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rs HEROES MEDIEVALES Ex Cip - ARTURO - LOS NIBELUNGOS gQuién no ha sofado, alguna vez, con ser un héroe? Ser capag.de superar los miedos y quebrar la rutina para . | RELATOS ANONIMOS EN, alizar una accién excepcional que nos enaltezca ante los 4, E VeRSIONES DE RUTH KAURMAN Y FRANCO VACCARINI ojos de los demas. Se trata de un deseo de los seres humanos que la literatur historietas no dejan I teatro, el cine, la television y las moniar. Ser fuerte, valiente, audaz y astuto ante la adversidad son los. atributos del héroe que la literatura épica ha exaltado desde la Antigiiedad. En el mundo europeo medieval, brillan por sus virtudes heroicas; en la Espaia mora, el leal Cid Campeador; en los bosques de Bretafia, el noble rey Arturo; y, a orillas del Rin, el vencedor de los Nibelungos, Sigfrido, el bueno. Las versiones noveladas de estas leyendas, rescatan el origen, la fuerza y el atractivo de las antiguas historias épicas. para un lector joven habituado a admirar héroes de celuloide en las miltiples pantallas que constituyen su entorno cotidiano. m. "789507 531308 (oneeany MiRADOR Coleccién del MikADOR Coleccién Del Mirador Literatura para una nueva escuela Estimular lak ctura literaria, en nuestros dias, implica presentar una adecuada seleccién de obras y estrategias lectoras que nos permitan abrir los cerrojos con que, muchas veces, guardamos nuestra capacidad de aprender. Lo original de nuestra propuesta, no dudamos en asegurarlo, es, precisamente, la arquitectura didéctica que se ha levantado alrededor de textos literarios de hoy y de siempre, vinculados a nuestros alumnos y sus vidas. Nuestro objetivo es lograr que «funcione» la literatura en el aula, Seguramente, en algtin caso lo habremos alcanzado mejor que en otro, pero en todos nos hemos esforzado por conseguirlo. Cada volumen de la Coleccién Del Mirador es producido en cién de facilitar el abordaje de una obra o un aspecto de lo licerario desde distintas perspectivas. La seccién Puertas de acceso busca ofrecer estudios preliminares que sean atractivos para los alumnos, con el fin de que éstos sean conducidos significativamente al acopio de la informacién contextual necesaria para iniciar, con comodidad, la lectura La obra muestra una versién cuidada del texto y notas a pie de pagina que facilitan su comprensién, Leer, saber leer y ensefiar a saber leer son expresiones que guiaron nuestras reflexiones y nos acercaron a los resultados presentes en la seccién Manos a la obra. En ella intentamos cumplir con las expec- tativas temdticas, discursi — lector de cada uno, ap...tando a la archilectura y a los elementos de diferenciacién de los receptores. Hemos agregado actividades de ratura comparada, de literatura relacionada con otras artes y con otros discursos, junto con trabajos de taller de escritura, pensando que las propuestas deben consistir siempre en un «tirar del hilo», como un estimulo para la tarea. lingiiisticas y estilisticas del proceso En el Cuarto de herramientas proponemos otro tipo de informacién, més vivencial 0 emotiva, sobre el autor y su entorno. Para ello inclui- mos material grifico y documental, y diversos tipos de texto, con una bi graffa comentada para el alumno, La presente Coleccién intenta tener una mirada distinta sobre qué ofrecerles a los jévenes de hoy. Su marco de referencia esté en las nuevas orientaciones que sefiala la reforma educativa en prictica. Su punto de partida y de llegada consiste en incrementar las competencias lin- gilistica y comunicariva de los chicos y, en lo posible, inculcarles amor por la literatura y por sus creadores, sin barreras de ningtin tipo. CL a CCESO @rertas de acceso Bienvenidos al increible mundo de los héroes... Las peliculas y las series de televisién son, en la actualidad, el espacio popular por excelencia donde millones de personas de las més diversas edades comparten las andanzas de los héroes de la ima- ginacién. Entusiasmados, los ojos de los espectadores siguen sobre la pantalla inmensa al joven que, de pronto, advierte que posee en su interior una fuerza sobrehumana que le permitiré enfrentar los peligros mas increl- bles; asf, Lucas Skywalker se lanza ala aventura interminable de La guerra de las galaxias. O los ojos seguirén al hombre que, puesto ante la urgencia de defender la vida de su familia y el futuro de su pueblo, es capaz de torcer un destino funesto y derrotar a un enemigo despia- dado, sobreponiéndose incluso al rival mds temible: la traicién de los cercanos, como ocurre en el multipremiado film Gladiator. Tal vex se trate de un aventurero, como el personaje de Indiana Jones, de Steven Spielberg, que ha madurado y sabe bien que no siempre la dimensién de los miisculos alcanza, y que a veces, mds vale refugiarse en la astucia yen el disfraz. En lugar de Skywalker, podrian mencionarse otros ado- lescentes, como el Peter Parker, que muta en Spiderman; o el Clark Kent, que todavia no sabe que puede volar, en Smallville; 0 situarnos en el final de otro chisico de la ciencia ficcidn que nacié en los cémics, los X Men 2. En esta ocasi6n, quien cumple el papel del héroe es una mujer, Jane Grey: ella, como las legendarias amazonas, tiene concien- cia de que va a la muerte, pero no le teme porque sabe que la espera una sobrevida eterna y gloriosa en el recuerdo de sus pares, que pagar con creces su sactificio, @rertas de acceso ‘Aunque consideradas lenas de efectos especiales, con impactantes colores y con una calidad de sonido inigualables, tanto que parecen un ejemplo de los avances técnicos del siglo xxt, las anteriores son sdlo algunas escenas propias de la vida de los héroes que los hombres se han contado unos a otros desde que existen. Lo han hecho de mil diferentes maneras. Las narraron sentados sobre piedras alrededor de algiin fuego y acompafiando las palabras de todos los dias con gestos y gritos que las convertian en otra cosa. Las contaron también para distraerse mientras recorrfan distancias incref- bles, para acunar a los nifios y para entretener a los viejos. Lo hicieron y lo hacen con la forma de novelas magnificas 0 con breves cuentos, a través de las costosas producciones de Hollywood, gracias a la magia de los titeres en la plaza de un pueblo, o tal vez hoy, dentro de un rato, desde las pginas de una historieta o desde la pantalla del televisor. gDénde esté el secreto que esconde ese encantamiento? Segu- ramente, en el poder que tienen tales historias para empujarnos hacia otro lugar; un espacio de leyenda donde somos nosotros mismos, si, nos reconocemos; pero también somos otros, mas fuertes, mas deci- didos a abandonar la pesada y aburrida vida cotidiana para avanzar por las regiones de los suefios. Porque los héroes conservan todos los atributos de los seres humanos comunes, de los simples mortales, pero amplificados hasta llegar a la perfeccién. Por eso se convierten en arquetipos, modelos, ejemplos. En ellos los valores —la inteligen- cia, la lealtad, el valor, la belleza, la bondad- adquieren su grado mas puro. Los fildsofos, los socidlogos, los psicélogos, los antropélogos han intentado analizar el fendmeno; y cada uno lo ha hecho a su manera y con resultados disimiles; pero atin asi, todavia en una contemporanei- dad donde la ciencia siempre tiene a mano tna explicacién para todo, el talén de Aquiles sigue gambeteando las agudas lanzas de la razén. Los héroes, con sus ropajes de época o transmutados a escenarios futu- ristas, siguen encantando a los chicos y a los més grandes; y nos deja- mos seguir llevando por sus historias que, como las melodias del flau- Brersas de acceso tista de Hamelin’ , nos invitan a danzar sobre fantésticos acantilados. Los héroes del pasado son eternos; y la prueba de’su inmortalidad estd dada porque, aunque en medio de otros escenatios y con vesti- mentas algo diferentes, siguen poblando los relatos que nos atrapan. 20 acaso la Hermandad del Anillo’ que el escritor inglés John R. R. Tolkien (1892-1973) creé para su Lord of the Rings (El Seftor de los Anillos) no tiene una semejanza evidente con los Caballeros de la Mesa Redonda que el rey Arcuro supo reunir? Hay incluso un sitio de Internet’ que retine a los mas fandticos y especialistas en los libros de Tolkien, donde se debate si la relacién que existe entre El seior de los anillos y El anillo de los nibelungos, la dpera que el mtisico alemén Richard Wagner (1813-1883) lanz6 a la fama un siglo y medio atrds, es de simple inspiracién o roza el plagio. Es evidente, entonces que, para conocer més de la vida de los héroes y de las leyendas, hay que hacer un poco de historia, ‘popular cuenco que ha fcnado a generaclones re faut tena el poder de encan™ car con su misca a quienes la ofan. Ast como la ciudad de Hameln estaba siperpoblads de tata, el misico hizo un acuerdo con los habitnses del lugar, curv on peligososroedores on su away los condujo hasta in abismo, por logue asi la plagn. Com lo pola: tes. negaron luego a paga a sua acordad, el flatisa se tom vegan hizo con lox non de a vill To mismo que habia hecho co 1a Hermandad del Anil hace referencia lgrpo de héroes que da vida ala acc cent de la stilogia El Senor de Anion de JR. R.Tollen. En esa hermandad se mesclan humanos ¥ ser fantistcos, quienes compartenfaternalmente la larga marcha para imped que el Ml ¢ apodere de un anillo migico que le permiieia gobernar el universo, La destruceida de exe aillo cn la lava ardiente del volein que est en el eentro mismo de as tierras que ocupan los ejéritor diabicos cs la culminacién de a aventura imaginada por Tolkien, y que recentemente agigan. {6 su popularidad a cavés de as tes peliculas dirigidas por Peter Jackson. Los integrantes de [a Hermandad del Anillo on el hobbit Frodo, el enano Gimli el elfo Legolas y los humanos aun. que provenientes de diferentes regiones- Boromir y Aragorn, "En el Cuarto de Herramientas, se reproduce parte de este debate y se reproduce la diceccién del sitio de Internet en el cual apatece y se desarolla mds extensamente, @rertas de acceso El relato épico El origen del género épico hay que buscarlo entre las mas antiguas expresiones que ha producido la cultura a la que pertenecemos. El poema épico emblemdtico de la literatura de Occidente es la Iliada. Que es emblemético significa que ofrece un modelo en cuanto a la manera de narrar, al tratamiento del tema y de las acciones, a la con- formacién de los personajes heroicos que son sus protagonistas y, tam- bign, es un modelo en tanto brinda un amplio repertorio de recursos estilisticos. Este modelo se proyecta hasta la actualidad; y puede ser reconocido en sus rasgos fundamentales, mas alld de las transformacio- nes que se han ido sumando con el correr de los siglos. Se atribuye la creacién de la Ii#ada a Homero, quien se supone que la escribié en el afio 750 a. C. cerca de la costa occidental de Anatolia‘ Homero -quien, como su obra, se ha convertido en paradigma del poeta ofrece el resultado de una larga tradicidn que se remonta hasta, por lo menos, el 1200 a. C. Por aquel entonces, los poetas eran llama- dos aedas, se encargaban de componer las historias y reelaborar las leyendas populares de memoria, sin ayuda de la escritura; las cantaban, ademas, acompafidndose con instrumentos de cuerda sin caja de reso- nancia, como la célebre lira. Epica es un término que proviene del griego antiguo; en su origen, significaba simplemente ‘palabra’; pero se utilizé para designar a la poe- sta narrativa heroica, es decir, aquella forma literaria que contaba en versos las hazafias de los héroes. Si bien las formas més lejanas en el tiempo que se han conservado lo han hecho gracias a la escritura, el modo de st difusién en las civilizaciones que las crearon era oral. El aeda, poeta 0 cantor congregaba a su auditorio en lugares piblicos y lo “Anaiolia esa peninsila de Asia que enlaza con Europa a través de los etrechos del Bésforo yTos Dardanelos. En la antighedad se la dividia en varias regiones, gin se adentraran mis o menos cenel tettorio del continenteasistico; administravamente, en la actualidad, se hace coincide el término “Anatolia” con toda Tarqula. 12 = @Duertas de acceso deleitaba recordando las hazafias del invencible Aquiles, el honorable Hector de Troya o el sabio y aventurero Odiseo. La transmisién oral cexigia por parte del aeda un gran ejercicio de la memoria, aquella capa- cidad humana que los grandes filésofos griegos, como Sécrates y Platén, no se cansaron de alabar. La estructura en verso, las formas rit- micas fijas, las repeticiones de epitetos, adjetivaciones y férmulas sin- ticticas completas facilicaban la tarea memoristica. Hay que recordar también que obras como la Iliada y la Odisea no eran simples textos “literarios’, en el sentido en que hoy entendemos tal adjetivo en relacién con meros productos de la imaginacién que entretienen y producen placer estético. No, la Iliada y la Odisea eran obras que se utilizaban para la formacién educativa de los jévenes, para el conocimiento de la propia lengua, la historia y la geografia, la reli- gidn, y hasta para ensefiar cudles eran las armas que utilizaba un gue- rrero 0 cémo se orientaban aquellos que se hacfan a la mar en pesados barcos. Tal naturaleza pedagégica, decisiva en la formacién de los niffios y jévenes, y la dimensién sagrada y trascendente de los textos no permitfan que los aedas contaran las hazafias pasadas “segiin sus pro- pias palabras”: debfan esforzarse por mantener sin modificaciones la versién original que ellos habian recibido, tarea para la cual debian perfeccionarse en sus aptitudes memoristicas. Caracteristicas de la épica Enure las principales caracteristicas del relato épico, debe consignar- se la ubicacién temporal de los hechos narrados. Se trata de un pasado remoto, un tiempo legendario que coincide con el momento mismo del nacimiento de los valores que constituyen una cierta nacionalidad. Las naciones modernas son el producto de un conjunto de transformacio- nes econdmicas, sociales, politicas y culturales que se vivieron inicial- mente en el continente europeo a través de la Edad Media y la época moderna; muchos de los datos centrales que caracterizan a estas trans- 13 = @Drertas de acceso formaciones se encuentran en la épica medieval: por ejemplo, la delimi- tacién territorial y la necesidad de recortar un conjunto especifico de tradiciones lingiiisticas, artisticas y culturales en general que posibiliten la creacién de una “identidad comin” (nacional) que retina con lazos vigorosos a los habitantes de una determinada geografia. En ese senti- do, los héroes que la épica medieval enaltece ~como puede verse de manera ¢jemplar en el caso del Cid para Espafia~ son verdaderos fun- dadores del “espiritu nacional”, “padres de la patria” en el sentido que Jos “préceres” ocupan en el origen histérico de toda nacién. El segundo aspecto fundamental y caracteristico del género épico tiene que ver con el personaje central en torno del cual se organiza la wotalidad del mundo épico: el héroe, Por lo comin, se trata de un hétoe tinico e impar, como Aquiles en la Iiada o el Cid Campeador; cn otros casos, ese héroe central casi comparte sus singulares virtudes con quienes lo rodean, tal el caso de los Caballeros de la Tabla Redonda. Los héroes son verdaderos arquetipos, es decir, guerreros que condensan una serie de virtudes en tan alto grado que se elevan por sobre el plano humano hasta convertirse casi en dioses. No obstante su grandeza y monumentalidad, los personajes de la leyenda son simples en su definicién y bastan unos pocos adjetivos para dar cuenta de su cardcter més tipico. Se utiliza la palabra “epiteto” para describir esa cualidad Gnica que define esencialmente al personaje a través de la fusién, en muchos casos, de atributos fisicos y espirituales. Asf, por ejemplo, en relacién con la Iliada: la belleza de Helena, la astucia de Ulises, el noble coraje de Héctor, cl wlén vulnerable de Aquiles, la locura de Ayax son conceptos que ya se han vuelto proverbiales. Robert Graves, La guerra de Troya, Barcelona, Muchnik, 1999, pag. 12. El héroe por excelencia es el guerrero, de alli se comprende que los valores que lo definen més acabadamente son el valor y la lealtad hacia sus compafieros de armas. En la épica del medioevo, se debe sumar el “4 = @Brertas de acceso respeto sagrado a la relacién de vasallaje, o sea la obediencia sin excusa que se le debe al rey. Las mujeres, esposas, amadas e hijas, reproducen esa relacién de respeto, amor y obediencia hacia el héroe masculino. Sin duda, se trata de un rol secundario, aun cuando puedan cumplir un papel importan- te para el desarrollo de las acciones, como es el caso de Ginebra, la esposa de Arturo; o la mujer y las hijas del Cid, Llama la atencién en este sentido el ral protagénico que cumple Krimilda en la segunda parte del Cantar de los nibelungos. La épica medieval La épica constituye uno de los grandes géneros de la Antigtiedad, junto a la lirica y al drama trégico. Su importancia se demuestra en la cantidad de siglos en que se mantuvo como muestra de una de las formas superiores del arte. Si bien los grandes cldsicos grecolatinos, la Ilfada y la Eneida, se mostraron siempre como los modelos por imitar, el género sufrié transformaciones de acuerdo con el paso del tiempo y con las particularidades de las diversas culturas europeas que reclamaron su herencia, Este fenémeno es bien visible en la Edad Media y surge de la confrontacién de las tres obras que inte- gran este volumen. En el caso del Cantar de Mio Cid, es evidente que la tradicién ibé- rica se muestra con un carcter mas realista; los hechos de la vida de Rodrigo Ruiz de Vivar y de su familia se cuentan casi con los modos de la crénica histérica. No sucede asi con La leyenda del rey Arturo ni tam- poco, con el Cantar de los nibelungos. Tanto en un caso como en el otro se acentiian los aspectos magicos y maravillosos; alli esté Merlin para demostrarlo; 0 Alberich, el rey enano, ctidador del oro nibelungo. La épica del norte de Europa se muestra mucho més influenciada por los mitos y por las leyendas paganas anteriores al cristianismo. Paradéjicamente, ese elemento més antiguo volverd esta tradicién una Duertas de acceso de las favoritas de los productos de la industria cultural y de los medios de comunicacién de masas contempordneos El Cantar de Mio Cid Se trata del més antiguo cantar de gesta conservado y el primer gran testimonio de la literatura castellana. El cantar de gesta es la narracién de hechos histéricos, compuesto en versos de arte mayor de rima incompleta y asonante, agrupados en estrofas de longitud varia- ble, Su funcidn se equipara a la de los reportajes informativos actuals. Es propio de la literatura romanica’ medieval y tuvo su origen en Francia: la Chanson de Roland (Cancién de Rolando) influyé de una manera decisiva en el desarrollo de las canciones de gesta espafolas. En un comienzo, estos cantares eran entonados y recitados por los jugla- res; a partir del siglo xz, empezaron a ser recogidos de manera escrita. El Cantar de Mio Cid fue compuesto hacia 1140 por un poeta ané- nimo y se transmitié a través de un manuscrito copiado por un ama- nuense llamado Per Abbat o Pedro Abad hacia 1307. Consta de 3730 vversos asonantados dispuestos en series variables, y en su estado actual, se encuentra dividido en tres partes: el Cantar del destierro, las Bodas de las hijas del Cid y la Afrenta de Corpes. La versién que integra este volumen se circunscribe a la primera de estas tres secciones. Narra con realismo y ajustada fidelidad a los hechos histéricos la vida de Rodrigo Diaz de Vivar, desde su exilio hasta el matrimonio de sus hijas, dofia Elvira y dofia Sol. El Cid constituye el arquetipo del buen caballero y del buen padre: hay una armonia y continuidad entre la familia y la patria; y El adjetivo “rominicola’refiere los diversos aspectos lingisticos, culturalesy aristicos de los pucblos europeos que provienen directamente ~como ocutte con Espafia, Italia, Portugal, Francia... dela lengua y cultura latin propia del expansivo Lmperio Romano, y que luego de un complejo roe histo, como ya se fal se onvrron en as maciones ropes que @rertas de acceso tal aspecto de la obra puede ser considerado como una metéfora. El contexto de las hazafias del Cid es el de la reconquista de los territorios de la actual Espafia de manos de los moros, que la ocupa- ron, en su mayor parte, durante siglos. El “verdadero” Rodrigo Diaz de Vivar, llamado el Cid Campeador, fue un guerrero castellano que nacié en Vivar, Burgos, cerca del aio 1043, y murié en Valencia en 1099. Muy joven entré en la corte de Fernando I, rey de Castilla y Aragén, y llegé a ser con posterioridad capitan (alférez) dé la guardia real de Sancho II al obtener éste el trono de Castilla, Sancho IT combatié contra sus hermanos: Garcia de Galicia y Alfonso VI de Ledn, y participé también en el conocido como cerco de Zamora, donde el monarca fue asesinado en circunstan- cias que los historiadores no han logrado aclarar. Por eso, Rodrigo Diaz fue el encargado de tomar el juramento de Alfonso VI de que no habfa matado a su hermano, como requisito para que lo sucediera en el trono. Bajo las érdenes de Alfonso, Diaz de Vivar realizé diversas cexcursiones militares; en el cumplimiento de algunas de ellas, en parti- cular contra los arabes en Toledo, el Cid no habria cumplido con exac- titud las érdenes reales; y tal desacuerdo debié pagarlo con el destierro en 1081. A partir de entonces, el Cid y sus hombres pelearon bajo el mando del reyezuelo musulman que ocupaba Zaragoza. Después de la grave derrota suftida en Sagrajas, el rey debié levantarle el destierro al Cid. La reconciliacién duré poco y, esta ver, el Cid decidié actuar por su cuenta y, luego de derrorar en el pinar de'Tévar (1090) al conde bar- celonés Berenguer Ramén II, se asenté con su ejército primero en Lérida y, mds tarde, en Valencia, El ejército almordvide (tribu sahariana que, desde el Magreb africano, extendié su dominio hacia el territorio espafiol) deseaba aquella regién; pero fue repetidas veces derrotado por el Cid, incluso cuando contaron con el apoyo de Pedro I de Aragén. Finalmente, el Campeador cas6 su hija Cristina con el infante Ramén de Navarra, y a su hija Maria, con el conde de Barcelona Ramén Berenguer Il. ertas de acceso El Cid murié en 1099, el mismo afo que los cruzados‘ tomaron Jerusalén. Durante los es afios siguientes, su esposa, Jimena, logré resistir el asedio de los almoravides. En 1102, el rey Alfonso fue en su ayuda pero, dada la situacién, decidié evacuar la ciudad de Valencia: Ilevaban consigo los restos del Cid que recibieron sepultura en el monasterio de Cardefia (Burgos). Valencia fue el muro de contencién, frente a la embestida drabe que permitié que la regién peninsular del Este resistiera fuera de su poderio. De cualquier modo, se debe subrayar que la figura de Rodrigo Diaz de Vivar es materia de incesante disputas en la historia de Espafia. La opinién més difundida lo muestra como un héroe nacional: ésta es la que sostiene, por ejemplo, uno de los especialistas espafioles més famo- sos y reconocidos, Ramén Menéndez Pidal. Pero hay muchos historia- dores que, con gran conviccién y no pocos argumentos, lo consideran poco més que un bandolero que supo organizar tropa y reunir fortuna. Desde esta tiltima perspectiva, el Cid como “héroe nacional” y encar- nacién del espiritu de Espafia serfa obra de la leyenda posterior, pero no del juicio histérico. No es el Cantar del Mio Cid la nica obra en que se celebran las hazafias del Campeador. En 1098, un monje de Ripoll’escribié en ver- sos silicos' latinos el Carmen Campidoctoris o Cantar del Campeador. Pero, aparentemente, a partir del siglo xty, la figura del Cid se vio envuelta por hazafias y romances novelescos que ya nada tenfan que “Tas cruzadas son expediciones milicares organizadas por el papado romano para recupera lo que consideraba como “Tierra Santa’, propiedad de la crstiandad ~principalmente el terrtorio de Paestna-, que por ese entonees estaba ocupada por los dabes. Detds de extaexplicacin simplii- ‘ada se conden también fuertes motivaciones econémicas y poiticas. Se llevaron adelante siete «rzadas, altima en el ao 1270, La primera cruzada se extendis de 1096 a 1099, afo dela mu te dl Cid. Los crzzador sel apeltivo que recibion los soldados que formaban parte de los ejéci- toscristianosy que lleaban sobre el pecho una enorme eruz rojaa a manera de insignia. ARipoll sen la actualidad un municipio de Expafa, de la provincia de Girona. Histricamente la ciugad nacié hacia el 880 en toeno al monaserio de Santa Maria, que etd considerado como una de las ‘cunas” de Caralufa y fue un imporante centro culrral de a epoca 'Se denomina ule al latin hablado por los aniguos pueblos francos que habitaban kx Germania inferior. Brertas de acceso ver con su historia verdadera; sobre todo, debido a los juglares que cantaban tales historias y las embellecian a pedido del gusto de sus oyentes. En 1579, el escritor espafiol Juan de la Cueva (1534-1610) com- puso La muerte del rey Don Sancho, que narra el cerco de Zamora, el mismo tema que Lope de Vega (1562-1635) recreé en la obra teatral Las almenas de Toro. En 1618, el dramaturgo espanol Guillén de Castro (1569-1631) escribié las piezas teatrales Las mocedades del Cid y Las hazaiias del Cid, Durante el periodo del Romanticismo, la figura del Cid fue convocada por el dramaturgo ibérico Juan Eugenio Hartzenbusch (1806-1880) en La jura de Santa Gadea, y también, por el dramaturgo José Zorrilla y Corral (1817-1893) en La leyenda del Cid, A comienzos del siglo xx, otro destacado autor teatral espafiol, Eduardo Marquina (1879-1946), compuso la pieza dramética Las hijas del Cid (1908). Esta incompleta y muy breve enumeracién ejem- plifica la importancia que la figura del Cid Campeador ha tenido y tiene para la cultura de Espafa. La leyenda del rey Arturo Arnis o Arturo es un personaje de leyenda que se cree~ reiné entre los bretones a principios del siglo v1 . Los bretones son un pueblo de agricultores y pescadores de origen celta que habitaba en la peninsula francesa de Bretafia y se mantuvo fiel a su lengua y tradiciones de origen celta, El origen de Arturo ha sido muy discutido. Algunos historiadores especulan con que el personaje histérico que pudo haberlo originado es el jefe de los bretones que vencid a los sajones en tierras de Badon Hill (hacia $16). Los sajones son un pueblo germénico que habitaba en la desembocadura del rio Elba; como se dedicaban a la piraterfa, los roma- nos los combatieron trazando una frontera para impeditles avanzar. Cuando Roma retird su guarnicién de Britania (Ia antigua Inglaterra, en tiempos de la dominacién romana), hacia mitad del siglo v, los sajones @oertas de acceso sipidamente ocuparon ese tettitorio, se extendieron hacia el sur y el este de [a isla y arrinconaron a los celtas en la regién de Gales. Comenzaron a trazar as{ el mapa moderno de las islas britdnicas. En un principio, se crefa que Arturo proventa de las leyendas popu- lares de Bretafia; sin embargo, los especialistas parecen inclinarse, en la actualidad, a considerar que este héroe surgié del choque de la civil zacién celta con la francesa, que culminé con la conquista de Inglaterra por los normandos, otro pueblo de origen germadnico. Los franceses difundieron la historia del famoso rey y de sus compafieros uniendo las formas mas legendarias de una cultura guerrera con otras més refinadas, propias de la cultura cortesana’. El rey Arturo aparece, por primera ver, citado en la Historia brito- ‘num (Historia de los bretones), del historiador latino Nennius (siglo 1x) El escritor inglés Godofredo de Monmouth (1102-1154) realizé la primera versién de la leyenda al escribir, en 1136, su Historia Regun Britanniae (Historia del Reino de Bretafa). En este relato, Artis es el hijo del rey Uther y de Ingern, la esposa del duque de Cornualles. Gracias a las artes del mago Merlin, nace Arturo en el castillo de ‘Tintagel. Con su espada Excalibur o Caliburnes y su lanza Ron, logra vencer a sus enemigos y se casa con Ginebra. Luego Ilega al trono y extiende su poderfo por toda Europa. Cuando llega a Roma, se entera de que su sobrino Mordred ha usurpado su trono. Arturo regresa y enfrenta en batalla a su sobrino; Mordred muere; y Arturo queda muy herido, asi decide retirarse a la isla de Avalén para esperar la muerte. En 1155 el cronista anglonormando Robert Wace (1110-1175) tradujo al francés, en forma de verso, la obra de Godofredo y le dio La ele corerana es I clita propia de las cortes que se constnulan alrededor del poder real dlecit que su origen y desarrollo est ligado ala expansion del feudalism europoo y la consolidacién de as figuras del rey y a nobler, En esta tradicign el “guerre”, que provenia de los siglosanterio res, se conviere en “caballero, con todo lo que ella supone en cuanto al refinamenta de ls formas aristcas por lo tanto aunque las historias, los temas y los motivos en muchos casos sc hayan con Sservado, al tratamiento cortesano supone un perfeccionamiento y vieuosismo formal no conocido hasta entonces, 20 = @uertas de acceso como nombre Li romans de Brut (Romance de Brut). En esta versién, se incluy6, por vez primera, la célebre mesa redonda, disefiada con esa forma para que ninguno fuera mas que el otro; en esta versién, ade- mds, comenzaron a acentuarse los asuntos del amor. El escritor francés Chaétien de Troyes (1159-1190) coms esos elementos para iniciar lo que se denomina el “ciclo artiirico”, es decir, un conjunto de narracio- nes derivadas de aquella principal en las que los caballeros compiten y corren diversas aventuras. El principal caballero, Lancelot, se convertiré en el amante de la rcina Ginebra; como Romeo y Julieta o Tristan ¢ Isolda, la unién de Lancelot y Ginebra se convirtié con el tiempo en un motivo romanti- co clésico, En su origen, el romance constituye uno de los mejores ejemplos del llamado “amor cortés", es decir un tipo de acercamiento amoroso que imponia conductas fuertemente codificadas para el hom- bre y la mujer, que inclufan la humillacidn, el renunciamiento y el sactificio, y que se veian recompensados con un amor que excede los limites humanos para alcanzar una dimensién divina o trascendente. Sin embargo, es importante sefialar también que no sélo el amor 0 el deseo de aventuras motivaron las hazafias de los caballeros de la tabla redonda, Dentro de los multiples relatos, hay un grupo conocido como el de la “Buisqueda del Santo Grial”, donde se cuenta cémo un grupo de caballeros ~guiados por Percival, pero del que forman parte también ‘Tristdn y Lohengrin— parte a la biisqueda del céliz sagrado de Cristo. La leyenda de Arturo ha dejado, mds alld del propio rey, un con- junto de personajes memorables y bien definidos: el mago Merlin, la hechicera Morgana, la bellisima Ginebra, Lancelot, Gauvain, Todos ellos reunidos en las tierras de Camelot, el legendario castillo que albergé al rey Arturo y a su corte. La “materia de Bretafia” —que es el nombre con que se conoce ese conjunto de obras aparecidas en el siglo x1 sirvié de alimento artisti- co a numerosos autores de la Edad Media. Tambign existen versiones galesas del ciclo artirico, y en Espafia, a partir del siglo xtv, se traduie- ron y adapraron las novelas pertenecientes a esta tradicidn. 21 22 = Drertas de acceso El Cantar de los nibelungos Germanas es el nombre con que se conoce a las tribus de origen indoeuropeo que se asentaron en el centro de Europa, en el territorio Ileno de bosques y regiones pantanosas limitado por los Carpatos, los mares Biltico y del Norte, y los rios Vistula, Danubio y Rin. Eran tri- bus némades y auténomas, que combatian todo el tiempo entre sf. Al comienzo, se trataba de una sociedad formada por pequefios campesi- 1nos, que sélo bastante tiempo més tarde conocié una clase social alta. Las costumbres de los germanos impactaron fuertemente en los lati- nos, y muchas de las cosas que se conocen sobre ellos provienen de la obra de Tacito: De origine et situ Germanie (Acerca del origen y las cos- tumbres de los germanos). De acuerdo con el historiador romano que vivid entre los afios 55 y 120, los germanos se agrupaban en tres esta- mentos sociales: los esclavos, los semilibres y los librest estos tiltimos se dedicaban al servicio militar y, de entre ellos, surgié la nobleza. No es posible hablar de una religién germénica, pues las tradiciones y ritos eran muy variables de una cribu a otra. En la mitologia germé- nica, los nibelungos constitufan el linaje mitico de los enanos. Su rey, Alberich, era el encargado de proteger el tesoro de los nibelungos. Dicho tesoro fue conquistado, primero, por Sigftido; pero cuando éste fue asesinado por Hagen, el tesoro pasé a quedar en poder de los reyes de los burgundios pueblo germanico de origen escandinavo que se instalé en las cercanias del Rin y funds su reino hacia la mitad del siglo 1v-, en la ciudad de Worms; y a ellos, se les transfirié tambit bre de nibelungos Nibelunglied, el Cantar de los nibelungos, es un poema épico que fue compuesto hacia el 1200; si bien se sospecha que el material legenda- rio que lo originé existia con mucha anterioridad. Se desconoce su autor; aunque se especula que debe haber sido un poeta de la corte obispal de Passau, una regién donde actualmente confluyen los limites de Austria y la Bavaria alemana. La epopeya constituye una sintesis del héroe épico de la mitologia germédnica y el héroe cortesano de la caba- el nom- Daertas de acceso llerfa cristiana de los Hohenstaufen", En medio de una gran inestabi- lidad politica, la naciente literatura alemana alcanz6 su apogeo duran- te la dinastfa Hohenstaufen, que mantuvo cohesionado todavia al imperio y posibilité el desarrollo cultural en una época de oro que se extiende desde el 1180 al 1220. Alli se ubica, precisamente, esta tardia reelaboracién de la épica popular que es el Cantar de los nibelungos. Tal reelaboracién determina que, pese a sus elementos paganos, los histo- riadores consideren que la obra pertenece a la literatura cortesana pro- pia del cristianismo germanico. Constituye un jaldn en la naciente literatura germénica; y sus fuentes se encuentran en los Edda en prosa, de Snorti Sturlson (poeta islandés, 1179-1241). Se da el nombre de Edda a dos colecciones de leyendas de la vida literaria de Islandia: la més moderna, en prosa, fue recogida hacia 1222 por Scurlson; la més antigua (veintinueve poemas concer- nientes a los dioses y a los héroes nérdicos) fue compuesta entre los siglos x y x1, y permanecié desconocida hasta 1643, cuando el obispo islandés Bayjilfur Sveinsson descubrié el cédice que las contiene. Los motivos fundamentales de esta epopeya estén constituidos, junto a la fidelidad que impone la relacién de vasallaje, por la lealtad al amigo y a los vinculos familiares, como tan espectacular y conmovedo- ramente se expresa en su segunda parte, que narra la venganza de Krimilda, viuda del héroe Sigftido. Fraccionado en més de treinta manuscritos, el cantar se ha reunido en tres versiones bisicas: la de Miinich, la del Danubio y la de Sankt Gallen, Ademés, ha constituido la base de miiltiples redacciones y adaptaciones, como la de Friedrich Hebbel (1813-1863), el dramatur- go alemén radicado en Viena que, entre 1855 y 1860, compuso Die Nibelungen (Los nibelungos). Hebbel murié en 1863, el mismo afio en que se estrené la épera El anillo de los nibelungos, de Richard Wagner (1813-1883), una obra musical revolucionaria. El gran director de Lox Honan son una alemana de ogn abo que monopacd dl poder en los = toon de lac Alemania rnd waar emperors al sao impero ene og 23 24 Drcrtas de acceso cine alemén Fritz Lang (1890-1976), autor de la famosa pelicula Mesrépolis, oftecié una versién cinematogréfica propia de la historia de los nibelungos, Die Nibelungen, en 1924. La épica, hoy No se necesita buscar demasiado para advertir las mil maneras en que los personajes y temas de la épica antigua sobreviven. Y lo hacen con toda su fuerza en peliculas, series, historietas, tapas de cp, video- juegos, letras de canciones... Hasta constituye un estilo plistico pro- pio: basta observar esas telas cuadriculadas que alternan rombos o cua- drados en rojo y verde o azul para imaginarnos en una corte de la Edad Media, riéndonos de las piruetas de un bufén o frente a un combate entre caballeros con pesadas armaduras. Hasta tal punto que, a veces, Jos numerosos ejemplos fuerzan a la siguiente pregunta: ;su reiterada presencia demuestra que las neuronas de los libretistas de Hollywood se han secado y que, por lo tanto, se ven obligados a revivir a Aquiles en el cuerpo de Brad Pitt, y al rey Arturo, en medio de impresionantes efectos visuales; o, al revés, estos personajes y aquello que simbolizan estén tan arraigados en las napas mds profundas de nuestra cultura y es el poder de esa raigambre el que impide sepultarlos y dejarlos atts? Por supuesto que la épica no llega hasta la actualidad tinicamente de esta manera directa, sino que también lo hace a través de infinitas “traducciones” y transformaciones. La mas poderosa y popular es, sin duda, la saga que concibié el escritor britanico John Ronald Revel, conocido con el seudénimo de Tolkien, que vivid entre 1892 y 1973. Su obra comenzé con Fl hobbit (1937) y se desplegé monumental- mente con su trilogia El senior de tos anillos (1954-1955); postuma- mente, se publicé El silmarillién (1977). Los libros de Tolkien fueron y son leidos en todo el mundo, se han vendido millones de voltimenes traducidos a las mds diversas lenguas y hasta han generado una corte de fandticos especialistas que ha organizado desde gruesos voltimenes ini @vertas ae acceso hasta sitios de Internet para expanditr la geografia, la antropologia y la cultura del “mundo Tolkien”. Ouro Ambito donde los personajes miticos de las epopeyas han encontrado un ambito fértil para su desarrollo es entre los “superhéroes” de las historietas; éstos, al igual que las criaturas de Tolkien, supieron arse muchos nuevos miles de seguidores cuando Hlegaron a las panta- Ilas del cine y de la televisién, En relacién con el porqué estos supethéroes de los cémics siguen cautivando a nuevas generaciones de lectores, el semidlogo italiano Umberto Eco escribié con un ejemplo: Una imagen simbdlica que reviste especial interés es la de Superman. El héroe dotado de poderes superiores a los del hombre comtin es una constante de la imaginacién popular, desde Hércules hasta Sigftido, desde Orlando hasta Pantagruel y Peter Pan. A veces, las virtudes del héroe se humanizan; y sus poderes, més que sobrenaturales, constitu- yen la més alta realizacién de un poder natural, la astucia, la rapidez, la habilidad bélica, o incluso, la inteligencia silogistica y el simple espiritu de observacién, como en el caso de Sherlock Holmes. Pero, en una sociedad particularmente nivelada, en la que las perturbaciones psico- L6gicas, la frustraciones y los complejos de inferioridad estan a la orden del dia; en una sociedad industrial en el que el hombre se convierte en un ntimero dentro del ambito de una organizacién que decide por él; en la que la fuerza individual, si no se ejerce en una actividad deporti- va, queda humillada ance la fuerza de la maquina que acta por y para el hombre, y determina incluso los movimientos de éte; en una socie- dad de esta clase, el héroe positivo debe encarnar, ademas de todos los limies imaginables, las exigencias de potencia que el ciudadano vulgar alimenta y no puede satisfacer. “E] mito de Superman”, en Apocalipticos ¢ integrados, Barcelona, Lumen-Tusquets, 1995, pp. 219-256. 25 26 Buertas de acceso ‘Ala necesidad y al gusto por el héroe, Eco acerca una primera explicacién de tipo sociolégico. No ¢s la tinica perspectiva de andlisi, ‘claro, sobre todo si se advierte la riqueza del fenémeno en cuestién, ‘Aqui se ha trazado una breve historia del relato y del héroe épico desde sus fuentes antiguas y medievales, y se mencionaron también algunas de las maneras en que legan hasta la actualidad; seguramente los lec- tores pueden brindar muchos y mds interesantes ejemplos de la vitali- dad de esa tradicién y de su supervivencia. EI Cid Campeador - El rey Arturo El Cantar de los nibelungos Ex Crp CaMPEADOR Versidn de Ruth Kaufman Merce har Seabees Rapes Nora pe 1a Eprrona: El texto que presentamas no es una prosficacién del Cantar de ‘Mio Cid, sino una versién novelada de su primera parte. En funcisn del joven lector, se han | | ddsjada de lado los arcalsmos del castellano medieval y se ha priorizado el catdcter épico del | telat, El texto se acompafia con una sintesis dela segunda parte del Camar para que el lector pueda conocer la historia completa i HAZANAS DE UN HEROE EN LA ESPANA MEDIEVAL 1, La parttpa DE ViVAR Arrasados. Los ojos, arrasados en lagrimas. Espaldas anchas, hombros cuadrados, manos grandes y huesudas. Tan ajustadas las piernas al caballo que dificil era saber dénde empeza- ba la bestia; dénde, las calzas. Rodrigo Diaz de Vivar' dio vuelta la cabe- za para mirar su casa. Las puertas, abiertas; los postigos sin candados: vacias las perchas, sin pieles ni mantos: y las otras perchas donde solian posarse los halcones y azores’, sin la visita de los grandes pajaros. El polvo de los caminos ya entraba en las habitaciones como anticipando el largo abandono, ya se enseftoreaba de los cuartos. Junto a Rodrigo Diaz de Vivar, un grupo de hombres montados. Como él, todos iban sobre el caballo tan a gusto como los villanos'sobre ‘Vina e una cudad ubieada en el eenaro-nore de Espafa elas ceicanias de Burgos. Como era comin en la Anrigiedad, el nombre yapellido del sefior aparece seguido ~casi como un segundo ape lide de la regién en que estaba asentado. En este caso, Rodego tienes residenca en Vivar. En rel cin con las referencias geogifias que oftee el Camu de Mio Cid el especialista Ratnin Menender Pidalsostiene que el poem es exato en sus referencias histicasy “no es menos exacto el Canta 0 su geografia, pues todos los lugares que menciona, aun los mas insignficanes, legan a klenificase en a toponimia moderna en la antigua. Ademis nos da nocicias de poblaciones desaparecidas, ‘como Alcoevao Spinaz de Can, o de comarcas que han cambiado de nombre, como Corpes y Tear (er Bibliografia en Cuarto de Herramientas). Los azors son aves rapacesdiuenas de medio meto de largo, scuras cn su parte superior y de vien- we blanc, “Ea ka Bad Media, se denominaba vlan al habitante comiin de las vas o aldeas, a diferencia dela nobless, que consticua el esata social superior. 32 Fi Cin Castrranon sus piernas. De lejos, se notaba que su vida era montar y guerrear que, ‘a todo peligro, sabfan hacerle frente. Y por e50, quizas, porque su valen- tia habia sido probada en innumerables batallas, Rodrigo no precisaba esconder ese Ilanto que bajaba por sus ojos, arrasindolos. —Loado sea Dios —dijo, alzando los ojos hacia el cielo, esto se lo debo a la maldad de mis enemigos. No dijo mas, aguijones el caballo, solté la rienda y ya salié galo- pando. Lo siguieron sus hombres, dejaban atras Vivar, camino del des- tierro. El Rodrigo Diaz de Vivar que partia hacia el destierro no era un joven inexperto. A su nombre, lo acompafiaba ya el apodo Cid Campeador que, como una medalla que se ostenta sobre el escudo, decia de su valentia. “Cid”, del sidi, en arabe, ‘sefior’; y Campeador, del romance’ , campodocto, ‘doctor 0 ‘sefior de los campos de batalla. Su casa en Vivar quedaba a pocas leguas de Burgos, en el reino de Castilla. Espafia, entonces, estaba dividida en muchos reinos. La mayor parte del territorio estaba en manos de los arabes: distintos califas’ gobernaban las ciudades del gran reino de Al-Andaluz‘, Hacia el Norte: Ledn, Aragén, Castilla, Navarra eran reinos cristianos. Los reyes de entonces, tanto moros’ como cristianos, vivian en luchas constantes. Peleaban entre los de su misma religidn y entre moros y cristianos. Se aliaban y, luego, rompfan los pactos. Pricticamente, todos los recuerdos dei Cid hablaban de batallas. Junto al pecho, por debajo del jubén* , Rodrigo Diaz de Vivar lle- vaba una carca dirigida a él, con la firma del rey Alfonso, su sefior. El mensaje era escueto: una orden de destierro para él. La aclaracién, ter minante: ten{a solo nueve dias para abandonar por siempre las tierras Se lama lenguas romancera bis Fenguas modernas derivadas del ala, como el expafol alia, al francs, ete. Aq romance es sindnimo de ‘espa! © Cab eal iso dado a los principesdrabes que cerca la suprema aucoridad religion y civil en algunos cecrtorios musulmanes, ‘Ab Andaluzera ol nombre con el cul los drabes designaban la porcién del sur de Espafa, has el Mar Mediterrineo (la actual Andalucia) ” Sellama morora los érabes @ musulmanes que viviron en Espatia desde el siglo vat hasta ev * EL jubén es una vestidura que cubrla desde los hornbros hasta a cineura,cefida y ajustada al cuerpo. de Castilla; cumplido el plazo, seria atacado por el ejército del rey. Nunca, en innumerables batallas, Rodrigo Diaz de Vivar, por todos conocidos como el Cid Campeador, habia sufrido una afrenta semejan- te, ;Desterrado! El castigo destinado a los traidores. El rey Alfonso’ habia ofdo los consejos de los falsos, las palabras de los verdaderos traidores, las calumnias de los que solo saben envidiar porque carecen del valor para empunar la espada. A todos ellos y, prin- cipalmente, al conde Garcia Ordofiez, habia prestado ofdos el rey Alfonso al escribir, sin que le temblara el pulso, la carta que ordenaba el destierro de su mejor vasallo Con la carta en la mano, Rodrigo Diaz de Vivar reunis a sus parien- tes y vasallos, Les conté que el rey le ordenaba abandonar las tierras de Castilla. Y aunque aquellos hombres le debian lealtad, a todos les pre- gunt6 para que hicieran segiin su deseo. Los que quisieran podian des- terrarse con él, tras desamparar a sus mujeres ¢ hijos; los que quisieran podian quedarse en sus tierras. Entre todos ellos, se distingu‘a por su porte Minaya Alvar Pafiez. De vor clara, como claros eran sus pensamientos. ~Te seguiremos ~dijo, sabiendo que sus palabras expresaban el sen- timiento de aquellos sesenta hombres como si fueran uno solo-. Te seguiremos por desiertos y poblados, no hemos de abandonarte mien- tras tengamos aliento. Siguiéndote siempre, como leales amigos y vasa- llos, perderemos mulas y caballos, dineros y patios". Todos aprobaron las palabras de Alvar Féfiez, y el Cid les agradecié su lealtad, El resto hace referencia a fgurahisrica de Aime Vie Bravo, Herero del rina de Ladi ala muerte desu padre. Fernand 1, se cnirents con sa hermano Sancho, quien habia heredado el reino de Casilla, Sancho lo vend en la batalla de Golpejera (1072) lo obligs a deseerasey pei aslo los moras de Toledo. Cuando Sancho murié miseriosimente en la ciudad de Zamora (sepin alg nos historiadores,habria silo axsinado por su ambicioso hermano), Alfonso fue prolamado rey de still: poco tempo después logrs conguisar Toledo y tambien se proclims rey de aquela regi, Alli mus en el afo 1109, Un owallo es aquela persona vinculada a un sefior feudal por una relacién de fdelidad y depen: dencia. Una relacin similar unia.a los seniors feudales con el rey: por es l Cid lama al rey Alfonso imi serio”. Se rata dela forma de organiza social caracterstica de Ia Edad Paras, om ese caso, se tefieze a tls rps en gener 34 2. Et CaMINO DE Los RecurRpos El Cid no eta hombre de dejarse llevar por la melancolfa, no sola rememorar por el gusto mismo de hacerlo. Sin embargo, aquella tarde, mientras espoleaba su caballo camino del destierro, desovillé paciente- mente los recuerdos. Precisaba repasarlos, encontrar aquellos hechos que le permitieran comprender la actitud del rey. ‘Como quien separa la paja del trigo y la amontona para observarla mejor, asf amontoné el Cid los sucesos que empujaron al rey a tomar una decisién como aquella. El Cid lo conoefa bien, sabfa que Alfonso no era de los que dan puntada sin hilo. Aquella accién, que a muchos podfa parecer injusta, no habfa sido fruto de un arrebato; por el con- trario, lentamente meditada; incubada en el corazén, incluso, llevaba la fuerza oscura de antiguos sentimientos. Para set fiel a esa historia de desavenencias que ahora lo separaban de su sefion, el rey Alfonso, el Cid tuvo que remontarse a su adolescen- cia. Hijo de hidalgos, sin que sangre noble corriera por sus venas, Rodrigo se habfa criado en la corte del rey Fernando, padre de Alfonso. Sus dotes guerreras siempre lo habjan destacado; tal vez por eso, Fernando lo habia elegido como amigo de Sancho, su hijo mayor. {Buenos tiempos aquellos! ;Qué valiosa amistad habia unido siempre a Sancho y Rodrigo! Quizds, pensé el Cid, entonces empez6 todo; cuando Sancho y yo saliamos de caza, y su hermano Alfonso se quedaba en el castillo. Pero atin Fernando vivia, cuando Sancho y Rodrigo salieron a bata- Ilar. El mismo rey Fernando lo habia armado caballero en la batalla de Coimbra. Junto a Sancho, habian vencido al rey moro de Granada, El Cid records la batalla. El Cid recordé el momento en que habia toma- do prisionero al conde Garcia Ordéfez. Ahora Garcla Ondéiiez era con- sejero del rey Alfonso. Pero entonces, por traidor, Rodrigo lo habia inju- riado atrancéndole un mechén de sus barbas. Sin duda, los verdaderos problemas habfan empezado a la muerte Coimbra es una ciudad del centro de Porcugal capital del distro de igual nombre. del rey. Eso era innegable. Don Fernando habia repartido el reino entre sus cuatro hijos: a Sancho, dio Castilla; a Alfonso, Le6n; a Elvira, a ciu- dad de Toro; y a Urraca, Zamora. ;Por qué no respet6 la ley del mayo- razgo"! Los hermanos no se contentaron con aquella divisién. Todo querfa Sancho, como lo mandaba la ley de entonces 1 Sancho y Alfonso se enfrentaron. Quien ganara se quedarfa con los dos reinos: Castilla y Leén, Eran tiempos de guerra. Rodrigo luchaba junto a su sefior, El\Cid recordé la batalla en la que, gracias a su conse- jo, habjan vencido a Alfonso. Algunos opinaron que no habfan sido del todo justos, pues quebrantaron un pacto atacando el campamento por J madrugada. En la guerra no hay pactos, pensaba el Cid entonces y ahora. Seguramente alli, nacié el odio de Alfonso por él. Porque le qui- taron la victoria de las manos, lo sacaron de la iglesia donde se habia asi- lado y lo llevaron prisionero a Burgos. Alfonso supo ~cémo no saber- Jo~ que aquella derrota suya era por méritos del Cid. Quizés fue aquel | diaen que comenzé a tramar su venganza | Entonces vino dofia Urraca, hermana de los reyes, ¢ imploré por la | ibertad de Alfonso. El Cid mismo aconsejé a Sancho que lo liberara. Y | ese consejo, zno lo conocfa Alfonso? La condicién era estricta: Alfonso debfa dejar el reino y hacerse monje tras entrar en un monasterio. Con dos hermanos reyes, nunca acabaria la pelea. Alfonso habia entrado en el monasterio. Pero lo suyo no era la religidn y, al poco tiempo, se esca- pé. Entonces se alié con el rey moro de Toledo. Mientras, Sancho estaba ocupado Iuchando en contra de sus her- manas, Ya era rey de Ledn y Castilla, Pero tomé la ciudad de Toro y puso cerco a Zamora. La ciudad de su hermana Urraca resistfa valien- temente el cerco. Bien lo recordaba el C cd, que habia luchado ardientemente consra quince zamoranos. Quince contra un solo hombre y los habia vencido. Aquel episodio hizo atin mas grande su nombre El cerco duraba mas de lo pensado, Zamora no se rendia, Entonces, La Ley de mayors a nicin dl dre anigun qu consi en eg lio maak todos los beneficios de la herencia de sus padres. sa saranenes aparecié un traidot: Alfonso Vellido. Se habfa escabullido de Zamora, lo trajeron los guardias hasta la tienda del rey. Resulté buen fabulador por- que loges embaucarlos a todos, a Sancho y al Cid también. Ofrecia ayuda para vencer la ciudad, dijo que les sefialarfa el sitio por donde podrian atravesar la muralla. El Cid desconfié de la condicién que habia puesto: debian ir al sitio bien de madrugada, él y Sancho y nadie més. Rodrigo dudé, pero Sancho dio la orden terminante de que nadie lo siguiera, Las érdenes del sefior no pueden discutirlas los vasallos. Allé se fueron los dos, Sancho y Vellido, el traidor. A pesar de todo, era tan fuer- tel presentimiento en el corazén de Rodrigo que los siguié. De lejos los vio y, cuando estuvo cerca, ya era tarde: Sancho caia, asesinado. Por més que hubo corrido, el Cid no pudo alcanzar a Vellido. jCémo no recordar Ia alocada carrera! La puerta que se abrié en la muralla de Zamora para tragar al traidor. Sin Sancho, el cerco de Zamora se perdid. Los castellanos"' dejaron la ciudad y formaron un fiinebre cortejo detris de su sefior. Y entonces llegé el momento de la reorganizacién, El reino de Leén coroné a Alfonso. Con derecho, pues era su rey verdadero. Zamora quedé en manos de Urraca. .Y Castilla? Quién gobernarfa Castilla? Sancho habia muerto sin dejar descendencia {Quién que tuviera sangre real podfa reinar sobre Castilla? Las cortes'*se reunieron en Burgos para discutirlo. La voz del Cid fue la mas escuchada: “Debe gobernar Alfonso, pues él lleva la sangre del re, Fernando en las venas” onso? :Y quién nos asegura ~preguntaron los nobles castella- nos que 10 participé en la traicién que dio muerte a nuestro sefior? {No le estaremos dando la corona al asesino de su hermano?” Nadie habia querido a Sancho més que el Cid. “Yo le tomaré juramento —dijo el Cid-. Si el jura su inocencia, sere- mos sus vasallos”. Un catellano esl persona oriunda dela regisn de Castilla Se denominan corte alas reuniones o juntas que. en los awciguos reinos de Castilla, Aran, ‘Valencia, Navarra y Catalufa,celebraban las personas aurrizadas a decidir en los negocios yasuntos importantes del Estado. 36 = EI Cid, camino del destierro, recordaba la jura de Santa Gadea. Frente al altar, estaban Alfonso y él. A su alrededor, lo mejor de la nobleza leonesa y castellana, El silencio los rodeaba, jamés volvié a sen- tir el Cid un silencio igual, Podfa oir los latidos acelerados del corazén de Alfonso. Entonces el Cid le pregunté, haciéndolo jurar sobre los Santos Evangelios, si era cierta la sospecha de que por su consejo fue muerto el rey Sancho. : El rey Alfonso juré que no. Pero apenas si se oyeron sus palabras. Rodrigo Diaz de Vivar no se sintié satisfecho, ¢Era o no era un traidor? Con todo derecho, volvié a hacerle la misma pregunta. ‘Alfonso volvié a decir que no. Tres veces juré Alfonso su inocencia en Santa Gadea. Entonces fue proclamado rey. Y el Cid besé su mano en sefial de vasallaje. Aquella jura, el Cid lo supo, la estaba pagando ahora. Un rey obli- gado a jurar su inocencia frente a un hidalgo"’. Nunca se habia visto. Nunca se volvié a ver. Para Alfonso, habria sido el broche de esa larga historia de desavenencias. “Lo que Alfonso no ha entendido, pensaba Rodrigo mientras cabal- gaba camino del destierto, es la clase de vasallo que soy yo. Pero se lo demostraré con acciones, si Dios me da vida para recuperar mi honra’. 3. UNa clupab DESIERTA Sesenta hombres de a caballo atravesaron la muralla de piedra de la ciudad de Burgos. Recorrieron a caballo sus callejuelas y las encontra- ron desiertas. :Adénde habrian ido las mujeres? Por qué no se veia a ninguna junto a la fuente? ,Dénde estaban los hombres? ;Por qué ha- bian desamparado las huertas? En la plaza frente a la catedral, no habia Un hile e una persona que, pot su origen de sangre, es de cise noble y diningiida un solo nifio. :Ninguno saltaba al rango, ni empujaba el aro con la vara? {Dénde estaban las rondas de las nifia *" Detrds de las ventanas de madera, hombres, mujeres y nifios obser vaban el paso de los guerreros: las fuertes patas de los caballos, las lan: los cintos. Observal zas con sus pendones”, las espadas atad cara del Cid que mostraba su asombro ante las callejuelas Sentfan pena y también algo de temor: aquel desconcierto en cualquier momento podia transformat.e a ira El Cid y sus hombics Ilegaron hasta la posada de la ciudad de Burgos, pero la encontraron cerrada. Un vasallo se aped del caballo y n6. Nadie le respondid, Golped con mayor rudeza, pero no obtuvo respuesta. Palmeé las manos, dio voces. Nada. El Cid, entonces, se con su caballo y, tras sacar un pie del estribo, dio contra la puer- ta con toda su fuerza. La puerta chirrid, pero los remaches no cedieron. En ese momento, una chiquilla aparecié corriendo, Iba descalza, a pesar de la estatura de sus nuev rntemente entre las patas de los caballos hasta quedar parada frente al Cid, Espera! -pidié. Las piernas le tembla id repiti6 la orden: Alto! La chiquilla alzé la cabeza para encontrar los ojos del mas famoso guerrero de la cristiandad. El Cid nunca olvidé aquellos ojazos negros de | en su mirada que hat -Oh € podemos auxiliarte, El rey mand6 una carta en la que prohibia al pueblo de Bu os. Al que te ayuc 0 alcanzaba ssierta se interné val fia de Burgos. Quizds no entendia los motivos de la guerra pero, ba miedo, nbign brillaba el coraje mpeador, que en buel perdénanos! No hora cefiste es 0s que te diera cobijo, comida, cebada para los cab: , dijo, le quitaré casa, tierra animales. Por si esa para acobardarnos, agregé que, al que osara ayudarte, le quitaria también los ojos de la cara, Todos queremos tu bien, buen Cid, pero no podemos auxiliarte. Entiéndenos, nada ganarfas con nuestro mal, os pendoie as militares parecidas a una bandera ms larga que ancha qu Oh Campeador, que buena hora censte espada, perdinanos! No pademos a Antes de que el Cid intentara siquiera una respuesta, la nifia dio media vuelta y volvié corriendo por la calle, ;Sintié la amenaza de las lanzas que podian alzarse en su contra? ;O fue temor por la ira del rey Alfonso? Unos minutos después, las paredes de su casa la habian engu- llido. Detrés de los visillos, cientos de ojos siguieron sus pasos, mientras trataban de adivinar las intenciones del Cid leyendo las facciones de su rostro. Montados en sus caballos, los hombres del Cid también miraban a su jefe, esperando una orden. Un pesado silencio corria por el medio de la calle, como un escalofrio. -jAcamparemos a orillas del rio! ~ordené el Cid. Y aguijoneando su caballo, dejé atrés la posada cerrada. ‘Antes de abandonar el pueblo, cabalgé hasta la iglesia de Santa Marta y, de rodillas, hizo su oracién, Entonees, si, volvié a montar y, tras salir por la puerta de Santa Maria, atraves6 la muralla de Burgos. En un arenal, junto al rio Arlanzén, levantaron las tiendas. En ayu- nas, pues nadie se animé siquicra a venderles una minima racién de comida, Ya cra noche cerrada cuando un hombre de a caballo se acereé a las tiendas. Trafa varias mulas cargadas de alimentos, viandas y vino. Venta acompafiado de guerreros montados a caballos, lanzas en la mano, espa- das en el cinto. Los centinelas lo reconocieron, no en vano Martin Antolinez habia logrado su fama luchando contra los moros. También el Cid lo reconoci6. Vengo a unirme a tus fuerzas -dijo Martin Antolinez~. Ya no puedo dar marcha atré te, me matard; contigo iré al destierro y, si logramos fama y recompen- sa, contigo recibiré el perdén del rey. Vino y pan y comida para los animales; todo trajo Martin Ancolinez, tras vaciar los graneros de su casa. Sil rey se entera de que he venido a auxiliar- “Los sills son pequefiasabercaras en puerta yventanas que pérmiten abscrvarquigns€ acerca aja dela casa 40 Hénors Meptevates Martin Antolinez, burgalés” cumplido —lo llam6 el Cid abrazndolo. Aquél fue, desde entonces y para siempre, el apodo honroso que acompané a este hombre, el tinico de todos los burgaleses que no sintié miedo ante las amenazas del rey. Lo breve del plazo no le habfa dado tiempo al Cid para hacerse de dinero. Tampoco podia pedirlo prestado: el rey habia prohibido que le codas las casas cristianas en Burgos estaban cerradas para dieran auxi a Por eso, Martin Antolinez le propuso que fueran a ver a los judios Raquel y Vidas, que trabajaban de prestamistas. Este era un trabajo piohibido para los cristianos; mientras que los judios que no tenfan per- mitido empufar las armas, ni labrar la tierra, ni realizar trabajos manua- les, si podian manejar el dinero. El trato fue hecho por Martin Antolinez, en absoluto secreto. Dijo alos prestamistas que el Cid necesitaba guardar dos arcas" llenas de oro y plata, pues no podia llevarlas con él al destierro. A cambio, pedia scis- cientos marcos" en monedas. Enel reino de Castilla, algunas personas decian que el Cid se habia quedado con plata del rey Alfonso, su sefior. Que cuando habia ido a cobrar el tributo en la ciudad de Sevilla, parte del pago se lo habia guardado para si. Los que comentaban este rumor decian que, por ese motivo, el rey Alfonso lo habia desterrado. ;Seria verdad? Dificil era creerlo. Raquel y Vidas recordaron esas historias cuando Martin Antolinez les propuso el trato. ;Serfan ciertas, entonces? Lo cierto es que las arcas que los hombres del Cid Hevaron a casa de los prestamistas eran muy pesadas. Raquel y Vidas las guardaron con cuidado y en secretoy sin sos- pechar que estaban Ilenas de arena. Por respeto al Cid, no las abrieron, Quizis el Cid Hevé adelante el engafo porque sabia que, de otro modo, no obtendrfa el dinero. Quizas sabia que, mas tarde, lo devolve- Se denomina burgall al habamte de la Gadad o provincia expanola de Burgos, Un area es un bal pouch, Cone nombre de marco se designabs, en buena parce dela Espasa de Epoca, al moneda en uso. ria con creces. La historia del Cid nos cuenta el ardid. Supongamos que la plata fue devuelta, aunque los cantos se hayan olvidado de relararlo. 4. La SEPARACION Esa misma noche, terminado el trato con Raquel y Vidas, el Cid y sus hombres se alejaron del arenal donde habfan acampado. Antes de partir, el Cid quiso despedirse de su mujer y sus hijas, que se encontra- ban refugiadas en el monasterio” de San Pedro de Cardefia, a varias leguas de la ciudad de Burgos. Todavia no habfa amanecido pero, en el interior del monasterio, ya habja movimiento. El abad don Sancho, frente al altar, rezaba los mai- tines, También dofa Jimena, junto a sus damas de compaffa, ya esta- ba orando. La noche le resultaba demasiado larga: pensando en los trabajos que estaba pasando el Cid, nunca la atrapaba el suefio. Las horas del dia, en cambio, no le alcanzaban: todas se le iban pidiéndole a la Virgen proteccién para su sefior. ‘Como si hubiera estado concertado, al mismo tiempo, canté el gallo en el patio trasero del monasterio; y golpearon a la puerta. Un monje atravesé corredores y patios en direccién a la muralla. ;Era el Cid en personal El Cid se aped y, acompafiado de sus hombres més cercanos, entrd en el monasterio. El abad don Sancho guiaba su camino con citios encendidos. En la sacristia, tuvieron una breve entrevis ban las palabras, con unas querfa agradecer la hospitalidad, con otras mis cuidados. Encregé al abad Sancho ciento cin- cuenta marcos de los que le habian dado Raquel y Vidas. Cincuenta para el monasterio, cien para servir a dofia Jimena y a sus hijas. . Al Cid no le alcanza- recomendar mi (Un monastero es un edifcio consruido para alberga originariamente alos monjes miembros de ura cirea orden relgiosa. En cempos de guera era un lugar seguro para los que lo habitaba. °F abad era el monje principal a cargo del monasteio. * Maitnes es. primer ren del dia que se eliza ances del amanecer Que nada les falte, buen Sancho —recalcé el Cid-, tenga toda clase de miramientos®, No repare en gasto, consiéntalas tal como haria yo si estuviera con ellas. Enseguida entré dofia Jimena. Ya las damas de compafifa trafan a las hijas. Un solo abrazo fundié al guerrero y a sus tiernas mujeres. La palma encallecida de tanto empufiar la espada se volvfa suave al desli- zarse por los cabellos de las nifias. Los ojos, arrasados en kigrimas. Mientras el Cid estaba en el monasterio, las campanas de San Pedro de Cardefia tafierori a todo vuelo. Y aunque aquel sonido no podia tra- ducirse con palabras exactas, todos los hombres de la regién compren- dicron su mensaje: “jYa se-va el Cid al destierro! ;Dios lo acompafia! ‘Ya se va el Cid al destierro! jQué valiente lo acompafial?” Como sigue la tropilla a la yegua madrina, as{ siguieron los hombres cl llamado de aquellas campanadas. De las sierras, bajaban a lomo de sus caballos. Desamparando sus casas, venian a unirse con el Cid. El ansia de aventura, el deseo de lucha, la sed de recompensas: todos los sentimientos que llaman a dejar casa segura parecian despertar con las campanadas de San Pedro de Cardefta que, noche y dia, rompieron el silencio de aquellos parajes. Martin Antolinez, el burgalés cumplido, reunié ciento quince jine~ tes que, tras cruzar el puente de Arlanzén, buscaban unirse a las mes- nadas de Rodrigo Diaz de Vivar. Desde el monasterio, el Cid vio a los jinetes: un grupo tan numero- so que no alcanzaba a contar los pendones. Distinguid, satisfecho, la figura del hombre que los dirigia y, entonces, cabalgé a su encuentro. A medida que se acercaba, sentia crecer dentro de sf las esperanzas de ganarse con la lucha el pan y la honra. Saludé a Martin Antolinez y, firme sobre su montura, recibid el saludo de cada uno de aquellos jine- tes. Uno a uno, se acercaron a besarle las manos, en sefial de vasallaje. Pero el Cid no era jefe de la pura sumisién: sabfa que, en cada hom- bre, hay un corazén y que el de aquellos hombres estaba atin dolido por ® Acq minamionor significa “uidados - * Se denominaba meinadas lon grupos de gente de armas que se congregaban alrededor del sesior feudal 43

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