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JEAN JACQUES ROUSSEAU EL CONTRATO SOCIAL & Gradifco ha eee Lipro I Deseo averiguar si puede haber en el orden civil algu- na regla de administracién legitima y segura, considerando a Jos hombres como son y a las leyes como pueden ser. En esta investigacién intentaré siempre unir lo que permite el derecho con lo que prescribe el interés, para que no se encuentren divididas la justicia y la utilidad. Entro en materia sin demostrar la importancia de mi tema, Se me preguntaré si soy principe o legislador para es- cribit sobre politica. Contesto que no, y que por eso escribo sobre politica. Si fuera principe o legislador, no perderia el tiempo en decir lo que hay que hacer; lo harfa me callaria. Nacido ciudadano de un Estado libre," y miembro del soberano,* por poca influencia que pueda tener mi voz en los asuntos piiblicos, basta el derecho a votar respecto de €stos para imponerme el deber de instruirme en ellos; cuan- tas veces medito sobre los gobiemos, me alegro al encon- tar siempre en mis investigaciones nuevas razones para amar al de mi pais. Capituto I. Tema de este primer libro El hombre ha nacido libre, pero por doquier se halla ceneadenado. Alguien se eee duefio de los demas y no deja le ser més esclavo que ellos. {Cémo se ha dado este cam- bio? Lo ignoro. ;Qué puede legitimarlo? Creo poder resol- ver esta cuestién. Si no considerase mis que la fuerza y el efecto que -13- EL Conmiro Social, deriva de ella, diria: “Mientras que un pueblo esté obliga- do a obedecer y obedezea, hace bien; pero en el momento ‘en que puede sacudirse el yugo y se lo sacude, hace toda- ‘via mejor; porque al recobrar su libertad por el mismo derecho que se lo arrebat6, o esta fundado el recuperarla 0 no lo estaba el habérsela quitado”. Pero el orden social es un derecho sagrado que sirve de base a todos los demas. ‘Sin embargo, este derecho no procede de la naturaleza: se ‘basa, entonces, en las convenciones. Antes de entrar en ello debo ofrecer una base de lo que acabo de anunciar. Carituto IL. Las primeras sociedades La més antigua de todas las sociedades y la tnica naturales la familia, aunque los hijos no permanezean uni- os al padre mas que el tiempo que lo necesitan para con- servarse. En cuanto acaba esa necesidad se deshace el vin- cculo natural. Una vez que los hijos se ven libres de la obe-~ diencia que debian a su padre y que el padre se halla exen- to de los cuidados que debia a sus hijos, todos recobran la Independencia, Si siguen estando unidos, ya no es de una forma natural, sino voluntaria, y la propia familia se man- tiene sélo por convencién, Esta libertad comiin es una consecuencia de la natu- raleza del hombre. Su primera ley es velar por su propia conservacién; sus primeros cuidados son los que se debe a si mismo, y en cuanto alcanza la edad de la razon, al ser el iinico juez de los medios adecuados para conservarse, se convierte por ello en su propio dueio, La familia es, por tanto, si queremos, el primer modelo de las sociedades politicas: el jefe es la imagen del padre, el pueblo es la imagen de 10s hijos, y al haber nacido todos iguales y libres no enajenan su libertad mis que por su propia utilidad. Toda la diferencia consiste en que, en la familia, el amor del padre por sus hijos lo com- ih JAN JACQUES ROUSSEAU pensa de los cuidados que le presta, y que, en el Estado, l placer de mandar sustituye ese amor que el jefe no sien- te por sus pueblos, Grocio niega que todo poder humano estéestablecido ‘en favor de Jos que son gobernados: cita como ejemplo la esclavitud.? Su forma mas frecuente de razonar es la de establecer siempre el derecho por el hecho.* Podriamos cemplear un método més consecuente pero no més favora~ ble a los tiranos. Resulta, asi, dudoso, segtin Grocio, que el género hu- ‘mano pertenezca a un centenar de hombres o que ese cen ‘enar de hombres pertenezca al género humano: en todo su libro parece inclinarse por la primera alternativa; éste es también el sentir de Hobbes. La especie humana aparece, asi, dividida en rebafios de ganado, cada uno con su propio. jefe, quien lo protege para devorarlo. Del mismo modo que un pastor es de naturaleza superior a la de su rebafio, los pastores de hombres, que son sus jefes, son también de naturaleza superior a la de sus pueblos. Segiin Filén, el emperador Caligula razona- ba de este modo, concluyendo facilmente, como conse- cuencia de esta analogia, que los reyes eran dioses 0 que los pueblos eran animales. Este razonamiento de Caligula se parece al de Hobbes y al de Grocio. Antes que todos ellos, Aristételes habia dicho también que los hombres no son en modo alguno iguales por naturaleza, sino que unos nacen para Ia escla- vitud y otros para la dominacién* Aristételes tenia razén, pero tomaba el efecto por la causa, Todo hombre nacido en la esclavitud nace para la eselavitud; nada hay mas cierto. Los esclavos Io pierden todo con sus cadenas, hasta el deseo de liberarse de ellas; man su servidumbre como los compafteros de Ulises ama- ban su embrutecimiento.” Si hay esclavos por naturaleza, es aks EL Conrrato SociaL. porque hubo esclavos contra naturaleza. La fuerza hizo los primeros esclavos; su cobardia los ha perpetuado. No he dicho nada del rey Adan, ni del emperador Noé, padre de tres grandes monarcas que se repartieron el uni- ‘verso, como hicieran los hijos de Saturno, a quienes se ha creido reconocer en ellos Espero que se me agradezca cesta moderacién, porque al descender directamente de uno de estos principes, y quizé de la rama primogénita, cquién sabe si, comprobando titulos, no resultaria ser yo el rey legitimo del género humano? En cualquier caso, no pode- mos negar que Adin haya sido soberano del mundo como lo fue Robinson de su isla, por ser el tinico habitante, y lo que tenfa de cémodo este imperio era que el monarca, ase- gurado en su trono, no tenfa que temer ni rebeliones, ni guerras, ni conspiraciones. Capiruto IHL. El derecho del mis fuerte EL més fuerte no es nunca lo bastante fuerte para scr siempre el duefio si no transforma su fuerza en derecho y la obediencia en deber. De ahi el derecho del més fuerte; dere- cho tomado irénicamente en apariencia y establecido real- mente en principio. Pero zno se nos explicard nunca esta palabra? La fuerza es un poder fisico; no veo qué moralidad puede resultar de sus efectos. Ceder a la fuerza es un acto de necesidad, no de voluntad; es més bien un acto de pru- dencia, {En qué sentido podria ser esto un deber? Consideremos por un momento este pretendido dere- cho. Yo afirmo que no resulta de él més que una jerga inex- plicable, ya que, desde el momento en que la fuerza es Io que hace el derecho, el efecto cambia con la causa: toda fuerza que supera a la primera sucede a su derecho, Desde ‘el momento en que se puede desobedecer con impunidad, se puede desobedecer legitimamente, y como el més fuerte siempre tiene razn, no se trata sino de hacer que formal- ign JeAN JACQUES ROUSSEAU ‘mente sea el més fuerte. Ahora bien, gqué es ese derecho «que se acaba cuando cesa ta fuerza? Si hay que obedecer por fuerza, no se tiene necesidad de obedecer por deber, ¥ i ya no se esta forzado a obedecer, ya no se esté obligado \ hacerlo. Vemos asi, que la palabra derecho no afiade nada «la fuerza; no significa aqui absolutamente nada, Obedezean al poder, Si esto quiere decir “cedan a la fuerza”, el precepto es bueno, pero innecesario y contesto que nunea ser violado. Reconozeo que todo poder viene de Dios, pero también procede de El toda enfermedad; quiere esto decir que estd prohibido llamar al médico? Si ‘me sorprende un ladrén en un rincén del bosque, por fuer- za debo darle mi bolsa; pero, si pudiera conservarla, zesta- ria obligado concientemente a darséla? Porque, a fin de cuentas, la pistola que esgrime es también un poder. Acordemos, entonces, qué la fuerza no constituye el derecho, y que no estamos obligados a obedecer mas que a los poderes legitimos. De este modo, siempre sigue en pie imi primera cuestion. CapiTuLo IV, La esclavitud Dado que ningin hombre tiene una autoridad natural sobre sus semejantes y puesto que la naturaleza no produ- ce derecho alguno quedan, entonces, las convenciones como la base de toda autoridad legitima entre los hombres. Si un particular —dice Grocio— puede enajenar su libertad y hacerse esclavo de un amo, {por qué no podria ‘odo un pueblo enajenar Ia suya y hacerse subdito de un rey? Hay en esto muchas palabras equivocas que se han de apliear; pero detenigémonos en la de enajenar: enajenar ¢s dar o vender. Ahora bien, un hombre que se hace esclavo de otro no se da, se vende, al menos para subsistir: pero Por qué se vende un pueblo? Lejos de ser un rey el que proporcione la subsistencia a sus stibditos, es él quien -B. BL, Contraro Sociat obtiene la suya de ellos; y segtin Rabelais, un rey no vive con poco. ;Entregan los stibditos su persona, a condicion de que les tomen tambien sus bienes? No veo entonces qué les queda por conservat. Se dira que el déspota asegura a sus stibditos la tran- quilidad civil; de acuerdo, pero gen qué salen ganando si Jas guerras a que los arrastra su ambici6n, si su insaciable avidez, si las vejaciones de su ministerio los desoyen mas de lo que lo hacen sus propios desacuerdos? {Qué ganan si esa misma tranquilidad constituye una de sus miserias? ‘También se vive tranquilo en los calabozos: gbasta eso para encontrarse bien en ellos? Los griegos encerrados en cl antro de cielope vivian alli tranquilos, a la espera de que les legara el momento de ser devorados. Decir que un hombre se da gratuitamente es decir algo absurdo e inconeebible; un acto asi es ilegitimo y nulo por el solo hecho de que el que lo hace no esté en sus cabales. Decir lo mismo de todo un pueblo es suponer un pueblo de locos, y la locura no crea derecho. Incluso cuando cada uno pudiera enajenarse a si mismo, no puede enajenar a sus hijos; éstos nacen hombres y libres; su libertad les pertenece, nadie mas que ellos tiene derecho a disponer de ella. Antes de alcanzar la edad de Ja raz6n, el padre puede, en su nombre, estipular las condi ciones para su conservacién, para su bienestar, pero no puede entregarlos de una forma irrevocable © incondicio- ral, porque una donacién asi ¢s contraria a los fines de la raturaleza y va mas alla de los derechos de la pateridad. Para que un gobiemo arbitrario fuera legitimo, haria falta, por tanto, que en cada generacién el pueblo fuera duciio de aceptarlo 0 de rechazarlo; peto entonces ese gobierno no seria ya arbitrario. Renunciar a su libertad es renunciar a la cualidad de hombre, a los derechos de la humanidad, incluso a sus ‘a JkaN JACQUES ROUSSEAU deberes. No hay compensacién posible para quien renuncia a todo, Tal renuncia es incompatible con la naturaleza del hombre, y quitar a su voluntad toda libertad supone privar de toda moralidad a sus acciones, En fin, estipular por una parte una autoridad absoluta y por otra una obediencic il mitada, es una convencién vana y contradictoria. {No es evidente que no se esté comprometido a nada respecto de quien se tiene derecho a exigirlo todo? zY no entrafia la nulidad del acto esta condicién ‘nica, sin equivalente ni intereambio? Porque, gqué derecho tendria mi esclavo con- tea mi si me pertenece todo lo que tiene y al ser su derecho cl mio, ese derecho mio contra mi mismo es una palabra ccarente de sentido? Grocio y otros consideran que la guerra es lo que constituye otto origen del pretendido derecho de esclavi- tad. Al tener, segiin ellos, el vencedor derecho a matar al vencido, puede comprar su vida a cargo de su libertad; con- vencién tanto mas legitima cuanto que redunda en prove~ ccho de los dos, Pero es evidente que este pretendido derecho a matar 4 los vencidos no deriva en modo alguno del estado de uerra, Por el solo hecho de que mientras los hombres viven en su independencia primitiva no mantienen entre si relaciones lo suficientemente constantes como para consti= luir ni el estado de paz ni el estado de guerra, no son ene- migos por naturaleza, La relacién de las cosas y no la de los, hombres es lo que constituye la guerra, y al no poder sur- tir el estado de guerra de las simples relaciones personales sino s6lo de las relaciones de las cosas, no puede existir la uerra privada o del hombre con el hombre ni en el estado dle naturaleza, donde no existe una profundidad constante; ni en el estado social, donde todavia se encuentra sometido 4 Ta autoridad de las leyes. Los combates particulares, los duelos, los enftenta- sill EL Contato SociAL, ientos, son actos que no constituyen un estado. Respecto a las guerras privadas, autorizadas por los estatutos de Luis IX, rey de Francia, y suspendidas por la paz-de Dios,” son abusos del gobiemo feudal, sistema absurdo como nin- ‘guno, contrario alos principios del derecho natural y a toda ‘buena politica." La guerra no ¢s, asi, una relacién de hombre a hom- bre, sino una relacién de Estado a Estado, en la que los par- ticulares no son enemigos mas que accidentalmente, no como hombres, ni siquiera como ciudadanos," sino como soldados; no como miembros de Ia patria, sino como sus defensores. Finalmente, cada Estado no puede tener como ‘enemigos mas que a otros Estados, y no a hombres, puesto ‘que no se puede establecer ninguna relacién auténtica entre ‘cosas que tienen diversas naturalezas. Este principio se acomoda hasta con los principios establecidos en todas las épocas y con la préctica constan- te de todos los pueblos civilizados. Las declaraciones de guerra no son tanto advertencias a las potencias como a sus sibditos. El extranjero, ya sea rey, particular 0 pueblo, que roba, mata o detiene a los sibditos sin declarar la guerra al principe, no es un enemigo: es un salteador, Incluso en pplena guerra, un principe justo, aunque se apodere en pais ‘enemigo de todo lo que pertenece al campo de lo piiblico, respeta la persona y los bienes de los particulares; respeta los derechos en los que se fundan los suyos. Al ser el obje- tivo de la guerra la destruccién del Estado enemigo, se tiene derecho a dar muerte a los defensores en cuanto que tienen las armas en la mano; peto en cuanto las entregan y se rinden, al dejar de ser enemigos o instrumento del ene- 10, vuelven a ser simplemente hombres y ya no se tiene derecho sobre sus vidas. A veces se puede matar al Estado sin matar a uno solo de sus miembros: ahora bien, la guerra no da derecho alguno que no sea necesario para su fin -20- JBAN Jacques Rousseau Estos prineipios no son los de Grocio; no se fundan en las autOridades de poetas, sino que derivan de Ia naturaleza de las cosas y se fundan en la razon, Enrelacién con el derecho de conquista, no tiene otro fundamento que la ley del mas fuerte. Si la guerra no da al vencedor el derecho de exterminar a los pueblos vencidos, este derecho que no tiene, no puede servirle de base para esclavizarlos. No se tiene derecho a matar al enemigo més que cuando no se le puede hacer esclavo; el derecho a eselavizarlo no deriva, por tanto, del derecho a matarlo: 3, por tanto, un intercambio injusto hacerle comprar su vida, sobre la que no se tiene derecho alguno, al precio de su libertad, 2No es evidente que se cae en un cireulo vi- ccioso si basamos el derecho sobre la vida y la muerte en el lcrecho a la esclavitud, y el de esclavitud en el de la vida y la muerte? ‘Aun suponiendo ese terrible derecho absoluto a ‘matar, afirmo que un esclavo hecho en guerra 0 un pueblo conquistado no tienen otra obligacién para con su sefior que la de obedecerlo en tanto estén forzados a ello. Al uvrebatarle un equivalente a su vida, el vencedor no le ha vecho ningin favor: en vez de matarlo sin fruto, lo ha ‘matado con utilidad. Lejos, entonces, de haber adquirido sobre él autoridad alguna unida a la fuerza, permanece centre ellos como antes el estado de guerra, su propia rela- cin es un efecto de él, y el uso del derecho de guerra no supone ningin tratado de paz. Han hecho un convenio, de acuerdo; pero ese convenio, lejos de destruir el estado de jwuerra, supone su continuided. De esta forma, de cualquier manera que se conside- ren las cosas, el derecho de esclavitud es nulo, no s6lo por cr ilegttimo, sino porque es absurdo y no significa nada. ‘as palabras esclavitud y derecho son eontradictorias: se ‘excluyen mutuamente. Ya sea entre un hombre y un hom- -21- EL Contraro SOCIAL bre, 0 entre un hombre y un pueblo, este razonamiento serd siempre insensato; “Hago un convenio contigo, total- mente en perjuicio tuyo y totalmente en beneficio mio, {que observaré mientras me parezca y que observaris mientras me parezca.” CariruLo V. Cémo hay que someterse siempre a una primera convencion ‘Aunque admitieran todo lo que he refutado hasta aqui, no por esto habrian avanzado més los que estén en favor del despotismo. Siempre existiri una gran diferencia entre someter a una multitud y dirigir una sociedad. Si se va sometiendo uno tras otro a una serie de hombres dispersos, sea cual fuera su numero, estariamos ante un amo y unos esclavos, y no ante un pueblo y su jefe; es, si queremos, una sumatoria, pero no una asociacién; no hay ahi ni bien pabli co ni cuerpo politico. Aunque ese hombre hubiera esclav’ zado a medio mundo, no deja de ser més que un particular, su interés, aislndo del de los dems, es un interés privado. Cuando ese mismo hombre muere, deja su imperio disper- so y desvinculado, como se deshace un roble al consumirlo, cl fuego, que lo convierte en tun montén de cenizas.. Dice Grocio que un pueblo puede entregarse a un rey. Segiin él, un pueblo es, por Io tanto, un pueblo antes de, someterse a un rey. Esta misma entrega es un acto civil supone una deliberacién piiblica. Antes de examinar el act por el que un pueblo elige un rey, serfa oportuno examina el acto porel que un pueblo es tal pueblo; porque al ser est ‘acto necesariamente anterior al otro, constituye el verdade: ro fundamento de la sociedad, Efectivamente, si no hubiese convencién anterior, gdénde estaria la obligacién de la minoria de someterse la eleccidn de la mayoria, como no fuera undnime la el cién’? z¥ en virtud de qué, cien que quieren un amo tiene =m Jean JACQUES ROUSSEAU \lerecho a votar por diez que no lo quieren? La propia ley ule la pluralidad de los sufragios se establece por conven ‘ion y supone la unanimidad, al menos por una vez Capiruzo VIL El pacto social Imagino a los hombres llegados a este punto en que logran vencer los obstaculos que atentan contra su conser vucidn en el estado de naturaleza, gracias a su resistencia a lu fuerza que cada individuo puede emplear para mante- nnerse en dicho estado. A partir de ese momento, no puede va subsistir el estado primitivo, y el género humano pere~ ceria sino eambiase su manera de ser. Ahora bien, como los hombres no pueden engendrar nuevas fuerzas, sino tinicamente unir y dirigir las existen- \es, no tiene ya otro medio de conservarse que formar por \ywregacién una suma de fuerzas que pueda superar la resis- \encia, ponerlas en juego mediante un solo mévil y hacer~ las actuar conjuntamente Esta suma de fuerzas s6lo puede nacer de ia unién de ‘muchos; pero al ser la fuerza y la libertad de cada hombre los primetos instrumentos de su conservacién, ge6mo las ‘omprometera sin perjudiearse y sin abandonar los cuida~ «dos que él mismo necesita? La aplicacién de esta dificultad Al problema que estamos tratando puede enunciarse en 0s términos: “‘Hallar una forma de asociacién que defienda y pro- \vja de toda la fuerza comtin a la persona y a los bienes de cada asociado, y en virtud de la cual, al unirse cada uno a todos, no obedezca més que a si mismo y quede tan libre como antes.” Este es el problema fundamental al que da wohicién el contrato social."™ Las cléusulas de este conttato se hallan tan determi- ‘nudas por la naturaleza del acto, que la més minima modi= ficacién las haria vanas y de efecto nulo; de manera que, -23- BL Contraro Soctat, aunque quiz4 nunca hayan sido enunciadas formalmente, son las mismas en todas partes y por donde quiera se las, admite y reconoce técitamente; hasta que, una vez violado el pacto social, cada cual vuelve a sus primitivos deseos y a recuperar su libertad natural, perdiendo Ia libertad con- vencional por la que renuncié a aquélla Bien entendidas, todas estas clausulas se redueen a una; a saber, la enajenacién total de cada asociado con todos sus derechos a toda la comunidad; porque, en primer lugar, al darse cada uno por entero, la condicién:es 1a misma para todos, y al ser la condicién igual para todos, nadie tiene interés en hacerla costosa a los demés. ‘AGin més, al hacerse 1a enajenacién sin reservas, la uunién es tan perfecta como puede serio, y ningin asociado tiene ya nada que reclamar, porque si les quedasen algunos derechos a jos particulares, como no habria ningin supe- rior comiin que pudiese fallar entre ellos y lo piblico, al ser cada cual su propio juez en algin punto, pronto pretende- ria serlo en todos, subsistiria el estado de naturaleza y la asociacién acabaria siendo necesariamente tirénica o inutil, Por iltimo, al darse cada uno a todos no se da a nadie, y como no hay ningiin asociado sobre el que no se adquie- ra el mismo derecho que se le cede sobre uno mismo, se ‘gana el equivalente de todo lo que se pierde, asi como més fuerza para conservar lo que se tiene. En consecuencia, separando del pacto social lo que no entra dentro de su esencia, encontramos que se reduce a los términos siguientes: “Cada uno de nosotros pone en comin. su persona y todo su poder bajo la direccién suprema de la voluntad general, y recibimos ademés a cada miembro co- ‘mo parte indivisible del todo”. Eseacto de asociacién produce al instante, en lugar de Ja persona particular de cada contratante, un cuerpo moral ¥ colectivo, compuesto por tantos miembros como votos ~24~ Jean JACQUES ROUSSEAU tione la asamblea, que recibe de este mismo acto su unidad, 1 yo comiin, su vida y su voluntad. Esta persona publica, ‘que se forma asi por la unién de todas las demas, recibia en ‘iro tiempo el nombre de ciudad” y ahora recibe el de epliblica 0 el de cuerpo politico, al que sus miembros lla- nan Estado cuando es pasivo, soberano cuando es activo, ppoder al compararlo con sus semejantes. Respecto a los ssociados, toman colectivamente el nombre de pueblo, y se llaman en particular ciudadanos, en cuanto que participan le la autoridad soberana, y stibditos, en cuanto que estén sometidos a leyes del Estado. Pero estos términos se con- funden a menudo y se usan unos por otros; basta con saber- los distinguir cuando se emplean con toda precision. CapituLo VIL El soberano Mediante esta formula vemos que el acto de asocia- cién eneierra un compromiso reciproco de lo piiblico con los particulares y que, cada individuo contratante (por asi clecirlo consigo mismo), se encuentra comprometido en tn lable aspecto: a saber, como miembro del soberano respec \o a Jos particulares y como miembro del Estado respecto 1] soberano. Pero no podemos aplicar aqui el principio del clerecho civil de que nadie esta obligado a cumplir los com- promisos que contrae consigo mismo, porque hay una gran diferencia entre obligarse para uno mismo o para con un todo del que se forma parte. Hay que seialar también que la deliberacién piblica, que puede obligar a todos los stibditos para con el sobera- no, a causa de las dos relaciones diferentes bajo las que se considera cada uno de ellos, no puede, por la razén contra- ria, obligar al soberano respecto a si mismo. En conse- cuencia, va en contra de la naturaleza del cuerpo politico que el soberano se imponga una ley que no puede infringit. Al no poder considerarse mas que bajo un solo y mismo alii. BL Contraro SoctaL aspecto, entra entonces en el caso de un particular que con~ trata consigo mismo; por lo que se ve que no hay ni puede: haber ninguna especie de ley fundamental obligatoria para el cuerpo del pueblo, ni siquiera el contrato social. Esto no} significa que ese cuerpo no pueda muy bien comprometer~ se respecto a otro, en lo que no derogue ese contrato: yal ‘que, respecto al extranjero, se convierte en un ser simple, en un individuo. Pero el cuerpo politico o el soberano, al no derivar su ser mas que de la santidad del contrato, no puede obligarse nunca, ni siquiera respecto a otro, a nada que derogue ese! acto primitive, como enajenar alguna parte de si mismo o| someterse a otro soberano. Violar el acto por el que existe seria aniquilarse, y lo que no es nada no produce nada. Tan pronto como esta multitud esta asi reunida en un cuerpo, no se puede ofender a uno de los miembros sin atacar al cuerpo; mucho menos ofender al cuerpo sin que’ con ello se resientan los miembros. Asi el deber y el inte rés obligan igualmente a las dos partes contratantes a ayu- darse mutuamente, y los propios hombres deben procurat reunir, bajo ese doble aspecto, todas las ventajas qu dependen de él. Ahora bien, al no estar formado el soberano mas que ‘por los particulares que lo componen, no tiene ni puede} ‘ener interés contratio al suyo; en consecuencia, el poder soberano no tiene ninguna necesidad de garantia con res- pecto a los siibditos, porque es imposible que el cuerpo) quiera perjudicar a todos sus miembros y, después veremos, ‘que no puede perjudicar @ ninguno en particular. Por el sola hecho de serlo, el soberano es siempre lo que debe ser. ‘No sucede, sin embargo, lo mismo con los siibditos respecto al soberano, de cuyos compromisos, a pesar dell interés comin, nada responderia si no encontrase medios| de asegurarse su fidelidad. = 26- “JEAN JACQUES ROUSSEAU Efectivamente, cada individuo puede tener, como hombre, una voluntad particular contraria o distinta de la ‘oluntad general que tiene como ciudadano: su interés par- ‘icwlar puede hablarle de muy distinta forma que el interés comin, st existencia absoluta, y naturalmente indepen- slicnte, puede hacerlo considerar lo que debe a la causa ‘oman como una contribucién gratuita, cuya pérdida sera vnenos perjudicial a los demas como oneroso es el pago jptra él, ¥ considerando la persona oral que constituye el | stado como un ser de razén, dado que no es un hombre, lsfrutarfa de los derechos del cfudadano sin querer cum- pli los deberes det sibdito; injusticia cuyo progreso causa- va la ruina del cuerpo politico. Para que el pacto social no sea, asi, una férmula inti, ‘implica técitamente este compromiso, el nico que puede Jay fuerza a tos demés, de que cualquiera que se niegue a »hedecer a la voluntad general sera obligado a ello por todo | cuerpo: Lo cual no significa otra cosa sino que se lo for- vrd a ser libre, porque tal es la condicién que, dando cada ciuidadano a Ta patria, le asegura de toda dependencia per- ‘onal; condicién que constituye el artificio y el juego de la ‘nviguina politica, y la Gnica que legitima los compromisos civiles, que sin eo serian absurdos y tirdnicos y estarian ‘ometidos a los mas grandes abusos. CapiruLo VIL. El estado civil Este trinsito del estado de naturaleza al estado civil produce en el hombre un cambio muy notable, al sustituir en su conducta el instinto por la justicia y al dar a sus vcciones la moralidad de la que antes carecfan. Sélo enton- «es, cuando la voz del deber sucede al impulso fisico y el ‘lerecho al apetito, el hombre, que hasta ese momento no habia mirado mas que a si mismo, se ve forzado a obrar de rcuerdo eon otros principios y a consular su razén antes de -27- EL Conrearo Social. escuchar sus inclinaciones. Aunque en este estado renuncie ‘a muchas ventajas que le da la naturaleza, obtiene otras ‘muy grandes: se ejercitan y desarrollan sus facultades, se ennoblecen sus sentimientos, su alma se eleva por entero. hasta tal punto que si no la degradasen a menudo los abue sos de esta nueva condicién por debajo de la que ha salido, deberia bendecir constantemente el instante feliz que le arraneé de ella para siempre y que hizo de un animal esti- pido y limitado un ser inteligente y un hombre. Resumamos este balance en términos féciles de;com= parar; lo que el hombre pierde por el contrato social es su libertad natural y un derecho ilimitado a todo lo que lo tien- tay puede aleanzar; lo que gana es Ia libertad civil y la pro- piedad de todo lo que posee. Para no equivocarse en estas, compensaciones, hay que distinguir claramente la libertad natural, que no tiene por limites més que las fuerzas del individuo, de la libertad civil, que esta limitada por la voluntad general; y la posesién, que no es sino el efecto de: Ja fuerza o el derecho del primer ocupante de la propiedad, que no puede fundarse més que en un titulo positivo. De acuerdo con lo anterior, podriamos agregar a la) adquisicién del estado civil la libertad moral, lo nico que: hace al hombre auténticamente duefio de si; ya que eb impulso s6lo del apetito es esclavitud, y la obediencia a la: ley que se ha prescrito es la libertad. Pero ya he hablado demasiado al respecto, y el sentido filosofico de la palabra) libertad no es aqui mi tema. Captruto IX. El dominio real Todo miembro de la comunidad se da a ella en el momento en que ésta se forma, tal como se encuentra e ese momento, él y todas sus fuerzas, de las que form: parte los bienes que posee. No es que por este acto cambi la naturaleza de la posesién al cambiar de manos y se con. ~28- JeaN JACQUES ROUSSEAU ‘erta en propiedad en las del soberano; sino que, como las Iverzas de la ciudad son incomparablemente mayores que lus de un particular, la posesién publica es también, de hecho, mds fuerte y més irrevocable, sin ser més legitima, 1 menos para los extranjeros: porque el Estado es, en rela- \on @ sus miembros, duefio de todos sus bienes por cl contrato Social, que en el Estado sirve de base a todos los derechos, pero no lo es, en relacin a otras potencias, mis «que por el derecho de primer ocupante, que mantiene de los particulares. El derecho de primer ocupante, aunque mas real que cl del més fuerte, no se convierte en un verdadero derecho ino después del establecimiento del de propiedad. Todo hombre tiene naturalmente derecho a todo lo que le es necesario, pero el acto positive que lo hace propietario de vigiin bien lo excluye de todo el resto. Tomada su parte siche limitarse a ella, y no tiene ya ninggin derecho en la comunidad. He aqui por qué el derecho de primer ocupan- tc, tan débil en el estado de naturaleza, es aceptable para todo hombre civil. Se respeta mas en este derecho lo que no es de uno que lo que es de otro Generalmente, para autorizar en cualquier terreno el, derecho de primer ocupante, se requieren las condiciones sijuientes: primera, que atin no esté habitado por nadie este terreno; segunda, que sélo se ocupe de él la cantidad que se requiera para subsistir; en tercer lugar, que se tome pose- sion de é1, no mediante una ceremonia init, sino median- le el trabajo y el cultivo, tinico signo de propiedad que, a {alta de titulos juridicos, deben respetar los demas. En efecto; conceder a la necesidad y al trabajo el dere- cho de primer ocupante, no es ampliarlo lo mas que se puede? ;Podemos no poner limites a este derecho? {Bastar poner el pie en un terreno comin para pretender ser, por ello, su duefio? gBastardé con tener la fuerza de alejar por un ~29- FL Conrearo Sociat, momento a los demas hombres para quitarles el derecho de volver a él? {Cémo un hombre 0 un pueblo pueden apode- rarse de un inmenso territorio y privar de él a todo el géne- ro humano como no sea mediante una usurpacién condena- ble, puesto que privan al resto de los hombres del lugar y de los alimentos que la naturaleza les da en comtin? Era sufi- ciente motivo que Nie. de Balboa tomase posesién, desde la orilla, del mar del Sur y de toda la América meridional en nombre de la Corona de Castilla, para desposeer de ellos a todos los habitantes y para excluir de ellos a todos los prine cipes del mundo? De igual manera se multiplicaban de un modo totalmente intl estas ceremonias y el rey cat6lico no tenia més que tomar de una vez posesién de todo el univer- so desde su gabinete, exceptuando sélo de su Impetio lo que poseian antes los demas principes. ‘Se comprende, entonces, cémo las tietras de los par- ticulares reunidas y contiguas se convierten en territorio. piblico, y como el derecho de soberania, al extenderse de Jos siibditos al terreno que ocupan, se convierte a la vez en real y personal, lo que sitia a los poseedotes en una depen ddencia mayor y hace de sus propias fuerzas ta garantia de su fidelidad; ventaja que no parece haber sido muy apre- cciada por los antiguos monarcas que, no Hamandose més ‘que reyes de los persas, de los excitas, de los macedonios, parecian considerarse mas como jefes de los hombres que ‘como duefios del pais. Los de hoy se Haman, més habil- mente, reyes de Francia, de Espafia, de Inglaterra, ete.; al dominar asi el teritorio, estén muy seguros de dominar a sus habitantes Lo que hay de particular en esta enajenacién es que, lejos de despojar la comunidad de sus bienes a los particu- lares, al aceptarlos, no hace sino asegurarles la legitima posesién de aquellos, cambiar fa usurpacién en un verda dero derecho y el disfrute en propiedad. Al ser considera- 2302 JEAN JACQUES Rousseau ‘los entonces los poseedores como depositarios del bien jnblico, al ser respetados sus derechos por todas los miem- Inros del Estado y mantenidos con todas sus fuerzas contra cl extranjero, debido a una cesién ventajosa para lo publi- ©, ¥- ms atin para ellos mismos, han adquirido, por ast tlveitlo, todo lo que le han dado: paradoja que se explica tiicilmente por la distineién de los derechos que el sobera- ho y el propietario tienen sobre el mismo fondo,"* como veremos después. Puede también suceder que los hombres comiencen a nirse antes de poser nada y que, apoderindose después tun terreno suficiente para todos, lo disfruten en comin ‘lo repartan entre ellos, bien en partes iguales, bien segtin las proporciones establecidas por el soberano. De cualquier liorma que se haga esta adquisicién, el derecho que tiene ada particular sobre su propio fondo esti siempre subor- slinado al derecho que tiene la comunidad sobre todos; sin lo cual no habria ni solidez en el vinculo social, ni fuerza veal en el ejercicio de la soberania, Finalizo este capitulo y este libro con tna observacién que debe servir de base a todo el sistema social: y es que, ten lugar de destruir la igualdad natural, el pacto funda- niental sustituye, por el contratio, por una igualdad moral y legitima lo que la naturaleza habia podido poner de des- iyualdad fisica entre los hombres y que, aunque puedan ser iguales en fuerza o en talento, acaban siendo todos suales por conveneién y de derecho." =31- Et. Contrexro SoctaL JEAN JACQUES ROUSSEAU Notas del Libro 1 1 La teas de Gite 2. Uns vos eh intsptad ste emi como na rfc Conejo Genel de Gin, mde Sean, Pace, en cambic, que Roun el fends a oped, 3. Gre, De ae Bt cpt cp 3.8 Las dc igen soe eho pis oso mer, sn isa os anos abso, y os stn niet ido nos eran eh xt Sia emmsino.” lrg de Argensn, Ta de itn Franc eo ms ioe preisanent, lo que ha eho Graco. (Rowse) 5 Astor de De Legation Clam asia al fet eh 168 (6 Arist Polite 1. Psomente Reuse conta ete pase pot ado por Puede en Dee iti ent 1 Vase neve tt de Paro, tidy “io ain wan aa’ Rouen) Se emo al Ho de Rober Fes, Parra or henna power fing (Lente, 160), eb Locke habia edo on "ta del ger 9 Lapa de Dis” er a perl de hse input pra gest scam "0 Rowen ui el tion pete, david del greg play del ion pate “adminstcin del Es, "ondu pic", onpmicacn pot”. Ea cael 0s tem pla, acid a “pica en os spoe XVI y MIX. Nov ‘etd tac pool an a aga mao ene "Loses qe hn erent dere def guns mo qo ninguna chm dem, evaban js tes exer espe, ut no peri ‘tn cdo serv camo ylation haere comronesido ane ea cian 9 ex cone conta enema. I tes foi a ke donde ata ie has aus primers ras jo Pomp, Can pie xr st de oe ques seats ge st hijo comin taj uso, gt cle reste ‘mre jurmeno ltr: ore a fans ald et rimerona oda empty ‘sama col eng, El mismo atin esrb a jo queda de cama ments wo bis presto ee mevo ramen, Segue me pao eels de Caio oes ects pil, pr 0 cho yes wa, Los omnes Sm es econ moos cen ened sus eyes lp nea rnishemoss (Reuse, ade ned de 1712) 12 Sree al noe seis y 0 He de Retz 13 El verde send esa pala sh prio cas por complet cnt os ma ‘sa maovia oman et il por oa ca y= wn tng par ncn. No on qua cn nc I vil y le cadans hoe eet is or ent cr arsiguament a scans. No he eb gine de cies Iya dad muneaa lester dering rie isla anime aor ey ons. en reso cla oe inl, mes ete ms pains a Wer ‘alo ls dens. So fos fees wa fale amv de mens ca nos pore nano un i veda del ton, como pd wee est lciorariosn cn iui, usp, cna del dele je ete les te mabe pes um vit 0 un eee. Cando Bano gis blr ce reso iadosy bursts eat el gave enor tomar 3 Ue po 0. Dales no seh equioeado al pete y hating enn 9 ai Ginna seat ede de ome cho lun, ona esis ete Jes gue yen ety oe ued compen I ps Xingin ‘oar fet, ques ph compen el eda send dea pals ci ow (assem) Fuse sli fn en cnn de ens qe posse cma” 15 Bj ses ober ea gad mes mks qu patent ir; sive mle «uaa me al pobre mise yal cen supsin Deeks fonslempe esas peaneseey pelea ines no pea mt do gue se dete qu ata scl be ene os mbes a td ie nen payee dello te denis, (Rowen) aes

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