 considerablemente. Habra que es- perar a 1952 para que la renta per cdpita en pesetas constantes de 1935 alcance los va- lores de este ultimo aio. La evolucién de esta magnitud ofrece un desarrollo erratico José Ibaiez Martin Nacié en Valbona, provincia de Teruel, en 1896. Desde su plaza de ca- tedrético universitario, se identificé plenamente con la ideologia de los sublevados en 1936. Ello le vali6, Hegado el aio 1939, el cargo de mi- nistro de Educacién. Desde este puesto —y hasta 1951— se erigié en imagen representativa de los nuevos usos educativos del régimen, direc- tamente intervenidos por la autoridad eclesidstica y convertidos en ins- trumentos aplicados del mas oscurantista conservadurismo. Ibafiez Mar- tin es un verdadero arquetipo del alto burécrata del sistema, reclutado en niveles acomodados opuestos al progresismo que supuso la Reptibli- ca de 1931. Ocupé los cargos de presidente del Consejo de Estado, del Consejo Superior de Investigaciones Cientificas, embajador en Lisboa v miembro de las Academias de Bellas Artes, de Jurisprudencia y Legis- lacién y de Ciencias Morales y Politicas. Firmé varias obras sobre temas culturales. Murié en Madrid en 1969. Evolucién de la poblacién y de la renta. 1939-1953. En pesetas de 1953. Afio Poblacion Renta Nacional Indice Renta por hab. Indice en millones 1935, 24.466.037 197.392 100 8.068 I 1940 25.768.556, 166.078 84,1 6.445, 79,9 1941 25.980.769 175.058 88,7 6.738 83,5 1942 26.185.344 183.821 93,1 7.020 87 1943 26.391.532 182.128 92,3 6.901 85.5 1944 26.697.092 185.785 94.1 6.959 86,3 1945, 26.804.242 153.213 776 5.716 708 1946 27.014.245 199.338, 101 7379 91,5 1947 27.224.974 191.337 96.9 7,028 87,1 1948 27.436.907 184.266 93.4 6.716 83,2 1949 27.651.047 183.741 93.1 6.645 824 1950 27.866 833 192. 974 6.900 85.5 1951 28.096.215 226.118 114.6 8.048 99,8 1952 28.333.374 236.952 120 8.363 103,7 1953 28.571.291 228.570 1158 8.000 99.2 José Antonio Biescas en: Espaiia bajo la dictadura franquista (1939-1975), Barcelona, 1981. alo largo de la década. Se dibuja una li ra recuperacion entre 1940 y 1944, trunca- da en 1945, con una leve alza de 1946 y un descenso posterior que se extiende hasta Ningan hogar sin pan y sin lumbre De todas formas esta medicién esconde una realidad social de carécter dual. Fueron los grupos sociales menos pudientes quienes soportaron el deterioro de la evolucion eco- némica. Un marco dual en el que las figu- ras de los nuevos ricos, bien situados polit camente, contrasta vivamente con situacio- nes de extrema pobreza. Si tamamos como ejemplo el caso madrileno, el desfase entre salarios nominales y la evoluci6n de los pre- cios se intensifico entre 1945 y 1951. En 1947 la subsistencia basica diaria de una fa- milia trabajadora con dos hijos se elevaba a 125 pesetas aproximadamente, mientras que en 1951 su coste se habia inerementa- do en un 100 por 100. Sin embargo, los sa- larios no habian seguido el mismo ritmo. Al- gunos ejemplos lo confirman. En el sector de la construccién, claro ejemplificador del conjunto del mercado de trabajo, el salario diario de un capataz se situaba en 1947 en toro a las 27.5 pesetas mientras que en 1951 solo habia ascendido hasta las 34,5 pesetas. Con respecto al peén especialista el panorama no difiere: 16,85 pesetas en 1947 y 21 en 1951 Como resultado de todo ello, la contrac- cién del consumo se mostraba sobre todo entre los asalariados. En 1949, Higinio Pa- ris Eguilaz calculaba que la disminucién del consumo habia sido radical en determina- dos articulos basicos, comparando los quin- quenios 1943-47 y el inmediatamente ante- rior a la guerra civil. Esta disminucién se ha- cfa especialmente sensible en el consumo de trigo, patatas, aziicar y carne, aproximada- mente el 50 por 100 del periodo 1931-35. En parte estas dificultades quedaron subsa- nadas por la mayor incorporacién de la mu- jer al mercado de trabajo. Ignacio Feman- dez de Castro ha calculado que durante el decenio un total de 467.000 mujeres se in- corporaron al mercado laboral,, lo que repre- sentaba un incremento del 55 por 100 con respecto a la situacién anterior. A ello se unja el aumento de las horas tra- bajadas. Para una fecha més tardia de los li- mites cronologicos de este estudio, 1955, Je- stis Marfa Vazquez, sacerdote del barrio de Pacifico de Madrid, calculaba las horas tra- bajadas por los obreros del barrio: el 46 por cien de los cabezas de familia superaban las diez horas de trabajo diarias, el 41 por cien se situaba en una franja comprendida entre ocho y diez horas, el 13 por 100 trabajaba

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