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Nea inate) 4 ri ere: Mara Fernanda Talk sabe por qu / Moria Fernanda Hewi.~ tae -éa inp, = Gualn! autre de Buenos Airs Grupo Elta Nora, 217 200 p 21x Bem ISBN 97-90 545.4554 1, Norra infant y Jen Feterana LT cap Eason? © Maria Fernanda Heredia, 2015, © Editorial Norma S.A, 2015 ‘Av. Leandro N. Alem 1074, Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Reservaclos todos los derechos. Prohibida la reproduccion total o parcial de esta obra ssn permiso escrito de la editorial. ‘Marcas y signos distintivos que contienen la denominacién “N'/Norma/Carvajal @ bajo licencia de Grupo Carvajal (Colombia). Impreso en Argentina ~ Printed in Argentina Primera edicion: febrero de 2014 Seata teimpresin: ebril de 2017 Direccidn editorial globel. Hinde Pomeraniee Diagramacién y arte de cubierta: Daniela Coduto [Imagen de cublerta: wwvwrmorguelile com Costecci6n: Patricia Motto Rouco CC 61074591 ISBN 978-987-545-435-4 L 2 3, 4. G; 6 7 8. 9. 15 19 29 37 ay 57 65 6 85 a1 7 105 MIL 17 123 11 137 143 153 161 167 175 179 185 191 199 205 213 221 225 227 231 237 A Javier, A mi abuela Isabel. No me gustan los pajaros, mama. -iSon lindos! Mira las palomitas, Antonio, -No me gustan porque se comen las migas de pan. Claro, itienen que alimentarse! Antonio vio las palomas picoteando en la plaza y enfadado aitadié: Pero si se comen las migas de pan, alguien no va a encontrar el camino de regreso a su casa. ‘Alba sonrié y lo entendié todo. Abraz6 a su hijo pequeio y le dijo: Maria Fernanda Heredia =No te preocupes. A tino te ocurrird lo que a los nifios del cuento. Yo te ensefiaré cémo hacer para que puedas volver siempre a casa. Te prometo que no te vas a perder. =No es por eso, mamé. -éAh, no? éEntonces? ~Yo tengo miedo de que un dia ti no sepas como regresar. 12 Noi car con-estilo:cuando redbe un empujon. ‘Afios atrés, cuando Antonio tenia ape- nas 12, en su primer dia de clases en el colegio al que acababa de cambiarse, reci- bio el empujén de un compaiero y cayé a la piscina. Era la broma obligatoria de bienvenida para los nuevos. Cuando sacé la cabeza del agua vio a un montén de desconocidos riéndose de él. Los segun- dos iniciales fueron patéticos: los mano- tazos de ahogado, el agua en la nariz, el pelo en la cara y ese gesto de alelado que Maria Feranda Heredia no entiende lo que esté ocurriendo. Fue el pro- fesor, también entre carcajadas, quien le extendid una mano para que saliera Cuando legs a casa, su madre le recibi6 sonriente y con la pregunta habitual: —éMe cuentas tu dia con tres palabras? Y, sin pensar, Antonio respondié: -iOdio «1 colegio! Al rato le confesd lo sucedido. Tenia los zapatos arruinados y la ropa humeda. Las légrimas de rabia Je resbalaban por las mejillas mientras relataba cémo. se habfan burlado de él Alba, en lugar de consolar a su hijo por el mal rato, se agach y Ie ordend: -Quiero que mahana mismo te inscribas en las clases extracurriculares de natacin. -iNo quiero! =Lo hards, Antonio. La proxima vez que caigas al agua que solo se te arruinen los zapatos... no el orgullo. Y que las tinicas manos que te saquen de ahi, sean las tuyas, éde acuerdo? Un mes después de aquel suceso Alba partié para Espaiia sin boleto de regreso, y Antonio volvié a sentir que se quedaba sin aire. Desde pequefto se habia acostumbrado a hacer maletas. Vivid hasta los 4 aitos en casa de los abue~ los, luego se mudé al departamento que su madre y dos amigas compartian en el centro de la ciudad. Y el siguiente destino fue el departamento de dos dormitorios que su madre logré comprar con sudor 14 La lltvia sabe por qué ¢ hipoteca en la calle Lisboa. Fue entonces cuan- do vino el desastre y la maleta final para ambos. La empresa en la que ella trabajaba amanecié un dia cerraca sin ninguna explicacién, el duefio habia sacado del banco todo lo que quedaba y su ultima inversion de peso fue un candado metélico con el que cerré las puertas. Antonio tenia 12 afios cuando hicieron las male- tas juntos por ultima vez. Solo que en esa oportu- nidad los rumbos serian distintos, Alba, su madre, no encontré més opciones y decidié irse del pats, probar suerte lejos, reventarse el alma en un lugar donde la vergitenza del fracaso tuvicra testigos anénimos. El se quedaria en casa de Beatriz, la unica tia, y su madre volarfa a Madrid, BI plazo para el reencuen- tro lo marcaba el dinero: cuando hubicra suficiente se reunirian de nuevo. ~Ya eres un hombrecito le dijo su madre el dia de la despedida, con esa palabra que sonaba a trampa, ano se te ocurra llorar, ano hagamos una escena por que entonces nos quebraremos los dos-. Eres fuerte y sé que entiendes que debo irme porque esto sera Jo mejor para ambos. Antonio tenia los ojos enlagunados, pero habia prometido que no Hloraria ~Prométeme que regresaras, ma. ~Te lo prometo. Alba era una fiel militante de la alegrfa. Aunque a sus 29 afios le habjan eafdo encima varios aguaceros, 15 Maria Fernanda Heredia lla siempre decfa que la sonrisa era un buen salva~ vidas, que la ilusién cra un motor més fuerte que el de un cohete espacial. No importaba cudn compli- cadas se pusieran las cosas; ella se sacudfa, volteaba a ver a su hijo, sonreia y le decfa: "No es tan grave, vas a ver que salimos de esta’. Pero aquel dia, cuando se despedian, él se dio cuenta de que por primera vez su madre estaba fin- giendo la sonrisa, los labios y la barbilla le tembla~ ban, y la mirada era como una nube gris a punto de desplomarse. Anda, regélame un beso y una sonrisa -le dijo Alba. Y Antonio tuvo que fingir también, Se mordié el labio inferior. Se dejé abrazar, se dejé besar, y luego vio al taxi partir. No llor6. Ahi no. Era un hombrecito. Esa misma tarde, con un nudo en la garganta, se Janz6 al agua en la clase de natacién, y durante diez minutos nadé con todas sus fuerzas, con todo su dolor. Cuando salié de la piscina un compafiero le dijo: "Tienes los ojos rojos’. Y Antonio mintié: “Es por el cloro’. El agua dej6 de ser la razén de sus miedos y se convirtié en su desafio permanente para reaccionar cuando perdia el piso. A veces se exigia a si mismo cruzar la piscina sin sacar la cabeza para tomar aire, levaba sus pulmones al limite solo para demostrarse cudnto cra capaz de resistir. Otras veces lloraba en 16 La lluvia sabe por qué el agua, como cuando se llora debajo de la ducha, y sus lagrimas escapaban sin que nadie pudiera des- cubrir su fragilidad 7 Pp, olouedla Weinte minutos antes de las cuatro Lucia se dispuso a salir Después de lo ocurrido, el tinico lugar al que podia ir sola era el taller. Esa posibi- lidad de caminar en soledad era un alivio, pero esto no salvé a Lucfa del discurso pronunciado por su madre: -Llémame cuando llegues. Regresa apenas termine la clase, $i a las cinco y media no estés aqui, saldré a buscarte. éEntendido? Lucia guard6 un libro, un cuaderno y los hilos de colores en el bolso, se despidié de su hermana Barbara y salié de casa, Maria Fernanda Heredia El taller no quedaba demasiado lejos, apenas quince minutos en el autobiis de la linea 4 y una cuadra a pie. Se coloco los auriculares e introdujo cl extremo del cable en su bolsillo sin conectarlo a ningtin dispositivo. Asf parecerfa que estaba escu- chando misica y nadie la importunaria. Los auri- culares tenian eso de bueno, se convertfan en una barrera; si alguien queria abordarla en el autobiis con comentarios sobre el clima o con esas preguntas trilladas de ligue antiguo: “Disculpa, éte conozco?” o ‘ZTendrds la hora?", clla podria seguir leyendo su libro y hacer como si no hubiera escuchado nada. Esos dos botones dentro de los ofdos eran una buena manera de decir “no me interrumpas, no te escucho, aléjate’ Llevaba dos semanas asistiendo al taller artesa~ nal, casi el mismo tiempo desde que su vida habia cambiado para siempre. Fue la tinica concesién que hicieron sus padres luego de lo ocurrido, Las sali- das con amigas terminaron; las fiestas y reuniones quedaron prohibidas; su vida social, congelada. Pero Lucia no protesté. No le quedaban fuerzas ni ganas ni amigos. Lejos de lo que opinara su familia, el taller no tenia nada que ver ni con vocacién ni con obliga~ cién; el taller era su espacio para no pensar, su pre~ texto para salir de casa y respirar. El colegio exigia a prictica de un deporte o el aprendizaje de un ofi- cio durante las tardes como complemento al plan de estudios, y esta parecia una buena opcién. Sobre 20 La Tluvia sabe por qué todo, considerando que Lucia no queria apuntarse a ninguna de las alternativas que su colegio ofrecia El dia en que se inscribid, la encargada del taller, una sefiora gorda con pinta de chiflada lena de collares y pulseras sonoras, le pregunté qué curso elegiria. Los habia de cerémica, de carpinteria deco- rativa, de pintura de tela. Lucfa la miré con indiferencia y respondié: Me da igual La mujer le repitié con entusiasmo las opciones y quiso saber cudles eran los gustos o intereses de la futura alumna, pero Lucia solo repitié en voz bajita: =Me da igual La mujer la miré con extrafieza, abrié un cua derno castico repleto de papelitos y garabatos, tomo nota de su nombre, direccién y teléfono; y luego la apunt6, por supuesto, en la clase que ella misma dictaba y que, casualmente, era la que no tenia un solo alumno: taller de Joyas hippies. -No creo que mis padres acepten que yo aprenda eso dijo Lucfa cuando la vio escribir su nombre en. el cuaderno. La mujer suspird con picardia y respondié: -No te preocupes, querida, eso esta previsto. El diploma que te entregaremos al final del curso dice "Disefio de bijouterie y joyeria étnica’, CVerdad que suena importante? Lucia sonrié y se sintid extrafia. Le parecia que habjan pasado siglos desde la ultima vez que habia sonreido. 21 Maria Fernanda Heredia ~Comenzaremos con el médulo de pulseras. éTe gustan los nudos? ~le pregunt6 la instructora hacien- do ruiditos de clin can clin clan, mientras se movia. ~dPerdén? ~iPor Dios, nifia! éSabes lo que es un nuclo? Lucia la miré y casi sin pensarlo respondié: ~Claro... mi vida es un nudo, Deak questions tegeasiviren oe sa de su tia cuatro afios atrés, compartia habitacion, armario y computador con Leo, su primo. Pese a la diferencia de edad “Antonio, 16, y Leo, 13- ambos convivian sin problemas. Respetar los respectivos espacios y los eventuales ataques de ‘ino quiero hablar, no me molestes, evapérate!” era parte de ese acuerdo tacito de convivencia. Las burlas y la ironia formaban parte de su manera de expresar carifio y confianza Leo, éya te han hablado en tu colegio de...? Maria Fernanda Heredia -eDe qué? —éDe todas las cosas que te van a pasar en la pubertad? =¢Qué pregunta de tia abuela es esa, Antonio? ~Te lo digo en serio, ya tienes 15 y. -iNo voy a hablar contigo de esto! Hace rato que ya sé todo lo que tengo que saber: ~éAh, si? Entonces te has dado cuenta de que algunas partes de tu cuerpo han comenzado a erecer. -iClaro! ~Yo de estatura te veo igual, pero estoy impresio- nado por el tamano de tus orejas. Desde este angu- lo se ven gigantescas, De cuerpo sigues siendo talla small pero de orejas eres extra large. Serd normal? =Si opinas de mis orejas yo voy a opinar de tu cabeza, Antonio, y ahi pierdes por goleada. Te voy a mostrar aqui en Internet un pajarito que me recuerda a ti. (Un pajarito que te recuerda a mi? Seré un aguila... -No. Mira, se llama cacattia y todo el reino animal se burla de él, Es como tu, iquiere medir diez centi- metros mas gracias al peinado! ~Ya, ya, no te piques, que yo solo he comentado del tamajio astronémico de tus orejas. Hoy no men- cionaré nada sobre tu cabeza de mandarina... Ya, gusano, y tti eres igual a un dedo gordo del pie. Un dia de estos Hamo a un programa de televi- sin, de esos en los que les gusta sacar a gente rara, y les diré que en mi casa vive el Hombrededo gordo. ‘Te vas a forrar de dinero, por feo! 24 La lluvia sabe por qué ~iDale, Leo! iLlama a ese programa! Cuando tenga la cdmara adelante les pediré que enfoquen a mi querido primo, mas conocido como Sonrisa de tenedor. ~iVas a ver, Antonio! En un afo terminaré la ortodoncia y con mi sonrisa de revista te levan- taré todas las novias. iNo, perdén, corrijo! Qué novias? iSi a ti no te miran ni las arafias, que tienen ocho ojos! =A ti tampoco te mira nadie, renacuajo, porque con los destellos de tus dientes podrias dejarnos ciegos a toclos Y ast, si el aburrimiento lo permitfa, ambos podian continuar durante horas burlandose uno del otro, Aquella tarde, sentados ante la mesa del comedor y enfrascados en las tareas del colegio, escuchaban las gotas de Huvia que chocaban contra la ventana. Leo mordié el lapiz, se quedé mirando a algin lugar impreciso y dijo: ~éOye, cacattia, te has enamorado alguna vez? Antonio dejé de lado el cuaderno de Quimica y, sorprendido por la pregunta de su primo, dijo: ~iYa era hora! Ya era hora de qué, solo hice una pregunta ~iYa era hora de que se te despertaran las hor monas! Tienes 15, Leo, y ya iba siendo tiempo de que te dieras cuenta de que en el mundo existe algo més que los videojuegos sangrientos y las galletas Oreo. 25 Maria Fernanda Heredia ~iYa sabia! iContigo no se puede hablar, Antonio! Te hago una pregunta simple y te lanzas a pensar tonterias. Déjalo ahi, déalo abi. -No, Leo. “éle has enamorado alguna ver’ una pregunta simple. ~éQueée? -Quiero decir que cualquiera sabe que esa pre gunta hay que leerla entre lineas. ~Ya, no te hagas el fildsofo y explicame. Antonio siguid con su explicacién: ‘Mira, renacuajo, quien pregunta: “¢Te has ena morado alguna vez" lo que en realidad quiere decir es: "Estoy enamorado hasta las patas y quiero saber i soy el tinico tonto que anda flotando por la estratosfera’, ~iNo es cierto! ~iS{ lo es! Anda, cuéntare quién es. iQue no, Antonio! iQue yo no estoy enamorado de nadie! -¢Companera de salén? éHermana de un amigo? éLa vecina? éAmor imposible con artista de teleserie de Disney Channel? A tu edad no hay muchas més alternativas que esas; anda, dilo ya. Leo se levant6 rojo como un tomate, puso sus manos regordetas en la cintura, luego sefialé a su primo con el dedo indice, y mirindolo con os ojos entrecerrados, le dijo: ~iEres un canalla! -iLo sabfa! iLo sabia! -grité Antonio riendo, Juego agarré un cojin del sofé de la sala y se lo lanzé no ¢s 26 La tltwvia sabe por qué a su primo mientras le decia~: iConfiesa, galén, con- fiesa quién es! Leo devolvis el cojinazo, pero Antonio lo esqui- v6, y ese misil de un kilo de algodén fue a dar en la repisa donde, entre un millon de cosas sin sentido, destacaba una placa de cristal con alguna inscripcion. La placa se deslizé y en camara lenta la vieron caer y estrellarse contra el piso. Cualquier cosa que llevara escrita en la superficie habia desaparecido para siempre. Antonio y Leo se quedaron de piedra, Ojos y boca, desbordados. El tiempo, congelado. Entonces aparecié en la sala Norberto. Un rapido vistazo fue suficiente para intuir Jo que habla ocu- rrido; miré a ambos con furia y sin pensarlo dos veces caminé en direccién a Antonio. Papa, espera... -dijo Leo nervioso, pero la mirada fulminante de Norberto le sell6 los labios. Sin disimular la furia, ¢] hombre se acerca Antonio y Ie lanzé una bofetada tan fuerte que le hizo perder el equilibrio y tavo que sujetarse de la mesa del comedor para no caet. ~idTe das cuenta de lo que has hecho, imbécil?! ~pregunts sin que le interesara la respuesta ~Perdona, yo. Leo, angustiado, quiso intervenir para explicar a su padre que habia sido él, y no su primo, quien habja lanzado el cojin, pero nuevamente su padre lo mandé a callar y se dirigié a Antonio 27 Maria Fernanda Heredia ~iSigue haciendo méritos y conseguirés que te eche de esta casa a patadas! ZMe has entendido? ‘Avanz6 unos pasos sin despegar su vista del muchacho hasta tenerlo a la distancia del aliento y levantando el labio superior, con gesto de desprecio, le dijo: ~Arrimado. “ale fretaas 28 4 sta La tecta Enviar es como el gatilo de un revolver. Nunca se lleg6 a saber quién la presio- né. Fueron todas. No fue ninguna. Se habfan reunido en casa de Renata aprovechando que sus padres tenian la boda de una prima y legarfan de la fiesta al dia siguiente. Vera, Cecilia, Renata y Lucia habian logra do, al fin, juntarse en una noche de pijamas para chicas. Llevaban tiempo planificdn- dolo pero siempre habfa un impedimen- to: un resfrio inesperado, un examen, una fiesta o un castigo. Maria Fernanda Heredia Llegado el dia, tomaron como pretexto la celebra~ cién de los 16 afios que todas habian cumplido entre septiembre y enero. El programa no era demasiado creativo: pijamas, bolsas de dormir, cepillos de dien tes, celulares y una botella de vodka que Vera sacé, sigilosamente, de su casa La idea original habia sido pasar la noche en una carpa, en el jardin, pero el clima no siempre est del lado de los buenos planes, y esa noche cayé un agua~ cero tan fuerte que la carpa naufrags como el Tilanic ‘Alas diez de la noche, tumbadas en la alfombra de la habitacion, las cuatro amigas hablaban de sus asuntos y se refan de casi cualquier cosa Renata sacé de su mochila una libreta y propuso Ienar sus paginas con ciertas confesiones que volve- rian a leer un ao més tarde. Tendria gracia revisar doce meses después cudnto de aquello permanecia en sus vidas. Por ejemplo ~dijo Renata para convencerlas-, cada una va a nombrar a tres chicos guapos del colegio. A ver si dentro de un afio siguen siendo ‘guapos y no les han salido granos o no les ha creci- do la nariz. ~élires chicos guapos? ~pregunto irénica Cecilia-. Lo estas poniendo dificil, en nuestro colegio con suerte llegamos a un guapo y medio. ~iSi! -afiadié Vera-, quiz deberias modificar la categoria: “Enumera a tres chicos que no asusten’ 0 “Enumera a tres chicos del colegio que no pertenez- can a la familia de los insectos”. 30 na La lluvia sabe por qué Las péginas comenzaron a llenarse entre risas casi infantiles: ¢Quién es el mas guapo (o el menos feo)? éA quién le darias un beso que lo deje sin aire? ¢A quien le dejarias sin aire... pero sin el beso? ¢Quién se merece una liposuccidn en el cerebro? Con quién te escaparias a una isla desierta? ZA quién abando- narias en esa isla desierta? Si fueras un fantasma, éa qué profesor te le aparecerias en el asiento trasero de su auto? ZA qué chica del colegio le donartfas la parte de tu cuerpo que mas odias? Entre todas, Lucfa era la mas sil rostro de una niffa con pecas en la nariz. Llevaba el cabello largo y rizado, atado con una cinta, Todo en ella era sutil. Parecia que se relacionaba con el mundo de puntillas, sin aspavientos. Sus amigas la animaban a que venciera esa timidez, y entre bro- mas le advertian de todas las calamidades que le caerfan encima si no se soltaba un poco: "Est cienti- ficamente comprobado que las timidas viven quince afios menos que el resto” "Segiin estudios realiza~ dos en Harvard, si a los 16 afios no has vencido la timidez tienes un altisimo riesgo de volverte peluda’, "Dos de cada tres timidas se casan con politicos’ Ante esto Lucia solo sonreia y prometia a sus amigas: un dia de estos les doy la sorpresa. Entre todas, la més atrevida era Cecilia, que siem- pre parecia estar a punto de comerse el mundo de un solo bocado. En medio de la reunidn Cecilia desafié a Lucia para que le respondiera una pregunta perso nal, La mir6 con cierta malicia y le dijo: nciosa. Tenia el 31 Maria Fernanda Heredia Lu, todas sabemos que a ti te gusta Alvaro, Zesta~ rias dispuesta a enviarle una foto provocativa? Lucia movié la cabeza, sorprendida con la pregunta. -A mi no me gusta Alvaro. ~iYaaaaa! -gritaron todas-. iTe encanta! De nada sirvid que Lucia intentara disuadirlas; con su negativa solo consiguié que Alvaro Herreros se convirtiera en el principal tema de conversacion, y para que dejaran de machacar e insistir terminé admi- tiendo, con sonrisa timida, que si, que un poquito sf Je gustaba. ~id¥?! -preguntaron a coro, ~iY nada! Nunca hemos pasado del hola y el adids. Cecilia agarré el celular de Lucia, movié sus dedos por la pantalla y dijo: ~iAjal ZY por qué tienes su niimero telefénico si nunca han pasado de hola y adiés? iEs el primero de -Ah.... bueno, seré el primero porque su nombre comienza con A. Y tengo su ntimero porque el afio anterior ambos estabamos en el equipo de atletismo, y elentrenador nos pidid a todos que compartiéra~ mos contactos por si habia cambios en los horarios de entrenamiento. -2¥ nunca ha pasado nada? éUn guifio, un roce en la mano, una mirada diferente? ~pregunto Renata, que eta la romantica del grupo. A Lucia Ie habria gustado responder que sf, que entre ella y Alvaro se habfan enviado sefiales de que estaban interesados el uno en el otro. Llevaba 32 1a lluvia sabe por qué tiempo sumando ganas de enamorarse y de que alguien se enamorata de ella No, qué va. Ya saben que Alvaro es uno de los chicos guapos y populares del colegio. De seguro le gusta alguien mas. Es posible que tenga novia... © novias. ~iNo tiene a nadie! iTe lo firma! iTendrfas que ser més lanzada, Lu! -le dijo Cecilia~. Créeme, yo tengo aiios de experiencia y sé reconocer a los tipos con pinta de ‘soy un stiper galdn’ pero que a la hora de la hora no tienen ni un perro que les lade. ~éY qué puede hacer? -pregunté Renata buscando, quizé, una clave para sus propias dudas. ~Deberias enfrentarlo en el recreo, ponerlo contra la pared y decitle asi, de plano: "Alvaro, me gustas", y antes de que él reaccione plantarle un beso en la boca que lo dee sin aliento, ihazme caso! ~iSi, sf, buena idea! -dijeron todas entre risas, nerviosas. Lucia sacudié la cabeza de solo imaginarlo. Se estaba sintiendo incémoda, no estaba acostumbrada a ser el centro de atencién. =No creo que pueda hacer eso... de verdad, me caerfa muerta en ese mismo momento. En el fondo soy muy cobarde. ~iUn momento! iYo tengo la solucién! ~dijo Vera con picardia mientras sacaba de su bolso la botella de vodka-, me han dicho que este es un remedio contra la cobardia. €Probamos? 33 2 & ne Maria Fernanda Heredia Era medianoche, cuando aprovecharon para rela~ jarse y brindar con vodka. Con celular en mano todas iban registrando en fotograffas divertidlas lo que seria el recuerdo de ‘la noche de los 16” -Entonces qué, éte atreves 0 no a enviarle una foto sensual a Alvaro Herreros? -pregunt6 Cecilia. ~iEstés local ~iDale, Lu! -gritaron todas-. iComo vampiresa! iQuizas es el empujon que él necesita para decidirse! =iQue no, que no! Cecilia apunté con el celular y con gesto divertide propuso a Lucia una sesién de fotos ~Serd solo para nosotras; no te preocupes, Lu. Te prometo que nadie més las verd. Las demés la animaban con tanta energia que sin entender cémo Lucia terminé cediendo. Lo Ginico que queria era quitarselas de encima, dejar de ser el centro de atencién y que Cecilia no la presionara mas. Respiré ¢ intenté posar relajada y divertida, Cecilia, quién sabe si por error o deli~ beradamente, tomé el celular de la propia Lucia y comenz6 a fotografiarla entre risas. Al cabo de un momento, cuando todas miraban las fotos en sus teléfonos, Lucfa entré al bafio para ponerse su pijama. En ese instante, Vera, que ya llevaba tres vasos de vodka adentro y la botella en la mano, abrié la puerta y con actitud traviesa grité ~iTe pillamos! 34 La llnvia sabe por qué De un tirén le bajé la parte superior de la pi ma, que se sostenia apenas con dos tiitas, y en un segundo Lucia quedé desnuda. En ese preciso instante Cecilia capturé la imagen con el celular y, entre carcajadas, las amigas se acer- caron a ver el resullado de la sesién. ~iNo se te ocurra enviar la foto! ~suplicé Lucta acomodandose nuevamente la pijama, y temiendo que la travesura se les escapara de las manos. Todas se amontonaron en torno al celular, que comenzé a brincar de mano en mano sin que Lucfa pudiera recuperarlo. ~iPor favor, mi teléfono, por favor! Gritos, carcajadas y confusién. ~iDevuélvanme mi teléfono! EI mmero de Alvaro Herreros era el primero en la lista de contactos y alguien, en medio del caos, presioné la tecla Enviar. Fueron todas. No fue ninguna Cuando Lucia recuperé su celular lo nico que vio en la pantalla fue un cuadro de texto que decfa: “Mensaje enviado’. La tecla Enviar es como el gatillo de un revélver. Y Lucia sintié como si un balazo retumbara en su cabeza 35 5 Es tarde, durante el entrenamiento, Antonio no pudo evitar recordar el rostro de Norberto. En su mente estaban frescas atin las imagenes del dia anterior: Sus ojos vidriosos, su gesto de desprecio, su arro- gancia, su boca pronunciando en cémara Tenta la palabra arrimado. Antonio se lanzé a la piscina y en cada brazada, en cada golpe contra el agua, quiso imaginar que en realidad lo esta~ ba golpeando a él. Tomé aire y lo con- tuvo hasta cruzar nadando con fuerza todo el largo de la piscina, golpe a golpe. Maria Fernanda Heredia Dio vuelta y se impulsd con los pies mientras su cabeza latia con furia. Cinco largos, veinte, cien. Norberto era su motor para el odio. Norberto cra el eterno recuerdo de ese nifio que afios atras lo habia empujado a la piscina y lo habia hecho sentir como un gusano. "Nunca mas -se repetia Antonio mientras nadaba-, nunca més te burlarés de mi". Y aunque se sentia exhausto, no queria dejar de nadar. No queria salir de ese espacio que era cl tinico en el que podia quedar a mano con sus frustraciones. ~iBien, Antonio! -Ie felicit6 el entrenador-. Estés mejorando tu marca. Atraviesas un buen momento. ‘Antonio se quité los lentes y la gorra, y agradeci6. Se sumergié en el agua hasta que el oxigeno se agotd y al salir repitié agitado -iJa! Un buen momento... Cuando se preparaba para volver a casa en su patl- rneta, un mensaje de su mamd se anuncis en el teléfono: =Mis tres palabras del dia: jefa, bruja, nostalgia, eLas tuyas? Antonio contest6: Tareas, piscina, pizza ~iHlijo! Casi siempre hay comida basura en tus tres palabras. ~¥ cn las tuyas siempre hay nostalgia, ma. “Es verdad. Deberfamos dejar de comer eso. Demasiada nostalgia y demasiada pizza hacen daito. GTodo bien contigo? 38 La Iluvia sabe por qué Si, ma. Todo bien. Estoy agotada, mafiana te escribiré. ~Descansa. Lleg6 a casa pasadas las seis de la tarde. Entré sin hacer ruido, no queria encontrarse con el marido de su Ua. Cuando abrié la puerta de la habitacién vio ahi a Leo y a Beatriz. Ella sostenia en una mano un vaso de agua y en la otra una aspirina; estaba sentada en el pie de la cama de Antonio, y al verto llegar suspir6 y sin predmbulos le dijo. ~Tienes que entenderlo. =2A quiién, tia? ~iA Norber! Supe lo que pasé ayer: -Ah ~El es un hombre magnifico y es el jefe de este hogar. Estos dias esté especialmente nervioso porque el trabajo lo tiene agobiado. Antonio asintié sin pronunciar palabra. ~iNo fue justo lo que hizo, mara! ~interrumpié Leo-. Antonio no tuvo la culpa de que esa cosa se rompiera y mi papa reaccioné como si fuera el fin del mundo. La mujer tragé la aspirina y continud hablando mientras se sacaba los zapatos de tacén y aliviaba sus pies carnosos: ~iEsa es la clave! ¢Alguno de ustedes sabe qué es sa cosa que se rompié? Antonio y Leo se miraron sin saber qué responder 39 os OY Maria Fernanda Heredia ~Para su informacién, esa cosa que se rompié era la placa que Norberto recibié cuando hace seis anos gano la mencién de honor en el Noveno Concurso de Cuento sobre Especies Andinas en Peligro de Extincidn, del Banco de la Cordillera. Leo levants las cejas sin entender toda la perorata, mientras que Antonio record que aftos atras ese banco habia quebrado y desaparecido... igual que la placa. =iEs un premio muy importante! -continud Beatriz. =No es un premio, mamé, es una mencion. ¥ una mencidn es como un premio de consolacién, como en la tele, cuando en lugar de ganarte el viaje a Europa te dan un ventilador. =iBueno, lo que sea! Pero tienen que entender a Norberto, ¢s un escritor y los artistas son muy sen- sibles. Quiero pedirte, Antonio, que mafiana mismo hables con él y le pidas disculpas. —iPero Antonio no hizo nada, mama! Fue mi papa quien lo golpes. ~Td te callas, Leonardo. Confio en que harés lo que te he pedido, Antonio, para evitar més problemas en la familia. Ah... hay pizza en la cocina Beatriz se retiré a descansar aduciendo dolor de cabeza y los dos muchachos se quedaron solos en su cuarto. Leo mostré un gesto de vergtienza, como quien se disculpa por los errores ajenos, y solo dijo: =A veces no entiendo a mis papas. 40 La lluvia sabe por qué ~Ya. Lo raro serfa que los entendieras... ahi sf que tendriamos que llevarte a un terapeuta. Leo sonrié. ~Si, tienes razén. éConoces a alguien de tu edad que diga: “iQué bien comprendo a mis papds, tienen toda la razén cada vez que me dicen que estudie y que no salga con mis amigotes!"? No. —ZTienes algiin compajiero que diga: "Mis papas tienen razén, esta ciudad esta llena de delincuentes nunca ms volveré a salir por la noche a una fiesta’? -No. —iPues ya esta, Leo! Lo normal es no entenderlos. Te he ahorrado la consulta al psicélogo, Mejor du mete ya y no le des mas vueltas a este tema; yo ya lo olvidé, de verdad, Pero no lo olvids. Porque Antonio no olvidaba facilmente los gol- pes, y esa no era la primera vez que el esposo de su tia le ponia una mano encima, Ni era la primera vez que lo humillaba llamandolo arrimado. Norberto era un escritor que habfa publicado un libro diez aftos atrds. Habfa inventado un género que, segtin él, seria todo un éxito de ventas: la poe sia de autoayuda. El libro no habia logrado vender mas de ciento diecisiete ejemplares, segtin el ultimo reporte que le habia entregado la editorial. Por eso, Norberto maldecia al mundo que no valoraba su talento, maldecia a los editores que no publicaban 41 Maria Fernanda Heredia sus nuevas obras, maldecfa a los periodistas que no lo sacaban en las portadas de revistas 0 periédicos culturales, maldecia a los lectores que no compraban, su libro, y maldecfa a los demas escritores que no lo invitaban a sus reuniones y congresos, Norberto maldecfa y rumiaba su fracaso dia a dia A veces Leo y Antonio lo escuchaban leer en voz alta en la sala de la casa, con teatralizacién incluida, una nueva y horrorosa ‘creacién pottica de autoayuda' Cudnto me desgasta el sufrimiento al desamores hoy mi condena ‘Mejor me levanto y recupero el aliento ala vida aporto mi granito de arena Otras veces se levantaba feliz del escritorio y decfa; "Escuchen este poema, va a ser un éxito por que es para las divorciadas con baja autoestima, que Jo estén pasando mal Yano me amaba, ieso no lo dudo!, sus manos evitaban ri forma rolliza Pero yo sabré diseitar mi futuro iy juro que recuperaré la sorrisal Antonio y Leo lo escuchaban con una extrafia mezcla de risa y vergtienza. Y cuando él les pedia opi- nin 0 comentarios, ellos solo atinaban a responder: ~iEsté genial! 42 La lluvia sabe por qué Norberto se habia fabricado su imagen de inte- lectual: de contextura delgada, no era ni alto ni bajo. Tenfa el cabello ralo, negro, liso y grasoso, alado en una coleta. Llevaba anteojos de marco grueso, barba de tres dias, chaleco de lana y un tatuaje de Paulo Coelho en el hombro. Fumaba pipa y siempre andaba buscando ¢erillas por toda la casa. Un dia leyé que varios escritores famosos tuvieron como mascota a un gato, y de inmediato abrié la puerta de su casa a un gato callejero y sarnoso que pasaba por ahi. Le quit6 las pulgas y lo bautizé con el nombre Quijote. Pero su nueva ¢ intelectual mascota result6 estar més loca que el propio Quijote de Cervantes y en dos dias destruyé cojines, alfombras, cortinas, almohadas y sillones. ‘Ademds repartié araftazos a todos los habitantes de la casa. ¥, para cerrar con broche de oro, vornité una sustancia espesa y blancuzca sobre el teclado de la computadora de Norberto. Hasta ahi llegé la aficién felina del escritor. Desde siempre habia vivido del sueldo de su esposa, Beatriz, que era contadora en una fabrica de zapatos. Y aunque los ingresos de ella eran los que le solucionaban las necesidades a él, Norberto no per- dia la ocasién para cuestionar a su mujer por no poder conseguir algo mejor. Su hoja de vida solo mencionaba en letras negri- tas el libro que habia publicado y la mencion de honor en el Noveno Concurso de Cuento sobre Especies Andinas en Peligro de Extincién, del Banco 43 Maria Fernanda Heredia de la Cordillera. A veces hacia algtin trabajo freelance pata una agencia de publicidad que lo contrataba para que redactara cufias de radio para los partidos de fiitbol. La tltima mencién que habia escrito era una que decia: “El comentario del gol llega a usted gracias al gentil auspicio de Talco Fl Oloroso, para que, de sus pies, usted se sienta orgulloso’. Su mujer lo amaba y admiraba, Ella estaba con- vencida de que se habfa casado con el clon de Shakespeare, Lo contemplaba extasiada, segura de que algtin dia se enfundarfa un traje negro de eti- queta, para asistir a la entrega del premio Nobel de literatura a su marido. Norberto, con demasiada frecuencia, la miraba con fastidio y se burlaba de su sobrepeso 0 de su exceso de maquillaje. Hacia comparaciones groseras, disfrazandolas de carino: “Ven aqui, mi ballenita” o “Estds muy guapa, pareces un payaso de circo’. Pero ella hacia ofdes sordos y se daba por satis~ fecha con tener un marido en casa, Un marido arlista Cuando Antonio pensaba en Norberto sentia rabia y rencor, Queria devolverle, una a una, sus bofetadas, sobre todo los golpes de desprecio. Tenia registrados en su memoria aquellos momen- tos en que Norberto, envenenado, le recordaba que esa no era su casa, que esa cama no le pertenecia, que se llenaba el estmago gracias a su benevolencia, y lo amenazaba siempre con la misma frase: “Un dia de estos me cansaré y te sacaré de aqui a patadas’. 44 La Tluvia sabe por qué Parecfa que Norberto olvidaba que cada mes llegaba puntualmente una transferencia desde Espaiia para sufragar sus gastos. Norberto sembraba minas emocionales para que Antonio explotara. Lo desafiaba permanentemente, Un dia el chico legé de la natacién y lo encontrd mirando una foto, Era una imagen de cuando Alba y Beatriz ~su madre y su tia~ eran muy jévenes; Alba tendria 14 y Beatriz, 20. Norberto levanté la foto y con su risita perversa le dijo: -

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