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7) Del olvido ala memoria Falco ina Caceres Gémez, Universidad de Costa Rica. Revision Filolégica: Lina Pochet Rodriguez. Disefio y diagramacion: Ediciones Grificas S.A. Disefio de portada: Carlos Picado Morales. La coleccién Del Olvido a la Memoria es resultado de la inspiracién del proyecto ;Memo- ria u Olvido? La Africania y las Identidades Centroamericanas (NEH) coordinado por el Dr. Lowell Gudmundson. Fotografia de portada: "Una escuela en una finca UECO en la provincia de Limén, Costa Rica, ca.1920: Titulo original: “Children Going Home from School, Costa Rica, 1924 United Fruit Company Photograph Collection, box 76A, #601. Baker Library Historical Collections. Harvard Business School. La impresién de este fasciculo es posible gracias ala Oficina de UNESCO San José yal aporte del Colegio de Licenciados y Profesores en Letras, Filosofia, Ciencias y Artes de Costa Rica. Las opiniones aqui expresadas son responsabilidad de sus autores. Se autoriza el uso de este material con la condicidn de citar la fuente. Fecha de edicior 011 CCatodra de Estudios de Atrica y ol Canbe 4QUE TAN AJENOS, Y QUE TAN EXTRANJEROS?: LOS ANTILLANOS BRITANICOS EN AMERICA CENTRAL, 1870-1940 LARA PUTNAM Esta es la historia de un mundo mévil, creado por Patua: lengua creole, mezela _cientos de miles de hombres y mujeres que se mo- de francés y lenguas africa- _vieron entre las islas y los margenes del Gran Ca- nas, hablada en las Antillas ibe a la vuelta del siglo XX. Es una historia que francesas. “Las mujeres venden los pro- dductos de sus hortalizas en el mercado de Mandeville, Ja: maica, 1904” Estereografia, H.C. White Co, c. 1904, Bib- lioteea del Congreso de los EEUU, Division de Imé- genes y Fotografias, no. LC- USz62-91667 detalla la creacin de comunidades heterogéneas y fluidas dentro de una subregién especifica de ese mundo mévil pan-Caribeft: las tierras bajas de la vertiente atlantica de América Central, en donde al comienzo del siglo XX, ninguna linea separé el trato que recibian los inmigrantes de piel oscura y de habla inglés y patua, de los muchos otros trabajadores que Ilegaban desde el altiplano o las lanuras del Pacifico. Yes la historia de la destruccién de ese mundo mévil y el aislamiento forzado de esas comunidades en las décadas de 1920 y 1930, época en la cual todos los estados centroamericanos (y de hecho, casi todas las repiblicas hispanoparlantes circuncaribefas) implementaron nuevas leyes migratorias anti- negros que truncaron la circu- lacién migratoria ya estableci- da, haciendo el viaje de puerto a puerto, costoso, riesgoso, a veces humillante, a veces imposible, fracturando la precaria prospe- ridad que las familias antillanas habian logrado a través de la la- boriosa internacionalizacién de las economias domésticas. LOS CIRCUITOS MIGRATORIOS DELGRAN CARIBE: 1870-1920 Para finales del siglo XIX, los mi: grantes caribeftos britdnicos que viajaron hacia América Central habian creado redes sociales que CCatodra de Estusios do Africa y ol Cano facilitaron un flujo continuo de personas y noticias entre las islas y el istmo. Desde la década de 1870 hasta la década de 1900, los princi- pales circuitos de migracién vincularon Jamaica con Panama y Costa Rica, donde la construccién del canal y del ferrocarril, y la expansién de las plantaciones bananeras, emplearon miles de antillanos brité- nicos. Algunos migrantes viajaron bajo contrato con concesionarios ferroviarios, exportadores de banano o con la compafia canalera francesa, Muchos otros viajaron por cuenta propia y encontraron trabajo en las economfas de servicio de puertos como Limén, Colén y Panam, 0 se adentraron en el bosque lluvioso circundante para sem- brar bananos y comestibles. Otros, moviéndose al norte y al sur a lo largo de la costa, crearon nuevos lazos con las poblaciones angl6fonas de origen africano que se habfan establecido en las tierras fronterizas entre los dominios imperiales espaitol e inglés en la época colonial: en las Islas de la Bahia y la costa del norte de Honduras; San Andrés y Providencia; Bluefields, San Juan del Norte (Greytown), Turtle Bo- gue; Bocas del Toro ¢ Isla Bastimento. s de hombres y mujeres viajaron desde Martinica y Guadalupe al istmo de Panama durante la construccién del canal francés en la década de 1880. Pero no fue sino hasta que el gobierno estado- unidense empez6, en 1905, a reclutar obreros en Barbados para su propio proyecto canalero en Panama en 1905, el cual empez6 una circulacién sostenida entre el Caribe oriental y occidental. Unos 45. 000 barbadenses viajaron a Panamé durante la construccién del ca- nal, Miles de mujeres y hombres oriundos de otras islas del Caribe oriental abordaron también los vapores con destino a Panama. Cada ola migratoria creé recursos, redes y destrezas que alentaron y mo- dularon ala siguiente. El dinamismo de los proyectos de construccién a lo largo de la costa caribefia occidental, la tala forestal del bosque lluvioso y las exporta- ciones de fruta provocaron una gran movilidad. Unos 80. 000 hom- bres y mujeres salieron de Jamaica hacia Panama durante la cons- truccién del canal en la primera década del siglo veinte; una pequefia proporcién permanecié en el istmo, mientras otros siguieron para buscar nuevas opciones y nuevos rumbos. La repentina caida de los trabajos en Panam, al concluir la construc- cidn canalerayy de las exportaciones bananeras de Jamaica y Costa Rica durante la Primera Guerra Mundial, se combinaron con la meteérica subida en los precios del azticar durante e inmediatamente después de la guerra, para reconfigurar los flujos migratorios caribentos. Después de 1915, Cuba se convirtié en el principal destino para los trabajadores del Caribe occidental, mientras que Republica Dominicana vino a ocu- par una posicién similar para los del Caribe oriental. (Cétedra do Estudios de Amica y ol Canbe 2 A 5 i i 3 8 8 Bh6b 3804 006s ePEeP 1esUoIs0 K [eIUEPI2I20 egiseD Je eIDeY eUEIIIUE UO!>EIbIN, Cétodra de Estudios de Africa y ol Carbo OveL eiseu 6461 epsep En Cuba, en 1913, los oficiales reportaron 1.010 llegadas desde Costa Rica: al parecer en su gran mayoria antillanos britanicos. Cerca de la quinta parte de los mas de 7.000 jamaiquinos que entré a Cuba en 1916, informaron que su tiltimo lugar de residencia no habia sido su pafs de nacimiento; en 1917, mas de una cuarta parte de los casi 8.000 jamaiquinos que lleg6 a Cuba dijo lo mismo. Para 1940, el total de ja- maiquinos que habia llegado a Jamaica desde Cuba superaria por mas de 6.000 al ntimero de jamaiquinos que habia zarpado desde Jamaica para Cuba, lo cual evidencia del papel de Cuba como un destino pos- terior para los jamaiquinos, y para los hijos de esos migrantes, que originalmente habjan salido para América Central.* Mientras tanto la migracién afro-antillana hacia la Ciudad de Nueva York crecié con rapidez, promediando 4.800 llegadas por afio desde 1905 hasta 1919, y 7.300 por afio desde 1920 hasta 1924. Para 1930, los inmigrantes caribefios y sus hijos constitufan cerca de una cuarta parte de la poblacién de Harlem. EL COLOR DE LA LEY EN LA CENTROAMERICA DE FINES DE SIGLO A finales del siglo XIX, las politicas de los estados circuncaribefios en relacién con la “raza” y la inmigracién eran contradictorias. En Costa Rica, por ejemplo, una ley de 1862 prohibié a los proyectos de colonizacién que ofrecieran tierra a los inmigrantes de “raza africana ‘china’, No obstante, los oficiales costarricenses estimularon de ma- nera activa a los extrabajadores ferroviarios (afroantillanos) a solici- tar terrenos en Limén en las décadas de 1880 y 1890. En los mismos afios, hombres afronorteamericanos y afrocaribefios no solo trabaja- ban en los ferrocarriles de Guatemala, sino que abrieron cantinas, sacaron licencias para casas de juego y cortejaron mujeres guatemaltecas en ciudades a lo largo de la linea ferroviaria. Para los migrantes afroantillanos, lo mismo que para toda la gente trabajadora del Caribe occidental, habia una distincién fundamental entre las “zonas” controladas por Estados Uni- dos ~como la Zona del Canal en Panamé, o las “zonas blancas” de la United Fruit -y los puer- tos, ciudades y campos que las rodeaban. Las primeras eran administradas de forma directa por autoridades norteamericanas, quienes im- plementaron la segregacién racial y ofrecieron a los no ciudadanos, no blancos, pocos derechos y ningain tribunal de apelacién. En contraste, Cétodra de Estudios do Africa y ol Carbo “Jovenes reclutas del Ejrcito de Panamé, 1904” Estereografia, Underwood & Underwood, © 1904, Biblioteca del Congreso de los EEUU, Division de Imigenes y Fotografias, no. LC-USZ62-75742. los espacios fuera de las “zonas’, a pesar de que estaban igualmente orientados hacia la produccién para la exportacién, fueron vigilados y gobernados por los Estados centroamericanos. Y de hecho, a principios del siglo XX, no era inusual que las autorida- des locales nombradas por esos Estados centroamericanos, tuvieran cara negra y hablaran inglés criollo. Una gran proporcién de los ofi- La eugenesia era un movimiento seudo cientifico, que en alianza con un politico, buscaba la supuesta calidad genética de las poblaciones: ciales en Greytown y Bluefields eran afro-descendientes originarios de Jamaica o Belice. En el Lim6n de prin- cipios del siglo XX, los inmigrantes afrocaribefios eran con regularidad designados como jueces de paz, encar- gados de registrar la informacién civil, imponer multas, responder a crisis en el orden piblico y de transportar arrestados a las autoridades en Puerto Limén. Otros in- migrantes afto-descendientes fueron contratados como policias. De igual manera, el sistema politico legal de Panama tenia espacio para inmigrantes deseosos de trabajar. Quiénes ejercerian la autoridad policial, hasta dénde y a través de qué medios, se convirtié en un punto per- manente de controversia dentro y alrededor de la Zona del Canal. Policias afro-panamenos, y a veces afto-an- tillanos, patrullaban las ciudades terminales de Colén y Panamé, fuera de la Zona del Canal, hecho que algunos viajeros norteamericanos (acostumbrados a jerarquias raciales mucho més rigidas y exclusivas) encontraron més que un poco perturbador. Asi, a principios del siglo XX los antillanos briténicos no s6lo cruzaban por las fronteras nacionales sin ma- yor problema, sino que en algunos casos participaban en los procesos de construccién del Estado en Centro- américa, Era un momento en el que a lo largo del istmo os gobiernos nacionales buscaban expandir su autori- dad sobre las tierras bajas cariberias, El hecho de que la mano de obra que construfa los ferrocarriles, plan- taciones, telégrafos y muelles fuera en su mayoria de ascendencia afro motivé no pocos gestos de desaprobacién entre las lites capitalinas centroamericanas. La negritud de los trabajadores inmigrantes no se percibfa ni como ex- trafia ni amenazadora per se. Es cierto que en el curso del siglo XIX, las. lites centroamericanas habian borrado en gran parte las raices mula- tas y pardas de sus pueblos, creando un conjunto de mitos racializados que alegaban que sus naciones sélo tenian progenitores espafioles ein digenas. Pero antes de la década de 1920, no encontramos una nocién polarizada del “vicio negro” como la antitesis de la “virtud blanca” en el debate piiblico centroamericano. Eso vendria tiempo después. EL REPENTINO SURGIMIENTO DEL RACISMO ESTATAL ANTINEGRO. En 1915, el diputado costarricense Leonidas Bricefio propuso una ley para prohibir a las mujeres costarricenses casarse con hombres negros 0 asidticos, o con cualquier otro con “condiciones biolégicas” que pudieran llevar a la “degeneracién de sus descendientes”” La in- clusién que hizo Bricefio de criterios raciales fue un presagio del de- venir. A lo largo de la regién se invocarian en los afios 1920, ideas eu- genésicas para justificar nuevas leyes de exclusién anti-negra. Pero en 1915, la propuesta no prosperd. Por el contrario, a pesar del deseo declarado de “mejorar” la “estirpe nacional” por medio de la “buena inmigracién’ (entiéndase europea), la entrada de inmigrantes afroan- tillanos no fue bloqueada por ningiin pais circun-caribeito antes de principios de los aftos 1920s. Fueron los inmigrantes asidticos y del Oriente Medio quienes vivie- ron el primer embate de las leyes exclusionistas. Panamé prohibié la inmigracién de chinos, turcos y sirios en 1904." El Salvador declaré a todos los chinos “extranjeros perniciosos” y prohibié su entrada des- de 1897; leyes posteriores excluyeron a los arabes, malasios, libios, turcos, gitanos, sirios y palestinos."' El Estado costarricense prohibié a entrada a los chinos en 1897 y en 1904 afadié a los drabes, turcos, sirios, armenios y gitanos de “cualquier nacionalidad” a la lista de “ra- zas prohibidas’, Un decreto de 1912 extendié la prohibicién a “los in- dividuos de la clase coli’, con la intencién de detener la inmigracin de surasisticos, antiguos trabajadores por contrato quienes llegaban luego de pasar por Jamaica y Panamé.!” EI segundo embate seria a mediados de la década de 1920 cuando ‘empez6 otra oleada de legislacién racista. Los gobiernos de la region crearon sanciones legales para limitar, multar, y, finalmente, prohibir la entrada de migrantes de ascendencia afro. Otras leyes limitaron la contratacién de los residentes “de raza de color” que no fuesen ciuda- danos en trabajos publicos, y hasta en empresas privadas (ain aqué- llos quienes habfan nacidos en suelo centroamericano, pero cuyos padres o madres fuesen inmigrantes). Las nuevas leyes funcionaron conjuntamente con nuevas presiones “extralegales”: los oficiales con frecuencia pedian una “mordida” para dejar pasar o dejar trabajar a quienes les faltaba algo de la extensa documentacién (pasaportes, vi- sas, certificados de nacimiento, permisos de residencia), que ahora se pedia por primera vez. Y en algunos casos, se llegé a expulsar a una Cétodra de Estudios de Africa yal Carbo gran cantidad de afrocariberios ~algunos de ellos nacidos en el pais, residentes de segunda o tercera generacién. En Honduras, en 1929, los afro-descendientes fueron afiadidos a la lista de “razas restringidas” obligados a ofrecer un depésito de $2. 500 para entrar al pais y, en 1934, una nueva ley prohibié de planola entra- da de “negros, coolis, gitanos y chinos’," Una ley de 1926 en Panama aftadié a los “negros cuya lengua nativa no sea el espaiol” a la lista de las razas “indeseables” y prohibié su inmigracién; una ley de 1928 li- mité el acceso a la ciudadania para aquellos que ya residian en el pais. En 1941, una nueva constitucién despojé a los hijos de inmigrantes negros nacidos después de 1928 de su nacionalidad panamena,'* En 1931, Guatemala declaré ilegal la inmigracién de extranjeros de “raza negra’, en 1936 acordé una total prohibicién “por razones étnicas” a la entrada de personas de “razas negras” 0 “amarillas 0 mongoles” 6 “gitanos de cualquier nacionalidad’® De forma similar, para 1936 Nicaragua excluy6 a los negros junto con los chinos, arabes, sitios, armenios, gitanos y coolis. Y una nueva ley en El Salvador declaré ilegal, en 1925, la entrada de “miembros de las razas de color’. 2Qué habia cambiado? EL CONTEXTO INTERNACIONAL DE LA RESTRICCION MIGRATORIA Las crisis econémicas habfan sacudido la regién a partir de la década de 1920. Con las contracciones de las exportaciones (tan dependien- tes de monocultivos), y con el desempleo en ascenso, en cada sociedad receptora habfan surgido nuevos movimientos sociales que exigian un remedio a la crisis. Algunos lideres sindicales hispano-mestizos, en especial aquellos ligados a los partidos socialistas 0 comunistas, buscaron hacer frente comtin con los trabajadores afroantillanos. Sin embargo, fueron mas comunes los _planteamientos populistas xe- nofdbicos y exclusionistas, que buscaban aliados entre las burguestas nacionales para una postura de enfrentamiento hacia el “capital ex- tranjero” y “la mano de obra extranjera’. Los gritos de ";Afuera Chom- bos!” se escuchaban de noche en los barrios afroantillanos de Panama yColén, donde grupos de jévenes aliados con los nuevos partidos na- cionalistas panamefos recorrfan las calles en la oscuridad, golpeando puertas para sembrar terror.” Sin embargo, la explicacién de las nuevas leyes anti-negras no. resi- de meramente en los conflictos locales laborales, sino en un cambio internacional en la definicién y metas de la soberania del Estado. La ley Johnson-Reed de 1924 de los Estados Unidos habia adoptado la supuesta calidad eugenésica y capacidad de asimilacién cultural de cada grupo, como los principios orientadores de la politica migratoria (Cétedra do Estudios de Amica y l Canbe estadounidense. Se impusieron tantos limites a las visas emitidas en las Antillas britanicas, que en un solo afo se recortaron las salidas anuales de inmigrantes negros para los Estados Unidos en un 90%." La creciente preeminencia del tema de la inmigracién en los asuntos interamericanos se reflejé en la Primera Conferencia Panamericana de Eugenesia y Homicultura, realizada en La Habana en diciembre de 1927. Dieciséis naciones, entre ellas Panama, Costa Rica, El Sal- vador, Guatemala y Honduras, asi como Cuba, la Reptiblica Domi- nicana, Venezuela, Colombia y los Estados Unidos enviaron delega- dos. La conferencia fue convocada y orientada por el prominente médico higienista cubano, Dr. Domingo Ramos en consulta con el eugenecista estadounidense, Charles Davenport, jefe del Eu- genics Record Office de la Institucién Carnegie, cuyo apoyo habia sido crucial para dar forma a la ley Johnson-Reed."” El primer punto en la agenda? “La inmigracién en relacién con las condiciones fisicas, mentales y morales de la poblacién’: Como lo explicé el Dr. Rafael Martinez Ortiz, Secretario de Estado cubano, en sus comentarios de apertura, “los es- fuerzos por mejorar al hombre en nuestros paises respectivos” de nada valdrian ‘si, (..}, mirésemos con indiferente descuido, el ingreso en nuestras sociedades, de individuos o de razas pocos aptas para amalgamarse y fundirse con las nuestras, 0 poseedoras de taras o predisposiciones heredi- tarias patolégicas, o carentes de cualidades de sociabilidad [...] e indicadoras unas de falta de resistencia fisica y otras de defectuosa organiza- cién cerebral insuficiente ¢ inadecuada para el desarrollo de las altas funciones de los pueblos modernos’, “Las generaciones del porvenir de- pendern de nuestras decisiones en el presente. Las naciones, que guiadas por la ciencia se pro- pongan fundar pueblos biolégicamente fuertes, dominardn en el futuro a aquellos que no deseen ver esta realidad’, La mera nocién de una “eugenesia panamericana” presumia que to- das las naciones que asistian a la conferencia eran colegas y aliadas en su busqueda de la fortaleza biolégica. En sus palabras de apertura, Ramos y Martinez Ortiz hicieron alarde de celebrar “las dos grandes y principales estirpes raciales a las cuales pertenecemos": |...) dos Catodra de Estusios de Africa y ol Carbo ‘Las mujeres lavan ropa en tuna acequia en la Zona del Ca- nal, Panamé, 1908" Fotografia ‘William J. Ewen, ¢. 1908. Bib- lioteca del Congreso de los EEUU, Division de Imi genes y Fotografias, no. LC- USz62-75685. razas superiores... la Latina... y la Sajona’2' En otras palabras, la pa- ridad panamericana en el proyecto eugenésico dependia de la afirma- cién de que la “raza latina” en América Latina era unitaria, eugenésica y predominante. 2Realmente asi lo veian los eugenistas estadounidenses? Todo lo con- trario. Menos del 10% de la poblacién de América Latina era "blan- ca’, concluyé Robert Foerster, profesor de ciencias econémicas de la Universidad de Princeton, en un informe de 1925 solicitado por el Comité sobre Inmigracién y Naturalizacién del congreso estado- unidense (del cual Davenport eran asesor regular). “En ninguna otra 4rea comparable de la superficie terrestre ha habido un cruce tan ex- tensivo de razas diversas y distantes” ~con resultados tan lamentables como se esperaba" “Permitir la entrada a los latinoamericanos a los Estados Unidos fue una miope insensatez”. El “argumento econémico para la inmigracién siempre ha sido peligroso. Ningiin hombre es sélo obrero. También es ciudadano y debe ser visto también como el padre de més ciudadanos’® Asi los “efectos politicos” de los “factores de raza’ persisten y se difunden, insistia Foerster. “En los términos mds simples, entonces, la cuestidn de la inmigracion latinoamericana debe ser afirmada ast: son los elementos de raza ahi presentes dignos de ser acogidos hoy en dia como parte de su estirpe racial? A esta pre- ‘gunta la respuesta negativa debe ser contundente™® Buscando fomentar un proyecto hemisférico de exclusién migratorio, en contra de las migraciones vistas por los eugenistas como mas noci- vas (la asidtica, la africana, y la semitica 0 judia), Davenport evadié opi- nar en la Habana sobre las declaraciones de los representantes latinoa- mericanos aseverando la paridad de “la raza sajona’ y “la raza latina? Sin embargo, el delegado mexicano, Dr. Rafael Santamarina, puso en riesgo la ficcién de una unidad panamericana, al referirse, explicitamen- te, a la discriminacién enfrentada por los migrantes mexicanos en la zona fronteriza con los E.E.U,U El comentario encapsulé una verdad ‘més amplia: que en el proyecto eugenésico emprendido por los Estados Unidos, las naciones latinoamericanas no eran realmente vistas como colegas y pares, sino como objetos de estudio y sujetos de exclusién. Algunos delegados se unieron al representante mexicano expresan- do su incomodidad con el enfoque norteamericano. El delegado pa- namefio, en contraste, abraz6 la posicién de Davenport, aseverando con orgullo que en su propio pais, como en los Estados Unidos, “ha sido necesario... ser drasticos en este problema.” porque los trabaja- dores antillanos llegados en la época canalera “se repartieron en las poblaciones de Ciudad de Panama y Coldn, impidiendo el estableci- miento de regulaciones eugenésicas apropiadas”. Aclaré: “...mas que una prohibicién de nacionalidad en nuestras leyes, lo que existe es (Catodra de Estudios de Arica y ol Canbe una prohibicién de razas, de manera que, como se discutié con am- plitud en el Congreso de mi pais, cuando esa ley fue sujeta a debate... lo primero que se dijo fue que los antillanos de raza inferior, de raza de color, no podian entrar a mi pais y justo porque hay otros paises de origen latino, localizados dentro de las Antillas... hicimos una excepcién especifica para Puerto Rico, Santo Domingo y Cuba’ En otras palabras, la ficcién compartida a nivel panamericano, que aseveraba la homogeneidad racial y el valor eugenésico latinoameri- anos, se sustentaba mediante el trazo imaginario de una linea entre las poblaciones del Caribe britinico y aquéllas del Caribe hispano- parlante. Los movimientos migratorios y re-migratorios de la diés- pora africana que desde hacia siglos habjan unido a Centroamérica, el norte de Suramérica, y las islas del Caribe—antes aceptadas por los lites hispanoamericanos como un componente necesario del pobla- miento de las tierras bajas tropicales—tendrfan que ser no sdlo fre- nados sino borrados de forma retroactiva, para que los contornos de territorio, nacionalidad, cultura y “raza” pudieran ser coincidentes. Hasta la década de 1920, la posicién del gobierno norteamericano so- bre la restriccién migratoria en América Central, habia sido idéntica a la de la United Fruit Company: los empleadores debian ser libres para combinar trabajadores y sitios de trabajo a su gusto, sin importar los limites territoriales, la ciudadania o el color. Con las nuevas le- yes y reglamentos migratorios estadounidenses de los afios 20s esto cambié. Al revisar sus leyes inmigratorias en los afios siguientes, las, repiblicas latinoamericanas se presentaban como orgullosas colabo- radoras del proyecto estadounidense de exclusién eugenésica, cui dandose de no llegar a ser blancos de la misma. No es que la conferencia de la Habana tuviera un impacto contunden- te por si sola, Era més bien un indicador de un reajuste fundamental que se estaba operando a nivel internacional, Era el momento de auge de los populismos, los nacionalismos y los fascismos. Y como parte de este proceso, “la eugenesia formé parte del vocabulario politico de casi toda fuerza modernizadora importante entre las dos guerras mundiales’2” Asi que no es de extraftar que en Centroamérica y en el, resto del Gran Caribe hispano las denuncias sobre la “amenaza” de los antillanos, “extranjeros” “indeseables por su raza’ e “inasimilables por sus costumbres’, se convirtieron en una herramienta retérica cla- ve para quienes buscaban posicionarse como defensores de la “solida- ridad orgénica” y la “sangre” de la nacién.* Los politicos de clase media y los lideres sindicales que demandaban mayor participacién politica en las décadas de 1920 y 1930, solian sefialar a la “importacién” de mano de obra extranjera, por parte de las compaiiias norteamericanas, como evidencia del rapaz descuido $a o— Cétodra de Estudios de Africa y ol Carbo de la antigua élite a los intereses de la nacién, De esta manera, la retdrica racista y xendfoba llegé a ser de un elemento comin de los planteamientos populistas tanto en Panama y Costa Rica, como en Cuba, Repiiblica Dominicana, Venezuela y los EEUU. LA DESNACIONALIZACION RETROACTIVA DE LA POBLACION AFROANTILLANA Fue asi como para los afios 1930, la presencia en Centroamérica de los antillanos briténicos que se habfan asentado hacia mucho tiem- po—de hecho, hacia multiples generaciones—era denunciada como una “incursién intimidante: una amenaza tanto al bienestar de la cla- se trabajadora como al destino geopolitico nacional’, En Panamé la prensa hispanoparlante se llenaba de llamados para una accién es- tatal para expulsar a los afroantillanos, vistos ahora como cuerpos extrafios equiparados a una infestacién microbiana: “Tenemos una civilizacién latina que est4 en un peligro profundo, a menos que to- memos las medidas necesarias para contrarrestar el establecimiento aqui, de un niicleo poderoso, de una raza extrafia... En Costa Rica, en 1924, los diputados del Congreso Nacional votaron para reducir el arancel de entrada que pagaban los inmigrantes—en su gran mayoria afrocaribefios—con el fin de incrementar la oferta de mano de obra en la vertiente Caribe, y reducir el diferencial salarial que en ese entonces tentaba a los campesinos del Valle Central a bus- car suerte en tierras limonenses. Sin embargo, sélo una década des- pués, el gobierno intentaba prohibir toda inmigracién afro-caribena. En 1934, el Ministro de Relaciones Exteriores de Costa Rica instruyé a todos los cénsules costarricenses en el exterior a “que se abstuvieran de emitir pasaportes o visas a personas que pertenecieran a la raza negra, hasta nuevo aviso;” como medida provisional mientras el Go- bierno consideraba reformar la ley de inmigracién para restringir la entrada de “personas de la raza negra’ Los “riesgos eugenésicos” ahora llamaban la atencién de una amplia gama de oficiales. La supuesta amenaza demandaba accién del gobier- nocon la meta de regular el espacio nacional, no solo mediante el cierre de las fronteras ante las nuevas llegadas y la segregacicn geografica de osantillanos ya asentados en Costa Rica, sino que también con la regu- lacién del espacio intimo, prohibiendo los matrimonios inter-raciales. Al Ministro Gurdian, segiin un observador: “le gustarfa ver la promul- gacién de una legislacién que prohibiera a los negros establecerse por encima de cierto limite geografico, y él irfa tan lejos como prohibir los matrimonios mixtos, incluso en las tierras bajas”. La regulacién del es- pacio residencial, sin embargo, dependeria de la posibilidad de retroce- der las fronteras de pertenencia civica: los derechos civiles tendrfan que (Cétedra do Estudios de Amica y ol Canbe ser redefinidos como dependientes de la ciudadania, y la ciudadanfa ser reafirmada como un asunto de ascendencia genealégica mas que de lugar de nacimiento. “El anterior ministro de Relaciones Exteriores (St. Pacheco) una vez me dijo que habian dificultades constitucionales que obstaculizarian una politica de restriccién residencial para los elemen- tos negros de la poblacién, pero el Sr. Gurdian al parecer no estima este ‘obstéculo como infranqueable, ya que la mayoria de los negros nacidos ‘en Costa Rica son de padres extranjeros y son, por lo tanto, no naciona- les del pais a a luz de la ley local’. ** Los llamados en pro de la segregacién racial se escucharon fuerte- mente en la prensa vallecentralina de Costa Rica, y los autores repe- tidamente citaron al tunel del ferrocarril en Turrialba como el limite natural entre las tierras bajas “negras” y las tierras altas “blancas”. Ta- les pronunciamientos se recibieron con una mezcla de incredulidad e ironfa por parte de la prensa antillana angloparlante en Limén, quie- nes se apoyaban en la antigua definicién de ciudadanfa, determina- da por el lugar de nacimiento mas que de ascendencia, y confiaban (cingenuamente?) que el gobierno hiciera lo mismo. Los editores del Limén Searchlight escribfan en 1930: “Hay quejas de parte de algunos costarricenses impen- santes, de lo que denuncian como la “invasién de la gente de color mds alld del tunel’; y afirman que hay una ley que prohibe la entrada de gente de color mas alld del tiinel, zolvida ese caballero que [el presiden- te] don Tomds Guardia, contraté a esa gente de color aqui para hacer el trabajo que no podia ser hecho por el propio costarricense [durante la construccién del fe- rrocarril en la década de 1870] y después de que aque- las gentes completaran esa misién ges justo decir a su prole, ‘costarricenses” por nacimiento, que no pueden tener acceso libre a cualquier parte del pais en el que nacieron? ¢Esté el caballero sugiriendo la divisién del pats desde el tiinel a San José para los blancos, y del tinel a Limén gobernado por negros? " Los archivos histéricos demuestran contundentemente que ninguna politica de restriccién geogréfica basada en “la raza" fue formalmente promulgada en Costa Rica. Sin embargo, la persistencia de tal creen- cia confirma la intensidad de las practicas extrajuridicas de la segrega- cién y discriminacién a partir de los aftos 1930.” “Si un negro venia ala parte blanca de la ciudad, lo echébamos a pedradas’, recordé una mujer de Turrialba. “Mis papas fueron obligados a bajarse del tren en (Cétedra do Estudios de Amica y ol Canbe ‘Turrialba, no se les permitié continuar’, insistié en Jamaica una mujer nacida en Costa Rica, sesenta afios después del hecho.* La violencia informal que vigilé la segregacién espacial dentro del territorio costarricense dejé cicatrices en la memoria, pero ningtin rastro legislativo. ®* En 1942, “la raza negra” se incluyé por primera vez dentro de la lista de aquellas “razas indeaseables’, junto con los chinos, arabes, turcos, sirios, gitanos y “coolis’, cuya inmigracién ha- cia Costa Rica habia sido prohibida desde tiempos antes. Con esta ley costarricense, la prohibicidn a la inmigracién negra a las, repiiblicas de habla hispana de América Central, Colombia y Vene- zuela se habfa completado. En menos de una generacién, los puertos del litoral caribefio, por mucho tiempo portales de acceso abiertos al circuito de transporte maritimo que llevaba a la gente del Caribe, de lugar en lugar a lo largo de sus vidas laborales, se habian convertido en los limites més extremos a la movilidad legal. Para mediados del siglo XX, los ambiciosos y eficaces estados-naci nales de Centroamérica exigian a los migrantes, sus hijos y nietos, transformaciones profundas a cambio de la ciudadania permanente. E incluso cuando se escogié pagar el precio de la asimilacién cultural para lograr esa ciudadania—cuando los desayunos de ackee y bacalao dieron paso al gallo pinto, las tortillas o las arepas; cuando las escue- litas de inglés y las carcajadas en patud dieron paso al acartonado cas- tellano escolar—esa nueva ciudadania ofrecié a menudo no mas que un estatus de segunda clase para los inmigrantes afrodescendientes y sus comunidades.” Sobre el tema leer: Lara Putnam, “Fordneos al fin: La saga multigeneracional de los Antillanos brtinicos en América Central, 1870-1940" en Gudmmundson y Wolfe eds. ‘La negritud en Centroamérica: entre raza y raices. San José: Editorial UNED, 200. (Cétodra de Estudios de Afnca y ol Canbe

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