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4.

MEDIDA Y EVOLUCIÓN
DE LA DELINCUENCIA
4.1. ¿CÓMO DEFINIR Y MEDIR LA DELINCUENCIA? 179
4.2. FUENTES DE INFORMACIÓN 183
4.3. MIEDO AL DELITO 187
4.4. ESTADÍSTICAS JUDICIALES 192
4.4.1. Incoherencias de la estadística general 194
4.4.2. Sentencias y condenas penales 196
4.5. ESTADÍSTICAS POLICIALES 198
4.5.1. Recogida de datos policiales 199
4.5.2. Tipos de delitos que llegan a conocimiento de la policía 202
4.5.3. Evolución de las cifras policiales de delincuencia 206
4.5.4. Variación estacional de los delitos 210
4.6. AUTOINFORMES SOBRE DELITOS COMETIDOS 212
4.7. ENCUESTAS VICTIMOLÓGICAS EN ESPAÑA 213
4.7.1. Encuestas nacionales 213
4.7.2. Encuestas regionales y urbanas 220
4.7.3. Evolución de la victimización 222
4.8. CRIMINALIDAD COMPARADA 225
4.8.1. La delincuencia en ciudades significativas del mundo 225
4.8.2. Comparación entre países 228
4.8.3. La delincuencia en el mundo 230
PRINCIPIOS CRIMINOLÓGICOS Y POLÍTICA CRIMINAL 232
CUESTIONES DE ESTUDIO 232

4.1. ¿CÓMO DEFINIR Y MEDIR LA


DELINCUENCIA?
CUADRO 4.1. Llamadas a la Policía Nacional en una ciudad española
“En los Jardines Picasso hay varios individuos con litronas y consumiendo droga”.
“Dice que su vecina del piso de arriba está armando gran escándalo para no
dejarles dormir, ya que, según manifiesta, lo hace para amargarles la vida”.
“Informan que un grupo de chicos están apaleando a unos perros sueltos”.
“El responsable del bar ‘la Giralda’ denuncia haber sufrido un atraco por parte de
dos individuos con una escopeta recortada, que después se han dado a la fuga por la
calle Granada”.
“Detrás de la gasolinera en Ciudad Jardín hay un hombre mayor caído en el suelo”.
“Comunican que en la plaza El Palo hay una pelea entre varios jóvenes”.

“La empresa de seguridad ‘Bulldog’ informa que en la tienda de ropas ‘Greenfield’


ha saltado la alarma, por lo que el responsable se dirige al lugar”.
“Frente a la Pizzería Roma, hay un vehículo marca Toyota, de color gris,
modelo… matrícula…, con un cristal roto y apariencia de haber sido forzado para
robar en su interior”.
“Su hermana pequeña tenía que haber vuelto ya del colegio, hace más de dos
horas, pero no ha sido así, y teme que se la haya llevado su padre, quien al parecer es
muy violento”.

Estos extractos de anotaciones de llamadas recibidas por


la Policía Nacional, en una ciudad española, muestran la
gran variedad de asuntos que llegan diariamente a
conocimiento policial. En muchos de estos casos, suele
enviarse un coche patrulla para comprobar lo que
realmente sucede, e intentar resolverlo si es posible. Solo
los asuntos más graves llegan a formalizarse como
denuncias policiales, y de éstas apenas una pequeña parte
da lugar a un proceso judicial susceptible de llegar a
juicio.
Todas las personas pueden fácilmente interpretar, de
forma intuitiva, qué conductas podrían ser delitos. Sin
embargo, desde una perspectiva más exigente y objetiva,
la definición de los delitos y de la magnitud de la
delincuencia va a depender de la fuente de la que proceda
la información. ¿Cómo sabremos si la delincuencia ha
aumentado o no?: ¿Por charlas con los vecinos? ¿Por la
televisión? ¿Por las comunicaciones oficiales de la
fiscalía? ¿Analizando las estadísticas judiciales? ¿A partir
de datos policiales?
El número de llamadas a la policía ha aumentado
considerablemente durante los últimos años, en
asociación a la propia expansión de los teléfonos móviles.
Ahora, como la mayoría de las personas llevan un móvil
encima, resulta más fácil avisar a la policía ante cualquier
situación problemática; ello comporta un mayor número
de llamadas a la policía por posibles delitos, pero no
necesariamente un aumento real de éstos.
De forma paralela, la multiplicación de seguros de hogar
y de viaje se ha vinculado también a un aumento del
número de denuncias criminales. Al ser la denuncia un
requisito para poder cobrar una indemnización del seguro
por bienes sustraídos, un aumento en el número de pólizas
implica un incremento de la tendencia a denunciar
posibles hurtos o robos en casas, coches, etc. De acuerdo
con esta misma lógica, de estrecha relación entre
determinadas variables sociales y económicas y la
magnitud de la delincuencia conocida, no es improbable
que el número de sentencias penales dictadas al año
dependa también del número de plazas de jueces
existente, y que la magnitud de la población penitenciaria
de un país guarde relación, a su vez, con las inversiones
realizadas en años precedentes para la construcción de
nuevas cárceles (Christie, 1993; Garland, 2005; Redondo,
2009).
Es decir, todos los factores previamente comentados, y
otros muchos que serán objeto de atención a lo largo de
esta obra, que no son en sí origen directo de la
delincuencia, sin embargo pueden acabar influyendo
sobre diversas mediciones de los delitos, como las
actuaciones de la policía, las diligencias judiciales, las
sentencias penales, y el número de presos, mediciones que
son habitualmente tomadas como magnitudes del
fenómeno delictivo. Los criminólogos críticos y de
labeling, algunos de los cuales pusieron en entredicho que
el delito pudiera ser reducido a cifras, llamaron la
atención sobre el aspecto interactivo de las situaciones
infractoras y violentas. Como comentó Jock Young
(1988), un puñetazo, dado con la misma fuerza y
causando idéntica contusión, tomará un significado
totalmente diferente según el contexto social en el que
suceda. ¿Se da en una situación de juego entre dos
adolescentes?, ¿es un marido que agrede a su mujer?, ¿es
un policía que maltrata a un detenido?, o ¿un asaltante que
lesiona a una señora mayor? La persona que recibe el
puñetazo puede sufrir una lesión parecida en las diversas
situaciones referidas, pero la agresión tendrá distinto
significado en cada caso, y parecerá más grave en unas
circunstancias que en otras. Algunas víctimas presentarán
una denuncia por agresión, mientras que otras no lo harán,
lo que implica que los datos policiales sobre los delitos (y
cualesquiera otras cifras al respecto) siempre ofrecerán
una imagen relativa e incompleta de la realidad delictiva.
Técnicamente, lo anterior podría estar indicando que las
cifras de la delincuencia, cualesquiera que sean, podrían
no ser del todo válidas, o veraces, y fiables, o repetibles a
partir de distintas medidas. Sin embargo, la Criminología
no es la única ciencia empírica con dificultades de validez
y fiabilidad de sus fuentes de información. Algo parecido
les sucede, por ejemplo, a las ciencias económicas:
• ¿Qué significa, a la hora de computar el empleo, el
término “trabajo”? ¿Debería considerarse que
exclusivamente tiene trabajo quien está dado de alta en
la Seguridad Social? Un inmigrante sin papeles que
desarrolla actividades productivas o comerciales,
debería ser computado en la estadística como
trabajador? Y un ama de casa con tres niños pequeños
de los que ocuparse diariamente, ¿es una trabajadora?
• ¿Qué significa “desempleo”? ¿Hasta qué punto refleja
el número de personas registradas en las oficinas del
INEM, la cifra de las que están realmente sin empleo?
¿En qué grado identifican tales datos a los que están
buscando activamente trabajo?
Las cifras sobre el empleo y el desempleo, lo mismo que
sucede con las de delincuencia, probablemente
constituyen indicadores relevantes pero inexactos acerca
de las personas que trabajan y las que no. Todas las
ciencias sociales y empíricas se enfrentan a menudo a
información llena de lagunas y errores, y la Criminología
no constituye una excepción a ello.
En Criminología, para intentar paliar las carencias e
imprecisiones de los datos oficiales sobre los delitos,
éstos pueden complementarse a partir de encuestas
victimológicas. Para ello, suele preguntarse a un número
amplio de personas, que compondrían una muestra
representativa de la población, si han sufrido algún delito
durante un periodo temporal anterior (un año, etc.). De
forma paralela, en las encuestas de población activa
(EPA), se pregunta a los ciudadanos si a lo largo de los
últimos meses, años, etc., han tenido algún trabajo
remunerado (ya sea con alta en la seguridad social o no).
Tales encuestas, dirigidas a conocer la situación del
empleo de manera más amplia, se realizan periódicamente
en todos los países de la Unión Europea. No niegan la
necesidad de las estadísticas oficiales, sino que las
complementan.
Ninguno de los indicadores sobre la economía de un
país es completo y autosuficiente, como tampoco lo son
los diversos indicadores existentes sobre la delincuencia.
Sin embargo, la recogida y comparación de información
procedente de distintas fuentes de información es la clave
para adquirir una visión más válida, fiable y completa
sobre el problema delictivo.
En el siguiente epígrafe se reflexiona acerca de la
validez y fiabilidad de las distintas fuentes de información
sobre la criminalidad en España (véase también
Fernández Villazala, 2008).

4.2. FUENTES DE INFORMACIÓN


CUADRO 4.2. El “Iceberg” de la delincuencia
(Fuente: elaboración propia)

En el cuadro 4.2. se representa la delincuencia a partir


del símil de un ‘iceberg’, queriendo significar con ello
que la mayor parte del fenómeno criminal sería
“delincuencia oculta”, al igual que el mayor volumen de
un iceberg se halla sumergido bajo el agua. Veamos los
diversos niveles informativos de este iceberg metafórico
del delito, desde arriba hacia abajo, desde lo que mejor se
sabe a lo que se conoce menos, a partir de la información
empírica disponible en cada nivel:
1) Miedo al delito. Lo primero que se muestra y
aparece, al respecto del fenómeno criminal, es el temor de
los ciudadanos a la delincuencia y su percepción de
inseguridad. La inmensa mayoría de las personas que
viven en un barrio, una ciudad o un país, no cuentan con
información estadística sobre los delitos, cuántos
realmente hay y de qué tipos, o si éstos han aumentado o
disminuido. Aun así, la delincuencia y la preocupación
ciudadana por los delitos suelen ser objeto de constante
comentario público, y las personas generan percepciones
y creencias sobre la magnitud y gravedad de la
delincuencia, y sobre el riesgo que tienen de sufrir delitos
(Serrano Gómez, Vázquez González, Serrano Tárraga, et
al., 2007).
2) Encarcelados. En el nivel más estricto o duro de las
cifras oficiales sobre la delincuencia se hallaría la tasa de
aquellos delincuentes que han sido condenados a
privación de libertad, y que, efectivamente, están
cumpliendo una condena de prisión. Los países se
diferencian unos de otros en sus tasas de población
penitenciaria, tasas que, en una primera apreciación,
podrían constituir un indicador o medida de su magnitud
delictiva, o al menos de su delincuencia más grave.
3) Condenas. A continuación, descendiendo un peldaño
en las cifras oficiales de la figura 4.2, la estadística
judicial nos informaría, de un modo más amplio, sobre el
número de personas condenadas anualmente por los
tribunales (a prisión y a otras penas, como multas,
trabajos en beneficio de la comunidad, etc.).
4) Delitos esclarecidos. Una parte de la estadística
policial haría referencia a los delitos esclarecidos o
resueltos, aquéllos en que ha podido identificarse a un
presunto autor, que ha podido ser puesto a disposición
judicial.
5) Diligencias previas. Una vez conocido un posible
hecho delictivo por el Juez correspondiente, éste abre la
oportuna diligencia penal. La suma de todas las
diligencias penales instruidas en España (o en cualquier
otro país) se recogen en las Estadísticas Judiciales. En
teoría, el sumatorio de todas las diligencias penales
instruidas por los tribunales de justica a lo largo de un año
debería reflejar el número total de presuntos delitos
cometidos durante ese periodo. Para que lo anterior, que
aparentemente es obvio, sea cierto, un requisito
imprescindible es que se sumen datos que representen de
forma correcta las diversas realidades delictivas. Sin
embargo, el problema en España es el siguiente: cada vez
que una instancia judicial (p. e., el Juzgado de guardia)
traslada un asunto a otras instancias judiciales (p. e., un
Juzgado de instrucción), ambos organismos lo registran
como si se tratara de un caso diferente y de una diligencia
penal nueva; lo anterior supone que el número de
diligencias penales incoadas en España indica en realidad
el volumen de actividad procesal que aglutinan los
diversos juzgados, pero no refleja en absoluto la magnitud
real de la delincuencia. Algo parecido sucede también con
los datos estadísticos recogidos por la Fiscalía General del
Estado.
6) Denuncias. Las cifras oficiales sobre la delincuencia
más amplias y divulgadas son las correspondientes a las
denuncias que efectúan los ciudadanos ante la policía
(Policía Nacional, Autonómica o Local, o bien la Guardia
Civil). Una denuncia suele dar lugar a un atestado
policial, remitido después a un juzgado. Si se ha
presentado ante la Policía Nacional, la Guardia Civil, la
Ertzaintza (en el País Vasco) o los Mossos d’Escuadra (en
Cataluña), en las comisarías correspondientes suele
cumplimentarse, asimismo, una aplicación estadística, con
datos sobre el hecho denunciado y sobre la víctima. A
diferencia de lo que sucede en la mayoría de los países
europeos, las estadísticas policiales resultantes no siempre
se publican oficialmente, sino que a menudo son
exclusivamente utilizadas (de forma total o parcial) para
uso interno de los responsables gubernamentales. En la
España democrática, la localización de cifras policiales
sobre los delitos (incluidas algunas de las que se
presentan en este capítulo y libro) ha sido, en general, un
tarea ardua y de resultados inciertos. Aun así, ningún
periodo de las últimas décadas es equiparable en su
opacidad sobre las cifras policiales de los delitos al
correspondiente a los años 2007-2011, en que las cifras de
delincuencia fueron directamente retiradas de la página
web del Ministerio del Interior, y esencialmente ocultadas
durante cuatro años, a lo que Aebi y Linde (2010a) se han
referido, a modo de título para un relato policiaco
especular, como “El misterioso caso de la desaparición de
las estadísticas policiales españolas”.
7) Avisos a la policía. En este punto nos adentraríamos
en el primer peldaño de las cifras desconocidas u ocultas
de la delincuencia (salvedad hecha de lo comentado en el
párrafo precedente). Aquí, no se trata, evidentemente, de
que la policía esconda los delitos, sino sencillamente de
que los ciudadanos, que dan a la policía una primera
noticia de ello, luego no llegan a formalizar las
correspondientes denuncias. Cualesquiera agentes de
policía que patrullen a pie por las calles de una ciudad,
probablemente recojan avisos, quejas o preguntas de
distintas personas sobre sucesos que podrían constituir
delitos. Asimismo, los distintos cuerpos de policía reciben
una gran cantidad de llamadas telefónicas de aviso a este
respecto. No obstante, pocas de estas notificaciones se
plasman en una denuncia y en un posterior parte policial
escrito. De ahí que estos avisos no suelan quedar
reflejados en las cifras formales y públicas sobre la
magnitud de la delincuencia.
8) Infracciones que la víctima considera que no vale la
pena denunciar (encuestas de victimización). En estos
casos, aunque exista una víctima que crea que ha sufrido
un delito, no llega, sin embargo, a formalizar una
denuncia. Las razones dadas para ello suelen ser,
principalmente, que la policía no va a encontrar el objeto
sustraído, o bien que el daño sufrido es irreparable, por lo
que prefiere no presentar una denuncia o asistir al proceso
penal. Para resolver el desconocimiento que tendríamos,
en este nivel del “iceberg” de la delincuencia, acerca de
todos aquellos delitos que las víctimas han experimentado
pero que no denuncian, la Criminología utiliza encuestas
de victimización. En ellas se pregunta a ciudadanos que
conforman una muestra representativa de la población, si
han sufrido algún delito o delitos a lo largo del último
año, y de qué tipo o tipos. También se le cuestiona acerca
de si denunciaron el delito y, en caso contrario, los
motivos para no haberlo hecho. De este modo, puede
disponerse de información sobre las tasas más “reales” de
delincuencia, de acuerdo con los informes de las propias
víctimas.
9) Hechos que las víctimas no llegan a definir como
actos delictivos. La bicicleta que falta del lugar en que
estaba aparcada, ¿es un préstamo temporal (p. e., un
amigo o conocido se la ha llevado sin avisar) o un robo?
El marido que insulta a su esposa, ¿es un maltratador, o
meramente alguien que se pone muy nervioso y se
descontrola? Según estos ejemplos, en función de la gran
cantidad de actos cuya calificación depende de la
interpretación contextual que se haga, es muy difícil que
puedan obtenerse cifras precisas sobre el volumen de la
delincuencia oculta.
10) Delitos que nadie detecta. En el peldaño más
profundo y oculto de la delincuencia se hallan muchos de
los delitos que se cometen, no contra un persona en
particular, sino contra colectividades u organismos, tales
como fraudes a la Hacienda Pública, corrupción, delitos
contra el medio ambiente, robos en grandes almacenes,
tráfico de drogas y otros delitos en los que no hay una
víctima específica, plenamente consciente de serlo y con
voluntad de denunciar. Estos delitos suelen tener unas
tasas de denuncia y esclarecimiento muy bajas, y por ello
son mayoritariamente desconocidos.
Una vez descrito este ‘iceberg’ metafórico de la
delincuencia, en lo que sigue se intentará especificar las
diversas cifras de los delitos, a partir de los datos
disponibles en cada caso. Para conocer los datos
correspondientes al vértice superior, visible, del “iceberg”
se dispone, en primer lugar, de las encuestas
poblacionales sobre miedo al delito y percepción de
inseguridad. Y, en segundo término, de las diversas
fuentes oficiales sobre los delitos: tasas de encarcelados,
condenados, procesados, y cifras policiales sobre
denuncias, delitos resueltos, detenidos, etc.
Hacia la mitad del “iceberg”, estaríamos en el nivel de
aquellos sucesos infractores que, aunque no hayan sido
denunciados oficialmente, pueden estimarse
numéricamente o bien a través de encuestas de
victimización, preguntando sobre los delitos sufridos, o
bien mediante cuestionarios de autoinculpación, en que se
indagan los posibles delitos cometidos por los
encuestados, generalmente adolescentes y jóvenes.
Sobre el fondo del “iceberg”, en el cuadro 4.2., no
pueden aportarse datos precisos de delincuencia. La
magnitud de los fraudes contra la Hacienda Pública, el
volumen de drogas introducido en un país
clandestinamente, los delitos contra el medio ambiente, y
otros de naturaleza colectiva, pueden estimarse, en el
mejor de los casos, de forma global y aproximada, pero
difícilmente computarse en forma de cifras
suficientemente representativas y fiables.

4.3. MIEDO AL DELITO


Aunque siempre existe cierta probabilidad
(generalmente pequeña) de ser víctima de un delito, el
miedo al delito y el grado en que se percibe inseguridad,
no parecen guardar una relación directa y unívoca con la
probabilidad real de delito (García España, Díez Ripollés,
Pérez Jiménez, Benítez y Cerezo, 2010, Serrano Gómez et
al., 2007). Por ejemplo, en una encuesta internacional de
victimización, del año 2000, en que se analizaron, entre
otros, distintos países europeos, se obtuvo la información
que se presenta en el cuadro 4.3, en el que cada país está
representado a partir de dos datos: porcentaje de personas
victimizadas (habitualmente, cuando están fuera de casa),
y porcentaje de quienes expresan sentirse inseguros fuera
de su casa. Como puede verse, existen países que podrían
denominarse “realistas” (Francia, Suiza e Inglaterra), en
los que sus ciudadanos muestran un considerable
equilibrio entre las tasas de victimización experimentadas
(el riesgo real, podríamos decir) y sus percepciones de
inseguridad; países calificables como “optimistas” (Suecia
y Países Bajos), en que la percepción de inseguridad es
inferior al índice real de victimización; y países
“pesimistas” (Portugal y, especialmente, España), en que
la percepción de inseguridad es muy superior a sus
índices fácticos de victimización. En el caso de España,
aun teniendo una de las tasas de victimización más bajas
de Europa (19%), su índice de inseguridad percibida casi
doblaba a la cifra anterior (34%) (Redondo, Luque, Torres
y Martínez, 2006).
Cuadro 4.3. Tasa de victimización y de personas con percepción de
inseguridad en diversos países europeos (año 2000)
(Fuente: Redondo et al., 2006)

¿Si no hay relación directa entre victimización delictiva


y miedo al delito, de qué puede depender el mayor o
menor sentimiento de inseguridad de los ciudadanos? En
investigaciones desarrolladas en Estados Unidos, se halló
una notoria relación entre miedo al delito y la mayor
exposición de los ciudadanos, en horarios de máxima
audiencia, a programación de alto dramatismo en torno a
la violencia, especialmente cuando se trata de televisiones
locales o regionales (que transmiten mayor proximidad al
individuo); y esta relación violencia televisiva-miedo al
delito se identificó con independencia de las
características sociodemográficas de las poblaciones
evaluadas (edad, sexo, etc.) y del nivel real de riesgo para
el delito que exista en los barrios de residencia (Romer,
May Jamieson y Aday, 2003).
En un estudio de opinión pública desarrollado en Italia,
Amerio y Roccato (2005) diferenciaron entre miedo al
delito y percepción del delito como problema social. Se
encontró que el miedo personal al delito dependería
principalmente de la previa victimización de las personas
encuestadas, así como también de algunas variables
sociodemográficas, tales como que residan en zonas
urbanas, tengan mayores problemas socioeconómicos, y
experimenten cierta degradación socio-cultural y
aislamiento social. En cambio, la percepción del delito
como problema social dependería mucho más del influjo
de los medios de comunicación, así como de los estilos
generales (tremendistas) mediante los que las personas se
representan y valoran su mundo social. Parecidos efectos
de relación entre exposición a programas televisivos sobre
violencia e incremento del miedo al delito se hallaron
también en estudios realizados en Finlandia (Smolej y
Kivivouri, 2006), y en Australia (Fisher, Allan y Allan,
2004).
En España, este miedo exagerado al delito suele
evidenciarse también en estudios criminológicos
específicos. Por ejemplo, Serrano Gómez et al. (2007)
compararon, para el periodo 1998/2005, la evolución de
los delitos conocidos por la policía, en el conjunto del
Estado Español y en diferentes comunidades autónomas,
y la preocupación de los ciudadanos por la
delincuencia/inseguridad ciudadana, según datos de los
barómetros del CIS. Su conclusión principal fue que,
mientras que la delincuencia eperimentó una tendencia de
estabilidad —ligero descenso— a lo largao del conjunto
del periodo 1998/2005, tanto el miedo al delito como la
percepción pública de inseguridad osiclaron y aumentaron
sin relación aparente con la evolución de los delitos. Por
otro lado, Fernández-Molina y Tarancón Gómez (2010)
evaluaron, mediante cuestionario y entrevista, en una
muestra de 250 sujetos de ambos sexos y diferentes
edades de la ciudad de Albacete, sus actitudes hacia la
delincuencia juvenil, y hacia el tipo de estrategias, más
educativas o más punitivas, que deberían utilizarse con
los jóvenes infractores. Sus dos grandes conclusiones
fueron las siguientes: la primera, que, contrariamente a lo
que suele afirmarse, los ciudadanos encuestados, en
relación con los delincuentes juveniles, se decantan más
por la conveniencia de utilizar medidas educativas y
rehabilitadoras (en la familia y la justicia juvenil), que no
meramente punitivas; la segunda constatación, de cariz
más negativo, fue que muchos ciudadanos tienen una
percepción y preocupación distorsionada y exagerada
acerca de la frecuencia, gravedad y empeoramiento de la
delincuencia juvenil, y de un supuesto mal
funcionamiento de la justicia juvenil (incluyendo policía,
tribunales de menores…), todo lo cual no se corresponde
con los datos reales al respecto. Por ejemplo, hasta un
79,5% de los sujetos de la muestra consideraban que los
delitos juveniles habían aumentado durante los últimos
años, particularmente los delitos violentos (34,1%),
conclusión a la que decían haber llegado a partir de las
“noticias de prensa/radio” (46,8%), o en función de “lo
que otra gente habla de ello” (22,2%).
Las creencias ciudadanas exageradas sobre la
delincuencia fueron también evidenciadas en un estudio
de Varona (2008), a partir de encuestar a una muestra de
813 estudiantes universitarios de Gerona. En este estudio,
la mayoría de los sujetos (67,6%) opinaba que la
delincuencia había aumentado durante los dos últimos
años, algo más de la mitad (57%) creía que generalmente
los delitos eran hechos violentos, y una mayoría (67,4%)
consideraba que eran cometidos por delincuentes
reincidentes. Creencias todas que no coinciden con los
datos reales sobre la delincuencia en España (Díez
Ripollés, 2007; García España y Pérez Jiménez, 2004,
2005; Redondo et al., 2006; Serrano Gómez, Vázquez,
Serrano Tárraga et al., 2006; Varona, 2008a): la
delincuencia permanece esencialmente estable o tiende a
reducirse ligeramente, la mayoría de los delitos consiste
en hurtos en vehículos (siendo muy minoritarios los
delitos violentos), y un porcentaje considerable de ellos
son cometidos por personas no fichadas por la policía o
con escaso historial delictivo.
En un estudio nacional de victimización, para el
conjunto de España, al que se hará referencia detenida
más adelante, García España et al. (2009, 2010) indagaron
la percepción de seguridad o inseguridad que
manifestaban los ciudadanos encuestados. Para ello
analizaron dos aspectos distintos. En primer lugar, la
percepción que tenían acerca del posible aumento de la
delincuencia, a partir de la siguiente pregunta: “¿Cree que
en los últimos años la delincuencia ha crecido?” La
perspectiva pública a este respeto se mostró
decididamente pesimista: un 51% de los encuestados
consideró que la delincuencia había crecido “mucho”, y
un “37,4%” que “bastante”, frente a un 8,9% y un 2,3%
que, respectivamente, afirmaron que había aumentado
“poco” o “nada”. A pesar de ello, y contrariamente al
estereotipo más común, las personas encuestadas
afirmaron, en su mayoría, sentirse “muy seguras” (18%),
o “bastante seguras” (47,9%) cuando caminaban solas en
su barrio de noche, frente a quienes manifestaban sentirse
en dicha circunstancia “muy inseguros” (1,6%) o ni
siquiera “atreverse a caminar” solos de noche por su
barrio (7,6%).
¿Suele ser generalmente exagerada la preocupación
ciudadana por la delincuencia? Muchas personas dicen
formarse una opinión al respecto basándose en reportajes
de los medios de comunicación, los cuales suelen prestar
gran atención a los delitos violentos y graves, y
habitualmente en un tono alarmista. Los ciudadanos más
pesimistas con respecto a la seguridad ciudadana, según la
macroencuesta de 1996 (IEP, 1996; véase también García
España et al., 2010) eran:
• las mujeres, y, particularmente, las que manifestaban
dedicarse a sus labores;
• los que, en el ámbito político, se autoposicionan más a
la derecha;
• los que tenían menor formación, de EGB o inferior;
• los que habían sufrido algún delito a lo largo de su
vida;
• los que habían experimentado un tirón o un robo en su
vivienda durante el último año;
• aquéllos con malas experiencias en sus contactos con
la policía o con opiniones negativas hacia la policía.
Sin embargo, la preocupación por la delincuencia y la
seguridad no constituye un sentimiento separado e
independiente de los restantes problemas sociales, sino
que todos ellos están interrelacionados, y, según las
circunstancias del momento, unas preocupaciones pueden
desplazar a otras. De este modo, a finales de 2012, en
plena crisis económica y bajo el impacto de los problemas
económicos y sociales de ella derivados, que afectan a
millones de personas, la preocupación por el delito había
pasado en España a un segundo plano. Cuando se
preguntaba a una muestra representativa de los españoles
cuáles eran los tres problemas principales en España, se
obtiene una lista de inquietudes que varía parcialmente a
lo largo del tiempo. En el cuadro que sigue se ofrecen
datos para dos momentos temporales distintos, separados
cinco años entre sí: diciembre de 2007 y diciembre de
2012.
CUADRO 4.4. Los “tres problemas principales” en España, según las
encuestas del CIS de diciembre de 2007 y de 2012
Como puede verse, durante los cinco años considerados,
en los que se incluye el inicio y agravamiento de la gran
recesión económica experimentada por España, las
principales líneas de evolución de las preocupaciones
ciudadanas son las siguientes:
– Ha aumentado considerablemente la inquietud de los
españoles por el paro, los problema económicos, los
políticos, la corrupción y el fraude, la sanidad, la
educación, los bancos y los desahucios, problemas
todos que aparecen en cabeza de sus preocupaciones.
– Han pasado a segundo plano, perdiendo relevancia
entre las cavilaciones de los encuestados, problemas
tradicionalmente más angustiosos como la cuestión
general de la vivienda (contrarrestada ahora por la
preocupación más acuciante por los desahucios), y
otros que a menudo se asociaban a la intranquilidad
por la delincuencia, tales como la inmigración, la
inseguridad ciudadana, las drogas, la violencia contra
la mujeres y el terrorismo.
A diciembre de 2012 difícilmente podía sostenerse que
la inseguridad ciudadana fuera una de las preocupaciones
más relevantes de los españoles, ya que ocupaba el puesto
número 12, con tan solo un 2,8% de ciudadanos que la
incluían entre los tres principales problemas del país.
Aun así, todos estos datos de opinión pública son
extremadamente lábiles y volátiles. Aunque durante la
crisis económica se hayan acuciado, como es lógico, las
ansiedades sobre las necesidades económicas y sociales
más perentorias, ello no niega que la inseguridad
ciudadana derivada de la delincuencia constituya una
preocupación fundamental y constante de los ciudadanos,
tal y como se ha puesto de relieve durante las últimas
décadas.

4.4. ESTADÍSTICAS JUDICIALES


Cuando una autoridad pública tiene que pronunciarse
sobre la magnitud o la evolución de delincuencia, suele
echar mano, para su argumentación, de los datos más
importantes que tiene a su alcance, que generalmente son
aquellos que se relacionan con su propia actividad. Así,
por ejemplo, cuando un fiscal, o el Fiscal General del
Estado, hablan sobre el problema del robo con violencia,
si presentan cifras, lo más lógico es que éstas procedan de
las propias Memorias de la Fiscalía. Un juez, o los
miembros del Consejo General del Poder Judicial,
utilizarán habitualmente las Memorias anuales sobre
asuntos penales que realiza el propio Consejo, integrando
datos de toda España. Un comisario jefe de la policía, u
otras autoridades de la seguridad pública, probablemente
se sirvan de datos de la Policía Nacional, de la Guardia
Civil, o cifras integradas de varios cuerpos policiales.
Además, de los datos presentados en cada circunstancia,
que suelen ser dispares y, a menudo, contradictorios,
acostumbran a extraerse conclusiones favorables acerca
de la buena gestión de la propia fuente que los emite. Por
ejemplo, si es el Ministerio del Interior o la policía
quienes los presentan, y los datos son propicios, podrían
efectuarse afirmaciones como que “el crecimiento de la
delincuencia se ha frenado, debido al reciente despliegue
policial”. Pocos días después, tras un encuentro de
fiscales para tratar determinado asunto de su competencia,
la prensa podría hacerse eco, según las cifras allí
manejadas, acerca de una “subida espectacular en la
delincuencia callejera”, como resultado de tal y cual
reforma legal, etc. Sorprendentemente, las instancias
judiciales informan en sus estadísticas que reciben más
causas por delito que las que registra la policía, lo cual es
poco probable que se corresponda con la realidad. Y así
otras múltiples incoherencias entre unas y otras cifras de
delitos, contradicciones que, sin embargo, suelen recibir
muy poca atención pública.
¿A qué se debe esta falta de consistencia entre las cifras
de la delincuencia ofrecidas por distintos estamentos y
organismos?
CUADRO 4.5. Evolución de los asuntos penales registrados en España a
partir de las estadísticas judiciales y policiales (1980-2010)
(Fuente: Consejo General del Poder Judicial:
http://www.poderjudicial.es/cgpj/es/Temas/Estadistica_Judicial/Analisis_estadistico/Panoram

Como puede verse en cuadro 4.5, el número de


diligencias penales que refieren los juzgados siempre ha
estado muy por encima del número de denuncias
registradas por la policía, y esta diferencia se ha ido
extremando con el paso del tiempo. En la actualidad hay
casi cuatro diligencias penales incoadas por los tribunales
por cada caso delictivo conocido por la policía. Sin
embargo, ambas cifras deberían ser mucho más
coincidentes, ya que en principio hacen referencia al
mismo conjunto de hecho delictivos. A lo largo de las tres
últimas décadas, las denuncias por hechos penales
registradas por la policía (incluyendo delitos y faltas)
habrían aumentado desde alrededor de 375.000 (en 1980)
a 1.745.313 (en 2010), lo que supone un incremento del
465%. En paralelo, los asuntos penales ingresados en los
tribunales de justicia habrían ascendido desde unos
700.000 (en 1980) a 6.639.356 (en 2010), lo que significa
un aumento del 948%.¿Cómo puede explicarse esta
enorme discrepancia?

4.4.1. Incoherencias de la estadística general


Stangeland (1995a) analizó específicamente esta
cuestión, llegando a las siguientes conclusiones sobre la
estadística judicial, en que se recogen los asuntos penales
o diligencias previas que instruyen los tribunales de
justicia:
• La estadística judicial resulta de la suma trimestral del
número de registros que aparecen en el protocolo
general de los juzgados. Casi cualquier tema que se
realiza en un juzgado se registra como un asunto
nuevo. Incluso, se abren numerosas diligencias
penales relativas a situaciones, como los accidentes,
en que generalmente no hay delitos.
• El mismo asunto puede reflejarse en la estadística
judicial mediante dos o más ingresos, o diligencias
previas, como resultado de que pueden realizarse
distintas diligencias judiciales sobre un mismo hecho
en diferentes juzgados (conocimiento del atestado
policial, parte médico, denuncia de la víctima, etc.).
Además, hay muchos casos en los que los asuntos se
remiten por parte de un juzgado a otras instancias
judiciales, abriéndose en ellas, generalmente, una
nueva diligencia por cualquier trámite que se añade al
procedimiento.
• Una explicación posible de la discrepancia entre datos
policiales y judiciales podría hallarse en que muchos
ciudadanos se dirigieran a formular sus denuncias, no
a la policía, sino directamente a los tribunales. Sin
embargo, ello no es así, ya que menos de un 2% de las
denuncias delictivas se presentan directamente en los
juzgados.
Por otro lado, la discrepancia, en la estadística judicial,
entre asuntos incoados y delitos juzgados y sentenciados
es también muy elevada. En el año 2003, por ejemplo, de
4.001.902 diligencias previas instruidas solo resultaron
112.723 sentencias condenatorias1. Es poco probable que
las tasas de esclarecimiento delictivo sean tan bajas, ya
que, según estas cifras, solo 1 de cada 35 delitos
denunciados llegaría a ser juzgado y condenado. Frente a
ello, es más verosímil que la estadística policial sea
mucho más certera, cuando permite concluir que 1 de
cada 4 delitos denunciados se aclara o resuelve.
Además de las discrepancias globales señaladas, otro
ejemplo destacado de las incoherencias que se producen
en las estadísticas oficiales, tiene que ver con las cifras de
los homicidios cometidos en España. La policía detuvo,
en 2003, a 1.448 personas por presunto homicidio doloso
(número parecido al de los detenidos por dicho delito en
2002). Pero ese mismo año 2003 solo fueron condenadas
por homicidio 260 personas. ¿Qué fue de los 1.188
detenidos restantes? Obviamente, detención por un delito
y sentencia por él no tienen que ocurrir en el mismo año,
ya que los procesos pueden demorarse, pero la amplia
discrepancia señalada, entre detenidos y sentenciados, es
estructural, repitiéndose año tras año, lo que claramente
indica que ambos datos no pueden ser correctos a la vez.
Las estadísticas sobre asuntos incoados, utilizadas por el
Consejo General del Poder Judicial y el Fiscal General del
Estado en sus memorias, quizás sirvan como un indicador
del volumen de trabajo que pesa sobre cada juzgado y
cada fiscalía, pero son altamente engañosas como
indicador del nivel de delincuencia. Una adecuada
informatización de los órganos judiciales debería permitir
que cuando se diera de “alta” un asunto en un juzgado,
simultáneamente se diera de “baja” en otros juzgados de
los que pueda proceder, evitando así las duplicidades
aludidas.
De los datos judiciales y policiales hasta aquí
presentados, la estadística policial es, con toda
probabilidad, como fuente de información sobre la
delincuencia, más fiable que la judicial. El número de
delitos denunciados al año en España es de casi un millón
de hechos (algo más de dos millones si se añaden las
faltas) y no, como sugiere la estadística judicial, de seis
millones y medio. La clasificación de los delitos por
tipologías, en la estadística policial, y la información que
ofrece, por ejemplo, sobre las víctimas, el lugar de los
hechos y las armas utilizadas, la convierte, según
veremos, en una fuente de información muy valiosa para
el estudio criminológico. Por el contrario, las estadísticas
judiciales carecen casi por completo de información
suplementaria sobre los delitos y muestran, según se ha
señalado, múltiples inconsistencias internas.

4.4.2. Sentencias y condenas penales


Posiblemente la información judicial más válida y fiable
sobre la delincuencia corresponde a las sentencias penales
y las personas que son condenadas cada año como autoras
de un delito, cuya evolución a lo largo de los últimos años
se recoge en los cuadros 4.6 y 4.7.
CUADRO 4.6. Evolución del total las de sentencias penales dictadas en
España y del número de personas condenadas (2005-2011)
(Fuente: Instituto Nacional de Estadística)

En el cuadro 4.6 puede verse la evolución que ha


seguido, entre 2005 y 2011, el total de las sentencias
penales dictadas por los tribunales cada año, así como
también las personas condenadas anualmente por
cualquier tipo de delito. Como puede verse, a mediados
de la década, entre 2005 y 2008, se produjo un aumento
tanto de las sentencias como de los condenados. A
primera vista, según la lógica más inmediata, los
incrementos en cuestión podrían estar reflejando un
aumento de la delincuencia. Esto sería sencillamente así,
si un mayor número de delitos cometidos fuera la única
causa posible de un mayor número de sentencias y de
condenas. Sin embargo, a estas alturas de los capítulos de
este manual, los alumnos ya comienzan a saber
(particularmente, a partir de lo visto en los capítulos 1 y
2) que la relación conductas delictivas-control/condenas,
no es tan sencilla como puede aparentar.
La hipótesis más inmediata sería que la delincuencia en
efecto hubiera aumentado a partir de la segunda mitad de
la pasada década. De hecho, un fenómeno tan importante
como el inicio de la crisis económica podría constituir una
explicación razonable para ello. Sin embargo, ¿podría
haber otras explicaciones alternativas a la hipótesis
anterior?
Para intentar responder a ello, también podríamos
preguntarnos: ¿Qué ha sucedido, en concreto por lo que se
refiere a la evolución de los condenados por los delitos
más habituales, como son los patrimoniales, y por otros
más infrecuentes pero graves, como las lesiones, los
delitos sexuales y los homicidios? Estos datos se
presentan en el cuadro 4.7.
CUADRO 4.7. Evolución del número de personas condenadas por diversos
delitos seleccionados (2005-2011)

(Fuente: Instituto Nacional de Estadística)

Aquí Puede verse que, mientras que, según el cuadro


4.6, el número global de personas condenadas aumentaba
de modo relevante, los condenados por homicidio se
incrementan muy ligeramente (desde 523 a 557), y de
forma semejante los sentenciados por delitos sexuales.
Por otro lado, el número de condenados por delitos de
lesiones y contra el patrimonio ha permanecido
esencialmente estable, e incluso algunos años se ha
reducido moderadamente.
Ante lo anterior, nuestras dudas sobre el aumento de
sentencias y personas condenadas siguen abiertas, e
incluso se hacen más profundas, lo que aconsejaría
continuar la indagación. Si las condenas en general han
aumentado, pero no así cuatro de los delitos más
frecuentes o graves, ¿en qué otros delitos se habrían
producido más sentencias condenatorias? Sin embargo,
interrumpiremos tal indagación por ahora, en el contexto
de este capítulo. En este punto confiamos haber
despertado suficiente interés en el lector, y
particularmente en los alumnos, para que sean ellos
quienes continúen la búsqueda de información sobre la
evolución reciente de los delitos y las sentencias en
España, e intenten formular hipótesis y razonamientos
plausibles para explicar las dudas generadas.

4.5. ESTADÍSTICAS POLICIALES


LA REALIDAD CRIMINOLÓGICA: Instancias que admiten denuncias por delito
en España
• Los Juzgados de instrucción (particularmente, los juzgados de guardia) y las
Fiscalías. Sin embargo, menos del dos por ciento de los ciudadanos realizan sus
denuncias directamente en estas instituciones judiciales o fiscales.
• La mayoría de las denuncias se presentan en las comisarías de la Policía
Nacional, que es el cuerpo estatal de policía con mayor despliegue en núcleos
urbanos de más de 50.000 habitantes. Elabora sus propias estadísticas a partir de
las denuncias recibidas.
• La Guardia Civil, que es el cuerpo policial estatal con presencia preferente en
ámbitos rurales, pero que también tiene a su cargo algunas competencias
específicas, como la vigilancia y control del tráfico y transporte en carretera, y la
custodia de costas, fronteras, puertos y aeropuertos. Asimismo elabora, al igual
que la Policía Nacional, sus propias estadísticas delictivas, que se integran, junto
con los datos de la Policía Nacional, en las cifras que ofrece el Ministerio del
Interior bajo la denominación de “territorio MIR”.

• Las policías autonómicas: en concreto, la Ertzaintza en el País Vasco, los


Mossos d’Esquadra en Cataluña, y la Policía Foral en Navarra. La colaboración
entre las policías autonómicas y los cuerpos de policía estatales (Policía
Nacional y Guardia Civil) es diversa, según territorios; por lo que se refiere a las
estadísticas policiales, los datos sobre denuncias recogidos por las policías
autonómicas no siempre se envían para su inclusión en la estadística general de
delitos del conjunto de España, lo que suscita graves problemas de validez e
interpretación de las cifras de delincuencia.
• La Policía Local, que depende de las autoridades municipales de cada pueblo o
ciudad. Aunque los principales ámbitos de actuación de la Policía local suelen
ser el control del tráfico rodado y la supervisión del cumplimiento de las
ordenanzas municipales (que no son, precisamente, pocas, ni dejan de ser
variopintas), en algunas ciudades la Guardia Urbana también recibe e investiga,
inicialmente, denuncias sobre delitos. Sin embargo, lo habitual es que tales
supuestos delictivos acaben siendo remitidos, para su completa investigación, a
la Policía Nacional o la Guardia Civil, o, en sus respectivos territorios, a los
Mossos d’Esquadra, la Ertzantza o la Policía Foral de Navarra, en cuyo caso se
incluirán en las correspondientes estadísticas de estos cuerpos policiales.

4.5.1. Recogida de datos policiales


Existe un procedimiento y formulario oficial para
registrar las denuncias que presentan los ciudadanos en
las comisarías de policía, que especifica el tipo de delito
denunciado, el lugar en que tuvo lugar, el valor de las
propiedades sustraídas, los daños causados, y, si procede,
el tipo de arma utilizada (Fernández Villazala, 2008).
También se recogen algunos datos sobre la víctima del
delito y relativos a la investigación y esclarecimiento del
mismo.
Tanto la Policía Nacional como la Guardia Civil suelen
emplear el mismo formulario para registrar las denuncias
que reciben, por lo que, aunando los datos de ambos
cuerpos policiales, puede obtenerse una imagen
aproximada (aunque incompleta) de la delincuencia en
España. Los delitos denunciados ante la policía autónoma
vasca comenzaron a incluirse en el cómputo general de
denuncias ofrecido por el Ministerio del Interior, a partir
de 1998. No así los delitos denunciados ante la policía
autónoma catalana. Sin embargo, a lo largo de los
primeros años dos mil, y hasta ahora, se ha instaurado la
costumbre de ofrecer separadamente las denuncias
registradas, en las comunidades catalana, vasca y navarra,
por sus respectivas policías autonómicas. De ahí la
necesidad de sumar todas estas cifras para obtener una
imagen global de la delincuencia en España, como así se
ha hecho para sintetizar los datos presentados en este
epígrafe.
La calificación delictiva provisional que se requiere para
poder confeccionar la estadística policial, la efectúan
inicialmente los agentes policiales correspondientes, a
partir de la información sobre el delito de que se dispone
en el momento de recibirse cada denuncia. Sin embargo,
en un sentido jurídico estricto, la calificación definitiva de
cada hecho como un delito específico, va a depender de
su valoración posterior por parte de la Fiscalía, y,
finalmente, de la decisión judicial al respecto. Según ello,
la estadística policial debe interpretarse como una imagen
aproximada, pero no exacta, de la magnitud y variedad de
las conductas delictivas que se producen en determinado
territorio a lo largo de cierto periodo de tiempo.
Equipo de investigación del Instituto de Criminología de la Universidad de
Lausanne, Suiza (mayo de 2013). De arriba abajo y de izquierda a derecha:
Marcelo Aebi, Patrice Villettaz, Julie Courvoisier, Natalia Delgrande, Manon
Jendly, Yann Marguet, Stéphanie Loup, Antonia Linde y Claudia Campistol.
Ausente: Pauline Volet.

Aebi y Linde (2010a) pusieron de relieve los múltiples


problemas de las estadísticas policiales sobre los delitos
en España, entre las que pueden destacarse los tres
siguientes:
– Graves carencias de información y precisión acerca de
los diversos delitos. Con frecuencia, y particularmente
a partir de 2007, los datos delictivos tienden a
ofrecerse de forma acumulada, en tan solo cinco
categorías globales (I. Delitos contra la vida,
integridad y libertad de las personas; II. Delitos contra
el patrimonio; III. Faltas de lesiones; IV. Faltas de
hurto; Otras infracciones), lo que impide conocer la
magnitud y evolución en España de tipos delictivos
particulares (hurto, robo, violación, etc.), y, también,
las comparaciones internacionales.
– Problemas de validez, u objetividad, de muchas de las
cifras ofrecidas, en dos sentidos distintos. El primero,
concerniente a la dificultad para saber con claridad si
los datos presentados hacen referencia a todo o solo
parte del territorio nacional. Esto tiene especialmente
que ver con la falta de integración, o integración
incompleta, de los datos correspondientes a las
policías autonómicas, a lo que ya se ha aludido. En
segundo lugar, el cómputo indiscriminado, en las
estadísticas policiales, de tentativas de delito y delitos
consumados. El ejemplo más ilustrativo y
sorprendente de esta mezcolanza de intentos de delitos
y delitos completos es el de los homicidios, al que
Aebi y Linde (2010a) hacen especial referencia en su
trabajo. Por ejemplo, en 2006, mientras que la cifra
global de homicidios dolosos y asesinatos computados
se situaba en 1.492 casos (lo que correspondería a una
tasa de 3.45 homicidios por cien mil habitantes), los
homicidios y asesinatos consumados eran 475, según
Eurostat (lo que daría una tasa de 1.09 homicidios por
cien mil habitantes). El problema obvio es que ambas
cifras son muy diferentes, e informan de una magnitud
delictiva muy distinta. Y, claro, lo anterior podría ser
también aplicable al resto de los delitos. Según ello,
las cifras de denuncias probablemente ofrezcan una
imagen inflada y expansiva de las infracciones
conocidas, muchas de las cuales habría consistido en
intentos de delito que, afortunadamente, no llegaron a
consumarse y producir los efectos que pretendían.
– Problemas de fiabilidad, o estabilidad, de la
información ofrecida. Ilustran Aebi y Linde (2010a)
esta dificultad a partir de constatar cómo la propia
cifra de homicidios y asesinatos correspondientes al
año 2003 varía de un informe ministerial a otro,
oscilando nada menos que entre 1.085 y 1.366 casos.
Si estas discrepancias suceden con el cómputo de los
asesinatos, cuáles no podrían acontecer en relación
con la cuenta de los hurtos, las estafas, las lesiones o
los abusos sexuales, delitos mucho más numerosos y
de valoración más relativa e incierta que los
homicidios.
Los problemas que se han señalado deberían ser
resueltos, en la mayor medida posible, en el futuro, de
forma que la estadística española de delincuencia fuera
más exhaustiva, objetiva y fiable. De esta mejor
información y transparencia se beneficiarían los
ciudadanos, los propios poderes públicos, y los científicos
e investigadores interesados en el conocimiento de los
fenómenos criminales, a la vez que se facilitaría la
comparación internacional de las cifras delictivas
españolas, algo siempre deseable y necesario. Ningún
gobierno, ministro o autoridad gubernativa debería
considerar las cifras oficiales de la delincuencia como
algo de su exclusiva competencia y propiedad, que solo
concierne al interés de la gestión policial o de la
seguridad, ya que los problemas criminales en las
sociedades democráticas tienen, como la economía, la
pobreza, el desempleo, etc., la plena naturaleza de
fenómenos sociales de interés general, que nadie debería
apropiarse en función de sus propias responsabilidades e
intereses políticos o particulares.
Por otro lado, que en España, por razón de la
organización del Estado de la Autonomías, haya distintos
cuerpos policiales, en absoluto debería significar que los
cuerpo policiales territoriales, o gobiernos autonómicos,
puedan sustraer su propia información sobre los delitos,
según su propia conveniencia, a una integración global de
la información de la criminalidad para toda España.
Hacerlo, como reiteradamente se ha hecho, solo introduce
problemas y confusión a la hora de conocer, valorar y
prevenir la delincuencia.
En lo que sigue se han intentado soslayar los problemas
señalados, efectuando las oportunas correcciones e
integración de información, con la finalidad de ofrecer
una imagen sobre la delincuencia en España, a partir de
los datos policiales, lo más global y ajustada a la realidad
posible.

4.5.2. Tipos de delitos que llegan a conocimiento


de la policía
Para comenzar esta presentación de cifras policiales, lo
primero que se ha querido hacer es describir las tasas de
los delitos que llegan a conocimiento de la policía, según
las tipologías y delitos más importantes.
En función de las categorizaciones globales que instauró
el Ministerio del Interior a partir de 2007, y atendiendo a
que fuera posible incluir en ellas cifras globales para toda
España (procedentes de cómputos semejantes de las
policías autonómicas), ha sido posible obtener la siguiente
información global para el periodo 2009-2011, tal y como
se recoge en el cuadro 4.8.
CUADRO 4.8. Infracciones penales registradas globalmente en España
(por los distintos cuerpos policiales), según cinco grandes categorías
delictivas
2009 2010 2011
I. Delitos contra la vida, integridad y libertad de las
135.622 132.642 136.907
personas
II. Delitos contra el patrimonio 852.332 832.233 804.573
III. Faltas de lesiones 95.667 94.778 94.920
IV. Faltas de hurto 651.754 641.043 631.506
Otras infracciones penales: faltas de daños,
amenazas y coacciones, contra intereses generales,
603.721 596.657 615.608
contra el orden público. Y resto de delitos y otras
faltas penales
TOTAL ESPAÑA 2.339.096 2.297.373 2.283.514

(Fuente: elaboración propia a partir de los anuarios estadísticos del Ministerio


del Interior)

Puede verse que, durante el trienio 2009-2011, las cifras


brutas de delitos contra la vida, integridad y libertad de las
personas han permanecido bastante estables, en torno a
135.000 delitos, así como también las faltas de lesiones,
alrededor de 95.000, mientras que habrían descendido
tanto las cifras de delitos contra el patrimonio, unos
800.000, como las faltas de hurto, en torno a 630.000. Sin
embargo, estos datos tan globales e inespecíficos son
escasamente informativos, ya que no puede verse en
concreto cuántos son los robos violentos, los delitos de
lesión, los malos tratos, las agresiones sexuales, los
homicidios, etc.
Así pues, dado este afán de síntesis y globalización
desinformativa que impregnó las cifras ofrecidas por el
Ministerio del Interior a partir de 2007, para poder
obtener una imagen suficientemente específica sobre los
principales delitos denunciados ante la policía (en
principio, exclusivamente, los correspondientes a la
Policía Nacional y la Guardia Civil, lo que recoge en
torno al 80% del conjunto de las denuncias en España),
por ahora tenemos que remontarnos a datos de 2006, tal y
como se presentan en el cuadro 4.9.
CUADRO 4.9. Delitos registrados por los cuerpos estatales de Policía
(Policía Nacional y Guardia Civil) durante 2006
% SOBRE EL TASA DE
DENUNCIAS
CONJUNTO DELITOS/100.000 H. (la
POR
DE LOS población española en
DELITO
DELITOS 2006 era 44.708.964)
TOTAL DELITOS 856.594 100% 1.916
CONTRA EL
664.036 78% 1.485
PATRIMONIO
Robos con fuerza en
353.414 41% 790
las cosas
Robos con 71.919 8,4% 161
violencia/intimidación
Sustrac. de vehículos 94.499 11% 211
Hurtos 84.781 9,9% 190
Estafas 19.356 2,3% 43
Propiedad
5.933 0,7% 13
intelectual/indus.
Resto 34.435 4% 77
CONTRA LAS
65.742 7,7% 147
PERSONAS
Homicidios 1.121 0,13% 2,5
Lesiones 15.002 1,6% 34
Malos tratos en el
48.766 5,7% 109
ámbito familiar
Resto 853 0,1% 2
CONTRA LA
LIBERTAD 8.172 0,95% 18
SEXUAL
Agresión sexual 2.753 0,32% 6,2
Abuso sexual 2.173 0,25% 4,9
Resto 3.245 0,38% 7,3
OTROS DELITOS 118.644 13,8% 265
% SOBRE EL
DENUNCIAS
CONJUNTO TASA DE
POR
DE LAS FALTAS/100.000 H.
FALTAS
FALTAS
TOTAL FALTAS 1.025.319 100% 2.293
CONTRA LAS
193.891 19,9% 434
PERSONAS
Lesiones 86.589 8,4% 194
Amenazas 70.823 6,9% 158
Resto 36.479 3,6% 82
CONTRA EL
821.110 80% 1.837
PATRIMONIO
Hurtos 509.410 50% 1.139
Daños 214.758 21% 480
Resto 96.942 9,5% 217
RESTO FALTAS 10.318 1% 23
TOTAL
1.881.913 100% 4.209
INFRACCIONES

(Fuente: elaboración propia a partir del informe sobre La criminalidad en


España en 2006, del Gabinete de Estudios de Seguridad Interior (GESI),
Ministerio del Interior)

El cuadro 4.9 distingue entre delitos y faltas. En relación


con los delitos, refleja un claro predominio de las
infracciones contra la propiedad, ya que casi ocho de cada
diez delitos denunciados a la policía son de este tipo. Ello
supone que el perfil de la delincuencia española es
bastante similar al de los demás países europeos, en que
también la gran mayoría de los delitos se dirigen contra la
propiedad, mientras que la delincuencia violenta
claramente habría disminuido a lo largo del siglo XX.
Muchos de los robos con fuerza en las cosas se refieren
a robos en inmuebles y aproximadamente una cuarta parte
a robos en viviendas. La mayoría de estos robos ocurren
en establecimientos comerciales, industriales o de
hostelería. Un robo rápido para conseguir dinero suele ser
más exitoso si se realiza en un bar o una tienda que en un
domicilio.
De cada diez delitos contra la propiedad denunciados,
uno se comete utilizando violencia o intimidación. De
acuerdo con las estadísticas policiales, España es uno de
los países industrializados con más delitos de este tipo,
aunque las cifras han descendido relativamente durante
los últimos años.
La Policía Nacional y la Guardia Civil registran
conjuntamente unos mil cien homicidios (consumados y
tentativos, o no consumados), a los que habría que
adicionar unos 300 más informados por las policías
autonómicas. Sin embargo, debe tenerse presente que,
como ya se ha comentado, de estos 1.400 homicidios solo
una tercera parte corresponde a homicidios consumados,
con una víctima fallecida. Los delitos de lesiones han
subido bastante en los últimos años, incluyendo en ellos el
incremento de las denuncias por malos tratos en el ámbito
familiar.
En 2006, se denunciaron 2.753 agresiones sexuales, la
mayoría de ellas violaciones, aunque, según estos datos
globales, no puede saberse exactamente cuántas. Para ello
hemos de recurrir a cifras de 2003 en que llegaron a
conocimiento policial 1.439 violaciones, cifra que situaba
a España por debajo de la media europea (European
Sourcebook 2003: 39). Se estima que aproximadamente
una de cada 150 mujeres denuncia una violación a la
policía a lo largo de su vida.
En la parte inferior de la tabla puede verse cómo las
denuncias por faltas, o infracciones de menor entidad y
gravedad, superan en magnitud a las denuncias por
delitos. Su distribución por tipologías sigue un patrón
muy parecido al de los delitos, que se acaba de comentar.

4.5.3. Evolución de las cifras policiales de


delincuencia
Las mayores inquietudes de los poderes públicos y de
los ciudadanos sobre el delito suelen corresponder a cuál
ha sido la evolución de los delitos durante los últimos
años, de modo que ello pueda ayudar a predecir y
prevenir la delincuencia presente y futura.
Como ya se ha comentado, en España existen distintos
cuerpos policiales con competencias en materia criminal y
que, en consecuencia, instruyen diligencias policiales por
delitos, recogiendo y catalogando las correspondientes
denuncias al efecto. El grueso de estas denuncias son
registradas, para la mayor parte del territorio español, por
los cuerpos policiales estatales, la Policía Nacional y la
Guardia Civil, mientras que en Cataluña, País Vasco y
Navarra, las correspondientes policías autonómicas han
ido asumiendo progresivamente mayores competencias en
materia de lucha contra el delito. Como resultado de ello,
en la actualidad la mayoría de las denuncias por delito que
se producen en dichos territorios las recogen,
respectivamente, los Mossos d’Esquadra, la Ertzantza y la
Policía Foral de Navarra. En función de lo anterior, para
obtener una imagen más completa y certera de las
denuncias policiales por delito en el conjunto de España,
se requiere sumar, como se ha hecho en el cuadro 4.9, los
registros de denuncias de los diversos cuerpos policiales.
El cuadro 4.10 recoge la evolución de la delincuencia en
España durante el periodo 2000-2011. En las primeras
cuatro filas pueden verse los registros por delitos emitidos
por los diversos cuerpos de policía. Especialmente se
constata que, a medida que los Mossos d’Escuadra se han
ido haciendo cargo de las competencias policiales en
Cataluña, y asumiendo y registrando la mayor parte de las
denuncias en esa comunidad autónoma, la Policía
Nacional y la Guardia Civil han ido computando,
lógicamente, menos delitos en el conjunto de España
(particularmente, a partir de 2003). Según ello, si, durante
la década que aquí se analiza, solo se tomaran como
fuente de información delictiva en España las cifras
correspondientes a los cuerpos estatales, de Policía
Nacional y Guardia Civil, como no es infrecuente que se
haga, la información resultante sería claramente
incompleta y sesgada.
CUADRO 4.10. Infracciones penales registradas globalmente en España
por los distintos cuerpos policiales
Policía nacional Mossos Ertzaintza Policía TOTAL
y Guardia Civil d’Esquadra (País Vasco) Foral ESPAÑA
(Cataluña) (Navarra)
2000 1.721.089 62.868 68.901 0 1.852.858
2001 1.905.118 76.087 71.287 0 2.052.492
2002 2.020.131 87.844 75.481 0 2.183.456
2003 1.955.902 117.058 71.202 0 2.144.162
2004 1.938.910 128.575 73.810 0 2.141.295
2005 1.985.315 167.188 75.208 3.195 2.230.906
2006 1.884.193 302.221 79.100 4.344 2.269.858
2007 1.882.642 346.848 80.369 5.977 2.315.836
2008 1.858.197 435.024 88.037 5.233 2.386.491
2009 1.777.465 461.539 92.883 6.325 2.338.212
2010 1.745.312 456.588 88.277 7.307 2.297.484
2011 1.743.108 446.871 85.756 7.780 2.283.514

(Fuente: elaboración propia a partir de los anuarios estadísticos del Ministerio


del Interior)

Como puede verse en la columna derecha del cuadro


4.10, el número de denuncias ascendió paulatinamente
entre 2000 y 2009, descendiendo suavemente a partir de
2010. La conclusión aparente de lo anterior es que,
atendido el incremento que se ha producido en el número
bruto de denuncias, la delincuencia habría aumentado
durante la mayor parte del periodo analizado.
Sin embargo, el número total de hechos delictivos y
denuncias en un país es claramente dependiente de la
magnitud de su población, y es conocido que la población
española experimentó un crecimiento notable durante la
primera década del siglo XX, especialmente como
resultado de un proceso intensivo de inmigración. ¿Qué
sucedería, si se relativizaran las denuncias anuales en
función de la población residente en el país cada año? En
el cuadro 4.11 se recogen, en un diagrama lineal, ambos
factores, para el mismo periodo 2000-2011: la evolución
de las denuncias y la evolución de la población anual en
España (en este caso, a efectos de poder representar
convenientemente ambas variables en el mismo diagrama,
la población se ha dividido por 15).
CUADRO 4.11. Evolución en España (2000-2011) de las infracciones
penales totales (según cifras policiales) y de magnitud de la población
(dividida por 15)(Fuente: elaboración propia, a partir de los anuarios
estadísticos del Ministerio del Interior)
El cuadro 4.11 refleja el gran paralelismo existente entre
la evolución seguida por las denuncias y por la población,
a lo largo del periodo analizado. Lógicamente, como
resultado del fuerte incremento poblacional operado
durante los últimos años (que ascendió de 40.499.791
habitantes en 2000 a 47.190.493 en 2011), se hace notorio
que es imprescindible (siempre lo es en relación con
cualquier fenómeno social) relativizar las denuncias
anuales por la población española. Así se ha hecho en la
figura 4.12, que ofrece la evolución de las tasas de
denuncias por cada cien mil habitantes durante el periodo
2000-2011.
CUADRO 4.12. Infracciones penales registradas por la policía en España
por cada 100.000 h.
(Fuente: elaboración propia, a partir de los anuarios estadísticos del
Ministerio del Interior)

Como puede verse, la tasa de los delitos y faltas por


cada cien mil habitantes aumentó entre 2000 y 2002, se
redujo en 2003 y 2004, volvió a ascender hasta 2008, y
nuevamente disminuyó a partir de 2009. Puede ser un
buen objeto de discusión en clase el analizar posibles
factores sociales, normativos, económicos, etc., que
podrían guardar relación con las etapas de incremento o
disminución de las tasas delictivas. Por ejemplo, ¿cómo se
relacionan con dichas tendencias el incremento de la
inmigración, los endurecimientos penales producidos, la
mayor persecución de la violencia de género, la crisis
económica, etc.?
Para finalizar la presentación de cifras policiales de la
delincuencia, en el cuadro 4.13 se ofrece una perspectiva
amplia de la evolución de las tasas infractoras desde 1975
a 2010. La línea continua representa las tasas de delitos
denunciados por cada cien mil habitantes, mientras que la
línea discontinua informa sobre la tosas totales de
infracciones penales, incluyendo también las faltas, o
infracciones de menor gravedad.
En relación con la evolución de los delitos en España
desde la transición democrática hasta 2010, pueden verse
dos tendencias principales: primera, que las cifras de
denuncias aumentaron claramente entre 1975 y principios
de la década de los noventa, y, segundo, que desde
entonces, y a lo largo de las décadas de los noventa y los
primeros dos mil, las denuncias han experimentado una
moderada tendencia a decrecer.
Por el contrario, la curva en trazo discontinuo, como
resultado de la inclusión de las faltas, ofrece una imagen
algo más pesimista: las infracciones totales aumentaron
decididamente hasta los años ochenta, después, aunque de
un modo más moderado, siguieron creciendo hasta
mediados de los dos mil, para, finalmente, haberse
reducido ligeramente. Nuevamente, este cuadro podría
estimular un buen ejercicio de análisis y debate,
considerando para ello distintos factores sociales,
políticos, económicos, jurídicos, etc., que podrían guardar
relación con la evolución de las cifras globales de la
delincuencia.
CUADRO 4.13: Evolución en España (1975-2010) de las denuncias por
delitos y por la globalidad de infracciones penales (incluyendo delitos y
faltas)
(Fuente: elaboración propia, a partir de los anuarios estadísticos del
Ministerio del Interior)

4.5.4. Variación estacional de los delitos


Una hipótesis, formulada hace más de siglo y medio por
Quetelet (véase capítulo 2), y hasta cierto punto todavía
vigente en la Criminología contemporánea, es la relativa a
las leyes térmicas de la delincuencia, o posible relación
entre clima y delito. Quetelet, analizando la estadística
judicial de Francia de mediados del siglo XIX, había
observado que los delitos violentos eran más frecuentes
en verano y los delitos contra la propiedad más
numerosos en invierno. Esta diferencia la atribuyó al
efecto del calor, que haría, según él, brotar las pasiones
durante el verano, exacerbando las explosiones violentas,
mientras que, como resultado del frío del invierno,
decrecerían las inclinaciones agresivas, y por ello
primarían los hurtos y robos.
Todavía es posible contrastar esta hipótesis a partir de
datos policiales (de la Policía Nacional y la Guardia Civil)
sobre denuncias, como se ha hecho en el cuadro 4.14.
CUADRO 4.14. Variación estacional en la delincuencia

* Número total de delitos en los años 1996-1999, ponderado con el número


de días que contiene cada mes
De acuerdo con la predicción de la hipótesis de
Quetelet, en el cuadro 4.14 puede observarse cómo los
delitos contra las personas serían más numerosos en los
meses de verano, mientras que los delitos contra la
propiedad lo serían durante el periodo estival. Dicha
variación estacional, aunque es moderada, ya que las
cifras oscilan solamente en torno a un 10% por encima o
por debajo del promedio mensual, va en la dirección
sugerida por Quetelet. Junio aparece como el mes con
mayor incidencia de delitos violentos.
Frente a una explicación directa de cariz “térmico” o
climatológico, según la cual la mayor delincuencia
violenta registrada en los meses de verano se debería a la
mayor temperatura existente, puede ofrecerse una
interpretación más moderna y plausible de la variación
estacional de los delitos a partir de la teoría del estilo de
vida (véase más adelante, en el capítulo 19). En los meses
de verano, en España hay bastantes más actividades
nocturnas y de ocio, en las cuales aumenta
considerablemente el consumo de alcohol, lo cual también
puede dar lugar a más crispaciones y peleas, que puedan
resultar en un mayor número de delitos contra las
personas. Por su parte, los delitos contra la propiedad
mostrarían un mayor auge, según puede verse en el
gráfico del cuadro 4.14, durante el invierno y en
agosto/septiembre, periodos que coinciden con épocas de
vacaciones (navideñas y estivales, respectivamente), en
que las oportunidades para los robos personales o en
viviendas también pueden ser más favorables.

4.6. AUTOINFORMES SOBRE DELITOS


COMETIDOS
Mediante una encuesta de autoinforme, o autodenuncia,
se pregunta a cada sujeto de una muestra, asegurándole la
imprescindible confidencialidad, acerca de posibles
actividades delictivas que haya llevado a cabo, así como
su frecuencia y gravedad, y las circunstancias en que
ocurrieron (Aebi, 2009). Esta metodología suele
emplearse más a menudo con adolescentes y jóvenes que
con adultos. Los datos que se obtienen, si se recogen
periódicamente de una manera idéntica, pueden constituir
un buen barómetro sobre la delincuencia juvenil. En
distintos países europeos, como Finlandia, Suecia, Reino
Unido, Alemania y Bélgica, comenzaron a realizarse
autoinformes de delincuencia, particularmente con
jóvenes, a partir de los años sesenta y setenta,
incorporándose después, en los años ochenta y noventa,
otros países como Italia, España y Francia (Aebi, 2009;
Enzmann, Marshall, Killias, Junger-Tas, Steketee, y
Gruszczyska, 2010). También en EEUU se realizan, desde
1982 (Bureau of Justice Statistics, 1994: 258), encuestas
anuales de autoinculpación, entre la población escolar.
Los autoinformes de delincuencia también han permitido
comparaciones entre países.
El problema básico de los autoinformes es que muchas
de la conductas analizadas y descritas en ellos no son
realmente delitos, sino más bien infracciones menores de
los adolescentes (Aebi, 2009; Fernández Molina,
Bartolomé, Rechea y Megías, 2009), tales como consumir
alcohol a una edad en que no les está permitido, colarse
sin pagar en los transportes colectivos, o faltar
reiteradamente al colegio. Otras infracciones podrían
tener la naturaleza de faltas, como realizar pintadas en la
vía pública o los transportes públicos (trenes, metro,
autobuses), dañar mobiliario urbano, y hurtar pequeñas
mercancías en tiendas. Muy pocas conductas de las que
son autoinformadas en estos estudios pueden calificarse
como infracciones verdaderamente graves. Aunque es
esperable que los delitos graves constituyan realmente
una parte pequeña del conjunto de las infracciones
autoinformadas, también es posible que la resistencia de
los sujetos a confesar posibles delitos aumente a medida
que se incrementa la gravedad de tales conductas, lo que
podría sesgar a la baja el resultado de los autoinformes.
En los estudios de autoinforme realizados en España por
el equipo del Centro de Investigación en Criminología de
la U. de Castilla-La Mancha, se han encontrado tasas de
prevalencia de conducta antisocial, es decir de jóvenes
que afirmaban haber cometido algún tipo de infracción,
generalmente leve, en el año precedente, de hasta el 98%
(Fernández Molina, Bartolomé, Rechea y Megías, 2009;
Rechea, 2008). A pesar de esta gran prevalencia de
infracciones en general, solo un 5% de los jóvenes
encuestados admitió haber cometido algún delito violento
o contra la propiedad. Tasas semejantes a estas se han
encontrado también en estudios de autoinforme realizados
en otros países, por ejemplo Dinamarca (Gudjonsson,
Einarsson, Bragason y Sugurdsson, 2006).
Se efectuará un análisis más detallado de los resultados
de los estudios de autoinforme en el capítulo 21, en que se
trata el sistema de justicia juvenil.

4.7. ENCUESTAS VICTIMOLÓGICAS EN


ESPAÑA
4.7.1. Encuestas nacionales
El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) llevó a
cabo, entre los años 1978 y 19992, diversas encuestas
nacionales que incluían algunas preguntas sobre
victimización delictiva. Desgraciadamente, las sucesivas
encuestas sociológicas realizadas a partir de 1999 no han
vuelto a preguntar sobre los delitos concretos que puedan
haber sufrido las personas encuestadas, sino sobre su
temor y preocupación por el delito.
Equipo del Instituto Interuniversitario de Criminología del Málaga, dirigido
por el Profesor José Luis Díez Ripollés. De pie, de izquierda a derecha:
Deborah García Magna, Fátima Pérez Jiménez, Maríz José Benítez Jiménez,
Araceli Aguilar Conde, Lorea Árenas García, José Becerra Muñoz. Sentados,
de izquierda a derecha: Elisa García España, José Luis Díez Ripollés y
Anabel Cerezo Domínguez. El equipo de investigación criminológica de la
universidad de Málaga tiene como líneas de investigación principales el
análisis de la política criminal y de la delincuencia, la corrupción urbanística,
la violencia de género, la exclusión social y delito, la delincuencia juvenil y
justicia juvenil, la prevención situaciones del delito, el sistema de penas y la
ciberdelincuencia. En este centro universitario se imparte el Grao en
Criminología, un título de experto universitario en Criminalidad y Seguridad
pública (en vías de extinción) un título de experto universitario en detective
privado, un máster en Criminalidad e Intervención con menores y un máster
en Derecho penal y Política Criminal.

Aunque esta carencia resulte sorprendente, una razón


probable para ello podría ser que el Centro de
Investigaciones Sociológicas priorice informar al
Gobierno (y a la opinión pública), no tanto sobre los
problemas reales que experimentan los encuestados, como
acerca de las preocupaciones más acuciantes de los
españoles. De ahí que en las encuestas posteriores haya
podido darse primacía al sondeo de las opiniones de los
ciudadanos sobre la seguridad ciudadana, la justicia o la
policía, por encima del conocimiento de la realidad
factual de los delitos sufridos. Así parece corroborarse si
se atiende al hecho de que el Ministerio del Interior, que a
través de su Instituto de Estudios de la Policía (IEP) fue el
promotor de las últimas encuestas aludidas, habría
compartido el mismo interés por indagar los sentimientos,
opiniones y valoraciones de los ciudadanos, más que por
conocer la victimización delictiva en sí (IEP, 1996, 2000).
Posteriormente, en España se efectuaron dos encuestas
de victimización a nivel nacional, una en 2005 (Van Dijk,
Manchin, Van Kesteren et al., 2005) y otra en 2008
(García España, Pérez Jiménez, Benítez y Cerezo, 2009;
García España et al., 2010). También se han realizado
encuestas en ciudades y comunidades autónomas
específicas.
En el cuadro 4.15 se presenta una síntesis de las
principales encuestas de victimización que se han llevado
a cabo en España, tanto de ámbito nacional, como
regional y urbano, incluyendo sus fechas de realización,
organismos o instituciones que las promovieron y las
ejecutaron, territorio de evaluación, muestra y modalidad
de entrevista para la recogida de los datos.
CUADRO 4.15. Resumen de las principales encuestas de victimización en
España (a nivel nacional, regional y urbano)
Recogida
Promoción/
Año Ejecución Territorio Muestra de datos:
financiación
entrevista
3 muestras
1978 CIS CIS aleatorias, 15.901 Personal
España
1980 CIS CIS Madrid 2.500 Personal
Málaga,
1982 CIS CIS Madrid, 1.692 Personal
Zamora
1984- Ayuntamiento de 7.200,
Ídem Barcelona Telefónica
2012 Barcelona variable
Ministerio de Telefónica/
1989 Emopública España 2.041
Justicia/CIS Personal
Universidad
1992 Tabula-V España 4.500 Personal
Complutense
1993- DGICYT, Ministerio de Universidad de Provincia
3.424 Telefónica
1994 Educación Málaga de Málaga
IEP, Ministerio del
1995 CIS España 3.919 Personal
Interior
IEP, Ministerio del Municipios
1996 CIS 15.000 Personal
Interior > 50.000 h.
Centro de Estudios
1997 Ídem Cataluña 2.836 Telefónica
Jurídicos, Barcelona
Oficina de Usuarios y
1997 Ídem España 1.313 Personal
Consumidores
Zonas
1998 Guardia Civil CIS rurales, 2.456 Personal
España
IEP, Ministerio del
1999 CIS España 13.055 Personal
Interior
1998- Departamento de
Generalitat de Catalunya Cataluña Variable Telefónica
2012 Interior
Gallup Europe y otras
Van Dijk et al.
2005 instituciones europeas España Telefónica
(2005)
(método ICVS)
Observatorio de la Equipo de
2008 Delincuencia de Investigación España 1.400 Telefónica
Andalucía (ODA) Sociológica S.A.
Ayuntamiento de Alcobendas
2009 Metroscopia 800 Telefónica
Alcobendas (Madrid)

(Fuente: elaboración propia y García España et al., 2009)

De modo semejante a los estudios de autoinforme, las


encuestas de victimización también suelen preguntar
acerca de los delitos sufridos por el encuestado a lo largo
de un periodo anterior prolongado (incluso a lo largo de
su vida), y, también, por los delitos experimentados
durante el año que ha precedido a la propia realización de
la encuesta.
El cuadro 4.16 ofrece un resumen de datos de
victimización correspondientes a esta última cuestión:
delitos sufridos durante el último año, en diversos
estudios nacionales, con especificación de las tasas
victimológicas para una serie de delitos concretos.
CUADRO 4.16. Encuestas nacionales entre 1978 y 2008 (del CIS3 y otras
instituciones): porcentajes de ciudadanos que sufrieron durante el último
año determinados delitos específicos.
1978
1989 1991 1992 1995 1999 2008
Delitos (Muestra: 2005
(2.041) (2.490) (2.498) (3.919) (12.999) (1.400)
15.901)
Robo en vivienda 2,3 2,1 2,4 3,0 2,3 2,4 1,6 1,7
Robo en comercio - - 2,4 - - - - -
Robo de vehículo 2,6 1,9 1,9 - 2,4 1,3 1,5 1,3
Robo de objetos
4,0 14 6,2 4,0 5,7 3,3 3,7 5,9
dentro del coche
Agresión
2,0 6,2 1,0 0,9 0,9 0,8 2,8 3,5
física/amenazas
Agresión sexual 0,3 3,5 0,2 0 0,1 0 2,2 0,5
Tirón en la calle 0,8 1,1 3,0 2,0 0,3 -
Atraco con
intimidación/arma
0,2 4,4 2,4 2,0 2,5 1,2 1,7 1,5
(robo con
violencia)
Suma robo con
1,0 - 3,5 5,0 4,5 1,5 - 1,1
violencia
Robo de
2,2 - 3,0 - - 2,3 - 3,8
cartera/bolso
Hurto - 6,5 - - - - 2,2 4,6
Estafa 2,6 - - 1,2 0,9 - -
Abuso o coacción
- - - - 1,0 1,1 - -
policial
Tasa global de
- - 18% 11,9% 17,6% 16% - 17,4%
victimización

(Fuente: elaboración propia y a partir de García España, 2010)

Todos los datos precedentes hacen referencia al


porcentaje de los encuestados que, para cada año
evaluado, afirmaron haber sufrido un delito durante los 12
meses anteriores a la realización de cada encuesta. Sin
embargo, las preguntas experimentaron algunos cambios
de unas encuestas a otras, y por ello sus resultados no son
del todo equiparables. Por ejemplo, el robo de coches y el
hurto personal fueron omitidos en 1992, mientras que las
preguntas sobre sucesos violentos son diferentes entre
encuestas y la diferencia entre “atraco” y “tirón” no se
especifica en ellas con claridad. La lista de delitos
utilizada en cada caso también suscita algunos problemas
para la clasificación jurídica de los diversos sucesos. En la
mayoría, no se diferenció entre delitos consumados y
tentativos, o intentos de delito pero no completados (algo
que sí se hizo parcialmente en la encuesta de 2008), ni
entre faltas y delitos de lesiones.
Analizando con más detalle los datos de la encuesta de
2008, se observa que a finales de la primera década del
siglo XXI un 17,4% de la población española había
sufrido algún delito a lo largo de un año. La gran mayoría
de tales delitos era robos de pequeñas cantidades
económicas o propiedades, siendo el delito más común la
sustracción de objetos del interior de los vehículos.
Se observa también que las cifras de robo con violencia
han tendido a reducirse paulatinamente, a pesar de que
este delito continúa siendo en España comparativamente
más elevado que en otros países europeos. Lo anterior se
compensaría, en cierto modo, con las cifras más
moderadas de robo en domicilio, en comparación con
otros estados de Europa (Stangeland, Díez Ripollés, y
Durán, 1998).
Menos de una de cada mil mujeres manifestó haber
sufrido una violación durante el último año anterior a cada
una de las encuestas. Aunque, probablemente, existe una
relevante cifra negra de delincuencia sexual, integrada por
aquellos delitos que ni siquiera las víctimas revelan en
estas evaluaciones, por vergüenza u otras razones
personales o sociales.
Comparando las encuestas realizadas en España, entre
1978 y 2008, vemos que en general los resultados no
varían mucho de unas a otras. Las diferencias existentes
entre ellas probablemente se deban más a matices en los
modos de preguntar en cada una de las encuestas4, que no
a cambios relevantes de las tendencias delictivas.
Tampoco se aprecia en el diseño de muchos de estos
cuestionarios, especialmente en los correspondientes a las
encuestas más antiguas, gran interés por distinguir entre
los diferentes tipos de delito. El entrevistador preguntaba
sobre el delito del que se trataba y marcaba uno o más
tipos de incidentes en una lista bastante rudimentaria.
Según la experiencia del equipo que desarrolló
originariamente las encuestas de victimización de
Barcelona, esta técnica de encuesta tan restrictiva solo
permitiría conocer hasta el 40% del conjunto de episodios
delictivos acaecidos, cuyo recuerdo podría ser estimulado,
en cambio, mediante preguntas más específicas (Alabart,
Aragay y Sabaté, 1989: 35). Cuestiones más detalladas
sobre cada posible tipo de delito ayudarían más a la
memoria, y facilitarían el que los encuestados
mencionaran más vivencias delictivas. Por ello, es
probable que el modelo de encuesta que fue utilizado por
el CIS ofreciera cifras delictivas un poco segadas a la
baja, al no favorecer que los encuestados recordaran
posibles sucesos infractores menos graves.
El último estudio consignado en la tabla 4.16
corresponde a García España et al. (2009, 2010), y analizó
tanto la victimización del año 2008 como, más
ampliamente, del periodo de cinco años precedente (2004-
2008). En él se evaluaron las tasas de victimización
correspondientes al conjunto de las 52 capitales de
provincia españolas, y a los municipios de más de 50.000
habitantes, lo que englobaba un universo poblacional de
veintitrés millones y medio de personas de más de 16
años, varones y mujeres por mitades aproximadas. Para el
desarrollo de este estudio se utilizó el International Crime
Victims Survey (ICVS), aplicado telefónicamente
mediante el método CATI (Computer Assisted Telephone
Interviews with random dialing) (puede verse una
panorámica del uso internacional de este instrumento,
desde 1989 hasta los años 2000, en Aebi y Linde, 2010b).
En concreto, se evaluó a una muestra representativa de
1.400 personas (721 mujeres y 679 varones). En este
estudio nacional se obtuvo, para 2008, una tasa de
victimización anual del 17,4%, y, para el periodo de los
cinco años anteriores (2004-2008), una tasa global del
47,2%. Por intervalos de edad, el mayor riesgo de
victimización correspondió a personas entre 16-44 años,
decreciendo dicho riesgo con la edad.
Las encuestas de victimización también permiten
conocer, por boca de las propias víctimas, la frecuencia
con la que dicen haber presentado denuncia por los delitos
experimentados. En el estudio de victimización de García
España et al. (2009, 2010) se mostraron las siguientes
propensiones de denuncia, según tipos de delitos, durante
el periodo de los cinco años anteriores (véase cuadro
4.17).
CUADRO 4.17. La tendencia a denunciar los delitos sufridos (encuesta
ODA, 2008)

(Fuente: García España et al., 2009, 2010)

Se observa que la tendencia a denunciar los hechos varía


bastante según el tipo de delito. De acuerdo con la
encuesta española de 2008, se denunciarían por encima
del noventa por ciento de los robos de coche (en menor
grado, los robos de objetos del interior de los coches, los
daños a vehículos, y los robos de motos y bicicletas), en
torno al setenta y cinco por ciento los robos en viviendas
(bastante menos las tentativas), y más del cincuenta por
ciento los robos con violencia y los hurtos. García España
et al. (2010) encontraron que los principales motivos
aducidos por los ciudadanos para presentar una denuncia
eran el propio deber de denunciar los delitos (40,3%), el
hecho de contar con un seguro (25,9%), y el propósito de
recuperar el objeto sustraído (24,80). Algunas razones
frecuentes para no denunciar ciertos delitos, que aparecen
por ejemplo en la encuesta de seguridad pública de
Cataluña, son la escasa relevancia que pueda atribuirse al
hecho, miedo, falta de confianza en la policía y la justicia,
o el considerar que denunciar resulta complicado
(Departament d’Interior de la Generalitat de Catalunya,
2011).
Algunos delitos violentos (amenazas, agresiones físicas
y sexuales) se denuncian en menor grado, en un cuarenta
por ciento o menos. En estos casos, suelen ser motivos de
no denuncia el temor a que el agresor pueda vengarse, así
como los sentimientos de pudor y estigmatización que
experimenta la víctima.
Según las encuestas de victimización que se desarrollan
anualmente en la ciudad de Barcelona, la tendencia a
denunciar los hechos a la policía habría aumentado
durante las últimas décadas. Los ciudadanos en Barcelona
denunciaban en un 28% los delitos ocurridos en 1983,
mientras que lo hacían en un 40,6% en 2011 (IERMP,
2012). También García España et al. (2010) han puesto de
relieve este incremento de la tendencia a denunciar los
delitos en España, a partir de comparar, para nueve delitos
seleccionados, las encuestas de victimización de 1989 (en
que se denunciaron tales delitos en un 34%), 2005 (con
una tasa de denuncia del 48%), y 2008 (con un 58,6% de
hechos denunciados).

4.7.2. Encuestas regionales y urbanas


El Ayuntamiento de Barcelona ha promovido encuestas
anuales de victimización desde 1983, lo que permite
contar con una valiosa información sobre la evolución de
la delincuencia en dicha ciudad durante las últimas
décadas. El equipo científico asesor de estos estudios
(entre otros, Josep Maria Lahosa, Juli Sabaté, Josep Maria
Aragay y Anna Alabart) desarrolló un modelo de encuesta
propio, semejante al utilizado en el Internatinal Crime
Survey-ICS, aunque incluyendo diversas preguntas que
especifican mejor las tipologías de los posibles delitos
experimentados; por ejemplo, se matiza entre el robo y el
atraco en casa, y lo mismo en lo referido a los delitos que
puedan haberse sufrido en el lugar de trabajo. Las
entrevistas se realizan anualmente, por teléfono, a
muestras estadísticamente representativas de la población.
Habiendo mantenido el mismo procedimiento y
cuestionario a lo largo del tiempo, ha sido posible
disponer de una serie de datos que abarcan varias décadas,
y que pueden resultar inestimables para la planificación
de la seguridad ciudadana. Gracias a este esfuerzo,
Barcelona es la única ciudad en España que conoce con
precisión y detalle la evolución de su delincuencia
(IERMP, 2012; Sabaté et al., 1997). En paralelo, también
se investigan y analizan, con resultados muy similares, las
tasas de victimización correspondientes al conjunto del
área metropolitana de Barcelona.
El equipo de investigación del Instituto de Criminología
y del Observatorio de la Delincuencia de Andalucía
(ODA), de la Universidad de Málaga, ha desplegado,
desde principios de los años noventa hasta la actualidad,
una amplia investigación de las tasas de victimización
delictiva, a partir del modelo de encuesta del International
Crime Victimization Survey (ICVS), en las diversas
capitales andaluzas, en el conjunto de Andalucía, y,
posteriormente, en toda España (Stangeland, 1995b; Díez
Ripollés et al., 1996; García España, 2007; García España
et al., 2006, 2008, 2010). De acuerdo con sus resultados,
la tasa anual de victimización en las capitales andaluzas se
situaba, en el periodo 2006-2008, en torno al 26%
(hallándose las ciudades de Granada, Jaén, Málaga y
Almería algo por encima de la media andaluza, y Cádiz,
Sevilla, Huelva y Córdoba, un poco por debajo del
promedio). En relación con la percepción de seguridad
por parte de los ciudadanos, al respecto de la pregunta
“¿Cómo se siente andando solo de noche por su barrio?”,
tomando como referente la capital andaluza, Sevilla, casi
dos tercios de los encuestados decían sentirse “muy
seguros” (19,4%) o “bastante seguros” (42,9%), mientras
que algo más de un tercio de ellos afirmaba sentirse “un
poco inseguro” (25,8%), “muy inseguro” (7%), o “no
atreverse” a salir de noche (5%).
El mismo modelo de encuesta International Crime
Victimization Survey (ICVS) fue también elegido para los
estudios iniciales de victimización que se realizaron en
Cataluña a finales de los noventa (Aebi y Linde, 2010b;
Luque, 1998; van Kesteren et al., 2000). Posteriormente,
la llamada Enquesta de Seguretat Pública analiza, para el
conjunto del territorio catalán, la victimización delictiva,
la percepción de seguridad/inseguridad y otros aspectos
de percepción y valoración ciudadana acerca de la
actuación de la policía (Departament d’Interior,
Generalitat de Catalunya, 2011). Las tasas de
victimización de Cataluña obtenidas mediante esta
encuesta se incluyen, en el marco del siguiente epígrafe,
juntamente con las correspondientes específicamente a la
ciudad de Barcelona.
En 2009, la ciudad de Alcobendas, próxima a Madrid,
efectuó un estudio de victimización delictiva, a partir de
una muestra de 800 personas, entrevistadas por teléfono
(Departamento de Estudios y Evaluación del
Ayuntamiento de Alcobendas, 2010). En este análisis se
obtuvo un índice global de victimización del 34% (con un
29,8% de victimización consumada). La mayor
proporción de delitos puestos de relieve por las víctimas
hacía referencia a hechos contra los vehículos (25,6%), y
en menor grado a delitos contra la seguridad personal
(7,6%), los domicilios (4,8%), y los negocios (2%). De
todos los delitos experimentados, en un 37,9% de los
casos las víctimas habían formalizado denuncia, siendo
las mujeres, y en general las víctimas entre 35 y 44 años,
quienes denunciaron con mayor frecuencia.

4.7.3. Evolución de la victimización


Un problema importante de las encuestas de
victimización realizadas globalmente en España es, según
se vio, la falta de una coherencia plena entre ellas, de un
año a otro, en su metodología, selección de muestras, etc.
En general, al concebirse cada una de ellas, no parece que
se haya prestado demasiada atención a la posibilidad de
compararlas entre sí, de ahí que los diversos cuestionarios
se confeccionaran según el gusto y preferencias de cada
equipo investigador o gobierno de turno. Por estas
razones, a pesar de los esfuerzos económicos y científicos
realizados, que han permitido disponer de diversos datos
nacionales de victimización para momentos específicos,
es difícil obtener, sobre la base de los estudios nacionales
de victimización, una perspectiva longitudinal consistente
de la evolución de la delincuencia en España. Si el diseño
de las distintas encuestas en España hubiera seguido el
mismo modelo todos los años, como se hace en otros
países europeos, y también en los estudios realizados en la
ciudad de Barcelona, podría conocerse mejor cómo ha
evolucionado la delincuencia en el conjunto del Estado
español.
En ausencia de tales cifras longitudinales nacionales, en
el cuadro 4.18 se presenta la evolución de la victimización
delictiva que ha tenido lugar en Barcelona (y que podría
resultar una estimación razonable de lo ocurrido en otras
ciudades españolas de gran tamaño), entre 1983 y 2011
(IERMP, 2012; Sabaté et al., 1997: 62), así como,
también, las tasas de victimización correspondientes al
conjunto de Cataluña entre 2004 y 2010 (Departament
d’Interior, Generalitat de Catalunya, 2011).
CUADRO 4.18. Evolución de las tasas de victimización en Barcelona (1983-
2011) y en Cataluña (2004-2010)
(Fuentes: Enquesta de victimització de Barcelona 2012, IERMP, Ajuntament
de Barcelona, y Enquesta de Seguretat de Catalunya, 2011)

Como puede verse en el cuadro, las tendencias más


destacadas de las tasas de victimización en Barcelona
habrían sido las siguientes:
– Partiendo de un índice global, a principios de los años
ochenta, de en torno al 25%, la delincuencia descendió
entre mediados de los ochenta y principios de los
noventa, bajando hasta una tasa aproximada de un
14%.
– Dicha tasa de alrededor del 14% se mantuvo
esencialmente durante buena parte de los años
noventa.
– Desde finales de los noventa se produce un paulatino
ascenso de los delitos, que alcanza su nivel más
elevado, nuevamente alrededor del 25%, en 2009, con
un ligero descenso durante los dos años siguientes.
Los datos de toda Cataluña, para el periodo 2004-2010,
son paralelos, aunque de magnitud algo inferior (dado que
se incorpora todo el territorio catalán, tanto urbano —que
generalmente presenta mayor tasa delictiva— como rural
—con menos delitos—) a los de la ciudad de Barcelona:
relativo ascenso de la victimización hasta 2009 y posterior
disminución.
Al igual que sucedió en España, en los años 90 la
delincuencia también disminuyó en múltiples países
desarrollados, tanto si se atiende a datos victimológicos
como policiales. La reducción fue más pronunciada en
EEUU, mientras que las cifras de Europa occidental
mostraron, en cambio, una estabilización relativa o suave
descenso (Newman, 1999; Killias y Aebi, 2000; van
Kersteren, Mayhew, Nieuwbeerta y Bruinsma, 2000).
Para explicar estos cambios habría que explorar
distintos factores macroestructurales (económicos,
políticos, sociales, culturales, legales…), susceptibles de
operar con semejante fuerza en diferentes países. La
delincuencia es el resultado final de múltiples influencias
combinadas, ente las que probablemente también se
incluyan errores acumulativos en los diversos estamentos
sociales, y desde luego no aumenta o disminuye debido a
una única causa sencilla y aislada.
La sociedad española ha experimentado grandes
transformaciones durante las últimas décadas, que podrían
ser relevantes para una interpretación contextualizada de
la evolución de la delincuencia (García España et al.,
2009):
– Ha variado la estructura social en lo tocante a las
familias, particularmente debido a factores como el
retraso temporal de la maternidad, el incremento de las
separaciones matrimoniales y de pareja, y el aumento
de la esperanza de vida, habiendo descendido también
la proporción de parejas con hijos, y aumentado los
hogares unipersonales.
– Se ha producido un incremento considerable de la
población, pasando de 39 millones en 1994 a casi 47
millones en 2012. El factor más relevante para ello fue
el proceso intensivo de inmigración que aconteció
durante la primera década del siglo XXI, que, además,
tuvo también incidencia en una relativa alteración de
la pirámide de edad de la población, en dirección al
aumento del número de varones jóvenes (lo que suele
asociarse a más delitos).
– Se han operado importantes cambios relativos a los
hábitos de consumo de drogas y por lo que se refiere a
los perfiles de los consumidores. Se habría
evolucionado desde un consumo más amplio, por parte
de individuos en muchos casos marginalizados, de
heroína inyectada, en las décadas de los 80 y
principios de los 90, a un uso preferente de cocaína y
drogas de síntesis, que serían consumidas por jóvenes
a una edad más temprana y por adultos normalizados,
o no marginales.

4.8. CRIMINALIDAD COMPARADA


Para finalizar la serie de radiografías sobre la
delincuencia realizadas en este capítulo, a continuación se
presentará información de la criminalidad en el plano
internacional. A partir de ello podrá contrastarse la
distribución y prevalencia de la delincuencia en distintas
ciudades, países y áreas geográficas del mundo. A los
efectos de esta perspectiva comparada, se echará mano,
indistintamente, de diversas fuentes de información sobre
los delitos, a las que se ha hecho mención en los epígrafes
precedentes. Aebi (2008), por lo que se refiere a Europa,
y Salazar Tobar (2011), en relación con América Latina,
han puesto de relieve las dificultades y riesgos que
comportan las comparaciones internacionales de la
delincuencia, especialmente debido a los diferentes
procedimientos de cómputo estadístico, a menudo
dispares, que se emplean en los diversos países. Aun así,
y advirtiendo encarecidamente al lector sobre estas
dificultades y posibles sesgos de la información, a
continuación se resumen algunas comparaciones
internacionales de la delincuencia.

4.8.1. La delincuencia en ciudades significativas


del mundo
Comenzaremos este análisis internacional por la
delincuencia en las ciudades. El cuadro 4.19 recoge las
tasas anuales de victimización, en diversas
ciudades/capitales del mundo, categorizadas por
continentes, obtenidas en alguno de los años del periodo
2002-2005, a partir del International Crime Victimization
Survey (ICVS) (Van Dijk, Van Kesteren y Smit, 2007),
acerca del conjunto de 10 delitos, y, de modo más
específico, de los delitos de robo con violencia, hurto
personal y amenazas/agresiones. En realidad el único
continente representado de forma amplia es Europa,
mientras que de los demás se ofrece información de un
número muy reducido de ciudades. En la fila inferior de la
tabla se presentan las puntuaciones promedio de
victimización para cada tipo de delito, lo que puede
ayudar a contrastar qué ciudades se hallan por encima o
por debajo de la media, en cada delito específico.
CUADRO 4.19. Tasas, o porcentajes, de victimización anual en grandes
ciudades/capitales (2002-2005), para el conjunto de 10 delitos, y,
específicamente, para los tres delitos siguientes: robo con violencia, hurto
personal, y amenazas/agresiones
10 Robo con Hurto
Europa occidental Amenazas/agresiones
delitos violencia personal
Ámsterdam
27.0 1.1 4.4 5.9
(Holanda)
Atenas (Grecia) 13.5 0.7 3.5 2.4
Belfast (Irlanda del
26.1 2.5 5.9 9.2
Norte)
Berlín (Alemania) 19.3 1.2 5.2 4.1
Bruselas (Bélgica) 20.2 2.5 6.0 2.6
Budapest (Hungría) 12.6 1.1 5.5 1.6
Copenhague
22.9 1.2 4.6 3.6
(Dinamarca)
Dublín (Irlanda) 25.7 1.8 6.8 3.9
Edimburgo (Escocia) 16.6 1.2 4.6 4.6
Estocolmo (Suecia) 22.6 0.7 4.0 3.2
Helsinki (Finlandia) 20.5 1.4 3.0 4.5
Estambul (Turquía) 17.9 0.9 3.2 0.6
Lisboa (Portugal) 9.7 1.9 2.4 1.3
Londres (Inglaterra) 32.0 2.6 10.2 8.6
Madrid (España) 13.7 1.5 4.4 2.9
Oslo (Noruega) 21.5 1.0 7.5 4.1
París (Francia) 17.8 1.2 4.8 3.1
Reikiavik (Islandia) 26.4 0.7 8.2 7.0
Roma (Italia) 16.6 0.7 3.2 1.2
Tallin (Estonia) 29.3 2.8 9.6 3.7
Viena (Austria) 17.2 0.8 5.7 2.5
Varsovia (Polonia) 21.9 2.8 5.3 2.6
Zúrich (Suiza) 20.1 1.7 7.7 3.5
10 Robo con Hurto
América Amenazas/agresiones
delitos violencia personal
Buenos Aires
31.2 10.0 6.6 3.2
(Argentina)
Lima (Perú) - 7.4 12.3 -
Nueva York (EEUU) 23.3 2.3 7.7 5.1
Rio de Janeiro
15.0 5.1 2.5 1.5
(Brasil)
Sao Paolo (Brasil) 21.7 5.4 2.9 2.6
10 Robo con Hurto
África Amenazas/agresiones
delitos violencia personal
Johannesburgo
23.5 5.5 6.9 11.2
(Sudáfrica)
Maputo
37.7 7.6 9.9 6.2
(Mozambique)
10 Robo con Hurto
Asia Amenazas/agresiones
delitos violencia personal
Hong Kong (SAR
7.8 0.4 3.6 1.2
China)
Phnom Penh
41.3 1.8 12.8 6.8
(Camboya)
10 Robo con Hurto
Oceanía Amenazas/agresiones
delitos violencia personal
Sidney (Australia) 15.9 1.1 3.7 2.8
PROMEDIO 21.5 2.4 5.9 4.0

(Fuentes: Van Dijk et al., 2007; International Crime Victims Survey y 2005
EU ICS)

En el cuadro 4.20 se comparan, para las mismas


ciudades anteriores, las tasas reales de victimización con
el temor de los ciudadanos a la delincuencia. En concreto,
para cada ciudad se ofrecen, en un diagrama de barras,
dos datos paralelos: el porcentaje de victimización anual
en el conjunto de 10 delitos relevantes y frecuentes en el
periodo 2002-2004 (la barra más oscura), y el porcentaje
de población que, en cada ciudad, se siente insegura o
muy insegura en la calle de noche (2004/2005) (la barra
más clara) (Van Dijk et al., 2007).
CUADRO 4.20. Porcentaje de victimización anual en grandes
ciudades/capitales (2002/2004), para el conjunto de 10 delitos, y
porcentaje de la población que en dichas ciudades se siente insegura o
muy insegura en la calle de noche (2004/2005)

(Fuente: Van Dijk et al., 2007)

Como puede verse, en la inmensa mayoría de las


ciudades se muestra una fuerte incoherencia entre las
tasas reales de delitos que las víctimas informan haber
sufrido (que suelen más bajas) y las proporciones de
ciudadanos que se sienten inseguros en la calle por la
noche (que suelen ser más elevadas). Solo en algunas
ciudades, las ubicadas en la zona inferior del diagrama,
existe correspondencia entre realidad delictiva y miedo al
delito.
La información ofrecida en los cuadros 4.19 y 4.20 es
susceptible de múltiples análisis, comentarios y
razonamientos, por lo que se invita y anima a professores
y alumnos a una reflexión a fondo acerca de la
delincuencia y el miedo al delito que se producen en
diferentes ciudades y países, así como acerca de los
posibles factores relacionados con estos fenómenos.

4.8.2. Comparación entre países


Por lo que se refiere a los países, en el cuadro 4.21 se
presentan datos de victimización correspondientes a cinco
aplicaciones del International Crime Victimization Survey
(ICVS) (no todas realizadas en todos los países), entre
1989 y 2004/2005. Del conjunto de los 21 países acerca
de los cuales se cuenta con datos evolutivos sobre la
victimización, en 16 la delincuencia había disminuido a lo
largo de las dos décadas evaluadas, mientras que en 4
había aumentado.
CUADRO 4.21. Tasas, o porcentajes, de victimización en distintas regiones
mundiales y países 1989-2005, para 10 delitos (incluyendo delitos de
daños y robos en vehículos, robos en casas, hurtos, robos con
intimidación y violencia, amenazas y agresiones, y delitos sexuales)
Evolución
2004/ de la
Europa occidental 1989 1992 1996 2000
2005 delincuencia
1989-2005
Alemania 16.6 13.1/12.3 Disminución
Austria 13.9 11.6 Disminución
Bélgica 13.4 15.2 17.5 17.7 Aumento
Bulgaria 14.1
Dinamarca 20.6 18.8 Disminución
España 21.8 9.1 Disminución
27.6 28.3
Estonia 26.0 20.2 Disminución
(1993) (1995)
Finlandia 13.0 17.2 16.2 16.6 12.7
Francia 16.4 20.8 17.2 12.0 Disminución
Grecia 12.3
Holanda 21.9 25.7 26.0 20.2 19.7 Disminución
Hungría 10.0
Irlanda 21.9
Islandia 21.2
Italia 20.3 12.6 Disminución
Luxemburgo 12.7
Noruega 13.4 15.8 Aumento
Polonia 24.6 20.5 19.1 15.0 Disminución
Portugal 11.3 10.4 Estabilidad
Reino Unido [2005:
Inglaterra/Gales: 21.8; Escocia: 15.0 24.5 21.6 21.0 Aumento
13,3; Irlanda del Norte: 20.4]
Suecia 18.7 22.0 22.6 16.1 Disminución
Suiza 13.0 21.6 15.6 18.1 Aumento

América (del Norte)


Canadá 22.4 24.0 21.8 20.5 17.2 Disminución
Estados Unidos 25.0 22.2 21.5 17.6 17.5 Disminución
México 18.7
Asia
Japón 11.9 9.9 Disminución
Oceanía
Australia 23.3 24.0 25.2 16.3 Disminución
Nueva Zelanda 25.7 21.5 Disminución
PROMEDIOS 17.2 22.4 20.3 18.4 15.7 Disminución
(Fuentes: International Crime Victims Survey y 2005 EU ICS)

Por último, por lo que se refiere a los países, el cuadro


4.22 ofrece, para diferentes países y algunas ciudades, las
tasas de denuncia del conjunto de cinco tipos de delitos,
entre los que se incluyen robo personal, robo o intento de
robo en casa, y robo de coche o de bicicleta. Como puede
verse, existen grandes diferencias entre los países por lo
que se refiere a la propensión y hábitos de denuncia de los
delitos, desde múltiples estados europeos en que se
denuncian por encima del 50% de los delitos, hasta
distintas ciudades y países, especialmente de
Latinoamérica, en que se denuncian menos del 25% de los
delitos sufridos.
CUADRO 4.22. Tasa de denuncia ante la policía de cinco tipos de delitos
(robo personal, robo e intento de robo en casa, robo de coche o bicicleta)
en 2003/2004
(Fuente: Van Dijk et al., 2007)

En una perspectiva europea, el número de denuncias por


delito en España es, como puede verse, más bien bajo
(47%). La tasa de denuncias por delito parece reflejar, en
parte, el nivel de bienestar general y la calidad atribuida
por los ciudadanos de cada país al servicio policial. Ello
sería coherente con el hecho de que los países en que se
presentan más denuncias son los nórdicos y
centroeuropeos mientras que en países más desarrollados
se interponen menos denuncias.

4.8.3. La delincuencia en el mundo


Para finalizar este repaso internacional sobre la
magnitud de la delincuencia, a continuación se presentan
dos últimas informaciones comparativas acerca de la
criminalidad en el mundo. La primera, en el cuadro 4.23,
se refiere a las tasas de victimización por delitos de robo y
asalto, o agresión, en distintas regiones del planeta, según
un estudio financiado por el Banco Interamericano de
Desarrollo (Graham y Chaparro, 2011).
CUADRO 4.23. Tasas de victimización de robo y de asalto en diferentes
regiones del mundo
(Fuente: Graham y Chaparro, 2011)

Como puede verse en el cuadro 4.23, las tasas


victimológicas tanto por asaltos o agresiones como por
robos, dos delitos de alta prevalencia y alarma pública,
son sustancialmente más elevadas en África Subsahariana
y América Latina y el Caribe que en el resto de los
continentes y regiones.
Por último, el cuadro 4.24 recoge una comparativa, para
distintos continentes, de las tasas de homicidios por cada
cien mil habitantes, separadamente para hombres y
mujeres.
CUADRO 4.24. Tasas de homicidios de mujeres y varones, por 100.000 h.,
en distintas regiones del mundo (2008)

(Fuente: UNODC, 2011)

En el centro del diagrama se consignan las tasas


mundiales globales o medias, que para el caso de los
varones son de 14 homicidios por cada cien mil
habitantes, y para las mujeres de 2,7 homicidios. Es decir,
en promedio por cada mujer asesinada cinco varones
mueren violentamente. Sobre estos promedios pueden
verse, a la izquierda, los continentes que superan con
creces estas tasas medias, ambas Américas y África, y, a
la derecha, aquellos que quedan por debajo, Europa, Asia
y Oceanía.
PRINCIPIOS CRIMINOLÓGICOS Y POLÍTICA CRIMINAL
1. La medida de los delitos puede verse condicionada por distintos factores sociales y
estructurales, especialmente los relativos al control de la delincuencia (número de
policías, jueces, fiscales, plazas penitenciarias, etc., con que cuenta un país),
susceptibles de hacer que el fenómeno criminal aparente tener una mayor o menor
magnitud, a pesar de que no se hayan producido variaciones “reales” en el número
de los delitos. Lo anterior debe ser tenido en cuenta para valorar adecuadamente la
evolución de las cifras de la delincuencia.
2. La delincuencia se puede estudiar en varios niveles, por ejemplo a través de datos
judiciales, cifras policiales, y encuestas victimológicas. Es importante conocer los
sesgos y errores de cada una de estas fuentes de información, y utilizar la más
apropiada para cada tipo de análisis.
3. El miedo al delito y el grado percibido de inseguridad pública no parecen guardar
una relación directa con el riesgo de ser víctima de un delito, sino que en las
diversas sociedades ambos fenómenos resultan bastante independientes. El miedo
al delito tendría mucho más que ver con el grado en que los ciudadanos son
influidos por una mayor dramatización mediática de los sucesos delictivos, tal y
como suele ser habitual.
4. El hecho de que los datos sobre la criminalidad sean incompletos y, a veces,
sesgados, no es un problema exclusivo de la Criminología, sino que toda la
investigación social y económica se enfrenta a problemas metodológicos
similares.
5. La estadística judicial en España es muy incompleta, y sin mucha utilidad para
conocer la evolución de la delincuencia. Sin embargo, ofrece información veraz y
relevante sobre sentencias penales y personas condenadas según categorías
delictivas.
6. La estadística policial suele ser más detallada, y aporta una información más
precisa sobre los delitos denunciados, según tipo de delito, lugar y circunstancias
de los hechos. Aun así, también presenta diversas carencias de información,
problemas de validez y de fiabilidad.
7. Las encuestas de victimización incluyen información sobre los delitos que no han
sido denunciados, siendo el instrumento más apropiado para evaluar la
delincuencia común contra la propiedad. Sin embargo, no contienen información
sobre delitos económicos más organizados, tráfico de drogas o delitos contra el
medio ambiente. Tampoco son indicadores fiables de los delitos graves contra las
personas o contra la libertad sexual.
8. La fuerte subida de la delincuencia en España en los años ochenta se frenó en los
años noventa, y después se estabilizó en un nivel algo más elevado. Su magnitud
actual es moderada dentro del contexto europeo, y muy moderada en comparación
con la existente en otras regiones del mundo.
9. El análisis criminológico comparado de la delincuencia en distintos países y
regiones del mundo requiere la consideración de múltiples factores de diverso
orden: sociales, culturales, económicos, legales, etc., todo lo cual será objeto de
análisis a lo largo de esta obra. Como se verá más adelante, algunas teorías de la
criminalidad pueden resultar útiles también para estos análisis del fenómeno
criminal a gran escala.

CUESTIONES DE ESTUDIO
1. ¿Con qué medidas puede contarse para determinar el volumen de la delincuencia?
¿Qué significa que la delincuencia pueda representarse como si se tratara de un
“iceberg”?
2. ¿Qué ventajas e inconvenientes presenta la medida de la delincuencia a partir de
los siguientes métodos?:
• Las mediciones del miedo al delito o percepción de inseguridad
• Las estadísticas penitenciarias
• Las estadísticas judiciales/fiscales
• Las estadística policiales
• Las encuestas de autoinculpación
• Las encuestas de victimización

3. ¿Cuál sería la medida más adecuada para cuantificar el número de robos de


bicicletas? ¿Y el número de homicidios? En relación con años pasados, ¿ha
aumentado o ha disminuido la preocupación por la delincuencia?
4. ¿Cuáles son en la actualidad los principales problemas en España, a partir de las
encuestas del CIS u otras encuestas semejantes?
5. ¿A qué se debe que la estadística judicial sobre diligencias penales no refleje
adecuadamente el número de delitos existente? ¿Cómo podrían resolverse estas
dificultades? ¿Qué cambios habría que realizar en los modos de recoger y
presentar la información judicial?
6. ¿Ante qué instancias oficiales puede presentarse en España una denuncia por
delito? Buscar información al respecto, para poder conocer en qué proporciones se
distribuyen las denuncias que se presentan en unos y otros organismos.
7. ¿Cuáles son los principales problemas de las estadísticas policiales? ¿Qué significa
que carecen de información y precisión? ¿A qué se refieren los problemas de
validez u objetividad? ¿Y los problemas de fiabilidad?
8. ¿Cuáles son los delitos más denunciados ante la policía, y en qué proporciones se
denuncian? ¿Han variado estas proporciones durante los últimos años?
9. Buscar información actual sobre las cifras de denuncias recogidas por los diversos
cuerpos de policía existentes en España y analizar su magnitud y proporción
relativa sobre el conjunto de las denuncias. Contrastar también si existen mayores
o menores ratios de delitos específicos (lesiones, hurtos, robos, etc.) en unas
comunidades autónomas que en otras.
10. ¿Existen encuestas victimológicas recientes? ¿En qué grado han variado las tasas
de victimización en relación con las encuestas precedentes?
11. Recoger cifras globales sobre la delincuencia durante los últimos años y
compararlas con la evolución operada en la primera década del siglo XXI. En
contraste con lo sucedido anteriormente, ¿en la actualidad la delincuencia está
reduciéndose o aumentando? ¿Son confluyentes o discrepan al respecto las
diversas fuentes de información?
12. ¿En qué ciudades, países y regiones del mundo se cometen más delitos? ¿Han
variado dichas cifras durante los últimos años? Buscar información sobre los
diversos países o regiones y, a partir de ella, debatir qué posibles factores podrían
contribuir a las diferencias observadas en delincuencia entre países o
longitudinalmente, a lo largo del tiempo.

1 Por la lentitud del proceso penal, las sentencias suelen reflejar más bien
diligencias previas de años anteriores que diligencias del mismo año, pero
la misma desproporcionalidad se repite año tras año. En el quinquenio
1990-1994, por ejemplo, se contabilizan 11 millones de asuntos incoados,
y solamente 440 mil delitos apreciados
2 Estudios del CIS nº 1152, 1974, 2015 y 2152. Otros estudios que incluyen
una pregunta sobre experiencia de victimización sin especificar qué
delitos se sufrieron, son los nº 1453, 1714 y 1736. En 1980 se realizó un
estudio en el área metropolitana de Madrid (nº 1251), y, en 1982, un
estudio sobre victimización en tres ciudades españolas (encuesta nº 1313).
3 Compilado de Alvira 1982:36, CIS, 1978, tabla 14 y tablas no publicadas
de estudios posteriores. Se ha corregido una aparente confusión entre los
delitos callejeros con y sin violencia en los datos ofrecidos por Alvira
Martín, utilizando los porcentajes originales del CIS, 1978, que se supone
que son correctos.
4 Algunas de las encuestas realizadas preguntan por delitos sufridos por la
familia entera, y otras solo por delitos sufridos por la persona entrevistada.
También se puede preguntar por sucesos a lo largo de la vida, durante los
últimos dos años o los últimos 12 meses. Además, preguntas específicas
sobre cada tipo de delito aportan más respuestas positivas que preguntas
generales. Sobre estos problemas metodológicos, véase Alabart y Sabaté
(1989), La encuesta de seguridad ciudadana (Ayuntamiento de
Barcelona, p. 35), y Stangeland (1995), The Crime Puzzle (Miguel Gómez
Publicaciones, Málaga, capítulo 4).
Asuntos penales (delitos y faltas) ingresados en los tribunales de justicia
Denuncias policiales (presuntos delitos y faltas)

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